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Clínica de la Urgencia

Autora: Inés Sotelo

Prólogo

Una imagen ya clásica, que los humoristas gráficos han sabido popularizar
durante décadas, sin duda contribuyó a consolidar un prejuicio en el saber
popular: la idea de que habría una incompatibilidad o disyunción entre el
psicoanálisis y la urgencia. Efectivamente, la imagen aún hoy es evocada para
delicia de los lectores. El paciente, tranquilamente recostado en el diván, se
entrega a la asociación libre, mientras el analista, atiende con calma y realiza
sus ocasionales anotaciones. Una atmósfera atemporal parece apoderarse del
cuadro hasta que alguna ocurrencia del paciente –generalmente vinculada a la
realidad efectiva o a algún ardid de lógica pura- sobresalta al analista y lo
reconduce al estado de vigilia. Bastará entonces alguna elucubración de
sentido de cualquiera de los integrantes de la pareja terapéutica para que la
calma vuelva a instalarse para tranquilidad de ambos. El supuesto sueño
analítico prosigue.

Hasta aquí la versión, más o menos fiel, de esta concepción vulgar que a
menudo hace pensar que un análisis siempre habrá de implicar un minucioso
trabajo de rememoración de la historia infantil del sujeto, volviéndolo así
incompatible para hacer frente a aquellas situaciones en las que la premura
que impone la angustia demanda soluciones rápidas y eficaces.

Sin embargo, bastaría con enumerar los comienzos de algunos ya clásicos


historiales clínicos freudianos para demostrar que, por el contrario, cabe afirmar
que la urgencia subjetiva lejos de oponerse al psicoanálisis es consustancial a
su práctica. Porque, ¿no es una inmanejable situación de urgencia subjetiva la
que lo lleva al Hombre de las Ratas, en un estado de agitación que el propio
Freud destaca, a pedirle con desesperación una solución a su ideación
obsesiva? ¿No es acaso bajo la presión de la angustia que experimentan tanto
el padre de Dora como el de la Joven Homosexual -por el extravío y el accionar
de sus hijas- que recurren a Freud como último intento de responder a lo que
para ellos no tiene nombre? ¿Y qué decir de Juanito y de su padre? ¿No es
también en este caso la angustia el afecto que preside el cortejo sintomático
del pequeño y altera el supuesto equilibrio familiar hasta entonces a duras
penas conservado?

Pero además, si se sabe leerlo1, ha sido Jacques Lacan quien de un modo u


otro ha señalado a lo largo de su enseñanza esta relación intrínseca entre el
psicoanálisis y la urgencia.
Ya sea en su temprano "Informe de Roma", en 1953, al señalar: ―Nada creado
que no aparezca en la urgencia, nada en la urgencia que no engendre su
rebasamiento en la palabra.‖2

1
Como lo hace Jacques-Alain Miller en su actual Curso de la Orientación lacaniana, clase del
15 de noviembre de 2006.
Ya sea en un breve escrito de 1966 titulado ―Del sujeto por fin cuestionado‖ y
que precedió a su ―Proposición…‖ sobre el pase, cuando –en un contexto
relativo a la formación de los psicoanalistas- afirma sin ambages: ―Por lo menos
ahora podemos contentarnos con que mientras dure un rastro de lo que hemos
instaurado, habrá psicoanalista para responder a ciertas urgencias
subjetivas…‖3
O bien en la conclusión de su ―Prefacio a la edición inglesa del Seminario
11―donde sorprendentemente hace mención a las urgencias subjetivas:
―Señalo que, como siempre, mientras escribía esto los casos de urgencia me
estorbaban‖4 -dice como al pasar.
Una y otra vez, Lacan reitera el lazo indisoluble que existe entre la urgencia
subjetiva y el psicoanálisis. ¿Por qué?
Porque la práctica analítica de orientación lacaniana precisamente se funda en
aquello que al hablanteser se le hace presente como lo imposible de
simbolizar, aquello que sobrepasa lo que su palabra puede nombrar, es decir,
se funda en aquello que Lacan llamó: el traumatismo –troumatisme- del agujero
de lo real, es decir, el traumatismo del ―no hay relación (proporción) sexual‖,
inherente a todo ser hablante.
Es entonces desde esta perspectiva, bajo este marco, que podemos afirmar
que la práctica analítica de las urgencias subjetivas –lejos de oponerse-
constituye un ámbito privilegiado para la práctica del psicoanálisis y, aún más,
para el esclarecimiento de sus fundamentos.
Porque se trata no sólo de demostrar una y otra vez, como el lector podrá muy
bien constatar en las páginas que siguen, la enorme efectividad terapéutica del
psicoanálisis ante las urgencias subjetivas. Esto es fundamental, pero también
lo es destacar –como también podrá corroborarse en varios pasajes del texto-
la dimensión eminentemente ética de una orientación que no cede en la
exigencia de apelar a la aparición de una subjetividad responsable allí donde
otras prácticas profundizan la victimización del paciente.

Es así que Clínica de la Urgencia, libro que reúne la experiencia de las clases
dictadas por Inés Sotelo a lo largo de diez años de enseñanza en la Facultad
de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, se inscribe en una
perspectiva crucial. Crucial porque se trata de una experiencia de enseñanza
que proviene de un espacio anualmente poblado por aproximadamente
trescientos alumnos. Nada más y nada menos que trescientos alumnos pueden
acceder así a una dimensión de la enseñanza y la transmisión que permite
contrarrestar la pendiente a la que habitualmente conduce el discurso
universitario.
Porque la clínica de la urgencia introduce otra dimensión, la que se opone a la
experiencia concebida como una mera acumulación de saber. Dicho de otro
modo, es como si esta práctica –al darle la palabra al sujeto, o mejor dicho, al
propiciar que el sujeto advenga en tanto tal- agujereara el ―todo saber‖ que está
presente en la estructura misma del discurso universitario. De este modo, tal
como recién subrayábamos, la clínica de la urgencia en tanto apunta a que el
sujeto sea producido y alojado, se opone a su masificación bajo rasgos
comunes, ya se llamen ―las víctimas‖ o los ―traumatizados‖.

2
Escritos 1, siglo XXI Editores, Argentina 1988, pág. 231.
3
Ibídem, pág. 226.
4
En Intervenciones y Textos 2, Manantial, Argentina, 1988, pág. 62.
Y en este sentido, al proponerse evitar que los individuos se pierdan, se
desvanezcan en el anonimato de la masa, puede constatarse cómo la clínica
de la urgencia necesariamente debe ser inventiva. Hay que inventar cada vez,
de nuevo, porque ante la urgencia ―se nos queman los papeles‖, y también
porque –tal como se trasunta con claridad en estas páginas- los analistas
pasan a ocupar lugares que no son los del dispositivo analítico tradicional sobre
el cual, sobre cuya caricatura, bromeábamos al comienzo.

Ocurre, como también aquí se recuerda, que estamos en la ―civilización del


trauma‖, en los tiempos de ―la urgencia generalizada‖ o en los tiempos ―del Otro
que no existe‖. Es decir, estamos en los tiempos que muestran las
consecuencias de la caída de los grandes relatos, de los ideales y de las
tradiciones que antes daban cobijo a los sujetos; estamos en la época
postradicional, la época de los sujetos desorientados, sin brújula. Todo lo cual
se manifiesta en una clínica muy precisa - hecha del trauma y de su correlato,
la angustia- que bien podríamos llamar una ―clínica del desamparo‖. Es
precisamente lo que subrayamos más arriba y que establece un nudo
fundamental entre la urgencia subjetiva y el psicoanálisis.
Porque hay dos dimensiones del trauma a considerar: el trauma estructural
(constituyente) y el trauma como acontecimiento imprevisto que introduce lo
inasimilable a través del encuentro con una contingencia.
Esta doble caracterización permite entender que, en cierto modo, el trauma
como aconteciendo imprevisto no hace sino reduplicar el trauma estructural por
el hecho de ser hablantes, el troumatisme que antes mencionamos.
Y, en este sentido, así como decimos que para la formación del analista la
práctica con la psicosis es formativa (las presentaciones de enfermos, el
estudio de la psicosis) porque ―la psicosis es la estructura‖, es decir, revela la
relación nativa del sujeto con el significante cuando no ha sido vestida por la
novela edípica, tal vez podríamos decir otro tanto de la práctica de la urgencia
por cuanto reconduce a las relaciones traumáticas originales del sujeto en su
propia constitución. Desde esta perspectiva, tal vez podríamos entender cómo
el psicoanálisis aplicado a la terapéutica –de eso se trata en esta clínica de la
urgencia- puede esclarecer cuestiones relativas al psicoanálisis puro, aquél
ligado a la formación del analista y revitalizar el deseo del analista.5

A modo de una primera aproximación podríamos subrayar cinco puntos que


hacen a esta dimensión formativa de la práctica con las urgencias y que puede
leerse en las clases que siguen.
1) La práctica con las urgencias subjetivas es una práctica que potencia la
exigencia de escuchar el detalle, el relieve singular en el discurso de quien
consulta.
2) Es también una práctica que, en la medida en que no se plantea responder
desde un protocolo preestablecido, fuerza al practicante a ejercitarse en la
disciplina de "olvidar lo que sabe" de antemano.
3) Es una práctica que necesariamente debe ser inventiva , ya que –como
dijimos- hay que inventar cada vez porque se nos "queman los papeles".
4) Es una experiencia que lleva al practicante a confrontarse con un
equivalente de lo traumático constitutivo a todo parlêtre. Esto por cuanto

5
Según una fórmula de Eric Laurent.
suponemos que toda situación traumática implica de algún modo una
reactualización de su encuentro con el troumatisme de la no relación sexual.
5) Nos atrevemos a conjeturar que una práctica en la que resulta
imprescindible obtener ese significante por el cual el sujeto puede localizarse y
representarse ante el Otro –―significante de la urgencia‖ se lo ha llamado
también-, y para lo cual hace falta tiempo, es decir, hace falta una ―pausa‖ que
introduzca un tiempo en la urgencia, es una práctica que necesariamente
implica que debe operar algo de lo ―impiadoso‖ del deseo del analista.
Impiadoso porque el deseo del analista es el que, dosificando la angustia, no
se detiene ante la piedad propia del eje imaginario intensamente convocada en
el colapso, en la contracción temporal que supone la urgencia subjetiva. Tal
vez podríamos hablar aquí de las virtudes de "una pausa impiadosa".

Podríamos hablar entonces de lo impiadoso de una pausa que le recuerda


constantemente al practicante que no debe olvidar que su acto siempre está
suspendido de una hiancia, en un abismo que no tiene nombre. Es lo que se
escribe con el matema del S de A tachado y con el cual Jacques-Alain Miller
dijo en una oportunidad que convendría que el analista hiciera una periódica
―cura‖, ya que es la mejor manera de prevenir la infatuación que surge de la
identificación al sujeto supuesto saber. Entonces, ¿la práctica con la urgencia
como ―cura preventiva‖ de la infatuación? ¿Por qué no?

Entendemos que algo de esto es lo fundamental que el libro de Inés Sotelo


logra transmitir. No sólo una precisa elaboración de saber acerca de la práctica
ante las urgencias sino los límites mismos de ese saber ante el real que debe
afrontar cada vez.
Y de este modo, también alcanza a transmitirnos su pasión: la de sostener una
práctica de enseñanza que persevera y que no está dispuesta a abandonar la
nobleza, esa nobleza que la práctica analítica sólo puede extraer a partir de
confrontarse cada vez su imposible.

Leonardo Gorostiza*
Febrero de 2007

Leonardo Gorostiza , Psicoanalista en Buenos Aires. Analista Miembro


(AME) de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación
Mundial de Psicoanálisis . Director del Instituto Clínico Buenos Aires
(ICBA )(goro@fibertel.com.ar)
CAPITULO 1
El Sujeto en la Urgencia Institucional *
* Esta clase fue dictada también en el CONNAF Consejo Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia organismo que
depende de la Secretaría de Desarrollo Social - Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente – Presidencia de la
Nación de la República Argentina. Este organismo interviene en múltiples situaciones que involucren familias,
adolescentes y niños, resultando preponderante para tales intervenciones el trabajo multidisciplinario e interdisciplinario
de los profesionales que desempeñan allí su función: Psicólogos, Trabajadores Sociales, Abogados, Médicos, etc.

Salud Mental y las instituciones

Pensar el lugar de la Salud Mental en la instituciones públicas, nos lleva a


reflexionar acerca de la demanda que allí llega.

Utilizaremos una referencia freudiana para abordar el tema: un judío vienés,


pobre, sube a un tren para dirigirse a un lugar para tomar aguas termales,
famosas por su función terapéutica pero no tiene dinero para comprar boleto. El
guarda se lo pide y, como no lo tiene, lo obliga a bajar del tren; este sale pero
sube nuevamente, el guarda vuelve a bajarlo y él a entrar. La tercera vez el
guarda le pega y lo baja, repitiéndose esta secuencia varias veces.
Finalmente, se encuentra con un conocido que le pregunta ¿hacia donde vas?,
el hombre le responde ―voy a tomar aguas termales, si la salud me lo
permite...‖.

Eric Laurent tomará este relato afirmando que la Salud Mental es lo que nos
permite permanecer en el tren y alcanzar cierta paz, si…. nuestra salud mental
nos lo permite. (1)

Al hospital público, a las instituciones llegan personas golpeadas:


desocupación, desarraigo, marginalidad, desmembramiento familiar;
manifiestando el dolor, el sufrimiento insoportable como signos de lo que no
anda.

En cierto momento, que no siempre coincide con hechos objetivamente graves,


se produce la ruptura de la homeostasis con que la vida transcurría; se rompe
el equilibrio que sostenía las relaciones con los otros, con el trabajo, con los
lazos amorosos y familiares , con los pensamientos y hasta con el propio
cuerpo,.

Esta ruptura podemos ubicarla como urgencia que requiere intervención


profesional. Así, el sujeto, la familia, la escuela o el juez, solicitan, indican o
acompañan para que el estado por la vía del hospital público trabaje para el
retorno al bienestar.

El estado de bienestar asegura que los ciudadanos estén en sus trenes, en sus
coches, en sus casas y que puedan permanecer allí, ―si es que tienen cierta
salud‖. (2)
Por su parte la Organización Mundial de la Salud impulsa la promoción,
prevención y asistencia de la Salud Mental como derecho ineludible dentro del
campo de la salud; para lo cual promueve el trabajo interdisciplinario, con todos
los profesionales cuyas incumbencias los habiliten a desarrollar acciones
eficaces que aseguren tales objetivos.

En esta dirección la ley de salud mental de la ciudad de Buenos Aires,


establece: el reconocimiento de la salud mental como un proceso determinado
histórica y culturalmente en la sociedad, cuya preservación y mejoramiento
implica una dinámica de construcción social, y está vinculada a la concreción
de los derechos al trabajo, al bienestar, a la vivienda, a la seguridad social, a la
educación, a la cultura, a la capacitación y a un medio ambiente saludable. La
salud mental es inescindible de la salud integral para lo cual es necesario el
desarrollo con enfoque de redes de la promoción, prevención, asistencia,
rehabilitación, reinserción social y comunitaria, y la articulación efectiva de los
recursos, así como de los lazos solidarios. Sostiene el respeto a la pluralidad
de concepciones teóricas en salud mental estableciendo que es función del
Estado ser garante y responsable del derecho a la salud mental individual,
familiar, grupal y comunitaria. Evitando políticas, técnicas y prácticas que
tengan como fin el control social.

¿Cómo pensar en este contexto, el lugar del psicoanálisis? El psicoanálisis


está incluido en los programas de Salud Mental y lo encontraremos siempre
que haya un imposible: ―educar, gobernar y…mas aún: el gobierno de la
curación‖. (3)

Si bien el psicoanálisis como terapia eficaz, permite tal inclusión, agrega


Laurent, no es una terapia de la psyché, es decir del pensamiento, del órgano
sino del sentido. Ordenar la proliferación de sentidos, fundamentalmente el
sentido sexual, ―es una problemática política que alcanza el programa de la
civilización‖ (4).

Incluirnos como psicoanalistas en las instituciones, enlazándonos con otros


saberes es el desafío con el que entramos decididamente en el Siglo XXI. Será
necesario ubicar el lugar del ―objeto psicoanalista‖, objeto producido por un
discurso al que habrá que encontrarle su uso ya que el espacio analítico es un
espacio en el cual se juega un destino fundamental del sentido de la
civilización. (5)

La urgencia generalizada

De esta forma caracteriza Guillermo Belaga, Jefe de Servicio de Salud Mental


del Hospital de San Isidro, a la presentación mas frecuente en guardias y
admisiones en las instituciones. Entidad clínica y política, dirá, en
correspondencia con el nuevo régimen social, producto de un mundo
transformado por la ciencia y la globalización económica. ―La urgencia
generalizada habla de un traumatismo tanto a nivel de lo colectivo como en el
singular, donde encontramos la impotencia del discurso a la hora de leer el
acontecimiento‖ 6
Afirmará que frente al vacío subjetivo ante la falta de un ideal común, la
ciencia pasa a ser un discurso que da cierto abrochamiento, un sentido como
Nombre del Padre, que mediante una descripción programada hace existir una
causalidad determinista universal.

La presencia del analista, su intervención, posibilita el pasaje a la urgencia


subjetiva que la diferencia de la emergencia psiquiátrica con su presentación
standarizada en los manuales. Mientras la medicina trabaja a partir de
probabilidades y estadísticas, ―para el psicoanálisis los efectos de goce son
incalculables‖, afirma Lucas Leserre. 7

Síntoma, angustia, trauma, respuesta del sujeto a ese real, recursos del sujeto,
límites del sujeto, cobran una dimensión esencial en el diagnóstico así como
en la táctica y estrategia que propone el analista frente a la urgencia.

La Urgencia en la Universidad

Si los usos del psicoanálisis dependen de la producción de analistas, la


universidad es un espacio de formación epistémico que a la vez permite la
inclusión de quienes sostienen allí su transmisión, posibilitando el encuentro
de los estudiantes, no solo con los textos sino también con la clínica y con los
analistas en las instituciones.

La Práctica Profesional Clínica de la Urgencia, materia del plan de estudios de


la Carrera de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, que dicto desde
1996, surgió con la idea de que los alumnos lleguen a las guardias de los
hospitales; esta propuesta se fue ampliando a las admisiones y a otros
dispositivos asistenciales.

A través del tiempo, fuimos verificando cómo la urgencia atraviesa no solo al


paciente que llega a una situación de crisis, sino también a los profesionales
y a la institución misma.

La mirada de los alumnos abre otra perspectiva porque ellos están más
preocupados en el modo de intervenir de los profesionales, en verificar cómo
sostienen su práctica los psicólogos, psicoanalistas pero también trabajadores
sociales, terapistas ocupacionales, talleristas, y así descubren como la
urgencia atraviesa este quehacer.

En lo particular de la práctica del psicoanalista, sostiene Eric Laurent, un


―enjambre de saberes lo rodean y que no tienen nada que ver con clasificación
universitaria o con la clasificación de la ciencia… y ningún recorte organizativo
de los saberes de la civilización es satisfactorio para lo que se tiene que
sostener‖ (8)

Urgencia de los profesionales


Una de las cuestiones para pensar es ¿de quién es la urgencia en esta
situación de crisis?

Podría localizarse en el sufrimiento de esa persona que llega; cada profesional


que trabaja en instituciones asistenciales, podría aportar distintos ejemplos de
esta practica particular que sostiene.

En primer lugar intentamos ubicar de quién es esa urgencia, si proviene del


paciente mismo, si viene de la familia, del juez, de la escuela, del policía que lo
encontró deambulando por la calle. ¿Para quién, ésa, es una situación
insoportable que hay que resolver?, esta es una primera localización.

En el hospital de Ste Anne Lacan definió: ―la urgencia es lo imposible de


soportar para un sujeto al que nada divierte‖. Francois Leguil, sostiene que esta
definición no nos permite retroceder en esta clínica particular que encuentra su
lugar de alojamiento en guardias, admisiones, y en la clínica en general.(9)

En las urgencias lo imposible de soportar es el quedar inmerso en la


repetición de lo mismo donde la dimensión del sujeto aparece totalmente
arrasada. Esto no sólo es para los pacientes sino que también atraviesa a los
profesionales a cargo; por eso una de las cuestiones a resolver es cómo
hacer soportable la monotonía, la cotidianeidad de la pobreza, de la miseria,
de la falta de recursos; esto se transita en cada situación, en los problemas
institucionales, en la violencia, en el desamparo…

Quiero destacar la importancia de reunirse en la diversidad de formación, en la


diversidad de tareas, en la diversidad ideológica, y tratar de construir el
espacio institucional como espacio creativo, de invenciones y ficciones, donde
se consoliden las transferencias de trabajo. Buscar un hilo en común, un hilo
que nos permita una interlocución, es una de las formas de salir o de tramitar
esta urgencia. ―…aliarse con todos los que luchan dentro de la psiquiatría o
dentro de la Salud pública para construir estructuras menos crueles y esto
supone tener una idea de los goces en juego en las organizaciones y en su
funcionamiento‖ (10)

Las situaciones que se generan en las instituciones tienen la marca del exceso
con lo cual poder hacer algo con esto, reunirse, trabajar, pensar y soportar la
diversidad en la institución donde elijamos, o nos elija para transitar ya es un
paso como para ir más allá de las propias urgencias.

Se corre el riesgo de caer es en la inercia, finalmente se termina


impotentizado.

Localización de la urgencia

La urgencia, en general se presenta como dolor, como sufrimiento


insoportable, como ruptura aguda. Freud decía quiebre de la homeostasis con
que la vida transcurría.
Habitualmente el profesional se encuentra con aquél que ha tenido
dificultades y problemas desde siempre pero se ha sostenido en cierto
equilibrio, hasta que algún acontecimiento impensado, inesperado, contingente,
llega a su vida. Un nacimiento, un embarazo, la pérdida de un trabajo, la
pérdida de un ser querido; un encuentro o desencuentro amoroso, pueden
irrumpir en la vida de alguien conmoviéndola. Quiebre de este equilibrio en el
devenir de una vida.

La urgencia da cuenta siempre de algo del orden la ruptura, por eso es


importante localizar qué es lo que ha quebrado esa homeostasis; por qué si
esa familia, por qué si ese sujeto funcionaba mas o menos bien en su vida, con
sus problemas, con sus dificultades, con su adicción, con su síntoma, a partir
de cierto momento no logra sostenerse solo. Cuando se localiza esto, ya
puede empezar a hacerse otra lectura.

Se tratará de ubicar el punto de basta, como un punto de ruptura que pone en


cuestión el lazo con los otros, la relación con quienes lo rodean, con su pareja,
con sus amigos, con el trabajo, pero también con su propio cuerpo, con su
propia capacidad para resolver situaciones.

Una urgencia pone en crisis toda la relación del sujeto con el adentro y con el
afuera. Esta ruptura va a llevar al sujeto a diversos caminos: hay quien puede
quedar sumido en la inhibición absoluta, en el aislamiento, en el mutismo, tal
vez el desencadenamiento de una psicosis que deja al sujeto en perplejidad,
encerrado y sin poder dirigirse a los otros. También encontraremos los casos
que tienen que ver con la impulsividad, con la agresividad, con actos
peligrosos, actos desesperados, que ponen en riesgo su vida o la de otros.

Silvia Baudini afirmará que la urgencia subjetiva es uno de los lugares


privilegiados para verificar la eficacia de los efectos terapéuticos del
psicoanálisis, pues la sola entrada en el discurso analítico produce un efecto
terapéutico: apaciguamiento de los estados de pánico, sedaciones de angustia
o postergación de lo los pasajes al acto. 11-

La intervención que vamos a tener en relación a esto requiere de cierto cálculo,


requiere en principio de una lectura, mas allá de lo apremiante de la situación,
leer esto que podríamos llamar una ―coyuntura de emergencia‖. (12)

Normalidad y anormalidad

Quien atraviesa por una crisis aguda experimenta este pasaje entre la
normalidad y la anormalidad; quien está atravesado por esta coyuntura se
siente anormal. Nos preguntamos: ¿cómo vamos a alojar la ―anormalidad‖ de
ese sujeto?

Esa manera de desborde que sacude y desacomoda al sujeto y a su relación


con los otros, también produce un pasaje de la intimidad de su sufrimiento
privado a algo que se hace público. Si llega a la institución es porque algo
dejó de pertenecer a su pequeño teatro privado y tiene relación con su
síntoma, con el sufrimiento, con las ideas, con la fantasía, con el cuerpo. A
partir de cierta situación de urgencia algo se atraviesa y pasa a lo público;
cruce de las barreras de la normalidad, como si estas barreras existieran. Hay
una vivencia de lo anormal de acuerdo con lo esperable o lo no esperable,
con los propios ideales, con los valores del sujeto, de la familia, de la escuela,
del juez y hasta del profesional.

Encontramos aquí un juicio normativo, sobre lo normal, lo anormal, lo bueno, lo


malo, y en general en la consulta el pedido es que se vuelva a la norma.
Desde la sociedad se reclama, que todo vuelva a ser como antes, que esa
señora que ahora está delirando vuelva a estar con los chicos, les haga la
comida, para que todo retorne a sus cauces normales.

He trabajado en el Hospital Piñero en la Ciudad de Buenos Aires, en sala de


internación. Allí hay sala de internación psiquiátrica de hombres y una sala de
mujeres. En general, la externación de un hombre es bastante mas rápida, si
hay familia siempre hay alguien que lo aloja; para las mujeres es mas
complicado. Se espera que retornen cuando se puedan hacer cargo
nuevamente de la casa, de los chicos, cuando todo vuelva a la ―normalidad‖.
Externar a un hombre era, por lo menos hace unos años, mas sencillo, siempre
había una madre, una mujer, una hermana que lo alojara. Para una mujer la
exigencia familiar y social era mucho mayor.

Era necesario realizar una gran tarea con la familia en los casos en que no
había motivos para sostener el tratamiento en una sala de agudos y de
ninguna manera ameritaba ir a una sala de crónicos, pero sí se necesitaba
una familia que sostuviera y que aceptara que probablemente esta mujer nunca
volvería a la ―normalidad‖ esperada, y en cambio iba a tener que estar para
siempre, de una manera u otra, sostenida por familiares o amigos. Tarea muy
complicada ya que sin recursos, es muy difícil implementar la estrategia de
egreso, tanto para el analista como para el trabajador social.

El terapeuta puede decir: ―desaparecidos los motivos de internación, se le da


el alta‖, el asunto es ¿a dónde?, ¿quién aloja?, ¿quién recibe?, uno puede
tener clara esta situación, pero ¿cómo se instrumenta el alta?

Encuentro con un analista

Volvemos a la urgencia, a la irrupción de síntomas y al paciente que en


realidad no quiere saber nada del por qué le pasa lo que le pasa, lo que pide
es ―…vuélvame usted al estado anterior, yo quiero estar como estaba antes,
con mis problemas, con mi sufrimiento, con mi propia relación con el
sufrimiento, pero de esto no quiero saber nada….‖. En realidad, el encuentro
con el analista podría cambiarle un poco la perspectiva y terminar queriendo
saber y por eso comenzar un tratamiento.

El modo en que esa demanda es alojada a la vez que sin responder a ella, es
crucial en las guardias y admisiones ―Evitamos consentir la demanda
desesperada del sujeto de volver a ser el de antes y en su lugar le
proponemos recorrer el camino de los vericuetos de su decir, para que con él
se invente una nueva versión de su historia causada por el traumatismo‖. 13
El requerimiento que recibimos de los jueces, o de la escuela, es: ―acomodar
esto para que se normalice‖, para que retorne a carriles soportables, lo que es
bastante complicado cuando la cosa se desarmó. En todo caso, la cuestión
podría ser encontrar otra ―normalidad‖, digamos, una nueva forma, porque
volver a ese estado perdido es un imposible.

Todo hecho es un hecho de discurso y esto quiere decir que depende de cómo
se lean estos hechos y de quién los lea. Si el discurso, finalmente es un modo
de usar el lenguaje también va a depender si esta lectura la hace un médico,
un psicólogo, un psicoanalista, un trabajador social o el juez. Es necesario
localizar cuál es la concepción de sujeto que está en juego, cual es la
concepción de síntoma y por supuesto de ―normalidad‖.

El desafío será trabajar con profesionales atravesados por discursos


distintos y con diferente concepción, por ejemplo, de lo normal y lo anormal.
Cuando los profesionales están exclusiva y excesivamente preocupados por
el propio discurso suele perderse el sujeto sobre el que está trabajando, de
alguna forma se expulsa y se anula al niño, a la familia. Si se está más
preocupado en la propia idea que se tiene de la situación se pierde el sujeto en
cuestión. ―Comiencen por creer que no comprenden. Partan de la idea del
malentendido fundamental. Esta es la disposición primera…‖ nos indica Lacan
en el seminario 3. (14)

A los alumnos, el sumergirse en esta realidad cotidiana los obliga a salir de


las aulas y dirigirse a la comunidad en donde la urgencia emerge; allí se
encuentran con el sufrimiento humano; Eric Laurent afima que éste está
estructurado como un mensaje y es allí donde habrá que pescar al sujeto, en
la subjetivación de la urgencia.

En el tiempo de formación se corre el riesgo de aspirar a convertirse en un


analista ideal, que trabaja con ese niño ideal, con el paciente ideal, en la
institución ideal.

En los múltiples dispositivos emerge el sufrimiento humano estructurado como


un mensaje y hay que leerlo, en todo caso habrá que ver si ahí hay lectores, si
hay quien esté dispuesto a leer y a alojar ese padecimiento tal cual llega.

El tiempo, entre la prisa y la pausa.

La dimensión del tiempo es central en la urgencia.

Las instituciones que trabajan con minoridad podrían decir mucho en relación a
esto ya que están apremiados por la exigencia de respuesta del juez, de las
familias, de los niños. Allí se pone en evidencia la necesidad de decidir a toda
prisa; ―el juez resolvió inmediato traslado de…‖. Todo tiene el apremio de lo
que debió ser resuelto, no ahora sino ayer, todo parece deslizarse en una
vertiginosidad en la cual, finalmente se pierde el paciente y se pierde el
profesional.
.
Esta exigencia es la de tener que resolver, rápido, bien, sin error, sin soslayar
que también nuestra practica está recorrida por la industria del juicio, el juicio
normativo que nos atraviesa. La demanda de resolver urgentemente, sin
recursos pero en forma absolutamente eficiente, pone a los profesionales frente
a sus propias urgencias.

El sujeto también reclama que se resuelva con premura, todo parece indicar
que ―no hay tiempo‖, lo cual se verifica con claridad en las guardias aunque
ésta es solo uno de los lugares donde se aloja.

Cada consulta tiene un punto de urgencia, que hay que leerla y encontrarla; y
aunque alguien pueda esperar un mes para ser atendido, por las largas listas
de espera en los Consultorios Externos hospitalarios, podemos inferir que hubo
un punto de quiebre y ruptura, de urgencia para ese sujeto, que lo condujo a
pedir ser escuchado.

Urgencia y gravedad del caso

La urgencia no debe ser homologada a la gravedad del caso.

A su vez, si un caso es grave y el sujeto llega intoxicado, o herido por


supuesto requiere de las maniobras médicas, de la sutura que primero ponga
a salvo su vida para luego escuchar de qué se trata esto.

En estos casos la gravedad nos pone en relación con la ley de internación, la


seguridad para sí y para terceros, mostrando esta dimensión de la urgencia
que vincula urgencia y riesgo o gravedad; no siempre coinciden.

De todas maneras cuando un sujeto está atravesado por una urgencia, su


vivencia es la de ―no hay tiempo‖. Es por eso que siempre interesa preguntar
bastante en la primera entrevista, detenerse en las coordenadas que lo
trajeron a esa consulta: ¿Por qué llegó? ¿Por qué hoy? ¿Qué lo trajo? ¿Por
qué acá?. Es decir, preguntas que permitirán comenzar a entramar alguna red
en relación a eso que aparece desarticulado del resto de la vida.

Tiempos lógicos

Trabajaremos un escrito de Lacan que se llama ―El tiempo lógico y el aserto de


certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma‖ (15)

El director de la cárcel comunica a tres detenidos que pondrá en libertad a


quien resuelva primero un problema lógico. Les muestra tres discos blancos y
dos negros, advirtiéndoles que colocará uno en la espalda de cada uno. Cada
individuo podrá ver el color del disco de los otros dos y, por supuesto, no podrá
ver el color del disco que lleva en su propia espalda.

Cada prisionero deberá deducir lógicamente el color del disco que tiene tras de
sí. Agrega que se les dará todo el tiempo para resolverlo.
Finalmente Lacan llamará ―la solución perfecta‖ a la que dan los tres
prisioneros al salir simultáneamente del recinto. Después de haberse
considerado entre ellos durante cierto tiempo, los tres sujetos dan juntos
algunos pasos y cruzan la puerta a la vez diciendo:

―Soy blanco y lo sé porque dado que mis compañeros eran blancos, pensé que
si yo fuese negro, cada uno de ellos hubiera inferido lo siguiente: si yo también
fuese negro, el otro, se hubiera reconocido inmediatamente como blanco y
habría salido enseguida; por lo tanto yo no soy negro. Y los dos hubieran salido
juntos convencidos de ser blancos. Si no hacían tal cosa, es que yo era un
blanco como ellos‖
.
Lacan referirá la modulación del tiempo en el movimiento del sofisma: el
instante de ver, el tiempo para comprender y el momento de concluir.

El director comienza diciendo ―hay todo el tiempo‖, sin embargo la urgencia del
momento de concluir también está presente en el cálculo del director.

La incógnita real del problema, para Lacan, es el atributo ignorado del sujeto
mismo. Hay un tiempo de meditación, un tiempo que el sujeto se pone en
relación a los otros, sujetos indefinidos salvo por su reciprocidad. Finalmente, el
aserto sobre sí mismo, lleva al sujeto a una conclusión, la urgencia del
momento de concluir. Es bajo la urgencia del movimiento lógico, que el sujeto
precipita su juicio y su partida.

El sujeto en su aserto alcanza una verdad que va a ser sometida a la prueba de


la duda, pero que no podría verificar si no la alcanzase primero en la
certidumbre.

Me interesa pensarlo para el momento de la urgencia desde la perspectiva de


quien la atraviesa: frente al no hay tiempo, ―no hay tiempo porque quiero salir
libre, porque quiero volver a la norma, porque quiero irme de acá, de mi propia
prisión, de mi síntoma, de este desborde insoportable, de esta situación de
crisis cuanto antes‖.

Frente al no hay tiempo, el director o cada uno de nosotros en tanto analista,


propone: hay todo el tiempo: ―cuénteme qué le pasa, tiene todo el tiempo‖,
cuando el profesional sabe que no lo hay, que las cosas hay que resolverlas y
que él mismo tiene al juez pidiendo un informe para la resolución de esa
internación, adopción, tenencia del menor…

Se propone un instante para ver, localizar algo de esta urgencia. Este tiempo
en el cual, para que el sujeto pueda decir algo acerca de sí mismo, habrá que
ponerlo en relación a otros.

El prisionero va a poder decir algo de sí, sin certeza, sin seguridad y aventura
una afirmación que posibilite la salida. La propuesta es que salga de su propio
encierro sufriente y que pueda decir ―soy blanco‖, ―soy negro‖, decir en
relación a otros.
Es invitarlo a que en este tiempo , cuando se le pregunta por su mamá, su
papá, su hijo, su amante, su trabajo, sus lazos, sus inquietudes; el sujeto
pueda abrir un tiempo de comprender. Nuestro trabajo tiene mucho que ver con
permitir la instalación de este tiempo, donde el sujeto pueda decir algo de sí en
relación a otros y en relación a nosotros como terapeutas, pero también
armando una trama de su propia vida.

Pero hay algo mas; Mauricio Tarrab sostiene que para la superación del
trauma no basta con la vía elaborativa y menos aún con la racionalización,
porque la cuestión central es como operar con un real fuera de sentido. Esto
es ―desplazar el interés desde la realidad del trauma a la insistencia del trauma
para indicar que lo inasimilable está allí como encuentro inédito, pero que
siempre ha estado allí y retorna en ese encuentro perturbador‖ (16)

Finalmente el último tiempo, cuando el sujeto atraviesa la puerta, es el


momento de concluir. El segundo tiempo no se puede eternizar; en el análisis,
en cada entrevista, en la admisión, en la guardia, hay un momento en que se
precipita un final sin la certeza absoluta sino con cierta certidumbre, por eso se
llama un aserto de certidumbre anticipada. Hay una certidumbre, sin garantía
porque el color no lo vio; y cuando dice ―soy blanco‖ va a anticipar, va a poder
decir eso de sí, pero sin garantía.

Cuando el profesional escribe un informe, cuando da un alta, un permiso de


salida, cuando toma una decisión, es una decisión sin garantía. En todo caso
es la solución a la cual pudo arribar luego de que se han desplegado las
coordenadas del caso.

Lorena Hojman , quien trabaja en el CONNAF en el Equipo de Familias y


Crianzas, afirma que en este proceso hay que abstenerse de las urgencias
institucionales permitiendo el despliegue de un tiempo lógico para cada uno de
los sujetos en cuestión , por lo que la duración del proceso no estará
predeterminada sino que se va definiendo a partir de los dichos de los niños y
los adultos implicados. 17

Deberá tomarse una decisión aunque quizás no funcione, o sobre la que


habrá que volver, que tal vez fracase. Intervenciones sin garantías pero que en
todo caso, permitirán abrir una trama que ya tiene consecuencias sobre cada
sujeto y sobre nosotros mismos, entre ese instante de ver, del no hay tiempo a
la conclusión.

En el pasaje al acto se anticipa la conclusión, cuando un sujeto se corta las


venas, y concluye antes de comprender. En las patologías del acto en las
cuales hay una conclusión anticipada, se pegan los tiempos, hay un instante
de ver lo insoportable y hay una conclusión: tirarse por la ventana.

Nuestra tarea es abrir esa brecha, ese espacio, en el cual, efectivamente,


también nos corren los tiempos, sabemos que la conclusión muchas veces
debe estar ahí, en unas pocas entrevistas o en unas pocas horas.
Cuando se logra abrir otro tiempo, esa dimensión deja marca en los sujetos,
en los pacientes, así como en la institución y en el analista.

Intentaremos que la conclusión no quede ligada al ―bien saber‖ del


profesional o a recomendaciones morales para la vida de ese sujeto, sino que
posibilite el camino hacia el bien decir acerca del sufrimiento, de la decisión de
dar un hijo en adopción o de recibir un hijo adoptivo; esto es: propiciar un
tiempo para poner palabras, mas allá de que no todo pueda ser dicho.

Aunque el resultado no esté garantizado, ese tiempo no es sin consecuencias,


efectivamente es la condición para dejar una marca.

Evaluación y avaluación

Hablábamos de la lectura de cierto acontecimiento, de la posición ética del


lector. En este tiempo, además de lo que nosotros podemos decir de ese
sujeto, de esa situación, de esa familia, es fundamental lo que ellos pueden
decir de sí mismos; abrir un tiempo en el cual algo sea dicho.

Frecuentemente en las instituciones los sujetos son juzgados, no solo por el


juez, sino por los profesionales: médicos, maestros, trabajadores sociales,
psicólogos.

Miller propone para la clínica la avaluación. En lugar de la evaluación, la


avaluación que une la evaluación con el aval del paciente; en todo caso la
intervención tendrá otro efecto en tanto el sujeto avala su sufrimiento. (18)

Ese padecimiento que irrumpe como ajeno, como algo del destino, como algo
que llegó, puede virar hacia un lugar en que el sujeto consienta de él.

La decisión de un juez de separar a un padre de los hijos, suele aparecer


como una ley arbitraria, que se le impone sin que entienda cuál es la lógica de
esto ni qué es lo que lleva a los profesionales a recomendar esta separación.
En estos casos convendría pensar si es posible introducir algún aval del sujeto.

El desafío será que en estos padres o en este sujeto que padece un síntoma,
se produzca algún movimiento gracias al cual deje de ser algo ajeno y extraño
para pasar a ser algo propio, algo que tiene que ver con su vida, con su
historia y con sus actos; pero no en el sentido del derecho, o no
exclusivamente.

Entendemos entonces que ―el uso fundamental del psicoanálisis es que el


encuentro con un analista se transforme en un paréntesis en el cual el sujeto
sometido a la tiranía de la causalidad, transforme el sentido de la identificación
con la que intenta definir su posición en la civilización en encuentro con la falta
en ser, reintroduciendo la necesidad d e la producción de sentido‖(19)

Desde la perspectiva del psicoanálisis lacaniano estas situaciones traumáticas


nos confrontan también con la insondable decisión del ser ―una decisión que se
toma la orilla de lo que traumatiza al sujeto y que le concierne al sujeto, hay
determinación, hay encuentro con lo real, hay trauma, pero hay también una
insondable decisión‖ (20)

El derecho, por supuesto, funciona de acuerdo a la ley y de acuerdo a su


propia lógica; no vamos a pretender que los jueces intervengan desde esta
perspectiva, pero nuestro trabajo tiene la posibilidad de proponer que en ese
tiempo el sujeto avale su propia posición sufriente.

A través de la maniobra del analista podría producirse alguna rectificación para


que el sujeto pueda reconocerse en eso que aparece como ajeno: su síntoma,
o lo que le llega por la vía del juzgado.

Tomaré una referencia aportada por Alicia Lo Giudice, psicoanalista que trabaja
con las ―Abuelas de plaza de Mayo‖ en el Centro de Atención por el Derecho a
la Identidad‖. La autora afirma que ―el practicante del psicoanálisis convocado
por el discurso jurídico, debe traumatizarlo, para incidir dando lugar al sujeto
del inconsciente, ya que no se trata de la verdad del expediente sino del sujeto
que la transporta‖. (21)

Mientras la medicina o el derecho van a buscar la objetividad en el


diagnóstico, el movimiento que el psicoanálisis propone es ubicar la relación
que tiene ese sujeto con su padecimiento. Esto necesita primero la localización
de su posición como sujeto. Mas allá de todas las acciones eficaces e
inmediatas, necesarias y que no pueden esperar, apuntar a un mas allá en el
que el sujeto se comprometa con su padecimiento.

El profesional va dirigiendo la cura, va dirigiendo un proceso terapéutico, va


dirigiendo un trabajo social, va coordinando con otros saberes la tarea pero sin
dirigir la vida de nadie, esa sutil diferencia es justamente la que nos separa, por
ejemplo, de las psicoterapias, del derecho, que finalmente dirige de acuerdo a
la norma, cumplida o no cumplida. Se tratará de dirigir un trabajo personal o
conjunto, pero sin guiar la vida de los sujetos desde cierta moral o desde
ciertos valores ni ideales de familia, de paternidad ni de cualquier orden.

En esta dirección encontramos una precisa afirmación de Mauricio Tarrab :


―Una clínica de la urgencia que explore la relación entre trauma y decisión. Al
borde del agujero que el trauma produce, no se trata solo de alentar la
elaboración, la reconstrucción del Otro que se ha perdido, y que hay que
obtener para producir una invención de un camino nuevo. Se trata también de
situar el tiempo de decisión que el sujeto habrá de tomar, que tiene la
oportunidad de tomar al borde de ese abismo‖ (22)

Culpa y responsabilidad

El neurótico está atravesado por la culpa por los pequeños crímenes, y sobre
todo por el crimen inaugural. La función del psicoanálisis es irrealizarlos, esto
es desplazar el sentimiento de culpa por la responsabilidad del sujeto.
Por la vía del encuentro con el analista, aún en la institución, el sujeto puede
empezar a apropiarse de su sufrimiento, a hacerse responsable de sus actos y
de aquello que parece estar condenado por la repetición eterna,

En los casos de violencia, este padre golpeador, probablemente se encontrará,


sin que esto lo justifique, con una historia que atraviesa las generaciones de los
hombres en esa familia, ―destino‖ violento, de repetición en la modalidad de
goce, este de realización y de perpetuación de este crimen de generación en
generación.

La intervención del analista apunta a provocar un punto de basta, esto es un


freno que permita la localización de un instante de ver su propia urgencia, un
tiempo de comprender las coordenadas en las que esta emerge con el
horizonte puesto en un momento de concluir. Es el primer paso para que el
sujeto pueda hacerse responsable de sus actos, separarse de la historia de su
padre, apropiarse de su propia historia, de su propia posición como padre, de
su propia posición de goce.

Producir un quiebre de ese destino de repetición, que con tanta frecuencia se


observa en los casos que se presentan en instituciones como el Consejo
Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia, Juzgados de menores o de
familia, implica también correr al sujeto de su lugar de víctima, hacerlo
responsable de sus actos, separarlo de la culpa y de la victimización.

Habría que pensar cómo poner a jugar esto, también con los niños. Para que
haya algún tratamiento posible con un infante tendrá que hacerse responsable
de sus actos, de su sufrimiento, de su síntoma, de su goce.

En los casos que llegan a las instituciones es difícil desplazarlos de ese lugar,
porque efectivamente hay situaciones muy crudas, muy dramáticas, muy
dolorosas, donde hay adultos a los que la ley deberá juzgar y sancionar.

Sin embargo, el movimiento que proponemos es el de correr al niño desde


este lugar de victima hacia un lugar de responsable.

Encrucijadas muy complejas, en las que habrá que deslindar la responsabilidad


y sanción a los adultos de la responsabilidad subjetiva de cada uno, incluidos
los niños o adolescentes. A partir de allí, del borde de ese abismo, sería muy
propicio que cada sujeto tomara su propia decisión.

Una experiencia en Francia

En el libro ―Del niño rey al niño victima‖, (23) Caroline Eliacheff, una
psicoanalista que trabaja en Francia en una institución similar al Consejo
Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia (CONNAF) de la Argentina,
describe marginalidad, violencia institucional, desamparo. No se si son
exactamente los mismos que se atraviesan en América, pero el texto pone en
evidencia que no están libres de los problemas que aquí se recorren en la
clínica en las instituciones.
La autora muestra que hay ciertas dificultades estructurales; sujetos
atravesados por lo traumático de estar en el lenguaje, en la cultura, de estar
sometidos a la ley. La institución francesa tiene por sigla: ASI y esto es Ayuda
Social para la Infancia, lo que debe ser bastante similar al CONNAF, Consejo
Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia.

Podemos utilizar este texto aprovechando los ejemplos que nos permitan
pensar nuestra práctica. Hay en el ASI una guardería, en la que alojan niños
en situación de desamparo, fundamentalmente inmigrantes sin permisos o sin
documentos. En Argentina este tema nos atraviesa con los inmigrantes
bolivianos o peruanos, y en Europa serán los rumanos, marroquíes,
paquistaníes, los inmigrantes de los países del este así como también los
―sudacas‖.

En cada capitulo hay un caso y ella va tomando distintos ejes. Uno es el tema
de la violencia de los padres sobre los hijos, el otro es el de las instituciones de
defensa del niño en donde muchas intervenciones dan lugar a la violencia; la
autora se pregunta sobre la legitimidad de la intervención del Estado sobre la
vida privada, lo cual permite pensar en salidas de la victimización a la
responsabilidad.

Violencia en las familias, violencia en las instituciones

La problemática de la violencia y excesos de los padres hacia los hijos es


absolutamente frecuente, aparece diariamente en los periódicos.

La autora sostiene que la cultura, la sociedad y las instituciones francesas


establecen un juicio normativo y un juicio de valor, clasificando a los padres
en buenos o malos. Según su propia experiencia, esta valoración transforma a
ciertos sujetos en padres incapaces lo cual conduce a que no vuelvan a la
institución por sentirse juzgados, perdiendo así el lazo con los hijos.
Probablemente ese padre no pueda convivir con el niño pero podría tener algún
tipo de contacto o relación con él, en tanto el juicio normativo de la institución
no funcione impidiéndolo.

También señala que el padre golpeador suele ser asimilado a sus actos, al
llamarlo golpeador es ese atributo que lo define. Mas allá de responsabilizarlo
por sus actos violentos hacia su hijo, ese padre no es sólo golpe, como el hijo
no es solo golpeado; un riesgo frecuente es asimilar al padre a los golpes que
da y al niño a los golpes que recibe; en los equipos de mujer golpeada de los
hospitales suele ubicarse algo similar.

En el Hospital Piñero hace muchos años se organizó un ―Equipo de


asistencia a la mujer golpeada‖ y esto llevó a grandes debates conceptuales.
El nombre mismo, el golpeada queda ligado al mujer, con lo cual se define su
ser, ¿quién es ud? una mujer golpeada, vengo porque soy…, deja pegado un
significante al ser.

Si desde la lectura institucional se la ubica, se la clasifica en ese lugar, tendrá


sus consecuencias. Esto también pone en cuestión los equipos que se
constituyen por una supuesta especificidad en relación a un síntoma: adictos,
fóbicos, anoréxicas, alcohólicos.

Si todo hecho es un hecho de discurso, dependerá de cómo se lee, de cómo


se nombre, de cómo se aloje el sufrimiento de un sujeto; ser nombrado como
golpeado o como golpeador dificulta el poder despegarse de eso.

Identificarse con este niño, desde los profesionales o desde la institución,


obtura que pueda producirse algún movimiento subjetivo. Este infante tiene
estos padres, que en muchos casos ejercen violencia sobre él y deberá
vérselas con esta modalidad de lazo, con esta modalidad de goce que será
necesario conmover y separar.

Eugenio Zafaroni, destacado penalista, actual Ministro de la Corte Suprema de


Justicia de la Republica Argentina, y Profesor de la Facultad de Psicología, en
el texto ―En busca de las penas perdidas‖ sostiene que el verdadero y real
poder del sistema penal no es la represión sino su vertiente positiva de control
social, sometimiento de los carenciados y diferentes, criminalizando según los
parámetros de la configuración establecida. (24) Las condiciones de las
cárceles o institutos de menores son comparables con el tratamiento de los
enfermos mentales previo a Pinel, destino de castigo al enfermo o al
trasgresor.

La identificación y coagulación del niño como victima lleva a los profesionales


y al personal de la institución al juicio sobre sus padres y de su historia,
conducen a decisiones que operan como castigo más que como estrategias
dentro de la lógica de ese proceso terapéutico.

Ética y moral

Las familias de emigrantes llegan con costumbres, lengua, modalidad de


relaciones familiares, credos, absolutamente diferentes. En Europa serán los
marroquíes, paquistaníes, bosnios,…..aquí bolivianos, peruanos…dan cuenta
de la segregación presente también en las intervenciones.

Otra dimensión es la del sometimiento, que también destaca Eliacheff siempre


es más fácil trabajar con los padres que se someten acatando las indicaciones.
Están los padres dóciles y los padres que no lo son . Esto también ocurre en la
escuela, o en cualquier situación de poder. Allí el peor camino será mostrarse
en oposición a quien lo ejerce que puede ser la maestra, el empleado que da
los turnos, o el encargado del edificio. Habrá que saber manejarse sin
someterse. Es necesario detenerse y ubicar el lugar de la institución a la que
pertenecemos, el lugar de los jueces y nuestro propio lugar allí.

Cada profesional está atravesado por sus urgencias, por su historia, sus
valores, sus ideales. Desde allí se juzga y se opina, estableciendo lo que está
bien o mal. El problema surge si se interviene desde los propios juicios
morales o de valor, y peor aún, si desde allí se trabaja por el supuesto bien de
los pacientes marginados, adoptados, golpeados, abandonados…
En el recorrido en el que se conduce un tratamiento habrá dos opciones: estar
excesivamente impregnado por el propio estilo de vida o bien trabajar sobre sí
mismo, vía el análisis y el control de los casos para establecer una distancia.

Tener en cuenta otras perspectivas, otros paradigmas, permite al profesional


dialectizar el propio esquema conceptual, teórico o hasta moral, intentando
ponerlo entre paréntesis para que no sea desde allí desde donde se oriente el
tratamiento psicoterapéutico o social.

Una clave será ubicar la angustia del analista, reconocer las dificultades, los
propios puntos ciegos, localizar aquellos casos en los cuales es mejor
apartarse y derivar. Hay temas que para alguien pueden ser insoportables, en
esto hay que hacer uso de la institución y del trabajo interdisciplinario. Cuando
una situación lleva al profesional a puntos de angustia se corre el riesgo de
a conducir a la gente en lugar del proceso de resolución en la dirección de la
cura que son cosas absolutamente diferentes.

¿Qué bien?

La noción del bien es problemática para los psicoanalistas, particularmente en


las instituciones y en la urgencia. Allí encontraremos en primer plano la pulsión
de muerte. Carlos Gustavo Motta afirmará que esta dimensión es radicalmente
ignorada por la ciencia, porque está la margen de su campo y para la medicina
cuya función es curar, la pulsión de muerte está al margen del discurso. 25

En el Seminario de La Ética, Lacan dará indicaciones muy precisas: ―tenemos


que saber a cada instante cuál debe ser nuestra relación efectiva con el deseo
de hacer el bien, el deseo de curar‖ 26 alertándonos contra las vías vulgares
del bien, contra la trampa benéfica de querer el bien del sujeto.

La verdadera naturaleza del bien, dirá Lacan se debe a que no es simplemente


bien natural sino poder posible, potencia de satisfacer y el dominio del bien se
vincula con el uso de poder ya que disponer de ellos, supone privar a otros ,
siendo imaginaria la función del privador. ―Es el otro con minúscula, el
semejante, ese que está dado en esa relación tan arraigada a medias en lo
natural que es el estadio del espejo, pero tal como se nos presenta allí donde
las cosas se articulan a nivel simbólico. …lo que se llama defender sus bienes
no es mas que prohibirse a si mismo gozar de ellos. La dimensión del bien
levanta una muralla poderosa en la vía de nuestro deseo. Es incluso la primera
con la que nos tenemos que enfrentar a cada instante.‖ (28)

En la comunidad, el discurso del bien general lo vemos representado por los


efectos del discurso de la ciencia, ―donde se muestra la potencia del
significante como tal‖ (29) La moral del amo, al servicio de los bienes proclama
―He venido a liberarlos de esto o aquello. Continúen trabajando, que el trabajo
no se detenga. No hay ocasión para manifestar el mas mínimo deseo‖. El
psicoanálisis propone en cambio una ética que aporta algo como medida de
nuestra acción ―¿Ha sido usted fiel con el deseo que lo habita?...medida
inconmensurable e infinita llamada deseo. Viraje de la orientación por los
bienes a la orientación por el deseo‖, afirmando Lacan que no hay otro bien
mas que el que puede servir para pagar el precio del acceso al deseo en tanto
metonimia de nuestro ser;..‖ ese algo que se llama goce, esa libra de carne, lo
que del bien es sacrificado por el deseo‖ (30)

Esta orientación es fundamental en el trabajo institucional, donde la dimensión


humanitaria arrasa muchas veces con la dimensión del sujeto del que se ocupa
el psicoanálisis, aquél atravesado por el deseo y el goce.

Laurent propone que nuestra intervención, a veces única, no apunte a obtener


el bien sino se dirija al sujeto de manera inolvidable, es decir que dirigiéndose
a la letra, ―camino real hacia el inconsciente‖, (31) deje marca.

Rivalidad especular

Nos referíamos a que con los padres poco dóciles se establece muchas veces
un conflicto de poder, se produce un discurso en espejo: la institución critica y
cuestiona a los padres y esto vuelve de la misma manera desde los padres
hacia la institución.

Ocurre frecuentemente que con los pacientes psicóticos es necesario que


alguna transferencia se instale para que estos padres acepten indicaciones
terapéuticas que los profesionales consideran necesarias en el devenir de un
tratamiento: que el paciente quede internado, o externarlo, o respetar que el
paciente se haya puesto de novio, o que se dedique a alguna actividad
particular, son situaciones que si no se trabajan con los padres es muy
probable que no puedan sostenerse.

Esto no significa ceder a lo que no deba cederse. Una posición firme deberá a
su vez considerar la perspectiva de los padres, sus miedos, sus dificultades.
Caroline Eliacheff tiene una posición muy crítica con ASI. Nos ofrece un
ejemplo en el que los padres eran descalificados por los trabajadores sociales
y por los psicólogos. En una entrevista la autora se encuentra con que éstos
padres decían exactamente lo mismo de la institución que lo que los
profesionales decían de ellos: que en la guardería no cuidaban bien a la niña,
que le pegaban, eran las mismas acusaciones que los padres recibían del ASI.
(32) Es un ejemplo de la especularidad mortal.

El Estadio del espejo en Lacan es una construcción que permite desplegar la


conexión entre las relaciones imaginarias fundamentales en cierta etapa del
desarrollo. Esta relación es la que observamos en el niño de seis meses
frente al espejo, el bebé sonríe a la sonrisa de quien tiene enfrente, Lacan
caracteriza a este momento como ―asunción triunfante de la imagen con la
mímica jubilosa que acompaña y la complacencia lúdica en el control de la
identificación especular‖. (33) El sujeto se identifica en el sentimiento de SI con
la imagen del otro. Y la imagen del otro cautiva en él este sentimiento,
determinando un efecto de alienación fundamental.
Una consecuencia en los adultos de este proceso es la relación que establece
con el semejante, relación basada en la lógica de ―o él o yo‖ que en Hegel lo
encontramos como la ―lucha a muerte por puro prestigio‖. Cuando se responde
en espejo, en el filo mortal del lenguaje, se conduce a la cristalización de la
relación mortífera, porque nada del deseo aparece ahí; lo que aparece es lo
que en psicoanálisis se llama: a – a‘ (prima); una duplicación, repetición que
en general ocurre cuando algo toca ese punto ciego, ese aspecto no resuelto,
no analizado. Si lo pensamos en la vida privada, cuando el otro toca aquello
que para el sujeto es insoportable es frecuente reaccionar con un: ―¿y vos
qué?‖, es un modo de responder en espejo.

Instituciones y poder

En las instituciones encontramos nutridos ejemplos en los que el eje de las


decisiones está puesto en la rivalidad, en la pulseada de fuerzas y finalmente
en el uso de poder, con las consecuencias que esto tiene en la vida de los
sujetos sobre los que hay que decidir una adopción, una internación, un
régimen de visitas…

En relación con los actos de maltrato, que se repiten de generación en


generación suele haber indicadores clínicos de que estos actos de abuso o
violencia pasaron sin ser verbalizados, y sin ser sancionados de alguna
manera. La autora dará el ejemplo de un padre violento, con una historia
violenta, que encuentra, o busca una mujer que ponga un tope y que logre
sacarlo de ese lugar. Pide ayuda, una ayuda externa, un límite a esa
modalidad de goce que ha alcanzado niveles excesivos y que provoca el
sufrimiento propio y el de los hijos. Ese límite posibilita una salida para el niño
y para el padre mismo. Detener esa historia de repetición mortificante que
funcionaba, en sí misma como condena. Cuando esto es verbalizado y se
busca ayuda el padre podrá aceptarla o no, pero permite localizar un sujeto
responsable de sus actos saliendo del silencio. Sale del silencio el sujeto, la
esposa y el hijo, lo cual implica un corrimiento de cada uno de la posición de
víctima: víctima de la historia que le tocó vivir, víctima de un marido violento,
víctima de los golpes del padre.

Otra situación particular en Francia, establecida en el código francés, es la


figura del ―niño anónimo‖ que permite a las madres no dar a conocer su
identidad cuando dan un niño en adopción.. La madre declara previamente
que no quiere que se conozca su identidad y esto suele ser muy común entre
mujeres extranjeras; que van a Francia a parir porque tienen esta posibilidad.
Numerosas historias de mujeres violadas en Bosnia, en Europa del Este que
se dirigían a Francia a parir y en dos meses el niño podía ser dado en
adopción.

Habitualmente, esta modalidad de adopción tiene el problema de que las


mujeres para proteger su identidad o por vergüenza, no realizan exámenes ni
controles durante el embarazo y se dirigen directamente a la guardia el día del
parto, con las complicaciones clínicas, anímicas, afectivas, que esto puede
acarrear. (34)
En Nantes, hay un hospital con un sistema en el cual se prepara a las madres
que deciden dar a sus hijos en forma anónima. Allí un equipo formado por
trabajadores sociales, psicólogos y médicos, respetando esta decisión que
está absolutamente dentro de la ley, crea las condiciones para que esta mujer
se haga responsable de la misma. La orientación de este equipo está en
dirección a poner a decir y poner a trabajar una decisión, esto es intentar
producir alguna marca para subjetivarla.

En oposición a esa modalidad de trabajo, la autora daba el ejemplo ocurrido


en otro hospital, en donde un niño había nacido en esas condiciones en una
guardia; su madre había dicho que no quería ni verlo, pero los profesionales se
lo ponen sobre su cuerpo con el intento de que cambie su decisión. Detrás de
la búsqueda del supuesto bien del niño o de la madre, los médicos ejercen
una violencia institucional, que pone de manifiesto el juicio moral sobre la
madre y sobre esa decisión; ―el bien de todo niño es estar con la madre.‖
podría enunciar el juicio moral. Podemos articularlo con lo trabajado por Lacan
en el Seminario de la Ética ―.Hacer las cosas en nombre del bien, y mas aún,
en nombre del bien del otro , esto es lo que está muy lejos de ponernos al
abrigo no sólo de la culpa, sino de toda suerte de catástrofes interiores‖ (35)

Verdad…a medias

Esto nos permite pensar las cuestiones ligadas a la verdad.

Los jueces piden que se jure decir TODA la verdad, también exigen a los
profesionales que digan la verdad de los padres, niños, familiares.

Los profesionales y las instituciones corren el riesgo de creerse portadores de


la Verdad.

Lo que el psicoanálisis nos enseña es que:


- La verdad no es fácilmente accesible.
- Que la verdad es inseparable de los efectos de lenguaje como tales y
esto significa incluir en ellos al inconsciente.
- Que no hay LA VERDAD.
- Que la verdad no puede decirse del todo, siempre esta dicha a medias.

La verdad es siempre relativa; uno tiene algunos encuentros de verdad, algo


de la verdad aparece pero nunca es toda.

Un niño decía que la mamá lo quería tirar por la ventana, la juez no le creía y
consultaba al perito psicólogo: ―yo quiero saber si me miente o si me dice la
verdad‖. La analista trataba de explicarle que si el menor le dice a la juez esto
de la madre, más allá de que la mamá no lo hubiera empujado hacia la
ventana, era algo para prestar atención que el niño tuviera esta sensación de
que su madre estaba queriendo matarlo. Sin embargo lo que quería esta juez
era saber si a ella el niño le mentía, cuál era La Verdad.

Nuestra palabra no pretenderá decir toda la verdad, revelársela a ese sujeto


en tinieblas, sino que en todo caso, algo de la verdad aparezca, algo de la
verdad de ese sujeto, algo de la verdad de su historia, de la verdad de sus
posibilidades aparezca en ese marco simbólico que se arma entre el analista y
el sujeto que padece.

DEBATES EN EL FORO

A continuación se transcriben algunas de las intervenciones de los


participantes

Intervención de Mónica Cardia


Lic. en Psicología. Provincia de Buenos Aires. República Argentina.

El tema de este primer capítulo está muy ligado a mi práctica clínica actual con
adolescencia y menores en riesgo para la Subsecretaría de la Provincia de
Buenos Aires, específicamente con la prevención en adicciones. Es frecuente
la derivación de los juzgados para la atención asistencial por la ley de
penalización al consumo o ―condicionalidad de libertades‖.
Es habitual que la Urgencia Jurídica corra por diferentes caminos que el
abordaje Clínico, regulando en ocasiones la práctica para pensarlas en relación
a quién demanda. La urgencia está en ocasiones paradójicamente determinada
por los diferentes discursos: el jurídico, el social del cuál somos parte y efecto,
por eso en ocasiones es muy difícil discriminar donde está situada la demanda.
En estos tiempos de urgencias, la demanda incluye parte de una temporalidad
que juega en contra de una posible subjetivación.
Es imprescindible determinar tempranamente de quién es la demanda de
atención y la urgencia situándose el profesional desde una posición ética que
oriente la escucha desde una cierta lógica.

Intervención de Clara Holguín.


Psicoanalista, miembro de la NEL .Cali. Colombia.

La urgencia atraviesa las instituciones, en gran medida porque estas se sienten


cada vez más compelidas a responder a un discurso que les exige eficacia y
eficiencia, aún a costa de los sujetos que las integran y constituyen. Podemos
plantearnos entonces que la urgencia de dar respuesta en múltiples aspectos al
Otro social, a la que se enfrentan las instituciones de diversa índole, engendra
ella misma una serie de urgencias subjetivas que se evidencian, por ejemplo,
en el deterioro creciente de los lazos sociales de sus miembros, en estados de
depresión y desesperanza y aún en manifestaciones y motines que, a manera
de acting, llaman a la pausa en el Otro, al establecimiento del diálogo.
En el ámbito de la Universidad pública en Colombia, se hace evidente la
situación planteada. En el día a día de la vida universitaria asistimos a
manifestaciones sintomáticas que van desde los consumos compulsivos, las
deserciones, la agresividad en las relaciones académicas y laborales y los
embarazos en adolescentes, hasta las revueltas estudiantiles en muchos casos
con un profundo sesgo de violencia. Velar por la salud mental en estas
instituciones pasa necesariamente por la recreación de vínculos, por el
establecimiento de la palabra, por reconocer y exigir a cada integrante de la
comunidad universitaria hacerse cargo de su propio ―bienestar‖. De este modo,
pretendemos incidir desde la instancia del Bienestar Universitario - que en
nuestro país responde a una exigencia legal a las instituciones de Educación
Superior - y que tradicionalmente tiene un corte eminentemente asistencialista;
apostamos a lograr paulatinamente lo que podríamos considerar una especie
de ―rectificación subjetiva‖, hacer a los integrantes de nuestra comunidad
sujetos responsables de su vida y la de la institución; reconocemos en este
trabajo las limitaciones que la urgencia institucional en la búsqueda de cambios
abruptos y rápidos, hace emerger a manera de resistencia, de obstáculo a un
tiempo que sabemos necesario.
Relataré un evento en una institución escolar que asesoro: una niña de 11
años, molesta con su profesora, hecha un ácido en el termo de la misma. No
haríamos mal en llamar a dicha situación una urgencia institucional, la calma y
la homeostasis de la institución se han quebrado. Se sanciona a la niña,
suspendiéndola por unos días. Sin embargo, esto en lugar de causar un alivio
institucional, causa un malestar en la maestra, que considera que nunca fue
tenida en cuenta y considera el evento una amenaza para ella y sus demás
colegas (son maestros americanos) con una consigna, ―los niños nos quieren
matar, son una amenaza‖.
Se genera una ―crisis‖ en la institución que da cuenta de lo insoportable y al
tiempo se abre la posibilidad de una conversación que sintomatice este llamado
tanto de lado del niño como del maestro. Podríamos aquí introducir al menos
tres de los puntos que se introducen en la clase y que se menciona arriba: ¿De
quién es la urgencia?, ¿Qué punto de capitón para esta urgencia?, ¿Qué
solución?
Al menos podemos tener en cuenta a partir de la clase tres aspectos:
-El tiempo -la pausa
-La Avaluación, tanto del lado del sujeto niño como del maestro
-La importancia de espacios de conversación en la institución

Intervención de Marta Muhlrad.


Psicoanalista de Buenos Aires Argentina

Plantear la urgencia desde la perspectiva institucional me llevó a los


acontecimientos ocurridos en una escuela en la que trabajo.

Hace unos años un alumno llevó un arma cargada, la tuvo consigo toda la
mañana y al salir, disparó y mató a un compañero.

La situación fue terriblemente dramática y despertó diversas cuestiones:


- la sorpresa, lo inesperado de la irrupción de violencia.
- el dolor por el joven muerto
- el dolor, el miedo y la crisis de sus compañeros
- el dolor y los interrogantes de los docentes y autoridades
- las preocupaciones ligadas a la responsabilidad del establecimiento
Algunas consecuencias inmediatas fueron:
- un presumario administrativo para las autoridades de la escuela
- asistencia psicológica grupal para los compañeros de ambos alumnos.
- una intervención institucional con un psicólogo, para el personal de la
escuela en su totalidad, que no satisfizo las expectativas, principalmente
porque nunca les explicaron cuál era el objetivo de la reunión.
- el alumno, de 19 años, era imputable según las leyes argentinas. Se lo
detuvo en la comisaría, luego en una cárcel, se lo sometió a pericias y
terminó interno en un neuropsiquiátrico de la zona, con diagnóstico de
esquizofrenia paranoide.

El sentimiento general fue ambivalente, ligado a lo siniestro, a eso familiar que


se torna extraño y peligroso.

Entre los alumnos había surgido el peligro y la amenaza, y permaneció durante


un tiempo. Luego, los mecanismos de defensa van haciendo lo suyo.

Para algunos era mas seguro que el joven agresor estuviera preso en una
cárcel por homicidio. No tenía antecedentes delictivos de ningún tipo

En ninguna escuela de la zona se realizaron intervenciones a nivel


institucional, en relación al tema. Los profesores querían que se nos instruyera
sobre qué hacer si un alumno saca un arma en el aula.

¿Dónde está la urgencia? ¿De quién/es es la urgencia?


¿Qué modalidad de intervención hubiera posibilitado el alojamiento de la
urgencia de padres, docentes, alumnos…?

Intervención de Rodolfo Ceballos


Practicante del psicoanálisis. Provincia de Salta, Argentina.

Este capítulo me permitió ubicar la posición del psicoanalista en las urgencias


en una institución
El curso plantea la intervención desde la perspectiva del psicoanálisis, lo que
explica el concepto de trabajo asistencial en una institución social.
El ejemplo elegido no admite controversias clínicas: el psicoanálisis como
práctica que elucida y localiza la urgencia, entendida ésta como el punto donde
se rompe el orden del sujeto. Esa verificación me parece necesaria y, a la vez,
oportuna de conseguir por el sufrimiento mismo del que consulta.

La urgencia es la lectura que hace el psicoanalista en la llamada ―coyuntura de


emergencia‖.

La pregunta que se abre es: ¿es posible llegar a este punto óptimo de
―cálculo‖ en la urgencia?

Intervención de Lilia Pérez


Psicoanalista. Saltillo , Coahuila, Mèxico
Voy a relatar una experiencia de las muchas, vivida en el hospital donde trabajé
22 años.

Trabajando en el Servicio de Nefrología, me encuentro una mañana con un


pedido de urgente intervención. Celis, una pequeña de 14 años de la Sierra de
Oaxaca, una comunidad indígena de mi país, México, había estado desde
hacia dos horas convulsionando y aventando espuma por la boca. Ya habían
acudido los neurólogos y concluyeron que no había inervación nerviosa para tal
evento y que por tanto era "psicológico‖.

La demanda de los médicos que se me dirigía, era que resolviera con premura
tal urgencia.

El cuadro era impactante, Celis convulsionaba y la posibilidad de intervención


parecía limitada. Decido dirigirme a la paciente con una invitación a tomar la
palabra: ―¿Celis quieres hablar?‖ ante lo que ella respondía con más
convulsiones y los ojos en blanco, repito mi apelación y finalmente intervengo
diciendo: ―… cuando quieras hacerlo me llamas, tengo otros pacientes‖ y me di
la vuelta.
Para mi sorpresa, la paciente se levanta y poniendo la mano en mi hombro
exclama en un grito ―¡No te vayas, sí quiero hablar!‖, cesando también las
convulsiones. A partir de ese momento deplegará la angustia que le producía
dejar el hospital al que había llegado en estado gravísimo que requirió
dializarla. La vida y la muerte en el centro de la escena.

Me interesa destacar que la intervención se enmarca en la transferencia de los


médicos hacia la analista a quien convocan, así como de la niña quien ya era
una paciente que se atendía en el Servicio y tenía un lazo con la analista.

Intervención de Margaret Pugh


Estudiante avanzada de la licenciatura en psicología en la Universidad
Regiomontana, en Monterrey, Nuevo Leon, México

En el primer capítulo encontré una conexión inmediata con el contenido


acerca de la dificultad de hacer soportable la falta de recursos y los problemas
de la institución, es decir el modo en que los profesionales somos atravesados
por la urgencia.

En lo personal me ha tocado presenciar la revictimización del enfermo mental


cuando se presenta a denunciar hechos de violencia intrafamiliar, pues la ley
en este país desacredita automáticamente el discurso del enfermo mental al
conseguir un dictámen médico o psicológico.

Esta experiencia definitivamente muestra el grado de indefensión y


revictimización de que se hace objeto al enfermo mental en las instituciones.

Intervención de Ines Sotelo


Clara Holguín desde Colombia aporta interesantes señalamientos y un ejemplo
de urgencia institucional impactante, que nos lleva a puntualizar algunas
cuestiones:

La caída del padre, del ideal, del Otro, se manifiesta crudamente en la escuela.
No hay Otro que ocupe el lugar de saber supuesto, de quien valga la pena
intentar un "supuesto aprender". Devaluación del lugar del padre, del maestro y
del saber.

La institución suele culpabilizar a los "malos padres", que no se ocupan, que no


están en casa, que dejan a los niños frente al Televisor, que no dialogan, juicio
sobre los padres que no suele estar acompañado de intervenciones
transformadoras. En realidad los maestros tampoco saben como hacerlo,
también para ellos el lugar de "maestro" que deben ocupar está devaluado. Los
padres y los niños se tornan extraños, amenazadores, y de ellos retorna el
juicio y la violencia hacia la escuela o los maestros.

En mi experiencia en sala de internación, ocurre lo mismo con los familiares de


los pacientes graves o psicóticos, cuando la institución no los incluye y los
juzga llegando a situaciones de violencia y amenaza.

Cuando la eficacia y eficiencia, a la que también aspiramos los psicoanalistas,


se convierte en sinónimo de "supuesto bienestar" en las instituciones, más allá
d e los sujetos en cuestión, el síntoma aparece, insiste, habla o grita.

En el caso presentado por Marta Muhlrad se observa que no basta conque


haya psicólogos, sino que es fundamental localizar la urgencia, desde que
lugar se la lee y , finalmente ponerla a decir, ponerla en palabras. No basta con
encerrar al joven, la violencia y la amenaza quedaron en la institución. Me
interesa puntualizar que muchas veces ante la urgencia médica frente a la
muerte, o la urgencia del juez que quiere la Verdad, somos convocados para
dar respuestas mágicas. El médico espera a veces la respuesta mágica de la
medicación.

El lugar del analista es apenas, el de abrir cierta brecha para que la urgencia
del sujeto, de ese niño, se despliegue. Aunque no lleguemos al punto óptimo
de cálculo para la urgencia, como se interroga Rodolfo Ceballos.

Podemos pensarlo con una referencia que nos ofrece Oscar Zack, quien
afirma que los cambios en el campo de lo social, lo político, lo cultural, lo
científico ha ido determinando que el analista se transforme en un objeto mas
dúctil capaz de responder no sólo las nuevas angustias y los nuevos síntomas
sino también a las tragedias que irrumpen en la subjetividad moderna. 37

Considero que la intervención desde cierta posición nos avala para un


momento de concluir, cuya eficacia solo verificaremos después.

Momento de concluir
Inés Sotelo
Estas intervenciones nos acercan a la particularidad con que la clínica se
presenta en diversos países, atravesados por lenguas, historias, sistemas de
salud muy diversos, como así también diverge el lugar del psicoanalista en las
instituciones. Sin embargo hemos encontrado puntos en común que han
permitido relanzar nuevos interrogantes para el momento de concluir:

La posición del analista determina un uso particular de las instituciones,


transformando los espacios asistenciales clásicos. En este sentido Marta
Coronel nos aporta la experiencia de la admisión en el Hospital de San Isidro,
la cual dejó de ser un dispositivo universal para convertirse en un espacio diario
dentro de un proceso de asistencia, resultando en sí mismo un tratamiento del
padecimiento. 38 Es decir que alejándose de un procedimiento burocrático, es
pensado como la posibilidad de que algo nuevo se inicie.

Se trata entonces de crear artificios, en guardias y admisiones, que permitan la


lectura de los efectos haciendo uso de los recursos de los que se disponga. 39

La orientación del psicoanalista en las instituciones lo conducirá a proponer una


pausa frente a la prisa institucional, venga de donde venga; pausa que a veces
es solo de unos minutos pero que posibilita instalar otro tiempo.

El analista, como afirma Laurent, no es un funcionario del dispositivo,40 no se


hace víctima de un engranaje, sino que se ubica como sujeto responsable de
sus decisiones. Con su acto pone una pausa para desplegar lo que allí se
deposite, en ese marco simbólico particular, en ese encuentro con el
sufrimiento del otro, tratando de alcanzar algún valor de verdad sin pretender
ser dueño de ella.

Esto posibilitará localizar algo de lo subjetivo, poniendo en juego la avaluación


del sujeto en cuestión, aval del sujeto acerca de su padecer.

Desde esta perspectiva, la ética del psicoanálisis conduce a posponer los


juicios, y no anticiparse en la adjudicación del bien que se cree que le
correspondería a cada uno.

La decisión final, siempre sin garantías, se corresponde con un momento de


concluir que aunque deje el sabor de que algo mas se podría haber sabido o
algo mas se podría haber hecho, entendemos que la conclusión es el tiempo
lógico que posibilita la salida.

Bibliografía
1-2- 3- 8-10-40 Laurent Eric. ―Posición del psicoanalista en el Campo de la
Salud Mental”. Psicoanálisis y Salud Mental. Tres Haches. Buenos Aires 2000

4- 5- -Laurent Eric. “Usos actuales e imposibles del Psicoanálisis” Psicoanálisis


y Salud Mental. Tres Haches. Buenos Aires 2000

6-Belaga Guillermo ―La urgencia generalizada. Respuestas del psicoanálisis en


las instituciones‖. Tiempos de urgencia. Estrategias del sujeto, estrategias del
analista. Sotelo Ines (comp). 2005 JCE Ediciones)

7-Leserre Lucas ―Acontecimiento y ciencia‖ Tiempos de urgencia. Estrategias


del sujeto, estrategias del analista. Sotelo Inés (comp). 2005 JCE Ediciones)

9 -AAVV. ―La Urgencia. El psicoanalista en la práctica hospitalaria‖ Editorial


Vergara. (1989) Buenos Aires

11-Baudini Silvia·‖ La Urgencia y el tiempo‖ Tiempos de urgencia. Estrategias


del sujeto, estrategias del analista. . Sotelo Inés (comp). 2005 JCE Ediciones)

12-Miller Jacques- Alain. “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”


(2003) Buenos Aires. Paidos

13- Camaly Daniela ―El analista interviniendo en la ciudad‖. Tiempos de


urgencia. Estrategias del sujeto, estrategias del analista. . Sotelo Inés (comp).
2005 JCE Ediciones)

14-Lacan Jacques. Seminario 3. “Las Psicosis . Paidos Buenos Aires 1986-

15- Lacan Jacques “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un


nuevo sofisma” Escritos. Ed Siglo XXI Buenos Aires. 1985

16- 20-22 Tarrab Mauricio ―La insistencia del trauma” La urgencia Generalizada
2. Grama. 2005

17 Hojman Lorena ―De la urgencia a la filiación‖ Tiempos de urgencia.


Estrategias del sujeto, estrategias del analista. . Sotelo Inés (comp). 2005 JCE
Ediciones

18-Miller Jacques-Alain Introducción al método psicoanalítico Eolia. Buenos


Aires

14- 19 Laurent Eric. “Usos actuales e imposibles del Psicoanálisis”


Psicoanálisis y Salud Mental. Tres Haches. Buenos Aires 2000

21- Lo Giudice, Alicia ―Traumatizando el discurso jurídico”. Psicoanálisis,


restitución, apropiación, filiación. Buenos Aires. 2005

23- 32 34-36- Eliacheff, Carolina. Del niño rey al niño víctima. Nueva Visión
Buenos Aires .2004
24. Zaffaroni, Eugenio. ―En busca de las penas perdidas. Deslegitimación y
dogmática jurídico-penal.‖. Ediar. 1989

25 Motta Carlos Gustavo ―La huella de los actuales miedos sexuales‖. Tiempos
de urgencia. Estrategias del sujeto, estrategias del analista. . Sotelo Inés
(comp). 2005 JCE Ediciones)

26- 27 -28-29-30 -35 Lacan Jacques. Seminario 7 “La ética del psicoanálisis‖
Paidos. Buenos Aires 1990.

31- Lacan Jacques ―La instancia de a letra en el inconsciente o la razon desde


Freud‖ Escritos I Ed Siglo XXI año 1985),

33- Lacan Jacques. “El estadio del espejo como formador de la funcion del yo
tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” Escritos 1. Siglo XXI .
Buenos Aires 1985

37-Zack Oscar ―Lo que no llega al diván‖ Tiempos de urgencia. Estrategias del
sujeto, estrategias del analista. Sotelo Inés (comp) 2005 JCE Ediciones)

38 Coronel Marta ―La admisión, la construcción de un espacio‖ Tiempos de


urgencia. Estrategias del sujeto, estrategias del analista. Sotelo Inés (comp).
2005 JCE Ediciones )

39-Soto Adriana ―El uso de los dispositivos frente a la urgencia‖ Tiempos de


urgencia. Estrategias del sujeto, estrategias del analista. . Sotelo Inés (comp).
2005 JCE Ediciones)
CAPITULO 2
URGENCIA Y PSICOSIS

Comenzaré llamando ―coyuntura de emergencia‖ a la instancia que recibimos


en la guardia o en la admisión, cuando llegan el paciente y sus familiares
atravesados por una situación que los ha conmocionado.

Esta expresión, que J. A. Miller elige en ―La Experiencia de lo real en la cura


psicoanalítica‖, (1) reúne numerosas variables que el analista a cargo de la
guardia deberá considerar y ponderar cuidadosamente.

Presentaré un caso clínico que nos permita considerar cada una de estas
cuestiones.

Entrevista de admisión
Entrevista familiar

S. es acompañada al hospital general por los padres y varios hermanos. La


institución cuenta con guardia psiquiátrica y psicológica, y con sala de
internación en la misma especialidad. Serán entrevistados por el médico de
guardia y por una licenciada en psicología, psicoanalista, integrante del equipo
de la sala de mujeres. Son derivados desde guardia externa donde la paciente
fue evaluada y se indicó la internación en la sala de agudos del Servicio de
Psicopatología.

Entrevistar primero a la familia tiene en este caso el objetivo de obtener


algunos datos sobre los acontecimientos que motivaron la consulta, ya que la
paciente impresiona como alucinada y con dificultades para comunicarse. Se
indagará también acerca de los antecedentes: si ha habido otros episodios
anteriores, si estos pueden ser situados temporalmente y las coordenadas en
que ocurrieron.

La familia referirá que desde hace unos días ―se puso muy violenta,
especialmente con los chicos, siendo ésta una conducta inhabitual ya que es
muy cariñosa con sus hijos”. Cuando se interroga sobre el inicio de este
cambio en S, referirán que desde hace un año comenzó a estar rara por lo que
inició un tratamiento en otro hospital. Los síntomas que recuerdan son el
aislamiento y las alucinaciones auditivas. En aquel momento fue medicada con
neurolépticos incisivos y sedativos en dosis bajas; refieren también que en
cuanto cedieron los síntomas, interrumpieron el tratamiento y la medicación.En
este día repitieron la dosis para poder traerla al hospital, ya que por la agitación
y su negativa se les hacía imposible hacerlo de otro modo.

La familia asegura que no tuvo internaciones psiquiátricas ni enfermedades o


accidentes graves. En relación a la historia familiar se destacan como datos
significativos que S es la menor de doce hermanos. Familia oriunda de un
pueblo llamado La Esperanza de una provincia de la República Argentina.
Parte de la familia viajó a Buenos Aires hace unos años. S se casa con P a
quien describen como alguien raro, introvertido y que no permite su trato con
la familia de origen. En el último año la madre consigue que S vaya con sus
hijos a vivir al hogar paterno ya que no la veían bien y les preocupaba no solo
la precariedad económica sino también las conductas extrañas del esposo.

La madre refiere que S nunca estuvo tranquila a partir de esta mudanza ya que
vivir separada de él le producía gran inquietud. Otro dato relevante es la
pérdida de un embarazo avanzado ocurrido en el último año.

Se indagará acerca de las posibilidades familiares de acompañar y sostener el


tratamiento durante la internación, teniendo también en el horizonte los
recursos económicos y humanos con los que se contará en el momento de la
externación. Esta perspectiva es fundamental puesto que se intentará que la
internación en la institución hospitalaria sea lo mas breve posible. Se trata de
un recurso imprescindible cuando los lazos sociales y familiares se han
quebrado o deteriorado en tanto permita al analista trabajar para lograr un
armado posible que posibilite reestablecer al sujeto los lazos con el exterior.

Entrevista familiar en la urgencia

En este caso fue decidido entrevistar primero a la familia porque aunque los
síntomas patológicos aparezcan en S, son ellos los que llegan en situación de
urgencia.

Este cambio de conducta, la agresividad con los niños absolutamente


inhabitual en ella, fue el límite que los conduce a la guardia. Las conductas
extrañas son de larga data: el sentirse mirada por compañeros y vecinos, el
casamiento, el lugar donde elige vivir, el ir y venir, los celos enfermizos, son
leídos hoy por la familia como anormales. Con anterioridad si bien hubo alguna
consulta previa no se sostuvo en un tratamiento. El episodio de agresividad
con los hijos en ese día, se transformó para la familia en el límite de lo
soportable.

Quiebre, dolor, ruptura aguda, desconcierto, desequilibrio, transformación en la


vida de un sujeto, pero que en este caso, como en muchos otros, es la familia
la primera en acusar recibo y dirigirse a una consulta cuando la situación ha
sobrepasado lo que esos padres, hermanos, esposos o amigos pueden tolerar
y manejar.

La urgencia atraviesa también a la familia y es por ello necesario evaluar el


impacto y las consecuencias que el desencadenamiento de una psicosis
produce en el grupo familiar. Esto permitirá al analista ubicar el marco y las
coordenadas en que se desarrolla la vida del sujeto en cuestión, informarse de
la versión familiar y, fundamentalmente considerar si se contará o no con ellos
a lo largo del tratamiento, específicamente en el momento de la externación
así como a lo largo de la vida de ese sujeto que presumiblemente necesitará
de ciertos soportes para sostener el tratamiento, la economía, las actividades,
la vida cotidiana.
Se ha producido un quiebre, un punto de viraje que marca un antes y un
después; esto es: ya nada volverá a ser como antes.

Trabajar adecuadamente con la familia, permite en muchos casos que sean


ellos quienes faciliten cierto lazo, que acompañen el tratamiento, que se
ocupen de aquellas cosas que el sujeto ya no puede sostener, que ponderen y
toleren las limitaciones y, por sobre todo, que estén atentos y reconduzcan al
familiar a la consulta cuando reaparecen signos de perturbaciones.

La familia de S parece muy comprometida; han concurrido todos y a lo largo de


la internación sostendrán su presencia, colaborando con los profesionales,
respetando las consignas institucionales. A partir de esta desestabilización,
padres y hermanos ubicarán aquellas conductas que hasta el momento sólo
eran consideradas extravagantes, como sintomáticas. Para el analista esto es
la manifestación de una patología estructural, que acompañará al paciente a lo
largo de su vida y que requiere de un tratamiento adecuado sostenido en el
tiempo.

Concluida la entrevista familiar invitamos a pasar a S quien entra sola al


consultorio, responde a nuestro saludo y se sienta en una silla frente a
nosotros. Está vestida adecuadamente sin ningún detalle que llame
particularmente la atención.

Las entrevistas familiar e individual, permiten una evaluación y la confección de


la historia clínica, herramienta indispensable y obligatoria en las instituciones

Confección de la historia clínica

La Historia Clínica en Psicopatología o Salud Mental es un documento que


reúne diversos datos fundamentales para la institución que recibe al paciente
así como para los profesionales que intervendrán en el tratamiento.

Será un documento que consignará datos importantes para futuros


tratamientos o internaciones en el mismo hospital, así como para las instancias
sociales o jurídicas que pudieran intervenir en la actualidad o en el futuro.

Hay diversos modelos de Historias Clínicas pero el objetivo de la misma es


consignar el recorrido, desde la entrevista de admisión hasta las razones de la
conclusión del tratamiento. Los ítems suelen ser los siguientes:

1- Datos de filiación: del paciente y su familia


2- Motivo de internación o de consulta.
3- Los antecedentes y el estado actual del paciente
4- Examen Psiquiátrico: la entrevista diagnóstica permitirá la evaluación del
paciente a través de la alteración o conservación de sus funciones
psíquicas: Conciencia, atención y orientación, percepción, memoria,
afectividad, pensamiento y lenguaje y la actividad psicomotriz.
5- Diagnóstico presuntivo: El carácter presuntivo indica que no es definitivo
sino que deberá confirmarse a lo largo del tratamiento. La combinación
de determinados síntomas, que son manifestaciones egodistónicas para
el sujeto, y los signos que son los datos positivos objetivables,
conforman los síndromes; por ejemplo la combinación de ideas
delirantes, alucinaciones y perplejidad, constituyen un síndrome
psicótico. En la actualidad, el DSMIV y el CIE-10 describen trastornos o
entidades nosológicas.
6- Indicaciones terapéuticas: intervenciones, plan farmacológico, estudios
complementarios.(2)

Psiquiatría y psicoanálisis en la evaluación

El examen psiquiátrico indica en el aquí y ahora del momento de la entrevista el


estado actual del paciente; estado que esperamos se vaya modificando a lo
largo del tratamiento. También se consignarán los antecedentes, lo cual
permitirá una relación entre el momento actual, eje transversal en la vida del
paciente y su historia, eje longitudinal.

Desde la perspectiva del psicoanálisis, Lacan nos invita a ir un poco mas allá
de lo evidente; ―…la psicología humana en lo mas antinatural que hay…‖
agregando que la experiencia freudiana, no es una experiencia pura sino que
es una experiencia estructurada por algo artificial que es la relación analítica,
indicándonos con precisión: ―Comiencen por creer que no comprenden. Partan
de la idea del malentendido fundamental. Esta es una disposición primera…‖
(3)

De las presentaciones de enfermos de Lacan, extraemos enseñanzas


fundamentales en el momento de conducir una entrevista con un sujeto
presumiblemente psicótico. (4)

Lacan conducía las entrevistas suponiéndole al paciente un saber sobre su


enfermedad, dejando muchas veces a cargo del sujeto la definición de lo que
le acontece y las coordenadas en que esto sucede. Se detiene, interesado, en
las cuestiones que el paciente refiere, pide definiciones de palabras aunque
pertenezcan al lenguaje común. Se interesa por los fenómenos que dice
padecer, no duda en pedir más explicaciones, en decir que no entiende. Se
detendrá en los fenómenos elementales, en los fenómenos alucinatorios y en el
delirio., en la relación del sujeto con el lenguaje. Lacan se ubica en el lugar de
quien toma nota del testimonio que el sujeto le ofrezca.

En las entrevistas se pesquisará la presencia, o no de fenómenos elementales.


Este término proviene de la psiquiatría y es tomado por Lacan de quien
llamará su maestro en psiquiatría: Clérambault. Éste inventó un síndrome que
se llamó de automatismo mental; conjunto de signos y síntomas que se dan
más o menos al mismo tiempo y que se ubica como la base de la psicosis
alucinatoria crónica.

Estos fenómenos tienen un carácter neutro, anideico esto es sin carga


afectiva y no causados por ninguna idea; no pueden ligarse con la serie de
ideas que el sujeto venía teniendo.
Clérambault los organizó en tres tipos de fenómenos elementales: los ideo-
verbales, los sensitivos y los motores. ( 5)

Los elementos que lo componen son:


1. El eco del pensamiento.
2. La enunciación de los propios actos.
3. Los diálogos interiores.
4. Las alucinaciones motrices diversas.
5. Las cenestopatías.
6. El pensamiento anticipado o mentismo. . su pensamiento empieza a
marchar solo.
7. Asociaciones por contraste, sin una idea directriz, se hacen o por
contraste o por homofonía.
8. Las alucinaciones auditivas y psicomotrices.
9. Las intuiciones; la percepción de una significación sin que haya datos
empíricos para ello.
10. Los fenómenos de no-sentido
11. Las impulsiones verbales.
12. Juegos silábicos.
13. Retahíla de palabras.
14. Flujo involuntario de recuerdos.
15. Vacío del pensamiento.

Para Lacan los fenómenos elementales, dejan de tener un carácter basal, esto
quiere decir, que no son los elementos primarios sobre los cuales el delirio se
producirá. No son los datos primarios que tomará el delirio para su constitución,
sino que dan cuenta de la estructura.
Mientras que el carácter de ―elemental‖ que tenían para Clérambault estaba
sobre todo sostenido en el valor de elemento, para Lacan ―elemental‖ quiere
decir irreductible. Son irreductibles a cualquier otra cosa que no fuera la misma
estructura; esto es: muestran la estructura. El delirio mismo será también un
fenómeno elemental.

Clínicamente se caracterizan por la aparición en lo real y porque el sujeto


queda involucrado en ellos; tienen valor de mensaje que les es dirigido, lo cual
sostiene la certeza delirante.

Jacques – Alain Miller propone que el fenómeno elemental es a la psicosis lo


que la formación del inconsciente es a la neurosis y como tal muestra la
estructura de toda la enfermedad. (6)

Encontrarlos es fundamental para el diagnóstico de psicosis porque revelan la


estructura misma, la particular perturbación que se produce en las psicosis en
la relación entre el sujeto y el aparato del lenguaje, entre el sujeto y la palabra.

Para que estemos en la psicosis tiene que haber trastornos del lenguaje,
afirma Lacan en el Seminario 3: ―Si hemos pues de esclarecer una nueva
dimensión en la fenomenología de la psicosis, será en torno al fenómeno del
lenguaje, de los fenómenos de lenguaje más o menos alucinados, parasitarios,
extraños, intuitivos, persecutorios‖ (7).
¿Qué diagnosticamos en la entrevista de admisión?

En la entrevista de admisión, en el momento de la internación la paciente


presenta fenómenos de interferencia que perturban el curso del pensamiento,
pero no tienen contenido, anideísmos diversos: sin sentidos, juegos verbales
silábicos, estribillos verbales.
Ella dice:

―...escuchaba la palabra casa, casada, casarosa no se de donde es. Es algo


que escuchaba...”
“...siempre se me viene encerrado, encerrar, encerrada, no tengo idea que
quiere decir, creo que esa palabra no es de acá, es de La Esperanza...”
“...se me viene puerta normal, es una puerta puesta...”
“...una voz decía lacus, creo que es una forma del diablo que me hablaba...‖

S también presenta fenómenos ideoverbales: eco del pensamiento y


comentario de actos:

“...escucho una voz de varón que repite lo que digo, me dice lo que va a pasar,
pero ahora es más afectuosa, ya no me trata con odio, miedo, rencor. Antes me
decía: ¿“Qué hace esta señora?”
“...mirá, hablo de religión y sentí que alguien me dice: cuidado, estás hablando
mal!

En S se observan fenómenos alucinatorio-motores: sensaciones de


movimiento, alucinaciones sensitivas, genitales, cenestopatías:

“...mi voz no sale por la garganta, sale por el costado...”


“...sentía un cosquilleo de gérmenes, y eso tiene que chocar para hacer un
golpe, un retumbo...”.
“...parece que se me desenroscó el cordón del ombligo...”
“...siento el estómago aprisionado, me siento desorganizada por adentro.
¿Habrá una operación que pueda organizarme? .Tal vez abriendo de la
garganta hasta abajo. No se dónde está el estómago. Siento que los alimentos
se me van por cualquier lado...”
“...las manos me hablan, dicen el poema Ojos sin Luz...”

Ruptura, perplejidad, delirio

Los fenómenos elementales se caracterizan por ser inaccesibles, inertes,


estancados, refractarios a toda dialéctica y no son causados por una idea
anterior del sujeto.
Hemos ido localizando los fenómenos que S presenta y que el psiquiatra de
guardia describe, pero nos preguntamos ¿Cuándo y cómo se
desencadenaron?

Su familia dice que siempre fue rara, celosa y que siempre se sintió mirada.

Aquí destacamos la divergencia entre la versión de la familia y la del sujeto.


Trabajaremos con cada uno su propia versión.

Ella lo sitúa así:

“...estuve bien hasta antes de entrar al civil y a la Iglesia, cuando entré ya me


sentía mal. Me di cuenta que yo iba a estar mal, a tener relaciones con las
voces. Cuando el juez dijo “los declaro marido y mujer”, y los dos teníamos el
mismo apellido y los dos éramos iguales y lo primero que me vino: supe que no
íbamos a andar bien...‖

Ante la precisión de S acerca del momento del desencadenamiento de la


psicosis recordaremos la indicación de Lacan en el Seminario 3: ―Al igual que
todo discurso, un delirio ha de ser juzgado en primer lugar como un campo de
significación que ha organizado cierto significante, de modo que la primera
regla de un buen interrogatorio, y de una buena investigación de la psicosis,
podrá ser la de dejar hablar el mayor tiempo posible. Luego, uno se hace una
idea‖ (8)

Podríamos pensar este momento que refiere S. a la luz del concepto clínico de
Lacan, momento fecundo, un momento de calma y otro de empuje, una
precipitación. Este término lo encontramos a la altura del Seminario 3 ligado al
inicio de la paranoia, a modo de brote, fase, ruptura, cuando se observan una
serie de trastornos que sólo luego podrán ser reconstruidos analíticamente.( 9)

En el Seminario 6, en la clase 24 Lacan se referirá al momento fecundo de la


neurosis, como aquel que por tener relación con la estructura misma será
cercado en el análisis.(10)

Podemos ubicar entonces la relación en el desencadenamiento psicótico entre


la irrupción del fenómeno elemental y la estructura misma. El fenómeno
elemental, siendo el delirio mismo uno de ellos, muestra la estructura en tanto
tal.

Miller utilizará el concepto griego de gnomon que explica como a partir de una
célula inicial (un dibujo que se repite progresivamente respetando la forma y las
proporciones del primero) se pueden reproducir figuras de las mismas
proporciones encontrando de manera más extensa la misma estructura. ―El
momento fecundo es una reiteración gnómica de la estructura del fenómeno
elemental, que a la vez da la idea de una continuidad‖. Miller sostiene que el
elemento es la estructura y se repite como en el gnomon en distintos niveles;
esto significa que el fenómeno elemental tiene estructura de lenguaje. (11)
En las entrevistas de admisión se intentará situar la dimensión subjetiva
dibujada a través de los fenómenos. En el trabajo del Equipo de urgencias
subjetivas del Hospital de San Isidro, los autores proponen la localización de la
certeza como lo que no engaña en las psicosis ―situada en su costado más
enigmático como son los fenómenos de significación personal, de xenopatía en
el cuerpo o en el pensamiento o la perplejidad misma‖. 12

En el inicio todo parece indicar que la psicosis no tiene prehistoria y, afirma


Lacan en el Seminario 3 que en condiciones especiales algo aparece en el
mundo exterior que no fue primitivamente simbolizado, el sujeto se encuentra
absolutamente inerme; desagregación en cadena, sustracción de la trama en el
tapiz que se llama delirio. (13)

¿Que sucede entonces frente al corte, a la ruptura, al sin-sentido?

El momento de perplejidad es el momento de la espera de sentido que no


aparece, tampoco hay metonimia porque el sentido se fija, el fenómeno
elemental se parece a la metonimia inmóvil o a la metáfora impotente de hacer
surgir un sentido, sostiene Miller. La metáfora y la metonimia son los grandes
mecanismos de producción de sentido. En la metáfora hay sustitución que
produce un nuevo sentido mientras que en la metonimia, en la conexión de un
significante con otro, el sentido no emerge, hay deslizamiento por la cadena. El
fenómeno elemental, continúa Miller, funciona como metonimia inmóvil que
produce un estado de confusión difuso y en tanto funciona como metáfora
impotente, produce una fijación absoluta. Siempre hay un significante en el
fenómeno elemental o algo que debería producir un efecto de interrogación
sobre el sentido permitiendo una vinculación entre significante y sentido.
Propone entonces Miller un operador de perplejidad, que permita esta
conexión que es la situación normal en el hablante en tanto necesita un S2
para descifrar al S1, en tanto el Significante 1 siempre es elemental, no se sabe
lo que significa. (14)

Volvamos al momento del desencadenamiento de la psicosis en S. A partir de


ese momento, ciertas cosas le hacen signo, ella se transforma en vehículo del
goce del Otro comenzando a operar cierto sentido, cierto saber, S2.

Tiene la certeza de que el hijo que murió era en realidad hijo de una prima,
aunque ella lo llevara en el vientre.

“....mi prima me trajo comida el lunes, la comí sin darme cuenta que le podría
haber puesto algo, o alguna palabra, y el martes me sentí mal, intoxicada...”.

Decisiones del analista en la guardia

Se le explica a la paciente la conveniencia de quedar internada por unos días,


ella acepta. Se entrevista a la familia para dar explicaciones precisas sobre la
decisión de internación, indicaciones sobre la misma (indumentaria,
medicación, acompañantes, visitas, plazos, etc.), así como para
comprometerlos en el tratamiento.
La paciente será entrevistada diariamente por una analista y como instrumento
que permita acotar el exceso sintomático, el médico prescribe un plan de
medicación diaria con neurolépticos antipsicóticos incisivos y sedativos, en este
caso en una dosis mínima.

El uso de fármacos, la internación, la intervención con la familia, los talleres,


funcionarán como herramientas imprescindibles dentro de una estrategia que
apunta a que algo comience a aquietarse. En la misma línea los talleres, el
trabajo en musicoterapia o en terapia ocupacional, pueden cobrar una
importancia crucial en el tratamiento si se lo piensa en la lógica de la cura, allí
donde el lazo social inexiste.

En las crisis agudas, especialmente en las crisis psicóticas, el sujeto no logra


sostenerse simbólicamente en los lugares que ocupaba como padre, como
trabajador, como vecino, como ciudadano. En S observamos que no puede
ocuparse de sus hijos, cuidarlos, libidinizarlos. También deja de concurrir a su
trabajo, no sólo no logra desarrollar las tareas de costura sino que la relación
con los colegas se torna peligrosa y hostil. Se han quebrado los lazos y no
consigue presentarse ante los otros bajo un semblante posible de madre,
costurera, vecina.

El taller es entonces propuesto como otro al que el sujeto pueda dirigirse y


enlazarse con otros. Pensar la inclusión de un paciente en el taller, será
también caso por caso ―no nos orienta ni lo ocupacional ni lo laboral, ni las
habilidades ni la resocialización masiva, sino la política del uno por uno‖ 15

Es curioso como a pesar de la imposibilidad estructural de constituir un grupo,


en los talleres se verifica que ―la serie de presencias constituye un polo
convocante para la circulación del síntoma desde un lugar más afín al lazo
social. (16)

Estas intervenciones comienzan producir algunos efectos; las voces se


atemperan, el mundo comienza a reordenarse, y los lazos que se han
quebrado podrían tener un nuevo destino, el cuerpo encuentra algún orden
mientras que la certeza permanecerá como reducto inconmovible.

Frente al arrasamiento gozoso del Otro, la institución pública funciona como


ordenador que lo regula y atempera.

En guardias y admisiones la escucha y presencia del analista acepta el


testimonio del paciente sobre su posición respecto del lenguaje, privilegiando
el phatos, el sufrimiento en su dimensión subjetiva por sobre las normas
sociales, institucionales, familiares.‖(17)

Recorrido analítico en la internación

A lo largo del tratamiento S despliega ciertas ideas delirantes de tipo


persecutorio que no llegan a estructurarse en un delirio. Esta enfermedad, esta
intoxicación de la que habla es la palabra. Está impregnada de palabra.
Tal como lo trabajamos en un apartado anterior, la estructura aparece en el
fenómeno, en el delirio, pero nos indica Lacan en el Seminario 3 que la
perspectiva del psicoanálisis es diferente a la del punto de vista
fenomenológico que buscará lo que subsiste de la realidad en sí. El
psicoanalista no tendrá esa confianza a priori en el fenómeno y, en cambio no
retrocederá frente a la palabra. ―Nuestro punto de partida es el siguiente: el
inconsciente en la psicosis está ahí, presente. Este es todo el sentido de lo que
enseño desde hace algunos años, y hasta ahí hemos llegado en lo tocante a la
psicosis. La promoción, la valorización en la psicosis de los fenómenos de
lenguaje es para nosotros la más fecunda de las enseñanzas‖ 18

S presenta la contracara del aparato de influencia, donde el sujeto recibe


mensajes a través, por ejemplo, del televisor, de los que tiene la certeza que
eso le concierne. Ella como telépata emisora donde queda a merced del Otro,
no puede controlar lo que ella emite ni lo que el Otro recibe:

“...lo que yo viví fue terrible, tuve interferencias con radios del Paraguay. Me
escuchaban lo que yo pensaba, lo que yo quería decir. Ellos deliberaban, ellos
son testigos, saben que hubo una señora que interfería en su trabajo y esta
señora ya no interfiere más...‖

En el momento que es internada lleva meses separada de su marido, ya que su


familia se la ha llevado porque estaba mal.

En relación a su marido dice:


“...fui heredando los problemas psicológicos de él, siento que él está
controlándome. Me miraba en el espejo y de este lado se me venía la mirada
de él...”
“...quiero que venga mi esposo para poder tener esperanza. Lo quiero
tanto!...”
“...Siento que la vista se me entra para adentro, mi marido me buscó para
usarme, quería confundirme con el sexo. Yo pensaba que usaba a mi papá, mi
mamá usaba a mi marido y mi prima usaba a mi marido...”
“...estaba con P y sentía unos rayos fuertes, que se me metía la Virgen que
sonreía.

El significante esperanza se torna importante en el tratamiento: el marido le da


esperanza, ella quiere esperanza y hasta propone al analista que se mude al
pueblo de La Esperanza.

“...sufrí tantos tormentos, ahora voy liberándome, siento que algo me sale por
la derecha, el hombre siempre está acá, por la derecha. Si vuelve podremos
tener esperanza...‖

Los significantes esperanza y liberación, el analista trata de recuperarlos a lo


largo del tratamiento. Las intervenciones apuntan a seguir las líneas de fuerza
significante que la paciente trae. Tomará ciertas palabras que S utiliza con un
color particular: liberación, recuperación, usted es usted, y es ella quien las
elige cuando afirma que escucharlas, le produce cierto alivio.
Estos significantes que S va desplegando a lo largo del encuentro con la
analista, significante Dos, S2, arman una trama de sentido que nos muestra el
lenguaje de sabor particular y a menudo extraordinario que es el del delirante,
tal como lo define Lacan en el Seminario 3. Muchos significantes de la sujeto
―cobran un énfasis especial, una densidad que se manifiesta a veces, dándole
ese carácter francamente neológico tan impactante en las producciones de la
paranoia….puntos de referencia esenciales…la realidad toda esta cubierta por
la red del lenguaje…‖19

En una sesión dirá que fue a la iglesia y vio a la Virgen moverse:

―...sentí un golpe en la mandíbula y que la Virgen me decía: “ese es el dolor por


el sufrimiento de las mujeres por el dolor de sus maridos”. Pensé que era como
una descarga, sentí el golpe...”.
- ¿Cómo una liberación?- pregunta la analista.
- En el momento que recibí su palabra, siento como que usted me decía:
“Ahora tendrás mi mirada, no los ojos sino la vista espaciosa”. Al hablar con
usted me libero, recién sentí una liberación en la espalda cuando usted repitió
“usted es usted”.

Esta intervención, entiendo que íntimamente ligada a la presencia del analista


como secretario que se limita a repetir lo que escucha, sin interpretar más allá,
tiene en el tratamiento efectos importantes; los fenómenos alucinatorios
comienzan a ceder y ella deposita en la analista mayor confianza, habla
entonces de cosas que prefería ni contar esperando que se le pasaran.

“...parecía decir algo por la vista. Tenía una claridad muy intensa. Tenía
mareos, así sufrí de mirar la chapa oscura, me entró la oscuridad de la chapa.
De a poco se me está yendo la oscuridad...”.

―¿Qué es el fenómeno psicótico? La emergencia en la realidad de una


significación enorme que parece una nadería –en la medida en que no se la
puede vincular a nada, ya que nunca entró en el sistema de la simbolización-
pero que, en determinadas condiciones puede amenazar todo el edificio‖. (20)

“...cuando hablo con usted siento que los oídos se me destapan...”


- ¿Cómo una liberación?-
- Se me impregnó esa palabra, no quiero decirla más. Prefiero decir
recuperación, no quiero nombrar esa palabra, la quiero respetar. Yo confío en
usted.

En S encontramos una relación muy particular con ciertos significantes que


cobran un valor neológico. Son palabras claves, originales, la significación no
remite a otra significación, sino que remite a la significación. Esto quiere decir
que un neologismo, ante todo, tiene significación, la sujeto no sabe cuál. La
significación está ahí y adquiere significación, aunque no se sepa cual. Sin
embargo de lo que no hay ninguna duda es que esa palabra ha cobrado un
valor particular y S propone en cierto momento abstenerse de utilizarla. A partir
de ese momento ya no será pronunciada en el tratamiento.
S dirá mas adelante a su analista
“...yo me sentía la Virgen que sonreía. Usted no sabe lo que es sentirse
sonreída todo el tiempo...”.
Padecimiento que da cuenta de que lo que está en juego no es la realidad sino
que S tiene la certeza de que eso le concierne. ―El mundo entero es presa del
delirio de significación…‖ (21)

El psicótico es un mártir del inconsciente, dando un testimonio abierto , y


asegura Lacan que el psicoanálisis legitima el delirio y reconoce en su
discurso lo que descubre habitualmente como discurso del inconsciente pero a
la vez este discurso de la psicosis se revela irreductible, no curable (22)

La esperanza de una pregunta o acerca de una estabilización posible

A esta altura de su tratamiento la pregunta es ¿en que lugar tendría


esperanza? Ella dice que con su mamá siente una especie de imán, algo muy
fuerte que se la lleva por delante.

La analista cita al marido que viene a verla después de varios meses. Esto
tiene un efecto importante: se tranquiliza y le pide a la analista que le explique
a él acerca de su recuperación.

Los fenómenos elementales se apaciguan y S decide que va a volver a vivir


con su esposo.

S. dirá:
―...me parece mentira la recuperación que tengo...‖

“...tengo fe en mi recuperación, quiero ir más allá de la recuperación que es


sentirme bien totalmente, porque otra forma de decirlo no habría...‖.

S es dada de alta después de tres meses de internación donde recibió una


dosis mínima de psicofármacos.

La analista seguirá atendiéndola en forma ambulatoria pero asiste por poco


tiempo. Seis meses después, vuelve al hospital trayendo algo escrito donde
hablaba de la internación:

―...Yo tenía cosas en la cabeza que me salían para fuera, y lo que yo pensaba
o quería decir psicológicamente me salía por afuera, y ahora me quiere volver
pero soy fuerte para seguir enfrentando la enfermedad que me acosa la cabeza
y me sigue a la vista. Debo hacer las cosas pero es la vista y la cabeza y me
quiere dar trastornos. Con esta terapia escrita me voy sintiendo mejor, me voy
desahogando con lo que no puedo decirle a nadie, ya no lo hablo mas con mis
amigas ni con mi familia, prefiero hablarlo solamente a mi doctora...”.

Ella pedía una operación que la organizara y ante la imposibilidad de una


operación analítica, tal vez ésta consistió en, desde un lugar de testigo, del
analista, rescatar las líneas de fuerza significante que la sujeto traía,
posibilitando acotar algo de ese goce a la deriva por la falta de metáfora
paterna que lo normalizara.

Durante el año siguiente, S asiste al servicio irregularmente. Los fenómenos


elementales no desaparecen del todo pero ella sabe que no debe comentarlos
con las vecinas ni con los parientes, sabe hacer con este goce que la inunda y
la escritura se torna fundamental para este autotratamiento al que arriba.

En una ocasión, la analista la invita a una presentación ante los alumnos de la


facultad. Acepta con entusiasmo. En esos días leerá a los estudiantes un
poema escrito por ella:

―Al escuchar el primer sonido


de algo que no comprendí
Al escuchar el segundo sonido
aprendí a comprender.
Al escuchar el tercer sonido
igual sentí.
(o) es posible que pueda contar los sonidos
o es que sólo (o) solo tenemos que entender
y (o) ¿Tenemos, tenemos que entender?.

Ella toma el espacio de presentación como una nueva forma de terapia ya que,
dice:
―...me servirá en esta nueva etapa, en que me he convertido en una
investigadora de la enfermedad mental...”. “...quiero averiguar ¿Porqué una
mujer que nunca escuchó voces, un día empieza a escucharlas...?”

Efectivamente, S se ha transformado en una investigadora que ha producido un


saber y nos enseña acerca del fenómeno psicótico así como de los recursos y
de su trabajo para el acotamiento; su recorrido irá de la perplejidad frente a la
―chapa oscura‖ al poema ―Ojos sin luz‖.

El Otro toma la iniciativa y arrasa con el sujeto quien se vuelve extranjero de su


propia palabra y de su propio cuerpo. Modalidades de irrupción de goce que
dejan al sujeto en un estado de arrasamiento y sin contar con la posibilidad de
encerrarse en el mundo ilusoriamente privado del fantasma neurótico:

S sabe y le sentencia a su analista: “Usted no sabe‖, ni podrá saberlo por


estructura, lo que es el goce sin regulación fálica, lo que ser sonreído por el
Otro, gozado por el Otro.

Con estos pacientes, uno puede manejar el uso de las palabras pero hay algo
de la significación que permanentemente se escapa en los chistes, en las
expresiones, algo no compartido.

Acerca de La Mujer en las psicosis


A propósito de la psicosis de Schreber, en el Atolondradicho Lacan se referirá
al ―efecto de empuje a la mujer‖ que será considerado uno de los principales
signos de la forclusión del Nombre del Padre. (23)

Recordemos que Schreber en su delirio acepta obedecer al forzamiento de ser


la mujerzuela de Dios, delirio que estaba en relación con la intuición de los
inicios: ―sería maravilloso ser una mujer durante el coito‖. Lacan advertirá que
―a falta de poder ser el falo que le falta a la madre‖, Schreber encuentra como
solución ―ser la mujer que le falta a los hombres‖ (24 )

Hay un efecto de significación no coordinado con el falo pero relacionado con la


sexuación afirma Jean-Claude Maleval en su libro ―La forclusión del Nombre
del Padre‖, agregando que puede tener un efecto resolutorio para el delirante.
El fenómeno de ―empuje a la mujer‖ surge en Schreber ante la llamada a un
goce sin límite que da cuenta de la deficiencia de la función fálica. Agrega
Maleval que este goce evoca al que las mujeres experimentan pero del que no
pueden decir nada, con la diferencia que mientras que el goce suplementario
de la mujer no deja de estar limitado por el goce fálico, el goce en la psicosis no
cuenta con este límite. 25

Las modalidades de presentación de este efecto de ―empuje a la mujer‖ son


variados pero ¿cómo se manifiesta en un sujeto femenino? En la Sala de
Mujeres del Hospital Piñero, fue un tema de investigación durante años.
Recuerdo una paciente que refería que su cuerpo de transformaba en el de un
travesti, esto es: que su cuerpo de mujer se transformaba en un cuerpo de
hombre con apariencia de mujer y que los hombres la seguían por la calle
creyendo que lo era. Menos evidente pero en la misma línea se presentaba J
que se transformaba en ―La Virgen María, una mujer completa que es virgen y
madre a la vez” modalidad particular de convertirse en ―La mujer-toda‖ no
atravesada por la castración.

Si es a través del significante fálico que un hombre y una mujer pueden


encontrarse se debe a que ―el inconsciente solo dispone de un significante
adecuado para representar la falta que regula la sexualidad: el falo‖, lo cual
lleva a Lacan a afirmar ―La mujer no existe‖ y en la psicosis nos encontraremos
como efecto de la forclusión del Nombre del Padre el hacer existir a La Mujer,
encarnación de un goce infinito. 26

¿Podríamos pensar en el caso presentado este particular efecto?

S frente a las palabras del juez y a la semejanza en los apellidos de ella y de


su pareja queda en perplejidad, sosteniendo luego: no sé cual es la diferencia
entre un hombre y una mujer, cual es la medida, cual es la significación de
portar este cuerpo.

La maternidad se torna incierta, lo que en realidad es propio de la paternidad


ya que ―la madre es verdadera‖.

S tiene la certeza de que lleva un embarazo de otra mujer. No es la salida


histérica que presentifica a la otra mujer en pos de una respuesta sobre la
feminidad; es la existencia y consistencia de La Mujer que hace posible la
relación sexual.

S se siente La Virgen que sonreía, modo particular de transformación del


cuerpo tomado y gozado por La Mujer.

Podría pensarse entonces en la modalidad particular de ―empuje – a- la-


mujer‖; modo de pulsión que se desprende del funcionamiento de las psicosis,
articulada con una estructura lógica que es precisamente la de La Mujer que le
falta a los hombres.(27)

Resolución de la urgencia

S produce un saber, inventado, delirante y decide transmitir ese saber a los


alumnos de la facultad en las presentaciones de enfermos.

S encuentra en la escritura un recurso que le permite mantenerse en el orden


de la palabra, S1 que se repite y que podría localizarse entre los paréntesis

La resolución de la urgencia podríamos pensarla como el recorrido de la


perplejidad al delirio; Lacan afirma en su tesis ―el delirio es la interpretación‖,
agregando Miller que en el texto del delirio encontraremos una verdad explícita
y casi teorizada.

La interpretación delirante se impone, si bien no hay espacio para la


interpretación analítica; la presencia del analista sostiene la escucha allí donde
el psicótico trabaja con su delirio dando un autotratamiento a ese goce sin
medida que todo lo inunda. 28

DEBATES DEL FORO

Intervención de Mônica Cardia


Psicoanalista Buenos Aires. Argentina

En relación a lo visto sobre la urgencia en las psicosis y las consecuencias en


el entorno familiar, quisiera hacer el comentario sobre un caso.

R, de 20 años, solicitó una entrevista por la necesidad de hablar acerca del


cierto impulso exhibicionista ocurrido hace ya varios años, impulso irrefrenable
del que nunca había hablado. Estas confesiones son seguidas por el
desencadenamiento de la psicosis con la aparición de fenómenos elementales
que llevaron a determinar el diagnóstico de "Esquizofrenia Paranoide" El
recorrido del caso es extenso, sin embargo lo que quiero puntualizar es:

-La irrupción de los fenómenos elementales dan cuenta de la estructura


psicótica.
-Esto pone en crisis a la familia de R, quien al principio alentaba la consulta
acerca de lo que parecían ideas de tipo obsesivo en un joven.
-Fue necesario que el analista localizara las cuestiones ligadas a la estructura y
a la particularidad en el tratamiento posible para esa psicosis.
-Fue necesario también pensar una estrategia para el contexto familiar
desbordado por la situación. Se sugiere una internación dado que los
fenómenos paranoides emergentes parecían difíciles de acotar en el
tratamiento ambulatorio.
-La familia sufre un fuerte impacto que obliga a considerar nuevas estrategias
clínicas, clínica de decisiones y acciones por parte del analista.
-La estrategia de externación tampoco fue sencilla y requirió del trabajo
conjunto desde las distintas disciplinas.

Intervención de Inés Sotelo:

La decisión de la externación y sus condiciones, requiere de todo nuestro


cuidado:

1) Evaluar si los síntomas que motivaron la internación han cedido o por lo


menos perdido suficiente consistencia.
2) Evaluar el riesgo para si y para terceros.
3) Evaluar el contexto familiar que lo recibirá:
- si podrán cumplir las indicaciones terapéuticas
- si están en condiciones de tiempo, económicas y emocionales como para
hacerse cargo d e un paciente en proceso de recuperación de una patología
psiquiátrica.
4) Suele ser adecuado que el paciente sea alojado en Hospital de día, o con
acompañantes terapéuticos o en Casas de Medio Camino.
Lamentablemente en nuestro sistema de Salud, a pesar de lo que indica la ley ,
hay pocas instancias intermedias
5) También es aconsejable que varios profesionales evalúen y den su opinión
acerca del egreso del paciente, beneficio de la interdisciplina hospitalaria,
aunque de todas maneras siempre habrá un nivel de riesgo propio del
tratamiento de pacientes graves.

Con respecto al trabajo con la familia, podemos afirmar que es sumamente


difícil y por sobre todo a construir. Seguramente nos encontraremos con
coyunturas familiares de gran complejidad, y hasta de rechazo a toda
intervención, o indiferencia...y allí está el desafío.

Debemos tener mucho cuidado de no imaginarizar a la "madre" o al "padre"


como los que no alojaron, no quisieron, no abrieron un espacio para el deseo
en ese sujeto psicótico. Como dice Eric Laurent, no es ese padre pero
tampoco es sin ese padre.

La contingencia de lo traumático por un lado y lo traumático de estar en el


lenguaje reunidos en ese sujeto que un "día empieza a escuchar voces"

.Quiero aprovechar el foro internacional para comentar el debate en nuestra


ciudad, en la que como sabrán hay muchos psicólogos, psicoanalistas, y una
población que es muy frecuente que se analice o que por lo menos haya hecho
en algún momento d e su vida una consulta ―psi‖.

La ley de salud mental de la Ciudad de Bs As, sancionada en 2000 y recién


reglamentada el año pasado, le da un lugar particular a la interdisciplina, yendo
más allá de la respuesta exclusivamente médica. Otro aspecto interesante es el
de internación y todas las alternativas que exige antes de decidir la internación
permanente. Nuestra ciudad tiene 2 Neuropsiquiátricos de unas 1500 camas
cada uno. y en la Provincia de Bs As creo que hay otros 4 de iguales
dimensiones; además de las camas de psiquiatria en los hospitales para
pacientes agudos.

Me interesa puntualizar lo dificultoso que resulta, primero reglamentar la ley y


en algún momento, desmontar estructuras manicomiales, por lo menos en el
diseño y dimensiones actuales.

Intervención de Verónica Ortiz.


Psicoanalista. San Fernando. Provincia de Buenos Aires. Argentina

La primera consecuencia de entender la urgencia como un hecho de discurso


es la de situar a qué le llamamos urgencia en psicoanálisis; conlleva la
separación del concepto de urgencia del sentido que se le adscribe en otros
discursos, en especial en el del amo; requiere diferenciar la urgencia subjetiva
de la descripción de los acontecimientos.

Considero que la pregunta: "¿de quién es la urgencia?‖, que abordamos en la


primera clase, es crucial en ese sentido.

Ofertando una presencia, una escucha y propiciando una maniobra con las
coordenadas temporales, por ejemplo, intercalando una pausa, apostamos a
ofrecer la posibilidad de subjetivar la urgencia.

Me interesa el desarrollo del concepto clínico de ―Momento fecundo‖

Intervención de Inés Sotelo

Cuando decimos ¿que lugar para el analista en la urgencia? una respuesta


posible es la de ofrecerse como un Otro que aloje ese sufrimiento que aparece
mas cerca del grito que del llamado.

Presencia, escucha, que recibe lo que se presenta y ofrece la posibilidad de


que ese grito comience a ser dicho en balbuceos al inicio, hasta llegar a alguna
gramática. Posición de quien intentará dejar de lado los prejuicios sobre las
familias para que ellas también puedan hacerse responsables de sus
intervenciones personales y del familiar en crisis.
En relación al concepto de momento fecundo: en el caso presentado la
paciente recorta y relata de este modo:

―...estuve bien hasta antes de entrar al civil y a la Iglesia, cuando entré ya me


sentía mal. Me di cuenta que yo iba a estar mal, a tener relaciones con las
voces. Cuando el juez dijo ―los declaro marido y mujer‖, y los dos teníamos el
mismo apellido y los dos éramos iguales y lo primero que me vino: supe que no
íbamos a andar bien...‖

Me interesaba puntualizar a través de este caso la diferencia entre el modo de


diagnosticar de la psiquiatría y el psicoanálisis. Para el psiquiatra el
trastorno psicótico aparece con los síntomas que la trajeron a la guardia:
ideas delirantes y persecutorias, agresividad, etc. a partir de allí interviene
(médica, interna, deriva, etc.)

Desde la perspectiva del psicoanálisis la invitamos a ir más allá de lo


observable: la paciente refiere el inicio a ese momento particular en que
debiendo responder desde lo simbólico como "mujer de", no cuenta con que
responder.

Podría situarse un instante de perplejidad y luego un empuje, delirante.


Transformarse en esa mujer que porta, en su cuerpo, el hijo de otra mujer en
consonancia con cierta referencia posterior de la paciente cuando describe a
los alumnos ese momento de perplejidad: "imaginen que están a oscuras y de
golpe abren la ventana y les da el sol en la cara".

Lo presenta como el encandilamiento que la deja inmóvil, falta de referentes


imaginarios y simbólicos, detenida en el significante Uno. Luego el delirio en
tanto funciona como significante Dos le permite armar cierta trama que ordena,
que funciona como referencia.

Bibliografía

1- Miller Jacques- Alain. “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”


(2003) Buenos Aires. Paidos

2- Touloupas Nicolas ―La historia clínica en Psicopatología‖. Ficha de estudio.


Departamento de Publicaciones. Facultad de Psicología. Universidad de
Buenos Aires.

3- 7-8—9- 13- 18-. 19- 20 - 21 22 Lacan Jacques. Las Psicosis, Seminario 3


Paidos. Buenos Aires 1986

4- Miller Jacques-Alain ―Enseñanzas de la presentación de enfermos‖.


Matemas 1. Ed Manatial Buenos Aires 1987

5-Goldchluk, Aníbal . ―Fenómenos elementales ― inédito 1988)


6- 11 -14 -28 Jacques – Alain Miller en ―La invención del delirio (El saber
delirante. 2005. Paidos)

10- Lacan Jacques Seminario 6 El deseo y su interpretación. Inédito

12-AAVV. Equipo de urgencias subjetivas del Hospital de San Isidro en


Tiempos de urgencia. Estrategias del sujeto, estrategias del analista. Sotelo
Inés (comp) 2005 JCE Ediciones)

15- Crasnich Nancy y colaboradores La red de talleres en Tiempos de


urgencia. Estrategias del sujeto, estrategias del analista. Sotelo I (comp) 2005
JCE Ediciones).

16 Zabalza Sergio Hacer algo con eso en Tiempos de urgencia. Estrategias del
sujeto, estrategias del analista. Sotelo I (comp) 2005 JCE Ediciones)

17 -Sotelo, Inés. ―La guardia, la admisión, la primera consulta: una coyuntura


de emergencia‖ La urgencia generalizada. Editoral Grama 2004

23 Lacan L´etourdit Paris, Seuil, 1975

24 Lacan De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis.


Escritos Siglo XXI Buenos Aires 1985

25 - 26 - Maleval Jean-Claude, La forclusión del Nombre del Padre. Paidos.


2002 Buenos Aires)

27 Laurent Eric. Estabilizaciones en psicosis Ed Manantial Buenos Aires1989

28 .Miller Jacques –Alain . El saber delirante. Paidos. Buenos Aires 2005.


CAPITULO 4
ACTING- OUT Y PASAJE AL ACTO EN LA URGENCIA.

En la clase anterior hemos trabajado el concepto de angustia y su localización


en la clínica a partir del Grafo del deseo y del Seminario 10. Allí Lacan afirma
que actuar es sacarle a la angustia su certeza, ya que la acción toma prestada
su certeza de la angustia.

¿Cómo se verifica esta certeza? Mauricio Tarrab sostiene que ―la experiencia
subjetiva de la angustia, no le deja a quien la experimenta ninguna duda. Uno
no sabe que sentido tiene lo que le pasa, pero sabe que debe hacer algo para
que eso cese. ―… como experiencia cierta, es un dato de certeza frente a un
mundo lleno de incertidumbres‖. (1)

En el cuadro presentado en la clase 1 del Seminario 10, Lacan destinará los


espacios que quedaron vacíos a esas particulares modalidades de acción tal
como son el acting out y el pasaje al acto. (2)

DIFICULTAD
INHIBICIÓN Impedimento Embarazo

MOVIMIENTO Emoción SINTOMA Pasaje al acto

Turbación Acting-out ANGUSTIA

Acting-out y pasaje al acto en el caso de “la joven homosexual”

Antes de trabajarlo en los casos clínicos que iré presentando, seguiremos el


recorrido de Lacan en el Seminario 10 en relación al caso de la paciente de
Freud conocido como ―la joven homosexual‖. Allí podremos ubicar estas dos
modalidades de acto.

Este análisis, afirma Lacan pone de manifiesto que a raíz de la decepción por
el nacimiento de su hermano, ella se orienta hacia la homosexualidad
dirigiendo su amor hacia una mujer de dudosa reputación comportándose de
modo viril; cuanto mas se aleja su objeto amoroso, mas lo valora.

La escena pública que construye, en la que se pasea por las calles de Viena
del brazo de su amada, estará destinada al padre como desafío. En una
ocasión, el padre se encuentra por la calle con la pareja de mujeres y la joven
se cruza con la mirada furiosa del padre. La mujer mayor decide cortar la
relación y la chica se arroja por un puente. Se deja caer, NIEDERKOMNT, se
deja caer como pequeño a, como objeto.

¿Cómo entender la lógica de este pasaje al acto?

En el pasaje al acto la ventana suele ser frecuentemente el espacio propicio


para arrojarse; ésta funciona como limite entre la escena y el mundo y Lacan
nos enseña que en el acto de arrojarse por la ventana ―el sujeto retorna a
aquella exclusión fundamental en la que se siente‖. (3)

El deseo y la ley son la misma cosa en el sentido que su objeto es común. El


mito de Edipo significa que en el origen, el deseo como deseo del padre y la
ley coinciden; es una relación estrecha en la que solo la función de la ley traza
el camino del deseo.

El deseo por la madre, es idéntico a la función de la ley, ya que al prohibirla, la


ley impone desearla. El deseo del padre es lo que hace ley.

El efecto central de esta identidad entre deseo del padre con la ley, es el
complejo de castración. Lacan dirá que por eso coloca el (-fi) en el mismo lugar
que el objeto a, roca de la que hablaba Freud.

El objeto a, vinculado a su falta, allí es donde el sujeto se constituye en el lugar


del Otro.

El salto, el pasaje al acto, se produce en el momento en que se cumple la


conjunción del deseo y la ley. La hija, decepcionada del padre, se había
dedicado a hacer de su castración de mujer lo que hace un hombre: ofrecerle
una ofrenda de sacrificio a través de de su conducta viril, que por inversión de
dicho sacrificio, dice Lacan, hacía de ella el soporte de lo que falta en el campo
del Otro, o sea la garantía de la ley que es el deseo del padre, hay una gloria
del padre, un falo absoluto.

Siendo el resentimiento y la venganza cruciales en esta relación, afirmará que


son esa ley, el falo supremo.

La joven arma esta escena que pierde su valor ante la mirada furiosa del padre,
produciendo, dice Lacan, el supremo embarazo, la división máxima del sujeto.

Luego aparece la emoción ante la escena de su amada y el pasaje al acto,


cumpliéndose las dos condiciones: identificación absoluta del sujeto con el a, al
que se reduce y en segundo lugar la confrontación del deseo con la ley. ―…ley
que se presentifica en la mirada del padre, que la hace sentirse identificada con
el a y al mismo tiempo rechazada, expulsada, fuera de la escena. Y esto solo
puede realizarlo el dejarse caer‖. (4)
Pasaje al acto: Una “calculadora” sin cálculo

En las guardias, es frecuente encontrar estos actos desafortunados, que


muchas veces ponen en riesgo la vida o la salud de un sujeto. Nos exigen
pensar una táctica y estrategia pero sin poder en ese momento establecer si se
trata de un acting- out o de un pasaje al acto. Habrá que establecer en las
coordenadas lógicas del caso, en que lugar quedó ubicado el sujeto, la escena
del mundo, el Otro.

Volvamos al caso que recibimos en la guardia que fue presentado en el


capítulo anterior

María, de 22 años, llega a la guardia del hospital general, acompañada por su


madre y su tía. Se ha hecho un corte en las muñecas, superficial pero que
produjo gran alarma en la familia por lo que deciden dirigirse a un profesional.

La joven refiere que la madre le comunica que el padre se quedará a vivir en el


interior del país por razones laborales, ya que ha surgido una propuesta muy
conveniente desde la perspectiva económica.
Actualmente él está allí en una estadía que se suponía transitoria.
María refiere sentirse presa de desesperación, se dirige hacia la puerta y
atraviesa los vidrios con sus manos
En ese momento, la paciente no puede decir mucho más que “fue un momento
de locura, no sé que me pasó, tuve una sensación de encierro insoportable,
de abandono, no pensé en las consecuencias”.

En la guardia, el médico que la recibe la deriva a los psicoanalistas con el


diagnóstico presuntivo: ―es tuya, es una H, una actuadora‖.

Las H, son las histéricas, esa patología que para algunos psiquiatras no
merece respeto, a pesar que desde Hipócrates, Charcot, Freud, hayan sido la
causa de investigaciones, conduciendo hacia la pregunta por esa modalidad de
goce que lo femenino entraña.

Lacan nombrará como histérico uno de sus discursos, el que sostiene el


analizante. Sin embargo en esa guardia, María quedó reducida a una letra: ―H‖,
y su acción a una actuación.

La contingencia del encuentro con un analista a cargo de la guardia, posibilita


que ese padecimiento tenga un lugar en el Otro, que aquello que se presenta
como urgencia pase por el Otro, pase del grito al llamado. Es en este sentido
que Marta Coronel afirma que el Equipo de Admisión del Hospital de San Isidro
funcionará como Otro alojando ―ataques de pánico, ideas suicidas, insomnio,
mutismo, nombres con los que se responde al malestar de la época‖. (5)

El analista se abstiene de interpretar pero decide la permanencia en la guardia


y conduce al sujeto a recorrer los acontecimientos que la precipitaron hacia la
puerta en un acto que quedó por fuera de todo cálculo.
En el pasaje al acto hay una desaparición del después, y luego del mismo, si
no fue un acto logrado, inmediatamente renace otro; ―el acto siempre es
recuperado por la significación après-coup‖, y -dirá Miller en Bonneval -que
para Lacan el pasaje al acto tiene la estructura del acto, requiriendo de un
pase, de una mutación sujetiva (6)

La clínica del pasaje al acto, está muy ligada la clínica de la urgencia, dejando
―como resto de la escena un cuerpo desmoronado, como huella de un exceso
en la propia escena de aniquilación del sujeto‖ (7)

La precipitación, la prisa por concluir propia del pasaje al acto deja pegados el
primer y el tercer tiempo lógicos, saltando del instante de ver al momento de
concluir; referencia que trabajamos en la primera clase con el sofisma de los
tres prisioneros.

La analista propone otro tiempo, un tiempo de pausa para que algo allí se
deposite a pesar de que aún no sea posible su cifrado. A pesar de que el
pasaje al acto implica el abandono de todo pensamiento y del malentendido
propio del lenguaje sin embargo ―sólo toma su valor y sus coordenadas de un
universo de lenguaje‖ ya que es necesario que haya un decir para que haya
acto. (8)

El acto suicida será para Lacan el paradigma del acto, en tanto no tiene en
cuenta el cálculo de los bienes sino que pone en juego el ―suicidio del sujeto‖,
señalando que lo pone entre comillas para indicar que él puede renacer de un
modo diferente en este acto. Será un acto en sentido propio ya que el sujeto
no es el mismo antes que después, hay una transformación, una muerte que
Lacan fuerza utilizando el término de suicidio. Miller nos indica con toda
precisión que ―…todo acto no es sólo agitación, movimiento, descarga motriz,
todo acto verdadero, todo acto que marca, que cuenta, es trasgresión…. el
concepto de acto en Lacan, es un concepto homologado ante todo a la pulsión
de muerte, al goce. (9)

María nos enseña que frente al abandono del Otro, librándola a la boca del
cocodrilo, tal como Lacan nombrará al deseo materno, ella pronuncia con su
acto un No al Otro; sin escena, sin sujeto, atraviesa la puerta, el marco de la
escena del mundo, siendo este pasaje mucho mas que descarga motriz,
podríamos pensar que opera como intento de separación del Otro materno.

Para orientarse en la cuestión del acto, indica Miller, primero hay que plantear
la antinomia del pensamiento y del acto, del inconsciente y del acto. (10)

Pasaje al acto y acting-out: dos momentos

Alejandra Rojas, psicoanalista y docente de la Práctica profesional Clínica de la


Urgencia, nos aporta la siguiente viñeta clínica:

M. llega a una guardia externa, en ambulancia y acompañado por su novia.


Luego de una discusión con ella, se encerró en el baño haciéndose varios
cortes en los brazos.
La novia llamó a la emergencia médica y luego de cierta resistencia para abrir
la puerta, el médico le realiza torniquetes para detener la hemorragia.
En el viaje repetía “me quiero morir”.
Al ingresar a la guardia se niega a ser atendido, dice que nada le importa
porque su novia lo ha abandonado, el cirujano de guardia solicita la presencia
de un enfermero y un psicólogo.
La situación era límite y clara, había que suturarlo o corría riesgo su vida. Se
indico sedación y se lo suturó.
Lo trataron para salvar su vida y con el despertar comenzaba la apuesta a otro
tratamiento, el de la urgencia subjetiva.
El psicoanalista esperará a que despierte. M dice que no quiere vivir, que no
quería que lo salvaran, que tiene derecho a morir, que es su vida.
Se le preguntó qué lo llevó a actuar así.
“Ella me dijo que me dejaba y me corté”

Ahora, en la guardia repite:


“¡Me quiero morir porque me abandona, me deja...no tienen derecho a
tenerme acá, no quiero que me atiendan!”

Se interviene señalando que allí los médicos tienen la obligación de atenderlo


ya que de de lo contrario pueden tener problemas.

La respuesta a este señalamiento fue inmediata y de un efecto pacificador. Se


reubica en una serie “había otros que podían tener problemas” en este caso,
los médicos.
Sobreviene la angustia y el interés en hablar de lo que le estaba sucediendo
con su novia.

Como intervención se decidirá su internación, la cual será finalmente de dos


días. Allí referirá que después de muchas discusiones, marcadas por la
violencia verbal y la impotencia de no encontrar “salidas”, su desesperación lo
llevó a hacer lo que hizo:

“Fue algo rápido”. “sin pensarlo”.


Sólo recuerda una intensa angustia que le “apretaba” el pecho y que aún
persiste, “algo insoportable, me lo quería sacar”.
Cada discusión terminaba con el pedido de ella de “cortar la relación”.
“No puedo soportar que no esté conmigo...quiero que alguien me ayude”

Lo intolerable lo condujo al pasaje al acto, allí donde no hay palabras que


medien, que atemperen la angustia.

Podríamos diferenciar en la misma situación clínica: el pasaje al acto en los


cortes iniciales, del acting-out en la escena de la guardia.

Continuará el tratamiento en Consultorios externos.

La vacilación calculada de la neutralidad del analista


El joven ingresa a la guardia porque el acto que ha cometido pone en riesgo
su vida.

El analista no sabe aún el estatuto del mismo pero sin ninguna duda para que
esto pueda ser puesto a trabajar, para que emerja la dimensión del sujeto en
juego en esta urgencia se tratará primero de implementar un ―acto médico‖
que desde el Discurso Amo ponga a salvo su vida.

No hay lugar allí para vacilaciones, es momento de poner en marcha los


protocolos médicos que indican los pasos a seguir.

Sin embargo, detengámonos en el uso de la vacilación calculada de la


neutralidad del analista. Presente en la guardia, realiza cierto cálculo en
relación con lo que entiende como la lógica del caso, una apuesta sin garantía
absoluta.

Desde su experiencia en la guardia, Tomasa San Miguel dirá que es necesario


calcular la intervenciones en la urgencia, por fuera de la transferencia
―apuntarán a volver a anudar, alojar, velar esta verdad que ha quedado
brutalmente develada para el sujeto, al punto de dejarlo desamparado, sin
referencias identificatorias, sintomáticas o fantasmáticas‖ (11)

En el caso presentado el psicoanalista tomará los significantes del sujeto y


dirá ―también los médicos pueden tener problemas‖.

Esta intervención produce un primer efecto de sorpresa ya que no es la


respuesta que el sujeto esperaba. Hasta ese momento las intervenciones
médicas eran claramente del lado del discurso Amo, discurso que hace ley. Lo
sorprendente para el paciente del ―...los médicos pueden tener problemas…‖
nos remite a la indicación de Lacan al analista, en tanto debe preservar para
el otro la dimensión imaginaria de su no- dominio, de su necesaria
imperfección, regulando también en cada caso que viene a él en análisis‖, ―de
su ignorancia siempre nueva para que ninguno sea un caso‖ (12)

En esta situación clínica recibida en la guardia diferenciamos el pasaje al acto


del primer momento, del acting- out que se despliega en la guardia; escena
que llama a la interpretación incluyendo al Otro.

El analista interviene sorprendiendo al sujeto: no fuerza ni prohíbe, vacila con


cálculo, se divide; sorprendedor de lo real; el analista sorprendiendo las
emergencias fugaces de lo real. (13)

El sujeto se detiene en su negativa que finalmente sostenía la demanda del


Otro, posición sostenida por el neurótico que quiere que le demanden para no
encontrase con el deseo del Otro, tal como lo ubicamos en el grafo del deseo.

La urgencia concluye cuando es el sujeto quien demanda un tratamiento en


Consultorios Externos del hospital.
Dolores que matan

Dolores es internada en el hospital después de un intento de suicidio: cortes en


el cuerpo. Pide a gritos que la internen diciendo: “…tal vez acá sepan qué
hacer conmigo…”. Habla del intento como si se tratara de una tercera persona:
“Fue un corte perfecto, recuerdo que la sangre empezó a salir”. En ella no
aparece el sufrimiento, hay distancia entre ella y su cuerpo, se presenta
ausente de lo que dice. Sin embargo, enuncia un pedido de internación, de algo
que frene el exceso que la habita.

Dolores produce un corte en lo real de su cuerpo, corte que no puede producir


la intervención del padre. Muy ligada a su madre discapacitada, se ofrece a ella
como salvadora, como objeto que sustituya la falta.

Es una paciente de las que traen problemas en la guardia: querellante,


conflictiva, poniendo todo el tiempo en cuestión a los terapeutas y denunciando
las debilidades del Amo. Sus denuncias hacia el padre que no opera y hacia la
institución impotente se acrecientan. Episodios de gritos, roturas de vidrios,
amenazas, culminan con el anuncio de que se va del hospital.

La analista escucha detrás de estos intentos de significarlo todo, el llamado de


alguien que padece y pide “internación”; la emergencia de un Sujeto atrapado
por el goce debido a la ineficacia paterna. Su intervención consiste en
anunciarle que informará al juez tal como está previsto en la legislación. La
analista conoce la vigencia del poder jurídico en el hospital, pero a la vez
conoce sus límites. Se vale de él como significante que poniendo una barrera al
goce abra la vía del significante. A partir de ese momento Dolores se detiene,
asiste a las entrevistas y comienza a hablar del “terrible amor por su madre”.

Lejos del síntoma

Lacan nos enseña que el discurso es un modo particular de uso del lenguaje,
fundándose en la estructura del lenguaje es efecto de la cadena significante. Si
la urgencia da cuenta de un punto donde el Sujeto no puede representarse
entre los significantes, de una apelación a restablecer su lugar en la cadena, la
escucha del analista es una apuesta al advenimiento del Sujeto, a través de la
trama significante, que interrogándose culminará en la producción de un S1
que será el significante a través del cual el Sujeto resolverá su relación en la
verdad a S/
S2 S1

En el Discurso del Analista: el S1 estará en el lugar de la producción y el S2,


dicho a medias, estará en el lugar de la Verdad.

La presencia del analista tendrá consecuencias para el paciente, en tanto no


toma la salud como un bien a obtener ni el síntoma como un problema a
solucionar, en todo caso tomará al síntoma como andamiaje significante erigido
alrededor de lo reprimido primordial.
Sin embargo Dolores se muestra muy lejos aún de la constitución de un
síntoma. Su posición aparece consolidada en el ―yo soy así‖, respuesta que en
el grafo localizamos a nivel de la i (a), su forma de presentar el yo.

El malestar, el enojo, la incomodidad no logran conformarse en algo que la


divida ni la interrogue. La consolidación de esta posición tiene sus efectos en
la relación con el analista y por supuesto con los profesionales del hospital.
Este despliegue de desbordes sin ningún compromiso subjetivo; el rechazo
hacia todo tipo de intervención o palabra, suelen producir la sensación de
impotentización por parte del analista; sobre él recae la barra que lo divide.

Habitualmente este rechazo produce una respuesta en espejo por parte de los
profesionales que culmina, muchas veces, en las peores decisiones.

Dolores le otorga consistencia al Otro, a la vez que trabaja para castrarlo. El


deseo del analista es el concepto que posibilita otra salida; ―en ti mas que tú‖
como aquello que nos hace depositarios del amor, así como del odio o de
otras pasiones; habrá que calcular entonces el manejo de la Transferencia.

El analista escucha allí algo más y se detiene, ofrece su presencia, apostando


a crear con ella una demanda.

Impulsos y caídas

En Dolores, el corte previo a la internación aparece como un impulso frente a


esta madre que demanda y demanda. La sujeto la constituye en el lugar de
otro voraz que la acorrala hasta que se produce NIEDERKOMNT, se deja caer
de la escena a través de un corte, queda reducida al objeto que le asegura la
Verdad del Otro.

La demanda insaciable de esta madre llega a límites excesivos a los que


Dolores no puede responder y es entonces cuando cae de la escena.

La joven queda alienada al ―yo no pienso‖ propia del pasaje al acto el cual está
ligado a la pulsión, no al síntoma ni al deseo.

Dolores no dice nada y solo muestra en acto ―esa curiosa satisfacción muda
que le da este particular personaje que desempeña‖. (14)

Siguiendo a Lacan en su Seminario ―La lógica del fantasma‖ en las clases del
11 y 25 de enero de 1967 podemos ubicar el ―yo no pienso‖ como opción
alienante propia del pasaje al acto. Desde esa posición no hay interrogación,
interrogación que sólo será posible en la opción ―yo no soy‖.

Lacan dirá allí que el problema de la alienación no es ser captado o


representado por el Otro sino que está fundada en el rechazo del Otro ―en
tanto que ese Otro es lo que ha venido al lugar de la interrogación del ser‖.(15)
Este corte, esta caída deja por fuera al sujeto del deseo y al síntoma como
respuesta. Es una respuesta muda ligada al silencio pulsional, que ubicamos
en el grafo.

Esas primeras entrevistas tendrán como dirección intentar producir un


movimiento del ―yo no pienso‖ al ―yo no soy‖, ―a esa inexistencia del yo que es
el pensar inconsciente que genera preguntas‖ (16)

En este caso presentado podemos diferenciar el movimiento que va del ―yo no


pienso‖: corte con la desaparición del sujeto, a cierta dirección al Otro a partir
de la internación.

El hospital y los profesionales operan como Otro al que Dolores dirige los
actings –out posteriores sostenidos en una transferencia salvaje. Se produce
un viraje necesario al ―yo no soy‖ que posibilita luego la aparición de la
angustia por el ―terrible amor por la madre‖.

Síntomas, lapsus, formaciones del inconsciente y hasta el acting-out que


localizamos del lado del ―yo no soy‖, que transforman la demanda muda en
demanda que habla, que se dirige al Otro.

El analista se abstiene de interpretar, prohibir, reforzar el yo pero apela al Otro


de la ley que acogiéndola, frena el exceso.

Acting-out en la cura

El siguiente fragmento fue presentado por Gustabo Sobel, psicoanalista y


docente de la Práctica Profesional Clínica de la Urgencia:

Un hombre joven, con diagnóstico de neurosis obsesiva al comienzo de


su tratamiento analítico, queda a cargo de la empresa de su padre y durante
ese tiempo sale a la luz una maniobra fraudulenta del mismo.

Ante dicha situación el sujeto decide responder con sus ahorros. Al


regreso del padre se produce una discusión y su posterior renuncia a continuar
trabajando para él.

A los pocos días el padre enferma gravemente quedando en estado de


coma. Por esta razón decide ocupar su lugar en los negocios.

El analizante, luego de ausentarse algunas sesiones, concurre


angustiado y relata una escena sexual en los siguientes términos: "nos
reventamos con la prima de mi papá". El analista interviene y solicita
asociaciones en relación al significante “prima”. El sujeto asocia, vinculando la
“prima” con la actividad comercial de él y de su padre.

El acting nombrado como “reventarse con la prima” toca lo real del sujeto
por cuanto la prima es un costo que debe afrontar en tanto no sólo es heredero
de la cartera de clientes sino también del fraude del padre.
El acting-out conmueve de tal forma su posición que convoca a la
responsabilidad del sujeto. En este caso se muestra como el análisis por vía de
la asociación libre reintroduce al sujeto a la elaboración por vía del inconsciente
y detiene la actuación.

Intervenciones del analista

En la clase IX del seminario de ―La angustia‖ (1962-1963) hay una referencia


al artículo de la psicoanalista Phyllis Greenacre ―General problems of acting-
out‖, escrito en 1950 , en el que propone tres respuestas frente al acting :

1) Interpretar
2) Prohibir
3) Reforzar el Yo.

En relación con la interpretación Lacan dirá que si bien el acting llama a la


interpretación es bajo una transferencia salvaje.

El síntoma en cambio no llama al Otro, es goce revestido, atravesando la


barrera del bien, es displacer, goce, unlust. El síntoma para que sea
interpretado debe ser puesto en forma a través de la transferencia establecida.

En la urgencia encontramos la irrupción de un síntoma aislado que no


representa al sujeto s
------
S

El significante, que al ponerse en relación con un significante cualquiera, Sq;


significante del analista,
s ---------Sq
S (S1, S2 …Sn)

agrega bajo la barra una significación al sujeto que el síntoma señala.

Finalmente la entrada en análisis se matemiza :

S2
-------------
S=x

La producción de un sujeto que padece falta de saber; a partir de allí se


autoriza el analista para la interpretación a la que es convocado.

En el acting-out , nos enseña Lacan, la cuestión central estará en el manejo


de la transferencia, ―...es saber cómo la transferencia salvaje se puede
domesticar, cómo se hace entrar el elefante salvaje en el cercado, cómo poner
al caballo a dar vueltas en el picadero.‖ (17)
Entonces Lacan descarta la interpretación. ¿Por qué? Porque si bien es un
llamado al Otro no es al Otro del saber. Responder entonces con un saber
interpretativo conduce a que los acting-out se incrementen.

Por otro lado, el camino de la prohibición ―hace sonreír a la propia autora‖. El


analista, advierte Lacan, hace muchas cosas por el bien, para evitar que el
paciente se dañe, pero nos advierte que el análisis suele ser un seguro de
accidente o de enfermedad y cuando en el transcurso del análisis ocurren los
acting, hay que localizar el lugar que ha ocupado el analista como Otro al que
se le dirige .

Así, en contraposición al fortalecimiento del yo, ubicamos el lugar del Sujeto


barrado en tanto atravesado por el deseo y el goce que en el análisis se
articula con el concepto central de ―deseo del analista‖.

La posición del sujeto en la viñeta que estamos trabajando, podríamos


pensarla siguiendo a Lacan en ―Función y campo de la palabra‖ que dirá para
el obsesivo: ―El esclavo se ha escabullido ante el riesgo de la muerte (…) se
sabe mortal y sabe también que el amo puede morir. (...) acepta trabajar para
el amo y renuncia al gozo mientras tanto; y, en la incertidumbre del momento
en que producirá la muerte del amo, espera.‖ (18).

Duda y procastinación son sus efectos. Todo su trabajo se volverá así


enajenante. Pero probablemente a la inhibición y postergación le siga la
precipitación por actuar, basculación típica de la neurosis obsesiva que
conduce del letargo a la urgencia. (19)

En el caso presentado, el analista frente al acting no interpreta, no prohíbe, no


refuerza al yo a través de recomendaciones, abre otra vía a través del equívoco
―prima‖, camino que conduce al sujeto hacia el padre, la deuda; sexualidad y
muerte.

La intervención opera por efecto del trabajo de la transferencia que concierne


al paciente y al analista en tanto pone en juego el amor. Absteniéndose de
interpretar y de colocarse en el lugar de quien prohíbe por el supuesto bien del
sujeto, abandona la idealización para servir de soporte al objeto a, separador,
agregando Lacan que ―el analista deber encarnar al hipnotizado y no al
hipnotizador que sugestiona, ordena, prohíbe… (20)

Reclamos de Una Madre

La viñeta clínica que a continuación abordaremos, fue presentada por


Andrea Casals, ex alumna de la Práctica profesional Clínica de la urgencia.

La interconsulta con la Guardia Externa, en un hospital polivalente de la


Ciudad de Buenos Aires, se inicia en el Servicio de Maternidad quien
convoca la presencia del psicólogo de la guardia debido a que allí se había
producido una situación de urgencia.
Este hospital cuenta con sala de internación de mujeres en el Servicio de Salud
Mental y Servicio de obstetricia; por lo que toda embarazada que padece
además alguna patología psíquica, suele ser derivada a esta institución.

Al llegar al servicio, la psicóloga se dirige a hablar con el médico que había


solicitado su presencia el cual refiere que la paciente P había sido encontrada
durmiendo en una sala de partos.
El médico relatará los siguientes acontecimientos que motivan la interconsulta:

La paciente refirió que la había chocado un auto y que quería que alguien la
revisara.
Fue atendida por un médico quien, al no encontrar signos de traumatismo le
indica:
“…no tiene nada, puede retirarse e irse a su casa”.

Como respuesta, la paciente se lanza sobre una de las puertas, rompiendo el


vidrio y cortándose así en distintas partes del brazo y la muñeca izquierdas.

Luego de tal episodio, toma intervención también la policía y la trasladan a una


sala dentro del servicio de maternidad.

Es en este momento que los profesionales de Salud Mental de la guardia


intervienen.
P. es una mujer de alrededor de 30 años, desaliñada, en una silla de ruedas,
embarazada de 4 meses, con el brazo y la mano izquierda vendada y rodeada
por dos policías.

La psicóloga se presenta y le pregunta que fue lo que le pasó.


“¿Qué me pasó? Esto fue lo que me pasó, esto me pasó” mientras se sacaba
la venda.
P se mostraba muy agresiva y a cada instante intentaba agredir a la psicóloga
y los policías debían intervenir para impedirlo.
La paciente no poseía ningún documento que acreditara identidad.
Impresiona alucinada o bajo los efectos de sustancias.

La presencia de la paciente en el Servicio de obstetricia altera el


funcionamiento del mismo; tanto al personal como a las pacientes internadas a
punto de parir o con los bebés recién nacidos.
Tampoco podría ser trasladada a otro servicio por falta de espacio físico.

La decisión de medicarla no era sencilla porque se trataba de una embarazada


y aún no se había diagnosticado si había ingerido sustancias tóxicas.

El responsable del Servicio de Obstetricia, decide que debe ser retirada por el
riesgo que implicaba para las pacientes allí internadas, en tanto la alteración
que presentaba ponía en riesgo la seguridad para sí y para terceros.
El médico se dirige directamente a la paciente pero su intervención genera aún
más agresividad.
Dado que la paciente sólo parecía responder a los policías, la psicoanalista en
relación al discurso querellante y reivindicativo, le propone que ellos serán
quienes la acompañarán para que “se respeten sus derechos”.

La paciente es acompañada por los policías a la guardia para ser evaluada por
el psiquiatra.
Se le suministra un plan de medicación y quedará en la guardia unas horas
intentando ubicar a un familiar. Como esto no fue posible se decidirá su
traslado al un hospital de puertas cerradas, ya que el hospital general no
cuenta con infraestructura que garantice un tratamiento posible para la
paciente.

Estas situaciones, habituales pero siempre sorprendentes, convocan al


analista presente en las guardias a responder, no sólo a la urgencia del sujeto
sino fundamentalmente a la urgencia de los otros profesionales o pacientes del
hospital.

La Interconsulta

¿Cuándo se convoca a los psicólogos para la interconsulta? ¿Dónde se


localiza la urgencia en estos casos? ¿Quién consulta?

Estas preguntas son claves para quien trabaja en guardia o en el equipo de


interconsulta ya que frecuentemente será convocado desde distintos servicios
hospitalarios: cirugía, clínica médica, obstetricia.

Habitualmente quien solicita la presencia de un profesional ―psi‖ es el médico.


La urgencia finalmente, en estos casos, es de los médicos o colegas ante
una situación para la que no es eficaz el discurso de la ciencia.

En esas consultas el paciente no pide nada, simplemente no colabora, o no


mejora, o se deja morir o rechaza toda intervención; esto es: se opone a su
propio bien.

Más allá del principio del placer es arrasado por el goce; se trata de ―un goce
alienado no al placer, sino al dolor, a una satisfacción del dolor que,
ocasionalmente, cuando se autonomiza ese goce, llega hasta la muerte.‖ (21)

El sujeto no actúa por su bien ni accede a que otros lo hagan, contrariando el


fundamento mismo de las instituciones de ―bien público‖. Esto no es fácil de
tolerar para la ética del Amo. De este modo, el analista deberá intervenir sobre
dos frentes: los profesionales que lo convocan desde sus propias urgencias y
el sujeto en cuestión, en este caso P.

P llega al hospital, pero no pide nada. Se escabulle y encuentra abrigo en una


sala de obstetricia. Impresiona incoherente y alucinada, sin embargo no se ha
orientado mal: lleva un embarazo de cuatro meses y se refugia en la sala de
obstetricia. Veremos si hay quien lea esto; es decir qué del embarazo está en
juego en su desencadenamiento o desestabilización o en su delirio.
Sin documentos, en una situación social evidentemente precaria, sin un marco
de contención que la acompañe, no será fácil resolver y tomar decisiones
dentro de la coyuntura asistencial de los hospitales.

¿Que intervenciones en las psicosis?

La paciente, en un impulso, atraviesa el espejo que esa puerta conformaba


ante las palabras ―no tiene nada‖.

No podemos apresurarnos en la lógica del caso ya que nos encontramos en


una primera entrevista; la cautela es la indicación frente a aquel de quien
desconocemos su estructura, pero que tiene una presentación impulsiva que
no sabemos hacia donde puede conducirlo y, menos aún sabemos adonde
pueden caer nuestras palabras.

En las psicosis, el impulso, el trieb, da cuenta del estatuto real. ―Tomar lo


imaginario por real, señala Lacan, es lo que caracteriza la paranoia, y al
desconocer el registro imaginario, llevamos al sujeto a reconocer sus pulsiones
parciales en lo real‖ (22). Es decir que nos encontramos con un real pulsional
del que da cuenta la urgencia en las psicosis.

Detrás de un confuso discurso reivindicativo en relación a su derecho como


madre, la paciente parece apaciguarse con los policías. La analista tomará
seriamente sus dichos e indicará que sean ellos quienes la acompañen.

Por primera vez, P aceptará retirarse de Maternidad y dirigirse a la guardia. Ya


allí se procederá a su evaluación para trazar una estrategia considerando las
posibilidades estructurales, sociales y coyunturales de la paciente así como las
posibilidades institucionales.

Para concluir

Graciela Brodsky en el libro llamado ―Fundamentos del acto analítico‖ que


surge del curso dictado en el año 2001 en el Instituto clínico Buenos Aires
(ICBA), cuya lectura recomiendo, trabajará los conceptos fundamentales en
relación al acto analítico, así como al acting-out y pasaje al acto.
Me interesa señalar algunos puntos que ella destaca y que ido trabajando a lo
largo de este capítulo:

- Lacan esboza un recorrido que va desde la posición inicial en un


análisis hasta el pase conclusivo, en el cual podrán situarse
fenómenos clínicos ligados con el acto.
- El acting-out es ubicado por Lacan como esa opción rechazada que
es el ―pienso y no soy‖, a la cual sólo se llega por la vía de la
transferencia. Queda así el acting-out ligado al inconsciente, como
algo que dirá una verdad, que podrá ser interpretado y que no tiene
nada que ver con un ―no pienso‖. Brodsky afirma que se trata de un
fenómeno absolutamente significante y que se relaciona con la
transferencia salvaje.
- El pasaje al acto, en cambio, se lo ubica en la opción ―Soy y no
pienso‖, es decir rechazo absoluto del inconsciente, es decir no
querer saber nada de él.
- Graciela Brodsky localizará la tensión existente entre acting-out y
pasaje al acto ya que mientras el primero ―está dirigido al Otro, es
descifrable, interpretable, vinculado a la verdad, el pasaje al acto es
rechazo del inconsciente‖. Concluyendo que el suicidio implica una
posición de rechazo al inconsciente.

La clínica del acting.out y del pasaje al acto, muy presente en las urgencias,
pero también a lo largo de los análisis, convoca al analista a precisar con
mucho cuidado las coordenadas que las determinan ya que sin duda se
localiza en la particularidad del caso por caso. Es allí donde el analista debe
responder con su acto ya que es, en última instancia una problemática ética.

La preocupación por el acto en Lacan está en el centro de un seminario La


ética del psicoanálisis, en la medida en que la ética no concierne en principio a
los pensamientos. Concierne a los actos, es decir, lo que hacemos en tanto
que es susceptible de un juicio‖ (23)

DEBATES EN EL FORO

Intervención de Antonio Amengual


Psicoanalista. Provincia de Neuquén. Argentina

A partir de lo que se me ocurrió llamar la ‗plasticidad de la técnica‘ y a la luz de


las viñetas propuestas , es que recordé algo que me dijera un profesor de
psicoanálisis en los primeros años de la Universidad: muchas veces uno dice
más de lo que cree o sabe. No estaba mal para introducirnos al psicoanálisis.

Me parecieron esclarecedores los ejemplos clínicos, donde se ve por un lado,


en el caso de Alejandra Rojas, donde la intervención frente al acting tiene que
ver con presentar un otro, incompleto, barrado, ―los médicos también pueden
tener problemas‖.
La apelación del Otro de la ley, ante la insuficiencia de la mediación paterna, en
el caso de Dolores.
En el caso presentado, con el equívoco en el significante ‗prima‘ y la
consecuente apertura asociativa.
Y un gran contraejemplo en el Servicio de Maternidad cuando el médico ante el
pedido de internación responde ―no tiene nada‖ precipitando un pasaje al acto,
en contraste con la intervención de la psicóloga quien, tomando los términos de
su discurso, ofrece custodia policial para velar por el ―respeto de sus derechos‖.

Resultan sorprendentes las profundas diferencias en la orientación de las


intervenciones pero con el resultado común de lograr pacificar o reintroducir al
sujeto en la cadena significante.
Efectos en todos los casos logrados por atender a la lógica de cada
presentación. Por lo que puede entenderse por qué resulta imposible prescribir
lo que se debe hacer en estas situaciones (como sí lo hacen los protocolos
médicos). Pero sí podemos estar advertidos de lo que no debe hacerse.

Intervención de Verónica Ortiz


Psicoanalista. San Fernando . Provincia de Buenos Aires Argentina

Me interesa el desarrollo del episodio de la joven homosexual; su conducta viril,


su sacrificio, su relación al padre y al falo y como entender el devenir
homosexual de esta joven fuertemente ligada al padre.

Intervención de Inés Sotelo

Lacan tomará este amor, el de la joven homosexual, como amor cortés, donde
ella se comporta como un caballero otorgándole favores a su dama sin esperar
nada a cambio. Cuanto más se aleja, mas se valora al objeto. El interés se
acrecienta cuando sabiendo que es alguien de conducta dudosa en al sociedad
de Viena, se propone salvarla.
Freud leía que también se trataba de una provocación hacia la familia,
particularmente hacia el padre, entendiendo entonces que esta relación con el
padre habrá que descifrarla.
Podemos tomar algunas referencias freudianas que seguramente iluminan
estas cuestiones de la relación de la niña con la madre y el padre hasta que
"deviene" mujer, según el decir de Freud.
Las encontramos en ―Puntuaciones Freudianas sobre ―La sexualidad
femenina‖ (1931) Amorrortu Ediciones Tomo XXI.:
- La madre aparece como primer objeto de amor para el niño y la niña.
- Freud se pregunta ¿Cuándo y porqué se deshace de la madre? Hablará de
una primer mudanza: resignar el clítoris por la vagina y de una segunda: el
trueque del objeto madre, original, por el padre.
- Dirá que las mujeres con intensa ligazón al padre, serán por fuerza
neuróticas. Esta intensa ligazón al padre va precedida de anterior intensa
ligazón a la madre.
- Hablará de la bisexualidad que se resalta con mayor nitidez en la mujer que
en el varón.
- La vida sexual de la mujer se desarrolla en dos fases: la primera de carácter
masculino y solo la segunda como lo específicamente femenino. En el
desarrollo femenino hay un transporte de una fase a otra que carece el varón.
- La mujer reconoce su castración pero se revuelve contra ella y de allí derivan
tres orientaciones:
*extrañamiento respecto de la sexualidad; aterrorizada por la comparación,
renuncia al quehacer fálico y con él a la sexualidad en general.
* en porfiada autoafirmación retiene la masculinidad amenazada; fantasía de
ser a pesar de todo un varón, este complejo de masculinidad puede terminar en
una elección de objeto homosexual manifiesta.
* el tercer desarrollo desemboca en la configuración femenina, toma al padre
como objeto y halla la forma femenina del Complejo de Edipo que en la mujer
no es destruida por influjo de la castración sino creado por él.
- Freud afirma que la prohibición de satisfacción por vía masturbatoria, lleva a
algunas niñas a la insistencia y el viraje a la masculinidad.
A su vez, en la conferencia 33: ―La feminidad‖. (1932). Amorrortu ediciones
Tomo XXII sostendrá Freud que:
- El enigma de la feminidad ha puesto cavilosos a los hombres de todos los
tiempos.
- Lo que constituye la masculinidad o la feminidad es un carácter desconocido
que la anatomía no puede aprehender.
- El psicoanálisis no pretende describir qué es la mujer, tarea de solución casi
imposible, sino indagar como deviene mujer, a partir de su disposición bisexual.
- El pasaje a la feminidad requiere ceder en todo o en parte a la vagina, su
valor.
- El descubrimiento de su castración es un punto de viraje en el desarrollo de la
niña, con tres salidas: inhibición sexual, masculinidad o feminidad normal.
- El despliegue de la feminidad está expuesto a ser perturbado por los
fenómenos residuales de la prehistoria masculina.
- Adjudicamos a la feminidad, un alto grado de narcisismo que influye también
sobre la elección de objeto, de suerte que para ella es más importante ser
amada que amar.
En ―Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica‖(
1925) Amorrortu Ediciones . T XIX encontraremos que :
Ernest Jones escribe ―Poca duda cabe de que para Freud la psicología de las
mujeres es mas enigmática que la de los hombres. Le dijo a Marie Bonaparte:
―El gran interrogante que nunca ha sido respondido y que hasta ahora no he
podido responder es ¿Qué demanda una mujer?‖
En este artículo señala que el complejo de masculinidad puede deparar
grandes dificultades en el desarrollo de la feminidad.
Puede guardar la esperanza de recibir el pene algún día y producirse la
desmentida, comportándose como varón.
La libido de la niña se desliza a una nueva ecuación:
pene = hijo , resignando el deseo de un pene por el deseo de un hijo, tomando
al padre como objeto de amor.
Después de esta ligazón–padre, puede atrincherarse en una identificación-
padre con la cual regresa al complejo de masculinidad y se fija a él.
Ubicadas estas referencias fundamentales con respecto a la sexualidad
femenina, volvamos a la joven homosexual quien paseando por Viena se cruza
con la mirada irritada de su padre. Este encuentro con la interdicción provoca
que la dama le diga a la joven de concluir con la relación. En ese mismo
instante la chica se arroja del puente, se deja caer, como el pequeño a, retorna
a la exclusión, en el momento que (desde la perspectiva del psicoanálisis) se
produce la conjunción del deseo y la ley.
La hija decepcionada con el padre a partir del nacimiento del hermano, se
ofrece sacrificialmente al Otro. Lo sacrificial de la histeria se juega en ofrecerse
como falo para obturar la falta, el deseo del Otro.
De ese pequeño otro al que eleva a la categoría de Gran Otro, el deseo del
padre como ley, le da existencia al falo como absoluto, como fi.
En ella, como en tantas histéricas, el resentimiento y la venganza son esta ley,
este falo supremo. Se consagra a ellos.
Lacan va a decirlo así: "ya que fui decepcionada en mi apego a ti, mi padre, y
ya que no pude ser ni tu mujer ni tu objeto , entonces ella será mi Dama y yo
seré quien sostenga esta relación con aquello que justamente fue rechazado,
aquello que de mi ser de mujer es insuficiencia, mi castración.". La joven
renuncia a su coquetería de mujer para convertirse en caballero servidor de la
dama y así enseñarle al padre que amar es dar lo que no se tiene, es decir , la
castración.
Todo esto es lo que se presenta ante la mirada del padre, escena que pierde
todo su valor ante esta mirada. Confrontación del deseo del padre, en base al
cual se construye toda la conducta, con la ley que se presentifica en la mirada
del aquél. Identificada con el pequeño a, expulsada fuera de la escena se deja
caer.
Al leer este capítulo y volver a las referencias freudianas, se pondera la
relación con el padre y lo sacrificial que está en la base de la histeria.

Intervención de Verónica Ortiz.


Psicoanalista. San Fernando. Provincia de Buenos Aires. Argentina

Me parece interesante detenernos en el nombre: institución de "bien público",


ya que ahí mismo, como lo señala Inés , se localiza la ética en juego: la del
amo. Querer el bien del paciente, quedar desconcertado y hasta enfurecerse
cuando el paciente se opone a eso.
Nuestras referencias obligadas, Freud y Lacan, nos señalan el camino. Freud
nos previene del "furor curandis" y Lacan, en su conferencia "Psicoanálisis y
medicina" se explaya largamente acerca de esto.
Transcribo uno de sus párrafos más conocidos: "Cuando el enfermo es remitido
al médico o cuando lo aborda, no digan que espera de él pura y simplemente la
curación. Coloca al médico ante la prueba de sacarlo de su condición de
enfermo, lo que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que él esté
totalmente atado a la idea de conservarla."
Frente a esta ética del amo, entonces, la ética del analista. Y esta ética del
analista no es sin la función deseo del analista.
En las viñetas aparece claramente: no se trata de ordenar, prohibir, reforzar el
yo... Se trata del acto del analista en el manejo de la transferencia.
En el caso de Alejandra Rojas, un señalamiento que permite al sujeto
reubicarse en una serie, en el caso de Gustavo Sobel, equivocar el significante
"prima" y en el de Andrea Casals, escuchar el discurso querellante y
apaciguarlo "respetando sus derechos".
Estas "soluciones", bien diferentes entre sí y, sin embargo, sostenidas desde
un mismo lugar, la función deseo del analista, permiten intercalar una pausa
que reordene los tiempos lógicos y que dé impulso a un movimiento desde el
pasaje al acto, la caída del Otro, al acting out, el llamado al Otro, apostando a
la emergencia de un sujeto y un decir.

Intervención de Cecilia Collazo


Psicoanalista. La Plata. Provincia de Buenos Aires. Argentina

Esta frase la considero muy valiosa: "El analista responde con su acto".
En una institución de bien público: Hospital, Centro de Salud o Escuelas, la
posición ética de un analista, posición que sitúa al analista en el discurso en
relación a su deseo como tal, debe ubicarse en la escucha del sujeto del
inconsciente. Más allá de la articulación institucional, de diferentes discursos en
juego, esa ética del analista sería la del bien-escuchar (si es que se permite
esbozar este término), es decir escuchar al sujeto en el caso por caso, en su
particularidad, en lo singular que lo define. Apuntar a subrayar la subjetividad
en el acto o en la actuación del paciente en la urgencia.
La sordera del analista en el trabajo con la urgencia, es evidente, produce más
descontrol o desborde subjetivo, mientras que la escucha, por el contrario,
acota el goce, ordena, hace borde, y marca algo de la posición de ese sujeto
frente a lo que acontece.

OTRAS INTERVENCIONES:

Ya que, a diferencia del síntoma, el acting no es interpretable puesto que se


juega por fuera de lo simbólico ¿Podría pensarse que la maniobra del analista
sería la de hacer pasar el acting out a la dimensión del síntoma?, ¿Podría
tratarse de que algo se articule a la dimensión simbólica, reconducirlo a la
transferencia para que luego pueda devenir material de análisis e
interpretación?.

La actuación trae aparejado un gran monto de sufrimiento para el paciente.


Allí, hay que detenerse, escuchar, a quien sufre por lo que se le aparece por
fuera del discurso. En una institución esto lleva su tiempo: es esperar, darle su
espacio, y armar la trama.

Me interesa el punto mencionado en relación con la homosexual de Freud,


puesto que es una escena montada para Otro: el padre, se trata de un pasaje
al acto o acting?
Otro punto que me interesó es la antinomia que plantea Miller: Icc-acto;
pensamiento-acto.

El caso de M, del capitulo 4... ¿No habría que pensarlo como un acting? ¿No
está dirigido a su novia?

Porque pensar el acting en relación a la transferencia salvaje?

Intervención de Ines Sotelo

La histeria le hace síntoma a la ciencia, la interroga, la cuestiona, la divide.

La histeria sufre del cuerpo pero del cuerpo atravesado por la palabra, esto es
por el deseo y el goce.

La histeria pone a hablar al cuerpo en sus síntomas, en las parálisis de las


maravillosas pacientes de Freud, o en nuestras, porque no, también
maravillosas anoréxicas.

La histeria se hace oír a quien sabe escucharla y cuando no,.... actúa. Aunque
la actuación no es exclusiva de ninguna estructura.

Los llamábamos actos desafortunados, más allá de la peligrosidad que muchas


veces encierran, para diferenciarlas del acto, al que Lacan le dedica un
seminario.

El sujeto y su acto están ligados a la ética del deseo, ética que no concierne a
los pensamientos sino a los actos.

El neurótico, especialmente el obsesivo se ocupa en la incesante evaluación de


lo bien fundado de sus actos, en hacer o no hacer... esa es la cuestión... que
suele llevar desde la inhibición y postergación, al pasaje a la prisa, a la
precipitación por actuar, típica en la clínica de la urgencia.

El acto no se calcula, no se programa, se produce cierto pase hacia él.

Un ejemplo a nuestro alcance es el corte de una sesión, es el decir del


paciente el que precipita el corte por parte del analista. Si ha tenido efecto de
acto sólo podrá ser localizado después, en los efectos sobre el sujeto.

Podemos entender la lógica del caso, el diagnóstico, los significantes


privilegiados del sujeto, pero el acto, si bien no es por fuera de todos estos
aspectos, es un más allá.

De todas maneras, en la clínica de la urgencia el cálculo imprescindible de


nuestras intervenciones, o de la peligrosidad para sí o para terceros, es
fundamental, no está reñida con el concepto de acto; tiene otro estatuto.
El sujeto del pensamiento, el que va a actuar y distribuir sus recursos quiere su
bien, su propio bien, bienes identificados con lo útil. El sujeto del pensamiento,
el sujeto del inconsciente es el sujeto del ideal del bienestar; en oposición
ubicamos el acto suicida como aquel que va justamente en contra del bien del
sujeto. Por eso Lacan dirá que todo acto verdadero es el "suicidio del sujeto", a
partir del cual puede renacer; el sujeto no es el mismo que era antes. El acto
suicida -entendido a partir de la pulsión de muerte en Freud- muestra la
disyunción entre el organismo, la vida, la homeostasis y, por otra parte, lo que
lo destruye.

Lacan llama acto a aquello que apunta al corazón del ser, al goce, al suicidio
del goce. El acto no es cifrable, no se explica, es un NO proferido al Otro.

La joven homosexual, arma primero una escena dirigida al otro paterno, un


acting-out cuando pasea por Viena con la dama; podemos imaginarla
despotricando contra su padre, criticándolo furiosa por todo aquello que él no le
da y sin embargo merece; conocemos estos argumentos en nuestras
adolescentes de hoy y de todos los tiempos.

Pero la caída, el pasaje al acto se produce fuera de la escena, separación del


Otro y de los otros, de los argumentos, de las palabras. En ese cruce con la
mirada paterna. No obstante esta diferencia estructural, muchas veces los
actings y los pasajes al acto aparecen superpuestos o continuos.

En el caso de M, podemos pensar el estatuto del pasaje al acto en la


inmediatez entre el cortar de la novia y el: ―Fue algo rápido‖. ―sin pensarlo‖.
Sólo recuerda una intensa angustia que le ―apretaba‖ el pecho..., ―algo
insoportable, me lo quería sacar‖.

Probablemente la escena que se despliega en la guardia sea del orden del


acting.out: ―¡Me quiero morir porque me abandona, me deja... no tienen
derecho a tenerme acá, no quiero que me atiendan!‖ El acting es algo,
indecible en la conducta del sujeto que se muestra. El actuar se opone al
recordar y se liga a la transferencia.

Está en relación con lo real y por lo tanto no es de naturaleza significante y no


es pasible de interpretación, aunque se ofrezca a la interpretación. Es una
conexión con el Otro del deseo pero rechazo del Otro del saber. Por ello es
transferencia pero no en la dirección de Sujeto supuesto Saber, reclama al
analista pero a través de una escena, por fuera de la palabra, del fallido o del
síntoma; por eso Lacan dirá que habrá que ver cómo domesticar ese animal
salvaje y reconducirlo por las vías del discurso analítico .

BIBLIOGRAFÌA

Brodsky Graciela Fundamentos del acto analítico: Cuadernos del Instituto


Clínico Buenos Aires. Buenos Aires 2001 .
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5-Coronel Marta . ―La admisión; la construcción de un espacio‖ Tiempos de


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JCE Ediciones)

6 -8 -9-10-14-19-21-23 Miller Jacques, ―Jacques Lacan: observaciones


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7-Perelli V ·‖Tan cerca que quema‖ Tiempos de urgencia. Estrategias del


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11-San Miguel T ―La guardia, un lugar posible‖. Tiempos de urgencia.


Estrategias del sujeto, estrategias del analista. Sotelo Inés (comp) 2005 JCE
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12-Lacan Jacques, ―Subversión del sujeto y dialéctica del deseo‖ Escritos II


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13 Miller, Jacques Alain . ―De la sorpresa al enigma”. Los inclasificables de la


cura psicoanalitica. Paidos Bs As 1999.

14 -16 Rabinovich Diana Una clínica de la pulsión: las impulsiones. Ed


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15- Lacan Jacques Seminario 14 La logica del fantasma Inédito

16 -20 Lacan Jacques. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis. Paidos. Bs As 1987.

18- Lacan Jacques, ―Función y campo de la palabra‖ Escritos I, Ed. Siglo


Veintiuno.

22 Lacan Jacques Seminario 2 El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica


Psicoanalitica Paidos BsAS 1984

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