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UNIVERSIDAD NACIONAL DE HUANCAVELICA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA PÒLITICA


CIENCIA POLITICA I MATERIAL DE LECTURA OBLIGATORIA
MAG. YANETH GODOY HUAMÀN - Compilador

LA TEORÍA DEL CONTRATO SOCIAL: HOBBES Y ROUSSEAU


1 10 2007
Introducción

La teoría del contrato social, como explicación de la sociedad política, es el resultado de una
nueva teoría sobre la idea de hombre y de una nueva teoría sobre la idea de sociedad política.
Este aspecto es lo que confiere a aquélla su carácter filosófico, y no meramente político o
sociológico. Desde luego, como el propio Marx señaló, tiene su origen en la aparición de las
nuevas formas de organización económica a través de la clase burguesa ascendente, primero
en la Inglaterra del siglo XVII, y después en Francia, ya en el siglo XVIII. El modelo de
interpretación jurídica que acompaña a esta teoría es el modelo iusnaturalista, que rompe con la
tesis aristotélica de la sociedad política organizada en torno a la familia, para situarlo
directamente en el Individuo. Es evidente que el individualismo asociado a la organización
económica burguesa y protocapitalista propicia descaradamente el modelo iusnaturalista, pero
filosóficamente, el modelo absorbe, por así decir, todas las posibles referencias concretas que
en el mismo desarrollo histórico ha ido proponiendo.

Si la economía (oikos-nomos: familia-ley: organización familiar), se mantenía en el seno de la


familia, en sentido literal, siguiendo la teoría aristotélica, ahora, la economía queda fuera del
entorno familiar, justamente, tiende a romper estas relaciones atravesándolas por las relaciones
contractuales del mercado. El resultado es el individualismo. La familia deja de considerarse el
núcleo a partir del cual se desarrolla, como por grados, la sociedad política, y queda para el
individuo, principio de acumulación de riquezas y de la propiedad privada, la necesidad de
organizarse políticamente en grupo, mediante pactos, para salvaguardar su patrimonio.

El modelo iusnaturalista considera, por tanto, natural la propiedad privada, y desde ese
fundamento indiscutible construye su nueva teoría de la sociedad política como organización
que tiene como significado y función, el mantenimiento del orden establecido por el respeto
absoluto a la propiedad y la privacidad. Este modelo comienza su andadura con Hobbes y
alcanza hasta la filosofía de Hegel.

Elementos del modelo iusnaturalista:

1. Se parte de la dicotomía fundamental entre un estado de naturaleza y un estado civil.

2. A partir de aquí se supone que el origen del estado y su fundamento es el estado de


naturaleza que se considera no-político.

3. El estado político es la antítesis del estado de naturaleza.

4. En el estado de naturaleza los individuos viven en igualdad y son absolutamente libres.

5. El paso de un estado a otro se produce mediante un pacto o contrato debido a ciertas


necesidades que pueden reducirse a la de defender su propiedad privada y legitimarla. Esto
convierte a la sociedad política en una sociedad artificial o producto de la cultura.
6. Contra la teoría del origen del estado sobre la organización familiar, la teoría del contrato
opone el principio del consenso mediante el que se instituye la sociedad política, deslegitimando
la organización familiar o patriarcal, y con ello, se despega de las teorías aristotélicas anteriores.

Si es un modelo teórico es porque en ningún caso esta supuesta sociedad natural ha existido, ni
tampoco el contrato. Parece entonces simplemente una legitimación (a partir de los hechos
consumados) de los estados ya organizados. De ahí su carácter ideológico y la precariedad de
su sustento filosófico, salvo el caso transgresor de Rousseau.

Dentro de este marco general destacan las teorías de dos filósofos: Hobbes y Rousseau.

THOMAS HOBBES (1588-1679)

Desde luego, toda la obra de Hobbes tiene una orientación


política manifiesta. A pesar de que su sistema pretendía abarcar
toda la realidad con su famosa trilogía: De Corpore, De Homine,
De Cive; su obra comienza por la doctrina política y solo muy
tardíamente realizará el De Corpore. En su filosofía política, que
incluye Los elementos de derecho natural y político, De Cive, y
el Leviatán, está contenida sistemáticamente su teoría del
contrato social.

Su filosofía política se encuadra dentro de la tradición general


del XVII llamada “mecanicismo”. Por ello, en principio, la idea de
hombre que maneja Hobbes, es una idea marcada por esta
concepción mecanicista del mundo. El movimiento es el hecho
sempiterno de la naturaleza y la conducta humana que
comprende la sensación, el sentimiento, y el pensamiento, es
una forma de movimiento. La conducta social, en la que se basa
el arte de gobernar es un caso particular de la conducta humana
que surge cuando los hombres actúan por referencia a los demás. La ciencia de la política se
construye pues sobre la psicología. Para Hobbes, lo que controla la vida humana no es un fin,
sino una causa, el mecanismo psicológico del animal humano. Las sociedades que surgen del
hecho de la convivencia de tales animales son resultantes de sus acciones y reacciones
recíprocas. Y las condiciones necesarias para una unión estable entre ellos no son la justicia y la
honestidad, ni ningún ideal moral, sino las causas que provocan un tipo de conducta
generalmente cooperativa.

Lo primero que debía hacer Hobbes era exponer la ley de la conducta humana y formular las
condiciones en las que es posible una sociedad estable. De acuerdo con sus principios
materialistas, la realidad consiste siempre en el movimiento de los cuerpos, que se transmite por
medio de los órganos sensoriales al sistema nervioso central, donde aparece la sensación.
Según que el movimiento fuera favorecido o perjudicado, aparecen dos tipos primitivos de
sentimiento, el deseo y la aversión. Desde aquí podían explicarse, según Hobbes, todas las
emociones que experimentan los hombres. Y la norma que hay tras toda conducta es la de que
el cuerpo vivo trata instintivamente de conservar o aumentar su vitalidad. El principio fisiológico
que informa toda conducta es la propia conservación, y la propia conservación significa la
continuación de la existencia biológica del individuo. El bien es lo que conduce a esta finalidad y
el mal lo que tiene el efecto contrario.
De aquí se deduce que la vida del hombre fuera de la sociedad está dirigida por consideraciones
que afectan a su propia seguridad y que los demás hombres le importan solo en la medida en
que afectan a esas consideraciones. Como, en términos generales, todos los individuos son
iguales en vigor y astucia, ninguno puede estar seguro, y su situación, mientras no exista un
poder civil que regule su conducta, es una “guerra de todos contra todos”. Tal situación es
incompatible con cualquier forma de civilización: no hay industria, navegación, cultivo del suelo,
construcción, arte, letras, y “la vida del hombre es solitaria pobre, desagradable, brutal y breve”.

Sin embargo, hay, dice Hobbes, dos principios en la naturaleza humana, deseo y razón. El
primero impulsa a los hombres a tomar para sí lo que otros hombres desean y por ello los pone
en mutua contraposición, en tanto que la razón les enseña a “huir de una disolución antinatural”.
Lo que la razón añade no es un móvil nuevo, sino un poder regulador mediante el cual la
búsqueda de la seguridad se hace más eficaz sin dejar de seguir la norma general de la propia
conservación. Hay un impulso adquisitivo apresurado que engendra el antagonismo y un
egoísmo más calculador que lleva al nombre a la sociedad. En este poder regulador de la razón
se basa la transición de la vida salvaje y solitaria a la civilizada y social. Así pues, lo que impulsa
a la acción sigue siendo la propia conservación pero iluminada por la previsión de todas las
consecuencias, y esta previsión aporta la condición necesaria para que los hombres puedan
unirse y cooperar. Las leyes de la naturaleza son los postulados que permiten la construcción
racional de la sociedad que hace Hobbes. Son a la vez el principio de la perfecta prudencia y de
la moralidad social, y por consiguiente hacen posible el paso de los motivos psicológicos de la
acción individual a los preceptos y valores del derecho y la moralidad civilizados. De cualquier
modo, todas las leyes de Hobbes, equivalen a esto: La paz y la cooperación tienen mayor
utilidad para la propia conservación que la violencia y la competencia general, y la paz necesita
de la confianza mutua.

La condición primera de la sociedad es la mutua


confianza y el cumplimiento de los pactos, ya
que sin ella no puede haber certeza de su
efectividad, pero tiene que haber una
presunción razonable de que las demás
personas se colocarán en la misma posición.
Evidentemente, como toda conducta humana
está motivada por el egoísmo individual, hay que considerar a la sociedad como un mero medio
para este fin. Hobbes era a la vez un utilitarista total y un individualista. El estado con ello es un
leviatán, y ningún hombre reverencia a un Leviatán. Es un artificio útil, bueno para la función que
desempeña, pero no es sino el servidor de la seguridad privada.

Solo puede esperarse razonablemente el cumplimiento de los pactos en el caso de que haya un
gobierno eficaz que pueda castigar el incumplimiento. Por ello, el gobierno significa ante todo,
fuerza. Esta fuerza se justifica con el antiguo artificio de un contrato, un contrato que sin
embargo, no obliga al gobernante. Su fórmula es: “Autorizo y transfiero a este hombre o
asamblea de hombres mi derecho a gobernarme a mí mismo, con la condición de que vosotros
trasferiréis a él vuestro derecho y autorizaréis todos sus actos de la misma manera […]. Esta es
la generación de aquel gran leviatán o más bien… de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el
dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa”. (Leviatán, c. 17)

La justificación del poder absoluto viene de lo siguiente: Para Hobbes, solo los individuos son
capaces de actuar, de ahí que actuar colectivamente significa que algún individuo actúa en
nombre de todo el grupo como su representante. No es el consentimiento, sino la unión lo que
constituye una asociación. Y unión significa la sumisión de las voluntades de todos a la voluntad
de uno.. Por ello, la sociedad es una mera ficción artificial.

De Hobbes, lo realmente moderno, y la gran aportación es la aplicación con la que deduce su


sistema desde las premisas del aumento del poder jurídico, y el reconocimiento del egoísmo
como móvil dominante de la vida.

JEAN JACQUES ROUSSEAU (1712-1778)

Dentro de la teoría del contrato social, pero en un lugar opuesto al de Hobbes, se encuentra
Rousseau. Filósofo francés que a pesar de vivir en la época de la Ilustración no encajaba en
ella, tanto por su talante personal como por sus ideas. Las dos cosas le granjearon la tiña
manifiesta de Voltaire y también de Diderot, el que junto con d’Alembert realizara la famosa
Enciclopedia. Nacido bueno, la sociedad, dice, le hizo malo y, poco a poco, fue recuperando lo
que para él era lo bueno del hombre, la vuelta a la naturaleza, la soledad, etc. Ginebrino, ni
siquiera allí respetaron su agria vida. Pero su vida atormentada ha sido el trámite hacia su
eternidad, y hoy por hoy, es posible gozar de sus escritos, llenos de pasión y sentimiento, como
él deseaba, pero también, de brillantes y sugerentes aportaciones.

Para los efectos del programa de COU apuntaremos ideas de dos de sus obras,
fundamentalmente: el discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, y Del
contrato social. Señalaremos las obras porque en ellas existen ciertas contradicciones difíciles
de interpretar, como apunta George Sabine en su famosa Historia de las ideas políticas,
traducida en FCE.

Según el discurso, los hombres son iguales por naturaleza. La cuestión es


que el propio Rousseau plantea el estado de naturaleza del hombre como
una hipótesis teórica que no tiene por qué haber existido, es simplemente
una hipótesis que sirve a dos objetivos fundamentalmente. Uno: tomar el
estado natural del hombre como regla moral, como principio regulativo de
la acción moral. Dos: como base teórica para explicar el proceso de
“desigualación” entre los hombres.

En el fondo de su teoría lo que subyace es la famosa idea del buen


salvaje. Según Rousseau, solo el hombre en estado natural es bueno. La
bondad es consustancial a la igualdad que teóricamente se presupone.
No existe propiedad privada, todo es de todos, y los lazos de unión entre los hombres se
establecen a escala de los sentimientos: la piedad que regula la relación con los demás y el
amor propio, que regula nuestra propia conservación, son las primeras y más simples
operaciones del alma, y con las que se rige precisamente el hombre natural, no, como en el
estado social, en donde lo que impera es la razón. Dice Rousseau: En efecto, parece que si
estoy obligado a no hacer ningún mal a mi semejante, es menos por ser un ser razonable que
por ser un ser sensible: cualidad ésta que, siendo común al animal y al hombre, debe dar a
aquel por lo menos el derecho de no ser maltratado inútilmente por este”. La bondad supuesta al
hombre natural queda reflejada en esta especie de oráculo que propone al principio del texto: tú
buscarás la edad en que desearías que tu especie se hubiera detenido”. Una forma de vida, la
natural, sencilla, uniforme y solitaria, basada en el valor y la fuerza natural del hombre. El
hombre guiado por el instinto no tendría ningún tipo de relación moral, ni deberes. Por tanto,
más que de buen salvaje, en sentido moral, habría que hablar de salvaje feliz. En fin, las
necesidades insaciadas, el aumento de población, el lenguaje, la aparición de cierto tipo de
organización social, y demás, producen en el hombre el paso a la sociedad y con ello, la
degeneración manifiesta del estado natural. La introducción de la razón, del lenguaje, de las
ciencias, incluso las normas sociales tienden a afeminar al hombre a privarle de las virtudes
propias del salvaje, -valor, fortaleza-, y hacen al hombre vil y rencoroso. La codicia, la propiedad
privada, y las normas sociales que prácticamente están para preservar el orden y las
desigualdades adquiridas junto con la razón y la ciencia acaban por hacer desaparecer
totalmente ese estado idílico del hombre que en rigor ni existió, ni a Rousseau le preocupa
mucho que no haya existido; lo importante es lo que queda como enseñanza moral.

Queda clara en este discurso, la oposición total a Hobbes, del cual dice que atribuye al salvaje,
los vicios y vilezas propios de la sociedad en la que vivió.

Del contrato social, sin embargo, plantea las cosas de un modo sutilmente diferente. Lo primero
que hace es criticar las hipótesis que justifican el contrato en función de la defensa ante los más
fuertes, o incluso como concesión que se hace a la fuerza: “Ceder a la fuerza es un acto de
necesidad, no de voluntad; es todo lo más un acto de prudencia”… “Convengamos, pues, que
fuerza no hace derecho, y que solo es está obligado a obedecer a los poderes legítimos.” con
ello, se quita de encima las tesis de Hobbes, Locke, etc., que mantenían supuestos parecidos.
Para Rousseau, el único contrato posible es, según la terminología de Puffendorf, el contrato de
asociación, nunca el de subyugación, pues este no instituiría derecho. Evidentemente, la tesis
que subyace es la igualdad y libertad del hombre natural, sobre el que se instituye el estado.

El estado constituido a raíz del contrato tiene su razón de ser en la voluntad general que
instaura por encima de todo ciudadano. Siguiendo las posturas del discurso, el contrato sirve
para superar los obstáculos que se oponen a la conservación del hombre en el estado de
naturaleza, cuando estos superan con su resistencia, las fuerzas que cada individuo puede
emplear para mantenerse en ese estado. Por ello, el contrato es una suma de fuerzas. Y lo que
se persigue con ello es: “Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda
fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a
todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí mismo y quede tan libre como antes. La fórmula
es la siguiente: “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la
suprema dirección de la voluntad general; y nosotros recibimos corporativamente a cada
miembro como parte indivisible del todo”.

La tragedia del estado radica en el incontrolable proceso de degeneración producido por la


dialéctica perenne entre la voluntad general y la voluntad individual. Teóricamente, el estado
debe estar organizado de manera que se disuelva toda voluntad individual en aras de la
voluntad general, que es la razón de ser y el principio de la felicidad de todos los ciudadanos.
Ahora bien, lo difícil precisamente es establecer mecanismos de control suficientes que lo
permitan. Estos mecanismos están en función del tipo de gobierno que se establezca. Si el
gobierno es de muchos, es más fácil de controlar, si es de uno, más difícil. Pero también está en
función del número de ciudadanos que componen dicho estado. A mayor cantidad de
ciudadanos mayores dificultades de control. “Así como la voluntad particular actúa sin cesar
contra la voluntad general, así el gobierno hace un continuo esfuerzo contra la soberanía… y
como aquí no hay otra voluntad de cuerpo que, resistiendo a la del príncipe la equilibre, tarde o
temprano debe ocurrir que el príncipe oprima por fin al soberano y rompa el trato social. Este es
el vicio inherente e inevitable que desde el nacimiento del cuerpo político tiende sin tregua a
destruirlo, de igual manera que la vejez y la muerte destruyen el cuerpo del hombre.”
(evidentemente el soberano aquí es el pueblo)
Por ello, al fin y al cabo, es prácticamente imposible que no se produzca una degeneración en
estos términos: y aquí es donde el contrato tiene también un sentido histórico. “El gobierno se
concentra cuando pasa del gran número al pequeño, es decir, de la democracia a la aristocracia
y de la aristocracia a la realeza. Esa es su inclinación natural. Si retrocediera del pequeño
número al grande, podría decirse que se relaja; pero este progreso inverso es imposible”. En
efecto, el estado parece que pasa por esos tres tipos, en función del aumento de población,
pues, a mayor número en el cuerpo político, la eficacia del gobierno requiere una concentración
mayor de poder y con ello, aumentan ostensiblemente los riesgos de degeneración. No se trata
de hacerlo eterno, sino de que dure lo más posible: “Si queremos formar una institución
duradera, no pensemos, pues, en hacerla eterna.”

Conclusión:

El contrato social es asociativo, y entre todos los miembros del cuerpo político. Con él se
instituye la voluntad general, no el gobierno, el gobierno se establece por leyes y por tanto, éste
siempre se debe y se subyuga a esta voluntad general, como provisionalidad que es. Ahora
bien, “todos los gobiernos del mundo, una vez revestidos de la fuerza pública, usurpan tarde o
temprano la autoridad soberana”. Y este desgraciado fin, termina por hacer coherente en última
instancia esa degeneración de la que hablaba en el discurso.

Pero siguiendo su oráculo, creo que Rousseau, si hubiera tenido que detenerse en aquel
período del hombre en donde hubiera visto más virtud, quedaría en Atenas, o quizá en Esparta,
no en el estado salvaje primitivo, como parecía decir en el discurso.

Bibliografía

George Sabine, Historia de la teoría política, Fondo de Cultura Económica, Madrid 1983

Jean Jacques Rousseau, Del contrato social, Alianza editorial, Madrid 1986

Thomas Hobbes, Leviatán. La materia, forma y poder de un Estado eclesiástico y civil, Alianza
editorial, Madrid, 1989
El contrato social

Referencia de las citas:


HOBBES, Thomas (1651): Leviatán
(Tomado de FERNÁNDEZ PARDO, C. A. (comp.) (1977): Teoría política y modernidad, Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina).

Thomas Hobbes (1588-1679) es considerado uno de los principales filósofos políticos ingleses.
En 1651 publica una de sus obras más célebres: Leviatán. En esta obra Hobbes platea la
primera formulación del contrato social, poteriormente recogido y reformulado por otros autores.
En Leviatán Hobbes percibe la sociedad humana como una formación de individuos dominados
por su ambición de poder y de dominio. Hubo una época (que Hobbes llama Estado de la
naturaleza) en que estas agrupaciones de individuos no disponían de un poder superior y estas
tendencias dominaban las relaciones entre las personas manteniéndolos en una "guerra de
todos contra todos":

…"cada hombre es enemigo de cada hombre; los hombres viven sin otra seguridad que sus
propias fuerzas y su propio ingenio debe proveerlos de lo necesario. En tal condición no hay
lugar para la industria, pues sus productos son inciertos; y, por tanto, no se cultiva la tierra, ni se
navega, ni se usan las mercancías que puedan importarse por mar, ni hay cómodos edificios, ni
instrumentos para mover aquellas cosas que requieran gran fuerza o conocimiento de la faz de la
tierra ni medida del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo que es peor que nada, hay un
constante temor y peligro de muerte violenta, y la vida del hombre es solitaria, pobre, grosera,
brutal y mezquina".*

Para Hobbes el fin del estado de la naturaleza y con él las condiciones para que pueda existir
una sociedad, surge por un pacto o contrato que establecen los individuos. Mediante este
pacto o contrato cesan las hostilidades delegando los derechos de los individuos en una
persona soberana. El contrato significa entonces una renuncia por parte de cada individuo que
permite el establecimiento de un poder fuerte que está por encima de ellos pero en el cual todos
se reconozcan.
"La única vía para construir ese poder común, apto para la defensa contra la invasión extranjera
y las ofensas ajenas, garantía de que por su propia acción y por los frutos de la tierra los
hombres puedan alimentarse y satisfacerse, es dotar de todo el poder y la fuerza a un hombre o
asamblea de hombres, quienes, por mayoría de votos, estén capacitados para someter sus
voluntades a una sola voluntad. Ello significa: elegir un hombre o asamblea que lo represente,
que todos consideren como propios y donde puedan reconocerse a sí mismos como autores de
lo que haga o planee aquel que representa su persona, en todo lo que respecta a la paz y la
seguridad colectivas; que, por otra parte, sujeten sus voluntades a la voluntad de aquél, y sus
juicios a su juicio. Esto implica más que la mera aprobación o acuerdo; es una unidad concreta
de todo en una sola persona, instituida mediante un pacto de cada individuo con los demás, tal
como si cada uno dijera a todos: autorizo y transmito a este hombre o asamblea de hombres el
derecho que me asiste de gobernarme a mí mismo, a condición de que vosotros transmitáis
también a él igual derecho y autoricéis sus actos de igual forma. Hecho lo cual, la multitud así
reunida en una sola persona se convierte en Estado, en latín civitas. Este es el origen del gran
Leviatán o (designándolo con más reverencia) el dios mortal al que debemos, bajo el Dios
inmortal, la paz y la defensa. Esta autoridad, transferida por cada hombre al Estado, tiene y
emplea poder y fuerza tales que por el temor que suscita es capaz de conformar todas las
voluntades para la paz, en su propio país, y para la ayuda mutua contra los enemigos, en el
extranjero. En esto radica la esencia del Estado, que puede definirse como sigue: persona
resultante de los actos de una gran multitud que, por pactos mutuos, la instituyó con el fin de
que esté en condiciones de emplear la fuerza y los medios de todos, cuando y como lo repute
oportuno, para asegurar la paz y la defensa comunes. El titular de esta persona se denomine
soberano y su poder es soberano; cada uno de los que lo rodean es su súbdito". *

• Las citas son de HOBBES, Thomas, Leviatán, en FERNÁNDEZ PARDO, C. A. (comp.)


(1977): Teoría política y modernidad, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.

Gran monstruo fagocitador de individualidades, el Estado ha sido creado


contractualmente para proteger al hombre de los demás hombres.

Thomas Hobbes nació en Inglaterra, Malmesbury, Wiltshire, hijo de un clérigo de Wesport. En


1603 reliza sus estudios en el Magdalen Hall de la Universidad de Oxford, donde se empapa de
filosofía escolástica y de lógica, graduándose en 1608. Ese mismo año se hace cargo del hijo de
William Cavendish (conde de Devonshire) lo que le permitió codearse con la nobleza y las elites
intelectuales.
Su primer viaje por el continente Europeo lo realiza en 1610, a raíz del cual Hobbes toma
conciencia del poder que todavía ejercía el escolasticismo en la mayoría de los ámbitos de
conocimiento.

En 1628 publica una traducción de Tucídides, obra que critica el sistema democrático y sus
peligros, desde una perspectiva conservadora. A la muerte de William Cavendish acaecida en
1629, Hobbes trabaja como tutor del hijo de Gervase Clinton, con el que viaja por Europa
descubriendo su pasión por la geometría y la aplicación de ésta a un método que demostrase
los principios sociales y políticos defendidos por él.

En su tercer viaje por el continente, allá por 1637, Hobbes se relaciona con el círculo de Abbe
Mersenne, estableciendo contacto con Descartes y Pierre Gassendi. En un viaje a Italia en
1636 conoce a Galileo, que le influirá en su construcción de una filosofía social fundamentada
en las ciencias naturales y la geometría.

Cuando vuelve a Inglaterra en 1637, el rey y el parlamento mantenían una acalorada disputa,
motivo por el cual Hobbes hizo circular secretamente un manuscrito titulado Elementos del
derecho, donde defendía la necesidad de la soberanía absoluta, frente al parlamentarismo. En
noviembre se exilia voluntariamente a Francia, temiendo las consecuencias que la difusíón de
su escrito pudiera acarrearle. En 1642 publica De cive, una teoría sobre el gobierno y comienza
a escribir De corpore, primer trabajo que incluirá posteriormente en una trilogía sobre el cuerpo,
el hombre y el ciudadano.
En 1647 trabaja como tutor del futuro Carlos II, que también se hallaba exiliado en Francia y en
1648, después de soportar una enfermedad que casi le lleva al borde de la muerte, publica la
segunda edición de De cive. Tres años después de la muerte de Mersenne (1648), Hobbes
publica su obra más importante, Leviatán, una teoría sobre la soberanía en la que se muestra
como un defensor implacable del absolutismo. Pero, debido al temor a las represalias de las
autoridades francesas que veían en esa obra un ataque a la instituciones eclesiásticas, Hobbes
marcha de nuevo a Inglaterra, donde se ve inmerso en una controversia en torno al tema de la
libertad con el obispo de Derry, John Bramall.

En 1657 publica la segunda parte de su trilogía bajo el título De homine y cinco años después
publica De corpore, enzarzándose en intrincadas disputas con los miembros de la Royal
Society John Wallis y Seth Ward, sobre temas de geometría, religión y el estado de las
universidades.

En 1666 la Cámara de los Comunes incluyó su obra Leviatán en el índice de libros investigados
a causa de sus supuestas tendencias ateas y, a pesar de que el rey intercedió a su favor, se
prohibió a Hobbes publicar ninguna otra obra, por lo que sus tres libros siguientes, que trataban
temas de historia y que fueron agrupados bajo el título Bhemoth, no verían la luz hasta después
de su muerte, acaecida el 4 de diciembre de 1679 en Hardwick Hall. Antes, Hobbes escribió una
autobiografía en prosa y en verso latino y con 86 años publicó una traducción al inglés de la
Iliada y la Odisea.

La filosofía de Thomas Hobbes

Materialismo y determinismo.

Aunque la fama de Hobbes se debe esencialemte a sus teorías políticas y sociales, su filosofía
constituye la más completa doctrina materialista del siglo XVII.
El universo es concebido como una gran máquina corpórea, donde todo sigue las estrictas
leyes del mecanicismo, según las cuales, cualquier fenómeno ha de explicarse a partir de
elementos meramente cuantitativos: la materia (extensión), el movimiento y los choques de
materia en el espacio.

"El universo es corpóreo. Todo lo que es real es material y lo que no es material no es


real" (Leviatán).

Este fragmento del Leviatán resume la filosofía materialista de Hobbes, estrechamente


vinculada a una postura determinista del mundo que postula que todos los fenómenos del
universo se hallan determinados inexorablemente por la cadena causal de los acontecimientos.
Nada surge del azar; todo acontecer es el resultado necesario de la serie de las causas, y, por lo
tanto, podría ser anticipado, previsto.
El determinismo de Hobbes se fundamenta en un método racionalista de carácter matemático y
geométrico (el método analítico-sintético de Descartes), que parte de la hipótesis de que las
partes de un todo (materiales, engendradas y entendidas como causas) han de descomponerse
y explicar el conjunto o las partes en su totalidad. La teología queda excluida del ámbito de la
filosofía (por no estar compuestas sus partes de elementos corporeos engendrados), abarcando
exclusivamente la geometría, una filosofía de la sociedad y la física, aunque esta última
únicamente pueda proporcionar conocimientos basados en la mera probabilidad, no necesarios,
como posteriormente defenderá el más consecuente y radical de los empiristas ingleses: David
Hume.

La antropología de Hobbes se fundamentará también en el materialismo. Criticando el


dualismo cartesiano, denunciará el paso ilícito del "cogito" a la "res cogitans". Del "pienso"
puede deducirse únicamente que "soy", de lo contrario, de la proposición "yo paseo" se seguiría
análogamente la existencia de una "substancia ambulante", lo cual es ciertamente un absurdo.
El hombre es un cuerpo y, como tal, se comporta a la manera como lo hacen el resto de los
cuerpos-máquinas. El pensamiento o la conciencia no es una substancia separada del cuerpo:
la "entidad" corporal que somos, y su conocimiento de las cosas proviene y se reduce a la
sensación. En polémica con la teoría aristotélica de la sensación, Hobbes postula que ésta ha
de explicarse también a partir de postulados mecanicistas, como producto de los movimientos
de los cuerpos (materia). El apetito y la aversión (repugnancia) provocan determinados
movimientos y acciones en los cuerpos denominados emociones. Los sueños y la imaginación
son explicados, así mismo, como reacciones a una gran variedad estímulos (corporales), tanto
externos como internos.

La libertad humana y el libre arbitrio (albedrío) de la voluntad quedan subordinados y limitados


por el feroz determinismo de Hobbes. Ambos están condicionados por los movimientos de los
cuerpos externos.

El Levitán: la política de Thomas Hobbes

La filosofía pólítica y la teoría social de Hobbes representan una evidente reacción contra las
ideas descentralizadoras (parlamentarismo) y la libertad ideológica y de conciencia que proponía
la Reforma, en la que él avistaba el peligro de conducir inevitablemente a la anarquía, el caos y
la revolución, de forma para él fue necesario justificar y fundamentar la necesidad del
absolutismo como política ideal con la que soslayar dichos "males". Es inevitable instaurar una
autoridad absoluta cuya ley sea la jerarquía máxima y tenga que ser obedecida por todos sin
excepción.

El Estado es un "artificio" que surge para remediar un hipotético estado de naturaleza en el que
los hombres, guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y por la ley del más fuerte (la
ley de la selva), se hallarían inmersos en una guerra de todos contra todos que haría
imposible el establecimiento de sociedades (y una cultura) organizadas en las que reinara la paz
y la armonía. Sin un Estado o autoridad fuerte sobrevendría el caos y la destrucción (la
anarquía), convirtiéndose el hombre en un lobo para los otros hombres, según la célebre frase
de Hobbes: "homo hominis, lupus".
La propia naturaleza nos otorga una razón que nos provee de ciertas "leyes naturales" que son
como "dictados de la recta razón sobre cosas que tienen que ser hechas o evitadas para
preservar nuestra vida y miembros en el mismo estado que gozamos". Por ello, el hombre
encuentra dentro de sí la necesidad de establecer unas leyes que le permitan vivir en paz y en
orden; necesidad que se realiza mediante un pacto o contrato social mediante el cual, los
poderes individuales se transfieren a "un solo hombre" o a "una asamblea de hombres": el
Estado o Leviatán que, como el monstruo bíblico, se convierte en el soberano absoluto y cuyo
poder aúna todos los poderes individuales.

El Estado se presenta así como algo artificial, opuesto a la naturaleza humana, pero susceptible
de garantizar la supervivencia de todos a costa de la pérdida de su autonomía y libertad.
Aunque Hobbes estuvo a favor de la libertad religiosa e ideológica y favoreció el proceso de
secularización de Europa, no obstante defendió el poder absoluto y casi autófago del Estado, a
cuyos intereses ha de subordinarse toda minoría. Hobbes representa el orden propio del
conservadurismo, en el cual, el todo social armonioso ha de estar por encima y subordinar
cualquier acción u apetencia individual.

Como forma óptima de gobierno defendió la monarquía, desaconsejando cualquier reparto


entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.

Hobbes (1588-1679)

¿Racionalista o empirista?

Aunque se lo suele considerar a Hobbes dentro del grupo del empirismo inglés (desde Bacon a
Hume, exceptuando Beckerley) el método que propone es racionalista (método de Padua):
"resolución y composición", que utilizaran Galileo y Descartes.

Tal vez inspirándose en Euclides y en los estudios de biologia de de Harvey utilizará el método
de un modo particular. El análisis le permite descubrir las partes que componen el objeto a
estudiar, de modo tal que esas partes son causas que en síntesis componen el todo. Se trata
pués de un método genético, puesto que explica cómo el todo se genera mediante sus
componentes.

El métdo justificará para Hobbes la exlusión de toda teología de la filosofía, pues al no ser Dios
algo compuesto ni engendrado, queda fuera del campo de estudio.

De corpore y De homine

Hobbes defiende un concepción materialista en tanto que solo los cuerpos son generables y por
lo tanto solo ellos son objetos posibles para la razón. Ya que todo lo que existe es corpóreo,
porque solo es real lo que puede actuar o sufrir la acción de otro. Incluso hasta Dios, debe ser
corpóreo. Se advierte aquí un mecanicismo cerrado en tanto que todo se explica a partir de la
extensión y el movimiento y determinista puesto que todo cuando sucede se debe a una
necesidad absoluta.

La física de Hobbes será matemático-deductiva prescindiendo de la experiencia, aunque, lo que


pretende es solamente una explicación probable.

Sobre el Estado

"La Naturaleza (Arte con el cual Dios ha hecho y gobierna el mundo) es imitada por el Arte del
hombre en muchas cosas y, entre otras, en la producción de un aminal artificial. Pues viendo
que la vida no es sino un movimiento de miembros, cuyo origen se encuentra en alguna parte
principal de ellos ¿por qué no podríamos decir que todos los atomátas (artefactos movidos por sí
mismos mediante muelles y ruedas como un reloj) tienen vida artificial? Pues, qué es el corazón
sino un muelle? ¿Y qué es un nervio sino otras tantas cuerdas? (...) Pero el Arte va aún más
lejos, limitando la obra más racional y excelente de la Naturaleza que es el hombre. Pues
mediante el Arte se crea ese gran Levitán que se llama una república o Estado, y que no es sino
un hombre artificial, aunque de estatura y fuerzas superiores a las del natural, pra cuya defensa
y protección fue pensado" Levitán, Hobbes

La preocupación de Hobbes por el Estado, se halla influída por los acontecimientos que
desencadenaron la revolución puritana de 1642. Efectivamente, el objetivo de Hobbes fue el de
defender la necesidad de una autoridad absoluta mientras demuestra a los puritanos que toda
ley es necesariamente justa en tanto que emana de la autoridad y que por lo tanto nadie puede
estar obligado a desobedecerla a conciencia.

"La soberanía es un alma artificial que da fuerza y movimiento al cuerpo entero, los magistrados
y otros funcionarios de judicatura y ejecución, son las articulaciones" Levitán, Hobbes
El contrato social

"Así como el rejo, o en cualquier otro diminuto


artefacto, la materia, la forma y el movimiento de las ruedas solo pueden ser bien conocidos si
se les descompone en sus partes y se examina cada una de ellas, para proceder a un estudio
más minucioso de los Estados y de los deberes de los súbditos es necesario no
descomponerlos, sino considerarlos como si ya estuvieran descompuestos"

Hobbes estudiará así los componentes de la sociedad y luego la sociedad recompuesta en el


Estado.

Comienza considerando una situación hipotética, la de los hombres en estado de


"naturaleza", la cual (de haber existido) habría reunido las siguientes características:

1. Todos los hombres son iguales y no tienen necesidad alguna de "estar juntos" (igualitarismo y
no-sociabilidad natural).

2. Todo hombre tiene derecho a todo, sin limitación alguna (el derecho natural, coincide con el
poder)

3. Movidos por la competencia, la inseguirdad y la gloria, viven en guerra permanente.

4. Consecuentemente no es posible la seguridad, ni la industria, ni la agricultura (situación pre-


cultural)

5. Al no haber aún ley, no existe la injusticia.

Consecuentemente, si el poder está repartido por igual, sobreviene el caos y la guerra.


El Estado, genera un contrato. Si el "derecho natural" supone una libertad absoluta, las leyes,
imponen obligaciones:

1. La primera ley, impone buscar la paz y seguirla.

2. La segunda ley, renunciar al derecho natural y a la libertad en favor de la paz, en la medida


en que los otros hombres están también dispuestos.

3. La tercera ley, obliga a respetar los pactos establecidos

Ahora bien, Hobbes señala que las leyes no bastan para garantizar la pz, es necesario otortar
todo el poder a un hombre o asamblea de hombres que puedan reducir todas las voluntades a
una sola voluntad. Entonces, se etablece el contrato social que origina al Estado: "es una
verdadera unidad de todos los hombres en una idéntida persona, hecha por pacto de cada
hombre con cada hombre" Levitan, Hobbes.

En principio, la teoría del contrato social se refiere únicamente al origen del poder, no a la forma
de gobierno, y su intención es reemplazar la doctrina medieval de orgien divino del poder para
otrogarle una fundamentación popular, aunque no necesariamente supone una defensa de la
democracia, en efecto, a través de ella, Hobbes justifica el absolutismo y niega la conveniencia
de repartir los poderes. Por otra parte, el pacto se realiza entre los súbditos y no entre los
súbditos y el soberano y supone una cesión irrevocable de derechos.

Contrato social

Contrato social es una expresión que se utiliza en la filosofía, la ciencia política y la sociología
en alusión a un acuerdo real o hipotético realizado en el interior de un grupo por sus miembros,
como por ejemplo el que se adquiere en un Estado en relación a los derechos y deberes del
estado y de sus ciudadanos. Se parte de la idea de que todos los miembros del grupo están de
acuerdo por voluntad propia con el contrato social, en virtud de lo cual permanecen a dicho
grupo.

El contrato social, como teoría política, explica, entre otras cosas, el origen y propósito del
Estado y de los derechos humanos. La esencia de la teoría (cuya formulación más conocida es
la propuesta por Jean-Jacques Rousseau) es la siguiente: Para vivir en sociedad, los seres
humanos acuerdan un contrato social implícito, que les otorga ciertos derechos a cambio de
abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza. Siendo así, los derechos y
deberes de los individuos las cláusulas del contrato social, y el estado la entidad creada para
hacer cumplir con el contrato. Del mismo modo, los hombres pueden cambiar los términos del
contrato si así lo desean; los derechos y deberes no son inmutables o naturales. Por otro lado,
un mayor número de derechos implica mayores deberes; y menos derechos, menos deberes.
El contrato social de Rousseau [

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), en su influyente tratado El contrato social, publicado en


1762 , dibujó una versión diferente de la teoría contractual. La teoría de Rousseau tiene muchos
puntos en común con la tradición individualista de Locke, aunque también se diferencia de
aquella en muchos aspectos. El postulado de Rousseau, que da nombre a esta teoría, emplea el
lenguaje jurídico propio de las relaciones privadas entre los hombres. Este pensador, a partir de
su observación de la sociedad, constituida en ese entonces por masas sometidas al Rey,
discurre acerca del vínculo que existe entre el soberano y los súbditos. Descarta que el vínculo
se halle en la fuerza o la sumisión, sino que por el contrario, los hombres voluntariamente
renuncian a un estado de natural inocencia para someterse a las reglas de la sociedad, a
cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social. Este consentimiento voluntario
se materializa a través de un contrato, "social" en este caso.

Para Rousseau, el hombre primigenio (el que estaba en el Estado de naturaleza) es un ser sin
maldad, en el que predominan dos sentimientos básicos: el amor de sí, es decir el instinto de
autoprotección, y la piedad (repugnancia por el sufrimiento ajeno), pero a medida que va
creciendo la población se van juntando grupos, esa unión crea falsas necesidades, para
cubrirlas el hombre inventa la agricultura y la ganadería, pero cuanto más tiene el hombre más
desea, y ciertas personas acumulan riquezas, éstos sufriendo por sus vidas y por sus riquezas
debido a los recelos creados promueven un pacto, este pacto será el primer código jurídico.

Preguntas básicas a absolver por escrito por cada miembro de la clase y explicar al
momento de exponer:

1.- Cómo entiende el Contrato Social?


2.- En que consiste el modelo iusnaturalista?
3.- Como entiende el Estado de Naturalesa, Hobbes?
4.- En que consiste el “mecanicismo” según Hobbes?
5.- Que rol desempeña la seguridad en la teoría de Hobbes?
6.- En que consiste la mutua confianza?
7.- Que motiva la conducta humana?
8.- Hobbes, como justifica el poder absoluto?
10.- Según Rousseau, en que consiste la “desigualaciòn” de los hombres?
11.-Que efectos producen las normas sociales al aplicarse al hombre?(según Rousseau)
12.- Expliicar la concepción del Estado según Hobbes.
13.- Autoformule nuevas preguntas y desarrollarlas, individualmente. (doble valoración)
14.- Réplicas de auditorio correctamente formuladas se anotan para abonar al examen
escrito.

La calificación de las preguntas atenderá a la consideración de los siguientes criterios:

a. Presentación de los temas.


b. Claridad en la redacción.
c. Suficiencia de contenido.
d. Capacidad de síntesis.
e. Nivel de comprensión adquirido.
En cualquier caso, tendrá una influencia negativa sobre la calificación final la aparición
reiterada de faltas de ortografía y caligrafía.

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