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RESIDUOS TOXICOS ORGÁNICOS E INORGÁNICOS

Para entender sobre los residuos toxicos organicos e inogarnicos, primero definiremos
algunos conceptos.

 Residuos orgánicos:

Son compuestos químicos que contienen carbono, formando enlaces carbono-carbono.

Son biodegradables (se descomponen naturalmente). Son aquellos que tienen la


característica de poder desintegrarse o degradarse rápidamente, transformándose en otro
tipo de materia orgánica. Ejemplo: los restos de comida, frutas y verduras, sus cáscaras,
carne, huevos.

 Residuos no orgánicos (o inorgánicos):

Son aquellos compuestos que están formados por distintos elementos y la mayoría no
poseen carbono, son los que por sus características químicas sufren una descomposición
natural muy lenta. Muchos de ellos son de origen natural pero no son biodegradables, por
ejemplo los envases de vidrio. Generalmente se reciclan a través de métodos artificiales y
mecánicos, como las latas, vidrios, plásticos, gomas. En muchos casos es imposible su
transformación o reciclaje; esto ocurre con las pilas, son peligrosos y contaminantes y
seguirán presente en el planeta dentro de 500 años.

POR QUE SE DENOMINAN RESIDUOS TOXICOS ?

Los desechos tóxicos son un tipo de residuos peligrosos que pueden causar efectos nocivos
sobre la salud de los seres humanos y otras especies de animales. En general, los desechos
tóxicos pueden deteriorar desde la superficie terrestre, pasando a la cadena alimenticia y
acabar llegando, al hombre.

 
Estos desechos tóxicos, además, pueden acelerar la proliferación de las bacterias, ya que
una vez liberado al medio ambiente puede alcanzar distancias muy lejanas a las del origen
de emisión, a través de las corrientes marinas, o arrastradas por el aire. La particularidad de
este tipo de residuos es que tarda varios años en biodegradarse y desaparecer, y que se
acumula en el cuerpo humano y en los cuerpos de los animales, provocando deficiencias en
el organismo, con las consiguientes enfermedades que se pueden originar.

Para identificar este tipo de residuos, hemos de hacer una clasificación de los mismo de la
siguiente forma:

Pilas y baterías.

Estos dispositivos brindan una pequeña carga de electricidad mediante reacciones químicas
en su interior, sostenidas por un conjunto de ácidos y metales pesados (sobre todo mercurio
y cadmio). Una vez agotadas, su desecho representa un inconveniente medioambiental, ya
que tarde o temprano sus envoltorios se oxidan y el ácido es liberado al entorno.

Aguas residuales urbanas.

El conjunto de los desechos líquidos y semisólidos de los sistemas cloacales de las


ciudades, contiene no sólo materia orgánica en descomposición que puede ser fuente de
enfermedades para el hombre y para los animales, sino también aceites quemados altamente
reactivos, residuos químicos de detergentes y demás sustancias contaminantes.

Desecho de plantas nucleares.

El plutonio y otros materiales radiactivos de larga vida media son subproducto de las
reacciones nucleares controladas que tienen lugar en las plantas eléctricas nucleares. Este
material es altamente cancerígeno y mutagénico, por lo que se posita en envases de plomo,
único material capaz de contener la radiación. El problema está en que dichos envases, al
ser de plomo, oxidan con relativa rapidez.

Desechos biológicos.
El material médico contaminado, como batas, jeringas y otro tipo de herramientas, suele ser
una fuente de infecciones virulentas que requiere un trato cuidadoso y especial. Mucho de
este material es reciclado tras recibir dosis de radiación que los esterilizan por completo, en
reactores nucleares, pero mucho otro debe ser descartado.

Aguas residuales industriales.

Numerosas industrias pesadas trabajan con cantidades cuantiosas de agua para el


enfriamiento y otras reacciones físico-químicas productivas, pero que al finalizar su ciclo
arrojan aguas cargadas de metales pesados y elementos tóxicos, cuyo reingreso al río o al
mar debe darse de manera controlada, ya que están cargadas de sulfatos o nitratos y sales
que desbalancean el pH y el equilibrio químico del ambiente.

Limaduras de hierro.

Producto de la industria metalúrgica, a menudo son desechadas confiando en su rápido


proceso de oxidación. El problema está en que, siendo un metal altamente reactivo, el
hierro forma sales y ácidos con facilidad, contribuyendo con reacciones químicas más
profundas e impredecibles.

Residuos de pintura y solventes.

Numerosos emplazamientos económicos utilizan solventes altamente inflamables en sus


labores de pintado y repintado. La incorrecta disposición de estas sustancias puede conducir
a incendios o, en casos particularmente dramáticos, a su acumulación y posterior explosión,
ya que suelen componerse de hidrocarburos volátiles.

Petróleo y afines.

Los pesados hidrocarburos de donde extraemos energía, materiales plásticos, polímeros y


miles de aplicaciones más, pueden convertirse en un residuo peligroso en casos de derrame
petrolero o rotura de conductos petrolíferos. La brea petrolera es densa e insoluble al agua,
y recubre todo a su paso impidiendo la respiración de las plantas y la movilidad de los
animales. Grandes tragedias ecológicas se deben al pobre manejo de estos elementos.
Aceites combustibles usados.

Los aceites y grasas de automóviles, cocinas y otras aplicaciones mecánicas poseen


capacidades inflamables y reactivas que los convierten en sustancias peligrosas y
contaminantes. Por suerte, son perfectamente reciclables en procesos de obtención de
biomasa.

Bases fuetes.

Las bases cáusticas empleadas en la industria papelera, por ejemplo, son potentes
desecantes y oxidantes que, liberados al medio ambiente, reaccionan químicamente de
manera exotérmica (como el potasio o el sodio: emiten calor) y son capaces de incendiar y
corroer la materia orgánica, amén de alterar el pH del ecosistema de manera muy radical.

Residuos de minería.

Sobre todo la minería ilegal -como los garimpeiros en la Amazonía- emplea sustancias en la
detección del oro que luego van a dar a los ríos, como el mercurio. Muchas poblaciones
humanas se han envenenado por la presencia de este y otros metales en aguas de ríos y
lagos, o por ingerir peces contaminados previamente.

Residuos agrícolas.

Más que a los desechos biodegradables, como restos vegetales, de abono u otros elementos
biodegradables, nos referimos aquí a los pesticidas, agrotóxicos y abonos químicos ricos en
nitrógeno y azufre. Todas estas sustancias son lavadas por la lluvia y conducidas a los ríos
y lagos, donde modifican el balance químico de las aguas o infectan los cuerpos de especies
animales comestibles.

Gases tóxicos industriales.

Muchas actividades industriales generan cantidades ingentes de gases tóxicos, vinculados


con elementos letales como el arsénico, el cloro o el cianuro, y son liberados a la atmósfera,
donde algunos contribuyen con la destrucción de la capa de ozono, y otros contaminan las
nubes, generando así lluvia ácida o lluvia tóxica al volver a precipitarse.

Gases sofocantes.

Por otro lado, muchas industrias emplean o subproducen gases que no son tóxicos ni letales
propiamente (como los gases inertes), pero que en cantidades descontroladas pueden
desplazar el oxígeno del aire y sofocar la vida animal cercana, por lo que requieren manejos
cuidadosos y especiales.

Desechos detergentes
Se trata de aquellos detergentes cuyo contenido es alto en fosfatos, los cuales corren el
riesgo de ser vertidos sobre lagos, lagunas y ríos, afectando gravemente a la fauna y flora
del lugar. Un exceso de fosfatos hace crecer de manera desmedida la aparición de algas, las
cuales consumen oxigeno y evitan el paso de los rayos de luz, dañando considerablemente
todo el ecosistema del lugar.

 Fluoruros
Se trata de un tóxico bastante irritante que en dosis elevadas puede llegar a causar
trastornos digestivos y diarreas.

Mercurio
Famoso por su utilización en termómetros, ahora se ha prohibido su utilización. Se añade
también en pesticidas, pinturas, tintas, removedores de pinturas, barnices, baterías
domésticas, interruptores electrónicos y focos fluorescentes…etc.
El problema del mercurio es que, por medio de algunas bacterias acuáticas, este mercurio se
puede transformar en metilato de mercurio y esta nueva molécula en caso de ser injerida
por el ser humano o por un animal, se queda concentrada sin poder ser expulsada. A veces
en zonas donde ha existido una fuga de mercurio, éste se acumula en animales marinos
como el marisco o el pescado contaminado.
Si este mercurio llega a la cadena alimenticia de una embarazada y por tanto al feto, es
posible causarle daños cerebrales y anormalidades en el correcto desarrollo de sus
neuronas.
 

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