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En el caso que exponemos, se requirió la ayuda del coach porque la falta de fluidez en
las relaciones entre los propietarios, hijos del fundador, estaba debilitando la
organización y amenazando su supervivencia.
Los propietarios permitieron como herramientas de diagnóstico sólo una sesión inicial
conjunta, que el coach destinó a observar las interacciones entre ellos.
Tiempo después se sumó una hija, tras un lustro como profesional en la empresa
privada, para hacerse cargo del área financiera.
Desde la retirada definitiva del padre hace diez años, los cuatro hermanos poseen la
propiedad y enarbolan la dirección de las diversas áreas funcionales.
El que uno de los hermanos dejara de hablar al resto fue, a la larga, el desencadenante
del proyecto que nos ocupa.
En general, el ser humano, cuando decide dejar de comunicarse o se enroca en su
posición, causa estragos.
Si, además, con quien dejas de comunicarte son tus hermanos o tus primos, a los que
ves diariamente en la empresa y con quienes te encuentras en las reuniones familiares,
la crisis deviene inevitable.
La familia extensa tenderá a agruparse, como mínimo, en dos facciones en torno al
mismo número de núcleos duros. Y empieza la competencia entre ellos.
Más pronto que tarde, las disensiones serán palpables para los empleados. Empeorará
el ambiente laboral, se juzgarán lealtades con lupa.
Todos estarán más atentos a los juegos de la “corte” que a los negocios. Y éste
comenzará a resquebrajarse…
DIAGNÓSTICO
Como suele ser habitual, la demanda inicial del cliente apuntaba hacia un objetivo diferente de
lo que finalmente se acordó.
Se solicitó coaching individual con el socio que había retirado la palabra al resto.
Sin embargo, en la indagación previa a la aceptación del encargo, el coach observó o se le
narraron diversas circunstancias a tener en cuenta:
mínima formación en gestión empresarial de tres de los cuatro hermanos;
mínima formación en habilidades directivas;
personalidad fuerte del padre, quien gobernó el negocio dejando poco resquicio al
desarrollo de sus hijos;
falta de diferenciación de los tres roles básicos que los mismos personajes suelen
cumplir en un entramado familiar, esto es, propietario, consejero y directivo;
falta de protocolo familiar que rija el código de gobierno y la toma de decisiones; y
frontera difusa entre las diversas áreas funcionales.
La relación de la empresa en el pasado con consultores y otros profesionales había sido escasa,
y de ella habían percibido sólo pobres resultados. Por eso, descartaron el uso de cualquier
herramienta estándar, lo que dejó al coach sólo con la posibilidad de observar interrelaciones.
Para ello, planificó una reunión conjunta “de arranque”, donde, en la superficie, se trabajaron
diversas distinciones de coaching y, en lo profundo, el coach observó el vínculo, los flujos de
relación entre ellos, los disparadores de unos ante otros, y las posiciones adoptadas por unos y
otros.
En esa misma sesión, se pretendía y se consiguieron, además, diversos objetivos: sentarlos por
primera vez juntos en meses; recabar su compromiso, individual y como sistema, con el
proceso de coaching; y virar el foco de atención de cada socio desde el individuo “problema”
hacia el conjunto del sistema.
El análisis de este último dio lugar a las siguientes observaciones:
Método de intervención
En la primera sesión conjunta constatamos la dificultad de efectuar, durante la primera
fase, un coaching de equipos “al uso”, esto es, mantener encuentros con todo el equipo
reunido. Y ello por el punto de deterioro en que se encontraba la relación en ese
momento. Para solventarlo, nos planteamos un método que podemos calificar de
novedoso: hacer coaching al vínculo desde el individuo. En la práctica, esto consistió en
entrevistas individuales donde el foco implícito del coach estaba en dos líneas de trabajo
paralelas:
(1) reconstrucción del vínculo con el resto de los socios, y
(2) desarrollo de habilidades de comunicación, liderazgo y gestión de conflictos que
favorezcan la mejora de la relación.
Esta primera fase se finalizó con una sesión conjunta de coaching de equipos, cuyo doble
objetivo era
(1) aflorar y poner encima de la mesa las mejoras observadas por unos respecto de los
otros y respecto del sistema en general, y
(2) arrancar la segunda fase, de construcción del equipo, fijación de una meta a largo plazo
y establecimiento de pasos para alcanzarla.