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Fallo Comentado: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala I (CNCrimyCorrec)(SalaI) ~ 2000/06/13 ~
Santos Caballero, María I. y otros. ; Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala I (CNCrimyCorrec)(SalaI)
~ 2000/06/16 ~ Santos Caballero, M. I.
Sumario: SUMARIO: I. Dos sentencias preocupantes. - II. Sobre el lavado de dinero. - III. La ley anterior. - IV. Fundamentos de la
Cámara. - V. La nueva ley. - VI. A manera de colofón.
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V. La nueva ley
La ley 25.246, que tipifica el delito de lavado de dinero proveniente de cualquier delito, modificó totalmente la rúbrica del
Capítulo XIII, Título XI, del Libro Segundo, del Código Penal, alterando sustancialmente el sistema del encubrimiento -género- del
que el lavado de dinero contemplado en el nuevo art. 278, inc. 1°, pasa a ser una especie.
El bien jurídico protegido no es ya la Salud Pública contemplada por la ley 23.737 sino la Administración Pública.
A su vez, los nuevos verbos típicos elegidos por el legislador, además de carecer en general de significación jurídica unívoca, nada
tienen que ver con los de la figura derogada. En efecto: "convertir, transferir, administrar, vender, gravar o aplicar de cualquier
otro modo" no incluyen bajo ningún punto de vista "comprar", según figuraba en el segundo párrafo de la norma derogada.
Menos aún si se admite que, como parece indicarlo el texto vigente, los cinco verbos típicos que aparecen en primer lugar son
distintas formas de "aplicar".
Si el análisis se extiende a los demás elementos típicos, resulta indiscutible que "la consecuencia posible de que los bienes
originarios o los subrogantes adquieran la apariencia de un origen lícito" descarta también, pero con mayor énfasis puesto que
compromete al sentido común, la posibilidad de vincularlo a "comprar" como modalidad supuestamente comisiva.
Si se pretendiera forzar el texto del nuevo inc. 3) del art. 278 Cód. Penal para asimilar "recibir" a "comprare", además del
desatino jurídico se tropieza con la exigencia típica, "...con el fin de hacerlos aplicar en una operación que les dé la apariencia
posible de un origen lícito..." y el óbice se mantiene insalvable.
Es evidente, entonces, que la conducta antes incriminada en el segundo párrafo del art. 25 de la ley 23.737 no resulta alcanzada
por el texto del nuevo art. 278 Cód. Penal, sin perjuicio de que la pena privativa de la libertad conminada en ambas fuese similar.
Por tal virtud la afirmación del tribunal de alzada, en el sentido de que "...debe decirse que en relación a lo dispuesto por el art.
29 de la ley 25.246 que lo que el legislador ha efectuado no es la despenalización de aquellas conductas previstas por el art. 25 de
la ley 23.737, sino por el contrario, ha dictado una nueva norma que contempla a las anteriores, agravando en algunos casos su
sanción. Así la ley 25.246 ha mantenido la incriminación de la conducta típica, sea en su art. 3° en tanto modifica al art. 278 del
Cód. Penal en el nuevo texto de sus incisos 1° y 3°..." implica un enorme desacierto jurídico.
Sólo nos queda el último tramo del criterio acuñado por el tribunal: "...o fuere en su art. 2°, en cuanto modifica al art. 277, y
establece en su reemplazo el inciso c) del mismo texto legal...".
Como el texto del inc. 1°, apart. c), del nuevo art. 277 reza "adquiriere, recibiere u ocultare dinero, cosas o efectos provenientes
de un delito", podría asimilarse "adquirir" a "comprar"; pero el tipo subjetivo doloso jamás podrá esbozarse siquiera con mediana
seriedad. Además, subsisten las objeciones para incluir la compraventa de inmuebles como un medio furtivo que resulte idóneo
para dificultar o impedir su localización.
De cualquier modo, la pena conminada es de seis meses a tres años de prisión, circunstancia que impide comprender qué
parámetros se utilizaron para sostener que la ley derogada resulta en el caso más benigna. Forzando el argumento del delito
precedente asociado a la supuesta actividad de los carteles colombianos, en los términos del inc. 2°, apart. a), la pena se
incrementaría al doble: uno a seis años de prisión, por manera que no hay discusión posible en punto a su mayor benignidad.