Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La teoría del contrato social, como explicación de la sociedad política, es el resultado de una
nueva teoría sobre la idea de hombre y de una nueva teoría sobre la idea de sociedad política.
Este aspecto es lo que confiere a aquélla su carácter filosófico, y no meramente político o
sociológico. Desde luego, como el propio Marx señaló, tiene su origen en la aparición de las
nuevas formas de organización económica a través de la clase burguesa ascendente, primero
en la Inglaterra del siglo XVII, y después en Francia, ya en el siglo XVIII. El modelo de
interpretación jurídica que acompaña a esta teoría es el modelo iusnaturalista, que rompe con la
tesis aristotélica de la sociedad política organizada en torno a la familia, para situarlo
directamente en el Individuo. Es evidente que el individualismo asociado a la organización
económica burguesa y protocapitalista propicia descaradamente el modelo iusnaturalista, pero
filosóficamente, el modelo absorbe, por así decir, todas las posibles referencias concretas que
en el mismo desarrollo histórico ha ido proponiendo.
El modelo iusnaturalista considera, por tanto, natural la propiedad privada, y desde ese
fundamento indiscutible construye su nueva teoría de la sociedad política como organización
que tiene como significado y función, el mantenimiento del orden establecido por el respeto
absoluto a la propiedad y la privacidad. Este modelo comienza su andadura con Hobbes y
alcanza hasta la filosofía de Hegel.
Si es un modelo teórico es porque en ningún caso esta supuesta sociedad natural ha existido, ni
tampoco el contrato. Parece entonces simplemente una legitimación (a partir de los hechos
consumados) de los estados ya organizados. De ahí su carácter ideológico y la precariedad de
su sustento filosófico, salvo el caso transgresor de Rousseau.
Dentro de este marco general destacan las teorías de dos filósofos: Hobbes y Rousseau.
Lo primero que debía hacer Hobbes era exponer la ley de la conducta humana y formular las
condiciones en las que es posible una sociedad estable. De acuerdo con sus principios
materialistas, la realidad consiste siempre en el movimiento de los cuerpos, que se transmite por
medio de los órganos sensoriales al sistema nervioso central, donde aparece la sensación.
Según que el movimiento fuera favorecido o perjudicado, aparecen dos tipos primitivos de
sentimiento, el deseo y la aversión. Desde aquí podían explicarse, según Hobbes, todas las
emociones que experimentan los hombres. Y la norma que hay tras toda conducta es la de que
el cuerpo vivo trata instintivamente de conservar o aumentar su vitalidad. El principio fisiológico
que informa toda conducta es la propia conservación, y la propia conservación significa la
continuación de la existencia biológica del individuo. El bien es lo que conduce a esta finalidad y
el mal lo que tiene el efecto contrario.
De aquí se deduce que la vida del hombre fuera de la sociedad está dirigida por consideraciones
que afectan a su propia seguridad y que los demás hombres le importan solo en la medida en
que afectan a esas consideraciones. Como, en términos generales, todos los individuos son
iguales en vigor y astucia, ninguno puede estar seguro, y su situación, mientras no exista un
poder civil que regule su conducta, es una “guerra de todos contra todos”. Tal situación es
incompatible con cualquier forma de civilización: no hay industria, navegación, cultivo del suelo,
construcción, arte, letras, y “la vida del hombre es solitaria pobre, desagradable, brutal y breve”.
Sin embargo, hay, dice Hobbes, dos principios en la naturaleza humana, deseo y razón. El
primero impulsa a los hombres a tomar para sí lo que otros hombres desean y por ello los pone
en mutua contraposición, en tanto que la razón les enseña a “huir de una disolución antinatural”.
Lo que la razón añade no es un móvil nuevo, sino un poder regulador mediante el cual la
búsqueda de la seguridad se hace más eficaz sin dejar de seguir la norma general de la propia
conservación. Hay un impulso adquisitivo apresurado que engendra el antagonismo y un
egoísmo más calculador que lleva al nombre a la sociedad. En este poder regulador de la razón
se basa la transición de la vida salvaje y solitaria a la civilizada y social. Así pues, lo que impulsa
a la acción sigue siendo la propia conservación pero iluminada por la previsión de todas las
consecuencias, y esta previsión aporta la condición necesaria para que los hombres puedan
unirse y cooperar. Las leyes de la naturaleza son los postulados que permiten la construcción
racional de la sociedad que hace Hobbes. Son a la vez el principio de la perfecta prudencia y de
la moralidad social, y por consiguiente hacen posible el paso de los motivos psicológicos de la
acción individual a los preceptos y valores del derecho y la moralidad civilizados. De cualquier
modo, todas las leyes de Hobbes, equivalen a esto: La paz y la cooperación tienen mayor
utilidad para la propia conservación que la violencia y la competencia general, y la paz necesita
de la confianza mutua.
Solo puede esperarse razonablemente el cumplimiento de los pactos en el caso de que haya un
gobierno eficaz que pueda castigar el incumplimiento. Por ello, el gobierno significa ante todo,
fuerza. Esta fuerza se justifica con el antiguo artificio de un contrato, un contrato que sin
embargo, no obliga al gobernante. Su fórmula es: “Autorizo y transfiero a este hombre o
asamblea de hombres mi derecho a gobernarme a mí mismo, con la condición de que vosotros
trasferiréis a él vuestro derecho y autorizaréis todos sus actos de la misma manera […]. Esta es
la generación de aquel gran leviatán o más bien… de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el
dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa”. (Leviatán, c. 17)
La justificación del poder absoluto viene de lo siguiente: Para Hobbes, solo los individuos son
capaces de actuar, de ahí que actuar colectivamente significa que algún individuo actúa en
nombre de todo el grupo como su representante. No es el consentimiento, sino la unión lo que
constituye una asociación. Y unión significa la sumisión de las voluntades de todos a la voluntad
de uno.. Por ello, la sociedad es una mera ficción artificial.
Dentro de la teoría del contrato social, pero en un lugar opuesto al de Hobbes, se encuentra
Rousseau. Filósofo francés que a pesar de vivir en la época de la Ilustración no encajaba en
ella, tanto por su talante personal como por sus ideas. Las dos cosas le granjearon la tiña
manifiesta de Voltaire y también de Diderot, el que junto con d’Alembert realizara la famosa
Enciclopedia. Nacido bueno, la sociedad, dice, le hizo malo y, poco a poco, fue recuperando lo
que para él era lo bueno del hombre, la vuelta a la naturaleza, la soledad, etc. Ginebrino, ni
siquiera allí respetaron su agria vida. Pero su vida atormentada ha sido el trámite hacia su
eternidad, y hoy por hoy, es posible gozar de sus escritos, llenos de pasión y sentimiento, como
él deseaba, pero también, de brillantes y sugerentes aportaciones.
Para los efectos del programa de COU apuntaremos ideas de dos de sus obras,
fundamentalmente: el discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, y Del
contrato social. Señalaremos las obras porque en ellas existen ciertas contradicciones difíciles
de interpretar, como apunta George Sabine en su famosa Historia de las ideas políticas,
traducida en FCE.
Queda clara en este discurso, la oposición total a Hobbes, del cual dice que atribuye al salvaje,
los vicios y vilezas propios de la sociedad en la que vivió.
Del contrato social, sin embargo, plantea las cosas de un modo sutilmente diferente. Lo primero
que hace es criticar las hipótesis que justifican el contrato en función de la defensa ante los más
fuertes, o incluso como concesión que se hace a la fuerza: “Ceder a la fuerza es un acto de
necesidad, no de voluntad; es todo lo más un acto de prudencia”… “Convengamos, pues, que
fuerza no hace derecho, y que solo es está obligado a obedecer a los poderes legítimos.” con
ello, se quita de encima las tesis de Hobbes, Locke, etc., que mantenían supuestos parecidos.
Para Rousseau, el único contrato posible es, según la terminología de Puffendorf, el contrato de
asociación, nunca el de subyugación, pues este no instituiría derecho. Evidentemente, la tesis
que subyace es la igualdad y libertad del hombre natural, sobre el que se instituye el estado.
El estado constituido a raíz del contrato tiene su razón de ser en la voluntad general que
instaura por encima de todo ciudadano. Siguiendo las posturas del discurso, el contrato sirve
para superar los obstáculos que se oponen a la conservación del hombre en el estado de
naturaleza, cuando estos superan con su resistencia, las fuerzas que cada individuo puede
emplear para mantenerse en ese estado. Por ello, el contrato es una suma de fuerzas. Y lo que
se persigue con ello es: “Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda
fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a
todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí mismo y quede tan libre como antes. La fórmula
es la siguiente: “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la
suprema dirección de la voluntad general; y nosotros recibimos corporativamente a cada
miembro como parte indivisible del todo”.
Conclusión:
El contrato social es asociativo, y entre todos los miembros del cuerpo político. Con él se
instituye la voluntad general, no el gobierno, el gobierno se establece por leyes y por tanto, éste
siempre se debe y se subyuga a esta voluntad general, como provisionalidad que es. Ahora
bien, “todos los gobiernos del mundo, una vez revestidos de la fuerza pública, usurpan tarde o
temprano la autoridad soberana”. Y este desgraciado fin, termina por hacer coherente en última
instancia esa degeneración de la que hablaba en el discurso.
Pero siguiendo su oráculo, creo que Rousseau, si hubiera tenido que detenerse en aquel
período del hombre en donde hubiera visto más virtud, quedaría en Atenas, o quizá en Esparta,
no en el estado salvaje primitivo, como parecía decir en el discurso.
Bibliografía
George Sabine, Historia de la teoría política, Fondo de Cultura Económica, Madrid 1983
Jean Jacques Rousseau, Del contrato social, Alianza editorial, Madrid 1986
Thomas Hobbes, Leviatán. La materia, forma y poder de un Estado eclesiástico y civil, Alianza
editorial, Madrid, 1989
El contrato social
Thomas Hobbes (1588-1679) es considerado uno de los principales filósofos políticos ingleses.
En 1651 publica una de sus obras más célebres: Leviatán. En esta obra Hobbes platea la
primera formulación del contrato social, poteriormente recogido y reformulado por otros autores.
En Leviatán Hobbes percibe la sociedad humana como una formación de individuos dominados
por su ambición de poder y de dominio. Hubo una época (que Hobbes llama Estado de la
naturaleza) en que estas agrupaciones de individuos no disponían de un poder superior y estas
tendencias dominaban las relaciones entre las personas manteniéndolos en una "guerra de
todos contra todos":
…"cada hombre es enemigo de cada hombre; los hombres viven sin otra seguridad que sus
propias fuerzas y su propio ingenio debe proveerlos de lo necesario. En tal condición no hay
lugar para la industria, pues sus productos son inciertos; y, por tanto, no se cultiva la tierra, ni se
navega, ni se usan las mercancías que puedan importarse por mar, ni hay cómodos edificios, ni
instrumentos para mover aquellas cosas que requieran gran fuerza o conocimiento de la faz de la
tierra ni medida del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo que es peor que nada, hay un
constante temor y peligro de muerte violenta, y la vida del hombre es solitaria, pobre, grosera,
brutal y mezquina".*
Para Hobbes el fin del estado de la naturaleza y con él las condiciones para que pueda existir
una sociedad, surge por un pacto o contrato que establecen los individuos. Mediante este
pacto o contrato cesan las hostilidades delegando los derechos de los individuos en una
persona soberana. El contrato significa entonces una renuncia por parte de cada individuo que
permite el establecimiento de un poder fuerte que está por encima de ellos pero en el cual todos
se reconozcan.
"La única vía para construir ese poder común, apto para la defensa contra la invasión extranjera
y las ofensas ajenas, garantía de que por su propia acción y por los frutos de la tierra los
hombres puedan alimentarse y satisfacerse, es dotar de todo el poder y la fuerza a un hombre o
asamblea de hombres, quienes, por mayoría de votos, estén capacitados para someter sus
voluntades a una sola voluntad. Ello significa: elegir un hombre o asamblea que lo represente,
que todos consideren como propios y donde puedan reconocerse a sí mismos como autores de
lo que haga o planee aquel que representa su persona, en todo lo que respecta a la paz y la
seguridad colectivas; que, por otra parte, sujeten sus voluntades a la voluntad de aquél, y sus
juicios a su juicio. Esto implica más que la mera aprobación o acuerdo; es una unidad concreta
de todo en una sola persona, instituida mediante un pacto de cada individuo con los demás, tal
como si cada uno dijera a todos: autorizo y transmito a este hombre o asamblea de hombres el
derecho que me asiste de gobernarme a mí mismo, a condición de que vosotros transmitáis
también a él igual derecho y autoricéis sus actos de igual forma. Hecho lo cual, la multitud así
reunida en una sola persona se convierte en Estado, en latín civitas. Este es el origen del gran
Leviatán o (designándolo con más reverencia) el dios mortal al que debemos, bajo el Dios
inmortal, la paz y la defensa. Esta autoridad, transferida por cada hombre al Estado, tiene y
emplea poder y fuerza tales que por el temor que suscita es capaz de conformar todas las
voluntades para la paz, en su propio país, y para la ayuda mutua contra los enemigos, en el
extranjero. En esto radica la esencia del Estado, que puede definirse como sigue: persona
resultante de los actos de una gran multitud que, por pactos mutuos, la instituyó con el fin de
que esté en condiciones de emplear la fuerza y los medios de todos, cuando y como lo repute
oportuno, para asegurar la paz y la defensa comunes. El titular de esta persona se denomine
soberano y su poder es soberano; cada uno de los que lo rodean es su súbdito". *
En 1628 publica una traducción de Tucídides, obra que critica el sistema democrático y sus
peligros, desde una perspectiva conservadora. A la muerte de William Cavendish acaecida en
1629, Hobbes trabaja como tutor del hijo de Gervase Clinton, con el que viaja por Europa
descubriendo su pasión por la geometría y la aplicación de ésta a un método que demostrase
los principios sociales y políticos defendidos por él.
En su tercer viaje por el continente, allá por 1637, Hobbes se relaciona con el círculo de Abbe
Mersenne, estableciendo contacto con Descartes y Pierre Gassendi. En un viaje a Italia en
1636 conoce a Galileo, que le influirá en su construcción de una filosofía social fundamentada
en las ciencias naturales y la geometría.
Cuando vuelve a Inglaterra en 1637, el rey y el parlamento mantenían una acalorada disputa,
motivo por el cual Hobbes hizo circular secretamente un manuscrito titulado Elementos del
derecho, donde defendía la necesidad de la soberanía absoluta, frente al parlamentarismo. En
noviembre se exilia voluntariamente a Francia, temiendo las consecuencias que la difusíón de
su escrito pudiera acarrearle. En 1642 publica De cive, una teoría sobre el gobierno y comienza
a escribir De corpore, primer trabajo que incluirá posteriormente en una trilogía sobre el cuerpo,
el hombre y el ciudadano.
En 1647 trabaja como tutor del futuro Carlos II, que también se hallaba exiliado en Francia y en
1648, después de soportar una enfermedad que casi le lleva al borde de la muerte, publica la
segunda edición de De cive. Tres años después de la muerte de Mersenne (1648), Hobbes
publica su obra más importante, Leviatán, una teoría sobre la soberanía en la que se muestra
como un defensor implacable del absolutismo. Pero, debido al temor a las represalias de las
autoridades francesas que veían en esa obra un ataque a la instituciones eclesiásticas, Hobbes
marcha de nuevo a Inglaterra, donde se ve inmerso en una controversia en torno al tema de la
libertad con el obispo de Derry, John Bramall.
En 1657 publica la segunda parte de su trilogía bajo el título De homine y cinco años después
publica De corpore, enzarzándose en intrincadas disputas con los miembros de la Royal
Society John Wallis y Seth Ward, sobre temas de geometría, religión y el estado de las
universidades.
En 1666 la Cámara de los Comunes incluyó su obra Leviatán en el índice de libros investigados
a causa de sus supuestas tendencias ateas y, a pesar de que el rey intercedió a su favor, se
prohibió a Hobbes publicar ninguna otra obra, por lo que sus tres libros siguientes, que trataban
temas de historia y que fueron agrupados bajo el título Bhemoth, no verían la luz hasta después
de su muerte, acaecida el 4 de diciembre de 1679 en Hardwick Hall. Antes, Hobbes escribió una
autobiografía en prosa y en verso latino y con 86 años publicó una traducción al inglés de la
Iliada y la Odisea.
Materialismo y determinismo.
Aunque la fama de Hobbes se debe esencialemte a sus teorías políticas y sociales, su filosofía
constituye la más completa doctrina materialista del siglo XVII.
El universo es concebido como una gran máquina corpórea, donde todo sigue las estrictas
leyes del mecanicismo, según las cuales, cualquier fenómeno ha de explicarse a partir de
elementos meramente cuantitativos: la materia (extensión), el movimiento y los choques de
materia en el espacio.
La filosofía pólítica y la teoría social de Hobbes representan una evidente reacción contra las
ideas descentralizadoras (parlamentarismo) y la libertad ideológica y de conciencia que proponía
la Reforma, en la que él avistaba el peligro de conducir inevitablemente a la anarquía, el caos y
la revolución, de forma para él fue necesario justificar y fundamentar la necesidad del
absolutismo como política ideal con la que soslayar dichos "males". Es inevitable instaurar una
autoridad absoluta cuya ley sea la jerarquía máxima y tenga que ser obedecida por todos sin
excepción.
El Estado es un "artificio" que surge para remediar un hipotético estado de naturaleza en el que
los hombres, guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y por la ley del más fuerte (la
ley de la selva), se hallarían inmersos en una guerra de todos contra todos que haría
imposible el establecimiento de sociedades (y una cultura) organizadas en las que reinara la paz
y la armonía. Sin un Estado o autoridad fuerte sobrevendría el caos y la destrucción (la
anarquía), convirtiéndose el hombre en un lobo para los otros hombres, según la célebre frase
de Hobbes: "homo hominis, lupus".
La propia naturaleza nos otorga una razón que nos provee de ciertas "leyes naturales" que son
como "dictados de la recta razón sobre cosas que tienen que ser hechas o evitadas para
preservar nuestra vida y miembros en el mismo estado que gozamos". Por ello, el hombre
encuentra dentro de sí la necesidad de establecer unas leyes que le permitan vivir en paz y en
orden; necesidad que se realiza mediante un pacto o contrato social mediante el cual, los
poderes individuales se transfieren a "un solo hombre" o a "una asamblea de hombres": el
Estado o Leviatán que, como el monstruo bíblico, se convierte en el soberano absoluto y cuyo
poder aúna todos los poderes individuales.
El Estado se presenta así como algo artificial, opuesto a la naturaleza humana, pero susceptible
de garantizar la supervivencia de todos a costa de la pérdida de su autonomía y libertad.
Aunque Hobbes estuvo a favor de la libertad religiosa e ideológica y favoreció el proceso de
secularización de Europa, no obstante defendió el poder absoluto y casi autófago del Estado, a
cuyos intereses ha de subordinarse toda minoría. Hobbes representa el orden propio del
conservadurismo, en el cual, el todo social armonioso ha de estar por encima y subordinar
cualquier acción u apetencia individual.
Hobbes (1588-1679)
¿Racionalista o empirista?
Aunque se lo suele considerar a Hobbes dentro del grupo del empirismo inglés (desde Bacon a
Hume, exceptuando Beckerley) el método que propone es racionalista (método de Padua):
"resolución y composición", que utilizaran Galileo y Descartes.
Tal vez inspirándose en Euclides y en los estudios de biologia de de Harvey utilizará el método
de un modo particular. El análisis le permite descubrir las partes que componen el objeto a
estudiar, de modo tal que esas partes son causas que en síntesis componen el todo. Se trata
pués de un método genético, puesto que explica cómo el todo se genera mediante sus
componentes.
El métdo justificará para Hobbes la exlusión de toda teología de la filosofía, pues al no ser Dios
algo compuesto ni engendrado, queda fuera del campo de estudio.
De corpore y De homine
Hobbes defiende un concepción materialista en tanto que solo los cuerpos son generables y por
lo tanto solo ellos son objetos posibles para la razón. Ya que todo lo que existe es corpóreo,
porque solo es real lo que puede actuar o sufrir la acción de otro. Incluso hasta Dios, debe ser
corpóreo. Se advierte aquí un mecanicismo cerrado en tanto que todo se explica a partir de la
extensión y el movimiento y determinista puesto que todo cuando sucede se debe a una
necesidad absoluta.
Sobre el Estado
"La Naturaleza (Arte con el cual Dios ha hecho y gobierna el mundo) es imitada por el Arte del
hombre en muchas cosas y, entre otras, en la producción de un aminal artificial. Pues viendo
que la vida no es sino un movimiento de miembros, cuyo origen se encuentra en alguna parte
principal de ellos ¿por qué no podríamos decir que todos los atomátas (artefactos movidos por sí
mismos mediante muelles y ruedas como un reloj) tienen vida artificial? Pues, qué es el corazón
sino un muelle? ¿Y qué es un nervio sino otras tantas cuerdas? (...) Pero el Arte va aún más
lejos, limitando la obra más racional y excelente de la Naturaleza que es el hombre. Pues
mediante el Arte se crea ese gran Levitán que se llama una república o Estado, y que no es sino
un hombre artificial, aunque de estatura y fuerzas superiores a las del natural, pra cuya defensa
y protección fue pensado" Levitán, Hobbes
La preocupación de Hobbes por el Estado, se halla influída por los acontecimientos que
desencadenaron la revolución puritana de 1642. Efectivamente, el objetivo de Hobbes fue el de
defender la necesidad de una autoridad absoluta mientras demuestra a los puritanos que toda
ley es necesariamente justa en tanto que emana de la autoridad y que por lo tanto nadie puede
estar obligado a desobedecerla a conciencia.
"La soberanía es un alma artificial que da fuerza y movimiento al cuerpo entero, los magistrados
y otros funcionarios de judicatura y ejecución, son las articulaciones" Levitán, Hobbes
El contrato social
1. Todos los hombres son iguales y no tienen necesidad alguna de "estar juntos" (igualitarismo y
no-sociabilidad natural).
2. Todo hombre tiene derecho a todo, sin limitación alguna (el derecho natural, coincide con el
poder)
Ahora bien, Hobbes señala que las leyes no bastan para garantizar la pz, es necesario otortar
todo el poder a un hombre o asamblea de hombres que puedan reducir todas las voluntades a
una sola voluntad. Entonces, se etablece el contrato social que origina al Estado: "es una
verdadera unidad de todos los hombres en una idéntida persona, hecha por pacto de cada
hombre con cada hombre" Levitan, Hobbes.
En principio, la teoría del contrato social se refiere únicamente al origen del poder, no a la forma
de gobierno, y su intención es reemplazar la doctrina medieval de orgien divino del poder para
otrogarle una fundamentación popular, aunque no necesariamente supone una defensa de la
democracia, en efecto, a través de ella, Hobbes justifica el absolutismo y niega la conveniencia
de repartir los poderes. Por otra parte, el pacto se realiza entre los súbditos y no entre los
súbditos y el soberano y supone una cesión irrevocable de derechos.
Contrato social
Contrato social es una expresión que se utiliza en la filosofía, la ciencia política y la sociología
en alusión a un acuerdo real o hipotético realizado en el interior de un grupo por sus miembros,
como por ejemplo el que se adquiere en un Estado en relación a los derechos y deberes del
estado y de sus ciudadanos. Se parte de la idea de que todos los miembros del grupo están de
acuerdo por voluntad propia con el contrato social, en virtud de lo cual permanecen a dicho
grupo.
El contrato social, como teoría política, explica, entre otras cosas, el origen y propósito del
Estado y de los derechos humanos. La esencia de la teoría (cuya formulación más conocida es
la propuesta por Jean-Jacques Rousseau) es la siguiente: Para vivir en sociedad, los seres
humanos acuerdan un contrato social implícito, que les otorga ciertos derechos a cambio de
abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza. Siendo así, los derechos y
deberes de los individuos las cláusulas del contrato social, y el estado la entidad creada para
hacer cumplir con el contrato. Del mismo modo, los hombres pueden cambiar los términos del
contrato si así lo desean; los derechos y deberes no son inmutables o naturales. Por otro lado,
un mayor número de derechos implica mayores deberes; y menos derechos, menos deberes.
El contrato social de Rousseau [
Para Rousseau, el hombre primigenio (el que estaba en el Estado de naturaleza) es un ser sin
maldad, en el que predominan dos sentimientos básicos: el amor de sí, es decir el instinto de
autoprotección, y la piedad (repugnancia por el sufrimiento ajeno), pero a medida que va
creciendo la población se van juntando grupos, esa unión crea falsas necesidades, para
cubrirlas el hombre inventa la agricultura y la ganadería, pero cuanto más tiene el hombre más
desea, y ciertas personas acumulan riquezas, éstos sufriendo por sus vidas y por sus riquezas
debido a los recelos creados promueven un pacto, este pacto será el primer código jurídico.
Preguntas básicas a absolver por escrito por cada miembro de la clase y explicar al
momento de exponer: