Está en la página 1de 6

1.

INDICADORES MICROBIOLÓGICOS DE LA CONTAMINACIÓN


DEL AGUA.

El agua potable, definida como “adecuada para el consumo humano y para


todo uso doméstico habitual, incluida la higiene personal”, es libre de
microorganismos causantes de enfermedades. Las posibles consecuencias de la
contaminación microbiana para la salud son tales que su control debe ser
objetivo primordial y nunca debe comprometerse. La presencia o aumento de
bacterias, parásitos, virus y hongos en el agua surge usualmente por efecto
directo o indirecto de cambios en el medio ambiente y en la población tales
como urbanización no controlada, crecimiento industrial, pobreza, ocupación
de regiones antes deshabitadas, y la disposición inadecuada de excretas
humanas y animales. Los cambios relacionados con las actividades
antropogénicas se ven reflejados directamente en el entorno y, por
consiguiente, en el recurso hídrico.

BACTERIOPLANCTON

La importancia de las bacterias en los ecosistemas acuáticos radica en su rol


como descomponedoras de la materia orgánica muerta, liberando nutrientes
inorgánicos como amonio y dióxido de carbono en la columna de agua. Éstos
pueden ser asimilados por productores primarios, como las algas
fitoplanctónicas, y de esta manera ingresar nuevamente en las redes tróficas.
Además, asimilan la materia orgánica disuelta liberada por el resto de los
organismos que componen el plancton y sirven como alimento a predadores
pequeños, pudiendo sustentar en parte la base de las redes tróficas (Fortes et
al., 2011).

Las bacterias planctónicas constituyen una gran parte de la biomasa de los


sistemas acuáticos (Piccini y Conde, 2016). Múltiples factores pueden regular
la abundancia y respiración de las bacterias planctónicas. Incrementos en la
temperatura, salinidad, pH y disponibilidad de nutrientes favorecen el
desarrollo de la biomasa bacterioplanctónica. Por tanto, la abundancia total
elevada de estas bacterias puede indicar contaminación por efluentes
industriales y urbanos que contribuyen al aumento de estos parámetros
fisicoquímicos. Una reducción de la abundancia de bacterias puede estar
asociada a la presión de predación por microzoopláncton, infección por virus
bacteriófagos o a un descenso de la disponibilidad de los nutrientes limitantes
(Piccini y Conde, 2016).

Por lo general, los ríos urbanos presentan una amplia diversidad de bacterias
patógenas que tienen el potencial de afectar la salud pública. Algunas de ellas,
como Escherichia coli y enterococos suelen ser empleadas en monitoreos de
calidad de agua como indicadores de contaminación fecal (Larrea et al., 2013;
Kuczynski, 2016).

FITOPLANCTON

El fitoplancton está constituido por algas y cianobacterias (Figura 1),


organismos fotoautótrofos. Los principales factores que estimulan o inhiben su
desarrollo son la radiación solar, la temperatura y los nutrientes.

Algunas especies de fitoplancton alcanzan densidades extremadamente altas


que se conocen como floraciones o blooms algales que son promovidas
generalmente por condiciones de eutrofización. Las floraciones de
cianobacterias son las más frecuentes en sistemas dulceacuícolas lénticos
(lagos, lagunas) (Figura 2) y las más perjudiciales, ya que múltiples especies
producen toxinas, sustancias altamente nocivas para los animales y el ser
humano. Al restringir el uso del agua constituyen uno de los problemas más
importantes en estos sistemas. En referencia a las floraciones de algas las más
comunes son las de clorofitas, diatomeas, euglenofitas y dinoflagelados
(Bonilla et al., 2016).

Algunas algas, además de alcanzar altas densidades en aguas eutrofizadas,


son muy tolerantes a la contaminación orgánica por lo que pueden utilizarse
como indicadores de tales condiciones, generadas por contaminación de origen
urbano o industrial (Bauer, 2009). Además, ciertas algas como las euglenofitas
sufren modificaciones morfológicas que pueden indicar una elevada
contaminación de materia orgánica (Padulles et al., 2017).

PERIFITON

El perifiton es el conjunto de organismos adheridos a cualquier sustrato sólido,


como rocas o vegetación, sumergidos en el cuerpo de agua. Incluye bacterias,
cianobacterias, algas, protozoarios y hongos. Cumple un rol importante en la
mineralización de la materia orgánica disuelta, convirtiendo formas inorgánicas
en orgánicas y en el ciclo de nutrientes, asimilando nitrógeno y fósforo.
Constituye también una fuente de alimento para invertebrados y peces
(Wetzel, 2001).

Se destaca por su alta sensibilidad a bajos niveles de ciertas sustancias tóxicas


(herbicidas, insecticidas y sustancias radiactivas) y por la fácil obtención de sus
muestras y el débil impacto que ésta implica en el ecosistema. Asimismo,
muchos organismos del perifiton tienen ciclos de vida cortos que, junto a su
modo de vida sésil (fija al sustrato), hacen que respondan rápidamente a las
variaciones ambientales (Vera, 2011). Sumado a esto, la elevada riqueza de
especies que lo componen le confiere un mayor rango de respuestas a los
cambios ambientales. Estas características lo convierten en una herramienta
importante de monitoreo.
La biomasa del perifiton, en general, se ve afectada por las actividades
antrópicas. Un incremento de los nutrientes disponibles como consecuencia de
contaminación agrícola ganadera e industrial promueve el desarrollo del
perifiton. En otro sentido, acciones que generan una disminución de la
transparencia del agua reduciendo la intensidad de luz que llega al sustrato
puede afectar su desarrollo.

Al igual que determinadas especies de macrófitas, el perifiton tiene la


capacidad de acumular altas concentraciones de metales pesados como el
mercurio (Adriana y Achá, 2016). El estudio de los niveles de metales pesados
acumulados en el perifiton es útil para detectar contaminación industrial del
agua.

MACRÓFITAS

El conjunto de macrófitas acuáticas incluye a las macroalgas (algas


macroscópicas), musgos, helechos y plantas con flor. Se pueden distinguir
macrófitas emergentes (enraizadas en el sedimento y que emergen del agua),
flotantes (con hojas flotantes en la superficie del agua), sumergidas (que
crecen totalmente debajo de la superficie a excepción de sus flores), anfibias
(que crecen en ambientes encharcados, casi terrestres) y epífitas (que usan
otras macrófitas como sustrato).

En los lagos la vegetación acuática tiene efectos positivos sobre la calidad del
agua. Entre ellos, se destacan el aumento de la transparencia del agua y la
generación de una mayor heterogeneidad espacial que favorece la diversidad
de peces y aves. Sin embargo, un crecimiento desmedido puede causar un
deterioro de la calidad del agua y problemas relacionados a la recreación y
navegación (Margalef, 1983).

Las precipitaciones y oscilaciones del nivel del agua condicionan las


poblaciones de macrófitas. Algunas especies de plantas acuáticas dominan la
comunidad de macrófitas en los períodos de sequía y otras lo hacen luego de
las inundaciones. Ciertas plantas, como los juncos, experimentan cambios en
su biomasa y en la altura de sus tallos como respuestas a variaciones del nivel
del agua (de Assis Esteves, 2011).

Otros factores abióticos que afectan la biomasa y dinámica poblacional de las


macrófitas son la forma y tamaño del ecosistema acuático, velocidad del agua,
temperatura, radiación (luminosidad) subacuática, nutrientes y carbono
inorgánico. Los lugares más expuestos al viento tienen en general una menor
densidad de macrófitas, ya que este factor junto con las olas remueve el
sedimento y genera un daño físico en las mismas. Incluso, en estas áreas las
macrófitas alcanzan profundidades mínimas de colonización mayores que en
lugares de vientos moderados para evitar ser arrastradas por las olas (de Assis
Esteves, 2011).
La velocidad del agua tiene un efecto acentuado en particular sobre las
macrófitas flotantes libres porque éstas no están enraizadas al sustrato.
Debido a ello en los sistemas lóticos (ríos y arroyos) en general dominan las
especies enraizadas sobre las formas flotantes libres. Las mismas son
arrastradas durante grandes inundaciones perdiendo gran cantidad de su
biomasa. Las plantas sumergidas también pueden ser afectadas por el flujo del
agua (Madsen et al., 2011).

En general, la baja disponibilidad de nutrientes es un factor limitante del


desarrollo de los distintos tipos de macrófitas. Además, las plantas sumergidas
dependen de la intensidad de la luz en la columna de agua. Variaciones en la
densidad de la población de estas plantas pueden asociarse a cambios en la
intensidad de luz incidente (Skubinna et al., 1995), por ejemplo por un
incremento de la turbidez del agua causado por el aumento de materia
orgánica, inorgánica o turbidez por fitoplancton.

El monitoreo de la comunidad de macrófitas acuáticas, ya sea a través de la


identificación de determinadas especies o de la evaluación de la densidad de
ciertos grupos de macrófitas, es útil para detectar diferencias en la calidad de
un ecosistema acuático por contaminación con materia orgánica (Arocena y
Mazzeo, 1994; Suárez et al., 2005). En otro sentido, como se mencionó
anteriormente, ciertas macrófitas, como Salvinia herzogii (helechito de agua),
Lemna minor (lenteja de agua) y Pistia stratiotes (repollito de agua), son
tolerantes a la acumulación en sus tejidos algunos metales pesados; por
ejemplo de cromo, cadmio, mercurio y plomo (Paris et al., 2005; Arenas et al.,
2011; Gomez et al., 2014). Asimismo, algunas especies pueden acumular
pesticidas (Pérez et al., 2017). El monitoreo de esta acumulación en plantas
acuáticas permite identificar condiciones de contaminación de los sistemas
acuáticos por metales pesados y pesticidas que puede ser causada por el
vertido de efluentes industriales e ingreso difuso por escorrentía en ciudades y
sistemas agroindustriales.

MACROINVERTEBRADOS

Los macroinvertebrados son organismos invertebrados de tamaño superior a


0,5 mm. Entre ellos se pueden distinguir moluscos, crustáceos, anélidos y
larvas de insectos. Representan una gran variedad de grupos funcionales. Son
la conexión entre los productores primarios y los grupos tróficos superiores.

En base a su dieta, se los puede clasificar como trituradores de materia


orgánica particulada gruesa (MOPG), raspadores de perifiton, detritívoros que
consumen MOPG y perifiton, recolectores de materia orgánica particulada fina
(MOPF), filtradores de MOPF y depredadores de otros invertebrados
(Tomanova et al., 2006). Debido a que son sumamente relevantes en los
procesos de fragmentación y descomposición de la materia orgánica, las
actividades humanas que generan un deterioro ambiental, afectando la
comunidad de macroinvertebrados, pueden tener un efecto importante en la
velocidad de dichos procesos. En este sentido, estudios de la descomposición
de hojarascas por macroinvertebrados acuáticos pueden evidenciar el deterioro
de la calidad del agua cuando se registran velocidades muy bajas de
descomposición (Rincón et al., 2017).

La gran diversidad de grupos funcionales, tamaños, hábitats y niveles de


tolerancia a diferentes tipos de contaminación ha hecho que sea un grupo
ampliamente utilizado en programas de biomonitoreo. El registro por
observación y estimación de abundancia de especies sensibles o tolerantes a
un determinado tipo de contaminación permite interpretar el grado de impacto
sobre el ambiente. Su recolección (Figura 4) resulta sencilla debido a su escaso
movimiento y puede realizarse, al igual que su análisis, con equipos de bajo
costo en poco tiempo (Rosenberg et al., 1993). Sin embargo, los
macroinvertebrados presentan algunas dificultades al momento de su uso
como bioindicadores relacionados a su clasificación taxonómica, aunque
actualmente la mayoría de los trabajos se basan en el análisis a nivel de
familias lo que facilita su clasificación. Las variaciones en las poblaciones de
determinadas familias de macroinvertebrados pueden reflejar de forma muy
buena la calidad del agua (Roldán, 1999).

La distribución de los distintos macroinvertebrados depende de las condiciones


ambientales y distribución de recursos. Frecuentemente, las comunidades que
se encuentran en sistemas contaminados con materia orgánica están
dominadas por oligoquetos (grupo que incluye a las lombrices y gusanos
acuáticos) y larvas de quironómidos (grupo de insectos). Cabe señalar que
estos últimos también pueden ser encontrados en aguas oxigenadas, no
contaminadas. Ambos grupos suelen ser utilizados como indicadores de mala
calidad del agua (DeShon, 1995).

Algunos macroinvertebrados son moderadamente tolerantes a la


contaminación orgánica, como los gasterópodos (caracoles y babosas entre
otros) y ninfas, estados inmaduros, de odonatos (grupo de insectos que
incluye a las libélulas). Aquellos sensibles a la carga de materia orgánica se
representan principalmente por bivalvos (almejas y mejillones) y ninfas de
efemerópteros y de plecópteros, dos grupos de insectos. Los efemerópteros,
plecópteros y tricópteros son clásicos insectos representantes de buena calidad
del agua. Se agrupan en un índice denominado EPT, que representa la
abundancia de estos tres grupos en la abundancia total de una muestra (EPA,
2003).

PECES

Los peces son considerados buenos indicadores biológicos y utilizados a nivel


mundial dado que presentan alta sensibilidad a las presiones antrópicas como
la contaminación química, la eutrofización, la acidificación y modificación de
hábitats. Cambios en la composición y densidad de la comunidad de peces
pueden reflejar los efectos nocivos de vertidos de contaminación puntual y
difusa.

Habitan prácticamente todos los ecosistemas acuáticos, incluyen


representantes de múltiples grupos tróficos con una amplia variedad de
tamaños, ciclos de vida y modos de reproducción y reflejan cambios en el
ambiente acuático de una escala espacial y temporal grande en relación con
otros bioindicadores como el perifiton y macroinvertebrados. Su colecta e
identificación es fácil en relación con las de otros grupos de bioindicadores y
pueden ser analizados en el lugar de muestreo para su posterior liberación
(Karr, 1981). Además, permiten trabajar a diferentes niveles de complejidad
biológica desde el nivel molecular al de comunidad.

La abundancia de las distintas especies puede estimarse por captura, utilizando


artes de pesca como espineles, trasmallos, redes de enmalle, trampas, redes
de arrastre, o por medio de pesca eléctrica. Su uso como bioindicadores, al
igual que los macroinvertebrados, consiste en asociar especies a sistemas con
diferente grado de impacto por contaminación. Por ejemplo, algunas especies
como Cnesterodon decemmaculatus, comúnmente llamada madrecita, son muy
resistentes a contaminación por lo que se usan como indicadores de tal
condición (Teixeira de Mello et al., 2011; Benejam et al., 2016).

También podría gustarte