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UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

FACULTAD: DERECHO
ASIGNATURA: HISTORIA DEL DERECHO
PROFESOR: JHON FISHER MUÑOS
ESTUDIANTE: DECCY LILIANA RICO PARRA
FECHA: 22 DE SEPTIEMBRE DE 2010

¿QUIÉN FUE MANUEL QUINTÍN LAMER Y POR QUÉ ES CONSIDERADO


UNO DE LOS GRANDES LUCHADORES POR LA IGUALDAD EN
COLOMBIA?

MANUEL QUINTÍN LAMER.

Líder indígena caucano (El Borbollón, Hacienda La Polindara, cercanías de


Popayán, octubre 26 de 1880 Ortega, Tolima, octubre 7 de 1967).

Manuel Quintín o Juan Quintín Lame, como aparece en su partida de


bautismo del 12 de diciembre de 1880, de la parroquia de San Miguel
Arcángel de Puracé, fue un indio que asumió la defensa de su gente, en una
sociedad en la cual la palabra indio ha sido insultante.

Su padre, Mariano Lame, descendiente de indígenas del pueblo Páez, y su


madre Dolores Chantre, cuyos ancestros estaban radicados en la región
desde tiempo inmemorial, vivían con sus seis hijos en un pequeño fundo que
ocupaban en calidad de terrazgueros en la Hacienda La Polindara [mediante
la terrazgueros, práctica común en el Cauca, el indígena adquiría la
obligación de pagar con días de trabajo no remunerado, el derecho a
sembrar una parcela en tierras que se consideraban propiedad de una
hacienda]. En ese fundo Manuel Quintín, como se hizo conocer él mismo, al
igual que sus dos hermanos (y que muchos otros niños campesinos de
Colombia), fue testigo de las "heroicas" acciones de los guerreros
republicanos. Durante la guerra civil de 1885, luego de que las tropas
gubernamentales derrotaron al ejército rebelde en Silvia (Cauca), llegaron a
la casa de los Lame tres hombres armados que violaron a Licenia, su
hermana muda. Ella murió cinco años después, cuando Manuel Quintín
empezó a ayudar a sus hermanos mayores en las faenas agrícolas. Fue
precisamente desde su velorio, cuando Lame empezó a frecuentar el rancho
de Leonardo Chantre, su tío materno, quien viejo, solo y cojo, acostumbraba
a leer periódicos viejos durante sus descansos. A él y a sus hermanos, el
anciano les narraba historias de duendes, de brujas, las cosas que sucedían
en Popayán y les leía fragmentos de las noticias que aparecían en sus
periódicos.

1. LAME, Q. (1939). Los pensamientos del indio que se educó en las selvas colombianas.
Bogotá, Funcol, S.F
La lectura atrajo el interés de Lame, quien solicitó a su padre lo matriculara
en la escuela. Como respuesta, su progenitor le puso al frente un hacha, una
hoz, una pala y un güinche y le dijo que esa era la verdadera escuela del
indio. El muchacho optó por esforzarse y aprender con su tío los rudimentos
de la lectura y la escritura, utilizando la tierra, las paredes y las hojas de
palmicha para su deletreos. También por esta época, Lame fue escogido
como "paje" por el patrón de La Polindara. A cambio, su trabajo fue
descontado del terraje que debía pagar su padre, quien, con el tiempo libre
que le quedó, pudo sembrar un papal y con sus frutos comprar varias ovejas
y una vaca parida. Unos años después, en 1894, los terrenos de El Borbollón
fueron vendidos al dueño de la hacienda de San Isidro, en una transacción
que incluyó a los terrazgueros. El nuevo patrón redujo el tiempo de trabajo de
Mariano Lame de cuatro a dos días semanales, y lo autorizó para que
cultivara trigo en una huerta que lindaba con su encierro. La producción de la
huerta, que pudo atender gracias a la rebaja de su terraje, le permitió obtener
los recursos necesarios para cumplir su vieja aspiración de comprar
Pichinguará, un lote de 80 fanegadas, a dos leguas del Borbollón. Aquí, al
igual que cuando Manuel Quintín trabajó como paje, quedaba en claro
cuánto representaba para el indio, en términos de bienestar y de capacidad
de acumulación económica, el tiempo que debía trabajar para el hacendado,
a cambio de tener acceso a un pequeño "encierro". A partir de esa época
mejoraron significativamente las condiciones económicas de Mariano Lame,
quien ahora distribuía su tiempo y el de sus hijos entre el terraje, el cultivo de
Pichinguará y el negocio de compraventa de vacunos y caballares que allí
había establecido.

Manuel Quintín, se hizo cada vez más fuerte y con el tiempo adquirió fama
de licencioso, debido a su afición por las mujeres. Su fama terminó
beneficiando a los curas, ya que en 1899 Mariano Lame terminó costeando
las fiestas religiosas que se hicieron cuando las misiones visitaron el sur del
país. Con ello el padre trató de atenuar las continuas recriminaciones de los
religiosos por el comportamiento díscolo de su hijo. Este problema se vio
bruscamente interrumpido cuando en noviembre de 1899 Manuel Quintín y
dos de sus hermanos fueron atacados por un grupo de liberales que
buscaban atemorizar a la familia Lame, conocida por su apoyo al gobierno.
Manuel Quintín y Gregorio Nacianceno lograron huir, pero a Feliciano, el otro
hermano, lo mutilaron a machetazos. Esta experiencia lo predispuso a
ingresar a las filas del ejército gubernamental, en enero de 1901, cuando los
indios solteros que asistían a una fiesta de inauguración de la capilla de San
Isidro, fueron rodeados por una patrulla que buscaba enrolar soldados. Por
esa época Lame ya sostenía relaciones estables con Benilda León, con
quien se casaría poco después, haciendo uso de una licencia. Durante su
estadía en el ejército, viajó a Panamá como ordenanza del general Carlos
Albán, de quien recibió lecciones de lectura, escritura y nociones de historia.
Su estadía en Panamá fue relativamente corta, ya que a mediados del año
tuvo que ser trasladado nuevamente a Popayán, debido a problemas de
salud.

La vinculación de Manuel Quintín Lame al ejército se prolongó hasta 1903,


cuando concluyó la guerra de los Mil Días. Pidió entonces al dueño del
Borbollón le diera un "encierro" al lado del de su padre, en el que se instaló
con Benilda y con su pequeña hija Lucinda. A cambio debía trabajar dos días
semanales en la hacienda. Durante los años siguientes, Lame se dedicó a
las faenas agrícolas, que fueron relativamente prósperas, hasta la muerte de
su esposa a finales de 1906.

2. CASTRILLÓN, D. (1971). “El Indio Quintín Lame”. Bogotá, Tercer Mundo.


Después de ese golpe empezó a sentirse insatisfecho y a desear adquirir las
tierras en las que vivía, desentendiéndose así del pago del terraje. Propuso
entonces la compra de las tierras al dueño de la hacienda, quien rechazó de
plano la oferta. A partir de entonces, su insatisfacción se empezó a
manifestar en forma encubierta. Se volvió descuidado en su trabajo, bebedor
y mujeriego.

Sin embargo, alrededor de 1911, se casó con Pioquinta León. Su segundo


matrimonio coincidió con la desmembración del Cauca Grande, que forzó a
los empresarios payaneses a buscar nuevos ingresos en la ganadería,
utilizando las tierras de la cordillera Central. La reorientación de la economía
tuvo como resultado la valorización de las tierras y llevó a los hacendados a
imponer restricciones a sus terrazgueros, consistentes en la reducción de
sus "encierros", la prohibición para sembrar rozas en montes apartados de
éstos y la obligación de colocar cercas. Tales medidas que significaron una
importante reducción de los ingresos de los indígenas, indujeron a Lame a
consultar a un abogado en Popayán, quien le confirmó que los títulos de
propiedad del dueño de la hacienda eran válidos y que no cabía ninguna
acción legal contra él.

A pesar del concepto del abogado, Lame decidió estudiar el asunto por su
cuenta y adquirió el Código Civil, así como un libro titulado El abogado en
casa, textos ambos cuyo estudio y uso posterior le permitieron asumir
directamente la defensa de los derechos de los indígenas. También buscó
que el patrón le redujera el tiempo de terraje para reunir ciertos ahorros y
adquirir tierra propia; sin embargo, su solicitud fue rechazada tajantemente.
Empezaron entonces a germinar sus ideas sobre el derecho del indio a la
posesión de la tierra de sus ancestros. Exponerlas ante su padre, éste le
asignó una porción de tierra en Pichinguará, que había cambiado de nombre
para llamarse San Alfonso. La oferta no fue suficiente.

Manuel Quintín empezó a divulgar sus ideas de casa en casa, primero entre
el círculo de parientes y amigos y luego a los terrazgueros de las haciendas
circunvecinas. En un principio fue escuchado con recelo, pero poco a poco
sus actividades en defensa de los indios le fueron ganando ascendiente
entre ellos. Lame se había dedicado a enfrentar las injusticias de
mayordomos y vaqueros, presentando sus denuncias ante los alcaldes e
inspectores, basándose en los conocimientos adquiridos en los libros de
leyes. Para el desarrollo de tales actividades obtuvo la colaboración de
Jacinto Calambás, de la parcialidad de Coconuco, quien actuó como su
secretario. Luego el cabildo de la parcialidad de San Isidro lo nombró jefe,
representante y defensor general, hecho que muestra el respaldo que
obtenía entre su gente. Por esa época dejó de descontar terraje, a pesar de
las advertencias del mayordomo. Se presentó entonces ante el patrón, a
quien le habló de las leyes que impedían el desalojo del "encierro", donde
estaban los cultivos que él había plantado, y le explicó sus ideas sobre el
derecho ancestral del indio a la tierra. Para contrarrestar la influencia que iba
tomando Lame, los hacendados emprendieron campañas para
desprestigiarlo. Entre tanto, él continuó sus labores de adoctrinamiento, en
contra de la obligación del indio al pago de terraje. Nuevos indios se fueron
sumando a su equipo de secretarios, y entre 1915 y 1917 se incorporaron
indios de otras comarcas, como Tierradentro y Silvia, en el Cauca. Los indios
comenzaron a negarse a pagar terraje y algunos fueron detenidos.

3. TELLO, PIEDAD L. (1983). "Vida y lucha de Manuel Quintín Lame". Tesis de Grado, Departamento de
Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá.
De otra parte, los mayordomos empezaron a ser amenazados e incluso
golpeados. El temor de los hacendados aumentó a raíz de la toma pacífica
de la población de Paniquitá, en 1914.

Los indios entraron en medio de chirimías y cohetones, y se agolparon a


escuchar el discurso de Manuel Quintín Lame, quien les señaló que las
palabras del Himno Nacional eran una mentira, al igual que la independencia,
porque a los indios no les habían devuelto sus tierras. A la orden del líder, los
indios se marcharon de la población antes de que llegara la policía. Se
adelantaron entonces gestiones para enfrentar a los indios entre sí, lo que
creó un bando "antiquintinista", y tuvieron lugar enfrentamientos entre los
indios.

Ese año Lame se trasladó a Tierra dentro, atendiendo una llamada de los
indígenas Paeces, quienes luchaban contra la invasión de las tierras de sus
resguardos por parte de extraños radicados en Inzá. Decidió entonces ir a
Bogotá a exponer la posición de los indios y, de paso, visitó varias
comunidades indígenas del Tolima, que también tenían problemas de tierras.
En agosto de 1914 ya estaba en la capital, donde se entrevistó con Marco
Fidel Suárez, en ese momento ministro de Relaciones Exteriores, y con el
ministro de Guerra. Por iniciativa del primero de ellos se le facilitó el acceso
al Archivo Nacional; allí estudió las cédulas reales de los resguardos, a las
cuales se remitiría en futuros escritos. También presentó ante el Congreso
las denuncias formuladas por las comunidades paeces de Tierra dentro.

A su regreso de la capital, a fines de 1914, se reunió con los cabildos de las


comunidades indígenas de Tolima, Huila, Tierradentro, Cauca y Valle, con la
idea de llevar a cabo un levantamiento general, que se planeó para el 14 de
febrero de 1915.
La idea de este levantamiento era la de formar una "República Chiquita" de
indios, que operara al margen dé la de los blancos. Los indios debían alzarse
y apoderarse de las fincas para distribuir las tierras equitativamente.
Conocido el plan por las autoridades, Lame fue capturado el 22 de enero de
1915, en el pueblo de Coetando, en Belalcázar, y trasladado a Popayán,
ciudad en la cual estuvo preso durante nueve meses. Después de su
reclusión aparentó entregarse a las faenas agrícolas, pero mantuvo sus
actividades políticas. De esta forma logró desorientar a las autoridades que
lo vigilaban y neutralizar los continuos rumores sobre la continuación de sus
actividades proselitistas. Llegó a ser detenido en algunas poblaciones del
Cauca, a las que se desplazó por distintos motivos, pero estas detenciones
dieron pie para que Lame se quejara de las persecuciones de que era objeto,
las cuales, a su vez, no eran infundadas.

Los hacendados presionaban a las autoridades para que detuvieran al indio,


a pesar de que no existían cargos que permitieran hacerlo en el marco de la
ley. Sin embargo, el asalto del estanco de Silvia (Cauca) perpetrado por los
indios, y las declaraciones de dos de los participantes sobre un proyecto para
atacar pueblos y haciendas de la cordillera, dio base para que se ordenara
su detención. Pero cuando la orden de captura se fue a hacer efectiva, Lame
desapareció. Se dedicó entonces a recorrer los pueblos, veredas y
resguardos de la cordillera y a organizar su "gobierno chiquito" entre los
indígenas del Cauca, Valle, Huila, Tolima y aun Nariño. Para entonces sus
demandas no se limitaban a la supresión del pago del terraje, sino que
buscaban que los indios tuvieran representación en el Congreso Nacional,
para que pudieran expedir leyes que les fueran favorables.

En junio de 1916 las actividades políticas de Manuel Quintín Lame se


suspendieron a raíz de su detención en San Isidro. De allí fue remitido a
Popayán, a pesar de los esfuerzos de los indios de la región por liberarlo. En
esta oportunidad su encarcelamiento dio lugar al desarrollo de debates
periodísticos en Popayán, en los cuales la oposición al gobierno del
presidente José Vicente Concha (1914-1918) se burlaba del Ejecutivo por
considerar a Lame como un peligro para su estabilidad.

Al mismo tiempo, en la región crecía el temor por las posibles reacciones de


los indios. La libertad incondicional de Manuel Quintín Lame, ordenada por el
juez en septiembre de ese año, no hizo sino encender el debate, debido al
temor que inspiraba Lame en ciertos sectores. Una vez libre, Lame lanzó su
consigna sobre la reconquista de Tierra dentro y emplazó al alcalde de
Belalcázar para que desocupara la población, lo cual dio lugar a un
enfrentamiento entre los dos dirigentes, en el cual Lame resultó herido.

A pesar de la derrota, en noviembre de 1916 dirigió a los indígenas que se


encaminaron a Inzá, donde fueron repelidos por las autoridades y por los
indígenas que se le oponían, encabezados por Pío Collo. El enfrentamiento,
en el que las fuerzas de Lame fueron repelidas, dejó un saldo de seis
muertos, catorce heridos y varios indígenas paeces detenidos. Lame
continuó entonces sus operaciones dentro de la clandestinidad. Después de
encabezar algunos asaltos a fincas para abastecer a sus seguidores, se
dirigió a Puerto Asís, de donde regresó a raíz de la muerte de su esposa
Pioquinta.

En abril de 1917, encabezó un asalto a la hacienda San Isidro, que, al


parecer, tuvo por objeto concentrar la atención de las autoridades en ese
lugar, y huir hacia Cajibío. Para esa época, próxima a las elecciones, los
liberales buscaron el apoyo de Lame, cuyos seguidores, sólo en el Cauca,
ascendían a 50 000 indios. Lame optó por apoyarlos, sin embargo, uno de
los miembros de la comisión liberal encargada de dialogar con el dirigente, lo
entregó a las autoridades a cambio de 400 pesos. Se organizó entonces una
emboscada, que logró sus objetivos a principios de mayo de 1917. Lame no
sólo fue detenido, sino golpeado brutalmente y conducido de nuevo a
Popayán. Esta vez la detención del dirigente fue larga y penosa. Tuvo que
esperar cuatro años para que se llevara a cabo la audiencia pública para
juzgarlo y, en la prisión, se le dio un trato que minó su salud, tal como lo
denunció el propio Lame en carta dirigida al fiscal del juzgado, el 3 de
octubre de 1918. En el juicio, que se realizó en abril de 1921, Lame asumió
su defensa. Habló durante quince días consecutivos y, finalmente, el jurado
de conciencia lo declaró culpable por los delitos de hurto, asonada, fuerza y
violencia, y fue condenado a cumplir cuatro años y unos meses de prisión. Al
computársele el tiempo corrido desde su detención, fue dejado en libertad el
23 de agosto de 1921. Entretanto, el encarcelamiento del líder había
obligado a los indios a replegarse, al tiempo que se adoptaban medidas que
iban contra su unidad. En 1920 se extinguieron varios resguardos del Tolima,
que fueron parcelados y absorbidos por hacendados y dirigentes indios
deseosos de ampliar sus terrenos. Varias comunidades indígenas formaron
el Supremo Consejo de Indios, bajo la dirección de José Gonzalo Sánchez y
Eutiquio Timoté, para defender los derechos y propiedades de los indígenas.
Al salir Manuel Quintín Lame de prisión, fue llamado al Tolima para unirse al
movimiento. Luego de pasar por Ortega, decidió volver a Bogotá a presentar
sus quejas ante los "altos poderes". A principios de 1922 estaba en la capital,
explicando los daños que sufrían los indígenas como consecuencia de la
parcelación de los resguardos. Posteriormente, sin obtener ningún resultado
concreto, regresó al Tolima y luego se dirigió al Huila, departamento en el
que también había fuertes presiones para parcelar los resguardos indígenas.
En marzo de 1922, en San Roque de Caguán, en el Huila, las autoridades
atacaron a los indígenas cuando celebraban una minga o reunión a la que
asistiría Lame. En el choque resultaron muertos tres indígenas y otros más
heridos, y Lame tuvo que huir nuevamente. Mientras tanto, el dirigente se
defendía mediante memoriales enviados a las autoridades para demostrar
que no era responsable de la masacre. Paralelamente trataba de dar
solución a los problemas que vivían los indígenas de Ortega y Chaparral,
cuyos resguardos habían sido parcelados. En un incidente que se produjo
durante una minga que se hizo para levantar las primeras viviendas en Llano
Grande y fundar el pueblo de San José de Indias, tuvo un intercambio de
insultos con un vecino y terminó en la cárcel del Guamo. Esta vez su prisión
fue corta y salió libre a fines de julio de 1922.

En julio de 1924 se encontraba nuevamente en Bogotá, presentando sus


quejas ante el gobierno. Luego retornó al recién fundado pueblo de San José
de Indias, para dirigir su organización. Durante esta época alternó las
gestiones judiciales en defensa de los indígenas, con la redacción de su libro
El pensamiento del indio que se educó en las selvas colombianas, publicado
bajo el título En defensa de mi raza (1971), que recoge su pensamiento y
experiencias. Poco después se produjo su rompimiento con José Gonzalo
Sánchez y Eutiquio Timoté, a raíz de la decisión de éstos de vincularse al
partido comunista, en 1930. Lame, profundamente católico, nunca simpatizó
con los postulados "ateos" de los comunistas.

En 1931 fue nuevamente encarcelado, cuando la violencia política llegó


hasta San José de Indias. En esa oportunidad fueron masacrados 17 indios
del lugar, mientras otros 37 quedaron heridos. Manuel Quintín Lame fue
conducido a la cárcel de Ortega, donde fue sometido a torturas y malos
tratos durante los dos años de su permanencia en prisión. Al salir pudo
apreciar de cerca los estragos de la violencia y el estado de postración en
que había sumido a las comunidades indias. Siguió entonces su labor de
defensa de los derechos indígenas por la vía legal, hasta que en 1938
pareció coronar el éxito, al decretar el gobierno la restitución de los
resguardos de Ortega y Chaparral. Sin embargo, se trató de una ilusión
pasajera.

En 1939 las autoridades municipales, incitadas por los hacendados, se


negaron a reconocer la reintegración de los resguardos y, además, gravaron
las propiedades indígenas con el impuesto catastral. Una vez más Manuel
Quintín Lame presentó sus quejas ante las autoridades municipales y
departamentales, sin obtener ningún resultado. Luego se dirigió a Bogotá,
donde llegó a fines de 1942. Poco logró el dirigente en la capital, más allá de
una conferencia que organizó el Instituto Etnológico Nacional para que
expusiera sus planteamientos. Regresó a Ortega y desde allí continuó
dirigiendo sus memoriales a las distintas autoridades, hasta poco antes de su
muerte. Aunque la lucha por el respeto de los derechos indígenas en que se
comprometió este líder no ha concluido, su proyecto sobre la representación
de los pueblos indios en el Congreso es ya un hecho y cada día encuentran
mayor aceptación los esfuerzos de los indígenas por conservar y mantener
su identidad cultural.

Movimiento Lamista

Hijo de terrazgueros, y terrazguero él mismo, Manuel Quintín Lame inició una


campaña que buscaba eliminar la terrazguería; sin embargo, ésta no
desapareció sino hasta finales de la década de los años setenta, bajo la
presión del Comité Regional Indígena del Cauca (CRIC).
Lame comenzó por investigar los títulos coloniales de las tierras de indios,
concentrando su interés en los problemas de los resguardos, donde encontró
gran acogida. Nombrado por los indígenas del Cauca, Defensor General de
los indios, demandó ante el gobierno y la sociedad colombiana la expedición
de una ley que ordenase la devolución de las tierras perdidas. Su influjo se
extendió entre los resguardos más remotos del Valle del Cauca, Nariño,
Putumayo, Huila y Tolima; y su figura comenzó a aparecer rodeada de un
halo de leyendas.

Desde las primeras décadas del presente siglo, el Movimiento Lamista se


enfrentó a la aparición sucesiva de leyes que ordenaban la disolución de los
resguardos de indios. De allí que el reconocimiento y aplicación de la ley 89
de 1890, que protegía los intereses de los indígenas, se convirtiera en
bandera esgrimida por Lame a lo largo de su vida.

Buscó la reivindicación de otros derechos que sólo fue posible ver


consagrados en la Constitución de 1991, a saber: posesión de sus territorios,
conservación de la cultura, educación, participación en las Cámaras
Legislativas y derecho a ejercer su propio gobierno. Sus planteamientos, de
hondo carácter indigenista, lo llevaron a proponer la creación de una
República Chiquita de Indios, que pudiera enfrentar a la República Grande
de Blancos. Del mismo modo, rechazó la ayuda proveniente de los blancos y
de distintas organizaciones que intentaron acercarse a su movimiento; nunca
aceptó el ofrecimiento de abogados que quisieron representarlo en los
incontables juicios en los que prefirió asumir su defensa.

En la búsqueda de soluciones a los problemas de los indios, Lame extendió


su acción política desde la presentación de respetuosos memoriales y
demandas ante las autoridades competentes, hasta visitas a altos
funcionarios del gobierno central e informes al Congreso de la República, en
los que expuso la crítica situación de los habitantes de los resguardos. Bajo
su orientación, surgieron tomas de poblaciones "blancas" o asentamientos
urbanos formados sobre antiguos territorios de resguardos, como Inzá y
Belalcázar en el Cauca.

Su movimiento, dentro del cual sobresalió el indígena Rosalino Yajimbo,


protagonizó repetidos intentos de levantamientos armados manteniendo la
región caucana en estado de alerta. Su vocación autodidacta y el continuo
ejercicio legal, convirtieron a Manuel Quintín Lame en gran conocedor de
códigos y leyes que le permitieron adelantar numerosos litigios. Cerca de la
población de Ortega, en San José de Indias, fundó dos escuelas y un
pequeño centro administrativo donde atendía los reclamos de los indígenas.

El Movimiento Lamista se fue fortaleciendo en el sur tolimense, y vio surgir


dentro de sus filas a otros líderes como José Gonzalo Sánchez y Eutiquio
Timoté. Todos ellos se vieron envueltos en hechos que anunciaban la
aparición posterior de una época de violencia que sacudió al país y que tuvo
fuerte expresión en esa región del Tolima. Luego de afrontar reiterados
episodios de violencia, como el asalto y destrucción de San José de Indias,
períodos de cárcel, y el debilitamiento de su movimiento, Manuel Quintín
Lame se vio obligado a establecerse en la población de Ortega, donde
prosiguió su labor en defensa de los resguardos y de los indígenas que
permanecieron fieles a sus orientaciones. Ni la violencia, ni la pobreza, ni la
cárcel, ni el soborno o la enfermedad, lograron doblegar al infatigable Lame,
quien logró ver reconocida la ley 89 de 1890 como rectora de la vida de las
comunidades indígenas, y el restablecimiento, aunque sólo nominal, de la
Gran Comunidad de Ortega-Chaparral, dos de los principales objetivos de su
vida.
El difícil curso de su existencia, entregada al servicio de los suyos, su
pensamiento y en general su acción política han convertido a Manuel Quintín
Lame en el líder indígena más importante del siglo XX en Colombia.

4. LAME M. (1973). Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle de la "civilización". Selección y
notas, Gonzalo Castillo Cárdenas. Bogotá, Rosca de Investigación y Acción Social.
Bibliografía

1. CASTRILLÓN, D. (1971). “El Indio Quintín Lame”. Bogotá, Tercer


Mundo.

2. LAME, C. MANUEL QUINTÍN. (1939). Los pensamientos del indio que


se educó en las selvas colombianas. Bogotá, Funcol, S.F

3. LAME M. (1973). Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle
de la "civilización". Selección y notas, Gonzalo Castillo Cárdenas.
Bogotá, Rosca de Investigación y Acción Social,.

4. TELLO, PIEDAD L. (1983). "Vida y lucha de Manuel Quintín Lame".


Tesis de Grado, Departamento de Antropología, Universidad de los
Andes, Bogotá.

5. Lame M. Edición original. (2004). Edición en la biblioteca Luis Ángel


Arango: 2004-12-12 Publicado: Biblioteca del Banco de la República.

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