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Porqué Tolkien no era reaccionario

ni racista, ni misógino.

No es la intención de quien esto escribe, dar por absoluta una verdad. Tolkien
hablaba sobre el derecho de la “aplicabilidad” de cada lector para desentrañar, a partir
de su propia experiencia, el sentido de su obra, en contraste con la alegoría que tanto
despreciaba, como el artificio de un autor de ocultar, en una trama, un sentido único, un
mensaje al borde del panfleto.

Tan sólo ejerciendo el derecho a esta aplicabilidad, no se considere este texto,


sino una plática de café con un servidor y sus convicciones, quien ofrece una disculpa
por rozar susceptibilidades que le resulten personales a quien esto lea, sobre todo en el
ramo de la historia, porque al rescate de las pluralidades y de los derechos de las
mujeres, vergonzoso resultaría recular en lo que se ha alcanzado con tanto empeño en
contra de numerosas hegemonías.

Tolkien y el relato de la política

Un misterioso extranjero entra a una taberna. Un carismático barbagris. Poeta.


Guerrero. Se sienta a la mesa de unos profesores locales y les cuenta como, en un país
extranjero, vivía en un rancho tranquilo hasta que estalló una revuelta en la que un
grupo de salteadores comenzó a asesinar sacerdotes, clavándoles crucifijos por los oídos
y la garganta. En el caos, unos monjes carmelitas le piden que los esconda y el poeta así
lo hace de todo corazón, recién tornado católico pocos años ha, por su esposa.

Los salteadores alcanzan su casa y descubren a los sacerdotes, matándolos a


todos. El poeta y su esposa apenas logran escapar, salvando de las llamas archivos de la
iglesia carmelita.

Así que el poeta decide tomar las armas y sumarse al ejército que les enfrenta,
hasta que al fin, ha regresado a su país, allí en la taberna donde departe con los
profesores que han quedado estupefactos por la gallardía de su relato.

Salvo uno de los maestros, quien detesta la poesía del misterioso personaje y
quien desconfía de los sacerdotes por principio –tipo listo- .El poeta se ríe de él y los
demás profesores desatan el escarnio contra su colega.

La taberna es The Eagle & Child. El poeta guerreo es Roy Campbell. Quien
desconfía de él es escritor C.S.Lewis, afamado por su activismo protestante, y
J.R.R.Tolkien es uno de los profesores admirados por el relato del poeta.
Pero el año es 1944, el país extranjero es España y “la revuelta de salteadores”
era el legítimo ejército republicano, en contra del execrable golpe de estado fascista de
Franco.1

Y no existió, en este relato, el contar de un García Lorca fusilado de espaldas en


Granada por ser Homosexual. Ni un Miguel Hernández y el niño yuntero. Ni la valiente
y última resistencia de Barcelona, -como Beowulf en su lucha final contra el dragón,
podría narrar a su vez un antifascista-, o la Numancia céltica toda ella suicida, para no
caer en la ruina de las manos de Roma; ni los cientos de miles de exiliados, hombres,
mujeres, ancianos y niños, al pie del invierno en los Pirineos, para ser recluidos más
tarde en los campos de concentración de Francia y deportados de vuelta a Franco por el
taimado gobierno de Vichy.

No hubo lugar en ese relato para un Antonio Machado, muerto de tristeza y


pulmonía durante la marcha del exilio, en la fronteriza Colliure, cuando el penúltimo
poema de ese gran enamorado de Leonora y Guiomar, fue para México en
agradecimiento, por abrirle las puertas a miles de exiliados, con estas palabras:

Varón de nuestra raza,


équite egregio de las altas tierras
entre dos sierras madres,
noble por español y por azteca
tú has sentido solicito y piadoso
-sonrisa paternal, mano fraterna-
el rudo parto de la vieja España
y a la que va a nacer España nueva
acudes con amor, Méjico, libre
libertador que el estandarte llevas
De las Españas todas
¡Te colme Dios de luz y de riquezas!2

Pero nada de esto existe en el relato de Roy Campbell, donde en cambio, esos
niños, y sabios que se fueron a ultramar a encontrar otro hogar, se les llama solamente
“esos rojos en sus camiones envueltos en pana”.

Así que esa noche y en esa mesa, sólo prevalece el poder del relato de “el
poeta” y su versión épica se torna en verdad para los presentes, quienes asumen por
consonancia narrativa, que todo lo malo que se dice de Franco es propaganda comunista
y están dispuestos a creer lo bueno que se dice de él, porque al final, acaso sólo quedará
palpitando la imagen de los sacerdotes apuñalados grotescamente con sus propios
crucifijos.

Y el Señor de los Relatos, Tolkien, quizá quedara preso de la “verdad” que


escoge por la pura fuerza de la narración de Campbell, tal como su cosmogonía se
transformará en “verdad” sobre la condición humana para sus lectores. Hubo sido
reducido por la voz de Saruman y abandonado a Theóden en las ruinas de Isengard, para
subir a tomar el té con el hechicero tecnománte.

1
J.R.R. Tolkien, Cartas, Minotauro, Barcelona, 1993, p.p 116-117. Y, Joseph Pearce, Tolkien: Hombre y
mito, Barcelona, 2000, pp. 84-88.
2
Antonio Machado, Poesías completas, Austral, Barcelona, 2001, pp. 465-466.
Sólo C.S. Lewis ha quedado, como Gimli, inmune a la narración por su
(prudente) menosprecio a la Iglesia Católica, habiendo descubierto él, amo y señor de
las alegorías cristianas en su obra la fusión de catolicismo y fascismo que ordeña la miel
ingeniosa e infecta del relato.

No así J.R.R., católico en una Inglaterra rabiosamente anticatólica, a quien la


familia Tolkien, del lado de su padre, lo abandonarían a él, a su hermano Hillary y a su
madre Mabel, porque ella se negó a abandonar el catolicismo. Y en el ostracismo y la
pobreza, pronto morirá Mabel de diabetes, quedando sus hijos en orfandad, librando la
indigencia sólo gracias al padre Morgan, que desde entonces cuidará de ellos hasta
asegurarse que Tolkien entre a la universidad, para tornarse en uno de los más
importantes filólogos de su tiempo y uno de los más trascendentes escritores del siglo
XX.3Así que, más probablemente Tolkien se hallara impelido a tomar partido por la
iglesia católica, minoría en Inglaterra.

Pero… ¿Es suficiente este episodio de falibilidad, para etiquetar a J.R.R.


Tolkien de fascista? Porque esta es la única fuente que tiene wikipedia para,
imprudentemente, anunciar que “apoyó a Franco”. Muchos intelectuales italianos lo
consideran fascista (entre ellos Norberto Bobbio), sólo por que en los años 70, la
ultraderecha italiana eligió a El Señor de los Anillos como contexto para sus grupos de
choque, en donde, por ejemplo, la Alleanza Nazionale utilizó imágenes de la película
The Lord of the Rings de Ralph Baskin (1978), para promover el discurso de uno de sus
líderes.4

No obstante y del otro lado, El Señor de los Anillos ha sido una de las
banderas ideológicas del movimiento hippy de los años 60 y que hubiera inspirado la
causa de la fundación ecológica Greenpeace, no parece suficiente a los detractores para
llamarlo “ecologista” o revolucionario”. Pero no necesitamos entrar en el terreno de la
interpretación de los eventos antes mencionados, sino que son estos algunos ejemplos
de la recepción de una obra maestra, de una obra de arte, tan abierta a la interpretación
de sus múltiples lecturas, por tiempos o civilizaciones distintas, ajenas, por supuesto, a
lo que hubiera latido o no en la poética de un autor.

Mas aún y volviendo al episodio de Roy Campbell, “el poeta”… ¿Cuántas


veces en la ignorancia, algún grande no ha quedado prendado por la verdad a medias de
la esperanza de alguna utopía? Tal como Sartre apoyando al régimen stalinista antes de
las revelaciones cruentas de grave costo humano en la Unión Soviética? ¿Y no le dedicó
Beethoven su 5ta sinfonía, la Heroica, a un Napoleón tenido como adalid de las ideas de
la Revolución Francesa, para después renegar de él y de ello, tras la develación de sus
campañas imperiales?

De modo que, si el relato de Campbell es la única prueba del “espíritu


reaccionario” de Tolkien, veamos, en las propias palabras de sus cartas, sus ideas
personales sobre política, para atisbar sus opiniones sobre el nazismo, el socialismo, la
Unión Soviética y los Estados Unidos.
3
Joseph Pearce, apunta el paralelismo entre el padre Morgan, prohibiéndole a Tolkien y a su enamorada
adolescente Edith Pratt, que se vieran hasta que él cumpliera 21 años; y Thingol y Elrond (ambos nobles
pero severos señores), prohibiendo la mano de Lúthien y de Arwen respectivamente, hasta haber
completado esforzadas tareas. Y también apunta Pearce, que acaso el matrimonio de Sam tan dilatado al
final de la ora, pero tan gozoso, pudiera ser un guiño de su propia experiencia.
4
(Cfr. Bibliografía)
Comencemos con el tema en candencia: la izquierda y el socialismo que, en
efecto, no era de su agrado, pero no por la defensa de la propiedad privada e incluso no
necesariamente antagonizado por el ateísmo a ultranza, sino como él dice más abajo.:

No soy socialista en sentido alguno –pues soy contrario a la “planificación” (como debe
ser evidente), sobre todo porque los “planificadores” cuando adquieren poder, se
vuelven malos5.

Curiosamente, sí fue acusado de socialista por los postulados sociales del


gobierno de La Comarca, de hecho, algunos autores que han querido leer en El Señor de
los Anillos a Mordor como el nazismo, han postulado el saneamiento de La Comarca
como un testaferro contra el comunismo. Al respecto revira Robert Plank 6 y apunta que,
en todo caso, Zarquino (Sharkey) y sus secuaces, establecen un yugo más parecido al
fascismo que al comunismo, el cual lleva siempre una carga de ideología y propaganda
presente en su desempeño (ausente en el saqueo de Zarquino y sicarios), en tanto el
fascismo con lleva la anuencia y apoyo de la clase privilegiada, tal como ocurrió con
Otho Sacovilla-Bolsón, al menos en un principio. Aunque justo sería agregar que
Tolkien aborrecía estas interpretaciones alegóricas y al mismo respecto apunta en uno
de los prólogos de El Señor de los Anillos:7

La guerra real no se parece a la guerra legendaria, ni en su proceso ni en su


conclusión. Si hubiese inspirado o encaminado el desarrollo de la leyenda, entonces,
por cierto que el Anillo habría sido utilizado contra Sauron; no habría sido aniquilado
sino esclavizado, y Barad-dûr hubiera sido ocupada y no destruida. Saruman (…)
hubiese encontrado en Mordor los eslabones perdidos sobre la historia del Anillo, y
no habría tratado en fabricar un Gran Anillo propio con el que podría desafiar al señor
de la Tierra Media. En ese conflicto ambos bandos hubieran odiado y despreciado a
los hobbits; no hubieran sobrevivido mucho tiempo ni siquiera como esclavos.

Por otro lado es innegable el desprecio y la animadversión de Tolkien al


nazismo, incluso desde antes de la guerra, cuando en 1939, editores alemanes que tenían
la intención de traducir El Hobbit, le preguntaron si su apellido era de origen “ario” y
esto es lo que respondió molesto,8 primero a su editor:

No considero la (probable) ausencia de toda sangre judía como necesariamente


honorable; tengo numerosos amigos judíos y lamentaría dar cualquier fundamento a la
idea de que suscribo la doctrina racista, perniciosa y del todo anticientífica.

Y después, responde así a la editorial alemana:

Lamento no tener muy claro a qué se refiere con ario. No soy de extracción aria: eso es,
indo-iraní; que yo sepa, ninguno de mis antepasados habla indostano, persa, gitano ni
ningún dialecto afín. Pero si debo entender que quieren averiguar si soy de origen judío,
sólo puedo responder que lamento no poder afirmar que no tengo antepasados que
pertenezcan a ese dotado pueblo.

5
Cartas, p. 79.
6
Robert Plank, “The scouring of the Shire: Tokien view of fascism” in A Tolkien Compass, Open Court,
2003, pp. 108-109.
7
J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos I: La Comunidad del Anillo, Conaculta, México, 2010, pp. 11-
12.
8
Cartas, p. 49.
Más tarde, dos de sus cuatro hijos participarían en la Segunda Guerra Mundial
contra el nazismo. Él se debatía en escribir El Señor de los Anillos y se lo mandaba en
episodios a su hijo Christopher, en campaña en el norte de África y en una de esas cartas
comenta9:

De cualquier modo, guardo en esta guerra un ardiente rencor privado –que me haría
probablemente un mejor soldado ahora a los 49, que cuando lo fui a los 22- contra ese
pequeño cabal ignorante de Adolf Hitler, por arruinar, pervertir y tornar para siempre
maldito ese noble espíritu nórdico, una suprema contribución a Europa que siempre he
amado e intentado mostrar en su verdadero esplendor.

Y no obstante, no era insensible a la tragedia humanitaria que también sufrían


los civiles alemanes en la guerra, irritándose con la actitud, igualmente racista, de
algunos ingleses:

Sabíamos que Hitler era un pillo vulgar e ignorante además de tener otros defectos (o la
fuente de ellos), pero parece que muchos (…) que no hablan alemán, si tuvieran la
oportunidad, manifestarían a mayor parte de las características hitlerianas. Había un
solemne artículo en un periódico local que abogaba seriamente por el sistemático
exterminio de la entera nación alemana como única medida adecuada después de la
victoria militar (…). Los alemanes tienen igual derecho a declarar a los polacos y a
judíos alimañas exterminables y subhumanas, como nosotros a los alemanes; en otras
palabras, no tiene derecho, no importa lo que hayan hecho.

Su opinión sobre la Segunda Guerra Mundial, como su postura estética en El


Señor de los Anillos, no entrañaba ningún maniqueísmo, e incluso tenía presente el
doloroso proceso que entrañaba en la historia:10

Estamos intentando conquistar a Sauron con el Anillo (y según parece) ganaremos, pero
el precio es, como lo sabrás, criar nuevos saurons y lentamente ir convirtiendo a los
Hombres y Elfos, en Orcos.

Conforme llegaba a su fin la Segunda Guerra y vio prefigurarse la Guerra Fría,


no tomó partido por ninguno de los bandos, ni siquiera el de su patria:11

No conozco nada sobre el imperialismo británico; americano o en el lejano oriente, que


no me llene de dolor y repugnancia, me temo que no tengo un chispazo de patriotismo
en lo que resta de esta guerra (…). Sólo puede beneficiar a América o a Rusia (…). Pero
al menos la guerra entre Rusia y América no estallará todavía por un año.

Y el ascenso del poderío norteamericano tampoco era de su agrado y ya


preveía la hipocresía de su propaganda política:12

Las ideas asociadas con “libertad”, tal como se emplea la palabra en la actualidad (…),
la propaganda ha abusado tanto de la palabra que ha dejado de tener valor alguno para la
razón y se ha convertido en mera dosis emocional para generar calor. En el mejor de los
casos parecería implicar que los que dominan a uno, deberían hablar (como lengua
nativa) el mismo idioma; que es en última instancia a lo que se reducen las ideas de
raza, nación; o de clase.

9
Cartas, p.114.
10
Cartas, p. 96.
11
Cartas, p.139
12
Cartas, p.113.
Si se oponía al nazismo, no era simpatizante del comunismo, ni del imperio
británico y su Common Wealth, ni de la ascendente estrella del liberalismo
norteamericano ¿Cuál era entonces su simpatía política, si acaso?

Él mismo se lo explica a su hijo en una de estas notables cartas13:

Mis opiniones políticas se inclinan más y más hacia el anarquismo (entendido


filosóficamente, lo cual significa la abolición del control, no hombres barbados con
bombas), o hacia la monarquía inconstitucional. Arrestaría a cualquier persona que
empleara la palabra Estado.

Ponderemos la segunda parte de esta afirmación, en lo concerniente a la


“monarquía inconstitucional” y esta vez sí, ejerceremos el derecho, no a la alegoría sino,
como Tolkien decía: “a la aplicabilidad” de la experiencia del lector ante la multitud de
significados de una obra de arte: y el caso es Bardo de Esgaroth y la meritocrácia.

Tras la caída de Smaug y de la Ciudad del Lago, el gobernador es una muestra


de los típicos vicios de la burocracia de una democracia moderna donde, tras una
supuesta legitimidad de voto popular (de voto oligárquico, para ser más precisos, de
“los ancianos y los sabios”, dice el gobernador), estos políticos hacen negocios
personales con recursos públicos, con gran gozo de su enriquecimiento ilícito y, peor
aún, ante una crisis mayúscula, el gobernador se desentiende del resto de sus
conciudadanos sobre los que tiene una responsabilidad, arrinconándose en su
campamento, buscando la mayor cantidad de comodidades posibles, entre el fuego y la
comida, tratando despóticamente a sus sirvientes y abandonando a su suerte a los
enfermos, las mujeres y los niños. Su único mérito es su habilidad demagógica con la
que logra salvarse de la indignación del pueblo enfurecido, redirigiendo astutamente la
furia de la multitud, contra Thorin y compañía.

En contrate, Bardo no es solamente un héroe épico capaz de dar muerte al


dragón por los hechos de las armas, sino que es, como Aragorn y Faramir, un guerrero
que sin reparar en sus privilegios o en su gloria, se vuelca al servicio de sus semejantes
con la misma convicción, tornando su anterior pasión guerrera, en industriosa
compasión, atendiendo a los desposeídos sin mayor intención de protagonismo, sin
proclamar su evidente liderazgo para su propio beneficio e, incluso, actuando pese a
todo en nombre del gobernador, desplazando a un lado el posible botín político en
beneficio de su comunidad. Es sólo hasta entonces cuando se revela como un verdadero
servidor público, en la mejor tradición política de los próceres de diversos países.14

Y sólo también hasta entonces, se revela que es descendiente de la casa de


Girion, señor Del Valle. No es la alcurnia de la sangre lo que hereda jerarquía y
bonhomía –como prueban la caída de Isildur o Denethor-, es la meritocrácia y la
empatía por sus semejantes, como se ha dicho, a través de la humildad y el servicio, lo
que entrona con sus hechos a Theóden en los campos de Pelenor o de Aragorn, entrando
en sigilo en la noche a las Casa de Curación, o la cabalidad de Faramir permitiendo la
partida de Frodo y Sam, para ellos no hubo más ley o constitución que se requiriera,
13
Cartas, p.79
14
Como la generación de la Reforma, que derrotó a la invasión francesa y restituyó la República en
México en los años 60 y 70 del siglo XIX. Muchos poetas que tomaron las armas o humanistas honestos
que nunca robaron las arcas de su país e incluso, algunos de ellos, como Guillermo Prieto, que se fue a la
tumba con el saco raído después de haber sido Ministro de Hacienda o el general Zaragoza, que habiendo
sido sastre, le cosía los botones a sus soldados.
salvo la convicción de los individuos para cumplir con lo que consideraban su deber
para con sus semejantes.15

Ahora bien, volvamos con la primera afirmación de las palabras de Tolkien al


respecto del anarquismo. Una anarquismo autogestivo como el de Flores Magón -si se
me permite el localismo a modo de ejemplo y la tan basta simplificación de sus ideas-,
en donde la única solución para el género humano es la ulterior confianza en que cada
uno de los individuos de una sociedad, sea responsable de sus actos, acatando sus
obligaciones voluntariamente y ejerciendo sus derechos y libertades si atropellar a los
de su semejante, y sin la necesidad de un Estado que tenga que ejercer “el legítimo uso
de la violencia” para obligar a sus ciudadanos a convivir, sino viviendo todos los actos
de un existencia en congruencia con las palabras de Benito Juárez: “El respeto al
derecho ajeno es la paz”.

Independientemente de lo utópico o no que pudiera resultar este planteamiento


de anarquismo autogestivo más allá de un pequeño grupo de personas, es importante
resaltar que es así como se plantea la vida cotidiana en La Comarca, con instituciones
casi simbólicas y farsicas en este estado de cosas, tal como dice Eduardo Segura: “La
autarquía anárquica (…) en la Comarca manda un alcalde, y luego está el jefe de correos
y todo lo demás es llevarse bien con tu vecino”. 16 Y este estado de cosas buscan
recuperar los hobbits tras el saneamiento de La Comarca, en lugar de algún otro
pretendido ascenso de notables héroes al que hubiera conducido la trama de algún autor
menor y más convencional que Tolkien, e incluso como suele ocurrir en los cuentos de
hadas.

Pero no, tras la victoria contra la invasión fascista de Zarquino-Saruman, los


héroes hobbits en cambio, se preocupan primordialmente por la curación de los más
desamparados e, incluso, Sam opta por la restauración de una Comarca para todos,
esparciendo las arenas sagradas que le regalara Galadriel, en la Piedra de las Tres
Cuadernas, el centro simbólico de La Comarca.

Y más aún, Frodo incluso invita a Saruman y a Lengua de Serpiente, a dejar


las armas y a tener un lugar entre ellos, como libres, iguales y ciudadanos, sin importar
su especie, cultura, linaje o siquiera sus hechos, invitándolos a vivir asumiendo sus
responsabilidades y hechos, autogestivamente como el resto de los hobbits de la
Comarca.

“Has crecido” le responde aturdido, Saruman a Frodo.

15
Dirían algunos: El imperativo categórico kantiano.
16
Concepto de poder, ley y traditio en la mitología de Tolkien (minuto1:04:15, 1:06:53)
:https://www.youtube.com/watch?v=QZyqa2Y42yA&list=LLJ5KjVqW4Hl0TGDEYA53hUA
2

Tolkien y las especies

Hace varios lustros, deambulando en una librería de Coyoacán en la sección


de literatura fantástica, pasó por allí una pareja mayor y, el vetusto caballero, con tono
de solvente conocedor le dijo a la arrugada dama a su lado: “Ah, sí. Este tipo” señaló a
los libros de Tolkien junto a mí- era racista. Los orcos son negros, los buenos son rubios
y los africanos y la gente del este son malos”.

Me cocí en indignación, sin tener entonces la presencia de ánimo para


meterme en una conversación ajena, ni la racional argumentación de lo que sabía en las
entrañas era falso, pero más aún, quedé absolutamente azorado de escuchar tal
disparate. Fue la primera vez que escuché una acusación de ese tipo y desde entonces,
de tanto en tanto, brotan tales efluvios.

Así que al fin, con algo que decir al respecto, abordemos el tema
civilizadamente…. O al menos lo intentaré (no abordarlo, sino ser civilizado).

El racismo es un infecto concepto que se basa en la supuestamente innata


superioridad de un grupo humano sobre otro o, como diría María Moliner en su
diccionario de uso del español: “exclusivismo de raza. Discriminación, nazismo,
segregación racial”.17

Veamos pues:

¿Por qué encontramos primordialmente individuos de tipo caucásico en El


Señor de los Anillos y más aún, en el Árbol de cuentos de Amalión de los relatos de
Tolkien?

Bueno… ¿Quizá porque las historias ocurren en el ancestral noroccidente


europeo, buscando construir una mitología para Inglaterra? ¿Quién se pregunta porque
son todos mayas de cobre en el Popol-Vuh; u oscuros barbados en los textos
mitológicos semíticos de la biblia, el Corán y la Torá; u ojigrandes oliváceos en el
Ramayana; u oblongos mirares en los contornos del Rey Mono en China o cuerpos de
ébano en los mitos de África primordial de donde todos provenimos?

Y sí, hay rubios entre los elfos de la casa de Finarfin, los hombres rohirrim de
la casa de Eorl, los Barbirubios hijos de uno de los siete padres de los enanos o los
hobbits de la rama alba, pero… ¿en verdad son superiores a sus hermanos de cabellos
oscuros, como el tremendo Feänor –y todos los noldor que marcarán la pauta cultural de
los Días Antiguos-; Beren, Lúthien, Aragorn, Arwen,18o los castaños pelirrojos de Frodo
y Sam que serán la liberación de la sombra de aquellos días?

Ah, pero ¿el asunto es que todos los anteriores pueden ser llamados todavía de
un fenotipo “caucásico occidental”?

17
María Moliner, Diccionario de uso del español Tomo II, Gredos, Madrid, 2007,p.2473
18
Ambas parejas íntimamente identificados con el propio Tolkien y su esposa Edith.
Bueno, veamos otros ejemplos de los llamados “casos étnicos” (cualquier cosa
que eso signifique) y más aún, comencemos por los orcos, “negros y malos”.

Como mencionábamos previamente, hay quienes declaran de un plumazo,


juicios fáciles como que El Señor de los Anillos es una obra maniquea donde sólo hay
un enfrentamiento entre el bien y el mal. Este juicio suele ser emitido principalmente
por quienes no han leído los libros, en vista de que ignoran que en la obra de Tolkien,
nada fue malo en un principio y que, por tanto, no hay ni tal maniqueísmo, ni tal
supremacía de algo tenido por “bueno” por sobre otro tenido por “malo”.

Morgoth fue antes Melkor y era un Valar cabal. Sauron fue Annatar y sirvió a
Aulë como un ainur al servicio de su forja primordial. Los matices de grises están
presentes a todo lo largo de la obra: desde la snob y mezquina Lobelia Sacovilla-
Bolsón, al final de la Guerra del Anillo liberada en aplausos por ser la única en haberse
enfrentado a los sicarios de Zarquino; o la desesperación de los gobernantes humanos
ante la muerte de sus primogénitos y la oscuridad de los días que les toca vivir, que
conducen a Denethor a la locura, mientras que Theóden, casi condenado a la misma
suerte, logra sobreponerse y tener un final digno de sus más épicos ancestros. Así
mismo, el error está siempre presente en los protagonistas: Gandalf equivoca su
confianza en Saruman, a Aragorn se le desbanda la Comunidad del Anillo en Rauros,
Galadriel casi cae en la tentación de tomar el Anillo Único y Sam, en un arrebato de
prejuicioso sarcasmo, arruina la redención de Gollum para siempre.

Redención. Esa es la palabra clave. Boromir caído en desgracia se redime con


su muerte valerosa, tal como Lobelia con su bravura ante el invasor; y más aún, el
verdadero salvador de la Tierra Media es el patético asesino, traicionero, zalamero y
adicto Gollum Sméagol. Y esta redención siempre está abierta, sin importar el grado de
la caída. Los Valar se la ofrecieron a Morgoth y a Sauron, tanto como Gandalf se la
ofrece a Saruman en las ruinas de Orthanc y luego se la ofrece una vez más Frodo junto
a Lengua de Serpiente en la devastada Comarca.

¿Y los orcos?

¡Ah! Es que ellos no nacieron “malos” tampoco, sino que fueron en sus
orígenes elfos a quienes a través del dolor y la desesperación se les corrompió –como a
Gollum, o a Denethor-, primero en los calabozos de Uttumo y luego, en edades
posteriores, Sauron “refinó” sus linajes infamados, con sangre humana.

En tanto, podría parecer que la discriminación ocurre más bien entre los
humano ante lo élfico, con su talla ética, su sensibilidad artística, su empatía ecológica y
su belleza feérica y, ciertamente, los más grandes de cada uno de los héroes que
representan a una especie en El Señor de los Anillos, lo son por su filiación a lo élfico:
Frodo es el más “élfico” de los hobbits, Aragorn el más “élfico” de los humanos y Gimli
el más “élfico” de los enanos… Pero son los hobbits y no los elfos, los únicos capaces
de cumplir con una la más esforzada misión en la historia de la Tierra Media; el Beren
el humano el único capaz de tomar los Silmarils de la corona de Morgoth (la otra más
esforzada empresa) y de ganarse el corazón de la más bella doncella de Arda; es
Eärendil el semielfo el único en hallar la ruta a Valinor y traer la liberación de Beleriand
y, cuando emerge el balrog de Moria y Gimli cae de hinojos y Legolas se cubre la cara
en desesperación, son los humanos, Aragorn y Boromir, quienes desenvainan y se paran
junto a Gandalf dispuestos a morir en armas.
No obstante, los orcos no son menos capaces de grandes proezas en la guerra:
un solo campeón de Moria se libra de Aragorn y Boromir alancenado a Frodo –los
mismos capitanes capaces de desenvainarle al balrog-; el vivales de Shagrat logra
escabullirse de la masacre en la torre de Gorgor, huyendo con la cota de mithril y la
daga tumularia, para entregarlos en Barad-dûr; Grishnákh es hábil en desentrañar el
misterio del “tesoro élfico” de los hobbits y de huir de los terribles Urûk-hai; y de entre
los orcos voluntariosos,el pequeño Snaga –no más que un hobbit en talla y posibilidades
físicas-, prevaleciendo con su arco contra la amenaza de un orco más poderoso y bruto,
que le amenaza. Azog el terrible derriba y decapita al mismísimo rey enano Thór y la
estrategia aguerrida y suicida de los orcos en los Campos Gladios, dan por tierra con un
pelotón de numenoreános que logran detener la huida y matar humillantemente en el
fango, a Isildur, nada menos que quien viera caer a Sauron y tomara el Anillo Único de
su propia mano.

¿Suficiente con la potencia épica orca? un orco halló marca en el ojo de


Arathorn en el combate, dejando huérfano a Aragorn. Las cimitarras de la guardia de
Bolg matan a Fili y a Kili, hiriendo de muerte a Thorin y Celebrían, la madre de Arwen,
que se exilia de Tierra Media por las torturas que sufrió bajo sus manos.

No. Los orcos no son “menores” al resto de los pueblos de la Tierra Media,
pero sí decadentes, como lo demuestra su uso del lenguaje, soez, depravado, cacofónico,
abusando del argot sin amor alguno por las palabras, de tal güisa que, para entenderse
entre las tribus orcas, se veían obligados a usar la Lengua Común porque, su idioma no
fue fruto de su historia mitopoética, sino un artificio que Sauron inventó para ellos.

De hecho, si hubiera alguna categoría de distancia entre los pueblos, no es el


color de la piel o la disposición genética con la que hubieran nacido, sino la diferencia
entre los lenguajes, porque así como la Lengua Negra impuesta a un pueblo torturado es
de poco gozo, en cambio los idiomas élficos constituyen uno de lis pilares líricos de
toda la obra, pero ni aún así es sólo la talla estética lo que se impone sobre otras
lenguas, porque los enanos en kuzûl, los jinetes de Rohan en rohirrim, los hobbits en sus
coloquialidades, hacen del uso de las lenguas una descripción cultural, no la
predominancia de un pueblo sobre otro19…

Volvamos entonces al problema “humano” y a los rincones de las supuestas


difundidas diferencias racistas entre los proto caucácicos de las tres casa de los Atani
ante el resto de los pueblos de los humanos de la Tierra Media: se acusa que otras
variantes étnicas son malas o estúpidas en comparación con los descendientes de los
Atani, porque son servidores de Sauron.

Los hombre de Harâd al sur, de clara referencia proto-africana (“oscuros y de


lenguas rojas”), así como los variags del este en sus carros de guerra en probable
referencia de proto-mongoles, ambas ejércitos enviados a la lid, sirven a Sauron acaso

19
Tema que además, tenía muy claro Tolkien, retomando un fragmento de la cita ya antes mencionada:
“…Las ideas asociadas con “libertad”, tal como se emplea la palabra en la actualidad (…), la propaganda
ha abusado tanto de la palabra que ha dejado de tener valor alguno para la razón y se ha convertido en
mera dosis emocional para generar calor. En el mejor de los casos parecería implicar que los que dominan
a uno, deberían hablar (como lengua nativa) el mismo idioma; que es en última instancia a lo que se
reducen las ideas de raza, nación; o de clase…”.
por una simple razón que no tiene que ver no con su sangre, ni con su cultura: sus reinos
están demasiado cerca de Mordor y la dominación cultural del señor oscuro resulta
demasiado avasalladora; del mismo modo en que los ejércitos romanos se constituían de
celtas de la Galia, de germanos de más allá del Rhin, de egipcios, de hebreos o de
habitantes de cualquiera de sus colonias.20

Esa dominación, se basa sobre todo en Tierra Media, en el engaño y las


mentiras, precisamente racistas sobre lo que “los otros” de lo que los occidentales eran o
debieran ser hacia ellos, como es el caso de los dunledinos prisioneros tras la batalla del
Abismo de Helm, que se sorprenden de ser tratados con dignidad, porque les habían
dicho que los “cabezas de paja” eran crueles y que quemaban vivos a sus prisioneros.

Es aún más evidente esta diferencia basada únicamente en los engaños del
enemigo, cuando Sam, tras contemplar la emboscada de los montaraces de Faramir a los
guerreros de Harâd del Olifante, se pregunta al mirar a aquellos que han ido a morir tan
lejos de su hogar21:

Era la primera vez que Sam veía una batalla de Hombres contra Hombres, y no le gustó
nada. Se alegró de no verle la cara al muerto. Se preguntó cómo se llamaría el hombre y
de dónde vendría; y si sería realmente malo de corazón o qué amenazas lo habrían
arrastrado a esta larga marcha tan lejos de su tierra, y si no hubiera preferido de verdad
quedarse allí en paz.

Y hay quien podría rebatir: “Ah, pero ¿es que se les toma por tontos como
para caer en los engaños del enemigo?”. Bueno, pues las mentiras de la Sombra no
tienen barreras “étnicas”: Denethor desespera por lo que la palantir le ha hecho creer; el
rey Elú Thingol somete a tan dura prueba a Beren por los prejuicios que él sí tiene
contra los humanos, y Feänor desenvaina la primera espada en Valinor contra su
hermano, por las mentiras del enemigo.

Si hay un aspecto democrático claro en el árbol de relatos de Tolkien, es que


todos tienen la misma posibilidad de caer, sin importar cuán grandes e, incluso más aún:
cuán más grandes y portentosos sean los personajes, más se encuentran al filo de la
ruina; así que sin importar la especie, etnia, nacionalidad o clase social, todos tienen el
derecho de caer estrepitosamente a su ruina: Melkor. Annatar. Feänor. Los
numenoreanos. Denethor. Boromir. Frodo y, como se ha dicho, el más humilde
indigente y arrabalero de los caídos, que aún en su mejor momento no fue más que un
pescador rivereño, Gollum-Smeágol, es susceptible, con su caída, de salvar a todos
cuantos son en su relato.

Ahora bien, así como todas las civilizaciones humanas tienen derecho a la
misma dignidad y “derecho al mal” , 22 el caso más singular de respeto a lo “étnico” es

20
Tal como los tlaxcaltecas y otros pueblos indígenas mesoamericanos que participaron en la conquista
española de las islas Filipinas o los argelinos en el ejército francés de la intervención francesa en México.
21
J.R.R.tolkien, Las Dos Torres, Minotauro, Barcelona, 2002, p.369.
22
Esta expresión hace referencia a las palabras de una feminista –cuyo nombre no he logrado aún
recapitular- que, a mediados del siglo XX, se quejaba de que en la política, si se descubría a un varón
corrupto, se le atribuía a sus actos, pero si en cambio era una mujer la hallada en corrupción, se le
disculpaba en la opinión pública como “seguramente engañada en amores” dando por hecho que, sin
poder acuñar maldad en ellas, habían sido manipuladas por un hombre para sacar beneficio a través de
ellas. Esta activista feminista declaraba que ese paternalismo era igualmente discriminante y que mientras
no se reconociera también en la mujer “su derecho al mal”, no sería tenda por igual. Y lo mismo podría
el del jefe tribal Ghân-Buri-Ghân en el bosque de Drúadan: claramente no son tratados
por el narrador como “salvajes” ignorantes. Antes que cualquier rohirrim, Ghân-Buri-
Ghân percibe en el cambio del viento23 –como Legolas-, el advenimiento de una nueva
marea en la guerra, con la buena voluntad de los Valar de su lado; y participan los
drúadan en la contienda a su manera sutil, guiando a los jinetes de Rohan al atajo a los
campos de Pelenor, permitiendo con ello, la salvación de Minas Tirith al filo de la hora.

Más aún, no son tenidos estos aborígenes como una cultura menor a los que
tienen que “civilizar” los victoriosos hombres de Gondor, porque viven en un estadio
inferior de desarrollo, en tanto a la caída de Sauron, no se les impone una lengua y no se
les fuerza a vivir de un modo u otro instalando MacDonalds en sus villas ni talando sus
bosques para hacer minas o sembradíos –por referirnos a ejemplos contemporáneos de
un colonialismo dolorosamente vigente en nuestros días-, sino que el rey Elessar
Telcontar declara el derecho de los drúadan a vivir en sus modos y tierras ancestrales,
tal como mandará también el derecho a la identidad e independencia cultural en La
Comarca.

Finalmente, ha de ponderarse que las diversas especies de la Tierra Media,


elfos, orcos, enanos, hobbits, son todos ellos manifestaciones de una única condición
humana:24

Los Hobbits, por supuesto, representan una rama de la raza específicamente humana (ni
Elfos, ni Enanos); de allí que las dos especies puedan vivir juntos (como en Bree), y se
llaman Gente Grande y Gente Pequeña. Están totalmente privados de poderes
sobrehumanos, pero se les considera como en contacto más íntimo con la “naturaleza”
(la tierra y otras criaturas vivientes, las plantas y los animales) y anormalmente libres,
según lo que es corriente en los humanos, de ambiciones o la codicia de la riqueza. Se
les hace pequeños (…) en parte para exhibir la mezquindad del hombre estrecho de
miras y poco imaginativo; aunque no con la pequeñez ni con el salvajismo de Swift y
sobre todo para mostrar en criaturas de muy escasa potencia física, el asombroso
heroísmo de los hombres ordinarios “en caso de apuro”.

Por supuesto, aunque esto es un hecho exterior en mi historia, los Elfos y los Hombres
son sólo aspectos diferentes de los Humano y representa el problema de la Muerte vista
por una persona finita, aunque con voluntad y consciente de sí (…) Los Elfos
representan, por así decir, los aspectos artísticos y puramente científicos de la
Naturaleza Humana elevados a un nivel más alto del que se ve de hecho en los
Hombres.

Así que, la Comunidad del Anillo, en su hermandad, manifiesta el reencuentro


de diversas expresiones culturales y étnicas de la humanidad, donde incluso los más
antagonizados por su propia historia, como los elfos y los enanos, pueden llegar a
reconciliarse –y con ellos, a sus pueblos y al pasado de sus pueblos-, con su gran
amistad.

aplicarse a cualquier grupo minoritario en desgracia que, visto con paternalismo discriminatorio, se le
evita la posibilidad de ser igualmente humano en lo turbio y en lo avieso, como en lo virtuoso y
portentoso.
23
Antes bien, recordando el comentario inicial sobre los personajes notables inclinados hacia lo élfico, en
tanto lo élfico se puede encontrar en la íntima y armónica relación del individuo con la naturaleza, los
drúadan con su forma de vida más cercana a los bosques, acaso se encuentren en un estado de mayor
cercanía a lo élfico (y a la única que podemos denominar “gracia”) que los hombres de Gondor o Rohan.
24
Cartas, p. 277.
Así fue como la dama Galadriel intercedió por su enamorado Gimli para
concederle, también a él, al primero de los enanos, paso franco al Oeste
Bienaventurado.

POSDATA:

Tolkien, cuando habló en su discurso de despedida de Oxford al respecto de la


separación artificial que la academia tenía entre estudios lingüísticos y estudios
literarios, lo dijo en estos términos: 25
Desde luego, hay otras tierras bajo la Cruz del Sur. Yo nací en una de ellas, aunque no reclamo
ser el más erudito de los que han venido aquí del Continente Negro. Pero llevo el odio al
apartheid en los huesos; y detesto por encima de todo, la segregación o separación entre Lengua
y Literatura. No importa a cuál de los dos consideren el Blanco.

Quizá hubiera bastado ésta sola cita en lugar del resto de la ponderación al
respecto del tema del racismo, así que disculpen ustedes mi fascinación a mascullar
sobre Tierra Media.

25
J.R.R.Tolkien, “Discurso de despedida” en Los Monstruos y los Críticos, Minotauro, Barcelona, 1998,
p.282.
3

Tolkien y las mujeres narradas

La literatura ha sido (hasta la novela moderna) un asunto en general masculino,


y en ellas se trata abundantemente de la “bella y la falsa”. Esto es, en conjunto, una calumnia.
Las mujeres son seres humanos y, como tales, capaces de perfidia.
Pero dentro de la familia humana, en comparación con los hombres,
no son en general, ni por naturaleza, más perversas. Más bien lo contrario.

Tolkien, Cartas.26

Ante la acusación de misoginia en Tolkien en donde Galadriel es una


“representación ideal e irreal” y que Eowyn era “sólo un hombre sin falo”, que la
escases de personajes femeninos en El Señor de los Anillos impedía que las mujeres se
vieran identificadas y de que “lo femenino” en Tierra Media estuviera sólo manifestado
en la Naturaleza, mi dama esposa estalló indignada y respondió: “¿Y qué los hace creer
que yo no tengo derecho a identificarme con Faramir?” –su preferido- “¿Y qué tipo de
mujer se cree que se tiene que ser para que ser una para definir la femineidad sólo por la
Naturaleza?”

Pero antes de la pertinente honra al caso específico de la Dama Blanca


Galadriel y la doncella guerrera Eowyn, acaso sea pertinente observar la relación que el
autor tuvo con lo femenino y las mujeres.

J.R.R. Tolkien solía decir que, aunque se le conociera por su apellido paterno,
él se sentía mucho más identificado por su herencia materna Suffield. 27Su madre no era
el caso tan común del siglo XIX de una mujer anulada en voluntad y potencia por los
regímenes patriarcales de su hogar: Mabel Suffield de joven había viajado a África a
evangelizar a las concubinas del harem del sultán de Zanzibar y había seguido a su
marido medio mundo hasta Sudáfrica. A la muerte del padre de Tolkien, Mabel se
había resistido a dejar el catolicismo, pese al chantaje de la familia adinerada de su
esposo, que le costó que la abandonaran y la dejaran morir en la pobreza. La hermana de
Mabel, Jane Neave, con quien estuvo en contacto Tolkien toda su vida, fue una de las
primeras mujeres inglesas en obtener un título universitario en ciencias y vivía en un
lugar llamado Bag End (“Bolsón Cerrado” en la traducción en español).

El Señor de los Anillos se escribió porque a Tolkien le pidieron en Allen &


Unwin una continuación de El Hobbit, y el viaje de ida y vuelta de Bilbo Bolsón no se
habría publicado si Elaine Griffiths, una alumna del profesor Tolkien, no hubiera pedido
y leído el borrador, que se lo prestó luego a otra dama crucial, Susan Dagnall, que
gestionó la posibilidad de que el texto fuera dictaminado por Allen & Unwin.

26
Cartas, 64.
27
Tal como Bilbo (su más evidente alter ego) ante lo convencionalmente burgués de su lado Bolsón
(Tolkien) y su parte salvaje y aventurera Tuk (Suffield). Incluso, así como el viejo Tuk, Tolkien tuvo un
abuelo Suffield que pasó de los 90 años y que tuvo muchos hijos, algunos de ellos ya avanzada edad.
Muchos años más tarde, cuando El Señor de los Anillos era ya un éxito
mundial y la fama obligó a Tolkien a vivir en el anonimato, su único contacto con el
mundo exterior fue a través de su agente Joy Hill, quien por cierto, tenía que aplicar
técnicas de secrecía casi de espionaje de la Guerra Fría, para poder mantener a raya a
los fanáticos que importunaban al profesor.28

Y sí, ciertamente la formación académica de Tolkien se desarrolló en un


ambiente meramente masculino y los grupos literarios con los que convivió durante
largos periodos de su vida (los T.C.B.S, los Coalbiter y los Inklings) fueron círculos
primordialmente constituidos por varones, tal y tanto como correspondía a su ´época en
su país.

Y otra vez sí, la proporción de personajes femeninos en El Señor de los


Anillos es numéricamente breve (y en El Hobbit nulo), pero ha de tomarse en cuenta
que es un relato de guerra proto medieval, y tanto como en las épicas de la antigüedad
que tanto amó y estudió Tolkien –como en la Primera Guerra Mundial en la que
participó-, la guerra era un territorio primordialmente masculino; y de hecho, distintos
discursos feministas han puntualizado que durante los posibles matriarcados
prehistóricos, acaso hubo una paz más sostenida entre el género humano y que,
precisamente, la preeminencia del patriarcado fue lo que giró la historia hacia la guerra,
arrinconando a la mitad de la humanidad femenina a la esclavitud de las labores
domésticas y desterrándolas de la construcción activa de la historia, primordialmente
constituida en los últimos siete mil años por los conflictos bélicos de los varones. Desde
esta perspectiva, la guerra no sólo es un territorio primordialmente masculino, sino un
fenómeno generado y sostenido por la masculinidad.

No obstante, como se ha apuntado, tanto en lo familiar como en lo profesional,


la presencia y opinión de las mujeres era mucho más relevante para Tolkien que para
muchos de los varones, ilustrados o no, del siglo XIX y XX en cualquier lugar de
occidente.

El caso particular de la presencia de su esposa y de su hija en su literatura, es


obviamente más significativa, como podrá deshebrarse más adelante a partir de
preguntarse entonces ¿qué papel tiene la mujer en el Árbol de cuentos de Tolkien? ¿Y
qué tipo de femineidad es la que representa?

A saber: los personajes femeninos en su obra no son pasivas figuras


románticas, amorosas y maternales como figuras medievales del amor cortés, pero
tampoco son las destructivas Medeas (El arquetipo de la madre devoradora de sus
propios hijos se traslada en Tierra Media hacia la figura monstruosa del demonio araña
Ungoliath y su descendiente Ella-laraña) o seductoras devoradoras de hombres,
tramposas taimadas de las que hay que desconfiar, sino individuos siempre notables y
voluntariosos, desde Aredhel en el Silmarillion, cabalgando sola, eligiendo su camino
fuera de su familia y luego escapando de su raptor que le tomó por esposa, a Morwen,
29
orgullosa en la pobreza; Aerin que asume ser esposa de un bandido para salvar al resto
28
Como un grupo de norteamericanos que acamparon en su patio y que lo vitoreaban en cuanto asomaba
la cabeza… (¡Váyase a saber que insensatez también habría hecho el que esto escribe de haber coincidido
en el espacio y el tiempo con él!)
29
Con muchos paralelismos con la propia Mabel, la madre de Tolkien. La historia de Túrin Turambar le
resultaba al profesor de una importancia cardinal que, a título personal, acaso se pueda entender como el
ascenso y la caída de la humanidad entera en ese pobre, valiente y compasivo guerrero desgraciado por su
de su casa, Haleth, la princesa guerrera; la doncella Nellas que reta a rey Elú Thingol
en la defensa de Túrin, 30 o Elwing arrojándose a la mar transformada en gaviota,
guiando a Eärendil a Valinor para la salvación de Beleriand entera; hasta las mujeres
ents que han abandonado las tierras de los varones ents porque ya no se entienden con
ellos y no tienen porqué someterse a sus designios; la reina Erendis, autogestiva, que
critica la superficialidad caprichosa de los semielfos, o la snob y ya vieja, Lobelia
Sacovilla-Bolsón, que es la única hobbit en oponer una digna resistencia contra los
salteadores de Zarquino.

Uno de los casos más paradigmáticos de presencia femenina en Tierra Media


es la historia de Lúthien Tinúviel, la más bella doncella de la Tierra Media, personaje
inspirado en Edith Bratt, la esposa de Tolkien, de tal guisa que incluso en su tumba se
encuentra labrado el nombre “Lúthien” y en la de Tolkien, el de “Beren”.

Lúthien elige a quien amar (a un hombre mortal y pobre por añadidura, dos
veces despreciado por los prejuicios aristocráticos del rey elfo) y, cuando su padre se lo
prohíbe y la encierra en lo alto de un árbol, ella se escapa y rescata (dos veces) a su
amado y lo conduce a la morada del Maligno mismo; su mascota derrota a Sauron en
combate singular y las artes mágicas y artísticas de Lúthien son tales, que logran
confundir y encantar al Negro Enemigo del mundo, logrando además, robarle una de las
joyas silmarils de su corona.

Tras la muerte de su amado Beren, ella, como Orfeo, canta a los dioses tal y
tanto, que los convence de devolverlo a la vida durante el periodo de longevidad de un
humano y al final de esa vida, ella renuncia a su inmortalidad para asumir el mismo
destino mortal de Beren y que su espíritu se disuelva en la máxima incógnita del tiempo.

Este sacrificio vuelve a presentarse en otro personaje: Arwen, y también la


prohibición de amor por parte del padre a que no se pueda consumar el amor mientras el
pretendiente no emprenda una misión de gran envergadura, 31 esta vez, en el caso de
Aragorn, enfrentando a Sauron, sirviendo a Frodo en la Compañía del Anillo y
habiéndose tornado en el más notable de los reyes humanos hasta esos días.

Mientras el heroísmo de Lúthien es evidentemente activo, el de Arwen


transcurre con sutileza al enfrentar tres terribles problemáticas: elige su propio camino y
al hombre de su gusto, contra todos los deseos de su padre, por muy hijo de Eärendil y
Elwing que haya sido. Como Lúthien, renuncia a la inmortalidad y aún si la Guerra del
Anillo resultara bien librada, ella enfrentará la sombra de la muerte humana y,
finalmente, ella regala además su pasaje al Oeste Bienaventurado de Valinor,
simbolizando en la piedra blanca que lega a Frodo, otorgándole al pequeño y esforzado

arrogancia, talante iracundo, y claro está, abundantes dosis de mala suerte imbuida por el negro enemigo
del mundo.
30
Doncella que me es tan personal, que le dediqué el relato de fan-fiction: La Partida de Celeborn.
Dispensen el atrevimiento y falta de elegancia de quien escribe con esta mención tan fuera de lugar, pero
para quien me honrase con su curiosidad, aquí dejo el vínculo a mi blog para leer el relato completo:
http://elmordyn.wordpress.com/2014/02/26/la-partida-de-celeborn/
31
Joseph Pearce apunta el paralelismo entre el padre Morgan, prohibiéndole a Tolkien y a su enamorada
adolescente Edith Pratt, que se vieran hasta que él cumpliera 21 años; y Thingol y Elrond (ambos nobles
pero severos señores), prohibiendo la mano de Lúthien y de Arwen respectivamente, hasta haber
completado esforzadas tareas. Y también apunta Pearce, que acaso el matrimonio de Sam tan dilatado al
final de la ora, pero tan gozoso, pudiera ser un guiño de su propia experiencia.
casi santo hobbit, la muy merecida esperanza de un consuelo a sus tantos sufrires y sin
sabores.

Así como Lúthien fue inspirado en la esposa de Tolkien, el personaje de


Eowyn lo creó para su hija, Priscilla. La doncella guerrera es la clara muestra del
porqué de la ausencia femenina en el relato de la guerra de la humanidad en occidente;
la sociedad a la que pertenece la circunscribe a sufrir lo que muchas y tantas mujeres
han padecido en su situación: en primera instancia, el acoso sexual de Lengua de
Serpiente, con la impunidad del cargo de consejero del rey. En segunda instancia, sólo
por ser mujer en esos tiempos de necesidad de su pueblo, se ve destinada a que su
participación histórica se circunscriba a hacerse cargo del tío senil y, aún cuando
Theóden se recupera y lleva a la guerra, no hay razones de por medio que permitan a
Eowyn ejercer su derecho a defender su nación o a su familia, pese a su cabalidad con la
espada y su vigor a toda prueba, y cuando se le ofrece un consuelo de “ver acción en las
armas”, es porque toda esperanza de salvación se habrá perdido y podrá ella morir en
combate junto con los restos de su pueblo, cuando se extingan.

Así que, como Lúthien, Arwen o Galadriel, se rebelan al sino encadenando al


que las condena, no ya sus enemigos sino, peor aún, los que las quieren; y Eowyn se
tiene que disfrazar de hombre para poder tomar parte anónima en el combate y
entonces, porque ella ha padecido la discriminación a su valor y su temple sólo y
únicamente por cómo luce, es quien le concede la oportunidad a Merry de cabalgar él
también a la perdición en el campo de batalla que Eómer y Theóden le han negado a
ambos.

Y, llegada la gran hora del encuentro entre los mayores capitanes de la Guerra
del Anillo, equivalente dentro del texto al duelo entre Héctor y Aquiles, Arturo y
Mordred, Beowulf y Grendel, Don Quijote y el Caballero de la Luna, no es un campeón
masculino y portentoso como Aragorn, ni un mago notable como Gandalf, quien hace
frente al Rey Brujo en los campos de Pelenor. Es una mujer. Y la clara revelación de la
femineidad, con ayuda de un rural humilde es la condenación del jinete negro, es la
preeminencia de lo femenino contra la sombra y la presencia de lo pequeño y lo simple
para derrotar a uno de los peores daños del mundo, lo que está contenido en la profecía
que derriba a Khamûl, el Rey Brujo.

No es gloria lo que mueve a Eowyn, sino su amor a su tío y a su pueblo, y


hablando de amor, también es singular su transformación romántica, porque no se
presenta como “una mujer presa de sus emociones” sino como alguien con capacidad de
madurar en sus relaciones, pasando del enamoramiento inicial a Aragorn (impetuoso,
absorto y adolescente), a la mutación y asimilación de ese sentimiento en una
admiración agradecida en las Casas de la Curación y, finalmente allí logra encontrar al
amor más empático, maduro y correspondido con Faramir, nada más y nada menos que
el varón más anhelado de las lectoras después de Aragorn (o lectores, cada quien su
derecho a su propia y cabal intimidad).

En esta obra la femineidad se manifiesta acaso con ecos vibrantes de la


mitología céltica, donde la mujer tenía derecho a la palabra, la sensualidad y las hazañas
sin tener que renunciar a una por la otra, en contraste con el código simbólico sobre la
mujer del mundo grecolatino, que postulan que si una dama rompe el molde de “la
hembra reproductora del hogar” ejerciendo el intelecto y la ciencia, como atenea, o la
solvencia en las armas y la libertad en el campo, como Artemisa, pierden con ello su
derecho a la sexualidad y al amor correspondido, 32 sin tener que padecer “el castigo” de
quebrantar su lugar, como en el caso de las amazonas, Atalanta entre los argonautas y
Pentesilea entre los troyanos, donde su cabalidad con las armas la hubieron de pagar en
sus tragedias amorosas.

Eowyn sí combate y ama. Y vence en las dos, derribando al más terrible de los
capitanes de su tiempo y conquistando al más anhelado de los capitanes de sus días.

De modo que, en respetuosa respuesta a la polémica al inicio de este texto,


después de la Doncella Guerrera, corresponde atender el caso de la Dama Blanca:
Galadriel.

Desde un inicio, es singular, no sólo entre las mujeres, sino entre los elfos
mismos. Parte de Valinor, no manipulada en la locura de Feänor que sí influyó a tantos
contemporáneos cabales suyos –el mismo Fingolfin, Daño de Morgoth, entre ellos-,
sino por sus propios deseos de conocer la Tierra Media, pero no es indiferente a la
Matanza de Hermanos y es ella quien delata a los noldor ante Melian, provocando la
furia de Elú Thingol (que prohibirá desde entonces que se hable su lengua, el quenya,
tornándose el habla de los noldor en lengua “muerta” de la ciencia).

Es hermana de Finrod Felagund33y gana su corazón un cantor sindar de la


corte de Elú Thingol (Celeborn, por supuesto). A la caída de Beleriand, se resiste a
volver a Valinor (acaso por el orgullo o quizá aún ansiosa y curiosa de ver maravillas, y
probablemente las dos cosas) y es ella también la inspiración de Celebrimbor para forjar
los anillos élficos y más aún, se torna en a portadora de uno de ellos, cargando con las
consecuencias de ejercer el poder y la necesidad de mantener inmóvil y a salvo del
espacio y del tiempo, la tierra que ama, acarreando con ello la tristeza que colapsará,
con el Anillo Único, la burbuja de aire de Beleriand que había sido preservada en
Lothlórien, Rivendel y los Puertos Grises.

Sabia, Galadriel desconfía de Saruman en el Concilio Blanco siglos antes de


que Gandalf descubriera su traición por el peor modo, y pone ella a prueba al Portador
del Anillo, resultando de la prueba burlada y puesta a su vez a prueba, al filo de cumplir
todos sus afanes con el Anillo Único y de extender la beatitud y poderío que el anillo
élfico le había dado sobre Lórien, para poder ajustar las fuerzas naturales de toda Tierra
Media y moldearla como si fuera una obra de arte hacia la beatitud que ella conoce y
anhela… siguiendo el mismo anhelo de artista en guerra contra lo efímero, que llevó a
Melkor a revelarse contra Ilúvatar, el Eru.

32
Aunque Atenea parece haberse enamorado de Odiseo, como lo muestra que ante los demás se aparece
con el aspecto del anciano Mentor y sólo ante él se muestra como mujer. Más aún: cuando al fin entrega a
Odiseo frente a Penélope, Atenea enfurece y lo abandona al peligro de los pretendientes armados, acaso
como una adolescente que, ignorando lo que es el amor, es arrebatada rabiosamente por los celos y, sin
saber cómo reaccionar, abandona a Odiseo sólo para volver con él poco después en su auxilio,
arrepentida, quizá viviendo voyeristamente (¿o qué no se dice que son tan humanos los olímpicos?) la
consumación de su amor con el astuto de Ítaca a través del reencuentro con Penélope en el tálamo del
final feliz.
33
En opinión de quién esto escribe, el más grande de los elfos de Arda, junto a su hermana aquí tan
cariñosamente honrada. El primero en descubrir a la humanidad y en amarlos por lo que son. Siguió a
Beren en su empresa enamorada, dando la vida luchando con las manos contra un licántropo de Sauron,
para que Beren tuviera la esperanza de seguir adelante al encuentro de Lúthien. Y así fue.
Sólo que, a Galadriel se le ofrece esta oportunidad libremente, sin tener que
obligar a nada o a nadie.

Y ella, la Dama Blanca, como sólo Bilbo, Gandalf y Sam lograron


sobreponerse, ella también se trasciende a sí misma, resistiendo la tentación al Anillo
Único, cifrando con ello, la esperanza del mundo.

¿Es pues ella, el arquetipo de la Reina de las Hadas, una simple evocación
“plana y medieval”, pura, impoluta, imposible e inalcanzable imagen de una mujer?

No. Como dulcinea del Toboso, también suda y huele a cebolla.

Y no obstante, es ella la inspiración de la historia entera de los Días Antiguos,


porque la luz viva que desprendía sus cabellos fue lo que dio a Feänor la idea de forjar
sus silmarils, y cuando le pidió a Galadriel uno de sus cabellos para analizarlo en su
taller, ella, irritada por la arrogancia y la vanidad el más poderoso de todos los elfos, se
lo negó.

Pero en cambio, le dio tres a Gimli.

Y le consiguió pasaje al Oeste Inmortal junto a Legolas.

Me pregunto que habría opinado Celeborn al respecto…

Ah, y el único diálogo de Rosie Cotton en su reencuentro con Samzagaz, no son


palabras de romance barato tan altamente merecidas, sino que, mirando azorada a Sam
en su cota dorada y Aguijón a la vaina, le dice a quemarropa:

-¡Bueno, vete! –dijo Rosita- Si has estado cuidando al señor Frodo todo este tiempo
¿cómo se te ocurre dejarlo sólo ahora, cuando las cosas se ponen más difíciles?

Aquello fue demasiado para Sam. O necesitaba una semana para contestarle, o no le
decía nada. Bajó los escalones y volvió a montar el pony.
Bibliografía

PEARCE, Joseph, Tolkien: hombre y mito, Barcelona, Minotauro, 2000.


MACHADO, Antonio, Poesías completas, Austral, Barcelona, 2001.
MOLINER, María, Diccionario del uso del español, Tomo I, Madrid, Gredos, 1998.
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Compass, Open Court, 2003.
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-El Señor de los Anillos, Tomo II: Las Dos Torres, México, Minotauro, 1992.
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-“Discurso de despedida” en Los Monstruos y los Críticos, Minotauro,
Barcelona, 1998.

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