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CONCEPTO DE CLARIDAD:
Para la claridad en un escrito nos ayudará, en primer lugar, la concisión. Un estilo conciso será
aquel que se esmere en utilizar el menor número de palabras para expresar una idea con la mayor
exactitud posible. Concisión implica densidad (y no brevedad), y lo contrario sería la vaguedad, la
imprecisión, el exceso de alcanzar palabras y de retórica.
Otra cuestión importante para alcanzar la claridad es la oralidad de la escritura. Un truco que
viene bien a la hora de escribir es imaginarse que se tiene al lector delante, e intentar acoplar los
aspectos del lenguaje no verbal (una mirada afable, un golpecito afectuoso, un gesto de
advertencia, una sacudida de manos...) al discurso por medio de las palabras, del tono, del
contenido. Hemos de tener presente que el lenguaje escrito se debe aproximar bastante -más de
lo que pensamos- al lenguaje oral
TOTALIDAD: Hay que tener en cuenta que cada palabra, cada frase, cada párrafo de un texto va a
estar en función del resto y, así como no podemos hacer gran cosa con un solo ladrillo si no lo
juntamos con otros para construir una casa, un párrafo dentro de un escrito (por muy afortunado
que sea) sólo nos dirá algo en función de los demás. Esto quiere decir que quien escribe, a la hora
de incluir o desechar una palabra o una expresión ha de tener en cuenta las anteriores, pues no se
pueden entender de forma aislada, sino que es precisamente la red de conexiones entre ellas la
que aportará el significado al texto.
Hay que tener también en cuenta que el tiempo siempre actúa en favor del escritor. Cuanto más
tiempo se le dedique a ordenar y clarificar un escrito, más éxito tendrá cuando sea leído. El lector
no sabe que uno se ha pasado horas y horas tachando y rescribiendo, sino que aquello le parece
salido de la chistera de un mago, porque el tiempo que él tarda en leerlo no es proporcional al
tiempo que uno puede dedicar a pulirlo.
CONTINUIDAD: La última característica del discurso que me interesa señalar aquí es su forma
continua. Así como un cuadro lo podemos abarcar en un solo golpe de vista, y el pintor tiene eso
en cuenta a la hora de utilizar los recursos pictóricos, un texto exige un avance. En un escrito, sin
embargo, el avance es desde la primera línea hasta la última. Por tanto, el escritor ha de tener en
cuenta, a la hora de construir su discurso, que el lector sólo tendrá la concepción final de totalidad
cuando haya terminado de leer el texto, y que hasta ese momento ha de ser guiado y motivado a
lo largo de los párrafos, de forma que en cualquier momento tenga una idea más .
Toda persona encargada de redactar documentos debe poner toda su atención para que los
mismos reúnan cualidades que den calidad a sus escritos. Dentro de ellas se encuentran:
Adecuación. Adaptar todo escrito a la comprensión, al gusto y a las necesidades del lector.
El redactor no debe dirigirse a todos de la misma manera, pues no daría resultados
favorables tratar con igual lenguaje un mismo tema en una carta familiar, en un informe, en
un artículo, etc. Para cada caso debe ser una redacción distinta. Adecuar el lenguaje al
destinatario es captar de inmediato su atención.
Originalidad. Expresar las ideas y comunicar los sentimientos con acento o características
propias. Es el sello que revela la personalidad del autor. Aunque no siempre es posible
evitar el formulismo, el redactor puede utilizar lo estandarizado con clara conciencia de su
utilidad, pero actualizándolo para imponerle fuerza expresiva. La originalidad no depende
tanto de la novedad del tema sino del modo nuevo, la manera personal, de enfocarlo.
Armonía .Radica en el arte de combinar palabras y frases de modo agradable para el oído.
El vicio contrario, la cacofonía, es la repetición molesta de sonidos, en sílabas o palabras.
Por lo general la suscita el menor esfuerzo y la falta de cuidado.
Ordenación. Como parte o factor de la claridad, obliga a que los elementos integrantes de
un escrito se ordenen en forma lógica y cronológica y no al azar, ni de manera rutinaria. El
redactor debe tener presente que cada parte del escrito (principio, medio, fin) tiene una
misión que cumplir, según el tipo de documento; pero cada una de ellas debe responder al
cumplimiento estricto de esa misión.