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3.0. Introducción1
La teología cristiana debe pasar a través de dos dinámicas, de las cuales deriva su singularidad:
Aquello que deja y aquello que mantiene del judaísmo, aquello que toma y aquello que rechaza del
helenismo. En el primer ámbito se pone la cuestión del judeo-cristianismo, en el segundo el de la
helenización del cristianismo. La cuestión es distinguir aquello que es esencial —y, por lo tanto,
toca la fe en su sustancia— de aquello que es accidental, cultural, y, por lo tanto, legítimamente
variable.
Es Cristo, o mejor la fe en Él como Dios e Hijo de María, el elemento de ruptura con el mundo judío
y griego y el verdadero punto de acceso a la teología. En efecto, de la fe en la divinidad de Cristo se
pondrá el problema de la unicidad de Dios, cuya confesión en el dogma trinitario requirió algunos
siglos de elaboración, marcados de encendidas polémicas: ¿Cómo hacer entender a los judíos que la
Trinidad no afecta el monoteísmo? ¿Cómo hacer entender a los griegos que la encarnación del Verbo
no es un mito, sin caer en la trampa del “segundo Dios” de impronta neoplatónica? También aquí la
formulación del dogma cristológico requirió varios siglos.
La instancia judaica del monoteísmo (que es también válida) tenderá a anular en Cristo la divinidad
(ebionismo, adopcionismo) y negar la real distinción entre Padre e Hijo (modalismo); mientras la
instancia helenística de la trascendencia (que es también válida) será llevada a banalizar la real
humanidad de Cristo (docetismo) y a ver el Hijo como un mediador subalterno
(subordinacionismo). En síntesis, las dos preguntas esenciales que propiciaron la teología cristiana
son: ¿Jesús es verdadero Dios? (doctrina trinitaria), ¿Cristo es verdadero hombre? (doctrina
cristológica).
La búsqueda de una solución adecuada a estos interrogantes será la elaboración del lenguaje
teológico, que indicará el camino a seguir a la mente humana, sin frustrar el misterio.
1 Cf. E. Cattanero, G. De Simone, C. Dell’Osso y L. Longobardo, Patres ecclesiae, Il pozzo di Giacobbe, 87-89.
2 – Historia de la Iglesia Antigua: Desarrollo de la doctrina cristiana siglos I al III
Con el nombre de herejías y herejes los cristianos indicaron, desde los inicios de siglo II, las
deformaciones doctrinales que eran incompatibles con la recta fe y aquellos que las profesaban, si
seguían perseverando en el error, eran expulsados de la comunidad. El griego airesis, elección, no
tenía un significado negativo. Pero los cristianos, tratando de conservar la unidad de la fe, vieron
toda división como un error o desviación que se debía rechazar, por lo tanto, el término tomó un
significado negativo. Solo a finales del siglo II se puede comenzar a hablar de una doctrina ortodoxa
ya constituida en sus líneas esenciales.
b. Docetismo: Docetismo viene del griego δοκηταί, que deriva de δοκεῖν, tener apariencia, parecer.
Basados en el sincretismo helénico-bíblico ven a Jesús como un ser superior y rechazan atribuirle
un cuerpo humano sujeto a las “pasiones” (hambre, sed, fatiga, sufrimiento). Por eso, el cuerpo
humano de Jesús era un fenómeno de meras apariencias2, era cuerpo sólo en la forma exterior, no
en la sustancia, en consecuencia, Él no ha sufrido, no ha muerto y no ha resucitado realmente.
c. Milenarismo: Doctrina de tintes apocalípticos, que nos habla de que Cristo va a regresar, que ese
retorno es inminente, luego de esto reinará 1000 años sobre la tierra y luego viene el juicio final.
b. La penitencia: En la Iglesia antigua se presentó o una confrontación doctrinal entre aquellos que
decían que no había perdón de los pecados para aquellos que los cometían después de haberse
bautizado y los que daban la posibilidad de la remisión de los pecados después de una larga
penitencia.
2San Ignacio de Antioquía tiene un famoso texto donde los rebate afirmando: “Si, en cambio, como afirman algunas
gentes sin Dios, o sea, sin fe, Jesucristo padeció sólo en apariencia (ellos son los que realmente existen en
apariencia) ¿Por qué estoy encadenado? ¿para qué anhelo luchar con las fieras? Entonces, voy a morir tontamente,
a dar un falso testimonio contra el Señor” (Tralianos, X).
3 – Historia de la Iglesia Antigua: Desarrollo de la doctrina cristiana siglos I al III
3.1.3. La literatura cristiana del S. I-II: Los primeros autores cristianos posteriores a los escritos
bíblicos son llamados Padres apostólicos, cuyo nombre les viene de ser sucesores inmediatos de los
apóstoles. Los padres apostólicos, en sentido propio, son cinco: San Clemente, San Ignacio, San
Policarpo, Papías, y la Didajé. De los tres primeros nadie duda, algunos excluyen a Papías por su
supuesto milenarismo y otros a la Didajé por tratarse de un escrito anónimo. El pseudo Clemente
(segunda de Clemente), Pseudo Bernabé y Pastor de Hermas, estrictamente hablando, no son padres
apostólicos. La carta a Diogneto pertenece, más bien, a la literatura de tipo apologético.
b. Monarquianismo modalista4: Herejía del siglo III, según la cual en Dios sólo hay una persona
como una es también su naturaleza: los nombres de Padre, Hijo y Espíritu Santo no son otra cosa
sino aspectos diversos del Dios único, esto es, son modos de considerar a Dios en sus operaciones
ad extra: como la creación, la encarnación, la efusión de la gracia. No existe, por tanto, Trinidad en
Dios sino "monarquía" (de donde se le da también el nombre de monarquismo); y cuando decimos
que el Hijo de Dios se encarnó y que sufrió pasión y muerte, es una simple manera de hablar, puesto
que, en realidad, fue el mismo Padre quien sufrió y se encarnó y murió en la cruz (de donde también
se les da el nombre de patripasianos). Los primeros padres de esta herejía parecen ser Praxeas y
Noeto, de primeros del siglo III, contra los que escribieron Tertuliano (Adversus Praxeam) e
Hipólito romano (Contra Noetum); otros defensores de la herejía fueron, en Roma, Epígono,
Cleomenes y Sabelio; del nombre de este último se llamó sabeliana a la secta modalista y duró hasta
el siglo V combatida por Eusebio de Cesarea (Contra Marcellum y De ecclesiastica theologia) y por
san Hilario de Poitiers (De Trinitate). El Papa Ceferino (198-217) rechazó el patripasianismo y el
Papa San Dionisio (259-268) condenó a Sabelio.
a. La cuestión de los lapsi: Los lapsi son aquellos cristianos de los primeros siglos que renunciaban
en su fe religiosa ante la furia de la persecución, e incluso a veces también, a los pecadores de
homicidio o adulterio. Estrictamente se 'denomina así a los cristianos que apostataron de su fe
durante la persecución de Decio. La fórmula «controversia de los lapsis» se refiere a las disputas
sobre la disciplina penitencial y sus fundamentos dogmáticos con ocasión de aquel conflicto, en que
los apóstatas, pasado el furor persecutorio, pedían su reintegración a la comunidad cristiana.
Algunos, como Novaciano y Felicísimo, afirmaban que ya no tenían perdón y no los admitían en fe.
San Cipriano representa la corriente de tener una apertura racionalmente comprensiva pero no
indiscriminada, es decir, que los admitían en la Iglesia después de que mostraran un verdadero
arrepentimiento e hicieran penitencia.
San Cipriano mantuvo una famosa discusión con el papa Esteban I sobre la cuestión de la reiteración
del bautismo. En el siglo III, la Iglesia se encuentra con dos prácticas diferentes, Roma y Egipto no
quería que se repitiera el bautismo para los que pasaban de la herejía al catolicismo, se contentaba
con la reconciliación mediante la imposición de manos; en África y Oriente, sí. Dos sínodos reunidos
en Cartago, bajo la presidencia de Cipriano, en 251 y 256, mantienen el uso africano, y ratificaron
lo dicho por los sínodos de 218 y 222 contra Esteban I, que quería imponerles la práctica romana.
El problema es que en la época no se hacía la diferencia entre el bautismo hereje y el bautismo hecho
por un hereje 6 . A pesar de las diferencias, Cipriano, Cornelio y Estaban I son santos, el 16 de
septiembre la Iglesia celebra la fiesta del Papa san Cornelio y de san Cipriano.
griegos son: Cuadrato, Marciano Aristides, Aristón de Pella, San Justino, Taciano el sirio, Milciades,
Apolinar de Hierápolis, Atenágoras de Atenas, Teófilo de Antioquía, Melitón de Sardes, la “epístola
a Diogneto” y Hermias. Los principales apologistas latinos son: Minucio Félix, Tertuliano y
Lactancio.
- Literatura antiherética: Esta literatura tiene como finalidad responder a las herejías que surgían
dentro de la Iglesia. El representante más importante es San Ireneo de Lyon.
- Literatura exegética: Esta literatura se caracteriza, como su nombre lo indica, por hacer exégesis
de la Sagrada Escritura. Se comentan libros enteros de la Biblia o pasajes de estos. El representante
más importante de esta literatura, en esta época, es San Hipólito.
- Literatura homilética: Esta literatura nace a partir de las reflexiones que se hacían en ámbito
litúrgico. Los escritos más importantes de esta época son: Melitón de Sardes y una homilía anónima
(In Sanctum Pascha).
- Literatura poética: Los cristianos, sobre todo para sus celebraciones litúrgicas, componían himnos
y poemas. El escrito más famoso de esta época, de esta literatura, es las odas de salomón.
- Literatura alejandrina: Los escritores cristianos que hemos visto actuar en este período fueron en
gran parte de origen y formación asiática. En el transcurso del siglo III se conoce, sobre todo en
oriente, un progresivo impresionante aumento, comienza a resurgir culturalmente el ambiente
cristiano de Alejandría. San Panteno funda la escuela alejandrina y en estos siglos estará marcada
por dos grandes autores: San Clemente alejandrino y Orígenes.
- Literatura latina: El cristianismo, con excepción de Roma, se difundió más lentamente en occidente
que en Oriente y los primeros escritos cristianos de este lugar se dieron en lengua griega. En estos
siglos surgen los primeros escritos en latín, que se dieron en Roma y en África. El primer autor en
latín, en Roma, fue Novaciano, que terminó como antipapa. Luego, en esta misma ciudad,
encontramos al apologista, de origen africano, Minucio Félix. En África la latinización de la Iglesia
era más solícita. Hacia el final del siglo II la lengua oficial de la comunidad era el latín. Entre las
varias regiones de occidente, África fue aquella donde los cristianos se difundieron con mayor
rapidez, con éxito literario significativo: Tertuliano, Cipriano y Arnobio.
Como se mencionaba en el punto anterior surgió en el siglo III surgió la escuela alejandrina. En
Antioquía, por su parte, también una escuela teológica daba sus primeros pasos y ya, para el siglo
IV, podemos hablar de una escuela antioquena. Si bien algunos los temas que se presentan a
confrontación entre las dos escuelas se presentan en el siglo IV conviene ver, en este momento, un
paralelo entre estas dos escuelas ya que sirve como conclusión del desarrollo de la teología cristiana
de los siglos I al III y sirve como introducción al desarrollo de la teología de los siglos IV al VI, que
se verá posteriormente:
6 – Historia de la Iglesia Antigua: Desarrollo de la doctrina cristiana siglos I al III