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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL

Los Genogramas

Bárbara Zapata C.

Introducción

Cuando se interviene con familias y el foco de interés profesional son las relaciones y la
historia de las mismas, se requiere de una información que permita a las y los
profesionales y a las instituciones que se ocupan de las problemáticas familiares,
comprender el contexto y el significado de diversos eventos así como las características
de los grupos familiares a estudiar y con quienes se pretende interactuar
profesionalmente.

Existen diversos mecanismos para recoger esta información como son la entrevista, los
formatos ó fichas de registro que se diseñan en las agencias de bienestar y en las
distintas instituciones que atienden familias, se encuentran también maneras distintas de
procesar la información e instrumentos que la pueden hacer comprensible y útil. Este es
el caso del genograma ó mapa de las relaciones familiares.

El genograma es un procedimiento creado por Guerin y Pendagast (1976), y divulgado


por varios autores y autoras, consiste en la confección de un mapa de ruta del sistema de
relaciones familiares, donde aparecen nombres y edades de todos los integrantes, las
fechas de los matrimonios, de las separaciones, las enfermedades y las muertes. El
genograma es la representación gráfica de una constelación familiar de, por lo menos,
tres generaciones.

Los genogramas dan cuenta, de manera gráfica, de las dimensiones fundamentales de


las familias: estructura ó composición, relaciones, ciclo vital, pautas vinculares y
estructurales entre generaciones y entre miembros de la misma generación.

Genogramas y profesionales que intervienen con grupos familiares

Los genogramas pueden y deben ser utilizados por profesionales que desarrollan su
trabajo con grupos familiares, no sólo cuando quieren recoger y comprender
información sintética y suficiente sobre las familias que atienden, sino también y de
manera especial para identificar las dificultades que tienen en el proceso de trabajo,
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especialmente si suponen que éstas podrían estar relacionadas con “puntos ciegos” 1
(Maturana, 1998) referidos a su propia familia de origen. Otros ámbitos para desarrollar
esta tarea lo constituyen el trabajo con su equipo inmediato y la consulta con expertos ó
terapeutas con los que la o el profesional interactúa y que son básicamente aquellos de
quienes recibe información o a quienes remite consultantes.

Murray Bowen (1989) fue posiblemente uno de los primeros en plantear que los
profesionales que intervienen con familias, deberían revisar en sus familias de origen las
ataduras emocionales, los aspectos poco reconocidos ó ciegos, la diferenciación
individual y la evolución de los acuerdos, redefiniciones e intercambios que supone una
historia de relaciones.

Aunque en los procesos de intervención con familias se encuentran diferentes énfasis y


prioridades de quienes consultan y también de quienes son consultados, según los
niveles y dominios en los cuales se sitúan, siempre se ponen en juego configuraciones
históricas que moldean las relaciones actuales. La realización del propio genograma es
fundamental para contrarrestar la ceguera cognitiva (Maturana, 1998) de la y el
profesional, o por lo menos para tenerla presente, pues el conocimiento en este contexto
no se concibe sólo como un acto puramente intelectual sino también afectivo, y la o el
profesional tendería a vincularse con aquellos aspectos de la historia de los otros que le
muestran alguna conexión con la propia experiencia.

Pensar en la propia historia, evocarla y dibujarla en un mapa como el genograma, ofrece


una oportunidad invaluable para poner distancia entre el adentro -historia del
profesional-, y el afuera -historia de la familia atendida-, lo cual permite distinguir las
resonancias2 que produce la historia de la familia, de los eventos, los guiones y los
significados que encuentra en su propia historia; la elaboración y estudio cuidadoso del
propio genograma ayuda a quien interviene a diferenciarse de las familias con quienes
lo hace y, al mismo tiempo, a reconocer aquellos aspectos, vivencias y similitudes que
encuentra comunes con ellas.

Cuando en el proceso de intervención se repiten juegos relacionales aprendidos en la


familia de origen de quienes participan en la intervención3 (“transferencia” en el
lenguaje psicoanalítico, “deslizamiento contextual” en el lenguaje sistémico) se dice que
hay un isomorfismo, y éste reduce la posibilidad de ayuda. Para atenuar y reconocer los
isomorfismos con las familias, y evitar que constituyan un riesgo en el proceso de
intervención, el profesional y la profesional deben atender a sus creencias, a sus

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El concepto de “punto ciego” se inscribe en la idea constructivista de objetividad entre paréntesis según
la cual, no es posible para un observador (profesional, investigador terapeuta) ver, comprender y explicar
todos los aspectos que constituyen la realidad que observa, debido a que él mismo forma parte de esa
realidad, en la acción de conocer ó establecer distinciones.
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Una resonancia en el contexto de la física y según el Diccionario de la Real Academia Española
describe un fenómeno que se produce al coincidir la frecuencia propia de un sistema mecánico, eléctrico,
ó cualquier otro sistema, con la frecuencia de una excitación externa. En el marco de la intervención con
las familias, las historias que se exploran podrían coincidir con parte de las historias que traen los
profesionales, y si esto no se somete a un proceso reflexivo puede crear confusión.
3
La ética psicoanalítica alude a este fenómeno como contratransferencia y en la ética sistémica se
advierte sobre el deslizamiento contextual y aunque no son términos equivalentes, ayudan a ejemplificar
la necesidad que desde distintas concepciones de la intervención profesional se plantea, en el sentido de
reflexionar sobre el papel y la responsabilidad de los profesionales.
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prejuicios, a sus incongruencias, y a sus nociones sobre bienestar, de manera que


puedan precisar cuáles son suyos y cuáles de sus consultantes.

Un procedimiento para lograrlo es la observación de los procesos de comunicación en la


familia y las conversaciones que sostiene con sus integrantes en el contexto de trabajo
con ellos; tres dimensiones en las cuales puede especializarse dicha observación son la
sintaxis de la comunicación, es decir las propiedades del lenguaje (codificación, canales,
ruido, entre otras), la semántica ó espectro de significados, y la pragmática que designa
la manera como la comunicación afecta los comportamientos e induce prácticas
específicas (Morris y Carnap (1967) citados por Watzlawick (1993); la invitación a
otros colegas a observar las entrevistas con las familias ayuda también en el proceso de
cuidarse de los isomorfismos, siempre y cuando en la reflexión se mantenga la pregunta
continua acerca de si éstas resultan de una adhesión muy fuerte a sus teorías, a la
filosofía de la institución que representa, ó a la historia de las relaciones en su propia
familia. Este ejercicio se entiende como un esfuerzo orientado a saber del otro, a saber
de sí, y a saber en el sistema que se crea en virtud de la intervención. (Anderson y
Goolishian, 1995)

De los Contenidos a los procesos en la observación de genogramas

Una herramienta para construir el saber de sí y el saber sobre el sistema de intervención


en el cual participan profesionales y familias en el proceso de aproximación mutua, es el
uso del propio genograma, su revisión e interpretación, el interrogar e interrogarse por
las creencias y los mitos familiares, por las historias de género, las muertes y los
nacimientos, los nombres y sus historias, los secretos familiares, los temas tabú, las
alianzas, las coaliciones, las pautas de elección de pareja, el ciclo vital y sus tareas, las
relaciones con la comunidad y las redes sociales, las prácticas natalistas, los rituales, y
la expresión de las emociones.

En principio el genograma se usó más como un recurso histórico que atendía a los
antecedentes familiares para establecer similitudes diacrónicas en el tiempo y que
demostraba la conveniencia de su aplicación especialmente en el ámbito de la salud
(investigación de rasgos genéticos) y en la investigación antropológica (seguimiento de
algunas estructuras de parentesco). Hoy, con la influencia del construccionismo social,
las ideas sobre la complejidad, el pensamiento ecológico y las analogías del texto en la
intervención (terapia narrativa), el genograma tiene usos más amplios, como por
ejemplo la observación sobre cómo la relación presente entre un padre y su hijo,
contiene un aspecto implícito y complementario que nos informa también cómo el padre
interpreta hoy la relación existente en el pasado entre él y su propio padre; ó la manera
como una familia interactúa con sus vecinos y parientes lejanos, orienta la indagación
sobre las experiencias comunales a través de su historia.

Los genogramas y la conversación sobre ellos son verdaderos relatos de novelas


familiares, por ejemplo, el ciclo vital de la familia representa el modelo de evolución de
un sistema que tiene la capacidad de cambiar manteniendo su identidad, y justamente en
la dinámica de este doble proceso de continuidad y crecimiento que viven las familias es
donde se forjaría la personalidad de cada individuo, quien está obligado a renegociar
constantemente su necesidad de pertenencia con la exigencia de hacerse autónomo.
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La historia de una familia dibujada en un genograma y recreada por preguntas de


distinto tipo es una historia en movimiento, la cual no se limita a situar hechos y
acontecimientos sobre la base de su cronología, sino que se propone destacar elementos
significativos indispensables para explicar eventos, pautas de relación, episodios,
problemas y recursos; su amplitud y su riqueza está íntimamente relacionada con la
curiosidad ilimitada y respetuosa del profesional que la explora. Esta historia incluye no
sólo el pasado sino también el presente y el futuro en su complejidad relacional y en la
simultaneidad en la cual son vividos por los actores familiares.

La observación de las relaciones de pareja, por ejemplo, amplía el horizonte en su


interacción con la totalidad de la familia, por cuanto se convierten en el encuentro y el
punto de síntesis entre dos historias familiares distintas. Cada nueva pareja se inserta en
un flujo de expectativas, de esperanzas, de creencias de las generaciones precedentes
que albergan numerosos secretos, mandatos históricos, mitos y pactos que requieren ser
indagados en su enunciado(sintaxis), en su significación(semántica) y en su estructura
relacional (pragmática) para abrir las posibilidades de cambio, redefiniéndolos,
externalizándolos, y/ó identificando sus potencialidades. Según la tradición sistémica,
escenario en el cual es recurrente la práctica sistemática de dibujar mapas de relaciones,
la comunicación más que transmitir mensajes ó contenidos establece formas de relación,
y por tanto explorar un genograma es buscar procesos relacionales en el tiempo.

Saber qué hacer con las historias

“No se trata de lo que la historia ha hecho con nosotros sino de qué somos capaces de
hacer con eso que nos ha hecho”
J. P. Sartre

Loketek (1997) distingue entre la historia oficial o aquella que la familia cuenta con
hechos que todos conocen, la historia oculta, de la que algunos saben cosas que los otros
ignoran, y la historia posible, o la historia que reconoce la complejidad de la vida,
incluyendo en su despliegue la participación de personajes o acontecimientos
inesperados, y que nadie conocía hasta que el o la profesional la propone.

Una práctica específica que ilustraría esta posibilidad es la que sugiere Luigi Boscolo
(1998), al plantear la oportunidad de construir una historia necesaria con una familia,
cuando ésta no la tiene ó no la reconoce; esto se podría lograr, por ejemplo, mediante
preguntas hipotéticas como: ¿Cómo se imagina que sería su padre si lo tuviera? ¿Cómo
sería la relación con su mamá? ¿Y usted con él? ¿Y su hermano? ¿Y su madre? ¿Y
cómo verían sus amigos estas relaciones?

Se trata de preguntas enmarcadas en intervenciones que podrían ayudar a disolver


historias opresivas como las de exclusión ó discriminación, construyendo relatos más
plausibles para las o los consultantes en la conversación con ellos; es como crear
relaciones virtuales en el contexto de la intervención.

El profesional o la profesional no es parte de la familia consultante ni es enteramente


ajeno o ajena a ella; el suyo puede entenderse como un “compromiso sensible”. En la
consulta, el sentir pasa por la emoción y atraviesa el cuerpo del ó la profesional. ¿Qué
hacer con esas emociones?: El sentir en sesión debe poder discriminarse de su sentir
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fuera del contexto de la intervención. Esta discriminación, a diferencia de las absurdas


posturas de neutralidad emotiva,4 no busca evitar las emociones, sino que permite
tenerlas en cuenta para regular las intervenciones, dada la índole singular del
compromiso con las familias. (Cecchin, 1987)

La entrega de la o el profesional tiene que ver con su papel diferenciado, el cual le


permite entrar y salir de su propia emocionalidad, reflexionando sobre ella. El
compromiso con la realidad que interviene y que lo incluye como observador, le exige
trascender la ingenuidad sobre el conocimiento objetivo y la neutralidad, instando a las
y los profesionales a ser lúcidos, y para mantenerse en la lucidez debe implicarse
afectivamente con la familia, sin dejarse atrapar por ella, es decir que debe moverse en
un límite sutil que le demanda “ser parte” sin “pertenecer”. Por eso es fundamental el
trabajo en equipo y la reflexión académica que son los espacios privilegiados de
circulación de la palabra (ideas, creencias, prejuicios, hipótesis, teorías) y las emociones
(sentimientos, intuiciones, sensibilidades) de las y los profesionales.

En el contexto de intervención, la función que cumple el trabajo sobre el propio


genograma es mantener la curiosidad permanente del y la profesional la cual se
considera en la perspectiva sistémica la mejor manera de ser neutrales. “El peso de las
respuestas no puede aplastar a las preguntas”, afirma Loketek (1997). El compromiso de
la profesional se expresa en el entusiasmo por la búsqueda de preguntas que abran
nuevos sentidos y distintos significados.

La intervención profesional se realiza mediante procedimientos ó acciones específicas-


actos de intervención- los cuales incorporan y expresan la dimensión ética y política que
la inspiran. En el caso de la interacción con familias es preciso entrar en contacto con
ellas a través de un repertorio de preguntas (Véase Tomm, 1988), apasionarse con la
búsqueda de posibles respuestas y no conformarse con ninguna de ellas.

En la perspectiva que se propone en este documento se cuestiona un prejuicio que


circula con frecuencia en el ámbito institucional, especialmente entre quienes
desarrollan programas de asistencia y control social y es que las personas que solicitan
ayuda dan respuestas mentirosas, equivocadas ó manipuladoras; la idea de no asumir
como definitiva ninguna conversación parte de supuestos que abren nuevas y distintas
posibilidades como aquellos que indican que la realidad social es dinámica y cambia
continuamente, por eso las respuestas siempre son provisionales y transitorias.

Referencias bibliográficas

ANDERSON, Harlene. & GOOLISHIAN, Harry. (1995) “El cliente es el experto: Un


enfoque de la terapia del no saber”. En: Revista Sistemas Familiares. Buenos Aires.

BOWEN, Murray. (1989) “La terapia familiar en la práctica clínica”. Bilbao, Descleé de
Brouwer.

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Neutralidad es un término usado para expresar la idea de evitar activamente la aceptación de cualquier
posición dada como siendo más correcta que otra. “Para evitar la trampa de sobresimplificar la idea de la
neutralidad, propongo describirla como la creación de un estado de curiosidad en la mente del
profesional. La curiosidad lleva a la exploración e invención de puntos de vista y movimientos
alternativos y los diferentes puntos de vista y movimientos engendran curiosidad”
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CECCHIN, Gianfranco. (1987) “Hipotesing circularity and neutrality revisited: an


invitation to curiosity”. En Revista Family Process, No. 26. Pág. 405-414

DROEVEN, Juana & OTROS. (1997). “Más Allá de Pactos y Traiciones”. Buenos
Aires, Paidos.

HARTMAN, Ann. (1978) “Evaluación Diagramática de las Relaciones Familiares” En:


Casework, Revista de Trabajo Social, octubre de 1978.

LOKETEK, Adolfo. (1997). Acatamiento, creatividad y libertad: el terapeuta en el


sistema familiar. En: Droeven Juana & otros. Comp. Más allá de pactos y traiciones. Ed.
Paidos, Buenos Aires. Págs 171-177

LÓPEZ, Silvia & ESCUDERO, Valentín. (2003) “Familia, evaluación e intervención”.


Ed. CCS, Madrid.

MATURANA, Humberto. (1998) “La objetividad. Un argumento para obligar”. Ed.


Dolmen/ T.M., Bogotá.

Mc.GOLDRICK, Mónica & OTROS. (1987) “Genogramas”. Editorial Gedisa Buenos


Aires.

TOMM, Karl. (1988). “La Pregunta como Intervención” En: Family Process
Interventive Interviewing. Vol. 26 No. 1. Traducido por Mark Beyebach, Publicaciones
Universidad de Salamanca.

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA-UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA-


CENTRO PERSONA Y FAMILIA-SISTEMAS HUMANOS. (1998) “Coloquio con el
Doctor Luigi Boscolo: No Enamorarse de las Ideas”. Medellín, septiembre de 1998.

VON FOERSTER, Heinz. (1997). “Sistémica Elemental desde un punto de vista


superior”, Medellín. Fondo Editorial Universidad EAFIT.

WATZLAWICK, Paul. & OTROS. (1993). “Teoría de la comunicación Humana”. Ed.


Herder. Barcelona.

Observación:

Para desarrollar de manera técnica los genogramas y otros instrumentos relacionados


con la evaluación diagramática de las relaciones familiares, es preciso consultar, entre
otros, los siguientes textos:

MEJÍA, Diego & OTROS. (1990). “Salud Familiar”. Bogotá, ISS-ASCOFAME,

QUINTERO, Ángela María. (1997). “Trabajo Social y Procesos familiares”. Buenos


Aires, Ed. Humanitas.

SLUZKI, Carlos. (1998). “La red social: frontera de la práctica sistémica”. Ed. Gedisa.
Barcelona.
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