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TËCNICAS DE ESTUDIO

NOMBRE: _________________ 30/6/2020


Gaétan Kabasha: «El tesoro de mi vida es mi fe».
Durante la espera en la puerta G del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid, es hora de repasar las preguntas
para un hombre que atravesó fronteras y caminos difíciles de andar. Se trata del capellán del hospital, Gaétan
Kabasha, quien, teniendo una historia increíble para contar, se conforma con una simple
pero muy sincera sonrisa como carta de presentación.
El Padre Gaétan Kabasha nació en Ruanda, donde fue testigo del genocidio, motivo por el
que se vio obligado a huir para refugiarse en la República Centroafricana. Pertenece a la
diócesis de Bangasso y fue ordenado sacerdote el 9 de noviembre de 2003. Trabajó en
parroquias de la República Centroafricana, donde realizó una misión diferente a la que
atiende ahora.
Actualmente, vive en Madrid y es capellán del Hospital Clínico San Carlos. Además, está trabajando en una tesis
doctoral de Filosofía y en su obra social llamada AUDE (Asociación Universidad para el Desarrollo) con el objetivo de
financiar a estudiantes universitarios africanos.
¿Qué labor tiene como capellán del hospital? (Comienza entre risas y con un gesto que indica que son muchas).
 La labor de un capellán en un hospital se puede dividir en dos: consolar y santificar.
Consolar significa que hay que estar al lado del que sufre, acompañar, visitar a los enfermos, hablar con los familiares
que a veces están en un momento muy difícil, angustiados y cansados. Es abrazar y entender la situación en la que se
encuentran para aliviar un poco y crear un ambiente para quitar la ansiedad. Santificar se refiere a los sacramentos. El
sacerdote lleva la comunión a los que la piden, da la unción de los enfermos, bautiza a niños que nacen en peligro de
muerte y se encarga de las confesiones para los que quieren confesarse. El capellán está para pacientes, familiares y
personal del hospital.
(A mitad de la entrevista, el teléfono interrumpió la conversación; el padre Gaétan cogió la llamada y luego dirigiéndose a mí preguntó: «¿tienes
tiempo?». Le llamaban para dar la unción de los enfermos a una paciente y después de «buscarme una bata blanca» me llevó con él. Pude ver como
las palabras con las que el cura respondió a la primera pregunta cobraban un sentido que es además de coherente, emocionante y esperanzador.)
Así como Santa Madre Teresa de Calcuta tuvo un «llamado dentro de un llamado» para dedicarse a los enfermos, ¿usted experimentó algo
parecido?
Sí, fue algo así. No sé porqué en algún momento sentí que estaba llamado a trabajar con los enfermos. Yo acabé de estudiar aquí en
España y volví a África, me ordenaron sacerdote allí. Estuve trabajando como párroco en una parroquia rural y estuve en contacto
con mucha pobreza en todo sentido. No hay material, no hay medicamentos, hay niños que están perdidos, aldeanos que viven solos
y no tienen qué comer. Me encargaba del desarrollo, había que construir escuelas, poner en marcha una farmacia… Por los estudios
volví a España y quise trabajar con los enfermos. ¿Cómo surgió esta vocación? no lo sé, así espontáneamente. Fue curioso porque
como sacerdote te envían a cumplir una «misión» pero en mi caso yo la pedí. Al principio dijeron que no y me enviaron a una
parroquia. Ese mismo día no me entendí con el párroco y me cambiaron el destino. Eso fue un misterio, no hubo grandes
operaciones, simplemente algo no cuajó. Quizás es eso, cuando quieres algo al final se cumple.
¿Qué diferencias hay entre las necesidades de África y las de Europa?
¡Uf, la diferencia es abismal! África tiene en la base una necesidad económica, y cuando no hay economía las consecuencias son más
dramáticas. En cuanto a España, puede haber pobreza de otro tipo, digamos que morir de hambre no lo veo. Incluso los que están
solos tienen un sustento, aquí hay seguridad social, en África cada uno tiene que costearse los gastos, pagar la consulta, los
medicamentos, las cirugías, tratamientos posoperatorios, el ingreso en el hospital y el que no tiene medios económicos no podrá ser
atendido. África es un continente, por lo tanto, no puedo generalizar, pero sí puedo hablar de ciertos países que conozco, donde la
familia es un apoyo muy importante. No se abandona a nadie, ningún anciano está solo, mientras que aquí hay algunos que están
solos porque los hijos trabajan lejos o los miembros familiares son menos. En África, las familias son más amplias y su concepto es
más grande, pues se mantiene la relación también con la familia extensa: sobrinos, primos y nietos.
¿Cómo piensa que hubiera sido su vida si no hubiera tenido que salir de Ruanda?
¡Es una hipótesis imposible! No lo sé. La historia configura el presente siempre. A lo mejor no hubiera llegado a España.
¿Cómo se mantiene tan positivo y alegre entre tanto sufrimiento?
¿Qué vamos a hacer angustiados? (se ríe fuertemente) ¡Estamos salvados por Cristo! Yo no entiendo a un cristiano angustiado. La
alegría tiene que ser el exponente de una vida llena de Cristo, tiene que ser esa chispa que brota de una vida de fe. La alegría es una
muestra de esperanza. Incluso en un hospital que es como una aldea completa donde encuentras de todo. He pasado por tantas
desgracias que he superado ya esa ansiedad de desesperación. Lo que veo ahora no tiene nada que ver con lo que vi en el pasado y
que he conseguido superar y eso es como el propósito de mi vida. Aquí estoy, contando sobre el genocidio de Ruanda, la vida en un
campo de refugiados… y si no he caído dentro de eso que es mucho más grave, entonces ¿por qué caería al ver a alguien sufrir o
morir? si ya he visto miles de muertos y millones de personas sufriendo.
¿Cómo fue ese pasado duro que le tocó vivir?
Fui testigo del genocidio en Ruanda, viví como refugiado, tuve que cruzar países para llegar a la República Centroafricana, viví
muchos años sin documentos y sin saber de mi familia. Acabé con el exilio después de 19 años y volví a mi país a ver a mis padres.
Lo más duro fue el conjunto; no ver a mi familia y adaptarte a las circunstancias. ¿Por qué yo no puedo ver a mi familia?, era lo que
pensaba. Cuando me ordene sacerdote no estuvo mi familia y eso me costó mucho.
¿En algún momento se enojó con Dios por todas las pruebas que tuvo que vivir?
No, realmente no, no pasé por eso. En mi caso sucedió lo contrario, llegué a entender que mi historia tenía que ver con el sacerdocio.
Es decir, que Dios permitió de alguna manera desde su infinita bondad y misterio que pasara por ese mundo que es desconocido.
Porque no han sido muchos los sacerdotes que han vivido dentro de un campo de refugiados, que han tenido que sobrevivir pasando
de pueblo en pueblo, que han tenido que haber pasado de frontera en frontera o incluso haber pasado casi por la cárcel y vivir como
exiliados. Esto es parte de mi patrimonio y se repercute seguramente en mi vida sacerdotal, lo quiera o no. Mi vocación tuvo que
pasar por ahí para ser quien soy ahora. Cuando vives la historia dentro de la historia no tienes tiempo de interpretar. Es hasta después
cuando entiendes el sentido de esa historia; yo lo que vi fue la mano de Dios.
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Si tuviera en sus manos un micrófono con el que todo el mundo pudiera escucharlo, ¿qué diría?
Estar alegres (se ríe). Eso supone que todo el mundo esté alegre. Al final, la gente está angustiada porque hay causas, es un sistema
que hemos fabricado. Hagamos que el mundo sea un mundo mejor, donde la gente viva sin angustias ni dolor.
La preocupación del padre Kabasha es elevar el nivel cultural y espiritual de África, por lo que ha fundado en España una obra
llamada AUDE (Asociación Universidad para el Desarrollo) con el objetivo de financiar a estudiantes universitarios africanos.
¿Cuándo y cómo empezó el proyecto de AUDE?
Estuve en África intentando trabajar en el desarrollo, pero no es un problema de dinero o de proyectos. La base de todo son los
recursos humanos. Tenía ideas para mis proyectos y a veces llegaban medios, pero me faltaban recursos humanos. El problema es la
educación. El desarrollo debería tener como base la educación, el mundo es un pueblo donde manda el más fuerte. Se exige un nivel
intelectual alto, por lo que no basta con una educación básica, necesitamos formación universitaria. Con esta necesidad nace el proyecto.
Gaetan Kabasha confesando
El P. Kabasha explica que se trata de un hospital grande en el que puede haber más de 900 pacientes y en el que hay situaciones muy
diferentes, pero recuerda el caso de una joven que estuvo durante un año hospitalizada y que “no sabíamos si saldría adelante”.
La joven cambió de hospital y tres años después su madre contactó al P. Gaetan. “Me llamó para decirme que ahora su hija se había
recuperado y que estaba segura que era por todo lo que rezamos por ella durante el tiempo que estuvo en el San Carlos”.
“Hay veces que no vemos los frutos, porque no condicionamos la gracia de Dios, sino que esta viene cuando quiere porque Dios tiene
sus tiempos y sus modos. A veces veremos los resultados y otras no”, asegura.
Volver a África
El P. Gaetán sabe que cuando termine la tesis volverá a África, pero durante el tiempo que lleva en España no se ha olvidado de sus
orígenes y de las necesidades de su pueblo. Por eso ha fundado una asociación para ayudar al desarrollo cultural y espiritual de los
jóvenes universitarios africanos y así mejorar desde dentro el continente.
“Hay organizaciones muy volcadas en la educación primaria, pero hay muy pocos estudiantes que siguen en secundaria y son una
amplia minoría quienes llegan a formación superior. Esto es necesario cambiarlo, pero para ello hay que entender los mecanismos
de la sociedad africana”, explica el sacerdote que puso en marcha el proyecto de financiación de estudios a universitarios.
“Hay muchos chicos que valen y que no pueden estudiar por falta de recursos. Desde España buscamos fondos para financiar sus
estudios universitarios pero la originalidad del proyecto es que se comprometen a que cuando finalicen los estudios, ellos financiarán
a los estudiantes que vengan después”.
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Un modo de crear autodesarrollo, porque según afirma el sacerdote “no podemos depender siempre de Europa, sino que el desarrollo
venga desde dentro”.
La elección de los estudiantes y el control del dinero de las becas se realiza a través de la arquidiócesis de Kigali, en Ruanda. “Los
trabajadores de la diócesis, el Obispo, están en el terreno y saben qué hace falta y qué chico puede seguir estudiando. Es la manera
más práctica de hacer un seguimiento al dinero que se envía, para tener la certeza de que termina en donde tiene que terminar”, insiste.
La Asociación Universidad para el Desarrollo está oficialmente reconocida por el Ministerio del Interior español y actualmente
financia a 7 estudiantes. Pero el reto es llegar, cada año a muchos más.

Cuando estás viviendo la historia


no tienes tiempo de interpretar
El Padre Gaetán cuenta que llegó a
entender que su historia personal tenía
que ver con el sacerdocio. Que Dios
permitió desde su infinita bondad y
misterio que pasara por ese mundo que
es desconocido. Porque no han sido
muchos los sacerdotes que han vivido
dentro de un campo de refugiados, que
han tenido que sobrevivir pasando de
pueblo en pueblo, que han tenido que
haber pasado de frontera en frontera o
incluso haber pasado casi por la cárcel
y vivir como exiliados. Él considera
esto como parte de su patrimonio y se
repercute en su vida sacerdotal. “Mi
vocación tuvo que pasar por ahí para
ser quién soy ahora.” El Padre asegura
que cuando estás viviendo la historia
no tienes tiempo de interpretar. Es
hasta después cuando se entiende el
sentido de esa historia; “yo lo que vi
fue la mano de Dios.”
“El tesoro de mi vida es mi fe. Sin ella no
hubiera soportado las pruebas”

ACTIVIDADES: Lee, subraya, resume, sintetiza y elabora un organizador visual. -2-

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