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PSICOLOGÍA CLÍNICA.

2007

FICHA: Salud Mental: una construcción desde la práctica.

Autor: Silvina Valeria Caballero. 1

INTRODUCCCIÓN
Las prácticas en salud mental no surgieron a partir de una base teórica sólida,
consensuada e incuestionable, lo hicieron asociadas a la enfermedad mental y al
conocimiento pre-científico. Esto llevó a que el ámbito psi fuera siempre entendido
como algo difícil de comprender para el común de la gente o estuviera asociado a lo
siniestro, a aquello que hay que ocultar.
Las vicisitudes del origen tiñeron la construcción de lo que algunos autores
proponen como campo de salud mental. Aún en la actualidad y habiendo pasado ya un
periodo considerable de tiempo desde los albores del surgimiento del concepto - salud
mental - sigue siendo dificultoso definir su alcances y limitaciones así como su
especificidad.
El quehacer profesional actual estuvo influido por los postulados antiguos del
Modelo Asilar así como por la propuesta moderna de la Reforma Psiquiátrica, sin
embargo existen aún dos grupos frente a éstas: los que apoyan y trabajan en la línea de
la reforma y aquellos en los cuales son evidentes los resabios de la psiquiatría clásica.
Sin embargo, las dificultades también se asocian a las asperezas propias de los
vaivenes teóricos que atravesaron las postulaciones referidas al proceso salud –
enfermedad, ya que de ellas se desprendieron las concepciones de salud y enfermedad
mental así como las prácticas asociadas a ellas.
Es claro que arribar a una definición de salud mental no es tarea fácil sin
embargo existen múltiples aproximaciones teóricas que consecuentemente han
impactado en la práctica profesional.
En la actualidad, en Argentina, existen intentos de llevar adelante la Reforma
Psiquiátrica apoyados en las políticas de salud nacionales que se basan en la estrategia
de la Atención Primaria de la Salud (APS). Estos intentos no son nuevos, existieron
movimientos anteriores en las provincias del sur argentino como Rió Negro. Si bien esta
manifestación ideológica tuvo un éxito inmensurable también es cierto que

1
Prof. Aux. Doc. Cátedra Psicología Clínica. Facultad de Psicología. Universidad nacional de Tucumán.
(UNT). E-mail: clinica.psicosomatica@gmail.com

I
lamentablemente al partir su iniciador perdió empuje sosteniéndose tibiamente. No es
casual que esta experiencia haya marcado una diferencia, aún no equilibrada, entre las
provincias del sur y del norte de Argentina. En estas últimas aún es muy notable la
tendencia al modelo asilar o manicomial.
A pesar de estas dificultades la posibilidad de que el campo de salud mental
integre el ámbito de la salud pública abre un camino de unificación en las políticas
nacionales de salud (Plan Federal de Salud, 2004 - 2007) y salud mental (Plan Nacional
de Salud Mental, 2002 - 2006).
Siguiendo las ideas desarrolladas precedentemente, este trabajo tiene como
objetivo brindar una primera aproximación a los distintos conceptos de salud mental así
como presentar el panorama actual en cuanto a la inserción del profesional psi en el
campo de la salud pública.

¿Salud o enfermedad mental? ¿Es posible tal separación?


Antes del Siglo XVIII, no existía una disciplina cuyo objeto de estudio fuera el
enfermo mental o el sufrimiento mental así las expresiones de los trastornos mentales se
asociaban a distintas y desconocidas etiologías.
En el Siglo XVI las expresiones de la enfermedad mental se relacionaban con
causas sobrenaturales tales como posesión de espíritus, brujerías, la presencia o cólera
de los dioses o bien con desequilibrios humorales; concepto propio de la medicina de
aquella época. Este periodo se caracterizó por la ausencia de categorías conceptuales
que permitieran el abordaje de las enfermedades mentales como entidades propias de la
ciencia. Tampoco existía un estatuto social o jurídico para el enfermo mental que lo
protegiera contra los abusos en su trato y los diagnósticos erróneos. .
Durante el Siglo XVII y XVIII, se observó el surgimiento de los grandes
manicomios o asilos como instituciones de represión (Foucoult, 1993). Allí se
internaban a los locos pero también a todos aquellos individuos cuya forma de vida se
alejaba de lo socialmente aceptable (mendigos, prostitutas, huérfanos, delincuentes,
locos, retardados). El asilo se constituyó en una institución de control social.
En el Siglo XIX el estudio de las enfermedades mentales se vinculó
progresivamente al campo de la medicina, como disciplina científica. El enfermo mental
se convirtió en objeto de estudio, de conocimiento. A partir de este momento histórico
la enfermedad mental se explicará desde el conocimiento médico, abordaje en el que
primará la vertiente biológica - organicista.

II
Progresivamente se produjeron importantes avances en el estudio y abordaje de
las manifestaciones del sufrimiento psíquico. Esto llevó a que a que la concepción del
campo psi se fuera modificando.
En el Siglo XX la figura de Freud (1915, 1923) marcó la revolución más
significativa para el campo de lo mental. Se reconoció, no sin obstáculos, la existencia
del inconsciente así como un modelo de aparato psíquico – la primera y la segunda
tópica freudiana -. Desde este momento se considerará la influencia de los factores
psicológicos en la salud y enfermedad así como en la significación de los síntomas.
En los albores del Siglo XXI se reconocen nuevos ámbitos de aplicación de las
disciplinas vinculadas al campo psi así como nuevos espacios de ejercicio profesional
para todas las disciplinas vinculadas a la salud mental. Aún así, sigue siendo un desafío
la inserción laboral en ámbitos propios de la práctica médica como son los hospitales
generales, los centros de atención primaria de la salud y sobre todos aquellos ámbitos
vinculados al subsector público del sistema de salud de Argentina.

El Siglo XX: los comienzos de las prácticas en salud mental.


En el siglo XX comienza a definirse un Sistema de Salud que integra en su
estructura el ámbito de la Salud Mental. Sin embargo se seguirá usando el término
salud mental para referirse tanto a estados de salud como de enfermedad mental.
La implementación del concepto salud mental ha sido paralelo a la concepción
integral del ser humano como entidad biopsicosocial (Moise, 2001; Lellis & Rosetto,
2006). La filosofía que apadrina su nacimiento pretende romper con “el principio de
que la salud mental es solo la ausencia de enfermedad mental y así auspiciar la vertiente
positiva, vertiente que privilegia la prevención de la patología mental y la rehabilitación
(Lluch Canut, 1999).
A principios del siglo pasado, aparecen términos como profilaxis mental –en
Europa – e higiene mental – en EEUU - ambas nociones son precursoras del concepto
salud mental. El modelo de profilaxis mental fue abandonado y cobro relevancia el
modelo del higienismo mental, nacido en EEUU en 1908 con la publicación de
Wittinghan Beers (ex enfermo mental).
Este nuevo modelo surgió a partir de la historia natural de la enfermedad. En ella
se pensada sobre todo en la interacción ecológica y esto permitió, al ampliarse la
práctica médica más allá de la clínica individual (Modelo de la Tríada Ecológica y
Modelo de Campo de Salud), el nacimiento de la medicina preventiva.

III
Esta transformación, en el ámbito médico, tuvo sus correlatos en la psiquiatría.
Así, desde principios del Siglo XX, la psiquiatría basada en la cuantificación de
nosografías asilares fue cuestionada. Este movimiento llevó a que la psiquiatría saliera
de los manicomios y al decir de Kanner (1981) se divorciara de las restricciones
propias del concepto legal de insana de encierro y se dedicara a atender toda clase de
conducta humana defectuosa.
En consecuencia se observa que con el higienismo mental comenzó el
movimiento de crítica al modelo asilar sin embargo no se lograron modificar
radicalmente “los principios de privación de derechos o el modelo de la reclusión” o
exclusión social, muy asociados a la enfermedad y al enfermo mental. (Stolkiner, 2003
pag. 315).
Posteriormente se sustituyó el término higiene mental por el de salud mental.
En el Congreso Internacional celebrado en Londres, en el año 1947, se consolidó dicha
sustitución y se fundó la Federación Mundial de Salud Mental. Esta institución sería la
encargada de organizar los encuentros internacionales y coordinar las acciones de salud
mental a nivel mundial.
Luego de la segunda Guerra Mundial confluyeron distintos factores que
permitieron el surgimiento de verdaderas transformaciones en los modelos asilares. El
escenario era desconocido, las consecuencias de la guerra fueron imprevisibles, los
problemas de salud mental de la población excedían ampliamente las típicas patologías
a las que se había dedicado la psiquiatría. El panorama era distinto; se veían “familias
desintegradas, soldados que volvían con procesos traumáticos, crisis sociales
significativas, hambre, reordenamientos socioculturales, etc.” (Stolkiner, 2003 pag.
315). La crisis sociocultural y política impactó substancialmente en el campo psi y éste
mostró sus limitaciones.
En este contexto se conjugaron importantes movimientos mundiales entre ellos
el surgimiento de las Naciones Unidas - en el año 1945- y el desarrollo de la
psicofármacología; a partir de estos cambios se intentó normativizar las prácticas del
campo psi, teniendo en cuenta los derechos de los enfermos, y se contó con una
herramienta que permitía controlar la sintomatología psiquiátrica que fundamentaba la
exclusión y el encierro.
Pasarían dos décadas para que los modelos de Estado propios de Occidente –
con bases keynesianas- formularan políticas sociales universales, centradas en la

IV
expansión de las categorías de derechos ciudadanos, entre ellos la salud y la salud
mental.
En 1953 la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó la
transformación en comunidades terapéuticas de todos los Hospitales Psiquiátricos
(OMS, 1990). En esta línea se dieron varios movimientos de reforma a nivel mundial.
En Francia se promulgó la Reforma Sanitaria como forma de jerarquizar las políticas en
salud mental; en Italia se reconstruyó la Organización de Salud y se instalaron las
primeras comunidades terapéuticas, hecho que llevó al cierre definitivo del Gran
Hospital.
Todos estos cambios a nivel mundial abonaron el terreno para la llegada en 1963
de la Ley Kennedy y el Programa Federal de Psiquiatría Comunitaria, en Occidente. A
partir de esta Ley se dio mayor importancia, tanto nivel teórico como práctico, a las
prácticas de prevención y rehabilitación en salud mental (Caplan, 1966; Fucks, 1978)
La suma de todos estos factores confluyó en el nacimiento de las políticas de
salud mental; que apuntaron a “suprimir la internación prolongada, promoviendo
formas de asistencia centradas en la comunidad. Su meta es evitar los probados efectos
nocivos del confinamiento y atender la enfermedad en el contexto social de la persona,
resguardando sus derechos” (Stolkiner, 2003 pag. 315).
Las transformaciones acaecidas a lo largo del Siglo XIX y XX no deben
“entenderse como despliegue, extensión o modernización de la psiquiatría, ya que, por
el contrario, constituyen su crisis. Crisis que ha de llevar a la construcción de un nuevo
modelo de acción, es decir, el campo de la salud mental” (Galende, 1990 pag. 146).
El surgimiento de las políticas de salud mental es lo que se constituyó como el
movimiento de desmanicomialización o reforma psiquiátrica. Al respecto cabe decir
que se han dado grandes pasos en los postulados propuestos por esta reforma; sobre
todo “en el ámbito del tratamiento, la rehabilitación y la reinserción social” (Llanut
Canut, 1999). Sin embargo aún queda mucho por hacer, las actuales falencias se centran
en las propuestas de la vertiente positiva de la salud mental que suponen el trabajo en la
prevención de los trastornos así como en la promoción de la salud mental.
Siguiendo la línea de la reforma psiquiátrica ya en el año 2002 surgió la Ley Nº
25.421, Creación del Programa de Asistencia Primaria de Salud Mental, en la cual se
pugna por consolidar la integración de los servicios de salud mental en los Centros de
Atención Primaria de la Salud (CAPS). Este hecho responde a la necesidad de
incorporar el campo de salud mental a la salud pública, idea que ya estuvo presente en

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el siglo pasado. Esta postura es congruente con el Plan Federal de Salud (2004 – 2007)
y con el Plan Nacional de Salud Mental (1998) apoyados por la actual Unidad
Coordinadora y Ejecutora de Salud Mental y Comportamiento Saludable del Ministerio
de Salud de la Nación.

El surgimiento de un nuevo campo


Los avances científicos, unidos a los cambios sociales, fueron definiendo un
nuevo enfoque basado en un abordaje integral y multidisciplinario en el que se
contempla la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales en la etiología
del padecimiento mental.
Desde esta concepción comienzan a surgir los principios de prevención y
rehabilitación, donde el medio social de la persona cobra un sentido relevante (Abella,
1981; Goldemberg y Lubchansky, 1990).
En los años 1950 – 1960 surge en EEUU, la etapa de la salud mental
comunitaria. El objetivo de este enfoque fue abordar el trastorno mental dentro del
propio entorno de la persona, se trataba de hacer hincapié en la prevención y
rehabilitación con amplia participación comunitaria.
Los múltiples cambios que se sucedieron en el terreno de la enfermedad y salud
mental hacen que abordar el concepto de salud mental sea una ardua tarea ya que no
existe en la actualidad un concepto unánimemente aceptado en la comunidad científica.
Dentro de un amplio margen de definición existe un modelo que se centra en la
concepción que defiende la necesidad de no separar el campo de la salud del campo de
la salud mental (Font, 1983; Goldemberg y Lubchansky, 1990; Lellis, 2006; Saforcada
& Lellis, 2006) y que apunta a combinar las tareas de promoción y prevención. Desde
esta perspectiva se propone que la salud mental no debe considerarse como una entidad
independiente de la salud general. Esta propuesta marca un punto de inflexión a los
postulados cartesianos clásicos.
Esta postura, apoyada por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1990), el
Plan Nacional de Salud Mental de Argentina (1998), la FEPRA (2005), el Plan de salud
Mental de la Ciudad de Buenos Aires (2002 – 2006) y autores como Retolaza (2004)
implica una concepción global e integral de la persona, que contempla los aspectos
físicos, psicológicos y sociales de forma interrelacionada. En consecuencia se apoya la
innecesaria separación entre “trastornos mentales comunes o trastornos menores y

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verdaderos pacientes” (Retolaza, 2004 p.49), dicotomía que refuerza la puja entre el
Modelo del Asilo y la Reforma Psiquiátrica.
Otros estudiosos definen la salud y la enfermedad mental como dos polos
opuestos de un continuo. Desde esta perspectiva se acepta la propuesta de que la salud
de todas las personas oscila entre ambos polos. Autores como Mesa (1986) proponen
que, “las principales diferencias entre las reacciones normales al estrés y la conductas
anormales, residen en que estas últimas son más persistentes, menos adecuadas en
relación con las experiencias conocidas recientes de las personas, menos controladas,
más severas, y más incapacitantes para el propio individuo” (pag. 69).
A pesar de las diferencias planteadas lo cierto es que el concepto de salud mental
es mundial y actualmente aceptado para definir tanto la salud como la enfermedad
mental y en la práctica las actividades van encaminadas a la recuperación de la salud
más que a la promoción de la misma en la población sana. Por ello se plantea que las
carencias del sistema de salud mental, al menos en Argentina, radica en la imposibilidad
de cumplir los postulados de la vertiente positiva del campo psi.
Frente a las discrepancias teóricas existentes, se propone pensar la salud mental
como un proceso dinámico y cambiante no estático ni definitivo. No como una entidad
permanente sino que tiene que ir reciclándose continuamente cada vez que las
circunstancias internas y externas de las personas cambien. “Es un proceso constante de
adaptación y equilibrio que genera un movimiento progresivo de crecimiento personal”
(Lluch Canut, 1991).
Desde el punto de vista de la Unidad Coordinadora de Salud Mental y
Comportamiento Saludable de Argentina, máximo organismo de salud mental en el
subsector público de salud, se comparte la opinión de la Federación de Psicólogos de la
República Argentina [FEPRA] (2005) entidad que sostiene que la salud mental “ es una
construcción, una disciplina política que debe integrarse a la problemática general de la
salud como práctica interdisciplinaria, en un intercambio entre psicólogos, médicos,
trabajadores sociales, enfermeros, terapistas ocupacionales, abogados, quienes desde
distintas disciplinas abordan la calidad de vida, rescatando al sujeto y al ciudadano”
( p.2). Asimismo se sostiene que se “trata de un proceso resultante de las condiciones
de vida, de la historia y de los proyectos de la sociedad” (FEPRA, 2005 p.2)

La práctica:

VII
A pesar de las innovaciones y avances conceptuales, las prácticas en salud
mental tienen aún dificultades para definirse como tales; según Galende (2004) se pensó
que aquellas podían definirse desde tres elementos, a) un estado psicofísico y social de
la persona, b) un sistema de atención de los problemas que surgen desde ese estado y c)
a la construcción de un nuevo campo que está atravesado por distintas disciplinas.
El segundo elemento citado, sistema de atención de los problemas asociados a
la salud mental, es el que ha permitido hablar de servicios de salud mental. Sin embargo
esta idea de los servicios ha afectado negativamente las prácticas de este campo. Se
entendió que un servicio de salud mental era poner uno o dos profesionales a trabajar,
en la sala de salud mental de un Hospital o en un Centro de Atención Primaria de la
Salud (CAPS), donde su función esencial sería asistir a las demandas de la sala o
aquellas que llegaran al CAPS.
Esta conceptualización lejos está de lo que realmente se trató y se trata de definir
como prácticas de salud mental, desde el siglo pasado.
Pensar, actualmente, en prácticas de salud mental se asocia a la idea de construir
un campo atravesado por distintas disciplinas. Campo que no este disociado del ámbito
de la salud - salud pública. Esta propuesta es apoyada actualmente por organismos
internacionales de salud (OMS, 2001) así como por instituciones nacionales (Unidad
Coordinadora Ejecutora de salud mental y Comportamiento Saludable) y en algunos
casos provinciales – Direcciones y Departamentos de Salud Mental-.
La idea de campo supone entender que desde el quehacer profesional en salud
mental “se pretende enrolar a la totalidad de las disciplinas que trabajan dentro del
mismo: psicología, antropología, sociología trabajo social, enfermería.” (Galende, 2004,
FEPRA, 2005). Todas estas disciplinas pueden trabajar juntas, participar en equipo, un
equipo que debe ser multi e interdisciplinario. Este nuevo campo se define como un
campo multidisciplinario, en el que convergen distintas disciplinas que abordan un
objeto común.
Se trata, entonces, de un campo no especializado en el cual se pretende que los
profesionales que se desempeñen en él tengan una amplia formación y capacitación
teórica – práctica vinculada a las manifestaciones actuales del sufrimiento mental (Plan
de Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires, 2002 - 2006).
Una característica propia de la línea positiva de lo mental, y que es congruente
con las políticas nacionales de salud de Argentina, es que el trabajo debe ser
comunitario. Esto supone el trabajo con y desde la comunidad, para potenciar sus

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recursos a partir de los cuales se trabajará sobre la superación de las manifestaciones del
sufrimiento mental. Esta vertiente, de enfoque prioritariamente comunitario, apoya la
posibilidad de la rehabilitación y la reinserción de un individuo que, una vez sufrió una
alteración de su salud mental pero que superó la crisis. Esta metodología de trabajo
implica que los profesionales deben estar preparados no solo desde lo técnico técnica
sino ideológica y éticamente al tiempo que tengan una sólida vocación para llevar a
cabo su trabajo.
Resaltando la dimensión comunitaria vale decir que la integración de los
profesionales de salud mental en Atención Primaria de la Salud (APS) es una estrategia
que aunque se explicita en el Plan Federal de salud (2004 – 2007) y se apoyó desde el
ámbito internacional lejos está de haberse consolidado en Argentina. Sin embargo son
numerosos los estudios (Roses, 2005; Ganem, 2004, Gola, Milano & Roca, 1999;
vaggione, 1993) que fundamentan la necesidad de incorporar recursos humanos del
campo psi especializados en APS.

Psic. Silvina Valeria


Caballero
Aux. Doc. Cátedra Psic. Clínica
Fac. de Psic. Clínica
Mat. Prof. 1495

IX
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