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LA Autoridad en la Biblia

La autoridad es el concepto de poder que le corresponde. Se utiliza en la Biblia


con una buena dosis de elasticidad. Aunque el término Inglés sí mismo no es
usado por Dios en el Antiguo Testamento como en el NT (normalmente para
exousia), la suposición de que permea ambos testamentos es que sólo Dios es
la máxima autoridad y sólo él la última fuente de autoridad para los demás.

La autoridad de Dios

Su gobierno soberano, universal y eterna sobre el universo entero da prueba


de su autoridad (por ejemplo, Éxodo 15:18;. Job 26:12, Salmos 29:10;. 47;
93:1-2; 95:3-5 ; 103:19, 146:10; 147:5, Isaías 40:12 y siguientes;.. 50:2). Él ha
fijado con su autoridad tiempos o épocas (Hechos 1:7) y "actúa conforme a su
voluntad en el ejército de los cielos y en los habitantes de la tierra" (Daniel
4:34-35). Esta autoridad sobre el hombre se compara con la de un alfarero
sobre el barro (Romanos 9:20-23). Así final es la autoridad de Dios que toda
autoridad entre los seres humanos viene sólo de Dios (Romanos 13:1). la
autoridad de Dios incluye no sólo la autoridad de la providencia y la historia,
sino también la demanda de la sumisión y la rendición de cuentas del hombre,
expresó, por ejemplo, en el jardín del Edén, los Diez Mandamientos, el
Evangelio y sus exigencias evangélicas. Inherente a la autoridad de Dios es el
asombroso poder para emitir el que no le temen al infierno (Lucas 12:5) y el
glorioso poder de perdonar los pecados y declarar los justos en Cristo
(Romanos 3:21-26). En el día de la ira de Dios y la misericordia, la autoridad
que le corresponde a Dios como Creador (Apocalipsis 4:11) y Redentor en
Cristo (Apocalipsis 5:12-13) se reconoció de manera indiscutible.

Cristo Jesús, la Autoridad

Como el Dios-hombre, el Hijo de Dios encarnado, Jesucristo manifiesta su


autoridad en una doble capacidad. Por un lado, su autoridad es la de alguien
que es el Hijo de Dios y es intrínseca a él y no derivados. Por otra parte, como
el Hijo encarnado, que es el Hijo del hombre, actúa en la sumisión y la
obediencia al Padre. Así que se puede decir en uno y el mismo aliento sobre
sus planes para poner su vida: "Nadie lo ha llevado lejos de mí, pero yo la doy
por mi propia iniciativa que tiene autoridad para ponerla, y tengo. autoridad
para tomarla de nuevo ", y" este mandamiento que recibí de mi Padre "(Juan
10:18). Pero debido a su vida como el prometido Hijo del hombre es uno de los
que actúan en representación de Dios en favor de los hombres como el que es
también un hombre (cf. Dan. 7:13-14), Jesús habla casi siempre de su
autoridad en términos de en funciones de Dios el Padre. Al hacerlo, ejerce
todas las prerrogativas de Dios, por ejemplo, perdona los pecados (Marcos 2:5-
8), sana (Marcos 1:34), exorciza los demonios (Marcos 1:27), controla el poder
de la naturaleza (Lucas 08:24 -25), resucita a los muertos (Lucas 7:11-17, Juan
11:38-44), enseña con autoridad (Mateo 7:28-29;. cf su "yo digo," Mateo 5:21-
48. ), y exige que los hombres se somete a su autoridad tanto en la tierra
(Lucas 14:25-35) y en el juicio (Mateo 7:22-23). Como el Hijo obediente que
reconoce y sigue a la palabra de su Padre, las Escrituras, y apela a ellos como
la autoridad final (Mateo 4:1-10; 22:23-46, Juan 10:33-36).

Por la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte en su muerte y


resurrección, la autoridad usurpada del maligno y sus ángeles se rompe
(Hebreos 2:14-15; I Juan 3:8; Col. 2:15). Así, toda la autoridad en el cielo y la
tierra se le da a Jesús para el ejercicio de su función mesiánica (Mt. 28:18-20)
hasta que haya completado su tarea de finalmente someter a todos los
enemigos de Dios y entregar el reino a Dios el Padre (I Cor. 15:24-28). En el
ínterin Cristo ejerce el liderazgo y la autoridad de una manera providencial
sobre todas las cosas para el bien de su iglesia (Efesios 1:20-23). Con una
autoridad y el poder redentor que permite, así como los comandos, que con
autoridad exige tanto la evangelización de todas las naciones y la obediencia a
todos sus mandamientos (Mateo 28:19-20, Hechos 1:8;. Rom 6:01 ss; 8. : 1ss;
Flp 2:12-13)...

Autoridad de los Apóstoles

La autoridad de Dios se ejerce en el Antiguo Testamento no sólo por diversos


medios directos, sino también a través de aquellos a quienes él dio autoridad
para actuar en su nombre sacerdotes, profetas, jueces y reyes. En el NT la
autoridad del Padre, y en especial de Jesucristo se expresa de una manera
única a través de los apóstoles, que son, por definición, los embajadores
directa y personal de Jesucristo (Mateo 10:1, 40; Marcos 3:14; Juan 17:18,
20:21; Hechos 1:1-8; II Corintios 5:20;.. Gal 1:1; 2:8), hablar y actuar con su
autoridad (Ga 1:11 ss;. 02:07 -9). Ellos dicen hablar autoridad (Gálatas 1:11
ss;. 2:7-9). Ellos afirman hablar en nombre de Cristo y bajo la dirección del
Espíritu en términos de contenido y la forma de expresión (I Corintios 2:10-13; I
Tes 2:13..), Para dar a la norma permanente de la fe (Gálatas 1: 8, II
Tesalonicenses 2:15) y conducta (I Cor 11:2;... II Tesalonicenses 3:4, 6, 14),
como se indica también la referencia consciente a "todas las iglesias" (cf. , por
ejemplo, I Cor 7:17;. 14:34), e incluso a designar a sus decisiones sobre una
cuestión como "el mandamiento del Señor" (I Corintios 14:37)..

Se establecerá el orden o el gobierno de la iglesia para que una norma


compartida por un grupo de hombres, a menudo pero no siempre designado
como obispos o ancianos, es universal en el período del NT, como lo
demuestra no sólo en la reunión en Jerusalén (Hechos 15) sino también en los
escritos de diversos lugares geográficos (Hechos 14:23; I Tim 3:01 ss; I Pedro
5:01 ss; cf 1:1; Fil 1:1; I Tes 5:12 -....... 13; Hebreos 13:7, 17;. Santiago 5:14).
Junto a esta dirección de un ministerio diaconal es establecido por los
apóstoles (Hechos 6:1-6; Phil 1:1;. I Tim 3:8-13.). No sólo establecer el orden
de la iglesia, que también prescriben la disciplina en el nombre de Cristo y con
su autoridad (I Corintios 5:4;. II Tesalonicenses 3:6.). En la actuación que han
funcionado como la fundación de la iglesia (Efesios 2:20; 3:5; cf I Cor 12:28..)
Que no tienen sucesores y fundacional cuya autoridad se ha puesto
permanente en el lugar por sus escritos, que han transmitido, en el mandato de
Cristo y en fullment de su promesa, la verdad que tendría la iglesia siempre
enseñar y obedecer (cf. Juan 14:26; 16:13). Así se les reconoce como
autoridad al lado de "el resto de la Escritura", es decir, el Antiguo Testamento
(II Ped. 3:15-16).

Diversas esferas de la Autoridad

La Biblia reconoce en sus páginas diversos ámbitos en los que Dios ha


confiado la autoridad en manos de los líderes.

La Iglesia

Cristo ha dado autoridad a ciertos hombres para ser líderes (ancianos a


menudo se denomina u obispos) en su iglesia. Su tarea consiste en apacentar
la iglesia con amor y humildad como servidores de Cristo y su pueblo (I Tim
3:5;. I Pedro 5:1-4.). Una amorosa sumisión a su liderazgo se insta a los
cristianos (I Tes 5:12-13;. Heb 13:7, 17.).

Matrimonio y la Familia

La mujer como igual al hombre en la creación y la redención (cf. I Pedro 3:7;.


Gal 3:28.) Deberán presentar a sus propios maridos, como jefes de la casa
debido a la pauta establecida por Dios en la creación (I Corintios 11:3, 8-9;. I
Tim 2:12-15;. Ef 5:22;. I Pedro 3:1-6).. Ambos esposos y esposas se les pide
para compensar los efectos del pecado en este Dios-relación de autoridad
ordenada por su actitud y conducta, es decir, el ejercicio de la jefatura marido
con el amor, el honor, y sin amargura (Efesios 5:28; Colosenses 3: 19, I Pedro
3:7) y las esposas, con respeto, como al Señor, y con un espíritu suave
(Efesios 5:22, 33;.. I Pedro 3:4). Los niños se les manda a obedecer a sus
padres (Efesios 6:1-3; Col. 3:20) y para cuidar de ellos en momentos de
necesidad (I Timoteo 5:4.).

Gobierno Civil

Los cristianos deben reconocer que Dios ha concedido a la autoridad en este


reino a los que por su providencia "existir" (Romanos 13:1;. Cf. Juan 19:11). Así
se les llama respetuosamente a someterse a las autoridades civiles (I Ped.
2:13-17), que son descritos como siervos de Dios para evitar que los
malhechores y para fomentar el buen comportamiento (Rom. 13:1 ss.). Esta
autoridad no se requiere el sometimiento, sino también la prestación de
diversos impuestos, el respeto, y honor (Romanos 13:7).

Otras autoridades en la vida humana

El Nuevo Testamento reconoce las instituciones humanas que existen en la


sociedad humana, entre los cuales el gobierno civil es el principal ejemplo. Su
palabra de instrucción es que los cristianos, por el amor del Señor, debe
someterse a todas las instituciones apropiadas humanos (I Ped. 2:13). La
palabra de calificación supone, pero no se indica en cada una de estas esferas
se encuentra explícitamente en Hechos 5:29, en referencia a la esfera civil y
religiosa, es decir, "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (cf.4:
19). Cuando la autoridad humana contraviene claramente una lealtad a la
autoridad de Dios, uno tiene autorización para apelar a la autoridad de Dios y
obedecerla en contraposición a la de cualquier autoridad humana. Pues en
cuanto la situación de la estructura de autoridad tiene tan opuesto al que le da
su validez que pierde su autoridad.

La autoridad de Satanás

El ejercicio del poder por el mal y los demonios también es considerado como
un poder o autoridad, sino una usurpación, que es sólo en virtud de la máxima
autoridad de Dios (Lucas 4:06, Hechos 26:18; Colosenses 1:13, cf. Trabajo 1).
Tales seres angélicos, que son llamados poderes o autoridades, han sido
desarmados por Cristo (Col. 2:15) y no tienen otro resultado final que el de
destino final del diablo (Apocalipsis 20:10).
En su autoridad de referencia personal es el derecho y la capacidad de un
individuo para llevar a cabo lo que quiere y que, en virtud de su cargo u oficina,
puede exigir obediencia. Tiene también una solicitud a las palabras habladas o
escritas cuya exactitud se ha establecido y cuya información por consiguiente,
se puede confiar.

En el NT la palabra griega exousia es a veces traducida como "derecho" (NEB),


o "poder" (AV, por ejemplo, Mateo 9:6;. Juan 1:12, 17:02, 19:10), y en
ocasiones la autoridad " "(Mateo 7:29, por ejemplo;. Juan 5:27;; 8:9; 21:23
Hechos 9:14). Lo que surge de sus ocurrencias distintas es que la posesión de
exousia es de un poder en manos de la derecha. En algunos contextos, el
énfasis recae en la autoridad que la posesión del poder da razón, en otros
casos se cae en la realidad del poder que condiciona el uso correcto de la
autoridad.

Autoridad podrá ser otorgado o inherentes. Cuando a Jesús le preguntaron


con qué autoridad enseñaba y actuaba (Mateo 21:23-24) la implicación era que
su autoridad era externo. Sus interrogadores le supone que el ejercicio de un
representante en la declaración que Jesús enseñaba con autoridad (Mateo
7:29) y "con autoridad y poder" expulsados espíritus inmundos (Lucas 4:36) el
lugar de esa autoridad se encontraba en su propio ser . Fue, es decir, una
autoridad ontológica. Así, mientras que la autoridad de sus palabras y actos no
era suyo sino que provenían de la persona que lo envió (Juan 14:10, 17:8), sin
embargo, estas mismas palabras y los actos tuvieron su razón de ser en su
propia persona, porque a tierra en su relación filial con Dios su Padre.

Al igual que en el caso de Cristo, en quien ambos aspectos de la autoridad, la


dádiva y el combinado inherentes, por lo que es con la Biblia. Debido a que la
Biblia señala más allá de sí a Dios, se ha conferido una autoridad. Sin
embargo, la Biblia tiene una autoridad real en sí mismo como la encarnación
auténtica de auto-revelación de Dios. Los teólogos liberales niegan la Biblia
esta autoridad ontológica, otorgándole la mayoría a una autoridad prestada.
Algunos, como Karl Barth, permitir que su autoridad para ser otorgado por Dios,
mientras insiste en que la Biblia misma es esencialmente un producto humano.
Otros, por ejemplo, Rudolf Bultmann y Paul Tillich, lo que se refiere la Biblia
como una colección falible de los escritos religiosos sobre los que la iglesia
primitiva impuesto arbitrariamente una autoridad que ha seguido la piedad
evangélica a respetar. Pero al negarse a la Biblia una autoridad ontológica, la
teología liberal descubre su inconsistencia fundamental, con lo que pronunciar
su propia condenación. Para la medida en que los deseos de la aceptación de
sus propias especulaciones no bíblica, tiene que condenar a la autoridad de la
Biblia. Sin embargo, en la medida en que le corresponda para mantener la
etiqueta de cristiano, que apela a la Biblia como su fuente de autoridad.

Una aproximación al tema de la autoridad de la Biblia debe comenzar con


el mismo Dios. Porque en él toda la autoridad se encuentra finalmente. Y él es
su propia autoridad, pues no hay nada fuera de él en que se funda su
autoridad. Por lo tanto, al hacer su promesa a Abraham, que ofreció su propio
nombre ya que no tenía mayor por quien jurar (Hebreos 6:13). Esta autoridad
de Dios es, pues, la autoridad de lo que Dios es. Pero lo que es Dios, se da a
conocer en su auto-revelación, ya que sólo en su revelación de Dios puede ser
conocido. La revelación es por lo tanto la clave para la autoridad de Dios, de
modo que los dos, la revelación y la autoridad, pueden considerarse como dos
caras de una misma realidad. En la revelación de Dios declara su autoridad.

Los profetas del Antiguo Testamento que se encuentran en su certeza de


la revelación de Dios. Al pronunciar su mensaje que conocían a sí mismos
como se declara la autoridad de Dios. Como embajadores de Dios que
proclama lo que Dios requiere de su pueblo. Para la fe cristiana Cristo es
conocido como la revelación final de Dios. En él, la autoridad imperial de Dios
es más amablemente expresó. Así es Cristo la suma de todo lo que es
divinamente autorizado para la vida del hombre. Pero esta revelación
progresiva de Dios, que culminó en Cristo, se le ha dado forma permanente en
los escritos bíblicos. Escritura en consecuencia participa en la autoridad de
Dios, de modo que sus Cristo relación es decisivo reivindicar su autoridad.

Jesús leyó "todas las Escrituras" del Antiguo Testamento como un


esquema profético de lo que vino a cumplir, y él tomó su lenguaje para ser
el natural, y al mismo tiempo, la, la expresión sobrenatural de la voluntad de su
Padre. Por su actitud y el uso de el Cristo del Antiguo Testamento realmente
validado su divinidad. Con la misma convicción de su autoridad divina de los
escritores NT lo aceptó y se cita a la misma y en la que la luz sí mismos, como
los intérpretes inspirados del significado salvífico de la persona de Cristo y el
trabajo, poner sus propios escritos en pie de igualdad con las Escrituras del
Antiguo Testamento como divinamente autorizada. En las palabras de sus
elegidos los apóstoles la plenitud de la revelación de Dios en Cristo fue llevado
a su plenitud, para que Pablo pudo declarar: "En los ojos de Dios nos habla en
Cristo" (II Cor. 12:19). Así los apóstoles reclamar una autoridad absoluta de sus
escritos (por ejemplo, II Corintios 10:11;. 1 Tesalonicenses 2:13;. 5:27; II
Tesalonicenses 2:15;. 3:14).

La autoridad de la Biblia está establecido por sus propias demandas. Es la


palabra de Dios. Tales declaraciones como: "Así dice el Señor", o su
equivalente, se producen con tanta frecuencia en el Antiguo Testamento que
con seguridad se puede afirmar que toda la cuenta está dominado por la
demanda. Los escritores del NT también se refieren a estas Escrituras como
tener a Dios como su fuente. En el mismo NT Cristo y el evangelio tanto se
habla de "la palabra de Dios" y así lo demuestran el hecho de que el empate
entre los dos es vital y necesario. En concreto es el evangelio en su contenido
central y muchos aspectos, a través de la acción del Espíritu Santo, presentada
en forma escrita por Cristo designados como palabra autoritativa de Dios para
la iglesia y en el mundo. Ambos testamentos por lo tanto van de la mano bajo
la denominación de una parte, "la palabra de Dios." Como la palabra de Dios, la
Biblia lo tanto lleva en sí la autoridad de Dios.

Es la escritura de la verdad 32:4. En la palabra hebrea 'emet OT, traducida


como "verdad" en el AV "fidelidad y frecuentemente traducido como" en la RSV
(por ejemplo, Deut. Sal;. 108:4 Os 2. : 20), está en constante prevista de Dios.
Dios como verdadero es absolutamente fiel (cf. Sal. 117:2), y esta fidelidad
absoluta de Dios asegura su completa fiabilidad. Esta verdad de Dios pasa por
encima como un atributo de lo que Dios es en sí mismo para caracterizar todas
sus obras (cf. Sal. 57:3) y sobre todo su palabra. Así es su palabra a la vez
verdadera y fiel (cf. Sal. 119:89). El Antiguo Testamento entero, entonces,
como "la palabra de Dios" es para ser designados "la escritura de la verdad"
(Daniel 10:21 AV). Se alimenta de chracter de Dios, de la veracidad
fundamentales de aquel que se declara como "no un hombre, para que mienta"
(Números 23:19; cf 1 Sam 15:29;.. Sal 89:35). . Ps. 31:5 declara que el Señor
es el Dios de la verdad, mientras que Ps. 119:160 afirma su palabra como la
palabra de verdad. En ambos lugares el mismo término hebreo se emplea. La
misma verdad es lo que predica de Dios y su palabra.

En el NT la palabra aletheia tiene el mismo significado fundamental de la


autenticidad y veracidad en contraposición a lo que es falso y poco fiable. Así
que Dios es verdadero (1 Juan 5:20, Juan 3:33, 7:28, 8:26, 17:3; 1
Tesalonicenses 1:9.) Y veraz (Romanos 3:7; 15:8, etc .). Y como Dios es lo
mismo, es su palabra. Su palabra es verdad (Juan 17:17). El evangelio es
presentado con palabras veraces (II Corintios 6:7;.. Cf. Col. 15; Santiago 1:18),
y la verdad del evangelio (Gálatas 2:5) es idéntica a la verdad de Dios (Rom.
3:7).

La Biblia es, pues, el libro de la verdad de Dios, y esa verdad es, como el
Catecismo de Westminster dice: "la verdad infalible." Como es totalmente
confiable en cuanto a su verdad, por lo que debe ser totalmente fiables con
respecto a sus hechos. Y debido a que es a la vez, es nuestra autoridad divina
en todas las cosas que pertenecen a la vida ya la piedad.

La Autoridad Delegada por Dios


Toda la autoridad pertenece a Dios porque Él es el creador de todas las
cosas. Aprendimos que la rebeldía es el principio básico de este mundo,
mientras que el principio básico de los hijos de Dios es la obediencia. El
obedecer a Dios y someterse a Su autoridad es el deber de cada creyente.
En esta lección vamos a aprender una verdad muy importante: Para ser
totalmente obedientes a Dios debemos obedecer la autoridad delegada
por Él.
¿Qué es una Autoridad Delegada?

Una autoridad delegada es una persona que recibe y representa la autoridad


de Dios. Toda la autoridad pertenece a Dios, pero Dios tiene dos maneras de
ejercer Su autoridad.
1. Autoridad directa. Esto significa que Dios nos dice directamente a través de
Su Palabra o a través del Espíritu Santo lo que Él desea que hagamos.
2. La autoridad delegada. Esto significa que Dios elige a determinadas
personas para que lo representen y ejerzan Su autoridad.
Dios no sólo nos guía personalmente, sino que también nos dirige a través de
Su autoridad delegada. Padres, profesores, policías, jefes, gobernantes, etc.
son autoridades delegadas.
Puesto que una autoridad delegada es alguien que representa la autoridad de
Dios, esa persona debe ser obedecida. Ser irrespetuoso o desobediente a la
autoridad delegada por Dios es semejante a ser irrespetuoso o desobediente
con Dios mismo.
Las Cuatro Clases Básicas de Autoridad
En el mundo en que vivimos, Dios ha establecido cuatro áreas básicas de
autoridad:

Consideremos cada una de estas cuatro clases de autoridad.

LA FAMILIA

Lo que Dios dispuso para la familia es que el padre sea la cabeza del hogar
bajo Dios. La esposa debe estar sujeta a su esposo y los hijos sujetos a sus
padres. La Biblia dice:
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor (Efesios
5:22).
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo… (Colosenses 3:20).
En la familia, Dios ha puesto Su autoridad en los padres. Puesto que los padres
representan la autoridad de Dios en el hogar, lo correcto es que sean
obedecidos. La Biblia dice:
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo (Efesios
6:1).
Muchas veces los jóvenes quisieran cambiar la Palabra de Dios para su
conveniencia. Por ejemplo:
“Obedece a tus padres:
Si tienen razón… o
Si tú crees que tienen razón… o
Si no se interponen a lo que quieres hacer… o
Si te mandan hacer las cosas en una forma amable y agradable…”
Pero el joven que desea agradar a Dios no usará estas excusas. En cambio,
escogerá obedecer a sus padres porque es correcto hacerlo.
El padre ha sido señalado por Dios como cabeza de la familia, pero no debe
ser un dictador. Debe amar a su esposa y a sus hijos y ser un ejemplo para
ellos. También él es responsable ante Dios de educar a sus hijos en los
caminos del Señor. La Biblia dice:
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella (Efesios 5:25).
Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor (Efesios 6:4).

EL GOBIERNO
Debido a la naturaleza pecaminosa y rebelde del hombre, Dios estableció las
leyes y el gobierno humano. Dios dio a los hombres la autoridad para hacer
cumplir Sus leyes. Lo hizo para nuestra protección y para nuestro bien. Las
autoridades civiles son la provisión de Dios para limitar el mal a fin de que
podamos vivir en paz y tranquilidad y en toda piedad y decoro (Ver 1 Timoteo
2:2).
Profesores, policías, jueces y funcionarios locales y federales, todos son
autoridades delegadas por Dios. Puesto que representan la autoridad de Dios,
debemos obedecerles. La Biblia dice:
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad
sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas (Romanos
13:1).
Los cristianos debemos ser ciudadanos que obedecen la ley. El estudiante
en la escuela da honor a Dios cuando obedece las reglas del establecimiento y
demuestra respeto hacia los maestros. Cuando no hace esto deshonra a Dios.
Como seguidores de Jesucristo debemos regir nuestras vidas por el principio
de obediencia.
La Biblia dice:
Por Causa Del Señor someteos a toda institución humana… (1 Pedro 2:13).
Nuestro Señor nunca participó en ninguna rebelión. Le enseñó a la gente a
obedecer a las autoridades del gobierno. Cuando los fariseos le preguntaron a
Jesús si debían pagar impuestos a César, el Señor les respondió:
Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios (Mateo
22:21).

LA IGLESIA
El plan de Dios es que Cristo sea la Cabeza de cada iglesia. Bajo la
autoridad de Cristo están los líderes designados por Dios, tales como ancianos,
pastores, diáconos y maestros. Debemos someternos a las autoridades de la
iglesia, delegadas por Dios. La Biblia dice:
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por
vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con
alegría, y no quejándose… (Hebreos 13:17).
Aquellos que tienen autoridad en la iglesia no deben imponerse al pueblo de
Dios, sino en cambio, servirlos y ser ejemplo para ellos. Respecto a los
ancianos, la Biblia dice:
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por
fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta [dinero], sino con
ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro
cuidado, sino siendo ejemplos de la grey (1 Pedro 5:2–3).

EL TRABAJO

Nuestro jefe o “patrón” representa la autoridad delegada de Dios en el


trabajo. Honramos a Dios cuando hacemos nuestro trabajo lo mejor posible por
causa del Señor. Dios no se complace cuando hacemos nuestro trabajo en
forma descuidada y a medias. Él quiere que lo hagamos de todo corazón. La
Biblia dice:
Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo,
como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero,
temiendo a Dios (Colosenses 3:22).
Aquí la palabra “siervo” significa sencillamente un empleado, una persona que
es empleada por otra. La Biblia nos dice que los empleados deben estar
sujetos a sus jefes, no sólo a los que son bondadosos y gentiles, sino también
a aquellos con quienes es difícil llevarse bien. La Biblia dice:
Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los
buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar (1 Pedro 2:18).
Con relación a nuestros empleos, Dios quiere que cada creyente trabaje como
si lo estuviera haciendo para el Señor Jesús. Un joven tenía dificultades para
desempeñar su trabajo. Su actitud no era buena y la calidad de su trabajo era
tal que su patrón no estaba contento con él.
Un día, el consejero de la Sociedad de Jóvenes le hizo esta pregunta:
“Supongamos que Jesucristo mismo fuera el gerente de esa empresa.
¿Cambiaría eso la calidad de tu trabajo?”
Él contestó: “¡Desde luego que sí! Lo haría lo mejor posible todo el tiempo”.
El consejero le dijo: “¿Sabes que Dios quiere que con sinceridad tú hagas tu
trabajo como para el Señor Jesús?” Luego, leyeron este versículo:
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los
hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia,
porque a Cristo el Señor servís (Colosenses 3:23–24).
La Biblia dice que los jefes también tienen responsabilidad ante Dios. Deben
ser buenos con quienes trabajan para ellos, reconociendo que tienen un Señor
en el Cielo. La Biblia dice:
Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo (sed amables y considerados),
dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los
cielos, y que para él no hay acepción de personas (Efesios 6:9).
Preguntas Sobre la Autoridad

“Supongamos que pienso que mis padres están equivocados respecto a algo.
¿Debo aún obedecerles?”
La relación entre los hijos y sus padres es tan importante a los ojos de Dios,
que Él la hizo el tema de uno de los Diez Mandamientos. La Biblia dice:
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que
JEHOVÁ, tu Dios te da (Éxodo 20:12).
La palabra “honrar” significa respetar y obedecer. Aún cuando estés en
desacuerdo con tus padres, no seas desobediente ni rebelde. La persona que
no honra a sus padres no sólo está quebrantando el mandamiento de Dios,
sino que también se está saliendo de la autoridad de Dios. El resultado de esto
es que su vida pueda ser cortada.
Podemos pensar en la autoridad de Dios como en un “paraguas” que nos
protege de los ataques de Satanás. Satanás odia al pueblo de Dios y quiere
destruirlo. Pero, mientras estemos bajo el “paraguas” de Dios, Satanás no
puede tocarnos sin el permiso de Dios.

“Supongamos que quien tiene autoridad sobre mí hace una decisión


equivocada. ¿Seré yo responsable?”
Aquél que hace la decisión es responsable por los resultados. Si tú sólo estás
obedeciendo a la persona que tiene la autoridad sobre ti, Dios no te hará
responsable. En cambio, hará responsable a aquél que está al mando.

“Supongamos que el que está al mando es una mala persona y no me gusta.


De todos modos ¿debo obedecerle?”
Sí, debes someterte a él si éste está en autoridad sobre ti. Debemos distinguir
bien entre el puesto de una persona y su personalidad.
Por ejemplo, un policía está en un puesto de autoridad. Él representa la
autoridad de Dios en el cumplimiento de la ley. Puede ser que no tenga una
personalidad agradable, pero esto no es excusa para que tú no le obedezcas.
Si te pasa un boleto de infracción por exceso de velocidad, no puedes
desatenderlo y decir: “Me pasaron este boleto ayer, pero lo rompí porque no
me gusta ese policía”.

“¿Qué hago si alguien con autoridad me manda hacer algo contrario al


mandamiento de Dios?”
En tal situación no debes obedecer a la persona en autoridad. Hay una
ilustración de esto en el Nuevo Testamento. Jesús mandó a Sus seguidores a
predicar el evangelio a toda la gente. Más tarde, los líderes religiosos
ordenaron a Pedro y a los otros discípulos que no predicaran ni enseñaran más
en el nombre de Jesús.

Pero Pedro no podía cumplir esta orden porque era contraria al mandamiento
del Señor y dijo:
Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).
Cada vez que la orden de un hombre esté en conflicto con los mandamientos
de Dios, tú debes obedecer a Dios. Por ejemplo, suponte que tu jefe te mande
hacer algo fraudulento o mentir respecto a algo. El hacerlo sería desobedecer
los mandamientos de Dios, por lo tanto, tú no puedes obedecerle. Aún en una
situación así debes ser respetuoso. Debes tener un espíritu humilde, aunque
no puedes obedecer. Podrías decir suavemente: “Lo siento, pero no puedo
hacer eso”.
Algunas veces, rehusar obedecer al jefe, si te manda hacer algo malo, pueda
significar que pierdas el empleo. Si eso ocurre, acéptalo como del Señor,
sabiendo que Él está complacido con tu forma de actuar. La Biblia dice:
Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de
Dios, sufre molestias padeciendo injustamente (1 Pedro 2:19).
Todas las Personas en Autoridad son Designadas por Dios
Dios quiere que entendamos que todas las personas en autoridad han sido
designadas y ordenadas por Él. Por eso, deben ser obedecidas. No tenemos
opción al respecto. Debemos obedecer a quienes tienen autoridad sobre
nosotros. La Biblia dice:
…no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por
Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación (juicio) para sí mismos
(Romanos 13:1–2).

¿Quién de nosotros se atrevería a desobedecer un mandato directo del


Señor? ¿Pero nos damos cuenta que resistir a la autoridad delegada de Dios
es desobedecer el mandamiento de Dios? Para obedecer el mandamiento de
Dios, debemos someternos a Sus autoridades delegadas.
El Señor Jesús mismo es nuestro ejemplo de lo que significa someterse a la
autoridad. Él se sometía no sólo a la autoridad directa de Dios sino también a
sus autoridades delegadas. Se sometió a sus padres, a las autoridades del
gobierno, pagó impuestos, y obedeció las leyes del país. Durante toda Su vida,
el Señor Jesús estuvo sujeto a autoridad. Nunca fue rebelde en ninguna
ocasión. Verdaderamente vivió la vida bajo el principio de obediencia.
Para agradar a Dios, la cosa más importante que podemos hacer es
obedecerle. Para ser totalmente obedientes al Señor debemos obedecer a Sus
autoridades delegadas. El apóstol Pablo dijo:
Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan…
(Tito 3:1).
Para ser completamente obedientes a Dios, debemos obedecer a las
autoridades delegadas por Dios.

La Autoridad de Dios

Cuando Dios creó el universo, estableció un principio para gobernarlo: el


principio de autoridad. Dios mismo era la autoridad máxima. Bajo Dios
estaban los arcángeles y bajo los arcángeles habían muchos otros ángeles.
Cuando fue creado el hombre, él también quedó bajo la autoridad de Dios.
Autoridad implica el derecho de gobernar y el derecho de ser obedecido. Toda
la autoridad pertenece a Dios porque Él es el Creador de todas las cosas. Las
huestes del cielo lo adoran diciendo:
Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste
todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas (Apocalipsis 4:11).
La Rebelión de los Ángeles
Entre los ángeles que Dios creó estaba el arcángel Lucifer. Él era el jefe de
todos los ángeles. Era el más hermoso, el más poderoso y el ángel más sabio
que Dios jamás creó.
Pero llegó un momento en que este ángel poderoso se rebeló contra su
Creador. No estaba contento con ser el principal de todos los ángeles. Él quiso
ocupar el lugar de Dios y dijo en su corazón:
YO subiré al cielo,
YO levantaré mi trono en lo alto junto a las estrellas de Dios.
YO me sentaré en el monte del testimonio . . .
YO subiré sobre las alturas de las nubes;
YO SERÉ SEMEJANTE AL ALTÍSIMO (Isaías 14:13–14 Traducción Libre).
La rebelión de Lucifer fue contra la autoridad de Dios. Él procuraba ocupar
el lugar de Dios. Como resultado de su rebelión, pasó a ser Satanás, el
enemigo de Dios y el enemigo del hombre. Un tercio de los ángeles del cielo
siguieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Estos ángeles caídos se llaman
“demonios” o “espíritus malos”.
Satanás, junto con los ángeles caídos, formó un reino opuesto a Dios y a Su
reino. Desde entonces han habido dos reinos en el universo: el reino de Dios y
el reino de Satanás.
Antes de la rebelión de Satanás, toda criatura vivía bajo el principio de
obediencia a la autoridad de Dios. Pero Satanás introdujo otro principio: el
principio de rebeldía. Rebeldía es una actitud del corazón hacia Dios que
dice: “Haré lo que YO quiero hacer. No te obedeceré”.
La Rebelión del Hombre
Dios creó al primer hombre, Adán, y lo puso en el huerto del Edén. Luego
Dios creó una esposa para Adán y éste la llamó Eva. Dios dispuso que Eva
estuviese sujeta a Adán y Adán estuviese sujeto a Dios mismo.
Satanás deseaba introducir su espíritu de rebeldía en el hombre, pero no se
acercó a Adán primero. En cambio se dirigió a Eva y la indujo a desobedecer a
Dios comiendo el fruto prohibido. Cuando Adán supo lo que Eva había hecho,
tomó también el fruto prohibido y comió.
La Biblia dice que Eva fue engañada. Pero Adán no lo fue. Él eligió
desobedecer a Dios. Adán siguió a Satanás en su rebeldía contra Dios. Dijo en
su corazón: “Haré lo que YO quiero hacer”.
Por la rebelión de Adán, el pecado entró al mundo. Adán transmitió su
naturaleza rebelde a sus hijos y al mundo entero. De allí en adelante, la
rebeldía fue un principio en el corazón del hombre. La Biblia dice: …cada cual
se apartó por su camino… (Isaías 53:6). Por esto la Biblia se refiere a los
inconversos como “hijos de desobediencia”.
Después del diluvio, Dios estableció leyes e instituyó el gobierno humano. Dio a
los hombres la autoridad para ejecutar Sus leyes. Dios hizo esto para la
protección de la humanidad. La gente era tan pecadora y rebelde que si no
hubiera tenido alguna forma de gobierno, habría sido imposible controlar el mal.
Fue Dios quien instituyó la pena de muerte. Quería que los hombres
comprendieran lo grave que es quitar la vida a otra persona. Dios dijo a Noé:
El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será
derramada… (Génesis 9:6).
El Fracaso de Israel
Más tarde, Dios escogió a Abraham para ser el padre de una raza que se
llamaría “el pueblo de Dios”. Dios quería un pueblo que le fuera obediente a Él
en medio de la rebeldía de la raza humana.
Abraham es conocido por su gran fe, pero era también un hombre que
obedecía a la autoridad de Dios. Dios dijo de Abraham:
Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden
el camino de Jehová… (Génesis 18:19).
Los descendientes de Abraham formaron la nación de Israel, el pueblo
escogido de Dios. El propósito de Dios era que su pueblo fuese obediente a Él
y estableciera Su autoridad en la tierra. Dios quería que a través de la nación
de Israel, todos los pueblos de la tierra llegaran a conocerle a Él.
Pero el pueblo de Israel era desobediente y rebelde. Dios tuvo que castigarlo
muchas veces. Al fin, Dios permitió que su nación fuese destruida debido a su
desobediencia continua. Aquellos que no murieron fueron llevados como
esclavos y dispersados por todo el mundo.
La Obediencia del Hijo
Dios creó a los ángeles, y muchos de ellos se rebelaron contra Él. Creó al
hombre y el hombre se rebeló contra Él. Escogió la nación de Israel para que
fuese Su pueblo, pero el pueblo de Israel se rebeló contra Él.
Entonces, en el cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su Hijo al mundo.
Sabemos que el Señor Jesús vino a morir por nuestros pecados, pero también
vino para reestablecer el principio de obediencia. Jesús dijo:
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió (San Juan 6:38).
Jesucristo es Dios. Antes de venir al mundo compartía la misma gloria y
autoridad del Padre. Pero, cuando vino al mundo, abandonó Su posición de
gloria. Se humilló a Sí mismo, haciéndose hombre. La Biblia dice:
El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres (Filipenses 2:6–7).

¿Qué clase de hombre era Jesús? Era un hombre totalmente obediente a


Dios. Ni una sola vez desobedeció a Dios. Ni una sola vez resistió la autoridad
de Dios mientras que estuvo aquí en la tierra. La norma de Su vida era la
obediencia. Jesús dijo:
…Yo hago siempre lo que le agrada (San Juan 8:29).
En el huerto de Getsemaní, cuando el Señor Jesús meditaba en cargar
nuestros pecados en la cruz, Él oró: Padre mío, si es posible, pase de mí esta
copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú (San Mateo 26:39). Ya que era
la voluntad de Dios que Jesús muriera en la cruz por nuestros pecados, Él
voluntariamente obedeció a Su Padre.
Jamás ha habido un suceso tan maravilloso en el universo como el Hijo de Dios
siendo obediente hasta la muerte. La Biblia dice:
Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:8).

Porque Cristo se humilló a sí mismo y fue obediente hasta la muerte, Dios el


Padre lo levantó de entre los muertos y lo exaltó hasta el trono mismo del
universo. La Biblia dice:
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es
sobre todo nombre (Filipenses 2:9).
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo…(Filipenses 2:8–9). A este
hombre, Jesucristo, se le ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Ha
llegado a ser Cabeza de una nueva raza: los hijos de Dios. Tal como Él vivió
Su vida por el principio de la obediencia, así debemos vivir nosotros por esta
misma norma de obediencia.
Hay Dos Principios en el Mundo
Tenemos que reconocer que hoy día existen dos principios en el mundo:

El principio de rebeldía, que es el principio de Satanás.


 
El principio de obediencia, que es el principio de Cristo.
Cada persona pasa su vida guiada por uno u otro de estos dos principios.

El principio básico del mundo es la rebeldía.

La Biblia habla de: …el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia
(Efesios 2:2). Ese espíritu es el espíritu mismo de Satanás y se manifiesta en la
rebeldía contra Dios y contra Su Hijo. Esta actitud del mundo se expresa en el
Salmo 2:
Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos contra
JEHOVÁ y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos
de nosotros sus cuerdas (Salmo 2:2–3).
Esta actitud de rebeldía contra Dios y Su autoridad emana del corazón
expresándose en caos y desorden. La Biblia dice que el mundo se irá haciendo
más y más descontrolado a medida que nos acerquemos al fin de esta era.
Muchas personas que profesan ser cristianos nunca se han arrepentido de sus
pecados. Siguen viviendo guiados por el principio de rebeldía y Cristo no los
recibirá. El Señor Jesucristo dijo:
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en
aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de
maldad (Mateo 7:21–23).
El principio básico de los hijos de Dios es laobediencia.

Nosotros los creyentes debemos respaldar la autoridad de Dios. Antes de


aceptar a Cristo éramos rebeldes y desobedientes, pero cuando Dios nos
salvó, hizo posible que viviéramos una vida nueva bajo el principio de
obediencia. El Señor Jesucristo, “El Obediente”, vive ahora en nosotros. La
Biblia dice:
¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros…? (2
Corintios 13:5).
Porque tenemos al Señor Jesucristo viviendo en nosotros, podemos obedecer
a Dios. Pero nuestra obediencia no es automática. No fue automática en la vida
del Señor Jesús. Él eligió vivir la vida bajo el principio de obediencia. Y
nosotros debemos escoger vivir nuestra vida bajo el mismo principio. La Biblia
dice:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús
(Filipenses 2:5).

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