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Profesorado Universitario

Seminario de Análisis Sociopolítico de la Educación


Mgter. Nidia Piñeyro

Documento Nº 1

Educación y trabajo en el contexto de la globalización

Esta ficha de cátedra tiene como propósito introducir al estudiante del seminario en uno de los
debates generados en Ciencias Sociales a raíz del surgimiento y consolidación de un proceso
económico, político y cultural conocido con el nombre de globalización. De los múltiples
aspectos o dimensiones que pueden estudiarse en este período (1945 y hasta la actualidad) el
documento hace especial referencia a la relación educación y trabajo. Para contextualizarla se
utilizó como insumo principal el artículo “Educación, globalización y empleo” (Piñeyro y
Barbetti, 2002) y, para abordar las transformaciones, explicaciones y tendencias del mundo
laboral y los factores que inciden en su aumento o disminución, se elaboró una síntesis del
artículo “Heterogeneidad estructural, calidad de los empleos y niveles educativos de la fuerza de
trabajo en la Argentina post reformas estructurales” (Salvia y Vera, 2013).

La ficha tiene tres apartados cuya lectura debiera saldar la comprensión de las siguientes
cuestiones: concepto de globalización y características principales; noción de empleo y
clasificaciones por sectores y segmentos; papel de la educación en el acceso al empleo según
distintas posturas y recomendaciones políticas derivadas de cada una de ellas, identificando con
claridad la que sostienen los autores del artículo sintetizado.

1. Globalización: definición y características

Entendemos por globalización a un proceso de integración económica mundial. No es nuevo ni


se dio de manera instantánea, sino que es el resultado de marchas y retrocesos, y en tal sentido,
podemos decir que se configuró en etapas separadas entre sí por períodos variables.

La primera mundialización data de la constitución del Imperio Romano. La segunda, signada


por el descubrimiento de nuevos continentes, es la que se vivió durante los siglos XIV y XV. La
tercera, en el siglo XIX, es más conocida como Revolución Industrial y se caracterizó por el
auge del mercantilismo y del sistema democrático como forma de gobierno en Occidente. De
estas mundializaciones previas han quedado como experiencia para la actual: la liberación del
comercio, la apertura de nuevos mercados, el aumento en la transferencia de capitales y las
grandes migraciones (Alfonso, 2000).

Aunque la complejidad del fenómeno exige el detalle de múltiples aspectos, por la extensión y
el objetivo de este trabajo señalaremos solamente las características vinculadas al mundo del
trabajo y la educación en relación con el papel de los Estados en el proceso de

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internacionalización. Los autores reseñados coinciden en señalar para esta etapa una serie de
transformaciones entre las que destacan: la transformación de los mercados laborales; el
debilitamiento de los Estados nacionales; la independencia de los capitales respecto de la
producción real de la economía, la tendencia a la internacionalización del gobierno y la
distribución asimétrica de la propiedad de la información tecnológica.

1.1. Transformación de los mercados laborales

Si bien los mercados de bienes y servicios se han integrado, los mercados de trabajo no están
globalizados. Esto trajo como consecuencia una mayor movilidad de la mano de obra que
emigra en busca de mejora a los países desarrollados. Como por lo general, estas migraciones
han provocado reacciones no deseadas, las multinacionales, para evitarlas y sobre todo para
abaratar los costes y aprovechar el recurso laboral se desplazan por todo el mundo asimilando la
mano de obra con diferentes calificaciones y a costos laborales mucho menores que en países de
origen.

1.2. Debilitamiento de los Estados nacionales

Como la globalización se sustenta en la lógica del mercado, exige al capitalismo contemporáneo


la creación de una plaza comercial planetaria que pueda armonizar el comercio y los mercados
de capitales (y por supuesto, el consumo). Para lograr un mercado planetario „solvente‟, el
marco legal de las relaciones y los flujos de capitales deben ser similares en los diferentes
países. Desde el punto de vista formal, los Estados nacionales perduran pero han perdido la
capacidad para controlar los fenómenos y sucesos que trascienden sus fronteras.

1.3 Independencia de los capitales respecto de la producción real de la economía

Los mercados financieros están integrados globalmente y el capital se gestiona sin pausa en sus
redes de telecomunicación. El sistema bancario maneja tanto el ahorro como las inversiones,
valores bursátiles y mercados cambiarios. En este contexto, con la producción real de bienes
económicos no siempre se obtiene mayor rentabilidad que con la especulación.

1.4. Tendencia a la internacionalización del gobierno

Cada vez es más frecuente la adopción de políticas internacionales respecto del desarrollo
económico, la administración, la ciencia y la tecnología. El establecimiento de múltiples
políticas internacionales sugiere la formación de un estado supranacional dotado de
coercitividad y capacidad normativa. Los organismos que funcionan como embriones de ese
eventual nuevo macro-órgano son: Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional,
Organización Mundial del Comercio; Organización Internacional para la Cooperación y el
Desarrollo. Muchos autores coinciden en afirmar que tales entidades, más allá de sus declarados

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buenos propósitos, funcionan como reproductores de un sistema que en sí mismo asume la


dualidad social como algo inevitable.

1.5. Distribución asimétrica de la propiedad de la información tecnológica

La creación y la expansión de las ventajas competitivas en el mercado global están dadas por la
utilización de la ciencia y la tecnología pero la localización de las actividades científicas y de
los productos del conocimiento académico están sumamente focalizadas en los países
desarrollados.

A modo de síntesis podemos decir que la globalización resulta un proceso paradojal: por un lado
brinda la posibilidad de que por primera vez la humanidad se convierta en una red de relaciones
e interdependencias eficaces que permitan potenciar la capacidad y recursos de los países, a
través de la complementación y el comercio. Pero ella también puede producir la
mundialización de algunos males no deseados, el debilitamiento de valores que desean
preservarse, la exacerbación del consumo y la falta de solidaridad social.

2. Globalización de la economía y mercado laboral. Las transformaciones más recientes en


el mercado de trabajo en Argentina

Como se desprende del parágrafo anterior la crítica que se plantea al liberalismo de la


globalización no es tanto la internacionalización de las relaciones económicas como la
naturalización de la exclusión social. Un aspecto clave en la tensión entre el modelo de
acumulación y el ideal de equidad lo constituye el acceso a la educación y el acceso al trabajo
estable, bien remunerado y con beneficios sociales, tres rasgos que difícilmente configuren una
meta alcanzable para la totalidad de la población mundial económicamente activa.

Como es de suponer las transformaciones a nivel planetario tuvieron una incidencia sobre las
economías regionales y actualmente también en nuestro país se traducen en claros indicadores
dentro del mercado laboral. Desde la visión de la mayoría de los analistas del empleo se sostiene
que en Argentina la influencia del cambio tecnológico sumado a los efectos del modelo socio -
económico implantado a comienzos de la década del „90 produjeron tendencias hacia un mayor
y sostenido grado de heterogeneización de la fuerza de trabajo y de la estructura de ingreso de la
mayoría de los habitantes.

La evolución histórica del mercado de trabajo en la Argentina no se diferencia de la de la


mayoría de los países en desarrollo. En ella podemos distinguir al menos tres períodos
diferentes.

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Uno que se corresponde con la época de la posguerra (después de 1945) hasta entrada la década
del `70 donde los niveles de desocupación y subocupación fueron bajos y la distribución del
ingreso resultó relativamente equilibrada.

Otro posterior (después de los `70) que se inicia con las primeras señales del modelo sustitutivo
de importación y que se ve agravado con la crisis económica donde se muestran tendencias
totalmente diferentes a las del primer período. (Beccaria, 1998).

Un tercer momento -que coincide en Argentina con la salida de la crisis del 2001-2002- en el
cual se registra como marca una tendencia hacia la heterogeneidad estructural (ver más
adelante).

Para entender la evolución de la heterogeneidad de la fuerza de trabajo y la estructura de ingreso


Salvia (2011) propone recordar una clasificación clásica elaborada en base a criterios que
remiten al grado de cumplimiento de normas que tienden a regular la calidad de los empleos en
mercados de trabajo segmentados. Los sectores de la estructura sectorial del sistema económico
ocupacional se distinguen por evidenciar importantes brechas de productividad. Entre los
sectores que la componen encontramos, según esa clasificación dos sectores:

a) los modernos dinámicos son los empleos de un pequeño sector conformado por quienes
trabajan en los estratos más modernos, que registra alta productividad, elevados niveles de
remuneración y que se identifican con el sector privado formal.

b) los modernos rezagados e informales son los empleos de otro sector de mayor dimensión o
alcance en la estructura social que el anterior, con menores niveles de ingreso y productividad e
identificable con el sector privado informal. Estas diferencias, en nuestro país y en la Región de
América Latina, son significativamente mayores a las existentes en las economías centrales y
generan consecuencias negativas en términos de pobreza y distribución del ingreso, afectando a
los grupos insertos en los sectores económicos menos productivos.

La distinción que hace la OIT entre sector formal e informal del mercado de trabajo para el caso
de los trabajadores asalariados y de los patrones se hace midiendo el tamaño del
establecimiento, los tipos de organización, la productividad y las relaciones laborales de la
unidad económica. Para el caso del empleo independiente, a partir de considerar la calificación
profesional del puesto de trabajo, como criterio de participación activa en el sector dinámico de
la economía.

Con el objetivo de evaluar no sólo la estructura sectorial del empleo sino también la
segmentación del mercado laboral, Salvia y Vera (2013) distinguen tres segmentos al interior
del mercado de trabajo según el tipo de regulación laboral que incide finalmente sobre la calidad
del empleo demandado:

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a) segmentos primarios de empleo a nivel de grandes empresas y del Estado sometidos a


regulaciones laborales de diferente tipo, a veces, flexibles. Son generadores de empleo pleno,
regulado o empleo de calidad.

b) segmentos secundarios de empleo a nivel del sector empresario intermedio formal o cuasi-
informal sometidos a regulaciones particulares, con mayores facilidades de acceso y barreras
más débiles a la entrada. Pueden entenderse como generadores de empleos extralegales;

c) segmentos terciarios (“marginales”) de empleos, atravesados por estrategias asociativas o


de reciprocidad familiar, local o comunitaria que funcionan compitiendo en los mercados donde
operan los segmentos secundarios pero en condiciones de absoluta “extralegalidad” económica.

Todos estos segmentos conviven en la actualidad, un período en el que los analistas coinciden
en caracterizar por la positiva evolución registrada por los principales indicadores del mercado
de trabajo pero cuyas explicaciones difieren según el enfoque utilizado.

3. Crecimiento económico, educación y empleo. Enfoques, explicaciones y tendencias.1

Según Salvia y Vera (2013) una revisión de las explicaciones y enfoques utilizados para analizar
el mercado laboral distingue tres posturas: credencialismo (o del capital humano),
neoestructuraliasmo, y heterogeneidad estructural.

a) La tesis credencialista predice sobre el mayor nivel de riesgo al desempleo de los sectores
con menor nivel de instrucción. La extensión del análisis al interior del mercado laboral
supondría -de manera similar- una menor probabilidad de los trabajadores de menor nivel
educativo para insertarte en empleos de calidad del segmento regulado del mercado de trabajo.
En esta línea, diferentes autores comparten la noción de riesgo educativo, la cual hace referencia
a la posibilidad estadística que tiene un conjunto de población de quedar marginado de la vida
social, política y económica según el nivel de educación formal alcanzado. En otras palabras,
considera que el nivel de educación formal alcanzado es un factor de riesgo: cuanto menor es el
mismo, mayor el riesgo de marginación.

Dado que la receta del pensamiento económico ortodoxo continúa siendo “más mercado y
menos Estado”, se sostiene que las políticas adecuadas son las que buscan “operar” sobre los
individuos, a través del acceso al crédito, la educación, el capital humano, etc.. Esto permitiría
que se resuelvan los problemas de pobreza y desigualdad -y asimismo que esta mejora
fortalezca el proceso de crecimiento económico sostenido-. Desde esta perspectiva, los
problemas sistémicos lograrán ser resueltos a través de políticas sociales focalizadas que
intervengan sobre los sectores más desfavorecidos. Entre el lineamiento de políticas

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Este tema será retomado en el Eje Temático Nº3, Tramo 6 del Seminario.

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recomendadas desde esta perspectiva, las referentes a la educación buscan dotar a los individuos
de las competencias y habilidades necesarias (capital humano) para su plena inserción en el
mercado laboral.

En el marco de la etapa post-consenso de Washington, Birdsall y De la Torre (2001) han


desarrollado una agenda de nuevos lineamientos y políticas de reforma en función de mejorar la
distribución del ingreso sin reducir el crecimiento ni la eficiencia económica. Entre las
herramientas de política que proponen los autores, pueden mencionarse las redes automáticas de
protección social, una política educacional para los sectores de menores recursos, una política
impositiva más progresiva, mejorar las oportunidades para la pequeña empresa, protección de
los derechos de los trabajadores, entre otras. En la misma línea de pensamiento, Kuszinski y
Williamson (2003) señalan que la solución no es disminuir la economía de mercado, sino
proveer a los pobres de acceso a los diversos activos que les permitirá disponer de bienes,
conocimientos, habilidades que puedan ser ofrecidos en el mercado. Esto implica una
implementación de reformas en el acceso a la educación, los derechos de propiedad del sector
informal, microcréditos, entre otras herramientas de política.

Dado que la estrategia de políticas continúa estrechamente ligada al libre funcionamiento del
mercado, las metas de eficiencia y competitividad, y coloca -a su vez- el centro del problema en
las características de la oferta de trabajo son múltiples y variadas las corrientes teóricas que
cuestionan los supuestos del credencialismo y la teoría del capital humano.

b) La tesis neoestructuralista

A partir de mediados de los años `80 comienza a tomar cuerpo el enfoque neoestructuralista
como una renovación del pensamiento estructuralista de la CEPAL. Este enfoque pone
especialmente énfasis en las barreras al desarrollo que surgen de la débil competitividad
sistémica, la baja densidad tecnológica, la reducida absorción de los nuevos paradigmas
tecnológicos y el escaso encadenamiento entre sectores de las economías periféricas. De este
modo, se considera al cambio tecnológico como un motor central del cambio estructural, lo cual
tendrá efectivamente lugar cuando en el valor agregado industrial se incremente el papel de los
sectores difusores de conocimiento (Rodríguez, 2006; Chena, 2011).

En línea con este pensamiento, Cimoli, Porcile, Primi y Vergara (2005) postulan que la fuente
del crecimiento económico de largo plazo radica en el progreso técnico y en la transformación
de la estructura productiva que éste promueve, siendo así la capacidad de innovación y el
aprendizaje factores claves en el proceso de crecimiento. En este sentido, el neoestructuralismo
incorpora al aprendizaje y el proceso de conocimiento como factores de relevancia en el
desarrollo socioeconómico y, según la perspectiva aquí propuesta, se sostiene que supera en su

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capacidad explicativa al enfoque fundado en la oferta de trabajo y la teoría del capital humano -
propia del pensamiento neoliberal- . Sin embargo, se considera que si bien los postulados del
neoestructuralismo dan cuenta del papel del desarrollo científico-tecnológico sobre la
productividad, el empleo y desarrollo en general de manera más precisa que la teoría del capital
humano, poco dicen de la “economía política” que está detrás del modo en que se distribuye el
capital físico y el progreso técnico.

Para Salvia y Vera (2013) los numerosos trabajos que han analizado las características
fundamentales del proceso de crecimiento económico iniciado después de la crisis 2001-2002
son controversiales en cuanto a sus explicaciones, enseñanzas y pronósticos.

Por un lado, dicen, no es evidente que las mejoras observadas en materia de empleo se
expliquen por un mercado de trabajo más dinámico y menos segmentado en cuanto a la calidad
del empleo; ni tampoco que el aumento de las competencias educativas registrado por la fuerza
de trabajo haya generado un efecto positivo sobre la calidad de los empleos demandados.

Si bien es de esperar que ambas tendencias puedan llegar a confluir en un “círculo virtuoso” en
procura de elevar la productividad general de la economía, mejorar la integración de los
mercados de trabajo y promover la convergencia distributiva, también es factible que bajo
determinadas condiciones ambas tendencias formen parte de un “círculo vicioso” de
reproducción de la desigualdad estructural en el mercado de trabajo, frustrando toda deseable
convergencia social. El problema así planteado, abre el interrogante sobre la capacidad del
proceso político-económico para difundir los recursos productivos y los adelantos científico-
tecnológicos, entre ellos el mayor capital educativo de la fuerza de trabajo, sobre el sector
menos productivo de la economía, con efectos efectivamente integradores.

c) El enfoque de la heterogeneidad estructural

En su trabajo de investigación Salvia y Vera (2013) problematizan la evolución positiva del


empleo después del 2000 en relación con la calidad del mismo a partir de las siguientes
preguntas: 1) ¿cuáles han sido las principales transformaciones ocurridas durante ese período a
nivel de la estructura sectorial, composición y calidad del empleo?; 2) ¿cuál ha sido la capacidad
del modelo político-económico para favorecer la convergencia educativa al interior del mercado
de trabajo?; y 3) ¿en qué medida la heterogeneidad estructural explica tanto la distribución de
los mejores empleos y la dotación de recursos humanos más educados?

Los autores postulan la hipótesis de que si bien las políticas desarrolladas en la actual fase de
crecimiento han favorecido la ampliación de la demanda de empleo, este proceso no evidencia
un cambio cualitativo en la disminución de la heterogeneidad socio-productiva. Lo que se
mantiene vigente, dicen, es la segmentación de los mercados laborales y una alta concentración

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de recursos económicos sobre los sectores privados y públicos más dinámicos del sistema
económico.

Según la perspectiva teórica en la cual se apoya su trabajo la probabilidad individual de


inserción en un empleo pleno o de calidad estaría fuertemente condicionada por procesos de tipo
estructural asociados con la dinámica de acumulación y la composición sectorial de la demanda
de empleo que ella genera -dependiendo de su composición tecnológica-, antes que por las
propias características individuales de la población económicamente activa, incluido el
potencial capital humano que podría derivarse de los procesos de formación laboral.

De este modo, se infiere que si bien puede ser parcialmente cierto que la mayor educación
contribuye a aumentar las posibilidades de inserción de la fuerza de trabajo en los sectores
productivos más dinámicos, la asociación entre el nivel de instrucción y las oportunidades de
inserción en el segmento primario del mercado de trabajo estaría sobre todo condicionada por la
desigual composición y sesgo tecnológico del capital al interior de la estructura económica-
ocupacional y, por ende, el tipo de sector económico-ocupacional de inserción.

Tal como se mencionó anteriormente, la investigación que estamos citando examina los
cambios en la calidad de los empleos asociados a una persistente desigualdad estructural y
existencia -asimismo- de diferenciales en lo que respecta a las credenciales educativas de la
fuerza de trabajo.

Los autores han reunido evidencia empírica sobre la evolución registrada por la composición
sectorial del empleo, la distribución del mismo por rama de actividad, los tipos de empleo
(calidad) generados y el capital educativo de la fuerza de trabajo ocupada, tomando como
momentos testigos los años 2004, 2007 y 2011. La información utilizada para este análisis surge
de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC (EPH-Continua), y
corresponden al total urbano relevado por dicha encuesta para los primeros semestres de los
años testigo.

La conclusión general de esta investigación consiste en sostener que, bajo condiciones de


heterogeneidad y segmentación del mercado laboral, los diferenciales educativos - medidos en
términos de niveles de escolaridad- pierden -o al menos no ganan capacidad explicativa en la
determinación de la calidad del empleo cuando se consideran como dimensiones de análisis las
características de la estructura económica ocupacional.

Desde la teoría de la heterogeneidad estructural se brinda al respecto una explicación alternativa


para comprender las desigualdades sociales, cuya explicación no radica en el capital humano
sino en las condiciones productivas de la estructura económica ocupacional propias de un
modelo de desarrollo desigual característico de los países de la región (Rodríguez; 1998 y 2001,

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Salvia; 2009). Según este enfoque, cabe reconocer la existencia de una estructura productiva
altamente heterogénea, la cual se manifiesta - a su vez- en una segmentación de las demandas u
oportunidades laborales y en una estructura social desigual y fragmentada. De esta forma, las
desigualdades sociales son comprendidas -desde esta teoría- por la existencia de diferenciales de
productividad que son propios de los procesos de acumulación capitalista de los países
periféricos.

El someter a estudio estas tesis resulta especialmente relevante debido a que sus consecuencias
tienen fuertes implicancias tanto en términos de política económica como de política laboral,
social y educativa. En particular, debido fundamentalmente a la especial aceptación que tiene la
idea de que el acceso a un trabajo de calidad depende tanto de la demanda de empleo como de
las competencias educativas de la fuerza de trabajo, a partir de lo cual el relato oficial espera
lograr un proceso de “convergencia” tanto a nivel del mercado de trabajo como en la
distribución del ingreso.

No sólo el progreso tecnológico se considera relevante para el desarrollo económico, laboral y


social, sino que, desde los lineamientos teóricos de la heterogeneidad estructural, la cuestión de
la concentración de los recursos productivos –entre ellos los científico-tecnológicos y el propio
capital humano- juega un papel de relevancia significativa. Desde el enfoque propuesto, la tesis
de la heterogeneidad estructural constituye una herramienta útil para analizar los procesos de
desigualación económica y social ocurridos en la sociedad argentina durante las últimas
décadas. En definitiva, desde la perspectiva planteada, por mucho que mejoren las credenciales
educativas de la fuerza de trabajo, la demanda de empleo y la productividad observada
dependerán básicamente de la calidad del puesto de trabajo y no del nivel educativo o
calificación del trabajador; ésta solamente le permite el acceso a la cola que existe para ocupar
dicho puesto.

Bibliografía

PIÑEYRO, N. Y BARBETTI, P (2002) “Educación, globalización y empleo”. Resistencia,


2002.S/E.

SALVIA, A. Y VERA, J. (2013) “Heterogeneidad estructural, calidad de los empleos y niveles


educativos de la fuerza de trabajo en la Argentina post reformas estructurales (2004-2007-
2011)” En: Libro de Actas del XI Congreso Nacional de Estudios del Trabajo. “El mundo del
trabajo en discusión. Avances y temas pendientes. Aset. Buenos Aires 7 al 9 de agosto de 2013.

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