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ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA

Desarrollo humano
El desarrollo humano es un movimiento por medio del cual se puede fomentar el
desarrollo de los individuos, no sólo en el ámbito personal e interpersonal, sino también
en el campo de las relaciones sociales y productivas más macro.
En este sentido, el Enfoque Centrado en la Persona, vértebra conceptual, metodológica y
aplicada fundamental, del movimiento del desarrollo humano, en virtud de sus
características de integración, flexibilidad, apertura al cambio, no sólo permite, sino que
además, facilita y promueve activamente el desarrollo de efectivos agentes catalizadores
de proceso de transformación y de cambio que está operando actualmente en el mundo.
Enfoque centrado en la persona
El Enfoque Centrado en la Persona, se basa en la obra de Carl Rogers del cual resalta un
continuo empeño en el camino de la libertad y de la liberación de las fuerzas del ser
humano como motor de la actualización de sus potencialidades a partir de la confianza y
el respeto a la persona. Enmarcada dentro de la llamada “tercera fuerza”, la psicoterapia
“Rogeriana” es el enfoque que mayor influencia ejerce actualmente sobre los
psicoterapeutas y consejeros en escuelas norteamericanas, aún por encima de la terapia
racional emotiva de Albert Ellis y del psicoanálisis freudiano.
La influencia que tuvo Carl Rogers fue de las corrientes existencialistas, la fenomenología
y psicología de la Gestalt, de donde adquirió una actitud de confianza en la capacidad del
ser humano en actuar libremente y decidir sobre su propio futuro. En la obra de Rogers
nos presenta una teoría sobre la persona o la personalidad, parte de ciertas hipótesis de
trabajo. El autor Lafarga las sintetiza de la siguiente manera.
a) El proceso terapéutico está fundamentalmente motivado por el impulso de la persona
hacia el crecimiento, la salud y la adaptación. La psicoterapia consiste en liberar a la
persona de los elementos que obstaculizan su desarrollo normal.
b) Este proceso está más vinculado a la expresión y clarificación de los sentimientos que
a la comprensión intelectual de la experiencia.
c) La compresión de las circunstancias del presente inmediato de la persona es más
importante que su pasado.
d) La experiencia de la relación terapéutica, y no la conceptualización de ésta, es el
elemento determinante del crecimiento en el proceso psicoterapéutico.
Sin embargo, la hipótesis central de la propuesta de Rogers, es la de que “el individuo
tiene la capacidad suficiente para manejar en forma constructiva todos los aspectos de su
vida que potencialmente pueden ser reconocidos en la conciencia”.
En el enfoque centrado en la persona el individuo se ve siempre desde su contexto
sociocultural e histórico. Por eso la consideración dinámica o constructiva de la tendencia
actualizante está en correspondencia con la existencia de una condición central de tipo
relacional o social: la aceptación de dicho potencial manifestada por la existencia de un
espacio de libertad de crecimiento como una comprensión empática, unas condiciones
favorables al aprendizaje significativo, un espacio para el encuentro y el intercambio
interpersonal libre y creativo.
Rogers asume que en todo ser humano hay una tendencia innata a la actualización, al
desarrollo y a la superación constante, esto solo puede ser posible si se encuentran
presentes las condiciones adecuadas; que es algo similar que propone Maslow al hablar
de la autorrealización. La raíz de este planteamiento es que la persona cambia, y esta
persona que cambia es descrita como un ser capaz de comprenderse y de reaccionar
libre y responsablemente a lo largo del desarrollo de su existencia y este desarrollo será,
como ya se mencionó, positivo si se encuentra en ciertas condiciones ambientales
favorables creadas por una relación interpersonal.
Rogers considera a la persona como un todo-organismo-organizado, dinámico y abierto,
en la que existe un deseo de estabilidad, de coherencia y deseo de unidad y orden. Este
organismo, dice, está constantemente en movimiento hacia niveles superiores de
conciencia y de realización. Para la realización de este desarrollo dispone de un potencial
organísmico como una tendencia a la autorrealización y autoperfeccionamiento. Se
trata de establecer un clima relacional orientado a que la persona se pueda encontrar
consigo misma y así pueda desarrollar sus potencialidades inherentes. Es decir, el
profesional que establece esa relación de ayuda por un lado y la tendencia actualizante
del individuo por otro llevan a la persona total a su desarrollo integral.
Rogers le da verdadera importancia al paciente o cliente, como antes era usado, y la
aceptación incondicional y el respeto que se le tiene cobran igual importancia, que se les
considera factores que favorecen u obstaculizan la adquisición del enfoque centrado en la
persona. Aceptación y respeto deben estar enraizados en la personalidad del terapeuta,
formar parte esencial de su ser, y ello pasa, antes que nada, por aceptarse a sí mismos.
Se puede decir, entonces, que el ser humano puede, si se le presentan las condiciones
adecuadas, desarrollarse o actualizarse, ampliar sus capacidades y ser consciente de lo
que experimenta a fin de poder autocontrolarse. “no se puede manejar eficazmente lo que
no se percibe conscientemente”, de ahí la necesidad de ampliar el concepto de sí mismo
del paciente, su “self”, y de incluir en él, el todo (o casi todo) lo que vivencia. Pero no se
pretende hacerlo actuando sobre él sino, “acompañándolo” en la experiencia, brindándole
las condiciones requeridas y dándole seguridad.
Las tres condiciones para facilitar el desarrollo
1) Es cuando el psicoterapeuta es él mismo, cuando en la relación con el paciente él es
genuino; se presenta sin “fachada”, o máscara y muestra abiertamente los sentimientos y
las actitudes que en ese momento fluyen en él, a esto es a lo que Rogers define con el
término de “congruencia”.
2) Este punto consiste en que cuando el terapeuta experimenta una actitud cálida, positiva
y aceptante hacia la realidad del paciente, se facilita el cambio. Esto implica la disposición
genuina por parte del terapeuta para que el paciente manifieste todos sus sentimientos
durante la terapia. A esto es lo que denomina “interés positivo incondicional”.
3) Es que el terapeuta experimente una exacta comprensión empática del mundo interno
del paciente; es decir, que sienta el mundo de significados privados y personales del
paciente como si fuera el propio mundo, pero sin perder jamás la cualidad de “como si”.
En otras palabras, es la empatía esencial para el cambio terapéutico.
Para estas tres condiciones siempre tiene que estar presente la relación dialógica, así
como determinadas condiciones personales y sociales como el respeto al ser humano, el
no ejercer el poder sobre el otro, el compartir el poder dentro un clima de autenticidad en
el que uno puede aprender del otro. Y como ya lo dijimos estas condiciones nos deben
permitir que consigamos lograr el desarrollo favorable de la persona.
Relación con el Caso de Carlos.
El niño vive una situación complicada en su vida. En casa se siente solo, sin un apoyo
sólido, con su madre lleva una relación muy pobre en donde lo que más destaca son las
peleas y los gritos entre ambos. En la escuela Carlos se muestra un poco solitario sin un
grupo de amigos definido, la relación con sus compañeros no es sólida ya que en veces lo
molestan diciéndole apodos, percibe que su maestra le da un trato diferente a él que a los
demás compañeros exigiéndole más y estando constantemente detrás de él marcándole
solo sus aspectos negativos que tiene.
Hablando de aspectos negativos, el niño se ve a sí mismo como alguien malo y con
muchos defectos tanto físicos como mentales, esto es resultado en gran parte por sus
influencias que recibe en casa y en la escuela respectivamente. Lo que nos dice que no
hay una aceptación total de la persona que es, influenciado por otros no dejan ver la
verdadera naturaleza de la persona. Por lo que se busca que con este enfoque el niño
encuentre en el interventor una persona que no transmita conceptos negativos hacia él,
sino que encuentre alguien que le pueda escuchar, comprender e interesarse en lo que le
está pasando en su vida. Se busca facilitar el crecimiento y desarrollo personal, eliminar
o mitigar sus sentimientos de angustia, aumentar su autoestima y la apertura a la
experiencia y mejora la comprensión del cliente de sí mismo.
Técnicas utilizadas en este enfoque.
La Reflexión: Aquí es donde el terapeuta resume lo que el cliente dijo y verbaliza este
resumen al cliente para que muestre comprensión. A veces, un terapeuta prestará
especial atención a la reflexión del contenido emocional de la narración de un cliente. Lo
que se busca es que el niño mediante el habla se exprese de lo que siente y que de eso
se le de información que lo ayude a que se le empiece a generar dudas con el fin de que
el mismo genere ideas nuevas positivas y así desarrollar su potencial humano.
Escucha activa: El terapeuta se dedica activamente a escuchar al cliente en lugar de
buscar información para otro propósito, como un problema o un síntoma. El objetivo es
escuchar y empatizar. Con Carlos se pretende que todo lo que se cuente es con el fin de
hacerlo entender que se le escucha darle una retroalimentación y hacerlo ver que hay
alguien que le comprende, darle valor donde el niño piensa que no lo hay y que empiece a
ver efectos positivos en su vida
La experiencia no censurada: El terapeuta no guía al cliente hacia ciertos temas, los
clientes tomarán la terapia donde debería ir. Lo que se buscaría es que Carlos abordara
más sobre la relación de su madre porque es el tema más recurrente en sus
conversaciones, si bien no habla de aspectos positivos, el niño manifiesta de alguna
manera que, si hay un lazo fuerte con su madre que, aunque la trate de ocultar es
inevitable que se manifieste de vez en cuando.
Bibliografía.
1) Lafarga, J. (1986). Contexto histórico del enfoque centrado en la persona. En
Desarrollo del potencial humano, (pp. 24-56). México: Trillas.

2) Olivares, R. (2000). Antecedentes históricos del Desarrollo Humano Existencial


Humanista. Texto inédito.

3) Rogers, C. (1965). La relación terapéutica: Investigación y teoría recientes. En


Desarrollo del potencial humano, México: Trillas.

4) Rogers, C. (1972). Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires: Paidós.

5) Rogers, C. & Kinget, M. (1971). Psicoterapia y relaciones humanas. Madrid:


Alfaguara.

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