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f)tfmaso Alonso

El signo lingüístico como objeto de la estllística*

DAMASO ALoNSO ( 1898_1990), filólogo y crítico literari~ ~acido SiGNIFICANTE Y SIGNIFICADO


'd ·nculó muy ¡'oven, como poeta, a los movimientos
1
en M an,sev d · destacaddlG Todo el análisis en que se basa este libro exige una clara comprensión
. línea purista. M1embro o e a ene-
de vanguard ¡a, en su l'b ' ód' los términos «significante» y «significado» en el valor con que los
.
rac!On e ' d l 27 , su poe , sía formalista y culta,. se l e: pros Ica-
1 ero,
de
'vil y adoptó una smgu ar 1uerza neorro- '
mente tras la guerra Cl , "l 'l empleamos aqUI. . . . . .
. , (R" d la ~·~a 1944). Su carrera como I1 o ogo comenzó Es evidente que «stgmficante» y «stgmficado» proceden de la termi-
mánuca t;os e " ' r del Centro de Estud'lOS H'1stóneos · de
co laborad o nología de Saussure. Pero el lector comprenderá enseguida cuán insalva-
Pronto'd, como d' . 'd0 por Ramón Menéndez Pidal, a qm n suce lÓ en
'é d'
Mad n , mgi d f1l 1 ' ble abismo nos separa de la teoría saussuriana.
ico de literatura desde 1939, y e 1 o ogia romá-
el cargo. e at edrát · · d l 61 'l <- No se trata de discutir el genio de Sau,ssure, ni la utilidad, la fertili-
. d d 1940 Alonso se acabó convirtlen o en e 1 o ogo mdli
n1ca
. es e d E ' _ S daptación person al d e 1a estl'líst'Ka crocea- dad de sus innovaciones. Sería estúpido. El demostró que la portentosa
mfluyente e spana. u a . . . . h l' investigación del siglo XIX se movía, en realidad, sólo por los aledaños de
. "Iltrada por cierto mtuiC!OlllSmo usser Iano y
na .y voss1enana, h u . , ·
tólico de corte agomco-exlstencla · · 1, ¡e la verdadera ciencia del lenguaje. Con sus nuevas perspectivas llenó de
teñida de un umamsmo ca d l contenido la lingüística moderna. Las líneas que siguen muestran sólo
. hermenéutica tan positivista, pega a a as recurren-
cond u¡o a una . , . respetuosa a ·mgre d'len-
mistenca que al utilizar para nuestras indagaciones uno de los elementos del aná-
. tructurales d e1texto, co mo ' . .e: l .
Cias es ll 1 r¡' ¡' nalidad del texto, ¡dentlllcan e estl- lisis saussuriano nos damos cuenta de que Saussure no operaba sobre la
. fables que se an a o g . .
tes me . ás allá de los «límites de la estl1Ístlca». apariencia de un solo corte plano a través de esta masa profunda. Ahora
lo del autor, aunque yacen m ' . d G6 . (1935)
. d' 'nfluyente fue La lengua poettca e ngom , bien: para los fines del presente libro es indispensable, es primordial
Su pnmer estu 10 1 .. . al' d
' d . tificismo positiVISta y estructur lsta, e
todavia apresa o en un Cien d . d atender a esa profundidad, a esa tercera dimensión 1•
. E ta orientación barroca e su mua a,
claro ongen saussureano. s d 1 é Partimos, pues, de las ideas de Saussure acerca del «significante» y del
. d l l . , ongorina y/o mallarmeana e as est-
determma a por a pu s!On g . . . G· «significado».
. d 1 27 lo vincula al revisionismo histoncista que nerson y
~~:t f~me~taron en Inglaterra, con sus lectur.as de la poesía meta- Son conceptos muy conocidos. Por si este libro cae en manos de alguien
Alonso publica su obra maestra, que aún no ha leído el fundamental Cours de linguistíque générale 2 -base,
f' · Más ad e1ante, en 1950 , . (G '1
por aquiescencia u oposición, de casi toda la nueva lingüística- damos aquí
IsiCa. - la E a o de métodos y límites estilísttcos, arel aso,
Poesla e:pano . ns b' ora Lope Quevedo) en la que ya es más
Fray Lms, San J~an, onf· , más' determinantes la nociones de
un extracto de su teoría, en el punto especial que ahora nos interesa3 :
clara la infl~enCia. hus~er ¡aSnag,ún Alonso la estilística debe atender
.ntuición y lorma Intenor. e , 1 al
1 1 d' . ' que va del significado al significante, o cu supone
a a ¡recc10n · · 1 bunque- *Texto tomado de D. ALONSO, Poes!a española. Ensayo de métodos y límites esti-
. . . ' tanto al idealismo expres!Omsta como a a
u.na ~~vl:::;xica del sujeto: «individuum est ineffabib. Este des· l!sticos, Madrid, Gredas, 1966, pp. 19-33.
1 Bühler ha atendido a la pluralidad de funciones del lenguaje, que cree agotar
nzac!On d da destreza en un cuerpo de lecturas extra-
o se asume, con escara ' l . 1 · en su famosa tricotomía: llamada, expresión y representación. Pero esta distinción
g d' . llenas de rigor filológico, perspicacia ana, í.uca, so.venCla
or manas, . .d d emoción Otras obras cnucas de ¡mpor- es, en general, ajena a nuestras preocupaciones en el presente libro. Hablamos de
comparatista, plastlcl a Y
tanda son: Ensayos sobre poesia ekt~o t; l

tempordneos (1952), G6ngora Y . 0 ~~o N ~ (1961) Cuatl'o


093 4) Poetas españoles con·
(1961) Primavera tem·
otra profundidad, es decir, de la profundidad de otro sistema de coordenadas. Véase
CEÑAL LORENTE, La teoría del lenguaje de Carlos Bühler, Madrid, 1941. En 1950 ha
aparecido la traducción, por Julián Marías, de la obra fundamental de BüHLER,
prana de la literatura europea: LfrtcaL, :ptc(~97~)ve Maestro decisivo, Teorfa del lenguaje, Revista de Occidente, Madrid.
es añoles (1962) o En torno a ope . . . . 2 Véase ahora la versión castellana: Curso de lingüfstica general, traducción, pró-
poetas :PI . l 1 c:undación de una escuela esulísuca, mtegra·
su pape semma en a I'
Am do Alonso o Carlos Bousono, no o co
- 1 n· logo y notas de Amado Alonso, Buenos Aires, 1945. El magnífico prólogo de
da, entre otro~, por a nsable de los errores de sus disdpu· Amado Alonso debe ser leído por quien quiera comprender el valor del libro a los
vierte, necesanamente,, ~n respo Al de múltiple signo, no treinta y cinco años de su publicación. De especial interés es la crítica de Amado
l~s. Las reacciones teoncba~e~~~~ala e~~d~~ión, densidad teórica y Alonso a la mecánica asociacionista en que se basaba Saussure (pp. 23 ss.).
siempre son conmensura . 3 Véanse pp. 128 ss.
finura exégetica de sus escntos.
308 TEORÍAS LITERARIAS DEL SIGLO XX ESTILÍSTICA Y «NEW CRITICISM» 309

«El signo lingüístico no _une una cosa y ~n nomb~e, sino un concep. 4


!·os conceptos; en determinadas condiciones, por ninguno) , por
to y una imagen acústica. Esta no es el somdo matenal, puramente físi. or var fi
P'b' querencias, por oscuras, pro un as smestestas vtsua es, tactl'1es,
d . . ( . 1 '
co, sino la huella psíquica de tal sonido, la representación que de él no tras etc., etc.): correspond'tentemente, ese so1o «stgm
su ditivas . 'fitcante» movt- .
da el testimonio de nuestros sentidos: es una representación sensorial,; ~u · nu~erables vetas del entramado psíquico del oyente: a través de
si llegamos a llamarla material, ha de entenderse sólo por oposición al bza tnercibe éste la carga contem'da en 1a tmagen
. ' . 5. «s·tgm'fiteado»
acusttca
otro término asociado con ella, es decir, al concepto, generalmente tnás e11 as p carga comp1eJa.. De nmgun
. , mo d o po d emos const'derar e1 «stgm-. .
abstracto.» es esa . 1 . d

--
ficado» en un sentido meramente conceptua , smo atentos a to as esas
Después dice Saussure que el carácter psíquico de la imagen acústica
se comprende en cuanto observamos que, sin mover los labios, podernos
hablar con nosotros mismos o aun recitar un largo poema.
4 Un significante no siempre conlleva concepto (así ocurre en las interjecciones,
Llama dicho autor «signo» a la combinación de «concepto» e «imagen
i en los vocativos, que son pura señal; son a la locución lo que el timbre del
acústica». Pero como la palabra «signo» suele servir en la lengua corriente Yléfono
cas a la conversación telefónica; ah ora b ien: son un tim b re matiza. d o arectiva-
e .
como designación de la misma «imagen acústica», para evitar todo equ{. te · 'fiIcante>> pue d e representar d os o tres concep-
mente, etc.). Por otra parte, un «signi
voco decide llamar «significante» a la «imagen acústica», y «significado» aJ simultáneamente, como ocurre en la metáfora y también en el chiste basado en
«concepto». Entre «significante» y «significado» componen el «signo». ~~:gos de palabras. Quien no entienda esto no comprenderá nada de gran parte de
la literatura del Siglo de Oro. . , . .
Signo = significante + significado 5 La reacción en el oyente es un fenómeno complejo, cuyos limites propiamen-
te lingüísticos es difícil precisar. Forma parte .aú~, claro está, d~l hecho l~ng~ístico
Toda la teoría de Saussure se basa en su afirmación de que el signo la comprensión por el oyente de la carga de significado contenida en el significan-
lingüístico es arbitrario: si en español el significante (o imagen acústica) te. Pero ·qué pasa con las otras reacciones casi totalmente isócronas con esa com-
«árbol» designa el significado (o concepto) «árbol», no es porque entre prensión: que se suscitan en su alma? Pedr~ llama a Luis <<¡Anima~!». E~ la recepción
imagen acústica y concepto haya ninguna especial ligazón, sino por un de la carga de significado por parte de Lws hay dos elementos Imediatos: a) com-
mero sentimiento social. De hecho, el significante «perla» podría perfec- prensión del complejo ~e sign~ficado q~: ha reci~ido (~oncepto, afectividad, i~ten­
cionalidad, etc.); b) una Inmediata reaccwn psíquica (odw, amargura, etc.). Cunosos
tamente, por ejemplo, designar el significado «árbol», si tal designación
especialmente son los casos de desajuste afectivo entre hablante y oyente: María le
hubiera adquirido dicho asenso. dke, jubilosamente, a Juana: <<¿Sabes que Irene está ya buena del todo?». Juana com-
Hasta aquí, Saussure. Señalemos nuestras divergencias. prende el complejo del significado (a) que percibe, pero su reacción (b) es dolorosa,
«Significante» es, para nosotros, lo mismo a) el sonido (físico), que porque odia a Irene.
b) su imagen acústica (psíquica). La razón es muy sencilla: en la situa- Estas reacciones b pueden prolongarse en el oyente minutos, días, años, y claro
ción normal idiomática, es decir, en la posición de los sujetos hablantes, está que no las podemos considerar ya como pertenecientes al hecho lingüístico,
a no existe para ellos. Si digo u oigo mesa, lo que emito o percibo, sen- aunque provocadas por él.
sorialmente, es ya b, es decir, imagen acústica. (Pero si me dicen la pala- Pero el problema de este límite no es tan fácil de resolver como parece. Ocurre
bra correspondiente a mesa en una lengua desconocida; no percibo sino que precisamente en el terreno literario, en el que en este libro nos vamos a mover,
a.) En condiciones normales, la distinción entre sonido e imagen acús- la comunicación idiomática es, muchas veces, de efecto retardado: la melancolía que
tica exige una perspectiva, digamos, más elevada, superior a la del suje- un bello verso suscita no cabe duda que está ya en el complejo de la carga del sig-
nificado. La estela de esa melancolía, su propagación, quizá su enriquecimiento o
to participante en el acto idiomático. No haríamos, pues, más que com-
amplificación (como los círculos en el agua herida se hacen cada vez mayores), ¿no
plicarnos inútilmente nuestra terminología.
pertenecen a la comunicación idiomática del verso, no estaban, en cierto mod~,
Mucho más hondamente nos separa de Saussure lo que sigue. implícitos en la intencionalidad creadora? Hay eh el verso elementos cuya comuni-
Para el maestro de Ginebra, «significado» era «concepto». Los «signi- cación nunca es inmediata: la rima es uno de ellos, las reiteraciones, los estribillos,
ficantes» eran, pues, simples portadores o transmisores de «conceptos». etc., etc.; hay versos, partes del poema cuyo sentido sólo se adquiere al pasar por
Es una idea tan aséptica como pobre, plana, de la profunda, de la tridi- otro verso, por otra parte de la obra, etcétera. .
mensional realidad idiomática. Los «significantes» no transmiten «con- Esta nota no pretende sino mostrar la existencia de este problema de límites, y
ceptos», sino delicados complejos funcionales. Un «significante» (una cómo en este libro no puede haber una total discriminación entre el significado (a),
imagen acústica) emana en el hablante de una carga psíquica de tipo la reacción inmediata (b) y aun las sucesivas (originadas por b). Al caer la piedra al
complejo, formada generalmente por un concepto (en algunos casos, agua, el punto en que ésta es herida sería a; la primera onda, b; de ahí se propaga-
rán círculos cada vez más anchos, teóricamente hasta el infinito.
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vetas. Diremos, pues, que un significado es siempre complejo, y qu ientos, enormemente expresivos, del sollozo), son «significantes», alte-
dentro de él se pueden distinguir una serie de «significados parciales)) e cam la estrtcta
. expreston., conceptual, proceaenJ . en el
de oscuras querenctas
Un análisis parecido del «significante)) nos llevaría a considerario ran la ,
Aablante, y, e ro esta, las . ifi 1 ·¡·1 , J
stgnt can, por ta senct ta razon ae que esas que-
también como un complejo formado por una serie de «significante8 1 ncias son inmediatamente captadas, intuidas por el oyente. Son pues «sig-
parciales)) 6 , ~ficantes parciales)) entre los que sale envuelta y modificada la expresión
del concepto (la sucesión de sílabas, llamada por Saussure «significante)) 8),
que no es en sí misma sino otro mero «significante parcial)), aunque sea
EL SIGNIFICANTE COMO COMPLEJO DE SIGNIFICANTES PARCIALES ¡ más distintivo de la comunicación idiomática humana.
e Cuando Saussure, y tras él, en general, los fonólogos, atendía a la
La madre dice: ¡]avier! Llamando a su hijo: a) cariñosamente; b) aira- sucesión de sílabas de la palabra drbol, y pensaba que con el estudio de
damente; e) aterrada porque el niño cruza la calle en el momento en que las oposiciones silábicas se daba en el corazón del problema de la lin-
un camión se le echa encima, etc., etc. ¡Qué escaso lo conceptual en güística, estaba realizando un trabajo de enorme trascendencia, pero
Javier! Es sólo una llamada, ya como de un teléfono afectivo, ya corno cometía al mismo tiempo un grueso error: no se daba cuenta de que esta-
las horribles sirenas de los bombardeos, etcétera. Se trata, pues, de una ba operando in vitro con unas criaturas que no admiten ser desgajadas
serie de señales distintas que responden a otras tantas querencias dife- de la realidad. Arbol, madre, así escritos, así pensados, no son nada, pura
rentes. ¿Qué es ahí lo esencialmente significante?: el tono, la intensidad, abstracción, algo tan muerto que podría enterrarse en un diccionario,
la velocidad, el matiz vocálico, la tensión articulatoria, etc. necrópolis idiomática. Al reducir Saussure el contenido del signo al con-
En el anterior ejemplo lo conceptual era mínimo. Oímos ahora decir: cepto, desconoce totalmente la esencia del lenguaje: el lenguaje es un
Era una niña encantadora. No cabe duda de que esta frase sí que está nor- inmenso complejo en el que se refleja la complejidad psíquica del hom-
malmente cargada de concepto. Pero cuando la escuchamos (no ejemplo bre. El hombre al hablar no se conduce como una fría y desamorada
muerto, como ahora en el papeF, sino valor vivo, desde labios vivos), no máquina pensante. Todas las vetas de su vida espiritual-intrincada como
oímos sólo esa sucesión de sílabas, frías transmisoras de un puro juicio, una selva virgen- buscan expresión, y aun en las frases más sencillas el
sino que sentimos quizá únicamente un ligero efluvio de ternura que nos · oyente intuye inmediatamente la densa carga, el rico contenido comple-
penetra, quizá una honda conmoción: el tono fundamental (grave o jo de su «significado)).
agudo), su variación a lo largo de la frase (entonación), la velocidad (ace- Si ahora, de ejemplos normales pasamos a otros intensamente afecti-
lerada o retardada), los altibajos de la velocidad (ritardandos, pausas entre vos, nos podemos encontrar con cosas tan extrañas (aunque de todos los
palabras o entre sílabas, etc.), la prolongación de una o varias sílabas, las días) como el hecho de que, por ejemplo, el vocablo «encantadora))
alteraciones de cerrazón o abertura de vocales, la intensidad media de la pueda llegar a significar «inaguantable)), Si quien nos dice Es una mucha-
frase, los cambios de intensidad (tensión articulatoria) de determinadas chita encantadora pronuncia esta frase con una entonación especial, con
partes, etc., etc.: todos estos elementos, combinados con mil matices distin- una tensión articulatoria mayor, separando las sílabas mu-cha-chi-ta,
tos (desde un ligero subrayado que apenas se insinúa, hasta los entrecot- recalcándolas con mayor tensión (las ches y la t parecen estallar), si hace
una pausa después de muchachita como para buscar adjetivo caracteriza-
dar y pronuncia en seguida encantadora con todas las sílabas separadas y
6 Claro está que, correspondientemente, la noción de significante (o imagen acentuadas (én-cdn-td-dó-ra), sabemos, sin más, que habla con ironía.
acústica) de Saussure carece de realidad: es una pura abstracción. Parece como si nos expresara progresivamente a lo largo de la frase el fas-
7 Entiéndase: muerto, en el papel, por ser ejemplo, y carecer por tanto de una tidio o el odio que la tal muchachita le acumula en el alma. Encantadora,
situación idiomática. El lenguaje sólo vive en una situación idiomática: de ella reci- con su misma sucesión de sílabas, ha pasado a significar algo como «ina-
be su individualización y con ella todo el complejo de significantes parciales. Vive, guantable». ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo es posible? He aquí, pues, bien
claro, la palabra escrita (literatura) porque en ella se da esta condición. El lector (aun probado que los que llamo «significantes parciales)) pueden adquirir, en
el que lee en voz baja) recibe el significante en su complejidad: la imagen acústica ocasiones de gran afectividad, tal predominio, que lleguen a perturbar
que llega al lector está individualizada por los significantes parciales (tono, veloci-
dad, intensidad, etc.), que si bien no son exactamente los mismos de la imagen acús-
tica del creador de la obra, se aproximan a ellos. Pero, fuera de una situación idio-
mática, no hay sino palabras o frasés de diccionario: abstracciones, sombras de 8La imagen acústica de esa sucesión de sílabas, para hablar en términos estric-
realidad. tamente saussurianos.
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gravemente el valor conceptual de una palabra. Pero tomemos un ejetn. tado de hablar. Ahora, pues, los significantes parciales no tienen ya un
plo aún más sencillo. Dos frases: Llegards maña~a y ¿.ller;ards ma,ñana?N0 valor puramente afectivo, sino también descriptivo, diríamos pictórico.
cabe duda de que su contenido conceptual es b1en d1stmto. ¿Como apre- Directamente, inmediatamente, sugieren en nosotros, oyentes, una ima-
cio yo, oyente, esa diferencia conceptual? Por .l,a entonaci?n9: Luego gen auditiva y casi óptica. Si conocemos a la muchacha, se nos pinta en el
nadie podrá negar que en esas frases la entonacwn es un «slgmfi.cante>> recuerdo; si no la conocemos, la esbozamos, utilizando elementos, antes
(parcial); consecuencia inmediata es que, en ellas, la mera suces1ón de inconexos, de nuestra memoria. Quizá nuestro hablante ha cargado tam-
sílabas no puede ser un significante «total», sino sólo parcial también. bién de especial ironía la palabra muchachita. Entonces la simple frase Es
Lo que hay en el fondo de todo es que estos valores que l~amaJ_Uos urta muchachita encantadora ha pasado a significar, más o menos, todo lo
afectivos no son separables de los conceptuales: no son, como !magma- que sigue: «Es una vieja que finge aires de jovencita, inaguantable con
damos a primera vista, una especie de brisa o temperatura que impreg- aquellos dengues y aquel modo de hablar afectadísimo)).
na el concepto, sino que forman parte de él. Porque no hay, no pasa por Este valor imaginativo del lenguaje es con frecuencia negado porque no
la mente del hombre 10 ni un solo concepto que no sea afectivo, en grado se le considera continuo: se le ve especialmente representado en interjec-
mínimo o en grado sumo. Al intuir una realidad cualquiera, nuestra que- ciones, palabras «expresivas)), etc. Claro está que es una grave falta lógica el
rencia está implícita en nuestra comprensión, la querencia es, en sí negar una función por el hecho de que no sea constante. Aparte de eso, la
misma, una manera de comprender. Por razones de brevedad seguiré, sin función imaginativa está en la base de todo el idioma humano, y de nin-
embargo, usando las expresiones «afectivo)) y «conceptual» como si fue- gún modo ha de irse a buscar la mera sucesión de sílabas: muchos de los
ran correspondientes a esferas fácilmente separables 11 : señalo así en rea- significantes parciales mencionados (entonación, velocidad, intensidad,
lidad dos perspectivas de un mismo objeto. etc.), son fundamentalmente pictóricos (el salto tonal de la exclamación
Ahora oímos decir de nuevo: ¡Es una muchachita encantadora/Notamos pinta el salto psíquico de la sorpresa; la tristeza de mi amigo está bien
también (por los significantes parciales, que inmediatamente entendemos) expresada en la lentitud y las pautas de su elocución; el gozo infantil de este
que la frase es irónica y que encantadora significa también ahí, más o niño le amontona en un borboteo las palabras en la boca; la enorme ten-
menos, «inaguantable)). Pero hay ahora elementos nuevos: nuestro hablan- sión muscular con la que aquel hombre lanza a su enemigo un insulto me
te pronuncia la palabra encantadora separando también p~obablemente las representa inmediatamente la intensidad de su indignación). La función
sílabas y haciéndolas resaltar (como en el caso antes estudiado), pero al lle- pictórica del lenguaje es tan continua como la afectiva o la conceptual.
gar a la palabra quizá ha sacado un tono agudillo, como de falsete, quizá Así en la lengua hablada, en la de todos los días. Pero ocurre que los
ha prolongado mucho, con valor casi de u, la o de -do-: con el ton~ agudo elementos imaginativos cobran una decisiva importancia en el lenguaje
resulta casi un pitido. Este hombre nos está representando la espeCial den- literario, sobre todo en el verso.
gosidad, toda melindres, de esta muchachita que le carga, y su modo afee-

COMPLEJIDAD DEL SIGNIFICANTE EN POESÍA

9 Simplifico muchísimo: muchos de los otros significantes parciales menciona-


dos antes en el texto pueden dar matices a la par conceptuales y afectivos a frases de Tomemos un endecasílabo de Góngora, que hemos aún de volver a
este tipo, pero la entonación juega siempre un papel predominante. Junto a 1~ fras.e estudiar más tarde:
interrogativa y la exclamativa (con dos matices básicos: gozoso y doloroso, e mfim-
tas matizaciones secundarias), hay que tener en cuenta las variantes exclamativa- infame turba de nocturnas aves,
interrogativa e interrogativa-exclamativa. Tampoco la expresión «interrogativa» es
tan sencilla como parece: el que pregunta, unas veces ignora lo que pregunta, otras veremos cómo las dos sílabas tur (turba y nocturnas) evocan en nosotros
veces sabe que la respuesta será afirmativa y conforme a los hechos, otras que será especiales sensaciones de oscuridad fonética 12 que nuestra psique trans-
afirmativa pero contraria a los hechos, etc. Infinitos matices dados por significantes
parciales ajenos a la mera sucesión silábica, matices en que van implicados afecto Y
concepto, que son captados por el oyente: son, pues, comunicación idiomática.
12
1o En la actividad normal. Dejo aparte, para eludir complicaciones, el problema Sensación basada en la oposición de vocales claras y oscuras, valores relativos,
que plantearía el pensar filosófico. . es decir, en los que siempre hay como una implícita referencia al opuesto. Toda comu-
11 Todo lo dicho aquí para lo afectivo puede ampliarse, en los mismos térmmos, nicación idiomática es oposicional, es decir, está basada en una red de contrastes que
a lo «imaginativo>>. existe lo mismo en el hablante que en el oyente. Véase más abajo la nota 15.
314 TEORÍAS LITERARIAS DEL SIGLO XX ESTILÍSTICA Y «NEW CRITICISM, 315

porta en seguida al campo visual. Esas sílabas tur son significantes par- rnayor, podemos considerar que un verso, una estrofa, un poema, o par-
ciales, con especial valor dentro de las palabras turba y nocturna, y des- res de ellos, son. ot:os tantos «significantes», cada .uno con su especial
piertan en nosotros una respuesta, un significado especial, montado «significado». «S1g111ficante» es, para nosotros, repetimos, todo lo que en
sobre el de turba y nocturna, y exterior, sin embargo, al significado con- el habla modifica leve o gravemente nuestra intuición del significado: lo
ceptual de estas palabras; porque esa sensación de oscuridad se propaga rnisrno ese acento rítmico de 4.a sílaba que carga sobre la primera de
a todo el verso. Una observación más atenta nos hace ver que sobre esas tttrba, que la Divina Commedia 16 • Ese acento es un significante parcial
dos sílabas tur caen los acentos rítmicos (de 4.a y S. a sílaba) del endeca- levísimo; el poema, un significante enormemente complejo.
sílabo; y esos acentos realzan el valor de sugestión de ambas sílabas; luego La última diferencia con la teoría de Saussure es, aunque consecuen-
un acento rítmico puede ser un significante. En fin, observamos que esas cia de las anteriores, la de enunciado más radical; para Saussure, el signo,
dos sílabas, en dos palabras separadas, se reinfluyen, la una diríamos que es decir, la vinculación entre significante y significado, es siempre arbi-
multiplica el valor significante de la otra: en este sentido podríamos decir trario. Pues bien: para nosotros, en poesía, hay siempre una vinculación
que entre las dos forman un significante distenso (y ya vamos viendo que motivada 17 entre significante y significado. Éste es precisamente nuestro
la noción de «significante» no está ligada a la unidad «palabra»). Pero axioma inicial. En él entendemos poesía en el sentido general del alemán
todo ese verso, con su ritmo, sus acentos, su vocalismo y su contenido Dichtung; pero podemos añadir que la motivación del vínculo entre sig-
conceptual, no es sino un complejo significante que despierta en noso- nificante y significado es aún mucho más patente en la poesía en verso,
tros un complejo significado. sobre todo en la lírica o en la narrativa teñida de fuerte matiz lírico. A
En fin, bien vemos que, sin que prescindamos, claro está, del valor estas dos últimas categorías (rigurosamente lírica o fuertemente matiza-
del lenguaje como transmisor de conceptos, un significado no es esen- da de lirismo) pertenecen todos los ejemplos de la presente obra.
cialmente un concepto; el significado es una intuición que produce una
modificación inmediata 13 , más o menos violenta, más o menos visible,
de algunas o todas las vetas de nuestra psique. FORMA EXTERIOR Y FORMA INTERIOR
Última consecuencia: «un significante» y «una palabra» no son a for-
tiori unidades de un mismo orden. Por el contrario, si buscáramos la En fin, para nuestras indagaciones en el ámbito del presente libro, el
unidad natural del significante, que sería a la par, claro está, la del signi- concepto saussuriano de «signo» nos es por completo insuficiente. Al
ficado, la hallaríamos en la frase, unidad idiomática que contiene un sen- pasar al concepto literario desde el puramente lingüístico hemos tenido
tido completo. Por análisis (artificial) consideramos también a la palabra que ampliar -hablamos ahora en un sentido de duración temporal, i. e.,
como «signo» («significante»+ «significado») 14 , pero lo mismo debe ocu- de extensión tipográfica- los límites del «significante». Acabamos de
rrir con unidades mucho más breves, o menos corpóreas: una sílaba, una decir que lo mismo, de un lado, la Divina Commedia, que, de otro, una
vocal, una consonante, un acento, una variación tonal, etc., siempre que sílaba, un acento, etc. (que tengan valor expresivo), son, para nosotros,
estos elementos sean expresivos 15. Pero también, en el sentido de lo

que existe en la más modesta palabra, y aun en la menos apasionada de las elocu-
13 Téngaseen cuenta nuestra nota 5, p. 273. ciones. Cada uno de estos significantes parciales (mediante la intuición del comple-
14 Claro es
que la entonación como significante superpuesto al conceptual (con jo significado) produce una respuesta en nosotros, es decir, a cada significante par-
el que forma un significante complejo) se perfecciona también en la frase. Pero sig- cial corresponde un significado parcial. Sólo apreciamos estos elementos en el habla
nificantes parciales (tono, cantidad, intensidad, velocidad, deformación articulato- muy afectiva, porque allí son mucho más visibles.
16 La razón de que consideremos como significantes unidades muy largas (una
ria, etc.) pueden realzar una especial palabra o una parte de una palabra (así ocurre
constantemente en el verso). Todos estos significantes parciales no son unidades estrofa, un poema entero, etc.) será comprensible a quien haya leído nuestra nota 5
naturales, sino producto de nuestro análisis (como tampoco lo eran los significan- de la página 273. Es que la comunicación idiomática, troquelada en obra de arte,
tes considerados por Saussure). tiene otras leyes: un soneto puede constar de varias frases; no cabe duda de que tiene
15 En realidad (y aun fuera de las únicas relaciones sintagmáticas y asociativas un sentido, en el que todas las partes son necesarias; es decir, que es, en su totalidad, un
estudiadas por Saussure), cada uno de estos elementos es siempre expresivo (por solo significante de un solo significado. Recuérdese ahora la arquitectura trinaria de
medio de otras relaciones sintagmáticas y asociativas que Saussure no tuvo en cuen- la Divina Commedia.
ta); pero la lingüística carece de instrumentos bastante sensibles para analizar el 17 «Motivación del vínculo>> no contradice la «arbitrariedad del vínculo». Son

entrelazamiento casi infinito de elementos significantes (o significantes parciales) perspectivas distintas.


316 TEORÍAS LITERARIAS DEL SIGLO XX ESTILÍSTICA Y «NEW CRITICISM,, 317

«significantes»,..con sus resprectivos «significados». Téngase esto presen. Vna denominación es siempre un convenio. Pero un convenio puede
. acertado o desastroso. Si limitamos de este modo la Estilística, redu-
te en 1as defi1mcwnes que van a segmr.
La «forma» no afecta al significante sólo, ni al significado sólo si s~~ndola al estudio de lo afectivo, no cabe duda de que limitamos, des-
a la relación de los dos. Es, pues, el concepto que del lado de la cre~ci~o c~rramos, un organismo natural, imposibilitamos su crecimiento. Según
literaria corresponde al del «signo» idiomático saussuriano. El análio~ g 0 el estilo consistiría en el fermento que lo afectivo pone en el len-
. . l e d
antenor nos permite ver en a «wrma» os perspectivas:
. Sls e~;¡e, una especie de picante o esencia. Trabajo doy a quien quiera deli-
Entendemos por «forma exterior» la relación entre significante y si _ ~irar, ante la más sencilla frase, lo que es afectivo y lo que no lo es.
nificado, en la perspectiva desde el primero hacia el segundo. Esa mis; Contra este concepto no debo sino repetir, con ligera variación, defi-
relación, pero en la perspectiva desde el significado hacia el significant a niciones formuladas, unas hace bastantes años, y otras en este libro:
es lo que llamamos «forma interior». e, Estilo es todo lo que individualiza a un ente literario: a una obra, a
Los estudios de estilística, todos, y los míos propios y aun los de este una época, a una literatura. El estilo es el único objeto de la investigación
libro, están hechos preferentemente con la perspectiva de la «forma exte- científica de lo literario 19 • El «estilo» es la única realidad literaria. El «esti-
rion>, sencillamente porque es lo más fácil, porque en ésta se parte de rea- lo» es la «obra» literaria, es decir, con nuestra terminología, el «signo», en
lidades concretas fonéticas. Los estudios en la perspectiva de la «forma cuanto único, la misteriosa manifestación concreta, el misterioso «fenó-
interior», que aquí alguna vez intentamos, son mucho más difíciles: se meno», en el que se ligan significado y significante, forma interior y
trata en ellos de ver cómo afectividad, pensamiento y voluntad, creado- forma exterior: un cosmos de realidades espirituales, intuitivamente selec-
res, se polarizan hacia un moldeamiento, igual que materia, aún amorfa, cionadas y ahormadas, y un complejo de realidades físicas concretas
que busca su molde. El instante central de la creación literaria, el punto (fonemas o su representación gráfica) que ahora ya cubre, representa y
central de mira de toda investigación que quiera ser peculiarmente esti- rnágicamente evoca aquel cosmos. Sí, cuando en el «signo» consideramos
lística (y no andarse por las afueras) es ese momento de plasmación su invencible peculiaridad, lo llamamos «estilo».
interna del «significado» y el inmediato de ajuste en un «significante>>, Cada ciencia investiga distintos órdenes de fenómenos de la realidad.
La Estilística del futuro, si ha de ser algo, tendrá que atender por En lo literario no hay más realidad fenoménica que el «estilo», o sea, el
igual a estas dos perspectivas: forma exterior y forma interior. «signo» en su unicidad. Por eso hemos llegado, páginas arriba, a esta con-
...
( ] clusión: «La estilística es la única posible Ciencia de la Literatura».
Pensemos, una vez más, cuán prodigiosa es la «individualidad», «unici-
dad», por la que el poeta es el «creador».
Lo IMAGINATIVO, LO AFECTIVO Y LO CONCEPTUAL, COMO OBJETO DE LA La gran maravilla (y se diría que el espanto) en la verdadera «obra
ESTILÍSTICA* literaria» es su inalienable unicidad. Esa criatura delicada, débil, apenas
nada, catorce versos, «Tanto gentile e tanto onesta pare», apenas nada: el
Por Estilística literaria se suele entender el estudio de los elementos recuerdo levísimo de una gracia en el saludar -«la donna mía quando ella
afectivos en el lenguaje literario 18 • altrui saluta»-, una escena en la calle, ¡cosa más volandera!, hela ahí orga-
nismo perenne, ente único, tan único en su individualidad como Dios

* Publicado originalmente en D. Alonso, Poesía española. Ensayo de métodos y


límites estilísticos, Madrid, Gredos, 1966, pp. 481-490. The01y of Literature, XIV, I («Style and Stylistics: Theoretical Discussion and
18 Varias veces hemos aludido al discorde amontonamiento de pareceres que tra- General Works», pp. 370-371). Véase también G. DEVOTO, Studi di Stilistica,
tan de definir la Estilística. Creemos predominante, sin embargo, en lo teórico (y, Florencia, 1950, pp. 3-53 y nuestra breve exposición en <<Sobre la enseñanza de la
sobre todo, a juzgar por los trabajos estilísticos concretos), una opinión aproxima- filología española», Rev. Nac. de Educación I (1941), pp. 34-37.
damente igual a la de Charles BALLY: <<La Estilística estudia los hechos de expresión Por lo demás, en el presente libro no ha sido nuestra intención definir o criticar
del lenguaje organizado, desde el punto de vista de su contenido afectivo, es decir, en pormenor puntos de vista ajenos, sino exponer los propios. Sólo, por sernos
la expresión de los hechos de sensibilidad por el lenguaje y la acción de los hechos imprescindible, criticamos en un apéndice la <<estilística>> sin <<estilo>> de Bally.
19 Cfr. La poesía de San Juan de la Cmz, Madrid, II942, pp. 165-166. Por la
de lenguaje sobre la sensibilidad» ( Traité de Stylistique franfaise, I, p. 16, 2. a edición).
Claro está que, aunque en su Traité Bally considera sólo el lenguaje usual, la defini- misma época, trabajando independientemente, habíamos llegado casi exactamente a
ción es perfectamente aplicable al literario. Una excelente y moderna bibliografía la misma formulación que Amado ALONSO: cfr. <<The Stylistic Interpretation of
sobre el tema de la Estilística encontrará ahora el lector en WELLEK y WARREN, Literary Texts>>, Modern Language Notes LVII, pp. 489-496.
318 TEORÍAS LITERARIAS DEL SIGLO XX ESTILÍSTICA Y «NEW CRITICISM>> 319

mismo. La tierna escena inmortal seguirá siendo un nódulo ardiente pues, «imagen» como un concepto cuyo contenido puede atañer a cualquier
una enorme concentración de energía: hará palpitar, hará suspirar ~ sentido humano: imágenes visuales, táctiles, auditivas, olfativas, etc.
miles y miles de corazones humanos, estigmatizará súbitamente, carn. No nos vamos a detener aquí, porque el análisis de estas suscitacio-
biándoles el curso vital, cambiándolos hacia las artes desconocidas, a nes imaginativas ha sido buena parte del análisis del presente libro, sobre
miles y miles de adolescentes una mañana de primavera, por un bosque todo, cuando hemos aplicado el método general de indagación desde el
o por un jardín, con un libro en la mano. significante (como en nuestros capítulos sobre Garcilaso y Góngora).
Esa unicidad, esa inalienable peculiaridad, alma de la obra de arte, Queremos, sí, sólo señalar como una perspectiva de los estudios esti-
eso es lo que intuye (con intuición más o menos viva y profunda) el lec- lísticos diferente a la afectiva, la reacción imaginativa producida por el
tor, y ése es el objeto único de la indagación literaria. Ahí, en esa hura- poema: aquélla moviliza estratos volitivos (aunque se trate de voliciones
ña inalienabilidad, es donde reside el estilo de la obra, y ése sería el obje- especial~s);' ésta -la ima.ginativa-, utilizando datos de la me~oria, nos
to de la Estilfstica. Si ésta llegara a organizarse como ciencia sería la única suscita tmagenes sensonales. Este aspecto suele ser confundtdo con lo
posible Ciencia de la Literatura. afectivo por los estudios de Estilística. La distinción es tan evidente que
Pero, mientras tanto, la Estilística, que no ha encontrado método no se comprende cómo se puede ignorar.
alguno para la aprehensión de lo «Único» del objeto literario, no hace
sino separar en torno al núcleo del poema todo lo que es clasificable,
reducible a norma. Este modesto modo reflejo o indirecto de operar (en LO CONCEPTUAL COMO OBJETO DE LA ESTILÍSTICA
el fondo del cual late una contradicción) puede tener -y de hecho tiene-
buenos resultados prácticos. Los estudios estilísticos suelen, pues, de estas tres perspectivas, confun-
Pero, ¿nos limitaremos a aislar -para su investigación- elementos dir dos (la afectiva y la imaginativa). En cuanto a la tercera, la conceptual o
afectivos? ¿Quién podría negar la importancia de lo afectivo en la indi- lógica, lo más frecuente es que la ignoren. Se basa esto en una distinción,
vidualización de un estilo literario? según la cual, lo afectivo pertenece a la Estilística, lo lógico a la Gramática20 •
Esta clasificación es el más paralizador estorbo de los estudios lingüísticos.
No es ahora momento de intentar apartarlo.
PRESENCIA DE LO AFECTIVO Si «estilística» se refiere a «estilo», ¿lo «lógico» no tendrá considera-
ción en una «estilística»? ¿Es que la expresión lógica es un bien mostren-
Lo afectivo lo envuelve todo, como una atmósfera; por algo hemos co, carente de toda huella individual? Cada escritor, cada obra, ¿no tie-
dicho que una característica de la intuición literaria que profunda- nen una peculiar expresión lógica? Volvámonos al soneto de Dante, que
mente la separa de la intuición científica, es su afectividad, el estar tantas veces nos ha guiado.
como teñida, impregnada de afectividad. ¡Cómo en nuestro soneto Aun en este soneto, donde lo afectivo es tan predominante, la cons-
(compañero de este libro) ya resbaladamente fluye, ya parece detener- trucción del poemita tiene una estructura firmemente desarrollada: visión
se y palpitar, espíritu misterioso, la ternura! Porque este soneto, que es de Beatrice saludando en la calle; se aleja al oírse alabar; parece milagro
también una anunciación, con blancura y presagio de anunciación, no del cielo; éstos son los cuartetos. Y los tercetos están los dos dedicados a
sólo parece escrito con el alma arrodillada, sino que las palabras han los afectos espirituales: a descubrir la oleada, el efluvio que va de Beatrice
venido también de rodillas -«ella si va, sentendosi laudare»- a situarse al contemplador. Y esa tierna oleada está descrita de dos modos distintos,
ahí como en ofrenda de donador -«benignamente d'umilta vestuta». y cada modo ocupa exactamente un terceto: en el primero se dice que es
una dulzura incomparable, que llega al corazón por la vía de los ojos:

PRESENCIA DE LO IMAGINATIVO

Pero, si atendemos a la intuición total-aquí como una llama blanca, dul- 20


Véase para esto el artículo de SECHEHAYE «<.:école genevoise de linguistique
cemente heridora- que la obra despierta en nosotros, ¿qué duda cabe de que générab, Indogermanische Forschungen XLIV (1927), pp. 228-229. Sechehaye vio
en ella participan otros muchos elementos? De los elementos afectivos hay bien la cuestión fundamental, aunque impedido por la perspectiva de la <<lengua>>,
que separar los imaginativos. Es decir, aquellos en que reside la capacidad de que luego había de rectificar (Les trois linguistiques saussuriennes, 1940). Véase nues-
la obra literaria de suscitar en nosotros representaciones sensoriales. Entiendo, tro trabajo <<Sobre la ensefianza de la filología espafiola>>, pp. 34-36.
ESTILÍSTICA Y «NEW CRITICISM» 321
320 TEORÍAS LITERARIAS DEL SIGLO XX

stas dos partes va una partecilla, que es casi como una pedidora. de
Mostrasi sl piacente a chi la mira,
eyuda a la precedente parte y a la siguiente, y comienza allí donde d1ce:
Aiutatemi, donne. La tercera comienza a~lí dond~ die~: Ogne_ dolcezza. La
che da per li occhi una dolcezza al core,
che'ntender non la puo chi non la prova.
rímera parte se divide en tres: en la pnmera dtgo como virtuosamente
p
hace . ductr
gentil todo lo que ve, que es tanto como m . Amor en potencia .
En el segundo se define como un espíritu que sale de sus labios, de
donde no existe; en la segunda digo cómo reduce amor en acto en los
su rostro, y llega al alma del contemplador, y en el alma se hace suspiro:
corazones de todos aquellos a quienes ve; en la tercera digo lo. que des~
pués virtuosa~ente obra en sus corazones .. La segu.nda comienza ~h
e par che de la sua labbia si mova
donde dice: ov ella passa; la tercera, donde dtce: e cut saluta... Despues,
un spirito soave pien d' amore,
cuando digo Ogne dolcezza, digo lo mismo que dije en la primera parte,
che va diciendo a 1'anima: suspira.
según dos actos de su boca: uno de los cuales es su dulcísimo hablar, y
otro su admirable risa; salvo que no digo de esto último cómo obra en
¿Es posible pensar, decir que los elementos lógicos .no pert~nece~ al
los corazones, porque la memoria es incapaz de retener ni esa risa ni su
estilo, por muy exterior que sea nuestro concepto del esttlo? A qu1en pien-
operación» 21 •
se así, le recomendaría la lectura, precisamente en la misma Vita Nuova,
Estos elementos, que consisten en orden, en expresión conceptual, en
de Dante, de los comentarios del propio poeta a los sonetos allí incluí-
ligazón, en subordinación, ¿no pertenecen al estilo de cada uno ~e ~os
dos. El comentario de Dante -no en este soneto, pero sí en otros
sonetos? Más aún, quien compara los análisis conceptuales de los dlstm-
muchos- tiende, sobre todo, a descubrir la construcción lógica.
tos sonetos hechos por el mismo Dante en la prosa de la Vita Nuova,
Véase su explicación del soneto «Ne li occhí porta la mía donna Amore»:
pronto comprende que la estructura del pensamiento del poeta sigue
«Después de haber tratado de Amor en la sobrescrita rima [Amore e'l
siempre un peculiar proceso, es decir, que entre muchos de los desarro-
cor gentil sono una cosa}, me vino voluntad de decir también, en laude de
llos particulares de cada soneto hay notables semejanzas22 • Pues bien,
esta gentilísíma, palabras por las cuales yo mostrase,cómo por ella se ~es­
este elemento común pertenece, no ya al estilo de cada una de sus com-
vela este Amor, y cómo no solamente se desvela alh donde duerme, smo
posiciones, sino al estilo del poeta.
que allí donde no existe e~ potencia, ella, admírablem~nte operan.do, lo.
Una indagación por la línea conceptual nos llevarí; a ve~ ~eflej.arse en
hace venir. Y entonces d1je este soneto, el cual comienza: Ne lt occht
la expresión una forma de pensamiento: u~a filoso~ia espmtual~sta del
porta.
amor, en la cual la mujer es casi una alegona; es la Imagen sens.t~le del
único amor, y por ella, por esta imagen, se asciende al amor dtvmo, y
N e li occhi porta la mia donna Amore,
estamos en el tema de la Divina Commedia. Y cada soneto (de los fun-
per che si fa gentil cio eh' ella mira;
damentales) es como una miniatura del largo poema. El pensamiento
ov' ella passa, ogn' om ver lei si gira,
filosófico del poeta, en cuanto expresado, pertenece también a su estilo.
e cui saluta fa tremar lo core,
sl che, bassando il viso, tutto smore,
e d' ogni su difetto allor sospira:
fugge dinanzi a lei superbia ed ira.
Aiutatemi, donne, farle onore.
z¡ Vita Nuova, XXI.
Ogne dolcezza, ogne pensero umile
22 Sobre estas explicaciones de Dante a sus propios poemas hay opiniones para
nasce nel core a chi parlar la sente, todos los gustos. No es asunto nuestro recogerlas ahora. Naturalmente ~ue s?n
ond'e laudato chi prima la vide. comentarios posteriores al momento iluminativo de la creación. Pero nadie me¡or
Quel eh' ella par quando un poco sorride, que el poeta para suscitar de nuevo de un modo riguroso y casi geométrico (de~pués
non si po dicer né tenere a mente. del trance creativo) sus profundas preocupaciones y los modos de un pensamiento
sl e novo miracolo e gentile. orgánico, que, evidentemente, afloran por todas partes en la poesía de to~~ autén-
tico creador. Que esto es así, se puede probar sobre todo por la comparac10n entre
Este soneto tiene tres partes: en la primera digo cómo esta señora diversas composiciones de la Vita Nuova y entre sus respectivos comentarios.
reduce esta potencia a acto según la nobilísima parte de los ojos; en la Resulta entonces evidente el fluido común entre las distintas composiciones, y cómo
tercera digo esto mismo, según la nobilísima parte de su boca; y entre éstas son el efluvio poético de un único y coherente sistema pensante.
,
~.
1
: -

322 TEORÍAS LITERARIAS DEL SIGLO XX

Lo «AFECTIVO», LO «IMAGINATIVO» Y LO «CONCEPTUAL»:


TRES PERSPECTNAS

Hemos dicho «separar» lo «afectivo» de lo «imaginativo» y ambas cosas


de lo «lógico». Hablamos teóricamente. JEAN COHEN, filógogo y crítico literario francés, ha sido uno de
Cuando pensamos ya en lo «afectivo», ya en lo «imaginativo», ya en los más tenaces defensores de la poética como «ciencia del estilo
lo «conceptual» como predominancia en un signo lingüístico, detrás del poético>>. Sus dos libros, Estructura del lenguaje poético (1966) y
aspecto elegido, sirviéndole de necesario apoyo están los otros dos, rein- Teoria de la poeticidad (1995), reedición de El alto lenguaje
tegrando constantemente, tozudamente, la rica unicidad total de la cria- (1979), le colocan en un lugar de preeminencia, junto a Riffa-
ten·e, entre los teóricos de la estilística literaria. En el primero de
tura idiomática, indivisible.
estos trabajos, Cohen propone una aproximación lingüístico-
Todos estos elementos, el imaginativo, que nos abre cámaras interiores estructural al fenómeno poético, articulada sobre la idea de la
el afectivo, que como un viento trémulo las traspasa, y el lógico, que todo 1~ desviación (écart) respecto de una norma implícita. Dicha
construye, informa, vincula y dirige en sentido, forman un complejo que es norma, asegura el teórico, no se confunde ni con la lengua ni
lo que penetra en la mente del lector y suscita allí esa intuición individual: con la lógica. Es el estudio del lenguaje desviado o patológico el
que es exactamente la comprensión de la obra. Ni hay manera de sepa- que nos permitirá recomponer la fisiología del lenguaje <<nor-
rar lo que está indestructiblemente unido. Naturalmente que en nuestro aná- mal>> (recto, sano). Para Cohen, la figuralidad o retórica institu-
lisis separamos, tratamos de separar estos elementos. Nos conviene aun desde ye un sistema de desvíos (systeme d'écarts), generando así dos
un punto de vista práctico para nuestros fines. Es necesario que sepamos que niveles de inteligibilidad, noética y patética, siendo la tarea de
no hay elemento afectivo o imaginativo sin contenido lógico; y que no hay una <<estilística de la ruptura>> describir los modos de transfor-
mación de la inteligibilidad noética en patética. La primera
un solo elemento lógico sin asociaciones imaginarias y matización afectiva.
corresponde, en el fondo, a la prosa. La segunda a la poesía, defi-
No hay color, blanco, verde o rojo, sin un cuerpo, que es lo que en fin de nida drásticamente por Cohen como <<antiprosa>>. Esta negativi-
cuentas será verde, rojo o blanco; ni forma sin cuerpo; ni existe un cuerpo que dad patológica, inscrita en el prefijo (anti) permite, en un esta-
no tenga forma, que a la luz no tenga algún color. Podemos hablar o de lo dio ulterior, una reconstrucción del lenguaje normal (prosa) en
blanco, o de la blancura, o de la redondez, abstrayéndolo en nuestra mente, un plano superior. Los niveles de análisis son el fónico (versifi-
sin correspondencia en la realidad; del mismo modo podemos hablar de lo cación), semántico (predicción, determinación y coordinación)
imaginativo, de lo afectivo, en abstracto; en cuanto queremos verlo en la obra y el orden de las palabras. Los mecanismos de transformación
literaria, nos lo encontramos encarnado en un concepto. son las figuras: rima, pausa, aliteración, epíteto, inversión, metá-
Lo «afectivo», lo «imaginativo», lo «lógico» en el signo literario (en la fora, sinestesia .... Estas figuras pueden ser de invención o de uso,
obra literaria) son sólo perspectivas de nuestra aproximación, presuncio- radicando la diferencia en su grado de fosilización o neutraliza-
ción semántica. Aquí Cohen rentabiliza bien el interés por la
nes de nuestra mente.
retórica antigua, sugerido por Mallarmé y Valéry, y propiciado
por el estructuralismo (Barthes, Todorov). La evolución literaria
obedece a un oscilar entre neutralización y desneutralización,
vaivén que recuerda al de automatización y desautomatización de-
fendido por Tinianov. El problema de esta tesis reside, quizá, en
la confianza concedida a la neutralización como reconstructora
de una norma mimética. Cohen no cree que la poesía deba decir
la verdad, pero sí asume la pulsión mimética del decir poético:
<<La poesía, como la ciencia, describe el mundo>>. Puede que su
gesto más productivo esté en asegurar que la poesía <<no es prosa
más alguna otra cosa>>, sino más bien la <<antiprosa>>, pero ello sin
duda choca con lecciones lucrecianas y nietzscheanas en torno a
la omnipresencia del desvío, y casa, con elegancia excesiva, con
un canon francés de poetas pulcramente divididos en clásicos
(Corneille, Racine, Moliere), románticos (Lamartine, Hugo,
Vigny) y simbolistas (Rimbaud, Verlaine, Mallarmé).

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