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Bioética para

enfermería: aspectos
teóricos y prácticos
Jacqueline Bonilla M

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Bioética para enfermería

Tabla de contenidos

Capítulos
Presentación v

1 Bioética como disciplina 1

2 Situaciones que propiciaron el surgimientos de la bioética 21

3 Comité de Ética Clínica, de Investigación y de Bioética 39

4 Metodología de análisis de casos clínicos 47

5 Relación enfermera-paciente 73

6 Consentimiento informado 91

7 Secreto profesional 117

8 Justicia sanitaria 123

9 Dolor y sufrimiento humano 129

10 Inicio de la vida humana 139

11 Trasplantes 145

12 Discapacidad 167

13 Limitación al esfuerzo terapéutico y sedación en UCI 179

iii
Tabla de contenido

14 Voluntad anticipada 205

15 Eutanasia versus encarnizamiento terapéutico 217

16 Cuidados paliativos, calidad de vida y respeto a la dignidad del ser humano 227

17 Conceptos de bioética ambiental 243

Anexos
1 Glosario de términos 265
El afrontamiento de la muerte del paciente terminal en los Servicios de Oncología y Hema-
2 tología, del Hospital Eugenio Espejo, enero-diciembre 2011, Quito
271
Actitudes éticas del personal médico, participación de enfermería y la familia en la toma
de decisiones humanizadas en pacientes con Limitación del Esfuerzo Terapéutico de las
3 Unidades de Cuidados Intensivos de los Hospitales Eugenio Espejo y Carlos Andrade Marín
279
de Quito, enero 2010 a julio 2011
Propuesta de manual técnico administrativo para la creación y funcionamiento de la clíni-
4 ca del dolor y cuidados paliativos del Hospital Eugenio Espejo. Quito, 2012
287
Evaluación del libro Bioética en enfermería: aspectos teóricos y prácticos por el par
5 académico, doctor Francisco León Correa
329

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Bioética para enfermería

Presentación

El texto, Bioética para enfermería: aspectos teóricos y prácticos, representa para la autora, conjuntar experien-
cias, estudios y vivencias, elementos distintos y relacionados entre sí, para plasmarlos en un conjunto lógico, coherente y
armonioso de temáticas vinculadas a la bioética, algunas controversiales, que despertaron durante mi formación acadé-
mica interrogantes y crearon una visión diferente para entender el importante rol que cumple el profesional de enferme-
ría en el cuidado del paciente a través de una relación afectiva, cálida, oportuna, humana y altamente técnica. La relación
del enfermero (a) trasciende hacia la familia y por ende a la sociedad.

En calidad de docente de la Cátedra de Bioética de la Carrera de Enfermería de la Universidad Central del Ecuador,
me resulta gratificante presentar esta publicación que recoge una ingente inversión en horas de trabajo para consolidar
conocimientos y experiencias hospitalarias y académicas. Estructurada la obra, me permite entregarla como una modesta
contribución personal a la formación de jóvenes que buscan denodadamente servir a sus semejantes como profesionales
de enfermería.

El libro que el lector tiene en sus manos, es una publicación pionera para las Carreras de Enfermería del país. Sin
duda, evidenciará debilidades y a la vez sólidas fortalezas en la descripción de los distintos capítulos que conforman la
obra, compuesta por interesantes temas de la disciplina, mismos que fortalecerán el trabajo holístico de la profesional de
enfermería. Todas las revisiones tienen alta relevancia en la formación de enfermeros y otros profesionales de la salud
que requieran actualizar conceptos, solventar inquietudes y ejercer su actividad cotidiana apegada a sólidos principios
éticos que rigen todo acto profesional.

Es necesario reconocer a quienes, con su consejo académico y apoyo permitieron alcanzar esta meta. Agradezco a
Dios por las bendiciones diarias; a mi esposo e hija que con su paciencia y comprensión son mi soporte permanente y de

v
Presentación

manera especial expresar mi sincera gratitud al doctor Francisco León Correa, Presidente de la Federación Latinoamerica-
na de Instituciones de Bioética (FELAIBE) por ser el mentor que indujo incursione en este ámbito, un reflexivo docente
que supo guiar mi formación en la maestría y doctorado.

Jacqueline Bonilla Merizalde


Docente Carrera de Enfermería
Facultad de Ciencias Médicas
Universidad Central del Ecuador

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Bioética para enfermería

Capítulo 1
Bioética como disciplina

Introducción
Históricamente la bioética ha surgido de la ética médica centrada en la relación médico-paciente. En 1971, Van Renssela-
er Potter señaló por primera vez el concepto de bioética como un neologismo; luego en 1972, André Hellegers definió
como “…el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias biológicas y de la atención de la salud,
en la medida en que esta conducta se examine a la luz de los valores y principios morales”. Precisamente esta definición
la asumió como suya la Organización Panamericana de la Salud.

La bioética como disciplina y a diferencia de la ética médica, no hace referencia sólo a médicos sino a toda persona, en
cuanto toda persona es humana y puede pensar, reflexionar y debatir con sus semejantes, cuestiones referidas a la vida
en general.

En los años 80 y comienzos de los 90, se dio inicio a la enseñanza de esta nueva disciplina en algunas Universidades de
Latinoamérica, después se suscitó en el ámbito norteamericano.

Tiene sus características propias:


a) La interdisciplinariedad: el diálogo entre las ciencias empíricas y las humanísticas.
b) El debate ético en una sociedad plural, basado en la tolerancia.
c) La elaboración de una teoría de fundamentación apoyada en principios claros y concretos: no maleficencia, justicia,
autonomía y beneficencia.
d) La aplicación efectiva de esos principios en el ámbito clínico, con dos aspectos prácticos importantes:

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Capítulo 1. Bioética como disciplina

- Una metodología de análisis de casos clínicos que ayuda efectivamente a los profesionales de la salud, a la hora de
resolver conflictos y dilemas éticos, en un mundo cada vez más conflictivo, de cambio de rol profesional y social y, de
cambio de modelo de relación médico-paciente.
- La creación de comités de ética asistencial o ética clínica en el interior de los hospitales, que han difundido el interés
por la Bioética, su enseñanza y son hoy día, un instrumento “institucionalizado” al servicio de la calidad de atención
en salud y de la humanización de la relación clínica; aún con todos los problemas que su puesta en marcha y sus acti-
vidades llevan consigo, dentro de sistemas de salud bastante burocráticos, rígidos y en cierto modo, todavía autorita-
rios. (Cantú, 2010)

Estas características explican la gran difusión de la Bioética en el ámbito clínico y su efectividad. Como ejemplo, tenemos
la multiplicación de los Centros de Bioética, ligados en su mayor parte al ámbito académico de la enseñanza universitaria,
cursos y congresos, asociaciones, publicaciones también en castellano, etc.

La bioética clínica ha sido la que más desarrollo ha tenido en estos años, aunque también desde el comienzo está presen-
te la preocupación por una bioética ecológica, puente entre las ciencias y la humanidad, como describiera Potter, que
más tarde se ha denominado bioética global. (Gracia, 2002).

Sintetizando, el surgimiento de la Bioética como disciplina científica adquiere sus raíces en los campos político, económi-
co y social del mundo, originario de la segunda guerra mundial y la impetuosa Revolución Científico Técnica.

El avance tecnológico que ha tenido lugar en las últimas décadas, ha abierto nuevas posibilidades de intervención sobre la
vida humana como nunca antes en la historia de la humanidad había sucedido. Es un reto al que hemos de afrontar en
este nuevo siglo. La bioética quiere aportar su reflexión al complejo mundo de la ciencia y de la ética, pues tiene su origen
interdisciplinario, reúne conocimientos científicos, antropológicos y éticos para elaborar sus decisiones. La bioética pre-
tende reflexionar acerca de los problemas que suscita el empleo de la técnica en el campo de lo humano. Una disciplina
que surgió para dar una respuesta moral a las cuestiones científicas que tienen que ver con el ser humano. (Reich, 2000).

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Bioética para enfermería

El dilema ético existe desde que el hombre conoce y acepta la elección de sus acciones. Este conocimiento le obliga a en-
trar en el análisis de aquello que es honestamente aceptable y lo que debe omitir en sus acciones. Así ha surgido en nues-
tros tiempos la bioética como disciplina.

Objetivo de la bioética como disciplina o como ética aplicada


La Bioética ha despertado una gran motivación en la esfera educacional de Ciencias Médicas, ya que trata aspectos relati-
vos a la conducta de los seres humanos ante la naturaleza y la vida humana. Pero su objetivo no se reduce únicamente al
marco de las Ciencias Médicas sino que, debemos entenderla en la amplitud con la que se ha presentado y a partir de ella
realizar estrategias para la protección de la vida en toda su diversidad. Este espacio de reflexión que ofrece la Bioética
debe servir para analizar los problemas que se discuten en el mundo y en particular los que necesitan los Sistemas Nacio-
nales de Salud en beneficio del pueblo. Se requiere de una atención profesional y educativa y de la necesidad de investi-
gar en estos aspectos. (Gracia, Futilidad. un concepto en evaluación en Etica de los Confines de la Vida , 2002).

De ahí que la aplicación de la ética está implícita en todos los momentos de la vida al relacionarnos con otros seres
humanos, reconociendo en qué consiste el bien del hombre y cómo se logra ese bien y, en definitiva, debe acabar lográn-
dolo, porque la ética es una ciencia práctica, que no se limita a estudiar, sino que mueve a hacer.

Finalmente se debe tener en cuenta que la ética aplicada nos conlleva a reconocer, que toda acción humana tiene un con-
tenido moralista, que el criterio objetivo de la probidad es el bien del hombre y que, el respeto a la dignidad de la persona
es prioridad.

Principios, reglas y valores


Como comenta Guy Durand, "la reflexión bioética se basa en los hechos y en principios y reglas. La bioética no quiere
principios determinados de forma abstracta y que se impongan a la realidad de forma autoritaria. Tampoco quiere un

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Capítulo 1. Bioética como disciplina

sistema de principios que funcionaran como prohibiciones incuestionables, quiere concluir en los hechos, pero necesita
sin embargo de principios y reglas.

Existen dos principios fundamentales, unánimemente reconocidos, que son complementarios: el respeto a la vida huma-
na, que pertenece al orden de la objetividad y debe servir de finalidad a la actuación ética; y el principio de la autodeter-
minación de la persona, que remite al dominio de la subjetividad y es esencial en la ética. Estos dos grandes principios no
suprimen las reglas y normas más concretas y específicas: el precepto de no matar, la noción de medios proporcionados,
el principio de totalidad, el acto de doble efecto, el consentimiento libre e informado, etc.”

La palabra valor incluye dos aspectos, la significación y la orientación a la acción, por lo que también puede utilizarse en
relación con los principios, aunque en su acepción filosófica una moral de valores se opone a una moral de principios.

Los valores pertenecen al orden del bien o del ser, como el valor de la vida, la dignidad de la persona o la autonomía del
hombre como ser libre. El respeto a esos valores funda los principios éticos de respeto a la vida, prohibición de matar,
autodeterminación, etc. Los principios y reglas -las normas- deben estar al servicio de los valores y traducirlos en términos
operativos. (Caldanil, 2006).

Como puede verse, el equilibrio entre todos estos principios y valores no es siempre fácil. En el ámbito de la bioética nos
encontramos frecuentemente con conflictos de principios y valores que es necesario jerarquizar o regular, en los casos
concretos y a nivel teórico.

De cualquier manera, está claro que toda reflexión bioética de la persona está condicionada por sus propios valores, por
sus opciones y creencias, por la manera de entender al hombre, la vida y la medicina. Son decisivas las opciones funda-
mentales sobre el sentido de la vida humana y su definición, el sentido de la persona, del sufrimiento, de la vejez y de la
muerte, el sentido de la procreación y de la sexualidad, y por supuesto, el sentido de la misma ética.

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Bioética para enfermería

Principios:
I. Toda acción humana tiene un contenido ético: no existen acciones humanas libres que sean moralmente neutras,
porque todas están ordenadas al fin del hombre, de un modo directo o indirecto, como fines parciales o como
medios para esos fines.
II. El criterio objetivo de la moralidad es el bien del hombre: el criterio del bien del hombre empieza por el propio
sujeto agente: como ya decía Sócrates, el que hace un daño a otro se hace más daño a sí mismo, al impedir o difi-
cultar la realización de su propio fin, de su propia felicidad. Esto es importante, porque nuestra sociedad suele va-
lorar los daños (físicos o económicos) hechos a otros, y tienden a quitar importancia a las acciones (morales) que
perjudican a uno mismo.
III. El respeto a la dignidad de la persona: el hombre consta de cuerpo y espíritu, y es en éste donde radica el funda-
mento de su dignidad, porque del espíritu brota la racionalidad, la capacidad de entender (inteligencia) y actuar li-
bremente (voluntad), poniéndose fines e identificando y poniendo los medios para lograrlos. El hombre es, pues,
un ser personal, un individuo separado de los demás, irreducible a los demás, único, irrepetible, permanente. Y
como persona libre, es sujeto de derechos y obligaciones. (Hernández, 2002).

Algunos principios morales prácticos


Los principios generales citados dan lugar a un conjunto de principios prácticos que orienta directamente la actuación
ética del hombre, como ser personal y social. He aquí algunos de esos principios:
I. Debe procurarse el bien y evitar el mal: el ser humano procurará en sus actos hacer siempre el bien y evitar el
mal; es el principio fundamental de la moralidad práctica, un principio al que todo hombre tiene acceso por cono-
cimiento natural (aunque cabe, eso sí, error en la apreciación de lo que es el bien en un caso determinado, o de
los medíos adecuados para lograrlo).
II. La acción humana se define por la intención y la operación de modo concurrente e inseparable: en una acción
podemos encontrar dos componentes. 1) La intención del agente, es decir, la motivación que le lleva a hacer algo.
Es verdad que puede haber muchas motivaciones en una acción, pero siempre habrá una primordial, lo que por
encima de todo lo demás persigue el agente, sin lo cual la acción no se realizaría: ésta es la intención, el fin del

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Capítulo 1. Bioética como disciplina

agente. 2) La acción u operación propiamente dicha, que el agente toma como medio para conseguir su fin propio
(Engelhardt, 1995).
III. Haz a los demás lo que desearías que te hiciesen a ti: este principio tiene también otras versiones, negativas unas
("no hagas a los demás lo que no desearías que te hiciesen a ti") y positivas otras ("el bien de los demás es tan
digno de respeto como el mío”). El bien de los demás es, sobre todo, el bien básico, profundo, el que les lleva a la
felicidad, a la plenitud, y ése es el que se debe buscar, en primer lugar, con preferencia a bienes secundarios, co-
mo la riqueza.
IV. Primacía del bien común: cuando se presente un conflicto, el bien común tiene primacía sobre el bien privado, si
son del mismo género. Hay, pues, un ámbito de actuación en la búsqueda del bien privado, pero si éste choca con
el bien común, éste es prioritario.
V. Principio de solidaridad: este principio lleva consigo diversas implicaciones: cada uno debe desarrollar sus propias
capacidades, como medio para contribuir al bien común; la organización social debe ayudar y favorecer la mejoría
de las personas; cada persona debe considerar activamente qué obras de servicio debe llevar a cabo en su coope-
ración al bien común, etc.
VI. Principio de la máxima libertad posible: la libertad del hombre es necesaria para que sus obras tengan una di-
mensión moral. Es importante encontrar el equilibrio entre libertad individual y cumplimiento del fin de la socie-
dad. A ello se dirigen los dos principios anteriores, que deben completarse con éste: se debe promover la máxima
libertad de actuación de los individuos y de las sociedades, sin restringirla salvo en lo que sea necesario para el
bien común.
VII. Principio de subsidiariedad: lo que puede hacer el inferior (individuo o sociedad menor) no debe hacerlo el supe-
rior. La tarea del superior no es sustituir al inferior, sino suplirle en lo que no puede o no se ve en condiciones de
hacer. Al mismo tiempo, este principio ayuda a definir el papel de la sociedad que no es de sustituir a sus miem-
bros, sino de ayudarles a que se desarrollen por sí mismos.
VIII. Principio de la participación social: todos los hombres tienen derecho a participar en la organización y en la direc-
ción de las sociedades en que participan, según sus posibilidades y capacidades. Es una consecuencia de la libertad
y sociabilidad del hombre, y de la dignidad e igualdad fundamental entre todos.

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Bioética para enfermería

IX. Principio de autoridad o de unidad de dirección: complementa al anterior, en cuanto que la sociedad necesita
una autoridad que la gobierne, según la recta razón, para la consecución de sus fines. La participación de todos no
puede ser obstáculo a ese principio de autoridad.

Bioética de principios o de virtudes


En el ámbito norteamericano se ha desarrollado, sobre todo, la denominada bioética principalista a partir del libro sobre
Principios de ética biomédica de los autores Beauchamp y Childress, quienes destacaron lo que denominan “moral
común” universalizable, basada en cuatro principios: no maleficencia, justicia, autonomía y beneficencia. Su esquema de
principios “prima facie” ayudan a concretar nuestros deberes desde el marco de referencia valórico a las normas concre-
tas de acción; se ha demostrado muy eficaz en el ámbito de la ética clínica, dentro de una sociedad pluralista (Vélez,
2003). Pero también ha recibido numerosas críticas, sobre todo por su falta de jerarquización: cada uno de estos princi-
pios es del mismo nivel o importancia, y en caso de discusión entre varios de ellos, como sucede con frecuencia en bioét i-
ca, deberemos acudir al análisis del caso concreto para ver cuál debe prevalecer. Esto puede llevar a cierto relativismo, a
que las excepciones no sean plenamente justificadas o se conviertan en mayoritarias, o a que en la práctica, el principio
de autonomía tenga la primacía de hecho frente a los demás.

Se debe jerarquizar los principios bioéticos sin reducciones fáciles y superficiales. Puede ayudar para ello la propuesta
realizada hace ya algunos años por el Profesor Diego Gracia de establecer un primer nivel, con los principios de justicia y
no maleficencia; y un segundo nivel –importante, pero segundo- con los principios de autonomía y beneficencia. Que
ocupen estos últimos el segundo puesto no quiere decir que sean secundarios y prescindibles, pero sí que debe tenerse
en cuenta la posición primordial en el debate bioético de la no maleficencia y de la justicia.

En este sentido, es de enorme interés la actual discusión, especialmente en los Estados Unidos, sobre si la bioética debe
basarse en los principios o en la virtud: en un sistema normativo basado en principios o en una ética de la virtud personal.
Según esta postura, "frente a una ética científica, que antepone el conocimiento, y la ética profesional que dicta los lími-
tes deontológicos sin establecer el contenido humano como único fundamento del acto médico, hay que levantar la ética

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Capítulo 1. Bioética como disciplina

del médico: hacer cuanto pueda y sepa para el bien del enfermo... supeditando el método científico al acto médico... en-
tendido como compromiso interpersonal" (Gracia, 2002). También se está poniendo de relieve, en definitiva, la importan-
cia de la actitud ética del médico y la formación de su propia conciencia, que puede llevar a su realización como persona y
como científico, o a su destrucción desde el punto de vista moral. Ambas posiciones no son excluyentes y depende tam-
bién su relación del modelo ético que se tenga.

Principios para la bioética? Modelos éticos de referencia


Aunque la bioética trata siempre de permanecer cerca de las situaciones concretas, las teorías éticas están siempre pre-
sentes en las discusiones y en las soluciones que se apunten.
Se puede distinguir cinco teorías principales:

a) Ética ontologista: existe una moral objetiva, una bondad y una malicia intrínseca; es decir, que hay actos siempre y en
sí mismos aceptables y otros, al contrario, condenables, cualquiera que sea la situación. Por tanto, la rectitud moral
no es subjetiva ni situacional, ni arbitrariamente fijada por el hombre o por Dios: el bien existe en las propias cosas.
Existen principios que se imponen al hombre como absolutos desde la ley natural que puede descubrir en sí mismo.

b) Ética utilitarista: el núcleo de la moralidad -para esta corriente- se encuentra en la maximización de la felicidad y la
minimización de la miseria y del sufrimiento. Una acción es buena si tiende a este fin y mala si se aleja de él. Por tanto,
la moralidad depende de las circunstancias, de la situación. En definitiva, el fin justifica los medios. Algunos autores
toman en consideración sólo el propio interés personal como fin; otros tienen una visión más altruista, con el principio
utilitarista de "el mayor bien para el mayor número de gente", de modo que se vean las ventajas e inconvenientes y
se escoja la que más ventajas aporte a todas las personas implicadas en la acción.

c) Deontologismo: se opone a las anteriores teorías. Un acto es moral, no porque sea bueno en sí o porque sea útil, sino
porque es correcto; la rectitud le viene de la voluntad, pues el bien se impone como un deber, un imperativo. Dentro
de esta corriente, unos siguen a Kant, fijando grandes principios universales inevitables, y otros aceptan reglas, pero

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Bioética para enfermería

con excepciones en algunas circunstancias. Para otros, finalmente, sólo cuenta la evaluación del acto en la situación
singular y única que le rodea.

d) Ética personalista: corriente que reúne todos los esfuerzos que se han hecho para evitar el utilitarismo y el deontolo-
gismo, sin volver por ello exclusivamente a la escuela ontologista o, al menos, tratando de evitar sus excesos, o de
conciliar objetividad y subjetividad en una ética de los valores. Esto se ha llevado a cabo desde diversas posiciones, al-
gunas fuera de todo apoyo en una ontología, y otras basadas en la metafísica del ser. Se trata de dar importancia al
sujeto, a la persona, no en oposición pero sí en preeminencia frente a una ley objetiva que se impondría desde fuera.
A esta corriente se debe la insistencia en unos determinados principios bioéticos: una concepción personalista de la
corporeidad humana, el valor fundamental de la vida física, el principio de totalidad o terapéutico, el de la libertad y
responsabilidad, y el principio de socialidad o subsidiariedad. (Vélez, 2003).

La sociedad vive en un mundo de irrespetos, desde los núcleos más importantes y centrales como son los familiares don-
de a más de la pobreza la violencia , las prácticas de hábitos de alcoholismo, drogadicción, falta de comunicación y desor-
ganización familiar son el pan da cada día, en nuestros trabajos las envidias, egoísmos, competencias no nos permiten
avanzar y si hablamos en ámbitos más amplios los gobiernos corruptos, represivos, muchas veces dictatoriales no respe-
tan la dignidad, promueven desigualdades, conflictos sociales a nivel económico, social, cultural, religioso, político e id e-
ológico en general. (Hernández, 2002).

En resumen las responsabilidades éticas surgen de todas las relaciones humanas desde las personales y familiares hasta
las sociales y profesionales. Un mundo con principios y valores inspiran a alcanzar un pleno y efectivo ejercicio de vida
democrática. Por tanto el camino sería actuando en todo momento con justicia social para todos a partir de la más amplia
participación democrática de la sociedad rescatando como el don más preciado el respeto a la dignidad humana, premisa
esencial para el libre ejercicio de los derechos humanos.

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Capítulo 1. Bioética como disciplina

A los principios tradicionales de la ética médica, la Bioética añade nuevos principios: la autonomía (del paciente) partien-
do desde el punto de vista moral, en el ámbito del enfermo competente (un tratamiento no debe administrarse sin el
consentimiento informado y voluntario del éste) y la justicia que debe ejercer la sociedad a través de sus instituciones de
salud. En el terreno de lo público, las especies principales de la justicia son de índole distributiva y social. No se puede
exigir al sistema público que provea o que financie un tratamiento no indicado y caro o escaso, ni siquiera cuando esté
exigido por el paciente. Los esfuerzos terapéuticos también podrán ser limitados si se deben racionar recursos escasos,
aunque el paciente los solicite y no estén contraindicados.

El principio de la beneficencia significa hacer el bien en todas y cada una de las acciones que se realizan, pues dañar no
puede estar presente, de manera consciente, ni en la idea, de un profesional de la salud. La sociedad actual se caracteriza
por un énfasis, a veces exagerado, en la tecnología y ello lleva imperceptiblemente a la deshumanización. De tal forma
que, se hace más necesaria que nunca la formación humanista de los profesionales de la salud. La atención de Enfermería
debe fundamentarse, de manera especial, en la formación integral de ese profesional. Una enfermera practica la benefi-
cencia a partir del momento en que se preocupa y dedica atención preferente a su auto superación para mantener la
competencia y desempeño profesional, que le permitirá brindar una atención de calidad. También cumplirá con el princi-
pio de beneficencia en las acciones cotidianas cuando se esfuerce por establecer diagnósticos correctos de Enfermería,
pues de la identificación clara y precisa de las respuestas humanas del paciente a su problema de salud/enfermedad de-
penderá la eficacia de las acciones independientes de la enfermera. La sanitaria aplica además la beneficencia cuando, al
ejecutar acciones dependientes de las órdenes médicas, ajusta el horario de la administración de los medicamentos no a
su comodidad, sino a las necesidades del paciente.

El principio de no maleficencia, sinónimo de "no dañar" de la ética médica tradicional, es considerado por algunos eticis-
tas como el otro elemento del par dialéctico beneficencia no maleficencia. En cualquier caso, se reconoce la obligatorie-
dad de hacer el bien y no hacer el mal. Pero, ¿cuál es el bien y cuál el mal? A lo largo de la historia de la humanidad, en
correspondencia con la práctica social, determinados grupos de hombres han elaborado sus propias teorías filosóficas y
en ellas han expuesto sus aspiraciones, como expresión consciente y anticipada de sus necesidades históricas. Estas aspi-

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Bioética para enfermería

raciones se desarrollan en el sistema de valores morales que, a su vez, se forman a través de la idealización del significa-
do histórico que la realidad tiene para el hombre (Hernández, 2002).

Con todo lo tratado hasta este momento es posible hacerse algunos cuestionamientos:

¿Debemos hacer el bien, lo correcto, o lo útil?


Es muy difícil de responder pues son términos un tanto relativos, pues cada ser humano es individual, único e irrepe-
tible que ha nacido y desarrollado en ambientes diferentes con influencias sociales diversas y que aprendido a ver la
vida de diferente forma pues entonces no siempre lo que para mí es bueno o correcto tiene que ser necesariamente
igual para otra persona , sin embargo cada accionar en nuestras casas, lugares de trabajo o en cualquier espacio do n-
de nos desenvolvamos creo que deberíamos tratar de hacer lo mejor desde nuestro punto de vista , sin hacer daño a
nadie, menos de manera consciente y siempre otorgando beneficio real al que lo requiere .

Se debe seguir siempre el dictamen de la propia conciencia asumiendo que ésta está bien formada, porque ella es, en
definitiva, el criterio inmediato de moralidad de nuestras acciones.

¿Qué principios pueden ayudar a las decisiones difíciles en ética clínica?


No basta con una aplicación a medias o aparentemente efectiva de los cuatro principios clásicos de la Bioética, para
asegurar en nuestras realidades el respeto a los derechos o la mejora de la situación vulnerable de gran parte de la
población.

Ningún principio ético es una receta de aplicación inmediata; no sustituyen el papel de la conciencia ni la obligación
del hombre de conocer la ley moral y de formar su conciencia.

Por tanto no se debe descuidar aquellos principios que pueden dar orden, racionalidad y sentido a nuestra vida y que
se simplifican de la siguiente manera:

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Capítulo 1. Bioética como disciplina

- Toda acción humana tiene un contenido ético


- El criterio objetivo de la moralidad es el bien del hombre
- El respeto por sobre todo a la dignidad de la persona

También es importante señalar algunos principios morales prácticos:


- Hacer siempre el bien evitando el mal
- La acción humana se define por la intención y la operación de la acción
- Ni los medios justifica el fin ni el fin a los medios
- No hagas a los demás lo que no desearías que te hagan a ti
- El bien común es prioritario frente al individual
- La solidaridad es primordial
- Principio de subsidiariedad
- Participación social
- Autoridad o de unidad de dirección

Finalmente debe señalarse que a partir de la Comisión Nacional de Bioética (CONABI) y del trabajo tesonero de la Socie-
dad Ecuatoriana de Bioética en el país, se asume un ejercicio de la medicina ajustada a normas éticas, de calidad y calidez,
centrada en beneficio del paciente con respeto a la dignidad humana y dentro de un trabajo institucional y personal res-
ponsable y sin descuidar principios de la ética social general.

¿Y cuándo chocan esos principios, qué camino debemos seguir?


Lamentablemente en la vida cotidiana se ve que hay no sé si un choque de esos principios sino más bien un descono-
cimiento y violación permanente de cada uno de ellos, por tanto queda a conciencia de cada ser humano convertirse
en un contingente de cambio para lo cual no solo la buena voluntad cuenta sino por sobre todo un conocimiento y
profundización de temáticas a todo nivel de ética, moralidad, humanización y por sobre todo un cambio de actitud y
práctica permanente en cada instante y ámbito de la vida.

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Bioética para enfermería

¿Podemos contentarnos con no hacer daño y ser justos?


No, si bien es importantísimo no causar daño intencional a nadie no es suficiente, en cada acción que realicemos y
que también no la hagamos debemos tener conciencia de sus repercusiones, del impacto que pude generar y de las
consecuencias que se pueden derivar, nuestro accionar por tanto debe ir dirigido a ayudar de manera concreta al que
lo requiere y sin esperar nada a cambio. La justicia también es relativa de acuerdo incluso al lugar, a quien lo aplique,
de las circunstancias y del momento.

Con relación a Ética, Deontología y Bioética, ¿cuál es el ámbito propio de cada una y qué las distingue?

Ética: debe definirse lo que es bueno: el único y simple objeto del pensamiento que es peculiar a la ética. El principal ob-
jeto de la ética, es ofrecer razones concretas para opinar que esto o aquello es bueno. Las proposiciones sobre lo bueno
son todas sintéticas, no analíticas. Bueno es definible en el sentido de dar a entender que cierto objeto que todos cono-
cemos, está compuesto de una forma determinada.

Se acepta que bueno es un adjetivo; lo bueno entonces es el sustantivo al que se aplica el adjetivo, y este debe aplicársele
siempre verdaderamente; aquello a lo que se aplica debe ser distinto al adjetivo mismo, y la totalidad es algo diferente,
constituirá lo bueno. Bueno no puede definirse en el más importante sentido de la palabra. El más importante sentido de
definición, es aquél que en una definición establece cuáles son las partes de que invariablemente se componen un cierto
todo, por ser términos últimos en relación con los que todo lo que es susceptible de ser definido debe definirse. Bueno
denota una cualidad siempre definible. Si bueno se define como algo distinto, es entonces imposible probar que cualquier
otra definición es incorrecta o incluso imposible negarla. Cuando alguien confunde entre sí dos objetos naturales, defi-
niendo uno en lugar de otro, no hay falacia; pero si confunde “bueno”, que no es en el mismo sentido, un objeto natural,
con cualquier objeto natural, hay razones para llamarlo falacia naturalista.

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Capítulo 1. Bioética como disciplina

Deontología: según Mariano Arnal y siguiendo el estilo del imperativo categórico de Kant: si crees que tu conducta puede
ser elevada a norma general de comportamiento, considera que estás haciendo lo que conviene. Pero no lo que te con-
viene a ti porque lo haces tú, sino lo que seguirá conviniéndote cuando lo hagan los demás. Lo que equivale a decir que lo
que conviene, es aquello que es obligado hacer. No por casualidad el mismo verbo del que se origina la palabra conjugado
de manera distinta, significa “atar”, es decir que entra en el terreno de la obligación, pero no impuesta desde fuera, sino
asumida por uno mismo.

La palabra deontología la puso en circulación el inglés Bentham (1748-1832) en su obra Science de la Morale (París 1832).
Pretendía ser una alternativa más liberal del término y del concepto ética (ézos = costumbre), que al ocupar en calidad de
concepto laico el lugar del término religioso moral (del latín mores = costumbres) se había moralizado considerablemen-
te, al trasvasarse a ella buena parte de los antiguos contenidos de la moral. Quería llegar a la fórmula kantiana, o dicho en
términos históricos, quería llegar al “libre examen” de los preceptos éticos saltándose la carga interpretativa de la moral y
de la ética. En su obra póstuma “Deontología o ciencia de la moral” busca el racionalismo (prácticamente un mecanicismo
matemático) para valorar las conductas por su utilidad, lo que nos da un valor de la deontología casi en las antípodas del
que actualmente tiene. Pero como la humanidad, desde que se desprendió del instinto como desencadenante exclusivo
de conductas, necesita inexorablemente algún tipo de moral para regir sus comportamientos (es decir sus conductas en
relación con los demás), también ha moralizado esta última palabra que inventó su autor para que fuera lo más amoral
posible. Por consiguiente, cuando alguien clama por la deontología, clama por la moralidad. Esta es una muestra más de
que la realidad no se transforma por el simple procedimiento de cambiarle el nombre. Nos hemos quedado con la palabra
inventada por Bentham, igual que nos quedamos antes con la palabra “ética”, con lo que tenemos un nuevo sinónimo de
“moral”.

Por supuesto que este término es aplicable a cualquier profesión o actividad en que la falta de adecuación de los medios
a los fines, despojaría a ésta de su valor. Pero ha sido especialmente la clase médica la que ha asumido y estabilizado el
concepto de deontología, de manera que raramente se nombra o se escribe esta palabra sin ir acompañada del adjetivo
médica, que se define (y no podía ser de otra manera) como “ciencia de los deberes” o “teoría de las normas morales”,

14
Bioética para enfermería

aplicadas en este caso al ejercicio de la medicina. Porque la clase médica tiene un alto sentido deontológico, además de
un gran amor a las palabras exclusivas (Mariano Arnal).

Bioética: la bioética es la rama de la ética que aspira a proveer los principios orientadores de la conducta humana en el
campo biomédico. Etimológicamente proviene del griego bios y ethos: "ética de la vida", la ética aplicada a la vida huma-
na y no humana.

En un sentido más amplio, sin embargo, la Bioética no se limita al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas
morales que tienen que ver con la vida en general. La bioética es una disciplina relativamente nueva y el origen del térmi-
no corresponde al oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter, quien utilizó el término por primera vez en 1970 en
un artículo publicado en la revista de la Universidad de Wisconsin “Perspectives in biology and medicine" y cuyo título
ostentaba por primera vez dicho término bioética, la ciencia de la supervivencia. Posteriormente, en el año 1971, Potter
publica un libro con el título de "Bioética: puente hacia el futuro" (Bioethics: bridge to the future) en el cual se recogen
varios de sus artículos.

Partiendo de la definición de bioética como el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de
la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales”,
se aportan importantes precisiones sobre el objeto de estudio: la conducta humana en dos terrenos específicos, las cien-
cias de la vida (biología) y los cuidados de la salud; y este objeto es estudiado a la luz de los valores y principios morale s y
de forma sistemática .Algunos ponen más de relieve la necesidad de responder a los nuevos problemas planteados por las
ciencias biomédicas. Así, “la bioética es la búsqueda ética aplicada a las cuestiones planteadas por el progreso biomédi-
co”; otros acentúan los aspectos sociales o comunitarios: “La bioética es el estudio interdisciplinar del conjunto de condi-
ciones que exige una gestión responsable de la vida humana (o de la persona humana) en el marco de los rápidos y com-
plejos progresos del saber y de las tecnologías biomédicas”. O señalan su papel de solución a “los conflictos de valores”
en el mundo de la intervención bio-médica (Cantú, 2010).

15
Capítulo 1. Bioética como disciplina

Existen numerosas divergencias en cuanto al contenido de la bioética. Algunos la ven como un simple marco de reflexión
y de investigación interdisciplinaria sobre los desafíos a raíz de los progresos técnico-médicos. Otros van más lejos y ven
en la bioética un “método de análisis” que ayude en los casos de toma de decisiones. O más aún, si se considera que for-
ma parte de la ética o es una forma de ética, se puede entender como una “búsqueda normativa” del deber ser en el
ejercicio profesional.

Otra postura define a “la bioética como el estudio de las normas que deben regir nuestra acción en el terreno de la inter-
vención técnica del hombre sobre su propia vida”. Si quisiéramos precisar aún más esta definición, tendríamos que enu-
merar esos principios o valores fundamentales, que son el respeto a la persona humana, con la protección de las personas
concretas, y el respeto y promoción de la vida humana en sí misma. Es una concepción que podríamos llamar personalista
de la bioética: “Llamamos bioética a la búsqueda del conjunto de exigencias del respeto y de la promoción de la vida
humana y de la persona en el sector bio-médico” (Hernández, Bioética General, 2002). Por tanto son distintas concepcio-
nes y distintos ámbitos de aplicación.

A manera de conclusión, la ética es la ciencia que estudia la costumbre y los hábitos proporcionando ciertos principios.
Muchos autores catalogan como la ciencia de los actos humanos ya que está más cercana a la orientación en los hechos u
obras; otros la llaman ciencia de la voluntad en orden a su fin y, algunos creen también que puede ser denominada como
la ciencia de los principios constituidos de la vida moral. Todos estos preceptos nos llevan a la misma conclusión, que la
ética estudia el desarrollo de la libre voluntad del hombre sin perjudicar al prójimo, es decir, que ésta va encaminada
hacia la realización del hombre, como persona.

La ética juega un papel importante ya que a diferencia de otras ciencias, es mucho más aplicable a nuestras vidas, debido
a su contenido práctico-técnico, derivado de las propias costumbres y de cómo nos comportamos; perfecciona y ayuda a
asegurar nuestra realización como personas, habida cuenta de los fines y condiciones que se pretenda obtener.

16
Bioética para enfermería

Por tanto la ética profesional es, en este estricto sentido, el compromiso de ser y actuar poniéndonos siempre en el lugar
del otro. Afirmar que la ética profesional se funda en la dignidad humana, sólo puede hablarse si la entendemos como
estrategias estandarizadas de comportamiento del quehacer ético (medio para el único fin: el individuo, la persona).

De manera diferente en cambio la deontología hace referencia al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y gu-
ían una actividad. Estas normas determinan los deberes mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de
su trabajo. Por este motivo, suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se encar-
ga de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos Hoy, prácticamente todas las profesiones han desarrollado sus
propios códigos y, en este sentido, puede hablarse de una deontología profesional periodística, médica, de los abogados,
etc.

Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe distinguir que la ética profesional es la
disciplina que estudia los contenidos normativos de un colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deonto-
logía profesional, mientras que ésta última, es el conjunto de normas vinculantes para un colectivo profesional.

Deontología profesional Ética profesional


Orientada al deber. Orientada al bien, a lo bueno.
Recogida en normas y códigos "deontológicos". No se encuentra recogida en normas ni en códigos deon-
tológicos, está relacionada con lo que piensa el propio indi-
viduo (conciencia individual/profesional).
Esas normas y códigos son mínimos y aprobados por los No es exigible a los profesionales de un determinado colec-
profesionales de un determinado colectivo profesional (pe- tivo (periodistas, médicos, abogados,...).
riodistas, médicos, abogados,...).
Se ubica entre la moral y el derecho. Parte de la ética aplicada.

17
Capítulo 1. Bioética como disciplina

Finalmente en cuanto a la Bioética hay que señalar que los retos que debe afrontar son numerosos, exigen un trabajo
continuo de actualización y de estudio para establecer puentes a través de los cuales hacer presentes a los hombres y
mujeres de nuestro tiempo los principios éticos y urgencias que deben ser atendidos en el mundo contemporáneo; por
tanto, la bioética no puede sucumbir al estado de asedio en el que actualmente vive. La continua sucesión de noticias
sobre descubrimientos científicos y las discusiones sobre tantos temas de frontera no deben ser motivo para perder de
vista lo fundamental. En toda actividad médica y científica, hay que reconocer la dignidad de cada ser humano en las dis-
tintas fases de su existencia.

La bioética sostendrá o promoverá entonces, sistemas sociales y políticos atentos a la salud, al trabajo seguro y al am-
biente; modos de vivir y de comportarse en los que se conserve el patrimonio de la propia integridad física y psicológica.
Se convertirá en el mejor aliciente para una “movilización general” (usando una fórmula empleada por Juan Pablo II en la
encíclica Evangelium vitae, n. 95) que contrarreste tantos signos de la cultura de la muerte, para que cada vez sea más
real y concreta una auténtica cultura de la vida. Ese es quizá el mayor reto de la bioética, de ayer, de hoy y de siempre,
por el que vale la pena una disciplina a la vez anciana y joven.

La bioética: su éxito en el ámbito clínico y en el plano académico


En el terreno de la Salud Pública , la Biomedicina y el ámbito clínico la bioética asumen gran importancia dentro de un
proceso expresado por el acelerado ritmo de los avances científicos y técnicos en ramas tales como: Terapia Intensiva,
Trasplantología, Biología Molecular, Ingeniería Genética, Tecnologías Reproductivas y las Neurociencias; así como por la
acentuada comercialización de la medicina, el creciente peligro de la deshumanización ante el tecnologismo desenfrena-
do, la injusticia social en la asignación de recursos y el acceso desigual a los servicios de salud.

Esta disciplina ha despertado en todos una gran motivación y se han quedado convencidos de que no se debe dar un paso
sin que éste, implique una toma de medidas y la creación de una conciencia de la necesidad de respetar la vida en todas
sus manifestaciones. En lo esencial, el amor, la pureza y el desinterés al ejercer las acciones de salud, continúan siendo

18
Bioética para enfermería

valores plenamente vigentes en nuestra sociedad ya que, probablemente el Juramento Hipocrático ya no sea literalmente
válido para este momento.

Por otro lado en los años 90 se consolida la Bioética como disciplina académica en varios países de América Latina. La pu-
blicación de un número del Boletín de la Organización Panamericana de la Salud, que luego apareció en libro, todo dedi-
cado a la Bioética, a principios de la década del noventa, le dio presencia ‘formal’ a la Bioética. Un segundo paso fue la
fundación en 1991 por Alfonso Llano, desde Colombia, de la Federación Latinoamericana de Instituciones de Bioética -
FELAIBE- desde donde propició foros y asambleas en diversos países de Iberoamérica", y ha organizado ininterrumpida-
mente Congresos de Bioética en diversos países desde 1995.

La fundación en Santiago de Chile, por parte de la OPS, del Programa Regional de Bioética, en estrecha colaboración con
la Universidad de Chile fue otro suceso relevante. Además del apoyo conceptual y económico a múltiples actividades or-
ganizadas por los diversos países hispanoamericanos.

De forma paralela se ha introducido como disciplina en los currículos universitarios, inicialmente en los estudios de Medi-
cina y más recientemente en Enfermería y otras profesiones de la salud y también han comenzado Cursos de postgrado y
Maestrías con gran demanda e interés.

Se han integrado las Asociaciones Nacionales de Bioética y desarrollado en varios países diversas actividades por citar
algunas, comités hospitalarios, centros, foros, jornadas, cursos. Por otro lado las publicaciones que se han hecho sobre
Bioética, existen muchos libros, revistas y además del creciente interés por estos temas de la mayoría de las publicaciones
del ámbito médico y de enfermería.

Bioética y enfermería
Al decir bioética, no existe una definición propia sino un saber análogo con otras ciencias y con cuestiones ampliamente
éticos, temas relevantes que han trascendido a lo largo de la historia en los ámbitos del saber, el saber científico y el sa-

19
Capítulo 1. Bioética como disciplina

ber humanístico. (Sgreccia, 1998). Es una unión entre la razón de ser y los hechos biológicos. De ahí la bioética y el saber
usan los conocimientos en el campo científico-biológico. Por tanto la Bioética no es más que la aplicación de la ética a las
ciencias de la vida, el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias biológicas y la atención de la
salud, en la medida que esta conducta se examine a la luz de valores y principios ético–morales.

La bioética tiene por finalidad el análisis racional de los problemas morales ligados a la biomedicina y de su vinculación
con el ámbito del derecho y de las ciencias humanas. (Vargas, 2009).

Enfocado en el ámbito del trabajo de enfermería es rescatar la labor profesional de la alta tecnificación, de los monitores,
del cumplimiento frío de un trabajo rutinario que nos deslinda del aspecto humano, del nivel de ansiedad, dolor, preocu-
pación, soledad y sufrimiento, es aplicar con amor y paciencia el arte de cuidar a ese ser humano irrepetible, con sus ne-
cesidades físicas y socio psicológicas, que espera un trato personalizado, cálido, para él y su familia. ¡Amar los cuidados
que se prodigan; pero sobre todo, amar a quien se prodigan los cuidados! ¡Ése es el gran reto!

La humanización, requiere de un proceso reflexivo, sobre los valores y principios que fundamentan la práctica profesional,
que supone además de un tratamiento y cuidado digno, solidario y acogedor por parte de los profesionales de la salud,
con su principal objetivo el ser humano enfermo, frágil, con una nueva postura ética que fundamente todas las activida-
des profesionales y procesos de trabajo.

Por tanto como profesionales de enfermería tenemos la obligación de buscar las herramientas que nos ayuden a poner en
práctica los mejores cuidados y la búsqueda de la excelencia de nuestra profesión sin olvidar el respeto por la vida, la dig-
nidad y los derechos del ser humano, perspectiva que ha permitido incorporar estos nuevos contenidos en el pensum de
estudios de acuerdo a la reforma curricular vigente.

20
Bioética para enfermería

Capítulo 2
Situaciones que propiciaron
el surgimiento de la bioética

Introducción
Se presentan algunos eventos históricos que indujeron el nacimiento de la bioética; por citar algunos, los experimentos
nazis, considerados como horrores olvidados ya que los doctores nazis realizaban experimentos con jóvenes judíos y ru-
sos, sometiéndolos a todo tipo de torturas como el congelamiento y las diferentes formas de reanimación, intervinieron
también en la genética para purificar la raza aria y probar como objetivo principal que todas las demás razas eran inferio-
res, de la misma manera realizaron experimentos en gemelos para ver las reacciones que estos presentaban, así como
intentar cambiar el color de ojos en sujetos que luego morían por infecciones graves causadas por dichos experimentos.

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Capítulo 2. Surgimiento de la bioética

El código de Núremberg recoge una serie de principios que rigen la experimentación con seres humanos al final de la Se-
gunda Guerra Mundial. Específicamente, el Código responde a las deliberaciones y argumentos por las que fueron enjui-
ciados la jerarquía nazi y algunos médicos por el tratamiento inhumano que dieron a los prisioneros de los campos de
concentración, como por ejemplo, los experimentos médicos del doctor Josef Mengele.

El "Experimento Tuskegee", también conocido como "Estudio Tuskegee sobre sífilis no tratada en varones negros", "Estu-
dio Tuskegee sobre sífilis" o "Estudio sobre sífilis de los servicios públicos de salud") fue un estudio clínico desarrollado
entre 1932 y 1972 en Tuskegee, Alabama (Estados Unidos), por los servicios públicos de salud americanos en 400 varones
negros, indigentes y en su mayoría analfabetos; el estudio clínico estuvo a cargo del Servicio Público de Salud del Gobier-
no Federal de los EEUU. El caso de Karen Ann Quinlan y Terry Schiavo en los cuales se discutió sobre la eutanasia y serán
analizados dentro de uno de los dilemas éticos más importantes. Finalmente se presenta el caso Baby Doe que permite el
análisis de la evolución, impacto y aplicación de la bioética en el recién nacido.

Los experimentos nazis


Durante la Segunda Guerra Mundial, médicos alemanes realizaron experimentos dolorosos y a menudo mortales, en mi-
les de prisioneros de los campos de concentración sin su consentimiento. Los experimentos médicos, contrarios a todo
criterio ético, se agrupan en tres categorías. La primera abarca los experimentos dirigidos a la facilitación de la supervi-
vencia del personal militar del Ejército. En Dachau, los médicos de la Fuerza Aérea alemana y de la Institución experimen-
tal alemana para la aviación realizaron experimentos sobre altitudes elevadas, utilizando cámaras de baja presión, para
determinar la altitud máxima desde la cual la tripulación de un avión dañado podría lanzarse en paracaídas con seguridad.

La segunda categoría de experimentos, dirigida al desarrollo y comprobación de productos farmacéuticos y de métodos


de tratamiento para lesiones y enfermedades a las que el personal militar alemán y el personal de ocupación estaban
expuestos.

22
Bioética para enfermería

En los campos de concentración alemanes de Sachsenhausen, Dachau, Natzweiler, Buchenwald y Neuengamme, los
científicos probaron compuestos de inmunización y sueros para la prevención y tratamiento de enfermedades contagio-
sas, entre ellas la malaria, tifus, tuberculosis, fiebre tifoidea, fiebre amarilla y hepatitis infecciosa. En el campo de Revens-
brueck se realizaron experimentos con injertos óseos y experi-
mentos para probar la eficacia de las drogas sulfa de nuevo desa-
rrollo (sulfanilamida). En Natzwiler y Sachsenhausen se sometió a
los prisioneros al fosgeno y al gas mostaza para poder probar los
posibles antídotos (Salud., 2002). La tercera categoría de experi-
mentos médicos profundizaron investigaciones encaminadas al
progresar racial como sustento ideológico del nazismo. Los más
infames eran los experimentos de Josef Mengele en Auschwitz.
Mengele llevó a cabo experimentos médicos con gemelos. Tam-
bién dirigió experimentos serológicos con romaníes (gitanos), al
igual que Werner Fischer en Sachsenhausen, para determinar
cómo las diversas “razas” soportaban las diferentes enfermeda-
des contagiosas. La investigación de August Hirt en la Universidad
de Estrasburgo también pretendía establecer la “inferioridad ra-
cial judía.”

Otros experimentos horripilantes, que pretendían ampliar los objetivos raciales de los nazis, consistían en una serie de
indagaciones en esterilización, ejecutados principalmente en Auschwitz y Revensbrueck. Allí, los científicos probaron va-
rios métodos en su esfuerzo por desarrollar un procedimiento eficiente y barato para la esterilización total de los judíos,
romaníes y de otros grupos considerados racial o genéticamente indeseables por los nazis (Weidling, 2005).

Experimentos de congelamiento: fueron realizados en seres humanos y tuvieron el objetivo de simular condiciones a las
que se verían sometidas las tropas alemanas durante su incursión bélica al este. Los soldados alemanes estaban mal pre-

23
Capítulo 2. Surgimiento de la bioética

parados para las condiciones climatológicas que experimentaban en el campo de batalla. De esta forma miles de ellos
morían por los efectos del congelamiento o eran inhabilitados para el combate a causa de lesiones desencadenadas por el
frío. A manera de preparación para el experimento, los prisioneros eran desnudados. Posteriormente se les introducía un
termómetro por vía rectal, el cual sería usado para registrar los descensos de temperatura durante la prueba. Éste
termómetro era fijado en su lugar por medio de un anillo expandible de metal que era ajustado para abrirse dentro del
recto. La víctima era colocada entonces en la tina de agua helada y comenzaba a congelarse. Se sabe que la mayor parte
de las víctimas perdían la conciencia y finalmente morían cuando la temperatura corporal descendía hasta los 25°C.

Lámpara solar: las víctimas eran colocadas debajo de lámparas solares que producían un calor suficiente como para que-
mar la piel.

Irrigación interna: la víctima congelada era sometida a un tratamiento de reanimación que consistía en introducir en el
estómago, vesícula biliar e intestinos del paciente, agua calentada hasta límites cercanos al punto de ebullición.

Baño caliente: la persona era colocada en agua caliente y la temperatura era incrementada lentamente. Este método
probó ser el más útil para la reanimación de las víctimas. De cualquier manera, muchos sujetos murieron debido al cho-
que provocado por un calentamiento demasiado rápido.

Calentamiento por medio de calor corporal: Heinrich Himmler sugirió al Dr. Rascher el uso de mujeres para calentar a los
hombres congelados. Él sugirió que la víctima y una mujer copularan. Este experimento ocurrió con cierto grado de éxito.
De cualquier forma, no fue tan exitoso como el método del baño caliente.

Experimentos genéticos: el logro de la purificación de la Raza Nórdica o Aria era la meta más importante de los Nazis. Los
hombres de cabello rubio y ojos azules estaban supuestamente destinados a ser la única raza. Los negros, latinoamerica-
nos, judíos, gitanos y homosexuales, así como cualquier otra persona que no encajara en los requerimientos raciales deb-
ían ser excluidos de la sociedad futura por medio del genocidio. Hitler y el Alto Mando alemán elaboraron una lista de

24
Bioética para enfermería

reglas que los Nazis debían observar. Las nuevas reglas obligaban a que todos los oficiales de las SS se sometieran a exá-
menes médicos antes de contraer matrimonio, con el objeto de garantizar su pureza racial (L., 2005).

Experimentos en gemelos: de todos los sujetos de experimentación, los gemelos eran los favoritos de Mengele, por lo
que inicialmente recibían un trato preferencial que consistía en poder mantener su cabello y sus ropas así como el recibir
raciones extras de comida. Los gemelos eran examinados de la cabeza a los pies. Se tomaban medidas exactas de cada
parte del cuerpo. El Dr Mengele exigía exámenes específicos y cuidadosos.
Mengele inyectó muestras de sangre de un gemelo a otro y registró las reac-
ciones producidas, las cuales consistían invariablemente en cefaleas insopor-
tables y fiebres que duraban por varios días. Con el propósito de determinar
si el color de los ojos podía ser alterado genéticamente, inyectó soluciones
colorantes en los ojos de varios sujetos. Esto invariablemente conducía a do-
lorosas infecciones y en ocasiones a la ceguera. Si alguno de esos gemelos
moría, Mengele ordenaba que sus ojos fueran extraídos en la necropsia para
después ser colocados en las paredes de su oficina. También se llegaron a
inyectar agentes infecciosos por vía intravenosa para observar cuanto tiempo
pasaba antes de que el sujeto sucumbiera a una gran variedad de enferme-
dades (Salud., 2002).

Experimentación sobre grandes alturas: a inicios de 1942, varios prisioneros fueron torturados con el objeto de que la
Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) pudiera averiguar la capacidad del cuerpo humano para adaptarse y sobrevivir a las
grandes altitudes. Una cámara de baja presión fue usada para simular las condiciones atmosféricas de una altitud de más
de 68,000 pies. Los sujetos fueron obligados a entrar en la cámara para observar sus reacciones.

Experimentación en malaria: desde febrero de 1942 hasta abril de 1945, numerosos experimentos fueron realizados en
el campo de concentración de Dachau con el objetivo de investigar la inmunización en el tratamiento de la malaria. Varios

25
Capítulo 2. Surgimiento de la bioética

reclusos en buen estado de salud, fueron infectados por mosquitos o por la inyección de extractos de las glándulas muco-
sas de los mosquitos. Después de haber contraído malaria, en los sujetos se probaron diversas drogas para evaluar su
eficacia.

Experimentación sobre el gas mostaza: varias ocasiones, entre septiembre de 1939 y abril de 1945, se realizaron experi-
mentos, con el fin de investigar el tratamiento más efectivo en el manejo de heridas causadas por el gas LOST, un veneno
popularmente conocido como “gas mostaza”. Las heridas eran infligidas a los sujetos por los médicos conductores del
experimento. Algunos de ellos murieron como resultado de la exposición al veneno.

Experimentos con sulfonamida: desde julio de 1942, hasta septiembre de 1943, se realizaron experimentos para investi-
gar la eficacia de la sulfonamida. Heridas infligidas en sujetos experimentales fueron infectadas con estreptococos, gan-
grena gaseosa y tétanos. La circulación de la sangre era interrumpida atando los vasos sanguíneos circundantes a la heri-
da para crear una condición similar a la observada en los campos de batalla. La infección era agravada mediante la intro-
ducción de restos de madero o de tierra en la herida. Posteriormente, la infección era tratada con sulfonamida y otros
fármacos con el objeto de determinar su eficacia.

Regeneración de hueso, músculos y nervios y trasplantes de hueso: desde septiembre de 1942 hasta diciembre de 1943,
se realizaron experimentos en el campo de concentración de Ravensbrückcon el objeto de estudiar la regeneración del
hueso, el músculo y el nervio, así como el trasplante de hueso de una persona a otra. Las secciones de los huesos, múscu-
los y nervios fueron removidos de los sujetos.

Experimentos con agua de mar: desde julio de 1944 hasta septiembre de 1944, se realizaron experimentos en el campo
de Dachau con el objeto de probar varios métodos para potabilizar el agua de mar. Algunos de los sujetos participantes
fueron privados de toda comida y les fue suministrada únicamente agua de mar químicamente procesada.

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Bioética para enfermería

Experimentos sobre hepatitis epidémica: desde Junio de 1943 hasta enero de 1945, se realizaron experimentos en los
campos de Sachsenhausen and Natzweiler para investigar las causas de la hepatitis epidémica así como el uso de inocula-
ciones para su tratamiento. Los sujetos experimentales fueron deliberadamente infectados, y algunos murieron a conse-
cuencia de los experimentos.

Experimentos sobre esterilización: se realizaron desde marzo de 1941 hasta


enero de 1945 en los campos de Auschwitz y de Ravensbrück. El propósito de
estos experimentos era el desarrollar un método que fuera capaz de esterili-
zar a millones de personas en la mínima cantidad de tiempo y con el mínimo
esfuerzo. Estos experimentos fueron conducidos utilizando procedimientos
quirúrgicos, rayos X y varios tipos de drogas. Miles de víctimas fueron esterili-
zadas (Independientemente de su experimentación al respecto, el gobierno
Nazi esterilizó a alrededor de 400,000 personas como parte de sus métodos
de salubridad y control).

Experimentos sobre el tifo: fueron realizados en los campos de Buchenwald y Natzweiler desde diciembre de 1941 hasta
febrero de 1945. Investigaban la eficacia de algunas vacunas experimentales. En Buchenwald, numerosos reclusos sanos
fueron infectados deliberadamente con la bacteria del tifo. Más del 90% de las víctimas murió como resultado de esto.
Otros reclusos sanos fueron usados para probar la eficacia de diversas vacunas de tifo exantemático y de otras sustancias
químicas. En el curso de estos experimentos, 75% de los sujetos seleccionados fueron vacunados con alguna de las vacu-
nas o alimentados con alguna de las sustancias químicas para después ser infectados con bacterias de tifo exantemático
tras un periodo de 3 o 4 semanas. El 25% restante fue infectado sin ninguna protección previa con el objetivo de probar la
eficacia de las vacunas y de las sustancias químicas empleadas. Como resultado, cientos de personas murieron. También
se realizaron experimentos con fiebre amarilla, viruela, cólera y difteria (Rueda, 2004).

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Capítulo 2. Surgimiento de la bioética

Experimentos con veneno: entre diciembre de 1943 y octubre de 1944 se realizaron experimentos en el campo de Bu-
chenwald para investigar los efectos de varios tipos de venenos en los seres
humanos. Los venenos fueron administrados secretamente a los sujetos ex-
perimentales en su ración de comida. Las víctimas morían a causa del veneno
o eran asesinadas inmediatamente para permitir la realización de autopsias.
Alrededor de septiembre de 1944, algunos sujetos durante el experimento
recibieron los impactos de balas envenenadas o fueron sometidos a tortura.

Experimentos con bombas incendiarias: desde noviembre de 1943 hasta


enero de 1944, se condujeron experimentos en Buchenwald para evaluar el
efecto de varias preparaciones farmacéuticas en las quemaduras con fósforo.
Estas quemaduras eran infligidas en sujetos con sustancias extraídas de bombas incendiarias.

Secuelas: millones de sujetos murieron como resultado de los experimentos conducidos por los nazis, mientras que mu-
chos otros fueron asesinados una vez que se completaron las pruebas o para estudiar el efecto post mortem. Aquellos
que sobrevivieron a menudo quedaron mutilados, sufriendo de discapacidad permanente, cuerpos debilitados y presión
psicológica.

El experimento de Tuskegee
Este experimento generó mucha controversia y provocó cambios en la protección legal de los pacientes en los estudios
clínicos. Los sujetos utilizados en este experimento no dieron su consentimiento informado, no fueron informados de su
diagnóstico, y fueron engañados al decirles que tenían "mala sangre" y que podrían recibir tratamiento médico gratuito,
transporte gratuito a la clínica, comidas y un seguro de sepelio en caso de fallecimiento si participaban en el estudio
(Steinsleger, 2011). Este estudio no tenía como objetivo curar a los individuos enfermos de sífilis, sino seguir y estudiar su
evolución física y mental, para lo cual, desde 1932 hasta 1974 (durante 42 años), las personas enfermas no fueron trata-
das contra la enfermedad. En 1932, cuando empezó el estudio, los tratamientos para la sífilis eran muy tóxicos, peligrosos

28
Bioética para enfermería

y de efectividad cuestionable. El objetivo del estudio fue determinar si los beneficios del tratamiento compensaban su
toxicidad y reconocer las diferentes etapas de la enfermedad para desarrollar tratamientos adecuados a cada una de
ellas. Como resultado de este experimento y con el advenimiento del uso de la penicilina en 1942, se demostró que sin
este antibiótico la esperanza de vida de la persona infectada con sífilis se reducía un 20%.

En 1932, cuando se inició el experimento, aún no existían normativas sobre la


experimentación en humanos. Luego de la II Guerra Mundial, el Código de
Nuremberg (1948), recoge por primera vez los conceptos de riesgo/beneficio
y consentimiento informado. A partir de la Declaración de Helsinki (1964) se
pone de manifiesto que el bienestar del sujeto debe prevalecer sobre los
intereses de la ciencia y de la sociedad. Ninguna de estas normas éticas fue
aplicada en el estudio que se estaba realizando en Tuskegee a pesar que se
prolongó hasta 1972 a partir de 1964, la investigación biomédica se intenta
regular mediante la Declaración de Helsinki en la cual, además del consenti-
miento informado, se pone de manifiesto que en toda investigación con se-
res humanos el bienestar del sujeto debe prevalecer siempre sobre los inter-
eses de la ciencia y de la sociedad.

En 1947 la penicilina se había convertido en el tratamiento de elección para la sífilis. Antes de este descubrimiento, la
sífilis frecuentemente conducía a una enfermedad crónica, dolorosa y con fallo multiorgánico. En vez de tratar a los suje-
tos del estudio con penicilina y concluirlo o establecer un grupo control para estudiar el fármaco, los científicos del exp e-
rimento Tuskegee ocultaron la información sobre la penicilina para continuar estudiando cómo la enfermedad se disemi-
naba y acababa provocando la muerte (Steinsleger, 2011). El estudio continuó hasta 1972 cuando una filtración de la
prensa causó un escándalo y el Congreso de los Estados Unidos ordenó dar por finalizado el estudio, para entonces sólo
setenta y cuatro de los sujetos de experimentación continuaban con vida. Veintiocho de los hombres habían muerto di-

29
Capítulo 2. Surgimiento de la bioética

rectamente a causa de la sífilis; cien murieron por complicaciones derivadas de ella; cuarenta esposas de los sujetos de
experimentación fueron infectadas; diecinueve niños contrajeron la enfermedad al nacer.

Experimento de sífilis en Guatemala: realizado entre 1946 y 1948, a cargo del investigador estadounidense John Charles
Cutler, funcionario de los servicios de salud pública de los Estados Unidos. El estudio, fue auspiciado por el gobierno de
Estados Unidos, contempló infectar de sífilis a más de 1500 ciudadanos guatemaltecos entre enfermos psiquiátricos, pre-
sos, prostitutas, soldados, ancianos y niños huérfanos a quienes no se informó el contagio inducido de la enfermedad. El
objetivo de la investigación fue evaluar drogas y químicos para probar si era posible evitar la propagación y el desarrollo
de esta enfermedad. Se evidenció incluso el pago a los pacientes por parte de los médicos a fin de que tuvieran relaciones
sexuales con prostitutas infectadas y a otros pacientes se les provocaba una herida en el pene para luego contaminar la
herida con cultivos de treponemas a fin de que se contagiaran.

Código de Belmont
El experimento de Tuskegee dio un gran impulso al desarrollo de la
Bioética, ya que a partir de este se dieron cuenta que no era sufi-
ciente regular la investigación con los códigos deontológicos y la
Declaración de Helsinki y que unas mínimas normas de conducta
debían plasmarse en una legislación, surgiendo en 1978 el Código
de Belmont, también llamado Informe Belmont, donde aparecen
por primera vez los que, posteriormente, van a ser universalmente
conocidos como Principios Bioéticos y pautas para la protección de
los seres humanos en la investigación.

El Informe Belmont explica y unifica los principios éticos básicos de


diferentes informes de la Comisión Nacional y las regulaciones que Sobreviviente del experimento Tuskegee

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Bioética para enfermería

incorporan sus recomendaciones. Los tres principios éticos fundamentales para usar sujetos humanos en la investigación
son:
Respeto a las personas: protegiendo la autonomía de todas las personas y tratándolas con cortesía, respeto y tenien-
do en cuenta el consentimiento informado.
Beneficencia: maximizar los beneficios para el proyecto de investigación mientras se minimizan los riesgos para los
sujetos de la investigación, y;
Justicia: usar procedimientos razonables, no explotadores y bien considerados para asegurarse que se administran
correctamente (en términos de costo-beneficio).

Hoy, el informe Belmont sigue siendo referencia esencial para que los investigadores y grupos que trabajan con sujetos
humanos en investigación, se aseguren que los proyectos cumplen con las regulaciones éticas. Respecto a la investigación
de Tunskegee, se califica a la investigación como carente de principios éticos debido a que fue llevada a cabo en una po-
blación totalmente vulnerable, racialmente discriminada y marginada, violándose varios principios bioéticos:
Beneficencia: no se buscó el hacer un bien a estas personas.
Autonomía: el no haber obtenido su consentimiento en base a una información adecuada y llevando a cabo ac-
tuaciones bajo engaño.
Justicia: se buscó una población tan vulnerable como la de negros indigentes y enfermos, ofreciéndoles además
ciertas ventajas como medio de coacción.
No maleficencia: el de más categoría moral desde el juramento hipocrático, pues no administrar un tratamiento
indicado es maleficente y puede llegar a ser homicidio por omisión.

Código de Núremberg
El Código de Núremberg recoge una serie de principios que rigen la experimentación con seres humanos, que resultó de
las deliberaciones de los Juicios de Núremberg, al final de la Segunda Guerra Mundial.

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Capítulo 2. Surgimiento de la bioética

Específicamente, el Código responde a las deliberaciones y argumentos por las que fueron enjuiciados la jerarquía nazi y
algunos médicos por el tratamiento inhumano que dieron a los prisioneros de los campos de concentración, como por
ejemplo, los experimentos médicos del Dr. Josef Mengele.

El Código de Núremberg fue publicado el 20 de agosto de 1947, tras la celebración de los Juicios de Núremberg (entre
agosto de 1945 y octubre de 1946). En él se recogen principios orientativos de la experimentación médica en seres
humanos, porque durante el juicio varios de los acusados argumentaron que los experimentos diferían poco de los lleva-
dos a cabo antes de la guerra, pues no existían leyes que categorizaran de legales o ilegales los experimentos. (Salud.,
2002)

En abril de 1947, el Dr. Leo Alexander sometió a consideración del Consejo para los Crímenes de Guerra seis puntos que
definían la investigación médica legítima. El veredicto del juicio adoptó estos puntos y añadió cuatro más. Estos diez pun-
tos son los que constituyen el Código de Núremberg. Entre ellos, se incluye el consentimiento informado y la ausencia de
coerción, la experimentación científica fundamentada y la beneficencia del experimento para los sujetos humanos involu-
crados. Los diez puntos son:
1. Es absolutamente esencial el consentimiento voluntario del sujeto humano. Esto significa que la persona implicada
debe tener capacidad legal para dar consentimiento; su situación debe ser tal que pueda ser capaz de ejercer una
elección libre, sin intervención de cualquier elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción u otra forma de cons-
treñimiento o coerción; debe tener suficiente conocimiento y comprensión de los elementos implicados que le ca-
paciten para hacer una decisión razonable e ilustrada. Este último elemento requiere que antes de que el sujeto
de experimentación acepte una decisión afirmativa, debe conocer la naturaleza, duración y fines del experimento,
el método y los medios con los que será realizado; todos los inconvenientes y riesgos que pueden ser esperados
razonablemente y los efectos sobre su salud y persona que pueden posiblemente originarse de su participación en
el experimento. El deber y la responsabilidad para asegurarse de la calidad del consentimiento residen en cada in-
dividuo que inicie, dirija o esté implicado en el experimento. Es un deber y responsabilidad personales que no
pueden ser delegados impunemente.

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Bioética para enfermería

2. El experimento debe ser tal que dé resultados provechosos para el beneficio de la sociedad, no sea obtenible por
otros métodos o medios y no debe ser de naturaleza aleatoria o innecesaria.
3. El experimento debe ser proyectado y basado sobre los resultados de experimentación animal y de un conocimien-
to de la historia natural de la enfermedad o de otro problema bajo estudio, de tal forma que los resultados previos
justificarán la realización del experimento.
4. El experimento debe ser realizado de tal forma que se evite todo sufrimiento físico y mental innecesario y todo da-
ño.
5. No debe realizarse ningún experimento cuando exista una razón a priori que lleve a creer el que pueda sobrevenir
muerte o daño que lleve a una incapacitación, excepto, quizás, en aquellos experimentos en que los médicos expe-
rimentales sirven también como sujetos.
6. El grado de riesgo que ha de ser tomado no debe exceder nunca el determinado por la importancia humanitaria del
problema que ha de ser resuelto con el experimento.
7. Deben realizarse preparaciones propias y proveerse de facilidades adecuadas para proteger al sujeto de experimen-
tación contra posibilidades, incluso remotas, de daño, incapacitación o muerte.
8. El experimento debe ser realizado únicamente por personas científicamente cualificadas. Debe exigirse a través de
todas las etapas del experimento el mayor grado de experiencia (pericia) y cuidado en aquellos que realizan o están
implicados en dicho experimento.
9. Durante el curso del experimento el sujeto humano debe estar en libertad de interrumpirlo si ha alcanzado un esta-
do físico o mental en que la continuación del experimento le parezca imposible.
10. Durante el curso del experimento el científico responsable tiene que estar preparado para terminarlo en cualquier
fase, si tiene una razón para creer con toda probabilidad, en el ejercicio de la buena fe, que se requiere de él una
destreza mayor y un juicio cuidadoso de modo que una continuación del experimento traerá probablemente como
resultado daño, discapacidad o muerte del sujeto de experimentación.

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