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El 9 de agosto de 2019, se dio a conocer una iniciativa propuesta por empresarios locales y
particulares, para cambiar la “mala imagen” de Ciudad Juárez por causa de los
las víctimas han mantenido una lucha contra ese Estado que ha buscado invisibilizar la
positivista: Ciudad Juárez es light. A partir de una perspectiva lingüística, interpreto estas
visual que las mujeres hacen de la ciudad a través de un lenguaje de protesta que combate
Las campañas gubernamentales de limpieza ofrecen una lectura bastante pobre del
contexto en crisis que se ha vivido en Ciudad Juárez durante los últimos treinta años, pero,
por esa pobreza, son fácilmente reproducibles desde, por ejemplo, discursos artísticos y
culturales. Los artistas y los promotores culturales son los primeros en apoyar estas
iniciativas activamente. En mi opinión, esta es la razón por la cual la cultura juarense tiende
a ser a-crítica, porque remeda un lenguaje institucional que pretende exponer “la cara
lenguajes artísticos más críticos solo porque no reproducen lo que el estado quiere difundir
por el discurso institucional. Profundizar en estos lenguajes domesticados daría para otro
trabajo. Aquí, sin embargo, he decidido estudiar una obra poética que precisamente crítica
imagen” que los feminicidios o la violencia han creado para Ciudad Juárez: Elegía en el
Los distintos tonos y voces describen un coro elegíaco que compacta diferentes
discursos que abordan varios temas. Se trata, en sí, de un poema de largo aliento donde se
explora una crisis urbana que aún se reciente: el feminicidio y, en específico, el asesinato
de Cecilia, una niña de catorce años, en 1997. El acto de nombrarla desde la noticia
con una estatura de uno cincuenta y ocho presenta: Contractura muscular post mortem en
contraste se encuentra en la frialdad del registro, del archivo. Como suele ocurrir en el
destaque por ser una transcripción textual y en prosa, frente al comienzo de la elegía, donde
ya se perfila la identidad de una ciudad que naufraga en la muerte: “Enredada en sus calles,
representación híbrida donde la poesía mantiene una discusión con el discurso periodístico,
pretende ser un documento de la pérdida, un archivo del dolor humano donde, en toda su
Observo un interés en las voces líricas por describir (insisto en el contraste con los
medios masivos) el cuerpo femenino. Solo así, parece decirnos el poema, puede hacerse
1
Micaela Solís, Elegía en el desierto: in memoriam. UACJ, Ciudad Juárez, 2004, 80 pp.
justicia de alguna manera, desde una evocación crítica, dura, difícil de imaginar. Como se
apuntaba con Sanmiguel, solo confrontando una crisis se puede llegar a una reflexión sobre
ella: “No los dientes / arrancando el pezón izquierdo. / No la daga cercenando el seno
derecho. / No el filero / separando las uñas de los dedos, / asestando cincuenta puñaladas. /
“vuelo femenino”. Por ello, destaco una de las ideas en el génesis de la elegía: se observa
un canto rodado, que engloba diferentes formas de abordar la crisis y que no puede ser de
otra forma sino como una fisión entre lírica, lenguaje de masas, de denuncia social y de
protesta. Una de las voces poéticas, de hecho, insiste en el canto, único método de catarsis:
“mientras tanto, / el canto rueda cuesta abajo de la vida” (16); y después se vinculará
directamente con especificar dónde está ocurriendo la tragedia: “Para no morir del todo,
canto esta noche sobre la torva, / la insaciable impunidad, la del fósil tufo a corrupción, /
sus trescientas agonías soterradas en las calles de Juárez” (20). Nótese: el himno para no
morir del todo, pues no terminan de tocar fondo el dolor y el vacío. Aun así, no será
suficiente porque para ello habría que inventar un idioma que precisara con palabras de este
La poeta busca recobrar la inocencia y la infancia de Cecilia. Para dicha tarea, recrea
una escena donde el hecho de nombrar al hito urbano le dota de una carga sensible: “Ya la
niña se balancea en un columpio del Parque Chamizal; / con sus piecitos descalzos mide la
bóveda celeste / y toca la estrella roja del atardecer” (41). Se trata de una “infancia que
entre juegos / opone resistencia a este aire cargado de melancolía” (41). Una niñez que
lucha, que al recordarse adquiere una triste fuerza que se mezcla con la atmósfera citadina.
Una de las estrategias de esta elegía es ofrecer la otra mirada, en el ahora, donde el horror
aparece entre la arena / en crispación de estrella que se apaga” (42). En esos territorios
baldío, / crispada en una súplica, la mano de Cecilia” (43). Y seá como si el desierto, cuya
dinámicas sociales putrefactas; la ciudad agoniza, yace y amanece exhausta “del último
Después afirmará: “En esta ciudad de carniceros / aprenderé a llorar la muerte de un felino”
(62). Esta vinculación entre el sitio y sus habitantes será una constante en la elegía. De
hecho, hacia el final del texto Juárez empieza a “contaminarse”, como una mujer, de
palabras asociadas a ese discurso mediático que la poeta transcribe como introducción: “Y
estos cerros de Juárez oliendo / a adrenalina y semen” (73). Este apartado tiene una
estructura poética particular. Los elementos espaciales, es decir, baldío, canal, calle y, en
fin, la urbe misma, huelen a miedo, olvido, sangre y excresencias masculinas (palabras que
se agregan progresivamente en cada secuencia de versos). Podría interpretar esta isotopía a
represente como un ignorante, un ciego y una voz antagonista; en este coro será la voz que
desafina: “Digno sería para ti un destino de exilio, / pueblo de mirada vacía, / puesto que
ignoras cuán despojado de tu patria vagas” (25). Su voz juzga y discrimina: “Luego dicen
que la culpa es de nosotras por coquetas” (36). Ese mismo juicio misógino aparece en las
figuras de poder eclesiástico y político: “en la declaración del obispo y del político que
dicen: / “Ellas son las que provocan”. (71) La misoginia yace en las espacialidades
citadinas, así como en hijos e incluso madres: “Está en los cines, / en la escuela, / en la
nuestros / buenos / poetas” (71). En cierta forma, la llamada ignominia crítica de la que
habla Solís acusa a los poetas de objetivizar y permitir, desde la literatura, la violencia
“Escribí un poema extenso al que concebí como poesía en crisis” (11). Para ella, la poesía
propuesta de denuncia que solo puede surgir en un momento donde las desapariciones de
instituciones: “Este trabajo es, pues, fruto de la paradoja que conjuga una necesidad de
denuncia, con el respeto al dolor de muchas familias chihuahuenses. Hasta hoy no he
resuelto este dilema ético” (11). Destaco que la poeta se dé cuenta de la dificultad ética y
moral que conlleva acercarse al dolor humano e indescriptible; de naufragar con palabras
en la crisis humanitaria de Ciudad Juárez. Solís quería que Elegía en el desierto perdiera
vigencia “de inmediato”, pero a pesar de haberse publicado hace más de diez años, la crisis,