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No 1066/2016 del 9 de diciembre: Obiter Dictum: Sobre la forma de

hacer las convocatorias para asambleas de sociedades mercantiles  


 

EN SALA
 
CONSTITUCIONAL
 
Exp. N° 16-0826
 
 
 

Magistrada Ponente: Lourdes Benicia Suárez Anderson

Mediante escrito presentado ante la Secretaría de esta Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia, el 12 de agosto de 2016, los ciudadanos YASMÍN
BENHAMÚ CHOCRÓN y SIÓN DANIEL BENHAMÚ CHOCRÓN, titulares de
las cédulas de identidad Nros. 10.795.620 y 6.339.807, respectivamente, representados
judicialmente por la abogada Lisette García Gandica, inscrita en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el N° 106.695, solicitaron la revisión de la sentencia
N° RC-000228, dictada el 11 de abril de 2016 por la Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia, que declaró con lugar el recurso de casación interpuesto por la
sociedad mercantil Grupo Samp, C.A., contra la sentencia dictada por el Juzgado
Superior Sexto en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas el 13 de abril de 2015, la cual declaró con
lugar la demanda de nulidad de asamblea interpuesta por los hoy solicitantes.
El 17 de agosto de 2016, se dio cuenta en Sala y se designó Ponente a la
Magistrada Lourdes Benicia Suárez Anderson, quien con tal carácter suscribe el
presente fallo.

Realizado el estudio de las actas que conforman el expediente, esta Sala


Constitucional pasa a decidir la causa, realizando previamente las siguientes
consideraciones:

 
I
DE LOS FUNDAMENTOS DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN
            Los peticionarios ejercieron la presente solicitud de revisión, con base en los
siguientes argumentos en su escrito presentado el 12 de agosto de 2016:
Alegaron que se constituyó la empresa Grupo Samp, C.A., en la que ambos son
socios junto con Miriam Mary Benhamú Woliner, siendo que la administración de la
misma está a cargo de seis administradores, de los cuales unos tienen firmas tipo “A” y
otros tipo “B” (las que poseen los solicitantes de revisión), quienes duran en sus
funciones diez años, por lo que al haber sido registrada la empresa el 8 de marzo de
2007, la directiva debía mantenerse hasta el 2017.
Señalan que, de conformidad con la cláusula vigésima primera de los estatutos
constitutivos, un administrador tipo “A” con un administrador tipo “B”, poseen amplios
poderes de administración, disposición y representación de la compañía, como convocar
las asambleas generales ordinarias o extraordinarias, ejecutar sus decisiones, certificar
los documentos de la empresa, las actas de asamblea de accionistas y presentar todas las
participaciones que deban hacerse al registro mercantil, entre otras.
Indicaron que, el 13 de abril de 2012, se realizó una “primera convocatoria
ilegal de accionistas” efectuada únicamente por parte de Miriam Mary Benhamú de
Woliner (quien tiene firma tipo “A”), para el 27 de abril de 2012, fecha en la cual esa
ciudadana suscribió de manera unilateral el acta de asamblea extraordinaria de
accionistas, indicando que actuaba en su propio nombre y “supuestamente” en
representación de Sión Daniel Benhamú Chocrón (quien tiene firma tipo “B”), según un
poder general que se le había dado en 1982, por lo que de manera írrita y contraria a la
voluntad de su supuesto representado, indicó que tenía el quórum y tomó una serie de
decisiones contrariamente a lo establecido en las cláusulas estatutarias de las
convocatorias y a lo establecido en el artículo 285 del Código de Comercio.
También refieren que, ante lo anterior, el 12 de julio de 2012, interpusieron
demanda de nulidad de la anterior asamblea extraordinaria de accionistas, conociendo
de la causa el Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y
Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, indicando a
dicho tribunal (antes de celebrarse el acta cuya nulidad se solicitó posteriormente y al
que se refiere el presente caso), que para el 24 de enero de 2012, se pretendió realizar
una asamblea extraordinaria de accionistas de la misma manera de la que se pidió la
nulidad, pero dicha convocatoria había sido suspendida por medida cautelar decretada
por el Juzgado Duodécimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y
Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas y que las
convocatorias se efectuaron fundamentándose únicamente en las cláusulas décima
segunda y décima tercera, omitiendo lo establecido en la cláusula vigésima de los
estatutos constitutivos.
Destacan que, el 14 de agosto de 2014, el Juzgado Octavo de Primera Instancia
en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas declaró con lugar la demanda de nulidad, decisión que fue
apelada por los demandados, conociendo el Juzgado Superior Sexto en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, el cual declaró sin lugar la apelación, el 13 de abril de 2015, ante lo cual se
ejerció el recurso de casación, declarado con lugar por la Sala de Casación Civil, el 11
de abril de 2016, la cual es objeto de actual solicitud de revisión.
Denunciaron que la sentencia objeto de revisión constitucional señala que el ad
quem incurrió en falso supuesto, por desnaturalizar las cláusulas décima novena y
trigésima cuarta al interpretarlas erróneamente, lo cual consideran falso, ya que la
interpretación efectuada por la Sala de Casación Civil es la que desnaturaliza la
verdadera voluntad de los asociados establecida en los estatutos constitutivos y contraría
lo establecido por las sentencias de instancia, con lo cual se alejó de las reglas de la
interpretación de los contratos y no fue integradora, sistemática y teleológica, así como
contraría lo establecido en el artículo 227 del Código de Comercio, por tergiversar el
contenido de las cláusulas del contrato, vulnerando con ello los derechos a la tutela
judicial efectiva, al debido proceso, a la seguridad jurídica, a la confianza legítima, a la
asociación, a la libertad económica y a la propiedad.
Además, alegaron que se violó el criterio establecido por la Sala de Casación
Civil, en relación con la interpretación de los contratos establecidos en su sentencia del
31 de mayo de 2002 (caso: José Félix Gómez y Carmen Bernaez de Gómez), en el que
se estableció que el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil establece que sólo los
jueces de instancia pueden interpretar los contratos; así como también en su sentencia
del 28 de febrero de 1996 (caso Orlando Di Bernardino), reiterada el 14 de abril de 1999
(caso: B. Errate Consolo y otros contra Douglas Rafael Hurtado y otro), según las
cuales los jueces de mérito gozan de facultades legales para interpretar y calificar los
contratos que celebran las partes, asignándoles su verdadera naturaleza, aunque las
partes le hubieran dado erróneamente otra diferente, siendo que este poder de
interpretación de la voluntad y propósito de las partes escapan a la censura de casación,
salvo que se alegue alguna de las excepciones en las que sí se puede extender al
establecimiento y apreciación de los hechos o al fondo de la controversia.
Resaltaron que sobre la base de la jurisprudencia antes mencionada “…la Sala
de Casación Civil sólo tiene facultad  para interpretar contratos cuando existan
desnaturalización del mismo a raíz de la interpretación de los jueces de instancia, pero
en el presente caso fue dicha Sala quien desnaturalizó los estatutos de la sociedad
mercantil…”, siendo que solamente puede conocer cuando se produce un vicio de
suposición falsa (artículo 313.2 del Código de Procedimiento Civil) cuando el juez de
instancia incurra en desnaturalización o desviación intelectual del contenido del contrato
según la sentencia de la Sala de Casación Civil del 20 de julio de 2004 (caso: Miriam
Carmen Ramos Moreno y otros contra la Asociación Civil Ávila) y la sentencia de 29 de
noviembre de 1995 (caso: Universidad Central de Venezuela contra el Banco
Provincial S.A.C.A.).
Consideraron que sobre los fundamentos anteriores se puede observar que la
Sala de Casación Civil pasó por alto su doctrina, vulnerando la confianza legítima al
transgredir su propio criterio, sobre todo al notar que los tribunales de instancia
efectuaron una correcta interpretación de las cláusulas contractuales, así como la
vulneración del derecho al debido proceso y a la tutela judicial efectiva, motivo por el
cual en “…la sentencia objeto de revisión afecto (sic) unos (sic) de los presupuestos
fundamentales de todo proceso, cual es la competencia, ejerciendo la Sala de Casación
Civil indebidamente su competencia casacional para dejar sin efecto una sentencia de
instancia dictada conforme a derecho por parte del juez de instancia, quien tenía la
exclusividad en la interpretación de las cláusulas estatutarias objeto de la
controversia”, con lo cual “…afectó y vulneró sin lugar a dudas, el debido proceso, al
tergiversar y atribuirse funciones casacionales que no tenía respecto de la sentencia
recurrida, violando por ende el derecho constitucional al debido proceso aplicable a
toda actuación judicial en cualquier instancia o grado”.
En tal sentido, indica que se debió declarar improcedente el recurso de casación
interpuesto y confirmar las sentencias de instancia, siendo que con la sentencia objeto
de revisión se impidió que se pudiera garantizar su derecho a acceder y obtener de los
órganos judiciales una sentencia conforme a derecho en la que se aplicara una justicia
idónea, imparcial y equitativa, así como por interpretación extensiva se violó el
principio de irretroactividad de la ley y el derecho a la igualdad.
Destacanron que la interpretación de las cláusulas segunda y décima que efectuó
la Sala de Casación Civil se hizo de forma incoherente, aislada e inconexa respecto de
lo previsto en la cláusula vigésimo primera literal “F”, que produjo un error en cuanto a
la determinación real de la voluntad societaria respecto de la administración de la
empresa y la atribución para convocar las asambleas de accionistas, violando la
autonomía de las pares, el acuerdo societario y “…el principio que garantiza la
conservación del contrato según el cual, las cláusulas de un contrato deben
interpretarse en el sentido de que todas ellas puedan producir efectos.”
Aleganron que existe violación del derecho a asociarse establecido en el artículo
52 de la Constitución, cuando se desconoce también la jurisprudencia de la Sala
Constitucional del 8 de agosto de 2013 (caso: C.A. Cigarrera Bigott Sucs), en lo relativo
a que cuando exista alguna imposibilidad de disfrutar o ejercitar las actividades
inherentes a la asociación, se viola este derecho tal como ha sido explicado
anteriormente.
También consideraron que se les violaron sus derechos a la libertad económica y
de propiedad establecidos en el artículo 112 de la Constitución, con la sentencia objeto
de revisión, ya que en el documento constitutivo estatutario se estableció por parte de
los socios la manera en que desempeñaría sus actividades y cómo sería administrada,
siendo que de conformidad con lo ya explicado se aprecia que fue totalmente alterada y
transgredida la voluntad originaria de los socios establecidos en sus documentos
comerciales, siendo esto apreciado por los tribunales de instancia pero trasgredido por la
Sala de Casación Civil, al imposibilitarles administrar y tomar decisiones dentro de la
empresa en la cual son accionistas y administradores, que les otorga el carácter de
propietarios de las acciones y les habilita a tomar decisiones dentro de la asamblea de
accionistas, con lo que se les imposibilita ejercer ese derecho para proteger los bienes de
la empresa de la que son dueños.
Finalmente, pidieron que la Sala Constitucional declare ha lugar la solicitud de
revisión, deje sin efecto la sentencia objeto de revisión declarando el recurso ejercido
sin lugar y restablezca la situación jurídica infringida declarando como correcta y
definitivamente firmes las interpretaciones efectuadas por los tribunales de instancia.
II
DE LA SENTENCIA CUYA REVISIÓN SE SOLICITA

La Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia


N° RC-000228, dictada el 11 de abril de 2016, decidió:
“CON LUGAR el recurso extraordinario de casación propuesto por la parte
demandada Grupo Samp, C.A. contra la sentencia dictada por el Juzgado
Superior Sexto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas de fecha 13 de abril de 2015. En
consecuencia, se decreta la  NULIDAD del fallo recurrido y SE ORDENA al
Tribunal Superior que resulte competente, dicte nueva sentencia acatando el
criterio emanado del presente fallo.” (Resaltados del fallo original).
 
A tal conclusión arribó la Sala de Casación Civil, luego de realizar las siguientes
consideraciones:         
“DENUNCIA POR DEFECTO DE ACTIVIDAD
ÚNICA
Con fundamento en el Ordinal 1° del Artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, el formalizante delata la infracción de los
artículos 15, 26, 110, 206, 208, 211, 397,398,400,511,513 y
515  eiusdem  porque en su opinión la recurrida quebrantó formas
sustanciales de los actos procesales.
Al respecto, el formalízate expuso:
‘…en el presente caso la citación de nuestra Patrocinada
GRUPO SAMP, C.A., se perfeccionó el día 27 de julio de
2012, cuando nosotros consignamos en autos el
instrumento poder que acredita nuestra representación;
luego de ello,.(…) opusimos cuestiones previas, entre
ellas, una solicitud de acumulación de causas, la cual fue
declarada sin lugar por el Juzgado Octavo de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas (…) mediante sentencia interlocutoria dictada
-fuera de lapso- (sic) en fecha 1° de marzo de 2013.
Notificadas las partes del advenimiento de esa decisión,
nuestra mandante ejerció el recurso de regulación de
competencia, el cual fue debidamente tramitado ante el
Juzgado Superior Primero de la Circunscripción Judicial
y competencia y declarado sin lugar el día 6 de agosto de
2013; en virtud de ello, y habiéndose recibido el
expediente de vuelta en el Juzgado Octavo de Primera
Instancia, éste debía proceder a dictar sentencia en torno
a la restante cuestión previa , como efectivamente lo hizo
mediante decisión interlocutoria de fecha 20 de noviembre
de 2013 , declarándola sin lugar.
En vista de que esa decisión también se dictó fuera de
lapso legal para ello, fue necesario notificar a las partes,
quedando la última de ellas a derecho   el día 16 de
diciembre de 2013 , por lo que, a partir de ese día,
exclusive, comenzó a transcurrir el lapso de cinco días
para contestar la demanda, cosa que efectivamente
hicimos en representación de (sic) GRUPO SAMP, C.A,
mediante escrito presentado en fecha 10 de enero de
2014, último de los cinco (5) días del señalado plazo.
En aplicación del artículo 388 del Código de
procedimiento Civil, a partir del día 10 de enero de 2014,
exclusive, el juicio quedó abierto a pruebas por quince
(15) días de despacho, lapso de promoción que concluyó
el día  3 de febrero de 2014.   A partir de aquí, comenzó a
gestarse la subversión procesal que venimos a denunciar
ante esta Sala– y que la alzada no corrigió-, (…)   las
pruebas promovidas por las partes no fueron agregadas a
los autos el día de despacho siguiente al vencimiento del
lapso de la promoción (es decir el   4 de febrero de
2014 )  como lo ordena el artículo 110 del Código de
Procedimiento Civil.
Los anotados escritos de pruebas sólo fueron agregados
de forma tardía   (…)  el día 6 de febrero de 2014,   por lo
que es muy claro que, que para el momento,   YA SE
HABÍA ROTO LA ESTADÍA A DERECHO DE LAS
PARTES, HACIÉNDOSE NECESARIA SU
NOTIFICACIÓN PARA PROSEGUIR EL JUICIO,   de
modo de asegurar que ambas pudiesen imponerse de los
respectivos escritos que presentó la otra parte y pudiese
abrirse el consiguiente lapso de tres (3) días de despacho
que consagra el artículo 397 del Código de Procedimiento
Civil para que las partes pudiesen oponerse a la admisión
de aquellas pruebas que considerasen manifiestamente
ilegales o impertinentes, o en su caso, para convenir en
aquellos hechos que tratase de probar la contraparte, de
suerte que el Juez pudiese fijar con precisión los hechos
sobre los que podía haber acuerdo, los cuales quedarían
excluidos del debate probatorio.
Ocurrió un extremo grave, que vino a profundizar la
subversión procedimental, en franco desmedro del
derecho a la defensa de nuestra patrocinada: EL
TRIBUNAL JAMÁS SE PRONUNCIO SOBRE LAS
PRUEBAS PROMOVIDAS POR LAS PARTES, resultando
imposible determinar si tales probanzas debían
considerarse o no admitidas en el proceso.
Habiendo transcurrido varios meses de silencio procesal
por parte del Tribunal, sucedió que la parte actora
compareció a los autos el día 2 de mayo de 2014,   NADA
MENOS QUE A PRESENTAR INFORMES,   aún cuando
es evidente que el término de quince (15) días de
despacho para su presentación, previsto en el artículo
511 del Código de Procedimiento Civil,   ni siquiera había
empezado a computarse , pues (…) ni nuestra mandante
estaba a derecho luego de la tardía incorporación a los
autos de los escritos de prueba, ni mucho menos el
Tribunal había emitido pronunciamiento sobre la
admisión de las pruebas promovidas .
Pues bien, frente a este panorama de desorden y caos
procesal, refrendado por el inexplicable silencio del
Tribunal de instancia, y siendo la primera vez que nuestra
representada se hacía presente en autos desde que
promovió sus pruebas, el día   19 de mayo de
2014   nosotros consignamos (…) un escrito mediante el
cual denunciamos el quebrantamiento del orden procesal
y la vulneración del derecho a la defensa de nuestra
patrocinada, al no habérsele imponerse (sic) de las
pruebas promovidas por la contraparte (para oponerse a
ellas y/o convenir en algún hecho, según lo previsto en el
artículo 397 del Código de Procedimiento Civil), y al no
haber podido presentar informes ni hacer valer las
pruebas que autoriza el artículo 435 del Código de
Procedimiento Civil,   solicitando al Tribunal que
declarase extemporáneos los informes presentados por la
parte actora y, en todo caso, que se declarase la nulidad
y reposición de la causa al estado de notificarse a las
partes de la tardía incorporación de los escritos de
prueba;  para luego formular, a todo evento, nuestras
observaciones a los informes.
Pues bien, sorpresivamente y sin mediar providencia del
Tribunal que acogiera o desechara expresamente nuestra
solicitud de nulidad de y reposición de la causa, EL DÍA
14 DE AGOSTO DE 2014 FUE PUBLICADO EL FALLO
DE PRIMERA INSTANCIA EN EL EXPEDIENTE, en que
declaró con lugar la demanda de nulidad de asamblea
incoada; siendo de advertir que esa decisión, el Juzgado
Octavo de Primera Instancia olímpicamente ignoró
nuestra petición de nulidad y reposición para acogerla o
desecharla.
Aquí queremos aclarar lo siguiente: en vista que el
Tribunal nada dijo a lo largo del pleito sobre cómo
habrían de computarse los lapsos procesales, resulta
incuestionable que mediante la interposición del señalado
escrito de fecha 19 de mayo de 2014 en el que se pidió la
reposición,   nuestra patrocinada GRUPO SAMP, C.A.
quedo tácitamente notificada del auto de fecha 6 de
febrero de 2014 mediante el cual se agregaron
tardíamente los escritos de pruebas presentados por las
partes,   por lo que solo a partir de esa fecha, es que
volvió a reanudarse la estadía a derecho de las partes,
abriéndose el lapso de (3) días de despacho previsto en el
artículo 397 del Código de Procedimiento Civil.
La anterior relación de eventos procesales acaecidos en
este pleito, demuestra a todas luces que   LA SENTENCIA
DEFINITIVA DE PRIMERA INSTANCIA SE DICTÓ DE
MANERA ANTICIPADA, esto es, con mucha antelación a
la apertura del lapso decisorio de sesenta (60) días que
consagra el artículo 515 del Código de Procedimiento
Civil,  pues entre el día 19 de mayo de 2014 ( fecha de
nuestra notificación tacita ) y el día 14 de agosto de 2014
(fecha en que se dictó la sentencia definitiva; TAN
SÓLO TRANSCURRIERON TREINTA Y CINCO (35)
DÍAS DE DESPACHO EN EL TRIBUNAL DE
INSTANCIA,  que desde luego resultan insuficientes para
dar cumplidos los cincuenta y nueve (59) días de
despacho que, como mínimo, precisaba la sustanciación
de este juicio bajo los lineamientos del procedimiento
ordinario que consagra el Código de Procedimiento Civil,
es decir: (i) los tres (3) días de despacho para oponerse a
las pruebas o convenir en los hechos que pretendía probar
la otra parte (artículo 397), (ii) los tres(3)(sic) de
despacho para admitir o inadmitir (sic) las pruebas por
las partes (artículo 398); (iii) los treinta (30) días de
despacho que se requieren para la evacuación de las
pruebas (artículo 400); (iv) los quince (15) días de
despacho para la presentación de informes (artículo 511);
y finalmente, (v) los ocho (8) días de despacho como
lapso para formular las observaciones (artículo 513).
Dada la naturaleza formal de esta denuncia, pedimos a
esta digna Sala que se sirva constatar de las actas del
expediente, y en particular, del cómputo de los días de
despacho transcurridos ante el   Juzgado Octavo de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de
la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas,  que cursa en la inspección extrajudicial que
hemos consignado al momento de anunciar el recurso de
casación ,  que en efecto los lapsos procesales de este
juicio fueron olímpicamente violentados por el juez de
primera instancia,   al punto que la sentencia definitiva
fue dictada aún antes de iniciarse el lapso legal para
ello,  todo en menoscabo del orden procesal y del derecho
a la defensa de nuestra patrocinada, quien –se insiste-,
luego de la ruptura de la estadía a derecho de las partes (
por incorporación tardía de las pruebas) sólo volvió a
estar a derecho a partir del día 19 de mayo de 2014,
cuando solicitó ante el tribunal de la primera instancia la
reposición de la causa, petición que jamás fue atendida;
todo lo cual le impidió oponerse a las pruebas de la parte
actora y le imposibilitó presentar sus informes y hacer
valer con ellos las pruebas que la Ley le autoriza.
Ahora bien, contra la sentencia definitiva de primera
instancia, nuestra patrocinada se alzó en apelación,
correspondiéndole el conocimiento del caso al Juzgado
Superior Sexto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas; pero dicho Tribunal Superior,
lamentablemente   tampoco corrigió la subversión
procesal, procediendo a dictar el día 13 abril de 2015 la
sentencia definitiva de mérito que ahora recurrimos en
casación, con lo cual incurrió flagrantemente en una
REPOSICIÓN NO DECRETADA que expresamente
denunciamos ante esta Sala.
(…Omissis…)
En síntesis : denunciamos ante esta Sala que en el
presente juicio se ha verificado una subversión procesal,
al haberse dictado la sentencia definitiva de primera
instancia antes de que se iniciara el lapso legal para ello.
(…Omissis…)
Finalmente, y aún cuando es claro que se trata de una
nulidad evidente al orden público porque atañe a la
vulneración de los lapsos procesales con que el legislador
ha revestido la tramitación de los juicios, señalados que
nuestra patrocinada ha ejercido todos los recursos , pues
(i) oportunamente advirtió al Juez de instancia- mediante
el escrito presentado en fecha 19 de mayo de 2014- sobre
la necesidad de corregir las faltas, siendo su petición de
nulidad y reposición rotundamente ignorada por este (ii)
apeló de la sentencia definitiva de primera instancia que
anticipadamente se dictó en este juicio, silenciando las
peticiones de nuestra mandante al respecto; y (iii) ahora
ha anunciado y está formalizando el recurso de casación
contra la sentencia definitiva de alzada que tampoco
corrigió las faltas.
Pedimos en consecuencia se declare con lugar esta
denuncia y se reponga la causa al estado de sustanciarse
debidamente el presente juicio, partiendo del acto
primigenio que propicio la subversión procesal, es decir,
la necesaria notificación de los litigantes respecto de la
tardía incorporación de los escritos de prueba
presentados por las partes…’   (Resaltado del texto).
Para decidir, la Sala observa:
Como puede apreciarse de la anterior transcripción, el formalizante
denuncia la infracción de los artículos 15, 26, 110, 206, 208, 211,
397,398, 400, 511, 513 y 515 del Código de Procedimiento Civil, ya
que en su decir la sentencia impugnada incurrió en el vicio de
subversión procesal, al no decretar la reposición de la causa
porque: ‘…las pruebas promovidas por las partes no fueron
agregadas a los autos el día de despacho siguiente al vencimiento
del lapso de la promoción…’   sino que‘…fueron agregados de forma
tardía…’ y razón de ello ‘…se había roto la estadía a derecho de
las partes, haciéndose necesaria su notificación para proseguir el
juicio…’ , y además de ello, la sentencia de primera instancia
habría sido dictada en forma anticipada.
Pues bien, de la larga denuncia transcrita en extenso para su mayor
comprensión, se colige que la recurrente alega la subversión
procesal, basada en el hecho que el juez de cognición no agregó las
pruebas al día siguiente de su promoción es decir en fecha 4 de
febrero 2014, haciéndolo tardíamente el día 6 del mismo mes y año,
impidiéndole la oposición a las pruebas, y que tal omisión del a quo
causó paralización de la causa, y ello le obligaba a la notificación
de las partes, situación que denunció posteriormente en fecha 19 de
mayo de 2014, indicando que a partir de ese acto debe computarse
el lapso para sentenciar por estar desde ese momento a derecho; en
razón de ello, en su decir, la sentencia de primera instancia fue
publicada anticipadamente fuera del lapso procesal lo que provocó
una subversión en el proceso que no fue corregida por la recurrida
por lo -que en su entender– debió reponer el proceso al estado de
la oposición a la admisión de las pruebas.
En este sentido, respecto a la subversión procesal ha dejado
establecido la Sala que:   ‘…los actos deben realizarse en la forma
prevista en este Código y en leyes especiales. Esta norma consagra
el principio de legalidad de las formas procesales, en aplicación del
cual la estructura del proceso, su secuencia y desarrollo está
preestablecida en la ley, y no es disponible por las partes o por el
juez subvertir o modificar el trámite ni las condiciones de modo,
tiempo y lugar en que deben practicarse los actos procesales…’   en
razón de ello no es dado al juez o las partes subvertir el orden
establecido en la Ley pues:  ‘…Las formas procesales no son
establecidas por capricho del legislador, ni persiguen entorpecer el
procedimiento en detrimento de las partes. Por el contrario, una de
sus finalidades es garantizar el ejercicio del derecho de defensa y un
desarrollo eficaz del proceso…’  (Vid. Sent. N° de fecha 29 de enero
de 2002, caso: Luis Ramón Araujo Villegas, contra Automóvil De
Korea, C.A., en el expediente No.-2001-000294)
En este mismo orden de ideas, si en el proceso se subvierte el orden
y este tiene como consecuencia la violación del derecho a la
defensa y al debido proceso, puede conllevar a la nulidad
establecida en el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil, y
consecuencialmente una eventual reposición de la causa.
Ahora bien, para que proceda la reposición de la causa esta debe
perseguir un fin útil, que lleve a restablecer un derecho
fundamental violentado por un acto procesal. Para ello debe el
recurrente explicar cómo le fue conculcado es derecho, en qué
momento y cómo le afectó, y si ello tiene una influencia decisoria
en la sentencia que se recurre, es decir, debe ser una subversión
trascendente e importante, pues de no ser así estaríamos ante una
inútil reposición, que está en contravención con la estabilidad de
los juicios. Por ello la nulidad, solo debe ser declarada por el juez
cuando se hayan menoscabado derechos como el de defensa y
debido proceso, o se haya violentado el orden público y siempre
que dichas fallas no puedan subsanarse de otra manera, lo que
deviene en que tal reposición debe tener una finalidad útil.
Al respecto, la Sala en sentencia N° 848, de fecha 10 de diciembre
de 2008, en el caso de Antonio Arenas y otros contra la Serviquim
C.A y otra, Exp. N° 2007-163, estableció:
(omissis)
Pues bien, en el presente caso no se desprende, que la infracción
procesal delatada haya causado indefensión alguna, ni de qué
manera pudo incidir en la sentencia recurrida, ni mucho menos que
ésta aun siendo procedente sea capaz de cambiar la decisión de la
litis, para que pueda tener utilidad la reposición de la causa; de lo
contrario, estaríamos ante un evidente desgaste de la jurisdicción,
que atenta contra el principio de estabilidad de los juicios, no
cumpliendo por ende con el requisito de utilidad de la reposición de
la causa, pues el recurrente no indica,   cómo pudo influir la
alegada subversión en el destino del juicio, y en qué momento
procesal se le impidió su mejor defensa . Esto es indispensable para
su procedencia, ya que el solo anuncio de quebrantamientos de
forma sin bases sólidas que lo sustenten no puede ser instrumento
para pretender la nulidad del proceso cumplido y donde las partes
hicieron uso de forma igualitaria, sin discriminación alguna, de las
defensas procesales y constitucionales que le otorga el Estado de
Derecho.
Por todo lo anteriormente expuesto se declara improcedente la
presente denuncia. Así se decide.
RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY
I
De conformidad con lo establecido en el ordinal 2°) del artículo
313 del Código de Procedimiento Civil en concordancia con el
artículo 320 eiusdem, la recurrente delata el primer caso de
suposición falsa, que –en su opinión- conllevó a la infracción por
falsa aplicación de los artículos 1346 y 1352 del Código Civil, y
por falta de aplicación del último aparte del artículo 260 del
Código de Comercio. Para fundamentar tal alegato, expresó lo
siguiente:
‘…A través de esta denuncia, nos proponemos combatir la
flagrante suposición falsa, que cometió el sentenciador, al
haber desnaturalizado varias cláusulas de los estatutos
sociales de GRUPO SAMP, C.A., haciéndolas producir un
efecto distinto de los en ellas previstos.
(…Omissis…)
La discusión medular que se ha librado en este juicio,
consiste en determinar si la convocatoria para celebrar la
asamblea de accionistas de fecha 27 de abril de 2012,
suscrita por una sola de las Administradoras de la
sociedad (…) debía considerase válida (…) en aplicación
de lo previsto en las cláusulas Décima Segunda y Décima
Tercera de los estatutos; o si por el contrario, dicha
convocatoria debía considerarse nula al no haber sido
suscrita por dos administradores, uno tipo ‘A’ y otro con
firma tipo “B” (…) de acuerdo a la cláusulas Vigésima
Primera de dichos estatutos.
(…Omisiss…)
En efecto: a objeto de declarar la nulidad de la
convocatoria efectuada, el Juez Superior realizó el
siguiente análisis…
(…Omissis…)
Como se observa (…) para poder concluir que la
convocatoria efectuada individualmente por la ciudadana
(…) en su carácter de administradora resultaba nula aún
cuando las cláusulas Décima Segunda y Décima Tercera
de los estatutos facultan a un administrador singular para
efectuar dicha convocatoria, la recurrida decidió indagar
lo que a su juicio sería la “verdadera voluntad de las
partes.
En efecto: una lectura integral de los estatutos de GRUPO
SAMP, C.A., y en particular, de sus cláusulas Sexta y
Octava, en conjunción con la cláusula Trigésima Cuarta
antes aludida revela que en esta compañía: (i) la
participación accionaria de los socios no está
equitativamente repartida (son tres socios, con
porcentajes disímiles), (ii) no existen distinta categorías
de accionistas, ya que no consagran derechos especiales
para determinados socios (todas las acciones son comunes
y nominativas, tienen el mismo valor, y por ende,
confieren a sus titulares los mismos derechos), y (iii)
tampoco existen acciones que se reserven el derecho de
designar a los administradores con firma tipo ‘A’ y a los
administradores tipo “B”.
En GRUPO SAMP, C.A., ocurre lo que sucede en la
generalidad de las sociedades mercantiles anónimas: ES
LA SIMPLE MAYORÍA DE LOS SOCIOS LA QUE
DESIGNA A TODOS LOS ADMINITRADORES, es decir,
tanto a los llamados administradores con firma tipo ‘A’,
como a los administradores con firma tipo ‘B’; mayoría
que está encarnada en la persona de la ciudadana
MIRIAM BENHAMU DE WOLINER, quien es titular de
57.500 acciones, representativas del 57,5 % del capital
social, y quien ostenta además el cargo de administrador.
Lógicamente, (i) como el capital social no está
equitativamente dividido entre los socios, (ii) como no
existen diversas categorías de accionista con derechos
preferentes, ya que todas las acciones confieren a sus
titulares los mismos derechos, y (iii) como ninguna acción
se reserva el particular derecho de designar a los
administradores tipo ‘A’ o a los administradores tipo ‘B’;
sino que por el contrario, todos los administradores son
nombrados por la mayoría accionaria (…) NO ES CIERTO
LO QUE AFIRMA EL SENTENCIADOR en el sentido de
que la intención de las partes, al establecer la existencia
de dos categorías |de administradores con firma tipo ‘A’ y
otros con firma tipo ‘B’ , tuviese por finalidad
controlarse unos a otros.
(…Omissis…)
A todo lo anterior hay que añadir que la existencia de
esas categorías de Administradores no puede impedir la
válida celebración de asambleas, mediante la frustración
caprichosa de las convocatorias por parte de algún
administrador con firma tipo ‘A’ o ‘B’ paralizando la
gestión social. Por el contrario: pensamos que en sana
lógica, debe privar el principio de las mayorías y el
interés supremo de la sociedad, propiciando la fluida
celebración de las asambleas mediante el mecanismo más
sencillo para realizar las convocatorias, y por ello es que
las Cláusulas Décima Segunda y Décima Tercera,
expresamente destinadas a regular la celebración de
asambleas, sólo aludan ‘al administrador’ en sentido
singular.
(…Omissis…)
Esa falsa suposición fue la que condujo al sentenciador a
concluir erróneamente ‘(…)  cuando en las cláusulas
décima segunda y décima tercera in comento, insertas en
el título que trata sobre asambleas, se menciona
‘administrador’ en sentido regular, debe entenderse que se
está refiriendo al órgano que tiene asignada la
competencia o función interna para convocar a asambleas
(…) y no al sentido de una sola persona o sujeto
individual considerado.’
Para fundamentar cabalmente la presente denuncia, a
continuación cumpliremos paso a paso la exigencia
técnica que esta sala tiene confeccionada para las
denuncias de esta especie (…) en los términos siguientes:
Hecho positivo y concreto que el Juez dio por
demostrado valiéndose de una suposición falsa :
El hecho falsamente supuesto por el sentenciador,
producto de la desnaturalización de la voluntad
contractual es el siguiente:
Que la intención de las partes, al establecer la
existencia de dos categorías de administradores,
uno con firma tipo ‘A’ y otros con firma tipo ‘B’
tuvo por finalidad   ‘controlarse los unos a los otros’
dada (…) la existencia de dos grupos accionistas
(…)”…
2)Indicación especifica del caso de suposición falsa a
que se refiere la denuncia :
La denuncia se refiere al   primer caso de suposición
falsa , pues el Juez atribuyó a las cláusulas Décima
Novena y Trigésima Cuarta de los estatutos sociales
de GRUPO SAMP, C.A., menciones que no contiene, lo
cual ocurrió al desnaturalizar las que si contienen,
haciéndoles producir efectos distintos de los en ella
previstos, efectos estos que, en todo caso, hubieran
producido otras menciones, que dicho instrumento
palmariamente no contiene.
En tal sentido, la desnaturalización de las cláusulas
Décima Novena y Trigésima Cuarta lo comete el
sentenciador cuando establece que la distinción que
en ellas se hace respecto a las dos categorías de
administradores que inicialmente se designaron en
pacto social, unos con firma tipo ‘A’ y otro con firma
tipo ‘B’, tuvo por finalidad controlarse uno al otro…
3)  Señalamiento del acta del expediente cuya lectura
patentice la suposición falsa :
La falsa suposición podrá constatarla la SALA al
descender al estudio de los estatutos sociales de
GRUPO SAMP, C.A., que cursan en autos, y en
particular, de la lectura concordada de sus cláusulas
Sexta, Octava, Décima, Novena y Trigésima Cuarta,
que deben luego ser contratadas con las cláusulas
Décima Segunda y Décima Tercera.
4)  Indicación y denuncia del texto inaplicado o
aplicado falsamente :
Como consecuencia de la desnaturalización o
desviación ideológica que cometió el Juez Superior,
éste aplicó falsamente los artículos 1346 y 1352 del
Código Civil, normas éstas que establecen,
respectivamente, (i) la acción de nulidad de los
contratos, (ii) la imposibilidad de confirmar un acto
nulo por falta de formalidades, y que no calzaban a
los hechos de autos, porque la convocatoria efectuada
individualmente por la Administradora (…) era
perfectamente válida a la luz de los estatutos sociales
de GRUPO SAMP, C.A., y consecuentemente, también
la asamblea celebrada.
Correlativamente, el sentenciador infringió, por falta
de aplicación, el último aparte del artículo 260 del
Código de Comercio, norma que establece la primacía
de los estatutos en torno a la adopción de las
decisiones de los administradores así:  ‘Cuando los
administradores son varios se requiere, para la validez
de sus deliberaciones, la presencia de la mitad de ellos,
por lo menos, si los estatutos no disponen otra
cosa (…)’  siendo que en este caso los estatutos de
GRUPO SAMP, C.A., ( en sus cláusulas Décima
Segunda y Décima Tercera) distan de lo previsto en la
Ley, estableciendo que la convocatoria a las
asambleas de accionistas corresponde hacerlas
individualmente al Administrador, en sentido singular,
tal como aquí ocurrió.
5)  Exposición de las razones que demuestran que la
infracción cometida fue determinante de la sentencia :
Es claro que las infracciones trascendieron al
dispositivo del fallo , porque sólo desnaturalizando
las cláusulas Décima Novena y Trigésima Cuarta de
los estatutos sociales de GRUPO SAMP C.A., y
afirmando falsamente que la distinción que en ellas se
hace respecto a las dos categorías de administradores
que inicialmente se designaron en el pacto social,
unos con firma tipo ‘A’ y otros con firma tipo ‘B’,
tuvo como finalidad   ‘ controlarse los unos a los
otros’ dada ‘ la existencia de dos grupos de
accionistas: el conformado por Miriam Benhamu
Chocron por un lado, y el conformado por Yamin y
Sion Benhamu Chocron por otro lado’   fue que pudo el
Juez Superior concluir que:’ (…) cuando en las
cláusulas décima segunda y décima tercera in
comento, insertas en el título que trata sobre las
asambleas, se menciona ‘al administrador’ en sentido
singular, debe entenderse que se está refiriendo al
órgano que tiene asignada la competencia o función
interna para convocar a asambleas, (…) y no en el
sentido de una sola persona o sujeto individualmente
considerado’,   razonamiento que utilizó el
sentenciador para declarar nula la convocatoria
suscrita individualmente por la ciudadana (…) para la
asamblea celebrada el día 27 de abril de 2012, al no
haber sido suscrita concurrentemente por otro
administrador con firma tipo ‘B’.
La norma que debió ser utilizada para resolver este
segmento de la controversia, es el artículo 260 del Código
de Comercio en su último aparte, pues, la primacía de los
estatutos que dicha norma consagra en torno a la
adopción de las decisiones por parte de los
administradores, habría conducido al Juez a declarar, al
amparo de las cláusulas Décimo Segunda y Décimo
Tercera de los estatutos del GRUPO SAMP,C.A., que la
convocatoria efectuada por la ciudadana (…) en su
carácter de administrador (sic) era perfectamente válida,
con lo cual el sentenciador habría declarado sin lugar la
demanda…’ (Resaltado del texto).
Para decidir, la Sala observa:
De conformidad con lo expuesto por el formalizante en su denuncia,
la sentencia impugnada incurrió en falso supuesto, al
desnaturalizar las cláusulas   décima novena y trigésima cuarta   que
rigen la sociedad mercantil Grupo Samp C.A., porque en su opinión
la alzada interpretó dándole un sentido diferente al que las partes
expusieron en el acta de asamblea constitutiva, tergiversando el
contenido del acta registral de dicha sociedad mercantil, lo que
ocasionó la falsa aplicación de los artículos   1.346 y 1.352 del
Código Civil, y falta de aplicación del artículo 260 del Código de
Comercio.
Pues bien, en referencia a lo denunciado la recurrida expuso lo
siguiente:
‘…Entonces, aun cuando en las cláusulas décima segunda
y décima tercera de los estatutos de Grupo Samp C.A. se
refiera al administrador en sentido singular, lo más
lógico es que las mismas sean interpretadas
armónicamente con el resto de las disposiciones
contractuales y no aisladamente, y así dárseles a cada
una el sentido que mejor convenga al contrato en su
totalidad.
Sucede entonces, que en la cláusula décima novena
estatutaria la voluntad de los accionistas fue la de que la
dirección, administración y representación de la
compañía estuviese a cargo de seis (6) ‘administradores’,
de los cuales unos tendrán firmas tipo ‘A’ y otros firmas
tipo ‘B’, y durarían diez (10) años en el ejercicio de sus
funciones salvo que sus nombramientos sean revocados
con anterioridad por la asamblea de accionistas.
En la cláusula vigésima estatutaria se indica que ‘los
administradores’ podrán ser accionistas o no de la
empresa.
En la cláusula vigésima segunda se consagra que ‘los
administradores’ actuando conjuntamente dos cualquiera
de ellos, pero con la combinación de las firmas tipo ‘A’ y
tipo ‘B’, podrán otorgar avales, fianzas y garantías de
cualquier clase a favor de la empresa.
En la cláusula vigésima tercera se indica que ‘los
administradores’, podrán delegar la administración de la
empresa en la persona de uno, dos o varios gerentes.
En la cláusula trigésima cuarta del acto fundacional se
designó como ‘administradores’ tipo ‘A’, a la accionista
(…). Esta designación, bueno es decirlo, da la idea de la
existencia de dos grupos de accionistas: el conformado
por Miriam Benhamu Chocron por un lado, y el
conformado por Yamin y Sion Benhamu Chocron por otro
lado, aunque las acciones de las cuales son titulares
tienen igual valor y confieren los mismos derechos, y
aunque no se haya establecido claramente cómo o a quien
corresponde la designación de las dos categorías de
administradores.
Pues bien, lo cierto del caso es que de la narración
anterior se desprende, claramente, que en varias
disposiciones contractuales se hace mención a los
administradores en sentido plural, y que estos deben
actuar conjuntamente no solo en funciones internas sino
también externas de la compañía.
Entonces, para quien aquí decide, conforme lo previsto en
el artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con lo previsto en el artículo 1.160 del
Código Civil, luce razonable comprender que la intención
real de las partes contratantes en el acto fundacional de
la compañía, fue la de supeditar la dirección y gestión de
la actividad social a un órgano colegiado, integrado por
seis (6) administradores, siendo necesario la
participación conjunta de al menos dos (2) de ellos para
decidir y acordar, entre otras cosas, la convocatoria a
asambleas, pero siempre atados uno que tenga firma tipo
‘A’ con otro que la tenga tipo ‘B’, y de esta manera
controlarse los unos a los otros. Es decir, lo que se
pretendió en los estatutos fue revestir de mayores
formalidades el régimen de convocatoria, pues si esto no
fuese así, no tendría sentido alguno y quedaría vaciado de
contenido el hecho de haberse distinguido expresamente
entre administradores tipo ‘A’ y tipo ‘B’ para
determinados actos, entre ellos el señalado en la cláusula
vigésima primera literal ‘F’, de convocar conjuntamente
las asambleas generales ordinarias o extraordinarias.  
Por otra parte, cuando en las cláusulas décima segunda y
décima tercera in comento, insertas en el título que trata
sobre las asambleas, se menciona “al administrador” en
sentido singular, debe entenderse que se está refiriendo al
órgano que tiene asignada la competencia o función
interna para convocar a asambleas, lo que además es un
imperativo legal, y no en el sentido de una sola persona o
sujeto individualmente considerado.
Por lo tanto, no comparte este operador jurídico el
argumento que formula la representación judicial de la
parte demandada, tanto en el escrito de contestación a la
demanda como en el escrito de informes de segunda
instancia, en cuanto a que los estatutos deben
interpretarse ‘desde la perspectiva que más facilite la
posibilidad de convocar y realizar las asambleas, y no
desde una perspectiva formalista, que dificulte y paralice
la toma normal de las decisiones’, pues ante tales
obstáculos, de ser el caso, la legislación mercantil
consagra los recursos y acciones que resultan idóneos
para darles solución. Como corolario de la precedente
deducción, las convocatorias para la celebración de
asambleas ordinarias o extraordinarias de la sociedad
mercantil Grupo Samp C.A., deben ser realizadas y
firmadas por al menos dos (2) de los miembros que
ejerzan el cargo de administrares, pero conjuntamente
uno de los que tenga firma tipo ‘A’ con otro de los que
tenga firma tipo ‘B’, para que de esta manera dichas
asambleas puedan considerarse válidamente constituidas
para sesionar y aprobar o improbar acuerdos. Esto se
refuerza por la importancia de la convocatoria cuando se
pretende realizar una asamblea general de accionistas, ya
que ella constituye el órgano supremo de la sociedad
mercantil en la cual se expresa su voluntad, por lo que
soslayar o relajar el cumplimiento de las formalidades
establecidas en los estatutos, resulta determinante en el
quebrantamiento del orden societario; así se decide.-
Establecido lo anterior, debemos mencionar que la
convocatoria a las asambleas es el acto mediante el cual
se llama a los accionistas de la sociedad mercantil para
que acudan, en la fecha y hora fijadas previamente, a la
reunión de la asamblea, bien ordinaria bien
extraordinaria; debiendo dicha convocatoria expresar el
objeto de la reunión, so pena de nulidad de la asamblea
en cuya convocatoria se hubiere deliberado sobre un
objeto no expresado en ésta. ‘La celebración de la
asamblea debe estar precedida de una convocatoria, salvo
el caso de la asamblea universal o totalitaria, esto es
cuando se encuentre presente la totalidad del capital
social; advirtiéndose que los vicios formales en que se
incurra al momento de convocar la asamblea, constituyen
causal de impugnación e invalidez de lo que
posteriormente en ella se delibere y acuerde. En efecto,
para que la convocatoria tenga validez se requiere que
haya sido convocada por la persona señalada en los
estatutos; que se indique con precisión las materias a
deliberar; y se exprese el lugar, día y hora de la reunión.
Si faltare alguno de estos requisitos la convocatoria no
tendrá validez…’.
En este mismo orden de ideas, a los jueces de instancia le es dada
la interpretación de los contratos y deben hacerlo de acuerdo a lo
realmente expresado por los contratantes, sin desnaturalizar su
contenido ni tergiversarlo.
Al respecto, esta Sala de Casación Civil, en sentencia N° 294, de
fecha 11 de octubre de 2001, reiterada, entre otras, en sentencia N°
288, de fecha 31 de mayo de 2005, caso: Elide Rivas contra Gloria
La Madriz de Arenas y otro, señaló lo siguiente:
‘...En sentencia de fecha 11 de marzo de 1992, expresó la
Sala: ‘La interpretación de los contratos, de acuerdo a
reiterada doctrina de esta Sala, es de la soberanía de los
jueces de instancia , y la decisión que al respecto ellos
produzcan, sólo será atacable en Casación por denuncia
de error en la calificación del contrato, error éste de
derecho, o por suposición falsa.’ Ahora bien, ha admitido
esta Corte la casación por desnaturalización de una
mención contenida en el contrato, que conduciría a que la
cláusula establecida en el mismo, produzca los efectos de
una estipulación no celebrada. El límite entre la soberana
interpretación del contrato y la tergiversación o
desnaturalización de la voluntad contractual está
constituido por la compatibilidad de la conclusión del
juez con el texto de la mención que se interpreta.  Si el
establecimiento de los hechos por el Juez es compatible
con la expresión de la voluntad de las partes, estamos en
la esfera de la interpretación; si, por el contrario, la
conclusión del sentenciador no es compatible con el texto,
estaríamos en presencia de una desnaturalización del
contrato .  En aplicación de la doctrina transcrita, la Sala
establece que la desviación ideológica cometida por el
juez en la interpretación de los contratos, sólo puede ser
atacada mediante el primer caso de suposición falsa...’
(Resaltado de la Sala).
En razón de la naturaleza de la denuncia y a fin de verificar si la
recurrida incurrió en la tergiversación al interpretar el acta
constitutiva de la sociedad mercantil Grupo Samp C.A., la Sala
desciende a las actas procesales de conformidad con lo establecido
en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, y se puede
observar que riela a los folios 47 al 53 el acta constitutiva de la
sociedad de comercio Grupo Samp C.A., y seguidamente pasará al
análisis de  las cláusulas décima segunda, décima tercera y
vigésima segunda las cuales estipulan la forma de convocar las
asambleas ordinarias y extraordinarias de la mencionada sociedad
de comercio.
En este mismo orden de ideas tenemos en primer lugar que la
cláusula décima segunda regula que:
‘…Las reuniones de las Asambleas de Accionistas son
Ordinarias o Extraordinarias. Las Asambleas Ordinarias
deberán reunirse en el mes de marzo de cada año, a los
fines enumerados en el artículo 275 del Código de
Comercio. Las Asambleas Extraordinarias se reunirán
cada vez que lo ameriten los intereses de la Empresa,
y  serán convocadas por intermedio del Administrador, a
su requerimiento, a solicitud del Comisario   o de un
numero de accionistas que represente por lo menos la
quinta parte (1/5) parte del Capital Social…’.(Resaltado
de la Sala)
Mientras que la cláusula décima tercera indica:
‘…Las Asambleas tanto Ordinarias como Extraordinarias,
serán convocadas por el Administrador de la
Compañía   mediante publicación hecha por la prensa, por
carta o por telegrama dirigido directamente a cada
accionista, con cinco (5) días de anticipación por lo
menos al día fijado para la reunión...’
Por su lado la cláusula vigésima primera establece:
‘…Los administradores, actuando conjuntamente uno de ellos de
la firma tipo   ‘A’ con otro de la firma tipo ‘B’ , tienen los
más amplios poderes de Administración, Disposición y
Representación de la Compañía y, en especial entre otras
se les confieren las siguientes   atribuciones: (…)
F.-  Convocar a las Asambleas Generales Ordinarias
o   Extraordinarias, de conformidad a lo dispuesto por
este   Documento Constitutivo y ejecutar las decisiones tomadas
en dichas Asambleas …’(Resaltado de la Sala).
De las anteriores cláusulas antes transcritas se verifica, que la
recurrida no interpretó las clausulas del documento contentivo
estatutario de la Sociedad Mercantil Grupo Samp C.A., de acuerdo
al espíritu de la norma individual,   pues de ella se puede
evidenciar   en las cláusulas décima segunda y décima tercera, la
facultad de los administradores de convocar las Asambleas de
Accionistas, sin distinguir en tales convocatorias, que deben partir
de Administradores con firma tipo ‘A’ o ‘B’ sino más bien es una
atribución genérica que puede ser llevada a cabo incluso por un
administrador.
Es decir que le es facultativo a los administradores actuando de
manera individual o conjunta la convocatoria a las asambleas
ordinarias o extraordinarias, siempre que se haya convocado a los
accionistas a través de aviso de prensa o telegrama con cinco días
de anticipación.
Pues bien, de la minuciosa revisión del contenido del acta
constitutiva de la sociedad mercantil Grupo Samp C.A., en su
cláusula décima segunda se verifica que las  ‘…reuniones de las
Asambleas de Accionistas son Ordinarias o Extraordinarias…’   y que
ellas ‘…serán convocadas por intermedio del Administrador
mediante publicación hecha por la prensa, por carta o por telegrama
dirigido directamente a cada accionista, con cinco (5) días de
anticipación por lo menos al día fijado para la
reunión...’.   Concordadamente con la cláusula décima tercera que
establece:   ‘…Las Asambleas tanto Ordinarias como Extraordinarias,
serán convocadas por el Administrador de la Compañía…’,  del
mismo modo según la cláusula vigésima primera están
facultados:  ‘…Los administradores, actuando conjuntamente uno de
ellos de la firma tipo ‘A’ con otro de la firma tipo ‘B’…’ para ‘…
Convocar a las Asambleas Generales Ordinarias o
Extraordinarias…’.
A fin de verificar si se cumplió con este requerimiento primordial
para la convocatoria de la Asamblea Extraordinaria de Accionistas
cuya nulidad se pretende, la Sala desciende a las actas procesales
específicamente al folio 355 de la pieza 1 de 2, que contiene un
aviso de prensa del diario El Universal de fecha 13 de abril de
2012 que en su contenido textualmente dice:
‘…PRIMERA CONVOCATORIA
ASAMBLEA EXTRAORDINARIA DE ACCIONISTAS
GRUPO SAMP, C.A..
De conformidad a lo establecido en las Cláusulas Décima
Segunda y Décima Tercera de los Estatutos Sociales de la
sociedad mercantil   GRUPO SAMP, C.A., (…) se convoca
a todos los accionistas de la compañía para la
celebración de una   ASAMBLEA EXTRAORDINARIA ,
que tendrá lugar el día   viernes 27 de abril de 2012 a las
once de la mañana (11 am )   en la sede social de la
compañía (…) cuyo objeto es el siguiente:   PRIMERO :
Considerar y resolver sobre la designación de los
administradores de la sociedad.   SEGUNDO   Considerar y
resolver sobre la designación del comisario de la
sociedad.
Miriam Mary Benhamu
Administrador …’
De la anterior transcripción se colige que la asamblea
extraordinaria objeto de la presente querella fue convocada con
catorce días de anticipación y lo hizo la administradora de la
sociedad mercantil Grupo Samp C.A., es decir que dicha
convocatoria cumple con los extremos contenidos en la cláusula
décima tercera lo que determina que está ajustado a ella. Es
evidente que esto colisiona de manera abrupta con lo decidido por
la recurrida cuando señala que:   ‘…luce razonable comprender que
la intención real de las partes contratantes en el acto fundacional de
la compañía, fue la de supeditar la dirección y gestión de la
actividad social a un órgano colegiado, integrado por seis (6)
administradores, siendo necesario la participación conjunta de al
menos dos (2) de ellos para decidir y acordar, entre otras cosas, la
convocatoria a asambleas, pero siempre atados uno que tenga firma
tipo ‘A’ con otro que la tenga tipo ‘B’, y de esta manera controlarse
los unos a los otros. Es decir, lo que se pretendió en los estatutos
fue revestir de mayores formalidades el régimen de
convocatoria…’ ,  ya que si bien es cierto la cláusula vigésima
primera expresa que existen dos tipos de administradores uno tipo
A y otro B y que ellos tienen amplios poderes de representación y
pueden convocar conjuntamente las asambleas de accionistas sean
estas ordinarias o extraordinarias, ello no excluye que un
administrador actuando de forma individual, pueda hacerlo. Por el
contrario las cláusulas décima segunda y décima tercera lo habilita
a convocar dicha asamblea, aunado a ello, es más grave la
conclusión a la que llega, la recurrida cuando señala que esta
distinción de administradores A y B, se hace para controlarse entre
sí, sin que ello haya sido establecido en ninguna cláusula, lo que
comprueba  que la conclusión a la que llegó el juez de alzada no es
congruente con el texto de la cláusula sometida a su interpretación .
En este mismo orden de ideas, según la reiterada doctrina de la
Sala, la interpretación de los contratos, es de la soberanía de los
jueces de instancia quien en su labor interpretativa analiza de
manera global las situaciones fácticas, subsumiendo dentro de la
normativa aplicada al caso concreto, para concluir con una
sentencia que conlleve a la realización de la justicia, utilizando
para ello el razonamiento jurídico que es   ‘…la actividad intelectual
discursiva (cognoscitiva y volitiva) (…) dirigida a interpretar (…)
las normas de un ordenamiento jurídico-positivo dado y, en
consecuencia, a determinar su pertenencia para fundar y justificar
una decisión jurídica…’,  (Pelzold Hermann, ediciones UCAB, 2008,
pag.39), por ello está investido para interpretar la norma sea esta
general o individualizada pero debe hacerlo apegado al espíritu del
texto de lo que norma establece en el caso concreto de lo acordado
por los accionistas de la sociedad mercantil Grupo Samp C.A., en
su documento constitutivo específicamente en las cláusulas décima
segunda, décima tercera y vigésima primera.
Pues bien, es meridianamente palmario que la recurrida hizo una
interpretación errónea del contenido de las referidas cláusulas
tergiversando su contenido para concluir desnaturalizando el
significado de estas, por lo que no interpretó el sentido y alcance
de dichas cláusulas societarias, lo que conllevo a declarar la
nulidad de la Asamblea Extraordinaria de la sociedad mercantil
Grupo Samp C.A., de fecha 27 de abril de 2012, y en consecuencia
a la falsa aplicación de los artículos 1.346 y 1.352 del Código
Civil, y por falta de aplicación del artículo 260 del Código de
Comercio tal como fue delatado. Así se establece.
En consecuencia, y en virtud de los razonamientos precedentemente
se declara la procedencia de la denuncia bajo análisis. Así se
decide.
Al encontrarse procedente la denuncia por infracción de ley, el
recurso de casación será declarado con lugar en el dispositivo del
fallo. Así se decide .” (Resaltados del fallo original).
 
III
DE LA COMPETENCIA
Corresponde a esta Sala pronunciarse sobre su competencia para conocer de la
solicitud de revisión de la sentencia que se analiza y para ello realizará varias
observaciones que se desarrollan a continuación.
El artículo 336, numeral 10, de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, establece dentro de las facultades atribuidas en forma exclusiva a la Sala
Constitucional, en concordancia con el artículo 25, numeral 10 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia, la de velar y garantizar la supremacía y efectividad de
las normas y principios constitucionales, a los fines de custodiar la uniformidad en la
interpretación de los preceptos fundamentales, además de la jurisprudencia vinculante
de la Sala Constitucional en interpretación directa de la Constitución y en resguardo de
la seguridad jurídica.
De tal modo que, se atribuye a esta Sala la competencia para que, a través de un
mecanismo extraordinario, pueda revisar las decisiones definitivamente firmes dictadas
por los tribunales de la República (artículo 25.10 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia), incluyendo la de las demás Salas del Tribunal Supremo de
Justicia (artículo 25.11 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia), cuya
potestad ejerce de forma limitada y restringida, en aras de evitar un arbitrario
quebrantamiento de la cosa juzgada.
Ahora bien, visto que en el caso de autos se solicitó la revisión de la sentencia
N° RC-000228, dictada el 11 de abril de 2016, por la Sala de Casación Civil del
Tribunal Supremo de Justicia, que se encuentra definitivamente firme, es por lo que se
considera competente esta Sala para conocer de la presente solicitud. Así se declara.
IV
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
            Llevado a cabo el estudio del expediente, la Sala pasa a decidir y en tal sentido
observa:
Resulta conveniente reiterar que la facultad revisora que le ha sido otorgada a
este órgano jurisdiccional por la Carta Magna, tiene carácter extraordinario y sólo
procede en los casos de sentencias definitivamente firmes; su finalidad primordial es
garantizar la uniformidad en la interpretación de normas y principios constitucionales y
en ningún momento debe ser considerada como una nueva instancia.
En el presente caso, denunciaron los solicitantes de revisión que el fallo N° RC-
000228, dictado el 11 de abril de 2016 por la Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia, que declaró con lugar el recurso de casación interpuesto por la
sociedad mercantil Grupo Samp, C.A. contra la sentencia dictada por el Juzgado
Superior Sexto en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas el 13 de abril de 2015 que declaró con lugar
la demanda de nulidad de asamblea interpuesta por los hoy solicitantes, violó, según
afirmaron, los derechos a la tutela judicial efectiva, al debido proceso, a la seguridad
jurídica, a la confianza legítima, a la asociación, a la libertad económica y a la
propiedad. Del mismo modo, señalaron que se alejó de las reglas de la interpretación de
los contratos y no fue integradora, sistemática y teleológica, y contrarió lo establecido
en el artículo 227 del Código de Comercio, tergiversando el contenido de las cláusulas
del contrato, violando el criterio establecido por la Sala de Casación Civil en relación a
la interpretación de los contratos, según el cual solamente puede conocer cuando se
produce un vicio de suposición falsa, vulnerando la confianza legítima.
Así las cosas, observa la Sala que los peticionarios denunciaron unas supuestas
infracciones constitucionales y jurisprudenciales imputables a la decisión antes
mencionada, por lo que se debe señalar que la revisión de sentencias no constituye una
tercera instancia y que dicha facultad le ha sido otorgada a esta Sala Constitucional
sobre las sentencias definitivamente firmes que hayan sido dictadas por las demás Salas
de este Tribunal o por los demás tribunales o juzgados del país que, de manera evidente,
hayan incurrido en error grotesco en cuanto a la interpretación de la Constitución, o que
sencillamente hayan obviado por completo la interpretación de la norma constitucional
y que el fin fundamental es la unificación de criterios y principios constitucionales.
Al respecto, la Sala aprecia que el iter procesal comenzó con la interposición de
una demanda de nulidad de asamblea interpuesta por los hoy solicitantes, siendo
declarado con lugar dicha demanda tanto en primera como en segunda instancia, motivo
por el cual fue recurrida la decisión del ad quem a través del ejercicio del recurso de
casación.
De esta manera, la Sala de Casación Civil al conocer del recurso de casación
interpuesto en contra de la anterior sentencia declaró mediante decisión N° RC-000228,
dictada el 11 de abril de 2016, con lugar el recurso de casación interpuesto por la
sociedad mercantil Grupo Samp, C.A., contra la sentencia dictada por el Juzgado
Superior Sexto en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas el 13 de abril de 2015 que declaró con lugar
la demanda de nulidad de asamblea.
De este modo, alegaron los solicitantes que la Sala de Casación Civil erró en su
sentencia al considerar que es falso que la interpretación efectuada por los tribunales de
instancia desnaturalizó la verdadera voluntad de los asociados establecida en los
estatutos constitutivos y contrarió lo establecido por las sentencias de instancia, con lo
cual se alejó de las reglas de la interpretación de los contratos y no fue integradora,
sistemática y teleológica, así como contraría lo establecido en el artículo 227 del Código
de Comercio, tergiversando el contenido de las cláusulas del contrato, vulnerando con
ello los derechos y principios antes señalados, así como violando el criterio establecido
por la propia Sala de Casación Civil en relación a la interpretación de los contratos, ya
que en ningún momento se dio un vicio de suposición falsa (artículo 313.2 del Código
de Procedimiento Civil).
Esta Sala observa que los recurrentes ante la Sala de Casación Civil sí alegaron
el vicio de suposición falsa de conformidad con la doctrina de dicha Sala, tal como se
puede ver en la denuncia efectuada por infracción de ley, indicando al respecto la Sala
de Casación Civil que “De conformidad con lo establecido en el ordinal 2°)
del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil en concordancia con
el artículo 320 eiusdem,   la recurrente delata el primer caso de
suposición falsa , que –en su opinión- conllevó a la infracción por falsa
aplicación de los artículos 1346 y 1352 del Código Civil, y por falta de
aplicación del último aparte del artículo 260 del Código de Comercio.
Para fundamentar tal alegato, expresó lo siguiente: ” (subrayado de esta
Sala).
En tal sentido, el pronunciamiento que efectuó la Sala de Casación Civil fue
conforme a derecho y a su doctrina reiterada, sin incurrir en el vicio y violaciones
delatadas. Así se decide.
Igualmente, se debe destacar que aunque ciertamente se puede considerar que la
Sala de Casación Civil incurrió en una errónea interpretación de las cláusulas
constitutivas y estatutarias de la empresa Grupo Samp, C.A., y que las interpretaciones
realizadas por los tribunales de instancia fueron las acertadas, sobre todo al observar que
las cláusulas vigésima primera y vigésima segunda resaltan en negrilla que la
administración de la empresa debe ser de manera conjunta entre un administrador con
firma tipo “A” con uno tipo “B”, de lo cual se desprende que esa es la verdadera
voluntad de los accionistas, no es menos cierto que los hoy solicitantes en revisión
igualmente indicaron que el 13 de abril de 2012, se había realizado una primera
convocatoria “ilegal” de accionistas efectuada únicamente por parte de Miriam Mary
Benhamú de Woliner, para el 27 de abril de 2012, siendo que esa ciudadana de manera
unilateral suscribió el acta de asamblea extraordinaria de accionistas, indicando que
actuaba en su propio nombre y “supuestamente” en representación de Sión Daniel
Benhamú Chocrón (firma tipo “B”), según un poder general que se le había dado en
1982, alegando el hoy solicitante que eso se realizó de manera írrita y contraria a la
voluntad de su supuesto representado.

En tal sentido, se debe señalar que el mandato y entre ellos los poderes, de
conformidad con el artículo 1.684 del Código Civil, son contratos por el cual una
persona se obliga gratuitamente, o mediante salario, a ejecutar uno o más negocios por
cuenta de otra, que la ha encargado de ello, siendo que cuando son mandatos generales
no comprende más que los actos de administración (artículo 1.688 eiusdem), debiendo
siempre actuar como un buen padre de familia y dentro de los límites del mandato
(artículos 1.692 y 1.698 ibidem) y que de lo contrario el mandatario incurre en una serie
de responsabilidades de las cuales debe responder (artículo 1.693 eiusdem). Además el
Código Civil establece los modos de extinción de los mandatos, indicando la
revocación, la renuncia del mandato, la muerte, la interdicción, la quiebra o cesión de
bienes del mandante o del mandatario y la inhabilitación del mandante o mandatario
(artículo 1.704 ibidem).

En el presente caso, uno de los solicitantes de revisión, Sión Daniel Benhamú,


reconoció haber otorgado un mandato, el cual no alega haber revocado nunca, a pesar de
que lo podía hacer en cualquier momento o sustituirlo por otro, ni que haya existido
renuncia de la mandataria (artículos 1.706 a 1.709 del Código Civil), siendo que los
mandatos, salvo establecimiento expreso en el mismo, no tienen un lapso de duración,
con lo cual, el argumento esgrimido de que el mandato fue otorgado en 1982, como si
con ello existiera una especie de prescripción o caducidad no es procedente para
fundamentar la solicitud de revisión de la presente causa, razón por la cual se debe
declarar no ha lugar. Así se decide.

OBITER DICTUM
Finalmente, esta Sala no deja de observar la alta cantidad de casos y situaciones
que se presentan en relación a la cantidad de acciones de amparos y solicitudes de
revisión vinculadas a las nulidades de asambleas de accionistas, en las que un solo
accionista realiza convocatorias de Asambleas de Accionistas Extraordinarias (incluso
sin tener facultades para convocar a dichas asambleas valiéndose solamente de su
condición de socio), para efectuar cambios en la composición accionaria de la empresa
(donde un accionista minoritario aumenta capital para pasar a ser mayoritario), realizar
aumentos de capital, designar administradores, establecer las facultades de ciertos
administradores, o crear administradores únicos excluyendo a los demás, entre otras
actividades y decisiones que se realizan y toman en esas asambleas.
Incluso, se han efectuado dichas convocatorias a través de medios impresos de
poca circulación o consulta, siendo que tales publicaciones de las convocatorias deben
ser hechas por la prensa, en periódicos (artículo 277 del Código de Comercio), por lo
que no puede hacerse en una revista de publicación mensual, debiendo ser interpretada
esta norma como que exige que el periódico tenga circulación o que la publicación se
haga “en uno de los periódicos de más circulación” como lo establece el artículo 253 del
Código de Comercio, completándose así la mens legis, ya que el legislador no pudo
haberse referido a un periódico de escasa circulación, ya que la finalidad es poner en
conocimiento a los interesados, que no están al tanto de la convocatoria para que puedan
hacer valer sus derechos, de allí que la convocatoria ha de hacerse en la prensa diaria, de
tipo general, lo cual excluiría a algunos medios de gran difusión que no circulan los
domingos o prensa especializada, por lo que han de publicarse en dos diarios de
reconocida circulación nacional y de mayor consulta, que por su tiraje garanticen en
mayor medida la posibilidad de lectura.
Lo anterior debe ir a la par de lo establecido en el Código de Comercio, en
relación a la forma de convocatoria personal por correspondencia (carta certificada),
convocatoria a la cual tiene derecho “todo accionista”, haciendo elección de domicilio y
depositando en la caja de la compañía el número de acciones necesarias para tener un
voto en la asamblea (artículo 279 del Código de Comercio), así como de los demás
sistemas de convocatoria directos a los accionistas establecidos en el documento
constitutivo que incorporan, en ocasiones que se realice a través de carta certificada,
telegrama, telex, fax u otras formas de remisión de mensajes, pero estos modos de
convocar no pueden funcionar sino en empresas de pocos socios, ya que su instauración
en sociedades de grandes dimensiones, como las que recurren a la oferta pública sería
una fuente de dificultades, ante lo cual, para una gran difusión, el anuncio puede ser por
Internet en la página web de la sociedad, aunque la publicación por la prensa es de
inexcusable cumplimiento. En este sentido se ha pronunciado la Sala de Casación Civil
del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia N.° 42, del 9 de marzo de 2010
(caso: Alfredo Capriles Ponce) y en sentencia dictada el 22 de octubre de 2009, con
ponencia de la Magistrada Yris Armenia Peña Espinoza, en el expediente No. 2008-
000675.
De allí, que de conformidad con los artículos 277 y 279 del Código de Comercio
y lo anteriormente señalado, el incumplimiento por parte de los administradores de
realizar la notificación de los accionistas de conformidad con los estatutos sociales y el
Código de Comercio, hace objetable la convocatoria realizada para la celebración de la
asamblea de accionistas. Aquellas cláusulas estatutarias que impliquen una limitación o
perjuicio de los derechos de los socios o accionistas de ser informados de la celebración
de las asambleas, deben ser interpretadas en beneficio de los derechos de los
accionistas, a los fines de que se les garantice una adecuada y oportuna información, de
manera que los socios están obligados a cumplir las condiciones y reglas establecidas,
tanto en los estatutos sociales de la empresa como en el Código de Comercio, para
realizar la convocatoria de los restantes socios para la celebración de la asamblea de
accionistas, para de esta manera garantizar a los socios que tengan la información
necesaria para que asistan, preparen sus observaciones respecto a los asuntos que se
tratarán, y ejerzan sus derechos de socios, ya que la convocatoria tiene por objeto
proteger los intereses propios de los mismos.
La finalidad de la convocatoria es informar de manera oportuna a los socios que
se celebrará una asamblea de socios para deliberar sobre determinadas materias y
adoptar los acuerdos a que haya lugar, por lo que la forma y contenido de la
convocatoria debe ser apta para cumplir tal finalidad, consistiendo el principio general
en que la convocatoria debe ser pública y al efecto lo más común es la utilización de la
prensa, siendo que los estatutos pueden determinar órganos de prensa específicos en los
cuales habrán de publicarse las convocatorias, siempre y cuando reúnan las condiciones
antes señaladas; en cuyo caso será presupuesto de validez de la convocatoria la
utilización de esos determinados órganos de publicidad y no cualquier otro; por lo cual
debe considerarse no hecha la convocatoria publicada en un órgano que no llene los
requisitos exigidos por el documento constitutivo o los estatutos sociales, el Código de
Comercio y el presente fallo. La convocatoria es un aviso con un contenido mínimo que
debe permitir al accionista enterarse de que en un lugar, día y hora determinados tendrá
lugar una reunión de accionistas en la cual se va a deliberar y decidir sobre asuntos
concretos.
También la convocatoria debe enunciar el objeto de la reunión, por lo que toda
deliberación sobre un objeto no expresado en ella es nulo (artículo 277 del Código de
Comercio), por lo que el objeto debe indicarse de modo específico, no de manera
genérica. Además del objeto u orden del día, la convocatoria debe expresar el día, la
hora, la sede y el lugar en el que se reunirá la asamblea, ya que de otra manera, existiría
imprecisión acerca de un elemento de información importante para los accionistas, ya
que la finalidad del aviso es informar, por lo que la información debe ser suministrada
en forma clara, directa y expresa, de lo contrario sería nula dicha convocatoria, ya que la
forma y contenido de la convocatoria debe ser apta para cumplir tal finalidad de
información completa, suficiente y oportuna al realizarse en un tiempo adecuado y a
través de medios adecuados para que se dé la efectiva notificación de los socios.
Por lo tanto, la Sala debe dejar establecido que la creación, en los estatutos
sociales de las sociedades mercantiles, de requisitos distintos a los previstos en el
Código de Comercio respecto a la convocatoria de los socios o accionistas para la
celebración de las asambleas, debe realizarse con el propósito de fortalecer el régimen
de convocatoria previsto en el mismo y no para limitar o perjudicar el derecho de los
socios o accionistas de ser informados con las garantías suficientes que le permitan
conocer con antelación el día, lugar, hora y objeto a tratar en la asamblea, lo cual sólo
puede lograrse mediante el establecimiento de un medio adecuado de convocatoria que
sea lo más claro y eficiente posible, que no represente dudas de su idoneidad como
instrumento capaz de garantizar el derecho de ser informado de la convocatoria que
tienen los socios o accionistas de las sociedades mercantiles, habida consideración que
las nuevas tecnologías han desarrollado medios de información distintos a los previstos
en el Código de Comercio y que son capaces de garantizar una convocatoria segura y
confiable. Por lo que, aquellas cláusulas estatutarias que impliquen una limitación o
perjuicio de los derechos de los socios o accionistas de ser informados de la celebración
de las asambleas, deben ser interpretadas en beneficio de los derechos de los
accionistas, a los fines de que se les garantice una adecuada y oportuna información,
para evitar que a través de la creación de estas cláusulas se establezcan medios a través
de los cuales se constituyan asambleas sin el conocimiento de los socios o accionistas
que den la apariencia de haber cumplido formalmente con el requisito de la
convocatoria, pero que en realidad lo que se persigue es evitar que se informe realmente
de la celebración de una asamblea a determinados socios o accionistas.
De allí que, de ahora en adelante se han de convocar a los accionistas de manera
concurrente según lo establecido en los artículos 277 y 279 del Código de Comercio y
lo establecido en los estatutos y documento constitutivo, salvo en aquellas sociedades
mercantiles que coticen en la bolsa o realicen oferta pública de acciones o tenga más de
quince accionistas, siendo que a las últimas se podrá notificar por correo electrónico
certificado, con firma electrónica certificada y a través de la página de interntet de la
sociedad mercantil.
Igualmente, en materia de franquicia internacional y de consorcios
internacionales, entre otros, donde los nuevos franquiciados o consorciados no discuten
las cláusulas del contrato, sino que se adhieren al contrato, y para éstos (franquiciados o
consorciados) se trata de un nuevo contrato, pueden establecerse formas de notificación
de convocatorias distintas a las previstas en el Código de Comercio venezolano pues
para la formación del contrato se aplica el derecho extranjero, aunque las mismas
funciones dentro del territorio de la República Bolivariana de Venezuela.
El incumplimiento de todo lo anterior implicaría que cualquier actuación
contraria a lo establecido anteriormente, faculta al juez a dictar cualquier medida
cautelar nominada o innominada que permita garantizar los derechos de los posibles
afectados, siempre y cuando estas no impliquen un abuso de derecho de los posibles
afectados o de las facultades del juez, teniendo en cuenta que la Sala Constitucional ha
señalado es que el juzgador no puede declarar una junta administradora ad hoc, ya que
ello escapa de sus facultades cautelares.
Visto lo anterior, se ordena publicar el presente fallo en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, la Gaceta Judicial y la página de internet del
Tribunal Supremo de Justicia, cuyo sumario será “Criterio vinculante sobre modo de
convocatoria de las asambleas de accionistas” a los fines de hacer extensivo el
conocimiento de esta sentencia, cuya aplicación es a partir de la publicación del
presente fallo.
 
DECISIÓN
 
Por las razones que antes fueron expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad
de la ley, declara:
 PRIMERO: NO HA LUGAR la solicitud de revisión interpuesta por los
ciudadanos YASMÍN BENHAMÚ CHOCRÓN y SIÓN DANIEL BENHAMÚ
CHOCRÓN, de la sentencia N° RC-000228, dictada el 11 de abril de 2016, por la Sala
de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia.
SEGUNDO: Se ORDENA publicar el presente fallo en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, la Gaceta Judicial y la página de internet del
Tribunal Supremo de Justicia, cuyo sumario será “Criterio vinculante sobre modo de
convocatoria de las asambleas de accionistas” a los fines de hacer extensivo el
conocimiento de esta sentencia.
Publíquese, regístrese y notifíquese del presente fallo a la Sala de Casación Civil
del Tribunal Supremo de Justicia; al Juzgado Superior Sexto en lo Civil, Mercantil,
Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas y
al Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas. Cúmplase lo ordenado.
Archívese el expediente.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 09 días del mes de diciembre de dos mil
dieciséis (2016). Años: 206º de la Independencia y 157º de la Federación.
La Presidenta de la Sala,
 
 
GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO
El Vicepresidente,
 
 
                   ARCADIO DELGADO ROSALES
Los Magistrados,
 
 
CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
 
 
JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER
 
 
CALIXTO ORTEGA RÍOS
 
 
LUIS FERNANDO DAMIANI BUSTILLOS
 
 
 
 
LOURDES BENICIA SUÁREZ ANDERSON
                              Ponente
 
El Secretaria (T),
 
DIXIES J. VELÁZQUEZ R.
 
 
 
 
 
Exp. N° 16-0826
LBSA/
 

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