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Nº 12 (Enero-Diciembre), 2018
PERIODICIDAD
Anual
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Kenny Alejandro Morelos Tapia
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Bosque, Tv. 51 # 20-109
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Cartagena de Indias, Bolívar, Colombia
COMITÉ EDITORIAL
Presentación
Expresiones de lo fronterizo en producciones
culturales recientes 11
Tatiana Navallo
Fronteras bilingües
Cuando la población migrante desmiente
los discursos dominantes: autorretratos
lingüístico-culturales de jóvenes hablantes
bilingües del español en Suiza 145
When migrants debunk dominant discourses:
the linguistic and cultural self-portraits of
young bilingual speakers of Spanish in Switzerland
Víctor Fernández Mallat
FABULARIO
La vida insaciada. A propósito de un poema
inédito de Sara Uribe 261
Por Alfonso Valencia
ENTREVISTA
“Ya no encuentro misterio en la simple
intimidad de los personajes”. Una mirada
a la obra de Maximiliano Barrientos 271
Por Magdalena González Almada
IN FOLIO
Memorias que germinan 277
Por Agustina Merro
Continuidad y líneas de fuga en la literatura
boliviana contemporánea 281
Por Alexander Torres
La Rueda Mágica: ser y hacer una escuela de
la crítica 287
Por Dámaso Rabanal Gatica
Expresiones de lo fronterizo en
producciones culturales recientes
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reconfiguraciones de las subjetividades e identidades culturales que
albergan tanto las nociones de frontera como de desplazamiento.
En esta línea, la primera parte del volumen, “Representaciones na-
rrativas y dramáticas de la frontera mexicana” se abre con los apor-
tes de Edith Mora y Hugo Salcedo. En las narraciones estudiadas por
Mora, el espacio de “la casa” es abordado con el objetivo de dotar de
significación a la experiencia tan vivencial como dialógica que, de un
lado y otro de la frontera, permea en la configuración simbólica del
espacio evocado por parte de quienes habitan regiones fronterizas.
Desde la dramaturgia, Salcedo revisita narraciones dramáticas re-
cientes en estrecho vínculo con aquellas inscritas en el denominado
“Teatro del Norte”, consolidado hacia los noventa de la centuria pa-
sada. El artículo tiene como fin condensar, en el espacio de la fronte-
ra, la violencia que vertebra la experiencia migratoria, junto al flujo
emocional que trae consigo.
El segundo de los apartados, “Expresiones indígenas. Cine y poesía”
acoge los trabajos de Lina Maritza Muñoz Márquez y Nicolas Beau-
clair. Ambos artículos, desde diferentes registros discursivos, habi-
litan acercamientos a expresiones culturales indígenas de distintos
puntos del continente. Así, Muñoz se detiene en las mediaciones a
través de las cuales la comunidad nasa-páez del Cauca colombiano
coadyuvan a consolidar narrativas fílmicas contrahegemónicas que
registran la conexión entre instancias de la movilidad física y simbó-
lica del pensamiento en espiral, propio de la cosmovisión nasa, y los
conflictivos procesos de desplazamiento forzado y desposesión de
las tierras comunitarias, sufridos en la región. Por su parte, Beau-
clair se centra en la escritura poética de Ariruma Kowii y Humbert
Ak’abal. Los textos son leídos como un entramado en el que la tradi-
ción oral, el registro de diferentes lenguas y la cosmovisión amerin-
dia dan lugar a una “ontología poética”. Las marcas de heterogenei-
dad, braconaje y pluralidad semiótica, elementos configurantes de
esta poética que les es propia, arraigan en la lectura propuesta por el
pensamiento crítico de decolonialidad del saber.
El tercer apartado, “Miradas al Perú desde el exilio voluntario y la
narrativa reciente”, alberga los estudios de Andrea Milena Guardia
Hernández y Marcela Magdalena Kabusch. En sus trabajos, las na-
rrativas estudiadas nos presentan actuales vertientes de la historio-
grafía literaria y cultural peruanas. El primero de los textos es un
recorrido por la obra de Jorge Eduardo Eielson. La vivencia del viaje
y migración a Europa se presentan en el artículo de Guardia como
aspectos vitales, si bien desde una mirada tangencial, en la obra del
poeta y artista plástico al momento de ahondar en el vínculo entre
infancia, patria y memoria, desde el exilio voluntario. Este artículo
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contrasta con la vivencia del “desborde” demográfico popular al mo-
mento de abordar la narrativa más reciente. En este marco, Kabusch
apela a una variedad de propuestas escriturarias para resignificar el
habla y la propia práctica de la escritura, habilitando una memoria
presente anidada en el pasado reciente. Una nueva “poética” emer-
ge así, cediendo paso y abriendo nuevos espacios significantes para
leer la narrativa contemporánea peruana.
Las condiciones y los marcos contextuales del hablar, en un sentido
amplio, ocupan el centro del cuarto apartado, “Fronteras bilingües”.
El artículo de Víctor Fernández-Mallat esboza autorretratos lingüís-
tico-culturales de jóvenes hablantes bilingües en Suiza, para trazar
las estrategias lingüísticas y habilidades biculturales utilizadas tanto
en la segunda como en la primera generación de migrantes. Se trata
de un repertorio en el que los elementos identitarios y lingüísticos
no solo se redefinen y posicionan políticamente, en función del ám-
bito contextual, sino que les permite una progresiva integración a la
sociedad de acogida.
“México: versiones de la violencia” es el quinto apartado, donde con-
fluyen los aportes de Alfonso Valencia, Luis Enrique Escamilla Frías,
Mónica Torres Torija González y Ainhoa Vásquez Mejías. La multipli-
cidad de facetas de acercamiento a la problemática de la violencia
en México se ve nutrida por la destacada selección de narradores
estudiados quienes nos invitan a, parafraseando a Cristina Rivera
Garza, “dolernos y con/dolernos” por el presente, desde apuestas es-
criturarias que renuevan su lectura, apostando por una aguda crítica
del presente político del país. Si Valencia contrasta las propuestas de
Yuri Herrera y Emiliano Monge con el fin de responder a la tendencia
de la crítica que recibe la llamada literatura de la violencia durante
el auge mediático del narcotráfico, Escamilla Frías se detiene en la
trilogía fronteriza de Yuri Herrera para retomar, desde una mirada
oblicua, de qué modo la narrativa herreriana pone en cuestión los
discursos sobre el narcotráfico, la migración, la violencia y el miedo
social presentes tanto en el país como en el resto de Latinoaméri-
ca. En estrecha relación con lo anterior es estudiada la trilogía del
desencanto de Alejandro Páez Varela. En su artículo, Torres Torija
traza una cartografía narrativa que transparenta los fenómenos so-
ciales propios de la frontera norte; así, Ciudad Juárez se transforma
en el espacio sórdido de confluencia donde el binomio violencia e
inseguridad establece una lazo metonímico con el presente político
nacional. En este marco, la trilogía repiensa los significados geopo-
líticos del norte para desbordar la anquilosada identificación entre
los imaginarios del narco, las movilidades migratorias, el feminicidio
y la precariedad de las comunidades, apuntando a estrategias escri-
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turales para resignificar la denominada “narrativa del dolor” de Páez
Varela. La sección se cierra con un artículo que lee críticamente el
binarismo entre “buenos y malos, héroes y villanos”, estereotipos
propagados mediáticamente desde el inicio de la Guerra contra el
narco, durante el sexenio de Felipe Calderón. El artículo de Vásquez
Mejías se centra en la saga protagonizada por el Zurdo Mendieta,
del escritor sinaloense Élmer Mendoza, con el propósito de poner
al descubierto los intersticios morales al momento de deconstruir
falsas fronteras éticas. La lectura presenta las contingencias en las
que los sujetos sobreviven, más allá de las etiquetas moldeadas por
la la lógica capitalista y la industria cultural.
El sexto apartado, “Entre intimidad y extimidad: puesta en abismo
de las memorias del Cono Sur” se centra en nuevas narratividades
acerca de la memoria del pasado dictatorial. López Badano y Mi-
ralles Ovando focalizan su atención en la configuración de las figu-
ras femeninas, víctimas de la represión, desde la mirada subjetiva
y contradictoria de personajes externos, destinados a articular las
circunstancias, lo cual trae consigo un desplazamiento respecto de
la construcción del sujeto de la narrativa tradicional. Así, las mar-
cas de introspección se desplazan hacia los márgenes, dejando lugar
a un testimonio desencantado, al desdibujar el registro biográfico,
trazando una red en la que estas figuras femeninas presentifican su
propio encierro.
En la sección destinada a creación literaria, Visitas al Patio presenta
el poema Peticiones varias de Sara Uribe (Querérato, México), quien
ha sido galardonada con los Premios Nacionales de Poesía, convoca-
dos por la Bienal de Literatura de Yucatán y de Tijuana. Sus textos
Antígona González y Magnitud/e, este último en coautoría con Mar-
co Antonio Huerta, han sido traducidos al inglés por Pluecker. Be-
caria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (México, 2006),
actualmente cursa la maestría en Letras Modernas de la Universidad
Iberoamericana de la ciudad de México. Su trabajo ha aparecido en
publicaciones periódicas y antologías de México, Perú, España, Rei-
no Unido y Estados Unidos. El poema es comentado en “La vida insa-
ciada. A propósito de un poema inédito de Sara Uribe”, por el escritor
Alfonso Valencia, quien establece un contrapunto entre la posibili-
dad/imposibilidad de escribir poesía en un país que desangra por
la guerra interna y Peticiones varias, en tanto poema “antipoético”
donde se pone en tensión la fragmentación de un discurso agotado
por sí mismo y la voracidad del mercado editorial que desconoce el
tiempo del poema y la necesidad del poeta, haciendo que los autores
se traicionen a sí mismos.
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En la sección de entrevistas, la investigadora Magdalena González
Almada dialoga con escritor Maximiliano Barrientos (Santa Cruz de
la Sierra, Bolivia), haciendo un recorrido por su obra, desde su pri-
mer volumen de cuentos Los daños (2006), su novela Hoteles (2007),
traducida al portugués en la colección Otra Lingua, hasta sus últimas
novelas, La desaparición del paisaje (2015) y En el cuerpo una voz
(2017) que han recibido una gran atención por parte de los medios
especializados y por editoriales fuera de Bolivia.
Para este número 12 de Visitas al Patio nos hemos propuesto pre-
sentar autores provenientes de distintos puntos del continente, a
fin de reflexionar sobre escritos que se presentan como poéticas del
desplazamiento hacia zonas liminales y fronteras simbólicas de una
escritura obstinada en el ejercicio de revisitar textos, para articular
una lectura presente atravesada por la violencia actual. Textos que
reflexionan acerca de las relaciones de la escritura actual y de la ex-
periencia lingüística de los migrantes con los conflictivos contextos
en que se produce. Con esta contribución esperamos que Visitas al
Patio siga fortaleciendo lazos académicos y difundiendo investiga-
ciones sobre las distintas prácticas del lenguaje entre su comunidad
de lectores.
Tatiana Navallo1
(Editora invitada)
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Resumen Abstract
* Two opposite sides and a border experience: deixis of the cross in the stories
of Rosario Sanmiguel and Sandra Cisneros
1 Doctora en Literatura y Comunicación del Programa de Estudios Culturales, por la
Universidad de Sevilla. Investigadora de la Universidad de Sevilla. Correo electróni-
co: emoraordonez@gmail.com
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3 Para este trabajo se lee La casa en Mango Street, traducida al español por Elena
Poniatowska y Juan Antonio Ascencio, en la segunda edición (2009) de Vintage Es-
pañol, Random House, Inc.
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teado por Mircea Eliade (1999): un lugar fijo donde el hombre crea
y funda el mundo, el “Universo privado” desde el cual se orienta en
la “homogeneidad caótica” (121-123). Esperanza añoraba el día en
que se mudaran a “una casa de verdad, que fuera nuestra para siem-
pre, de la que no tuviéramos que salir cada año, […] es la que mamá
soñaba en los cuentos que nos contaba antes de dormir” (Cisneros,
2009: 4). La primera, la casa natal, escribió Gastón Bachelard (2012),
más que un cuerpo de vivienda, es un cuerpo de sueño (46), de “imá-
genes que dan al hombre razones o ilusiones de estabilidad” (48).
Esperanza es consciente de este desarraigo y entiende la necesidad
de buscarse una casa propia en la que pueda poner los cimientos de
una persona que ya dibuja cómo ha de ser.
La casa en Mango Street es la primera vivienda que pertenece a la
familia, por lo tanto, podría ser apreciada como el lugar fijo, o lugar
de partida, pero Esperanza no se apropia de ella, se desconoce en su
interior: “No, ésta no es mi casa, digo yo y sacudo mi cabeza como si
con sacudirla pudiera borrar el año que he vivido allí. Yo no soy de
aquí. No quiero nunca querer ser de aquí” (Cisneros, 2009: 108). El
personaje manifiesta su distancia afectiva con el espacio. Se niega a
habitarlo como ha hecho en las ocasiones anteriores. El movimien-
to que hace con la cabeza constituye un componente deíctico por el
que, en vez de señalar, difumina la casa real; ésta, a pesar de estar
materialmente localizada, no hace parte de su mundo. La experien-
cia se repite cuando Esperanza observa la casa desde afuera, con ex-
trañamiento. Una monja a la que encuentra en la calle, le pregunta
dónde vive y ella responde:
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5 Explicado por Gloria Anzaldúa (2016), Aztlán es el lugar donde habitaron los pri-
meros aztecas, situado en el suroeste de Estados Unidos, en el año 1168. Posterior-
mente emigraron hacia el sur para instalarse en lo que hoy es México. Algunos des-
cendientes se llaman a sí mismos Chicanos y consideran que este territorio, Aztlán,
es su patria (39-43).
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Conclusiones
La configuración de los discursos en los textos de las literaturas
chicana en Estados Unidos y fronteriza en México, varía de acuer-
do con los códigos culturales y las experiencias de los personajes en
cada lado de la frontera. Sin embargo, a partir de la interpretación
de enunciaciones deícticas y claves de significación en los relatos de
Cisneros y Sanmiguel, se comprueba la representación de prácticas
comunes y universos simbólicos paralelos. Los personajes femeni-
nos de ambos lados de la frontera comparten escenarios donde se
manifiesta la ausencia de vínculos con la casa representada como
lugar de origen y, así mismo, coinciden en la búsqueda de un espacio
imaginado y deseado, localizado en otro lado de la frontera. Los es-
pacios de idealización asociados a la casa invierten su significado de
una literatura a otra y se miran de manera especular. Es decir, la casa
contradice su simbolismo, arquetipo de seguridad, estado del alma
o nido, pues representa un lugar de opresión para los personajes,
tanto chicanos como mexicanos fronterizos. Paradójicamente, estos
sujetos miran hacia el otro lado, un “allá” lejano y figurado, donde su-
ponen o recuerdan la existencia del hogar: las raíces de Aztlán para
la narradora desde el punto de vista chicano, o bien, la ciudad mo-
derna donde se asienta el sueño americano, desde la perspectiva de
la narradora mexicana.
La enunciación del espacio de los personajes, situados en un punto
cero, o de cruce, en las dos literaturas, plantea una misma tensión re-
lacionada con mundos fragmentados e identidades indefinidas, que
deriva en un deseo de “volver” hacia el otro lado, imaginario, para
construir la casa soñada. Las miradas se intersectan en algún lugar
de este plano simbólico para establecer, a partir de allí, esa visión
bifronteriza atenta al universo del otro, implicando, como propone
Walter Mignolo (2003), la clave del pensamiento fronterizo, que con-
siste en “pensar desde conceptos dicotómicos en vez de ordenar el
mundo en dicotomías” (150).
En efecto, los personajes no llegan a establecerse y a definirse en
un punto específico, sino que se quedan en el camino o fracasan en
sus intentos de cruce. No encuentran el otro lugar y la casa anhela-
da para fundar la identidad se desvanece, pero la imaginación de un
destino les permite iniciarse en el trayecto y éste es, finalmente, su
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Bibliografía
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y América (pp. 53-72). Sevilla: Alfar ediciones.
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Precariedad y violencia.
Representación(es) de la inmigración
en el teatro de México*
Resumen Abstract
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timado políticamente por los Esta- tions. In the Decade of the nineties
dos centrales y sus instituciones. of the last century, these conditions
En la década de los años noventa were conducive to the emergence
del siglo pasado, estas condiciones of the so-called «Teatro del Norte»
fueron propicias para el surgimien- as a possibility for collective or-
to del denominado «Teatro del Nor- ganization or independent artists
te» como una posibilidad de orga- that resulted in texts and important
nización de colectivos o creadores assemblies. This quality of organi-
independientes que dieron lugar zation of the Theatre Guild has con-
a textos y montajes importantes. tinued already input the new cen-
Esta cualidad de organización del tury featuring works of excellent
gremio teatral se ha continuado ya invoice. The intention of this article
entrada la nueva centuria ofrecien- is to consider some dramatic texts,
do trabajos de excelente factura. La which left the mark of an important
intención del presente artículo es regional or border with previously
poner a consideración algunos de announced features theatre.
los textos dramáticos que dejaron
la huella de un importante teatro
regional o fronterizo con las carac-
terísticas antes anunciadas.
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José, Jesús, Lupe o Lola, por ejemplo, en contraposición con una am-
plia carpeta de personajes de ambientación que tienen cabida en la
zona fronteriza del lado mexicano: niños que piden limosna, turistas
norteamericanos, meseras, desempleados, enganchadores, contra-
tistas; y de otras entidades que aparecen en el lado estadouniden-
se: trabajadores agrícolas indocumentados, predicadores, granjeros
texanos, agentes de migración, y hasta miembros de cierta secta re-
ligiosa. Con unos y otros se pretende configurar el paisaje cotidiano
fronterizo que sin embargo cae aquí en el dibujo un tanto esquemá-
tico, al presentar generalidades del carácter y de las características
de los personajes que retrata.
Aparecen otros elementos de contraposición como el desarrollo del
primer acto “En este lado: México”, y el segundo en “El otro lado”,
o sea los Estados Unidos. En la primera de las partes (que se desa-
rrolla en las diversas poblaciones de origen de los migrantes y en
Ciudad Juárez), se exhiben las condiciones nacionales de expulsión
de la fuerza de mano de obra, y la atracción por el ingreso a la eco-
nomía vecina en donde el imaginario económico hace crecer las ex-
pectativas del candidato inmigrante. La segunda parte tiene lugar en
territorio estadounidense: en los campos de cultivo, en las barracas
donde pernoctan los trabajadores y en alguna cantina donde des-
ahogan sus penas. La obra concluye con la persecución y tortura de
los mexicanos en manos de un grupo de encapuchados.
El autor hace referencia así a varios sucesos como el registrado en
1977, poco tiempo antes de que la obra fuera conocida, cuando los
miembros de una secta, en nombre de la fortaleza, la pureza y la su-
premacía de la raza blanca, efectuaron atentados, atracos y quemas
de viviendas. Se representan también a los indocumentados que fue-
ron torturados ese mismo año, por el granjero George Hannigan y
sus dos hijos, en el estado de Arizona.
Una férrea alambrada se impone en la escena. Hacia el final de la
obra decenas de trabajadores sin documentos permanecen agru-
pados debajo de un puente mientras escuchan las noticias de ese
momento histórico en las que se anuncia la reducción considerable
en la expedición del número de visas anuales para los mexicanos. El
noticiero informa de las propuestas del entonces presidente Jimmy
Carter (1977–1981) quien restringe la entrada de los trabajadores
inmigrantes. Con esta disposición gubernamental va a incrementar-
se la fuerza policíaca fronteriza caracterizada por un alto nivel de
agresividad, implementando también una política fiscal que derivará
en una mayor sangría a los ingresos de los indocumentados.
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>: Dímelo.
Este juego muestra el imaginario que los dos pequeños han cons-
truido en torno a una mítica ciudad feliz y abundante. Sin embargo,
al cierre de la obra, las vocecitas van perdiendo intensidad hasta que
concluye la escena en la oscuridad y el silencio absolutos.
El texto se expresa mediante la modernidad de la forma; es decir, a
través de la experimentación del recurso literario que en este caso
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Conclusiones
El abrevadero temático que presenta la producción dramática de
la zona septentrional da cuenta de los distintos rostros de la inmi-
gración hacia los Estados Unidos; sin embargo, esta enunciación ha
permitido también a autores residentes en otros puntos de México,
interesarse en la escritura de textos dramáticos con esta temática.
En conjunto los dramaturgos van a referirse a las motivaciones de
los personajes, sus circunstancias o peripecias de viaje, a partir de
imaginarios individuales o colectivos como la bonanza económica en
el país norteño que va a propiciarles un mejor porvenir a ellos y sus
familias, pero el peligro y la frustración opacarán su esfuerzo.
Desde el terreno de la ficción los autores divisan las profundidades
y contornos de este fenómeno histórico, actualizando las noveda-
des del tránsito forzoso y siempre violento no como una particula-
ridad perpetua entre ambas naciones, sino con alcances globales
en tanto la inmigración le resulta inherente a la humanidad en su
conjunto. La frontera entre las dos economías se presenta como la
barrera a traspasar, a fin de alcanzar mejores condiciones de vida
que los propios ciudadanos migrantes en sus países de nacimiento
no alcanzan.
Sin embargo, para los autores dramáticos que persiguen denunciar
estas modalidades se enfrentan a la hidra de múltiples cabezas, en
sentido tal que lo novedoso está en la forma de narrar los aconte-
cimientos y sus circunstancias, porque como menciona Manuel Ta-
lavera (2013), “los temas de la frontera no se agotan mientras haya
formas distintas de abordarlos” (16) y mientras, claro está, persistan
las condiciones de pobreza ahora imperantes.
Aún con la agenda del gobierno estadounidense en contra, vale
mencionar al cierre de este trabajo el continuo afán de los autores
dramáticos que construyen sus textos considerando la ambición
de cruzar fronteras. En este proceso escritural y escénico, de con-
tinuo aparecen también tratamientos de corte histórico, imaginario
o mítico, sin abandonar el sentido de precariedad y los rostros de la
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Bibliografía
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(2005) explica que “nasa” es el término usado en la lengua nasa yuwe, y “páez” es
una versión hispanizada de la época de la conquista (281). En adelante, utilizaré
solamente el término nasa para referirme a esta comunidad.
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4 Néstor García Canclini (2001) en su libro Culturas híbridas: estrategias para entrar
y salir de la modernidad, habla de la hibridación como “un proceso de intersección y
transacciones que hace que la multiculturalidad evite lo que tiene de segregación y
pueda convertirse en interculturalidad” (20). En su connotación de hibridez, en lu-
gar de proponer una sociedad homogenizada, analiza las “múltiples” hibridaciones
que se dan en los continuos contactos culturales.
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6 De acuerdo al Human Rights Annual Report 2008, Aida Quilcué es reconocida na-
cional e internacionalmente por denunciar la violación de los derechos humanos en
las comunidades, incluyendo los asesinatos por parte del gobierno (House of Com-
mons: Foreign Affairs Committee, 2009: 78).
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7 Los otros dos documentales son Pa’ poder que nos den tierra y Somos alzados en
bastones de mando. El primero trata sobre la recuperación de la hacienda El Japio, en
Caloto, y el segundo, sobre los reclamos por el incumplimiento de viejos acuerdos
durante la Cumbre Nacional Itinerante (Mora, 2012: 47).
8 “Minga”, en quechua “Minka”, es una tradición de diversas comunidades indígenas
latinoamericanas en la que se trabaja colectivamente con el fin de lograr un bien
común.
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9 Álvaro Uribe Vélez fue presidente de Colombia durante los períodos 2002-2006
y 2006-2010. Actualmente es senador de la república colombiana por el partido
Centro Democrático fundado y dirigido por él.
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se violaron los derechos humanos de la población civil mediante eventos como los
desplazamientos forzados y los falsos positivos (jóvenes de los sectores pobres del
país que asesinados por las fuerzas militares para hacerlos pasar por guerrilleros
muertos en combate), siendo las comunidades populares, la sociedad civil organi-
zada, los opositores, entre otros “los sectores sociales […] más vulnerados en sus
libertades fundamentales” (Coordinación Nacional Plataforma, 2003:14).
12 La ley 1150 de 2007 establece la forma de contratación con recursos públicos a
personas jurídicas o naturales, del sector privado o público.
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Conclusión
El análisis de estos documentales ha permitido ampliar la compren-
sión del significado que el video ha adquirido en las comunidades
indígenas colombianas, particularmente la nasa, para, siguiendo el
pensamiento en espiral, realizar diversos desplazamientos en el ti-
empo y en el espacio. Para recuperar la memoria histórica sobre el
líder indígena nasa Manuel Quintín, los videastas indígenas utilizan
diferentes técnicas fílmicas y sus concepciones espirituales para
manifestar que la presencia del espíritu revolucionario del indígena
aún habita en su comunidad. La alternancia entre ficción, realidad y
su cosmovisión espiritual crean una dinámica en el documental que
transgrede los discursos hegemónicos que han afectado a esta co-
munidad. Esto mismo se observa en País de los pueblos sin dueño, en
el que la cámara se convierte en una de las principales armas y her-
ramientas para formar la minga nacional en contra de las políticas
neoliberales. Ambos movimientos, en el tiempo y en el espacio, están
cargados de significados y puntos de fuga que les permiten a estas
comunidades transitar por los espacios estriados de la ciudad para
luchar por sus derechos.
Esta movilidad indígena ha contribuido a la creación de espacios li-
sos en los que convergieron diferentes grupos marginados por políti-
cas estales diseñadas al servicio de los terratenientes de comienzos
del siglo XX y de las multinacionales del siglo XXI. El video documen-
tal se ha convertido en uno de los puntos de fuga mediante el cual
los indígenas han registrado y simbolizado sus luchas y logros en la
recuperación de su autonomía, tanto para autorepresentarse en el
imaginario de su comunidad y de la sociedad en general, como para
ejercer una agencia colectiva que les permita abrir la posibilidad de
una transformación social, en la que se tengan en cuenta sus puntos
de vista sobre la manera en cómo se administra la justicia y cómo
se protegen los recursos naturales del país. La movilidad adquiere
nuevos matices y significados en los contextos de los pueblos indí-
genas que, en lugar de ser comunidades estáticas, están en continuo
cambio, revitalizando sus valores tradicionales con los elementos
tecnológicos que ofrece la modernidad occidental, como lo es el cine
que, en la comunidad nasa particularmente, contribuye al fortalec-
imiento de la minga y del Tejido de comunicación.
Bibliografía
Angarita Cañas, P.E. (2011). Seguridad democrática. Lo invisible de
un régimen político y económico. Bogotá: Siglo del Hombre
Editores.
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Lina Maritza Muñoz Márquez
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Nicolas Beauclair 1
Université de Montréal (Canadá)
Resumen Abstract
Este artículo aborda la poesía ame- This article deals with contempo-
rindia contemporánea a partir de rary Amerindian poetry from La-
las teorías decoloniales latinoame- tin American decolonial theories
ricanas y examina poemas de dos and examines poems by two in-
poetas indígenas: Ariruma Kowii digenous poets: Ariruma Kowii
(Ecuador) y Humbert Ak’abal (Gua- and Humberto Ak’abal. First, the
temala). Primero, se explora el indigenous literary phenomenon
fenómeno literario indígena con los is examined with the concepts of
conceptos de heterogeneidad (An- heterogeneity (Antonio Cornejo
tonio Cornejo Polar), colonialidad Polar), coloniality (Aníbal Quija-
(Anibal Quijano y Walter Mignolo) no and Walter Mignolo) and poa-
y “braconaje” (Simon Harel). Luego, ching (Simon Harel). Then, the au-
se problematiza la poesía de los dos thor problematizes the poetry of
autores a partir del uso de las len- the two authors from their use of
guas amerindias junto con el cas- Amerindian languages with Spani-
tellano y del estatuto del texto que sh and the statute of the text that
puede interpretarse en su plurali- can be interpreted in its semiotic
dad semiótica a partir del concepto plurality from the concept of se-
de semiosis (Walter Mignolo). Fi- miosis (Mignolo). Finally, it shows
nalmente, se muestra cómo los dos how the two authors demonstrate
autores demuestran una ontología their own poetic ontology rooted
poética propia enraizada en la tra- in oral tradition and the world-
dición oral y la cosmovisión de su view of their people. This journey
pueblo. Ese recorrido a través de la through the poetry of the two au-
poesía de los dos autores demues- thors shows that contemporary in-
tra que la poesía indígena contem- digenous poetry is inscribed in the
poránea se inscribe en la decolonia- decoloniality of knowledge.
lidad del saber.
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Introducción
No cabe duda que las últimas décadas han visto crecer la visibilidad
de los movimientos indígenas en todas las partes de América. Las
problemáticas ético-políticas relacionadas al territorio, la partici-
pación en las instituciones democráticas y la elaboración de siste-
mas educativos propios, o por lo menos interculturales, son el pan
cotidiano de muchos de los miembros de las comunidades indíge-
nas. De manera paralela, y transversal, más y más miembros de esas
comunidades toman la palabra a través del arte y la literatura y se
comprometen ético-políticamente con su arte. El presente artículo
busca contribuir al estudio de la poesía indígena contemporánea con
la ayuda de propuestas de investigadores hispanoamericanos como
Antonio Cornejo Polar y Walter Mignolo e investigadores norteameri-
canos indígenas (Daniel Heath Justice, Guy Sioui-Durand y Jeannette
Armstrong) y no indígenas (Simon Harel). Se expondrán elementos
teóricos a lo largo del artículo al examinar la dinámica discursiva que
concierne a la literatura indígena en general y poemas de dos poe-
tas indígenas contemporáneos provenientes de Ecuador (Ariruma
Kowii, Kichwa2 de Otavalo) y Guatemala (Humberto Ak’abak, Maya
K’iche’) intentando demostrar que la poesía indígena puede ofrecer
una reflexión profunda en cuanto a la (de)colonización tanto como
nos da a conocer una poética diferenciada enraizada en la tradición
oral y la cosmovisión de sus pueblos.
2 Respetamos la grafía que el mismo poeta propone en la entrevista que hizo con
Roberto Viereck Salinas (2012)
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8 Viereck Salinas explicita: “visualizar el rol del lector como el de un traductor im-
plícito que, en el marco de la comunicación intercultural, se ve obligado a superar
verdaderos desafíos traductológicos para poder penetrar en la profundidad semán-
tica de los textos” (2007: 2).
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La palabra es vida
vida es libertad, paz,
armonía, reciprocidad
De ella
“depende la forma, el fondo”
de cada día y cada noche
por eso
ella es indispensable
debe estar presente
junto a cada segundo
a cada minuto
caso contrario
el tiempo
actuaría a su gusto
y nos sometería a él
decían nuestros Yayas.
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La palabra es vida
vida es libertad, es paz,
armonía, reciprocidad;
el canto es igual que la palabra,
la palabra es la estrella,
la centinela de la libertad
y en tiempos de libertad
el canto de la primavera
debe ser tierno;
en invierno
el canto debe ser ardiente;
el canto debe fermentar las danzas
debe llenarse de fortaleza
de la energía de jawa, uku y kaipacha
debe ser principio o infinito
para evitar que el círculo
el semicírculo
se rompa, se divida
para que el ayllu no se individualice (14).
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Estos son sólo unos ejemplos de lo que Kowii transmite en sus poe-
mas sobre la cosmovisión kichwa y, evidentemente, hay poemas que
no abordan estos conocimientos culturales particulares. Sin embar-
go, este poeta nos parece destacarse por su compromiso político, es
un líder indígena en Ecuador, a través de su poesía. De este modo, el
“braconaje” no sólo se manifiesta en su poesía por la visibilización
de la cultura y los modos de pensar kichwa, sino igualmente por la
puesta en escena del conflicto, de la lucha por el reconocimiento y la
decolonialidad. Según Roberto Viereck Salinas, el hecho de que esté
presente esa dimensión en la poesía indígena es también la muestra
de una tensión entre oralidad y escritura, ya que la tradición oral
tiene una función agonística:
Xalolilo, xalolilo.
lelele’ lelele’ lelele’ lelele’
lelele’ lelele’ lelele’ lelele’.
Xalolilo, Xalolilo
lelele’ lelele’ lelele’ lelele’
lelele’ lelele’ lelele’ lelele’.
Xaaa. (17)
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Caminemos,
entremos,
es el templo natural del maíz.
Matas de milpa,
risas de mazorca.
Recojamos en matates,
llenemos redes,
el mulco se recoge en morrales.
Sanates juegan,
Chocoyos parlan,
tan negros y tan verdes.
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La voz
La vida de las montañas está
en la voz de sus pájaros.
La voz de los pueblos
son sus cantores: un
pueblo mudo
es un pueblo muerto (192).
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Conclusión
En conclusión, lo que hemos expuesto en este artículo quería su-
brayar el hecho de que los pueblos indígenas de las Américas no
sólo se comprometen en una lucha por la descolonización desde los
sectores socio-políticos, sino también artístico-literarios. Frente a la
colonialidad, los autores indígenas utilizan diferentes estrategias de
intervención dentro del discurso literario y la noción de “bracona-
je”, que subraya el hecho de visibilizar su propia cultura dentro del
terreno discursivo del otro, nos parece interesante para conceptuali-
zar ciertos tipos de intervenciones. La heterogeneidad de los sujetos
les permite justamente recurrir a tradiciones, imaginarios diferentes
para producir un discurso original que logra poner de relieve len-
guas otras y pensamientos otros. Estos últimos, expresados dentro
de la literatura, nos ponen frente a discursos atravesados por ten-
siones evidentes entre escritura y oralidad, pero también por univer-
sos sensibles diferentes. Las maneras diferentes de relacionarse con
mundo y sus diversos seres, humanos y no humanos, mediatizada
por el lenguaje y la lengua, es lo que hemos denominado “ontología
poética”, poniendo de relieve que se encuentra hasta en las estructu-
ras profundas de los poemas, en la sustancialidad de la palabra. Así,
esas intervenciones no sólo nos ponen ante escritos diferentes, sino
que vienen a desafiar al lector occidental y a desafiar la hegemonía
discursiva impuesta por la colonialidad. En este sentido, la poesía
indígena contemporánea se inscribe en una decolonialidad del sa-
ber y participa en la construcción de nuevos horizontes discursivos,
despojados de las estructuras coloniales que mediatizan nuestros
conocimientos sobre el mundo.
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Nicolas Beauclair
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Expresiones intermediales de
la memoria en la obra de Jorge
Eduardo Eielson*
Resumen Abstract
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1. Introducción
Jorge Eduardo Eielson nace en Lima el 13 de abril de 1924. Su padre,
de ascendencia noruega (Eielson, 2002 [1988]), estuvo ausente de
su vida, por lo que Eielson creció con su madre y sus abuelos en la ca-
pital peruana. En la secundaria, fue alumno del también escritor José
María Arguedas, quien lo introdujo al conocimiento de las culturas
indígenas peruanas. Desde muy joven Eielson participó activamen-
te de la vida cultural limeña. En 1944 publica su primer poemario,
Reinos, por el que recibe el Premio Nacional de poesía; pocos años
después, gana el Premio Nacional de Teatro por su obra Maquillaje.
En 1946 se reúne con sus coetáneos Sebastián Salazar Bondy [1924-
1965] y Javier Sologuren [1921-2004], acompañados por el artista
plástico Fernando de Szyszlo [1925-2017], para editar y publicar
La poesía contemporánea del Perú. Este volumen estaba dedicado a
poetas que no tenían un lugar central en el panorama de la literatura
nacional y cuya recopilación pretendía fijar su relevancia en la tradi-
ción literaria de la época. Luego, entre 1947 y 1950, Eielson colabora
en la revista Las moradas, editada por el poeta Emilio Westphalen
[1911-2001], donde también hacían presencia Salazar Bondy y So-
loguren. Por sus actividades en diferentes géneros y disciplinas, con
poco más de 20 años, el joven Eielson vislumbraba un rol principal
en el escenario intelectual y artístico de su país. Sin embargo, con el
apoyo de una beca de estudios del gobierno francés en 1948, Eielson
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2. La infancia
Una de las maneras en que el Perú hace presencia en la obra eielso-
niana es a través del tema de la infancia que se vincula de manera
explícita o implícita con el origen. El artista se refirió en varias entre-
vistas al vínculo que establece entre el Perú y sus años de infancia y
juventud; habla, por ejemplo, de su vida familiar con su abuela (Eiel-
son, 2001: 52), de su vida escolar (Eielson, 2002 [1988]: 46) o de su
relación con su maestro Arguedas (Eielson, 1990: 32). Debido a que
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4 Cabe mencionar que durante estos años la leche sigue presente en la obra de Eiel-
son, ahora como objeto en sus instalaciones; por ejemplo, el Poema escultórico III
[1979] o el Poema escultórico 8 [1980] muestran una silla con una botella de leche
encima.
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3. El vestigio
Una segunda manifestación de la relación anacrónica con el Perú
que se teje en la obra de Eielson puede rastrearse en las imágenes
y objetos pertenecientes al pasado remoto de las culturas prein-
caicas. Como se señaló líneas atrás, Eielson descubrió la riqueza
de los imaginarios indígenas a través de su maestro Arguedas, un
escritor que hace de la pluralidad cultural latinoamericana y, es-
pecialmente peruana, un motivo central en sus obras. Esta misma
comprensión plural de la identidad mestiza la apropia Eielson y, en
su caso, además de sus raíces españolas e indígenas, se suman los
orígenes nórdicos de su familia y los aprendizajes mediterráneos
en su vida adulta.
Ahora bien, contrario al tema de la infancia que puede rastrearse
desde la obra de juventud, que es principalmente lírica, los temas
precolombinos aparecen con predominancia a finales de los años
‘60 cuando su producción deja progresivamente sus formas escri-
tas. No obstante, puede ubicarse un primer objeto presentado por
el autor en una exposición de Fernando de Szyzlo en 1948, bajo el
título La puerta de la noche, como un homenaje a la Puerta del sol en
Tihuanaco (Eielson, 2010 [1988]: 307), actual Bolivia. Luego, en la
novela El cuerpo de Gulia-no (1955-57), el protagonista, que tiene
algunas resonancias autobiográficas, rememora su infancia en el
Perú y recuerda sus experiencias familiares en la finca de su tío,
al mismo tiempo que asume su vida de artista marginal en París.
Reflexionando sobre su propio hacer poético, el personaje describe
su propio lenguaje como “falto de luz” y el lenguaje verbal corriente
como “excrementos de la lengua” (Eielson, 1971: 435), mientras
opone a este lenguaje aquel de “los antiguos peruanos, que nada
sabían de letras” (Eielson, 1971: 435). En este punto, la voz narra-
tiva hace referencia a las cuerdas anudadas o quipus que los gru-
pos precolombinos peruanos utilizaron como sistema contable y,
probablemente, como forma de escritura (Salomon, 2006). En este
fragmento de la novela, los quipus se oponen al opaco lenguaje ver-
bal y se destaca en ellos su fluidez en conexión con la lengua oral,
de manera que se trataría de un sistema dinámico que no pretende
fijar verdades, sino que las “crea, transfigura y descubre” (Eielson,
1971: 435).
Este primer acercamiento a los quipus, desde la obra escrita, es se-
guido de una exploración visual y tridimensional del nudo en su
obra plástica, primero, con telas anudadas en bastidores bajo el
título de Quipus, una seria iniciada a mediados de los años ‘60, y
luego con nudos escultóricos ubicados en solitario, como los Nodo
de los años ‘70, o como complemento de otras instalaciones, como
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Esta reflexión sobre los nudos, que iniciaría en los años ‘60, coincide
en la obra eielsoniana con la búsqueda de otros códigos de expresión
y con la exploración de la escritura como objeto, acercándose a la
condición impresa y sonora del lenguaje verbal. Luego de la poesía
de los años ‘40, influenciada por una estética romántica y simbolista,
y de la poesía de los años ‘50 que evidencia una crisis frente a esta
comprensión autónoma y estetizante del lenguaje poético, la obra
de los años ‘60 de Eielson se abre hacia la poesía visual y termina-
rá en el silenciamiento de lo verbal para privilegiar la obra plástica
durante los años ‘70 y ‘80. En esta época, los nudos se convierten
en objeto de trabajo y de reflexión y hacen parte de la búsqueda ar-
tística frente a los límites del propio lenguaje, al mismo tiempo que
potencian una exploración de la propia identidad. Durante los años
‘80, Eielson se dedica al estudio de algunos objetos precolombinos,
en su mayoría de origen preincaico, a los que dedica cuatro ensayos:
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4. El paisaje
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Esta voz que habla, casi transparentada con el autor, lanza una mira-
da retrospectiva a su propio hacer creativo. Es pertinente recordar
que Eielson empezó la novela en 1957, pero la terminó 30 años des-
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5. Conclusión
La obra eielsoniana, en su extensión y diversidad, ofrece un corpus
rico para el análisis, el cual puede ser explorado desde diferentes
perspectivas. Entre ellas, la relación con el Perú ofrece unas puertas
de acceso interesantes debido a la relación tangencial que el autor
estableció con su país natal. Partiendo de los conceptos huberma-
nianos de anacronismo y persistencia de la imagen, como síntoma
y fantasma, es posible rastrear en los textos y objetos artísticos mo-
tivos que generan imágenes recurrentes. Entre ellos, la infancia, el
vestigio material y el paisaje de la costa resultan de interés particu-
lar porque se vinculan con el cuestionamiento al lenguaje poético
que es uno de los ejes centrales del universo creativo de Eielson. En
esta medida, no constituyen un punto de reflexión aislado, de carác-
ter sociológico o político, sino que muestran cómo la pregunta por el
origen, por la memoria y por la patria se mantienen integrados con
la preocupación estética.
En Eielson, la memoria sería motor de la configuración de imágenes y
permitiría llevar a cabo el trabajo crítico de la aproximación dialéctica
al pasado (Didi-Huberman, 1992: 130). Y este proceso acompaña el
gesto también crítico de deconstrucción del lenguaje recibido, ambos
como parte de un movimiento de reconocimiento y consolidación de
una voz propia que habla a través de las capas de tiempo y de las múl-
tiples miradas que allí de construyeron para, mestizo y contemporá-
neo, asumir una postura histórica, estética, poética y política.
114
Andrea Milena Guardia Hernández
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Seminalidad de la negación.
Nuevas poéticas en la narrativa
peruana contemporánea*
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9 Sin intentar agotar con esta descripción una década de narrativa bastante
compleja y heterogénea, nos parece importante destacar lo testimonial en la década
del `90 como demostración de una necesidad escritural aliada a lo histórico en un
marco de violencia, renovación, ruptura y reestructuración del escenario nacional.
En esta década aparecen nuevos sujetos en la narrativa (para Velázquez Castro
(2002) se distinguen el sujeto femenino, el homoerótico y el juvenil) que, desde los
géneros ligados a lo testimonial, desde un discurso narrativo en primera persona,
dan cuenta de nuevos lugares desde donde se habla, nuevos lugares desde donde
se discursiviza el presente (e incipientemente el pasado) peruano (o limeño o
arequipeño o cusqueño en particular). En este marco, queremos destacar lo que
se ha dado en llamar novela JUM (Joven Urbano Marginal), novela que intentó
poner en relieve a este nuevo sujeto citadino, migrante, marginal, que provoca.
Sin embargo, todavía en la década del ´90, esta novela no adquiere la fuerza que
intentamos visualizar en este artículo puesto que, como plantea Velázquez Castro
(2002): “Constituyen una narrativa de tendencia minimalista que se solaza en una
marginalidad artificial, olvida las estructuras de composición y la reflexión sobre el
lenguaje […] literatura empobrecida que ha perdido la fe en sus recursos expresivos
e intenta apropiarse de otros lenguajes. Por ello, los diversos discursos de la cultura
de masas (rock, cómic, cine, videoclip) influyen en la sintaxis, focalización y temas.
Se produce una fisura entre el nivel de la historia y el nivel del discurso porque
socavan valores en la historia, pero son conservadores en el nivel del discurso […]
Muchos de estos textos han convertido a la marginalidad en una postal decorativa
que no cuestiona ni la identidad ni el lenguaje de sus protagonistas; por ello, quedan
reducidos a las confesiones de una cáscara” (196-197).
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expansion-noticia-518187
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Y se intenta conjurar el azar, para que juegue a favor del decir: “Hoy
tiro los dados y escribo para sobrevivir al azar” (Guerrero Peirano,
2015: 16). Se niega la lógica racional, se niega el devenir de la historia,
de los hechos, el orden. Se cree en la palabra y creer es la forma en
que se conjura el azar, además de la escritura.
Novelas como las citadas nos sitúan en varios entres, en varias
fugas, que nos permiten pensar (motivo para análisis posteriores
que puedan dar una visión más amplia de la narrativa peruana de
principios de siglo XXI) que el desborde, esa categoría sociológica
cuestionada y ampliada, puede, rompiendo algunas barreras
epistemológicas, unirse a la noción de poética y permitir un
idea de sobrevivencia, del mito del progreso, de las prácticas comerciales, masivas,
no míticas ni comunales que los nuevos (ya no tan nuevos) habitantes de la Gran
Lima practican y por las cuales han reconfigurado la lógica de funcionamiento de
una ciudad que todavía se resiste a su presencia.
140
Marcela Magdalena Kabusch
Bibliografía
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Víctor Fernández-Mallat1
Georgetown University (Estados Unidos)
Resumen Abstract
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1. Introducción
A raíz de los movimientos poblacionales transnacionales del último
tercio del siglo XX y comienzos del XXI, se ha extendido en los lla-
mados países receptores de migrantes un discurso eminentemente
asimilacionista que magnifica el aprendizaje de lenguas y valores lo-
cales o nacionales como la clave de la integración cívica de la pobla-
ción migrante (Fernández-Suárez, 2017:118). Uno de los principales
problemas de este tipo de discursos es que contribuye a la emer-
gencia de una imagen de los migrantes como un sector demográfi-
co que no se integra ni lingüística ni culturalmente a la población
percibida como local. García (1993:78), por ejemplo, advierte que,
en los Estados Unidos, como consecuencia de tales discursos, sobre-
sale una imagen de los latinos como una población extranjera que
no habla inglés, independientemente de que efectivamente hablen o
no esta lengua y de que hayan nacido o no en ese país. Por su parte,
Johnstone (2008:150) nota que, en Alemania, la población migrante
perteneciente a la segunda generación es comúnmente tachada de
“extranjeros” en el discurso dominante, a pesar de haber nacido y ha-
berse escolarizado y socializado en el país. Siguiendo los conceptos
de iconización y ocultamiento2 de Irvine y Gal (2000), no solo puede
observarse en los países que reciben migrantes una clara propen-
sión a convertir a estas personas y sus prácticas lingüístico-cultu-
rales en índices que evocan la falta de integración, sino también una
marcada tendencia a ocultar la diversidad inherente a la población
migrante en lo tocante a estas prácticas. En otras palabras, existe una
proclividad a invisibilizar el hecho de que, dentro de esta población,
existen personas con distintos grados de conocimiento e integración
de la(s) lengua(s) y los valores del lugar en el que se han instalado.
Como consecuencia, en vez de entenderse los idiomas y las cuali-
dades de los migrantes como habilidades, se conciben como un pro-
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2. El estudio
Mi estudio se basa en 14 meses de trabajo etnográfico y de investi-
gación participativa en dos instituciones suizas de enseñanza supe-
rior. Una de las razones principales por las que decidí llevar a cabo la
presente investigación en tales establecimientos es el hecho de que
sus programas de español cuentan con un número considerable de
personas de la segunda generación de migrantes hispanohablantes
en Suiza. Como muchos de ellos mismos me comunicaron, se matri-
cularon en el programa de español de su institución por un interés
marcado en (re)conectar con sus raíces y/o (re)descubrirlas. Debido
a esa voluntad de darle (mayor) relevancia al elemento hispano o
latino de sus identidades lingüístico-culturales en detrimento (o no)
de componentes suizos de sus personas, considero que observar la
manera en la que se perciben a sí mismas se adecúa al propósito de
este estudio de matizar, cuestionar y/o rechazar la idea de que la
población migrante es un conjunto homogéneo de personas que se
integra con dificultad a la sociedad suiza. En efecto, debido a esta
orientación hacia la lengua y cultura presente en sus círculos fami-
liares e íntimos o lugares de procedencia, desde el punto de vista
del discurso que se ha convencionalizado en Suiza, podrían ser per-
cibidos como ejemplo de personas que no se integran a la llamada
sociedad local. Otra razón por la cual decidí realizar mi investiga-
ción en estos dos establecimientos es porque, a lo largo de mi trabajo
etnográfico, no me limité a observar a los estudiantes; también tuve
la oportunidad de participar en numerosas actividades que me per-
mitieron crear vínculos estrechos con las siete personas que termi-
naron participando en mi estudio (p. ej., talleres y seminarios que yo
animé y eventos sociales que ellos mismos organizaron). Con el paso
del tiempo, estas personas se dieron cuenta de que podían hablar
conmigo (más) libremente. Poco a poco, comenzaron a participarme
de sus opiniones y experiencias que, con su consentimiento, grabé
en diferentes ocasiones. En una de estas, les pedí específicamente
que se describieran a sí mismas lingüística y culturalmente. Con na-
turalidad, tal vez debido a la relevancia del tema en Suiza, la cuestión
de ser hablante de una u otra lengua (el español o una de las lenguas
locales) y el asunto de la prominencia de una u otra identidad (la
hispana o latina o la suiza) constituyeron el foco de nuestra conver-
sación.
En lo que se refiere al perfil de las personas cuyos autorretratos
lingüístico-culturales sirven de base para mi análisis, como se pue-
de ver en la Tabla 1 de abajo, son bastante diversos. Algunos, como
Alberto, Nelly, Tania y Silvia5, han nacido y crecido en Suiza; otros,
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18 =y:: (2)
19 nada
20 eso (.)
21 me siento menos seguro en::
22 >en español que en alemán<
Estimo que Nelly encaja en el primer grupo debido a que, como pue-
de verse en el Fragmento 3 a continuación, al igual que Alberto, ex-
perimenta mayores dificultades en español que en alemán (línea 3),
lengua que le resulta más fácil (línea 7). Nótese que Nelly subraya la
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1 Paco: eh:::
2 a la mitad
3 VFM: ¿por qué?=
4 =¿cómo?
5 Paco: porque a veces pienso en alemán=
6 =y a veces pienso en: (.)
7 .hh en español
8 VFM: ajá
9 Paco: y eso es- eh::
10 <depende> (.7)
11 depende CON QUIÉN estoy
12 VFM: ajá
13 Paco: si estoy más con un grupo eh::
14 de hispano hablantes
15 entonces me::
16 me siento mas hisp-
17 hispanohablante
18 >pero si estoy con un grupos<
19 con:: eh::
20 con hablantes del alemán (.5)
21 ¯entonces es alemán
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1 Paco: depende
2 VFM: ajá
3 Paco: si yo miro: (.5)
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1 Silvia: tengo:::
2 no sé (.6)
3 @rasgos como de las dos culturas un poco@
4 VFM: ajá
5 Silvia: es (1.5)
6 me gusta
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4. Discusión y cierre
La evidencia presentada en este estudio permite poner a prueba y rec-
tificar, con datos empíricos, dos tendencias discursivas observadas a
nivel nacional suizo y a nivel internacional en los llamados países
receptores de migrantes. Como se vio más arriba, estas tendencias
consisten en concebir a los migrantes y sus descendientes como un
sector demográfico que no se integra ni lingüística ni culturalmente
a la población local y, consecuentemente, en imaginarlos como una
población homogénea en sus características lingüístico-culturales.
La evidencia obtenida sobre la base de las descripciones que Alber-
to, Ana, Tonia, Nelly, Paco, Silvia y Samuel hicieron de sus personas
muestra que esto no es para nada así. En lo tocante a la lengua, como
se pudo ver, ninguna de estas personas se describe como alguien que
no habla uno de los idiomas nacionales. Es más, nadie se presenta
siquiera como un hablante con limitaciones en uno de estos idiomas.
Lo contrario es cierto, en el sentido de que algunos hablantes mencio-
nan sentir inseguridades o tener carencias importantes en español,
la lengua que han adquirido en casa con sus progenitores o en el país
en el que pasaron parte de su infancia. En lo que concierne al aspecto
cultural, se vio que, con la excepción de Nelly, todas estas personas
sienten haber integrado elementos de la llamada cultura local a su
identidad. En el caso de Tonia, estas marcas de identidad local son
más relevantes que las de su identidad cultural española. En lo que
concierne a Ana y a Paco, se pudo ver que poseen la habilidad de ca-
nalizar una u otra de sus identidades cuando, en función del contexto
comunicativo, esta cobra relevancia. En cuanto a Alberto, Silvia y Sa-
muel, pudo constatarse que se han forjado una identidad híbrida que
comprende elementos de su identidad cultural suiza y elementos de
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estudios como el de Diez del Corral Areta (por aparecer) los des-
mienten. A ello se suma el hecho de que estudios realizados en otros
contextos que el suizo también ponen de relieve que estos discursos
no tienen sustento en hechos probados. Calvi (2015), por ejemplo,
estudia la autoidentificación étnica en entrevistas a migrantes hispa-
noamericanos en Italia. Centra parte de su análisis en la manera en
la que las personas entrevistadas miden su propio grado de integra-
ción a la sociedad de acogida. Entre otras cosas, la autora halla que,
con el paso del tiempo, algunas de estas personas se van sintiendo
más italianas que hispanoamericanas (p.125). También, nota que no
perciben el mantenimiento de elementos de la identidad lingüísti-
co-cultural de procedencia y la integración lingüística a la sociedad
de acogida como fenómenos incompatibles (p.121). Con referencia
al grado de integración lingüística de latinos nacidos y criados en los
Estados Unidos, existe una extensa bibliografía que observa en ese
sector de la población una propensión a abandonar progresivamente
el español a favor del inglés, la lengua que, por consenso nacional se
percibe como local (véanse, por ejemplo, Hudson, Hernández-Chávez
y Bills, 1995; Porcel, 2006; Zentella, 1997). En suma, la integración
lingüístico-cultural de las poblaciones migrantes a la sociedad del
lugar de destino parece ser la regla general y no la excepción.
Aparte de las anteriores implicaciones teóricas de los hallazgos
del presente trabajo de investigación, también pueden discutirse
algunas implicaciones prácticas. Estas se dirigen hacia la identi-
ficación de condiciones que permitan neutralizar la difusión y la
aceptación de discursos reduccionistas y simplificadores sobre las
poblaciones migrantes tales como los discutidos en la introducción
de este artículo. Las observaciones de mi estudio y de otros trabajos
de investigación que dan relevancia al carácter flexible de las iden-
tidades lingüístico-culturales de las personas las establecen como
un conjunto de rasgos que pueden hacerse más o menos relevantes
en función de elementos contextuales. En este sentido, Suiza, que se
encuentra entre los llamados países receptores de migrantes y, en
realidad, todos los espacios constitucionales y/o legales a los que
llegan a vivir personas de otro lugar deben hacer esfuerzos conside-
rables con el objetivo de mejorar las relaciones entre este sector de
la población y la llamada población local. Concretamente, dadas las
nuevas realidades que emergen de los movimientos poblacionales
contemporáneos, es preciso que estos países y/o espacios se alejen
de conceptualizaciones fijas e inmóviles de las identidades cultu-
rales de la población migrante; revoquen políticas migratorias que
la conciba con ese punto de vista; y dejen de divulgar los discursos
simplificadores que emergen de estas conceptualizaciones y de estas
políticas. Como lo señala Augé (2009:85), las antiguas concepciones
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Símbolo Uso
texto (# de segundos)
Indica la duración de una pausa en segundos.
texto
fui al garaje=
texto=texto
=el que me recomendaste
me gustó
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fantá:stico
Bibliografía
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Obscenidad y explicitud:
dos formas de acercarse a la
literatura de la violencia*
Alfonso Valencia1
Universidad Veracruzana (México)
Resumen Abstract
171
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3 En septiembre de 2005, Rafael Lemus publicó el artículo “Balas de salva” (un juego
de palabras que evoca la novela Balas de plata del sinaloense Élmer Mendoza), acu-
sando a toda una camada de escritores norteños de estar erigiendo una literatura
intrascendente alrededor del cliché y las fórmulas de algo llamado “narcoliteratura”,
que, además, respondía a un ímpetu editorial que publicaba lo que fuera de un tema
de moda. A saber: a Eduardo Antonio Parra, Élmer Mendoza y Federico Campbell,
entre otros. La respuesta de Parra apareció en la misma revista bajo el título “Norte,
narcotráfico y literatura”, un mes después.
4 En esta primera parte, de manera secundaria, también se enfrentan dos formas de
presentación de la crítica. Para eso, en algún momento, me sirvo como ejemplo del
prólogo que Junot Díaz escribió para The Best American Short Stories 2016, editado
en 2017.
5 Los conceptos originales obs-scenity / on-scenity fueron propuestos por Linda Wil-
liams en su análisis fundacional de los estudios sobre el porno. Se trata, a grandes
rasgos, de un proceso en el que discursos “prohibidos” paulatinamente van ganando
terreno en espacios de exhibición permitidos. Aquí parto de la lectura que del trabajo
de Williams hacen Andrés Barba y Javier Montes en La ceremonia del porno.
6 Cuando escribo “realidad hiperabundante”, me refiero a esa que es imposible de
ser convertida en una ficción literaria convincente (Revueltas, 1978: 18), y que se
opone al lado moridor de la realidad, o sea, en el que se la aprehende, sujeta y se
somete a leyes. Estas propuestas aparecen en el prólogo que, en 1961, José Revuel-
tas escribió para Los muros de agua.
172
Alfonso Valencia
I
¿Cómo condenar la intoxicación de realidad de la literatura mexicana
contemporánea? ¿Desde qué punto –inexistente y fuera del mundo–
podría sancionarse el exceso de realidad en lo que hoy se escribe,
circundado por la atrocidad y la deshumanización totales? ¿Cómo,
con la mano en la cintura condenar la “estética deficiente” de una
“tendencia” que responde al mercado, a los “números negros del ge-
rente de ventas de una editorial”? (Beltrán Félix, 2017).
En un extremo existe una crítica paladina de la estética, policía de lo
que sea que signifique la novedad, exigente de una “evolución del es-
tilo”, de una superación del oportunismo editorial y del revolcamien-
to de novelas de aventuras, policiacas o de folletín, y expectante del
“Pedro Páramo, del Gran sertón, de la vida de la droga” (Beltrán Félix,
2017). En el otro extremo late, despacio, una crítica que se centra en
el otro: en la experiencia ya de la víctima, ya del victimario; nunca
en la nuestra, que podrá ser condescendiente, fanática o indiferente,
pero siempre privilegiada.
No es que estén “enfrentados” estos dos modos de acercamiento,
pero digamos que, en una esquina se atrincheran quienes son inca-
paces de ver la novedad en el fenómeno actual de la literatura de
la violencia. Éstos afirman, por ejemplo, que no hay nada nuevo en
Pérez Reverte, Élmer Mendoza o Bernardo Fernández (Beltrán Félix,
2017). Que en ellos y todos los otros no hay nada más que técnica
convencional. Entiéndase: el resultado de una fórmula, el seguimien-
to de una serie de pasos que incluyen botudos, balazos y una chica
empoderada. Desde esa esquina se condena la literatura de la violen-
cia mediante una operación que me hubiese gustado saber obsoleta:
la condena romántica al todo lo pasado fue mejor. Desde esa esqui-
na, se nombran las manifestaciones literarias con algún concepto, se
definen y cuelgan de la rama de alguna tradición para observarlas
como parte de un fenómeno que no ha parado de evolucionar, desde
una perspectiva falsamente objetiva: la ilusión del distanciamiento
crítico que, ante la atrocidad, mira hacia otro lado, fiel a su desapa-
sionada objetividad y deshumanizado juicio estético. Desde esa es-
173
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
174
e interpretaciones que, más que explicar, siembran dudas, cierran
puertas, como la literatura misma. Desde aquí se llega a conclu-
siones que, desde la otra esquina, usualmente son consideradas
“faltas de rigor”, aunque éste en realidad exista, pero sea sacrifi-
cado en nombre de la originalidad y la creatividad.7 Aquí el rigor
muta en una estructura empática: con lo leído, con el presente –en
el sentido de la “experiencia del presente”, ausente en la otra es-
quina, claro– y con el lector. Desde aquí, la literatura de la violencia
es un modo de hacer visible al otro. Superado el factor estético (o,
en todo caso, sublimado a un nivel con la experiencia), se entien-
den estas escrituras como un mecanismo para poner en nuestro
campo visual privilegiado y aséptico, la terrible experiencia de
la víctima, del victimario. Y si acaso nuestra mirada estuviera ya
marcada por cualquiera de esas atrocidades (es decir, ser víctima o
ser victimario), proponer la fascinación de la trascendencia. Desde
acá, la novedad que antes le fue negada a Pérez Reverte, aparece
en una forma ajena a la sistemática que llena publicaciones “eru-
ditas”: “Es conocida la fascinación del Chapo por Kate del Castillo,
quien vio en ella a la mismísima Reina del Sur. Ellos quieren verse
retratados, inmortalizados, nosotros queremos saber más de ellos.
Fascinación de ida y vuelta” (Alarcón, 2017). Desde acá, se infiere
que las literaturas de la violencia son necesarias, y que más allá de
la condena a una estética explícita y repetitiva, es necesario anal-
izarlas ahora: “La creación de un narcocorrido, una narconovela,
una narcoserie, no implica el riesgo de muerte que trae consigo
el desenmascaramiento periodístico del crimen, porque mientras
el compromiso del periodista es con la verdad, el compromiso del
escritor es con la ficción, y cualquier cosa puede llevar esa bande-
ra” (Alarcón, 2017). Así, acá conviven Sin tetas no hay paraíso, Los
minutos negros o el nuevo capítulo de Narcos. En esta esquina se en-
tiende que la literatura sirve para hablar de los otros, “preservando
una memoria que mancha pero que debe mencionarse” (Alarcón,
2017). Y se hace no para perdonar, justificar ni aceptar, como pen-
sarían los teóricos de la memoria y el testimonio, sino para “lid-
7 Desde acá, por ejemplo, se propone, no se afirma: “Si la novela es nuestra forma
literaria favorita, esa sobre la cual colocamos nuestros laureles literarios, si la nove-
la es, digamos, nuestro Jaime Lannister, entonces el cuento es nuestro Tyrion: el
hermano menor desdeñado, el eterno subestimado”. Pero esto no se propone en un
sentido donde lo pop emerge sólo por emerger: o sea, en el terreno de la obviedad:
la novela es larga y el cuento, corto; sino con un rigor de pensamiento que llega
a revelaciones interesantes: “los cuentos, después de todo, son cortos, justo como
nuestros tiempos humanos. Narrativamente hablando, todos nosotros somos Tyri-
on. Comparado con la novela, el cuento golpea como la vida y termina inmisericorde
y abruptamente, como ella. Justo cuando te acomodas en el universo de un cuento,
la narración empieza a cerrarse, expulsándote de su abrazo, usualmente para siem-
pre” (Díaz, 2017, traducción mía).
175
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
II
Desde acá me gustaría hablar de dos autores que considero impor-
tantes no sólo para comprender nuestra actualidad literaria, sino
nuestro presente: Yuri Herrera y Emiliano Monge. De algún modo,
ambos escriben desde este innegable presente que es pura atroci-
dad rampante. De algún modo, ambos apuntan a las consecuencias
de un fenómeno que pareciera formar parte de un “presente et-
ernizado”, de un poder omnipresente y omnipotente. Y digamos,
también, que, de algún modo, las propuestas de ambos desdeñan
una explicación del origen para llevarnos al centro-presente del
fenómeno de la violencia. Ambos “desbordan de realidad”, des-
pertando el interés de quienes se preocupan por el problema de la
representación y de los que vienen desde el realismo decimonónico
tardío a decirnos que no hay otra cosa más que la reelaboración de
formas discursivas. Ambos, éxitos de ventas, despiertan la sospe-
cha instintiva de quienes, aparentemente, no se dejan sorprender
por el brillo de la novedad, aunque éste sea, a todas luces, auténti-
co. Ambos animan el desdén y la “cautela metodológica” de quienes
prefieren la acción dorada del tiempo y la distancia desapasionada.
En ambos, la violencia y sus tensiones subrepticias y superficiales
mantienen sus narraciones en densas calmas, en latencias constan-
tes. En ambos, la atrocidad estalla.
Antes de seguir, reduzcamos las opciones de escribir la violencia
(ficcionalmente, claro) a dos, obedeciendo, más o menos, a un can-
on clásico. Tendríamos, entonces, la violencia obscena y la violen-
cia explícita. Digo violencia obscena en el sentido de lo que sucede
fuera de escena, refiriéndome a las representaciones trágicas clási-
cas. En ellas, la muerte está presente, la sangre, pero negada a la
vista del espectador. Se escuchan los gritos de dolor pero nunca
176
vemos nada de manera explícita. Pongamos como ejemplo el ases-
inato de Clitemnestra en Electra, de Eurípides: sucede dentro de la
casa, es decir, se sugiere que el público no ve la sangrienta escena,
sólo escucha el clamor de la madre a punto de ser asesinada: “Hijos,
por los dioses, no matéis a vuestra madre; ay, ay de mí”, y al coro:
“¿Oyes los gritos bajo el techo?”, y luego: “También yo gimo por la
que ha muerto a manos de sus hijos”. Clitemnestra y Orestes salen
manchados de sangre –signo de la tragedia– y se van: “Mas helos
aquí que ponen su pie fuera de la casa teñidos con la sangre reci-
ente de su madre” (vv. 1165).
Lo mismo pasa en Edipo Rey, de Sófocles: el mensajero es quien
narra el violento desenlace de Edipo: “Las pupilas ensangrenta-
das teñían las mejillas y no destilaban gotas chorreantes de san-
gre, sino que todo se mojaba con una negra lluvia y granizada de
sangre” (vv.1275): así se enteran el coro, el corifeo y el público del
autosacrificio del protagonista. Lo que sucede fuera de la escena es
lo violento, y la palabra basta para recrearlo: lo que está vedado al
ojo no lo está al oído.
Esta forma de representar la violencia podríamos oponerla a la ex-
plicitud sangrienta de la épica clásica, en la que existe un regodeo en
el triunfo del metal sobre la carne, la sangre negra, la ceguera de los
personajes ante la muerte. Recordemos la primera batalla de la Ilía-
da, tras el desembarco aqueo en costas troyanas: “Cuando los ejér-
citos llegaron a juntarse, chocaron entre sí los escudos, las lanzas y
el valor de los hombres armados […] Allí se oían simultáneamente
los lamentos de los moribundos y los gritos jactanciosos de los mat-
adores, y la tierra manaba sangre…”; y más adelante, la descripción
de la primera muerte perpetrada por Antíloco: “hirióle en la cimera
del penachudo casco, y la broncínea lanza, clavándose en la frente
atravesó el hueso, las tinieblas cubrieron los ojos del guerrero y éste
cayó como una torre en el duro combate”. Más adelante, Leuco es
herido de muerte, y Odiseo, “irritado por la muerte de su compañe-
ro, le envasó [al asesino] la lanza, cuya broncínea punta le entró por
una sien y le salió por la otra”. Casi al final de la reyerta, Diores Am-
arincida es herido por una piedra que le rompió el tobillo derecho, y
mientras en el suelo “tendía los brazos a sus camaradas”, Píroo Im-
brásida “acudió presuroso e hirióle nuevamente con la lanza junto al
ombligo; derramáronse los intestinos y las tinieblas velaron los ojos
del guerrero” (Rapsodia IV, vv. 446-526).
Entonces, tenemos un estilo obsceno, en cuanto está presente sin
estarlo; y otro que muestra de manera evidente. Ambos son terri-
bles, pero los diferencia su intención de explicitud. Se trata de una
oposición similar a la Obscenity / Onscenity propuesta por Linda
177
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8 Ver: Williams, Linda. Hard Core: Power, Pleasure, and the “frenzy of the Visible”.
Berkeley: University of California Press, 1989.
178
propone Herrera: es estruendosa. Mientras que Herrera crea un am-
biente donde la violencia se respira en todos lados –aunque no suce-
da nada–, Monge crea una imagen que parece infectada de realidad.
Herrera nos mantiene “a las afueras” de un fenómeno que sabemos
reconocer gracias a la nota roja, al bombardeo mediático de la trage-
dia y la sangre, mediante un rodeo del lenguaje, mediante un consci-
ente evitar determinados campos semánticos surgidos de la fuerza
de atracción del narco, de las armas, de la muerte, del desmembra-
miento. Herrera niega el mundo a través del uso de una alegoría (el
rey, su reino y sus súbditos) y un ceder al aplastante silencio y a la
acción implacable de la palabra en el momento justo. La violencia
de los personajes de Herrera es contraria a la objetiva –física– que
podría suponerse imprescindible para lograr la espectacularidad del
género: sus protagonistas jamás disparan una bala, les basta saber
hablar. Así, en sus universos –en las afueras del “reino”, en el camino
de los migrantes hacia Estados Unidos y en la frontera– la tensión
se mantiene entre los operarios de una violencia objetiva concreta
(militar, policial) y los que se defienden sólo con la palabra… y tri-
unfan. Ahí, el poderoso lo es porque ejerce la violencia simbólica del
miedo, de la amenaza, de la tensión de la violencia física que rodea a
los personajes, que existe pero no, que no se manifiesta en términos
sangrientos sino que se manifiesta mediante la posibilidad, es decir,
pura amenaza, pura tensión. Ante esta forma de ejercer el poder, los
protagonistas recurren no al contraataque en los mismos términos
de violencia (total o contenida), sino a violentar el universo de la
palabra: su arma no es la amenaza, el sinsentido de la violencia por la
violencia, sino la argumentación que violenta la estructura lingüísti-
ca del poderoso: la provocación del descubrimiento de su sinsentido
y su equivocación.
Por otro lado, la violencia de Emiliano Monge nos sacude pues se
regodea del mundo y sus materiales y sus cuerpos y palabras, las
cuales vienen del infierno: tanto del literario –el de Dante, cuyos pas-
ajes se entreveran parafraseados en la narración para darle voz a
la experiencia de los migrantes secuestrados y forma a la noche en
que se mueven–, tanto del real que experimentan los migrantes vícti-
mas del crimen organizado mexicano –infierno explícito gracias a la
inclusión en la narración de testimonios obtenidos de entrevistas a
migrantes centroamericanos realizadas por asociaciones de justicia.
La violencia de Monge en Las tierras arrasadas (2015) alcanza su
punto álgido, su máxima representación hiperbólica no en la ficción,
sino en el ceder la voz narrativa al “testimonio”: justo cuando el re-
lato pareciera que romperá el pacto de verosimilitud por acercarse a
la descripción exagerada de la atrocidad, aparece el testimonio como
testigo fiel de que la realidad siempre es más que la ficción, y que,
179
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y salva lo inenarrable de la realidad. Los victimarios hablan, pues son
protagonistas no sólo de la historia narrada, sino del mundo:
181
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Bibliografía
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VISITAS AL PATIO No. 12 - 2018, ISSN 2248-485X, pp. 183-205
El reino desplegado.
La mirada oblicua en la trilogía
fronteriza de Yuri Herrera*
Resumen Abstract
* The unfolded kingdom. The oblique looking in the Yuri Herrera’s border trilogy
1 Magíster en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana, Ciudad de
México. Correo electrónico: luis.enrique.frias@gmail.com
183
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
1. Introducción
La primera novela de la trilogía fronteriza, Trabajos del reino (2004),
es la tesis con que Yuri Herrera (México, 1970) se graduó de la maes-
tría en Creación Literaria de la Universidad de Texas, en El Paso.
Cuenta la historia de Lobo, un adolescente paupérrimo, cantante de
narcocorridos, que anda de cantina en cantina sin encontrarse a sí
mismo, hasta que un día conoce en una de ellas al Rey, cabeza de un
cártel: el Reino. Lobo entra en este ámbito, y desde una posición late-
ral, oblicua, comprenderá algunos de los entresijos del narcotráfico.
Pero en la novela nunca se mencionan términos como narcotrafican-
te, narcocorrido, frontera México-EEUU, droga, etc. A lo largo de 26
capítulos breves, sin nombre ni numeración, se cuenta la historia de
Lobo con un tempo narrativo predominantemente de escena. Cada
capítulo —salvo aquellos donde hay un claro despliegue de la voz
narrativa por mostrar los pensamientos de Lobo— se presenta con
esa velocidad, lo que les da la apariencia de ser apenas unos cuantos
momentos seleccionados de una historia aún más extensa.
Al igual que en las otras dos novelas de la trilogía fronteriza, Señales
que precederán al fin del mundo (2009) y La transmigración de los
cuerpos (2013), Herrera parece abordar los temas de frente; pero en
un segundo análisis se aprecia que, por el contrario, los temas son
otros, en absoluto más sencillos, como el funcionamiento del narco.
Pero están allá atrás, algo similar a un trasfondo cinematográfico.
La siguiente novela, Señales que precederán al fin del mundo, escrita
por Herrera casi al mismo tiempo que hacía el doctorado en Lengua
y Literatura Hispánicas en la Universidad de California, en Berkeley,
presenta la historia de Makina, una muchacha que domina tres idio-
mas: lengua, lengua latina y lengua gabacha2. Ella tuvo que empren-
der un viaje a solicitud de su madre, la Cora, quien le había pedido
llevar un recado a su hermano, que se había ido hacía tiempo al gaba-
cho a reclamar una tierra que supuestamente le habría pertenecido
a su padre. Makina se vio impelida a dejar la paupérrima Ciudadcita,
donde pasaba sus días operando una ‘centralita’ telefónica, haciendo
uso de las tres lenguas que dominaba. Emprende así el viaje al Gran
Chilango, donde toma el autobús que la lleva hacia el norte. Una vez
allí, Makina cruza un río, y se va adentrando cada vez más en el gaba-
cho. A lo largo de 9 capítulos —mismo número de las escalas que se-
gún el mito náhuatl habían de emprender los antiguos mexicas en su
descenso al Mictlán—, Makina entra a una sociedad donde sus tres
lenguas le ayudan a descifrar lo que desde su posición oblicua des-
2 Lo que la novela nombra como “lengua gabacha” se puede entender como idioma
inglés, dado que en México se le denomina popularmente “gabacho” a lo que tenga
relación con EE UU.
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2. Construcción de metodología
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Esquema “L”
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neras en que presentan a los sujetos y las circunstancias que los de-
terminan, o sea que los subjetivan, tales como la relación con el Otro
(A), las condiciones del lenguaje, la intersubjetividad con otros suje-
tos, etcétera.
Butler (1997) precisa que “aunque el sujeto ingresa en la normati-
vidad del lenguaje, el sujeto solo existe como una ficción gramatical
previa a dicha entrada. […] las normas que rigen la formación del su-
jeto parlante separan al sujeto de lo inexpresable, esto es, producen
lo inexpresable como la condición de la formación del sujeto” (222).
Ocurre una operación doble: el sujeto adquiere subjetividad, al tiem-
po que se sujeta, atado, a un lenguaje del que no puede sustraerse.
La cuestión se precisa aún más con Žižek (2010), cuando habla de la
forma en que el sujeto, al realizar un acto de habla performativo, el
que habla no es el sujeto sino el Otro (A) a través suyo: “en el gesto
mismo de lograr un acto mediante la pronunciación de palabras, soy
privado de la autoría, el ‘gran Otro’ (la institución simbólica) habla
a través de mí” (133). La importancia de pensar el lenguaje en estos
términos, es que en la trilogía el lenguaje define las estructuras más
internas del sujeto.
La subjetivación/sujeción ocupa el lugar central de esta metodolo-
gía porque es necesario analizar qué ocurre con el sujeto frente al
trastrocamiento del orden de lo Simbólico. De tal forma, se analiza la
subjetivación de cada uno de los protagonistas, y en consecuencia, la
construcción de nuevos órdenes de lo Simbólico que re interpreten
el narcotráfico, la migración y la violencia.
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muchacho que había sido detenido: “[…] se volvió hacia los soldados
junto al camión y dijo Quítenle esas pendejadas. Uno de los soldados
maniató por detrás al muchacho y el otro empezó a arrancarle los
aretes. El punketo se revolvía en silencio, hilillos de sangre comenza-
ron a escurrirle de las cejas, de la nariz, de la boca” (Herrera, 2013:
56). El miedo y la violencia se encuentran tanto en el trasfondo como
en el plano que ocupa el Alfaqueque. Similar es este ejemplo: “Vio
por el retrovisor una camioneta negra que se le atrabancaba unos
metros atrás […] De ella bajaron dos hijuelachingadas con caras de
ser muy hijuelachingadas. El que bajó del lado del pasajero no nece-
sitó ordenarle al Alfaqueque que se acercara. El Alfaqueque apagó el
coche y bajó” (99-100).
Lo que ocurre es que el Alfaqueque mira hacia esos hechos a tra-
vés de su mirada plena de un deseo determinado por un lenguaje
utilitario y advenedizo, cuya característica es servir de herramienta
para mediar conflictos y obtener favores sexuales. El sujeto se asume
únicamente como el lenguaje que posee, o bien, como instrumento
de ese lenguaje. El Alfaqueque, cuya historia ocurre en un primer
plano lleno de violencia y miedo, mira hacia el trasfondo donde igual
reinan la violencia y el miedo. Es, pues, un mero reflejo del trasfondo.
Entonces, en la historia del Alfaqueque, ¿ocurre una resimbolización
del gran tema hacia el que mira oblicuamente? Durante toda la his-
toria, el sujeto no transforma su tipo de sujeción al lenguaje, por más
complejo y rico que éste sea: permanece sin variaciones de principio
a fin la figura de autoridad representada por un Otro (A) cifrado en
el lenguaje que sujeta al Alfaqueque. De tal modo que la mirada del
Alfaqueque parece ser menos oblicua que directa: resulta que no se
trata de dos planos en tensión, sino que en ambos hay violencia, mie-
do, desconfianza.
Esto se traduce en que la operación que ocurre en La transmigra-
ción… es la menor de la trilogía. En la consciencia del Alfaqueque, a
propósito de su rol como un instrumento del lenguaje, se encuentra
una de las principales metáforas de la novela: la de que personajes
como él —que cifran su valía en un lenguaje que les permite sortear
las inseguridades, mentiras, injusticias, etcétera, del medio ambiente
en que se encuentran— son un tipo de subjetividad generada por el
proceso de modernidad desigual en Latinoamérica. Pero el hecho de
que el Alfaqueque no sufra una transformación y de que su historia
se limite a ser de inicio a fin consecuencia directa de esa violencia
hacia la que mira, hace de esta novela un ejercicio literario de menor
alcance que las otras dos, aun cuando el reto que se planteaba (utili-
zar el miedo como metáfora del medioambiente latinoamericano) es
interesante y aun urgente en Latinoamérica.
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— Señor, yo pensé…
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Cartografía de la violencia
en la trilogía del desencanto de
Alejandro Páez Varela*
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los amenaza constantemente y los them and pulls them over to dis-
orilla a desplazamientos de dife- placements of different kinds? Is it
rente índole?, ¿es posible repensar possible to rethink the North as a
el norte como un espacio privile- privileged space of geopolitical sig-
giado de significación geopolítica nificance that overflows the imag-
que desborda los imaginarios del inaries of the narco, immigration,
narco, la inmigración, el feminicidio the femicide and the precarious-
y la precariedad de las ciudades y ness of northern cities and commu-
comunidades norteñas? y, por últi- nities? And finally, what are the lit-
mo, ¿cuáles son los mecanismos li- erary mechanisms used to recreate
terarios utilizados para recrear una a “narrative of pain”?
“narrativa del dolor”?
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–¿Otras muertas?
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Estar del lado del bien o del lado del mal parece ser la dicotomía
más profunda que nos heredó la guerra contra el narco, empren-
dida por el ex presidente mexicano Felipe Calderón y su sucesor
Enrique Peña Nieto. En esta guerra los tintes medios no existen.
Los noticieros y el gobierno nos bombardean con imágenes de
sicarios y capos despiadados, asesinos, torturadores, villanos de
antología, cuyo único fin es enriquecerse a costa de un negocio de
muerte. El Chapo Guzmán es presentado como el criminal más te-
mido de la historia de México y entregado a Estados Unidos como
trofeo. Del otro lado nos ubicamos nosotros, los buenos, la ciuda-
danía indefensa. Nosotros honestos, contra ellos, los malvados.
En esta lógica binaria la población debe ser encasillada en alguno
de los dos bandos, inconscientes –la mayoría del tiempo– de la
fragilidad de estas fronteras. Basta estar en el lugar o en el mo-
mento equivocado para que se transite de un polo a otro. Nunca
es inocente quien muere asesinado, de víctima a criminal la línea
es muy delgada. Herencia cultural de nuestra visión melodramá-
tica latinoamericana: el héroe vive y triunfa, mientras los villanos
mueren siempre en las peores circunstancias porque debe haber
castigo.
Para que exista la telenovela las víctimas deben ser convertidas en
criminales y así justificar la guerra: ajuste de cuentas entre bandas
de narcomenudistas, aseguró la prensa y el gobierno cuando el 31 de
enero del 2010 en Villas de Salvácar, Ciudad Juárez, fueron asesinados
18 estudiantes de entre 15 y 20 años2; infiltración del Cártel de Los
Rojos entre el grupo de estudiantes normalistas desaparecidos en
Ayotzinapa el 20143; una confusión en el Cártel Guerreros Unidos
porque pensaron que eran sicarios4, según una de las líneas de
investigación. Narcos del Cártel Jalisco Nueva Generación asesinaron
y disolvieron en ácido a tres jóvenes cineastas en Tonalá este año,
porque por equivocación pensaron que eran miembros del Cártel
rival5. Son narcos o fueron los narcos es el discurso que predomina,
siempre un ellos contra un nosotros, tal como señala María Lujan
Christiansen (2016): “En México, la declarada ‘guerra contra los
cárteles’ se ha justificado sobre la base de una retórica acusatoria,
depredadora y penalizante. Narcocultura e inframundo parecen
2 http://www.jornada.com.mx/2010/02/02/estados/028n1est y https://www.
proceso.com.mx/357236/corte-ordena-liberar-a-joven-por-matanza-en-vi-
llas-de-salvarcar
3 http://www.milenio.com/policia/el-cochiloco-normalista-infiltrado-de-los-rojos
4 http://nortedigital.mx/vinculan-vocero-normalistas-ayotzinapa-los-rojos/
5 https://elpais.com/internacional/2018/04/24/mexico/1524532515_935757.html
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6 “El Bendito”, el sicario protagonista de Entre Perros, asesina por placer y no sólo
por dinero: “es un placer bien encabronado, loco, qué chilo sientes cuando quiebras
a un bato en un pestañeo, es como si empuñaras por tu cuenta la gracia de Cristo;
pa no aventarte tanto salivero: qué perrón es el poder que otorgan las pinchis balas,
güey” (12).
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recho a juzgarlo, a exigirle definiciones, ¿estás del lado de nosotros o
de ellos?: “Es su amiga, ¿no? No precisamente, vivimos en la misma
ciudad y con la misma gente, y hemos tenido coincidencias signifi-
cativas, pero nomás. […] Agente Toledo, deja de andar suponiendo
cosas que ni a ti ni a mí nos convienen: nosotros no tenemos amigos
narcos ni trabajamos en narcóticos” (35), le contesta el Zurdo a su
asistente Gris, frente a la insistencia de inquirir acerca de la relación
con Samantha. “No necesito ser narco para tener una relación con
ellos, soy policía y coincidimos más de lo razonable […] Enrique, no
trabajo para ellos, entiéndelo, sólo es cooperación” (203), debe de-
fenderse ante su hermano.
El Zurdo no recibe dinero del Cártel del Pacífico, al menos no dine-
ro para él mismo, sino a veces para cumplir favores o entregarlo a
otros. El Zurdo no es subordinado de Samantha, su relación con ella
se reduce a una incipiente amistad, simpatía, encuentros. Si bien es
cierto que han colaborado juntos en el acto de hacer justicia, Men-
dieta no se siente parte del narco y Samantha está consciente de
que no lo es. Frente a todas las propuestas de enrolarse en la indus-
tria, el policía siempre se niega. Sin duda hay un vínculo imposible
de entender si lo observamos desde una visión maniquea. Solida-
ridad, cariño, humanidad, rasgos de una personalidad sensible que
lo llevan a ayudar a escapar a la narcotraficante del hospital para
que no la asesinen, aunque esto lo involucre en un gran problema
con su gente:
Samantha es quien le hace ver que las cosas no son lineales ni di-
cotómicas, que no hay dos bandos separados por una frontera sino
impulsos, cariños y lealtades inexplicables. Amistad entre quienes
habitan un mismo espacio vital. No se trata entonces de aliarse con
los criminales, pasar a formar parte del Cártel, convertirse en nar-
co. Se trata más de actuar por intuiciones y solidaridad. A pesar de
que este acto lo convierte en criminal a los ojos del mundo, en aliado
de los narcotraficantes y una persona desleal a su institución, no lo
hace un traidor a sí mismo: “Edgar el Zurdo Mendieta posee un có-
digo inamovible acerca de la amistad. Para él, los amigos de verdad
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7 Según el propio Élmer Mendoza, en una entrevista concedida a Juan Carlos Tala-
vera del periódico Excelsior, confirma que el valor más importante del Zurdo es su
sentido de amistad: “la mayoría de los mexicanos somos tan miserables que lo único
que nos queda es la lealtad a los amigos, así que alguien que no tiene amigos o que
no es capaz de ser leal a un amigo... está acabado. Eso es lo principal del Zurdo” (Ta-
lavera, “Zurdo Mendieta; vuelve por vicio y amistad” 24 octubre de 2017).
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8 Algo similar ocurre en Asesinato en el Parque Sinaloa (2017), Samantha sabe que
Mendieta se encuentra en peligro y lo llama para ofrecerle su ayuda “El detective
se quedó con un gesto de Esta mujer realmente me quiere” (162). La amistad entre
ellos se profundiza también en esta última entrega.
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Conclusiones
En las tres primeras novelas protagonizadas por el Zurdo Mendie-
ta el discurso maniqueo acerca del narcotráfico comienza a cues-
tionarse: los policías, quienes en la retórica de la guerra contra el
narco debieran ser los héroes, no son eficientes, incorruptibles o
empáticos, al contrario, muchos de ellos se mueven atraídos por las
regalías económicas que le otorga el mundo criminal. En cambio,
vemos humanidad en los narcotraficantes, quienes, limitados en el
terreno de la villanía, debieran ser incuestionablemente tachados
de monstruos. Y el Zurdo Mendieta en el medio, en esos intersticios
–racionales a veces, irracionales otras tantas– que provocan una
constante discusión interna y bastante suspicacia frente al mundo
en el que habita9.
9 Como bien refiere Minni Sawhney respecto de la primera novela Balas de plata,
pero que puede extenderse al resto de la saga: “Edgar Mendieta pudo haber sido
un narcotraficante y Marcelo Valdés un político. La novela es tan polivalente como
la sociedad retratada y la virtud no es algo fijo en la trayectoria de ningún indivi-
duo (491).
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Resumen Abstract
La mujer en cuestión (María Teresa La mujer en cuestión (María Teresa
Andruetto) y Estrellas muertas (Ál- Andruetto) and Estrellas muertas
varo Bisama) novelas pertenecien- (Álvaro Bisama) -novels belong-
tes al ideario contemporáneo, lla- ing to the contemporary ideology-
man la atención por algunas de sus stand out for some of their thematic
similitudes temáticas: la memoria similarities: the memory of the dic-
de la dictadura. Una, frío informe tatorship. One, a cold, supposedly
pretendidamente objetivo; otra, objective report; another, a poetic
poético recuerdo puesto en abismo, memory in a mise en abyme, share
comparten tanto el tipo de perso- both the central character type - fe-
naje central –víctimas femeninas male victims of dictatorial repres-
de la represión dictatorial– como sion - and a certain mechanism of
cierto mecanismo de construcción literary construction where exter-
literaria donde personajes externos nal characters - narrators forced
–narradores obligados por diversas by diverse circumstances to gath-
circunstancias a reunir pareceres er contradictory opinions - “arm”
contradictorios– “arman” a las pro- the protagonists. This implies that,
tagonistas. Esto conlleva que, en in both narrations, the subject’s
ambas narraciones, varíe el modo mode of construction with respect
de construcción del sujeto respecto to the traditional narrative varies,
de la narrativa tradicional, puesto since any introspective trait of the
que cualquier rasgo introspecti- subject becomes presumptive and
vo de aquél se vuelve presuntivo e inaccessible when the characters
inaccesible cuando los personajes are composed through an ambig-
son compuestos a través de un am- uous design that different voices
biguo diseño que decantan diversas filter through the subjectivity, the
voces empañadas por la subjetivi- unconsciousness, and contradic-
dad, la inconsciencia, la contradic- tion. These South American novels
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7 Resulta interesante recordar que este término fue usado primero para designar
a los esclavos de origen africano que regresaban a la tierra natal de sus padres o
abuelos. Y en este caso como el de aquel, se trata de la vuelta a la tierra de la que
fueron arrancados con violencia.
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8 Utilizamos este término en el sentido de cierta teoría política que ve como poten-
cialmente positivo el conflicto político, difiriendo de la descripción de la democracia
como la búsqueda de consensos.
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ñalamos, elude los recursos formales esteticistas de la autonomía, al
invalidar su categoría verosimilizadora en la autocontradición, anula
cualquier posibilidad de identificación, de empatía con un personaje
finalmente incognoscible; en la de Bisama, se marca una distancia
insalvable también con la proximidad psicológica a través del distan-
ciamiento y la incomprensión de las voces narrativas que construyen
al personaje de la Javiera: los vínculos intersubjetivos quedan rotos
por la distancia temporal que estratifica el relato y agravada por el
estado de anonadamiento, de semi cancelación de la conciencia de
la muchacha (pre)narradora cuya voz es, como ya se dijo, puesta en
abismo por el narrador masculino “definitivo” que “decanta” el re-
lato femenino. Ese abismo, además, no sólo es lejanía de las voces,
sino también, insalvable cesura temporal que desdibuja y nubla el
pasado, asfixiándolo, como lo hace el humo invasor con la ciudad en
la escena intoxicada del recuerdo.
Si se anulan ambos factores –identificación y proximidad psicológi-
ca– ¿cómo se construye entonces el sujeto? Indudablemente, ya no
es desde la motivación íntima a la que nos tenía acostumbrados la
literatura anterior: si bien la omnisciencia se había perdido hace ya
tiempo, quedaban los vectores formales que iban del yo narrando en
primera persona para construir su propia intimidad, al testigo limi-
tado, que reconstruía parcialmente lo que compartía de la intimidad
del otro; en cambio, ahora, ningún testigo está seguro de lo que ha
visto, de lo que ha escuchado, de lo que creía haber conocido; tam-
poco puede, por consiguiente, reconstruirlos el lector a través de él,
ni siquiera, como sospecha a partir de la superposición de versiones:
se ha cancelado el conocimiento de la intimidad y se pasa a las incer-
tidumbres cognitivas de la extimidad, que lee la intimidad desde lo
externo, desde lo tentativo.
Así, esas mujeres están, en estas novelas, exiliadas de sí mismas; su
ser íntimo se dibuja en lo más lejano y deslocalizado de su interio-
ridad, pero es apenas reconstruible en la destrucción que la violen-
cia ha ejercido sobre ellas: violencia estatal que ultrajó su ser para
convertirlas en vaciados fantasmas. En un caso, da cuenta de ello el
informe testimonial contradictorio; en el otro, la distancia narrativa,
la adicción que nubla la conciencia, la voz masculina que mediatiza
el relato del recuerdo, distanciándolo aún más, etc. De todos modos,
tanto el encarcelamiento de la Javiera en una, como el temeroso le-
targo aislado de Eva, son los momentos del futuro –en la primera– o
del presente –en la segunda– en que se revelará el poder ya repre-
sivo, ya desprotector, que la democracia ejerce ahora vicariamente,
pero con la misma violencia o la misma indiferencia que la dictadura.
Cecilia López Badano, David Miralles Ovando
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Lacan, J. (1969). Seminario 1968/9. Clase 14, 12 de marzo. http://
www.psicoanalisis.org/lacan/16/14.htm
Ludmer, J. (2006): Literaturas postautónomas. http://www.loe-
scrito.net/index.php?id=158. Texto perfeccionado y ampli-
ado en “Identidades territoriales y fabricación de presente”.
Aquí América Latina. (2010) Buenos Aires: Eterna Caden-
cia. (149-156).
Martini, J. (s/f). Cit. En https://books.google.com.mx/books/about/
La_mujer_en_cuestion.html?id=H_P4-Vo7NtUCredir_esc=y.
Piglia, R. (2016). Los diarios de Emilio Renzi. Los años felices. Ciudad
de México: Anagrama.
256
Cecilia López Badano, David Miralles Ovando
257
FABULARIO
VISITAS AL PATIO No. 12 - 2018, ISSN 2248-485X, pp. 261-263
I
Abro un libro y encuentro una tarjeta con el mensaje “Fe de erra-
tas”. Enumera dos errores en la edición de un libro cuya portada es
indescifrable. Leo el primero: “pág. 44, donde dice porque no sé si
la distancia es un veneno o una vida insaciada, debe decir porque
no sé si la distancia es un veneno o una vid insaciada”. Pienso en la
fortuna del error, en la vida insaciada, incumplida; y en los que “con
la noche a cuestas se marchan y buscan en los bolsillos palabras para
amainar su hambre de caminos pero no encuentran sino agujeros
lentos orificios de tiempo y lugares perdidos de todo lo que alguna
vez pensaron que olvidarían y que es ahora el rostro la mirada con
que observan el espejo que los desnombra”.
El libro es Palabras más palabras menos, de Sara Uribe (Tamaulipas,
México, 1978). Se publicó el 2006, año en que el horror apenas se
nos venía encima.
II
Era 2012 y en México ya se contaban más de cien mil muertos y
veinte mil desaparecidos luego de iniciarse una muy demagógica y
poco estratégica ofensiva militar contra el hasta entonces subrepti-
cio poder del narcotráfico. Desde 2007, la guerra avanzó de las cos-
tas hacia el centro. Los estados del golfo fueron los primeros en ser
golpeados: el choque entre grupos tácticos al servicio de los cárteles
locales y el ejército provocó reclutamientos forzados para engrosar
las líneas de avanzada de los cárteles, desapariciones forzadas, ame-
drentamiento de la población civil y, en general, un abaratamiento de
los sueldos de sicarios y torturadores, lo cual devino en un deprecio
de la vida que no acabamos de superar. En este contexto apareció
Antígona González, de Sara Uribe.
261
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
III
El poemario ha despertado curiosidad crítica y se ha convertido en
objeto de estudio por dos razones: su apuesta por poner en escena
a las víctimas de la violencia del narco y la desaparición en México;
y su capacidad de convocar discursos teóricos. Sara Uribe es capaz
de hablarles y darles voz a los que se quedan, a las otras víctimas
que, además de cargar con el dolor de la incertidumbre, de habitar
el claroscuro de la vida y la muerte, del duelo y la esperanza, acu-
mulan cadáveres de otras tragedias; y, a la vez, dirigirse a la desper-
sonalizada crítica que piensa y escribe lejos del centro del horror y
la tragedia. Antígona González es, en este orden de ideas, un vínculo
entre la terrible experiencia de la desaparición y la desapasionada
crítica literaria que parece siempre esperar otro momento más frío
para poner atención a las relaciones entre tragedia y arte. La autora
parece apuntar a una verdad incuestionable: comprender a las víc-
timas, darles voz, ponerlas en el escenario poético, es también un
ejercicio de justicia, y todo esfuerzo por alcanzarla nos vuelve, a no-
sotros mismos –inmersos en una cotidianidad aséptica en la que sólo
somos observadores del proceso de descomposición social– menos
desaparecibles.
IV
Mantenerse en la tragedia es imposible, como también lo es escapar
de la imposibilidad y la insatisfacción. La esclavitud editorial tam-
bién merece ser cantada. Es 2018 y Sara Uribe nos recuerda que el
éxito no es lo que aparenta y la explotación tiene caras que ni si-
quiera imaginamos: nuevas formas de esclavitud, los contratos con-
denan estirpes y obras. Nadie dijo que escribir fuera una purga, ni
mucho menos que fuera fácil, ni que fuera un camino hacia la gloria.
La desdicha acecha en todas partes.
V
El poema de Uribe no deja de ser un canto a la desesperanza: a la im-
posibilidad de lograr una reivindicación del oficio poético ante la vo-
racidad de un mercado que no comprende, bien a bien, ni el tiempo
del poema ni la necesidad de la poeta, convertida en un escaño más
de un proceso que busca no la redención de las fuerzas creadores,
sino la acción de un Midas mercenario: convertir el oro en oro. Cer-
cada por fuerzas que la superan, ciegas al fenómeno de la creación,
artífices de su transformación en productos “culturales”, pero no por
262
Alfonso Valencia
263
VISITAS AL PATIO No. 12 - 2018, ISSN 2248-485X, pp. 265-268
Peticiones varias
1
Me piden que corrija las pruebas de un libro que no va a publi-
carse. Que señale las erratas. Que aporte mis posibles comenta-
rios al diseño. Que.
Paso la madrugada leyendo galeras que bien podrían ser invisi-
bles, contener lorem ipsum en lugar de las palabras que
El editor de la sucursal en Barcelona me escribe diciendo que
no. Dice que no como quien arroja fruta podrida a la basura. No
nos conocemos. Jamás he escuchado el timbre de su voz, pero en
su correo me dice, enfáticamente, que no es viable compartir mi
libro de manera gratuita en internet. Que está mal, muy mal, tan
mal que por eso el libro no puede publicarse. Tan mal que debo
pedir perdón de rodillas al copyright. Tan mal que por eso en
España está prohibido sacar fotocopias de los libros. Que iré a
la cárcel. Que debería hacer penitencia por el resto de mis días.
Bueno, no. No dice eso. Exagero. Sólo me escribe un escueto mail
en el que afirma que el libro no puede publicarse con una licen-
cia creative commons.
Lo que yo sigo sin entender es por qué me piden que revise y co-
mente la versión casi definitiva de un libro que no quieren que,
sin su permiso, sin el permiso de la editorial, pueda reproducir-
se ni circular libremente ni descargarse ni
El editor en México suscribe las palabras de su abogado: lo que
yo le propongo no es serio ni legal. Me dice que él creía que yo
era una persona seria. Eso dice: una persona seria, una persona
265
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
2
Me piden que firme un contrato donde acepto, no sólo cederles
el alma que no tengo, sino el alma de la descendencia que tam-
poco tengo ni tendré. Me piden que lea, pero en verdad esperan
que no lo haga, las cláusulas de un documento legal que a ve-
ces ruge, y otras tantas muerde, como el león que es. Leonino el
contrato y leoninos los editores. Me piden/me aclaran, que no
me exigen, que nadie me obliga, que soy libre, si quiero, de no
firmarlo, pero que haga el favor de firmarlo de una puñetera vez,
porque el tiempo es oro y el contrato leoncillo incipiente. Me pi-
den que los nombre mis agentes, que les ceda, a falta de alma, mi
agencia, mi agenda, mi. Sin especificar cuántos años durará, me
solicitan amablemente rubrique al calce y en los lugares donde
aparece mi nombre. No dejan de puntualizar que, si la empresa
pudiese, por alguna razón ignorada, caer en manos de terceros,
éstos, a quienes desconozco, quienes, hasta ahora hipotéticos,
pero en algún momento reales, posiblemente muy reales, serían
los poseedores de los derechos de mi obra para adaptaciones,
para reimpresiones, para ofrecerla a terceros, para traducirla a
otros idiomas, en suma: para hacer con ella lo que les dé su chin-
gada y teórica, pero potencialmente tangible, gana. También me
sugieren que no pregunte, que no indague, que no me queje. Me
aseguran y me juran que todos los demás autores han firmado
sin chistar. Porque no me digan / que ustedes / no han firmado
/ sin leer / contratos así.
3
Me piden
les escriba textos
sin recibir a cambio pago alguno.
Me piden
266
Sara Uribe
les permita
darme la oportunidad
de que lo que escribo
sea leído por otros.
¿Qué cómo que quiero un pago por eso?
Que casi casi
yo debería pagarles
por darme tan loable oportunidad.
Me piden que conteste sus correos a deshoras
que haga caso inmediato de sus comunicaciones
que atienda sus llamadas, que
cuanto antes, cumpla con mi deadline.
Me abordan por correo
por dm, por inbox de Facebook
o la mensajería de Instagram
que ni siquiera sé cómo se llama.
Por último
consiguen mi WhatsApp
y me mandan mensaje tras mensaje
para apurarme
presionarme
invitarme
requerirme
sugerirme
conminarme
apercibirme
insinuarme
y cuestionarme
que si ya
que si por fin
que si ahora sí
voy a mandarles
su texto
porque
ay
cómo les urge
pero yo
267
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
que sé
cómo hacer
oídos sordos
no me entero
de verdad que no me entero
de nada.
4
Me piden que no sea hipócrita, que les diga que también hay tex-
tos, lecturas, charlas, dictámenes o conferencias por las que sí
me pagan. Es cierto, no voy a mentirles. Sólo añadiré que para
poder cobrar mis honorarios, mis empleadores me piden: la cre-
dencial para votar de mi recibo del agua, el comprobante de do-
micilio de mi curp, la constancia de situación fiscal de mi estado
de cuenta bancario, el cv de mis facturas, la fe de bautismo de
mi fe de bautismo (ay, y yo que ni fe de nada tengo). Me piden
los documentos una y otra vez y una y otra vez los entrego y los
vuelven a perder. Me piden que vaya a firmar los contratos que
ya les había firmado, que les escanee y reenvíe y refirme y re-
contrafirme. Me piden que espere unos días, unos meses, casi un
año y luego me piden que les vuelva a enviar todo de nuevo para
empezar el ciclo una vez más. Me piden que aguarde los pagos
hasta que éstos se conviertan casi casi en la jubilación simbólica
que no tendré. Me piden
que tenga paciencia
porque
el recurso
ya casi
deveritas
va
a
bajar.
5
Iba a decir, a escribir, también, que me piden poemas inéditos,
siempre, pero eso ya lo dijo y escribió, antes y mejor, Fabio Mo-
rábito.
268
ENTREVISTA
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VISITAS AL PATIO No. 12–2018
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Magdalena Gonzáles Almada
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VISITAS AL PATIO No. 12–2018
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IN FOLIO
VISITAS AL PATIO No. 12 - 2018, ISSN 2248-485X, pp. 277-280
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VISITAS AL PATIO No. 12–2018
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Agustina Merro
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VISITAS AL PATIO No. 12 - 2018, ISSN 2248-485X, pp. 281-286
Alexander Torres
Wells College
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Alexander Torres
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Alexander Torres
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VISITAS AL PATIO No. 12–2018
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287
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
cada vez se hace más necesario “caminar seguro, libre, sin temor,
respirar y sacar la voz” (Tijoux 2014)
Los más de treinta investigadores que participan de este libro pro-
vienen de diferentes áreas y convergen en su profesión u oficio mu-
sical o literario. Así, la cultura en La Rueda Mágica está atravesada no
sólo por la calidad investigativa, sino porque cada propuesta, como
diría Víctor Jara, “tiene sentido y razón” (1974) en sus análisis, evi-
denciando un panorama de la crítica que se comunica con la sociolo-
gía, antropología, psicología, estudios urbanos, migratorios, indíge-
nas, política, violencias, entre otros.
Proponer la lectura desde la música y la literatura es, al mismo tiem-
po, un entramado crítico que tuerce las disciplinas y promueve la
concreción de vías analíticas que desafían cada uno de los corpus y
lecturas previas sobre esos objetos culturales. En La Rueda Mágica,
la (in)disciplina es un lugar de enunciación para la disidencia crítica
que construye un territorio frente a las versiones monológicas2 de la
forma tradicional de llevar adelante los estudios en cada parcela de
saber. Este libro está construido a través de múltiples voces, cada vez
menos ajenas, que se corporizan desde las propuestas innovadoras y
los diseños metodológicos propuestos por los(as) autores. Un “canto
libre” (Jara 1970) , considerado y visible que se quiere regalar desde
múltiples interpretaciones.
Transdiciplinario y transgeneracional. Este libro, si bien posee múl-
tiples perfiles investigativos, es al mismo tiempo la configuración de
una escuela crítica. En sus páginas y notas, se construye una comu-
nidad de investigadores consagrados y nóveles, que hablan junto a
producciones culturales canonizadas y emergentes. De Violeta Parra
o La Nueva Canción Chilena a Javiera Mena o Denver, pasando por
estilos musicales del caribe, el grunge, el reguetón, el rap o el nar-
cocorrido, así como la literatura latinoamericana del siglo XX y XXI,
que resisten e insisten en construir una voz creativa con lugar, com-
prometida y participante. En este sentido, además, La Rueda Mágica
se erige como la materialización de una escuela crítica; una escuela
y comunidad literario-cultural de crítica biopoética (Carreño 2013)
donde maestros, colegas y discípulos - consecuentes en sus perspec-
tivas y miradas - responden y conforman una voz participante, así
como un lugar de enunciación empoderado, intenso y firme dentro
del panorama investigativo-cultural nacional e internacional.
Todos estos lenguajes construyen un ecosistema armónico en las va-
riaciones que cada investigador propone para este libro. Esta coexis-
288
Dámaso Rabanal Gatica
resentir,
289
VISITAS AL PATIO No. 12–2018
momento en que las palabras del músico Raúl Gardy nos cantan
“Quieres saber quién soy / te lo voy a decir / soy una voz, una voz /
solamente, una voz”, pues La Rueda Mágica “es una metáfora del tra-
bajo colaborativo entre maestros, compañeros y discípulos”(Carre-
ño 2017:20), un coro crítico que canta con sus diferentes registros
removedores de disciplinas y forjadores de senderos alternativos en
los que la creatividad pueda volar, “abriendo las jaulas para volar
como pájaros”, e incluso más, pues al volver junto a Pedro Lemebel,
siempre vivo en nuestros corazones y a quien está dedicado el libro,
La Rueda Mágica diseña un cielo donde todos y todas, con o sin alitas
rotas en este campo de batalla de la crítica, pueden volar4.
Obras citadas
Anwandter, Alex. (2016) Siempre es viernes en mi corazón. Nacional
Records.
Bajtin, Mijail. (1989) Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus.
Calle 13. Latinoamérica. (2010) En Entren los que quieran [CD]. New
York: Sony Music.
Carreño, Rubí. (2013) Av. Independencia. Literatura, cultura e ideas
de Chile disidente. Santiago: Cuarto Propio.
________. (2017) La Rueda Mágica. Ensayos de música y literatura.
Manual para (in)disciplinados. Santiago: Universidad Alberto
Hurtado.
Jara, Víctor. (1970) Canto libre. En Canto libre. Santiago: DICAP.
________. (1972) Luchín “Lo único que tengo”. En La población. Santi-
ago: DICAP..
________. (1974) Manifiesto. En Manifiesto. Inglaterra: Logo Records.
Lemebel, Pedro. (1996) Manifiesto. En Loco afán. Crónicas de sidario.
Santiago: LOM.
Mena, Javiera. (2006) Yo no te pido la luna. En Esquemas juveniles
[CD]. Santiago: Quemasucabeza.
Tijoux, Ana. (2011) Sacar la voz. En La bala [CD]. Santiago: Oveja
Negra.
________. (2014) Delta. En Vengo [CD]. California: Nacional Records.
4 Utilizo el escenario poético elaborado por Víctor Jara en la canción “Luchín” (1972)
y el que Pedro Lemebel construye en la etapa final su texto “Manifiesto” (1996).
290
Revista de la Universidad de Cartagena
TEMÁTICA Y ALCANCE
El Programa de Lingüística y Literatura de la Universidad de Car-
tagena, comprometido con la construcción, divulgación y debate de
conocimientos sobre las áreas del lenguaje, pone a disposición de
la comunidad académica, y del público en general, la revista Visitas
al Patio. Creada como punto de encuentro para las investigaciones
sobre el lenguaje (desde la teoría, la crítica y la historiografía), es
una revista impresa de circulación anual, adscrita a la Facultad de
Ciencias Humanas de la Universidad de Cartagena. Publica traba-
jos inéditos de carácter investigativo, de divulgación, así como no-
tas académicas, traducciones, entrevistas y reseñas. Visitas al patio
se acoge, en este sentido, a la clasificación de artículos del Sistema
Nacional de Indexación y Homologación de revistas especializadas
(Publindex, 2006) de la siguiente manera:
1. Artículo de investigación científica y tecnológica, que pre-
senta detalladamente los resultados originales de proyectos
terminados de investigación. La estructura generalmente uti-
lizada contiene cuatro apartes importantes: introducción, me-
todología, resultados y conclusiones.
2. Artículo de reflexión, que presenta resultados de investiga-
ción terminada desde una perspectiva analítica, interpretati-
va o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a
fuentes originales.
3. Artículo de revisión, que es resultado de una investigación
terminada donde se analizan, sistematizan e integran los re-
sultados de investigaciones publicadas o no publicadas, sobre
un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de
los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por
presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo me-
nos cincuenta referencias.
4. Artículo corto, que de manera breve presenta resultados ori-
ginales preliminares o parciales de una investigación científica
o tecnológica, que por lo general requieren de una pronta difu-
sión.
5. Reporte de caso, que presenta los resultados de un estudio
sobre una situación particular con el fin de dar a conocer las
experiencias técnicas y metodológicas consideradas en un
caso específico. Incluye una revisión sistemática comentada
de la literatura sobre casos análogos.
6. Revisión de tema, que es resultado de la revisión crítica de la
literatura sobre un tema en particular.
7. Cartas al editor, posiciones críticas, analíticas o interpretati-
vas sobre los documentos publicados en la revista, que a juicio
del Comité editorial constituyen un aporte importante a la dis-
cusión del tema por parte de la comunidad científica de refe-
rencia.
8. Editorial, que es el documento escrito por el editor, un miem-
bro del comité editorial o un investigador invitado sobre orien-
taciones en el dominio temático de la revista.
9. Traducción. Traducciones de textos clásicos o de actualidad
o transcripciones de documentos históricos o de interés parti-
cular en el dominio de publicación de la revista.
10. Reseñas bibliográficas, que dan cuenta de publicaciones pu-
blicadas recientemente sobre algún campo del saber o de la
creación artística.
Teniendo en cuenta la adscripción de Visitas al Patio al área del len-
guaje, incluye regularmente un dossier de creación literaria.
A NUESTROS COLABORADORES
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virtual o del correo electrónico oficial de la Revista: revistavisitasal-
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1. Deben cumplir con los requisitos establecidos en las Políticas
Editoriales.
2. Deben guardar relación con el enfoque de la revista.
3. Los artículos serán evaluados por pares académicos naciona-
les e internacionales en modalidad de par ciego durante un
mes a partir del cierre de la convocatoria, que es anual. Los
evaluadores podrán aceptar, aceptar con modificaciones o re-
chazar los manuscritos puestos a consideración. En los tres
casos, Visitas al Patio notificará a los autores mediante un
correo virtual dentro de los primeros quince días. En caso de
ser aceptado con cambios, el autor contará con dos semanas,
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puede consultar en manuales, resúmenes y tutoriales referentes al
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Libro
Apellido, Nombre. (año de publicación). Título de la obra. (Edi-
ción). Ciudad: Editorial.
Curtius, E. R. Literatura europea y edad media latona. México:
Fondo de Cultura Económica.
Capítulo de libro
Apellido, Nombre. (año de publicación). Título del capítulo. En:
Nombre, Apellido. Título de la obra. (pp.). Ciudad: Editorial.
Eichembaum, B. (2008). La teoría del “método formal”. En: T.
Todorov. Teoría de la literatura de los formalistas rusos. Buenos
Aires: Siglo XXI Editores.
Publicación seriada
Apellido, Nombre. (año de publicación, mes y/o día). Título del
artículo. Nombre de la revista, Vol., (número), pp.
Tozzi, L. (2011). La literatura argentina en la bisagra de los si-
glos XX y XXI: Juan Martini y sus itinerarios críticos. Visitas al
patio, 6, 171-197.
Documento consultado en Internet
Apellido, Nombre. (año de publicación, si corresponde). Nom-
bre del documento. Ciudad: Entidad. Fecha de revisión desde
Internet: dirección electrónica
Jacobson, J. W., Mulick, J. A., & Schwartz, A. A. (1995). A his-
tory of facilitated communication: Science, pseudoscience, and
antiscience: Science working group on facilitated communica-
tion. American Psychologist, 50, 750–765. Revisado el 25 de
enero de 1996 desde Internet: http://www.apa.org/journals/
jacobson.html
Revista de la Universidad de Cartagena
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Curtius, E. R. Literatura europea y edad media latona. México:
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ter. In A. Editor & B. Editor (Eds.), Title of book (pages of chap-
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Eichembaum, B. (2008). La teoría del “método formal”. En: T.
Todorov. Teoría de la literatura de los formalistas rusos. Buenos
Aires: Siglo XXI Editores.
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Tozzi, L. (2011). La literatura argentina en la bisagra de los si-
glos XX y XXI: Juan Martini y sus itinerarios críticos. Visitas al
patio, 6, 171-197.
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Jacobson, J. W., Mulick, J. A., & Schwartz, A. A. (1995). A his-
tory of facilitated communication: Science, pseudoscience, and
antiscience: Science working group on facilitated communica-
tion. American Psychologist, 50, 750–765. Revisado el 25 de
enero de 1996 desde Internet: http://www.apa.org/journals/
jacobson.html