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De Ariel a Calibán, reflexiones en torno a Latinoamérica

Ervin Pérez Martínez

19/Mayo/2020

El presente texto tiene como propósito revisar dos interpretaciones alrededor de


los personajes Ariel/Calibán en la obra La tempestad de William Shakespeare, por
parte de dos filósofos latinoamericanos. Hablo de las interpretaciones de José
Enrique Rodó (1871-1917) y Roberto Fernández Retamar (1930-2019). Por ello
una primera en una primera parte o introducción abordaré de manera general La
tempestad. Para después pasar al análisis del Ariel (1900) de Rodó y terminar
analizando el Calibán (1971) de Retamar. Cabe aclarar que de retamar retomaré
sólo los apartados en torno a la apreciación de Rodó, ya que el texto trae una
historia del mismo símbolo que es la obra de Shakespeare y sus distintas
interpretaciones, pero lo que me interesa ver es más bien las interpretaciones que
de la obra arrojan los mismos latinoamericanos y cómo esta se desenvuelve en
Latinoamérica hasta llegar al Calibán de Retamar. Y esto no con un motivo necio y
caprichoso de revisar a ciertos autores para el deleite personal de entenderlos,
sino porque se verá cómo las interpretaciones respecto a estos dos personajes
arrojan mucha luz en torno a nuestra identidad como latinoamericanos.
 Introducción

En 1611 es presentada, en el palacio de Whitehall, la obra de teatro La tempestad


de William Shakespeare. Es de sus últimos romances y revisándola de manera
literal, se aborda en ella la cuestión de la reconciliación familiar en un ambiente
mítico. Dentro de los más variados personajes, el protagonista como tal es
Próspero, duque de Milán, que ha sido desterrado y despojado de sus facultades
como duque por su propio hermano. Se hace a la mar, pero naufraga en la isla
donde comienza la obra. Esta comienza cuando sabe que su hermano navega
cerca de la isla en su busca y le pide a Ariel (un espíritu del aire, pues en su
estadía en la isla Próspero se ha dedicado a estudiar magia y ha entrado en
contactos con espíritus como este que le permitirán llevar a cabo su venganza
sobre su hermano) que desate una tormenta. Y termina con un Próspero que
perdona a su hermano y permite que su hija de case con el hijo del rey de
Nápoles, por lo cual él se restituye y no tiene ya necesidad de apelar a la magia
para vengarse.

Dentro de la obra aparece también el personaje de Calibán. Cuyo nombre es un


anagrama de Caníbal (cambian de sitio la “ene” y la “ele” respectivamente),
nombre este que deriva de Caribe. Los Caribes eran un pueblo prehispánico que
vivía en las islas que se nombran con la misma palabra y varias regiones de lo que
hoy es sudamérica, quienes fueron los que más aguerridamente lucharon contra el
colonizador europeo. Esto se sabe porque una de las fuentes confirmadas de
Shakespeare fue Montaigne, quien en sus ensayos dedica unas palabras a los
caníbales, de hecho, Montaigne en 1562 se encuentra entre el séquito de Carlos
IX en una campaña del bando católico contra los hugonotes para recuperar la
ciudad de Rouen. Ahí las autoridades del país le permiten tener una entrevista con
un séquito de naturales recién llegados (traídos sería, porque no sé si tuvieron
libertad para decidir ir) del Brasil. La conexión entre Calibán y América Latina, es
entonces innegable.
 Ariel

Ahora bien, a pesar de esta evidente relación, en 1900 el escritor uruguayo José
Enrique Rodó publica el ensayo Ariel y curiosamente en este texto, el símbolo de
América Latina no va a ser Calibán, sino Ariel. Dirigido a las nuevas generaciones
en el cruce al siglo XX, pienso el texto dividido en 6 partes, la primera estaría al
incio al final del texto y es la narración de parte de Rodó de la sala en que se
reúnen a clase Próspero y sus discípulos. Las otras 5 partes se dividirían
respectivamente por sus temas y abarcarían todo el discurso de Próspero. Se
desglosan en el orden en que aparecen:

1.- la primera de ellas es la que toca el tema de la juventud como fuerza y tesoro.
La llamaré declaración de fé puesto que, si el texto está dirigido a las
generaciones jóvenes, se les dice: …debéis empezar por reconocer un primer
objeto de fe en vosotros mismos. También en esta parte se dice que la juventud
significa: luz, amor energía. Pero este apartado podría tener un núcleo medular
aún más fuerte que el evocar ideales altos, por medio de la oratoria, a los jóvenes.
Pues cuando se dice lo que significa la juventud, Rodó menciona la tesis de que,
así como existe y significa eso para los individuos y las generaciones, también
significa y existe para el proceso evolutivo de las sociedades. A partir de ahí
ejemplifica esto con la Grecia antigua de la cual se llega a decir, con Michelet, que
su actividad fue un festivo juego alrededor del cual se agrupan y sonríen todas las
naciones del mundo. ¿Cuál es entonces la primera página, aportada por Rodó
como lo decía al inicio de su discurso, del proyecto que han de trazarse estos
jóvenes que veían de frente el siglo XX? Hacer de la juventud una realidad de la
vida colectiva. Porque después de que revisa a la joven Grecia y sus niñerías, y al
maestro de Galilea le ve como un jovenzuelo rebelde que caminaba por los prados
de Israel contemplando las flores y los líricos de los campos; después de estos
ejemplos de infantil belleza digo, que menciona el análisis de un supuesto escritor
sagaz que revisa en la novela de su tiempo una decreciente manifestación del
espíritu joven. Por ello los motiva a que se lancen la vida con las mejores
prebendas de la juventud, para que esta haga sentir su presencia en ella desde el
momento en que la afronten con la mirada del conquistador.

2.- La segunda insistirá en la conciencia de la unidad fundamental de nuestra


naturaleza. Esta conciencia consiste en que cada individuo humano sea un
ejemplar de La Humanidad. La llamé por la tanto sobre la unidad integral de lo
humano. El cual implicaría que sin importar las diferencias a en actividades,
modos de cultura, se puede aspirar a realizar por la íntima armonía del espíritu el
destino común de los seres racionales. Además, sirve de guía pedagógica; pues
en esta misma parte se arrojan críticas a cierto falsísimo y vulgarísimo concepto
de la educación (el utilitarismo), que mutila esa integridad de lo humano por un
pragmatismo simplón y una especialización prematura. Por tanto, se les insta a
comprender y estudiar diversas materias, se les dice: aspirad pues, a desarrollar
en lo posible, no solo un aspecto, sino la plenitud de vuestro ser. Esta
especialización, traducida a dispersión, daña no sólo la solidez d la estructura
social, sino que también a su estética, la estética de la estructura social. Esta
implicaría fundar la concepción de la vida en un concierto de todas las facultades
humanas, cuerpo y alma. Hablaba Rodó de la paideia griega, la educación por
medio de la poesía. De ahí la curiosa leyenda del patriarcal rey de oriente, el cual
era muy hospitalario y las salas de su palacio siempre estaban en fiesta, todos
querían estar con él, incluso la naturaleza misma se decía que tenía atracción por
él. Pero dentro, muy dentro del palacio, estaba una sala en la que nadie tenía lícito
entrar, excepto el rey. Nada del ruido exterior llegaba ahí, curioso, como en el
fondo de nuestras almas, en ese alcázar al que tal vez pocos, o tal vez nadie,
hemos dejado entrar. Después de darles las pautas de su educación para que no
se les olvide ese recinto sagrado, para finalizar, les dice Rodó su lema de vida una
vez más: mantener la integridad de vuestra condición humana.

3.- La tercera parte del discurso se detendrá para expresar el máximo ideal de los
seres racionales y o aquél único que engloba una mayor intención universal, el
sentimiento de la belleza, la emoción de lo bello. Llame por tanto a esta tercera
parte sobre el sentimiento de lo bello como el máximo ideal. Además de ser
un ideal por sí mismo deseable, Rodó sostiene además que el educado sentido de
lo bello es el: colaborador más eficaz en la formación de un delicado instinto de
justicia. Nunca será más grato cumplir con el deber que cuando, además de ser
una imposición, es una armonía estética. Rodó con esto se pone del lado de
aquellos que ven en el bien y la belleza conceptos y realidades hermanadas. Por
ello pude decir: Dar a sentir lo bello es obra de misericordia. Por ello también la
virtud es un género de arte, un arte divino. Y por ello mismo aquél que ya ha
distinguido lo vulgar y feo de lo bello, lleva ya media jornada para distinguir lo
bueno de lo malo. Pero no es que se identifiquen, en realidad son como senderos
lo dice el mismo Rodó, y no es el de la belleza el mismo sendero del bien, sino un
camino paralelo.

4.- Como tal, la cuarta parte aborda una de las causas que fundamenta el
desborde del espíritu utilitario. Son dos, las revelaciones de la ciencia de la
naturaleza y las difusión y triunfo universales de las ideas democráticas. Por ello
llamo a esta parte Sobre la democracia. La cual Rodó no desecha, sino que hace
un tratamiento crítico de la democracia, pues termina afirmando que aun cuando
hay que conservarla, no por ello va a degenerar en la igualdad en lo mediocre,
porque toda igualdad en condiciones es, en el orden de las sociedades como en el
de la naturaleza, un equilibrio inestable. Para Rodó el fin último de la democracia
no es eliminar las superioridades injustas para conquistar una igualdad mediocre,
sino para que encuentre las verdaderas superioridades, basadas en el verdadero
talento. Por ello, el deber del estado consistiría únicamente en poner una igualdad
de condiciones que permita desarrollarse libremente al individuo, esto es una
igualdad inicial. Pero no se debe buscar más igualdad que esta inicial, después de
ella toda desigualdad será justificada dice Rodó. Para finalizar dejo una cita que
resume todo lo anterior: Racionalmente concebida (cabe decir que ese
racionalmente yo le pongo, críticamente), la democracia admite siempre un
imprescriptible elemento aristocrático, que consiste en establecer la superioridad
de los mejores, asegurándola sobre el consentimiento de los asociados.
5.- Ya esta última parte del discurso señala directamente quienes ostentan la
concepción utilitaria de la vida y la igualdad en lo mediocre como sus divisas
personales: Estados Unidos. Esa democracia formidable y fecunda que allá en el
Norte ostenta su prosperidad y poder. Llamo por lo tanto a esta parte el Calibán
de Rodó. Aquí advierte sobre la fascinación que este monstro nórdico nos deja al
grado de generar una veneración e imitación casi inconscientes. Habría que
respetar su modo de vida como una natural expresión de su ser, apreciar y
aprender de ellos sin olvidar los caracteres personales nuestros, no caer en la
imitación unilateral.

Haré una pequeña conclusión aquí que intentará subdividir las partes del texto. Si
las primeras tres partes exponen un ideal de vida a aquellos jóvenes que tienen fé
en su tesoro y fuerza en su juventud, un ideal que se desenvuelve
armoniosamente guiado por el sentimiento de lo bello como máximo ideal; si esto
es así, las últimas dos son una crítica férrea a la concepción utilitaria de la vida
que se concibe siempre en función del inmediato interés. Las primeras pueden
entonces llamarse visión utópica mientras que las últimas dos serían la
supuesta realidad calibanesca. Digo supuesta por en ellas Rodó acepta la
interpretación de los Estados Unidos de América como como Calibán, que como
tal es eso, una interpretación que me parece no se acerca a la realidad. Más
adelante en el apartado de Retamar se abordará la crítica a ello y se verá el
trasfondo de esta interpretación.
 Calibán

En 1971 me figuro, para celebrar los 100 años desde le natalicio de Rodó, escribe
el pensador cubano Roberto Fernández Retamar, el texto Calibán. Compuesto de
8 partes: 1.- Una pregunta, 2.- Para la historia de Calibán, 3.- Nuestro símbolo, 4.-
Otra vez Martí, 5.- Vida verdadera de un dilema falso, 6.- Del mundo libre, 7.- El
provenir empezado, 8.- ¿Y Ariel, ahora? Como lo he mencionado arriba, no todos
son los apartados son esenciales para abordar lo que nos interesa, que es ver
cómo se expresa nuestra identidad como latinoamericanos en las interpretaciones
que de la obra se hace. Por tal motivo de los ocho reviso una pregunta, para la
historia de Calibán, nuestro símbolo e ¿y Ariel, ahora?

1.- Este apartado aborda la cuestión del estado de colonización por partes de
ciertas partes del mundo. La pregunta que le hace a Retamar el periodista
europeo de izquierda: ¿existe una cultura latinoamericana? es absurda. Es como
si nos preguntasen si existimos. Pero eso enfatiza Retamar en que era europeo y
además de izquierda. Porque si bien fuera de derechas ni si quiera hace la
pregunta, afirmaría seguramente lo segundo. Son estas dos visiones las que se
tienen del latinoamericano en su condición colonial, visiones que se tienen de
cualquier nación salida del colonialismo, se podría decir. Pero junto con Martí,
Retamar cree que esta situación es íntimamente característica de América, de
nuestra América. Esto por cuestiones de mestizaje, cosa que siempre ocurre
cuando hay relaciones colonizador/colonizado, pero en la mayoría de los casos
ese mestizaje es cuestión accidental y poco natural, recuerda Retamar el
apartheid norteamericano; mientras que para América Latina es mestizaje es no
accidente, sino esencia, se podría decir. Mientras que otros coloniales conservan
ciertos rasgos autóctonos a pesar de la dominación, vietnamitas, argelinos,
polacos, el latino no lo hace, es domeñado y como Calibán en la tempestad, no le
queda más que maldecir a sus dueños con el mismo lenguaje que le enseñaron.

2.- Pero ¿cuál es el inicio del caníbal? Porque el mundo clásico conoció a los
antropófagos, pero nunca los vio como siervos y sujetos abyectos indignos de
leyes o civilidad. Mientras que la concepción europea del caníbal sí que la tiene.
Esta puede rastrearse según consejo de Retamar hasta 1492 en los Diarios de
navegación de Cristóbal Colón. Ahí cuenta colón que le hablaban de un pueblo a
los que se les denominaba canibas, que tenían hocicos de perro y se comían a las
gentes. Es esta la opción de la derecha de aquél entonces, mientras que una
izquierda se vería inclinada a una visión más utópica del original americano. Una
versión de este tipo sería el ensayode 1580 De los caníbales de Montaigne. Como
ya dijimos, fuente La tempestad (1611) de Shakespeare. Debido a su realismo el
poeta de Avón cree ambas visiones son conciliables, por eso a uno sus
personajes, Gonzalo, le pone en la boca palabras del mismo Montagine, al mismo
tiempo que pule a Calibán, siervo del sujeto europeo representado en Próspero.
Después dará un salto Retamar a la obra de 1878, Calibán en la que sería una
continuación de la tempestad. Calibán es el pueblo que asciende al poder al tener
victoria sobre Próspero, pero la corrupción no le permitirá detentarlo por mucho,
Ariel ha desaparecido. Aquí menciona el discurso de Paul Groussac de 1898, en
donde se da la idea de que Calibán estaría representado por los estados unidos.
Quisiera hacer un añadido, pues, aunque en este texto no lo menciona, en el XIII
Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios Retamar habla sobre las
resistencias de Calibán en un video, y ahí nos dice que el primero en usar esta
idea pues es Darío, en un texto 1996 titulado Los raros, y aparece en un apartado
que le dedica a Edgar Allan Poe. Continuando con esta trama de texto que ya son
los que más nos interesan, llagamos a la de 1900 del uruguayo Rodó. Ahí, Calibán
son explícitamente los Estados Unidos y Ariel eso que Rodó llama lo mejor de
nuestra civilización. Para Aníbal Ponce en 1935 en el tercer capítulo de su libro
Humanismo burgués y humanismo proletario sigue más Renan poniendo a las
masas sufridas como Calibán, pero esta vez Ariel, es el intelectual, menos atado
que Calibán, pero igual siervo de Próspero, quien es el tirano ilustrado que el
renacimiento ama. El primero en aceptar nuestra identificación con Calibán sería
George Lamming, en 1960 con Los placeres del exilio. Al finalizar la década 1969,
Calibán será asumido con orgullo como símbolo nuestro por tres escritores
antillanos: Aimé Cesaire, Edward Kamau Brathwaite y Roberto Fernandez
Retamar.

3.- Es pues Calibán nuestro símbolo y Rodó se equivocó al ver en Ariel nuestro
numen. Por ello hace una inmensa lista de nombres de artistas, escritores,
pensadores latinos que han aportados a la historia de la cultura por la que
preguntaba el periodista del inicio. Ahora bien, si se equivocó Rodó en los
símbolos, no lo hizo así al advertir el peligro que acecha América Latina desde el
norte. De hecho, no puede ni si quiera puede Retamar decir que la obra de Rodó
no tenga vigencia, sino todo lo contrario, inclusive llega afirmar que un análisis
extenso del Ariel incluso podría arrojarnos a un Rodó que defiende los valores
democráticos y morales frente a los antidemocráticos de un Nietzsche o un Renán,
es esto a lo que en el análisis que hice de la sección 4 del discurso de Próspero
llamo el tratamiento crítico de la democracia por parte de Rodó. La palabra
autóctona que expresa la dialéctica de Calibán, quien aprende el lenguaje de su
dueño para maldecirlo, sería mambí, que expresaba en las guerras de
independencia que todos los del ejercito independentista equivalían a esclavos
negros, mientras que ahora es de las más veneradas en cuba. Por eso puede
decir Retamar: Nos llaman Mambí, nos llaman negros para ofendernos, pero
nosotros reclamamos con un timbre de gloria el honor de considerarnos
descendientes de mambí, descendientes de negro alzado, cimarrón,
independentista; y nunca descendientes de esclavista.
4.- Para finalizar su obra, Retamar aborda la cuestión de Ariel ¿qué sucede con
este sujeto que a pesar de estar un poco más libre que Calibán, sigue siendo
esclavo de Próspero? Dos opciones, o sigue a Próspero o ayuda a Calibán en su
tarea liberadora de las manos del primero. Si decide ayudar a Calibán entonces se
volverá, en palabras gramscianas, un intelectual tradicional. Pues la mayoría de
los intelectuales al servicio de las masas explotadas provienen de la burguesía.
Para nosotros, el autor del presente se quiere incluir dentro de estos intelectuales,
Retamar da las siguientes palabras: la intelectualidad que se considere
revolucionaria debe romper sus vínculos con la clase de origen (con frecuencia, la
pequeña burguesía), y también debe romper sus nexos de dependencia con la
cultura metropolitana que le enseñó, sin embargo, el lenguaje, el aparato
conceptual y técnico. El ejemplo preclaro es Martí, cuando Martí desecha la
ideología anglosajona para Retamar esto es lo mismo que la maldición de la plaga
roja de Calibán sobre Próspero. La revolución a la que se suman los pueblos
latinos han de ir en el mismo sentido que la revolución cubana de tintes
socialistas. Pero no es una traslación inauténtica e imitativa simplemente del
socialismo ruso, sino que entiende Retamar que este socialismo debe tener un
cariz latinoamericano. Todo ello es un agregado de lo que ya Martí había dicho:
insértese en nuestras Repúblicas el mundo, pero sea el tronco el de nuestras
Repúblicas. Porque al ser socialista la revolución latinoamericana acepta el legado
por el socialismo que viene de parte de los demás países ya socialistas.

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