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IGLESIA BAUTISTA INDEPENDIENTE “Roca Fuerte” De Alto Qosqo

NUESTRA DECLARACIÓN DE FE

NOTA PREVIA: Vale la pena notar que puede existir cierta redundancia en algunas de las siguientes declaraciones.
Esto, hasta cierto punto, es inevitable en vista de que las doctrinas principales de la Biblia están entretejidas o
relacionadas entre sí resultando en esta ligera redundancia tanto en algunas de las declaraciones como también en
algunos de los textos que sustentan las mismas.

ARTÍCULO PRIMERO: DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS


Creemos que las Sagradas Escrituras, también conocidas como la Palabra de Dios o la Biblia, compuesta de 66
libros es, tanto verbalmente (cada palabra) como plenariamente (completamente o en su totalidad) inspirada por Dios en
su redacción original (2 Timoteo 3:16); que fue redactada por hombres escogidos, inspirados y controlados por el Espíritu
Santo (2 Pedro 1:19-21); que tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, en su totalidad son absolutamente
inerrantes (sin error) y completamente libres de cualquier contradicción u omisión en su contenido (Salmo 19:7-11; Mateo
5:18; Juan 17:17); que la Palabra de Dios está completa, sin necesidad de agregarle o quitarle absolutamente nada
(Apocalipsis 22:18-19), que es infalible y eterna (Salmo 119:128; Mateo 24:35; 1 Pedro 1:23-25); que es la suprema
revelación de la voluntad de Dios para el hombre y la única y suficiente autoridad para el creyente en todo asunto de fe
y práctica (Juan 5:39; Romanos 15:4; 1 Corintios 2:13; 1 Tesalonicenses 2:13; Isaías 8:18-20; Juan 16:12-13). Por tanto,
sometemos, sin reserva alguna, todas nuestras creencias, doctrinas y práctica al juicio de los inmutables principios de la
Palabra de Dios.

ARTÍCULO SEGUNDO: DE LA DOCTRINA DE DIOS


Único Dios Verdadero: Creemos en la existencia de un solo Dios verdadero (Deuteronomio 6:4; Jeremías 10:10;
Romanos 1:20); que Él es el Creador y Supremo Soberano del universo (Génesis 1:1; Jeremías 10:12; Juan 1:1-3).
Sus Atributos: Creemos que Dios es Espíritu (Juan 4:24), eterno (Génesis 21:33; Salmo 90:2), soberano
(Romanos 9:15-16), santo (Isaías 6:1-5), infinito (1 Reyes 8:27), inmutable (Números 23:19; Malaquías 3:6; Romanos
11:29; Santiago 1:17), verdad (Juan 17:3), omnipotente (Jeremías 32:17, 27; Lucas 1:37), omnisciente (Job 34:21;
Proverbios 15:3; Jeremías 16:17; Hebreos 4:13), omnipresente (Salmo 139:7-12), justo (Salmo 145:17), amor (1 Juan
4:8, 16) y mucho más. Creemos que Dios es el único digno de toda adoración, confianza y obediencia (Isaías 6:3;
Deuteronomio 10:12; Mateo 4:10; Marcos 12:30; 1 Timoteo 1:17).
La Trinidad: Creemos que Dios existe eternamente en tres personas (Génesis 1:26; Mateo 28:19; 2 Corintios
13:14): Dios el Padre (Salmo 19:1; Efesios 4:6), Dios el Hijo (Juan 1:1-3, 14; 10:30; Hebreos 1:8) y Dios el Espíritu Santo
(Juan 4:24; Hechos 5:3-4); iguales en esencia, naturaleza, atributos divinos y santidad, pero distintos en personalidad y
función; que Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo se someten a Dios el Padre a razón de su autoridad y no debido a la
superioridad del Padre en lo que se refiere a deidad (Juan 12:49-50; 14:26).

ARTÍCULO TERCERO: DE LA CREACIÓN


Creemos que Dios creó todo lo que existe en el universo, incluyendo toda vida, según su género, sin el uso de
materia preexistente, no por procesos evolucionarios, sino por obra directa e inmediata, mediante el poder de su palabra,
en un período de seis días literales, (Génesis 1:1; Éxodo 20:11; Colosenses 1:15-16; Juan 1:3; Salmo 8:3-4; 33:6-9;
Hebreos 11:3). Aceptamos el relato de la creación en Génesis capítulos 1 y 2 en forma literal y no en forma alegórica o
figurativa.
Creemos que Dios, no solo creó el universo, sino que también la sustenta o sostiene y guía todas las cosas hacia
su fin predeterminado (Colosenses 1:17; Efesios 1:9-10).

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ARTÍCULO CUARTO: DEL SEÑOR JESUCRISTO
Su Deidad: Creemos en la deidad absoluta de Dios el Hijo, el Señor Jesucristo (Isaías 7:14; Mateo 1:23;
Colosenses 2:9); preexistente con el Padre (Juan 1:18); que participó activamente en la obra divina de la creación
(Colosenses 1:15-17); que fue concebido milagrosamente por el Espíritu Santo (Mateo 1:18, 20; Lucas 1:35); que nació
de una virgen llamada María sin intervención de un padre humano (Isaías 7:14; Lucas 1:34-35); que es el único, verdadero
e infinito Dios-Hombre (Mateo 16:13-16); y que se hizo hombre para que, en Él, la humanidad pudiera conocer al Padre
(Juan 1:18; 14:7-11).
Su Kenosis: Creemos que al venir a la tierra en forma humana, el Señor Jesucristo se despojó voluntariamente
y en forma temporal, del uso de algunos de sus atributos divinos, sin dejar de ser Dios (Filipenses 2:5-8; Juan 1:14; 8:26-
29; Mateo 17:2; 24:36; Marcos 13:32). Ésta es la doctrina del “Kenosis” de Cristo.
Su Obra de Redención: Creemos que el Señor Jesucristo vivió una vida absolutamente sin pecado (Juan 8:46;
1 Pedro 1:19; 2:22; 1 Juan 3:5; Hebreos 4:15; 9:28); que murió, no como mártir, sino voluntariamente como substituto de
la raza humana en la cruz del Calvario (2 Corintios 5:21), por los pecados de toda la humanidad (Romanos 5:8); que en
su muerte hizo completa propiciación por los pecados del mundo (1 Juan 2:2); y que Él es la única esperanza del hombre
para salvación y que es el único mediador entre Dios y los hombres (Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5).
Su Resurrección: Creemos que el Señor Jesucristo fue resucitado corporalmente de la tumba al tercer día, por
el Padre, mediante el poder del Espíritu Santo, para dar vida eterna al que creyere en Él (1 Corintios 15:3-9); y que
ascendió al cielo donde actualmente está sentado a la diestra del Padre intercediendo por los creyentes (Hebreos 7:25;
9:24; Romanos 8:34; 1 Juan 2:1).
Su Retorno: Creemos que un día inminente, el Señor Jesucristo vendrá hasta las nubes para arrebatar a todos
los creyentes de la iglesia en un evento llamado el Rapto o el Arrebatamiento de la iglesia (1 Tesalonicenses 4:13-18;
Juan 14:1-4); que juzgará a los creyentes en el Tribunal de Cristo y los recompensará conforme a sus obras (1 Corintios
3:10-15; 2 Corintios 5:10); que luego de la tribulación, volverá a la tierra misma, juntamente con los redimidos de la
iglesia, para establecer su reino milenial (Apocalipsis 19:11-16; 20:1-3); que después de los mil años del reino, derrotará
una vez por siempre a Satanás y a todas las huestes enemigas; que juzgará a los incrédulos en el juicio de Gran Trono
Blanco y a los que no se hallaren inscritos en el Libro de la Vida los condenará justamente y por toda la eternidad al Lago
de Fuego (Apocalipsis 20:7-15).

ARTÍCULO QUINTO: DEL ESPÍRITU SANTO


Su Deidad y Personalidad: Creemos que el Espíritu Santo es Dios (Hechos 5:3-4); que es la tercera persona
de la Trinidad, igual con el Padre y con el Hijo en esencia, aunque diferente en personalidad y función (Mateo 28:19; 2
Corintios 13:14); y que no es una simple fuerza o influencia, sino que es poseedor de todos los atributos de personalidad,
pues convence (Juan 16:8), guía (Juan 16:12-15; Romanos 8:14); enseña (Juan 14:26; 1 Corintios 2:13), habla (Hechos
13:2), se enoja (Isaías 63:10), se entristece (Efesios 4:30) y consuela (Juan 14:16-17).
Sus Obras: Creemos que el Espíritu Santo participó activamente en la obra divina de la creación (Salmo 104:30;
Génesis 1:2); que es el agente del nuevo nacimiento mediante la convicción y la regeneración (Juan 3:3-8); que es el
agente de la revelación (1 Corintios 2:10), y la inspiración (2 Pedro 1:21). En cuanto a su obra para con los inconversos,
creemos que el Espíritu Santo es quien convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:7-11); detiene la
iniquidad (2 Tesalonicenses 2:6-7); regenera y renueva al que pone su fe en Cristo (Tito 3:5). En cuanto a su obra para
con los creyentes, creemos que mediante Él todos los creyentes, en el momento de la conversión, fuimos bautizados en
el Cuerpo de Cristo que es la iglesia (1 Corintios 12:13); que el Espíritu Santo llena o controla al creyente a medida que
éste le ceda el control de su vida (Efesios 5:18;); que unge al creyente para que pueda discernir entre la verdad y el error
(1 Juan 2:18-20); que es el sello que sella al creyente como garantía de la redención (Efesios 1:13-14); que mora en el
creyente (Romanos 8:9, 11); que es el Maestro divino que enseña al creyente (Juan 14:26; 16:13), y que ilumina la mente
de los creyentes en el entendimiento de la Palabra de Dios (1 Corintios 2:13-14).
Los Dones del Espíritu: Creemos que el Espíritu Santo equipa a los creyentes mediante la repartición de dones
espirituales de servicio y les da a los creyentes poder para utilizar los dones espirituales en el servicio de Dios, para la
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edificación del Cuerpo de Cristo que es la iglesia (Hebreos 2:3-4; 1 Corintios 12:1-11; Romanos 12:3-8; Efesios 4:11-12).
Creemos que algunos de los dones espirituales tales como el apostolado, la profecía, el hacer milagros, las sanidades,
el hablar lenguas, la interpretación de lenguas y el discernimiento de espíritus, existían durante la época apostólica para
autenticar la obra y el mensaje de los apóstoles, que eran de naturaleza transitoria, y que, por ende, cesaron en sus
propósitos y utilidad cuando cesó la época apostólica (1 Corintios 13:8-13). Creemos que los dones del pastorado, la
enseñanza, el evangelismo, la ministración, la fe, la exhortación, la misericordia, el dar con generosidad, y la
administración todavía siguen vigentes hasta el día de hoy y continuarán en sus propósitos y utilidad hasta el fin de la
época de la iglesia.

ARTÍCULO SEXTO: DE LOS SERES ESPIRITUALES


Ángeles: Creemos que Dios creó una gran multitud de seres espirituales (Colosenses 1:16; Hebreos 12:22;
Apocalipsis 5:11), llamados ángeles (Mateo 26:53), vigilantes (Daniel 4:23), huestes celestiales (Lucas 2:13), príncipes
(Daniel 10:13); y seres vivientes (Apocalipsis 4:6-9); que Dios los creó con un rango un poco mayor que los hombres
(Salmo 8:4-5); que los creó para adorarle (Salmo 148:2; Isaías 6:3; Nehemías 9:6; Job 38:7), para ser sus mensajeros
(Jeremías 49:14) y para proteger y ministrar a las necesidades de los creyentes en la tierra (2 Reyes 19:35; Salmo 34:7;
91:11-12; Hebreos 1:14); que están caracterizados por santidad, poder y sabiduría; que continuamente hacen la voluntad
de Dios.
Satanás: Creemos que Satanás es un ser personal y literal conocido también como el diablo (Apocalipsis 12:9;
20:2); que fue creado un ángel santo sin pecado, descrito como el Lucero hijo de la mañana (Isaías 14:12); que por el
orgullo pecó y así se convirtió en el autor del pecado (Isaías 14:13-15); que se disfraza como ángel de luz para falsificar
los atributos y las obras de Dios (2 Corintios 11:13-15), que busca continuamente frustrar los propósitos de Dios y engañar
a los hombres (Mateo 4:2-11; Efesios 4:14; 1 Pedro 5:8); que es declaradamente enemigo de Dios y la causa principal
de la caída del hombre (Génesis 3:1-7); que es el dios de este siglo (2 Corintios 4:4), el príncipe de este mundo (Juan
12:31; 16:11), el príncipe de la potestad del aire que activamente opera en los hijos de desobediencia (Efesios 2:2), el
padre de mentira (Juan 8:44), el dragón y la serpiente antigua (Apocalipsis 12:9); que aunque es grande en poder, está
estrictamente limitado por la voluntad permisiva de Dios (Job 1:6); que fue derrotado y juzgado en la Cruz del Calvario
(Colosenses 2:15); y que su destino final es el castigo eterno en el Lago de Fuego (Mateo 25:41; Apocalipsis 20:10).
Los Demonios: Creemos que una gran compañía de ángeles le siguió a Satanás en su rebelión y que ellos se
convirtieron en seres malignos y malvados conocidos por varios nombres en la Biblia como: demonios (Deuteronomio
32:17; 1 Corintios 10:20), espíritus inmundos (Marcos 6:7, 13), principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de
este siglo, y huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12); que algunos de estos seres están activos como socios de
Satanás en el cumplimiento de sus propósitos perversos (Mateo 12:24-28), mientras que otros están confinados en
prisiones esperando su juicio (2 Pedro 2:4; Judas 6); que todos están destinados al castigo eterno en el Lago de Fuego
juntamente con Satanás (Mateo 25:41; Apocalipsis 20:2, 10).

ARTÍCULO SÉPTIMO: DEL HOMBRE


Su Creación: Creemos que Adán, como cabeza natural de la raza humana, fue creado por el acto directo de
Dios y no por procesos de la Evolución (Salmo 100:3); que fue creado a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26- 27);
que originalmente fue creado inocente y sin pecado (Génesis 2:7); que poseyó tanto santidad, como los elementos de
personalidad, que incluyen intelecto, emociones y voluntad (Génesis 2:15-25); que fue dotado de libre albedrío, teniendo
libre acceso a la perfecta comunión con Dios (Génesis 3:8-10).
Su Caída: Creemos que el hombre, aunque santo y sin pecado en su estado original, por transgresión voluntaria
pecó y cayó de tal estado al desobedecer a Dios (Génesis 3:1-7; Romanos 5:19; 11:30); que a causa de su pecado
incurrió tanto en la muerte física como también la muerte espiritual, que es la separación de Dios (Romanos 3:23; 6:23);
que tanto la muerte física como espiritual ha sido heredada por toda la raza humana (Romanos 3:10; 5:12; Eclesiastés
7:20).

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Su Condición: Creemos que, como consecuencia de la caída del primer hombre Adán, todo ser humano nace
pecador (Salmo 14:1-3; 51:5; Romanos 5:12); que por naturaleza e instinto peca voluntariamente en pensamiento, en
palabra y en los hechos sin poder evitarlo aunque quisiera (Isaías 53:6; Jeremías 17:9; Romanos 3:23; Eclesiastés 7:20,
29); que a causa de su pecado, toda la humanidad está bajo la condenación justa de perdición eterna sin defensa, excusa
o esperanza (Romanos 1:18-32; 2 Tesalonicenses 1:6-9); que en el caso de los niños muy infantes, aunque ciertamente
tienen una naturaleza pecaminosa, mientras que no alcancen la responsabilidad moral, esa naturaleza pecaminosa no
los condena hasta que cometan el pecado conscientemente (2 Samuel 11:27; 12:14-23).
Su Necesidad: Creemos que el hombre es incapaz de efectuar su propia salvación debido a la depravación total
que le ha afectado en cada área de su ser, incluyendo su intelecto, sus emociones y su voluntad (Tito 1:15-16); que
necesita pasar de muerte a vida (Juan 5:24), es decir la salvación de la condenación eterna que solo Jesucristo el
Salvador puede proveer (Romanos 6:23; 5:18; Tito 3:5).

ARTÍCULO OCTAVO: DE LA SALVACIÓN


La Substitución: Creemos que la justa paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23); que, conforme a las
Escrituras, el Señor Jesucristo, aunque nunca cometió pecado alguno (1 Pedro 2:22), murió como sacrificio ilimitado en
representación y substitución nuestra, por nuestros pecados y para pagar nuestra muerte justamente merecida (Romanos
6:23; 2 Corintios 5:21; 1 Pedro 3:18); el sacrificio de Cristo es ilimitado en su potencial (1 Timoteo 2:4-6), aunque limitado
en su aplicación ya que únicamente los que ponen su fe en Cristo como único Salvador y en su obra en la cruz del
calvario, son justificados por los méritos de su justicia y sangre derramada (1 Pedro 1:18-19).
La Redención: Creemos que la muerte de Cristo logró nuestra redención (Hebreos 9:12); que el precio de su
sangre fue más que suficiente para comprarnos y librarnos de la esclavitud al pecado (1 Corintios 6:19-20; Gálatas 3:13;
4:4-5); que ahora todos los creyentes tenemos un nuevo amo que es el Señor Jesucristo, a quien tenemos que
someternos gustosamente por amor y gratitud (Romanos 14:8-9; Colosenses 3:17, 24; 4:1).
La Propiciación: Creemos que Dios, con toda justicia, demanda que el pecado del hombre sea pagado con la
muerte (Romanos 6:23); que la muerte de Cristo hizo propiciación, es decir, satisfizo completamente a Dios de que el
precio del pecado de la humanidad había sido pagado por completo mediante el derramamiento de la preciosa sangre
de Cristo en la cruz del calvario (Romanos 3:25; 1 Juan 2:2).
La Fe: Creemos que la salvación es un regalo gratuito de Dios, motivado por la gracia de Dios y que el hombre
recibe la salvación únicamente por fe, absolutamente aparte de las obras buenas que pudiera hacer (Juan 5:24; Efesios
2:8-9; Hechos 16:31); que la salvación es producto o resultado exclusivamente de la fe y no es producto o resultado de
las buenas obras; más al contrario, las buenas obras del hombre son producto o resultado de la salvación (2 Corintios
5:17; Efesios 2:10).
La Regeneración (El Nuevo Nacimiento): Creemos que toda persona que recibe por fe al Señor Jesucristo es
regenerado, es decir, experimenta el nuevo nacimiento mediante el Espíritu Santo (Juan 3:3-8; Tito 3:5); que tiene una
nueva naturaleza y que ese nuevo nacimiento le convierte en hijo de Dios (Juan 1:12-13).
La Reconciliación: Creemos que, a causa del pecado, el hombre ha sido destituido de Dios y se ha convertido
en enemigo de Dios (Romanos 3:23; Colosenses 1:21); que el Señor Jesucristo ha hecho posible que el hombre tenga
la oportunidad de volver a tener una relación de amistad con Dios (2 Corintios 5:18-21).
La Justificación: Creemos que la justificación es la obra judicial de Dios por la cual declara justo al pecador que
pone su fe en el Señor Jesucristo como Salvador en base a su muerte (Romanos 3:24, 26, 28); que cuando Dios mira al
pecador justificado, ve que está en Cristo y lo considera como si nunca hubiese pecado porque está en Cristo el justo
(Isaías 1:18).
La Resurrección: Creemos en la resurrección corporal de nuestro Señor (Hechos 2:24, 32; 4:33); en su
ascensión corporal al cielo (Hechos 1:9-11); en su presencia a la diestra del Padre como nuestro Sumo Sacerdote
(Hebreos 4:14-16), Abogado y único Mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5); que por los méritos de la
resurrección de Cristo, en el momento de poner su fe en Él, el creyente, se convierte en una nueva criatura y resucita a

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una nueva vida en Cristo (2 Corintios 5:17; Efesios 2:10) y que un día inminente resucitará físicamente con un cuerpo
glorificado para ser corporalmente conducido a la presencia del Señor eternamente (1 Corintios 15:3, 12-22).
El Sacerdocio del Creyente: Creemos en el sacerdocio de todo creyente (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6; 5:10);
es decir que todo creyente tiene libre acceso a la presencia de Dios por medio de la oración (Hebreos 4:14-16; 10:19-
25); y que el creyente tiene el derecho y la responsabilidad de estudiar personalmente las Escrituras para interpretarlas
siendo guiado por el Espíritu Santo (2 Timoteo 2:15; 1 Juan 2:20, 27).

ARTÍCULO NOVENO: DE LA SEGURIDAD DEL CREYENTE


La Realidad de la Seguridad: Creemos que la obra de Cristo en la cruz es una obra completa (Juan 19:30); que
toda persona que de veras ha puesto su fe en Cristo y en su obra completa, tiene la vida eterna y está para siempre
seguro en Cristo (Juan 6:37-40); y que es imposible que una persona que ha nacido en la familia de Dios pueda perderse,
ya que está guardado eternamente por el poder de Dios (Juan 10:27-30; Romanos 8:11, 16, 28-39; 1 Corintios 1:4-9;
Filipenses 1:6; 1 Pedro 1:5; 1 Juan 2:19; Judas 1).
La Confianza de la Seguridad: Creemos que los que son salvos deben regocijarse de una confianza personal
de la salvación presente que descansa en la manifestación de la presencia de Cristo en la vida y en la veracidad de la
Palabra de Dios (1 Juan 5:11-13).

ARTÍCULO DÉCIMO: DE LA SANTIFICACIÓN


La Santificación Posicional: Creemos que, en el momento de su conversión, el creyente es apartado del mundo
para Dios, y su nueva posición es que está en Cristo y por ende, Dios lo considera como santo (1 Pedro 1:2; Hebreos
10:10; 1 Corintios 1:30-31); Esta fase de la santificación, conocida como la santificación POSICIONAL, ocurre
instantáneamente en el momento de la conversión, es una vez para siempre, le libra al creyente de la PAGA del pecado
y corresponde a su nueva posición en Cristo. (Colosenses 2:10).
La Santificación Progresiva: Creemos cada creyente, a medida que le cede el control de su vida al Espíritu
Santo, crecerá en su vida espiritual y progresará en su nivel de madurez (Romanos 12:1-2). Esta fase de la santificación,
conocida como la santificación PROGRESIVA o PRÁCTICA, es un proceso que durará el resto de la vida terrenal del
creyente (Salmo 119:9-11; 1 Tesalonicenses 5:12-23; 2 Corintios 3:18; 1 Pedro 2:24; Filipenses 3:12-14), le libra al
creyente del PODER del pecado en su vida y corresponde a su CONDICIÓN ante el Señor (1 Corintios 2:14-16; 3:1-4;
Gálatas 5:16-21).
La Santificación Perfecta: Creemos que la santificación alcanzará su clímax cuando Cristo nos tome a Sí mismo
en el arrebatamiento de la iglesia; el momento cuando estaremos completos en Él y perfectos, con un cuerpo glorificado
(1 Tesalonicenses 3:12-13; 5:23; 1 Juan 3:2). Esta fase de la santificación, conocida como la santificación PERFECTA,
ocurrirá instantáneamente en el momento de recibir nuestro cuerpo glorificado cuando seamos conducidos a la presencia
del Señor en el Arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:13-18), nos libra de la PRESENCIA del pecado y sus efectos
(Apocalipsis 21:3-4), y corresponde a nuestra PERFECCIÓN absoluta en Cristo.

ARTÍCULO DÉCIMO PRIMERO: DE LA SEPARACIÓN


La Separación Personal: Creemos que cada creyente tiene el deber de consagrar su vida entera a Dios
(Romanos 12:1) y vivir su vida de tal manera que no traiga ningún reproche a su Salvador y Señor quien lo compró por
precio, más bien que su vida glorifique a Dios (1 Corintios 6:19-20; 10:31-32). Tal separación de todo placer, práctica y
asociación pecaminosa y mundana es algo que Dios mismo manda (2 Timoteo 3:1-5, 13-14; 1 Juan 2:15-17).
La Separación Eclesiástica: Creemos que, como iglesia local, tenemos que practicar una separación de toda
apostasía e incredulidad religiosa y eclesiástica (Romanos 16:17-18). Además, creemos que todos los creyentes deben
de tener comunión solamente con movimientos cuyos líderes y las personas que los auspicien no estén involucrados en
ninguna manera con la apostasía, con la incredulidad, o con el movimiento ecuménico liderado por el Concilio Mundial
de Iglesias, (2 Corintios 6:14-18; 7:1; Gálatas 1:6-9; 2 Tesalonicenses 3:6, 10-15; 1 Timoteo 6:1-5; 2 Timoteo 2:16-19;
Tito 3:10-11; 2 Juan 7-11).
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La Separación Política: Creemos en la separación de la iglesia y el estado (Mateo 22:17-21; Juan 18:36); que
ambos existen por la voluntad de Dios, pero que tienen esferas, responsabilidades y funciones completamente diferentes;
que la iglesia está en la tierra para glorificar el nombre de Dios y, mediante la predicación del evangelio, procurar la
salvación de las almas, hacer que sus miembros practiquen el amor, y la justicia y que contribuyan al bienestar de la
sociedad (Mateo 28:19-20); que, en cambio, las diferentes autoridades están puestas por Dios para el bienestar material,
social y cultural de los pueblos y el mantenimiento de la seguridad y el orden necesario; que aunque existe la separación
entre la iglesia y el estado, el cristiano está obligado por las enseñanzas bíblicas a ser un ciudadano ejemplar, a obedecer
las leyes de su nación, a tratar con respeto a las autoridades, y a orar por los gobernantes (Romanos 13:1-7; 1 Pedro
2:13-17; 1 Timoteo 2:1-4), reservándose el derecho de desobedecer solo en el caso de que las leyes humanas se
opongan a los claros mandamientos divinos, afectando así su libertad de conciencia (Hechos 4:19-20; 5:29).

ARTÍCULO DÉCIMO SEGUNDO: DE LA IGLESIA


Creemos que la iglesia existe bíblicamente en dos aspectos:
La Iglesia Universal: Creemos que la iglesia verdadera, universal, es un organismo bíblico espiritual, constituido
por todos los creyentes verdaderos, desde el día de Pentecostés hasta el Arrebatamiento; que la iglesia es el Cuerpo y
la Esposa de Cristo(Efesios 1:22-23; 4:12; 5:23; 1 Corintios 12:27; 2 Corintios 11:2); que Cristo es la única Cabeza de la
iglesia (Efesios 4:15; Colosenses 1:18); y que todo creyente ingresa en ella por medio del bautismo del Espíritu Santo en
el momento de su conversión (1 Corintios 12:12-13; Colosenses 1:24).
La Iglesia Local: Creemos que la iglesia local que es una organización bíblica, creada por Dios y edificada por
Cristo (Mateo 16:18); que es una asamblea de creyentes bautizados bíblicamente que se reúne en un lugar geográfico
(Hechos 2:42-47; Gálatas 1:2; Colosenses 2:12); a la cual todos los creyentes deben unirse con el propósito de
congregarse, adorar a Dios, tener comunión los unos con los otros, ser instruidos, y observar las ordenanzas (Mateo
28:19-20; Hebreos 10:25). Creemos que la iglesia local es responsable por la edificación y el crecimiento espiritual de
sus miembros y que el liderazgo debe velar por ellos, proveyendo instrucción sistemática y programas regulares de
comunión (2 Timoteo 4:1-5); que toda participación fuera del contexto de la iglesia local debe ser únicamente con otras
iglesias de semejante fe y práctica, en armonía con la doctrina de la iglesia local, reconocida por el pastor y/o los diáconos
(Romanos 16:17-18; 2 Corintios 6:14-17; 1 Timoteo 6:3-5).
Gobierno: Creemos que la iglesia local es congregacional y soberana en su gobierno; independiente y autónoma
en su naturaleza; unida en la obra evangelística, en la adoración, en la edificación del Cuerpo de Cristo, en la observación
de las ordenanzas, y en el cumplimiento de la Gran Comisión a nivel local, nacional y mundial; que la iglesia local elige
sus oficiales(Hechos 6:1-7; Hechos 14:23), acepta nuevos miembros, aplica la disciplina, destituye, cuando sea
necesario, a uno de sus miembros (Mateo 18:15-17; 1 Corintios 5:4-5, 13; 2 Corintios 8:19), maneja su propia economía,
envía sus misioneros y representantes, y es la autoridad final en todos los asuntos que conciernen su bienestar (Hechos
15:22). Creemos que la iglesia local es independiente y responsable solamente a Cristo su Cabeza (Efesios 1:22-23); es
libre de cualquiera jerarquía religiosa que pretende dictar o entremeterse en los asuntos de una iglesia local; que debe
alejarse del movimiento modernista, del movimiento carismático o de cualquier creencia y/o práctica apóstata que
compromete la verdad de la Palabra de Dios (2 Juan 7-10).
Ordenanzas: Creemos que la Biblia presenta solamente dos ordenanzas públicas que el Señor Jesús ordenó
para ser observadas en forma regular por la iglesia local. Estas son El Bautismo por inmersión y la Cena del Señor. El
Bautismo: Creemos que el bautismo es la inmersión del cuerpo completo del creyente en agua a fin de dar testimonio
de su fe en Cristo e identificarse con el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, a través de quien ha muerto al
pecado y resucitado a una vida nueva (Romanos 6:1-16; Mateo 28:19-20; 1 Pedro 2:24); que es un símbolo y una
demostración visible de la experiencia de ser convertido; que es un requisito para ser miembro de la iglesia local (Hechos
8:12, 26-39; Colosenses 2:12). La Cena del Señor: Creemos que la Cena del Señor fue instituida por el Señor Jesús
para conmemorar su muerte expiatoria (Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:14-20); que solamente los
creyentes, es decir los que han experimentado el nuevo nacimiento, y han sido bautizados bíblicamente pueden
participar, previa solemne auto examinación (1 Corintios 11:27-32). Creemos que los elementos de la Cena del Señor,
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son el pan sin levadura, que simboliza el cuerpo de Cristo que fue inmolado en la cruz, y la copa, que consiste en el jugo
fresco de la uva, y simboliza la sangre de Cristo derramada por nuestros pecados; que la participación de la Cena del
Señor no resulta en ningún mérito para la salvación de la persona (1 Corintios 11:23-26). (Véase: Privilegios de los
Miembros en el Reglamento Interno).
Oficiales: Creemos que las Escrituras solamente mencionan dos oficiales para la iglesia local, que son: Pastores
y Diáconos (Filipenses 1:1). Pastor: Creemos que las Escrituras utilizan tres términos para describir al varón que ocupa
el oficio pastoral; y que los términos Anciano, Obispo y Pastor son términos masculinos que se utilizan
intercambiablemente en el Nuevo Testamento para referirse al mismo oficial, o sea, el Pastor (1 Pedro 5:1-4).
Rechazamos, por lo tanto, como no bíblico el concepto de que una multiplicidad de ancianos de igual autoridad sea
responsable por la supervisión de la iglesia local. Rechazamos asimismo, como no bíblico el concepto de que una mujer
pueda ocupar el oficio pastoral en vista de que no se encuentra en la Biblia el término “pastora” e inclusive prohíbe que
una mujer pueda ocupar un cargo de autoridad en la iglesia local (1 Corintios 14:33-35); El término Anciano viene del
Antiguo Testamento y describe las cualidades de sabiduría, madurez y capacidad para poder aconsejar a otros (Hechos
20:17; 1 Timoteo 5:17). El término Obispo tiene el significado literal de uno que supervisa, administra o preside (Tito 1:7;
1 Tesalonicenses 5:12; Hebreos 13:7, 17). Es un cuadro del que administra los asuntos internos de la iglesia local. El
término Pastor viene de una palabra que quiere decir “tener cuidado de”. Así se enfatiza la responsabilidad del Pastor de
alimentar y velar por las necesidades del rebaño que Dios ha encomendado a su cuidado (Hechos 20:28).
Adicionalmente, el Pastor tiene la responsabilidad de predicar la Palabra de Dios, enseñar la misma, orar por el rebaño,
exhortar, reprender, corregir y ministrar al rebaño (2 Timoteo 4:1-5; 1 Pedro 5:1-4). Aunque la iglesia local puede tener
más de un pastor, solo uno de ellos puede ser el Pastor principal. Los requisitos para este oficio se encuentran en las
Epístolas Pastorales (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-7). Los Diáconos: Creemos que el término diácono, también traducido
como ministro, viene de la palabra original que quiere decir “uno que sirve” (Filipenses 1:1; Efesios 6:21), por lo cual, los
diáconos son seleccionados por la congregación para servir a la iglesia local (Hechos 6:1-7). La función de los diáconos
consiste en apoyar al Pastor en cualquier capacidad que la iglesia quiera designar. No es el deber de los diáconos
fiscalizar al Pastor u ordenarle, sino aconsejarle y apoyarle en lo que necesite para que él pueda dedicar la mayor parte
de su tiempo al estudio de la Palabra de Dios, a la predicación y la enseñanza de la misma, y a la oración (Hechos 6:1-
2). Los requisitos para ser diácono son tan exigentes como los requisitos para ser pastor (1 Timoteo 3:8-13).

ARTÍCULO DÉCIMO TERCERO: DE LAS MISIONES


Creemos que es la obligación de todo creyente testificar a través de su vida y su palabra hablada las verdades
de las Sagradas Escrituras y de procurar proclamar el evangelio a toda criatura (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15; Hechos
1:8; 2 Corintios 5:19-20).

ARTÍCULO DÉCIMO CUARTO: DE LOS EVENTOS FUTUROS


El Arrebatamiento: Creemos que la esperanza bienaventurada de todo creyente es el Arrebatamiento o el
retorno personal, inminente, pretribulacional, premilenial del Señor Jesucristo para recoger a todos los redimidos de la
dispensación de la iglesia (Mateo 24:36; Juan 14:1-3; 1 Tesalonicenses 1:10; 4:13-18; 5:9).
El Tribunal de Cristo: Creemos que los santos de Dios comparecerán ante el Tribunal de Cristo inmediatamente
después de ser arrebatados, para dar cuenta de sí mismos a Cristo, y para recibir sus recompensas por lo que hicieron
por Él durante su vida (Romanos 14:10; 1 Corintios 3:10-15; 2 Corintios 5:10).
La Tribulación: Creemos que inmediatamente después del Arrebatamiento de la iglesia, vendrá un período de
siete años de tribulación sobre la tierra; que este período es el cumplimiento de la septuagésima semana de Israel
profetizada por Daniel (Daniel 9:24-27); y que este es el período de la ira divina y juicio sobre los pecadores; que la iglesia
no pasará por la Tribulación, sino que será recogida inmediatamente antes de que la Tribulación comience (Apocalipsis
6:1-19:21; Mateo 24:15-22; Apocalipsis 3:10; 1 Tesalonicenses 1:10).
La Segunda Venida de Cristo: Creemos que Cristo volverá a la tierra después del período de la Tribulación
para derrotar absolutamente a su enemigo Satanás y establecer su reino en la tierra (Apocalipsis 19:1-7).
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El Milenio: Creemos que después de la Tribulación y la Segunda Venida de Cristo, el Señor Jesucristo
establecerá su reino en la tierra y reinará en justicia sobre toda la tierra por mil años antes del juicio final (Apocalipsis
20:1-10).

ARTÍCULO DÉCIMO CUARTO: DEL ESTADO ETERNO


Las Resurrecciones: Creemos en la resurrección corporal de todos los hombres (Juan 5:28-29). La primera
resurrección es la de los salvos para recibir sus recompensas y ser conducidos a la vida eterna en la presencia del Señor
(Juan 11:25-26; Mateo 25:46). La segunda resurrección es la de los inconversos donde serán juzgados y condenados al
castigo eterno en el Lago de Fuego, conocido como la segunda muerte (Apocalipsis 20:12-15).
Los Redimidos: Creemos que las almas de los redimidos son, al momento de la muerte, ausentes del cuerpo y
presentes con el Señor (2 Corintios 5:6-8; Filipenses 1:23), donde en felicidad consciente esperan la primera resurrección,
cuando el espíritu, alma y cuerpo físico serán reunidos para ser glorificados para siempre con el Señor (Lucas 23:43;
Filipenses 3:21; 1 Tesalonicenses 4:16-17; Apocalipsis 20:4-6).
Los Inconversos: Creemos que las almas de los inconversos se quedan, después de la muerte, en el castigo y
tormento consciente en el Hades hasta la segunda resurrección (Lucas 16:19.26), cuando con el alma y cuerpo reunidos
aparecerán delante del Juicio del Gran Trono Blanco para ser juzgados, y serán lanzados al Lago de Fuego, no para ser
aniquilados, sino para sufrir eterno castigo y tormento consciente (Mateo 25:41-46; Marcos 9:43-48; 2 Tesalonicenses
1:7-9; Apocalipsis 20:11-15).

ARTÍCULO DÉCIMO QUINTO: AUTORIDAD DE ESTA DECLARACIÓN DE FE


Esta Declaración de Fe no es exhaustiva en cuanto a nuestra fe y práctica. La Biblia misma es nuestra única
fuente de todo lo que creemos. No obstante, creemos que esta Declaración de Fe representa fielmente las enseñanzas
de la Biblia a grandes rasgos, y por lo tanto, es autoritativa para todos los miembros de la iglesia.

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