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REPRESENTACIÓN:
En primer lugar, con representación generalmente aludimos a una situación en la cual una
persona denominada representante actúa a nombre de otra denominada representado y, en
donde los actos jurídicos que realiza la primera se imputan al representado, cómo si este los
hubiese realizado personalmente.
Tomando en consideración la definición realizada por el reconocido jurista Eduardo J.
Couture en su Vocabulario jurídico, podemos decir que la representación es la relación
jurídica, de origen legal, judicial o voluntaria, por virtud de la cual una persona,
denominada representante, realiza actos a nombre de otra, llamada representado,
haciendo recaer sobre ésta los efectos jurídicos emergentes de su gestión.
Por su parte, el jurista Bernardo Pérez Fernández del Castillo en su reconocida obra
Representación, poder y mandato, determina que la representación “…es la facultad que
tiene una persona de actuar, obligar y decidir en nombre y por cuenta de otra
persona”.
En la doctrina generalmente se clasifica la representación en legítima o legal; orgánica,
social o necesaria; y, voluntaria. La representación legítima o legal la impone la ley a ciertas
personas (por ejemplo, las disposiciones legales establecen quienes representarán a un
incapaz o un ausente); la representación orgánica, social o necesaria se realiza por los
órganos sociales de administración de las personas morales; y, la voluntaria se presenta
cuando una persona autoriza a otra para actuar en su nombre o representación.
Por otro lado, otra clasificación establece la representación directa y la representación
indirecta. La primera se presenta cuando una persona actúa en nombre y por cuenta de otra,
surgiendo una relación directa e inmediata entre representante y representado. Por su parte,
la segunda se da cuando una persona actúa en nombre propio y por cuenta de otra,
adquiriendo para sí derechos y obligaciones de su representado frente a un tercero, pero los
efectos jurídicos repercutirán en último término en el patrimonio del representado.
MANDATO:
Para aproximarnos a qué nos referimos por mandato, podemos tomar como punto de partida
la determinación que se realiza en el artículo 2564 del Código Civil para el Distrito Federal:
“Artículo 2564. El mandato es un contrato por el que el mandatario se obliga a ejecutar por
cuenta del mandante los actos jurídicos que éste el encarga.”
Del artículo señalada se desprende que el mandato es un contrato, esto es, un acuerdo
al mandatario a actuar en su propio nombre o por su propio derecho). Es por esto que
establece que la característica de este contrato es que los actos que realice el mandatario se
entenderán realizados por cuenta del mandante, pero esos actos pueden realizarse a
nombre del mandante o a nombre del mismo mandatario.
Otra relevante consideración técnico-jurídica es que cuando en un contrato de mandato se
establece la representación, se encuentra implícito el otorgamiento de un poder, toda vez
que este es el medio o instrumento para conferir la representación. Por lo tanto, si se celebre
un contrato de mandato sin representación, entonces no existe el otorgamiento de un poder.
PODER: