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SOTERIOLOGIA EN EFESIOS

¿Qué es la soteriologia?

“SOTERIOLOGÍA”, es básicamente el estudio de la doctrina de la salvación,


que explica la aplicación de la obra de redención y restauración de Dios en el
pecador. Ésta doctrina parte esencialmente desde el “pacto de redención”
entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo, conocido como “pactum Salutis”, acuerdo
donde el Padre promete otorgar un pueblo elegido a su amado Hijo, el Hijo se
entrega y muere por los elegidos del Padre y el Espíritu Santo aplica y sella la
obra de redención en la vida del hombre.

Uno de los pasajes claves que nos muestra la existencia del “pactum salutis” es
la epístola a los Efesios 1:3-8, 13, donde presentamos el siguiente gráfico.

 El Padre en Efesios 1:3-4 es quien escoge a un pueblo con el propósito


de santificarlos y revelar a Cristo, su Hijo amado (Gál 1:15-16).
 El Hijo en Efesios 1:5-8, es quien ejecuta y redime a precio de sangre a
los escogidos de Dios.
 El Espiritu Santo en Efesios 1:13, hace efectiva la muerte de Cristo al
traer a los escogidos mediante el llamado del evangelio, sellándolos
para el día de la redención.
¿Cómo entender el “Pactum Salutis”?

Decíamos anteriormente, que el “pactum salutis” nace de un convenio entre las


personas de la trinidad para garantizar la redención y salvación de los
pecadores, donde el Padre es el originador del plan salvación, el hijo el ejecutor
y el Espíritu Santo el administrador de esta salvación. Éste acuerdo, es
completamente voluntario entre las personas de la trinidad, pues cada uno de
los integrantes asume una división de labores, aceptando el lugar que les
corresponde en perfecta armonía y unidad.

Dios, ha elegido a los suyos desde antes de la fundación del mundo, para ser
sus hijos y darles el sumo bien de disfrutar de sus bendiciones. Muchos son los
pasajes bíblicos que señalan que el pacto de redención nace eternamente de
Dios al elegir por gracia a pecadores que serían recipientes de salvación. Uno
de ellos es; II Tesalonicenses 2:13:

“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,


hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya ESCOGIDO desde el
principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la
verdad”. (Véase también: Rom. 11:5; 1 Cor. 1:27-28; Ef. 1:4; 1 Ped. 1:2; 2 Ped.
1:10).

Las Escrituras nos enseñan que ésta elección para salvación es por gracia y no
existe algún mérito previo que Dios haya visto en los hombres para discriminar
a quien elegir y a quien no (Ef. 2:8-9), tampoco, podemos cuestionar su
elección ya que es Dios el que tiene misericordia de quien quiere tener
misericordia y se compadece del que quiere compadecerse (Rom 9:15-16).
Ésta elección soberana es explicada por el apóstol Pablo, mediante la
inspiración del Espiritu Santo, usando el ejemplo de los gemelos Jacob e Isaú,
diciendo “A Jacob amé, más a Esaú aborrecí ¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay
injusticia en Dios? En ninguna manera” (Rom. 9:13-14 y vea el contexto).

Por lo tanto, debemos admitir que en nuestra condición de pecadores rebeldes,


todo hombre merece únicamente la muerte y que Dios habría sido,
perfectamente justo al no salvar a nadie (Mt. 20:14-15).
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, (Rom 3:23).

Sin embargo, una vez que Dios elige quienes serán salvos, comisiona según su
voluntad a Cristo, su Hijo, como cabeza y redentor de los escogidos,
preparándole cuerpo y exigiendo que tomase naturaleza humana (Gál 4:4-5,
Hebs 2:10,14), además, demanda y exige que se presente como cordero sin
mancha en acto de expiación y remisión de pecados a los elegidos (1 Ped
1:19-20, Col 1:14), para así, dar vida eterna mediante su muerte (I Cor 15:22;
Gál 1:4).

¿Cómo responde el Hijo ante la exigencia y demanda del Padre?

Obviamente, cuando existe un pacto o acuerdo, las partes obtienen una


promesa basada en ciertas condiciones. Jesucristo mediante el Padre obtiene
la promesa de un pueblo escogido, mientras que la condición que se debe
cumplir es la de responder a la voluntad del Padre y encarnarse para morir por
el pueblo escogido (como veíamos anteriormente).

Preciosamente, Jesucristo responde a voluntad del Padre en completo


sometimiento, tanto, que nada hizo sin la aprobación o mandato del Padre
celestial, así lo indica el evangelio de Juan 6:38:

Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió.

Jesucristo en el Pacto de Redención se compromete a ser el responsable de la


expiación de los pecados de su pueblo escogido, sufriendo el necesario castigo
bajo la ley y morir incondicionalmente en lugar de los pecadores para dar vida
eteron, de ésta manera, ser el mediador entre Dios y los hombres.

Debemos tener en cuenta que el problema del hombre es que jamás ha podido
cumplir las demandas de Dios, es más, a causa del pecado, el hombre está
imposibilitado para ir a Dios, puesto que el pecado ha afectado todas las áreas
del hombre, esto es;

 LA VOLUNTAD (Gen. 6:5, Jn. 5:40),


 LO INTELECTUAL (2 Cor. 4:4) y
 LO EMOCIONAL, teniendo efectos tanto internos como externos en la
vida del hombre.

Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay
quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay
quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Rom 3:10-12).

Por esto, Dios demanda que su Hijo Jesucristo tomase naturaleza humana
(Hebs 10:5) para satisfacer las demandas hechas a Adán, y ser el fiador y
representante de los elegidos, ahora, como el “poster Adán”.

Dicho de otro modo, lo que hizo Cristo, fue representar y ser fiador del pueblo
elegido por Dios para cumplir lo que el hombre no es capaz de cumplir, así, el
hombre ya no estaría obligado a hacerlo, sino que sería Jesucristo quien
cumple en lugar de los hombres.

Entonces el hijo responde a la voluntad del Padre, de la siguiente manera:

 Tomando naturaleza humana naciendo de mujer, con todas las


debilidades de los hombres, pero sin pecado. (Gal. 4:4-5; Hebs. 2:14;
4:15).
 Sometiéndose a la ley para pagar el castigo por el pecado y para ganar
la vida eterna de los elegidos (Sal: 40:8; Jn. 10:11; Gal. 1:4; 4:5).
 Aplicando el mérito de haber ganado el perdón por lo pecados a los
hombres, mediante el Espíritu Santo y asegurar la consagración de sus
vidas a Dios (Jn. 17:19-22; Hebs. 5:7-9).

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando


haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos
días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su


conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de
ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los
pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores (Isaías 53: 10-12).

¿Qué obtuvo a cambio el Hijo de Dios?

Una vez que el Padre realiza las demandas a su Hijo, promete todo lo
necesario para el cumplimiento, de ésta manera aseguraba el éxito de la obra,
estas promesas fueron las siguientes:

 Un cuerpo que sería tabernáculo adecuado para Él y sin contaminación


(Hebs. 10:5).
 Capacitación con dones y gracia necesaria, bautizándolo con el Espíritu
Santo, sin medida (Isa. 61:1).
 Dios le sostendría, lo libraría del poder de la muerte y lo capacitaría para
destruir el dominio de satanás al y establecer el Reino de Dios (Isa.
42:1-7; Isa. 49:8; Hch. 2:22-32).
 La autoridad para enviar al Espíritu Santo, para la formación, instrucción,
conducción y protección de la iglesia (Jn. 14:26; 16:13-14; Hch.2:33).
 Recompensaría su obra con una simiente numerosa que nadie podría
contar (Sal. 22:27; Apoc. 7:9).
 Recompensaría su obra con la gloria que había tenido con el Padre
desde antes que el mundo existiera (Jn.17:5), con esto, el Padre le daría
todo el poder en los cielos y la tierra para gobernar el mundo y su iglesia
(Mt 28:18; Ef. 1:20-22; Fil. 2:9-11).

El rol del Espíritu Santo de Dios.

Mencionábamos en la introducción, que el Espíritu Santo (como tercera


persona de la trinidad), tiene la responsabilidad de aplicar y sellar la obra de
redención en la vida del hombre, sin embargo, en ésta primera parte de la
“Soteriología” veremos el accionar general del Espíritu Santo y ampliaremos o
profundizaremos en las siguientes publicaciones.

Debemos tener en cuenta que sin el accionar del espíritu Santo, la obra
expiatoria de Cristo sería inactiva, debido a que nuestras mentes no estarían
dirigidas hacia Él, sino más bien, miraríamos a Cristo de manera lejana y
especulativa, por otro lado, el acuerdo trinitario, estableció que sea el Espíritu
Santo el encargado de hacer realidad el sacrificio de Cristo en la vida del
pecador y hacernos llegar todos los bienes procedentes del Padre en Cristo.

La obra del Espíritu Santo (conocido también como “El Espíritu de Dios o
Espíritu de Cristo”), no puede en ningún momento separarse de la obra de
Cristo, de tal modo, que es un poco complejo hablar de las operaciones del
Espíritu Santo sin hacer referencia a Cristo, ya que en todo momento, el
Espíritu Santo nos señala y glorifica a Cristo (Jn 16:14).

Mediante el Espíritu Santo, somos vivificados y adoptados como hijos de Dios,


Él ilumina nuestras mentes para que reconozcamos a Dios como Padre, por
esto, el Apóstol Pablo nos comunica que “hemos sido vivificados mediante el
Espíritu que mora en nosotros y este testifica a nuestro espíritu que somos hijo
de Dios por el cual clamamos Abba Padre” (Rom. 8:14-16, Gál. 4:6), de ésta
manera, Cristo se une a nosotros, quien por el mismo Espíritu somos hecho
miembros de su cuerpo, carne de su carne, huesos de sus huesos y hasta una
misma cosa con Él (Ef. 5:30).

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
el cual clama: ¡Abba, Padre! (Gálatas 4:6).

Una vez que somos vivificados y adoptados mediante el Espíritu Santo, se


encarga mostrarnos a Cristo (Jn. 15:26), guiarnos a toda verdad y enseñarnos
como hemos de proceder en nuestras vidas como hijo de Dios (Jn. 16:13-15),
nos faculta con dones especiales (1 Cor, 12:1-11), nos convence de pecado,
nos lleva al arrepentimiento y fe que es en Cristo Jesús, nos consuela (Jn.
16:26), nos fortalece y ayuda en nuestra debilidad (Rom. 8:26) . Él es las arras
y el sello para el día de nuestra redención (Ef. 1:13-14; 4:30).

Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad,


porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os
hará saber lo que habrá de venir. El me glorificará, porque tomará de lo mío y
os lo hará saber (Juan 16:13-14).
Conclusión

Es maravilloso entender que la Salvación del pecador nace desde la eternidad


y por un deseo perfecto de Dios el Padre al querer manifestar su inmenso amor
por aquellos que ha escogido a través de Jesucristo, su único Hijo (1 Cor.
1:28).

Este Hijo, en completa humildad y sumisión, decide entregarse por los


escogidos buscando que Padre y su amor sea dado a conocer por medio de Él
(Jn. 1:18), y aunque esto, haya significado dejar la gloria que tenía con el Padre
y venir a morir como el más vil pecador en representación de nosotros, no
presentó queja, sino que, fue su deleite y agradado (Salmo 40:8-9 cp. Heb.
10:7). Hizo morada entre nosotros (Jn 1:14) para glorificar a Dios el Padre (Filp
2:6-11).

¡Esto es TREMENDO!, tan solo ver éste hecho, nos produce un acercamiento
en amor hacia Dios y su hijo Jesucristo al darnos tan grande gozo de ser
llamados sus hijos, nos infunde paz, aliento, consolación en medio de las
tribulaciones y una inagotable esperanza viva de verle cara cara al asegurarnos
una herencia que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande


misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de
Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e
inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el
poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada
para ser manifestada en el tiempo postrero.

En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es


necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a
prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero
se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea
manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo,
aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo
el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas (1Pe 1:3-9).
BIBLIOGRAFIA

 Bortolini, José, Como ler a Carta aos Efésios: O universo inteiro reunido
em Cristo, 3ª edição, São Paulo, Paulus, 2008
 Brown, Raymond, Introducción al Nuevo Testamento. Cartas y otros
escritos, Tomo 2, Madrid, Editorial Trotta, 2002
 Cantera Francisco Burgos y Gónzalez Iglesias Manuel, Sagrada biblia.
Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego, 3ª edición,
Madrid, Biblioteca de autores cristianos, 2009
 Gnilka Joachim, Teología del Nuevo Testamento, Madrid, Editorial
Trotta, 1998
 Jimenez de Zitzmann María Lucía, La Acción Soteriológica de Cristo en
los Cuatro Evangelios, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2000
 Sánchez, Bosch Jordi, Efesios y Colosenses, ¿Dos cartas de Pablo?,
Navarra, Verbo Divino, 2009
 Schlier, Heinrich, Carta a los Efesios: Comentario. Salamanca, Sígueme,
1991

Enlaces externos

 https://sdejesucristo.org/efesios
 https://graciaparalosrebeldes.wordpress.com/2015/05/22/soteriologia
 http://elmoverdelespiritusanto2010.blogspot.com/2015/07/carta-los-
efesios.html

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