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La escuela como lugar de resistencia (Entrevista a Graciela Frigerio)

¿Cuál es su análisis acerca de los valores en la escuela actual?

Algunas ideas que habíamos empezado a esbozar hace algún tiempo y que las circunstancias
actuales obligan a profundizar en función del dramatismo de la situación. Estamos en un momento
en el que se observa un desentendimiento por parte de las políticas públicas y las económicas, de
la producción de justicia.

Se puede constatar el derrumbe de un concepto que había sido protector, cobijante, albergante
como es la noción de lo público. Puede comprobarse que las instituciones educativas están
desimbolizadas. Definir el sentido de la experiencia escolar, se agrega una dificultad muy grande
para recuperar especificidad. Esta sensación de malestar instala una parálisis del pensar o se
expresa como una interrupción de la actividad y se registra en términos de sufrimiento de los
actores hasta tornarse en una sensación de impotencia que por momentos abarca algunas escenas
escolares.

Es comprensible que estemos en un momento que las practicas están deslibidinizadas (libido-
impulso emoción relación) es decir actores han retirado de la practica libidinal, que las habitaba,
les acordaba sentido. Podríamos decir que se ha acompañado por una inhibición de lo pedagógico.
Conociendo en el principio fundacional de la didáctica que es el principio de metacognicion que
permite transformar a la cotidianidad en experiencia.

¿En este contexto es posible plantear miradas alternativas?

Hay distintas miradas y alternativas lo que ocurre quizás lo más preocupante en este contexto, es
una tendencia que pareciera dar cuenta de una cierta resignación frente a un estado de cosas.

Para las grandes mayorías, muchos proponen resignación, y embarcar a la escuela en una sobre
adaptación a un escenario sobre el que no se puede emitir pensamiento crítico ni imaginar
prácticas modificadoras (tics)

Por tanto si cierta modalidad se participación social, si cierto estilo de desempeño de los actores,
si cierta relación de fuerza en el arco de la sociedad, otras actividades, otro estilo de participación
de los actores podría construir una realidad distinta.

¿Puede ser tarea de la escuela participar en la construcción de una realidad diferente?

No da lo mismo ser activo darwinizador (el más fuerte era el que vivía) un competitivo
desenfrenado que un miembro solidario de una comunidad. Uno puede establecer muy fácilmente
una tabla de valores y de desvalores.

(No hay lógica entre lo que se hace y dice) El “tema 1” es solidaridad el 2 es redes y el 3 equipo.
Sería ingenuo pensar que la mención de transforme las matrices de aprendizaje institucionales, las
practicas de los actores de las instituciones y luego las prácticas sociales. Todo esto hay que
hacerlo y es trabajo intelectual, cognitivo pero al mismo tiempo debe haber una puesta en
práctica porque de lo contrario queda solo el discurso.

La escuela propone a los niños y jóvenes una formación en determinados valores, cuando en el
afuera constatan que la realidad es muy diferente.

(Resistencia) No me preocupa que en la escuela vayamos a contramano entiendo que no es


cómodo, que es difícil, pero entiendo también que han sido siempre las instituciones de la cultura
las que han tenido que avanzar en territorio adverso. Trabajo con maestros, visito escuelas, por
todo el país y puedo afirmar que hay muchas en las que se están haciendo cosas muy importantes.

Educar es un acto político de inscripción de filiación y es un acto económico de reparto de


distribución de capital cultural (participación)

¿Cómo se define a la escuela en este contexto?

Una escuela en Argentina como en muchos contextos de América Latina, se define como una
institución que puede resistir las políticas de indignidad. Una escuela es el lugar de resistencia a la
reproducción de desigualdad, a la reproducción de las prácticas humillantes.

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