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ni racista, ni misógino.
No es la intención de quien esto escribe, dar por absoluta una verdad. Tolkien
hablaba sobre el derecho de la “aplicabilidad” de cada lector para desentrañar, a partir
de su propia experiencia, el sentido de su obra, en contraste con la alegoría que tanto
despreciaba, como el artificio de un autor de ocultar, en una trama, un sentido único, un
mensaje al borde del panfleto.
Así que el poeta decide tomar las armas y sumarse al ejército que les enfrenta,
hasta que al fin, ha regresado a su país, allí en la taberna donde departe con los
profesores que han quedado estupefactos por la gallardía de su relato.
Salvo uno de los maestros, quien detesta la poesía del misterioso personaje y
quien desconfía de los sacerdotes por principio –tipo listo- .El poeta se ríe de él y los
demás profesores desatan el escarnio contra su colega.
La taberna es The Eagle & Child. El poeta guerreo es Roy Campbell. Quien
desconfía de él es escritor C.S.Lewis, afamado por su activismo protestante, y
J.R.R.Tolkien es uno de los profesores admirados por el relato del poeta.
Pero el año es 1944, el país extranjero es España y “la revuelta de salteadores”
era el legítimo ejército republicano, en contra del execrable golpe de estado fascista de
Franco.1
Pero nada de esto existe en el relato de Roy Campbell, donde en cambio, esos
niños, y sabios que se fueron a ultramar a encontrar otro hogar, se les llama solamente
“esos rojos en sus camiones envueltos en pana”.
Así que esa noche y en esa mesa, sólo prevalece el poder del relato de “el
poeta” y su versión épica se torna en verdad para los presentes, quienes asumen por
consonancia narrativa, que todo lo malo que se dice de Franco es propaganda comunista
y están dispuestos a creer lo bueno que se dice de él, porque al final, acaso sólo quedará
palpitando la imagen de los sacerdotes apuñalados grotescamente con sus propios
crucifijos.
1
J.R.R. Tolkien, Cartas, Minotauro, Barcelona, 1993, p.p 116-117. Y, Joseph Pearce, Tolkien: Hombre y
mito, Barcelona, 2000, pp. 84-88.
2
Antonio Machado, Poesías completas, Austral, Barcelona, 2001, pp. 465-466.
Sólo C.S. Lewis ha quedado, como Gimli, inmune a la narración por su
(prudente) menosprecio a la Iglesia Católica, habiendo descubierto él, amo y señor de
las alegorías cristianas en su obra la fusión de catolicismo y fascismo que ordeña la miel
ingeniosa e infecta del relato.
No obstante y del otro lado, El Señor de los Anillos ha sido una de las
banderas ideológicas del movimiento hippy de los años 60 y que hubiera inspirado la
causa de la fundación ecológica Greenpeace, no parece suficiente a los detractores para
llamarlo “ecologista” o revolucionario”. Pero no necesitamos entrar en el terreno de la
interpretación de los eventos antes mencionados, sino que son estos algunos ejemplos
de la recepción de una obra maestra, de una obra de arte, tan abierta a la interpretación
de sus múltiples lecturas, por tiempos o civilizaciones distintas, ajenas, por supuesto, a
lo que hubiera latido o no en la poética de un autor.
No soy socialista en sentido alguno –pues soy contrario a la “planificación” (como debe
ser evidente), sobre todo porque los “planificadores” cuando adquieren poder, se
vuelven malos5.
Lamento no tener muy claro a qué se refiere con ario. No soy de extracción aria: eso es,
indo-iraní; que yo sepa, ninguno de mis antepasados habla indostano, persa, gitano ni
ningún dialecto afín. Pero si debo entender que quieren averiguar si soy de origen judío,
sólo puedo responder que lamento no poder afirmar que no tengo antepasados que
pertenezcan a ese dotado pueblo.
5
Cartas, p. 79.
6
Robert Plank, “The scouring of the Shire: Tokien view of fascism” in A Tolkien Compass, Open Court,
2003, pp. 108-109.
7
J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos I: La Comunidad del Anillo, Conaculta, México, 2010, pp. 11-
12.
8
Cartas, p. 49.
Más tarde, dos de sus cuatro hijos participarían en la Segunda Guerra Mundial
contra el nazismo. Él se debatía en escribir El Señor de los Anillos y se lo mandaba en
episodios a su hijo Christopher, en campaña en el norte de África y en una de esas cartas
comenta9:
De cualquier modo, guardo en esta guerra un ardiente rencor privado –que me haría
probablemente un mejor soldado ahora a los 49, que cuando lo fui a los 22- contra ese
pequeño cabal ignorante de Adolf Hitler, por arruinar, pervertir y tornar para siempre
maldito ese noble espíritu nórdico, una suprema contribución a Europa que siempre he
amado e intentado mostrar en su verdadero esplendor.
Sabíamos que Hitler era un pillo vulgar e ignorante además de tener otros defectos (o la
fuente de ellos), pero parece que muchos (…) que no hablan alemán, si tuvieran la
oportunidad, manifestarían a mayor parte de las características hitlerianas. Había un
solemne artículo en un periódico local que abogaba seriamente por el sistemático
exterminio de la entera nación alemana como única medida adecuada después de la
victoria militar (…). Los alemanes tienen igual derecho a declarar a los polacos y a
judíos alimañas exterminables y subhumanas, como nosotros a los alemanes; en otras
palabras, no tiene derecho, no importa lo que hayan hecho.
Estamos intentando conquistar a Sauron con el Anillo (y según parece) ganaremos, pero
el precio es, como lo sabrás, criar nuevos saurons y lentamente ir convirtiendo a los
Hombres y Elfos, en Orcos.
Las ideas asociadas con “libertad”, tal como se emplea la palabra en la actualidad (…),
la propaganda ha abusado tanto de la palabra que ha dejado de tener valor alguno para la
razón y se ha convertido en mera dosis emocional para generar calor. En el mejor de los
casos parecería implicar que los que dominan a uno, deberían hablar (como lengua
nativa) el mismo idioma; que es en última instancia a lo que se reducen las ideas de
raza, nación; o de clase.
9
Cartas, p.114.
10
Cartas, p. 96.
11
Cartas, p.139
12
Cartas, p.113.
Si se oponía al nazismo, no era simpatizante del comunismo, ni del imperio
británico y su Common Wealth, ni de la ascendente estrella del liberalismo
norteamericano ¿Cuál era entonces su simpatía política, si acaso?
15
Dirían algunos: El imperativo categórico kantiano.
16
Concepto de poder, ley y traditio en la mitología de Tolkien (minuto1:04:15, 1:06:53)
:https://www.youtube.com/watch?v=QZyqa2Y42yA&list=LLJ5KjVqW4Hl0TGDEYA53hUA
2
Así que al fin, con algo que decir al respecto, abordemos el tema
civilizadamente…. O al menos lo intentaré (no abordarlo, sino ser civilizado).
Veamos pues:
Y sí, hay rubios entre los elfos de la casa de Finarfin, los hombres rohirrim de
la casa de Eorl, los Barbirubios hijos de uno de los siete padres de los enanos o los
hobbits de la rama alba, pero… ¿en verdad son superiores a sus hermanos de cabellos
oscuros, como el tremendo Feänor –y todos los noldor que marcarán la pauta cultural de
los Días Antiguos-; Beren, Lúthien, Aragorn, Arwen,18o los castaños pelirrojos de Frodo
y Sam que serán la liberación de la sombra de aquellos días?
Ah, pero ¿el asunto es que todos los anteriores pueden ser llamados todavía de
un fenotipo “caucásico occidental”?
17
María Moliner, Diccionario de uso del español Tomo II, Gredos, Madrid, 2007,p.2473
18
Ambas parejas íntimamente identificados con el propio Tolkien y su esposa Edith.
Bueno, veamos otros ejemplos de los llamados “casos étnicos” (cualquier cosa
que eso signifique) y más aún, comencemos por los orcos, “negros y malos”.
Morgoth fue antes Melkor y era un Valar cabal. Sauron fue Annatar y sirvió a
Aulë como un ainur al servicio de su forja primordial. Los matices de grises están
presentes a todo lo largo de la obra: desde la snob y mezquina Lobelia Sacovilla-
Bolsón, al final de la Guerra del Anillo liberada en aplausos por ser la única en haberse
enfrentado a los sicarios de Zarquino; o la desesperación de los gobernantes humanos
ante la muerte de sus primogénitos y la oscuridad de los días que les toca vivir, que
conducen a Denethor a la locura, mientras que Theóden, casi condenado a la misma
suerte, logra sobreponerse y tener un final digno de sus más épicos ancestros. Así
mismo, el error está siempre presente en los protagonistas: Gandalf equivoca su
confianza en Saruman, a Aragorn se le desbanda la Comunidad del Anillo en Rauros,
Galadriel casi cae en la tentación de tomar el Anillo Único y Sam, en un arrebato de
prejuicioso sarcasmo, arruina la redención de Gollum para siempre.
¿Y los orcos?
¡Ah! Es que ellos no nacieron “malos” tampoco, sino que fueron en sus
orígenes elfos a quienes a través del dolor y la desesperación se les corrompió –como a
Gollum, o a Denethor-, primero en los calabozos de Uttumo y luego, en edades
posteriores, Sauron “refinó” sus linajes infamados, con sangre humana.
En tanto, podría parecer que la discriminación ocurre más bien entre los
humano ante lo élfico, con su talla ética, su sensibilidad artística, su empatía ecológica y
su belleza feérica y, ciertamente, los más grandes de cada uno de los héroes que
representan a una especie en El Señor de los Anillos, lo son por su filiación a lo élfico:
Frodo es el más “élfico” de los hobbits, Aragorn el más “élfico” de los humanos y Gimli
el más “élfico” de los enanos… Pero son los hobbits y no los elfos, los únicos capaces
de cumplir con una la más esforzada misión en la historia de la Tierra Media; el Beren
el humano el único capaz de tomar los Silmarils de la corona de Morgoth (la otra más
esforzada empresa) y de ganarse el corazón de la más bella doncella de Arda; es
Eärendil el semielfo el único en hallar la ruta a Valinor y traer la liberación de Beleriand
y, cuando emerge el balrog de Moria y Gimli cae de hinojos y Legolas se cubre la cara
en desesperación, son los humanos, Aragorn y Boromir, quienes desenvainan y se paran
junto a Gandalf dispuestos a morir en armas.
No obstante, los orcos no son menos capaces de grandes proezas en la guerra:
un solo campeón de Moria se libra de Aragorn y Boromir alancenado a Frodo –los
mismos capitanes capaces de desenvainarle al balrog-; el vivales de Shagrat logra
escabullirse de la masacre en la torre de Gorgor, huyendo con la cota de mithril y la
daga tumularia, para entregarlos en Barad-dûr; Grishnákh es hábil en desentrañar el
misterio del “tesoro élfico” de los hobbits y de huir de los terribles Urûk-hai; y de entre
los orcos voluntariosos,el pequeño Snaga –no más que un hobbit en talla y posibilidades
físicas-, prevaleciendo con su arco contra la amenaza de un orco más poderoso y bruto,
que le amenaza. Azog el terrible derriba y decapita al mismísimo rey enano Thór y la
estrategia aguerrida y suicida de los orcos en los Campos Gladios, dan por tierra con un
pelotón de numenoreános que logran detener la huida y matar humillantemente en el
fango, a Isildur, nada menos que quien viera caer a Sauron y tomara el Anillo Único de
su propia mano.
No. Los orcos no son “menores” al resto de los pueblos de la Tierra Media,
pero sí decadentes, como lo demuestra su uso del lenguaje, soez, depravado, cacofónico,
abusando del argot sin amor alguno por las palabras, de tal güisa que, para entenderse
entre las tribus orcas, se veían obligados a usar la Lengua Común porque, su idioma no
fue fruto de su historia mitopoética, sino un artificio que Sauron inventó para ellos.
19
Tema que además, tenía muy claro Tolkien, retomando un fragmento de la cita ya antes mencionada:
“…Las ideas asociadas con “libertad”, tal como se emplea la palabra en la actualidad (…), la propaganda
ha abusado tanto de la palabra que ha dejado de tener valor alguno para la razón y se ha convertido en
mera dosis emocional para generar calor. En el mejor de los casos parecería implicar que los que dominan
a uno, deberían hablar (como lengua nativa) el mismo idioma; que es en última instancia a lo que se
reducen las ideas de raza, nación; o de clase…”.
por una simple razón que no tiene que ver no con su sangre, ni con su cultura: sus reinos
están demasiado cerca de Mordor y la dominación cultural del señor oscuro resulta
demasiado avasalladora; del mismo modo en que los ejércitos romanos se constituían de
celtas de la Galia, de germanos de más allá del Rhin, de egipcios, de hebreos o de
habitantes de cualquiera de sus colonias.20
Es aún más evidente esta diferencia basada únicamente en los engaños del
enemigo, cuando Sam, tras contemplar la emboscada de los montaraces de Faramir a los
guerreros de Harâd del Olifante, se pregunta al mirar a aquellos que han ido a morir tan
lejos de su hogar21:
Era la primera vez que Sam veía una batalla de Hombres contra Hombres, y no le gustó
nada. Se alegró de no verle la cara al muerto. Se preguntó cómo se llamaría el hombre y
de dónde vendría; y si sería realmente malo de corazón o qué amenazas lo habrían
arrastrado a esta larga marcha tan lejos de su tierra, y si no hubiera preferido de verdad
quedarse allí en paz.
Y hay quien podría rebatir: “Ah, pero ¿es que se les toma por tontos como
para caer en los engaños del enemigo?”. Bueno, pues las mentiras de la Sombra no
tienen barreras “étnicas”: Denethor desespera por lo que la palantir le ha hecho creer; el
rey Elú Thingol somete a tan dura prueba a Beren por los prejuicios que él sí tiene
contra los humanos, y Feänor desenvaina la primera espada en Valinor contra su
hermano, por las mentiras del enemigo.
Ahora bien, así como todas las civilizaciones humanas tienen derecho a la
misma dignidad y “derecho al mal” , 22 el caso más singular de respeto a lo “étnico” es
20
Tal como los tlaxcaltecas y otros pueblos indígenas mesoamericanos que participaron en la conquista
española de las islas Filipinas o los argelinos en el ejército francés de la intervención francesa en México.
21
J.R.R.tolkien, Las Dos Torres, Minotauro, Barcelona, 2002, p.369.
22
Esta expresión hace referencia a las palabras de una feminista –cuyo nombre no he logrado aún
recapitular- que, a mediados del siglo XX, se quejaba de que en la política, si se descubría a un varón
corrupto, se le atribuía a sus actos, pero si en cambio era una mujer la hallada en corrupción, se le
disculpaba en la opinión pública como “seguramente engañada en amores” dando por hecho que, sin
poder acuñar maldad en ellas, habían sido manipuladas por un hombre para sacar beneficio a través de
ellas. Esta activista feminista declaraba que ese paternalismo era igualmente discriminante y que mientras
no se reconociera también en la mujer “su derecho al mal”, no sería tenda por igual. Y lo mismo podría
el del jefe tribal Ghân-Buri-Ghân en el bosque de Drúadan: claramente no son tratados
por el narrador como “salvajes” ignorantes. Antes que cualquier rohirrim, Ghân-Buri-
Ghân percibe en el cambio del viento23 –como Legolas-, el advenimiento de una nueva
marea en la guerra, con la buena voluntad de los Valar de su lado; y participan los
drúadan en la contienda a su manera sutil, guiando a los jinetes de Rohan al atajo a los
campos de Pelenor, permitiendo con ello, la salvación de Minas Tirith al filo de la hora.
Más aún, no son tenidos estos aborígenes como una cultura menor a los que
tienen que “civilizar” los victoriosos hombres de Gondor, porque viven en un estadio
inferior de desarrollo, en tanto a la caída de Sauron, no se les impone una lengua y no se
les fuerza a vivir de un modo u otro instalando MacDonalds en sus villas ni talando sus
bosques para hacer minas o sembradíos –por referirnos a ejemplos contemporáneos de
un colonialismo dolorosamente vigente en nuestros días-, sino que el rey Elessar
Telcontar declara el derecho de los drúadan a vivir en sus modos y tierras ancestrales,
tal como mandará también el derecho a la identidad e independencia cultural en La
Comarca.
Los Hobbits, por supuesto, representan una rama de la raza específicamente humana (ni
Elfos, ni Enanos); de allí que las dos especies puedan vivir juntos (como en Bree), y se
llaman Gente Grande y Gente Pequeña. Están totalmente privados de poderes
sobrehumanos, pero se les considera como en contacto más íntimo con la “naturaleza”
(la tierra y otras criaturas vivientes, las plantas y los animales) y anormalmente libres,
según lo que es corriente en los humanos, de ambiciones o la codicia de la riqueza. Se
les hace pequeños (…) en parte para exhibir la mezquindad del hombre estrecho de
miras y poco imaginativo; aunque no con la pequeñez ni con el salvajismo de Swift y
sobre todo para mostrar en criaturas de muy escasa potencia física, el asombroso
heroísmo de los hombres ordinarios “en caso de apuro”.
Por supuesto, aunque esto es un hecho exterior en mi historia, los Elfos y los Hombres
son sólo aspectos diferentes de los Humano y representa el problema de la Muerte vista
por una persona finita, aunque con voluntad y consciente de sí (…) Los Elfos
representan, por así decir, los aspectos artísticos y puramente científicos de la
Naturaleza Humana elevados a un nivel más alto del que se ve de hecho en los
Hombres.
aplicarse a cualquier grupo minoritario en desgracia que, visto con paternalismo discriminatorio, se le
evita la posibilidad de ser igualmente humano en lo turbio y en lo avieso, como en lo virtuoso y
portentoso.
23
Antes bien, recordando el comentario inicial sobre los personajes notables inclinados hacia lo élfico, en
tanto lo élfico se puede encontrar en la íntima y armónica relación del individuo con la naturaleza, los
drúadan con su forma de vida más cercana a los bosques, acaso se encuentren en un estado de mayor
cercanía a lo élfico (y a la única que podemos denominar “gracia”) que los hombres de Gondor o Rohan.
24
Cartas, p. 277.
Así fue como la dama Galadriel intercedió por su enamorado Gimli para
concederle, también a él, al primero de los enanos, paso franco al Oeste
Bienaventurado.
POSDATA:
Quizá hubiera bastado ésta sola cita en lugar del resto de la ponderación al
respecto del tema del racismo, así que disculpen ustedes mi fascinación a mascullar
sobre Tierra Media.
25
J.R.R.Tolkien, “Discurso de despedida” en Los Monstruos y los Críticos, Minotauro, Barcelona, 1998,
p.282.
3
Tolkien, Cartas.26
J.R.R. Tolkien solía decir que, aunque se le conociera por su apellido paterno,
él se sentía mucho más identificado por su herencia materna Suffield. 27Su madre no era
el caso tan común del siglo XIX de una mujer anulada en voluntad y potencia por los
regímenes patriarcales de su hogar: Mabel Suffield de joven había viajado a África a
evangelizar a las concubinas del harem del sultán de Zanzibar y había seguido a su
marido medio mundo hasta Sudáfrica. A la muerte del padre de Tolkien, Mabel se
había resistido a dejar el catolicismo, pese al chantaje de la familia adinerada de su
esposo, que le costó que la abandonaran y la dejaran morir en la pobreza. La hermana de
Mabel, Jane Neave, con quien estuvo en contacto Tolkien toda su vida, fue una de las
primeras mujeres inglesas en obtener un título universitario en ciencias y vivía en un
lugar llamado Bag End (“Bolsón Cerrado” en la traducción en español).
26
Cartas, 64.
27
Tal como Bilbo (su más evidente alter ego) ante lo convencionalmente burgués de su lado Bolsón
(Tolkien) y su parte salvaje y aventurera Tuk (Suffield). Incluso, así como el viejo Tuk, Tolkien tuvo un
abuelo Suffield que pasó de los 90 años y que tuvo muchos hijos, algunos de ellos ya avanzada edad.
Muchos años más tarde, cuando El Señor de los Anillos era ya un éxito
mundial y la fama obligó a Tolkien a vivir en el anonimato, su único contacto con el
mundo exterior fue a través de su agente Joy Hill, quien por cierto, tenía que aplicar
técnicas de secrecía casi de espionaje de la Guerra Fría, para poder mantener a raya a
los fanáticos que importunaban al profesor.28
Lúthien elige a quien amar (a un hombre mortal y pobre por añadidura, dos
veces despreciado por los prejuicios aristocráticos del rey elfo) y, cuando su padre se lo
prohíbe y la encierra en lo alto de un árbol, ella se escapa y rescata (dos veces) a su
amado y lo conduce a la morada del Maligno mismo; su mascota derrota a Sauron en
combate singular y las artes mágicas y artísticas de Lúthien son tales, que logran
confundir y encantar al Negro Enemigo del mundo, logrando además, robarle una de las
joyas silmarils de su corona.
Tras la muerte de su amado Beren, ella, como Orfeo, canta a los dioses tal y
tanto, que los convence de devolverlo a la vida durante el periodo de longevidad de un
humano y al final de esa vida, ella renuncia a su inmortalidad para asumir el mismo
destino mortal de Beren y que su espíritu se disuelva en la máxima incógnita del tiempo.
arrogancia, talante iracundo, y claro está, abundantes dosis de mala suerte imbuida por el negro enemigo
del mundo.
30
Doncella que me es tan personal, que le dediqué el relato de fan-fiction: La Partida de Celeborn.
Dispensen el atrevimiento y falta de elegancia de quien escribe con esta mención tan fuera de lugar, pero
para quien me honrase con su curiosidad, aquí dejo el vínculo a mi blog para leer el relato completo:
http://elmordyn.wordpress.com/2014/02/26/la-partida-de-celeborn/
31
Joseph Pearce apunta el paralelismo entre el padre Morgan, prohibiéndole a Tolkien y a su enamorada
adolescente Edith Pratt, que se vieran hasta que él cumpliera 21 años; y Thingol y Elrond (ambos nobles
pero severos señores), prohibiendo la mano de Lúthien y de Arwen respectivamente, hasta haber
completado esforzadas tareas. Y también apunta Pearce, que acaso el matrimonio de Sam tan dilatado al
final de la ora, pero tan gozoso, pudiera ser un guiño de su propia experiencia.
casi santo hobbit, la muy merecida esperanza de un consuelo a sus tantos sufrires y sin
sabores.
Y, llegada la gran hora del encuentro entre los mayores capitanes de la Guerra
del Anillo, equivalente dentro del texto al duelo entre Héctor y Aquiles, Arturo y
Mordred, Beowulf y Grendel, Don Quijote y el Caballero de la Luna, no es un campeón
masculino y portentoso como Aragorn, ni un mago notable como Gandalf, quien hace
frente al Rey Brujo en los campos de Pelenor. Es una mujer. Y la clara revelación de la
femineidad, con ayuda de un rural humilde es la condenación del jinete negro, es la
preeminencia de lo femenino contra la sombra y la presencia de lo pequeño y lo simple
para derrotar a uno de los peores daños del mundo, lo que está contenido en la profecía
que derriba a Khamûl, el Rey Brujo.
Eowyn sí combate y ama. Y vence en las dos, derribando al más terrible de los
capitanes de su tiempo y conquistando al más anhelado de los capitanes de sus días.
Desde un inicio, es singular, no sólo entre las mujeres, sino entre los elfos
mismos. Parte de Valinor, no manipulada en la locura de Feänor que sí influyó a tantos
contemporáneos cabales suyos –el mismo Fingolfin, Daño de Morgoth, entre ellos-,
sino por sus propios deseos de conocer la Tierra Media, pero no es indiferente a la
Matanza de Hermanos y es ella quien delata a los noldor ante Melian, provocando la
furia de Elú Thingol (que prohibirá desde entonces que se hable su lengua, el quenya,
tornándose el habla de los noldor en lengua “muerta” de la ciencia).
32
Aunque Atenea parece haberse enamorado de Odiseo, como lo muestra que ante los demás se aparece
con el aspecto del anciano Mentor y sólo ante él se muestra como mujer. Más aún: cuando al fin entrega a
Odiseo frente a Penélope, Atenea enfurece y lo abandona al peligro de los pretendientes armados, acaso
como una adolescente que, ignorando lo que es el amor, es arrebatada rabiosamente por los celos y, sin
saber cómo reaccionar, abandona a Odiseo sólo para volver con él poco después en su auxilio,
arrepentida, quizá viviendo voyeristamente (¿o qué no se dice que son tan humanos los olímpicos?) la
consumación de su amor con el astuto de Ítaca a través del reencuentro con Penélope en el tálamo del
final feliz.
33
En opinión de quién esto escribe, el más grande de los elfos de Arda, junto a su hermana aquí tan
cariñosamente honrada. El primero en descubrir a la humanidad y en amarlos por lo que son. Siguió a
Beren en su empresa enamorada, dando la vida luchando con las manos contra un licántropo de Sauron,
para que Beren tuviera la esperanza de seguir adelante al encuentro de Lúthien. Y así fue.
Sólo que, a Galadriel se le ofrece esta oportunidad libremente, sin tener que
obligar a nada o a nadie.
¿Es pues ella, el arquetipo de la Reina de las Hadas, una simple evocación
“plana y medieval”, pura, impoluta, imposible e inalcanzable imagen de una mujer?
-¡Bueno, vete! –dijo Rosita- Si has estado cuidando al señor Frodo todo este tiempo
¿cómo se te ocurre dejarlo sólo ahora, cuando las cosas se ponen más difíciles?
Aquello fue demasiado para Sam. O necesitaba una semana para contestarle, o no le
decía nada. Bajó los escalones y volvió a montar el pony.
Bibliografía