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ANTONIO .

~ODRIGUEZ

LA NUBE ESTERIL
Drama del Mezquital

·,
EDICIONES ''EL CABALLITO''
\
'
1

¡;
MEXICO, D. F., 1976
LA NUBE ESTERIL
de Antonio Rodríguez
© Ediciones El Caballito, 1976
Av. Juárez 64, México 1, D. F. A LAZARO CARDENAS
la. edición: Colección Amigos del Café París, 1952 Amigo de los Indios.
2a. edición: Colección Amigos del Café París, 1952
3a. edición: Ediciones El Caballito, 1976
Ediciones en otros idiomas:
Checo:
Krasné Literatury Hudbia Umeni, Praga, 1954 A Herlinda Cruz y Crescencia ·Dango,
Ruso: indias otomíes de San Miguel; a Con-
Moladaia Guardia, Moscú, 1961
Alemán: suelo PauZín, de Capula; a los profe-
Hans Deutsch Verlag, Viena-Suttgart-Basilea, 1962 sores monolingües Angel y Chon To-
Portada de Felipe Leal. rres; al Jefe de la Brigada de Mejora-
miento Indígena profesor Aponte Valle;
al etnólogo Raúl Guerrero y a RosaZío
Guerrero, de Ixmiquilpan; a Alfonso
Fabila; al Dr. Lombardo, jefe de la
cruzada médica que combatió la epi-
t YALE demia de tifo en Santa Ana Bathá; al
Dr. Alfonso Caso, que dictó Zas me-
didas necesarias para luchar contra
la epidemia; al periodista Sergio Avi-
lés . Parra; al Sr. Domingo Macote-
la, ex Presidente Municipal de Alfaja-
yucan; a los habitantes de Taxhié y
Naxthey, que generosamente me en-
señaron la documentación de sus pue-
blos; a mi querido amigo y compañero
PG.7t..<j7 de trabajo, Armando Rodríguez Suá-
rez, y a cuantos me acompañaron o con
fZ_GII5 quienes conviví en el Mezquital, agra-
dezco los informes que contribuyeron
N8 a la realización de este trabajo.
( 91G

IMPRESO EN MEXICO
PRINTED IN MEXICO

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1,

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" ... es deber nuestro denuncia" loa
despo;os, los crimenes, Zas in;uaticia.s 11
Zas vioZaciones que a diaf'io se cometen
en el Mezquital .•• Y si los ;ueces po-
nen en libertad a los criminales 11 pt"en-
den a niños inocentes, hay que grita.,
su n.ombTe.

" ... Gritar, gritar hasta que nos oi-


gan, he aquí lo que por ahora debemos
hacer!"

RAUL, el periodista, pág. 252.

'
.;,-··

Este es un pedazo de la vida arran-


cado con doior de un lugar de la tie-
Primera parte
rra donde todo se conjuga paTa hacer
desgraciado al hombre. Nada o casi na- EL POZO DEL AGUA MALDITA
da es inventado. Por lo tanto, toda
coincidencia con personajes o hechos
conocidos, se ajusta rigurosamente a la
verdad.
1
l;
' Sus pies, curtidos por la intemperie, y encallecidos por una
marcha forzada' que jamás alcanza la meta definitiva, se
mueven a un paso corto y rápido sobre el angosto sendero
que el tiempo abrió entre los guijarros y las espinas del ma-
torral. Insensibles o estoicos, pisan la filosa arista de las pie-
dras y las punzantes agujas de los cardones, como si fueran
ajenos al dolor. Semejantes a la flecha que sabe su camino,
marchan en linea recta, sin desviaciones, con la exactitud
de un deber inexorable.
Más frágiles, los piececitos que se mueven atrás, cami-
nan en zig-zag para no herirse en el filo cortante de los pe-
druscos. Se detienen aquí y allá, como cansados o vacilan-
tes; marchan después con m.á.s bríos y, a veces, se alzan
bruscamente, en un afán imposible de romper el contacto
con el suelo.
Poco a poco, sobre las veredas laterales que desembocan
en el sendero, surgen otros pies, también descalzos, callosos,
ennegrecidos por la pátina del sol y la ausencia del agua,
Ya son diez ... veinte ... cuarenta ... Y como eslabones de
una sola cadena, se mueven todos con el mismo paso me-
nudo y apresurado, a un ritmo de desesperante monotonía.
Son losQpies de las mujeres y de los niños que diaria-
mente se dirigen al pozo de la cañada para acarrear el agua
de que sus pueblos están exhaustos.
Cántaros alargados y gruesos, como trozos de árbol cen-
tenario, que sostienen con cuerdas y mecapales amarrados
a la cabeza, les cubren por completo la espalda.
El peso de la carga, la fatiga de la distancia y la repe-

11

1.
tición de la misma faena les ha arqueado el cuerpo, que da del niño, las otras mujeres sacan agua del pozo. Acopla-
se encorva hacia la tierra como los árboles azotados por el das en dos parejas, empujan los brazos de malacate -un
viento. cilindro hecho con un tronco de árbol, a modo de cabres-
Con el rostro oculto en los pliegues del ayate Y las ma- tante- para enrollar en él la extensa cuerda, con que
nos puestas en las sienes -ya para ayudar a. sostener la izan el bote de hojalata desde las profundidades del pozo.
cabeza que se cae, ya en actitud de dolor y queJa- se con- Veinte veces han girado en el mismo lugar, como las
funden con las sombras que van dejando fugazmente en la bestias en las norias, describiendo círculos de vértigo y el
superficie descarnada y seca del tepetate. bote todavía no llega a la superficie. Están ya extenuadas,
Doblados bajo el peso de su cruz, estos seres, de rostro pero el movimiento del malacate que las encadena en su
apagado y de rasgos impasibles, parecen trasuntos ?e ~a ritmo, no las deja descansar. Como si intentasen reproducir
ascensión al Calvario, sólo que es el suyo un Calvano sm en una imagen toda la monotonía de su existencia sin ho-
resurrección, que se repite dos y tres veces al día, durante rizonte, dan vueltas y más vueltas alrededor del primitivo
años y años, hasta la muerte. aparato, sin salirse nunca del mismo círculo.
Al fin de la ardua caminata, que comenzó con las pri- La cuerda sigue enrollándose lentamente, hasta que el
meros albores de la madrugada, María y su hermano .lle- bote llega a la superficie. Con la respiración jadeante y el
gan al pozo de la cañada donde se . hallan ya reumdas rostro moreno bañado en sudor, las mujeres CQITen al po-
numerosas mujeres y niños. Saludan discretamente, con un zo, agarran el cubo de hojalata por cuyos bordes se vierte
asha juá que más parece la expresión de u,n rito que el el agua refulgente y llenan uno, si acaso dos cántaros.
simple voto de buenos días, y colocan los cantaros largos Para llenar los que faltan vuelven a empujar los brazos
y verticales en la extensa cola. del malacate.
En espera de su tumo, María se sienta en el suelo .~~<m Después de un largo rato de espera, les llega el turno
las piernas cruzadas a la manera indígena; coge el tet t, o a María y a su compañera. Se ayudan con otra pareja, por-
malacate de hílar, que trae al pecho, y reanu~a la eter~ que el malacate es difícil de mover. Una vez más se re-
tarea de reducir la fibra de maguey a delgados hilos, propiOS pite la faena, apenas interrumpida, de hacer girar el apa-
para tejer. rato para enrollar, en su tosca armazón, la interminable
Juana, su amiga y vecina de Taxhié, que acaba ?e 11~­ cuerda del pozo.
gar, se sienta a su lado y despu~s de un breve silencio, Terminada la tarea, tapan los cántaros con una ruedi-
dice con una sonrisa a flor de lab10: , ta de maguey o un manojo de hojas verdes y se arrodi-
-¿Ya sabes que mi hermano Pedro y Juan Ramirez, llan junto a ellos. Lo hacen para facilitar la tarea de co-
el de Xiguí, van a llegar pronto? ,, locar a la espalda tan pesado fardo; pero en su actitud,
La muchacha corta en seco el movimiento del tet t, Y llena de humildad, hay la expresión muda de quien diri-
fijando sus ojos negros y cándidos en los labios de su amiga, ge preces a ~los dioses para agradecer el milagro del agua.
interroga con visible curiosidad: Ayudan en seguida a los niños a alzar su carga e ini-
-¿De veras? . .. cian la procesión del regreso.
-·Sí
1
nos mandó decir con Donungo, el hiJO de Petra.1 Y una vez más recorren el trillado camino sobre la
'
Restablecida •
de la sorpresa, vuelve a accionar e1 d e1- tierra descarnada y seca --que los garambullos con sus
gado eje del tet'í y murmura casi en tono, de qu;ja: , brazos retorcidos y erizados de púas vuelven más agres-
-¿Para qué sirve que venga? Nomas esta unos dias te-- subiendo las mismas laderas, pisando las mismas pie-
y regresa luego al Internado ... ¡Como ~as otras veces!. dras, picándose en los mismos cardones de su infinito cal-
Mientras Juana y María dialogan baJO la serena mira- vario.

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, ~~====~==~~~~'~-~~~~~~-=~~--------------~~-----=~~----~m~llllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll
IJII\\1
: llilli Al llegar al pueblo la procesión se desintegra. Se despi- en forma real, corpórea, alrededor de la misma choza y
~ 1 den las unas de las otras con un dzen guá togui casi imper- bajo el mismo mezquite que ahora la están mirando.
~ 111 ceptible y desaparecen entre el ramaje de los mezquites, Como ella, Pedro tenía entonces diez años de edad. El
tras del cual se ocultan las chozas. vivía a la distancia de una pedrada de honda, en el camíno
María sigue caminando por la vereda. Va sólo con su que conduce al cerro. Ella donde siempre.
hermano Delfino y con la sombra que la amarra a la tie- Por la madrugada, los dos, con otros chiquillos, salían
rra. Súbitamente, en un recodo del camino, le salen al hacia el matorral a pastorear su pequeño rebaño de chivos.
paso los inseparables Lupe y Chava, que no cesan de perse- Y al atardecer, cuando regresaban a casa, era él quien cui-
guirla con piropos y amenazas. daba el ganado, para que no se perdiera en el laberinto del
Esquiva a los inoportunos y se aleja apresurada, con el mezquital, donde acecha el coyote.
rostro oculto en el ayate. Cruza la hilera de órganos que Un día, la madre de su compañerito cerró los ojos para
sirven de t{lpia a su humilde vivienda y, después de poner siempre y el padre, entregado excesivamente a la bebida,
el cántaro en tierra, llama a los animales para darles de descuidó por completo a sus dos hijos. Si no fuera por la
beber. Entra en seguida en una especie de enramada, don- abuela que los recogió y cuidó como a sus propios nietos
de la anciana prepara la escasa ración del almuerzo, y, ¿que habría sido de los pobres?
mientras vierte un poco de agua en la olla de los quelites, Así se criaron, casi como hermanos, viviendo en la mis-
que está cerca del brasero, pregunta con cierta excitación. ma choza, comiendo de la misma olla, durmiendo muchas
-¿Será verdad, abuelita, que va a venir Pedro? veces sobre el mismo ayate. Al fin de algún tiempo, dos
-Y tú, ¿cómo lo sabes? policías de la cabecera de mUnicipio -¿quién sabe por
-Juana dice que él ya es profesor, y que va a venir qué?- llegaron al pueblo para llevarse al ya empedernido
para quedarse. ¿Usted cree? borracho. Pedro no quiso separarse de su padre y los gen-
-¿Y eso te importa? --dice con fingido regaño. darmes, apiadados con su actitud, consintieron en llevarlo" ...
-¡Pues ... ! preso también.
Sin acabar la frase, coge los trastos de tejer --el nopal, En la cárcel, trabajaba como todos los presos, tejiendo
el carrizo, la lanzadera- y sale con ellos hacia el mezquite cestas de palma y charolas de fibra, que constituyen la
que se yergue frente a la choza. Amarra una parte del telar producción típica de las prisiones otomíes, en el Mezqui-
al tronco del árbol, el otro a la cintura e inicia la paciente tal. Pero los carceleros permitían que saliera todos los días
tarea. Recordando lo dicho por Juana, sonríe y entona que- a la calle, a hacer mandados o a pedir limosna.
damente, como en sordina, la canción de la pastora que De la cárcel municipal el padre de Pedro fue trasladado
perdió el ganado: a la Penitenciaría de México, donde murió poco después.
A él lo internaron en una escuela indígena de Ixmiquilpan.
Di ntéde haya mbonthi Al principio todo le parecía extraño: la cama, para é1
Nará ma'yá bi zoni. antes desconocida; la leche que no había probado nunca;
Nglé á bi bé ya'yo ... Y la costum'bre increíble de bañarse en agua limpia y fres-
ca, que se desperdiciaba inútilmente. . . Pronto, sin embar-
Y mientras hace pasar la lanzadera con la fibra de ma- go, se adaptó a las normas y reglas del Internado.
guey entre la urdimbre del tejido; reconstruye las mallas En las vacaciones corría al pueblo y de paso por el mer-
del pasado destruidas por el tiempo. cado de Ixmiquilpan, compraba frutas y baratijas, para ob-
'1
Lentamente comienzan a perfilarse, en el espejo empa- sequiar a la "abuelita" y a María, con el dinero que ga-
l ñado de su memoria, las imágenes que algún día caminaron naba en los talleres de la escuela.

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En esta forma nació entre ambos una amistad, agigan-
tada por la nostalgia, que se convirtió en noviazgo cuando
él, en una de sus vacaciones, le dijo que al salir del Inter-
nado se casarían.
Más tarde lo mandaron a otro Internado. Pedro dejó
de escribir y todo se volvió vago e impreciso. Por eso la no-
ticia de Juana acerca de su próxima llegada, la había lle-
..
nado de emoción y la impulsaba a pasar la lanzadera, por
la red del tejido, con un júbilo que le resultaba imposible
disimular.
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El sol, girando vertiginosamente como el disco rutilante de
un malacate, tuerce e hila, en unas cuantas rodadas, la fibra
luminosa del dia. Se asoma, en la madrugada, sobre la cres-
ta de los montes, ahuyenta a las nubes con su ardor brutal;
brilla fugazmente, como la llama breve del ocote, y desapa-
rece en los cerros del poniente, antes de que el otonú tenga
tiempo de acabar su tarea.
Tal vez brille igual que en otros lugares. Tal vez. Pero
las diez horas de su luminosa presencia no bastan para ate-
nuar la miseria del indio.
Para María, como para las otras mujeres del Mezquital,
/
el día que el sol le da es demasiado corto. Se levanta a las
cinco de la madrugada, cuando el cielo es de una palidez
opalina; hace girar en sus dedos el sol aún apagado de su
minúsculo tet'í; y, después de ajustar a la espalda el cántaro
que nació y creció con ella, emprende la procesión, que no
acaba nunca en pos del agua ausente. Al regresar del pozo,
se sienta a tejer bajo las ramas del mezquite, pero antes de
que termine tos lienzos del rescate, está ya con los ojos cerra-
dos, porque el sol, robando tiempo al día, la deja sola a la
mitad de la tarea.
-Abuelita -le dice a la anciana- ya es jueves y sólo
tenemos seis ayates. Tengo que apurarme para llevar diez
al mercado.
-No, hija, no quiero que trabajes tanto. Te levantas
cuando todavía no amanece para ir a buscar agua; regresas,
te pones a tejer y sólo dejas la lanzadera cuando el coyote
aúlla.

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La nube estéril.-2

'
-¿Qué otra cosa podemos hacer? La semana pasada, carpintero, desprende la pulpa de la fibra, hasta dejarla com-
para comprar el maicito de la semana, tuvimos que vender pletamente limpia.
una gallina. Y los grandes manojos de santhé -el i.xtZe otomí-
-·Todavía nos quedan seis chivitos! puestos a secar en una cuerda entre el mezquite y la choza,
-:Usted no ha de querer que se vendan! Si algún día parecen penachos ondulantes, que imprimen una ilusión de
se enferma, ¡que Dios no lo permita! ¿con qué le pagamos al fiesta a la belleza descarnada y triste de la casa otomí.
médico? . La abuela hila la áspera fibra que María necesita para
-Ya sé que son nuestra alcancía. Pero, si continuas tejer. Va al jagüey, que el ganado del pueblo ha llenado de
trabajando tanto te enfermas. ¿Y qué sería de ~osotros, inmundicias, y trae un cántaro de agua verdosa. Con ella la-
de mí, de tu hermano, si tú nos faltaras? ¡Vale mas comer va los que lites silvestres, para el caldo flaco, sin" carne ni con-
una sola vez al día y estar sanos, que comer mucho Y no dimentos que junto con dos tortillas "gordas" y tres o cuatro
tener salud! . jarros de pulque, forman la ración diaria de cada uno. Y des-
En parte, lo que dice la abuela es verdad. Si trabaJa mu- pués de ingerir este alimento, continúa la tarea de reducir
cho puede enfermarse, cC)Illo se enfermaron Chencha, Anas- la burda fibra del santhé a materia prima para el telar.
tasia y Felipe. Sin embargo ¿pueden acaso gozar de salud Pacientemente, sin una queja, María añade hilo tras hilo,
si sólo comen dos "gordas" de maíz al día, con un~s _c~ant~s con su lanzadera de mezquite, a la trama sencilla pero inter-
quelites y tres 0 cuatro jarros de pulque? Ella res1sbna, sm minable del ayate. A veces entona queda y dulcemente la
duda. Tiene veinte años, nunca estuvo enferma. ¿Y su her- canción de la pastora, que tan gratos recuerdos le despierta,
mano? ¿y la anciana? Pensando en todo esto, halla una so- Y cuando sonríe, con su sobrio y blanco ayate sobre la cabe-
lución que le parece satisfactoria. za, parece la reencarnación otomí de las vírgenes que los
-Mañana y pasado mañana, para no perder tiempo, en pintores florentinos inmortalizaron.
vez de ir a buscar agua al pozo, mejor lo traigo del jagüey. En ese mismo instante, miles y miles de otomíes -en Ca-
¡Así podré acabar los ayates que faltan! pula. . . en Orizabita. . . en. Maguey Blanco. . . - se entre-
-¡El jagüey está tan apestoso! gan a la faena de entretejer la red del ayate, con el hilo cla-
-Por una vez ¿qué puede pasar? ro y grueso del santhé.
La anciana quisiera oponerse a esta solución que le pa- Poco a poco, la trama va creciendo en el telar, toma
rece peligrosa, pues no ignora que pocos resisten con salud, cuerpo, y se extiende por todas partes hasta cubrir, como
a pesar de la costumbre, al agua del jagü~y. Mas, e~ efecto, una inmensa tela de araña, todo el Mezquital.
¿qué otra cosa pueden hacer? Por eso, nura a la rueta con Alucinada por los destellos de esperanza que la fibra
infinita ternura y accede: de oro pálido irradia, María ve el ayate desprenderse del
-Si tú así lo quieres ... telar, subir ~ el espacio, desplazarse lentamente, como las
Al otro día por la mañana, Delfina, antes de salir hacia nubes secas, y penetrar en las lóbregas chozas, donde es sá-
el monte a cuidar los chivos, machuca una buena cantidad de bana y cuna, a envolver al indio, a quien no abandona ja-
pencas de maguey, adelantando así el trabajo par~ la pró- más.
xima semana. Con un cuchillo viejo quita las puas Y las Llevando el pensamiento, de malla en malla y de hilo
espinas de las pencas; las machaca fuertemente con un mazo en hilo, hasta el pasado, recuerda como uno de estos aya-
largo de madera; pone la penca macerada sobre el "tallador" tes, igual al que está tejiendo, se tendió en la choza de Juana
-simple tabla inclinada que reposa sobre dos horcones de para recibir, en su regazo, al niño que iba a nacer.
mezquite a la altura del vientre- y accionando el "raspa- Entonces era una chiquilla, pero no pudo olvidar nunca
dor" con las dos manos, como quien maneja un cepillo de aquel momento pleno de misterio, en que un nuevo ser, lle-

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gado quién S:llbe de dónde, irrumpió súbitamente en la vida. samiento, María ve elevarse frente a ella, cada vez con más
Se acuerda que lo acompañó después a la pila bautismal nitidez y cada vez más cercanos, los doce cuartillos de maíz
de Alfajayucan, en una tarde clara y sin nubes. Y tan ~n­ que gracias a su esfuerzo llegarán a la casa, después del
vuelto iba en el ayate nuevo, tejido adrede por la abuelita, mercado, para que la sonrisa dulce de la abuela no se que-
que hasta parecía haber nacido asi. brante ni la savia niña del hermano se frustre.
Enfundado en un ayate, cual ave en extraño nido, Jua- Al atardecer del sábado, en el preciso instante en que el
na lo colgaba después, para poder trabajar, en las ramas del sol corta el hilo de la jornada, María da también por termi-
me2JQ.uite; o lo suspendia con una reata, en la ~be de ~ nada su labor. Reclina la cabeza sobre el áspero cojín de los
choza, y, para que no llorara lo mecía en su cuna aerea, has- ayates y deja que el cansancio se deslice, lenta, reposada-
ta dejarlo dormido. mente, por sus brazos entumecidos.
Un dia, la flor de carne que había brotado misteriosa- Los diez ayates están ahí, completos y listos, bajo su ca-
mente de la tierra, se fue como había venido, entre llantos beza. Los chivos podrán continuar en el corral como una
~ '
moneda de plata en el vientre de un "cochinito" de barro.
y ayes, cubierto ahora, para que nadie le viera el rostro livi'-
do con el lienzo también pálido del ayate, que antes le ha- Y la esperanza de los doce cuartillos de maíz, que ha de traer
bí~ servido de ropón y al fin de sudario. del mercado, inundan ya la pobre choza con su do'I"ado ful-
El hilo de santhé que se le quebró en una lanzada, la obli- gor y tibio perfume.
gó.a interrumpir su tarea, abriendo un momentáneo parén-
tesis a sus recuerdos. Pero al reanudar la incesante labor,
pasando la lanzadera de palo por la urdimbre del tejido, su
pensamiento vuelve a fijarse en el ayate que, a modo de le-
tanía, se repite a cada segundo, en la sinfonía inacabable
del Mezquital.
y por dondequiera que lleve su mirada: hacia el campo
en tiempo de cosecha, o hacia la iglesia en día de fiesta, por
todas partes ve al generoso y esclavizante ayate: transpor-
tando mazorcas hasta el cuescomate; imprimiendo un agpecto
augusto a la humildad de la mujer otomí; convertido, ~n
traje de gala, que el novio lleva al altar en la ceremoma
nupcial.
Súbitamente, la imagen de Pedro se le entrelaza en el
pensamiento y sin querer piensa en el ayate fino, de dos he-
bras, que las muchachas tejen amorosamente, durante sema-
nas y meses, para que el novio lo lleve trenzado al pecho,
el día de la boda.
El inmenso ayate que cubre todo el Mezquital, se va mul-
tiplicando, ante sus ojos cada vez más alucinados, en miles
y millones de lienzos que son a la vez: ropón y sudario; cu-
na y mortaja; vestido y adorno; ofrenda religiosa e instru-
mento de trueque; moneda de rescate y cadena de esclavitud.
y en medio de estas imágenes, que va tejiendo en su pen-
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beza; transportan en las espaldas una voluminosa ayatada
de xité -la pulpa de la lechugilla a la que los mexicanos
llaman xixe- y ayudan con las manos a sostener el niñ.o
de pecho que duerme en un ayate.
Otros, descalzos, cubiertos con hilachos, acarrean in-
creíbles costales de piedra caliza, o se arrastran, como bu-
rros, bajo el peso de enormes vigas de madera.
Y sólo el cempaxúchitl, con su amarillo febril y aluci-
nante, que las mujeres de San Juanico y el Maye traen en
frondosas brazadas, pone una nota de color explosivo en la
111 sobriedad del cuadro, al que la luz intensa de un sol sin nu-
bes no logra, sin embargo, atenuar el tono dramático y
Como hace quinientos o seiscientos años, el mercado sigue triste.
rigiendo los destinos del otomí. Para él trabaja toda la se- María, seguida de su hermanito y de varias mujeres del
mana en la producción de artículos manufacturados ---eanas- pueblo, pasa apresuradamente por los "resgatones" de chi-
tas, cestas, bolsas, reatas, costales-- que constituyen la base vos Y cerdos que ocupan estratégicas posiciones a lo largo
fija, a veces única, de sus ingresos. del camino. Por miedo, por vergüenza, o para ejercer un
Tal vez para que el comerciante y acaparador pueda con- efecto psicológico sobre las víctimas, los resgatones atenúan
currir a todos los mercados del Mezquital, éstos se celebran su presencia bajo la sombra de algún árbol, y se esconden
por riguroso turno: el domingo en Taxquillo y Alfajayucan; en sus coches o camionetas. Pero así que ven pasar a un
los lunes en Ixmiquilpan y Santa Ana Bathá; los miérco- indígena con algún animalito, inmediatamente salen de su
les en Actopan; y los jueves en Yolotepec. A causa de ello, escondite y, como coyotes hambrientos, se lanzan sobre ellos.
el día de descanso -el bíblico séptimo día- pierde aquí el Al fin de una larga caminata, María y su grupo llegan
carácter religioso que tiene en todos los otros lugares de a la entrada del pueblo, que ese día se convierte en un
la tierra y se convierte en apéndice del mercado, del que de- inmenso mercado, seguramente muy parecido en su esen-
pende. De tal suerte, el "domingo" de Alfajayucan cae en "lu- cia indígena a los tianguis precortesianos.
nes"; el de Ixmiquilpan, el "martes", y así sucesivamente. El recaudador de hacienda que vigila la entrada, se acer-
El día de plaza, en el cual se colman los esfuerzos y es- ca a los recién llegados, arranca un talón de veinte centavos
peranzas de toda la semana, los pueblos de cada comarca Y les cobra cuarenta por un impuesto que, en realidad, es
se vuelcan literalmente sobre la cabecera de municipio, con- una alcabala medieval. María saca de la bolsa el dinero
virtiendo los caminos y veredas en un hormiguero de gentes que le piden y lo entrega con resignación. Pero con ella vie-
laboriosas, que acarrean fardos superiores en peso y en vo- ne un anciano (arqueado por el peso de una pirámide de
lumen a su propia persona. leña) que nJI tiene con que pagar. El recaudador no se pre-
Las mujeres cargan ayates sobre la cabeza o llevan bol- ocupa mucho, le arranca de las manos el hermoso "costal"
sas con huevos y "racimos" de gallinas; los hombres des- con dibujos -único lujo del otomí- que el indígena lleva
aparecen bajo enormes tercios de leña, o pesados costales como bolsa y le dice secamente:
de carbón; y los chiquillos conducen con una reata a los -¡Cuando tengas dinero, ven por tu costal!
animales: dos chivos, un guajolote, un marrano. Adelante, en la primera calle del pueblo, están los aca-
Algunos indígenas, en un prodigio de equilibrio y fuer- paradores de los productos de santhé y de lechuguilla. El
za, llevan al mismo tiempo un altero de costales en la ca- pueblo les llama "resgateadores" o "resgatones", por remi-

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niscencia de aquel verbo "rescatar" que en su acepción in- que se traslada con frecuencia y rápidamente de un lugar
diana significa "cambiar o trocar oro u otros objetos pre- indígena --donde se impone por su aspecto-- hasta la ciu-
ciosos por mercadería ordinaria". dad en que puede pasar discretamente sin herir la atención
Algunos operan en plena calle, amontonando los ayates de nadie, ni exhibirse como cacique de provincia, o villano
y las reatas junto a la pared; otros, los más pudientes, co- de película barata.
mercian en sus tiendas o almacenes. Los comerciantes fijos En el momento en que el grupo de María llega al mer-
del pueblo -sobre todo los abarroteros-- también compran cado, don Eulogio está a la puerta de su almadén y como si
ayates como rama eventual de su negocio; pero los verda- poseyera el poder magnético que el pueblo atribuye a cier-
deros "resgatead.ores" son los que se dedican completamente tos reptiles, atrae hacia él a todas las indígenas que vienen
a este comercio, los que recorren todos los mercados, ad- cargadas con ayates. Las ancianas primero, María después,
quieren grandes cantidades de mercancía, tienen capital su- ofrecen al resgateador la mercancía que traen.
ficiente para invertirlo durante largas temporadas y pueden, Con mirada rápida, el resgateador examina la factura del
incluso, prestar dinero a los indígenas a fin de acaparar toda tejido, mide su tamaño, cuenta los lienzos y, sin decir pala-
su producción. bra, saca del bolsillo seis billetes que entrega a las ancianas.
Para ellos trabaja el otomí toda la semana y todoo los Estas se quedan mirando el dinero, en actitud de quien
meses de todos los :años. Para ellos vive el Mezquital entero. no está contento y le dicen algo en otomí. Eulogio no entien-
Y si el niño indígena no sabe lo que es la leche, ni va ja- de sus alegatos, pero comprende perfectamente que le piden
más a la escuela, es porque la ganancia del ayate -Y de más dinero. Les arrebata los seis pesos de la mano con un
todos lo~ productos de la industria otomí- se queda en sus gesto brusco y les devuelve la mercancía sin darles la más
manos. insignificante explicación. Toma los ayates de María, la ob-
Don Eulogio, el principal resgateador de la región, per- serva con cierto interés y dice con menos dureza.
tenece a la categoría de los acaparadores profesionales que -Los tuyos son mejores, te doy uno veinticinco.
recorren todos los mercados. Tiene casa en la cabecera del -¡Déme uno cincuenta --contesta con timidez-, siquie-
municipio, en la cual se queda muchas veces y es dueño de ra para que alcance para el maicito ... !
un· ranchito, con tierras de riego, que él considera un sim- El resgateador sabe bien que el otomí, por su condición
ple ahorro. Pero su vida está consagrada enteram.ente a com- de artesano, depende absolutamente del mercado. s'ólo en
prar los productos indígenas para venderlos después a los él vende sus productos; sólo en él puede adquirir lo que
almacenistas de México y de las zonas agrícolas del país, don- necesita para su alimentación. Por eso tiene que venderlos
de son utilizados particularmente durante las cosechas. Se dice forzosamente el día de plaza, si no quiere volver sin un
de él que tiene mujer e hijos en 1'a ciudad; sin embargo, la grano de maíz a su lejano pueblo, donde no hay tiendas,
mayor parte de su tiempo transcurre en el Mezquital, con ni se efectú¡ ninguna clase de comercio. Como conoce per-
los indios. fectamente esta situación, el resgateador impone los precios
Aunque ayudado eficazmente por Lupe y Chava, quie- a su antojo:
nes hablan en otomí a los indígenas y regatean con ellos en -¡Ni un centavo más! -responde en forma tajante.
su propio idioma, don Eulogio participa también en la ad- En este momento, las ancianas que procuraron inútil-
quisición de los ayates y otros productos. mente vender los ayates a mejor precio en otro lado, regre-
Más bien alto que bajo, enjuto, de facciones severas y san con el resgatead.or dispuestas a aceptar su mercancía
mirada firme, su físico descubre en seguida al mestizo. Su en los seis pesos que él les había ofrecido antes.
indumentaria -pantalón de kaki, chamarra de gabardina, Eulogio en actitud de revancha, pero en realidad por
sombrero ancho de estilo tejano-- denuncian al comerciante táctica, responde:

24 25
-Ahora ya no me interesan. ¡Véndanlos donde quie- granos del cereal en el ayate, que una indígena sostiene
ran! A ver quien los compra más caros. agarrando una punta con los dientes y las otras con las
Las viejecitas insisten en tono suplicante, como quien manos.
pide limosna. Pero el resgateador se mantiene inconmovi- La policía municipal no ignora que él y sus compañe-
ble. Ante el significativo hecho, María acepta el dinero ros escamotean cuando menos cien gramos en cada cuar-
que él le ofrece y se aleja triste. Eulogio la sigue con la tillo de maíz. Pero ¿para qué sirven los amigos? Además,
vista, recordando su rostro agradable y su mirada dulce. es una amistad que cuesta cara; que cuesta cuando menos
Camino a la plaza, vuelve a contar el dinero y pensan- cincuenta gramos de los cien que, por medio de su "ha-
do en los doce cuartillos de maíz que esperaba llevarse a bilidad", roba a cada indígena.
casa, murmura casi imperceptiblemente, para sí misma: El maíz, que unas semanas antes de la futura cosecha
-¡Pobre abuelita! alcanza precios fabulosos, está a uno veinticinco el cuartillo.
Al pasar por uno de los "puestos" que las mujeres im- María procura en vano ajustar lo que posee a sus necesi-
provisan en plena calle para vender cal, orégano, plantas dades, pero tiene que proceder al revés: aparta un peso
medicinales, rajas de ocote, bolsitas de lana, camisas bor- para el picante -indispensable en la dieta otomí- y con
dadas y otros artículos, María presencia de nuevo la escena lo que le queda compra nueve cuartillos de cereal.
a la que por desgracia estaba ya acostumbrada. Toda la semana soñó con los doce cuartillos de maíz.
Otro recaudador de impuestos, de esos que aparecen Para conseguirlos se obligó a sí misma, y obligó a la abue-
como fantasmas, sin que nadie se entere de donde han sur- la y al hermano, a un trabajo extenuante.
gido, se acerca al "puesto" de una indita que vende ceñido- Y todo ¿para qué? ¡Para llevar a casa sólo nueve cuar-
res y "costales" de lana, arranca un talón y se lo entrega, tillos de maíz, y un puñado de chile!
sin decirle siquiera media palabra. Pensando en su inútil sacrificio, y con la angustia del
-No tengo dinero -le contesta con humildad-. Toda- que asiste al desmoronamiento de stís más dulces e inge-
vía no he vendido nada. ¡Espéreme tantito por favor! nuas ilusiones, María emprende el camino del regreso.
El recaudador, coge alusivamente una de las bolsitas De vuelta a sus pueblos, los demás indios caminan
de lana y mirando a la india con desprecio, musita: como ella: sin entusiasmo, casi por inercia, como quien
-Cuando tengas dinero te devolveré tu mugre. va sin saber a donde; sin ninguna estrella que le señale
Demasiado sabe él que la pobre ya no lo buscará, y el norte; sin ninguna meta que le estimule el paso. Ca-
que si intentara hacerlo sería inútil, por eso se retira apre- minan con la cabeza inclinada hacia el suelo, como si un
surado y contento. Adelante, quita un manojo de cohetes peso enorme agobiara a todo el pueblo otomí.
a un anciano y el ayate que una muchacha traía puesto a
la cabeza.
Seguida por su hermano, Maria se dirige apresurada-
mente hacia la plaza para comprar lo que necesita. Se de-
tiene ante una pirámide de maíz, alrededor de la cual es-
tán arrodilladas, como en muda adoración, diversas indí-
genas que esperan turno para llenar sus ayates.
El vendedor, un mestizo fuereño acostumbrado al me-
nester de robar a los indígenas, llena el cuartillo de do-
ble fondo con la rapidez de un prestidigitador, lo inclina
hábilmente para que no se llene por completo y vierte los

26 27
Escribe unos garabatos en un libro de apuntes y pien-
sa: "A cada docena de canastas que ellos me venden por
dieciséis pesos, le saco en Estados Unidos, cuando menos,
cuando menos, tres dólares limpios. Y así, claro está, vale
la pena."
Llena una copa de licor, la vacía de un trago y elevan-
do de nuevo la voz, dice a sus empleados:
-Lo que pasa es que ustedes no me ayudan. Necesi-
tamos comprarles más, aunque para eso tengamos que pres-
tarles dinero.
IV -¿Y si se van sin pagar? -aclara Lupe-. ¡Ya ve lo que
pasó con el tal Esteban, se peló para Metztitlán y todavía
Por la tarde, después del mercado, Lupe y Chava ayudan está debiendo lo que le dimos!
a don Eulogio a acomodar las mercancías que adquirieron -¡Claro! -refunfuñó Eulogio-. Porque ustedes no es-
ese día. tán abusados. ¿Para qué lo dejaron ir? ¡Además, se quedó
La amplia pieza, en uno de cuyos rincones se esconde la mujer! ¡Pueden quitarle un chivo o denunciarla al juez!
una cama antigua con cabecera de tubos metálicos, está Eso es negocio de ustedes. ¡Para eso les pago!
repleta de cestas, canastas, reatas, cinchos, mecapales y Chava, un poco resentido por la alusión a la paga, alega:
otros productos de la rudimentaria industria otomí. Los -Dicen ellos que ya no les tiene cuenta vender los aya-
ayates, colocados en alteros enormes, llegan hasta el techo tes a uno veinticinco, que apenas les alcanza para el maíz.
de la casa. -¿Para qué quieren más? Para ropa no necesitan, por-
Don Eulogio, sentado a una mesa, ante botellas de ron
que andan siempre encuerados. Los quelites ·se dan solos
y de otras bebidas, hace cuentas; después, como si ha-
en el campo, los nopalitos no les cuestan nada. ¡Y para
blara consigo mismo, murmura:
maíz, les basta lo que les doy! Lo que pasa es que se gastan
-En lo que va del año llevo comprados veinte mil aya-
tes ¡todo un capital! -Intimamente piensa: "en la pró- en pulque todo cuanto ganan.
xima cosecha, si tengo suerte, podré venderlos hasta cin- -Eso es cierto, patroncito -replica Lupe-, pero la me-
co pesos cada uno". ra verdad es que sin pulquito no se puede vivir. Y yo ¿para
-Podría tener más, --dice en voz alta a sus ayudan- qué he de mentirle? mejor me paso sin maíz y sin frijol que
tes-, pero esos indios mugrientos y flojos no hacen más sin pulque.
que una media docena de ayates por semana. -Disculpas de borrachos --exclama cínicamente el res-
-Es que algunos --explica Chava- tienen que ir a gateador, ntJ.entras se lleva a la boca otra copa-. ¡Discul-
trabajar de peones. No les queda tiempo ni para hacer pas!
ayates. Y cambiando el tono de voz:
-En eso tienen ustedes la culpa. Les he dicho que les -¿Vieron la indita esa que venía con unas viejas?
adelanten dinero. En Tecozautla es lo que hago. Les ade-
-Sí, la vi -se apresura a decir Chava- es de nuestro
lanto a los canasteros para que compren carrizo, y ellos,
para no quedar mal conmigo, hacen docena y media de pueblÓ.
canastas por semana. Y, claro, como están obligados a pa- -¡Pues, para ser india no está nada mal!
garme, tienen que venderme todo lo que hacen. --Chava siempre le echa piropos --explica Lupe carca-

29
28

'
jeándose-; ¡es el amor de su vida! Pero ella ni caso le hace.
Es muy presumida.
Don Eulogio llena los vasos de los tres y dando a la voz
un marcado acento de burla, exclama:
-¡A la salud de Chava y de su novia!
y se ahoga en una carcajada estrepitosa.

V
El Internado Indígena Fray Bartolomé de las Casas, que des-
de la loma-de Los Remedios domina todo el valle de Ixmi-
quilpan, se halla en plena fiesta.
El maestro ebanista, con sus cuatro hijos, toca sones de
su lejana tierra chiapaneca en la marimba que él construyó
en el Internado. Algunos muchachos juegan volibol en la am-
plia explanada, bajo la égida de una bandera tricolor hecha
girones. Se oyen gritos de alegría por todas partes.
Creado en obediencia a una política indigenista, el In-
ternado llegó a ser una institución modelo, donde doscientos
o trescientos indios, llegados de varios lugares de México,
recibían una instrucción que los capacitaba para mejorar
sus condiciones de vida y servir a sus hermanos de raza.
Algunos de los muchachos educados en este establecimiento
llegaron a ocupar puestos importantes en el magisterio y
en otras ramas de la vida.
En los últimos años, sin embargo, el Internado había de-
caído por completo. Los talleres carecían de energía eléctri-
ca para poder trabajar. No había herramientas. Faltaban las
materias prynas y, por escasez de medios, se hallaba en el
más completo abandono.
Un presupuesto reducido, un reglamento absurdo y una
despreocupación total hacia el indio, ahogaban toda posibi-
lidad de vida interna e incluso de aprovechar los recursos
potenciales de sus tierras ae riego, de sus talleres inertes,
de sus clases abandonadas.
Por eso, la alegría que ahora reina en su recinto ad-
quiere un carácter inusitado, poco común. Y se explica por

30 31
qué. El año escolar llegó a su meta. Van a comenzar las va- última mirada al Internado, que se va perdiendo en la pers-
caciones y, para algunos, ha llegado el momento de salir de- pectiva de la loma y dice a su compañero Juan:
finitivamente, de marchar, por su propio pie, hacia nuevos -¿Qué haremos ahora?
horizontes, hacia la vida, muchas veces estrecha, con frecuen- -¡Por mi parte, largarme a México!
cia peligrosa, pero siempre fascinante. -¿Y no piensas hacer nada en tu pueblo?
Pedro Doñú, de Taxhié, y su amigo Juan Ramírez, de Xi- -¿Qué quieres que haga? Voy a Xigui para ver a mi
gui, están justamente en estas condiciones. Después de seis familia, estoy una semana o dos y me largo. Ya no puedo
años de permanencia en el Internado y en la escuela similar habituarme a vivir como antes, en una choza de pencas de
de El Mexe, con los estudios terminados, un oficio aprendido maguey, abierta al polvo y al viento helado y pasando las
y una conciencia de su personalidad, cultivada con dedicación noches en el suelo sobre un costal viejo.
por maestros que son verdaderos apóstoles; los dos se hallan -¡Pues yo no pienso sino .en Taxhié! Quiero vivir en
listos para emprender el vuelo. mi pueblo, con mi hermana, con. . . mis amigos.
Están contentos ¡cómo no!, pues ha llegado al fin, el día -¿Qué vas, a hacer ahí?_¿ TalJar pepCilS de .IJ18.guey? ¿Ui-•
que tanto desearon. Sin embargo, Pedro Doñú se siente li- lar santhé? ¿Cortar leña?
gado a la escuela por lazos que aquella despedida no puede -Construiré una escuela, ayud-aré a ~d9rar pozos; en-
romper. señaré a leer:; contribuiré a que .se mejoren 198 ,cul~ivos. ~ .
Allí conoció, por vez primera, nociones de vida que ja- ,-Quizá puedas hacer todo eso, aunque. lo dudo. Yo no
más había imaginado. Allí aprendió a beber leche, a comer perderé tiempo en experimentos -y dando un puntapié a
carne, a dormir en una cama, a bañarse, a andar vestido y una piedrita agrega:- ¡No sé .cómo le, haré, pero me .voy!
a usar calzado. Ya no podría aguantar a mi pueblo, con su miseria,,con su
Por eso, mientras acomoda en su morral la ropa interior, hambre y con su eterna falta de agua. ·
los pantalones de mezclilla, algunos libros, varios cuader- Pedro dirige la mirada, como la aguja de una. brújula,
nos y una fotografía del Internado, recuerda con cierta nos- hacia el rumbo de Taxhié, que l<J6·,cerros de Panales :ocul-
talgia su vida de estudiante: el dormitorio amplio, higiéni- tan, y tejiendo pensamientos optimistas ·acelera la marcha.
co, -con· colchones muelles y sábanas blancas; recuerda las Ya nadie lo desviará de su meta.
clases donde aprendió a conocer un mundo que la mayor par-
te de sus hermanos de raza ni siquiera sospechan; recuerda
la pintura del comedor con un llamamiento a la liberación
del indígena, y sobre todo, la frase que su venerado maestro
escribió un día sobre el pizarrón y que se había convertido
en una especie de lema de la clase: "CADA ESTUDIANTE
DEL INTERNADO DEBE CONVERTIRSE EN UN MISIO-
NERO PARA REDIMIR AL PUEBLO OTO MI". Todo lo evo-
ca ahora con 'nostalgia, y hasta con un dejo de amargura y
tristeza. l- 1· ( .. ,

Da los últimos apretqnes de manos a sus maestros, a los


compañeros que quedan, y en medio de los vítores y adioses
de los demás, desciende la ladera·y toma el camino de Ix-
miquilpan.
Después de un momento de silencio, Pedro dirige una

32 33
La nube esténl.--.1

.r
suelto y seguro de sí mismo. Sus ojos negros y expresivos
denotan inteligencia y optimismo; pero hay en ellos ~
tristeza recóndita que la niebla de los sueños matiza de un
modo especial. Vi~te un traje de mezclilla nuevo, usa za-
patos y lleva el pelo reluciente bien peinado. Viéndolo así
apuesto y viril, María se estremece de contento; sin embar~
go, al recibir el choque directo de su mirada, tierna y ful-
gurante a la vez, baja los ojos tímidamente.
~e saludan -con esa manera delicada del indígena que
consiSte en un leve contacto de las manos-- e inician una
conversación que sería pueril si los ojos no dijesen, con más
VI elocuencia, lo que las palabras no se atreven a expresar.
Después de las primeras frases, casi rituales, que son una
Entra al pueblo con paso apresurado. Las mujeres se aso-
especie de introducción a la familiaridad. la abuela como
man a las bardas de órganos para verlo. Los amigos acuden
si adivinara el pensamiento de la nieta, le pregunta:'
a saludarle y le siguen en montón haciéndole preguntas y
-¿Y es verdad que regresas al pueblo para quedarte?
riéndose, ingenuamente, a grandes carcajadas. Los niños co-
-¡Sí, para siempre!
rren detrás de él, con el alboroto de los grandes aconteci-
-Podrías ir a Pachuca, o a M'éxico. Con lo que apren-
mientos. diste en el Internado te darán un buen trabajo. ¿Qué vienes
La hermana, a quien ha llegado ya la noticia de su re-
a hacer aquí?
greso, corre a su encuentro. Se saludan con discreción y él,
Y adivinando por la expresión de María -tan sutil que
reconociendo la mayoridad de su hermana, le besa la mano
sólo un indio podría percibirla- la pena que la sugerencia
respetuosamente. de la abuela le produjo, el muchacho se apresura a aclarar:
Saluda a un compadre haciendo la señal de la cruz, con
. -:engo mucho que hacer en Taxhié -y subrayando
la boca, por encima de la mano, a lo que el otro contesta
mtenc10na~ente la frase-. Sólo que ya no m.e quieran en
repitiendo el mismo gesto; reparte saludos a los amigos que,
el pueblo ...
atraídos por el inusitado suceso, van llegando como en ro-
María, contenta por la explicación, se atreve a levantar
mería. los ojos y a esbozar una tenue, delicada sonrisa.
Entra en la choza, la tosca armazón de palos cubierta
con pencas de maguey, por cuyas grietas se cuela el frío
de la noche, y al contemplarla desnuda y miserable -sin
una mesa, sin una silla, sin un simple petate para dormir-
recuerda sin desearlo la frase de su compañero de escuela:
"ya no podré aguantar a mi pueblo, mejor me largo para
México".
En un gesto rápido, como si pretendiese sacudir de la
cabeza los inoportunos pensamientos, sale de la choza y se
dirige a casa de María.
Pedro frisa en los veinte años. Tiene la estatura normal
del hombre otomí; pero la vida sana del ln~ernado y la
práctica de los deportes le dieron un aspecto distinto; más

34 .
35
-es~ás sacaJ!~o Jres litros de aguamiel; y en la tardecita igual.
¡Y te. dura~ has~a siete mese~- y más!
-;¿Y los <te aquí?
-¡Estos! ~~~~~ma• con un ge~ despr,eciativo- nomás
.• d~n un Jitro, ¡;i. a~aso litro y med~.o o dos litros y no duran
m un mes!. ~~no~ ni a un jarro ~!:lfetero alcanzan!
,..,.,-¿Y no ,podrjamos plantar los buenos aquí?
:-¡Pues! ... ¿quién, sabe? ~1 "penca larga" necesita· agua
Y. ti~rra~ bu,ena, Aquí, ya .ves, ª-penas. hay tantita tierra, lo
de~as e~: te~ta,t;e. Y aunque es· maguey, también qu!~re su
agUita{ /'Y de ·d.onde la sacamos ~i ¡:¡.penas llueve?. ¿No ves
VII gue. hasta lQ.~ ;nopales se secan-?
Sin que la charla interrumpa, su labor, .el indio continúa
Al' día sigu~ente, Pedro se entrega con entusiasmo a la ta- ~ ta=e~ de "quebrarle el corazón a· los magueyes;; -el más-
rea de trabar contacto con el pueblo y de integrarse a __la til comco, de un color blanco verduzco, que se eleva en el
vida de la cual se separó hace muchos años y que ahora ~ntro de la pl~ta- hundiéndole en la base, con un gesto
sólo muy remotamente recuerda. · VJgoroso, el hutchocle de acero que le sirve a la vez de ba-
Temprano, va con Delfina al jagüey -un charco donde rreta Y de palanca, tal como los antiguos sacerdotes aztecas
se reúne el agua que en tiempo de Üuvias baja de 'los ce- hun~lian el cuchillo de pedernal en el pecho de los que
rros-- y contempla pensativo los borregos y chivos que mo~1an en holocausto a los dioses. Y en la desgarradora
chapotean en el agua, procurando la menos sucia para beber. henda que abre en el maguey para arrancarle el corazón le
Ar rato comienzan ª' llégat. las . mujeres del puebl<?. que coloca una piedra circular, a manera de cuña, para ~ue
por sus quehaceres no puédeJ1 tr ~-buscar a·gU.a al pozo de. la la desesperada boca no se canse de gritar y se cierre inútil-
cañada. Al vetlas ll~nar 'los cántaros en ·¡á ·charca ver.dosa mente. Impasible, el hijo de Hilario recoge los corazones
que los éñivos y los cerdos han ensuciado con sus pa'tas, con ?el maguey -que para él no son más que futuros mano-
su baba y hasta con sus deyecciones, Pedro siente que aigo JOS del mejor santhé- y los reúne en un montículo, para
dentro de sí mismo lo estruja de dolor y desesperación. llevarlos a la casa.
Se aleja maquinalmente y al llegar a una pequeña ma- Pedro, para quien la revelación de estos sencillos pero
gueyera donde trabaja uno de sus amigos se detiene con el hondos misterios constituye de hecho el descubrimiento de
propósito de entablar conversación: su antes ignorada tierra, murmura para sí mismo:
-¿Qué haces, Hilario? -le pregunta con familiaridad. . ~¡Hasta el maguey, que es la planta más generosa de
-¡Pues, aquí no más, quebrando magueyes! 4
Mex1co, es l¡Vara con el otomí!
-¡Tan tiernitos! Lentamente dirige la mirada hacia el agave que sirve
-¿Tiernitos? --exclama con asombro-. Estos los plan- de fondo al vigoroso escenario en el cual se mueven el indio
té cuando mi muchacho tenía cinco años. Y él, ya lo ves, Y su hijo. La planta, que le pareció avara, se agranda ahora
tiene más de quince. ante sus ojos hasta proyectarse sobre el cielo -donde bogan
-¿Tanto tardan para crecer? En El Mexe hay mague- unas nubes secas-, como una flor inmensa que llena por
yes que al fin de seis años ya dan aguamiel. com~leto su campo visual. Una flor viril, heroica, descarna-
-¡Ah, pero esos son los buenos! Son los "mexicanos", de da, sm adornos fáciles ni fútiles, que con los brazos abiertos
penca larga. Los vi cuando fui a Apan, de peón. Esos sí que se entrega severamente al hombre de México.
son buenos. Los raspas por la mañana y al medio día ya le
37
36

'
Y por una asociación de ideas, que se yuxtaponen en su
pensamiento, ve cómo las pencas hirsutas del maguey se
convierten en manojos de fibra, en teja que cubre las chozas,
en blanca leche que sale de sus ubres fecundas Y en antorcha
que atenúa con destellos de esperanza y magia, las noches
pavorosas del Mezquital. Al mismo tiempo que estas imáge-
genes se suceden en su mente, una voz que parece provenir
de lo más hondo de la tierra subraya:
-¿Qué seríamos sin el maguey? De él nos vestimo~, con
él hacemos nuestras chozas. El nos da el pulque que alunen-
ta y la ropa que nos viste y cuando le hemos ~ todo: VIII
el santhé para el ayate y el metzal para el ganado; lo que
1
queda lo aprovechamos para quemar. Al principio es nuestra Temprano, antes de que el sol franquee el Cerro de la Nube
agua y nuestro pan; después es nuestro fuego y nuestra luz. que allá, no muy lejos, sirve de telón de fondo y de resguar-
i 111
do a Taxhié, ya el "representante" y el "juez", acompañados
11
,, 1
del viejo curandero, andan rondando la casa de Pedro.
' ,1 El representante, en quien los cincuenta y tres jefes
de familia de la comunidad delegan su poder y que por ello
asume la autoridad, ya muy diluida, de los viejos jefes indí-
genas -desde luego sin la fuerza del viejo cobanahuac ya-
qui, ni el prestigio del tahtúhuan cora, y mucho menos aún
llp
sin el ascendiente espiritual del patriarca lacandón- es un
11'1 hombre robusto, quizás el más robusto de todo el pueblo. Usa
1
una chamarra de lana muy rota. Se distingue de los demás

~i l 1
por la barbicha puntiaguda, los pómulos salientes y los ojos
rasgados, que le dan el aspecto de un hechicero mongol.
"11 El juez auxiliar, nombrado por el presidente municipal
11
para servir de eslabón entre la comunidad indígena y el po-
1 i
der civil de México, es joven; cubre el torso, casi desnudo,
con un chaleco de tela que compró seguramente a los ropa-
vejeros delr)mercado y usa uno de esos sombreros de palma,
en forma de pirámide cilíndrica, al que dan el nombre de
"tornillo". En su rostro firme, impasible, inmóvil, hay chis-
pas de decisión que una especie de cansancio y adormeci-
miento seculares ahogan. Su voz melodiosa tiene un acento
tierno, como de niño. Una tristeza, que parece común a todo
el pueblo, nubla constantemente sus ojos redondos.
El viejo curandero refleja, tal vez por mimetismo, el
paisaje agresivo de la vegetación espinosa que le rodea. Sus
11
ojos son penetrantes como dos púas de maguey, pero los

11

11.
"1
38
• 39

lllil 1

11
11
1
párpados arrugados .que los envuelven, le atenúan la dureza llos de· palma, h~ formar verdaderas. cuerda,s, los demás
con su aureola de misterio. Los labios gruesos, el mentón tejen la urdimbre 9.~ las ~anastas.
redondo y las :mejillas un tanto adiposas, sobre las cuales A su, llegada, l;ie r~únen todos en un afán de escl.!.char, ·de
crecen unos pelos largos en una barba rala, lo vuelven poco interrogar, de romper l~· cadencia monótona .de su vida.
menos que repelente. En su conjunto, hay algo que atrae y -¿Es verdad que vi~nes para quedarte en .el pueblo?
rechaza a la vez: que atrae como una selva, siempre in- -interroga el representante.
cógnita, siempre llena de magia; que repele como una mata Pedro comprende rápidamente que· ellos quieren conocer
de cardones. Viste a la vieja manera otomí: ayate trenzado sus intenciones,, y aclara sin qemora:
sobre la camisa de manta, huaraches gruesos y calzones -¡Sí, vengo para qJ,ledarme! Soy de aquí, aquí quiero
arremangados a la altura d& las rodillas. La autoridad mu- vivir con mi hermana, con l!li .sobrino, ·con mis amigos.
nicipal e indígena está coneentrada en los otros dos; pero -Y si ya eres profesor, como dicen -replica el curan-
él es el más influyente" y el más poderoso de todos. La gente dero, dando una entonación especial a su voz- ¿qué vienes
lo necesita porque él conc~e las .bierbas medicinales y ahu- a hacer a un pueblo tan pobre y tan triste como éste?
111
yenta a los malos espíritqs; 1o teme, porque de él dependen -Lo mismo que hacen ustege~, ~o que hacemos todos.
! el bien y el mal. Trabajar, vivir ...
'
' ~
•, 1'
Juana viendo des(ie las rendijas de la choza que los tres Uno del grupo, ajeno a cu~lquier intención que por: ven-
.se hallan reunidos, en actitud de espera, a poca distancia de tura pudiesen tener los ·otros tres, pregunta con franco in-
terés.
·ti~
la casa, tiene un sobresalto.
1
-¡Pedro, parece ·que te están esí>erando!' ¿Qué se trae- -¿Cómo ves el pueblo, ahora que regresaste?

l l~
1
rán? Pedro contesta con- una emociql) ep la cual todos advier-
1¡ ten la sinceridad:
El mucll.acho encoge los hombres y; después de arreglar-
se, ·:;alé oon tranquilidad, sin afectar níngún teinor ni nin- -Ni ustedes se imagina_n, con cuanta alegría he ·vuelto
' '~ ! 11111 gUna sospecha. Se dirige hacia ellos con toda hatu!"alidad a ver esta iglesia en donde fui Qautizado y estos cerros que
,,
y los ~lud~ con efusión. nos vieron nacer a todos. Les juro que siempre deseé termi-
nar mis estudios en el ·Internado _para volven aquí y Juchar
ill\1111 -¿Qué hacen ta,n. temprano por aquí? -pregunta són-
con ustedes por mejorar nuestras condiciones de vida ....
,riendo.
'l ~1 1 ~Hablando, nada más hablando --contesta el repi:eseJ!-
Algunos se alegrap. por ojrle hablar con tanto entusias-
11 tno del pueblo; por ver, en suma, ·que. el Internado y los años
tante.
~1 1 1 ~ -Y -tu, ¿adónde vas? -P:r;!'!gunta el juez.
qe separación no le han· q~rraigado de la tierra;· sólo .el
curandero no comparte el entusiasmo colectivo. Al oír aque-
-Sin rumbo fijo, pe:r9 me da mucho gusto verlos. Qui-
llo de "luchar por ·mejorar nuestras. condiciones de· vida",
llili siera platicar con usted~s. mira al representante y al juez, con una mirada que -pone
-Pues .a nosotros -subraya el cura1;1qero- también nos de manifiesto anteriores conciliábulos, y que parece decir:
~/ 1 ~1 '
da m~cho gusto hablarte.
Se dirigen hacia el atrio de la iglesia, especie de ~nado
"¡ya ven, ya ven que algo lo tra.e aquí!".
-- ... Sin embargo -agrega Pedro después de un~ pau-
del pueblQ,. donde se encuentran. ya numerosos lllqíg~~s. sa-- debo confesarles que me ha dado también mucha tri~­
!¡ ' '1.1[
Unos están sentados· sobre las viejas tumbas del cementerio; teza ver que nuestro pu~blo -está muy atrasado. Nos falta
-otrps se equilibr~n ~bre .la bóveda, o junto a la torre de la agua, vivimos en las.z:pi~!Il$l.S chozas en que vivieron nuestros
'l 111,
iglesia. Nadie está inmóvil: uno hace girar el mal~c~t.e al:melos ...
~1 .4e hilai:, otro envuelve santhé alrededor de pequeños cogo- Y como ,si algún qculto obstá.culo le impidiera llegar de

40 4!
t 111111

1
111111

;Jill
golpe, de un solo impulso, al fin de la ladera de sus propó- año. Hasta se están cayendo. Y los tales inspectores ni para
sitos, el muchacho hace una nueva pausa. Saca del bolsillo verlas han venido. Además ¿para qué sirve la escuela? Ni
una cajetilla de cigarros, coge uno, pasa la cajetilla a los profesores nos mandan ...
demás y viendo que un muchacho a quien no alcanzó el Pedro advierte que su causa está en peligro:
reparto mira con cierta desolación, parte el suyo en dos -Y ¿para qué necesitamos ayuda? Nosotros podemos
y le ofrece la mitad. Esto provoca una breve carcajada y da muy bien hacer toda la escuela, aunque sea con techo de
motivo a comentarios jocosos. Ya señor de sí y con el apoyo palma. ¿Para qué queremos más? Para profesor, estará mal
del auditorio, Pedro arriesga . decirlo, lo que aprendí en el Internado basta.
.,-¡Nos falta también una escuela! -Pues sí -insiste el juez-, si él es profesor, ¿para qué
El juez, que por sus roces con la vida mestiza siempre necesitamos otros?
fue partidario de la escuela, olvida sus conversaciones con La gente lo mira con respeto y cierto orgullo, como quien
el curandero y exclama: dice: "Tenemos un profesor del mero pueblo, de nuestra
-¡Tiene razón, nos hace falta una escuela! misma sangre".
-Es cierto -exclaman otros--, debiéramos tener una -8í ....,.gritan algunos--. ¿Para qué queremos otro pro-
escuela. fesor?
El mismo representante, conquistado por el movimiento El curandero no se deja ganar la batalla. Vuelve a la
de partidarios de la escuela, apoya también: lid e intentando poner el peso de su influencia en el platillo
-Esa es la mera verdad. Nos hace falt;a¡ una escuela. Ya de la balanza, previene:
que a nosotros nadie nos enseñó, siquiera que nuestros hijos
-No se dejen ustedes llevar por engaños. La escuela
aprendan. Para que no les engañen, como nos han engañado
parece que no tiene ninguna importancia, que hasta nos
a nosotros. sirve. Pero con ella vienen otras cosas que sí tienen impor-
El curandero, comprendiendo que la reuni<in auspiciada
tancia. Nuestros hijos se ponen a hablar "castilla"; se olvi-
por él amenaza convertirse en la apoteosis del recién llega-
dan de cómo hablamos nosotros y de cómo hablaban nues-
do, a quien teme por su sabiduría y a quien desprecia por
tros abuelos; después -y mirando de soslayo hacia Pedro--
su traje de ladino, por su peinado y por sus modales ajenos
aprenden las cosas que enseñan por ahí, se vuelven enemi-
· al pueblo, expresa: gos de nuestra religión, de nuestras costumbres. Llegará el
-La escuela es muy buena, pero para otros lugares,
día en que todo lo que recibimos de nuestros abuelos se
donde hay tierra y llueve bastante; donde se da el maicito pierda.
y el frijol. ¡Donde hay que comer! Aquí no llueve y cuando
llueve apenas alcanza para matar la sed de la tierra. Por Y deseando completar su argumentación, echa la gota
que hace derramar el vaso y que, al fin, com,promete su
eso todos tenemos que trabajar. ¡Todos! Los grandes y los
tesis:
chicos. Y si los niños van a la escuela ¿quién pastorea los
borregos? ¿quién nos ayuda a traer el orégano del monte? -8iemp~e hemos vivido sin escuela ...
La gente murmura indecisa y un anciano, en quien las -Por eso nos han engañado siempre ~taja oportuna-
palabras del curandero calaron hondo, manifiesta también mente Pedro.
su desacuerdo: -Claro -agrega el juez-, por eso nos han engañado y
-¡Es tiempo perdido! Miren a los de Mejai. El inspector robado. Porque no sabemos leer.
y los del gobierno prometieron mucho: "Si ustedes levan- -¡Es cierto, es cierto! -asiente la mayoría.
tan las paredes -dijeron ellos- nosotros terminamos ra es- Y "para que siquiera no engañen a nuestros hijos", los
cuela". Pero las paredes están terminadas hace más de un presentes, que constituyen la casi totalidad de los jefes de

42 43
s~~~i!~a2 ,?.~bl>~~~l~,~;:9-ecj.§.en¡ ir,.!.c!~Y:":;Aa~E_o!ifot!~Sfi?nr ~.'it!a -st'-'_"'l m !"..!) ¿,v139Uq aotc ad vo" ,&St.,!.:l-" r.r ,rp e: l'~~'·•
ge.sc.'!,~l~)<!!:l .si ·•n U& "~IJf. r,-c,~,\ d ~:-'JA ob~·~s.r íl~l 4
<'f.\"~'~ :.n:;:•ú:; .srw ,J!~.Í~sdm,I» .. 'UJ :I(Sn l)Í'"..C"·~--' u<:: ilJ :x.s¡'.\ <~L VS">
El curandero reconoce íntimame~t~.Hl9.1!nÍ\!~.nV~9-C}9g:,;S,~s -:c:-'}Tqi:"> :~t.. s¡;.q;--;, ,;_r':la ~:rd:;ú;q I ·~.JL, lJ :·· pJ' , ."J '"
propósitos 9_,e,}.oJ>.9...p~rJe.:..~l, '!!!,l~P,l;!sg;, ·11~.~ ~Y.crl!~!2n 5!;!\;;,~!can­ "''~'r!.. ~ ,5G.3'J .cf G ottult r,_.l:iq ~JJP L\,lfn·:;r¡ .,I -r,~q ,!>1->..JlA

~~~~i.Y -,:m. •?l~al}za· P?!:h~l ~~~l:"~~~l}t_a.~te.;~¡,co!l¿.~! ju~, a~: ..o~oo (.;b <v!ll3 :>J'l'~>·:::.nu aoru; <3h ,rui::.si"V•'· ..... ~. . ::n~ t.um ffll>
!r.xu.l.oc: vb.GJ':?:>.. · bii'H·>'ncd oü>G¿l ~'( ,t::'I:;'•Lf'> ;h >.Jiu~:. I:0'J
9 9,U~t,t!lHII\rP.~á!}~~~l,l.!~•u!u~ 1<J~~CQ~ g;_,-P.Or Jl),:,~ep.s>~• S:UÍ1"!9 sn<n DI 'loq I.D'Ii.rn: .s 9Il<;l.f3';¡b <Ja aoi.Q.a aoh~v ~.n :-~.;p -.sí~ .... ¡s,s
I ~~ ~U.Ji?¿·~C?!~·d..~trl!ge_ntel!l~~FEi• ;P~fa. g.'fe;!l~ d«;:~~~B: ~1}0: .~a
tan obvia y l'}§.~~lE~,[·!i~.~n.~~l ~3; RJ?.OP.i~~9!t.Y q~c;_ce_<Je/,~HC9!}"" O!lllffi hl b.f:llO:Í O'lOOS '9Up .([9 o1n9HDW: h u:!! .iOCS):l'l<'l l.'Ol <;b

;yr-r~~to::..~!?.IJ~&t~} c~n;l:e4!i<?t; ·114~~::!-q ~..:l?:eye"' ~~i!lª-- está


9 movida por hondos resortes, y su rrurada, ~~·.so,~E!!B¡•-9.2-IRO
•a s.n:cq 9h:nua ~ao.bnv.bs'I ao.ti~o wa <''Id~ Sl$W !li ,,..'<sM ~b
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las nubes de ·las tormentas..•3 n , ... ~o • ~, 0- - ~~ • R:;.u_l.;~ .kl su::ma S,::J'1.rneJ..Ii:qs::tiXsis e¿. , Wl.:)n.sns"g a..unsud u:>.Lb
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Bita~~~ ,u t..Ji;J!!Lr\lq. , ) u l ¡~-.! ...\_,."''J'J''-i- .ü.~
de
h~< el:il)adel~nte,-Úeri e~e~:~l pueblo
~-''·'"jl.¡;l-.... ; ...n ... ;
1
_ r
.,,__.y¡sq.Ga9h .!..SI::. sJ. ns .svsrl'J ':lb
un poderoso y ternble eneinJgo. · .,.. ·;;r.b:>. srro...~.n La escuela crece a ojos vistas. Hasta los ancianos que se
,,...
n..l.fi1.2 - J·~ ... ___... oponían a suconstrucción trabajan en ella. Unos traen aya-
r 11')~:..1 tadas de piedras; otros, acarrean tierra y cal para la arga-
.r:I );;, ·..vbt•V sHz:t¡;r .i>! "!<:>rtn~ '·, > G•l " b~•H~ni/:> f:>!.
masa. Las mujeres transportan agua. Pedro dirige la obra .
t>rfndq Jc;¡ sN .sbrt HJ r'l.i: lll': sn 0:,<.,-:¡ 1:: T' • >i <J.b .mu.,t,'-~ s bU Al ver a María cargando el pesado cántaro, él la ayuda,
, ) ' e ••' l<{ <<:>SdJ>h;d ¡>f "3Í) solícitamente, a ponerlo en el suelo. Después, cuando ella
se aleja, con el inseparable fardo a la espalda, la sigue con
"_;~::-~~ ~~f ,...(lo.rtv!:"-'"1~ ":'"'q' l'_ -....-~1 'l»:"J :::~, [(~(~Q, '!3F 01J1_.-
la vista y dice para sí mismo:
'l: b- t,+- :r-
fóJ:".:\ "Ji:JI: .:: ,~•.•l'l:.r·.¡ .on:.l! '"a sii;... :~.;3·n.q
-Maldito cántaro, al cual la mujer vive eternamente
.:nr !' ·of' '3d r., ,, p ;o-~;.1(_,~ •.,; r:o r '!:" '! J l.1 • ¡. ·• 'lO" ..1'14 q "l .rri:a
i L::· ~.~ '"Q(i'r.~:~-, 1 1 f n... t ";! ,:r~~.con .... 1 e..r.§,., i ~ '";'lT:: "-,...r,~ .-:;1_ •fu: r.
amarrada, como Cristo a su cruz. Hay que romperlo en mil
pedazos, para que no quede de él ni su recuerdo. Hay que
{~- (:\'Y r:¡ '02 ,i "' .Jfs.:v"T(.N'f 't.:;..,..._ L.<!t;~¿'.._,f 1&1 .i/: J}·~ n·""'l t.f
romperlos todos. Pero antes, necesitamos abrir un pozo, cues-
-~ .-.~_ -~ ~ n >lf~ ~r,:: J e_ .t _'t~:>f.!f. ~ 1 u~....!l.. ;~~- '!:
te lo que cueste. Eso es aún más importante que la misma
., :>,.,t.....,-•.- . ,;;, ···' .;;,; , ':! 1 -. t · J•< ;L •• -,,, escuela .
, '1./,i:.• ... "": ..~1 .·/ "h··~- ·-UP rr~. l '.J
Por las tardes, Pedro va hacia la choza de María, y se
sienta a conversar con ella. Recuerdan cuando eran chiqui-
llos e iban lejos a buscar agua a la cañada y cuando pasa-
fl:tO'; d ~eL· "!"' h- _.r..· ~. ~ ~-l~" ·,.:,.~~YJ l'lt.n:s~e~::"' Y
ban los días en los peñascos del cerro, pastoreando los bo-
U& '":?t.fl.f'fl.oJ"'t-:~Jt.·· • >\!e' ~ I el ,(.llfi:'":'l<:li:J ')~~ :f 'H.!¡;
rregos.
Sus mira~as se cruzan cariñosamente. La abuela se ale-
<!I:tDi

ja y él dice, con la voz temblorosa, casi murmurante:


-e ~ . rrr.-:~o !i~~r;¡- ~ 1"-ZJ )r-; ~ .... uv.. --:-..J ~~ .t.J •. j ·~o~ ~~ J ~f_)1:-.,.~ -Nunca te olvidé. Para mí, Taxhié eres tú. Por eso
n"lm"i ').i.J'191"«
vine; por eso me quedaré, aunque algunos no me quieran.
~ nf:sft5~tt_0 r-~.. i t:'OfK f~· . ---~~~rrt ""
J3~~r¿S~- .........ciJ-- 11
'
Le toma la mano y le dice, con el mismo timbre de voz
.1~HI l:.f'lil.f.'l:!' S~ Nt ~T ¡; ;:,_,<t .vb::':cf'Yl Y la misma unción con que haría una promesa ante el altar
Jf;"lC\·.~an t.f. •lJ'f.!~:";r,...... • ~.}-¡. -~ :~ 0 ,ohqif~ ::~J:.,-- de la iglesia:
e,..~ t~~;:;('tl:\ ~ J"\:k1'·U;"" .:1- fi'":.tL(;;'¿!:J~ Ofi H.':"..a.;~~- :.... ;; ,..!:~tl' s.r~_qü y· -Cuando tenga el sueldo de profesor que me prometie-
"lfc• ?•~1'1[ ~-'), ··ó b-sbHc'fo:t .ta.-:<> E.L ."::<>:Ll ~-a!~''' '91:,: '-•• - '~'1 ron en el Internado, nos casaremos.

f.44
Maria queda callada, con los ojos puestos en su mala-
cate de hilar. En su silencio hay una aprobación, una alegría
y un goce, que ninguna palabra sería capaz de expresar.
Afuera, por la vereda que pasa junto a la casa, camina
una mujercita vivaracha, de unos cincuenta años de edad,
con carita de chango, ya medio borracha -estado natural
en ella- que al verlos solos se detiene a mirar por la cerca
de los órganos. En el momento en que Pedro toma la mano
de María, la vieja abre sus ojitos redondos, sonríe para sí
misma y previendo que una noticia de esa le puede pro-
ducir buenas ganancias, se aleja rápidamente hacia la choza
de Chava, en la cual desaparece. X
En casa de don Eulogio, en la cabecera de municipio, Lupe
y Chava relatan a su amo lo que ocurre en el pueblo.
-Y anda diciendo a todos -informa uno-- que usted
los roba; que les compra los ayates por una miseria y que
los vende por una fortuna.
-Ah, sí ¿y qué quiere ese ... profesorcito? -pregunta
el resgateador, con una rabia mal reprimida.
-Lo que él quiere es formar una cooperativa. Dice que
así pod.rfu¡ vender sus chivas en México, y que ganarán más.
-¿Y la indiada cree en sus chismes?
-¡Sí, lo cree! ¡Como dicen que él sabe muchas cosas;
que es profesor, que los del tal Internado están con él y
quien sabe cuantas cosas más!
-¡Con eso de la escuela los tiene a todos en el bolsillo!
Hasta al mismo representante y al juez los trae de la cola.
--Sólo el hierbero está contra él. Pero ni quien le haga
caso. Dijo que no se hiciera la escuela y ¡ya la están ter-
minando! Se cansa de decir que la cooperativa no da resul-
tado ¡y nadie le escucha!
Eulogio, cada vez más rabioso, va y viene; se sienta a
la mesa, junt~ a ellos, y musita:
-Eso de la cooperativa no es tan sencillo como parece.
Sólo que el gobierno les adelante dinero y les ayude. Pero
¿qué va el gobierno a ocuparse de eso? Además, no sería
difícil comprar al tal profesorcito. ¡Claro, me costaría di-
nero! Por lo pronto me está desprestigiando ante los in-
dios. Por eso lo mejor ...

46 47
Saca una botella de la cómoda, llena las copas de sus -Esa es la cosa -repite don Eulogio -no le vamos a pe-
allegados y continúa: dir su opinión. . . ¡Para nada le pediremos su opinión!
-Lo mejor es hacerle la vida imposible. ¡Impidan que Eufórico, por el efecto de las copas y por la maravillosa
los niños vayan a la escuela!; llámenle "vendido"; digan que solución que acaba de encontrar para el problema del pue-
es protestante, enemigo de Dios, masón, comunista. . . ¡Eso. blo, don Eulogio mira a Chava, le da una palmada en el hom-
digan que es comunista! Desacredítenlo como puedan ... bro y dice sonriendo:
-Pero si todos andan cluecos con él -aclara Chava con -Así matamos de una pedrada dos pájaros. Tú quedas
visible despecho-. Hasta las muchachas ... servido. ¡Ella ... (rompe un papel con los dedos en un gesto
-¿Anda metido con alguna? teatral) ella deja de contar! ¡El profesorcito se enojará mu-
-¡Cómo no! No sale de la casa de María; esa que a usted cho, p~rará de rabia y acabará por ir a esconder sus penas
a Mex1co... ·
le pareció bonita.
-¿Cuál, la "novia" de Chav~? -dice subrayando mu- . -¿Y si todo falla? -pregunta Lupe con cierto escepti-
cho·.la ,palabra. novia. . u(~·~·'" r, >: • '
j' •l <
cismo.
-¡Esa':IJ!isma ,...--confirma Lupe :irónicament~.. ¡La no- -Si esto fallara, .pues ..• habría que pensar más en el
via. .de Chaval -t•· , ,, ,, r •.• '• r
profesor que .en ella. Y eso sería una lástima ..•
.Don Eulogio da·Jun ·~stallido con Jos dedos. '~ l Chava, mirando el licor que se agita, como un mar re-
-¿Y estará enamorado de ella? ·, ~ vuelto, en sus dedos temblorosos, repite despacio:
-Matamos de una pedrada dos pájaros ...
1 .-::;-_¡Hasta dicen que se van a casarL.--contes~~ Chava con
1

despecho. t
::..-¡Entonces· .lfl·.~os~ .es muy fácil! . ,. ,.,
Llena otr.a· v~z l¡;¡s copas, vuelve.a-.v:aciar-~la qe ·él .de. un·
trago y repite: e f.
. --,.,¡~uy f.á~~l! • .. ., 1 . , , ·
, -Cha:ya, con el ~geni9 aguzado por .su ~eri?o qrg!tllp, i~-:--,
terroga con la vista. Lupe queda, suspensortle ~o¡; !l!lJ:>ios qe
su amo. ·- ' • ·_... ' .; • ~ J- ,. t '"'
. .:s ....• .J :· J. '
,-:-¿No ~ntienden?. ~l. ~sta ena~qr~do Y. qmer~ casa:s.e.
pues,_ .aunque .
'le ~ierr.e~
q ' -
l~ escuela y le desprestigien se que-
.... ~ ~ 1 • • 1 J •
dará en, el ptie}?lo; ;por lo rt;lenos hasta co~~guirla. ~ero Sl
está enamor:ado y otro -se 1feva la novía... ~ Entonces ¿qué ha.::
o
ce ~n el pueblo? 'N le queda, Ínás reiJ!e~Uo que i!:se.
Y dirigiendo a Chava una mirada i~sinuante: .·
.!.,._Por lo que dice Lupe, tó 'la quieres. La acechas, 'la per-
sigues, le echas piropos -en tohórde tiurlá-, ha sido el' amor
de tú1 vida. . . , ·, ~ · •" · · -' ·" ··
___:.r..o· malo -.:aclara Lupe· con una carcajada:....::. e5 que ella·
ni siquiéra lo mira.
· •-¿ Y eso que 'importa? No -le 'vamos a ·peair su opiriión: . .'
Por los ojos de Clíává1 pasa ·un· de5tello de lúbrica espe-
ranza.

48 49
La nube eatéril.-4
Ll ;¡• /'

lJ¡ ' 1

¡i¡¡' 11111111111
Pedro pensaba aprovechar ese día para insistír en la idea,
difundida por él entre las gentes del pueblo, de perforar un
1111 111111111
pozo y organizar una cooperativa. Para eso había resuelto
/J! 11111111111
pronunciar un discurso en la ceremonia de la inauguración.
El caso es que no sólo él había escogido este acto --excepcio-
l i:l il]l il li
nal en la vida monótona de Taxhié-- para inaugurar una
ofensiva por sus propósitos. También el curandero y don Eu-
,~ !l,, 111111111
logio habían pensado lo mismo.
¡, Enterado de la sistemática propaga.nda que el muchacho
r , .,11111111 realizaba entre los habitantes del pueblo para convencerlos
' 111
XI de que deberían abrir el pozo y formar la cooperativa, el res-
i" ."' ~ i~l!l Al fin de tres meses de un esfuerzo que abarca a todos
gatón decidió representar un papel imprevisto en el gran
espectáculo.
1 !i e111)l[
los miembros de la comunidad -unos, aportando hasta_ tres Ajeno a la maniobra de sus enemigos, Pedro se prepara
días de trabajo por semana; otros cooperando con dmei:o
¡¡ ~ '! :111!11 para la compra de material indispensable- se da por termi-
para el gran acontecimiento. Sentado en su choza, junto a una
mesa improvisada, redacta el discurso que desde hace tiem-
nada la edificación de la escuela. ... po trae en la cabeza.
! 1 ~]1 1 Levantada exclusivamente por los habitantes de Taxhie,
" ... Con esta escuela --escribe despacio--, estamos de-
sin la ayuda del inspector escolar de la zona --que nur:ca
mostrando que el pueblo otorní no es enemigo del progreso,
lilli'll
visitó el pueblo-- ni de la Presidencia Municipal, la escuehta
corno se dice, y manifestamos claramente nuestro deseo de sa-
es extremadamente modesta. . lir de la obscuridad en la cual, durante siglos, por causas
111!\ Sólo tiene una pieza· larga, que dos ventanas abiertas ~n
ajenas a nuestra voluntad, hemos estado sumergidos ... "
la fachada iluminan ampliamente. Y en vez de techo de teJa,
11 .111 como Pedro hubiese deseado, está cubierta con un cas~o de Relee la frase que le parece hermosa y justa; pero se da
palma. Pero, pintada de blanco, se ve hermosa. Despues de cuenta de que tal vez no la entiendan. Piensa que sería me-
~1 la iglesita, con sus muros almenados y. d~ las tumbas del jor decir mucho tiempo en vez de siglos, hundidos en vez pe
cementerio, siempre .muy blancas, es la umca casa de mam- sumergidos y corrige. Aún le parece que así mismo queda
¡·1111 un poco complicado su discurso, pero ¡qu~ caray! él es el pro-
postería que hay en el pueblo. . ..
Para celebrar el acontecimiento de la mauguracwn, deci- fesor y tiene que decir cosas bonitas, aunque no lo entien-
~~1\l dieron organizar un acto solemne.
dan, y sigue añadiendo palabra tras palabra:
A la puerta de la escuela levantaron un arco grande de "Este es un paso importante para nuestra liberación
11111
carrizo, igual a los que se yerguen junto a los te_mplos espiritual; pero no es más que el principio de una larga mh.r-
en los días de fiesta, y en el interior colgaron madeJas de cha. Nuestro\pueblo no tiene agua ... "
il santhé que lucen corno penachos. . . Al salir de la retórica, que es artificio, y al entrar en la
Con sus columnas, frontispicios, nichos y demas figuras médula del problerná, que él conoce y siente, las palabras
1 1 ornamentales, hechas con las extremidades opalinas de la le salen con más fluidez.
·1· 11.
lma bot 1·ai a la que también llaman "cucharilla", el arco "~uando llueve se junta tantita agua en el jagüey y eso
pa , . d
1! 'lilll
recuerda una fachada de iglesia popular, que algun ecora- medio basta para saciar la sed de los animales (relee otra
dor de atrevida imaginación cubriera caprichosamente con vez, raya Ja palabra saciar, la sustituye por matar y conti-
"pétalos" o "escamas" de marfil. núa); pero nos falta el agua para beber, para la comida y
V
50 51
para nuestro aseo. Para remediar todo eso necesitamos cons- Con todo cinismo, Lupe lo presenta a su amo.
truir un pozo .. :" -Don Eulogio, éste es el profesor -y mirando malicio-
Se concentra y convencido de que es necesario dar ma- samente-- ¡gracias a él tenemos la escuela!
yor énfasis a sus palabras, con un arranque de oratoria se- El representante, que no ha dejado de tomar repite con
mejante a los que escuchaba en el Internado, agrega: sinceridad: '
i
-La escuela que nos ayudará a salir de las tinieblas, está --Sí, es cierto. Gracias a él tenemos la escuela -y 'pasa
t~ - ya construida; ahora necesitamos abrir el pozo que nos mi- al muchacho la jícara de pulque.
1 tigará la sed y contribuirá a la liberación de nuestras mu- . A ~ste le repugna la compañía. Bebe un trago y devuelve
jeres ... " Inmediatamente la jícara; siente ganas de retirarse. Com-
En este momento suenan aplausos y se escucha el tronido prende sin embargo que no debe· hacerlo.
de cohetes. Las palmas y los cohetes que Pedro esperaba re- El representante, que no ha dejado ni wi momento de
cibir cuando dijera estos·párrafos elocuentes, llenos de pala- ~oma~, abraza a Pedro y vuelve a decir, ahora con mucho
bras que pondrían de manifiesto, ante el pueblo, sus cono- enfasis:
cimientos de joven profesor; pero estas palmas y estos -Gracias a ti tenemos la escuela ¡Esa es la mera verdad!
cohetes no son para él. ¡Gracias a ti ... !
Sin saber de lo que se trata, guarda el discurso en el bol- Pedro quiere iniciar inmediatamente la ceremonia de la
sillo y sale hacia el pueblo. inauguración que con tanto afán ha proyectado; don Eulogio
Don Eulogio, a~ompañado de sus inseparables, acaba de al contrario, quiere retrasarla. '
llegar a Taxhié. Atrás de él vienen dos machos cargados con
-Deje usted que respiren tantito. Siquiera una vez en
cueros de pulque. Chava, con gran alegría, distribuye cohe- la vida que se alegren.
tes entre varios muchachos que inmediatamente los hacen
subir al espacio, entre el alborotb de todos. La gente va llegando de todas las chozas del pueblo y
se agrupa alrededor de los odres de cuero, junto a los cua-
Atraído por las festivas explosiones, el pueblo comienza
les se sirven generosamente grandes jícaras y jarros de
a volcarse sobre la placita de la escuela, y tanto los humil- pulque.
des como los personajes importantes: el curandero, el re-
presentante, el juez, todos saludan respetuosamente a don El golpe premeditado por don Eulogio produce el resul-
tado previsto. Acostumbrados a comer y a beber lo estric-
Eulogio.
tamente necesario, los habitantes de Taxhié reciben esta dá-
Entonces Lupe anuncia en voz alta:
~i~a de pulque --que despu'és del acto sexual constituye su
-Aquí don Eulogio quiere estar con nosotros en la fies-
ta de la escuela, y como es amigo de todos, nos viene a re- umco placer- como una oportunidad única que no pueden
despreciar.
galar el pulquito, para que nos alegremos.
--Si no alcanza --dice haciéndose el generoso- manda- El repres{lntante, que desde hace tiempo comenzó a ha-
remos ,por más. De modo, que ya saben ¡a beber! blar con la lengua trabada, repitiendo palabras y confun-
Lupe lleva una jícara llena de blanco licor al represen- diendo las ideas, está cada vez más borracho. El juez pro-
tante; don Eulogio, personalmente, pone otra en las manos ~ura mantener cierto aplomo artificial. Los demás siguen en
1'
11 del curandero. Y se inicia el ágape. Iguales circunstancias.
1
Pedro, desde lejos, contempla la escena y comprende que Don Eulogio, obstinado en trabar conversación con Pe-
algo grave va a ocurrir No sabe que hacer, si acercarse o dro, toma la iniciativa.
no. Al fin decide acercarse. Camina maquinalmente, casi por -¿Por qué me desdeña usted, profesor?
inercia y curiosidad. Pedro lo mira un tanto cohibido:

52 53
-¡Yo no desdeño a nadie! De lo que se trata es que quie- -Este es un paso importante para nuestra liberación es-
ro inaugurar la escuela. piritual ...
-Tiene usted tiempo de hacerlo, al cabo nadie se va -mi- Los cohetes siguen engañando la nitidez árida del cielo
rándole con sorna-. Y deje que le felicite. Su labor en el con las nubes falsas de su pólvora seca. Y María, con los ojos
pueblo es muy importante aunque. . . -abre intencional- puestos en la figura varonil del novio, se deja arr~bar por
mente una pausa larga a la frase y le mira con fijeza~ aquellas palabras tan bonitas que sólo él sabe decir:
... aunque me parece peligrosa. - ... el pozo que mitigará nuestra sed y contribuirá a la
-¿Por qué ha de ser peligroso? ¡Estoy en mi pueblo! liberación de nuestras mujeres ...
-Esta.r'á usted en su ptieblo, no se lo niego; ¡pero donde
quiera hay malditos!. Uste<]. quiere introducir muchas inno-
vaciones: abrir u:q. pozo (y arrastrando mucho las palabras)
organizar una cooperativa . . . Y eso, francamente, es muy
difícil. Yo, ett su lugar, andaría con pies de plomo.
-¡Nadie me impedirá hacer el bien que pueda a mi pue-
blo!
-Claro que no -responde don Eulogio con ironía-.
¡Claro que no! Estq es un consejo de amigo, nada más - y
se aleja hacia el grupo que el curandero preside.
1
Pedro espera aún inaugurar solemnemente la escuela. Se
da cuenta, empero, de que ya no es posible hacerlo. El re-
presentante está completamente borracho y una euforia ge-
neral invade a todo el pueblo. Es demasiado tarde.
Entonces, con el alma destrozada y sintiendo el peso de
la derrota, se dirige a casa de María donde ésta, como si
estuviera separada de todas las contingencias terrenales, aña-
de hilo tras hilo a la malla de santhé del ayate.
Se sienta a su lado y le dice con amargura:
-Están todos borrachos. Ya no podré inaugurar la es-
cuela.
-¿Y lo que ibas a leer?
-Lo tengo aquí -dice sacando del bolsillo unos pape-
les arrugados.
-¿Por qué no me lo lees a mí?
La abuelita se acerca. Delfino, seguido del perro, se jun-
ta también. y ante el reducido auditorio que en este mo-
mento parece encarnar, en humilde grandeza, toda la tierra
y todo el pueblo otomíes, Pedro comienza a leer. Primero,
lee despacio, angustiadamente; después con resignación y al
fin con cierto placer.

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55
bro, ni cuaderno. Y como muebles -palabra que no existe
en el idioma otomí- la escuela no posee más que los ban-
quitos de tres patas, hechos con troncos de mezquite, que
constituyen la única pieza del ajuar otomí.
'i
Después de la lectura en coro, Pedro llama a un chiquillo
al pizarrón.
El "Güicho" se levanta con dificultad, camina casi tam-
baleándose y al llegar tiene que agarrarse para no caer. Los
niños otomíes, siempre tan comedidos, siempre tan discretos,
sueltan una carcajada y es tan sana y·tan fresca su risa que
XII Pedro, para quien el drama allí simbolizado no es ajeno, es-
boza también una sonrisa.
Estela de luz ·en la noche tenebrosa, es la que va dejando -¿Qué te pasa? ¿Qué comiste hoy?
el gis en la superficie negra del pizarrón, al describir, en El chiquillo parece no entender.
elipses irregulares, las figuras de las aes y de las des, que -¿Qué_comiste hoy?, te pregunto.
surgen ante los ojos de los niños otomíes, como seres de un El niño contesta tartamudeando:
mundo fantástico. -¡Nomás dos jarros de pulque! ...
MA DADA BI MA RA HNINI En efecto, "Güicho" no había comido nada; pero, más fe•
y con esa paci~ncia maravillosa que sólo los verdaderos liz que otros de sus compañeros, siquiera habí~ bebido, an-
maestros poseen, el joven profesor aclara el sentido de es- tes de salir hacia la escuela, dos jarros cafeteros de pulque.
tos garabatos mágicos: Ese había sido su desayuno. Ese era, casi siempre, el desayu-
-Mi padre se fue al mercado ... no de los niños y de la mayor parte de los habitantes del
Pero los níños; que hacen esfuerzos desesperados para pueblo. Y por ello, tant~ chicos como grandes, se hallan mu-
no dormirse, apenas perciben, en forma muy borrosa, esas chas veces, en plena mañana, en estado de semiembriaguez..
figuras tan ajenas al mundo concreto de los cerros, de los Desarmado con aquella respuesta, que además no cons-
mezquites, de los garambullos y de los huizaches, a que es- tituía para él ninguna sorpresa, Pedro decide poner punto
tán acostumbrados. final a la labor del día.
Dispueto a dar cima a sus grandes ambiciones de abrir -¡Bueno! Por hoy terminamos la clase. Pueden irse a
nuevos horizontes a sus hermanos de raza, el joven profesor sus casas.
busca variaciones distintas al tema inicial, con palabras que Y cuando los chiquillos se levantan de sus bancos, o del
los chiquillos repiten en coro, casi automáticamente, sin aso- suelo, no para volver a sus casas, sino para trabajar, Pedro
ciarlas a los caracteres escritos: se acerca a uno de ellos y le interroga:
-MA NANA BI RA HNINI -¿Por qJl'é no has venido en estos días?
Sin embargo, el espectáculo que tiene ante sus ojos no -Fuí •a pastorear los chivitos.
puede ser más desalentador. De los ciento ochenta niños que -¿Y hoy por qué viniste?
hay en el pueblo, sólo diez van a clase. Y de esos, algunos -Hoy vine yo a la escuela y mi hermano fue a pastorear.
están ya cansados, porque antes de llegar a la escuela fueron -¿Y tu hermano -pregunta a otro- ¿por qué no ha
al pozo de la cañada a buscar agua, o ayudaron a sus padres venido?
a machacar pencas. -se fue con mi papá a buscar leña al monte.
Ninguno tiene útiles de ninguna especie: ni lápiz, ni li- Los niños salen, sin gran entusiasmo. Pedro se dirige al

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pizarrón, borra las palabras que antes había escrito. Mira a
la escuela, desprovista de todo con sus bancos toscos Y sa-
cudiendo la cabeza murmura:'
. -¡Tal vez tenga razón el curandero! Donde no hay pan,
m agua Y los niños se emborrachan porque beben pulque
e~ .vez de comer, quizá salgan sobrando las escuelas. El es
VIeJO Y ha visto muchas cosas. Sab~ más que yo. Tal vez ten-
ga razón . .Así desnudas y vacías ¿para qué sirven las escue-
las? .¿Para qué?
S1n Preocuparse siquiera de cerrar las puertas, deja la
escu:la Y se aleja, caminando despacio por el campo, con XIII
la VIsta dispersa, ajeno a todo, pensando con tristeza que
sus esfuerzos seguramente son inútiles. Hilario, de~e su tierra reseca, cubierta de pedruscos, don-
de una milpa rala y tísica se marchita día a día, contempla
con débil esperanza las nubes que se acumulan sobre las
crestas leja nas de la serranía.
-Allá por el Cerro de Juárez -piensa- ¡está muy bo-
nito el cielo! Hay nubes negras, de esas que traen la lluvia.
Pero esos malditos cerros ¿las dejarán pasar?
Demasiado sabe él, por la ·experiencia de toda su vida,
que aquellas nubes plomizas, oxidadas por la humedad y
grávidas, sólo de siete en siete años se atreven a despren-
derse del abrazo de las montañas. ¡Y no han transcurrido aún
seis años desde que la lluvia cayó sobre Taxhié hasta que
las tierras se hartaron!
-¡Qué milpa tuvimos entonces! ¡Qué frijoles! Des-
de ahí en adelante, ni el zacate para los animales hemos
podido levantar. ¡Y gracias a Dios -piensa mirando hacia
el cielo-- no estamos tan mal como los de Capula o de Ba-
thá! Ahí hace doce años que no levantan cosecha.
• La image8 de las nubes "bonitas", que sobre la efigie
montañosa de Juárez -hierática y severa como él- cam-
bian de forma cada cinco minutos, vuelve a atraer su pensa-
miento:
-¿Por qué será -se pregunta ingenuamente-- que los
cerros no las dejan pasar?
En realidad, la barrera montañosa de la Sierra Madre,
que convierte el altiplano de México en una inmensa for-
taleza natural, corta el paso a las nubes que vienen del Gol-
fo y las obliga a despejar las últimas provisiones de savia,

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'
en las faldas suntuosamente aderezadas de pinos, cedros y ción las crestas de la montaña- no las dejan pasar se va a
oyameles, de Calnali, de Xochicoatlán y del Chico. perder todo otra vez. Los otros años, siquiera, el maicito
Algunas nubes, quizá las más rebeldes o las más genero- estaba barato. ¡Ahora, a uno veinte, y a uno treinta el cuar-
sas, rompen el sitio de la sed que envuelve al Mezquital y tillo ¿cómo vamos a vivir si la milpa se muere?
se aventuran por su cielo sereno y límpido. Pero la tierra Las nubes grises, "bonitas" pero estériles, que allá lejos
descarnada, el tepetate liso y la escasa vegetación del de- no dejaron de representar su pantomima de prestidigitador
sierto -que en vez de hojas tiene espinas- las asfixian con de circo, desaparecen dejando la pista azul del Mezquital
su aire cálido, donde todo arde. Y ellas, hostilizadas por ese sin una mancha. ¡Terriblemente inmaculada!
ambiente adverso, en el cual la condensación es imposible,
se alejan dejando la tierra en su vano clamor.
-¡Sólo las blancas, las únicas que no sirven para nada,
vienen hasta acá!
Efectivamente, las únicas nubes que cruzan el cielo in-
alterable del Mezquital son blancas como el humo de los co-
h~tes, y vanas como alas secas de mariposas. Parecen telas
de gasa imponderables, casi sin trama. Son polvo que se des-
hace inútilmente.
A veces antes de que se cumpla el ciclo infame de
los siete afi.os _:¡como si el otomí sólo tuviera hambre
cuando los chivos envejecen!- las nubes de vientre com-
bado se acercan a la tierra y al rozar las torres de las igle-
sias,' que les pican y desgarran las entrañas, se vacían por
completo, hasta deshacerse todas en agua, como en un ab~rto.
Llueve entonces y el indio se alegra; pero como esta se-
dienta y ávida, la tierra absorbe por completo, en unos ins-
tantes, el agua que apenas alcanza a humedecerla. Y cuando
logra atravesar la delgada capa de tierra vegetal, sin qué el
calor la consuma, se escurre por la superficie lisa del tepeta-
te, que está casi a flor del suelo y se va. Se va estérilmente,
sin dejar más que una breve humedad, que el calor vuelve
a extinguir. Inútilmente no, porque con esa agua se llenañ
los jagüeyes, que durante cuatro o cinco meses del año dan
de beber a los borregos y a los hombres.
A pesar de la experiencia que no engaña, el indio siem-
bra entonces su milpita, siembra "nomás para no estar de
flojo" y "por si acaso ocurre un milagro", por si "Dios nos
ayuda".
Asi sembró Hilario la milpa raquítica y flacucha que tie-
ne a sus pies.
-Si esos malditos cerros -y contempla con desespera-

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cancía -la medicina para la enfermedad y la caja para la
muerte- ¡todo es inútil! Los que logran escapar de la sed
caen víctimas del hambre, porque en el monte hasta los car-
dones Y las biznagas están secos. Los mismos pájaros, en
desbandada muda, enderezan el vuelo hacia otros rumbos.
Alarmados por la sequía, que amenaza destruir el poco
ganado que todavía queda, los habitantes del pueblo se reú-
nen en el atrio de la iglesia, junto a las tumbas de sus ante-
pasados, donde en los momentos difíciles se discuten los
problemas angustiosos de la comunidad.
. El curand:ro, readquiriendo con la iniciativa su presti-
XIV giO de otras epocas, aborda el tema con decisión:
-Hace seis años que Dios no nos quiere dar agua. Esto
El cielo es como una piedra de cobalto: lisa, pura y sin ve-
no no~ asusta mucho porque estamos acostumbrados. Pero
tas. Rutilante, el sol, rueda por el espacio sin dejar sombras
e.ste ano va a ser peor que nunca. El jagüey se secó antes de
en la tierra. Un fuego invisible, que vuelve la atmósfera
tl~mpo. Las milpas están marchitas y ya no hay hierbas en
abrasadora y asfixiante', quema la escasa savia de la milpa
el campo para matar el hambre de nuestros animales.
y le enjuta las hojas, hasta darle la forma arrugada y el co-
-¡Estamos bien amolados! -exclama un anciano.
lor mate de la hoja de la cebolla.
-¡Sí -repite el curandero-- estamos bien amolados!
Los borregos, ansiosos, procuran mitigar la sed en los ja-
Pero no debemos perder la fe. '
güeyes que la esc~sa lluvia de mayo apenas encharcó. Pero
Articulando bien las palabras, con un timbre extraño
la lama licuosa que queda -mezcla de orina y lodo--, verde
que sólo los más viejos presienten, añade:
oscura, llena de gusanos, apestosa, los ahuyenta.
Se van hacia el monte, en búsqueda de las biznagas Y de -Si los dioses quieren, pueden salvarnos. Sólo falta que
les pidamos.
las chollas, en cuyos brazos, cubiertos de púas, ahorra el
desierto sus postreras gotas de agua. Las espinas agudas, pun- -¡Mandemos llamar al cura, para que nos diga una misa!
-propone alguien.
zantes, siempre en avara defensa, los rechazan. Pero la sed
es más dolorosa que las heridas. Se lanzan contra esos ma- -¡No -responde el curandero con su autoridad de viejo
patriarca-. Ahora no basta que mandemos rezar misa · ...
nantiales ocultos, hasta que les escurre la sangre del ho-
Otro sugiere:
cico y la lengua. Movidos por el instinto, procuran deshacer
las espinas con el casco duro de las patas. Inútil consuelo. La -Lo que debemos hacer es ir al Santuario, con los dan-
zantes de Capula. y pedirle al Señor de Santa Teresa que
sed, más apremiante que nunca los aleja, eri búsqueda del
nos· mande lluvia.
agua ausente. Y así va~ quedando tirados en los matorrales.
Esmirriada por la sequía, la tierra se arruga y envejece . El juez, ~ q~ien la desesperanza vuelve rebelde y escép-
como costra de herida. Los cerros desollados enseñan la osa- tico, no se IJ~clma mucho por esta solución:
tura pétrea, como de un esqueleto espantoso, que la pátina -Ya fuimos una vez --dice él- gastamos dinero en
of~endas, perd~mos cuatro días de camino. El cura, por la
azulenca de la atmósfera no logra esconder.
Las mujeres, en un martirio anónimo que no cesa -el n:1sa, nos cobro muy caro. Y todo quedó como si nada. ¡Dios
Calvario sin resurrección del Mezquital- emprenden el ca- solo se acuerda de nosotros, cuando se ha olvidado de los
demás!
mino de la cañada, llevando la cruz de su martirio a espal-
das, para salvar de la sed a los chivos que son su débil al- Un viejecito, cuyos ojos menudos se pierden en las arru-

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-Podremos ir al Santuario y gastar el poco dinero que
gas del rostro, aprovecha la oportunidad para dar una lec-
nos den por nuestros chivos en decir misa y cantar alabados
ción a los jóvenes y exaltar a la vez, las cosas del pasado:
-No hay santo más milagroso, ni el Señor 'de la Bue- al Señor de Santa Teresa. Y podemos ir al Tothié a buscar
na Muerte, ni el de las Maravillas, que el Señor de Santa Te- un cántaro de agua milagrosa. Lo que no podemos ni debemos
es gastar lo poco que nos queda en pagar a los danzantes y en
resa. En los tiempos más viejos, cuando había "secas" iY
comprar ceras. Además, no basta pedir ~uda a Dios para
entonces sí que eran "secas"! íbamos a cantarle alabados Y
que El nos ayude. Dios sólo ayuda a los que se ayudan a
luego se componía el tiempo.
sí mismos. Lo que debemos hacer es abrir inmediatamente el
La gente le escucha con impaciencia, pero él no se in-
pozo de que tantas veces les he hablado. Nos evitaría en
muta. Dispuesto a vaciar toda su erudición, intenta apabu-
el futuro sufrir lo que estamos sufriendo ahora.
llar a los jóvenes con el relato que ha repetido muchos veces.
-En los tiempos antiguos hubo una seca que fue la más El curandero, apoyado por Lupe, Chava y por el peque-
grande de todas. El Señor de Santa Teresa ¡pobrecito! que- ño grupo de sus allegados, arguye:
dó muy triste y ·se puso a sudar sangre. (¡Todavía hay man- -El tal pozo, sólo serviría para amolarnos más. Nues-
chas en el piso de la iglesia!). Y lueguito, lueguito, comenzó tros padres y nuestros abuelos nunca pensaron en pozos. Y
a llover. ¡Vieran qué aguacero! Después, el Santo Cristo, se ellos bien sabían por qué.
renovó solito y se hizo de bulto. Antes era no más pintado. -¿Por qu'é?
El verdadero lo llevaron para México; pero el que está en el -¡Porque este es nuestro destino! Si queremos vivir en
lib~rtad, sin que nadie nos moleste, tenemos que pagarlo
Santuario, que dicen que es igualito, también es muy mi-
con la sed y con el hambre. Mi padre, a quien su padre ha-
lagroso.
-¿De dónde sacamos dinero para ir al Santuario? -pre- bía enseñado lo que sabían nuestros abuelos y los abuelos
gunta otro no menos miserable-. Los danzantes, las de sus abuelos, siempre me advirtió: ¡Nunca despierten co-
dicias! ¡Es mejor vivir en las cuevas del cerro con los coyotes
ofrendas y la misa, cuestan caro.
-¡Que cada quien venda un chivo, una zalea de borrego que despertar la envidia del ladino!
El juez auxiliar, que es una especie de fiel de la balanza
o una gallina ...
1 i, \
Pedro, escondiendo el íntimo enojo que semejantes solu- entre las sagradas tradiciones del otomí y las ideas moder-
'' ciones, para él tan eventuales y tan alejadas de las posibi- nas, Y que por ello oscila siempre entre Pedro y el viejo cu-
randero, corrobora:
lidades económicas de los indígenas, le causaban, intenta tam-
bién emitir su punto -de vista, pero anticipándose el curan-
dero, recuerda:
. -Eso ni quien lo niegue. En donde hay tierras buenas
VIenen los ladinos y las quitan. ¿No vieron lo que pasó en
.
~. u

-Pronto tendremos la fiesta del "lavatorio", en Santa Di06 Padre? Ahí las tierras eran pobres y secas, como las
María Amajac. En el Cerro del Tothié hay una fuente de nuestras; pero a golpes y a sombrerazos, siempre daban para
agua milagrosa que una serpiente sagrada cuida de día Y vivir. Después el gobierno dijo que iba a hacer una presa,
noche. Por eso pasan los años y la fuente no se seca. Por "para ayudar~ a los indios": la dicha presa del Tecolote ¿y
los rumbos de Actopan, de Yolo, del Arenal y de Tula, quienes fueron los ayudados? ¡Pues, los de siempre! Vinie-
van todos los años a esa fuente. Siempre tienen agua en ron los políticos, que sabían cuales tierras iban a tener agua
sus tierras. Los años qne hemos ido, tampoco nos ha faltado Y las compraron por cualquier cosa. Ahora, esos que vinie-
ron quien sabe de donde, tienen tierras de l'iego y sus ver-
el agua. Tenemos que volver.
-¡Es cierto eso! ¡Es cierto! -asienten los viejos. daderos dueños, andan de limosneros.
Pedro, exasperado con todas esas soluciones, afirma, casi -Eso no es nada -interrumpe un indígena de labios
muy gruesos, como bordes de olla, alrededor de los cuales
en arrebato:
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La nube cstéTil.-5
crecen unos pelos largos y ralos-. Siquiera a ellos les paga- ¿No se acuerdan del lío que hubo en Alfajayucan, de unos
ron sus tierras. ¿Y cuándo las quitan a la brava? que se metieron a la brava en unas tierras? ¿Y no les prote-
-En Doñú estuvo peor -asegura tímidamente un hom- gió la ley?
brecito apagado, que muy pocas veces habla-, los mucha- En efecto -sólo que ellos no lo sabían- hay un artícu-
chos abrieron un canal, gastaron dinero en poner la tubería lo del Código Civil del Estado, según el cual los bienes
y ahora quien se aprovecha es un tal Portillo, que tiene inmuebles se prescriben: "l.-En cinco años cuando se po-
ochenta hectáreas de riego y mucho dinero. seen en concepto de propietarios con buena fe, pacífica con-
El representante da también su punto de vista: tinua y públicamente. . . 2.-En diez años, cuando se ~een
-Esa es la mera verdad. Donde hay tierras buenas, vie- de mala fe . .. " Estas leyes fueron creadas para defender la
nen los malditos ladinos, se avorazan y las quitan a sus due- posesión de la tierra por los pobres, pero la realidad es que
sólo los que saben manejarlas y tienen con qué mover a los
ños. abogados, se aprovechan de ellas.
Pedro, a quien estas revelaciones han desconcertado, se
defiende con argumentos legalistas, bastante débiles para que -Además -agrega otro- los ladinos siempre encuentran
puedan convencer a sus compañeros, sabiamente ilustrados el modo de sacarnos lo nuestro. Cuando nos ven con la soga
a la garganta, nos prestan dinero sobre las tierras. Después,
por la vida:
-Ya nadie nos puede quitar las tierras. Tenemos títulos. como no tenemos con qué pagarles, se quedan con ellas.
-Los títulos -tercia un ancia~ sólo son buenos pa- El curandero, apoyado por la mirada reverenciosa de to-
ra las tierras que los ladinos no quieren. dos, con el aire de triunfo que le da la fuerza de sus argu-
-¡Hay leyes! -exclama Pedro, en un intento casi deses- mentos y la debilidad de las razones invocadas por Pedro
perado de resistir a la argumentación de los otros. dirige un golpe final, a modo de puntilla: '
-La pura verdad -dice el representante- es que con -Quien no quiera vivir como nosotros vivimos - y sus
ley o sin ella, los indios siempre salimos perdiendo. palabras orientan la mirada de todos hacia Pedro-, tal vez
Pedro comprende, en el fondo, que sus compañeros tie- porque ya no se sienta de nuestra sangre, puede irse de aquí.
li nen razón. El sabe muy bien, porque de ello se habló en el
Nadie le obliga a pasar hambre y sed.
Internado, que el presidente Cárdenas, para proteger a los Pedro aprieta los puños y cierra los dientes rabiosamente
en tanto que el otro concluye. '
indios, promulgó una ley según la cual se prohibíá)la ven:a
de tierras de riego, en zona indígena. Pero la Procuradur1a -Si de allá arriba -y señala con la vista al cielo donde
de la República juzgó esa ley anticonstitucional. Al fin Y brilla el sol- no nos quieren dar agua, no hay pozo ningu-
"'
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1
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al cabo tenía razón, porque en régimen de propiedad privada no del mundo que la dé. Allá están los que todo lo ordenan.
A ellos debemos atenernos y ¡a nadie más!
la tierra puede ser vendida sin trabas.
A pesar de saber todo eso y con la finalidad de atenuar Los otros, influidos por el temor qne su fama de brujo ins-
la acción de sus adversarios, Pedro alega, aunque no muy pira, se alej~ lentamente del muchacho, dejándolo solo en-
tre las tumbas, desde las cuales las voces de un pasado se-
convencido:
-Las leyes no bastan por sí mismas. Si uno se deja, cla- cular rigen aún el pensamiento y los actos del pueblo otomí.
ro está, lo enredan. Hay que estar abusado. Uno debe sa-
ber defenderse ...
El juez del pueblo, que en sus tratos con la Presidencia
Municipal algo aprendió de estas cosas, recuerda un viejo
pleito de que fue testigo:
-¡Pero si hasta hay leyes que defienden a los rateros!

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--Nadie lo puede negar, somos esclavos de nuestra mi-
seria. Pero ¿seríamos acaso más libres y más felices, si en
vez de comer tres o cuatro gordas en nuestras chozas sobre
la tierra que nos vio nacer, nos alimentáramos como ~erdos
bajo techos ajenos, sin poder gritar, ni correr, ni canta;
nuestras canciones?
-Nuestros abuelos escogieron este lugar inhospitalario
Y agresivo, donde la tierra es pobre y las nubes son avaras,
para huir de la esclavitud. Y tuvieron razón.
-Pero, -vuelve a repetirse, aprisionado por la contra-
dicción- ¿qué sabemos de nuestros abuelos? ¿Qué sabemos
XV del pasado?
En algunos libros, la cosa parece muy sencilla: Los oto-
En el cementerio, donde las raíces de los antepasados conti· míes, cuya lengua casi monosilábica se distingue por com-
núan nutriendo el árbol de su raza, Pedro advierte el cho- pleto de lós restantes idiomas de México, fueron -según
que de dos corrientes y se halla en medio de ellas como ellos- los primeros habitantes del altiplano. Hasta la erup-
un papalote al sabor de los vientos contrarios. ción del Xitle, el volcán que hace miles de años sepultó bajo
¡Tenemos que pagar la libertad con la sed y con el
su mar de lava a toda una civilización antiquísima, los oto-
hambre! · míes vivieron en el Valle de México, cultivando el maíz y
Aquellas palabras, dichas con tan tremenda convicción
modelando figurillas de barro, de gran expresión y belleza.
por el viejo patriarca, le hacen meditar. Quisiera repudiar-
Despu~, pers~guidos por los invasores, prefirieron emigrar,
las, por falsas, pero no puede. Siente que algo, muy profun-
muy leJOS, a fm de conservar la libertad que los nuevos se-
do, algo que viene de la tierra misma, le obliga a medir su
ñores les negaban.
alcance y le hace escuchar su profunda resonancia.
Otros suponen que los otomíes o chichimecas eran tri-
-¿Puede acaso haber verdadera libertad -se interroga-
bus bárbaras de cazadores·recolectores que habitaron las
cuartdo se es esclavo del hambre, de la sed y de la más opro-
cuencas del Tula desde tiempos inmemoriales y que al lle-
biosa explotación? gar los toltecas se fusionaron con ellos. Creen también que
-¡La libertad -se responde a si mismo, sin palabras,
con la destrucción de la antiiDJa Tallan -la prodigiosa Ciu-
con esa forma abstracta del pensamiento que es la intuición-
dad de Quetzalcóatl- se dispersaron por el Valle de Mé-
es algo más que el derecho de andar libremente por los cam-
xico.
pos! ¡La libertad es el amor, es la salud, es la vida!
-¿Dónde está la libertad de Maria si ella vive perma- Todo esto es confuso y más o menos vago. Lo que se sa-
nentemente bajo la cruz del cántaro que la esclaviza? ¿Dón- be a ciencia~'~ cierta es que cuando los aztecas alcanzaron
de está nuestra libertad, si por un atraso secular somos obli-
su apogeo, los otomíes se habían estabilizado ya en Xalto-
can, Teotlalpan y otros lugares de- la Meseta Central. En-
gados a trabajar, desde que nace el sol hasta que la noche
tonces, con la hegemonía de los aztecas, comenzó para los
cae, para hacer un ayate que el resgateador compra al pre-
viejos pobladores del Anáhuac una vida de oprobio. Los
cio que quiere? aztecas los trataban con desprecio, como a seres inferiores,,
Pedro se indigna con ese concepto de la libertad en la
Y entre ellos, cuando querían injuriar a alguien, llamándole
miseria y en la muerte que los representantes del pasado
defienden; sin embargo, no está muy seguro de tener la ra- estúpido, decían: "eres puro otomite".
-A pesar de todo, nuestros antepasados --<:omenta Pedro
zón.
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interpretando los textos que le enseñaron en la escuela so- venados del monte, y el maíz y el frijol que sólo en contados
bre la historia de su pueblo-- no se dejaron vejar. lugares del Mezquital se produce, los invasores exigieron
Efectivamente, los otomíes se rebelaron contra la tira- más: " ... habéis de labrar nuestras casas --dijeron en el
nía y el orgullo nacional de los aztecas, huyendo hacia otros convenio de paz- a nos los principales, y el servicio que
r1,1mbos donde les fuera posible vivir en forma digna y libre. a nos fuese posible; y para que comamos cuando fuéremos
Las "Relaciones Antiguas", que el director del Internado de guerra, llevaréis nuestras armas, fardaje y matalotaje,
había copiado, hablan de los principales otomíes que para cargado y; más proponemos: que los mexicanos que fueren
librarse de los "agravios y vejaciones de los señores" de en la guerra lastimados, o tirados con arcos, o heridos los
México y "por rebeliones que contra los príncipes mexica- llevaréis cargados a México ... "
nos tuvieron", se fugaron hacia otros lugares más propicios. -¿Dónde está pues -interroga Pedro- la famosa li-
Muchos de esos otomíes rebeldes hallaron refugio en las bertad que quieren comprar al precio de la hliseria? ¿Dón-
tierras inhospitalarias y desérticas del Valle, seguros de que de, si al fin y al cabo nuestros abuelos tuvieron que pagar
aquí nadie les humillaría, ni codiciaría sus haberes. El Mez- pesados tributos al tirano?
quital se convirtió así en una especie de Tierra de Promi- Es cierto- que el indomable otomí se mantiene fiel a su
sión de los oprimidos y vilipendiados. rebeldía de siempre; tan rebelde que hasta se niega a pro-
-La insumísión, la rebeldía y el anhelo de libertad que nunciar algunas de las intraducibles palabras del idioma
los llevó a preferir el hambre a la esclavitud -reflexiona náhuatl, hablado por los aztecas, así como los nombres pro-
Pedro-- habrán sido los resortes que movieron a nuestros pios de los lugares conquistados por ellos. Y tan honda se
abuelos hacia la tierra inclemente donde todavía permane- enraizó su aversión hacia los dominadores de entonces que
cemos. aún hoy, cuando quieren referirse a la que fue capital del
Pero ¿qué pasó después? ¿Cuánto tiempo duraron la in- Anáhuac, los otomíes dicen Mondá y no México. La realidad
dependencia y la libertad? es que la fuerza del conquistador fue' superior a la resisten-
La muralla de la miseria --que en sí misma es una for- cia del rebelde.
ma de esclavitud- no bastó para proteger a los otomíes de Con los años, surgió la Conquista peninsular. El despo-
la codicia y de la opresión de sus enemigos. tismo azteca fue sustituido por la opresión hispana, y en vez
A lo largo de sus conquistas, los aztecas extendieron su de transportar soldados durante la guerra, en el vil oficio
dominio hacia la zona de los otomíes y cuando organizaron de tameme, el otomí pasó a cargar piedras de las montañas
la campaña para la captura de prisioneros que deberían ser para construir los templos-fortalezas. Sólo en la edificación
sacrificados durante la coronación de Ahuizotl, se lanzaron del convento de Actopan, trabajaron más de 10,000 indios
contra los "rebeldes que no querían dar su tributo" --entre como bestias de carga.
ellos los m:azahuas y los otomíes- y los vencieron. Después, con el descubrimiento de las minas, los oto-
1~ --Claro -piensa Pedro--. ¿Cómo podrían oponerse a míes, junto con los negros, tuvieron que trabajar como escla-
la expansión de sus enemigos, si no tenían mayor defensa· VOS en las profundidades de la tierra, de acuerdo con las
que la precaria barrera de la miseria? "prestaciones" a que cada pueblo de indios estaba obligado.
Y el otomí tuvo que pagar el tributo exigido por el ven- -¿Y a eso le llaman libertad? -vuelve a preguntar Pe-
cedor: " ... todo género de cosas de las que hay en todos dro al mudo interlocutor de su conciencia que mentalmente
• estos montes, pellejos de anímales, tigres cuarteados vivos, le asedia.
leones poderosos, onzas. . . y sobre todo maíz, frijol y mi- La realidad -sería inútil y falso negarlo-- es que a la
chihuautli. . . sin exceder un punto ... " larga, el Valle del Mezquital, con su aridez y con su condi-
Como si no les bastara la entrega de conejos, liebres y ciones geográficas y climatológicas especiales, constituyó

70 71
siempre una muralla tras de la cual los otomíes se parape- Junto a él pasa una mujer con un niño a la espalda y al
taron para defender su más preciado bien. verla hilar mientras camina, con el viejo tet'i que la deja li-
El colonizador advirtió pronto que el otomí podía serie bre, que no la encadena jamás a ningún lugar, aunque su
más útil manufacturando cables, lazos, cinchos, costales, etc. producción sea más baja, siente una admiración profunda,
-necesarios para el trabajo en las minas-- que extrayendo un amor intenso y una veneración sin límites, por aquel su
minerales en los tiros y socavones. En esta forma, la indus- pueblo que todo lo sacrifica: el pan, el agua, el vestido al
tria de su miseria lo liberó entonces de la esclavitud. más preciado don de que puede gozar el hombre: ¡la libertad!
Y el encomendero, ávido de tierras buenas para estable- Después de esta larga meditación sobre los problemas de
cer en ellas sus fincas agrícolas y haciendas ganaderas, des- su pueblo, abandona el cementerio y, con los ojos fijos en
preció el Mezquital, y fue a establecer sus latifundios en una estrella que brilla sobre la mancha oscura de la Sierra
regiones más generosas. toma el camino, de la casa. Las palabras del curandero, qu~
-¿Debemos pues nuestra libertad a la avaricia de la suenan a sus 01dos como el eco de una maldición, parecen
naturaleza? -se pregunta contemplando con amor la tierra repetirse, con un énfasis brutal:
seca, austera y despojada, que ~ extiende ante sus ojos. -¡Tenemos que pagar la libertad con la sed y con el
Rehusa dar razón al curandero, y se rebela ante la idea hambre!
de que pueda haber libertad en el dolor.
~¡No, eso no puede ser! ¡La libertad no es injusta!
Sin embargo, la ¡realidad es patente, irrefuta_ble. Se suce-
dieron las invasiones, vencieron y fueron venc1dos los con-
quistadores, dioses nuevos sustituyeron a ~os antiguos, Y lo~
otomíes permanecieron inmutables en su tierra, fieles a sus
viejas costumbres, hablando sus antiguos idiomas, trabajan-
do, como hace cientos de años, al mismo ritmo y con los mis-
mos instrumentos, alumbrados por el mismo sol, sin que
nada alterase los rasgos impasibles e impenetrables de su
rostro.
Y desde el fondo de las tumbas, que el sol anima con el
oro de una luz ya muy tierna, parece levantarse una voz
que dice:
-Esta es nuestra tierra. Es pobre y descarnada. Apenas
tiene qué darnos de comer. Pero no nos ha abandonado
nunca. Los cardones con sus púas, y las biznagas con sus
agujas, poco nos dan, mas asustan y aterran a nuestros ene-
migos. En el miedo y en la desesperación que inspiran está
nuestra tranquilidad.
-¡No cambies nunca la miseria digna de nuestra tierra
por el bienestar en la esclavitud que otras pueden ofrecerte!
¡Y acuérdate de que vale más el tormento del hambre, de
la sed y del frío, que el infame deleite de comer las migajas
de los poderosos con cadenas de oro al cuello!

72 73
vinizadas hace cientos y cientos de años por sus antecesores.
Más firme que el manto deleznable de la nomenclatura, el
espíritu de los viejos dioses se mantiene vivo en lo más pro-
fundo de su ser. Y al dirigirse al cerro, con sus cántaros de
barro para traer el agua que la serpiente sagrada cuida (¿"la:
serpiente de nube" o "Mixcoatl" de los aztecas?), están rin-
diendo culto abierto a los dioses de la lluvia, que sus antepa-
sados veneraban.
Sólo el curandero, en quien se concentran los últimos
vestigios de la tradición, conserva aún el conocimiento de
las cosas sagradas. Sabe que al principio hubo un Padre Vie-
XVI
jo --el Sol y el Fuego--, y una Madre Vieja -la Tierra y la
Movido por el espíritu de los viejos dioses, que el curandero Luna- de quienes se deriva toda la humanidad. Venera a
no ha deja~o nunca de invocar, el pueblo se pone en marcha Okhwadapo, la diosa de las hierbas medicinales, y sirve a
hacia el Cerro del Tothié. Otonteuctli, el que todo lo crea, en cuyas llamas retorcidas
Los hombres llevan su mejor ayate trenzado al pecho, adivina el secreto de las cosas. '
las mujeres visten sus blusas bordadas, y tanto ellos como -En la antigüedad --explica a uno de lo:; iniciados en
ellas cargan sus cántaros con guirnaldas de flores, como si sus secretos- los sacerdotes ponían los cántaros en la cum-
fuesen en romería al pozo de la cañada. bre de los montes para "llamar el agua"; y dedicaban ofren-
Los ancianos, que a pesar de su catolicismo -no muy das a los "barrenderos" del cielo, para que despejasen el
vehemente, es cierto-, acostumbran depositar ofrendas de camino a los dioses de la lluvia.
cera, copal y flores, ante el bloque de piedra toscamente gra- -Mi padre -continúa- recordaba aún el tiempo en
bado y amarrado con varas que hay en la cueva del cerro, que enterraban a los düuntos con una e~oba en la mano,
piensan confusamente en los dioses de la tierra y del cielo, para que sirviesen de barrenderos en la otra vida. Por
de que les hablaban sus antepasados. eso, entonces, llovía más que ahora; vivía mejor la gente.
Ya no saben sus nombres. El tiempo y la religión im- Pero todo ha cambiado. Todo.
puesta por los conquistadores, los borraron casi por completo A pesar de su vieja ciencia, ha olvidado también el nom-
de su idioma. Ya nadie habla de Nohpitecha, la diosa de la bre Y la personalidad de algunos dioses, a los que adora en
inmundicia, que consume los pecados de los hombres Y pro .. forma vaga e indefinida, pero tiene la absoluta convicción
mueve la fecundación; ni de Muy'e, el generoso dios de las de que los antiguos "creadores" y "gobernadores" no han
lluvias, insensible ahora a los ruegos del otomí; ni siquiera muerto.
de Edahi, el que sopla los vientos y arrastra consigo las nu- Al pasar por la iglesia de Zozea, a la que los constructo-
bes. Yoccipa, el que cubre la cresta de las sierras con sus res otomíes f}el siglo XVII imprimieron el sello inconfundi-
cortinajes flotantes, está olvidado y hasta el mismo Oton- ble de su espíritu, adornándola con ollas y cántaros que son
teuctli, el que hace brotar la chispa del pedernal y consume la expresión mágica del culto al agua, el viejo patriarca
a los muertos: el poderoso dios del fuego, jefe supremo del lleva la mano al sombrero y dirige una mirada reverente al
panteón otomí, hasta él ha sido desterrado del lenguaje. sol que comienza a asomarse sobre los cercos de Panales. Ei
Ignoran el nombre de los dioses y de sus ritos secular.es ~reador y el Padre Viejo, Cristo y Otonteuctli, se funden para
ya no queda más que la esencia; no obstante siguen adoran- el en aquel instante.
do, en forma abstracta y confusa, las fuerzas naturales, di- Más débiles en sus creencias panteístas, los otros compo-

74 75
nentes de la peregrinación -María, Hilario, el juez, Chava
y hasta Pedro- se descubren también con fervor ante la
iglesita, cuya torre, de varios cuerpos, parece una pieza de
cerámica muy grande y muy ingenua; pero en el fondo, to-
dos caminan bajo el impulso de la magia que los lleva a
pretender matar la sed -del cuerpo y de la tierra- con la
secreta adoración de !a serpiente sagrada que, en lo alto
del Tothié, cuida la milagrosa fuente.
y todos piensan en el agua porque la sed se ha extendido,
como un cáncer, a todos los dominios de su vida, Y porque
sienten sobre la espalda el peso del cántaro que nació con XVII
ellos que creció con ellos y que forma parte de su propio
cuer~o: ¡el cántaro de barro que es la carne de su propia car- A medida que se van acercando a su meta -después.de una
ne, la materia plástica de la creación bíblica! ardua caminata- los peregrinos de Taxhié se encuentran
con los que;ienen de otros lugares del Mezquital: de Ati-
talaquia, de Tlahuelilpan, de Actopan, de Tula, de Yolo-
tepec ...
Al principio no eran más que el hilo de agua de una
fuente; después, al encontrarse en los caminos, se convirtie-
ron en arroyo discreto; ahora son ya un río caudaloso: río
de cántaros vacíos que en vez de agua lleva en su cauce un
torrente de sed milenaria.
Por fin llegan al pueblo de Santa María, donde se eleva
el modesto templo. No hace mucho que el sol franqueó la
serranía violácea del poniente. Una luz suave, bajo la cual
sólo los contornos más definidos logran vislumbrarse, alum-
bra todavía la frente redondeada del Tothié.
Con la atmósfera luminosa que se aleja, anulando cada
vez más las distancias, el cerro se acerca lentamente hasta
ponerse al alcance de la mano. Los peregrinos lo están ya
tentando, pero les falta todavía llegar a una altura de la
cuesta donde una capillita les espera.
El curand~ro, que no ha dejado de ocupar la cabeza del
grupo, es el primero en alcanzar la meta. Chava y el repre-
sentante, llegan después. Pedro y María, vienen atrás.
El primer momento es de reposo mudo. Y ni la alegría
de haber llegado rompe el silencio del descanso, tan larga-
mente esperado. Algunos se contentan con estar sentados,
en cuclillas. Los demás, se tiran en el suelo, junto a los cán-
taros vacíos, en una laxitud serena.

76 77
Las mujeres prenden fogatas y calientan las gordas que Da zika ma naná
traen en el ayate. Los hombres van por el pulque a los pues- Nubia hingui tsá
tos de venta que se improvisaron enfrente de la capilla.
Poco a poco, la alegría abre brechas en el leve murmu-
(No quieres comadrita,
llo de la noche. La música del idioma otomí -de voces cor-
Vamos a pasear.
tas zetas sibilantes y haches aspiradas-- va subiendo de
to~o. La risa es cada vez más franca. Y la noche, resquebra- Me regaña mi mamá
Ahora no se puede.)
jada por los destellos mágicos de las hogueras que atraen
a los peregrinos, se hace cada vez menos negra y menos pa-
Y como todos conocen la cancwn, que en cada pueblo
vorosa.
tiene estrofas distintas y propias, un anciano, de otro grupo,
De una chirimía tocada por un anciano lleno de arrugas, contesta animoso:
brota una melodía nostálgica. La gente, impresionada por el
sonido quejumbroso del viejo instrumento, vuelve a callarse, Haga me. rixudi
sacudida hasta las entrañas por su acento secular. En ese Ma zi mane gá
momento, propicio a la música, se alza una voz que canta: Ya ga má zimbane
Shama shi dazá.
Shipa ma zi mane.
Shama shi dané
(Que vamos mañana
Guetho má zimbane
Comadrita mía.
Ya stra dura tsé ...
Ya veremos compadrito,
A ver si se puede.)
Una carcajada, que la tristeza de la melodía no justifica,
estalla en todas las bocas, cuando el cantante termina la es-
La gente ríe de nuevo, ingenua, infantilmente, y así trans-
trofa arrastrando con toda intención las últimas sílabas de curre la noche entre canciones, danzas y chistes, hasta que
dura tsé ... los primeros albores del día señalan el momento de conti-
El observador extraño que comprendiera otomí se reiría nuar la ascensión.
también, a pesar de la nostalgia de la tonada, por el sen-
Los peregrinos colocan los cántaros a la espalda e inician
tido ingenuamente pícaro e irónico de la letra:
la última etapa de la marcha hacia la parte superior del ce-
rro, donde la serpiente misteriosa guarda el tesoro más de-
Dile a mi comadrita,
seado del Mezquital. En ese momento, la melodía que ronda
A ver si quiere,
a~ alrededor de los oídos, se apodera de los labios, se trans-
Porque mi compadrito,
figura de sol8 en coro, y de canción en himno que sube, con
Ya de frío se muere ...
ellos, en un crescendo grandioso, hacia la cumbre del cerro.
Y hasta el mismo monte parece entonar la estrofa en la cual
Tomando la estrofa de la conocida canción como un reto,
las palabras, como simple p:retexto coral, han perdido ya su
una persona de otro grupo se apresura a responder entre la
ingenuo significado, para convertirse en la estructura de una
hilaridad del conjunto:
voz colectiva, que sube por encima de las serranías y se ex-
tiende por los llanos, hasta los más apartados rincones de la
Ringue ne zi mane, patria otomí:
Maha ra hmayá

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Shipa ma zimane, huala persignándose siempre ante las iglesias, mas el pen-
shama shi dané ... samiento continuará puesto en la serpiente sagrada que, des-
de lo alto del cerro, ha de dirigir el rumbo de las nubes
En el momento preciso en que las pencas doradas del sol hacia las milpas marchitas y los jagüeyes exhaustos. '
irrumpen sobre la serranía de los Frailes, en forma de enor- Y el mismo Pedro, educado en la "explicación racional
me maguey de luz, los peregrinos, en un culto inconfesa- de la naturaleza", siente en lo más recóndito de su ser el
do al astro creador --el Padre Viejo de su agonizante mito- llamado elocuente y terrible de los dioses que no se dejan
logía- llenan los cántaros, los adornan con flores y empren- desterrar.
den la marcha hacia abajo, con el agua de la esperanza a la
espalda.
Forzados por la nueva religión a dar un sentido nuevo a
sus viejos ritos, los indígenas se dirigen a una pila de piedra
que hay abajo en el atrio de la iglesia y vacían ahí (o deben
vaciar) el agua del cerro, que ha de servir, más tarde, para
lavar los vestidos de los santos y las casullas de los padres,
en la ceremonia del "lavatorio".
Aquí aparece claramente la hábil mano de los frailes que
imprimieron un curso distinto a las antiguas creencias oto-
míes al llevar el agua profana del cerro -que los demonios
guardan- hasta 1~ nave bendita de la iglesia -que los án-
geles defienden.
Y gracias a ese encauzamiento de la religiosidad indígena
en el culto a un nuevo Dios -el "verdadero y único"-
fue posible que la imagen de Cristo reemplazara, sin gran
resistencia, a los ídolos de piedra y de varas torcidas, que
aún perduran, del perseguido Otonteuctti.
Pero las raíces del árbol así injertado siguen en la tierra.
Por eso, al llegar a la pila, el curandero de Taxhié vacía la
mitad del agua y se queda con la otra en el cántaro. Los de-
más, instruidos por la mirada proselitista del viejo patriarca,
y alentados por el mismo profundo sentimiento, siguen su
ejemplo.
Una parte del agua del cerro quedará en la pila para la-
var los ornamentos sagrados, en la híbrida y pagana cere-
monia del "lavatorio". La otra parte, la más sustancial, la
más pura, continuará en los cántaros e irá hacia los le-
janos poblados, en un afán, que nadie puede aminorar, de
conmover al "Dios de la Nube", y de atraer sus apiadadas
lágrimas hasta la tierra seca y endurecida del Mezquital.
Los indios regresan a Taxhié, a Yolotepec, a Mixquia-

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La nube estéril.~
de caminar, desaparece tras la mancha terrosa, quemada, de
un cáp.taro gemelo. Gemelo, sí, porque el cántaro, en el Mez-
quital nace con el otomí, crece con él y lo acompaña, ajus- .
tado al cuerpo, como si fuera parte orgánica, hasta la tumba.
A medida que llegan, alinean los recipientes de barro en
la fila que se extiende a lo largo de la cañada, y se sientan
a distancia, en espera de su turno. Como siempre, algunas
mujeres hacen girar el malacate, dando vueltas y vueltas
sobre el mismo sitio. Pero ahora ya no sugieren los anima-
les en las norias. Ahora son sombras, sólo sombras, que se
confunden, cada vez más, con el tepetate desnudo y arruga-
XVIII do. Y mientras unas empujan los brazos del malacate, las
otras hilan sin descanso, con el rictus de la fatalidad impreso
La situación del pueblo es catastrófica. Los esfuerzos de ca-
en su rostr9._
rácter mágic'o para atraer la lluvia resultaron vanos Y ya Todas están calladas, terriblemente calladas, como en esos
nadie posee ni la mínima esperanza de que se pueda cam-
momentos de hondo dr!lffiatisrno durante los cuales el hom-
biar el curso de los acontecimientos. bre se siente incapaz hasta de llorar; mas, por la boca de
El jagüey, que face poco era un pantano de or~na Y lodo, los cántaros desmesuradamente abiertos, expresan las muje-
se parece ahora a las ollas de barro que se raJan en los res su callada angustia. Por sus bocas repetidas, que pare-
hornos por un calor demasiado fuerte y mal distribuido.
cen cubrir toda la tierra, grita el Mezquital su inextinguible
y como el jagüey de Taxhié --con su costra de barro res-
sed.
quebrajada en grietas tortuosas y hondas-- así es~n _los ja-
Un clamor general, una protesta inmensa, y una súplica
güeyes de Naxthey ... de Yonthé Chico ... de X1gu1. .. de
rebelde, se desprende de ese gigantesco coro de bocas de
todas partes. barro, humanizadas por el dolo~ de la tierra y por el llanto
P~r eso aun antes de que el sol despunte, el pozo de la
del hombre.
cañada se ~onvierte en el imán hacia el cual se encaminan,
El sol ya va alto, en el cielo. Los últimos chivos y galli-
en su interminable procesión, las mujeres que vienen de
nas que quedan agonizan en el corral. Loª telares pennane-
los cuatro puntos cardinales, en varios kilómetros a la re-
cen inertes, a la sombra estéril de los mezquites. y las mu-
donda. jeres, en el pozo, siguen hilando, hilando, en espera del tur-
Pero ahora no soJl únicamente las que van todos los días
no que tarda en llegar.
al pozo por el agua acostumbrada para los usos 'domésticos.
Alarmado con lo que pasa, Pedro busca al juez y" le insta
Con la sed abrasadora que se apoderó de todo el Mezquital,
a que tomenoProvidencias.
un cántaro de agua no basta. Ahora son familias enteras que
-¡Hay que tocar las campanas y llamar a todo el pueblo!
se desplazan hacia la cañada con la esperanza de salvar de
iA ver que se ~esuelve!
la muerte a sus últimos borregos.
Se adivina el parentesco por el escalonado de sus estatu- -¿Para qué? ¿Qué podemos hacer?
ras y por la sombra que los une a todos en una sola mancha En todo caso accede. Se dirige con otros a la torre de la
oscura donde los contornos se pierden. La madre va adelante, iglesia y echan las campanas a vuelo. Y desde ahí mismo
con ~ largo sheni de veinte litros, que la agobia. Atrás contemplan cómo los hombres, las mujeres y los niños salen
de ella, la hija se dobla al peso de una vasija más pequeña. alarmados de sus chozas y se dirigen corriendo hacia la igle-
Al fin, pisando la misma sombra, un niño que apenas pue- sia, al llamado de las campanas.

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habremos muerto de sed. Lo que necesitamos es que alguien
Al rato el atrio de la iglesia, que es a la vez cementerio, nos preste dinero, a cuenta de los ayates, para que no nos
lugar de ~sparcimiento y centro de discusión, se llena por falte nuestro pulquito. Ya lo sabemos muy bien. Con pulqui-
completo de una multitud inquieta y curiosa. Y cuando se ~a­ to no hay sequía que nos mate. Don Eulogio, nuestro verda-
Han reunidas casi todas las personas válidas de la poblacwn, dero amigo, puede prestarnos dinero, si nos comprometemos
Pedro se yergue sobre una tumba y explica: todos a darle los ayates que él necesita. ¿Para qué le anda-
-Los llamamos a todos para resolver nuestra terrible mos buscando tres pies al gato, si todo es tan sencillo?
situación. El jagüey está completamente seco. El agua de la Algunos gritan:
cañada apenas alcanza para todos los pueblos de estos rum-
-¡Viva don Eulogio!
bos. Las mujeres pierden toda la mañana para ir a traerla.
Pedro contraataca:
¡Necesitamos hacer algo! . . ..
El curandero en un afán de consolidar defuutlvamente -Si esperamos ayuda de los resgatones, que viven de
su posición espiritual ante el pueblo, levanta también su v~z: nuestro sudor, estamos perdidos. Pedirles prestado es como
-¿Qué es lo que podemos hacer? ¿sacar agua de las pie- vender el alma al diablo. Lo que tengamos que hacer, de-
dras? De nada nos sirve pedir al sol que en vez de calor nos bemos hacerlo con nuestras propias fuerzas. Esperar la sal-
mande lluvia. Si los de arriba, que todo lo ordenan, no han vación de nuestros enemigos es lo mismo que entregarnos
querido mandarno~ agua, ellos saben por qué. a ellos atados de pies y manos.
Y fijando la mirada en su rival: La gente se impacienta:
-¡Algo les habremos hecho para que nos castiguen -¿Qué quiere hacer? -preguntan unos.
.,
as1 .... -¿Cómo va a traer agua al pueblo? -interrogan otros .
Dispuesto a afrontar la situación, Pedro replica: -¡Que diga lo que quiere o que se vaya! -exigen los
-Los cobardes y los ineptos descargan sobre Dios la demás.
responsabilidad de sus propios actos. ¡Que cada quien in- Algo desconcertado por la oposición que se ha levmtado
"
j
voque a Dios cuando quiera y como quiera! No seré yo furiosamente contra él (como si fuera el culpable de la se-
1 \'
quien lo impida. Pero ahora se trata de reunir todas nues- quía y del hambre del pueblo!), pero, todavía firme, res-
.1,, tras fuerzas para traer agua al pueblo. ponde:
-¡Es un ateo! -grita uno de los acompañantes del cu- -¡Sí, voy a explicar lo que se puede hacer! ¡Escúchenme!
randero. Hay un momento de silencio y de expectación:
-¡Es enemigo de Dios! --exclama otro.
-Comprendo muy bien -dice-- que el pozo no es una
-·Que se vaya de aquí! -vociferan en coro.
1 ' ' ' solución inmediata. Nos estamos muriendo de sed. Necesi-
-No me intimidan con esos gritos. Aqu1 nact; aqut. me
tamos agua fin demora. Por eso les propongo que vayamos
quedo. y no saldré mientras no ayude a mi pueblo a re~l­
ver sus dificultades. Para eso estudié, y para eso regrese ~ a Ixmiquilpan, a hablar con las autoridades. Esto seguro de
pueblo. Si los que me atacan no se hubiesen opuesto a m1s que nos mandarán una pipa con agua. Lo han hecho a otros
ideas, ya tendríamos ahora un pozo. Por causa de su cobar- pueblos.
día nos estamos muriendo de sed. Y para que esto no ocu- -Es tiempo perdido -grita Lupe.
rra', debemos comprometernos, ahora mismo, a abrir el pozo -No nos harán caso -refuerzan otros.
que nos hace falta. . . Dispuesto a jugarse el todo por el todo, Pedro arriesga
Lupe medio borracho como siempre, mtervtene: esta carta:
-¡Q~é modo de ayudarnos tiene el profesorcito! Antes -Algunos de ustedes quieren que yo me vaya, ¿verdad?
de encontrar agua, si es que la encontramos, ya nos habremos
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que si se atreve a regresar debemos darle una buena lección.
-¡Si! --Contestan en coro los allegados al curandero Los tratos son sagrados. Las tumbas de nuestros muertos
y a don Eulogio. fueron testigos.
-¡Pues bien! Me comprometo ante ustedes a no regre- Juana, Hilario y todas las gentes que confiaron en Pedro
sar jamás al pueblo, si no consigo que nos manden una pipa sienten un gran temor. Se convencen de que empieza a caer
con agua. el maravilloso castillo de naipes que habían construido en
Un nuevo silencio, ahora de respeto, se abre en la mur- su imaginación. Un enorme desaliento se apodera de todos.
muración, por la firmeza del muchacho. Sólo María sigue confiando.
-¡Hagamos un trato! Si me atrevo a regresar sin agua Al fin de tres días, cuando ya nadie espera ningún so-
-Y no me atreveré a hacerlo- ¡impidan mi entrada! ¡Má- corro, aparece Pedro. Los que están de atalayas, tejiendo
tenme, si lo intento! Pero, si vengo con la pipa, ¡júrenme ~.canastas de palma y santhé sobre la bóveda de la iglesia,
que me ayudarán a abrir el pozo! ~visan a lo lejos su minúscula silueta. Se percatan de que
El curandero, con una sonrisa de burla en los labios VIene solo Y corren al pueblo para avisar al curandero. Este,
accede. con la gente- alborotada por sus palabras de odio, sale a1
-¡Aceptado! Nuestros muertos; la iglesia que guarda encuentro del muchacho.
los papeles antiguos; y nuestros santos, son testigos. ¡Que Lupe Y Chava, armados con machetes se acercan a él y
el que no cumpla sea maldito! 1~ agarr_an. ~s demás, se agrupan alrededor, formando un
E inmediatamente se elige una comisión de cinco perso- Circulo rmposible de franquear.
nas, encargadas de hablar con las autoridades de Ixmiquil- -Ya sabíamos -dice el curander()- que volverías solo
pan, que queda formada por Pedro, el juez, el represen- co~ la~ manos vacías, y que volverías, a pesar de tus hipó~
tante, Lupe y el cur:mdero. cntas JUramentos, para burlarte de nosotros. Pero ahora no
El presidente de Ixmiquilpan, a quien la comisión entre- vamos a permitir tus burlas.
vista, dice que no tiene camiones, ni medios para llevar agua -¡Déjenme explicar!
a ningÚn pueblo; que sus atribuciones son muy restringi- -¡Sobran las explicaciones! -ruge Lupe dándole una
das; que lo siente mucho, pero que todo el Mezquital está bofetada.
en la misma situaión de Taxhié y que si llevara agua a un Y sin permitirle que hable, lo llevan a empellones hasta
pueblo tendría que llevarla a todos; que ni modo que unos el atrio de la iglesia, cuyas paredes muy blandas, se yerguen
sean hijos y otros entenados ... a su espalda como una sugerencia mortal.
El curandero y Lupe sonríen. El juez y el representante , -¡Tú ~sm~ -i~siste el curander()- dijiste que te roa-
no saben qué pensar. Pedro siente que el corazón se le parte taramos s1 volvias sm agua! Qué quieres ahora que te ha-
en el pecho. No obstante insiste: gamos?
Van al Hospital, al Departamento de Asuntos Indígenas, R'api"d amente,
r. antes de escucharle, y para evitar que sus
al curato de la parroquia. En todas partes les dicen lo mismo: palabras puedan convencer a alguien, el curandero y sus
-¿De dónde vamos a sacar camiÓnes? ¡No son esas nueS- gentes, amordazan a Pedro y le empujan hacia la pared de
tras atribuciones! la iglesia. Ya la muchedumbre, envenenada por las palabras
El curandero, Lupe y el mismo representante, "para no rencorosas del curan~ero y de los hombres de don Eulogio,
perder más tiempo", interrumpen las gestiones y regresan se prepara para satisfacer su desesperación, y "vengar la
al pueblo, donde el primero intensifica la tarea de desacre- burla" que el_ "enemigo de Dios" estaba haciendo al pueblo,
ditar al muchacho. cuando un gnto desgar.rador les obliga a desviar la mirada.
-Todo son mentiras de ese embustero --dice el brujo---. -¡Ya viene! ¡Ya viene!
El no conoce a nadie; ni nadie le toma en cuenta. De modo
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María, corriendo desesperadamente por el matorral, con los hombres quitan las piedras grandes del camino, cortan los
los cabellos sueltos, y el ayate desplegado, grita sin cesar. cardones y quiebran las ramas de los huisaches que impiden
-¡Ya viene! ¡ya viene! el paso al voluminoso vehículo.
Llega al grupo que rodea a Pedro: jadeante, sofocada, Las mujeres, los niños y los ancianos, sacan todos los
muerta de cansancio y se deja caer sin poder articular pa- recipientes que tienen en sus casas: cántaros grandes y chi-
labra. Se abraza a sus piernas y las aprieta con el sentido cos, ollas, jarros, latas vacías, botas de pulque, y corren
de posesión y la ternura con que una madre abrazaría a un hacia el punto de donde viene el extraño ruido del motor.
hijo a quien acabara de salvar. Al mismo tiempo, un ruido Escoltado por la multitud, que al aplaudirlo le da una
intenso, violento, maquinal, c;ada vez más nítido, Y cada vez jerarquía humana, el camión llega a la placita de la escuela.
más fuerte, se hace oír. Unos, se detienen, como paralizados Para los niños es un gigante que lleva a la espalda un "cán-
y llevan la mano al oído, para escuchar mejor; ot.ros, van taro" redondo y largo como un pozo.
corriendo, hacia la torre de la iglesia, que es la atalaya del El ayudante del chofer abre las llaves de la pipa y el
pueblo, para ver. agua brota en chorros gruesos, cristalinos, que al atravesar
Efectivamente, a los lejos, sobre la superficie amarilla la luz del sol, se tiñen de mil colores, como en un día de
del tepetate, manchada aquí y allá por el verde de los mez- fiesta.
quites y de los nopales, aparece un punto negro, que al des- Y mientras las mujeres llenan sus cántaros, los hombres,
plazarse entre los cardones secos del Mezquital, levanta una armados con picos y palas que los del camión trajeron para
nube de polvo. ese objeto, abren un hoyo largo y no muy hondo en el tepe-
Olvidando por completo lo que estuvo a punto de ocu- tate, a fin de guardar el agua hasta el próximo viaje de la
rrir, y obsesionados siempre por la idea del agua, la gente pipa.
grita: Cuando el trabajo concluye, y las gruesas mangueras de
-¡Ya viene el camión! hule proyectan el ansiado liquido en el depósito, Pedro sube
El curandero, Lupe, Chava y los demás, confundidos los al camión y pregunta a la multitud:
unos, avergonzados los otros, se alejan dejando solos a Ma- -¿Aceptan ahora cumplir la promesa?
ría y a Pedro. Este, contempla detenidamente a su salva- -¡Sí! -responden en coro.
Ji
dora, y sin poder expresar con palabras lo mucho que qui- -¿Comenzaremos mañana mismo a abrir el pozo?
,siera decirle, se limita a murmurar: -¡Sí!
-¡María! En este momento de verdadera euforia llega a la placita
Y ella, levantando hacia él sus ojos inundados de ternura, una comisión de habitantes de Naxthey, a quien los presen-
11 'l
1 se contenta con responder: tes reciben con cierto asombro. Al ver su actitud, un tanto
1 !, -¡Pedro! apocada, Pedro toma la iniciativa de dirigirles la palabra:
11
f 1 Sus voces se pierden en la gritería, Y en la frase que -¿Qué les trae por acá? -pregunta con una sonrisa
11 unos transmiten a los otros en cadena ininterrumpida: hospitalaria ~n los labios.
11 -¡Ya viene el camión! ¡Ya vien~ el agua! Uno de los ancianos, con el sombrero en la mano, habla:
,, J .,
Pedro ayuda a María a incorporarse. Y los dos, caminan- -Vimos llegar el camión y como no tenemos agua;
' \1 do despacio en los primeros metros, apresurando el paso pues. . . queríamos pedirles ...
1: 11
después, y corriendo en seguida, se dirigen con todo el pue- -No tienen nada que pedirnos -interrumpe Pedro-. El
1 l'
blo hacia el camión, que se arrastra pesadamente sobre el agua es para todos los que la necesitan. Traigan los cántaros
matorral. y aquí nos repartiremos la que queda hasta el próximo viaje
Aconsejados por Pedro -para eso se había adelantado- de la pipa .

89
. '1 1
88


~.
' ,. • ~ ...~-l -- -- '~\ ~

El curandero y los suyos, humillados por la derrota y por


la presencia, que consideran injuriosa, de la gente de Nax-
they, se alejan cabizbajos, apretando los maxilares con rabia.
-¡Sólo eso faltaba -ruge entre dientes-, que los de
Naxthey se atreviesen a venir a nuestro pueblo! ¡Y todo
por culpa de ese vendido! ...

XIX
En el momento en que se están preparando para IniCiar la
construcción del pozo, localizándolo en el lugar más ade-
cuado, llegan los emisarios de Naxthey.
-Les estamos muy agradecidos por lo de ayer.
-Ya les dije -responde Pedro- que no tienen nada
que agradecer. El agua es para los que tienen sed. Lo malo
es que no podemos atenernos mucho al camión. Vino ahora,
por tratarse de un caso excepcional, gracias a Petróleos
Mexicanos, que lo mandó, pero quién sabe si pueda volver.
Este es un servicio inmediato y momentáneo. Después, te-
nemos nosotros mismos que resolver nuestros problemas, si
no queremos morir de sed y de hambre. Y como no podemos
depender de ayudas, que no pueden durar mucho, vamos
a abrir un pozo. ¿Por qué no hacen lo mismo?
--Justamente por eso -aclaran los de Naxthey- veni-
mos a hablarles. Nosotros también quisiéramos abrir un
' ¡,
l ;r,,
pozo, pero la mera verdad es que no sabemos cómo hacerlo,
ni tenemos con qué. Si ustedes quisiesen podríamos ayudar-
los. ¡Abriríamos un pozo para los dos pueblos! ...
Pedro, a quien el entusiasmo de los de Naxthey por per-
1" forar un pozo le deja un tanto perplejo, ya que contrasta
con las dificultades de Taxhié, se concentra un momento
Y llevando la mano a la barba, en actitud de reflexión, con-
testa:
. -¡Un po~o para los dos pueblos me parece poco! Lo
Ideal sería abrir dos o tres pozos. Y si fuera posible, uno
Para cada grupo de familias; pero ahora estamos ante una
emergencia. Por eso me parece bien la proposición de uste-

90 91
des. Además, sería la manera de acabar con las viejas ren- El anciano dirige una mirada escudriñadora a los demás,
cillas y odios que incomprensiblemente nos separan. Somos como quien pide una opinión y, después de cerciorarse, por
todos hermanos, debemos estar unidos. la actitud serena de ellos, de que puede poner en práctica
Y volviéndose hacia sus compañeros: su iniciativa agrega:
-A mí me parece bien el trato, como medida provisio- -Tienes que verlos. Ya eres hombre principal del pue-
nal. ¿A ustedes? blo. ¡Tienes que verlos!
Los otros, se miran entre sí con cierta reserva, Y no res- Y haciendo señas para que lo sigan, se encamina hacia
ll,
ponden; mas domínados por la influencia actual de Pedro, la iglesia, en medio de un grupo muy selecto de ciudadanos
11
¡ acceden: del poblado.
-Bueno --dicen arrastrando lentamente las sílabas. Al llegar a la iglesia, abren la puerta con la actitud mis-
' -Pues entonces --(!Ompletan los de Naxthey- vamos
a dar la noticia a nuestro pueblo y a traer los hombres que
teriosa de quien va a iniciar a un neófito en los profundos
misterios de una secta; la vuelven a cerrar por dentro, con
se necesitan para el trabajo. una tranca, y caminan despacio. El representante se separa
L Al hallarse solos, y ante el cambio de expresión que ad- del grupo, desaparece en una cueva que hay en la parte

¡11
vierte en sus compañeros, Pedro interroga:
-Parece que ustedes no quedaron muy contentos con el
trato. ¿Por qué?
Se quedan callados, con ese silencio forzado de quien
''
posterior del altar y vuelve con un morral, adornado con
finos dibujos, que el tiempo ha desteñido.
-Estos son los papeles del pueblo --dice sacando unos
manuscritos viejos, amarillentos y roídos por la polilla-.
oculta algo. ¡Aquí está escrito que las tierras han sido siempre nuestras!
-¿Qué pasa? Parece que les tienen miedo. Pedro coge los documentos con la religiosidad de quien
-Es verdad --(!Qntesta el representante-. Les tenemos tiene en las manos una venerada reliquia, se fija en un sello
miedo a los de Naxthey. Tú saliste muy chiquillo de aquí, Y que dice "Philipus V. Años de 1711-1713" e intenta desci-
por eso no sabes que clase de gente son. frar sus caracteres nítidos, pero distintos de los que él co-
-Serán lo que ustedes quieran y gusten, pero son oto- noce. Aunque les faltan importantes fragmentos que fueron
.ll
míes. ¡Son nuestros hermanos! . destrozados por el tiempo, advierte que se trata de títulos de
1
¡
-¡No! -aclara un anciano--. No son nada nuestro. Vi- propiedad concedidos por las autoridades virreinales a los
nieron quién sabe de dónde, de muy lejos, se apropiaron de vecinos de Taxhié. Y tanto en estos títulos, como en un mapa
nuestra tierra y aquí se han quedado de arrimados. en forma de códice que analiza con atención, se expresa
y dando un énfasis especial a sus palabras: claramente que las tierras de Taxhié se extienden hasta las
ll -Siempre ha sido peligroso tener trato con ellos. Por lomas de Xiguí, y van más allá, hasta los linderos de Por-
eso no vamos a su pueblo ni nos gusta que vengan al nues- tezuelos y de Panales.
tro. En mis tiempos, un muchacho mató a su hermana por- -¿Ves? -le dice el anciano acercando una veladora a
que ella, en el mercado, se atrevió a fijarse en uno de Nax- los vetustos qegajos- las tierras que ellos indebidamente
they. ¡Y estuvo bien! ¡para escanruen. to'.... ocupan, eran de nuestros abuelos. De justicia, nos pertene-
-No hay razón para estos odios entre pueblos hermanos cen a nosotros.
-insiste Pedro. -¡Pero ellos viven aquí hace mucho tiempo! Tienen una
-Lo que pasa -subraya el anciano- es que tú no co- iglesia que debe ser tan vieja como la nuestra. Por lo menos,
noces los papeles de la antigüedad, que tene~os en la igle- por lo menos, viven aquí hace cerca de 300 años.
sia. Si los conocieras, tal vez no hablaras aSl. -No son de aquí -insiste el viejito-. Vinieron Dios
-¡No, no los conozco! sabe de dónde; pidieron permiso a nuestros bisabuelos para

92 93
dormir unas noches en sus tierras, y se quedaron para siem- rales ... El día 17 de diciembre próximo pasado, venían de
pre. Después, cuando los quisieron sacar, no se dejaron. Aho- la ranchería de Dadó para Taxhié la señora María Magda-
ra se ,creen dueños de todo. No son de aql.Ú. Si fuesen, ten- lena y sus hijos Nicolás, Andrés y José Martínez, y al pasar
drían papeles como los nuestros. cerca del jagüey llamado "Bintho", inmediato del barrio
-Efectivamente -reconoce-- según estos papeles y este de Naxthey, fueron asaltados por Marcial Morales, José Cas-
dibujo las tierras que ellos ocupan pertenecen, o mejor di- tillo, Cándido Flores y Juan Ignacio, quienes asesinaron a
cho, p~rtenecieron en el pasado, a ·nuestro pueblo. Pero los la dicha María Magdalena, haciendo desaparecer su cadáver
dos siglos y medio que llevan viviendo aquí, les otorga el e hirieron con carabinas a Nicolás en la pierna derecha, a
derecho de considerar estas tierras como suyas. Andrés en el pie derecho y a José en la espalda.
-¡Entonces! -exclama el viejo decepcionado- ¿los de- "Todos los crímenes a que me acabo de referir, se han
fiendes? cometido por los expresados vecinos de Naxthey, con el fin
-¡No los defiendo, los justifico! Comprendamos que tam- de apropiarse de unos terrenos de que somos propietarios los
bién tienen derecho a vivir·. naturales de Taxhié desde el año de 1714, como quedó re-
-A vivir, sí, no a matar a los demás. conocido por el Tribunal Superior de Justicia del Estado
Y volviéndose al representante: según Ejecutoria de 21 de octubre de 1882, mil ochociento~
-¡Enséñale el papel en donde se dice de sus matanzas! ochenta y dos; en la inteligencia de que por transacción ce-
¡Enséñale! lebrada el 25 de marzo de 1889 ante el Notario Público don
El representante saca una carta, dirigida por José Trejo, Eduardo Suárez, los vecinos de Naxthey se comprometieron
entonces juez de Taxhié, al Procurador de Justicia, que a dejar en quieta y pacífica posesión a los naturales de
constituye toda una terrible requisitoria contra los habitantes Taxhié de los aludidos terrenos, los cuales colindan al Norte
de Taxhié: * con tierras de Portezuelos, al Oriente con tierras de Los
" ... el día 24 de octubre de 1924 -lee-- fueron heridos Panales, al Sur, con el cerro denominado "Yonthé", del mu-
por José Castillo, vecino de Naxthey, de la citada munici- nicipio de Alfajayucan, y al Poniente con terrenos de Xi-
palidad de Alfajayucan, las señoras Susana Feliciana y Ma- guí. ..
ría Josefa, de Taxhié, habiendo recibido la primera, tres "Ni las autoridades municipales de Alfajayucan, ni las
puñaladas en la cabeza, y la segunda una puñalada en la sien judiciales de Ixmiquilpan han querido hacer justicia, pues
derecha ... María Leonora y Catarina Bibiana, que también influenciados por un señor licenciado Cárdenas (cuyo nom-
son vecinas de Taxhié, fueron heridas el 23 de noviembre bre desconozco), dichas autoridades protegen a los delin-
último, por el mencionado José Castillo y por Cándido Flo- cuentes vecinos de Naxthey y hasta el extremo de que por
res. Castillo le dió un balazo a Maria Leonora en el pie, y haberse quejado los señores Crecencio Juan, Juez auxiliar
Flores le dio tres puñaladas a Catarina Bübiana ... El día 23 de Taxhié, y Felipe Lorenzo Trejo, con fecha 10 de agosto de
del citado noviembre, José Castillo y Lugando Gerónimo, 1924, ante eij Presidente Municipal de Alfajayucan, contra
le quebraron el brazo izquierdo a Gerónimo Margarita, a quien José Castillo y Ordes, que tumultuariamente invadieron el
le quemaron su casa habitación. . . El día 18 del mismo mes pueblo de Taxhié, aquel Presidente consignó a los quejosos
de octubre último, fueron quemadas las casas de Antioco ante el Juez de Primera Instancia, quien sin tomarles de-
Eduwiges, María Luisa y Juan Camilo de Taxhié, por Ma- claración ni hacer constar sus quejas, los mandó poner en
nuel Castillo, Cándido Flores, José Castillo y Marcial Mo- libertad, previo el pago de $ 15.00, o sea $ 5.00 que a cada uno
les cobró, el susodicho Cárdenas.
• Los documentos o inscripciones entrecomilladas son las "A reserva de que si es preciso, los vecinos de mi pueblo
transcripción fiel de los originales que se conservan en Taxhié se quejen ante los más altos funcionarios federales, para ver
y Naxthey.
95
94
si sus influencias consiguen que en estos casos se haga jus- nuestra historia. Conservémoslos con respeto. Pero en vez de
!l ticia denuncio ante usted los hechos relatados, los cuales pensar en el pasado, pensemos en el futuro.
constituyen delitos de homicidio, lesiones, incendio, despo-
. El juez, que por su juventud y entusiasmo es el mejor
jos de bienes inmuebles y ataques a las garantías consagra-
aliado de Pedro, acepta sus puntos de vista conciliadores. El
das por el artículo 14 de la Constitución Federal. representante vacila, y sólo el viejito no se deja convencer.
"Protesto lo necesario. Taxhíé, Distrito de Ixmiquilpan, Desilusionado por la tolerancia de .Pedro y de los demás
Hidalgo a 20 de enero de 1925. José M. Trejo." refunfuña: '
Pedro acerca la veladora a un Post Scriptum, redactado
--Con esos de Naxthey no se puede hacer nada. Son unos
con otra letra y otra ortografía, en el estilo confuso de quien metiches y unos matones. ·1Ya lo verás'
apenas balbucea castellano y lee: ' .
Y mientras el representante vuelve a· guardar los docu-
"El día 22 de septiembre de 1925, como a aquello ,de las mentos en el escondite de la iglesia, Pedro contempla con
11 de la noche, sucedió otra vez con sus terquedades de admiración las maravillosas flores de cera -las "escamadas"
nuestros contrarios de Naxthey y cuando nosotros sentimos de Xigui- teñidas de un rojo cálido, como la sangre y de
ya venía a punta de balazos para entrar al pueblo de Tax- un violeta macerado, como el dolor, que adornan eÍ altar
hié Grande, hasta tuvieron ellos, repicaron sus campanas y de la antigua iglesita.
a las horas de la noche, éstos ya venían señor con el fin
de matarnos como ,se pusieron en recuerdo entrar al dicho
pueblo, en el peso del sueño, pues con el ruido que venía,
respondimos de lo que pudimos con ondas y ellos con armas
de fuego".
-¿Qué te parece? -le preguntó el viejito con ira.
-¡Es terrible! -comenta Pedro-. ¡Es terrible! Pero yo
tengo entendido -continúa con el deseo de atenuar el efec-
to de la lectura- que después de esta guerra a muerte que
sostuvieron los dos pueblos, se llegó a un acuerdo.
El representante, deseoso de participar también en el
relato de los hechos históricos, aclara:
-¡Sí, ya llegamos a un "arreglo"! Vinieron los ingenie-
ros de Pachuca, con el gobernador, midieron las tierras y
"regalaron" la mitad a los de Naxthey. Ese fue el arreglo.
¡Un robo, eso fue lo que hicieron con nosotros! ¡Un robo!
-Quizá tengamos razón -subraya Pedro-. Pero hay
que tener en cuenta que todos somos otomíes. Somos her-
manos de raza. Sufrimos los mismos dolores. Vivimos en la
misma tierra y estamos separados los unos de los otros por
un escaso kilómetro. Ya es tiempo de que acabemos con
nuestros viejos odios. Si todos estuviéramos unidos, como
una sola familia, tal vez no nos despojasen corno lo han he-
1 cho siempre. Guardemos estos papeles que forman parte de

96
97
La nube enflrtl.-7
dos pueblos se encaminan hacia una vecindad fraternal, por-
que, en otros tiempos, una incursión "clandestina" como
aquélla, en el territorio ajeno, hubiera sido considerada como
una provocación, y dado motivo a duras represalias.
Como no cree en ese espíritu sanguinario que se atribu-
ye a los habitantes de Naxthey, va confiado. Sin embargo,
la soledad de aquel pueblo de casas invisibles, y de veredas
solitarias, le sobrecoge.
¡; 11'
1 1' No ignora que los pueblos otomíes son todos así: con-
juntos de chozas enanas que se esconden, como si estuvieran
XX camufladas, bajo la ramazón de los mezquites y tras los
1 muros verdes de los nopales, pero aquella ausencia de vida
t ·· y con horror leyó Pedro la memoria de las humana le inquieta, porque tiene algo de celada.
:l Con ~dendclOn,ue se atribuy~n a los habitantes de Naxthey.
atroc1 a es q . Sólo a corta distancia de la iglesia, por cuyas torres aso-
Muy bien sabe él, por haberlo Ol~O a sus mayores, por re- ma el pueb!o escondido su faz verdusca y triste, se encuen-
11
d d . rancia y por la ternble leyenda que envuelve tra con seres humanos.
culer ods e mblos , que la lucha entre Taxhié y Naxthey al- No había visto ni rastro de nadie. No obstante los prin-
a os os pue • . e la
¡ canzo· proporc 1·0 nes patéticas • pero. se res1ste
. a creer qu· . cipales del pueblo ya están ahí, a la puerta del cementerio,
l, 1 haya sido tan sólo la feroc1dad de sus vecm~. interrogándose los unos a los otros, acerca del carácter de
1
causa de e 1 o · · · t' d en v1e-
1 1
''1
· 'd
• C!-
-.;)Un o o
J~S I Eeals-:-·
t ml' es como nosotros -repite, msls len o
·
Viven sobre la misma tierra, respiran e m1smo
sol los alumbra. Algo más hondo que la sim-
1 · su visita. Como si estuviera en estado de constante defensa
contra el exterior, el pueblo está escondido; y desde las ata-
aire m1smo b did ta layas de la iglesia, vigila sin cesar su integridad e indepen-
. ld d d uno u otro pueblo debe ha er encen o es dencia.
ple ma a e ' b'd
li . ue ni nosotros mismos hemos sa 1 o ver.
luch a, a1go q -¡Como vamos a trabajar juntos en la perforación del
1

1
· · 't de establecer
y tan deseoso de aclarar la mcogm a como , pozo -explica después de los saludos de rigor-, quiero que
l\ · d 'lida y una verdadera camaradena con sus
1

una amista so . . N th seamos amigos! ¡Por eso vengo a visitarles! ¡Además, para
1
. d Pedro decide hacer una VISita a ax ey.
nuevos a l 1a os, · 1 agradecerles su ofrecimiento de trabajar con nosotros y para
· d rnedia hora de marcha, el antiguo a umno
Despues e h·· lo ponerme a sus órdenes!
del Internado llega a los limites de Tax le, Y. a~nque no Aunque con cierta desconfianza, pues no esperan nada
' '
1 . bra al comprobar que una auténtica frontera
1gnora, se asom bueno de Taxhié, los jefes de familia de Naxthey lo reciben
se ara aún a los dos pueblos. en forma cor8ial. El anciano, don Crecencio Rodríguez, que
p t "alambrada" natural formada por ramas
Una ex ensa ' . fue a agradecer el "regalo" del agua, lo acoge incluso con
· as de mezquite y por una muralla miran-
secas y espmos entusiasmo.
. as de cardón impide todo contacto entre
quea ble d e agu] • -Los agradecidos -exclama el viejito- somos nosotros.
Taxhié y N axthey · . . Y nunca olvidaremos aquello que dijiste de que somos todos
; ,. Con trabajo, abre paso en la barda de agUJ~ punzant~s
,, or el polvo que va desde el p1e del cerro hermanos.
y envenena d as P ' , · t " 1 -¡Eso no es para agradecerse! ¡Es la pura verdad! ¿Qué
¡,'1 . 1·tes con Zozea y penetra 'abustvamen e en e
hasta 1os l 1m ' tenemos los de Taxhié, que no tengan ustedes? Esta tierra
territorio "fronterizo"· .
hace creer que las relac10nes entre los es nuestra madre común. Ante ella, todos somos iguales.
Por fort una, todo
99
98

\
Y penetrando con todo el grupo al interior del templo señala
La gente se agrupa alrededor del muchacho y escucha una inscripción: '
con alegría aquellas palabras que contrastan con el orgullo -¿Qué dice ahí?
proverbial de los habitantes de Taxhié. Rápidamente Pedro descifra las palabras y lee ante la
-No me explico -dice él en un afán de conquistar sim- sonrisa triunfante de los demás:
patías y de romper las barreras que separan a los pueblos -Iglesia del Barrio de Santa Cruz de Naxthey. Se cons-
rivales- ¿por qué nos hemos odiado los unos a los otros? truyó el día 12 de octubre de 1671, y se bendició el 6 de
¿Qué causas hubo para ello? Si podemos vivir como herma- febrero de 1671.
nos, respetándonos mutuamente, ¿por qué vivir como ene- -¿Qué dices a eso? -le pregunta el anciano.
migos? Con una satisfacción que los otros no entienden el mu-
El viejo, que en sus años mozos fue un caudillo del pue- chacho replica: '
blo, se encamina, en compañía de Pedro y de los demás, ha- -No necesitaba leerlo para convencerme de que tienen
cia la puerta de la iglesia. Se sienta en los escalones y dice: derecho a vivir aquí. Ustedes recibieron estas tierras de sus
-Si los de Taxhié hubiesen hablado siempre como tú padres, las .trab~jan con el sudor de su frente. ¿Qué más tí-
estás hablando no ocurriría nunca lo que ocurrió. Por des- tulos ~ecesltan mvocar? La tierra es de quien la trabaja, y
gracia no fue así. Desde la antigüedad, siempre nos han tra- de qwen la necesita.
tado con orgullo. Nos llaman metiches, arrimados, 1·ateros, Y como si deseara dar más cordialidad a su charla con
criminales y han procurado por todos los medios sacarnos una nota halagadora, exclama:
de estas tierras. Si nos hubiésemos dejado, ya hace mucho -¡Qué hermosa iglesia! Por fuera, me gusta más la de
:! tiempo que no estaríamos aquí.
Con el deseo de llegar al fondo de la cuestión y de acla-
Taxhi~, Y más aún la de Zozea. Por dentro, no hay ninguna
como esta.
,,
11
. rarla, el visitante comete la imprudencia de reavivar la lla- Camina lentamente por la estrecha nave que la penum-
i' bra, los cristos espeluznantes, y el fuerte olor a copal inun-
ma de la discordia:
-Los ancianos de Taxhié dicen que ustedes no tienen dan de misterio. Se acerca al tosco y a la vez severo :ltar de
papeles de la antigüedad. Y nadie les quita de la cabeza que mampostería que se eleva en el ábside de la iglesia recuer-
;JI los antepasados de ustedes vinieron aquí por tres días y se da los adoratorios precortesianos de Teotihuacán, ; admira
quedaron por siempre. las cruces, hechas con platones multicolores de Talavera que
El .anciano oye con desagrado aquellas palabras que re- adornan la bóveda.
cuerdan el eterno localismo y el espíritu de superioridad de -¡Todo esto -dice sinceramente-- me hace sentir el
orgullo de ser otomí! ¿En qué otro lugar vemos tales cosas"
Sensible, como t~os los de su raza, a la magia del color:
Taxhié y aclara:
-Es cierto ¿quién sabe por qué? no tenemos papeles.
i, contempl~ c?n genwna emoción la pintura popular y ne-
Pero eso de que nuestros abuelos llegaron de Michoacim, o
ta~ent~ mdíge~a, que reviste por completo el interior de
de Querétaro, como dicen, hace doscientos años, es un decir.
la Iglesi~; sonne ante los angelitos que bogan envueltos en
¿Qué fecha tienen los papeles de ustedes?
nubes. ~nses, ~en el "cielo" del templo, por encima del altar,
-¡Datan de 1711! --contesta con el recuerdo fresco de
Y_ ~ fiJa en una corta leyenda que dice: "Pintado por Por-
los documentos que acaba de ver en la iglesia de su pueblo.
firio Estrella, en 1918". Luego, animado por el deseo de
-Pues bien, tú que sabes leer: ¿Dinos que fecha está reanudar, en un plan más amistoso, la charla que tanto le in-
aquí escrita. teresa:
Pide al representante que abra la puerta de la iglesia -Por fortuna, ya se acabaron los pleitos. Tengo enten-
con la gruesa llave de hierro que trae en una bolsa de ixtle,
101
lOO

',,
'.
dido que el gobierno les concedió títulos nuevos de propie- a este triunfo cooperó la administroción del ciudadano Al-
dad. fonso de la Peña. El representante Crecencio Rodriguez y
El juez auxiliar, que por su condición de autoridad se sien- los vecinos agradecidos le dedican este inmarcesible Tecuer-
te en el deber de intervenir, y más que eso por el deseo de d~. -TÚr-. Que 11.0s enseñaste el cami11.0 del bien, vivirás
exhibir los derechos de Naxthey, aclara: Stempre en nuestro corazÓ11. y la generaciÓ11. que viene sabTá
-Ahora ya nadie puede decir que somos arrimados. En que te guió siempre la TazÓ11.. Representante Manuel Castillo.
1931 vino aquí el gobernador del Estado con unos ingenieros
Rúbrica".
y dividió la tierra, entre los pueblos, en partes iguales. Lo La lectura del epitafio le ha dejado una profunda emo-
que está más allá de la mojonera, es de ustedes; lo que está ció. En ese Manuel Castillo, cuya vida fue "un constante
más acá, de nosotros. Y pa'ra que los de Taxhié no pudiesen batallar por la reivindicación de su pueblo", se está vien-
protestar, el gobierno les pagó diez mil pesos. Ya no pue- do a sí mismo. Y al comprobar que los suyos le recuerdan
11 11
M '
den alegar nada contra nosotros. Tenemos títulos, y hay un con veneración y gratitud, siente un entusiasmo que le re-
mapa que marca los linderos de los dos pueblos. Ya todo está nueva las fuerzas. Comprende que algún día le rendirán los
escrito. Y ahí están las firmas de todos. mismos honores, porque en su pecho no hay más ambición
que la de servir a sus hermanos. También su vida, apenas
Mira al huésped con cierta desconfianza, y en un tono comenzada, está llena de "amargos desengaños", y así como
de reproche denuncia: este Manuel Castillo fue elevado por el pueblo a la categoría
1
-5in embargo, los de Taxhié todavía no se convencen. de héroe, él sabrá también alcanzar el triunfo.
1:
l. Como no pusimos mojoneras en el cerro, dicen que todo les -¡Gracias a Castillo -dice el representante-, ya nadie
perteneoe. Y no es verdad. La mitad del cerro es nuestro.
l Salen hacia el atrio y al llegar al centro, justamente a un
costado de la capilla que se yergue frente a la iglesia, Pedro
puede llamarnos metiches!
-¿Qué hizo, pues? -pregunta Pedro recordando poco a
poco que en los documentos de Taxhié le acusan de haber
se detiene a contemplar un mausoleo cuyo epitafio escul- cometido varios atropellos.
i, pido en la piedra, le sorprende: Entonces el mismo hijo de Castillo, un hombre de 40
!
,¡ -Puedes leer lo que dice -le sugiere el anciano-. ¡Lee años, de gesto altivo, mirada cortante y ademán enérgico, res-
Ji ponde a la pregunta que le parece extraña:
·¡ en voz alta! Nunca nos cansamos de escucharlo. ¡Lee!
El muchacho se acerca más aún, y haciendo un esfuerzo -Como ya te dijo don Crecencio Rodríguez nosotros an-
por reconstruir mentalmente las letras borradas por el tiem.;. tes éramos vistos por los de Taxhié como metÍches, rateros,
po, lee despacio la larga inscripción: * sinvergüenzas y muertos de hambre. Hicieron todo lo que
-"Manuel Castillo. Falleció en Naxthey el 23 de abrit pudieron para sacarnos de aquí y quitarnos nuestras tierras.
de 1934 a la edad de 52 años. Su vida nena de amaTgos desen- Mi padre luchó a muerte para que nos reconocieran la razón.
gañes, fue la vida de este humilde labriego un batallwr Lo persiguieiVn, estuvo a punto de ser muerto a balazos lo
constante por la reivindicaciÓ11. de su pueblo. Siempre tuvo prendieron. Hasta que al fin conquistó el triunfo. El gobier-
fe en el triunfo. -El triunfo de la causa que defendió, fue no tuvo que oírle. Se reformaron los linderos y hoy estamos
protegidos por la ley.
el triunfo de la justicia. Murió satisfecho de su obra y de
haber cumplido c011. su deber. Siempre estuvo al lado de los Conmovido por el relato del hijo de Castillo, y deseose
buenos. Sus grandes ca-racteristicas fue la lealtad 11 la dis- de dejar bien sentado su afán de borrar todas las viejas
ciplin.a-. La hereda a su pueblo como ejemplo. Venció 11 rencillas, Pedro le tiende los brazos.
-Aunque soy de Taxhié, me d!i gusto estrechar la mano
• Ver nota Pág. 94. de un hijo de Manuel Castillo. Sé que en mi pueblo le hacen

102 103
acusaciones graves; pero él luchó por los derechos de su pue- ta", sobre la cual se erguía una cruz de madera. Ahora ad-
blo, ¡y eso me basta para que yo le admire! Deseo de todo quiere, ante sus ojos, un relieve particular.
mi corazón, que seamos amigos y vivamos en paz. Yo sé muy Se acerca hacia el viejo bloque rectangular, de dos me-
bien que no puede haber amistad y paz si no es en la igual- tros de altura que corta la línea divisoria, se descubre reve-
dad de derechos, y en el respeto mutuo. En mí, encontrarán renciosamente ante la cruz a que los indios amarraron ---eomo
siempre a un verdadero amigo. Y para decirles esto, Y ofre- símbolo de sus viejas creencias-- una atadura de varas de
cerles mi amistad sincera he venido a Naxthey. Siempre sauz --esto es del árbol que crece junto al agua- y observa
pensé que ustedes deberían tener fuertes motivos para luchar. la lápida que rememora el pacto establecido entre las dos
aldeas rivales.*
Acabo de comprobarlo. Ahora sé que ustedes lucharon por
la tierra y por el derecho de ser reconocidos como hombres, "En el pueblo de Naxthey --dice la leyenda en su inge-
iguales a los demás. Hoy que ya está todo arreglado, debe- nua redación-. En mes de diciembre de 1931. Fué cuando
mos olvidar lo que pasó. ¡Unámonos para mejorar nuestra quedó reformado el deslinde de Naxthey y Taxhié Por el ...
vida! ¡Para que tengamos agua! ¡Para obligar a los resgato- Repre Centante que fué el señor Manuel Castillo Crecencio
nes a que nos paguen me]or el producto de nuestro trabajo! R?dríguez, como Presidente comité anastasia R;mero. Que
v~va el triunfo".
La gente se anima con las palabras del de Taxhié y se
establece entre todos una verdadera fraternidad. Entonces Al dejar los límites del pueblo que se esconde como aver-
don Crecencio Rodríguez, a quien satisface recordar el pa- gonzado, o presa del temor, en los sarapes verde-oscuros del
Mezquital; lleva en el pensamiento la imagen remota de
sado, exclama: aquel hombre, cuya vida, "llena de am.argos desengaños",
-¡Ese sí que era hombre! Recuerdo muy bien cuando vi-
fue un "batallar constante por la reivindicación de su pueblo".
nieron las tropas de Ixmiquilpan y le pidieron los títulos de
De hoy en adelante no se sentirá solo. Junto a él, insu-
propiedad. El difu~to Manuel Castillo los llevó hasta su flánd~le fuerza, estará a su lado aquel "humilde labriego"
casa. Les dijo que esperaran un poco. Al ratito apareció con que sm haber tenido más escuela que la de la vida ni más
un cuchillazo en la mano, y sin importarle nada los fusiles universidad que la de la cárcel, supo luchar hasta ~rir por
que los otros traían les dijo: "¡Estos son mis títulos!" Y ellos "el triunfo de la justicia". ' '
tuvieron que irse sin hacerle nada. . Emp~eza a oscurecer. De Taxhié y Naxthey ya no se di-
Los ancianos recuerdan anécdotas de Manuel Castillo: VlS~n. m~~ que los puntos blancos de sus iglesias. Dos puntos
cuando se enfrentó solo a un grupo que le atacó a pedrada cas1 lnV1S1bles, que se pierden en las manchas verdinegras
limpia ... cuando le vinieron a ver unos "políticos grandes" del árido Mezquital.
de Pachuca ... cuando se firmó el convenio de paz entre Nax-
they y Taxhié ...
Finalmente se desvía la conversación hacia la obra que
deben- iniciar en conjunto. Y entre promesas de que al fin se
establecerá una amistad firme entre los dos pueblos, se des-
pide de sus nuevos amigos.
Al llegar a la linea divisoria, justo en el lugar donde se
eleva el "monumento", el muchacho descansa y piensa. Cuan-
do niño, pasó algunas veces por ahí; pero entonces no sabía
comprender su significado. Para él, en esa época, el "monu-
mento" no era más que una piedra "muy grande y muY, al- • Ver nota Pág. 94.

105
104
Al fin Y al cabo, tienen razón para estar contentos. El
pozo se está abriendo en la frontera de las dos poblaciones en
un dec~ive del t~rreno donde, según la opinión de la may~ría,
no se~a necesano perforar tanto como en un lugar alto. Sus
neceSldades fueron tenidas en cuenta. Ya no son los "in-
trusos" ni "arrimados" de otras épocas.
Los de Taxhíé, emulados por la buena competencia de
sus vecinos Y animados por la pasión creadora que todo tra-
bajo constructivo despierta, se entregan también con ímpetu
a la emocionante obra.
XXI En los primeros días se miraban los unos a los otros con
cierto recelo. Pero hermanados por el trabajo, olvidaron pron-
Al fin, comienza a realizarse uno de los más caros anhelos to las rencillas antiguas y se convencieron por sí mismos,
de Pedro. El sabe muy bien que el pozo no basta para solu- de que entre los de Tax:hié y los de Naxthey no existe nin-
1 1 cionar los problemas del pueblo, ni siquiera los principales; guna diferencia. Hablan el mismo idioma, tienen el mismo
considera, sin embargo, que puede ser un eslabón en la ca- color de la piel, viven en chozas iguales, y tanto se mueren
dena de la lucha por el progreso de Taxhié, de Naxthey y, de hambre los unos como los otros.
posiblemente, de todos los pueblos vecinos. La misma necesidad de trabajo los ha integrado a todos
-Hoy -reflexiona- abrimos el pozo. La gente adquie- en ~ equi~ perfecto, en el cual cada quien ocupa un pues-

]n
re hábitos y necesidades nuevas; se acostumbra a luchar por
sus intereses y por la transformación de sus condiciones de
vida. Mañana, organizaremos la cooperativa y quién quita
que algún día podamos plantar olivos, vides, nopales de
t~, mdependientemente de su origen, tan sólo por su capa-
Cidad y fuerza.
~ más ágiles trabajan en la excavación, que tiene ya
JI varios metros de profundidad. Desde el fondo del enonne
buena calidad y lleguemos incluso a cambiar radicalmente ~oyo, llenan con tierra los botes de hojalata que los de arriba
11 ' la forma de vida del pueblo. ¿No dicen que el agua de la Jalan con una cuerda caminando a lo largo del campo hasta
presa de "Golondrinas" va a llegar hasta Naxthey? ¡Puede
~
que el bote llega a la superficie. Los más hábiles construyen
ser que llegue también hasta aquí! Por lo pronto, es necesa- el malacate de madera que ha de servir para sacar agua del
.i rio comenzar por algo. Y asociando involuntariamente el pozo. El profesor dirige los trabajos.
pozo a la imagen de Maria, se dice a sí mismo:
1

Por c_ada día que transcurre el hoyo crece un metro, y a .


-Ya no tendrá que caminar hasta la cañada, con ese mal- veces _mas, por~ue con el entusiasmo trabajan doble y son·
dito cántaro a la espalda ... Ya vemte los días que llevan invertidos en la ardua tarea
n Tanto como asistir a la realización de uno de sus más aca- de horadar la tierra. Sin embargo, el agua no aparece.
' (¡ riciados proyectos, le emociona ver el entusiasmo con que la Poco a ~· Y en razón inversa a la profundidad de la ·
gente entrega ~u esfuerzo a la causa común. excavación, ei entusiasmo comienza a decaer.
Los de Naxthey, contentos por el hecho de que los hayan
. -¿Habrá agua en ese lugar? -preguntan algunos-. 6·No
tomado en cuenta y de que, al fin, les consideren como her-
Irá a resultar inútil tanto trabajo?
manos, trabajan con verdadero ímpetu. Con su entusiasmo,
El curandero, con siniestra tenacidad, se encarga de fo-
parece que están diciendo: "Ya ven ustedes, no somos los se-
mentar la duda. Va de choza en choza, busca a la gente, se
res malditos que dicen. También sabemos trabajar. Somos
hace el encontradizo y, como quien no quiere la cosa trae a
hombres como los demás y queremos vivir en paz, como toda
colación el tema del pozo: '
la gente".
107
106
.~~--~~--~----------------------------------------~-~-----

-¿Qué les he dicho yo? Cuando Dios no quiere dar agua, Al día siguiente, cuando se presenta en el pozo para di-
no hay pozo que la dé. Su voluntad está p~r enc~a de todo. rigir el trabajo, ve con sorpresa que María le espera:
-¡Ya llevamos mes y medio de trabaJO Y ru esperanza -¡Vengo a ayudarte! -le dice con una firmeza que con-
de agua! -confirma uno. trasta con su humildad de siempre.
-¿Para qué son tontos? ¡No trabajen! . . Pedro intenta disuadirla. Mas sus argumentos resultan
-Pero esos metiches de Naxthey trabaJan como bestias. inútiles. Ella sabe muy bien que su ejemplo puede ser deci-
S o'lo por lambiscones. ¡Y ni modo de quedarnos a t ras.
. ' sivo. Por eso está allí, y continuará cuanto tiempo sea ne-
rü" . 1 Ah'
-¡Convénzanlos de que es inútil tanto sac lClO. 1 no cesario, hasta que el agua aparezca. Y con la abnegación
hay agua. ¡Pueden jurarlo! heroica que la mujer otomí ha forjado a lo largo de años y
y para terminar su "casual" charla, lanza el augurio años de trabajo, muchas veces vano, agarra con decisión el
que llena a todos de pánico: tronco horizontal del malacate, y con la ayuda de Pedro lo
-¡Ojalá que no aparezca! Porque si apareciera, entonces hace girar lentamente, hasta sacar el bote lleno de tierra
sería mucho peor. a la superficie.
La gente sigue trabajando, pero el entusiasmo de los pri- Repiten -la operación una y otra vez hasta que se di-
meros días ha desaparecido casi por completo. Algunos ya no funde por el pueblo la noticia de que María está trabajando
dan su prestación de trabajo; otros siguen trabajando, pero en el pozo.
de mala gana, fríamente. Entonces las mujeres de Taxhié y de Naxthey impulsa-
El pozo tiene ochenta metros de profundidad, es casi una das por el ejemplo de su compañera, deciden secundarla.

¡1~ ·¡
mina y la tierra que sacan ahora con la ayuda del malacate,
forma ya una alta pirámide. No obstante, el agua sigue
Y entre todas, turnándose cuando están cansadas, hacen gi-
rar el malacate, vacían los botes de tierra, transmiten su en-
ausente. Ausente como en todo el Mezquital ¡como siempre! tusiasmo a los hombres que quedan.
JJ 1: Sobre el terreno estéril de la desconfianza, comienza a Al día siguiente por la mañana, ni un solo hombre falta
•' ,,, 1 al trabajo, y la obl'a recomienza con el vigor de los primeros
~~ 111 :
,1
'
germinar y a crecer lo único que se da en la tierra árida:
días.
la falta de fe, el desaliento, la desesperación.
-¡Todo es inútil! -murmuran repitiendo las palabras del Una semana más tarde, como si el entusiasmo y la fe
resucitados por María y sus compañeros hubiesen producido
:: 1 curandero-. ¡Ahí no hay agua!
un milagro, la tierra comienza a salir húmeda. ¡Al fin! Dos
',,,1 1: '
y el eco de la negacién se repite por todas partes, hasta
días después, aparece el agua a noventa metros de pro-
el infinito: fundidad.
1 i, -¡No hay agua! ¡No hay agua! ¡No hay agua! . . La nueva circula de boca en boca y la gente, emociona-
• ! p~. . El curandero que no cesa de tejer la trama de su mtnga,
i ,\ da, trabaja ahora con verdadero heroísmo, para dejar el
Ji
sonríe; los ayud~ntes de don Eulogio, tentáculos que él tiene pozo completá'JDente listo. Pronto, sin embargo, se dan cuen-
1' en Taxhié, comienzan a cantar victoria; la gente se des- ta de que no hay motivo para alegrarse demasiado. El pozo
,., ,11 alienta. contiene muy poca agua y apenas alcanzará para las más

r
Sólo María no pierde la esperanza. apremiantes necesidades. Ante el terrible y decepcionante
' 1
-¡Ten fe! ¡El agua tiene que aparecer! hecho, los representantes de los dos pueblos, puestos de
-¡Nadie quiere trabajar! Si no fuera por los de Naxthey, acuerdo, toman la decisión de racionarla .
. :,¡ ya estaría todo tirado. De Taxhié, sólo quedan. Hilario Y el -Cada familia -resuelven todos- sólo tendrá derecho
juez. a sacar un cántaro de agua por día. ¡Quien no respete esta
-Dios no te ha de abandonar. ¡Ten fe! orden, comete un delito contra la comunidad!

108 109
Es cierto que todos los años se nos seca el jagüey y las
milpas se marchitan, pero nunca como ahora.
-¡Es la mera verdad! --contesta uno de los indígenas,
medio adormilado por el sueño y por el pulque-. ¡Cómo
este año no hemos tenido ninguno!
-Pues esto se debe -puntualiza el curandero-- a que
tenemos en el pueblo a un enemigo de Dios y de los espí-
ritus, que desprecia a nuestros antepasados, y se burla de
1: lo nuestro. ¿Quién sabe lo que le habrán enseñado en ese
'111;
Internado?
Lupe, siempre obsequioso, ofreció otra jícara de pulque,
XXII. que pasa de boca en boca.
-Eso es lo que nos ha dicho don Eulogio. Que ei1 el In-
El curandero, los emisarios del resgateador, y otros indíge- ternado les enseñan a los muchachos a maldecir a Dios, y
nas del pueblo discuten en la choza de Lupe los problemas a mofarse de todo lo que nos viene de la antigüedad. Quie-
suscitados por 'la apertura del pozo. Están reunidos alrede- ren acabar con los ricos y los resgateadores. Si eso ocurriera
dor de una fogata que pone destellos de misterio y de terror ¿quién nos daría trabajo?
en sus rostros cargados de malos designios. El primero se -¡Sí --completa Chava- ese "vendido" lo que quiere
lleva una jícara de pulque a la boca. Bebe un trago y, des- es mangonear solo, ponernos a todos a sus órdenes y acos-
pués de limpiar los labios con el brazo, comenta: tarse con las mujeres que le cuadren!
-·Llegar a un trato con nuestros contrarios de Naxthey -Pues -sentencia otro-. ¡No hay que dejarlo!
y pe~tir que ellos pisen nuestra tierra! ¡La tierra que su Afuera, un perro ladra. La mujer de Lupe sale a ver lo
gente ha manchado con nuestra propia s~gr~! ¡Esta' es una que pasa. Mira alrededor, desconfiada; se queda un momen-
afrenta que el alma de nuestros· abuelos Jamas podran per- to acechando, después mira hacia adentro, por los intersti-
donarnos! cios de las pencas de maguey que forman las paredes de la
-·Es verdad -refuerza Lupe con fingida convicción. cabaña.
Lo~ otros aprueban con un movimiento afirmativo de ca- El curandero habla despacio, con una voz casi apagada.
beza y el curandero prosigue: Los demás, estrechan el círculo alrededor de él y escuchan
-¡Es seguro que esto nos va a traer muchos males! Más atentamente. Desde afuera, no se percibe más que el movi-
que los que ya sufrimos ahora. . miento de sus labios y su mirada fija.
Mueve el fuego con una varita y con la muada puesta en En la obscuridad de la noche, la luz tenue que se filtra
los jeroglíficos que las llamas dibujan en la pen~m~~a de por las rendijtls de la choza es como un murmullo en el silen-
la choza, como si intentara penetrar en su oculto s1gruf1Cado, cio cargado de amenazas del Mezquital.
augura:
-Los espíritus que rondan el pueblo por las noches,_ no
consentirán que sigan burlándose de ellos. ¡Algo terrible
nos espera! · .
Calla aguarda que el silencio lleno de solemrudad se a~
dere de Ías mentes aterrorizadas y, escudriñando con su VIS-
ta aguda el pensamiento del auditorio, pregunta:
-¿Ustedes creen que lo que está pasando debe ser así?
111
110
~obre este terreno, abonado por la desesperación, no hay
senulla mala que no fructifique. Y tanto el curandero como
los emisarios de don Eulogio tienen hartas semillas de ese
tipo.
-¿Para qué queremos el dichoso pozo -murmuran- si
no podemos sacarle más agua?
-Si no tuviéramos que repartirla con los de Naxthey
nos alcanzaría -repiten por todas partes. '
Movidos por la oleada cada vez más procelosa de los ru·
mores, Y presionados por la apremiante necesidad del agua
XXIII a~gunas mu?eres se atreven a romper el compromiso estable~
c1do en la JUnta de ancianos.
En los primeros días, y a pesar de las restricciones im-
Prim~ro van a hurtad.illas en la noche y sacan agua sin
puestas por la escasez del agua, el pueblo se muestra alegre. que nadie las_ vea; despues, pierden el temor y se presentan
Sobre todo las mujeres, que eran las víctimas de la diaria ya e~ pleno-día. Por supuesto, las que llegan más tarde ya
caminata por los cerros y barrancas en busca de agua, apre- no tienen agua.
cian lo que significa tener un pozo casi la orilla del pueblo.
Indignadas por la actitud poco respetuosa de los habitan-
Para ellas, es una "bendición de Dios". tes de Taxhié, las de N axthey se animan también a romper
Pero la verdad' es que un cántaro de agua no alcanza
el pacto. Se juntan en grupos y tan sólo de una familia lle-
para las necesidades de la casa: cocer los quelites, hervir el
van dos y tres personas para traer agua. "Al fin -piensan-
ruxtamal, lavar el sa.nthé y dar de beber a los pocos anima-
les que no se murieron aún. ¡Y ni hablar de lavar la ropa! el pozo es taÍJ.to de ellos como de nosotros".
ese es un "lujo" que las circunstancias del Mezquital sólo Cierto día, uno de los esbirros de don Eulogio ve a un
raras veces permiten. grupo de mujeres de Naxthey, acompañadas de sus hijos, sa-
El pozo, construido con tanto sacrificio y esperado con tan- cando agua clandestinamente. Satisfecho con el descubrimien-
:, ta ilusión, no ha solucionado el problema vital del pueblo. to, corre al pueblo y azuza a la gente.
Es cierto que las mujeres no necesitan ya emprender su -¡Las de Naxthey, están sacando toda el agua del pozo'
1:l
'l !
'A
'1
í
t
eterna marcha, sobre las piedras filosas y los cardones pun-
zantes del camino a fin de traer, entre ellas y sus hijos, la
cantidad de agua estrictamente necesaria para los gastos del
¡No nos dejenws!
Lleno de gozo, va de choza en choza repitiendo la acu-
sación:
·

1 1.:¡ l':¡ hogar. El tiempo que antes perdían en la peregrinación al -¡Los de Naxthey nos están robando!
!'.:, .~.·,;, viejo pozo, lo emplean ahora en producir mayor cantidad de . Alborotadas, algunas mujeres de Taxhié se ponen inme-
1' ~ ; ayates y por cada ayate que sale de su telar entra un cuar-
' i
diatamente entmarcha hacia el pozo, para impedir el "robo"
tillo más de maíz en la ración de la familia. María, por ejem-
1
i.i
'li 'l plo, consagra el tiempo que ahorra en tejer el ayate fino, de
y la "afrenta".
Ellas saben que ninguna respeta el pacto; que todas sacan
dos hilos, que Pedro lucirá, el día de la boda, en el altar de la
a~a ilegalmente dejando a las que llegan en último lugar
Parroquia. sm una gota. Pero, les parece abominable que los de Nax-
La sed continúa atormentando a todo el pueblo de Taxhié.
they -los "arrimados", los "que no tienen papeles"- se
y junto con el clamor de la tierra descarnada, que se calcina
atrevan a cometer semejante desacato.
bajo un sol sin nubes, se escucha el clamor de los borregos
Y ese sentimiento de superioridad, inculcado durante to-
que balan ya sin fuerza.
113
112
La 1\ube estcTil.-8
da la vida por sus familiares y por las leyendas que corren
de boca en boca, las encoragina.
-¡Ladronas! -gritan cuando llegan al pozo--. ¿Por qué
sacan el agua que no les pertenece? . .
Sorprendidas en flagrante delito, las de Naxthey se mm-
tan a responder:
-¡Ustedes también la roban! . . .
Las de Taxhié que forman la m.ayona, les qwtan los can-
taros a jalones y 'entre carcajadas los vacían en el pozo. .
-Hoy, por castigo, no las dejamos llevar agua. Pero s1
repiten, les romperemos todos los cántaros. .
Vencidas por el número de "sus contrarias", Y humilla- XXIV
das por su risa burlona y triunfante, las de Naxthey to~an
el camino de sus casas. En el instante en que cruzan los li_n- Los vecinos de Naxthey, advertidos de lo que pasa, se
deros del pueblo, se escucha un grito angustioso. Una m~~~ dirigen al pozo para recoger a las heridas, y vengar el aten-
lleva las manos a la sien, de la cual brota un chorro de s tado. Cuando las mujeres de Taxhié van a sacar agua, ellos
gre y cae al suelo pesadamente. responden a la anterior agresión, atacándolas también a pa-
los.
Las compañeras, sorprendidas por lo que acaba de su~:­
der corren hacia ella para ayudarla; en el acto, unos emb . • Sacudidos por los acontecimientos que nadie se explica,
cad~ que se ocultan tras los matorrales, desa~a~ una llu:~~ los dos pueblos reavivan el odio y se preparan para una
lucha a muerte.
de piedras que cae sobre ellas y siembra el pan1co. Se m
tiplican los gritos y los ayes, y en tanto que a~gunas quedan El curandero, en actitud de falso dolor, pero satisfecho
en el suelo, heridas, los atacantes huyen hacia el monte. con el éxito del plan concebido en la choza de Lupe, dice
a quien encuentra:
-No me hicieron caso. Ahí tienen los resultados. ¡Sigan
escuchando a ese ve-ndido y verán como acabaremos!
La gente de don Eulogio, a su vez, fomenta la aversión y
el odio contra el pueblo enemigo.
-¡Hay que acabar con esa gentuza!
Los hombres se arman con palos, con cuchillos de cortar
Pencas Y algunos con escopetas. Las mujeres tejen hondas.
Los chamacos juntan guijarros. En Naxthey ocurre lo mismo.
Ante la inminencia de una catástrofe, Pedro busca a las
a~toridades: 'J1 juez, al representante y a los principales an-
Ct.anos:
-¡Debemos impedir que las cosas empeoren!
Nadie le hace caso. Una multitud colérica, deseosa de
venganza, convencida de que la razón está de su parte, sale
rumbo a Naxthey, dispuesta a acabar con sus rivales. Ente-
rados éstos del acercamiento de sus contrarios, corren a en-
contrarles convencidos también de que les asiste la razón.

114
115
~~·
sangrentado, en los linderos del pueblo se encienden fogatas
.. 1•
y los dos pueblos hermanos, movidos desde la sombra p~r enormes, como de chozas quemadas.
.. hilos invisibles -los hilos de la esclavitud Y de la tradi- Heridos en su orgullo de pueblo que no acepta la condi-
ción que Eulogio por un lado, y el curandero por el otro, .e~­
~" ción de intruso, y que además se siente cobardemente agre-
:¡. tiran y aflojan- se entregan ciegamente a una lucha esteril, dido en sus mujeres y sus hombres, los de Naxthey deciden
contraria a la razón y a sus intereses. completar la venganza atacando a mansalva, protegidos por
Los dos bandos se atrincheran tras los matorrales Y me~­ las sombras de la noche, a sus seculares "enemigos".
quites, midiendo sus fuerzas y cuando alguno in~enta sal~r En un golpe de audacia, caen al mismo tiempo sobre va-
de su escondite, para ganarle posiciones al adver~no, es acn- rias chozas y pegando fuego a las pencas secas de maguey
billado implacablemente por las piedras enemigas. que forman su armadura, las convierten rápidamente en lú-
Al anochecer, retroceden de ambas partes, llevando a sus gubres fogatas.
heridos, en parihuelas. Y tanto en un pueblo co~o e~ el otro Prevenidos, los atalayas de Taxhié echan inmediatamen-
los ancianos se reúnen en el cementerio, para discutir lo que te las campanas de la iglesia a vuelo, con repiques rápidos y
deben hacer. alarmantes, que despiertan a todo el pueblo.
El antiguo alumno del Internado intenta una vez más En espe'ra de este ataque --que la historia de los dos pue-
apaciguar los ánimos: blos daba motivo a prever- los hombres de Taxhié se con-
-Debemos buscar a los representantes de Naxthey Y centran rápidamente en el cementerio y, armados ahora con-
aclarar todo, como amigos . . . . escopetas, embisten furiosamente contra sus enemigos. Pa-
El curandero con los ojos chispeantes, deseo~ de movi- sando de la defensiva a la ofensiva, se adentran en los lí-
lizar contra su ;ival todos los odios, ataca furiosamente: mites de Naxthey, quemando las chozas que encuentran a
. .¡·¡i -¡"Amigos"! es necesario ser ciego o estar loco, para lla- su paso.
,j¡ mar "amigos" a eros malditos que tanto daño nos han hecho. 1
1
1

•¡ Convencido de que los dos pueblos están en peligro de


r 1:.;
-Sería necesario saber quién comenzó - contraataca exterminarse, Pedro sale a hurtadillas, por el lado ?PUesto,
illi Pedro con una estocada peligrosa. hacia la cabecera del Municipio. Ya lejos, al ver las· hogue-
-¡Si, es necesario ver quién comenzó esto! Y necesitamos ras que se elevan en el oscuro matorral, como ritos incoheren-
1!¡ recordar, también, quién tuvo la idea de tratar con los de
.t¡ tes y bárbaros, de odio y de bestialidad, se pregunta a sí
,1 ·¡ "L Naxthey ... mismo si el Mezquital es digno de su sacrüicio.
Luego, masticando bien las sílabas:
:''!' -El que llamó a los de Naxthey, que fue a su pueblo,
Olvida momentáneamente que el pueblo -bronco, pero
!ill bueno-- es el juego de fuerzas que se extienden aun más allá
1 ji,. : que los trajo a nuestra tierra ¡ese es el responsable de todo! de don Eulogio y del curandero y, en un instante de desfalle-
. •· 1) Pedro comprende perfectamente el peligro en que se en- cimiento, llega casi a execrar a su propia raza:
1: ¡,
,, • ~ ' 1 cuentra y procura atenuar el ataque de sus enemigos, po- -Para matar la sed eterna que les agobia, son capaces
': '.1
¡¡.! niéndose a la defensiva: de beber la sangre de sus propios hermanos.
.¡.
l

1 1 :!
-Es necesario impedir que corra más sangre. Pronto se arrepiente de haber juzgado un conjunto de
},li.l,;
f ,¡
El representante, previendo una celada de los "contra-
rios", propone que un grupo se quede vigilando sobre la to-
fenómenos que parten de causas más hondas y complejas
11
en fonna tantsuperficial. Comprende que en Taxhié y Nax-
r ji1"' ¡.
,1
rre de la iglesia, desde la cual se domina todo, hasta el ce- they se sintetizan y condensan todos los venenos que desde
menterio de Naxthey, donde crepitan también unas luces tem- hace mucho tiempo intoxican el Mezquital y advierte que
¡ ~1 .jr
t !
blorosas. esta lucha es un escape falso de la miseria, del sufrimiento y
• ! o:; Efectivamente, en el pico de la noche, cuando todos re- de la injusticia, que los atenaza .
[!<... .,
posan de las fatigas y emociones de ese dia turbulento Y en-
~
if·
t
: 116
117

~ 1 1

~'.'li
Acongojado por cuanto le rodea, mira a las estrellas, que
allá en lo alto resumen los dramas cósmicos en minúsculas
gotas de luz. Quiere pensar que la tierra, vista desde muy
arriba, es también un punto luminoso, más pálido aún que
los soles distantes, en cuyo resplandor ningún habitante si-
deral logrará advertir las terribles tragedias que angustian
'1 al hombre. Se entristece al pensar que la humanidad, en su
grandeza y en su insignificancia, en su generosidad y en
su egoísmo se reduce, en la inmensidad del universo, a un
parpadeo casi invisible. Y para tranquilizar el espíritu, per-
turbado por tanta cosa confusa, deja volar la fantasía hacia XXV
un dios remoto cuya faz no puede vislumbrar.
Los mezquites que le circundan por todas partes, le ex- Juguete de fuerzas contradictorias que ya lo empujan hacia
tienden sus brazos cubiertos de espinas y le arrojan miles de adelante, ya le contienen el impulso y le aconsejan retroce-
agujas terriblemente finas y terriblemente heladas, que le der, Pedro entra como sonámbulo a la Presidencia Municipal.
atraviesan los poros y las células nerviosas. -Siento mucho -dice a la autoridad- tener que de-
Presa de extrañas sensaciones, Pedro ya no le teme a la nunciar a mis hermanos de raza; pero si no lo hago, se
sombra negra de los mezquites, que siempre le parecieron em- aniquilan. ¡V.aya inmediatamente, por favor, e impidan la
boscadas infernales, ni se asusta ya con las esferas irregula- matanza!
res de las biznagas, que le evocan cabezas de gigantes deca- Los de la Presidencia, al ver su rostro cansado y su ex-
presión llena de angustia, le piden que se explique.
pitados.
Ahora sólo teme que las agujas de los mezquites se le A grandes rasgos relata Pedro lo que pasó:
quiebren dentro del cuerpo y nadie pueda sacarlas jamás. -¡Si ustedes no van --concluye- se matarán todos!
Intenta huir de esos brazos pavorosos, horrendos, que se El presidente forma aprisa un destacamento de hombres
entretienen clavándole sus espinas en el cuerpo desnudo Y armados, consigue algunos caballos y los hace salir sin de-
frío. Y corre, corre despavorido por todas partes, hacia to- mora hacia el lugar de la contienda bajo las órdenes de un
das las direcciones, en busca de un claro en el matorral, don- ''comandante".
de no haya árboles ni sombras ni gigantes enterrados hasta El juez de Taxhié, advertido de su llegada por los centi-
el cuello ni emboscadas de ninguna especie. nelas que desde las torres de la iglesia dominan el paisaje,
De todos lados, se levantan ante él cortándole el paso, se encamina con los principales del pueblo al encuentro de
e intentando aprisionarle, los brazos llenos de púas de los los soldados.
mezquites, de los huisaches, de los garambullos, de las cho- -¡Llamen a todas las personas importantes! -<>rdena
llas, de los cardones, de los nopales y hasta de los magueyes. secamente el militar-. Quiero que nos reunamos en el lin-
El Mezquital entero se convierte entonces para él en una dero de los dos pueblos.
espina inmensa, gigantesca y múltiple, que lo atraviesa por Al mismo tiempo manda a dos de sus hombres a Naxthey.
todos los poros, le comprime las sienes, le pincha sin piedad. Cuando están reunidos los representantes, jueces y an-
Y cuando por la mañana despierta junto a una biznaga cianos de las poblaciones, el comandante inicia el interro-•
erizada de espinas y llevá las manos a la frente, para lim- gatorio.
piarse el sudor o las gotas de rocío, las ve llenas de sangre ... -¿Cuántos muertos hay? -pregunta a quemarropa.
-¿No oyen lo que les digo? ¿Cuántos murieron en este

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relajo? -Pero al igual que la vez anterior, nadie contesta su autoridad, que ha subido y bajado como en una marea al
a su pregunta. ~aivén de las victorias y de las derrotas sufridas por 'las
Comprendiendo, entonces, que no será capaz de arran~ Ideas Y las fuerzas contradictorias encarnadas en él en don
caries ni una sola palabra, el "comandante" conduce el Eulogio Y en Pedro, ofrece también su explicació;.
interrogatorio por otros rumbos: -El culpable de esto no es el sol, ni el viento; el cul-
-¿Por qué se traen este pleito? ¿Quiénes son los cul- pable es de carne y hueso.
1'' pables? . El comandante se anima con esta confesión y trata de
Un anciano canoso y encorvado de Naxthey, se quita el I~terrogar, pero el curandero prosigue lentamente, con los
sombrero y con sus ojitos pequeños casi cerrados, da una OJOS penetrantes clavados en los de Pedro:

explicación muy personal de los hechos: -Yo que conozco mi pueblo, que nunca he salido de
-Los culpables son muchos ¡pero nadie los puede agarrar! aquí, que siempre he estado con los míos, dije muchas veces
-¿Dónde están esos bandidos? -pregunta furiosamen- que ~o deberíamos abrir ese maldito pozo. Les previne que
te-. ¿Por qué no los podemos agarrar? ¡Me canso! traena muchos males. Ahí los tienen. ¡El culpable de todo
El viejito, con una sonrisa apagada y un aire de sabiduría es quien nos obligó a abrirlo!
que el "comandante" difícilmente podrá interpretar, de- Otro anciano, también de Taxhié, se adelanta con el som~
nuncia: brero en la mano hacia el jefe de los soldados y subraya:
-Uno de los culpables es el sol que todo lo quema; el -Eso es cierto, nosotros, llevados por la ambición, abri-
otro, es el tepetate, que nunca se deja barbechar y el peor mos un ~ozo, para evitar el trabajo de ir lejos, por el agua.
de todos es el cerro que no deja pasar las nubes ... Y ¿a que nos llevó esa ambición? ¿a qué? ¡A matarnos es-
Volteándose lentamente, señala con la mano callosa y túpidamente! Ahorramos algunas gotas de sudor· pero per-
trémula la sierra de Juárez, sobre cuyas crestas están dete- dimos ríos de sangre. Eso fue lo que ganamos. Y esto es lo
que pasa a los que no aguantan las dificultades a los que
nidas varias nubes.
El comandante mira a sus hombres, les guiña el ojo co- tienen miedo al hambre y a la sed. Nuestros ab~elos supie-
mo diciendo que el viejo está loco e interroga a los otros: ron resistir a todos los tormentos, pasaron hambre y nece-
-¿Cuándo comenzó el pleito? sidades, anduvieron desnudos y descalzos. Pero nadie pudo
La gente calla y el anciano, viendo que nadie quiere sacarlos de aquí, ni nada ha podido acabar con nuestra raza
romper el silencio, se atreve de nuevo a explicar: porque podemos sobrellevar los sufrimientos.
-Este pleito no viene de ahora. Cuando yo era mocoso, . Mira al pozo con desprecio y fijándose en sus propios
había más muertes y decía mi padre que en los tiempos an- pies, descalzos, negros, agrietados y callosos, continúa:
tiguos se mataban los unos a los otros, como en las guerras. -Lo mejor es vivir como antes, como siempre vivieron
Volviendo la mirada hacia los de Taxhié: nuestros abuelos. Es preferible que la lengua se nos queme
-Quizás ustedes no sepan por qué se mataban nuestros e~ la boca a que nos matemos como fieras. Por eso les digo.
abuelos. Yo que soy viejo les puedo decir la verdad. Todos 81 queremos acabar con el pleito ¡tapemos el pozo! ¡Muerta
querían el único pedazo de tierra húmeda que está ahí al la culebra se acaba la ponzoña! ¡Y que los de Naxthey se
pie del cerro, donde se da algún maicito. Entonces se ma- metan en sus~tierras y nosotros en las nuestras! Si hay muer-
taban por hambre; ahora, nos estamos matando por sed. tos ¡a enterrarlos, y si hay heridos, a curarlos! ¿Qué más se
¡Pueden creerlo!, ¡los culpables son el sol y las nubes! ¡Sí, puede hacer?
ellos son los culpables! Agobiado por la angustia, y ante el temor de que su
El curandero, furioso con la intervención del viejo de obra desaparezca por completo, Pedro grita:
Naxthey y deseando aprovechar el momento para reforzar -¡Eso es mentira! Nadie se mata por tener agua. Al con-

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fieren varias amenazas inútiles y se alejan triunfantes ...
trario, nos hemos matado porque el agua no nos alcanza. ¡El
Ya ellos van lejos y los de Naxthey están llegando a los
asesino es la sed! Con tapar el pozo no remediamos nada.
Al contrario, lo que debemos hacer es abrir otro, y otros. linderos de su pueblo, cuando a Chava se le ocurre gritar:
-El culpable es el profesorcito. De una vez: ¡Acabemos
Nuestra desgracia ... con él!
Un clamor casi general ahoga su voz. La gente ya no
Atraídos por la seducción irresistible de la nueva con-
quiere escuchar sus palabras.
signa olvidan el pozo y salen en busca de Pedro. Los domina
-¡Que se tape el pozo! ¡Que se tape!
Y alguien deja escapar esta palabra, impregnada de ve- la embriaguez de la cólera y el deseo de hacer algo, mejor
dicho, de destruir algo; algo, no importa qué. Les mueve
neno: el impulso de cebar en alguien la desesperación acumulada
-¡Esa agua es maldita!
por su pueblo en el transcurso de los siglos.
-¡Sí! -repiten en coro-- ¡es agua maldita!
En el acto, y sin que los soldados atónitos puedan impe- Prenden fuego a la escuela, cuyo techo de palma arde
dirlo, la gente se entrega a la furiosa y negativa tarea de en un instante; destrozan las puertas, derriban las paredes,
Y van en tropel, hacia la cabaña del antiguo alumno del
romper el malacate y de echar piedras al pozo.
Aquella frase, que electrizó a todos, se incrusta en las Internado, dispuestos a lincharlo.
mentes, mueve los brazos, acciona los órganos de aquella Pero él, _aconsejado por María, y caminando apresurada-
multitud delirante, y parece repetirse, como un eco, en todos mente al lado de ella, orienta sus pasos hacia la falda del
cerro.
los ámbitos del pueblo: Ganas de llorar -de rabia y de tristeza, por el fracaso
-¡Es agua maldita! ¡Es agua maldita! ¡Es agua maldita!
de su obra- no le faltan. Pero María le dice con un acento
Rápidamente, van por hachas y cortan todo lo que pue-
den cortar: mezquites, garambullos, huisaches, y los arrojan de fatalidad:
-Seguiré tejiendo el ayate y, si es necesario, te esperaré
furiosamente al pozo: toda la vida.
-¡Qué se acabe la ponzoña! Con el sobrio ayate caído sobre los hombros, y la cabeza
Viejos, jóvenes y muchachos, arrebatados por el delirio
levemente inclinada, María surge ante los ojos de Pedro,
colectivo, recogen cuanta piedra encuentran y la echan al como la imagen viva de una estampa religiosa. La mira
pozo. Y hasta algunas mujeres, encandiladas por la aluci- enternecido y, sin atreverse a más, le besa el rostro, con
nación pasajera, cometen el mismo desatino. ¡Hasta ellas le devoción. Después, con el alma destrozada, toma el cami-
arrojan las piedras de la ingratitud! no del monte.
Más feroz que nadie, el curandero saca del bolsillo un
puñado de sal y lo echa al pozo; al mismo tiempo, con ]a
crueldad de aquellos que dieron una bofetada al inocente, le
lanza un escupitazo de desprecio.
-¡Está salado para siempre! -sentencia en forma de
anatema-. ¡Que nadie se atreva jamás a sacarle agua!
Un estremecimiento de terror sacude a todos. Pedro pro-
fundamente desalentado, se aleja con la cabeza baja, dis-
puesto a no volver jamás.
Los soldados, seguros de haber contribuido al "apaci-
guamiento" de los dos pueblos, y convencidos, además, de
que han cumplido su misión, dan unos consejos finales, pro-
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Segunda Parte

Y LOS MUERTOS ENTERRARON


~ A SUS MUERTOS
I
En la penumbra del atardecer, la tristeza del Mezquital ad-
quiere un ~tono solemne e indefinido. El dolor de la tierra
se esconde bajo los pliegues de la noche que se avecina y el
hombre, lentamente despojado de la luz que se pierde en
los celajes cada vez mas desvanecidos del Poniente, percibe
la angustia de la nada y del tremendo vacio que le ahoga.
Maria camina apresuradamente por el matorral, rumba
a la casa, donde su ausencia debe ser ya notoria y, como si
~a melancolia que flota en el espacio la penetrara toda, se
deja invadir por ideas pesimistas.
-i.Y si lo matan?
Con la prisa y la oscuridad cada vez mas pesada, no di-
visa los cardones del camino y se lastima los pies y no se
siente herida porque la tristeza que nubia su alma es mas
fuerte que todos los dolores.
-jMejor seria entonces qu~ no viniera nunca! ...
Tampoco eso es un consuelo, porque lo quiere entrafia-
blemente y ha puesto en el todas sus esperanzas. i.NO le dijo
acaso que ya pronto recibiria el sueldo de profesor y que
enseguida se,casarian?
Camina entregada a estos pensamientos, envuelta a{m
en la nostalgia de la separaci6n, cuando un grito la hace
detener:
-jAhora es cuando, Chava! ...
Los emisarios de Eulogio montados en caballos enclen-
ques y viejos se le plantan enfrente, interrumpil~ndole el paso.
Chava, enardecido por deseos largamente acumulados y
por el despecho contra el "profesorcito" a quien considera

127
la mesa y brinda arrastrando mucho las ultimas palabras.
un usurpador; embriagado por el alcohol y por la euioria
-iPor los novios!
colectiva, se echa sobre Maria dispuesto a dar rienda suelta, Luego, fijando los ojos maliciosos y lubricos en Maria,
alli mismo, a sus reprimidos impulsos. que yace semiacostada sobre los ayates de la esclavitud y
-iNo, Chava! -le dice el otro agarrandole por el brazo-.
de la ignominia, dice en aire de triunfo y de burla:
iAqui, no! Podriamos echar todo a perder. Llevemosla con -jCon que has ayudado a tu "querido" a alebrestar al
don Eulogio, para que el vea que las dificultades del pueblo
pueblo! jPues ya recogerim lo que han sembrado ... !
ya se acabaron. Le ofrece la copa, que ella rechaza con las manos, sin
Maria intenta inutilmente escaparseles y gritar. La aga-
decir palabra, siempre con la cara escondida en el ayate, y
rran entre los dos, la amordazan y la suben a uno de los
agrega:
caballos, que arranca a galope entre los mezquites y car-
-Tu profesorcito queria hacer una cooperativa para "li-
dones. brar a los indios del resgateador". ;. Y les debe algo el res-
Ya avanzada la noche, entran a la cabecera del mu-
gateador? Les compra sus mugres, les mata el hambre, ;.que
nicipio, se apean a la puerta del resgateador y tocan con
mas quieren? Lo que pasa es que todos ustedes son una
violencia. De adentro responde una voz mal humorada, vo-
punta de indios borrachos, flojos y desvergonzados. Pero ya
ciferando. les voy a dar su cooperativa ...
-iAbra, don Eu,logio! -dice Lupe-. Aqui le traemos un
Suelta una carcajada estruendosa, que los otros imitan por
regalito que le va a agradar. iAbra aprisa!
El resgateador abre la puerta y al vei' la muchacha que servilismo, y repite:
- Ya tendran su cooperativa ...
ellos empujan, se pregunta azorado:
Se acerca mas a ella. Le arranca el ayate que le ocul-
-;.Y eso que? taba el rostro, la mira con una expresion que va matizan-
-;.No nos dijo usted -pregunta Lupe con cierto enojo-
que no bastaba cerrar la escuela para que el "profesorcito" dose desde la ironia hiriente, pasando por la curiosidad. y el
interes, basta el deseo, y como si una idea nueva le hubiese
se fuera? atravesado el cerebro, se retira despacio, tomando asiento a
-Si. Pero lesta? -interroga sin comprender todavia.
-Pues esta -aclara Chava- es la "novia" de el. Su la mesa y grita:
-iLupe! jtrae mas cafi.a para todos! jEsta noche hay
futura mujer. que divertirse!
-jAh! -exclama dando un estallido con los dedos-.
Maria Ianza un grito de desespernci6n que se rompe en
iEso ya cambia! la dureza de la noche, como una espina que se parte. En-
y dirigiendose a los tres compinches que estaban jugando
tonces, se echan sobre ella, le tapan la boca y la empujan
baraja con el: bacia el mont6n de ayates que crujen bajo su cuerpo, como
-jMuchachos, han tenido ustedes mucha suerte, porque
esta es la india mas bonita de todo el Mezquital! ... si sintier an su dolor.
Don Eulogtp llena una vez mas las copas y en un arran-
Chava, alarmado con aquella alusi6n a los "muchachos",
que de cinismo, musita ya borracho:
mira al resgateador con los ojos muy abiertos, como en muda
-iA la salud de Chava ... y de su novia!
protesta: S~ levanta tambaleandose, se inclina sobre Maria que
-Pero, don Eulogio ... en un esfuerzo desesperado suelta las manos y le da una
Este, le pone la mano en el hombro y, sin dejarlo termi-
bofetada.
nar la frase, procura tranquilizarlo.
-Tu no tengas cuidado ... sabes que te estimo. -iAgarren a esta. . . india! --ordena furioso.
Llena las copas de todos con las botellas que estim sobre Chava vacila. Los otros se lanzan sobre ella y la rna-

129
128
La nube esteril.-9
niatan. Entonces el resgateador, en un acceso de be~t~alid~d,
le pone las manos al cuello de la blusa Y' de un tl~on Vlo- I,
Iento, la rasga de arriba abajo, dejando al descub1erto su
pecho virginal. . .
. d 1 otomi acostumbrada a todas las VlOlenclas,
La berra e • t · · de
a todas las injusticias, a todos los ultrajes, se es remeclo
rabia, de dolor Y de amargura.

II
Como el herido grave que al despertar en la cama del hos-
pital todo lo ve extra:fio y no acierta a comprender lo que
ocurre a su_ alrededor, del mismo modo se ve Maria cuando
el aire fresco y los primeros rayos de la ma:fiana la hacen
volver en si.
AI principio, todo es confuso y brumoso; los objetos se
ven desdoblados y superpuestos, las lineas son ondulantes
y vagas, el conjunto parece desdibujado e impreciso; mas,
poco a poco, las imagenes movedizas se aquietan y los con-
tomos adquieren un perfil nitido.
Es entonces, al volver delletargo a la realidad, que esta
le parece terriblemente irreal.
;.Por que esta alii, tendida sobre un monton de ayates en
desorden, en una casa que no es la suya? ;.Que hacen tira-
dos en el suelo y encorvados sobre lamesa, aquellos hombres
que no conoce? ;.Por que siente el cuerpo dolorido, como si
un caballo la hubiese arrastrado por el suelo, durante kilO-
metros y kilo metros?
Las cadenas del dolor, que siempre amarran al hombre
ala tierra, la blusa hecha jirones, los ayates ensangrentados,
le restituyen,.al fin, la conciencia de la situaci6n.
Se acuerda de Pedro, de su abuela, de todo el pueblo
y siente una vergiienza monstruosa. Si en aquel momento
se abriera a sus pies un abismo sin fondo, se echaria a el,
para que ni las piedras, ni el aire, pudiesen contemplar sus
cabellos revueltos, su rostro demacrado, sus ropas llenas de
ignominia.
Quiere levantarse, pero se siente como separada de si

131
120
misma; desdoblada en yos distintos que no logran acoplar- rabia hacia don Eulogio. Sus sentimientos son todavia muy
se; con las piernas quebradas y la voluntad rota. confusos, pero la semilla de un nuevo odio comienza ya a
Don Eulogio esta acostado en la cama, boca arriba, con germinar en su pecho.
los brazos en cruz; Lupe y Chava yacen en el suelo; los Siente ganas de hablarle, de decirle que si ella quiere
otros, los desconocidos, permanecen abrazados a la mesa; puede quedarse con el. "Al cabo -piensa- quien sa.be lo
algunos roncan. q~e ~ueda haber sucedido ... " Pero el fondo de pudor y de
En la pared de enfrente, sobre la cama donde duerme d1grudad que la influencia del mismo don Eulogio no ha
el resgateador, colgado de un clavo grande. hay un cuchi~o podido anular, se revela en ely se lo impide.
en su funda. Con la mente turbada por las ideas contradlC- Caminan callados. Ella, adelante, toda destrozada, parece
torias que se arremolinan en su cerebro y, en un esfuerzo una sombra que se desplaza lentamente y que esta a punto
supremo, Maria se levanta para ir a buscarlo. Ya casi lo de caer sobre si misma. Ellos son como verdugos, a quienes
alcanza, pero tropieza y cae. quedara algo de sensibilidad, despues de realizar su triste
Con el ruido, Eulogio despierta, sospecha lo que ella in- faena.
tenta, y grufie en medio del resto de la borrachera: , Cuando creen que estfm ya suficientemente lejos para
-;.Te gustaria matarme, eh? No se va a poder. Yo Sl, no provocar-ninguna sospecha, se detienen.
si quisiera podria matarte, porque no eres mas que una ... -Por aqui puedes seguir hacia el pueblo. Conoces bien
india. Pero no me da la gana. No vales la pena. Eres una el camino -le dice Lupe oon indiferencia.
mugrienta que ya i10 sirves para nada. jPara nada! Ni si- Timidamente, Y con la voz temblorosa, Chava se atreve
quiera sirves ya a tu profesorcito. Y no se te ocurra ir a que- al fin a decirle:
jarte a tu mugrienta Procuraduria de los indios, porque eso -En mi casa, no te faltara una gorda, ni un trago de
y la carabina de Ambrosio es lo mismo. Yo tengo dinero, pulque ... Si el no te quiere y tu no me guardas rencor,
puedo comprar a los tinterillos y a los jueces. Mientras que vente. Te recibire con los brazos abiertos.
el tal procurador, si levanta mucho la voz, arriesga la Muy quedo, haciendo un esfuerzo para deshacer el nudo
que tiene en la garganta:
chamba ...
Sacude a los c6mplices, que roncan bestialmente, y los -Te pido que me perdones.
despierta a gritos: La sombra de ella, ciega, sorda e indiferente a todo
-jPunta de flojos! i. Todavia duermen? jLlevense a esa menos a su vergiienza, sigue en linea recta, hasta perderse
mugrienta, antes de que sea tarde! jNo quiero que nadie la en el matorral.
vea salir de aqui! Si quieren pueden quedarse con ella. jPero
fuera de aqui! jLarguense aprisa!
Adormilados aun y bajo la hipnosis del alcohol, la aga-
rran por un brazo y la sacan a traves del patio de la casa
hacia el monte. Lupe, hip6critamente, intenta excusarse:
-No le hiciste caso a Chava, preferiste el rotito del
Internado; ahora jaguantate!
En el orgullo de Chava bulle la satisfacci6n de haber
desbancado al que considera un intruso, pero en el fondo
siente una mezcla de tristeza, de rabia, y de asco, por todo
lo que ha ocurrido. Tristeza por ella; asco, por si mismo, Y

132 133
por el pueblo, sin saber que hacer, vacilando entre el lla-
mado seductor de la ciudad y la atracci6n irresistible de la
tierra.
Camina abulico y sin fe, pero al ver los niiios raquiticos
y desnudos, las milpas secas, la escuela parada a la mitad
de la construcci6n, y las mujeres cubiertas de hilachos, car-
gando los cantaros de su eterna esclavitud., se acuerda de la
sentencia que trae incrustada en el pensamiento como nor-
ma de conducta y punto de honor:
"jCada estudiante del Internado debe ser un misionero
III para la redenci6n del pueblo otomi!"
Regresa a la cabana de su primo, busca a Evaristo y pide
Desde que abandon6 el pueblo y vino a refugiarse en Capu- que lo presente a los principales del pueblo. Asi conoce a
la -en casa de un primo hermano--, Pedro ha sido tentado Ceferino, el de las hamacas; a Ernesto, el que hace tapetes
muchas veces por 1a seducci6n de la capital. de estoquillo; a Emiliano, el jarciero. AI entrar en la casa del
El desaliento provocado por sus continuos fracasos, Y so- Ultimo, se queda absorto contemplando la sencilla pero iJr.
bre todo "la ingratitud del pueblo" le han hecho pensar que teresante op~r:aci6n de hacer reatas.
su sacrificio es absolutamente esteril; mas nada ha influido Un nifio de ocho afios, sentado en un banquito de tres
tanto en la formaci6n de su prop6sito de huida como la car- patas, acciona un volante de madera que, al girar junto a su
ta de Juan Ramirez, su compaiiero del Internado, que Pedro cabeza, sugiere una aureola en movimiento: Ia aureola que
conserva entre lo muy poco que trajo de Taxhie. santifica su dolor y su sufrimiento. Adelante, una mujer
- ... puedes cre~srlo -lee una vez mas- no hay vida joven -hermana del chiquillo-- que se protege de los ar-
como la de Mexico. Trabajo en una ebanisteria y gano bien. dientes rayos solares con un sombrero de palma y un ayate
Tengo una novia de aqui, de la mera capital, y estoy aho- de sana,.e, camina de espaldas, a un paso Iento y ritmico.
rrando para casarme. jNo seas tonto, vente corunigo! Puedo Lleva a la cintura otro ayate, lleno de fibra de lechuguilla,
conseguirte trabajo facilmente. ;. Te acuerdas de Manuel, el del cual saca un manojo y lo agrega al cordon, mientras este
que trabajaba en el taller de herreria? pues ... se enrolla y tuerce con el movimiento transmitido al "torno"
Guarda la carla, queda pensativo, y sin quererlo, las por el nino.
palabras de su amigo le dan vueltas en la cabeza, en un La madre recibe el largo cordon y lo tuerce con otros,
ritornello mon6tono y obsesivo: hasta darle cuerpo y convertirlo en la deseada reata. No
"iNO seas tonto ... No seas tonto ... No seas tonto! ... " muy lejos un muchacho de 15 a 16 afios, "talla" las pencas del
y no es esta la \mica voz que halla eco en la caja acustica ts' ta -la lechuguilla jarciera- con su primitivo raspador.
de su cerebra. Entrelazandose a el y formando con sus pa- Emiliano, el jefe de la casa, descarga las pencas que trajo
labras un contrapunto enloquecedor, le vienen a la mente, del monte y se prepara para machacarlas.
aquellas tiernas palabras de despedida. -;.De d6n~e trajiste esas pencas? -le pregunta Evaristo.
-jSeguire tejiendo el ayate y si es necesario te esperare I -jPues, del cerro! ;.De d6nde quieres que las traiga?

~
toda la vida! -Ya se que del cerro! ;.De cual?
Colocado entre el flujo y reflujo de la comodidad Y del -Atras del Oxanhui hay mucha lechuguilla; s6lo que
para cortarla y traerla se pierden casi tres dias. Yo me fui

l
heroismo, del abandono y de la constancia, como una tabla
que va y viene al sabor de las olas, Pedro sale a caminar el miercoles y s6lo ahora estoy regresando.

134 135
-jEs muy facil! Yo puedo acompanarl~s y les aseguro
ocupada en retrenzar los cordones, a fin de darles el es-
que en vez de vender la reata a quince pesos la docena, po-
pesor necesario, la esposa de Emiliano interrumpe momen-
dremos venderla a treinta o mas. Sera cuesti6n de reunir
tanearoente su tarea para ayudar al hijito de siete aii.os a
lo que se hace en una semana en todo el pueblo, y encargar
descargar el cantaro de agua que acaba de trae~. ..
-jNi a Rarooncito le dejamos d,escansar! -d1ce Em11ia- a dos que vayan a Mexico a venderlo. jRepito que les acom-
. ;,Y para que te sirve tanto trabajar? Aunque llores Y te panare con todo gusto!
~dilles, no le sacas a don Eulogio ni un centavo mas de Hombre decidido y aventurero, Emiliano acepta con en-
tusiasmo.
lo que el te ofrece. Si aceptas los quince. peso~ que te da
-;,QuiE~n sabe si todo es asi como tu dices? Pero si es
por una docena de reata burrera, muy bten; s1 no, ahi te
asi, cuenta conmigo.
regresas con tus chivas, y esa semana no comes. ,
-iEulogio! --exclama PMro con sorpresa-. ;,Hasta aqu1 Y despues de permitir que Emiliano lleve otra vez la
conversaci6n por el rumbo que el quiere llevarla, Pedro se
viene ese bandido? despide, convencido de que ha conquistado un nuevo adepto
-;,D6nde no? El y los otros resgatones van por todas
rtes. Don Eulogio hasta nos paga por adelantado para que para su causa.
pa
le vendaroos nomas a el. Pero m· neces1ta · vemr · 1.·Para
· aca. AI anocliecer ve con disgusto -a pesar de que no cons-
'? Como sabe que no podemos vender en otro Iugar, nos tituye para el ninguna sorpresa- que Evaristo, su mujer
qu e . Y sus tres hijos, se acuestan sin haber ingerido ninglin ali-
espera en el mercado. Los lunes, en Ixmiquilpan, ahi vamos
a caer todos con el Y si no es con ei, es con otros. Y es
1

mento. A las ocho de la manana comieron dos "gordas" y
un caldo flaco de verdolagas; al mediodia, les toc6 una
igual. Lo mismo es Chana que Juan.
En vano pretende Pedro interrumpirle, para proponerle gorda mas a cada uno, y desde entonces en adelante no
lo que constituye su obsesion de la cooperativa. Emiliano, volvieron a probar bocado.
tan parlanchin que ni parece indio, ni _Ie escucha: . . Acostado en el piso, sobre un ayate viejo, en la misma
_·De que te sirve que te den qumce pesos s1 el ma1z choza en donde duermen su primo hermano, su cufiada y
ta a" uno veinticinco el cuartillo? jUno veinticinco el cuar- sus dos sobrinos, Pedro comprende que es imposible conti-
~lo! ;,Cuando se vio esto? Si vendes unos huevitos p~edes nuar ahi durante mucho tiempo. Es cierto que contribuye
traer doce cuartillos de maiz, un peso de picante Y aun te a ~os gastos de la casa y que gracias a el han comido un poco
mas que de costumbre. De todos modos-se siente invadir por
sobran unos centavos ... una inmensa tristeza.
-i~oce cuartillos de maiz -ataja Pedro, deseoso de
tomar parte en la conversacion- no alcanzan para una Estos pensamientos, y la incomodidad de la humilde ha-
bitaci6n, le impiden conciliar el sueno. El viento frio de Ia
familia! noche atraviesa las endebles paredes de pencas de maguey
-iEso es lo que yo digo! -continua Emiliano taman-
Y barre el piso de la cabana con su escoba de espinas. Los
dole el hilo a su exclusiva charla-, con doCe cU;Brtillos de
maiz para todos, apenas le tocan, a cada uno, cuatro gordas ninos, cubiert~s tan solo con los harapos que en el dia ape-
nas disimulan su desnudez, tosen casi sin interrupcion. Y en
al dia. jY nada mas! lo alto de la noche, el mas chiquillo irrumpe en un llanto
-Es la mera verdad- confirma Evaristo-. Y si le tocan
desesperado. Para callarlo la madre lo atrae hacia el pecho
cuatro gordas a cada uno, ya es tener mucha suerte. .
-Entonces -insiste Pedro- ;,por que no vender la Jar- mas el ruido seco que produce con la boca y el llanto a qu~
se entrega de nuevo, hasta cansarse, indican claramente
cieria en Mexico? jAlla se vende a buen precio!
-Eso es lo que yo digo. Pero, ;,como diablos podemos que no puede ni siquiera engaii.ar el hambre.
Se levanta temprano, para ir al Internado a fin de re-
ira Mexico?
137
136
solver definitivamente lo de su sueldo como profe~or. De
regreso, trae carne y frijol, con la idea de proporc1onar .a
todos un festin. No obstante, ve con sorpresa que nadie
quiere tocar la carne. ,
-Come tu -le dice Evaristo apenado--. jNos pondna-
mos mal del est6mago si comieramos! . . . ,
En efecto, uno de los chiquillos a q~1en ca.si. obligo a
comer, al dia siguiente amaneci6 con ternbles cohcos, como
S i hubiera comido piedras. -· ,
iEn el Mezquital basta lo bueno es d aruno.
IV
'
Despues de tres semanas de preparativos, los jarcieros de
Capula deciden vender sus productos en Mexico. Se juntan
todos, cargan- la mercancia y se pon.en en marcha hacia Ia
cabecera del municipio donde Pedro, que les ha precedido,
habra ya arreglado todo lo referente al flete, pasaje, etc.
AI llegar al almacen que don ·Eulogio tiene en Ixmiquil-
pan, procuran apresurar el paso, pero este los ve y los llama:
-lQue paso? lA d6nde van con esas chivas?
-jPues, sepa usted, don Eulogio -responde uno timida-
mente-- que vamos a Mexico, a ver si ganamos unos cen-
tavitos mas!
-lA Mexico? ;.A que parte?
-Pues la mera verdad, no lo sabemos. Vamos a la aven-
tura, para ver si podemos ganar un poquito mas.
-;. Y ustedes creen que no mas llegan a Mexico y todos
van a recibirlos? l Que no mas llegan a un almacen y luego
les com.pran lo que llevan?
-jEs que va con nosotros un profesor del Internado,
Pedro Dofiu, de Taxhie ...
-iAh! iCon que esas tenemos? ;.El profesorcito que fue
a alebrestar a~ Taxhil~ les esta alebrestando ahora a ustedes?
Pues tomen mucho cuidad.o. Pueden acabar mal. Y a pro-
p6sito ;.de d6nde sacan el dinero para el pasaje?
-Dice el que nos presta hasta vender nuestras mercan-
cias.
-jUstedes si, que son tarugos! En primer lugar, los
almacenistas de Mexico son nuestros amigos y no les com-
praran a ustedes, aunque les vendan mas barato que nos-

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138
otros. Par una mugre de unas cuantas reatas y costales, no vez en cuando nos da nuestras cervecitas, o nuestro pulqui-
se arriesgan a perder vendedores como nosotros Ademas, to. . . jEsta es la mera verdad!
;.como creen ustedes que van a sacar el precio del boleto, ei El resgateador, satisfecho con su nueva e inevitable vic-
flete de la mercancias y su estancia en la capital? ;.Se Ies toria, abre mas cervezas.
meti6 aca.So en la cabeza que en Mexico dan comida y me- -Es una inversion a largo plazo. . . -piensa, mientras
s6n de oquis? da dinero a un muchacho para que le traiga mas "coronas".
-jCon lo que vendamos! -arriesg6 Evaristo sin mucha ;
convicci6n.
-;. Y si no venden nada? ;. C6nw piensan regresar a sus
casas?
-Don Eulogio tiene raz6n -acepta uno del grupo-. Si
no vendemos nada ;.quilm paga nuestros gastos?
-jClaro! Si no venden, no tienen con que regresar. Y
si venden, aunque sea al doble de lo que yo les pago, deja-
rim toda la ganancia en el cami6n, en la comida, y en el
meson y Uegaran a casa sin un centavo.
Eulogio sonrie. Sabe que ya gan6 la mitad, de la partida
y por eso se permi~e el lujo de estimularlos.
-Por mi no se detengan. jVayanse! Al cabo, por unos
dos o tres dias sin 1comer, nadie se muere. Y antes de salir
jtomen unas cervecitas!, les invito.
Se destapan las cervezas. Nace la alegria. Uno de los
achichincles, desde la puerta, mira a cuantos pasan Y les
invita a entrar. En esta forma se han reunido, en el esta-
blecimiento de don Eulogio, todos los que "iban a ir a Me-
xico". Y cuando al fin adquiere la certeza de que los tiene
a todos en las manos, exclama satisfecho:
-Si ustedes quiere'!l ir ahora a vender sus mugres a
Mexico, jvayanse! No hay peor lucha que la que no se
hace. Pero ya saben. iEn Mexico, nadie les comprara na-
da! Y yo, por mi parte, en vista de que ustedes me fa-
llaron, pues jtampoco les volvere a comprar! jNi yo, ni los
otros compradores de aqui! De modo que ya saben. Despues
no digan que no les avise.
Se entabla entre todos una acalorada discusi6n en otomi:
la minoria es partidaria de que se corra la aventura; la
mayoria, al contrario, considera que no deben arriesgarse.
-jLa merita verdad --coneluyen- es que don Eulogio
siempre ha sido muy gente! Nunca nos ha pagado menos
que los otros. Muchas veces nos ha prestado dinero, y de

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-jSi! -responde casi temblando de ira- porque usted
y sus compa:fi.eros son los explotadores de los indigenas. Com-
pran el ayate a uno veinticinco y lo venden a cuatro y cinco
pesos. La canasta, la pagan a dieciocho pesos la docena de
juegos de tres piezas y la venden en Estados Unidos seis o
siete veces mas cara; la jarcieria ...
-Quiza sea verdad -dice don Eulogio interrumpiendo-
le-; pero nosotros invertimos nuestro capital; pagamos im-
puestos, tenemos camiones para transportar las mercancias,
y eso cuesta dinero ...
v -Todos estos gastos salen del sudor del indio- replica
aguerrido.
Las manecillas del reloj, sobre la taquilla de venta de los Sin irritarse y comprendi.endo que dentro de su I6gica
boletos, marcan las nueve de la mafiana. Salieron ~a dos de comerciante tiene raz6n, el resgateador agrega:
camiones para Mexico, y pronto saldra el tercero, sm que -Nosotros sabemos vender lo que compramos. Abrimos
los muchachos aparezcan. zQue les habra pasado? --:-s~ pre~ mercados a la producci6n del Mezquital. Damos de comer
gunta Pedro intranquilo--. jCon seguridad se arrepmtleron. a miles y miles de personas. Si no fuese por nosotros zque
Asaltado ya por la duda, da una vuelta por los puestos; seria de esta pobre indiada?
pasa por el mercado de la cal, va al de l~s ~ores,__al de los -Por ustedes -insiste Pedro- viven los indios en la
cohetes; busca por todas partes. Ve con mdi~acwn a. una miseria.
turista que saca una fotografia de una muJer harap1enta Don Eulogio se encoge de hombros y sonrie:
y se subleva cuando observa que la misma turista regatea a -Eso son palabras, nada mas palabras. Si no fuese por
una indita el precio de una canasta de palma. nosotros <,d6nde venderian los indios sus chivas? <,Irian a
Al ver que no Uegan sus compa:fi.eros, Pedro se adelan~a Guanajuato a pie, para vender una docena de ayates, o una
hacia la entrada del pueblo, de donde ellos deben vemr. gruesa de reatas? jClaro esta que no! Tampoco podrian ir en
Unos veinte metros antes de la casa del resgate~dor, apre- cami6n jno les alcanzaria la mercancia para los gastos! iY
sura el paso, para no tener que enfrent~rse a el. Pero es ni modo que vayan a Estados Unidos para vender una do-
inutil. Los muchachos de Capula, que estan a la puerta, lo cena de canastas! Ahora, que si prefieren venderlas en el
V en y lo detienen. mercado a los turistas, yo no los retengo. SOlo que ya lo
-jPase usted, profesor! -le dl·ce don Eulogio--. jNo saben. Los turistas (gringos o mexicanos es igual) regatean
faltaba mas, pase usted! mas que nosotros y .pagan menos ...
Se resiste a entrar. Pero necesita saber q~e ocurre con Los indigenas se miran los unos a los otros. Esperan con
los muchachos; por eso, aunque con . de~nf1anza y asco impaciencia q~e el "profesorcito" del Internado, de una res-
por aquella camaraderia, acepta la inv1tac10n. A su vez don puesta contundente al resgat6n. Mas en vez de una argu-
Eulogio antes de que nadie le pueda preguntar nada, des- mentaci6n s6lida, el muchacho contesta con frases hechas:
tapa una cerveza que solicitamente le ofrece.. -Ustedes viven del trabajo de estos hombres ...
-No tomo -rechaza secamente; Y al mrrar alreded?r
-<,Y que queria que hicieramos? <,Que les sirvieramos
fija la atenci6n en los montones de ayates que el resgaton
de balde? <,Que invirtieramos nuestro capital, que perdiera-
tiene acumulados. ? mos nuestro tiempo y que a1ln les pagaramos, s6lo por el
-zCon que" me quiere quitar a mis muchachos, eh. -pre-
gusto de servirles? Nosotros hacemos lo que hacen los co-
gunta sonriendo.
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-jEso si, ni modo que lo neguemos! Lo que queremos
merciantes de todo el mundo: compramos a unos Y vende-
es llegar a casa con nuestro maicito.
mos a otros. Y, como es natural, sacamos nuestra ganancia.
--:-Pues por mi parte --contesta don Eulogio-. jYo soy
~De que otro modo podria ser? el, m1smo de antes! Dando y dando y pajaro volando. Ade-
Abrumado por la argl)lllentaci6n del resgateador, e in-
.I
mas, para que ustedes vean en donde est{m sus amigos ver-
capaz de contestar en forma equivalente, Pedro responde
daderos, hoy les voy a pagar cincuenta centavos mils, por
con lug ares comunes: 1
cada docena de reatas. ~Les parece bien?
-Ustedes viven a costillas del indio. Gracias a el tienen
Inmediatamente se efectiia la operaci6n. Ellos entregan
casas, coches y arnantes. la mercancia que tienen en el suelo, a sus pies, Eulogio saca
-jYa le he dicho, profesor! Nosotros vivimos a costillas
~ontones de billetes de la cartera y les paga a cada uno
del indio, como el medico vive a costillas del enfermo, el
ngurosamente.
camionero a costillas del que viaja, el profesor a costillas
. Pedro~ vencido y humillado, abandona la casa del resga-
del alumna y' el tendero a costillas del consumidor. Todos
~on, segwdo por su prima Evaristo, quien le dice procurando
vivimos los unos de los otros. jPero todos servimos a los mterpretar a sus compaiieros:
demas! Solo que usted quiera acabar con los tenderos, los co- -;.Que quieres? Es la necesidad. El resgateador les paga
merciantes, los medicos ... Y~; Lo tuyo era una aventura. El tiene raz6n. Aunque pu-
-Lo que queremos -ataja Pedro con violencia- es aca-
dieramos vender todo en Mexico ~que comerian los nuestros
bar con los explotadores ... mientr~~ ~legasemos? Nuestra vida ha sido siempre asi y es
-Ya esperaba que nos viniera con eso. Lo que pasa es muy diftctl hacerla cambiar. Tuque aprendiste y sabes leer
que usted es un agitador y un demagogo. Usted obedeciendo lo mejor es que te vayas a Mexico. jBuscate una vida me~
a las 6rdenes de su "lnternado" arruin6 a los de Taxhi·e. jor! jSi! jBU.scate la vida que nosotros no podemos buscar
Hizo que se matasen entre ellos como lobos hambrientos. Y para nosotros! iY vete antes que sea tarde!
ahora quiere arruinar a estos. Yo soy amigo de ellos jno se Sin saber que contestar, Pedro da un abrazo a su primo
lo voy a permitir! y murmura.
-jMiente usted descaradamente! -grita Pedro. -jTienes raz6n! jEs muy dificil cambiar todo esto! .jMuy
La gente lo mira ya con desconfianza. Los ayudantes de dificil!
don Eulogio lo envuelven en un circulo que cada vez se es-
trecha mas.
Pedro mira hacia la puerta cerrada y comprende que se
halla en la boca del lobo. Eulogio haciendose generoso, in-
terviene.
-jNo tenga miedo! Aqui -y subraya bien ·la palabra-
no le pasara nada. Esta usted en su casa. Y si no gusta to-
marse una cervecita, no le quitamos mas su precioso tiempo.
Puede salir cuando guste. Pero le doy un consejo de amigo:
jNo vuelva a meterse en lo que no le importa! jMejor deje
a estos hombres en paz! Lo que ellos quieren es trabajar Y
vender sus ayates y sus reatas, sin mucha molestia. ~Verdad
muchachos?
Dos de ellos, los que han tornado mas, responden afir-
mativamente, con el sombrero en la mano.
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La nube esteril.-10
Si, Maria es la tierra viva, el espiritu misterioso y libre
del ~ezquital, la voz prometedora de las nubes grises, y Ia
sonnsa afable del maiz tierno, que cada siete aiios inunda de
alegria el huerto tepetatoso del indio. Maria es coiOD el Ce-
rro de la Nube, que siempre lo ha llamado -desd.e que era
niiicr- sin decirle nada, s6lo con la voz muda de su majestad
y belleza.
Asi como el Tula, con su savia, pone un reguero de vida
Y de felicidad en la aridez del Mezquital, asi Ia idea de Ma-
VI ria ha abierto un oasis de dulzura y fe en Ia angustia de
aquellos momentos indecisos.
Derrotado una vez mas, y ahora definitivamente. Sin saber
Se encamina de nuevo hacia el centro del pueblo sin sa-
que hacer ni hacia donde ir, Pedro se dispone, al fin, a
ber alin lo que va a hacer, ni hacia donde va a di;igir sus
tomar el cami6n para Mexico. Sabe que la vida en la capi-
pasos. Poco a poco dominado por el optimismo que la ima-
tal no es cosa facil. ;.Que puede hacer entre millones de
personas que le desconocen, que tienen un rit~o de vid~
gen de Mafia le inspira, comienza a sentir dentro de si mas
fuerzas para luchar.
distinto del suyo? En el Mezquital no le faltara nunca 01
una "gorda", ni un trago de pulque. Podra dormir bajo l~s Subitamente, al dirigir Ia mirada hacia la plaza, ve a su
ramas de un pirul y, en ultimo caso, si todo le faltara, aun hermana. No se sorprende de encontrarla alii, porque ella
le quedaria como 'recurso las vainas de mezquite,_ las tunas muchas veces viene a Ixmiquilpan a vender en el mercado
del lunes, lo que le qued6 del dia anterior en Alfajayucan.
silvestres y los garambullos. Mientras que en la cmdad tod~
cuesta dinero y no se puede oormir en la calle. ;.Mas que Corre bacia ella y despues de saludarla, lo primero que ha-
hacer en el Mezquital donde todo le es adverso? Si Juan ce es preguntarle por Maria.
Ramirez puede vivir en la capital ;,por que el no ha de v~vir -;.Como esta ella? ;.Nadie la ha mDlestado?
tambilm? Su antiguo compafiero de escuela le ayudara a Juana baja los ojos y calla.
dar los primeros pasos, a enderezarse. En Mexico podra ga- -;.Por que no me contestas? ;.Que pasa? jAnda, dime! ..
nar dinero, ahorrar, vivir bien, conocer la vida. Eso es, cono- l Como esta Maria?
cer la vida ... i.Y Maria? ;.Que vida conocera ella? Maria ... -;.No sabes nada?- pregunta con un acento de honda
Su imagen tierna y dulce, siempre enmarcada en la tristeza.
nobleza palida del ayate, atenua la dureza de su~ . p~nsa­ -;.Nada? ;.De que? ;.Que pasa, iDime aprisa! ;.Que pasa?
mientos y, como un llamado de la tierra, le hace ding1r sus Juana recoge las bolsitas de lana, los ceiiidores y las ca-
pasos en otra direcci6n, hacia el Puente Viejo, desde el cual misas bordadas que tiene en su insignificante puesto, mira
se divisa como en un suefio, el angosto paraiso que el Tula alrededor y como no ve ninglin Iugar solitario a prop6sito
ha creado entre las piedras y el tepetate del Mezquital para decirle 1~ que tiene que decirle, camina despacio, bacia
Los ahuehuetes que hunden sus raices en el rio; el Tula el atrio de la iglesia. Y asi, ante la reiterada insistencia de
bondadoso y sereno; y basta la pesada iglesia que se ve. a lo el, le cuenta todo lo que pas6.
lejos, con sus abnenas de fortaleza medieval, llevan su una-
ginaci6n hacia Maria.
No sabria decir por que: Maria y el Mezquital son para
el lo mismo. Severos y buenos y, a la vez, pobres y humil-
des, de una grandeza que s61o muy pocos saben entender.

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.)

· ~as la realidad estaba alii, implacable, en la monstruosa


be~Ida que era abora todo su cuerpo. La realidad estaba
alii. . . Aun era posible regresar a lo de antes, e impedir
I~ crueldad que los infames premeditaban. jTodavia era po-
Slble!
~n su af.an loco de huir de la realidad, de lo que es,
Mana se ve1a corriendo por el matorral para escaparse de
sus perseguidores. Casi, casi, Ia alcanzaban. Mas lista lo-
graba escabullirse. Es cierto que ellos tenian caballos -~os
an~ales terribles y feos, como monstruos-. Mas ;.que po-
VII dnan bacer los caballos? Ella tenia alas y PQd.ia volar por
los cerros, elevarse hasta las nubes. jDios la ayudaba!
Asi que se vio sola -y sola habia esta.do todo el tiempo, des- La evasion tambi{m podria baber ocurrido cuando le di6
de aquella angustiosa despedida- Maria se dej6 caer, toda una bofetada. ;.Podria? jNo! jOcurrio! j0curri6 de becho!
muerta, a los pies de un mezquite. En el momento en que Eulogio cayo de espaldas Maria
En los momentos que precedieron a la escena que ella se levant6 subitamente, se acerco a la puerta la abrio entre
quisiera olvidar, sentia la inquietud y el temor de quien con- la estupefaccion de los demas y echo a correr' bacia el centro
serva un tesoro precioso que se puede perder, que esta a d.e la poblacion, hacia la Presidencia Municipal. Hacia Ia Pre-
punto de ser arrebatado. Despues, se sentia tan despojada y Sidencia Municipal, jno! jno! jLa Presidencia estaba cerrada'
tan ajena a si misma, tan diferente de lo que habia sido, Hacia la iglesia. jEso es, hacia la iglesia! .
que todo le parecia distinto y lejano. Un perfume intenso de copal se desprendia de los sahu-
No tenia ni ganas de llorar, ni de quejarse; sino un deseo merios, cuando entro en el templo. Millones de velas, gran-
vago de perderse en la soledad de los paramos, de desapare- des, enhiestas, alumbraban la ancha nave.
cer en un desierto donde nada ni nadie pudiera contem- Los brutos venian bacia ella y casi la alcanzaban. Un mi-
plarla. nuto mas Y la arrastrarian de nuevo bacia la maldita casa ·
A veces, en un esfuerzo subconsciente de cambiar el pero asi que puso los pies en el templo, Ia pesada puerta d;
curso de las cosas, regresaba al pasado para reconstruir ima- madera. se cerro, dejandolos afuera, impotentes y rabiosos.
ginariamente lo que debiera haber ocurrido, de acuerdo con jQue tranquila se sentia con aquella puerta cerrada bien
sus deseos. c~rra~a, .~ue nadie. podria ya abrir! Dominados por W:a fu-
Se imaginaba caminando por otros senderos, y se veia na d1abohca ellos mtentaban abrirla y·bacian esfuerzos de-
en casa con su abuela y su hermano Delfino. Hablaba con sesperados por lograrlo. Todo era inutil, ya nadie podia
ellos, les escuchaba, y todo era igual a lo de siempre. jEso arrebatarla.
era lo que debia haber sido! Eso era lo que realmente era, Alii, en c9mpaiiia de la Virgen y del Senor de la Buena
porque asi lo deseaba ella, con toda la oculta potencia de su Mue.rte, se sentia protegida y libre. Libre para siempre. jPa-
voluntad. ra Siempre! Y de nuevo se encontraba en la choza, cerca de
;.Por que entonces estaba alii, sola, bajo el mezquite, le- s~ .abuelita, ~ejiendo el ayate de dos bebras que Pedro lu-
. jos de Pedro, de su abuelita, de todos? ;.Por que en vez de ir Ciria en el d1a de la boda, a los pies del altar.
con Pedro, decidi6 regresar a casa? ;. Y por que regres6 jus-
Cl.a.ro esta. •. todo podr.ia haber ocurrido asi. ;.Por que no
tamente por aquel maldito camino, en el cual tuvo el en- ocurr10? ;.Que mal babia becho ella a Dios, para que El
cuentro nefasto? ;.Por que? ;.Por que no ocurri6 todo de ordenara las cosas al reves? Todo podria haber ocurrido
otro modo?
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como ella lo estaba pensando. Asi debiera haber sucedido. la nuca como hormigueo, eran las almas en pena que 1a
Pero ya nadie podria mover las manecillas del tiempo ba- arrastraban en un torbellino mortal y comenzaban ya a ro-
cia atras, basta el instante doloroso en que se despidi6 de barle el espiritu.
Pedro. jNadie! iNadie! Llena de pimico, y sin mirar hacia atras echo a correr
i.Y si fuera a\m posible? i.Si se pudiera borrar todo, reco- en direcci6n al pueblo. . '
menzar la vida de nuevo? No se atrevi6 a ir a su casa. Primero se dirigi6 a la choza
Aprisionada en los tentaculos de esta maldita pesadilla y de Juana. Despert6 a su amiga y le cont6 todo. jTodo!
luchando en balde por conciliar la realidad con el sueiio, lo
que fue con lo que pudo haber sido, Maria lleg6 a crearse
un estado de anestesia en el cual sus horribles sufrimientos
se desvanecian en una especie de hipnosis, de letargo y de
inconsciencia.
Caminando ahora, dejandose caer mas adelante, Maria
venci6 la distancia que el sol frariquea entre el nacimiento
y el ocaso, sin haber alcanzado ninguna meta.
A medida que la tea de luz se escondia atras de las mon-
taiias, comenz6 a invadirla un vago sentimiento de miedo,
que poco a poco se fue convirtiendo en pavor.
Se acord6 sin quererlo, por una terrible asociaci6n de
ideas, de los brujos y brujas que se convierten en perros o
puercos y a altas horas de la noche entran en las chozas y
chupan a los niiiosrhasta dejarlos completamente secos. AI
poco tiempo, escuch6 el aullido de un coyote, y tuvo la im-
presi6n nitida de que uno de esos animales pasaba veloz-
mente, como una bocanada de viento frio, delante de ella.
i.No seria el brujo de Taxhie, el enemigo de Pedro?
Queria pasar la noche alii, sola, lejos de todos, donde
nadie pudiera seiialarle la deshonra, ni compadecerle la des-
gracia; mas aquellos vientos helados, y aquellas sombras velo-
ces que pasaban delante de ella, que se encabritaban a sus
espaldas, la llenaban de terror.
i. Y si en vez de brujos convertidos en coyotes y puercos,
fuesen almas en pena?
Los muertos, cuando nadie se acuerda de ellos, ni les lle-
va flores, ni comida, cuando no tienen quien les prenda ceras
el dia de los difuntos, vagan por los campos para aterrar a
la gente en los caminos y exigirles que les consagren pensa-
mientos piadosos. De otro modo, nunca tiene paz.
Maria pens6 entonces que aquellas sombras y aquellos
trios que le recorrian todo el cuerpo y se le condensaban en

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-Mi obra. . . ~ Cual obra? ~Como podre redimir a1 indio
solo, sin ayuda de nadie? Juan Ramirez, indio como yo ~
fue para ~exi~o. Los otros, que estudiaron conmigo, n~ se
acordaron Jamas de los otornies. Y el Internado, que nos
aconsejo ser misioneros y ap6stoles, no nos ayuda. No se
hace nada por los indios, y lo poco que se intenta es inutil.
En los pueblos no hay escuelas y si hay escuelas n.o hay pro-
fesores, y cuando hay escuelas y profesores no hay alumnos
porque los nifios tienen que il' a pastorear los chivos y bus~
car agua a los pozos lejanos.
VIII El agua, el cantaro y Maria, se le revuelven en el pensa-
miento.
Con el corazon hecho pedazos, Pedro se separa de Juana y
-jAgua! jAgua! jEso es lo que hace falta! Agua para
corre a comprar un pufial. Lo guarda cautelosamente y se
que los indios beban y se aseen. jAgua para que el frijol y
encarnina guiado por la ira y por la idea de la venganza
el maiz se den! Agua para que se acaben las enfermedades!
hacia la casa del resgateador. jAgua! jAgua! Pero ~donde esta el agua? jEn los cerros, en
Si lo encontrara en ese momenta, en ese preciso instan-
las barrancas, debajo de la tierra! Alii donde no hace falta,
te le hundiria el cuchillo en el pecho, en la cabeza, en la es-
~onde no hay otomies. iAili hay agua!
p~da, o donde fuera, hasta que el brazo, cansado, se dejara
-jTodos queremos agua! Sin darnos cuenta de que has-
dormir sobre su sangre envenenada y negra.
Pol' fortuna, para el, entre la iglesia y la casa del resga- ~ :1 agua es ya inutil. . . ~para que nos sirve el agua sin jus-
teador se extiende un mundo ---calles, casas, gentes-, que t1c1a? ~1 otomi ha vivido siempre sin agua y sin pan y sin ro-
le detiene 1a marcha, frena su irnpetu y le ayuda a aclarar pa Y sm casa. Y ha vivido. Y podra vivir eternarnente. Lo
que necesita es justicia. Justicia para impedir que los resga-
el entendimiento. teadores lo exploten y para que la violencia no quede sin
Una parte de si mismo le empuja hacia delante, hacia
castigo.
el aniquilarniento del infame; pero la otra parte, tal vez me-
nos por un sentimiento de santidad que de prudencia, le La idea de las injusticias y de los ultrajes constante-
aconseja el valor supremo que se necesita para veneer el mente perpretados en el Mezquital y que ahora se presentan
impulso y obrar con sabiduria. Y de lo mas hondo de su yo con toda nitidez ante sus ojos, le reaviva el sentirniento d.e
venganza Y el odio hacia los enemigos de su pueblo.
se eleva la voz muda de la reflexion:
-jMe vengare! Acabar'e para siempre con la ponzofia de -jEn esta tier:a solo hay una justicia! La que hagarnos
ese canalla, ~mas quien ganara con eso? ~Que se remediara? P?r nu~tras prop1as manos. ~Si yo mismo no vengo a Ma-
Acabar e con uno, pero quedan miles como el. Los otros res- ria, qlllen lo hara? Por eso ...
gateadores seguiran nutriendose con el sudor del indio. La Se encaznwa. de nuevo, hacia la casa de Eulogio, pasan-
explotaci6n continuara en pie. Ire a la carcel, quedare con ?-o entre los puestos del mercado, alrededor de los cuales se
un crimen a la espalda, sere un asesino mas y mi pueblo Junta la gente. Y una vez mas, el espectaculo de aquella
tendra un defensor menos. Mi obra quedara trunca. muchedurnbre, i~feliz, desharrapada, que se afana por lle-
Por mas que quiera borrar del cerebra Ia idea de la ven- v~r a la casa d1ez o doce cuartillos de maiz; la expresion
ganza, esta le viene a la mente, en un ritornello inexorable, tnste Y plena de ternura de los nifios casi desnudos, Ie obli-
borrando todo Io demas: la prudetncia, las consideraciones ga a reflexionar:
-jYa nada podra borrar lo que esta hecho! Si tengo que
de arden social, todo.
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152
arriesgar la vida y la libertad, que sea para bien de todo~.
jPara que al fin tengamos escuelas Y pozos! iPara que Vl-
vamos un poco mejor! . .
Despues de este desahogo, tira el cuchillo. y se af1anza
en la decision de ir a Taxhie para ver a Mana.
-·Que me importa ya 1o que pueda ocurrir'? j~re a la
carcel: si es necesario! jQuedare tirado por el cammo,. ~
· ' a mansalva' ·Que importa? Nada me desv1ara
asesmaran . "'
de mi ruta.
y una vez mas Taxhie fue su iman.
IX
Atraviesa la vereda del pueblo, sin detenerse. Pasa cerca de
la iglesia desierta y corre a la casa de Maria.
Llama desde la nopalera y nadie le oontesta. Vuelve a
llamar y el §ilencio es igual. Entra en la choza para cercio-
rarse de que no hay nadie.
En un rincon, acurrucada, esta una persona que al verle
esconde el rostro en el obsesionante ayate del Mezquital. Sos-
pechando que es Maria va hacia ella, para abrazarla. Pero
ella, en un visible afan de rechazarlo, se esconde mas y se
acurruca por completo en el rinc6n.
-Maria -le dice-. No te esoondas. se que no eres cul-
pable de nada.
Como si fuera indiferente a sus ruegos, ella baja la ca-
beza y persiste en su mutism.o.
-jEscuchame Maria! Yo soy el mismo de siempre y te
quiero tanto 0 mas que nunca.
Desesperado con sus negativas, le dice, para forzarla a
una respuesta:
-jS6lo que ya no me quieras!
Ella quisiera contestarle:
(jTe querre toda la vida; pero ya no podre ser tuya. Esta-
mos separados iara siempre!)
Sin embargo, calla. No se atreve a decir palabra, ni a
levantar sus ojos que otrora brillaban con el resplandor del
cielo matutino. Pedro, al contrario, como si leyera en su pro-
pia pensamiento, afirma y ·contesta a la vez:
-Mas que nunca debemos ser el uno al otro. Antes es-
tabamos unidos por el amor; ahora estamos unidos par el

155
154 '
amor y por el odio. Por el odio implacable a todos nuestros
enemigos.
Al oir aquella palabra, Maria no puede contenerse, Y con
la · voz entrecortada por las lagrimas, dice sollozando:
--Solo quisiera estar unida a ti, por el amor.
-Maria-- le dice intentando tomarla en· sus brazos-.
jDejame que te vea! .
-jVete! -le dice, siempre con la cara escondida-. jDe-
jame morir!
-jNo digas eso! Tu no eres mas que una victima. en un
pueblo de victimas. jVen conmigo! jSalgamos de aqu1! jVa- X
mos lejos, adonde podamos ser felices!
-jNo quiero que nadie me vea! Nadie, ni tu. Ya todo es AI dia siguiente, de regreso a Ixmiquilpan, Pedro entra en
inutil. la Presidencia Municipal, dispuesto a denunciar los hechos.
Ante su vana insistencia. Pedro le arranca el ayate por Deberia presentarse ante el Juez de Primera Instancia, mas
la fuerza. Y en el-acto se contiene para no tener que cerrar por equivocaci6n, va al Juzgado Conciliador, donde se diri-
los ojos. Lo que ve ya no es la Maria risuefia, de mirada men las causas menores. Se adelanta para explicar su caso.
dulce. Lo que ve a'hora es casi un cadaver. Los funcionarios, que estan muy ocupados, le dicen que es-
Sale de Ia choz;l, para que ella no advierta sus lagrimas. pere. ·
La abuela, desde afuera, contempla el espectaculo e intenta El secretario -un hombre joven de aspecto cansado--
consolarle. se esfuerza en vano por comprender lo que los indigenas in-
-jTenemos que ir a Ixmiquilpan, -dice el-, a Pachu- tentan explicarle. La secretaria del secretario -una indigena
ca a donde sea necesario para denunciar este crimen! Si no arrancada de su antiguo medio, que se siente ya muy por
q~edaremos siempre en las manos de estos infames. encima de sus hermanos de raza- traduce con displicencia
La abuela sacude la cabeza, en un gesto de desesperanza, y sin entusiasmo, lo que dicen.
y con tristeza, pero con gran dignidad, exclama: , Una de las protagonistas, mujer de cincuenta afios, de ca-
-;.Para que? ;.Para mostrarnos ante todos? ·;.De que ser- ra arrugada, brazos esqueh~ticos, con la blusa rota por la
viria? que asoma el seno flaccido y seco, habla y habla, sin interrum-
-jPara que castiguen a estos miserables! jPara que los pir jamas su tarea de hilar en el malacate de palo. A veces,
prendan! lleva el santhe a la boca, corta con los dientes un pedacito
-jA los que tienen dinero nunca les hacen nada~ iLo me- de fibra nudosa que no conviene al hilado, la escupe y si-
jor es dejar todo asi, y resignamos con nuestra tnste suer- gue hablando,~ablando, sin cambiar nunca de expresi6n ni
t r ·Asi es nuestra vida! ;.Que vamos a hacerle? alterar el tono de su voz.
e. ~ con la punta del ayate, limpia dos lagrimas que se des- Sentada en la ventana del juzgado, una mujer joven,
lizan blandamente, por su rostro arrugado. bonita, harapienta, saca el seno de la blusa con la misma
naturalidad con que sacaria el tet'i de hilar, y se lo tiende a
su hijo: un nifio de dos afios que esta parado junto a ella. El
chiquillo lleva el seno a la boca sin gran avidez, tal vez por
saber que no le satisfani mucho, y lo sostiene con una mano,
en tanto que la madre fija la atenci6n en los que alegan.

156 157
-Tiburcio Gomez nunca le pag6 nada a mi tio. y a esa
A poca distancia, en una silla, esta una matrona otomi, mujer 1o que deberian hacer es ponerla en la carcel, por in-
fuerte, hieratica. Sobre las piernas tiene un nifio de varios cumplida y mitotera. Ademas, yo tengo la escritura del te-
meses, dentro de un .ayate. Para que el no pierda el hibito rreno.
de sentirse en el aire, como en una hamaca, la mujer agarra El hijo de la interesada decide tambien intervenir:
las puntas del ayate con las dos manos, colocadas a la al-
. -Tiene la escritura porque la rob6, pero Ia tierra es de
tura del pecho, en la misma forma que un soldado en ac-
rru madre. Ella la denunci6 como suya, hace muchos aiios.
titud solemne, empufiaria un estandarte. Entre los sobrinos (de los dos muertos), que se creen am-
El procurador de los indios -puesto creado por los go-
bos con derecho a la tierra, se entabla una refiida discusi6n
biernos revolucionarios para asesorar a los indigenas y pro-
en otomi. El hijo y las hermanas de la reclamante dan sus
mover la entrega y restituci6n de los ejidos--- como no es
puntas de vista. Y todos dis...'Uten, "aclaran", enredan, se in-
otomi, ni conoce el idioma, pide al secretario que le aclare
sultan; sin que ninguno de ellos interrumpa jamas su tarea
la situaci6n. de hilar el sa.nthe, ni altere, en lomas minima, sus facciones
-El tio de esta mujer, que se llama Tiburcio GOmez
impasibles, o denuncie en los ojos, o en las comisuras de los
-explica el secretario-, empefi6 un terreno, hace veinte
labios, sus sentimientos intimas. .
afios, por ciento treinta pesos a Rosalia Perez. AI recibir el
terreno, el prestamista lo cultiv6, usufructuandolo en bene- El procurador piensa que la tierra debe ser entregada a
ficia propio. Por supuesto le sac6 a la tierra, que no era suya, su ~er.dadero- ~uefio. Pero ese es el problema ;,quien es el
cien o doscientas veces el valor del dinero prestado. Pero autentlco dueno? Uno dice que tiene la escritura; la otra
como el pignorante no pag6 la deuda, el siguio explotando asegura que la tierra esta registrada a su nombre. · Quien
la tierra como si fuera propia. ;.Usted entiende verdad? tiene la raz6n? t.

El procurador asiente con la cabeza, pero encoge los hom- Lo mas facil seria ver en los libros; pero la sobrina de
Tiburcio Gomez no sabe la fecha y buscar en los libros a cie-
bros, un tanto intrigado.
-Un d.ia --prosigue el secretario- el tal Rosalia Perez gas, da mucho trabajo.
muri6 y el heredero, que es uno de sus sobrinos, junto con Entonces el secretario, para "aclarar" las casas, pregunta
los bienes de su tio, recibi6 tambien las tierras empefiadas. a la probable propietaria si el prestamo fue celebrado bajo
-;,Y el duefio recuper6 su propiedad? -interroga el el regimen anticretico. La mujercita queda perpleja, y ei
procurador. vuelve a preguntarle:
-iNo! iComo no tenia con que pagar el adeudo! Pero -;.El prestamo de fa tierra fue anticretico?
eso si, continuo pagando las contribuciones. Hasta que se mu- La india escucha aquellas palabras con la misma indife-
rio tambien. r~ncia con que escucharia un trozo de Esquilo en griego y,
-;. Y ahara? -pregunta de nuevo el procurador sin sm consagrarle la minima atencion, al minima secretario, si-
comprender muy bien aquel lio-. ;,Como esiim las casas? gue hablando, hablando sin cesar, en su antiguo y misterioso
-Ahora -intenta explicar de nuevo el secretario- la idioma. Ante ello y en media de la confusion, el secretario
sobrina de Tiburcio Gomez, qu.e es su heredera natural, con- propane una tnedida sabia.
sidera que debe recibir la tierra de su tio. Y el heredero de -Hoy ya adelantatnos bastante en el deslinde de este
Rosalia Perez cree, al contrario, que no debe entregarsela. asunto. El proximo lunes, a la misma hora, continuaremos.
El actual poseedor de la tierra en litigio, un indio ladino El hijo de Ia quejosa, ante la nueva dilaci6n, reclama:
de ojitos vivarachos, cuyo rostra parece una mascara tras -Tenemos ocho afios de venir aqui. iYa de una vez des-
de Ia cual esconde un odio feroz a sus opositores, acla.ra a
engafienos!
su vez:
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Indignado con la reclamaci6n del muchacho, el bur6crata veintid6s a veinticinco aiios que por la fluidez de su cas-
tellano, por el modo de expresarse e incluso por el traje
recrimina -pantal6n de mezclilla, zapatos y camisa de color- muestra
-jNO seas chismoso ni exigente! ;.Como quieres que arre-
glemos hoy el asunto, si tu mama no sabe si el prestamo un desarrollo y un trato con el mundo que los otros no po-
seen. En un arrebato de decision y de coraje, protesta:
fue anticretico?
Pedro, que mil veces ha sentido ganas de intervenir, se -Le estamos diciendo la verdad. No robamos ningunos
queda tambien intrigado con la tal palabra -"anticretico"- elates. Y silos hubiesemos robado ;.que? El doctor tiene 200
que nunca habia escuchado en su vida Los otros salen del hectareas de riego, y nosotros apenas tenemos dos o tres
tribunal hacienda un terrible esfuerzo de memoria, para re- cuartillos de temporal, y en tierras malas. Si robasemos ela-
cordar si el prestamo fue o no "anticretico". tes, seria para c~er, porque en nuestro pueblo, toda la gen-
-Esto es lo malo -repite el secretario al procurador-. te se esta muriendo de hambre. jPero no robamos nada!
elias no saben si fue anticretico. Si lo supiesen, todo se arre- El doctor, chaparrito, ladino, con mueca simiesca y ade-
man imperativo, se inclina al oido del secretario y le dice algo
glaria facilmente. . . .
El procurador de los indios mira anonadado y rep1te en- confidencial. El procurador mientras tanto, insiste con gesto
bondadoso:
tre dientes: -Muchachos, digan la verdad. Sera mejor para ustedes.
-jClaro, claro! jAnticretico ... !
Pedro hace ademan de acercarse al secretario, pero este Si no confiesan ;.como quieren que yo les defienda? jCom-
indica que aun no es su turno. Y en ·el instante en que se iba prendan mi situaci6n! jAyudenme! ·
a tratar otro caso, irrumpe en la sala un hombrecito moreno. El secretario se levanta de la silla, asume una actitud so-
con cara de ladino, vestido como funcionario de provincia. lemne, y declara en nombre de la Ley:
El secretario se levanta servilmente, y le pregunta con os- -Ustedes insisten en ocultar el delito, a pesar de que
hay pruebas muy nitidas en contra de ustedes. De modo que
tensible respeto.
-;.Que ordena usted, doctor? me veo obligado a detenerlos. La acusaci6n del juez es muy
-Le traigo estos bandidos que me robaron 238 elates clara, y el delito de robo debe castigarse.
en mi milpa. El juez vio las huellas que dejaron en la tierra El doctor aprieta la mano del secretario y sale del juz-
y comprob6 que son de ellos. Le traigo tambiE!n dos testigos gado con aire de haber ganado una gran batalla -la batalla
que confirman las investigaciones del juez. de los 238 elates--. Sus testigos le ceden el paso con osten-
El secretario se vuelve hacia los muchachos con gesto sible reverencia.
Despues de escuchar todo esto, Pedro piensa que la abue-
duro, e interroga:
-;.Confiesan que robaron los elates? la de Maria tiene raz6n, que la justicia no se hiw para los
pobres. En todo caso, se adelanta bacia el secretario y le
-jNo robamos nada!
-El juez comprob6 las huellas. ;.Por que lo esconden? comunica, en voz muy queda, el asunto que quiere tratar. Este,
sin quitar la vista de un oficio que tiene sobre la mesa, con-
-insiste el secretario con rudeza.
testa impasi ble:
-jNo robamos nada! Cl
El procurador de los indios en su papel de "iubitro" les -Esos asuntos se tratan en el Juzgado de Primera Ins-
aconseja paternalmente a los acusados: . tancia. jAqui no!
-Si ustedes dicen la verdad, quiza podamos llegar a un Pedro entra en otra oficina, pregunta por el juez y le
arreglo amistoso. Por eso les pido, para su bien, que se sin- explica, timidamente, lo que quiere:
-;.Por que no vino la interesada? -interroga con auto-
ceren. ridad e indiferencia.
Del grupo de los presuntos rateros destaca un joven de

I 161
160
La nube estenl.-11
-No viene -responde Pedro--, porque tiene vergUenza.
-;.Vergtienza? -pregunta el juez ~n extraneza.
-jSi, senor juez! -subraya Pedro con un asomo de re-
beldia en la voz-. jVergtienza!
-jBueno! -dice el magistrado encogiendose de hom-
bros-. ;.Y tienen testigos? .
-Usted sabe, senor juez, que los band1dos nunca come-
ten sus fechorias delante de testigos. •
-Pues, si no tiene testigos, ni quiere presentarse aqw a
declarar, ;.que quieres que le hagamos? Ademas .i~~a con XI
mucho cuidado porque se te puede voltear el chirnon por
el palito!. . . Una acusaci6n de esas sin pruebas, puede to- Cuando la pesada reja de acero se cierra detras de el, el nue-
vo preso tiene la sensad6n extrana de que una mano brutal
marse como calumnia. .
El muchacho mira al bur6crata con una rab1a que ya no y poderosa lo arroja fuera del mundo, lejos de si mismo.
puede ocultar y responde en un arrebato de ira: En un instante se ve convertido en un animal dafiino, pe-
-jCalumnias! Nos roban, nos explotan, viola'? a nu~ras ligroso, sin sentimientos, al que se encierra friamente en una
mujeres y aun nos llama calumniadores. Si fues.emos r1cos jaula, para evitar su ferocidad.
y tuviesemos dinero, entonces si que nos atendenan. Y al verse rodeado de hombres que seguramente son tor-
·
-;.Que qUJeres d ec1r
· con eso?: . . vos asesinos, bandidos feroces, asaltantes brutales y viola-
-·Quiero decir: que la justic1a esta s1empre del lado de dores de la peor especie, tiene repugnancia y miedo de acer-
'
los ricos, ·
aunque ellos sean ladrones, asesmos · 1a dores1.
y v1o carse a ellos.
jESO es lo que quiero decir! . Poco a poco, sin embargo, el mundo que se habia desmo-
Despues de este desahogo, el frustrado defensor de Mar1a ronado por completo a sus pies, comienza a levantarse de los
voltea la espalda al juez y sale del tribunal con un ~rtazo. escombros, a ajustarse a su vieja annaz6n y a exhibirse, de
. 1 instante en que entra en el despacho de la Flecha nuevo, en su verdadera fisonomia.
E ne . ·
Roja", para comprar el boleto de regreso a Alfa]ayucan, s1en- Entonces Pedro, restituido tambien a su categoria de hom-
te unos brazos que lo agarran. . .. bre a quien la violencia habia momentaneamente rebajado,
Sin mas explicaciones, sin ninguna orden JUdlc~al, t~ 5<':, empieza a entender la verdad de todo aquello.
lo porque el hombre encargado de impartir justic1a se smbo Las rejas se yerguen ante el, como un simbolo demasiado
ofendido, lo llevan a la carcel. obvio del mundo. Afuera de ellas estan los eulogios, los
jueces, y los que para disfrutar la ilusoria libertad en el
hambre y en la sed, se pliegan a sus designios; adentro, es-
t{m los rebeldes, los desesperados y aquellos a quienes un
mundo lleno ~ incongruencias, empuja hacia los mas repro-
chables desatinos.
Viendole asi, pensativo, hurafi.o, con una mezcla de re-
pugnancia y de temor, los demas presos vacilan en acercar-
sele. Pero la solidaridad, que en la carcel nimba de una ex-
trana virtud hasta a los mas criminales, no tarda en m.ani-
festarse.

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Uno tras otro, se le acercan todos los reclusos y le envuel- le conto el ultraje de Maria! Con la misma ciega ferocidad con
que Leobardo corto los brazos al asesino de su hermano y vio-
ven en un clima de curiosidad y de cariiio.
lador de su cuiiada, el hubiera hundido tambien su puiial
-~Ofensa a la autoridad? -pregunta uno de los rec~u­
en el cuerpo del miserable. Y de haber tenido un mache-
sos, a quien el largo cautiverio ha convertido en un e~pecla­ te, le hubiera cercenado, de igual modo, las manos, los bra-
lista en leyes-. iHum! vas a estar aqui hasta que al JUez se,
zos y la cabeza. Por fortuna, entre el atrio de la iglesia y
le ocurra ponerte en libertad. jPor menos, Leobardo_-y se-
la casa del resgated.or, bubo de por medio todo un mundo,
iiala a un joven de diecisiete aiios- lleva ya un ano en la con sus casas, calles y gentes.
carcel!
-jAb! -se dice para si mismo--. Si en ciertos momentos
-~Por menos? -pregunta azor ado-- · ;Que' hiw el?
u
de la vida de cada hombre, nose levantaran ante el barreras
-jNomas mato a un tipo a machetazos y le corto las providenciales, ajenas a sus designios y a su voluntad, la hu-
manos! manidad tal vez estuviese toda recluida en una carcel.
Ante la "inocencia" del compaiiero, los presos sueltan -La mayor parte de los hombres -sigue reflexionando
una carcajada de burla, y Pedro, a pesar de su horror al al ver la expresi6n humana de Leobardo-- son inocentes por
homicidio, no puede dejar de sonreir con el extraiio pero ne- casualidad, porque la vida ha sido generosa con ellos; porque
cesario humor de aquellos hombres. nunca les deparo la ocasi6n de ser criminales. Su inocencia
Timidamente, se atreve a preguntar: es un caso de loteria, quiza de error.
-~Y es verdad eso? ~Lo mato como ustedes dicen? Andres Gomez, reanudando la idea expresada al princi-
-~C6mo querias tuque lo matara? La muerte es la muer- pia, le corta el hilo de su meditacion:
te, y por complicada que parezca es siempre una cosa sen- -jEso es! Si tienes dinero, P,Uedes salir pronto; si no tie-
cilla. Antes 0 despues, a balazos o de hambre, todos tene- nes, caes en la carcel, como piedra en pozo. Asi hemos caido
mos que caer. ~Por que ponerle mala cara? nosotros.
Comprendiendo la extraiieza que sus consideraciones cau- En el pequefio patio donde los presos alimentan la ilu-
san al "nuevo", agrega, para aclarar: sion de libertad, recibiendo la luz del sol, juega un chiquillo
-jNo creas que lo mato porque si! Lo hizo para vengar de diez o doce aiios.
a su hermano a quien un bandido enveneno para robarle_ la -;.Tambien esta preso? -pregunta Pedro con asombro.
mujer. Al saber todo eso, Leobardo se echo sobre e~ asesmo -jNo, esta con su padre!
y lo desgracio a machetazos. Despues, cuando lo vio muerto Aquella imagen, frecuente en la carcel, le evoca su infan-
a sus pies le corto las manos para que ni en el otro mundo cia. Ahora, recuerda con nitidez. Aquellas rejas ... el patio
'
pudiese hacer mas dafios. A poco ~ tu. no h anas
• 1o m1smo
° ?
. oscuro y maloliente ... las madejas de santhe colgadas en
A pesar del estremecimiento que este r~lato le ~rovoca, las barras de hierro . . . Y para convencerse de que es la
Pedro comprende al protagonista de tan ternble h~zana. Leo- misma carcel donde estuvo cuando niiio, con su padre, da
bardo con su mirada triste, llena de una hurana ternura, una vuelta al patio.
no es' ni puede ser un criminal. Es una victima _a quien
terribles circunstancias envolvieron en su marana. An-
-~Que buRcas? -le preguntan viendole curiosear.
-jPor donde huir! --dice contagiado por el buen humor
dres GOmez, el "lider", tiene razon. ~Que otro habit~?­
de sus colegas.
te del Mezquital, rodeado de maldad, y sin fe en la justicia,
procederia de otro modo, al ver a su hermano muerto Y -jSi quieres huir -interviene el "lider"- no busques
vilipendiado? El mismo ~no estuvo a punto de cometer un agujeros. Aqui los que quieren salir, salen por la puerta;
asesinato? jAh, si Eulogio hubiese estado cerca cuando Juana pero ya sabes, necesitas tener mucha lana ...

164 165
-;,A poco han salido muchos de aqui por ese procedi- -;.Y aquel m<>coso? -pregunta sefialando a un chiquillo
miento? de doce afios-.
-jUuuuh! --exclama llevandose las manos ala cabeza- -jSe llama Pedro, como tu! jOye, Pedro! -le grita al
el dinero abre todas las puertas del mundo. Y, aqui, ni se di- chamaco-. jPedro Mendoza, ven aca!
ga. Algunos, ni siquiera entran; y si entran estan dos o tres Se acerca con gesto huraiio.
dias, nada mas. -;,Por que te pusieron a la sombra?
-Pues ahi tienes ese de Alfajayucan que le dio de bala- -jDicen que robe cinco cuartillos de haba! jPero no fui
zos a su hermano -recuerda otro. yo! Fue mi primo hermano Juan Mendoza. Y como a el Ie
-;,Cual? -pregunta el "lider", al mismo tiempo que dejaron huir, me prendieron a mi por venganza. Hace mas
hace un esfuerzo de memoria para recordar. de un mes que estoy aqui.
-Juan Olguin el que dispar6 una escopeta de muni~io­ -;. Y tu? -le pregunta Pedro a un muchacho de 22 afios
nes sobre su hermano. que se sienta alrededor de ellos.
-iAh ya me acuerdo! no lo mato por puritito milag~o, El muchacho calla. Al parecer tiene vergiienza de ex-
pero le tiro a dar. El juez, lo primero que hizo fue preguntar- plicar su caso. Comprendiendole el lider habla por el.
le por la lana. El tal Olguin dijo que tenia trescientos pesos -Le dio tres patadas a un hombre que abus6 de su ma-
en plata, en Alfajayucan. Entonces el juez lo mando con un dre por la fuerza. El herido estuvo nomas que ocho dias en el
soldado a que trajera el dinero; y ya ni regres6. El mismo hospital. Este muchacho esta preso hace ya cuatro sema-
soldado que trajo 111 lana lo dej6 en Alfajayucan. Y el her- nas, nadie sabe lo que van a hacer con el.
mana muriendose en el hospital ... AI escuchar esto, Pedro siente que Ie hierve la sangre
AI anochecer, los presos. se acomodan cada uno en su en las venas de indignaci6n.
acostumbrado Iugar, junto a la pared. Algunos, los mas an- -;, Y por defender a su madre lo tienen en Ia carcel?
tiguos, tienen petates para dormir. La mayoria duerme en -jClaro! Es indio, no tiene dinero ;.en que otro Iugar
el suelo pel6n. quieres tu que este?
El "lider" conversa a oscuras con sus viejos colegas, bas- -;.Y el violador?
ta entrada la noche y Pedro, acurrucado en un rincon, so- -jEse, como tiene lana, anda en libertad!
bre el piso frio de piedra, piensa. Piensa en Maria, en Taxhie, -;,Ves aquel chaparrito, regordete que parece chama-
en el bandido que estuvo a punto de convertirlo en un ase- co? Se tiro a una de su pueblo. Como es indio, lo amolaron.
sino como algunos de aquellos. Piensa en su nifiez Y en su Hace un afio que esta preso y quien sabe cuanto tiempo Io
padre. AI recordar que el autor de sus dias habia estado alii van a tener aqui.
tambien, en la misma carcel, quien sabe por que se siente --8i viol6 a una muchacha ~ice Pedro con indigna-
identificado con ellos. ci6n- es justo que le castiguen!
AI dia siguiente, mientras la mayor parte de los presos -;,A que llamas tu violar? -pregunta el lider con
se entregan a la tarea de envolver santhe alrededor de los un movimiento rapido de Ia mano-. Son del mismo pueblo,
cogollos de palma para hacer canastas, Pedro, todavia ina- andaban juntos y ... ;,Que quieres? jHizo lo que todos ha-
daptado, investiga con el "lider" el caso de cada uno de sus riamos! t
colegas. -;,Por que no se casaron?
-Aquel muchacho que ves alii se llama Santiago Godi- -jCanta! jEduardo Canta! jVente para aca! Aqui el pro-
nez. Se di6 de manazos con otro compafiero. Cosa sin impor- fesor pregunta por que no te casaste con la muchacha.
tancia, pero lo prendieron luego. Le piden ciento cincuenta -jPorque no me dejaron! La madre no quiso. Yo no me
pesos para ponerlo en libertad.. la lleve a fuerza, como ellos dicen. Se fue por su propio gus-

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to. Me invitO a ir con ella a raspar maguey. Cuando esta- rin? Pues toda la gente lo supo. El y dos de sus cuates de
bamos en el campo, debajo de una nopalera, vino la madre el, agarraron a una chamaquita de doce aiios y entre los tres
y nos cayo. Como queria casar a la hija con otro, me denun- se la echaron. jPobrecita! Hicieron con ella lo que quisieron,
ci6, nomas para vengarse. Y aqui me tienen hace aiio y me- hasta dejarla muerta. Y ni siquiera la enterraron. La de-
diO, sin haber hecho nada. jaron tirada a orillas del rio, ahi no mas adelantito cerca
-jC6mo sin haber hecho nada! -exclama Pedro, sor- de la casa del licenciado Corona. ;.Y que? '
prendido con lo que no sabia si era ingenuidad o cinismo. -;.No los prendieron?
-jSi, hombre! -insiste el "lider"- ;.que hay de malo -jSi, los prendieron, porque se supo quienes habian sido
en que un muchacho se tire a una muchacha del mismo pue- Y el pueblo estaba indignado. Hasta nosotros aqui los veia-
'?
blo, por el gusto de los dos? ~si lo hacemos todos. i. crees mos con desprecio. Sin embargo ;.cuanto tiempo estuvieron
que todas las mujeres llegan virgenes al altar? jEstaria mal, aqui? jDos o tres meses, y nada mas! Despues los manda-
ya lo creo, si el hubiera abusado de ella, con otros, por la ron para Actopan y ahora el tal sobrino de don Mariano Ma-
fuerza, como hacen por ahi los catrines! Pero si lo hubiese rin, ahi anda paseando por la calle. Uno de ellos vive aqui
hecho asi, no estaria preso, jpuedes estar seguro! a la vuelta, cerca del Hotel Marte. Todos los dias pasa por
-;.A poco hay muchos "casos" de esos? -pregunta Pe- la Presidencia y ni quien le diga nada.
dro con un temblor de voz casi imperceptible. -jParece imposible!
-jUh! jMontones! Aqui mismo, en Ixmiquilpan, a cada -jY eso noes nada! jOye! ;.no tienes por ahi un cigarrito
momento hay asuntitos de esos. Race algunos meses tres em- que nos des? Si, a6.n hay cosas peores. ;.No viste lo que de-
pleados de don Apolonio, el amo de la otra banda, violaron cia el periOdico de Pachuca?
a una pastorcita, y ni quien los molestara. Pedro busca en los bolsillos unos centavos para mandar
-jQuiza no hubiese pruebas! ... comprar cigarrillos, para su nuevo amigo, el "cronista" de
-iYa estas tu como los jueces! Cuando nosotros acusa- la carcel, y escucha con atenci6n su relato.
mos a alguien nos piden pruebas, testigos y no se que mas. -Yo no se si es verdad o no; yo no mas digo lo que vie-
Pero cuando es para fastidiarnos, no necesitan ninguna prue- ne en el peri6dico. Dicen con todos los pelos y seiiales, que
ba, ni ning6.n testigo.- Luego dirigiendose a un mucha- el Presidente Municipal (jsi nos oye, nos mata!) dispar6 una
cho de veinte a ventid6s aiios que escucha embobado la con- pistola sobre el Delegado del Departamento Agrario y le que-
versaci6n- ;. Que pruebas tienen contl"a ti, Victoriano? br6 las piernas. Despues oblig6 a un soldado a confesarse
-Contra mi no tienen pruebas. Un enemigo mio dice que autor del delito. Pues a pesar de lo que dice el peri6dico y
robe trescientos pesos, pero es mentira. de lo que declar6 el agredido, ahi sigue de Presidente Mu-
-Mentira o verdad -agrega el "lider"- poco importa. nicipal, y el soldado, como es soldado, esta preso en Pachuca.
Lo que importa es que no tienen pruebas ni hay testigos. -La culpa es del soldado. ;.Por que no dice la verdad?
Sin embargo, hace cuatro meses que estas preso. Ad7mas -;.Por qu~ sera? jTu si que eres inocente! No dice la
cuando los criminales tienen dinero no le hace que ex1stan verdad porque prefiere estar preso, a perder el "resollo".
pruebas ... (iOye, tu, chamaco, pregunta cuando nos tra~n Pero jvamonos porque ya nos van a dar la comida!
la comida.) ;.Que decia yo? jAh, que cuando se trata de tl- La comida es insuficiente y mala. Tres tortillas y una
pos con dinero, haya pruebas o no, los ponen en la calle. . cucharada grande de caldo en el cual flotan algunos fideos.
-jTodavia estan torteando! -contesta el chamaco-. Dl- -8i tienes dinero, manda comprar algo afuera; porque
cen que al rato traen las tortillas y la comida. aparte de esto no te daran nada mas.
-Pues diles que no sean flojas, que ya tenernos hambre. --;.Y los que no tienen dinero?
;.No supiste lo que paso con el sobrino de don Mariano Ma- -jSe friegan! Lo consiguen haciendo canastas, o revien-

168 169
Si supiera hablar castilla y defenderse, Epifania Tepe-
tan de hambre. jAsi es que vete preparando! Sino sabes ha- tate podria haber dicho:
cer canastas te enseiiamos. Podras hacer tres a la semana. -La ratera es mi patrona, porque me pagaba cinco pe-
A dos pesitos cada una, por lo menos, te alcanza para las sos ~~ mes. La ratera es ella que me explotaba inicuamente.
tortillas, y para el tabaco. jPrendanla!
Casi todos mandan comprar tortillas a las presas que Pero Ia pobre no sabe hablar castilla. Y los jueces no
estan al otro extremo de la carcel. En una cocinita que hay entienden otomi. ..
en un pequeiio patio, hacen la comida para todos los presos Aunque joven, Epifania no puede amamantar a su hija
y les preparan las tortillas. Asi se ganan unos centavitos mas chica. Su pecho, seco como una penca marchita, no tie-
para comer. ne gota de savia. Y la niiia, abandonada a la ilusi6n de un
-jEsas si que estan fregadas --continua el "lider"-; si• seno prematuramente envejecido, parece un esqueleto, insig-
quiera nosotros siempre nos sabemos defender! jPero esas nificante y triste.
pobres ... ! En los ulti~os dias, habia llegado a la carcel una mujer
El "lider" saca unos centavos del bolsillo y le dice al cha- de San Juamco, acusada de homicidio. La infeliz madre
maco que esta en la carcel con su padre, que le vaya a bus- :_ambien, a~imentaba piadosamente a Ia hija de su' compa-
car mas tortillas. El guardia abre la puerta al chiquillo y nera. Gractas a ella, la palidez cadaverica de la niiia co-
este corre a la crujia de las mujeres. menzaba ahora a teiiirse de un color de rosa, muy sutil.
Adentro, hay una muchachita de tres aiios con quien le Petra Botho, de Orizaba --otra de las reclusas-- confie-
gusta jugar y el carcelero, bondadosamente -basta en lo sa abiertamente su delito. Habia sido amiga de un' hombre
mas oscuro suele resplandecer la luz- siempre le abre la casado que, cuando la apetecia, entraba a su choza, se burla-
puerta. ba de ella, le pedia dinero y aun le pegaba. Una noche de-
La chiquilla, de enclenque y flacucha, apenas camina. Su sesperada con el abuso de el, se enfureci6 mas que de cos-
madre Epifania Tepetate, a pesar de ser muy joven parece que twnbre, agarr6 un palo y le aplast6 el craneo a puro porrazo.
tiene treinta o cuarenta aiios. El demasiado trabajo, la in- No estaba arrepentida. Si el viniera otra vez, desde el otro
suficiente alimentaci6n y el exceso del pulque la han idio- mundo, a burlarse de ella, a quitarle el dinero y a pegarle
.tizado por completo. Sus ojos muertos, apenas brillan en le destrozaria nuevamente la cabeza. '
unas facciones impasibles e inexpresivas. Esta presa "por En medio de todas, escuchando estas confesiones ins6li-
robo". Su patrona dofia Rosa de El Nith -para quien ella tas, absorbiendo el aire viciado de la carcel, estaba una mu-
trabajaba apacentando ganado--, la acus6 de haberle roba- chacha de 15 aiios, acusada de haber robado una gallina.
do una borrega. Epifania acab6 de calentar las tortillas, las envolvio en
-jYo no robe nada! -dijo ella timidamente cuando el un trapo Y las dio al muchachito, que se fue corriendo a la
juez la interrog6--. jLa borrega se perdi6! carcel de los hombres, donde lo esperaba su padre.
Animalizada, temerosa de todo y sin poder arti<:ular mas Pasados dias, cuando Pedro compartia ya el "liderato"
que algunas frases .en "castilla", Epifania apenas se atrevia con Andres Gomez, llevaron a la carcel a un chamaco de
a decir eso: 16 aiios, por terrible delito. El "infame", habia subido a un
-No robe nada. La borrega se perdi6. cami6n sin pagar boleto.
El caso es que ella no podia probar la perdida del borre- -Perdi el finero que llevaba y cuando vino el cobrador
go. Doiia Rosa, su patrona, tampoco podia probar el robo. no. tuve con que pagar. Le pedi que me dejara bajar y no
Pero ya sabemos como funciona el mecanismo de las prue- qmso. Juro que me traeria a la carcel y lo cumpli6.
bas, en esos juzgados del Mezquital.
171
170
Y al recordar a sus padres, con quien no habia podido
comunicarse, se desato en un llanto inconsolable.
Todos los dias !legaba algU.n preso nuevo, por robar jito-
mates en un huerto; por dejar extraviar una oveja Pedro
esperaba el dia en que llegara algun mestizo por violar in-
dias, aprovechar el puesto publico para robar, o llevar el
abuso de la autoridad hasta el homicidio. Por supuesto nunca
Uego a ver tan ins6lito caso.
Dia tras dia, durante las cuatro semanas que estuvo en
la carcel, Pedro nutrio la rebeldia que comenzaba a florecer
en su pecho, con el ambiente de la injusticia, de la prepo-
tencia y de la arbitrariedad que reinaba en aquel oscuro y XII
mal oliente antro.
Se dio perfecta cuenta de que la carcel no solo era mala El ritmo de la vida en Taxhie sigue inalterable. Los hombres
porque en ella el hombre se sentia privado de lo que hay cortan pencas de maguey o hacen canastas. Las mujeres hi-
de mas precioso en la vida. La carcel era odiosa porque en Ian santhe Y -tejen ayates. Los nifios van al cerro a pasta-
rear los chivos o ayudan a traer agu~.
ella se condensaban y resumian las grandes infamias que a
Maria, cuyo vientre se abulta dia a dia no sale de casa
diario se cometen en el Mezquital.
Al fin, fue puesto en libertad. Creia antes que al llegar Nova al pozo de la canada a buscar agua ni ~~ mercado a ven~
I .
a la calle, su pecho se anegaria de gozo. No fue totalmente der el producto de su trabajo. Entre la abuela y el hermano
se reparten estos menesteres.
asi. Despues de ver al Mezquital en sus entrafias, sabia muy
bien que en todas partes encontraria injusticias e infamias. Integrado a la rutina del pueblo, Pedro hace canastas. Su
Es cierto que tenia menos ilusiones. No obstante, se sen- hermana continua tejiendo bolsitas de lana y los cefiidores
tia mas animoso que nunca. El miedo a la carcel habia des- que ~ veces va a vender a Ixmiquilpan. Como no se mete e~
aparecido para siempre de su espiritu. la VIda del pueblo, nadie se OCUpa de el, es un otomf mas,
como otro cualquiera. Un otomi que envuelve santhe alrede-
dor de. los cogol~os de palma, come gordas, y bebe pulque.
La Ida a la carcel, que don Eulogio y los suyos se encarL
garon de propalar, lo desacredito por completo a los ojos del
pueblo. Y si Lupe, Chava y el curandero no le molestan es
porque lo ven apaciguado y vencido, sin fuerzas para 'lu-
cha: por sus viejos suefios. En realidad no lo han olvidad.o,
lo tlenen como en "libertad vigilada".
Para los d~mas habitantes del pueblo, Pedro ya no es el
"estudiante", ni el brioso "profesor", ni mucho menos el
"heroe" de la escuela o el protagonista de la gran aventura
del pozo.
Ahora es solo el "agachon", "el novio de la panzona"
"el. que estuvo en la carcel por creerse muy salsa". En ei
meJor de los casos, no pasa de ser "el pobre al que fregaron
la novia".

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quitismo, la avitaminosis, la tisis, se encargan de dar un ca-
El protagonista de la lucha contra el viejo curandero, el racter trivial a tan frecuentes sucesos. Pero en la enfermedad
que queria redimir al pueblo y a toda la raza. otomi, se con- de esta niiia habia algo especial, que incitaba a la duda y a1
virti6 ir6nicamente, en "el pobre al que fregaron la novia" temor.
En los primeros dias de su regreso al pueblo, intent6 va- La pobre ardia en fiebre, miraba a la gente en forma ex-
rias veces hablar con Maria, a fin de asegurarle que la amaba traiia, como si no conociera a nadie; y ora apretaba los dien-
del mismo modo que antes; pero la resistencia de ella a dejar- tes, como los que sufren ataques, ora sacudia la quijada en un
se ver y las risas que inspiraba a cuantos le veian salir de su temblor continuo. Decia cosas inconexas y tenia unos 'punti-
casa, acabaron definitivamente por alejarlo.
Chava quiso tambien hablarle y no falt6 quien dijera que
tos rojos:n _el_ vientre, semejantes a las petequias del tifo.
. ~ pnnc1p10, la madre intent6 dominar la enfermedad con
se veian a escondidas, que ei le mandaba dinero. La verdad es ~~ones de hojas medicinales, que no faltan en la choza del
que Maria no queria ni escuchar su nombre. md10. P~ro_ ~inguna de las hojas y raices, que forman parte
La vergiienza y el trauma psiquico provocado por todo lo ~e .su pnmlhvo herbolario, aport6 lamas insignificante me-
ocurrido, asi como el desmoronamiento de todas sus ilusiones, JOria ~ la chiquilla. Ante el fracaso de su medicina domestica,
la impulsaban constantemente a recluirse en la soledad de su mand6 Hamar al curandero, a quien todo el pueblo recurria
misera choza. en los casas dificiles.
Habia perdido la lozania de antes y en su mirada, otrora A las puertas de la choza, con su aureola de conocedor de
serena, relampagueaban chispas de desvario. Permanecia ho- las hierbas sagradas que crecen en el monte, el curandero pa-
ras y horas callada, sin articular ni un monosilabo. De subito r~ce un sacer_dote de las antiguas religiones, enviado por los
gritaba sin causa aparente. El murmullo de una hoja, el zum- dios~s pa~a eJercer_ ~ dominio constante sobre los hombres y
bido de algUn insecto, bastaban para hacerla temblar. serv1r de mtermedmr10 entre la tierra y el mas alla.
A pesar de su entere.za espiritual, irrumpia en crisis repen- Con gesto solemne, que lo coloca por encima de todos los
tinas de llanto, y a veces, durante la noche, en el curso de rnortales, pide que le traigan una rama de pirul y enciende
horribles pesadillas, despertaba a la abuela, alegando que un ~na fogata. Se sienta en cuclillas junto al fuego, echa un pu-
enorme puerco habia entrada a la choza. ~do ~e sal Y otro de alumbre a las brasas, y se concentra,
Cuando la abuela le hablaba del niiio, sugiriendole la ne- ~stenosamente, en las figuras que las llamas dibujan en el
cesidad de preparar sus ropitas, cambiaba bruscamente de a1re, como si intentara descubrir el secreta de sus formas.
conversaci6n y se hundia en una inmensa tristeza o se dejaba . _cuando cree haber traducido cabalmente el lenguaje eso-
dominar por una irritabilidad nunca vista en ella. tenco de OtonteuctZi -el viejo dios del fuego otomi- se yer-
En esta forma, entre largos periodos de anonadamiento, gue despacio y ordena que desnuden a la niiia. Se acerca a
de sUbito temores, de terribles · sobresaltos, de una nostalgia ella lenta~ente, se inclina sabre su cuerpecito tremulo y Ie
indefinida y de breves parentesis de lucidez, transcurrian los pasa repetldas veces las ramas de pirul, como quien barre
meses, encaminandose inexorablemente hacia el desenlace una superficie inmunda
tragico que ella deseaba.
~- .
Vuelve hac1a el brasero, ante el cual se sienta durante
Un dia la rutina del pueblo fue alterada por la enferme- largo tiempo. A intervalos, echa nuevos puiiados de sal a las
dad de una nifia. De ordinaria, nadie se sorprende con casas brasas Y se queda absorto, contemplando las llamas que se
de estos, ya que la enfermedad ha sido siempre el estado na- retuercen y chisporrotean, diciendo con sus arabescos confu-
tural de estos niiios que nunca prueban un bocado de carne, sos Y sus misteriosos estallidos, lo que s6Io los iniciados pue-
ni beben una gota de leche, y que no saben lo que es una ye- den entender.
ma de huevo. Por lo mismo la muerte tampoco causa extra- De nuevo barre el cuerpo de la inocente con 1a escoba: de
iieza porque los parasitos, las infecciones inteslinales, el ra-
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ramas del arbol, pronuncia palabras de una modulacion que dinero? Si tuviesemos borregos o gallinas, como el entonces
nadie entiende y ejecuta exorcismos que parecen una panto- las tenia, podriamos venderlos! Pero, con Ia sequia y las en-
mima diab6lica. Pero la nina sigue igual. fermedades, tu bien lo sabes, se nos murieron todos los ani·
Ante la inutilidad de sus esfuerzos, dectde emplear el pro- males.
cedimiento que los antiguos neyethittiiphi otomies --esto es --Si treinta pesos te sirven de algo jAceptalos!
los lamedores de enfermos- utilizaban para extraer "los ca- -No tengas cuidado jSera lo que Dios quiera!
bellos, lon1brices, insectos y espinas que causaban las enfer- Lleva las manos a los ojos, y se encamina despacio hacia
medades". el rin.c6n de Ia choza donde gime, sobre un ayate viejo, Ia
Se arrodilla ante el cuerpo empalidecido de la niiia impu- agonizante criatura. Se sienta en el suelo, hieraticamente, co-
ber, le pone los labios carnosos y tremulos sobre su pecho en mo una estatua antigua, y ahi queda callada, con la mirada
flor, los lleva de UJ:la extremid.ad a Ia otra de la criatura, ante perdida, ahogando dentro del pecho el vago dolor, que ei des-
Ia expectaci6n y Ia angustia de los padres. Unas veces, Ia lame precio bacia tan horrorosa vida no le deja expresar.
como el perro lame sus propias heridas, para limpiarlas de
pus y de microbios; otras veces Ia chupa, como Ia sanguijuela
chupa la sangre mala; y nadie sabe quien preside aquellos
ritos: si la ciencia de dioses primitivos, o la lujuria de demo-
nios perversos. Pero Ia nina no mejora.
Una vez mas, se sienta junto al fuego que devora, hacien-
dolos gemir, los mezotes arrugados de maguey; le echa el ulti-
mo punado de sal; se concentra otra vez en la interpretacion
de los jeroglificos de fuego, por medio de los cuales el milena-
rio Otonteuctli expresa sus designios y, despues de una breve
meditaci6n, exclama, seca, brutalmente:
-Tu nifia esta muy mala. jYo nola puedo curar! (y con
una chispa de malicia en sus ojos fijos, penetrantes, anade: )
jQue ellos la curen!
Y sin explicar el sentido de esa misteriosa frase, sale bacia
el matorral dejando la choza sumida en Ia desesperaci6n.
Al dia siguiente, la nifia se halla ya al borde de la muer-
te. Arde en temperatura, cierra la boca en forma desespera-
da, crispa los dedos y estira las piernas, como atacada por una
violenta crisis nerviosa. Pedro, advertido de Io que ocurre, va
a verla.
-jLa nina esta muy mala! jSi no van por el medico, se
muere!
Atontada por la noche de vela y por el dolor que la apa-
rente impasibilidad indigena oculta, la madre contesta:
-No tenemos con que pagar al medico. Cuando Valencia
estuvo enfermo, le cobr6 cien pesos, nomas por venir a verlo.
Las medicinas costaron cincuenta. ;.De d6nde sacamos tanto

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fa nube esteri!.-1%
Tras las parihuelas en que transportan a la inocente, ca-
minan varias mujeres. Unas, rezan en voz alta; otras, murmu-
ran oraciones breves, y si no fuera por las velas de cera, que
alumbran a los muertos en su postrer camino de tinieblas,
nadie diria que se trata de un cortejo f(mebre. ·
Al llegar al camposanto, los muchacbos suben a la torre
de la iglesia y hacen repicar las campanas con el mismo en-
tusiasmo de los dias alegres. Mientras tanto, la procesi6n -ya
dentro del cementerio- se dirige sucesivamente bacia los cua-
tro puntos cardinales: se detiene al norte, al sur, y caminan-
XIII do cuatro pasos bacia adelante, repitiendo luego el mismo mo-
virniento en sentido lateral, dibuja en el aire, con la muertita,
La noticia de que Ia niiia ba muerto circula de boca en boca, cuatro cruces invisibles.
como algo que altera momentimeamente la vida del pueblo, Y Despues de esta ceremonia, que funde los viejos ritos con
que proporciona algunos minutos distintos, de cierta palpita- las nuevas creencias, se encaminan bacia el altar de la iglesia,
ci6n, fuera del bambre y de la sed habituates. frente al cual colocan momentaneamente a la difunta. En el
Por la noche, los familiares y amigos mas cercanos de los suelo, entre hombres y mujeres arrodillados, que la envuelven
padres, se reunen en la cabana para e1 velorio, Y aunque bre- en el coro de sus oraciones, la niiia parece, en efecto, un angel
vemente, casi todos los habitantes del pueblo pasan para ver que el pueblo va a ofrendar a su vieja iglesia.
a la "definada". Cuando por fin la llevan a la fosa, y la detienen en los
A la manana del dia siguiente, la pobre criatura sale de la umbrales de Ia ultima morada, la madre le descubre el rostra
casa envuelta en un vestido largo, como la santa de la igle- y le besa repetidamente las mejillas. Despues, con la unci6n
sia, ~xactamente como la Virgen Maria de la Parroquia. de una devota que cu.mple las exigencias de ritos seculares,
De tan hermosa que va, en su pureza de difunta, los pa- le pone junto al pecho una cestita de petate con algunas tor-
dres Began a sentir un secreto orgullo por ella. La madre, en tillas, y un jarrito simb6lioo de pulque "para el viaje".
el fondo, esta pensando: "iES mi hi~a: jMi hij.a! ~ sa~tos, ~n Las campanas, que siguen tocando, esparcen por los vien-
el cielo, ya se preparan para rec1b1rla. Alla sera ma_s_ f~h~ tos unos sonidos cristalinos y puros, como risas de angeles, de
que aqui. Todos la querran. Y basta el mismo Santo Nmo rra una alegria diafana y luminosa.
a verla. iSi, es mi nina!" . Nadie esta triste, nadie llora, y mucbos envidian incons-
Estirada, en su camilla la inocente parece, en reahdad, un cientemente, para sus niiios, aquella dicha inefable de salir de
angelito en dia de procesi6n. El vestido de gasa transparente la tierra, de abandonar el Mezquital y de ser recibido con to-
y color de rosa, como las alas de los angeles, solo le deja al ques de chirimia y ritmos de teponaztle, a la entrada del cielo.
descubierto las manitas delicadas -aunque prematuramente Aquella n~a ya no pasara hambre ni sed; no tendril que
encallecidas--- y los pies minusculos, muchas veces heridos caminar descalza, durante cuatro o cinco boras, para ir a bus-
pOr los cardones. La corona de palma, adornada de flores, car agua al pozo de la canada, ni nadie la acechara, tras los
que circunda la frente, completa el atavio celeste, casi festi- mezquites, para ultrajarla. Por eso la gente ve con indiferen-
vo, de imagen bendita, de santo de capilla popular, que su cia a la muerte; porque ella es la que salva a los nifi.os y a
palidez de cera acentua. Y s6lo el ayate, que le cubre el ros- los grandes, de una vida cruel e injusta.
tra a modo de sudario, sefi.ala el drama, al evocar la Veroni- En un afan piadoso de darla Ultima despedida al angelito
ca y la miseria del otomi que el simboliza. y de manifestar a la madre que sienten su dolor -dolor

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ya tan diluido que casi es dicha-los acompaiiantes descubren
el rostro que el ayate ocultaba y le dirigen una postrera mira-
da, llena de ternura, como quien dice "jhasta luego!"
Pedro se inclina tambien sobre la niiia para contemplar,
por Ultima vez, su carita de angel. AI fijarse en el pelo que
enmarca el rostro, siente un estremecirniento brutal. En me-
dio de verdaderos nidos de liendres, que matizan el negro
intenso de la cabellera con manchones grisaceos, se mlieven
unos piojos grandes, repelentes. Ante aquel espectaculo, retro-
cede, en una actitud que a los otros les parece tan solo de de-
solacion, pero que es, ante todo, de horror. XIV
Poco despues, descienden la niiia a la fosa. La madre vien-
De regreso a la casa, Pedro trae en la mente, sin que le aban-
dola desaparecer bajo los puiiados de tierra con que cubren
done un solo minuto, la imagen obSesionante de la niiia de
su cuerpecito tiemo y ensucian su vestido rosa, se consuela
rostro de angel, cubierta de piojos.
pensando que su criatura va ya camino del cielo.
Le horroriza pensar que asi como ella hay miles de cria-
En su mente febril e ingenua, todo transcurre con admi-
~uras, en el Mezquital, que viven y mueren rodeados de pio-
rable sencillez: una parvada de angeles trimsporta al nue-
Jos; que son envueltos al nacer, en restos de carnisas plagadas
vo angelito bacia el cielo, sosteniendolo por los brazos y
de piojos Y que, al fin, son llevados basta el camposanto, por
por los pies. Al atravesar las nubes, su vestidito de gasa se
los propios piojos.
suelta blandamente del C)Jerpo y se despliega, a la altura de
Le entra, entonces, un asco invencible por esas chozas mi-
los hom bros, en forma de alas que se mueven, con toda· pla'-
serables en cuyos trapos viejos, que son las cobijas del invier-
cidez, en el azul cromo de la atmosfera. Al principia, la ro-.
no, anidan y se reproducen los repelentes parasitos.
dean temerosos, despues, se dirigen en linea vertical, como Pero el sabe tambien que el piojo es el compaiiero inevita-
un enjambre, basta .perderse de vista. ble de la miseria, de la ignorancia y del atraso, en que ha vivi-
Mas excitado .por la realidad que por la imaginacion, Pe-
do su pueblo, durante siglos y siglos aporreado por todos los
dro recuerda los piojos que en ese mismo momento estan chu-
flagelos.
pando las \lltimas gotas de sangre de la infeliz criatura.
-5i no tiene agua para beber ---.se pregunta en un afan
Algunos siguen echando tierra a la fosa, otros comienzan
de justificarlo- ;.donde va a buscarla para cuidar su higie-
ya a retirarse. La madre, apoyada en unas amigas, procura en
ne? ;.Donde?
vano Uenar, con los frutos agridulces de la fe, el. extraiio, el
Cubierto, basta el ultimo hilacho, con harapos que se le
inm.enso vacio, que siente en el alma.
En las torres de la iglesia, las campanas siguen esparcien- pudren en el ~uerJ?<>; sin agua para lavar la escasa cantidad de
ropa que posee; a,Jeno al baiio y a Ia limpieza que en una tie-
do, por los aires, unos sonidos cristalinos y puros, como risas
rra exangiie, de rios secos y pozos lejanos, seria un lujo con-
de an~eles juguetones y felices. trario a las necesidades mas vitales el indio otomi se convier-
te inevitablemente en vivero donde proliferan los repugnan-
tes transrnisores del tifo.
Pedro tiene la impresion de estar lleno de piojos. Siente
un~ comezon alarmante en todo el cuerpo. Le dan ganas dE!
qu1tarse la ropa y de raparse inrnediatamente el pelo.

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Durante el sueiio, la obsesion se convierte en pesadilla.
Despierta, se rasca el cuerpo. Vuelve a dormir. Nada le qui-
ta aquella preocupacion de la cabeza. . .
como en un disco rayado, cuyos sonidos se rep1ten mter-
mitentemente, Ia imagen de la nina envuelta en nidos de pi~­
jos se le incrusta de nuevo en su cerebro. Lave otra.vez canu..
no del cementerio, sobre la camilla, como un angelito, con su
corona de palma adornada de flores. Pero ahora no son hom-
bres 1a que la cargan. Son los mismos piojos: grandes, mons-
truoS06, de l)eSadilla. XV
De todas las chozas salen ejercitos de parasitos, que se
lanzan sobre los niiios dormidos, se apoderan de sus cabelle- Tres semanas mas tarde, cuando de la muerte de la niiia ape-
ras largas y les inoculan venenos terriblemente mortif~ros. nas queda un recuerdo lejano, la enfermedad vuelve a la mis-
Despues, los alzan a todos en hombros y los llevru: hac1a el ma choza. El padre, la madre y uno de los hermanitos de Ia
cementerio. El mismo siente que los repelentes ammales se diiunta tienen exactamente los mismos sintomas de la nina:
una calentura muy alta, un estupor que los deja como atonta-
apoderan de su cabeza y la disputan ...
dos, la mirada incierta, la lengua trabada y un temblor con-
tinuo de toda la boca.
Al mismo tiempo, la enfermedad irrumpe en otras chozas,
y con la mismas caracteristicas: fiebre intensa, falta de do-
minio de los nervios, temblor.
En los primeros dias, la gente no se preocupa mucho. To-
dos piensan que son "frios" pasajeros, como el paludismo que
algunos peones han tra~do de Ixmiquilpan, de Dios Padre y
basta de Metztitlim. Como es natural, recurren a los coci-
mientos de hierbas que en casos benignos suelen producir
buenos efectos.
A los tres dias hay ya treinta enfermos, o mAs y una ver-
dadera alarma se apodera de todo el pueblo. De los que asis•
tieron al velorio de la nina, casi ninguno esta sano.
Advertido de lo que pasa, Pedro busca al juez auxiliar del
pueblo, tambi~n indigena y le dice con toda rudeza:
-Esto es una epidemia -y pensando en los piojos que no
han dejado de atormentarl(}-. Es muy posible que sea tifo.
Hay que ir inmediatamente a buscar al medico.
El curandero, que por "milagro" no se ha enfermado, com-
prende que su prestigio puede comprometerse con curacion~
inutiles, y por ello, se niega a ver a los enfermos:
:_Los responsables de todo lo que ha ocurrido este ano
en el pueblo, jque alivien a los enfermos!

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En realidad, ya no queda mas soluci6n que ver al medico. que no sirven para nada., treinta que apenas alcanzan para
Urge partir inmed.iatamente para Ixmiquilpan. Pedro Y el dar una a cada enfermo, y se despide del medico con cierta
juez emprenden Ia marcha hacia 1a cabecera de Distrito. brusquedad:
AI dia siguiente se presentan ambos en el hospital. -jNo nos vaya a faltar, doctor! iLa vida del pueblo esta
-;.COmo sabes que es tifo? -pregunta el medico. en sus manos!
-jPor desgracia no es la primera vez que he visto tifo! El juez auxiliar del pueblo mas timido y confiado, agrade-
-jQue saben ustedes de esto! jTodos los dias llegan aqui ce con afabilidad:
con el cuento de que hay tifo en los pueblos! Uno va, pierde -jGracias, doctorcito!
e1 tiempo, gasta dinero, y se encuentra con que son simples
calenturas! jLo que pasa es que ustedes son unos alarmistas!
-Doctor -responde el m.uchacho con un acento de re-
beldia-. ~e4.e ser que no.sea tifo jojala! Pero si es tifo o
:q,9 el caso ~ que hay una epidemia en el pueblo.
El medico suelta una c~rcajada.
-jAhora ya noes simplemente tifo, $o epidemia! ;.Y
con que voy a combatirla? ;.D6nde tengo las medicinas?
-;.Por favor -suplica. el j~ez.- doctorcito, vaya? Ya us-
ted vera lo que es.
-Yo no puedo ir -1~ dice terminantemente- porque no
ten.go vehiculo. :tfi modo que vaya a Taxhie a pie o a caba-
llo. jLlegaria dentro de cuatro o cinco dias!
Con toda i.ntenci6n, Pedro mira al flamante coche azul
que esta ~rente del consultorio. El medico c;omprende el
significado de su mirada ,y se adelanta:
-jNo qilerras que vaya con mi coche por esos matorrales!
-jDoctor! -dice Pedro ya con cierta energia-. jSe trata
de un caso excepcional! Es un pueblo entero que esta conta•
giado.
E1 medico siente ganas de echar a aquel entrometido a
puntapies. .Se contiene, sin embargo, y dice con acento pa-
ternal
-jAhora no puedo ir, porque tengo unos enferm.os gra-
ves que a~ender! Hoy mismo voy a mandar con ustedes a un
inspector de salubridad., para que me tome unas muestras de
sangre. Asi vere si se trata efectivamente de· tifo. Y ma~a
jpuedeli confiar en mi! ·ire a Taxhie. Ya vere c6mo consigo un
vehiculo. ·iMaiiana a como de Iugar ire! Por lo prontO, ne-
vense unas pastillas que tengo aqui. Denselas a los enfermos
con tantita agua~
. Pedro recibe treinta comprimidos de una vieja medicina

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De una cabana que esta en los limites del pueblo rumbo
a Yonthe Chico, sale un cadaver en hombros de dos ~ujeres
Y. de dos muchachos. Los hijos tienen que cargar a su pro-
pio padre, porque ya no hay vecinos ni amigos que puedan
hacerlo.
Dondequiera hay escenas pateticas, que estrujan el co-
raz6n a los pocos que alin pueden contemplarlas en plan de
espectadores.
En algunas casas todos estan enfermos; en otras, s6lo los
niiios se conservan en pie.
En una familia que ya no tiene hombres para transpor-
XVI tar a su nuevo difunto, se levanta un enfenno y se ofrece
En el pueblo ya fallecieron tres personas y aumenta sin ce- para ayudar a cargarlo. Sale de la choza con mucho valon•
sar el nfunero de los enfermos. Pedro y el "juez auxiliar" pero la realidad es que ei esta practicamente agonizante. Le
tiembla el cuerpo y apenas tiene fuerza para caminar. Sus
reparten la ridicula cantidad de pastillas e intentan tranqui-
lizar a la gente, diciendo que al dia siguiente Uegara el me- compaiieros presienten que va a quedar tirado en el camino.
dico. Algunos enfermos estan ya en la agonia y seguramente Haciendo un esfuerzo sobrehumano, se arrastra hacia la se-
pultura. En vez de cargar al muerto, se arrima a el para no
nadie podra salvarlos.
Casino existen familias inmunes. En mayor o menor gra- caerse al suelo. Aquel extrafio ser que vive por inercia o por
do, hay enfermos en todas las chozas y todo hace creer que la prodigio de voluntad, es el anticipo de un muerto, que esta
situaci6n se agravara cada dia mas. SOlo queda la esperanza enterrando a otro muerto. Asi se esta cumpliendo en Taxhie
la biblica sentencia. '
de que el medico pueda atajar el mal y salvar al pueblo.
El dia siguiente amanece con tres cadaveres, y el medico Al llegar a la fosa, aquel ser neutral que v1v1a en los
sin aparecer. "iPuede que llegue a la tarde!" -piensan-. linderos de dos existencias, que logr6 sentir el espectaculo
Pero las horas transcurren sin ning(ln auxilio. Al anochecer extraiio Y Unico de cargar su propio cadaver y de arrimarse
a la muerte para poder sostenerse unos minutes mas, cae
hay otro muerto.
Pasan tres dias. El medico no llega. El nfunero de muer- desfallecido al suelo.
tos crece en forma alarmante. De una choza, despues de Entierran aprisa el cadaver y traen al agonizante sobre
otra, salen pequeiios grupos cargando los muertos. Como no la misma parihuela. AI llegar a la casa, el hombre que asis-
tienen dinero para encargar cajas mortuorias a Alfajayucan, ti6 a su propio entierro, ya no existe.
ni los carpinteros se darian abasto para hacer tantas, los fa- -iMas valia haberlo dejado alii- dice alguien con bru-
miliares envuelven a los difuntos en lo que pueden y los lie- tal tranquilidad.
Pedro va ~ 1 cementerio y cuenta las tumbas nuevas. Ve
van sobre tablas, apenas cubiertos con ayates. 1
con espanto que hay quince cruces recien levantadas. Ca-
Las campanas doblan con un acento tragico: dos y tres
veces en el mismo dia. mina con cuidado, temiendo pisar aquella tierra que el dolor
Como casi todo el pueblo esta enfermo, los entierros se del hombre ha humanizado. Se acerca en silencio hacia un
realizan sin ninguna pompa. Ya no se celebran los acostum- indio de cincuenta aiios, barb6n, algo tornado, de expresi6n
brados velorios y los muertos van hacia la Ultima morada vaga, que le dice, sin que el le pregunte nada:
sin el rito ceremonial de siempre, casi abandonados, practi- -:Alii esta Cipriana, mi mujer. En aquella, esta mi hija
camente solos. Chepma, y en la otra. . . en la otra. . . en ...

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Pedro le abraza e intenta en vano tranquilizarle:
- ... En 1a otra.esta Esteban, mi hijo mayor.
Sale de ahi, con el coraz6n estrujado. En el pueblo no ve
a nadie. Todos temen a los muertos, pues_ cre:n que e~os
contagian a los vivos. Por eso no hay velonos ru acompana-
·mientos. Los enfennos, con el alma en un l!!lo, esperan a~­
gustiosamente su turno; los sanos sienten ganas de hwr.
Un terror gigantesco y brutal se ha apoderado de tQdo el
pueblo. Ante aquel pavoroso cuadro, Pedro decide tomar pro-
videncias energicas. .
-Voy al Intemado, a Pachuca, a Mex1co idonde sea ne-
cesario! jNo regresare, mieqtras no me oigan! XVII
En Ixmiquilpan -{!or:az6n del Mezquital-, nadie escucha
sus angustiosas suplicas. El Hospital no tiene vehicuio, ni
medicinas. Los "jeeps" de los Servicios de Sanidad estim
ocupados en una gira politica. El director del Departamento
de Enfermedades Transmisibles no esta dispuesto a arriesgar
la pintura de 'su coche, para acudir en auxilio de un pueblo
que se muere. Demasiado· sabe el que hay tifo en Taxhie.
Los analisis de la sangre extraida por el inspector de salu-
bridad, lo acusan con toda evidencia. Sin embargo, continua
negandolo. La Presidencia Municipal no hace nada. El De-
partamento de Asuntos !lndigenas. encoge los hombros. El
cura de la Parroquia, asombrado de que se dirijan a el en
busca de auxilio, alega que eso i~cumbe al Gobierno. El In-
temado Indigena no cuenta con medios ni para remendar
la bandera nacional que tremola al viento d~shilac}:lada, he-
cha jirones, como la ropa de las indias otomies. E.n Ixmiquil-
pan, no l)ay una sola instituci6n, privada u oficial, profana
o religiosa, ni un solo millonario enriquecido con la escasa
savia del Mez~uital, que de un centavo para detener la epi-
demia. Mientds tanto en Taxhie, continua la mortandad. ·
A punto de desfallecer, decepcionado por tanto egoismo,
y vencido por tanto desprecio a la vida humana, Pedro en-
cuentra a un antrop6logo, a quien cuenta la tragedia que
en ese momento esta asolando a los suyos.
Conmovido por su, patetico relato, el antrop6logo decide
acompaiiarlo a Mexico, a fin de cohseguir la ayuda necesaria
para Taxhie.
-Hablaremos con el Presidente del Comite Indigenista.

188 189
Este organismo seguramente nos ayudara. Ahi hay hom- serian necesarias, cuando menos, unas mil doscientas cap-
bres de buena voluntad y de gran historial como indige- sulas ...
nistas. En la actualidad, el Instituto esta editando folletos bi- Encontrando dificultades por todas partes, entrevistan di-
lingiies que ensefian a los otomies a cultivar el frijol soya rectamente a conocido arque6logo, director de otro instituto
y a tejer tapetes persas. indigenista.
-;.Tapetes persas? -pregunta el muchacho intrigado. El hombre de ciencia recibe la noticia de la epidemia con
-Ensefian tambiEm el modo de cocinar el frijol soya, verdadera consternaci6n; y acoge Ia idea de aportar una
que tiene muchas propiedades alimenticias ... ayuda efectiva y rapida al diezmado pueblo.
-iPero si nosotros no tenemos ni con que comprar fri- Poco despues, por la carretera de Pachuca, corre veloz-
jol criollo! ;. Como vamos a comprar frijol soya? mente un coche, cargado con medicinas y los aparatos me-
-Los folletos son muy interesantes. Te voy a dar unos, dicos necesarios. Sus tripulantes son un medico, un perio-
para que los leas. dista y un antiguo alumno del lnternado Indigena. iSu rum-
Pedro hojea los libritos, y abriendolos al acaso, lee e:Ste bo es Taxhie!
parrafo:
-" ... este alimento es muy conveniente para los nifios
lactantes a los que por falta de medios econ6micos no se les
puede suministrar leche de vaca. El sabor es analogo al de
la horchata de otras semillas."
Por discreci6n, evita comentarios, pero le parece ridicu-
'
lo que en publicaciones dirigidas a los otomies, se les hable
de bacterias, proteinas, y otras cosas por el estilo.
-Tal vez esto te parezca algo peregrino. Como te digo,
son gentes de muy buena voluntad y de gran entusiasmo.
iYa veras como nos ayudan!
En Mexico sin embargo, el disco es el mismo. El Ins-
tituto Pro Indios de America, el de los folletos que ensefian
a los indios a cocinar frijol soya y a tomar te, se disculpa.
Tiene con que comprar telares para hacer tapetes persas,
pero no le queda ni un centavo para capsulas de cloromicetin.
En otro organismo, tambien indigenista, hay dinero pa-
ra hacer una pelicula sobre el tifo. Para lo mas importante,
que es combatirlo no hay. El antrop6logo sugiere una solu-
ci6n c6moda:
-Lleven las camaras, filmen la pelicula y. . . de paso,
repartan antibi6ticos ... iAsi, matar{m de una pedrada dos
pajaros!
La idea es atractiva. En efecto, es una "magnifica opor-
tunidad" para realizar una pelicula sobre el tifo. iPero, el
cloromicetin es carisimo! Cada capsula vale cinco pesos, y

190 191
recurso de los chivos o de las gallinas ha queda.do. Los pri-
meros murieron casi todos, con la sequia; las segundas fue-
ron externlln.adas por una epizootia de "new-castle".
~ chozas de pencas secas, casi en fuego; 1a vegetaci6n
raq';lltlc~ Y escasa, de magueyes flacos y nopales arrugados;
el sile~c10 de la muerte, que ning(m canto de gallo ni balido
de ov~Ja logra romper, y la angustia que ha dejado profun-
das ~uel~as en los rostros escuaJ.idos, acentuan la impresi6n
de m1sena y de hambre.
Pasa~o el primer momenta de estupor, el medico y sus
acompanantes se entregan con febril entusiasmo a 1a misi6n
l.
XVIII salvadora.
El per~odi~ta, convertido en enfermero, r~arte capsulas
El pueblo agonizante recibe a la brigada medica con el en- de ~lorom1cetm, toma temperaturas, ayuda a pulverizar las
tusiasmo apagado y mudo del naufrago, que despues de hab1taciones y los hombres, con D.D.T.
perder a los seres mas queridos, ve acercarse la lancha sal- Pedro, cuya figura se levanta en forma gigantesca ante
vadora. todo~, a_nima a la gente con su palabra sencilla, y la tierna
Su intensa amargura no le permite ninguna manifesta- mus1cabdad del idioma otomi.
ci6n de alegria, pero como el institute de conservacion Y el . El medico, con el arrobo heroico de un nuevo Prometeo
afan de ·vida son nias poderosos que los lazos de la familia myecta, da consejos, dispone sus fuerzas y prepara el asalt~
y los vinculos del amor; se entrega docilmente a quienes vie- contra los dominios de la muerte, concentrando todos sus es-
nen para salvarlo. fuerzos en la lucha por salvar a los moribundos.
A su vez el medico, el enfermero, el periodista y el an- D'e estos, uno no puede ni siquiera abrir la boca para to-
trop6logo, al tomar contacto con el pueblo, sienten un es..:. ~ar la medicina. Tiene los maxilares tan comprimidos y los
tremecimiento atroz. Desde que se declar6 la epidemia, hasta d1entes tan apretados, que dos hombres no logran abrirle Ia
ese momenta, hay dieciocho muertos; cerca del veinte por boca. Con gran dificultad, el medico le fuerza las mand.ibu-
ciento de los habitantes estan gravemente enfermos y dos las con ~na pinza e introduce cuida.dosamente una sonda por
mujeres y una nifia se encuentran en la raya de la vida. Ia cual myecta el antibi6tico diluido en pulque. ·Diluido en
Lo que mas le horroriza al medico, acostumbrado por su pulque, porque el jagiiey esta exhausto y no hay ~uien vaya
profesi6n a enfrentarse a la muerte y al dolor, es el espec- a buscar agua allejano pozo de la canada!
taculo de miseria y de abandono en que se encuentra la . El medico lucha a muerte por salvar a esos tres seres que
p~e. ~ Vlven ya en los linderos de otro mundo. Les administra po-
Los niii.os, descalzos y desnudos, al ver el "jeep" y las derosos antibi6ticos, hace lo que puede por disminuirles la
gentes extraii.as, huyen como animalitos del monte; las mu- calentura; intehta reanimarlos por cuantos medios estan a su
jeres, con la falda y la blusa en hilachos, ni siquiera intentan alcance. Pero aquella es una lucha improba, que esta inexo-
ocultar los senos caidos; y los hombres apenas pueden ca- rablemente condenada al fracaso.
minar, extenuados por el hambre, deshechos por la congoja.
A P~~ de estar al borde de la tumba, uno de ellos pudo
Con la epidemia, la producci6n del ayate y de las cestas ser rest1twdo a Ia vida. Los otros van a juntarse a los que
'bajo en un porcentaje equivalente al numero de los enfermos
!a~en bajo la tierra, completandose asi el saldo tragico de
y de los que deben atenderlos. La alimentaci6n del pueblo
emte personas, que, en una sola semana, fueron arrebatadas
se redujo, por lo tanto, en el mismo grado. Para colmo, ni el
193
192
-Nu bin d.i tak mayo
por el abandono y por la irresponsabilidad, a1 desolado pue-
-Guea'mbi sugagui
blo de Taxhie.
Aunque acostumbrados, por los sucesos de aquellos dias,
Como en los dias gloriosos de la const.rucci6n de la escue-
al sonido lugubre de las campanas, el nuevo triunfo de la
la, de la Uegada de la pipa, y de la perforacion del pozo, se
muerte ensombrece la fe que los indigenas habian puesto ya
siente de nuevo Pedro. Laten en su pecho la emocion y el
en la potencia salvadora del medico.
El pueblo, desalentado por el fracaso de la ciencia, vuel- optimismo.
El medico y el periodista van con el, de casa en casa,
ve a sentirse dom.inado por el terror. para comprobar el restablecimiento de los enfermos, distri-
-jTodos vamos a morir! -piensan en un acceso de de-
buir medicinas, dar consejos y rendir servicios inesperados.
rrotismo que parece invencible-. jNadie puede salvarse!
Y cuando las campanas de la iglesia, ahogadas por el do- Enfermos y sanos, convalecientes y restablecidos, todos
se dan cuenta de que el pueblo se ha salvado gracia al mu-
lor, rompen el silencio aplastante de Taxhie con el sonido
quejwnbroso de SU VOZ, otrora agudo y Sin macula, la gente chacho. Gracias a el vinieron los m.edicos; gracias a el se
distribuyeron las medicinas; gracias a el se curaron algu-
piensa que ha sonado la hora decisiva para aquel pueblo aban-
nos que parecian condenados a la muerte y gracias a el, fi-
donadn y triste. Entonces la figura del curandero, con sw.
nalmente, fue posible barrer del pueblo al fantasma pavoro-
ojos chispeantes y la voz seca de campana rajada, parece
so del tifo. -.-
levantarse sobre el pueblo y damar, jclamar como un loco
Convencidos de que deben la vida, la salud y la super-
y un endemoniado! vivencia del pueblo, a los esfuerzos conjuntos de Pedro, el
-jNuestro pueiJlo esta maldito! jYa nadie pod.ra salvarse!
medico y el periodista -el Ultimo de los cuales actuo con
Sin embargo, 1~ fiebre comienza rapidamente a ceder, la
una abnegaci6n sin limites, en funci6n de enfermero, de
tension de los nerV'ios disminuye; las bocas vuelven a abrir-
se, y el Verbo, suprema expresi6n de la vida, comienza de agente de salubridad, de chofer y de todo lo que era nece-
sario-, los habitantes de Taxhie toman la iniciativa de ren-
nuevo a conjugarse.
Los ojos de Pedro brillan de alegria. Confiado, por los dir un homenaje de gratitud a los que consideran sus salva~
argwnentos del medico, en la barrera que han levantado a la dores. Y un dia en que estan juntos en el "jeep", despues de
epidemia, corre de choza en choza, asegurando, con una frr- una tarea laboriosa, el representante y el juez, en nombre
meza atrevida y un tanto pueril, que ya nadie morira. de todos los ciudadanos de la comunidad, les declaran so-
-jYa nos salvamos! -dice sonriendo y conteniimdose a lemnemente:
la vez para no llorar-. El doctor ya no dejara morir a nadie. -Doctorcito, el pueblo me encarg6 que les d.ieramos las
jViviremos de nuevo! gracias por todo lo que ustedes hicieron.
Los primeros convalecientes comienzan a caminar des- -jCumplimos con nuestro deber! -responde el medico
pacio, tambaleandose, junto a sus chozas. Los niiios vuelven conmovido.
a mirar, con sus ojos grandes y muy tristes las pantomimas -Nadie se habia preocupado antes por nosotros, por eso
fantasticas que las nubes representan sobre las crestas leja- le estamos tan~ agradecidos ..•
nas de las sierras. Y los pastorcitos, aunque solos Y todavia Da una vuelta al sombrero, fija los ojos en el suelo, y
con un acento de tristeza, entonan una vez mas la cancion como avergonzado, por la humildad de la proposici6n dice:
del perro que les ayudaba a atajar su ganado y que un dia -jQuisieramos mostrar que, de verdad, somos gentes
se muri6: agradecidas! Como aho.ra no podem.os, pues ya ni gallinas
-Ma tsa'tyo ya bidu. nos quedan, venimos a pedirles que por favor nos acepten
-Guea' mbi fash kagui

194
unos ayatitos. Cada habitante de Taxhie va a tejer un ayate no rechazan los ayates por desprecio, sino por un profunda
sentido de amistad y del cumplimiento del deber. Les ase-
para ustedes.
Aturdido, y sin saber que responder, el medico se limita _gura que una carta, escrita por los mismos indigenas, les
llenaria de mayor jubilo que cualquier regalo.
a repetir:
Esa misma noche, ala luz de una antorcha, hecha de pen-
-Ayates ...
-Ya sabemos que para ustedes eso no tiene ning(m va- cas secas de maguey, que pone un breve resplandor en laos-
lor. Pero ;.que otra cosa podemos regalarles? curidad densa de la choza, el representante y el juez, redac-
El medico, sacudido en lo hondo de sus entraiias por aquel tan la siguiente carta:
gesto de gratitud., apenas logra esconder su emocion. La voz -"Sr. Licenciado:
se le ahoga en la garganta, sin poder articular palabra. Pe- "POT medio de l4, precente, queremos agradecer a usted
dro comprende el estado de animo del doctor y del perio- que el gran servicio que nos hiso al mandar. medicina. y al
dista. El mismo esta conmovido. E1 pueblo noble Y bueno, en Doctor paTa aliviarno.s del tifo, le mandamos a usted~ las

quien siempre habia confiado, esta alii en cuerpo Y alma, grasia y le saludamos Tespetuosamente. El Representante del
con su sencillez y su nobleza. Y menos por aclarar el sen- pueblo. Esteban Pbes.'' ~
tido de semejante gesto, que por el deseo de decir algo, de y al entregar la carta al medico "para que la de -perso-
romper aquel silencio enternecedor, explica: nalmente al director del Instituto", el juez auXiliar puntua-
-iEs lo que regalan ala Virgen de la Soledad y al Se- liza:
nor de la Buena Muerte, cuando les hace algim milagro! -jQue ei nos dispense. No sabemos decir nuestras cosas
-No merecemos tanto- responde el medico emocionado-, en "castilla"! jNosotros hablamos en otra forma!
Y sacudiendo la cabeza, con un gesto de desconsuelo:
las palabras de \lS1iedes nos bastan. Lo que hicimos, pue-
-jLastima que no acepten los ayates! Ellos si podrian de-
den creerlo, no vale la pena, comparado con la inmensa sa-
tisfacci6n que ustedes acaban de darnos. Los agradecidos, so- cirles todo lo que sienten nuestros corazones.
mGS nosotros.
-Entonces -pregunta el juez lleno de jubilo- ;.aceptan?
El medico le ruega a Pedro que les explique, en su idio-
ma, que ningun regalo del mundo, podria series mas grato
que aquel.
-jExplicales, con tus mismas palabras, para que ellos
entiendan bien, que nosotros no podemos aceptar ning(m sa-
crificio! El pueblo esta exhausto. Un ayate que sea, les hace
falta. Es un cuartillo de maiz, casi un dia de alimentaci6n,
del cual no pueden prescindir. El gesto nos basta. Ademas
el merito no es nuestro. El merito es del director del lns-
tituto, Dr. Alfonso Caso. El nos mand6, Y. el consigui6 las
medicinas. Si quieren, escribanle una carta agradeciendole.
Y eso sera para ei, como para nosotros, la mayor reOOm-
perisa.
El muchacho, utilizando los mas finos matices de su idio-
ma, explica a sus hermanos de raza cuales son los verdaderos
sentimientos del doctor y del periodista; les convence de que • Ver Nota Pag. 94.
(

197
196
Tereera parte

EL PARTO
I
El pueblo retorna a la vida normal. Las mujeres reanudan
la marcha al pozo de la canada y siguen tejiendo los ayates
de la salvacion y de la esclavitud. Los hombres vuelven a
sentarse al ~1, sobre las tumbas del cementerio, tejiendo ces~
tas y enrollando santhe.
El periodista, decidido a quedarse alg(m tiempo para in-
; vestigar los problemas de aquel extraiio .Iugar, que ala vez,
le repele y le subyuga, exclama como si dialogara consigo
mismo:
-No me explico esto. Las tierras de ustedes son peque-
iias y malas. Como apenas llueve, se pasan los aiios sin que
nadie levante cosecha. No tienen agua para heber, ni para
asearse. Viven en condiciones miserables. ;,Por que no se
van bacia lugares de Mexico mas acogedores, donde hay tie-
rras buenas y llueve en abundancia? ;,Por que?
Los indigenas, asombrados por aquel lenguaje que no
entienden, que les pai"ece provenir de otro mundo y de una
mentalidad totalmente ajena a la suya, se miran entre si, co-
mo pregunUmdose los unos a los otros. ";,Que es lo que el
no se explica ?" Despues de unos minutos de silencio, duran~
te los cuales proceden mentalmente a una verdadera elec~
cion, uno de ~os indigenas, quizas el mas anciano, toma la
iniciativa y habla en nombre del grupo:
--'-i.Y tu crees -pregunta con cierta sbrna- que nos den
tierras en otros lugares?
-jClaro! En Mexico hay muchas tierras sin cultivar, en
Baja California, en Sonora, en Veracruz ...
-Nosotros somas muchos. ;.Habria tierras para todos?

201
-jEn realidad, ustedes son muchos! En el Mezquital, Pedro, que ha permanecido callado, aprueba la idea de su
cuando menos hay cincuenta mil otomies, que viven en igua- compaiiero.
-Claro, tienes mucha raz6n. Si quieren gastar dinero con
les circunstancias.
los otomies, gastenlo aqui. Acaben pronto la presa de En-
-jSi somos tantos, como dices! ;,Como nos llevarian a
do; abran los canales a la de Golondrinas: levanten la presa
todos, y tan lejos? de San Bartolo -e1 iba a decir "perforen pozos en todas par-
-·Reconozco, trasladar un pueblo entero de un Iugar a tes, compren los productos indigenas a un precio justo; edi-
otro ~o es muy facil! Pero se han hecho cosas mas dificiles. fiquen escuelas"; pero piensa que es temprano para abordar
El anciano, sonriendo en forma casi imperceptible, con tan evocadores temas.
una sonrisa que es una critica, delicada, a las fantasias del El periodista comprende ya que los indios tienen raz6n.
periodista, pregunta ingenuamente: No obstante aferrado a una idea muy generalizada acerca del
-Si hay tanta tierra buena, ;.por que los ladinos prefie- Mezquital, insiste:
ren las nuestras? ;,Por que no se van hacia alla y se hacen -Pues, digan ustedes lo que quieran. Yo, por mi lado,
ricos? me iria de aqui. Buscaria un Iugar mejor, donde hubiese agua
-Esas tierras son buenas pero necesitan obras de riego; en abundancia, tierra buena. Un infierno como este, lo aban-
pozos, presas, canales. Es necesario mucho dinero. donaria corriendo.
-Pues si ellos no lo tienen, menos nosotros. Un indito, de los mas ancianos que todavia quedan en el
-El gobierno podria ayudarles. Los bancos concederian pueblo, se acerca despacio al joven, le pone una mano en el
crooitos. hombro y seiialando con la otra las tumbas cariiiosamente
-Mira, cuando se trata de ayudar, el gobierno ayuda a blanqueadas y adornadas con ramas secas, dice pronunciando
los suyos, no a nosotros. Los indios no tenemos amigos ni lentamente las palabras:
influencias en ningun sitio. ;. Quien se ocuparia de nosotros? -;,Ves este camposanto? jAqui esta mi padre, mi madre
Sin saber que contestar, el periodista agrega: Y m.is abuelos! jAqui estan los padres, las madres y los abue-
-jNo se crean ustedes, en Mexico hay muchos amigos de los de todos nosotros!
-Esta iglesia es la linica que tenemos. Aqui fui bautiza-
los indios. El general Cardenas ...
-;.Para que te engaiias? -dice el anciano ya sin preo- do y aqui bautice a mis hijos y a mis nietos. Aqui fuimos
cuparle lo que el periodista pudiera decirle-. Si hay tierras bautizados todos. Todos. Y hasta tu (mira a Pedro) que has
buenas en otros lados no son para los otomies. Y si nos.dieran andado por muchos lugares, que estudiaste en el dicho Ins-
esas tierras que dices, los "ladinos" irian ahi a quitarlas; tituto, y que sabes muchas cosas, hasta tu fuiste bautizado
como las quitaron aqui mismo a nuestros abuelos y a nues- aqui.
Descansa un poco, regaiia a un nieto que esta tejiendo
tros padres.
Otro indio, interrumpiendo al anciano agrega: mal su canasta de palma y reanudando la alocuci6n, que es
-Si nos devolviesen las tierras buenas del Mezquital, las la filosofia de!'lla tierra, agrega:
tierras de riego que eran de nuestros abuelos de la antigiie- -;. Ves este pedregal? -y acompaiia con la mano tre-
dad, con eso tendriamos para vivir bien. Se acabaria la mi- mula el fulgor de obsidiana de sus ojos-. Aqui ni las tunas
se dan y hasta los mismos conejos se asustan. Todo es piedra
seria del otomi.
y tepetate. Casi no hay tierra. Pero es nuestro. Puedes ir
Y otro: donde quieras, hasta la cumbre del cerro, y nadie te dice nada.
--8i quieren gastar dinero con nosotros, en otro lado,
jEres libre!
gastenlo aqui.
203
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-jSi tuvieramos tierras buenas, alla donde tu dices que va a ser ixcle. Y el wada ;.quien se va a acostumbrar a lla-
las hay, siempre estariamos con miedo de que las robasen. marle maguey? Al perro querem.os llamarle siempre tsatyo
Ya sabes como son los ladinos. Vienen a venderte cbucberias Y al sol hyadi, porque ese es su verdadero nombre; el nom-
y al rato ya son dueiios de tu tierra, y tu mismo no sabes ni bre que les dieron nuestros abuelos. y el sol basta brilla mas
como te la quitaron. Aqui ;.que cosa te pueden quitar? Ni cuando le llamas hyadi.
casa tienes. Ni modo que te roben la cbocita de pencas ..• -jNo mucbachito, de aqui nadie nos saca! Aqui nacimos,
;.que barian con ella? aqui conocimos a nuestras viejas, aqui bablamos como sa-
La gente sonrie y algunos se carcajean con las ocurren- bemos. Y aqui -dice seiialando la tierra reciE~n removida-
cias de don Remigio ... jaqui tenemos que quedarnos!
-No se rian, yo soy viejo, pero todavia se lo que digo. El viejito sigui6 bablando, mas el periodista, con los ojos
Aqui nos falta todo. Toditito nos falta. No tenemos agua, puestos en las tumbas blancas, de mamposteria, casi atrac-
ni maiz, ni frijol. Ni siquiera el padre viene a decir misa, tivas, -desde luego mas confortables que cualquier cabana
porque no tenemos dinero para pagarle. Hasta de Dios esta- otomi\, piensa en aquellas palabras:
mos olvidados. Cuando vienen las enfermedades, jya viste! -Y el sol basta brilla mas cuando le llamas hyadi ...
casi nos matan a todos.
Dirigiendose a1 periodisfa, como quien babla a un niiio:
-Pero vieras jque a gusto estamos!
-jC6mo vamos a estar a gusto -le interrumpe el juez
indignado-- si s6lo comemos tres gordas al dia, y nos mori-
mos de bambre y de enfermedades!
-jBueno, bueno! -contemporiza-. No vivimos bien. Vi-
vimos mal. Pero --con un gesto de enojo- ;.a poco no me
entiendes? Yolo que digo es que vale mas pasar hambre que
ser esclavo. Aqui nadie nos manda, de nadie somos criados.
Por eso estamos a gusto.
-jMira ese que esta abi con cara de baboso! -la gente
con una sonrisa a flor de labio, se fija en un bombrecito de
cuarenta aiios, de mirada vaga, como atontado, que mira a
los unos y a los otros sin entender por que lo observan-.
Ese no sabe nada de lo que estoy diciendo. No sabe castilla.
;.Que le pasa siva a Alfajayucan o a Tsetk'ani? Si se pone
a bablar nahnu jnadie le bace caso, 0 todos se rien de el!
Aqui bablamos como bablaban nuestros abuelos. Todos nos
entienden y nadie se burla de nosotros.
-Ademas ;.como podriamos decir lo nuestro, lo del Mez-
quital, en castilla?
Sacude al periodista por los bombros ante la consecuente
sonrisa de los demas y le ordena, entre bromas y veras:
-jDi tu: santhe en castilla a ver si ,puedes! El santhe
es santhe y nada mas. Los mexicanos Ie <licen ixele. Pero que

204 205
funcionarios. En realidad, no hacen nada por el indio y si
hacen algo es como una gota de agua en el oceano: les dan
huaraches, manta para camisas, juguetes, jSi! y nada mas.
Pedro se irrita.
-;.Entonces que debo hacer?
-jNo te enojes! Yo no quiero censurarte, ni censuro a
los que luchan con buena voluntad, aunque en vano contra
obsb1culos que estan por enci.rna de sus fuerzas. Lo q~e pien-
so es que no sirve de nada arar en el mar ni sembrar en la
roca. Hay que hacer algo concreto, real, positivo.
II -;.Que, pues?
-jYO mismo nose lo que se puede hacer! Son tantos los
Transcurrieron los dias, Raw, el periodista, conoce ya la vida
escollos que se oponen a nuestros deseos. Tu los conoces me-
del pueblo, sus personajes y sus problemas. Esta enterado,
jor que yo -y sefialando con la mano--: este tepetate es-
en todos sus detalles, de lo que ha hecho Pedro:
teril, esta tierra agrietada, aquellas nubes secas. Y son tan-
-Tu actuaci6n es muy noble -le dice, llevandole del bra-
tos los intereses que dependen justamente de la explotacion
zo por el matorral-. Has sembrado inquietudes en estos
del otomi, que no sera facil resolver estos problemas sin
hombres que durante siglos han vivido al margen de nuestro
cambiar radicalmente la estructura de I a sociedad ...
mundo. Has intentado liberarlos de la explotacion, de la mi-
-;.Debemos esperar, hasta que se transforme el mundo?
seria y del atraso en que viven. Pero eso no basta.
-dice con desconfianza.
Coge del suelo una varita seca de mezquite, y, a medida
-jNo me juzgues mal! Debemos comenzar la lucha por
que va caminando, da pequefios varetazos a las matas de go-
la transformaci6n del Mezquital hoy mismo. Lo que no quie-
bernadora que, aqui y alla, va encontrando por el carn.ino.
ro es sembrar ilusiones, que tal vez no puedan realizarse.
-jEso no basta, no! TU no puedes corregir las injusticias
No quiero que nos engafiemos! Me dijiste -;.te acuerdas?
ni las arbitrariedad~s por ti mismo. No podras jarnas redi-
que la Procuraduria de la Republica consider6 ilegal una
rnir al indigena abriendo un pozo que no abastece a la gen-
ley del Presidente de Jylexico que defendia los intereses de
te; ni construyendo escuelas a las cuales los -nifios no van,
los indios.
porque tienen que trabajar para ayudar a sus padres; ni
yendo a vender cinco o seis docenas de ayates a la capital, -jEs cierto!
-Por principia de cuentas, lo que debemos hacer, desde
sin tener medios de transporte ni dinero. SOlo puedes rendir
pequefios e insignificantes servicios a uno que otro poblado hoy, es ensefiar a todo el mundo, sin tapujos de ninguna es-
pecie, cuill es la verdadera situaci6n del Mezquital. Debemos
nada mas. Y, de dos una: o haces muy poco; o lo que es mAs
decir todo, absolutamente todo, sin ocultar nada. Es preciso
probable, fracasas sin conseguir nada.
denunciar las injusticias, que a diario se cometen en el Mez-
-Entonces -interroga Pedro con espanto-. ;,Debo aban-
quital. Estamos obligados a sefialar a los rateros, a los vio-
donarlo to do e ir a Mexico, como los otros?
ladores y a los verdugos del pueblo otomi. Y si los jueces
-jNo, note pido que abandones a tus herrnanos! A1 con-
ponen en libertan a los asesinos y prenden a nifios inocentes
hay que gritar sus nombres. jGritar, gritar, hasta que n~
trario, pienso que debes servirlos mas que nunca. Lo que
considero es que es necesario servirles bien. La situaci6n de
oigan: he aqu~ lo que por ahora debemos hacer!
los otomies nose resuelve con paliativos, ni con fingimientos.
-jTe taparan la boca!
Esos organismos que pasan la vida haciendo estudios e in-
-jPor la fuerza quiza! Mientras pueda, gritare con todos
vestigaciones, s6lo sirven para justificar los sueldos de sus
207
206
mis pulmones. Alguien me escuchara. Y si nadie me oye, en la injusticia, violencia, explotaci6n que campean alin en
siquiera quedo con la conciencia tranquila. No quiero tener casi toda la tierra y exclama:
el remordimiento de haber callado ante la infamia. jQue -Por desgracia, muy pocos podran arrojarnos la prime-
al menos me quede ese consuelo!, el de haber levantado la ra piedra ...
voz, para denunciar el crimen y sefialar a los criminales. Pedro, lo mira con entusiasmo y admiraci6n, pero hace
-Te llamaran alarmista, como el medico nos llam.O cuan- mucho tiempo que el gusano del escepticismo comenz6 a mi-
do le dijimos lo del tifo. nar su entusiasmo de antes.
-iLo se! Peor que eso, me Uamaran antipatriota. Diran -Estoy Q.e acuerdo contigo. Debemos ensefiar a todo el
que estoy "denigrando a Mexico". Eso es, sere un "denigra- mundo la verdad del Mezquital. Pero ;.para que? ;.Que ga-
dor". Para ellos el verdadero patriotismo consiste en escon- nariamos con eso?
der las lacras para "que el extranjero" no las vea. Son unos -Acabo de decirtelo. jPara sacudir a Mexico! Para con-
vulgares pequefios-burgueses, llenos de complejos de infe- veneer a todo el pais de que es necesario extirpar este cancer
rioridad, que tienen miedo al que diran. Se parecen a ciertos maligno, que a dos horas de la capital esta corroyendo el
cornudos a quienes solo el escandalo inquieta. A esos poco ooraz6n mismo de la patria.
les importa que sus mujeres los en,gafien, su maxima preo- Una mujer -que pasa cerca, con su delicado y sobrio ayate
cupaci6n es que nadie lo sepa. sobre la cabeza y con el nifio durmiendo a la espalda Ie
-jPues bien, ya que para ellos la humanidad no cuenta, a blanda el coraz6n. '
abandonemos los discursos humanitarios y los ruegos, que les -Nuestro pueblo ..es bueno y generoso. Podemos contar
dejarian impasibles, y machaquemos su complejo de inferio- con el. El nos ayudara, estamos seguros, como ha ayudado
ridad, hasta ponerlo al desnudo. Ellos quieren convencer al siempre a atenuar los efectos de los cataclismos que con harta
mundo que Mexico es un Acapulco grande, para que nos res-
f~uencia han azotado a nuestro continente. Y esto es exac-
peten y alaben. Yo tambien quiero que nos respeten, pero
tamente el Mezquital. jUn gran cataclismo que desde hace
por lo que tenemos de respetable. Por la historia grandiosa
siglos azota a un pueblo inocente!
de nuestro pueblo. Por nuestras viejas culturas. Por nuestroa
-Tienes raz6n en llamarle cataclismo. Un huracan no
grandes artistas. producira mas estragos.
Interrumpe momentaneamente su desahogo, se apoya en
el hombro de Pedro y cambia el arrebato en impetu de -jPor eso ayudame a decir la verdad sobre el Mezqui-
rebeldia: tal! Tu conoces bien tu tierra y sus problemas. jAyudame!
-jSi, golpeemos su complejo de inferioridad! jMostremos Diremos todo en los peri6dicos, en el radio, en el cine; por
esta lacra a todo el mundo! jA todo el mundo! Y tal como es. medio de la palabra y de la imagen. Los pintores, que son
Para que esos falsos patriotas se ruboricen. jMovamoslos por la voz mas poderosa de Mexico, nos ayudaran a decir la
la vergi.ienza, ya que no podemos hacerlo por 1a piedad! Y verda d.
si el mundo nos execra por tener en nuestra conciencia tales Amargado por todo lo que ha ocurrido y dejandose ven-
pecados jpues que nos execre! jSi, que nos maldigan has~a eer por el desf~llecimiento, Pedro exclama:
que limpiemos del mapa de Mexico, una mancha tan abom.l- -Ya desconfio de todo. Se han hecho muchos estudios.
nable! Han venido sabios de todos los paises. Se han escrito miles de
Calla, sacude la cabeza, piensa en las lacras que hay articulos y de proyectos. Y el Mezquital no cambia. En una
en el mundo: en la discriminaci6n racial de Estados Unidos; ocasion vinieron varios sabios de la Universidad, estuvieron
en el hambre de Indochina; en el terror medieval que priva aqui un afio, estudiaron mucho ... Midieron la cabeza de los
aun en muchos paises; en la monstruosa masacre de Corea; indios; tomaron apuntes de todo, jSe perdieron los estu-

208 209
La nube esteril.-14
dios y nadie hizo nada! A Mexico no le interesa resolver desierto arido y triste, como el Mezquital. jQue distinto es
este problema. jEsa es la verdad! hoy el Valle del Yaqui! Visto desde el aire, se parece a una
-No caigas en el otro extrema, Pedro. Tien~ raz6n para en.orme mesa de billar, verde y lisa, atravesada por largas
protestar, y para protestar energicamente, en nombre de t.u avenidas de cincuenta ki16metros de extension, y surcada por
pueblo y de la humanidad, pero no debes negar la generost- canales que dan vida a enormes mantas de trigo, de avena y
dad del pueblo mexicano ni poner en duda sus afanes de de ajonjoli.
progreso. , Pedro se anima y escucha ya con cierta tranquilidad.
Enciende un cigarrillo, ofrece otro a Pedro Y sentimdose -jSi, es hermosa ver como el nuevo hombre de Mexico
a la sombra de un huizache, dice ya con mas calma, Y con ha transformado el pais semifeudal que la Revolucion arran-
un entusiasmo creciente: c6, hace cuarenta afi.os, a la dictadura porfirista! Ahi tienes
-Mexico tiene varias manchas negras, como las del Mez- por ejemplo Baja California. Durante siglos estuvo separa-
quital. Son manchas que todavia no ha podi4o ~rrar, p~ro da de Mexico, por un inmenso desierto de arena. Era un
que borrara alglin dia, como ha borrado otras. Tu has le1do pais extrafio y distante. Emprender el viaje, hacia alla, a
y estudiado, sabes que nuestro pais hace treinta ~os ~r~ ~a traves del desierto, equivalia a arriesgar 1a vida. Y muchos
enorme extension de terreno, cubierto de montanas mutiles la perdieron, quedando para siempre sepultados en las are-
y de desiertos aridos donde nos ignorabamos los unos ~ los nas. Hombres, mujeres y nifios, desaparecieron bajo las du-
otros. No habia caminos, ni escuelas, ni presas. Hoy, la Sltua- nas movedizas, sin que n:adie les llevara una gota de agua.
cion es distinta. E~tamos todavia a la ..rnitad del camino. Ni Pero los heroes y los martires del trabajo, pues muchos pa-
tal vez hayamos llegado a la mitad. Pero ya hemos an~ado garon con la vida su abnegaci6n, conquistaron el desierto
bastante. Actualmente en Mexico hay presas, ferrocarnles, de Altar, integrando a la patria aquel perdido jiron de Me-
fabricas, talleres, universidades. xico.
-;.Y has visto todo eso? . . . El periodista proyecta una bocanada de humo en el aire,
-·Si lo he vista! Lo he vista con mis prop10s OJOS. V1 el contempla como la espiral azul se pierde en la atmosfera
ferroc~r;il, que un ejercito de hombres abnega~os tendi6 seca, y siguiendo con la imaginaci6n lo que ha visto, re-
sobre los pantanos de la costa. Vi los puentes g1gantes~ fuerza:
que nuestros jovenes ingenieros levantan:>n S:Obre los nos -Nolo pongas en duda, Mexico ha cambiado mucho. Hoy
caudalosos del tr6pico. Contemple con nus OJOS las presas puedes atravesar el pais, de norte a sur, a lo largo de carrete-
colosales que nuestros obreros, bajo la direcci6n de tecnicos ras modernas, que circundan las montaftas, atraviesan la sel-
mexicanos, construyeron para llevar agua a antiguos desier- va y franquean los rios. Tenem.os escuelas por todas partes y
tos. Estuve en el Valle del Yaqui. .. · estamos construyendo una gran Ciudad Universitaria. El
Aqui, los ojos se iluminan subitamente con reflejos de pais que en menos de treinta afios ha hecho todo esto, bien
un entusiasmo que el no puede contener. puede tambien salvar el Mezquital, transformando por com-
-·Ah si tu vieses el Valle del Yaqui! Hace apenas diez pleto esta tierri. inclemente y redimiendo de su miseria y de
~' , 0

0
doce afios era un desierto donde solo crec1an los mezqill- su explotacion al sufrido pueblo otomi.
tes y las chollas. -Pero tu dijiste ...
Las liebres, con sus piemas agusanadas, corrian libr'e- -Ya se lo que dije. Que hay muchos intereses de por
mente por esos matorrales inmensos, sin mas enemigos que medio. Y que tal vez no se pueda resolver totalmente el pro-
los coyotes. Y los yaquis, que habitaban las ocho poblaciones blema del Mezquital, sin cambiar la estructura de la sociedad.
sagradas de su tribu, apenas aprovechaban pequefias exten- Es cierto eso, pero no podemos cruzar los brazos. Debemos
siones de tierra, cerca del gran rio. Todo lo demas era un luchar por mejorar la suerte del indigena. jSiquiera, siquie-

210 211
ra, para que el otomi, en vez de tres gor~as, pueda comer
cinco cada veinticuatro horas! Por eso te p1do que me ayu-
des a decir 1a verdad sobre el Mezquital, para que el pueblo
de Mexico lo reconquiste, como reconquist6 la jungla tabas-
queiia y el desierto de Altar. .
Pedro se entusiasma con las palabras de su nuevo aml-
go. Admite que el tiene raz6n, que es menester luchar, que
urge hacer algo. Sin embargo, no ve las cosas ~uy claras:
-No comprendo, todavia, que es lo que p1ensas hacer.
El periodista se concentra, Cdmo si procurara dar a luz
una idea suficientemente madura y durante mucho tiempo
gestada y explica, casi al azar, mas para si mismo que para
III
su interlocutor: . . Como una angu1a lodosa y con reflejos de plata, que se es-
-La cosa no es muy sencilla. AI contrano es compleJa Y
curre de las manos en un m.ovimiento fugitivo y ondulante,
dificil. Puede ser que fracasemos en ella. Pero el Mezquital
asi parece el Tula, al deslizarse apresuradamente en el fon-
necesita soluciones grandes. Hay que intentarlas. do de Ia hondonada.
-Sigo sin comprender- dice Pedro. Encaiionado en Ia estrecha garganta de piedra -gtieta
-Mira, tengo eSte plan: colosal que alg(m cataclismo abri6 en la montaiia- el rio
y llevandole del brazo, ya de regreso al pueblo, le ex- corre dejando tan s6lo las migajas de su fecundidad en un
plica lentamente, afinando las ideas a medida que las ex- list6n angostisimo de cinco metros de ancho.
pone, su grandioso proyecto. Sin embargo, esas migajas, que el resto del Mezquital
envidia, bastan para convertir la orilla del rio, entre Ju-
chitlan y Moth6, en una especie de eden, en donde crecen
ferazmente el durazno, la granada, el higo y la uva silvestre.
De pie junto al rio sinuoso, que corre en el fondo de la
barranca, Raw va dejando caer sus palabras como el agua
de la cascada que se deshace, en el !echo del rio, en miria-
das de gotas luminosas.
-jSacudiremos al pais con una campaiia terrible, llena
de tremendas verdades!
Lenta, convincentemente, expone a los maestros rurales
Y profesores d~ las brigadas de mejoramiento indigena, su
plan de organi.zaci6n:
- ... Mientras tanto, ustedes organizan grupos y comites
en todas partes. Cuando Ia gente este convencida, y tod.o se
halle debidamente preparado, emprenderemos la mareha ba-
cia Mexico ...
Algunos profesores se entusiasman con la fogosa aren-
ga del periodista. Otros, la consideran una fantasia desligada
de la realidad; ut6pica, por lo tanto.

212 213
naciones al Santuario o al Tothie, y en mayo suelen ir a
-Al ver en las calles de 1a capital a una muchedumbre
Chalma.
de mil o doe mil gentes --agrega ---cu.biertas de harapos, el
-;,Al Seiior de Chalma? iEsta muy l~jos! t.Cuimtos dias
pueblo de Mexico tendra que conmoverse. Entonces, pr7
tardan en ir y venir?
sentaremos al gobierno una solicitud, firmada por las mas
U;nportantes comunidades del Mezquital y por los organis- -iCuando menos, cuand.o menos, unos quince dias. Sie-
te de ida, siete de regreso, y uno alla!
mos indigenistas y las instituciones humanitarias de Mexico,
-jLa dificultad -insiste el profesor- no esta en lamar-
pidiendo justicia para los otomies. cha, sino en el prop6sito de la marcha! Ellos van a Chalma
-iEs tan vago eso de justicia! -dice uno de los maestros.
-iClaro que es vago! iPero las solicitudes de las comu- para pagar alguna manda, o para pedir alg(m beneficio.
-iA Mexico iremos tambien a pedir beneficios!
nidades indigenas son muy concretas! Ad.emis, propondre-
-Al Seiior de Chalma van llenos de fe; a Mexico iran,
mos al gobiemo la creacion de un organismo -tal vez como
1a Comisi6n del Papaloapan o del Tepa.lcatepec-, que se en- cuando menos, con indiferencia.
cargue de resolver los problemas inmediatos del Mezquital -;. Y usted, profesor? -pregunta Pedro a otro de los pre-
sentes-. ;, Que piensa?
y de planificar su resoluci6n integral.
-t.Que podria hacer ese organismo? -'J)reguntan algu- -jYo creo, tambien, que es muy dificil! El otomi es des-
confiado, mejor dicho es esceptico; pero no es cobarde. Si le
nps. .• d hacemos ver que todo es para su beneficio, podren'lOs con-
-iGestionar la construccion de presas, la perforac1on e
pozos, el cultivo cientifico de especies p~pias pa~a zonas
vencerlo. Y si lo convencemos, no hay dificultad que lo arre-
deserticas; el mejoramiento de las industnas otormes; Y la dre.
adquisici6n, a precio justo, de los productos indigenas, eli- -Todo depende, maestro -ataja el jefe de la brigada-
del modo de plantear el problema. Si les hablam.os en abs-
minando a1 resgateador, y la creacion de fabricas.
tracto, no conseguiremos nada. Si les hablamos de cosas que
El jefe de 1a Brigada de Mejoramiento Indigena, ~ombre
ellos sienten y quieren, la cosa sera mas faciL
joven, inteligente, y enterado de los pro~lemas o~es~ que
-jEso ni se discute!
en sus gestos nerviosos denuncia inqwetud Y dinanusmo,
-Por ejemplo aqui. . . Mas para eso sera mejor que us-
aporta a 1a discu.Sioo su autoridad: . , . .
-No solo eso--- dice el-, ese organlSlllO debera ex1g1r a tedes vean la presita. ;,Por que no vamos basta alia? En
media bora llegamos.
todas las dependencias del gobierno el cumplimiento rigu-
La gente acepta la proposici6n y se pone en marcha. AI
roso de su deber en el Mezquital. iQue la justicia se ejerza
fin de dos o tres kilometros sobre la faja paradisiaca, y jus-
sin favoritismo; que los servicios mkdicos cumplan su mi-
tamente en la parte mas angosta de 1a barranca, se levanta
si6n con oportunidad y eficacia! la cortina de una presa construida en el siglo XIX.
-iClaro! todo esto se estudiara bien. Lo que necesitamos
saber es si podemos contar con ustedes, si seremos capaces -Esta presa -advierte el jefe de la Brigada'- apenas
de movilizar a los indigenas y convencerlos a ir basta la abastece la zona de riego de Taxquillo. En realidad s6lo unos
cuantos seiiore~ se aprovechan de ella. Pero en este misrno
ciudad de Mexico. t. Ustedes que piensan? Iugar (y ya se hicieron estudios muy completos sobre ello)
-Por mi parte -asegura uno-, jcreo que es muy di-
puede construirse una presa grande, a un costo relativa-
ficil! . . mente bajo.
-Dificil es -replica otro-- pero no creo que sea Imposl-
ble. Los indigenas estan acostumbrados a andar. Con fre- -Asi parece, en efecto -dice el periodista-, la ba-
rranca aqui es muy angosta.
cuencia hacen caminatas de tres o cuatro dias. Van basta
MetztitlB.n a buscar varas para sus canastas. Hacen peregri- -Con ella, podriamos irrigar casi todo el Valle de Tax-

215
214
quillo. Pueblitos que ahora viven en la miseria: Moth6, Bon- vergel, rumbo a1 pueblo, donde les espera un banquete inu-
thin, Remedios, Rinconada, Tetzu, Candelaria, El Calvario, sitado. jUna gallina cocida, con arroz!
La Cruz, San Isidro, San Antonio y otros, se harian ricos. Despues, alegrando Ia conversaci6n con jarros de pulque
jDiez mil hectareas! jFijense ustedes 10,000 hectareas! blanco como espuma, que exhala un olor fragante de fru-
-<. Y si nos baiiaramos? -dice el periodista fijando Ia ta tropical, se ponen de acuerdo sobre el modo de conven-
atenci6n en un remanso del rio-. Discutiremos despues lo cer a los indigenas, y de escribir las peticiones referentes a
que debemos hacer. los pueblos, sobre todo, de como formar en cada localidad,
La gente acepta con gusto la proposici6n. Y mientras un Comite Organizador de la manifestaci6n a Mexico.
unos se baiian, otros comen higos y granadas, que ~lli se
ofrecen generosamente al alcance de la mano.
De regreso a Juchitlim, el jefe de la brigada explica al
periodista los problemas del Iugar ...
-Esta faja de terreno, 'que los indigenas convirtieron en
un pequefio paraiso, tiene tambien su historia. ;.No quieren
ustedes mas higos?
-jSi, son higos muy buenos! Ya he comido bastantes.
Pero, cuenteme la historia.
-Como usted sabe, las tierras situadas a la orilla de los
rios, pertenecen a fa naci6n. Estas de aqui estan en el mismo
caso. Vi€mdolas abandonadas iil.utilmente, los indigenas de
Juchitllln y de Mot~6, plantaron algunos frutales cuyos pro-
ductos venden a los resgatedores, que vienen aqui mism.o
a comprarlos.
-jPor tod.as partes andan! -<:omenta Pedro mental-
mente.
-Pues fijese usted que un dia vino aqui un ingeniero
del Departamento Agrario. Los amenaz6 con quitarles el
usufructo de esta pequefia pero para ellos valiosa faja de
tierra. Y cuando consider6 que el terreno estaba preparado,
les dijo que les darla titulos de propiedad, debidamente
legalizados, si le pagaban los emolumentos necesarios. Ellos
mordieron el anzuelo y le dieron desde ciil.oo a doscientos
pesos cada uno ''para que nadie les quitase'' las tierras.
Cuando Iogr6 reunir diez mil pesos, se fue con el dinero,
con las inutiles solicitudes, y nunca mas regre66.
-jHasta en esa forma se engaiia a1 otomi!
-jSi, hasta vendi€mdole, fraudulentamente, las propieda-
dea de la naci6n! .
La pequeiia comitiva sigue caminando a lo largo del

216 217
-Por la manana comemos dos gorditas. Y ala tarde, nos
acostamos con nuestra hambre.
Entrevistan a los cesteros de Rinconada, a los alfareros
de San Pablo Ostotipan, a los herreros de El Santuario, a
los carboneros de Capula, a los jarcieros del Cardona!, a los
lad~.lleros de Bonthia, a los textiles de El Nith, en fin, to-
roan contacto directo con cada uno de los departamentos que
forman el inmenso taller del Mezquital. En todas partes
ven, interrogan, investigan. El periodista pregunta, Pedro
traduce y los dos observan. Toman datos, sacan fotograffas,
se dB.n cuenta exacta de las condiciones de vida del Mez-
IV
quital. Y al mismo tiempo que reUnen la documentaci6n
Dispuestos a reunir la documentaci6n necesaria para "sacu- necesaria "para sacudir a Mexico," dejan Ia semilla del
dir a Mexico", Pedro y su amigo se dedican a recorrer los movimiento que constituye ya su obsesi6n.
mas importantes y representativos lugares del Mezquital. Despues del minucioso recorrido, el periodista refuerza
Hablan con los caleros de San Antonio Sabanilla, dond~ ya su profunda admiraci6n por el pueblo que ha logrado
una familia entera, por el trabajo pesado y arduo de traer convertir un erial en fuente de materias primas para una
piedra caliza del cerro, quemarla y transportarla a "lomo industria, primitiva, es cierto, pero util y necesaria.
de cristiano", hasta la distante carretera, recibe Un.icamente -Dificilmente existe en la tierra -dice el- un pueblo
siete pesos a la semana. que haya sabido adaptarse en forma tan inteligente a un
-Ese dinero -le dice Pedro-- apenas te alcanza para desierto y sacarle tanto provecho como el otomf.
comprar cinco cuartillos de maiz. ;.Que comes tu y que das Pedro, recordando la miseria, la explotaci6n, el hambre,
de comer a tus cuatro hijos? la sed, los despojos, 1a injusticia y el abandono que vio en
-Primero -dice mirando tristemente a su mujer cu- todos los rincones del Valle, murmura con tristeza:
bierta de andrajos- les darnos de corner a las criaturas Y -A pesar de ello, se muere de hambre sin que nadie le
si sobra algo, cornernos nosotros. Luego me salgo al campo tienda Ia rnano -y levantando los ojos hacia el periodista-.
a ver si encuentro un poco de aguarniel en los magueyes. jY jPerdona Raul, no me refiero a ti ni a los que nos ayudaron
eso es todo! a combatir el tifo! Sabes muy bien como les estamos agra-
Entrevistan a los mineros de Cardomal, en cuyas minas decidos. Me refiero. . . ni yo mism.o se a quien: posiblemente
de plomo o zinc trabajan niiios, sin ninguna clase de pro- a la Patria, de la cual dicen que sornos hijos; quizas a los
tecci6n contra accidentes, por un sueldo que apenas alcanza otros hombres que nunca nos han visto como hermanos; o
para comer. tal vez me refiera a ese Padre hacia cuyo reino hemos diri-
Conversan con los cesteros de Ozocalpan: con los que gido inutilme~te nuestras lagrimas y nuestras preces ...
ganan normalmente nueve pesos ala semana, por hacer una -Tienes raz6n -le respo:.1de el periodista-, a pesar de
docena de juegos de canasta; y con los que, para ganar el su aridez, el Mezquital no es tan cruel con los otomies como
doble, esto es, lo estrictamente necesario para alimentar a los mismos hombres. Aunque avaramente, esta tierra seca
su familia, se levantan a las dos de la maiiana y comienzan y descarnada da el maguey y la lechuguilla. Pero lo poco
a trabajar desde entonces "hasta la oraci6n". que el Mezquital da al indio, el resgateador se lo quita. El
Escuchan en Caltimadm, a una anciana rodeada de nie- y no la nube esteril ha convertido al Mezquital en un ce-
tecitas, que les confiesa: menterio viviente.

218 219
Mas tarde en la prensa de Mexico, comienzan a aparecer
extensos reportajes, en los cuales se hacen tremendas reve-
laciones sabre lo que algunos llaman "El Infierno del Mez-
quital" y otros "El Valle de la Desolaci6n".
Si no logran sacudir al pais, como ingenuamente pensa-
ban, siquiera estan poniendo el dedo en una Ulcera purulenta.
y vergonzosa.
Y ese era, en ultima instancia, el prop6sito de Raul.

v
Eulogio, enterado por la prensa y por sus agentes, de lo que
estiin haciendo y de lo que premeditan los dos "agitadores",
se -re'llne con el curandero y algunos de sus colegas mas alle-
gados, para "tomar una capita" y discutir el asunto:
-jMe equivoque! Crei que bastaba "destaparle" la no-
via para que el se fuera. Pero, ni asi. Es necio o terco. Debe
ser terco. ;.0, quien sabe?, hay algo que no entiendo ...
-No se crea que la ha olvidado --dice Chava-. La va
a ver; pero ahora es ella quien lo rechaza. Tiene mas ver-
giienza que el.
-Antes del, tifo -agrega Lupe- todos cuchicheaban,
cuando le veian pasar. El jcomo si nada hubiera sucedido!
En cambio la c1uLnga nunca mas apareci6 delante de la gen-
te. Ni" para ir al campo a recoger quelites.
-jSi, me equivoque! Algo mas fuerte que la mujer lo
amarra aqui; algo que solo con la vida se le puede qui tar ...
T6mese un trago don Geronimo, este es el mejor coiiac que
hay en Mexico. iY tu, manito!
El curandero, lleva la copa a los labios sin manifestar
gran avidez. Como siempre, su palabra es parca. Y apenas
deja transparecer, en sus ojos chicos, y en las arrugas cada
vez mas profundas de su rostro, los pensamientos que le
agitan. El sabe que despues de la epidemia Ia gente le ha
perdido la confianza y comienza a odiarle. "No quiso curar
a la nifia" -4,icen-. "Y la nifia fue la que contagi6 a to-
dos". Otros aseguran que el no cur6 porque no pudo, porque
no sabe, "los medicos saben mas que el". No falta quien
suponga que el no cur6 porque no quiso, por maldad. Estas

220 221
'.··~

ideas se le revuelven en el cerebro, mientras absorbe las entonces si que todo Mexico hablara del Mezquital y Ia cosa
se pondra fea.
iiltimas gotas de licor.
-;,Que le parece? -pregunta el anfitrion-. Es lo mejor -iPor eso hay que impedirlo a como de Iugar!
que hay en Mexico. ;,Otra copita? La verdad es esta jme -jYa es tarde, don Eulogio -aclara Chava-. Ellos tie-
equivoque! y esto va a costarnos muy caro. nen hartos compinches. Han dejado el veneno por todas
-jPor lo visto, don Eulogio! -dice el curandero levan- partes.
tando Ia mirada despacio hasta clavarla en los ojos del res- Eulogio tom.a otra copa:
gateadol"'- usted tiene miedo que le hagan caso a ese de los -jSi ya es tarde! Ellos se adelantaron y ganaron algim
terreno. Pero vale mas tarde que nunca. Aun podemos pi-
peri6dicos.
-jMire, lo que estan diciendo Y nada es lo mismo! La sarles los talones. Dejaron sus semillas, nosotros dejaremos
gente lee y olvida. Dice "es lo de siempre" y pasa adelante. las nuestras. No solo ellos tienen gente en los pueblos --dice
Muchas veces s6lo lee las cabezas. Yo lo se por mi, cuando con una inflexion de voz insinuante-- los maestros tienen
voy a Mexico compro el periodico nomas porque si. Leo las muchos "escrupulos" Y. . • poco dinero. Nosotros tenemos
cosas del cine, de los toros, los crimenes y es todo. ;, Que mas mucho dinero y ...
se puede leer? iY si al pueblo no le interesa, pues tiene sus -Han ido basta Cardona!, Taxquillo, Chilcuautla. ;,Quien
propios lios! jAl gobierno menos! ;,Que les importa que los sabe de donde sacan el dinero para viajar? -interviene el
otomies se mueran o no de hambre? Los periodicos, lo digo achichincle.
francamente me tienen sin cuidado. Siempre hay modo de -jTenemos que actuar con rapidez! Necesitamos des-
callarlos, yi.o que :ese tal periodista anda buscando es que prestigiarlos en todas partes. jHay que decir que son unos
le den su "mordida". Lo que me preocupa es lo de aca. ;, Otra logreros que solo buscan vivir del pueblo!
copita don Geronimo? jTrae otra botella, Chava! jEsa es la :-Pero la gente -interrumpe Chava- sabe que ellos
verdad, lo que me interesa es lo de aca! traJeron los medicos. Dicen que gracias a ellos no se acabo
El curandero sigue pensando en el pueblo. Con su inca- Taxhie. Y esto se sabe ya en todas partes.
pacidad ante el tifo y despues, con el triunfo del medico, su -jAsustenlos! Digan que la manifestacion a Mexico es
prestigio quedo por los suelos. En cambio, el "ateo", es quien una .estupidez, que no sirve de nada, que solo van a perder
ahora mangonea. Han vuelto a tratarlo con muchas consi- el tlempo Y a cansarse. -Rectifica-. jNo, no! eso no Io
deraciones y todos dicen que por ei se salvo el pueblo. "Si digan, los indios nunca se cansan.
no hubiese traido los medicos, nos hubieramos muerto" ... El otro resgateador sugiere algo que cree mas convin-
Las palabras insistentes de Eulogio le cortan el hilo de su cente:
-Digan que la policia no dejara entrar a nadie a la ca-
pensamiento:
-jSi, lo de aca! Ellos alebrestando a los maestros ... p~tal; que los barreran a todos con ametralladoras.
-Esos son nuestros principales enemigos -dice otro de Chava, en quien se manifiesta cada vez menos entusiasmo
los resgateadores, un tipo obeso, chaparro Y de labios grue- por la.s m~nio~ras de su patron, advierte:
- & Y s1 no logramos convencerlos?
sos y caidos.
-Ya lo creo que son los peores. Por eso me opongo a Eulogio contesta con enojo:
que se construyan escuelas. Donde las hay, hacen lo que -jDenles pulque, emborrachen a todos!
quieren con el pueblo. El de los labios caidos, da tambien su punto de vista:
-Si logran llevar los indios en cargada -sentencia un -Yo soy amigo del juez. No sera dificil convencerlo de
sujeto alto moreno de rasgos energicos, tipo de hombre sin q_ue .es necesario encerrar, durante unas semanas, al tal pe-
escrupulo~, y no' me parece muy dificil que lo consigan, nodlsta, al profesor y a sus amigos. Se les puede acusar de

222 223'·
enemigos del orden y de la religion. Se puede decir que son
comunistas.
-Seria peor -advierte Eulogio-. Entonces si que la
gente se inclinaria hacia ellos. .
El curandero levanta de nuevo la voz, despaciO, con pa-
labras bien medidas:
-Creo que nos andamos por las ramas. Yo no hay tiem-
~ para convencer a nadie. Ni para mandarlos a la c~rcel.
Ahora. . . -y mirando hacia todos los Iad.9s, con su m1rada
penetrante-- jAhora hay que ir al grano!
• -Tiene raz6n don Geronimo. jHay que ir al grano! VI
Los ojos de Lupe brillaron en la oscuridad con un extra-
Maria yergue los ojos con lentitud. El miedo y la vergi.ien-
no fulgor. za, que durante meses la obligaron a refugiarse en su propia
soledad, se han extinguido ya. Algo nuevo, de una grandeza
insospechada,-la ha liberado del temor. Sin embargo, la he-
rida sigue abierta. Y una honda tristeza nimba .su rostro,
por el cual los meses han pasado como aiios.
-Se que voy a morir ...
La frase es escueta. Pero en el acento de sus palabras
-resignadas, casi apacibles- hay mas elocuencia que en la
ret6rica de un orador.
-jNo digas eso! -le dice Pedro, interpretando la dulce
in:elodia y el resignado acento de su voz-. jTe quiero como
antes, oomo siempre!
Sus ojos, sin embargo, no tienen el fulgor calido de otros
tiempos. En vez del brillo de la pasi6n que se entrega y
rapta, Maria· s6lo ve en ellos generosidad y compasi6n.
-'-'-jNo podriamos ser felices! ·
Aquella alusi6n velada al hijo que se interpondria en me-
dio de los dos, la hace estremecer ... y recordar. Recordar,
recordar siempre, las figuras siniestras de Eulogio, de Lupe,
de Chava y de los otros.
Sin decirlo, tlos dos piensan lo mismo. El nifio seria una
cufia entre ambos; la vision permanente de la infamia; un
intruso cuya sola presencia constituiria un constante veja-
men. ;. Y si se pareciera a alguno de ellos? ;.Resistirian acaso
al dolor de ver la imagen de esos seres repugnantes retra-
tada como estigma, en el rostro del nifio? Resumiendo en
una frase el dialogo mudo de ambos, Maria balbucea:

225
224
La nube esteril.-15
-iMejor la muerte, que odiarlo!
Pedro toma las manos de ella en las suyas, las acanc1a
con temura, como si quisiera borrar sus inquietantes pensa-
mientos y pregunta:
-;.Par que odiarlo? Lo querria, cuando menos, como
quiero a todos los nifios desgraciados del Mezquital. Como
ser humano. iComo victima inocente de los males que nos
agobian a todos!
Maria lo contempla enternecida, como quien dice: "Eres
bueno, ya lo se. Serias capaz de sacrificarte por mi, Y por
el, como te has sacrificado por todos nosotros; pero no puedo VII
ni quiero aceptar tu sacrificio".
Ella hubiera querido decirle todo esto en palabras, pero El prestigio de Pedro como organizador inicial de la lucha
su elocuencia es muda. Es como la elocuencia de las obras contra el tifo llena el Valle del Mezquital. En Yonthe Chico,
maestras, que dicen todo lo que tienen que decir, por media en Portezuelos, en Panales, en Bonthin, en Orizabita, por
de colores y de lineas, de sombras y de luces. Y ella todo lo todas partes se habla de el.
dice con su silencio; con el silencio secular de la raza otomi, Y a medida que su nombre va sonando de pueblo en
que llora y sufre y clama, sin pronunciar una sola palabra, pueblo, su figura crece en la admiraci6n de los otomies. Se
le llama ya con orgullo "el profesor"; se dice que su nombre
sin articular una sola queja.
-Solo quiero pedirte -le dice, al fin- que mires por Y .su retrato aparecen en los peri6dicos; se afirma que los
mismos medicos le respetan.
el. iCuidalo y ponle tu nombre! -iNomas llego a Mexico y luego los doctores vinieron
Quiere resistir, pero la resistencia humana tiene un li-
mite. El dolor, que lamina, se deshace subitamente en llanto: cqn el! -dicen con admiraci6n.
-iPonle Pedro -dice sollozando- como le hubieramos Poco a poco se va formando a su alrededor una aureola
puesto a nuestro nifio! Al nuestro. . . al que no pudo ser. de heroe, que las calumnias de los resgateadores no logran
El qui ere consolarla. Pero ·no encuentra consuelo para si opacar. Los maestros, que con entusiasmo contagioso pre-
paran el terreno para la manifestacion a Mexico, contribu-
mismo. Solo atina a decirle:
-iTen fe! iAlg(ln dia seremos felices! yen a exaltar su persona. Gracias a la actividad de ellos y a
Nadie logra quitarle la idea de que va a morir; de que la influencia creciente de Pedro, el proyecto elaborado en la
lleva la muerte en las entrafias; de que aquella vida, ges- reunion de Moth6, comienza a echar raices.
tada con dolor, es la muerte. iSU propia muerte! Practicamente, no hay municipio de la zona arida del
A menos que la nueva vida muriera, para que ella pu- Mezquital: en Taxquillo, en Alfajayucan, en Ixmiquilpan,
en Cardona!, en Chilcuautla, en San Salvador y basta en
diera vi vir ...
~ctopan, dond~ no trabajen algunos grupos o comites orga-
mzadores de la manifestaci6n.
Los resgasteadores, par conducto de sus incondicionales
procuran desacreditar la idea de la marcha a Mexico, asu.s~
tan a la gente con la policia de la capital, les amenazan con
no comprarles mas sus productos y procuran vencerlos con
halagos y pulque.

227
226
Para muchos indigenas la idea de la caravana es ~~avia
muy vaga. Comprenden que es para mejorar sus condic10nes
de vida, pero dudan. ·n 1
Los maestros les han explicado en forma sencl a que a
manifestaci6n es para convencer al gobierno y al pueblo de
Mexico de que deben ayudarlos. . . los peri6-
.
- p e d1remos al presidente de la Republica Y a
dicos que nos ayuden. .
En cada lugar, de acuerdo con las condiciones propla~
y las necesidades especificas, los pro~esores plantean ~~~ p~~a
blem.as que el pueblo siente: aqm una escuela, a a VIII
presa, en otro lugar un pozo. . Al fin, llega el dia previsto. Los indigenas salen de sus
Po r todas partes, desde Taxqmllo a :Actopan, tanto en
zan a manifes- pueblos en grupos de diez o veinte, encabezados por el maes-
Chilcuautla como en San Salvador, .co~men tro, o por el representante del grupo.
tarse los anhelos, durante si~los repn~dos. s· "Si nuestras Van vestidos como siempre: pantalones y camisas de
Los mas cautelosos exphcan sus more · manta, sombreros de tornillo y huaraches. Muchos, empren-
las roban"; pero la mayor part~ formu 1a
tierran mejoran .d d " ue si nos diesen dos den la larga caminata de doscientos kil6metros descalzos.
ya una lista de sus neces1 a es · · · q . • Otros van casi desnudos, como casi desnudos andan en los
pesos por cada ayate. . . que si comprasemos el malz rna 5
pueblos.
barato ... " · ·vas y de En sus ayates llevan tortillas y chile para una semana, y
Asi, alrededor de aspiraciones cada vez mas Vl das cargan sus inseparables talleres ambulantes, los malacates
esperanzas dia a dia mas vigo:~sas, se propaga por to con que hilan el santhe, o los cogollos de palma, con que
partes, la idea de la manifestac10n. . ara el gran tejen las canastas.
y cuando creen que ya todo esta madur.o p vo Como si se dirigieran· hacia el mercado, asi salen los
. . t o, Pedro Y los maestros se reunen de nue '
acontec1m1en distintos grupos: del Davoxtha, del Satiz, de Rinconada, de
ahora para fijar la salida. Xothi, de Remedios, del Espiritu, del Olivo, de Capula, de
Maguey Blanco ...
Todos se dirigen hacia los llanos de Tepe, que fue el Iu-
gar de concentraci6n fijado para iniciar, desde alli, la mar-
cha a Mexico.
Despues de despedirse de Maria, que se halla ya en
visperas del alumbramiento, Pedro toma la delantera junto
al periodista, ~ en medio del representante y el juez.
Camina pensativo. Esta ya lanzado en la gran aventura
que siempre habia deseado, esto es, en plena lucha por la
defensa de sus herm.anos. Sin embargo, algo le oprime. Sien-
te dejar a Maria, justamente en el instante en que ya se
manifiestan los primeros sintomas del esperado fin. ;.Resis-
tira la natural, pero tremenda prueba? ;.Se cumpliran sus

229
2 .-,n
~o
rragia con jirones de su propia canu·sa , que se empapan
temores, que mas bien han parecido deseos, acerca de la
inmediatamente en sangre.
muerte? ;.El nino se parecera a alguno de ellos? ;.Traera sus
-jAprisa, corramos a Ixmiquilpan!
taras? -jNo! --exclama Pedro-. jLo que debemos hacer es
Por otro lado, teme que la manifestaci6n resulte un fra-
aga~rar a los asesinos! jEsta muerte no puede quedar sin
caso· un fracaso mas de los muchos que ha tenido desde que
casbgo!
lleg6 a su pueblo. ;.Llegaran los demas indigenas? ;.Se man-
-jVayanse ustedes a Ixmiquilpan! -aconseja el repre-
tendran firmes hasta el fin? ;. COmo los recibiran en Mexico?
sentante--, nosotros nos encargamos --dice pausadamente--
;,No los esperaran efectivamente con fusiles y ametralladoras?
de enterrar a Rosalia. . . de hallar a los bandidos. Despues
jEso no puede ser, claro esta; porque ellos van en orden a
los alcanzarernos.
presentar sus peticiones! ;,Pero no podra tambien ocurrir
-Me quedare tambien -dice Pedro con esfuerzo-. Quie-
que los reciban indiferentemente, sin hacerles caso? Tam-
ro acompafiar lo hasta el fin.
bien podrian prometerles mucho y no hacer nada. Olvidarse
;-<.Qui,eres que la manifestaci6n fracase? -le pregunta
de ellos como siempre lo han hecho. RaUl-. Tu debes estar presente cueste lo que cueste. Por eso
Camina entregado a estos pensamientos cuando de subi-
salgamos inmediatamente para Ixmiquilpan. El representan~
to, al Uegar a la pequefia barranca que forma el cauce del
te se quedara para enterrar a Rosalio y detener a los respon-
rio seco, se oye un disparo, luego otros, y varios.
sables. Y un grupo se adelantara hacia el Iugar de reunion
El juez, que iba al lado de Pedro, rueda por el suelo
para explicar lo que pasa. '
bafiado en sangre. Pedro recibe tambien un balazo que le
Pedro comprende la situaci6n. En efecto, no puede aban-
hace tambalear. De su brazo brota la sangre en abundan-
don~r su tarea. La ida a Mexico esta por encima de todo.
cia. La gente desconcertada no sabe que hacer. Los mas ex- ~ec1de por ello obedecer a los ruegos de su amigo. No re-
peditos corren en busca de los agresores. Slste al dolor de dejar ahi tirado al heroe oscuro del pueblo,
Aunque herido en un brazo, Pedro intenta ayudar a su al muchacho que compre~di6 siempre sus anhelos y que
compafiero y amigo; mas, ya todo es inutil. Los balazos que ~epresentaba los valores mas puros de su raza. Se hinca
recibi6 en la cabeza y en el pecho le extinguieron la vida JUnto a ei, le da un abrazo de despedida y como si rindiese
casi instantaneamente. una promesa murmura:
Pedro sabe bien que aquellas balas eran para ei y com- -jNo te olvidaremos nunca, Rosalia! jNunca!
padece a su querido compafiero, que lo apoy6 desde un Atraid~s por los . disparos, comienzan a llegar mujeres y
principio. runos. Cas1 todos enJugan las lagrimas con los ayates. Otros
Recuerda su activa participaci6n en la apertura del pozo, rezan y maldicen a los asesinos.
en el combate contra el tifo, en la construcci6n de la escuela Se .improvisa rapidamente una camilla con troncos de
y ahora que el esta muerto, por balas equivocadas, com- mezqU1t~. Coloc;~ en ella al "j~;ez" y lo llevan seguidos por
prende su grandeza. El, y no otro, ha sido el verdadero un corteJo de muJeres y nifios hacia la iglesia.
heroe del pueblo. ;,Como nolo comprendi6 antes? Y con una Pedro, ayudado por el periodista y con el braio sangran-
mezcla de dolor y de indignaci6n, de tristeza y de ira, do, ve alejarse con tristeza el cadaver de su amigo. Despues
el pequefio grupo inicia la marcha hacia Ixmiquilpan.
murmura:
-jCanallas, mataron al hombre mas noble y bueno del
pueblo! jNo retroccden ante nada! jTenemos que vengar
esta muerte!
El periodista cuida a Pedro, procura detener la hemo-
231
230
-iPues ahora lo mismo! iNos mandaron, tuvimos que
obedecer! No querian que saliera la manifestaci6n. iLe tenian
mucho miedo! '
-;.Y d6nde estim esos ... bandidos? iDilo inmediata-
mente o te quemamos los sesos!
-iLes dire todo lo que ustedes quieran, todo; pero no
me maten!
-iYa, sin mas demoras! ;.D6nde esta tu "dueiio"?
Revolviendose en el alma la cobardia y la traici6n, el po-
bre esbirro --6rgano envenenado del pueblo- denuncia el
IX paradero de su amo:
-Esta en el "Rancho de la Lorna", espen1ndonos. Vayan
Despues de una busqueda obstinada por el matorral, en- aprisa y entren por el lado del jagiiey. . .. iMatenlo! iMa-
cuentran a Lupe escondido en una covacha, con su mauser tenlo, si no el me matara a mi! iMatenlo ... !
al lado. AI verse descubierto, el asesino tiembla de miedo, Y
antes de que nadie le diga nada, se excusa, da explicaciones,
implora:
-Yo no soy el culpable. iPerd6nenme, perdonenme! Yo
no hice nada.
-iCabr6n! ;.No lhiciste nada? ;.Y quien mat6 a Rosalio?
-iA poco vas a decir que se mat6 solo! -dice otro ases-
tandole un golpe brutal en las narices.
-iYO no soy culpable!
-iNi macho eres! Pero ya vas a pagar lo que hiciste-.
Y dandole de empujones lo llevan por el matorral bacia el
pueblo.
-iNo, no, no me maten! -exclama hinc{mdose- Los
culpables son don Eulogio y el brujo.
-;.Y para que tienes aqui el mauser con cartuchos que-
mados? ;.Para que te escondes?
-iLos culpables son ellos! Perd6nenme la vida y les dire
la verdad. Todo.
De rodillas a~.te el grupo a quien su cobardia llena de
asco, explica minuciosamente como el resgateador y el
brujo ordenaron la matanza de los de Naxthey, premedita-
ron la destrucci6n del pozo y organizaron el incendio de la
escuela.
-El fue quien mand6 violar a Maria, para que el "pro-
fesorcito" se fuera de aqui. iEl y el brujo!
-;. Y ahora? -le preguntan secamente.

232 233
cieron la escuela. Prometo comprarles los ayates a dos pe-
sos. jDejenme en paz! jVayanse o dejenme salir! Prometo ..•
-jTenemos orden de llevarlo con nosotros!
-jNo, no quiero ir, dejenme, les doy lo que quieran! Mis
caballos, mis pistolas. ;,Cuanto quieren? jDejenme ir! Les doy
todo. Todo lo que quieran.
El mas viejo, mirando al representante en forma que so-
lo el puede interpretar, condesciende.
-jSi, lo dejamos! jEllos querian que lo llevaramos a Al-
fajayucan, a la carcel. Pero, no les daremos ese gusto. jNO
X somos tan guajes! ...
-jGracias, gracias, muchas gracias! -dice todavia sin
Despues de dejar a Lupe a buen recaudo, el grupo de in- comprender y mirando bacia todos !ados, como previendo
digenas, encabezado por el representante, y armado con es- un golpe de sorpresa o la aparicion de algtin fantasma-. Ya
copetas y afilados puiiales, cae de sorpresa en la casa donde sabia que podia contar con ustedes.
esta Eulogio. Sin embargo, no esta confiado. Advierte en sus miradas,
-;,Que se traen ustedes? -les pregunta eructando con y en el tono de la voz, algo impenetrable, extrafio, amena-
la borrachera. zante. Quiere convencerse de que lo van a dejar en libertad,
-jQueremos que usted vaya al sepelio de Rosalio, el juez que aceptan sus caballos y sus pistolas.
de Taxhie! -jVengan manana! Les dare lo que quieran. Ire con
Eulogio, retrocede un paso; les mira con desconfianza y ustedes a la Presidencia Municipal, para aclararlo todo.
ensaya una pregunta cinica. jTraigan, si quieren, los soldados! Por ahora jdejenme solo!
-;,Que le paso? ;,Se muri6? Estoy muy malo. Muy malo.
-jNo se muri6! -explica el representante articulando Y limpiandose el sudor:
pausadamente las palabras-. jLo m.ataron! -jMiren como estoy sudando! jTengo calentura! Quiza
-;,Y yo? ---<:omienza a temblar-. ;,Que tengo yo que ver sea el tifo. Ya ven, por todas partes hay tifo. jEstoy malo!
con eso? ;,Por que quieren que yo vaya a su entierro? jMuy malo!
-jQuiza le interese ver morir a su amiguito Lupe! -Si, lo dejamos, -explica el mismo viejit<>- Pero hay
-;,Pero que les pasa? -dice mirando bacia la pared don- tanto maldito. No vayan por ahi a desgraciarlo. Por eso le
de tiene una pistola- ;,Que tengo yo que ver con todo eso? pedimos que antes de separarnos encomiende su alma a Dios,
-jMire! -le dice un viejo todavia vigoroso que forma El que todo lo puede, que le castigue o que le perdone.
parte del grupo-. Lo mejor es hablar claro. Usted orden6 Eulogio comprende, retrocede, se arrima a la pared, vuel-
las matanzas del pozo; hizo que quemaramos la escuela; ve la mirada 'uplicante bacia el viejo y con las manos im-
deshonr6 a Maria, y ahora mando matar a Pedro. plorantes sacudidas por el temblor ruega:
En la frente del resgateador comienza a deslizarse go- -jNo! jNo! No me maten. Lupe y Chava son los que hi-
tas gran des y frias de sudor. Las piernas ya no pueden con cieron todo. Y el brujo, ese maldito brujo. Yo no hice nada.
su peso. Palidece, y la quijada se agita con un temblor in- jNo me maten!
vencible. Ellos se miran entre si.
-jEs mentira! jYo nunca hice nada de eso! Siempre he -Nada tenemos que decirle. Que Dios le perdone o le
sido amigo de ustedes. Yo mismo lleve el pulque cuando hi- castigue. Pero si sabe rezar jrece! Despues, monte en su ca-

234 235
ballo y vayase. Nosotros le esperamos afuera. jRece que tal
vez le haga bien! - y salen despacio, hacia el patio de afuera.
Apenas tendria tiempo de rezar un Padre Nuestro, cuan-
do se escuchan dos disparos.
-jSe mat6! -exclama uno-. jTal vez sea mejor asi!
Se precipitan todos, hacia adentro. Junto al cadaver, en-
cuentran a Chava, con una pistola eiJ. la mano.
-;,Por que lo mataste? -preg11ntan sin comprender, tal
vez con celo.
-jTambien yo tenia cuentas que ajustar con ei!
-jPero tu fuiste su c6mplice! XI
-jFui su victima! -musita con amargura-. Los dos ti-
ros que le di; uno fue por Pedro; el otro fue por mi, por lo En el Hospital de Ixmiquilpan quieren internar a Pedro. Le
que nos rob6 a los dos. jAhora, matenme! jNi pido clemen- extrajeron la bala, y tomaron las medidas necesarias para
cia, ni me defiendo! iY diganle a Maria que la vengue Y que evitar la septicemia. Fue mucha la sangre que perdi6 y se
le pido perd6n! jAqui tienen la pistola, matenme! halla en un -estado de extrema debilidad.
Miran al muerto, ~e quitan el sombrero y salen lenta- -Si, debes quedarte -intenta convencerlo Raul-. La
mente, con la cabeza baja. El viejito se acerca a Chava y ex- gente que esta reunida en los llanos de Tepe, sabe ya lo que
clama: pasa. Y nadie los arredra. AI contrario, estan furiosos y mas
-jPor lo menos eres macho! jVete, y que Dios te perdone! enardecidos que nunca. Manana por la manana salimos para
Mexico. Tu jquedate tres dias mas, y cuando te sientas me-
jor, toma el cami6n! Puedes reunirte con nosotros en el
camino.
-jNo me quedo! Tendre que llegar ala ciudad de Mexi-
co, aunque sea de rodillas. · jLh~venme en brazos, si quieren!
jAcuestenme en una camilla si no puedo caminar! jPero no
me dejen aqui! jQue mas da si muero! Las balas que mata-
ron a Rosalia, eran para mi. Me remordera la conciencia
vivir su vida, cobardemente, sin lucha. El muri6 inmediata-
mente. A mi me dejaron vivir lo bastante para ver que la
manifestaci6n se realiza, y que tal vez llegue el triunfo. No
me basta saber que mis companeros y hermanos estan en
marcha. Quiero ir con ellos; aunque sea unicamente los pri-
meros metros.~Si he de morir jque sea en mi sitio!
El periodista comprende y no halla argumentos para con-
vencerlo: a su vez el medico, que podria imponerse por la
iuerza, nose siente tampoco con autoridad moral para poner
trabas a un hombre de este temple.

236 237
-jEl mat6 a mi niiia! La envenen6 con unas hierbas
malignas. Ahora me acuerdo de todo. Me acuerdo. Le lami6
las piernitas y el pecho. La lami6 toda. AI otro dia, cuando
amanecimos estaba la inocente toda chupada. Con raz6n dijo
que no la queria curar. Me acuerdo de todo.
-;,Y como fue que el no se enferm6? jTodos nos enfer-
mamos! jTodos menos el! ;,Y si sabia tanto, por que no nos
cur6? ;,Por que no acab6 con el tifo? iEl es el culpable de
todo!
-Un dia pas6 por mi casa y ech6 mal de ojo·a mi hiji-
to. En esa noche vino la bruja y lo chup6. Solo duro dos dias.
XII El fuego de la indignaci6n llega al paroxismo. TOdo ar-
Taxhie vive sobre una barrica de p6lvora. El asesinato de de. Todo estalla. Una explotacion general sacude -todos los
Rosalio, el intento frustrado de matar a Pedro y las decla- pechos:
raciones de Lupe sobre el curandero, han exaltado los ani- -jEl mat6 a mi padre!
mos. A la puerta de las chozas, en el cementerio, donde- -jY a mi hermano!
quiera que se encuentren dos personas, surgen los comentarios -jEl es el culpable!
inflamados. Como un poderoso iman, la indignaci6n va atra- Los multiples fuegos aislados se convierten en una sola
yendo las gentes, en una llama que crece, aumenta de vo- tea, que ninguna agua puede ya extinguir.
lumen y se vuelve cada vez mas impetuosa. De repente y -jAcabemos con el! jAcabemos con ei!
semejante a la chispa que brota del pedernal, irrumpe una . La gente enardecida, con el recuerdo de sus muertos que
voz amenazante: ptden venganza, corre amotinada en busca del curandero.
-iEl tiene la culpa de todo! De paso por sus casas, cogen las armas que encuentran:
Como los cohetes en los castillos de fuego, que al estallar machetes, cuchillas de cortar pencas; huichocles de quebrar
prenden otros, aquella frase provoca la explosion de muchos magueyes; raspadores de lechuguilla.
mas: AI escuchar, a lo lejos, la griteria, el brujo comprende
-jPor el tapamos el pozo! lo que ocurre. Pasa revista a todo lo sucedido y dice para si
-jNos oblig6 a quemar la escuela! mismo:
-jNos azuz6 contra Pedro! -jYo tenia raz6n! Uno de nosotros sobraba. El acabara
El castillo sigue estallando, cada vez mas ruidoso y mas con todo lo viejo, con todo lo otomi. Hice bien· en luchar
alucinante, en una progresi6n avasalladora que todo lo contra el. Ese maldito fue mas fuerte que yo. Podran tal vez
abrasa: matarlo. Quiza los mismos que ahora estan con el lo maten
-jEl fue el culpable del tifo! maiiana. Mas~ya es tarde para arrancar las raices que dej6
Ante este recuerdo, preiiado de amenazas y de confla- en la tierra. jYa estan muy hondas, y nuestros dioses ya
graciones mas poderosas, susceptibles de incendiar todos los
castillos de la indignaci6n popular, se abre un silencio tre-
estan muy viejos!
La multitud, aullando de rabia, avanza con la furia de
.
mendo, inquietante, como las pausas orquestales. Tal parece u~ incendio hacia la cabaiia del hombre que ayer tuvo la
que la avalancha se detiene, temerosa de si misma. Empero VIda del pueblo en sus manos y que ahora tiene la suya
en medio de la pausa, se escucha un estallido de violencia a merced de un albur.
incomparable: Serenamente, con la fuerza magica de los antiguos sa-

238 239
cerdotes y en una actitud solemne, terrorifica, amenazante, -jYa no le tenemos miedo a sus amenazas!
el curandero se encamina hacia 1a multitud, y la gente, im~ Una vez mas, en el vaiven de los vientos contrarios, las
presionada por su figura de ministro de Dios o de Satan, llamas del odio y de la venganza vuelven a apoderarse de
calla y retrocede. jRetrocede, ·como si tuviera enfrente la los espiritus.
iEl es el culpable! jEl es el culpable!
peste! Un anciano, aterrado con lo que esta viendo, y temeroso
-;,Que quieren? --dice en un reto que puede ser salva~
dor o mortal-. ;,Quieren matarme? jMatenme, aver si pue- de lo que pueda acontecer, previene:
den! jPodran matarme, pero se matan a ustedes mismos! -jDice que dejaremos de ser otomies!
Despues de mi muerte, vendran los "ladinos" y les arran- Y una voz, que no se sabe de donde sale, contesta:
-jLo que queremos es ser hombres y vivir! jVivir bien!
caran la lengua.
Un estremecimiento de terror sacude a la multitud: jYa estamos hartos de miseria y de hambre! iLo que que~
-jLes arrancaran la lengua! jNo les dejanl.n nada! Lo remos es ser hombres!
que nuestros abuelos de la antigiiedad conservaron por en- Despues de esta breve pausa, misteriosa como un presa~
cima de todo, lo perderan ahora. jSeran esclavos! jLes ama- gio, el furor vuelve a apoderarse de la gente, convertida
rraran como perros! Y viviran como perros. . . y moriran ahora en una avalancha que ya nada puede contener.
como perros, con una argolla al cuello. jComo perros! -jAcabemos de una vez con el! jQue sea maldito para
siempre!
Un viento helado paraliza a la multitud:
-;,Que esperan ahora? jMatenme, a ver si se atreven! Vuela el primer filo de machete. Despues otro. Una ca~
jMatenme y desde la tumba, arrasare al pueblo! jVendre beza monstruosa, con rictus feroz, como si tuviera en los
todas las noches y no les dare descanso. jLes chupare a los labios el jeroglifico de un anatema, rueda por el suelo. Y los
niiios, les matare los chivos y les mandare enfermedades machetes, con la euforia de la muerte, siguen dibujando
que ninguna medicina podra curar! jAcabare con el pueblo en el aire, todo manchado de sangre, los arabescos de su
y con nuestra raza ya moribunda! ;,Que espe.ran? macabra fantasia.
La gente comienza a retroceder, llena de pavor, teme~ Por ultimo, el fuego que arde en todos los pechos, se
rosa de que la maldici6n llegue a cumplirse. La figura de- propaga a la choza. Las pencas secas, que cubren las paredes
moniaca del hombre que durante aiios rigi6 la vida espiritual Y el techo, arden rapidamente, como si estuviesen cubiertas
del pueblo, como ministro de las viejas divinidades, todavia de p6lvora. Y en un instante, todo se convierte en fuego; el
ejerce hipn6tico poder; pero, en el momento en que la des- fuego del viejo Otonteuctli, a quien ei aliment6 con sus
bandada se inicia, la madre enloquecida, a quien la muerte exorcismos y que, al fin, acabO por consumirlo.
de los suyos ha embotado la sensibilidad, ajena al miedo En un impetu de venganza o de desvario, la madre enlo~
y a la muerte, vuelve a encender la hoguera: quecida empuja con los pies la cabeza del brujo para Ian~
-jQuiero a mi hija! jEl mat6 a mi hija! jEl es el cul- zarla hacia la hoguera. Mas al ver sus ojos entomados y su
pable! rictus de espanio, suelta un grito desgarrador y retrocede.
y esta voz lacerante, calida como una bocanada de fue- AI poco tiempo, ya no queda de la choza mas que un
go, se apodera de todo; de las personas, de las casas, del mont6n de cenizas tibias, que el viento comienza a llevar.
aire enrarecido, de la sangre y de las ideas. Solo la cabeza del brujo queda inalterable. Manchada de
-jNo fue capaz de curarnos! jEl medico vale mas que el!
sangre, con la boca semiabierta, parece repetir y gritar, en
-jYa no tenemos miedo de sus amenazas!
-jYa no puede hacernos mas daiio que el que nos hizo! forma endemoniada:
-jNo fue capaz de curarnos. ;,Para que sirve? -jVivireis como perros! lComo perros ... ! -Y el grito

241
240
La nube esteril.-16
monstruoso se convierte en un · aullido infernal, que sacude
la tierra y el cielo.
En esa noche, las espinas del Mezquital se clavaron to-
das en la mente febril de Taxhie.

XIII
Los manifestantes, acampados en los llanos de Tepe, reciben
a Pedro con profunda emoci6n. La muerte de Rosalio, y la
herida del "profesor", lejos de desanimarlos, como anuncio
de nuevas calamidades, les ha insuflado rabia y coraje. En
vez de obstaculos, aquel cadaver les empuja ahora con la
ira y el deseo de venganza, hacia adelante, hacia el Iugar
poderoso de Mexico, desde el cual creen que pueden orde-
nar el movimiento de las nubes y el curso de los rios.
Al verlo bajar del cami6n que viene de lxmiquilpan, la
gente corre a recibirlo. Le ayudan a caminar hacia el im-
provisado campamento donde se han concentrado los indi-
genas que, en grupos de veinte y treinta, siguen llegando
de todos los lugares del Mezquital.
Se hallan reunidas ya unas mil personas y todavia hay
esperanzas de que se agreguen mas en Yolotepec, San Sal-
vador, Actopan y otros municipios, que estim sobi:e el ca-
mino.
Ayudado por el periodista, el profesor de Juchitl{m y
algunos indigenas de Taxhie, Pedro camina hacia una espe-
cie de cama que le preparan junto a un mezquite. Casi no
tiene fuerzas. Perdio mucha sangre y los dolores de la he-
rida s6lo ahora comienzan a manifestarse en toda violencia.
No obstante s~ mantiene firme en el prop6sito de emprender
la marcha, con los demils.
Le acuestan en la improvisada cama, bajo el mezquite, y
como el aire se vuelve cada vez mas helado, encienden una
fogata. Raw da ordenes para que lo atiendan y suministren
medicinas. En seguida se reune con los profesores, repre-

242 243
I
No una Virgen cualquiera, ni un santo mas o menos
sentantes, jueces y otros indigenas principales, para discutir milagroso; sino la misma Virgen de Guadalupe, morena co-
los problemas de la caravana. mo los indios, que sirvi6 de labaro rebelde a los pr6ceres
Aqui y alla, en los claros del raquitico matorral, se agi- de la Independencia; la misma que las tropas revoluciona-
tan y retuercen las llamas rojizas de las fogatas. Junto a rias de Zapata llevaron en sus sombreros de ala ancha, du-
elias, algunos indigenas duerm.en; otros meditan. Pedro, exal- ra~te la lucha por la tierra; la misma exactamente que los
tado por la fiebre, sueiia y delira. nuneros de Rosita lucieron como insignia de fe, en el curso
En prevision de alguna sorpresa desagradable se escogen d~ .aquella caravana del hambre que recorri6 mil quinientos
alertas, encargados de vigilar el campamento y se distribu- k1lometros, para reclamar justicia.
yen tareas. Raul se encarga voluntariamente de cuidar a su Atra~ de la bandera y amparado en los j6venes indige-
amigo. nas camma Pedro. Le acompaiian, en la misma fila, los de-
Pedro duerme a ratos. Luego atormentado por los dolo- legados de los principales pueblos. A los lados, casi desnu-
res, o quiza por las emociones del agitado dia, despierta con dos, avanzan dos muchachos que yerguen en sus manos las
sobresaltos angustiosos. Una viejita, que se ofreci6 para aten- varas de un largo cartel6n con una leyenda.
derlo, le hace tomar sorbos de una infusion de hojas, le El periodista y los profesores siguen mas atras entre los
humedece la frente, que arde en fiebre, con un trapo rrio- d~stintos grupos de la caravana, como jefes o coo;dinadores.
jado e intenta tranquilizarlo. Como los dolores y las pesa- Fmalmente, en una extension de mas de doscientos metros
dillas no cesan, el periodista le da un sedante, que logra s~ de~liega la gran serpiente humana que se mueve despa~
calmarle un poco. c1o, z1gzagueando con las curvas de la carretera.
Y asi transcurre la noche entre dudas, semi-arrepenti- Los . choferes de los autom6viles y camiones que pasan
mientos, breves destellos de fe, basta que Ia madrugada, con en senbdo contrario disminuyen Ia marcha, estremecidos por
sus resplandores, barre del paisaje y de las almas todos los el conmovedor espectaculo de un pueblo desnudo y ham-
fantasmas. briento que, al fin de los siglos, se decide a reclanuir pan
Los indigenas calientan las gordas que llevan en el aya- y agua.
te y esperan ya con cierta impaciencia el momento de po-
nerse en marcha; Pedro, reanimado por la brisa ma:tutina
bebe otro jarro de "tesito" caliente y se levanta, dispuesto
a encabezar la caravana.
A las seis de la manana, justo en el momento en que
el sol comienza a dorar la silueta de los Frailes de Actopan,
se inicia la marcha.
AI frente, como afirmacion de una nacionalidad que s6lo
Pedro, el periodista y los maestros sienten, va el pabell6n
de Mexico: sus colores son los mismos que insuflaron alien-
to a los heroes de Chapultepec, a los de Puebla y a los de
Veracruz; pero ahora estan palidos, diriase que avergonza-
dos o adoloridos.
Como si el pabellon nacional no bastara para expresar
el espiritu de la mexicanidad, o fuera insuficiente para alen-
tar su fe en el triunfo, los indigenas le prenden con alfileres
una imagen de la Virgen.
245
244
Maria continua gimiendo; pero su expresi6n no ha per-
dido jamas la severidad de los acontecimientos solemnes.
Gime y grita como las nubes truenan en dia de tempestad.
Y como la tierra ruge cuando los temblores la sacuden. Su-
fre, si, pero en su imagen de Dolorosa no hay la depresi6n
del miedo cobarde, sino la dramatica magnificencia del in-
vierno que hace temblar la tierra antes de darle la luminosa
sonrisa de la flor.
En ella se sintetizan, en ese momento, los mas grandio-
sos dramas de la humanidad y del universo. Recuerda el
momento en que los astros se separan de su nebulosa · evoca
XIV la erupci6n catastr6fica de mil volcanes en la edad infantil
Race veinticuatro horas que el conflicto doloroso de la crea- de la Tierra, y es como una patria, a la que desgarran las
ci6n ha llegado al momento supremo de su desarrollo. Vein- entra:fias con luchas sanguinarias, para hacerla dar al mun-
ticuatro horas de un drama tremendo, de proporciones cos- do la aurora de dias nifios.
micas, durante las cuales la vida nueva se agita, anhelando Ajena al maravilloso drama que se esta desarrollando
espacio, libertad, movimiento y choca con la resistencia del ante sus ojos, la comadrona se obstina en colocar los hechos
mundo que la aprisiona. al nivel de su indiferencia. Con las manos ennegrecidas por
Arrodillada en el suelo, con las piernas excesivamente la vejez y la mugre, sondea los abismos de la maternidad, y
abiertas y las espaldas reclinadas en los brazos que la sos- desde las puertas de la muerte -como simbolo del perpe-
tienen, Maria expresa su dolor en quejas intermitentes. tuo devenir- extiende las manos a la vida. SOlo que la vida,
Durante nueve meses dese6 lo que creia ser la libera- como si tuviera miedo a la vida, retarda su aparici6n.
cion; esto es, la muerte. Ahora al verse ante la grandiosa Y las horas transcurren vacias, y sin fruto, sin ublcaci6n
incognita y al sufrir las contingencias de la lucha que se en el tiempo, muertas y esteriles, como la nada.
desarrolla en sus entra:fias, se estremece de dolor y de miedo.
Sacudida por el temblor internode las masas que se aco-
modan en busca de la expansion liberadora, la muchacha
hecha mujer por la violencia de invernaciones prematuras
y brutales, rompe el mutismo de su constante sobriedad y
gime:
-jAY... ay... ay! jAbuelita! ;.Que hago abuelita?
jAY. . . ay ..• ay! ... - La anciana que la sostiene en sus bra-
zos como una Piedad caritativa, le ordena que se apriete,
que muerda el ayate y le d.a una botella para que la sople.
La comadrona, extendiendo el miedo que reina en la
choza abandonada con sus anuncios brutales, explica que
algo raro pasa:
-jQuien sabe lo que tendra que la criatura llega al
puerto y se va para arriba de nuevo! jNo tiene fuerzas para
echarla!

246 247

,I
Es cierto que la distancia es larga. Pero, ;.que significan
doscientos kilometros para un pueblo que ha caminado si-
glos enteros en busca del venero ausente?
Ademas, la imagen de la Virgen de Guadalupe que se
yergue sobre sus cabezas, al frente del desfile, da a la ca-
ravana el canicter de una enorme procesion, de una manda
colosal.
Algunos, en efecto, van ahi como han ido en otras oca-
siones, como van todos los aiios, al Santuario o a Chalma.
XV Van con la idea magica de alcanzar, por el sacrificio y por
la penitencia, la realizacion de alglin deseo. Solo que en esas
En los primeros dias, la caravana se parece a los riachuelos ocasiones llevan la idea puesta en el Seiior de Santa Teresa
que van engrosando, kil6metro tras kilometro, con los to- o en el Cristo de la Barranca. Ahora piensan, en forma to-
rrentes que bajan de las sierras y los arroyos que surcan la davia muy difusa, en un "seiior" Presidente, cuya imagen
pradera. se revuelve en su cerebro, con las estampas de las iglesias,
Atraida por un oculto magnetismo, la gente baja de los Y los idolos de varas que esconden en las cuevas del cerro.
cerros, cruza el desierto arenoso y polvoriento donde las Pero el movil de la peregrinacion es el mismo; pedir agua pa-
chozas se confunden con los mezquites para fundirse a la ra la milpa que nunca crece, o implorar salud para un chivo
avalancha. que morira de sed, a la mitad del aiio.
;.Quilm les dijo lo que pasaba? ;,Como supieron que era Raul va preocupado. Los peri6dicos que ha adquirido a
tiempo de sumarse a la corriente caudalosa? ;.El viento que lo largo del camino, estan presentando la caravana bajo un
lleva la cancion? ;.El sol que madura la egpiga? ;.La prima- aspecto sospechoso. A pesar de las imagenes religiosas que
vera que hace brotar la flor? ;.Que les impulsaria a juntar encabezan el desfile, se obstinan en decir, para alarmar, que
su voz, durante siglos callada, al grito ya estentoreo del se trata de maniobra politica.
Mezquital? -;.Que pretenderim hacer? -se pregunta con temor-.
Sin dar ni pedir explicaciones, tan naturalmente como ;.Desacreditar la idea de redimir al pueblo otomi? ;.Para
el aire y el agua y la luz se integran a la hoja y a la raiz que? ;.Para que perdure la vergonzosa lacra? jEso parece
y se juntan para crear el milagro del fruto, asi los indios imposible! Solo los que viven directamente del Mezquital
llegan a 1a caravana y se adhieren a ella, como algo propio tienen interes en que el indio siga abandonado como antes,
que desde hace mucho tiempo esperaban. como siempre. ;.Para que entonces intentan aniquilar tan
;.Que piensan? ;.Que viento les impele? noble prop6sito? ;.Para que el precedente de la rebeldia no
Los pueblos, como los astros, ;.obedecen a alguna ley fructifique?
comlin --de peso, de crecimiento, de madurez- que les em- Comprende que las contradicciones sociales estan ya a
puja un dia a separarse de la nebulosa maternal? flote y se asl.\Sta de haber contribuido a su eclosion:
Aquellos que por cualquier raz6n no pueden adherirse -Un triunfo aunque minimo de los de abajo -piensa-.
a la caravana, acuden a la orilla de la carretera para darles constituye siempre una amenaza para los de arriba. For lo
algo de lo poco que poseen: un jarro de pulque, una gorda menos asi lo creen. For eso consideran que es necesario
con picante, una gota de agua. derrotar, por sistema, con razon o sin ella, a todas las cau-
Y los de la caravana, solo con verlos y sentir que los sas, aun a las mas justas y nobles.
aplauden, sienten decuplicar las fuerzas y el entusiasmo. Se indigna:

248 249
-t,D6nde esHm pues los sentimientos humanos que pre-
gonan? t,Donde, las ideas cristianas de que hacen gala?
Sus mas intimas dudas parece que se transmiten Y re-
percuten en el cerebro de los indigenas. Algunos, recordando
las amenazas de los resgateadores y de sus agentes, temen
que, al llegar a la capital, sean recibidos a balazos por la
policia.
-Si en nuestra tierra nos matan -piensa-. jQue no
nos haran lejos!
Incluso los profesores, siempre entusiastas, caminan
aprensivos. XVI
-Tal vez nos hagan promesas, pero se olvidaran pronto
de elias. jComo siempre ha ocurrido! Maria obedece a los consejos de su abuela~ Muerde el ayate
-jO haran algo muy grande, para sacarle provecho! jY con fuerza, sopla la botella para comprimirse, mas todos
los indios quedaran tan amolados como siempre! los esfuerzos son vanos. La nueva vida se asoma al dintel
Una duda inmensa, igual al miedo que paraliza la ac- de la vida y _retrocede, espantada.
ci6n, comienza a apoderarse, por contagio, por telepatia, Ante la inutilidad de todos los esfuerzos,' la comadrona
espontaneamente, de toda la caravana. El impulso de la amarra una cuerda a la viga de la choza y obliga a la par-
marcha los empuja hacia adelante, pero nadie sabe hasta turienta a agarrarse a ella, como si intentara subir. Y en
d6nde seran capaces de llegar. efecto sube, en una ascension dolorosa y dramatica que la
Las nubes grises de la tormenta, que rara vez llegan al arranca de si misma y la separa de sus propias entranas.
Mezquital, se ciernen ahora sobre aquella multitud entre- Subitame~te, en medio de la tormenta, se oye el ruido
gada a una lucha primaria e incierta. hUmedo de i.m liquido espeso que cae, como si se hubiese
roto un pedazo de cielo cargado de lluvia.
Las brasas de mezote que casi se habian extinguido, se
reaniman y vuelven a alumbrar, como atizadas por un aire
fresco y puro, que parece ser el Ultimo destello de sus ya ago-
tadas energias.
El nino esta a los pies de la madre, flotando sobre un
ayate empapado en sangre. Le envuelve una densa oscuridad
que ning(m fulgor logra disipar.
Entre l!i-sangre, la basura, la oscuridad y el humo que
le rodean, nadie podria divisar lo que es: si un pedazo de car-
ne muerto y sucio, si la nueva aurora que el mundo espera.
En la cabana abandonada y lugubre hay un silencio dt
muerte.

250 251
otomi esta ya en camino, sabe lo que quiere. Ha despertado
de un larguisimo letargo, y esta dispuesto a materializar sus
anhelos. Tu lo hiciste despertar. Cumpliste con tu misi6n.
Le toea a el cumplir con la suya. Echaste la semilla a la
tierra, el se encargara de cosechar.
-i. Y si fracasa?
-iSi fracasa vuelve a recomenzar, porque esta ya en
pie. iPodra fracasar hoy. Manana, o pasado manana, alcan-
zara el triunfo!
Mira hacia atras, hacia la caravana que se pierde en una
XVII curva de la carretera, y pregunta:
· -Y esto que esta aqui, este pueblo que marcha para im-
AI contrario de los demas, a quienes la duda ha comenzado poner su personalidad humana, para pedir pan y justicia
a envenenar y a extinguir la diminuta fe, Pedro lleva el 4no es acaso un triunfo? El anhelo de transformaci6n esta
pensamiento fijo en el triunfo. Apenas puede caminar, casi germinando ya, alglin dia brotara a flor de tierra, hecho
no come, arde en calentura. Pero no interrumpe la marcha, flor y fruto, como en un parto gigantesco.
ni deja que la esperanza se aminore. Pedro argumenta:
-iQuedate -sugiere el periodista-. iO toma un camion -iTienes raz6n! Cuando el pueblo se decide a luchar, ya
y esperanos en Mexico! nadie lo puede detener. Y si alguien cae otros se levantaran
-iTengo que cumplir mi obligaci6n hasta el fin! en su Iugar. Pero yo pienso que todavia podre ser util; que
-iHas cumplido ya con tu deber! Iniciaste la lucha Y todavia no he cumplido con mi deber iNo le hace que mue;-
pusiste a1 pueblo en marcha. iPuedes ya reposar! ra! El cadaver de un hombre leal es siempre mas util al
-iAhora justamente, es cuando no puedo reposar! Inci- pueblo que la vida de un cobarde o de un traidor. Junto a
te al pueblo a la lucha; ayude a embarcarlo en esta aven- mis hermanos, aunque muerto, podre servir de algo. Lejos,
tura; estoy obligado a ir con el hasta el fin. iAl triunfo o a mi vida no les servira para nada. Sera inutil.
la derrota! La realidad es que no puede caminar. La perdida de san-
RaUl piensa en la frase del Evangelic: "Las zorras tienen gre, el debilitamiento provocado por la marcha, la insufi-
cavernas, y las aves del cielo nidos, mas el Hijo del Hombre ciente alimentaci6n, los dolores del brazo, y una calentura
no tiene donde recueste su cabeza". Bien sabe el que los ver- cada vez mas alta, le han puesto en estado gravisimo. Solo
daderos amigos del pueblo, sus autenticos defensores, no el heroismo que le anima, le conserva en pie.
pueden jamas abrir parentesis a su apostolado, sino en la Mas las fuerzas humanas tienen un limite. Justamente
tumba. No obstante, intenta disuadirlo. Conoce perfectamen- en este dia, ~1 cuarto y seguramente el penultimo de la mar-
te su estado y preve una catastrofe. Esta marcha ardua con- cha, ha tenido tres desvanecimientos. Apenas puede caminar
traria a sus condiciones fisicas, puede serle fatal. Por eso, apoyado en sus compafieros.
intenta convencerlo:· Hacia la mitad de la tarde, vuelve a desmayarse. La ca-
-iTe equivocas! iYa no eres indispensable! Cuando el ravana se detiene para cuidarle. Le mojan Ia frente con agua
pueblo se pone en marcha ya .nadie podra detenerlo. Los y le obligan a heber un trago de pulque, para reanimarle. AI
idealistas y los jefes podran quedarse en el camino agotados fin de algunos minutos vuelve en si, y mira alrededor con
o vencidos. Ya poco importa. El pueblo seguira su ruta con una mirada perdida, como si le extrafiara todo lo que ve. Se
los nuevos jefes que la misma marcha creara. El pueblo reanima poco ftl poco, mas ya no puede incorporarse.

252 253
- iTendremos entonces que llevarte acostado, en una ca-
milla! -le dice Raul.
Antes mismo de que el conteste, varios muchachos parlen
disparados bacia el campo, en busca de ramas de arbol, para
hacer la camilla. Y la tenacidad inquebrantable de aquel
hombre se comunica a la caravana, que reanuda la marcha, ..
con nuevo entusiasmo, bacia su brumoso destino.
Adelante como en todo el trayecto, tremolan levemente
Ia bandera de Mexico y la imagen de la Virgen que los indios
adoran. Luego, sobre la improvisada parihuela que cuatro
indigenas cargan a los hombros va Pedro. XVIII
y atras, como el cortejo de un largo entierro, sigue la
caravana ... La comadrona, obstinada en reducir la envergadura del gran-
dioso acontecimiento a sus propias dimensiones, advierte que
aun no ha Uegado el fin.
-Esto aun no es el parto. Todavia falta lo principal. Hay
que esperar las secundinas.
En espe~a de eso que ella monstruosamente llama lo prin-
cipal, Maria continua de rodillas en el suelo, con las piernas
tan abiertas que el cuerpo parece rasgarse por la mitad. A
sus pies, en brutal desnudez, salpicado de tierra y de sangre,
encadenado al humus por el cordon que nadie se atreve a
cortar, esta la materia callada, informe, en la cual la muerte
y la vida parecen fundirse en un abrazo monstruoso.
Nuevamente transcurren los minutos, como horas, en una
esterilidad angustiosa. Antes, habia la esperanza "de lo que
ha de venir": de la vida que, en lucha titanica con el me-
dio, procuraba romper las barreras que siempre se oponen
a lo nuevo. Ahara. . . ahara la vida esta alii, ya no puede
venir. Esta alii, inerte, amarrada al pasado, presa a un me-
dio que ya no es el suyo, pero que todavia la domina.
Maria ha dejado de quejarse. El dolor de la lucha crea-
dora ceso. Ahora hay en ella la angustia de la vida que
parece estar a punto de frustrarse. Antes queria morir; pen-
saba ingenuamente que podria desprenderse de la tierra, de
si misma, como una paloma levanta el vuelo. Mas el sacu-
dimiento de la lucha cambio, en unas horas, la mentalidad
forjada a lo largo de una angustiosa soledad. En un momen-
ta, la vision de aquello que todavia no es su hijo, borro los
traumas psiquicos y las lesiones mentales abiertas en aquel

254 255
dia sombrio y triste. El deseo de la muerte se convirtio en
temor. La vida, aun en el caos, la alumbra ya con su presen-
cia. A pesar de todo el pasado continua realizando su nefasta
obra. Sus deseos de vivir han llegado muy tarde.
Una palidez mortal comienza a invadirle poco a poco el
rostro severo y dolorido. El sudor de la muerte aflora ~ su
cara livida. El pulso se debilita insensiblemente. Le falta el
aire.
Contempla al nifio, aun en el umbral de la vida, con los
ojos entornados de moribunda y, al verlo inerte, callado,
como un simple pedazo de materia, sin anhelos, sin deseos XIX
-sin alma-, deja escapar una exclamaci6n de desesperanza
La infecci6n que ha comenzado a envenenarle la sangre, se
y de queja: ha apoderado de su cuerpo debil y de su pensamiento febril,
-jEsta muerto! extendiendo, ante su hipersensibiljzada imaginaci6n, un pai-
Su rostr6 exangiie, palido como la cucharilla de la palma
bot'jai, adquiere un tinte violaceo; y el coraz6n, cual pen- saje fantastico.
EI Mezquital que el y Ia caravana han dejado atras, le
dulo cansado, apenas si late.
j parece ahora el teatro de una fantasia maravillosa: maquinas
I potentes se deslizan despacio por la tierra, llevando en pos
de si todo lo que encuentran. Arrancan de cuajo, por la raiz,
los mezquites, los garambullos, y hasta las chozas de pencas
de maguey o de 6rganos. Todo lo desgajan y lo empujan,
como si fueran inmensas barredoras.
Los hombres, las mujeres, y los nifios, con enormes palos,
Y como si estuviesen rompiendo pinatas, destrozan implaca-
blemente todos los cantaros que hay en el Mezquital. Miles
Y miles caen por tierra, reducidos a tepalcates. Los resgatea-
dores huyen despavoridos.
Y las multitudes, en una ronda sin fin, plenas de alegria
Y de felicidad, entonan Ia canci6n que sale de todas las
bocas, como una cantata grandiosa, monumental, que abarca
a todo el Valle:

Shipa ma zi mane
Sham.a shi dane ..•

I..a tierra arida, agrietada y sedienta, se ve surcada SU.bi-


tamente por miles y miles de arados; el agua comienza a bra-
tar, por todas partes, desde tubos grandes y anchos.
En los :pueblos aplanados y limpios por las imnensas ba-

257
256
rredoras, se 1evantan casas de a .
Frente a la escuela los . - . dobe, Pintadas de blanco
·
JUegan alegremente' y Dinos I nsueiios
. y vest'd I os de blanco ·
d . en e mismo lugar d '
car ones Y garambullos . onde antes habia
en ' crecen a OJos vist b
ormes olivares Y extensos . -ed as, ruscamente
D, VInos '
espues, todo se le revuelve .
nes febriles. Ve a 'Mar' e~ la mente en yuxtaposicio-
cant d Ia en med1o de Io" ·- ·
an o con ellos, la ve alzand "' nmos, Jugando Y
de Actopan de dond o en los brazos, bacia el lado
' e nace el sol a h' .
grandes, quizas un poco t 'st ' un c IqUIUo de ojos
EI b n es.
pue lo entero canta 'I
vario que la gente no enti e ' ~esd~ su camilla, en un des- XX
ojos puestos en un b ende, repite lentamente con los I
· as nu es grises; . 1 • ' La comadrona, asustada con la demora de "lo principal" de-
"' -, ' :tJ} f; ;:_:""'"' ·J~~.; -:.-1f,r. 1
cide recurrir a la vieja ciencia de sus antepasados. Cuece
·· Shipa zna, zi"'ma~~·"·"·, '·"· ·.>;;:·!,•,•· ,,.,,I varias hojas de una hierba a la que Haman th6 con la espina
• S~ama shi dane... .<.,:"<~···::::~;; j dorsal de un tlacuache y dos orejas de liebre. Agrega al ex-
traiio caldo algunos liquidos de un olor intenso y cuando
· La.caravana sigue cam.' d" .·. · ;·_ .. · .,,L~ ' l todo esta preparado Io da a tomar a Ia casi desfallecida par-
ensueiios, YIde ilusiones. f mant o: amma sin eesarrllena de I
·Y b.rava coino·el'· f
c_

r'Io, que al fin · ' uer turienta.


ha encont d 0 e ' -unpetuosa
.
meta. , ,,ra ~u~~'au_~e:y se-dirige'1hacia la ~ sivos, Al ingerir el brebaje, Maria irrumpe en v6mitos convul-
que la obligan a comprimir el diafragma y la pared
j ·~":--.;

del vientre y la sacuden basta lo mas hondo de sus entrafias.


Inmediatamente, por coincidencia o por la acci6n de la
violenta medicina, se produce el milagro:
Un fuerte temblor sacude a la mujer, haciendola vomi-
tar, por la boca herida y atormentada del sexo, dos pedazos
.. ·'-.. ~ ~
de entrafia, semejantes a pastas de sangre coagulada .
Un llanto alegre rompe entonces la envoltura del silen-
cio que comprimia el ambiente de la choza; la comadrona
respira, la abuela sonrie y Maria, a quien el doloroso pro-
,•.. ,~~ f
ceso de la maternidad ha transformado por completo, mira
• !,<...

I al niiio con optimismo.


El sigue llorando, con un llanto persistente, cristalino, lu-

l minoso. Pero su llanto es la ultima convulsion del invierno


que durante nueve meses ha sacudido la martirizada tierra
del Mezquital.
' ..

:· . .,.. ,

258

259

- - ·- ~:--------._-"--
XXI Se tei:fil.in6 el dia 15 de julio de
1976 en los Talleres de Litogra~
jPor Ia carretera sigue un pueblo en marcha! jRumbo a su fica Cultural, Isabel la Cat6Uca
destino! 922, Mexico, D. F. Se irn.primie-
ron 3000 ejemplares y sobrantes
para reposici6n.

~, JYALE

260
r
'
I
'

Vuela el primer filo de machete. Despues otro.


Una cabeza monstruosa, con rictus feroz,, como
si tuviera en los labios el jerogl:iftco de un ana-
tema, rueda por el suelo. Y los machetes, con la
euforia de la muette, siguen dibUjando en el aire,
todo manchado de sangre, los arabescos de su
maea'bra fantasia.
Por Ultimo, el fuego que arde en todos los pe-
cbos, se propaga a la cho~. Las pencas secas,
•. q"'e cubren las pa~ y el techo, arden rapi-
I~
Qalnente, como si estuviesen C\lbiertas de. J>Olvo-
ra. Y en t.m irt$tante, todo se eonvierte en tu.go;
e1 tueao del viejo Otontetwtli, a quien el elimen-
t6 COD S11$ exordsmos y que, aJ. fin, acab6 por
<.'OtlS\lmirlo.
En un impetu de venganza o de desvario, 1a
madre enloquecida ernpu.)a con los pies la cl"
beza del brujo para lan.zarla bacia 1a hoguera.
Mas al ver sua ojos entomados y su rictus de
espanto, suelta un grito ctesgarrador y ~ede., .
A1 poco Uempo, ya no queda de la ehoza mu ,,
que un montbn de cenizas tibias, que el' viento
comienza a llevar. SOlo la cabeza del brujo que·
<Ia inalterable. Manchada de sangre, con la boca
semiabierta, parece repetir y gritar, en forma en-
demoniada: ·
-jViviteis como perros! jComo perros_... !

~;

I~I edlclones :el .caballlto:

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