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La historia interminable

Michael Ende
De la A a la Z con letras y dibujos de Roswitha Quadflieg.
Traducción de Miguel Sáenz.
Madrid, Editorial Alfaguara, 1982. Colección Juvenil Alfaguara.

Es La historia interminable un libro —ya un clásico— imprescindible e


infaltable en una biblioteca. A veinte años de su primera edición en castellano nos
pareció oportuno rescatar este brillante comentario, preparado por el escritor Elvio E.
Gandolfo para la desaparecida revista Minotauro. Agradecemos a su autor la
gentileza y autorización para reproducirlo en esta edición de Imaginaria.

El mundo verdadero de la ficción


por Elvio E. Gandolfo

Con este grueso volumen que ya ha conocido un éxito considerable tanto en


Alemania como en España, el alemán Michael Ende ha logrado redondear una de las
obras más ricas y atrayentes de la literatura fantástica contemporánea. Es una obra
que no se limita a la mera acumulación de un universo paralelo al nuestro. En sus
páginas se encuentra por una parte una compleja meditación sobre las relaciones
entre la realidad y la imaginación, entre las palabras y los seres y la cosas (que la
acercan a autores como Borges); y por la otra, la articulación magistral de un recorrido
de iniciación en el mundo a través del niño protagónico. Ende lo logra con una
imaginación y un sentido del juego notables, provocando fuertes resonancias
arquetípicas y psicológicas, combinando el brillo del cuento para niños con la
profundidad, alcanzando el nivel de un reducido grupo de libros cuyos ejemplos
mayores serían Alicia en el país de las maravillas y El mago de Oz.
Bastián Baltasar Bux, un niño gordo y torpe, ni siquiera buen alumno,
entra en una librería de viejo y roba un libro a su dueño, el librero Karl Konrad
Koreander. El libro se llama La historia interminable, título que le resulta irresistible y
está encerrado entre dos tapas de color bronce sobre las que se encuentra grabado
un símbolo: dos serpientes (una blanca y una negra) que se mueden la cola. El libro
impecablemente impreso con tinta de dos colores por Alfaguara, también se llama La
historia interminable, y también está encerrado entre tapas color cobre con dos
serpientes que se muerden la cola.
La semilla de la búsqueda a la que parece aludir esa especie de estructura
topoplógica que actúa desde las primeras páginas, fascinando a la vez al personaje y
al lector, podría ser la pregunta que el propio Bastián se hace un instante antes de
comenzar a leer: "Me gustaría saber qué pasa realmente en un libro cuando está
cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin
embargo... Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia
entera. Dentro hay personas que no conozca todavía, y todas las aventuras, hazañas
y peleas posibles... y a veces se producen tormentas en el mar o se llega a países o
ciudades exóticas. Todo eso está en el libro de algún modo. Para vivirlo hay que
leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes. Me gustaría saber de qué modo."
La respuesta es la lectura que Bastián y el lector hacen de La historia
interminable. Uno de los aciertos de Ende ha sido evitar el tono experimental "culto",
los laberintos conceptuales. Su lenguaje es de una engañosa y sostenida sencillez, y
la complejidad descansa sobre todo en la estructura del volumen. Lo que pertenece a
la realidad de Bastián y lo que pertenece al texto de La historia está transmitido por
un sencillo procedimiento, que a su vez rescata el valor de objeto que los libros tenían
en épocas de producción menos masiva; mediante distintos colores de tinta. La tinta
verde cuenta lo leído por Bastián, la roja lo "vivido". Hacia la mitad, sin embargo, las
dos zonas se van acercando fatalmente: la saga heroica del héroe Atreyu y su dragón
de la suerte se une al fin a la triste vida cotidiana de Bastián, que abandonará el
mundo humano para nombrar las cosas y los seres de Fantasía y salvar a ese mundo
de la Nada que lo va comiendo, gracias a la recreación.
El propio libro parece demostrar en sus tensiones la tesis central (y consciente)
de Ende: la necesidad de que la imaginación y la realidad vayan de la mano y no vivan
a costa de la muerte de la otra. A pesar de ser tal vez la más abundante en
descripciones de seres extraños y aventuras (pilares de una fantasía "escapista", y de
practicamente toda la "fantasía heroica"), la zona en que Bastián se transforma en
héroe es tal vez la menos absorbente, justamente porque se ha perdido la articulación
entre su persona real y la fantástica.
Esa vinculación regresará (y volverá a darle al libro su mejor dimensión)
cuando Bastián luche por recobrarse a sí mismo en contra del olvido, y lo logre a
través del afecto, esa dimensión que antes le faltaba o le había sido arrebatada, y que
La historia interminable le devuelve lenta y dolorosamente en sus últimos capítulos.
Lo que diferencia a la empresa de Ende de su antecedente más visible, el
Tolkien de El Señor de los Anillos, son sus datos biográficos y el trasfondo filosófico
de su mundo. Aunque los universos imaginarios de los dos estén unidos por razas y
paisajes extraños, y por la relativa sencillez lingüística, el mundo de Ende es el mundo
caótico, entremezclado y surreal, de dura lucha por la supervivencia, del hijo de un
pintor considerado "degenerado" por los nazis, y que vivió el sacudón brutal de la
Segunda Guerra Mundial en el nivel inmediato, cotidiano, durante largos meses de su
infancia, como una realidad fracturada, dispersa. En Tolkien nos encontramos en
cambio ante el mundo reposado y sólido de un erudito inglés, amenazado no sólo por
la guerra sino también y ante todo (como ocurre también en la obra de su compañero
C. S. Lewis), por el simple avance tecnológico y social, lo que lo lleva al terror y la
división maniquea entre el Bien y el Mal, entre lo blanco y lo negro. Los peligros son en
cambio más complejos y sutiles en Ende, donde la lucha entre la mentira y la verdad,
entre la Nada y la identidad parece entablarse en el interior mismo de cada uno de sus
personajes, aunque no falte la bruja lúbrica y sombría que trata de seducir a Bastián
con el sexo y el poder.
A ello se agrega su inventiva inagotable. Aunque la historia supuestamente
interminable tenga una extensión mucho menor que El Señor de los Anillos, esa
extensión le basta para describir con rapidez, sin la precisión —a veces agobiante—
de cartógrafo realista de Tolkien, lugares y personajes donde se mezclan el
surrealismo de El Bosco, Arcimboldo o Magritte con los viejos cuentos de hadas y la
mejor literatura fantástica metafísica e intelectual de este siglo.
A su vez, continuamente historias potenciales quedan postergadas con una
frase recurrente: "ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión", recurso que
junto con el espléndido capítulo dedicado a la biblioteca fundada por Bastián Baltasar
Bux, que contiene no sólo historias sino la realidad misma de Fantasía, abre la
perspectiva (entre gozosa y angustiada) de la infinitud de la ficción.

Artículo publicado originalmente en la revista Minotauro (segunda época) N° 3


(Buenos Aires, Ediciones Minotauro, septiembre de 1983) y reproducido en Imaginaria
con autorización del autor.

Nota de Imaginaria: Frente (derecha) y dorso (izquierda) de la cubierta que traían las
primeras ediciones en castellano de La historia interminable. Nótese que la obra
estaba incluida en las dos colecciones literarias de la editorial Alfaguara: en la de
literatura general (fondo azul y borde gris) y en la infantil-juvenil (fondo blanco y borde
naranja). Y quitando la cubierta, las tapas del libro de Alfaguara imitaban a las del libro
homónimo que lee Bastián Baltasar Bux en la novela.
Estas particularidades no se mantuvieron en ediciones posteriores.
Elvio Gandolfo es escritor, periodista y traductor. Nació en San Rafael (provincia de
Mendoza), pero al año de vida su familia se radicó en la ciudad de Rosario (provincia
de Santa Fe). Algunos de sus libros de cuentos: La reina de las nieves (Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina, 1982), Caminando alrededor (Montevideo, Ediciones
de la Banda Oriental, 1986), Sin creer en nada (Buenos Aires, Editorial PuntoSur,
1987), Rete Carótida (Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1990), Dos
mujeres (Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 1992), Ferrocarriles Argentinos (Buenos
Aires, Editorial Alfaguara, 1994), Cuando Lidia vivía se quería morir (Buenos Aires,
Editorial Perfil, 1998). También publicó la novela Boomerang (Buenos Aires, Editorial
Planeta, 1993), que fue primera finalista en el Premio Planeta 1992, y el libro Parece
mentira (Buenos Aires, Editorial Fin de Siglo, 1993) con textos sobre Onetti, Cortázar,
Benedetti, H. G. Wells y Susan Sontag, donde se mezclan el periodismo y la literatura.
Sus poemas se publicaron en revistas y antologías, y participó en tres ediciones
grupales de Rosario: De lagrimales y cachimbas, Poesía viva de Rosario y La huella
de los pájaros.
Entre 1968 y 1976 dirigió con su padre Francisco la revista literaria El lagrimal trifurca
y las ediciones del mismo nombre, en Rosario.
Fue colaborador de los diarios Clarín y La Opinión, del suplemento Radar Libros
(diario Página/12), y de las revistas El Péndulo, Minotauro, SuperHumor, Crisis, V de
Vian y Noticias de Buenos Aires. También colaboró en varios medios gráficos de
Montevideo (Uruguay): Opinar, Crónicas Económicas, Jaque, Punto y Aparte, La
Democracia y La Razón, entre otros. Desde 1989 forma parte del equipo fijo del
suplemento El País Cultural (de Montevideo), dirigido por Homero Alsina Thevenet.
Tradujó al castellano libros de importantes autores como Tennessee Williams, Jack
London, H. P. Lovecraft, Henry James, Joseph Conrad, etc. Realizó varias antologías
de ciencia ficción, relato policial, fanstástico y de suspenso.

(Los datos biográficos de Elvio Gandolfo fueron extraídos de la Enciclopedia de la


Ciencia Ficción Argentina, de la página web de la revista Axxón, Ciencia Ficción en
Bits: http://www.techne.com.ar/axxon/axxon.htm)

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