Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Páginas
2. Monitorización hemodinámica. 27
José Molina Muntañola, Elizabeth Zavala Zegarra.
5. Preeclampsia/eclampsia. 77
Carmen Fernández López de Hierro, Mario Ferrero, Enrique Carrero Cardenal.
25. Efectos sobre el feto de los fármacos comúnmente usados en cuidados 511
intensivos.
Antonio Ojeda Niño, Pinar de Santos Maroto.
6
C APÍTULO 1
7
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Mortalidad materna en España
Definición de mortalidad materna
Situación actual
Cambios en la población
Causas de mortalidad materna
Mortalidad materna relacionada con la anestesia
Mortalidad relacionada con la anestesia regional
Situación de los países en desarrollo
La mortalidad asociada a la falta de cuidados anestésicos
Puntos prácticos
Bibliografía
8
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
INTRODUCCIÓN
La mortalidad materna tiene una expresión médica y social diferenciada pues con fre-
cuencia conlleva la pérdida de dos vidas, la materna y la fetal, e implicaciones econó-
mico-sociales para otros miembros de la familia, especialmente el resto de los hijos. Es
la única situación en que la mortalidad se considera del 200%. Por otra parte, estas
muertes son en su mayoría evitables como se ha demostrado en los países desarrollados
y con medidas concretas en países subdesarrollados1.
Hay una gran disparidad en las tasas de mortalidad materna entre las distintas zonas
del mundo. La mortalidad en países pobres es 200 veces mayor que en la Europa Occi-
dental o en EEUU. Se considera que cada año mueren alrededor de medio millón de
mujeres a consecuencia de la gestación y de ellas, el 99% ocurren en los 53 países de
menor desarrollo económico y el 66% de ellas en países del África Subsahariana, donde
ocurren más de la mitad de estas muertes (270.000), de Asia y Latinoamérica2,3.
Cuando hablamos de la información disponible de muertes maternas en los países
desarrollados nos referimos sólo al 1% de las muertes maternas, y por tanto también feta-
les, del mundo. Sólo un 40% de los países miembros de la OMS informan de manera co-
rrecta y verificable sus tasas de mortalidad materna4. Se considera que la mortalidad materna
puede estar subestimada entre un 25-80%. Cuando nos referimos al porcentaje de ellas en
que la anestesia estaba implicada y que es necesario evitar, no debemos olvidar la cantidad
de madres que mueren en el mundo por falta de anestesia y cuidados de reanimación.
Los mayores índices de mortalidad materna ocurren en países donde también tienen
altas tasas de mortalidad infantil, lo cual es reflejo de un deficiente nivel de atención sa-
nitaria y de malnutrición. Coinciden también las tasas altas de mortalidad con países que
tienen una alta población y altos índices de natalidad. En los países en vías de desarro-
llo solamente un 53% de mujeres reciben atención por personal cualificado en el mo-
mento del parto5. Las mayores tasas de mortalidad materna se dan en Sierra Leona con
una tasa de 2.000/100.000 nacidos vivos y en Afganistán con 1.900/100.000, dándose
las tasas más bajas en Europa occidental, Suecia y Australia. Si se valora el riesgo de
mortalidad materna, el más alto se da en África Subsahariana con 1/16 embarazos, Sur
de Asia con 1/43, mientras que en los países desarrollados este riesgo es 1/2.800 emba-
razos. El riesgo más bajo se halla en Suecia con 1/30.000 embarazos6. La tasa de mor-
talidad en diferentes regiones del mundo podemos verla en la Tabla 1.
Los abortos de riesgo, como los realizados por personal no especializado y en lugares sin
los mínimos requisitos para su realización, son una de las causas más importantes de mor-
talidad materna. Un 40% de los abortos provocados (mas de 18 millones) se realizan en
estas condiciones y prácticamente todos se realizan en países en vías de desarrollo. Dos ter-
cios de estos abortos se realizan en mujeres con edades comprendidas entre los 15-30 años7.
9
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
España 4 15 17.400
También debemos de tener en cuenta la morbilidad materna. Son muchos los casos,
sobre todo en países en vías de desarrollo, de mujeres que sufrirán algún tipo de com-
plicación grave y que tendrán una severa repercusión en su vida como son la fístula vé-
sico-vaginal o recto vaginal, la incontinencia urinaria y la esterilidad.
Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Declaración del Mille-
nium8 propuso disminuir la mortalidad materna desde la tasa de 400/100.000 naci-
mientos vivos existente en el año 2005 a 100 por cada 100.000 en el año 2015 (un 75%),
es decir un 5,5% por año, lo cierto es que la reducción actual es sólo 0,4% por año1,3,9.
10
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
11
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en ese mismo periodo
1995-97, se produjeron 30 muertes maternas en 1.095.130 de nacimientos lo que re-
presenta una tasa de mortalidad materna de 2,74/100.000 nacidos vivos y un riesgo de
muerte de 1/36.364. Como puede observarse hay una considerable diferencia entre los
datos del INE y los obtenidos en el citado estudio, lo que sugiere una notable subesti-
mación de las tasas de mortalidad materna por el INE. También en estudios realizados
en otros países desarrollados se considera que la tasa de muerte materna está subestimada
en las cifras oficiales en proporciones entre un 25 y 80%18-21.
Datos obtenidos por la OMS en el año 2000 señalan para España una tasa de mor-
talidad materna de 4/100.000, con 15 muertes maternas y un riesgo de muerte de
12
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
1/17.400 nacidos vivos. Según los datos de este informe la tasa de mortalidad es aproxi-
madamente de 7-8/100.000 nacidos vivos, valor cercano al comunicado en otros países eu-
ropeos16.
SITUACIÓN ACTUAL
Aunque en la segunda mitad del siglo XX ya se consiguió una disminución progre-
siva de la mortalidad materna, siguen produciéndose muertes maternas de causas evita-
bles24-26. La mortalidad de causa anestésica ha disminuido de forma considerable a lo
largo de los 50 últimos años, pero existe preocupación sobre si esa disminución se puede
mantener así o los cambios en la población pueden revertir la tendencia.
Cambios en la población
En los últimos años se han producido dos cambios que están influyendo en la mor-
talidad materna: el aumento de la obesidad en la población en general y en las mujeres
13
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
en particular, y el retraso de la gestación a edades por encima de los 35 años, edad más
avanzada que se asocia a mayor incidencia de enfermedades concomitantes4,27 y a que con
frecuencia se precisen de tratamientos para la esterilidad, lo cual conlleva mayor nú-
mero de embarazos gemelares o múltiples.
La frecuencia de obesidad en mujeres jóvenes se ha triplicado en los últimos años y
en las gestantes oscila entre 1,8% hasta un 25,3% según el país28 En Reino Unido y en
EEUU ese porcentaje es más alto que en otros países como Francia11.
Las mujeres obesas tienen con más frecuencia enfermedades relacionadas con la ges-
tación, algunas de ellas causas directas de mortalidad materna como la preclampsia-
eclampsia, la mayor necesidad de cesárea, más hemorragia intraoperatoria y más
dificultad en el manejo de la vía aérea29-34. En una reciente revisión sobre roturas uteri-
nas en Holanda, uno de los factores de riesgo fue la obesidad, aunque no se asoció a mor-
talidad35.
La gestante obesa tiene más riesgo para las tres principales causas de mortalidad en
los países desarrollados, tromboembolismo, hemorragia y preclampsia-eclampsia
En la comunicación de CEMACH del trienio 2000-200236 el 30 % de las madres falle-
cidas eran obesas, en el trienio 2003-2005 ya eran el 50%37 y en los últimos informes
sobre mortalidad materna en EEUU22 y en el Reino Unido12 más del 75% de las pa-
cientes eran obesas. Las dificultades técnicas para realizar una anestesia regional, en caso
de urgencia, puede conllevar la realización de anestesia general en condiciones de más
riesgo, aunque esta circunstancia no está objetivada37,38.
14
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
Complicaciones de la 15% (Más frecuente Va disminuyendo Si, valoración del riesgo, analgesia,
hipertensión: eclampsia en EEUU) monitorización, tratamiento
y pre-eclampsia antihipertensivo, de las convulsiones
y del volumen intravascular,
control postoperartorio
Causas indirectas
AVC
15
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
16
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
17
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Cesárea urgente
Anestesia general
Obesidad
18
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
los últimos informes no se ha registrado ninguna muerte materna relacionada con las
técnicas de anestesia regional. La eliminación virtual de la toxicidad por anestésicos lo-
cales, especialmente en obstetricia, se puede considerar un éxito de la práctica anesté-
sica10 a la que contribuimos todos a diario. Por otra parte, la ropivacaína y la
levobupivacaína son anestésicos locales preferidos actualmente por su menor perfil tóxico
cardiaco y neurológico.
Estudios en animales y los resultados obtenidos en algunos casos recientes de into-
xicación accidental con bupivacaína, muestran que la administración de soluciones li-
pídicas intravenosas, es clínicamente útil para la reversión de la toxicidad cardiaca de la
bupivacaína y conseguir “rescatar” del paro cardiaco que no responde a la reanima-
ción10,31,52 habitual. Intralip al 20%R, en un bolo inicial de 1,5 ml/Kg seguidos de una
infusión continua de 0,25 ml/Kg/minuto durante 30 minutos, con repetición del bolo
inicial si es necesario, es una pauta de tratamiento que debe estar estandarizada y dis-
ponible en las áreas obstétricas. No obstante, los volúmenes que se administran habi-
tualmente de bupivacaína a 0,5% para la cesárea, continúan presentando riesgo tóxico31.
Varias publicaciones recogen las complicaciones graves de la analgesia/anestesia lo-
corregional en obstetricia. Un amplio estudio, de aparición relativamente reciente es el
de Jenkins33, que recoge las complicaciones de un periodo de tiempo de 17 años (entre
1987 y 2003). Analiza las complicaciones aparecidas en 145.550 epidurales realizadas
en 553.905 madres en 12 maternidades del Reino Unido. Las complicaciones recogi-
das fueron: Inyección intravascular, 1/5.000 epidurales, un 0,02% (IC 95%, 0,014-
0,029%); inyección intradural 1/2.900 epidurales, 0,035% (IC 95%, 0,027-0,046%);
inyección subdural 1/4.200 epidurales, 0,024%, (IC 95%, 0,003-0,012%) y bloqueo
espinal alto o total en 1/16.200 epidurales, 0,006% (IC 95%, 0,003-0,012%). La in-
cidencia fue parecida a lo largo de todo el estudio y no hubo diferencias en las distintas
maternidades (grandes con más de 3.900 partos o pequeñas con menos de 2.400). Los
resultados que se obtuvieron fueron parecidos a los hallados en otros estudios. Según las
Encuestas Confidenciales sobre mortalidad materna, en el Reino Unido entre 1982 y 1999
hubo 4 muertes maternas debidas a bloqueo espinal alto54.
El estudio retrospectivo realizado por Scott y Tunstall55 en el Reino Unido, valoró
108.133 bloqueos epidurales y 14.856 bloqueos subaracnoideos que habían sido reali-
zados para analgesia del parto y para intervención cesárea (12 maternidades en un pe-
riodo de 2 años, 1990-1991). Se recogieron 128 complicaciones de las cuales 46 fueron
neuropatías y 26 bloqueo espinal alto, y otras de menor trascendencia. En dos ocasio-
nes se produjo una parada cardiaca, y aunque mediante reanimación ambos casos pu-
dieron recuperar el ritmo cardiaco, una de las pacientes evolucionó a muerte cerebral y
murió al cabo de algunos días. El examen postmorten demostró embolismo de líquido
19
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
20
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
Los mismos factores que eran responsables de la mortalidad materna de causa anes-
tésica en los años 1980 en los países desarrollados y que se han podido disminuir, como
son el manejo de la vía aérea en anestesia general, la falta de supervisión de los aneste-
siólogos en formación y la falta de monitorización, son los que se detectan actualmente
en los centros sanitarios más avanzados de los países en desarrollo47.
No obstante, en estos países, el principal problema es la falta de cuidados anestési-
cos, tanto de administración de anestesia propiamente dicha para permitir la cesárea y
resolver las urgencias y emergencias obstétricas como la falta de reanimación ante la he-
morragia o la eclampsia44,59,60.
21
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
se centran en las anestesias generales y relacionadas con la vía aérea. El periodo postope-
ratorio, la obesidad y la ausencia de un manejo experto son los factores actuales de riesgo.
En las causas asociadas de mortalidad materna en los países desarrollados, hay que fijar
la atención en los cuidados subestándares de la patología concomitante de unas gestan-
tes de edad más avanzada, en la reanimación agresiva de la hemorragia, en los trata-
mientos alternativos de la hipertensión y en la profilaxis del tromboembolismo, que
siendo más sutiles y sin estar cuantificados se sabe que contribuyen aun considerable-
mente. La falta de cuidados anestésicos y de anestesia propiamente dicha es la principal
causa de mortalidad periparto en países en desarrollo.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. En las unidades obstétricas de tercer nivel, debe haber anestesiólogos especializados
en anestesia obstétrica, capaces de llevar a cabo el manejo anestésico (locorregional y
general), monitorización y los cuidados postoperatorios que precise la paciente.
2. Los casos que se registren como de alto riesgo, deben ser notificados al servicio de
anestesiología, para que se puedan realizar las pertinentes consultas y poder optimi-
zar el estado de la paciente.
3. Ante un caso grave y complejo, el anestesiólogo debe solicitar la ayuda de otros co-
legas anestesiólogos o de otros especialistas.
4. La anestesia general es empleada en los casos de emergencia, y con frecuencia la pa-
ciente no está suficientemente valorada, lo cual entraña un riesgo añadido.
5. Los problemas con la vía aérea son la causa más común relacionada con la muerte ma-
terna.
6. La cesárea urgente se haya involucrada en un gran número de muertes maternas en
los países industrializados.
7. La hemorragia obstétrica grave precisa de la atención de un anestesiólogo senior y de
una actuación rápida y eficiente.
8. Los programas de formación de residentes en anestesia obstétrica deben incluir la
práctica de la anestesia general, aunque ésta sea empleada muy ocasionalmente.
BIBLIOGRAFÍA
1. Piane GM. Evidence-based practices to reduce maternal mortality: a systematic review. J Public He-
alth 2009;31:26–31.
2. World Health Organization. International Statistical Classification of Disease and Related Health Pro-
blems, Tenth Revision, 1992 (ICD-10),1992.
3. World Health Organization. Why do so many women still die in pregnancy or childbirth? Disponi-
ble en http://www.who.int/features/qa/12/ en/index.html, 2008; 3. World Health Organization. Ma-
ternal mortality in 2005: estimates developed by WHO, UNICEF, UNFPA, and The World Bank.
Disponible en: http://www.who.int/whosis/mme_2005.pdf, 2007.
22
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
14. Herrera M. Mortalidad maternal en el mundo. Rev Chil Obstet Ginecol 2003;68(6): 536-4.
15. Lewis G. Reviewing maternal deaths to make pregnancy safer. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol.
2008 Jun;22(3):447-63.
16. World Health organization. Maternal mortality in 2000. Estimates developed by WHO, UNICEF
and UNFPA. Disponible en: http://www.who.int/reproductivehealth/publications/maternal_morta-
lity_2000.
17. Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la salud en el mundo 2005 - ¡Cada madre y cada
niño contarán!. Disponible en: http://www.who.int/whr/2005/05_chap3_es.pdf.
18. United Nations Millenium developments goals. Disponible en: www.un.org/millenniumgoals.
19. Ronsmans C, Graham WJ; Lancet Maternal Survival Series steering group. Maternal mortality: who,
when, where, and why. Lancet. 2006;368(9542):1189-200.
10. Wali A, Suresh MS.Maternal morbidity, mortality, and risk Assessment. Anesthesiology Clin
2008;26:197–230.
11. Benhamou D, Chassard D, Mercier FJ, Bouvier-Colle MH. Le rapport 2003-2005 sur la mortalite´
maternelle au Royaume-Uni:commentaires et comparaison aux données françaises. Ann Fr Anesth Re-
anim 2009;28:38-43.
12. Cooper GM, McClure JH. Maternal deaths from anaesthesia. An extract from Why Mothers Die
2000-2002, the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom: Chapter
9:Anaesthesia. Br J Anaesth 2005;94(4):417-23.
13. McClure J, Cooper G. Fifty years of confidential enquiries into maternal deaths in the United King-
dom: should anaesthesia celebrate or not? Int J Obstet Anesth 2005;14(2):87-9.
14. Ngan Kee WD.Confidential enquiries into maternal deaths: 50 years of closing the loop. Br J Anaesth
2005;94(4):413-6.
15. Moore PA, Cooper GM. Obstetric anaesthetic deaths in context. Curr Opin Anaesthesiol.
2007;20(3):191-4.
16. De Miguel Sesemero JR. Mortalidad maternal en España en el periodo 1995-1997: resultados de
una encuesta hospitalaria. Prog Obstet Ginecol 2002;45(12):525-34.
17. Salanave B, Bouvier-Colle MH, Varnoux N, Alexander S, Macfarlane A. Classification differences and
maternal mortality: a European study. MOMS Group. Mothers’ Mortality and Severe morbidity.Int
J Epidemiol. 1999;28(1):64-9.
18. Bouvier-Colle MH, Varnoux N, Costes P, Hatton F. [Maternal mortality in France. Frequency and
reasons for its under-estimation in the statistics of medical cause of death. Group of Experts on Ma-
ternal Mortality] J Gynecol Obstet Biol Reprod (Paris). 1991;20(7):885-91.
19. Benedetti TJ, Starzyk P, Frost F. Maternal deaths in Washington state. Obstet Gynecol.
1985;66(1):99-101.
20. Rubin G, McCarthy B, Shelton J, Rochat RW, Terry J. The risk of childbearing re-evaluated. Am J
Public Health. 1981;71(7):712-6.
21. Atrash HK, Alexander S, Berg CJ. Maternal mortality in developed countries: not just a concern of
the past. Obstet Gynecol. 1995;86(4 Pt 2):700-5.
22. Mhyre JM, Riesner MN, Polley LS, Naughton NN. A series of anesthesia-related maternal deaths in
Michigan 1985-2003. Anesthesiology 2007;106(6):1096-104.
23. Wilmoth J. The lifetime risk of maternal mortality: concept and measurement. Bull World Health
Organ. 2009;87(4):256-62.
24. Hawkins JL, Birmbach D. Maternal mortality in the United States: where are we going and how will
we get there?. Anesth Analg 2001;93(1):1-3.
23
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
25. Davies JM, Posner KL, Lee LA, Cheney Thomas TA, Cooper GM; Editorial Board of the Confi-
dential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom Maternal deaths from anaesthesia.
An extract from Why mothers die 1997-1999, the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in
the United Kingdom. Br J Anaesth 2002;89(3):499-508.
26. Lang CT, King JC. Maternal mortality in the United States. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol.
2008;22(3):517-31.
27. Fernández MA, Cavanillas AB, Dramaix-Wilmet M, Soria FS, de Mata Donado Campos J, Guibert
DH.Increase in maternal mortality associated with change in the reproductive pattern in Spain: 1996-
2005. J Epidemiol Community Health. 2009;63(6):433-8.
28. Guelinckx I, Devlieguer R, Becjers K, Vansant G. Maternal obesity: pregnancy complications, ges-
tational weight gain and nutrition. Obes Rev 2008;9(2):140-50.
29. Cedergren MI. Maternal morbid obesity and the risk of adverse pregnancy outcomes. Obst Gyneol
2004;103(2):219-24.
30. Mhyre JM. Anesthetic management or the morbidly obese pregnant women. Int Anesthesiol Clin
2007;45(1):51-70.
31. Arendt KW, Segal S. Present and emerging strategies for reducing anaesthesia-related maternal mor-
bidity and mortality. Curr Opin Anaesthesiol 2009;22(3):330-5.
32. Cooper GM, McClure JH. Anaesthesia chapter from saving mothers’ lives reviewing maternal deaths
to make pregnancy safer. Br J Anaesth 2008;100(1):17-22.
33. Cevik B, Ilham C, Orskiran A, Colakoğlu S. Morbid obesity: a risk factor for maternal mortality. Int
J Obstet Anesth. 2006; 15(3):263-4.
34. Nafiu O.Morbid obesity: a risk factor for maternal mortality. Int J Obstet Anesth. 2007;16(2):187.
35. Zwart JJ, Richters JM, Ory F, de Vries JI, Bloemenkamp KW, van Roosmalen J. Uterine rupture in
The Netherlands: a nation wide population-based cohort study.BJOG.
36. Lewis G. The confidential Enquiry into maternal an child Health (CEMACH).Why Mothers Die
2000-2002. The sixth report on Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United King-
dom. London: RCOG;2004. pp 338.
37. Roofthooft E. Anestesia for the morbidly obese parturient. Curr Opin Anesthesiol 2009; 22:341-6.
38. Lewis G. The confidential Enquiry into maternal an child Health (CEMACH).Saving mothers’ lives:
reviewing maternal deaths to make motherhood afer:2003-2005. The seventh report on Confiden-
tial Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom. London: CEMACH 2007.
39. Clyburn PA. Early thoughts on ‘Why Mothers Die 2000-2002’.Anaesthesia. 2004 ;59(12):1157-9.
40. De Swiet M. Maternal mortality: confidential enquiries into maternal deaths in the United Kingdom.
Am J Obstet Gynecol. 2000;182(4):760-6.
41. Berg CJ, Chang J, Callaghan WM, Whitehead SJ. Pregnancy-related mortality in the United States,
1991-1997. Obstet Gynecol. 2003;101(2):289-96.
42. Wilson RE, Salihu HM. The paradox of obstetric “near misses”: converting maternal mortality into
morbidity. Int J Fertil Womens Med. 2007;52(2-3):121-7.
43. Murphy CM, Murad K, Deane R, Byrne B, Geary MP, McAuliffe FM. Severe maternal morbidity
for 2004-2005 in the three Dublin maternity hospitals. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol.
2009;143(1):34-7.
44. Glenshaw M, Madzimbamuto FD. Anaesthesia associated mortality in a district hospital in Zim-
babwe: 1994 to 2001. Cent Afr J Med 2005;51:39-44.
45. Anohumah KO, Imarengiaye CO. Factors associated with anaesthesia-related maternal mortality in
a tertiary hospital in Nigeria. Acta Anaesthesiol Scand 2006;50:206-10.
24
MORTALIDAD MATERNA. IMPLICACIÓN ANESTÉSICA
46. Hawkins JL. Anesthesia-related maternal mortality. Clin Obstet Gynecol 2003;46(3):679–87.
47. Ross BK. ASA closed claims in obstetrics: lessons learned. Anesthesiol Clin North America
2003;21(1):183–97. 48. Deneux-Tharaux C, Carmona E, Bouvier-Colle MH, Bréart G. Postpartum
maternal mortality and cesarean delivery. Obstet Gynecol. 2006;108(3 Pt 1):541-8.
49. De Riva, N, Navaro R, Gomar C. La Vía aérea dificil en la embarazada. En este mismo libro.
50. D’Angelo R. Anesthesia-related maternal mortality: a pat on the back or a call to arms?. Anesthesio-
logy 2007;106(6)1082-4.
51. Albright GA. Cardiac arrest following regional anesthesia with etidocaine or bupivacaine. Anesthe-
siology 1979;51(4):285–7.
52. Weinberg GL. Current concepts in resuscitation of patients with local anesthetic cardiac toxicity. Reg
Anesth Pain Med 2002;27(6):568–75.
53. Jenkins JG. Some immediate serious complications of obstetric epidural analgesia and anaesthesia: a
prospective study of 145,550 epidurals. Int J Obstet Anesth. 2005;14(1):37-42.
54. Thomas TA, Cooper GM; Editorial Board of the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the
United Kingdom.Maternal deaths from anaesthesia. An extract from Why mothers die 1997-1999,
the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom. Br J Anaesth.
2002;89(3):499-508.
55. Scott DB, Tunstall ME. Serious complications associated with epidural/spinal blockade in obstetrics:
a two-year prospective study. Int J Obstet Anesth. 1995;4(3):133-9.
56. Palot M, Visseaux H, Botmans C, Pire JC. Epidemiology of complications of obstetrical epidural
analgesia. Cah Anesthesiol. 1994;42(2):229-33.
57. Paech MJ, Godkin R, Webster S.Complications of obstetric epidural analgesia and anaesthesia: a
prospective analysis of 10,995 cases. Int J Obstet Anesth. 1998;7(1):5-11.
58. Kinsella SM, Dob D, Holdcroft A. Anesthesia-related maternal deaths: where is “regional anesthe-
sia”?. Anesthesiology 2008;108(1):170.
59. Fenton PM. Countdown to 2015 for maternal, newborn, and child survival. Lancet 2008 Aug
2;372(9636):369.
60. Benhamou D. Maternal mortality from eclampsia in developing countries: some progress, but still a
major challenge. Can J Anaesth 2008;55(7):397-402.
61. Ross BK. ASA closed claims in obstetrics: lessons learned. Anesthesiol Clin North America
2003;21(1):183–97.
62. Thomas TA, Cooper GM; Editorial Board of the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the
United Kingdom Maternal deaths from anaesthesia. An extract from Why mothers die 1997-1999,
the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom. Br J Anaesth 2002;89:499-
508.
63. Clutton-Brock T. Maternal deaths from anaesthesia. An extract from Why Mothers Die 2000-2002,
the Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom: Chapter 17:Trends in in-
tensive care. Br J Anaesth. 2005;94(4):424-9.
64. Turner JA. Severe preeclampsia: anesthetic implications of the disease and its management. Am J
Ther 2009;16(4):284-8.
65. Nour NM. An introduction to maternal mortality. Rev Obstet Gynecol. 2008;1(2):77-81.
25
C APÍTULO 2
MONITORIZACIÓN HEMODINÁMICA
27
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Situación epidemiológica actual
¿Qué pacientes deben monitorizarse?
Sistemas de monitorización
Monitorización hemodinámica básica
Presión arterial
Pulsioximetría
Monitorización hemodinámica avanzada
Catéter Arterial Pulmonar
Sistemas de análisis de la onda de pulso arterial
Ecocardiografía
Conclusiones
Bibliografía
28
MONITORIZACIÓN HEMODINÁMICA
INTRODUCCIÓN
La palabra monitorización es un término general que define una serie de técnicas
utilizadas para analizar y registrar variables fisiológicas de un individuo para el control
y seguimiento de un proceso patológico. La definición de monitorización no necesa-
riamente implica la noción de continuidad. Aplicada a hemodinámica, la monitoriza-
ción registra los principales parámetros de la función cardiaca, tales como el gasto
cardiaco, presiones de llenado derecho e izquierdo, contractilidad del ventrículo iz-
quierdo y la función sistólica del ventrículo derecho. La monitorización hemodinámica
puede utilizarse para verificar los requerimientos de volumen y también para valorar
cómo la función cardiovascular influye en el metabolismo, mediante la determinación
de la saturación venosa mixta (SvO2), lactato y exceso de base (EB).
Las técnicas de monitorización no son equivalentes, desde el momento que algunas de
ellas esencialmente permiten medir el gasto cardiaco mientras otras obtienen una valoración
hemodinámica más completa; algunas técnicas son más invasivas que otras, etc. (Tabla 1).
Desde los años setenta la monitorización hemodinámica se ha hecho indispensable
en cuidados intensivos. Desde la introducción del catéter de arteria pulmonar Swan
Ganz (CAP) hasta la actualidad las tendencias han cambiado. La experiencia en su uti-
lización ha puesto mucho énfasis y atención en la interpretación de los datos, que pue-
den derivar en terapéuticas erróneas.
29
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
30
MONITORIZACIÓN HEMODINÁMICA
Valvulopatía severa
Miocardiopatia
Neumopatía severa
Nefropatía severa
SISTEMAS DE MONITORIZACIÓN
Presión arterial
La presión arterial es el principal determinante de la perfusión orgánica. Su valor de-
pende de la edad, la posición del paciente y de la técnica de medición. En la medición
tradicional de la presión arterial se siguen produciendo errores básicos derivados del uso
de manguitos de tamaño inapropiado o por redondear dicha cifra a la hora de realizar
su recogida, con un desfase de hasta 5-10 mmHg4.
31
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Pulsioximetría
Este método permite la estimación de la saturación arterial de la hemoglobina con
fiabilidad, cuando el valor real está comprendido entre 70-100% (+/- 2%). Las limita-
ciones de este sistema de monitorización son las siguientes:
• Dependencia de la perfusión periférica.
• No distingue entre tipos de hemoglobina.
- No detecta CO2.
- En casos de anemia severa pierde fiabilidad.
- La señal se artefactua al exponerse a luz intensa, esmalte, y temblor.
Además de estimar de manera continua la saturación de la hemoglobina, monitoriza
de manera indirecta la perfusión tisular y la frecuencia cardiaca en el caso de que el pa-
ciente esté en ritmo sinusal.
32
MONITORIZACIÓN HEMODINÁMICA
mejoró el pronóstico. Así, un gasto cardíaco absoluto de 4L/min, puede ser igual de
adecuado que un gasto de 6L/min en un mismo paciente en dos momentos diferentes
si mantiene una cifra de PA correcta, un ritmo de diuresis adecuado y un valor de SvO2
que refleje una correcta oxigenación sistémica. En un meta-análisis realizado en 2003,
Shoemaker observó una reducción de la morbimortalidad en pacientes críticos posqui-
rúrgicos de alto riesgo en los que se realizaba este tipo de manejo6.
Actualmente se dispone de distintos dispositivos de monitorización hemodinámica
avanzada, con distintas posibilildades y grado de invasividad, todos ellos capaces de ofre-
cer una monitorización hemodinámica completa.
33
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
34
MONITORIZACIÓN HEMODINÁMICA
GC continuo Contractilidad
PA: presión arterial; RVS: resistencias vasculares sistémicas; PVC: presión venosa central; GC: gasto cardíaco; VVS: variación
del volumen sistólico.
35
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Ecocardiografía
El uso de la ecocardiografía para la valoración de variables hemodinámicas comienza
en 1980. Su uso en pacientes críticos y su utilidad como herramienta diagnóstica y
como guía del tratamiento está avalada por numerosos trabajos.14 La Tabla 4 recoge al-
gunas indicaciones para la realización de ecocardiografía transtorácica (ETT) o transe-
sofágica (ETE).
En la gestación y en la preeclampsia, su uso está validado desde 1987 por Easterling
et al. Su uso en pacientes inestables hemodinámicamente es una recomendación de clase
I ya sea de forma aislada o como herramienta complementaria al CAP.
La ecocardiografía permite determinar la precarga de los ventrículos y es un buen
predictor de la respuesta a una carga de volumen. Para esta evaluación se utiliza con
mayor frecuencia la ecografía en 2D, y los índices de colapso de la vena cava superior
en ETE y de vena cava inferior en ETT en el abordaje subcostal. Asimismo permite es-
tudiar anatómicamente el corazón, pudiendo evaluar las válvulas cardíacas, la contrac-
tilidad del miocardio (Doppler tisular), estimar el grado de PAP, y diagnosticar la
disección aórtica con o sin taponamiento asociado15.
La ecocardiografía transesofágica concretamente, permite la medición del GC latido
a latido a través de la medición continua del diámetro de la aorta torácica descendente
y de la velocidad del flujo sanguíneo. Proporciona también otros parámetros hemodi-
36
MONITORIZACIÓN HEMODINÁMICA
ETT ETE
ETT: Ecocardiografía transtorácica; ETE: Ecocardiografía transesofágico; CAP: Catéter arterial pulmonar
námicos igualmente útiles acerca de la contractilidad, precarga y estado del tono vaso-
motor, algunos de ellos obtenidos por medición directa, otros derivados del análisis de
la morfología de la onda de velocidad de flujo aórtico, o calculados a partir de la infor-
mación introducida manualmente16. Otros parámetros de interés que pueden obtenerse
de este sistema son el tiempo de eyección del ventrículo izquierdo corregido (LVETc),
medidor estático de precarga; aceleración (Acc) y velocidad pico (PV) del flujo aórtico,
medidores del inotropismo cardíaco, y la resistencia vascular sistémica total (TSVR).
Aunque se ha descrito su uso en pacientes despiertos, su uso se reserva para pacientes
bajo sedación farmacológica ventilados mecánicamente. Presenta escasas contraindica-
ciones formales como son la presencia de tumoraciones esofágicas, varices esofágicas
con riesgo elevado de sangrado y esofagitis severa. La ETE ha sido ampliamente em-
pleada en pacientes quirúrgicos y críticos. No obstante sólo está validada para su uso en
pacientes quirúrgicos donde existe evidencia de que mejora el manejo terapéutico, no
existiendo todavía evidencia científica de una mejora en el pronóstico de los pacientes
críticos. No obstante sí que mejora el control hemodinámico, y ha demostrado ser un
buen predictor de la mortalidad15.
37
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
CONCLUSIONES
La creciente preocupación por la morbilidad asociada al uso del CAP en la monito-
rización hemodinámica avanzada ha estimulado la búsqueda y validación de sistemas
complementarios o sustitutos, con menor grado de invasividad. Probablemente estos
métodos acaben demostrando clínicamente su superioridad en la predicción de la res-
puesta a la fluidoterapia frente a las presiones de llenado. El CAP sigue siendo un dis-
positivo insustituible en la monitorización de la función cardiaca derecha.
La ecocardiografía es un sistema de monitorización casi con tanta vida clínica como
el CAP, que en la última década ha ampliado su presencia en las UCI. Requiere una
formación intermedia para poder realizar una monitorización avanzada y con una for-
mación completa permite valorar integralmente la hemodinámica del paciente. Es la
técnica menos invasiva aunque probablemente la más expuesta a errores de interpreta-
ción por ser operador dependiente. Sin embargo la evaluación integral que ofrece junto
con su disponibilidad en la cabecera del paciente está haciendo que se imponga en las
UCI, como también sucede con los métodos de análisis de la onda de pulso, antes de
ser validada formalmente como ya sucediera hace casi 30 años con el CAP.
BIBLIOGRAFÍA
1. Baskett T. Epidemiology of obstetric critical care. Best Prac Res Clin Obstet Gynaecol 2008; 22
(5):763-74.
2. Soubra S, Guntupalli K. Critical illness in pregnancy: An overview. Crit Care Med 2005; (suppl
33):S248-S255.
3. Lewis G. The Confidential Enquiry into Maternal and Child Health (CEMACH). The Seventh Re-
port on Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom: 2003-2005. London:
CEMACH, 2007.
4. Carlin A, Alfirevic Z. Physiological changes of pregnancy and monitoring. Best Prac Res Clin Obstet
Gynaecol 2008; 22 (5):801-823.
38
MONITORIZACIÓN HEMODINÁMICA
15. Hadian M, Pinsky M. Functional hemodynamic monitoring. Curr Opin Crit Care 2007; 13:318-
23.
16. Kern JW, Shoemaker WC. Meta-analysis of hemodynamic optimization in high-risk patients. Crit
Care Med 2002; 30(8): 1686-1692.
17. Connors AF Jr, Speroff T, Dawson NV, Thomas C, Harrell FE Jr, Wagner D, Desbiens N, Goldman
L, Wu AW, Califf RM, Fulkerson WJ Jr, Vidaillet H, Broste S, Bellamy P, Lynn J, Knaus WA. The
effectiveness of right heart catheterization in the initial care of critically ill patients. SUPPORT In-
vestigators. JAMA 1996; 276(11):889-97.
18. Vincent J-L, Pinsky M; Sprung C, Levy M; Marini J, Payen D, Rhodes A, Takala J. The pulmonary
artery catheter: In medio virtus. Critical Care Medicine 2008; 36 (11):30-93.
19. Payen D, Gayat E. Which general intensive care unit patients can benefit from placement of the pul-
monary artery catheter? Critical Care 2006; 10(suppl 3):57.
10. Fulitani S, Baldisseri M. Hemodynamic assessment in a pregnant and peripartum patient. Crit Care
Med 2005; 33 (Suppl 10):354-361.
11. Gilbert WM, Towner DR, Field NT, Anthony J. The safety and utility of pulmonary artery cathete-
rization in severe preeclampsia and eclampsia. Am J Obstet Gynecol 2000; 182(6):1397-1403.
12. Dyer R, James M. Maternal Hemodynamic Monitoring in Obstetric Anesthesia. Anesthesiology
2008; 109 (5):765-7.
13. Compton FD, Zukunft B, Hoffmann C, Zidek W, Schaefer JH. Performance of a minimally inva-
sive uncalibrated cardiac output monitoring system (FlotracTM/VigileoTM) in haemodynamically
unstable patients. British Journal of Anaesthesia 2008; 100 (4): 451-6.
14. Salem R, Vallee F, Rusca M, Mebazaa A. Hemodynamic monitoring by echocardiography in the
ICU: the role of the new echo techniques. Curr Opin Crit Care 2008; 14(5):561-568.
15. Vieillard-Baron A, Slama M, Cholley B, Janvier G, Vignon P. Echocardiography in the intensive care
unit: from evolution to revolution? Intensive Care Med 2008; 34(2):243-249.
16. Monge M.I, Estella. A, Díaz J.C, Gil A. Minimally Invasive Hemodynamic Monitoring With Eso-
phageal Echodoppler. Med Intensiva 2008; 32(1):33-44.
39
C APÍTULO 3
41
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Características de las áreas obstétricas que afectan el manejo de la vía
aérea
Valoración preanestésica
Cambios anatómicos y fisiológicos en la gestante que afectan el manejo
de la vía aérea
Prevención de las complicaciones
Manejo de la vía aérea difícil
Prevista
No prevista
Puntos prácticos
Bibliografía
42
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
INTRODUCCIÓN
El grupo de trabajo para el manejo de la vía aérea de la American Society of Anes-
thesiologists (ASA) definió como vía aérea difícil (VAD) aquella situación en la que para
un anestesiólogo experimentado la ventilación con mascarilla facial y/o la intubación tra-
queal o ambas, son difíciles. Esta definición sigue utilizándose aunque la llegada de dis-
positivos supraglóticos, especialmente la mascarilla laríngea (ML) plantean para muchos
expertos su revisión1.
Los datos y publicaciones sobre la VAD en la paciente obstétrica son mucho más li-
mitados que en la población quirúrgica general. La búsqueda bibliográfica revela po-
quísimas publicaciones o trabajos de investigación al respecto desde el año 2001, siendo
la mayoría revisiones que repiten información antigua u opiniones de autores. En los li-
mitados registros sobre morbi-mortalidad materna existentes las complicaciones aso-
ciadas con la anestesia son la séptima causa de mortalidad obstétrica y causan hasta el
12% de las reclamaciones2,3. Los problemas relacionados con la vía aérea suponen la
mayor parte de la morbi-mortalidad anestésica obstétrica, englobando el 75% de ellos
la ventilación insuficiente, la intubación esofágica y la intubación difícil. Probablemente,
en la actualidad, la morbilidad por VAD ha disminuido por el mayor uso de anestesia
regional y por la utilización de los dispositivos supraglóticos, especialmente la ML en las
emergencias de la VAD, aunque ha aumentado la morbilidad neurológica4,5.
La VAD en la paciente obstétrica tiene varios puntos peculiares de riesgo: se estima
que se da en 1:283 pacientes, de 8 a 10 veces más que en la población quirúrgica gene-
ral2,6, es más difícil de valorar7, la hipoxemia se establece con mayor rapidez y el riesgo
afecta a dos pacientes, la madre y el feto. Las situaciones urgentes que limitan una co-
rrecta preparación anestésica son frecuentes y la organización anestésica de las áreas de
obstetricia es distinta al resto de áreas quirúrgicas.
Si bien no siempre es posible controlar como se presentan estas situaciones, sí que de-
bemos organizar el entorno en el que se tienen que manejar4,8.
43
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Valoración preanestésica
La valoración de la vía aérea en Obstetricia presenta problemas que no se dan en
otros campos de la anestesia. Por una parte, el ingreso ocurre en el momento del parto
y con mucha frecuencia no ha habido valoración previa por parte del anestesiólogo si
44
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Tubos • Orotraqueales
• Nasotraqueales
• Especiales (anillados, RAE...)
45
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
NOTA: En esta tabla se citan las técnicas más comunes no pretendiendo ser exhaustiva. En negrita se destacan las más
recomendables para uso en obstetricia. El orden en que se presentan no está relacionado con su importancia y se pue-
den combinar entre si. La técnica escogida por el anestesiólogo dependerá de sus preferencias, habilidades, conoci-
mientos y situación clínica.
no existe co-morbilidad grave. Por otro lado está instaurada una sensación de falsa se-
guridad respecto al riesgo de VAD ya que en casi todos los casos se planea realizar una
anestesia regional. Además, la valoración de la vía aérea debe repetirse a lo largo del
parto por las condiciones cambiantes durante el mismo.
La valoración preanestésica de todas las pacientes obstétricas no está resuelta en la ma-
yoría de unidades, por lo que es esencial una comunicación continua con obstetras y co-
madronas para adelantar la evaluación por el anestesiólogo al momento en que ingresa
la paciente y así elaborar un plan de actuación en parturientas de alto riesgo (obesas, pa-
cientes con malformaciones...) y/o con elevada sospecha de cesárea final. Hasta el 87%
de las cesáreas urgentes/emergentes se pueden anticipar con una evaluación regular y pe-
riódica de las pacientes ingresadas en una sala de partos15. El American College of Obs-
tetricians and Gynecologists incluye en su Comité de Opinión nº 104, la necesidad de
que el equipo asistencial obstétrico se implique en detectar los factores de riesgo de la vía
aérea y recomienda que ”…debe estar alerta ante la presencia de factores de riesgo que
sitúan a la parturienta ante un mayor riesgo de complicaciones de la anestesia general.
46
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
47
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
48
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Son pacientes cuyo estado se puede deteriorar hasta el punto de precisar el control de
la vía aérea, como sería el caso de la afectación neurológica de la eclampsia, y que con fre-
cuencia asocian varios de los factores de intubación difícil antes citados. En esas unidades
el manejo de la VAD puede ser más difícil de organizar, por lo que los médicos de las mis-
mas deben tener en cuenta la valoración de la vía aérea y en caso de posible VAD, prever
un plan de actuación. Si el área donde está ingresada la paciente no dispone de un anes-
tesiólogo de presencia física, el médico responsable debe informar a un experto en VAD
de la posibilidad de requerir su ayuda para que éste pueda preparar la eventualidad.
MANEJO DE LA VAD
Se diferencian varias situaciones, la VAD prevista, la no prevista, y dentro de ésta úl-
tima varios escenarios. Las recomendaciones de actuación se basan en las guías de dife-
rentes organismos y muchas de ellas son extrapoladas de las actuaciones recomendadas
en la población quirúrgica no-obstétrica25.
49
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
• Posición adecuada: semi-incorporada 30º, almohadón entre las escápulas con buena
hiperextensión del cuello
• Capnógrafía en marcha para confirmar la intubación (la auscultación puede inducir a error)
Debe tenerse en cuenta que para resolver la VAD no existen técnicas correctas o in-
correctas, sino que hay que diseñar una estrategia completa para cada paciente que ne-
cesita de las habilidades suficientes para llevarlo a cabo hasta el último punto (acceso
quirúrgico) si fuera necesario. Por ello, en el éxito del manejo de la VAD, se da mucha
importancia al anestesiólogo individualmente que tiene diferentes habilidades técnicas
y no técnicas (anticipación, priorización, autoridad y experiencia) cada vez más valora-
das26, y debiendo considerar ambas habilidades tanto como las condiciones del paciente
al idear un plan1. Las recomendaciones para el manejo de la VAD deben ser continua-
mente revisadas para incorporar los avances del conocimiento, la tecnología y la expe-
riencia médica.
VAD prevista
Cuando por la valoración de la vía aérea o por los antecedentes de la paciente se pre-
vea una posible VAD se recomienda la siguiente actuación:
• Colocar precozmente un catéter epidural (o subaracnoideo) y comprobar su correcto
funcionamiento3. La técnica no soluciona por si misma el problema de VAD, por lo
que debemos anticiparnos mental y técnicamente para realizar una anestesia general
con los medios más adecuados en caso de complicaciones como el fallo de la anestesia
50
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
regional o el bloqueo espinal total. Por ello todas las pacientes deberían recibir el trata-
miento profiláctico de la broncoaspiración antes descrito y un aporte suplementario de
O2 que también mejorará la oxigenación fetal.
• Si existe contraindicación para la anestesia regional, p.e. coagulopatía, y tenemos que
realizar una anestesia general, la práctica más segura para controlar y proteger la vía aérea
sigue siendo la intubación traqueal en la paciente despierta, que se basa en una suave seda-
ción, colaboración de la paciente y anestesia tópica con posterior inducción de la anestesia
general. Lógicamente la inducción de secuencia rápida está contraindicada ya que condu-
cirá a una situación de paciente anestesiada, paralizada y en apnea sin posibilidad de intu-
bación. Este planteamiento se mantiene incluso en la situación de sufrimiento fetal y cesárea
urgente, ya que el feto empeorará aún más si la madre sufre hipoxia y/o hipercapnia.
• En el pasado se han utilizado la laringoscopia directa con anestesia tópica, la intu-
bación nasal a ciegas (con riesgo de sangrado nasal), la intubación retrógrada o diversas
guías como la de transiluminiscencia. Actualmente ninguno de estos procedimientos
tiene una justificación como primera elección, debiendo optarse sin duda por la fibro-
broncospia flexible o la colocación de una ML.
• Intubación con fibrobroncoscopio flexible (FBS): actualmente es el “gold standard”
para el manejo de toda VAD prevista, incluso hay anestesiólogos que la consideran de
elección frente a la anestesia regional para asegurarla desde un principio. Es preferible el
abordaje oral por el riesgo de epistaxis ya mencionado pese a administrar vasoconstric-
tores. Es fundamental la buena preparación de la paciente y del material (cánula de Wi-
lliams o Vama, antisialogogos, lubricación del material...) ya que se trata de un proceso
laborioso para el que el personal auxiliar de las áreas obstétricas no suele estar entrenado
y que suele requerir más tiempo que en pacientes no gestantes. Las principales reco-
mendaciones son: tener experiencia en la técnica, establecer una estrategia individualizada
en función de la paciente e informar a la paciente del motivo del procedimiento, a la fa-
milia y al obstetra. Si la VAD es prevista se debe anticipar la ayuda de otro anestesiólogo,
aunque como ya se ha mencionado, la experiencia del anestesiólogo marcará la mayor o
menor dificultad organizativa. El éxito radica en la preparación meticulosa de cada caso
particular, favoreciendo la colaboración de la paciente con información y preparación
psicológica adecuadas y una buena anestesia tópica que actúe con el tiempo suficiente.
Debe estar monitorizada en todo momento (electrocardiograma, presión arterial no
invasiva, pulsioximetría y capnografía), con aporte suplementario de O2, el útero late-
ralizado y monitorización fetal. La administración de atropina permite un mayor efecto
del anestésico local pulverizado al disminuir las secreciones e inhibir los reflejos vagales,
lo que mejora la visualización posterior. El glicopirrolato estaría más indicado por su mí-
nimo paso placentario, pero no está comercializado en nuestro país.
51
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
52
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
VAD no prevista
Sería el caso de una paciente a la que, tras la inducción de una anestesia general, no
se pudiera intubar mediante laringoscopia directa.
Para evitar esta situación es necesario que siempre, incluso en situaciones de emergen-
cia (por ejemplo, bradicardia fetal mantenida), realicemos una valoración completa de
la vía aérea en todas las pacientes obstétricas.
La mejor manera de resolver estas situaciones es afrontar toda inducción rápida de una
anestesia general obstétrica con la idea de que puede darse la imposibilidad de intubar la
tráquea. Esta circunstancia supone una situación de emergencia que debe manejarse como
tal desde el principio aplicando inmediatamente un protocolo de intubación fallida con
el objetivo de restaurar cuanto antes la oxigenación materna (Figura 1).
Es primordial tener claros los pasos a seguir considerando simultáneamente el bien-
estar fetal, la estabilidad hemodinámica y la situación respiratoria de la paciente. El pri-
mer paso imprescindible será restaurar la oxigenación a través la ventilación con
mascarilla facial, siendo más fácil si hay dos operadores.
Mientras se prepara una técnica alternativa, se pueden hacer hasta dos intentos más
de laringoscopia mejorando la posición anatómica o utilizando otro tipo de laringos-
copio. Esquemáticamente nos podemos encontrar ante tres posibilidades diferentes que
se resumen en el algoritmo de la Figura 1 y que se detallan a continuación:
53
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Sea cual sea la opción elegida, la toma de decisiones tiene que ser rápida y decidida
sin forzar los intentos, ya que la mayoría de muertes maternas atribuidas a fallos en la
intubación se deben realmente a la imposibilidad de ventilar tras una excesiva manipu-
lación2. Durante todo el procedimiento la monitorización respiratoria incluyendo la
capnografía son obligadas. La opción c puede ser muy apropiada y permite seguir con
la a o la b.
54
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
55
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
PUNTOS PRÁCTICOS
1. En Obstetricia es necesaria una organización diferente a la de otras áreas para la va-
loración, prevención y manejo de la VAD.
2. Todos los anestesiólogos que atienden el área obstétrica deben tener las habilidades
técnicas y las capacidades de decisión para resolver la VAD en un medio poco favo-
rable.
3. El anestesiólogo en obstetricia debe ser un experto indiscutible en el uso de la ML.
4. Las áreas obstétricas deben disponer de material para VAD organizado e identificado
de forma que facilite la ayuda del personal auxiliar poco experimentado.
5. La mejor prevención de complicaciones con la VAD es colocar precozmente un ca-
téter epidural funcionante y valorar la vía aérea al ingreso y repetidamente durante el
parto.
6. La distancia tiromentoniana en relación a la altura y la obesidad mórbida asociada son
datos de especial importancia en la paciente obstétrica.
7. En la VAD prevista lo indicado es la técnica regional precoz o, en caso de anestesia
general, la intubación con la paciente despierta mediante fibrobroncoscopio.
8. La VAD imprevista se debe manejar siguiendo un plan individualizado que consi-
dere el estado respiratorio de la madre, el bienestar fetal y la posibilidad de mantener
la oxigenación ventilando con mascarilla facial. Las distintas modalidades de ML son
el dispositivo de rescate más útil y deberán estar fácilmente disponibles.
BIBLIOGRAFÍA
1. García-Aguado R. ¿Está todo dicho sobre la via aérea difícil? Otros enfoques son posibles. Rev. Esp.
Anestesiol. Reanim 2009;56:269-72.
2. Management of the difficult and failed airway in obstetric anesthesia. Vasdev GM, Harrison BA, Ke-
egan MT, Burkle CM. J Anesth. 2008;22(1):38-48.
3. Airway problems in pregnancy. Munnur U, de Boisblanc B, Suresh MS. Crit Care Med. 2005
Oct;33(10 Suppl):S259-68.
4. Kuczkowski KM, Reisner LS, Benumof JL. Airway problems and new solutions for the obstetric pa-
tient. J Clin Anesth 2003;15:552-563.
5. Moen V, Irestedt L. neurological complications following central neuraxial blockades in obstetrics.
Curr Opin Anaesthesiol 2008;21:275-80.
6. Merah NA, foulkes-Crabbe DJ, Kushimo OT, Ajayi PA. Prediction of difficult laringoscopy in a po-
pulation of Nigerian obstetric patients. West Afr J Med 2004;23:38-41.
7. Honarmand A, Safavi MR. Prediction of difficult laryngoscopy in obstetric patients scheduled for cae-
sarean delivery. Eur J Anaesthesiol. 2008;25:714-20.
8. N de Riva, C Gomar. “Manejo de la vía aérea difícil en la paciente obstétrica”.En: Fernández C, Gomar
C. Editores: “Anestesia en la paciente obstétrica de alto riesgo” Editorial Artes Gráficas Rupem. Bar-
celona 2006:467-482.
56
MANEJO DE LA VÍA AÉREA EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
19. Valero R, de Riva N, Gomar C. Diseño de un plan de atención a la vía aérea difícil en un hospital
universitario. Rev Esp Anestesiol Reanim 2003;50:424-427.
10. Madrid V, Charco P. Unidad portátil para el manejo de la vía aérea difícil. Rev Esp Anestesiol Rea-
nim 2001;48:438.
11. Niazi A, Cummins E, Walsh K. Difficult airway equipment in obstetric units in the republic of Ire-
land: results of a national survey.Eur J Anaesthesiol 2004;21:861-3.
12. Gomar C. El manejo de la VAD es un aspecto deficitario en la formación de los anestesiólogos espa-
ñoles. Rev Esp Anestesiol Reanim 1996;43:121-122.
13. Stamer UM, Messerschmidt A, Wulf H, Hoeft A. Equipment for the difficult airway in obstetric
units in Germany. J Clin Anesth 2000 Mar;1:151-6.
14. Miranda A, Limia G. Exploración preanestésica de la embarazada. En: Miranda A. Tratado de Anes-
tesiología y Reanimación en Obstetricia: principios fundamentales y bases de aplicación práctica.
Barcelona: Masson. 1997:331-366.
15. Airway problems in pregnancy. Munnur U, de Boisblanc B, Maya S. Crit Care Med 2005;33:S259-
68. Gaiser RR, Mc Gonigal ET, Litts P, Cheek TG, Gutsche BB. Obstetricians ability to assess the
airway. Obstet Gynecol 1999;93:648-652.
16. Gaiser RR, Mc Gonigal ET, Litts P, Cheek TG, Gutsche BB. Obstetricians ability to assess the air-
way. Obstet Gynecol 1999;93:648-652.
17. Anesthesia for emergency deliveries. ACOG committee opinion: committee on obstetrics: maternal
and fetal medicine. Int J Gynaecol Obstet. 1992;39(2):148.
18. Gaiser RR, McGonigal ET, Litts P, Cheek TG, Gutsche BB. Obstetricians’ ability to assess the air-
way. Obstet Gynecol 1999;93:648-52.
19. Savva D. Prediction of difficult tracheal inubation. Br J Anaesth 1994;73;149-53.
20. Cattano D, Panicucci E, Paolicchi A, Forfori F, Giunta F, Hagberg C. Risk factors assessment of the
difficult airway: an italian survey of 1956 patients. Anesth Analg 2004 Dec;99(6):1774-9.
21. Lee A, Fan LT, Gin T, Karmakar MK, Ngan Kee WD.A systematic review (meta-analysis) of the ac-
curacy of the Mallampati tests to predict the difficult airway. Anesth Analg 2006;102:1867-78.
22. Khan ZH, Kashfi A, Ebrahimkhani E. A comparison of the upper lip bite test (a simple new tech-
nique) with modified Mallampati classification in predicting difficulty in endotracheal intubation: a
prospective blinded study.Anesth Analg 2003;96:595-9.
23. Madrid V, Charco P, Company R, Valdivia J, Alcalá MA, Sánchez-Gómez J et al. Vía aérea e intu-
bación endotraqueal. En: Torres LM. Tratado de Anestesia y Reanimación. Madrid: Arán. 2001:
1575-1628.
24. Obesity and obstetric anaesthesia. Saravanakumar K, Rao SG, Cooper GM. Anaesthesia. 2006
Jan;61(1):36-48.
25. Valero R, Mayoral V, Massó E, López A, Sabaté S, Villalonga R, et al. Evaluación y manejo de la vía
aérea difícil prevista y no prevista: Adopción de guías de práctica. Rev Esp Anestesiol Reanim.
2008;55:563-70.
26. Eisenach JC. Excellence in Anesthesiology. The role of nontechnical skills. Anesthesiology
2009;110:201-3.
27. Sitzman BT, Rich GF, Rockwell JJ, Leisure GS, Durieux ME, DiFazio CA. Local anesthetic admi-
nistration for awake direct laringoscopy. Are glosopharyngeal nerve blocks superior? Anesthesiology
1997; 86: 34-40.
57
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
28. Reisner LS, Benumof JL, Cooper SD. The difficult airway: risk, prophylaxis and management.. In:
Chestnut DH (ed): Obstetric Anesthesia: Principles and Practice. St Louis: Mosby, 1999:590-620.
29. Evans NR, Gardner SV, James MFM. ProSeal LMA protects against aspiration of fluid in the pharynx.
Br J Anaesth. 2002;88:584-587.
30. Cohn AI, Hart RT, McGraw SR, Blass NH. The Bullard laryngoscope for emergency airway mana-
gement in a morbidity obese parturient. Anesth Analg 1995:81:872-873.
31. Rope TC, Loughnan BA, Vaughan DJ. Videolaryngoscopy-an answer to difficult laryngoscopy? Eur
J Anaesthesiol. 2008;25:434-435.
32. Han TH, Brimacombe J, Lee EJ, Yang HS. The laryngeal mask airway is effective (and probably safe)
in selected healthy parturients for elective Cesarean section: a prospective study of 1067 cases. Can
J Anaesth 2001;48:1117-11121.
33. Massó E. Vía aérea difícil y situación de ventilación e intubación imposibles. Rev Esp Anestesiol Re-
anim 2001; 48: 401-403.
34. Awan R, Nolan JP, Cook TM. Use of a Proseal laryngeal mask airway for airway maintenance during
emergency Caesarian section after failed tracheal intubation. Br J Anaesth 2004; 92: 144-146.
58
C APÍTULO 4
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA
PACIENTE OBSTÉTRICA
59
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Factores de riesgo
Fisiopatología y tratamiento:
Aspiración de material ácido
Aspiración de material particulado y antiácidos
Aspiración de material fecal o contaminado
Prevención de la aspiración pulmonar
Ayuno preoperatorio
Anestesia general
Profilaxis de neumonitis por aspiración
Obesidad y síndrome de broncoaspiración
Cambios fisiológicos
Síndrome broncoaspiración
Manejo anestésico de la paciente obstétrica obesa
Puntos prácticos
Estrategias de futuro, investigaciones futuras
Bibliografía
60
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
INTRODUCCIÓN
La broncoaspiración continúa siendo una de las primeras causas de muerte materna
en relación con la anestesia en la paciente obstétrica y generalmente se asocia con difi-
cultad en la intubación o intubación fallida1. Mendelson fue el primero que describió
esta complicación tras recoger 66 casos de aspiración entre 1932 y 1945 con una inci-
dencia de 1 de cada 667 embarazadas y dos muertes2. Una de las series más largas reco-
gidas estima una incidencia de broncoaspiración de 1 sobre 900 cesáreas y de un caso
sobre 9200 partos3. El aumento de la utilización de técnicas locorregionales durante el
parto así como la inducción de secuencia rápida en caso de necesidad de anestesia ge-
neral seguramente han influido en la disminución de esta complicación en la paciente
obstétrica. La aspiración de material gástrico como causa de muerte materna varía am-
pliamente desde cerca de 100 casos al año en EEUU a menos de 1 por millón de par-
tos en una encuesta más reciente4. Aunque su incidencia no parece muy elevada,
constituye una de las amenazas más graves para la embarazada. La mortalidad asociada
a la broncoaspiración materna se estima entre el 10 y el 25% de los casos y puede ele-
varse al 70% en aquellos en que se desarrolla un síndrome de aspiración ácida. Dada la
severidad de este síndrome es necesario que los anestesiólogos estén familiarizados con
los factores de riesgo, prevención y manejo del mismo.
FACTORES DE RIESGO
Existen varios factores de riesgo para la aspiración de contenido gástrico en la paciente
obstétrica.
Generalmente cuando se inicia el parto no se da una situación de ayuno. Además el
tiempo de vaciado gástrico aumenta durante el embarazo acentuándose en el momento
del parto. Durante el trabajo de parto, sobre todo después de la administración de agen-
tes analgésicos, el tiempo de vaciado gástrico puede prolongarse mucho. El estómago
presenta modificaciones debido a factores mecánicos y hormonales. El elemento mecá-
nico está representado por el útero grávido, siendo más intenso este estímulo a medida
que avanza la gestación, un efecto de compresión y desplazamiento hacia arriba de este
órgano5 genera un retraso en el vaciamiento gástrico. Un segundo factor que influye en
el retraso del vaciado son los elevados niveles de progesterona, que mediante una acción
directa disminuyen el peristaltismo gástrico e intestinal, e indirectamente influyen en la
disminución de la motilina6, la cual facilita la contracción del músculo liso gastrointes-
tinal. En mujeres con reflujo gastroesofágico, y por tanto con disfunción del esfínter
gastroesofágico inferior, el tiempo de vaciado es aún mayor. La respuesta de estrés acti-
vada por el miedo, el ayuno y la cetosis que se experimenta durante el parto también
contribuyen al retraso en el vaciado. Se ha comprobado que la utilización de determi-
61
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
nados fármacos como los opiáceos y los ansiolíticos también lo retrasan; así la meperi-
dina retrasa el vaciado gástrico unas 5 horas o más en el 70% de las pacientes durante
el parto7. Betaagonistas como el ritodrine empleados como tocolíticos, pueden inhibir
la motilidad gastrointestinal. Sin embargo la analgesia epidural tiene escaso efecto en
cuanto al vaciado gástrico.
No obstante, publicaciones en la última década han señalado controversia sobre el re-
tardo del vaciamiento gástrico para agua, “líquidos claros” y hasta bebidas isotónicas o
deportivas, pero no para dieta ligera8. Wong y col.9 estudiaron el tiempo de vaciamiento
gástrico con 300 mL de agua mediante ultrasonido gástrico seriado y niveles plasmáti-
cos de acetaminofén (administrado por vía oral). Los autores concluyen que el vaciado
gástrico en la embarazada a término, sana, no obesa y que no esté en trabajo de parto
no presenta retardo después de la ingestión de 300 ml de agua en comparación al grupo
control. En cuanto a las bebidas deportivas10, han demostrado que la toma de 750 –
1.000 ml durante un trabajo de parto, disminuyen la cetosis materna sin incrementar
el volumen gástrico.
No menos importantes, son los grandes volúmenes así como la mayor acidez gástrica
al final de la gestación.
Durante el embarazo tiene lugar un aumento en la secreción ácida gástrica debido
a un considerable aumento de los niveles plasmáticos de gastrina11. Este aumento plas-
mático junto con los altos niveles de la misma encontrados en el tejido placentario
apunta a favor de una secreción o un almacenamiento placentario de la misma. La ce-
tosis y deshidratación que tienen lugar por el ayuno durante el trabajo de parto pro-
longado también contribuyen a una mayor secreción ácida.
El volumen gástrico específico para cada pH con el que las pacientes están en riesgo
de aspiración ácida no se ha determinado. Mendelson fue uno de los primeros en suge-
rir que tanto el volumen como el pH jugaban un papel en la severidad del síndrome de
aspiración2. Tebeaut sugirió que un pH por debajo de 2.5 se asociaba con una alta in-
cidencia de síntomas de neumonitis por aspiración12 mientras que Roberts y Shirley
describieron un umbral de volumen de 0.4 ml/kg de fluido gástrico (unos 25 ml) y de
pH por debajo de 2.5 causantes de neumonitis por aspiración13. Utilizando estos crite-
rios, Roberts y Shirley encontraron que independientemente del tiempo entre la última
comida y el inicio del parto, aproximadamente un 25% de las pacientes estaban en
riesgo. Posteriormente otro estudio realizado en primates sugirió que el volumen de
contenido a un pH de 2.5 necesario para provocar neumonitis era dos veces superior al
que se creía inicialmente14. Esto parece indicar que el pH es el factor dominante para
producir lesiones pulmonares. Sin embargo el contenido gástrico con pH elevado
cuando éste es particulado es capaz de producir una neumonía severa. En los últimos
62
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
años se ha cuestionado pues el concepto de volumen crítico. Parece claro que la inciden-
cia e intensidad de las lesiones aumenta a medida que lo hace el volumen y disminuye el
pH. Sin embargo la falta de resultados en los estudios sobre pH/volumen en humanos ha
llevado a una gran variedad de posiciones que van desde una estricta profilaxis de aspira-
ción y vaciamiento gástrico a un rechazo total a cualquier forma de profilaxis.
Durante años las recomendaciones consistieron en no permitir la ingesta a las ges-
tantes durante el trabajo de parto. Estas recomendaciones se basaban en la observación
del aumento en el volumen gástrico cuando éstas habían comido15. Sin embargo, el tra-
bajo de O´Sullivan8 sugirió que el vaciamiento gástrico no era tan lento como se pen-
saba en la paciente obstétrica. Las investigaciones siguientes sugieren que pequeños
volúmenes de líquido no se asocian a un aumento en el volumen gástrico ni a una dis-
minución del pH previamente a la cirugía tanto en mujeres embarazadas como no em-
barazadas9. Por lo tanto la evidencia actual sugiere que deben evitarse los sólidos y
semisólidos una vez que la embarazada entre en fase activa de trabajo de parto o precise
analgesia.
El reflujo gastroesofágico ocurre con frecuencia en la embarazada (30-50%) debido
a una disminución de la competencia del esfínter esofágico inferior y disminuye después
del parto16. La presencia de reflujo indica un mayor riesgo de regurgitación, sobre todo
en posición de decúbito supino, litotomía o Trendelemburg. Durante el embarazo se
produce un aumento de la presión intragástrica debido al aumento de tamaño y des-
plazamiento del útero, que se acentúa por diversos factores como la presencia de poli-
hidramnios, gestación múltiple y obesidad. Paralelamente y como mecanismo de
protección frente al incremento de la presión intragástrica, el tono del esfínter esofágico
inferior aumenta hasta 40 cmH2O. Sin embargo se ha observado que en las pacientes
con reflujo gastroesofágico el tono del esfínter esofágico inferior es menor requeriéndose
solamente pequeños aumentos en la presión intragástrica para la apertura del esfínter y
la regurgitación17. Se cree que este fenómeno se debe en parte a los elevados niveles de
progesterona durante la gestación.
Varios fármacos son capaces de disminuir el tono del esfínter esofágico inferior como
los opiáceos, diazepam y anticolinérgicos18 (Tabla 1).
Por otra parte, las náuseas y vómitos son comunes durante el parto19. La hipotensión
resultante de la compresión aortocava, la hemorragia o el bloqueo simpático pueden
dar lugar a náuseas y vómitos y pérdida de consciencia facilitando la broncoaspiración.
La administración de algunos fármacos durante este período también se asocia a naú-
seas y vómitos. Entre ellos los opiáceos, cuya sobredosificación puede dar lugar a una de-
presión del nivel de conciencia y disminución de los reflejos de la vía aérea, el sulfato de
magnesio, prostaglandinas, tocolíticos, ergotamina, etc.
63
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
TABLA 1. FACTORES QUE MODIFICAN EL TONO DEL ESFÍNTER ESOFÁGICO INFERIOR (EII)
Metoclopramida Anticolinérgicos
Domperidona Tiopental
Succinilcolina Halogenados
Pancuronio Opioides
Edrofonio Obesidad
Ergometrina Embarazo
64
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
boca. Estos síntomas aparecen generalmente durante las primeras horas tras la bronco-
aspiración aunque se han descrito períodos de latencia de hasta 6 -8 horas. Las pacien-
tes que permanecen asintomáticas 2 horas o más tras la aspiración tienen menos
probabilidad de presentar secuelas respiratorias21. La aspiración bronquial resulta espe-
cialmente grave en las pacientes obstétricas debido a la gran cantidad de agua intersti-
cial que contiene el pulmón al término de la gestación, que le hace más vulnerable a las
agresiones químicas o bacterianas22.
Si se presencia o sospecha la broncoaspiración se debe colocar a la paciente en decú-
bito lateral y posición de Trendelemburg, aspirar la orofaringe y proteger la vía áerea me-
diante intubación orotraqueal. Tras la intubación se ha de aspirar cuidadosamente a
través del tubo orotraqueal. Se recomienda iniciar la ventilación mecánica con oxígeno
al 100% durante los primeros momentos21. No se debe realizar lavado bronquial ex-
cepto en el caso de aspiración de material particulado ya que se podría incrementar el
daño pulmonar. Cuando se ha producido aspiración de material particulado es conve-
niente la realización precoz de fibrobroncoscopia para intentar retirar el material aspi-
rado y así reexpandir las áreas atelectasiadas así como obtener material gástrico para ser
analizado y cultivado. La paciente ha de ingresar en un área de cuidados intensivos para
monitorización y tratamiento hasta la resolución del proceso. El tratamiento precoz de
esta complicación es esencial para minimizar la morbimortalidad del cuadro. Cuando
ocurre la broncoaspiración se debe iniciar la ventilación mecánica, surgiendo cuestiones
como cuándo iniciarse, en qué pacientes y durante cuánto tiempo ha de mantenerse. Hay
suficiente evidencia en estudios en animales de que la ventilación mecánica iniciada pre-
cozmente disminuye la mortalidad en la aspiración de material ácido23. Si se sospecha
broncoaspiración pero ésta no ha sido presenciada se aconseja iniciar la ventilación mecá-
nica cuando aparezcan los primeros síntomas. La fracción inspiratoria de oxígeno y la uti-
lización de PEEP vendrán dados por la gasometría y el cuadro clínico de cada paciente así
como la duración de la ventilación mecánica. Se han utilizado dosis altas de corticoides
tanto por vía sistémica como nebulizados en un intento de disminuir la respuesta infla-
matoria sin éxito por lo que no se recomienda su uso en la actualidad24. No hay estudios
randomizados que evalúen la eficacia de los antibióticos profilácticos en el tratamiento de
la broncoaspiración25. En la práctica clínica, sin embargo, se utilizan antes de la obtención
de cultivos positivos cuando hay elevado riesgo de neumonía.
65
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
por primera vez por Mendelson en 1946 y se conoce actualmente como síndrome de
Mendelson2. El concepto de pH y volumen crítico fue introducido por Roberts y Shir-
ley13 en 1974 aunque más tarde Mendelson y Bosomworth sugirieron que ni el pH del
aspirado ni la presencia de enzimas gástricas eran por sí solos responsables de la apari-
ción del cuadro. Un estudio posterior realizado en monos14 objetivó que la aspiración
de un volumen de material gástrico de 1 ml/kg con pH de 1 suponía una mortalidad
del 50%. Lewis et al15 reportaron un 100% de mortalidad tras la broncoaspiración de
material con un pH inferior a 1.75 en humanos.
Los síntomas de la aspiración ácida generalmente ocurren inmediatamente tras la as-
piración pero pueden tardar incluso varias horas en manifestarse. El efecto lesivo de la
aspiración ácida tiene lugar en dos fases: una primera fase de daño tisular inmediato y
una segunda fase de respuesta inflamatoria26. En cinco segundos tras la aspiración el
contenido gástrico alcanza los alveolos provocando una quemadura química. Se pro-
duce la desaparición de la capa celular superficial en tan sólo 6 horas lo cual da lugar a
una ruptura de la barrera alveolocapilar con un aumento del agua pulmonar, bron-
quiolitis y hemorragia intraalveolar27. El peso del pulmón puede aumentar 2 ó 3 veces
su peso normal. Este edema intersticial provoca una disminución de la complianza, una
alteración de la relación ventilación/perfusión y un aumento de la diferencia alveoloar-
terial de oxígeno. A nivel clínico se manifiesta como broncoespasmo y edema de pul-
món con hipoxemia severa que no mejora al aumentar la fracción inspiratoria de
oxígeno. La segunda fase se caracteriza por la liberación de mediadores proinflamatorios
como el TNFAlfa y la IL8 que desencadenan una respuesta inflamatoria con infiltración
de polimorfonucleados que puede generalizarse, dando lugar a un síndrome de respuesta
inflamatoria sistémica28. La radiografía de tórax muestra inicialmente una imagen ca-
racterística en “tormenta de nieve” con infiltrados alveolares en ambos campos pulmo-
nares con predominio de los mismos en las áreas pulmonares dependientes y en el
pulmón derecho. La resolución de las lesiones, si ésta ocurre, comienza a las 72 horas y
a las 2-3 semanas el peso pulmonar se normaliza pudiendo persistir daño pulmonar
como bronquiolitis obliterante.
66
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
cianosis con disminución del murmullo vesicular en las áreas afectadas y observación de
atelectasias en la radiografía de tórax. El tratamiento inicial incluye la aspiración traqueal
inmediata y repetida asociada a instilación de suero salino. La realización de broncos-
copia es necesaria para retirar el material y permitir la reexpansión de las áreas atelecta-
siadas25. Se deben asimismo tomar muestras repetidas para cultivo especialmente cuando
aparecen signos de infección. Aunque el resultado de la broncoaspiración no ácida es un
cuadro clínico menos severo y persistente, la aspiración de líquidos claros como agua o
suero salino producen signos de edema pulmonar, daño epitelial y aumento del gra-
diente alveoloarterial de oxígeno.
Es necesario considerar por otra parte, la aspiración de antiácidos particulados como
hidróxido de magnesio o aluminio, carbonatos o salicilatos. La aspiración de contenido
gástrico con estos antiácidos provoca un cuadro clínico similar al síndrome de aspira-
ción ácida con edema pulmonar, hipoxemia y shunt pulmonar aunque el pH no sea
bajo. Estudios como los de Gibbs et al29 han demostrado que la aspiración de antiáci-
dos en animales produce unas lesiones pulmonares más severas y de mayor duración
que tras aspiración de un volumen similar de ácido clorhídrico (pH 1.6). Varios casos
de muerte materna tras aspiración de estos antiácidos insolubles hacen que se con-
traindique este tipo de profilaxis en la embarazada.
67
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Ayuno preoperatorio
El problema del ayuno preoperatorio enfrenta a los partidarios de un ayuno absoluto
durante un mínimo de 6 horas y los que preconizan una comida ligera 4 horas antes en
incluso durante el trabajo de parto. Si el ayuno no llega a las 4 horas aumentan el vo-
lumen y la acidez gástrica. Por lo tanto parece recomendable no permitir la ingesta de
sólidos cuando comienza el trabajo de parto o se instaura alguna técnica analgésica.
Anestesia general
Inducción anestésica
Se recomienda inducción de secuencia rápida seguida de intubación inmediata ya que
la embarazada se debe considerar como una paciente con estómago lleno. Se precisa de,
al menos, un asistente entrenado que pueda administrar la medicación intravenosa, apli-
car presión sobre el cartílago cricoides y aspirar en caso de que ocurra regurgitación de
contenido gástrico. La inducción de secuencia rápida no debe emplearse si el aneste-
siólogo identifica factores de riesgo de vía aérea difícil; en este caso la técnica ideal sería
la intubación con la paciente despierta y visualización directa con fibrobroncoscopio.
La posición durante la inducción debe ser el decúbito supino con lateralización de
unos 15 grados para minimizar la compresión aorto-cava.
Cuando se utilizan relajantes musculares despolarizantes como la succinilcolina se pro-
ducen fasciculaciones musculares generalizadas que aumentan la presión intragástrica30,31.
La precurarización con relajantes musculares no despolarizantes previene la aparición de
dichas fasciculaciones, reduciendo el riesgo de regurgitación pasiva. La precurarización
también evita el aumento del consumo de oxígeno materno asociado a las fasciculaciones,
un beneficio potencial en las pacientes con reserva de oxígeno disminuida32.
Presionando el cartílago cricoides dorsalmente y de forma cefálica contra el cuerpo de
la sexta vértebra cervical se puede ocluir el esófago y prevenir la regurgitación de contenido
gástrico durante la intubación. La presión cricoidea ha demostrado ser efectiva en prevenir
el reflujo de contenido gástrico con presiones gástricas de hasta 94 cm de H2O33.
68
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
contenido gástrico. El anestesiólogo debe estar preparado para evitar o manejar el fra-
caso en la intubación. Las estrategias propuestas incluyen evitar la anestesia general siem-
pre que sea posible en la paciente obstétrica. Ésto es especialmente deseable en pacientes
obstétricas de alto riesgo en las cuales se recomienda un bloqueo epidural lumbar con-
tinuo iniciado precozmente y continuado durante el trabajo de parto. Sin embargo, al-
gunas emergencias obstétricas no permiten ninguna demora, necesaria para establecer
una anestesia raquídea, o en las que la anestesia regional está contraindicada. En estos
casos la anestesia general e intubación orotraqueal está indicada, excepto cuando se sos-
peche una intubación difícil. El embarazo aumenta el riesgo de fracaso en la intuba-
ción. Algunos estudios consideran que su incidencia en mujeres embarazadas podría ser
tan alta como un caso por cada 500 anestesias36.
A pesar de la urgencia de la situación, la evaluación de la vía aérea es necesaria y
debe realizarse siempre. Los signos de una vía aérea potencialmente difícil son: cue-
llo corto, limitación de la apertura bucal, dientes incisivos superiores protruidos o
parcialmente perdidos, mentón posterior o protruido, laringe anterior alta (<3 dedos
entre el mentón y el cartílago tiroides), macroglosia, Mallampati 3-437,38, historia pre-
via de diabetes39 y antecedentes de vía aérea difícil36. También es importante recordar
que además de los cambios fisiológicos del embarazo pueden presentarse ciertas con-
diciones que se asocian a edema de la vía área superior como la preeclampsia, el uso
de medicación tocolítica, la sobrehidratación y el trauma producido por repetidos in-
tentos de intubación. Si se prevee una intubación difícil se debe realizar una aneste-
sia locorregional o si no es posible, planear una intubación con la paciente despierta.
Ésta última se debe realizar con la combinación de sedación ligera y anestesia tópica.
El uso de vasoconstrictores como la oximetazolina o la fenilefrina en la vía aérea su-
perior edematosa también puede ser necesario teniendo en cuenta que pueden elevar
la presión arterial materna. Otras alternativas son la intubación nasal a ciegas y la in-
tubación retrógrada. No importa la urgencia de la situación desde el punto de vista
del cuidado del feto, el bienestar de la madre debe ser la prioridad. La preparación para
la inducción en la anestesia general debe incluir poner la cabeza de la paciente en po-
sición de olfateo, profilaxis antiácida, presencia de un asistente entrenado, funciona-
miento adecuado del equipo anestésico, preoxigenación adecuada (al menos cuatro
respiraciones profundas con oxigeno al 100%), relajación adecuada con al menos 1,5
mg/Kg de succinilcolina, presión cricoidea adecuada y un plan alternativo por si falla
la intubación.
Si falla la intubación, casi siempre es posible mantener la ventilación de la paciente
hasta que se recupere y se intente un plan alternativo. Es necesario ventilar suavemente
y mantener la presión en el cricoides. La cirugía no debe empezar hasta que la vía aérea
69
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Educción y extubación
No sólo el momento de la intubación es momento de riesgo de aspiración de con-
tenido gástrico, por ello, la extubación sólo se debe intentar con la paciente comple-
tamente despierta, obedeciendo órdenes, con el bloqueo neuromuscular revertido y
preferiblemente en posición semisentada, lo que minimizará la compresión del dia-
fragma por el contenido abdominal40. Vaciar el estómago con una sonda orogástrica
antes de la extubación puede ayudar a prevenir la aspiración de contenido gástrico. La
boca y la faringe posterior deben ser aspiradas. La extubación debe tener lugar con la
paciente respirando oxigeno al 100%. Los pulmones deben ser insuflado y durante
esta insuflación, el balón es deshinchado y el tubo endotraqueal inmediatamente ex-
traído.
Antiácidos orales
Los primeros antiácidos que se usaron eran insolubles y podían causar severos daños
en el tejido pulmonar29. El citrato de sodio 0,3 M, fue recomendado por primera vez
por Lahiri y cols41, quienes demostraron que 15 ml de dicho compuesto neutralizaban
rápidamente el contenido gástrico. Gibbs y cols42 demostraron en perros que la lesión
pulmonar histológica producida por el citrato de sodio era mucho menos severa y se re-
solvía en aproximadamente un mes, comparada con las lesiones producidas por aspira-
ción de la misma cantidad de contenido de acido. Además, la alteración de los gases
arteriales y el shunt eran menos severos43.
Actualmente se ha observado que treinta mililitros de citrato de sodio al 0,3 M son
capaces de neutralizar hasta 255 ml de acido clorhídrico con un pH de 144. La neutra-
lización del acido gástrico por el citrato de sodio se consigue en un intérvalo de tiempo
entre 40 minutos hasta 1 hora aunque el tiempo de inicio de acción es menor de 5 mi-
nutos45.
El rápido inicio de acción, la neutralización efectiva del acido gástrico y la ausencia
de daño pulmonar por la aspiración de citrato de sodio hacen que éste antiácido sea el
70
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Cambios fisiológicos
La obesidad en la embarazada se asocia a un gran riesgo en el manejo anestésico ya
que, además de los cambios fisiológicos que ocurren durante el embarazo, debemos
tener en cuenta los cambios propios que ocurren en las pacientes obesas. Las pacientes
obesas en trabajo de parto presentan hipoxemia en las gasometrías arteriales más fre-
cuentemente que las pacientes con pesos dentro de la normalidad ya que presentan una
mayor disminución de la capacidad funcional residual y de la complianza de la pared to-
rácica. Estos cambios fisiológicos hacen que las pacientes sean muy susceptibles a la des-
aturación rápida, haciendo sumamente importante la adecuada preoxigenación antes
de la anestesia general.
Es bien conocido que el embarazo se asocia a un aumento progresivo del gasto car-
díaco llegando a un incremento de hasta el 50% en el segundo trimestre. La obesidad
produce además un incremento del gasto cardíaco asociado a los depósitos de grasa
(cada 100 g de grasa existe un aumento de 30-50 ml/min).
71
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Síndrome broncoaspiración
Tanto la obesidad como el embarazo se asocian a un aumento del riesgo de aspira-
ción51. Los pacientes obesos programados para cirugía tienen volúmenes gástricos más
grandes y pH gástricos más bajos52. Además los pacientes obesos tienen mayor inci-
dencia de hernia de hiato con la consecuente elevación de la presión intragástrica, y de
diabetes, que puede causar a su vez retraso en el vaciamiento gástrico. También es co-
nocido que la obesidad se asocia a vía aérea difícil, lo que también aumenta el riesgo de
aspiración. La incidencia de fracaso en la intubación en la embarazada obesa mórbida
llega a ser hasta del 33% según algunos autores53.
72
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La broncoaspiración en la paciente obstétrica continúa siendo una de las principales
causas de mortalidad materna asociada con la anestesia y suele acompañarse con di-
ficultad en la intubación o intubación fallida.
2. Los principales factores de riesgo de broncoaspiración son el retraso en el vaciado gás-
trico en la gestante junto al aumento del volumen gástrico y la secreción ácida gás-
trica, la frecuente presencia de reflujo gastroesofágico y la situación de no ayuno en
el momento del parto. En el momento del parto la gestante debe ser considerada
como una paciente con estómago lleno.
3. La aspiración de contenido gástrico asocia una elevada morbimortalidad y su grave-
dad depende de la naturaleza del material aspirado, generalmente mayor a menor pH
del material aspirado.
4. El tratamiento de la broncoaspiración es fundamentalmente de soporte. No se ha
comprobado la eficacia de la administración de corticoides ni antibioterapia profi-
láctica.
5. La utilización de anestesia general se ha reemplazado en los últimos años por técni-
cas anestésicas y analgésicas que no alteran el nivel de consciencia en la embarazada;
a pesar de ello éstas no están exentas de riesgo de aspiración pulmonar.
6. Si la anestesia general no puede evitarse se recomienda la inducción de secuencia rá-
pida seguida de una intubación inmediata, realizando la maniobra de Sellick. En cir-
cunstancias en las que se sospeche una intubación difícil es de elección la intubación
con la paciente despierta.
7. Las recomendaciones para la profilaxis de la neumonitis por aspiración mediante an-
tiácidos y antagonistas de los receptores H2 ayudan a prevenir y a minimizar sus efec-
tos pero todas tienen un valor limitado y ninguna realmente la previene.
8. La obesidad incrementa el riesgo de aspiración durante el embarazo. Para intentar
prevenir las complicaciones en la paciente obesa mórbida es útil la colocación de un
catéter epidural funcionante o de un catéter espinal en fases tempranas del trabajo de
parto.
73
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
BIBLIOGRAFÍA
11. Why Mothers Die. Report on Confidential Enquiries into Maternal Deaths in the United Kingdom
2002-2004. London: RCOG Press; 2004.
12. Mendelson C. The aspiration of stomach contents into the lungs during obstetric anesthesia. Am J
Obstet Gynecol 1946;52:191-205.
13. Soreide E, Bjornestad E, Steen PA. An audit of perioperative aspiration pneumonitis in gynecologi-
cal and obstetric patients. Acta Anesthesiol Scand 1996;40:14-19.
14. Hawkins JL. Anesthesia-related maternal mortality. Clin Obst Gynecol 2003;46:679-687.
15. Jayaram A, Bowen MP, Desphande S, Carp HM. Ultrasound examination of the stomach contents
of women in the postpartum period. Anesth Analg 1997;84:522-526.
16. Christofides ND, Ghatel MA, Bloom SR, Borberg C, Gillner MD. Decrease plasma motilin con-
centrations in pregnancy. Br Med J 1982;285:1453-1454.
17. Nimmo WS, Wilson J, Prescott LF. Narcotic analgesics and delayed gastric emptying during labor.
Lancet 1955;1:890-893.
18. O´Sullivan GO. Gastric emptying during pregnancy and the puerperium. Int J Obst Anesth 1993;
2:216-224.
19. Wong CA, Loffredi M, Ganchiff JN, Zhao J, Wang Z, Avram MJ. Gastric emptying of water in term
pregnancy. Anesthesiology 2002;96:1395-1400.
10. Kubli M, Scrutton MJ, Seed PT, O´Sullivan G. An evaluation of isotonic “sport drinks” during labor.
Anesth Analg 2002;94:404-408.
11. Hong JY, Park JW, Oh JI. Comparison of preoperative gastric contents and serum gastrin concen-
trations in pregnant and non pregnant women. J Clin Anesth 2005;17:451-455.
12. Tebeaut JR. Aspiration of gastric contents: An experimental study. Am J Pathol 1952;28:51-67.
13. Roberts RB, Shirley MA. Reducing the risk of acid aspiration during cesarean section. Anesth Analg
1974;53:859-868.
14. Raidoo DM, Rocke DA, Brock-Utne JG, Marszalek A, Engelbrecht HE. Critical volumen for pul-
monary acid aspiration: reappraisal in primates model. Br J Anaesth 1990;65:248-250.
15. Lewis M, Crawford JS. Can one risk fasting the obstetric patient for less than four hours? Br J Anaesth
1987;59:312-314.
16. Vanner RG. Mechanisms of regurgitation and its prevention with cricoids pressure. Int J Obstet
Anesth 1993;2:207-215.
17. Van Thiel DH, Wald A. Evidence refuting a role for increasing abdominal pressure in the pathoge-
nesis of heartburn associated with pregnancy Am Obstet Gynecol 1981;140:420-422.
18. Mc Neill MJ, Ho ET, Kenny GN. Effect of iv metoclopramide on gastric emptying after opioid pre-
medication. Br J Anaesth 1990;64:450-452.
19. O´Sullivan G, Scrutton M. NPO during labor: Is there any cientific validation? Anesthesiol Clin
North Am 2003;21:87-98.
20. Munnur U, Boisblanc B, Suresh MS. Airway problems in pregnancy. Crit Care Med 2005;33(S):
259-268.
21. Engelhardt T, Webster NR. Pulmonary aspiration of gastric contents in anaesthesia. Br J Anaesth
1999;83:453-460.
22. Yeomans ER, Gilstrap LC. Physiologic changes in pregnancy and their impact on critical care. Crit
Care Med 2005; 33(S):256-258.
23. Cameron JL, Sebor J, Anderson RP, Zuidema GD. Aspiration pneumonia: Results of treatment by
positive-pressure ventilation in dogs. J Surg Res 1978;8:447-457.
24. Hupp JR. Use of corticosteroids for aspiration pneumonitis. J Oral Maxillofac Surg 1993;51:103-104.
74
SÍNDROME DE BRONCOASPIRACIÓN EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
25. Tietjen PA, Kaner RJ, Quinn CE. Aspiration emergencies. Clin Chest Med 1994;15:117-135.
26. Knight PR, Druskovich G, Tait AR, Johnson K. The role of neutrophils, oxidants and proteases in
the pathogenesis of acid pulmonary injury. Anesthesiology 1992;77:772-778.
27. Goldman G, Welbourn R, Kobzik L, Valeri CR, Shepro D, Hechtman HB. Reactive oxygen species
and elastase mediate lung permeability after acid aspiration. J Appl Physiol 1992;73:571-575.
28. Nagase T, Ohga E, Sudo E et al. Intercellular adhesión molecule-I mediates acid aspiration-induced
lung injury. Am J Respir Crit Care Med 1996;154:104-510.
29. Gibbs CP, Schwartz DJ, Wynne JW, Hood CI, Ruck EJ. Antacid pulmonary aspiration in the dog.
Anesthesiology 1979;51:380-385.
30. Andersen N: Changes in intragastric pressure following administration of suxamethonium: Prelimi-
nary report. Br J Anaesth 1962;34:363-367.
31. Miller RD, Way WL: Inhibition of succinylcholine-induce increased intragastric pressure by nonde-
polarizing muscle relaxants and lidocaina. Anesthesiology 1971;34:185-188.
32. Marx GF, Basell GM: In defense of the use of d-tubocurarine prior to succinylcholine in obstetrics.
Anesthesiology 1983;59:157.
33. Fanning GL: The efficacy of cricoid pressure in regurgitation of gastric contents. Anesthesiology
1970;32:553-555.
34. Scott DB: Mendelson’s syndrome. Br J Anaesth 1978;50:977-978.
35. Sachs BP, Oriol NE, Ostheimer GW, Weiss JB, Driscoll S, Acker D et al: Anesthetic-related mater-
nal mortality, 1954 to 1985. J Clin Anesth 1989;1:333-338.
36. Samsoon GLT, Young JRB: Difficult trachaeal intubation: A retrospective study. Anesthesia 1987;
42:487-490.
37. Mallampati SR, Gatt SP, Gugino LD, Desai SP, Waraksa B, Freiberger D, Liu PL: A clinical sign to
predict difficult tracheal intubation: A prospective study. Can Anaesth Soc J 1985; 32:429-434.
38. Joyce T: Personal communication, 1988.
39. Salzarulo HH, Taylor LA: Diabetic “stiff joint síndrome”as a cause of difficult endotracheal intuba-
tion. Anesthesiology 1986; 64:366-368.
40. Soens, Birnbach, Ranasinghe, Zundert. Obstetric anesthesia for the obese and morbidly obese patient:
an ounce of prevention is worth more than a pound of treatment. Acta anaesthesiol Scand 2008; 52:
6-19.
41. Lahiri SK, Thomas TA, Hodgson RMH: Single-dose antacid therapy for the prevention of Mendel-
son’s syndrome. Br J Anaesth 1973; 45:1143-1146.
42. Gibbs CP, Hempling RE, Wynne JW, Hood CI: Antacid pulmonary aspiration. Anesthesiology 1979;
51:S290.
43. Eyler SW, Cullen BF, Murphy ME, Welch WD: Antacid aspiration in rabbits: A comparison of
Mylanta and Bicitra. Anesth Analg 1982;61:288-292.
44. Gibbs CP, Spohr L, Schmidt D: The effectiveness of sodium citrate as an antacid. Anesthesiology
1982;57:44-46.
45. O’Sullivan GM, Bullingham RE: Does twice the volume of antacid have twice the effect in pregnant
women at term? Anesth Analg 1984; 63:752-756.
46. Hodgkinson R, Glassenberg R, Joyce TH III, Coombs DW, Ostheimer GW, Gibbs CP: Compari-
son of cimetidine (Tagamet) with acidity before elective cesarean section. Anesthesiology 1983;59:86-
90.
47. McAuley DM, Moore J, Dundee JW, McCaughey W: Oral ranitidine in labor. Anaesthesia 1984;
39:433-438.
75
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
48. Manchikanti L, Marrero TC, Roush JR: Preanesthetic cinetidine and metoclopramide for acid aspi-
ration prophylaxis in elective surgery. Anesthesiology 1984;61:48-54.
49. Manchikanti L, Colliver JA, Marrero TC, Roush JR: Ranitidine and metroclopramide for prophyla-
xis of aspiration pneumonitis in elective surgery. Anesth Analg 1984;63:903-910.
50. Kim et al. Trends in pre-pregnancy obesity in nine states, 1993-2003. Obesity 2007;15:986-993.
51. Olsson, Hallen, Hambraeus-Jonzon. Aspiration during anaesthesia: a computer-aided study of
185358 anaesthestics. Acta Anaesthesiol Scand 1986;30:84-92.
52. Cohen SE. Anesthesia for the morbidly obese pregnant patient. In: Hughes SC, Levinson G, Rosen
MA, eds. Shnider and levinson’s anesthesia for obstetrics, 4th edn. Philadelphia: Lippincott Williams
& Wilkins, 2002:505-5.
53. D’Angelo R, Dewan DD. Obesity. In: Chestnut DH, ed. Obstetric anesthesia: principles and prac-
tice, 3rd edn. Philadelphia: Elsevier Mosby, 2004:893-903.
76
C APÍTULO 5
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
77
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Categorías de los estados hipertensivos del embarazo
Epidemiología y factores de riesgo
Etiología
Fisiopatología
Manifestaciones sistémicas
Diagnóstico
Monitorización
Tratamiento
Manejo obstétrico
Tratamiento antihipertensivo
Fluidoterapia
Profilaxis de las convulsiones. Sulfato de magnesio
Prevención de la preeclampsia
Manejo anestésico
Tratamiento postparto
Puntos prácticos
Futuras estrategias
78
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
INTRODUCCIÓN
Los trastornos hipertensivos en el embarazo complican un 6-8% de las gestacio-
nes, siendo la preclampsia (PE) una de las patologías más frecuentes. La PE es causa
de alta morbimortalidad tanto materna como fetal, representando un 15-20% de las
muertes fetales en países en vías de desarrollo1,2. Un 15% de todos los nacimientos
prematuros suceden tras embarazos en los que se ha desarrollado una PE. Es también
una de las causas más frecuentes de ingreso de la paciente obstétrica en cuidados in-
tensivos3-7.
En los países desarrollados, las complicaciones de la PE han ido disminuyendo, lo
cual ha comportado un gran descenso en la morbimortalidad materno-fetal, debido
fundamentalmente no solo al mejor manejo de la enfermedad aguda sino sobre todo a
un mayor cuidado perinatal8. En los países subdesarrollados se estima que se producen
50.000 muertes maternas al año, debido a la PE, siendo esta elevada mortalidad debida
fundamentalmente a factores relacionados con la atención sanitaria9-12.
La PE es una alteración multisistémica de causa desconocida y que únicamente se pre-
senta en la especie humana en el curso del embarazo, después de la 20ª semana de ges-
tación. La enfermedad tiene varios modos de presentación y es de curso progresivo. Se
caracteriza por una respuesta vascular anormal que da lugar a aumento en las resisten-
cias vasculares sistémicas (RVS), una disfunción endotelial y agregación plaquetaria. A
nivel clínico se produce una afectación materna en la que siempre existe hipertensión
arterial (HTA) y proteinuria, y afectación fetal como crecimiento intrauterino retar-
dado, déficit de oxigenación y oligoamnios.
Preeclampsia (PE)
Es la aparición de novo de hipertensión y proteinuria después de la semana 20 de
gestación o primera semana postparto. El edema actualmente no se incluye en la defi-
nición porque es inespecífico pudiéndose observar hasta en el 80 % de las gestantes nor-
motensas.
79
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Hipertensión 1. HTA presente antes de la gestación o antes de la 20ª semana y/o HTA
crónica 1. persistente >12 semanas postparto.
2. TAS >140 mmHg o TAD ≥90 mmHg.
TAS: Presión arterial sistólica. TAD: Presión arterial diastólica. HTA: Hipertensión arterial.
Proteinuria
Excreción de más de 300 mg/l de proteínas en orina de 24 horas. Suele manifestarse
tardíamente, por lo que el NHBPEP recomienda que se sospeche PE y se trate como tal
la aparición de HTA acompañada de dolor de cabeza, dolor abdominal o anomalías en las
pruebas de laboratorio, sobretodo trombocitopenia y elevación de las enzimas hepáticas.
PE grave
Se da en un 5-10% de las PE. Las cifras de tensión arterial definen la PE pero no son
un buen indicador del grado de progresión de la enfermedad. La aparición de sinto-
matología, el grado de proteinuria y los datos de laboratorio sí lo son. Los criterios de
PE grave se muestran en la Tabla 2.
80
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
• Eclampsia
81
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
• Nuliparidad
• Raza afro-americana
• Edad <40 años
• Embarazo gemelar/multiple
• PE previa, historia familiar de PE
• HTA crónica, enfermedad rénal, S. antifosfolipídico, diabètes, obesidad
HTA: Hipertensión arterial.
82
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
ETIOLOGÍA
La etiología de esta enfermedad es desconocida pero es un hecho que sin placenta no
hay PE. Sin feto sí puede haberla como en el caso de la mola uterina44,45.
En el año 1989, Roberts et al. apuntaron que como base en la PE había una disfun-
ción endotelial y esto se ha corroborado posteriormente ya que se ha hallado un au-
mento de marcadores de la activación celular endotelial. La alteración de la función
endotelial a nivel sistémico es lo que provoca las manifestaciones clínicas, pero los fac-
tores que producen esta disfunción no son claramente conocidos.
Una implicación inmunológica en la etiología de la PE es altamente probable. El
riesgo de PE aparece aumentado en las primíparas o en multíparas después de que haya
habido un cambio de pareja. Por el contrario hay una disminución en la incidencia en
mujeres que previamente han sido trasfundidas38. Los antígenos paternos serían consi-
derados como extraños produciéndose una respuesta materna contra ellos38,45.
La PE es una enfermedad familiar lo cual apunta a una base genética de esta patolo-
gía; la mayor contribución es del genoma materno, pero el fetal (materno y paterno)
también parece que intervienen13,45.
Ninguna de las teorías que se han enumerado permite predecir que embarazadas van
a padecer PE, ni tampoco quienes van a sufrir una PE grave, con importante alteración
multisistémica38.
FISIOPATOLOGÍA
Es una enfermedad que afecta a numerosos órganos y el inicio y progresión pueden
ser muy variables. Aunque se han postulado numerosas teorías, en la actualidad se sigue
sin tener un conocimiento exacto de la fisiopatología de esta enfermedad siendo una de
las razones de su gravedad el incompleto conocimiento de su patogenia46,47. Son nu-
merosos los estudios que se realizan con el fin de esclarecer los posibles factores placen-
tarios y maternos y los mecanismos por los cuales aparece y progresa la enfermedad.
La invasión incompleta de las arterias espirales por parte del trofoblasto y la disfun-
ción de las células endoteliales vasculares son las dos características esenciales en la pa-
togenia de la PE.
Actualmente se considera que la PE se desarrolla en dos estadíos: placentario y en-
dotelial y la patología terciaria vendría representada por la eclampsia, fallo renal, he-
morragia cerebral y el Síndrome Hellp31,38,48-50 (Figura 1).
Estadio 1: placentario
En la gestación normal, el trofoblasto invade la decidua y los segmentos miometriales
de las arterias espirales, se pierde el músculo liso y la lámina elástica interna, produciéndose
un gran incremento (de hasta 4 veces) del diámetro vascular. Estos vasos pasan de ser
83
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
un sistema de alta resistencia a uno de baja resistencia, con ausencia de control vaso-
motor materno. La vasodilatación de estos vasos, es necesaria para que se produzca un
correcto aporte sanguíneo a la unidad feto-placentaria31,38,45.
La característica de la placenta en la PE es que probablemente, debido a factores in-
munológicos, se produce una invasión incompleta del trofoblasto, de forma que éste solo
alcanza la decidua, permaneciendo las porciones miometriales de las arterias espirales de
pequeño tamaño, estrechas y muy reactivas a estímulos vasomotores. Como consecuen-
cia de la falta de vasodilatación se crea un estado de hipoperfusión e isquemia placentaria,
a partir de la cual se producen los cambios y alteraciones que caracterizan a la PE13,51.
La angiogénesis es crucial para la invasión de las arterias espirales por el trofoblasto
siendo clave en el proceso del desarrollo normal de la placenta52,53. Factores angiogéni-
cos de crecimiento vascular, tales como el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF)
y el factor de crecimiento placentario (PlGF), son probablemente responsables de la pro-
liferación e invasión normal del trofoblasto54,55.
84
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
85
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
(VEGF-1) que permite que el VEGF ejerza una acción proangiogénica y vasodilata-
dora, (por el aumento de NO y de prostaciclina a nivel local)38,51. Posiblemente estos fac-
tores son mediadores en la aparición de la PE ya que factores antiangiogénicos como el
sFlt1 y la proteína endoglina, actúan de forma nociva sobre el endotelio vascu-
lar54,55,59,61,62. Así pues, con bastante probabilidad, en la patogenia de la PE está impli-
cado un desequilibrio entre moléculas angiogénicas y antiangiogénicas46,56,60.
Los factores sF1t1 y endoglina soluble, segregados por la placenta, se hallan aumen-
tados en la circulación materna semanas antes de la aparición de la sintomatología de
la PE, por lo cual la determinación plasmática de estos factores, y la evaluación de la re-
lación sF1t1/P1GF puede ser de utilidad para la predicción precoz de la PE59,63-65.
Componente inflamatorio: El estado proinflamatorio propio del embarazo se da de
forma exacerbada en la PE66. Este fenómeno sería causado por una excesiva liberación
placentaria de citoquinas inflamatorias (interleuquina 1 y 6 y TNF-α) y de partículas
de células trofoblásticas que pasan a la circulación. La consecuencia es un aumento del
número y de la actividad de los polinucleares neutrófilos, un aumento del estrés oxida-
tivo y del fibrinógeno. Todo ello comporta una marcada disfunción endotelial38,67,68.
También se ha observado un aumento en la circulación materna de anticuerpos acti-
vos sobre los receptores de la angiotensina II, los cuales además de tener efecto vasocons-
trictor favorecen la inflamación, las alteraciones de la coagulación y el estrés oxidativo38,48.
Otro hecho que se ha constatado es que en la placenta de gestantes preeclámpticas
se produce más apoptosis, circunstancia que produce la liberación de fragmentos de tro-
foblasto a la circulación materna46,69.
Estrés oxidativo: Se ha propuesto que el estrés oxidativo actuaría de enlace entre los
dos estadios de la PE13,70,71. En el organismo, el estrés oxidativo está causado por un des-
equilibrio entre la producción de peróxidos y radicales libres, así como por la capacidad
de los antioxidantes en eliminar con rapidez el exceso de estos radicales y reparar el daño
resultante. Los radicales libres dañan las células pudiendo llegar a producir muerte ce-
lular. Otras enfermedades vinculadas al estrés oxidativo son la aterosclerosis, enferme-
dad de Parkinson y enfermedad de Alzheimer.
En la gestación normal hay un aumento de triglicéridos y ácidos grasos libres, los
cuales estarían aun más aumentados en la PE. Los lípidos al pasar por la interfase deci-
dua-placenta se oxidan y dan lugar a gran cantidad de lipoperoxidos y radicales li-
bres41,57,72. Éstos al unirse a las lipoproteínas del plasma llegan a todo el endotelio vascular
produciendo lesión y disfunción endotelial73. Otro efecto de los radicales libres es que
inactivan las funciones del NO. También se ha hallado en la PE una disminución en
plasma de antioxidantes como la vitamina E74. La capacidad antioxidante materna de-
termina la capacidad de acomodación en la interfase decidua/trofoblasto; si esta capa-
86
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
MANIFESTACIONES SISTÉMICAS
La sintomatología característica de la PE es la aparición creciente de hipertensión,
proteinuria y edemas. Generalmente aparecen al final de tercer trimestre, aunque en al-
gunos casos aparecen al final del segundo trimestre (después de la 20ª semana), no siendo
infrecuente que se presente durante el parto o en el postparto.
En la PE se afectan numerosos órganos y sistemas presentando diversas manifesta-
ciones clínicas, debidas fundamentalmente a la vasoconstricción que se origina, siendo
la sintomatología debida a la alteración de los diferentes lechos vasculares. Se pueden
producir pequeñas manifestaciones, en los casos de afectación leve-moderada, o llegar
a producir un fallo multisistémico, en los casos de PE grave.
La perfusión de los órganos disminuye debida al vasoespasmo, a la activación de la
coagulación, que da lugar a microtrombos oclusivos, y a la pérdida de líquido intravas-
cular.31 Los sistemas que principalmente se afectan son el sistema cardiovascular, nervioso
central (SNC), renal, el hígado y la placenta así como la coagulación. Las manifesta-
ciones clínicas de la PE se muestran en la Figura 2.
87
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Sistema cardiovascular
La PE se caracteriza por un vasoespasmo, que comporta aumento de las RVS y de la
TA. También se produce un incremento de la respuesta a las catecolaminas circulantes.
El estado hemodinámico en la PE es difícil de establecer, por la gran variabilidad inte-
rindividual que puede presentar. Factores que influyen en este estado son la presencia de
enfermedades concomitantes, gravedad de la PE, tratamiento recibido y otros. El estado
88
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
89
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Sistema renal
En el embarazo normal el flujo sanguíneo renal y el filtrado glomerular están au-
mentados, lo cual comporta un descenso de la creatinina, urea y ácido úrico. En la PE,
el vasoespasmo y la alteración endotelial glomerular, da lugar a una disminución del
flujo renal, provocando un aumento de la creatinina y el ácido úrico plasmáticos50,87. La
hiperuricemia es un signo precoz de deterioro de la función renal; lo cual posiblemente
es debido a una disminución en la excreción renal, aumento en la reabsorción tubular
y a la mayor producción debida a isquemia tisular y estrés oxidativo8,82.
Debido a la alteración del endotelio glomerular se produce proteinuria, síntoma
siempre presente en la PE(> de 300 mg/día) llegando a haber hipoalbuminemia, en for-
mas graves de la enfermedad44.
La lesión renal patognomónica de la PE grave es la endoteliosis glomerular, la cual
ocurre en un 70% de pacientes y se caracteriza por un aumento de tamaño glomerular,
debido a la hipertrofia de las células endoteliales. Ello produce una disminución de la
luz del capilar, que en algunos casos da lugar a la obliteración completa del mismo77,87,88.
La oliguria es frecuente, sobre todo en la PE grave, pudiendo estar producida por hi-
povolemia, disminución del gasto cardiaco, vasoconstricción, por activación de las cas-
cadas de la coagulación y por lesión renal directa. Aunque la oliguria es frecuente la
progresión a fallo renal se da raramente. El deterioro de la función renal es más grave
cuando antes de la gestación ya existía alguna alteración renal77,87.
90
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
Coagulación
En el curso de la PE aparecen varias alteraciones de la coagulación arecer tales como:
cambios en las plaquetas, en la cascada de la coagulación y en el sistema fibrinolítico. Esto
posiblemente es debido a la alteración endotelial vascular, que se da en esta patología.
El trastorno de la coagulación más frecuente es la trombocitopenia (plaquetas
<150.000/mm3), dándose en un 15-30% de pacientes. La trombocitopenia es un com-
ponente constante del Síndrome Hellp. Recuentos de inferiores a 100.000/mm3 se dan
en casos de PE grave; y además la función plaquetaria puede estar alterada y la vida
media de las plaquetas reducida hasta en un 50%8,82,91. En la fisiopatología de la trom-
bocitopenia intervienen varios factores como la lesión endotelial, adhesión plaquetaria
e incremento del consumo. El descenso continuado de las plaquetas puede interpretarse
como un signo de empeoramiento de la enfermedad30,92,93.
En algunas pacientes preeclámpticas el tiempo de sangría está alargado, a pesar de
tener un recuento normal de plaquetas44,82. Estudios realizados por Wong94 mediante
tromboelastografía (TEG), hallan que un TEG con una amplitud máxima anormal, se
correlaciona con un tiempo de sangría alargado y concluyen que el TEG en este caso,
seria útil para valorar la función plaquetaria. Sharma et al95 evalúan los cambios en la
coagulación empleando el TEG y recuento de plaquetas, en 52 gestantes sanas, en 140
con PE moderada y en 114 con PE grave y hallan que el TEG fue de utilidad para la
valoración de la función plaquetaria, concluyendo que las pacientes con PE severa y re-
cuento de plaquetas <100.000 /mm3 presentan mayor hipocoagulabilidad, comparadas
con gestantes sanas o con PE moderada. De todas formas los beneficios de la utilización
del TEG no están claramente establecidos, aunque esta determinación puede aportar un
dato más en la valoración del estado de la coagulación96-98.
Algunos investigadores consideran que la PE es de por si un estado crónico de coa-
gulación intravascular diseminada (CID) ya que han hallado en estas pacientes, niveles
elevados de productos de degradación de la fibrina (PDF) a la vez que disminución de
plaquetas y antitrombina III99. La aparición de una CID aguda grave puede originarse
si en una PE se produjera un desprendimiento precoz de placenta30.
91
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Hígado
Las alteraciones hepáticas en la PE son muy variables. La inflamación del hígado, de-
bida al edema provocado por los infiltrados inflamatorios y la obstrucción sanguínea por
depósitos de fibrina a nivel de los sinusoides, está presente en la mayoría de gestantes con
PE grave. El flujo hepático puede estar muy disminuido a causa de la vasoconstricción es-
plácnica. El dolor epigástrico, provocado por la distensión de la cápsula hepática, debido
al edema o a un hematoma, es un síntoma frecuentemente de la PE grave8,30,44.
Las lesiones hepáticas pueden variar desde necrosis hepatocelular, hemorragia intrahe-
pática y sangrados subcapsulares hasta ruptura de la cápsula de Glisson, lo cual comporta
sangrado intraabdominal masivo. La ruptura hepática espontánea es excepcional en la ac-
tualidad, pero en caso de producirse, se asocia a una mortalidad materna del 60%30,50.
Aproximadamente un 20% de la mortalidad materna por PE es causada por una compli-
cación hepática grave, y generalmente éstas se dan asociadas al Síndrome Hellp101.
Como resultado de la necrosis hepatocelular se produce una elevación de transami-
nasas (SGOT, SGPT) y láctico deshidrogenasa (LDH) en sangre lo cual nos ofrece in-
formación acerca la alteración hepática. También se origina hipoalbunimemia y
disminución de la colinesterasa plasmáticasin que esto último llegue a ocasionar una
mayor duración del efecto de la succinilcolina8,22,102.
La concurrencia de enzimas hepáticos elevados, trombocitopenia y hemólisis se ha
descrito como Síndrome Hellp, que se expone en otro capítulo de este libro.
Aparato respiratorio
El edema e ingurgitación capilar de las estructuras faríngeas y laríngeas, propio de la
embarazada, resulta más acentuado en la PE; y como consecuencia la intubación oro-
traqueal (IOT) puede entrañar mayor dificultad. De forma similar puede haber edema
subglótico, el cual puede producir obstrucción de la vía aérea después de la extubación,
dando lugar a hipoxia. Se debe prestar especial atención a signos tales como estridor la-
ríngeo y ronquera, que nos alertarán acerca de una obstrucción de la vía aérea50,82.
Ya comentado anteriormente, en un 3% de pacientes preeclámpticas se produce EAP.
El nivel de carboxihemoglobina está aumentado y el de 2-3 difosfoglicerato esta dis-
minuido; esto provoca una desviación de la curva de disociación de la hemoglobina a
la izquierda y conlleva una disminución del transporte de oxígeno al feto82,102.
92
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
Placenta y feto
En la PE el flujo sanguíneo placentario, durante el tercer trimestre, esta disminuido
aproximadamente un 60%, respecto a las gestantes sanas. Esto es debido a la gran va-
soconstricción existente, menor crecimiento de la placenta y a los depósitos de fibrina
en las arterias deciduales de la placenta. La hipoperfusión placentaria produce hipoxe-
mia fetal crónica, crecimiento fetal intrauterino restringido (CIR) y oligoamnios44,103.La
morbimortalidad fetal aumenta hasta 4 veces; debido a que hay mayor incidencia de
muertes intrauterinas y de recién nacidos prematuros y de bajo peso. Aunque los cui-
dados perinatales que se llevan a cabo en la paciente preeclámptica han hecho disminuir
la mortalidad fetal, la morbilidad es aun importante. La tasa de complicaciones fetales
tiene relación con la gravedad de la PE. La prematuridad comporta un aumento en el
riesgo de complicaciones tales como síndrome de distres respiratorio, hemorragia in-
traventricular, parálisis cerebral, sepsis y enterocolitis necrotizante104,105. El desprendi-
miento precoz de placenta es otra complicación que se da con más frecuencia en
pacientes con PE44,106.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de la PE es fundamentalmente clínico y la HTA es el signo principal
de esta patología. La PE tradicionalmente se ha diagnosticado por la triada HTA, pro-
teinuria y edemas, apareciendo después de la 20 semana de gestación. Actualmente el
edema no se considera un criterio diagnóstico de PE ya que es un signo muy frecuente
durante la gestación (se da en un 85% de gestantes)2. Una vez que aparecen los signos
y síntomas de la PE, el diagnóstico de la enfermedad es relativamente sencillo, pero esta
sintomatología aparece con posterioridad a los procesos fisiopatológicos, por lo cual el
diagnóstico se realiza de forma tardía8,45.
El diagnóstico de hipertensión en el embarazo se hace cuando se halla una tensión
arterial sistólica (TAS) >140 mm Hg o tensión arterial diastólica (TAD) > a 90 mm Hg
en dos tomas o más, con un intervalo de 6 horas. Conocer la evolución de las cifras ten-
sionales que presente la paciente, es importante para realizar un correcto diagnóstico.
Otro signo patognomónico de la PE es la proteinuria, definiéndola como una cifra
de excreción de proteínas en orina superior a 300 mg/l en 24 horas. Esta cifra suele co-
rrelacionarse con una cifra de 30 mg/dl o más, en una muestra de orina, y a una cruz
en una tira reactiva. Esta última es una determinación de fácil realización y de bajo
coste, por lo cual es la prueba diagnóstica más comúnmente realizada después de la de-
terminación de la TA pero siempre debe ser confirmada por la determinación de la pro-
teinuria en orina de 24 horas.
93
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
94
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Hay algunas patologías que presentan síntomas clínicos y alteración de algunas prue-
bas de laboratorio (hemólisis, elevación de enzimas hepáticos y plaquetopenia), que son
similares a las que se hallan alteradas en la PE y Síndrome Hellp, lo cual puede dar lugar
a confusión115. Entre estas patologías podemos enumerar la púrpura trombocitopática
trombótica, síndrome hemolítico urémico, hígado graso del embarazo o una exacerba-
ción del lupus eritematoso sistémico (LES). La incidencia de estas enfermedades es
muy baja, pero generalmente se asocian a una importante morbimortalidad materna y
fetal. Es de suma importancia hacer el diagnóstico de cada una de ellas ya que el trata-
miento a realizar es distinto. Así una CID en el curso de una PE requiere la rápida fi-
nalización del embarazo y en cambio en el curso de un síndrome hemolítico urémico
requiere otro tipo de tratamiento101,116.
Como ayuda para el diagnóstico diferencial será de gran utilidad una exhaustiva his-
toria clínica (antecedentes familiares, historia de la paciente y otros factores de riesgo de
PE), análisis de orina y distintas pruebas de laboratorio antes enumeradas. Contar con la
participación de un equipo multidisciplinario, con la participación de obstetra, nefrólogo,
hematólogo y anestesiólogo será de gran ayuda y favorecerá el buen resultado final.
MONITORIZACIÓN
Como se ha comentado anteriormente los cambios hemodinámicos en la PE son
complejos. El grado de disminución del volumen intravascular es variable y la respuesta
de la TA a los antihipertensivos puede ser muy acentuada; en la PE grave la disfunción
del ventrículo izquierdo es frecuente. En pacientes no gestantes la presión en el ventrí-
culo izquierdo varía 2-3 mm Hg, respecto al derecho, en cambio es frecuente que en la
PE grave, la PVC sea baja y la presión en el ventrículo izquierdo alta. Por otro lado,
cuando hay fallo del ventrículo izquierdo los cambios en el ventrículo derecho aparecen
de forma tardía48,82. Se han realizado varios estudios para ver la correlación que hay entre
la PVC y la presión capilar pulmonar (PCP), en la paciente preeclámptica. El realizado
por Bolte et al117 concluye que hay falta de concordancia entre las dos mediciones, par-
ticularmente cuando se está realizando tratamiento hipotensor, por lo cual no es acon-
sejable confiar solo en los datos que nos ofrece la PVC. A parecidas conclusiones llegan
los estudios de Clark, Benedetti y Cotton118-120. Un valor de PVC normal puede ocul-
tar una PCP alta con el consiguiente riesgo de que se produzca un EAP, sobre todo si se
realiza una cuantiosa infusión de líquidos48,82,121.
95
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
96
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
97
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Este dispositivo no parece tener mucha fiabilidad en la paciente obstétrica, donde los
cambios hemodinámicos son muy rápidos127-129. (Ver capítulo en este libro).
TRATAMIENTO
El único tratamiento definitivo de la PE es la extracción del feto y la placenta. Sin
embargo, para el feto, la edad gestacional en el momento del nacimiento es muy im-
portante ya que la morbimortalidad perinatal está íntimamente relacionada con el
tiempo de gestación. Por todo esto, el momento del parto va a depender fundamental-
mente de la edad gestacional y por supuesto de las condiciones maternas y fetales. En
esta decisión va a influir mucho el grado de PE que tenga la paciente teniendo en cuenta
que la evolución de la enfermedad es muy variable y que se puede producir un agrava-
miento de forma repentina.
Mientras no sea completamente conocida la fisiopatología de la enfermedad, el ma-
nejo de la PE se basa en el tratamiento de los síntomas y la reducción de las complica-
ciones maternas y fetales. En el caso de una PE grave se debe realizar un estricto control
del estado materno y fetal con el objeto de conseguir una finalización óptima del em-
barazo y el tratamiento se debe realizar en una unidad de cuidados intermedios/inten-
sivos obstétricos130-133. Los criterios de ingreso en cuidados intensivos/intermedios se
recogen en la Tabla 4.
Los objetivos del tratamiento de la PE grave son fundamentalmente tres: estabiliza-
ción de la presión arterial, prevención de las convulsiones y la adecuación del volumen
intravascular. La conducta ante una PE grave se muestra en la Figura 4.
• Síndrome Hellp
98
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
Manejo obstétrico
El manejo conservador, en la gestante con PE grave, cuando la gestación es inferior
a 32 semanas, se ha demostrado que mejora el pronóstico fetal sin aumentar apenas la
morbimortalidad materna134-137.
En las pacientes con PE grave y edad gestacional inferior a 32-34 semanas, el ob-
jetivo es prolongar la gestación al menos 48 horas, para poder realizar el ciclo com-
pleto de maduración pulmonar fetal con corticoides, antes del parto. Una vez realizada
la maduración pulmonar, si las condiciones maternas y fetales lo permiten y se cuenta
con los medios adecuados, se puede alargar la gestación entre 7-14 días. En todo caso
99
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Tratamiento antihipertensivo
En el curso de la PE grave, la hipertensión es el primer síntoma que precisa ser con-
trolado. Desde que ha aumentado el empleo de hipotensores, se ha observado una dis-
minución en la mortalidad materna, sobre todo la debida a patología cerebral l8, si bien
la hemorragia cerebral continua siendo la causa más importante de muerte materna en
la PE/E (el 60% de todas las muertes) La hipertensión grave se asocia también a otras
complicaciones como infarto de miocardio, fallo renal, insuficiencia placentaria y des-
prendimiento precoz de placenta45,77,143.
Respecto a qué pacientes hipertensas deben ser tratadas con fármacos hipotensores, se
acepta de forma generalizada que una hipertensión leve/moderada no debe ser tratada, ya
que los hipotensores no previenen la aparición PE ni de E, no alteran el curso de la en-
fermedad y no mejoran el riesgo perinatal15,144,145. La revisión realizada por Abalos et al.146
analiza el tratamiento antihipertensivo en gestantes con hipertensión leve/moderada, va-
lorando 46 trabajos con 4.282 gestantes, concluyendo que no está indicado el realizar tra-
tamiento hipotensor en estos casos de hipertensión, ya que no aporta ningún beneficio.
El tratamiento hipotensor debe instaurarse ante una TAS superior a 160 mm Hg y
una TAD igual o superior a 110 mm Hg. Una TA de 180/120, conlleva un importante
riesgo de accidente vascular cerebral y debe ser tratada urgentemente. El objetivo es
mantener cifras de TA en un rango alto de la normalidad: TAS: 160-130 mm Hg y
TAD: 100-90 mm Hg. Valores inferiores pueden reducir la perfusión útero-placentaria,
100
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
Metildopa
Es el fármaco más empleado como tratamiento de la HTA por vía oral. Es un blo-
queante α central, que disminuye las RVS sin reducir el gasto cardiaco. Es efectivo para
controlar inicialmente la TA, pero durante la progresión de la enfermedad puede ser in-
suficiente como monoterapia. Es el único que se ha demostrado seguro para el feto, a
largo plazo13,76.
La dosis inicial es de 1 g/día, repartido en 4 tomas, pudiéndose aumentar hasta 2-3 g/día.
Nifedipino
Es un fármaco calcio antagonista con acción relajante de la musculatura lisa arterial,
produciendo un efecto vasodilatador arterial directo. Ha sido ampliamente empleado en
gestantes durante el tercer trimestre. Atraviesa la placenta pero no parece tener efectos
sobre el feto o neonato77,82,144. Algunos estudios realizados en pacientes con PE grave tra-
tadas con nifedipino, han hallado que tiene un efecto beneficioso sobre la diuresis148,149.
Si se administra concomitantemente con SO4Mg puede dar lugar a hipotensión ma-
terna grave y sufrimiento fetal, así como aumentar el riesgo de toxicidad cardiológica y
provocar bloqueo neuromuscular prolongado durante la anestesia general Otros efectos
adversos descritos son cefalea y rubor cutáneo150-152.
La dosis inicial es de 10 mg po, la cual puede repetirse en 30 minutos, y posterior-
mente 10-20 mg cada 4-6 horas.
101
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Labetalol
Es un α y β bloqueante, con mayor efecto β que α. Produce disminución de las RVS
con un rápido efecto hipotensor, sin alterar el flujo cerebral, renal o coronario ni útero-
placentario143. Teóricamente tiene algunas ventajas como es la de mejorar el flujo útero-
placentario por el bloqueo α que produce153. Provoca descenso de la FC, reduciendo el
consumo de O2 miocárdico. Puede provocar broncospasmo y bradicardia así como otros
efectos adversos tales como temblores, cefalea, nauseas y fatiga. Está contraindicado en
casos de bradicardia, asma bronquial, insuficiencia cardiaca e insuficiencia hepática. Su
principal inconveniente es que impide que el feto responda con taquicardia ante situa-
ciones de estrés, pudiendo provocar en el neonato hipotensión, bradicardia, hipoglice-
mia e hipotermia76,143,144.
Dosis inicial: 10 mg ev, y dosis progresivas de 20-40-80 mg cada 10 minutos hasta
que la TA<160/110, con un máximo de 200 mg. El efecto hipotensor se da en 5 minutos
y el efecto máximo se alcanza a los 10-20 minutos de su administración. En perfusión
continua ev, 50 mg por hora hasta que se consiguen cifras tensionales adecuadas pa-
sando posteriormente a dosis de 50-400 mg cada 6 horas, aumentando o disminuyendo
según los resultados obtenidos.
Hidralacina
Ha sido el fármaco más frecuentemente utilizado en los últimos 40 años para el tra-
tamiento de la hipertensión grave en la PE. Reduce las RVS por la relajación del mús-
culo liso, produciendo vasodilatación arteriolar periférica lo cual conlleva descenso de
la TA. Puede provocar taquicardia refleja como respuesta a la vasodilatación. En oca-
siones aparece sufrimiento fetal si se produce un descenso brusco de la TA, más fre-
cuente en prematuros y en fetos con crecimiento intrauterino retardado. Se debe
dosificar cuidadosamente, realizar relleno vascular previo y no emplear con presiones
diastólicas menores de 80 mm Hg. Con frecuencia produce efectos secundarios como
taquicardia, cefalea, palpitaciones, temblores, ansiedad, nauseas y vómitos y dolor epi-
gástrico, pudiendo simular el inicio de eclampsia143,144. Se puede mantener durante el
trabajo de parto. En ocasiones en el neonato aparece trombocitopenia y un síndrome
lupus-like143,154. Recientemente, Magee et al.155 han realizado un meta-análisis que con-
cluye que no hay evidencia suficiente para confirmar que la hidralacina deba ser el tra-
tamiento de primera elección, en la hipertensión grave durante la gestación.
Dosis inicial: 5 mg ev que pueden repetirse cada 10-15 minutos hasta alcanzar una
TA<160/110, con un máximo de 30 mg. En perfusión continua ev 5-20 mg por hora.
El inicio de acción se alcanza a los 10-20 minutos y su efecto máximo se da a los 60 mi-
nutos.
102
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
Diazoxido
Produce disminución de las RVS por vasodilatación arterial siendo útil en el trata-
miento de la crisis hipertensiva. Se administra en forma de bolo, 30-60 mg ev, en 30 se-
gundos, pudiéndose repetir a intervalos de 5 minutos hasta conseguir la TA deseada.
Nitroglicerina
Es un relajante de la musculatura lisa vascular que produce vasodilatación predominan-
temente venosa y también arterial. Actúa de forma rápida y potente y su vida media es tam-
bién muy corta, 5-10 minutos. Es un fármaco de muy fácil manejo, bien tolerado y con
pocos acontecimientos adversos (cefalea, taquicardia y rubor facial). Se ha asociado a meta-
hemoglobinemia cuando se emplea a dosis altas (superior a 7 μg/kg/minuto). Está con-
traindicada en pacientes con hipertensión intracraneal, pero es más segura que el nitroprusiato
en pacientes con hipertensión pulmonar o isquemia miocárdica.143,156. Es recomendable co-
rregir la volemia antes de su administración para evitar un descenso demasiado brusco de la
TA. Se administra mediante bomba de infusión a una dosis de 5 μg/minuto que puede ser
doblada cada 5 minutos, procurando no sobrepasar los 100 μg/minuto.
Nitroprusiato
Es un vasodilatador arterial y venoso que actúa por la vía de la producción de óxido
nítrico, provocando reducción de la precarga y la postcarga. Mejora la función del ven-
trículo izquierdo. Tiene un rápido inicio de acción, segundos, corta duración (1-3 mi-
nutos) debido a su rápido metabolismo.143 Es un fármaco muy potente y es eficaz en el
tratamiento de la crisis hipertensiva. No debe emplearse en pacientes que hayan sufrido
un infarto agudo de miocardio y cuando la presión intracraneal esté aumentada157,158.
Es tóxico fetal, por acúmulo de cianida, estando contraindicada su administración antes
del nacimiento, pero si es imprescindible su empleo con el feto intraútero, la duración
del tratamiento no debe superar las 4 horas44,82. Es esencial la corrección de la hipovo-
lemia antes de su uso. La administración de nitroprusiato debe iniciarse con una per-
fusión diluida, a dosis de 0,25 μg/kg/minuto, aumentando la dosis en 0,25
μg/kg/minuto cada 5 minutos hasta conseguir la TA deseada.
IECAS
Su uso durante el embarazo está contraindicado ya que se han asociado a oligoam-
nios, distress y muerte fetal así como a ciertas malformaciones fetales45,144.
Como ya ha sido comentado, siempre se deben utilizar aquellos fármacos hipoten-
sores con los que se tenga mayor experiencia y siempre evitando provocar hipotensio-
nes intensas y agudas.
103
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Fluidoterapia
Debido a que la mayoría de pacientes con PE grave tienen una restricción del volu-
men intravascular y hemoconcentración, se recomienda la expansión del volumen plas-
mático mediante la administración de cristaloides o coloides. La normalización volémica
tiene un efecto beneficioso ya que disminuye la vasoconstricción periférica, mejora el
gasto cardiaco, disminuye la secreción de catecolaminas, ayuda a normalizar la TA y
mejora la perfusión tisular y útero-placentaria117,138. Pero, como se ha apuntado ante-
riormente, estas pacientes presentan un mayor incremento de la permeabilidad capilar
pulmonar, una disminución de la presión oncótica por hipoproteinemia y aumento de
la presión hidrostática capilar, (disfunción ventricular izquierda), todo lo cual conlleva
un riesgo elevado de edema de pulmón o cerebral, cuando se realiza expansión de la vo-
lemia. Una importante causa de muerte materna es la patología cerebral y pulmonar y
dentro de patología pulmonar predomina el EAP, reconociéndose además, que la ma-
yoría de casos son iatrogénicos117,159. El periodo postparto es especialmente propicio a
que se produzca esta complicación ya que hay un aumento del volumen circulante. Por
otro lado la administración simultánea de oxitocina, favorece la aparición de edema hi-
ponatrémico. Por todo esto el manejo de la reposición hídrica en la preeclámptica no es
sencillo, pudiendo acarrear complicaciones graves15,117.
La aparición de taquipnea, taquicardia y cianosis pueden ser signos de EAP preci-
sando que se realice un diagnóstico radiológico. El tratamiento de esta complicación se
realiza mediante administración de O2, diuréticos y restricción hídrica.
La revisión de Duley et al.160 en 61 gestantes con hipertensión, y en la que se com-
para la administración de coloides o no infusión, concluye que no hay suficiente evi-
dencia sobre los efectos beneficiosos del tratamiento con expansores en las pacientes
preeclámpticas.
La corrección del volumen plasmático está indicada antes de la administración de fár-
macos hipotensores ev y de la instauración de un bloqueo neuroaxial (500-1.000 ml a
razón de 500 ml/30 minutos)44,77. También ante la presencia de oliguria, la primera me-
dida terapéutica recomendada es la administración de una carga de volumen ev (250-
500 ml de cristaloides) 77,161.
El objetivo de la fluidoterapia es que la gestante conserve una diuresis adecuada
(1-2 ml/kg/hora) y la PVC se mantenga entre 4-6 mm Hg. En la actualidad no hay
demasiados datos acerca de cuál es la cantidad adecuada de volumen a administrar,
ni del tipo de fluidos, cristaloides o coloides, ni de la velocidad de infusión82,126. Los
cristaloides son los líquidos que más frecuentemente se administran, a pesar de que
tienen poco poder oncótico y gran parte de lo perfundido pasará al espacio intersti-
cial, favoreciendo el edema. En las encuestas sobre fluidoterapia en PE es frecuente
104
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
105
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Presentación y posología
El SO4Mg se presenta en ampollas de 10 ml de SO4Mg al 10% = 1g de SO4Mg =
98 mg Mg = 8,12 mEq Mg = 4,06 mmol Mg. La dosificación recomendada en la PE
106
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
107
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
b) Potenciación del efecto analgésico de los anestésicos inhalatorios por acción anta-
gonista NMDA178,184.
c) Riesgo de hipotensión por la vasodilatación que produce a la cual se asocia el efecto
vasodilatador de los fármacos anestésicos o del bloqueo espinal.
d) A dosis terapéuticas, el SO4Mg disminuye la agregabilidad plaquetaria, sin au-
mentar el tiempo de sangría ni el riesgo de sangrado185,186.
No está bien definido si el tratamiento con SO4Mg ha de suspenderse durante la re-
alización de la cesárea. En nuestra experiencia, su suspensión disminuye la incidencia de
hipotensión arterial y no se ha asociado a la aparición de convulsiones. El tiempo limi-
tado de interrupción hace difícil que provoque una disminución de la concentración te-
rapéutica de magnesio plasmático, y en caso de que se haya realizado anestesia general,
el efecto neuroprotector lo ejercen los hipnóticos. Sí está claro que tras la anestesia debe
reiniciarse la perfusión de SO4Mg y mantenerse hasta 48 h después del parto77,86,182
(mushami, carrero, sibai 2004). Es necesario el ingreso de la paciente en una unidad de
cuidados intermedios/intensivos mientras dure el tratamiento y desaparece la sintoma-
tología de la PE grave123,187.
El efecto tocolítico del SO4Mg puede interferir en la recuperación del tono uterino
después del parto, sobre todo si se ha realizado anestesia general con anestésicos inha-
latorios50.
El magnesio atraviesa rápidamente la placenta, por tanto si la madre tiene niveles de
magnesio altos (>6 mEq/l), el recién nacido presentará hipermagnesemia, pudiendo
aparecer hipotonía, depresión respiratoria y bajas puntuaciones de APGAR. La asocia-
ción prematuridad e hipermagnesemia aumenta la mortalidad perinatal44,178. La admi-
nistración de calcio ev puede revertir parcialmente el bloqueo neuromuscular tanto en
la madre como en el feto.
Otros fármacos alternativos al SO4Mg, que sean seguros, de bajo coste y con posi-
bilidad de administración oral se están estudiando para la prevención de la eclampsia,
los cuales serían de gran utilidad, sobre todo en países en vías de desarrollo165.
Fenitoína
La fenitoína actúa inhibiendo la propagación de la actividad del foco hacia la corteza
motora, estabilizando la actividad nerviosa a nivel cerebral; se emplea como tratamiento
de la epilepsia. Puede utilizarse en la PE cuando, con tratamiento con SO4Mg se con-
tinúan presentando convulsiones repetitivas. En estos casos la fenitoína tiene la ventaja
de actuar de forma prolongada y proteger de la crisis.
La experiencia de este fármaco en el tratamiento de la PE es limitada; su administra-
ción requiere monitorización cardiaca y un cálculo ajustado de la dosis. Tiene ventajas
108
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
respecto a sulfato como una mejor tolerancia y vida media más larga. Se recomienda co-
menzar con dosis bajas, 15-25 mg/kg, administrado en perfusión lenta, sin superar los
25 mg/minuto, (se evita así la toxicidad cardiovascular y la depresión del sistema ner-
vioso central). Después de la dosis inicial, a las pacientes que necesiten profilaxis conti-
nuada, se les administrará una segunda dosis intravenosa de 300 mg cada 12 horas,
teniendo en cuenta los niveles séricos del fármaco. Está contraindicada cuando hay blo-
queo cardiaco y taquiarrítmia auricular188-190.
Diacepam
Actúa inhibiendo la propagación de la convulsión; es ansiolítico y relajante muscu-
lar. Puede utilizarse como tratamiento urgente de la crisis convulsiva en la E, pero tiene
desventajas como son la vida media corta y el poder provocar depresión respiratoria ma-
terna así como efectos depresores sobre el sistema nervioso central y respiratorio del ne-
onato así como hipotonía y alteración de la termorregulación. La dosis es de 5-10 mg
ev, las cuales aunque se administren durante el parto no provocan alteración del Apgar
ni del equilibrio acido-base del neonato191. Dosis superiores alteran la variabilidad fetal
y producen aumento de la morbilidad perinatal192. En la Tabla 6 se muestra el manejo
farmacológico de la PE.
PREVENCIÓN DE LA PREECLAMPSIA
La prevención primaria de la PE actualmente no es posible, dado que no se conoce
ni la etiología ni la fisiopatología exacta de la enfermedad. En la última década se han
realizado varios estudios, en los cuales se han valorado la administración de diversos fár-
macos como aspirina a bajas dosis, calcio, antioxidantes (vitaminas C y E), suplemen-
tación dietética con zinc, magnesio, aceite de pescado y otros, todo ello con el objetivo
de disminuir la incidencia o el sucesivo agravamiento de la enfermedad. No se han ob-
tenido los resultados positivos esperados por lo cual no está aconsejado su empleo de for-
mas generalizada15,193,194.
La PE se asocia a un déficit en la producción de prostaciclina, con efecto vasodilata-
dor y un aumento de tromboxano, potente vasoconstrictor; también las plaquetas tie-
nen un importante papel en la fisiopatología de la PE. Por todo esto la administración
de antiagregantes como la aspirina, fue uno de los primeros tratamientos que se emple-
aron para la prevención de la PE. Su administración se basa en que, aspirina bajas dosis,
inhibe la biosíntesis de tromboxano plaquetario, con un pequeño efecto sobre la pro-
ducción de prostaciclina a nivel vascular. Especialmente la aspirina a bajas dosis se ha
usado para disminuir la tasa de incidencia de una de las complicaciones más importan-
tes como es el crecimiento intrauterino retardado195,196. El estudio Collaborative Low
109
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
FLUIDOTERAPIA
TRATAMIENTO HIPOTENSOR
PICO HTA
110
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
Dose Aspirin study197 ha hallado que la aspirina a bajas dosis, solo reduce en un 12% la
incidencia de PE, no siendo este resultado significativo. Concluyen que la administra-
ción de aspirina no está justificado en todas las mujeres con riesgo de padecer PE y solo
estaría indicado administrarla en mujeres con alta sospecha de desarrollar una PE en un
etapa precoz de la gestación y/o en formas graves de la enfermedad. En la revisión rea-
lizada por Knight198, en la cual se han valorando 51 trabajos incluyendo 36.500 muje-
res, sobre la efectividad y seguridad de los antiplaquetarios (principalmente aspirina a
bajas dosis) los autores concluyen que los antiplaquetarios ofrecen unos resultados mo-
derados o bajos en la prevención de la PE. También concluyen que la aspirina admi-
nistrada a bajas dosis se considera un fármaco seguro. En la reciente revisión realizada
por Askie et al199 valorando 31 estudios incluyendo 32.217 mujeres, a las que se les
había administrado aspirina a bajas dosis, los resultados fueron que los antiplaquetarios
durante la gestación se asocian a una moderada reducción en el riesgo de PE y de parto
antes de las 34 semanas de gestación y no tienen efecto sobre el riesgo de muerte del
feto o neonato. Actualmente se aconseja que la indicación de administrar aspirina a
bajas dosis, para prevenir la PE, debe realizarse de forma individualizada86,114.
Es necesario tener en cuenta que las pacientes tratadas con aspirina, pueden presen-
tar con más frecuencia complicaciones hemorrágicas y abruptio placentae197,200.
Desde los años 80 es conocido que existe una relación inversa entre la ingesta de cal-
cio y la incidencia de PE201,202, sin embargo el trabajo realizado por Levine en el 97203
con la inclusión de 4589 mujeres nulíparas, no halló resultados positivos en la preven-
ción de la enfermedad con la administración de calcio. Posteriormente se ha realizado
otro estudio204 y dos revisiones202,205, que han confirmado que la suplementación de cal-
cio en mujeres con baja ingesta de este elemento o con alto riesgo de PE sí es efectivo,
disminuyendo la tasa de incidencia de PE y de morbimortalidad materna. De acuerdo
a estos estudios, estaría indicado administrar un suplemento de calcio, sobre todo en mu-
jeres con una dieta baja en este nutriente. Por el contrario otro estudio realizado re-
cientemente por la FDA, concluye que la relación entre el calcio y el riesgo de
hipertensión es inconsistente y que la relación entre el calcio y la PE es altamente im-
probable206.
Antioxidantes
El estrés oxidativo y la formación de radicales libres, se considera uno de los orígenes
de la activación de las células endoteliales y de la disfunción vascular materna. Nume-
rosos estudios han evaluado los efectos de los antioxidantes en la prevención de la PE,
siendo los más estudiados las vitaminas E y C. Dos estudios realizados recientemente va-
loraron la administración de vitamina C (1.000 mg/día) más vitamina E (400 UI) du-
111
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
MANEJO ANESTÉSICO
El manejo anestésico de estas pacientes continúa siendo un reto para el anestesiólogo.
Es esencial una buena comunicación entre obstetra y anestesiólogo, con el fin de poder
valorar el estado clínico de la madre y el feto, planificar el mejor momento del parto,
dependiendo de la edad gestacional y de las condiciones maternas y fetales, a la vez que
plantear la técnica anestésica más conveniente para la paciente.
La valoración preanestésica es el primer aspecto a considerar y, al igual que en todas
las gestantes con patología, su realización es primordial. El principal objetivo es cono-
cer el estado de la madre, solicitar pruebas y exámenes complementarios, si se precisan,
y planificar la estrategia anestésica, la cual deberá ser flexible ya que las condiciones de
la paciente son cambiantes, así como planear la monitorización y los cuidados posto-
peratorios. Es importante poder comentar con la gestante las distintas posibilidades
analgésicas/anestésicas, resolver sus dudas y aclarar las expectativas de la paciente lo cual
reportará una disminución de su ansiedad. También es el mejor momento de solicitar
el consentimiento informado217,218.
Cuando una gestante preeclámptica ingresa en sala de partos, el anestesiólogo debe
ser avisado lo antes posible de la existencia de la paciente, para poder realizar una valo-
ración de la gestante, principalmente de la vía aérea, del estado hemodinámico y de las
condiciones en que se halla el feto. Si no hay contraindicación, y la mujer se halla en ini-
cio de parto, se debe insertar precozmente un catéter epidural para optimizar su utili-
zación50,182,218,219. Antes de cualquier actuación anestésica se debe constatar que la
112
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
113
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
114
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
115
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
116
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
TRATAMIENTO POSTPARTO
Generalmente la PE se resuelve cuando nace el neonato y se elimina la placenta, pero
hay cierto número de mujeres con PE grave que empeoran en las primeras 48 horas pos-
tparto. Una mejoría inicial seguida de un empeoramiento sucede con frecuencia86.
El periodo postparto es de especial interés en la PE grave por varios motivos:
a) La aparición de complicaciones sistémicas graves en el curso evolutivo de la PE
grave y el mantenimiento del tratamiento, siendo necesario el ingreso de la madre
en una unidad de cuidados intermedios/intensivos un mínimo de 48 horas86,123,153.
b) El control de la hipertensión no es inmediato. Generalmente las pacientes preci-
san antihipertensivos en perfusión durante el postparto, aunque comúnmente, las
dosis podrán irse disminuyendo. La administración de antihipertensivos general-
mente es necesaria durante varias semanas después del parto.
c) El riesgo de convulsiones también es alto en este periodo, (primeras 24-48 horas), por
lo que el tratamiento con SO4Mg debe mantenerse durante 48 h después del parto.
d) Síntomas y signos tales como cefalea intensa, dolor epigástrico, alteraciones vi-
suales y nauseas y vómitos deben alertar sobre un posible empeoramiento de la
enfermedad
f ) En el Síndrome Hellp, las plaquetas pueden llegar a su cifra más baja a los 2-3
días postparto. La normalización de la cifra de plaquetas (más de 100.000/mm3)
se prolonga varios días pudiendo llegar a una semana en este síndrome. Las ma-
dres que han recibido SO4Mg durante el embarazo, como ya se ha comentado,
normalizan antes el recuento plaquetario postparto253. No se debe retirar el caté-
ter epidural sin comprobar antes la normalización de las pruebas de coagulación
y cifra de plaquetas.
g) El riesgo de EAP esta incrementado en este periodo, debido a la movilización de
líquidos. Se debe realizar especial vigilancia sobre la aparición de los síntomas de
esta patología.
La monitorización básica, ECG , TA, PVC, SpO2 y diuresis, se mantendrá, asociando
o no presión arterial invasiva y PCP según las consideraciones comentadas en apartados
anteriores. Debe realizarse exploración neurológica (presencia de fuerza y sensibilidad
117
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La PE grave debe ser tratada con ingreso hospitalario, en una unidad de cuidados in-
termedios/intensivos, hasta pasadas 48 horas postparto.
2. La HTA grave debe ser tratada inmediatamente con antihipertensivos tales como la-
betalol o hidralacina por vía ev.
3. Está recomendada la administración de SO4Mg, como profilaxis de las convulsiones,
en pacientes con criterios de PE grave.
4. La administración de líquidos ev en la PE grave, debe ser ajustada y realizada bajo con-
trol por el alto riesgo de provocar EAP.
5. El anestesiólogo debe ser informado lo antes posible, cuando una paciente pree-
clámptica ingresa en sala de partos. Es altamente recomendable la inserción de un
catéter epidural precozmente, al inicio del parto.
6. La analgesia/anestesia locorregional es la técnica de elección en la PE, siempre y
cuando no haya ninguna contraindicación para su realización. Se puede realizar ALR
con un número de plaquetas superior a 75.000/mm3, si no existe coagulopatía o ad-
ministración de anticoagulantes de forma concomitante.
7. Puede administrarse efedrina ev, a pequeñas dosis, en caso de hipotensión durante la
ALR.
8. En el postparto, si no hay contraindicación, debe considerarse la realización de trom-
boprofilaxis, sobre todo en pacientes que han estado encamadas días antes del parto
y/o si se les ha realizado cesárea. Si se administra HBPM no debe hacerse antes de 2
horas post retirada del catéter epidural y 6 después de la cirugía.
ESTRATEGIAS FUTURAS
1. Aunque en la pasada década se han realizado múltiples estudios sobre la PE, aun son
muchos los retos que quedan por alcanzar en lo que respecta al diagnóstico precoz y
la prevención de la enfermedad.
118
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
BIBLIOGRAFÍA
11. Moodley J. Hypertensive emergencies in pregnancies in underresourced countries. Curr Opin Obs-
tet Gynecol. 2008;20(2):91-5.
12. ACOG technical bulletin. Hypertension in pregnancy. Number 219-January 1996. Int J Gynaecol
Obstet. 1996;53(2):175-83.
13. Panchal S, Arria AM, Harris AP. Intensive care utilization during hospital admission for delivery: pre-
valence, risk factors, and outcomes in a statewide population. Anesthesiology. 2000;92(6):1537-44.
14. Lapinsky SE, Kruczynski K, Seaward GR, Farine D, Grossman RF. Critical care management of the
obstetric patient. Can J Anaesth. 1997;44(3):325-9.
15. Hazelgrove JF, Price C, Pappachan VJ, Smith GB. Multicenter study of obstetric admissions to 14
intensive care units in southern England. Crit Care Med. 2001;29(4):770-5.
16. Koeberlé P, Lévy A, Surcin S, Bartholin F, Clément G, Bachour K, Boillot A, Capellier G, Riethmuller.
Severe obstetric complications nescessitating hospitalization and intensive care: a ten year retrospec-
tive study. Ann Fr Anesth Reanim. 2000;19(6):445-51.
17. Ryan M, Hamilton V, Bowen M, McKenna P. The role of a high-dependency unit in a regional obs-
tetric hospital. Anaesthesia. 2000;55(12):1155-8.
18. Walker JJ. Severe pre-eclampsia and eclampsia. Baillieres Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol.
2000;14(1):57-71.
19. Benhamou D. Maternal mortality from eclampsia in developing countries: some progress, but still a
major challenge. Can J Anaesth. 2008;55(7):397-402.
10. Saving Mothers’ Lives. Disponible en: http://www.cmace.org.uk
11. Ronsmans C, Graham WJ; Lancet Maternal Survival Series steering group. Maternal mortality: who,
when, where, and why. Lancet. 2006; 30;368(9542):1189-200.
12. Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la salud en el mundo 2005 - ¡Cada madre y cada
niño contarán!. Disponible en: http://www.who.int/whr/2005.
13. Roberts JM, Pearson GD, Cutler JA, Lindheimer MD. Summary of de NHLBI Working Group on
Research On Hypertension During Pregnancy Hypertension in Pregnancy 2003;22(2):109-127.
14. Report of the National High Blood Pressure Education Program Working Group on High Blood
Pressure in Pregnancy. Am J Obstet Gynecol. 2000;183(1):S1-S22.
119
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
120
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
37. O'Brien TE, Ray JG, Chan WS.Maternal body mass index and the risk of preeclampsia: a systema-
tic overview. Epidemiology. 2003;14(3):368-74.
38. Boulanger H, Flamant M. New insights in the pathophysiology of preeclampsia and potential the-
rapeutic implication. Nephrol Ther. 2007;3(7):437-48.
39. Wilson BJ, Watson MS, Prescott GJ, Sunderland S, Campbell DM, Hannaford P, Smith WC. Hyper-
tensive diseases of pregnancy and risk of hypertension and stroke in later life: results from cohort
study. BMJ. 2003;19;326(7394):845.
40. Sibai BM. Chronic hypertension in pregnancy. Obstet Gynecol. 2002;100(2):369-77.
41. Hubel CA, Snaedal S, Ness RB. Dyslipoproteinaemia in postmenopausal women with a history of
E. Br J Obstet Gynaecol 2000; 107(6):776-84.
42. Ramsay JE, Stewart F, Greer IA, Sattar N. Microvascular dysfunction: a link between pre-eclampsia
and maternal coronary heart disease. BJOG. 2003;110(11):1029-31.
43. Sibai BM, el-Nazer A, Gonzalez-Ruiz A. Severe preeclampsia-eclampsia in young primigravid women:
subsequent pregnancy outcome and remote prognosis. Am J Obstet Gynecol. 1986;155(5):1011-6.
44. Santos AC. Anesthetic management of the preeclamptic patient. En: 55 TH Annual refresher course
lectures and basic sciencie review. American Society of Anesthesiologists. Las Vegas, 2004.
45. Haddad T. Update on Pre-eclampsia. Int Anesthesiol Clin. 2002;40(4):115-35.
46. Myatt L. Role of placenta in preeclampsia. Endocrine. 2002 Oct;19(1):103-11.
47. Hawfield A, Freedman BI. Pre-eclampsia: the pivotal role of the placenta in its pathophysiology and
markers for early detection. Ther Adv Cardiovasc Dis. 2009;3(1):65-73.
48. Bolte AC, van Geijn HP, Dekker GA. Pathophysiology of preeclampsia and the role of serotonin. Eur
J Obstet Gynecol Reprod Biol. 2001;95(1):12-21.
49. Yuan HT, Haig D, Ananth Karumanchi SAngiogenic factors in the pathogenesis of preeclampsia.
Curr Top Dev Biol. 2005;71:297-312.
50. Polley LS. Anesthetic Management of Hypertension in Pregnancy. Clin Obst Gynecol 2003;46
(3):688-99.
51. Thadhani R, Mutter WP, Wolf M, Levine RJ, Taylor RN, Sukhatme VP, Ecker J, Karumanchi SA.
First trimester placental growth factor and soluble fms-like tyrosine kinase 1 and risk for preeclamp-
sia. J Clin Endocrinol Metab. 2004;89(2):770-5.
52. Williams J, Mozurkewich E, Chilimigras J, Van De Ven C. Critical care in obstetrics: pregnancy-
specific conditions. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2008;22(5):825-46.
53. Cheng MH, Wang PH.Placentation abnormalities in the pathophysiology of preeclampsia. Expert
Rev Mol Diagn. 2009;9(1):37-49.
54. Taylor RN, Grimwood J, Taylor RS, McMaster MT, Fisher SJ, North RA. Longitudinal serum con-
centrations of placental growth factor: evidence for abnormal placental angiogenesis in pathologic
pregnancies. Am J Obstet Gynecol. 2003;188(1):177-82.
55. Zhou Y, McMaster M, Woo K, Janatpour M, Perry J, Karpanen T, Alitalo K, Damsky C, Fisher SJ.
Vascular endothelial growth factor ligands and receptors that regulate human cytotrophoblast survi-
val are dysregulated in severe preeclampsia and hemolysis,elevated liver enzymes, and low platelets
syndrome.Am J Pathol. 2002;160(4):1405-23.
56. Myatt L, Webster RP. Vascular biology of preeclampsia. J Thromb Haemost. 2009;7(3):375-84.
57. Bretelle F, Sabatier F, Shojai R, Agostini A, Dignat-George F, Blanc B, d´Ercole C. New insight in
physiopathology of preeclampsia and intra-uterine growth retardation: role of inflammation. Gyné-
cologie Obstétrique & Fertilité 2004;32:482-89.
58. Gilbert JS, Nijland MJ, Knoblich P. Placental ischemia and cardiovascular dysfunction in preeclampsia
and beyond: making the connections. Expert Rev Cardiovasc Ther. 2008;6(10):1367-77.
121
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
59. Maynard SE, Min JY, Merchan J, Lim KH, Li J, Mondal S, Libermann TA, Morgan JP, Sellke FW,
Stillman IE, Epstein FH, Sukhatme VP, Karumanchi SA. Excess placental soluble fms-like tyrosine
kinase 1 (sFlt1) may contribute to endothelial dysfunction, hypertension, and proteinuria in pree-
clampsia. J Clin Invest. 2003;111(5):649-58.
60. Levine RJ, Lam C, Qian C, Yu KF, Maynard SE, Sachs BP, Sibai BM, Epstein FH, Romero R, Thad-
hani R, Karumanchi SA; CPEP Study Group. Soluble endoglin and other circulating antiangiogenic
factors in preeclampsia. N Engl J Med. 2006;355(10):992-1005.
61. Bdolah Y, Lam C, Rajakumar A, Shivalingappa V, Mutter W, Sachs BP, Lim KH, Bdolah-Abram T,
Epstein FH, Karumanchi SA. Twin pregnancy and the risk of preeclampsia: bigger placenta or rela-
tive ischemia? Am J Obstet Gynecol. 2008;198(4):428.e1-6.
62. Tjoa ML, Levine RJ, Karumanchi SA. Angiogenic factors and preeclampsia. Front Biosci. 2007 Jan
1;12:2395-402.
63. Gilbert JS, Nijland MJ, Knoblich P. Placental ischemia and cardiovascular dysfunction in preeclampsia
and beyond: making the connections. Expert Rev Cardiovasc Ther. 2008;6(10):1367-77.
64. Rana S, Karumanchi SA, Levine RJ, Venkatesha S, Rauh-Hain JA, Tamez H, Thadhani. Sequential
changes in antiangiogenic factors in early pregnancy and risk of developing preeclampsia. Hyper-
tension. 2007;50(1):137-42.
65. Hawfield A, Freedman BI. Pre-eclampsia: the pivotal role of the placenta in its pathophysiology and
markers for early detection Ther Adv Cardiovasc Dis. 2009;3(1):65-73.
66. Redman CW, Sargent IL. re-eclampsia, the placenta and the maternal systemic inflammatory res-
ponse--a review. Placenta. 2003 ;24 Suppl A:S21-7.
67. Redman CW, Sargent IL Circulating microparticles in normal pregnancy and pre-eclampsia. Pla-
centa. 2008;29 Suppl A:S73-7.
68. LaMarca BD, Gilbert J, Granger JP.Recent progress toward the understanding of the pathophysio-
logy of hypertension during preeclampsia. Hypertension. 2008;51(4):982-8.
69. Redman CW, Sargent IL. Placental stress and pre-eclampsia: a revised view. Placenta. 2009 Mar;30
Suppl A:S38-42.
70. Perkins AV. Endogenous anti-oxidants in pregnancy and preeclampsia. Aust N Z J Obstet Gynaecol.
2006;46(2):77-83.
71. Myatt L, Kossenjans W, Sahay R, Eis A, Brockman D. Oxidative stress causes vascular dysfunction
in the placenta. J Matern Fetal Med. 2000;9(1):79-82.
72. Gratacós E, Casals E, Deulofeu R, Gómez O, Cararach V, Alonso PL, Fortuny A. Serum and placental
lipid peroxides in chronic hypertension during pregnancy with and without superimposed pree-
clampsia. Hypertens Pregnancy. 1999;18(2):139-46.
73. Stewart DJ, Monge JC. Hyperlipidemia and endothelial dysfunct. Curr Opin Lipidol 1993;4:319.
74. Yanik FF, Amanvermez R, Yanik A, Celik C, Kökçü A. Pre-eclampsia associated with increased lipid
peroxidation and decreased serum vitamin E levels. Int J Gynaecol Obstet. 1999;64(1):27-33.
75. Chappell LC, Seed PT, Briley AL. Effect of antioxidants on the occurrence of preeclampsia in women
at increased risk: a randomised trial. Lancet 1999; 354: 810-6.
76. James PR, Nelson-Piercy C. Management of Hypertension before, during and after pregnancy. Heart
2004;90:1499-504.
77. Mushambi MC, Halligan AW, Williamson K. Recent developments in the pathophysiology and ma-
nagement of pre-eclampsia. Br J Anaesth. 1996;76(1):133-48.
78. Sibai BM, Anderson GD, Spinnato JA, Shaver DC. Plasma volume findings in patients with mild
pregnancy-induced hypertension. Am J Obstet Gynecol. 1983;1;147(1):16-9.
122
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
79. Sibai BM, Mabie BC, Harvey CJ, Gonzalez AR. Pulmonary edema in severe preeclampsia-eclamp-
sia: analysis of thirty-seven consecutive cases. Am J Obstet Gynecol. 1987;156(5):1174-9.
80. Tihtonen K, Kööbi T, Yli-Hankala A, Huhtala H, Uotila J. Maternal haemodynamics in pre-eclamp-
sia compared with normal pregnancy during caesarean delivery. BJOG. 2006 Jun;113(6):657-63.
81. McDonald SD, Malinowski A, Zhou Q, Yusuf S, Devereaux PJ. Cardiovascular sequelae of pree-
clampsia/eclampsia: a systematic review and meta-analyses. Am Heart J. 2008;156(5):918-30.
82. Ramanathan J, Bennett K. Pre-eclampsia: fluids, drugs, and anesthetic management. Anesthesiol
Clin North America. 2003;21(1):145-63.
83. Royburt M, Seidman DS, Serr DM, Mashiach S. Neurologic involvement in hypertensive disease of
pregnancy Obstet Gynecol Surv. 1991 ;46(10):656-64.
84. Williams KP, McLean C. Peripartum changes in maternal cerebral blood flow velocity in normoten-
sive and preeclamptic patients Obstet Gynecol. 1993;82(3):334-7.
85. Belfort MA, Varner MW, Dizon-Townson DS, Grunewald C, Nisell H. Cerebral perfusion pressure,
and not cerebral blood flow, may be the critical determinant of intracranial injury in preeclampsia:
a new hypothesis. Am J Obstet Gynecol. 2002;187(3):626-34.
86. Sibai BM. Diagnosis, prevention, and management of eclampsia. Obstet Gynecol. 2005;105(2):402-10.
87. Gammill HS, Jeyabalan A. Acute renal failure in pregnancy. Crit Care Med. 2005;33(10 Suppl):S372-
84.
88. Rout CC. Anaesthesia and analgesia for the critically ill parturient. Best Pract Res Clin Obstet Gynae-
col. 2001;15(4):507-22.
89. Sibai BM, Villar MA, Mabie BC. Acute renal failure in hypertensive disorders of pregnancy. Preg-
nancy outcome and remote prognosis in thirty-one consecutive cases. Am J Obstet Gynecol.
1990;162(3):777-83.
90. Alexopoulos E, Tambakoudis P, Bili H, Sakellariou G, Mantalenakis S, Papadimitriou M. Acute renal
failure in pregnancy. Ren Fail. 1993;15(5):609-13.
91. Kam PC, Thompson SA, Liew AC. Thrombocytopenia in the parturient. Anaesthesia. 2004;59
(3):255-64.
92. Brown MA, Buddle ML. Hypertension in pregnancy: maternal and fetal outcomes according to la-
boratory and clinical features. Med J Aust. 1996; 7;165(7):360-5.
93. Burrows RF, Hunter DJ, Andrew M, Kelton JG. A prospective study investigating the mechanism of
thrombocytopenia in preeclampsia. Obstet Gynecol. 1987;70(3):334-8.
94. Wong CA, Liu S, Glassenberg R. Comparison of thrombelastography with common coagulation
tests in preeclamptica and healthy parturients. Reg Anesth1995;20(6):521-7.
95. Sharma SK, Philip J, Whitten CW, Padakandla UB, Landers DF. Assessment of changes in coagulation
in parturients with preeclampsia using thromboelastography. Anesthesiology. 1999;90(2):385-90.
96. Ganter MT, Hofer CKCoagulation monitoring: current techniques and clinical use of viscoelastic
point-of-care coagulation devices. Anesth Analg. 2008;106(5):1366-75.
97. Davies JR, Fernando R, Hallworth SP. Hemostatic function in healthy pregnant and preeclamptic
women: an assessment using the platelet function analyzer (PFA-100) and thromboelastograph.
Anesth Analg. 2007;104(2):416-20.
98. Beilin Y, Arnold I, Hossain S. Evaluation of the platelet function analyzer (PFA-100) vs. the throm-
boelastogram (TEG) in the parturient. Int J Obstet Anesth. 2006;15(1):7-12.
99. Kobayashi T, Terao T.Preeclampsia as chronic disseminated intravascular coagulation. Study of two
parameters: thrombin-antithrombin III complex and D-dimers. Gynecol Obstet Invest.
1987;24(3):170-8.
123
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
100. Eskild A, Vatten LJ. Abnormal bleeding associated with preeclampsia: a population study of 315.085
pregnancies. Acta Obstet Gynecol Scand.2009;88(2):154-8.
101. Knox TA, Olans LB. Liver disease in pregnancy. N Engl J Med. 1996;22;335(8):569-76.
102. Kambam JR, Mouton S, Entman S, Sastry BV, Smith BE. Effect of pre-eclampsia on plasma cho-
linesterase activity. Can J Anaesth. 1987;34(5):509-11.
103. Rasmussen S, Irgens LM. Fetal growth and body proportion in preeclampsia. Obstet Gynecol.
2003;101(3):575-83.
104. Ferrazzani S, Caruso A, De Carolis S, Martino IV, Mancuso S. Proteinuria and outcome of 444
pregnancies complicated by hypertension. Am J Obstet Gynecol. 1990;162(2):366-71.
105. O'Shea TM, Dammann O.Antecedents of cerebral palsy in very low-birth weight infants. Clin Pe-
rinatol. 2000;27(2):285-302.
106. Abu-Heija A, al-Chalabi H, el-Iloubani N. Abruptio placentae: risk factors and perinatal outcome.
J Obstet Gynaecol Res.1998;24(2):141-4.
107. Bower S, Bewley S, Campbell S. Improved prediction of preeclampsia by two-stage screening of
uterine arteries using the early diastolic notch and color Doppler imaging. Obstet Gynecol.
1993;82(1):78-83.
108. Conde-Agudelo A, Villar J, Lindheimer M. World Health Organization systematic review of scre-
ening tests for preeclampsia. Obstet Gynecol. 2004;104(6):1367-91.
109. Chien PF, Arnott N, Gordon A, Owen P, Khan KS How useful is uterine artery Doppler flow ve-
locimetry in the prediction of pre-eclampsia, intrauterine growth retardation and perinatal death?
An overview. BJOG. 2000;107(2):196-208.
110. Maynard SE, Venkatesha S, Thadhani R, Karumanchi SA. Soluble Fms-like tyrosine kinase 1 and
endothelial dysfunction in the pathogenesis of preeclampsia. Pediatr Res. 2005;57(5 Pt 2):1R-7R.
111. De Vivo A, Baviera G, Giordano D, Todarello G, Corrado F, D'anna R Endoglin, PlGF and sFlt-
1 as markers for predicting pre-eclampsia.Acta Obstet Gynecol Scand. 2008;87(8):837-42.
112. Roberts JM, Rajakumar A. Preeclampsia and soluble fms-like tyrosine kinase 1. J Clin Endocrinol
Metab. 2009;94(7):2252-4.
113. Baumann MU, Bersinger NA, Mohaupt MG, Raio L, Gerber S, Surbek DV First-trimester serum
levels of soluble endoglin and soluble fms-like tyrosine kinase-1 as first-trimester markers for late-
onset preeclampsia. Am J Obstet Gynecol. 2008;199(3):266.e1-6.
114. Barton JR, Sibai BM. Prediction and prevention of recurrent preeclampsia. Obstet Gynecol. 2008
Aug;112(2 Pt 1):359-72.
115. Sibai BM. Imitators of severe preeclampsia. Obstet Gynecol. 2007;109(4):956-66.
116. Sibai BM, Kustermann L, Velasco J. Current understanding of severe preeclampsia, pregnancy-as-
sociated hemolytic uremic syndrome, thrombotic thrombocytopenic purpura, hemolysis, elevated
liver enzymes, and low platelet syndrome, and postpartum acute renal failure: different clinical
syndromes or just different names? Curr Opin Nephrol Hypertens. 1994;3(4):436-45.
117. Bolte AC, Dekker GA, van Eyck J, van Schijndel RS, van Geijn HP. Lack of agreement between cen-
tral venous pressure and pulmonary capillary wedge pressure in preeclampsia. Hypertens Pregnancy.
2000;19(3):261-71.
118. Clark SL, Cotton DB. Clinical indications for pulmonary artery catheterization in the patient with
severe preeclampsia. Am J Obstet Gynecol. 1988;158(3 Pt 1):453-8.
119. Benedetti TJ, Cotton DB, Read JC, Miller FC. Hemodynamic observations in severe pre-eclamp-
sia with a flow-directed pulmonary artery catheter. Am J Obstet Gynecol. 1980;136(4):465-70.
120. Cotton DB, Gonik B, Dorman K, Harrist R.Cardiovascular alterations in severe pregnancy-indu-
ced hypertension: relationship of central venous pressure to pulmonary capillary wedge pressure. Am
J Obstet Gynecol. 1985;151(6):762-4.
124
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
121. Young P, Johanson R. Haemodynamic, invasive and echocardiographic monitoring in the hyper-
tensive parturient. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2001;15(4):605-22.
122. Ross VH, Moore CH, Fragneto RY et al. Invasive monitoring in the management of PIH: a survey
of practicing anesthesiologists. Anesthesiology. 2000; 92: A89.
123. Fernández C, Gomar C. Monitoreo en la paciente obstétrica. En: Conceptos y Esquemas de Mo-
nitoreo en Anestesia. Jegier MA, Ferrentino G, eds. Buenos Aires: FAAAR, 2001.
124. Fujitani S, Baldisseri MR. Hemodynamic assessment in a pregnant and peripartum patient. Crit
Care Med. 2005 Oct;33(10 Suppl):S354-61.
125. American Society of Anesthesiologists Task Force on Obstetric Anesthesia. Practice guidelines for
obstetric anesthesia: an updated report by the American Society of Anesthesiologists Task Force on
Obstetric Anesthesia. Anesthesiology. 2007;106(4):843-63.
126. Young P, Johanson R. Haemodynamic, invasive and echocardiographic monitoring in the hyper-
tensive parturient. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2001;15(4):605-22.
127. Morgan P, Al-Subaie N, Rhodes A. Minimally invasive cardiac output monitoring. Curr Opin Crit
Care. 2008;14(3):322-6.
128. Dyer RA, Piercy JL, Reed AR, Lombard CJ, Schoeman LK, James MF. Hemodynamic changes as-
sociated with spinal anesthesia for cesarean delivery in severe preeclampsia. Anesthesiology.
2008;108(5):802-11.
129. Pauca AL. Pressure wave analysis is useful to understand the pathophysiology of preeclampsia, but
perhaps not the rapid changes during cesarean delivery. Anesthesiology. 2008;108(5):773-4.
130. Watson D, Yau E, Hayes MA, Macklin. The principles of intensive care in obstetrics. In Van Zun-
dert A, Ostheimer GW eds. Pain relief and Anesthesia in Obstetrics, New York,. Churchill Li-
vingstone, 1996: 721-726.
131. Naylor DF Jr, Olson MM. Critical care obstetrics and gynecology. Crit Care Clin. 2003;19(1):127-49.
132. Soubra SH, Guntupalli KK. Critical illness in pregnancy: an overview. Crit Care Med. 2005;33(10
Suppl):S248-55.
133. Wallenburg H. Interest of an intensive care unit in a department of obstetrics. In Seebacher J, Anes-
thesie-réanimation en obstetrique. Paris, Arnette; 1994: 67-75.
134. Sibai BM, Mercer BM, Schiff E, Friedman SA. Aggressive versus expectant management of severe
preeclampsia at 28 to 32 weeks' gestation: a randomized controlled trial. Am J Obstet Gynecol.
1994;171(3):818-22.
135. Odendaal HJ, Pattinson RC, Bam R, Grove D, Kotze TJ. Aggressive or expectant management for
patients with severe preeclampsia between 28-34 weeks' gestation: a randomized controlled trial.
Obstet Gynecol. 1990 Dec;76(6):1070-5.
136. Sibai BM, Barton JR. Expectant management of severe preeclampsia remote from term: patient se-
lection, treatment, and delivery indications. Am J Obstet Gynecol. 2007;196(6):514.e1-9.
137. Bernstein IM, Horbar JD, Badger GJ, Ohlsson A, Golan A. Morbidity and mortality among very-
low-birth-weight neonates with intrauterine growth restriction. The Vermont Oxford Network Am
J Obstet Gynecol. 2000;182(1 Pt 1):198-206.
138. Sibai BM Hypertensive disorders of pregnancy: the United States perspective. Curr Opin Obstet
Gynecol. 2008;20(2):102-6.
139. Hall DR, Odendaal HJ, Kirsten GF, Smith J, Grové D Expectant management of early onset, se-
vere pre-eclampsia: perinatal outcome. BJOG. 2000;107(10):1258-64.
140. Frias AE Jr, Belfort MA. Post Magpie: how should we be managing severe preeclampsia? . Curr
Opin Obstet Gynecol. 2003;15(6):489-95.
125
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
141. ACOG. Diagnosis and management of preeclampsia and eclampsia. Practice Bulletins, 2002;33:1-14.
142. Hutton JD, James DK, Stirrat GM, Douglas KA, Redman CW. Management of severe pre-eclamp-
sia and eclampsia by UK consultants. Br J Obstet Gynaecol. 1992 ;99(7):554-6.
143. Vidaeff AC, Carroll MA, Ramin SM. Acute hypertensive emergencies in pregnancy. Crit Care Med.
2005 Oct;33(10 Suppl):S307-12.
144. Magee LA. Drugs in pregnancy. Antihypertensives. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol.
2001;15(6):827-45.
145. Von Dadelszen P, Ornstein MP, Bull SB, Logan AG, Koren G, Magee LA. Fall in mean arterial pres-
sure and fetal growth restriction in pregnancy hypertension: a meta-analysis. Lancet.
2000;355(9198):87-92.
146. Abalos E, Duley L, Steyn DW, Henderson-Smart DJ. Antihypertensive drug therapy for mild to mo-
derate hypertension during pregnancy. Cochrane Database Syst Rev. 2001;(2):CD002252.
147. Steer PJ, Little MP, Kold-Jensen T, Chapple J, Elliott P. Maternal blood pressure in pregnancy, birth
weight, and perinatal mortality in first births: prospective study. BMJ. 2004;329(7478):1312.
148. Vermillion ST, Scardo JA, Newman RB, Chauhan SP. A randomized, double-blind trial of oral ni-
fedipine and intravenous labetalol in hypertensive emergencies of pregnancy. Am J Obstet Gyne-
col. 1999;181(4):858-61.
149. Aali BS, Nejad SS Nifedipine or hydralazine as a first-line agent to control hypertension in severe
preeclampsia. Acta Obstet Gynecol Scand. 2002;81(1):25-30.
150. Ales K.Magnesium plus nifedipine. Am J Obstet Gynecol. 1990;162(1):288.
151. Brown MA, Buddle ML, Farrell T, Davis GK. Efficacy and safety of nifedipine tablets for the acute
treatment of severe hypertension in pregnancy Am J Obstet Gynecol. 2002;187(4):1046-50.
152. Fenakel K, Fenakel G, Appelman Z, Lurie S, Katz Z, Shoham Z. Nifedipine in the treatment of se-
vere preeclampsia. Obstet Gynecol. 1991;77(3):331-7.
153. Awad K, Ali P, Frishman WH, Tejani N. Pharmacologic approaches for the management of syste-
mic hypertension in pregnancy. Heart Dis. 2000;2(2):124-32.
154. Widerlöv E, Karlman I, Storsäter J. Hydralazine-induced neonatal thrombocytopenia. N Engl J
Med. 1980;20;303(21):1235.
155. Magee LA, Cham C, Waterman EJ, Ohlsson A, von Dadelszen P. Hydralazine for treatment of se-
vere hypertension in pregnancy: meta-analysis. BMJ. 2003;25;327(7421):955-60.
156. Cotton DB, Jones MM, Longmire S, Dorman KF, Tessem J, Joyce TH 3rd. Role of intravenous ni-
troglycerin in the treatment of severe pregnancy-induced hypertension complicated by pulmonary
edema. Am J Obstet Gynecol. 1986;154(1):91-3.
157. Strandgaard S, Paulson OB. Antihypertensive drugs and cerebral circulation. Eur J Clin Invest.
1996;26(8):625-30.
158. Mansoor GA, Frishman WH. Comprehensive management of hypertensive emergencies and ur-
gencies. Heart Dis. 2002;4(6):358-71.
159. Young PF, Leighton NA, Jones PW, Anthony J, Johanson RB. Fluid management in severe pree-
clampsia (VESPA). Survey of members of ISSHP. Hypertens Pregnancy 2000; 19(3): 249-59.
160. Duley L, Williams J, Henderson-Smart DJ. Plasma volume expansion for treatment of women with
pre-eclampsia. Cochrane Database Syst Rev. 2000;(2):CD001805.
161. Mantel G, Makn JD. Low dose dopamine in postpartum preeclamptic women with oliguria: a dou-
ble blind, placebo controlled, randomised trial. Br J Obstet Gynaecol 1997; 104: 1180-3.
162. Alderson P, Schierhout G, Roberts I, Bunn F. Colloids versus crystalloids for fluid resuscitation in
critically ill patients. Cochrane Database Syst Rev. 2000;(2):CD000567 Update in: Cochrane Da-
tabase Syst Rev. 2004;(4):CD000567.
126
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
163. Chelsey LC. Hipertensive Disorders in Pregnancy. New York: Appleton-Century-Croft, 1977.
164. Duley L, Gülmezoglu AM, Henderson-Smart DJ. Magnesium sulphate and other anticonvulsants
for women with pre- eclampsia. Cochrane Database Syst Rev. 2003;(2):CD000025.
165. Belfort MA, Clark SL, Sibai B. Cerebral hemodynamics in preeclampsia: cerebral perfusion and the
rationale for an alternative to magnesium sulfate. Obstet Gynecol Surv. 2006;61(10):655-65.
166. Sibai BM. Magnesium sulfate prophylaxis in preeclampsia: lessons learned from recent trials. Am J
Obstet Gynecology 2004; 190(6):1520-1526.
167. Altman D, Carroli G, Duley L, Farrell B, Moodley J, Neilson J, Smith D; Magpie Trial Collabora-
tion Group.Do women with pre-eclampsia, and their babies, benefit from magnesium sulphate?
The Magpie Trial: a randomised placebo-controlled trial. Lancet. 2002;1;359(9321):1877-90.
168. Rozenberg P. Magnesium sulphate for the management of preeclampsia. Gynecol Obstet Fertil.
2006;34(1):54-9.
169. Duley L, Henderson-Smart D. Magnesium sulphate versus phenytoin for eclampsia. Cochrane Da-
tabase Syst Rev. 2003;(4):CD000128.
170. Duley L, Henderson-Smart D. Magnesium sulphate versus diazepam for eclampsia. Cochrane Da-
tabase Syst Rev. 2003;(4):CD000127.
171. Evidence from the Collaborative Eclampsia Trial. Which anticonvulsant for women with eclamp-
sia? Lancet 1995;22;346(8969):258.
172. Livingston JC, Livingston LW, Ramsey R, Mabie BC, Sibai BM. Magnesium sulfate in women with
mild preeclampsia: a randomized controlled trial. Obstet Gynecol. 2003;101(2):217-20.
173. Magpie Trial Collaboration Group.Do women with pre-eclampsia, and their babies, benefit from
magnesium sulphate? The Magpie Trial: a randomised placebo-controlled trial. Lancet.
2002;1;359(9321):1877-90.
174. Magpie Trial Follow-Up Study Collaborative Group The Magpie Trial: a randomised trial compa-
ring magnesium sulphate with placebo for pre-eclampsia. Outcome for women at 2 years. BJOG.
2007;114(3):300-9.
175. Smyth RM, Spark P, Armstrong N, Duley L Magpie Trial in the UK: methods and additional data
for women and children at 2 years following pregnancy complicated by pre-eclampsia. BMC Preg-
nancy Childbirth. 2009 Apr 14;9:15.
176. Belfort MA, Moise KJ Jr. Effect of magnesium sulfate on maternal brain blood flow in preeclamp-
sia: a randomized, placebo-controlled study. Am J Obstet Gynecol. 1992;167(3):661-6.
177. Belfort M, Allred J, Dildy G. Magnesium sulfate decreases cerebral perfusion pressure in pree-
clampsia. Hypertens Pregnancy. 2008;27(4):315-27.
178. Dubé L, Granry JC The therapeutic use of magnesium in anesthesiology, intensive care and emer-
gency medicine: a review. . Can J Anaesth. 2003;50(7):732-46.
179. Doyle LW, Crowther CA, Middleton P, Marret S, Rouse D. Magnesium sulphate for women at risk
of preterm birth for neuroprotection of the fetus. Cochrane Database Syst Rev. 2009;
21;(1):CD004661.
180. Rouse DJ. Magnesium sulfate for the prevention of cerebral palsy. Am J Obstet Gynecol. 2009
Jun;200(6):610-2.
181. Pritchard JA, Cunningham FG, Pritchard SA The Parkland Memorial Hospital protocol for treat-
ment of eclampsia: evaluation of 245 cases. Am J Obstet Gynecol. 1984;148(7):951-63.
182. Carrero Cardenal EJ, Rivas Ferreira E, Fernández López de Hierro C. Manejo anestésico y posto-
peratorio de la Preeclampsia/Eclampsia. En: Anestesia en la paciente obstétrica de alto riesgo. Fer-
nández López de Hierro C, Gomar Sancho C ed. Madrid: Rupem, 2006: 159-187.
127
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
183. López A, Fernández C, Gomar C. Apnea prolongada postoperatoria tras anestesia general para ce-
sarea en una gestante hipertensa. En: Gomar C, Villalonga A Casos clínicos Anestesiología tomo II.
Barcelona 1999; Masson SA: 564-72.
184. Hollmann MW, Liu HT, Hoenemann CW, Liu WH, Durieux ME Modulation of NMDA recep-
tor function by ketamine and magnesium. Part II: interactions with volatile anesthetics. Anesth
Analg. 2001;92(5):1182-91.
185. Mandal NG, Surapaneni S. Regional anaesthesia in pre-eclampsia: advantages and disadvantages.
Drugs. 2004;64(3):223-36.
186. Harnett MJ, Datta S, Bhavani-Shankar K. The effect of magnesium on coagulation in parturients
with preeclampsia. Anesth Analg. 2001;92(5):1257-60.
187. Zeeman GG. Obstetric critical care: a blueprint for improved outcomes. Crit Care Med. 2006;34(9
Suppl):S208-14.
188. Miranda A. Analgoanestesia en la preeclampsia/eclampsia. En: Tratado de Anestesiología y Reani-
mación en Obstetricia: principios fundamentales y bases de aplicación práctica. Miranda A, ed. Bar-
celona: Masson, 1997; 559-619.
189. Ryan G, Lange IR, Naugler MA. Clinical experience with phenytoin prophylaxis in severe pree-
clampsia. Am J Obstet Gynecol. 1989;161(5):1297-304.
190. Slater RM, Wilcox FL, Smith WD, Donnai P, Patrick J, Richardson T, Mawer GE. Phenytoin in-
fusion in severe pre-eclampsia Lancet. 1987;1(8547):1417-21.
191. Donaldson JO. The case against magnesium sulfate for eclamptic convulsions. Int J Obstet Anesth.
1992;1(3):159-66.
192. Sibai BM, Ramanathan J. The case for magnesium sulfate in preeclampsia-eclampsia. Int J Obstet
Anesth. 1992;1(3):167-75.
193. Rumbold A, Duley L, Crowther CA, Haslam RR. Antioxidants for preventing pre-eclampsia. Coch-
rane Database Syst Rev. 2008; 23;(1):CD004227.
194. Villar J, Purwar M, Merialdi M, Zavaleta N, Thi Nhu Ngoc N, Anthony J, De Greeff A, Poston L,
Shennan A; WHO Vitamin C and Vitamin E trial group. World Health Organisation multicentre ran-
domised trial of supplementation with vitamins C and E among pregnant women at high risk for pre-
eclampsia in populations of low nutritional status from developing countries. BJOG. 2009;116(6):780-8.
195. Imperiale TF, Petrulis AS. A meta-analysis of low-dose aspirin for the prevention of pregnancy- in-
duced hypertensive disease. JAMA. 1991; 10;266(2):260-4.
196. Duley L, Henderson-Smart D, Knight M, King J. Antiplatelet drugs for prevention of pre-eclamp-
sia and its consequences: systematic review. BMJ. 2001;10;322(7282):329-33.
197. CLASP (Collaborative Low-dose Aspirin Study in Pregnancy) Collaborative Group. CLASP: a ran-
domised trial of low-dose aspirin for the prevention and treatment of pre-eclampsia among 9364
pregnant women. Lancet. 1994;12;343(8898):619-29.
198. Knight M, Duley L, Henderson-Smart DJ, King JF. WITHDRAWN: Antiplatelet agents for pre-
venting and treating pre-eclampsia. Cochrane Database Syst Rev. 2007 Jul 18;(2):CD000492.
199. Askie LM, Duley L, Henderson-Smart DJ, Stewart LA; PARIS Collaborative Group Antiplatelet
agents for prevention of pre-eclampsia: a meta-analysis of individual patient data. Lan-
cet.2007;26;369(9575):1791-8.
200. Sibai BM, Caritis SN, Thom E, Klebanoff M, McNellis D, Rocco L, Paul RH, Romero R, Witter
F, Rosen M, et al.Prevention of preeclampsia with low-dose aspirin in healthy, nulliparous pregnant
women. The National Institute of Child Health and Human Development Network of Maternal-
Fetal Medicine Units. N Engl J Med. 1993;329(17):1213-8.
128
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
201. Villar J, Repke J, Belizan JM, Pareja G. Calcium supplementation reduces blood pressure during
pregnancy: results of a randomized controlled clinical trial. Obstet Gynecol. 1987;70(3 Pt 1):317-
22.
202. Hofmeyr GJ, Atallah AN, Duley L. Calcium supplementation during pregnancy for preventing
hypertensive disorders and related problems. Cochrane Database Syst Rev. 2006;19;3:CD001059.
203. Levine RJ, Hauth JC, Curet LB, Sibai BM, Catalano PM, Morris CD, DerSimonian R, Esterlitz
JR, Raymond EG, Bild DE, Clemens JD, Cutler JA. Trial of calcium to prevent preeclampsia. N
Engl J Med. 1997;10;337(2):69-76.
204. Villar J, Abdel-Aleem H, Merialdi M, Mathai M, Ali MM, Zavaleta N, Purwar M,Hofmeyr J, Ngu-
yen TN, Campódonico L, Landoulsi S, Carroli G, Lindheimer M; World Health Organization Cal-
cium Supplementation for the Prevention of Preeclampsia Trial Group.World Health Organization
randomized trial of calcium supplementation among low calcium intake pregnant women. Am J
Obstet Gynecol. 2006;194(3):639-49.
205. Hofmeyr GJ, Duley L, Atallah A. Dietary calcium supplementation for prevention of pre-eclamp-
sia and related problems: a systematic review and commentary. BJOG. 2007;114(8):933-43.
206. Trumbo PR, Ellwood KC. Supplemental calcium and risk reduction of hypertension, pregnancy-
induced hypertension, and preeclampsia: an evidence-based review by the US Food and Drug Ad-
ministration. Nutr Rev. 2007;65(2):78-87.
207. Rumbold AR, Crowther CA, Haslam RR, Dekker GA, Robinson JS; ACTS Study Group. Vitamins
C and E and the risks of preeclampsia and perinatal complications. N Engl J Med.
2006;27;354(17):1796-806.
208. Poston L, Briley AL, Seed PT, Kelly FJ, Shennan AH; Vitamins in Pre-eclampsia (VIP) Trial Con-
sortium.Vitamin C and vitamin E in pregnant women at risk for pre-eclampsia (VIP trial): rando-
mised placebo-controlled trial. Lancet. 2006; 8;367(9517): 1145-54.
209. Polyzos NP, Mauri D, Tsappi M, Tzioras S, Kamposioras K, Cortinovis I, Casazza G. Combined vi-
tamin C and E supplementation during pregnancy for preeclampsia prevention: a systematic re-
view. Obstet Gynecol Surv. 2007;62(3):202-6.
210. Villar J, Merialdi M, Gülmezoglu AM, Abalos E, Carroli G, Kulier R, de Onis M. Nutritional in-
terventions during pregnancy for the prevention or treatment of maternal morbidity and preterm
delivery: an overview of randomized controlled trials. J Nutr. 2003;133(5 Suppl 2):1606S-1625S.
211. Villar J, Abalos E, Nardin JM, Merialdi M, Carroli G. Strategies to prevent and treat preeclampsia:
evidence from randomized controlled trials. Semin Nephrol. 2004;24(6):607-15.
212. Spinnato JA, Livingston JC Prevention of preeclampsia with antioxidants: evidence from rando-
mized trials. Clin Obstet Gynecol. 2005;48(2):416-29.
213. Olsen SF, Secher NJ, Tabor A, Weber T, Walker JJ, Gluud C. Randomised clinical trials of fish oil
supplementation in high risk pregnancies. Fish Oil Trials In Pregnancy (FOTIP) Team. BJOG.
2000;107(3):382-95.
214. Kramer MS. WITHDRAWN: Energy/protein restriction for high weight-for-height or weight gain
during pregnancy. Cochrane Database Syst Rev. 2007 Jul 18;(4):CD000080.
215. Duley L, Meher S, Abalos E. Management of pre-eclampsia. BMJ. 2006; 25;332(7539):463-8.
216. Duley L, Henderson-Smart D. Reduced salt intake compared to normal dietary salt, or high intake,
in pregnancy. Cochrane Database Syst Rev. 2000;(2):CD001687.
217. Fernández López de Hierro C. Visita preanestésica, pruebas preoperatorios, Consentimiento infor-
mado en la gestante. En: anestesia y analgesia obstétricas. Castaño Santa J, Castillo Monsegur J, Es-
colano F, Gallart Ll, Montes A, Samso E ed. Madrid: Ergon, 2007: 83-92.
129
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
218. Turner JA. Severe preeclampsia: anesthetic implications of the disease and its management. Am J
Ther. 2009;16(4):284-8.
219. ASA. American Society of Anesthesiologist Task Force on Obstetric Anesthesia. Practice guidelines
for obstetric anestesia: an update report by the American Society of Anesthesiologist Task Force on
Obstetric Anesthesia. Disponible en www.asahq.org/publicationsAndServices, 2007.
220. Kanayama N, Belayet HM, Khatun S, Tokunagan N, Sugimura M, Kobayashi T, Terao T. A new
treatment of severe preeclampsia by long term epidural anaesthesia. J Hum Hypertens 1999; 13
(3): 167-71.
221. Hawthorne L, Slaymaker A, Bamber J, Dresner M. Effect of fluid preload on maternal haemody-
namics for low-dose epidural analgesia in labour. Int J Obstet Anesth. 2001;10(4):312-5.
222. Fernández C. Anestesia espinal e hipotensión: fluidoterapia vs vasopresores. Aspectos maternos/as-
pectos fetales. De Andrés J. ed. Volumen VIII. Santiago de Compostela, ESRA 2005.
223. Ngan Kee WD, Khaw KS, Ng FF. Prevention of hypotension during spinal anesthesia for cesarean
delivery: an effective technique using combination phenylephrine infusion and crystalloid cohy-
dration. Anesthesiology. 2005;103(4):744-50.
224. Cooper DW, Carpenter M, Mowbray P, Desira WR, Ryall DM, Kokri MS. Fetal and maternal ef-
fects of phenylephrine and ephedrine during spinal anesthesia for cesarean delivery. Anesthesiology.
2002;97(6):1582-90.
225. Cook TM, Counsell D, Wildsmith JA; Royal College of Anaesthetists Third National Major com-
plications of central neuraxial block: report on the Third National. Audit Project of the Royal Co-
llege of Anaesthetists. Br J Anaesth. 2009;102(2):179-90.
226. Moen V, Dahlgren N, Irestedt L Severe neurological complications after central neuraxial blocka-
des in Sweden 1990-1999. Anesthesiology. 2004;101(4):950-9.
227. Beilin Y, Zahn J, Comerford M. Safe epidural analgesia in thirty parturients with platelet counts bet-
ween 69,000 and 98,000 mm(-3). Anesth Analg. 1997;85(2):385-8.
228. Stamer UM, Stuber F, Wiese R, Wulf H, Meuser T. Contraindications to regional anaesthesia in obs-
tetrics: a survey of German practice. Int J Obstet Anesth. 2007;16(4): 328-35.
229. Fernández C, Blasi A, Gomar C.: Anestesia para un parto prematuro en una paciente con síndrome
de Hellp. En: Casos Clínicos en Anestesiología y Reanimación. Gomar C, Villalonga A, eds. Bar-
celona:Doyma, 1999;548-53.
230. Ramanathan J, Vaddadi AK, Arheart KL. Combined spinal and epidural anesthesia with low doses
of intrathecal bupivacaine in women with severe preeclampsia: a preliminary report. Reg Anesth Pain
Med 2001;26(1):46-5.
231. Teoh WH, Sia AT. Ultra-low dose combined spinal-epidural anaesthesia for Caesarean section in se-
vere pre-eclampsia. Anaesthesia. 2006;61(5):511-2.
232. Norris MC, Fogel ST, Conway-Long C. Combined spinal-epidural versus epidural labor analgesia.
Anesthesiology. 2001;95(4):913-20.
233. Gatt SP.Clinical management of established pre-eclampsia and gestational hypertension: an anaes-
thetist's perspective. Baillieres Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 1999;13(1):95-105.
234. Hawkins JL, Koonin LM, Palmer SK, Gibbs CP. Anesthesia-related deaths during obstetric delivery
in the United States, 1979-1990. Anesthesiology. 1997;86(2):277-84.
235. De Swiet M.Maternal mortality: confidential enquiries into maternal deaths in the United Kingdom.
Am J Obstet Gynecol. 2000;182(4):760-6.
236. Clark VA, Sharwood-Smith GH, Stewart AV. Ephedrine requirements are reduced during spinal
anaesthesia for caesarean section in preeclampsia. Int J Obstet Anesth. 2005;14(1):9-13.
130
PREECLAMPSIA/ECLAMPSIA
237. Dyer RA, Piercy JL, Reed AR, Lombard CJ, Schoeman LK, James MF. Hemodynamic changes as-
sociated with spinal anesthesia for cesarean delivery in severe preeclampsia. Anesthesiology.
2008;108(5):802-11.
238. Moodley J, Jjuuko G, Rout C. Epidural compared with general anaesthesia for caesarean delivery
in conscious women with eclampsia. BJOG. 2001;108(4):378-82.
239. Chiu CL, Mansor M, Ng KP, Chang YK. Retrospective review of spinal versus epidrual anaesthe-
sia for caesarean sectiion in PEclampic patients. Int J Obstet Anesth 2003;12(1):23-7.
240. Hood DD, Curry R. Spinal versus epidural anesthesia for cesarean section in severely preeclamptic
patients: a retrospective survey. Anesthesiology 1999; 90: 1276-82.
241. Aya AG, Vialles N, Tanoubi I, Mangin R, Ferrer JM, Robert C, Ripart J, de La Coussaye JE. Spi-
nal anesthesia-induced hypotension: a risk comparison between patients with severe preeclampsia
and healthy women undergoing preterm cesarean delivery. Anesth Analg.2005;101(3):869-75.
242. Visalyaputra S, Rodanant O, Somboonviboon W, Tantivitayatan K, Thienthong S, Saengchote
W.Spinal versus epidural anesthesia for cesarean delivery in severe preeclampsia: a prospective ran-
domized, multicenter study. Anesth Analg. 2005;101(3):862-8.
243. Cooper G. Spinal anaesthesia or CSE are the preferred techniques of anaesthesia for caesarean sec-
tion in pre-eclampsia. Acta Anaesthesiol Belg. 2002;53(4):289-93.
244. Sharwood-SmithG, Clark V. Regional anaesthesia for caesarean section in severe preeclampsia: spi-
nal anaesthesia is the preferredchoice. Int J Obstet Anesth 1999;8(2)85-9.
245. Ramanathan J, Vaddadi AK, Arheart KL. Combined spinal and epidural anesthesia with low doses
of intrathecal bupivacaine in women with severe preeclampsia: a preliminary report. Reg Anesth Pain
Med 2001;26(1):46-5.
246. McDonnell NJ, Paech MJ, Clavisi OM, Scott KL; ANZCA Trials Group. Difficult and failed in-
tubation in obstetric anaesthesia: an observational study of airway management and complications
associated with general anaesthesia for caesarean section. Int J Obstet Anesth. 2008;17(4):292-7.
247. Allen RW, James MF, Uys PC. Attenuation of the pressor response to tracheal intubation in hyper-
tensive proteinuric pregnant patients by lignocaine, alfentanil and magnesium sulphate. Br J
Anaesth. 1991;66(2):216-23.
248. Russell R. Failed intubation in obstetrics: a self-fulfilling prophecy? Int J Obstet Anesth.
2007;16(1):1-3.
249. Rocke DA, Murray WB, Rout CC, Gouws E. Relative risk analysis of factors associated with diffi-
cult intubation in obstetric anesthesia. Anesthesiology. 1992;77(1):67-73.
250. Practice Guideliness for the Management of the Difficult Airway: An Updated Report by the Ame-
rican Society of Anaesthesiologists Task Force of Management of the Difficult Airway. Anesthesio-
logy 2003;98:1269-777.
251. Kodali BS, Chandrasekhar S, Bulich LN, Topulos GP, Datta S. Airway changes during labor and
delivery. Anesthesiology. 2008;108(3):357-6.
252. Potgieter PD, Hammond JM. "Cuff" test for safe extubation following laryngeal edema. Crit Care
Med. 1988;16(8):818.
253. Hnatiuk I, Schmidt C, Diemunsch P. Le HELLP syndrome. Cah Anesthesiol 1998;46 (2):105-
112.
131
C APÍTULO 6
SÍNDROME HELLP
133
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Epidemiología
Fisiopatología
Hemólisis
Función hepática
Plaquetas
Coagulación
Diagnóstico
Presentación clínica
Diagnóstico diferencial
Morbilidad y mortalidad
Tratamiento
Parto
Tratamiento con corticoesteroides
Manejo del hematoma subcapsular
Transfusión plaquetaria
Posparto
Pronóstico
Puntos Prácticos
Bibliografía
134
SÍNDROME HELLP
INTRODUCCIÓN
La asociación entre una preeclampsia severa, hemólisis, trombocitopenia y disfunción
hepática fue inicialmente descrita por Pritchard ya en 19541.
El acrónimo HELLP “hemolisis, eleveted liver enzims y low platelets” fue utilizado
por primera vez por Weinstein en 19822. Inicialmente el síndrome HELLP fue consi-
derado como una parte más del espectro de preeclampsia/eclampsia severo, siendo pro-
puesto como el sexto criterio independiente de preeclampsia severa. No todos los autores
estaban de acuerdo y algunos lo consideraban como una preeclampsia asociada a otra
patología médica o quirúrgica3.
De acuerdo con la definición de Weinstein el diagnóstico de HELLP exige la pre-
sencia conjunta de las tres anomalías (hemólisis, disfunción hepática y trombopenia).
Según esto, no toda preeclampsia severa se acompaña de HELLP, pero sí al revés, el
HELLP siempre aparece en el contexto de una preeclampsia severa.
Actualmente, está ampliamente aceptado que el síndrome HELLP es una enfermedad mul-
tisistémica grave que complica el curso de un embarazo, empeorando su pronóstico, por lo que,
como en el caso de la preeclampsia severa, todo médico debe conocerlo y saber tratarlo4.
EPIDEMIOLOGÍA
Existe una gran controversia acerca de la incidencia, etiopatiogenia, diagnóstico, evo-
lución y tratamiento del síndrome HELLP debido a diferencias conceptuales en cuanto
a la catalogación del síndrome, al grado de anormalidad exigida en las pruebas de labo-
ratorio y al empleo de metodologías de estudio diferentes.
Debido a estas diferencias, la verdadera incidencia del síndrome HELLP se desco-
noce. Parece que el síndrome HELLP presenta una incidencia de entre el 0’17-0’85%
del total de embarazos5. Si sólo tenemos en cuenta las mujeres afectas de preeclamp-
sia/eclampsia la incidencia se situaría entre el 4 y el 20%6.
La mayoría de pacientes con HELLP son pacientes jóvenes y nulíparas, siendo más
frecuente en la raza negra 7. Pero, cuando miramos la población afecta de preeclampsia
severa encontramos que las pacientes que desarrollan un síndrome HELLP son en un
alto porcentaje mujeres multíparas, blancas y de mas edad (25 vs. 19 años)8.
El síndrome HELLP se diagnostica en el 70% de las ocasiones antes del parto: 10%
antes de las 27 semanas, el 70% entre la semana 27-37 y un 20% después de la semana
37. En el otro 30% se diagnostica después del parto.
FISIOPATOLOGÍA
La preeclampsia ha sido considerada la enfermedad de las teorías, y como espectro
de ésta, la etiología y fisiopatología del síndrome HELLP permanece incierta. Por el
momento no se ha identificado ninguna causa desencadenante del HELLP.
135
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
El Síndrome HELLP es una microangiopatía y como tal está asociado a una lesión en-
dotelial con depósito de fibrina en la luz de los vasos que provoca fragmentación de los ele-
mentos formes de la sangre que fluyen en contacto con el área lesionada. Además se
produce un aumento de la actividad de las plaquetas con consumo de las mismas. La ac-
tivación de las plaquetas es consecuencia de la liberación de tromboxano A2 y serotonina,
dos agentes vasoconstrictores. La agregación de las mismas también produce lesión endo-
telial y altera la producción endotelial de prostaciclina, un potente vasodilatador.
Como prueba de la importancia de las lesiones endoteliales en la patogenia del sín-
drome HELLP en las pacientes con preeclampsia se detectan niveles de endotelina, un
potente vasoconstrictor, más elevados que en los controles9.
Hemólisis
La hemólisis se define como la presencia de anemia hemolítica microangiopática.
De forma muy sensible pero no específica se confirma por la observación esquistocitos
y policromía en el examen de sangre periférica. La fragmentación de las células rojas es
secundaria al paso de estas a través de los pequeños vasos sanguíneos con una íntima le-
sionada y depósitos de fibrina.
La determinación de los niveles de lactato deshidrogenasa (LDH) y bilirrubina in-
directa se utilizan como marcadores de la presencia de hemólisis.
Función hepática
La típica lesión hepática asociada al HELLP es una necrosis parenquimatosa peripor-
tal o focal, donde podemos observar depósitos de hialina o de material fibrina-like en los
sinusoides hepáticos. La obstrucción de los sinusoides hepáticos es la causa de la lesión he-
patocelular que se manifiesta por una elevación de los enzimas hepáticos y dolor abdominal
debido a la distensión del hígado juntamente con la cápsula de Glisson.
Parece que no existe una correlación entre los niveles de laboratorio de los enzimas
hepáticos y la severidad de la lesión histológica10.
Tampoco queda claro si existen diferencias entre la lesión hepática en el síndrome
HELLP y el hígado graso de la gestante. Histológicamente es imposible distinguir una
entidad de la otra, lo que ha llevado a algunos autores a concluir que estas entidades son
variantes del mismo trastorno11.
Plaquetas
El descenso en el número de plaquetas circulantes es secundario al aumento de con-
sumo que tiene lugar en los puntos donde existe daño endotelial. Los aspirados de mé-
dula ósea demuestran un aumento de los megacariocitos, y estos también se encuentran
aumentados en sangre periférica.
136
SÍNDROME HELLP
Coagulación
Las pacientes con HELLP no presentan una clínica de coagulación intravascular di-
seminada, y los estudios de coagulación no suelen ser necesarios para el manejo clínico
habitual, excepto si presentan complicaciones como puede ser un abruptio placentae.
Estudios de laboratorio sensibles que abarquen determinaciones de antitrombina III,
fibrinopéptido A, dímero-D o plasminógeno pueden mostrar una alteración de estos fac-
tores12.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico del síndrome HELLP se apoya fundamentalmente en una serie de ha-
llazgos de laboratorio en el contexto clínico de la preeclampsia, así como la aparición de
signos y síntomas poco específicos.
Presentación clínica
La aparición de los síntomas suele ocurrir en la mayoría de pacientes durante el ini-
cio del tercer trimestre (67%). Una cuarta parte de las pacientes presentan manifesta-
ciones del síndrome HELLP durante el postparto inmediato, y de éstas un 79%,
anteriormente estaba diagnosticada de preclampsia6. La presentación clínica inicial es
muy variable, siendo en un 90% síntomas inespecíficos como fatiga, malestar y en más
del 50% encontramos síntomas como nauseas, vómitos, cefalea, dolor abdominal o ede-
mas periféricos.
Ya que el diagnóstico precoz es crucial, en toda embarazada con estos síntomas y sig-
nos debería descartarse una preeclampsia o un síndrome HELLP13.
En más de dos terceras partes de las pacientes encontramos hipertensión arterial con
cifras superiores a 160/110 mmHg, otras se mantienen en rangos entre 140/90 –
160/110, y aproximadamente un 15% tienen cifras de presión arterial normales.
La proteinuria, como en la preclampsia/eclampsia, está presente en la gran mayoría
de pacientes afectas del síndrome HELLP, aunque en un 6% de ellas no está presente.
137
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
- Alteraciones visuales
- Cefalea
- Hemorragia
- Ictericia
- Diarrea
- Dolor en hombro o cuello
- Edema
- Proteinuria
- Presión arterial diastólica > 110 mmHg
Pruebas diagnósticas
El diagnóstico del síndrome HELLP se basa en la detección de hemólisis, alteración
de las enzimas hepáticas y plaquetopenia14. Las determinaciones de laboratorio que ca-
racterizan el síndrome HELLP han sido definidas por varios autores no siempre con los
mismos criterios. Martin et al7. definen la hemólisis como un descenso en el hemato-
crito y elevación de LDH y bilirrubina; la elevación de los enzimas hepáticos como as-
partato aminotransferasa (AST) > 48 y alanin aminotransferasa (ALT) > 24; y la
trombocitopenia como un recuento de plaquetas menor de 100.000/mm3.
Woods y cols. han propuesto la división en clases del síndrome HELLP en función
de la severidad de la trombocitopenia15:
Clase 1: < 50.000
Clase 2: 50.000-100.000
Clase 3: > 100.000
La insuficiencia hepática aguda es infrecuente gracias a la doble vascularización del
hígado y su capacidad para funcionar a pesar de presentar lesiones en los hepatocitos.
El aumento de las enzimas hepáticas es debida a la obstrucción de los sinusoides hepá-
ticos y la microangiopatía16.
Se ha visto que las anormalidades en las determinaciones de laboratorio de la función
hepática no se correlacionan ni con su alteración histológica ni con la presencia de com-
plicaciones hepáticas como puede ser el hematoma subcapsular. Un recuento de pla-
quetas menor de 20.000/mm3 sí se correlaciona mejor con complicaciones hepáticas17.
Se recomienda que toda paciente gestante o puérpera con dolor en el cuadrante supe-
rior del abdomen, dolor en hombro o que presente una hipotensión brusca se le debería
realizar una prueba de imagen hepática, siendo la ecografía abdominal la de elección18.
El tiempo de protrombina y el de tromboplastina parcial activada son normales en
los estadios iniciales. Los niveles de los productos de degradación de la fibrina como el
dímero D si se pueden encontrar elevados.
138
SÍNDROME HELLP
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Tanto la preeclampsia como el síndrome HELLP pueden ser confundidos con otras
entidades clínicas en el curso del embarazo19,20. Algunas de ellas son:
11. Hepatitis víricas
12. Colangitis, colecistitis gangrenosa
13. Lupus eritematoso sistémico
14. Púrpura trombocitopéncia inmune
15. Ulcus gástrico
16. Miocardiopatía
17. Aneurismas disecantes de aorta
18. Enfermedades renales crónicas
19. Hígado graso del embarazo
10. Feocromocitoma
MORBILIDAD Y MORTALIDAD
La mortalidad asociada a este síndrome varía entre el 0% y el 24% según las series y
los países.
Los eventos que se asocian a la mortalidad materna son21: Hemorragia cerebral (45-
60%), Parada cardio-respiratoria (40%), Coagulación intravascular diseminada (39%),
Síndrome de distress respiratorio agudo (28%), Fallo renal (28%), Sepsis (23%), He-
morragia hepática (20%), Encefalopatía hipóxico-isquémica (16%).
Aumentos bruscos en la presión arterial diastólica por encima de 120 mmHg au-
mentan de forma significativa el riesgo de presentar complicaciones cerebrales como
una encefalopatía hipertensiva o una hemorragia cerebral22.
Las complicaciones hepáticas como el infarto, hemorragia o hematomas son raras. La
ruptura hepática tiene una incidencia de entre 1/ 40.000-250.000 casos. A causa de la
presencia de hematomas subcapsulares, pequeños traumas debidos a vómitos, traslado
de la paciente o al mismo parto, pueden precipitar una ruptura hepática. Esta suele
tener lugar por el margen inferior del hígado, causando dolor epigástrico súbito e hi-
potensión. En estos casos la mortalidad materna oscila entre el 20-85% y la mortalidad
perinatal es mayor al 80%23.
Las pacientes afectas de un síndrome HELLP también tienen mayor riesgo de pre-
sentar un parto pretermino, abruptio placentae o edema pulmonar8,6,24.
TRATAMIENTO
Existe desacuerdo y falta de unificación de criterios en lo que se refiere al manejo y
tratamiento del síndrome de HELLP5,14,25-27,. Esto se debe:
139
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
a. Los estudios realizados difieren en los criterios diagnósticos para definir el sín-
drome. Por ejemplo se utilizan distintas enzimas hepáticas y diversos valores de
corte para estas enzimas; igualmente hay estudios donde el valor de corte del re-
cuento plaquetario es distinto.
b. Los trabajos no son uniformes en cuanto a las poblaciones estudiadas; hospitales
de tercer nivel vs hospitales de atención primaria; estudios realizados durante el an-
teparto o en el puerperio.
c. Diferencias entre los estudios con la dosis y la duración del tratamiento con cor-
ticoides.
Aún así la mayoría de trabajos concuerdan en que se debe de realizar un manejo agre-
sivo de esta patología con ingreso de la paciente en una unidad de cuidados intensivos,
siendo la prioridad la estabilización clínica de la madre5,14,25-28. El tratamiento es muy
similar al aplicado durante la preeclampsia severa, que tiene como finalidad prevenir
las convulsiones, disminuir la presión arterial para evitar el daño a los órganos diana y
realizar el parto de manera expeditiva26,27. Además puede ser necesario el inicio de diá-
lisis y la instauración de soporte ventilatorio, así como la administración de expansores
plasmáticos, agentes antitrombóticos, aspirina en bajas dosis, prostaciclina, agentes in-
munosupresores, corticoesteroides, y transfusión de hemoderivados5.
El tratamiento de elección para la profilaxis de las convulsiones maternas es el Sul-
fato de Magnesio. Hay gran número de estudios que comprueban su utilizad para tal
fin sin evidenciar efectos deletéreos en los recién nacidos29.
En cuanto al manejo de la presión arterial, se deben utilizar fármacos para mantener
la presión sistólica por debajo de cifras de 180 mmHg y la presión diastólica inferior a
110 mmHg30. Para ello se puede utilizar hidralacina, labetalol o nitropusiato, sin evi-
dencia de superioridad entre ellos27-32. Se debe tener en cuenta el Nitroprusiato sódico
puede ser tóxico para el feto.
Se debe ser muy meticuloso con el manejo de fluidos, ya que una sobrecarga puede
producir edema agudo de pulmón, ascitis, e hipervolemia y una disminución excesiva
del aporte de los mismos puede exacerbar la constricción intravascular ocasionando más
isquemia periférica30,31.
Parto
El parto es el único tratamiento específico para el síndrome de HELLP5,31. La evo-
lución natural de esta enfermedad es un empeoramiento progresivo o súbito de la salud
materna, por lo que una vez hecho el diagnóstico se debe tomar una decisión acerca del
parto25,27. Muchos autores recomiendan su realización de inmediato pero desafortuna-
damente en edades gestacionales tempranas, debe existir un equilibrio entre el riesgo de
prematuridad y el riesgo materno31,32.
140
SÍNDROME HELLP
Manejo expectante
Se ha escrito mucho acerca del manejo expectante en el Síndrome de HELLP31,33-37.
Si la paciente está entre las 24 y 34 semanas de edad gestacional y las condiciones ma-
ternas y fetales son estables, algunos autores recomiendan este tipo de enfoque con ad-
ministración de corticoesteroides, y reevaluación a las 12 horas después del tratamiento,
si existe mejoría se puede continuar con la corticoterapia durante 48 horas más, si por
el contrario esta mejoría no existe se debe de indicar el parto14,25,27,31,34,35.
La administración de corticoides aceleran la madurez pulmonar fetal, pueden dis-
minuir el riesgo de rectocolitis necrótica hemorrágica y de hemorragia intraventricu-
lar5,26. Además se sugiere que pueden mejorar las condiciones maternas, aumentando el
recuento plaquetario, mejorando la diuresis y disminuyendo los valores séricos de la as-
partato amino transferasa (AST) y de la lactato deshidrogenasa (LDH)5,25-28,31,38-40. A
pesar de todo esto, no se ha demostrado mejoría en el pronóstico materno, por lo que
el manejo con corticoides no ha recibido una aceptación universal14,36,40,41. De hecho, el
boletín del Colegio Americano de Ginecólogos y Obstetras (ACOG), establece que con-
siderando la naturaleza de las complicaciones maternas, parece razonable que a las pa-
cientes con síndrome de HELLP se les deba inducir el parto a pesar de la edad
gestacional36. Esta conducta está reforzada por un artículo observacional reciente35 que
reporta una serie de 46 pacientes con síndrome de HELLP y menos de 27 semanas de
gestación tratadas de manera expectante en el que se observó una alta morbilidad ma-
ternal, cerca de la mitad de las pacientes.
La presencia de un retraso del crecimiento intrauterino también está asociada a una alta
mortalidad perinatal por lo que probablemente contraindica el manejo expectante. Exis-
ten estudios que sugieren que este tipo de manejo del síndrome de HELLP en menos de
24 semanas es un esfuerzo fútil14,35. Por todo esto, se considera que al asumir el manejo ex-
pectante se asume un riesgo pequeño pero significante de aumento de la morbimortali-
dad materna, y sólo se debe asumir bajo circunstancias específicas, que sería en pacientes
estables clínica y analíticamente, con más de 24 semanas de gestación sin evidencia de re-
traso del crecimiento intrauterino, con consentimiento previo maternal y siempre previa
consulta con los especialistas en medicina maternofetal y neonatología35.
141
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Tipo de Parto
Depende tanto del estado materno como fetal, destacando dentro de las variables fe-
tales la edad gestacional, la madurez pulmonar, el trazado de la frecuencia cardíaca fetal,
estudios doppler de la arteria umbilical y el manejo fetal intrauterino; y dentro de las va-
riables maternas, el grado de madurez del cervix uterino27.
Si no existen contraindicaciones, el parto vaginal es el más adecuado5,27. El parto se
puede indicar en cualquier edad gestacional, recordando que los agentes inductores de
la madurez cervical uterina pueden ser útiles cuando se presentan condiciones cervica-
les no favorables31. Hay que tener en cuenta que la inducción del parto en nulíparas
con menos de 30 semanas de gestación y con cervix uterino no favorable para la in-
ducción, tienen una alta probabilidad de derivar en una inducción prolongada, por lo
que muchos clínicos prefieren realizar una cesárea en este tipo de pacientes31. La cesá-
rea es necesaria en el 60% de los casos5; y como se pueden formar colecciones por tra-
sudado o por hematomas se debe considerar dejar drenajes sub o suprafascial para
minimizar la necesidad de una nueva intervención quirúrgica27,29.
La técnica anestésica a realizar durante la cesárea, depende del estado de los pará-
metros de la coagulación y de la experiencia del anestesiólogo31. Se recomiendan la anes-
tesia locoregional, para evitar las complicaciones asociadas con la anestesia general27, no
obstante, está contraindicada si existen alteraciones graves de la coagulación31. Durante
la intervención quirúrgica no se debe ni biopsiar ni palpar el hígado de manera violenta
por el riesgo de rotura hepática31.
142
SÍNDROME HELLP
Desde que se sugirió que los corticoesteroides tienen efectos beneficiosos en los sín-
tomas clínicos y en los parámetros de laboratorio que se presentan en el curso natural
del síndrome de HELLP38, en la literatura han aparecido gran cantidad de casos clíni-
cos y estudios retrospectivos. Sin embargo hay pocos estudios prospectivos randomiza-
dos, que comparan el uso de dosis altas de dexametasona o betametasona en el síndrome
de HELLP5,25-28,31,38-40. Según la medicina basada en la evidencia estos estudios tienen
un nivel de evidencia 1B 41, es más, la revisión Cochrane acerca de este tema concluye
que no hay suficiente evidencia para determinar si el uso de los corticoides durante el
síndrome de HELLP disminuye la morbimortalidad materna y enfatizan de que no se
han realizado estudios randomizados controlados42.
Recientemente, Fonseca y cols, realizaron el primer estudio randomizado, doble
ciego, controlado donde se compara el uso de la dexametasona con placebo en 132 pa-
cientes durante el embarazo y concluyen que el tratamiento con dexametasona no re-
duce la duración de los días de estancia hospitalaria, ni la tasa de complicaciones como
insuficiencia renal aguda, edema agudo de pulmón, ni el tiempo de recuperación de los
parámetros de laboratorio44. Por lo que estos resultados no apoyan el uso rutinario de
corticoides. Sin embargo, en este estudio se demostró en el análisis de subgrupos que las
mujeres con síndrome HELLP severo (Clase I, recuento plaquetario menor de
50.000/mm3), el tiempo de hospitalización fue menor y la recuperación de los valores
de laboratorio fue más rápida. Por lo que se insinúa que las pacientes más graves se pue-
den beneficiar del uso de corticoesteroides. Otra posible indicación, sería la adminis-
tración de corticoides previa a la realización de una anestesia locorregional, debido al
probable aumento del recuento plaquetario27.
En resumen, la evidencia disponible sugiere que la administración de corticoides du-
rante el síndrome de HELLP en el período pretérmino, acelera la recuperación de anor-
malidades bioquímicas y de signos clínicos. Sin embargo, existe controversia porque no
se han realizado ensayos randomizados controlados, además todos los trabajos pros-
pectivos son muestras pequeñas y no arrojan conclusiones definitivas, remarcando el
hecho, de que ninguno de estos estudios reporta una mejoría en la morbilidad ma-
terna14.
143
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Transfusión plaquetaria
Esta indicada con recuentos plaquetarios inferiores a 20.000/mm3 y si existe san-
grado significativo a través de los sitios de punción, heridas o hemorragia intraperi-
toneal. Es fundamental corregir la trombocitopenia antes de la realización de la
cesárea, hay anestsiólogos que consideran la administración de 6 a 10 unidades de
plaquetas antes de la intubación orotraqueal de la paciente si el recuento plaquetario
es inferior a 40.000/mm3 27. También es frecuente la transfusión de concentrados de
hematíes, sobretodo en el posparto como consecuencia de la hemólisis continua pro-
longada29.
Posparto
Se sugiere mantener la corticoterapia y el tratamiento con sulfato de magnesio, ex-
cepto en paciente con insuficiencia renal38,43,45,46. Contrariamente a lo que ocurre en la
preeclampsia/eclampsia que las variables clínicas y de laboratorio mejoran durante el
puerperio inmediato, en el síndrome de HELLP existe un empeoramiento de éstas du-
rante las primeras 24-48 horas por lo que las pacientes se deben mantener en la unidad
de cuidados intensivos47. El control de la presión arterial debe ser más agresivo ya que
no existe la preocupación del compromiso de la circulación fetoplacentaria, y se debe de
mantener la presión arterial sistólica menor de 155 mmHg y la presión arterial diastó-
lica menor a 105 mmHg27. En las pacientes en las que persisten las alteraciones después
de 72 horas y que no responden a los corticoides, se puede considerar la plasmaferesis,
aunque esta tenga resultados poco favorables5,27.
PRONÓSTICO
Son varios los autores que han encontrado una recurrencia elevada de preeclamp-
sia/eclampsia y síndrome HELLP en gestaciones posteriores, con mayores tasas de com-
plicaciones obstétricas48-50.
Parece que el riesgo de desarrollar preeclampsia/eclampsia en gestaciones futuras está
alrededor del 20% y la recurrencia de HELLP en el 4-6%.
Estas nuevas gestaciones se asocian a mayor morbilidad del embarazo, condicionando
un riesgo mayor de presentar preeclampsia, parto pretermino, retraso del crecimiento
intrauterino, abruptio placentae y morbilidad perinatal elevada.
144
SÍNDROME HELLP
PUNTOS PRÁCTICOS
11. Para el diagnóstico del Síndrome HELLP exige la presencia conjunta de hemólisis,
disfunción hepática y trombopenia.
12. El Síndrome HELLP siempre aparece en el contexto de una preclampsia severa.
13. La incidencia del HELLP está entre el 0,17-0,85% del total de embarazos.
14. La mayoría de pacientes con HELLP son pacientes jóvenes y nulíparas.
15. En el 70% de las ocasiones el Síndrome HELLP se diagnostica antes del parto.
16. Es Síndrome HELLP está asociado a una lesión endotelial con depósito de fibrina
en la luz de los vasos.
17. La lesión hepática asociada al HELLP es una necrosis parenquimatosa periportal.
18. No existe correlación entre los niveles de enzimas hepáticos y la severidad de la le-
sión histológica.
19. Recuentos de plaquetas menores a 20.000 se correlacionan con complicaciones he-
páticas.
10. La ruptura hepática tiene una incidencia de 1/40.000-250.000 casos.
11. El manejo del hematoma subcapsular hepático no roto es conservador. Si hay evi-
dencia de rotura se recomienda realizar una laparotomía inmediata.
12. Las pacientes con HELLP no suelen presentar una clínica de coagulación intravas-
cular diseminada.
13. La presentación clínica inicial suelen ser síntomas inespecíficos.
14. El 15% de las pacientes con HELLP presentan cifras de presión arterial normal.
15. La mortalidad asociada al Síndrome HELLP varia entre el 0-24% según las series y
países.
16. El tratamiento del Síndrome HELLP tiene como finalidad prevenir las convulsio-
nes, disminuir la presión arterial y realizar el parto de manera expeditiva.
17. Una sobrecarga de fluidos puede producir edema agudo de pulmón, ascitis e hiper-
volemia. Una disminución excesiva del aporte de fluidos puede exacerbar la vaso-
constricción ocasionando más isquemia periférica.
18. El parto es el único tratamiento específico del Síndrome HELLP
19. Debe realizarse el parto de inmediato si el síndrome se desarrolla más allá de la se-
mana 34 de gestación y hay madurez fetal documentada.
20. Si no existen contraindicaciones se recomienda el parto vaginal.
21. El tratamiento con esteroides durante 48 horas parece mejorar el pronóstico materno
y fetal.
22. En las pacientes con HELLP puede existir un empeoramiento en las primeras 24-
48 horas postparto, por lo se deben mantener en una unidad de cuidados intensi-
vos/intermedios.
23. El riesgo de desarrollar preclampsia/eclampsia en gestaciones futuras es de alrededor
del 20%. La recurrencia del Síndrome HELLP está entre el 4-6%.
145
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
BIBLIOGRAFÍA
11. Pritchard JA, Wiesman R, Ratnoff OD, et al. Intravascular haemolysis, thrombocytopenia and other
hematologic abnormalities associated with severe toxemia of pregnancy. N Engl J Med 1954; 250:89-
98.
12. Weinstein L. Syndrome of hemolysis, elevated liver enzymes, and low platelet count: a severe conse-
quence of hypertension in pregnancy. Am J Obstet Gynecol 1982; 142: 159-167.
13. Benson R, Goodlin RC. Preeclampsia as the great impostor (Commentary). Am J Obstet gynecol
1991; 164: 1580-81
14. MacKenna J, Dover NL, Brame RG. Preeclampsia associated with hemolysis, elevated liver enzymes
and low platelets- an obstetric emergency? Obstet Gynecol 1983; 62: 751-4.
15. Jason K. Baxter, Louis Weinstein. HELLP syndrome: the state of the Art. Obstetrical and gynecalo-
gical survey. 2004; 59: 838-45.
16. Mihu D, Costin N, Mihu CM, Seicean A, Ciortea R. HELLP syndrome- a multisystemic disorder.
J Gastrointestin Liver Dis. 2007; 16: 419-24.
17. Sibai BM, Ramadan MK, Usta I, et al. Maternal morbidity and mortality in 442 pregnancies with
hemolysis, elevated liver enzymes, and low platelets (HELLP syndrome). Am J Obstet Gynecol 1993;
169: 1000-6.
18. Martin JN Jr, Blake PG, Perry KG, et al. The natural history of HELLP syndrome: patterns of dise-
ase progression and regression. Am J Obstet Gynecol 1991; 164: 1500-13.
19. Sibai BM. The HELLP syndrome (hemolysis, elevated liver enzymes and low platelets): much do
about nothing? Am J Obstet Gynecol 1990; 162: 311-6.
10. Nova A, Sibai MB, Barton JR et al. Maternal plasma level of endothelin is increased in preeclamp-
sia. Am J Obstet Gyencol 1991; 165: 737.
11. Barton JR, Riely CA, Adamec TA, et al. Hepatic histopathologic condition does not correlate with
laboratory abnormalities in HELLP syndrome (hemolysis, elevated liver enzymes, and low platelet
count). Am J Obstet Gynecol 1992; 167: 1538-43.
12. Minakami H, Oka N, Sato T, et al. Preeclampsia: a microvesicular fat disease of the liver? Am J Obs-
tet Gynecol 1988; 159: 1043-7.
13. Barton JR, Sibai BM. Care of the pregnancy complicated by HELLP syndrome. Obstet Gyenecol
Clin North Am. 1991; 18: 165.
14. Sibai BM, Caritis S, Hauth J. National Institute of Child Health and Human Development Mater-
nal-Fetal medicine Untis Network. What we have learned about preeclampsia. Semin Perinatol 2003;
27: 239-46.
15. Sibai BM. Diagnosis, controversies, and management of the syndrome of hemolysis, elevated liver
enzymes, and low platelet count. Obstet Gynecol 2004; 103: 981-91.
16. Woods JB, Blake PG, Perry KG et al. Ascitis: A portent of cardiopulmonary complications in the pre-
eclamptic patient with the syndrome of hemolysis, elevated liver enzymes, and low platelets. Am J
Obstet Gynecol 1992; 80: 87-91.
17. Ch’ng CL, Morgan M, Hainsworth I, Kingham JG. Prospective study of liver dysfunction in preg-
nancy in Southwest Wales. Gut 2002; 51: 876-80.
18. Barton JR, Sibai BM. Hepatic imaging in HELLP syndrome (hemolysis, elevated liver enzymes, and
low platelet count). Am J Obstet Gynecol 1996; 174: 1820-27.
19. Chan ADS, Gerscovich EO. Imaging of subcapsular hepatic and renal hematomas in pregnancy com-
plicated by preeclampsia and the HELLP syndrome. J Clin Utrasound 1999; 27: 35-40.
20. Goodlin RC. Severe pre-eclampsia: another great imitator. Am J Obstet Gynecol 1976; 125: 747-53.
146
SÍNDROME HELLP
21. Goodlin RC. Preeclampsia as the great impostor. Am J Obstet Gynecol 1991; 164: 1577-81.
22. Isler CM, Rinehart BK, Terrone DA, et al. Maternal mortality associated with HELLP (hemolysis,
elevated liver enzymes, and low platelets) syndrome. Am J Obstet Gynecol 1999; 181: 924-28.
23. Knopp U, Kehler U, Rickmann H, Arnold H, Gliemroth J. cerebral haemodynamic pathologies in
HELLP syndrome. Clin Neurol Neurosurg 2003; 105: 256-61.
24. Araujo AC, Leao MD, Nobrega MH et al. Characteristics and treatment of hepatic rupture caused
by HELLP syndrome. AM J Obstet Gynecol 2006; 195: 129-33.
25. Sibai BM, Ramadan MK. Acute Renal failure in pregnancies complicated by hemolysis, elevated liver
enzymes, and low platelets. Am J Obstet Gynecol 1993; 168: 1682-90.
26. Sibai BM, Barton JR. Dexamethasone to improve maternal outcomes in women with hemolysis, ele-
vated liver enzymes, and low platelets syndrome. Am J Obstet Gynecol 2005; 193: 1587-90.
27. Van Runnard Heimel PJ, Franx AJ, Schobben AFAM, Huisjes AJM, Derks JB. Bruinse HW. Corti-
costeroids, pregnancy, and HELLP syndrome: a review. Obstet Gynecol survey 2004; 60: 57-70.
28. O´Brien JM, Barton JR. Controversies with the diagnosis and management of HELLP Syndrome.
Clinic Obstet Gynec 2005; 48: 460-77.
29. Martin JM, Rose CH, Briery CM. Understanding and managing HELLP syndrome: the role of ag-
gressive glucocorticoids for mother and child. Am J Obstet Gynecol 2006; 1995: 914-34
30. Magpie trial follow-up study collaborative group. The Magpie trial: a randomized trial comparing
magnesium sulphate with placebo for preeclampsia. Outcome for children at 18 months. BJOG
2007; 114: 289-99.
31. Leeman L, Fontaine P. Hypertensive disorders of pregnancy. Am Fam Physician 2008; 78: 93-100.
32. Baxter JS, Weinstein L. HELLP Syndrome: The state of art. Obst Gynecol survey 2004; 59: 838-45.
33. Duley L, Henderson-Smart DJ, Meher S. Drugs for treatment of very high blood pressure during
pregnancy. Cochrane Database of Systematics Reviews 2006; 3: CD001449.
34. Thomas T, Jophy R, Mhaskar A, Misguith D. Are we increasing serious maternal morbidity by pos-
tponing termination of pregnancy in severe pre-eclampsia/eclampsia? J Obstet Gyneacol 2005; 25:
347-51.
35. Norwitz ER, Funai EF. Expectant management of severe preeclampsia remote from term: hope for
the best, but expect for the worst. Editorial. Am J Obstet Gynecol 2008; 199: 209-12.
36. Bombrys AE, Barton JR, Nowacki E, et al. Expectant management of preeclampsia at < 27 weeks ges-
tation: maternal and perinatal outcomes according to gestational age by weeks at onset of expectant
management. Am J Obstet Gynecol 2008; 199: 247.e1-6.
37. American College of Obstetricians and Gynecologists. Diagnosis and management of preeclampsia
and eclampsia: ACOG Practice Bulletin No.:33. Obstet Gynecol 2002; 99: 159-67.
38. Sezik M, Ozkaya O, Sezik HT, Yapar EG. Expectant management of severe preeclampsia presenting
before 25 weeks of gestation. Med Sci Monit 2007; 13: 523-27.
39. Magann EF, Bass D, Chauhan SP, Sullivan Dl, Martin RW, Martin JN Jr. Antepartum corticosteroids:
disease stabilization in patients with the syndrome hemolysys, elevated liver enzymes, low platelets
(HELLP). Am J Obstet Gynecol 1994; 171: 1148-53.
40. Isler CM, barrileux PS, Magann EF. A prospective, ramdomized trial comporimg the efficacy of de-
xamethasone and betamethasone for the treatment of the antepartum HELLP syndrome. Am J Obs-
tet Gynecol 2001; 184: 1332-39.
41. Clenney TL, Viera AJ. Corticosteroids for HELLP (haemolysys, elevated liver enzymes, low platelets)
syndrome. BMJ 2004; 329: 270-2.
42. Shekelle PG, Woolf SH, Eccels. Clinical guidelines: developing guidelines. BMJ 1999; 318: 593-6.
147
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
43. Matchaba P, Moodley J. Corticosteroids for HELLP syndrome in pregnancy. Cochrane Database
Syst Rev 2004; 1: CD002076.
44. Magann EF, Perry KG, Meydrech EF Postpartum corticosteroids: accelerated recovery from the
syndrome hemolysys, elevated liver enzymes, low platelets (HELLP). Am J Obstet Gynecol 1994;
171: 1154-8.
45. Fonseca JE, Mendez F, Catano C, Arias F. Dexamethasone treatment does not improve the outcome
of women with HELLP syndrome: a double blind, place controlled, randomized clinical trial. Am J
Obstet Gynecol 2005; 193:1591-98
46. Yalcin OT, Sener T, Hassa H, Ozalp S, Okur A. Effects of postpartum corticosteroids in patients
with HELLP syndrome. Int J Gyn Obstet 1998; 61: 141-8.
47. Martin JN Jr, Blake PG, Perry KG. Better maternal outcomes are achieved with dexamethasone the-
rapy for postpartum HELLP (hemolysys, elevated liver enzymes, thrombocytopenia) syndrome. Am
J Obstet Gynecol 1997; 177: 1011-17.
48. Martin JN Jr, Blake PG, Perry KG. The natural history of HELLP syndrome: patterns of disease pro-
gression and regression. Am J Obstet Gynecol 1991; 164: 1500-13.
49. Sullivan CA, Magann EF, Perry KG, et al. The recurrence risk of the syndrome of hemolysis, eleva-
ted liver enzymes and low platelets (HELLP) in subsequent gestations. Am J Obstet Gynecol 1994;
171: 940-3.
50. Sibai BM, Ramadan MK, Chari RS et al. Pregnancies complicated by HELLP syndrome (hemoly-
sis, elevated liver enzymes, and low platelets): subsequent pregnancy outcome and long-term prog-
nosis. Am J Obstet Gynecol 1995; 172: 125-9.
51. Charnes MC, Haddad B, Barton JR, et al. Subsequent pregnancy outcome in women with a history
of HELLP syndrome at <28 weeks of gestation. Am J Obstet Gynecol 2003; 188: 1504-8.
148
C APÍTULO 7
SHOCK HEMORRÁGICO
149
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Prevalencia, importancia impacto y repercusión
Hemorragia pre parto
Placenta previa
Abruptio placentae
Placenta acreta/increta/percreta
Rotura uterina
Embolismo de líquido amniótico
Hemorragia post parto
Retención placentaria
Atonía uterina
Laceraciones del canal del parto
Inversión uterina
Coagulopatías
Tratamiento
Farmacológico
Técnicas invasivas
Algoritmo médico-quirúrgico
Reanimación y manejo de hemoderivados
Bibliografía
150
SHOCK HEMORRÁGICO
INTRODUCCIÓN
Prevalencia, importancia, impacto y repercusión
El embarazo, y como su culminación final el parto, es un periodo con importantes
repercusiones maternas; no sólo medicas, sino también emocionales y sociales. En su in-
mensa mayoría las gestantes son mujeres jóvenes, clasificadas generalmente como ASA
I y II. Un pequeño porcentaje presentan patología asociada (ya sean enfermedades de
base o bien patología ligada a la gestación). Es en estos casos cuando el riesgo de pre-
sentar complicaciones durante el parto es mayor, y la tolerancia a las mismas es más pe-
queña: se ve entonces amenazada la vida de la madre y la del feto1.
Cada minuto muere una mujer en el mundo por complicaciones relacionadas con
el embarazo y el parto2. El dato de que la tasa global de mortalidad materna mun-
dial es de 402 muertes por cada 100.000 nacimientos3 esconde el trágico dato de
que el 99% de dichas muertes se producen en países en vías de desarrollo4. Además,
incluso en muchos países desarrollados la hemorragia obstétrica es una de las com-
plicaciones materna evitable más frecuente5. Concretamente, el sangrado excesivo
durante o después del parto es la causa de la mitad de muertes maternas en los paí-
ses en vías de desarrollo y es la causa aislada más frecuente de mortalidad materna en
todo el mundo6,7. El sangrado durante el parto, es un hecho inevitable. La presencia
de una circulación útero-placentaria que alcanza un promedio de 500 a 700 ml/mi-
nutos al final de la gestación8 hace que el desprendimiento normal de la placenta
tenga como consecuencia un abundante sangrado. Ya en los años sesenta se definió
la hemorragia obstétrica como aquella que sobrepasaba los 500 ml en el parto por vía
vaginal, y los 1.000 ml en la cesárea9. Posteriormente, en los años noventa se definió
como aquella en la que había una pérdida de un 10% de la volemia, o bien cuando
era necesaria una transfusión sanguínea10. Una definición práctica de hemorragia
obstétrica mayor incluye (1) pérdida sanguínea estimada de 2.500 ml o más, (2)
transfusión de 5 ó más concentrados de hematíes o (3) coagulopatía por sangrado.
Más allá de la hemorragia obstétrica en sí, la definición de “hemorragia masiva” es
subjetiva. Sin embargo muchos coinciden en que se puede definir desde un punto de
vista práctico como el “sangrado sintomático que requiere una intervención emer-
gente para salvar la vida de la paciente” o bien una “pérdida de más del 25% de la
volemia del paciente”11, teniendo en cuenta que la misma es aproximadamente un
8% del peso corporal.
Pero si tenemos en cuenta todas estas definiciones, hemos de ser conscientes de que
un hecho fundamental es que la hemorragia obstétrica es difícil de determinar y fre-
cuentemente se subestima12. Además, las estimaciones de la pérdida hemática hechas
por el clínico, tras el tercer estadio del parto, no incluyen las pérdidas continuas en las
151
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
152
SHOCK HEMORRÁGICO
HEMORRAGIA PREPARTO
Placenta previa
Se diagnostica cuando alguna porción de la placenta se inserta en el segmento infe-
rior del útero. La clásica división en 4 grados ha pasado a la más simplificada actual-
mente: mayor y menor según ocluya o no el orificio cervical interno. La mayor puede
provocar una oclusión total o parcial del mismo. Su incidencia es de 1/200 embarazos
y ha aumentado de forma paralela al número de cesáreas y a la mejora en los métodos
diagnósticos. Supone un riesgo aumentado de hemorragia del tercer trimestre, hemo-
rragia intra y postparto, histerectomía, transfusión y sepsis. Aun así es una causa rara de
mortalidad materna en países desarrollados (0.03%). La mortalidad perinatal es 4-8%
debido, sobre todo, a prematuridad. Se presenta como hemorragia indolora del tercer
trimestre que varía desde mínimo sangrado (con actitud expectante) hasta hemorragia
profusa (con la necesidad de reanimación, seguida de cesárea urgente)21.
Abruptio placentae
Se define como la hemorragia derivada de la separación precoz del útero, de una pla-
centa normalmente insertada. Ocurre en 1/100 embarazos. Clínicamente, la sangre puede
salir al exterior (70%) o bien quedar contenida entre la placenta y el útero (30%) e infil-
trar este último (útero de Couvelaire). Se divide en 4 grados que van desde su hallazgo ca-
sual tras la expulsión de la placenta hasta aquélla que provoca shock hemorrágico materno,
coagulopatía y pérdida del bienestar fetal. La mortalidad perinatal es del 14-67%21.
Rotura uterina
Su incidencia varía de 0.02 a 0.2% en úteros sin y con antecedente de cesárea previa, res-
pectivamente. Parece que el sangrado es mayor cuando el útero que se rompe tiene una ci-
catriz de uterotomía, pero en un estudio reciente no se encontraron diferencias de
morbi-mortalidad materno-fetal entre los 2 tipos de rotura. Aunque es una etiología infre-
cuente, juega un papel importante en la mortalidad materna por hemorragia19.
153
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
HEMORRAGIA POSTPARTO
Retención placentaria
Es la segunda causa más frecuente de hemorragia post-parto (20-30% de los casos).
Se ha de investigar siempre porque se suele acompañar de atonía uterina, lo que puede
llevar a un mal diagnóstico. Se diagnostica ante la ausencia de alumbramiento o bien
ante una placenta ya expulsada pero de forma incompleta.
Atonía uterina
Es la principal causa de hemorragia post-parto (se encuentra como única causa en el
50-60% de los casos) y se suele presentar como una hemorragia indolora continua,
acompañada de un útero blando y de mayor tamaño del que debiera tener en ese mo-
mento del puerperio. La sangre puede quedar retenida y no hacerse evidente hasta que
se realiza compresión manual del útero, al final del periodo expulsivo, por lo que el san-
grado objetivado durante el alumbramiento no es reflejo del sangrado real acontecido.
Inversión uterina
De diagnóstico obvio y causa yatrogénica, esta patología se caracteriza por la exte-
riorización de la superficie interior del útero a través de la vagina y está favorecido por
la atonía uterina. La inestabilidad hemodinámica que le acompaña es generalmente su-
perior a la que causaría el sangrado por sí solo. El tratamiento (reversión uterina manual)
se ha de acompañar de fármacos tocolíticos; vasopresores endovenosos y uterotónicos
posteriormente.
154
SHOCK HEMORRÁGICO
Coagulopatías
De forma evidente, la hemorragia en sí puede ser tanto causa como consecuencia de
una alteración de la coagulación. Muchas son las causas que se pueden mencionar, entre
ellas algunas congénitas como la Enfermedad de von Willebrand, y otras adquiridas
como el Síndrome HELLP, la coagulación intravascular diseminada, o los tratamientos
con anticoagulantes, pero en rarísimas ocasiones estas alteraciones son un desencade-
nante claro de una hemorragia obstétrica masiva, siendo las causas anteriormente men-
cionadas las más frecuentes19.
TRATAMIENTO
Farmacológico (Tabla 1)
Prevención de la hemorragia
La hemorragia postparto puede producir un estado de shock potencialmente letal
en un periodo corto de tiempo. Se trata de una emergencia obstétrica que precisa de un
manejo rápido y vigoroso. Siempre se identificará la causa etiológica del sangrado de cara
a ofrecer el tratamiento más adecuado. A pesar del tratamiento sintomático y etiológico
no debemos olvidar la importancia del tratamiento preventivo del sangrado, basado en
tres pilares fundamentales como son el clampaje precoz del cordón umbilical, la ex-
tracción rápida de la placenta con tracción a través del cordón tras la contracción ute-
rina y la administración de fármacos uterotónicos que disminuyen la incidencias de
éstos eventos, son estrategias que provocan las contracciones uterinas y la disminución
del tamaño uterino acortando el tercer estadio del parto22-25. En caso de atonía uterina
se hace indispensable el masaje bimanual uterino y la extracción de coágulos. Una revi-
sión sistemática de la Cochrane demuestra la reducción del sangrado en más de 500 ml
a expensas de la presentación de efectos secundarios en forma de nauseas, vómito y au-
mento de la presión arterial con ausencia de efectos sobre el recién nacido.
155
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
156
SHOCK HEMORRÁGICO
157
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Balón intraútero
Debido a su rápida, fácil y segura colocación, incluso en mano inexpertas, el balón
intrauterino es la primera opción de tratamiento invasivo. Existen diversos tipos, espe-
cíficos o no, como el balón de Sengstaken-Blackmore; el balón urológico de Rush; el
balón de Braki o bien la colocación de empaquetado con gasas. Indicados tanto para par-
tos vaginales como partos por cesáreas, quedan alojados en la cavidad intrauterina, para
una vez insuflado, crear un efecto mecánico de taponamiento del sangrado. Siempre
debe ir acompañado de profilaxis antibiótica y sondaje vesical. Para su colocación no
suele requerir la aplicación de anestesia.
No está claro cuándo deben ser retirados, en general se acepta un tiempo mínimo de
tratamiento entorno a 24-36 horas concomitante con el resto del tratamiento farmaco-
lógico que se prolongará durante 12-24 horas tras la retirada del balón. Nivel de evi-
dencia/recomendación III B.
158
SHOCK HEMORRÁGICO
Embolización35
Descrita por Brown en 1979 consiste en la embolización, mediante la colocación de
un catéter selectivo en la arteria uterina, con coils versus partículas reabsortivas. Precisa
del traslado de la paciente a la sala de angioradiología y anestesia en la mayoría de las
ocasiones. Evita la morbilidad de los tratamientos quirúrgicos manteniendo la fertilidad
en la mayoría de las pacientes. Puede realizarse como técnica de elección tras el fracaso
de las medidas farmacológicas y del balón intrauterino o bien como prevención del san-
grado o rescate tras la cirugía. Sus indicaciones incluyen la atonía uterina, la hemorra-
gia cérvico-uterina, las laceraciones cérvico-vaginales que no se resuelven
quirúrgicamente y la placenta acreta.
Extremadamente raras son las complicaciones graves, como la infección pélvica; em-
bolismo pulmonar o la necrosis uterina o vesical. De un 0-10% presentan complica-
ciones menores en forma de inflamación local con dolor y fiebre. Nivel de
evidencia/recomendación IIIB
159
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Histerectomía
Constituye el último recurso terapéutico que no obstante, para su éxito, nunca de-
bería demorarse. Habek y Becarevic reportan una incidencia de la histerectomía peri-
parto del 0.08%.
Algoritmo médico-quirúrgico
Cada centro tiene su propio algoritmo basado tanto en la experiencia profesional del
equipo médico integrante como de las posibilidades técnicas de que se dispongan. A
continuación relataremos el algoritmo que actualmente se hace servir en el área de ma-
ternidad de nuestro centro.
Desde el punto de vista anestésico la actuación ante cualquier hemorragia obstétrica
comenzará con la monitorización adecuada, oxigenoterapia y la canalización de dos vías
cortas de grueso calibre por las que se infundirán cristaloides y/o coloides hasta diferentes
hemoderivados según el grado de hemorragia al que nos estemos enfrentando. Es la ex-
presividad clínica de la hemorragia la que nos ha de guiar más que la evidencia de san-
grado, puesto que como hemos visto, usualmente la hemorragia externalizada es menor
a la que realmente se ha producido. Asímismo, la realización de pruebas cruzadas o no
previas a la transfusión vendrá determinada por el grado de urgencia. Se utilizarán, en
caso necesario, los vasopresores que se crean oportunos.
Desde el punto de vista quirúrgico el manejo de la hemorragia obstétrica comienza
por la evaluación del tono uterino. Si éste es normal, se pasará a hacer una revisión del
canal del parto, con la reparación de las posibles lesiones que se encuentren. Si la he-
morragia no cediera se podría plantear la embolización selectiva si el estado hemodiná-
mico lo permite. Si pese a un tono uterino normal no se encuentran lesiones en el canal
del parto se procederá a una laparotomía para revisión (a menos que el sangrado sea
mínimo). Se repararán las lesiones que se encuentren, y en ausencia de lesiones eviden-
tes se procederá a realizar suturas de compresión (B-Lynch o Hayman). Si esto es in-
efectivo se ligarán las arterias uterinas/hipogástricas. Si tras estas maniobras se continúa
con un sangrado incontrolable se planteará la embolización selectiva vs. histerectomía
según sea el estado hemodinámico de la paciente y su deseo genésico.
Ante la evaluación inicial de un tono uterino disminuido se procederá a la búsqueda
de restos placentarios y a su extracción mediante legrado ecoguiado. Si no se encuen-
tran restos, o el útero persiste hipotónico tras su extracción, se administrarán secuen-
cialmente los siguientes uterotónicos: oxitocina (10-40 UI endovenosas lentas),
metil-ergometrina (0.2 mg/2 horas intramuscular, máximo 5 dosis) y carboprost (0.25
mg/15 minutos intramuscular, máximo 8 dosis). Se pueden administrar 100 µg de mi-
soprostol por vía rectal si no se dispone de otra alternativa (uso compasivo). Estas ma-
160
SHOCK HEMORRÁGICO
Shock hemorrágico
La gravedad de la hemorragia se ha cuantificado usando métodos diferentes en la li-
teratura dedicada a este tema. En muchos casos se ha definido en función del número
de unidades transfundidas en 3 horas o en las primeras 24 horas y en otros casos como
el volumen de sangre perdido en relación a la volemia del paciente. Pero el concepto sub-
yacente que nos determinará si una hemorragia es significativa desde el punto de vista
de la reanimación es el daño causado a los órganos por el déficit mantenido en el trans-
porte de oxígeno a los tejidos. Por lo tanto la pérdida sanguínea que condiciona hipo-
perfusión tisular ya sea clínica o subclínica y que es la definición shock hemorrágico
será lo que marcará el pronóstico.
Triada Fatal
El shock de origen hemorrágico, sea cual sea la causa, conlleva sufrimiento celular por
la reducción del transporte de oxígeno provocando una alteración en el metabolismo y
función de los tejidos. La primera consecuencia será la acidosis y la hipotermia que por
si mismas causaran coagulopatía y por ello más sangrado. Por otro lado, el intento de
reponer la volemia con sueroterapia provocará más hipotermia y coagulopatía dilucio-
nal. Hipotermia, coagulopatía y acidosis constituyen la Tríada Fatal42. Este proceso
constituye un verdadero círculo vicioso con desenlace fatal (Figura 1).
161
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
En los siguientes apartados se tratan los siguientes parámetros que podemos utilizar
para evaluar la repercusión del sangrado. Están destinados tanto a la cuantificación ini-
cial del sangrado como a las reevaluaciones continuas durante la reanimación para ase-
gurar una correcta recuperación de la homeostasis constituyendo parámetros finales o
diana (endpoints) a alcanzar.
Diagnóstico clínico
La aproximación clínica es rápida y al alcance en cualquier medio sanitario y se basa
en la observación de las constantes vitales y examen físico.
Clásicamente los parámetros utilizados para la evaluación del shock son los parámetros
clínicos como la tensión arterial (TA), frecuencia cardíaca (FC) estado mental y oliguria.
Pero podemos observar en la Tabla 3 que estos parámetros tienen sus limitaciones.
Son parámetros que tienen baja sensibilidad y especificidad43. Por un lado, podemos
tener valores normales de todos ellos en pacientes con shock leve-moderado, así si no
empezamos la reanimación, estamos infravalorando estados de hipoperfusión subclíni-
cos (shock oculto o críptico) que aumentan el riesgo de presentar fallo multiorgánico en
los días siguientes. Por otro lado pueden estar alterados sin que el paciente presente
shock (p.e. dolor y aumento de la FC y TA).
Como veremos en el siguiente apartado donde se habla del shock oculto, estos pará-
metros no pueden ser usados de manera aislada para guiar la recuperación de la homeos-
tasis. Son parámetros que necesariamente tienen que ser corregidos, pero su corrección no
es suficiente para asegurar una buena perfusión tisular. Su corrección se encuentra en el
camino de la restitución óptima pero no pueden constituir el objetivo final.
162
SHOCK HEMORRÁGICO
Shock oculto
Desde del punto de vista del diagnóstico inicial, no podemos descartar shock en los
pacientes que mantienen la tensión arterial ya que el organismo despliega sistemas com-
pensadores para evitar el colapso cardiovascular. Mediante la vasoconstricción se redis-
tribuye el flujo de sangre a los órganos vitales: corazón y cerebro. El resultado es que
mientras los signos vitales permanecen inalterados, los tejidos no inmediatamente vita-
les (riñones, tubo digestivo y músculos) permanecen en estado de hipo perfusión.
A la hora de guiar la reanimación, tampoco podemos usar solamente los parámetros clí-
nicos porque resultan poco fiables. En los casos de shock grave detectado de forma clínica
(TA, FC, etc) la corrección de estos parámetros no es suficiente para asegurar la recupera-
ción de una buena perfusión. En un estudio sobre una población de 36 pacientes críticos
de diferente etiología, se demuestra que la normalización de estos parámetros no asegura una
recuperación de los valores de lactato ni unos valores de transporte de oxígeno adecuados44.
Diagnóstico analítico
El apoyo diagnostico mediante parámetros de laboratorio nos permite profundizar
en el diagnóstico pero nos retrasa el proceso. Este retraso dependiendo del caso puede
resultar crítico.
Hematocrito (Hct)
No se recomienda el uso de un único valor de Hct como marcador único de laboratorio
de sangrado. El Hct seriado tiene buena especificidad, (los pacientes a los que les caiga el he-
matocrito seguro que estarán sangrando) pero el paciente con sangrado significativo puede
permanecer sin variación de su valor inicial de Hct. Representa en definitiva un mal pará-
metro ya que es poco sensible para la detección precoz de pérdida sanguínea significativa.
163
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
164
SHOCK HEMORRÁGICO
Estrategias
Una vez expuestas las herramientas para el diagnóstico y seguimiento del estado del
paciente se tratará el cómo restablecer la homeostasis de manera más adecuada. Existen
diferentes estrategias para llegar a este objetivo (Tabla 4).
Tradicional
El manejo tradicional consiste en empezar administrando líquidos. Si tras adminis-
trar 2 litros de cristaloides la paciente continua inestable se procede a administrar con-
centrados de hematíes. Por último ante la presencia de hemorragia microvascular y con
valores analíticos de coagulación y plaquetas por debajo de un nivel crítico se adminis-
tra plasma fresco congelado y plaquetas.
165
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
En las pacientes con un sangrado menos grave, como los pacientes con shock oculto o
hipotensión transitoria en los que es posible y se prevé un control quirúrgico rápido del
sangrado, esta estrategia seria la óptima. Por extensión, se podría usar este manejo en la
hemorragia obstétrica en pacientes con sangrado subagudo con posibilidades de repa-
ración quirúrgica inmediata.
Hemoderivados
Hemoconcentrados
Una unidad de hemoconcentrados contiene unos 300 ml de volumen con un he-
matocrito del 70%. También contiene conservantes y anticoagulantes (citrato, dextrosa,
adenosina y fosfatos). No contiene plaquetas y solo unos 15 ml de plasma residual. No
se pueden administrar los hemoconcentrados con sueros que contengan calcio ya que
este puede precipitar al combinarse con el citrato. Un hemoconcentrado incrementa en
166
SHOCK HEMORRÁGICO
Crioprecipitados
Se obtiene recogiendo precipitado formado a partir de calentar a 4ºC una unidad de
plasma fresco congelado. Cada unidad contiene 200 o 300 mg de fibrinógeno, factor
167
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
VIII, von Willebrand y factor XIII. Su uso en la hemorragia masiva se restringe a com-
plementar la transfusión del plasma fresco congelado cuando los niveles de fibrinógeno
se encuentran por debajo de 1 g/l.
Plaquetas
Obtenidas a partir de sangre total de múltiples donantes o bien por plasmaféresis. La
administración de una unidad de plaquetas eleva el contaje en 5.000-10.000/mm3. No
es esencial que las plaquetas sean ABO compatibles. La transfusión de plaquetas está in-
dicada cuando se objetiva sangrado microvascular y el nivel de plaquetas se encuentra
por debajo de 50.000/mm3.
BIBLIOGRAFÍA
11. Wise A, Clark V. Strategies to manage major obstetric haemorrhage. Curr Opin Anaesthesiol
2008;21:281-7.
12. Lalonde A, Daviss BA, Acosta A, Herschderfer K. Postpartum hemorrhage today: ICM/FIGO in-
itiative 2004-2006. Int J Gynaecol Obstet 2006;94:243-53.
13. Hill K, Thomas K, AbouZahr C, et al. Estimates of maternal mortality worldwide between 1990
and 2005: an assessment of available data. Lancet 2007;370:1311-9.
14. Obaid TA. No woman should die giving life. Lancet 2007;370:1287-8.
15. Bouvier-Colle MH, Ould El Joud D, Varnoux N, et al. Evaluation of the quality of care for severe
obstetrical haemorrhage in three French regions. BJOG 2001;108:898-903.
16. Chong YS, Su LL, Arulkumaran S. Current strategies for the prevention of postpartum haemorrhage
in the third stage of labour. Curr Opin Obstet Gynecol 2004;16:143-50.
17. Li XF, Fortney JA, Kotelchuck M, Glover LH. The postpartum period: the key to maternal morta-
lity. Int J Gynaecol Obstet 1996;54:1-10.
18. Bimbach DJ BI. Anestesia en obstetricia. In: Miller Anestesia. 6 edición en castellano ed. Madrid: El-
sevier, 2005:2307.
19. Pritchard JA. Megaloblastic anemia during pregnancy and the puerperium. Am J Obstet Gynecol
1962;83:1004-20.
10. Combs CA, Murphy EL, Laros RK,Jr. Factors associated with postpartum hemorrhage with vaginal
birth. Obstet Gynecol 1991;77:69-76.
11. Brunicardi FC, Schwartz SI, Andersen DL, et al. Schwartz's Principles of surgery. New York:
McGraw-Hill, 2005.
12. Dildy GA,3rd, Paine AR, George NC, Velasco C. Estimating blood loss: can teaching significantly
improve visual estimation? Obstet Gynecol 2004;104:601-6.
13. Cunningham FG, Leveno KJ, Bloom SL. Williams obstetrics. Ed 22 ed. New York: McGraw-Hill,
2005:809.
14. Consensus conference. Perioperative red blood cell transfusion. JAMA 1988;260:2700-3.
15. Tsu VD. Postpartum haemorrhage in Zimbabwe: a risk factor analysis. Br J Obstet Gynaecol
1993;100:327-33.
16. Kane TT, el-Kady AA, Saleh S, Hage M, Stanback J, Potter L. Maternal mortality in Giza, Egypt:
magnitude, causes, and prevention. Stud Fam Plann 1992;23:45-57.
168
SHOCK HEMORRÁGICO
17. Prendiville W, Elbourne D, Chalmers I. The effects of routine oxytocic administration in the mana-
gement of the third stage of labour: an overview of the evidence from controlled trials. Br J Obstet
Gynaecol 1988;95:3-16.
18. Schott K, Anderson J. Early postpartum hemorrhage after induction of labor. J Midwifery Womens
Health 2008;53:461-6.
19. Mercier FJ, Van de Velde M. Major obstetric hemorrhage. Anesthesiol Clin 2008;26:53,66, vi.
20. Santoso JT, Saunders BA, Grosshart K. Massive blood loss and transfusion in obstetrics and gyneco-
logy. Obstet Gynecol Surv 2005;60:827-37.
21. Sinha P, Kuruba N. Ante-partum haemorrhage: an update. J Obstet Gynaecol 2008;28:377-81.
22. Prendiville WJ, Harding JE, Elbourne DR, Stirrat GM. The Bristol third stage trial: active versus
physiological management of third stage of labour. BMJ 1988;297:1295-300.
23. Khan GQ, John IS, Wani S, Doherty T, Sibai BM. Controlled cord traction versus minimal inter-
vention techniques in delivery of the placenta: a randomized controlled trial. Am J Obstet Gynecol
1997;177:770-4.
24. Thilaganathan B, Cutner A, Latimer J, Beard R. Management of the third stage of labour in women
at low risk of postpartum haemorrhage. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 1993;48:19-22.
25. Begley CM. A comparison of 'active' and 'physiological' management of the third stage of labour.
Midwifery 1990;6:3-17.
26. Elbourne DR, Prendiville WJ, Carroli G, Wood J, McDonald S. Prophylactic use of oxytocin in the
third stage of labour. Cochrane Database Syst Rev 2001;(4):CD001808.
27. Howard WF, McFadden PR, Keetel WC. Oxytocic Drugs in Fourth Stage of Labor. JAMA
1964;189;411-3.
28. Joy SD, Sanchez-Ramos L, Kaunitz AM. Misoprostol use during the third stage of labor. Int J Gynae-
col Obstet 2003;82:143-52.
29. Ilancheran A, Ratnam SS. Effect of oxytocics on prostaglandin levels in the third stage of labour.
Gynecol Obstet Invest 1990;29:177-80.
30. Pierre F, Mesnard L, Body G. For a systematic policy of i.v. oxytocin inducted placenta deliveries in
a unit where a fairly active management of third stage of labour is yet applied: results of a controlled
trial. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 1992;43:131-5.
31. De Groot AN, van Roosmalen J, van Dongen PW, Borm GF. A placebo-controlled trial of oral er-
gometrine to reduce postpartum hemorrhage. Acta Obstet Gynecol Scand 1996;75:464-8.
32. Nordstrom L, Fogelstam K, Fridman G, Larsson A, Rydhstroem H. Routine oxytocin in the third
stage of labour: a placebo controlled randomised trial. Br J Obstet Gynaecol 1997;104:781-6.
33. Franchini M, Lippi G, Franchi M. The use of recombinant activated factor VII in obstetric and
gynaecological haemorrhage. BJOG 2007;114:8-15.
34. Doumouchtsis SK, Papageorghiou AT, Arulkumaran S. Systematic review of conservative manage-
ment of postpartum hemorrhage: what to do when medical treatment fails. Obstet Gynecol Surv
2007;62:540-7.
35. Sundaram R, Brown AG, Koteeswaran SK, Urquhart G. Anaesthetic implications of uterine artery
embolisation in management of massive obstetric haemorrhage. Anaesthesia 2006;61:248-52.
36. Joshi VM, Otiv SR, Majumder R, Nikam YA, Shrivastava M. Internal iliac artery ligation for arres-
ting postpartum haemorrhage. BJOG 2007;114:356-61.
37. B-Lynch C, Coker A, Lawal AH, Abu J, Cowen MJ. The B-Lynch surgical technique for the control
of massive postpartum haemorrhage: an alternative to hysterectomy? Five cases reported. Br J Obs-
tet Gynaecol 1997;104:372-5.
169
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
38. Ghezzi F, Cromi A, Uccella S, Raio L, Bolis P, Surbek D. The Hayman technique: a simple method
to treat postpartum haemorrhage. BJOG 2007;114:362-5.
39. Ouahba J, Piketty M, Huel C, et al. Uterine compression sutures for postpartum bleeding with ute-
rine atony. BJOG 2007;114:619-22.
40. Ochoa M, Allaire AD, Stitely ML. Pyometria after hemostatic square suture technique. Obstet Gyne-
col 2002;99:506-9.
41. Baskett TF. Uterine compression sutures for postpartum hemorrhage: efficacy, morbidity, and sub-
sequent pregnancy. Obstet Gynecol 2007;110:68-71.
42. Cosgriff N, Moore EE, Sauaia A, Kenny-Moynihan M, Burch JM, Galloway B. Predicting life-thre-
atening coagulopathy in the massively transfused trauma patient: hypothermia and acidoses revisited.
J Trauma 1997;42:857,61; discussion 861-2.
43. Schreiber MA. Damage control surgery. Crit Care Clin 2004;20:101-18.
44. Rady MY, Rivers EP, Nowak RM. Resuscitation of the critically ill in the ED: responses of blood pres-
sure, heart rate, shock index, central venous oxygen saturation, and lactate. Am J Emerg Med
1996;14:218-25.
45. Manikis P, Jankowski S, Zhang H, Kahn RJ, Vincent JL. Correlation of serial blood lactate levels to
organ failure and mortality after trauma. Am J Emerg Med 1995;13:619-22.
46. Davis JW, Parks SN, Kaups KL, Gladen HE, O'Donnell-Nicol S. Admission base deficit predicts
transfusion requirements and risk of complications. J Trauma 1996;41:769-74.
47. McKinley BA, Marvin RG, Cocanour CS, Moore FA. Tissue hemoglobin O2 saturation during re-
suscitation of traumatic shock monitored using near infrared spectrometry. J Trauma 2000;48:637-
42.
48. Cohn SM, Nathens AB, Moore FA, et al. Tissue oxygen saturation predicts the development of organ
dysfunction during traumatic shock resuscitation. J Trauma 2007;62:44,54; discussion 54-5.
49. Bickell WH, Wall MJ,Jr, Pepe PE, et al. Immediate versus delayed fluid resuscitation for hypotensive
patients with penetrating torso injuries. N Engl J Med 1994;331:1105-9.
50. Holcomb JB. Damage control resuscitation. J Trauma 2007;62:S36-7.
51. Karpati PC, Rossignol M, Pirot M, et al. High incidence of myocardial ischemia during postpartum
hemorrhage. Anesthesiology; Anesthesiology 2004;100:30,6; discussion 5A.
170
C APÍTULO 8
171
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Epidemiología
Fisiopatología
Etiología
Abruptio de placenta
Placenta ácreta
Muerte fetal intrauterina
Sepsis por endotoxina
Preeclampsia. Sd Hellp
Transfusión sanguínea
Aborto inducido
Púrpura fulminans
Clínica
Hemorragias
Tromboembolismos
Shock
Disfunción renal
Disfunción hepática
Disfunción neurológica
Disfunción pulmonar
Diagnóstico
Tratamiento
Tratamiento en casos específicos
Puntos prácticos
Futuras investigaciones
Bibliografía
172
COAGULACIÓN INTRAVASCULAR DISEMINADA ASOCIADA AL EMBARAZO
INTRODUCCIÓN
La coagulación intravascular diseminada (CID) es un síndrome plurietiológico ca-
racterizado por la existencia generalizada de una activación de la coagulación a nivel in-
travascular. Esta entidad se denominó “Coagulopatía de consumo” y “Síndrome de
desfibrinación” en la literatura antigua pero no son unos términos apropiados por lo
que han ido desapareciendo de forma progresiva.
La CID puede presentarse tanto de forma aguda como crónica1,2.
La hemostasia depende de los vasos sanguíneos, plaquetas, factores coagulantes, sus
inhibidores y de la fibrinolisis. En condiciones normales, el endotelio es una superficie
inerte para los factores de la coagulación que circulan en la sangre y no desencadena la
activación de la cascada de coagulación1,2.
La gestación normal se asocia a un estado de hipercoagulabilidad atribuido a múlti-
ples factores3,4 (Tabla1):
• Aumento de los factores procoagulantes a partir de la semana 20 de gestación (a ex-
cepción del F. XIII),
173
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
EPIDEMIOLOGÍA
La CID puede ser desencadenada por múltiples patologías. La primera causa global
es la CID secundaria a patología asociada al embarazo como son, por ejemplo, el des-
prendimiento placentario, la muerte fetal intrauterina, la embolia de líquido amnió-
tico, etc. La CID asociada al embarazo representa aproximadamente el 50% de los casos
de CID. La segunda causa desencadenante, en una tercera parte de los pacientes, es la
carcinomatosis. El resto de casos, un 15-20%, se derivan de múltiples patologías como
infecciones, trastornos del sistema hematopoyético, trastornos vasculares, enfermeda-
des del colágeno, quemaduras extensas, etc1,2,6.
La mortalidad es muy variable, entre el 42-86% de los pacientes y depende tanto de
su gravedad como de la etiología desencadenante, presentando un máximo de mortali-
dad de hasta el 86% en los casos secundarios a embolia de líquido amniótico1,2.
FISIOPATOLOGÍA
La coagulación intravascular diseminada consiste en la activación simultánea de la
cascada de coagulación y del sistema fibrinolítico. Esta activación de la coagulación pro-
voca el consumo y la depleción de los factores coagulantes con un incremento en la ac-
tividad del sistema fibrinolítico. Existe un exceso tanto de trombina como de plasmina,
una depleción de plaquetas y de todos los demás factores. Este déficit por consumo de
los factores coagulantes y fibrinolíticos da lugar a la aparición tanto de hemorragias
como de trombosis generalizadas6,7.
174
COAGULACIÓN INTRAVASCULAR DISEMINADA ASOCIADA AL EMBARAZO
175
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
• Activación del sistema del complemento con la posible aparición de hemólisis mi-
croangiopática
Su gravedad abarca desde un estado compensado sin manifestaciones clínicas hasta
la hemorragia masiva incontrolable, trombosis microvascular y de grandes vasos que
pueden dar lugar a isquemia y a fallo multiorgánico (Tabla 2).
ETIOLOGÍA
Como se ha comentado previamente, la CID nunca es primaria. Durante la gesta-
ción, la coagulación intravascular diseminada puede ser debida a diferentes entidades
como son el desprendimiento de placenta, la muerte fetal intrauterina, la retención pla-
centaria, la embolia de líquido amniótico, la sepsis por endotoxinas, la preeclampsia, la
transfusión masiva, la mola hidatiforme y cualquier situación prolongada de shock1,6.
Abruptio de placenta
El desprendimiento de placenta es una de las causas más comunes de coagulopatía
en la paciente obstétrica. Se estima una incidencia de 1:150 nacimientos, con una mor-
talidad perinatal de un 20%. La gravedad del cuadro clínico es variable y se relaciona
con el grado de separación placentaria. Sólo un 10% de pacientes con desprendimiento
de placenta presentan anormalidades significativas en la coagulación.
Su patogénesis es poco conocida aunque se asocia a la hipertensión materna.
176
COAGULACIÓN INTRAVASCULAR DISEMINADA ASOCIADA AL EMBARAZO
Placenta ácreta
Es la implantación anómala de la placenta al útero, existiendo una invasión de las mi-
crovellosidades placentarias en el interior del miometro. Se presenta en el postparto in-
mediato, en forma de hemorragia masiva, durante la difícil extracción de la placenta. Se
asocia frecuentemente a placenta previa y a inserción placentaria sobre cicatriz de cesá-
rea previa. La CID se produce secundariamente al shock hemorrágico que tiene lugar1,6.
177
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
El cuadro clínico se presenta de forma brusca con una clínica que abarca múltiples
síntomas, como son ansiedad, temblores, escalofríos, tos, vómitos, distrés respiratorio,
cianosis, alteración del nivel de conciencia, hipoxemia, convulsiones y shock. Es una si-
tuación muy grave con una mortalidad que alcanza el 86% de los casos1,6.
Preeclampsia. Sd Hellp.
A diferencia de la gestación normal, la preeclampsia se asocia a la existencia de un ele-
vado número de complejos trombina-antitrombina III acompañado de un descenso de
la ATIII y de las plaquetas así como de una elevación de dímeros D. Esto da lugar a un
cuadro compensado de CID crónica.
El síndrome HELLP es una entidad asociada a los estados hipertensivos del emba-
razo. Se caracteriza por un cuadro clínico que consiste en hemólisis, elevación de enzi-
mas hepáticas y plaquetopenia.
Al igual que en la preeclampsia, en algunas de las pacientes que presentan el sín-
drome Hellp se objetiva la existencia de un estado de CID compensado, también de-
nominado estado de CID crónica1,6.
Transfusión sanguínea
La transfusión masiva de sangre puede dar lugar a plaquetopenia por hemodilución y a
la depleción de factores de coagulación pudiendo dar lugar de forma secundaria a la CID.
La transfusión de sangre incompatible puede causar asimismo una CID de inicio rápido1,6.
Aborto inducido
Se han descrito casos de CID en pacientes en las cuales se ha inducido un aborto con
soluciones hipertónicas de salino y urea. Las soluciones hipertónicas producen lesión a
nivel placentario dando lugar a la liberación de factor tisular hacia la circulación materna
desde la placenta. El factor tisular sería el desencadenante de la CID en estas pacientes1,6.
Púrpura fulminans
Se trata de una rara complicación que aparece tras una sepsis por bacterias Gram nega-
tivas en el puerperio. Consiste en la aparición de una extensa hemorragia en la piel asociada
178
COAGULACIÓN INTRAVASCULAR DISEMINADA ASOCIADA AL EMBARAZO
a la CID. Presenta una fisiopatología desconocida pudiendo estar relacionada con la acti-
vación del complemento, con el resultado del depósito de trombos de fibrina en los vasos
de la piel y otros órganos. La clínica se inicia con lesiones cutáneas de bordes eritematosos
en cara y extremidades, recordando una vasculitis leucocitoclástica, con rápido crecimiento
y necrosis. De forma añadida, aparece un cuadro de shock acompañado de taquicardia y
fiebre. Si no se realiza tratamiento, presenta una mortalidad elevada1,6.
CLÍNICA
La coagulación vascular diseminada en la paciente obstétrica es una situación grave
que requiere reanimación urgente. Los signos y síntomas son los derivados tanto de la pa-
tología responsable de la coagulopatía como de la alteración en la hemostasia (Tabla 3).
La principal manifestación es la hemorragia (70-90%) pero la aparición de shock, dis-
función hepática, insuficiencia renal, manifestaciones neurológicas y pulmonares son
también frecuentes8,9.
Los síntomas más frecuentes e inespecíficos son fiebre, hipotensión, acidosis, protei-
nuria e hipoxia. Otros más específicos son las petequias, púrpura, bullas hemorrágicas,
cianosis acra e incluso gangrena.
Hemorragias
Es el síntoma más frecuente y la primera manifestación de la enfermedad. Se localizan en
la piel y mucosas en forma de petequias, equímosis, sangrado en puntos de venopunción y
sangrado en mucosas. Asimismo, también pueden localizarse en el tracto gastrointesti-
Sistema/Órgano Manifestaciones
Piel Púrpura, hemorragia por punciones, bullas hemorrágicas, necrosis
focal, gangrena acra
Cardiovascular Shock, acidosis, infarto de miocardio, tromboembolismo en pequeños
y grandes vasos
Renal Oliguria, azotemia, hematuria, necrosis tubular aguda, necrosis
cortical renal
Hígado Ictericia, daño parenquimatoso
Pulmón Síndrome de distress respiratorio del adulto, hemorragia, edema,
hipoxemia
S. Nervioso Central Estupor, coma, convulsiones, lesiones focales, hemorragia intracraneal
G. Adrenal Insuficiencia cortico-suprarrenal, necrosis hemorrágica
179
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
nal, pulmón, SNC, riñón, etc. y ser de extrema gravedad. En la CID crónica, existe un
predominio de los fenómenos trombóticos siendo los hemorrágicos de menor impor-
tancia. Esta tendencia a la hemorragia es directamente proporcional al grado de fibri-
nolisis. Así, por ejemplo, en los casos de CID con depleción severa de los factores de
coagulación pero sin fibrinolisis excesiva, como en enfermedades hepáticas o en casos
tratados con antifibrinolíticos, las manifestaciones hemorrágicas son poco frecuentes8.
Tromboembolismos
En la CID, una manifestación frecuente es la formación de microtrombos y, más rara-
mente, la trombosis en grandes vasos; como por ejemplo el tromboembolismo pulmonar,
embolismos cerebrales, trombosis de venas renales, hepáticas, intestinales, etc. Son los cau-
santes de la disfunción orgánica grave y de la importante morbi-mortalidad de este cuadro8.
Shock
Puede ser debido tanto a la enfermedad subyacente como a la misma CID debiendo
ser diagnosticado y tratado de forma emergente mediante la reposición volémica y la res-
tauración de la perfusión y oxigenación sistémica8.
Disfunción renal
Es secundario a la isquemia cortical por las microtrombosis y la necrosis tubular
aguda secundaria a la hipotensión y al shock. Cursa en forma de oligoanuria, uremia,
acidosis y hematuria. Se observa en el 25-67% de los casos8.
Disfunción hepática
Ocurre en el 24-30% de los pacientes y es secundaria a la sepsis, a los trastornos en
la microcirculación y a la hipotensión prolongada. Da lugar a ictericia, elevación de las
transaminasas y colostasis así como depleción de factores de coagulación y fibrinolisis
con el consiguiente agravamiento del cuadro clínico8.
Disfunción neurológica
También secundaria a la microtrombosis, trombosis de grandes vasos, embolias y he-
morragias. Se presenta en forma de síntomas inespecíficos como el coma, delirio, sín-
tomas neurológicos focales transitorios y meningismo8.
Disfunción pulmonar
Se manifiesta como hipoxemia transitoria en las formas leves de CID pero pueden
aparecer incluso hemorragias pulmonares, tromboembolismos, shock, cor pulmonale y
SDRA en los casos más graves.
180
COAGULACIÓN INTRAVASCULAR DISEMINADA ASOCIADA AL EMBARAZO
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de la CID se basa en tres elementos: el diagnóstico de la enfermedad
causal, la clínica y los resultados de laboratorio7,10.
A nivel clínico se observa sangrado en los lugares de venopunción y de mucosas, he-
mólisis, púrpura, petequias, hemorragias, oliguria secundaria a la afectación renal, dis-
función pulmonar, cardíaca, hepática y neurológica, hipovolemia, hipotensión y shock2.
A nivel de laboratorio se objetiva la existencia de la activación de la cascada de coagula-
ción y el consumo secundario de factores de coagulación, en particular de los factores I, II,
V, VIII, activación del sistema fibrinolítico con presencia de productos de degradación del
fibrinógeno y fibrina junto con hemólisis en algunas ocasiones (ver Tabla 4)2,6,7,10.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la CID consiste en tratar la causa desencadenante y en la reposi-
ción de volumen mediante la administración de coloides y cristaloides, productos san-
guíneos, componentes de la coagulación y soporte cardiorrespiratorio1,2,6,7,9.
La corrección del déficit de factores de la coagulación se realiza mediante la admi-
nistración de plasma fresco congelado (PFC). Se debe administrar una unidad de PFC
181
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Abruptio de placenta
Si el feto está muerto, se debe intentar un parto vaginal lo antes posible. En cambio,
si está vivo, se debe realizar una cesárea urgente cuando el parto vaginal no es inmi-
nente.
Los hemoderivados en forma de PFC, concentrados de hematíes y concentrados pla-
quetarios deberán estar disponibles en caso necesario. La hemorragia posparto debe ser
tratada mediante oxitocina, prostaglandinas y masaje uterino. En caso de sangrado re-
fractario, puede utilizarse la infiltración subendometrial de vasopresina1,6.
La anestesia regional está contraindicada en estos casos por el riesgo de hipotensión
y el riesgo de hematoma epidural.
Placenta ácreta
El tratamiento, aparte de la reanimación con fluidos, es la histerectomía así como la
embolización arterial1.
182
COAGULACIÓN INTRAVASCULAR DISEMINADA ASOCIADA AL EMBARAZO
PUNTOS PRÁCTICOS
1. Durante la gestación está descrito que se producen un 50% de casos de CID.
2. La CID es un trastorno siempre secundario a otra patología desencadenante.
3. Debe realizarse un diagnóstico precoz de la existencia de un trastorno de coagulación
y de su desencadenante.
4. El tratamiento consiste en tratar la causa así como en la adecuada reposición con cris-
taloides, coloides y componentes sanguíneos.
5. La CID de bajo grado presenta PDF elevados y plaquetopenia.
6. La CID fulminante se caracteriza por una gran alteración de factores de coagulación
y gran descenso de fibrinógeno y plaquetopenia severa.
7. Periódicamente se deben reevaluar los protocolos sobre el manejo de la hemorragia
masiva en el embarazo.
FUTURAS INVESTIGACIONES
1. Evaluar la determinación de trombomodulina para el diagnóstico del abruptio de
placenta.
2. Valoración de la infusión subendotelial de vasopresina durante la cesárea para el con-
trol de la hemorragia placentaria incoercible.
BIBLIOGRAFÍA
1. Letsky E. Disseminated intravascular coagulation. Best Practice&Research Clinical Obstetrics and
Gynaecology. Vol 15 (4): 623-644.
2. Guerrero R, Ripoll M, Velasco F. Coagulación intravascular diseminada. Disponible en http://tra-
tado.uninet.edu/c0603i.html
3. Brenner B. Haemostatic changes in pregnancy. Thromb Res. 2004;114(5-6):409-14.
4. Cerneca F, Ricci G, Simeone R, Malisano M, Alberico S, Guaschino S. Coagulation and fibrinolysis
changes in normal pregnancy. Increased levels of procoagulants and reduced levels of inhibitors during
pregnancy induce a hypercoagulable state, combined with a reactive fibrinolysis. Eur J Obstet Gyne-
col Reprod Biol. 1997;73(1):31-6.
183
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
15. Marik PE, Plante LA. Venous thromboembolic disease and pregnancy. N Engl J Med. 2008;359
(19):2025-33.
16. Lurie S, Feinstein M, Mamet Y. Disseminated intravascular coagulopathy in pregnancy: thorough
comprehension of etiology and management reduces obstetricians’ stress. Arch Gynecol Obstet.
2000;263:126-130.
17. Levi M, Toh CH, Thachil J, Watson HG Toh. Guidelines for the diagnosis and management of dis-
seminated intravascular coagulation. Br J Haematol 2009;145:24-33.
18. Coagulación intravascular diseminada en obstetricia. Obstetricia Crítica. Eduardo Malvino 2006.
19. CID y embarazo. Disponible en: http://escuela.med.puc.cl/paginas/departamentos/obstetricia/alto
riesgo/CID.html
10. Kobayashi T, Terao T, Maki M, Ikenoue T. Disseminated intravascular coagulation. Diagnosis and
management of acute obstetrical DIC. Seminars in Thrombosis and Hemostasis. Vol 27, nº2, 2001.
184
C APÍTULO 9
185
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Cambios en la fisiología pulmonar durante el embarazo
Causas de insuficiencia respiratoria durante el embarazo
Síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA)
Epidemiología
Causas
Manejo del SDRA durante el embarazo
Evaluación del momento del parto
Neumonía
Efectos en el feto
Factores de riesgo
Etiología
Índices de severidad e indicación de ingreso en UCI
Indicaciones de IOT + VM
Tratamiento
Asma agudo grave
Asma agudo durante el embarazo
Asma grave
Tratamiento del asma durante el embarazo
Ventilación mecánica
Puntos prácticos
Futuras investigaciones
Bibliografía
186
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
INTRODUCCIÓN
La insuficiencia respiratoria durante el embarazo continúa siendo una de las princi-
pales causas de morbilidad y mortalidad materna. Es la principal causa de ingreso en uni-
dades de cuidados intensivos de la paciente obstétrica y es responsable de más del 30%
de las muertes maternas1. Los cambios fisiológicos que se producen durante el embarazo
hacen que la mujer embarazada sea más susceptible a presentar complicaciones respira-
torias. Por otro lado, la disnea es un síntoma frecuente durante el embarazo ya que el
70% de las gestantes presentan sensación de disnea durante un embarazo normal no
complicado.
Consumo de O2 ↑ 20-50%
Capacidad vital =
FEV1 =
187
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Los cambios hormonales vienen marcados desde el inicio del embarazo por unos ni-
veles aumentados de progesterona. Ésta estimula en el cerebro el centro respiratorio, ya
sea de forma directa o modificando su sensibilidad a la presión arterial de CO2 (PaCO2),
aumentando así la profundidad de la respiración (hiperpnea) pero no su frecuencia la
cual se mantiene relativamente constante durante todo el embarazo o aumenta leve-
mente. El volumen minuto (Vmin) se incrementa un 20-50% antes del final del primer
trimestre manteniéndose estable posteriormente. Este aumento en el Vmin contribuye
a disminuir la PaCO2 en la gestante respecto a la paciente no gestante hasta 28-32
mmHg. La compensación para esta alcalosis respiratoria se da mediante la excreción
renal de bicarbonato. De este modo, la concentración plasmática de bicarbonato dis-
minuye desde 24 mEq/L en la no gestante hasta 19-20 mEq/L en la embarazada. El
pH sanguíneo se mantiene alrededor de 7,40-7,45.
Epidemiología
La presencia de SDRA durante la gestación es rara, frecuentemente letal y representa
una de las principales causas de mortalidad materna. Su prevalencia durante el embarazo
se estima en 16-70 casos por 100.000 gestaciones2. En 1994 la Conferencia Americano-
Europea de Consenso propuso una definición de SDRA que se caracteriza por inicio
agudo, presencia de infiltrados pulmonares bilaterales y relación PaO2/FiO2 ≤200 con pre-
sión capilar pulmonar normal (≤18 cmH2O). En la lesión pulmonar aguda (LPA) el grado
de hipoxemia es menor (PaO2/FIO2 ≤300) siendo iguales el resto de criterios3.
Existen una serie de factores que predisponen a la aparición de SDRA (Tabla 2).
188
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
Neumonía Traumatismo
Convulsiones Sobredosis
Causas
El espectro de las diferentes causas de SDRA se amplia durante el embarazo. Entre las
causas que tradicionalmente pueden originar LPA/SDRA destacan: neumonía bacteriana,
lesión pulmonar inducida por el ventilador (VILI), lesión por inhalación de humo, neu-
monitis química, contusión pulmonar, embolismo graso, sepsis, traumatismos, quema-
duras, pancreatitis aguda y lesión pulmonar aguda por transfusión (TRALI). La sepsis con
hipotensión prolongada es la causa más común de SDRA tanto en pacientes obstétricas
como no obstétricas4. En relación con la TRALI ésta aparece como respuesta a la transfu-
sión de cualquier componente sanguíneo, se desarrolla rápidamente, los síntomas pueden
aparecer durante las primeras 6 horas postransfusión e incluso durante ésta5.
Las pacientes gestantes tienen un alto riesgo de aspiración de contenido gástrico es-
pecialmente durante el trabajo de parto. La prevalencia de aspiración es de 1-15 casos
por 10.000 partos y es más frecuente en las cesáreas. El empleo de anestesia locoregio-
nal, la administración de antiácidos y el correcto manejo de la vía aérea han disminuido
el riesgo de neumonitis por aspiración.
La pielonefritis durante la gestación es otra causa de desarrollo de SDRA: el 7% de
las gestantes con pielonefritis pueden desarrollar insuficiencia respiratoria. La frecuen-
cia de recurrencia durante la misma gestación es alta. Las gestantes presentan además un
riesgo aumentado de desarrollar otras infecciones como neumonías virales (incluida va-
ricela), listeriosis, infecciones fúngicas y malaria. Durante la gestación parece existir un
estado de relativa inmunodepresión que podría explicar la alta frecuencia de complica-
ciones pulmonares y SDRA en la gestante con infección bacteriana séptica o vírica. Al-
gunos autores sugieren que la gestación per se sería factor de riesgo para desarrollar lesión
pulmonar y SDRA6.
189
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Entre las causas específicamente obstétricas del SDRA destacan infecciones intrau-
terinas (amnionitis y endometritis), preeclampsia o eclampsia, hemorragia obstétrica y
desprendimiento de placenta, embolia de líquido amniótico y terapia tocolítica. El em-
bolismo aéreo es otra causa de SDRA durante el parto, especialmente por cesárea.
La eclampsia y el HELLP (caracterizado por hemólisis, elevación de enzimas hepá-
ticas y plaquetopenia) también pueden ser causa de SDRA7. En la preeclampsia se pro-
ducen alteraciones en la permeabilidad de la membrana alveolo-capilar que ocasionan
edema pulmonar en aproximadamente el 3% de los casos siendo más frecuente tras el
parto cuando la presión oncótica del plasma es menor.
El embolismo de líquido amniótico es un síndrome único durante el embarazo y es
provocado por el paso de líquido amniótico a la circulación materna durante el parto.
La presentación clásica incluye SDRA, shock cardiogénico y coagulación intravascular
diseminada. La mortalidad asociada a la embolia de líquido amniótico es menor del
30%8.
El edema asociado al tratamiento tocolítico ocurre en aproximadamente el 10 % de
las pacientes tratadas con agonistas β-adrenérgicos. El cuadro cursa con disnea y en oca-
siones dolor torácico que se manifiesta durante las primeras 24 h tras el uso de agonis-
tas β-adrenérgicos y durante las 12 h postparto9.
La corioamnionitis o infección intraamniótica es el resultado del ascenso de bacte-
rias desde la vagina durante el curso de la gestación o por bacterias presentes en el útero
en el momento de la concepción. La amniocentesis con realización de Gram y cultivo
confirmarán el diagnóstico. La endometritis ocurre en un 3% de los partos vaginales y
es más frecuente tras cesárea. Estas infecciones suelen ser polimicrobianas y se tratan
con antibióticos de amplio espectro. En ocasiones el tratamiento requiere la realización
de histerectomía10.
Otras causas únicas en el embarazo son el embolismo de material trofoblástico, la he-
morragia obstétrica, el desprendimiento de placenta, el aborto séptico y la retención de
restos placentarios.
190
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
191
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
NEUMONÍA
La neumonía en la embarazada sigue asociándose a un riesgo elevado de morbilidad
materno-fetal a pesar de los avances en la terapia antimicrobiana.
Los cambios fisiológicos que sufre el organismo materno para adaptarse a la gestación
conllevan una dificultad para compensar los efectos de la patología respiratoria. El em-
barazo aumenta el riesgo de complicaciones debidas a neumonía adquirida en la co-
munidad (NAC) como pueden ser la necesidad de ventilación mecánica en un 10-20%,
bacteriemia en un 16% y empiema en un 8% de los casos. La insuficiencia respiratoria
debida a neumonía es la tercera causa de intubación en la paciente gestante2.
192
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
Efectos en el feto
Las gestantes con neumonía presentan un riesgo mayor de parto pretérmino. Esto po-
dría ser debido a la producción de prostaglandinas o bien a la respuesta inflamatoria
del huésped. Los neonatos hijos de madres con neumonía presentan bajo peso respecto
a los hijos de madres sin la patología. En cuanto a la mortalidad perinatal parece no
haber diferencias15.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo que se han relacionado con mayor incidencia de neumonía
durante la gestación incluyen la existencia de patología materna (HIV, asma, fibrosis
quística)16, anemia (hematocrito<30%)15,16, abuso de alcohol16 y consumo de cocaína16.
La administración de corticoides para la maduración pulmonar fetal y los agentes to-
colíticos se han asociado también a mayor riesgo de neumonía anteparto15-16. Estos úl-
timos aumentan también el riesgo de insuficiencia respiratoria debida a neumonía que
se explica por el edema pulmonar que pueden provocar15.
Etiología
En el embarazo, así como en la población no gestante, el agente etiológico no se
identifica en aproximadamente el 40-61% de casos de NAC16. Los agentes infecciosos
más frecuentemente implicados son Streptococcus pneumoniae en 17% de los casos y
Haemophilus influenzae en un 6% (más frecuente en pacientes fumadoras y asmáticas).
Otros microorganismos implicados son Mycoplasma pneumoniae, Staphylococcus aureus,
Legionella pneumophila, Klebsiella pneumoniae y Pseudomonas.
Cabe destacar la mayor incidencia de neumonía vírica siendo el virus influenza A y
B junto al virus Varicela-Zóster los más implicados. Hongos y protozoos también son
agentes etiológicos de neumonía en la gestante afectando normalmente a pacientes in-
munocomprometidas.
193
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Criterios menores:
- PaO2/FiO2 < 250
- Neumonía multilobar
- TAS ≤ 90 mmHg
Criterios mayores:
- Necesidad de ventilación mecánica
- Shock séptico
Según estos criterios, la ATS define la necesidad de ingreso en UCI siempre que se
presenten dos de los tres criterios menores o bien uno de los 2 criterios mayores.
Indicaciones de IOT+VM15
- Oxigenación inadecuada (PaO2 < 60 mmHg o SpO2 < 85% con FiO2 de 0.6)
- Ventilación inadecuada (PaCO2 > 50 mmHg)
- Necesidad de protección de la vía aérea
- Sepsis que requiera monitorización hemodinámica invasiva
- Acidosis metabólica persistente
Tratamiento
Neumonía bacteriana
Ningún antibiótico está aceptado para su uso durante la gestación. El balance entre
el riesgo de la infección en comparación con los efectos secundarios del tratamiento es
esencial antes de iniciar cualquier terapia.
Penicilinas, macrólidos (incluyendo los de nueva generación) y cefalosporinas son
los antibacterianos recomendados por presentar un buen perfil de seguridad15. Los ami-
noglicósidos pueden ser usados si hay una indicación clara siempre teniendo en cuenta
el riesgo de toxicidad fetal en el nervio auditivo15.
Según las guías de la ATS, en el paciente con neumonía severa, la terapia debería
estar dirigida contra neumococo (incluyendo neumococo resistente a penicilinas), Le-
gionella y H. influenzae. Además, los pacientes deberían estratificarse en dos grupos
según si tienen o no factores de riesgo de infección por P.aeruginosa. Los factores de
riesgo asociados a infección por P.aeruginosa son enfermedad estructural pulmonar
(bronquiectasias), terapia corticoidea (>10 mg de prednisona/ día), antibioterapia de
amplio espectro de duración superior a 7 días en el último mes y malnutrición17.
En el grupo sin riesgo de infección por Pseudomonas, el tratamiento recomendado que
podría adaptarse a la mujer gestante teniendo en cuenta el perfil de seguridad es la aso-
ciación de un betalactámico endovenoso como una cefalosporina (cefotaxima o ceftria-
xona) y un macrólido endovenoso.
194
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
En el grupo con riesgo de infección por P.aeruginosa, la terapia debería incluir dos
agentes antipseudomónicos. La combinación terapéutica recomendada en adultos no
gestantes y que podría adaptarse a la población gestante sería la de un β-lactámico in-
travenoso con acción antipseudomónica como cefepime (se considera seguro en el em-
barazo) junto a un aminoglucósido intravenoso y un macrólido intravenoso17 (Figura 1).
195
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
196
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
Asma grave
La mortalidad debido al asma en la población general es de 1 de cada 2.000 asmáticos.
Los pacientes de mayor riesgo son aquellos con enfermedad severa e inestable aunque
cualquier paciente puede presentar riesgo vital si la crisis de asma es lo suficientemente in-
tensa27. Se define asma persistente severo por la presencia de varios criterios27 (Tabla 3). Se
define asma severo aquél que no responde al tratamiento actual, incluyendo la adminis-
tración sistémica de corticoides. La presencia de asma nocturno es el patrón más frecuente
de inestabilidad en el curso del asma y generalmente denota tratamiento subóptimo. Asma
dependiente de esteroides, asma inducida por aspirina, asma de inicio en edad adulta y
asma con obstrucción fija son otros patrones de severidad del asma27.
Agudizaciones frecuentes
Obstrucción del flujo aéreo persistente con FEV1 y/o PEF< 60%
197
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Uso >2 canister/mes de β2 vida media corta Uso actual o reciente de corticoides
sistémicos
Durante un ataque de asma todos los índices de flujo espiratorio (FEV1, FEV1/FVC,
PEF, flujo espiratorio máximo al 25%, 50% y 75% de la VC, flujo espiratorio máximo
entre el 25% y el 75% de FVC) están reducidos de forma significativa. El aumento de
resistencia de vía aérea conduce a un incremento severo en el trabajo respiratorio.
En las agudizaciones asmáticas se produce un incremento de la FRC, de la capaci-
dad pulmonar total y del RV, produciéndose una hiperinsuflación pulmonar. Como
consecuencia de la obstrucción aguda al flujo aéreo la resistencia incrementada en vía
aérea prolonga el flujo espiratorio de manera que la siguiente inspiración interrumpe la
espiración del volumen tidal inspirado de manera que se ocasiona un atrapamiento aéreo
al final de la espiración desarrollando PEEP intrínseca o autoPEEP. Este fenómeno co-
nocido como hiperinsuflación dinámica es directamente proporcional a la ventilación
minuto y al grado de obstrucción en vía aérea y conlleva considerables efectos adversos
en la mecánica ventilatoria27.
La presencia de asma agudo grave tiene un efecto negativo sobre la función cardio-
vascular. Durante la espiración la hiperinflación dinámica ocasiona una disminución
del retorno venoso con un rápido incremento del mismo en la fase inspiratoria. El rá-
pido llenado del ventrículo derecho durante la inspiración ocasiona un desplazamiento
del tabique interventricular a la izquierda pudiendo causar la aparición de disfunción
diastólica del ventrículo izquierdo con llenado incompleto del mismo. Al mismo tiempo,
el incremento en la presión negativa intratorácica durante la inspiración ocasiona un au-
mento de la postcarga del ventrículo izquierdo. Las presiones pulmonares también se
198
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
Evaluación y monitorización
La evaluación en urgencias es la misma que en no embarazadas con algunas modifi-
caciones. Los valores de PEF deben ser comparados con los valores predichos normales
o si se dispone es preferible la comparación con el valor de la paciente pregestacional.
PEF o FEV1< 30-50% del predicho o del valor pregestacional indica agudización severa.
Agravamiento de la alcalosis basal como resultado de una agudización asmática puede
conllevar hipoxia fetal. La acidosis respiratoria aguda puede estar presente cuando la
PaCO2 supera el rango normal de 28-32 mmHg. La transición de hipocapnia a nor-
199
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
200
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
En pacientes que en el momento del parto están recibiendo corticoides sistémicos o que
los han recibido recientemente se recomienda administrar corticoides endovenosos du-
rante el trabajo de parto y mantenerlos durante 24 h (hidrocortisona 100 mg/8 h)23. La
analgesia epidural lumbar reduce el consumo de oxígeno y la ventilación minuto y se
considera una excelente elección durante el trabajo de parto22. La administración de
morfina y meperidina puede causar liberación de histamina por lo que su uso se des-
aconseja, siendo preferible el fentanilo como analgésico opioide. En caso de precisar ce-
sárea con anestesia general, la premedicación con atropina y glicopirrolato puede
proporcionar broncodilatación y entre los anestésicos el de elección es la ketamina. El
sevofluorano puede proporcionar efecto broncodilatador29.
Si se produce trabajo de parto pretérmino se debe considerar la terapia tocolítica. Ya
que la mayoría de pacientes con asma ya están recibiendo β2-agonistas inhalados, la ad-
ministración de β2-agonistas sistémicos como agentes tocolíticos puede causar efectos se-
cundarios significativos y por ello deberían evitarse. Otros agentes como sulfato de
magnesio se pueden considerar en esta situación. La administración de indometacina
puede causar broncoespasmo, especialmente en asmáticas sensibles a aspirina, por ello
se debe evitar.
Para la inducción del trabajo de parto se puede administrar oxitocina y prostaglan-
dina E2 con seguridad, así como para interrupción del embarazo o para control de la he-
morragia postoparto. Sin embargo, 15-metilprostaglandin F2α (carboprost) y ergonovina
pueden inducir broncoespasmo por lo que su uso se debe evitar en estas pacientes23.
Es de vital importancia tratar la exacerbación aguda de asma tan pronto como sea
posible. Todas las pacientes con agudización moderada-severa deberían ser tratadas de
forma monitorizada. Es muy importante identificar pacientes potencialmente en riesgo
de asma fatal (Tabla 4). Un neonatólogo debería estar implicado para monitorizar el
bienestar fetal.
Los principios fundamentales durante el tratamiento de una agudización asmática
grave en una gestante son: prevención de la hipoxia materna, reversión del broncoes-
pasmo y prevención del agotamiento materno.
Se debe administrar oxígeno suplementario para mantener SatO2 >95%23. El ba-
lance hídrico debe ser cuidadosamente evaluado. El tratamiento inicial debe incluir ne-
bulización de un β2 de vida media corta siendo salbutamol el más utilizado debido a su
potencia, duración de acción (4-6 h) y β2-selectividad. La nebulización continua o re-
petida de un agonista β2-adrenérgico de vida media corta es el tratamiento más eficaz
para revertir la obstrucción del flujo aéreo. Bromuro de ipratropio inhalado puede ser ad-
ministrado concomitantemente en casos severos. La administración de aminofilina in-
travenosa no ha demostrado efecto broncodilatador adicional en urgencias aunque debido
201
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
202
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
203
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La insuficiencia respiratoria durante el embarazo continúa siendo una de las princi-
pales causas de morbimortalidad materna. Su manejo incluye el diagnóstico, trata-
miento de las causas, estabilización materna, monitorización fetal y evaluación de la
conveniencia del parto.
2. El efecto de la hipercapnia materna sobre el feto no está bien definido. Una adecuada
oxigenación fetal requiere una PaO2 materna ≥ 70mm Hg que corresponde a una
SatO2 de 95%.
3. La incidencia de neumonía en la población gestante no es distinta de la población no
gestante. Sin embargo el embarazo aumenta el riesgo de complicaciones como son la
necesidad de intubación, bacteriemia y empiema.
4. Ningún antibiótico está aceptado para su uso durante la gestación. Penicilinas, ma-
crólidos y cefalosporinas son los antibacterianos recomendados por presentar un
mejor perfil de seguridad.
5. Los objetivos fundamentales durante el tratamiento de una agudización asmática
grave en una gestante son prevención de la hipoxia materna, reversión del broncoes-
pasmo y prevención del agotamiento materno.
6. En la agudización asmática grave de la paciente gestante la transición de hipocapnia
a normocapnia es un signo de deterioro clínico severo, la aparición de hipercapnia in-
dica necesidad de ventilación mecánica.
7. La administración de terbutalina o adrenalina subcutánea puede ser considerada en
pacientes que no responden al tratamiento inhalador. En gestantes es preferible la ad-
ministración de terbutalina ya que parece ser más segura.
FUTURAS INVESTIGACIONES
1. Uso de VMNI en el manejo de la paciente gestante con insuficiencia respiratoria
aguda. Evaluación de las distintas interfases de VMNI en las gestantes.
2. Papel de los sistemas de oxigenación extracopórea en gestantes con SDRA refractario.
204
INSUFICIENCIA RESPIRATORIA EN LA GESTANTE. ASMA AGUDO GRAVE
BIBLIOGRAFÍA
11. Hollingswort HM, Irwin RS: Acute respiratory failure in pregnancy. Clin Chest Med.1992;13:723-
40.
12. Catanzarite V, Willms D, Wong D, et al: Acute respiratory distress syndrome in pregnancy and the
puerperium: Causes, courses and outcomes. Obstet Gynecol 2001; 97:760-764.
13. Bernard GR, Artigas A, Brigham KL, et al: The American-European Consensus Conference on
ARDS: Definitions, mechanisms, relevant outcomes, and clinicaltrial coordination. Am J Respir Crit
Care Med 1994; 149:818-24.
14. Cole DE, Taylo TL, McCullough DM, et al: Acute respiratory distress syndrome in pregnancy. Crit
Care Med 2005; 33:S269-S278.
15. Toy P, Popovsky MA, Abraham E, et al: Transfusion-related acute lung injury: Definition and re-
view. Crit Care Med 2005; 33:721-26.
16. De Vaciana M, Towers CV, Major CA, et al: Pulmonary injury associated with appendicitis in preg-
nancy: Who is at risk?. Am J Obstet Gynecol 1994; 171:1008-13.
17. Sibai BM, Mabie BC, Harvey CJ, et al: Pulmonary edema in severe preeclampsia-eclampsia: Analy-
sis of thirty-seven consecutives cases. Am J Obstet Gynecol 1987; 156:1174-79.
18. Tuffnell DJ: Amniotic fluid embolism. Curr Opin Obstet Gynecol 2003; 15:119-22.
19. Pisani RJ, Rosenow EC III: Pulmonary edema associated with tocolytic therapy. Ann Intern Med
1989; 110:714-18.
10. Hagberg H,Wennerholm UB,Savman K: Sequelae of chorioamnionitis. Curr Opin Infect Dis 2002;
15:301-06.
11. Varughese M, Patole S, Shama A, et al: Permissive hipercapnia in neonates: The case of the good, the
bad and the ugly. Pediatr Pulmonol 2002; 33:56-64.
12. Guilleminault C, Kreutzer M, Chang JL: Pregnancy, sleep disordered breathing and treatment with
nasal continous positive airway pressure. Sleep Med 2004; 5:43-51.
13. Amato MB, Barbas CS, Medeiros DM, et al: Effect of a protective ventilation strategy on mortality
in the acute respiratory distress syndrome. N Engl J Med 2000; 342:1301-08.
14. Tomlinson MW, Caruthers TJ, Whitty JE, et al: Does delivery improve maternal condition in the res-
piratory -compromised gravida?. Obstet Gynecol 1998; 91:108-11.
15. Lim W S, Macfarlane J T, Colthorpe CL: Pneumonia and pregnancy. Thorax 2001; 56:398-405
16. Goodnight W H, Soper D E: Pneumonia in pregnancy. Crit Care Med 2005; 33:S390-97
17. American Thoracic Society: Guidelines for the Management of Adults with Community-acquired
Pneumonia. Am J Respir Crit Care Med, 2001; 163:1730-54.
18. Liccardi G, Cazzola M, Canonica GW, et al. General strategy for the management of bronchial as-
thma inpregnancy. Respiratory Medicine 2003; 97:778-89.
19. Kwon HL, Triche EW, Belanger K, et al. The epidemiology of asthma during pregnancy: prevalence,
diagnosis and symptoms. Immunol Allergy Clin North Am 2006; 26:29-62.
20. Gluck JC.The change of asthma course during pregnancy. Clin Rev Allerg Immunol. 2004; 26:171-
80.
21. Kwon HL, Belanger K, Bracken MB. Effect of pregnancy and stage of pregnancy on asthma severity:
a systematic review. Am J Obstet Gynecol 2004; 190:1201-10.
22. Schatz M. Interrelationship between asthma and pregnancy: a literature review. J Allergy Clin Im-
munol 1999; 103:S330-S336.
23. Schatz M, Dombrowski MP. Asthma in pregnancy. N Engl J Med 2009; 360: 1862-9.
24. Gluck JC, Gluck PA. The effect of pregnancy on the course of asthma. Immunol Allergy Clin North
Am. 2006; 26:63-80.
205
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
25. Schatz M, Dombrowski MP, Wise R, et al. Asthma morbidity during pregnancy can be predicted by
severity classification. J Allergy Clin Immunol, 2003; 112:283-8.
26. Schatz M, Harden K, Forsythe A, et al. The course of asthma during pregnancy, post partum and with
successive pregnancies: a prospective analysis. J Allergy Clin Immunol.1988;81:509-17.
27. Papiris S, Kotanidou A, Malagari K, et al. Clinical review: severe asthma. Critical Care 2002; 6:30-
44.
28. Seyal AM. Asthma in the hospitalized obstetrical patient. Clin Rev Allergy Immun 2001; 20:327-40.
29. Venkataraman MT, Shanies HM. Pregnancy and asthma. J Asthma 1997; 34:265-71.
30. Silverman RA, Osborn H, Runge J, et al. IV magnesium sulfate in treatment of acute severe asthma:
a multicenter randomized controlled trial. Chest 2002; 122:489-97.
31. Elsayegh D, Shapiro JM. Management of the obstetric patient with status asthmaticus. J Intensive
Care Med 2008; 23:396-402.
32. George R, Berkenbosch JW, Fraser RF, et al. Mechanical ventilation during pregnancy using a helium-
oxygen mixture in a patient with respiratory failure due to status asthmaticus. J Perinatol 2001;
21:395-98.
33. Shanies HM. Venkataraman MT, Peter T. Reversal of intractable acute severe asthma by first-tri-
mester termination of pregnancy. J Asthma 1997; 34:169-72.
206
C APÍTULO 10
207
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Epidemiología
Valoración riesgo cardíaco
Factores de riesgo de morbilidad cardíaca durante el embarazo
Medicación cardiovascular y embarazo
Cambios fisiológicos cardiovasculares del embarazo
Periodo gestacional
Trabajo de parto y expulsivo
Periodo postparto
Tolerabilidad de los cambios hemodinámicos
Otras modificaciones cardiovasculares
Definición, clínica y clasificación de insuficiencia cardíaca aguda
Definición
Clínica
Clasificación de la ICA
Diagnóstico
Tratamiento
Principales causas de ICA durante el embarazo
Cardiopatías congénitas
Valvulopatías
Cardiopatía isquémica
Arritmias
Miocardiopatía periparto
Definición y diagnóstico
Incidencia
Etiología
Diagnóstico diferencial
Pruebas complementarias
Tratamiento
Pronóstico
Recurrencia
Bibliografía
208
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
INTRODUCCIÓN
La gestación es un estado que se caracteriza por una serie de cambios fisiológicos
adaptativos a nivel de prácticamente todos los sistemas corporales, siendo especialmente
relevantes a nivel del sistema cardiovascular que se ve sometido a una situación de es-
trés. Es por ello que las pacientes gestantes con cardiopatía de base o que desarrollen una
enfermedad cardíaca durante el embarazo son una población de alto riesgo para des-
arrollar cuadros de insuficiencia cardíaca aguda, cuyo diagnóstico y tratamiento cons-
tituyen un verdadero desafío para el médico tratante dadas las importantes repercusiones
que de ello se pueden derivar tanto sobre la madre como el feto.
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia de enfermedades cardíacas con repercusión clínica durante el embarazo
varía del 0,1% al 4% según las series y se ha mantenido estable a lo largo de los años a
pesar de las mejoras sanitarias1. Si se ha producido un descenso importante en la mor-
talidad asociada, que en la actualidad está alrededor del 0,5-2,7%2. Esta cifra de mor-
talidad, aparentemente baja, es responsable del 15% de mortalidad materna gestacional1,
por lo que se trata de la principal causa no obstétrica de muerte. Si a ello añadimos la
importante morbilidad asociada, entre la que destaca el desarrollo de cuadros de insu-
ficiencia cardíaca aguda con importantes repercusiones maternas y fetales nos encon-
tramos en un contexto en el que se deben intensificar los esfuerzos y recursos para
intentar disminuir mucho más la morbi-mortalidad.
Las principales causas de enfermedad cardíaca durante el embarazo varían en función
de la población estudiada. Actualmente en nuestro medio su distribución es la siguiente1
en orden de frecuencia decreciente:
1. Miocardiopatías congénitas (70-80%).
2. Cardiopatía reumática.
3. Cardiopatía isquémica, miocardiopatía periparto.
4. Otras enfermedades propias de países en vías de desarrollo que se presentan en
población inmigrante (Enfermedad de Chagas, Beri-Beri, Sífilis).
209
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
210
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
III Alto riesgo Síndrome de Marfan con afectación aórtica o valvular 25-50%
Hipertensión pulmonar severa
Síndrome de Eisenmenger
NYHA clase III o IV
Estenosis aórtica ó mitral severa
Historia de cardiomiopatía del embarazo
con disfunción residual
211
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
- Cianosis.
- Tratamiento anticoagulante.
- Embarazo múltiple.
- Hábito tabáquico.
- Edad materna < 20 años o >35.
Una vez se ha valorado el riesgo de forma individual, se deberá formular un plan inte-
gral del manejo de la paciente a lo largo de todo el periodo gestacional. Dicho plan incluye
desde el consejo de no iniciar la gestación en aquellas pacientes con riesgo excesivamente
elevado, la programación del seguimiento obstétrico, cardiológico y anestesiológico así
como la previsión de necesidad de recursos para el cuidado de la madre y el recién nacido
durante el periparto. Como normas generales se deberá tener presente que:
- Pacientes afectas de una miocardiopatía que presenten signos de insuficiencia car-
díaca congestiva, infección o anemia deberían ingresar en el hospital para un control es-
tricto e iniciar tratamiento en caso necesario7.
- A medida que evoluciona el embarazo en función del estado funcional de la pa-
ciente, su evolución clínica, así como del crecimiento fetal deberemos valorar cual es el
mejor momento para el parto, la vía de elección, la monitorización necesaria y el trata-
miento más adecuado de forma individualizada. Puesto que no existen estudios sufi-
cientes que nos permitan establecer principios absolutos de manejo será necesaria una
valoración multidisciplinar fluida y centralizada entre todos los especialistas partici-
pantes que permita la mejor utilización de los recursos disponibles8.
212
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
B-bloq RCIU, apnea en el neonato, *(ver Compatible Riesgo depende del fármaco:
bradicardia, hipoglicemia, observa- (dudoso con Atenolol D, Propranolol,
hiperbilirrubinemia. Efecto B2 ciones) atenolol Labetalol C, Sotalol B
pueden producir contracciones.
213
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
214
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
Periodo gestacional
Los cambios propios de este período se inician de forma precoz hacia la 5º semana
de gestación y se considera que es la disminución de las resistencias vasculares sistémi-
cas (RVS) el cambio primario que induciría la activación del sistema renina-angioten-
sina-aldosterona, así como la liberación no osmótica de vasopresina favoreciendo la
retención hidrosalina10,11. Los cambios en los distintos parámetros van a ser:
- Incremento del volumen sanguíneo total (30-50%) que se inicia a la 6ª semana y
llega a su máximo en las 20-24ª semanas permaneciendo posteriormente estable. Este
incremento del volumen sanguíneo total se produce a expensas de un mayor incremento
del volumen plasmático respecto a la masa eritrocitaria lo que produce un descenso mo-
derado del hematocrito que se conoce como anemia fisiológica del embarazo11.
- Paralelo al incremento del volumen sanguíneo se produce un incremento del gasto
cardíaco (GC) de aproximadamente un 30% durante el primer trimestre y que se pro-
duce a expensas de un incremento del volumen sistólico. Hacia finales del segundo tri-
mestre se produce el pico máximo de incremento del GC hasta un 40% y que es
consecuencia de un incremento de frecuencia cardíaca. Posteriormente se producirá un
descenso de hasta el 10-15% como consecuencia de un descenso del volumen sistólico
que sólo se ve parcialmente compensado por un leve incremento de la frecuencia car-
díaca 15-20 latidos/min, cuyo pico se produce hacia la 32ª semana de gestación per-
maneciendo posteriormente estable hasta el final de la gestación5,10,11.
- Las RVS disminuyen hasta un 20-30% alcanzando su máxima disminución hacia
la 16-24ª semana de gestación con posterior recuperación hacia el final del embarazo.
Ello se acompaña de un descenso de la presiones arterial sistólica y diastólica de 5 y 10
mmHg aproximadamente hacia la mitad del embarazo y que posteriormente tienden a
incrementar hasta valores pregestación11.
En conjunto se pueden resumir los cambios durante la gestación en la consecución
de un estado hiperdinámico, orientado a suplir un incremento en las demandas meta-
bólicas. No obstante algunos autores refieren que se pueden diferenciar dos fases en este
proceso y que coinciden con las dos mitades del embarazo11:
- Primera mitad del embarazo ó fase preparacional en la que el sistema cardiovascu-
lar se adapta al descenso de las RVS pero que en cambio se ve acompañado por un in-
cremento muy leve de las demandas metabólicas con cambios inapreciables en el
consumo de oxígeno. El incremento del gasto cardíaco se dirige sobretodo hacia la piel,
glándulas mamarias y el riñón.
- Segunda mitad del embarazo ó fase de materialización en la que se produce un in-
cremento progresivo del consumo de oxígeno feto placentario, que requiere un impor-
tante incremento del flujo uterino con incremento extracción de oxígeno. Esta es la fase
215
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
crítica para las pacientes con una menor reserva cardiovascular que puede quedar en-
mascarada durante la fase preparacional debido al escaso incremento de las demandas
metabólicas y que por tanto va a presentarse durante esta segunda fase.
Periodo postparto
En el postparto inmediato se produce un incremento extra del GC a consecuencia
de:
- Disminución de la compresión de la cava por la importante disminución uterina.
- Autotranfusión de sangre útero placentaria secundaria a la contracción uterina.
Este incremento disminuye rápidamente, aproximadamente en 1h5. Posteriormente
en los siguientes días se produce una fase de movilización de líquido intersticial acu-
mulado hacia el espacio intravascular con incremento de la diuresis. Esta fase es un mo-
mento crítico donde el incremento del volumen intravascular puede precipitar cuadros
de insuficiencia cardíaca aguda en las pacientes con escasa reserva.
216
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
Definición
La insuficiencia cardíaca aguda (ICA) es un síndrome clínico complejo, que consti-
tuye la vía final común de la descompensación de un gran número distinto de enfer-
medades cardíacas. En los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo por estudiar la
epidemiología de dicho cuadro para facilitar su comprensión y poder llegar a un con-
senso internacional que facilite el diseño y la interpretación de los estudios sobre el tema.
Recientemente las sociedades europeas de cuidados intensivos y cardiología han elabo-
rado unas guías de práctica clínica sobre el diagnóstico y tratamiento de la ICA que nos
217
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
van a servir de base para el manejo de la paciente embarazada12. Según dicho consenso
se define la ICA como la rápida aparición o el rápido agravamiento de los signos y sín-
tomas de insuficiencia cardíaca que requieren tratamiento urgente.
En definitiva el diagnóstico de ICA se basará en la combinación de:
1. Síntomas y signos típicos de la insuficiencia cardíaca (IC), como la disnea o fatiga,
tanto en reposo como durante el ejercicio, la retención hidrosalina en forma de
congestión pulmonar (crepitantes, derrame pleural) ó edema periférico (edemas en
zonas declives como tobillos, hepatomegalia), taquipnea, taquicardia, ingurgitación
venosa yugular, etc.
2. Evidencia objetiva de una alteración cardíaca estructural o funcional en reposo
(hay que tener en cuenta las alteraciones ECG, ECO y en RxT presentes en las pa-
cientes gestantes ya descritos).
La respuesta clínica al tratamiento de la ICA no es suficiente para establecer el diag-
nóstico pero puede ser de ayuda para su confirmación.
218
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
Clínica
A nivel clínico la ICA puede tener diferentes tipos de presentación12 que se deben co-
nocer y que se caracterizan por el predominio de unos síntomas/signos respecto a otros.
El conocimiento de las distintas formas de presentación que se detallan en la Tabla 4 es
importante para realizar un correcto diagnóstico e iniciar de forma urgente la terapia más
adecuada a las necesidades del enfermo.
Puede ser difícil diferenciar entre pacientes con síntomas atribuibles al embarazo de aque-
llas que muestran síntomas a causa de una enfermedad cardíaca. Una respiración superficial,
palpitaciones o una capacidad limitada al ejercicio son frecuentes y normales durante el em-
barazo. Además, como ya se ha insistido, el embarazo puede alterar el resultado de pruebas
normalmente utilizadas para el diagnóstico de las enfermedades cardíacas (Tabla 3).
Aún así, hay una serie de síntomas y signos de alarma que nos deben hacer sospechar la
posibilidad de una cardiopatía subyacente o de reciente inicio y que por tanto requerirán
de una evaluación en profundidad no pudiendo ser considerados como parte de las mani-
festaciones fisiológicas de un embarazo no patológico. Estos síntomas y signos de alarma son:
219
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
1. Dolor torácico.
2. Síncope.
3. Disnea paroxística nocturna.
4. Hemoptisis.
5. Edemas progresivos.
El edema pulmonar agudo durante el embarazo es frecuentemente causado por una
enfermedad cardíaca (25%) y entre el 15 y el 52% de las anormalidades cardíacas son
diagnosticadas durante el embarazo13,14.
Las causas más comunes y los factores precipitantes de ICA son:
1. Cardiopatía isquémica (síndromes coronarios agudos (SCA), complicaciones me-
cánicas del infarto agudo, infarto ventricular derecho).
2. Valvulopatías (estenosis valvular, regurgitación valvular, endocarditis, disección
aórtica).
3. Miocardiopatías (miocardiopatía periparto, miocarditis aguda).
4. Hipertensión arterial/arritmias.
5. Insuficiencia circulatoria (septicemia, tirotoxicosis, anemia, taponamiento, em-
bolismo pulmonar).
6. Descompensación de insuficiencia cardíaca crónica preexistente (falta de cumpli-
miento del tratamiento, sobrecarga de volumen, infecciones, cirugía, disfunción renal,
etc).
La ICA se caracteriza generalmente por síntomas y signos de congestión pulmonar, aun-
que en algunos casos la presentación clínica puede estar dominada por las manifestaciones
asociadas a un GC reducido e hipoperfusión tisular, en cuyo caso tiene peor pronóstico y
en el caso de la paciente gestante se asocia a un alto riesgo de complicaciones fetales.
Clasificación de la ICA
La clasificación de la insuficiencia cardíaca aguda es un tema complejo, porque como
ya se ha comentado es la manifestación de un gran número de entidades clínicas dis-
tintas. Vamos a describir aquí dos clasificaciones con una orientación eminentemente
clínica y que nos ayudarán al manejo terapéutico del paciente.
La clasificación definida por las sociedades europeas de cardiología y cuidados in-
tensivos distingue seis categorías clínicas12:
1. Empeoramiento o descompensación de una IC crónica (suele presentarse según el
patrón edema/congestión periférica descrito previamente).
2. Edema pulmonar: el paciente presenta signos de distrés respiratorio grave, ta-
quipnea, ortopnea con estertores pulmonares. La saturación de oxígeno suele ser
< al 90% previo al inicio de oxigenoterapia.
220
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de ICA se basa en la presentación de los síntomas y en los hallazgos
clínicos.
Es fundamental evaluar de forma rigurosa la presentación clínica a partir de una
buena historia clínica y de la exploración física. La evaluación de la perfusión periférica,
la temperatura y las presiones venosas de llenado también son importantes. Se debe re-
alizar auscultación cardíaca para detectar soplos sistólicos y diastólicos así como tercer
o cuarto ruido cardíaco.
221
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
222
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
TRATAMIENTO
Los objetivos inmediatos del tratamiento de la ICA son mejorar los síntomas y esta-
bilizar el estado hemodinámico.
En el manejo de la ICA se utilizan múltiples agentes, pero la escasez de datos de en-
sayos clínicos hace que su uso sea en gran medida empírico.
Se ha observado que la mayoría de los tratamientos mejoran el estado hemodiná-
mico, pero ninguno ha demostrado una reducción de la mortalidad. En los últimos
años ha habido un cambio en la actitud terapéutica de la ICA al haberse reconocido
que la disfunción sistólica es mucho menos frecuente de lo que antes se presuponía y que
además el GC tiene una importancia pronóstica mucho menor que otros parámetros
como son la PCPE. Así, el binomio diuréticos-inotropos +/-vasodilatadores ha dejado
paso a un esquema de tratamiento más amplio que da una mayor importancia al uso de
la presión positiva continua en vía aérea (CPAP), ventilación no invasiva (VMNI) y al
binomio vasodilatadores-diuréticos restringiendo el uso de fármacos inotropos-vaso-
presores exclusivamente a aquellos casos que presentan signos de hipoperfusión orgá-
nica12,16:
1. Oxígeno: Se recomienda la administración de oxígeno lo antes posible en pacien-
tes en estado de hipoxemia para alcanzar una saturación arterial de oxígeno > 95%
2. CPAP/Ventilación no invasiva: se considerará el uso de CPAP/VMNI en todo pa-
ciente con edema pulmonar cardiogénico agudo o con ICA hipertensiva. Este trata-
miento mejora la función ventricular izquierda reduciendo la precarga y la poscarga del
ventrículo izquierdo. La aplicación precoz de la CPAP/VMNI en pacientes con edema
pulmonar cardiogénico reduce tanto la necesidad de intubación como la mortalidad a
corto plazo.
3. Morfina y análogos: se considerará su administración en las fases iniciales del tra-
tamiento, especialmente si se observa agitación, disnea, ansiedad o dolor torácico. La
morfina alivia la disnea y otros síntomas y puede favorecer la cooperación durante la apli-
cación de la ventilación no invasiva. Con precaución si se asocia hipotensión, bradicar-
dia, bloqueo auriculoventricular avanzado o retención de CO2.
4. Diuréticos de asa: se recomienda su administración endovenosa en pacientes
con ICA y síntomas secundarios a congestión y sobrecarga de volumen. Los pacien-
tes con hipotensión, hiponatremia grave o acidosis probablemente no respondan al
tratamiento. La dosis inicial recomendada es un bolo de 20-40 mg de furosemida. Se
supervisará con frecuencia a la paciente para controlar la diuresis. Se puede aumen-
tar la dosis dependiendo de la función renal y de si hay antecedente de tratamiento
diurético oral crónico.
223
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
224
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
Cardiopatías congénitas
La mayoría de las pacientes con una enfermedad cardíaca durante el embarazo están
afectas de una cardiopatía congénita17.
Las principales complicaciones que suelen presentar estas pacientes son:
- Arritmias auriculares.
- Insuficiencia cardíaca aguda.
- Tromboembolismos.
- Crisis cianóticas.
Las Cardiopatías congénitas más importantes son18:
1. Shunts izquierda-derecha (comunicación interauricular).
2. Lesiones valvulares estenóticas.
3. Cardiopatías cianóticas (Tetralogía de Fallot).
4. Coartación de Aorta.
5. Síndrome de Marfan.
6. Transposición de grandes vasos.
7. Hipertensión pulmonar y Síndrome Eisenmenger.
Valvulopatías
Durante el embarazo son mucho mejor toleradas las insuficiencias valvulares que las
lesiones estenóticas. Incluso insuficiencias valvulares severas son relativamente bien to-
leradas7.
Las lesiones estenóticas causan un mayor deterioro funcional, mayor riesgo de insu-
ficiencia cardíaca y peores resultados neonatales. Aún así la mortalidad materna es rara19.
Las principales valvulopatías que encontramos durante el embarazo son.
1. Estenosis reumática mitral y/o aortica
2. Prolapso mitral
Cardiopatía isquémica
La incidencia de cardiopatía isquémica durante el embarazo y el puerperio es baja,
pero se asocia a una importante morbimortalidad tanto materna como neonatal.
En los primeros días del puerperio existe un riesgo seis veces superior de presentar un in-
farto de miocardio si se compara con un mismo grupo de edad de mujeres no embarazadas20.
El parto dentro de las dos primeras semanas después de un infarto tiene una morta-
lidad mayor al 50%, por lo que si es posible el parto debería retrasarse más allá de los
15 días21,22.
225
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Arritmias
Durante el embarazo y el parto es frecuente observar alteraciones electrocardiográfi-
cas como extrasístoles auriculares o ventriculares benignas; otras arritmias como la ta-
quicardia sinusal o la taquicardia ventricular paroxística son menos frecuentes26.
El embarazo es un estado que aumenta la incidencia de arritmias, tanto nuevas como
preexistentes, y su repercusión hemodinámica27. El riesgo de presentar arritmias du-
rante el embarazo aumenta de forma significativa en el momento del parto28.
El manejo clínico de las arritmias durante el embarazo es similar al de otras situaciones
clínicas. Ahora bien, es esencial evitar los afectos adversos en el feto. Aunque ningún fár-
maco antiarrítmico es absolutamente seguro durante el embarazo la mayoría no suele con-
llevar efectos secundarios y se puede administrar asumiendo un bajo riesgo. Durante el primer
trimestre del embarazo se debería evitar el tratamiento farmacológico si es posible28,29.
En general, en las arritmias benignas es suficiente con evitar la cafeína, el alcohol y
el tabaco, no siendo necesario el tratamiento farmacológico28. La cardioversión eléctrica
es segura durante el embarazo. En la taquicardia paroxística supraventricular se deben
intentar como primera opción las maniobras de estimulación vagal. En caso de que no
sean efectivas puede plantearse el tratamiento con bajas dosis de β-bloqueantes o ade-
nosina28.
226
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
La miocardiopatía periparto (MP) es una patología específica de la paciente obstétrica
que se manifiesta en el periodo periparto en forma de ICA. Es por ello que todos los pro-
fesionales médicos que tratan con pacientes obstétricas durante el periparto, como obste-
tras y anestesiólogos, deben conocer esta entidad que debe tenerse presente en el diagnóstico
diferencial de la ICA de la gestante de forma que sean capaces de sospecharla de forma pre-
coz para iniciar un correcto tratamiento y el ingreso de la paciente en una unidad de cui-
dados intensivos donde se le pueda dar todo el soporte necesario que en algunas ocasiones
puede requerir de la asistencia mecánica circulatoria (balón de contrapulsación intraórtico,
asistencia ventricular) e incluso la valoración de trasplante cardíaco.
Definición y diagnóstico
Se trata de una patología poco frecuente que se define por la presencia de disfunción
ventricular izquierda y clínica de insuficiencia cardíaca que se desarrolla típicamente en
el periodo periparto y afecta a mujeres previamente sanas. Presenta una evolución rápida
y un mal pronóstico. A pesar de la rareza de esta enfermedad constituye la quinta causa
de mortalidad materna no obstétrica30.
La asociación entre insuficiencia cardíaca y embarazo se conoce desde 1880 gracias
a la descripción de Virchow, pero fue Gouley quién en el año 1937 describió la existencia
de una forma de miocardiopatía dilatada asociada de forma específica al embarazo31.
Desde esa fecha, varios autores han reportado casos similares.
Los criterios diagnósticos de este síndrome detallados en la Tabla 6, fueron publica-
dos en el año 2000, tras el consenso adquirido en la reunión entre el National Heart,
Lung an Blood Institute y la Office of Rare Disease of the National Institutes of health32.
El primer criterio, relacionado con el momento de aparición del síndrome, actual-
mente se encuentra en discusión ya que se han presentado casos más precoces33. Los cri-
terios ecocardiográficos fueron extrapolados de los criterios clásicos utilizados en el
diagnóstico de la miocardiopatía dilatada idiopática.
Incidencia
La incidencia de la miocardiopatía periparto tiene una variabilidad geográfica im-
portante siendo muy rara en Europa34 mientras que en EEUU se acepta una incidencia
de entre 1 cada 3000 a 4000 recién nacidos vivos32.
227
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Etiología
Se han descrito múltiples factores de riesgo asociados a la enfermedad (edad materna
avanzada, raza negra, preeclampsia/hipertensión gestacional, vivir en el trópico, multi-
paridad, embarazo gemelar, malnutrición, infecciones por Chlamydia, etc.) pero nin-
guno de ellos ha mostrado tener consistencia a través de distintos estudios, lo que implica
que su asociación es débil1,32.
El verdadero reto para los clínicos e investigadores es determinar la causa de esta en-
fermedad. Se han descrito varias hipótesis, sustentadas algunas en estudios experimen-
tales, pero la etiología verdadera se mantiene incierta. Merece la pena detenerse un poco
en las distintas posibilidades teóricas, ya que nos ayudarán a comprender la fisiopato-
logía de esta rara enfermedad. A continuación se exponen las hipótesis más relevantes.
228
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
Miocarditis
La asociación entre el embarazo y miocarditis de origen vírica ya fue observada en
1968 por Faber y Glasgow. Esta posibilidad es coherente con la susceptibilidad demos-
trada de la gestante a las infecciones virales. No obstante se ha objetivado gran discor-
dancia en los estudios que utilizaron biopsia endomiocárdica para la confirmación
diagnóstica de miocarditis (8.8% en el estudio de Rizeq et al37 frente al 76% de Midei38),
a lo que hay que añadir la ausencia de un criterio histológico entre grupos que hace di-
fícil su comparación.
Proceso autoinmune
Varios estudios sugieren que la MP podría tratarse de una enfermedad autoinmune.
Los defensores de esta teoría argumentan el hallazgo de elevaciones en marcadores de in-
flamación sistémica así como de títulos de anticuerpos dirigidos contra proteínas car-
díacas en este grupo de pacientes39,40. Diferentes autores sugieren que este aumento de
marcadores autoinmunes, podría ser secundario a la introducción de células fetales en
la circulación materna, o bien secundario a la rápida involución del útero tras el parto
que provocaría la fragmentación de proteínas uterinas, como el tropocolágeno, en pro-
teínas más pequeñas similares a la actina y miosina (proceso mediado por enzimas es-
pecíficas), las cuales estimularían la creación de autoanticuerpos que por reactividad
cruzada provocarían respuesta inflamatoria a nivel miocárdico.
Proceso infeccioso
Desde la posibilidad de la detección de genomas de agentes infecciosos en los dis-
tintos tejidos, se han abierto nuevas posibilidades etiológicas en muchas enfermedades.
En concreto, en la MP se ha formulado la posibilidad de que una reactivación de una
infección viral latente sea el origen de la enfermedad. En el trabajo de Bultmann et al41
se evidenciaron varios genomas víricos (parvovirus B19, herpes virus 6, virus de Epstein-
Barr y citomegalovirus) en biopsias endomiocárdicas de mujeres afectadas.
No sólo se habla de agentes virales, ya que Bachmaier et al42 publicaron datos expe-
rimentales acerca de la posibilidad de que ciertas proteínas de la membrana de distin-
tas cepas de Chlamydia podrían estimular al sistema inflamatorio para generar
anticuerpos que tendrían reactividad cruzada con proteínas miocárdicas. Posteriormente
229
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
un estudio realizado en Nigeria (país con alta incidencia de MP), mostró que el 80%
de las afectadas tenían IgG secundarias a la infección por Clamhydia43.
Esta hipótesis es muy atractiva, ya que de confirmarse en futuros estudios, abriría
nuevas oportunidades tanto de tratamiento como de prevención.
Familiar
Algunas publicaciones teorizan sobre una posible MP familiar, aunque posteriores in-
vestigaciones la consideran una forma de cardiomiopatía dilatada familiar existente pre-
viamente a la gestación y que se evidenciaría durante el embarazo a consecuencia del
incremento de demanda cardiovascular44.
Nutrición
Como hemos mencionado anteriormente, el hecho de que la incidencia más alta se
de en una población de Nigeria, que consume típicamente kanwa, ingrediente rico en
sal, durante el periodo alrededor del parto, justificaría una relación de esta enfermedad
con la dieta35.
El déficit de selenio también ha sido relacionado con la MP45 aunque no existe una
asociación contrastada de forma definitiva.
Proceso apoptótico
A nivel molecular, mediante un modelo experimental de MP en ratones, se estu-
dió la apoptosis de miocitos del músculo cardíaco (mediada por enzimas específicas
llamadas caspasas), como mecanismo desencadenante del fallo cardíaco46. Basándose
en esta hipótesis, estudiaron un tratamiento con inhibidores específicos de las caspa-
sas, con lo que consiguieron una reducción del 89% de la apoptosis del miocito car-
díaco. Estos datos no pueden extrapolarse a humanos, pero sí nos abren nuevas líneas
de investigación.
Diagnóstico diferencial
Debemos sospechar esta enfermedad en toda gestante que presente clínica de IC en
el periodo periparto. No obstante es un diagnóstico de exclusión y, teniendo en cuenta,
que muchas mujeres al final del embarazo presentan signos y síntomas compartidos con
esta enfermedad (disnea, edemas, fatiga…), el diagnóstico de MP no deja de ser un reto
para los médicos que tratan estas pacientes36.
Los criterios diagnósticos previamente descritos (Tabla 6), son fundamentalmente clí-
nicos y se basan en el diagnóstico de insuficiencia cardíaca aguda tras excluir otras pa-
tologías. Se tratará, por tanto, de un diagnóstico que requiere un alto índice de sospecha
230
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
Pruebas complementarias
En la literatura no se encuentran guías específicas acerca de la batería de pruebas nece-
sarias para establecer el diagnóstico. Nosotros consideramos acertado utilizar el protocolo
diagnóstico específico de cada centro para el estudio de una paciente con miocardiopatía.
Tratamiento
Se tratará igual que cualquier forma de ICA teniendo en cuenta las peculiaridades de
la paciente obstétrica, en cuanto al uso de fármacos. Debido al curso agudo de esta en-
fermedad, así como la frecuencia de complicaciones asociadas (tromboembolismo, in-
estabilidad hemodinámica, edema pulmonar), es necesario el ingreso en una unidad de
cuidados intensivos para monitorización invasiva, tratamiento y seguimiento evolutivo.
La finalización del parto no es imperativa, a no ser que el manejo médico de la pa-
ciente lo requiera. Se prefiere el parto vaginal a la cesárea y no existe una técnica anes-
tésica de elección. Es fundamental conseguir un buen control del dolor que evitará la
231
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
descarga simpática del parto, sin provocar episodios de hipotensión con la técnica anes-
tésica elegida. La anestesia espinal continua ha sido empleada con éxito47, así como la
anestesia combinada intradural y epidural (ACIP)48. En general los distintos autores se
decantan por la ACIP en lugar de la epidural aislada. En caso de contraindicación para
la anestesia locorregional, la perfusión de remifentanilo podría ser una buena opción.
Algún estudio con escaso número de pacientes demuestra que la inmunosupresión
podría ser beneficiosa para estas pacientes49. No obstante, ningún otro estudio ha con-
firmado estos resultados por lo que, debido a los riesgos inherentes a la inmunosupre-
sión, no se recomienda el tratamiento generalizado con inmunosupresores pudiendo
ser valorado como una opción terapéutica en aquellas pacientes con biopsia endomio-
cárdica compatible con miocarditis que presenten mala evolución clínica con trata-
miento intensivo máximo.
Múltiples comunicaciones han reportado una alta incidencia de fenómenos tromboem-
bólicos en las pacientes con MP50,51. El estado protrombótico de la gestación, la fracción de
eyección ventricular izquierda (FEVI) reducida y la éstasis sanguínea en cavidades cardíacas
dilatadas, justifican esta alta incidencia, por lo que la anticoagulación con heparina de bajo
peso molecular debe ser altamente considerada en estas pacientes y es imperativa si la eco-
cardiografía muestra signos directos de trombos intracavitarios. La forma de anticoagula-
ción dependerá de si se ha producido el parto (las heparinas no cruzan la placenta) y de los
distintos protocolos de cada centro en relación a la anticoagulación de la paciente obstétrica.
En caso de evolución tórpida el trasplante cardíaco es la única alternativa. En las dos
últimas décadas, las series de casos referidas al trasplante de corazón en la MP mostra-
ron altas tasas de rechazo52. Debido a las evidencias explicadas anteriormente acerca de
la fisiopatología inmunolológica de la MP, podría considerarse que estas pacientes pre-
sentan un estado inmunológico superactivo que las predispondría al rechazo.
El tratamiento con inmunoglobina endovenosa ha sido eficaz a la hora de mejorar
la función ventricular en pacientes con cardiomiopatía dilatada y miocarditis, por lo
que Bozkurt et al. aplicó este tratamiento en una serie pequeña de pacientes con MP, en-
contrando una mayor recuperación de la FEVI comparada con casos controles53.
Pronóstico
El pronóstico dependerá fundamentalmente del grado de recuperación de la función
sistólica.
El rango de mortalidad oscila entre el 9 al 56% según las series33y la mayoría de los
fallecimientos se producen en los tres primeros meses tras el parto. Las principales cau-
sas de muerte son: insuficiencia cardíaca refractaria, arritmias o fenómenos embólicos.
De hecho la mortalidad asociada exclusivamente a los fenómenos embólicos puede ser
tan alta como el 30%.
232
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
Recurrencia
Existe controversia acerca de la posibilidad de recurrencia de la enfermedad con fu-
turos embarazos. Se considera contraindicado el embarazo en aquellas pacientes con
función cardíaca pobre que empeorarían con los cambios fisiológicos del embarazo. El-
kayam et al56 demostró que en pacientes que tuvieron MP, embarazos siguientes se aso-
ciaron a un peor pronóstico materno y fetal. Sus conclusiones no se centraron en el
grupo de mujeres con función cardíaca deteriorada, sino que también se demostró para
aquellas mujeres que habían recuperado por completo su función cardíaca basal.
Las actuales recomendaciones se basan en la función ventricular izquierda como prin-
cipal factor pronóstico a tener en cuenta para el consejo sobre futuras gestaciones. Te-
niendo en cuenta todo lo dicho hasta ahora podríamos concluir, que aquellas mujeres
con disfunción ventricular persistente deberían evitar embarazos siguientes, mientras
que aquellas que recuperaron su función ventricular hasta la normalidad deben ser in-
formadas sobre los riesgos y en cualquier caso ser tratadas como embarazos de alto riesgo.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La incidencia de enfermedades cardíacas con repercusión clínica durante el emba-
razo es del 0,1-4%.
2. Las cardiopatías durante el embarazo son responsables del 15% de la mortalidad ges-
tacional.
3. Es importante realizar una correcta evaluación y estratificación del riesgo materno-
fetal para optimizar el seguimiento y prever las necesidades terapéuticas.
4. Las principales complicaciones cardiovasculares de las gestantes con cardiopatía pre-
via son la insuficiencia cardíaca y las arritmias.
5. En función de la cardiopatía de base el riesgo de complicaciones podemos clasificarlo
en bajo, intermedio o alto riesgo, con una mortalidad asociada menor al 1%, 5-15%
ó 25-50% respectivamente.
233
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
BIBLIOGRAFÍA
1. Walther NKA, Peeters L. Severe cardiac disease in pregnancy. En: Mebazaa A, Gheorgiade M, Zannad
FM, Parrillo JE. Acute Heart Failure. Springer; 2008. P 269-290.
2. Siu SC, Sermer M, Colman JM et al. Prospective multicenter study of pregnancy outcomes in women
with heart disease. Circulation 2001; 104(5):515-521.
3. Pijuan A, Gatzoulis A. Pregnancy and heart disease. Rev Esp Cardiol 2006; 59(9):971-984.
4. Sius Sc, Colman JM. Heart disease and pregnancy. Heart 2001; 85: 710-5.
5. Laura L, Klein MD, Henry L, Galan MD. Cardiac disease in pregnancy. Obstet Gynecol Clin N Am
2004; 31:429-459.
6. Siu SC, Sermer M, Harrison DA, et al. Risk and predictors for pregnancy-related complications in
women with heart disease. Circulation 1997; 96: 2789-94.
7. Gei AF, Hankins GD. Cardiac disease and pregnancy. Obstet Gynecol Clin North Am 2001; 28: 465-
512.
8. Katz M, Pinko A, Lurio S, Pak I. Outcome of pregnancy in 110 patients with organic heart disease. J
Reprod Med 1986; 31: 343-7.
9. James PR. Cardiovascular disease. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol 2001; 15(6):903-911.
234
INSUFICIENCIA CARDÍACA AGUDA EN LA GESTANTE. MIOCARDIOPATÍA PERIPARTO
10. Hamed AB, Sklansky MS. Pregnancy: Maternal and fetal heart disease. Curr Probl Cardiol 2007; 32:
419-494.
11. NKA Walther, Peeters L. Severe cardiac disease in pregnancy, part I: hemodinamyc changes and com-
plaints during pregnancy and general Management of cardiac disease in pregnancy. Curr Opin Crit
Care 2005; 11:480-484.
12. Guía de práctica clínica de la sociedad Europea de Cardiología para el diagnóstico y tratamiento de
la insuficiencia cardíaca aguda y crónica 2008. Rev Esp Cardiol. 2008; 61: 1329e 1-70.
13. McFaul PB, Dornan JC, Lamki H, Boyle D. Pregnancy complicated by maternal heart disease. A re-
view of 519 women. Br J Obstet Gynaecol. 1988; 95: 861-7.
14. Sciscione AC, Ivester T, Largoza M, Manley J, Shlossman P, Colmorgen GH. Acute pulmonary edema
in pregnancy. Obstet Gynecol 2003; 101: 511-5.
15. Nohria A, Tsang SW, Fang JC, Lewis EF, Jarcho JA, Mudge GH et al. Clinical assessment identifies
hemodynamic profiles that predict outcomes in patients admitted with heart failure. J Am Coll Car-
diol 2003; 41:1797-1804.
16. Fonarow GC, Weber JE. Rapid clinical assessment of hemodynamic profiles and targeted treatment
of patients with acutely decompensated heart failure. Clin Cardiol 2004; 27 (Suppl V):V1-V9.
17. Iserin L. Management of pregnancy in women with congenital heart disease. Heart 2001; 85: 493-4.
18. AyoubC, Jalbout M, Baraka A.The pregnant cardiac women.Curr Opin Anaesthesiol 2002; 15: 285-91.
19. Hameed A, Karaalp IS, Tummala PP, et al. The effect of valvular heart disease on maternal and fetal
outcome of pregnancy. J Am Coll Cardiol 2001; 37:893-9.
20. Salonen Ros H, Lichtenstein P, Bellocco R, Petersson G, Cnattingius S. Increased risks of circulatory
diseases in late pregnancy and puerperium. Epidemiology 2001; 12: 456-60.
21. Hankins GD,Wendel GD, Leveno KJ, Stoneham J. Myocardial infarction during pregnancy: a review.
Obstet Gynecol 1985; 65: 139-46.
22. Ramsey PS, Ramin KD, Ramin SM. Cardiac disease in pregnancy. Am J Perinatol 2001; 18: 245-66
23. Ladner He, Danielsen B, Gilbert WM. Acute myocardial infarction in pregnancy and the puerperium:
a population-based study. Obset Gynecol 2005; 105: 480-4.
24. Kulka PJ, Scheu C, Tryba M, Grunewald R, Wiebalck A, Oberheiden R. Myocardial infarction du-
ring pregnacy. Anaesthesist 2001; 50:n280-4.
25. Sullebarger JT, fontanet HL, Matar FA, Singh SS. Percutaneous coronary intervention for myocar-
dial infarction during pregnancy: a new trend? J Invasive Cardiol 2003; 15: 725-8.
26. Upshaw CB Jr. A study of maternal electrocardiograms recorded during labor and delivery. Am J
Obstet Gynecol 1970; 107: 17-27.
27. Tawan M, Levine J, Mendelson M, Goldberger J, dyer A, Kadish A. Effect of pregnancy on pa-
roxysmal supraventricualr tachycardia. Am J Cardiol 1993; 72: 838-40.
28. Gowda RM, Khan IA, Mehta NJ, Vasavada BC, Sacchi TJ. Cardiac arrhythmias in pregnancy: cli-
nical and therapeutic considerations. Int J Cardiol 2003; 88: 129-3).
29. Joglar JA, Page RL. Antiarrhytmic drugs in pregnancy. Curr Opin Cardiol 2001; 16: 40-5.
30. Tidswell M; Peripartum cardiomyopathy. Crit Care Clin 20 (2004) 777-788.
31. Gouley BA, McMillan TM, bellet S. Idiopathic myocardial degeneration associated with pregnancy
and especially the puerperium. Am J Med Sci 1937; 19:185–99.
32. Pearson G. Peripartum cardiomyopathy: National Heart, Lung, and Blood Institute and Office of
Rare Diseases (National Institutes of Health) workshop recommendations and review. JAMA
2000;283:1184.
33. Elkayam U, Akhter MW, Singh H et al. Pregnancy-associated cardiomyopathy: clinical characteris-
tics and a comparison between early and late presentation. Circulation 2005; 111:2050-2055.
34. Ferriere M, Sacrez A, Bouhour JB, et al. La myocardiopathie du peripartum: aspects actuels. Etude
multicentrique: 11 observations. Arch Mal Coeur 1990; 83:1563-9.
235
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
35. Cénac A, Djibo A. Postpartum cardiac failure in Sudanese–Sahelian Africa: clinical prevalence in
western Niger. Am J Trop Med Hyg 1998; 58:319-23.
36. Abboud J, Murad Y, Chen-Scarabelli C, Saravolatz L, Scarabelli T. Peripartum cardiomyopathy: A
comprehensive review. Internacional journal of cardiology 2007; 118:295-303.
37. Rizeq MN,Rickenbacher PR, FowlerMB, BillinghamME.Incidence of myocarditis in peripartum
cardiomyopathy. Am J Cardiol 1994; 74:474-7.
38. Midei MG, DeMent SH, Feldman AM, Hutchins GM, Baughman KL. Peripartum myocarditis nd
cardiomyopathy. Circulation 1990; 81:922-8.
39. Sliwa K, Forster O, Libhaber E, Fett JD, Sundstrom JB, Hilfiker-Kleiner D, Ansari AA. Peripartum
cardiomyopathy: inflammatory markers as predictors of outcome in 100 prospectively studied pa-
tients. Eur Heart J 2006;27(4):441-446.
40. Warraich RS, Sliwa K, Damasceno A et al. Impact of pregnancyrelated heart failure on humoral im-
munity: clinical relevance of G3- subclass immunoglobulins in peripartum cardiomyopathy. Am
Heart J 2005; 150:263-9.
41. Bultmann BD, Klingel K, Nabauer M, Wallwiener D, Kandolf R. High prevalence of viral genomes
and inflammation in peripartum cardiomyopathy. Am J Obstet Gynecol 2005; 193:363-5.
42. Bachmaier K, Neu N, de la Maza LM, Pal S, Hessel A, Penninger JM. Chlamydia infections and
heart disease linked through antigenic mimicry. Science 1999; 283:1335-9.
43. Cenac A, Djibo A, Sueur JM, Chaigneau C, Orfila J. Chlamydia infection and peripartum dilated
cardiomyopathy in Niger. Med Trop (Mars) 2000; 60:137-40.
44. Pearl W. Familial occurrence of peripartum cardiomyopathy. Am Heart J. 1995; 129:421-422.
45. Fett JD, Ansari AA, Sundstrom JB, et al. Peripartum cardiomyopathy: a selenium disconnection and
an autoimmune connection. Int J Cardiol. 2002; 86:311-316.
46. Hayakawa Y, Chandra M, Miao W, et al. Inhibition of cardiac myocyte apoptosis improves cardiac
function and abolishes mortality in the peripartum cardiomyopathy of Gαq transgenic mice. Cir-
culation 2003; 108:3036-41.
47. Velickovic IA, Leicht CH. Continuous spinal anesthesia for cesarean section in a parturient with se-
vere recurrent peripartum cardiomyopathy. Int J Obstet Anesth. 2004; 13:40-3.
48. Shnaider R, Ezri T, Szmuk P, et al. Combined spinal–epidural anesthesia for cesarean section in a pa-
tient with peripartum dilated cardiomyopathy. Can J Anaesth. 2001; 48:681-683.
49. Midei MG, DeMent SH, Feldman AM, Hutchins GM, Baughman KL. Peripartum myocarditis and
cardiomyopathy. Circulation 1990; 81:922-8.
50. Damorou FJ, Kane A, Napporn G, et al. Biventricular thrombus complicating peripartum cardiom-
yopathy. A case report. Dakar Med 2000; 45:199-201.
51. Sanchez-Rubio Lezcano J,Galache Osuna JG, Marquina Barcos A, Calvo Cebollero I, Diarte de Mi-
guel JA, Placer Peralta LJ. Peripartum cardiomyopathy with biventricular thrombi. Ann Med Intern
2004; 21:498-500.
52. Keogh A, Macdonald P, Spratt P, Marshman D, Larbalestier R, Kaan A. Outcome in peripartum car-
diomyopathy after heart transplantation. J Heart Lung Transplant 1994; 13:202-7.
53. Bozkurt B, Villaneuva FS, Holubkov R, et al. Intravenous immune globulin in the therapy of peri-
partum cardiomyopathy. J Am Coll Cardiol 1999; 34:177-80.
54. Chapa JB, Heiberger HB, Weinert L, Decara J, Lang RM, Hibbard JU. Prognostic value of echo-
cardiography in peripartum cardiomyopathy. Obstet Gynecol 2005;105:1303-8.
55. Amos AM, Jaber WA, Russell SD. Improved outcomes in peripartum cardiomyopathy with con-
temporary. Am Heart J. 2006 Sep; 152(3):509-513.
56. Elkayam U, Tummala PP, Rao K, et al. Maternal and fetal outcomes of subsequent pregnancies in
women with peripartum cardiomyopathy. N Engl J Med 2001; 344:1567-71.
236
C APÍTULO 11
237
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción y generalidades
Etiología
Fisiopatología de la insuficiencia renal aguda en el embarazo
Diagnóstico
Monitorización hemodinámica
Examen de orina
Examen de sangre
Biopsia renal
Causas
Prerrenal
Renal
Postrenal
Tratamiento
Técnicas de sustitución de la función renal
Pronóstico
Trasplante en la embarazada
Puntos prácticos
Bibliografía
238
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA EN LA GESTANTE
INTRODUCCIÓN Y GENERALIDADES
La insuficiencia renal aguda (IRA) es un síndrome grave caracterizado por un dete-
rioro de la función renal durante un periodo de horas a días provocando un fracaso
renal para excretar productos nitrogenados y mantener una homeostasis correcta de los
líquidos y electrolitos.
Se definen diferentes grados en función de los niveles plasmáticos de creatinina (Cr):
insuficiencia renal media (Cr 0,9-1,4 mg/dL), insuficiencia renal moderada (Cr 1,5 -2,9
mg/dL) e insuficiencia renal severa(Cr >3,0 mg/dL)1. El grado de gravedad de la IRA
viene determinado por las cifras de creatinina y del filtrado glomerular. En el caso de la
IRA hay marcadores de lesión aguda como el N-GAL que están en fase de validación.
La incidencia de IRA en la embarazada en la década de los años 60 era de 1:5.000
gestaciones. Actualmente ha descendido en los países desarrollados a 1:10.0002.
Este descenso se debe a una disminución de los casos por causas obstétricas, menor
número de abortos sépticos por la liberación de las leyes del aborto y por la mejora de
los controles prenatales. Aún así representa de un 20 a un 40% de todos los casos de in-
suficiencia renal y el 50% de casos totales en la mujer. En los países más pobres, esta pa-
tología todavía representa un 25% de las derivaciones a los centros de diálisis y sigue
siendo una causa importante de muerte maternofetal.
La IRA en el embarazo sigue una distribución bimodal. El primer pico se produce
en el primer trimestre asociado a infección, siendo el aborto la principal causa ya sea por-
que se realice sin control o por sepsis secundaria. El segundo pico se produce en el ter-
cer trimestre a causa de complicaciones obstétricas (preeclampsia, hemorragia posparto
y embolia del líquido amniótico)3,4.
ETIOLOGÍA
Suele ser el resultado de un grave déficit del flujo sanguíneo en la zona cortical renal.
En el 60% de los casos, esta hipoperfusión se debe a la preeclampsia; un 30% a hemo-
rragia grave por placenta previa, otro 5% de estos casos se debe a un síndrome hemolí-
tico-urémico, un síndrome nefrótico grave o hipertensión (HTA) maligna. Una mínima
proporción se deben a un proceso inflamatorio renal agudo o una obstrucción ureteral
por útero hiperdestendido.
239
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
DIAGNÓSTICO
Cada paciente que presenta un cuadro de insuficiencia renal aguda debe tener una
historia detallada, un buen examen físico y una valoración del laboratorio.10 Ante una
situación de IRA en la embarazada hay que seguir las medidas siguientes:
Monitorización hemodinámica
Colocar un catéter de presión venosa central (PVC) o uno de Swan- Ganz. Una PVC o
una presión capilar pulmonar (PCP) elevadas, sugieren una NTA o necrosis cortical renal,
orientando nuestra actitud a la restricción de líquidos iv. Si la PVC o PCP están bajas, su-
gieren depleción del volumen intravascular siendo adecuada la administración de líquidos iv.
Examen de orina
La analítica de electrolitos en orina puede ser útil para predeterminar el tipo de fallo
renal. En la mayoría de casos de IRA, es posible obtener muestras de orina, para deter-
minar su osmolaridad y la concentración de sodio. La anuria completa es rara y sugiere
uropatía obstructiva o severa lesión renal.
- Si la osmolaridad urinaria es >500 mosm/kg indica buena función tubular pero pre-
sencia de enfermedad prerrenal (cociente de osmolaridad orina/plasma O/P> de 1,2).
- Si la osmolaridad urinaria es < 400 mosm/kg sugiere necrosis tubular aguda (co-
ciente O/P de 1,0). En el sedimento aparecen cilindros de células tubulares.
240
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA EN LA GESTANTE
Examen de sangre
El nitrógeno ureico (BUN), el ácido úrico y la creatinina sirven para evaluar la ca-
pacidad excretora de productos nitrogenados. En la insuficiencia prerrenal hay gran re-
absorción de urea, elevando el cociente BUN/creatinina a 20:1 o mayores. Debe medirse
el potasio que puede estar aumentado y precisar hemodiálisis; así como las concentra-
ciones de sodio, en las pacientes tratadas con diuréticos o soluciones cristaloides.
Biopsia renal
En embarazadas realizar una biopsia renal presupone un posible incremento en la mor-
bilidad. La primera utilidad es la identificación de la etiología de la preeclampsia en pa-
cientes pretérmino, porque en la preeclámptica la curación está en el parto11. Las
complicaciones de la biopsia varían entre 1,6-4,4 %, incluyendo la hemorragia peri-renal
que puede finalizar en una nefrectomía y hematoma peri-renal. Un 17% presentan una
hematuria importante.12 Las indicaciones para la biopsia incluyen hematuria, proteinuria
y función renal alterada en el primer o segundo trimestre. Debe quedar limitada al dete-
rioro de la función renal sin causa aparente antes de la semana 32 de la gestación.
CAUSAS
Las causas de la IRA en la embarazada se dividen en 3 grupos: pre-renal, intrínseca
o renal y post-renal (ver Tabla 1)13.
Prerrenal
1. Causas hipovolémicas: hemorragia y deshidratación
Las hemorragias uterinas, sean externas o internas, pueden llevar a una necrosis tu-
bular aguda.
241
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
242
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA EN LA GESTANTE
Renal
Existen diferentes causas de afectación renal: la necrosis tubular aguda, la necrosis cor-
tical, la microangiopatía trombótica y el hígado graso agudo de la embarazada. A con-
tinuación veremos con más atención cada una de ellas.
1. Necrosis tubular aguda (NTA)
Es la causa más frecuente de IRA en el embarazo. Ocurre típicamente tras eventos
agudos isquémicos y tóxicos:
a) Toxicidad por fármacos nefrotóxicos (aminoglucósidos, antiinflamatorios no es-
teroideos (AINEs), inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina
(IECAs), medios de contraste...)
b) Procesos isquémicos como abruptio placentae, embolia de líquido amniótico y re-
tención de muerte fetal.
Destacar en este aparatado las patologías que cursan con hipertensión arterial (HTA)
e isquemia secundaria como en las pacientes que presentan preeclampsia o síndrome
HELLP.
- Preeclampsia
En referencia a su fisiopatología, encontramos una isquemia útero placentaria cau-
sada por factores genéticos y ambientales y por la invasión de los trofoblastos en las ar-
terias uterinas y una disfunción endotelial generalizada. Todo ello, da como resultado
una isquemia uterina con disminución de los factores de crecimiento placentario y los
factores de crecimiento endotelial vascular. A nivel renal, existe un aumento del tamaño
del glomérulo (glomeruloendoteliosis) por edema y vasoconstricción, con una reducción
del 25% del filtrado glomerular. Todos estos cambios ocurren en un 70% de los casos
y persisten en el postparto inmediato13. Estas pacientes presentan cambios sugestivos
de NTA que en los casos más severos evolucionan a una necrosis cortical14.
Estudios recientes sugieren que la incidencia de IRA en la preclampsia es de 1,5-2%15,16.
Como cualquier caso de IRA, el tratamiento debe incluir medidas correctoras y me-
didas de soporte como la transfusión de sangre, mantener el volumen intravascular y la
eliminación de toxinas. Hasta la fecha, no existe un tratamiento efectivo excepto la fi-
nalización del embarazo.
- Síndrome HELLP: Variante de la preeclampsia severa que incluye hemólisis, ele-
vación de enzimas hepáticas y disminución de plaquetas. El síndrome HELLP aparece
en el 4-14% de los casos de preeclampsia17,18.
2. Necrosis cortical
Puede producirse una necrosis completa que afecta toda la corteza o bien puede ser
una necrosis incompleta (en parches) que es la forma más frecuente en el embarazo.
243
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Post-renal
Debido a causas obstructivas donde la característica es la anuria completa mientras
que rara vez se observa en las causas pre-renales y renales. Son poco frecuentes, pero hay
que tenerlos presentes en las pacientes con IRA porque son reversibles. No obstante, el
diagnóstico es más dificultoso. La utilización de la pielografía intravenosa puede ser ne-
cesaria a pesar del riesgo de irradiar el feto.
244
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA EN LA GESTANTE
1. Causas que cursan con compresión ureteral por el útero: frecuente en partos ge-
melares y polihidramnios graves. La extracción fetal va seguida de diuresis abundante.
Si se sospecha de IRA por esta causa, colocaremos a la gestante en decúbito lateral o
posición genupectoral para descomprimir uréteres.
2. Litiasis renales. Son la principal causa de dolor cólico abdominal no relacionado
con la hemodinámica uterina. Existen varios criterios diagnósticos: a) Hematuria mi-
croscópica, b) Síntomas urinarios recurrentes, c) Cultivos de orina negativos. Si existen
2 de los criterios mencionados, el diagnóstico será positivo en un 50% y si la ecografía
no es concluyente se indicará un urograma excretor. El tratamiento debe ser conserva-
dor con hidratación adecuada, antibióticos y analgésicos, incluso bloqueo epidural con-
tinuo (D11-L2).
TRATAMIENTO
Los objetivos son: prevención, tratar las causas específicas y medidas de soporte para
la eliminación de toxinas. El cuadro incluye enfermedades específicamente tratables y
rápidamente reversibles, a las que deberá diferenciarse de la necrosis tubular aguda
(NTA), la más grave pero menos frecuente.
245
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
246
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA EN LA GESTANTE
PRONÓSTICO
La mayoría de las gestantes con NTA se recuperan sin secuelas, normalizándose entre
los 6 y los 12 meses posparto. El pronóstico es mejor en las IRA de causa obstétrica que
en las de causa médica o quirúrgica.
TRASPLANTE EN LA EMBARAZADA
Los pacientes con enfermedad renal crónica avanzada o incluida en diálisis presen-
tan una disfunción hipótalamo-gonadal que confiere infertilidad en un 99% de los
casos. El diagnóstico de embarazo es muy difícil porque los niveles de beta-HCG son
elevados en las pacientes dializadas. En estas pacientes se recomienda incrementar la fre-
cuencia de sesiones de hemodiálisis para evitar la hipotensión, usar la eritropoyetina
para tratar la anemia, controlar la uremia para evitar el polihidramnios y controlar el es-
tado nutricional materno.
El embarazo se contraindicaba en los inicios del trasplante renal, pero ya hace 49
años del nacimiento del primer niño de madre transplantada y los conceptos han ido
cambiando21. El embarazo es una parte más de los beneficios que aporta el trasplante
renal, aunque existen todavía algunas dudas sobre los efectos del mismo en la madre y
el feto.
Se aconseja un mínimo de un año desde la realización del trasplante para iniciar una
gestación. Las peculiaridades sobre trasplante y embarazo son: un 24-34% presentan
abortos terapéuticos o espontáneos, un aumento del riesgo de infección urinaria, espe-
cialmente la de origen bacteriano. Más allá de la semana 24 de gestación, las complica-
ciones más relevantes son un aumento de la incidencia o gravedad de la hipertensión
arterial y de la proteinuria, incluido el riesgo de la preeclampsia. Presentan mayor pre-
valencia de anemia relacionado con niveles bajos de eritropoyetina.
Dentro de las complicaciones fetales, destacan el riesgo de en más de un 50% de los
casos de prematuridad, de bajo peso al nacer y crecimiento intrauterino retardado22.
247
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
No se recomienda el embarazo por encima de cifras de creatinina > 1,5 mg/dl por el
riesgo aumentado de perdida del injerto, hipertensión o presencia de proteinuria ya que
esto debería alertarnos de un daño renal evolutivo que debería ser evaluado y filiado
adecuadamente. La disfunción del injerto puede ser difícil de detectar durante el em-
barazo, porque habitualmente los niveles de creatinina disminuyen durante la gesta-
ción. Deben determinarse los rangos terapéuticos de los immunosupresores ya que el
volumen de distribución en el embarazo se acompaña de un descenso de los niveles en
sangre. En caso de que se presente rechazo, habitualmente responden al tratamiento
con metilprednisolona. Dado que el volumen plasmático efectivo está disminuido du-
rante el embarazo, no se aconseja administrar diuréticos.
Aunque un embarazo en una paciente transplantada renal sea de alto riesgo, la cesárea
solamente estaría indicada por razones obstétricas; aunque el número de casos predomi-
nan respecto el parto vaginal. Todos los immunosupresores atraviesan la barrera placenta-
ria, por lo que el feto está expuesto a la toxicidad de los diferentes fármacos. Estos efectos
adversos potenciales pueden ir desde malformaciones mayores hasta defectos neurocog-
nitivos que pueden descubrirse años después del nacimiento. Por ejemplo, el uso de cor-
ticoides puede presentar efectos fetales como la insuficiencia adrenal neonatal o la
hipoplasia del timo. También se desaconseja la lactancia porque algunos immunosupre-
sores han aparecido en concentraciones variables en la leche materna y son teratogénicos.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La incidencia de IRA en la embarazada es de 1:10000 en los países desarrollados.
2. La causa más común de IRA es la preeclampsia.
3. Suele ser el resultado de un grave déficit del flujo sanguíneo en la zona cortical renal.
4. Las causas se dividen en pre-renal, intrínseca o renal y post-renal.
5. Los principios básicos son: tratar las causas específicas, prevención del daño adicio-
nal y medidas de soporte hasta la recuperación de la función.
6. El cuadro incluye enfermedades específicamente tratables y rápidamente reversibles.
7. El embarazo es una parte más de los beneficios que aporta el trasplante renal.
BIBLIOGRAFÍA
1. Abosaif NY, Tolba YA, Heap M, Russell J, El Nahas AM. The outcome of acute renal failure in the
intensive care unit according to RIFLE: model application, sensitivity, and predictability. Am J Kid-
ney Dis 2005;46(6):1038-48.
2. Harkins JL, Wilson DR, Muggah HF. Acute renal failure in obstetrics. Am J Obstet Gynecol
1974;118(3):331-6.
3. Krane NK. Acute renal failure in pregnancy. Arch Intern Med 1988;148(11):2347-57.
4. Vladutiu DS, Spanu C, Patiu IM, Neamtu C, Gherman M, Manasia M. Abortion prohibition and
acute renal failure: the tragic Romanian experience. Ren Fail 1995;17(5):605-9.
248
INSUFICIENCIA RENAL AGUDA EN LA GESTANTE
16. Cunningham FG, Gant NF, Leveno. Renal and urinary tract disorders. In: Williams Obstetrics. 21st
ed. McGraw-Hill;2001.
17. Epstein FH. Pregnancy and renal disease. N Engl J Med 1996;335(4):277-8.
18. Hou S. The kidney in pregnancy. Greenberg A. Primer on kidney disease. 1998:388-394.
19. Sanders C. Renal disease in pregnancy. Obstetrics and Gynecology Clinics. 2001;28.
10. Issler JR. Insuficiencia renal aguda en al embarazada. Revista de posgrado de la Cátedra Via Medi-
cina - Facultad de Medicina - UNNE 2000.
11. Parrish AE. Complications of percutaneous renal biopsy: a review of 37 years' experience. Clin
Nephrol 1992;38(3):135-41.
12. Dennis EM, F ; Smythe,C. Renal biopsy in pregnancy. Clin obstet gynecol 1968:473-486.
13. Hilary S. Gammill, MD; Arundhathi Jeyabalan, MD, MSCR Acute renal failure in pregnancy. Crit
Care Med 2005 Vol. 33, No. 10 (Suppl.).
14. Pertuiset N, Grunfeld JP: Acute renal failure in pregnancy. Baillieres Clin Obstet Gynaecol 1994;
8:333–351.
15. Drakeley AJ, Le Roux PA, Anthony J, et al: Acute renal failure complicating severe preclampsia re-
quiring admission to an obstetric intensive care unit. Am J Obstet Gynecol 2002; 186:253-256.
16. Sibai BM, Villar MA, Mabie BC: Acute renal failure in hypertensive disorders of pregnancy. Preg-
nancy outcome and remote prognosis in thirty-one consecutive cases. Am J Obstet Gynecol 1990;
162:777-783.
17. Egerman RS, Witlin AG, Friedman SA, Sibai BM. Thrombotic thrombocytopenic purpura and he-
molytic uremic syndrome in pregnancy: review of 11 cases. Am J Obstet Gynecol. Oct 1996;175(4 Pt
1):950-6.
18. Weinstein L: Syndrome of hemolysis, elevated liver enzymes, and low platelet count:A severe conse-
quence of hypertension in pregnancy. Am J Obstet Gynecol 1982; 142:159-167.
19. Sibai BM, Taslimi MM, el-Nazer A, et al. Maternal-perinatal outcome associated with the syndrome
of hemolysis, elevated liver enzymes, and low platelets in severe preeclampsia - eclampsia. Am J Ob-
stet Gynecol 1986; 155:501.509.
20. Stander H, Cadden B: Acute yellow atrophy of the liver in pregnancy. Am J Obstet Gynecol 1934;
28:61-69.
21. Díaz JM, Canal C, Giménez I, Guirado L, Facundo C et al. Embarazo en receptoras de trasplante renal:
efectos en la madre y el niño. Nefrología 2008;28 (2): 174-177.
22. Pallardó LM, Crespo JF. Embarazo y trasplante renal. Nefrología 2008; 28 (1):148-150.
249
C APÍTULO 12
ÍNDICE
251
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Escalas de gravedad
Epidemiología
Etiología
Microbiología
Infecciones relacionadas con el embarazo y el postparto
Infecciones no relacionadas con el embarazo
Infecciones nosocomiales
Fisiopatología
Cascada inflamatoria
Respuesta fisiológica
Monitorización
Tratamiento
Exploraciones diagnósticas
Reanimación inicial
Control del foco de infección
Antibioterapia
Ventilación mecánica
Uso de hemoderivados
Control glicémico y soporte nutricional
Corticoides
Anticoagulación
Otras medidas
Conducta obstétrica
Puntos prácticos
Estrategias de futuro
Bibliografía
252
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
INTRODUCCIÓN
En 1992 el American College of Chest Physicians/Society of Critical Care Medicine
(ACCP-SCCM) publicó una conferencia de consenso1 con el objetivo de estandarizar
las definiciones en relación a la infección:
Infección: Fenómeno microbiano caracterizado por una respuesta inflamatoria a la
presencia de microorganismos o la invasión de tejidos estériles del huésped por dichos
microorganismos.
Bacteriemia: Presencia de bacterias viables en sangre. La bacteriemia per se no es si-
nónimo de infección. La definición se puede aplicar también a fungemia, viremia, pa-
rasitemia, etc.
Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS): Respuesta producida ante
una variedad de agresiones clínicas graves. Deben cumplirse 2 o más de los siguientes
criterios:
- Temperatura > 38ºC ó < 36ºC.
- Frecuencia cardíaca > 90 latidos por minuto.
- Frecuencia respiratoria > 20 por minuto ó PaCO2 < 32 mmHg.
- Leucocitosis > 12.000/mm3, < 4.000/mm3 ó > 10% formas inmaduras.
Sepsis: Respuesta sistémica a la infección con los mismos criterios que el SIRS. Es
un SIRS de etiología infecciosa.
Sepsis grave: Sepsis asociada a disfunción de órganos, hipotensión arterial (TAS < 90
mmHg o reducción > 40 mmHg respecto de valores basales, en ausencia de otras cau-
sas de hipotensión) e hipoperfusión. La evidencia de hipoperfusión incluye acidosis lác-
tica, oliguria o trastornos de la consciencia.
Shock séptico: Hipotensión inducida por sepsis que persiste a pesar de la reposición
adecuada de fluidos y que se presenta con hipoperfusión y disfunción de órganos. Si el
paciente recibe fármacos vasoactivos, la desaparición de la hipotensión no invalida el cri-
terio de shock séptico.
Síndrome de disfunción multiorgánica: Presencia de función alterada de órganos
en pacientes críticos, donde la homeostasis no puede ser mantenida sin una interven-
ción terapéutica:
• Respiratorio:
- PaO2/FiO2 < 300 (Presión arterial de O2/Fracción inspiratoria de O2).
- Hallazgos positivos en radiografía de tórax.
- Presión capilar pulmonar < 18 mmHg.
253
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Variables • Hipotensión arterial ( PAS <90 mmHg, PAM <70 mmHg o un descenso de
hemodinámicas la PAS >40 mmHg en adultos o < de 2 desviaciones estándar por debajo
del valor normal para la edad )
• Saturación venosa mixta de oxígeno > 70%
• Índice cardíaco >3,5 L/min/m2
PAS, presión arterial sistólica; PAM, presión arterial media; PaO2, presión arterial de oxígeno; FiO2, fracción inspiratoria
de oxígeno; INR, ratio internacional normalizada; aPPT, tiempo de tromboplastina parcial activada.
Ninguno de estos signos de sepsis debería usarse en neonatos o en niños. Los criterios de sepsis en la población pediá-
trica son hiper o hipotermia (temperatura rectal > 38ºC ó < 35º C), taquicardia (ausente en pacientes hipotérmicos), y al
menos una de las siguientes indicaciones de disfunción orgánica: alteración del estado mental, hipoxemia, incremento
de los niveles séricos de lactato o pulso filiforme.
254
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ESCALAS DE GRAVEDAD
Para facilitar la valoración y el tratamiento, así como para establecer un pronóstico
de los pacientes afectados por sepsis grave, además de tener en cuenta los criterios esta-
blecidos por la conferencia de consenso, deben evaluarse otros factores, fundamental-
mente los relacionados con las características específicas del paciente (edad y
comorbilidades), la repercusión sobre la función orgánica y el tipo de infección causal,
para lo cual deberemos recurrir a sistemas especialmente desarrollados para ello.
Para la evaluación de la gravedad de los pacientes críticos disponemos de sistemas ge-
nerales de evaluación, validados, que permiten establecer comparaciones internas y entre
poblaciones diferentes, cómo son el APACHE II, el SAPS II y MPM; y también siste-
mas que fueron desarrollados para la valoración específica de pacientes sépticos, como
son el SOFA (escala de evaluación del fallo orgánico) y el MODS (escala de evolución
de la disfunción orgánica), aunque en la actualidad también son usados para la valora-
ción de los pacientes no sépticos3.
Los criterios y las puntuaciones asignadas a cada parámetro, para los sistemas APA-
CHE II y SOFA se encuentran en las Tablas 2 y 3.
Al aplicar estas escalas de valoración a las pacientes embarazadas hay que tener en
cuenta que el sistema APACHE II puede sobreestimar la mortalidad ya que algunos de
los cambios fisiológicos de las embarazadas, como el aumento de la frecuencia cardíaca
y respiratoria, hematocrito bajo o discreta leucocitosis, son valorados como patológicos,
dando una mortalidad predicha falsamente elevada. El sistema SAPS II también se ha
visto que puede sobreestimar la mortalidad en estas pacientes. Estas diferencias se deben
a que las pacientes obstétricas no fueron específicamente consideradas durante el des-
arrollo de estas escalas4,5.
EPIDEMIOLOGÍA
El perfil epidemiológico de la sepsis en las pacientes obstétricas presenta diferencias
si lo comparamos con la población general. Por un lado existen varios trabajos en la li-
teratura que indican que la incidencia de sepsis durante la gestación está disminu-
yendo4,6. Asimismo, el pronóstico de la sepsis durante la gestación es mejor que el
esperado en la población general debido a que se trata de pacientes jóvenes con escasa
comorbilidad asociada, que presentan buena respuesta a la antibioterapia y a que la pel-
vis, como foco primario más frecuente de infección, es una zona fácilmente accesible me-
diante técnicas quirúrgicas7. El pronóstico fetal depende de la edad gestacional y de la
existencia o no de infección perinatal.
La incidencia de sepsis está infraestimada ya que la mayoría de los estudios de los que
disponemos son retrospectivos y en ellos los criterios de infección y de sepsis no están
255
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Temperatura rectal ≥ 41° 39-40,9° 38,5-38,9° 36-38,4° 34-35,9° 32-33,9° 30-31,9° ≤ 29,9°
(Axial +0.5°C)
Oxigenación : Elegir a o b
a. Si FiO2 ≥ 0,5 anotar PA-aO2 ≥ 500 350-499 200-349 < 200
b. Si FiO2 < 0,5 anotar PaO2 > 70 61-70 55-60 <55
Sodio sérico (mEq/L) ≥ 180 160-179 155-159 150-154 130-149 120-129 111-119 ≤ 110
Leucocitos
(Total/mm3 en miles) ≥ 40 20-39,9 15-19,9 3-14,9 1-2,9 <1
Escala de Glasgow
Puntuación=15-Glasgow actual
A. APS (Acute Phisiology Score). Total: Suma de las variables individuales.
B. Puntuación por edad (≤ 44 = 0 puntos; 45-54 = 2 puntos; 55-64 = 5 puntos; >75 = 6 puntos)
C. Puntuación por enfermedad crónica: Si el paciente tiene historia de insuficiencia orgánica sistémica o está inmunocomprometido, corresponde 5
puntos en caso de postquirúrgicos urgentes o no quirúrgicos, y 2 puntos en caso de postquirúrgicos de cirugía electiva.Definiciones: Debe existir evi-
dencia de insuficiencia orgánica o inmunocompromiso, previa al ingreso hospitalario y conforme a los siguientes criterios:
- Hígado: Cirrosis (con biopsia), hipertensión portal comprobada, antecedentes de hemorragia gastrointestinal alta debida a HTA portal o episodios
previos de fallo hepático, encefalohepatopatía, o coma.
- Cardiovascular: Clase IV según la New York Heart Association
- Respiratorio: Enfermedad restrictiva, obstructiva o vascular que obligue a restringir el ejercicio, como por ej. incapacidad para subir escaleras o realizar
tareas domésticas; o hipoxia crónica probada, hipercapnia, policitemia secundaria, hipertensión pulmonar severa (>40 mmHg), o dependencia res-
piratoria.
- Renal: Hemodializados.
- Inmunocomprometidos: que el paciente haya recibido terapia que suprima la resistencia a la infección (por ejemplo inmunosupresión, quimiote-
rapia, radiación, tratamiento crónico o altas dosis recientes de esteroides, o que padezca una enfermedad suficientemente avanzada para inmuno-
deprimir como por ej. leucemia, linfoma, SIDA) .
PUNTUACIÓN APACHE II: Suma de A + B+ C
256
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
TABLA 3. SOFA
PUNTUACIÓN SOFA
0 1 2 3 4
Respiratorio: pO2/FiO2 en mmHg. *Puntos 3-4 sólo se valoran si precisa ventilación mecánica.
Renal: Creatinina en mg/dL. *Puntos 3-4 sólo se valoran en caso de fracaso renal funcional u oligoanuria.
Hepático: Bilirrubina en mg/dL.
Cardiovascular: PAM (presión arterial media) en mmHg. Fármacos vasoactivos administrados durante más de 1 hora. Dopa = Dopa-
mina. NA = Noradrenalina o Adrenalina (dosis en mcg/kg/min).
Neurológico: GCS = Glasgow Coma Score.
257
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
sitúa alrededor del 2,1%, y en otras zonas, como Africa o Asia, se encuentra entre el 7,7
y el 11,6% en función del grado de desarrollo. A pesar de estas diferencias, la sepsis se
sitúa globalmente entre las cinco primeras causas de muerte materna13.
ETIOLOGÍA
Las causas de infección en la paciente obstétrica se resumen en la Tabla 414. En esta cla-
sificación se diferencian las infecciones propias del embarazo y del postparto y aquellas no
relacionadas con la gestación. Dentro del primer grupo destacan la corioamnionitis, que
está asociada a parto pretérmino y al número de exploraciones vaginales realizadas y el
258
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
aborto séptico, que se relaciona con problemas de infertilidad y de dolor crónico. Las al-
teraciones del pH y el incremento del glucógeno que se producen en el epitelio vaginal
durante el embarazo predisponen a ambas infecciones. Dentro de este apartado también
se encuentran la endometritis postparto, la tromboflebitis pélvica séptica, las infecciones de
la episiotomía y de la herida quirúrgica tras una cesárea, incluyendo la fascitis necroti-
zante, y por último las infecciones relacionadas con procedimientos invasivos (postcer-
claje o postamniocentesis). En el grupo de infecciones de etiología no obstétrica
destacan, por ser las más frecuentes durante el período gestacional, las infecciones del
tracto urinario. Durante el embarazo se producen una serie de cambios en el sistema ge-
nitourinario que predisponen a este tipo de infecciones (aumento de la presión intra-
vesical debido al efecto ejercido por el útero grávido, dilatación ureteral y reflujo
vesicoureteral). También existe una mayor predisposición para desarrollar neumonía
como consecuencia de la elevación del diafragma y del retraso en el vaciamiento gástrico.
La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el consumo de coca-
ína, el asma, el consumo de alcohol y la fibrosis quística también se consideran factores
de riesgo para el desarrollo de neumonía. También se incluyen otras infecciones como
apendicitis, colecistitis, malaria e infección por VIH. En el apartado de las infecciones no-
socomiales destacamos las adquiridas en las unidades de cuidados intensivos. Los facto-
res de riesgo para su desarrollo incluyen la presencia de comorbilidades, la desnutrición,
los procedimientos invasivos, la ventilación mecánica y la inmunosupresión.
MICROBIOLOGÍA
Las infecciones en la paciente obstétrica son generalmente polimicrobianas15, con
predominio de los gérmenes gram negativos16.
259
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
spp, hongos y virus deben ser considerados en las pacientes inmunodeprimidas que des-
arrollen neumonía. En países en vías de desarrollo son frecuentes las infecciones por el
virus de la inmunodeficiencia humana, las hepatitis y la malaria. En el subgrupo de pa-
cientes inmunodeprimidas deben ser tenidas en cuenta las siguientes infecciones:
CD4>200/μl: diarrea por Campilobacter jejeni, Salmonella spp o Shigella spp; CD4 50-
200/μl: neumonía por P. carinii, candidiasis esofágica, meningitis criptococócica y en-
cefalitis por toxoplasma; CD4 < 50/μl: retinitis por citomegalovirus, diarrea por
Cryptosporidium parvum e infección por Mycobacterium avium complex.
Infecciones nosocomiales
Las infecciones del tracto respiratorio y las asociadas a catéteres vasculares son espe-
cialmente frecuentes en las unidades de cuidados intensivos. Los microorganismos cau-
sales varían en función del perfil microbiológico propio de la unidad de cuidados
intensivos. En las neumonías asociadas a la ventilación mecánica, Pseudomonas aerugi-
nosa, Enterobacter spp, Klebsiella spp y Staphylococcus (spp y meticilina resistentes) son los
gérmenes más comúnmente implicados.
FISIOPATOLOGÍA
Cascada inflamatoria
La severidad de la sepsis está determinada por la intensidad de la respuesta inflama-
toria del huésped, la virulencia del microorganismo, las condiciones clínicas coexisten-
tes, el estado nutricional, la edad y el polimorfismo propio de los efectores de la respuesta
inmune. El proceso inflamatorio que se desencadena está estrechamente regulado y tiene
como objetivo evitar la propagación sistémica de la infección. Los microorganismos y
sus toxinas inducen la producción de factores de transcripción que, tras un proceso de
amplificación conduce a la transcripción de genes proinflamatorios4.
Independientemente del foco de infección, el inicio del shock se debe a las toxinas
producidas por los microorganismos, ya sean las liberadas (exotoxinas) o las que per-
manecen unidas a la pared bacteriana (endotoxinas y lipopolisacáridos). Las endotoxi-
nas circulantes activan los sistemas inmunológicos celular y humoral, incluso en ausencia
de proliferación bacteriana. Las células activadas liberan, a su vez, potentes mediadores
de la inflamación, entre ellos el factor de necrosis tumoral α (TNFα). El TNFα estimula
los leucocitos y las células del endotelio vascular para que liberen citoquinas. Éstas es-
tablecen relaciones sinérgicas entre sí y con otros mediadores.
Las citoquinas proinflamatorias tienen también múltiples efectos directos en los te-
jidos, incluyendo la promoción de la adhesión de los leucocitos al endotelio, la libera-
260
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Respuesta fisiológica
Sistema cardiovascular
La sepsis se caracteriza por un estado hemodinámico hiperdinámico, que cursa con
vasodilatación arterial, disminución de las resistencias vasculares sistémicas, aumento
del gasto cardíaco (a pesar de la depresión miocárdica), aumento de la frecuencia cardí-
aca y disminución del volumen intravascular. Durante el embarazo ya existe un estado
similar, con vasodilatación vascular periférica, como consecuencia de la acción de me-
diadores como la prostaciclina, el óxido nítrico y las hormonas gestacionales. Este es-
tado condiciona una mayor susceptibilidad de la paciente embarazada a los efectos de
la sepsis, por lo que la disminución de la contractilidad miocárdica producida por la
sepsis lleva a la paciente embarazada al shock antes que en las pacientes no gestantes18.
El estado basal de la gestante acelera el curso natural de la sepsis, presentando ya, en fases
iniciales, hipotensión, confusión mental, taquicardia y rubefacción. A medida que el shock
progresa aparece diaforesis, piel fría, bradicardia y cianosis. Posteriormente, aumentan los
261
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
262
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Sistema respiratorio
El aumento de presión y de permeabilidad de la microcirculación pulmonar, junto
con la liberación de mediadores inflamatorios, favorecen la extravasación y el acúmulo
de agua intrapulmonar durante la sepsis. Este proceso puede verse agravado por la dis-
minución de la presión coloido-osmótica (fisiológica durante el embarazo), que favorece
el desarrollo de edema pulmonar y la disminución de la complianza pulmonar. En las
fases finales de la sepsis, la disminución de la saturación venosa mixta y la hipoxemia
conducen a distrés respiratorio agudo y a fallo respiratorio4,14.
La disminución de la complianza y de la capacidad residual funcional, fisiológicas del
embarazo, empeoran el pronóstico de las complicaciones respiratorias graves4.
Las causas infecciosas más frecuentemente asociadas con distrés respiratorio agudo
durante el embarazo son corioamnionitis, neumonía y broncoaspiración4.
Sistema renal
El fallo renal agudo se presenta en más del 20% de pacientes con sepsis severa cuando
los hemocultivos son positivos, y se asocia a un aumento de la mortalidad. Éste cursa
como una necrosis tubular aguda, provocada por daño renal directo inducido por cito-
quinas y por fenómenos de isquemia-reperfusión provocados por vasoconstricción renal
causada por un aumento de la actividad del sistema nervioso simpático renal y de la an-
giotensina4,14. A partir de la semana 12 de gestación, la estasis urinaria secundaria a la
dilatación de la pelvis renal y del uréter favorecen la colonización e infección renal.
Sistema de la coagulación
Durante el embarazo existe, de forma fisiológica, una plaquetopenia dilucional y un
estado de hipercoagulabilidad (producido por un aumento de los factores de la coagu-
lación, sobretodo del factor VII) que cursa con hiperfibrinosis y disminución de la ac-
tividad fibrinolítica. Estos cambios favorecen la formación de coágulos de fibrina
intravasculares y contribuyen en la patogénesis de la coagulación intravascular disemi-
nada en la embarazada4,14.
Tracto gastrointestinal
La paciente obstétrica está predispuesta a la colestasis debido a los cambios fisioló-
gicos que se producen en la composición de la bilis durante el embarazo. En la sepsis,
la producción incontrolada de citoquinas inflamatorias por las células de Kupffer favo-
rece la colestasis, la hiperbilirrubinemia y la ictericia4.
Asimismo, la hipoperfusión secundaria a la sepsis puede afectar la mucosa gástrica,
provocando inicialmente un aumento de la permeabilidad y, finalmente, atrofia que fa-
263
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
MONITORIZACIÓN
La monitorización en la paciente obstétrica debe constar de un doble componente:
la monitorización materna y la monitorización fetal19.
La monitorización materna debe ser secuencial. Inicialmente deben monitorizarse los
siguientes parámetros: electrocadiograma contínuo, presión arterial invasiva (la catete-
rización de una línea arterial nos permitirá la obtención de muestras para gasometrías
y la detección precoz de cambios en la presión arterial), pulsioximetría, presión venosa
central, temperatura, diuresis horaria y saturación venosa central de oxígeno. En las pa-
cientes intubadas se añadirá la capnografía y parámetros ventilatorios. Las pacientes que
no respondan correctamente al tratamiento inicial con reposición de volumen pueden
necesitar una monitorización hemodinámica del gasto cardíaco, con la cateterización
de la arteria pulmonar con un catéter de Swan Ganz20 u otros métodos, cómo los basa-
dos en la termodilución transpulmonar o en el análisis de la curva de presión arterial (por
ejemplo, el sistema PiCCO)21.
En el caso de la paciente obstétrica es igualmente importante la monitorización fetal,
mediante el registro cardiotocográfico contínuo. Éste nos permitirá valorar a la vez el es-
tado fetal y el estado materno, ya que alteraciones hemodinámicas maternas pueden de-
tectarse de forma precoz mediante la repercusión que provocan en el feto. La
monitorización tocográfica nos permitirá detectar la presencia de dinámica uterina y
tomar medidas para detenerla en caso de ser necesario.
TRATAMIENTO
La mayoría de las recomendaciones en el tratamiento del shock séptico en la paciente
obstétrica se basan en las guías de la Surviving Sepsis Campaign22, a pesar de que no exis-
ten trabajos específicos realizados en este subgrupo de pacientes.
Exploraciones diagnósticas
Para un correcto diagnóstico y tratamiento es importante una buena anamnesis y
una exploración física detallada. Se debe realizar al ingreso una analítica completa que
incluya hemograma, bioquímica con creatinina, ionograma, lactato y perfil hepático,
pruebas de coagulación, gasometría y equilibrio acido-base. Es recomendable la extrac-
ción de dos hemocultivos antes del inicio del tratamiento antibiótico (si es posible, uno
de ellos por punción directa)23. Asimismo deben recogerse otras muestras para cultivo,
264
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Reanimación inicial
El punto clave en el manejo y tratamiento de la sepsis consiste en un diagnóstico
precoz y en la instauración de medidas iniciales agresivas de reanimación, con el obje-
tivo de restaurar y mantener la perfusión tisular4,14. El conjunto de medidas terapéuti-
cas a seguir en el manejo clínico de la sepsis se basan en un tratamiento precoz guiado
por metas (early goal-directed therapy)24,25.
Durante las primeras 6 horas de tratamiento (reanimación inicial) los objetivos a
conseguir son: PVC 8-12 mmHg, TAM > 65 mmHg y diuresis > 0,5 mL/kg/h. Inicial-
mente se debe realizar reposición hidroelectrolítica (mediante cristaloides y coloides)
para obtener un valor de presión venosa central entre 8 y 12 mmHg. Si la reposición de
la volemia no consigue mantener una adecuada presión de perfusión, se añadirán fár-
macos vasoactivos (noradrenalina o dopamina) al tratamiento para mantener presiones
arteriales medias de 65-70 mmHg. Si durante las 6 primeras horas, la saturación ve-
nosa central de oxígeno (SvcO2) no se mantiene por encima del 70% se procederá a la
transfusión de concentrados de hematíes para asegurar un hematocrito superior al 30%
o se añadirán fármacos inotrópicos (dobutamina). El inicio de estas medidas en las pri-
meras 6 horas de desarrollo de la sepsis ha demostrado aumentar la supervivencia. Los
objetivos finales de la resucitación son: lactatos < 1 mg/dl, SvO2 > 65% y SvcO2 > 70%.
Fluidoterapia
- Los coloides no han demostrado ventajas frente a los cristaloides ni viceversa en la
eficacia de la reposición volémica20.
- Volumen y monitorización del tratamiento: Para guiarnos en la correcta reposición
volémica debemos usar algunos indicadores objetivos, que nos permitan valorar el es-
tado basal y la respuesta al tratamiento. Para ello nos podemos basar en la presión ve-
nosa central (PVC) y en la presión capilar pulmonar (PCP), que nos informan de las
presiones de llenado del ventrículo derecho y del izquierdo respectivamente. Estos va-
lores, por el contrario, son malos predictores de respuesta a la carga de volumen, siendo
mejores indicadores la variación de la presión de pulso o el volumen sistólico21. También
se recomienda la elevación pasiva de las piernas para valorar la respuesta a la carga de vo-
lumen.
265
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Antibioterapia
Se debe iniciar tan pronto como sea posible tratamiento antibiótico de amplio es-
pectro (preferiblemente, dentro de la primera hora desde la sospecha de infección). Un
retraso en esta medida supone un aumento de la mortalidad. La elección del antibiótico
debe basarse en la etiología sospechada, en los patrones de prevalencia de cada hospital,
y debe ajustarse en cuanto se conozcan el germen responsable y su antibiograma14. Por
este motivo, una vez establecido el diagnóstico del lugar de la infección e identificado
el germen responsable es recomendable estrechar el espectro de acción de la antibiote-
rapia. Así se consigue una mayor efectividad local, un menor índice de resistencias y
una menor susceptibilidad a organismos multiresistentes. El tratamiento de forma ge-
neral debe durar entre 7 y 10 días, pudiendo individualizarse de acuerdo con la res-
puesta clínica.
En la Tabla 5 se resumen los antibióticos que pueden usarse durante la gestación. En
general deben evitarse las tetraciclinas, las fluoroquinolonas, el cloranfenicol y el esto-
lato de eritromicina24
Ventilación mecánica
En caso de ser necesaria, se debe optar por la ventilación mecánica protectora pul-
monar (volumen corriente bajo, PEEP entre moderada y alta, limitación de la presión
pico a < 30 cmH2O e hipercapnia permisiva). Hay que tener en cuenta que la oxigena-
ción fetal disminuye cuando la saturación de oxígeno materna es inferior al 90%, lo
que corresponde a una presión arterial de oxígeno de 65 mmHg (PaO2). Por ello se re-
comienda mantener una PaO2 de 60-70 mmHg, con la fracción inspiratoria de oxígeno
(FiO2) más baja posible. Es importante que los protocolos de sedación y de weaning
estén orientados a acortar al máximo posible el tiempo de ventilación mecánica, que se
mantenga el cabezal de la cama con una elevación de 45º para facilitar la ventilación y
evitar microaspiraciones y además que se evite la hipotensión asociada al decúbito su-
pino que se produce en la paciente embarazada con una pequeña inclinación de la cama
hacia la izquierda.
266
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Antivirales Aciclovir
Zidovudina
Nota: Dentro de los fármacos de categoría X (teratogenicidad demostrada o alto riesgo) de la FDA no se encuentra ningún antibiótico
u otro agente antiinfeccioso.
Uso de hemoderivados
Una vez alcanzados los parámetros de perfusión adecuados, es recomendable la trans-
fusión de concentrados de hematíes para mantener niveles de hemoglobina entre 7 y 9
g/dL. Está indicada la administración de plasma fresco congelado si existe sangrado activo
o si se va a realizar un procedimiento invasivo. La administración de plaquetas se debe re-
alizar cuando las plaquetas sean < 5.000/mm3, aunque no exista riesgo de sangrado. Si
267
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
existe riesgo de sangrado hay que transfundir si la plaquetas son < 30.000/mm3. Final-
mente si hay que realizar procedimientos quirúrgicos o invasivos se recomiendan cifras
de plaquetas > 50.000/mm3.
Corticoides
En los últimos años se ha dado especial importancia a la aparición de insuficiencia
suprarrenal en pacientes con sepsis grave, habiéndose demostrado un aumento de la su-
pervivencia en un estudio multicéntrico en los pacientes a los que se les administró hi-
drocortisona (50 mg/6h) o fludrocortisona (0.1 mg/24h)4,14. A pesar de los efectos
perjudiciales que pueda tener en la paciente embarazada (aumento del riesgo de infec-
ción, difícil control glicémico) se recomienda administrar corticoides evitando dosis ele-
vadas (hidrocortisona >300 mg/día).
Anticoagulación
La administración de proteína C activada ha demostrado reducir la mortalidad en pa-
cientes con sepsis grave14. A pesar que no se han hecho estudios randomizados en em-
barazadas, se recomienda su administración en pacientes con una puntuación en el
APACHE II >24, presencia de fallo de ≥ 2 órganos y un riesgo de hemorragia insigni-
ficante, ya que la proteína C activada tiene actividad antiinflamatoria, previene la coa-
gulación microvascular y revierte la alteración de la fibrinolisis.
268
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Otras medidas
Se recomienda iniciar otras medidas como heparina de bajo peso molecular a dosis
profilácticas para prevención de la trombosis venosa profunda y profilaxis de la úlcera
de estrés con antiH2 o inhibidores de la bomba de protones14.
Conducta obstétrica
Debido a que el bienestar fetal depende principalmente del estado materno, la prio-
ridad del tratamiento debe ser la gestante, especialmente en las primeras fases de la re-
animación. En los casos en los que la causa infecciosa esté relacionada con la gestación
y la paciente presente sepsis grave o shock séptico, está indicado el parto, independien-
temente de la edad gestacional. Cuando el foco de infección no está relacionado con el
embarazo, la finalización de la gestación no tiene finalidades terapéuticas. En estos casos
está recomendada por indicación obstétrica. Hay que destacar que no existen estudios
en la literatura que demuestren que la finalización de la gestación mejore el pronóstico
materno.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La sepsis es una de las cinco principales causas de mortalidad materna.
2. Un reconocimiento e instauración precoz del tratamiento son aspectos cruciales para
el pronóstico materno y fetal.
3. La mayoría de las infecciones son polimicrobianas, por lo que deben administrarse tra-
tamientos antibióticos empíricos de amplio espectro.
4. El diagnóstico microbiológico es fundamental para asegurar un tratamiento adecuado.
5. El inicio temprano de estrategias agresivas para erradicar la fuente de la infección me-
jora el pronóstico de las pacientes.
6. Recomendaciones en el tratamiento:
- Inicio precoz de la resucitación (primeras 6 horas).
- Se pueden usar cristaloides y coloides.
- Objetivos iniciales: TAM > 65 mmHg, PVC 8-12 mmHg, diuresis > 0,5 mL/kg/h.
- Objetivos finales: lactatos < 1, SvO2 > 65%, SvCO2 > 70%.
FUTURAS INVESTIGACIONES
1. Obtención de datos más certeros sobre la incidencia, las complicaciones y el pronós-
tico de la sepsis en la paciente obstétrica.
2. Evaluar el pronóstico perinatal en este tipo de pacientes.
3. Evaluar las recomendaciones de las Surviving Sepsis Campaign Guidelines en pa-
cientes obstétricas con sepsis severa o shock séptico.
4. Validar las escalas de gravedad de pacientes críticos para el subgrupo de pacientes
obstétricas.
269
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
BIBLIOGRAFÍA
11. Members of the American College of Chest Physicians/Society of Critical Care Medicine Consensus
Conference Committee: Definitions for sepsis and organ failure and guidelines for the use of inno-
vate therapies in sepsis. Crit Care Med. 1992; 20: 864-74.
12. Levy MM, Fink MP, Marshall JC, Abraham E, Angus D, Cook D et al. 2001 SCCM/ESICM/ACCP/
ATS/SIS International Sepsis Definitions Conference. Crit Care Med. 2003; 31 (4): 1250-6. Re-
view.
13. Roberto Reig Valero. Revista Electrónica de Medicina Intensiva. Artículo nº C32. Vol 5 nº 3, marzo
2005. Disponible en: http://remi.uninet.edu.
14. Fernández-Pérez ER, Salman S, Pendem S, Farmer C. Sepsis during pregnancy. Crit Care Med. 2005;
33 (10 Suppl): S286-93. Review.
15. Zeeman GG. Obstetric Critical Care. A blueprint for improved outcomes. Crit Care Med 2006; 34
(9 Suppl): S208-14.
16. Martin GS, Mannino DM, Eaton S, Moss M. The epidemiology of sepsis in the United States from
1979 through 2000. N Engl J Med. 2003; 348: 1546-54.
17. Sheffield JS: Sepsis and septic shock in pregnancy. Crit Care Clin. 2004; 20: 651-60.
18. Maupin RT. Obstetric infectious disease emergencies. Clin Obstet Gynecol. 2002; 45 (2): 393-404.
Review.
19. Afessa B, Green B, Delke I, Koch K. Systemic inflammatory response syndrome, organ failure and
outcome in critically ill obstetric patients treated in an UCI. Chest. 2001; 120 (4): 1271-7.
10. Hazelgrove JF, Price C, Pappachan VJ, Smith GB. Multicenter study of obstetric admissions to 14
intensive care units in southern England. Crit Care Med. 2001; 29 (4): 770-5.
11. Vásquez DN, Estessoro E, Canales HS, Reina R, Saenz MG, Das Neves AV et al. Clinical characte-
ristics and outcome of obstetrics patients requiring ICU admission. Chest. 2007; 131 (3): 718-24.
12. Khalid S Khan. Who analysis of causes of maternal death: a sistematic review. Lancet 2006; 367:
1066-74.
13. Zahr LA, Wardlaw T, Hill K. Maternal mortality in 2000: estimates developed by WHO, UNICEF
and UNFPA. Geneva, World Health Organization, 2003.
14. Paruk F. Infection in obstetric critical care. Best Practice & Research Clinical Obstetrics and Gynae-
cology. 2008; 22 (5): 865-883.
15. Ledger WJ, Norman M, Gee C et al. Bacteriemia on an obstetric-gynecologic service. Am J Obstet
Gynecol. 1975, 121: 205-212.
16. Maugin et el. Obstetric infectious disease emergencies. Clin Obstet Gynecol. 2002; 45: 393-404.
17. Madoff LC, Kasper DL. Introducción a las enfermedades infecciosas: interacciones entre el hospe-
dador y el parásito. En: Braunwald E, Fauci AS, Kasper DL, Hauser SL, Longo DL, Jameson JL, edi-
tores. Harrison. Principios de medicina interna. Madrid: McGraw-Hill- Interamericana de España;
2001. p. 905-909.
18. Mabie CW, Barton JR, Sibai B. Septic Shock in Pregnancy. Obstet Ginecol. 1997; 90 (4, Pt 1): 553-
61.
19. Shapiro JM. Critical care of the obstetric patient. J Intensive Care Med. 2006; 21:278-86.
20. Gonick B, Leonardi MR. Treatment and outcome of sepsis and septic shock in obstetrics and gyne-
cology. Disponible en: http://www.uptodate.com.
21. Dyer RA, James MF. Maternal hemodynamic monitoring in obstetric anesthesia. Anesthesiology.
2008; 109 (5): 765-7.
270
SHOCK SÉPTICO EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
22. Dellinger RP, Levy MM, Carlet JM, Bion J, Parker MM, Jaeschke R et al. Surviving Sepsis Campaign:
International guidelines for Management of severe sepsis and septic shock: 2008. Crit care Med.
2008; 36 (1): 296-327.
23. Manzano JL, Manzano JJ, Medina D. Shock séptico (I). Fisiopatología, monitorización. Med Clin
(Barc). 1993;100:266-74.
24. Guinn DA, Abel DE, Tomlinson MW. Early goal directed therapy for sepsis during pregnancy. Obs-
tet Gynecol Clin N Am. 2007; 34: 459-79.
25. Rivers E, Nguyen B, Havstad S, Ressler J, Muzzin A, Knoblich B et al. Early goal directed therapy
in the treatment of severe sepsis and septic shock. N Engl J Med. 2001; 345 (19): 1368-77.
26. Castro EO, Figuereido MR, Bortolotto L, Zugaib M. Sepsis and septic shock during pregnancy: cli-
nical management. Rev Bras Ginecol Obstet. 2008; 30 (12): 631-8.
271
C APÍTULO 13
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
273
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Incidencia durante el embarazo e impacto
Patofisiología del embarazo
Factores de riesgo asociados con el embarazo
Adquiridos
Hereditarios
Diagnóstico de la enfermedad tromboembólica
D-dímero
Radiografía de tórax
Venografía de contraste
Pletismografía de impedancia
Ecografía de compresión
Angio TAC de extremidades inferiores
AngioTAC helicoidal
Angiografía pulmonar
Scanner de ventilación/perfusión (V/Q)
Angio RMN
Tratamiento de la trombosis en el embarazo
Derivados dicumarínicos
Heparinas
Manejo durante el parto
Tratamiento postparto
Tratamiento del embolismo pulmonar
Profilaxis tromboembólica en las pacientes embarazadas
Bibliografía
274
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
275
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Adquiridos
Hereditarios
Múltiples factores de riesgo han sido asociados con un incremento de la incidencia de
la enfermedad tromboembólica (ETE) durante el embarazo. Por su alta prevalencia, la
edad mayor de 35 años, la obesidad y la cesárea (aumento del riesgo por 3-5) son los tres
factores más frecuentemente asociados con un mayor riesgo de sufrir un evento trombo-
embólico durante la gestación. El puerperio en sí mismo es un factor de riesgo, puesto que
la rotura de los vasos durante el parto activa la coagulación sistémica. En la Tabla 1 se re-
cogen los factores reconocidos como de riesgo de tromboembolismo en el embarazo.
276
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
277
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
278
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
D-dímero
El D- dímero plasmático cuantifica los productos de degradación de la fibrina
que son producidos durante la fibrinolisis del coágulo. Los niveles de D-dímero se
elevan durante el embarazo, en ausencia de ETE, incrementándose según avanza la
edad gestacional. Así mismo, aumentan significativamente en pacientes afectas de
preclampsia, abruptio placentae ó en los partos pretérmino20. Chan y col. mostraron
que un test negativo de D-dímero durante el primer y segundo trimestre tenía un
VPP del 100% y una sensibilidad y especificidad del 100 y 60% respectivamente. Sin
embargo, un test negativo no descarta necesariamente la ETE21, requiriéndose de un
test diagnóstico adicional para descartar la patología, de elección la ecografía de com-
presión.
Radiografía de tórax
Es necesario realizar una radiografía de tórax a las gestantes con sospecha de ETE, con
el objeto de identificar otras causas de síntomas distintas de la embolia pulmonar (EP),
como la neumonía, el colapso lobar ó el pneumotórax22. Los hallazgos más frecuentes
en la placa de tórax de una paciente con embolia pulmonar son la normalidad (50%),
opacidades focales, atelectasias, derrame pleural, oligohemia regional y edema pulmo-
nar raramente23.
Venografía de contraste
Históricamente era la técnica de elección para el diagnóstico de la trombosis venosa
profunda24. Sin embargo, se trata de un procedimiento invasivo que implica exposición
a la radiación, por lo que ha sido desplazado por la ecografía de compresión tanto en la
población general como en las gestantes.
Pletismografía de impedancia
Se trata de un método no invasivo basado en la aplicación de corriente continua
de alta frecuencia en el extremo proximal de la extremidad inferior estudiada, mi-
diendo el aumento de la resistencia al flujo venoso ó la reducción de la impedancia
eléctrica en las vena profundas. Es el único test diagnóstico que ha probado su capa-
cidad de excluir la TVP en una cohorte de 152 pacientes gestantes25.No obstante,
muestra poca sensibilidad para las trombosis no obstructivas como son la mayoría de
las trombosis del muslo. No muestra tampoco adecuada sensibilidad para el diagnós-
tico de trombosis femorales, femorales superficiales y de venas poplíteas. Por estos
motivos, la ecografía de compresión, que presenta una alta sensibilidad y especifici-
dad, ha relegado esta técnica.
279
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Ecografía de compresión
Es un test no invasivo con una sensibilidad del 97% y especificidad del 94% para el
diagnóstico de TVP sintomática proximal en la población general .Es un test inocuo, lo
que lo convierte en la técnica de elección diagnóstica en la paciente gestante. Durante
la ecografía, la necesidad de realizar una alta presión para comprimir la vena femoral ó
la ausencia de flujo determinada mediante los estudios doppler es sugestiva de trombo-
sis ilíaca. Presenta menos precisión diagnóstica en el caso de trombosis aislada de la zona
del muslo y de la vena ilíaca26, esta última asociada con alto riesgo de embolización pro-
ximal, por lo que en estas situaciones es obligado proseguir el diagnóstico con otras
pruebas de imagen.
AngioTAC helicoidal
Esta técnica, de la que no existe bibliografía sobre su eficacia en pacientes gestantes,
permite observar de forma directa la presencia de trombos a nivel de la circulación pul-
monar. En caso de no visualizar trombos, el angioTAC permite identificar patologías
pulmonares que puedan explicar los síntomas pulmonares de la paciente27.En la pobla-
ción general, el angioTAC presenta una sensibilidad y una especificidad del 60-100%
y 80-100% respectivamente para la detección de émbolos en las arterias pulmonares lo-
bares, segmentarias y principales. Sin embargo la precisión diagnóstica desciende en el
caso de pacientes gestantes, dado la menor calidad de imagen secundaria a la utilización
de una técnica con menor radiación maternofetal. A pesar de la amplia aceptación como
método diagnóstico de primera línea de la EP, su papel no está bien definido en las guías
de manejo en el caso de las pacientes embarazadas28. Una encuesta llevada a cabo por el
American Radiology Practice en el año 200229 reveló que el angioTAC helicoidal era la
prueba de imagen inicial llevada a cabo en las embarazadas para el diagnóstico de EP.
Respecto al riesgo de radiación maternofetal, Winer-Muran y col. realizó un estudio
sobre 23 pacientes gestantes calculando la dosis de radiación fetal media en todos los pe-
ríodos del embarazo. Se objetivó que la dosis fetal era tan baja como del 0.00033 rad
en el primer trimestre y de 0.01308 rad en el tercer trimestre, dosis comparables a las
del scanner de ventilación /perfusión y seguras para el feto en todas los trimestres29.
280
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
Angiografía pulmonar
La angiografía pulmonar sigue considerándose hoy en día la técnica gold standard
para la detección de EP. Sin embargo, la mejora en las técnicas de angioTAC, la invasi-
vidad de la técnica, la radiación que implica y la necesidad de radiólogos expertos para
la interpretación de la técnica hacen que su uso esté actualmente en descenso.
AngioRMN
Actualmente no existen datos que avalen la seguridad fetal de la RMN en las pacientes
embarazadas. Sólo disponemos de un estudio realizado en trabajadoras de los aparatos de
RMN, que no reveló un incremento de eventos adversos en subsecuentes gestaciones31.
Se pueden realizar dos tipos de técnicas diferentes de RMN.
Las RMN con contraste diagnostican el émbolo como un defecto de llenado, direc-
tamente lo visualizan ó producen imágenes de perfusión como el scanner de V/Q.
En cambio, la RMN convencional presenta una alta sensibilidad para detectar ém-
bolos pulmonares centrales, pero muy subóptica para los émbolos subsegmentarios.
La RMN de imagen directa del trombo representa una técnica nueva que detecta
metahemoglobina, permitiendo la visualización directa del émbolo pulmonar y la ima-
gen simultánea de la piernas sin necesidad del uso de contraste endovenoso. Esta técnica
281
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
tiene una sensibilidad del 98% y una especificidad del 96% para el diagnóstico de TVP
en comparación con la venografía de contraste, por lo que se perfila como la técnica de
elección en el futuro.
Las guías para el manejo de la ETE publicadas hasta la actualidad que se centran en
la mujer embarazada, están de acuerdo en que el diagnóstico clínico es irrelevante y que
los mínimos riesgos de la radiación maternofetal son sobrepasados de forma clara por
el peligro de las consecuencias de un diagnóstico incorrecto. Sin embargo, hay una falta
de actualización en dichas guías, que no incluyen el AngioTAC, por lo que es necesaria
una revisión de las mismas para la implantación en los algoritmos de las nuevas técni-
cas radiológicas. Presentamos en la Figura 1 un algoritmo de diagnóstico.
Asma u otras
Positivos Negativos Normal
anormalidades
S No
282
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
DERIVADOS DICUMARÍNICOS
Los efectos anticoagulantes de los antagonistas de la vitamina K son mediados por
la interferencia con la γcarboxilación de los factores de la coagulación II, VII, IX, X, pro-
teína Cy S, lo que resulta en la inactivación de los mismos. El efecto pico no acontece
hasta las 36 -72 horas posteriores. Los derivados cumarínicos son el anticoagulante de
elección en el caso de pacientes no gestantes. Sin embargo, poseen efecto teratogénico
y está descrita la posibilidad de hemorragia fetal por su paso transplacentario.
La embriopatía por cumarínicos ocurre mayoritariamente cuando los dicumarínicos
son administrados entre la 6ª y la 12ª semana de gestación32. No obstante, datos recien-
tes sugieren que la exposición a cumarínicos posterior a la semana 8º tras la última mens-
truación es segura33. Las abnormalidades del desarrollo más frecuentes afectan al hueso y
al cartílago, característicamente en forma de condromalacia punctata, con epífisis stip-
pled, hipoplasia hemifacial, hiplopasia de extremidades, escoliosis y falanges cortas. En
cualquier período de la gestación son posibles las alteraciones del sistema nervioso central
secundarios a los cumarínicos, como la atrofia óptica, microcefalia, retraso mental, espas-
ticidad e hipotonía34 que parecen ser secundarias a una hemorragia intercerebral fetal. El
riesgo de embriopatía se estima en un 5-7%, pero la incidencia de malformaciones menos
severas es más alta. Los fármacos cumarínicos también producen un efecto anticoagulante
en el feto, lo que aumenta el riesgo de muerte hemorrágica durante el parto vaginal.
Se aconseja la no utilización de cumarínicos durante el embarazo. En el caso de que
sea necesario su uso (pacientes con válvulas cardíacas protésicas), estos deberán ser sus-
tituídos por heparinas al menos las últimas 2-4 semanas de gestación.
HEPARINAS
Son la terapia de elección de la ETE durante la gestación. Ni las heparinas no fraccio-
nadas (HNF) ni las de bajo peso molecular (HBPM) atraviesan la placenta 35, por lo que
283
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
284
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
rina, incremento del volumen plasmático, del aclaramiento renal, el aumento de los facto-
res de coagulación VIII y fibrinógeno y la degradación de la heparina por la placenta.
La monitorización del efecto anticoagulante de la heparina no fraccionada se lleva a
cabo por la determinación diaria del tiempo de tromboplastina parcial activada (TTPA)
con rango terapéutico de 1.5 a 2.5 veces el rango normal. En el caso de las HBPM, se
determina su acción mediante los niveles de factor Anti Xa, que deben encontrarse en
el rango terapéutico de 0.4 a 1.2 U/mL.
La ventaja que supone la administración única diaria de las HBPM respecto a las HNF
parece encontrarse en entredicho en el caso de las pacientes gestantes, así como si las dosis
utilizadas actualmente confieren la anticoagulación requerida. Como se ha comentado an-
teriormente, las necesidades de heparina están incrementadas durante el embarazo y aunque
la HBPM se une menos a las proteínas, el aumento de la degradación y eliminación hace que
disminuya la efectividad de las dosis. Jacobsen et al46 demostró que se requería un 10-20 %
más de dosis de dalteparina utilizada para conseguir los niveles de actividad anti X necesa-
rios. Barbour et al47 determinó que incluso las dosis basada en el peso y repetidas en inter-
valos de 12 horas no eran suficientes para proferir la anticoagulación necesaria a las gestantes
y sólo durante un 9% del tiempo se conseguían niveles de anticoagulación correctos.
A pesar de estos hallazgos, la experiencia clínica avala los resultados satisfactorios de la
HBPM, por lo que se sigue considerando a las HBPM una opción de tratamiento de pri-
mera elección gracias a su fácil administración en una ó dos dosis diarias y la posibilidad
de un tratamiento inicial domiciliario en casos seleccionados de pacientes gestantes.
Tras el diagnóstico ó la alta sospecha clínica de ETE, las opciones de tratamiento
más utilizadas son:
a) Tratamiento con HBPM a dosis ajustadas por el peso cada 12 horas. Se reco-
miendan determinaciones mensuales de los niveles de antifactor Xa, con correc-
ción de niveles según resultados.
b) Pauta de HNF durante las primeras 24-48 horas tras el diagnóstico con una pauta de
HNF con la embarazada en régimen hospitalario, con titulaciones seriadas de la ac-
tividad mediante TTPA. Posteriormente, si no se presentan complicaciones, es posi-
ble el paso al régimen de tratamiento con HBPM con dosificación cada 12 horas.
c) Pauta de HNF con titulaciones seriadas de la actividad mediante TTPA que se
mantiene durante todo el embarazo.
Aunque algunos autores proponen aumentar la dosis según la gestación avanza, en
la práctica clínica diaria no suele realizar.
El reposo en cama no es recomendado a las pacientes con trombosis venosa pro-
funda, excepto si presentan flegmasia.
Las medias de compresión están recomendadas, puesto que reducen el dolor y el en-
rojecimiento, la incidencia de síndrome postrombótico y previenen la progresión de los
trombos en el caso de las TVP48,49 (Tabla 3).
285
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
TABLA 3. HEPARINAS
TRATAMIENTO DE ETE
TROMBOPROFILAXIS
286
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
Tratamiento postparto
El tratamiento con HBPM debe reiniciarse 12 horas más tarde del alumbramiento
en ausencia de sangrado persistente. En caso de haber colocado un catéter epidural, el
inicio de la terapia anticoagulante profiláctica deberá demorarse hasta 12 horas más
tarde de la retirada del catéter. En el caso de haberse realizado una cesárea, el tratamiento
se reiniciará 24 horas más tarde.
Se aconseja mantener el tratamiento anticoagulante de 6 semanas hasta 3-6 meses
postparto32, dado el alto riesgo de retrombosis en este período y siempre y cuando no
existan factores de alto riesgo que impliquen la necesidad de anticoagulación de mayor
duración. Como los cumarínicos no se secretan por la leche materna, se suele aconsejar
a las pacientes el paso de heparina a tratamiento con cumarínicos. Antes de suspender
el tratamiento, es necesario evaluar nuevamente el riesgo de trombosis.
El síndrome post-trombótico aparece en el 60% de las pacientes con antecedentes de
TVP. Las medias compresivas reducen el riesgo de síntrom post-trombótico en un 50%
de los casos y deben llevarse durante al menos 2 años tras el episodio54.
287
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
teratura, donde encontraron una incidencia de mortalidad materna del 1%, pérdida
fetal del 6% y 6% de parto pretérmino. En comparación, la embolectomía y la circula-
ción extracorpórea se asociaron con una más baja mortalidad materna pero una pérdida
fetal del 20-40%57.
La complicación más grave de la trombolisis es la hemorragia, con incidencias com-
parables entre las pacientes gestantes y no gestantes.
Los fármacos más utilizados para la trombolisis son el plasminógeno tisular recom-
binante y la estreptoquinasa, esta última con características antigénicas, por lo que no
se debe repetir dosis hasta 6 meses más tarde.
2. Embolectomía. La embolectomía está indicada en las pacientes embarazadas con
embolismo pulmonar que condiciona inestabilidad hemodinámica a pesar de la anti-
coagulación y el tratamiento vasopresor. Aunque los datos son escasos, los casos reali-
zados se asociaron con una alta incidencia de muerte ó secuelas neurológicas.. A pesar
de las mejoras técnicas en la circulación extracorpórea, no se ha conseguido disminuir
la incidencia de mortalidad57 con un riesgo de pérdida fetal del 20-40%.
3. Filtros de vena cava. Los filtros de vena cava presentan durante el embarazo las
mismas indicaciones que en la población no gestante, que incluyen:
a. Paciente con TVP y contraindicaciones para la anticoagulación.
b. Pacientes con episodio agudo de TVP a pesar de tratamiento anticoagulante correcto.
c. Pacientes críticos y con riesgo de embolismo recurrente, en los que otro episodio
de embolismo pulmonar sería fatal.
Existen complicaciones que clásicamente se asocian con la colocación de filtros de
vena cava, como la migración del filtro, la perforación de la aorta, el duodeno ó la pel-
vis renal y la penetración en estructuras vecinas como las vértebras y el retroperitoneo.
Sin embargo, hace unos años se implantaron en el mercado los filtros de vena cava re-
movibles, que parecen una opción correcta en los casos de pacientes jóvenes y con fac-
tores de riesgo temporales, que ofrecen las ventajas de los filtros de vena cava en las
primeras semanas tras el embolismo pulmonar y disminuyen los riesgos a largo plazo de
los mismos al poder ser extraídos tras un breve período desde su implantación, cuando
el factor de riesgo temporal ya ha desaparecido.
288
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
Las mujeres con historia de TVP que reciben anticoagulación tienen un riesgo de su-
frir un nuevo episodio de TVP durante el embarazo del 0-2%, mientras que en las que
no reciben anticoagulación es del 2 al 12%58. Según el grado de riesgo, se pueden divi-
dir las pacientes embarazadas en varios grupos:
1. Gestantes con un episodio previo de TVP no relacionado con el embarazo, que era
asociado con un factor de riesgo ya solventado y sin factores de riesgo adicionales ó
trombofilia subyacente: no deberían recibir profilaxis anticoagulante durante la gestación.
Sí que está indicado el uso de medias elásticas compresivas ó dosis bajas de aspirina. La pro-
filaxis postparto con HBPM sería recomendable58,59.
2. Embarazadas con un episodio previo de trombosis, y con:
- Trombofilia subyacente
- TVP asociada al embarazo idiopática
- TVP asociada con anticonceptivos orales
- Factores de riesgos adicionales.
Estas mujeres deben recibir profilaxis anticoagulante con HBPM a dosis ajustada por el
peso asociada con ó sin medias de compresión. En caso de deficiencia de antitrombina, se de-
berán utilizar dosis plenas de HBPM cada 12 horas dado el alto riesgo de trombosis.
La anticoagulación postparto durante al menos 6 semanas está recomendada.
3. Embarazadas con trombofilia hereditaria conocida de alto riesgo trombótico ( fc
V de Leyden, mutación de la protrombina G202210A, deficiencia de proteína C y S,
hiperhomocistinemia) pero sin episodios previos de TVP: se recomienda la realización de
tromboprofilaxis con HBPM, ya que existe evidencia de la asociación entre las trombo-
filias hereditarias y las complicaciones vasculares placentarias (pérdida fetal, retraso en
el crecimiento intrauterino , abruptio placentae y preclampsia). También se aconseja re-
alización de tromboprofilaxis con dosis bajas diarias de HBPM durante las 6 primeras se-
manas postparto.
4. Gestantes con varios episodios previos de TVP, sin trombofilia identificable y sin
tratamiento anticoagulante de largo plazo: se recomienda la realización de tromboprofila-
xis con HBPM. Se vuelve a aconsejar la tromboprofilaxis durante las 6 primeras sema-
nas postparto.
5. Embarazadas con varios episodios previos recibiendo tratamiento a largo plazo
con cumarínicos: se cambiará el tratamiento con cumarínicos en la 6ª semana de gesta-
ción por heparinas a dosis totales, acompañado por tratamiento con medias de compresión
elásticas. Es posible el cambio de heparina a dicumarínicos en el período del postparto
temprano.
6. Gestantes diagnosticadas de síndrome antifosfolípido sin antecedentes de TVP ó
pérdida fetal: se recomienda observación cercana y tromboprofilaxis con heparinas postparto.
289
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
BIBLIOGRAFÍA
1. Heit JA, Kobbervig CE, James AH, et al.Trends in the incidente of venous thromboembolism Turing
pregnancy or post-partum: a 30-year population-based study. Ann Intern Med 2005;143: 697-706.
2. James AH, Jamison MG, Brancazio LR, Myers MR. Venous thromboembolism during pregnancy and
the postpartum period: incidence, risk factors, and mortality. Am j Obstet Gynecol 2006;194: 1311-
1315.
3. Gherman RB, Goodwin TM, Leung B et al: Incidence, clinical characteristics and timing of objecti-
vely diagnosed venous thromboembolism during pregnancy. Obstet Gynecol 1999;94: 730-734.
4. The confidential enquiry into Maternal and Child Health (CEMACH).Saving mothers’ lives: revie-
wing maternal deaths to make motherhood safer-2003-2005: The seventh report on confidential en-
quiries into maternal deaths in the united Kigdom: CEMACH,2007.
5. Macklon NS, greer IA,Bowman AW,. An ultrasound study of gestational and postural changes in the
deep venous sytem of the leg in pregnancy.Br J Obstet Gynaecol 1997;104: 191-7.
6. Greer IA. Anticoagulation in pregnancy. J Thromb Thrombolysis2006;21:57-65.
7. Greer IA. Thrombosis in pregnancy. Maternal and fetal issues.Lancet 1999:353:1258-65.
8. Clark P, twaddle S, Walker ID, Scott L, Greer IA.Cost-effectiveness of screening for the factor V Ley-
den mutation in pregnant women. Lancet 2002;359:1919-20.
290
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
19. Wu O, Robertson L, Twaddle S, et al.screening for thrmbophilia in high risk situations: a meta-analy-
sis and cost-efectiveness anlysis.Br J Haemotol 2005;131:80-90.
10. Scifres CM, Macones GA, The utility of thrombophilia testing in pregnant women with thrombo-
sis :fact or fiction?. Am J Obstet gynecol 2008;199: 344 e1-344.e7.
11. Brenner B. Thrombophyliaand pregnancy complications-Pathophysiol Haemost Thromb 2006;
35:28-35.
12. Brenner B.Thrombophylia and pregnancy loss in first intended pregnancy.J thromb Haemost 2005;3:
2176-77.
13. Robertson L, wu O, Langhorne P, Twaddle S, Clark P, lowe GD, Walker Id, Greaves M, Brenkel I,
Regan L et al . Thrombophylia in pregnancy : a systematic review.Br J Haematol2006;132:171-
196.
14. Branch W, Eller AG, antiphospholipid syndrome and thrombosis.Clin Obstet Gynecol2006;49:861-
874.
15. Kearon C, Julian JA, Newman TE, Ginsberg JS. Noninvasive diagnosis of deep venous thrombosis:
McMaster Diagnostic Imaging Practice Guidelines Initiative.Ann Intern Med 1998;128:663-77.
16. FreaserDG, Moody AR, morgan Ps, Martel AL, Davidson I. diagnosis of lower-limb deep venous
thrombosis: a prospective blinded study of magnetic resonance direct thrombus imaging. AnnIntern
Med 2002;136:89-98.
17. Marik PE, Plante LA. Venous Thromboembolic disease and pregnancy. N Engl J Med 359;19:2025-33.
18. Stone SA, Morris TA. Pulmonary embolism during and after pregnancy. Crit Care Med 2005;33
(Suppl):S294-S300.
19. Pabinger I, GrafenhoferH:Thrombosis during pregnancy:risk factors, diagnosis and treatment.Pa-
thophysiol Haemost Thromb 2002;32:322-324.
20. Nolan TE, Smith RP, Devoe LD: Maternal plasma D-dimer levels in normal and complicated preg-
nancies.Obstet gynecol 1993:81:235-238.
21. To MS, Hunt BJ, Nelson-Piercy C,A negative D-dimer does not exclude venous thromboembolism
(VTE) in pregnancy. J Obstet Gynaecol 2008;28:222-3.
22. Ferrari E, Baudouy M, Cerboni P et al.Clinical epidemiology of venous thromboeembolic disease:
results of a French multicentre Registry.eur Heart J 1997;18:685-91.
23. Scarsbrook AF, Evans Al, Owen AR, Gleeson FV.Diagnosis of suspected venous thromboembolic di-
sease in pregnancy.Clinical radiology 61:1-12.
24. Chan WS, Ginsberg JS. Diagnosis of deep vein thrombosis and pulmonary embolism in pregnancy.
Thromb Res 2002;107:85-91.
25. Hull RD, Raskob GE, Carter CJ.Serial impedance pletysmography in pregnant patients with clini-
cally suspected deep-vein thrombosis. Clinical validity of negative findings.Ann Intern Med
1990;112:663-77.
26. Eskandari MK, sugimoto H, Richardson T, Webster MW, Makaroun MS. Is color-folw duplex a
good diagnostic test for detection of isolated calf vein thrombosis in high-risk patients? Angiology
2000;51:705-10.
27. Van Rossum AB, Pattynama PM, Mallens WM, et al. Can helical cT replace scintigraphy in the diag-
nostic process in suspected pulmonary embolism? A retrolective-prolective cohort study focusiong on
total diagnostic yield Eur radiol 1998;8:90-6.
28. British Thoracic Society Standards of care Committee pulmonary embolism Guideline Development
Group.British Thoracic Society guidelines for the management of suspected acute pulmonary em-
bolism. Thorax 2003;58:470-83.
291
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
29. Winer –Muram Ht, Boone JM,, Brown HL et al. Pulmonary embolism in pregnant patients:fetal ra-
diation dose with helical CT. Radiology. 2002,224:487-92.
30. Value of the ventilation/perfusion scan in acute pulmonary embolism. Results of the prospective in-
vestigation of pulmonary embolism diagnosis (PIOPED) the PIOPED Investigators. JAMA
1990;263:2753-2759.
31. Kanal E, Guillen J, Evans JA, et al .Survey of reproductive health amog female MR workers.Radio-
logy 1993 ;187.395-9.
32. Bates SM, Geer IA, Pabinger I, Sofaer S, Hirsh J. Venous thromboembolism, thrombophylia, an-
tithrombotic therapy and pregnancy: ACCp Evidence-based clinical practice Guidelines ((th edition)
Chest 2008;133:844-866S.
33. Schaefer C,Hannemann D, Meister R, Elefant E, Paulus W, Vial T, Reuvers M et al. Vitamin K an-
tagonists and pregnancy outcome, A multicentre prospective study. Thromb Haemost 2006;95.949-
957.
34. Raghav S, Reutens D. Neurologiical sequelae of intrauterine warfarin exposure. J Clin Neurosci
2007;14:99-103.
35. Ginsberg JS, Hirsch J, Turner DC et al : risks to the fetus of anticoagulant therapy during pregnancy.
Thromb haemost 1989;61:197-203.
36. Macchi L, Sarfati R, Guicheteu M et al . Thromboembolic prophylaxis with danaparoid (Orgaran )
in a high-thrombosis-risk pregnant woman with a history of heparin-induced thrombocytopenia
(HIT)and widal’s disease. Clin Appl thromb Hemost 2000;6:187-189.
37. Barbour La, Kick SD, Steiner JF, et al : a prospective study of heparin –induced osteoporosis in preg-
nancy using bone densitometry.Am j Obstet gynecol 1994;170:862-869.
38. Shefras J, Farquaharson RG: Bone density studies in pregnant women receiving heparin.Eur JObs-
tet Gynecol Reprod Biol 1996,65:171-174.
39. Backos M, Rai R, Thomas e et al : Bone density changes in pregnant women treated with heparin: a
prospective, longitudinal study. Hum Reprod 1999,14:2876-2880.
40. Thromboprophylaxis during pregnancy, labour and after vaginal delivery. Guideline no 37. London:
Royal college of Obstetricians and Gynaecologists, 2004.
41. Duhl AJ, Paidas Mj, Ural SH et al. antithrombotic therapy and pregnancy. Consensus report and re-
commendarions for prevention and treatment of venous thromboembolism and adverse pregnancy
outcomes. Am J Obstet Gynecol 2007;197(5):457.e1-457.e21.
42. Greer Ia, Nelson –Piercy C.Low-molecular-weight heparins for thromboprophylaxis and treatment
of venous thromboembolism in pregnancy: a sytematic review of safety and efficacy. Blood
2005;106:401-7.
43. Warkentin TE, Greinacher A, Koster A, Lincoff AM. Treatment and prevention of heparin-induced
thrombocytopenia: American College of Chest physicians evidence-based clinical practice guidelines
(8th edition )Chest 2008;133:Suppl:340S-380s.
44. Morris TA,: Heparin and low molecular weight heparin: background and pharmacology. Clini Chest
Med 2003 ;24:39-47.
45. Casele H, Haney EI, James A, Rosene- Montella K, Carson M. Bone density changes in women who
receive thromboprophylaxis in pregnancy.Am J Obstet Gynecol 2006;195:1109-1113.
46. Jacobsen AF, Qvistag E, Sanset PM: low molecular weight heparin ( dalteparin) for the treatment of
venous thromboembolism in pregnancy.BJOG 2003;110:139-144.
47. Barbour La, Smiht JM, Marlar RA: Heparin levels to guide thromboembolism prophylaxis during
pregnancy.Am J Obstet Gynecol 1995;173:1869-1873.
292
TROMBOFILIA EN EL EMBARAZO
48. Aschwanden M, Labs KH, Engel H, et al . Acute deep vein thrombosis: Early mobilization does not
increase the frequency of pulmonary embolism. Thromb haemost. 2001;85:42-46.
49. Blattler w, Partsch H. Leg compression and ambulation is better than bed rest for the treatment of
acute deep venous thrombosis. In Angiol.2003;22:393-400.
50. Hellgren M, Tengborn L, Abildgaard U. Pregnancy in women with congenital antithrombin III de-
ficiency:experience of treatment with heparin and antithrombin. Gynecol Obstet invest 1982;14:127-
141.
51. Horlocker TT, Wedel DJ, Benzon H et al. Regional anesthesia in the anticoagulatd patient:deinig the
risks ( the second ASRA Consensus conference on Neuroaxial anesthesia and anticoagulation) Reg
Anesth Pain Med2003;28.172-97.
52. Morris TA, Jacobson A, Marsh JJ, Lane JR. Pharmacokinetics of UH and LMWH are similar with
respecto to antithrombin activity. THromb Res. 2005;115:45-51.
53. Kishimoto TK, Viswanathan K, Ganguly T et al . Contaminated heparin associated with adverse cli-
nical events and activation of the contact system .N Engl J Med 2008;358:25457-67.
54. Brandjes DP, büller HR, Heijboer H et al . Randomised trial of effect of compression stockings in
patients with symptomatic proximal-vein thrombosis. Lancet 1997;349:759-62.
55. Huang WH, Kirz Ds, Gallee RC et al: Succesful urokinase treatment of massive pulmonary embo-
lism in pregnancy. Obstet Gynecol 1995;86:660-662.
56. Saviotti M, Bongarzoni A, Casazza F: Massive pulmonary embolism durineg the third trimester of
pregnancy: effectiveness of thrombolytic treatment with alteplase. G Ital Cardiol 1997;27:72-75.
57. Ahearn Gs, Hadjiliadis D, Govert JA et al : Massive pulmonary embolism during pregnancy suc-
cessfully treated with recombinant tissue plasminogen activator: a case report and review of treat-
ment opyions. Arch Intern Med 2002;162:1221-j1227.
58. Brill-Edwards P, Ginsberg JS, Gent M et al , for the Recurrence of clot in This Pregnancy Study
Group.Safety of withholding heparin in pregnant women with a history of venous thromboembo-
lism. N Engl J Med 2000;343:1439-1444.
59. Simioni P, Tormene D, Prandoni P, GirolamiA. Pregnancy-related recurrect events in thrombophilic
women with previous venous thromboembolism.Thromb Haemost 2001;86:929.
60. Noble Ls, Kutteh WH, Lashey N, Franklin RD, Herrada J. ANtiphsopholipid antibodies associated
with recurrent pregnancy loss:prospective, multicenter, controlled pilor study co paring treatment
with low molecular weight heparin versus unfractionated heparin.Fertil Steril 2005;83:684-690.
61. Jauniaux E, Farquharson RG, Christiansen OB, Exalto N. Evidence based guidelines for the inves-
tigation and medical treatment of recurrent miscarriage. Hum Reprod 2006;21:2216-2222.
62. Chan WS, anand S, ginsberg JS. Anticoagulation of pregnant women with mechanical heart valves:
a systematic review of the literature.Arch Inter Med 2000;160:191-196.
63. The Task force on the Management of Cardiovascualr Diseases during pregnancy of the European so-
ciety of cardiology.Expert consensus document on management of cardiovascular diseases during
pregnancy. Eur Heart 2003;24:761-781.
293
C APÍTULO 14
295
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Epidemiología
Fisiopatologías
Clínica
Alteraciones respiratorias: hipoxemia e hiposxia
Alteraciones cardiocirculatorias: hipotensión y shock
Alteraciones del SNC
Alteracioens de la coagulación: CID
Diagnóstico
Diagnóstico diferencial
Monitorización y exploraciones complementarias
Tratamiento
Factores de riesgo
Puntos prácticos
Futuras estrategias
Bibliografía
296
EMBOLIA DE LÍQUIDO AMNIÓTICO
INTRODUCCIÓN
La embolia de líquido amniótico (ELA) es un síndrome infrecuente, pero cuya apa-
rición constituye una complicación generalmente fatal del parto y posparto, y que ac-
tualmente no puede predecirse ni prevenirse. Suele seguir una mala evolución materna
y fetal, requiriendo un rápido diagnóstico y un rápido y agresivo tratamiento para me-
jorar su pronóstico. A pesar de todo, la mortalidad materna sigue siendo elevada, del 30-
40%, en aquellas pacientes que presentan la asociación clásica de hipoxia severa,
alteración de conciencia, colapso cardiovascular y coagulación intravascular diseminada
(CID). Las secuelas neurológicas a largo plazo, persisten en el 10-20% de las pacientes.
EPIDEMIOLOGÍA
La verdadera incidencia de ELA es desconocida, pero se estima que puede oscilar entre
un caso por cada 8.000, hasta un caso por cada 80.000 partos. Han sido elaborados di-
versos registros nacionales donde se aportan distintas cifras de incidencia: en USA, un
caso por 20.000-30.0001, uno por 27.000 en el Sureste Asiático y uno por 80.000 en el
Reino Unido2. Una posible explicación sobre estas discrepancias, es la ausencia de test sen-
sitivos y específicos de diagnóstico, ya que el diagnóstico de ELA es muchas veces por ex-
clusión, lo que no constituye un verdadero test diagnóstico. Por otra parte, la presentación
clínica puede ser muy variable, pudiendo no ser reportados los casos menos severos.
Aunque algunas publicaciones reportan una mortalidad materna elevada, de hasta un
86% en 1979 y del 61% en 19951, publicaciones más recientes, de 1999, sugieren que
la tasa de mortalidad puede ser menor, de un 26%3 o de un 37% en UK en el 20052.
La morbilidad en las publicaciones antiguas también era muy alta, ya que solo el 15%
sobrevivía con un estado neurológico intacto.
Los resultados perinatales también son pobres. La mortalidad neonatal es del 20-
25%, y de los sobrevivientes el 50% presentan secuelas neurológicas1,2. En el registro de
UK2, el 78% sobreviven, con evidencia de encefalopatía hipóxica en el 29% de los casos.
De los resultados anteriores se desprende, una reciente mejoría en la supervivencia y
morbilidad materno fetal, debido probablemente a avances tanto en el diagnóstico como
en el tratamiento y en los cuidados intensivos. El reconocimiento rápido de la ELA es
crítico para lograr un buen resultado de supervivencia, siendo determinante la habili-
dad en procurar una inmediata y efectiva resucitación. Es necesario para ello un manejo
multidisciplinar con una estrecha colaboración entre obstetras, anestesiólogos e inter-
nistas para lograr mejorar los resultados.
No obstante la tasa de mortalidad materna todavía permanece elevada, siendo próxima
al 25-35%, con un riesgo estimado de lesiones a largo plazo del 10-20%. Aproximadamente
el 80% de los niños sobreviven, con un riesgo estimado de morbilidad a largo plazo del 30%.
297
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
FISIOPATOLOGÍA
La patofisiología es pobremente conocida. Distintos estudios experimentales han fa-
llado en reproducir el síndrome de embolia de líquido amniótico en varios modelos ani-
males; no se reproduce al inyectar LA o sólo si se acompaña de meconio.
Para explicar la fisiopatología se han propuesto varias teorías que brevemente co-
mentamos:
Teoría mecánica: La entrada de LA a la circulación venosa materna durante las con-
tracciones o durante la disrupción de las membranas placentarias, originaría un fenó-
meno embolico de LA y su impactación pulmonar, produciendo una obstrucción
mecánica a nivel de los capilares pulmonares. Aparecería en partos tumultuosos o con
taquisistolia1, puesto que durante las contracciones cesa el intercambio. Sin embargo se
ha demostrado la presencia de de células escamosas en la circulación pulmonar materna
sin evidencia clínica de ELA. En general la entrada de LA per se, es inocua, incluso en
cantidades importantes. Algunos autores consideran que el factor que determina la gra-
vedad inicial, es el acumulo de material fetal en los capilares pulmonares5.
Teoría inmunológica-inflamatoria: desencadenante de un verdadero “síndrome ana-
filactoide del embarazo”. Clark et al1, reconocieron que el curso clínico y cambios he-
modinámicos presentes en la ELA, remedan un shock anafiláctico/anafilactoide tras la
entrada del alérgeno, por lo que propusieron que el síndrome de ELA, era más un fe-
nómeno inmunológico que embólico. Incluso se asemejaría a un shock séptico, con la
aparición de una respuesta sistémica tras la entrada de endotoxinas en la circulación. El
LA contiene muchas sustancias vasoactivas y procoagulantes como: factor activador de
la plaquetas, citokinas, bradikinina, tromboxano, leucotrienos y acido araquidónico que
desarrollarían el síndrome. En este escenario, el factor iniciador, se presume se encuen-
tra en el líquido amniótico, aunque todavía no ha sido identificado. Algunas mujeres re-
accionarían frente a esta sustancia mediante un mecanismo inmunológico. Esto
explicaría por qué la entrada de células fetales no siempre desencadenaría un ELA y
también su mayor incidencia en madres de fetos masculinos, con aumento de RH isoim-
munización y con frecuente atopia. Desde el punto de vista immunoquímico, explica-
ría el aumento de la triptasa encontrado en estas pacientes y la activación del
complemento con disminución de los niveles de C3 y C4.
298
EMBOLIA DE LÍQUIDO AMNIÓTICO
Esta última teoría es muy atractiva y aunque no se ha podido probar de forma con-
cluyente, cada vez se aportan más datos que parecen apoyar el mecanismo anafilactoide.
Así ocurre en varios casos clínicos estudiados inicialmente como reacciones alérgicas y
en los que pudo diagnosticarse ELA6 . También en ocho casos de ELA mortal, en los que
mediante preparaciones immunohistoquímicas se demostró la participación del com-
plemento y degranulación mastociataria de triptasa7.
CLÍNICA
Es característico el rápido deterioro y desarrollo clínico, con aparición brusca de dis-
tintos signos y síntomas. La aparición en el parto o posparto inmediato de disnea, tos,
o hipoxemia junto a shock y alteraciones mentales y CID, debe hacer sospechar el diag-
nóstico. Otros síntomas comunes en la ELA son: convulsiones, confusión, agitación, sín-
drome constitucional (fiebre, cefalea, náuseas, vómitos, escalofríos) y evidencia de
sufrimiento fetal8. Es importante destacar que las pacientes con ELA pueden presentar
algunos, pero no todos los signos y síntomas que se describen a continuación y que vie-
nen listados en la Tabla 1. Además de ser variable la combinación de síntomas, la se-
cuencia de aparición de los mismos puede variar notablemente de uno a otro caso.
299
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
300
EMBOLIA DE LÍQUIDO AMNIÓTICO
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico es clínico y esencialmente por exclusión. Es necesario para su diag-
nóstico mantener un alto índice de sospecha, basado en la interpretación del síndrome
clínico y tras la exclusión de otros cuadros semejantes de origen obstétrico, médico o
anestésico, que vienen recogidos en la Tabla 2.
No existen pruebas de laboratorio específicas que confirmen el diagnostico, pero al-
gunas de ellas ayudarán a mantener la sospecha clínica:
• Gasometría, hematocrito, Tiempo de protombina y Tiempo de tromboplastina
parcial alterados, brusca caída del fibrinógeno. Disminución del complemento.
• Troponinas y triptasa elevadas.
301
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial debe incluir a otros cuadros de aparición aguda y fulmi-
nante cuyo inicio coincide frecuentemente con el momento del parto (60-70% casos de
ELA, 11% en el postparto inmediato). Entre ellos se encuentran:
302
EMBOLIA DE LÍQUIDO AMNIÓTICO
303
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
TRATAMIENTO
El tratamiento consiste en la instauración de medidas de soporte y reanimación car-
diopulmonar (RCP) sintomática y agresiva y que típicamente envuelven el tratamiento
de múltiples tipos de shocks simultáneos. Las anteriores medidas de RCP se siguen o
acompañan de la extracción rápida del feto por cesárea emergente, si la paciente toda-
vía persiste gestante. Es imprescindible para todo ello la colaboración multidisciplinar
y el buen entendimiento entre los distintos profesionales.
El síndrome de ELA siempre va asociado a hipoxia, por lo que el control de la vía
aérea con intubación orotraqueal (IOT) y administración de 02 al 100% es prioritario.
Si la paciente sobrevive a la desaturación e hipoxia inicial, el principal problema es el fallo
cardíaco izquierdo. El tratamiento de soporte consiste en:
• Mantener la máxima oxigenación mediante IOT y ventilación mecánica (VM),
FI02 100% y prevenir el subsiguiente fallo orgánico. Es el objetivo más importante.
• Soporte circulatorio mediante optimización de la precarga con rápido aporte de
volumen y tratamiento de la hipotensión refractaria con vasopresores.
• Vasopresores, inicialmente directos como fenilefrina, para tratar la vasodilatación14.
Otros como la dopamina, adrenalina o noradrenalina son los ideales por su efecto
beta-adrenérgico, para mejorar la función miocárdica en adición a los efectos alfa-va-
sopresores. Otros Inotrópicos de soporte como la Dobutamina o Milrinona pueden
ser necesarios en el fallo derecho. La vasopresina, puede utilizarse como tratamiento
inicial, como adyuvante de otros inotrópicos o como alternativa, debido a su efecto
sobre los vasos pulmonares a bajas dosis, mejorando la vasoconstricción.
• El tratamiento de la hemorragia y coagulopatia es el tercer punto fundamental. El tra-
tamiento de la hemorragia no debe considerarse como tratamiento alternativo de úl-
timo recurso, si no que la hemorragia y la coagulaopatia debe ser tratada agresivamente
y de forma temprana, siguiendo los estándares médicos y quirúrgicos incluidos en los
protocolos hospitalarios de actuación, indispensables para un adecuado tratamiento.
Este apartado se explica ampliamente en el capítulo de shock hemorrágico, donde
pueden consultarse las guías clínicas de actuación recomendadas actualmente.
304
EMBOLIA DE LÍQUIDO AMNIÓTICO
Existen otras medidas alternativas de último recurso, que se han utilizado reciente-
mente para mejorar los resultados:
• By-pass cardiopulmonar15, y ECMO16 (oxigenación extracorpórea con membrana)
y balón intraaórtico de contrapulsación para tratar la severa hipoxia y fallo del VI
asociado.
• Perfusión continua o inhalación de prostaciclinas u oxido nítrico17 para el trata-
miento de la hipertensión pulmonar, fallo del VD e hipoxemia. Han sido proba-
das en algunas circunstancias y casos aislados, en los que se ha podido alcanzar el
éxito, pero son tratamientos que no se encuentran estandarizados.
• Administración de altas dosis de corticoides y adrenalina, sugeridos como parte del
tratamiento fisiopatológico y respondiendo a la consideración de que el ELA se
desarrolla como una reacción anafilactoide.
• Utilización del Fc VII recombinante activado18, como uso compasivo en el trata-
miento de hemorragias incoercibles de origen obstétrico.
Por último comentar que la RCP en la embarazada, parte del principio de que lo mejor
para la madre es lo mejor para el feto. En primer lugar hay que evitar la compresión Aorto-
Cava, ya que el colapso y la obstrucción del retorno venoso es total en el paro cardíaco.
En segundo lugar, la extracción fetal debe contemplarse como un elemento más de la re-
animación y realizada antes de 5 minutos del fallo cardiocirculatorio por paro cardiaco. El
daño neurológico irreversible por anoxia en el feto, aparece entre los 4-6 minutos, debido
a que la reserva de oxígeno en el feto es de 2 minutos. El tiempo entre la aparición del co-
lapso cardiocirculatorio por esta causa y la muerte materna, es muy rápido, el 50% mue-
ren en la primera hora o entre la 1ª y 7ª horas. El único determinante en el pronóstico de
supervivencia, es la habilidad en procurar una inmediata y efectiva resucitación.
FACTORES DE RIESGO
Desgraciadamente la ELA es una entidad de fisiopatología no bien conocida, cuya
aparición no se puede predecir ni prevenir actualmente. Tradicionalmente se había pos-
tulado que los partos tumultuosos y especialmente los inducidos o estimulados con oxi-
tocina, presentaban un mayor riesgo de ELA. Posteriormente, Clark and Butt19, no
confirmaron esta asociación, los autores solo encontraron una asociación entre el sexo
fetal masculino e historia previa de atopia o alergia en el 41% de las afectadas.
En un estudio retrospectivo de cohortes de Kramer et al4, sobre tres millones de na-
cimientos en Canadá entre 1991 y 2002, se encontró que la inducción médica del parto
casi doblaba el riesgo global de padecer ELA (odds ratio: 1,8), siendo mucho mayor la
asociación en los casos con desenlace fatal (odds ratio: 3,5), aunque el riesgo absoluto
(10 por 100.000) fue todavía bastante pequeño.
305
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
PUNTOS PRÁCTICOS
1. Alto índice de suposición en la paciente con hipoxia y colapso cardiovascular, para el
diagnóstico de ELA
2. Incluir a la Ecocardiografía transesofágica o transtorácica, como prueba diagnóstica
al inicio del cuadro y como control terapéutico posterior.
3. Incluir rutinariamente como test de laboratorio la determinación del complemento
(C3 y C4) y triptasa.
4. El inicio rápido y agresivo del tratamiento de soporte de los diferentes sistemas afec-
tados, mejora el pronóstico.
5. Si todavía no ha tenido lugar el parto, la cesárea perimortem debe realizarse en los pri-
meros 5 minutos del paro cardíaco.
6. No existe ninguna profilaxis o factores de riesgo controlables en este síndrome, aun-
que se asocia más frecuentemente en gestantes añosas, enfermedades de la placenta y
cesáreas.
FUTURAS ESTRATEGIAS
1. Futuras investigaciones deberían desarrollar la búsqueda de una prueba diagnóstica
específica para el diagnóstico definitivo de ELA.
2. Queda por establecer el lugar de las nuevas modalidades de tratamientos para la ELA.
BIBLIOGRAFÍA
1. Clark SL, Hankins GD, Dudley DA, Dildy GA, Porter TF. Amniotic fluid embolism: analysis of the
national registry. Am J Obstet Gynecol 1995; 172:1158-1167.
2. Tuffnell DJ. United Kingdom amniotic fluid embolism register. Br J Obstet Gynaecol 2005; 112:
1625–1629.
3. Gilbert WM, Danielsen B. Amnioti fluid embolism: decreased mortality in a population-based study.
Obstet Gynecol 1999; 93:973-977.
4. Kramer MS, Rouleau J, Baskett TF, for the Maternal Health Study Group of the Canadian Perinatal
Surveillance System. Amniotic fluid embolism and medical induction of labour: a retrospective, po-
pulation-based cohort study. Lancet 2006; 368: 1444–1448.
306
EMBOLIA DE LÍQUIDO AMNIÓTICO
15. Aguilera LG, Fernandez C, Plaza A, Gracia J, Gomar C. Fatal amniotic fluid embolism diagnosed his-
tologically. Acta Anaesthesiol Scand 2002;46:334-337.
16. Harboe T, Benson MD et al. Cardiopulmonary distress during obstetrical anaesthesia:attepts to diag-
nose amniotic fluid embolism in a case series of suspected allergic anaphylaxis. Acta Anaesth Sacnd
2006;50:324.
17. Fineschi V, Riezzo I, Cantatore S, Pomara C, Turillazi E. Complement C3a expression and tryptase
degranulation as promising histopathological tests for diagnosing fatal amniotic fluid embolism. Vir-
chows Arch 2009; 454:283–290.
18. Moore J, Baldisseri MR. Amniotic fluid embolism. Crit Care Med 2005; 33: S279-S285.
19. Clark SL. New concepts of amniotic fluid embolism: a rewiev. Obstet Gynecol Surv 1990;45:360-
368.
10. Hankins GD, Snyder RR, Clark SL, Schwartz L, Patterson WR, Butzin CA. Acute hemodynamic
and respiratory effects of amniotic fluid embolism in the pregnant goat model. Am J Obstet Gyne-
col 1993;168:1113-1129.
11. Petroianu GA, Altmannsberger SH, Maleck WH, Assmus HP, Friedberg C, Bergler WF, et al. Me-
conium and amniotic fluid embolism: effects on coagulation in pregnant mini-pigs. Crit Care Med
1999;27:348-55.
12. Vellayappan U, Attias MD, Shulman MS. Paradoxical Embolization by Amniotic Fluid Seen on the
Transesophageal Echocardiography . Anesth Analg 2009;1110-1112.
13. Verroust N, Zegdi R, Ciobotaru V, Tsatsaris V; et al. Ventricular fibrillation during termination of
pregnancy. The Lancet 2007; 369: 1900.
14. Gist RS, Stafford IP, Leibowitz AB, Beilin Y. Amniotic fluid embolism. Anesth Analg 2009;108:1599-
1602.
15. Stanten RD, Iverson LI, Daugherty TM, Lowet SM, Terry C, Blumenstrock E et al. Amiotic fluid
embolism causing catastrophic pulmonary vasoconstriction: diagnosis by trans-esophagealnechocar-
diogram and treatment by cardiopulmonary bypass. Obstet Gynecol 2003;102:496-498.
16. Hsieh YY, Chang CC, Li PC, Tsai HD, Tsai CH. Successful application of extracorporeal memebrane
oxygenation and intraortic counterpulsation as lifesaving therapy for a patient with amniotic fluid em-
bolism.Am J Obstet Gynecol 2000;183:496-497.
17. McDonell NJ, Chan BO, Frengley RW. Rapid reversal of critical haemodynamic compromise with
nitric oxide in a patient with amniotic fluid embolism. Int J Obstet Anesth 2007;16:269-273.
18. Nagarsheth NP, Pinney S, Bassily-Marcus A, Anyanwu A, Friedman L, Beilin Y. Successful place-
ment of a right ventricular assist device for treatment of a presumed amniotic fluid embolism. Anesth
Analg 2008;107:962-964.
19. Clarke J, Butt M. Maternal collapse. Curr Opin Obstet Gynecol 2005;17:157-160.
20. Abenhaim HA, Azoulay L, Kramer MS, Leduc L. Incidence and risk factors of amniotic fluid em-
bolisms: a population-based study on 3 million births in the United States. Am J Obstet Gynecol
2008;199:49.e1-49.e8.
307
C APÍTULO 15
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
309
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Índice
Introducción
Epidemiología
Etiopatogenia
Manifestaciones clínicas
Alteraciones vasculares
Manifestaciones renales
Complicaciones obstétricas
Otras manifestaciones
Manifestaciones cardíacas
Diagnóstico
Tratamiento
Profilaxis
Tratamiento de las trombosis
Tratamiento de las complicaciones obstétricas
Manejo anestésico
Analgesia para el trabajo de parto
Anestesia para cesárea
Puntos prácticos
Futuras investigaciones
Bibliografía
310
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
INTRODUCCIÓN
El síndrome antifosfolipídico (SAF) es una enfermedad autoinmune sistémica que se
caracteriza por la asociación clínica de presencia persistente de anticuerpos antifosfoli-
pídico (aFL) y trombosis vasculares, que pueden afectar a cualquier vaso sanguíneo, y/o
complicaciones obstétricas1-4.
El SAF fue descrito por Hughes et al en el año 1983 y Harris et al describieron la téc-
nica de determinación de anticuerpos anticardiolipina (aCL) en el mismo año5,6.
Aunque hay un gran espectro de aFL, lo aceptado universalmente para el diagnós-
tico son el lupus anticoagulante (LA), anticuerpo anticardiolipina (aCL) y el anticuerpo
anti-β2-glicoproteina I (aβ2GPI)7-9.
La clasificación del SAF se recogió en un documento de consenso internacional, pu-
blicado en 1999, después del VIII Symposium sobre Anticuerpos Antifosfolípidos rea-
lizado en Sapporo10 (Sapporo), posteriormente actualizado en 2006, en el Congreso
Internacional sobre aFL realizado en Sydney11.
EPIDEMIOLOGÍA
La asociación de enfermedad autoinmune y gestación no es infrecuente ya que, estas
enfermedades, son más comunes en mujeres jóvenes (80%), y por tanto en edad repro-
ductiva1,8,12,13.
No se conoce con certeza la frecuencia con que se presenta este síndrome. La inci-
dencia de aFL en la población general es de un 2-8%4,7,8. Algunos pacientes con positi-
vidad baja a aFL no presentan ninguna sintomatología. La frecuencia de aFL aumenta
con la edad especialmente en pacientes afectos de enfermedades crónicas4,9.
Puede darse de forma primaria en pacientes sanos (aproximadamente en un 50% de
casos) o secundaria a otras enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sis-
témico (LES), al que se asocia en un 30-40 % de casos. Inicialmente fue descrito en pa-
cientes afectas de esta enfermedad, y es con diferencia la enfermedad autoinmune con
la que más se asocia. Posteriormente se han visto estos anticuerpos en una gran varie-
dad de enfermedades: artritis reumatoide (16%), trombosis arteriales y venosas, corea,
migraña, lívedo reticularis, epilepsia y otras1,9,12,14. Las pacientes mujeres tienen con más
frecuencia artritis , livedo reticularis y migraña y en los varones es más frecuente que se
de infarto de miocardio, epilepsia y trombosis arteriales en extremidades inferiores12.
La asociación entre aFL y trombosis varía según los diferentes estudios, dependiendo
de las pruebas de laboratorio empleadas y de la población estudiada. Pacientes asinto-
máticos con aFL tienen un riesgo entre 0-4% de padecer trombosis anualmente. Los pa-
cientes que además tienen una enfermedad autoinmune tienen un riesgo más alto de
padecerlas9,15,16.
311
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ETIOPATOGENIA
Los aFL son un grupo heterogéneo de anticuerpos dirigidos contra proteínas ligadas
a fosfolípidos de las membranas celulares. Incluyen el anticuerpo anticardiolipina (aCL),
el anticoagulante lúpico (AL) y el anticuerpo anti-β2-glucoproteina I (aβ2GPI). Se ca-
racterizan por alargar pruebas coagulométricas tales como el tiempo parcial de trom-
boplastina (TPT) pero clínicamente no se asocian a procesos hemorrágicos sino
trombóticos, que se manifestarían cuando se dan otros factores favorecedores de trom-
bosis como tabaquismo, anticonceptivos orales, gestación o procedimientos quirúrgi-
cos17. La trombosis es la lesión primaria que origina la sintomatología clínica que
presentan los pacientes con SAF18,19.
Los mecanismos fisiopatológicos son parcialmente conocidos y posiblemente se pro-
duce una combinación de varias alteraciones dando lugar a las manifestaciones clínicas.
En modelos experimentales, el mecanismo por el que aFL producen trombosis es la
unión de los aFL a las células endoteliales, (a través de la β2GPI, proteína plasmática con
gran afinidad por los fosfolípidos), interfiriendo en un gran número de procesos que
afectan la hemostasia, induciendo un estado procoagulante7,9,20-22. Esto sería debido a
que la activación endotelial produce un aumento del factor tisular (potente iniciador de
la coagulación), activación de las plaquetas (que producen aumento de tromboxano A2)
y a una activación del complemento (mediador de la activación de las plaquetas y de las
células endoteliales)3,4,7,18,23. Aunque en humanos algún estudio prospectivo ha demos-
trado el papel predictivo de los aFL en los problemas vasculares, no existe una asocia-
ción causal directa entre las trombosis y los aFL; si bien existen indicios de que en
personas aFL positivos, otros factores que entrañan riesgo de trombosis aumentan la
probabilidad de que estas se produzcan4,7,24.
Los pacientes afectos de síndrome antifosfolipídico con un LES asociado, tienen más
episodios de artritis y de livedo reticularis y más frecuentemente presentan trombocito-
penia y leucopenia12.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Esta patología se caracteriza porque puede verse afectado cualquier órgano y cursa con
una variada sintomatología.
Alteraciones vasculares
Las trombosis constituyen la principal alteración del SAF, pudiendo afectar a cualquier
vaso sanguíneo. Se producen en grandes vasos arteriales o venosos y en los más pequeños
incluyendo capilares, arteriolas y vénulas produciendo sintomatología de microangiopa-
tía trombótica. La característica es que son trombos blandos, sin inflamación de la pared
312
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
vascular, son de repetición (50% de casos) y suelen darse en el mismo territorio vascu-
lar4,7,9. Las trombosis venosas más frecuentes se dan en el sistema venoso profundo de las
extremidades inferiores. Las trombosis arteriales más comunes son las intracraneales, las
cuales se manifiestan como un accidente vascular cerebral (accidente vascular transitorio,
infarto cerebral). A nivel pulmonar puede producirse tromboembolismo pulmonar, hi-
pertensión pulmonar o hemorragia alveolar. La afectación ocular es una retinopatía debida
a trombosis de la arteria o vena retiniana (30% en SAF primario)4,7,9,25.
Además de los accidentes vasculares cerebrales, en esta enfermedad se dan otras alte-
raciones neurológicas tales como corea, hipertensión intracraneal, epilepsia, mielitis
transversa, migraña y demencia18,26,27.
Manifestaciones renales
Se producen una amplia variedad de alteraciones renales en los pacientes con SAF.
Son debidas a procesos trombóticos que pueden producirse en la arteria (que puede ser
bilateral) y vena renales, y a lesiones microvasculares renales (microangiopatía trombó-
tica). Puede presentarse en forma de insuficiencia renal aguda o bien en forma de fallo
renal crónico Clínicamente se produce una nefropatía, siendo la hipertensión el sín-
toma que está presente más frecuentemente. La prevalencia de las lesiones renales es di-
fícil de conocer ya que en muchas ocasiones las alteraciones no dan sintomatología y solo
se encuentran al realizar pruebas radiológicas7,9,28,29.
Complicaciones obstétricas
Los abortos precoces de repetición (<10 semanas de gestación) y las muertes fetales
(>10 semanas de gestación) son bien conocidos en esta patología. En pacientes con aFL
y antecedentes de pérdidas fetales, sin tratamiento, la incidencia de aborto es de hasta el
90%7. El aborto es usual en la población general, pero cuando se dan más de tres pérdi-
das fetales se debe hacer una determinación de aFL. La causa se atribuye a trombosis e
infartos a nivel uteroplacentario y a una vasculopatía a nivel de las arterias espirales30-34.
La gestación es un estado de hipercoagulación por lo cual las mujeres con SAF tienen
un incremento importante del riesgo de padecer trombosis. Otras complicaciones que
se producen son crecimiento intrauterino restringido (CIR), prematuridad (idiopática
o provocada por compromiso fetal), desprendimiento precoz de placenta y preeclamp-
sia (PE) de inicio precoz8,34.
Una revisión sistemática35 ha hallado que las pacientes con SAF tienen un riesgo 9
veces mayor de sufrir PE en su próximo embarazo, respecto a las pacientes con antece-
dente de PE, por lo cual una paciente gestante con SAF debe ser considerada de riesgo
para padecer PE.
313
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Está descrito el paso transplacentario de aFL al feto y hay algún caso descrito de
trombosis en el neonato36, pero son complicaciones de muy rara aparición. La mayoría
de autores opinan que no se producen otro tipo de complicaciones en el neonato sino
las derivadas de la prematuridad y el CIR8,37,38.
El embarazo en una mujer afecta de SAF es siempre considerado de alto riesgo, dadas
las connotaciones obstétricas que tiene esta enfermedad39.
Otras manifestaciones
Hay otras alteraciones que pueden darse en los pacientes con aFL, entre las que po-
demos incluir a las manifestaciones cutáneas como: livedo reticularis, úlceras cutáneas,
tromboflebitis, necrosis y otras. La Trombocitopenia es la alteración hematológica más
común (20% asociada a aFL), dándose con más frecuencia cuando el SAF se asocia a
lupus eritematoso sistémico. La trombocitopenia suele ser de mediana intensidad (pla-
quetas > 100x109/l). Si previamente al embarazo ya existía trombocitopenia esta puede
verse agravada así como por la medicación empleada para el tratamiento del SAF (aspi-
rina, heparina)1,8. Otra manifestación que puede aparecer con este síndrome es la ane-
mia hemolítica autoinmune.
Manifestaciones cardiacas
A nivel cardíaco se puede producir: valvulopatía, trombo intracardiaco, microtrom-
bos miocárdicos y enfermedad coronaria. Las válvulas más frecuentemente afectadas
son las izquierdas y más la mitral que la aórtica7,40,41. Se ha demostrado mediante eco-
cardiografia, que pacientes afectos de SAF primario tienen afectación valvular en un
32-38% respecto al grupo control que tienen una afectación de 0-5%. Las valvulopa-
tías son generalmente asintomáticas aunque un pequeño porcentaje (4-6%) si precisa-
rán recambio valvular42. Los pacientes con alteraciones valvulares tienen una mayor
incidencia de tromboembolismo arterial que aquellos que no la tienen41.
El SAF también se asocia a infarto de miocardio (IM). La prevalencia de aCL en pa-
cientes con IM es de 5-15% y llega al 21% en pacientes con IM con edad inferior a 45
años43,44.
Síndrome antifosfolipídico catastrófico: Es una forma muy grave de la enfermedad
que puede darse en un 1% de pacientes afectos de SAF12.45. Puede aparecer de novo en
un paciente sin SAF previo o bien puede darse en un paciente ya conocido de padecer
esta enfermedad. Con frecuencia este síndrome es desencadenado por una infección por
lo cual, en los pacientes afectos de SAF, se deben prevenir las infecciones y si ocurren,
deben ser tratadas muy enérgicamente. También puede ser desencadenado por un pro-
ceso neoplásico o un procedimiento quirúrgico46.
314
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico del SAF se realiza según los criterios de Sapporo, recogidos en el do-
cumento de consenso realizado en el VIII Symposium Internacional sobre Anticuerpos
Antifosfolípidos (Sapporo 1998)10.
Para diagnosticar a un paciente de SAF se debe de cumplir al menos un criterio clí-
nico de los definidos en los criterios de Sapporo (un acontecimiento vascular trombó-
tico o una complicación obstétrica) y un criterio de laboratorio. (Tabla 1). La
trombocitopenia se ha eliminado dentro de los acontecimientos clínicos ya que aunque
muy frecuente en el SAF, no se considera suficientemente específica11. Entre los crite-
rios de laboratorio se incluyen la positividad con valores medios-altos de aCL (IgG o
IgM), medio-alto de aβ2GPI (IgG/IgM) y/o AL positivo, separados al menos 12 sema-
nas. El valor medio es 40U y alto 80U; valores entre 20-40U deben ser considerados con
cautela. Una positividad transitoria a aFL es común en el curso de infecciones, por lo
cual debe repetirse al cabo de 12 semanas7,11.
En general el AL es el aFL que más se asocia a las trombosis arteriales y venosas y a
las complicaciones obstétricas. Cuando se sospecha un SAF, inicialmente debe realizarse
la determinación de AL y aCL (IgG/IgM). Si se obtienen valores negativos o bajos, debe
ser realizada una determinación de anticuerpos aβ2GPI. Siempre que sea posible, la de-
terminación de AL debe hacerse antes de administrar anticoagulantes7,11.
La evidencia sugiere que la múltiple positividad de aFL se asocia a un curso más
grave de la enfermedad ya que comporta un aumento en la incidencia de trombosis11.
Debe realizarse el diagnostico diferencial de SAF con otros procesos tales como anor-
malidades uterinas, problemas hormonales, anormalidades genéticas fetales, estados de
hipercoagulación de origen genético, infecciones crónicas y enfermedades sistémicas.
TRATAMIENTO
En este síndrome se presentan una gran variabilidad de síntomas lo cual hace com-
plejo el tratamiento. Este se realizará en cuatro áreas fundamentalmente: profilaxis, pre-
vención de subsiguientes trombosis de grandes vasos, tratamiento de la microangiopatía
trombótica y el manejo de mujeres con complicaciones obstétricas.
315
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Criterios clínicos
1. Trombosis vascular
Uno o más episodios clínicos de trombosis arterial, venosa o de pequeños vasos en cualquier
órgano o tejido, confirmada por criterios objetivos (radiológico o histopatológico). Para el cri-
terio histopatológico, en ausencia de evidencia de inflamación de la pared vascular.
2. Complicaciones obstétricas
a) Una o más muertes sin explicación, de un feto morfológicamente normal (valorado
por ecografía o examen directo del feto) de más de 10 semanas de gestación.
b) Uno o más nacimientos prematuros de un neonato morfológicamente normal, de
menos de 34 semanas de gestación a causa de preclampsia grave o eclampsia (según
definiciones estándar) o insuficiencia placentaria.
c) Tres o más abortos espontáneos inexplicados y consecutivos antes de la 10ª semana de
gestación, excluidas anormalidades anatómicas u hormonales maternas y causas cro-
mosómicas maternas y paternas.
Criterios de laboratorio
1. Anticoagulante lúpico (LA) en plasma, en 2 o más ocasiones separadas al menos 12 se-
manas, determinados según las guías de la International Society on Thrombosis and Hae-
mostasis.
2. Anticuerpos anticardiolipina (aCL) IgG y/o IgM en suero o plasma, presentes a niveles
medios o altos (>40 GPL o MPL, o >al percentil 99), en 2 o más ocasiones, separados al
menos 12 semanas, determinados por ELISA.
3. Anticuerpos anti-β2-glucoproteína I tipo IgG y/o IgM en suero o plasma (a niveles >al 99
percentil) en 2 o más ocasiones, separados al menos 12 semanas, determinados por
ELISA.
Profilaxis
Se ha estudiado el empleo de la aspirina a bajas dosis, como profilaxis de trombosis en
pacientes con aCL, no hallándose que este tratamiento proteja de las trombosis venosas
profundas o el embolismo pulmonar50. Otro estudio realizado posteriormente en pacien-
tes asintomáticos con aFL, concluyó que la administración de aspirina a bajas dosis no ofre-
ció ninguna ventaja respecto a placebo, en la prevención de la primera trombosis15. Por el
contrario, la aspirina sí tuvo un efecto protector de trombosis en mujeres con SAF y pér-
didas fetales previas51, pero por el momento no hay estudios que apoyen la administración
de aspirina a bajas dosis para la profilaxis de trombosis en pacientes con aFL positivos.
316
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
317
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Disminución de la proteína S
318
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
MANEJO ANESTÉSICO
Como en todas las gestantes de alto riesgo, la valoración preanestésica de las gestantes
afectas de SAF es primordial66. Se debe conocer la posible repercusión sistémica del sín-
drome: afectación cardiaca, renal, neurológica y otras alteraciones que pudiera tener la pa-
ciente, lo cual puede condicionar nuestra actuación anestésica en el momento del
parto/cesárea67-69. En la visita se deben comentar las distintas posibilidades de analgesia para
el parto, siendo también el mejor momento de obtener el consentimiento informado.
319
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
después de la última dosis administrada, con pruebas de coagulación normales. Los va-
lores plasmáticos mayores de HBPM se dan a las 4 horas de su administración. La reti-
rada del catéter debe hacerse 12 horas después de la última dosis y 4 horas antes de la
administración de la siguiente y si la punción es hemática se recomienda no iniciar la
heparina antes de 24 horas. Cuando la paciente está recibiendo HBPM a dosis tera-
péuticas, (generalmente repartidas en dos dosis), la mayor parte de protocolos sobre
ALR contemplan la no realización de bloqueo neuroaxial si no han pasado 24 horas de
la última dosis de heparina70-72,75.
Una alternativa a tener en cuenta en estas pacientes, en trabajo de parto, es la anal-
gesia subaracnoidea con bajas dosis de anestésico local y fentanilo. Esta técnica ofrece
las ventajas de realizarse con una aguja de pequeño calibre, sin catéter, es mucho menos
traumática y de fácil realización.
Cuando se realicen técnicas locorregionales, el seguimiento posterior es de suma im-
portancia para la detección precoz de cualquier sintomatología sugestiva de compresión
medular. La incidencia de hematoma espinal es muy baja, se estima en 1/150.000 pun-
ciones epidurales y 1/220.000 punciones intradurales, pero cuando se produce sus con-
secuencias son muy graves73,75.
Ante una paciente con SAF a la que se le va a realizar una técnica neuroaxial debe-
mos tener en cuenta algunas recomendaciones:
- Valorar beneficio/riesgo de la analgesia locorregional en el trabajo de parto.
- Menor riesgo con punción medial.
- Producir el menor bloqueo motor posible.
- Control neurológico postoperatorio estricto.
Si hay contraindicación a la ALR ya sea porque el tiempo transcurrido desde la úl-
tima dosis de heparina no es el aconsejado, o bien porque haya otro tipo de coagulopa-
tía, podemos administrar analgesia con remifentanilo por vía endovenosa o analgesia
inhalatoria con óxido nitroso 50%/oxígeno 50% (Entonox).
El remifentanilo viene siendo empleado desde hace unos años, en gestantes en tra-
bajo de parto. Sus características farmacocinéticas le hacen especialmente atractivo para
su empleo en obstetricia76-80. Tiene un rápido inicio de acción (2-3 minutos) y rápida
eliminación (tiempo de disminución plasmática de un 50%, en 3 minutos), indepen-
dientemente de la duración de la perfusión. Se metaboliza por esterasas inespecíficas
plasmáticas y tisulares y su aclaramiento no se ve afectado por la función renal o hepá-
tica. Su potencia analgésica es ligeramente inferior al fentanilo. Como todos los opiá-
ceos, atraviesa la placenta y llega al feto81-83. La forma de administración generalmente
es mediante PCEA y han sido varias las pautas y dosis que han sido utilizadas. Se ha em-
pleado mediante perfusión continua (0,025-0,05 µg/kg/min-1), en perfusión mas bolos
320
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
PUNTOS PRÁCTICOS
1. Las gestantes con SAF tienen un riesgo mayor de padecer preeclampsia, crecimiento
intrauterino restringido y desprendimiento precoz de placenta.
2. La trombosis venosa profunda es la manifestación más frecuente de este síndrome.
3. La aspirina y la heparina son los principales fármacos para el tratamiento de las com-
plicaciones obstétricas en pacientes con SAF.
4. El tratamiento con AAS, heparina a distintas dosis o anticoagulante debe hacerse de
forma individualizada en cada paciente.
5. Las pacientes con aFL deben recibir tratamiento con HBPN durante 4-6 semanas
postparto como prevención de tromboembolismo.
321
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
FUTURAS INVESTIGACIONES
1. Las futuras investigaciones estarán encaminadas a realizar estudios multicéntricos, que
nos permitan establecer la relación de aFL y las distintas manifestaciones clínicas.
2. También se deben llevar a cabo investigaciones que nos aclaren los mecanismos por
los cuales se producen las alteraciones obstétricas en las pacientes afectas de SAF.
BIBLIOGRAFÍA
11. Muñoz FJ, Reverter JC, Cervera R, Font J ed. Síndrome antifosfolipídico. En Font J, Cervera R, In-
gelmo M. Enfermedades autoinmunes sistémicas. Barcelona: mra Ed. 1998; 121-138.
12. Erkan D, Lockshin MD. What is antiphospholipid syndrome? Curr Rheumatol Rep. 2004;6(6):451-7.
13. Carp HJ. Antiphospholipid syndrome in pregnancy. Curr Opin Obstet Gynecol. 2004;16(2):129-35.
14. Levine JS, Branch DW, Rauch J. The antiphospholipid syndrome. N Engl J Med. 2002;346(10):752-
63.
15. Hughes GR. Thrombosis, abortion, cerebral disease, and the lupus anticoagulant. Br Med J (Clin Res
Ed). 1983;287(6399):1088-9.
16. Harris EN, Gharavi AE, Boey ML, Patel BM, Mackworth-Young CG, Loizou S, Hughes GR. Anti-
cardiolipin antibodies: detection by radioimmunoassay and association with thrombosis in systemic
lupus erythematosus. Lancet 1983 Nov 26; 2(8361):1211-4.
17. George D, Erkan D. Antiphospholipid syndrome. Prog Cardiovasc Dis. 2009; 52(2):115-25.
18. Lakasing L, Williamson C. Obstetric complications due to autoantibodies. Best Pract Res Clin En-
docrinol Metab 2005; 19(1):149-75.
19. Fischer MJ, Rauch J, Levine JS. The antiphospholipid syndrome. Semin Nephrol 2007;27(1):35-46.
10. Wilson WA et al. International consensus statement on preliminary classification criteria for definite
antiphospholipid syndrome. Arthritis and Rheumatism 1999; 42: 1309-11.
11. Miyakis S, Lockshin MD, Atsumi T, Branch DW, Brey RL, Cervera R, Derksen RH, DE Interna-
tional consensus statement on an update of the classification criteria for definite antiphospholipid
syndrome (APS). J Thromb Haemost. 2006 ;4(2):295-306.
12. Cervera R, Piette JC, Font J, Khamashta MA, Shoenfeld Y, Camps MT et al. Euro-Phospholipid
Project Group. Antiphospholipid syndrome: clinical and immunologic manifestations and patterns
of disease expression in a cohort of 1,000 patients. Arthritis Rheum. 2002;46(4):1019-27.
13. Fernández C. Enfermedades inmunológicas y embarazo. En Anestesia en la paciente obstétrica de
alto riesgo. Barcelona, Edikamed, 1997; 185-200.
14. Sangle S, D'Cruz DP, Hughes GR. Livedo reticularis and pregnancy morbidity in patients negative
for antiphospholipid antibodies. Ann Rheum Dis. 2005; 64:147-8.
15. Erkan D, Harrison MJ, Levy R, Peterson M, Petri M, Sammaritano L, Unalp-Arida A, Vilela V, Ya-
zici Y, Lockshin MD. Aspirin for primary thrombosis prevention in the antiphospholipid syndrome:
a randomized, double-blind, placebo-controlled trial in asymptomatic antiphospholipid antibody-
positive individuals. Arthritis Rheum. 2007; 56(7):2382-91.
16. Lim W, Crowther MA, Eikelboom JW. Management of antiphospholipid antibody syndrome: a syste-
matic review. JAMA. 2006:1; 295(9):1050-7.
17. Erkan D, Yazici Y, Peterson MG, Sammaritano L, Lockshin MD. A cross-sectional study of clinical
thrombotic risk factors and preventive treatments in antiphospholipid syndrome. Rheumatology
(Oxford). 2002; 41(8):924-9.
322
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
18. Petri M. Pathogenesis and treatment of the antiphospholipid antibody syndrome. Med Clin North
Am. 1997; 81(1):151-7.
19. De Groot PG, Derksen RH. The antiphospholipid syndrome: clinical characteristics, laboratory fe-
atures and pathogenesis. Curr Opin Infect Dis. 2005; 18(3):205-10.
20. Muñoz FJ, Reverter JC, Cervera R, Font J. Autoanticuerpos en el síndrome antifosfolipídico. En
Font J et al ed. Autoanticuerpos en la Practica Clínica. Barcelona: Masson, 2001; 147-154.
21. Szturmowicz M. Antiphospholipid syndrome - an update on diagnosis and treatment. . Pneumonol
Alergol Pol. 2009; 77(5):460-468.
22. Galli M, Luciani D, Bertolini G, Barbui T. Lupus anticoagulants are stronger risk factors for throm-
bosis than anticardiolipin antibodies in the antiphospholipid syndrome: a systematic review of the li-
terature. Blood. 2003; 1;101(5):1827-32.
23. Pierangeli SS, Chen PP, González EB. Antiphospholipid antibodies and the antiphospholipid
syndrome: an update on treatment and pathogenic mechanisms. Curr Opin Hematol. 2006;
13(5):366-75.
24. Erkan D, Yazici Y, Peterson MG, Sammaritano L, Lockshin MD. A cross-sectional study of clinical
thrombotic risk factors and preventive treatments in antiphospholipid syndrome. Rheumatology
(Oxford). 2002; 41(8):924-9.
25. Rosove MH, Brewer PM Antiphospholipid thrombosis: clinical course after the first thrombotic
event in 70 patients. Ann Intern Med. 1992; 117(4):303-8.
26. Carmona Herrera F, Castelo-Branco Flores C, Martinez Roman S, Balasch Cortina J. Autoanti-
cuerpos y enfermedad obstétrico-ginecológica. En Font J et al ed Autoanticuerpos en la Practica Clí-
nica. Barcelona: Masson, 2001; 219-310.
27. Sanna G, Bertolaccini ML, Cuadrado MJ, Khamashta MA, Hughes GR. Central nervous system in-
volvement in the antiphospholipid (Hughes) syndrome. Rheumatology (Oxford). 2003;42(2):200-
13.
28. Tektonidou MG, Sotsiou F, Nakopoulou L, Vlachoyiannopoulos PG, Moutsopoulos HM.Anti-
phospholipid syndrome nephropathy in patients with systemic lupus erythematosus and antiphos-
pholipid antibodies: prevalence, clinical associations, and long-term outcome. Arthritis Rheum. 2004;
50(8):2569-79.
29. Fakhouri F, Noël LH, Zuber J, Beaufils H, Martinez F, Lebon P, Papo T, ChauveauD, Bletry O,
Grünfeld JP, Piette JC, Lesavre P. The expanding spectrum of renal diseases associated with anti-
phospholipid syndrome. Am J Kidney Dis. 2003; 41(6):1205-11.
30. Jimenez S, Ramos-Casals M, Cervera R, Carmona F, Ingelmo M. Embarazo y enfermedades autoin-
munes sistémicas. E Rojas-Rodriguez J et al ed. Enfermedades autoinmunes sistémicas y reumáticas.
Barcelona: Doyma 1998; 403-21.
31. Meroni PL, di Simone N, Testoni C, D'Asta M, Acaia B, Caruso A. Antiphospholipid antibodies as
cause of pregnancy loss. Lupus. 2004; 13(9):649-52.
32. Oshiro B, Silver R, Scott JR, Yu H, Branch DW. Antiphospholipid antibodies an fetal death. Obs-
tet Gynecol 1996; 87: 489-93.
33. Heilmann L, von Tempelhoff GF, Pollow K. Antiphospholipid syndrome in obstetrics. Clin Appl
Thromb Hemost. 2003; 9(2):143-50.
34. Gharavi AE, Pierangeli SS, Levy RA, Harris EN. Mechanisms of pregnancy loss in antiphospholipid
syndrome. Clin Obstet Gynecol. 2001; 44(1):11-9.
35. Duckitt K, Harrington D. Risk factors for pre-eclampsia at antenatal booking: systematic review of
controlled studies. BMJ. 2005; 12; 330(7491):565.
323
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
36. Finazzi G, Cortelazzo S, Viero S, Galli M, Barbui T. Maternal lupus anticoagulant and fatal neona-
tal thrombosis. Thromb Haemost 1987; 47: 238.
37. Botet F, Romera G, Montagut P, Figueras J, Carmona F, Balasch J. Neonatal outcome in women tre-
ated for the antiphospholipid Syndrome during pregnancy. J Perinat Med 1997; 25: 192-6.
38. Ruffatti A, Dalla Barba B, Del Ross T et al. Outcome of fifty newborns of antiphospholipid antibody-
positive mothers treated with calcium heparine during pregnancy. Clin Exp Rheumatol 1998; 16:
605-10.
39. ACOG practice bulletin. Thromboembolism in pregnancy Int J Gynaecol Obstet 2001; 75: 203-
212.
40. Thorp JM, Chescheir NC, Fann B. Postpartum myocardial infarction in a patient with antiphos-
pholipid syndrome. Am J Perinatol 1994; 11:1-3.
41. Tenedios F, Erkan D, Lockshin MD. Cardiac involvement in the antiphospholipid syndrome. Lupus.
2005; 14(9):691-6.
42. Hojnik M, George J, Ziporen L, Shoenfeld Y. Heart valve involvement (Libman-Sacks endocarditis)
in the antiphospholipid syndrome. Circulation. 1996;93(8):1579-87.
43. Vaarala O. Antiphospholipid antibodies and myocardial infarction. Lupus. 1998;7 Suppl 2:S132-4.
44. Sletnes KE, Smith P, Abdelnoor M, Arnesen H, Wisløff F. Antiphospholipid antibodies after myo-
cardial infarction and their relation to mortality, reinfarction, and non-haemorrhagic stroke. Lancet.
1992; 2;339(8791):451-3.
45. Asherson RA, Cervera R. Catastrophic antiphospholipid syndrome. Curr Rheumatol Rep. 2003;
5(5):395-400.
46. Miesbach W, Scharrer I, Asherson R. Thrombotic manifestations of the antiphospholipid syndrome
in patients with malignancies. Clin Rheumatol. 2006; 25(6):840-4.
47. Erkan D, Lockshin MD. Antiphospholipid syndrome. New approaches for managing antiphospho-
lipid syndrome. Curr Opin Rheumatol. 2006; 18(3):242-8.
48. Erkan D, Lockshin MD. New approaches for managing antiphospholipid syndrome. Nat Clin Pract
Rheumatol. 2009; 5(3):160-70.
49. Miesbach W, Scharrer I, Asherson R. Thrombotic manifestations of the antiphospholipid syndrome
in patients with malignancies. Clin Rheumatol. 2006; 25(6):840-4.
50. Ginsburg KS, Liang MH, Newcomer L, Goldhaber SZ, Schur PH, Hennekens CH, Stampfer MJ.
Anticardiolipin antibodies and the risk for ischemic stroke and venous thrombosis. Ann Intern Med.
1992;17(12):997-1002.
51. Erkan D, Merrill JT, Yazici Y, Sammaritano L, Buyon JP, Lockshin MD.High thrombosis rate after
fetal loss in antiphospholipid syndrome: effective prophylaxis with aspirin. Arthritis Rheum. 2001;
44(6):1466-7.
52. Khamashta MA, Cuadrado MJ, Mujic F, Taub NA, Hunt BJ, Hughes GR. The management of
thrombosis in the antiphospholipid-antibody syndrome. N Engl J Med. 1995;332(15):993-7.
53. Derksen RH, de Groot PG, Kater L, Nieuwenhuis HK. Patients with antiphospholipid antibodies
and venous thrombosis should receive long term anticoagulant treatment. Ann Rheum Dis. 1993;
52(9):689-92.
54. Erkan D, Lockshin MD New treatments for antiphospholipid syndrome. Rheum Dis Clin North
Am. 2006; 32(1):129-48.
55. Crowther MA, Ginsberg JS, Julian J, et al. A comparison of two intensities of warfarin for the pre-
vention of recurrent thrombosis in patients with the antiphospholipid antibody syndrome N Engl J
Med. 2003;349(12):1133-8.
324
SÍNDROME ANTIFOSFOLIPÍDICO
56. Le Guern V, Goffinet F. Pregnancy and antiphospholipid antibodies. Presse Med. 2008;37(11):1666-75.
57. Branch DW, Khamashta MA. Antiphospholipid syndrome: obstetric diagnosis, management, and
controversies. Obstet Gynecol. 2003; 101(6):1333-44.
58. Esplin MS. Management of antiphospholipid syndrome during pregnancy. Clin Obstet Gynecol.
2001; 44(1):20-8.
59. Farquharson RG, Quenby S, Greaves M. Antiphospholipid syndrome in pregnancy: a randomized,
controlled trial of treatment. Obstet Gynecol. 2002; 100(3):408-13.
60. Empson M, Lassere M, Craig JC, Scott Jr. Recurrent pregnancy loss with antiphospholipid anti-
body: a sistematic review of therapeutic trials. Obstet Gynecol 2002; 99: 135-44.
61. Stephenson MD, Ballem PJ, Tsang P, Purkiss S, Ensworth S, Houlihan E, Ensom MH. Treatment of
antiphospholipid antibody syndrome (APS) in pregnancy: a randomised pilot trial comparing low
molecular weight heparin to unfractionated heparin. J Obstet Gynaecol Can. 2004; 26(8):729-34.
62. Ginsberg JS, Hirsh J, Turner DC, Levine MN, Burrows R. Risks to the fetus of anticoagulant the-
rapy during pregnancy. Thromb Haemost. 1989;61(2):197-203.
63. Esplin MS. Management of antiphospholipid syndrome during pregnancy. Clin Obstet Gynecol.
2001; 44(1):20-8.
64. Venkat-Raman N, Backos M, Teoh TG, Lo WT, Regan L. Uterine artery Doppler in predicting preg-
nancy outcome in women with antiphospholipid syndrome. Obstet Gynecol. 2001; 98(2):235-42.
65. Le Thi Huong D, Wechsler B, Vauthier-Brouzes D, Duhaut P, Costedoat N, Andreu MR, Lefebvre
G, Piette JC. The second trimester Doppler ultrasound examination is the best predictor of late preg-
nancy outcome in systemic lupus erythematosus and/or the antiphospholipid syndrome. Rheuma-
tology (Oxford). 2006; 45(3):332-8.
66. Fernández López de Hierro C. Visita preanestésica, pruebas preoperatorios, Consentimiento infor-
mado en la gestante. En: anestesia y analgesia obstétricas. Castaño Santa J, Castillo Monsegur J, Es-
colano F, Gallart Ll, Montes A, Samso E ed. Madrid: Ergon, 2007: 83-92.
67. Pallarés JA, Caba F. Implicaciones anestésicas en el síndrome antifosfolípido. Dos casos clínicos. Rev
Esp Anestesiol Reanim. 1995; 42:182-85.
68. Hauch MA. Autoinmune Diseases. En: Datta S. Common Problems in Obstetric Anesthesia.2ªed.
Mosby, St. Louis, 1995; 505-522.
69. Fahy B, Malinow A. Anesthesia with antiphospholipid antibodies: anesthetic management of a par-
turient with lupus anticoagulant and anticardiolipin antibody. J Clin Anesth. 1996, 8(1):49-53.
70. Llau JV, de Andres J, Gomar C, Gomez A, Hidalgo F, Sahagún J, Torres LM. Anestesia locorregio-
nal y fármacos que alteran la homostasia. Sugerencias de la reunión de expertos en el congreso ESRA
de Barcelona. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2002;49:468-73.
71. ASRA. Annual Spring Meeting on Regional Anesthesia. Chicago, april 25-28, 2002. www.asra.com.
consensus-statements.
72. Horlocker TT. Low molecular weight heparin and neuraxial anesthesia. Thrombosis Research. 2001;
101: V141-V154.
73. Horlocker TT, Wedel DJ. Neurologic complications of spinal and epidural anesthesia. Reg Anesth
Pain Med 2000; 25: 83-98.
74. Llau JV, De Andrés J, Gomar C, Gómez-Luque A, Hidalgo F, Torres LM. Anticlotting drugs and re-
gional anaesthetic and analgesic techniques: comparative update of the safety recommendations. Eur
J Anaesthesiol. 2007; 24(5):387-98.
75. Vandermeulen E. Is anticoagulation and central neural blockade a safe combination? Curr Opin
Anaesthesiol. 1999; 12(5):539-43.
325
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
76. Hinova A, Fernando R Systemic remifentanil for labor analgesia. Anesth Analg. 2009; 109(6):1925-
9.
77. Torres LM, Velazquez A. Remifentanilo. Indicaciones en anestesia. Rev Esp Anestesiol Reanim. 1999;
46:75- 80.
78. Rosow C. An overview of remifentanil. Anesth Analg 1999; 89: S1-3.
79. Bermejo-Alvarez MA, Iglesias-Fernández C. Remifentanilo intravenoso, una alternativa interesante
en analgesia obstétrica. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2000; 47: 422.
80. Volikas I, Male D. A comparison of pethidine and remifentanil patient-controlled analgesia in labour.
Int J Obstet Anesth 2001; 10: 86-90.
81. Smith MA, Morgan M. Remifentanil. Editorial. Anaesthesia 1997; 52: 291-3.
82. Brada SA, Egan TD, Viscomi CM. The use of remifentanil infusion to facilitate epidural catheter pla-
cement in a parturient: a case report with pharmacokinetic simulations. International Journal of Obs-
tetric Anethesia. 1998; 7:124-7.
83. Saunders T, Glass P. A trial of labor for remifentanil. Anesth Anlg 2002; 94:771-3.
84. Volmanen P, Akural E, Raudaskoski T, Alahuhta S. Remifentanil in Obstetric analgesia: A dose-fin-
ding study. Anesth Analg 2002; 94:913-17.
85. Jones R, Pegrum A, Stacey R. Patient-controlled analgesia using remifentanil in the parturient with
thrombocytopenia. Anaesthesia 1999; 54(5): 461-65.
86. Roelants F, De Franceschi E, Veyckemans, Lavand`homme P. Patient-controlled intravenous analge-
sia using remifentanil in the parturient. Can J Anesth 2001; 48: 175-8.
87. Blair JM, Hill DA, Fee J. Patient-controlled analgesia for labour using remifentanil: A feasibility
study. Br J Anaesth 2001; 87: 415-20.
88. Kan R, Hughes S, Rosen M, Kessin C, Preston P, Lobo E. Intravenous remifentanil: placental trans-
fer, maternal and neonatal effects. Anesthesilogy 1998; 88:1467-74.
89. Olufolabi A, Booth J, Wakeling H, Glass P, Penning D, Reynolds J. A preliminary investigation of
remifentanil as a labor analgesic. Anesth Analg 2000; 91:606-8.
326
C APÍTULO 16
327
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Varicela y gestación
Descripción del patógeno, clínica materna y epidemiología
Diagnóstico de infección materna
Complicaciones maternas
Tratamiento de la neumonía
Síndrome de varicela congénita
Varicela neonatal
Profilaxis post-exposición materna
Gripe nueva A (H1N1) y gestación
Infección por VIH
Complicaciones asociadas al estadio clínico de la infección por VIH
Complicaciones asociadas al tratamiento antirretroviral
Complicaciones asociadas a la gestación
Hepatitis vírica
Infección aguda
Infección crónica
Bibliografía
328
COMPLICACIONES MÉDICAS SEVERAS DE LAS INFECCIONES VIRALES DURANTE LA GESTACIÓN
VARICELA Y GESTACIÓN
Complicaciones maternas
La varicela se asocia con una morbilidad significativa y mortalidad en mujeres em-
barazadas7,8. La varicela durante el embarazo puede producir además de la infección
materna, infección intrauterina (síndrome de varicela congénita) o infección perinatal
si la infección ocurre en el periparto9,10.
• Sobreinfección bacteriana de las lesiones: es frecuente la sobreinfección de las le-
siones cutáneas especialmente por Streptococcus pyogenes, aunque también por otros
gérmenes de la piel como Staphylococcus aureus o del ambiente11.
• Neumonía por VVZ: es la principal complicación en el adulto y afecta aproxima-
damente al 10-15%. La neumonía durante la gestación puede ser más grave sobre todo
a finales del segundo e inicio del tercer trimestre de gestación (27-32 s) con una mor-
talidad materna en algunas series de hasta el 3% a pesar del tratamiento12.
La neumonía suele producirse durante la primera semana del exantema y los sínto-
mas iniciales son fiebre, tos seca y disnea. Son factores de riesgo: más de 100 lesiones cu-
táneas, segundo-tercer trimestre de gestación, EPOC, inmunosupresión, hábito
tabáquico13.
329
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
El primer signo puede ser tos no productiva, pero puede progresar rápidamente a la
insuficiencia respiratoria en 36-48 h. Signos de alerta son: tos productiva, hemoptisis,
taquipnea, disnea, cianosis y dolor en el pecho. La radiografía de tórax puede mostrar
un infiltrado extensointersticial y nodular. Es una complicación grave, potencialmente
fatal. En ocasiones no se diagnostica ya que puede cursar asintomática y revelarse sólo
por la radiografía de tórax.
Las neumonías bacterianas son más tardías y la entrada del germen se ve facilitada por
las lesiones virales de la mucosa respiratoria.
Tratamiento de la neumonía
• Ingreso hospitalario (con aislamiento de las otras gestantes).
• Aciclovir ev 10-15 mg/kg cada 8h durante 5-10 días.
• En casos graves (insuficiencia respiratoria) ingreso a la unidad de cuidados inten-
sivos.
Prevención de la neumonía
En casos de lesiones cutáneas muy extensas y con una evolución de más de 6 días o
fiebre elevada persistente, es recomendable el ingreso hospitalario y tratamiento con
Aciclovir EV. La utilidad de la administración de Aciclovir VO (800 mg 5 veces/día du-
rante 5 días) para prevenir la neumonía es dudosa y sólo efectiva cuando se inicia du-
rante las primeras 24 h de la aparición del exantema14. Sólo está indicada en gestantes
de riesgo y con enfermedad clínica de menos de 24 horas de evolución.
• Complicaciones neurológicas: encefalitis, cerebritis, meningitis, mielitis transver-
sas, síndrome de Guillain Barré, síndrome de Reye.
La patogenia de las mismas no está bien definida, probablemente sea debido a la ac-
ción directa del virus y mecanismos inmunológicos. La ataxia cerebelosa, suele mani-
festarse en la semana siguiente a la erupción y es de evolución generalmente benigna.
La encefalitis es potencialmente fatal.
• Otras complicaciones: miocarditis, pericarditis, hepatitis, nefritis, diátesis he-
morrágica.
La afectación multiorgánica, como la hepatitis, miocarditis y pericarditis, encefalitis
y pancreatitis se asocia con una alta mortalidad.
• Varicela hemorrágica: es una forma grave de varicela donde las vesículas tienen con-
tenido hemorrágico, hay petequias, sufusiones hemorrágicas y plaquetopenia, con me-
canismo de coagulación intravascular diseminada.
330
COMPLICACIONES MÉDICAS SEVERAS DE LAS INFECCIONES VIRALES DURANTE LA GESTACIÓN
Varicela neonatal
Cuando la varicela materna aparece en los 7 días previos al parto o en los 2 días pos-
teriores al mismo, la transmisión vertical es elevada (>50%). En las gestantes con vari-
cela hay que intentar frenar el parto durante los 5-7 días posteriores a la aparición del
rash.
331
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
La nueva gripe A (H1N1) parece que también sigue este mismo patrón, y se han
descrito casos graves en mujeres embarazadas, incluyendo otras complicaciones obsté-
tricas como abortos y partos pre-término29.
La presentación clínica de la nueva gripe A (H1N1) en embarazadas es habitual-
mente la misma que en mujeres no embarazadas.
Las principales características clínicas de la gripe nueva A en humanos son: fiebre de más
de 38 grados, dificultad respiratoria, tos y malestar general. La mayoría de los pacientes
presentan una linfopenia significativa y alteraciones de las enzimas hepáticas. En la radio-
grafía de tórax aparecen marcadas alteraciones inespecíficas. El tiempo que transcurre entre
la exposición al virus y el comienzo de la enfermedad es de entre dos y ocho días28.
La mayoría de las mujeres embarazadas que sufran la gripe nueva A (H1N1) segui-
rán un curso clínico clínicamente leve y no complicado. En algunos casos sin embargo,
la enfermedad puede progresar a una insuficiencia respiratoria grave, neumonía y/o
complicarse secundariamente con sobreinfecciones bacterianas.
La gripe nueva A se puede afrontar mediante tratamientos antivirales, que pueden fre-
nar la enfermedad, ya que disminuyen la replicación viral, moderan la agresividad de los
síntomas y reducen las complicaciones32.
En la situación actual, se recomienda iniciar el tratamiento con antivirales y a la vez
tomar muestras microbiológicas para realizar análisis de laboratorio a todas las embara-
zadas que cumplen los criterios de caso30. Si se descarta que se trata del nuevo virus A
(H1N1) se suspenderá el tratamiento32,33.
El embarazo no debe considerarse una contraindicación para el uso de oseltamivir o
zanamivir. Los beneficios potenciales en esta situación superan los riesgos teóricos del
uso de estos antivirales32,33. El inicio del tratamiento no debe retrasarse esperando el re-
sultado de las pruebas virales y se iniciará si se cumplen criterios clínicos de caso.
De acuerdo con la aprobación del Consejo Internacional del sistema de Salud Pú-
blica, se recomienda la vacunación de las embarazadas con una vacuna pandémica sin
adyuvante en una sóla dosis (Panenza®).
Se recomienda también, que todas las gestantes reciban la vacuna antigripal trivalente
inactivada32.
332
COMPLICACIONES MÉDICAS SEVERAS DE LAS INFECCIONES VIRALES DURANTE LA GESTACIÓN
333
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
334
COMPLICACIONES MÉDICAS SEVERAS DE LAS INFECCIONES VIRALES DURANTE LA GESTACIÓN
HEPATITIS VÍRICA
Infección aguda
Las hepatitis agudas virales (por virus de la hepatits A, B, C, D, E, citomegalovirus,
virus Epstein-Barr o Herpes simple) explican el 40% de las ictericias en gestantes, según
una revisión publicada en población americana.
El curso de la hepatitis aguda es generalmente similar al de la población no gestante.
La hepatitis E, endémica en áreas de Asia, África o América central se asocia a elevada
mortalidad (hasta un 25%) cuando se produce durante el 3er trimestre de gestación. En
caso de hepatitis severa o fulminante anictérica en el tercer trimestre debe descartarse
también la infección por herpes simple, en cuyo caso debería realizarse tratamiento con
aciclovir53.
La hepatitis aguda en general no afecta al curso de la gestación. El tratamiento se
basa en medidas de soporte y la infección no supone una indicación de interrupción de
la gestación o cesárea electiva. En función de edad gestacional y de la severidad del cua-
dro se adoptará una conducta obstétrica más o menos agresiva.
Será importante el diagnóstico diferencial con otras patologías relacionadas o no con
la gestación que pueden producir afectación hepática aguda o una clínica similar53,54
(Tabla 1).
335
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Infección crónica
En el mundo existen aproximadamente 170 millones de personas infectadas por virus
de la hepatitis C (VHC) y unos 360 millones de portadores crónicos de hepatitis B
(VHB). En Europa el 1-2% de la población está infectada por VHC y el 2% por VHB.
Hepatitis B
El curso de la infección crónica por VHB no se modifica por la gestación, pero la ges-
tación supone una buena oportunidad de cribado poblacional. Debe valorarse la acti-
vidad viral con antígeno HBe y DNA viral en plasma materno, así como controlar el
grado de afectación hepática con control de transaminasas y tiempo de protrombina. Es
importante cribar también a la pareja y vacunarla si procede. La transmisión vertical al
recién nacido es muy elevada (hasta un 80%) en caso de Antígeno HBe positivo y de
un 10-25% en los casos negativos. Las medidas de profilaxis con gammaglobulina es-
pecífica y vacunación inmediata al recién nacido son efectivas, pero aun así hasta un
10% de hijos de madres con antígeno HBe positiva pueden adquirir la infección. Aun-
que no hay guías clínicas bien establecidas al respecto, puede valorarse el tratamiento con
lamivudina durante el 3er trimestre del embarazo en casos con alto riesgo de transmi-
sión (antígeno HBe positivo o carga viral elevada)55,56.
Hepatitis C
La infección crónica por VHC tiene un riesgo de transmisión vertical de aproxima-
damente un 5%, únicamente en aquellas gestantes con RNA positivo en plasma57.
El tratamiento con interferón y ribavirina está contraindicado durante la gestación
e incluso 4-6 meses previos a la concepción, debido a la demostrada teratogenicidad de
la ribavirina58.
La gestación en mujeres con cirrosis hepática es infrecuente, ya que la fertilidad se en-
cuentra disminuida en estas pacientes. En caso de hipertensión portal existe un mayor
riesgo de complicaciones durante la gestación (hemorragia digestiva alta por varices eso-
fágicas, ictericia, encefalopatía o insuficiencia hepática).
BIBLIOGRAFÍA
1. Rawson H, Crampin A, Noah N. Deaths from chickenpox in England and Wales !995-7: analysis of
routine mortality data. BMJ 2001; 323:1091-3.
2. Noah ND, Joseph CA. Epidemiology of chickenpox in England and Wales, 1967-85. Br Med J (Clin
Res Ed) 1988;296 (6623):673-6.
3. Nathwani D, Maclean A, Conway S and D. Carrington.Varicella infections in pregnancy and the new-
born. J Infect. 1998 Jan;36 Suppl 1:59-71.
4. Enders G, Varicella-zoster virus infection in pregnancy, Z Geburtshilfe Perinatol. 1983 Jul-
Aug;187(4):155-67. German.
336
COMPLICACIONES MÉDICAS SEVERAS DE LAS INFECCIONES VIRALES DURANTE LA GESTACIÓN
15. Fox GN and Strangarity JW. Varicella-zoster virus infection in pregnancy, Am Fam Physician. 1989
Feb;39(2):89-98.
16. Stagno S and WhitleyRJ. Herpesvirus infections of pregnancy. Part II. Herpes simplex virus and va-
ricella-zoster virus infections. N Engl J Med. 1985 Nov 21;313(21):1327-30. Review.
17. M. Brisson, W.J. Edmunds, B. Law, N.J. Gay, R. Walld and M. Brownell et al., Epidemiology of va-
ricella zoster virus infection in Canada and the United Kingdom. Epidemiol Infect. 2001 Oct;127
(2):305-14.
18. Noah N, Rawson H. The clinical, social and economic burden of chickenpox in a developed country.
Oral Presentation Abstracts: 13, VZV Research Foundation.
19. Gray GC, Palinkas LA,Kelley PW. Increasing incidence of varicella hospitalizations in United Stated
Army and Navy personnel: are today's teenagers more susceptible? Should recruits be vaccinated?. Pe-
diatrics. 1990 Dec;86(6):867-73.
10. Fairley CK, Miller E. Varicella-zoster virus epidemiology – a changing scene?. J Infect Dis. 1996
Nov;174 Suppl 3:S314-9.
11. Enders G, Miller E, Cradock-Watson J et al. Consequences of varicella and herpes zoster in pregnancy:
Prospective study of 1739 cases. Lancet 1994; 343: 1548-1551.
12. Harris RE, Rhoades ER. Varicella pneumonia complicating pregnancy: Report of a case and review
of literature. Obstet Gynecol. 1965; 25: 734-740.
13. Harger JH, Ernest JM, Thurnau GR et al. Risk factors and outcome of varicella-zoster pneumonia
in pregnant women. J Infect Dis 2002; 185: 422-427.
14. Andrews EB, Yankaskas BC, Cordero JF, Schoeffler K, Hampp S. Acyclovir in pregnancy registry:
6years experience. The Acyclovir in Pregnancy Registry Advisory Committee. Obstet Gynecol
1992;79: 7-13.
15. Harger JH, Ernest JM, Thurnau GR et al. Frequency of congenital varicella syndrome in a prospec-
tive cohort of 347 pregnant women. Obstet Gynecol 2002; 100: 260-265.
16. Daley A, Thorpe S, Garland M. Varicella and the pregnant womwn: Prevention and management.
Aust N Z J Obstet Gynaecol. 2008 Feb;48(1):26-33. Review.
17. Mustonen K, Mustakangas P, Valanne L, Professor MH, Koskiniemi M. Congenital varicella-zoster
virus infection after maternal subclinical infection: clinical and neuropathological findings. J Perinatol
2001; 21:141-6.
18. McCarter-Spaulding DE. Varicella infection in pregnancy. J Obstet Gynecol Neonat Nurs 2001; 30:
667-673.
19. Enders G, Miller E. Varicella and herpes zoster in pregnancy and the newborn. In: Arvin AM, Gers-
hon AA, eds. Varicella-Zoster Virus Virology and Clinical Management. Cambridge, UK: Cambridge
University Press, 2000; 317-347.
20. Tan Mp, Koren G. Chicken pox in pregnancy: Revisited. Reprod Toxicol 2006; 21:410-420.
21. Gershon AA. Varicella-zoster virus: Prospects for control. Adv Pediatr Infect Dis 1995;10: 93-124.
22. Mattson SN, Jones KL, Gramling LJ et al. Neurodevelopmental follow-up of children of womwn in-
fected with varicella during pregnancy: a prospective study. Pediatr Infect Dis J 2003; 22:819-823.
23. Zaia JA, Levin MJ, Preblud SR et al. Evaluation of varicella-zoster immune globulin: Protection of
immunosuppressed children after household exposure to varicella. J Infect Dis 1983; 147: 737–743.
24. Salisbury D, Ramsay M, Noakes K, eds.Immunisation Against Infectious Disease – The Green Book.
3rd edn. London: The Department of Health,2006; 421-442.
25. Dodds L, McNeil SA, Fell DB, et al. Impact of influenza exposure on rates of hospital admissions and
physician visits because of respiratory illness among pregnant women. CMAJ 2007;176:463-8.
337
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
26. Neuzil KM, Reed GW, Mitchel EF, Simonsen L, Griffin MR. Impact of influenza on acute cardio-
pulmonary hospitalizations in pregnant women. Am J Epidemiol 1998;148:1094-102.
27. Freeman DW, Barno A. Deaths from Asian influenza associated with pregnancy. Am J Obstet Gyne-
col 1959;78:1172-5.
28. Harris JW. Influenza occurring in pregnant women. JAMA 1919;72:978-80.
29. Rasmussen SA, Jamieson DJ, Bresee JS. Pandemic influenza and pregnant women. Emerg Infect Dis
2008;14:95-100.
30. Novel Swine-Origin Influenza A (H1N1) Virus Investigation Team. Emergence of a novel swine-
origin influenza A (H1N1) virus in humans. N Engl J Med 2009;361. [E-pub ahead of print].
31. Jamieson DJ, Theiler RN, Rasmussen SA. Emerging infections and pregnancy. Emerg Infect Dis
2006;12:1638-43.
32. CDC. Prevention and control of influenza: recommendations of the Advisory Committee on Im-
munization Practices (ACIP), 2008. MMWR 2008;57(No. RR-7).
33. Freund B, Gravenstein S, Elliott M, Miller I. Zanamivir: a review of clinical safety. Drug Saf
1999;21:267-81.
34. Ward P, Small I, Smith J, Suter P, Dutkowski R. Oseltamivir (Tamiflu) and its potential for use in the
event of an influenza pandemic. J Antimicrob Chemother 2005;55(Suppl 1):i5-21.
35. UNAIDS. 2008 Report on the global AIDS epidemic.
36. Plan Nacional sobre el SIDA. Centro Nacional de Epidemiología. Situación epidemiológica del
VIH/SIDA en mujeres. Ministerio de Sanidad y Consumo. ISCIII. Diciembre 2008.
37. CDC. US Public Health Service Task Force Recommendations for use of antiretroviral drugs in preg-
nant HIV-1-infected women for maternal health and interventions to reduce perinatal HIV-1 trans-
mission in the United States. MMWR 2008; Jul, 8. Disponible en: http://aidsinfo.nih.gov/Content
Files/PerinatalGL.pdf.
38. Anderson BA and Cu-Uvin S. Pregnancy and Optimal Care of HIV-Infected Patients. Clinical In-
fectious Diseases 2009; 48:449-55.
39. Stek AM. Antiretroviral treatment in pregnancy. Curr Op HIV and AIDS 2008; 3:155-160.
40. CDC 1993. Revised classification system for HIV infection and expanded surveillance case defini-
tion for AIDS among adolescents and adults. MMWR 1192; 41 :1-20.
41. Kaplan JE, Benson C, Holmes KH, Brooks JT, Pau A, Masur H; Centers for Disease Control and
Prevention (CDC); National Institutes of Health; HIV Medicine Association of the Infectious Di-
seases Society of America. Guidelines for prevention and treatment of opportunistic infections in
HIV-infected adults and adolescents: recommendations from CDC, the National Institutes of He-
alth, and the HIV Medicine Association of the Infectious Diseases Society of America. MMWR Re-
comm Rep. 2009 Apr 10;58(RR-4):1-207; quiz CE1-4.
42. Mandelbrot L, Kermarrec N, Marcollet A, Lafanechere A, Longuet P, Chosidow D et al. Case Report:
nucleoside analogue-induced lactic acidosis in the third trimester of pregnancy. Letter. AIDS 2003;17:
272-273.
43. Blanche S, Tardieu M, Rustin P Slama A, Barret B, Firtion G et al. Persistent mitochondrial dysfunc-
tion and perinatal exposure to antiretroviral nucleoside analogues. Lancet 1999;354:1084-1089.
44. Hitti J, Frenkel LM, Stek AM et al. Maternal toxicity with continuous Nevirapine in pregnancy. J Ac-
quir Immune Defic Syndr 2004;36(3) 772-776.
45. Van Schalkwyk JE, Alimenti A, Khoo D et al. Serious toxicity with continuous nevirapine-based
HAART in pregnancy. BJOG 2008; 115(10): 1297-302.
46. Sued O, Lattner J, Gun A et al. Use of darunavir and enfuvirtide in a pregnant woman. Int J STD
AIDS. 2008;19(12):866-7.
338
COMPLICACIONES MÉDICAS SEVERAS DE LAS INFECCIONES VIRALES DURANTE LA GESTACIÓN
47. Brocklehurst P, French R. The association between maternal HIV infection and perinatal outcome:
a systematic review of the literature and metaanalysis. Br J Obstet Gynaecol 1998;105:836-848.
48. Suy A, Martinez E, Coll O, Lonca M, Palacio M, de Lazzari E, Larrousse M, Milinkovic A, Her-
nandez S, Blanco JL, Mallolas J, Leon A, Vanrell JA, Gatell JM. Increased risk of pre-eclampsia and
fetal death in HIV-infected pregnant women receiving highly active antiretroviral therapy. AIDS.
2006 Jan 2;20(1):59-66.
49. Kourtis AP, Schmid CH, Jamieson DJ et al. Use of antiretroviral therapy in pregnant HIV-infected
women and the risk of premature delivery: a meta-analysis. AIDS 2007; 21(5): 607-15.
50. Szyld EG, Warley EM, Freimanis L et al. Maternal antiretroviral drugs during pregnancy and infant
low birth weight and preterm birth. AIDS 2006; 20: 2345-2353.
51. Tuomala RE, Watts DH, Li D et al. Women and Infants Transmission Study. Improved obstetric
outcomes and few maternal toxicities are associated with antiretroviral therapy, including highly ac-
tive antiretroviral therapy during pregnancy. J Acquir Immune Defic Syndr. 2005 Apr 1;38(4):449-
73.
52. Stek AM. Antiretroviral treatment in pregnancy. Curr Op HIV and AIDS 2008; 3:155-160.
53. Hay JE. Liver disease in pregnancy. Hepatology 2008; 47(3): 1067-1076.
54. Lee NM, Brady CW. Liver disease in pregnancy. World J Gastroenterol 2009; 15(8): 897-906.
55. Jonas MM. Hepatitis B and pregnancy: an underestimated issue. Liver international 2009; 29(S1):
133-139.
56. Xu WM, Cui YT, Wang L, Yang H, Liang ZQ, Li XM et al. Lamivudine in late pregnancy to pre-
vent perinatal transmission of hepatitis B virus infection: a multicentre, randomized, double-blind,
placebo-controlled study. Journal of Viral Hepatitis 2009; 16, 94-103.
57. Indolfi G and Resti M. Perinatal Transmission of Hepatitis C Virus Infection. Journal of Medical Vi-
rology 2009; 81: 836-843.
58. Rezvani M, Koren G. Pregnancy outcome after exposure to injectable ribavirin during embryogene-
sis. Reprod Toxicol 2006; 21: 113-115.
339
C APÍTULO 17
341
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Patología trombótica cerebral durante el embarazo
Fisiopatología
Patología trombótica arterial cerebral
Patología trombótica venosa cerebral
Diagnóstico
Tratamiento
Patología hemorrágica cerebral durante el embarazo
Fisiopatología
Hemorragia intraparenquimatosa
Hemorragia subaracnoidea
Malformaciones arteriovenosas
Situaciones críticas secundarias al accidente vascular cerebral
Tratamiento médico
Tratamiento quirúrgico o endovascular
Monitorización fetal
Manejo anestésico
Manejo del parto
Derivaciones ventrículo peritoneales en el embarazo
Fisiopatología
Manejo preconcepcional
Manejo durante el embarazo
Manejo intraparto
Puntos prácticos
Estrategias de futuro, futuras investigaciones
Bibliografía
342
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
INTRODUCCIÓN
Aunque infrecuente, la patología vascular cerebral (o ictus) es una potencial com-
plicación neurológica del embarazo y puede significar hasta el 12% de las muertes
durante la gestación. En este contexto, la patología trombótica es más frecuente que la
hemorrágica, ya que el embarazo condiciona un estado procoagulante. Dentro de la
patología trombótica podemos diferenciar entre patología trombótica arterial o veno-
sa, mientras que dentro de la patología hemorrágica nos encontramos con la hemorra-
gia intraparenquimatosa o la hemorragia subaracnoidea (HSA)1-3. En un estudio con
más de un millón de partos se observaron 864 trombosis venosas cerebrales y 975 ictus
(isquémicos y hemorrágicos), lo que significa un riesgo de 11,6 y 13,1 casos/100.000
partos, respectivamente4. Las manifestaciones clínicas tanto de la patología arterial
como de la venosa no difieren en general de las presentes fuera del embarazo.
No existen estudios formales para guiar el manejo obstétrico óptimo de las mujeres
embarazadas con una hemorragia subaracnoidea (HSA). Se acepta de manera universal
que deben ser tratadas de la misma manera que las pacientes que no están embarazadas.5
A lo largo de este capítulo desarrollaremos la fisiopatología, diagnóstico y trata-
miento de la patología trombótica cerebral y de las manifestaciones hemorrágicas
durante el embarazo. Asímismo, describiremos las situaciones críticas secundarias al
accidente vascular cerebral (AVC), su tratamiento intensivo y el manejo anestésico de
estas pacientes. En último lugar comentaremos los aspectos a tener en cuenta en el
manejo perioperatorio de las embarazadas portadoras de una derivación ventrículo
peritoneal de líquido cefalorraquídeo.
Fisiopatología
La patología trombótica arterial (o ictus isquémico) puede ocurrir en el primer tri-
mestre, mientras que la trombosis venosa cerebral (TVC) suele aparecer en relación al
parto o el puerperio1-3. Considerando todos los subtipos de ictus, la mayoría se pre-
sentan alrededor del momento del parto.
Durante el embarazo hay numerosos cambios fisiológicos y anatómicos que pueden
predisponer a la trombosis, tanto arterial como venosa2. Al tratarse de pacientes jóve-
nes, la aterosclerosis y las causas habituales de patología vascular cerebral no suelen ser
frecuentes. Sin embargo, la coagulación y el sistema fibrinolítico presentan un cambio
hacia un mayor estado de procoagulabilidad, en un intento de compensación para
reducir las pérdidas sanguíneas en el momento del parto. Durante el embarazo hay un
incremento de la mayoría de los factores de la coagulación, especialmente el Factor von
Willebrand, el factor VIII y el fibrinógeno. Además hay una progresiva resistencia a la
343
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
344
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
345
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Diagnóstico
El diagnóstico de la patología vascular cerebral se basa fundamentalmente en la
neuroimagen. La resonancia magnética (RM), dado el riesgo del uso de radiaciones
ionizantes durante la gestación, es la técnica de elección. Actualmente el diagnóstico
de isquemia cerebral se basa fundamentalmente en las secuencias de difusión de la RM.
El edema citotóxico ocasionado por la isquemia se manifiesta como hiperintensidad en
las secuencias de difusión17 (Figura 1). El estudio etiológico se ha de completar al igual
que en el ictus isquémico del paciente joven con el estudio del árbol arterial mediante
angioRM o ultrasonidos, estudio de fuentes cardioembólicas y de trombofilias.
En la TVC, a diferencia de los ictus arteriales, la imagen del parénquima en sí
misma es de poco valor diagnóstico, ya que puede mostrar hallazgos inespecíficos,
como lesiones hemorrágicas, infartos, asociados o no a edema cerebral, o incluso ser
normal hasta en el 25% de los casos. La clave del diagnóstico es la visualización del sis-
tema venoso en sí, que puede mostrar el vaso ocluido o el trombo intraluminal. Las
secuencias T1 y las secuencias potenciadas en T2 (T2, FLAIR) de la RM muestran
hiperintensidad en el vaso trombosado y la angioRM venosa detecta la oclusión del
mismo vaso (Figura 2). Aún así, la sensibilidad y especificidad de esta técnica no es la
óptima. Durante los 3-5 primeros días el vaso trombosado es isointenso en T1 e
hipointenso en T2 al igual que un vaso normal y la angioRM venosa no puede dife-
renciar adecuadamente entre un vaso trombosado o hipoplásico, y tampoco puede
diagnosticar la trombosis de pequeñas venas corticales14. Actualmente las secuencias
T2* basadas en el efecto de susceptibilidad magnética son útiles en el diagnóstico en
las fases precoces de la TVC y en venas de pequeño tamaño fuera de la resolución de
la angioRM. Esta secuencia tiene una sensibilidad del 90% durante los tres primeros
días y el seno trombosado se muestra hipointenso18,19 (Figura 3).
346
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
FIGURA 2. Trombosis de seno sigmoide y transverso derecho con extesión al seno longitudinal
durante el puerperio. La paciente presentó un cuadro de cefalea y vómitos persistentes tras el
parto. Se observa hiperintensidad de los senos venosos en las secuencias T1(A) y FLAIR(B) y la
ausencia de señal de los senos afectados en la angioRM venosa(C).
347
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Tratamiento
El tratamiento de la patología vascular cerebral durante el embarazo, además de las
medidas de soporte básicas, incluye los medicamentos antiagregantes, anticoagulantes
y los fibrinolíticos.
El antigregante más empleado habitualmente en el ictus isquémico es la aspirina.
Entre sus potenciales complicaciones en la parte final del embarazo se encuentra un
mayor riesgo de hemorragia materno-fetal, cierre precoz del ductus arterioso y en teo-
ría un trabajo de parto más prolongado. En alguna serie retrospectiva se ha asociado a
la aspirina con un mayor riesgo de teratogenicidad en el primer trimestre del embara-
zo, aunque este hecho no ha sido confirmado en estudios prospectivos. El uso de aspi-
rina a bajas dosis (75 mg) parece recomendable en pacientes embarazadas tras un ictus
isquémico, si bien se han de tener en cuenta los potenciales efectos adversos3.
En algunas circunstancias es necesario considerar la anticoagulación durante el
embarazo. Las razones más comunes son una coagulopatía conocida o la presencia de
prótesis cardiacas. En el caso de una disección de arterias extracraneales o una trom-
bosis de senos venosos cerebrales, la anticoagulación es también el tratamiento reco-
mendado. La heparina no cruza la placenta, a diferencia de los anticoagulantes orales.
Por ello, la heparina es útil y segura durante el embarazo y la lactancia. Durante el tra-
tamiento con heparina, se han de monitorizar las cifras de plaquetas, ya que la pla-
quetopenia inducida por heparina es una potencial complicación del tratamiento. Las
heparinas de bajo peso molecular (HBPM) también pueden ser usadas durante el
embarazo de forma segura. Una opción empleada es el uso inicial de heparina sódica
o HBPM hasta la semana 13 de gestación, seguido de anticoagulantes orales hasta la
mitad del tercer trimestre cuando de nuevo se reinicia el tratamiento con heparinas2,3.
Aunque no hay evidencia al respecto, si la TVC es debida a un estado protrombótico
transitorio como es el embarazo, se recomienda mantener la anticoagulación oral tres
meses tras el parto3.
El beneficio del tratamiento trombolítico en el ictus isquémico está sobradamente
reconocido21,22. En el caso del embarazo ha habido preocupación por posibles compli-
caciones maternas o del feto. Entre las potenciales complicaciones se incluyen des-
prendimiento de placenta, pérdida del feto, hemorragia postparto y potencial terato-
genicidad. Aunque no hay datos de estudios randomizados hay numerosos casos publi-
cados en la literatura del uso de trombolíticos durante el embarazo tanto en pacientes
348
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
con ictus isquémico como en otras patologías como infarto de miocardio y tromboem-
bolismo pulmonar23-25. En una serie de 8 pacientes embarazadas que recibieron trata-
miento fibrinolítico para el tratamiento de patología vascular cerebral (seis ictus isqué-
micos y dos trombosis de senos venosos) hubo dos abortos espontáneos no relacionados
con el tratamiento, y siete de las 8 mujeres tuvieron una buena recuperación tras el
ictus23. Por otra parte, el rt-PA no cruza la barrera placentaria y estudios en animales no
han mostrado teratogenicidad. Como todas las situaciones poco habituales, los datos son
limitados y en cada caso se debe evaluar la balanza de riesgos y beneficios.
Fisiopatología
La hemorragia cerebral supone un 2-7% de los eventos neurológicos agudos rela-
cionados con el embarazo. Es un evento relativamente poco frecuente pero que con-
lleva una mortalidad del 40 al 70%26,27 y supone el 1% de los ingresos en UCI de
pacientes obstétricas28. Las causas más frecuentes de hemorragia cerebral durante el
embarazo son la ruptura de un aneurisma cerebral (77%) y las malformaciones arte-
riovenosas (23%)29. En la mayoría de los casos la hemorragia está facilitada por la pre-
sencia de hipertensión arterial de difícil control. De hecho, alrededor de un tercio de
las hemorragias cerebrales relacionadas con la ruptura de una malformación vascular se
asocian a historia de hipertensión arterial y presencia de albuminuria29,30.
La mayoría de las hemorragias ocurren antes del parto (>90%). La hemorragia
secundaria a la presencia de una malformación arteriovenosa ocurre preferentemente
durante el primer trimestre del embarazo y durante el puerperio. La hemorragia intra-
parenquimatosa ocurre preferentemente a partir del segundo trimestre y en el periodo
post-parto. La hemorragia secundaria a la ruptura de un aneurisma cerebral ocurre con
igual frecuencia en todos los trimestres del embarazo y en el puerperio.
Hemorragia intraparenquimatosa
Las causas más frecuentes de hemorragia intraparenquimatosa durante el embarazo
son la eclampsia, los aneurismas cerebrales y las malformaciones arteriovenosas30. La
hemorragia cerebral es un hallazgo común en las autopsias de mujeres gestantes que mue-
ren por eclampsia, puede presentarse en forma de pequeñas petequias hemorrágicas,
hematomas de pequeño tamaño y de localización córtico-subcortical, o hemorragias masi-
vas con contaminación intraventricular y/o subaracnoidea30,31. La hemorragia se conside-
ra secundaria a elevaciones graves de la presión arterial, con vasoespasmo cerebral secun-
dario, pérdida de la autorregulación cerebral y extravasación de sangre con rotura de la
pared vascular, además de las alteraciones de coagulación asociadas con la eclampsia31.
349
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Hemorragia subaracnoidea
La hemorragia subaracnoidea (HSA) representa alrededor del 3% de todos los ictus
que ocurren durante el embarazo. Su incidencia estimada durante el embarazo y puer-
perio es de 2 a 70 casos por cada 100.000 partos32,33, lo que representa un riesgo unas
3-5 veces superior al presente fuera del embarazo. La HSA no traumática se considera
responsable del 5-10% de las muertes de la madre durante el embarazo representando
la tercera causa más frecuente de muerte de causa no-obstétrica34. Generalmente ocurre
durante el segundo o tercer trimestre del embarazo. En una serie retrospectiva que inclu-
yó 118 mujeres con hemorragia confirmada como secundaria a la ruptura de aneurisma
cerebral se observó que el 90% de los casos ocurrían antes del parto, el 8% ocurrían
durante el puerperio y solo el 2 % se presentaban durante las labores de parto29,30.
350
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
351
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Para edades gestacionales de más de 34 semanas, se debe realizar una cesárea bajo anes-
tesia general, seguida inmediatamente de la exclusión del aneurisma39,45-48. Entre las
semanas 26 y 34, se deberá proceder a la exclusión del aneurisma y, si el feto es viable,
permitir que el embarazo continúe.
Dado que no existen evidencias definitivas de que el embarazo modifique la historia
natural de los aneurismas asintomáticos, es razonable diferir su tratamiento hasta después
del parto. El ISUIA (International Study on Unruptured Intracraneal Aneurysms) es un
doble estudio, ISUIA-I49 e ISUIA-II50, que examina el manejo de los aneurismas intra-
craneales asintomáticos. Estos estudios indican que los riesgos de tratar aneurismas
pequeños (10mm en el ISUIA-I, 7mm en el ISUIA-II) de la circulación arterial anterior,
que son asintomáticos, estables en tamaño y no asociados a una rotura previa, sobrepa-
san los riesgos de no tratar: el riesgo anual de rotura es del 0,05% (ISUIA-I) y del 0%
(ISUIA-II). Sin embargo, como en el ISAT (Internacional Subarachnoid Aneurysms
Trial)51, estos estudios no están dirigidos específicamente a las mujeres embarazadas.
Malformaciones arteriovenosas
Mientras que en la población general las malformaciones arteriovenosas (MAVs) supo-
nen el 4-5% del origen del total de hemorragias cerebrales, en la población obstétrica son
352
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
353
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
354
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
0 - -
1 15 Ausente
2 13-14 Ausente
3 13-14 Presente
Tratamiento médico
A pesar de las condiciones neuroquirúrgicas, los principios obstétricos de manejo
de una mujer embarazada son aplicables igualmente a una mujer embarazada con una
HSA: se debe priorizar la seguridad materna, evitar la hipoxia, hipocapnia e hipoten-
sión maternas por el bienestar del feto y evitar en la medida de lo posible un parto pre-
maturo.
355
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
356
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
GRADOS CRITERIOS
GRADO III Sangre abundante formando coágulos densos >1mm en el plano vertical
(cisura interhemisférica, cisterna insular, cisterna ambiens) o >3x5mm en el
longitudinal (cisterna silviana e interpeduncular). Predice vasoespasmo severo.
Otras consideraciones
1. Evitar aumentos de la PIC: es altamente recomendable el reposo en cama, el uso
de laxantes y una adecuada analgesia para reducir las alteraciones hemodinámicas y evi-
tar aumentos transitorios de la PIC71.
2. Analgesia: se debe administrar una analgesia adecuada para reducir las alteracio-
nes hemodinámicas. Se obtiene con un manejo multimodal combinando bloqueos
nerviosos, opioides (de elección, cloruro mórfico) y paracetamol. Se evitan los antii-
flamatorios no esteroideos (AINE) por sus efectos sobre las plaquetas y el riesgo poten-
cial de sangrado y por las posibles complicaciones fetales especialmente después de la
semana 32 de gestación (fallo renal, enterocolitis necrotizante, persistencia ductus arte-
rioso). En el postoperatorio, aunque generalmente es menos doloroso que la cirugía
extracraneal, el dolor de la craneotomía es de moderado a severo en un 50% de las
pacientes71.
3. Profilaxis de trombosis venosa profunda: el embarazo es un estado de hipercoa-
gulabilidad y confiere un riesgo sustancial de tromboembolismo después de la cirugía,
por lo que se deben utilizar medidas profilácticas no farmacológicas. El riesgo-beneficio
de usar heparina de manera profiláctica debe ser consultado con el neurocirujano.
357
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Monitorización fetal
La decisión de monitorizar la frecuencia cardíaca fetal (FCF) en el periodo peri e
intraoperatorio debe individualizarse. Los cambios en la línea de base son predictivos
de mortalidad neonatal sólo después de la semana 24 de gestación y puede ocurrir
igualmente en fetos sanos75,76. Parece razonable que para las gestaciones con fetos no
viables (menos de 24 semanas), la intervención quirúrgica se desarrolle sin monitori-
zación fetal intraoperatoria. Para edades gestacionales de más de 34 semanas, se reco-
mienda finalizar la gestación mediante cesárea y acto seguido proceder a la interven-
ción quirúrgica45,46. La monitorización fetal intraoperatoria debe reservarse, por tanto,
358
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
para los fetos entre 26 y 34 semanas de gestación. En esta situación es vital contar con
un equipo multidisciplinar, acondicionando el quirófano para permitir el acceso al abdo-
men de la embarazada en el caso de que se requiera realizar una cesárea emergente.
Manejo anestésico
Este tipo de anestesia debería ser llevada a cabo, siempre que sea posible, por un
anestesiólogo con una extensa experiencia en neuroanestesia. Es fundamental mante-
ner una presión de perfusión cerebral y un aporte de oxígeno adecuados. Estos proce-
dimientos se realizan bajo anestesia general con un control estrecho de los parámetros
hemodinámicos y considerando el efecto de las drogas administradas para evitar la rela-
jación uterina o la depresión fetal5.
Los fármacos empleados son: Hipnóticos: el uso de propofol para la inducción y man-
tenimiento es controvertido77, porque se asocia con disminución del desarrollo neonatal
en comparación con el mantenimiento con tiopental o agentes inhalatorios. Estos efec-
tos son, sin embargo, de dudoso significado clínico77,78; Relajantes neuromusculares: la
succinilcolina puede producir un transitorio y clínicamente poco importante aumento
de la PIC. Sin embargo, para un paciente embarazada con HSA la principal prioridad es
evitar mayor daño neurológico y proteger la función cerebral, por lo que estaría más indi-
cado el uso de un relajante neuromuscular de inicio de acción intermedia; Analgésicos:
la inducción debe contener, así mismo, una dosis moderada de fentanilo (2-5 µg kg-1) o
un bolus de remifentanilo (1 µg kg-1) en los 60 segundos previos a la inducción para evi-
tar los cambios hemodinámicos secundarios a las maniobras de laringoscopia e intuba-
ción79. Debe haber presente personal entrenado en la reanimación neonatal por la posi-
bilidad de aparición de rigidez de la pared torácica neonatal o apnea. Otros fármacos: el
efecto de los oxitóccicos sobre la PIC y el flujo sanguíneo cerebral (FSC) no ha sido bien
estudiado, pero parece haberse utilizado sin efectos adversos en pacientes con tumores
intracraneales80. La oxitocina produce hipotensión transitoria y un aumento significati-
vo de la frecuencia cardiaca y del gasto cardiaco81. La ergometrina es un venoconstrictor
potente, produciendo una respuesta hipertensiva que puede elevar la PIC en presencia de
una barrera hematoencefálica alterada y con pérdida de la autorregulación. Sin embargo,
estas drogas han sido usadas como parte de la terapia de Lund para el tratamiento de la
hipertensión intracraneal (HTC) porque también producen venoconstricción cerebral,
disminuyendo el volumen sanguíneo venoso intracraneal82.
359
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
La inducción del parto se puede realizar de manera segura con agentes oxitóccicos y
con amniotomía. El uso de la analgesia epidural y la instrumentación son recomenda-
bles. La anestesia espinal debe ser evitada en aquellas pacientes en las que el aneurisma
no esté completamente obliterado84. En el caso de gestaciones avanzadas, si el parto
comienza o amenaza con comenzar poco después de la neurocirugía o si existen dudas
de que la embolización del aneurisma haya sido completa51,85, parece recomendable
realizar una cesárea.
Independientemente si está rota o no, el manejo de una MAV no varía por la presen-
cia de embarazo y la decisión de intervenirla quirúrgicamente debe estar basada en prin-
cipios neuroquirúrgicos. Asimismo, el manejo obstétrico también debe ser independiente
de la MAV y el método de finalización de la gestación debe basarse en principios pura-
mente obstétricos44. Se puede optar entre una cesárea o un parto vaginal bajo analgesia epi-
dural para reducir el dolor junto con instrumentación para reducir los pujos, ya que los
pujos provocan Valsalvas que dificultan el drenaje venoso cerebral y aumentan la PIC.
El riesgo de hemorragia de una MAV durante un parto vaginal es bajo, especial-
mente si se usa analgesia epidural y se instrumenta53,86,87. Para aquellas MAV que han
sido completamente tratadas antes de la semana 35 de gestación, un parto vaginal sin
instrumentación puede ser posible54. La cesárea electiva se ha propuesto como la forma
de finalización del embarazo de elección en las mujeres con una MAV no tratada o par-
cialmente tratada, especialmente si ha sangrado durante el embarazo88-90.
Fisiopatología
Las razones por las que existe un aumento de las complicaciones de las DVP duran-
te el embarazo son inciertas92. Una posible explicación incluye: a) Cambios fisiológi-
cos: como la presión intraabdominal aumenta durante el embarazo, se puede producir
una obstrucción funcional del shunt93. b) Cambios anatómicos: puede ocurrir una obs-
trucción mecánica de la DVP favorecida por el útero grávido (nudos al final de la parte
distal del catéter94), desconexiones del catéter91.
360
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
Manejo preconcepcional
Las mujeres portadoras de una DVP que planeen quedarse embarazadas deben rea-
lizarse una tomografía axial computarizada o una resonancia magnética cerebral, que
actuará como referencia. El médico tratante debe estar alerta de las medicaciones
potencialmente teratogénicas y del tratamiento anticonvulsivante habitual en este tipo
de pacientes.
Si la indicación para la colocación de la DVP fue un defecto del tubo neural, hay
un 2-3% de probabilidad de que el feto también lo tenga. Así pues, estas mujeres
requerirán asesoramiento genético preconcepcional para limitar los factores de riesgo
para los defectos del tubo neural (administración precoz de vitaminas).
Manejo intraparto
Se recomienda el uso de antibióticos profilácticos durante el trabajo de parto y el
parto, que cubran gérmenes coliformes y los gérmenes intrahospitalarios habituales. La
colonización por Estreptococos del grupo B se ha asociado con infección de la DVP tras
cesáreas, por lo que en estos casos se deben utilizar antibióticos profilácticos de amplio
espectro96.
Si la paciente no tiene síntomas de aumento de la PIC, el parto vaginal es seguro y
la opción de elección, ya que así se evitan las adherencias intraabdominales tras una
361
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La patología vascular cerebral es una potencial complicación neurológica del emba-
razo y puede significar hasta el 12% de las muertes durante la gestación. La patolo-
gía trombótica es más frecuente que la hemorrágica, ya que el embarazo condiciona
un estado procoagulante.
2. En los países desarrollados el embarazo representa alrededor de un 20% de las cau-
sas de trombosis venosa cerebral. La hemorragia subaracnoidea presenta un riesgo
de aparición unas 3-5 veces superior al presente fuera del embarazo.
3. Las manifestaciones clínicas no difieren en general de las presentes fuera del emba-
razo.
4. Si la clínica de una paciente migrañosa empeora respecto a sus cefaleas habituales,
deberemos descartar la aparición intercurrente de patología intracraneal como el
ictus isquémico o la trombosis venosa cerebral.
5. El uso de aspirina a bajas dosis (75 mg) parece recomendable en pacientes embara-
zadas tras un ictus isquémico, si bien se han de tener en cuenta los potenciales efec-
tos adversos.
6. La heparina no cruza la placenta, a diferencia de los anticoagulantes orales. Por ello,
la heparina es útil y segura durante el embarazo y la lactancia.
7. Considerando todos los subtipos de ictus, la mayoría se presentan alrededor del
momento del parto.
8. Las causas más frecuentes de hemorragia cerebral durante el embarazo son la rup-
tura de un aneurisma cerebral (77%) y las malformaciones arteriovenosas (23%). El
diagnóstico diferencial de la hemorragia cerebral durante el embarazo incluye algu-
nas patologías relativamente poco frecuentes en el resto de la población, tales como
la hemorragia hipofisaria o el sangrado de metástasis de coriocarcinoma.
9. No existen estudios formales para guiar el manejo obstétrico óptimo de las mujeres
embarazadas con una hemorragia subaracnoidea (HSA). Se acepta de manera uni-
versal que deben ser tratadas de la misma manera que las pacientes que no están
embarazadas.
362
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
BIBLIOGRAFÍA
11. Jaigobin C, Silver FL. Stroke and Pregnancy. Stroke 2000;31:2948-51.
12. Treadwell SD, Thanvi B, Robinson TG. Stroke in pregnancy and the puerperium. Postgrad Med J
2008;84:238-45.
13. Davie CA, O´Brien P. Stroke and Pregnancy. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2008;79:240-45
14. Lanska D, Kryscio RJ. Risk factors for peripartum and postpartum stroke and intracranial venous
thrombosis. Stroke 2000;31:1274-82.
15. Lindsey A. Nelson. Ruptured cerebral aneurysm in the pregnant patient. Int Anesthesiol Clin
2005;43(4):81-97.
16. Khealani BA, Mapari UU, Sikandar R. Obstetric cerebral venous trombosis. J Pak Med Assoc
2006;56:490-93.
17. Grau AJ, Buggle F, Becher H, Zimmermann E, Spiel M, Fent T et al. Recent bacterial and viral
infection as a risk factor for cerebrovascular ischemia: clinical and biochemical studies. Neurology
1998;50:196-203.
18. Lindberg PJ, Grau AJ. Inflamation and infections as risk factors for ischemic stroke. Stroke
2003;34:2518-32.
19. Bartkova A, Sanak D, Dostal J, Herzig R, Otruba P, Vlachova I, et al Acute ischaemic stroke in preg-
nancy: a severe complicacion of ovarian hyperstimulation syndrome. Neurol Sci 2008;29:463-66.
10. Arnold M, Camus-Jaqmin M, Stapf C, Ducros A, Viswanathan A, Berthet K et al. Postpartum cer-
vicocephalic artery dissection. Stroke 2008;39:2377-79.
11. Martin JN, Bailey AP, Rehberg JF, Owens MT, Keiser SD, May WL. Thrombotic thrombocytope-
nic purpura in 166 pregnancies: 1955-2006. Am J Obstet Gynecol. 2008;199:98-104.
12. Abboud J, Murad Y, Chen-Scarabelli C, Saravolatz L, Scarabelli TM. Peripatum cardiomyopathy:
A comprehensive review. Int J Cardiol 2007;118:295-303.
13. Kozelj M, Novac-Antolic Z, Grad A, Peternel P. Patent foramen ovale as a potential cause of para-
doxical embolism in the postpartum period. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol. 1999 May;84:55-
57.
14. Bousser M-G, Ferro J. Cerebral venous thrombosis: an update. Lancet Neurol 2007;6:162-70.
15. Bogousslavsky J, Caplan LR. Stroke syndromes. Cambridge University Press, 2nd Ed. Cambridge.
2001; pag.630-31.
16. Cantu C, Barinagarrementeria F. Cerebral venous trombosis associated wiyh pregnancy and puer-
perium. Review of 67 cases. Stroke 1993;24:1880-84.
17. Beauchamp NJ, Barker PB, Wang DP, VanZijl PC. Imaging of acute cerebral ischemia. Radiology
1999;212:307-24.
18. Selim M, Fink J, Linfante I, Kumar S, Schlaug G, Caplan LR. Diagnosis of cerebral venous throm-
bosis with echo-planar T2*-weighted magnetic resonance imaging. Arch Neurol 2002;59:1021-26.
363
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
19. Ibdaih A, Boukobza M, Crassard I, Porcher R, Bousser MG, Chabriat H. MRI of clot in cerebral
venous thrombosis: high diagnostic value of susceptibility-weighted images. Stroke 2006;37:991-
95.
20. Goadsby PJ, Goldberg J, Silberstein SD. Migraine in Pregnancy. BMJ 2008; 336: 1502-04.
21. The NINDS rt-PA Stroke Study Group. Tissue plasminogen activator for acute ischemic stroke. N
Engl J Med 1995;333;1581-87.
22. Hacke W, Kaste M, Bluhmki E, Brozman M, Dávalos A,Guidetti D et al. For the ECASS investi-
gators. Thrombolysis with alteplase 3 to 4,5 hours after acute ischemic stroke. N Engl J Med
2008;359:1317-29.
23. Murugappan A, Coplin WN, Al-Sadat AN, McAllen KJ, Schwamm LH, Weschsler LR, et al.
Thrombolytic therapy of acute ischemic stroke during pregnancy. Neurology 2006;66:768-70.
24. Leonhardt G, Gaul C, Nietsch HH, Buerke M, Schleussner E. Thrombolytic therapy in pregnancy.
J Thromb Thrombolysis 2006;21:271-76.
25. Wiese K, Talkad A, Mathews M, Wang D. Intravenous recombinant tissue plasminogen activator
in a pregnant woman with carioembolic stroke. Stroke 2006;37:2168-69.
26. Karnad DR, Lapsia V, Krishnan A, Salvi VS. Prognostic factors in obstetric patients admitted to an
Indian intensive care unit. Crit Care Med. 2004;32:1294-99.
27. Shehata HA, Okosun H. Neurological disorders in pregnancy. Curr Opin Obstet Gynecol. 2004
16:117-22.
28. Munnur U, Karnad DR, Bandi VD, Lapsia V, Suresh MS, Ramshesh P et al. Critically ill obstetric
patients in an American and an Indian public hospital: comparison of case-mix, organ dysfunction,
intensive care requirements, and outcomes. Intensive Care Med. 2005;31:1087-94.
29. Dias MS, Sekhar LN. Intracranial hemorrhage from aneurysms and arteriovenous malformations
during pregnancy and the puerperium. Neurosurgery 1990;27:855-65.
30. Sharshar T, Lamy C, Mas JL. Incidence and causes of strokes associated with pregnancy and puer-
perium. A study in public hospitals of Ile de France. Stroke in Pregnancy Study Group. Stroke.
1995;26:930-36.
31. Richards A, Graham D, Bullock R. Clinicopathological study of neurological complications due to
hypertensive disorders of pregnancy. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 1988;51:416-21.
32. Botterell EH, Cannell DE. Subarachnoid hemorrhage and pregnancy. Am J Obstet Gynecol.
1956;72:844-855.
33. Simolke GA, Cox SM, Cunningham FG. Cerebrovascular accidents complicating pregnancy and
the puerperium. Obstet Gynecol. 1991;78:37-42.
34. Fox MW, Harms RW, Davis DH. Selected neurologic complications of pregnancy. Mayo Clin Proc.
1990;65:1595-1618.
35. Kittner SJ, Stern BJ, Feeser BR, Hebel R, Nagey DA, Buchholz D et al. Pregnancy and the risk of
stroke. N Engl J Med. 1996 12;335:768-74.
36. Bederson JB, Connolly ES Jr, Batjer HH, Dacey RG, Dion JE, Diringer MN et al. Guidelines for
the Management of Aneurysmal Subarachnoid Hemorrhage. A Statement for Healthcare Professio-
nals from a Special Writing Group of the Stroke Council, American Heart Association. Stroke.
2009;40:994-1025.
37. Kassell NF, Torner JC, Jane JA, Haley EC Jr, Adams HP. The International Cooperative Study on
the Timing of Aneurysm Surgery. Part 2: surgical results. J Neurosurg. 1990;73:37-47.
38. Meyers PM, Halbach VV, Malek AM, Phatouros CC, Dowd CF, Lawton MT et al. Endovascular
treatment of cerebral artery aneurysms during pregnancy: report of three cases. AJNR Am J Neu-
roradiol. 2000;21:1306-11.
364
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
39. Piotin M, de Souza Filho CB, Kothimbakam R, Moret J. Endovascular treatment of acutely ruptu-
red intracranial aneurysms in pregnancy. Am J Obstet Gynecol. 2001;185:1261-62.
40. Kizilkilic O, Albayram S, Adaletli I, Kantarci F, Uzma O, Islak C et al. Endovascular treatment of
ruptured intracranial aneurysms during pregnancy: report of three cases. Arch Gynecol Obstet.
2003;268:325-28.
41. Stoodley MA, Macdonald RL, Weir BK. Pregnancy and intracranial aneurysms. Neurosurg Clin N
Am 1998;9:549-56.
42. Barrett JM, Van Hooydonk JE, Boehm FH. Pregnancy-related rupture of arterial aneurysms. Obs-
tet Gynecol Surv 1982;37:557-66.
43. Weir BK, Drake CG. Rapid growth of residual aneurysmal neck during pregnancy. Case report. J
Neurosurg 1991;75:780-82.
44. Ng J, Kitchen N. Neurosurgery and pregnancy. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2008;79:745-52.
45. Reichman OH, Karlman RL. Berry aneurysm. Surg Clin North Am. 1995;75:115-121.
46. Whitburn RH, Laishley RS, Jewkes DA. Anaesthesia for simultaneous caesarean section and clip-
ping of intracerebral aneurysm. Br J Anaesth. 1990;64:642-45.
47. Kriplani A, Relan S, Misra NK, Mehta VS, Takkar D. Ruptured intracranial aneurysm complica-
ting pregnancy. Int J Gynaecol Obstet 1995;48:201-6.
48. Jaeger K, Ruschulte H, Muhlhaus K, Tatagiba M. Combined emergency Caesarean section and
intracerebral aneurysm clipping. Anaesthesia 2000;55:1138-40.
49. International Study of Unruptured Intracranial Aneurysms Investigators. Unruptured intracranial
aneurysms-risk of rupture and risks of surgical intervention. N Engl J Med 1998;339:1725-33.
50. Wiebers DO, Whisnant JP, Huston J 3rd, et al. Unruptured intracranial aneurysms: natural history,
clinical outcome, and risks of surgical and endovascular treatment. Lancet 2003;362:103-10.
51. Molyneux AJ, Kerr RS, Yu LM, Meissner I, Brown RD Jr, Piepgras DG et al. International sub-
arachnoid aneurysm trial (ISAT) of neurosurgical clipping versus endovascular coiling in 2143
patients with ruptured intracranial aneurysms: a randomised comparison of effects on survival,
dependency, seizures, rebleeding, subgroups, and aneurysm occlusion. Lancet 2005;366:809-17.
52. Trivedi RA, Kirkpatrick PJ. Arteriovenous malformations of the cerebral circulation that rupture in
pregnancy. J Obstet Gynaecol. 2003;23:484-89.
53. Forster DM, Kunkler IH, Hartland P. Risk of cerebral bleeding from arteriovenous malformations
in pregnancy: the Sheffield experience. Stereotact Funct Neurosurg 1993;61(Suppl 1):20-22.
54. Horton JC, Chambers WA, Lyons SL, Adams RD, Kjellberg RN. Pregnancy and the risk of hemor-
rhage from cerebral arteriovenous malformations. Neurosurgery. 1990;27:867-71.
55. Robinson JL, Hall CJ, Sedzimir CB. Subarachnoid hemorrhage in pregnancy. J Neurosurg.
1972;36:27-33.
56. Sadasivan B, Malik GM, Lee C, Ausman JI. Vascular malformations and pregnancy. Surg Neurol.
1990;33:305-313.
57. Greenberg M. Handbook of neurosurgery. New York: Thieme, 2006.
58. Hunt W E, Hess R M: Surgical Risk as Related to Time of Intervention in the Repair of Intracra-
nial Aneurysms. J Neurosurg 1968;28:14-20.
59. Teasdale GM, Drake CG, Hunt W: A universal subarachnoid hemorrhage scale: report of a commit-
tee of the World Federation of Neurosurgical Societies. J Neurol Neurosurg Psychiatry: 1988:1457.
60. Teasdale G, Jennett B. Assessment of coma and impaired consciousness. A practical scale. Lancet
1974;2:81-84.
61. Ross MG, Leake RD, Ervin MG, Fisher DA. Fetal lung fluid response to maternal hiperosmolarity.
Pediatr Pulmonol 1986;2:40-43.
365
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
62. Lumbers ER, Stevens AD. Changes in fetal renal function in response to infusions of a hyperos-
motic solution of mannitol to the ewe. J Physiol 1983;343:439-46.
63. Cottrell JESD. Anesthesia and neurosurgery, 4th Edn. St Louis: Mosby, 2001.
64. Tuncali B, Askun M, Katircioglu K, Akkol I, Savaci S. Intraoperative fetal heart rate monitoring
during emergency neurosurgical in a parturient. J Anaesth 2006;20:40-43.
65. Bharti N, Kashyap L. Mohan VK. Anesthetic management of a parturient with cerebellopontine-
angle meningioma. Int J Obstet Anesth 2002;11:219-221.
66. Cooper DW, Carpenter M, Mowbray P, Desira WR, Ryall DM, Kokri MS. Fetal and maternal
effects of phenylefrine and ephedrine during spinal anesthesia for caesarean delivery. Anesthesiology
2002;97:1582-1590.
67. Samsoon GL, Young JR. Difficult tracheal intubation: a retrospective study. Anaesthesia 1987;42:
487-490.
68. Low JA, Boston RW, Cerveneko FW. Effect of low maternal carbon dioxide tension on placental
gas exchange. Am J Obstet Gynecol 1970;106:1032-1041.
69. Fisher CM, Kistler JP, Davis JM. Relation of cerebral vasospasm to subarachnoid hemorrhage visua-
lized by computerized tomographic scanning. Neurosurgery. 1980;6:1-9.
70. Pickard JD, Murray GD, Illingworth R, Shaw MD, Teasdale GM, Foy PM, et al. Effect of oral
nimodipine on cerebral infarction and outcome after subarachnoid haemorrhage: British aneurysm
nimodipine trial. BMJ 1989;298:636-42.
71. Wang LP, Paech MJ. Neuroanesthesia for the Pregnant Woman. Anesth Analg 2008;107:193-200.
72. D’Haese J, Christiaens F, D’Haens J, Camu F.. Combined cesarean section and clipping of a rup-
tured cerebral aneurysm: a case report. J Neurosurg Anesthesiol 1997;9:341-45.
73. Giannotta SL, Daniels J, Golde SH, Zelman V, Bayat A. Ruptured intracranial aneurysms during
pregnancy. A report of four cases. J Reprod Med 1986;31:139-47.
74. Marshman LA, Rai MS, Aspoas AR. Comment to ‘‘Endovascular treatment of ruptured intracra-
nial aneurysms during pregnancy: report of three cases’’ Arch Gynecol Obstet 2005; 272:93.
75. Burrus DR, O’Shea TM Jr, Veille JC, Mueller-Heubach E. The predictive value of intrapartum fetal
heart rate abnormalities in the extremely prematura infants. Am J Obstet Gynecol 1994;171: 1128-
32.
76. Braithwaite ND, Milligan JE, Shennan AT. Fetal heart rate monitoring and neonatal mortality in
the very preterm infant. Am J Obstet Gynecol 1986;154:250-54.
77. Van de Velde M, Teunkens A, Kuypers M, Dewinter T, Vandermersch E. General anaesthesia with
target controlled infusion of propofol for planned Caesarean section: maternal and neonatal effects
of a remifentanil-based technique. Int J Obstet Anesth 2004;13:153-58.
78. Gregory MA, Gin T, Yau G, Leung RKW, Chan K, Oh TE. Propofol infusion anaesthesia for Cae-
sarian Section. Can J Anaesth 1990;37:514-20.
79. O’Hare R, McAlamney P, Mirakher RK, Hughes D, Carabine V. Bolus dose remifentanil for con-
trol of hemodynamic response to tracheal intubation during rapid sequence induction of anestesia.
BJA 1999;82:283-85.
80. Chang L, Looi-Lyons L, Bartosik L, Tindal S. Anesthesia for cesarean section in two patients with
brain tumours. Can J Anaesth 1999;46:61-65.
81. Thomas JS, Koh SH, Cooper GM. Haemodynamic effects of oxytocin given as i.v. bolus or infu-
sion on women undergoing Caesarean section. Br J Anaesth 2007;98:116-19.
82. Eker C, Asgeirsson B, Grande PO, Schalen W, Nordstrom CH. Improved outcome after severe head
injury with a new therapy based on principles for brain volume regulation and preserved microcir-
culation. Crit Care Med 1998;26:1881-86.
366
ACCIDENTE VASCULAR CEREBRAL EN EL EMBARAZO
83. Wilson SR, Hirsch NP, Appleby I. Management of subarachnoid haemorrhage in a non-neurosur-
gical centre. Anaesthesia 2005;60:470-85.
84. Eggert SM, Eggers KA. Subarachnoid haemorrhage following spinal anaesthesia in an obstetric
patient. Br J Anaesth 2001;86:442-44.
85. Ausman JI. ISAT study: is coiling better than clipping? Surg Neurol 2003;59:162-65.
86. Finnerty JJ, Chisholm CA, Chapple H, Login IS, Pinkerton JV. Cerebral arteriovenous malforma-
tion in pregnancy: presentation and neurologic, obstetric, and ethical significance. Am J Obstet
Gynecol 1999;181:296-303.
87. Viscomi CM, Wilson J, Bernstein I. Anesthetic management of a parturient with an incompletely
resected cerebral arteriovenous malformation. Reg Anesth 1997;22:192-97.
88. Laidler JA, Jackson IJ, Redfern N. The management of caesarean section in a patient with an intra-
cranial arteriovenous malformation. Anaesthesia 1989;44:490-91.
89. Sharma SK, Herrera ER, Sidawi JE, Leveno KJ.The pregnant patient with an intracranial arterio-
venous malformation. Cesarean or vaginal delivery using regional or general anesthesia? Reg Anesth
1995;20:455-58.
90. Yih PS, Cheong KF. Anaesthesia for caesarean section in a patient with an intracranial arteriovenous
malformation. Anaesth Intensive Care 1999;27:66-68.
91. Bradley NK, Liakos AM, McAllister JP 2nd, Magram G, Kinsman S, Bradley MK.. Maternal shunt
dependency: implications for obstetric care, neurosurgical management, and pregnancy outcomes
and a review of selected literature. Neurosurgery 1998;43:448-60.
92. Wisoff JH, Kratzert KJ, Handwerker SM, Young BK, Epstein F.Pregnancy in patients with cere-
brospinal fluid shunts: report of a series and review of the literature. Neurosurgery 1991;29:827-31.
93. Kleinman G, Sutherling W, Martinez M, Tabsh K.. Malfunction of ventriculoperitoneal shunts
during pregnancy. Obstet Gynecol 1983;61:753-54.
94. Chopra I, Gnanalingham K, Pal D, Peterson D. A knot in the catheter-an unusual cause of ventri-
culo-peritoneal shunt blockage. Acta Neurochir (Wien) 2004;146:1055-56.
95. Riffaud L, Ferre JC, Carsin-Nicol B, Morandi X. Endoscopic third ventriculostomy for the treat-
ment of obstructive hydrocephalus during pregnancy. Obstet Gynecol 2006;108:801-04.
96. Kane JM, Jackson K, Conway JH. Maternal postpartum group B beta-hemolytic streptococcus ven-
triculoperitoneal shunt infection. Arch Gynecol Obstet 2004;269:139-41.
367
C APÍTULO 18
369
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Definición de crisis epiléptica, epilepsia y estatus epiléptico
Epilepsia y embarazo. Teratogenia de los fármacos antiepilépticos
Mecanismos de teratogenicidad
Riesgo individual de cada fármaco
Estatus epiléptico
Definición
Clasificación
Fisiopatología
Etiología
Diagnóstico
Tratamiento
Pronóstico
Bibliografía
370
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
INTRODUCCIÓN
La epilepsia es un trastorno crónico que afecta a 40 millones de personas a nivel
mundial y se estima que entre el 0,3-0,4%1 de embarazos se producen en mujeres con
dicho diagnóstico. Un correcto control obstétrico-neurológico de las pacientes epilép-
ticas es de vital importancia para intentar limitar los efectos adversos materno-fetales aso-
ciados tanto a un deficiente control de las crisis como a los efectos secundarios
teratogénicos de muchos de los fármacos antiepilépticos usados habitualmente. El com-
plejo manejo médico de todo este proceso, que implica el consejo preconcepcional y el
control durante el embarazo, el parto y el postparto son áreas que no competen a aque-
llos especialistas que se dedican a los cuidados críticos pero cuyo conocimiento facilita
la provisión de unos cuidados críticos obstétricos de calidad en la paciente embarazada
epiléptica, por lo que se comentarán de forma resumida en este capítulo. Sin embargo,
el estatus epiléptico constituye una auténtica emergencia médica que requiere a me-
nudo de un manejo agresivo multidisciplinar donde los especialistas en cuidados críti-
cos juegan un papel central. Todo ello se ve agravado en la paciente embarazada donde
dicho cuadro supone un grave riesgo tanto para la madre como para el feto con las im-
plicaciones médicas, legales e incluso emocionales asociadas. El diagnóstico y trata-
miento del estatus epiléptico en la paciente gestante es el tema principal de este capítulo
en el que se intenta adaptar los conocimientos generales de esta patología a la paciente
obstétrica, aunque a menudo no tenemos estudios en este subgrupo tan especial de la
población, para intentar diseñar un esquema que pueda asistir en la toma de decisiones
clínicas.
371
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
372
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
373
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Mecanismos de teratogenicidad4
Hay una serie de preguntas que nos podemos hacer cuando evaluamos la teratoge-
nicidad de una medicación:
• ¿Hay algún factor genético o ambiental que aumente la susceptibilidad del feto ante
la medicación? Hay estudios que demuestran un peor pronóstico solo por tener ma-
dres epilépticas o por las convulsiones, independientemente de los fármacos.
• ¿Cuales son los efectos de los fármacos en las distintas etapas del embarazo?
Lo más probable es que cada fármaco altere el desarrollo a través de múltiples me-
canismos, siendo éstos siguientes los más importantes:
374
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
1. Efecto tóxico a través de los sitios habituales de actuación: al bloquear los recep-
tores GABA y NMDA se altera la migración neuronal normal.
2. Los anticomiciales o sus metabolitos alterarían vías reguladoras críticas para un
correcto desarrollo.
3. Induciendo apoptosis neuronal, mediante la supresión de un sistema neuropro-
tector endógeno que incluye a factores neurotróficos.
Ácido valproico
Recientemente se ha confirmado el riesgo aumentado de malformaciones congéni-
tas mayores y/o de muerte fetal en mujeres tratadas con valproico, siendo un efecto
dosis dependiente (sobre todo con dosis > 1.000 mg/día).
Por ello el Grupo de Trabajo sobre el efecto del Neurodesarrollo de los anticonvul-
sivantes (NEAD), basado en estudios propios recientes y en la evidencia previa acumu-
lada, recomienda no utilizar el valproato como tratamiento de primera línea en mujeres
en edad fértil y, en caso de ser necesario, que se emplee con las menores dosis posibles
y muy repartidas para evitar picos plasmáticos altos.
Fenobarbital
Es el antiepiléptico más antiguo en uso y el más barato. Inicialmente y durante años
fue considerado muy seguro, pero estudios más recientes demuestran un riesgo mayor
(y también dosis dependiente, >60 mg/día) que otros antiepilépticos.
Benzodiacepinas
Son bastante seguras, presentando un riesgo moderado de teratogenicidad.
Fenitoína
Se estima un riesgo de MCM 2-3 veces mayor que en mujeres que no toman feni-
toína. Actualmente no existen estudios comparativos con los nuevos anticomiciales.
Cada vez las pacientes aceptan menos su uso por razones cosméticas.
Carbamacepina y oxcarbacepina
Los riesgos de la carbamazepina son muy similares a los de la fenitoína aunque con
mayor incidencia de defectos de cierre del tubo neural.
En cuanto a la oxcarbacepina, hasta ahora no se ha encontrado una incidencia mayor
de malformaciones congénitas cuando se usa en monoterapia (2,4%) aunque sí en po-
literapia (6,6%). Hay pocos estudios al ser un fármaco más reciente.
375
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Lamotrigina
Hasta la fecha no se ha demostrado un aumento en la incidencia de MCM respecto
a la población general. Su riesgo teratogénico en monoterapia es dosis dependiente (dosis
>200 mg/día equivalen a 600-1.000 mg/día de valproato).
Levetiracetam
Hasta la fecha no se ha registrado ningún caso de malformación congénita mayor en
monoterapia, y solo 3 en politerapia, pero hay muy pocos estudios.
Politerapia
Todos los estudios confirman que la politerapia aumenta el riesgo de teratogénesis, y este
riesgo aumenta según aumenta el número de fármacos empleado y con combinaciones es-
pecíficas de los mismos. De lo que aún no tenemos datos es del efecto de combinar única-
mente fármacos “nuevos” (hasta 10 antiepilépticos nuevos se han comercializado desde 1990).
ESTATUS EPILÉPTICO
El estatus epiléptico (EP) es una complicación poco frecuente pero muy grave de los
síndromes epilépticos, aunque también puede producirse como consecuencia de un in-
sulto sistémico o del sistema nervioso central en pacientes sin epilepsia. En el contexto
de la paciente gestante se sabe que hasta un 1% de pacientes gestantes epilépticas lo su-
frirán y esta cifra se incrementa hasta el 1,8% si se incluye también el estatus epiléptico
no convulsivo (EPNC), según los resultados obtenidos en un reciente estudio europeo
de cohortes7. Esta cifra, nada despreciable, obliga a que los médicos que asisten a pa-
cientes obstétricas, en especial aquellos que se encargan de la provisión de cuidados crí-
ticos (anestesiólogos e intensivistas) deban tener un conocimiento profundo y
actualizado sobre esta patología para mejorar los resultados materno-fetales.
Definición
La definición de EP ha ido cambiando a lo largo de los últimos 40-50 años en base a
un mayor conocimiento fisiopatológico y clínico que la investigación ha ido proporcio-
nando8. Fue en 1962 cuando se definió el estatus epiléptico como “una condición caracte-
rizada por una crisis epiléptica que se repite con tanta frecuencia o es de una duración
suficientemente prolongada para crear una condición epiléptica fija y duradera”. De esta de-
finición tan ambigua y con un importante componente subjetivo, se pasó en los años 80
376
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
a una definición mucho más precisa: “cualquier crisis de duración superior a 30 minutos
o crisis intermitentes entre las cuales el paciente no recupera el nivel de conciencia que
duren más de 30 min”. Esta definición que daba gran importancia al parámetro tempo-
ral y optó por 30 minutos como límite para definir EP se basaba en que éste era el inter-
valo necesario definido por los estudios animales para poder detectar cambios estructurales
cerebrales tras inducción de cuadros de estatus. Autores más recientes, basándose en la di-
ficultad de extrapolar dichos estudios animales a la clínica humana, el conocimiento de que
es excepcional que una crisis epiléptica (convulsiva) cuya duración es mayor a 5 minutos
ceda espontáneamente (la mayoría se autolimitan en 1-2 min) y de que el control de una
crisis es mucho más difícil cuanto mayor es su duración han ido acortando el intervalo ne-
cesario para definir EP. De forma práctica se puede considerar como EP “cualquier crisis
que persiste más de 5 minutos”. Esta nueva definición implica la necesidad de un cambio
hacia una mayor agresividad y prontitud a la hora de tratar un cuadro clínico sugestivo de
EP para limitar sus efectos directos sobre el sistema nervioso central y sus complicaciones
sistémicas asociadas. Este nuevo paradigma es todavía más vital en la paciente gestante
donde los efectos afectarán tanto a la madre como al feto.
Clasificación
El estatus epiléptico es un síndrome electro-clínico heterogéneo, de causa diversa,
con manifestaciones clínicas cambiantes y curso clínico variable. En líneas generales, se
puede afirmar que cualquier tipo de crisis epiléptica puede perpetuarse dando lugar a
un cuadro de estatus, de ahí que la clasificación de los tipos de crisis haya sido la base
en la que se han basado la mayoría de autores para clasificar los cuadros de estatus.
La International League Against Epilepsy (ILAE) y el International Bureau for Epi-
lepsy (IBE), sociedades que se ocupan de estudiar el estatus epiléptico (EP), han reali-
zado diferentes clasificaciones que resultan sumamente complejas desde un punto de
vista práctico-clínico aunque tienen una importante utilidad de cara a la profundización
del estudio de esta patología9. Sin embargo, usando las características electro-clínicas,
puede dividirse de forma más simple según:
• La presencia de convulsiones o su ausencia (estatus epiléptico convulsivo/no convulsivo).
• La afectación de extensas áreas corticales (estatus epiléptico generalizado) o afectación
parcial localizada (estatus epiléptico parcial). Una convulsión generalizada puede
serlo desde el inicio (primariamente generalizada) manifestándose clínicamente
como cuadros tónicos, atónicos, clónicos, tónico-clónicos, mioclónicos o de au-
sencia; o haberse generalizado después de empezar como una crisis parcial (secun-
dariamente generalizadas) y suelen ser tónico-clónicos. Los ataques parciales pueden
ser complejos o simples en función de si existe afectación del nivel de consciencia.
377
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Hay que destacar que aunque las definiciones utilizadas de estatus hacen referencia
al estatus epiléptico convulsivo generalizado (EPCG), en la bibliografía médica cada
vez existen un mayor número de artículos que hacen referencia al estatus epiléptico no
convulsivo generalizado (EPNCG). Dicha entidad es un cajón de sastre en el que se in-
cluyen cuadros con etiología, clínica y pronóstico diverso y cuya característica definitoria
sería la ausencia de clínica motora (o bien signos muy sutiles de ella) con actividad elec-
troencefalográfica (EEG) consistente con actividad epileptiforme generalizada. A nivel
práctico cabe distinguir dos tipos distintos10:
• Estatus epiléptico no convulsivo postconvulsivo (Pacientes que presentan un EPCG
que evolucionan hacia un estado de disociación electromecánica en la que desapa-
rece la clínica motora pero persiste la actividad electroencefalográfica. Hasta un 10-
20% de pacientes con EPCG y tratados farmacológicamente pueden desarrollar
este cuadro. Se entiende por tanto que es necesario demostrar el cese de un cuadro
de EPCG en base a criterios EEG y no sólo clínicos).
• Estatus epiléptico no convulsivo sintomático agudo (Propio de enfermos ingresa-
dos en cuidados intensivos que presentan cuadros de obnubilación-coma de origen
no aclarado y en los que a menudo coinciden un gran número de comorbilidades
como trastornos metabólicos, hipoxia, sepsis, etc. Requiere un gran índice de sos-
pecha clínico para poder detectarlo y su respuesta al tratamiento es peor que la del
EPCG).
Fisiopatología
En la actualidad, nuestros conocimientos sobre la fisiopatología del EP son muy li-
mitados y la mayoría se basan en modelos animales que no siempre reproducen correc-
tamente los eventos clínicos humanos. No obstante, cada vez son más los indicios
acumulados que nos permiten afirmar que el estatus epiléptico es, a nivel fisiopatológico,
algo mucho más complejo que una crisis prolongada o una sucesión de las mismas y que
por lo tanto desde el inicio del cuadro se producen una serie de cambios bioquímicos y
posteriormente de expresión génica que configuran una serie de modificaciones fun-
cionales y estructurales10,11 los cuales explicarían algunos de los elementos clínicos ca-
racterísticos del EP como son:
1. Tendencia a autoperpetuación.
2. Farmacorresistencia.
3. Secuelas neurológicas en forma de daños estructurales (lesión hipocampal) y fun-
cionales (déficit cognitivos).
Entre las alteraciones más importantes cabe destacar las siguientes:
378
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
Etiología
Cuando una paciente embarazada sufre una convulsión se debe hacer el diagnóstico di-
ferencial con las mismas causas que en la población general descritas en la Tabla 28,13, y ade-
más deberemos tener presente la posibilidad de que se trate de eclampsia, patología
exclusiva de la gestante, que será estudiada ampliamente en el capítulo correspondiente.
Si la paciente presentaba un trastorno de epilepsia preexistente es difícil encontrar una
causa precipitante para la reaparición de las crisis, aunque lo más frecuente es la caída
de los niveles séricos del fármaco antiepiléptico, a menudo de origen multifactorial:
379
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
SISTÉMICAS
• Hipertermia, acidosis metabólica, hiperpotasemia, rabdomiolisis con insuficiencia renal aguda
secundaria, hiperglicemia, hipoglicemia, arritmias cardíacas, trastornos repolarización,
hipertensión, hipotensión, traumatismos, broncoaspiración, edema pulmonar neurogénico.
NEUROLÓGICAS
• Daño excitotóxico directo, focos epileptogénicos permanentes, reorganización sináptica, alte-
ración síntesis proteica neuronal.
Diagnóstico
El diagnóstico del EP en una paciente que ha debutado con crisis tónico-clónicas
observadas es sencillo, pero si la paciente, debido a una patología grave se encuentra en
coma o bajo sedación farmacológica, no debemos olvidar que puede encontrarse en EP
no convulsivo cuyo diagnóstico habrá que buscar activamente por medio del EEG. Por
ello, en todas las pacientes comatosas debe ser cuidadosamente examinada la evidencia
de temblor, que puede observarse en cara, manos, pies o aparecer como movimientos
nistagmoides de los ojos. La capacidad para reconocer un EP en un paciente crítico, en
el que coexisten diferentes causas para la obnubilación es menor, lo que nos obliga a
tener un alto grado de sospecha y buscar activamente este diagnóstico14.
Se han realizado múltiples estudios buscando la presencia de actividad epiléptica por
EEG en los pacientes críticos. Claassen estudió 570 pacientes, el 89% de los cuales es-
taban ingresados en cuidados intensivos, monitorizando el EEG de forma continua y en-
contró que se objetivaba actividad epileptiforme en 110 pacientes, a pesar de que sólo
380
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
NEUROLÓGICAS
• Accidente cerebrovascular isquémico (trombosis senos venosos, tromboembolismo arterial.
Recordar que las gestantes poseen un estado protrombótico).
• Accidente cerebrovascular hemorrágico (hipertensivo, rotura de aneurisma o malformación
arteriovenosa).
• Infecciones del SNC (meningitis, encefalitis).
• Lesión ocupante de espacio del SNC (absceso; tumor, sea primario o secundario).
• Traumatismo craneal.
• Anoxia/hipoxia cerebral.
• Vasculitis SNC.
• Trastornos desmielinizantes.
SISTÉMICAS
• Toxicidad por drogas: betalactámicos (cefalosporinas,carbapenems), ciprofloxacino, isoniacida
metronidazol, tacrolimus, ciclosporina, teofilina, bupropion, maprotilina, clozapina,
meperidina, tramadol, digoxina, mexiletina, litio, baclofeno, contraste radiológico,
clorambucilo, busulfán.
• Abstinencia de hipnóticos y narcóticos (benzodiacepinas, barbitúricos y opiáceos),
especialmente si es brusca y si había epilepsia preexistente.
• Trastornos metabólicos: hipo o hiperglicemia, diselectrolemia (hiponatremia, hipofostatemia,
hipomagnesemia, hipoosmolaridad, hipocalcemia).
• Insuficiencia hepática (hígado graso embarazo, hepatitis viral, medicamentosa).
• Sepsis, uremia, síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética + intoxicación
acuosa.
• Enfermedad hipertensiva (encefalopatía hipertensiva, feocromocitoma, eclampsia, síndrome
de encefalopatía posterior reversible).
• Púrpura trombótica trombocitopénica, lupus eritematoso sistémico, porfiria aguda
intermitente.
• Relacionado con ingesta ó síndrome de abstinencia al alcohol, déficit de tiamina, piridoxina.
• Consumo de cocaína y anfetaminas.
• Caída de los niveles séricos de fármacos antiepilépticos.
381
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Tratamiento
El EP debe ser considerado una emergencia médica (“time is brain”) y precisa un
tratamiento rápido y agresivo para evitar la aparición de daño neurológico y de com-
plicaciones sistémicas. Cuanto más tiempo permanece un EP sin tratamiento, mayor es
el daño neurológico, más refractario se hará al tratamiento, y mayor es la posibilidad de
desembocar en un síndrome de epilepsia crónico.
Generalmente la aparición de un EP en una paciente con epilepsia conocida es más
fácil de controlar que si aparece en pacientes sin este antecedente, posiblemente gracias
a la precocidad del diagnóstico, y a la presencia de ciertos niveles de fármacos antiepi-
lépticos en sangre.
Habitualmente, la epilepsia debida a una lesión cortical focal es más difícil de con-
trolar que los síndromes epilépticos generalizados idiopáticos que predominantemente
aparecen en los pacientes críticos.
Es fácilmente entendible que una prolongada despolarización neuronal va a causar
daño neuronal, probablemente irreversible. Aunque todavía no existen los biomarca-
dores adecuados para objetivar este hecho, existen trabajos prometedores que muestran
un incremento en los niveles séricos de enolasa específica neuronal, marcador bioquí-
mico de muerte neuronal, en plasma de pacientes que han sufrido un EP18.
382
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
Medidas generales
• Un factor clave a la hora de iniciar la reanimación de la madre es considerar la po-
sibilidad de viabilidad del feto, que según las guías internacionales se sitúa en la
actualidad en las 24 semanas de gestación.19 En todos los casos se deberá tener una
colaboración fluida con los especialistas en obstetricia, neonatología y neurología
para tomar conjuntamente las decisiones clínicas que favorezcan el buen resultado
materno-fetal, pero siempre teniendo en mente que sin un correcto tratamiento
materno no habrá posibilidad de buen pronóstico fetal. Es por ello que, a diferen-
cia de la paciente con epilepsia controlada, los problemas de teratogenicidad de los
fármacos a utilizar pasa a ser un problema menor cuando nos encontramos ante un
caso de EP.
• Realizar maniobras de lateralización del útero hacia la izquierda, debido a que el
útero grávido produce una compresión aorto-cava que dificulta el retorno venoso
y secundariamente disminuye el gasto cardíaco. Para ello puede utilizarse una
cuña que aporte una inclinación entre 25 y 30º, que parece mejorar la hemodi-
námica20.
• Asegurar una adecuada vía aérea, iniciar oxigenoterapia y dar soporte respiratorio
si es preciso. A pesar de los periodos de apnea y cianosis que presentan los pacien-
tes en la fase tónica o clónica de su convulsión, la mayoría de enfermos en EP res-
piran lo suficiente para cubrir los requerimientos siempre y cuando la vía aérea se
encuentre permeable. Probablemente, la paciente precisará una cánula oral cuando
383
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
finaliza la convulsión para prevenir la obstrucción de la vía aérea. Una vez las con-
vulsiones se han controlado y si la paciente oxigena y ventila lo suficiente, no es
necesaria la intubación endotraqueal, aunque la paciente permanezca en estado
comatoso, dado que algunos trabajos han objetivado un incremento de la morbi-
lidad21 (especialmente debido a infección respiratoria). A pesar de ello, debemos
intubar a una gestante con estatus epiléptico siempre que exista el más mínimo
compromiso de la oxigenación, dudemos de la resolución del cuadro de EP tras
finalización de la actividad motora (disminución del nivel de conciencia prolon-
gado) y falta de respuesta al tratamiento inicial con necesidad de seguir adminis-
trando fármacos depresores del sistema nervioso central. Como medida de sentido
común, ante la duda de la necesidad de intubación es mejor intubar y ventilar a
la paciente garantizando un buen control de la vía aérea y una correcta oxigena-
ción-ventilación que correr el riesgo de provocar hipoxia materno-fetal con graves
secuelas.
• La paciente debe colocarse de forma que no pueda hacerse daño a si misma con los
objetos que la rodean.
• Deben insertarse dos vías venosas periféricas gruesas, para permitir la resucitación
con fluidos y la farmacoterapia.
• La presencia de bradicardia fetal, con una duración de unos 3 a 5 minutos, es un
hallazgo común durante e inmediatamente después de una convulsión, lo cual no
es indicación obligatoria de cesárea urgente22. Las maniobras iniciadas para esta-
bilizar a la madre ayudarán a la recuperación intraútero del feto de los efectos
deletéreos de la hipoxia e hipercarbia maternas y de la hiperestimulación uterina.
La resolución de la crisis suele ir acompañada de una taquicardia fetal compen-
sadora, o bien de la presencia de deceleraciones, que suelen resolverse en 20-30
minutos.
• Para prevenir la broncoaspiración se deberá colocar en algún momento una sonda
nasogástrica para vaciar el estómago.
• La intubación endotraqueal será necesaria en las pacientes que continúen con con-
vulsiones a pesar de haber recibido terapia de primera línea. No hay datos sobre los
fármacos que deben utilizarse para la inducción anestésica, pero ha de tenerse en
cuenta que:
- Estas pacientes probablemente hayan recibido altas dosis de benzodiacepinas,
por lo que con bajas dosis de algún hipnótico tipo propofol o tiopental ya se
alcanzará un plano anestésico suficiente para realizar la intubación. La dosis de
inducción del hipnótico puede ser capaz, por ella misma, de acabar con la ac-
tividad convulsiva.
384
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
385
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
386
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
387
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
388
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
comiciales. Creemos que este esquema terapéutico agresivo está indicado en el contexto
de la paciente gestante donde los riesgos de los traumatismos, hipoxia y las consecuen-
cias metabólicas secundarias a las convulsiones superan ampliamente a los de la admi-
nistración de fármacos hipnóticos y control de la vía aérea siempre que se lleven a cabo
en un medio con disponibilidad de monitorización adecuada y realizados por personal
experto en el uso de hipnóticos y manipulación de la vía aérea.
Los fármacos anticomiciales que podemos usar son los siguientes:
• Fenitoína (difenilhidantoína) es el antiepiléptico más experimentado, pero posee un
margen terapéutico estrecho. Tiene como ventajas la familiaridad de los clínicos con
el fármaco, inicio de acción rápido, larga duración y la posibilidad de hacer una carga
rápida. Como desventajas presenta hipotensión, rash, eosinofilia, tromboflebitis, pro-
blemas locales si se produce extravasación, niveles plasmáticos inestables que se in-
crementan con insuficiencia renal e hipoalbuminemia (bastante frecuente en paciente
gestante). Es un inductor potente del citocromo P450, por lo que tiene múltiples
interacciones farmacológicas. La vida media es aproximadamente de 24 horas dentro
de los niveles terapéuticos, que son entre 10-20 mcg/ml. La dosis de carga puede ser
15-18 mg/kg ev diluidos, a administrar lentamente, que se puede repetir a los 30 mi-
nutos si es preciso. Dosis máxima de ataque 1,5 g/día. Dosis mantenimiento 100
mg/8h ev. Necesita control ECG durante su administración dada su tendencia a pro-
ducir un alargamiento del intervalo QT con mayor riesgo de trastornos del ritmo.
- Fosfenitoína es el pro fármaco hidrosoluble dosis-equivalente de la fenitoína, que
presenta las ventajas de ser fácilmente soluble y poder administrarse por vía i.m.
Además puede administrarse de forma rápida dado que no suele causar hipotensión
y está preparado en una solución de pH neutro, por lo que provoca menos proble-
mas a la inyección. Precisa igualmente control ECG durante la administración. El
problema es el elevado precio, por ello suele reservarse para el tratamiento si no se
dispone de la vía e.v.
• Ácido valpróico es un fármaco antiepiléptico ampliamente utilizado, con diversos
mecanismos de acción. La dosis de carga es de 20 a 30 mg/kg ev. Posee un rango
terapéutico entre 50-100 mcg/ml, aunque la relación entre la concentración plas-
mática y su actividad no ha sido claramente establecida. Puede precipitar la apari-
ción de hiperamonemia (especialmente si existe fallo hepático previo), pancreatitis,
disfunción hepática y trombocitopenia (por lo que será un fármaco a evitar si existe
trombocitopenia previa, especialmente si coexisten patologías en las que un san-
grado puede ser crítico, por ejemplo, hematoma intracraneal) Es un inhibidor del
citocromo P450, presentando múltiples interacciones farmacológicas, especial-
mente con otros antiepilépticos.
389
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
390
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
PRONÓSTICO
Depende de múltiples factores, que incluyen la presentación clínica, la duración de
las convulsiones, la edad del paciente, y, lo más importante, el desorden subyacente que
lo provocó, sin embargo se debe destacar que se trata de un evento crítico con una mor-
talidad que oscila entre 1,9 y 40%34.
391
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
392
EPILEPSIA EN LA GESTACIÓN. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ESTATUS EPILÉPTICO
BIBLIOGRAFÍA
11. Battino D, Tomson T. Management of epilepsy during pregnancy. Drugs 2007; 67(18):2727-2746.
12. Bazil CW, Morrell MJ, Pedley TA. Epilepsy. En: Rowland LP. Merritt's Neurology. Philadelphia: Lip-
pincott Williams & Wilkins; 2005, p 990.
13. Kälviäinen R, Torbjörn T. Optimizing treatment of epilepsy during pregnancy. Neurology 2006; 67
(Suppl 4): S59-S63.
14. Kluger BM, Meador KJ. Teratogenicity of Antiepileptic Medications. Semin Neurol 2008; 28: 328-335.
15. Battino D, Torbjörn T. Management of Epilepsy during Pregnancy. Drugs 2007; 67 (18): 2727-2746.
16. Harden CL. Pregnancy and Epilepsy. Semin Neurol 2007; 27: 453-459.
17. The EURAP study group. Seizure control and treatment in pregnancy. Neurology 2006;66: 354-360.
18. Mirski MA, Varelas PN. Seizures and status epilepticus in the critically ill. Crit Care Clin 2008;24:
115-147.
19. Rona S, Rosenow F, Arnold S, Carreño M, Diehl B, Ebner A et al. A semiological classification of
status epilepticus. Epileptic Disord 2005;7(1):5-12.
10. Chen JWY, Wastedain CG. Status epilepticus: pathophysiology and management in adults. Lancet
Neurol 2006;5: 246-256.
11. Costello DJ, Cole AJ. Treatment of acute seizures and status epilepticus. J Intensive Care Med
2007;22: 319-347.
12. Lothman E. The biochemical basis and pathophysiology of status epilepticus. Neurology 1990; 40
(suppl 2):13-23.
13. Abou Khaled KJ, Hirsch LJ. Updates in the management of seizures and status epilepticus in criti-
cally ill patients. Neurol Clin 2008:26:385-408.
14. Marik PE, Varon J. The management of status epilepticus. Chest 2004;126: 582-591.
15. Claassen J, Mayer SA, Kowalski RG, Emerson RG, Hirsch LJ. Detection of electrographic seizures
with continuous EEG monitoring in critically ill patients. Neurology 2004; 62:1743-48.
16. Towne AR, Waterhouse EJ, Boggs JG, Garnett LK, Brown AJ, Smith JR Jr et al. Prevalence of non-
convulsive status epilepticus in comatose patients. Neurology 2000; 54: 340-5.
17. Beach RL, Kaplan PW. Seizures in pregnancy: diagnosis and management. Int Rev Neurobiol
2008;83: 259-271.
18. O'Regan ME, Brown JK. Serum neuron specific enolase: a marker for neuronal dysfunction in chil-
dren with continuous EEG epileptiform activity. Eur J Paediatr Neurol. 1998; 2(4):193-7.
19. Whitten M, Irvine LM. Postmortem and perimortem caesarean section: what are the indications? J
R Soc Med 2000;93: 6-9.
20. Prieto JM, Aranton L, Martínez L. Reanimación cardiopulmonar: Actitud básica ante una parada car-
diorrespiratoria en embarazadas. Emergencias 2002;14: 182-9.
21. Coplin WM, Pierson DJ, Cooley KD, Newell DW, Rubenfeld GD. Implications of extubation delay in
brain-injured patients meeting standard weaning criteria. Am J Respir Crit Care Med 2000;161: 1530-
1536.
22. Norwitz ER, Hsu CD, Repke JT. Acute complications of preeclampsia. Clin Obstet Gynecol 2002;
45(2):308-329.
23. DeLorenzo RJ, Waterhouse EJ, Towne AR, Boggs GJ, Ko D, DeLorenzo GA et al. Persistent non-
convulsive status epilepticus after the control of convulsive status epilepticus. Epilepsia 1998;39:
833-840.
24. Kapur J. Hippocampal neurons express GABA-A receptor insensitive to diazepam in hyperexcitable
conditions. Epilepsia 2000;41: 886-9.
393
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
25. Lowenstein DH, Alldredge BK. Status epilepticus at an urban public hospital in the 1980s. Neuro-
logy 1993;43: 483-8.
26. Borris Dj, Bertram EH, Dapur J. Ketamine controls prolonged status epilepticus. Epilepsy Res
2000;42: 117-122.
27. Treiman DM, Meyer PD, Walton NY. A comparison of four treatments for generalized convulsive
status epilepticus: Veteran Affaire Status Epilepticus Cooperative Study Group. N Engl J Med 1998;
339:792-798.
28. Alldredge BK, Gelb AM, Isaacs SM, Corry MD, Allen F, Ulrich S et al. A comparison of lorazepam,
diazepam and placebo for the treatment of out-of-hospital status epilepticus. N Engl J Med 2001;345:
631-637.
29. Dyer RA, Piercy JL, Reed AR. The role of the anaesthetist in the management of the pre-eclamptic
patient. Curr Opin Anaesthesiol 2007;20: 168-74.
30. Bleck TP. Refractory status epilepticus. Curr Opin Crit Care 2008;11: 117-120.
31. Smith I, White PF, Nathanson M, Gouldson R.Propofol: an update on its clinical use. Anesthesio-
logy 1994;81: 1005-1043.
32. Walker IA, Slovis CM. Lidocaine in the treatment of status epilepticus. Acad Emerg Med 1997;4:
918-922.
33. Mirsattari SM, Sharpe MD, Young GB. Treatment of refractory status epilepticus with inhalational
anesthetic agents isoflurane and desflurane. Arch Neurol 2004;61: 1254-1259.
34. Rabinowicz AL, Correale JD, Bracht KA, Smith TD, DeGiorgio CM. Neuron-specific enolase in
increased after nonconvulsive status epilepticus. Epilepsia 1995;36: 475-479.
35. Schneker BF, Fountain NB. Assessment of acute morbidity and mortality in nonconvulsive status epi-
lepticus. Neurology 2003;61: 1066-1073.
394
C APÍTULO 19
395
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Epidemiología
Fisiopatología
Manifestaciones clínicas
Diagnóstico
Diagnóstico diferencial
Manejo y pronóstico
Puntos prácticos
Estrategias de futuro
Bibliografía
396
HÍGADO GRASO AGUDO EN EL EMBARAZO
INTRODUCCIÓN
El hígado graso agudo en el embarazo (HGAE), a pesar de ser una patología infre-
cuente, es de una gravedad muy importante y se manifiesta como una insuficiencia he-
pática aguda que afecta exclusivamente a las mujeres en el tercer trimestre del embarazo.
Fue descrita por primera vez como atrofia amarilla aguda del hígado en 19341, aunque
fue considerada como una entidad clínica específica en 1940 por Sheehan2. Es una pa-
tología rara pero con una morbi-mortalidad maternal y perinatal significante, si no se
diagnostica y se interviene precozmente. Sus hallazgos clínicos y bioquímicos pueden ser
variados y similares a los de otras patologías del embarazo, por lo que el diagnóstico
puede demorarse. Los últimos avances en biología molecular y genética han hecho po-
sible que se conozca con mayor profundidad su fisiopatología, donde la relación entre
madre y feto resulta fundamental. Se trata de una disfunción mitocondrial que condi-
ciona una alteración en la β-oxidación de los ácidos grasos, con evidencia de una base
genética de probable herencia autosómica recesiva.
EPIDEMIOLOGÍA
El HGAE tiene una incidencia variable entre de 1:7.000 y 1:15.000 partos3,4, de-
pendiendo del estudio retrospectivo analizado, aunque el único estudio prospectivo re-
alizado (en Gales), sugiere una incidencia bastante mayor, 1 de cada 1.000 partos5.
Afecta a mujeres de todas las razas y sin predisposición geográfica concretas. Tiene lugar
fundamentalmente entre las 30ª y 36ª semana de embarazo, aunque puede ocurrir ya
en la 26ª semana e incluso hay casos excepcionales diagnosticados durante el segundo
trimestre de embarazo6,7. Es más frecuente en primíparas y puede haber una recurren-
cia en los siguientes embarazos. La frecuencia de gestación múltiple es mayor en pa-
cientes con HGAE que en la media poblacional y algunos autores sugieren que es más
común en gestaciones de fetos masculinos8.
FISIOPATOLOGÍA
La patogénesis del HGAE no está todavía claramente definida. Las últimas investi-
gaciones en biología molecular sugieren que el HGAE tiene su origen en una citopatía
mitocondrial, muy similar a otras entidades como el síndrome de Reye, la toxicidad por
determinados compuestos químicos y las deficiencias de β-oxidación mitocondrial. Va-
rios estudios han demostrado una fuerte asociación entre el HGAE y una deficiencia de
la enzima 3-hidroxiacil-coenzima A deshidrogenasa de cadena larga (LCHAD) en el
feto, provocando una alteración en la beta-oxidación de ácidos grasos9.
La beta oxidación de ácidos grasos es la principal fuente de energía del músculo es-
quelético y cardíaco, mientras que la oxidación de ácidos grasos en el hígado tiene lugar
397
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
398
HÍGADO GRASO AGUDO EN EL EMBARAZO
por síndrome HELLP o HGAE cuando la madre es portadota de un feto con deficien-
cia de LCHAD es de hasta el 79%13 y que 1 de cada 5 gestantes que desarrollan HGAE
son portadores de un feto con deficiencia de LCHAD14. De esta manera se recomienda
que a los neonatos nacidos de embarazos complicados con HGAE se les realice una de-
tección genética precoz de la mutación más frecuente (G1528C) para intentar identifi-
car la deficiencia de LCHAD, iniciar un tratamiento dietético adecuado y ofrecer
consejo genético para futuros embarazos15.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El inicio del HGAE ocurre habitualmente entre la semana 30 y la 38 de la gesta-
ción. En muy raras ocasiones se desarrolla antes o después de este periodo gestacional,
siendo éste un dato importante para establecer un diagnóstico diferencial con otras en-
fermedades hepáticas propias del embarazo16.
Las manifestaciones clínicas iniciales son variables y pueden ir desde una forma oli-
gosintomática a la insuficiencia hepática con encefalopatía severa después del parto (va-
ginal o por cesárea). Las pacientes presentan una mejoría paulatina, pero la recuperación
clínica y analítica puede tardar hasta un mes. Una minoría de pacientes pueden agravarse
después del parto con una insuficiencia hepática progresiva.
Los síntomas clínicos son: náuseas y/o vómitos (70%), astenia, anorexia, dolor ab-
dominal en hipocondrio derecho, fiebre, prurito. Aproximadamente un 50% de las pa-
cientes afectas de este síndrome tienen signos de preeclampsia17.
Las pacientes pueden presentar hemorragia digestiva alta (secundaria a hipertensión
portal y alteraciones de la coagulación), pancreatitis, fracaso renal agudo y/o sepsis. La
aparición de encefalopatía tiende a producirse tardíamente y solo una minoría de pa-
cientes desarrolla ictericia18.
DIAGNÓSTICO
Las pacientes con HGAE tienen sólo una moderada elevación de las aminotransfe-
rasas con unos niveles de ALT por encima de los de AST; hiperbilirrubinemia de pre-
dominio conjugada (Bilirrubina total entre 10-15 mg/dl). La fosfatasa alcalina está
moderadamente elevada pero en ocasiones puede estar 3 ó 4 veces por encima del rango
de normalidad. Los niveles de amonio están elevados9. Asimismo, la creatinina, urea y
el ácido úrico también se encuentran elevados.
En el 40% de los casos presentan hipoglucemia. El hemograma presenta leucocito-
sis leve, anemia normocítica y moderada trombocitopenia. En la coagulación, el tiempo
de protrombina (TP) y el tiempo de tromboplastina parcial activada (TTPa) están pro-
longados.
399
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El HGAE es una verdadera emergencia obstétrica, y la rapidez en el diagnóstico di-
ferencial con otras entidades, así como su tratamiento son imprescindibles para asegu-
rar la supervivencia materna y fetal. La mortalidad materna ha disminuido gracias, en
parte, al reconocimiento precoz de la enfermedad. La mortalidad materna oscila entre
el 7% y el 18% y la fetal se sitúa entre un 9% y un 23%21.
En ocasiones el HGAE puede ser confundido con fallo hepático fulminante por he-
patitis vírica, en este caso, una historia clínica de contacto con virus y los test serológi-
cos (virus de la hepatitis A, B y C, Epstein-Barr, citomegalovirus y herpes simple) son
la clave para su diagnóstico. El grado de elevación de enzimas hepáticos es mucho mayor
en pacientes con hepatitis vírica aguda que en el HGAE, y la presencia de coagulación
intravascular diseminada (CID) es muy poco frecuente.
Como se ha visto, los hallazgos clínicos en el HGAE son variables y su diagnóstico
precoz es complicado, con solapamiento significativo entre el HGAE y el síndrome
HELLP en cuanto a clínica y hallazgos de laboratorio (Tabla 1). Ambas condiciones se
pueden presentar en fases avanzadas de la gestación y pueden estar en el contexto de la
preeclampsia, sin embargo las dos entidades se deben diferenciar tanto en clínica como
en hallazgos histológicos. La presencia de hipoglicemia y la prolongación del tiempo de
400
HÍGADO GRASO AGUDO EN EL EMBARAZO
protrombina son sugestivas de HGAE. La presencia de fallo hepático franco, con coa-
gulopatía, fracaso renal e hipoglucemia, aunque posible, es rara en el síndrome HELLP.
Ambos trastornos se pueden presentar con coagulopatía, pero es conveniente saber que
en el caso de HGAE, ésta es causada por el fallo hepático en sí, y en el síndrome HELLP
se encuentra en el contexto de una CID.
Los hallazgos histológicos también son diferentes entre las dos entidades, mientras
la presencia de necrosis hepatocelular extensa es prácticamente inexistente en el HGAE,
es común en el síndrome HELLP.
Otras patologías que hay que valorar en el diagnóstico diferencial son la púrpura
trombótica trombocitopénica y el síndrome hemolítico-urémico.
MANEJO Y PRONÓSTICO
La resolución del cuadro ocurre tras el parto, con éste se elimina la sobrecarga en el
sistema de oxidación de ácidos grasos hepático de la madre. En caso de que el embarazo
no termine rápidamente, el fallo hepático materno ocurrirá siempre. Algunos de los pa-
rámetros analíticos alterados pueden persistir tras el parto e incluso pueden empeorar
durante el postparto inicial.
La fluidoterapia con soluciones de glucosa y la corrección de alteraciones iónicas
y de la acidosis propias del fallo hepático deben ser consideradas. Algunas pacientes
401
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
PUNTOS PRÁCTICOS
1. Afecta a gestantes en el tercer trimestre de embarazo con una elevada morbi-morta-
lidad maternal y perinatal si no se diagnostica y se interviene precozmente.
2. Existe una una fuerte asociación con alteraciones en la beta-oxidación de ácidos gra-
sos, fundamentalmente con la deficiencia de la enzima 3-hidroxiacil-coenzima A des-
hidrogenasa de cadena larga (LCHAD).
402
HÍGADO GRASO AGUDO EN EL EMBARAZO
ESTRATEGIAS DE FUTURO
1. Debería realizarse diagnóstico genético de la mutación de la enzima LCHAD en mu-
jeres que han desarrollado este síndrome.
2. Se debe profundizar en la fisiopatología de la enfermedad haciendo hincapié en la al-
teración de la beta-oxidación de ácidos grasos tanto en la embarazada como en el
feto, y cómo esta interacción materno-fetal provoca el desarrollo de este síndrome.
3. Deben identificarse la existencia de factores medioambientales que propicien el
desarrollo de este síndrome.
BIBLIOGRAFÍA
11. Stander HJ, Cadden JF. Acute yellow atrophy of the liver in pregnancy. Am J Obstet Gynecol.
1934;28:61-9.
12. Sheehan HL. The pathology of acute yellow atrophy and delayed chloroform poisoning. J Obstet
Gyneco Br Emp 1940;47:49-62.
13. Castro Ma, Fasett Mj, Reynolds TB, Shaw KJ, Goodwin TM. Reversible peripartum liver failure: a
new perspective on the diagnosis treatment, and cause of acute fatty liver of pregnancy. Am J Obs-
tet Gynecol 1999;181:389-95.
14. Reyes H, Saldoval L, Wainstein A, Ribalta J, Donoso S, Smok G et al Acute fatty liver of pregnancy:
a clinical study 12 episodes in 11 patients. Gut 1994;35:101-6.
15. Ch’ng CL, Morgan M, Kingham JG. Acute fatty liver of pregnancy in South Wales, UK. Gastroen-
terology 2002;123:53.
16. Monga M, Katz AR. Acute fatty liver in the second trimester. Obstet Gynecol 1999;93:811-3.
17. Suzuki S, Watanabe S, Araki T. Acute fatty liver of pregnancy at 23 weeks of gestation. BJOG
2001;108:223-4.
18. Wilcken B, Leung KC, Hammond J, Kamath R, Leonard JV. Pregnancy and fetal long-chain 3-
hydroxyacyl coenzyme A dehydrogenase deficiency. Lancet 1993;341:407-8.
19. Ibdah JA. Acute fatty liver of pregnancy: an update on pathogenesis and clinical implications. World
J Gastroenterol. 2006;12:7397-404.
10. Jackson S, Kler RS, Bartlett K, Briggs H, Bindoff LA, Pourfarzam M et al. Combined enzyme defect
of mitochondrial fatty acid oxidation. J Clin Invest 1992;90:1219-25.
11. Sims HF, Brackett JC, Powell CK, Treem WR, Hale DE, Bennett MJ, Gibson B, Shapiro S, Strauss
AW. The molecular basis of pediatric long chain 3-hydroxyacyl-CoA dehydrogenase deficiency asso-
ciated with maternal acute fatty liver of pregnancy. Proc Natl Acad Sci USA 1995;92:841-5.
12. Innes Am, Seargent LE, Balachandra K, Roe CR, Wanders RJ, Ruitter JP, Casiro O, Grewar DA, Gre-
enberg CR. Hepatic carnitine palmitoyltransferase I deficiency presenting as maternal illness in preg-
nancy. Pediatr Res 2000;47:43-5.
403
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
13. Ibdah JA, Bennett MJ, Rinaldo P, Zhao Y, Gibson B, Sims HF, Strauss AW. A fetal fatty-acid oxida-
tion disorder as a cause of liver disease in pregnant women. N Engl J Med 1999;340:1723-31.
14. Yang Z, Yamada J, Zhao Y, Strauss AW, Ibdah JA. Prospective screening for pediatric mitochondrial
trifunctional protein defects in pregnancies complicated by liver disease. JAMA 2002;288:2163-6.
15. Guntupalli SR, Steingrub J. Hepatic disease and pregnancy: an overview of diagnosis and manage-
ment. Crit Care Med 2005;33(10 Suppl):S362-71.
16. Rahman T.M, Wendom J. Severe hepatic dysfunction in pregnancy. Q J Med 2002; 95: 343-57.
17. Dedecker F, Graesslin O, Palot M, Fortier D, Quéreux C, Gabriel R. Acute fatty liver of pregnancy:
a rare pathology of the third trimester. Gynecol Obstet Fertil 2006; 34:131-3.
18. Ko H, Yoshida EM. Acute fatty liver of pregnancy. Can J Gastroenterol 2006;20:25-30.
19. Fesenmeier MF, Coppage KH, Lambers DS, Barton JR, Sibai BM. Acute fatty liver of pregnancy in
3 tertiary care centres. Am J Obstet Gynecol 2005;192:1416-9.
20. Castro MA, Ouzounian JC, Colleti PM, Shaw KJ, Stein SM, Goodwin TM. Radiologic studies in
acute fatty liver of pregnancy. A review of literature and 19 new cases. J Reprod Med 1996;41:839-
43.
21. Hay JE. Liver disease in pregnancy. Hepatology 2008;47:1067-76.
22. Pereira SP, O´Donohue J, Wendon J, Williams R. Maternal and perinatal outcome in severe preg-
nancy-related liver disease. Hepatology 1997;26:1258-62.
23. Visconti M, Manes G, Gianattasio F, Uomo G. Recurrence of acute fatty liver of pregnancy. J Clin
Gastroenterol 1995;21:243-5.
24. Barton JR, Sibai BM, Mabie WC, Shanklin DR. Recurrent acute fatty liver of pregnancy. Am J Obs-
tet Gynecol 1990;163:534-8.
404
C APÍTULO 20
405
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Incidencia
Cambios fisiopatológicos asociados al embarazo y traumatismo
Hematológicos
Sistema cardiovascular
Sistema respiratorio
Gastrointestinal
Sistema genitourológico
Valoración primaria y secundaria
Valoración primaria
Valoración secundaria
Diagnóstico de imagen
Cesárea
Lesiones especiales
Desprendimiento de placenta
Parto prematuro
Rotura uterina
Transfusión feto materna
Fractura de pelvis
Puntos prácticos
Bibliografía
406
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
INTRODUCCIÓN
El traumatismo es una de las principales causas de morbimortalidad en mujeres jó-
venes en edad fértil. El manejo de la paciente embarazada con politraumatismo es un
reto para todo el equipo que atiende a la paciente y requiere el conocimiento de todos
los cambios que se asocian al embarazo. Debido a que el traumatismo grave es poco fre-
cuente en el embarazo, los equipos de trauma suelen tener muy poca experiencia en el
manejo de estas pacientes. Estas pacientes deben ser atendidas por un equipo multidis-
ciplinario que incluya, además de los componentes habituales de un equipo de trauma:
anestesiólogo, cirujano, traumatólogo, la presencia de un obstetra y en ocasiones, un ne-
onatólogo1 (Figura 1).
INCIDENCIA
El traumatismo es la causa más importante de muerte materna no obstétrica en los
países desarrollados, aunque representan un número muy pequeño de los casos totales
de traumatismo. La incidencia en la paciente embarazada se estima en un 7-8 % de los
embarazos. De éstos, la mayoría son traumatismos menores y solo un 0,3-0,4% re-
quieren hospitalización2.
La mitad de los traumatismos en el embarazo (52%) ocurren en el tercer trimestre,
y es en este periodo cuando los traumatismos menores son más frecuentes que en cual-
quier otro momento de la vida de la mujer adulta. En el segundo trimestre se producen
un 40% de los traumatismos y en el primer trimestre, un 8%3.
La causa de traumatismo en la embarazada suele ser la misma que en la población gene-
ral. Un poco más de la mitad de estos traumatismos se asocian a accidentes de tráfico (55%).
407
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Otro porcentaje importante se asocia a caídas por desplazamiento del centro de gravedad
(10-20%) o agresiones (12-30%), ambas causas más frecuentes en la paciente embarazada
que en la población general. Con menos frecuencia (2%) se pueden observar traumatis-
mos penetrantes por agresiones asociadas a violencia doméstica o heridas por arma de
fuego, y quemaduras por lesiones eléctricas o térmicas. La violencia doméstica se considera
la segunda causa más importante de traumatismo en estas pacientes4. Hasta un 15-30%
de las embarazadas son atacadas por su pareja, produciéndose traumatismos cerrados o
penetrantes, o ambos, siendo la zona abdominal la más frecuentemente afectada.
La mortalidad materna y perinatal varía según los autores pero puede llegar a ser tan
alta como un 10% y un 60% respectivamente5.
La muerte materna por traumatismo representa un 46% de todas las muertes ma-
ternas y suele ser consecuencia de lesiones cerebrales o shock hemorrágico, no teniendo
relación con el hecho del embarazo ni con complicaciones obstétricas.
La mortalidad perinatal después de un traumatismo cerrado materno oscila entre el
3,5 y el 38%. La principal causa de muerte fetal es la muerte materna. Si la madre so-
brevive, el desprendimiento de placenta es la causa más frecuente de muerte fetal. La pér-
dida fetal puede ocurrir incluso cuando la madre no ha sufrido un traumatismo
abdominal directo. De hecho, la mayoría de pérdidas fetales se producen por trauma-
tismos menores, ya que son mucho más frecuentes que los traumatismos graves.
En los traumatismos penetrantes por armas de fuego o armas blancas, la mortalidad
materna (4%) es menor que en la población general debido al efecto protector del útero,
ya que éste suele ser el único órgano materno afectado en los traumatismos abdomina-
les penetrantes. Por ello, el porcentaje de lesiones viscerales maternas es muy inferior al
de la población general. Sin embargo, la mortalidad fetal es muy elevada (40-70%).
En las lesiones por quemaduras, la mortalidad materna y fetal dependerá del tipo y
localización de las quemaduras y de la severidad de éstas, aunque la incidencia de este
tipo de lesiones en el embarazo es muy baja.
408
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
Las pacientes traumáticas graves suelen llegar al hospital solas o inconscientes, por lo
que se debe tener en cuenta la posibilidad de embarazo en toda paciente traumática en
edad fértil.
Hematológicos
La paciente embarazada presenta una anemia dilucional con un aumento del volu-
men sanguíneo total y del volumen plasmático, por lo cual no se producen grandes va-
riaciones de los signos vitales hasta que la pérdida de volumen sanguíneo es muy elevada.
La anemia dilucional no debe confundirse con la anemia por sangrado activo. Además
tienen un riesgo aumentado de complicaciones tromboembólicas y de CID, debido a
que la placenta es productora de estrógenos que producen alteraciones en la cascada de
la coagulación. El fibrinógeno aumenta notablemente durante el embarazo, y niveles en
el rango normal-bajo pueden indicar un consumo anormal. La leucocitosis es frecuente
durante el embarazo y no debe interpretarse como un signo de infección.
Sistema cardiovascular
El problema más importante en los pacientes traumáticos es la hemorragia interna y
la hipovolemia. Los signos típicos de hipovolemia (taquicardia, hipotensión) pueden
malinterpretarse como cambios fisiológicos normales durante el embarazo. Además, los
signos de shock hipovolémico en la paciente embarazada no aparecen hasta que se ha
perdido un porcentaje de sangre mayor que en la paciente no embarazada. La paciente
embarazada puede sangrar más de 2 litros antes de manifestar cambios en la frecuencia
cardiaca o tensión arterial.
Por otro lado, la presión arterial materna no siempre refleja correctamente el estado
de la perfusión uteroplacentaria (la hemorragia materna se compensa con un descenso
del flujo sanguíneo uterino para aumentar el flujo sanguíneo en los órganos vitales),
pudiendo producirse hipoperfusión a este nivel sin cambios significativos en la presión
arterial materna.
Otro efecto hemodinámico importante que debe tenerse en cuenta es el efecto hi-
potensor del decúbito supino en estas pacientes, por compresión aortocava. Además, el
aumento de presión que se produce a nivel de la vena cava inferior incrementa el riesgo
de desprendimiento de placenta.
Sistema respiratorio
Los cambios que se producen a nivel pulmonar (capacidad residual pulmonar dis-
minuida y aumento del consumo de oxígeno) y el aumento de 2,3 difosfoglicerato, que
facilita la liberación de oxígeno hacia el feto, dan lugar a una rápida disminución de la
409
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
presión arterial de oxígeno durante los periodos de apnea (por ejemplo, durante la in-
tubación de secuencia rápida), siendo especialmente importante en estas pacientes la
preoxigenación adecuada para evitar la hipoxia. La presión parcial de oxígeno (PO2) y
el pH en la paciente gestante son similares a la no gestante, pero la presión parcial de
anhídrido carbónico (PCO2) se encuentra normalmente disminuida, alrededor de 32
mmHg (“hiperventilación fisiológica”) y los valores de 40 mmHg no deben considerarse
normales. Además se producen cambios anatómicos en la vía aérea que dificultan la
ventilación con mascarilla facial y la intubación traqueal.
La compresión de las estructuras intratorácicas puede dificultar la interpretación de
la radiología de tórax, ya que el mediastino y la silueta cardiaca pueden parecer ensan-
chados.
Gastrointestinal
Los cambios que se producen a nivel gastrointestinal en estas pacientes, juegan un
papel muy importante en el caso de traumatismo. Por un lado, aumenta el riesgo de
broncoaspiración por incremento del contenido gástrico y disminución de la presión del
esfínter esofágico inferior, por efecto de la progesterona. Por otro lado, se produce un
desplazamiento progresivo de los órganos intraabdominales y del diafragma debido al
crecimiento uterino, por lo que estos órganos están relativamente protegidos, aunque un
traumatismo penetrante en el abdomen superior puede producir lesiones intestinales
complejas. En un traumatismo cerrado, las lesiones intestinales son menos frecuente en
la mujer embarazada y sin embargo son más frecuentes las lesiones retroperitoneales y
esplénicas por el aumento de vascularización durante el embarazo.
Sistema genitourológico
El desplazamiento hacia arriba y hacia delante de las vías urinarias aumenta el riesgo
de rotura durante un traumatismo. Además, en el último trimestre de la gestación, se pro-
duce dilatación uretral y ensanchamiento de la sínfisis púbica y articulaciones sacroilíacas,
que puede dificultar el diagnóstico de fractura de pelvis y hematoma retroperitoneal.
El útero, durante el primer trimestre del embarazo, se encuentra protegido por la
pelvis, objetivándose menor pérdida fetal por traumatismo directo pero mayor pérdida
por hipoperfusión placentaria. Durante el segundo trimestre, el feto se encuentra bien
protegido por una cantidad abundante de líquido amniótico. En el tercer trimestre el
útero ya es muy grande, su pared es más delgada y la proporción de líquido amniótico
es inferior, por lo que es más susceptible de sufrir lesiones por traumatismo directo. De
todas formas, la rotura uterina es una complicación muy poco frecuente después de un
traumatismo cerrado. Por otro lado, la pared uterina es relativamente elástica, mientras
410
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
que la placenta carece de tejido elástico, lo que puede dar lugar a desprendimiento de
placenta incluso en caso de traumatismos menores. Además, si el feto ya está encajado,
las fracturas de pelvis pueden producirle lesiones graves en el feto (fracturas craneales y
hemorragias intracerebrales).
Valoración primaria
La valoración primaria de la gestante varía muy poco respecto de la no gestante. Se
inicia con el ABCDE pero teniendo en cuenta las alteraciones anatómicas y fisiológicas
asociadas al embarazo9,10.
411
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Respiración y ventilación
Deben descartarse lesiones graves que ponen en riesgo la vida de la paciente (pneu-
motórax a tensión, volet costal, etc.). Durante el embarazo este tipo de lesiones son más
difíciles de diagnosticar, ya que la gestante presenta un cierto grado de taquipnea y di-
ficultad respiratoria al final del embarazo. En caso de pneumotórax, la punción torácica
debe realizarse 1 o 2 espacios intercostales por encima del lugar habitual, debido a la ele-
vación del diafragma durante el embarazo.
Valoración neurológica
La valoración neurológica no difiere de la que se realiza en la paciente no gestante.
Debe realizarse una exploración neurológica básica, siendo de especial utilidad la escala
de Glasgow. El traumatismo craneal, al igual que en las no gestantes, es una de las prin-
cipales causas de muerte materna.
412
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
Exposición
Como en todo paciente traumático, se realizará una evaluación de las lesiones evi-
dentes por delante y por detrás, dándole la vuelta a la paciente. En caso de heridas pe-
netrantes debe administrarse la vacuna antitetánica, ya que no está contraindicada en el
embarazo.
Se procederá a sondaje vesical y nasogástrico. Se deben obtener analíticas sanguíneas
habituales, recordando que el hematocrito de estas pacientes está disminuido de forma
fisiológica y el fibrinógeno se encuentra aumentado; las analíticas previas del control
del embarazo pueden servir de referencia.
El test de Kleihauer se utiliza para valorar el grado de hemorragia fetomaternal des-
pués del traumatismo, la cantidad de sangre fetal que entra en el torrente sanguíneo
materno, pero hoy en día se considera innecesario, ya que se debe administrar inmu-
noglobulina anti-D a todas las gestantes traumáticas Rh negativas, aunque presenten
lesiones menores, para prevenir la isoinmunización en el caso de la madre o la hipoxia
y anemia fetal por dicha reacción. El test de Kleihauer sirve como guía de la dosis ne-
cesaria de inmunoglobulina. El tratamiento con inmunoglobulinas, de gran importan-
cia en las pacientes Rh negativas, tiene el riesgo de no ser administrado cuando el equipo
de trauma no está familiarizado con el manejo de las pacientes gestantes11.
Valoración secundaria
Si la paciente está estable, realizaremos una exploración desde la cabeza a los pies.
Aunque el patrón de lesiones es algo distinto en las gestantes, el embarazo no aumenta
la morbimortalidad de estas pacientes. En este momento completaremos la historia de
la paciente y haremos un examen físico de cada región del cuerpo revalorando cons-
tantemente los signos vitales.
También es en este momento cuando debe realizarse la valoración del feto. La edad
gestacional puede estimarse mediante el tamaño del útero o bien puede ser obtenida
historiando a la paciente. Se considera que el feto es viable cuando la altura uterina se
encuentra entre el ombligo y el xifoides.
413
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
414
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
Después de las 20 semanas de gestación el feto debe ser valorado con tococardiogra-
fía. Se consideran signos de distres fetal las aceleraciones inadecuadas de la frecuencia car-
diaca fetal o desaceleraciones tardías en respuesta a las contracciones uterinas, y la
bradicardia.
Cualquier feto viable de más de 20-24 semanas debe ser monitorizado después de un
traumatismo de la madre, aunque no se observen signos obvios de lesiones abdomina-
les12. Los traumatismos severos producen descarga de catecolaminas en la madre que
pueden causar vasoconstricción útero-placentaria, aunque el traumatismo no sea direc-
tamente en el abdomen. La monitorización debe durar un mínimo de 4-6 horas en au-
sencia de lesiones maternas graves. Si todos los indicadores son normales, no debe
prolongarse más la monitorización. Se considera un registro normal cuando aparecen
menos de 6 contracciones cada hora (menos de 1 contracción cada 10 minutos) y no se
producen desaceleraciones durante las contracciones. En caso de alteraciones en el re-
gistro del feto o cuando la paciente presenta lesiones graves, la monitorización fetal se
convierte en una monitorización rutinaria más y debe prolongarse por lo menos 24
horas, según la situación clínica. La mayoría de embarazadas traumáticas presentan al-
guna actividad contráctil uterina después del traumatismo cediendo espontáneamente
en el 90% de los casos y sin significado clínico alguno. Una vez iniciada la monitoriza-
ción fetal puede procederse a la valoración secundaria de la madre. El distres fetal puede
ser el primer signo de deterioro hemodinámico de la madre, por lo que la monitoriza-
ción fetal es un monitor de bienestar tanto para la madre como para el feto13.
415
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Traumatismo abdominal
Las lesiones esplénicas y retroperitoneales son más frecuentes en la paciente gestante
debido al engurgitamiento de los plexos venosos. Como ya se ha comentado anterior-
mente, las lesiones intestinales son menos frecuentes que en las pacientes no gestantes,
debido al efecto protector del útero15.
La exploración física del abdomen es más difícil de interpretar en la gestante. La dis-
tensión abdominal puede ser debida al útero grávido o a un sangrado intrabdominal. Los
síntomas de lesión abdominal, como: dolor, distensión abdominal, disminución de los
ruidos intestinales y rigidez abdominal, son considerados síntomas normales del emba-
razo. La distensión crónica del peritoneo por el útero grávido puede enmascarar los sig-
nos de irritación peritoneal. Este estiramiento continuo conlleva a una disminución del
número de fibras aferentes por cm2, encontrándose aumentado su umbral de respuesta.
El dolor que refiere la paciente puede ser atípico debido al desplazamiento cefálico de
los órganos abdominales. No debe olvidarse la valoración de la presencia de sangrado o
líquido amniótico en vagina. En la paciente gestante debe realizarse una exploración
vaginal con especulum, como parte de la evaluación secundaria, y una exploración rec-
tal para valorar la presencia de hematomas o sangrado.
Se debe realizar ecografía, TAC o RMN para diagnosticar las lesiones con las mismas
indicaciones que en la paciente no gestante. La ecografía es útil tanto para valorar la
edad gestacional como para descartar líquido libre intrabdominal en la madre, siendo
la sensibilidad para detectar líquido libre muy elevada.
Se puede realizar lavado peritoneal diagnóstico pero siempre por técnica abierta, me-
diante minilaparotomía supraumbilical. De hecho, la paciente embarazada es una de
las pocas indicaciones que todavía tiene ésta técnica. Sin embargo, la ecografía realizada
por personal experto, proporciona la misma información.
Si es necesario realizar cirugía abdominal, ésta no debe retrasarse porque la paciente
esté embarazada. Esto no implica que deba realizarse una cesárea a la paciente y ésta
sólo se realiza por indicación fetal o porque el útero grávido impida una exploración in-
trabdominal adecuada. En caso de heridas penetrantes por arma blanca o arma de fuego,
las indicaciones de laparotomía exploradora son las mismas que en la paciente no em-
barazada. La cirugía durante el embarazo en la paciente traumática no se asocia con un
aumento de las pérdidas fetales.
Las fracturas de pelvis son especialmente graves en las pacientes embarazadas por el
aumento de vascularización a este nivel, que produce sangrados masivos con hematoma
retroperitoneal, y por el elevado número de lesiones orgánicas que se asocian (vejiga uri-
naria, ureterales, uretrales, fractura de cráneo fetal). Las fracturas de pelvis son la lesión
traumática más frecuente que da lugar a muerte fetal. La fijación de la pelvis percutá-
416
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
nea o abierta se ha utilizado con buenos resultados para el feto y para la madre. La em-
bolización arterial, que se utiliza como tratamiento en este tipo de lesiones, no dispone
actualmente de estudios sobre su eficacia y seguridad en la mujer embarazada.
Traumatismo torácico
El manejo del traumatismo torácico durante el embarazo es similar al de la mujer no
embarazada, pero teniendo en cuenta los cambios anatómicos y fisiológicos12.
Como se ha comentado anteriormente, los tubos de drenaje torácico deben ser co-
locados 1 ó 2 espacios intercostales por encima de lo habitual.
La eficacia de la radiología de tórax en estas pacientes para el diagnóstico de lesiones
intratorácicas está disminuida debido a la elevación del diafragma y el ensanchamiento
de la silueta cardiaca y del mediastino. En caso de contusiones pulmonares, las pacien-
tes gestantes requieren intubación y ventilación mecánica con más frecuencia que las no
gestantes, debido a que presentan una disminución de la reserva de oxígeno.
La valoración del traumatismo cardiaco también es más difícil por los cambios elec-
trocardiográficos asociados a la gestación: eje desviado a la izquierda, presencia de ondas
Q en DIII y aVF, aplanamiento ondas T en derivaciones anteriores, que pueden ser
confundidos con cambios debidos a contusión miocárdica.
El diagnóstico de pneumotórax es más difícil ya que en las embarazadas las excursio-
nes torácicas están disminuidas. Además, dada la disminución de los esfuerzos inspirato-
rios y del volumen pulmonar, pequeños pneumotórax podrían pasar desapercibidos en
las Rx de tórax, por lo que se recomienda su realización de forma seriada si se sospecha
dicha complicación.
Quemados
Tanto en las pacientes gestantes como las no gestantes el tratamiento se basa en la re-
posición hidroelectrolítica. Para ello utilizaremos la fórmula de Parkland (4 ml x Kg x
% de área quemada). La mitad de la reposición deberá realizarse en las primeras 8 horas,
y el resto en las 16 horas posteriores. La disminución de sodio se puede deber a la re-
posición de la volemia con líquidos y a las pérdidas gastrointestinales, y la disminución
de potasio, por su pérdida por las áreas quemadas.
Electrocución
En la electrocución, la severidad de la lesión depende del voltaje y de la resistencia
que ofrezcan los tejidos por donde viajará la corriente. Lo más frecuente es que la co-
rriente viaje de mano a mano, pero cuando ocurre de mano a pie es cuando puede re-
percutir en el feto.
417
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
DIAGNÓSTICO DE IMAGEN
En la mayoría de los casos la monitorización externa del feto y la ecografía serán
exploraciones suficientes para asegurar el bienestar fetal, detectando complicaciones
graves como el desprendimiento de placenta o la rotura uterina. Así pues la ecografía
es una herramienta excelente para la evaluación inicial de la paciente traumática em-
barazada, sin embargo la tomografía axial computerizada (TAC) será la exploración
radiológica de elección cuando aparezcan signos clínicos o ecográficos que sugieran le-
siones viscerales, torácicas, mediastínicas, aórticas, espinales, retroperitoneales, vesi-
cales o fracturas óseas. La resonancia magnética no será una opción práctica en la
mayoría de los casos para el manejo de estas pacientes inestables después del trauma-
tismo16.
418
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
CESÁREA
Los traumatismos en el tercer trimestre del embarazo son poco frecuentes, pero si
ocurre existe cierto riesgo, a pesar de que también es bajo, de aparición de complica-
ciones como desprendimiento de placenta, aparición de contracciones uterinas, aborto
espontáneo, transfusión fetomaterna o muerte fetal20,21. El manejo de la madre y el feto
en el tercer trimestre va a merecer una atención especial y dependerá de la gravedad del
traumatismo, las posibles lesiones en útero y placenta y la edad gestacional. Es en esta
situación, donde habrá que plantearse la viabilidad del feto y cuál es la indicación para
una posible cesárea urgente en el contexto del traumatismo.
Lo primero que se debe definir en este contexto son los criterios de viabilidad del feto.
Morris JA et al22 analizaron 441 pacientes traumáticas embarazadas desde 1986 hasta
1994 para intentar definir el manejo adecuado para estas pacientes y la indicación de la
cesárea urgente tras el traumatismo. En su estudio la tasa de supervivencia de los fetos
con tono cardiaco fetal detectado y edad gestacional mayor de 26 semanas fue del 75%
tras la cesárea, mientras que no sobrevivió ningún feto sin tono cardiaco fetal detec-
tado. Los autores concluyen que debe monitorizarse el tono cardiaco fetal de manera si-
multánea a la valoración circulatoria de la paciente mediante el ABC. En caso de
ausencia de tono cardiaco no hay posibilidades de supervivencia para el feto a pesar de
realizar la cesárea, así que el embarazo debe ser ignorado y debemos actuar en el manejo
de la paciente de la manera habitual según las guías de reanimación del paciente poli-
traumatizado. Si hay presencia de latido fetal debemos estimar la edad gestacional de la
manera más precisa posible, preferentemente por ecografía. Si la edad gestacional es
menor de 24 semanas no se considera al feto viable y la reanimación debe orientarse sólo
hacia la madre. Si la edad gestacional es superior a 24 semanas, el feto es potencialmente
viable y debe ser monitorizado de forma continua, o si no es posible cada 15 minutos.
La reanimación de la madre una vez monitorizado el feto debe continuarse como indi-
can las guías. Si posteriormente aparece sufrimiento fetal, definido como bradicardia
419
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
LESIONES ESPECIALES
Desprendimiento de placenta
Se estima que un 70% de las muertes fetales tras un traumatismo abdominal cerrado
son debidas a un desprendimiento de placenta15,24, y es la causa más frecuente de sufri-
miento fetal tras un traumatismo. Existen diferentes posibilidades para explicar el me-
canismo del desprendimiento tras el traumatismo, una opción es que el feto golpee la
placenta o tire del cordón provocando el desprendimiento. Otra opción es que el trau-
matismo provoque una deformación traumática en el útero que lleve a la separación de
los dos tejidos debido a la relativa poca elasticidad de la unión entre ambos6. Los signos
clínicos del desprendimiento pueden ser el sangrado vaginal, irritabilidad uterina, au-
mento de la altura uterina o shock hipovolémico materno aunque a veces el único signo
es el sufrimiento fetal. El desprendimiento de placenta tardío tras el traumatismo es in-
frecuente pero puede ocurrir incluso hasta 5 días tras el traumatismo25. Sin embargo es
muy raro que ocurra un desprendimiento de placenta sin sangrado vaginal y con un re-
gistro cardiotocográfico normal durante las primeras 4 horas2.
Parto prematuro
Se desconoce la incidencia real de aparición de contracciones uterinas tras un trau-
matismo. Se cree que la fisiopatología se basa en que el traumatismo provoca sangrado
intramiometrial que desestabiliza enzimas lisosomales iniciándose la producción de pros-
taglandina. Otra opción es que el traumatismo provoque directamente una rotura pre-
matura de membranas y un parto prematuro6. En el 90% de los casos las contracciones
ceden espontáneamente26. El tratamiento más utilizado son los agentes tocolíticos para
disminuir la dinámica uterina y los corticoides para la maduración fetal. Como tocolí-
420
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
Rotura uterina
La rotura uterina es una complicación rara que se da en un 0,6% de los traumatismos
abdominales cerrados en la embarazada. Cuando aparece una rotura uterina traumática la
mortalidad fetal es cercana al 100% y la materna al 10%, por lesiones graves concurren-
tes. A pesar de ser infrecuente siempre debe incluirse en el diagnóstico diferencial ya que
un diagnóstico tardío puede aumentar la mortalidad materna. El embarazo aumenta la to-
lerancia a la pérdida sanguínea y una gestante puede perder el 30-35% de la volemia antes
de que aparezcan signos clínicos que nos alerten de ello27. Aparecerán signos ecográficos
que orientarán el diagnóstico como pérdida de la orientación normal, localización anómala
de la placenta, sufrimiento fetal y ausencia de líquido amniótico.
Transfusión fetomaterna
La transfusión fetomaterna es cuatro o cinco veces más frecuente en la gestante que
sufre un traumatismo respecto a los controles. Así mismo el volumen de sangre que se
transfunde es mayor en las pacientes traumáticas. La severidad del traumatismo y la
edad gestacional no predicen la presencia de transfusión fetomaterna, aunque las gran-
des transfusiones se ven sólo en pacientes traumatizadas y si se ha visto un aumento de
frecuencia en gestantes con la placenta en situación anterior21. Las consecuencias de la
hemorragia para el feto pueden ser la anemia, taquicardias supraventriculares y muerte
aunque son poco frecuentes. La preocupación más habitual de la transfusión fetomaterna
es la isoinmunización de la madre, particularmente en madres Rh negativas con fetos Rh
positivos. A estas pacientes se administrará inmunoglobulina en una dosis mínima de
300 microgramos intramuscular después del traumatismo. Esta dosis proporciona una
adecuada profilaxis para transfusiones fetomaternas de hasta 30 ml de sangre fetal. En
el caso de que la transfusión supere este volumen una sola dosis de inmunoglobulina no
será suficiente21,28. La transfusión fetomaterna puede detectarse y cuantificarse buscando
células fetales en la circulación materna mediante el test de Kleihauer Betke. El test debe
realizarse en gestantes Rh negativas para administrar posteriormente la inmunoglobu-
lina. Es incierta la utilidad del test en gestantes Rh positivas, Muench et al estudiaron
71 pacientes con el test después de un traumatismo y encontraron correlación con riesgo
de trabajo de parto prematuro y aconsejan su uso en todas las pacientes traumáticas29.
421
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Fractura de pelvis
La fractura de pelvis tiene consecuencias importantes en la paciente gestante que
deben ser tenidas en cuenta30. Como ya se ha comentado previamente, existe riesgo de
subestimar la pérdida sanguínea materna debido a la hipervolemia relativa del embarazo,
esto protege a la paciente de la hemorragia y hace que no se presenten síntomas clíni-
cos como la hipotensión hasta que no se pierde un 30-35% de la volemia. Por otro lado
el útero y la placenta son órganos muy perfundidos y una lesión en esta área puede aso-
ciarse a hemorragia severa. En gestaciones avanzadas la incapacidad del tejido para dis-
tenderse más hace que pueda aumentar la presión intrabdominal. También pueden
aparecer complicaciones por lesión directa del útero y placenta como embolismo de lí-
quido amniótico y coagulopatía o desprendimiento de placenta.
En caso de que a la llegada al hospital se diagnostique la muerte fetal la fractura de
pelvis deberá tratarse como en otro paciente traumático. Si el feto vive habrá que indi-
vidualizar el tratamiento según cada situación. Habrá que valorar la presencia de coau-
lopatía, el grado de inestabilidad de la fractura, la cantidad de radiaciones ionizantes a
la que se someterá el feto durante la cirugía, el riesgo de complicaciones (trombosis,
embolismo pulmonar, neumonía) debido a la inmovilización si no se opera. Todos estos
factores deberán ser tenidos en cuenta y valorar cada caso de manera individual.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La paciente embarazada politraumática deberá considerarse siempre como una intu-
bación difícil y con estómago lleno.
2. Los cambios fisiológicos que se producen en el embarazo pueden camuflar alteracio-
nes hemodinámicas graves en la embarazada.
3. La reanimación materna es el principal objetivo para el aumento de la supervivencia
fetal.
4. El algoritmo de manejo de la embarazada será el mismo que en la paciente no embara-
zada, pero tenemos que prestar especial atención al traumatismo abdominal y torácico.
5. La principal causa de muerte fetal tras traumatismo cerrado abdominal es el des-
prendimiento prematuro de placenta.
BIBLIOGRAFIA
1. Mattox KL, Goetzl L. Trauma in pregnancy. Crit Care Med.2005; 33(10 Suppl):S385-9.
2. Warner MW, Salfinger SG, Rao S, Magann EF, Hall JC. Management of trauma during pregnancy.
ANZ J Surg. 2004; 74(3): 125-128.
3. Kuczkowski KM. Trauma in the pregnant patient. Curr Opin Anaesthesiol. 2004; 17(2):145-50.
4. Meroz Y, Elchalal U, Ginosar Y. Initial trauma management in advanced pregnancy. Anesthesiol Clin.
2007; 25(1):117-29, x.
422
TRAUMATISMO GRAVE DURANTE LA GESTACIÓN
15. Muench MV, Canterino JC. Trauma in pregnancy. Obstet Gynecol Clin North Am. 2007 Sep;
34(3):555-83, xiii.
16. Weintraub AY, Leron E, Mazor M. The pathophysiology of trauma in pregnancy: a review. J Matern
Fetal Neonatal Med. 2006 Oct; 19(10):601-5.
17. Hull SB, Bennett S. The pregnant trauma patient: assessment and anaesthetic management. Int Anes-
thesiol Clin. 2007 Summer; 45(3):1-18.
18. Hill CC, Pickinpaugh J. Trauma and surgical emergencies in the obstetric patient. Surg Clin North
Am. 2008 Apr; 88(2):421-40, viii.
19. Shah AJ, Kilcline BA. Trauma in pregnancy. Emerg Med Clin North Am. 2003; 21(3):615-29.
10. Bridgeman P. Management of pregnant trauma patients. Emerg Nurse. 2004; 12(5):22-5.
11. Chames MC, Pearlman MD. Trauma during pregnancy: outcomes and clinical management. Clin
Obstet Gynecol. 2008;51(2):398-408.
12. Rudloff U. Trauma in pregnancy. Arch Gynecol Obstet. 2007; 276(2):101-17.
13. Grossman NB. Blunt trauma in pregnancy. Am Fam Physician. 2004 Oct 1; 70(7):1303-10.
14. Tweddale CJ. Trauma during pregnancy. Crit Care Nurs Q. 2006; 29(1):53-67.
15. Van Hook JW. Trauma in pregnancy. Clin Obstet Gynecol. 2002; 45(2):414-24.
16. Chen MM, Coakley FV, Kaimal A, Laros RK,Jr. Guidelines for computed tomography and magnetic
resonance imaging use during pregnancy and lactation. Obstet Gynecol. 2008; 112(2 Pt 1):333-40.
17. Berlin L. Radiation exposure and the pregnant patient. AJR Am J Roentgenol. 1996 Dec;
167(6):1377-9.
18. Damilakis J, Perisinakis K, Voloudaki A, Gourtsoyiannis N. Estimation of fetal radiation dose from
computed tomography scanning in late pregnancy: Depth-dose data from routine examinations. In-
vest Radiol. 2000; 35(9):527-33.
19. ACOG Committee on Obstetric Practice. ACOG committee opinion. number 299, september 2004
(replaces no. 158, september 1995). Guidelines for diagnostic imaging during pregnancy. Obstet
Gynecol. 2004 Sep; 104(3):647-51.
20. Esposito TJ. Trauma during pregnancy. Emerg Med Clin North Am. 1994; 12(1):167-99.
21. Pearlman MD, Tintinallli JE, Lorenz RP. A prospective controlled study of outcome after trauma
during pregnancy. Am J Obstet Gynecol. 1990; 162(6):1502,7; discussion 1507-10.
22. Morris JA,Jr, Rosenbower TJ, Jurkovich GJ, Hoyt DB, Harviel JD, Knudson MM, et al. Infant sur-
vival after cesarean section for trauma. Ann Surg. 1996; 223(5):481-8; discussion 488-91.
23. DePace NL, Betesh JS, Kotler MN. 'Postmortem' cesarean section with recovery of both mother and
off spring. JAMA. 1982 Aug 27; 248(8):971-3.
24. Lane PL. Traumatic fetal deaths. J Emerg Med. 1989; 7(5):433-5.
25. Higgins SD, Garite TJ. Late abruptio placenta in trauma patients: Implications for monitoring. Obs-
tet Gynecol. 1984 Mar; 63(Suppl 3):10S-2S.
26. Lavin JP,Jr, Polsky SS. Abdominal trauma during pregnancy. Clin Perinatol. 1983; 10(2):423-38.
27. Rowe TF, Lafayette S, Cox S. An unusual fetal complication of traumatic uterine rupture. J Emerg
Med. 1996; 14(2):173-6.
28. Goodwin TM, Breen MT. Pregnancy outcome and fetomaternal hemorrhage after noncatastrophic
trauma. Am J Obstet Gynecol. 1990; 162(3):665-71.
29. Muench MV, Baschat AA, Reddy UM, Mighty HE, Weiner CP, Scalea TM, et al. Kleihauer-betke
testing is important in all cases of maternal trauma. J Trauma. 2004; 57(5):1094-8.
30. Pape HC, Pohlemann T, Gansslen A, Simon R, Koch C, Tscherne H. Pelvic fractures in pregnant mul-
tiple trauma patients. J Orthop Trauma. 2000 May; 14(4):238-44.
423
C APÍTULO 21
425
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Clasificación y Epidemiología
Factores de riesgo
Edad
Síndrome de ovarios poliquísticos (SOP)
Niveles elevados de estradiol plasmático
Número y tamaño de folículos ováricos
Embarazo
Medidas preventivas
Identificación de las pacientes con riesgo de hiperestimulación
Cancelación del ciclo
Coasting
Aspiración folicular unilateral
Disminución de la dosis de HCG administrada
Administración de albúmina durante la punción folicular
Dopaminérgicos
Apoyo de la fase lútea con progesterona
Criopreservación embrionaria
Formas de presentación del SHO
Fisiopatología
Cambios hemodinámicos en el contexto de los mecanismos reguladores del
volumen extracelular
Sustancias mediadoras responsables del incremento de la permeabilidad
vascular
Tratamiento
Puntos prácticos
Estrategias de futuro
Bibliografía
426
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
INTRODUCCIÓN
El síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO), es una complicación iatrogénica
que se presenta en pacientes que reciben tratamientos estimuladores de la ovulación,
fundamentalmente en el contexto de las técnicas de reproducción asistida (TRA) y, prin-
cipalmente en la fecundación in vitro (FIV).
Esta técnica se llega a realizar aproximadamente en un 50 % de las parejas que con-
sultan por esterilidad. El fracaso relativo de las terapéuticas convencionales de la esteri-
lidad (tratamientos quirúrgicos, tratamientos médicos del factor masculino, etc) y, las
tendencias demográficas actuales hacia el retraso de la maternidad debido a connota-
ciones socio-profesionales y/o económicas de la mujer, han hecho que el número de ci-
clos que se realizan esté creciendo de forma incesante, tal como demuestran los registros
nacionales e internacionales1-4.
En la FIV, los fármacos estimulantes de la ovulación son utilizados en mujeres
normo-ovuladoras, para conseguir el reclutamiento de múltiples folículos en un mismo
ciclo, práctica denominada hiperestimulación ovárica controlada. La consecución de un
desarrollo folicular múltiple mediante el empleo de gonadotrofinas exógenas, permite
la obtención de múltiples ovocitos y embriones, hecho que incrementa las posibilida-
des de embarazo5-7. No obstante, existe un estrecho margen entre las dosis hiperesti-
muladoras de los agentes farmacológicos y las dosis requeridas para conseguir la
fecundación, y por otra parte sabemos que la gestación favorece la hiperestimulación
ovárica.
Por todo lo anterior se comprende el interés que suscita el SHO, en lo que se refiere
a prevención, fisiopatología y tratamiento.
CLASIFICACIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
Clásicamente se han establecido tres grados en el SHO, según sus manifestaciones clí-
nicas (Tabla 1). La forma leve, se presentaría en la mayoría de pacientes sometidas a tra-
tamiento de FIV. En la moderada, se objetiva un incremento importante del tamaño
ovárico, acompañado de sintomatología digestiva y evidencia ecográfica de ascitis y, en
las formas severas del síndrome aparece ascitis evidente, derrame pleural, hemoconcen-
tración, alteración de la función renal y alteración de la bioquímica hepática. En las for-
mas severas del síndrome pueden aparecer complicaciones como distrés respiratorio,
fracaso renal y trastornos tromboembólicos, que pueden poner en peligro la vida de la
paciente8-11.
La clasificación más reciente del SHO establecida en 1999, omite las formas leves, ya
que como se ha comentado son habituales en un ciclo de FIV y no tienen trascenden-
cia clínica y, contempla sólo la forma moderada y la severa del SHO. Según esta ultima
427
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
428
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
De manera global se estima que la incidencia de las formas severas del SHO se da en
un 0,5 a un 2% de los ciclos de FIV14,15. Según la casuística de la Unidad de Repro-
ducción Asistida del Hospital Clinic de Barcelona la incidencia del SHO en sus formas
severas, se sitúa entre un 0-1,5 % de casos, con un claro descenso a partir de 1995 en
el que se empezaron a adoptar algunas medidas preventivas que posteriormente serán co-
mentadas.
FACTORES DE RIESGO
Existen una serie de factores ampliamente aceptados, que representan un riesgo para
desencadenar el SHO. Algunos de ellos son inherentes a las características de las pa-
cientes sometidas a tratamientos estimuladores de la ovulación, mientras que otros, están
relacionados con la respuesta ovárica obtenida.
Edad
Se acepta que, las pacientes más jóvenes tienen un mayor riesgo de desencadenar el
SHO. Esto, estaría relacionado con una mayor capacidad de respuesta de los ovarios a
la estimulación con gonadotrofinas14,16,17.
429
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Embarazo
La aparición del SHO está directamente relacionada con los niveles de hormona gona-
dotropina coriónica (HCG). Esta hormona es la que se utiliza al final de la estimulación ová-
rica, en los ciclos de FIV y es fundamental para la obtención de ovocitos maduros tras la
aspiración folicular. En ciclos de FIV, en los que se dan algunas de las condiciones de riesgo
anteriormente citadas, la HCG será un factor determinante para la aparición del síndrome.
Lógicamente cuando se produce la implantación embrionaria la producción de HCG en-
dógena se incrementa y por tanto el riesgo de desarrollar el SHO es mayor21,23-25.
A pesar de los factores de riesgo citados, hay que señalar que en más de un 30% de
casos no existe ningún dato que haga prever la aparición del síndrome26.
MEDIDAS PREVENTIVAS
Se han descrito muchas maniobras preventivas para minimizar el número de casos de
SHO en su forma severa, sin embargo no se ha podido hasta el momento anular ésta po-
sibilidad. La mayoría de ellas, estarían encaminadas a atenuar la respuesta ovárica y a mi-
nimizar o bloquear la acción de la HCG sobre el ovario estimulado. De manera resumida
se exponen a continuación todas las medidas descritas para la prevención del SHO.
430
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
“Coasting”
Esta medida profiláctica tendría como objetivo el disminuir los niveles de estradiol
excesivamente elevados durante la estimulación ovárica con gonadotrofinas. Se trata de
suspender la administración de gonadotrofinas manteniendo el análogo de la GnRH
monitorizando el descenso de los niveles de estradiol hasta un nivel “seguro” (<3000
pg/ml)32. El “coasting” se basa en que, la dependencia de los folículos a la FSH se rela-
ciona con su tamaño, de tal manera que los más pequeños son más dependientes que
los mayores y por tanto una suspensión en la administración de FSH exógeno conlleva
a una atresia de unos, sin afectar el crecimiento de los otros14,33. Es la medida preven-
tiva que se realiza con mayor frecuencia, pero aunque ha mostrado su eficacia en múl-
tiples estudios, no elimina totalmente la posibilidad del SHO y parece que disminuye
los resultados en cuanto a tasas de implantación embrionaria si se prolonga durante más
de 4 días33,34.
431
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Hasta aquí se han descrito las estrategias preventivas del SHO, antes de la adminis-
tración de HCG, sin embargo, hay otras opciones a tener en cuenta una vez se ha ad-
ministrado ésta hormona para inducir la ovulación. Éstas se detallan a continuación.
Dopaminérgicos
En los últimos años, basándose en datos de experimentación animal y también en hu-
manos se ha relacionado al vascular endothelial growth factor (VEGF), con el aumento
de la permeabilidad vascular existente en el SHO. Se ha demostrado que hay dos iso-
formas del VEGF que tendrían receptores de membrana específicos a nivel de las célu-
las endoteliales de los vasos del ovario. Se ha postulado que la unión del VEGF a nivel
del receptor 2, sería responsable del incremento de la permeabilidad vascular propia del
SHO y se sabe que la dopamina es capaz de bloquear dicha unión, por todo ello se ha
preconizado que la utilización de fármacos dopaminérgicos sería útil como medida pre-
ventiva en pacientes con riesgo de SHO40. La cabergolina a dosis de 0.5 mg/día durante
8 días a partir de la administración de HCG ha demostrado su eficacia en la reducción
de cuadros moderados en pacientes donantes de ovocitos41.
432
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
Criopreservación embrionaria
Teniendo en cuenta que la consecución de un embarazo en los ciclos de FIV va a su-
poner un aporte endógeno de HCG y por tanto un mayor riesgo de desencadenar el
SHO, la criopreservación embrionaria sin transferencia en el ciclo de riesgo disminuirá
la incidencia de las formas severas del síndrome43. Con ésta estrategia profiláctica se
consigue disminuir la incidencia de los casos severos de aparición tardía, no obstante las
formas más precoces relacionadas con la respuesta ovárica siguen presentándose44. En un
estudio randomizado publicado recientemente, en que se compara la eficacia del coas-
ting vs la criopreservación embrionaria no se observaron diferencias en cuanto a la in-
cidencia de las formas severas del SHO, ni en los días de hospitalización de las pacientes,
sin embargo el número de embriones disponibles por ciclo fueron superiores cuando se
realizó criopreservación y por tanto la tasa acumulativa de embarazo fue superior45. Con
el objetivo disminuir aún más la incidencia del SHO en ciclos con criopreservación se
ha propuesto la utilización de análogos agonistas o antagonistas de la GnRH durante la
fase lútea, si bien no hay evidencia suficiente que justifique su utilización46,47.
433
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Triple 0 2 (3.5%) NS
434
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
En los grados severos del SHO existe un rápido incremento de peso, ascitis a tensión,
inestabilidad hemodinámica (hipotensión y taquicardia), disnea, oliguria y alteraciones
de parámetros analíticos en forma de incremento del hematocrito, leucocitosis, trom-
bocitosis, hiponatremia dilucional con disminución del sodio urinario y alteración de
los enzimas hepáticos.
La ascitis es el signo más característico de las pacientes con SHO grave. Suele ser una
ascitis a tensión, con un líquido rico en proteínas que se instaura de manera rápida.
Esta ascitis es la responsable de la dificultad ventilatoria que presentan las pacientes,
aunque en ocasiones existe también derrame pleural (12-19 %)13,51.
La disfunción renal que se observa en éstas pacientes se caracteriza por oliguria, reten-
ción urinaria de sodio e hiponatremia. La hiponatremia es dilucional ya que en éstas pa-
cientes hay una disminución de la osmolaridad plasmática y un incremento de la urinaria52.
Las concentraciones de creatinina plasmática suelen ser normales aunque los niveles son
superiores a los que presentan las pacientes tras la recuperación del síndrome52.
El incremento del hematocrito durante el SHO severo es un marcador de gravedad
hemodinámica, mientras que la leucocitosis y la trombocitosis que, también son fre-
cuentes, no se correlacionan con un mayor compromiso hemodinámica53.
La alteración de los enzimas hepáticos, se observa en un 30% de las pacientes con
SHO. Suelen observarse niveles altos de transaminasas, que rara vez alcanzan cifras ele-
vadas (>200 UI/L), aunque también pueden haber incrementos de fosfatasa alcalina y
γglutamil-transpeptidasa51.
Las complicaciones más graves del SHO son el fallo renal agudo, el distrés respira-
torio y los trastornos tromboembólicos. Todos ellos pueden comprometer la vida de la
paciente54-56.
La incidencia de complicaciones tromboembólicas en el contexto de los tratamien-
tos de reproducción asistida se estima entre un 0.8-0,11%62. El riesgo sería similar al es-
timado en las pacientes gestantes y a las usuarias de anticonceptivos orales57,58. Los
elevados niveles de estradiol alcanzados en los ciclos de FIV y también algunos factores
demostrados en pacientes con SHO, como puede ser la activación del factor tisular li-
berado por monocitos, podrían ser predisponentes para éstas complicaciones59.
En una revisión reciente en la que se recogen un total de 71 episodios de trombosis,
en el contexto de técnicas de reproducción asistida, publicados desde 1966 hasta 2006,
se observó que 25 casos eran trombosis arteriales mientras que, 46 eran trombosis ve-
nosas. Las trombosis arteriales se diagnosticaron a los pocos días de la administración
de HCG, generalmente cuando el SHO estaba instaurado y las venosas se diagnostica-
ron alrededor de 40 días después, es decir cuando el síndrome ya se había resuelto. Cabe
suponer que el mecanismo fisiopatológico no es el mismo.
435
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
FISIOPATOLOGÍA
A pesar de que en los últimos años ha habido grandes avances acerca de la fisiopato-
logía del SHO, todavía existen muchas incógnitas por resolver. Aunque parece lógico su-
poner que, el origen de los acontecimientos tenga lugar en el ovario, la sintomatología
de las pacientes orienta hacia un trastorno hemodinámico más general.
Las aportaciones sobre la fisiopatología de éste síndrome se centran en la actualidad
en dos aspectos:
436
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
437
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Hemodinámica sistémica
Hipotensión arterial
Taquicardia
Incremento del gasto cardiaco
Disminución de las resistencias vasculares periféricas
Hemoconcentración (50-60% de las pacientes)
Cambios neurohormonales
Incremento de la actividad renina plasmática
Incremento en la aldosterona plasmática
Incremento en la noradrenalina plasmática
Incremento en la ADH plasmática
Incremento del factor natriurético atrial
Incremento en la endotelina plasmática
438
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
TRATAMIENTO
En las pacientes en las que se den las circunstancias de riesgo para desarrollar un cua-
dro precoz, debería realizarse un control clínico, ecográfico y analítico en fase lútea
media (6º-7º día post- HCG), incluso sin que haya clínica de SHO.
Los grados moderados del SHO, es decir, cuando la paciente presenta distensión ab-
dominal, sin ascitis a tensión y sin alteraciones analíticas, no será necesario el ingreso hos-
pitalario. La paciente debe controlar su perímetro abdominal, el peso y la diuresis, pero
con reposo en su domicilio y una dieta hiposódica será suficiente.
Los grados severos de SHO, es decir con ascitis a tensión, oliguria y sobre todo, con
alteraciones analíticas como hematocrito superior al 45%, hiponatremia y hiponatriu-
ria (<20meq/L) van a requerir ingreso hospitalario. Esto suele ser más frecuente en las
formas tardías del síndrome que, probablemente se acompañan de una gestación y
dónde se prevé una alteración hemodinámica más marcada.
Desde el momento del ingreso, se realizará un balance hídrico estricto y la paciente
se hidratará en función de sus necesidades, por vía oral.
Estarán contraindicados los antiinflamatorios no esteroideos, puesto que por su efecto
antiprostaglandínico podrían comprometer la función renal de las pacientes54.
El esquema terapéutico a realizar estará encaminado a mantener la función circula-
toria y a movilizar el líquido intra-abdominal mediante la creación de un balance neto
negativo de sodio y agua. En otras palabras, el objetivo primordial del tratamiento debe
ser mantener el volumen intravascular para preservar la función renal y corregir la re-
tención renal excesiva de agua y sodio. Se realizará un tratamiento médico conservador
basado en el reposo en decúbito supino, dieta hiposódica, expansión plasmática con albúmina
y administración de diuréticos 70. Estas medidas se han mostrado útiles en otros estados
de retención de sodio y agua como son la ascitis del paciente cirrótico o la insuficiencia
cardiaca con gasto cardiaco elevado71.
Teniendo en cuenta, que la vasodilatación arterial periférica o la discordancia conti-
nente-contenido del árbol arterial es el evento fisiopatológico inicial en el SHO, la ad-
439
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
24 h sin tratamiento
ALTA
FIGURA 3. SHO grave: tratamiento.
440
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
En nuestra experiencia de más de 100 casos de SHO tratados con ésta pauta, se ob-
serva una mejoría en los parámetros clínicos y analíticos a las 48 horas con una media
de 3 días de tratamiento. Hay una correlación entre los niveles de hematocrito y de
sodio urinario con los días de tratamiento, ya que como se ha comentado anteriormente
son parámetros de gravedad hemodinámica.
Aunque la paracentesis evacuadora ha sido una práctica terapéutica habitual en las
pacientes con SHO severo, en la mayoría de casos no será necesario realizarla si se aplica
el tratamiento conservador citado anteriormente. Sólo en los casos rebeldes al trata-
miento médico conservador en los que hay un compromiso ventilatorio importante se
debería realizar. Se debe tener en cuenta que, la evacuación de líquido ascítico no está
exenta de riesgos, a menudo debe repetirse y representa actuar al final de la cascada de
acontecimientos fisiopatológicos.
Las pacientes diagnosticadas de SHO grave recibirán tratamiento con heparina a
dosis profilácticas (5000 U/24 horas sc). Se recomendará el uso de medias compresivas.
Este tratamiento se iniciará en el momento del diagnóstico y se mantendrá:
a) Si la paciente no queda gestante, se mantendrá la profilaxis durante 4 semanas des-
pués de la resolución del cuadro. Este priodo se prolongará a 8 semanas si coe-
xisten otros factores de riesgo.
b) Si se consigue gestación, la heparina se administrará durante todo el primer tri-
mestre y si coexisten otros factores de riesgo, se mantendrá la profilaxis durante
toda la gestación y el puerperio. Se considerarán factores de riesgo trombótico, la
obesidad, antecedentes familiares y/o personales de tromboembolismo, presencia
de trombofilia y enfermedades con riesgo trombótico56,72.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. El síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO) constituye una complicación
potencialmente grave a la que nos tenemos que enfrentar en pacientes sometidas
a tratamientos inductores de la ovulación y técnicas de reproducción asistida. La
incidencia de las formas más severas es de un 0,5 a un 2 % de todos los ciclos de
FIV.
2. A pesar de los factores de riesgo conocidos, en un 30 % de los casos no existe ningún
dato que haga prever la aparición del síndrome.
3. Se han descrito múltiples opciones preventivas de la aparición del SHO, sin em-
bargo la mayoría de ellas son eficaces para evitar las formas precoces, mientras que
las formas tardías son difíciles de evitar ya que están relacionadas con la presen-
cia de una gestación que es el objetivo final de las técnicas de reproducción asis-
tida.
441
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
4. Las pacientes con ascitis asociada al SHO presentan un perfil clínico biológico ca-
racterizado por la existencia de oliguria, marcada retención renal de sodio y agua, hi-
ponatremia, hipotensión arterial, taquicardia y marcada activación de los sistemas
neurohormonales endógenos (sistema nervioso simpático, sistema renina-angioten-
sina-aldosterona, hormona antidiurética, factor natriurético atrial y prostaglandinas
renales).
5. Desde el punto de vista fisiopatológico el SHO en sus formas graves se asocia de
forma constante a la existencia de una vasodilatación arterial periférica. La vasodila-
tación arterial periférica junto con el aumento de la permeabilidad capilar existente
en el síndrome origina una disminución del volumen arterial efectivo que lleva a un
estado de circulación hiperdinámica propio de los estados edematosos, causante a su
vez de la hiperactivación de los factores vasoconstrictores y antinatriuréticos citados.
El importante grado de activación de los sistemas neurohormonales vasoactivos en-
dógenos, constituye una respuesta homeostática encaminada a contrarrestar el infra-
relleno arterial mediante la adecuación del continente y el contenido del sistema
circulatorio arterial. Sin embargo, estos sistemas promueven intensamente la reten-
ción renal de sodio y agua que contribuye a la patogenia del edema propio del sín-
drome.
6. El SHO grave con ascitis puede ser tratado eficazmente mediante una pauta de tra-
tamiento médico conservador de reposo estricto en cama, dieta hiposódica, expansión
plasmática con albúmina y administración de diuréticos, encaminada a mantener la
función circulatoria y contrarrestar el factor patogénico esencial en la formación de
ascitis en el síndrome: la retención renal de sodio y agua.
7. Las medidas terapéuticas como la perfusión de soluciones salinas que pueden incre-
mentar la retención de sodio, o la administración de antiprostaglandínicos o de an-
tagonistas del sistema renina-angiotensina que pueden contrarrestar la respuesta
homeostática existente durante el SHO grave, deben estar contraindicados.
ESTRATEGIAS DE FUTURO
1. Teniendo en cuenta la gravedad del cuadro clínico y el contexto en el que se pro-
duce, serán necesarias nuevas investigaciones acerca de la fisiopatología del sín-
drome. Hay que profundizar en el conocimiento de nuevos mediadores que
permitan aclarar los acontecimientos iniciales del trastorno hemodinámica de las
pacientes con SHO.
2. Se deben estudiar nuevas medidas preventivas del SHO que permitan minimizar
su incidencia sin afectar los resultados actuales de las técnicas de reproducción
asistida.
442
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
BIBLIOGRAFÍA
11. Marqueta J, Hernández J, Matorral R, Coroleu B, Simón C, Pérez Millán F et al. Registro FIV-ICSI de
la Sociedad Española de Fertilidad. Año 2000. Rev Iberoamer Fértil Reprod Hum. 2004; 21: 133-43.
12. Balasch J. Investigation of the infertile couple: investigation of the infertile couple in the era of as-
sisted reproductive technology: a time for reappraisal. Hum Reprod 2001; 16: 1051-3.
13. Nyboe Andersen A, Goosens V, Ferraretti AP, Bhattacharya S, Felberbaum R, Mouzon J et al. Assis-
ted reproductive technology in Europe, 2004: results generated from European registers by ESHRE.
Hum Reprod 2008; 23: 756-71.
14. Ziebe S, Devroey P. Assisted reproductive technologies are an integrated part of national strategies ad-
dressing demographic and reproductive challenges. Hum Reprod Update 2008; 14: 583-92.
15. Balasch J, Fábregues F. Síndrome de Hiperestimulación ovárica. En: Vanrell JA et al (eds) Fertilidad
y esterilidad humanas. Barcelona: Masson Medicina; 1999; 317-325.
16. Templeton A, Morris JK. Reducing the risk of multiple births by transfer of two embryos after in vitro
fertilization. N Engl J Med 1998; 339: 573-77.
17. Schieve LA, Peterson HB, Meikle SF, Jeng G, Danel I, Burnett NM et al. Live birth rates and mul-
tiple-birth risk using in vitro fertilization. JAMA 1999; 282: 1232-38.
18. Rabau E, David A, Serr DM, Mashiach S, Lunenfeld B. Human menopausal gonadotrophin for ano-
vulation and sterility. Am J Obstet Gynecol 1967; 98: 92-98.
19. Shencker JG, Weinstein D. Ovarian hyperstimulation syndrome: a current survey. Fertil Steril 1978;
30: 255-68.
10. Golan A, Ron-El R, Herman A, Weinraub Z, Caspi E. Ovarian hyperstimulation síndrome: an up-
date review. Obstet Gynecol Surv.1989; 44: 430-40.
11. Navot D, Bergh PA, Laufer N. Ovarian hyperstimulation syndrome in novel reproductive technolo-
gies: prevention and treatment. Fertil Steril.1992; 58: 249-61.
12. Risk B, Aboulghar MA. Classification, pathophysiology and management of ovarian hyperstimula-
tion syndrome. En Brisden P (ed).In vitro Fertilization and Assisted Reproduction. The Parthenon
Publishing Group, New York, London; 1999: 131-55.
13. Abramov Y, Elchalal U, Schenker JG. An epidemic of severe ovarian hyperstimulation syndrome: a
price we have to pay? Hum Reprod 1999; 14: 2181-83.
14. Delvigne A, Rozenberg S. Epidemiology and prevention of ovarian hyperstimulation syndrome
(OHSS): a review. Hum Reprod Update 2002; 8: 559-77.
15. Aboulghar MA, Mansour RT. Ovarian hyperstimulation syndrome: classifications and critical analy-
sis of preventive measures. Hum Reprod Update 2003; 9: 275-89.
16. Golan A, Ron-El R, Herman A, Weinraub Z, Soffer Y, Caspi E. Ovarian hyperstimulation syndrome
following D-Trp-6 luteinizing hormone-releasing hormone microcapsules and menotropin for in
vitro fertilization. Fertil Steril 1988; 50: 912-16.
17. Navot D, Relou A, Birkenfeld A, Rabinowitz R, Brzezinski A, Margaliot EJ. Risk factors and prognos-
tic variables in the ovarian hyperstimulation syndrome. Am J Obstet Gynecol 1988; 159: 210-15.
18. Tibi C, Alvarez S, Cornet D, Antoine JM, Gomes AC, Salat-Baroux J. Prediction des hyperstimula-
tions ovariennes. Contracept. Fertil. Sex 1989; 17: 751-52.
19. Delvigne A, Dubois M, Battheu B, Bassil S, Meuleman C, De Sutter P et al. The ovarian hypersti-
mulation syndrome in in-vitro fertilization: a Belgian multicentric study.II. Multiple discriminant
analysis for risk prediction. Hum Reprod 1993; 8: 131-66.
20. Gustafson O, Carlstrom K, Nylund L. Androstendione as a predictor of ovarian hyperstimulation
syndrome. Hum Reprod 1992; 7: 918-21.
443
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
21. Asch RH, Li HP, Balmaceda JP, Weckstein LN, Stone SC. Severe ovarian hyperstimulation syndrome
in assisted reproductive technology: definition of high risk groups. Hum Reprod 1991; 6: 1395-99.
22. Tal J, Paz B, Samberg I, Lazaroun N, Scharf M. Ultrasonographic and clinical correlates of menotropin
versus sequential clomiphene citrate: menotropin for induction of ovulation. Fertil Steril 1985; 44: 342.
23. Enskog A, Henriksson M, Unander M, Nilsson L, Brannstrom M. Prospective study of the clinical
and laboratory parameters of patients in whom ovarian hyperstimulation syndrome developed du-
ring controlled ovarian hyperstimulation for in vitro fertilization. Fertil Steril.1999; 71: 808-14.
24. Mordel N, Schenker JG. Gonadotrophin-releasing hormone agonist and ovarian hyperstimulation
syndrome in assisted reproduction. Hum Reprod 1993; 8: 2009-14.
25. MacDoughall MJ, Tan SL, Jacobs HS. In-vitro fertilization and the ovarian hyperstimulation
syndrome. Hum Reprod 1992; 7: 597-600.
26. Delvigne A, Vandromme J, Demeestere I, Leroy F. Unpredictible cases of complicated ovarian hypers-
timulation in IVF. Int. J. Fertil. Womens Med 1997; 42: 268-70.
27. Al-Inany HG, Abou-Setta AM, Aboulghar M. Gonadotrophin-releasing hormone antagonists for as-
sisted conception: a Cochrane Review. RBM Online 2007; 14: 640-49.
28. Griesinger G, Diedrich K, Devroey P, Kolibianakis EM. GnRH agonist for triggering final oocyte ma-
turation in the GnRH antagonist ovarian hyperstimulation protocol: a systematic review and meta-
analysis. Hum Reprod Update 2006; 12: 159-68.
29. Heijnen EM, Eijkemans MJ, Polinder S, Beckers NG, Klinkert ER, Broekmans FJ et al. A mild treat-
ment strategy for in-vitro fertilisation: a randomised non-inferiority trial. Lancet 2007; 369: 743-49.
30. Balen AH, Braat DD, West C, patel A, Jacobs HS. Cumulative conception and live birth rates after
the treatment for anovulatory infertility:safety and efficacy of ovulation induction in 200 patients.
Hum Reprod 1994; 9: 1563-70.
31. Lipitz S, Ben-Rafael Z, Bider D, Shalev J, Mashiac S. Quintuplet pregnancy and third degree ovarian
hyperstimulation despite withholding human chorionic gonadotrophin. Hum reprod 1991; 6: 1478-79.
32. Sher G, Zouves C, Feinman M, Maassarani G. Prolonged coasting: an effective method for preven-
ting severe ovarian hyperstimulation syndrome in patients undergoing in-vitro fertilization. Hum
Reprod 1995; 10: 3107-09.
33. García-Velasco JA, Isaza V, Quea G, Pellicer A. Coasting for the prevention of ovarian hyperstimu-
lation síndrome: mucha do about nothing?. Fertil Steril 2006; 85: 547-54.
34. Delvigne A, Rozenberg S. A systematic review of coasting, a procedure to avoid ovarian hypersti-
mulation syndrome in in vitro fertilization patients. Hum Reprod Update 2002; 8: 291-96.
35. Egbase PE, Sharhan MA, Grudzinskas JG. Early unilateral follicular aspiration compared with coas-
ting for the prevention of severe ovarian hyperstimulation syndrome: a prospective randomized study.
Hum Reprod 1999; 14: 1421-25.
36. Kolibianakis EM, Papanikolaou E, Tournaye H, Camus M, Van Steirtghem C, Devroey P. Triggering
final oocyte maturation using different doses of human chorionic gonadotropin: a randomized pilot
study in patients with polycystic ovary syndrome treated with gonadotropin-releasing hormone an-
tagonists and recombinant follicle-stimulating hormone. Fertil Steril 2007; 88: 1382-88.
37. Bellver J, Muñoz EA, Ballesteros A, Reis Soares S, Bosch E, Simón C, Pellicer A, Remohi J. Intrave-
nous albumin does not prevent moderate-severe ovarian hyperstimulation syndromein High-risk IVF
patients: a randomized controlled study. Hum Reprod 2003; 18: 2283-88.
38. Gokmen O, Ugur M, Ekin M, Keles G, Turan C, Oral H. Intravenous albumin versus hydroxyethyl
starch for the prevention of ovarian hyperstimulation in an in-vitro fertilization programme: a pros-
pective randomized placebo controlled study. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 2001, 96: 187-92.
444
SÍNDROME DE HIPERESTIMULACIÓN OVÁRICA
39. Graf MA, Fischer R, Naether OG, Baukloh V, Tafel J, Nuckel M. Reduced incidence of ovarian
hyperstimulation syndrome by prophylactic infusion of hydroxyethyl starch solution in an in vitro
fertilization programme. Hum Reprod 1997; 12: 2599-602.
40. Reis Soares S, Gómez R, Simón C, García-VelascoJA, Pellicer A. Targeting the vascular endothelial
growth factor system to prevent ovarian hyperstimulation síndrome. Hum Reprod Update 2008; 14:
321-33.
41. Alvarez C, Alonso-Muriel I, García G, Crespo J, Bellver J, Simón C, Pellicer A. Implantation is ap-
parently unaffected by the dopamine agonist Cabergoline when administered to prevent ovarian
hyperstimulation syndrome (OHSS) in women undergoing ART. A pilot study. Hum Reprod 2007
b; 22: 3210-3214.
42. Penzias AS. Luteal phase support. Fertil Steril 2002; 77: 318-23.
43. Aboulghar MA, Mansour RT. Cryopreservation for prevention of ovarian hyperstimulation syndrome
(OHSS): controlled studies. Hum Reprod Update 2003; 9: 275-89.
44. D´Angelo A, Amso N. Embryo freezing for preventing ovarian hyperstimulation syndrome. Coch-
rane Database 2007; Issue 3: 1-18.
45. Huddleston HG, Racowsky C, Jackson KV, Fox JH. Ginsburg ES. Coasting vs cryopreservation of
all embryos for prevention of ovarian hyperstimulation syndrome in in vitro fertilization. Fertil Ste-
ril 2008; 90: 1259-62.
46. Endo T, Honnma H, Hayashi T, Chida M, Yamazaki K, Kitajima Y et al. Continuation of GnRH
agonist administration for 1 week, after hCG injection, prevents ovarian hyperstimulation síndrome
following elective cryopreservation of all pronucleate embryos. Hum Reprod 2002; 17: 2548-51.
47. Lainas TG, Sfontourius IA, Zorzovilis IZ, Petsas GK, Lainas GT, Kolibianakis EM. Management of
severe early ovarian hyperstimulation syndrome by re-initiation of GnRH agonist. RBM Online
2007; 15: 408-12.
48. Dahl Lyons CA, Wheeler CA, Frishman N, Hackett RJ, Seifer DB, Haning RV. Early and late pre-
sentation of the ovarian hyperstimulation syndrome: two distinct entities with different risk factors.
Hum Reprod 1994; 9: 792-99.
49. Mathur RS, Akande AV, Keay SD, Hunt LP, Jenkins JM. Distinction between early and late ovarian
hyperstimulation syndrome. Fertil Steril 2000; 73: 901-7.
50. Papanikolaou EG, Tournaye H, Verpoest W, Camus M, Vernaeve V, Van Steirteghem et al. Early and
late ovarian hyperstimulation syndrome: early pregnancy outcome and profile. Hum reprod 2005;
20: 636-41.
51. Fábregues F, Balasch J, Creus M, Manu D, Jiménez W, Arroyo V, Creus M, Vanrell JA. Ascites and
liver abnormalities during severe ovarian hyperstimulation syndrome. Am J Gastroenterol 1999;
94:994 99.
52. Balasch J, Arroyo V, Fábregues F, Saló J, Jiménez W, Paré JC, Vanrell JA. Neurohormonal and he-
modynamic changes in severe cases of the ovarian hyperstimulation syndrome. Ann Intern Med 1994;
121:27-33.
53. Fábregues F, Balasch J, Manau D, Jiménez W, Creus M, Rivera F, Vanrell JA. Hematocrit, and leu-
cocyte and platelet counts and the severity of the ovarian hyperstimulation syndrome. Hum Reprod
1998; 13: 2406-10.
54. Balasch J, Carmona F, Llach J, Arroyo V, Jové I, Vanrell JA. Acute prerenal failure and liver disfunc-
tion ina patient with severe ovarian hyperstimulation syndrome. Hum Reprod 1990; 5: 348-51.
55. Semba S, Moriya T, Youssef EM, Sasano H. An autopsy case of ovarian hyperstimulation syndrome
with massive pulmonary edema and pleural effusion. Pathol Intern 2000; 50: 549-52.
445
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
56. Chan WS, Dixon ME. The “ART” of thromboembolism: A review of assisted reproductive techno-
logy and thromboembolic complications. Thromb Res 2008; 121: 713-726.
57. Lindquist P, Dahlback B, Marsal K. Thrombotic risk during pregnancy: a population study. Obstet
Gynecol.1999; 94: 595-9.
58. Seeger J, Loughlin J, Eng P, Crifford D, Cuttone J, Walker A. Risk of thromboembolism in women ta-
king ethinylestardiol/drosperidone and other oral contraceptives. Obstet Gynecol 2007; 110: 587-93.
59. Balasch J, Reverter JC, Fabregues F, Tassies D, Ordinas A, Vanrell JA. Increased induced monocyte
tissue factor expression by plasma from patients with severe hyperstimulation syndrome. Fertil Ste-
ril 1996; 66: 608-13.
60. Schrier RW. Body fluid volume regulation in health and disease: a unifying hypothesis. Ann Intern
Med 1990; 113: 155-59.
61. Yan Z, Weich HA, Berbart W, Breckwoldt M,Neulen J. Vascular endothelial growth factor (VEGF)
messenger ribonucleic acid (mRNA) expression in luteinized human granulosa cells in vitro. J Clin
Endocrinol Metab 1993; 77: 1723-25.
62. Neulen J, Yan Z, Raczek S, Weindel K, Keck C, Weich HA et al. Human chorionic gonadotrophin-
dependent expression of vascular endothelial growth factor /VP factor in human granulosa cells: im-
portance in ovarian hyperstimulation syndrome. J Clin Endocrinol Metab 1995; 80: 1967-71.
63. Yamamoto S, Konishi I, Tsuruta Y, Nanbu K, Mandai M, Kuroda H et al. Expression of vascular en-
dothelial growth factor (VEGF) during foliculogénesis and corpus luteum formation in the human
ovary. Gynecol Endocrinol 1997; 11: 371-81.
64. Gómez R, Simón C, Remohi J, Pellicer A. Vascular endothelial growth factor receptor-2 activation
induces vascular permeability in hyperstimulated rats, and this effect is prevented by receptor bloc-
kade. Endocrinology 2002; 143: 4339-48.
65. Gómez R, González M, Simón C, Remohi J, Pellicer A. Tyroxine hydroxylase (TH) downregulation in
hyperstimulated ovarios reveals the dopamine agonist bromocriptine (Br2) as an effective and specific me-
thod to block increased vascular permeability (VP) in OHSS. Fertil Steril 2003 b; 80 (Suppl 3): 43-44.
66. Albert C, Garrido N, Mercader A, Rao CV,Remohi J, Simon C et al. The role of endothelial cells in
the patogénesis of ovarian hyperstimulation síndrome. Mol Hum Reprod 2002; 8: 409-18.
67. Villasante A, Pacheco A, Ruiz A, Pellicer A, Garcia Velasco JA. Vascular endothelial cadherin regula-
tes vascular permeability: Implications for ovarian hyperstimulation síndrome. J Clin Endocrinol
Metab 2007; 92: 314-21.
68. Pau E, Alonso-Muriel I, Gómez R, Novella-Maestre E,Ruiz A, García Velasco JA et al. Plasma levels
of soluble vascular endothelial growth factor receptor-1 may determine the onset of early and late ova-
rian hyperstimulation syndrome. Hum Reprod 2006; 21:1453-60.
69. Manau D, Balasch J, Arroyo V, Jiménez W, Fábregues F, Casamitjana R et al. Circulatory dysfunc-
tion in asymtomatic in vitro fertilization patients. Relationship with hyperestrogenemia and activity
of endogenous vasodilators. J Clin Endocrinol Mtab 1998; 83:1489-93.
70. Balasch J, Fábregues F, Arroyo V, Jiménez W, Creus M, Vanrell JA. Treatment of severe ovarian
Hyperstimulation syndrome by conservative medical approach. Acta Obstet Gynecol Scand 1996; 75:
662-67.
71. Arroyo V, Ginés P, Jiménez W, Rodés J. Ascites,renal failure. And electrolyte disorders in cirrhosis.
Pathogenesis, diagnosis, and treatment. En McIntre N, Benhamou JP, Bircher J et al.(eds), Oxford
Texbook of Clinical Hepatology. Oxford University Press, Oxford 1991: 429-70.
72. Practice Committee of American Society for Reproductive Medicine. Ovarian hyperstimulation
syndrome. Fertil Steril 2008; 90: 188-93.
446
C APÍTULO 22
447
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Aspectos generales de cirugía fetoscópica
Principales indicaciones y resultados
Complicaciones de la gestación monocorial: Transfusión Feto-Fetal (TFF)
y Crecimiento
Intrauterino Retardado selectivo (CIRs) y malformación discordante.
Hernia Diafragmática Congénita (HDC)
Obstrucción urinaria baja
Complicaciones de la cirugía endoscópica fetal
Calidad de vida después de terapia fetal e información a progenitores
Situación actual y futuro de la cirugía fetal
Puntos prácticos
Futuras estrategias
Bibliografía
448
CIRUGÍA ENDOSCÓPICA FETAL: INDICACIONES Y RESULTADOS ACTUALES
INTRODUCCIÓN
Durante la década anterior la fetoscopia ha consolidado de nuevo su posición den-
tro de la terapia fetal. La técnica se introdujo por primera vez hace ya más de 30 años y
se utilizó especialmente a principios de los 80 para la obtención de sangre fetal a través
de la punción de cordón. La introducción de la ecografía de alta definición convirtió en
obsoleto el uso de la fetoscopia para esta aplicación y la fetoscopia quedó prácticamente
abandonada. A partir de finales de los 80, la evolución en el conocimiento fisiopatoló-
gico de algunas condiciones fetales en combinación con los avances técnicos en micro-
endoscopia, llevaron a la concepción de nuevas aplicaciones fetoscópicas. La
investigación desarrolló modelos experimentales para evaluar aspectos de seguridad y
desarrollar técnicas operatorias, y después de años de experiencia clínica la terapia fe-
toscópica ha demostrado su aplicabilidad. La fetoscopia está en continuo desarrollo y hay
todavía un largo camino para la investigación, pero un pequeño número de aplicacio-
nes han ganado aceptación para el manejo de condiciones prenatales de muy mal pro-
nóstico. Dentro de la práctica clínica actual, la cirugía fetal se limita casi exclusivamente
a la cirugía endoscópica, o fetoscopia, y la cirugía abierta, que representa una opción de
mucha mayor agresividad, ha quedado relegada al tratamiento de la espina bífida, una
indicación que en este momento se evalúa en un ensayo clínico en EEUU.
449
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
450
CIRUGÍA ENDOSCÓPICA FETAL: INDICACIONES Y RESULTADOS ACTUALES
FIGURA 1. Imagen endoscópica de feto donante con anhidramnios secundario a transfusión feto-
fetal (a), vasos placentarios anastomóticos antes (b) y después (c) de la coagulación con láser.
muerte o el deterioro de uno de los dos gemelos tiene sobre su hermano sano. Respecto
a las malformaciones fetales, un 3-4% de las gestaciones monocoriales presentan una
malformación grave, tres veces más que una gestación única o gemelar bicorial, y en
más del 90% es discordante; es decir, sólo la presenta un feto10. Los riesgos para el feto
normal en esta circunstancia se incrementan por el riesgo de muerte fetal del gemelo en-
fermo. Tanto en el CIRs como en la malformación discordante; cuando el gemelo afecto
CIR presenta una situación de deterioro muy avanzado con previsible lesión irreversi-
ble o muerte, se opta por la oclusión de cordón para proteger al hermano sano. Esta in-
tervención se realiza bien con láser o más habitualmente, con coagulación bipolar11-13.
La supervivencia global de la técnica oscila entre el 75% y el 90% según la experiencia
del centro y las características del caso14-17.
451
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
tratamiento prenatal en los casos en los que existe un riesgo elevado de mortalidad. El
lung-to-head ratio (LHR), obtenido al dividir el área pulmonar entre el perímetro cefá-
lico, es un parámetro difícil y sujeto a variabilidad23, pero en grandes estudios se ha de-
mostrado como el parámetro que permite estimar de forma más reproducible la
probabilidad de supervivencia19. En la actualidad se utiliza la relación entre LHR obser-
vado y el esperado (O/E) para la edad gestacional, que da un porcentaje que no varía con
edad gestacional24. Estudios más recientes, sugieren que la combinación del LHR O/E
con Doppler intrapulmonar mejora notablemente la predicción del grado de hipoplasia
pulmonar y la probabilidad de supervivencia neonatal25,26. En este momento se ofrece tra-
tamiento a casos con un pronóstico de supervivencia inferior o igual a 60%27. La estrate-
gia actual se basa en la oclusión traqueal fetoscópica con balón (Figura 2)28, que impide
la salida del fluido traqueo-bronquial e induce un crecimiento acelerado pulmonar me-
diante estímulo directo mecánico y secreción de factores de crecimiento29. El balón se co-
loca en un momento variable que puede oscilar entre 27 y 32 semanas según el tamaño
pulmonar. El balón se retira en una segunda fetoscopia, punción eco-guiada, o por técnica
EXIT. De acuerdo a los resultados más recientes, el tratamiento con oclusión traqueal me-
joraría en un 30-40% las probabilidades de supervivencia respecto al pronóstico inicial30.
452
CIRUGÍA ENDOSCÓPICA FETAL: INDICACIONES Y RESULTADOS ACTUALES
querida por esta patología, que con frecuencia se asocia a otros problemas o disfuncio-
nes del sistema nefro-urológico. Por esta razón, el tratamiento descompresivo puede
preservar o retardar significativamente el deterioro postnatal de la función renal en al-
gunos casos y en otros no tener ningún efecto en el desarrollo de una displasia renal
grave. La descompresión vesical, si se realiza de forma técnicamente exitosa y en fetos
bien seleccionados; es decir con anhidramnios, permite recuperar líquido amniótico y
salvar la vida fetal en casi todos los casos. En términos de función renal, de una forma
simple podría decirse que, en casos bien seleccionados, la descompresión vesical per-
mite obtener un 75% de casos con resultados de buena función renal a largo plazo y un
25% con insuficiencia renal crónica en grados variables. Esto es debido a la existencia
de cuadros más complejos, no detectables en el momento de la exploración por su ca-
rácter evolutivo, a pesar de estudios de función renal en sangre fetal y técnicas de ima-
gen. El tratamiento “clásico” es la descompresión vesical mediante shunt (o derivación)
vesico-amniótica, con más de 20 años de experiencia32-34. Si se analizan series conse-
cutivas con buena identificación de casos verdaderos de obstrucción uretral y con mala
función renal previa, el pronóstico de supervivencia es del 33% (contra un 0% sin
tratamiento); además, 66% de los supervivientes desarrollarán fallo renal a medio
plazo. Al contrario, en casos con función renal conservada, la supervivencia al año de
vida con tratamiento es del 75% al 91%, frente a un 33% en los no tratados32,35. En
un estudio de evolución a largo plazo (media de 5.8 años) todos los niños eran neu-
rológicamente normales, la proporción de niños con fallo renal era de 16%, y un ter-
cio de casos tenían problemas de vaciado vesical32. Por tanto, el drenaje vesical mejora
sustancialmente el pronóstico en casos bien seleccionados, pero existen dos factores cla-
ramente mejorables: (1) es muy difícil mantener el shunt en su sitio, en muchos casos
hay que poner varios, y (2) el vaciamiento anómalo durante la vida intraútero puede
generar problemas vesicales secundarios postnatalmente. La técnica que puede cons-
tituir el futuro es la cistoscopia fetal y fulguración de valvas uretrales (Figura 3)36,37.
Es más compleja técnicamente, pero menos agresiva para el feto y se realiza con vainas
de 2 mm. Se trata de una solución teóricamente definitiva y evita muchos de los pro-
blemas del shunt. No hay series con casos consecutivos. Algunos grupos disponemos de
series pequeñas de casos. Nuestro grupo ha evaluado diez casos en los dos últimos años.
En cinco se considero que existían criterios de tratamiento y fueron tratados técnica-
mente de forma satisfactoria; los otros cinco presentaban función renal muy deteriorada.
Uno de los fetos no consiguió recuperar líquido y solicitó interrupción. Presentaba una
malformación asociada del resto de la uretra, descubierta posteriormente en la necrop-
sia. Uno de los cuatro supervivientes presentó fallo renal crónico, si bien se trataba del
caso más evolucionado y tratado más tardíamente (25 semanas). Los casos tratados en
453
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
FIGURA 2. Colocación
de un balón intratra-
queal en un feto de 28
semanas. Imagen en-
doscópica (a) y ecográ-
fica (b) del balón inflado
en la tráquea.
fases precoces evolucionaron de forma satisfactoria. Se trata de una serie demasiado pe-
queña para sacar conclusiones pero ilustra que la cistoscopia es una opción satisfactoria
para un subgrupo de casos bien seleccionados. En este momento se dispone de mate-
rial específico y experiencia para completar la intervención en poco tiempo y con mí-
nima manipulación fetal, pero lógicamente es necesario disponer de series más amplias.
454
CIRUGÍA ENDOSCÓPICA FETAL: INDICACIONES Y RESULTADOS ACTUALES
455
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
realiza por grupos con experiencia, y lógicamente, los riesgos se incrementan con la du-
ración y manipulación durante el procedimiento. Actualmente, una fetoscopia implica
una media de 30 minutos intraútero para la mayoría de indicaciones, y esto ha sido un
factor clave en conseguir tasas de complicación mínimas comparadas a las iniciales.
456
CIRUGÍA ENDOSCÓPICA FETAL: INDICACIONES Y RESULTADOS ACTUALES
457
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
los procedimientos de terapia fetal eco-guiada o endoscópica los deben realizar especialis-
tas en medicina fetal, por supuesto en el marco de un equipo multidisciplinar. La habili-
dad quirúrgica en técnicas pediátricas o endoscópicas ginecológicas con frecuencia no sirve
para mucho en un campo de conocimiento con problemática y condiciones diferenciadas.
Este tipo de tentativas son simplificaciones injustas con una subespecialidad como la me-
dicina materno fetal, que seguramente serían consideradas como injerencias inaceptables
desde la perspectiva de cualquier otra especialidad, y que con frecuencia conducen al mal
resultado, cuando no al desastre.
Como última consideración, para que existan más centros en el futuro, es muy im-
portante que aumente el nivel de diagnóstico prenatal y de información adecuada, que en
este momento es todavía inferior al que presentan países de nuestro entorno. En este mo-
mento estimamos que se estaría ofreciendo terapia fetal a menos de la mitad de los casos
diagnosticados en España, aunque ciertamente esta cifra ha crecido de forma importante
en pocos años. Para mantener esta evolución es fundamental que el conocimiento y diag-
nóstico de las patologías susceptibles se extienda aún más, y el disponer de fuentes de in-
formación adecuadas es un componente fundamental en estos objetivos.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La mayoría de las intervenciones en una unidad de cirugía fetal son secundarias a
complicaciones de la gestación monocorial.
2. En gestación monocorial complicada con TFF; cuya mortalidad oscila del 80-100%,
la coagulación de las anastomosis vasculares placentarias por vía fetoscópica se asocia
a un 75-90% de supervivencia para al menos un feto.
3. En gestación monocorial complicada con CIRs avanzado ó malformación discor-
dante; con previsible lesión irreversible o muerte, la primera opción de terapia fetal
para proteger al hermano sano es la oclusión de cordón del feto afecto.
4. La oclusión traqueal fetal endoscópica ha demostrado una mejoría en la superviven-
cia neonatal en casos con hernia diafragmática congénita asociada a hipoplasia pul-
monar severa. En promedio, la probabilidad de supervivencia con tratamiento
postnatal convencional (15%) aumenta a un 65% en casos con terapia fetal.
5. En la obstrucción urinaria baja secundaria a valvas de uretra posterior, la cistoscopia
fetal con fulguración de las valvas uretrales representa una opción satisfactoria, pero
se requiere tratar a un mayor número de casos para sacar conclusiones.
6. La ruptura prematura de membranas, y la prematuridad asociada, representan la prin-
cipal complicación de la cirugía fetal endoscópica, la cual disminuye directamente
proporcional al grado de manipulación y tiempo quirúrgico; es decir, a la experien-
cia del operador.
458
CIRUGÍA ENDOSCÓPICA FETAL: INDICACIONES Y RESULTADOS ACTUALES
FUTURAS ESTRATEGIAS
El área de investigación en cirugía fetal tiene varios objetivos, pero la mayoría están
enfocados a mejorar la predicción de supervivencia y respuesta a la terapia fetal para se-
leccionar adecuadamente los casos a tratar y mejorar el diseño del equipo utilizado para
facilitar intervenciones técnicamente complejas.
BIBLIOGRAFÍA
11. Acosta-Rojas R, Becker J, Munoz-Abellana B, Ruiz C, Carreras E, Gratacos E. Twin chorionicity and
the risk of adverse perinatal outcome. Int J Gynaecol Obstet 2007;96(2):98-102.
12. Sebire NJ, Snijders RJ, Hughes K, Sepulveda W, Nicolaides KH. The hidden mortality of mono-
chorionic twin pregnancies. Br J Obstet Gynaecol 1997;104(10):1203-7.
13. Yamamoto M, Gratacos E, Ville Y. Transfusión feto-fetal. En: E. Gratacós, R. Gómez, K. Nicolaides,
R. Romero, L. Cabero. Medicina Fetal. Madrid, Ed. Médica Panamericana 2007:695-702.
14. Gratacos E, Van Schoubroeck D, Carreras E, Devlieger R, Roma E, Cabero L, et al. Impact of laser
coagulation in severe twin-twin transfusion syndrome on fetal Doppler indices and venous blood
flow volume. Ultrasound Obstet Gynecol 2002;20(2):125-30.
15. Hecher K, Plath H, Bregenzer T, Hansmann M, Hackeloer BJ. Endoscopic laser surgery versus se-
rial amniocenteses in the treatment of severe twin-twin transfusion syndrome. Am J Obstet Gynecol
1999;180(3 Pt 1):717-24.
16. Huber A, Diehl W, Bregenzer T, Hackeloer BJ, Hecher K. Stage-related outcome in twin-twin trans-
fusion syndrome treated by fetoscopic laser coagulation. Obstet Gynecol 2006;108(2):333-7.
17. Ierullo AM, Papageorghiou AT, Bhide A, Fratelli N, Thilaganathan B. Severe twin-twin transfusion
syndrome: outcome after fetoscopic laser ablation of the placental vascular equator. BJOG
2007;114(6):689-93.
18. Middeldorp JM, Sueters M, Lopriore E, Klumper FJ, Oepkes D, Devlieger R, et al. Fetoscopic laser
surgery in 100 pregnancies with severe twin-to-twin transfusion syndrome in the Netherlands. Fetal
Diagn Ther 2007;22(3):190-4.
19. Quintero RA, Bornick PW, Allen MH, Johson PK. Selective laser photocoagulation of communica-
ting vessels in severe twin-twin transfusion syndrome in women with an anterior placenta. Obstet
Gynecol 2001;97(3):477-81.
10. Quintero RA, Dickinson JE, Morales WJ, Bornick PW, Bermudez C, Cincotta R, et al. Stage-based
treatment of twin-twin transfusion syndrome. Am J Obstet Gynecol 2003;188(5):1333-40.
11. Rossi AC, D'Addario V. Laser therapy and serial amnioreduction as treatment for twin-twin trans-
fusion syndrome: a metaanalysis and review of literature. Am J Obstet Gynecol 2008;198(2):147-52.
12. Ville Y, Hecher K, Gagnon A, Sebire N, Hyett J, Nicolaides K. Endoscopic laser coagulation in the
management of severe twin-to-twin transfusion syndrome. Br J Obstet Gynaecol 1998;105(4):446-
53.
13. Lewi L, Van Schoubroeck D, Gratacos E, Witters I, Timmerman D, Deprest J. Monochorionic diam-
niotic twins: complications and management options. Curr Opin Obstet Gynecol 2003;15(2):177-94.
14. Challis D, Gratacos E, Deprest JA. Cord occlusion techniques for selective termination in mono-
chorionic twins. J Perinat Med 1999;27(5):327-38.
15. Lewi L, Gratacos E, Ortibus E, Van Schoubroeck D, Carreras E, Higueras T, et al. Pregnancy and in-
fant outcome of 80 consecutive cord coagulations in complicated monochorionic multiple pregnan-
cies. Am J Obstet Gynecol 2006;194(3):782-9.
459
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
16. Robyr R, Yamamoto M, Ville Y. Selective feticide in complicated monochorionic twin pregnancies
using ultrasound-guided bipolar cord coagulation. BJOG 2005;112(10):1344-8.
17. Gallot D, Laurichesse H, Lemery D. Selective feticide in monochorionic twin pregnancies by ultra-
sound-guided umbilical cord occlusion. Ultrasound Obstet Gynecol 2003;22(5):484-8.
18. Nicolini U, Poblete A, Boschetto C, Bonati F, Roberts A. Complicated monochorionic twin preg-
nancies: experience with bipolar cord coagulation. Am J Obstet Gynecol 2001;185(3):703-7.
19. Taylor MJ, Shalev E, Tanawattanacharoen S, Jolly M, Kumar S, Weiner E, et al. Ultrasound-guided
umbilical cord occlusion using bipolar diathermy for Stage III/IV twin-twin transfusion syndrome.
Prenat Diagn 2002;22(1):70-6.
20. Young BK, Stephenson CD, Mackenzie AP, Roman AS, Rebarber A, Minior VK, et al. Combined
sonographic and endoscopic umbilical cord occlusion in twin and triplet gestations. J Perinat Med
2005;33(6):530-3.
21. Ackerman KG, Pober BR. Congenital diaphragmatic hernia and pulmonary hypoplasia: new insights from
developmental biology and genetics. Am J Med Genet C Semin Med Genet 2007;145C(2):105-8.
22. Jani J, Keller RL, Benachi A, Nicolaides KH, Favre R, Gratacos E, et al. Prenatal prediction of sur-
vival in isolated left-sided diaphragmatic hernia. Ultrasound Obstet Gynecol 2006;27(1):18-22.
23. Apparent truth about congenital diaphragmatic hernia: a population-based database is needed to es-
tablish benchmarking for clinical outcomes for CDH. J Pediatr Surg 2004;39(5):661-5.
24. Colvin J, Bower C, Dickinson JE, Sokol J. Outcomes of congenital diaphragmatic hernia: a popula-
tion-based study in Western Australia. Pediatrics 2005;116(3):e356-63.
25. Stege G, Fenton A, Jaffray B. Nihilism in the 1990s: the true mortality of congenital diaphragmatic
hernia. Pediatrics 2003;112(3 Pt 1):532-5.
26. Jani J, Nicolaides KH, Keller RL, Benachi A, Peralta CF, Favre R, et al. Observed to expected lung
area to head circumference ratio in the prediction of survival in fetuses with isolated diaphragmatic
hernia. Ultrasound Obstet Gynecol 2007;30(1):67-71.
27. Cruz-Martinez R, Moreno-Alvarez O, Hernandez-Andrade E, Castañon M, Done E, Martinez J, et al.
Contribution of pulmonary Doppler to improve prediction of survival in fetuses with congenital diaph-
ragmatic hernia treated with fetal endoscopic tracheal occlusion. Ultrasound Obstet Gynecol 2009.
28. Deprest JA, Hyett JA, Flake AW, Nicolaides K, Gratacos E. Current controversies in prenatal diag-
nosis 4: Should fetal surgery be done in all cases of severe diaphragmatic hernia? Prenat Diagn
2009;29(1):15-9.
29. Deprest J, Gratacos E, Nicolaides KH. Fetoscopic tracheal occlusion (FETO) for severe congenital
diaphragmatic hernia: evolution of a technique and preliminary results. Ultrasound Obstet Gynecol
2004;24(2):121-6.
30. Wu J, Ge X, Verbeken EK, Gratacos E, Yesildaglar N, Deprest JA. Pulmonary effects of in utero tra-
cheal occlusion are dependent on gestational age in a rabbit model of diaphragmatic hernia. J Pediatr
Surg 2002;37(1):11-7.
31. Jani JC, Nicolaides KH, Gratacos E, Valencia CM, Done E, Martinez JM, et al. Severe diaphragmatic
hernia treated by fetal endoscopic tracheal occlusion. Ultrasound Obstet Gynecol 2009;34(3):304-
10.
32. Freedman AL, Bukowski TP, Smith CA, Evans MI, Johnson MP, Gonzalez R. Fetal therapy for obs-
tructive uropathy: diagnosis specific outcomes [corrected]. J Urol 1996;156(2 Pt 2):720-3; discussion
723-4.
33. Johnson MP, Corsi P, Bradfield W, Hume RF, Smith C, Flake AW, et al. Sequential urinalysis improves
evaluation of fetal renal function in obstructive uropathy. Am J Obstet Gynecol 1995;173(1):59-65.
460
CIRUGÍA ENDOSCÓPICA FETAL: INDICACIONES Y RESULTADOS ACTUALES
34. Biard JM, Johnson MP, Carr MC, Wilson RD, Hedrick HL, Pavlock C, et al. Long-term outcomes
in children treated by prenatal vesicoamniotic shunting for lower urinary tract obstruction. Obstet
Gynecol 2005;106(3):503-8.
35. Clark TJ, Martin WL, Divakaran TG, Whittle MJ, Kilby MD, Khan KS. Prenatal bladder drainage
in the management of fetal lower urinary tract obstruction: a systematic review and meta-analysis.
Obstet Gynecol 2003;102(2):367-82.
36. Freedman AL, Johnson MP, Smith CA, Gonzalez R, Evans MI. Long-term outcome in children after
antenatal intervention for obstructive uropathies. Lancet 1999;354(9176):374-7.
37. Quintero RA, Johnson MP, Romero R, Smith C, Arias F, Guevara-Zuloaga F, et al. In-utero percu-
taneous cystoscopy in the management of fetal lower obstructive uropathy. Lancet 1995;346
(8974):537-40.
38. Welsh A, Agarwal S, Kumar S, Smith R, Fisk NM. Fetal cystoscopy in the management of fetal obs-
tructive uropathy: experience in a single European centre. Prenat Diagn 2003;23:1033-41.
39. Deprest JA, Lerut TE, Vandenberghe K. Operative fetoscopy: new perspective in fetal therapy? Pre-
nat Diagn 1997;17(13):1247-60.
40. Gratacos E, Sanin-Blair J, Lewi L, Toran N, Verbist G, Cabero L, et al. A histological study of fetos-
copic membrane defects to document membrane healing. Placenta 2006;27(4-5):452-6.
41. Deprest J, Jani J, Lewi L, Ochsenbein-Kolble N, Cannie M, Done E, et al. Fetoscopic surgery: en-
couraged by clinical experience and boosted by instrument innovation. Semin Fetal Neonatal Med
2006;11(6):398-412.
42. Hasaart TH, Essed GG. Amniotic fluid embolism after transabdominal amniocentesis. Eur J Obstet
Gynecol Reprod Biol 1983;16(1):25-30.
43. Thorp JA, Helfgott AW, King EA, King AA, Minyard AN. Maternal death after second-trimester ge-
netic amniocentesis. Obstet Gynecol 2005;105(5 Pt 2):1213-5.
44. Gratacos E, Carreras E, Becker J, Ruiz C, Higueras T, Llurba E, et al. Fetoscopia y coagulación láser
en transfusión feto-fetal: Resultados y evolución neonatal. Progr Obstet Ginecol 2003.
45. Chandler M, Smith A. Prenatal screening and women's perception of infant disability: a Sophie's
Choice for every mother. Nurs Inq 1998;5(2):71-6.
46. Pi-Sunyer M. Implicaciones psicológicas de la patología fetal. En: E. Gratacós, R. Gómez, K. Nico-
laides, R. Romero, L. Cabero. Medicina Fetal. Madrid, Ed. Médica Panamericana 2007:763-772.
47. Hassink EA, Brugman-Boezeman AT, Robbroeckx LM, Rieu PN, van Kuyk EM, Wels PM, et al. Pa-
renting children with anorectal malformations: implications and experiences. Pediatr Surg Int
1998;13(5-6):377-83.
48. Wray J, Maynard L. Living with congenital or acquired cardiac disease in childhood: maternal per-
ceptions of the impact on the child and family. Cardiol Young 2005;15(2):133-40.
49. Nicolaides KH, Chervenak FA, McCullough LB, Avgidou K, Papageorghiou A. Evidence-based obs-
tetric ethics and informed decision-making by pregnant women about invasive diagnosis after first-
trimester assessment of risk for trisomy 21. Am J Obstet Gynecol 2005;193(2):322-6.
50. Gratacos E, Deprest J. Current experience with fetoscopy and the Eurofoetus registry for fetoscopic
procedures. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 2000;92(1):151-9.
461
C APÍTULO 23
463
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Epidemiología
Alteraciones fisiológicas maternas
Alteraciones cardiovasculares
Alteraciones respiratorias
Alteraciones hematológicas
Alteraciones gastrointestinales
Alteraciones del Sistema Nervioso
Teratogénesis (interacciones farmacológicas)
Definición, fundamentos
Fármacos utilizados durante la gestación y riesgo de teratogénesis
Clasificación del riesgo de los fármacos durante la gestación
Otros factores teratógenos (no farmacológicos)
Manejo perioperatorio y en cuidados intensivos
Prevención de la asfixia fetal intrauterina
Prevención del aborto y del parto prematuro
Elección de la técnica anestésica
Fármacos y lactancia
Características especiales de diversos tipos de cirugía no obstétrica
Abdomen agudo
Neurocirugía en la paciente gestante
Cirugía Cardiaca. Circulación extracorpórea
Bibliografía
464
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
INTRODUCCIÓN
La mayoría de las pacientes gestantes están expuestas a la administración de fár-
macos durante la gestación. Algunas incluso pueden estar sometidas a una interven-
ción quirúrgica o ingreso en unidad de cuidados intensivos por lo que se requiere una
atención especial que intente evitar cualquier tipo de agresión al feto. El control de
la paciente gestante se ha de centrar sobre todo a nivel de la oxigenación materna y
de la estabilidad hemodinámica. Una de las máximas preocupaciones en las pacien-
tes gestantes, sería que la utilización de ciertos fármacos pudieran dar lugar a la apa-
rición de anomalías congénitas, abortos o provocar partos prematuros. Comúnmente
se suelen prescribir fármacos a las pacientes gestantes o a las mujeres en el periodo
de lactancia materna que podrían tener efectos teratogénicos en el feto y/o en los
lactantes. Aunque la mayoría de las gestantes ó mujeres lactantes consumen fárma-
cos prescritos por médicos, sólo algunos de estos fármacos están completamente tes-
tados para su seguridad y eficacia durante la gestación y/o periodo de lactancia
materna. La mayoría de los estudios de teratogenicidad se basan en la realización de
registros de gestantes a las que se ha prescrito algún fármaco y en los estudios caso-
control; estos estudios o registros se muestran claramente insuficientes, ya que nos
son estudios randomizados. Por consiguiente, para poder asistir adecuadamente a
estas pacientes, es fundamental conocer los efectos que tienen los diferentes fárma-
cos sobre el feto y el lactante.
EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia de intervención quirúrgica durante el embarazo es de 0,3 % a 2,2 %1,2.
La primera causa de intervención quirúrgica durante el embarazo siguen siendo los con-
dilomas, seguidos de los traumatismos y de los tumores de mama1-3. Las lesiones de tor-
sión, ruptura ó hemorragia de quistes de ovario se presentan en 1/ 2500 gestantes.
La apendicitis aguda se presenta en el 0,07 % de las gestaciones3. El abdomen
agudo secundario a colecistitis4, oclusión intestinal5, etc..., es una causa frecuente de
intervención quirúrgica durante el embarazo. La indecisión, las dificultades diagnós-
ticas y el retraso en realizar las exploraciones pertinentes y la operación por temor a
las complicaciones fetales pueden provocar mayor morbimortalidad que en otro tipo
de pacientes.
La mejor opción para una gestante es intentar posponer la operación hasta después
del parto. Si esto es imposible, la segunda opción sería realizar la intervención quirúr-
gica durante el segundo trimestre de gestación, en el que han disminuido los riesgos de
teratogenicidad, de aborto y tienen menos posibilidades de desencadenar un parto pre-
maturo o sufrimiento fetal que en el tercer trimestre6,7.
465
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Alteraciones cardiovasculares
• Durante la gestación existe un aumento de las catecolaminas y el miocardio res-
ponde con:
a) Efecto cronotrópico positivo aumentando la frecuencia cardiaca. (10 -15%)9-11.
b) Efecto inotrópico positivo, aumentando la contractilidad y el gasto cardiaco
(40%)9-11.
• El volumen plasmático aumenta un 40-50 %9-11.
• A partir de la 24ª semana se produce una compresión de la aorta y de la vena cava
inferior por el útero grávido, y sus consecuencias son un descenso de la tensión ar-
terial por disminución del retorno venoso y del gasto cardiaco (10%)1,9,11.
• Las resistencias vasculares se mantienen bajas, debido al efecto de la progesterona
sobre la fibra muscular lisa y por una desensibilización de los receptores periféricos
a la acción de las catecolaminas, secundaria al aumento de las prostaciclinas du-
rante la gestación9,11.
• La circulación pulmonar presenta los mismos cambios que la circulación sistémica
durante la gestación, y por lo tanto no hay cambios en las presiones pulmonares me-
didas por cateterismo de la arteria pulmonar9-11.
Alteraciones respiratorias
Debido a los cambios hormonales, desde el inicio de la gestación existen cambios a
nivel respiratorio:
• El volumen corriente aumenta en un 40 % y la frecuencia respiratoria en un 15 %,
dando lugar a un aumento de la ventilación alveolar minuto de un 70%. Lo que
comporta alcanzar la concentración alveolar mínima con los anestésicos inhalato-
rios mucho más rápidamente8,9,12-14.
• El volumen residual y la capacidad residual funcional disminuyen en un 20% Lo
que conlleva un aumento de la fracción del cortocircuito intrapulmonar y una
menor reserva de O26.
• La mayor demanda (20%) y la menor reserva de O2 aumentan el riesgo de hipo-
xemia durante el manejo de la vía área para la intubación orotraqueal6,7,15.
466
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
Alteraciones hematológicas
• El fibrinógeno plasmático, los factores V, VI, VIII y las plaquetas aumentan durante
la gestación, con el consiguiente aumento de la actividad procoagulante, lo que
predispone al aumento del riesgo de tromboembolismo13,14.
• Durante la gestación se produce un incremento del número de leucocitos que cursa
sin desviación a la izquierda, de la formula leucocitaria13,14.
• La actividad de la colinesterasa está disminuida en un 28 %, por hemodilución y
por disminución de la función hepática6.
Alteraciones grastointestinales
• Los valores de la gastrina plasmática durante la gestación se elevan, aumentando la
secreción gástrica y su grado de acidez15. La evacuación del contenido alimentario
gástrico se retrasa en un 60 % a partir de la segunda mitad de la gestación, rela-
cionándose con el aumento de los niveles de progesterona.
• El ángulo de unión gastroesofágico se desplaza por el aumento de tamaño del útero
grávido, predisponiendo a la regurgitación pasiva y por tanto aumentando el riesgo
de broncoaspiración ácida durante la inducción y la educción anestésica, a partir de
la 14-15ª semana de gestación16.
467
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Definición, fundamentos
Teratógeno: Sustancia capaz de producir las condiciones para que se origine un des-
arrollo anómalo permanente en la estructura o función de un organismo expuesto a él
durante el período embrionario o fetal17.
468
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
El periodo fetal comprende desde la 9ª semana hasta el momento del parto. En este
periodo pueden aparecer alteraciones en la estructura y la función de los órganos que se
han desarrollado normalmente durante el periodo de organogénesis (Ej. Defectos del
tubo neural pueden ocurrir en el periodo fetal “Encephalocele”).
Los efectos de los fármacos teratogénicos dependen de múltiples factores como: el pe-
riodo gestacional, la vía de administración, la absorción, la dosis, los niveles séricos ma-
ternos, el paso placentario, las proteínas, la liposolubilidad, etc.
469
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Para poder aprobar un fármaco como seguro durante la gestación o la lactancia ma-
terna se tendrían que realizar estudios en animales, randomizados y que sus resultados
pudieran ser extrapolados al humano. Desgraciadamente no existe ningún modelo es-
tadístico de estudio animal que nos pueda extrapolar con una seguridad estadística que
el fármaco a estudiar será teratógeno o no en el humano.
470
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
FÁRMACOS FDA
CLASIFICACIÓN
Agentes activos en el eje renina-angiotensina C (Primer trimestre)
(Captopril, lisinopril, enalapril) D (Segundo y tercer trimestre)
Antidepresivos (Paroxetina) D
Antiepilépticos (Acido valproico, carbamezepina, fenitoina) D
Ansiolíticos (Diazepam) D
Agentes alquilantes (Ciclofosfamida) D
Andrógenos (Danazol) X
Antimetabolitos (Methotrexate) D, X
Carbimazol D
Derivados Cumarínicos (Warfarina) X
Estrógenos (Diethylstibestrol) X
Fluconazol C
Litio D
Misoprostol X
Contraceptivos orales X
Penicilamina D
Retinoides (Isotretinoin) X
Yodo radioactivo X
Thalidomida X
471
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
472
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
FIGURA 1
473
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Categorías A y B: ningún riego fetal demostrado en humanos o en animales en el 1er trimestre de la gestación.
Categoría C: riesgo en animales o existencia de datos dudosos. Categoría D y X: Evidencia de riesgo en humanos.
474
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
Penicilina G Gentamicina
Penicilina VK Levofloxacino
Vancomicina Rifampicina
Eritromicina Fluconazol
Categorías A y B: ningún riego fetal demostrado en humanos o en animales en el 1er trimestre de la gestación.
Categoría C: riesgo en animales o existencia de datos dudosos. Categoría D y X: Evidencia de riesgo en humanos.
- La hipertemia8,12.
- La hipoglicemia severa24.
- La ansiedad y el estrés12,20.
- Las radiaciones ionizantes.
Uno de los factores teratogénicos mejor identificados es la exposición fetal a la irra-
diación7,25,26. La microcefalia es la malformación que más frecuentemente se relaciona
con las radiaciones ionizantes. La microcefalia e hidrocefalia se han descrito con dosis
de radiación de 100 a 250 rad25,26.
La irradiación que puede recibir el feto varia entre 0,001 rad de una radiografía de
tórax a 5 rad en una tomografía computarizada de pelvis26. Por debajo de una dosis de 5
rad no existe riesgo de malformaciones fetales, pero sí de carcinogénesis tras el nacimiento,
por lo que hay que evitar cualquier exposición radiológica que no sea absolutamente ne-
cesaria durante la gestación25,26. Si el abdomen de la gestante se protege con un delantal
de plomo, las dosis que recibe el feto pueden disminuir mucho. Las exploraciones de más
riesgo son las que se realizan sobre el abdomen y la pelvis. La resonancia magnética no pa-
rece tener efectos teratogénicos6. Así pues es conocido que la exposición fetal a dosis bajas
de irradiación, que no conllevan riegos de teratogenicidad, sí que presentan riesgo de-
mostrado de carcinogénesis. Siendo este riesgo de carcinogénesis bajo pero significativo y
se ha demostrado que se duplica la incidencia de leucemia7,26.
En la Tabla 5 se resume la irradiación potencial a la que se expone al feto en diver-
sas exploraciones radiológicas frecuentes. En la Tabla 6 los riesgos fetales de distintas
dosis de radiación.
475
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
476
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
477
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
478
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
El tratamiento profiláctico del parto prematuro con β-miméticos ante una inter-
vención quirúrgica y un acto anestésico no es considerado por la mayoría de los auto-
res en la actualidad.
Es obligatorio, monitorizar la dinámica uterina en el postoperatorio y en el ingreso
en las unidades de cuidados intensivos de todas las embarazadas operadas de cirugía no
obstétrica. En algunas situaciones también esta indicado hacerlo intraoperatoriamente
cuando se prevean grandes perdidas de líquidos o una cirugía prolongada. En el posto-
peratorio inmediato la paciente ha de permanecer en un área donde se pueda monito-
rizar la dinámica uterina7 (Tabla 7).
479
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
• Monitorización obstétrica:
- Frecuencia cardiaca fetal.
- Actividad uterina.
Una vez se constate el inicio de un parto prematuro, se habrá de valorar el instaurar
tratamiento con:
- ¿Tocolíticos? o
- ¿Permitir el progreso del parto?
480
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
FÁRMACOS Y LACTANCIA
Una de las preguntas más frecuentes y preocupaciones de los nuevos padres es la po-
sibilidad del inicio de la lactancia. A pesar del ingreso y de la patología que ha ocasio-
nado la cirugía y/o ingreso en unidad de cuidados intensivos los beneficios ampliamente
probados de la lactancia materna hace que tengamos que valorar esta práctica. Son mu-
chos los fármacos que aparecen el la leche tras su administración tanto por vía parente-
ral como oral pero son muy pocos los que todavía se contraindican con la lactancia41 La
dosis que el neonato recibe a través de la lactancia depende de la cantidad excretada en
la leche, de la cantidad ingerida y de la concentración plasmática de los fármacos ad-
ministrados. Desafortunadamente existen pocos estudios que hayan cuantificado de los
fármacos transferidos a la leche y existe una necesidad de estos estudios41-42.
481
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Reprotox http://www.reprotox.org
Teris http://www.washington.edu/terisweb
FDA http://www.fda.gov/womens/registries
STD http://www.cdc.gov/std/treatment/2006/updated-regimens.htm
482
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
Abdomen agudo
Debe recordarse que el abdomen agudo es una situación más grave para la madre y
para el feto que cualquier otro factor teratogénico o tóxico fetal.
El riesgo de parto prematuro en la apendicetomía o en la laparotomía negativa es
del 10%3-5. La obstrucción intestinal conlleva una mortalidad fetal alta (20-26%). La
rotura hepática, asociada generalmente a un síndrome de HELLP, es una de las situa-
ciones quirúrgicas mas graves que pueden darse en la gestante, presentado una alta mor-
talidad materna y fetal de alrededor del 40-50%3-5,28.
La Laparoscopia se esta imponiendo en el diagnóstico diferencial de causas de ab-
domen agudo, en la paciente gestante, como la apendicitis y a su vez también puede ser
el método terapéutico del mismo3-5. Si se realiza una laparoscopia en una paciente ges-
tante es necesario tener un cuidado especial en la colocación de los trocares, para no le-
sionar el útero grávido o a estructuras intraabdominales desplazadas por él. Además se
ha de saber que el neumoperitoneo y por tanto el incremento de la presión intraabdo-
minal de alrededor de 15 mm Hg dan lugar a:
1. Un efecto mecánico sobre la respiración que consiste en una disminución de la ex-
cursión diafragmática. Aumenta la presión pico inspiratoria, la presión media in-
tratorácica y el espacio muerto alveolar. Disminuye la capacidad vital, la capacidad
residual pulmonar y la distensibilidad.
2. Disminución de la circulación esplácnica. Presiones intraabdominales de 15 mm
Hg dan lugar a disminución del flujo sanguíneo hepático y renal entre un 30-
40%30,31. Debido a que este efecto también puede darse sobre el flujo uterino se
recomienda trabajar con las mínimas presiones intraabdominales en las pacientes
gestantes30,31.
3. Repercusiones hemodinámicas. Se manifiestan mediante bradicardia, disminución
del retorno venoso y disminución del gasto cardíaco30,31. Esto puede ser importante
en la gestante bajo anestesia general ya que las consecuencias sobre el GC pueden
ser exageradas.
483
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Manejo anestésico
El mayor dilema de los cuidados neuroanestésicos en la paciente gestante es encon-
trar el punto ideal que intente cumplir el máximo de requerimientos que precisan este
tipo de pacientes para que la intervención neuroquirúrgica sea un éxito. En determina-
das circunstancias estos requerimientos pueden ser tan dispares que incluso pueden ser
excluyentes entre si (Ej. Posición semincoporada para mejorar el drenaje venoso cerebral
entraría en contradicción con la disminución del retorno venoso de las EEII34 y la pro-
bable aparición de un síndrome de compresión de cava,.....). Se recomienda la monito-
rización de la presión arterial invasiva y la colocación de un catéter venoso central para
control de presión venosa central y aspiración de una posible embolia aérea. La moni-
torización de la profundidad anestésica a través del BIS (Bisprectral index) reduce la
posibilidad de profundidad anestésica excesiva por lo que es altamente recomendable.
Asimismo, deberemos controlar la temperatura intentando la normotermia por lo que
colocaremos un termómetro esofágico. La utilización de diuréticos osmóticos puede dar
lugar a deshidratación materna que induce hipotensión e hipoperfusión placentaria y le-
siones en el feto35. El manitol atraviesa la placenta y se acumula en el feto35. Los diuré-
ticos osmóticos se pueden utilizar con precaución a dosis bajas (0.25 g/kg) en las
pacientes gestantes, reconociendo que presentan efectos potencialmente adversos para
el feto.
484
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
485
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
caso, apareciera una hemorragia obstétrica, la heparina administrada debe de ser rever-
tida. Igualmente si hubiera sufrimiento fetal, el procedimiento se detendría hasta que
el bebé pudiera ser extraído con éxito.
Dolor postoperatorio tras neurocirugía
La paciente embarazada tras este tipo de cirugía debe ser controlada en una unidad
de cuidados intensivos. La mejor analgesia que se les puede ofrecer a este tipo de pa-
cientes es una analgesia multimodal. Se podrían combinar infiltraciones de anestésico
local en los scalps, administración de cloruro mórfico y bloqueos neuroaxiales pero estos
últimos retrasarían la evaluación neurológica de algunas intervenciones. Los antinfla-
matorios no esteroideos no se aconsejan por los efectos deletéreos sobre el feto.
Vasoespasmo cerebral
El vasoespasmo es una de las complicaciones más temidas tras la hemorragia subarac-
noidea. Aunque la terapia de la “triple H”(Hipertensión, Hipervolemia, Hemodilución)
no está basada en altos niveles de evidencia, es ampliamente utilizada. El sulfato de mag-
nesio ha mostrado la reducción de la severidad del vasoespasmo y además es parte del tra-
tamiento de la eclampsia patología asociada a la vasoconstricción41,42 Cuando se diagnostica
el vasoespasmo, en algunos centros se realiza una angiografía intraarterial supraselectiva
para el tratamiento con papaverina o verapamilo bajo anestesia general. Esta estrategia es
controvertida en la paciente embarazada porque se acumula irradiación y los efectos sobre
el feto de estas medicaciones no están todavía clarificados. El nimodipino reduce la inci-
dencia de vasoespasmo. Aún siendo teratogénico y embriotóxico en animales, se ha utili-
zado sin efectos deletéreos para el tratamiento de la pacientes con preeclampsia.
486
TERATOGÉNESIS PERIOPERATORIA EN LA CIRUGÍA NO OBSTÉTRICA DURANTE LA GESTACIÓN...
BIBLIOGRAFÍA
11. Shinder SM, Websgter GM. Maternal and fetal hazards of surgery during pregnancy. Am J. Obstet
Gynecol 1965; 92:891-900.
12. Mazze RI, Källém B. Rerproductive out come after anesthesia and operation during pregnancy. A re-
gistry study of 5405 cases. Am J. Obstet gynecol 1989; 161:1178-85.
13. Guttman R, Goldman RD, Koren G. Appendicitis during pregnancy. Can Fam Physician 2004.
Mar; 50:355-7.
14. Grigoriu M, Palade R, Vasile3 D, Grigoriu C. Laparoscopic cholecystectomy during pregnancy. Chi-
rurgia. 2003. Sep-Oct; 98(5):453-7.
15. Mathonnet M, Fermeaux V. Colon cancer in pregnancy. J.Chir. 2003 sep; 140(4):221-4.
16. Malinow AM. Anesthetic management of the pregnant surgical patient. En: Ostheimer GW, ed
(2ºed.) New York: Churchill Livinsgstone, 1992: 380-384.
17. Gianopoulos JG. Establishing the criteria for anesthesia and other precautions for surgery during
pregnancy. Surg Clin North Am 1995; 75:33-45.
18. Datta S. Manual de Anestesia obstétrica. Madrid: Mosby de España SA, 1992:299-309.
19. Elkayam U, Gleicher N. Cardiovascular physiology of pregnancy. EN: Elkayam U, Gleicher E., eds.
Cardiac problems in pregnancy. New York: Alan R Liss, 1982: 15-20.
10. Capeless EL, Clapp JF. Cardiovascular changes in early phase of pregnancy. Am J Obstet Gynecol
1989; 161:1449-53.
11. Cohen SE. Phiysiologic alterations of preganancy: Anesthetic implications. ASA 43 rd Annual Re-
fresher Course Lectures. New Orleans: Edita ASA, 1992; 64:1-7.
12. Cohen SE. The pregnant woman: what is relevant fort he anaesthetist? En: Seebacher J, ed. Anes-
thésie-Reanimation en Obstétrique, JEPU 92. Paris: Arnette Ed 1993; 1:25-36.
13. Cheek ThG, Gutsche B.Maternal physuiologic alterations during pregnancy. En: Shinder SM, Le-
vinson G, eds Anesthesia for obstetrics (3º ed.). Baltimotre: Williams &Wilkins, 1993:3-18.
14. Cohen AW, Graham EM, Mulla WR. Surgery in the pregnant patient: En: Goldman DR, Brown FH,
Guarneri D, eds. Perioperative Medicine (2ºEd) New York: McGraw-Hill Inc, 1994: 395-399.
15. Beilin Y. Non-obstetric surgery in the pregnant patient. En: Reed AP, ed. Cases in anesthesia. New
York: Churchil Livingstone, 1995 281-287.
16. Soreide E, Holst-Larsen H, Steen PA. Acid aspiration syndrome profilaxis in gynaecological and obs-
tetrics patients. A Norwegian survey. Acta Anesthesiol Scand 1994; 38:863-8.
17. Levinson GSM, Shinder SM. Anesthesia for surgery during pregnancy. EN: Shinder SM, Levinson
G, eds. Anesthesia for Obstetrics (3ºed.) Baltimore: Williams &Wilkins 1993:211-46.
18. Tuchmann-Duplessis H. Influence of certain drugs on the prenatal development. Int Gynaecol Obs-
tet 1970; 8:777-97.
19. Erikson M, Catz CS, Yaffe SJ. Drugs and pregnancy. Clin. Obstet Gynecol 1973; 16: 199-224.
487
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
20. Hawkins JL. Anesthesia fort he pregnant patient undergoing nonobstetric surgery. ASA 46 rd Annual
refresher Course Lectures: Atlanta: ASA ed, 1995; 151:1-7.
21. Mazze RI. Teratogenicity of N2O and volatile anesthetics. En: Seebacher J, ed. Anesthesie-Reani-
mation en Obstétrique. JEPUI 92. Paris: Arnette Ed.,1993:125-136.
22. Mazze RI, Källén B. Reproductive outcome after anesthesia and operation during pregnancy: A re-
gistry study of 5405 cases. Am J Obstet Gynecol 1989;161:1178-85.
23. Lapinski SE, Kruczynski , Slutsky AS. Critical care in the pregnant patient. Am J Respir Care Med
1995; 152-:427-55.
24. Fernandez C, Anglada T, Salazar F, Serra M, Cabrer C, Nalda MA. Anestesia y embarazo. Rev Esp
Anestesiol Reanim 1991; 38:64-65.
25. Doll R, Wakeford R. Review article. Risk of childhood cancer from foetal irradiation. Br J Radiol
1997; 70:130-9.
26. Brent Rl. Utilization of developmental basic science principles in the evaluation of reproductive risks
from pre- and post conception environmental radiation exposures. Teratology 1999; 59:182.
27. Gomar C, Fernandez C. Situaciones poco frecuentes en la paciente gestante: anestesia para procedi-
mientos no obstétricos y paro cardiorrespiratorio. En: Alejandro Miranda. Tratado de Anestesiología
y Reanimación en Obstetricia: Principios fundamentales y bases de aplicación práctica. Cap 27- Edit
Masson- Barcelona-1997:837-867.
28. Sullivan HJ. Valvular heart surgery during pregnancy. Med Clin North Am 1987; 71:551-560.
29. Grimbizis GF, Tsalikis T, Mikos T, Zepiridis L, Athanasiadis A, Tar BC, Bontis JN. Laparoscopic tre-
atment of a ruptured intestinal pregnancy. Reprod Biomed Online.2004 Oct; 9(4):447-451.
30. Friedman Rl, Friedman IH. Acute cholecistitis with calculous biliary duct obstruction in the gravide
patient. Management by ERCP, papillotomy, stone extraction and laparoscopic cholecystectomy.
Surg Endosc 1995; 9:910-13.
31. Chandra M, Shapiro SJ, Gordon LA. Laparoscopic cholecystectomy in the first trimester of preg-
nancy. Surg Laparos Endosc. 1994; 4:68-69.
32. Fox MW, Harms RW, Davis DH. Selected neurologic complications of pregnancy. Mayo Clin Proc
1990; 65:1595-1618.
33. Simon RH. Brain tumors in pregnancy. Semin Neurol 1988; 8:214-821.
34. Depret-Mosser S, Jomin M, Monnier JC, et al. Cerebral tumors and pregnancy. A proposo f 8 cases.
J Gynecol Obstet Biol Reprod 1993; 22:71-80..
35. Basso A, Fernandez A, Althabe O, et al. Passage of mannitol from mother to amniotic fluid and fetus:
Obstet Gynecol 1977; 49:628-31.
36. Kizilkilic O, Albayram S, Adaletli I, et al. Endovascular treatment of ruptured intracranial aneurysms
during pregnancy: report of three cases. Archi of gynecol and obstet on line. 2002.
37. Piotin M, De Souza CB, Kothimbakam R et al. Endovascular treatment of acutely ruptured intra-
cranial aneurysms in pregnancy. Am J Obstet Gynecol 2001; 185:1261-62.
38. Shahabi S, Tecco L, Jani J et al. Management of a ruptured basilar artery aneurysm during preg-
nancy: Acta Chir Belg 2001; 101:193-5.
39. Buke A, Hur D, Bolan J, et al. Sinusoidal fetal heart rate pattern during cardiopulmonary by-pass.
Am J Obstet Gynecol 1990; 163:17-18.
40. Izquierdo L, Kushnir O, Knierriem K et al. Effect of mitral valve prosthetic surgery on the outcome
and growth-retarded fetus. Am J Obstet Gynecol 1990;163:584-6.
41. Buhimschi CS, Weiner CP. Medications in Pregnancy and Lactation. Part 1. Teratology. Obstetric and
Gynecology. 2009; 113(1): 166-188.
42. Buhimschi CS, Weiner CP. Medications in Pregnancy and Lactation. Part 2. Drugs with or Unknown
Human Teratogenic Effect. Obstetric and Gynecology. 2009; 113(2): 417-32.
488
C APÍTULO 24
489
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Causas del dolor en gestantes
Causas obstétricas
Causas no obstétricas
Principios generales del tratamiento analgésico pre y postoperatorio
Farmacología de la gestante
Seguridad de los analgésicos durante la gestación y la lactancia
Puntos prácticos
Bibliografía
490
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
INTRODUCCIÓN
El control del dolor es un derecho inalienable de la persona y representa un servicio
que debe prestar el Sistema Sanitario. Sea dolor agudo de causa conocida y previsible-
mente curable o dolor crónico de origen indeterminado y curación incierta, es obliga-
ción del profesional de la salud ofrecer al paciente aquel tratamiento analgésico que
mejor se ajuste a las características del paciente.
El tratamiento del dolor constituye un reto puesto que se basa en la aplicación de
principios terapéuticos que han de individualizarse en cada caso. En el caso de la paciente
gestante o lactante, las posibilidades terapéuticas analgésicas se ven dramáticamente re-
ducidas por la presencia de cambios fisiológicos en la gestante que afectan a la farma-
cología pero principalmente, por las posibles complicaciones gestacionales y del
desarrollo fetal derivadas de dicha administración farmacológica. Esto, junto a la ca-
rencia de estudios controlados en gestantes por las implicaciones éticas que conllevan,
constituye una barrera difícil de salvar. Desafortunadamente, a menudo es difícil extra-
polar los datos obtenidos en estudios con animales puesto que algunas sustancias son te-
ratógenas sólo en ciertas especies1.
Causas obstétricas
En caso de sospechar alguna de las siguientes patologías es necesario remitir a la pa-
ciente al obstetra de forma urgente.
La amenaza de aborto o parto prematuro, y el desprendimiento de placenta son si-
tuaciones obstétricas urgentes en las que el origen del dolor se encuentra en una activi-
dad uterina inadecuada. La tocolisis efectiva en el primer caso, y la finalización urgente
del embarazo en el segundo, pondrán fin a los síntomas de dolor2.
En la preeclampsia se pueden observar cuadros de dolor abdominal y cefaleas inten-
sas que se acompañan de alteraciones hepáticas y en ocasiones de plaquetopenia (sín-
drome HELLP). El correcto control de la presión arterial junto con la corrección de las
491
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Causas no obstétricas
Dolor somático
• La lumbalgia relacionada con la gestación es una de las patologías con dolor más
prevalente en la gestante. Se calcula que más de la mitad de las gestantes la padecen3,
principalmente durante el tercer trimestre. La repercusión física de esta lumbalgia es tal
que en el 51% de las gestantes con edad gestacional entre 34 y 37 semanas, existe una
interferencia significativa sobre la actividad física y la calidad de vida de estas pacientes.
Es importante destacar que en ocasiones esta lumbalgia puede permanecer años tras el
parto si no es tratada convenientemente durante la gestación3.
La etiología es múltiple: 1) aumento del peso del útero grávido; 2) aumento de la lor-
dosis lumbar, que provoca hipertonía de la musculatura lumbar y de la cintura pélvica;
3) alteración del centro de gravedad y consecuentemente de la postura, lo que provoca
una distribución anómala de la carga que soportan las articulaciones, más alterada con-
forme avanza el embarazo; 4 ) relajación de la musculatura y ligamentos y aumento del
rango de movimiento de las articulaciones en relación al aumento de relaxina y estró-
genos, haciendo éstas más inestables; 5) cambios hormonales, mecánicos y vasculares.
Todos estos factores, agravados por una situación de sedentarismo y reposo absoluto
mal indicado favorecen la aparición de la lumbalgia del embarazo cuya intensidad varía
desde un leve disconfort a cuadros de lumbalgia severa e incapacitante. Esta patología
suele mejorar con terapia física (fortalecimiento de la musculatura abdominal y lumbar)
y analgésicos convencionales. El dolor sacroilíaco, producido por hiperlaxitud liga-
mentosa, mejora con cinturones pélvicos que ayudan a estabilizar la articulación1,4.
• La sinfisiolisis o diástasis púbica es la separación o rotura de la sínfisis púbica du-
rante el parto. Constituye una patología poco frecuente, asociada a multiparidad, ma-
crosomía fetal, contracciones uterinas potentes y patología o traumatismo pélvicos
previos. Presenta diferentes grados de gravedad según la separación y estabilidad de los
extremos de la sínfisis púbica.
La paciente se queja de dolor púbico o sobre las articulaciones sacroilíacas que puede
irradiar a muslos; aumenta al caminar (marcha de pato), subir escaleras, cargar pesos o
permanecer en bipedestación. A la exploración destaca sensibilidad a la palpación y
edema en región púbica, dolor al aproximar y/o separar las alas ilíacas y al flexionar la
cadera; el diagnóstico es radiológico. En fracturas estables el tratamiento es conservador
492
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
con analgésicos orales convencionales; en caso de dolor rebelde puede requerir la infil-
tración local. Los casos de inestabilidad grave representan una indicación quirúrgica4.
La clínica suele desaparecer en las primeras ocho semanas postparto. Si la sintomatolo-
gía continúa tras tres meses después del parto, la paciente debería ser reevaluada por un
traumatólogo para valorar una posible inestabilidad articular tributaria de reducción
abierta y osteosíntesis interna.
• La osteoporosis transitoria de cadera. Durante el embarazo y la lactancia la ges-
tante forma y mantiene el esqueleto fetal y el del neonato. Aproximadamente 35 gra-
mos de calcio atraviesan la placenta por transporte activo durante el embarazo y otros
tantos son cedidos durante los primeros 4 meses de lactancia, procedentes del esqueleto
y la dieta materna. En la mayoría de los casos, los mecanismos compensatorios mater-
nos minimizan esta etapa, pero una minoría de pacientes desarrolla enfermedades óseas.
Por definición la osteoporosis es una enfermedad indolora, pero en ocasiones ocurren
fenómenos osteoporóticos regionales que sí generan dolor. La osteoporosis transitoria de
cadera se diagnostica mediante pruebas de imagen ante un cuadro de dolor coxal de ca-
racterísticas mecánicas, se suele autolimitar a 6-8 meses y en general mejora con anal-
gesia convencional. Como detalle importante destaca el altísimo riesgo de fractura de
cuello femoral al que estas pacientes están expuestas, y por lo que se recomienda dis-
minuir la carga postural sobre la cadera afectada1,4 , no siendo necesaria la administra-
ción de fármacos antiosteoporóticos.
• La osteonecrosis de cabeza femoral es una entidad todavía menos frecuente que se
provoca por interrupción del aporte vascular de las arterias circunflejas a la cabeza fe-
moral. Se manifiesta por dolor coxal que no cede con el reposo pero resulta difícil dife-
renciarla clínicamente de la patología anterior. Se recomienda realizar una exploración
radiológica que lo confirme puesto que según la gravedad puede requerir corrección
quirúrgica1.
• Las alteraciones de vías urinarias son frecuentes en las gestantes. Durante el emba-
razo aumenta el riesgo de padecer hidronefrosis, cólicos nefríticos o pielonefritis, debido
tanto a la compresión que puede ejercer el útero sobre el uréter como al estasis urinario
secundario a la acción de la progesterona2, que inhibe la contracción de la fibra muscular
lisa y en consecuencia disminuye el peristaltismo ureteral. Un cólico nefrítico puede
desencadenar el trabajo de parto por mecanismos reflejos, pudiendo ser necesaria la ad-
ministración de tocolíticos si el embarazo es pretérmino. La analgesia con fármacos anal-
gésicos leves y antiespasmódicos suele ser suficiente.
• El mioma uterino es un tumor benigno del miometrio cuyo crecimiento se ve fa-
vorecido por la presencia de estrógenos, razón por la cual puede crecer durante la ges-
tación. La mayoría son asintomáticos, aunque pueden provocar hemorragias más o
493
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
menos cuantiosas o producir dolor, ya sea por compresión de estructuras o por necro-
sis de la parte central del mioma secundaria a la falta de vascularización por crecimiento
rápido del tumor. El tratamiento suele ser conservador, mediante reposo, tratamiento
postural y analgesia2.
• La elongación del ligamento redondo del útero se observa conforme avanza el em-
barazo de forma que el útero, al aumentar de tamaño y ascender en el abdomen, puede
llegar a comprimir unas estructuras y a traccionar otras. Si el crecimiento uterino es de-
masiado rápido el ligamento se estira en exceso, provocando pequeños hematomas in-
traligamentosos que generan un dolor que se inicia en el ligamento y se irradia hacia el
pubis1. Aparece característicamente entre la 16ª y la 20ª semana de gestación. Se alivia
con reposo y calor local, aunque a veces es necesario el uso de analgésicos convencionales.
• El hematoma en la vaina de los músculos rectos abdominales también se debe a cre-
cimiento uterino rápido. En raras ocasiones, ante un aumento puntual de la presión in-
traabdominal se podrían llegar a romper fibras musculares o algún pequeño vaso
sanguíneo, lo que ocasionaría un intenso dolor que aumenta con la contracción mus-
cular1. El diagnóstico de confirmación se realiza mediante ecografía de la pared. El tra-
tamiento es similar al del caso anterior.
Dolor neuropático
• La migraña frecuentemente disminuye su frecuencia de síntomas con la gestación
en aquellas pacientes que la padecían previamente1,2. Esto ocurre sobre todo en los dos
últimos trimestres. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de casos, las crisis pueden
empeorar o incluso puede debutar durante la gestación, con mayor frecuencia en el pri-
mer trimestre. Aún así, ante una cefalea intensa de nueva aparición es necesario realizar
una exploración exhaustiva con el fin de descartar patologías graves tales como una he-
morragia subaracnoidea o una preclampsia1.
Como tratamiento se puede administrar paracetamol con o sin cafeína. Los AINE
se pueden usar durante los dos primeros trimestres1,2,5,6. Sin embargo, la utilización ha-
bitual de triptanos se desaconseja durante el embarazo aunque no hay claras evidencias
para contraindicarlos. Durante la lactancia, los triptanos subcutáneos son metaboliza-
dos rápidamente. Por esto se aconseja descartar la leche producida durante las primeras
cuatro horas, pudiendo dar de lactar al niño posteriormente. Como profilaxis se pue-
den utilizar betabloqueantes como propanolol o atenolol1.
• El síndrome del túnel carpiano puede aparecer o empeorar en la gestante como
consecuencia del estado edematoso que asocia el embarazo razón por la cual suele re-
solverse tras el parto4. Los síntomas característicos son dolor en la región de distribución
del nervio mediano en la mano y la exploración muestra positivos el “signo de Tinel”
494
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
(dolor en el trayecto del nervio mediano al golpear la muñeca) y el “test de Phalen” (la
hiperflexión de ambas muñecas durante 60 segundos produce adormecimiento y dises-
tesias en la zona del mediano). En caso necesario se podría utilizar una férula nocturna
o incluso infiltraciones locales con corticoides. Si no mejora tras el parto y la paciente
presenta afectación sensitiva y motora puede ser aconsejable un tratamiento quirúrgico.
• La neuralgia ilio-hipogástrica se presenta como un dolor visceral desde el flanco
hasta la región de la cadera o la ingle del lado afectado. Se presenta en gestantes durante
el segundo o tercer trimestre y se debe a que el útero, en su crecimiento, tracciona las
estructuras nerviosas a su paso por la musculatura anterolateral del abdomen. El dolor
puede llegar a desencadenar el parto de forma refleja. El tratamiento se puede realizar
con analgesia convencional o bien con un bloqueo nervioso diagnóstico-
terapéutico2.
• La neuralgia del trigémino es una entidad patológica que se acompaña de dolor fa-
cial de características neuropáticas y frecuentemente considerado como uno de los do-
lores más intensos que existen. El tratamiento habitual son los anticomiciales, sin
embargo éstos se desaconsejan durante el embarazo. En estos casos se recomienda dis-
minuir hasta la mínima dosis efectiva la dosis de antiepilépticos, intentando reducir el
número de fármacos en combinación y asociar con ácido fólico para prevenir en la me-
dida de lo posible la teratogenia.
495
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
FARMACOLOGÍA DE LA GESTANTE
Frente a la gestante con dolor a la que se le prescriben analgésicos, se han de tener
en cuenta dos aspectos fundamentales que modifican de forma definitiva la toma de
decisiones como son los cambios fisiológicos de la gestante que conllevan modificacio-
nes farmacológicas (ver Tabla 1) y el potencial teratogénico de los fármacos analgésicos.
496
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
Basándose en las evidencias científicas actuales, la U.S. Food and Drug Administra-
tion (FDA) y el Teratogen Information System (TERIS) crearon dos clasificaciones en
las que se agrupan distintos fármacos según el riesgo teratógeno que conlleva su admi-
nistración a la mujer gestante (Tabla 2).
• Lactancia: en pacientes lactantes se han de tener en cuenta los siguientes aspectos:
1) La capacidad de cada fármaco de ser secretado a la leche materna. La secreción de sus-
tancias es mayor para aquéllas que presentan alta liposolubilidad, bajo peso molecular,
A Estudios en humanos indican que no hay riesgo aparente para el feto N- Nulo -
Mín Mínimo
D Riesgo para feto humano pero en ciertas circunstancias los Mín- Mínimo-
beneficios pueden sobrepasar los riesgos. S pequeño
497
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
baja unión a proteínas y estado no ionizado; 2) La edad y el estado madurativo del niño.
Aunque la mayoría de fármacos encontrados en la leche materna no supera el 1-2% de la
concentración plasmática de la madre, hay que tener en cuenta que el metabolismo del re-
cién nacido es inmaduro y que mínimas exposiciones pueden desencadenar alergias e in-
tolerancias; 3) La relación entre la toma y la administración del medicamento a la madre.
La administración de fármacos durante el periodo del parto no suele suponer un
gran problema ya que la cantidad de calostro que produce la madre durante los prime-
ros días es escasa 1. La toma de medicación durante o después de la ingesta, cuando el
niño se encuentra en el intervalo más largo entre tomas, puede minimizar el paso de la
sustancia al lactante puesto que la mayor parte de la leche se sintetiza y secreta durante
e inmediatamente después de cada toma 1. Se recomienda evitar fármacos de vida media
larga (los que se suelen administrar en tratamientos de dolor crónico) para aprovechar
esta circunstancia.
De forma análoga a la FDA o a la clasificación TERIS, la American Academy of Pe-
diatrics clasificó los fármacos más utilizados en función de su seguridad durante la lac-
tancia (Tabla 3).
Analgésicos convencionales
A. Paracetamol
Durante el embarazo es considerado el analgésico de elección en la embarazada para
dolores leves o moderados por no haber evidencia de malformaciones y no alterar la
síntesis de prostaglandinas. Es hepatotóxico sólo a dosis muy altas y en combinación con
ingesta de alcohol.
Durante la lactancia el paracetamol no aparece en la leche.
498
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
Riesgo FDA
A B C D X
Antiepilépticos
Carbamacepina • ••
Gabapentina •
Lamotrigina •
Fenitoina •
Ácido Valproico •
AINE
A.A.S. •
Paracetamol •
Ibuprofeno •
Indometacina •
Naproxeno •
Sulindac •
Celecoxib •
Ketorolaco •
Antidepresivos Tricíclicos
Amitriptilina •• •
Desipramina •
Doxepina •• •
Imipramina •
Opioides
Morfina • ••
Metadona •
Oxycodona •
Oxymorfona • ••
Codeina •
Buprenorfina •
Levorfanol • ••
Modificada de Wunsch MJ y cols. Treatment of Pain in Pregnancy. Clin J Pain 2003;19:148-55. • Datos obtenidos de
Briggs GG, Freeman RK, Yaffe SJ. Drugs in pregnancy in lactation, 4th ed.
New York: Williams and Wilkins; 1994. •• Datos proporcionados por las compañías farmacéuticas.
499
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
500
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
C. Opioides
Muchos de los conocimientos sobre los efectos de la exposición crónica de opioides
en el embarazo proceden de estudios de mujeres con problemas de abuso o dependen-
cia a estas sustancias. Las conclusiones extraídas han de tomarse de forma cautelosa ya
que estas pacientes asocian otros problemas de salud como dependencia al tabaco, con-
sumo de otras sustancias o procesos infecciosos agudos o crónicos. Así pues existe el
riesgo de sobrevalorar los efectos tóxicos para el feto si se toma solamente como refe-
rencia a la población de gestantes adictas a los opioides.
Durante la gestación los principales problemas que plantea el uso de opioides son el
riesgo de malformaciones (codeína), de afectación del peso al nacimiento, de retrasar el
parto y de aparición de síndrome de abstinencia. La administración de mórficos a la
madre puede disminuir la variabilidad de la frecuencia cardiaca fetal1.
Sin embargo, se ha observado que la administración de mórficos intra o peridurales
durante el trabajo de parto prolongan y mejoran la calidad de la analgoanestesia pro-
ducida por los anestésicos locales y se sabe que a las dosis habituales no producen efec-
tos significativos sobre el recién nacido; aún así, se recomienda administrarlos lo más
alejados posible de la fase de expulsivo.
Los efectos a largo plazo de la exposición prolongada intraútero a opioides son des-
conocidos.
501
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
502
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
Analgésicos coadyuvantes
A. Antidepresivos
Durante el embarazo, la información sobre la seguridad del uso de antidepresivos
está limitada por el pequeño tamaño muestral de los estudios y la falta de pacientes con-
trol por limitaciones éticas8. Sin embargo, los estudios actuales no relacionan los IRSS
con malformaciones mayores8,9,10 En cuanto a la afectación a largo plazo, parece que la
exposición a IRSS intraútero no afecta al niño, aunque son necesarios más estudios al
respecto9.
• Antidepresivos Tricíclicos
En general, se desaconseja su uso siempre que sea posible. La Amitriptilina e imi-
pramina parecen estar relacionadas con cardiopatías congénitas; hay casos descritos de
neonatos con síndrome de abstinencia tras suministrar nortriptilina, imipramina y des-
imipramina a la madre1.
503
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
B. Anticonvulsivantes
La ingesta de antipilépticos durante el embarazo se relaciona con una mayor preva-
lencia de malformaciones fetales1,6. Sin embargo, la propia enfermedad epiléptica es
capaz de producir fallos en el desarrollo fetal, por lo que el aumento del riesgo de tera-
togenicidad en pacientes epilépticas puede tener una causa doble. A la luz de las evi-
dencias actuales, en el caso de mujeres tratadas con antiepilépticos que planeen quedar
embarazadas se debería plantear seriamente la interrupción del tratamiento con estos fár-
macos, sobre todo durante el primer trimestre. En caso de continuar con el tratamiento,
se recomienda monitorizar los niveles del fármaco en suero, los niveles maternos de alfa-
fetoproteína y prescribir suplementos de ácido fólico, valorando siempre el balance
riesgo-beneficio.
En resumen, los neurolépticos son considerados como fármacos peligrosos durante
la gestación por aumentar el riesgo de defectos del tubo neural y cardiopatías congé-
nitas.
504
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
C. Relajantes musculares
Los relajantes musculares de tipo benzodiazepínico no han demostrado poder tera-
togénico a pesar de datos iniciales que los relacionaban con la presencia de labio lepo-
rino y alteraciones del paladar. En la actualidad se recomienda precaución
principalmente en caso de ingesta crónica ya que pueden desencadenar síndromes de
abstinencia fetal.
Los de acción central no han demostrado teratogenicidad durante el embarazo en es-
tudios animales, sin embargo se recomienda precaución en su uso. Sí se han observado
efectos secundarios en el lactante que recibe lecha materna y se han demostrado niveles
presentes del fármaco en la leche materna, por lo que se recomiendan evitarlos durante
la lactancia.
D. Corticoides
Durante la gestación, a pesar que la mayoría de esteroides atraviesan la barrera pla-
centaria, se sabe que la exposición durante el primer trimestre a dosis menores de 15 mg
no parece incrementar la incidencia de malformaciones. Al final del embarazo los cor-
ticoides se utilizan para acelerar la maduración del pulmón fetal. Las dosis bajas du-
rante periodos cortos no suelen provocar efectos adversos sobre el feto o el recién nacido;
por el contrario, dosis altas pueden provocar retraso del crecimiento fetal y parto pre-
maturo. A considerar como elemento terapéutico la prednisona y prednisolona que son
inactivados parcialmente por la placenta.
Durante la lactancia, sólo el 1% de la dosis materna de prednisona aparece en leche
durante los 3 días siguientes a su administración; esta baja cantidad parece improbable
que afecte a la secreción endógena de cortisol del lactante1.
E. Anestésicos locales
Existen pocos estudios sobre el posible efecto teratógeno de los anestésicos locales ad-
ministrados durante el embarazo. Lidocaína y bupivacaína parecen no aumentar el riesgo
fetal mientras que en el Collaborative Perinatal Proyect sólo la mepivacaína parecía ser
teratógena1. Se han utilizado anestésicos locales intranasales (para tratamiento de cefa-
lea tipo Cluster) y en infiltraciones locales con buen resultado y sin repercusión fetal apa-
rente13. Actualmente la analgesia peridural con anestésicos locales y opioides se considera
la más apropiada para el trabajo de parto.
505
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
F. Hipnóticos y sedantes
La exposición a benzodiazepinas durante el primer trimestre puede aumentar el riesgo
de malformaciones fetales1. Administradas inmediatamente antes del parto aumentan la
incidencia de hipotermia, hiperbilirrubinemia y depresión respiratoria en el neonato.
Otro posible efecto en el recién nacido es el síndrome de abstinencia. Además, las ben-
zodiazepinas se excretan por la leche materna; los lactantes de madres tratadas con ben-
zodiazepinas se encuentran somnolientos y sin apetito.
El diazepam está asociado a la aparición de hernia inguinal congénita. Tanto el dia-
zepam como su metabolito, desmetildiazepam, pueden aparecer en la sangre del lac-
tante hasta diez días después de la administración de una dosis única a la madre como
consecuencia de la inmadurez de su metabolismo.
Sobre el clordiazepóxido existen estudios contradictorios; en uno parece cuadru-
plicar el riesgo de anomalías congénitas (diaplejía espástica, atresia duodenal, cardio-
patías congénitas), mientras que en el Michigan Medicaid Study el consumo de
benzodiazepinas de forma aislada no aumenta los defectos congénitos, aunque sí en-
cuentra una alta prevalencia de gestantes consumidoras de tóxicos teratógenos cono-
cidos (alcohol y drogas de abuso) que son tratadas simultáneamente con benzodia-
zepinas.
El oxazepam ha sido asociado a síndrome de dismorfismo facial y defectos del sistema
nervioso central.
Por todo esto, se recomienda restringir el uso de benzodiazepinas durante la organo-
génesis, cerca del parto y en la lactancia.
G. Antimigrañosos
• Derivados ergóticos
A pesar de poder ser efectiva en ciertos tipos de migraña, la ergotamina debería ser
evitada durante el embarazo 1, 2, 6 ya que administrada a altas dosis durante la gestación
puede provocar abortos por aumento de la contractilidad uterina; a dosis bajas aumenta
el riesgo de malformaciones de forma significativa. En la lactancia, los derivados ergó-
ticos se han asociado a convulsiones neonatales y problemas gastrointestinales graves. Sin
embargo, la administración puntual de metergonovina para el tratamiento de la atonía
uterina no parece contraindicar la lactancia1.
506
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
• Cafeína
En combinación con analgésicos como el paracetamol o el AAS, la cafeína puede
emplearse para el tratamiento de cefaleas vasculares. En dosis altas (más de 300 mg dia-
rios) puede producir bajo peso al nacer1. En mujeres que no suelen tomar café, una in-
gesta moderada (dos tazas de café) puede provocar aumento significativo de la frecuencia
cardiaca y la tensión arterial en la madre, aumento de la frecuencia cardiaca en el feto y
disminución de la variabilidad de la frecuencia cardiaca fetal.
Durante la lactancia los niveles máximos de cafeína en leche se alcanzan a la hora de
la ingesta. Dosis moderadas parecen no afectar al niño puesto que menos del 1% de la
cafeína ingerida por la madre aparece en la leche. Sin embargo, dosis mayores pueden
provocar irritabilidad e insomnio.
Nota: una taza de café contiene de 30 a 175 mg de cafeína; una de té, de 8 a 110
mg/taza6
• Triptanes
Los estudios actuales son insuficientes para poder definir sus indicaciones1,2,6. No
está demostrado que sea teratógeno en humanos aunque sí en algunas especies anima-
les. Durante la lactancia menos del 1% de la dosis materna aparece en la leche y sólo el
14% de lo que llega al tubo digestivo del niño es absorbido. Ver sección “migrañas” en
patología materna.
• Clorpromazina
En administraciones puntuales y a dosis bajas, la mayoría de estudios indican que es
segura.
• Betabloqueantes
No parecen tener efectos teratógenos aunque pueden repercutir en una disminución
del peso fetal por reducción del gasto cardiaco materno y en consecuencia del flujo pla-
centario. Aparecen en la leche materna pero a dosis subterapéuticas1.
507
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
A. Nervios periféricos
Estimulación nerviosa transcutánea (TENS) y bloqueos de nervios periféricos.
• La TENS es la aplicación de corriente eléctrica sobre una región anatómica con la
finalidad de estimular la producción endorfinas e inhibir la nocicepción mediante la
competición espinal con fibras pequeñas que transmiten el dolor y las gruesas que trans-
miten la sensación eléctrica. Debido a la falta de estudios de seguridad, su uso no se re-
comienda durante el primer trimestre; sin embargo su uso está indicado como analgésico
durante las primeras fases del parto sin haberse observado efectos fetales.
• El bloqueo de nervios periféricos consiste en la administración perineural de anestésicos
locales con o sin corticoides. Está indicado cuando el dolor es conducido por un único ner-
vio o por unos pocos. Como principio general, la realización de cualquier bloqueo nervioso
periférico con anestésicos locales no implica riesgo para la integridad materno-fetal. Sin em-
bargo las complicaciones derivadas de la administración errónea de anestésicos locales a nivel
sistémico han de ser consideradas como potencialmente graves en el caso de una gestante.
Como ejemplo de bloqueo anestésico, la infiltración de los nervios occipitales mayores y me-
nores en casos de cefaleas rebeldes durante el embarazo representa una opción a tener presente.
508
MANEJO DEL DOLOR DURANTE LA GESTACIÓN
PUNTOS PRÁCTICOS
1. La analgesia de la gestante es más compleja por sus cambios fisiológicos y el poten-
cial teratogénico fetal. Antes de prescribir un fármaco analgésico se recomienda eva-
luar el beneficio sobre las potenciales complicaciones.
2. La presencia del dolor en la gestante es igual de insoportable que en otro paciente por
lo que es nuestra obligación proporcionarle el mejor tratamiento balanceando los be-
neficios con la teratogenia.
3. El uso de técnicas analgésicas NO FARMACOLÓGICAS es preferible sobre las otras
por el menor riesgo sobre la integridad maternofetal.
4. El paracetamol es el fármaco analgésico de ELECCIÓN para las gestantes.
5. Para estadíos iniciales de la gestación, los AINE son relativamente seguros; sin em-
bargo, en estadios finales son preferibles los opioides.
6. Las técnicas analgésicas locorregionales SON SEGURAS para la madre y el feto ges-
tante.
509
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
BIBLIOGRAFÍA
11. Rathmell JP, Viscomi CM y Bernstein IM. Managing pain during pregnancy and lactation. En Raj
PP (Editor). Practical Management of Pain 3ª edición. Mosby 2000 St. Louis USA.
12. Trillo L, Arbonés E, Gris JM. Tratamiento del dolor en la paciente gestante. En Montes A (Coordi-
nador). Updates en dolor 2008. Ed Ergon 2008 Barcelona.
13. NovaesvFS, Shimo AKK, Lopes MHBM. Lombalgia na gestação. Rev Latino-am Enfermagem. 2006;
14(4):620-4.
14. Smith MW, Marcus PS, Wurtz LD.Orthopedic issues in pregnancy. Obstet Gynecol Surv. 2008 Feb;
63(2):103-11.
15. Ostensen ME, Skomsvoll JF. Anti-inflammatory pharmacotherapy during pregnancy. Expert Opin
Pharmacother. 2004 Mar; 5 (3): 571-80.
16. Lacassie HJ, Núñez G. Drogas y embarazo. Anestesiaweb. Disponible en: http://anestesiaweb.ens.
uabc.mx/articulos/anestesia_reanimacion/obstetrica/drogas_embarazo.htm.
17. Oberlander TF, Robeson P, Ward V, Huckin RS, Kamani A, Harpur A et al. Prenatal and breast milk
morphine exposure following maternal intrathecal morphine treatment. J Hum Lact 2000; 16(2):137-
42.
18. Way CM. Safety of newer antidepressants in pregnancy. Pharmacotherapy. 2007;27(4):546-52.
19. De las Cuevas C, Sanz EJ. Safety of selective serotonin reuptake inhibitors in pregnancy. Curr Drug
Saf. 2006; 1(1):17-24.
10. Ramió X, Aguilera C. Antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina durante
el embarazo. Med Clin (Barc). 2007 Jun 30;129(5):194-6.
11. Eyal R, Yaeger D. Poor neonatal adaptation after in utero exposure to duloxetine. Am J Psychiatry
2008;165(5):651.
12. Chambers CD, Hernández-Díaz S, Van Marter LJ, Werler MM, Louik C, Jones KL et al. Selective
Serotonin-Reuptake Inhibitors and Risk of Persistent Pulmonary Hypertension of the Newborn. N
Engl J Med. 2009; 166(3):320-8.
13. Giraud P, Chauvet S. Cluster headache during pregnancy: case report and literature review. Heada-
che. 2009; 49(1):136-9.
14. Técnicas de neuromodulación y técnicas ablativas. Sociedad Catalana de Anestesiología, Reanimación
y Terapéutica del Dolor. Disponible en: http://www.scartd.org/arxius/neuromodulacio05.pdf.
510
C APÍTULO 25
511
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
ÍNDICE
Introducción
Fármacos más comunes utilizados en cuidados intensivos
Inotrópicos y vasopresores
Antiarrítmicos
Anticolinérgicos. Atropina
Hipnóticos
Analgésicos
Sulfato de magnesio
Antihipertensivos
Anticonvulsivantes
Antibióticos
Corticoides
Puntos prácticos
Futuras investigaciones
512
EFECTOS SOBRE EL FETO DE LOS FÁRMACOS COMÚNMENTE UTILIZADOS EN CUIDADOS...
INTRODUCCIÓN
El tratamiento farmacológico utilizado en patología crítica durante el embarazo no
sólo va a depender de la situación clínica materna, sino también de las posibles conse-
cuencias que estos fármacos puedan ocasionar en el feto.
El intercambio de sustancias a través de la placenta se realiza por distintos mecanis-
mos: 1) Difusión pasiva, dependiente de gradiente de concentración; 2) Transporte ac-
tivo, que precisa de transportadores específicos en la cara materna y fetal de la placenta
y en el cara fetal de la membrana basal del sincitiotrofoblasto; 3) Pinocitosis; 4) Por ge-
neración de un gradiente hidrostático1.
Existen lógicas consideraciones éticas que impiden realizar estudios durante el em-
barazo que arriesguen la seguridad materna o fetal. A pesar de la disponibilidad de dis-
tintas técnicas para estudiar la transferencia placentaria de fármacos2 (Tabla 1), la
mayoría de la literatura se basa en estudios realizados en animales o en la obtención de
muestras de sangre venosa y/o arterial del cordón umbilical y/o muestras de sangre ma-
terna obtenidas durante el parto. Es necesario recordar que la validez de los estudios en
animales está limitada por la variabilidad y características propias de cada especie que
lo hacen difícilmente extrapolable a los humanos. Esto trae como consecuencia que la
mayoría de la bibliografía disponible para el estudio de la farmacología y sus implica-
ciones fetales sea poco potente y que el nivel de evidencia científica sea baja3.
In vitro In Vivo
513
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Los efectos sobre el feto de los fármacos utilizados en cuidados intensivos dependen
de la cantidad de fármaco que atraviese la circulación fetoplacentaria y llegue al feto. Los
determinantes de esta transferencia dependen de:
1) Propiedades fisico-químicas de la droga (unión a proteínas plasmáticas, ioniza-
ción, grado de lipofilibilidad, peso molecular, vida media, concentración sanguí-
nea materna, biodisponibilidad y farmacocinética).
2) Características de la circulación materno-fetal.
3) Anatomía y fisiología placentaria4.
Si bien son varios los mecanismos de los efectos de un fármaco en el feto (alteración
de la frecuencia cardiaca fetal, circulación placentaria), sin duda el más preocupante es
el posible efecto teratogénico. La FDA (Food and Drug Administration) ha definido 5
categorías y su seguridad en el embarazo (Tabla 2). Hay factores críticos reconocidos que
determinan el grado de teratogenicidad de una droga3,5:
1) Momento de exposición al fármaco, considerado el factor más importante.
2) Especificidad de la sustancia, que puede ser muy amplia o limitada a un efecto en
especies determinadas.
3) Dosis de fármaco que llegue al feto.
Clase A: Los estudios controlados en mujeres no han demostrado riesgos para el feto ni en el
primer trimestre ni en los trimestres posteriores. La posibilidad de lesión fetal parece
remota.
Clase B: Los estudios realizados en animales no indican riesgos para el feto, pero no existen
estudios controlados en la mujer; o bien estudios en animales han demostrado
efectos adversos que no están confirmados en estudios bien controlados en la
gestante.
Clase C: Los estudios realizados en animales han revelado efectos adversos en el feto, pero no
existen estudios controlados en mujeres; o bien no se dispone de estudios adecuados
en mujeres ni en animales. Los fármacos sólo deben administrarse si el posible
beneficio supera el potencial riesgo para el feto.
Clase D: Existe evidencia de riesgo para el feto en humanos, pero se cree que el beneficio del
fármaco supera los riesgos en situaciones de enfermedad grave o riesgo vital para la
paciente.
Clase X: Los riesgos fetales comprobados superan claramente los posibles beneficios. El
fármaco esta contraindicado en el embarazo.
514
EFECTOS SOBRE EL FETO DE LOS FÁRMACOS COMÚNMENTE UTILIZADOS EN CUIDADOS...
4) Duración de la exposición.
Finalmente, los cambios fisiológicos producidos durante el embarazo también in-
fluyen en la cantidad de droga que entra en contacto con el feto (Tabla 3)6.
PARÁMETRO CONSECUENCIA
515
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
respecto8,9 en las que se confirma que tanto la efedrina -agonista adrenérgico indirecto
con acción α y β-, como la fenilefrina -agonista de los receptores α- son seguros para
controlar la hipotensión tras el bloqueo simpático producido por la anestesia locorre-
gional en cesáreas. De esta forma, la contraindicación clásica de administrar vasocons-
trictores puros debido a la disminución que resultaría en el flujo sanguíneo uterino se
ha eliminado, incluso en el caso de cesáreas no electivas en las que el bienestar fetal po-
dría estar previamente comprometido10.
No obstante, la situación de la cesárea en la que la causa de la hipotensión es el blo-
queo simpático y su duración es corta, no es la de la gestante con deterioro hemodiná-
mico en que la etiología y fisiopatología son múltiples y, obviamente, la duración puede
ser mucho más prolongada en el tiempo11.
En cualquier caso, el bienestar fetal depende del mantenimiento de un adecuado
flujo placentario. El lecho vascular uterino es un sistema de baja resistencia, con capa-
cidad muy limitada para la vasodilatación y carente de autorregulación, por lo que una
adecuada perfusión útero-placentaria está en relación directa con la presión de perfusión
materna12,13. Con estas consideraciones, el objetivo primordial en la gestante en estado
crítico es el mantenimiento del gasto cardiaco materno con una adecuada presión de per-
fusión uterina, para lo cual se utilizaran los fármacos inotrópicos y/o vasopresores más
indicados según la situación clínica de la paciente7.
Antiarrítmicos
La mayoría de los antiarrítmicos pertenecen a la categoría C de la clasificación de
riesgo teratogénico de la FDA, por lo que el tratamiento de las arritmias durante la ges-
tación debería limitarse a aquellas que comprometan el estado hemodinámico de la ges-
tante y, por lo tanto, la perfusión placentaria14. Sólo dos se incluyen en la categoría D:
el atenolol (el resto de β-bloqueantes se ha venido utilizando de forma segura) y la amio-
darona.
No obstante, en ocasiones se administran a la madre fármacos de este grupo para
tratar taquiarritmias en el feto, siendo la digoxina el más administrado15, incluso la
amiodarona, con la que se ha descrito hipotiroidismo fetal16.
Anticolinérgicos. Atropina
Aunque no hay estudios epidemiológicos que evalúen el riesgo de lesión durante la
organogénesis, se han realizado estudios de cohorte donde la atropina se utilizó como
antídoto para la intoxicación por órganofosforados, donde no se evidencia aumento del
riesgo de malformación ante la exposición de grandes dosis de atropina17. Por otra parte,
atraviesa la placenta rápidamente y pueden ocasionar taquicardia fetal y afectar la fun-
516
EFECTOS SOBRE EL FETO DE LOS FÁRMACOS COMÚNMENTE UTILIZADOS EN CUIDADOS...
ción del sistema nervioso autónomo del feto. En adultos las dosis clínicas pueden ser es-
timulantes del sistema nervioso central, pero en fetos donde el sistema nervioso autó-
nomo es inmaduro, pueden actuar como depresores, con la consecuente inhibición de
la respiración a nivel central18. Pertenece a la clase C de la clasificación de la FDA.
Hipnóticos
En pacientes críticos se hace necesario el uso de hipnóticos y sedantes para otorgar
un adecuado confort y facilitar la adaptación del paciente a la ventilación mecánica19.
Los fármacos mas frecuentemente utilizados son:
Propofol
Pertenece a la Clase B de la clasificación de la FDA, no muestra efectos acumulati-
vos, se distribuye rápidamente en el organismo y tiene un rápido metabolismo20. Su far-
macodinamia durante el primer trimestre es similar a la encontrada en mujeres a
término21. Se ha utilizado con seguridad para la inducción de la anestesia general en ce-
sáreas, pero sus efectos en el feto, como otras tantas drogas, no esta del todo claro20,22.
En mujeres intervenidas de cesárea pasa rápidamente la placenta y produce descenso en
el APGAR pero sólo en el primer minuto22. No ha mostrado efectos teratogénicos en
humanos, y el embrión no actúa como reservorio de esta droga21,22 y se elimina rápida-
mente de la circulación fetal23. Como cualquier droga lipofílica atraviesa la placenta por
difusión por lo que los cambios maternos hemodinámicos que modifican la perfusión
uterina y placentaria, también modifican la difusión del propofol. Además, como en
otras drogas, un factor que determina la transferencia placentaria es la concentración de
albúmina fetal23.
Benzodiazepinas (BZD)
Todas atraviesan la placenta y como regla general deben ser evitadas durante los tres
primeros meses de embarazo, destacando un alto riesgo de malformación cuando el feto
se expone entre la segunda y octava semana después de la concepción4,24.
Si se administran cerca del parto pueden causar dependencia y eventualmente des-
encadenar un síndrome de abstinencia. Para minimizar los riesgos hay que utilizar la
menor dosis posible de las BZD con vida media mas corta, evitar la administración du-
rante el primer trimestre. Las más comunes son:
• Midazolam: Utilizada frecuentemente como hipnótico en cuidados intensivos, es
una BZD de vida media corta, pertenece a la categoría D de la FDA. Se ha asociado con
malformaciones durante el primer trimestre y al igual que la mayoría de fármacos no hay
estudios que comprueben dicha asociación.
517
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Analgésicos
Opioides
Pueden afectar directamente al feto como resultado de la transferencia placentaria y/o
indirectamente alternando la ventilación minuto y el tono uterino. Son fármacos de
bajo peso molecular y bases débiles liposolubles que atraviesan la placenta fácilmente12.
Tienen el potencial de disminuir la frecuencia cardiaca fetal y la variabilidad, haciendo
que los estudios cardiotopográficos sean difíciles de interpretar12. También se les pueden
asociar la depresión neonatal respiratoria, disminución del estado de alerta neonatal,
inhibición del reflejo de succión y retraso en la alimentación efectiva12. Su uso crónico
en modelos animales predispone a cambios a nivel del receptor opioide que puede re-
sultar en cambios fisiológicos y de comportamiento en los recién nacidos expuestos26.
518
EFECTOS SOBRE EL FETO DE LOS FÁRMACOS COMÚNMENTE UTILIZADOS EN CUIDADOS...
Antiinflamatorios no esteroideos
Inhiben la síntesis de prostaglandinas por lo que durante el tercer trimestre pueden oca-
sionar cierre prematuro del ductus arterioso. Por este mismo mecanismo de acción inhiben
las contracciones uterinas y prolongan el trabajo de parto. Algunos estudios vinculan su
uso con anormalidades congénitas y bajo peso al nacer25, aunque otros no han podido com-
probar dicha asociación29. Se han relacionado con aumento del riesgo de aborto30.
• Ácido acetilsalicílico: Pertenece a la clase B de la FDA. Hay múltiples trabajos con
resultados controvertidos. Un metanálisis en el que se evaluaron 180 estudios no en-
contró evidencia acerca del aumento del riesgo de malformaciones congénitas cuando
se administran durante el primer trimestre, aunque puede ser asociada con un aumento
del riesgo de gastrosquisis31.
• Metamizol: Aunque atraviesa la barrera placentaria, no puede asumirse que sea per-
judicial para el feto. Aún así, no hay evidencia clínica suficiente para su utilización. Es
un inhibidor débil de la síntesis de prostaglandinas, por lo que no puede excluirse la po-
sibilidad de cierre prematuro del ductus arterioso y alteraciones de la agregación pla-
quetaria32. Ha sido retirado por la FDA.
519
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Paracetamol
Pertenece a la categoría B de la FDA. Mujeres expuestas a sobredosis no presentaron
aumento del riesgo de malformaciones17. Existen estudios que vinculan su uso con un
aumento del riesgo de asma en el recién nacido33.
Sulfato de magnesio
Incluido dentro de la Clase A de la clasificación de la FDA, es el fármaco de elección
para la prevención de las convulsiones en la preeclampsia grave, y anticonvulsivante
para el tratamiento de la eclampsia34. Hay poca evidencia acerca de su uso como toco-
lítico o como antihipertensivo35,36 y no se ha asociado con efectos adversos en el feto a
corto plazo34 ni tras un seguimiento de 18 meses37.
Antihipertensivos
Ampliamente utilizados en el manejo intensivo de la paciente obstétrica sobre todo
en la preeclampsia y eclampsia. Existen algunos antihipertensivos que pueden ser utili-
zados de forma segura en ciertas fases del embarazo, mientras que hay otros que se deben
evitar siempre. Hay pocos estudios comparativos controlados.
Betabloqueantes
Dentro de los cuales destacamos el labetalol, con el cual se tiene experiencia clínica
amplia, y ha demostrado ser eficaz para disminuir la presión arterial y la proteinuria en
la preeclampsia. Existen publicaciones que no evidencian riesgos para el feto. Se consi-
dera que no tiene efectos adversos en el feto durante el tercer trimestre del embarazo y
es comúnmente utilizado para tratar la hipertensión en el momento del parto38.
Hidralacina
Clase C de la FDA. No se aconseja su uso como fármaco de primera línea para el trata-
miento de la preeclampsia. Hay estudios que la relacionan con más complicaciones neo-
natales cuando se comparan con otros antihipertensivos, que incluyen efectos adversos
sobre la frecuencia cardiaca fetal, y menor puntuación en la escala de APGAR al minuto
del nacimiento39.
Diuréticos
Clase C de la FDA. Pueden ser utilizados con seguridad, potenciando el efecto de
otros fármacos antihipertensivos38.
Antagonistas de los canales del calcio
Son agentes de segunda línea utilizados en fases tardías del embarazo. Hay estudios
multicéntricos que no han evidenciado efectos teratogénicos cuando se utiliza el nife-
520
EFECTOS SOBRE EL FETO DE LOS FÁRMACOS COMÚNMENTE UTILIZADOS EN CUIDADOS...
dipino y el verapamil40. Aunque hay literatura que los vincula a bajo peso al nacer, esto
puede deberse al efecto de la hipertensión más que al del propio fármaco, la evidencia
clínica es poco concluyente38.
Anticonvulsivantes
Todos los anticonvulsivantes clásicos han sido asociados con un riesgo de dos a tres
veces mayor de provocar malformaciones congénitas mayores43,44. Existen factores que
pueden aumentar el riesgo de teratogenicidad como son los niveles séricos elevados y el
uso de más de un anticonvulsivante43. Las guías actuales recomiendan la medición de
la concentración plasmática de anticonvulsivantes durante la gestación para administrar
la dosis mínima efectiva5.
El síndrome fetal anticonvulsivante (SFAC) es un término utilizado para describir
una combinación de varios hallazgos que incluyen malformaciones congénitas mayores
(cardiopatía congénita, paladar hendido, defectos del tubo neural, anomalías urológicas),
retraso del crecimiento intrauterino, microcefalia, disfunción cognitiva y mortalidad
infantil que han sido descritos con la gran mayoría de los anticonvulsivantes5,45-46.
A pesar de ello el tratamiento con anticonvulsivantes puede ser necesario durante el
embarazo ya que las convulsiones pueden causar hipoxia y acidosis fetal. Una sola con-
vulsión tónico-clónica puede causar depresión de la frecuencia cardiaca fetal durante
20 minutos, y se han descrito retraso del crecimiento intrauterino, hemorragia intra-
craneal y muerte fetal46.
Fenitoína
Clase D de la FDA. Puede aumentar su excreción durante el embarazo en un 20%,
por lo que hay que monitorizar estrictamente sus niveles plasmáticos. Se la ha relacio-
nado ampliamente con el SFAC5 .
521
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
Valproato
Clase D de la FDA. Es teratogénico, en todas las fases del embarazo. Se ha vinculado
con defectos del tubo neural, anormalidades craneofaciales y otras alteraciones del sis-
tema nervioso central. Si se da antes del parto puede ocasionar desaceleraciones de la fre-
cuencia cardiaca fetal, toxicidad hepática, síntomas de irritabilidad, temblores,
dificultades para la alimentación y tono anormal. No debe ser utilizado durante el em-
barazo si se dispone de otras opciones5. Está incluido en la clase D de la FDA.
Nuevos anticonvulsivantes
Dentro de los cuales destacamos:
• Gabapentina: Se ubica en la clase C de la clasificación FDA. Es utilizado frecuen-
temente para el tratamiento del dolor neuropático. Los estudios en animales han de-
mostrado retraso en la osificación, hidronefrosis e hidroureter. No hay información en
humanos5.
Antibióticos
Ampliamente utilizados en el paciente crítico. La mayoría de los antibióticos em-
pleados atraviesa la placenta y entran en el compartimiento fetal. La Tabla 4 resume las
características de los principales antibióticos utilizados48.
Corticoides
Utilizados frecuentemente en cuidados intensivos, son útiles para la maduración
fetal. La hidrocortisona y cortisona (categoría C de la FDA) son inactivadas por la en-
zima 11β- hidroxiesteroide deshidrogenasa (11β-HSD), presente en la placenta, por lo
que no pasan la barrera placentaria y son de elección en caso de que no se requiera re-
percusión corticoidea fetal. La dexametasona y la betametasona (categoría C de la FDA),
atraviesan la placenta (tienen similares concentraciones maternas y fetales), y son la
droga de elección si el feto requiere tratamiento esteroideo para maduración pulmonar49.
522
EFECTOS SOBRE EL FETO DE LOS FÁRMACOS COMÚNMENTE UTILIZADOS EN CUIDADOS...
Los corticoides se han relacionado con un aumento de la incidencia del paladar hendido,
después de la exposición durante el primer trimestre. Puede a su vez predisponer a dia-
betes, hipertensión gestacional, retención de sodio, edema, rotura prematura de mem-
branas y osteoporosis materna50.
PUNTOS PRÁCTICOS
1. Los fármacos administrados a la gestante en estado crítico son susceptibles de afectar
al feto mediante alteraciones en el flujo placentario, por su posible efecto teratogénico,
trastornos en el crecimiento fetal o por sus efectos sobre la dinámica uterina.
523
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
2. Dados los problemas éticos relacionados con el estudio farmacológico fetal, los estu-
dios están realizados habitualmente en animales por lo que no siempre pueden ex-
trapolarse los resultados a los humanos, y el grado de evidencia disponible es débil.
3. Siempre que sea posible se han de administrar aquellos fármacos con el menor efecto
fetal, a la vez que se mantiene una adecuada perfusión úteroplacentaria. En el caso de
pautar fármacos potencialmente teratogénicos o con efectos negativos fetales, se ha de
realizar una monitorización frecuente del feto.
4. El tratamiento de la gestante en estado crítico supone un reto para el equipo médico,
necesariamente multidisciplinar, del que se forman parte intensivistas, obstetras y pe-
diatras. La coordinación y comunicación entre ellos es imprescindible para tratar a la
madre y valorar las repercusiones fetales, con todos los condicionantes éticos y mo-
rales que puedan presentarse.
FUTURAS INVESTIGACIONES
1. Estudios de teratogenicidad en fármacos de reciente comercialización.
2. Parámetros de monitorización fetal en la gestante en estado crítico.
BIBLIOGRAFÍA
11. Ganapathy V, Prasad PD, Ganapathy ME, Leibach FH. Placental transporters relevant to drug dis-
tribution across the maternal-fetal interface. J Pharmacol Exp Ther 2000; 294: 413-420.
12. Beveniste H, Fowler J, Rooney W, Moller D, Backus W, Warner D, Carter P, King Pm Scharf DMV,
Alexof D, Ma Y, Vaska P, Schyler D, Volkow D. Matenal-Fetal in vivo imaging: A combined PET and
MRI study. J Nucl Med 2003; 44: 1522-1530.
13. Fisher B, Rose NC, Carey JC. Principles and practice of teratology for the obstetrician. Clin Obstet
Gynecol 2008; 51(1): 106-118.
14. Iqbal MM, Sobhan T, Ryals T. Effects of Commonly Used Benzodiazepines on the Fetus, the Neo-
nate, and the Nursing Infant. Psychiatr Services 2002; 53: 39-49
15. Kuczkowski, K. Nonobstetric Surgery During Pregnancy: What Are the Risks of Anesthesia?. Obs-
tet Gynecol Surv 2003; 59(1): 52-56.
16. Pennell P. Antiepileptic drug pharmacokinetics during pregnancy and lactation. Neurology 2003;
61(Suppl 2): S35-S42
17. Overgaard CB, Dzavík V. Inotropes and vasopressors. Review of physiology and clinical use in car-
diovascular diseases. Circulation 2008; 118: 1047-1056.
18. Ngan Kee WD, Khaw KS. Vasopressors in obstetrics: what should we be using? Curr Opin Anaes-
thesiol 2006; 19: 238-243.
19. Macarthur A, Riley ET. Obstetric Anesthesia Controversies: Vasopressor choice for postspinal hypo-
tension during cesarean delivery. Int Anesthesiol Clin 2007; 45(1): 115-132.
10. Soubra SH, Guntupalli KK. Critical illness in pregnancy: an overview. Crit Care Med 2005 Vol.
33(10 Suppl): S248-55.
11. Ngan Kee WD, Khaw KS, Lau TK, Ng FF, Chi K, Ng KL. Randomised doble-blinded comparison
of phenylephrine vs ephedrine for maintaining blood pressure during spinal anaesthesia for non-elec-
tive caesarean section. Anaesthesia 2008; 63(12): 1319 -1326.
524
EFECTOS SOBRE EL FETO DE LOS FÁRMACOS COMÚNMENTE UTILIZADOS EN CUIDADOS...
12. Littleford J. Effects on the fetus and newborn of maternal analgesia and anesthesia: a review. Can J
Anaesth. 2004; 51(6): 586-609.
13. Should alfa-agonist be used as first line management of spinal hypotension? Editorial. Int J Obst
Anest 2003; 12: 243-245.
14. Kron J, Conti JB. Arrhytmias in the pregnant patients: current concepts in evualuation and mana-
gement. J Interv Card Electrophysiol 2007; 19: 95-107.
15. Srinivassan S, Strasburger J. Overview of fetal arrhytmias. Curr Opin Pediatr 2008; 20: 522-531.
16. Pradhan M, Manisha M, Singh R, Kapoor A. Amiodarone in treatment of fetal supraventicular tachy-
cardia. A case report and review of literature. Fetal Diagn Ther 2006; 21(1): 72:76.
17. Bailey B. Are there teratogenic risks associated with antidotes used in acute management of poiso-
ned pregnant women? Birth Defects Ressearch 2003; 67: 133-140.
18. M Rayyan, V Price and M Kruger Neonatal cholinesterase inhibitor poisoning: Materno-fetal ex-
change of pesticideJ. Paediatr. Child Health 2005; 41: 152-153.
19. Chanques G, Jaber S, Barbotte E, Violet S, Sebbane M, Perrigault PF, Mann C, Lefrant JY, Eledjam
JJ: Impact of systematic evaluation of pain and agitation in an intensive care unit. Crit Care Med
2006; 34: 1691-9.
20. Ragno G, Cicinelli E, Schonauer S, Vetushi C. Propofol assay in biological fluids in pregant women.
J Pharm Biomed anak 1997; 15: 1633-1640.
21. Jauniaux E, Gulbis B, Shannon C, Maes V, Bromley L, Rodeck C. Placental propofol transfer and
fetal sedation during maternal general anesthesia in early pregnancy. Lancet 1998; 352: 290-291.
22. Reynolds F, Seed PT. Anaesthesia for Caesarean section and neonatal acid-base status: a meta-analy-
sis Anaesthesia 2005; 60: 636-653.
23. He YL, Seno H, Tsujimoto S, Tashiro C. The effects of uterine and umbilical blood flows on the
transfer of propofol across the human placenta during in vitro perfusion. Anesth Analg 2001;
93: 151-6.
24. Grover S, Avasthi A, Sharma Y. Psychotropics in pregnancy: weighing the risks. Indian J Med Res
2006; 123: 497-512.
25. O’Mahony S. Endoscopy in pregnancy. Best Pract Res Clin Gastroenterol 2007; 21(5): 893-899.
26. Wunsch MJ, Stanard V, Schnoll SH. Treatment of pain in pregnancy. Clin J Pain 2003; 19(3): 148-
155.
27. Collins LR, Hall RW, Dajani NK, Wendell PJ, Lowery CL, Kay HH. Prolonged morphine exposure
in utero causes fetal and placental vasoconstriction: a case report. J Matern Fetal Neonatal Med 2005;
17(6): 415-421.
28. Volikas I, Butwick A, Wilkinson C, Pleming A, Nicholson G. Maternal and neonatal side-effects of
remifentanil patient-controlled analgesia in labour. Br J Anaesth 2005; 95: 504-509.
29. Hertz-Piccioto I, Hopenhayn-Rich C, Golub M, Hooper K. The risk and the benefits of taking as-
pirin during pregnancy. Epidemiol Rev 1990; 12: 108-48.
30. Nielsen GL, Sorensen HT, Larsen H, Pedersen L. Risk of adverse outcome and miscarriage in preg-
nant users of non-steroidal anti-inflamatory drugs: population based observational and case-control
study. BMJ 2001; 322: 266-270.
31. Kozer E, Nifkar S, Costei A, Boskovic R, Nulman I, Koren G. Aspirin consumptin during the first
trimester of pregnancy and congenital anomalies: A meta-analysis. Am J Obstet Gynecol 2002;
187(6): 1623-1630.
32. Lopez P, Aguilera C. Seguridad de los fármacos utilizados en la migraña durante el embarazo. Med
Clin (Barc) 2006; 126(20): 793-5.
525
CUIDADOS CRÍTICOS EN LA PACIENTE OBSTÉTRICA
33. Allmers H, Skudlik C, John SM. Acetaminophen use: a risk for asthma? Curr Allergy Asthma Rep.
2009; 9(2):164-7.
34. The Magpie trial collaborative group. Do women with pre-eclampsia, and their babies, benefit from
magnesium sulphate? The Magpie trial: a randomized placebo-controlled trial. Lancet 2002; 359:
1877-90.
35. Woolhouse M. Complementary medicine for pregnancy complications. Aust Fam Physician. 2006;
35(9): 695.
36. Tan TC, Devendra K, Tan LK, Tan HK. Tocolytic treatment for the management of preterm labour:
a systematic review. Singapore Med J. 2006; 47(5): 361-6.
37. Magpie trial follow-up study collaborative group. The Magpie trial: a randomized trial comparing
magnesium sulphate with placebo for preeclampsia. Outcome for children at 18 months. BJOG
2007; 114: 289-299.
38. Rosenthal T, Oparil S. The effect of antihypertensive drugs on the fetus. J Hum Hypertension 2002;
16(5): 293-298.
39. Kirsten R, Nelson K, Kirsten D, Heintz B. Clinical pharmakokinetics of vasodilators – Part II. Clin
Pharmacokinet 1998; 35: 9-36.
40. Magee LA, Omstein MP, von Dsadelszen P. Fortnightly review: management of hypertension in preg-
nancy. BMJ 1999; 318: 1332-1336.
41. Haas AR, Marik PE. Current diagnosis and management of hypertensive emergency. Semin Dial.
2006; 19(6): 502-12.
42. Magee LA et al. The safety of calcium channel blockers in human pregnancy: A prospective, multi-
center cohort study. Am J Obstet Gynecol 1996; 174: 823-828.
43. Yerby MS. Problems and managament of the pregnant women with eplipsy. Epilepsia 1987; 38 suppl
3: 29-36.
44. Meador K, Reynolds MW, Crean S, Fahrbach K, Probst C. Pregnancy outcomes in women with epi-
lepsy: A systematic review and meta-analysis of published pregnancy registries and cohorts Epilepsy
Research 2008; 81: 1-13 .
45. Holmes LB, Harvey EA, Coull BA, et al. The teratogenicity of anticonvulsant drugs. N Engl J Med
2001; 344: 1132-1138.
46. Yerby MS. Quality of life, epilepsy advances, and the evolving role of anticonvulsants in women with
epilepsy. Neurology 2000; 55 S: 21–31.
47. Thomson T, Palm R, Kannen K, Ben-Manachen E, Soderfelt B, Danielsson B, Johansson R, Luef G,
Ohmann I. Pharmacokinetics of levetiracetam during pregnancy, delivery, in the neonatal period,
and lactation. Epilepsy 2007; 48(6): 1111-1116.
48. Nahum G, Uhl K, Kennedy D. Antibiotic use in pregnancy and lactation. Obstet Gynecol. 2006; 5.
1120-1138.
49. Van Runnard Heimel PJ, Franx AJ, Schobben AFAM, Huisjes AJM, Derks JB. Bruinse HW. Corti-
costeroids, pregnancy, and HELLP syndrome: a review. Obstet Gynecol 2004; 60 (1): 57-70.
50. Temprano K, Bandlamudi R, Moore TL. Antirheumatic Drugs in Pregnancy and Lactation Semin
Arthritis Rheum 35: 112-121.
526