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Bajo la premisa de que la cultura y las artes deben ser un derecho, en el Plan
Nacional de Educación Artística 2015-2018 que encabeza el Consejo de la Cultura
en conjunto con el Ministerio de Educación, con el objetivo de acercar las artes y
la cultura tanto al sistema formal de educación como a otros espacios culturales
que son en efecto, decisivos en la nivelación del capital cultural de nuestros niños,
niñas y jóvenes.
Cuando la educación se encuentra con el arte y la cultura, se abre una vía que
brinda a niños, niñas y jóvenes la posibilidad de desarrollar todo su potencial. Una
educación artística y cultural rica, con sentido, bien pensada y ejecutada, no sólo
ayuda a los y las estudiantes a enriquecer sus proyectos artísticos, motivándolos a
utilizar de manera creativa todos los recursos locales a su alcance, sino también a
formular propuestas que van en beneficio de su desarrollo.
La currícula educativa se ha modificado de acuerdo a circunstancias sociales,
intereses políticos, deseos y necesidades culturales. En estas modificaciones, el
papel de la enseñanza de las humanidades en general, y de las artes en
particular, ocupa un espacio relevante. La visión de preparar a los miembros de la
sociedad para que éstos sean agentes productivos, respetuosos de las normas
sociales, conlleva una visión integral de las principales disciplinas de las
humanidades que cimiente la formación de personas críticas y propositivas; con
conciencia de las necesidades sociales y de las condiciones culturales imperantes.
La enseñanza de la filosofía, de la historia, del arte, tiene como objetivo central la
formación de personas aptas para transformar sus condiciones sociales y las de
su entorno; sustentada en una fenomenología histórica – cultural acorde al
pensamiento crítico en el que se educa. La enseñanza de las humanidades es útil
no sólo para comprender los aspectos ideológicos y paradigmáticos del entorno,
sino también para modificarlos y crear nuevos esquemas y estructuras en los
diversos ámbitos políticos, económicos y sociales. Resulta importante destacar
que de un país a otro, existen distinciones esenciales en cuanto a la enseñanza de
las humanidades; y, concretamente, del arte; y sus repercusiones en las diversas
sociedades.
Son las distintas tradiciones ideológicas en cada sociedad las que determinan el
lugar y la importancia de la enseñanza de las humanidades. En el caso concreto y
reciente de México, la tradición positivista, presente desde hace al menos un siglo,
ha condicionado a un efecto marginal y limitado el aprendizaje de las artes en la
educación básica. Curiosamente, la educación artística siempre ha estado
presente, pero nunca ha dejado de ocupar espacios de marginalidad y de
desprecio inclusive. De acuerdo a los programas oficiales vigentes de la
Secretaría de Educación Pública, de la educación primaria en México se tiene
solamente una hora a la semana de actividades artísticas. Y el poco tiempo no es
lo único factor importante a considerar, sino también la calidad de la enseñanza,
donde como se verá más adelante, existen muchas carencias y limitaciones. El
poco contacto del alumno promedio en educación primaria con los distintos
elementos de la educación de las humanidades y de las artes produce carencia en
aquellos aspectos en los que dicha educación se distingue: promoción de la
creatividad, del pensamiento crítico y de la autoestima. La didáctica en este rubro
también se ve disminuida por el poco tiempo y la poca importancia que los
programas oficiales le otorgan a las actividades estéticas y artísticas.