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Universidad Nacional de Colombia Juan Esteban Rúa Bedoya

Facultad de Ciencias Humanas y Económicas CC. 1036603185


Maestría en Estética jruab@unal.edu.co
Seminario de Profundización II 3026999320

VARGAS VILA, PROSCRITO EN VIDA Y MUERTE

Presentación
En 1998 el profesor Juan Carlos González Espitia realizó la dirección editorial de la
Biblioteca José María Vargas Vila para la Editorial Panamericana, en cuya nota
introductoria señaló que “respecto a la obra del Divino han surgido tantas y tan disimiles
opiniones, que pareciera que se critica el recuerdo del individuo que respondía al nombre
de José María Vargas Vila, y no su obra” (VII). Y, con razón, señaló en este mismo texto a
los juicios y demás opiniones sobre dicho escritor como “vicios y resultados del lugar
común”, especialmente cuando “jóvenes universitarios” afirman que su obra “es tan mala y
de tan baja estofa que no merece la pena ser leída.” (VII).
¿Qué otra opinión podría merecer un escritor que atacó fervientemente y sin vehemencia a
la academia y a las instituciones colombianas, representadas hasta entonces en la figura de
Miguel Antonio Caro, su némesis político? No podría ser de otra manera. Un escritor ateo,
masón, liberal radical, libertario, asexuado o tildado de homosexual, entre muchos otros
epítetos, merecería ser proscrito de la historia literaria nacional, pues como lo indica el Dr.
Álvaro Pineda Botero (2013), en su obra El Reto de la Crítica, el canon literario en
Colombia ha sido casi siempre una imposición del Estado en, más o menos, concordancia
con la iglesia católica (33).
El presente trabajo tiene por objeto realizar un panorama historiográfico de la obra y del
legado del escritor colombiano José María Vargas Vila, especialmente en lo concerniente a
la difusión de sus diarios personales, sus publicaciones periódicas y sobre algunos sucesos
históricos posteriores a la muerte del autor que contradicen su voluntad testamentaria o que
desvirtúan su historia personal por medio de la inducción de datos erróneos.

José María Vargas Vila, una vida en la polémica.


La historia oficial dice que Vargas Vila nació el 23 de julio de 1860, en la calle del Volcán,
actualmente carrera segunda con calle 12, a una cuadra de distancia del Chorro de Quevedo
en la capital Colombiana, una zona residencial reservada en aquellas fechas, para familias
de la clase media-alta. Una casona amplia, con gran número de habitaciones, patio central y
cuartos de servicio no se ajusta a los datos biográficos que el autor nos brinda a través de
sus diarios, cuando respecto a su nacimiento, escribe en 1916 :
tuvo lugar en la Ciudad de Santa Fé de Bogotá, capital entonces de la República de Nueva
Granada, hoy Colombia, el 23 de julio de 1860 a las nueve de la mañana;
la ciudad, debía ser entonces un poblacho de veinticinco o treinta mil almas, pues cuando
yo la dejé, veinticuatro años después (1884) era un poblacho de cuarenta mil almas escasas,
frío y desapacible, extremadamente sucio, nido de todas las epidemias, especialmente la del
fanatismo religioso;
según me enseñaron de niño, la casa en que yo nací era una pequeña casa a orillas del río
San Agustín, entre las calles llamadas de la Gallera y de las Águilas, dos calles abajo de la
plaza de San Agustín en la cual estaban, cuando yo salí de allí, todos los cuarteles; era aquel
un barrio militar; (67).

Efectivamente, una casona, propia de una familia acaudalada, no corresponde a la


propiedad de una viuda empobrecida que ha perdido a su marido en 1864, muerto en Funza,
en un levantamiento de los liberales de Cundinamarca contra el celebérrimo y ambiguo
gran general Tomás Cipriano de Mosquera. Elvira Bonilla Matiz, viuda de Vargas Vila,
general participe del bando perdedor, tuvo que sobrellevar la miseria con una exigua
pensión militar y a cargo de cinco hijos: Antonio, Elvira, Concha, Ana Julia, José María -de
cuatro años- y José Ignacio.

Poco más o casi nada se sabe de la vida de Vargas Vila en los primeros años de su
existencia. Hacia 1884 se conocen sus primeras publicaciones, las cuales distan del tono
ácido y panfletario que le caracteriza. Siendo maestro de escuela en Bogotá, en el Liceo de
la Infancia, escribe en el Papel Periódico Ilustrado el poema Recuerdos de Mi Primera
Comunión, publicado el 5 de junio, compuesto con motivo de la celebración de dicho rito
de los estudiantes de tal colegio. Un poema soso y sin gloria, lleno de figuras retóricas
vacías. Sin embargo, el 30 de agosto de este mismo año en el periódico La Actualidad,
dirigido por el también escritor controversial Juan de Dios -El Indio- Uribe, se publica en
primera plana un artículo in extenso denominado el Camino de Sodoma, en el cual Vargas
Vila acusa a Tomás Escobar, rector del Liceo, de reiteradas violaciones y demás abusos
carnales contra los jóvenes encargados a este para su formación. El artículo es seguido de
dos cartas fechadas del 24 y 25 de agosto entre el redactor y el autor. Al respecto, Enrique
Santos Molano, comenta que:
se desató un escandalo volcánico. Una lava de chismes recorría las calles de Bogotá y los
padres de familia se apresuraron a sacar a sus hijos del Liceo de la Infancia. El colegio fue
cerrado y el presbítero Tomás Escobar conducido a la cárcel, en detención preventiva, por
el inflexible inspector Arístides Fernández. Muchas familias que habían confiado al doctor
Escobar la educación de sus niños, se consideraron hundidas en la vergüenza y en la
ignominia; (Santos Molano. 1996: 485).

La clausura del Liceo en el cual, comenta Santos Molano, estudiaba el joven José Asunción
Silva, era una intriga “política farisea, preparada con la receta radical exclusiva, cuyo
ingrediente básico es el presbítero Tomás Escobar y cuyo plato secreto es La
Regeneración” (485).
Posterior a este episodio, Vargas Vila se enlista en la tropa liberal, para servir como
secretario del general Daniel Hernández, quien perece en la Batalla de la Humareda y
donde son derrotados los liberales. Vargas Vila huye por los llanos hacia Venezuela, país
donde será recibido por el también masón Joaquín Crespo, presidente de la República y a
quien sirve en calidad de secretario privado y consejero político, especialmente en materia
antiimperialista. Durante su breve estadía en Venezuela, publica algunos artículos en
periódicos como Ecos de Zulia y funda Los Refractarios, junto a Juan de Dios Uribe,
también autoexpatriado.
Pablo Yankelevich (1998) señala que Vargas Vila fue el primer escritor latinoamericano
que hizo una fortuna considerable gracias a la literatura. Arturo Escobar Uribe, quien
escribió la biografía más completa que se conozca de él, indica que escribió 108 libros,
muchos de los cuales son obras compilatorias o reediciones con títulos diferentes. Gran
parte de la fama de Vargas Vila se debe a que sus obras completas fueron publicadas en el
sello editorial español de Ramón Sopena, las cuales tuvieron una amplía difusión y que
estuvieron al alcance no solo de la élite letrada, sino accesibles para todo el mundo, pues
eran las suyas eran más económicas que las ediciones parisinas de la viuda de Charles
Bouret o las españolas de Maucci, pero, especialmente a las profusas ediciones piratas que
inundaron las librerías populares de los países latinoamericanos, especialmente México,
Argentina y Colombia, donde fue leído especialmente por estudiantes pobres, sindicalistas,
obreros y, según se dice, prostitutas y público en general sin mayor formación académica, y
es que justamente la prohibición que la iglesia hiciera de sus obras sirvió indirectamente
como plataforma de promoción. Quizá por ello, Efrin Knight (2011) indica que Vargas Vila
fue “durante la primera mitad del siglo XX el autor suramericano más leído del mundo”
(21).
Vargas Vila no corresponde pues al canon literario que el Estado busca imponer o sugerir
para reflejar los valores estéticos y morales de la nación colombiana. Razón por la cual el
colombianista inglés Malcolm Deas, historiador afín al establecimiento, ha sentenciado, en
Del Poder y la Gramática (2006), que Vargas Vila figura como uno de los “buenos malos
escritores” y que es preciso “desvargasvilizar a América latina”. Pese a ello, Vargas Vila
aún se lo encuentra en ediciones de factura reciente, en el imaginario popular, en boca de
revolucionarios anacrónicos o en menciones sueltas y comentarios, como el proferido por el
presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, el pasado 19 de junio de 2022,
cuando escribió en su perfil de Twitter: “Los conservadores de Colombia siempre han sido
tenaces y duros. El escritor José María Vargas Vila relataba que los dictadores de su país
‘mojaban en agua bendita su puñal antes de matar”. Así, de algún modo, se cumple la
sentencia que de sí afirmaba el escritor “bien o mal, hablan de mí”.
La crítica colombiana asumió una postura obvia en los estudios literarios, una actitud
psicologizante, carente de método y con presunciones moralizantes, y que basó sus juicios
en criterios dualistas de bueno o de malo. Rafael Gutiérrez Girardot fue quizá uno de los
pocos académicos que comentó, aunque brevemente, con un tono neutral:
El haberse enfrentado contra todas las instituciones […] costó a Vargas Vila su exclusión de
la literatura colombiana. Su numerosa obra no es peor que, en calidad, que la de un corifeo
actual de la cultura nacional, como el Presbítero Rafael Gómez Hoyos. Por el contrario.
Pero la condena general no ha permitido siquiera que de los cien volúmenes de sus obras se
seleccione lo memorable y lo meritorio, que efectivamente tiene. Al menos para quien no
cree que la medida de la prosa en lengua española es Ortega y Gasset. (2011: 69).

Un grafómano que quiso ser héroe o Las publicaciones periódicas de Vargas Vila.
En 1893, Vargas Vila reside en New York, ciudad en la cual se hace cercano de José Martí
y junto al cual trabaja por el proyecto de independencia cubana. Coparticipan en la revista
Hispanoamérica, fundada por Vargas Vila, y en la que también publican Diógenes Arrieta,
César Zumeta, entre otros. La Revista tiene una duración de ocho ejemplares y en ella se
publican, entre 1893 y 1894, múltiples críticas políticas contra los políticos, regentes o
dictadores conservadores en el continente americano como Rafael Núñez o Andueza
Palacio, perfiles biográficos, así como poemas, cuentos, ensayos y novelas por entregas,
como Aura o las Violetas, considerada la primera obra de reconocimiento comercial del
escritor colombiano.
Sin embargo, Némesis, fundada en 1903 en New York, es la revista por la cual es recordado
José María Vargas Vila en materia de publicaciones periódicas. Publicada mensualmente
entre 1903 y 1933, con algunos lapsos, circuló ampliamente por todos los países de habla
hispana, con excepción de Colombia. El primer número de esta publicación se editó con
motivo de la separación del istmo de Panamá y constituyó posteriormente el celebre libro
Ante los Barbaros, los Estados Unidos y la Guerra, los Yankis - Voilà L’Enemie. En este
ataca a Roosevelt y a la política exterior de su país natal.
Gracias a la edición del primer número de Némesis, los ministros de Colombia, Ecuador,
Panamá piden que Vargas Vila sea amonestado, y se le amenaza con la expulsión. Sin
embargo, antes de que esta se cumpla, viaja a París, tal como lo relata en sus Diarios. Allí
continúa con la edición de la Revista y con sus ataques contra el peligro yankee:
Y, bendigo con gratitud los azotes de la Naturaleza: la fiebre, las plagas, los insectos, que
como manos de furias invisibles, salen del vago horizonte de las selvas y d la espantosa
lividez de los mares, para detener y castigar al bárbaro invasor;
¡oh, madre Naturaleza, tú nos vengas!
Si yo fuera capaz de adorar algo sobre la tierra, adoraría el mosquito implacable y tenaz,
que lleva en su picada, la muerte para el hombre blondo, que tritura con sus botas de
conquista el cráneo de los pueblos vencidos;
yo, lo amo;
él, es el vengador;
mas allá del trópico, él, es el centinela alerta, el escuadrón volante, la sola escuadra que
defiende nuestras costas;
la dignidad de Panamá se ha refugiado en él;
es el único que permanece hostil contra los yankees;
allí, los insectos son más grandes que los hombres;
el honor que los negros semiletrados traicionaron, ellos lo vengan; (Vargas Vila. 1904: 12).

Némesis no ha sido estudiada íntegramente y en su conjunto por la academia en Colombia,


debido a que su colección completa es inaccesible a los investigadores. La Revista se
encuentra disgregada en colecciones hemerográficas por todo el mundo. En Colombia se
encuentran disponibles algunos números de 1904, 1905, 1906 y de 1921 a 1927 en la
Biblioteca del Banco de la República, quienes sólo recientemente la han digitalizado; en la
Biblioteca Nacional de Venezuela se encuentra disponible en físico el primer número; en el
Fideicomiso Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, de la ciudad de México, se
encuentra la colección más completa de la que se tenga registro, pues se encuentran
disponibles para consulta en sala los ejemplares de abril de 1920 a marzo de 1933; la
Biblioteca Nacional José Martí cuenta con los ejemplares de 1928, 1929 y 1930; y, la
Biblioteca Nacional Francesa, país donde se publicaron la mayoría de sus números, la
referencia en el catálogo no especifica años, ejemplares disponibles, ni número de páginas.

Némesis fue en primera instancia un órgano independiente, dedicado a la lucha


antiimperalista, cuyo blanco principal era la defensa latinoamericana contra el
expansionismo estadounidense o contra su injerencia en la política doméstica de las
naciones ubicadas al sur del río Bravo.

Sin embargo, a partir de 1920, y sin dejar al lado su propósito inicial, la Revista cobró un
carácter propagandístico de la revolución mexicana, o mejor dicho, a favor de los políticos
que gobernaron dicho país desde tal fecha, hasta la muerte de Vargas Vila. El
establecimiento mexicano aprovechó la afinidad ideológica que profesaba el escritor
colombiano y la fama que este gozaba entre los sectores populares, para proponerle
disponer de Némesis como medio no oficial de difusión de los valores y bondades de la
revolución y sus prohombres.

Yankelevich afirma que, en noviembre de 1919, Genaro Estrada, comentaba las novedades
del mundo editorial mexicano a Alfonso Reyes con las palabras: “Vargas Vila es el autor
predilecto de nuestro público, cualquier número de ejemplares se agota en una semana”
(35).

Vargas Vila se convirtió entonces en una pluma alquilada. El mecenazgo mexicano


representaba para él una cómoda e inmediata salida para sus problemas económicos
agravados por la disminución de sus ventas, los problemas de salud suyos y de su
secretario, Ramón Palacio Viso, así como una pésima administración financiera:
representada en malos negocios y derroche en artículos de moda.

Némesis regresó a las rotativas después de un par de años de quietud. En abril de 1920,
“Pueblo Baluarte”, fue el primero de una serie artículos que, con justa razón, Yankelevich
llamó “apologéticos”:

Solo un pueblo y, un hombre, en esa cobarde avalancha de vencidos y, de vendidos han


osado alzarse ante el tropel de las Victorias Ultrajantes…
Ese pueblo, y ese hombre:
son
México y Venustiano Carranza…
[…] Los bufaos invasores quedaron absortos ante el vuelo de aquellas águilas negras, a las
cuales el furor, parecía crecer alas de llamas;
Desde aquel momento, Carranza dejó de ser una figura nacional y, se hizo una figura
continental;
el alma de América se fundió en él;
en medio de tantas traiciones a la Raza, él, se alzó, como el Único
Defensor de ella; […]
él trazó a los invasores el círculo de Polipius, y, los obligó a capitular…
Los bárbaros se retiraron, pero la lluvia de sus flechas, no ha cesado de caer […] (7).

Con la muerte de Venustiano Carranza, asesinado en mayo de 1920, Álvaro Obregón


solicitó continuar con el apoyo a Vargas Vila, quien nuevamente tenía problemas para
financiar la publicación de la Revista, esta vez, con una inversión que duplicaba la
subvención ofrecida por Carranza (Yankelevich: 12). Vargas Vila supo corresponder con
loas a Obregón, en Éxodo Heroico:

[…] detrás de Carranza, apareció Obregón;


[…] detrás del anciano Precursor, apareció el Hombre superior, aquel que el Destino
reserva, en las grandes crisis históricas para salvar los pueblos que no deben morir.
Álvaro Obregón venía del corazón del Tumulto, pero dominándolo;
salía del incendio, pero extinguiéndolo en pos de Sí;
Surgía de la Tempestad, pero cabalgando en el rayo, y dominándolo;
¿militar?...
Sí…
“ocho mil kilómetros de campaña”, delatan al estratega;
un brazo menos dejado en los campos de batalla, delata al héroe;
pero el glorioso mutilado, no es un profesional de la Espada, ni tiene culto a ella;
siendo el Ídolo del ejército, renunció a todos sus títulos militares, y puso su Espada en las
manos del Congreso Nacional;
este Benjamín de la Tribu Presidencial -porque es el más joven de los Presidentes en
nuestra América- es el tipo más lejano el Caudillaje opresor […]
[…] Obregón, es más que un Inteligente, Obregón es un Intelectual […] (1921: 7)

Entre 1921 y 1924 Vargas Vila realizó una gira por toda Latinoamérica, dictó conferencias
en Cuba, Chile y Colombia. En algunos países no fue bien recibido, por ejemplo en
Uruguay y Argentina, dónde figuras como Leopoldo Lugones le hicieron férrea oposición.
En Argentina curiosamente fue el único lugar donde le recibió un diplomático colombiano,
digo curiosamente, porque Laureano Gómez, embajador plenipotenciario de Colombia en
Argentina, le atendió personalmente y le invitó a cenar en su casa, justamente Laureano
Gómez quién representa el opuesto ideológico de José María Vargas Vila. Durante su gira
por Latinoamérica, no visitó México para mantener la discreción de la propaganda ejercida
en Némesis y por grave percances en su salud. En su lugar pasó un par de años en Cuba,
dónde fueron atendidas su artrosis y sus problemas gástricos, así cómo la incipiente ceguera
de su secretario. Sin embargo, el mecenazgo mexicano seguía vigente, gracias a ello
pudieron contratar una enfermera - secretaria, para trabajar en el cuidado de su salud y en la
revista. De este modo, Plutarco Elías Calles y Vargas Vila estrecharon aún más los plazos
convenidos con los dos anteriores presidentes de la República de México, en un auxilio más
que fraternal.

Tras una leve recuperación Vargas Vila regresó a Barcelona, llevando consigo a su
secretario y a Mercedes Guigou, la enfermera-secretaría, con quién Ramón Palacio Viso
comenzó una relación amorosa, de la que fue fruto una hija, llamada Georgina.

México, y especialmente Plutarco Elías Calles, representaron para Vargas Vila su principal
y casi única fuente de ingresos durante sus últimos años, pues la crisis de 1929 afecto
notoriamente las ya maltrechas finanzas personales de Vargas Vila. Justamente la última
carta compuesta por Vargas Vila, dirigida a Calles, una semana antes de su muerte, era un
documento en el cual le encomienda a su hijo y a su familia; al fallecer Vargas Vila la
primer persona a quién se le comunicó el deceso fue justamente Calles, tres días después a
los medios. De igual modo, el diario privado, sus memorias eran dedicadas a él.

Memorias de un archivo en el olvido

Una de las principales fuentes para conocer la vida de José María Vargas Vila es, sin lugar
a dudas, su diario personal. No obstante, esta fuente documental es relativamente nueva en
la historia literaria y biográfica del autor. Escrito entre 1899 y 1933, y compuesto por 80
libretas escritas a mano, fue parcialmente publicado en 1989, por la filóloga colombiana
Consuelo Triviño Anzola, y posteriormente por el cubano Raúl Salazar Pazos, en el año
2000. Este diario es sin duda una de las historias más fascinantes en la carrera póstuma que
acompaña la vida del autor.

Todos los deseos póstumos de Vargas Vila fueron en contravía de su realización. En


primera instancia, el primer deseo del escritor autoexiliado era no regresar nunca a su país
natal:

sólo pido al viento misericordioso, que no sople hacia Occidente, y, no lleve un átomo de
ellas -de sus cenizas- hacia las playas de mi Patria;
yo, no quiero ese último destierro;
lloraría de Dolor, aquel átomo de mis cenizas (1922: 74).

Sin embargo, el 24 de junio de 1980, fueron repatriados sus restos gracias a los oficios del
poeta, exministro y exsenador Jorge Valencia Jaramillo. La comitiva, en la cual también
participó Arturo Escobar Uribe, fue recibida en una ceremonia masónica durante la
celebración del solsticio de verano, en la Mansión Kopp, sede de la Gran Logia de
Colombia. Posteriormente, sus restos fueron conducidos -en medio de un diluvio capitalino,
comenta Valencia Jaramillo- hasta el panteón que dicha Orden tiene en el Cementerio
Central, para ser depositados en la urna número 22, en el mismo cementerio donde reposan
los restos de su archirrival, Miguel Antonio Caro.
Igual suerte corrió su recuperada fortuna económica. Según su testamento, recuperado por
Escobar Uribe, y publicado en la biografía que hiciera de este, señala que nombra a su
secretario Ramón Palacio Viso como su heredero universal. Y como albaceas, a parte del
anteriormente dicho, al abogado Claudio García G. Carballar:

En la ciudad de Barcelona y hora de las doce del día cinco de Febrero de 1930.
Constituido previamente requerido, en el piso cuarto, primera puerta de la casa número
ciento ochenta y tres y ciento ochenta y cinco, de la calle Salmerón de esta ciudad, ante mí,
don Ramón Forn y Bellet, Abogado y Notario del Ilustre Colegio territorial de Barcelona
con residencia en la capital y los testigos que al final se nombrarán,

COMPARECE
DON JOSÉ MARÍA VARGAS VILA Y BONILLA,

publicista, mayor de edad y soltero, natural de Bogotá, República de Colombia y residente


de esta ciudad, provisto de pasaporte con su fotografía adherida, que me exhibe, librado a su
favor por la Legación de Colombia en París, a nueve de Mayo de mil novecientos
veintisiete, visado por el Cónsul General de Colombia en Barcelona a veintisiete de Julio
del año anterior, no presentando cédula personal por su condición de extranjero y residir
accidentalmente en España, según afirma.

Declara el señor otorgante ser hijo legítimo de los consortes difuntos Don José María
Vargas Vila y Doña Elvira Bonilla Matiz.

Asegurando tener y teniendo a juicio del suscrito Notario, la capacidad jurídica bastante
para otorgar este documento, hallándose en condiciones perfectamente normales de salud,
manifiesta:

Que deseando disponer de sus bienes para después de su muerte otorga testamento en la
forma y términos siguientes:

Nombra albacea testamentarios a Don Ramón Palacio Viso, escritor, que ha sido compañero
fiel y adicto otorgante en los últimos años de su vida y a Don Claudio García G. Carballar,
Abogado de este Colegio, dejando a su disposición y prudencia la clase de entierro que haya
de hacerse a su cadáver.

Nombra también a los mismos señores Don Ramón Palacio Viso y Don Claudio García G.
Carballar, contadores, partidores, liquidadores o comisionarios de su herencia a fin de evitar
la intervención judicial, ya que prohíbe la formalización del juicio de testamentaría
queriendo que los dos citados señores actúen juntos o separadamente confiriendo a cada
uno de ellos, todas las facultades que les otorga a los dos, si por cualquier circunstancia no
pudiera actuar más que uno.

Quiere que si alguna deuda dejare al fallecer, sea pagada por su heredero después de
comprobada su legitimidad.
Declara al otorgante que no tiene herederos forzosos según las leyes tanto de su país como
españolas.

Y en todos sus bienes presentes y futuros, derechos, acciones, créditos, obras literarias,
contratos y cuanto sea de propiedad del otorgante, instituye heredero universal suyo a Don
Ramón Palacio Viso el cual recibirá la herencia con facultad de poder disponer de ella
libremente.

Revoca sus anteriores disposiciones de última voluntad, queriendo que sólo esta sea válida
y que prevalga a todas las demás ya como testamento ya como codicilo en los casos
previstos por la ley.

Así lo otorga en un solo acto, conocido de mí el Notario, de que doy fe, así como de su
estado, profesión y vecindad, siendo testigos llamados y rogados por el señor testador Don
Fernando de P. Amargós Moll y Don Juan Tornell Roselló, mayores de edad y vecinos de
esta ciudad, a quienes y al testador he leído íntegro el presente a su elección, previamente
advertidos de su derecho a leerlo por sí; firmando uno y otros. De todo lo contenido en este
instrumento público, yo el Notario autorizante, doy fe.

–J. Ma. Vargas Vila. –Juan de P. Almagrós. –Juan Tornel. –Ramón Forn.

En la misma fecha remito al Sr. Decano del Colegio Notarial el parte para el registro
general de últimas voluntades.

–Forn.

Para pesar de Vargas Vila, de su secretario y de los herederos de éste, el abogado,


recomendado por empresario Alejandro de la Vega, esposo de Isabel Vargas Vila, sobrina
del escritor, y ante la imposibilidad de ubicar a Ramón Palacio Viso, quien vivía en Cuba
desde agosto de 1933, los dineros que se acumularon en los últimos años por concepto de
derechos de autor fueron legados a Isabel Vargas Vila, su pariente vivo más cercano. De
este modo, en 1936, Isabel Vargas Vila, facilita -$10.000 pesos oro, a modo de préstamo- a
Alejandro de la Vega y a su socio, Laureano Gómez, recursos necesarios para la fundación
de El Siglo, periódico conservador cuyo objetivo principal fue perseguir las libertades
individuales, combatir la masonería y criticar las acciones del gobierno de la república
liberal.

Finalmente, el deseo que en mayor medida insistió Vargas Vila fue la publicación póstuma
de lo que consideraba su mejor obra: el Diario, tarea encargada a su secretario quien,
desafortunadamente padecía ceguera total. El Diario, junto al archivo que contenía además
un acervo completo de sus publicaciones periódicas, correspondencia, legajos, entre otros,
fue guardado, o mal almacenado en una bohardilla, hasta 1961 por Georgina Palacio
Guigou, hija del secretario de Vargas Vila, ya fallecido en 1953, en el Asilo de Santovenia,
en La Habana.
En 1961, dichos materiales fueron vendidos por esta a un joven de 19 años llamado Raúl
Salazar Pazos, quien los custodió hasta 1984, año en el cual le fueron confiscados por el
gobierno castrense mientras intentaba salir con estos documentos rumbo a Colombia
gracias a los oficios diplomáticos de Jorge Valencia Jaramillo. Durante los años que
conservó dicho archivo, el joven estudiante de filosofía de la Universidad de la Habana,
tuvo la oportunidad de mecanografiar los cuadernillos que componen el diario, estudiarlos
y hacer un índice en el que se mencionan “documentos de 1899 a 1933, un grupo de
novelas como La cosecha del sembrador, El Maestro y El Oasis; y una colección de revistas
Némesis, fundada por él, constituida por 144 cuadernos. Además, La sonrisa del balneario,
El trágico olivar, Albas inquietas y otros manuscritos de libros, incluido el epistolario de su
único hijo a algunos políticos, y las cartas vinculadas con José Martí”. Cartas en las cuales
se aprecia la cercanía, confraternidad y estrechos lazos que unían a ambos escritores, como
la fechada del 14 de marzo de 1894:

[…] Yo le amo a usted la palabra rebelde y americana como hoja de acero con puño hecho
de cincel, con que cruza las espaldas sumisas o los labios mentirosos; yo le amo la
hermandad con que se liga usted, en este siglo de construcción y de pelea con los que
compadecen y sirven al hombre contra los que encapotan y oprimen; yo le amo la
perspicacia y ternura con que miró Ud. en la fuente de toda mi energía que es la piedad
infatigable de mi corazón […].

Déjeme que lo abrace, con la alta tristeza de los que se despiden antes de entrar en el
combate y el placer profundo de hallar un alma soberana, piadosa, sincera, erguida, amiga.

Mi honor más grande es haberle parecido útil y bueno (Martí. 2011: 449).

El archivo de Vargas Vila estuvo entonces en poder del Consejo de Estado Cubano, hasta
que fue puesto a disposición de la Fragua Martiana, una Casa Museo que exhibía estos
materiales junto a otros objetos asociados al Apóstol de la Revolución. El 5 de agosto de
2007, el periódico vinculado a la Universidad de la Habana, llamado Juventud Rebelde,
anunció que el archivo del escritor colombiano fue donado casi íntegramente a Colombia,
sin que exista un protocolo de la supuesta donación. El archivo como tal no llegó por medio
del Ministerio de Cultura, el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional, ni
ninguna entidad estatal colombiana, y su rastro desapareció sin dejar otras pistas.

De este modo, se extravió la única fuente que disponía de la colección completa de las
revistas Némesis, el Diario original y completo del escritor, sus novelas inéditas y
documentos personales; pérdida con la cual, desaparece también, al menos por ahora, la
posibilidad de futuros estudios que fortalezcan el conocimiento del patrimonio intelectual
colombiano, así como la posibilidad de otorgar algo de “justicia poética” a quien fuera el
primer escritor colombiano de fama internacional, y que, aunque sea malo, es nuestro malo.

REFERENCIAS
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MARTÍ, José. (2011). Epistolario. La Habana: Centro de Estudios Martianos -CEM-.
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