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Fue en el siglo cuando surgió la idea de que las especies se van modificando a lo largo
de muchas generaciones, en un proceso lento y continuo, y que las especies del pasado
son los antepasados o ancestros de las especies actuales. A este proceso de cambios que
ocurren en los seres vivos a través de millones años se le conoce como evolución
biológica.
Como recordarás de tu libro de Ciencias Naturales de cuarto grado, cada especie de seres
vivos está formada por individuos similares que pueden reproducirse entre sí y dejar
descendientes. También recordarás de tu libro de quinto grado que en la naturaleza existe
una variabilidad entre los organismos, lo que significa que, aunque sean de la misma
especie, no son exactamente iguales entre sí.
La variabilidad nos permite explicar por qué no hay dos niños o niñas iguales, ni mamás o
papás que sean idénticos. En la naturaleza, aunque no siempre podamos observarlo, los
individuos de la misma especie presentan diferencias que los hace individuos únicos.
Debido a la variabilidad, a través del tiempo los seres vivos han modificado algunas
características que les han permitido sobrevivir cuando el ambiente cambia. Es importante
que recuerdes que el ambiente no sólo son las características físicas como el clima, la
humedad o la cantidad de luz, sino que también forman parte de él los seres vivos y las
relaciones que se establecen entre ellos.
Como has estudiado en tus cursos anteriores de Ciencias Naturales, los seres vivos, sean
plantas, animales o microorganismos, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Ningún ser
vivo puede cambiar repentinamente y convertirse en otro. Por ejemplo, un lobo no puede
convertirse en perro ni un helecho puede convertirse en fresno. Sólo a través de millones
de años una especie puede dar origen a otra. Este cambio es resultado de la evolución de
las especies.
Para entender la evolución de los seres vivos, los biólogos identifican las diferencias y las
semejanzas entre dos o más especies. Las partes que se comparan pueden ser
estructuras, como los huesos y los tejidos; funciones como la reproducción, la respiración
y la fotosíntesis; o comportamientos, como la alimentación de las crías al nacer. Estas
diferencias y semejanzas nos permiten encontrar el parentesco de las especies entre sí.
Mientras más semejanzas encontremos entre dos o más organismos, evolutivamente
están más relacionados entre sí.
Para clasificar las especies, los biólogos comparan las características que los seres vivos
tienen en común. Para hacer esta clasificación es muy importante la elección adecuada de
las características que se van a comparar; por ejemplo, la forma de vida de los
organismos, si vuelan o nadan, si tienen esqueleto, si presentan órganos sexuales y si son
ovíparos o vivíparos. En el caso de las plantas, si tienen flores, cómo se reproducen y si
producen semillas o esporas. Comparando así las características comunes de los diferentes
grupos de especies, la clasificación nos muestra cómo las formas vivientes pudieron haber
evolucionado a partir de un ancestro común.
Ala de murciélago
Brazo humano
Ala de ave