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Ley de lavado de activos de origen delictivo (N° 25.

246) algunas consideraciones preliminares

Gené, Gustavo Enrique

Publicado en: LA LEY 2000-D, 1246

Sumario: SUMARIO: I. La Unidad de Información Financiera. - II. Sujetos obligados a informar. - III. La actividad bancaria y el
régimen del secreto. - IV. Régimen penal administrativo. - V. Ministerio Público y juez competente.

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La ley 25.246 de "Encubrimiento y Lavado de Activos de origen delictivo" sancionada el 13 de abril del corriente año,
promulgada el 5 de mayo con un veto parcial del Poder Ejecutivo por decreto 370/2000 y publicada el 11 de mayo próximo
pasado, modifica el Código Penal, (Adla, Bol. N° 12/2000, p. 1) al tiempo que contempla una regulación administrativa de
carácter sancionatorio (1) e incorpora a nuestra legislación un organismo administrativo con singular relevancia y amplias
facultades (2).
Es intención de este trabajo realizar algunas consideraciones de carácter preliminar sobre su texto, así como sobre aquellos
aspectos que deberán ser motivo de particular atención en la reglamentación a dictarse; dejando para futuros análisis el
tratamiento particularizado de seguros debates que varias de las opciones elegidas por el legislador y plasmadas en la norma,
impondrán a la doctrina.
Baste señalar como ejemplo la reforma del tipo penal del "encubrimiento", que por sí sola, importará consecuencias
dogmáticas mucho más vastas, no restringidas al "lavado de activos de origen delictivo" y ajenas al objeto del presente.
Hecha esta advertencia previa, metodológicamente la ley en análisis se divide en cinco capítulos, que en cada caso se refieren
a: Capítulo I. Modificación del Código Penal, Capítulo II. Unidad de Información Financiera, Capítulo III. Deber de informar.
Sujetos obligados, Capítulo IV. Régimen penal administrativo y Capítulo V. El Ministerio Público Fiscal.
Como un criterio expositivo se ha optado por analizar el articulado en el mismo orden en que lo hace la ley, señalando en
cada caso aquellas opciones que ha tomado el legislador -de entre las existentes en la legislación comparada- y sus
consecuencias, analizando también el posible funcionamiento del cuerpo normativo en su efectiva implementación práctica y
la forma en que ella podría afectar a algunos de los sectores involucrados, como sujetos obligados a informar.
En el capítulo I de Modificación del Código Penal, la ley hace suyo el proyecto que tuviera media sanción de la H. Cámara de
Diputados de la Nación y sosteniendo que "la regulación punitiva, por un lado y la regulación referida al organismo que
centralice la información sobre operaciones sospechosas (UIF) no necesariamente tienen que estar coordinadas o integrar un
mismo cuerpo legal"(3); el legislador incorpora en el texto legal una modificación de la legislación penal de fondo y otra,
correspondiente al derecho penal administrativo.
Como una primera opción se ha elegido tipificar el "lavado de dinero" como un delito de carácter genérico, posible respecto
de bienes provenientes de cualquier clase de delitos, considerándolo una forma de encubrimiento agravado y modificando en
su consecuencia el Capítulo XIII, Título XI del Código Penal -antes referido al encubrimiento en forma exclusiva- que pasa a
denominarse "Encubrimiento y Lavado de activos de origen delictivo".
Este criterio incriminatorio agravado en relación al tipo básico de encubrimiento, se aparta tanto de aquellas legislaciones
internacionales que han considerado el "lavado de dinero" como un tipo penal autónomo (4) como del modelo seguido con
anterioridad en la normativa nacional -art. 25 de la ley 23.737- (5) (Adla, XLII-D, 3692) que resulta derogado con la sanción de
la ley 25.246 y de otras legislaciones comparadas que contemplan el lavado de activos como supuestos de receptación, por
ejemplo la legislación española de 1995 (6), adscribiéndose en la línea de la legislación alemana y suiza (7) en la materia.
Sostiene el legislador, que de esta manera se persigue poner en pie de proporcionalidad el lavado de dinero cuyo origen
ilícito provenga de otros delitos, tan o más graves que el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes, estableciendo a su vez
que la escala penal del delito precedente, eventualmente menor a la del lavado, "ha de funcionar como límite punitivo posible
en cada caso concreto"(8).
En cuanto a la ampliación del tipo penal del "lavado de dinero" a otras conductas diferentes del tráfico ilícito de
estupefacientes y sustancias psicotrópicas previstos originariamente en forma excluyente por la Convención de Viena (9) y la
legislación dictada en su consecuencia -como fuera el caso de nuestra ley 23.737-, es tributaria de una corriente doctrinaria y
legislativa que encuentra su origen en la directiva 91/308 del Consejo de las Comunidades Europeas (CCE, ahora UE) (10) y en
la necesidad, siguiendo criterios provenientes de la política criminal, de incluir otro tipo de delitos antecedentes entre los que
posibilitan el "lavado de activos".
En este orden de ideas, analizando la doctrina y normativa comparada, se registran tres modelos legislativos posibles:
quienes han optado por incorporar un listado o catálogo de delitos previos (11), quienes establecen una categoría específica
de delitos antecedentes (12) y quienes se refieren a todos los delitos en general, opción esta última, tomada por la ley 25.246
en análisis y que resulta ser el criterio que tiende a ser el más extendido actualmente en el orden internacional según algunos
autores (13).
Esta ampliación del tipo penal con relación al carácter general de los delitos previos o antecedentes, implica una mayor
responsabilidad para los sujetos obligados a informar -contemplados en la ley 25.246 en su art. 20-, en tanto por ejemplo, no
excluye el carácter que el dinero motivo de la operación realizada por un cliente tuviera frente al fisco o la hacienda pública.
En efecto, en el caso de dinero proveniente de infracciones a la ley penal tributaria, el nuevo carácter de encubrimiento
agravado otorgado al lavado de dinero, permitiría sancionar penalmente a quienes "convirtieren, transfirieren, administraren,
vendieren, gravaren o aplicaren de cualquier otro modo dinero u otra clase de bienes..."(14) de aquel origen.
El art. 3° de la ley 25.246 se refiere a la figura básica dolosa del "lavado de dinero" contemplada en el nuevo art. 278 inc. 1°
del Cód. Penal.
En la enunciación de los verbos típicos que se utilizan para describir la conducta prohibida por la norma, ante la dificultad
reconocida por la doctrina, para definir en forma precisa el lavado de dinero (15), el legislador ha optado por una
enumeración parcial de verbos característicos contenidos en el art. 25 de la ley 23.737 que esta nueva norma deroga y de
otros propuestos en diversos proyectos de ley que tuvo en consideración nuestro Poder Legislativo. A esa enumeración se ha
incorporado aquello que el dictamen por la mayoría de la H. Cámara de Diputados de la Nación ha denominado "una fórmula
residual"(16) que pretende alcanzar un concepto de carácter general, abarcativo de las diversas conductas posibles, citando
como antecedente normativo de esta formulación el de la descripción legal del delito de estafa contenido en el art. 172 del
Cód. Penal.
En la selección hecha por el legislador de los llamados verbos típicos, parece particularmente poco afortunada la referida a
los verbos "administrar" y "aplicar" -de cualquier otro modo-, pues según el concepto que de los mismos brinda el Diccionario
de la Real Academia Española (17), en el primer caso resulta cuando menos confusa su aplicación al tipo penal descripto y en
el segundo parece optarse por una fórmula abierta (18) que carece de una significación jurídica de carácter unívoco. Esta
decisión muy probablemente llevará a cuestionar la afectación del principio de legalidad (19) y su consecuente
constitucionalidad. Al propio tiempo, no se conocen antecedentes nacionales o internacionales afines a nuestra legislación,
que avalen su incorporación en la descripción de las conductas típicas, sugiriendo un análisis más detallado de carácter
terminológico que se trata de un barbarismo originado en la traducción impropia del término inglés "application".
La referencia contenida en el tipo penal cuando expresa: "con la consecuencia posible de que los bienes originarios o los
subrogantes adquieran la apariencia de un origen lícito" merece una consideración más detenida. En efecto, en primer lugar
la "consecuencia posible", en tanto no contraríe las reglas de la lógica, resulta aún aquella que tenga la más mínima
posibilidad estadística de acaecimiento, pudiendo en su caso significar una ampliación inadecuada del tipo, a extremos
lindantes con una atribución objetiva de responsabilidad, que no tiene en cuenta la subjetividad de la conducta (20) o bien
que la procedencia de la sanción penal no exige el acaecimiento del resultado, bastando con su mera posibilidad.
Asimismo al excluir alguna de las referencias específicas utilizadas en la legislación comparada atinentes al conocimiento del
hecho previo (21) y a la finalidad de ocultar el origen ilícito de los bienes, los legisladores han optado por no exigir un dolo
directo en la conducta, bastando para su incriminación con el mero dolo eventual (22).
Sin embargo la exclusión de la necesidad del dolo directo de primer grado que se menciona como intención del legislador en
el dictamen de mayoría de la H. Cámara de Diputados, parece resultar ampliado más allá de lo aconsejable por la utilización
del concepto de mera posibilidad de la consecuencia, conforme ya lo señalásemos, al tiempo que omite toda referencia a la
intención de ocultar el origen de los fondos contenida en la mayoría de las legislaciones comparadas o recomendaciones
legislativas (23) sobre la materia.
No obstante ello, el carácter delictivo del dinero u otra clase de bienes (24) está expresamente contemplado entre los
elementos del tipo doloso, rigiéndose la prueba de ese conocimiento por parte del autor por las normas generales y
constituyendo una materia que excede este trabajo, pero que plantea interesantes interrogantes en cuanto al tiempo de ese
conocimiento, así como a sus alcances -¿se debe conocer el delito antecedente en forma precisa?-.
Conforme nuestra tradición normativa parece adecuada la ajenidad al hecho antecedente, en el que no se debe haber
participado por parte del presunto autor (25) por tratarse en ese caso de un auto encubrimiento que es impune o de un acto
posterior co-penado (26), con la sola excepción de que se cometiera entonces un nuevo delito. Sin embargo se deja esbozado,
al menos como materia de consideración futura, que pueden afectarse bienes jurídicos tutelados diferentes -en el delito
antecedente y en el de lavado- y que no ha de ser indiferente desde el punto de vista dogmático, cual es el fundamento que
se reconozca a la impunidad, y que también podría considerarse como fundamento de la falta de sanción, la inexigibilidad de
otra conducta por parte del autor.
El criterio de agravar el encubrimiento, considerando al autor incurso en lavado de dinero siempre que su valor supere la
suma de ($ 50.000) cincuenta mil pesos, es planteado por el legislador como una alternativa a la enumeración taxativa de los
delitos previos o a su categorización específica -delitos graves-, alternativas ambas utilizadas en diversas legislaciones
internacionales, según ya hemos visto.
La agravante estaría dada entonces por el "quantum" de las ganancias económicas, seleccionándose así de modo, indirecto,
aquellos delitos que por el valor involucrado fijan el límite del "tipo objetivo". Pero a ese monto podría arribarse "en un solo
acto o por la reiteración de hechos diversos vinculados entre sí"(27), lo que como veremos oportunamente, dificultará su
relevamiento por parte de los sujetos obligados a informar previstos en la ley 25.246, al exigirles analizar la posible
agrupación de operaciones en función de su eventual "estructuración" por parte de los "clientes" o autores.
La fijación de este límite del tipo objetivo, parece adecuado cuando se ha optado por un delito de carácter "genérico", ya que
su no establecimiento podría extender el tipo penal a conductas irrelevantes desde el punto de vista de la política criminal.
Sin embargo, una objeción más profunda puede merecer este límite objetivo de carácter cuantitativo en orden al bien
jurídico tutelado, ya que siendo éste la Administración Pública, su afectación no parece depender del "quantum" del dinero o
los bienes de origen delictivo involucrados.
En relación a la figura imprudente contemplada en el art. 278 inc. 2°, que durante su discusión parlamentaria mereciera
cuestionamientos por parte de diversos "sujetos obligados a informar" al no estar debidamente delimitados los extremos
típicos, ni existir una enumeración de aquellos deberes de cuidado que debían ser objeto de consideración y que reconoce
menores antecedentes legislativos "de lege lata" en el orden internacional (28), la misma ha sido objetada por el Poder
Ejecutivo con el dictado del decreto 370/2000.
En los fundamentos de su decisión el Ejecutivo pone particular énfasis en señalar la dificultad de determinar en forma precisa
y concreta los deberes de cuidado objeto de eventual violación, así como que la tipicidad exclusivamente dolosa que postula
está prevista en el Reglamento Modelo de la CICAD-OEA y en la mayoría de las legislaciones nacionales de los países de la
región, citando los casos de las Repúblicas de Brasil, Chile, Uruguay y Bolivia, decidiéndose optar por una armonía legislativa
de carácter regional.
Sin embargo, como veremos en el capítulo IV referente al régimen penal administrativo, en aquel ámbito se mantiene la
sanción por temeridad o imprudencia grave, con las consecuencias que entonces consideraremos.
En el caso del art. 278; inc. 3°, se contempla la llamada "receptación intermedia" o "en tránsito", y conforme el dictamen por
la mayoría de la H. Cámara de Diputados de la Nación (29) el tipo penal descripto incrimina el denominado "delito de
emprendimiento" al darle tratamiento de hecho consumado a aquellas conductas que constituyen actos preparatorios del
futuro lavado. En razón de ello es que se lo remite a las normas del art. 277, asimilando al receptador intermedio como autor
de encubrimiento simple.
La nueva redacción propuesta en el art. 4° de la ley para el art. 279 del Cód. Penal tiene por objetivo limitar la escala penal,
conforme la gravedad de la escala del delito previo o hecho antecedente. Este criterio rige tanto en la legislación española,
como en la alemana con relación al delito de encubrimiento (30) y en nuestro texto, recogiendo aquellos antecedentes
comparados, se contempla para el delito de lavado de dinero, por entender que el disvalor de la acción del delito previo actúa
como un límite justo, evitando con ello situaciones que el propio legislador considera ajenas a la télesis de la norma (31).
Resulta obvio señalar que esta disposición es consecuencia del carácter genérico o de encubrimiento agravado otorgado al
"lavado de activos", pues en el caso de haber existido una enumeración de delitos "graves" taxativamente contemplada, no se
hubiera presentado al legislador esta eventual disparidad de sanciones posibles.
Cuando el hecho previo no tiene prevista pena privativa de la libertad, el encubrimiento tiene una pena de multa y por el inc.
4°, se consideran aplicables las disposiciones del capítulo "aún cuando el delito precedente hubiera sido cometido fuera del
ámbito de aplicación especial de este Código"; siguiendo un criterio frecuente en la legislación comparada en la materia.
Ello es un reconocimiento expreso del carácter transnacional de la actividad, así como de la existencia de organizaciones
criminales globalizadas, bajo el concepto de crimen organizado.
El único requisito fijado por la ley es que el hecho antecedente "también hubiera estado amenazado con pena en el lugar de
su comisión", es decir debe tener una tipificación acumulativa para nuestra legislación y para aquella aplicable en el lugar de
su comisión.

I. La Unidad de Información Financiera


El Capítulo II de la ley se refiere a la Unidad de Información Financiera, en adelante UIF a la que le reconoce autarquía
funcional y la ubica en jurisdicción del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, aspecto éste que fuera motivo
de particular disputa en los distintos proyectos de ley que tuvieran tratamiento parlamentario.
Este instituto de carácter administrativo, incorporado a la legislación nacional por la ley 25.246 en sus arts. 5° a 19 inclusive,
reconoce antecedentes internacionales en numerosas legislaciones comparadas dictadas a partir de los primeros años de la
década del noventa y encuentra su fundamento en la necesidad de una actividad multidisciplinaria de carácter preventivo que
hemos de reseñar brevemente.
En efecto, para desarrollar las investigaciones contra el lavado de dinero, las autoridades de prevención advirtieron
prematuramente que era necesario asegurar la obtención de datos críticos o de carácter "sensible", así como su llegada a las
personas que deben recibirlos en tiempo y forma oportunos.
Ello importaba la posibilidad de interconectar los conocimientos, la investigación y el análisis, de expertos en finanzas, banca,
contabilidad y actividades económicas conexas, junto con especialistas en informática y en comunicaciones, además de las
especialidades jurídicas y de investigación propias de los organismos de control, para su posterior derivación a los sistemas
judiciales y policiales de los diversos países.
En síntesis se advirtió que resultaba imprescindible un fluido intercambio de información, con un alto grado de
especialización técnica, que permitiera a la sociedad defenderse del crecimiento de la criminalidad organizada y afectar el
manejo de las ingentes sumas de dinero de que disponen este tipo de organizaciones.
Con esa intención se ha incorporado la Unidad de Información Financiera (32), siguiendo criterios normativos de la legislación
internacional más moderna en la materia.
Este organismo, para cumplir en forma eficiente con su finalidad, debe garantizar un alto grado de reserva en el tratamiento
de la información que recibe, junto con un conocimiento técnico especializado que le permita actuar en forma rápida en el
análisis de las operaciones que se le someten a su control y hacerlo con el criterio de un "filtro", de carácter intermedio, que
procure evitarle al sistema jurisdiccional el ingreso de temas irrelevantes o que no deberían ser motivo de consideración por
éste.
En tal orden de ideas, resulta prioritario para un buen funcionamiento de la UIF, que ésta analice con un adecuado
conocimiento de la actividad las operaciones inusuales o sospechosas y únicamente derive al Ministerio Público aquellas en
las que hubiere elementos de convicción suficientes para investigar la posible comisión de un delito.
Son criterios de validez reconocida internacionalmente para su labor, la declaración de Basilea (33) del Grupo de los Diez, las
cuarenta recomendaciones sobre Lavado de Dinero del Grupo de Acción Financiera (FATF), así como los diversos seminarios y
reuniones regionales que han resaltado la necesidad de la colaboración internacional en el intercambio de información.
La legislación comparada registra diversos antecedentes de este tipo de institutos pudiéndose citar entre otros, el FINCEN en
los Estados Unidos de Norteamérica, el TRACFIN en Francia, el NCIS en el Reino Unido de Gran Bretaña, el MOT en el Reino de
Holanda, la Célula de Tratamiento de Informaciones Financieras (CTIF) en el Reino de Bélgica y la AUSTRAC en Australia. Según
estadísticas recientes, aquellos que funcionan en forma más eficiente suelen remitir al sistema jurisdiccional para su
tratamiento entre el 4 % y el 5 % de las informaciones totales que reciben (34), lo que nos da una idea aproximada de la
utilidad del organismo en su carácter de intermediario técnicamente calificado entre el sistema financiero o de negocios y las
agencias policial y judicial.
A partir del año 1995 varios de estos organismos se han agrupado en una organización no formal (35), que se propone servir
de apoyo a los diferentes programas nacionales contra el lavado de dinero, incluyendo la ampliación y sistematización del
intercambio de información, la capacitación del personal, y el mejoramiento de los conocimientos especializados.
Un rasgo particular del organismo administrativo creado en el caso de la ley 25.246 es que le atribuye a la UIF ámbitos de
incumbencia o facultades diferentes, tanto en razón de los delitos previos, cuanto del carácter de la información que posean
los sujetos obligados a informar, según veremos en este trabajo.
Así, en el art. 6° de la ley 25.246 se establece que la UIF "será la encargada del análisis, el tratamiento y la transmisión de
información a los efectos de prevenir e impedir el lavado de activos provenientes de: a) Delitos relacionados con el tráfico y
comercialización ilícita de estupefacientes (ley 23.737); b) Delitos de contrabando de armas (ley 22.415); c) Delitos
relacionados con las actividades de una asociación ilícita calificada en los términos del art. 210 bis del Código Penal; d) Hechos
ilícitos cometidos por asociaciones ilícitas (art. 210 del Código Penal) organizadas para cometer delitos por fines políticos o
raciales; e) Delitos de fraude contra la Administración Pública (art. 174 inciso 5° del Código Penal); f ) Delitos contra la
Administración Pública previstos en los Capítulos VI, VII, IX y IX bis del Título XI del Libro Segundo del Código Penal; g) Delitos
de prostitución de menores y pornografía infantil, previstos en los arts. 125, 125 bis, 127 bis y 128 del Código Penal".
Los delitos previos enumerados en el art. 6° de la ley son aquellos en los que la UIF ha de tener competencia específica para
cumplir con las funciones de análisis, tratamiento y transmisión de la información previstos normativamente, lo que implica
una ampliación de sus facultades con relación al resto de los posibles hechos antecedentes.
La integración de la UIF prevista en el art. 8° será de once miembros: un funcionario del BCRA, uno de la AFIP uno de la CNV
uno de la SEDRONAR, uno del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, uno del Ministerio de Economía de la
Nación y cinco expertos financieros, penalistas, criminólogos o de otras profesiones con incumbencias relativas al objeto de la
ley, elegidos mediante un procedimiento de selección por oposición y antecedentes, que busca asegurar su adecuada
capacitación.
Se establecen asimismo en el texto aprobado los requisitos para aspirar al cargo, el régimen de incumbencias e
incompatibilidades, la duración de sus funciones, las causales de remoción y los apoyos de oficiales de enlace de
dependencias privadas y públicas con lo que habrá de contar la UIF (36) en su labor.
La competencia de la UIF está fijada por el art. 13 de la ley, destacándose sus incisos 1) "Recibir, solicitar y archivar las
informaciones a que se refiere el art. 21 de la presente ley" y 2) "Disponer y dirigir el análisis de los actos, actividades y
operaciones que según lo dispuesto en esta ley puedan configurar legitimación de activos provenientes de los ilícitos previstos
en el art. 6° de la presente ley y, en su caso, poner los elementos de convicción obtenidos a disposición del Ministerio Público,
para el ejercicio de las acciones pertinentes", debiendo además colaborar con los órganos judiciales y del Ministerio Público,
así como dictarse su reglamento interno con el voto de las dos terceras partes del total de sus miembros.
En el art. 14 se hace expresa referencia a las facultades de la UIF, fijándose entre ellas la de requerir al juez competente del
lugar donde deba ser suministrada la información, la autorización para relevar del secreto a quien deba proporcionarla -tema
sobre el que hemos de ampliar en el presente-, requerir la colaboración de los servicios de información del Estado; solicitar
informes, documentos, antecedentes y todo otro elemento útil para el cumplimiento de sus funciones, así como solicitar al
Ministerio Público que requiera al juez competente el allanamiento de lugares públicos y privados, la requisa personal, el
secuestro de documentación, así como la suspensión por el plazo que el propio juez determine de cualquier operación o acto
informado previamente conforme al inciso b) del art. 21 de la ley.
Sin perjuicio de otras consideraciones que se harán sobre las facultades de la UIF la posibilidad de suspender de operaciones
que reconoce antecedentes legislativos en el orden internacional (37) parece antes una concesión al llamado derecho penal
simbólico, que una efectiva posibilidad, como lo demostraremos si por vía de hipótesis analizamos una operación en la
práctica.
En efecto, si tomamos por caso la actividad bancaria podríamos imaginar un ejemplo, cuyo desarrollo sería aproximadamente
el siguiente: se presenta un cliente en la institución e instruye la realización de una operación que, en razón de sus
particulares características, resulta informada como inusual o sospechosa en los términos del art. 21 inc. b) de la ley.
Para que ello sucediera la operación en cuestión debería haber sido relevada por el oficial de cuenta o empleado
interviniente, quien habría dado cuenta al funcionario responsable del "lavado de dinero" dentro de la institución -previsto
según las comunicaciones del Banco Central- o en su caso al Comité respectivo, para que éste -previo análisis- decidiera
informarla a la UIF; que la unidad a su vez analizase la operación denunciada y la derivase al Ministerio Público, quien,
convencido de su carácter posiblemente delictivo debería solicitar al juez competente la suspensión de la operación
analizada. Como vemos se trataría de un proceso sumamente complejo, en el que tomarían intervención diferentes personas
y organismos, todos ellos en un tiempo tan limitado que parece de cumplimiento imposible la efectiva verificación de una
situación como la descripta en el inciso 5), sin que la operación se hubiera visto frustrada con anterioridad.
En el caso de los allanamientos, requisas y secuestros de documentación, el nuevo texto legal ha tomado parcialmente en
cuenta las objeciones que el anterior régimen propuesto en los diversos proyectos de ley enviados por el Ejecutivo mereciera
por parte de los juristas consultados, dejando en el ámbito del Ministerio Público la facultad de solicitar al juez competente
las medidas enunciadas, para garantizar la legalidad del procedimiento y evitar las nulidades que podrían afectarlo en caso de
así no hacerlo. Sin embargo el tema merecerá un tratamiento específico ajeno al presente, tanto en relación a la normativa
nacional, cuanto a los modelos existentes en el orden internacional de unidades de información financiera y de las facultades
reconocidas a éstas.
Sobre algunas de ellas hemos de volver, al analizar las obligaciones de los sujetos sobre los que pesa el deber de informar,
para verificar su funcionamiento en la práctica y aquellos aspectos que deben ser motivo de particular consideración en la
reglamentación a dictarse.

II. Sujetos obligados a informar


En el capítulo III de la ley se legisla sobre el Deber de informar y los Sujetos obligados, y se define el concepto de operación
sospechosa, parámetros sustanciales del sistema de prevención previsto en la ley 25.246, junto con la incorporación de la UIF
como receptora de esa información calificada.
Entre los sujetos obligados a informar que se mencionan en el art. 20, hemos de hacer especial referencia en el presente a:
"Las entidades financieras sujetas al régimen de la ley 21.526 y modificatorias;..." y a algunas de las obligaciones que pesan
sobre esa actividad, así como sobre el carácter de las operaciones que pueden ser informadas a la UIF.
Resulta pertinente destacar que la enumeración de quienes se encuentran sujetos a esta obligación de informar contiene 18
incisos y comprende muy diversas actividades de carácter privado y ámbitos de la administración, encontrándose entre ellas
por ejemplo: los escribanos -inc. 12-, el Banco Central de la República Argentina -inc. 15- y los profesionales matriculados
cuyas actividades estén reguladas por los Consejos Profesionales de Ciencias Económicas, excepto cuando actúen en defensa
en juicio -inc. 18-.
Los sujetos obligados a informar enumerados legalmente, quedarán sometidos a las obligaciones contenidas en el artículo 21
(38) que implican a su respecto el cumplimiento de la regla "conozca su cliente"; para la determinación de cuyos alcances ha
de ser necesaria la enumeración taxativa -en la reglamentación que deberá dictar la UIF- de aquellas pautas objetivas,
modalidades, oportunidades y límites que para el cumplimiento de esta obligación deban requerirse en cada una de las
actividades, de manera tal de poder sancionar legítimamente a quien haya omitido el cumplimiento de alguno de ellos.
Resulta evidente mencionar la disparidad de situaciones entre las empresas prestatarias o concesionarias de servicios
postales, los escribanos públicos, los organismos de la Administración Pública y entidades descentralizadas y la actividad
bancaria y financiera, para citar algún ejemplo entre los diversos sujetos obligados contemplados en la ley.
La mención contenida en el artículo citado (39) según la cual se podría obviar esa información cuando los importes sean
inferiores al mínimo que establezca la circular respectiva, parece contradecir lo establecido en el art. 278 inc. 1) apartado a "in
fine" de la ley 25.246 en tanto establece que el lavado de dinero se verificará al superar el límite del tipo objetivo "sea en un
solo acto o por la reiteración de hechos diversos vinculados entre sí".
Esto implica que si en la investigación de una operatoria sospechosa se "estructuran operaciones y se determina que entre
ellas y en total han superado el límite legal, se podrá imputar al sujeto obligado a informar la conducta reprochada
penalmente".
De suerte tal que la excepción del art. 21 inc. a) deviene singularmente riesgosa para quien pretendiera acogerse a su texto o,
en su caso, podría implicar una colisión de deberes de carácter contradictorio contenidos en la norma sancionada.
La necesidad de conocer la verdadera identidad de la persona por quien actúen, quienes invoquen la representación de
terceros -también contenida en la ley- constituye una derivación de la norma "conozca a su cliente" y como tal ha sido
receptada tanto en las normas autoregulatorias de carácter internacional dictadas por la actividad bancaria (40) como en las
recomendaciones internacionales de particular relevancia (41).
En cuanto al término y las formas del archivo de la información, la UIF deberá de establecerlos en la reglamentación
respectiva, teniendo en consideración para ello el plazo de prescripción de la acción penal, pues en caso de existir una a
sincronía entre ambos términos de tiempo se podría afectar la eficacia de las investigaciones, circunstancia ésta a la que
hacemos referencia pues llegó a tener sanción en la H. Cámara de Senadores de la Nación un proyecto que adolecía de tal
dificultad.
En el apart. b) del art. 21 se establece la obligación de informar cualquier hecho u operación sospechosa en forma
independiente del monto de la misma, conforme la definición de ésta que establece la norma: "aquellas transacciones que de
acuerdo con los usos y costumbres de la actividad que se trate, como así también de la experiencia e idoneidad de las
personas obligadas a informar, resulten inusuales, sin justificación económica o jurídica o de complejidad inusitada o
injustificada, sean realizadas en forma aislada o reiterada".
Como surge de la definición contenida en la ley, de las dificultades que la propia doctrina reconoce para establecer el
carácter de sospechosa de una operación (42) y del párrafo final del inc. b) del art. 21, la determinación de las pautas
objetivas, las modalidades, oportunidades y límites del cumplimiento de esta obligación para cada categoría de obligado y
tipo de actividad deberán ser expresamente establecidos por la UIF en la reglamentación, ya que de lo contrario se afectarán
las garantías constitucionales de los "sujetos obligados" al colocarse en titularidad de éstos el cumplimiento de obligaciones o
deberes de cuidado, no específicamente determinados.
Esta fijación de criterios objetivos por vía reglamentaria impedirá el reproche de conductas cuya necesidad de cumplimiento
no se haya establecido con anterioridad en forma fehaciente, brindando seguridad a quienes se encuentren sometidos a
obligaciones legales cuyos alcances pudieran resultar difusos y deberá ser adecuada a las actividades propias de cada sujeto
obligado a informar.
Con relación a la obligación de informar en los términos del art. 18 de la ley, el cumplimiento de buena fe de esa obligación
no generará responsabilidad para el sujeto obligado, sin perjuicio de lo cual parece conveniente para los "sujetos obligados"
requerir de la UIF en el marco de sus incumbencias fijadas legalmente, una precisa determinación de las pautas objetivas a ser
cumplidas por parte de las instituciones, para quedar exentas de responsabilidad.
Sólo se dejará mencionado aquí que esta exención de responsabilidad para los sujetos obligados, puede dejar un ámbito de
responsabilidad residual vinculado al grado de confidencialidad con que se maneje la información por parte del organismo
receptor.
Asimismo, si bien es cierto que varias de las actividades obligadas a informar tienen marcos regulatorios fijados por sus
autoridades de contralor -en el caso de la actividad bancaria las comunicaciones del Banco Central (43)-, en tanto la ley ha
delegado en la UIF la fijación de pautas objetivas para cada categoría de obligados, se deberá delimitar en forma precisa los
ámbitos de incumbencia o establecer una remisión por parte de la UIF a los organismos de contralor propios de cada
actividad, criterio este último que parece razonable.
Analizado hasta aquí el marco regulatorio fijado por los arts. 20 y 21 de la ley 25.246, nos parece importante poner de resalto
algunas situaciones referidas al efectivo funcionamiento de la norma aprobada y las diferentes facultades de la UIF en los
casos que analizaremos.
Conforme el art. 13 es competencia de la UIF recibir, solicitar y archivar las informaciones previstas por el art. 21,
correspondientes a las operaciones sospechosas, pero según el inciso 2) del citado art. 13 en su juego armónico con el art. 6°
del mismo cuerpo legal, la UIF será la encargada del análisis, el tratamiento y la transmisión de información a los efectos de
prevenir el lavado de activos provenientes de los delitos previos o hechos antecedentes taxativamente enumerados en el art.
6°.
En síntesis, la UIF está facultada por ley para recibir la totalidad de las denuncias de operaciones sospechosas que informen
los sujetos obligados, pero solamente puede analizar, tratar y transmitir, aquellas contenidas en el art. 6°. Cabe preguntarnos
¿qué sucederá con el resto de las operaciones informadas?
Pareciera que en ese caso, las operaciones denunciadas como sospechosas deberían ser remitidas sin más al Ministerio
Público, al carecer la UIF de competencia para su tratamiento y se estaría esterilizando así una de las funciones primordiales
reconocidas internacionalmente a la unidad de información financiera en el marco de sus incumbencias, esto es actuar como
un organismo filtro que en razón de la capacitación de sus miembros, evite la remisión a sede jurisdiccional de operaciones
irrelevantes, asegurando un mejor y más eficaz funcionamiento de los sistemas de prevención y sanción.
También y esto como una reflexión a futuro, podría ser motivo de análisis si la falta de actuación eficaz del órgano
administrativo contemplado en la ley, podría tener efectos sobre la aplicabilidad del tipo penal para quienes resultaren
sometidos a investigación en tales circunstancias.
Con relación a las denominadas operaciones sospechosas contenidas en el art. 21 inc. b) de la ley, las obligaciones específicas
de los sujetos contemplados en el art. 20 se reducen a: informarlas independientemente del monto de las mismas y cuando
de conformidad con la aplicación de la máxima "conozca su cliente" se advierta alguno de los extremos que permitan
calificarías como tales, abstenerse de revelar al cliente o a terceros ajenos a la UIF que se están realizando actuaciones en
cumplimiento de la ley -deber de confidencialidad- y posteriormente archivarlas por el término y en la forma que
oportunamente establezca la propia UIF.
No constituye un imperativo legal para los sujetos obligados el abstenerse de concretar la operación, salvo que los
mecanismos internos de la institución determinaran la imposibilidad de realizarla o su inconveniencia, y el deber de cuidado
legalmente establecido se vería satisfecho informando a la UIF la operación ya realizada, habiendo cumplido con los demás
recaudos a los que hiciéramos referencia, de conocimiento del cliente y sus parámetros de su actuación o actividad conforme
la normativa aplicable en el caso de cada actividad (44).
La información de una operación sospechosa o inusual no implica calificación alguna por parte del sujeto obligado con
relación a la eventual relevancia penal de la conducta, sino exclusivamente el cumplimiento de los recaudos fijados
legalmente, de remitir los antecedentes de la operación para su análisis por el organismo pertinente -UIF-.

III. La actividad bancaria y el régimen del secreto


Singularmente interesante para este trabajo ha de resultar analizar el diferente régimen contemplado en la ley para las
instituciones bancarias, con relación a aquellas operaciones alcanzadas por el secreto -art. 39 de la ley 21.526, reformada por
ley 24.144 (Adla, XXXVII-A, 121; LII-D, 3892)- y las modalidades de su funcionamiento, frente a las conocidas como
operaciones activas.
Veamos: según el art. 14 inc. 1) de la ley 25.246 que enumera las facultades de la Unidad de Información Financiera (45), en
su juego armónico con el art. 20 (46) que hace referencia al deber de informar y a los sujetos obligados, el régimen legal al
que se encuentran sometidas las instituciones bancarias para la información de las llamadas operaciones sospechosas, tiene
dos marcos de funcionamiento diferentes, según se trate de operaciones pasivas sujetas al régimen de secreto (47) o de
operaciones activas exentas de este régimen.
Debemos recordar que en nuestra legislación el secreto financiero es considerado como una especie del secreto profesional y
tiene una importante trayectoria normativa, encontrando su sustento último, de rango constitucional, en el art. 18 de nuestra
Carta Magna cuando establece que: "...El domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles
privados; y una ley determinará en qué casos y con qué justificativo podrá procederse a su allanamiento y ocupación...".
Este deber de discreción que constituye un pilar universalmente aceptado de la actividad bancaria, se encuentra regulado
legalmente de diferente manera en nuestra legislación según el tipo de operaciones de que se trate.
En el caso de las operaciones activas, que no están sometidas al régimen del secreto bancario conforme el texto del art. 39 de
la ley de entidades financieras 21.526, reformado por la ley 24.144 (48) los sujetos obligados cumplen con su mandato legal
informando a la Unidad de Información Financiera (UIF) las operaciones sospechosas que releven, en los términos y con los
alcances del art. 21 de la ley 25.246.
Por el contrario, cuando se trate de operaciones pasivas sometidas al régimen del secreto, en el caso de relevarse por parte
de la institución financiera una operación sospechosa, ésta únicamente podrá ser informada al Banco Central de la República
Argentina en el ejercicio de sus funciones, conforme lo establece la normativa legal vigente.
Sobre el particular el legislador en la ley 25.246 no ha otorgado a la Unidad de Información Financiera (UIF) la facultad de
"levantar el secreto", como lo preveía alguno de los proyectos de ley que fueran considerados en el H. Congreso de la Nación,
sino que, por el contrario, en las disposiciones de los art. 14 y 20 del citado cuerpo normativo, hace referencia expresa al
requerimiento del juez competente, quien en cada caso podrá ordenar que se suministre la información requerida, cesando
con ello el secreto.
En el caso del Banco Central de la República Argentina, que también es sujeto obligado a informar (49), entendemos que le
alcanzan los términos del art. 20 "in fine" de la ley 25.246 en cuanto a la necesidad del requerimiento judicial para ser
relevado del secreto que le es impuesto legalmente (50), sin perjuicio de aquellos casos en que conforme el juego armónico
de sus obligaciones normativas y ante la presunta comisión de un hecho ilícito, pudiera esta institución dar intervención al
Ministerio Público Fiscal en forma directa.
Este diferente régimen para las operaciones activas y las pasivas, tiene a su vez directa relación con el art. 18 de la ley 25.246
(51) y la posibilidad de invocar -por parte de los sujetos obligados- la buena fe en el cumplimiento de la obligación de
informar, así como la exención de responsabilidad que la aplicación de dicho principio conlleva.
En efecto quienes informaran una operación fuera del ámbito legalmente establecido por la normativa que ampara el
régimen de secreto bancario, podrían responder por daños y perjuicios frente a terceros.
Para terminar con este análisis y reforzado nuestra interpretación del régimen legal sancionado, creemos pertinente señalar
que el texto del art. 20 de la ley 25.246 ha tomado como antecedente el dictamen de la Comisión de Finanzas de la H. Cámara
de Diputados de la Nación, que no otorgaba la facultad legal de levantamiento del secreto a la Unidad de Información
Financiera y que en su parte pertinente decía: "No serán aplicables ni podrán ser invocados por los sujetos obligados a
informar por la presente ley las disposiciones referentes al secreto bancario, fiscal o profesional, ni los compromisos de
confidencialidad establecidos por la ley o por contrato cuando el requerimiento de información sea formulado por juez
competente a solicitud de la Unidad de Información Financiera, con fundamento en esta ley".
Se ha apartado así la norma legal sancionada, del Dictamen de la Comisión de Justicia de la H. Cámara de Diputados de la
Nación que autorizaba en forma expresa a la Unidad de Información Financiera a relevar del secreto bancario y otorgaba al
art. 20 de su proyecto, la siguiente redacción: "No serán aplicables ni podrán ser invocados por los sujetos obligados a
informar por la presente ley las disposiciones referentes al secreto bancario o profesional, los compromisos de
confidencialidad establecidos por la ley o por contrato cuando el requerimiento de información sea formulado por la Unidad
de Información Financiera o por un tribunal competente con fundamento en esta ley".
Creemos que la mención de ambos proyectos y la opción tomada por el legislador, es concluyente en cuanto al diferente
régimen que alcanza a las entidades financieras, según el tipo de operación pasiva o activa.
El art. 22 de la ley 25.246 regula la obligación de guardar secreto tanto para los funcionarios y empleados de la UIF como para
las personas y entidades obligadas por ley a informar las operaciones sospechosas, incorporándose un delito de "violación de
secretos" con pena de seis meses a tres años (52).
Es indudable que la información recibida por la UIF y aportada por cualquiera de los sujetos obligados del art. 20, resulta de
singular sensibilidad, pudiendo afectar la reputación, el crédito, la confiabilidad o el prestigio comercial de los informados, así
como de los propios sujetos obligados, en caso de trascender a la opinión pública o fuera del ámbito reservado de la UIF.
Además del tipo penal al que se hiciera referencia y de la eventual infracción administrativa (53), tal violación de secretos
generaría asimismo la posibilidad para el afectado de reclamar en sede civil por los daños causados, motivo por el cual debe
hacerse conocer a los empleados de las instituciones en forma expresa y por escrito esta responsabilidad y sus eventuales
consecuencias tanto penales, como patrimoniales.

IV. Régimen penal administrativo


El capítulo IV se refiere al régimen penal administrativo y establece las infracciones al sistema de control creado por la ley,
con independencia del Código Penal y en el ámbito de las sanciones administrativas.
El inc. 1) del art. 23 de la ley sanciona con multa de dos a diez veces el valor de los bienes objeto del delito, "a la persona
jurídica cuyo órgano ejecutor hubiera aplicado bienes de origen delictivo, con la consecuencia posible de atribuirles la
apariencia de un origen lícito,...".
Como ya fuera expresado con relación a la figura penal dolosa en conceptos que se hacen extensivos al capítulo llamado
penal administrativo, consideramos que hubiera sido preferible en lugar de utilizar la expresión "con la consecuencia posible",
la expresa referencia a la intención de ocultar su origen por parte del autor de la conducta reprochada, ya que de lo contrario,
pretendiendo contemplarse el dolo eventual en lugar del dolo directo, la figura extiende excesivamente el tipo penal.
Asimismo el concepto de ejecutor de una persona jurídica, no resulta una terminología utilizada en nuestra legislación
nacional, sugiriendo que se trata de una traducción de términos tomados de otra base legislativa con origen en el derecho
comparado, que agrega incertidumbres a la descripción típica antes que certezas.
Sobre su interpretación nos hemos de extender "infra" analizando los fundamentos de nuestra posición y su interpretación
armónica con el texto en su conjunto, pero desde ya dejamos sentado que la mención del órgano de la persona jurídica
refiere al Directorio como órgano de administración y sus similares según el tipo societario de que se trate, mientras que
ejecutor refiere al representante legal o apoderado con facultades suficientes.
También parece excesivo en la economía punitiva de la norma el monto de la multa administrativa "de dos a diez veces del
valor de los bienes", que es el mismo con el que se amenaza en el Código Penal -según la reforma en análisis- al autor del
delito de lavado de dinero, y ello aún cuando se demostrase, como lo requiere la norma administrativa, el conocimiento del
sujeto interviniente del origen delictivo de los fondos.
La parte final del inc. 1) de este artículo contiene una severa contradicción con la propia estructura penal elegida por el
legislador al considerar al lavado de dinero como un tipo de encubrimiento agravado. En efecto en ella se hace referencia al
límite objetivo de punibilidad constituido por los cincuenta mil pesos, refiriendo que "El delito se considerará configurado
cuando haya sido superado el límite de valor establecido por esa disposición, aún cuando los diversos hechos particulares,
vinculados entre sí, que en conjunto hubieran excedido de ese límite hubiesen sido cometidos por personas físicas diferentes,
sin acuerdo previo entre ellas, y que por tal razón no pudieran ser sometidas a enjuiciamiento penal...".
En realidad para que el texto fuera congruente con la norma en general, debería decirse "y que por tal razón no pudieran ser
sometidas a enjuiciamiento penal, por lavado de dinero" ya que al no superar el límite establecido se excluiría ese tipo penal,
pero no el de encubrimiento en los términos previstos por la reforma del art. 277 del Código Penal, con lo cual el
sometimiento a enjuiciamiento se mantendría.
El inc. 2) del art. 23 contempla un tipo penal culposo para el régimen penal administrativo (54), que el Poder Ejecutivo ha
considerado pertinente no observar según lo expresara en el decreto 370/2000 (55) con fundamentos cuanto menos
cuestionables, a tenor de lo dispuesto por el propio Ejecutivo con relación al tipo penal culposo en la reforma del art. 278 del
código de fondo.
La comisión del hecho requiere imprudencia grave o temeridad, concepto este último que siendo también ajeno a nuestra
terminología normativa, conforme su tratamiento doctrinario debe ser asimilado al concepto de culpa grave y reconoce su
antecedente en la recepción que hiciera la doctrina española del antiguo precepto latino "culpa lata dolo comparabitur".
Esta referencia a la temeridad o imprudencia grave implica una calificación de la culpa más rigurosa que aquella definida
como "imprudencia, negligencia; impericia en su arte o profesión o la inobservancia de los reglamentos o de los deberes a su
cargo", conceptos que utiliza nuestro Código Penal en el art. 84 al referirse al homicidio culposo.
También en el marco de la responsabilidad administrativa, en aras de la garantía y seguridad de los sujetos obligados a
informar, así como para dar certidumbre jurídica a las obligaciones a cargo de éstos, se debería requerir de la unidad de
información financiera (UIF) que por vía reglamentaria establezca cuales son los recaudos a los que deben ajustar su conducta
los diferentes obligados del art. 20, para evitar incurrir en responsabilidad administrativa aún de carácter culposa.
En el inc. 3) del mismo art. 23 se tipifica una sanción administrativa de multa de diez a cien mil pesos para la persona jurídica
cuyo órgano o ejecutor hubiera cometido la violación de secretos prevista en el art. 22.
El concepto de ejecutor según el Diccionario de la Real Academia Española en su primera acepción se refiere a aquel "que
ejecuta o hace una cosa", si se tomase esa acepción como válida para el tipo penal administrativo importaría incorporar al
dependiente y no únicamente a quien actúa como órgano de la persona jurídica entre aquellos por quienes debe responder la
persona jurídica.
Según nuestra interpretación cuando se menciona en forma indistinta el "órgano o ejecutor de una persona jurídica",
incorporando, como ya hemos dicho, una terminología ajena a nuestra experiencia legislativa, entendemos que se pretende
hacer referencia a quien tiene capacidad para obligar a la sociedad o actuar en nombre de ésta, tomando decisiones de
alguna envergadura.
En síntesis la utilización de términos no frecuentes en nuestra legislación agrega innecesarios aspectos de incertidumbre
interpretativa, a los que frecuentemente se producen cuando se opta por la enumeración de las personas a la que es aplicable
una cualificación determinada (56), también en la legislación comparada.
En nuestra interpretación integrativa del texto, consideramos que el concepto de "ejecutor" debe ser asimilado al de
representante legal de la sociedad o al de un apoderado de la persona jurídica con facultades suficientes para obligarla
válidamente en razón de su representación, excluyendo la extensión a los dependientes en forma genérica del carácter de
ejecutores por los que debería responder la persona jurídica.
De no ser interpretada así, la disyunción que pretende asimilar los conceptos entre "el órgano o ejecutor de la persona
jurídica", ampliaría inadecuadamente los alcances del tipo en consideración.
Por último también esta interpretación resulta armónica con el texto del art. 24, pues en él se hace mención, ampliando los
supuestos de los sujetos pasibles de sanción, a la persona de existencia visible y a la persona jurídica "en cuyo organismo se
desempeñare el sujeto infractor".
En efecto, en el art. 24 inc. 1) a la de por sí compleja redacción que hace referencia al "órgano o ejecutor de una persona
jurídica" que ya hemos considerado, se le incorpora la persona de existencia visible que omita informar a la UIF una operación
sospechosa, imponiéndoles a cualquiera de ellas una pena de multa de "una a diez veces del valor total de los bienes u
operación a que se refiera la infracción...".
Es decir, que la sola omisión de informar una operación sospechosa tiene prevista una multa administrativa cuyo monto
mínimo es apenas inferior al de la conducta penal dolosa del "lavador de activos" y su máximo idéntico al de aquel tipo penal.
La escala sancionatoria elegida supone un exceso punitivo de difícil justificación y una severa afectación de la
proporcionalidad entre las sanciones aplicables a quien dolosamente realiza una conducta criminal y a quien omite informar
una operación que resultara considerada "ex post" de carácter sospechoso, por la unidad de información financiera o por una
investigación realizada en sede jurisdiccional.
Pero este severo desajuste en el "quantum" de la sanción se hace extensivo a la persona jurídica "en cuyo organismo se
desempeñare el sujeto infractor". Aquí el término organismo, pareciera hacer referencia, a la cuarta acepción de ese
concepto según el Diccionario de la Real Academia Española, cuando lo define como: "conjunto de oficinas, dependencias o
empleos que forman un cuerpo o institución".
En este caso no hay duda interpretativas, la ley pretende extender la responsabilidad a la persona jurídica por los hechos de
sus dependientes.
Consideramos entonces que, sin perjuicio del alcance que en cada caso se otorgue a esa responsabilidad y la posible
afectación del principio de "non bis in ídem"(57), resulta imprescindible para las personas jurídicas sobre las que recae esta
responsabilidad, la inmediata puesta en vigencia de un código o manual interno de funcionamiento que establezca en forma
precisa las obligaciones de los empleados, así como la estructura jerárquica a la que deben reportar sus tareas, para delimitar
el marco de incumbencias de cada subordinado y sus obligaciones como tales con particular referencia al lavado de dinero y la
información de operaciones sospechosas.
El monto de multa con el que se amenaza la conducta parece, una vez más, una concesión al derecho penal simbólico o una
confianza excesiva en el carácter de la prevención general que pudiera generar una sanción gravemente desproporcionada
como disuasora. En efecto aún si tomásemos como referencia el importe mínimo previsto para el lavado de dinero en el art.
278 inc. 1) apart. a) del Código Penal según los términos de la presente ley, la sanción para el empleado y para la persona
jurídica debería ser fijada entre un mínimo de cincuenta mil y un máximo de quinientos mil pesos, por omitir informar una
operación sospechosa, sumas ambas que resultan graves para la persona jurídica e inimaginables para el dependiente que
tuviera que afrontarlas.
El inc. 3) fija la multa de diez mil a cien mil pesos, cuando no se pueda establecer el valor de los bienes.
Sin perjuicio de un análisis más detenido, una vez dictada la normativa reglamentaria prevista como consecuencia de la ley de
"Encubrimiento y Lavado de Activos de origen delictivo", el diferente tratamiento de las operaciones activas y pasivas en
cuanto al ámbito en que las mismas deben ser informadas por parte de las entidades financieras, tiene también directa
incidencia sobre la posibilidad de aplicación de las sanciones penales administrativas por parte de la UIF (58).
En efecto, considerando las facultades de la UIF previstas en el art. 14 de la ley 25.246, la omisión de información (59) de las
operaciones pasivas -sujetas al régimen del secreto-, únicamente se podría verificar ante el requerimiento del juez
competente en la forma ya analizada.
En el caso de omitirse informar una operación sospechosa sujeta al régimen del secreto -operación pasiva-, al Banco Central
de la República Argentina, pareciera que las sanciones de carácter administrativo estarían en el marco de competencias de
éste y no de la UIF
Ello supone también un diferente marco de competencias de los organismos -U.I.F y B.C.R.A.- para la eventual aplicación de
sanciones administrativas, según el tipo de operación sospechosa y su régimen legal.
Con relación al marco recursivo, las resoluciones dictadas por la UIF serán apelables ante la justicia en el fuero contencioso
administrativo y se regirán por las disposiciones de la ley de procedimientos administrativos, lo que por lo menos resulta
sugestivo cuando el régimen general de la ley parece basarse en conceptos de carácter penal e inclusive ese título se le coloca
al capítulo pertinente.
En el art. 26 se establece que las sanciones administrativas a que dieran lugar las infracciones previstas en la ley se regirán
por los arts. 1101 y siguientes y 3982 bis (60) del Código Civil, considerando a la acción penal administrativa como "acción
civil" en los términos de la llamada prejudicialidad.
La normativa legal implica establecer que debe arribarse a una decisión firme en sede penal, antes de aplicarse las sanciones
de carácter penal administrativo, pues estas últimas son asimiladas a la acción civil. El criterio fijado puede tornar ilusoria para
las personas jurídicas la posterior aplicación de la sanción, pues el tiempo que razonablemente ha de llevar el desarrollo de la
causa penal, en caso de prosperar, podría ser utilizado para ponerse a resguardo de los efectos de carácter patrimonial.
En el art. 27 atinente a los recursos presupuestarios y de otro carácter que han de proveer al funcionamiento de la UIF se
contempla entre ellos el producto de la venta o administración de los bienes o instrumentos provenientes de los delitos
previstos legalmente, los decomisos ordenados y "el producido de las multas que en su consecuencia se impongan".
Sobre el particular es nuestra opinión que la imputación de las eventuales multas al financiamiento de la UIF pone en duda la
imparcialidad de un órgano que encuentra su base presupuestaria en las propias sanciones que aplique a los sujetos cuyas
conductas debe juzgar, constituyendo una severa afectación -cuando menos ética- a la independencia de los miembros de la
UIF que puede deteriorar la credibilidad de sus decisiones.

V. Ministerio Público y juez competente


El Capítulo V dedicado al Ministerio Público Fiscal ha merecido diversas observaciones por parte del Ejecutivo en el decreto
370/2000 en resguardo de las facultades constitucionales de las provincias para legislar en materia de procedimientos (61),
optándose por mantener el régimen de competencias que corresponda conforme la normativa vigente, las previsiones del
Código Procesal Penal de la Nación y la Ley Orgánica del Ministerio Público.
Esta mención, así como la del juez competente al que deberían solicitarse aquellas medidas que requieren orden judicial,
resulta -atento el carácter genérico otorgado al tipo penal y a la posibilidad general de delitos previos- conteniendo una
especial complejidad adicional para el funcionamiento de la UIF ya que, según los delitos podría tratarse de la justicia federal,
de la justicia penal económica en la Ciudad de Buenos Aires, de justicia local o provincial, con las dificultades para el
establecimiento de la competencia que deberían enfrentar los miembros del organismo al tener que solicitar la intervención
jurisdiccional.
Por último en el art. 29, la ley 25.246 deroga el art. 25 de la ley 23.737, lo que entre sus consecuencias implica la derogación
de la "inversión de la carga de la prueba" que el citado artículo contenía con relación a la procedencia de los bienes
involucrados en investigaciones por lavado de dinero, que había motivado severas críticas de carácter doctrinario y
cuestionamientos sobre su constitucionalidad, al tiempo que anticipa debates doctrinarios sobre el concepto de ley penal más
benigna y eventual ultra actividad del artículo derogado, temas que seguramente merecerán trabajos en el futuro según los
fallos que se dicten sobre el particular
Estas reflexiones preliminares aquí plasmadas, en modo alguno pretenden considerar la totalidad de los temas que la sanción
de la ley 25.246 plantea, sino abrir el ámbito de su discusión y tratamiento, en un camino que seguramente merecerá nuevos
aportes.

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723).

(1) Capítulo IV Régimen Penal Administrativo.


(2) Artículo 5° "Créase la Unidad de Información Financiera (UIF), que funcionará con autarquía funcional en jurisdicción del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, la cual se regirá por las disposiciones de la presente ley".
(3) Dictamen de Mayoría en el informe que acompaña la ley en la H. Cámara de Diputados de la Nación, Orden del Día 1999,
p. 8666.
(4) Arts. 185 bis y 185 ter del Código Penal de Bolivia.
(5) LAJE ANAYA, Justo, "Narcotráfico y derecho penal argentino. Ley 23.737", ps. 200 y sigtes.; TERRAGNI, Marco Antonio, "Los
estupefacientes...", p. 266 y legislaciones comparadas que lo tipifican en una ley penal especial, como es el caso de Francia.
(6) Ley orgánica 10/1995, 23/11/95, Código Penal, artículo 301 y sigtes. -Libro II, Título XIII, capítulo XIV "De la receptación y
otras conductas afines", p. 861 y sigtes., Ed. Civitas-, así como doctrina española en la materia: "...es preciso subrayar que no
se trata de propiamente de un delito con referencia a otro, puesto que el blanqueo de bienes de procedencia delictiva no es
una forma de encubrimiento ni una forma de participación post-delictum"; GOMEZ INIESTA, Diego J. en "El delito de blanqueo
de capitales en el Derecho Español", p. 62, Ed. CEDECS.
(7) Art. 261 StGB y arts. 305 bis y 305 ter del Cód. Penal suizo.
(8) Dictamen citado p. 8668.
(9) Convención de Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas del 20/12/1988,
ratificada por la República Argentina por ley 24.072, sancionada el 11/3/92, promulgada el 9/4/92 y publicada en el B.O. el
14/4/92.
(10) Directiva sobre Prevención del Uso del Sistema Financiero para el lavado de Dinero 91/308 del 10/6/1991 "...blanqueo de
capitales... la conversión o transferencia de bienes, siempre que el que las efectúe sepa que dichos bienes proceden de una
actividad delictiva o de una participación en ese tipo de actividad, con el propósito de ocultar o encubrir el origen ilícito de los
bienes...".
(11) La normativa española y la de Dinamarca -delitos contra la propiedad, contrabando, extorsión- entre otros.
(12) Art. 301 del Cód. Penal español "El que adquiere, convierta o transmita bienes, sabiendo que éstos tienen su origen en un
delito grave,...", la legislación suiza en el art. 305 bis del Cód. Penal.
(13) BLANCO CORDERO, Isidoro, "El delito de blanqueo de capitales", p. 225, Ed. Aranzadi.
(14) Art. 278 inciso I apartado a.
(15) FABIAN CAPARROS, Eduardo A., "El delito de blanqueo de capitales", p. 275 y sigtes., Ed. Colex.
(16) Ver p. 8672 de la Orden del Día 1999 cuando hace referencia a la "enunciación de verbos típicos y definición genérica".
(17) Vigésima Primera Edición, Editorial Espasa, "administrar: ...ordenar, disponer, organizar en especial la hacienda o los
bienes, ...suministrar, proporcionar o distribuir alguna cosa...", p. 44 y "aplicar: ...emplear, administrar o poner en práctica un
conocimiento, medida o principio, a fin de obtener un determinado efecto o rendimiento en una cosa o persona...destinar,
adjuntar, signar ... adjudicar bienes o efectos ...", p.168.
(18) ZAFFARONI, Eugenio Raúl, "Tratado de Derecho Penal", t. III, parte general, p. 181 y sigtes Ed. Ediar.
(19) "Nullum crimen sine lege".
(20) ZAFFARONI, Eugenio Raúl, ob. cit. p. 427.
(21) El art. 301 del Código Penal español, directiva 91 /308 CEE, Convención de Viena, art. 400 bis del Cód. Penal de México,
ley 9613 del 3/3/98 de la República Federativa de Brasil en su Capítulo I art. 1 inc. 2. etcétera.
(22) "El autor tiene como seriamente posible la realización del tipo legal y con ella se conforma" JESCHEK, "Tratado de
Derecho Penal, Parte General"; o cuando "el autor acepta la posibilidad de la producción o inversamente, cuando no confía en
que no se produzca", WELZEL, Derecho Penal alemán, parte general.
(23) Citamos como ejemplos de referencia: la Convención de Naciones Unidas (Viena diciembre de 1988) en su art. 3 inc. 1°
apart. b) i) "...con objeto de ocultar o encubrir el origen ilícito de los bienes", Convenio del Consejo de Europa del 8/11/1990
en su art. 6 inc. 1) apart. a) "La conversión o transmisión de bienes sabiendo que se trata de un producto, con el fin de ocultar
o disimular la procedencia ilícita de esos bienes", etcétera.
(24) Entendiendo por tales: derechos, créditos y todo tipo de objetos materiales en que se traduzcan las ganancias del delito
(González Rus), conforme SUAREZ GONZALEZ, Carlos en "Comentarios al Código Penal Español", p. 864 y siguientes.
(25) "Artículo 278: 1)...el que convirtiere, transfiriere, administrare, gravare o aplicare de cualquier otro modo dinero u otra
clase de bienes provenientes de un delito en el que no hubiera participado...".
(26) VIDALES RODRIGUEZ, Caty, "Los delitos de receptación y legitimación de capitales en el Código Penal de 1995, p. 112 y
siguientes.
(27) Conforme art. 278, inc. 1° apart. a.
(28) Art. 301 del Código Penal español y parág. 261, párr. 5 del Código Penal alemán; en ambos casos se utiliza el concepto de
imprudencia grave, lo cual implica un descuido calificado superior a la mera inobservancia de un reglamento.
(29) Orden del día ya citada, p. 8675.
(30) Parág. 258 párr. 3° del Código Penal alemán "La pena no puede ser más grave que la pena con la que está amenazado el
hecho previo" y art. 452, primera parte, del Código Penal español "En ningún caso podrá imponerse pena privativa de libertad
que exceda de la señalada al delito encubierto".
(31) Orden del día N° 1999 de la H. Cámara de Diputados, p. 8676.
(32) Propuesta contenida en el informe de la Comisión de Trabajo sobre "Legitimación de activos provenientes de ilícitos"
integrada por la Secretaría de Justicia de la Nación y ADEBA, en los términos del Convenio de Cooperación suscripto entre
ambas partes con fecha 5 de abril de 1995.
(33) Declaración de Principios del Comité de Basilea sobre Regulaciones Bancarias y Prácticas de Supervisión.
(34) Referencias estadísticas de la labor desarrollada por la TRACFIN, creado por ley del 12 de julio de 1990 y el CTIF, creado
por ley del 11 de enero de 1993.
(35) Conocido como Grupo Egmont, nombre debido a que su primer reunión se realizó en el Palacio Egmont-Arenberg de
Bruselas.
(36) Arts. 8 a 12 de la ley 25.246.
(37) Se puede citar por caso la facultad de la CTIF del Reino de Bélgica que puede suspender una operación durante un de
lapso máximo de veinticuatro horas y solicitar al Procurador del Rey la extensión de la medida si resultare pertinente.
(38) Artículo 21. Las personas señaladas en el artículo precedente quedarán sometidas a las siguientes obligaciones: a.
Recabar de sus clientes, requirentes o aportantes, documentos que prueben fehacientemente su identidad, personería
jurídica, domicilio y demás datos que en cada caso se estipule, para realizar cualquier tipo de actividad de las que tienen por
objeto. Sin embargo, podrá obviarse esta obligación cuando los importes sean inferiores al mínimo que establezca la circular
respectiva. Cuando los clientes; requirentes o aportantes actúen en representación de terceros, se deberán tomar todos los
recaudos necesarios a efectos de que se identifique la identidad de la persona por quienes actúen. Toda información deberá
archivarse por el término y según las formas que la Unidad de Información Financiera establezca; b. Informar cualquier hecho
u operación sospechosa independientemente del monto de la misma. A los efectos de la presente ley se consideran
operaciones sospechosas aquellas transacciones que de acuerdo con los usos y costumbres de la actividad que se trate, como
así también de la experiencia e idoneidad de las personas obligadas a informar, resulten inusuales, sin justificación económica
o jurídica o de complejidad inusitada o injustificada sean realizadas en forma aislada o reiterada. La Unidad de Información
Financiera establecerá, a través de pautas objetivas, las modalidades, oportunidades y límites del cumplimiento de esta
obligación para cada categoría de obligado y tipo de actividad; c. Abstenerse de revelar al cliente o a terceros las actuaciones
que se estén realizando en cumplimiento de la presente ley.
(39) Artículo 21 inc. a) in fine.
(40) Normas del Grupo de los Diez, Comité de Basilea.
(41) Cuarenta Recomendaciones del Grupo de Acción Financiera
(42) ALVAREZ PASTOR, Daniel y EGUIDAZU PALACIOS, Fernando,"Prevención del Blanqueo de Capitales", ps. 121 sigtes. y
ccdtes. Ed. Aranzandi.
(43) Comunicación A 3037 y su complementación por la A 3094.
(44) En la actividad bancaria la Comunicación A 3037 del BCRA y sus modificatorias.
(45) "La Unidad de Información Financiera estará facultada para: l. Solicitar informes, documentos, antecedentes y todo otro
elemento que estime útil para el cumplimiento de sus funciones, a cualquier organismo público, nacional, provincial o
municipal, y a personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, todos los cuales estarían obligados a proporcionarlos dentro del
término que se les fije, bajo apercibimiento de ley. En los casos en que a la Unidad de Información Financiera le sean opuestas
disposiciones que establezcan el secreto de las informaciones solicitadas, podrá requerir en cada caso autorización al juez
competente del lugar donde deba ser suministrada la información o del domicilio de la Unidad de Información Financiera a
opción de la misma...".
(46) "Están obligados a informar a la Unidad de Información Financiera, en los términos del art. 21 de la presente ley: 1) Las
entidades financieras sujetas al régimen de la ley 21.526 y modificatorias, y las administradoras de fondos de jubilaciones y
pensiones;... No serán aplicables ni podrán ser invocados por los sujetos obligados a informar por la presente ley las
disposiciones legales referentes al secreto bancario, fiscal o profesional, ni los compromisos de confidencialidad establecidos
por la ley o por contrato cuando el requerimiento de información sea formulado por el juez competente del lugar donde la
información deba ser suministrada o del domicilio de la Unidad de Información Financiera a opción de ésta o por cualquier
tribunal competente con fundamento en esta ley".
(47) Conforme ley 24.144 de reforma de la ley de entidades financieras.
(48) "Artículo 39. Las entidades comprendidas en esta Ley no podrán revelar las operaciones pasivas que realicen. Sólo se
exceptúan de tal deber los informes que requieran: a) Los jueces en causas judiciales con los recaudos establecidos por las
leyes respectivas; b) El Banco Central de la República Argentina en ejercicio de sus funciones; c) Los organismos recaudadores
de impuestos nacionales, provinciales o municipales sobre la base de las siguientes condiciones: Debe referirse a un
responsable determinado; Debe encontrarse en curso de verificación impositiva con respecto a ese responsable, y debe haber
sido requerido formal y previamente; d) Las entidades entre sí, conforme a las normas que se dicten. El personal de las
entidades deberá guardar absoluta reserva sobre las informaciones que lleguen a su conocimiento".
(49) Artículo 20 inc. 15 de la ley 25.246.
(50) Artículo 40 de la ley de entidades financieras.
(51) "Artículo 18: El cumplimiento de buena fe, de la obligación de informar no generará responsabilidad civil, comercial,
laboral, penal, administrativa, ni de ninguna otra especie".
(52) Ver Orden del día 1999 de la H. Cámara de Diputados de la Nación, p. 8679.
(53) Un análisis más detallado del tema y sus antecedentes internacionales se puede consultar en "Responsabilidad penal de
los empleados de la banca por el blanqueo de capitales", en p. 220 y siguientes, BLANCO CORDERO, Isidoro, Estudios de
Derecho Penal, Ed. Comares.
(54) "Cuando el mismo hecho hubiera sido cometido por temeridad o imprudencia grave del órgano o ejecutor de una
persona jurídica o por varios órganos o ejecutores suyos en el sentido del art. 278 inc. 2) del Código Penal, la multa a la
persona jurídica será del veinte (20 %) al sesenta por ciento (60 %) del valor de los bienes objeto del delito,.. ".
(55) En la parte pertinente de los Vistos dice: "Que las razones antes expuestas como fundamento de la observación, no
parecen aplicables al inciso 2) del art. 23 del Proyecto de Ley, pese a que en él también se hace alusión al hecho cometido por
temeridad o imprudencia grave. Ello, en virtud de tratarse de un régimen penal administrativo aplicable a personas jurídicas,
que parece apropiado para alcanzar la finalidad perseguido por la norma".
(56) Ver nota al art. 303 del Código Penal español de 1995 en "Comentarios al Código Penal" dirigido por Gonzalo Rodríguez
Mourullo y coordinado por Agustín Jorge Barreiro, ps. 867/868, Ed Civitas.
(57) BLANCO CORDERO, Isidoro, "Responsabilidad penal de los empleados de la banca...", p. 124 y siguientes.
(58) Capítulo IV de la ley 25.246.
(59) Artículo 24 de la ley 25.246.
(60) "Art. 1101: Si la acción criminal hubiese precedido a la acción civil, o fuere intentada pendiente ésta, no habrá
condenación en el juicio civil antes de la condenación del acusado en el juicio criminal, con excepción de los casos siguientes:
1° Si hubiere fallecido el acusado antes de ser juzgada la acción criminal, en cuyo caso la acción civil puede ser intentada o
continuada contra los respectivos herederos; 2° En caso de ausencia del acusado, en que la acción criminal no puede ser
intentada o continuada"."Art. 3982 bis: Si la víctima de un acto ilícito hubiere deducido querella criminal contra los
responsables del hecho, su ejercicio suspende el término de prescripción de la acción civil, aunque en sede penal no hubiere
pedido el resarcimiento de los daños. Cesa la suspensión por la terminación del proceso penal o desistimiento de la querella".
(61) Así dice el decreto 370/2000 en la parte pertinente: "Que reiteradamente la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
sostenido que el Congreso de la Nación (sic) no puede sustraer la facultad constitucional que las provincias tienen para legislar
sobre procedimientos por ser una atribución, que en principio, está reservada a ellas por los arts. 75, inc. 12 y 121 de la
Constitución Nacional".

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