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FUNDAMENTACION TEORICA DE LA PROPUESTA

Para Mogilka (1999), “según su etimología, autonomía es una palabra que deriva
de los vocablos griegos auto (propios) y nomos (ley o regla)” (p. 59).
De la amplia diversidad de conceptualizaciones sobre autonomía, ésta puede ser
definida según la Academia de Ciencias (2001) como la “libertad de determinar
sus comportamientos, sus opciones, sus valores; propia voluntad” (p. 430).
Así, la expresión autonomía se utiliza para designar una capacidad del ser
humano mientras sea capaz de gobernarse sin depender de terceros.
Ambrosio (1999) defiende que "la autonomía en el niño es comprendida como un
proceso y una conquista que se inicia en la infancia precoz y que se desarrolla a lo
largo de su vida" (p. 2).
Por lo tanto, es necesario proporcionar el desarrollo de la autonomía de los niños
a través de las pequeñas tareas de su día a día, ayudando a estructurar y
organizar su pensamiento.
Se puede decir que al ganar su propia autonomía el niño se vuelve cada vez más
independiente a nivel del vestir / desnudarse, en la capacidad de control sobre su
higiene personal, en la alimentación, utilizando adecuadamente los cubiertos, en el
uso de los materiales en el aula (lápices, tinta, pinceles, tijeras, juegos entre
otros). Con este desarrollo el niño va aprendiendo a tomar decisiones y a hacer
sus propias elecciones.
Para Kamii (2003), “El desarrollo de la autonomía en la infancia permite la
construcción de una personalidad sana y posibilitar el desarrollo de la capacidad
de resolver conflictos a lo largo de la vida” (p. 13).
Morales (2006), afirma también que: De los dieciocho a los treinta y seis meses, el
infante es capaz de simbolizar, simular y formar imágenes mentales de personas y
cosas. Aprende del mundo mediante juegos simbólicos y de simulación. Con un
sentido del yo aparte, experimenta las necesidades ambivalentes de autonomía y
dependencia. Durante esta etapa, su repertorio emocional se amplía y comprende
emociones sociales: empatía y turbación, y poco a poco vergüenza, orgullo y
culpa, que coinciden con un nuevo sentido de sí mismo y un creciente
conocimiento de las reglas sociales. (p. 38) Entre los tres y los cuatro años las
relaciones cercanas de "toma y da", con personas significativas han establecido
una forma de asociación. El pequeño puede discernir qué esperan de él sus
padres y otras personas significativas para él. Y trata de adecuar su conducta para
complacerlo y alcanzar sus propias metas.
Según Amarillys (2011) “El desarrollo de la autonomía de manera adecuada trae
consigo grandes beneficios, se desarrollan virtudes que servirán para la vida. Es
por ello, que es importante que se desarrolle en el alumno la autonomía” (p. 29).
Parece difícil pensar en el desarrollo de la autonomía en la educación inicial, sin
embargo, las familias de las clases bajas y, en consecuencia, sus hijos, están
oprimidos y excluidos, ya que, como creadores y transformadores humanos, el
contexto social prevaleciente les niega. Por lo tanto, entendiendo que desde la
infancia, los niños son oprimidos y marginados, se considera esencial comenzar
su proceso de humanización tan pronto como comience el proceso de
deshumanización, con miras a superarlo.
Si consultamos el Ministerio de Educación (2009), en el diseño curricular, nos
dicen que en el II ciclo se “Considera el período desde los tres hasta los cinco
años” (p. 12). Asimismo el Ministerio de Educación (2009), agrega que: Se estima
que en torno a los tres años los niños han alcanzado un desarrollo evolutivo que
les permite participar de manera más independiente y activa de una mayor
cantidad y variedad de experiencias educativas, integrándose a grupos más
grandes o con niños mayores. (p. 12) Por otro lado Ministerio de educación (2016),
concibe que: En estas edades los niños y las niñas enriquecen su lenguaje y
amplían su vocabulario. Progresivamente aprenden a adecuar su lenguaje según
su propósito o a las personas con las cuales interactúa, además, empiezan a
interesarse por el mundo escrito, surgiendo en ellos el deseo y el interés por
comunicar lo que sienten o piensan por medio de sus hipótesis de escritura. Así
también, exploran nuevas formas de expresar sus emociones, ideas o vivencias
utilizando diferentes lenguajes artísticos como la danza, la música, las artes
visuales, entre otros. El carácter educativo de este ciclo permite sentar las bases
del desarrollo cognitivo y social posterior para prevenir el fracaso escolar; por ello
es importante incrementar el acceso a Educación Inicial y compensar las
desventajas que presentan los niños de entornos desfavorecidos. En este ciclo se
busca que desarrollen capacidades comunicativas, que les permitan afianzar el
proceso de adquisición de su propia lengua y de su acercamiento a otras lenguas
(materna y una segunda lengua). Así mismo, que desarrollen experiencias
afectivas, sociales, culturales y de convivencia que contribuyan a su desarrollo
integral, y al logro progresivo de una mayor autonomía personal a fin de aplicar lo
aprendido a situaciones de la vida cotidiana
El infante puede tomar decisiones y realizar actividades por si mismos a partir de
su autonomía empiezan a construir sus propios planteamientos y conocimientos
de esta manera por sí mismo busca soluciones por diferentes medios para
satisfacer sus necesidades el niño inicia a enfrentarse en la cotidianidad sin sobre
pasarse de su libertad donde se desenvuelve. De esta forma va ganando
independencia por los avances cognitivos y motrices, se les da la oportunidad de
sentirse seguros tanto con el ambiente físico como social, sin depender de los
adultos da la capacidad de construir su vida de manera independiente,
permitiéndole principalmente conocerse por medio de sus habilidades y
capacidades esto lo refleja cuando establece vínculos afectivos con otros.
En este sentido Sonia Abarca Mora (1992) menciona en dejar que “los niños
pregunten, indaguen, que experimenten, que den sugerencias, que lidien con
algunas tareas sin la tutela permanente de los mayores, que desarrollen su
imaginación, que tomen decisiones” (Pg. 140) dado que el desarrollo de la
autonomía de los niños “está ligada a los sistemas de relaciones que estos
mantienen con los adultos que les rodean; a las oportunidades que tienen de
comunicarse; al significado de las experiencias que encuentran en su hogar, en la
escuela, en la comunidad; a la seguridad con que se pueden mover y jugar en sus
barrios; a la honestidad que observan en aquellos que les rodean; a lo adecuadas
y justas que les parezcan las normas y regulaciones que imperan en las
instituciones socializadoras.” (Abarca, 1992).
Arenas (2007), asegura que el juego social lo podemos dividir en tres formas
diferentes: Aunque los seres humanos juegan y juegan a todas las edades, en
general se acepta que jugar y jugar es más característico de la infancia y está
asociado con el desarrollo y el aprendizaje humanos. De hecho, el juego y el juego
son inherentes a la infancia, y la mayoría de las veces el niño está activo lo dedica
a jugar, convirtiéndolo en su "trabajo". Es en el día a día del niño que, cuando
juega y juega, desarrolla sus habilidades motoras, inteligencia, voluntad y carácter.
(p. 14).
El juego es una estrategia fundamental para ganar seguridad y autonomía y
cuando los niños juegan demuestran una gran necesidad de invertir mucho tiempo
jugando durante la infancia como herramienta para aprender y adaptarse a
situaciones motoras, sociales y emocionales inesperadas e impredecibles en la
edad adulta.

Referencia bibliográfica: Gonzales Rosas, E. M. (2019). Estrategias que


favorecen el desarrollo de la autonomía en niños y niñas del II ciclo de Educación
Inicial.

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