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Evaluación Psicológica y Psicodiagnóstico - Georgina Russo-Sierra

Al deconstruír etimológicamente la palabra psicodiagnóstico nos encontramos, según Sendin con tres
elementos: psiqué (mente), día (a través de) y gnosis (conocimiento), lo que podría pensarse entonces
como un modo de acceder al conocimiento de la psiquis. En cambio, si nos remitimos al concepto de
evaluación, este se vincula más con el conocimiento, con la valoración de la estructura del sujeto,
asociándose asimismo al modelo médico del que proviene.
Algunos autores, como Verdugo-Alonso, plantean que la evaluación psicológicaa tuvo su mayor
expansión entre las dos guerras mundiales a través de una proliferación en la producción y uso de tests y
técnicas proyectivas para estudiar el estado mental de los sujetos. Dicho autor sostiene que la evaluación
psicológica está atravesada por diversas modalidades de planificación y ejecución de acuerdo al enfoque
desde el cual se la realice, con sus conceptualizaciones y marcos de referencia teóricos específicos.
Algunos de ellos son:

Por su parte, Echeburúa, Muñoz y Loinaz sostienen que la evaluación psicológica tiene como objetivo la
valoración del estado mental del sujeto en miras de establecer un diagnóstico y/o planificar una eventual
intervención. Para estos autores las fuentes de información sobre la que se sostiene son sobre todo,
entrevistas, tests, observación, informes médicos/psicológicos e historial clínico.
En relación al Proceso Psicodiagnóstico, Ocampo y Arzeno plantean que se trata de una categoría que es
relativamente nueva. Sostienen que en sus comienzos los psicólogos trabajaban con el modelo médico
construyendo informes psicológicos en el que se enumeraban rasgos y resultados obtenidos de manera
desintegrada, buscando así mantener cierta distancia con el paciente, lo cual generaba que no se pudiera
alcanzar una mirada integran sobre la personalidad de quien acudía a la evaluación.
Señalan un giro en esta modalidad que se relaciona por un lado, con la distancia que se comenzó a
tomar desde la psicología con el modelo médico hegemónico, y por otro lado con el cuestionamiento de
algunos profesionales sobre esta relación objetiva y distante entre evaluador y evaluado, así como
también por la introducción progresiva del psicoanálisis en el campo del psicodiagnóstico.
Al hablar de Proceso Psicodiagnóstico, nos referimos a una situación en la que se presentan dos roles
diferenciados, uno de ellos ocupado por un sujeto que hace un pedido y el otro por un psicólogo que
busca darle una respuesta. El objetivo se vincula con dar una descripción y comprensión lo más completa
posible de la personalidad de quien esté siendo evaluado, utilizando para ello diferentes técnicas
(entrevista, técnicas proyectivas, tests psicométricos, etc.) y dentro de un proceso que supone distintos
momentos.
Es necesario que haya cierta implicancia del profesional en estas distintas instancias, dentro de las cuales
se configurará un campo donde se pondrán en juego las características tanto del entrevistado como del
entrevistador, las cuales incluyen ansiedades, trasnferencia, contratransferencia, defensas,
comunicación, entre otras, que influirán en el proceso. El campo debe configurarse a partir de las
variables que dependen del entrevistado y para que esto ocurra el proceso debe contar con un
encuadre, es decir, con constantes de tiempo, lugar, rol de los participantes y objetivos, que no afecten
en la relación psicólogo-entrevistado.
Es posible plantear la evaluación psicológica como un proceso que intenta comprender un fenómeno en
sus aspectos manifiestos y sus aspectos latentes, situándose desde un modelo teórico particular que le
servirá de marco. A través del uso de distintas técnicas como lo son las entrevistas, la observación, las
técnicas proyectivas y psicométricas; buscará alcanzar su objetivo de la manera más exhaustiva posible.
El psicodiagnóstico por su parte, se puede pensar como un área específica dentro de la amplitud que
abarca la evaluación en el campo de la psicología y presenta sus propias características para indagar la
personalidad del sujeto. A su vez, el concepto de evaluación es una categoría compartida con otras
disciplinas mientras que al hablar de psicodiagnóstico nos referimos a un constructo propio del campo
de la psicología (e incumbencia exclusiva de los psicólogos) donde la psiquis del sujeto es el objeto de
conocimiento.
Finalmente, el concepto de evaluación nos remite a valoración e históricamente este constructo se
asocia al modelo médico del que proviene. En sus comienzos, la evaluación psicológica suponía un
detalle enumerado de rasgos y resultados de manera desintegrada sosteniendo distancia y objetividad
entre quien evaluaba y el paciente. En contraparte, el psicodiagnóstico surge como resultado de la crítica
hacia esta modalidad de evaluación y se sostiene sobre un campo donde no hay relación objetiva sino
interpersonal en la que se van a poner en juego fenómenos trasnferenciales y contratransferenciales.
Con el fin de establecer un diagnóstico psicológico, resulta necesario servirnos de aquellos recursos que
nos permitan recabar datos del sujeto referidos a su identidad, historia vivencial, características
manifiestas y latentes de su personaldiad, entre otras. Un modo de agrupar las herramientos para llevar
a cabo esta labor puede ser:
- Técnicas objetivas:
- test de personalidad, de rendimienyo y de aptitudes: son técnicas cuyos resultados alejarán o
acercarán al sujeto a la media establecida por el constructo y en relación a esto se hará la interpretación.
- Técnicas proyectivas gráficas, verbales o expresivas: exploran distintos rasgos de la personalidad.
- Técnicas de inventario (invetarios o cuestionarios): miden rasgos de la personalidad.
- Ténicas sociométricas: miden interacciones sociales en grupos definidos a través de matrices
sociométricas, sociogramas o índices sociométricos.
- Ténicas de escala: miden constructos y suelen ser de autopercepción. Por ejemplo: escala Likert,
Thurstone, Guttman, etc.
- Entrevista: implica el encuentro presencial. Puede ser abierta, cerrada o semiestructurada.

Desde la cátedra de ¨Evaluación y Psicodiagnóstico¨ se plantea que los recursos y herramientas utilizados
para realizar un diagnóstico psicológico se pueden agrupar en técnicas proyectivas y test psicométricos.
Los test psicométricos son instrumentos elaborados para medir constructos que no pueden observarse
de manera directa, como pueden ser rasgos de la personalidad, de rendimiento y/o aptitudes.
Se entiende por test psicométrico o estandarizado, todo instrumento de medida que se ha construído
según las siguientes etapas:
A. Determinación de la finalidad, utilidad, población y tipo de muestreo.
B. Aplicaciones necesarias y análisis preliminares con diferentes grupos de sujetos antes de la selección
de ítems definitivos que incluirá la técnica.
C. Establecimiento con rigor de las características ténicas: fiabilidad y validez.
D. Pauta de instrucciones generales y específicas de aplicación y corrección para garantizar que las
diferencias sean producto de diferencias en el rasgo.
E. Elaboración de tablas para trasnformar las puntuaciones directas en categorizaciones significativas del
rendimiento o rasgo medido.
Es decir, baremos que transformen las puntuaciones directas en tipificadas. Este paso es fundamental,
en tanto que para interpretar los resultados del test es preciso convertir las puntuaciones obtenidas por
el sujeto en las puntuaciones tipificadas dentro del baremo. Dicha puntuación nos indicará cual es la
posición relativa del sujeto dentro del grupo normativo que el test usa como referencia.

Según Bersoff cada vez que un test psicométrico es seleccionado nos debemos plantear: ¿es el test
válido para medir aquello que nos proponemos? La pregunta se respondería indagando acerca de las
propiedades psicométricas de la técnica, haciendo hincapié en la validez del constructo. Ésta constituye
uno de los criterios técnico mínimo y responde a la pregunta: ¿qué medimos?, ¿estamos midiendo lo
que queremos medir?
La validez se clasifica en distintos tipos (Reparaz, 2017):
- Validez predictiva: capacidad diagnística o predictiva.
- Validez de constructo: mide una variable constante vinculada a una teoría.
- Validez de contenido: supone el examen sistemático de contenido de prueba para determinar si la
técnica comprende una muestra suficiente y representativa de aquello que se propone medir.
Otra de las normas técnicas a la que deben responder los test psicométricos es la diabilidad (o
confiabilidad). Ésta se refiere a la consistencia interna, coherencia, constancia o estabilidad de las
puntiaciones obtenidas. En qué grado las medidas están libres de error aleatorio, teniendo en cuenta
que a > error aleatorio < fiabilidad.
La fiabilidad nos indica en una técnica, hasta qué punto se pueden atribuir errores de medida a las
diferencias en las puntuaciones y hasta qué punto a diferencias verdaderas del rasgo. Hay distintos tipos:

- Fiabilidad relativa: dentro de ésta se encuentra la fiabilidad como estabilidad o de repetición del test
(refiere a la estabilidad en el tiempo); como equivalencia o forma paralela (formas paralelas de medición
con ítem distintos) y como consistencia interna (que los ítems sean coherentes al constructo que están
midiendo y se encuentren interrelacionados).
- Fiabilidad y longitud: a > longitud (número de ítems) mayor fiabilidad.
- Fiabilidad absoluta o error típico de medida: cada técnica nos muestra su porcentaje de error de
medida, el cual es importante considerar cuando la puntuación obtenida por el sujeto se encuentra al
límite de un diagnóstico.
La fiabilidad es una condición necesaria, pero no suficiente. Con esto nos referimos a que otras normas
técnicas como la validez, resultan imprescindibles. Podría pensarse a la validez como la exactitud o la
precisión con la que mide el instrumento, teniendo el menor índice de error de medición. Esto permite
que las puntuaciones sean constantes en diferentes circunstancias.
Tanto la validez como la confiabilidad se pierden cambiando el contexto o a través del tiempo.
En cuanto a las Técnicas Proyectivas, el término proyección proviene del latín ¨proiectio¨ derivado de
proiocere, que remite a larzar hacia adelante, arrojar.
Freud toma este concepto para dar cuenta, en un primer momento de un mecanismo defensivo
mediante el cual un sujeto puede atribuir a sus objetos cualidad, atributos, sentimientos, etc. que
desconoce o rechaza de sí mismo y le permitirían reducir la ansiedad que le genera, pero luego lo
significó como un mecanismo no patológico y primitivo que no sólo se plantea como desensa sino
también como un modo de darle sentido al mundo externo.
La proyección considerada como un mecanismo de defensa, tiene como objetivo mantener el equilibrio
del sujeto en el entorno en que se desarrolla. La dinámica de este mecanismo implica la expulsión de
pensamientos, sentimientos, deseos, etc. atribuyéndoselos a otros para luego reaccionar ante ellos. Se
plantea así la posibilidad ilusoria de liberarnos de aquello que nos afecta, volviéndose esto algo del otro
y no del sujetot, asimismo permite la aprehensión de la realidad de un modo subjetivo, la lectura de la
realidad de acuerdo a las propias características de la personalidad del sujeto.
La denominación de ¨Técnicas proyectivas¨ surge para nombrar aquellas técnicas que buscan captar la
singularidad de cada sujeto a partir del supuesto de que, a través de su producción verbal o gráfica,
revelará aspectos de su personalidad. El objetivo de estas técnicas es evaluar dicha personalidad: su
estructura, modos de vincularse, cómo se encuentra en este momento y qué posibilidad de
modificaciones se plantean, etc.
Los modos de validación de estas técnicas se vinculan a la base teórica en la que se sostiene la técnica,
las investigaciones que se realizan de modo individual y grupal para probar el instrumento y su
sensibilidad, el uso en la práctica clínica y la contrastación que puede realizarse al inicio y una vez
avanzado el tratamiento con el sujeto para observar modificaciones, re-test, etc.
En síntesis, dentro de las posibilidades de uso de técnicas y herramientas para llevar adelante la tarea
diagnóstica, depende del posicionamiento teórico de quien ejerza la evaluación o el proceso
psicodiagnóstico, la elección de un mayor uso de instrumentos estandarizados (incluyendo aquí los test,
los inventarios, cuestionarios, etc.) o de instrumentos proyectivos (ya sea gráficos, verbales o de
láminas). Se plantean algunas posturas frente a esto: una de ellas considera reduccionista el hecho de
buscar que los sujetos encajen entre índices y baremos, y otro posicionamiento plantea la importancia
de utilizar instrumentos basados en la evidencia científica que certifiquen su validez y confiabilidad.
Se podría pensar, en tanto que ambas posturas son válidas, que si el objetivo de la evaluación psicológica
o el psicodiagnóstico es recabar de una manera exhaustiva datos sobre la historia, las características de
la personalidad, los modos de vincularse, de un sujeto, resulta sumamente importante conocer todas las
técniicas disponibles para poder seleccionar aquellas que resulten pertinentes en cada situación.
Conocer qué es lo que se necesita evaluar, cuáles son los instrumentos que nos permitirían o facilitarían
la indagación sobre estos aspectos, para así poder seleccionarlos y hacer uso de ellos.
Para finalizar, resulta imperativo señalar en relación a esto que más allá de las formas que la evaluación
psicológica puede tomar, la implicación ética es un factor que aparece de modo trasnversal. Según el
Código de Ética de la Fe.P.R.A (2013) se señala de acuerdo al compromiso profesional y científico de los
psicólogos que ¨en su trabajo, asumirán sus responsabilidades profesionales, a través de un constante
desarrollo personal, científico, técnico y ético. Los psicólogos se mantendrán actualizados en el
conocimiento científico y profesional relacionado con su ejercicio, reconociendo la necesidad de una
formación contínua y harán un uso apropiado de los recursos científicos, profesionales, técnicos y
administrativos¨.

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