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Sin embargo, Emilio no es una guía detallada, aunque si incluye algunos consejos
sobre como educar a los niños.
fue uno de los más destacados pensadores europeos del siglo XVIII. Sus ideas
nutrieron de fundamentos teóricos al movimiento ilustrado y la Revolución
Francesa. Su educación se cimentó en un entorno calvinista (enfatizó la soberanía
de Dios, la Biblia como única regla de fe)
JUAN JACOBO ROSUO a través de su novela el Emilio cita al niño en centro del
proceso educativo utilizando su frase célebre “EMILIO TIENE POCO
CONOCIMIENTOS, PERO LOS QUE TIENE SON VERDADERAMENTE SUYOS”
De otra forma, todo sería peor, ya que nuestra especie no quiere ser formada a
medias.
Aquí Rousseau busca resolver esta supuesta contradicción y trata de demostrar
cómo es que “el hombre natural” puede vivir en sociedad, la misma que requiere
que ese hombre natural pierda o controle algunas de esas características naturales,
específicamente, el egoísmo que lo impulsa a sacrificar todo interés ajeno en
beneficio del propio. Esto quiere decir que toda sociedad tiene que elegir entre
crear un buen ciudadano o un hombre.
Considera también como otros filósofos (Platón entre ellos), que el ser humano al
nacer es débil y torpe no cuenta con nada, por lo que va a necesitar fuerza e
inteligencia para compensarse y esto lo encontrará únicamente en la educación
que le ayudará a salir del estado sensible desde su nacimiento. De acuerdo al
análisis de la lectura, es importante hacer mención que, para el autor, existen tres
tipos de educación:
Son estos aportes que han hecho a esta Obra como una especie de guía detallada,
que no lo es en su esencia, aunque sí incluye algunos consejos sobre cómo educar
a los niños.
Hoy se considera el primer tratado sobre filosofía de la educación en el
mundo occidental. Con el Emilio o la Educación, Rousseau quiere contraponer al
hombre de la sociedad de su tiempo contra el hombre natural, el verdadero
hombre.
El niño nace ignorante, privado hasta del sentido de su existencia, pero capaz de
aprender. Con el nacimiento comienza la educación. Esta se realiza mediante la
experiencia del mundo ligada al uso de las funciones y de los sentidos. La actividad
es la primera escuela del niño, la ley natural que se debe respetar. Cuanto mayor
sea la actividad, mayor será la experiencia formativa.
Esta mala costumbre engendra otras todavía peores. “No contentas de haber
dejado de criar a sus hijos, las mujeres dejan de querer tenerlos: es la consecuencia
natural. Desde el momento en que la maternidad es onerosa, se encuentra bien
pronto la manera de liberarse enteramente de ella. Esta usanza, sumada a otras
causas de despoblación, nos anuncia la futura suerte de Europa. Las ciencias, las
artes, la filosofía y las costumbres que se siguen de esa mentalidad, acabarán
convirtiéndola en un desierto. Y cuando sólo esté poblada por bestias, no habrá
cambiado en mucho la calidad de sus habitantes”.
Cuando las madres vuelvan a criar a sus hijos, las costumbres mejorarán, los
sentimientos naturales se despertarán en los corazones, los Estados se volverán a
poblar y todo irá mejor.
En la educación de los niños hay que seguir en todo a la naturaleza. Se evitarán por
eso los cuidados demasiado solícitos y las comodidades excesivas: la naturaleza
educa a través del dolor. El niño ha de superar determinadas fiebres y dolencias.
Una precaución exagerada contrariaría el camino que la naturaleza sigue para
fortalecerlos, de lo que se seguirá la debilidad permanente del niño.
Rousseau explica que la primera educación del infante tiene lugar por las
sensaciones. En el principio de la vida, cuando la memoria y la imaginación están
todavía inactivas, el niño sólo atiende a lo que impresiona realmente sus sentidos:
siendo las sensaciones el primer material de su conocimiento, ofrecérselas de
modo conveniente es preparar su memoria para que un día ofrezca el mismo
orden a la inteligencia, preparando su memoria. El niño quiere tocar todo, manejar
todo: no os opongáis a esa inquietud, porque le proporciona un modo necesario
de aprender. “El aprende a sentir el calor y el frío, la dureza, la suavidad, el peso y la
ligereza de los cuerpos; y aprende también a juzgar de su tamaño, de su forma y
de todas las cualidades sensibles, mirando, palpando”.
Es importante evitar dos extremos en el trato con los niños: imponerles nuestra
voluntad y que ellos nos impongan la suya con sus lloros, para que no se formen ni
la idea de esclavitud, ni la de mando, sino la de libertad. Menos mandatos y más
autonomía de movimientos, que obren por sí mismos, y se darán cuenta de lo que
pueden y de lo que no pueden. Los niños no deben encontrar resistencia en la
voluntad humana, sólo la que las cosas les ofrecen, así no se harán coléricos ni
caprichosos. Cuando un niño tiende la mano hacia un objeto distante sin decir
nada, él se engaña acerca de sus posibilidades; acerquémosle el objeto para que
pueda tomarlo. Pero cuando extiende su mano gritando y llorando, como si
mandase al objeto que se acerque, no hagamos caso ninguno de sus llantos, para
que no se habitúe a mandar y a ser caprichoso. En todo caso, no le demos cosas
porque las desea, sino porque le son convenientes. Y sobre todo nunca
pretendamos dar al niño exhortaciones o mandatos morales: “sólo la razón
distingue el bien y el mal. La conciencia, que nos hace amar lo primero y odiar lo
segundo, aun siendo independiente de la razón, no puede desarrollarse sin ésta.
Antes de llegar al uso de razón hacemos el bien y el mal sin saberlo y en nuestras
acciones no hay moralidad alguna”
Los niños no tienen suficientes fuerzas para todo lo que requiere su naturaleza.
Dejémosles usar todo lo que ésta les concede, sin temor ninguno a que abusen, no
sabrían hacerlo.
Se les debe ayudar y suplir en lo que les falta, sea en inteligencia sea en fuerza,
siempre en algo que responda a una necesidad física.
” El espíritu de estas reglas es dar a los niños más libertad verdadera y menos
imperio, dejarles obrar más por sí mismos y hacer que exijan menos de los demás.
Así, habituándose desde pequeños a subordinar sus deseos a sus fuerzas, les
dolerá poco la privación de lo que no está en su poder”
Por último, se ocupa Rousseau del aprendizaje de la lengua. Los niños al principio
se limitan a llorar. Después oyen hablar a los mayores, y van aprendiendo. No hay
que forzarlos ni marearlos con prematuras lecciones de fonética; basta con hablar
en su presencia de modo claro e inteligible, articulando bien. No imitar ni repetir su
pronunciación defectuosa, y utilizar un vocabulario restringido: es un mal tener más
palabras que ideas. Como observa Agazzi, no se da cuenta Rousseau de que la
capacidad natural del niño opera por sí misma la selección de los vocablos
asimilables.
CARACTERISTICAS DE EMILIO.
A Emilio lo eligió noble, porque para él, los nobles son los que peor educan a sus
hijos.
Será huérfano, esta característica se presentaba de esa manera para que los padres
no entorpecieran la labor del preceptor.
Emilio vivirá y se educará en el campo ya que pensaba que los hombres no habían
sido hechos para vivir en hormigueros, sino que debían dedicarse a cultivar la
tierra.
Será de inteligencia media, ya que tenía que representar al tipo de hombre más
común.
CONCLUSIONES
Dentro del desarrollo del libro primero, nos proporciona las características de
Emilio, concretizándolas en que este debe ser noble, rico, huérfano, europeo, sano
y robusto, debe vivir y ser educado en el campo, va a contar con una nodriza y con
un preceptor joven para que pueda ser compañero del alumno y partícipe de sus
juegos y de sus confidencias.