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El libro Érase una vez una fábrica nos enseña como la calidad es un valor
significativo que tiene cada empresa. El jefe y sus colaboradores más cercanos
se encontraban a la deriva sin saber que era lo que en realidad afectaba a su
empresa, tenían una visión errónea acerca de lo que es la calidad, tuvieron
varios desaciertos en los cuales pensaban que sus empleados estaban
insatisfechos, que el diseño de sus productos era inadecuado, que el proceso
de producción era incorrecto, llegaron al punto de sólo basarse en la
supervisión, luego, después de tantas falencias encontraron una salida en la
cual le enseñan al lector que es mejor la prevención antes que la supervisión y
que el éxito de un negocio es apreciar, escuchar y entender al cliente
cubriendo así las necesidades de este.
Este libro nos dan una muestra de lo que es estar en la cima y luego caer, nos
enseña como el ego, la arrogancia y el subestimar al otro puede hacer que nos
olvidemos de centrarnos en nosotros mismos, de mirar nuestros errores para
supéranos, solo nos fijamos en los demás, en querer ser mejor que el otro, en
criticarlo, olvidando que la mejor manera de superar al otro es superarnos a
nosotros mismos.