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2) ¿Por qué se afirma que “no hay diferencia esencial entre pasar de un estado a
otro y persistir en un mismo estado? ¿Por qué decimos sin embargo que un nuevo
estado se yuxtapone al precedente? (p. 8- 9). Dados los innegables incidentes que
parecen cortar el flujo de la conciencia, ¿por qué Bergson los compara a los “golpes
de tímpano que estallan de cuando en cuando en la sinfonía”? (p.9).
Se afirma que no hay diferencia esencial entre pasar de un estado a otro y persistir
en un mismo estado porque, el estado mismo ya es cambio, el cambio se parece
más a un mismo estado que se prolonga, a una transición continua. Pero cuando la
variación se ha hecho tan considerable que se impone a nuestra atención, parece
como si un nuevo estado se hubiera yuxtapuesto. El cambio siempre fue constante,
nada más que lo notamos cuando se roba la atención suficiente e imprime al cuerpo
una nueva actitud. Bergson compara a los cambios de estado con los golpes de
tímbalo que estallan en una sinfonía de cuando en cuando porque nuestra atención
se fija en ellos ya que le interesan más, pero cada uno de ellos es llevado por la
masa fluida de nuestra existencia psicológica completa.
3) ¿Qué sucede con la duración de la conciencia cuando pasamos de la vigilia al
sueño? Desarrolle (p.10)
4) ¿Cuáles son las dos formas de multiplicidad distinguidas a partir del ejemplo de
las campanadas? ¿Cuáles son sus características diferenciales? ¿Por qué la
conciencia prefiere una de ellas? (p.11)
Señalamos aquí el error de quienes consideran la pura duración como algo análogo
al espacio, aunque de naturaleza más simple. Se complacen en yuxtaponer los
estados psicológicos, en formar una cadena o una línea, sin darse cuenta que
hacen intervenir en esta operación la idea de espacio propiamente dicha, la idea de
espacio en su totalidad, dado que el espacio es un medio de tres dimensiones. Pero
¿quién no ve que para percibir una línea en forma de línea hay que situarse fuera de
ella, darse cuenta del vacío que la rodea y pensar, por tanto, en un espacio de tres
dimensiones? Si nuestro punto consciente A no tiene todavía la idea de espacio —y
es en esta hipótesis donde debemos situarnos—, la sucesión de estados por los que
pasa no podrá adoptar para él la forma de una línea; pero sus sensaciones se
añadirán dinámicamente unas a otras, y se organizarán entre sí como las notas
sucesivas de una melodía por la que nos dejamos mecer. En resumen, la pura
duración podría muy bien no ser más que una sucesión de cambios cualitativos que
se funden, que se penetran, sin contornos precisos, sin tendencia alguna a
exteriorizarse unos en relación con los otros, sin parentesco alguno con el nombre:
esto sería la heterogeneidad pura.
6) ¿Por qué es necesaria la idea de espacio para concebir una sucesión lineal?
Defina la duración pura explicando la metáfora de la melodía. (p.16)
La idea de espacio es necesaria para concebir una sucesión lineal, porque para
poder observar y se consciente de una línea, se deben tener en cuenta las otras
variables, como que es una sucesión de puntos, que se sitúa en 3 dimensiones, de
no tener en cuenta estas nociones, no podrá situarse como línea. Pero sus
sensaciones se añadirán dinámicamente unas a otras y se organizarán como las
notas de una melodía.
8) ¿En qué reside la dificultad para expresar por el lenguaje la distinción entre
multiplicidad cuantitativa y cualitativa? (p.17). ¿Por qué esta última “no podría ser
traducida a la lengua del sentido común”? (p. 4 18).
Por desgracia, estamos tan acostumbrados a aclarar uno por medio del otro de los
dos sentidos de la misma palabra, a percibir incluso el uno en el otro, que
experimentamos una dificultad increíble para distinguirlos (calidad y cantidad), o por
lo menos para expresar esta distinción mediante el lenguaje. Así, decíamos que
varios estados de conciencia se organizan entre sí, se penetran, se enriquecen cada
vez más, y podrían ofrecer de esta forma, a un yo ignorante del espacio, el
sentimiento de la duración pura; pero utilizar la palabra «varios», ya habíamos
aislado estos estados unos de otros, ya habíamos exteriorizado unos por relación a
los otros, en una palabra, ya los habíamos yuxtapuesto; y de esta forma, mediante
la expresión misma a que nos vemos obligados a recurrir, traicionamos la costumbre
profundamente arraigada de desarrollar el tiempo en el espacio. Tomamos
necesariamente los términos destinados a traducir el estado de un alma que todavía
no lo ha realizado; estos términos, por tanto, se hallan afectados de un vicio original,
y la representación de una multiplicidad sin relación con el número o el espacio,
aunque clara para un pensamiento que penetra en sí mismo y que se abstrae, no
podría ser traducida a la lengua del sentido común. Porque la lengua del sentido
común siempre utiliza términos del tiempo y el espacio tradicional cuantificado para
poder explicar los fenómenos, y en este caso no nos referimos a lo cuantificado sino
a lo puro, a la calidad, a lo heterogéneo que no tiene palabras en el lenguaje para
ser descripto sin ser cuantificado.
10) “La realidad es la movilidad misma”. Explique esta tesis, teniendo en cuenta que
la afirmación se extiende a toda realidad posible, “interior” y “exterior” (p.21).
13) ¿Cómo captamos el pasado? ¿Por qué el error del asociacionismo reside en
entender la memoria como una huella? (p.49).
16) ¿Hacia dónde está orientado el pensamiento? ¿Cuál es la función del cerebro
en tanto “órgano de atención a la vida”? (pp.67-68).
El pensamiento está orientado hacia la acción y cuando no aboca a una acción real,
esboza una o varias acciones virtuales, simplemente posibles. El papel del cerebro
es imitar la vida espiritual, las situaciones exteriores a las que el espíritu debe
adaptarse. La actividad cerebral es a la actividad mental lo que los movimientos de
la batuta del director de orquesta son a la sinfonía. El cerebro hace que la
conciencia, el sentimiento, y el pensamiento permanezcan extendidos sobre la vida
real y, por tanto, sean capaces de acción eficaz, el cerebro es el órgano de la
atención a la vida.
No es necesario asociar los hechos para reconstruir a la persona porque esta, está
toda entera en uno solo de ellos, siempre que se lo sepa escoger. Y la
manifestación exterior de este estado interno será precisamente lo que se denomina
un acto libre. Solo el yo habrá sido el autor de este acto que expresará el yo todo
entero, es del alma entera de donde emana la decisión libre. A comparación del yo
entero, entendido como un espacio homogéneo que presenta cierta superficie
donde sobre esta podrán formarse y flotar formaciones independientes, podemos
situar al yo parásito. El yo parasito es una serie más compleja, cuyos elementos se
penetran unos a otros, pero que nunca llegan a fundirse perfectamente ellos mismos
en la masa compacta del yo. El yo parasito se apoya continuamente sobre el otro.
Politzer dice que los psicólogos son víctimas de cualquier ilusión porque los ve
como incapaces de descubrir la verdad, los ve como quienes esperan que alguien
se las traiga, sea quien fuere, viniera de donde viniera, pero como no tienen idea de
alguna verdad, no saben reconocerla, entonces, la ven en cualquier cosa y son
víctimas de todas las ilusiones. Primeramente con Wundt y la psicología “sin alma”
con aparatos de laboratorio y monografías. Luego Ribot, quien calculó el número de
células cerebrales con el fin de saber si se pueden alojar todas las ideas, ya no se
discutía, se calculaba. Politzer veía esto como una miseria a diferencia de la
comunidad de psicólogos de la época, donde el formalismo más insípido ganaba la
batalla. Una vez llegados a medir hasta la milésima de segundo, llegaron los
“reflejos condicionales” (condicionamiento operante – Pavlov) y Bechterev presentó
la “psico reflexología” (ésta considera a la actividad psíquica como un producto
exclusivo de la actividad del sistema nervioso), luego la afasia, la teoría fisiológica
de las emociones, y así. Renovando constantemente las esperanzas frustradas.
Pero en ello no se trataba más que de retención de un deseo impotente, después de
cada uno de los períodos de agitación “objetivista”, reaparece el monstruo vengador
de la introspección.
Los psicólogos han recibido las matemáticas de tercera mano, las toman como “oro
y diamante” cuando realmente son “un poco de cobre y cristal”, y lo mismo sucede
con el método experimental. El método experimental en psicología es pura “pompa”
puro chamuyo, puro caretaje, mucha fachada, alardeada. Este método sirve para el
físico y un poco para el fisiólogo pero no para el psicólogo. Politzer dice que los
psicólogos son científicos en la misma manera que los salvajes evangelizados son
cristianos porque se dejan caer en brazos de la fisiología, la química o la biología,
amontonando promedios estadísticos y convenciéndose de que, para adquirir
ciencia, lo mismo que para adquirir fe, precisa embrutecerse.
4) ¿Por qué, de acuerdo con Politzer, “la psicología clásica no pasa de ser la
elaboración nocional de un mito”? (relacione con la pregunta 2). ¿En qué consistiría
ese “mito” o “creencia primitiva”? (ver desarrollo en pp. 28-29). Frente a él, ¿cuál
sería la tarea del “movimiento psicológico contemporáneo”? ¿Qué es lo que faltaría
en ese estado de situación, ante ese “punto muerto en que se encuentra la
psicología”? (pp. 24-26 y 28).
6) ¿A qué se refiere el autor cuando dice que “no se trata de limpiar y podar ramas,
sino de talar el árbol”? Desarrolle (p. 27).
8) “¿A qué se refiere Politzer cuando afirma que “hasta nuestros días no se ha
efectuado ningún descubrimiento psicológico digno de este nombre”? En su
respuesta, oponga el “trabajo psicológico nocional” (como elaboración de un mito) a
la orientación concreta. ¿Qué papel podría haberle cabido a la crítica kantiana? (p.
29).
14) ¿Qué es, para Politzer, “lo característico de una ciencia”? En este plano, ¿cómo
sitúa al psicólogo respecto del físico o el químico? ¿Qué quiere decir que el
psicólogo “no sabe nada y no puede nada? (pp. 41-42).
Lo que se propone es dejar de sentir que quedan cosas aun por decir sobre el
sueño, es decir, dejar sentir que lo esencial no se ha dicho aún. Se centra en la
teoría del despertar parcial donde se toma al sueño como “una vigilia parcial
matizada y muy anormal al mismo tiempo” donde el foco está en procesos
fisiológicos y orgánicos. En contraposición está la teoría de Freud quien dice que “el
sueño es un hecho psicológico en el nato sentido de la palabra” es decir que tiene
un sentido. Considerar al sueño como un hecho orgánico le quita su dignidad de
hecho psicológico. El problema del sueño no podría ser resuelto por la psicología
clásica porque no lo veríamos como un hecho psicológico desde ese enfoque, la
teoría clásica en vez de inclinarse a la complejidad y originalidad del sueño, busca
procesos que lo explican como fenómeno negativo (es decir, de no progreso).
Además de que no acepta la hipótesis del sentido. Este problema funciona como
una “anomalía” en la historia de las ciencias porque rompe con el esquema clásico
para convertirse en un punto de partida para la nueva visión, como consecuencia,
debemos hallar una nueva definición del hecho psicológico, irreductible ante aquella
de la teoría clásica que nos habíamos habituado.
17) Cuando Politzer compara la teoría (orgánica) del despertar parcial con la teoría
freudiana del sueño, ¿Qué elementos critica en la primera y cuáles destaca en la
segunda? Desarrolle haciendo hincapié en el punto de vista (abstracto o concreto),
en el método (primera o tercera persona) y en la relación (o ausencia de relación)
del sueño con el sujeto que lo sueña (pp. 49-50).
La teoría del despertar parcial, tiene un punto de vista formal y abstracto. Desde el
formal no se presta ninguna atención a la individualidad del sueño dada por el
sentido, no sacaremos del sueño más que referencias para clasificarlo. Desde el
punto de vista abstracto se considera al sueño como si fuese sencillamente un
conjunto de imágenes proyectadas en una pantalla, se trata de explicar simplemente
en cuanto a procesos, suponiendo causas mecánicas. La abstracción consiste en
aplicar a los hechos psicológicos la actitud que adoptamos para la explicación de los
hechos objetivos en general, es decir, el método de la tercera persona, donde se
elimina al sujeto. De este modo el sueño se convierte en colección de estado en sí,
conjunto de estados en tercera persona. Sin relación con el sujeto concreto que lo
sueña, el sueño queda suspendido en el vacío.
La psicología quiere ser esa “tercera ciencia” que considera a los hechos
psicológicos en tercera persona, pero para realizar ese milagro necesita de su
realismo. Es decir, en el sentido que el espíritu, está asentado por un acto cuya
forma es la misma que la del acto que asienta la materia, y el espíritu se comporta
entonces como otro genero de la materia, ambos en tercera persona. Si el espíritu
es un genero original de la materia entonces la psicología podrá describir un mundo
especial, llamado espiritual, pero paralelo al mundo físico y que no requiere
procedimientos especiales. Su especificidad será debida a la originalidad de la
percepción que exige este realismo, y podremos tratar los hechos psicológicos
como los físicos. Si se intenta quitar, al hecho psicológico, el sujeto que le asienta,
equivale a aniquilarlo como “psicológico” y concebirlo de manera que el esquema de
la concepción implique ruptura en la continuidad del yo, no puede conducir más que
a la mitología.
21) A partir del “esquema de la reflexión”, desarrolle las críticas del autor a la
concepción del yo de la psicología clásica. Por oposición a esta perspectiva, ¿cómo
podría ponerse de manifiesto “la pertenencia de los hechos psicológicos al yo”? (pp.
57-59).
23) Explique el siguiente pasaje: “El acto del individuo concreto es la vida, pero la
vida singular del individuo singular, es decir, la vida en el sentido dramático del yo”
(p. 60).
Se refiere a que la vida del individuo concreto y sus actos, se dan en el plano no
trascendental. Sino en el plano empírico donde también sucede la psicología y la
vida dramática del sujeto.
24) Ilustre la concepción del acontecimiento en Politzer con el ejemplo del niño que
llora al acostarse. Compare la interpretación de la psicología clásica con la de la
orientación concreta. ¿Cómo debería, en consecuencia, abordar un acto el
psicólogo? (pp. 61-62).
Un acontecimiento para la psicología clásica, con el ejemplo del niño que llora, no
es más que secreción lacrimal consecutiva a una representación que contraría una
tendencia profunda. Allí nos hemos salido del plano del “drama humano” que aborda
la psicología concreta. La psicología clásica reemplaza el drama personal por uno
impersonal. El psicólogo aborda el acto a través del análisis, e inquiere explicar lo
personal por lo personal. Entonces el psicólogo tendrá algo de crítico dramático, un
acto se le aparecerá como segmento del drama que no existe más que en y por el
drama. Su método no será, pues, la observación pura y simple, sino el método de la
interpretación.
09) Sartre, Jean-Paul [1946] (2009). El existencialismo es un humanismo.
Barcelona: Edhasa (fragmento: pp. 21-44).
Sartre dice que hay dos especies de existencialistas, los cristianos, donde colocaría
a Gabriel Marcel y Jaspers. Y por otra parte están los existencialistas ateos, entre
los cuales colocaría a Heidegger, a los existencialistas franceses y a él mismo.
2) En el caso de los objetos fabricados por el hombre, ¿qué significa la frase “la
esencia precede a la existencia”? Explicite la definición de esencia y ejemplifique
(pp. 27-28).
Que la esencia preceda a la existencia, significa, que la esencia del objeto, la idea
de este está antes que su propia existencia. En el texto se ejemplifica con un
artesano que fabrica un corta papel. Este antes de hacer existir el cortapapel, lo
piensa, lo planifica, este objeto tiene una utilidad definida, no se puede suponer que
el artesano produjera un cortapapel sin saber para qué va a servir.
3) Cuando se concibe la relación entre un Dios creador y un hombre creado por él,
¿qué es lo que implica respecto de la relación entre esencia y existencia? ¿Qué
sucedió cuando los filósofos ateos del siglo XVIII suprimieron la noción de Dios?
Desarrolle (pp. 28-29).
Ante el postulado de un Dios creador y un hombre creado por este Dios, se puede
hacer la comparación del artesano que crea el cortapapeles. Dios crea al hombre
mediante un plan, en donde está determinada su vida, lo que debe hacer y lo que
no. En el siglo XVIII se suprimió la noción de Dios, pero no la idea de que la esencia
precede a la existencia, el hombre seguía siendo poseedor de una naturaleza
humana, esta naturaleza humana, que es el concepto de humano, se encuentra en
todos los hombres, lo que significa que cada hombre es un ejemplo particular de un
concepto universal.
El existencialismo ateo que Sartre representa declara que, si Dios no existe, hay por
lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe
antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser, es el hombre o
como dice Heidegger, la realidad humana. Que la existencia preceda a la esencia
significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y
después se define. El hombre empieza por no ser nada, solo será después, y será
tal como se haya hecho. Así pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios
para concebirla.
No hay naturaleza humana porque el hombre no es otra cosa que lo que él se hace,
ese es el primer principio del existencialismo. No existe una planilla de
características, un prototipo, un plan, una esencia, una programación de cómo
debería ser un humano, de qué “naturaleza” debería portar ya antes de existir. Sino
que el hombre existe, y de ahí es libre de hacerse.
6) ¿Por qué el hombre tendría “una dignidad mayor que una piedra o una mesa”?
¿Por qué sería ante todo “un proyecto que se vive subjetivamente”? ¿Cuál sería la
diferencia entre querer ser y proyectar ser, entre voluntad y elección original? (pp.
31-32).
El hombre tiene una mayor dignidad que una piedra o una mesa porque empieza
por existir, empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es conciente
de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es un proyecto que se vive
subjetivamente, por esto mismo de lanzarse al porvenir en el cual sobre la marcha
implementamos nuestras proyecciones. El hombre será lo que habrá proyectado
ser, no lo que querrá ser. Pues lo que entendemos por querer es una decisión
conciente, que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha
hecho de sí mismo. Es decir, previamente existió la manifestación de una elección
más original, más espontánea que lo que se llama voluntad.
Significa que cuando decimos que el hombre elige, entendemos que cada uno de
nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a
todos los hombres. Es decir, las decisiones y acciones que se realicen, no solo
afectan al individuo sino a toda la especie, cuando creamos el hombre que
queremos ser, creamos al mismo tiempo una imagen del hombre tal como lo
consideramos que debe ser. (Si todo el mundo hiciera lo mismo se podría cuestionar
la libertad del hombre, ya que no hay variantes ni nuevas proyecciones o
decisiones, no podría estar tan asegurada la afirmación de que no existe tal
naturaleza del hombre. Ya que, si todos hiciéramos lo mismo, parecería como si
fuéramos objetos, ya con una meta predeterminada en nuestras vidas y cierta
función también asentada.)
Significa que sacar la existencia de Dios viene también de la mano de sacar hasta
las últimas consecuencias que su existencia causa. Por ejemplo, la existencia de
una moral laica, donde se suprime a Dios, pero se mantienen unos valores que se
tomen en serio y se consideren como existentes a priori. Esto no es posible para el
existencialismo. Quiere suprimir todo aquello que no respete que la existencia
precede a la esencia.
12) ¿Por qué la frase de Dostoievsky “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”
sería “el punto de partida del existencialismo”? ¿Cuáles serían sus consecuencias?
(p. 42).
13) ¿Qué significa que “el hombre está condenado a ser libre”? ¿Qué relación
habría entre los actos, por un lado, y las pasiones o los signos, por el otro? (p. 43).
Estar condenado a ser libre significa que, estamos condenados por un lado porque
no elegimos existir, simplemente comenzamos a existir y ya. Y libres porque a partir
de nuestra existencia somos responsables totalmente de todas las acciones que
tomemos. El existencialista no cree en una pasión desmedida que lleva al hombre a
cometer actos determinados y que, por tanto, toma a la pasión como excusa. El
existencialista piensa que el hombre es totalmente responsable de su pasión.
14) ¿Qué quiere decir que “que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está
condenado a cada instante a inventar al hombre”? ¿De qué dos maneras puede
interpretarse la frase de Francis Ponge “El hombre es el porvenir del hombre”? (pp.
43-44).
Está condenado a cada instante a inventar al hombre porque, cada uno, en sus
decisiones, implica luego consecuencias propias y ajenas. A cada instante, en cada
decisión que se tome, se reinventa si o sí. “El hombre es el porvenir del hombre”
puede ser entendido como que ese porvenir está escrito en el cielo, y que Dios lo
ve, pero esta interpretación es falsa porque de ser así ni siquiera sería un porvenir.
Y también puede interpretarse de manera que hay un porvenir virgen que lo espera,
donde el hombre está desamparado.
2) Si la ontología (es decir, la parte de la filosofía que estudia el ser) de Sartre “no
es en absoluto una doctrina de la unidad del ser”, ¿qué es lo que afirma? (p. 74).
La ontología puede definirse como “ciencia del ente en tanto tal”, siendo “ente” el
participio presente del verbo ser, tal como “cantante” es el participio presente del
verbo cantar. Entonces una ontología dualista, plantearía una ciencia del “ente”
dualista, no se plantea una unidad, sino una dualidad, donde la realidad está
dividida en dos ámbitos totalmente distintos. Se afirma una dualidad del ser, la nada
no es nada, lo cual significa que es la negación del ser: y la negación es algo y no
es nada.
3) ¿Cómo ha sido sustituida la dualidad característica que opone “el ser de la cosa”
al “ser del hombre”? ¿Qué problemas plantea este par que constituye los dos
sentidos del ser? (p. 75-76).
El hombre es el ser a través del que la nada viene al mundo. El hombre no puede
prescindir de la negación en tanto hombre, mientras que la cosa para ser solo
necesita ser. El hombre, entonces, es libre de elegir que ser, tiene la libertad de ser.
Esta libertad tiene como esencia el poder de anonadar.
Las dos regiones se llaman “ser en sí” y “ser para sí”, son categorías hegelianas.
Hacen referencia en el caso de la cosa que solo necesita ser para ser, a esta
suficiencia considerada como una identidad completa de la cosa consigo misma; y
en el caso del hombre a la diferencia que le impide asimilarse a una cosa, diferencia
que proviene del hecho de la conciencia. El hombre es para él, en el sentido, en que
sólo es lo que es ante sus propios ojos. El ser para si es, pues, la designación
ontológica que conviene a la conciencia. Sartre define “el ser en sí” mediante una
identidad absoluta, “el ser es lo que es”. Pero hablar de una identidad es
demasiado, ya que la identidad exige un principio de diferenciación o de reflexión. Y
el ser en sí está tan encerrado en sí mismo que no tiene relación con nada, ni
siquiera consigo mismo. El ser en sí, es lo que es, no puede sostener relación
alguna con lo otro. Pero un ser que no mantiene ninguna relación con cosa alguna
no puede ser considerado idéntico, sobre todo si no puede distinguirse de lo que no
es. No podría tener ni nombre, ni discurso, ni ciencia, ni sensación, ni opinión. Al no
tener relación, no puede aparecer y ser conocido. Por su parte, el “ser para sí” se
describe como la exacta antítesis del en sí. El “para sí” solo es diferencia y
oposición. El ser “en sí” era tan idéntico a su mismo que perdía hasta relación de
identidad, el ser “para sí” será tan negativo que estará perpetuamente en fuga ante
sí mismo, incapaz de pararse en ninguna parte. Entonces, la relación del “en sí” y el
“para sí” es que han sido definidos como las dos regiones del ser. Es necesario,
pues, que tengan algo en común, en este caso es, el ser. La síntesis de ambos, es
imposible, ya que su relación es unilateral. El “para sí” no puede prescindir del “en
sí”, mientras que el “en sí” solo necesita del “para sí” para aparecer ante él. Pero el
“en sí”, para ser no necesita aparecer. Pero Sartre objeta que el “en sí”, para sentir
el deseo que llevaría a ponerse como otro, tendría que poseer un atisbo de
conciencia (atisbo = indicio) o de voluntad. De ello se desprende que el “para sí” no
está autorizado a considerarse como el camino que tomaría el universo para
alcanzar la conciencia de su divinidad. El tránsito de la subjetividad humana a la
subjetividad absoluta está prohibido.
La posición de Sartre sobre la cuestión del sujeto sólo puede entenderse como un
desarrollo de la fenomenología de Husserl reinterpretada en términos de la filosofía
de la existencia. La reinterpretación sartreana de la fenomenología lleva a una
revisión de la subjetividad moderada a partir de dos ideas fundamentales. Estas dos
ideas se desarrollan en la pregunta dos.de Husserl reinterpretada en términos de la
filosofía.
2) ¿Cuáles serían las dos ideas fundamentales a partir de las cuales Sartre
emprende una revisión de la subjetividad moderna? (pp. 1-2).
Las dos ideas fundamentales son, en primer lugar, el abandono de la noción del
ego, y en segundo lugar, la nueva comprensión de la conciencia en la línea de lo
que se ha dado en llamar existencialismo.
Diferencia por una parte la “conciencia del objeto” que es un tipo de conciencia
posicional o tética, es decir, que incluye a la tesis del yo, referida a algo distinto de
sí misma. Pero está va siempre acompañada en segundo lugar, de un percatarse de
sí, de un saber reflejo de sí misma que propiamente no es reflexión, puesto que no
se objetiva, ya que el objeto le es exterior. Sartre la define como conciencia (de) sí,
indicando con el paréntesis que no es posicional ni tética, sino un mero reflejo, es
conciencia refleja pero no reflexiva. Hay además una conciencia de sí misma de
tipo reflexivo o de sí, que es posicional, puesto que el objeto al que se dirige es
intencionalmente ella misma, solo que fracasa puesto que la conciencia es
subjetividad irreductible a objeto alguno. Entonces, lo que clásicamente se llama
autoconciencia tiene dos modos diferentes, conciencia (de) sí o refleja, que es el
mero percatarse de sí o experimentarse en la experiencia de cualquier objeto. Y la
conciencia de sí o reflexiva, que convierte el movimiento autorreflexivo en algo
conciente, pues en ella el sujeto se busca como objeto.
Esta frase significa que la conciencia dirigida al objeto exterior es la misma que se
refleja a sí misma en él, es decir, en contra de lo que antes se ha dado a entender
en aras de la clarificación, no hay aquí dos, sino una sola conciencia que, a la vez
que pone al objeto, se percata de sí misma en un único acto que
fenomenológicamente tiene esa complejidad dual. Es decir, cuando percibo un
objeto, la conciencia de ese objeto es a la vez conciencia de mi conciencia de él.
Su ser conciente en estar ante sí misma, o en ser para sí, y esta certeza de sí, que
necesariamente acompaña a toda vivencia, que es previa a la reflexión y que en
rigor constituye el ser de la conciencia en su forma más originaria, es el cogito
prerreflexivo. Es decir, el cogito prerreflexivo, es conciencia no reflexiva como
originaria. Para Sartre, ser conciencia de sí, no implica que se ponga ante sí misma
como objeto de conocimiento, pero sí entraña siempre la vivencia de estar presente
a sí, en una especia de desdoblamiento o escisión, que ella descubre como su
propia sustancia. El principio de Berkley, da como ejemplo el placer o el dolor. El
placer o el dolor no son nada distintos a la conciencia del placer o del dolor, la
creencia es siempre conciencia de la creencia, es decir, para la conciencia ser y
saberse es lo mismo.
8) ¿Cuál sería entonces la “función práctica” del ego? Desarrolle (p. 3).
El ego tiene sobre todo una función práctica, en tanto refleja una unidad ideal, y su
papel esencial es el de ocultar a la conciencia su propia espontaneidad para evitar
así la angustia.
11) ¿A qué se refiere la “facticidad del para-sí”? ¿Cómo se relaciona con el cuerpo
propio (es decir, con el cuerpo-para-sí)? ¿Qué significa, por oposición, el
“cuerpo-para-el otro”? [Ver los ejemplos de la fatiga y de la vergüenza en El ser y la
nada como ejemplos de estas dos formas de ser del cuerpo] (p. 9).
12) Considerando que el para-sí no sólo es facticidad, sino también acción, ¿cómo
explica Álvarez González la relación entre acción, libertad, proyecto y elección
originaria? (p. 10).
Cuando irrumpe la mirada del otro de modo que el para-sí se encuentra ahora
separado de sí mismo por el otro que irrumpe en su experiencia y le desplaza del
centro de su mundo. La mera existencia del prójimo me revela como ser-para-otro,
pero eso significa que ese nuevo modo de ser que descubro en mí no reside en el
otro, sino que aparece en mí constituido por el otro. El prójimo es el para-sí que no
soy yo y se me presenta como aquél que me objetiva, es decir, aquel que me
permite tomar distancia conmigo hasta poder considerarme como objeto. Esto es lo
que no consigue la reflexión, pero lo consigue mi vivencia del prójimo. En ese
sentido, el prójimo es el mediador indispensable entre yo y yo mismo, ya que por su
mera aparición estoy en condiciones de formular un juicio sobre mí mismo como lo
haría sobre un objeto.
Tomo II, 3º parte: “El yo y los otros”, cap. 1 “La existencia de los otros”, frag. § 1 “El
problema” (pp. 7- 9).
Tomo III, 4º parte: “Tener, hacer y ser”, cap. 1 “Ser y hacer: la libertad”, frag. § 1 “La
condición primera de la acción es la libertad (pp. 39-48).
Este ejemplo nos sirve para pensar el concepto de la libertad, Sartre piensa a la
libertad como condena, porque somos arrojados al mundo, arrojados a existir sin
nada previo, ni esencia ni naturaleza humana. Venimos al mundo y somos una
nada, entonces, estamos obligados a elegir, obligados a la libertad, tenemos que
elegir que ser, darnos un proyecto. Es fundamental la idea de un proyecto originario,
en el sentido que implica una forma o modo de ser, una forma de pararse, ante el
otro, ante sí mismo y ante el mundo en general. El proyecto es la totalidad de
relaciones significativas que yo soy. Una elección libre existe en la medida que
también haya una alternativa. En el caso de la fatiga, se pregunta ¿tenía yo la
capacidad de hacer otra cosa?
3) ¿Qué sería, en un principio, la fatiga? ¿Qué ocurre cuando trato de recuperar esa
fatiga con el pensamiento, “como cuasiobjeto de mi reflexión”? ¿Quién es, entonces,
el que “sufre la fatiga como intolerable”? (p. 40).
Sartre se pregunta porque él no puede seguir, pero sus amigos si, entonces dice
que hay distintas formas de vivir la fatiga. Mi rendición ante la fatiga, son ya el
resultado de elecciones previas, son elecciones que se inscriben en elecciones más
amplias, no quiere decir que yo sea debilucho. Sino que mis elecciones están
inscriptas en otras más originales, esa elección más amplia en donde se inscriben
es mi proyecto fundamental, original, este, es la base de mis elecciones posteriores.
Sartre toma el ejemplo de uno de sus amigos, que continua, que no se rinde ante la
fatiga. Y explica su conducta como si su amigo fuera un amante de su fatiga, la
fatiga toma significación por otro proyecto. Este amigo vive la fatiga como un
obstáculo vencido, la vive de otra manera, se apropia de la fatiga, la domina, se
estrega. Huye de la facticidad entregándose a ella. Por ese proyecto se trata de
solucionar el problema del absoluto. Como si venciendo a la fatiga uno pudiera
fusionar el no ser la conciencia con el ser del en-sí.
5) Sartre esboza aquí un método. Para entender la fatiga del amigo es necesario “un
análisis regresivo que nos conduce hasta un proyecto inicial”. ¿Cuál sería ese
proyecto inicial (u originario) en este caso? ¿Qué rol tendría el cuerpo? (p. 43).
Existe una relación con el todo, en la comprensión de cualquier acto. Sartre plantea
un análisis regresivo hacia esa elección originaria, inicial, que le da sentido a cada
uno de mis actos. Al entregarse a la fatiga, el amigo se hace cuerpo, se vuelve uno
con el en-sí, se funde con la facticidad de su cuerpo. Esto implica una entrega
gozosa a mil placeres, el cuerpo funciona como instrumento de una síntesis, la
síntesis imposible del para-sí con el en-sí. Es una ambición de ser algo, es una
búsqueda del absoluto. Esta búsqueda es característica de los diferentes proyectos.
Sartre al contrario tiene un proyecto que consiste en salvar su cuerpo, no en
hacerse cuerpo, él prefiere preservarse.
8) ¿En qué coincide “la escuela freudiana” con el análisis regresivo? ¿En qué difiere
de él? Desarrolle. ¿A qué se refiere Sartre con la necesidad de aplicar el método del
psicoanálisis “en sentido inverso”? ¿Por qué no se puede comprender la fatiga a
partir del “complejo de inferioridad” teorizado por Adler? ¿Qué implicaría en realidad
esa supuesta inferioridad? (pp. 45-48).
Para Sartre además del existencialismo, solo hay otra escuela con la que el
coincide, esta es el psicoanálisis, donde cada acto es simbólico. Para Freud toda
conducta tiene un sentido. Es decir, todo acto conduce a cosas más profundas. Pero
para el psicoanálisis el futuro no existe, y para Sartre el análisis sería algo como un
entendimiento del acto que va desde lo real hacia lo posible. El análisis implica un
retorno del futuro hacia el presente. La clave de cualquier acto es la totalidad del
proyecto que yo soy, si se piensa al proyecto como algo que está puesto en un
futuro se puede entender esta idea de un análisis que permite entender el presente
desde un futuro.
Diferencia el determinismo del PSA con la libertad que plantea Sartre. Para Sartre
escudarse en los complejos de la historia personal, es una de las formas de la mala
fe. Para Sartre siempre hay elección y debo hacerme responsable de todos mis
actos. A diferencia del PSA que compromete a la historia personal y sufrida del
sujeto a ser responsable de los actos que comete en la actualidad. Sartre dice que
también debemos de ser responsables de lo que hacen con nosotros, nosotros
debemos accionar sobre lo que hacen con nosotros. El PSA propone una
determinación de nuestros actos por lo que han hecho con nosotros. Aquí no hay
elección libre, sino que, por ser tratados de cierta manera, es que nos comportamos
determinadamente. Sartre dice que aunque nos hayan tratado de cierta manera
tenemos la posibilidad libre de elegir que hacer con eso y así, ser responsables de
nuestros actos futuros.