Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PIERRE VIDAL-NAQUET
MITO Y TRAGEDIA
EN LA GRECIA ANTIGUA
Volumen I
4)
PAIDÓS
iv J r tM 'S V I
lA-vc·.»
Titulo original: M ytbe ct trJ$cJíc en Grice áKCtrnne <vo!. i )
Publicado cn frunces, cn 2001, por Editions La Découi'crtc U Syros, París
Tensiones y ambigüedades
en la tragedia griega
* l 'iu primera versión de « t e texto fue publicad λ en ingles: «Tensions and Amki·
ru iftrt tu (ite c k Tragedy». Interpretation: Theory and Practice. Baltimore, 1969, pi#*·
Un [J\.
24 M IT O Y Τ Κ Λ Κ Ι Ώ Ι Λ Y.bi l .A G H L C IA A N T I C U A . I
I·»·· todas las fuerzas del pasado tienen menos el carácter de una cons-
uiAvión, de una tranquila seguridad, que de una esperanza y de una 11a-
intftU. donde la angustia nunca deja de estar presente, ni siquiera en la
a le g r ía d e la s a p o te o s is finales.* U n a v e z p la n te a d a s la s c u e s tio n e s , p a r a
la c o n c ie n c ia tr á g ic a , n o h a y y a r e s p u e s ta q u e p u e d a s a tis f a c e r la p l e n a
m e n te y e lim in a r s u in te r r o g a c ió n .
E s te d e b a t e c o n u n p a s a d o s ie m p r e v iv o a b r e e n el c o r a z ó n ele c a d a
o b r a tr á g ic a u n a p r im e r a d is ta n c ia q u e el in t é r p r e t e d e b e t e n e r e n c u e n
ta. S e e x p r e s a , d e n t r o d e !a fo n ru i m is m a d e l d r a m a , p o r la te n s ió n e n t r e
lo s d o s e le m e n to s q u e o c u p a n la e s c e n a tr á g ic a : p o r u n la d o , el c o r o ,
p e r s o n a je c o le c tiv o y a n ó n i m o e n c a r n a d o p o r u n c o le g io o fic ia ) d e c iu
d a d a n o s y c u y o p a p e l e s e x p r e s a r e n s u s te m o r e s y e s p e r a n z a s , e n s u s
dad supone la intervención de poderes de una naturaleza distinta y que actúan na por
la suavidad de la nizón, sino por la coacción y el terror. «I lay casos», proclaman his
r.ñnins, «en los que d Terror feo 8fivóvO es útil y, vigilante p.uardián de los corazones,
debe tener permanentemente su sude en ellos» (516 y (Asando instituye el conse
jo d e jueces en el A rrópalo. Atenea repite palabra por palabra « t e mismo tema; «So
bre este m onte de ahora en adelante el Hcspcto y el Miedo (Pró.hns), su hermano, con
tendrán a los ciudadanos lejos del crim en... Q u e eJ Ic rro r fciv ó v j sobre todo no
sea expulsado fuera de las murallas d e mi ciudad: si no Itiiy nada que temer, <quc m or
ral liará lo que debe?» (690*6W). Ni -anarquía «i d o p o iism n existan las Erinias (525);
d i anarquía ni despotismo, repite como un cco Atenea en el m omento de establecer el
tribunal. Al fijar cm.i rcfja como el imperativo al que m ciudad debe obedecer, la dio·
«a subra\ a que ci bien se sitúa entre di» extremos y que l,i ciudad descacha sobre el di·
li;d acuerdo enire poderes contrarios que deben equilibrarse sin destruirse- Trente al
Dios de la palabra, Zeus ^ u rd io s (974J, de l.\ dulce lJcith> que ha guiado la lengua de
Atenea, se perfila Ij augusta Erinto, difundiendo cJ respeto. el miedo, el terror. Y este
poder de terror, que emana de las Erinias y que representa el Areópa/;o en el plana de
11·, instituciones hum anas, será betx;fícn para los ciudadanos, a los que m antendrá ale·
>*do¿dc! a ú n e n . Atenea puede por tanto decir I98V-991), al referirle al aspecto mons
truos!» d i las diosas ψι< acaban d e aceptar residir en «erra «üic.v. «De csios rostros te
rroríficos veo para la ciudad salir una j;ran ventaja». Al térm ino de la tragedia es
Arenca misma (a que celebra el poder de las anticuas diosas, tanto en tre (os Inmorta-
)· s como cm re los dioses infernales {950-932). y quien recuerda ú los guardianes de ia
«i'idad que estas intratables divinidades tienen p oder «para recular todo entre los
*«n»brcs» (930-93 U, para otorgar «a unos canciones; -a otros, lástim as» (*>34-955). Por
I·· demás, <cs necesario recordar que al asociar asi, estrccliam cote, a las Erinias-Hu-
"•rnides eun la fundación del Areópapo, al p oner este consejo — cuyo carácter noc·
*mi:o y sccrcto queda subrayado en dos ocasiones {véanse los versos 692.705-706) ba-
ι»>1 1«j*no no de poderes religiosos que reinan en el ¿pora, como la P aihü, 1j palabra
i* rvuasiva, sino de aquellas que inspiran iV/us y Phó!:o%, Respeto y Miedo— Esquilo
t«- · innova nada? Se acomoda a una tradición mítica y cultural «4ue conocían todos los
«"incuses; véase Pausanias. J, 28, 5-6 (santuario de las Augustas Krinias Σ τμ ναί
I *’ΐν ύ ΐ ς en el Arcópago). a cuyas indicaciones debemos añadir (as de Diogenes l.acr-
• " u b r e la purificación de Atenas por Kpimémdcs: es de! Acrópa^.o de donde el pu·
• ili.ador hace partir las ovejas blancas y negras cuyo sacrificio debe b o rra rlas mácu·
I · ilí* la ciudad; es a las lium cuides a las quir Epiménidcs consagra un santuario.
•J Veaw.· Aristóteles, P rt> !:!fr:ju, 19.48: «Sobre la escena, Jos actores imitan a los
)·· ·.«·. s |-i>jt¡ue.cn 1<í*i ¡mtijiuoi. m'iIo los héroes eran jefes y rej es: el pueblo era el común
I {»*. hom ines. que com ponen el con»·».
30 MITOYTnACr.DIA r.NLACKf.OIA ANTIGUA, 1
5, Aristóteles, Poética, H -J'ía 2-Γ28: «D e (ados los roceros, el trím etro yámbico es
d m j'i apropiado para d torio J e 1* conversación: indicio tic d io es que cn d diÁbigo Ha·
r m m un £i\in núm ero de trímetros y¿milicos, raramente hexámetros, y eso solamente
m aiulo tins apartam os del comí de la convrrsactúm».
T E N S I Ü S E S Y A .M B I C U r D A Ü k S Γ.Ν t .A T K A C C D t A G K l i X i A 31
pronuncia ante el. Porque le basta oír hablar de Polinices para que, re
chazado en cl neto del mundo de la polis, sea devuelto a otro universo:
vuelve a ser cl labdácída de la leyenda, cl hom bre de los gene («estir
pes») nobles, de las grandes familias reales del pasado, sobre las que pesan
las mancillas y las maldiciones ancestrales. El que frente a la religiosidad
emotiva de las mujeres de Tebas y la impiedad guerrera de los hombres
de Argos encamaba las virtudes de moderación, reflexión, de dominio
de sí mismo que hacen al hombre político se precipita bruscamente ha
cia la catástrofe abandonándose al odio fraterno por el que está «pose
ído» completamente. La locura asesina que en adelante va a definir su
fthns («carácter») no es sólo un sentimiento humano, es un poder d e
moníaco que supera a Eteocles por todas partes. Le envuelve en la nu
be oscura de la áte («locura»), lo penetra al modo de un dios que toma
posesión interior de aquél cuya perdición ha decidido, bajo la forma de
una m an ía * de una lyssa («demencia»). Presente en su interior, la locura
tic Eteocles no deja de aparecer también con una realidad extraña y ex
terior: se identifica con el poder nefasto de una mácula que, nacida de
ttitas antiguas, se transmite de generación en generación a lo largo de la
estirpe de los Labdácidas.
La furia destructora que se apodera dei jefe de Tebas no es nada
más que el miasma («mácula») jamás purificado» la Erinia de la raza,
instalada ahora en él por efecto de la ara («maldición»), de la impreca-
ium proferida por Edipo contra sus hijos. Mama, lyssa, áte, ατά, mias
ma, firitrfs, todos estos nombres abarcan en última instancia una sola y
misma realidad mítica, un numen siniestro que se manifiesta bajo múl·
nples formas, en diversos momentos, en e l alma d d hom bre y fuera de
rl; es una potencia maléfica que engloba, a l lado del criminal, a l cri
m e n mismo, sus antecedentes más lejanos, la motivaciones psicológicas
vlc la falta, sus consecuencias, la mácula que ella misma entraña, cl cas-
ΐιμο que prepara para el culpable y para toda su descendencia. 1 lay un
(¿fmino en griego que designa este tipo de poder divino, poco indivi
dualizado, que actúa de forma nefasta la mayoría de las veces, y de múl
tiples formas, en cl corazón de la vida humana: dawion. Eurípides es fiel
«1 o p íriiu trágico de Esquilo cuando emplea, para calificar cl estado
jnunlógico de los hijos de Edipo, abocados al fratricidio por la maldi-
m m J e su padre, el verbo Alimonan: están, en sentido propio, poseídos
l*n un tliiimf/n, un mal genio.*
32 Μ ί τ ο Υ T K A t f t U I A E N Ϊ.Λ C l ' J X l A A N T I C U A , 1
10. En JS7 y sifis., el rey p reg u n ta;» )j.< D jnaides si los hijos de Egipto tienen, se
gún la ley de su país. poder sobre ellas, como pariente* suyos más cercanos (Ε ϊ Τα»
ΚβατοϋσΟ. Los versos siguientes precisan el valor jurídico de este ¿rJ/os. Hi rey obser
va que, si m í fuera, nadie podría obstaculizar las pretensiones de los Egipcíadas sobre
sos primas; sería preciso, pues, que estas últimas sostuvieran, por el contrario, que, se
gún las leyes de tu patria, sos primos no tenían realmente sobre cII.js eso pode/-d e rutó
la (κϋρος). La respuesta de las Danaides queda al mareen de la cuestión. N o ven en el
k rjio t más que el otro ospecto y en su b o ta el vocablo adopta una sipniQcacit’m co n
traria u la que le prestaba Pd.ix^o.· no Je%ij:na yací p o d rr legítimo de tutela que sus p ri
mos podrían cvecuujlmcntc reivindicar a su respecto, sino la violencia pura, la fuerza
brutal del varón, la dominación masculina ijul*(a mujer no puede sino sufrir: «Ah. que
jamás m m \o sometida al poder de los varones, υ π ο χε ίρ ιο ς κ&ρτεσιν άραιίνω ν/» (392-
393). Sobre este aspecto de violencia, véanse los versos K2Q, 8 3 1 y R63. Λ1 ¿nt/oi del
hombre (951). las Danaidcs quieren oponer el de la* mujeres i lOíW). Si lo j hijos de
T^ipui hacen mu! pretendiendo imponerles el matrimonio sin convencerlas por la per-
TENSIONES y AMBlGOtlIMDES ÜN’ la t k a g pijía íííu ix a n
I
■ n : \ s i o N r s v a , m » k . c t . d m ) j : s y . k l .\ t i u < ; i ; w a c : i u i . c ; a 37
litico, sino dos tipos diferentes de religiosidad: por un lado, una reli
gión familiar. puram ente privada, limitada al círculo estrecho de los
parientes cercanos» los phtfai, centrada en el hogar doméstico y el cul
to de los muertos; por otro, una religión pública donde los dioses tu
telares de (a ciudad tienden finalmente a confundirse con los valores su
premos del Listado. Entre estos dos ámbitos de vida religiosa hay una
4 mistante tensión que, en ciertos casos (aquellos mismos que presenta
l.i tragedia), puede conducir a un conflicto insoluble. Como observa el
i oriíco,1' es obra pía honrar piadosamente ;« sus muertos, pero al fren-
fr de la ciudad el magistrado supremo tiene el deber de hacer respetar
*11 ί -rJtos y la ley que ha dictado. Después de todo, el Sócrates del Cr¡-
t···» jwdrá sostener que la piedad, como la justicia, manda obedecer las
)« \oh de su patria, aun las injustas, incluso aunque esa injusticia se vuel-
vλ contra él y te condene a muerte. Porque la ciudad, es decir, sus no-
•i.'/ («leyes»), es más venerable, más sagrada que una madre, que un pa-
*lu· y que todos los antepasados juntos.·'1De las dos actitudes religiosas
.|u<* Antífona sitúa en conflicto, ninguna podría ser buena en sí misma
on conceder a la otra su lugar, sin reconocer precisamente lo que la li-
mmu y pone en duda. Es muy signilicuiivo este respecto que las únicas
divinidades a las que el coro se refiere sean Dioniso y Eras. Pero mien-
Hé·. tanto los dioses nocturnos, misteriosos» maprehensibles para el es-
í-uitii humano, próximos a las mujeres y extraños a la política, condenan
*« pnmer término la pscudorrelij'ión del jefe de Estado Crconte, que
.... If lo divino con la vara de su pobre sentido común p a r a hacerle c a r-
m> vim sus odios y ambiciones personales. Pero las dos divinidades se
»ii. lu-n también contra Antífona, encerrada en su pbilia familiar, con-
♦nM.iila voluntariamente a Hades, porque, hasta en su vínculo con la
h»mv tu*. Dioniso y Eros expresan las potencias de la vida y la renova-
• ·«*»» Antífona no ha sabido oír la llamada para separarse de los «su-
»·>*- v de la philía familiar para abrirse al otro, acoger a Eros y. en ta
•itiM'ii con un extranjero, transmitir a su vez la vida.
21. Véase Eurípides, fenteias, 499*502; «Sí Í j misma cosa fuera igualmente para
iodos bella y sensata, los humanos no conocerían la controversia de las disputas. Pero
p a n Ios moríales no hay nada semejante ni igual, salvo cn las palabras: la realidad es
completamente difercmo*.
22. «AmiflO», «amistad», «provecho)*, *honra», «temor», «audacia*, «ira», «terri
ble»; «Sophocles’ praise of Man and the Conflicts o í the Auti?nnc», Arian, v o l . n " 2 ,
1964. p igs. 46-60,
23. Sobre el lupar y el papel d e U ambigüedad cn los Tráficos, véase W, B. Stand-
ford. Am biguity in Crcck ¡.ücrjiurc SluJtei in Theory and PrjcUcc, O xford, 1959, ca
pítulos X X I!,
T E N S I O N E S Y A M G IG Ü iJD A D r .S flN Ι.Λ Τ Λ Α Ο Π Π ΙΛ ΟΓΟΓ,ΟΑ 39
24.
25 Sur!:C4nlcf. >79 JRO,
k
t t s 'S J o n w y A .M » i < ; ü i : i M D r .s j : n¡ i . a t i i a ü j : d i a íír il g a ·| 1
26. Véase Λ P. \Vin nin pjon ·In j;ra m , of>. cit,\ y, pac lo que concierne al mismo pro-
l»k Hi;i cn F-sqiiÍJi>, A. Leskv, «Decision and Responsability in ihc TrjRedy o f Aeschy-
lu»·. Tl'c¡n:trn.ilo f / icHctu'cStuJn‘i, rT 86,1966, páp*5- 7K-85. (!oi»o observa Lrtky. *la
h U ita d y Ij coacción se hallan unidjs <¡c una manera fccnuinamenfc trágica» porque
iirtn «V los ra«po$ mayares de l,i tragedia es «Ij estrecha unión entre I j necesidad im-
|xir%u p a rio s dioses y la Occisión personal de obrar».
27, Kn h fümuil.t que Esquilo pone en boca del corifeo (Azsincnún. 1337*1338),
Irv iUvs concepciones contrarias se encuentran en cierto m odo superpuestas o confun-
UU* vm las mismas palabras. Por su am bigüedad, la frase se presta, en efecto, a una
•M»lc interpretación·. NOv fi'ci π ρ υ τίρ ω ν α ίμ 'ά πο τείσ ει puede querer decir: «Y aho-
i « m ftene que papar la sangro que derram aron s\>$ antepasados», pero también: «Y
a m tiene que papar la sanjtre que *anttRuaniciuc derramó». Un vi prim er caso. Apa·
*··■ m*n o victim,i de una maldición ancestral: pjj'.a por faltas que no ha com etido. Un
•1 wjtiindo. expía W c rín io n r\ ilc l«»s que responsable.
42 M IT O V T R A G r ü I A E X I.A tiP .E C I A A N T I C U A , l