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Los factores que más influyen en el crecimiento de las cianobacterias y en la producción de toxinas son:
temperatura (18 � 25º C), luz, nutrientes (aguas eutróficas), salinidad, pH y presencia de metales de forma
que existe una variabilidad en la producción de toxinas en una misma columna de agua día a día, e incluso en
un mismo día, dependiendo de las condiciones del viento o de las diferencias en la composición de especies
constituyentes. Además, los máximos de concentración de MCs no siempre coinciden con una elevada
biomasa de cianobacterias.
Estructuralmente las MCs se caracterizan por una estructura cíclica, formada por siete aminoácidos, y
actualmente hay identificadas más de 60 tipos diferentes (Harada, 1996), que varían en las sustituciones de
L-aminoácidos distintos en determinadas posiciones, desmetilaciones de otros aminoácidos (Sivonen, 1998;
Codd uy col. 1999a), siendo MC-LR, MC-RR y MC-YR las más estudiadas, y no conociéndose aún el origen
de la existencia de tantas variantes de toxinas (Lawton y Edwards, 2001).
Son muy estables y resistentes a la hidrólisis química u oxidación a pH casi neutro, y para su degradación
completa es necesario un tratamiento en condiciones fuertemente ácidas, como HCl 6 N y ácido
trifluoracético (TFA) (Harada y col. 1996); las investigaciones sobre su hidrólisis enzimática son escasas y
los resultados son contradictorios (Harada, 1996; Takenaka, 1998), siendo este aspecto fundamental ya que
la hidrólisis en el estómago o intestino de un tóxico puede conducir a la formación de metabolitos con
diferente toxicidad, o bien, la diferente toxicidad en función de la vía de administración puede deberse a
ruptura del compuesto de partida por acción de enzimas del tracto gastrointestinas (GI) (Klaassen, 2001),
siendo necesario dilucidar la extensión de la hidrólisis y la posible degradación de MCs en el tracto GI.
Las MCs al igual que nodularinas resultan ser hepatotóxicas en humanos (Falconer, 1999), aunque también
dan lugar a alteraciones gastrointestinales (Carmichel, 1996a), reacciones alérgicas o irritación (Codd y col.
1999a), y síntomas parecidos a la neumonía (Bell y Codd, 1994). Pero su principal interés radica en los
efectos tóxicos crónicos como consecuencia de una exposición prolongada, ya que se sospecha que
puedan ser promotores de tumores, lo que unido a su actividad genotóxica (Ding y col. 1999) hace que
diversos estudios epidemiológicos sugieran una mayor incidencia de cáncer de hígado en zonas cuyas
aguas de bebida están contaminadas por MCs (Yu, 1995), advirtiéndose la necesidad de conocer otras
posibles fuentes de exposición humana, tales como alimentos.
La exposición a cianotoxinas puede ocurrir por diferentes vías, como la dérmica, inhalatoria, oral e
intravenosa. Por vía oral, se produce por el consumo de agua contaminada con células de cianobacterias
tóxicas y por el consumo de animales que han ingerido dichas cianobacterias y acumulan sus toxinas, como
peces (Williams y col. 1997a; de Magalhaes y col. 2001) y moluscos (Watanabe y col. 1997; Williams y col.
1997b; Vasconcelos, 19999, o de vegetales regados con aguas contaminadas (McElhiney y col. 2001; Codd
y col. 1999b).
Las intoxicaciones severas afectan principalmente a los animales terrestees (Carmichael, 1996b), aves y
peces (Bury y col. 1996; Zimba y col. 2001) que beben y viven en estas aguas, aunque algunas especies
marinas, especialmente especies cultivadas en piscifactorías, también se han visto afectadas (Carmichael,
1996b).
Las MCs son en general muy tóxicas por exposición aguda, oscilando la DL50 de MC-LR entre 25 y 150
µg/Kg en ratón por vía intraperitoneal (Kuiper-Goodman y col. 1999), siendo por vía oral menos tóxica, con
una DL50 de 5000 µg/Kg (Fawell y col. 19999.
La microcistina-LR no es capaz de cruzar las membranas celulares y por eso no entra en la gran
mayoría de los tejidos. Después de ser ingerida, se transporta a través del ´íleon hacia el torrente
sanguíneo por el transportador de ´ácidos biliares, presente en los hepatocitos y células de la
mucosa del intestino delgado (Falconer et al, 1992). Posteriormente se concentra en el hígado por
la captación por los hepatocitos.
Estas toxinas provocan la hiperfosforilaci´on de las proteínas hepáticas. Esto afecta al cito
esqueleto principalmente, ya que el equilibrio de polimerización/despolimerización de los
filamentos intermedios y micro filamentos se va a ver alterado hacia el estado de monomerizaci
´on. Se produce deformación hepática, con colapso de la arquitectura del hígado. Se observa
también hemorragia intrahep´atica y necrosis. Un consumo crónico de microcistina lleva a
degeneración hepática vía necrosis, fibrosis progresiva e incluso tumorog´enesis, llegando a
provocar la muerte.
https://www.redalyc.org/pdf/919/91925304.pdf
https://www.toxicologia.org.ar/bibliotecavirtual/documentos_utilies/Cianobacterias_y_Cianotoxin
as.pdf
http://dspace.umh.es/bitstream/11000/3447/1/G%C3%B3mez%20Peral%2C%20Natalia
%20TFGBiotec%202014-15.pdf
historiaa
https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-77442006000300002
https://www.uragentzia.euskadi.eus/contenidos/documentacion/2010_sistema_alerta/eu_doc/ad
juntos/AMVISA_Web_Memoria_Proyecto_Microcistinas_URA.pdf
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S0716-
078X2016000100008&lng=es&nrm=iso
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