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LA IGLESIA FRENTE A LAS HEREJÍAS

A los dos enemigos ya indicados en el apartado del cristianismo (los emperadores romanos y los filósofos paganos) se juntaron
desde un principio los herejes. Como contra aquéllos, tuvo que luchar el cristianismo contra éstos. Esta lucha fue particularmente
peligrosa por tratarse de enemigos internos.

Ya en tiempo de los Apóstoles se presentaron las primeras desviaciones de la doctrina ortodoxa. Por esto la Iglesia manifestó desde
un principio la pureza de su doctrina frente al error. Naturalmente, la doctrina enseñada por los Apóstoles forma la base del desarrollo
de la teología católica y los que disentían de ella se declaraban por eso mismo separados de la Iglesia. Desde un principio se
distinguió entre herejía y cisma. Lo primero envolvía error dogmático contra lo expresamente declarado por la Iglesia. Lo segundo
significaba solamente insubordinación contra la autoridad suprema. La enseñanza de los Apóstoles se contiene principalmente en los
cuatro Evangelios y en los demás libros canónicos del Nuevo Testamento. Las principales herejías en el cristianismo romano fueron
las siguientes:

EBIONISMO (siglo I)

Secta judeocristiana que rechazaba la divinidad de Cristo y su nacimiento virginal. Que guardaban el
sábado y el domingo, consideraban apóstata a San Pablo y sólo reconocían el Evangelio de San Mateo.
Seguían los preceptos de la ley judía como la circuncisión. Sus últimos seguidores desaparecieron
alrededor del siglo V.

DOCETISMO (siglo I)

Negaban la encarnación de Cristo y por tanto que hubiera sido crucificado ya que su cuerpo sólo era
aparente y no real. Por tanto, contradecían los dogmas de encarnación y redención. Estas ideas
docéticas llegaron a pervivir en otras corrientes heréticas en comunidades aisladas hasta bien entrada la
Edad Media.

GNOSTICISMO (siglo II)

El gnosticismo y sus diversas manifestaciones y ramificaciones fueron sin duda el enemigo más peligroso
del cristianismo. La razón del peligro consistía en que se presentaba con un ropaje de ciencia y alta
especulación y que tuvieron una serie de hombres de gran talento que pretendían representar la
verdadera ciencia divina y humana. Sus rasgos distintivos son:

1.- El punto básico de los diversos sistemas gnósticos es la oposición eterna entre el Dios trascendental y
la materia informe, concebida como origen del mal. De ahí el dualismo.

2.- La teoría de los eones o intermediarios entre el Ser supremo y el mundo.


3.- Explicación del problema del mal, que se reduce a la rebelión de uno de los eones, el demiurgo.

4.- El modo de obrar la Redención, que consiste en la liberación de las emanaciones del Ser supremo
encerradas en la materia. Esto es obra de otro eón, llamado Cristo.

5.- División de los hombres en gnósticos, psíquicos e hílicos (que significa: compuestos de materia).

6.- Aberraciones en la moral, procedentes de la división fatídica de las castas.

7.- Finalmente el aprecio inmenso de la propia inspiración.

Templo de Diana. Mérida


Contra las primeras manifestaciones se opusieron en sus escritos los Apóstoles Pedro, Pablo y Juan.
Además, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo y San Justino escribieron asimismo contra las nuevas
herejías.

En 1.945 se descubrió una biblioteca de manuscritos en idioma copto (traducidos directamente de


originales en griego durante el año 367 d.C. por unos monjes) en Chenoboskion, actual Nag Hammadi
(Egipto), incluyendo los evangelios gnósticos de Tomás, Felipe y Valentín, permitiendo así un mejor
conocimiento de sus ideas.

EL MONTANISMO Y EL MILENARISMO (siglo II)

Cuando empezaba a declinar el movimiento gnóstico, comenzó en Oriente otro de carácter diverso, que
por salir de las mismas entrañas del cristianismo constituyó un gran peligro para él. El carácter de la
nueva secta era completamente diverso de los gnósticos, pues mientras éstos se basaban en muchos
principios ajenos al cristianismo, los montanistas pretendían representar la quintaesencia de la Iglesia
Católica. Sin embargo, el resultado final era idéntico: oposición a las doctrinas católicas. El segundo
movimiento, el milenarismo, consiguió interesar a muchos en aquellas circunstancias.

El montanismo:

Montano se presentó en Frigia hacia el año 172 y comenzó a profetizar anunciando que el mundo iba a
terminar pronto, cosa que fanatizó a mucha gente. Sus ideas excitaban a la gente a una rigurosa
penitencia. Montano se presentaba como Espíritu Paráclito, pretendiendo probar, con sus éxtasis e
inspiración inmediata del cielo y con su rigor de costumbres, que era la doctrina primitiva de la Iglesia. A
Montano se unieron dos mujeres: Prisca y Maximila, las cuales alcanzaron aún mayor fama que su
predecesor.

El milenarismo:

Consiste esta doctrina en la esperanza de que al fin del mundo, Cristo, después de vencer al anticristo,
aparezca corporalmente e instaure en la tierra un reinado de mil años junto con todos los justos
resucitados. Después de estos mil años de triunfo se producirá la resurrección.
Acueducto de Pont du Gard
Calles de Ostia

EL ADOPCIONISMO Y MONARQUIANISMO (siglo II)

A las herejías ya indicadas se añadieron estas nuevas de carácter más especulativo, pero que atacaban
los dogmas fundamentales del cristianismo: la divinidad de Jesucristo y la Santísima Trinidad.

El adopcionismo:

A finales del siglo II, Teodoto de Bizancio, hombre erudito, apostató en las persecuciones, pero luego se
arrepintió y se dirigió a Roma. Allí defendió la doctrina de que Cristo no era más que hombre aunque
elevado con cierta virtud superior. Esto lo apoyaba en textos de la Sagrada Escritura. Hacia el 190 fue
excomulgado por el Papa Víctor, pero continuó haciendo prosélitos, con los cuales organizó una
comunidad cristiana en Roma. Sus discípulos y sobre todo Teodoto el joven, dieron una forma más
eclesiástica a esta doctrina.
El monarquianismo:

Más importancia alcanzó esta herejía. Admitía la divinidad de Cristo y la unidad de la divinidad, pero
erraba en el modo de compaginar estos dogmas. Partían de la base de la unidad de Dios. Como, por otra
parte, defendían la divinidad de Cristo y no concebían la unidad de Dios con la distinción de personas,
afirmaban que Cristo no era sino el mismo Padre, con una forma o modalidad especial. Por tanto, el
Padre con la modalidad de Hijo fue quien sufrió en el Calvario, etc.

NICOLAÍSMO (siglo II)

Su mayor implantación se dio en Éfeso y Pérgamo, y su nombre significa “seguidores de Nicolás”. Esta
secta representaba la desviación moral: falta de valores, libre desahogo de las pasiones y desórdenes
sexuales. Algunos estudiosos creen que eran contrarios a toda autoridad o norma.

MARCIONISMO (siglo II)

Básicamente creían que había un Dios malo: el del Antiguo Testamento, y uno bueno: el del Nuevo. Su
fundador, Marción, tuvo la innovadora idea de separar un Nuevo Testamento del Antiguo a partir de textos
fragmentados, cosa que influyó a los cristianos a establecer un Nuevo Testamento oficial.

MODALISMO (siglo III)

No respetaban la distinción de personas (antitrinitarios). Defendían la existencia de un único Dios pero


que se manifestaba de diferente forma. No existe trinidad en Dios, sino “monarquía”, idea por la cual se
asocia al monarquianismo. Se extinguió en el siglo V.

MANIQUEÍSMO (siglo III)

Fue fundada por el persa Mani que se consideraba el último de los profetas. Eran dualistas como los gnósticos y creían que el
espíritu del hombre es de Dios, pero el cuerpo del hombre es del demonio. Dándose fenómenos de fusión doctrinal con el
zoroastrismo, cristianismo, budismo e islam esta corriente sobrevivió hasta el siglo XVII en China. Muchos estudiosos consideran al
catarismo y al bogomilismo herejías de raíz maniquea.

DONATISMO (siglo IV)

Surgido en Numidia e iniciado por Donato, obispo de Cartago, enseñaba que era la santidad del ministro la que hacía válido el
sacramento y que los pecadores no podían formar parte de la Iglesia.
La Iglesia rechazó esta doctrina argumentando que una vez transmitida la potestad sacerdotal a un hombre mediante el sacramento
del Orden Sagrado, los sacramentos administrados son plenamente válidos por intercesión divina, sea cual sea la moral del clérigo.

MACEDONIANISMO (siglo IV)

En medio del fragor de las disputas teológicas contra el arrianismo, se inició en Constantinopla por
Macedonio, su obispo. Esta herejía negaba la divinidad del Espíritu Santo. Afirmaban que existía una
jerarquía en la Trinidad: el Hijo era inferior al Padre y el Espíritu Santo era inferior a ambos. Herejía
condenada en el Concilio de Constantinopla.

ARRIANISMO (siglo IV)

Defendía que no hay más que un solo Dios, eterno e incomunicable. El Verbo, Cristo, no es eterno, sino
creado de la nada, por tanto verdadera criatura, más excelente que las demás, pero no consubstancial
con el Padre. Por consiguiente, no es Dios. El arrianismo fue condenado en un Concilio local en el año
320. Sin embargo, la herejía logró expandirse y se generó una crisis de gran proporción y el emperador
Constantino se vio necesitado de convocar el Concilio de Nicea (primer Concilio Ecuménico de la Iglesia).
El arrianismo fue allí condenado y surgieron líderes importantes para enfrentarlo como San Atanasio. El
arrianismo tomaría nuevo impulso cuando Arrio es rehabilitado de su destierro y recibe el apoyo de
Constancio II (hijo de Constantino), quien era de ideas arrianas. Constancio II y Constante, su hermano,
que gobernaban Oriente y Occidente, se reunieron en el Concilio de Sárdica en el 343, en el cual
restituyeron a San Atanasio del destierro y depusieron a muchos obispos arrianos. Tras la muerte de
Constante, quedando la única autoridad en Constancio II, los arrianos ganaron fuerza pero fueron
finalmente derrotados en el Concilio de Constantinopla. Se puede decir que el arrianismo desapareció en
el siglo VI.
Arrio

APOLINARISMO (siglo IV)

Apolinar de Laodicea

Fundada por Apolinar de Laodicea, surgió como reacción contra el arrianismo. Enseñaba que Cristo no
era únicamente Dios, pero a la vez no era hombre, sino un ser intermedio. Es decir, que cuando el Verbo
asumía la naturaleza humana reemplazaba el alma humana, por lo que si Cristo no tenía alma humana
no era realmente humano. Así pues, Cristo era un ser producto de la unión entre el Padre, el Hijo, y un
cuerpo mortal. Esta herejía fue también condenada por el Concilio de Constantinopla y a principios del
siglo V sus seguidores o bien acataron la fe de la Iglesia o bien se pasaron al monofisismo.

NESTORIANISMO (SIGLO V)

Nestorio, nació en Alejandría y siendo obispo de Constantinopla comenzó a predicar su doctrina


enfrentándose con el obispo de Alejandría: Cirilo. Enseñaba que el hijo de la Virgen María no es el Hijo de
Dios. En Cristo hay dos naturalezas como dos personas distintas. Entre las personas no existe una unión
sustancial sino meramente accidental o moral. El hombre que hay en Cristo no es Dios, sino su portador.
La Virgen María sólo puede designarse como la madre de Cristo no como la madre de Dios.

Nestorio

PELAGIANISMO (siglo V)
Pelagio

Surgió a partir de los postulados del monje britano Pelagio, que en un principio obtuvo cierto prestigio en
la curia romana siendo incluso admirado por san Agustín de Hipona, que posteriormente fue uno de sus
más acérrimos enemigos teológicos. Tras el saqueo de Roma por Alarico en el año 410, ambos
coincidieron en Cartago.

Pelagio y sus seguidores que atacaron la relajación del clero romano defendían que Adán hubiera muerto
aunque no hubiera pecado. Esto sólo le dañó a él y sus descendientes sólo recibieron mal ejemplo. Los
niños antes del Bautismo están como Adán antes de la caída. La humanidad no muere por el pecado de
Adán ni resucita por la redención de Cristo. El pecado de Adán solo le afectó a él y su descendencia nace
libre de culpa. Las ideas de Pelagio a favor del libre albedrío y la negación del pecado original lo
enfrentaron a san Agustín.

MONOFISISMO (siglo V)

Herejía iniciada por un monje de Constantinopla: Eutiques, y por ello también es conocida como eutiquianismo. Adversario de
Nestorio, argumenta que en Jesús hay una sola naturaleza, la divina, pero no la humana. Los teólogos católicos consideran que en el
ímpetu de atacar al nestorianismo termina por negar lo que quería defender.

MONOENERGISMO (siglo VII)

Forma suavizada de monofisismo que afirmaba que en Cristo obraba una sola energía u operación, mezcla de lo divino y humano.
Propuesto por el patriarca Ciro como base de acuerdo con la herejía monofisista fue abandonada por la oposición recibida, pero
sirvió de punto de partida para la corriente monotelista.
MONOTELISMO (siglo VII)

Era esencialmente una modificación del monofisismo propagado en la Iglesia Católica en el intento de reconciliar a sus seguidores
con el cristianismo trinitario. Admitía dos naturalezas en Cristo: la humana y la divina y afirmaba que en Cristo había una sola
voluntad. Finalmente se estableció la doctrina católica de las dos voluntades en el tercer concilio de Constantinopla y esta doctrina
fue condenada como herética, décadas después de ser impulsada por el patriarca Sergio I en los tiempos en que la misma capital
Oriental estuvo en grave peligro siendo asediada por los ávaros aliados de Persia, y defendida por él mismo en ausencia del
emperador Heraclio I.

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