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INTRODUCCIÓN
Partida de nacimiento.
Observaciones a la partida de nacimiento.
Abuelos, abuelas, tíos y tías.
Fecha de nacimiento y regalos recibidos.
Certifica
ARNOLDO MORENO
PARROQUIA ALTAMIRA
P
R
E
F
E
C
T
O
D
E que está al frente es "El Cucharito". Lugar preciso y
El cerro
exacto donde nací. Allá arriba se observan unas casitas de los
Angaritas, dicen que aún hay dieciséis casas en el lugar. Por esta
L trasandina Mérida-Barinas jugaba yo con carrozas, junto
carretera
a mis amiguitos. También transité cargando maletas de alimentos
para comer en casa desde las bodegas del filo de San Isidro, de
donde Manuel Sulbarán y Agapito González
ENSEÑANZA
M
a
r
José Claudio Angarita Arismendi, en el cementerio
de Altamira de Cáceres, mostrando las tumbas de
sus abuelos
A y familiares
N
ANTONIO MARÍA ARISMENDI
VIAJE AL GUAYABAL
JUEGOS TRADICIONALES
TIPOS DE COMIDAS
La comida con que nos alimentábamos eran, por lo
general, sopas de legumbres, arvejas,
quinchonchos, carotas, espagueti con sardinas.
Pues mi papá compraba las sardinas por cajas, las
llamadas tres en uno eran muy comunes. Una caja
de cien sardinas costaba en 1972 cuarenta
bolívares. La carne era muy escasa, sólo cada
ocho días mi papá compraba carne en la carnicería
que ponían los sábados cuando mataba una res el
señor Rosendo Toro, el esposo de mi tía Hortensia
Osuna Santiago, hermana de mi abuela Matea
Osuna Santiago. Mi papá compraba todos los
sábados diez bolívares de carne, que eran cuatro
kilos de carne con hueso. Era costumbre de mi
papá comprar, muy de vez en cuando, un Mute al
señor Rosendo Toro en la sala de matanza que
tenía (contenía las vísceras de la res, riñones,
tripas, estómago, librillo, corazón, pajarilla, cuero y
cabeza de la res). Este cargamento lo llevaba mi
papá, lo lavaba y lo ponía en dirección del fogón de
candela y leña, para que se secara y así comíamos:
asado, seco y en sopas.
Casa de Rosendo Toro y sala de matanza de ganado
D
e
t
a
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m
a
n
e
CLAUDIO PINTOR
CLAUDIO JARDINERO
CLAUDIO CONSTRUCTOR
Luego, estos doctores, porque eran cuatro
doctores: dos gineco-obstetras y dos doctoras
abogadas, Rinaldo y César Aroldi; y Yoni y Bona, que
viajaban por los países del mundo, vieron en
Colombia, específicamente en el Parque Santander,
una obra muy hermosa y colonial, les gustó la entrada
del Parque y sus caminerías y pisos hecho de piedrita
y ladrillos. Buscaron en Colombia información de quien
había realizado ese trabajo y dieron con el maestro de
la construcción; era un señor colombiano que
trabajaba en el Ministerio de obras públicas en
Colombia, y esperaron que saliera de vacaciones y se
lo trajeron para Barinas, para que en la casa de los
doctores, hiciera un trabajo parecido al del Parque
Santander. El constructor albañil, vivía en Villa del
Rosario, llegando a Cúcuta; empezó, pues, la obra en
casa de Aroldi, con ladrillos, piedritas y tablillas en los
pisos y la construcción de las entradas de la casa, con
techos de bambú y tejas, sobre hermosos pilares
dotados de bombillos farolitos y con su respectivo
timbre y con lujosísimos portones de madera. Yo
trabajé con ese maestro un buen tiempo y aprendí
mucho, sobre todo a pegar piedrita, a nivelar, pegar
ladrillos, y aprendí mucha terminología colombiana,
también aplicada a la construcción. Por ejemplo, lo que
nosotros llamamos clavos y cuchara aquí en
Venezuela, allá en Colombia son puntillas (clavos) y
palustre (cuchara). El colombiano tomaba muchas
gaseosas (refrescos). Cuando se le terminaron las
vacaciones al maestro colombiano y debía retornar a
su país, dejó mucho trabajo sin finalizar; pero como yo
había aprendido, los doctores confiaron en mí y me
pidieron que yo concluyera y pegara toda la piedrita
que no logró pegarla el maestro.
MI MATRIMONIO
ME CASÉ CON MI ESPOSA GRACIELA
ARCÁNGEL MONTILLA CAMACHO EL 06 DE
DICIEMBRE DE 1985
Prefectura de Barinitas: lugar específico y sagrado donde
nos casamos Graciela y yo
En la prefectura de Barinitas, municipio Bolívar del
Estado Barinas (en aquel tiempo era Distrito Bolívar)
me casé. Yo y mi novia teníamos 25 años cumplidos.
Mi esposa nació el 02 de marzo de 1960 y yo nací el
ocho de julio de ese mismo año, sólo tres meses y
medio es mi esposa mayor que yo.
Cuando me casé yo vivía con mi papá en Barinitas
y estudiaba en la Universidad, ya iba para el quinto
semestre. Estaba viviendo económicamente de tres
becas que tenía: Nacional, regional y universitaria, me
ingresaban mil cien bolívares mensuales (Bs 1.100), y
DE 25 A 36 AÑOS DE MI VIDA
CURSOS POR EXTENSIÓN REALIZADOS EN
LA MÁXIMA CASA DE ESTUDIOS
UNIVERSITARIOS Y OTRAS INSTITUCIONES DEL
PAÍS
CURSO DE LATÍN
En octubre del año 1985, en la Universidad
Nacional Experimental de los llanos occidentales
“Ezequiel Zamora”, realicé un importante curso por
extensión, denominado “RAÍCES LATINAS DEL
ESPAÑOL”, dictado por un excelente profesor
universitario, exsacerdote católico y profesor de
Castellano. Este curso fue motivado por el hecho de
que tras una revisión de los contenidos del pensum de
estudios de la carrera Educación Integral mención
Castellano y Literatura, estos expertos observaron que
hacía falta algo muy importante que deberían saber los
estudiantes de educación, para no salir tan mal
preparados y carentes de herramientas indispensables
que debíamos saber como es: conocer el origen de
nuestro idioma, darnos cuenta de que el Castellano
viene derechito del Latín, conocer las declinaciones
del idioma, sus conjugaciones verbales; su
vocabulario. El contenido de este curso se basó en:
Morfología latina: Elementos Morfológicos
fundamentales del Latín, y el Docente FLAMINIO
ONTIVEROS BELANDRIA, fue quien nos indujo y nos
dictó el Curso.
HOMENAJEADO EN EL MUNICIPIO “CRUZ
PAREDES” CON PLACA DE RECONOCIMIENTO
El 24 de abril del 2014, recibí en el Municipio
“Cruz Paredes”, en la Cancha Piloto de Barrancas,
UNA PLACA DE RECONOCIMIENTO de
homenajeado, con motivo del Día del Libro y del
Idioma. La razón de esta placa, es por la constancia en
el trabajo de periodismo en el Municipio y por tener
trabajando treinta y dos años consecutivos en el sector
educación como profesor de Castellano y Literatura.
La placa dice así: “REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA, MINISTERIO DEL PODER POPULAR
PARA LA EDUCACIÓN, MUNICIPIO ESCOLAR No
06, BARRANCAS, CRUZ PAREDES- BARINAS.
Otorgan el presente RECONOCIMIENTO A: José
Claudio Angarita Arismendi, por su valiosa labor de
forma constante y responsable en el trabajo que se le
ha asignado durante su trayecto como profesional en
pro de la Educación Bolivariana; por su destacado
perfil en el área de Castellano y Literatura. Barrancas,
24 de abril de 2014.
CURSO DE GRAMÁTICA
COLUMNISTA Y ARTICULISTA DE
PERIÓDICOS LOCALES Y FUNDADOR DEL
PERIÓDICO “EL CENTAURO DE LOS LLANOS”.
La casa se cayó de
Casa y sólo
la se conserva esa
Cochinilla pared que se
Barinitas. Losve al fondo yestán
muros los árboles que yo tenía en el solar,
desmoronados
al fondo se ve un mamón. Esta foto la tomé el día viernes 06 de mayo del 2016, 31 años después de
haberme ido de ese lugar, donde viví 10 años de mi vida, desde 1976 a 1986
Yo vivía, en la Cochinilla, Barinitas, en la
década de los setenta, siglo XX, cuando conocí a
un pastor evangélico, quien fue a mi casa un día
y luego siguió visitándome y leyéndome la Santa
Palabra de Dios. Parece que era de la doctrina
de los llamados sólo Jesús y pentecostales,
porque me hablaba mucho de Jesús como el
único Dios verdadero; mucho me leía el
versículo 3:16 de la primera Carta de Timoteo,
que dice: “Indiscutiblemente, grande es el
misterio de la piedad; Dios fue manifestado en
carne, justificado en el Espíritu, visto de los
ángeles, predicado a los gentiles, creído en el
mundo, recibido arriba en gloria”. También me
leía en el evangelio de Juan 1:1, que dice: “En el
principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y
el verbo era Dios”. Estuvo, este pastor, hablando
mucho conmigo y me invitó a una iglesia que
tenía frente al Parque Moromoy de Barinitas. Un
día visité la iglesia. Cuando llegué al culto,
todavía no había llegado nadie; pero más tarde
vi desde lejos que llegó un auto medio uso y
descendió de él el pastor y unas mujeres de la
iglesia. Yo me acerqué y entré al templo. Vi que
el pastor había pasado al púlpito y oraba de
rodillas, y las hermanas también oraban
recostadas en las sillas rodilla en tierra. Sólo ese
día asistí, no volví más. No sentí nada que me
atrajera a esa iglesia. Por cierto, aprovecho para
decirlo, que cosa extraña es no sentir nada, a
veces, tiene directamente que ver con el futuro
de nosotros y otras veces es la santa voluntad
de Dios. A cuantas personas les hemos hecho
llamados y ellas no sienten nada por nosotros ni
por Dios. Y cuantas personas hay que se sienten
cómodas en otras partes.
Yo fui enviado por la Zona Educativa y el
Ministerio de Educación, a trabajar en el pueblo
de Barrancas, en el municipio “Cruz Paredes”,
Edo Barinas, en el liceo “Guillermo Tell Villegas
Pulido” y me sentí bien y trabajé toda mi vida, ni
siquiera pedí traslado para otra parte, y le caí en
gracia a todo el mundo, que se sintió muy bien
conmigo. Por eso concluyo que fue de parte de
Dios ese pueblo y ese trabajo para mí.
Conocí a mi novia en el año 1983 y me sentí bien
con ella y sus familiares. Pasé casi tres años de
novio con ella y no me sentí mal. Luego me casé
con ella el 06 de diciembre del año 1985 y tengo
más de treinta años de casado y no me he
sentido mal con ella y su familia, ni ella se ha
sentido mal conmigo, no desea estar fuera de mí
jamás y ama mucho a mi familia. Conclusión: mi
matrimonio es de Dios y fue voluntad de Él que
esto ocurriera de esta forma. Yo me sentí mal
cuando fui a esa iglesia y no había nada que me
atrajera, porque ese no era el lugar para mí,
Dios tenía otro plan conmigo; también que la
doctrina podía estar bastante equivocada y Dios
quería que yo llegara y aprendiera una sana
doctrina, y que llegara a un sitio donde se
moviera el poder de Dios, para Él enseñarme y
ungirme.
Dios me vino librando y guardando durante
toda mi existencia y desde que nací. Recuerdo,
que una vez, tenía como cuatro años, cuando
pisé una serpiente que se desplazaba
atravesando un camino cerca de mi casa
campestre, cuando yo bajaba y no me mordió,
por el contrario, salió corriendo, porque esa era
su naturaleza huir y correr. Era una culebra de
las llamadas “Loras”, de color verde, que se
caracterizan por correr y huir. Aunque tienen la
manía, cuando están encaramadas, de
lanzársele a uno encima. Pero no fue el caso de
este animal, Dios me libró.
Una vez que yo había hecho una armadura
de piedra para cazar un faro, en una vega y
conuco de cambures, cuando me dirigí, el
siguiente día a ver que había ocurrido con la
trampa, pasando debajo de un cambur y
portando un inmenso sombrero para protegerme
de la lluvia, sentí que algo me cayó en la cabeza
y resbaló en el sombrero y cayó al piso. Pues era
una inmensa serpiente, pero no me hizo nada
malo. Dios también me protegió.
En el campo, tuve la oportunidad de
encontrarme con cientos, por no decir miles, de
serpientes, pero Dios me guardaba de todas
ellas.
Una vez me dijo mi madre que fuera a la
Popa a comprar un saco de azúcar de cincuenta
kilos. Agarré un burro muy bueno que tenía, el
nombre del cual era: Choncho, le coloqué la
enjalma y los aperos y me lo llevé a buscar el
encargo. Compré el azúcar donde Laudelino
Sulbarán y se lo cargué al burro, un saco
atravesado en el lomo del asno, pero bien
cargado, como solía yo amarrar esas cargas.
Agarré de la carretera trasandina de Mérida para
arriba por el camino del Cucharito, mi tierra
natal, como a las ocho de la noche. Yo llevaba
una linterna o foco como lo llamábamos, pero
decidí no prenderlo para que no se le
descargaran tan rápido las pilas y preferí arriar
el burro delante de mí y yo seguir al animal, a
veces, agarrado de la cola, en medio de la densa
oscuridad reinante por el tiempo y por los
árboles y vegetación de la zona. Nos fuimos
aproximando, el burro y yo, a una fuente
denominada: “La Agüita de Chillo”, como
llamaba la gente al señor Lucidio Toro, habitante
de ese lugar. Tras pasar la fuente de agua, como
una especie de caño, el burro se paró en seco y
no quiso caminar más. A mí me ardió la garganta
de tanto arriar el asno, hasta que por fin dio un
salto, en plena subida, con un peso de cincuenta
kilos encima y me pareció muy raro. En ese
momento prendí la linterna que cargaba en mi
mano derecha y alumbré el camino donde brincó
Choncho, y pude ver una enorme serpiente que
se desplazaba delante de mí, pero que buscaba
el borde del camino para desaparecer del mapa,
como, en efecto, se fue, pero no me mordió,
gracias al cuidado de Dios. Yo seguí con mi
burro rumbo a mi casa con el cargamento de
azúcar.
Es posible que haya habido hombres, que
por mis valores y virtudes, en contraste con las
de ellos, me hayan querido hacer algún mal,
como atentar contra mi integridad física; pero
no lo lograron, porque Dios ha estado ahí
siempre como poderoso gigante para guardarme
y protegerme.
Una vez, un hombre bravo y medio borracho,
subió al caserío el Cucharito, donde dijo que iba
a acabar con todo. Yo estaba parado muy cerca
de un gran patio entre la casa de mis abuelos
Angarita y mi casa, cuando vi al energúmeno,
que me miró como si el asunto fuera conmigo;
pero quizás yo estaba dentro del todo que el
mencionaba. Entró a mi casa y agarró una
escopeta para cacería y me di cuenta que me
siguió por la espalda. Salí corriendo hacia la casa
de mis abuelos donde estaba una tía mía.
Esperaba que en cualquier momento me
disparara por la espalda, pero cuando me
detuve, el hombre había desaparecido, no sé
para donde se metió ni quien le quitó el arma
que portaba. Lo cierto es que no mató a nadie y
menos a mí. Dios me libró.
Otro día se le fueron los frenos a un autobús
donde yo viajaba por la vía Mérida a Barinas, yo
salí ileso, gracias a Dios.
También, cuando andaba con la esposa de
un doctor ginecólogo y obstetra, la cual me
llevaba al terminal de pasajeros de Barinas,
chocó contra un puente en la avenida 23 de
enero, y salí sólo con una herida en un pómulo,
Dios me salvó y libró.
Otro día choqué de frente mi bicicleta en
Barinitas contra un auto en marcha, le llegué
directamente por el capó, le pasé por encima y
caí sobre un montón de arena y nada me pasó,
Dios me guardó.