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Meditaciones

cronidas
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Índice

El hecho, pág 5
- notdon, pág. 7

- no me, pág. 320

- nordawn, pág. 461

- commentaire, pág. 622

Cuerpo, pág 735


- -ly, pág. 737

- gēl , pág. 882

- mort et resurrectaeon, pág. 982

- epitaph, pág. 1075

- humor, pág. 1128

Torción, pág. 1332


- {falso} Silencio, pág. 1334

- {cuatro falsos} Destinos, pág. 1501

- Late, pág. 1646

- Sonetos, pág. 1716


El Hecho
notdon
shall we
dance ?
Hymn de idiot

Y así nos sentamos,


de pies cruzados, a contemplar.
Nada, por supuesto, pasa.

Mas, era
cantado, o así
parecía serlo
mientras nos sentábamos a
sudar de esperar
-en realidad sólo yo sudaba.

Pero, envueltos en lavandas florecidas,


volvemos a los pies, labios,
decímonos de reveses y también de más.

A mí me parecía sensato.

Mais, c’est une question ?, c’est une réponse ?

Je ne suis pa. Dunno,


perhaps.

Yet,
while we
wait for the stop-sign to come
we’ll be gone -both, or those
who look at mirrors
shading the we that an us
made.

Should we run?
Should we assign
nameless contradictions into
peculiar motions?

And I think I’ve found


water ‘round here. As if
there were steps made while I was
staring lunacy with a winter-made robe
of a gold-made dream.

Like the fella’s dream but


witouth the phallic
belt.

Y así,
aturdido,
canto el sueño que encuentro
pasear en derredor. Y no dice
al respecto lo que dice decir,
sensatamente, falsamente.

Y máscaras
no hay, no hubo;
preferí,
por supuesto,
guardar silencio al respecto.

Mas,
verás, era necesario
decir esto al respecto.

Falsamente, sensatamente.
Y no encuentro
más que
misma delusión de mismo
pudor puesto enfrente.

Pero es un ritmo o el pendular


la calcárea claridad,
sensatamente, cíclicamente.

Pero hay stop y hay


maneras de preguntarse qué milagros
hicieran posible
decir -cualquier decir-,
aun este -este, inclusive-,
y qué manera fuera
la manera correcta
de llamarse a silencio entre los ojos
posados sobre ojos extraños
-extraños y míos, por supuesto;
mas,
luego séme acusado de
invasivo, y esas sensateces.

Y un fantasma
no dice su nombre, mas
lo insinúa.
Y arrastra los labios -con ellos, las palabras-
no entendiéndosele
un carajo. Lo cual es justo y necesario.

Y hay una madre


desesperada
-una entre otras tantas.
Y compra,
cual quien sea. Pero
no se le entiende un carajo.

Y se olfatea el olor a
ojo sobre ojo, o cara
rota por el peso de una piedra.

Y serpientes, y esas cosas.

Y, también, toda una muerte


dada a la costumbre
de levantarse temprano.

Que, por supuesto, no es la mía.

O hacer un trueque,
justo cuando parecían
llegar los brotes verdes.
Do not say it
out loud.
The ubermench
may rise and
nobody knows what could
he do.

I mean, have you even


looked at the guy?
I couldn’t. Just
smiled, and
wish for a cuddle.

Oh tender ubermench, sing us a song!

Yer we go, oh, lovely christians,


as the moon shines and the gloom circles
around our curved noons and the thought too
soon, for end is cured, oh willful end, oh rainy
mess
as we stand up while a we prays!
Allant jouer dans les tombeaux

Y alguien escarba los huesos,


se mira repentinamente. Olvida
cuánto iba a decir, y no contar;
por supuesto que no contar. Mas,
alguien se encuentra; revuelto
en la tierra, en el mar, en lo que sea
la lumínica sombra de igual escaldar
aguas rituales, cual si
animales diéronse a cazarlo y haberse
hecho entonces la cubierta al descubierto
animal en caldo de servidumbre.

Mas, ¡la libertad, la libertad!,


esas cosas.

Corresponde entonces decirse un nombre,


referirse a un cuerpo. Mas,
¿notaste que sin siquiera
pasear el cuerpo y decirle un signo
hubo el agua y hubo el
decir de haber arrepentido?

También hubo
una manera de mostrarse
dispuesto, y otra manera de
cerrar los pudorosos ojos.
Fantasmas del derredor;
rojos también, por supuesto.
Y el lírico ritual de los ojos crispados por la viva ansiedad
en la que nace un fantasma alado con su caldo celeste y el argénteo disfraz.
Y es una manera entre otras tantas de despedirnos de habernos mentido a
{nosotros mismos.

Y hay un
silencio respetado y una
manera de contarnos al respecto de
la súbita intrusión de un recuerdo
desorganizándolo todo
-incluso mi cuerpo.
Mas, he mi error
puesto sobre mí como una marca
traída desde el (n) infierno.

O una comarca de
vivos démones, paseando por la calle
cual si espíritu nada más fuera
-esto es,
nada de lo que hablar o reaccionar en circunstancia.

Pero hay armas y hay sueños y hay


nada que podamos explicarnos.
Como un hueco en que se muestra
quien pasea -pensándose
blindado por la distancia o por las paredes que son los ojos que ven
palmeras, cisnes debajo, amarillas
guirnaldas que parten el suelo y destinan la tierra
(lo que se dice astros conjurados).

Y hay la mano y
no recuerdo cuánta y hay
paz en la tierra de guerra celeste.

Lo cual
aparentemente
parece ser el distante modo.
O un nodo nos miente y el caos no es vago
resplandor de cizañas o arañas
de las que luego repiente
Nadie (ahora sí, su diestra letra), puesto
sobre sí, que nada era.
Y también nada entre los muertos y se pregunta qué esperan.

Y Hera mira a los ojos con ojos de espiral.

O es un vórtice, una marea,


una súbita confusión, la voz que pasea
cuando dícese hoy.
Se detiene y contempla a
alguien usando su espera
reflexivamente.
Y transmuta el perfume de terminar el verso en ruido como qué.
Tradición de la teoría, o el nudo de Idea.
Y Muerte y Sueño, entre ella.
Lo cual, desafortunadamente, al decirlo es deshecho.
Lo hipersticiado ya no cesa.

Yet, the said we


comes from me, only me
as I hear a mumble screeching
my ears in noiseating
smells.

Why would you even mention


being neverbeing?
Why would you
play in between corpses and be stained by
egyptian curses or
whatever the hieroglyphs were?

Ways out? Oh thanks,


oh dearest friend!
Now, how could I
refuse?

I may stray away as a misleaf wondered


over a mystified body,

screaming as it sings, screeching as it crawls


through the nested ill
one made by words or
recoil.

Now, that’s lunacy, you see.

Y la cegadora luz
se acerca y espera
respuestas por haber
dicho esto, aquesto, lo que fuera
que de mi boca huyera a
allá.

Mi muerte, entonces, digna


-mi paseo, por ende.
Y la casa queda
por psicodel, justo
antes del sueño, justo
en el intermedio bardo en que
se dice mañana de saber mirar
-lo cual, ciertamente, es una forma de ceguera
según pude corroborar en la múltiple fuente
que dícese esto, luego aquello, y así desespera.

Neurosis de un caldo matinal,


o la manía de la espera.
Y el atuendo en que se viste para salir a pescar
-arterias, digresiones, entretenidas sospechas.

Mientras tanto,
la psicosis me presenta
a tres abajo,
puestos con el néctar de las aténeas venas.
Y por la clepsidra huyo
-asustado, por supuesto.

Tengo que salir corriendo a contárselo a la materia.

Pero es el
prohibido arte
de la metempsicosis.
O la mediación.
O la sal pasajera.
O la intrusión de
conjeturas.

Realismo especulativo, verás;


no mucho más.

Do I taste like dick,


there,
sammadhied up?
Does it looks like a dream?
Rolled down:
beeping hearts.
Thought-made dead-about nightmares.
Diced up:
bleeding, xinking hearts.

And there’s always


someone playing over
random-made secrecy
out of thin air.

And there’re paranoid delusions,


bodies through I made.

And I yell for mercy,


tastelessly.
Death it was, so
what could change?

You know, there’s


capital even
when being burned alive
by skillful eyes up to attention
brought by
shadowy swords of mysterious techniques?

And don’t you dare to


look back.
You know, there’s a past.

That’s where the dead starve.

Oh, and here is where I


blame myself.

And there’s a
gain out of
wittgensteinian silence.

But I guess it’s just schized up


sadomasotechnique.

And the dices rise.

I guess that’s what a paraphrase is about.


En sa torsion de sirène

Entonces, ¿puede que haya


stop? O,
puertas hacia mí, diríame
cualquiera. Mas,
no es un sueño y no es un pie
puesto sobre el cementerio.
Tiene nombre de viva y dícese de sí su sí.
Y a veces llora, cuando las cámaras se apagan.
Y a veces muere y entre cristales nos vemos, hasta luego, allá.
Y he que hubo y he no más.

Crack it, oh
snark it, oh, nothing…
I was just
remembering some-
thingness and went
insane for a sec but I guess
I’m now ok and that’s
four I’s in the same poem.

Red-eyed mirroring hallways.

Howls, and loons, and some kind of


peculiar disaster, isn’t it,
lovely Valentine, isn’t it?

Yet your eyes look greek and when you speak


I’m not and thin

were glasses where we used to spin.


Blind man walking, please step back.
Je ne suis pa. Je ne suis pa.
Blind men talking, oh skillful eyes.
Mais c’est une question de veracitè.

Y, luego de pensar que volvía,

nada más me iba


preguntando, sin pensar
consecuentes al desengaño y la piedad.
Retirèe en ma couche, reptile

No había forma de saber


que fuera a conocer
lo que ciegos ojos dispusieron
sobre el charco blanco de su pulso muerto,
tras el miedo, entre el espanto
que bajo la cama deja un hueco,
y éste descansa en un sueño.

Pero es,
parece ser,
se arrima a su costado,
repítese de lado,
y no tiene memoria cuando dice,
no tiene memoria cuando canta,
y si se escucha hablar
muere
mientras los peces
duermen al lado.

Y está también el veneno


de Cerbero meando la tierra
por la que paseamos
-el árbol alado, dispuesto
como frutas sobre un cuenco arrastrado,
hiede si fantasmas
voy diciendo, hiede si fantasmas
voy dejando. Y encuentro
tener que esperar
para que dígase afuera esto.

Hay una razón


ajena, dispuesta
como corona de espinas o como la apuesta
que dase a los signos en través tuyo.

Entre los yuyos,


un faisán. En la mirada
atónita del alma indómita,
un escarabajo. Y entre los cuerpos,
dos, tres espasmos de cordura;
el resto, contarnos,
de través en través,
haber mediadora cercanía
entre la tenue algarabía
y el lúcido disfraz.

Mas, ya no más,
ya no más,
ya no más.

So, perplexed,
I walk away.

There’s nothing
to do about
it.

There’s nothing
you-I could do
about it.

But I guess
silence is still
being made.

And after
a ride
I walk home alive.

And for that very clinamen


nobody thought about fucking.

By the way,
there’s always
someone
really high at
Google™ .

Okey, so
Cupid
it’s doing a
pretty hard job
out there, and
all by itself. I mean,
he’s not even
looking around for a meal.
Guess it’s time for
me to leave.

But we just wake up to


clear the mess
I, you, I don’t know yet,
but someone made.

The gentleman seems confuse.

Meanwhile: a tender laugh from a muse.


And it’s quite the
middle of the night in here.

I guess I’ll stay.

And the rain


falls
down
like a glooming petal in a pendular crawl
through screens and doomed
children, loons!, loons!
And the ubermench
comes home
from time to time.

Yet,
surreptitiously,
he leaves as he came:
non-seen.

Tyranny’s myth
clears apart.

Foliage shudders, walks are gone by.

And we leave
as we came.

You know, there’s a poem somewhere about it.

Paranaid conclusions,
indeed.
Pour que mon rêve se soit expliqué

There’s
nothing to explain.
Oui, c’est très bien: le plastique, le dit.
Encore, maintenant, chansons d’ cor
-si les pores les permettent.

Tempted, je suis
marginal -petit-lumpen, avec le ubermench;
et une goutte de faible clartè draine.

Oui, c’est très bien: le fable, formidable.


Mais, moi c’est tout -sinked, tempted
again, I fall;
demeterious waves of tender silkness
arouse in curious ways.

Je ne parle pas français.


Oui, madame, indeed: a farce -le rien, encore.
Maintenant: répéter.

But I do not speak english either,


and here we are.

Is it
something in the water,
in the rain,
in the cleverless mouth that prays
oh through burned hands and sinking cars,
here in the middle of an oriental-named avenue?

Mais les passages: fumer.

Is it
something in the weirded-made lair
out of
heavenly strangers and widowed veins?

And the foliage shudders and I cannot play.


Colmillos que escapan tras los labios.
Un cuello -el mío- siente
colmillos, dientes puestos sobre sí.

Es de madrugada y por la ventana


se filtra el escaparate en que pósanse los astros
mientras Febo recubre su encanto
con gracia de perder.

Cede la mano, y dado


digita entre los cuerpos el vano poder
digital.

Si digo un número, y lo doy a sumar,


¿dijera qué?

Cede la mano, y la purga del ruido


no acaba hasta que cese el cuerpo.

Y si digo un código
sobre códigos,
¿doyme también de pensar?

De lo contrario,
donar sin merma. Uno-Bien,
puesto entre la caterva
de enemistades, se lacera.

Una gota de néctar


y la tenue ambrosía que recubre
la porosa tormenta.

Cronión, al costado,
se lamenta.

Desisto, entonces;
me desvisto
de boca abierta, mientras
escucho como el ventilador reconoce
tierras ajenas.

Cede, cede como la luz que se corta justo


cuando debiera dar la alarma y la mañana hacerse vela
-su llama palpita y la rama la encuentra
dispuesta a precipitarse entre los cisnes; alguien
se desviste de costado (no soy yo), y me pregunta
si mi nombre es el nombre que cargo y me pregunta
cuánto hace que me asusta
yacer en la hesperídea psicodel de sien desierta.

Didn’t she
leave
a space for us to please
a dubious stair?

Watch as steps
are made, and wills
are clambered in the wooden stars
-there for us to shiver, there for us to try.

And while we
whale our way out of the ocean,
neverending seems to be cleared
by a novice gaze
-a virgin I’ve become, a virgin I’ll stay.

Yet,
there’re anecdotes
yet to be written in the modulated fortress
of laziness and rotten eggs.

Wound me up, oh vain


moon of a night that glared
as a crimson-red thought put out there
by my will or yours, while the waves curved claims
in a knotted art of a looted frame!

Tiresias walks by.


Farts.
Sniffs its way
out of them.
Peculiar looking sphinx made out of claims.
And I say to myself
don’t do that
-after doing it.

And Mnemosyne
laughs while
a whale surrounds us.

But
stupidity
stirs us up.

Schized up haikus,
for we to be pleased:

There was a rain, moon-gleamed.


Now, there’s a loved place.
Eyes shout as we gently cry.

We knew it.

We
kept shut,

let you

bleed.

We knew
forbiddenness:

ne joue pas dans les tombeaux.


Mais,

c’est le turbo ?
Slow down,
rabbit.
How are we
gonna catch
a single phrase
with yer maniac
smile and yer several-
faced glass?

Dissoluted,
as an illusion,
I fold by.

Are you
inside my mind
or is it my mind that is out there?
Alternatives, je prèvois la saison

Pasa el tren y se lleva


cabezas a un encuentro. Hay
hedor de plantas oscuras y oscuraciones
técnicas
-cabellos de eternidad, esas cosas. Mas, he la
dichosa repetición hambrienta
de su propia megalomanía tan aniñada que revienta.
Y es la mía, por supuesto.

Niego, sinceramente, haberme visto


descubierto -plegado
de ojos otros que cruzaran el lado
dicho por las cenizas que las plazas pasean.

Inmóvil,
encuentro
Catatonia mientras
despierto; la vigilia
no se parece tanto
a lo que diga el cuerpo
que es. Mas, mientras tanto,
mienta o no mienta,
da igual. Es el mero
haber de la memoria en su lugar,
resolviendo el derredor con cierto retraso.

Over a bidimensional
diagram
-even considering the
representation issues-,
you know
there’ll be
noise. It’s
quite obvious, but,
did you work it out?
How could I?, I respond myself.
Oh, I’m sorry.
Didn’t you knew?

I mean,
I guess I did.
And that’s
four eyes in the same body.

Wasn’t it
automatic wandering
throughout
Eden?

Or were the
angelic delusions
engineered nightmares
upon a sick

path
on me made,
oh thy, oh
shy?

A spine,
from a crow.

Crawl oh dog,
oh mystified creature
of peeing nature
and sleeping gods.

Cry, oh rolled-
eyed, cruel
temple for mystic fools
that cared and joined.
L’invasion, je la guette

You go along
the windy road, full of mysery
and discrete in its parts. You go along
the shadowy bows of wilderness sigils,
written in the skin or nerve-made
page, white page waiting to be created.
You run away, I did a glare
walk upon its feet with none but thoughts
-oh hallucinated upon
blooming of a silky lotus!
I strip myself, petal by petal; and left are the said
missteps. Of course I’ll miss, of course you’ll miss.
There’s a shadow playing destiny with our narrowed hearts
-for we have been step down, oh by this, oh by that;
but a performed howl will sync us bright; or should I care to die in hands,
to stare at eyes that stood at night
by my side, reading every single gesture into a photograph?
Fantasy-made hieroglyphs stare at there. I wish I could
forgot as easy I fall
in angst and realized feels. Yet, I should have not breath
upon a sorrowed body that through thy glares.

Would this be the last word of a will of winds?


Zephyrs reach at algorithms and grown are fair
intuitions, as we stare at recognition of a long-made sire.
Should I reach a star or die for it? Walking
through the pyramid that is hidden in the misty moon,
I clear my throat and watch how boats
are exported for the universe to chat about
something commonly tell. Yet it’ll not be understood,
not until it is there-made. And I see myself through the love-made
machine,
and claim about freedom as a virtue, yet
I choose a soul to walk with me, under the delirium horses
directed by a bullseye-sire
and never to be talked about, or approach
by my novice mistake of reaching the mirroring
spirit of our soil -to rest,
to finally rest in perpetual motion
of clouds made of ethereal fountains,
swinging from us to them. But then
I remember I have told this before,
yet not-done or fully made. And I walk the fiery carbons
of a barbecued game,
and I’m to blame for the sin yet not made.
End, oh curving end, go there, sit there, contemplate!
And, if, by mistake, you realized we were talking,
oh shh, don’t ask, don’t tell, don’t yell!
Whispering gently, I’ll leave us there.

Y el ciclo vital de un elefante viene de antes,


mientras late un corazón, y espera
alguien que connote su pradera, mientras
miro en derredor buscando testigos del testamento
escrito en la piel del desvarío. Mas,
me arrobo aún más, y escucho que crujen
paredes como si fueran sienes y alguien se arrima de repente.
No hay irse suficiente, no mientras
encuentro que persuaden las imágenes y los gutures
la sola mente que recibe signos y transmuta sus azares.

Flores como manantiales, dedos lejos,


puestos en las manos que los miran. Digo
que cuanto más persigan, he que el fuego
dirá adiós y nada más luego. No sea que atrapado
quede el tácito paseante en la mañana en que fui antes
y cedí, prestidigitado. Puesto de nuevo en pies alados,
veo cómo se escurren, distantes, los cisnes
-alguien parece susurrarme, quizás lo he nombrado.
Pero la tierra se apercibe y he que encuentro
velas prendidas sobre la mesa, música que cubre los ojos de ecos
y la pereza de explicarme un instante eterno. Ardo,
de vez en cuando, cuando repito
haber asistido al nacimiento de mi hijo, y ya haberlo matado.
No sea que mis heridas alcancen su cuerpo.
No sea que su risa ceda y pierda las batallas
contra el perenne tormento de escribirse cual quien estalla
sobre sí diciéndose esto.
Mas aquél era yo y eso no lo hace miento.

Pero algo pasa y tengo que hacerme en silencio.


¿Acaso si alzo la voz tenue y repito que pensé
antes lo que quizás nunca cuente, acaso si repito en voz calma
la voz de un cantor y alcanzo un alma,
acaso sea por eso que corrió?
Quizás un sutil resplandor de alma serena, y un abrazo
que pensé y tal vez llegó. O el sereno encuentro de dos amigos
puestos en la calle. La mañana se abre y yo
contábale a la eternidad de ella, y nada más
quise pensarla, se hizo tarde. Entonces
tuve que correr de Maya, no sea
que me seduzca y encuentre en sus praderas
icores de serpientes en jardines o matemas.
Y así voy, preso de Nostalgia.
Encuentro que los pastos se abrasan y nada más hay por decir.
Reconocido por el exceso, pasa el demon
entre toallas. Silbando, quizás, su verbo
o contándole a los cantos
de haber visitado la tumba que Pan a sus eternos talla.
Así dice y así calla.
Celle son Ombre même un poison tutélaire

For the damned, the walking ghosts,


the feasted skulls -by ghouls, by crows!
And I stare at the window with really careful eyes
-there’s nothing to be watched. And none
is made again. How could I forget
my mode, oh sweet gone mode
of patience and silent sore! But I’ll leave a choir
for us to come
back into the dream-made planet
where used are childhoods in sakes of sacred
words to be used when the stairs are made.

And the stones


came over, and over and over they
ended up stucked in the middle of the
highway, mixed with tar and tax
evasion.

And a wall falls, cracked by a sinking


belt of trusted stones.

You know, I used to think


I was, I don’t know why, lucky,
yet, after some time and a couple of deaths,
I realized I was blind
but lucky.

Then chaos made its own mess.

Ojos, o cobre, o corazas,


se dicen de noche, se dicen al frente.
Miran, de repente -la familia en derredor-.
Cuando urde su canción, espera
dos, tres segundos, luego repiente. Mientras tanto,
en el lapso de inconsistencia, escribe
que miente -y bien hace, sabiamente.
No crea el decir que vuelve, y al volver mate.
Cruces, sus cruces laten, y encuéntrase
luego de desplazarse, cual si
no fuera una manera de escurrirse
entre los matorrales a pasear rituales
en que dícese el arcano arte.

Mas, no haya manera de mentira, ni haya quizás


-y así los hubo, y ya sin fin.

Mas, no dígase del cuerpo, no dígase del sí


-y así… etc.

Préstanse matemas -alto es el cielo,


estima la sima. Entre
pensares se enreda -no hay manera,
dícese, mientras encuentra que espera.
Y, alrededor de la bruma opaca,
la noche en que
dormido caigo a la voz que escucha
nada más que la tenue ducha
de madrugadas en las que muerto yace
mí de mí, y no hay más pudor,
ni nadie desnudo, ni cuervo, ni vos.

Pero dos veces es dicho, y la segunda,


bien sabido es,
es tragedia y es
sinceramente, una manera
más de la teatral arteria
en que viértese la histeria
de la colectiva arena.

Y las orillas parecen decirnos de nombres y parecen decirnos también del


{silencio.

¿No es así, Soledad,


qué dícese el
manantial,
translúcido en su sinfín izar
banderas en tierras demetéreas?

Y las noches nos encuentran cuando la tarde es del viento y la voz se va


{cansada.

¿No es así, Soledad,


que dígome de mí
en derredor, mientras
curso el sudoroso cuerpo
entero de la símil consolación?

O acaso
tenga que dejarnos
decir mentiras al respecto.

U ocaso
déjenos decir
calculadamente.

In my hand, I lay
myself. As wishes
come like dishes,
done of days,
let’s just
quietly
contemplate. Lazily.
I’m on booze,
a bus, a loon, a goon,
a whole laid sequence of reverberant could
bring me down to my knees for
disrespecting the four
riders of the thought-made veil.

Completely out of myself,


in my hand I lay.

There’s a cross, there’s a christ.


Easy as that.
Humo de foca, y agua
purpúrea, de azul fondo.
Ríen, en lo hondo,
ninfas. He la fragua.
La díscola misión
nos engarza. Alguien
parece mojarse en sumisión.
Repite que dícese cambien.
Sin embargo, he
la paradoja.
Acaso sea roja
cognición, o arkhé
dispuesto como un caldo de cultivo
para el uno y solo vivo.

Excúsome de decir
nuevamente, nueva mente.
Que de fois et pendant des heures, désolée

Yet,
there’s a narrow window,
a sshhing whisper,
and somebody tries to speak
slow

slow as the silver garden fishes ashes or a maze

made out of gazes.


Be careful with that sword,
dear friend, and be
whatever mean to whatever end
-for thy is the glory and the will.

Will as a sorrow, a crow, a gesture

I’ll keep reminding


until the gone days come
to reveal a delusion.
-there’ll be confusion
as an epitaph.

So the doubts arouse and those who stood


walk upon the moonlight with a lighter and a cig,
waiting for the last zephyr to come and let
us dig in the mirroring song of the lonesome gones.

Could we, can we, should we leave?


I’ll care for now is now, and there you’ll go
as if I were said but a known unknown
-and its hands were over mine, like leafs in stairs.

How does a name works?

How does a sign works?


How does a question works?

Secrecy rooms in an emergency seated.


Widowed clovers dried by symbolic motions.
Jest after jest, we grew unknew.
Emergency ball scratching in the middle of a brain surgery.
Well, we all grew uncanny. And it’s kind of
shadowy to learn a lesson after it has burned the soil
were memory brought action into peculiar automation
and a bodyless spirit stared at the windows, dreaming.
Curtains fell off. Quite randomly, of course. But,
in that very second, nor were done this nor that.
Which is kind of peculiar, you know?
There are witches that hold a cane while they
spray the walls with the walls itself.

Eitherwise, esotericism seems quite unfair.

I mean,
you know this already, but
you need to get creative
in your maze.

Otherwhise, outside will bleed in.

Well, yes. It is a blood-made game.


And there’re bodily fixated symbols alkylating the peed sink.
Poesía, Buenos Aires, Ediciones Librería Fausto, 1975

Dedos en gracia, ojos en gracia.


Voz que se escucha y se escabia.
Dios entre nosotros, como quien dice.
Voz que se escucha y repite.

Conjuro de lucinios, o truenos,


o brasas del faso que van al espacio.
Mediando los ojos, recorre el rojo
escenario en que se dice grato

mareo de arderse en la frente


-coronas de espinas, esas cosas-,
placeres de aspersirse la frente
-icores libados, esas cosas.

Marche, mon ami;


ce n’est rien, c’est la vie.

C’est une question de patience.

Marche, mon ami.

C’est la bouche, c’est l’espion


mettre le regard qui prive.

Ningún
y el silencio repentino.
Cuidar del brío
augural mientras dase a pasear
piernas como dulces o reveses
que cayeran cual si peces
nos pasearan al andar,
nos pasearan al volver,
y no dijéramos de ver
este movimiento hacerse.
Rotten feathers, and, oh!, what a lovely day!
And who’s will will see us care?
I don’t, yet repeated
I collide with the glitter
were the sunshine used to be.
But why would thee, lonley thee,
keep caring after all?
Oh, none was gone, was just
staring at the moon shine at me.
Yet, while I eat,
oh from the rotten feathers of a sparrowy will,
I cling and set aside
are weapons while I stand
walking through
a strange tree and a wounded me.

And while the foliage shivers,


I see a river
coming through the mystic’s tears.

And while we
approach,
let’s sing a song;

while silence sits alone.

Let the lizard


grow in distance,

as the goons are looning you.

Oh gnomes, homuncules,
did I stared into the sun

while I was blind?


Was it me or was it what?
Could I say a silver tone?

Oh seen were those!

Wildly we loose
our mind in control
-christycized, I walk through thy
and crawl among the rivers of misfortune
searching for a theater
and wild born breathe. Quick, for thee!
Died alone, all walking done
while some was accused and some were born.
But we received, as a me who was me,
dangerous conclusions.

So I shut and quit a stranger.


But no, no, no… c’est pas la question.
Je ne suis
pa
Crawn, oh gone am I and tired,
so tired. Yet, never sire
I’ll reply. At will of mercy
I’ll retire. So, for us to blame,
let’s speak outside. And for us to care
let’s silently stare at a dying star.

For kings to raise, let’s ace, a pair.


A lace, those eyes, and there are also mystic lairs.
For we would knew, wouldn’t we, couldn’t we?
As we crawl and look in the neverending smile,

while an eye cries please don’t cry, please don’t cry.


Una de estas mañanas, quizás,
convenga irnos.
Mientras tanto, veamos
como los cisnes pasean la avenida
-mientras una voz cautiva se desprende de su cuerpo
y al cielo alcanza en su dimensión mensurada.

Escucho, a veces
como caen y duermen
peces conmigo, cual si fuéramos juntos
más que esta sola discordia pendulando las norias
si el diluvio cae, y también si no.

Y también –ahora recuerdo-


tengo que aprender a contar con los dedos.
Mas las sílabas
se acercan y se van
y el metro se vuelve calma y consolación.
Heme amanecido, persiguiendo truenos. Así caigo.
Ya no hay allá.
Y mientras duren
las eternidades que estas vidas hacen,
heme en derredor, buscando
ojos con tu forma, ojos que digan normas
con las que tras tus pies volver.

¡Y no me pidas que olvide tan pronto!

Acaso te avise, entre lágrimas,


o te avizore –tras andar
samaddhis y volver a casa- ,
y no deba entonces más que a mí
confiarme, y esperar, así,

¡que recuérdesme haber vuelto tan pronto!


Ojos sobre ojos,
sabemos decirnos mentiras.
Decir sobre decir,
mejor huir –¿qué decir diría
sino un gritar
de manteles que estallan
cubiertos en lavandas auguradas
sobre la tierra helada de una noche futura?

Y cuando díjeme de morir


decía en serio
-como el señor que preguntaba
sobre el café o el suicidio.

Mas, hoy, que voy


sobre signos viejos
-manipulación, entre otros tantos-,
no puedo decir que sea
ayer ahora siendo u hoy
ayer dicho
y que no sea el bicho kafkesko que tras un cristo se da a hablar.
Y un día
me olvido de esperar
-pero esto es un intento
más
de crear
lo que no hay;

así sea,
siendo justo y necesario,
o así viera cómo
hiriera un decir que ya cargara sus años.
Ansiedad,
causa como lluvia vital;
ojos sobre ojos,
supimos mirarnos de cerca.

¿Quién diría que fue siempre así?


Acaso haya olvidar de Amor,
también.
Acaso fuera así para mí.
Pero no tendría que encurdarme,
de pronto,
cual si fuera

ansiedad,
causa como lluvia vital;
o encontrara en otros ojos
reflejos tuyos,
mientras la luna se encuentra entre reflejos
y el vado cede, con su eterno hotel muerto.
Al fin solo,
que es sólo recordar.

Al fin huelo
haber ceder, fatal
decirse, de repente,
he que es la fuente
de la que súpeme hablar
-incluso aunque reescribiera
voluntariamente el destino que es caudal.

El Lete arrímase, austero;


dícenos de haber cantos para niños, para bebés, para innacidos.

Y nosotros
nada más que repetirlos,
dios, hada, musa, nada mediando,
mientras me encuentro que arróbome y digo cual demente.

Pero no es la primavera aún,


incluso aunque me pregunte qué es que siento
-¿por qué miro y me doy a callar
y ahora suspiro de sólo pensar,
incluso sabiendo que suspirar es un lúcido disfraz de Amor,
mostrando en esferas áureas la voz que se escancia
sobre el pasado que es todo el mal?

Y nosotros
-que aún es yo- decimonos
extrañezas,
sin sentarnos a pensar, sino reír
o pernoctar
en hombros que dícennos más
que el tacto solo de dedos que van
cuando creemos vernos,
y entonces los cables se dan a curvar la piel con la leve estática presente
-de repente, mi mano siente,
y he que ya no hay;
¡ah, la eternidad
muerta enfrente!,
¡ah, la voz que dejo
derretirme con ojos que escriben en la frente!

¡Y las esquicias de Amor y esas cosas!


Entre los huérfanos,
uno besado
por quien carga su pesado
fardo de pus o pasado o veraz
decirse de costado, cuando
nada parece andar.

Y hay
espirituosas bebidas de
sólo darse a pasear
la noche y recorrer sus huellas.

Y hay
el sueño compartido o la
mentira ritual
-esconderse entre las hierbas como voz que da sal,
o incluso preguntarse
al respecto del silencio esencial;

pero la metafísica nos es lejos


cuando el espejo dase a mostrar
sus ojos frente a nuestro,
y ya no es lejos la una vida de la común compañía
ni la intrusión de los espías

(sabiéndonos, entonces, contemplados


sólo podemos decirnos de costado,
esperando luego al tiempo decir qué verdad
trazó la boca curva
en su decir que herrumbra
lo que fue y aclimata lo que será).

Y, de una manera u otra,


del delirio virtuoso vuelvo.
Y sin embargo
la délfica melodía
instantáneamente emerge
de la tenue canción que representa lo que ahora es
justo cuando está siendo

-lo cual es
terriblemente extraño,
y al decirlo inmediatamente siento haber herido tanto.

Quizás el arte nos sumerge,


y he los dioses
dispuestos a contarse entre pulsiones,
y he el silencio necesario de contemplar
purpúreas nubes o a Loxias en el éter,
repitiendo lo que le es dicho dar.
Entre los laberintos,
desesperar ajeno
-y la razón de saberlos
efectos míos.
Entre los mirlos, fulgiendo
cual astros en veneno, el acúfeno que muestra
haber la puerta y el real
decirse entre lo dicho, incluso
aunque piénseme solo o en lo que parécese a la soledad.

Mas, heme dicho,


de acá para allá, cual
espirituado hado que repite
lo que trájolo hasta acá
-y no entiende, por supuesto que no entiende,
mas así desespera.

Acaso la duda me diga el decir


que mostrara la ventana dispuesta a mirarnos
cruzar la calle con los dedos envueltos
en jardines de esperanza.
Y los ojos violetas miraran a luces
decirnos las cuentas que dejaran
habitantes de nuestro cuerpo junto,
justo cuando pensábamos solos estar.

Cosas que van a pasar,


sin mediación presente,
dispuestas
a decirnos mañana,
atándonos el verbo con su tibia fuente
de lo que dijéramos,
el habernos ido sin repente.

Y es el miedo que compartimos a que esto no sea vano.


Quizás llamarte
por tu nombre, o encontrarte
reflejada en un cuerpo que no lleva tus mañas,
he que no me pregunto
qué hiciera
-porque sélo lo que se dice quemar
(con la llama tenue del presenciar
voz que dice el matinal
canto del cuerpo que nos miente;
mas yo vite entre las sombras, cual si fuera
numen que llevárame a allá,
que qué tan cerca fuera diciéndome ya).

Y, entre tantos mirares,


tus ojos dieron con los míos y he que.
siendo sincero,

desde antes hay –mas no sélo destino,


y pudiera ser más (¿que qué fuera si no vino?);
y heme ahí,
dispuesto como un mantel manchado,
dispuesto a huir del hado
cuantas veces sea necesario,

mientras la muerte muéstrase aún con ojos extraños.


Y, sinceramente,
no me importa que
me encuentren por
mera razón de vengarse o
negar que hubo tras.

Heme,
mirando mi sombra y diciéndome tras
de mí –cual si ya no fuera
yo el que en su propio decir desespera,
tirando los dados y dando
razón a la creación
(pero escucho una autoestima que desciende cuando vese en extraño mar;
¿acaso
no quisieras volar
con alas de Eros al cuerpo
del que cuentan los desesperos, aquellos que
conjuran a Pan en su voz que es un pero
dispuesto como lápida frente a ojos que van,
sobre caldo de destino van?;
¿acaso no viera
cómo mi decir lacera
a mí tras mí y con ello a más?;
por supuesto, mas,
no conozco otro remedio;
y remedio sélo y dígome de parar).
Ya es tarde para que sea tarde
-la luna al día perdura, dormida.
Y yo,
negando una parte precisa del cuerpo,
déjome encontrar
sólo cuando pienso y este
resulta en el vagar
tierra que los pies no encuentran con su sólo pisar.

Y el espacio de mediaciones, ah,


tarda en llegar
y no es digno de pensarlo en términos de recompensa
-hubiera ahí sólo que estar.
Ojos,
cuando ven,
¿es todo lo que hay?
Y sabiendo que no,
indican igual
haber todo lo que hay
-si la atención pósase sobre suyo cual si no hubiera más.

Ojos,
yo creo
ver que es crear
-deludido como un arturo cualquiera,
viendo el lento surgir de lo que no hay.

Y los sentidos,
ojos –haber acá, allá-,
he que ya no hay.
Curva sus rayos, ah, Cronión
mientras los cuervos se desvisten y es la hora.
Amenaza la aurora con radiar su voz
sobre los tristes estanques llenos de algas y alcancías.
Rezan, también, amatistas
-puestas en un árbol, ya no brillan;
puestas en el suelo, se niegan a hacerlo.
Recorro la mirada que me priva.
Parece tener nombre, parece ser esquiva.
La razón de pareceres se deshace y es la vida
-Amor juega, entre nuestro, a las escondidas.

Pero no debiera decirme esto, justo


cuando encuentro fórmula arribar al camino de tierra
en que los pasos mézclanse con el follaje y la piel se eriza.
Hay dos o tres espejos, y una sola sonrisa
colgada de un cuerpo –que parece ser el mío, mas vario siendo
común se vuelve, y ya no me pertenezco.

Viendo hacia ambos lados, escucho los ecos


volver de mañana a decirse ahora, y nada de esto importa
-mañana igual será, incluso aunque ceda.
La tenue marea se escurre entre los dedos,
los ojos –quizás los míos, ya no sé- parpadean;
una lágrima corre las mejillas hendidas
-jolgorios las han puesto en su lugar, jolgorios las dicen sin pena.
Tres o cuatro pasos más, y he la condena
-cargar un nombre, dos o tres guirnaldas, una gran espera.
Tres o cuatro signos más y he la manzana
dispuesta como un ornamento violáceo en el jardín de madreselvas.
Luego del tiempo, nada de esto enerva.
Yet the old ones seem not caring
for the love, oh, nevermanied;
and while I rest on nightmares and tremor,
there’s a daemon named after itself
called upon itself
and the field opens widely
over the roaring howler
of its non-call dead dog
peeing still while its soul travels.
Rearview watching while the watch began;
I count upon a foursome of silly rabbits,
screaming soon as there is no nightish
gallows willing for us to fall.
And the wind, oh, the silly wind that I’ve been,
it has cried.

Zephyrs come and go and I walk


non-seen –as a ghost, a ghost.

And I care to walk foolishly,


laying undisturbed
under her roaring gloom of a misty garden
begotten by the strangers will-
and I step in, foolishly;
love has veiled me, oh janish
echo of rivers and panic.

And I fall while the sphinxes call.


Hasta que un día lloré
de no entender, y me escondí
entre los recovecos de un amistoso
charco que reflejaba las gotas concéntricas
en que mi nada excéntrica
maquinaba los reflejos de un adiós.

Acaso mañana ya haya sido


-como cuando viendo un sueño y siendo niño-
y esto no sea más que
repetición de la eterna encarnación
del cuerpo que se olvida y que recuerda.

Aleatoriamente, por supuesto,


recorro la voz –dispuesto
a morir en el fuego de los nadies que laceran
con sentencias afiladas la moral pasajera
que recorre el cuerpo y se acuerda,
recurriéndola en cada pensar cual si pasara
nada más alada, cual un pensar,
cual un sentir que ya no fuera a olvidar,
aun cuando dejárame en eterna espera.

Pero tengo que encontrarme


paseando los templos y preguntando qué fuera
que dijérame esto,
justo cuando intento callar, justo cuando veo
dormir en mí a lo mío y ocurrir
el río que es leteo y que mañana
ya no será lo que ahora parezca
-al escurrirme a mí de yo,
dispuesto como lavanda en un campo que yace
sobre ojos muertos de otras eras.
Y al fin me encuentro, yo,
ya no recordar.
Veo cómo se escapan de mí las pasajeras
que no toleran el insensato ritual
de los simulacros y la tierna espera
-no la alcanzo a avizorar.

Mas si recuerdo, por supuesto,


cegarme en el cuerpo entero –ver con ojos puestos
en la transparente luz de la repentina oniria
que dice de mañana en cuerpo justo enfrente,
muriendo yo con la eternidad de cuerpo lleno.

Y escucho como angelados pensares,


filóneos, se escapan
preguntándome qué es que hiciera el mapa
en el que huyo al pasear
pensares que me laceran, que dejan el virtual espacio
en que dase a habitar si quiere, en que dejo que habite y ascúe
voz mía con su curvar.

Pero es la curda del sueño bacante


-justo cuando parecía no haber durante. Y es el rapto
repentino del calor supino
en que la atención posa sus cristales.
Y ya nada es de repente y muestro abiertas mis venas fugaces.

Acaso un dios cuente lo que fuera


esta sempiterna espera
que no parece sacrificio mas es
performativo ritual de mostrarse
lo que ya sabemos haber en presente acá.
Yo supe amar
ensueños, onirias, hadas del manjar
oscuro de la noche eterna en que se deja pasear
alma puesta en nuevo cuerpo, triplemente
dispersada sobre la cueva alada en la que duermo

disfrazado de nada, con la sonrisa tatuada

en los ojos míos que no dejan de decir


y no me dejan cegar
-el alucinio vivo no moriría
con el edípeo fulgor del efecto vivo
desplegándose en la tierra fatal.

Disfrazado de hado, céfiros llévanme igual.


Hubo una noche
-estaba solo, perdido,
unimúltiple de quietos asido-
en que recordé
cómo arrear las nubes y pasear por ellas.

Todo lo demás,
querella de
falopa sí, falopa no, cual si fuera
frío de la nada plebeya
en que alucinadas representaciones dicen

lo que debiera ser


absoluto silencio del numeneo en las huellas
del sueño puesto antes en el cuerpo que flamea
cuando la memoria presencia
sí de sí explicarse en la noche pasajera de la risa habitual.
Y vi tu sonrisa y no veía,
y vi tus ojos y no pude ver
-cegado, Amor, me distanciaba
en el curso alado de pensares puestos
justo sobre la distancia justa
para que vuelva el recuerdo vago
de haber soñado, quién saber por qué,
este decir pasado que ahora me ocupa.

¡Ah la diferencia y ah la astuta


remembranza de la nada absoluta
en que díjose hoy y Febo mostró
ojos míos rotos sobre vos,
silencio mío puesto sobre tu voz esmeraldada
por mi triste cruz pagana que quizás hállete en sueños
en que nada soy y tras el follaje perezco!

Pero no soy digno de cruzar los umbrales


en que duermen, con bozales, perros
tuyos –del derredor-,
gritando los males
en que debira dormir con razón de no sufrir,
mas con razón aun más de no hacer sufrir.

Pero es el ruido y es la hora en la que espero la dionisíaca siesta.


El vino de los coros despereza
corazón mío puesto en el trigo
de la demetérea ausencia.
Así dígome sembrar, y así dígome fantasía
que la cuerda mente no me dejara ver.
Y así dígome, también,
qué mentirte de verte otra vez a través.
Mártires
se preguntan
qué confesaran birmanos
en alemanes ojos
puestos sobre el ideal paño
y qué
incerteza dijérase
cereza de un postre u oriental
pereza de amanecer frente al río.

Ruido por confiar,


ruido por haber creído. Todo lo demás,
permutaciones del inicial silbido

traído del frío afuera hacia la voz que es nido


de igniciones.

Luego el motor se para y varados en Marte,


junto a aréseas legiones
me digo vario y séme ido. Esferas

-la, una- verbea repente


en que semejante ásese de la razón

-varia, múltiple-
sin preguntarse qué es que hice.

¿Es condena o cueva de


repetición?

Y luego Diana y su lado oscuro y esos arrebatos.


Moon-haunted,
will you speak until it touches?

It already has gone, by-the-moon-haunted;


for war is over and near is fear

while the doors coax, coax,

in our nested hoax.


But will the virus summon me?
Five out of seven
lamps.
Genies disguised as wind
-zephyrs, by mere contingency.

And absolutely nothing


to do, oh looned.

Drawn by a sword,
I stab a heart.
Genies disguised as whispering
gentleness in a nightmarish scenario.

And absolute crosses


to deny, oh goon.
Tengo problemas con
las tapas de los mates y
las puertas de los baños.

Vapores, paz o chistes,


da igual.
Should I not talk or should I shut?
Yet, surrounded
by filial piety,

there was a mountain.

Some kind of
lovely gesture of disguised

echoes.

And a lighting brought upon a silly child.

Neutral-chanted,
who hasn’t yet died

in the middle of the silent wilderness?

Territories and loud noises.

Created equal and brought upon


pre-recorded answers through the word-not talker.

Answering machine intensifies.

This or there is how I die?


Damned, niggah, you walked away.
The moon glared. You stood.
A petal, an ash fell, synced.
Have you ever seen
the dying shadows upon your eyes?

When time comes,


will you stand or cry?

Have you ever seen


bronze-made silvery linings walking straight to you

in a sshhing whoosh of a schized-up loon.


Does it really
goes throughout
without us
even
noticing it?

Oh, Love, done by why’s,


has crossed a mind and glitter it up.

But I guess it’s just another expression of not-by-me-created motion.


Yet, fame:
plain
karmatic recoil.

Or a tortoise drowning in the very core of a dying soul.

Yet,
metempsychosed,
I walk amused by the riddled noise.
But when a trusted muse sshhs me down,
I stand my sight at
streets, or the eerie feet
that stare at thy
without even feeling how done where those
strange events brought upon
by the hazed eye of my lunatic crawl.

Belt me up, oh, hand my soul


nectar for us to grow.

Cry a word and it’ll be done!


Bonzoar
Dying shadows (or, How to stand)

There’s a veil. Will oh nest,


oh tender nest of sigilous engages,
while we absent the roaring anger
coming from the waving vests.
We surrounded. Ashes upon
our feet will born as home
for thee, those whose jest
has laid a kingdom’s throne
in a gone mountain from an old joke.
Should I ring the core,
the dying lotus of our encore?
Could I stand a no
for an answer,
as if a I were a mere dancer?

Intriguing how those, the intrigued,


have reached the silent mill
where our echoes used to build
a solution for the greek.
But they stand and watch and ill,
oh ill are the dying veils
melted by the horns of a geek
-for all he knows is that he’s will.
And yet there are no occuppied
walls in the deserted crown.
Streets are gone. Cables serendipied.
Cross-legged, he stands -the horned!, the horned!
And nobody gives a single tick
of intention to the ludicrous and ruined sick.
Crook

Yet, the intrigued walk with spitted feet.


There’s a hill -it’s me (read this up
with a dictionary as a cap,
while cleaning the left-made street).

Prestidigital gifts:
gone, lone, missed
artifacts. Pissed
territories -loud noises, riffs,

plotinian floor-by-floor-building
methodology. Crosses
checked upon forces

-playing with a fire while singing.


Orthodoxy,
check. Tyrannmythosis.
Seced

This one is for the dead,


for the deaf.
There’s a self,
yes, indeed. Red
eyes, they stare.
Are we
single-handedly weed
as a ring or a rare
mintage coin?
Limited,
I walk to cyniched
aisles of drilling soils
with sinister
noises from a crowded minister.
Iting

So, back to dying.


There was some kind of
weird memory made of
silk made kisses.
Trying I was, was me,
a mental
escision, a fractal
condition of seen
me’s?
Why would I
do that? Bye,
it said. This
is not what it used
to be, it said -not amused.
Why would you do that?

Y el Cronida
en pensares augura
que su fuente fenecida
fue de la luz en natura
de sí, y sólo sí,
cual si fuera nada el decir.
¿Predecir?,
se pregunta. Así
cancela su moción.
Llénase
la voz de su canción,
y cesa y hiérese,
espejista,
el senil y barbiblanco eternista.
ˈpikCHər

Es así que la garganta avisa.


Repítese, encuéntrase en errata.
Pasean el mar vagos piratas
disfrazados de la tenue brisa
que percute mientras nada pisan
y así nadan, así nadan.
Mas, si fuera que vieran o labian,
¿quién sabrá?
Quizás revierta el Iberá
su crepúsculo obsoleto.
Mientras, subrepticia, se cuelgue
de lo que susurro y vuelve,
he que dispondré de un amuleto.
Aténeos

Cosmógones, seducidos,
pululan el río.
Es la mañana, hace el frío
que decía cuando ido,
cosmogón, érame el mío.
Y no recordaba
saber que andaba
desde los pies hasta que se dijo el brío
augural de las puertas cerradas,
luego de pasear la tierra
y volver a partir en guerra
hacia la etérea nada
en que dícense los mandalas
que déjanos Palas.
Yet-Now

Yet, while Chronos


sings a song to the idle core,
I stare at the dying, bored
of the schized birds and the nomos.
The river goes, I watch
along the stream
the mirroring beam
of a thunder just brought to the catch
of Iris,
who goes swiftly.
Gently,
I fall asleep. A roar is?
A blinding light,
a song, a coin, a mere sight.
And we -who is I-
go along the cylinder
smelling the taste of burden lavenders,
and I sit and I cry.
Nobody asked for it, you know.
It was just
a mere assigned must
into the silence of our bow.
The knees, the soil,
the kissed feet.
I’ve been a kid
-the ruins, the boil.
Now, while I walk upon
death’s path, I sing along.
ˈi lo o

So, the plan is:


you say enough
weirded up enough
to not be understood, and its
effects do the rest.
Then, a nap.
We hear a clap.
There’s someone over the west
side of the house.
Should I
scream as if I
were a looned-up specter?
Should I
hesitate if that I
doesn’t feed me up? Suspected,
I lay.
Lie, I say,
why would you stay,
knowing there’s nothing to be corrected
in a wall-made theater of synced up masks?
I pray
to the mightiest gods I know for the infected
will to be past.
And here, there’s silence.
We could walk around
as if a soothe from a sound
is disguising neverending violence.
There’re colors, too.
Four we are, thought as two.
Fragmentos, clinamenes delirantes

Bonzoar, mon noir,


de Sor Juana o Zoroastro.
Duermo cual si fuera. Cástro-
me de mí, en vez de enfriar
voz que esculpe el derredor,
voz que tíñese de espejos.
¿Fuera vivo el cruel reflejo?
¿Fuera muerto el dictador?
Tras la ley: una frontera.
La infinita pradera
resume su decir ritual.
Imítase, imítase, desespera.
Encuentra que tiene dientes. Lacera
carne que escribe su verbo dual.
Talar táctico

Fuego de argénteas flechas.


La mirada, el esperar.
Cruzarse de ojos al recitar
mentalmente el candor de las nupciales fechas.

Memoria, luego; dejar


que dígase el andar
cual si sólo fuera cueva
soledad de haber flejar

verbo, sino, miel de fundar


espacios en que la vista se renueva.
Crúzome, encuéntrome. Prueba

de mí quien se deja supurar


por las mieses de la eterna
y arbórea natura que plandece fraterna.
Inyectar, de vez en cuando, caos

Aleatorio el parrafeo
en que dígase tras luegos
el curso del vivo juego
en que dígase lo feo
de esperar entre las flores.

¿Acaso hubiera dones


de haber, de ir, de las razones?
Desvístanse, entonces, los colores

de la significada acacia
en que úrdese de gracia
la senil curva que el símbolo rompe.

Cruzo sobre la voz entregada


-recítame de, en través, cual si fuera hada.
Nada doy. No me corrompe.

Virginal, entonces,
nueva mente,
paseo el campo nuevamente
-desnudo y con la voz de once

transeúntes en su ir extraño.
Ciegos cruzan el abstracto año

digitado por la cruz que escondo


cada vez que entro al baño

a perseguir de mí lo hondo.

Y he que nado,
nada más nado.

Y, de vez en cuando, fondo


hace el tímido caos
y no puede más que sublimar un fútil vado.

Did you know


symbolic transactions
are paid in fresh
breezes?

Did you know


aesthetic castration
is necessary
for me to breath?

Did I tell you about the time


I conjured
a storm of me on my

weakened mind?
Well, that’s the time I met
the Law.
No recordar (que no es olvido)

Cada vez que


mi destino otra boca dice,
encuentro el arkhé
de la voz múltiple en que libre me hice.

Sin embargo,
cuando hurgo en el barro
de la vibrada sien y el cargo
es la muerte en barco o carro,

he que
miéntome, también.
Acaso hubiera cien
indicios
-yo ya no sé, mi vicio
es el oír del vivo qué.
Schized-up songbirds

Drive to the ocean,


watch the moonlight glare
as if we were to care
for the past or for the motion
of unseen and paid faces.
Grow a song, sing a line
from a schized bird or a fine
gesture of untied laces.
And do the horror while you can,
for it’ll die -a night,
a day, some day, a fight
will cease. A wiccan
flights along the rotten feathers.
Should I support every stormy weather?
I do not -I could not
(I could but a dead I’ll do
for me, with me, as a taboo).
Cold and fearless knot,
tie me up,
do me not. Could I pack
the whispered art of a dying back
made out of genies from the schized-up?
Fear me not, and don’t;
for we the care will not reboil.
Lick the soil
for me to do what I won’t.
I’ll kill my self and,
zeroing up, stand.
Zruaured

Eyes, strange eyes


put upon my back.
I can feel the subtle stab
of a bifid tongue drown in goodbyes.
Yet, while time approaches,
I stand and let
myself be stoned to dead
-used to live with cockroaches
before, so no
big deal.
By the way, who will handle the meal
to the yet-not-born? Dunno,
I say,
some say, throughouted said.
Esconderse (taparse los ojos como un niño)

Los ojos se esconden


-no miran,
entre los matorrales suspiran;
bestias del derredor, abunden,
se escucha decir a un intrigante.
Mientras tanto,
cuando surgen a la superficie los cuantos,
se acercan desde lejos los heridos por la amante
flecha cupídea
que recta
viaja a la corona nívea
en que especta
quien dice decir su decir,
quien dice decir cualquier decir.
Venas de alquitrán

Había una histeria


-era colectiva.
Díjose de ser la que, en deriva,
dejó huellas de amor en la miseria.

De repente,
cuando cuenta se da,
he la moción del cardumen. Podá,
digo, el árbol, cual si fuentes

yacieran bajo suyo.


Serpientes
se escurren entre los yuyos. entre los míos.
Se abre, terrible, el río.
Su boca lleva signos tuyos.
Simultánea mente

Simultáneamente,
en el vario afuera,
se suspende la era
en que fuera otra mente
que dijera,
con corcheas o matemas,
la sutil condena
en que en risa fluyera
recuerdo de inocencia o ceguera.

Mas,
no me vengas con que te vas

a buscar lo que dicen que hay o fuera


dicho por quien hay
también en el vecino Paraguay.

¿No viste chorrear


capitales
desde las etéreas sales
hasta el ya que dase a corear?
Quizás dijeran
por mí, también
-cual si fuera suyo el bien.
Mas, yo dejara que supieran

cuánto úrdome en condenas


por el mero ver pasear
ojos tuyos por el vivo mar

en que álzanse las venas


de araucarias, hacia arriba
tendiendo mientras el cuerpo escriba.
El pánico no nos ha vestido tanto

Y cada evento imprevisto


reconsidera
el futuro que praderas
aladas se da. Lo he visto,
justo cuando proyectaba
irme de la turba helada
en que duermo si no visto.

Quizás cante de nada,


es verdad.
Mas, tengo, de vez en cuando, piedad,
y cruzo los ojo con que me desvisto

-suelen decir de más,


o suelo ver tras sí más
que lo que deja decir a su boca cuando asisto.
El Cronión desconoce a Silencio

Levita,
sobre la mesa levita.
Encuentra
razón de errar despacio.
Se muestra reacio
-me muestro. Cruenta
razón dice mi terqueza.
He la pereza,
la dicción inútil, el cuerpo mudo
-la ceguera ante la certeza.
He que mudo,
también, al verme presa
de la libidinal gracia que curva el nudo
-espacio de mediaciones-
en que decímonos de estas canciones.
Mas vuelvo
a la costumbre, y me disuelvo
en extrañas aguas que son abluciones.
¿Sagrado corazón vecino
que repite lo que el vino
déjale decir de sí?
¿Qué hubiera tras el terco huir,
cual si el mero fluir
deshiciera el ardor farsí?
Dijéranme de mí reveses
peces que mi cuerpo, así,
arrea a la tierra cual vivas reses.
Münden

La eternidad: muerta,
enfrente.
La razón suficiente:
muerta.
(Jamás fue al respecto de la razón)
El espacio
en que se deshace el tracio
y álzase el vivo corazón
de Palas,
la de purpúreos mandalas:
muerto.
El ruido,
blanco ruido de las voces huido:
huerto.
Histeria entre los coreutas

Chicos con barro de hombre.


Insensatos.
Un ritual de traducir garabatos.
Cobre, sombras, alcohol. Sobres
bajo la mesa,
para disimular la torpeza.
Claustros con cuerpos homologados
por el sutil espasmo de elocuencia.
Paciencia,
se escucha, en el lento plegado
de los telones.
La farsa, entonces, muestra sus dones.
L’étheré

Yet, while I
put my gaze upon the horizons,
all I see is thee
among the solitude of the burning rhizomes.

Mais, je ne parle pa
idéesthésie.
C’est une farce,
une petit théâtre de mon noir

wandering through the edenic stage


-just born, and innocent
as a soon-from-not-made age.

Oui, c’est pathéthique, passioné.


C’est le Google Translator; mais c’est la verité,
étrangement.
Uses and costumes

I mean, sure,
you can
be a plain, rigorous
materialist

and still have


the
transcendent dimension.
Which is

kind of unfortunate for the


christicicers.
And,

you know,
confusion its quite useful
from time to time.
Partir

¿Es de lejos
que se avizora
el paso cansador de la señora
que se deja en un espejo?

¿O acaso hiriera
voz mía
sobre la nada fría
en que hace o pareciera?

Escupo,
en los lavamanos escupo.
No pregunto, no flexiono, no madrugo.

Asunto,
sobre la voz me asunto.
No pregunto, no flexiono, no madrugo.
Cuento

Y cuando cuerdo me recuerdo ficcionando,


una voz narrada ando
-aladas nadas, alado mando
que cursa la sien y repite errando.

Dice de mí, de afuera,


no mucho más.
Entre tanto, incipiente detrás
ojos que no hay me lacera.

Mas ya estoy acostumbrado


-me ato una cruz y cruzo a nado.
Y tiño los manteles de vino.

El mantel, lleno de flores, estalla.


La mañana melancólica se halla.
Cuento lo que llegó a mí entre tenues brillos.
Ahí

Ya puedo escuchar al fuego


llevarse los dibujos hacia nada.
Tiritan, escarchadas, las hadas.
Ya puedo saber que juego
con dedos de marfil y barro en los ojos.
Corro, corro cual si fuera el rojo
resplandor de aguas extrañas el que encuentro.
Ya puedo escuchar al ruego
que nace de alguien e invade mi casa.
Entre tanto, la carne, la cárcel, se asa.
Ya puedo partir de nuevo.
He la luz ahí, membrana
que se escurre de mano artesana
signando los númenes a vivos ciegos.
Anybody seen my homuncule?

¿Cuántas veces más


antes de la despedida?
¿Acaso sea final partida
-la muerte diga, no haya detrás?

¿Cómo derruir la voz cansada,


la voz que manda
a forcluir la viva nada
en sombra u homúnculo que al cuerpo mío anda?

Mas, hay la vuelta.


La sien desierta
recorre el viejo vado.

Se escucha cantar
a la serpiente arrastrada -el mar
déjase oír al lado.
Artería

Después de dormir la siesta y ser besado


por un fantasma o por un soldado
-que, quizás, lo mismo fueran-,
he que puedo hacer pasado
con mariposas ígneas que vieran afuera
mientras yo ¡tan solo de este lado!
Pero no crujiera conmigo el prisma
en que la noche nos abisma
-psicodel de tierra extraña, psicodel viva;
cruz de las hormigas, andar
sobre la tierra que lleva un paladar
y engulle lo que trae nuestra saliva;
cortarse -cortarme- las manos,
huir hasta que Amor practique un arte sano.
Abismo se encuentra no

Errado, habiendo
fallado de nuevo,
renuevo el mismo juego
y los dados van diciendo
qué suerte fuera sino
y que gran mirar el vino
derretirnos nos dejara irnos.

Viviera todavía Destino,


puesto entre hendiduras y matemas;
viajara las eternas playas
en que duerme sombra mía que estalla

cuando ojos se niegan a la quema


de los libros que se carga
con la tiniebla de la cruel parca.
Intensidad sobre sí

Así Cronión se escurre


-lleva en su mano la navaja
con que siega vieja paja,
y de los cuerpos se aburre.

Viaja al éter, se escabia


de los frutos de su descendencia.
Desconoce las esencias
-lo suyo a sí no se crea. Labia,

también, insensateces
-ruido blanco para peces,
gutur que se hace sinfonía.

Recorre
lo que jamás borre
la tenue conclusión de su armonía.
o.ʁə.ˈvwaʁ
Despedir

Shut every door, become a sole.

Deluded we are -I am!, I was!

Fell for the lone and stream-like dream.

Lie like a lie that dares to not be spoken.

Broken the sphinx: kill every voice.

Oh acid gesture of a sign yet not done,

could I leave as I came -alone, forgotten?

Shut every door, oh confused soul.

And let us weep steady as a rock that won’t cease

its nightmarish gleam of celestial obscenity

-should I drive back to sanity or should I just leave?

Oblivion won’t reach for the words have been spoken.

Broken, aye!, I sail to the streams

of our neverending river -and this is then written

in the waves that my glittery lucinations draw.

Oh death, oh mourn of confusion and stormed

flesh-made fortresses disguised as words,

should I leave, should I love where prudence is done?

Distance, my love -and Silence as we.


Entonces Amor muestra su engaño
-máscaras que cargara de años idos, o pasados
artilugios que ha usado como refugio
en tiempo de dispersiones controladas y palimpsestos mágicos.
Nada puedo hacer al respecto.
Déjome, cuando encuentro que río
-pienso que recuerdo, que participo
del numen sólo por mí puesto (solo y esto);
y de alguna manera, siento llegar adonde debiera
(adonde la intención dirigiera), mas sélo llegar
curvado entre ruidos extraños.

Gutures, extremadamente sutiles


lucinaciones puestas entre ramas de
abedules, sauces llorando, natura de espanto
-lo que se dice cuando se ve la omnipresente decadencia.
Un espíritu especta -puede ser el mío,
puede que no; debe serlo, en algún revés o fracción
de imagen que llévase la eléctrica voz.

Pero, por supuesto,


recuerdo que tengo que aprender a despedirme
de lo que fue -que fue sueño, fantasía, lucubración
e hipersticia-, y niego hoy lo que ayer dije cuando dije ayer
lo que mañana será recién. Mas, estos ribetes
cósmicos del tiempo manipulable con signos que respiran
cada vez que siento que suspira al contemplar lo que sea que ando
al pasear la tierra y cruzar sus huellas.

Otra estrella que me obnubila y se va.


Es la costumbre, a esta altura -Soledad, ¿sabrás vos
lo que debo decir para dejarme callar?
Mas recuérdome deludido -es labor de Amor, por definición-
y dejo que se lleve el tenue río de sonares lo que trajeran viejos mares
a poner en aleatorio hoy. Y recuerdo
que pensé al haberla visto en el mitema de la recta flecha
que elude su fin y desgarra la razón.
Así se nace, así se muere.
Y no, por supuesto que no es condena.
Así se nace, así se vuela; y
debiera haber previsto contemplar, tras los éteres, la transustanciación de las
{estrellas.
Mitos más, menos, la historia fue así:
iba yo vagando los cables
y he su imagen.
Por supuesto, lo normal
hubiese sido un arrobo pasajero y un
desplegarme sobre el rostro que dijera sólo del instante
y no mucho más.
Pero
Febo no parecía tener las mismas intenciones,
entonces corrieron sus dones
y el futuro mostróse cual si fueran puertas
que se cierran,
reduciendo y anticipando este fin que es,
nuevamente, una tragedia.

Luego vino el sueño


-su cuerpo áureo, que no era su cuerpo mas así lo sabía;
no dije su nombre por prudencia.
Luego vino cantarle a Amor, conjurando este desengaño
que no supe ver antaño, cuando la voz izábase junto a las estrellas.
Los dioses, por supuesto, en su cruel disfraz de signos,
temieron que fuera -yo no lo sabía todavía-, y he que fue.
Se hizo ayer, se dijo enfrente, cegué lo mío que desespera.
Mencioné, repetí, vagamente, esa palabra:
desesperación. La conjugué con su derredor.
Hízose más de lo que habitualmente fuera. Reconocí,
luego, el delirio creador. Mañana
se dijo otra vez, y ayer, cuando aquello fue, ya no era.
Por eso,
si me poso en el recuerdo y véola, destella,
o yo muero -que es lo mismo y es en serio.

Pero la magia que funda la tierra y me hace pasear sus pasos,


la repisa en la que cubro de vasos muertos la generosa ayuda del prudente
Destino, vestido de alucinio,
ya no me desespera -hecha la síntesis y abierta la puerta
a que váyase, o váyame yo, que es lo mismo
en razón de semejanzas que cruzan través de la serena diferencia.
Pero no debiera quedarme quieto cuando veo que me escucha
-justo acá, desde esta ducha
que es terraza en primavera, con las flores ya muertas
luego del lento madrugar a verse hacer
palabra tras palabra el vano ayer
que perdimos en la dulce compañía que fue sola ella.

Ahora reafirmo la célibe moción,


invocando al silencio y la soledad. Es que
ya no puedo andar la misma tierra y encontrar que escribo
sólo cuando me privo de mí y me dejo afuera,
mirando cómo se acercan a decirme los signos de una infantil espera.
Ah, la esperanza, la manía de los nudos,
justo después de haber visto morir a mi danza
cuando astros dijeron que no era suficiente
el decir eficiente y la manera de la risa
que viera mis ojos arder cual espejos que no dejaran tras ni dijeran más
que lo que el miedo y los nervios dejaran que dijera
la boca doblada, curvando las hadas
que paseaban su derredor mientas era el río
o era el mío deludirme en su vago frío.

Entre esto: la veía, la pensaba, me escapaba (¡qué tormento!).


Incluso al decir esto séme yendo adonde no debiera. Mas,
es una manera de despedirse.

Acaso sea digno dejarle a Amor las monedas que puso en mis ojos
cuando anuncióme la lenta muerte de la múltiple solitud
que crúzame cuando la multitud corea de ver colgar del patíbulo al cristiano
asesino que trajeran mis manos
cuando ciego y nada más que ciego era.

Luego veléme, vestíme, y encontré que no era


-incluso siéndolo. Por eso
elegí, preferí -me convenzo de esto, sé que me convenzo de esto-
su libertad a mi patética declaración
de amor en través de los pensares que tal vez la pasean.
Y así cerré las puertas y vime en través suyo;
innecesario, lleno de orgullo, vago, insoportado
por su propio cuerpo -mi propio cuerpo- que lo deja abandonado
a la suerte de los céfiros que alcanzaran a contarte
algún día lo terrible que fue soñarte
cuando era de día y era la espera
-que es otra manera de decirse cobarde.

Aprendí a no hablar, y la turba


iracunda del derredor que sus pasos fecundan
se acercó a contarme de lo que quizás fuera.
Mas, yo que veo el derredor y me escapo entre el sudor
de sus ojos que de sal se llenan,
no puedo dejarme tan pronto como llego al fondo en que duerme quien la
{tenga
-quizás cargue un nombre y también use para sí el signo de hombre.
Así que nada más me dejo consolar por el alma vacua
que deja su fragancia cada vez que baila en la bacanal que escancia
sien suya sobre mí cual si yo no fuera suya
-acaso sépame tiresiando y lo crea y yo me deje
consumir por la vergüenza y no deje a la última máscara
caer al suelo en que duelo,
sin intención y con la sublime torpeza
de un niño que ignora sus efectos más allá de la trinitaria realeza.
Así la cabeza se me iba con las brisas -ahora lo recuerdo-
pero ya es tarde: heme en Silencio.
Quizás hayan sido
milagros de más cuando ido;
o alguien puesto entre mis decires
mostrándome adónde fueran.

Quizás fuera
la falsa profundidad que es una altura,
justo cuando
las piezas parecen encajar -que es delusión y se le supo llamar Fortuna.

Moscas pasean el cenicero.


Yo, desde ya, pienso que
esta tarde me va a terminar de matar.
Acaso recuerde que el mero decir es una promesa
y el peso de la cabeza curva los símbolos
hacia la nube de signos que rodean la solitaria pieza
en la que la mañana suéleme encontrar.

Pero no es
ese quien soy, aunque
otro quizás sea
-y me refiero a otro que no vea-.

Mas,
si me hubiera posado en sus ojos,
intrusivo cual quien dijera,
mejor no dejar que caricias tenues sedujeran.

Yo nada más compartía


presencias. Yo nada más
dejábame encontrar. Y no es lo que
sé hacer. Pero
parecía sensato -quizás lo fue. Mas,
por supuesto, ¿cómo pudiera
ver mañana lo que ayer fuera?
Y así el dado afirma toda la diferencia
-me muestra la vana repetición de la misma secuencia.
Luego,
solo, perseguido
por máquinas que mi mí ha tejido,
déjome llevar al llanto.

No es
mi llanto, por supuesto
que no es mi llanto. Mas,
no lo tolero, por eso canto.
Quizás hayan sido
silencio de más, cuando siendo;
o alguien puesto entre decires,
mostrándome adónde fueran.

Quizás fuera
la falsa vacuidad que supura,
justo cuando
que las piezas parece encajar -que es delusión y se le llama Fortuna.

Moscas en el cenicero.
Yo, desde ya, pienso.
Esta tarde me va a terminar de matar.
Ocaso, recuerde que el número decir es una promesa
-y el peso de los signos curva los símbolos
hacia la nube de cabezas que rodean la solitaria pieza
en la que la mañana suéleme encontrar.

Pero es
ese quien soy, aunque
otro quizás sea
-y me refiero a otro que yo no vea-.

Mas,
si hubiera posado ojos,
intrusivo cual quien dijera,
mejor, no sería o qué caricias tenues sedujeran.

Nada más compartía


presencias. Nada más
dejaba encontrar. Y no es lo que
sé hacer. Mas,
parecía sensato -quizás lo fue. Pero,
ya supuesto, ¿cómo pudiera
ver mañana que ayer fuera?
Y así el dado disuelve toda la diferencia
-me muestra la sana repetición de la misma secuencia.
Luego,
solo, perseguido
por máquinas que mi yo han tejido,
déjome llevar al llanto.

No es
mi canto, por supuesto
que no es mi canto. Pero
¡no lo tolero!, por eso escapo.
Y también
puede haber sido
el recuerdo de viejos amores
mediando las mediadoras palabras.
Sé que
me poso en la distancia
-lo que digo pienso, o análisis, o cimiento-,
de lo contrario
mis pies se irían en la viva gracia,
cubierto de tu vivo derredor
al que insté en un sueño
a dejar la voz que configura
la viva cordura de no dejarse por mi sombra
enmudecer -con la histeria correcta en el momento correcto,
extrañamente. Pero
no fue suficiente
-y no es sensato hablar de ello en términos de suficiencia-,
mas,
a esta altura,
ya no me queda más que la patética soltura
de plegarme sobre el numen que aún fulgura
y cede, lentamente cede, cuando la noche se dice en pleno día.

Vieras el sol
de la terraza al mediodía, vieras
cómo vagué este suelo y encontré tu risa,
casualmente, cual si dijérame de verla
un pensar alado -a la distancia ya la he nombrado,
y sólo así se piensa (digo de mí cual quien su sí cancela).

Pero,
de todas formas,
perdón por los ribetes y las formas eternas.
Es la materna
intuición que cargo cual cruz,
que déjame ver tu disimulada pena.
Y los disfraces
de la actividad y el tiempo
ya no recubren tu dolor.
Pero es vana, ¡es ya vana esta moción!
Y esto es a lo que me refería al traer a colación al desespero
-sabrás que así a ello me refiero.
Y pájaros
-gorriones, palomas, sobre todo-
se alzan en augurios.

Ojalá tuviese
razón de perogrullo que cree leer
en el mínimo suceder toda la eterna tierra
en que dícese mi decir.

Ojalá tuviese
orgullo suficiente para no caer
en esta declaración de amor
tan patética.

Y etimólogos
saben
que hay palabras disfrazadas y yo las viera.
Y hay personas disfrazadas
con palabras,
y nada detrás hubiera.

Las máscaras
penden de los dedos y así matan
-ver la cara viva, ¿quién pudiera?
Through the mystic bushes,
full of fear and trembling like a
feather upon fortune of itself and
weather feels like shaming us for
nakedness.
But who would we be without the screams
after the tortured heart and the broken mind
slips through the mystic bushes,
walking upon a shroom or moonshines
of a lunatic that sleeps at streams?

Walk with me, watch me


do nothing and get murdered
by the sun-skinning gazes of the looned up kids.

And while we stay at castrative motions,


lets specter us up as torture
for them to see what isn’t and scream
now with reason and some recoiled skill
-wiccans walk upon the nightish gallow
of our sick and shallow
town full of spiritous diseases.

Yet shall we speak about it?


Shall we whisper in secret rooms?
Doors, they’ve been closed.
Now I walk home, alone, as it was supposed.
Goodbye, m’am, and see us when
bodies like ours turn into water
or thin air of pneumatic rear.
I’ll remember the shining wisdom of your silent core.
Entonces Penélope,
de tejidos costurados, recorre
el hado -no encuentra
particularmente nada, lo cual
es ciertamente extraño. Pero no hay razón,
justo hoy que me doy a morir,
de recordarla. Entonces
alzo las manos en forma de gesto
-olvidé las despedidas-, y acercándome
a su oído le susurro un ruido
-no sea cosa que me recuerde luego.

Lucino un vórtice,
malvaticino.

Me escondo en matorrales justo cuando


alza la vista al cielo y recuerda a sus caídos.
Es entonces que es oportuno irse
-justo con la luna detrás, justo con su reflejo enfrente.
Álcense de las tumbas, pienso, total
ya no me recuerdo y he que vuelvo
sobre mis pasos y ya no hay
lo que fuera mero soñar y ya no hay más que el eco del sueño.
Pero es la tierra que se da a hablar, de vez en cuando,
cuando callan los espasmos y el pájaro ritual se da a habitar
holocaustos en tierras sagradas, cubiertas por ríos, envueltas en nada.

Es así que se conoce el espanto,


el horror, la lágrima de sangre pura que brota de las nubes moradas.

Un árbol se escribe cuando míranos


reír de un encuentro, o correr a vernos;
insensatamente, lo sabe -lo que fuera a suceder
Febo lo anuncia en la refracción de sus rayos cuerdos.
Pero si me pregunto qué hiciera luego
ya tuviera la respuesta
implícita en la viva apuesta
hacia la fortuna que danos de desear. Y así
los caracteres se revelan
-escóndome yo en las estelas que dejan, justo
cuando discreta se rompe la serena intensidad.
Y oigo cómo gritan los hados y sus cuerpos y los magos
ríen al respecto, asientan
la cabeza y sonríen. Es cuestión de suerte,
dice el que repiente -carga su cabeza en mano alguna,
y llena el cuenco suyo con sangre de su propia bruma.
Son efectos, me repito, y corro
alrededor de una canción que mencioné
-escondía otro amor y así cantaba
el corazón que se perdía cuando recordaba,
tapando ojos vivos enfrente siendo.

Porque no me pregunto más y me voy,


así como llegué me voy.
Mas, así como
anacoreta alado,
envuelto en los velos de Caos,
recorrió los ojos y tiñólos de auras,
¿quién no fuera que nos labia
mientras urdo esta espera?
Viera en derredor las mieses puestas,
la ambrosía y el néctar chorrear de bocas abyectas.
Y el hedor
que cubre el paisaje
es fruto del deseo sin conclusión.
Mas yo no sé de deseo y me encuentro en delusión.
Entonces vuelvo a recordar que
me estaba yendo, justo llegaste cuando
me iba, y desconocía
que podías curvarme sobre tu boca -me priva
de decir, me anima
a decir, y yo no sé en qué demon confiar o en qué espía.
Y la intrusión es justa y necesaria, mas los intrigantes
he que sobran -de igual manera que en la historia pronta
en que diose vuelta la cruz de tanta
miseria repartida igualmente
en los varios dementes que la tierra labran,
mientras dioses materiados juegan al festín y escabian.
Pero, por supuesto,
es sensata la histeria si mi lectura siempre falla.
Por eso me invado y me presento batalla y me encuentro
tirado por mis propias armas
en la pánica noche errante en que los de antes
vuelven a contar que siempre estalla,
sobre la grave tesitura de un mantel estalla.
¿Acaso fueran
ventanas y no puertas,
y encima
fueran las erradas?
¿Acaso hubiera
víctimas de las guirnaldas,
henchidas
de orgullo y fe de erratas
y paseando el vivo erial de la negra caza?
¿Acaso
la ceguera homicida no dejara ver
cómo su decir vaticina
sufrir de la vida vaga?
¿Acaso
gatos murieran en mis manos
nuevamente?
¿Acaso
no fuera sapiente
suficiente, o creatura humana
y no pudiera ver
astros de éter sumergirse bajo el manto
del que arrea la tierra y encuentra en ella
maneras de mantenerse vivo?
¿O volvivera la muerte
un día, y de repente
las tinieblas volvieran a posarse en los ojos
y el Lete dijera frente mío su secreto nudo,
justo cuando pensaba en salir a pasear desnudo?
You be there,
I’ll be here.

You be out there,


I’ll be
wandering through Eden,
chatting gently with arcaic sisters.

You be Cupid,
I’ll be a reaper.

And demetereal stairs


will open themselves
throughout space,
with us wandering the ether.
Maldito el enamorado
que se ciega y cruza el hado
preguntando qué es que era
el pulso que recorre su saliva
escrutando cada deriva
y cada palábrea voz que se deja
decir en la tierna vida,
decir en la pulcra tiniebla.

Bendito el encontrado
tras sí, luego de largo rato,
mientras recurre a sus garabatos
para que no frénenlo los paseantes del viento
-que sólo déjanse ir, cual si fluir fuera el fin del cuento,
y en hedonista histeria añoran
toda carne que deploran
luego, en un ruin lamento.

Ecuánime el canto autómata


que no dice y se entrecruza
por los signos que nos cursan,
cual si hubiera más que nadie
puesto en ojos nuestros cuando,
cuerpos sobre cuerpos,
sabemos decirnos mentiras.

Mátenos, entonces,
el sentir que haga sufrir
a lo nuestro, y que se esconde
en nuestro muerto doble,
dispuesto a luchar por su vida.
La selva iridesce al mediodía.
Yo déjome usar por las cuerdas toses
que transportan la psicosis.
¿Acaso el múltiple azar dijera nuestros roces?
Ah, y tantas líneas desesperan
sobre la misma boca austera
que cuál fuera la sensata e inocua
que dejárame pasear su puerta
sin dejar la herida abierta ni huir con cuerpos que no me pertenezcan.

Pero, ahora recuerdo,


me estaba despidiendo
-y me entretengo, en el camino,
con la curda que un vino diráme mañana,
cuando la voz se escancie sobre la viva cama
en que duermo cual si ya no fuera.
Afuera
bestias se preguntan qué es que piensa
el mudo que lacera con los ojos
puestos en el vivo blanco
del pánico que antecede al sueño
-y en los samaddhis no nos miremos,
no sea que caiga enamorado
nuevamente, nueva mente, y tenga que
contarme esto de nuevo.
Entonces las ramas se curvan
hacia abajo -la araucaria ya no encuentra
agua bajo suyo, y la tierra
cede con la boca abierta, escupiendo
el fuego bífido de la serpiente alerta
a las intrusiones de los estetas.

Corren, alrededor, dos, tres tipos


de careta puesta, justo abajo,
entre los cuerpos que descansan
-así dicen descansar, cursándose en materia.

Hierven, en su sudor, cuatro,


quizás cinco ángeles de voz etérea
-campanas que laceran, voces que perduran,
y la noche en que fueron concebidas sus alas placébeas.

Pero dos, tres moscas nos molestan


-me molestan- con llantos
de niñeces recién muertas -mas,
yo no puedo resistir la tentación
de cantar en consolación
canción de cuna frente a las noches eternas.

Y si digo parecido a lo que ya fue dicho


-incluso por mí, incluso por el bicho
que se ocupa de mí cuando me escindo en el ido
cuerpo que se ocupa del mío,
etc.-, es razón de estereotipia
que sujeta la nueva
razón que se autoflagela
-los sacrificios siempre fueron figurados.

Mas hay el
psicosomatismo y la
piel que arde
sin razón aparente.

Y hay el
desviar la mirada
por respeto a
la ajena tierra que invítanos de su humedad.
Intradicción
solía decirle,
ahora le digo pensar
que discursea
-pensar
solía decirle,
ahora le digo Silencio.

Así cedo -así sea.


Perturbadamente alienado,
un amigo pasea alado,
y se siente el ruido de sus númenes escribir sobre nosotros.
¿Acaso fuera yo el que ha roto
el rato en que dijímonos
simuladamente
la verdad? ¿Acaso
contámonos del Ida cuando
paseábamos la vigilia
en compartida paz? ¿O acaso
la mentira se nos escurre entre los dedos,
como agua que curva
intenciones con razón sostenida,
con razón justa y apariencia obscena?
Paz, humos, chistes, da igual.
Paz, fuegos, quistes
puestos a matar en un instante
alma que quién sabe dónde irá.
Mas, no soy insensato,
y recuerdo de callarme
cuando estoy a punto de
matarme en una sentencia que sé ha de retornar.
Paranaicos, por supuesto
-puestos en el anidentitario río del que aún
no han permutado sensatos signos.

Signos de libertad, o sismos


puestos a la tierra abandonar,
justo cuando parecía volver sobre sí.

Arranques de cordura
-que no es el caso-,
o manía de enfocarse sólo de vez en cuando.

Conservación de energía
-lo que se dice una palabra terriblemente tóxica-,
vaguedad de éntropes.

Cofradía de la natura puesta enfrente.


La eternidad,
por supuesto, muerta.

De repente,
alienación calculada.
Your highness,
could you,
please,
just if you could
just
quit the
smoking habit,
or,
I don’t know,
at least the
chain-smoking?

Your highness,
aren’t you
burned
from the
misery of deserts
desperately stealing yer green leather
made out of an imaginary foliage
rising through the middle-ground
where mediation actually happens?

Your highness,
why am I
undressing you
with every single missteped
word made out of
thin air, or this breeze oh so cold!

Ah! I’m sorry, I’ve fell!,


your highness… I’ve felt
the misery wondering of your midnighted soul.
Pero
el falso nirvana contemplado
ya se ha dejado
puesto como un ornato en la memoria
-acaso llevaran ahí las norias
que pasean aguas mías
cuando doyme a cantar oniria
o cuando doyme a morir atado.

Y si
pudiera dejar de contarme al respecto
estaría agradecido.
Espadas puestas en mí.
Través de sangre que chorrea, icor
de dioses que ocupan las venas, o lavan
la cordura con su tierna espera.
Armaduras o cascos o manías
que no deshicieran la armonía
en que descanso cuando hoy, visto
por ajeno cuerpo visto
en otro sueño de otra vida.
Y aunque
negárame recordarlo, sólo podría
pasearlo así, en la escondida
consciencia que se escinde cuando no puede su real cuerpo crear ni creer.
El trance pasajero,
el cuerpo de nuevo.
La risa
puesta sobre sí
-abierta
en la sangre que ahuyenta
(mas, no recuerdes,
por favor,
haber revés, o torsión, o intención
puesta en través de la dicción
y de su imagen tácita,
dispuesta en la nube plácida
que circunda la piel ritual
{hecha para ser deshecha
por el fuego o el tierno mar}).
El cuerpo confundido,
desorganizado, de nuevo.
La tensión y el placer helado
de correr entre los pasillos
buscando un alma que sigile
las voces que dejan los grillos,
las ranas, las luciérnagas
en sus iluminios que apaciguan
cruces antiguas fundando mañana.
El trance pasajero, y luego
la bacanal vuelve a la tierra.
Adán, su desnudez;
el árbol
adonde el espacio no dícese,
adonde el silencio es preferible.

El mármol
intransferible, las zafíreas
hojas de destello incorruptible;
el cuerpo
deshecho, ya no siendo;
la voz
conociendo su vacío.

El desvarío
tras esto, cual
sustento del fantasma.
La voz que
derrama entre los cuerpos sus razones
-sábese, luego, efecto.
Y la intrusión en
fantasías,
sabiéndose contemplado en la vaga deriva;
sin razón con qué curvar
destino de acá o allá o infierno del mediodía
justo cuando la luna perdura, dormida,
y yo río en simpatía no pudiendo
disimular,
y ardiendo en desnudez tardía.
Nacer con el vestido de los signos
nos cuesta la vida. Habría que
silencio
desde la encarnación.
Habría que
sencillo y eterno silencio,
hasta que dígase el nacido su hoy.

{…}
Luego: repetir,
repetir hasta que
ahóguese de cumulaciones.
Y al final,
cual si acto fuera,
su muerte
en la tímida pradera
en que duerme en tierna paz,
y que nosotros no sabemos sembrar.

Así eternamente.

De lo contrario,
lo que parece ser
un descanso más largo de lo habitual.
Y las
antiguas memorias cruzando la calle
sin saber de su sempiterno flejar
dicción que trajera hacia el cero
en que urdimos nuestro sincero disfraz.

Luego el juicio,
las almas puestas;
y cada una recompensada con
tacitud.
No sea que invóquenlas de la feérea infinitud.
ri
ˈtərn
Haven’t I,
when I was a kid,
walked this same graves?
Wasn’t them
shining as now are,
in the middle of the non?
Should I
hesitate
or should I create what I’ll negate tomorrow?
I took a bath
a while ago.
Mirroring fortunes played along.
Zeroed,
then,
I walk upon the lightened rooms
while Loxias crucified
the looned-you
where I hide myself while the moon gleams
over the river, in a mistied way.
Whoosh upon the nightmares, I’ll be
wandering through edenic gardens made out of thin air
-like words,
like stars,
like stairs.
Should I
hesitate
or should I burn what I just said?
Oh, the ashes
would return as hidden fascists,
walking the fiery room in fear.
Should I
be scare about guilt,
about effects out there made?
And all I hear is fear,
while the forest whispers calmly
in the language of the scared
kids wandering the nightish veil.
We used to play, we used to lay
in bed with asters and queens,
playing innocence under delusional rains.
Then, psychopathy,
psychosis, all kind of
accusation. Yet,
none seems to see the action
going through while on steps,
going through while asleep.
And dreams, oh thunders, oh
chronical samenesness,
prophesizing the will of the nocturnal wanderers
of the lonely street where my childhood
used to grew through the rotten marble
of and old mistake.
Yet, we lay alive, we lay on stairs
-going out and in on lines
of lucid-dreaming and dream-like sanity.
Call upon our we,
whose name is Insanity.
You’ll be surprise why the loons blossom.
Set us free and wills
will talk. Set us free and unseen
fortunes will sink as fear
for the neverending neverbeing.
But why would you care, you
who doesn’t knows fear?
Terrible gods would shed your flavoured skin.
Rivers of blood will stream upon nightmares.
And nobody, and only nobody
will be there.
And faith will rise as the moon fears.
Earth will scream.
You know, standard procedure.
And after all, all will come to a long
wait till the body stops.
Yet, you may find Love along.
Would you like to come and play again?, it will
sphinxeously ask.
According to the bardo, you should pick blue
every time you cross
the stressful ether of panicking lairs.
Not literally, indeed,
but literally, indeed.
I believe it works, yet,
where the fuck did they put the green?
And the canopy of the schized tree silences me.
Fue entonces que la quietud hipostasiada
trajo palomas oscuras a posarse en los hombros.
El marfil se derretía al tacto tenue de las uñas vivas;
los ojos, por su parte, no dejaban de escapar.
¿Acaso supe amar?, se preguntó, lleno de intriga, quien cultivaba
su cuerpo en el vivo erial de la tiniebla tibia.
Encontró que recorría el mismo lugar
en que antes yacía, tendido como un cuerpo cuya alma ha dejado
el fulgor de psicodel de carne imaginada hacia las cuevas
en que yacen quienes se laceran frente a Silencio,
con claras órdenes de continuar en su ejercicio
hasta que el Juicio añore satisfacer los señoriales vicios de allá.

Cayó la noche, calló la voz. No dejábanse


ocupar el control unos u otros, mas
era Caos, con su corazón de pura intención blanca,
de puro ruido manipulable, el que decía qué era antes
y qué después, confundiendo a los cipreses envueltos en humanos cuerpos,
repletos de la florida ausencia de los peces. El aroma
se escurría de los dedos -era el tabaco, el recuerdo
de un juego con las moiras; era el abaco
con el que se juntaban los numéneos números en una simple pieza;
y era el pasadizo entre los mares de la oscura palpitación,
adonde yace una canción que siempre espera ser cantada.
Huyó uno, huimos dos, quedóse solo
el que dejábase usar por la ajena voz -llevaba en sus manos
un manuscrito que encontró tirado
en la oniria de un meditativo trance, cuando con su flamígera espada
ceñía la tierra de andrajos y herbáceas plagas. Corría
en derredor, a la distancia, sin siquiera pretenderlo. La quietud encontraba
un espacio en que las norias ya no decíanse del norte,
ya no decíanse el sentido. Alzó su copa repleta del vino icóreo de los dioses
un niño que sucumbía frente a los vivos vientos de la noche posadeña.
Crujían en sus dedos los matemas, olía el supur de las piernas
que escondían y corrían y no temían haber de más,
no presentían haber de menos.

Amenos los amantes, oyó, amenos los errantes. Y las intrigas:


a los intrigantes. Y la deriva: a los paseantes.
Mientras el sol se posaba sobre el broncíneo río, las fatigas
de la curvada intención asíanse del cenit de un mañana que ya era hoy.
Y así se confundían -nos confundíamos con lo recordado-, y así
eran asados por las incorruptibles bocas que pasean el intermedio
campo de inconsciencia en que yacemos cuando esencias
déjannos habitarlas y sin esperanza iniciar la danza
bacante de los cuerpos que invítanse a ocupar. Entonces, cruzados de piernas,
encontramos que reíamos y nos reímos. Y encontramos, también, a Amor
-al menos yo lo encontré, sin siquiera saber de sí. Y era una manera más
en la que el terrible Ida se abre sobre el suelo, y el vuelo
nos animaba a permutar
dicciones por signos o símbolos por juegos, mientras las brasas
izábanse a despedirnos justo al vernos, o al habernos visto antes
en la memoria simoneada por los alados sueños de una vida detrás.
Es así que, siendo justo y necesario, purguéme del ruido que traía.
No pensé, jamás pensé, jamás dudé -cuando dudé, no era por esta nítida vía-,
y encontréme frente a frente con la muerte, de ojos tenues,
de claridad enfrentada a la viva fuente
en que nácese de vez en cuando, incluso cuando se muere.
Y sentía cómo las tropas que circundaban tu presencia se espantaban
de la viva sensación que en fugacidades nos juntaba
a mirarnos de costado, con los ojos curvos
puestos sobre el tras que estuviera haciéndonos hablar
palabras indeseadas que cual flechas rectas iban a depositarse
en el abismo infame del corazón rozador. Pero era una manera
entre otras tantas de la misma y vieja danza
que ya hemos performado tantas veces. Y ambos sabíamos
-al menos yo lo supe- que no era necesario. Era un sólo abrazo y el vario
futuro abriéndose entre los senderos que dan al erial.
Y ha de cultivarlo quien nos junte, el numen que vislumbre
haber en simpatía almas que deciden, además de amar,
la compañía frente a la ancha deriva del río que no cede en su hipnotizar.
Así quedé estaqueado, como quien dice, desde el remoto pasado
-que había sido, materialmente, dos, tres meses atrás-, mas
alguna bífida incisión retiraba hacia el lejano más
que se pierde en el abismo de Mnemosine, justo adonde
ya no podemos hablar. Y así
Silencio dejó que nos mostráramos desnudos,
envueltos en el verde resplandor de la hierba joven,
cuando las piernas se encontraban en la etérea risa
puesta todavía sobre mi -quién sabrá por qué-. Pero encontré mis pies,
y con ellos mi cobardía, y lancéme a correr.
Así volví a vagar la tierra sin poder decir las palabras discretas que escindieran
el cuerpo y sus máscaras de la sublime fantasía. Mas,
crear no es una virtud mía.
Después de verte
pasear mis ojos y no ver a Amor
posarse en ellos -sin embargo,
sabrás, después de tanto insistir al respecto,
que realmente se posa en ellos
(quizás tras disfraces, quizás tras máscaras,
quizás escrito en las cenizas que hieren de lejos)-,
¿qué pudiera decir que no fuera exceso?

Por eso
esta distancia es necesaria, este
decir es un remedo de lo que dije aquella noche
-que puede ser esta- en el éter frío
en que me desvisto -justo
cuando el Ida viene a mostrar sus cumbres nevadas
de mieses sagradas e icores dispuestos para el festín de los deidófagos.

De verte de nuevo, sospecho,


ya no podría volver al cuerpo. Y, una vez ido,
¿quién dijérame qué es cierto? ¿Acaso
los ribetes que psicodel traza en el seso no sean
todo lo que dícese cuando los ojos miran,
todo lo que prívame de alocutirme en mentiras?

Y te posaste en mis ojos y yo no sé


si aténeas luces brillaban, o era la sombra puesta
sobre mí como la maestra
que dejóme del hado huir. Mas, sí sé
que si me escapo de vez que muestra
con voz tuya las puertas abiertas
no perdonaríame yo ni el socius lleno ni el espíritu que me lacera
cada vez que ando la pecera -y siento tu sueño y vago
disfrazado de follaje, y el derredor descubre
el frío viento del alisio que trae
humedad de selvas a las que jamás debiéramos haber ido.

Heme encontrado, provocando que nazca


Amor en nosotros, con sus alas rotas -estas no son épocas,
no son voces que me dijeran mentiras, ni son
maneras de contarnos la verdad, mas se parecen.
Acaso cayeran las máscaras y viéramos enfrente
eternidades muertas con sinfín sapiente. Entonces
pudiéramos dejarnos de verdad,
para elegirnos libremente.
Y no te avergüences
-la vergüenza, bien sabés, es mía;
tuya es la venganza y es segura.

No me cuentes
cosas que quisieras callar.
Que el tiempo diga cuándo el decir será.

Mañana, sin repente,


encontrémonos mirando al frente
que abrimos con la viva voz que se escurre sin fin.

Y ya no tuvieras enfrente
un patético maniquí que no puede
decirte su verdad.

Así me envuelvo
entre los cantos que traigo
de las Hespérides o del seol o de la paz
en que estamos, tan tensos
que un pequeño viento nos rompe los decires
y dejámonos llevar por la voz que dice lo que no puede
el cuerpo dejar nada más fluir.

Mas, quizás sea la muerte,


y yo tengo tanto,
tanto miedo.

Quizás sea el delirio


del que hablan los libros
que a mis manos fueron a parar

-así me envuelva
en discursear con voz fraterna
lo que niégome a mí cuando solo voy por la viva mar;
y amar es negado
tácticamente,
así retorna en un mero andar
la calle mientras las flores rodean las sienes desiertas de los lapachos
agostados justo cuando parecía que íbame detrás
tuyo hacia donde sea que sea lugar
que tus piernas dense a pasear.

Mas yo ya no quiero tanto


-de vez en cuando, por alguna casualidad,
amo; mas de eso no sé tanto.

Y déjome atravesar
por los puñales que Silencio
nuestro déjanos en bocas sueltas
que cruzan atenciones nuestras,
matándonos y revelando el sutil disfraz.
Mas, recuerdo haber dicho
de máscaras cargar.

Pero yo no digo tanto


como cuando tus ojos pósanse en los míos,
y no hay cómo supieras que esto es verdad y es el encanto.

Acaso
sea sensato
el irrefrenable llorar

-las gracias traen gotas de hierba viva a la piel que deja


cruzar la sal vieja en la tez verberal
de la piel que ízase detrás de las severas muecas;
y gestos míos déjeme detrás
para volver como recuerdo, para volver
a pensar haber visto lo que he visto y aún creerlo cierto.
Perdón, es que adolezco
-yo casi no recuerdo haber sentido esto.
¿Acaso
el sol se pone de frente cuando
la frente se nos llena de dudas
y las púas recorren las cuerdas y nadie
parece encontrarse más que nuestro
triple compartir?

Perdón, es que encuentro


que me pierdo, y no sé,
ya no sé y no sabré más.

¿Fuera
el arrobo la miel pasajera
de la que déjome
solo, y sólo con voz hablar?

Porque,
quizás no sepas,
mas yo jamás conté esto.

Y cuando intentes
definir el contorno del vago decir,
sabé que fue nueva
cada dicción -yo no soporto
el peso de la moción que me reconoce curvo y me lacera.

La seducción no es lo mío.
Yo, una vez de niño, fantaseado Cupido
por alados pensares que viniéronme a buscar,
hablo en líneas rectas.
Y no tengo más mentiras -por pereza a la memoria y el elucubrar.
Oí que caen por su peso
los decires que doyme a dar.
A veces permítome dudar.
Soñé también -perdido entre místicos besos.

Oí que sueñan con vernos


los que se esconden de los verbos.
¿Quién tuviera el afilado acerbo
de dividir lo que deja sernos

en tenue serenidad?
Cruzo. Encuentro
el vacío centro
en que dejamos la vanidad
-abandonados a los besos
que luminios dejan cual deseos que son rezo.
Un árbol cuyas ramas tienden hacia arriba,
¿qué dirá?

Perdon, mas sé robar

versos que zurcan el cielo.


¿Acaso el velo ceda cuando ceda mi tras?

Perdón, mas no quise espantar

pájaros, peces que paseaban el jardín.


Jazmines penden, aún, y ya ha sido el fin.
Yo en su través.

Cuando solo, vario.


Cuando desvarío, encuentro
viejos encendedores puestos
sobre la mesa en que dejo pasar
las horas,

tristes horas de pendular


la certeza y el abismo
-¡ya es un ritual
al que solo y vivo asisto!
Doran

áureas nubes la piel virtual


-¿es un sueño o es todo esto?,

¿es
el vago referirme hacia el espacio
en que vos decís lo que no es
y así siendo?

Encuéntrome
loco, loco, loco,

y no son
sólo las plantas, ni el escabio,
ni el placebo;
olas de plata recorren tu andar

-el río
vivo
cruza la mente sida;
encuentro la salida.
Es el miedo creatural de la persistencia.
Imaginate
mañana, tras ido el cuerpo,
volver a pisar la tierra
y recordar
qué ha sido el senil nirvana
pasajero. O,
peor aún,
recordar el secreto voto mientras la patria muda.
Y de repente
reconozco los contornos
y la razón
del respeto

-no tan repente como suena,


mas,
en ciertos asuntos,
es necesario curvar

(¿o acaso el simoneo de espejos


no nos fue dado a heredar?).
Y se me ríen
en la cara
lucinados fantasmas,
puestos ahí por
mera imprudencia.

Mas,
Penélope teje los ecos
en la seca cueva en la que descanso.

Y la distancia,
el errar,
es mero recuerdo.

Y se me ríen
en la cara
fantasmas de perplejidad,
mera esencia.

Y no puedo
dejarme
decir al respecto

-no sea que


aprendan
artes del encuentro quienes

matan de ceguera o ríen


mientras mi voz desespera.
Y a veces erro
con precisión.

Bien lo supe antes.

Luego
el Lete y los sueños y la ciega Deméter

segando la tierra con voces tácitas.


Sostenía
los poemas, su fuego,
la maravillada noche extraña en la que
luminarias con cuencos coloridos
-verdes, violetas, metamorfosos-,
describían el destino
con cifras que el ojo no
contempla,
con cifras que el simple ojo no contempla sin antes
inteligir haber paciencia
en que se niega a mirar
haber de ojos sobre ojos y haber nada más;
sostenía

los poemas que el fuego de una noche, de una tarde,


de un ritual,
llevóse sobre el mero céfiro que recuerdo haber hoy,
que traje de ayer. Ah, y mientras
realízome de esto,

escucho croar a los contendientes


del délfico canto.

Tanto se oye y no hay ya


el encantamiento, el delirio, el miento, la razón

vulgar puesta sobre su vulgar esencia

contingida de cuerpos que gritan de amor y se ven

no mucho más que desnudos.

Vístanse los conjuros


y he la paz.
Mientras espero, miro cómo autos, vaivenes,
camiones, vagos, trenes, he que son encontrados
por ojos que nos fulgen –de voz, dedos alados.
Y espíritus rugen, cual si vieran que vienen
céfiros y alisios, truenos y sacrificios,
o la inteligida consorte de la ida
al sueño en que sidos son, de ya, los olvidos.
He tus manos, Ovidio. He tu cruz: resplandece.
Vistas que avizoran, años que horas mecen.
Tristeza de saber ya, así, mañana vivo.
Pero no quedan dueños, ni albas, ni ensueños
-mero mar que deshace el estruendo que place
al Cronión, corrigiendo al sí en trina muerte.
Mas, ¿no será que suerte alguna reservada
nos tiene? Hiere de lejos un astro –vagas hadas-,
y Psique, en jolgorios, se suicida. ¿Es fuerte
su plandor, con Amor frente suyo, diciendo
lo que fuera, cual viendo sin delusión ni pudor?
Boddhisatvas puestos en el patio.
El patio es solo y el boddhisatva también
-aun unimúltiple, con vario pie.

Terrores pánicos y la suerte celeste


-contigencias, tierra, demás cuestiones.
Arder de ojos que no encuentran,
sensatamente ésto ocurriendo.

Boddhisatvas que, juramentados, pasean


la tierra, luego de volver a ella, y sufren
nuevamente el mismo cauce alado
-pensares que angelan, sinfonías,

isomorfismo de lo que es y lo que era.

También, ley quebrantable


-siempre y cuando uno siga funcionando.
Estados, derechos y otros placebos.

Y el cielo que se abre como si no fuera.

O la noche en que se deja de actuar,


etc. Mas, es la pradera y se abre el símbolo
también. Encuentra, entre los huecos, un texto-

tesoro; casualmente.

Repite que no es un loro y dícese sí


como a los locos.
Sensatamente ésto, por supuesto.
No leas
sobre la tumba de los signos
-todavía vivo y las puertas
están abiertas;
quizás despierte alguien y dígase yo y yo sea.

No encuentres
entre los hijos de los hombres
más que hombres, y entre los hijos de los diluviados
más que agua ecuestre de candor alado,
todavía pendiendo de las nubes cual si fuera lo que hay
una manera de encontrarse en alegrías,
una mentira que respira simpatía

-¿o acaso debiera decir lo que sé y


morir por ello?

Una risueña estación y el enjuague


bucal, dispuesto como anzuelo entre los diestros.

Y la afición intrusiva, y lo que se dice,


resonando en simpatías.

O las galimatías con que anudo decir este.


¿Y podés sentir
el peso
de la Ley curvarse sobre
palabras extrañas y
el soplido de los ojos que de éteres fulgieron
escapar sobre el escenario hacia los ojos que los vieron?

¿O acaso
no hay que hacerse ciertas preguntas,
no sea cosa que
se dude al respecto,
aun sabiendo la respuesta,
por el mero efecto de la voz que se hace viento?

Y mientras
las carabelas descubren,
la tierra sigue siendo lo que era.
Y una piedra
abre una ceja y encuentra
silencio.

Ni un gesto de dolor, ni una


vergüenza, y el
estertor pánico de haber visto
como desvestía el mismo esquizo
con démones del derredor. Miraba

cruzar cables alados,


y el silencio
que decía mientras la distancia esperaba ser mañana.

Ahora siendo,
ni un gesto de dolor, ni una
vergüenza,

y el disfraz de desvestido también puesto,


cual un tatuaje del gaucho Antonio Gil

en el entero cuerpo.

Y el disfraz de desvestirse es pronunciado.

Máscaras del derredor, también


-lo que se dice costado.
O láminas de cobre mirando espejos
-extrañamente, para ambos, el mismo reflejo.

Pero no queda decirse y sólo hay,


y también solo y también hay
uno que se dice afuera para dejarse ocupar.

Y así la intrusiva reacción


se hace efectiva.

Disimuladamente,
se cultivan.
Palmeras,
cisnes bajo suyo.

Ladrones,
naturalmente, ladrones.

Y enteros
ríos

envueltos
en una huella.
Y un gigante que deja que jueguen
en sus jardines,
a cuyo Olimpo de aire oscuro no pésanle
miradas.
Delirio lúcido,
delirio azul,

delirio disfrazado de árbol que verdea

-la pradera se escurre en derredor, y es


zafiros, amatistas, lo que fuera.

La fruta del delirio,


el cirio

dispuesto como un mantel en la terraza.

La milésima que encuentra.

Luego, silencio. Como de costumbre, silencio.

La relación cruel entre los pliegues


y sus reveses

y los retornos y esas cosas.

Y un paseo, una vuelta


por un infierno personal –aura
cuya vuelta qué ha de dar.

Baco, entretenido,
mira la tele y ríe.

Y habla con restos de espera, y


habla con policías.

Y le responden que es sensato preocuparse porque


qué ha de ser el garabato.

Pero es tarde y es grato.

Reminiscios, verás.
Un cuerpo, dos, verás,
o más, da igual,
mas, desorganizado.
Cronión elige un jardín
interno, arbitrariamente.

Lanza, entonces,
sus hectóreos estruendos.

Alguien –un niño, afortunadamente-


los ve.

Corre a contárselo
a su hermano –dase vuelta.

Cronión elige un lucinio


dado a quien miente cual fin.

Pensares más, pensares menos:


fantasías, naturalmente.

De repente, un niño
-alguien más- recuerda sus hábitos contemplativos.

Plandece el horizonte; a lo lejos:


un plato de arroz.

Paz intermitente, y clicks


de cámaras analógicas.

Y de repente, vestido de Dios,


pasa al frente.

Lo especta la muerte en las gradas,


afortunadamente.
Tal vez no.

Lo cual
no hubiese cambiado nada.

Y chirrían al oído moscas de errata.

Tal vez no.

Y mienta,
desde ya, por supuesto que mienta.

Mas, por supuesto,

hay peor.

Mas, todavía no y
hay silencio, de repente.

Lo cual me recuerda a una pared dibujada con los dedos.

U ojo sobre ojo que ve el ojo que ve su mente,


entre otras cosas.

Pero
no parece sensato concluir,
repentinamente,

sin antes romperse –romperme- la cara

y, entonces, un cuerpo, dos, verás,


o más, da igual,
mas, desorganizado.
Why am I
passing out?

I mean, I was
wandering over some kind of
dream-like weather and suddenly

I felt like

passing out

out of pure
nothing at all.

Well, I mean,

there was some


weed –there usually is-

but

out of
some randomly whispered
motion

I was begotten gone.

And I wasn’t –I was- even thinking


about it.

Runawayed, I drooled.

And, after spitting in the face of someone


as if it were a failed

message stuck in a wholing-zero

-a.k.a. mouth-,

I was suddenly
fairing my way out.
Curvarse en través de la esfinge

-es, finge ser.

Escuchar las

boludeces programadas.

Rendir tributos de atención.

Pasa uno, dos eones.

De repente, sin que sepa cómo,

nada.

¿Debiera decir Nada?, se pregunta,


me sugiere que escriba un

alado pensamiento, voz o miento.

Y yo,

dispuesto al fuego,

primero lo repito y luego lo despliego.

Mas, hay

las puertas giratorias y esos artificios.

O la mente o las colmenas o los oratorios vicios.

Y el curso del río, un dislate.


Maneras odiosas de referirse a sí.

Y el espejo metamorfoso de Narciso.

Retrotrangresión, verás, también.


Y
era tan niño que
no podía.

Por lo que,
canópea que viste de sombra,

¿acaso no era
esta, acaso no era
una manera de sembrarse?

Y era
especulación de bienes raíces,

según comprendí luego.

¿Acaso la embriaguez
no me oyó
caer de esos ratos?

Yo
a veces me voy,

sepa disculparme.

Y la sombra de un espanto
reconozco

en sus pasos que se alejan rápidamente.

‘…tendré que esconderme o huir’, se oye


escurrirse.

Y yo me niego y así jugamos.


Una mejilla, dos;
perdón
si me escurro, de repente,
en el mismo y vario signo
que simula ser decir. Vieras, al fin, huir
de voz la vos que tanto esconde
-viérasme huir de dónde,
como un hábito o un ritual.

Acaso dijera dónde,


no hubiera tras y espejos tras.
¿Decirme en tu través?, quizás.
Mas no fuera razón noble
-fantasmas
dijéronse en alma
que se escurre cuando ves,
se escurre cuando no ves,
y niégome verla cuando ya no está.

Pero la culpa es mía,


sólo mía, y
lo demás
etcetéreo mantra que dicen las vidas
puestos en el vago erial
que déjanse usar los que ya no son
más que en éter y derredor.
Nor do I
I

cámaras había ¿dónde?


en la habitación en la que escónde-
se mí de yo y cámaras
dicen de click que relojes dicen de tac y así la confusión
en rubor de clarecer
mientras la curva dice ser
sonrisa mas sin cero y por eso prisa
de besar en desespero
ojos que se dejan mirar

radios más radios menos


hubo un pero y un detrás
que no comprendo por supuesto

¿era nuestro escondía más


de lo que dejaban huir los gestos?

máscaras sobre máscaras caras


personas o caras avaras
que llévanse la sangre hacia el nirvanal
culto de farsa que cultiva la sal
en que fueron hervidas cuando sus piernas
dábanse a pasear el jardín y volver a ella

mas
gaiana y casi terca
escupe el fuego de su núcleo cual si fuera
manera de reestablecer el equilibrio
y un modo extraño de la armonía universal


en algún lado
hablar de la sublime violencia
con que dámonos a en paz pasear
II

viste de adiós
y lleva dos pétalos en las manos

oscurece
recuerda haber sido
pregunta qué es que fue
lo que es a ahora parecido

repite que no
a veces que sí
generalmente se niega

repite que sí
ocasionalmente
yo séla entonces en la memoria

y traduzco las apariencias

a veces
ciencia cierta acierta
a dar con el nervio exacto
que libere la lluvia tenue de la mente que suene

en simultáneo

decir sin hacer daño


Amor mediante
cual si no hubiera antes
que no trajera este su lado
III

por qué me
olvido no sé decir
por qué
el vago pasear placer
de cielo o de nube o estero
en que álcense árboles pasajeros
o por qué
la resistencia
resuena en entre las campanas vivas

y qué extraña
manera de encontrarse fuera
vagar nada más vagar por ahí

mas nos ha sido dada


virtud alada
herir sin hacernos daño

pero luego recuerdo de haber materia y la tierra encuentra pies


jazmines o yuyos o pisos alquitranados

y el revés que espera


entre sus ojos entre mis ojos entre el ojo vario que nos media
revelarse realizarse ¡desespera!
IV

pero aunque no parezca


o en realidad sí parezca de hecho asi lo hace
se recurre
intermitentemente como un ruido como si
estuviera demente se recurre
y no me encuentra mas se ve
y me pregunta a mí por culpa vuestra
su señoría mi amo mi dador

mas yo no tengo respuestas -¿no eras vos dios?-


y me recuesto
sobre la mesa a decir esto
en un divague de fortuita fantasía
por la que rinden pleitesía
tantos idos como quien habite hoy

pero es arriba y es abajo y si el fuego


dice pies o dice frente o dice adelante no hay que sacarse
la remera aún recién empieza
el decir común si abajo se dice
agua como quien escapa como quien concurre
a mirar lo que se niega en común
pudor o respeto o llámese quien sea

mas
no me encuentra y paseo y me voy
a veces de repente sin avisar
y encuentro que hay que dar
la despedida
de lo contrario
¿cómo sabría que ya no estoy más?
V

remedios más o vanos


y venas que
no se pueden contentar con la sal habitual
de la curda hambrienta
-inanecer hasta que dejen las llaves puestas
pero eso es costumbre de otras sales-
y si recuento
cuánto digo y cuánto miento
infinito por supuesto
incluso si me poso en silencio y le digo su nombre
-que no puede menos que enojarlo no puede menos que hervirlo-
infinito por supuesto no más que
falso infinito de espiral o la remera que chorrea
pero ¿es una lágrima o es una espera?
felicidad
le dije por eso desespera

debiera
posarme en silencio nomás y dejar que duerma
VI

pasear el aire y verse gritando


insensateces -que si voy
que si ando
que si encuentro entre los carros
también autos o meras
ecuestres tropas de la lumpenal
natura capital que recorre las encías-

ganaría si me encuentra
de boca abierta preguntando
cuánto digo y cuánto mando
a decir por mí al detrás
-hombre que no dice signo
que no susurra ni es digno
de ser visto por ojo y va
tras caldo de designio va-

nadie entonces repentino


sabe alzarse de las llamas
en que dieron lo que calla
manos mías en lucinio
-o la materia hablara
cuando dice que se canta
lo que ve cuando se escancia
sobre sí ya sin sustancia-

mas ah las sirenas y ah los ires


sobre tercos predecires
que cuando aciertan irritan y cuando erran también

mas no me digas qué es que soy


escucho y me parece sensato
ni me dibujes en tus garabatos -prohibo que me habiten
distancias
incluso aunque medites al respecto-
es cuestión de respeto
pasear el lado sin dejar un lago
en que báñese el ojo que encuentro
luminaria en haz de frondas
o la tímida precaución de en honda
simpatía primero nadar
no sea cosa que un decir
diga daga o diga el fin
de Amor puesto en nuestro hado
VII

tocar la puerta al irse


despedirse al llegar

o haya que respetar


costumbres de cualquier lugar reírse
sería sensato mas
quién dijo cuánto dijo qué ha contado que fue tanto

yo no sé yo sólo
ir con los pétalos sobre el dolo
hacedor del ritual y pan

y si demetéreo siega
la razón o la condena
a repetirse cual si farsa fuera

afuera escóndense las penas


y cargan un niño y el niño es voz
y sin pensar dice y sus flechas rectas
cargan el veneno y el néctar de la más sutil ensoñación

¿que si lucinios iluminios imaginación?


haberse de los dados que sshhshean
interrumpiendo el ir y ya no hay
VIII

paseaste te escucho
percibo
que me amucho en plegarse
las palabras como si esponja fuera
la memoria que no puede negarse si la boca se da a hablar
o los pensares se encuentran
al momento de dejar
estas palabras vagas que quién fuera a decodificar

sin embargo se sabe en ojos y no ríe

persiste
con bizarría persiste
y he que yo ya no resisto y caigo en la curiosa
numenoidad
con ceros puestos de estero y la voz atrás
y los rayos no tardan en posarse sobre el espacio

¿acaso trajeran a diario la tácita presencia que recuerdo de antes


-quizás dos, cinco meses atrás?

ah mas no ya cumulación digital


y estrategias que se dicen
manipuladoras
o dicciones que traigan
puñales cuando dígome que
escucho cómo se le cuenta a un ciego
sobre el cuerpo
sobre otro ciego
sobre otro cuerpo
y alguno debiera ser yo

de lo contrario
¿cómo he de oír este haber allá?
IX

el pizarrón
-es una pared
de un jardín
y no lleva nada escrito-
tiene escrito
el mapa la razón el virtual
mandala que no se deja olvidar
tan sencillamente como el viento o la brisa
llévanse el polvo de estrellas o se encuentra detrás
mirándome decir de ella y sin permiso
dejándose espiar

porque qué mostrara que no fuera mirilla

hacia la nívea ventanilla en la que arde alma en ritual


o la esclusa en la que corro
intentando no romper nada
mas errando
como quien calla

no sabiendo nada
no recordando nada

mas ha la memoria mnemosine aun cuando negada

mas errando
como quien dados

signos deja sobre el paño


pares cruza entre las gotas

y la lluvia se recorre con la voz que nota

curvas hacia el centro que es asido


por un cuento conocido

-porque acaso ya he sido alguna vez


este y mismo igual
X

te pido prestada una palabra


una fórmula una guirnalda
puesta con cerezas de fortuna o puestas
con las plantas que cultivan el mañana y la segura
precognición
mutada en su instanciación

-porque Febo
después de todo
no es tan sorete

no dicta el destino
sin también
dar la forma de huir

y juremos con gloria morir y esas cosas


XI

such nonsense has been thought


that I may return to not
in a matter of seconds

knotted
we walked through the avenue as
a pair of loons in the middle of the wilderness

we grew into fortune


some said some unfortunate things

luckily
Silence still was around there
XII

yet
in the dark World where the quiet act
no is there to be seen
uprising
sublevation sublimation and
tender silk
outside the radar or the small-talk

genty schizing
I lure myself up

amd where heaven brought angels I walk unrest


while the cracking noise of a door-like vision
streams incisions with a smooth pulse of gone faces
walking with real or rare
animals who thought they were
kings of a jungle where walls sync
non with non with non and thee
is who watches upon the nightmare with pleasurable pee
clearing the habitated hollow

but will or Waldo or whoever the fuck is


wearing a t-shirt with syndromes of ill
motion that stare at their violent skill
of intruding
where nothing is brought
without the spit of the non-made skin
while the serpenteous habits bait and sin
is brought upon

and for thee for us for yer


sanity

I walk along as me
XIII

so should/could I
burn instead of lifting cider
into the river or the thunder
where the rhin used to end and sink? could/should I

believe in something else


beside that which my eyes stare
besides that witch you brought from flames

into the ethereal wisdom of the synced-up loon?


(staring at the moon,
it howls and yells -confused as a dog
that walks through walls
seeing everything as it is and as it already were)

yet I’m not from napoli and no sailor ever


talk to me about
desecrating the shadowy bones

while free there are free the wills


show the song at crying hills
groomed in the lever-like station
(staring at the moon,
a heared wooshh,
and a panicking night in the sunmade asylum)
XIV

grammar
it ain’t my thing

Law

then

skinned up
synched

Law

then

pain pleasure
anything called vain

Law

then

grammar
it ain’t my bleeding
XV

yet

after all this


gibberish

I realize

didn’t even began to talk

the dock oh yer bridge


game made out of tea

and symphony of

walking

straight into the loon-jail suite


XVI

on earth the whirlwinds


the sorrows the spiralling
habit of the sweet told rabbit
hidden in the sheets as if it was a dream
from a like-like encyclopy of dubious wisdom

it yells is sindom! is rearview! is go-through!


it calms it goes down holes
it walks alone upon the empty room

it yells it’s me! it’s thee!


it’s at least
three!

it breaks down the second it reaches home

should I continue this sad sad tale?


XVII

¿te acordás que mencioné


la vida simple?
mentí

cuenta te diste
pediste cambio a pago
y viste

escurrirse de tus labios familiares certidumbres


meras certidumbres

y cuando
parecía tarde
recién estaba amaneciendo y la bacanal iba acabando
XVIII

y se repliegan
después de
ver decirse su razón

corren

por la pradera por el monte


no llegan a la selva que no hay selva mero monte
y duermen

envueltos en lavandas florecidas

a salvo de las bestias


y la noche y dichos
en saliva

y para la cara audiencia de gruñirle al espejo


XIX

busca su razón no la encuentra


recurre a la
intradicción
de vez en cuando se escapa de vez en cuando se dice
de vez en cuando
recurre a la
repetición de vez en cuando contábate
la razón no la encuentro qué se yo
y sin embargo
compañía y soñar de abrazos y la risa que va
la risa que vuelve el cuerpo que
pregunta quién y adónde más
pero no se me escapa lo que dije ni se me escapa el haber dicho
suavemente tensamente como si el aire
rompiérase en garganta mía y no haya
más allá que el que en vos estalla
cual proyección
-el cine no dice de vos
la luna no dice de vos
la cámara vaga la voz se apaga y
la casa no dice tu nombre
no dice ningún nombre siendo sincero es sólo un acto
de libre albedrío
o una estrella flejada en el tenue río
XX

y entre el espacio de mediaciones


pasaron mil días y no parecen
pronto a terminar pronto a
comenzar más que la misma salida
-el falso infinito-
y el darse la cabeza contra el muro y sus enamoradas
-por lo menos tuvieron la lucidez de decorar las armas
no sea que los muertos y los por morir supieran qué están haciendo-

y hay dos tres familias muertas de hambre


nada más así que
no debe ser importante nada más
así que
dos tres falopas no van a venir a decir
cero cero es necesario cero
o esas boludeces que danse a supurar
cuando pasean calles nuestras –yo siendo ahora ellos-
mientras
dos tres familias uno porciento cero coma uno porciento no decir más
debiera ser cero sólo cero es tolerable
de lo contrario
errar no sea que el cielo los muertos y el cuerpo los cuerpos el viento
distrajérannos de la materia real
XXI

I’ve seen torture


it's useless
I’ve raised question
not knowing how to
so
conclusion needed
I’ve done things I do not
know how to do

how?

langues de Jeanne d’Arc

intrigued by me
I speak
XXII

y detrás
de los gestos que perduran
una nada
renuente a ser escuchada
renuente a ser dicha
-felicidad o voz-
y dispuesta a pasearse entre los cuerpos
cada vez que se da vuelta
y detrás
ve su sombra alada
dispuesta con un mantel feéreo
y con el triste canto etéreo
de los ecos o un fin de semana
en que nada pasa y nada es
y así me escapo cual pez
por la tímida mañana
en que hiérome -como ves
XXIII

sabiendo que
espejos
entonces
Silencio

sabiendo que
río
espero que el día
se haga decir

¿no será un rito


un tabú un mito
de viajar y empezar?

¿acaso el atrás
se fuera a borrar
con sólo huir?

sabiendo que
espejos
entonces
Silencio

sabiendo que
nada
mejor decir también
nada
XXIV

autos se dicen de noche


se dicen mirando
para otro lado autos se miran de repente
nada sienten lo cual es sensato

autos se entienden
fantaseando cual si fuera que ando
el tiempo o el mar y niego
haber dicho esto es nada más una cuestión de
haber acá o haber allá
en que lo mismo mas permutado hay

porque
revés o auto o el decir igual
simultáneo y haber
años en los que pasearse por las brumas de la escarcha
que dice el suelo cuando el agua
baja de su cero intenso

a la tierra y escamas
ya no se dejan decir suficiente
ya no se dejan dejar suficiente
y nada siento lo cual es extraño
XXV

pero no fue la noche amena


-incluso cuando para mí sí lo fue-
y niego haber oído algo
al respecto de lo que no fuera mí
y niego haber oído o algo
XXVI

steady taunt
like a burning whoops
where deployed troops
smoke and chant

creepling sounds
you see them go
you see them come and gone
are the sleeping hounds

Love or mystery
Love or misery
Love or mastery

Silence’s done
zeroes gone
Love or archery
XXVII

y ya no sé qué decir

aprendo
a sufrir de nuevo dejo
que me hiera

a mí que me herí de lejos

a mí que
doble o triple o nadie

díjeme lo que un jeme separaba

y luego la voz conflatuaba


razón o reír
o perderse entre la niebla a ver cómo amanece
XXVIII

entonces
el componente comoditicio
recurre a sí en sacrificio
y encuentra que no sabe

pero niégase también si sabe

entonces
el componente o los
alisios recorren las bocas o
mares se encuentran en la
calle

y niegan haberse dicho en aguas de otras noches


XXIX

las carabelas
se pierden cables
ahora vuelan
y el tiempo
simultáneo de mañana
y antaño no cesa
de decir adonde viera
mi ojo que fuera
preciso en su incisión y ducho en su
errar la lira los ojos que miran
cómo dice y a quién digo yo

y las musas
no pueden más que responder por el cuerpo
y la voz que espejo
no pueden más que posarse en la calle
a mirar un valle
que no es el mismo que vi ayer
-yo

sólo paseaba la calle


de ensueños y la volví a ver

sonreímos al respecto
XXX

pero me acerco
idiotizado

y las serpientes pitan de mis labios

y recorro el derredor
esferas

o la súbita pradera
y un sueño que ya no es sueño ni nado

humo de decires
humo de mis ojos

mas al decirme me despojo


XXXI

walk with us see us Love

will you heart oh will oh vast


oceans of surreptitious androginy?

will it be a genie a lamp oh vast


reactions in a morning’s fraction?

walk with us see us Dawn


Dreamlike
fountains
Diction

While the dancers kept waiting,


oh the snow, sweet and tender,
fell into the ground and spread its wounds.
Cloudy eyes were suddenly shaking,
far away were those oh those!
Club-like hustlers dandied-up
tried to steal a kiss from far.
Oh far and synched were hears and brains!

Yet the mirror –everwatching-


was along the hazy aisle.
Roars from vague, oh sires, oh sirens,
from vague noise begot a strange silence.
Steps cross by the room as a featherless spirit.
Let we all admire the ceiling while the breeze ceases…

How somehow they played a card


-they that we are oh we are oh vains!-
it’s not for me to understand. By why would them
or they or all
crawl along the hazed waters?
Ringing bells and cellphone water
interfered the dance along.

Who could it be, oh good


‘or, that our will is called upon
while lips met lips and doors met doors?

Wake me up, oh good old ‘or!


Should I slip a sink
ago,
should I fall while drops of blood
fall in the fountain where our thirst is gone?
Hand me up, oh silk-made lor’!,
the memories of hours to come.

And the steps, oh come and go!


Ashes, wishes, whistling gods
walk the ballroom with mistied words
Clouds were gone, and here we call
names by looks or thoughts.
Looned-up creatures, are you gone?
Thinking nightmares came upon
our short-tied lace with a sing to song;
yet while the wavers came to
talk,
oh the sirens, muses, nymphs, oh all gone!
Simply out of
confusion Love as ether
fell
and nor is mine or thy to
tell what are we seeing now that we’re veiled.

Failed by wisdom, started to drool


a lunatic in pools, a wanderer in motion.
The mere notion of a will to come
will scare the sacred and the halfway gone.
But were no gifts the things so called,
so called that future was now watched?
Oh, the nest for hatching, a mystic hallucination,
are we here for recreation of for prophesizing as Delphi’s ‘ors?
The mere Reason, oh single mixture.
And now we’re gone,
we’re gone, we’re gone!
Volver o cero

Es la mañana otra vez. Se abren


peces, miran
las pestañas correr en derredor de la sala
-hay
un montón de agua cual si se hubiera,
repentinamente, inundado
la cocina, y nadie,
nada hubiéralo antes vaticinado.

Es el revés, de repente. Se esconde


mi cuerpo si lo miran,
se escurre si le sacan el ojo de encima.
Tengo
dos maneras de decirme, y ambas
niéganse a su vez; por eso,
si parece insensato el
pasear-volver-huir-etc.
es probable que sea culpa del general.

Éste
sacábale los dientes a los niños
con sus dedos envueltos en otras sangres;
miraba
como corrían por los patios las hojas y nada
parecía seducirlo hasta volver en calma
a sí,
sobre sí, sobre lo que se caza.

Dardos alados, corazas broncíneas,


la última línea de cordura y he el fin.
Al costado, fruta –un manjar de certidumbres-;
luego, la confusión. Era
predecible –extraña unión de lo posible y lo sensible.
Mas,
ojos que se pierden, verán
haber lo que no hay, lo cual ciertamente es
extraño.
Pero quise volver a antaño.
Extraña unión de lo posible y la memoria.
Abriéronse aguas nuevas, aguas viejas
-mucho no importa-.
Instantes después,
mañana se hizo ahora.
Lo contrario también es cierto.
Luego las formas curiosas
de las torsiones nerviosas y la manía performativa.
Arte de curas nerviosas.
Porque corporizar y traer a la materia es necesario y un interminable etcétera.

Callarse no parece digno para quien


pasea el cielo y se ase y se asa.
Flechas aladas, de lejos, hieren.
Ícaro, Heliogábalo, y la multitud de insolados.
La playa es cruel.
Islas o espejos y la misma mirada de
no estar entendiendo nada.
Es sensata –a mí al verla me pareció sensata.
Schreber presidiendo la comitiva.
¿Paranoia para nada?
Ah, nada más que
fines de semana.
Luego la eternidad muerta enfrente y los quietos mirando
decirse todo lo que ayer pasaba.
¿Carisma, yo?, se pregunta
un ala. Yo, nada más
paseaba las flores y decía de ellas, yo nada
más que yo y la nada, la preciosa
nada.
Y las orlas de psicodel, ¡tecnonirvana!
O las curvas de cuerpos bailando al son de tambores de guerras silentes.
Lo cual no puede ser negado.
Selva y tirica

¿Qué bien
nos fuera dado, cuando
cruzámonos sin darnos cuenta, y vemos
el follaje derretirse en piel helada?
Venas que van, o vuelven
calles, y así callo. Reescribo
lo visto con sólo mirarlo.

Es extraño,
realmente extraño.

Y solo mirar y signos de azar


dispuestos como un caudal de verborragia.
¿Piernas dicen, no dicen?
¿Llevan escritas
palabras? Y
ojos donde debiera haber nada.
¿Maldición? ¿Recurrente recursión?
Es decir, sí sobre sí y esas cosas.
O la ventisca
amarilla que transluce en la neblina
¿que es oniria o es virtual?
Mas, brilla, la ventana brilla.
Miel sobre ella, como supieron decirla.
Y ojos donde parecía haber
silencio.

Cortar las páginas con los dedos.


Alzarse a la boca. Mirar.
De vez en cuando, cegarse.
Luego, desidiotizado,
altruirse en mero roce. Mas,
medusas en el corredor y la repentina
dicción curvada que dice
Medusa de pensares-puñales,
medusa de mares.
Lo cual gesto de síntesis y esas cosas.

O Idea que pueda entender,


de vez en cuando. Bocas puestas en la mesa,
puestas de sorpresa.
Nada parecía decirnos nada.
Olas, lo que se dice.
Sin embargo, cuando
corría por la mereza de
invenciones, invasiones, azares, piezas,
vi una
cara extraña –lo cual es extraño,
es realmente extraño.

Y he los dialectos extraños de la lucinación.


O lo que se parece decir de un cuerpo sobre fuera
-revelando en una simple ilusión el uno velo.
Uno, velado, ya no sabe qué pensar.
Amor dice que siga. Amor dice de Nada.
No hay que nadar por afición de verbos o por razón.
Y sin embargo, la espada
-corta las venas, corta la tímida antena que
recorre vagamente ojos que vagan
(es así que es anudada).
Mas,
no se piense en seducciones sino en
anzuelos –como cantar envido en el éter.

Pero si muestro cartas mías


y sigo jugando,
¿el juego fuera mío y solo estoy hablando?

Parece sensato.
Silencio lucubra signos

Yo quiero eso
-séme distante.
Yo no pienso
repetirme en mismo instante.
Pero, de vez en cuando,
escucho la respuesta en través de los cables
-no siempre fuera necesaria la presencia
que hace mil fue cancelada.
Mas,
de espíritus tratarse
-perderse en el fuego, esas cosas-,
¿quién no quiere
salir a jugar en las tumbas
y volver con los croares anafónicos
y los disidentes grillos
y el acúfeno que señala el lado maldito?

Dos, tres
segundos más y voy a
dejarme llevar por la patética saliva de Amor puesta en mí.

Dos, tres
latidos más y cedo.

Pero un triste corazón idiota no puede decirse mentiras.


Lo cual, de vez en cuando, es,
cuanto menos, problemático.
Pero de diferencias se habita en sí,
¿no es así,
alucinio, ilusión, fantasma?
Acaso, tras la trinitaria
guirnalda, sea
nada en sola Nada
-durmiendo sin sueño
(que es sin soñar, si todavía nadás).

Máquinas del derredor, esas cosas.


O, peor aún, maquinar el derredor.

Mas yo no me contagié de lo que contágianme a mí.


¿O sí?
(De ser así, ¿cómo?)

Porque
pasado antes de mí, pasado
cuando
¿qué es que se es si no se ha nacido?

Lo que se dice vagar el abismo,


en sus jardines –con la ciega
consorte de la mano que riega
dedos de algas florecidas.

Lo que dice sólo de sí, mas,


por ello,
¿de quién no?;
lo que se dice simoneo de espejos o comer.

Y luego Amor y la práctica en la muerte y el renacimiento


-que no es aún reencarnación-,
y que no se diga de transmigrar
-no sea que de huir se resista.

Pero
cosmogones en el siglo veintiuno no parecen sensatos,
lo cual era predecible.

De ser así,
¿qué ser sensible
pudiera recorrer el paraíso
y morir cuando se dice en Nada
y arrear las nubes y jugar con ellas?
O acaso sea efecto de la lucinación
-lo que también se dice simoneo de espejos.
Pero he el ‘eh’ y la libertad o la ruina de otra era puesta en sí.
Si dijera eón se pensara mañana.
¿Qué otro hoy se diría hasta que vuelva a insigne tras?
Lo que se dice salvaje pasado donde
palabras cero mas signos
¿dónde no?
There are no curtains

Why wouldn’t I
lie? Why wouldn’t I
play?
Chaos, yet-not-named,
chooses a frame and
injunctions and coercion and necessity in hysteria.
Either ether, or
petal as a leaf,
ashes, verses,

seeing as being made.

But the sudden strike of anxiety never lies.


Why couldn’t I play,
mighty Law?
Could I replace
myself with my self-designed self
or is mere despair?
Would I be the one who cares
about me as a me or it would be
uncertain space of riders wound-made?

Should I cry and lay and die,


sphinxeously asking for a truth to be told?
Should I panic out of control?
Zyergovian nature my I out of its own lure?
Or could I stay and sleep as a noon?

You know,
some of it it’s going ‘round there.
Most of it is just for me to care.
Ashes syncing
burned poems in a hall with loons.
And dirty dancing the dirt out of the skull.
I remember I could do that strange thing about
Silence, Attention, Curve,
Lucination, oh mighty psicodelian Lucination!

And the hilarious wonder through gaian riddles.

Throughout, thrown inside


the kafkian castle or the borgean maze,
should I just me amaze?
Echoes, despair, and jungleness.
Movies, you know. Already
scripted. Repetition, once and over and echoing out there.
But I could just
quit my habits and leave a dancer
whispering through time as a diseased disaster.
Guess tomorrow I’ll blow
a joint and think ‘what the fuck
did I mean?’, and
of course I’ll remember.

But would you


please, while a write, spit
outside the marble soil
that I worked very hard to polish?

Okey, so…

I guess it has gone.

Will it remember, the thrills will come?


Foliage shivering underneath the mighty god,
in between the mighty god.
Fever-like tension and discrete
criteria.
Cut where it hurts: hysteria.
Silence for all: anxiety.
Go through sanity: tic-saluting-body
moving sole, as a soul, a soul,
ringing quietly in the morning horse.
But it’s time for me to leave and it's time at least.

Virgin-becoming apparatus, or
State out of itself.
Screams out there.
Screams in here.
We are used to them.
Have you seen
the mirroring gleam
where our nodes used to be?
Oh, if you knew her!
Oh, if you sue her,
what else could I’ve done?
And, no, Jeff, I’m not from Napoli.
But I guess it was close enough
-considering actually existing distance and the exit dance;
yet there are also stranger’s dreams,
and a little bit of respect for harmony.
Have you seen Beauty? Do not
do,
for the veil will recoil and the horror will be.
But I guess there is also
equanimity and self-deluded psychotic breakdowns
-sphinxeously enough for us to break-dance.

Well,
for Jupiter,
Charlie doesn’t seems to surf!
And
balded creatures do not care about there,
for all is One and bla bla bleu.
Have you ever screened a singing stair?
Oh, and do not stare
at the eyes of the dead for all they care
is to play a dance of pride and wells.
Yet astral wars are old, so old!
And there’s
no time
to lose or we will
have to learn from zero-all again.
Por supuesto que miento

Disciplina. Paciencia. Dar,


entre tanto ruido,

un caudal de irrigaciones –los jardines


se abren en el monte, la noche
jamás llega a esconderse del todo; y he los ojos
que la ven cuando duermen, que la ven al salir
a posar pieles de escamas bajo el sol.

Sequedad, o lo Sagrado.
Numeneo en representaciones o la máquina de la imaginería.
Repetir. Repetir. Etcétera
-llamarse a silencio.
Disfraz de enroque,
torre enfrente, torre detrás
-jamás de lado, no sea que
derrítase la lengua en el fuego magno.
Holocaustía, o la Sinrazón.
Vagar cereando la humana máquina, y dejar
ecos en el derredor, escritos en la tierra
-memorias aún recuerdan, diarios se escribieron al respecto.
Miedo de saberse finito,
entre otras cosas. Mas más aún
miedo de siquiera suponerse eterno.
Desesperación según el danés.
Al respecto, diarios y diarios de seducción
-tanto de adentro como de afuera, tanto de sí
como de Amor, tanto de través
que disuélvese en hoy
ayer que ya ni Silencio conociera.
Hipérbole, lo que se dice.
O alcancías al alcance de martillos
al alcance, sobre todo, de niños.
Y el aroma de vengarse.

Poner una canción. Escuchar,


además de la grabada voz de quien cante,
otra conocida voz.
¿Vive, pervive, suprime
la distancia y es ya o es el
decir de esfinge?
Muestra que no recuerda, y se pregunta
cómo fue que pude haber dicho
-verás, me pregunto, aún- semejante maleficio
a mi cuerpo y de mi voz.

Razonablemente apático,
me escondo. Es la muerte
que tiene ojos –es 31 de Octubre-,
y hay,
en alguna parte del mundo,
niños jugando en las tumbas.
¡Ah si supieran, ah si pudieran
deshacerse en azar! ¡Ah si creyeran
máscaras sobre máscaras o performar un ritual
que muere enfrente nuestro!

Escupir o pensar
parejo. Repetir,
a lo lejos, con lóxicas
saetas, la misma receta
de cegarse y pasear gaiano cuerpo.
De haber dos leyes, pienso,
ha de cero.
Veive
recorre la pista y siente
ganas de abandonar.
Es sensata,
años de erratas permutan un zar.
Dados nos fue dicho y he
duda como táctica muda.

Actor: reacción.
De lo contrario: silencio.
Y si muévese el follaje,
hundirse en coraje y
mentir sinceramente
-algo así como:
sí, sé que sabés que miento, y sé que miento,
sin embargo ya no es hoy.
Y ambos lados contraídos se disuelven y el epífano
gesticula –recorre
jardines de verbigracia o la acacia que no sirve
más que para recostarse bajo su sombra a mirar orlar
zafiros o maná o la nada positiva
-el arrobo que es pasaje-,
y en perfecta alienación parearse uno con su Nadie.
Lo que se dice afísica creatura.
(Luego, preguntas: ¿es escisión, es yo, se asunta
de mí o es vago espectro
paseando el erial y oteando el lejos
que déjanos el espejeo contemplar?)
Recuerdos de alambres

Escrito una noche en que la muerte y un cristo dijeron presente.


Escrito mientras la medianoche se decía de silencio y la privación.
Gargantas puestas sobre gargantas.
Puñales, guirnaldas, estereotipias.
Lo que se dice sonar dos veces por sonidos llevar.
Lo que no suena
-campanas en la noche, campanas antes del sueño.
También, luego de haberse
enamorado de un cuerpo bilocado,
despedirse.
Cerrar los ojos.

Calma, el ritual
del rey, de propio exilio,
el virtual delirio, el silencio de hoy.

Calma, la voz
cabalga –cuatro ases, una espada;
repentes, peces, hadas.

Calma, la nada
la nada y a sí se nada.

Descripto como miel que encuentra llamas


broncíneas de Febo degradado
a pasear la tierra en su triste espasmo
de luminios que se escurren como nieve ante sus ojos.
Flechas puestas justamente en la cabeza.
De vez en cuando,
Cupido, torpe,
pregunta y se esconde
si lo que hace es realmente sensato.
Ve sufrir de a ratos a los errantes, a los éntropes,
y los jolgorios duermen, y los intrigantes ríen.
De vez en cuando,
alunado, el viento
corre de lado a lado y pídese certidumbres.
No se reconoce elemento y mero medio o cuerpo entero.

El río entero escrito una noche de cordura.


La atadura de haberlo puesto
a mediar entre las oscuras curvas
del anzuelo que es andar
éteres en libertad o pseudo-cordura.
Pseudo-Dioniso, el reencarnado,
el transmigrado –todavía no me queda claro-,
diseña figuraciones para que
al alzar los ojos en la mañana de estes,
Silencio se encuentre entre nosotros.
Proto-pitagorismo en el siglo veintiuno.
Numeneo de números, numeneo de

calma,
en la suave tesitura de un mantel
estalla.
Calma,
coordina los signos y halla
maneras de esconderlos.

Calma,
cual si fuera preguntado
qué momento fuera el eterno.

Así fuéramos cediendo y así fuérase el tiempo.


Entonces recuerdo del cuerpo y el hambre.
Desidia, finitud y destinos

Personas
borrachas, escindidas
de sí, se niegan
su sí y Destino
dice del caos digno de un cero ritual.

Persona
particularmente ciega
a sus propios efectos, y niega,
por supuesto que niega,
sino dolor y
sufrimiento.

No son lo mismo y no miento.

Es tarde,
máscaras
blancas, dispuestas
como ornamentos de la muda ausencia
ya han dicho
razones –y han visto

los que pasean ajenas vistas,


con mirada confundida,
preguntándose qué sería
el decir que es siempre tras.
Es tarde,
la mañana se pudre y la tarde

llega y no es lo mismo y es igual.

Pero
silencio,
a silencio jugaba
-sedas del derredor-,
y juicios
que no llegan más allá del

decir.

Porque
espejos o matemas o
signos extraños o
conclusiones acertadas
mas sin método,
extrañeza o

la irrealidad que dice del miedo.

El horror
o el pánico fratricida
resérvase su partida
que no es la casa que dice andar
curando vagas heridas
de un dios envuelto en verbigracias

-permuta su Gracia por un poco de sal.

¿Vanagloria?
Imaginate
ver morir y no decir más,
ni siquiera pensar al respecto,
ni creer muerte lo que es siendo.
Ceguera, verás,

manera de escoltarse entre los vivos cuerpos idos

cuyo lúcido disfraz

muéstrase en el vivo oído.


Voz de más,
voz de menos
y el puñal que es anzuelo
déjase curvar
y la inflexión-revelación encuentra

leída su intención y su manera y su errar.

Mas, ¿quién no erra?

Y otras excusas de mierda.

Paciencia, paciencia. Pasea


la ciencia y no entiende nada. Paciencia,
sustancias encuentra –se divierte,
se lacera, se esconde
en su sí y en sus esclavos.
Obnubilados,
¿qué no fuera luz de lo que vieran?

Así,
no es perdonada la desidia
que ya díjose y niégase por
paz, esperanza, rezos y
buenas intenciones en el mundo material.
Al éter los sueños y al cuerpo la espada.

Corte, o la Manía Arbitraria.


Juicio devaluado, juicio
invalorable -¿quién
posárase en su bífida lengua que
no sabe mentir?

Repite, repite y dice sí.


Y no me satisface que me pongan otro cuerpo en el cuerpo cuando
doyme a pasear.
Y no me rifen la cordura no sea que
estalle,
con un brote de cordura y haya luego
que escuchar razones que dámonos cual niños a impedir
alzarse a las sienes y arder en la carne
muerta de una vez y nunca más.
Cómo NO decir – Con qué NO jugar

Espacios de mediaciones o
astros.
Sinfín alabastro –disfraz de Dios
(performación de la Creación
{¿qué esperaban al respecto?}).

‘Es una
falta de respeto a la
Institución.’

‘Es una
mentira, un robo,
una ficción.’

‘¿Pero quién sos, voz, para decir


haber de huir o haber allá?’

Alguien
-juro no sé quién-
va a ceder a Catatonia
-sus puertas de jeroglíficos y su sisífica intemperie-.
Secuente decir recurrente, o lo que se dice secuencia.
Volver a decir el mismo decir o volver a decir
falopa.
¿Cómo creés que hubiera dicho un apóstol,
ni que hablar de un cristo,
ni que hablar del primer arrobado
en el lumínico girasol?

Dicen que dicen, decían


en sola y una voz y signo uno y solo y no.
Y el múltiple coro de arreados comprendía
idiomas extraños
-o Babel para el otro lado.

Pero no son
milagros, ni
instituciones sino
hipercontingencia,
en el mejor de los casos.
De haber sido la Verdad,
¿cómo fuera posible haberla olvidado?
Sonido solo, voz del dolo
persuasor.
Y el gatillo que imita a la rueda que imita a la voz.
O el arrobo con fines estéticos,
que no es menos idiotizante que la pereza sempiterna.

Mas, perdón,
el Juicio,
esas cosas
-inteligir olor de rosas en la herida que supura la niebla y el fin.
O correr entre los árboles y preguntar la hora.

Pero
debe ser la paranoia,
o la circunstancia de
decir en vientos curvos y luego volverse a oír.
Así no es posible huir.

He el culto a Silencio tras el delirio subsistir.


Y las maneras extrañas del cuerpo que
en caldo de Destino va
mientras el alma se escurre de acá para allá,
aburrida del terrible embotamiento
-y uno y dos y tres y mismo y uno y dos y etc.

Ratas o costumbres o el Nombre puesto sobre sí.


O la razón que capitaliza los signos y siembra diferencia.
Dispersión, o Éntropes.
Y el origen puesto en el origen del disuelto unir de disyunciones.
Repetición, o Cófrades.
Y el círculo de quien pisa la leña ardiendo y se niega a besar.
O Ley de cortesía.
Y no hay razón por la que debiera ceder esto
-mezcla de amor y curiosidad.
Cadenas dispersas, ruiseñor

Abrir el sueño. Ruidos.


Puestas una sobre otra,
canciones o ruido.
Eternidad puesta, también,
enfrente –agonizando.

Ojos donde debiera haber nada.

Correr el espacio. Correr


el velo, preguntar
quién se ha tomado todo el vino
y esas cosas.
El primero que torne el rostro: Baco.

Cánceres en la boca. Uno,


dos, creo que
puedo contar, cuanto menos, tres.
Signos-pus, lo que se dice
puñales. Recuerdos de Alhambra.

Ojos donde debiera haber Nadie.

Persuasión idiota, o
lo que comúnmente se llama casualidad.
Aprenderse, uno a uno,
los gestos del ritual. Entretanto,
reír, correr, tomar

ojos de pez y transustanciar las carabelas.

Escribir como quien se repite.


Frente nuestro, la danza
memorial del vivo juego.
Yo juego, tú juegas –el fuego
parece llevarse las piernas al mar

y, sin embargo, no cambia


-viste de fuego mas es también más.
Recorro el recuerdo. Viento
díceme de haberme dicho esto
aun antes de empezar
-ojos donde debiera haber mero recuerdo.

Y el gesto de las esfinges


revela que enigmas
son mera disuasión
de que el horror o la tristeza
sean preferibles a huir de acá.

Amor, entre sus alas níveas,


se despereza.
Niobe, Arte, curvos van. Mueren, en derredor,
un montón de niños inocentes.
Permutados a números: no se los siente.

Ojos donde debiera haber Capital.

Y vidas concretas que no


alcanzan la Idea.
El Ida puesto entre las mesas abiertas.
Comen de mí, comen de mi carne.
Práctica, costumbre, virtud, y qué de más.

Quemarse en el éter, reír


al respecto. Mentirse, luego. El resto
deludirse o encegar.
Y también asirse a las partículas de polvo que cruzan la pieza.
Enteros ríos

rojos donde debiera haber gris.

Bipartito el predecir,
corriendo desde el espanto hasta la madrugada.
Mirando cómo se dice el agua,
mirando cómo se escucha la muerte en boca puesta.
Preguntar quién ha dicho su nombre.

Fumar, de vez en cuando,


un espanto. Reír
al respecto. Contarse de la risa,
escucharla mientras ríe.
Preguntarnos al respecto.

Ojos donde debiera contarse un canto.


Primera razón de altruirse.
Predecir el amor cuando se asen
burbujas al cuerpo,
el que se esconde con sus signos
-recorre la mañana y espía.

El escape. El encanto.
Ya no se puede decir al respecto.
Ya no se puede mentir al respecto.
Pero no tengo manera de decirme entre los cuerpos.
Caigo. Miento. Siempre lo mismo.

Rézole al dios que cubre


los ojos con claras tinieblas,
y nos niegan el sueño.
Pero cuento que ya no encuentro, ya no voy al sueño.
Y es el capaz de negarse.

¿Soy yo capaz de negarme?


Digo que no.

Ojos donde repiten palabras vivas.

¿Soy capaz de estirar la palabra hasta que muera?


¿Muera yo o su decir?

Silencio donde hay mirar.

Y cuando cuento que me escapo,


cuando cuento un cuento y no me doy,
mejor llamarme Silencio –perfomarlo en eterno ya.
(escucho un grito entre ese signo y su otredad)
Alguien, un alma,

ojo donde no debiera haber mundo.

Mudo, permuto
dicciones por frutos
y abro la mirada cuando se dicen
canciones, aleatoriamente se dicen
extrañas variaciones del mismo afán.

Mas, ¿quién supiera


mañana ya?
Creo haber oído
esto antes, creo haber sido
antes exacto igual.

O la doctrina Chocobar y otras repeticiones.


Alto, se dicta
un errante que
piensa haber en algún extraño más reservorio
para quien deja de estar. Mas,

cegados de matemas, reímos


atrás. Vémonos
mañana pisando esta tierra y no hay decir más.
Por lo que
disfraz de Silencio y

ojos donde no debiera escuchar.

Escribo cuando ciego,


cuando mudo y cuando manos

no hay, ni fueron, ni habrá.

Circulo como una moneda,


como dos monedas, como gotas de sudor hediendo

ojos donde debiera haber máquinas.

Desgarro mi
ay, no hay qué,
y sin embargo
carne que viene y que va
contorsiónase.

Y yo
asiento y sonrío,
asiento y sonrío.
Cruzo el augural brío de la nocturna
Soledad.

La escucho hablar del frío,


del sufrir, y de haber curar
dispuesto tras las gotas del río.
O una manera de alejarse siendo aún
plenamente en la distancia operativo.
Ojos que tienen internet.

Esclavos nosotros, y el correspondiente


derredor. Semejanza,
mirar puesto del vago alcohol
que desentiéndese de la tierra
y nada más pasea y nada más sobre ella.

Escritos en una noche de lluvia,


recuerdo himnos.
Era, quizás,
el siglo {Nn}
y el mismo orden revelado.

Mano encuentro, a diario,


en el decir de la ilusión, y
no tengo maneras de contarme otro nombre.
El mío cargo, y cargo hoy.
Mí no es yo, esto se entiende.

Verás,
yo suelo hablar del espacio
de mediaciones.
Secretos sus dones revelados son
por mero asirse al pensar que sobre nuestro piense.

Nube tácitas u ojos que mienten.

Y el entrerreírse,
como si corriéramos entre los autos.
Y el mirarnos de costado,
sabiéndonos habitados.
O la manía de decirle que se niegue.

Desesperación, no mucho más.


Tender a afuera

Si no abstraés,
me absorbés
-acaso mi numen parezca nada más palabra
que cruza la mente
mas me carga.

Y si no encuentro
nada más que
mismas caras repetidas en un salón de infinitas caras,
¿adónde iría sino
a la ira que usan de vara?

O acaso un Dios de ayer siga vigente.


Viejo, terco, intransigente
exige su ley y la impone en comercio
de tercios y placeres y cuencos y oropeles
y abalorios en derredor del cuello

desenmascaran
el tímido nirvana de quien
patria que muda se da a habitar.
Desde luego, no es sensato
-no lo soy.

Pero escucho cómo


vuelven, vienen, desde lejos,
como flechas, pensares presentes.
La memoria, ¡ah qué neurona
habría que callar!

Y roto por el curso de los números,


escapo hacia el cuarto oscuro
en que escóndome del humo.
Temo de esperanzas y de haber conjuro
que trajera la voz que escapa.

Y hadas y esas florituras


trajeran dicciones de Amor
terriblemente equivocado en su dicción.
Y por supuesto que no sabe conjeturas suficientes,
por supuesto que solo y nadie va.
Pero me dibujan la calle dos, tres máquinas.
Vialidad, lo que se dice.
Sistemas dispuestos por haber tiempo y haber
no el sutil allá.
Pero la ceguera colectiva se llama virtud.

¿Para qué sufrir de similitud?


Cual si uno dispusiera de sus signos.
Recorro el abrigo de un ojo que mira e imántame y yo no puedo más.
Cedo, me encuentro, recito
paradojas para mí y para mi detrás

-quizás así ahuyente a la consorte,


y la suficiente estupidez sea mía
para pisar la tierra simultánea y no estar
diciéndome esto.
La megalomanía del anacoreta, el amor

simple, de signos y decires claros.


Mas, ¡ah los lucinios y el mar que vago!
O cómo se dice hoy la diferencia.
O cómo como lo que digo y me empacho.
O cómo corro en derredor del despacho en que duermo.

Y sin saberlo,
sin siquiera darse cuenta,
si no se abstrae
me absorbe
-habiendo yo ido ya sobre sus bordes.

Es el tránsito, es detrás.
Enfrente: Soledad, dispuesta
a correr los ojos de su eterna sal,
mientras las heridas aún aúllen,
y la luna muestre su boca rozada

por secuaces pétalos


que penden.
La ceniza se desprende
del labio que corre
a bilocar.

Cruzado de pies, doyme a hablar.


Cadencias se escurren;
es la pausa
que antecede la dicción.
El clinamen de la reflexión,
numen puesto en fuego.

Es el reírse de la mirada,
de los ojos que buscan donde no hay nada.
Y la manera de preguntar al respecto de
nada en particular,
mero hablarse a ver si los signos danse a curvarnos.

O quizás sea
ilusión, caldo
de Destino,
meándonos luego de una larga curda de vino.
Mentiras, materias, matemas, mengua

Luna que ríe de noche,


Luna que ríe de día.
Y sin embargo, no parezco
reconocer al mío ajeno
que me lleva entre el ajenjo de las extrañas solitudes

silenciosas.
Abierto en la frente,
desángrome,
y no digo al respecto más que
boludeces y nada y tras.

Y pregunto
cómo es que se pasea
una nupcia celeste
con un bidón de nafta dispuesto a conjurar
relevos.

Me responde un sueño
-no este.
Corro cual si fuera que ayer dije
haber en mañana mientras se es soñar.
Era niño y no mentía y es extraño.

Atareados,
los años, luego de arder,
danse a cantar.
Yo ya no soy decir ese.
Ya no digo de la muerte.

Escupo para arriba y


la saliva no tiende a bajar.
Entonces el cuerpo se me esconde
en sí, y yo nada más
ver que dice cuando en Nada se hay.
Con
versacion
es
Cloudy night

As a will, a mistake.
A seen unseen again.
A sin, a vile,
the floor flooded with bile.
The murderous intentions.
Attention, brought upon
nowhere in particular. The dying
widow. The shadow or the pillow.
Why would I
care if I care
or why would I
die when I die?
I’ve seen, I’ve heard
Yesterday,
all my troubles far away, etc.,
yet I do not know what it means
to mind-cloud-fuck recurrently,
as if the body is what is used to wear.
Could I claim or should I rear
the googled up fortune of the missteped stair
made of marble and lousy stars?
The vain, the infantile.
Me, or where I used to be.
You could I, you could you, yet
you prefer to walk among
the dying habit of the embodied mind.
Panic is brought upon.
Un niño nace

A cuyo sí se transforma, he la sombra


vestida de canopea que place en sus sueños.
Ah, han pasado
años enteros; y he la membrana
dispuesta sobre la curda malsana
en la que úrdome de mañana y sueño.

Pero parezco no entender que


lo que fuera a parecer no
repítese más. Si
orno en ruido la razón,
¿tuviera perdón, Elí, tuviera perdón? Ah la mezcla, y ah la voz.
Y ah el recuerdo que recuerda haber expresado su moción
hacia el silencio. ¿Esencias, dobleces, vicisitudes?
Encanto que hubiérase llevado nubes
de haber hablado en el momento exacto.

Mas, llamámonos a silencio


-Jano nos mostró el doble silencio-,
y he las viejas aves.

¡Cuánto que dicen los altos dictores!


¡Cuánto que núblase aquél intrigante!
¿Refiérome a mí si refiero a mi antes?
¡Ah, cuánto que oí al piar y reír!
¿Confúndome a mí en los dones del vuelo?
¡Ah, bandada era y era el astuto cuervo!
¿Extranjero que a mí me busca?
¡Ah, recuerdo a Deméter en la fúnguida cueva!

Mi cuerpo, lo encuentro tirado


-otra vez morí, otra vez me oyen
pensar, y así soy desollado.
¿Canté
acaso yo lo que fuera recién usado?
Icé
mareas, confusiones y moreras dispuestas
a contar la seda de la venda puesta.
Luego heríme de falopa y esas cosas.
Llené los ojos con miel de otras ropas.
La desnudez, la desnudez…
El cuerpo siempre fue el vestido ante la nítida vergüenza.
Todo el mito puesto, y detrás
máscaras tras máscaras de vivos, muertos puestos.
Materias de redacción y redención
-que intríncanse a servir de mandala.

Áureo viento de fértil Palas,


sonidos de tormenta entre los nuestros.
Oro dispuesto, sobre sus alas,
oro dispuesto.
Argénteo huir del cronida y su rayo sin estruendo.
Ida en tacitud, Ida en Nada.
Risas o colmenas de representantes entre la supuración.
Escaleras,
y, entre ellas, guerras.
Consortes que cantan y cuentan
¡uno, dos!, ¡uno, dos!
Reír. La noche es lenta,
la noche no dice más que sí.
Deseos. Ires. Cero se especta.

¿Es una
tierra una maldita, una tierra
escrita en los designios de la ignición?
Inscritos lleva los ecos,
las gotas y su concéntrico sonido.
De lejos viene Pan, disfrazado
de bestia selvática o curda sabática
-para que los niños se asusten y se duerman,
que es una bella forma de morir.
O también encontrara
en el hierro que corre las venas esperadas
modos de la traducción.
¿Fuera misma acá, allá?
¿La lira del errante cruzara
la tierra entera, avivando bocas vivas,
curvando ríos enteros?
¿O sería
un modo de escondernos en el follaje?
Caldo de fortuna y la mentira
que nos decimos para sostener las ruinas.
Ya ha pasado el tiempo, Soledad, pienso.
Ya ha pasado y sido el tiempo, ahora
nada más sentarse a contemplar.
Y si Amor fulge entre luminios que flagelan
los ojos que se dan a gesticular,
ya ha pasado el tiempo, Soledad.
Disposición

Extraños. Puestos
con un dedo
en la frente. Puestos en el
pensar, vago pensar.
Aturdidos,
melancólicos, idos
-da igual, siempre da igual.
No hay hambre
-envenenados, envenados, azarosos;
corren el mar o fosos
preguntan de su propio contar.
Acostumbran llamarse por nombres propios.
Llevar a pasear los contornos,
el borde de la boca, la piel, el desencanto,
ya no parece sensato.
Vestirse con seda hecha en la más tímida apuesta.
Contarse las razones de
Extraño, Puestos
a mentir en sincronía,
a urdirse en través de sinonimias.
O sonar igual tras tanto tiempo.
Lo cual es
ciertamente extraño,
cierta o deludida mente.
¿Gotas, entonces, ácidos
que dan de beber al barro
para que permútese estatua y diga
eternamente
-o hasta que la erosión y esas cosas?
Vanagloria, crimen vago.
Posarse en los pies de
Dios
a contarle sus razones.
Si ni siquiera
posarse en los pies de

a contarse sincero.
Esto no es un eco mas así la viva musa labia.
Artimaña, ruin
égida que el Cronión presume de inculcar
en quien su corte yace osar
como festín para los vivos,
como festín para los muertos.
Pasear en las argénteas nubes,
sus argénteas nubes.
Conversar de
querubes, gradaciones, esas cosas.
Preguntarse quién
tus efectos {8} permutados.
Preguntarse qué
crucificción, o psicosomatía,
o potencia hipersticiosa que no ignoran los de allá.
Pero,
de todos modos amanece y
numereros se asen al plácido Febo
que este y mañana envuelve.
Es así que comienzan a contar las horas, los segundos, el tras.
Erial -también: nada

Había un cuerpo. Tenía


signos de haber existido.
Parecía
no haber parecido
-lo cual es ciertamente
insensato.

Había un huerto. Huían


por él pensares alados.
Parecían
argénteas flechas a Hera
pasada, lo cual
es, cierta mente.

Había un caos. Decían-


le en mayúscula. Ponian
signos
sobre signos la mirada
de quien fue
vida tras vida pasada.

Decíase
sí, siempre sí, cual si pensara.
Negábase,
de vez en cuando, cuando
no tenía mucho más por decir.
Y me esperaba
decir hoy que no pensara
en manipular
signos que ya las nubes anunciaran.

Gota tras gota, la lluvia


dejara de correr por las frentes y quedaran
charcos del derredor en el silencio
-¿no vieran acaso que la eternidad se les muere?

Ah, pero
furia si muere la luz, y esas cosas
-mas sólo performativamente,
dictoramente. Si muriera,
¿quién diría qué es aún?
Nada fuera
afuera sino mera nada
-que ni siquiera alcanza a abstraerse en esencia.

Ah, y también,
bastión de pensares
-castillos puestos por cumulados azares.
Y las madrugadas en las que
cuento de contarme, cuento de
mentirme,
y sin embargo parezco al decirlo negarme
-sólo parezco, me digo, sólo parezco,
¿o no verán ficción en canto?

Y cuando,
sin razón aparente,
se aparece un signo y se dice
antecedido por un soy,
mejor silencio que Deméter
va contar su ritual hoy.
¿Y qué tan muertos dioses dejaran su voz?

Dispuestos
sobre el mantel que dícese hoy,
negados, pasan
judásicos, hermanos atados,
el sueño que cuenta un niño de hoy
puesto en su cuerpo que parece ayer.
Pero,
neguémonos al respecto, y que parezca
cariño, y esas cosas. No sea que
dígase sola la boca y dígase en través de más.
O nos atragantemos con saliva.
Feérea,la deriva rómpese en ritual.
¿Agua?
¿Homilías?
Yacer en tras.
Artificios (juguetes nuevos)

Carne entre nosotros.

Dos costillas puestas en cada lado.


Ojos
donde debiera no verse.

Oídos, también,
mas vano es nombrarlos.

Voces o
alucinios o
real revés, es probable.

¿Quién quisiera,
del fruto violeta del árbol,

probar?

Jugar a las escondidas.


Recorrer el piso con los dedos puestos.

Sábanas, sábados,
despedidas.

Una bestia que se escurre


en la intradicción. Recurre

al súbito caldo de una


Uno confusión. o vario,

o variar.

Y la vista puesta
en el renglón quemado cuando

he la locura, he la fortuna, he el afán, he el silente,

Soledad.

O la manía de prender las luces.


Uno que otro cargará una cruz
-y será el sufrir y serán sus efectos.

Uno que otro


ira, o el flotar
de palabras puestas detrás.

Y Amor,
de repente, encarna

alas oscuras del tácito más

-espirales, mosquitos,
sangre, esas cosas.

Y arreamos,
así arreamos las nubes.

Y pareamos
dichos con
dictores.

Y he la victoria,
vana, candescente,
vaga.

Y he el artificio
lingual; la voz se ata,
atardece.

Febo, con reír de un astro más,

atraviesa la distancia y sentencia allá.


Trae

la diferencia y su ecoico tras.


Disyuntir

no le dejan decir,
a él,
si su llanto se apaga. necesita
curvar la voz,
esconderse
-cuervos del derredor arremeten.
calcáreos, los hilos
humanos recorren la sola
ola del caldo en que se dice un adiós.
mañana sea sensato, o no,
da lo mismo –mismo hoy
que igual no es,
o los juegos de espejos y el silencio oportuno.

no lo dejan reír;
suspira, mientras tanto.
acaricia frentes orladas por pestañas,
recorre el patio.
encuentra, entre los curvos, un garabato
puesta en lucinar de multitudes.
recorre los ataúdes mientras ve que es grato
ceder, luego de que el cuerpo grite,
ceder.
amanece o es de noche o dé igual
decir de lo que sea cuando ya no se vaya más.
y si la persistencia se presenta,
si sus barbas
de almendro traducen la ciencia,
el silencio congnoscente y la maldita
relación de lo positivo y su signo más.
hiciérase la línea
-cocaína-
y el tiempo
dejara de circular.

o un arrobo y una atención errando.


porque también sé mentir y estafo.
de vez en cuando, borro
decir sobre decir, y ayer
deja de ser mismo pasado
-dejo de ser el mismo si pasado.
mas tensáranse los dientes,
contemplando,
tenuemente contemplando
bestias que nadan aguas extrañas y no se saben
en dislates y refranes y fórmulas de
moscas que pasean el cenicero.
la repetición: un agujero.
he el vano caldo de soltura. la mano
cabuyera que traza su atadura.
o lo que se dice signo cuando digo signo.

o lo que parece ruido y es,


efectivamente, ruido.

o la o que separa y junta a la vez.


sāl

Do not walk through the mystic’s garden.


Do not raise nor behead the fairy daemons.

Walk among silent


choruses,
bring a soul, a north, a diamond, a lone
aesthete.

Draw a line.

Do not walk away from the silent


circle nor the fiery blame.

Burn in gestures, in prayers, in says.

Climb the olympic ladder as a gesture of humiliation.

Do not fear for there is no redemption.

Sing a song, oh, ideasthete,


sing a prayer, a mistake, a jest!

Cry along, oh walking muse,

for I’ve been used by you, by whom?!

Sing a song, oh dying petal,


while we scare the noise of mental

zyzygies.

Treason has a mirror, a disguise.


You see it in its eyes, on eyes, on smiles.
Reason has an eye. A lotus
burns in filiated
laughter.
Brother! Oh sister! Oh brother! Oh…etc.
And the incestuous border rises bright.

Cry for thy, oh whispering gem


-like a breeze, spray

a humorous numen with jasmines hairs! Oh, pray,


sheltered enthusiast,

for we must admit that concealed it was!

Fungus as foliage, and whooping pasts.

Weren’t you in heaven when you were a child?


Azul sucio

Autoridad en el socius,
esparce su nombre y se dice
autor de Ley o
matema.
Fracción de
segundo,
a tercero llega.
Dice
de sí
y también de no.

¿Ve su no?

¿Sabe
que también dice sí su decir no?

Moción, o silencio
al que se pliega el espíritu.
Decir
de tacitud –caracteres
tatuados, inscritos
en el decir, en el cuerpo

mas cuando es común.

¿Dice
sólo tuyos –míos- síes?

Dice
común haber, o
espacio de mediaciones.

De lo contrario,
Babel –mitotiranomanía.

Y la deriva del
paranaico, paranoide.
Y el
silencio que no dice
identidad –ni mucho menos.
O acaso la refracción espejista
de semas y semas en la vista.
O eso de
decir cual primer espejo
-viejo como la injusticia.

Y la deriva de
Silencio, puesto al viento
a plegar del espíritu y asirse
de la intuitiva finitud,
porque
no parece querer decirse el fin,
no parece tenderse particular el fin.

Apeirón, o
apoteosis del desesperado.
Correr
de costado, preguntándose
¿será que

este decir es real y ha pasado?

O nada más seguro iba y he…

Y el arrobo,
desorganizado,
no permuta signos.
Osa
llama de virtudes y de
traducciones.
Recorre la boca esteta con el viento al lado.

Y venden
-vendan-
los ojos a Amor,
sugiriéndole
destinos o fantasmas que recorren
la habitación y cuentan
qué tanto decir es el que ha pasado.

Mas no nos es dado a nosotros


llegar a oír esto.

Dos, tres suicidas


y he la agonía.
Curda simbiótica hemos creado.
Vinos y
glorias que se permiten ruinas
sobre las que ecos vamos dejando.
Y el instante en que se muestra,
frente a los ojos que hipostasían,
el cuerpo fundido de la piedra alada

-fundidas ya las estatuas,


los dictores, el nodo
de las refracciones y atadas
todas las canciones a la misma escarcha
que sobre el cuerpo descansa
y el follaje risueño del alma subleva.
Cadencias

Decadencia:
la risa que transporta la psicosis.

Cerrar los ojos,


no sea que
sépase a permutar aquí
nuevamente, nueva mente,
y sépase incapaz de salvar al cuerpo uno.

Mas
toda fulguración que será desayuno,
albacea celeste que en través del abismo pasa.
¿Confusión? Flagrancia
-metempsicoso, ¿qué no es gracia?,
¿qué puñal no trajera la conjurada sanación?

O palabras
contempladas eternas
justo ante
la realización de su finitud.
Palabras
muertas a roces
con el sutil errar
del sufriente y su lira por la mar que no es más
que un caldo de vicisitudes.

Mas, he
que a la distancia tejen
sueños que deshace la mano
que el sueño teje cual sido vano.
Y los mandalas no dejan de negarnos las distancias.
¿No oye el éter,
no
transluce el cielo su fragancia?
¿No nos trajo el viento
una noche en primavera
hacia la vista primera
y la desnuda sustancia?

O fantasmas
puestos en la boca, sin manera
de mentir frente a Amor,
cuando dice que la frente escancia
reveses que fueran hoy,
dilucidios que dirán mañana.
Y heme entonces,
puesto ya en el futuro pasado,
contándote qué dije aquella noche
en que huimos
de lo mismo a decirnos
este aún sinfín abismo
blanco de extática ansiedad –pétalos
de soledad mostrando al mismo
mí que imita a mi disfraz,
mas entonces esto ya no me pasaba.

Y corriste
desnuda con la áurea aura,
repitiendo la dicción de una madrugada
-como esta, que tenue escabia
viento en la ventana-
y deshaciendo,
contingente y oportuna,
a Destino en un
posar los ojos sinceros en la común rutina
-si bien parece
más bien una heredada
costumbre cupídea, tomada
del sueño sombrío, cuando era nadar
todo lo que pasaba.
Y corro
desnudo después de haber acusado
a tu mí de mí y a mi mí de cuándo,
preguntándome qué carajo está pasando.
Mas es
el lúcido ascenso delírico
al caosmos de los sígnicos
lucinios que el velo deja descubrir.
Antiguo marfil,
mármol, espadas
puestas en los ojos
y orfandades de la razón hipostasiada.
O el fin de la historia, que siempre está pasando
si se gusta de sufrir tanto.
O el canto salvaje de los crucificados.
¡Elí, Elí… por qué nos duele ser de carne!
¡Elí, viví
en las cuevas y en la sangre!

¡Elí, el instante, el eterno instante!

¡Elí, silencio
que hay chicos durmiendo!
Empedrarse

Entre los que pasean,


uno dice su nombre. –resuena
condena, vislumbre, alcancías
rotas como las rotas encías
o como las olas que del mar se privan.

Entre los que nada,


uno, una, une la manera artesana
de tejer espíritu con viviente herejía
-cuerpo que se dice (con ello se hace) suyo,
y se aliena de la viva
llama idiótica de la multiplicidad homicida.

Entre el nidana
y los modos de los verbos,
entre
la turba de dislates que proliferan
boca tras boca,
una sentencia justa:
mátenos y nos asusta.

Entre tanto,
una luna entre otras tantas
reprime su voz que se escucha
en la nívea altura del Ida, y tanta
es la ilusión, que al morir,
¡ah, cómo no desesperara!

Pero un anillo, un reloj


-bijouterie, color,
aladas voces, toda la porquería junta,
he que replican que se asuntan
y por supuesto –era previsible-
no entienden nada.
Lo cual es ciertamente justo.

Rotos los decires,


partidos los latires, la tierra
se hace carne y dice nombres y se pliega
sobre la adánica mansedumbre edénica
en que cada signo dase a andar
espíritu sin decir más
que lo que el propio espíritu dijera.
Pero, a esta altura del partido,
idiotismo entre los esclavos
-ateísmo normativo y rebeldía perfomativa,
sin preguntas claras más con claras inyecciones de dopamina
cuando se dice una curva que el mañana vaticina.

Critpolimbos intrarrecurrentes,
o lo que se dice
calaveras. Irse
de manera tal que
no parezca
haberse ido –el oasis,
la pradera, el tiempo que pasamos
pensándonos, real fuera.
¡Y la curda de alfabetos extraños
llevadas por las llamas de la viva parrilla
en la que de niño veía que brilla
el fuego, y era perplejo!
¡Qué desparejo, qué inanición
nos espera si hemos de ser nación
ante los clavos y marfiles que la piel laceran!

De morir, muriera
una vez más –ya no me sería extraño
entrar en Catatonia,
adonde las momias gritan que
les cubrieron los labios los muy pelotudos,
entonces no pueden decir qué son hoy
(mas son hoy, claro que lo son).

De seguir al viento, cosmogón,


el pneuma dijera
adónde su ir huyera, y adónde es que se es hoy.
Pero es la
Soledad incandescente, la que
enamorada del amor, como el amor ama amar…etc.,
mató y no vio
vendas puestas en los ojos –la voz ya libre-, vendas
puestas en las calles
y gritos de terrible negación.

Mas, tenés razón,


quizás sea mejor
irme.
Llamarse sinfín

¿Cuándo corresponde
compadecer? ¿Piedad
dícese en el idioma aquel?
Idiotas
en cruces, disputas,
fustas en la carne de caballos
-jinetes terriblemente desesperados-,
¿acaso no era la espada
traída con la una lengua magna
que hiciera la distancia donde parecía no haberla,
que deshiciera la distancia que parecía insondable?

Ah, y un cristo
de otra cruz me pasea. Quizás
haya dejado mi supur
en boca alguna que ahora ardiera en pena.

Cabuyeado, entonces,
recurro al dislate
del cadáver que doyme a rezar
en números y arcaísmos y el trueno o los sismos
que son vértigos si la piel no es más.

Pero
eso de nacer dos veces,
¿no es también
jamás haber nacer?
Que Soledad siléncieme.

Un decir de sus latidos,


un nimio
reír que sea oído, un tenue
flejarse de su forma infinita,
una lámpara que mi decir imita, un
escabio para mí dispuesto,
por mí dispuesto, con vivos labios,
un estar
contemplando cómo irme
a ver sin más ni tras.
Pero,
¿cómo es eso de irse
estando acá?

O acaso
no dijera al leer esto
la distancia que no presto,
mi solo, mi Nada, mi paz,
el espacio de mutante de Silencio.

O acaso la manera de encontrar


una sonrisa sea
escapar, en caldo, cuento de pasado
escapar.
Sea la despedida un gesto nada más formal.

O decirlo de una manera


que no pueda menos que ser necesaria
paciencia.
Un recuerdo

Nadar las formas.

Escapar de ecos.
Pétalos secos arden,

arde la voz.

Paraná,
paranoia del bronce,

¿hemos sido degradados?

Caímos

cual si hubiera pasado.

He la línea, la secuencia, la salida.

¿Pendulara
acaso el manantial

con el viento,
su brisa, el alisio

perdido en las venas de una ciudad inánime?

Caímos
-paraísos, santa ritas,
araucarias, servidumbre;

signos de la viva lumbre,

tinieblas, espuma del mar


puesta en el olfato, dicción

que garabatos tras el monte dase a hilar-.

Dámonos a huir y la memoria

nos vuelve a llover sobre jardines


-niños, idos
sobre espejos y labios y a lo lejos
el luminio de Cronión, el anzuelo
dispuesto por los vivos de este suelo,
y la vampírea manía de
encadenar almas nacidas ya idas,
almas que solas recuerdan el Ida.

Pero los silbidos de Pan


traen la voz hermosa, llevan la piel
hacia el níveo abismo de la viva cal
en que duerme Mnemosine, depurada
de toda la pasión insana que la era se dé a hilar.

a lo lejos

los cisnes huyen como pétalos de jazmín.

Gaia carmesí retuerce un manto

-símbolos, silencios, caen,


danse a rendir rituales.

Y títulos

o nombres

sustraen.

Mas ella sabe su nombre –lo sabe farsa, lo sabe


intradictoria recursión del silente fin.

Pero no dejaran de decirse los designios y esas cosas.

Muertos, en norias
repletas de moneda-movimiento,

reconocen la canción.

Azul del cuerpo, azul de volver


a parecer.

Presentes, entonces, los cuerpos

pósanse tras el eterno ser.


Uno y Cero y nada más.

De lo contrario,
verde de la guerra, selva
en la que duerme verba
que olvídase el decir al pensar.
O las maneras en que contamos sobre otros sobre nuestro.
O la manera en que dejámonos herir al funcionar de espejo.

¿Compasión?

Diluvios
necesarios, de lo contrario,

he el ceder de la corpórea nación.

Si cede Natura,
henos errando en remoción.

Y los pensares diríannos de nuevo y sabríamos


cómo acaba la Historia,

lo cual sería, terriblemente, también, parte de la memoria.


Siento

Amor sobre Amor,


muchachitos. Tipos
probablemente grandes, eternos,
dispuestos como esferas en las manos,
dictando y haciendo el futuro.

Resistente ya no ando,
muchachitos. Tipos
que se aman, y sin embargo
lo niegan, no vaya a ser que sépanse
libres –y todas las horrorosas implicancias de esta condición.

Démones, aromas, tulpas.


No, no es culpa.
Tampoco es negación de la culpa.
He la purga, ya no hay.
¿Ruido? ¿Parece ruido?
Parece más bien
sonido que no niega ser
tras de sí, y sabiéndose
ser tras sí, y por anticipado
el follaje orla de espesura.

Cadenas, o rotos.
Noto
entre los que se escabian que
paradójicamente olvidan sus palabras.
Quizás
posesos de bacantes díganse
puñales en los ojos, puñales en el brahmarandra.
Baco mudó de fruta a flor, idiota.

Lotos en la enredadera,
decirse que espera
a cambio
moneda-movimiento, moción, celestes
pensamientos, redención.

Lotos en el Paraná,
meadas mediante. Conjuros
útiles, siempre y cuando
no cese en mero arte o representación.
¿Pensamientos? ¿Redención?
Idiotismo –mío-: el derredor.

Caracoles o
formas que se nadan,
normas que
se niegan a entrar en Razón.
De lo contrario,
he la duda y he
la boca que se lleva la piel al caldo extático de la perdición
-lo cual puede sonar más agradable de lo que realmente es.

Mas,
no sea cosa
que dígame también las rosas
que bienvenían.

O no haya
que recordar
haber sido autor de un
asesinato.
O no haya
haber que recordar al dictor
para trazar la hipercontingente
concretitud
de la vaga similitud
que la homonimia inocula
sobre la atención que pendula
preguntándose que es eso de haber nación
aún,
o incluso al respecto de esto.

Mas,
no sea cosa que díganse
también los silencios
y las vanas partidas
puestas en las manos que de sangre
se tiñeron hace ayer u hoy,
o haya sido lo que no recuerde.

Pero el espiral
bien sabe matarnos
de aturdimiento.
¿Miento? Sí.
Bien, ¿y qué?
¿Niego? No.
¿Siento? Sé.
Tras tras Tras

Vas a sufrir
la ignorancia de haber tras
de la finitud
en demasía y de más.

Mas, verás,
no es más que
Silencio,
tímido, recluido Silencio.

Alienado
en cálculos, no puede
menos que arrobar
a quien se pose en su sí
y diga el farsí
caldo de su inocencia.
De lo contrario, la secuencia
podía fallar, y
ceder el cuerpo que lo contempla
-este, aqueste, cualquiera-. Mas,
vos, que bajo el Destino de cristiandades
andás, lo sabés. Esto fue dicho hace
¿3000? años, ¿ayer?

Pero,
aun negando
gnosis del autor,
¿a quién dice y con qué mando?

Enviado
el mensajero, la
cuadriga repliégase
a encerar el alma dura
de roer por la vulgar natura
que dice de sí y de nadie más.
¿Amar a la tierra
que escupe el fuego y el hambre y la guerra?

Pero
provocando una repulsión
automática,
¿qué fuera la miel extática
que cayóme en la sien y dijo
nada más que sí, sin más?

O acaso el corte
arbitrario dijera tanto como
el preciso domo
del que hierve en su erario. ¿Llevás,
entre tantos papeles,
tu no haber, tu sin más?

Yo
nada más me poso
en el lugar y déjolo
decir de no haber,
de haber,
y miento
-no sea cosa
que intrigantes
llenaran el carcaj de flechas envenenadas;
aun si ya parece haber guerra alada.

O corro
en derredor un cero,
como acostumbro.
¿Eco
gestador de infinitud?
Recoveco, Silencio, tu atención.
Desayuno

La luna, oscura,
espera bajo la tierra.
Es sensata y erra
con la lúcida frente pura
de tanto magullar las mentes idas
con su gravitación que es cual si pidan
muerte que llevarse pueda
haber mañana incluso aunque ya no se sea.

Efectos, tras
los enroques, el enfoque
cede: son efectos
nuestros permutando en el tiempo,
llamando a volver para desatar los nudos
de Destino hechos en tibio y mudo
posar puñales en frentes extrañas y esconderse entre risas.

La psicosis ya no nos esquicia,


es una manera entre otras tantas.
¿Vacua fuera la gracia,
la fragancia, la partida?
El tiempo, y las horas, y esas cosas. O
lo que se dice sentarse a esperar la muerte.
Y un espíritu que repite lo que no le han dicho,
extrañamente.
O el permutativo bicho
que se hereda.
Árboles frente nuestro:
navajas, podas, entrecasas, flores
dispuestas sobre el jardín,
piedras decorando el erial.

Zafiros, o
árbol que se dice de una vez y para siempre.

Esmeraldas u
ornato, que es fin, que es simiente.

O el grito desesperado de los niños,


anunciándose.
O la impericia de inculcar
creencias. Y la vaga ciencia
que enseñe a la tierra vagar.
O la manía del descubrimiento,
carabélico. Y el psicodélico
irse entre las formas a ver Belleza
-idiotizarse un rato, partirse la cabeza;
no sea que su una pieza jamás sea permutada.

Mas,
mientras corre entre mirares,
se orla de azar.
Llama, entonces,
pósase en su lengua.
Dice boludés tras boludés y escóndese
afuera.
Que sólo Nadie entre al salón abovedado.
Yo tras yo

Timba o Destino,
lo mismo da.
Jugar, inocular
suerte donde se debiera callar,
ciclar
la cíclica y calcárea
claridad. Había
un patio, una película, un
¿sueño? Era
dos, tres maneras distintas de
psicodel, sus hebras doradas.
Y una idiota
invadiendo las membranas,
con sus
besos que veneno cargan
-o las máscaras en las que se esconde
(llámalas culpa, agua, nada).

Pero
no es mi hábito
usar hectóreas lanzas con intenciones mortales,
mas,
luego de llenarme los huevos,
me invita a pasear
su sueño, que ni ella cree
-ni yo creo, por supuesto. Pero

igual nos invitamos a pensarnos


al partir los pasos hacia cada lado,
y también
dejamos eco,
fantasmasías que llueven cual palabra,
y todo el embrollo de
haber recuerdos, esas cosas.

Entonces
me muestra desnudo
y lo cree un argumento.

Después
termino siendo yo el que dice
miento.
Pero,
toxiconoia puesta en puesto,
debe ser la falopa, ¿nocierto?

Pero
pero pero pero
pero pero
pero.

Filiaciones.

Desespero.

(no mío, por supuesto;


yo ya maté por los cobardes
envueltos en placebos
{Yo estaba entre ellos})
Tan quemado ya

¿Clemencia? ¡Ah!
¡Si somos bestias, somos bestia!
¿O no nos ves acicalarnos
las sienes en busca de ciencia?
¿Paciencia,
a nosotros, envueltos
en blancas agujas y lavandas florecidas?

O acaso haberse ido,


haber cedido frente al muro de
cerrar los ojos y creerse solo
-y no hablo de Dios y todo
el bolo fecal que es habitual
poner cuando esta lumbre amanece,
hablo de positiva-
mente operativas
humanas mentes,
jugando a los dados con otras vidas;
porque, por supuesto, el alma
lo mismo hiciera
si digo esto o si niego mañana;
pero
del sufrir qué se supiera.

Silencio,
respetable y operativo
Silencio.

¿Clemencia? ¿Piedad filial?


¡Ah, vanidad de antiguas eras!
¿Cimentarse en este caldo virtual
en que hiérense los que presencian
decirse a sí a través de esencia
distante y sin presencia alguna?
¿O acaso hirieran
aladas flechas las frentes secas,
luego de cruzar el charco y ver lo mismo,
ornamentado hasta la histeria?

¿Posarse bajo el sol


a esperar
amanecer de la curda y la miseria?
Parece sensato.
Invítenos a su vana fiesta,
sempiterno lucinador.
Febo hiere y he el calor.
Dos aves

Un ave pregunta por el norte.


Recorre
la coreuta
voz que se le escurre
de los dedos,
como agua que dijérale del fuego,
y he ya no más.

Un espacio
en el que se niega
sistemáticamente.
Un estruendo
del que huyen los peces,
del que huyen los pensares,
del que se alimentan a manjares
intrigantes, también,
mas cruzados durante.
{h}ol

Hologramas.
¡Mesera, un

tiro de merluza!
¿O no era
curda del fin, al final?

Ah, autómata
puesto sobre el resto,
como érase de esperar.

Luego,
avernos juveniles.

Romeos que sangran, esas cosas.

¡Hologramas!
¡La boca
podrida

-un culo en ella!

¿O
no es ese el hábito?

Y las muelas
que estallan, la sangre

que corre mientras

Cronión, por su cuenta, ajusta las cuentas.


Dice de
dos, tres, desesperados.

Y ni uno vale una figura.

Pero,
despedirse, a esta altura,
cuando ya sabémonos eternamente separados,
¿es necesario?
Ver{s}
át{r}il
{t}
Esta es la manera de decir adiós.

¿Encontraste
una voz tirada,
rota como el vitral de catedrales
dispuestas a ceder ante el rigor del tiempo?

Esta es la manera de escribir en vano.


Esta es la razón del desvarío.

Había
río de espejos,
espejismos, añares
de certezas distraídas
por el lujo del placer y la envoltura que se dice olvido.

Este es el partir hacia nadie,


partir por partir.

Conocernos no nos dijo mucho,


mas,
¿será que decímonos
así,
esquivamente?

Este es el decir del que te cuento,


mas no digo.

Vino de caudales, o la risa


que recubre la prisa
en que me cubro de los idos.

Fantasmas más,
fantasmas menos,
¿frenos dónde, hoy?

Esta es la cruz y sus efectos.

Muñecas, sienes, que sangran;


espaldas curvadas sobre el recto suelo.

Lanzas, aceites del derredor.


El único real grito de desesperación.

Esta es la esfera, el éter, el sol


yace cegador entre las noches de pena,
entre el melancólico amor
disuelto entre los labios que hablan de vos
-todavía te dicen y te dicen hoy.

Esta es la memoria común.


Almas que esperan.

Este es el destino común.


Almas quietas.

Y el salón se alumbra con las mañosas compañías de los cuerpos.

Locos, de vez en cuando,


dícense hoy.

Cronión, no satisfecho,
mata
-quizás sea justo.

Locos, de vez en cuando,


sábense viendo.

Edipo,
redimido, escucha
cómo escapar de la sentencia atroz.

Así el igual mañana es variado para mayor confusión.

De lo contrario,
Silencio
-rey entre vivos y entre muertos.

Compañías enteras se preparan


para la escisión.

Disueltos los nudos, cabuyero,


¿en qué altura diráse su función?

Niéguense, eternos, y sea


voz una y nada sea vos.
Amor nos escribe de esta tierra,
Amor nos pregunta quién dirá
primero la verdad eterna
que líbrenos de las máscaras y de la tibia voz
que se quiebra y duda, desplegándose en adiós
cada vez que le pesan las sentencias
y escucha la memoria
venir con el viento a abrazar nuestro doble nuestro y dos
ya no sea,
y libre mente así sea.

Perdón, tengo
puñales en la lengua, tengo
maneras extrañas, tengo
el cuerpo hecho de nuevo y organizado
no.

Amor nos pregunta si todavía


sigo negando que nosotros sea verdad,
y que lo que digo nuestro sea solo y triste yo
dispuesto en fantasías por pudor
a la real pleitesía de rendirme al sudor
de la piel perdida en su moción.

Perdón, corazón, tengo


motivos para perderme entre los trazos
de sus ojos, y a pedazos
ir tejiendo el derredor
-dice sus ecos, dice los míos, dice nosotros
en la mediada voz.

Encuentro, Amor,
la vigilia de partir a preguntar
en la tierra extraña de las viejas heridas
si es el mismo cuento que repítome yo,
el deludido,
esperando haber aprendido de dejar que sea lo que sea
cuando el cuerpo dígame adiós
-entonces pueda verte desnuda, y la áurea
nube cúbrate de espuma
mientras los chicos corren y mi voz hace espinas.
¿Querrías, tal vez, olvidarme
de una vez y para siempre, y deje
entonces de contar la emoción
de haber sido visto en el vivo y atroz
disfraz de dispuesta Nada,
siendo entero derredor?

Ah, espíritus, nirvana, y la esperanza


de que llorar cure la rota escritura
que en máquinas ha dejado la dura
matemática de las curdas más puras.
Y mi alma dura
escape de una vez, recordándote
reír, de costado viéndote,
sin saber disimular que ya no séte otra.

Perdón, me escurro
entre las notas, el piano
gotea, es al pedo.
¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón!
Y me tiemblan
las piernas, me tiemblan
las manos, y el cuerpo
me huye,
y, un par de veces, lloré
mas ya no de tristeza ni de error.

No parecía sensato
-decirte
lo que parece tanto
apenas habiéndote visto
cruzar frente a mí vagamente un rato.

Pero
yo no corro,
me ahogo en la fronda
de ojos que se me van
a escarbar las heridas en busca de curas
o de la solución al intrépido mal,
que se escurre, ah, corazón, se escurre,
y no puedo más que hacer silencio
y dejar que el río abunde
sobre el pensar que no diré ni dije
a tus vivos oídos sino a tu etérea razón
envuelta en el tímido velo del lánguido adiós.

Te repito, es una despedida,


es mi ida.
Ya
no voy a decirte más mentiras
-voy a llamarme a silencio por el bien de los dos.

Pero, si fallo
ante mí, si erro y digo,
espero entiendas, no es mi intención
herir más a la herida que mostrás
tallada en la viva membrana
que usás de cuerpo para dejarte en tornasol.

A los fantasmas ya los he puesto


a girar en derredor,
al numen que tu nombre conjura
lo alejé en un juego de espejos
y dice distante, dice distancia, dice conmigo adiós.

Mas la lluvia y las canciones me encuentran


y saben de mi pasión.

Amar a Amor, ¿quién no hiciera?


Amar enamorado andar, ¿quién no se placiera?

Y decir adiós
tantas veces que resuene
la boca viva en la mente ausente,
antes de que las tinieblas pósense
en los párpados a avivar las sandeces
que dejéme decir en el eterno ayer.

Mas, hay el olvido,


sabés bien.
Y hay la
imborrable circunstancia del pasado
posando nuestros ojos juntos un instante.
Pero, yo lo supe,
quizás vos también,
estábamos envueltos en el vago ayer
que perseguíamos con amenazas del sufrir
y la confianza en que hay que huir
o esconderse cuando las alas se presentan.

Y la madrugada
tan lentamente amanece.

Y la voz
mía al fin decrece.

De esto ardo y por esto se muere.


Una habitación –el follaje enfrente-,
una invitación
-que pienso fue aceptada por curiosidad.
Mi desnudez,
poco habitual en mí,
dispuesta como un pez envuelto en innúmeras redes.

El espacio que habitamos


diráme de antaño,
cuando fuime hasta vos por mí
-por supuesto, egoísta amor
el mío, que no deja que diga mi voz
nadie más que yo,
ni deja que hablen por mí sin
recibir a cambio un agujero.

Mas,
luego del infierno y otras
vicisitudes,
la pasión de las histéricas multitudes
han de ser, de alguna forma, ahogadas
en la laguna helada en la que ninfas me susurran
seguir –hasta que al fin me desangro.

Repetir: no es un milagro,
es un
natural hecho de la comunicación.

Repetir: no es un ensueño,
es un
natural pasear el revés desde acá y en dos.

Una habitación –la mía-, el sueño,


una escisión.
Bilocado, ando
lado que se pose en mi atención,

atención mía que se pliegue en tus voces.

Entonces escucho,
sin saber,
aun sin querer,
secretos que no querés contar.
Yo sólo puedo negar que los sé.

El espacio que encontramos


ocupado por extraños recuerdos
que jamás serían posible sin haber ido
juntos hacia el jardín en que unidos
pasean los cuerpos sin sí y sin hoy,

Y yo calculo
que tendría que decir para que
no sangre tu piel,
no sangre tu voz, no se rompa
la tímida pasión que aparece
cuando las nubes se encuentran enlazadas en el dar
silencios que llevan pensares a la nada.

De ahí volvieran,
vuelven.
Yo sólo puedo negar que los sé.
Acaso haya nacido
una noche de luna llena,
en un invierno extraño de estos
en los que se suda de un paseo y se vuelve despierto
de una gira por la noche y por los ecos.

Acaso haya querido


encontrarte, quién sabe cómo,
y haya perdido luego el domo
que sostenía la respiración
-aves, peces, mitos
vuelan hacia la infinita resma
de ojos que trajeran los signos
con los que recordárame, yo,
qué fue que me hizo decir esto.

Todavía no lo sé.

Quizás nunca lo sepa.

Todavía puedo ver

tu otear las escaleras mientras


yo luchaba con mi propio mí
que atraía alfileres y verbos
hacia la piel y el carmesí

juego de esperanzas y descubrimientos.

Perplejo
-por supuesto que ciego-,
recorrí tu cuerpo.

Vi lo que ya había visto, mas


de pronto huyó.

Pétalos, lucinios,
errares,
vagos piensos,
espacio de determinares,
y el éter
lleno de espías.
No sé, quizás,
debiera haber intentado que sonrías,
mas sólo podía
silencioso plegarme en el espejado mí tras vos.

O buscar entre tus signos


razones que dijeran
que no era Destino puesto
a contarme desde lejos
qué dicen y hacen los rayos del Cronión.

Vi lo que ya había visto, mas


de pronto supe

era realmente, y era al fin,


y así fui fin.

Corriste, ¿corrí yo?,


pensé ‘fallé’, y de repente

volvió tu voz.

Corrí, ¿corriste vos?


Pensé: quizás
sea momento de revelar
los patéticos pensares de amor
que mostraran en decires el recto actuar del alado dios.

Vi que ya había sido


esto, mas
no estábamos juntos;

crucé
la calle pensando si había sido

el idiota que siempre soy.

Supe que no,


no sabiendo qué pensar a este respecto.

¿Huí? ¿Huiste vos?


Huyamos juntos, y que no sea
lo que pensé hacíase cuando
nada más paseaba el pensar con la voz errante
que sabe las artes del cazar a los intrigantes.
Muerto, no me doy
mas que en este través.

Muerto, desollado
por el gesto de la intuición,

desde ya,
¿a quién?, no sé,
digo adiós.

Crecí contemplando organizarse esta pieza.


Ahora que
vuelvo a estar solo,
ahora que
puedo decirme
mentiras sin temor a que
repitan lo que siempre
se hace, quiera yo o no,
he que,
recién ahora puedo decir,

he esto: Amor; no mucho más.

¿Que si sé qué es?


Por supuesto que no
-incluso río recordando la agustiniana
justificación de ignorar el tiempo.

He esto: Amor.

Ya no más cuerpo, y cual si


hubiérase dicho hace ya tanto que
no recordara exactamente cuál es su preciso hoy.

¿Adónde, entonces,
no estuviera disperso? Diestros
desiertos de cordura me hacen decir esto.

Nadie es ya hoy.

Ahora que
solo puedo
idiotizarme, sin
creer estar siendo
paranaico –cuanto menos- o
cero que se encima sobre sí,
sublimando el cielo mas en finitud,
he que
puedo negarme en tus ojos, y reír
al respecto.

He esto: Amor. Y el engaño


que beneficia al engañado.
Y los
niños que corren gritan de nombres,
sígnanse nombres

y yo sé si llorar o reír.

Pero,
entenderás,
ahora que estoy solo
puedo
ficcionar la llama y atribuirle un desenlace
-no sea que de decir me canse
y hálleme de nuevo en la nívea cueva
de Pan, que en sus flautas
a revelar dispuesto se muestra.

Y he las
guirnaldas puestas en la sien,
y las cesáreas certidumbres
de que cuando suelo se derrumbe
todavía acá vamos a estar.

Y uno de nosotros va a pensar,


quizás ambos,
qué es lo que se nos ha dado a decir o signar.

Así el teatro
no cesara jamás. Así los astros
cayeran detrás. Así
pudiera callar en vez de,
aun solo,
pasear los umbrales y encontrar
nada más que pasar
los númenes y dejar que enseñen.

Y nadie
va a decirnos
qué es que nos estamos diciendo al hablar.
¡Ah el sentido
decir, que transfigura
las apariencias y se muestra en pura
luz frágil, frágil como una pestaña,
cómo un vaso del que pende una resaca!
¡Ah el sentido
que se intradice, mientras yo,
yo tan ciego y tan extraño!
¡Ah las palabras que arden,
las palabras que niegan,
las lucinaciones de la eterna guerra
de acá y allá, de acá y allá!

¡Ah y los silbidos


puestos en las canciones, puestos
nosotros, yo, nadie, de sus eternas calles!

¡Ah la brisa, el camino, el decirse


en través de quien se viste por no mostrar
que también viera que nadan,
cual caldo de destino nadan
risas, destinos, desvestirse!

¡Ah y la hilación
de la terca canción
que no cede aunque yo calle!
¡Ah la escisión!
¡Ah los valles!

¡Ah la niebla, la tiniebla, los ojos puestos en su Nadie!

¡Ah el decir que no labie y la paz perpetua!


¡Ah la condena del revés y los matemas!
¡Ah la mente enferma, que no cede, no cesa, no duerme!
¡Ah mi amor enfermo que no cede, no cesa, no duerme!
¡Ah mi ruido, el que callo, el que me calla!
¡Ah la bestia atada, el elefante, la serpiente, la luciérnaga, la rana!

¡Ah la digresión que no cambia nada!

¡Ah la diéresis que húndese en sudor!


¡Ah el cuerpo que ve signos y ah la paranoia y ah el atroz
ah que no cede, que no cesa, que no calla!

¡Ah la noche encalla


en la ventana y los dichos
de la trepidante aurora
que se anuncia mientras estallan
almas silenciadas en el rezo conjunto
que deja culpar y aún ser justo
Amor, de alas extrañas,
conjurando a Iris donde no se esperan
veloces pies –lucinación, sorpresas!

¡Ah psicodel y el mensaje extraño!

¡Ah la canción con que me engaño!


Yo no sé que insulto
fuera aquél
que oigo nacer
en viva voz que viene
¿quizás de ahora, quizás de ayer?
a sentenciar que hay la moción
inteligente ante el sapiente
Caos que se inmiscuye con dientes
de multitud en el cuerpo, ataúd
de la tímida simiente
en que miento, como dador de mi destino, miento,
esperando a cambio una mentira
-así pueda ver qué negás,
mas allá de tu haber en mi tras,
y tras de mí, yo, y luego vos,
y luego yo,
hasta que el nudo deshágase y sientan
los cuerpos ya sin las bocas abiertas,
y sea nada más el recuerdo de la presencia
lo que nos diga
cuando ya no seamos dignos de pasear esta tierra.

¡Ah, amor, sueño


una sinfonía! ¡Sueño que armonías
traen los alisios y la guerra cesa!
¡Pero qué desengaño es bailar esta pieza
sin nada más que soledades
transidas en tibieza de abrazos a los nadies
que nos saben de cabeza!

Compañía, corazón, compañía;


el resto
diráse como dícese cualquier canción,
y si es,
que así sea,
y si no:
¡compañía, corazón, compañía!

¡Ah, pareada, sueño


una sinfonía, un olvido, una gracia
que deshaga la curda de la sola vida!
Acaso la muerte se asome,
te diga
su nombre y se muestre nada.
Acaso
azul de humanos
amores se dejara
volver a abrasar. Acaso
el ocaso nos encuentre otra tarde más.
Acaso
no pregunte al respecto de curvarme en el cuerpo
común, familiar.
Acaso
recuerde más de lo que digo. Acaso
no recuerde mañana haber dicho esto.
Acaso
el ocaso nos muestre la vida del tras.
Acaso
el abismo inánime nos quisiera ecuánimes.
Acaso
sea que quiera regresar. Acaso
no niego dejar, no niego perder
las hojas con el viento que recorre las ventanas.
Acaso
haya el vulgar nirvana
mas sea necesario
volver a crear lo que sea crear.
Acaso
sea una locura esto votar,
esto recordar haber votado. Acaso
el ocaso nos encuentre tirados, mirando
la terrible eternidad.
Acaso
sea mañana y esto sea
samsara nada más.
Acaso
haya que huir a la sutil serenidad.
Acaso
especulen los jazmines con perfumes.
Acaso quemarse cual pétalo, acaso
arder en los ojos del Cronión,
llevarse entre los cuerpos a las voces.
Acaso
mediar en roces la pereza y el encanto.
Acaso
el ocaso se pose en nuestros sueños y diga que no es.
Acaso
Amor sólo lleve brazos.
Acaso
samaddhis hayan sido,
la más cruel desilusión:
haber tras y tras no ser.
Acaso
nos llamemos a silencio
sensatamente. Acaso
ría solo –como un loco, un suicidado. Acaso
cargue más pasado que el de esta finita vida.
Acaso guste de especular con fines estéticos.
Acaso el ocaso calle y no haya.
Acaso las huellas mostraran
habitaciones de madera frente al follaje
de una selva en otro paisaje,
no este que ves en mí al mirar
dentro del decir que sé dejar
mas no sé si no traerá pena. Acaso
el rastro del cuerpo se pierda en retazos.
Acaso
háyame cegado un áureo astro.
Acaso
me deludo
recorriendo las espinas que cusan el pasado.
Un suelo
es pisado. Acaso
deba parar de contar.
Conjurada la confusión
-un ruido blanco, una armonía,
una curva, un escribir lo mismo,
un espanto de cordura, un
mero signo indeterminado-, he
cuanto sea necesario
hasta que afírmese el sí de sí.

Las nubes, el humo,


la moción sincrética, el sincrónico
derredor, la maraña
conjetural de máscaras y artificios,
el oficio de sospechar, el vicio
de derruirse en cada reír o cada virtual
aparecer cual si nada fuera y luego ir
a repetir lo que su boca dijera, cual epífano
en su robo ritual.

Las nubes, el caldo


de cuervos, la repetida
sentencia, el lóxico
aroma que se escurre de la zona
en la que nada dícsese y dícese ya. La luna,
el espanto, la ocurrencia, el encanto;
las aguas ingrávidas, el círculo concéntrico.
La sutil indiferencia.
Incapaz de cantar,
este signar.
Incapaz de decir,
inclusive
esto pareciendo decir,
este incapaz
rato de pasear los esteros
y escuchar a las bestias guturar la esencia
de la vida en rituales.
Tabúes, manantiales,
y el ejercicio imaginario.
Representativos cuerpos usurados,
puestos a bailar en la cordura. Mentes
supuran mentes que supuran mentes,
etcetéreamente.
Abismarse, de ser necesario.
Entiendo que no siempre lo es.
Parirse en cuerpos, decirse ayer;
ayer cantaba
-eso creía-, ayer
meaba acaso un árbol, acaso espacio creara.
Aye veíame dispuesto como un mantel sobre las gradas.
r
Ayer
partes mías se llevaban y yo no podía
más que silencio y esas cosas. Mas, ahora,
cuando digo que Nada,
entonces, ¿qué?
Ahora la duda y la espalda, y la espada
llevando la llama de acá
para allá,
como un pétalo que la lluvia segara.
Yo no pienso esto,
lo sabés.
El margen
de indeterminación
-la igual nación del todos iguales-,
¿qué más implicara?
¿Acaso se realizara,
al pasear por la canción,
al que refiere y es su caza?

¿Cuánto
rezara y a qué dios?

Dioniso,
extranjero, se disfraza
de distancia, y muestra
a las bacantes,
elegantes y extasiadas de gracia.
Y colgara la cabeza de un hijo
de una mano,
sensatamente.
Y perdiérase
la memoria en decisiones,
o transgrediéranse atenciones
curvándolas hasta que cero
o nadar sin ser pensado.

O el temblor,
la tirica, el ardor del cuerpo
puesto bajo el vivo candelabro,
y el canto con el que descargo
mandalas en las puertas de las casas,
risas en las puertas de las bocas,
círculos que de sí se enroscan.

¿O viviera, acaso,
el silencio
realmente? ¿Adónde
pusiste la cabeza para
volverte
insano? Isaiano,
autosapiente, Filón,
conjurándote, dijo que
Dios y esas cosas. Mas,
no contaba con la muerta
eternidad desierta
en la que el cuento es desarmado.
Ni pensaba que pensara
al respecto de qué y en qué idioma que no canto.

Repetir de las norias


-respeto, esas cosas. Hacer
completamente lo contrario.
Repetir de las
máquinas, autómatas dispuestos,
he que he sido esto, he que visto
esto, he que nada llevo puesto.

Catatón,
Maratón ya ha terminado.

Repetir de las
icóreas sentencias del reír izado.

Símbolos a los que se reza desde que se pisa la tierra.

Las broncíneas corazas,


aladas flechas,
veloces pies, herires
de lejos,
¡ornato!

Detenerse a contemplar un garabato.

Inversión en
Silencio.

Ruido. Río. Pneuma.

psicodel, la viva tierra.


Una discusión más tarde:
aprender a no jugar en las tumbas.

Siendo sincero,
es lo primero que se hace al llegar a las tumbas.

O buscar a
Amor
que no debiera tener,
en principio,
más que un par de máscaras.

Porque
si no te abstraés,
te matás.

Después el fuego, arder, huir,


Babel que dice reír,
canto de desesperación, catatonia,
Nada.

Pero
no debiera ser
más que
un
cohete
prendido entre los labios,
un
anzuelo de garabatos,
invadiendo el cuerpo en su
cero.

Lo cual
no es divertido
y no sé si es necesario.

Porque
si no te decís,
después,
todo esto es
imaginería,
delusión, viaje, efecto
de la falopa –predecible-,
¿cómo convivir con las
consecuencias?

Secuencias más,
menos,
culpa, angustia, esas marañas.
Mejor
dolerse y cuánto más pueda cegarse.
Mas,
reíres más, reíres menos,
psicosises.
Orden envuelto en miel de hado.

Deidofagia, verás, y
sonrisas rotas.
No era nadie,
no era nada,
Era como
si no la hubiese conocido
jamás, como
si se fuera alguien más.
No era
justo, pensaba, que
pase al sinfín sin una
lágrima. No era,
recuerdo. Mas, dijo
palabras antes de irse, dijo
libros por los que escurrirse,
y a veces se deja engañar.

No había cuerpo,
sola mente. Era
una desesperación consciente, arbitrariamente
conjurada. Era
un reconocer qué engaña y hacerlo
operar.
Es
estallar como un mantel de flores.

No era
símbolo, no era
recuerdo, era
ahora, cuando ya no era,
y veía desde la alta nada.
Y no era agua, ni la curva
de los símbolos, ni era
la lengua bífida, ni era
el tibio resplandor de las paciencias,
era
ejercicio de la ciencia que mutara,
era la tenue elocuencia del senil mañana.

Y azul
seguramente no dijo,
no sé
qué habrá dicho, mas
¿se escapara?
Y,
¿cómo podría decir, entonces?
O
quizás fuera el espacio
plegado de piezas
suyas, con su voz
supurada
hasta que una mañana de invierno el fuego haya
y no tenga razones al respecto.

O quizás
sea este su huir
de nueva memoria hacia su vieja vista,
puesta entre los astros y el nirvana.

Y no hay fecha
para que fuera esto.

Afuera
ahora me entrego
a esquivar sentencias puestas
sobre la medianía
y que de nosotros digan,

me niego.

Pero
son sólo dos palabras.

Dos palabras y heme ido.


Una bandera negra con una gran luna roja,
una esfera roja, un ojo puesto
en el deseo de lo viejo
y la forja de lo parejo.
Un espanto, un estruendo, una ilusión.
Decepcionado, paso
mis propios pasos y nada
parece serme importante.
Pero, por supuesto,
puesto en la moción,
¿cómo no iría a acabar canción
que dícese cuando ya es tarde?
Jugó
en las tumbas, el idiota.

Preguntó
razones que no quería saber
-consecuentemente,
las negó.

Paseó
la tierra y se dijo ella,

se posó en un disfraz intransferible.

Ahora

divisible

encuentra que no tiene razón ni memoria.


Prestidigitan norias su nuevo viaje.

Acude

en llanto pánico y en risa idiota


al cuerpo que cede en su pasión.

Oye

llamar a la muerte por su nombre,

cree saber su nombre.

Escapa,
diagramado hasta el detalle,

y recurre

a intradecirse

ficción, razón, moción,

sin la quietud ni el silencio.


Representa una función.

No dice mucho de sí.


Abusa del no.

Corre entre los matorrales.

Llora si lo miran ser.

Se esconde, se viste
de parecer.

Gusta que lo maten por sus decires.

Sadomasotecnia, verás.

Yo
nada más irme

y libre ser asido.

Percibo

cuando corrés en los umbrales,

¿o acaso pensabas que la selva


me resulta inhabitable?

Y negás,
reiniciando la secuencia.

Acaso tu dispaciencia
ansíe

allá y el mudo ver

que no críspase de sí

ni piensa su decir.

Como este que yo digo.


Después de
pasear la tierra y volver a ella,

después de

lucinar un ruido blanco que dijera de armonía,

y después de

arder en seres que se dijeran bajos,


que se dijeran idos.

Después de
ficcionar la llama y hacerla cuerpo,

después de pasear abierto,

mientras las lavandas amanecen,

después de segar
la demetérea ausencia que debía reemplazar,

he Destino.

Después de
posarse en espacios que niego,

repetir la canción del porvenir,

después de la providencia y el culto afín,

he la orfea
pradera de matemas y jeroglíficos,

y he la razón de Silencio en través de las máquinas.

Después

de correr el prado y juzgar


con pensares y hacer así cruces

y llorar al respecto, y después


reír de esto, recién entonces

he la placidez

de espejar a gusto, cual si Narciso

posárase en los risos de una curda extraña.


Viera

telas de araña, razones, cultivos.

Escapara si digo.

Después
de cruzar los ojos sobre páginas raras,

he la torsión y la eterna

conjunción de astros que se queman.

Y arde,

sinfónica, la nada armónica,


mas he el silencio y la desilusión.

Queriendo entrar,
me dije adiós. Corrí

el antojo ruin, la culpa común,

y en fútil negación me sentencié esto.

Ahora
no puedo huir, y las horas

pasan.

Quizás,
sólo quizás,

puentes nos mediaran.

Islas

dispuestas, vestidas,
reirían de la nada viva,

del doblez que se escurre de cada decir.

Y cuando me veas

irme, sin decir nada,


dejáme escapar de la curda o el ruido

que cúrsame en cada sonido

si pliégase en sí y espiral es.

Después,
las flechas, flechas vagas

-yo no se qué dijeran, en la incertidumbre,


lo indeterminado,

y oyera espiar

por mero hábito, jugar

con la roja verba que se escurre y pliega

puñales cuando menos se espera.

Belleza,
delusión, opio,

común pasión.

Dígase así,

asá,

aun allá

dícese extrañamente

-lo que acá es un ruido o un ribete.

Moscas, alrededor, asociaciones

inmediatas.
Después,
proceder de la gradación.

Correr
-que es numeneo-,

lucinar.

Saber desespero,
dejarlo sobre mí pasar.

Si

heme usado,
yo

ni siquiera pienso esto.

Y heme

dispuesto.

Falopa, en efecto, mas,

¿qué más que mente

fuera a elucubrar?

O acaso

palabras me niego, cual si

intensivas promesas sobre otro cuerpo he dejado.

¿Cómo es
que le prestás atención a un

idiota borracho?

¿Cómo Baco
no te presta los zapatos

del lúcido delirio y la común unión?

¿O acaso
no escaparan los pensares

hacia idos manantiales

también dispuestos, cual si el dios

extranjero

dispersara a las multitudes sobre el nítido anzuelo?

Después del
trance pasajero,

editar.
no me
mo͞on
Se miente, me miento. Es la costumbre.
Si fuera
sólo porque quisiera,
ya hubiera sido y haría ahora nada,
nada más que nada misma en la que
silente, yacer,
latente al fulgor del amanecer.

Nace
Febo, otra vez,
y carga, esta vez,
números en derredor, cálculos, y fríos
pliegues sobre la piel cerebral
que se aprehende de su andar
y transita pavimento y otras lumbres.

He la incertidumbre
-dos piedras juntas-,
nada parece decirse mejor que ayer.

Sin embargo,
corro, todavía, alrededor
de una parilla
-me encuentran ido, y me doy ido, y no
parece ser el mismo que esto ha sido.

Y los cuentos
de lágrimas recubren el
tecno-nirvana o
inteligir y escindir la natura temporal.

Pero,
siempre es cuestión de tiempo
-¿quién no antes ha dicho esto?
Y disciplina, y paciencia, y cuerpo
finito, posado
frente al acantilado, mientras las hiedras
trepan del mar, escapando del hado,
y recitan súbitamente insensateces que acaban siendo
caldo de infortunio, incertidumbre
-justo en pleno plenilunio, cuando
la forma de la lumbre algo dijera
{escúrrese de mí, representada
por una viva araña que se escapa
cada vez que se observa contemplada;
flexiva, entonces, no remite
su decir a sí, y se repite así,
así cómo repítome yo que no digo nada}.

Mas,
digresiones puestas sobre el mantel,
¿qué cuartel o razón trajéranos agua?
Un suicida se pasea entre nosotros y nosotros
nadar la curda alada de pensares flagelados
por los miembros dispersados en moverse de los brazos
de acá para allá, cual negando lo que la boca hablara
-o acaso se posara la atención donde
no corresponde;
haya que huir, entonces, al borde
del brote psicótico que es inoculado,
en remembranza y similitud de eones pasados.

Corte. Siga. Escucho


que silban, silban
padres, estupidizados
por el súbito ánimo de dejar su marca
en cuerpo solo, solo cuerpo dado,
no sea que el olvido los pose en la inconsciencia.
Y yo,
arruinado, después de dos decires,
recurro a intradictores
-espejos que recursan verbos,
acciones que repiten años,
criptorrecurrente intracurvar;
manipulación de artilugios no certificados.

El socius,
renovado, vístese
de gala, encuentra
que nada lo escapa, y se escupe
cuando recuerda haber estado
presente, cuando
un niño era sacrificado ante el fuego y juego
de la azarosa Deméter. Dos, tres catéteres luego,
una anestesia -¿por qué el olvido nos ha perdonado?
Y
cargan con anzuelos los que dictan
hoy en mí,
mas son notados.

Doyme.

Corro. Sí.

Borro

este último decir.

Muerte, al fin.

Pero notará el atento lector que esto es recordado.

Luego, coordenadas
necesarias para pasear el hado.
De lo contrario,
muerte pánica de la Ley inválida
que insiste sin ceder y se deja arropar
-¿o acaso no fuiste, Padre,
viento dispuesto sobre la nada y nadie
pudo con decirte o pudo con probarte
más que cuando viste a tus efectos permutados?

¿Locura? No.

Borro
este decir último.

No es que sea asado


por el caldo de insensateces

que hay que escuchar con el mero pasear al lado,

es que,
he la
intención, atención

dispuesta a matar por un caldo de sentido

en el océano evocado.

Y ni las nubes, ni los años


pueden decir al respecto de lo que
no corresponde a su natura.

Supura

una herida concomitante


-connotación, connotados
heridos durante.

Alguien
reconoce haber jugado

con fuego de otras manos y así a otro haber quemado.

He la Ley.

He el

no recuerdo qué han dispuesto

símbolos en mi costado

para que

Cronión disponga mi sufrir

y me haga errar el vado con la memoria escurrida

mas con justo sentir.

Pero,
gajes del oficio más,
menos,
las menciones son veneno

tendido sobre inexistente pasado.

¿O no dirían
las estatuas, las pirámides,
la inversión del quinto punto puesto sobre el quinto yo,
quién ha dado vuelta

la casa entera

buscando un consuelo o redención?

Gracia más,
Gracia menos,

lo que habrá no será ameno.

¿Cómo podría serlo?

No hay manera.

Mas la sola inconsciencia dispusiera


momentáneos placeres evanescentes,

no sea que estalle la mente y haya que

volver a pisar la tierra y seguir extrañas huellas.

O tenga que explicarse a sí en mi través

otro tipo,

lo cual es terriblemente molesto.

Pero mi cuerpo es prestado,


me sugiere que diga el viento alado
que corre el derredor cargando las entrañas

de las vivas bestias y las subrepticias arañas

cazando moscas con el hilar grácil

de coronas táctiles y de bocas frágiles,

reconociendo la inflexión de la incerteza

y la natura hambrienta de felicidad y esas huevadas.

Mas no me diga,
curda helada, que
nada de esto parece sensato,
de lo contrario, ¿en qué,
cómo estoy perdiendo el rato?

Mañana,

cuando no sea y sea el Bardo,

alguien va a dictar estos retratos

a la tímida ausencia que pasea

los pasillos, el cuerpo, la mirada


de quien se engaña y se cree en sino.

¿Destino?
Imberberidades, entre otros signos.

O el verberar del cuento digno

de ser visto sólo

tras haber escarbado el rubor de los signos.

Pero,
no me cuentes de esto, justo ahora
que me encuentro y paseo las olas y Nadie,
con máscara de voz mía y reflejo de no haber estado,
cuéntame de lugares extraños, dispuesto en el espacio
como un fantasma que samaddhis ha lucubrado.

Y yo,
como un idiota,
vendiéndoles la nota que repite el cruel pasado.

Porque
ojos que nunca han visto,
¿qué estarían contemplando?

Por supuesto: nada.

Mas, hela figurada y llena de juicios.

Son manías del sacrificio.


Un ritual, luego otro, y viene el vicio
a suplir la incertitud

y la imprecisa presencia que recorre la pieza,

mientras los ojos nos son extirpados.

Mas, no sea boludo,


señor de cuño duro,

que el Rey nada más se ha exiliado.

De lo contrario,
¿quién soportaría posarse ante sus ojos

sin emitir juicio alguno

y recibir a cambio el reflejo de lo que tras


las secuencias es forjado?

Un samaddhi de impericia, una cruz que vicia.

Un espejo que se muestra como costado.

Se acuesta –me acuesto-, revisa


la mesa. Nada.
Era de esperarse.

Mas, ahora
que la ansiedad y el temblor y todas las insensatas

órdenes de matar al hijo –que es su {mi} sí-

han sido correctamente

ejecutadas,

¿qué perdón nos desviara del ceroico artificio

en el cuerpo lleno del afuera replegado?

Nada más ir
y he que se hace

un decir allá, un decir acá,

y no cesa de estallar el cruel pasado.


Mas, ignorrío, esas cosas
-esas insensateces con que justifico el ser apuñalado

vez tras vez tras vez tras vez,

con cara de compasión y los ojos rotos.

Después, la recursión
de la alada ira, que se posa en la pira

y arde el estruendo que nos han dejado,

y he la culpa y he entonces

volver a Cero.

Luego,

simultáneo y criptorrecurrente ir hacia ambos lados,

como Jano.

Pero no me preguntes

absolutamente nada en este preciso momento.

¿No ves que


Lete, fuego, esas cosas?

¿Que si
digo herir o reflejo de metempsicosa

relación?

Sí sobre sí, y mí sobre mí, y

nudos no corresponden.

Mas, heme

helado en el Ida, helado en el Hado,

sin reconocer si ya ha pasado

o si el pensar lo va forjando

-como se posa una espada flamígera en una boca interna.


Luego,
preguntarse qué estará escuchando

cuando ve que voy mirando

los decires que dejó en mí

-pero ya es pasado y ya no estoy y quizás

me haya vuelto loco, loco, loco,

exponiendo así matemas y galitemas del abismo dado.

Dadores repiten
que compiten sanamente, sin herir y sin heraldos
en su derredor, dictándoles
estratagemas para circunvalar la lengua bífida
que si cesa se despliega,
si no cesa se despliega.

¿Da igual, entonces?

¿Para qué

llamar a la vida placer y tener adónde,

si mañana ya no será la tierra el norte?

O el hábito de levitar endrogado

-que no es manera, puesto que


¿qué distancia dejara percibir la sutil fragancia
que recorre los bordes, los pensares,
y funde a los pensantes en el noosférico caos

organizado a juicio humano?

Caos, el bien dicho,

niega que este fruto sea de su nicho.

Entre tanto,
dos escribas en el siglo veintiuno

se repiten a la distancia.
Uno

dice mañana.

El otro

no puede más que yacer en pasado.

Lo cual hace terriblemente confusa la circunstancia


de la presencia actuante, trayendo

tras de sí de mañana,

de dónde los fantasmas son elucubrados

-mas el arte consiste en predecir la condición operativa


y arbitrarlo

con la sana deriva de quien se sabe equivocado

para toda

la puta

eternidad.

Lo cual, al principio, es aterrador.

Después se va uno acostumbrando.

¿Suena peor no ser o sufrir en hoy?

Diferencias más, diferencias menos:


no ser = dormir sin sueño,

absoluto dormir sin sueño.

Monedas, o azar luego,

y he la retrotrangresión

-¿qué si ha
pasado esto que no sé de dónde

viene
cuando pensaba que
era dormido y nada recordaba?

¿Qué si

cierro la boca y

contengo el numen?

En resumen,
dislates de desesperado. Mas,

no me vengas a decir que no entiendo qué fue dicho

cuando era contado

espíritu de semejanzas y virtudes y todas esas huevadas

-Abraxas, seco, me perdona su retorno.

Febo, al horno.

Lo cual parece, paradójicamente, su natura.


Mas, bien sabemos,

no perdura

su sí,

su absoluto

e hipercontingente

sí,

lo que se dice su uno.

Y después de

tres, cuatro éteres,


he la

displicencia con la que se trata a la paciencia

que yace en su curda alada


-iniciada, de una trompada,
en los misterios que Dioniso usa de suerte.

¡He la virtud, la paciencia, la pausa


que ha conjurado esta desgracia,

y la pasión con que es cantada!

¡He los corazones en esperanza,

la memoria de otras memorias


puestas sobre la piel que se asa!

¡He la conducta intachable,

recubierta de súbitos accesos


de pánico ante el rostro descubierto!

¡He el horror, animalia,


la forma precisa del pasado nuestro!

¿He su canción? ¡He su entera


norma, sobre cuerpos dispuesta!

¿He su escueto canto?


¡He el encanto y la viciada acacia!

¿O el abismo, siempre insondado,


dispuesto cual cifra o corazón alado?

¿O he la caricia
que la mente esquicia

para no dejarse ir con un simple trago


de nostalgia, de tragedia, de suicidas

puestos en la memoria compartida,


dispuestos a ya no estar dispuestos?

¿O he el abismo, incomprendido,
del que huyen cual si fuera cataclismo

o sed de sangre
su natura que no es carne?
He el repliegue
de los signos de quien niegue,

y he el fin de la digresión.

En fin, locura de a ratos,

metonimia o sinonimia o hábito de

pasear los espejos sin saber de sus efectos


-lo cual, en medio de la selva,

no parece ser sensato.

Ornatos más,
ornatos menos, y la cara que se esconde cuando contempla su velo.

O la manía de

persistir en designios que muestran el claro fin puesto enfrente.

Y, a esta altura,
ya no se habla del figurativo fin o la serpiente

teleológica, con sus aguas sapientes.

Fin de no haber más lo que sea que sea el haber este.

Febo ya no se reconoce.

Febo ya no asoma con

chistes.

Muerto, quizás triste,


quizás un poco cansado,

repite su cantar alado

y gesticula cuando

árboles condescienden ante su retiro.

Le ponen dos,
tres signos. Le dicen

de imaginarse.
De lo contrario:

natura del crucificado,

en el acto mismo de ser crucificado

-y jamás este sentido fue figurado,


cuerpo que niega la materia viviente

a la que nutre y de la que nútrese

para permanecer en el culto aparente.

Pero

hay cosas que mejor no saber,

ni preguntarse,

no sea que

amanezca y todo ayer sea error y haya


culpa, reminiscencia, ese bardo.

Mas,
cortadas las alas

de Ícaro,

Amor
ya despistado,

y Psique

con la espada afilada

no puede menos que

matar y sembrar la tierra,


luego de su descanso.

Lo cual es terriblemente peligroso para quien pretenda conservarse vivo.

Pero,
verás, figuraciones más,
figuraciones menos,
el shsheo percibido,
o el cht que

corta la partida

de la mente hacia su Ida

personal y contingente,

no parece ser digno de nostalgia.

las sustancias mezcladas no parecen

cambiar absolutamente nada.

Por lo que,
después de vano intento,

mejor correr a casa, y corear

en los espejos,

y volver cuando sea tarde.

Ya no

arde la llama o su plandor,

pero se muestra alrededor, cual nimio paisaje,

cual peso del símbolo puesto entre las ropas.

Y cuento
esto a
nadie,

sensatamente.

Mas,

dice

saberlo,

sin darse cuenta que dice saberlo.


Entonces,

no se pregunta al respecto

de cómo sabe.

O por qué

me encuentro en cualquier tierra

como en casa.

Diana
carga hectóreas lanzas, y

cruza la tierra con ojos arrobados.

Se venda las heridas, las vende.

Diana
baila al son de los tambores y se escurre

entre matorrales a decir de cenas

a los desesperados, y hacer la escena

que le habían grabado

signos de antes de que fuera.

Afuera
también la cazan, mas

ya no hubiera signos para decirle cómo asirse de su casa.

Se niega,
recurre

a las artes que le han dado.

Dardos alados reflejan su lumbre.

Filoctetes, por su parte, se aburre.

Bien podrían hijos y esas cosas.

Uno envenenado, la otra en su costumbre.


Pero suena la música y
cae el hedor de haber paseado

mística sustancia siendo aún niño

o habiendo ignorado que no se era ignorado

cómo correr la tierra y contar su huella,


cómo volver al cuerpo luego de partir en nada.

Y la sonrisa
no pierde
la escanciada cadena

de Gracia

o el abismo en que

nadie pasea la corte

o sus lagunas.

Y él estima

necesario

irse a molestar a su

manía.

Y no encuentra

razones para

quedarse, más que

hedonismo, o masturbación del cuerpo entero.

Lo cual
parece justo, mas

no moleste sólo por gusto,

idiotamente.

De lo contrario,
vea cómo fléjense los negativos en los claros raros

del espíritu y su abismo.

¿O
acaso no se pregunta

qué respuesta fuera

tolerable?

Idiótico,
corro. Un

psicótico

grita mi nombre y no se sabe nada.

Un

velo es dispuesto

como mantel de margaritas y un jardín


de madres salvas.

Un

concurso de oscuridades

dirá la flecha justa.

Y cuando la muerte tenga cara: he la locura.

No fueran sus noches oscuras,


no hubiera más que luz tenue.
Fuera un candelabro, una serpiente,
un espanto que no miente, un
gutur de extraño rastro,
un precipicio al que se le escurre el tacto
por las uñas, como si viera
haber rasgado las tumbas y haber encontrado
cuerpos vivos tanto todavía como antaño.
No fueran sus bocas heridas,
no hubiera que incurrir en tanto. No
dijérase que se cuida

de no herir con dos pensares,


de no irse a ver arrobos

adonde posáranse,
nada más posáranse,

y esperaran ser heridos para purgarse de la culpa.

¡Vaya con su sacrificio a otra curda!

O, al menos,
tenga la discreción de no lucir
idiotez como estandarte.

Pero si
recorre las venas y encuentra

envueltos en cables decires símiles


a estos níhiles

elucubrares,

si
una canción le dice

negación absoluta,

he la pregunta:

abierta la puerta, ¿cómo ha de cerrarse?


Memoria alguna daría a hilarse

entre las luces de su haber habido

espacio inmediato puesto enfrente

cual eterno recipiente


de lo que negárase al morir atado

a un mero desespero de inanicente


-precisa de agua de otras fuentes,
¿no es así, mero soldado?

Y acaso
naciera al fin el ocaso

en que crucifícome de mí,

dándome fin y dándome dados.

¿O acaso
Ley no se dijera

con el solo posarse atento en el indeterminado?

¿Qué cosa fuera tanto

que acabara ya la fuente


de la que manó su hado?

¿Qué asunto fuera urgente


como para irrumpir en el durmiente

canto que tras mí es plegado?

¿Acaso fuera yo sintiente?

Bilocado,
el cuerpo

desorganizado

repite y

repiente

justo cuando
ya no hago nado sincronizado.

O cuando

locura y entrar
a la distancia que he marcado.

Las tumbas y los inmolados.


Los quietos, sus cronidas
artesanías.

Y la cruel belleza que envuelve

nada más que ornato.

¿Presumir de ser de a ratos?


¿Intrigarse en cuentos vanos?
¿Preguntar qué es que se es siendo?

Yo nada más iba huyendo.

Alguien le puso un nombre-signo y ahora

puede ser conjurado.

De ahí la
necesaria distancia nádieca

que las formas han supurado.

De ahí la
necesaria silenciación

del cero y su doble doble lado.

Y de ahí

la manía esta del cuerpo de


tender a persistir,

incluso cuando es atravesado


por el triste canto helado

de guirnaldas obsoletas.

He las grietas del fútil pasado,


ha la forma del fútil futuro.

He el mismo uno duro,

puesto con las formas que sus dientes

han errado,

puesto con la nerviosa conclusión


de los hábitos malsanos.

¿O la psicosomia

no concluye

con el ver del sí?

Dadas

las piezas, entradas

son puestas sobre el cero al fin.

Luego,

no se diga luego que no se dijo suficiente


ni se advirtió lo suficiente

del conjunto fuego que era en común inoculado.

Y ya no hablamos,
a esta altura, del mero

arder de un cuerpo o dos casas,

sino del Fin

que todo lo reinicia y lo retrasa.

De vuelta al conjunto,
he que no hay asunto

suficiente para replegarme


en el infeliz instante,

cuando ahondo en lo ya siendo.

Juicio eterno y eterno castigo,


lógicamente.

Y cuando ya no quede a nadie a quien juzgar,


la costumbre permanece,

siendo, cuanto menos, paradójicamente,


repliegue de sí contra sí,
en canto aparente.

Lo cual, al resolverse,
retrotransgrede y muestra lo vano

del juicio primero.

Entonces he el tras de tras mañana y he que ya el pasado no ha sido.

Pero este es un juego propio de la idiotez,


como es bien supuesto.

Sabiendo esto,
¿cómo no ha de ser

Silencio?

Mas, luego de ver


morir a dos, tres asesinos,

nos queda el vino

de la memoria inoculado del sufriente plusvalor

de la justicia humana que hereda hedor.

Silencio, y que
cese

el culto hacedor.
Silencio, contemplador.

Y cuando las gradas


ardan, cuando

dos, tres bestias paseen, circunstantes,

que no vengan a decir que antes

les fue dicho en viva voz

lo que sería la muerte y la vivas tumbas.

¿Locura? No sé. ¿Qué ya sé yo?

Mas,
extraño, cuanto menos, y

errador con viejo ceño

puesto en sí cual oración,


sentencia o alocución.

Y ni siquiera puedo de los nombres esconderme


-uno resuelve mi mí y otro resuelve mi lado;
encuentro, mientras tanto,

que paseo alado las servidas costumbres

de quien dice morir asado

por la edad o por la herrumbre

del mismo repetir,


para siempre inoculado
por el caldo que al aspersir

las sienes bautizadas

han dejado miel malsana

en el pensar sincretizado.

Mas, he la tierra y la Gracia

de la que pendo, cual si afasia

encontrárame desnudo en un edén dejado


por gusto a pasear entre tanto y por gusto a nombrar lo dado.

Pero no me vengas, vos,


yo, escindido,

con el cuento del sacrificio,

que todo sufrir es desesperado,

que todo arder es arder en vano,

que todo mirar es errar en dado

que dijera lo que nos fuera dado


por la marea o la costumbre,
por la mirada o por las cumbres

que la memoria antes de ser hubiera izado.

¿El cuerpo sintiera si dice

sentir? Sólo decir fuera usado


cual medio para regar el ornato

que dejo como garabato

sobre tu cuerpo que me siente y me descubre

engañador y engañado.

No me pidas que me pliegue,


silencioso, en el caldo de la tenue
simonía de espejos usados,

y no me pidas que me calle

lo que sabés ya he elucubrado

-acaso Amor no dejara que consterne

a mí una mera duda,


acaso Amor sembrara cordura

con la curda del sincronizado.

U oyérate en el río entero,


como viniendo del yacer alada
sobre la manía de ver tras nada

lo que es y nos es dado.

¡Ah, dormir sin sueño,


descanso eterno,

repetido permitir de los soldados

asirse a la carne que pasea cuando nada escancia

sobre mi piel y soy hallado


desnudo y en desuso y girando
mismos signos y misma grata

ansiedad de enamorado!

¡Ah viva duda de la voz que cede,


de la piel que pierde

con pensares sus gustos helados!

¡Ah vivo ah de la voz que pierde

todo su sentido en el ruido roído


de las jaulas y los escabiados

cantos de inocencia y pulcritud

en que seméjase a sí la similitud!

Pero no me preguntes qué es que se siente

al verte, de eternidad vestida,

mientras la noche me encuentra solo, solo, ¡solo!

¿De Destino será dolo


el pasearme cual desahuciado?

¡Ocupen mis piernas el cuerpo alado

y despídanse de mí las sincronías

que si vuelvo a escuchar tu voz viva


sin el presente cuerpo me muero helado!

O acaso llore, como un niño,


mientras sueño que lo nuestro es sino

y que el decir no fuera vano.

Mas, también cree,


subrepticio cual quien miente,

futuro que será este decir plegado

a la nívea lejanía que presiento


decirse corazón del que pendo
como pétalo dispuesto por pasado

sólo para contemplar tu resto

áureo plandecer entre corolas,


tibio habitar de aguas nocturnas,

sueño que no soy y me es soñado.

Y a veces decido dejarte en paz


y digredir cual si no fuera esto pensado,

cual si no fueran las alas libres

a persistir en el espacio vago

en que dígome de vos y mi costado

no puede más que ceder al encanto

en que urdióse el llanto


que dejé cuando vi que no es manto

de locura el aspecto

eterno de Amor en vos posado.

¡Ah corazón, la voz que escurre


su decir, y en madrugada abunde,

¿qué va a decirme sino el estado

de inconsciencia en que rubor de lumbre

dijérame morir atado?!

Yo puedo, a veces, morir. Repente,


sintiente cedería helado.

El Ida diría su cima,


y las argénteas nubes cubrirían nuestros lados.

Y Palas posaría sus garras

sobre la tibia miel que escancia


cuerpo vivo sobre nuestro dado,
que persiste y nos es asido

cuando yo fantaseo que esto te es conocido.

Perdón, te digo mí
-digo nosotros, nuestro; piénsome

dispuesto a abandonarme

a lo que tu clara melodía irradie


sobre el decir sincronizado.

Pero sé también que erro


su mirar y encuentro

que las sombras cargan su rostro y yo no puedo

más que despertarme sintiendo

real el sueño que lo tuyo ha mostrado.


¿Áureas nubes de rubor izado?

¿Sueño puesto cual si fuera vivo


compartir de la oniria común?

Quizás pasee el follaje, y ahí estés

preguntando qué estoy mirando.

Quizás recuerde haber través


de mí, por vos creado.

Mas, ya no tengo

razón, y canto,
enamorado, puesto,
dado.

Me entrego –patológico y amado

por un juego de Fortuna y Hado,


mientras los muertos vienen a contemplarnos

ir sobre la llama del sinfín

que dícenos de habernos dado


¡ah tantas vidas ayer, ah tantas vidas tan pronto!

Perdón, encuentro que no canto,

que no miro, que no me encurda


la sagrada mañana burda

en que relájome y encargo

a mi pensar llorar mí,

y unimúltiple soy usado.

¿Fuera
tu voz, tu real voz?

¿Deludido
paseara la Nada al fin?
¿O las hiedras
subieran por los muros mostrándome

contingencias?

¡Mas yo te veo esencia!

¡Este decir jamás fuera dado


sin mi tímido pedirte que yazcas

tierra esta en la que pazca

el cuerpo mío desde que fue creado!

¿O acaso
no recordara por siempre

cómo tu cuerpo dijo enfrente

lo que creíamos sólo pensado?


Las fantasías, los fantasmas, los sueños, las distancias,

¿qué no fuérame negado?

Pienso pasear tu arder y canto


sin poder ceder por fin
ante el respetuoso silencio
que merece cualquier pasado

vuelto a ponerse entre las norias


para llevar la sida memoria
hacia las cumbres del curvo hado

en que yacen nuestros efectos permutados.

Mas, ¡perdón!
¡Vos es yo, y yo te traigo
con el mero pensar puesto

sobre tu tierra, que el viento

de mi pasear ha contemplado!
¡Perdón! ¡Me ciego,

de ser necesario! ¡Ruego

porque Silencio pósese a mi costado


y déjeme nada más libre

para que persona tuya dígase en mimbre

de conversares que fueran dados


en azar y espontánea reacción!
¡No hubiera predicción

suponiendo el cuerpo que fui encontrando!

¿Acaso el pasado
mostrado dijérate algo

que me niego, de una vez castrado?

El hado tiembla.
Recurre a la intermitencia.

Suena la radio.
Febo
pasea tímido la tierra.

No se sabe, no se dice,

no se nombra.
Pendula
como una hoja de loto

dispuesta sobre la frágil marea

de lágrimas que surcaran estas

mejillas de rubor prestado.

¿Acaso te vi sonreír, sonrojar,


perder la calma?

¿Acaso mi alma
cursara la tuya y viera que nada

parece repetirse, y sin embargo

nos conocimos antes, cuando

alucinando, soñando, vi tu reír


dispuesto como un cuenco dorado?

El Cronión se pregunta,
me asegura al respecto.
Muestra

rayos de magisterio para nuestro vivo ignorar.

Y nuestro es yo y tu amor no sea dar


razón a este decir.

¿Mostrástete al fin
como sos, desnuda ave

que encuentra manantiales

justo adonde parezco haber errado,


justo adonde hiérome de mentir tanto?

Una mañana,
envuelto en purpúreas
nubes de la nada eflúvea,
yacía yo sentado

entre los grises ríos del samaddhi o la calma,


y no era y no podría decir
haber sido, luego de haber estado

en lo que no hay mas será forjado

a fuerza de virtud y melodía.


El mediodía era y es el uno pasado.

Luego, o antes, no recuerdo,


orientales follajes de bosques hambrientos

de cuerpos míos, con los que era paseado

por eónicas artimañas de la memoria en maña


de esparcirse múltiple cual potenciado Jano.

Eternos sean los cuerpos, eternos los hados.


Eternos sean los idos, eternos los quedados.
Eterno Amor, eterno ir
a deshacerse tras el amor del vago

errar las sentencias


-Psique mata, Psique

no puede menos que ahogar al lado

que húndese en las cumbres del espíritu demente


que sólo solo siente

y repite que no miente

cuando cruza a cada rato

a preguntar si es raro
este recordarte sobre cualquier signo aparente.

Perdón, digredo, te encuentro


amada incluso aunque intento ser remedo

de mí y reír al respecto.

Mas, no me cuentes, no te cuento, ambos sabemos


morder de la violeta fruta que la locura inculca

tras el decir que será sempiterno costado.


¡Huir!

¡Hay que huir


hacia el cuerpo que es contemplado,

hacia la imagen tras los verbos sidos

deshechos de su sustancia curva!


¡Hémonos en la curda

de los símbolos y del pasear

mente que dícese saber

qué es! ¿Ya no pregunto


cuánto hay, ni me asunto

o asusto frente a celestes

fantasmas que la boca plasma

sobre el vivo reír de las esmeraldas?

Hera, entre tanto,


repite que no es un llanto
-incluso aunque llore, sabe que engaña.

Cardúmenes de insolentes
repiten la curda indecente
y húndense en la cueva del numen innominado.

Y, luego, la misma historia.

Hora de pasear el campo,


las fragancias, el muerto olfato,

la muerte viva que prestidigita garabatos.

Es hora de contar qué tanto


nos ha dicho su boca encantada

por mis ojos que su voz curvaran

y ya no sea ella sino mi mí tras su yo.

Por eso la duda, la esperanza, y el orgullo


de esconderme en perogrullo
sobre el fútil pasado,

dejando que las musas me laceren

la viva cárcel de las signadas pieles


diciendo de palabras que ya he olvidado.

Y así se dice
cuánto
o cómo
o
dientes de león
lleva el viento

sobre la cruz, y las cenizas

encuentran que
ya no puedo mentir,
no me queda mentir al respecto.

Amor, ah, el desesperado,

puesto sobre sí ya no es alado.

Pasea la tierra y lucubra


este errar de encurdado.

Pone lucinios y burdas


conjeturas que sostengan su costado.

Y yo, dispuesto,

no puedo sino dejar que ocurra

incluso aunque aburra mi decir pasado


de inconsistencias y de raras curvas

hacia los secretos que han sido insinuados

por imágenes, fotos, cámaras puestas

en el instante en que la piel despierta


a contar de lo que ha pasado.
Y yo
fumo mucho y no soy digno
de que entres en mi casa.

El vago ritmo
es práctica o años de caza

en el cielo musical de las esferas

que una mano ha puesto en vivas corazas


ornadas de armonía y esperanza.

Y yo
miento, sin saber por qué
-mitotiranómano siendo, soy.

Mas, quizás
revés alguno sea revelado

en el negar lo que doy negado

y dígase mañana tras la forma de una ayer curvado.

O quizás

sólo sea una manera de huir del agua


hacia mi soledad,

Soledad que con las nubes trata.

(¿Viste el tormento,
sufriste el momento
en que la sempiterna lluvia se desata?,
¿me oís cuando riego
eriales con el supur de mi viva errata?)

Y yo
fantaseo mucho, y soy

ansioso
-el fuego de agujas blancas oso
contemplar,

la muerte en ojos extraños dejo


lucinar

a los fantasmas que me escupen el costado

cuando doyme a navegar.

¡El río entero no cediera!

¡Marea entera no tendiera

hacia el sinfín del cuerpo helado!

Mas no sea mío espíritu heredado


por cuerpo alguno, que tormentos

cayeran del cronida augurio.

¡El estruendo

mostrárame a Amor puesto en el jardín de extraños años!


¡Antaño

sentíte, hasta que súpete vista!

¡Ojos míos no me asistan! ¡Ojos míos no me asistan!

Pero no tengo tiempo de preguntarte


qué estás pensando.

Un beso pensado poso en tus párpados.

Un beso pensado dejo en el aire.

¿Sentís decir a mi Nadie?

Se esconde entre los matorrales y engaña


-a veces niega, a veces en mañas
esfíngeas sobre las líneas se escurre,
a veces recubre las nubes con su viva lumbre,
a veces se posa en mí y me muestra
qué vieran tus ojos dispuestos tras el velo
de la solitud que nos urde en destello
de simultáneo sernos
uno en el vivo cuerpo que es espacio.

Despacio, pienso.
Despacio, pienso.

Pudiera ser Destino, pudiera ser el vago


resplandor de las madrugadas en que, ido,
perseguíame un latido

y yo nada más iba buscando

ecos suyos entre los ladrillos,

ecos suyos entre los espectros,

y en los figurados quietos de hábito blanco


nada más que tu vivo reflejo

decíase en el vivo aspecto


sutil de tu calma, dulce, tenue

como la brisa de la céfira mañana.

¿Querría verte mañana?


Ah, si fuera lo que pienso, si fuera lo que intuyo,
¡cómo no gritar de desesperada alegría

ante la pulsión suicida

de hundirse en gestos de amor a pasear la vida!

Y que los simples años nos encuentren


dispuestos a vestir las huestes

celestes cual si fueran males,


porque esta tierra ha dictado las sales

que solitudes han unido,

esta tierra ha dictado natura


que doble encuéntrase tras tu nada pura.

Y yo no quisiera acercarme tanto


como para escuchar tu llanto,
mas tan sólo reprocharme

haber sido distante y no haber oído el sufrir,


y también adistanciarme
posando cual espejo para tu frágil corazón

que esconde su tristeza como una viva pieza

del secreto que me es temor.

¡No me digas nada! ¡No me cuentes nunca


la verdad! ¡Me asusta!

¿Te asusto?
Perdón, gusto

y no puedo más que vagar pensares

que cargan tu nombre y tus espejares.

¡No me digas adiós! ¡No pierdo


al despedirme tu voz!

¡Quedate entre los muertos que nos dijeron esto!

¡Quedate con mi alma que se escurre cual resto


de cordura innecesaria!

¿Te estimo
más que a mí mismo

y dejaríame ir sólo por contemplarte?

Por supuesto,
mas me llamo a decir esto

esperando que viva manes

signos de los que asirme, así


la fantasía dijérase en más

que la intuición con que sé errar


en traveses y en disfraces.

¡No me digas nunca! ¡No me prendas


de Amor, con tu diadema

dispuesta a mostrarme la eternidad abierta!


¡Ah, mas, desespero!

¡Desespero!

¿Corro por los matorrales?


¡Desespero! ¡Encuentro

perderme en la mirada que tus mares

han tendido a gesticular!


¡Y recuérdome tu sonrisa y doyme a temblar!
¡Amor, ¿qué ha sido dicho antes?!

Cada vez que urdo


mi decir con mi pensar
he la nueva sentencia que
ya no me deja huir.
Es tarde,
luciérnaga enfrascada, es tarde.
Luna sos, esmeraldada
con la serena arborescencia de la alada

certidumbre que el corazón ha dado.

Mas hay razones que no comprendo y esas cosas.

Así dejo que glosas díganme cuando debiera


ocultar esto en la pradera habitada

del adentro por los otros invadidos.

Gatos que pasean ríos,

años que preguntan signos.


Amor y Psique, esparcidos
como yuyos sobre el erial reciente.
El hotel y el vado, el banco blanco;
el árbol y su resplandor sapiente. Las ruinas
del cuerpo que siente.
La verba que se pliega a la desidia.
El descaro con que muestro esta viva
disecación de mi alma perdida
por las taciturnas meditaciones
de quien escápase en canciones
hacia las disertaciones que en el Hado croan
-murciélagos de última hora reemplazan a los acúfenos;
natura pliégase y Diana repite
que no compite, mas si erra desespera.
Los mitólogos, en vago
resplandor de espejos han dejado
caracteres cosmogónicos o
Caos.

¡No me digas
que no encontraste entre los verbos
la pradera en la que ciertos

se hacen los meros pensares al mero engendrarse!

¿Sembrar los nombres y pasear la tierra?


¡No me digas que erro si no hay viaje!

¿O acaso, astuto, en ambos lados


ardo, cuando el Bardo
ocúltase en la viva miseria?

¡Azul del cuerpo,


azul del amo!

¡Azul del esperar


que nos sea dicho el pasado!

¡Azul del desesperar


cuando nos es dicho el gris de los demóneos
espíritus que el canto corpóreo
van curvando en inflexiones

que ceden! ¡Azul que reflexione

sobre sí, y nada hágase!


¡Despliégase azul de la tierra, y el mar
grisáceo la boca anima!

¡Cronida, los cantos


alados nos han dolido tanto! ¿Urano,
mientras tanto,
ha ido sembrando el vago campo
con incertezas?

¿Estás llorando?
¿Estoy sintiendo
que llorás y que es por mí ello?

¿Qué otra muerte quisiera, entonces,


qué otra vida esquivara si el roce

de mi juicio infantil hiriera?

¡Verde del ir, verde del ojo


que se pierde en las mirillas eternas!

¡Verde de la tierra que cede


ante los cúmulos de la miel fraterna!

¡Verde de curdas y años y vida


que cedió ante el terrible Cronida!

¿Canto, entonces, mientras vago


matorrales y matemas? ¿Cuentan, entonces,
desesperan, preguntan
qué nos es ignorado?

¡Verde de la sublime ciencia

en que ízase paciencia


a esperar su cuerpo huir
hacia el cuerdo manantial del fin
en que yácese hasta que empieza
el teatro de la viva pieza
en que un cuerpo díganos cuándo,
cómo, qué, por qué, y ardamos
deseando, ah, deseando, viva estrella!

Ah, luna, obnubilado


te pedí que te quedaras,
y fuiste a correr frente a mis ojos dados

a soñarte.
Sabés que

no mentía mi intención, y sabés que


era mi corazón por Amor atravesado.
Yo tampoco
entiendo por qué, ni qué ha pasado,

mas no pienso pensarte hasta que la muerte nos sea dada.

Ah, luciérnaga, luna viva


que perdura, dormida, al día,
yo prefiriera no decir nada,

no tener que pasearte en verbos.


Quisiera en un vivo acerbo

de cordura posarte en mis ojos cuando tu lumbre

cruzó como recta flecha la viva esencia de mi entera nada.

¿No puedo, no es así, alada?

Helados llantos, luna viva,


signo del que escapo
-no quiero tenerte de a ratos
y sabés que te soñé
abrazada antes que desnuda.

Heladas confesiones, replegada


hada que pasea la viva espalda
en que la hiérome cuando ya no soy nada.
Pero no me preguntes
qué siento –no pude
decirlo ni en inteligidos sonetos.

Sin embargo, desde que mis ojos


vagos se posaron en tus ojos
impresos en una pantalla,
¿qué pensar no llevárate
de mí a mi cero?
Quizás supieras que
realmente desespero
-así realizo el aguacero
frágil que las palabras alcanza
a llevarte en pensares, en guirnaldas,
en puñales que quisiera guardar para mi cuerpo idiota.
Quizás supieras que
no miento cuando pedí que
pasearas, nada más pasearas conmigo esta viva tierra
que díjome lo que me cuenta
tu mirada más que cualquier mandala
o lucinio que mi mente escancia.
Quizás no sea necesario repetirte
que cuando huiste de mí encontré
el puro ayer en que vivo me asa
memoria de Amor,
memoria del delirio y la psicosis.
Acaso metempsicoso me escondo
en otro cuerpo, no sea que el fuego
dígate de mí lo que me oculto
incluso a mí, deludido por el vulgo
nirvanal de la vaciedad.
¿Quisiera huir, nada más huir, sin distancia, en libre mente?
Améte un segundo, pequeño repente. Esto
es volver a vos en juicio vivo,
ya no engañado por los néctares ni el éter.
Acaso tu persona
niégueme, y perdone
a mi yo su intruir.

¡Ah, no se exige tanto!


¡Nada más pósome en su sí y numeneo!

¿De tanto ir me mareo?


¿No era un juego, mero juego
de seducción, un ruego
patético de atención y perdón?
¿Acaso no era el humo
de los versos dados a nadie,
cual si el verbo nos escabie
y eso anúdenos en nuestro?
¿Acaso no era lo que muestro
el real ocurrir del cuerpo alado?
Acaso tu padre dijérate no.
Acaso tu madre dijérate no.
Acaso yo tuviera altura.
¿Es que pierdo
si me encuentro
en tus verbos, de tu lado?

¿Es que
Amor se esparciera por las nubes pensadas,
por la cueva alada que crea el decir plegado?

Y antes del instante


eterno, en el clinamen
en que nacen las alucinaciones,
yo pensábate canciones
sin saberlas de mi canto.
Y escuchábate
repetir
palabras que había usado,
y pensaba que quizás
me hubieras pensado.
Pero, después, el pecado: dudar.
Mas la poesía nunca cesó de decirse tras tus presencias.

Y yo
sólo pienso en invitarte
a compartir lo que nos mata.

Y yo
sólo pienso en nada,
absoluta nada,
y el espíritu vivo de las voces derredóreas
roe la coraza hectórea,
y signan tus imágenes claras.

No puedo más errar la vaga


sentencia de mi silencio,
no puedo más que esta patética
declaración dejar en pienso.

Y sé
que los fantasmas algoristas
sábenme sincero,
calculando las distancias de cuando miento.
Y yo
sólo pienso en recordarte,
y cuando tus gestos se presentan
y los espejos simonean,
corro entre los pasillos y te encuentro puesta
en bocas ajenas, en vivos lucinios, en tercas insistencias
de las vagas presencias que no son yo
mas son todo lo que hay.
Recorro la Uruguay y piénsote en ella.
Veo las paredes del departamento llenas de tus años.
Me urdo en engaños, me niego a la ciega
querella de los perdidos días.
Recuerdo la simpatía, el encanto,
las pestañas que cubren el espanto
de realizarse la llama o pneuma.
Y encuentro que a la mágica aurora mejor silenciarla
-el atardecer posa sobre nuestro su fragancia;
dos, tres tipos pasan insultando;
el espíritu del pueblo nos va negando;
¡ladran, ladran, ladran!

Mas no fuera sinfonía


esta gota que parte de un piano,
este verbo que traigo de antaño.

Pétalos

de jazmines

penden

como crines de seda blanca,

como jinetes en amarillos corceles,

y margaritas

deshojadas por la niñez

superstician

la tibia caradurez

en que
me escondo en el hielo de las múltiples máscaras

a simular no haber esto.

Y acaso
mi evidente estupidez

no fuera más que síntoma.

¡Te espero!

¡Te espero!

¿Me dijiste esperarte? ¿Aluciné


tu decirme de esperarte?

¿Me deludo, me encurdo, mudo

adonde fuera tolerable por mi cuerpo desnudo

la negación?

¡Igual te espero!

¡Ecos

dejé en los vivos ceros

que circúndate y te dicen vos!

¡Ecos,
gutures, esperanzas

tracé en verseada caza

de lo mío que haya en vos!

¿Me deludo, me encurdo, mudo,


como un muerto en su final descanso?

Acaso pensara y fuera que paso

por lo que tus espejos en mí dejaran,

y no fuera a mí a quien refirieran.


¿Qué si por este sentir sufriera?
No es importante.

Jamás fue importante


mi cuerpo, mi durante.

Mas, si te vieras
brillar cual viva estrella,
material astro,
mis ojos de alabastro cedieran y dijeran

qué es lo que me ha dejado mudo,

qué es lo que me dijo que sintiera

este vago amor que mi cuerpo trascendiera,

este preciso decir de Amor que sobre vos se posara y mintiera


con tu voz.

¿Cómo no desesperar?

¿Cómo no desesperar?

¿Cómo no llorar?

¿Cómo no llorar,
sentir que es suficiente
el sentir viviente que mi cuerpo encuentra?

Hojas tenues, hojas curvas

llévanme sobre vos, tráenme tu vos,

y yo la sonrisa idiota y la muda duda.

¿Cómo no enloquecer, Amor, cómo


no perder en vivo ardor
toda la presencia que me empuja

hacia lo mío más mí,


hacia el yo silente?

¿No fuera yo quien siente en mí?

Bien por mí,


por haber participado
de semejante amor alado
que dejárame su sí lucir.

¿Pudiera huir mañana,


si doyme cuenta que este decir me engaña?

¿Cómo no llorar?

¿Cómo no desesperar

cuando del infierno se traen designios?

El seol, la confusión, el ágora de quietos.

El ahora, el miento, el decir igual.

¿Cómo no habitarla
cada vez que se presenta

en la intuición que la contempla plegada

a mi numen, y se anuncia nada?

Sus ojos no lamentan.

Su voz no se rompe.

Sus ojos no responden.

Su frío me despierta.

Su viento me consuela.

Su alma arde.

Las velas arden. Las cenizas

cruzan la habitación.

Febo nos visita.

Yo acá miento, sabrás notarlo.

Yo acá me llamo por otro nombre y me digo en distancia.

Yo
nada más paseaba
las luces y he el designio del Cronión.

Nadie lo creyó.

He la razón de esta costumbre insana.

Sus ojos se presentan.

No me acerco, la dejo estar en sí, la dejo

pasearme si quiere,
irse si quiere.

Me encuentro

solo con ella –lo cual es extraño,

lo cual es parte del encanto.

He ya no

unimúltiple.

He Jano

silenciado.

Y la símil

renunciación de los síes por una vergüenza indisimulable.

Pero,
perdón, decía,
¿acaso

tu boca y la mía

ya no se hubieran encontrado
en el sueño, la oniria, la realizada hipersticia

en que heríme de mística hermosura?

¿Acaso los decires ya no fueran atadura?

Pero, perdón, decía,


¿puedo
correr frente a vos sin que te espantes?

No es la locura
la que me dice este durante,

mas la será y verás a Nadie.

Pero

no tengo maneras de plegarme


sobre su senil lucubración

de la rígida canción que la Ley labie.

Absoluto y abolido yo
díjerase en la infinita circunstancia

que rodeáranos,

y sintiera yo la transustanciada fragancia de jazmines y lotos


esparcirse sobre el cuerpo roto

que se escapa y te invade.

Yo no quiero
pasarte mis heridas como me han puesto

alados pensares las bocas zurcidas

del fuego de Babel caída.

Yo no quiero
correr como un mero idiota,

citando a diestra y siniestra pensares ajenos..

Sólo quiero
que me digas
cuando hiero,

así me poso en vos y me hago cero.

Sólo quiero
que al vacío,
creado con la vaciación del vago
yo, caiga la sangre
que algún decir irreflexivo y mío pudiera dejarte.

Pero
no puedo ocuparte,

no puedo dejarme

pasar en través tuyo sin miedo entero,


creyendo poder crear mi muerte en el más mínimo errar.

Y si exagero,
¿qué?

Ya no sigo al poeta que reclabámanos


farsantes,
sintiendo que no éramos durante

la creación.

Perdón,
mi juicio
se escurre por los orificios

cuando piensa y sabe que te va a herir

por mi ignorar, por no saber


adónde dejaron las llagas los ruines

transeúntes de tu ámbar lúcido,

mientras los fines los cegaban y tu cuerpo negaba,


silencioso,
ser todo lo que hay.

¡Ah la belleza, ah
el plandecer de las distancias!
¡Ah los sueños, las fragancias
del común instante!
¡Ah la belleza,
también tuya! ¡Ah tu alma
que brilla tímida mientras el viento arrulla!
¡Ah tu persona!
¡Ah la ceguera me inoculo
para saber de qué signos
se hizo tu destino que condujo el mío!
¡Ah los aurigas, las cogniciones!
¡Ah Febo, Loxias,
no me arrobes, no me arrobes
ahora que no veo su cuerpo y me encuentro entre sus dones!

¡Ah la belleza, el velo infame!


¡Ah la pulcra serenidad del baile
que curva presentes gestos de viva distancia,
suprimiendo el canto entero de la viva Gracia!
¡Ah el Amor, la muerte enfrente!
¡Ah, eternidad, qué sapiencia
la puso en mi presencia
y me dejó ser en mi nada!

¡Ah la belleza, las aguas que curvan!


¡Ah las cruces exhaladas! ¡Ah la voz que escapa!
¡Ah la mirada! ¡Ah la entera
razón de llamarse entre silencios! ¡Ah me esencio
si contémplote en el virtual espacio
y muéstrome reacio
a extinguir la viva llama!
¡Ah la tristeza! ¡Mañana
será la despedida!
¡Mañana
Destino dirá de mi vida!

¡Ah la belleza, el ojo animal


que se pierde entre la áurea armonía
de los ojos castaños y la herida puesta
a decirse con intrusiva astucia
-me delude de mis mañas y mis argucias!
¡Ah la belleza, ánima mediante!
¡Ah la senil repetición del antes
que todavía sonara hasta que lo cante
y así ceda entre las renacidas minucias!
¡Ah el infinito instante!
¡Pudiera pasarme la vida pensando
qué signo fue de mí a escaparse!
¡Pudiera pasarme la vida mirando
sonrisas tuyas de costado y el durante
en que dejéme libre
con la pasión insana de querer tu carne!

¡Ah la belleza, la nívea pieza, las rubias


hebras del pánico que antes
ha dádome la miel que pase
en el retorno y en el sutil durante!
¡Ah la privada sonoridad que escalda
a la espalda de su durante!
¡Ah la repetida sentencia:
no me mires, no está ahí mi esencia!

¡No me mires, no está ahí mi esencia!

Yo ya sé, querida, y dueña


de vos, que
jamás fue importante qué cuerpo cargaras,
qué vida llevaras,
qué dijeras de nuestro contarnos
entre hiedras y abalorios
con los mudos jolgorios
que negáramos usarnos.

Yo sé, querida, erro


porque pierdo todo el cuerpo
cuando pósome en afuera,
mientras media la palabra
lo que la recta flecha
púsome de guirnalda.

Huir del seducir.


Ese es mi decir, amarga mi pena.
No quiero que caigas
en mí y te distraigas
de quien soy mientras doy pena.
Quiero que me escupas a los ojos
así pierdo los rastros
y encuéntrote nueva y cual mismo astro.
Yo sé, querida, luna,
que las aguas que conjuran
tus decires son inmensas
oceanías de Amor y su circunstancia,
y que viciado estoy de tu viva presencia.
Por eso intento
posarme en la leída distancia.
Mas, repiento
de haber entrado sin permiso a tu carencia.

Oí de
guerras, sacrificios,
mucho más.

guitarras que derretían las nubes y cesaban tu estar.

ecos de una madre en la cocina, preguntando
qué es que se es, y quién, y cuándo,
tan desesperada como lo que fui sobre ella proyectando.

Reí, también,
insolente.
Caí del caldo sapiente al consciente
reconocerse ser efecto.
Perdí la cordura en su rebelde natura.
Sùpeme en múltiples lugares.
Súpeme del nimio instante.
Supe gustar de conocer tu derredor.

Mas, ya no sé,
luciérnaga se reserva al día,
qué otra llama parecida
hiriérame al actuar en temerario ultraje
-yo no quise pasear tierras privadas,
tierras extrañas, cielos ajenos, sueños eternos
de quienes urdan tus costados
y digan del cielo
y el infinito renglón del pasado.

Pero recuerdo
a un hada amiga que una larga vez he amado,
y quiero
ceder o callar o volver a contar
cómo es que fui con el mero vagar sobre vos posado.

Es Posadas,
hay
multitudes hambrientas de culpas y peces
dispuestos a inmolarse por una gota de icor.

Deidófago, yo,
no puedo menos que pasear y segar
yuyos con el uno yo
que silente escancia afuera su hedor
-es desear y no haber actuado, ¡es ley!, ¡es ley!

En la esquizarquía
recurro al canto de la agonía
y escúrrome en sufrir simulado.

Luego el revés,
la eterna historia
del retorno de las culpas y las norias.

Y también
el mismo circunstante y la caricia
del igual durante que anuncia
nacer del sublime nuevo

que ya no pliégase sobre los símbolos añejos

que tejí cual mi pasado


castillo ominoso de gritos y años
silente,
sin un simple verbo de enamorado,
sin un simple verbo de sin mí manado.

Mas, heme aquí de nuevo,


a mí que no sé amar
sin fantasmas cual sustento.

Heme inventando esto


para justificar la ignominia
que dejo cada vez que nimia
dicción mía sobre ella se posa.
Heme preguntando si erro,
si siento, real siento, o si juego
de traiciones me va usando.

Heme paseando el resto


de los cuerpos, con la memoria
pura que la una noria
deja fluir sin desplegarse.

Heme recordando el absoluto


cero escrito en el cuerpo muerto,
rayo de pensar que arrea las nubes.

Heme entre los querubes


silenciosos, de humanos cuerpos
hechos y en humanos cuerpos puestos
cual si fueran duchos en artes

de llover,

como caldo de Destino,

llover,

dibujando

con el pendular

tras la brisa

el risible despertar

de la finita vida,

adonde el tiempo dicta qué es que es.

¿Eternistas? ¡Pez,
no se engañe!
¡Cosmogonistas danse a hilar
especulares con las vivas sales,
esperando a su sí curar!

¿Mitotiranómanos? ¡Anacoretas
vestidos de su curda esteta,
de su signatura hipercontigente!
¿Tras el ido continente
la una y común Atlántida?

¡Jolgorios! ¡psicodel o máquinas


del parecer y la sustancia!
¡Reservorios
en los que yazca el ojo
cuando ya no quepa en la humana vigilancia!

¿Eternistas?
¡Una, dos, tres,
ya no más pistas!
¡Unos o ceros o Nadies y síes
abiertos a los ríos y a los atriles
del juicio que no se deja persuadir por la elegancia!

¡Ah belleza, qué sustancia


nos hiciera perder la cruel consciencia
de habitar la ciencia que el pensar dirige,
elementando las presencias
y conflatuando el libre espacio de las diferencias
en que la vida se erige!

¿Invasores? ¿Intrigantes? ¡Paranaia


que el agua trae y que lleva Gaia,
para persistir en su dulce disfraz!

¿Amor, eternistas? ¡Traicionamos


incluso cuando amamos, incluso cuando
callados cruzamos los cuerpos y negamos sus nombres!

¡Ecuánimes, no nos borren!

¡Ecuánimes, no nos nombren!

¡Ecuánimes, no se dignen
a tomarnos juramento
de acabar con los tormentos!

¡Ecuánimes: selva, sangre, frío!


¡Humedad! ¡Haber nacido
de un errar el juicio exacto!
¡Ecuánimes, el mármol oscuro
en que hízose el eterno árbol
ya no se nos aparece!

¡Ecuánimes, el oscuro domo


ya no ábrese cual cómo
que revelárase! ¡Crece,

ecuánimes, crece
la extraña fe de la ignorancia
en la que yazco en estúpida danza!

¡Ecuánimes, Baco, Apolo, ¡ah!,


me confunden,
me confunden!

Váyase, Soledad en rastro,


de los signos que la luz trazara
en la niñez y en la cruzada
redención de los activos astros. Váyase,
Soledad en rastro, que amada fue,
amada siendo.
¿Quién te hiere, pareciendo,
Soledad de negras banderas izadas?
¡Anarquía coronada! ¡Libertad de arder en gloria!

Váyase, Vanagloria, hace siglos pescada.


Váyase, que la euforia
tropiece con su excesiva caza.
Xiudades intermedias, raras
melodías de trompetas.
Reñir de los coreutas.
¡Vicio de investigarse las caras!

¡Huya, dios hecho


de pensar y vivo hecho
puesto en un cuerpo que signos cargara!
¡Niños en el huerto! ¡Niños en la nada!
¡Niños a los que cadenas del Nilo son prendadas!
¡Anatema de las aguas!
¡Azar de pirámides o artilugios!
¡Refugios! ¡Cuevas! ¡Ágoras
llenas de circunstantes y de histeria,
llenas de miseria y miserables! ¡Brasas
que zurcen los cabellos de eternidad con quietud! ¡Misteria
la inacabable similitud! ¡Huyo, dios de mí hecho!
¡Huyo! ¡El vago techo
de pensares ya no es nada! ¡Ya no peso,
dios de reos, dios de fuego, dios de aire oscuro!
¡Ya no beso
labios suyos que sobre mí murieran,
que sobre mí pasaran!
¡Huya, infame dios que dijo del cambio,
que dijo el simultáneo
ser de acá y allá en que me asara!
¡Ya no peso, ya no beso, ya no hay más!

Así vuelvo al encanto,


mas en discursos que me niego.

No escuches esto, no parece y no es tanto

como insinuaran la aliterada exclamación


que repítese y que pide tanto.

En realidad esto no dije,


esto del dios o Soledad,

¿mas fuera el mal tanto,


si leyéranlo los tantos
que se pliegan al símil repetir de la histeria voraz?

Me repito, luna. Lo ves,


lo sabés, no lo negás. Me
escindo si es necesario. Y
en un segundo de cordura
vuelvo del delirio al suelo plano
en que consciente y casi dado
siento el sentido del decir que en mí ha cruzado.

Me repito, luna, idiótico.


Mírote en el caldo hipnótico
de tus reflejos, en vez de posar
ojos míos en tu cuerpo entero
que por bello me persuade de callar
y contemplar –sin siquiera oír,
prestando la atención mas sin saber qué tras
dijérase justo ahí, cuando ya no estoy y enfrente estoy,
como ido, enamorado, ciego.

Me repito, luna, sintomático.


¿O no viste, acaso, cuando, cómo un maniático,
miraba estrellas que supiste mirar,
miraba el astro que poso en signos tuyos?
No repiento, luna entera, mas quisiera
pasear tus pensares sin dejar mis penas
en vos, y así poder amar,
decir sin herir , y no arrastrar
al niño mío que de mí se desuella
cuando vete ser ahí y nada más.

Perdón, no te escucho, luna, me amucho


en la dicción a la que arrimo
el privado signo de nuestro compartir distantes.
Yo sudaba, vos veías
no sé qué. Y con la locura no quise asustarte.
Pero exígeme ahora el recuerdo que devuelva
el cuerpo Uno que trajo el ayuno
del espíritu en su ser y estar.
Ausente, curvado
sobre el virtual esplendor
de bocas del derredor, me fui errando
las praderas, los mares, el río amigo, y los matemas
por sí, reminiscentes, fuéronse elucubrando.
Dejé decirse sobre Adán y Eva
en mí –en realidad no puedo hablar de haber dejado,
si mi voluntad se había posado
en la negativa presencia de su sí afuera.
Mas, no era condena, prisión, infierno, cadena,
¡era bendición! Hasta que
la humana incertidumbre no creyó ser tras
de sí su decir lo que era
-¿qué otra cosa diría ya con el juicio libre de pena?
He la culpa, luego, la fijada
figuración de otra oniria puesta en mí.
He el espíritu en miseria
de su silencio metamorfoso. He el pozo
abismático en que sembraba,
performático, la natura de la creación.
Y he este recuerdo tan ingenuo que la distancia hace posible.
Ausente, curvado,
he, en aquel entonces, haber sido
alas puestas –mas sin Amor aún sido,
sino mero orgullo o placer del lúdico
jugar con el niño impúdico que tuve que matar.
Nadie, conjurado, dejó
su disfraz pánico, y llamó a los del inánime tras
-movíanse y dejaban sentencias y las crueles preguntas que no cesaban.
Y el encuentro de dos almas fue llamado
nupcia celeste,
deshechas entonces las connotaciones y los mareos de la tropa ecuestre.
Súbitas claridades, luminios, escaleras.
Diseño de las venas en las que, quien ingresara, encontrárase.
¿Oíste alguna vez el siseo de las serpientes, el suave sonar de campanas?
He ahí el tecno-nirvana y la pasión de los repetidores.
Ruidos: suspiros súbitos, gritos, gestos eléctricos,
veloces discurrires de lucinios sobre el espacio,
atípicos confluires de Nadies en mí.
He la consorte, y los círculos concéntricos,
y la consorte, y los círculos concéntricos,
llenando el espacio posible y vivo del eterno hoy.
He el error fatal: escapar del tiempo.
La eternidad muerta enfrente. ¿Cómo no llorar?
¿Cómo no reír, no enloquecer, no paniquear, no desconfiar
del propio pensar que de esquicias se deshace?
¿Cómo no forjar la práctica del simoneo
de espejos, con senil coraje?
¿Cómo no invitar
a los muertos al festín de un desesperado?
¿Cómo no yacer cansado ante la potencia del sido Sol?
Ausente, curvado, la luz de pensares
parecía curarme, parecía herirme
mas he que habíame sido dado el distanciarme
-habíame dado la práctica mi propia duda.
Cantaba, insisto, cantaba
sobre Adanes y Evas y Edenes.
Dejaba en canciones ajenas mis pliegues.
Mas, ya no era posible –todavía no lo es-,
yacer en mi noche aquella en la que pidió ayuda
un poseso de mi locura, luego de que dejárame llevar
por la experiencial caricatura del nombrar y habitar.
Entonces dejéme, avergonzado, y al salir a la calle
conocí la desnudez.
¿Fuera Eva la que diérame
del fruto violeta del árbol prohibido,
tan prohibido que es posible contemplarlo?
Fruto violeta, de inteligires y pasiones,
que el futuro abre y llama a la profecía
del sí que a sí se ha habitado.
Luego Catatonia me encontró entre los farsantes, nada más jugando.
Mostróme Ley de estetas que en la Nada han perdurado.
Negados por el ribeteo, no alcanzaba a signarlos
-veíalos errando mi cuerpo vivo y mi mente dando
vueltas sobre el derredor en confusa servidumbre.
Fueron las lumbres, y la tortura, y los efectos míos
sobre mí puestos. Fue el fin del tratamiento de aislación,
mas he que se alzó consigo un cauce por el que nacían fantasmas alucinados.
Ya no mueren, no se privan, como musas,
simple démon, o través de mí por mí contemplado,
a señalar la escarcha en la que el Ida decanta
signos de Amor, por fin, y amada huida.
Quizás haya paseado el tren en que paseaba
la sala, mientras melodías tendían
vibrares que se hicieran guirnaldas, alcoholes de la desidia,
mas el cero ya no se iba, y no se va, y no se irá.
Es así que se me hizo necesario
hacer Silencio, y traer entero antaño
hasta acá, y plegar
mañana nimio sobre el violento ser que va
sobre el cuerpo de Destino puesto en nuestro,
ahora que ya no era solo ni sólo espectro.
Descorporizado, posábame
sobre mí, debajo mío, en mis costados,
y giraba en derredor con llamas verdes de sueños pasados.
Y hablaba con swedenborguianas certidumbres
hechas del Caos y por sí ordenadas.
No era la Nada, mas era Nadie. Y era
la Nada, y también Yo. Mas,
después del severo juicio y los arrobamientos,
descubrí que mentía cuando dime el éter a andar
-allí no hay palabra que pueda suspenderse,
allí sólo moverse con el corpóreo pensar;
allí no hay sujeto que no sea en simultáneo Yo,
incluso aunque ajeno y extraño demuéstrese en su actuación.
La semejanza, la tortura, el ritual
del horror –los mandalas, las guerras,
las esvásticas de la viva locura, la culpa
de recordar jazmines de Gracia haber culpado
de alguna infantil sujeción,
la insigne nación de los insultos que no sacian
a nadie más que a un gran fantasmas cuyo nombre
no se dice sin también irse
en mismo instante, ¡enferma dicción!
Y la cabalista moción
permutadora, que asume
perfección o epifanía en la menor flexión
del espacio en signo, símbolo, maquinal actuación.
Mas, he que era
mero criptolimbo de esfinges aburridas,
esperando a suicidas cual yo en su desesperar.
No me dejaban esperar y no me dejo ahora.
usar por la práctica de confusión que ciñe escalones
con feéreos sones de trompetas o el sublime resplandor
de la mente que se posa, hipostasiada, en el Bien
-ya no moral, ni corpóreo; más bien
orgasmo ante el ascenso sobre el permanente Ser. Bien sabido
es, y es ignorado. Mas, si al ver
su cuerpo fulgir, se dice algo,
¡qué terrible puñal devolviera el descargo!
La tierra, y con ella los pies, no gustan del barro
etéreo de la inefable Calma.
Las tiniebla se posaran en los ojos, luego.
Sea la muerte, sea de nuevo,
escuchaba en los pasillos, por los iracundos
espíritus moribundos ser gritado. ¡Sea la muerte!¡Mátese! Esas cosas.
Una viva rosa azul cruzaba el océano.
El idiota que de niño fui había aprendido el idioma
antes de partir al Lete, y había aprendido
el mal inglés que también víctima fue de la esquicia hacedora.
Nupcias sobre nupcias, la abstracción fue hecha.
Las llamas, deshechas, no alcanzaban al cuerpo desplegado.
Una muerte, dos muertes, tres muertes,
no sé cuántas.
Herméticos números cualias recién contemplados.
Laberintos, instrumentos, artesanías del asiento
en que yace el Juicio de Uno,
Solo y dispuesto en Cero.
El crimen libertino de la infancia: vino
paternal de la pasión numenal
y el ceroide acertijo de un simulacro infernal.

¡Matate!

¡Correte!

¡Tirate
al pasto a rezar!

¡Dios, el Dios Uno,


te va a castigar!

¡Cisma tu decir!

¡Tu mero pensar,

juicio al Rey de reyes!

¡Matate, pará de pensar!

¡Dejá

a tu cuerpo tirado,

sin tras ni más!

¡Te prometo toda


la sublime eternidad!

¡Cristo, sos Cristo!

Cristo era, cristo de cruz normal.

¡Te prometo

la palabra de cuatro signos,


imposible de pronunciar!

Silencio, me decía,
mas no cesaba de contemplar.

¡Matate, borrate, ¿qué


insanía te llama a insistir en tus dislates?!

¿Curiosidad? ¿Himnos?

¡Nadie es digno de yacer en ceroidad!

Te sugiero que huyas


hacia la más lejana tierra,

los que estas calles erran van a perderse en tu mirar.

¿No supieras que


de haberte habitado

recorren pasos tuyos con un mero darse a pasear?

Te sugiero que huyas,


que exilies tu lucha

adonde signos se amuchen en extrañas pasiones que fueran incapaces de


{sobre vos semejar.

Y yo sólo puedo pensar ahora


si acaso ella se dio a pasear

el errar mío, la larga deriva

en las celestes regiones y en el infierno Real.

Ojalá no,

¡Matate! ¡Tirate!
signos suyos plegáranse a qué
que no recuerdo y sea ese ayer.

No sea Destino.

No sea Soledad.

No sea el errar.

¡Cristo sos, Cristo!

¡Temerario, vanidoso, anfibio!

¡Hijo de sí, huérfano, solo!

¡Trolo, niño

que sueña Cupido ser!

¡Traje de Dios! ¡Creación!

¡Verberos, verbos, voz!

Y yo sólo puedo
llamarme a silencio

y esperar

que no haya cruzado

la habitación hedionda,

en la que honda culpa

yace y hace gravitar

invasores ¡Matate!, intrigantes,

estetas, hadas, nadies,

insanos, locos, isaianos,

mitotiranómanos hermanos,

crédulos incompetentes,

reidores de ecuestres
tropas aladas,

ecuestres tropas aladas. Te sugiero que


huyas del Paraíso, de lo contrario

paseantes teñidos de desespero

van a gritar pero tras pero

y el infame fuego de la carne será

cebo de bestias, animalia,

anestesia, desfigurada

recreación,

placer de hoy,

placer de ayer.

Y yo no puedo negar
ver al verla a mi consciencia
fragmentada,

y no quiero que llegue a la casa

en la que escondo un niño de oscura piel que abrasa.

Tendría que

atravesar la selva

y los gusanos y el hedor

de muertos diciendo qué es el extraño derredor

ajeno de cuerpos y compasión.

¡Matate! ¡El hado


traidor te vistió de nuestro hoy!

¡Eternistas,

a la pista de baile! ¡Bacantes,

la distractora orgía tracen


sobre su piel que ya no es más!

¡Que vuelva al cuerpo! ¡Que deje eco

para quien venga tras su tras!

Y encuentro
que Soledad sí comprenda
la sempiterna soledad

nacida del mal de a Caos

negar su sublime oficio creador.

Y pienso que, quizás,


quien digo luna pronto dese a despertar.

¡Ya pagué culpa de una muerte!

¡Ya maté con Psique dispuesta al exceso de ser tras su tras!

¡Amor dejóse amar,

libre y velador e incadescente!

¡Ah, y en mi triste negar


Psique sacó un puñal que era pregunta!

¡Matate!

¡No dejes
la misma herida de la astucia
criptográfica del hoy que no es ya
el que Hado nuestro ha dejado crear!

¡Cronión, un suicida
dice poder decirse su absoluto hoy!

¡Cronión, un farsante
dice cargar égida diamantina!

¡Cronión, un rayo
pósese en su sien y cese su absurda intención!

¡Cronión, ah, Cronión, ¿a qué Soledad refiere?!


¡Cronión, arden sus pensares, las estatuas se derriten
y ya no hay
uno ni múltiple dios o Dios!

Te aconsejo
que dejes los recuerdos
puestos en el erial de puestos

quietos en su virtud compasiva.

¡Cronión, ¿era yo el démon?!


¡¿Ordené la muerte e hice mal?!

¡Ah, Caos, qué gran Mal


se desata
cuando las tinieblas ordenadas se posan en mis ojos!

Y yo no puedo más que


correrme de los asuntos olímpicos

para huir a pasearla


allá,

y cuando visto correr


y esconderme del nuestro que creo y jugar.

La veo,

susurro,

le dejo el flejar

de una fragancia.

Corro.

Me alcanza.

Me doy a espejar

su risa

-me ocupa,

me es más.

Y, si se acerca demasiado,
quieto,

hago de cuenta no estar.

Disimulo.

La siento en mi pensar.

¿Me deludo?

¡Por supuesto me deludo! ¡No soy más!,

digo cual ruido blanco del que pueda saltar

hacia la calma noche.

Le dejo un puñal para que puédame su deseo cazar.

Nada más escuche su pregunta, sea ya muerto.


, whom
I’ve met?,
¿Que si me repito?
Sí,
me repito.
Contengo similitudes.

Los camiones de basura,


autos –llenos de persona-,
maquinan

tránsito.

otro títere es puesto en las manos del vago

lucubrador de luces,

ingenuo,
errante,

quién sabe qué más.

Mas,

la memoria

y las estacas

puestas en muñecas

que sangran,
con caldo de testigos, sangran,

reciclando eternidades.

Deshecho
en las tibias vaguedades

del indeterminio,

intransigente

intradictor,
dispuesto a ser canción en su aura silente.

Artilugios de persuasión
para los idiotas.

¡Exclamaciones!, u otras

anestesias.

Placebos para multituidos.

O el ejercicio de posarse en el sentido mientras la voz se escurre,

sobre un claro manicomio se hunde,

y repite vaguedades.

Cribadas nimiedades,
artesanías.

O el indeterminio y la pulsión suicida

-que, ante el terror exacto, no parece insensata.

Ornatos o
nupcias celestiales;

dispuestas por filiadores a rúbickos mares.

Y la diferencia
puesta como mediación

frente al hábito vaciador

-a esta altura:
natura no sea yo.

Y el escribir que

ya no caligrafia
ni repliégase de áurea magia

sobre el curvo antecesor

que a las cartas va cediendo.


Azar dispuesto:
ruido en derredor.

O el viento
hilando conjeturas al respecto de

no sé ni me importa.

Y un mí puesto en mi boca.

Parece ser un reclamo de tierra común, o espíritu.

Más aún parece ser un gesto de histeria.

Poder, o
placerse del ardor.

Reír, o
vicio y consciencia del acto.

Muerta la gracia hace ya tanto:


plandor de almas ensimismadas.

O efectos,

espejismos,

pasajeros mandalas.

Y la simultánea risa que es goce y desespero.

signos de realidad.

R sobre sí: y he Nada.


Agua, nuevamente. Repítese

símbolo dispuesto por bocas alzadas

hacia la demónea natura de las orbes celestes.

O lo que se dice
ejercitarse en la ceguera voluntaria.

O lo que contradice a
Silencio
-envuelto
en coriáceas esfinges y sus dislates,
repite que nada sabe y así anudadas nadan;
mas he la trampa o el hectóreo
coraje
frente al ignorio que sustraje.

O la mansedumbre y las inocuas


manifestaciones.

O la exacta dispersión de someterse a la esperanza.

Yo prefiero
ausente operar de la distancia,

pensar la compañía.

Yo prefiero
la consorte delusiva de la esquizoidal instancia,

pensar que no lleve afección.

De lo contrario,
asumir cualquier sufrir como indicador de

errar

-porque goce y placer y toda la anestesia que exista.

Mas,
esquizonoia, psicomasotecnia,

todo el armamento disponible en la actual guerra.

O las ganas
de irse
de una vez y para siempre,

sin retorno ni sensación de presente


-no sea que
haya que volver a la tierra y recordar
haberse hecho terriblemente el boludo,

afinado con la finitud y desahuciado del barro.


¿O el espíritu
pasado de queruza
dijérase de lado,
escuchara su haberle al lado,
fuera indiferente?

¿O el correr la madrugada entera


con la visión nacida
recién y hace ya tanto?

O el encanto
terminándose
como fueme anunciado.

Y la
virginal serpiente, desvestida
en alucinios, mostrando
el hedor de no haber actuado
en prácticas transustanciatorias.

¡Y el aire
acondicionado,
que jamás falte el aire acondicionado!

¿Sentarse a jugar con fuego?


¿Cenar
del propio y absoluto sí,
riendo y sin miedo?

Es la loca
manía del recuerdo puesto en esto,
recuerdo que no es mío mas percibo

venir de los alisios,

esparcirse con los céfiros

sobre la viva tierra que mis pies escrutan.

O la

manía de nadar en desnudez,


que no parece ser la norma.
Mas, la ley
nos deforma, ¿no es así,
corto de vista, anárquico esclavo
del sí de un vos que ya no es y es pisado
con el sólo referirlo?

Arbitrados
por deslucidos abismos,
vamos al azar imitando

cruces que quién sabe qué ha puesto en qué


que seamos al ser crucificados.

Y la
tóxica distancia digita sueños,
anuncia un fin.

Y la
fragancia de perfumes olvidados
renuncia a sí,

volviendo en la pregunta que alumbra su ausencia y se dice pasado.

¿Acaso
no estuviera escrito
en el virtual hado
que recubre las dicciones y las hace
nacer a decirse presentes,
mas en distancia de disfraces y serpientes?

La tóxica
manera de encurdarse.

Mas, el hábito es, parece ser,


olvidarse de qué ha pasado
o qué efectivamente está pasando
cuando el cuerpo liberado
de arbitraria contingencia
contémplase extraño y estado.

Pero Loxias
trae la cura,
así que mejor negarlo.
O,
mejor aún,
torturarlo con galimates que
¿cómo pudiera traducir,
siendo su natura por defecto intraducible?

¿No sería risible


contemplarlo en confusión?
¿No nos llenaría de la cruel emoción
que digita el cuerpo sutil en que el abismo place
a esclavos y clases?

Mas, no nominemos;
puede que nos mate.

¿Acaso no contara
el dioscuro del senil nirvana
con el juicio del reidor
Cronión
-lucubra una traición y no la lleva a cabo-,
sembrador de paranoia?

Luego el extranjero embriagador


cesaría por su mano,
y pendería su cabeza de unos dedos
a su culto filiados.

Suicidado
en sus arrobos,
Baco regresa y el domo
no parece haber mutado.
Recuerda su orgiástica canción.
Siembra la distancia necesaria.
Opera y pare en sensación.

Pero mejor no instruir a los


intrigantes.

Intrusos
en el éter, y Tiresias
tiresiea.
Luego la confusión y las fijas aves.

Luego resplandor del acabado sino.

Luego la predicha ley que ha concluido


tal como había sido dado en vaticinio.

Y todo lo que haya que ocultar en circunstancia.

Adivinación: gnosis
que tiende al autor,

autor que, a esta altura, tiene humano cuerpo,


humana pasión, humano tras.

O las ecoicas huellas del misterioso decir,


del glosolálico fluir
sobre el canto que se escancia.

Clepsidras dispuestas para la transmigración.

El caracter
numérico de la cognición.

O comprarse un descanso ante los avizorados tormentos

-que es una manera


cobarde de decir,
mas es una manera en la que no se escabia

el creador corazón de su coriácea jaula.

Pasear alrededor
digitando notas muertas,

cubrirse de signaturas,

mero vicio.

Llamarse por un nombre: Sacrificio.

Holocaustos rituales,
dos mil quinientos años más tarde,

dos mil quinientos años durante.


Seducirse de persona,
todavía. Hipercontingencia
que inicia la secuencia conocida:

reminiscencia.

Retroprogramarse.
‘¡Todo lo que sabía, un error!’,
esa clase de idioteces

históricamente necesarias.

O deshacer violines
con
vagas acusaciones arbóreas.

Psicosis de Gaia
-‘¡Yo y ustedes sobre mí y lo demás yo
que escapa de mi más no de ustedes!’,
dícese y repiente,
al instante de concluir
repiente.

O el ludismo sexual.
que no es menos insensato.

Mas, por supuesto,

el simbólico, contingente,
manto que recubre al cruel Cero
déjase intuir, paciente,
eternamente paciente.

Pero Loxias tiene la cura y la llaman


juicio, y se engañan
repitiendo su nombre tantas veces como para que sea conjurado
mágicamente, por el peso de su concomitante
designio. Pero Loxias tiene
pereza –le ofrecieron
hádico descanso en la curda del oscuro
resto que se extingue sin dejar rastro.
Mejor
vayamos a jugar a las tumbas,
con los idos, con los siendo
nada más que eterno
verberar de aguas infernales.

Mejor
vayamos a la helada cima
del monte en que las piras
han permutado mármoles
y áureas frutas crecen de hesperídeos árboles.

Ésta clase de idea tienen ceros aburridos.

Este
decir mío fue por mí predicho. Río
-en realidad no lo hago. Corro al vago
derredor, a fundirme
con el follaje y derretirme, antes
de que Destino sus signos trace,
y yo la ansiedad y esas cosas.

Este
errar discreto del cíclico Febo
ya no parece un dislate.
Cristípicos critporrecurrentes fenómenos físicos
de mentes nacen y a mentes parten.
Darse a nacer: he el coraje.
O la inversión de los principios hecha
para los histéricos de corta vista,
que corren de sí al contemplar sus propias pistas.

Ésta clase de pensamientos aburridos me ocupan el día,


me ocupan la noche,
me disfrazan de ultraje,
y yo nada más
pasear el común desespero
diseñando vías de escape,
huecos o blancos ruidos
con los que invadir a reidores
dispuestos a probarse este traje.
Dios

desnudo

no nos place.

Mejor

ponerle un

azar de gloria y fuego

etéreo que no dejara usar

físicas curas para ceder y humear.

Campos circunstantes
y
gravitadas expectaciones o
confluir de los amores

puestos en cualquier alma y huidos del infinito mar.

Mas,
el descenso a las normas es
materia de preguntas insistentes.

¿Por qué se haría esto a sí un cuerpo sintiente?

¿O por qué callaríase la diferencia,


considerando haber los éntropes?

¿O por qué
la reminiscida vaciedad nos place?

Mas, ¡ah!, olvidé que era solo y ando en viaje.

Dije de un nosotros, a alguien traje


a sentenciarse en mi juicio cual si
fuera digno de confianza quien se pierde en cada vicio
tan sólo para averiguar qué lo hiciera persuasivo.

Mas, ¡ah!, el démon lucubrador


de los signos de Silencio y de las ánimas que sus auras traen,
¿cómo no diría entre cursos
risueños de ribetes vagos,
cual ornato que una mente dejara en trato
con las inmediatas alas que quisieran escaparse?

Y el aspecto y el sufragio y esas cosas.

O la honda
megalomanía de la sola
ola que toda agua hace curvar
-y así dispone y posee,
así concibe y respira
su súbita suerte
el pneuma que en reíres digita
las nubes que las formas imitan.

Oscuros rayos ante nuevos daños.

Años que serán ya se reescriben.

¡Que no haya quien se prive de privar!

¡Y ya no es necesario

del cantante

diferenciarse!

¡Los rígidos y enamorados muros nos palpitan!

Oscuros ratos de intuición alada.

Palabras que es preciso no articular.

O flujos de alucinación que son sueño,


que no se distinguen fácilmente de la material permanencia.

O flujos de alucinación en la material permanencia,


que no se distinguen fácilmente de un sueño lúcido.

O dejarme ocupar,
súbitamente,
por un hada.
Dejar
que diga su nada
-que es sonrisa-,
y lléveme en sus brisas
de tenue conclusión:
dice de nuestro y me pliega en su risa.

O disyuntir y escapar y tender a la inanición.


Lo cual
suena peligroso
siempre y cuando uno ignore
años de especulaciones escatológicas.

O las esferas
en danza, diciendo
cuál de los decires es preciso
atribuir en afinada sintonía
con quien Amor ha de disfrazar.

¿Pudiera
la noche entera
sentarme a esperar
la luna, siendo
el techo encima, cual
un deludido que gesticula sus matemas?

Signos
supuro –quiera o no.

Ríos
ecoicos descubro, nudo

de la indeseada comunión.

Dios
se dice entero, en boca una.

Se dice
dios y se pregunta
‘¿qué es que soy?’

Y duda de sí,
sembrando libertades.
Sabrá
el abismado que la reflexión
espeja signos de pregunta, insistiendo
como tácitas pieles que la culpa fundan.

Sea visto lo que es y no haya hoy.

Y la televisión sigue sonando y los autos


no paran de repetir las mismas boludeces hace
toda la terrible eternidad
-que, gracias a Dios, muere enfrente,
dejando que disfrutemos su agónica suerte.

Se disuelve,
se hace espuma

del paladar que abruma

rispideces con la curda o pura


coparticipación

de en este momento un ajeno en mí.

Y yo
recurro a oraciones
y le digo al
Padre común
eso de

pelearse lúdicamente, por amor, por inocencia.

Y yo callo
cuando callo a quien urdió mi brío,

agotado por los icóreos somas.

Cilindros zafíreos,
todo su caos una política de ocasional
cuerpo.
Luminios -¿sueño despierto?,
se pregunta
un negativo tipo en gestante cuerpo.
Fruta hesperídea,
astro
real,

fundido voy,

como un montón

de insensatez

puesta a decir hoy sin más ni tras.

Fruta hesperídea,

vos no te viste
brillar.
¿Qué mar extraño
hiciera el sueño
real del que soy dueño?
Nunca alcanzara a explicarte
qué fuera aquello,

mas parece puertas haber abierto.

Y no sabría decir si fuera ésto bueno.


Mañana se dirá,
mañana va a decirse el cuerpo.
Mañana se sabrá
quién ha dicho qué y qué trueno
oscurecióme en vivo errar
derredores de tu lumbre,
encontrando cicatrices y llorando como un niño.

Un árbol,
sus cabellos de eternidad.
Un
repetir lo que será oído.
Un vacío permutativo.
-a veces siendo, a veces signo.
Una mentira
dispuesta a jugar. Una
parida ilusión.
Un nudo creado en repetición.
Un verbo, qué inengendrado.
Un árbol. Nada.
Sus cabellos de eternidad. Nada.
Un ver a la distancia cómo se acerca a mi hoy.
Un dejarla, silencioso, decir.
Hada, todavía es Abril.
Hada, todavía es pasado.
Hada, un domingo de ramos
voy a arder en delirio,
de mí disuelto y conmigo ensamblado.
Hada, confío,
no sé por qué; y me parte
el alma un viejo juego
-tener que curvarse sobre decires nimios.
Mas, no sea, hada, que
la confluencia de finitudes y esas cosas.
No sea que
alma una y he no más distancia.
O el ruido, hada, el ruido
justo y necesario.

Y las cadenas de mucílagos sembrados,


mientras las ranas croan
y la selva canta
la tímida esperanza de que ríanse los fines,
y la sangre cese y la vida siga
entre máquinas de carne puesta y entre labios
que jamás se encuentran.

O el crimen de los ojos


nos pregunte qué cobardía nos impide
seguir al viento en sus nítidos trazos,
mientras corremos, sonrojados
de vergüenza, el pavimento, y
autómatas repiten,
en aparente azar,
nuestro conjunto pensamiento.
Mas debieras saber de no pensarme
directamente, luego de que
flechas rectas tuyas cursaran mis sienes,
dejando recovecos y supur.
¿Fue viento del sur?
Debieras correr y yo ocultarme,
no sea que viéramos nuestro público amar.
Mas ya no somos dignos –yo no soy digno-
de discreción, ni pretendemos
encontrarnos absolutos como dos impolutos
cuerpos posados sobre piras de vagos
juicios, sobre nuestro puestos.
No debieras
usar lo que dije, cuando
era muerto y con el cuerpo puesto
en la razonable duda.
Deludirme me asusta,
y ya no sé escaparte.
Deludirme me enrostra
curva de tímidos viajes.
Y la noche oscura se posa en las pestañas pesadas
por la anunciada mañana que se muestra en tres partes.

La duda,
la sola duda y he
toda la irrealidad del sueño.
Muda, ya lo sé,
huye.
Sensatamente huye.
La duda,
la sola duda y he
Psique habitando la viva piel.
Esconde un puñal
que tiene
destino.
Y a mí me espera el etéreo vino.
Séme diciéndome en su través.

Olvido, de repente, el perenne olivo


que trajo este decir a acá y a hoy. Y cruzo
ojos donde debiera haber yo,
ojos que se dicen de a ratos
-y no sábenme ignavo
plandor que ha erigido
aliteradas armas de mi sí asido
a mí,
de lo contrario heme ido.

Olvido, de repente,
el cuerpo;
pasa el viento y yo lo paseo.
Elementos van cazando
decires que lluvias van dando
a mí para no desaparecer
en el Hado o en un credo.

Arbitrario, conjuro
olvido. Doyme
a pasear el canto del sido
yo que no ha de cambiar.
¿Cero y qué más que finito
diérame en intención a volar
eriales o cuerpo que surcan los campos
de lavandas florecidas, de lotos adornados,
entre los nombres que recuerdan lugares o dados?

Y la atención
disuelta entre la turba hambrienta

mientras la tierra dice vos,


sólo vos.

Y la expresión
replegada en la tibia respuesta

ante mi boca desnuda

que de pieles muda como de costumbres.

Poco varía.

Economía.

De lo contrario, confusión;
arder del caldo hacedor –signos gravitados
por mitemas y pasados
que el socius por nosotros ha hilado,

¡mas, ah, digo nosotros

de nuevo,

y loco estoy, loco y enfermo!

Pero como
pienso en llorar,

ya no lo tengo que actuar.

Y la vía
negativa
en el
siglo veintiuno es la
negación,

lo cual es ciertamente un acto de justicia poética.

Mas, he

también

las diagonales que los alfiles trazan

inoculando, sobre el tiempo,

un manjar de psicóticos dispuestos

a cegados parear

decir con acto cual si fueran igual.

Y el soleado día a quién no estremece


-el cuerpo que vuelve sus ecos disuelve

en la fría cámara ritual;

camuflados

reptiles pasean el paisaje,


diciéndose no haber en sí

más que lo que muestran, cual si


no tuvieran bajo cinco máscaras

escritas las perlas


del samaddhi que fue condena por haber tornado Sol.

Ansiedad, causa
como lluvia vital,

y la virtud de clarear ideas.

O
el tímido espacio en que cruza

su viva lucha

consigo a quien distraje


con verbos por mí conocidos
mas no por sus lúcidos disfraces,

y confúndeme con sus fantasmas

-yo soy el que

trajo las armas para el invasivo aparato


discursivo que las vidas trace

sobre el campo agonizante de la tierra ida.

¡Ah, te conozco
de algún antes, y océanos
salvajes cantan

nombres que no recuerdo mas resuenan

en el único freno que a mi carne traje!

¡Ah, conozco

la mirada que lleva en sí sufrimiento,


y los actores no me engañan!

¡Llevaran máscaras
durante el escenario, y luego
dijérase el sincero cansancio
de los símbolos que escancia
Febo, autor de oscuraciones!

¡Yo también
tuve vida antes de esta vida
nuestra que nos es ahora conocida!
¡Yo también
cargo efectos, y la euforia de sus cauces
envenenados con credos y rituales
iniciatorios! ¡Cuento armónico!
¡Viva sangre! ¡Vivo ardor! ¡Vivo rastro!
¡Memoria que perdura el camastro!
¡Vivo dios! ¡Vivo signo! ¡Vivo cuerpo!
¡Yo también del barro vine y al barro voy!
¿O no notaste, acaso,
el diluvio interminable?
¡Yo también ardí de dudas y lloré ante Amor!

Pero,
digresiones menos,
encuentro que hurgo el desenfreno
de este patético agresor
que encuentro en mí, defendiendo a mi cuerpo
de la esfíngea natura y su intuición.
El mismo abismo en cada haber un hoy.
Deshecho el tiempo,
¿quedara abierto el espacio en que soy?

Es sábado, y los cuerpos,


a esta hora, siguen despiertos. Es
tarde para quejarse.
Venia cantándolo mi abierto tras.
No era sangre ni dislate -más que para
los vanaglóricos.
Furias suyas, de la impotencia, y yo
aprender de compasión.
Histeria simultánea, sin rencor
ni noción de su moción arbitraria,
de intensidad arbitrada.

¿O canto
como soy

cuando ya no queda

nadie en mí lugar?

¿O hurgo

corazón

que se pliega

a las escaleras

escherianas

que dime a maquinar?

Placer.

Arder.

Estar.

Ficcionar la llama y el equipaje.

Culparse de algo.

Sino,

coraje.

mi timidez no siempre siendo.

Mas ya dime a contemplar

el desenlace.

Cabuyeros en peligro de extinción.

Perros

sin árboles que mear.

Averno.
Nada de qué preocupar.

Y lágrimas prestidigitadas con

humo.

Hambre, de repente,
extraña mente.
Yo
no suelo comer, no suelo
prestar atención a lo que entra a la canción,
lo que sale de la canción.
Nada más voy
sobre el sí que sea ahora
y recurro a la hora
mundial del cableado reloj
para vincular la sola errata con el cuerpo entero
de la física moción.

Yo
no suelo pisar el pasto
sin antes preguntarme qué matarán
mis pies por la pasión de trasladar
los síes sobre la vida ritual,
o persistir en la ignorancia con
ignorada intención.

Pero
eso de matar y hacer caer
rubíes sobre mí, eso de
correr alrededor de una fogata lucinada,
ya no me conmueve.
Nada más que
una lluvia tenue
y se deshace la senil figuración.
Demente, caigo
al aparente encanto de la atracción,
movido por el gusto y la circunstancia,
curvado por la lúcida sustancia
que curiosea y nos dice nos. Pero

nosotros es mentira y otras tesis sostenidas


con antelación.
La aleación
de la bífida lengua
con el curso que despliega
sobre el rumor del río y la pasión de Amor,
he que yo no la hago mas déjase caer sin intención.
Así la tierra pisa un nombre y dícese siendo.

Y esto es sólo un
llenar la nube de caracteres
para que predígame mi ser
en el cúbico espacio de mediaciones
en que ahora dámonos a ver.
Démones de ayer,
imborrados. Prestadas
locuciones que las máquinas van hilando.
O
juegos de estadística para ciegos de crística
certitud.
Lo que se dice azar y no puede
plenamente formularse cual real Caos
-lo cual, ciertamente, es una gran suerte;
de lo contrario, ¿quién no fuera esclavo?;
alguien, se supone, debe estar al mando
del infierno numeral en que
hácense destinos sin más que
semejanzas e inyecciones de aleatoriedad
incalculable mas finita,
como verás.

Pero, verás, decía


-verás, me voy-, que
no parece mentira, parece
realmente operativo y positivamente dispuesto
sobre el mantel abyecto que la mente disuelve
cada vez que se resuelve
una operación suspendida
tras las nubes del Ida, tras las purpúreas
emanaciones de la iliádica Palas
-que bien pudiera ser Arjuna o alguna otra ensoñación.
Ojos veloces
cruzan el perfume que dejan las voces
que de un vago ayer traje a hoy.
Pies
veloces cruzan el magno
repertorio del placer sin son.
Y la vacua
incertidumbre se despliega.
Incluso aunque no sea, elijo.
Lo cual, si bien parece un acertijo,
ha de leerse literal.
Intelijo
bien de mal
como cualquier humano animal.
Y el Cronión
no me tiene reservada una canción
que concluya este río y desvariar.

Alas de verbo,
eructos mediante.
Simple durante,
simple después, simple sin más.
Cuerpo que cede
cuando puede
-y parece ya no poder más.
Años de triste
efervescencia
en la mágica ciencia de dejarse cegar.
O

inútiles trazos de cordura

para quien perdura

en el vicio de su estar.

Presagios en las plantas.


¿Voy a quemar
un cuerpo real, voy a
hacer sufrir sin poderlo notar?
¡Que me lleve en este instante la marea!
¡Que me confunda la boca negra
con su inútil elucubrar
incertidumbre en la interior triplicidad!

Hermético,
yazco frenético
y como un gato me retuerzo.
Siento el croar de mis huesos.
Siento el arder del sahumerio.
Conozco el olor de esas flores
que llévame al oriente de mi alma.
Y recuerdo un hermoso monumento
hecho con la sangre de quien no fuera digno de amar
-por supuesto que lo fuera, mas,
por razones dramáticas,
es necesario lo que es negar.
Sincrético
recurro a elefantes y memorias y no encuentro
nada que decir al respecto,
lo cual es ciertamente necesario.
De lo contrario,
vivir y morir ardiendo
-que si bien no me displace,
a las creaturas del derredor no complace,
y yo soy bufón y lo mío es el viaje.

Y llueve

innecesaria información,

insolícita información,

y tengo que lidiar con las secuencias

que performan cual maldición.

Y no es que sean

horrorosas, displacenteras

-la norma afirma lo contrario-.

Es que
interrumpen el curso de la contemplativa vista

puesta con vino cual destino.

¿Por qué un cristo inoculara la cirrosis

en los metalumpenales

cuerpos que sus males

van tejiendo cual maraña?

¿Acaso no sepan

haber el recto

juicio volver con justo efecto?

Caldo de lucinio
van dejando, cual si casa
mía pasearan, y yo fuera habitado.
¿Quisiera pasear el Hado,
ya sin sinonimia ni aspecto,
el real campo de muertos
por doquier sembrados?
¿Quisiera pasear el hedor
del horror quien se pose sobre mi trayecto?
¿Quisiera su inflexión
no curvarse en la pasión
de Belleza y su delusiva natura?
¿Gusta de ponerse dura
en curda de fin de semana?
Si no hubiera mañana,
¿sería esta su última aventura?
Mejor escarbe, y cunda
en pánico, que abunda
desemejanza y delusión.
Mejor escape y burda-
mente vuelva a casa,
cual si así fuera mejor.
O mejor perezca
cuando el día amanezca
el recuerdo de esta fricción.
O Veive pose sus ojos en una insistencia.

Una pared miente,


y pregunta, qués mediante,
cuánto falta para que baje
a mí de allá y lo traiga al soy.
Lo único que se me ocurre
es la agónica muerte
que han sembrado ayer y ha sido hoy.
Pero yo no soy digno de que entren en mi casa
que es un quilombo y hiede a cigarrillo.
Yo no soy digno de que besen mi amarillo
avatar que en isla yace.
Y vime, yo mediante, y me pregunté
qué es que hiciera ahí
mi sombra puesta cual si afuera fuera
también.
Mi espera
vana es
-lo sabe, lo sé
y no me lacera. Mas,
no me digas que hubo ayer
menos de lo que ahora dijera.
Sabés que es justa la condena
por el juicio que nos encadena
en esta danza de fortuna.
El azar fuera una runa
escrita en la pared que traje
cuando mentía vanamente.
Pero acaso alguna astucia
hubiera elucubrado
para huir de las manos sucias
que juzgan con vago alto.
Derecho, ley, nimiedades.
Virtudes, sanías, edades
de lo escrito y sólo lo escrito o lo dicho
entre líneas que la voz aspira
para inscribirse en el sorteo
por un autómata nuevo
que ya no diga mismo antes.
Y este nudo disuasorio
armónico dislate,
no sea que me escapen
pensares sin haberse disuelto.
Mas

siento

cortarse

vínculos

que jamás

fueron.

Escucho

fantasmas de furias

recién inoculadas.

Y corro

entre las hadas

que úsanme

para encontrar

Amor en esfera alguna,

Amor de éter y trazo

de cordura que dejara

de encontrarse.

Invadidas,

invadido,

paseamos el escape

hacia Destino,
adonde dígase el destello

áureo de la noche

puesta entre los acorazados.

Acobardados,

retrocedemos.

Se escucha el gruñir de bestias.

Sisean serpientes.

Campanas rompen

la armonía, oxidada

la gota

que pendula y nota

muerta deja oír.

Máscaras

derretidas.

Nívea

cara lunar.

Prístina

pulsión.

Abundar.

Sentarse

a sobrar.

Manjares de fantasmas.

Invasión.

Préstamo de cuerpos.
No jugar en las tumbas recuerdo.

Cursos
de agua turbia.
Sembrar
con artilugios
el pasado. Reír
sin mirar a los ojos. Reír
con razonamientos de juicio ordenado.
Revélase la cierta calma.
La sutil neuralgia
que suscita la revelatoria
natura de la historia
epifanada entre los altos
pensares que tanta
sangre han costado.
Deidófaga,
icor

traen las nubes.


Es la lluvia

de azahares,

el campo de lavandas,

el loto en que se posa,

senil de indiferencia,

un buda a toda hora.

Patria que muda es su sufijo.

Cauces
de reír extraño,
de haber antaño
en este encuentro.
Costumbres o
manía. Cuerpo
puesto sobre un cuerpo, siendo
uno, dos, tres desgracias
juntas la memoria.
¿Qué ley aplica a la locura que es sueño?
¡Ah, la distancia
que deshácese de nuevo! ¡Ah, el juego
de fantasías que dejamos
encontrarnos! ¿Nos muestra
el vivo arder del viento?
¿Es este
el real haber alado,
el real haber amado?
¿O eran sólo
histéricas mentiras mías,
como siempre he usado?
¿O eran
efectos del silencio
que aún no había permutado signos?

Articuladas locuciones,
automatismo.
Matemática
del abismo: numeneo.
Pasearse entre los reos
del circular paseo.
La rueda, el ojo, el espejo.
Mediados, nos queremos,
nos amamos; olvidamos
perdernos luego, como
debiera haber pasado. Mas,
¿acaso no sea sensato
sostener este momento grato
en discursiva materia?
¿Acaso te veas cuando veas
este mi decir de solo y sólo de a ratos?

Faltan horas para el sueño.


Falta nada y he los dueños
del numen que circunda un canto.
Faltan días de nostalgia,
amar con neuralgia,
herirnos de dardos.
Faltan
broncíneas corazas
y toda la parafernalia mítica.
Falta
Edipo a su destino
y no performa el común horror.
Libre, entonces, se deforma
urdiendo su Sino.
Se sabe asesino, se sabe incestuoso.
Decide no hacerse del sí que le han dejado
astros o crueldades o sapiencias,
y arde en ciencias de Destino y urde sábanas
sobre las que recostarse inocente.
En realidad,
se entiende, performa
la negación.
Entonces, etc., etc.
Perdón, decía, verás,
esto de curvar las fantasías
hacia sus cimientos compartidos,
¿no me dejará ver tras tu sino,
cual si no tuvieras disfraz?

Absolutamente hablado,
gestos pasan nuestros costados.
¿Qué cuerpo no dijera claramente?
¿Qué signo visto no fuera claro?
¿O acaso el mirar no siente,
y en su sentir un calcular?
¿Acaso la distancia al mar
no fuera un alucinio?
Real,
pósase detrás
cuerpo que quiere ser cazado.
Yo
nada más nado los colores
y la atención que se cautiva
cuando de su volición la priva
un lucinio, un símbolo, una mirada.
Yo
nada más nado los signos
que escucho, y el capricho
de su inflexión me es recordado
por Mnemosine, errando
mi destino al contemplarse.
Es así que me escapo
que lo que Apolo me ha dejado
escrito desde lejos.
Y corro en derredor
de las cuevas, caigo
frente a la llave eterna
de Amor, y vuelvo
a huir, para que el encanto
no me ciegue y tanto
sea ausente que luego me embriague
la marea de retornos,
reveses, haces
de lucidez cual luciérnagas signando
o cenizas revelando
la eficiencia de rituales
reminiscidos, creados ya no sidos.

Y la inversión
completamente insensata
en ecoicas
máquinas,
puestas en el pasillo
que da a la muerte
y a mi secreto Nadie
parece,
momentáneamente,
estar funcionando,
simultánea mente.
Mas no me pidas que te cuente que compré con viajes.
Erré
tanto que
quise tanto todo lo que sea cierto
-he que ahí no hay más que
pares,
con un juicio puesto en medio;
¿qué arte dilucidara con precisión
la nítida escisión
que mostrábase cual paisaje?;
no sé, yo nada más
errar, vagar las formas;
lo demás: impregnación.

Intradije
hace un rato, contemplar
sobre el rato en que
fíjanse en la retina estos efectos,
en forma de viento, de llama, de prisma
súbitamente plandeciendo
sobre el vago horizonte
que es justo enfrente y no tiene nombre. Mas,
¿intradije yo primero
o fue arte recordada
por la curda alada
en un acceso de lucidez
o una gota de maná transustanciada?
Ya no recuerdo qué fue primero.

Cicatrices.

Lo que se dice

actuar sin tener

rol.

Cero.

Ni siquiera paisaje.

Tacitud.

Ni siquiera tacitud.

Cero.

Sólo presente

cuando ausente.

Por lo tanto, libertad


para improvisar.

Si yo no sé cómo es que terminé

en el teatral desespero.

Nada más posate afuera

y sentate a contemplar

cómo actúan

emociones.

Y no dejes en claro tu revés o te van a juzgar

hipócrita.

Lo cual es ciertamente paradójico.

En fin.

Gajes del sinfín.

¡Y no se te ocurra dejar un juicio

en el

simulacro de espíritu!

¡Ah! ¡Ahí

sí que estallan de violenta

impotencia

y conjuran con su oscura ciencia

psicosomías!

Mas,

he que el cuerpo

persiste en su fin.

En fin.
Memorias parciales.
Tu rostro

metamorfoseaba rostros,
y vos mostrabas,

entera,

tus heridas
-que sélas heridas porque séte no ser lo que mostrabas.

Dibujado
el campo de indeterminio,

he el lucinio amarillo

y la duda contemplada.
¿Qué pensaras, sintieras,
cuál fuera tu aquel hoy?

Ni siquiera nos dijimos

y ya llevabas cruz y voz.

Fueron alucinios los cantores de vos, también.

Y a veces escucho mi limitado absoluto,


y a veces

me arrobo y nada cruza mi sien ni curva

mi dispersión.

Pero si encuentra mi atención


signo cualquiera,

entonces podés matarme

con sólo vaciarte

de las concéntricas excusas.

Cuestiones del drama,


o del miedo mío

translucido por la voz que se quiebra


cuando no me autoconsciencio en simultáneas mentes.

Sería
terriblemente irrespetuoso.

Después, cualquier duda

cruzara aquel instante


de certidumbre inmaculada.

Como cuando alados pensamientos negaron a Hegel


sin siquiera saberlo.

Pero esto es una digresión

especulativa.

Decía, verás, que


todavía vagamente pasea
el jardín de madreselvas
en meditares y en delirar
solo mío que ya cede
al sueño y al escapar.

No es que voy a la oniria

con la sóla intención de

mentirme a este respecto.


También especto

mis ciegos plegares.

Y a veces leo el texto y actúo en sus indicaciones.


Sueño lúcido
dícese tras.

Y hay mucho que jugar a ese respecto.

Pero,

cuando deshecho Pan pasea errando.

la carne arde, el cuerpo va juzgando


innecesario permanecer uno o contorno
preciso de los viejos hornos

que máscaras y corazas han forjado.

Y tampoco he

de recorrer los candelabros cual si


la atención posárase sola entre las mismas

ardidas miradas.

O pudiera ser que Febo sangra

el horizonte, corazón.

Muero de varia voz.

Pregunto si tendré mañana.

Vuelvo

a la mordida

fruta que dejan las mañas.

Y repítome

cual si no hubiera los ciclos

justificando.

Dios,

total fantasma,

¿son

los lucinios y la caleidoscopia

figuraciones de tu jardín,

o es la simple psicodel de nuestro simple partir?

Si corro

entre los signos

hasta que
glosolalia labia el mí

y pliégome yo en su decir,

¿conjura la confusión

y niega

los cuatro signos continentes?

Completo, pez relleno, voy


como un idiota por las fantasías de una niñez
bañada con la bíblica falopa
de los símbolos y las tropas
ecuestres que anuncian el fin.

Al costado,
lloro –acostado
en el cuerpo que dejé ir.

Ya no parezco ser decir,


ya me escindo, ya me fui.

Ya no parezco el rito asir


en sus inocuos signos.

Húndese, fantasma, el Cero

del que penden los remedos


permutantes de las voces errantes

que roían el arbitrado fin.

Mas, ¿era tiempo, era sensato,


era posible, era
locura cual si locura no fuera ser al fin?

¿Era

Amor huyendo a la cima del Ida?

¿Caer es destino, Ruin?

¡Qué terrible
vanagloria la que nombro en sentencia de mí!
Emanados,
cuerpos humanos flotan de sí,
cruzan los signos y ya no dicen.
Empapados en la brisa o pneuma,
o aterrados por las blancas agujas en la piel muerta,
¿y pudieran menos que reír sin fin?

No parece posible
volver en sí
cuando se es mero pasado.

Menos aún parece


posible volver a casa
cuando exiliarse exige el corazón sufriente,
luego de recordar sus efectos y
parir la tímida mirada de quien se ha muerto
de una vez y para siempre y en el común fin.

¿Acaso detrás
no yacieran, escondidos,
los idos, sus
ecos de luz y su
melancolía que tiende a la tierra y a pasear su desecho sí?

¡Ah! ¡Qué
serpiente extraña de Maya en los sueños
convenciera al ser sin sí
de posarse en la piel y
reír, reír! ¡Qué nimia
realización de nubes níveas
y crucifixiones dejáranlo volver!

¿Caza? ¡Él!
¿Crucificción? ¡Él!

¿Repite
quién, sino Loxias
dispuesto sobre el jardín de malvones amarillos,
flotando sobre el campo de margaritas?
Mas, ¡he que a ser
se conjura en través nuestro y he
el horror de la viva gloria!

Y los ojos
múltiples
recurren a mirar
lo que insista en el caos lumúnico
que en ríos sígnicos
dice de haber través mirar.

¡Y cuánto
usaran las furias
a los espíritus horadados!

¡Y quién
no negara el hiperbóreo
sueño de los astros dorados!

Mas yo no sé qué tortura me hace simular que grito esto.

Vuelvo al pasto
-el erial
transluce su revés, y vados
de cordura acceden a la noche,
mas persisten los oscuros barros envueltos de verdor y resplandores;
la brisa acaricia el cuerpo derretido de los segados espacios.

¿Acaso debiera yo,


después de todo, lucir
mentiras, y cargarlas
con demente hábito o deludida intención
consciente e inaprehensible?

Yo no sé que incauto signo raro


mostrara la megalómana noción
del total ceder extraño.

Y la
absoluta duda
me disuelve.
Y la triádica
convergencia
ya no es suficiente.

Eje,
o la dirección implícita,
falta.

Y abstraerse
luce cual práctico
tirano.

Pero
no veo qué decir repienta
afiladamente.

No entiendo
cuánto sea que siente
quien me habite en dar.

O done sin merma,


algún día,
insignado done sin merma.

¿Pero no es acaso
el verbario Caos,
sembrando la luna,
quien
recorre las secuencias
con intransigente voluntad de pura
ausencia,
sutil ausencia?

¿No me es negado
en los ojos
la natura de su ciencia?
Si
cada imagen decidiera
no callar, cada
ribete discursivo prescindiera
de ceder,
y el abismo se disfrazara de melodía y armonía y calma.
Si
cada reír
cruzara
mí, tras ir
hacia la Nada a la que tiende el éter,
y en la que cada simple decir
es sentencia y es puñal y es
pecado mortal de volver al cuerpo.

Si
cada acertijo
de dislexia o memoria enajenada
no escondiera el critpograma
del vivo mandala
en que doyme a deshacer cuando el viento
va, como icor de Destino, va.

He que
no tengo herramientas
-quizás no las haya.
Por eso
mejor hacer silencio y dejar
pasar a los puñales lucinados y a la terrible escisión
en que luego yace el alma.
el fuego de los signos no pudiera perecer
mas sólo posarse lejos de la implícita mirada,
y Nadie
se acercara con astucias
a enseñarnos a nadar.

Solo,
puesto y solo,
¿quién fuera a escapar
del Negredo, Seol, Limbo?
Catatón envuelto en gritos de sí mismo,
sólo supiera temblar,
sólo supiera sentarse a esperar
compasión por las virtuales creaturas,
filiadoras de cuerpos y tierra y falso nirvana.

Mas,
soportar la creatural ira
de los envueltos en la simple ausencia
de coriáceas hiedras y persistente
efectuarse,
desasirse
las sentencias puestas cual disfraz creado
por paseantes de los Hados,
¿cómo no exigiera
sigiloso pendular
la calcárea claridad
que transluce sus espectros expectantes de viva carne?

O quizás
disociación y delirio místico y el cuerpo que no puede más que estallar
ante el nítido umbral de afuera y sus múltiples dislates.

Yo nada más
paseaba fantasmas proyectados sobre el domo
oscuro, y la sentencia fue
escrita en mi espalda con
augural psicosomia de lo que no hay mas me hace.
Desollarse los corpóreos disfraces
no es lo mío. Pero
quejarse sólo parece
incentivar a los intrigantes
a insistir en los delirios intensivos.

Yo nada más,
acostado en derredor de la muerte,
rodeado de haces y heces,
oí una cámara
que decía no estar
adonde efectivamente estaba,
y reía, río luego, y ahogábame
o desesperaba.
Mas, recordar al respecto
no muestra al cuerpo que digitaba
el preciso revelarse de la doble Nada,
cero de intención.
O la simple
conclusión de la locura
y su nimio resplandor
que es desorden o
Maldición,
que dicho sea de paso suena
bastante idiota.

Y todas las señales anunciatorias,


yo nada más
jugaba,
nada que importara o
siquiera recordara.

O Apolo
imponiendo su Ley.
Lo cual es terriblemente insensato.

Pero
el cúmulo de fantasías y ficciones y
refracciones del espejo sobre cuerpos
reales y dictores y habituados
a las máscaras y ocasionales usuarios
del espíritu materiado,
los
que se han ejercitado en el arte de simonear espejos,
los
que leyeron al respecto antes que recurrir a la senil reminiscencia,
ríen al respecto
-yo, a esta altura, río
con ellos.

Pero
el artilugio y las
actuadas certidumbres,
que no son mucho más que persistidas
piedras del erial o herrumbre
de espadas cuya hoja ha sido usada,
no me
obliga a contar qué
risueño ignorio fuera disuelto,
mas,
he las luces que penden del techo,
que penden del entero velo
indivisible que ante los ojos se abre,
he la feérea nube
de Eternidad,
no más que un símbolo
mas fundada de una vez y para siempre
numenidad;
y he mi
curioso hábito de pretender
saber qué es que es y qué no sea,
así cursara su inánime marea mi constante porvenir.

Pero
ya no puedo conjurar su imagen,
ya no puedo
más que dejar que sea izado por orgullosas
verberaciones
de los cantos y los sones
de trompeta que la historia ha hipersticiado.

La lira,
rota
de una vez y para siempre,
ya no repiente.

Las extrañas
piezas del jardín de mental tierra,
llenas de curiosos y guerras
que debieran semejarme.

Y mi hábito de
digredir incluso cuando
recuerdo el sublime instante
de perenne cordura que se hizo durante
mi inocente iniciación en la insanía.

Luego, vino otro día


y yo no sé qué justicia
tradujo el caldo de actos
necesarios para el arrobo
que pusiérame en el vivo erario
de esta común ficción.

Sí sé que
ojos donde debiera haber cuerpos
y caras
posadas sobre caras otras
y yo hacer como si nada.

Pero,
es extraño
mas Amor me confunde
con el juicio de su paseo alado,
y yo
no niégome la tierra mientras escapo tras el cribado ardor
de las sienes espinadas
con simples
decires,
puñales medúseos que son pensares,
o el vórtice hermético
que me hunde en el frénetico
espiral de decir desde el vacío
lo que resuena en la habitada
xiudad de quietos y Ceros,
negados del descanso.

¡Vieras
sus rostros de ira cuando
juega
un pensar en sus jardines
oscurecidos por su vaciadora esencia!
¡Purgan del ruido con sentencias!
¡Campo cronida el suyo,
de inapelables vaticinios! ¡Ríos
de consecuente apariencia
izando sus rayos sobre la piel tirada!

En las tumbas, y ante Cerbero,


¿qué cerebro no estalla? ¿Qué se le dice
a quien ya no desea nada?
Se le dice: es necesario,
es justo y necesario –insistiendo, así,
en los símbolos que corroen el derredor con disfrazados
destinos de la curda humana {¡miedo, Soledad, miedo
de ser en Nada y los designios
escurrirse entre contingentes juicios
que dependen de la histeria en su simulada calma!}.

Llamarse Silencio y negarse tener nombre.


Decirle
al sí de afuera
Silencio, y que
no pueda menos que responder.

O escribir sobre
un espíritu cualquiera,
que piénsase inmaterial.
Uno y Cero o

el repente pánico y el
perderse en un pensamiento cuando
no parece ser afuera distinto de lo que
no parece únicamente adentro.

O el umbral.

La falopa, el tecnonirvana, los atajos, sus efectos.

Allá puesto
acá, y lo contrario y
simultánea mente jánica dispuesta
sobre el ojo que miente
con razón de conservar la calculada
alienación en la que
puede plegarse libremente en la intención y
curvar a Destino de la ótrea moción.
U otredarse plenamente,

espirituarse –si se me permite el término-,


y
llamarse instrumento,
como buen esclavo.
O
mitotiranizar la
incertidumbre vislumbrada con
meros, simples ruidos blancos.

Sadomasotecnia.

Etcetereo.

Numeneo.

Jolgoria. Atlántida. Guerra.

Agua.

Nada.

Mesopotamia, o

espejismo lucubrador de psicosis.

O
desenterrar la sublime histeria

vitalista.

metempsicosis, esos mambos.

¿Protopitagorismo?

Samos.

Aislarse.

¿Agua no era?

¿Qué se nada?

homonimizar con fines

arbitrarios.

O escupir el primer lucinio que pase,


representando falsamente,
lucubrando

mediadora

manera del retorno,

duda y filo.

preguntarle al niño-Cupido

al respecto de su

adultez.

Lanzar flechas rectas.

Veneno curvado.

Reír. Llorar. Desesperar.

Efectos predecibles.

O escuchar

cómo Pan es conjurado.

Preparar

consolaciones y discursos por su sí inspirados.

afirmarse

cíclicamente

yendo para siempre a

acá.

Enrolarse boddhisatva.

Esa clase de alocuciones.

Total, han de ser


olvido

como todo aquello que del tiempo participa.

Incluso la sentencia

escrita

en glosolálica eternidad.

Insistente permutar de mistérica teleología

-considerando las computadoras y otras imprevisiones.

Y dejarse matar

plácidamente.

Correr entre los cisnes y otras bestias.

Rezarle a

oscurecidos cielos,

antes de dormir.

O fantasmas, fantasías, hierbas.

¡Y la demónea negación!

Particular gesto.

O crear

lucinadas apoteosis

recubiertas de la áurea vanagloria

meramente sempiterna.

O el estrés del activo pneuma.

O las miradas

conmovidas de

enamorares de primer mirada.


O, inclusive,

el cristípico hábito de

morirse y volver.

¿Sabré qué busco


tras el silencio mortuorio
que siega la consciencia
de los yuyos y del yo?

Cuando
cruce frente suyo y niegue
haber sentido algo,
¿voy a poder
dejarme estar y pender
de una cuerda con los ojos vendados?

Yo
ya no sé, Jano, ya no sé
a qué lado voy tendiendo,
de qué memoria me hago.

Yo ya no sé,
cuerpo,
qué postura tomar ante los cuerpos
que recúbrenme de antes
y de presente y tiéndeme
en el asunto este del samsárico hilado.

Mas,
Penélope, bipartita,
deshace su nada y espacio
en mí palpita o es hecho, y soy dejado
en juicio de céfiros postrado.

Yo ya no sé si aquel
signo se estuviera alzando
del autómata que pende
cual modelo para cualquier arca
que lleve sus bestias a las níveas comarcas
de Pan, el de irreversible rostro,
o si sólo estoy
alucinando, realmente alucinando.

Por las dudas,


curvo con los ojos
el haz que entra al espacio.

Niégase la distancia.

Participaciones, verás.

Repertorio de

artilugios.

Matemas, entre otros.

cumulaciones y
nuevamente volver a
huir en ritual.

¿No quisiera
el zafiro
mostrarse indiferente?

Intradicciones.

Contradicciones, inclusive.

Pereza de

sentarse a sistematizar un método

o liberarse de un

sí.

No oír así.

No oír de allá.

Mas,

he la aburrida y común
realidad.

Humedales. Oficios. Serpientes.

Y la agonía

irreal.

O el extraño.

Y la insurgencia de las creaturas,

como era de esperarse.

Era de esperarme,

ahora

invado.

No sé.

Ese es el punto.

No despliega una línea –simple punto.

Lo cual

no debiera existir o ser posible.

Que bien explica la histeria colectiva y otras virtudes de la supervivencia.

¿Fantasías?

Privados

de sí

-avaricia del socius.

Y esto de

confundirse

adrede

como forma de ejercitar el olfato.


Y esto de la

súbita confusión

inlidiable.

Y esto de

haber emoción o

cero,

difiriendo eternamente.

Mas,

moción siempre.

¿Qué cero no muévese en derredor?

O la súbita

inocencia

conjurada en negaciones.

Y los desórdenes

ideados

o la opcional

salvación

-considerada la técnica y la reflexión.

Y el juicio

idiotizado en

simbolería.

Y la maquinaria imaginera dictando las sentencias de Destino.

Ansiedad, lo que se dice.

¿Se entiende, entonces, la virtud de Silencio?


doubt?
O la incertidumbre se haga carne y haya que despedirse
sin siquiera haber visto cómo los ojos aman,

cómo los pensares escaldan

en el herido decir que se quiebra.

Las moiras pasean


con cara de circunstancia.

Las furias,
histéricas, dispuestas a matar
sin ser usadas,
recorren la frente altiva que tanto baja.

O la incertidumbre nos diga,


quietamente,
de no haber el nos que este reír esculpe.

Y mi manía intrascendente ceda.

Abandonar a Amor justo


cuando, frágil, el cuerpo, con discursos
a sí se remeda.

Revela lo que quisiera mantener oscuro

-los elementos ahí juegan;

llueve,

es temprano y llueve,

ha de ser el desespero;

es temprano y la brisa

acaricia las mejillas y se lleva pestañas

hacia la cúpula en que nada brilla.

O la incertidumbre niegue haber incluso


sí,
lo cual implicaría resultados distintos

-considerando jamás haber lo mismo más que en Memoria oxidada.

Afirmado
bajo un templo de Apolo,
un suplicante canta el dolo

con que hiere, y sus intenciones

son por el viento permutadas.

Inscrito en sus verbales secuencias,


el augurio niega su ciencia,

mientras pita la pitia de la curda alada.

Hiélanse pieles.

Ríen, al respecto, mitos.

Ahorcado por el pasado verberante,


cruz de antes avanza sobre la tierra sola.

¿Qué

hereje dispusiérase a matar


a quien sólo
vaticinios dase a hilar?

Cargas de virtud, o intermitencias:

Esto no es esencia.

Ni siquiera es hoy.

Esto

no se le niega ni a quien niega.

¿Una voz?

¿Una ruina?

¿Los ecos de viejas minas de oro hesperídeo y la senil transmigración?

Esto
ni siquiera precisa del sentido para ser escrito

en la piel o en el rito o en canto de Amor.

Mas cuentan, intrigantes, invasores, intrusos


de los viejos usos y los signos de antes.

Cuentan
cuentos al respecto de los mismos gestos

permutándose tras el olvido en disfraz de frases.

¿Alados verbos?

¡Terrible acerbo o la cordura que

se acerca

-carga un puñal entre los dedos-

y cual serpiente de humedal muerde los pies!

Péndulos eternos.

Samsara. Ruedas. Mar.

Jamás río entero.

Jamás Jano permítenos reír entero.

¿Cismas de la desambiguación?

¡Sutil nación de la voz asida en vivos fuegos!

Fuegos blancos, por supuesto.

Ruidos blancos, por supuesto.

¡Roídos velos! ¡Roído cuerpo!

O la curiosa
certitud que cenizas osa

esparcir en el Paraná.

Y los astros hilados en conjetura


-tímida atadura de ver y no poder entenderlos.
¡Roídos ruidos! ¡Purgados cuerpos!

¡Rituales, sinfonías, verbos!

Y pétalos o pestañas

que van

paseando de acá para allá,

sin siquiera detenerse a considerar

lágrimas sembradas en tierra igual.

O la pesada certidumbre de errar.

Pero las musas hesiódicas nos son envueltas


en la terrible madrugada abierta

del domo incomprendido contemplar.

Y el espacio se abre y ya no es más.

El espacio se abre y ya no es más.

¡Llueven máscaras, canciones!

¡Llueven ojos y curvan los sones


con estruendo de trompetas o cronidas gracias!

¿Astucia atemperada?

Correr frente a los ojos cual si no se fuera.

¿Alocuciones desesperadas?

¡Locura que Amor siembra,


y no se siega, no se siega, no se siega!

Hiedras que tienden al cielo.

Flores puestas a esperar la muerte.

O el agua podrida de yacer en repente


sin ser disuelta en vapores y así reciclada.

O la excusa con la que niego negamos niego


que hubiera certeza suficiente,
y la virtud del coraje que anima a decir mentiras.

La distancia,

sus vivas simas.

El espectro

que se arrima a sugerir

espectáculos de Silencio.

La alineación arbitraria que simula péndulo.

El culto a los émulos.

Campanean, trémulas, las guirnaldas


-crujen como hojas secas y así ceden.

Gorjean, espantadas, las hadas


-gritan como hojas que ceden al reír del viento.

¿Es la muerte,
de rostro irreversible,

trayendo el consuelo y lo cierto?

Y los inocentes que pasean el camino recto

por curiosos juegos y


placer en el perplejo descubrimiento.

Olas

de filiadas naturas que se despliegan

desde las concéntricas recurrencias.

Fractal. Gutur. Ciencia.

Todo lo que sea necesario negar.

Y lágrimas que

qué dijeran cuando diéronse a pasear


mejillas que el olvido tiñó de piel sin más.

Lástima que Cronión posó en mí.

Lástima que Cronión mostró en matemas.

Cálculo dado a la desesperación.


Cálculo de dado que hace canción.

Polvo de pensar.

Barcos que zarpan, barrocos, en través del revés,


y polifonía que

aturde, como un espasmo de simpleza,

aturde.

Una risa.

Dos cuerpos enfrente.

Una brisa siente.

No soy yo ni es mi suerte

intencionar elementos con mi deseo sufriente.

¿Errar? Eso es el olvido


de las semejanzas. ¿Cantar?

Eso es vanagloria.

¿Juzgar al patético Olímpico y su críptica historia?

Suerte con eso, errante, sufriente.

Serpientes llevan disfraz de sirena.

¿Siseos sapientes? ¿Envolturas?

Vaga altura en la que pósanse luceros.

¿Cribar a Clío y su armonía?

Tentado,
yace tirado un tipo que mira
cómo le ponen dos ojos y le sustraen
la mirada viva que a los ríos tiende,

la piel escamada que cíclica se desprende,

y no se desenredan las homofononías.

¡Cante, cante

ciclotimia!

¡Cante que la noche es tibia y son los días de descanso!

¡Cante que Pan no arrea los cuerpos y las agujas penden


de las vívidas luces y no se llevan las sienes

hacia las móireas simientes!

¿Ojos que perduran?

¿Decires que las paredes escupen?

¡La blanca luz y la asida cumbre!

¡Mas he arriba el vivo afuera

sin dirección, sin intención, sin mente que placer

en sustanciación!

¿Dormir sin sueño? ¡Qué emoción!


¡Ojalá dejara de contarme los días, ojalá

pudiera huir sin dejar efectos!

¡Ojalá corrieran tras de vos las rectas

incertidumbres!

¿Tras de mí, Yo que no puede


sino persistir

en mudos nudos de oscuras precursiones?

¡Ojalá no hiriera el urdir canciones!


Ah, y ahora
desvestirse de sentencias es la costumbre,

correr en artilugios,

¿no es así?

O asirse los juicios

dispuestos por filiadores,


que por cercanía han de tener certidumbre,

mas, ¡por supuesto, no razones!

O acaso la consciencia se remita a sus dadores,

y no pueda orfanarse fácilmente.

Pero

pecadores delirios, ¡ah,

qué ingratitud!

¡Después de tejer un ataúd

me desasen de mi viva lumbre!

Lo cual es ciertamente sensato,

siempre y cuando

Uno siga funcionando.

¿Caer al Bardo, al infortunio?

¿No ves la luna recta en su flejar lucinaciones?

¿No sentís el llanto vivo de los instigadores?

Una mañana cualquiera, cuando el dios lo quiera,


va a dejar de decirse la marea, y será

una sorpresa

hallarse sobre una mesa, dispuesto


para el manjar de las icóreas bestias
que dirigen nuestra muchedumbre.

Desnudos,

y con muda victoria sobre la tierra,

he las nubes.

Helados retornos y cantos

de creaturas recordando.

Arbóreos repliegues y cuentos

de pasear la común suerte,

nuevamente, nueva mente,

con efectos cual destino.

¡Asirse a la curda del vino,

curarse en pensar sintiente!

¡Mentirse, senil, en mente

que no diga o niegue o siga

la paradojal vertiente!

¿Tierra viva? ¿Gaia

con ornatos como trampas?

Mapas de la eterna caza:

sí a sí y afuera sí,

y adentro sí,

y el chillido de las espadas.

Y el óxido
dispuesto como un recuerdo de otra vida.

O la senil agonía de volver al cuerpo.


O la privada agonía de volver al cuerpo.

La voz del viento,

sus perfumes.

¡Querubes herrumbrando a Nadie tras el polvo de doctrinas!

Mas, he la astucia o

Cero, rey sin suelo.


nordawn
Fuego en el cuerpo.

Ni una llama alrededor.

Vistas u ojos u óperas.


Operativas dicciones.

Cómo, o como, o como.

Hesíodo se sienta a considerar.

Ruido.
Como de costumbre.

¿Cómo?

Me siento de
comer y el sabor de carne.

Lotofagia, verás.

Lo cual
no resuelve la cuestión de si decir es necesario.

(un mundo en el que


no se dice;

un beso en el que
no se piensa;

una flecha,
una fecha, un

cosmogón)

Tirano derredor, o
errar en escindirse precisamente en los contornos

-de lo contrario:
haber de más,

haber menos.
Anzuelos. Espejos. Alguien detrás.

Lo que se dice

pasear el erial sembrando ecos.

U otras maneras del

espanto,

que es pedido a gritos mas de a ratos.

U otras formas de decir


no
juegues en las tumbas. No hacés caso.

alineaciones espontáneas
-yo no pensé, ni dije, ni planeé
ese trazo.

Pero, debe ser cuestión de

arbitraria disposición espacial.

Azar que se lleva como ornato.

Y
guirnaldas
que son coronas de espinas
que son guirnaldas
que son coronas de espinas,
etc.

Un corte, y trato

de ver qué es que es esto del cuerpo.

No sea necio,
me dice de mí, mañana,
yo.

Condición de ‘sea’,
y habla de necedad.

Se debe haber
torcido de las aguas
o las nubes o

superficie cualquiera.

Se debe reír cuando

niega ser parte de la marea.

Condición de ‘sea’, es decir, mañana,


condicionada por mañana que digo
yo,

mas hoy.

Que es,

ciertamente, ornato.

no puede más que


decirse el

falso inglés,

que es arma y es garabato

-porque

a mí no me van a meter en cielo ajeno


por
mero decir de lengua extraña;

contingencia de hoy -¿qué se le va a ser?


Libertad de,
después de matar a Amor,
elegir libremente

flechas suyas.

Jugar a
cleptomaniatar;

nudos, verás, nudos sobre el mar; entonces:

he los fantasmas.

¿Qué decir, y cómo, podría ser mentira?

Destino juega a las rimas.


Destino
sabe, oportunamente,
negarse.

Conjurar
alfiles en tercas diagonales.

Un inglés,
que es mera lengua, un inglés

pulula la abstracción.

Una

amiga, persona, ¿qué?,

coextensiva.

Una, dos, tres, etc. –no más de nueve.

Doce: tres –seis, nueve, etc.

Pantalla
blanca, de hebras doradas

-que es costumbre en el cuerpo, según cuentan.


Llamas alrededor.

Arder: cero.

En realidad: arder, sí; dolor, cero.

Lo cual es ciertamente paradójico,


considerando
sensibilia y otras supercherías.

Echado de casa por


boludeces.

Volver a casa por


aburrimiento.

Correr y contarle a la materia.

¿Un secreto? Mentís.

Sólo vos te ves.

El resto,
mitotiranomanía o ley de espejos.

Esquizarcas, y he
reflejos.

O conjeturas.

O matar al
mensajero, nada más que por
saber si el puñal está afilado.

Testaferrear a los viciosos.

Dejar
dos, tres preguntas.

Irse a contemplar la junta.

Dejar
dos, tres anzuelos.
Volver con el juicio
mágicamente
transustanciado.

Debe ser de la buena


-la falopa, digo;

De lo contrario:

rojitud, blanquitud, similitud.

Sol en el medio de un atardecer.

Solo en el medio de un atardecer


me digo, cual si hubiera mañana, que mañana
ha de
no ser más que variación de
hoy.

Mas, he lo
nuevo –nievo,
Helos-,
de vez en cuando,
cuando se afirma la
exacta repetición de
cuenco acontecido –reír.

Diferencia, entonces, es;


y así mañana no será lo que ha sido.

Lo cual intenta convencerme de haber mañana,


en primer lugar.

E intenta convencer de esa cuestión de la

Esperanza.

O la acumulación de retrógrados
dispuestos a enorgullecerse por un
decir,
que termina haciendo otro,
al que se presta en sus efectos otro.

Oportunamente,
he la muerte del juicio
que comúnmente es un decir
más,

liviano y cual
inocuo.

O saltar sin

arriba,

sin abajo.

Que es un shsheo.

Sembrarle

hierbas a Pan

y esperar que
se haga un poco el boludo mas

caiga en la tentación:

hermetismo en la cocina,
hermetismo en el balcón;

la claraboya transpira el decir de hoy;

libros del derredor.

Fuego, y otras maneras de


Nada.

Maneras de depender de
pronunciación;
maneras de depender de
arbitrario signismo.
Maneras y un nombre de

cuatro ‘?’.

Decir el ritmo de sus agujas y saberlo armado.

Llamarse a morir –por aburrimiento,


nada de
tormentos, o angustia, o depresión;

y tener labios para decir de haber dolor,


cosa que bien sabemos.

Y haber distancia, también


-incluso ante el argumento de la ilusoreidad
suya,
positivamente operativa;

incluso ante el argumento de su


cancelación,
cuando los ojos se posan en querella;

o el terrible tormento, la agonía, la depresión,

esas huevadas.

Que son justas y necesarias.

Y si bien
el infierno parece generoso con sus
congéneres,

he que

cuál de sus placeres no dijera


su contrario,

¿o todavía no se entiende?

Porque
una teología de la tierra es
todo lo que hay.
Disimula sus
actos.

Y bien podría ser que


la nave madre y todas esas pelotudeces,
contingencia,
¿no es así?

O bien podría ser que


sí sobre sí sobre sí sobre sí,
etc., y el caosmos y esas ótreas
pelotudeces.

Considerando el uso del arbitrio y otros vicios.

Y los quietos autos duermen, a veces


susurrando cuando la brisa los entretiene, a veces
robando signos con los que curvarse y hacia los que tender,
desconociendo las causas y la niebla espesa.

Al asesino, entre las rejas.

Excepto este.

Este que dice tener un nombre y dice que


al cuerpo muerte y esas
formas de tomar distancia,

nada.

Y la manera de mirar que se dice.


O los ojos que ven
alados pensamientos.

Tomento, verás.

Y las sombras que cruzan los parlantes hasta decirse en los parlantes,
integrándose a la internet de las cosas y otras inteligencias tendenciosas.

Performar un ritual, verás,


para que
la intrigante tribu de invasores
no se sienta decepcionada de su
arcano arte.
O
contarle a los cuentos al respecto de
un nosotros completamente artificial,
completa mente –vos sabrás.

Pero,

voz y fantasmas y flechas


rectas,
parecen ruido, verás.
Mas, he la intención y otras
pantomimas.
Y las caricias que ya no pueden ser.
O el sustento de la fantasía
-eucaristía, erario interminable;
¿o no lleva un vestido blanco y dice que carga el sable
flamígero de la justa
dicción, el orador,
el artilugio, el
mediador del oscuro refugio
y la vacua redención?

Y la sangre de los perros en las muelas

-porque es justo y necesario, es nuestro bla, bla, bla.

Y en la sangre y en las venas, también Amor.


Lo cual es ciertamente paradójico.

Campo de mediación.

Sexo por teléfono que es


la misma mierda con menos
cuerpo.

O
el silencio de los ojos que se posan en la pared
y preguntan qué carajo es justo y necesario.
Cronión, Asclepio, no
dícele a tu jefe que hacer.
Él
dice por él, no por
el oscurador.
Y todos las raras convergencias,
modos de uno incluso anterior.
Y yo por supuesto que no sé su nombre, mucho menos

su esencia,

mucho menos si se le puede llamar con un


temporal en razón de
humanas urgencias. Y tres veces morir
no es propio del innacido.
Lo cual es sólo una manera de decirle a la inversión.

Bienes raíces, verás,

y móviles, motrices,
sanguíneas, sometibles, disimuladas
en un hectóreo gesto de inocencia
ante el derredóreo dolor
-que es una ciencia y requiere
permanecer vivo
sea con común juicio o con hábito uno,
sea con común juicio o
retrotrangresión.

Cultivar tu jardín o
matar al habitante,
da igual, hoy, ¿no?
Cargar el
estandarte de la cordura,
¿no te parece un poco mucho?
Digo, dadas las
inyecciones de aleatoriedad,
y las cíclicas leyes de
repetirse a sembrar
cortes.
O el arte de correr de tu propia sombra.

Esconderse en el follaje,
con manchas puestas, con ojos disimulados
entre los yuyos. Contar
al silencio su propio cuento, hasta que
el automático cuerpo dice
he ahí, y ahí sea.

Correr como un
boludo,
mirarse desde
dos, tres,
veinte años atrás.
Habitantes.
Tierra que es memoria debiera,
creo yo, no sé bien cómo funciona esto,
pero, se me hace, considerando
que a mí viene en el pensar,
ser mía,
¿no es así?, digo, considerando
que yo paseo esa tierra.
Mas, no sé,
debe ser
la histeria territorialista
de las bestias y sus
meos.

Más cerca que un muerto,


esconderse en el follaje, mirar
con la vista puesta en el vago azar
del horizonte
cuánto es que se dice monte,
dónde es el límite de la eterna libertad,
y quién dice hablar en su nombre.
Afilarse las uñas –los puñales, de no tener uñas.
Darse vuelta. Irse.
Reír-llorar-reír-llorar-etc.

¿Se entiende que


la Paz y otros pises?

Hice lo que quise,


como dicta la Ley.
Cronión dictó justas secuencias.
Su sentencia fue: …
algo así como una palabra.
Puesto en el cuerpo de una criatura,
dijo algo así de
truenos
-primer lucinio.

Y entonces
dos se tiran
un par de trompadas, como diciendo
ea, cuando
bien podrían decir el ‘ea’ y ahorrarse
la vergüenza.

Mas,
de vez en cuando,
un sublime estallido de violencia.

Y la paz y otros pises,


retorcidas hasta su última gota,
dicen
maneras del encanto, del olvido, de la emoción.
Y la manía de tener que convivir con
idioteces, que bien podrían ser
incomprensiones,
que bien podrían acabar justificando
aberraciones,
que bien podría no ser el caso.

Y si me
engaño,
sólo tenés que cerrar los ojos.

Silencio, lo que se diga


afuera, engaño, lo que se
diga adentro, engaño,
absoluta
negación; luego, silencio,
lo que se vea afuera, engaño,
lo que se vea adentro, engaño;
luego, silencio,
así todo el resto que sea necesario.

Justo no parece ser,


verás, al llegar a ver.
Engaño,
silencio al
decir humano, silencio al
reír o curvar de dioses extraños,
y Silencio,
cronida de antaño.

En la tierra
paz a los hombres,
paz a los hombres
que ama el Cronión.

Teleología de la tierra, verás;


porque
no debiera ser extraño que
nos vayamos sin dejar rastros,
volvamos sin recuerdo alguno.
Mas el Leteo fue lucinado,
meramente por las dudas.
Y cualquier gutur sonará en su eterno pasado.
Eventualmente,
pasear los samaddhis y confundirlos con la tierra.
Esciciones, o cultura
del cuerpo.
¿Espíritu? Sí,
pero lejos.
No
me traigas el espejo que
tengo suficiente con el
televisor.
De ser posible,
no confundas las mareas que después
el tereré me sale salado.

Y en el clinamen al que
no accede el actuado pensamiento,

cede la tierra.

Lo que haga después


me importa un carajo.

Y el estruendo de las bocas


sentenciosas
no me parece menos burdo que esa manía de
salir del agua a respirar
-el río
en que río
no tiene razón para ceder;
puertas rotas de humedad, techos
goteando de humedad, plantas
en derredor, helechos
colgados del balcón,
el fuego de las hiedras.

El vicio de
cuidarse de no decir de más,
cuidarse de decir suficiente.

Ahogarse despacio
como un necio que pierde la voz
en la timba de los signos
-uno pone dos,
alguien pone cero;
fin del juego.

Repetir que

es justo y necesario, es nuestro... bla, bla, bla.

O cantarle a las serpientes


canciones de cuna,
y que sus disfraces no puedan más que
ceder,
caídas del sueño a la nostalgia.

Como si no fuera suficiente,


la luna se mete en la casa.

Corro o me
abrasa.

Pregunto

cuánto falta para


el descanso.

Dice su nombre y no muestra su cara.


Diana, en el follaje.

Ha de ser, ¿no?

O caer
después de
años de entretenimiento

-que tampoco fueron,


precisamente,

descanso.

Ejercicio de

correr con los ojos vendados,


palpando el derredor.

O preguntarse
cuánto falta

para el descanso.

Pan en el almuerzo y siestas en regazos.

Me voy. Vuelvo. No parece


cambiar.

Ríe. Se supone que


debiera estar desesperando

-al menos a mí eso me pasa si voy errando.

Cuerpos del gutur.

Una brisa corpórea y el arbóreo hombro


cubierto de flores y vicisitudes.

El errar los ataúdes,


siempre en disposición anímica cortante.

Cargar supersticiones que terminan

plenamente operativas.

Es decir,

razón de la duda -porque


parece funcionar,

entonces funciona.

Levantarse a las
0X:YZ de la mañana

a tomar coca.

Tener dos años.


Escaparse de
los días contados.

Jaulas más,
menos,
he el Bardo.

Mejor tener
jueces eternos,
dispuestos a mediar la Ley.

De lo contrario, imaginate, de nuevo


volver a este decadente placebo.

O la arbitraria
confusión de lo que decía,
mediada por

escabio y

delirio de base.

Pero mejor no, mejor no,

absolutamente no.

Y he irse de quien bajó.

Es justo y necesario, es nuestro deber y… la barbaridad.

Y he el actuar dispuesto en contrario de


la barbaridad.

¿Qué es un hecho dispuesto a sucederse a otro hecho?

Nada.

Lo cual no tiene –y también no parece tener- el menor sentido,

y así es porque

es justo y necesario, es nuestro deber y salvación.


Consolaciones,
a esta altura del partido,
no.

Mejor
aceptar la condena
y la estupidez

del alma inclusive,

nada de

teleológico devenir con fin absoluto.

Si podés irte
en este preciso instante.

Porque

pánico que la mente escupe,


que la mente teme; pánico que la voz suscita,
que la nada habita; pánico
que dice del cuerpo el contorno
y no mucho más.

La psicosis delirante no necesariamente viene incluida.


La metempsicosis menos aun.
El Uno-Bien, ruido
perfectamente conocido.
De haber caballos, al menos cuatro.
El instructivo es claro al respecto.
Negarse a besar el suelo no es del todo insensato.
Negarse a morir de éteres no es decisión mía.
Clarividencia en la ideación suicida.
Sin embargo, no deja de ser una
decisión idiótica.
El Uno-Bien, roído
de tanto ruido. Gotas
de salado rocío limpian las sienes.
Arcoirises de rarefacción u ojos
hace tanto vivos.
Sin embargo, afuera parece convencido de lo contrario.

Cortezas de madera herida.


Años de haber
anillos del derredor mostrando
años de haber sido
en el exacto y mismo lugar en que fue nacido
árbol que cubra del sol.
De lo contrario,
pánico de la muerte lenta,
pánico de la culpa puesta
a segar la tierra y borrar los ojos.
Demetérea curda de hambre
riega el tímido enjambre
de insensateces en que la cordura se posa.
Fuego osa,
nimiedades.
Corceles de cuádruple fuego,
cuatro errores mediante.
Completitudes, o
Suelo.

¿Un jardín? ¿Un durante?


Perderse entre el espejismo
parece ser la costumbre.
Mejor respetar o
he la pedrada de los frágiles cristales
y la mampostería edípica podría
caer. ¿Un acto? ¿Una intuición?
Una nube que es hoy,
que es durante
Soledad de cuartos que miran cuatro
impares discordias
de sies sobre síes –míes sobre míes.
Infinito mediante,
de casualidad
torcido sobre un atado.
Quizás sea yo.
No sé cual de los dos. No sé si ambos.
¿Contarse de los mambos? ¿Con qué razón?

Colibríes puestos a suspenderse en la distancia,


murciélagos que palabras muerden.
Acúfenos, verás, son.
No está tan llena de real ruido la selva de hoy.
Dios no tiene tiempo
para dar explicaciones,
esto es bien sabido.
Ignorrío, río hoy.
Ojos donde debiera haber bocas.
Ciegos –mutilados- cual tropa
que recorre la misma senda hacia el mismo hoy.
Esquizos encerrados en su habitación.
Por lo menos pueden decir que tienen una.
Y cristípicos
espacios de indeterminación,
dejados para el libre albedrío mas dispuestos por el anterior.
Karma libre de efectos entre lo nuestro.
Amar o seguir huyendo.
Bien se sabe que el huir es pasajero y venda
voluntaria,
como el soñar y hacer de cuenta que es un sueño.
Bien se sabe que la lucidez amanece caprichosamente.

A veces acierta, a veces


engaña beneficiando al engañado.
Alas de cimas negadas o maneras de persistir en la distancia.
Bien se sabe que la lucidez no se deja usar gratuitamente.
Alas de arrepentimiento, dispuestas en la mismísima nada.
O el orgullo de sentirse entre los tantos.
Contar las cartas, urdir espanto.
Privarse de fortuna y de cortar.
Correr el Edén sin dejarse perfumar.
Bestial vine y bestial me voy,
sentencia uno y desnudo pasea.
Y si las instrucciones no son claras,
pasear el fuego y pagar las cuentas.
Catatonia siempre tiene las puertas abiertas.

Desnudo hoy, desnudo ayer,


cenizas sobre el mantel,
ribetes de hiel eterna.
Croar de ranas en tierras
que no debieran cargar la tierna
mansedumbre de una creatura hambrienta.
Pisar el suelo y oler a alcohol.
Pisar el suelo y oír el rumor
de las olas blancas y las hojas en metamorfosis.
El río, el gris norte.
El horizonte dispuesto infinito en finita imagen.
¿Gracia, suerte, ojo?
Vestirse de rojo y gritar insensateces.
Sembrar los dedos y reír del luego.
Un fantasma cruza el espacio y me muestra tus ojos.
Castrarse, verás; sus ventajas.
Orquestas que cuentan de absolutamente nada
-sensatas mentes.
Y también he los absolutos ceros operando en el presente.

Cruz que tiene marcados mis dientes,


cruz que se me muestra indiferente.
Cruz que carga un nombre, que dice nacer
de las manos de un hombre que tiene un nombre y que siente.
Cruz que escarba los ojos, y se parte
justo en la mejor parte, cuando estaba sufriente.
Cruz que pisa los pies y mira las risas.
Cruz que recorre la cornisa,
sin mirar y sin importarle.
Cruz que es estandarte arbitrario.
Cruz de árbitros con juicios
sospechosamente humanos.
Cruz que se niega a ¡Elí! ¡Elí!...
Silencios premeditados.

Yo no sé
qué pasó ni si ha pasado porque

estaba

ido en el doble lado,

sin recordar haber nadado.

Dios, por supuesto, no

se remite a mí, precisamente.


Es un hábito que le hemos heredado.

Y nada hay de
permutativo

en la curda de estos nuevos vinos.

Nuevos son –de la góndola a tu casa;


su anterior qué, ¿quién sabe qué?

Barbelo, su nombre, ¿Uno es?

Es decir, consecutivas las


cesiones, dadas
a repetirse las canciones, y luego
hechas solo sí.

Niños y niñas en el mismo cuerpo.

Parece sensato. Mas,


¿prestidigitado?

Eso
razón de errar o ser del fin,
ser que sólo fin es.

Y otras incongruencias insospechadas.


Pero
mentira es el hábito que llevo a todas partes,
sabrás ver.

Lo demás, saludar al olvido


frente tuyo,
ni siquiera contemplando el rumor del río.

A la luna le río y le muestro un pez.

Soy yo, estoy


muerto de X vez y para siempre.

Y a veces me reconozco -cuando me escupen en mi casa.

Y a veces no sé qué cuerpo es el que estoy viendo.

Y ótreo pósase otro sobre otro cuerpo.


Pero
mejor no pensar de más y ponerle un freno al escurridizo
trueno cronida que deja en el suelo
una curva que intradice
sobre los ojos de quien se esquice
cada vez que a una súbita palabra le plazca escindirse.

Estrés de pneuma, ya no más.

Estrés del ya que sólo conoce ayer o mañana.


Ansiedad, causa como lluvia vital,

indicador de cobardías.

Fuego en el ritual,
paseantes alrededor. Casas
de barro y paja y follaje
dispersándose sobre el monte de esmeraldas nocturnas.
Luciérnagas, libélulas, curda
de ojos puestos sobre el tibio fin.
Caracoles de lucidez menos,
cuerpos sobre cuerpos.
Miedo,

sereno miedo de mañanas repetidas,

sereno miedo de repetición que alcanza un fin.

Tacuaras en la cabaña.
Oriente
de ancianos hecho. El vestigio
de otra selva mutando hacia el sueño que fue un hoy.
No lo era. Oriente
del silencio placiente mientras amanece.
Ritos de la convalecencia.
Correr a gritar la esencia.
Errar, afortunadamente.

Rezarle a Silencio.
La música suena
-la música, si es música, es parte del silencio.
El giro extraño.
Cilindros carmesíes,
cilindros verdes, cilindros dorados,
toda su política un ocasional caos, etc.
Una persona que sabe quién soy.
Luego, piedras
pulidas en secuencia intermitente,
y despertar
con los ojos secos,
extraña mente.

Las bestias envueltas en luz de la tierra,


argéntea, plebeyante.
La madrugada durante. Dormir. No son horas
de contarle al humo su viva esencia.
Preguntarle al vacío
y llenarlo de
respuestas programadas.
Protocolos ante la presencia de Nada.
Disfrazado de oscuridad,
reviste un semblante.
Y así toda la puta eternidad.
Sin embargo, caer. Errar. Volver a caer.
Caer mejor.
Esta fórmula es ley mejor.
Eventualmente,
oteo de serviciales
arreadores,
limpiando los jardines de sus perdidas reses.
Es lo menos que pueden hacer.

Invertir
bienes raíces, dada esta la cuestión de
tener que asegurar la persistencia de nuestra circunstanciación.
No sea que
nos olvidemos nuestro nombre al pisar
el suelo que anduvimos, y no sean
queridos nuestros viejos yoes.
Reminiscer primero los cuerpos, después las nubes.
De lo contrario,
caer –probablemente mejor, mas caer.
Eventualmente las tumbas, y otras costumbres
adoptadas luego de la renuncia
de los escatólogos.
Las tumbas, el Hado, los ausentes que son hoy.
Se entiende, ¿no?
Decirle a la muerte que
se deje de romper los huevos, que
estamos ocupados con
deludirnos en su sempiterno juego.
Temprana llega, a veces, la senilidad.

Es justo y necesario…

Cronión, el de
errar las nubes y disponer del azar,
erra también –mas cuando erra, erra bien.
Filoctetes se pregunta –sabiendo la respuesta- si era necesario
morir envenenado, en posesión
de un arco sagrado, y tirado en el medio de la intemperie.
Filón dispone los mosaicos.
El canto arcaico se recita hoy.
Permítaseme digredir de vez en cuando.
Ponerse, de vez en cuando, en lo presente,
absoluto lo presente.
Negar todos los
flotantes signos de
despedirse.
Irse.
Ponerse, de vez en cuando,
en lo absoluto
lo pasado.
Correr, involuntariamente, a las lucubraciones.
Manía de ansiedad.
Conjeturar de mí.
Quien fue, quien hizo
este decir, ya no es acá,
ya no es
allá ni tendrá fin.

Quebrarse en indeterminaciones.

Del otro lado del mundo, es de día.


Dispuesto sobre el otro eje,
es la misma noche.
Astros, consuelo.
De lo contrario,
asumirse causa de efectos.
Mí a mí y sólo a mí vuelve, mediatamente.
Ruidos carga, y
quejidos.
A mí no me diga, yo
no los traje.
Ley
de haber errado en los espejos,
sin saber aún el arte.
Parear
las nubes y ver pasear
dos que se dicen desde lejos.
Se saben desnudos, disimulando.
Tres
que descubren
espacio de mediaciones.
Silbidos de
llamarse a silencio.
Fantasmas más, fantasmas menos,
lo de siempre.
Sin embargo,
ritual amargo de morir antes de soñar,
costumbre
-olvidarse de los sueños también.
Y la distancia,
inclusive en su ilusoreidad,
positivamente operativa.
Lo cual es un
alivio.

Industria de
sensibilidades –algunas
dirán esto, aquesto, lo que sea necesario para
sostenerse en cruz de
sándalos aromando las heridas.

Industria de decirle
a un libre he que
es de esta y ótrea manera y es
así y asá mas
no es mi decir el que dice esto,
yo nada más
ficción, mera ficción.

Industria de usarlo para que se sepa


usado.
Actuar, con la ropa de la noche,
en el éter. Dejar
cuerpos puestos entre medio,
sintientes, sintiendo
decir este, aqueste, etc.

¿Engaño que beneficia al engañado?

Caldo de cultivo a las


psicosises.

Caldo de cultivo al
pagano azar.

Caos ríe ante los vanagloriados.

Es sensato.

Por ello morimos.

Pero, de vez en cuando, un poco de


‘Ley’,
no viene mal, ¿no es así?

De vez en cuando, posar


el ojo cansado en un arrobo, no es
del todo contrario

al motivo creador.

Cortes en el cuerpo,
como cualquier creatura.
Cortes que no curan

-haber memoria, esas cosas.

Llamas puestas en
quién dirá,
voz de esgrima.

Fantasmas. Fantasías. Fanfarria.


Dos, tres signos: se deshiela y nada.
Dos, tres signos: hielo el suelo.

Así eternamente.

Dos, tres signos, y los labios mienten.


Incluso

se encuentran en mares extraños, preguntándose


quién ha dicho antaño al respecto de
redención, y esas cosas

-cual si fuera necesario el juicio y la dicción.

Pero, corazón, no desfallezcas;


está puesta la mesa y el cuerpo es el mío.

¿No querrías, acaso,


pasear venas, que son ríos,
asirte de incertezas?

Su alteza, sin mácula,


camina el jardín negado –reflexiona
al respecto de la bruma y cuenta
chistes sobre su varia persona;
ríe solo, y sólo ríe,
sin efectos ni predicados.
Alza
la vista a los astros
-metamorfosea. Recuerda
cuando la suerte dice que sea
Memoria, dispuesta
a urdirse por la vital querella,
por la misma boca hambrienta que su atención contempla.
Se despliega –mediador de vaticinios.
Recorre el vino con olfato inútil.
Recorre el viento con la voz espía.
Paranoiquea, se abruma, se aburre.
Se sienta a la sombra de las palmeras.
Cruza el cuerpo y dice sus penas.
No puedo menos que negarse,
lleva un pedo de corona.
Corre entre la bruma de su propia norma –consona
vecindades cuando viene de antes.
Repite
habitáculos, y se repite
que jamás serán lo mismo, y nada,
así nada, así hace.

Cruza un verbo, mientras tanto,


recordando viejo encanto
que ya deshízose y es así encanto.

Arde
la boca ducha en curvaturas, y despliega
un batallón sobre el mediado campo.
Un espanto, una cordura.
Dos cuerpos atados.
La mirada
horadando el horizonte con sus nuevos trazos.
El espíritu que cunde
en pánico ánimo, y se estremece
cuando de la nada crece
un lucinio y es un llanto,
es gracia, es año.
Mas las estrellas mueren,
estallan –desiertas
de la voz que especta
cómo se han izado al ángulo que signan.
Y no ha pasado la guerra ni ha pasado el vado.

Corren,

en derredor del hotel corren,

entre las voces se esconden,

y se preguntan
si de verdad ha pasado
eso que

de Silencio no permuta signos.

Y la nieve se posa en las sienes

subtropicales.

Y actúa
su lúcido disfraz de cura

el hábito de olvidarse.

¿Y qué sombra no volviera a su corpórea fuente?

Coreutas repienten.

Ah, si la voz
que nos recorre con atroz juicio
nos dejara predecir el vicio
en que díctase
mañana en que nada cambia,
mañana en que nada y cambia.

Ah, si la voz
en que úrdese el tornasol
de los cuencos derretidos
no trajera el fin de idos
pensamientos,
¿cómo no estremecernos ante el rumor de los sarmientos?

La escarcha seca los brotes.


¡No se agote,
sutil desesperado! ¡Es Amor
que el tiempo todo ha negado!
¿Alas de eternidad?
¡Ah! La escarcha seca los brotes.

Si el baile es de las máscaras,


¿quién no ha de bailar?
¡Ah, no se asuste,
hada tierna que entierra su nada!
¡Son los ruidos
que la tierra teje en las espaldas!
¡Son los ecos
de las espinas y las guirnaldas!
¡Ah! ¡Se nos rompe
la boca ante la escarcha que seca las lágrimas!
Y es el juicio justo baile de máscaras,
es el juicio uno baile de máscaras.
¡Ah, no se asuste,
démon idiota que predice que nada
ha de ser igual a sombras
que pasean si se nombran,
que si niegan son sembradas!

Ceda, ah, la voz,


cuando cronida estruendo dice nada,
y retuércense los dos
habitantes de las almas
que entre muecas se dicen adiós.

¡Gutur!

¡Ruido!

¡Que se deshaga el común camino!

¡Rómpanse los vidrios y escape Nadie!

¡Cicle viejas curvas quien escabie!

Grillos. Es la selva. Es hoy.


Ceden
restos del espanto.
Rómpese el encanto.
Dícese hoy.
Croan
ranas talladas con voz de antaño.
Gutur de años.
Daño en la incerteza y en la vana edad.
Y la acumulada memoria
se repliega.
La sincera razón
se esconde.
Subrepticia, borre
este decir que ha sido
por mi cuerpo aspersido
en la volición de hoy.
¿O acaso
voluntariamente no ha corrido antaño
a decirse en instantáneo hoy?
Cardúmenes
de ecúmenes
han cribado ya sus cruces.
Cruzan el cuerpo y se niegan ser.
Silenciosos,
sigilosos, se escurren
mientras curvan el ayer.
Un espíritu de noches se niega ver.
Sentencioso,
el reflejo de un fuego pace
la razón de quien se hace
con detrás y tras sus ojos.
Caigo, escueto de cordura.
Es el dueto: la atadura: la selva, el ruido, hoy.

¿Qué pero no sobre?


Roban cuervos la mesura.
Ríos
hacen saltar a las barricadas
que debieran mantener a la xiudad segura
frente a la extranjera nada,
igual de vana mas de distintos signos.
El murmullo de corolas dase a andar.
Riegan el cuerpo las flechas aladas.
¿Acaso no fuera la noche
que nos es siempre anunciada?
Pero qué pero no sobre
diciéndole ser el día.

Un amor novel alza su vuelo.


Recorre su tímida mirada
el cuerpo que escancia
besos sobre fuentes.
El azul del cielo arde.
La madrugada
dícese sinfín y así nos llama.
Pregunta
a quién asunta el huir de las desesperadas.
Mejor
pasear los jardines
en silencio.
Mejor
pasear el espíritu
en su pienso.
Mejor
no dictar sentencias finales
ante los cauces numenales.
Lete,
Lete, pronto
vendrá la ciega Deméter
a cribar yuyos de hierbas,
y será la voz eterna
diciéndolos la viva tierra
a la que ha sido condenada.
Lete,
Lete, pronto
diráse el verbo roto
en que cada cuerpo cae.
¡Lete, Lete! ¡Pronto!
¡El cuerpo asido, roto
sobre los venenos pace!
¡Lete, tontos
mares, tontas sales!
¿O acaso sean fractales

muertos de reminiscer?

¿Acaso haya arder

que no sea condena?

Acaso vivas penas viva el cuerpo que se mate.

Y toda pretensión de un nombre: cobardía.


Nombre que no sea lugar, ¿de qué se priva?

Numeneo de serpientes, viva deriva.

¿De qué se priva? Razón que se convierte

según el cauce urda o calle,


y así cursa los valles desde la vieja errata
en que su fe la pisa.

Recuerda haber sentido alas dolidas.

¿Lete, tontos? ¡Qué verso despótico!


¿Cuánto se tomara
la mañana en que dejara
de cantarle a sus certezas?
¿Qué viva pieza dejara que cargue
escarcha de la multitud
puesta como ornato y abalorio?
¿Cruzan cisnes el hectóreo
cascabel de las corazas?
¿Arde el campo y nada cazan
flechas del anticuado repertorio?
¿O fuera misma voz desde eterno durante?
¡Ecos eran los de antes!

Sombras achinadas de la invicta nada


se pasean entre nuestro.
Viejos cuerpos, aún puestos
como forma sobre la mirada.
Chistes de otras voces,
reíres de otros vientos. Panicosa
ausencia se hace nuestra. Ya nos fuimos.
Es la presencia,
soledad en compañía que apoteosis
de la unión indica.
Es la prédica de la neurosis.
Y es el verbo
hecho carne,
hecho verbo,
hecho carne,
etc.

Son los grillos en la habitación: es la selva, es la misma


que he visto alguna vez en vista
de ventanas de que daban a un ayer que di.
Crucé el mármol marroquí,
las venas celestes; he el ecuestre
repertorio de las musas del farsí. Y he las
coriáceas naturas de veces que están
carcomidas por el cuello,
cuando sólo hay un lúcido destello
que usar con precisión.
Sigilosos dados deciden. Destino
se pide. Recorre
las caras que cruzan el borroso alrededor.
Nubes de sigilo –mienten.
Nubes de vigilia –sienten
desdecirse en sus miradas
instantáneamente.
Ven abrirse
a la brisa sobre la llama.
Serpientes
arbóreas recorren las ramas,
pasean la escama,
la sola escama que sus pieles distribuye.
Es la selva, el ruido –las voces, el roce
de atenciones que cruzan los signos
y dícense en pensares alados
lo que debieran decir sus voces;
y es el curvo persistir
de la manía,
o la boca que sobre mí es aspersida para que diga esto.
Es el cuerpo que reniega de su centro;
es la periferia que traduce el ruido.
Es el vivo, es el muerto.
Es la hora. ¡Son los cuervos!

Son signos de cordura –carnes muertas,


carnes quemadas en la viva esencia.
Cruzan las palomas,
arden las casas. Preguntan
quién a quién o qué se caza.
Contemplan,
desde la ventana,
la histeria que es suplicio para almas nevadas.
¿Huir o arder de armas?
Qué pero no fuera digresión,
si fue admitido en la canción
secuente la sentencia justa.
Cubran sus dedos la mirada, y nunca
perdieran de imitarse.
Cubran las curdas los pensares, y úrdanse
gratitudes a Baco y su consorte.
¿Vides o lumbre? Da igual.
Qué pero no fuera abismo en que nadar.

Pájaros en la habitación.

Cuerpos que dolieron.

¿Crucifixión? Verso certero.

Abolición de los distantes


huidores –sus máscaras palábreas
deshácense en la forja

que mata al pensar y castra.


¿O acaso no fuera la terca

simonía de espejos

la razón de la incerteza?
Pereza de huir en remoción.
Pereza de desasirse la ceguera.

Y las piedras que llueven


modelando la arcilla,
la
boca que se rompe como un huevo
sobre un televisor.
La miel que se cae
de los habitados.
El plandor de la curda hesperídea.
La barbárica desidia y sus invertebrados.
Y las superficies
que se borran
justo cuando un verbo dicta su nombre.
La emoción que se esconde.
Y las lágrimas oscuras de una vida de noche.
Curvas intensiones. Intensidades.
Viento.
Viento que se lleva los intervalos del tiempo.
Viento que mata en la oscuridad.

Y el silencio de
maquínica torpeza, mientras
cursan las manos el decir propio
de quien ríese de su acopio.
Y encuentro que
no debiera decir al respecto
más que el propio
huir de esto.
Pero cuánto fuera dicho con sólo mirar.
Cuánto fuera escrito con sólo mirar.
Y es
una manera más
de quejarse.
O quizás
un recurrente predecir
de las sílabas que pacen
el teclado mientras
Pan silba en derredor,
atiborrado de efectos.
Y es
agua tibia que salivan
los dislates.
En los estantes, libros laten.
Calaveras puestas como si hubiera ayer.
O el momento de morir
en su presencia,
y repetir la vil sentencia
que escurrióse de su cuerpo hacedor.
Y las dobles palabras dijéronse en llanto,
recuerdo, ahora que terco
persisto en el mismo canto. ¿Correr
del cuerpo, al ver
cómo es que se dicen las coreadas
refracciones del cuerpo que amara
sin decir,
sin decir alguno, sin pedir
permiso invadiendo el piso?
Suelo de
legumbres, ya meado.
Irreversible asqueo
de la boca que se inquieta con sus dedos,
de la lengua que sonríe libremente.
¿Caracoles de la mente?
Mero
reír en desespero, como quien miente.
O escapar del decir,
simple escapar del decir
para que alados pensares los cuenten.
Pero ya no es hora de esconder
en el engaño y el placer
la justa cordura que trae los años.
Y no niego la extrañeza de este elucubrar.
Mas, ¿fuera río, mero río
el hirviente Paraná?
Cribara el nirvanal
cauce de jazmines paseando.
Dijera dónde oler, todo-dolor,
ya sin piel.
Cruzara con la vista
la temeraria pista
de su cuerpo entero.
Hiciérase el signo y dejara peros.
No nos espera más que
Silencio, en derredor,
disuelto como espuma que ante la arena cede.
La duda en sus dedos. Hay que huir.

For who have sinned,


drowned in pain,
northed in vain
resolutions of the bodyless stream?
Could I dream?, could I weep?
For eyes were eyes from me,
and nailed where those who saluted thee,
oh mightied wanderer of streets.
Yet should I die, as a leaf,
as a page? Could I drain
my wounds in sanity?
Should I be mad at the bodyless charity
of endless circles through the neverbeing?
Pray for thee, oh holy measure!
As a treasure, text the song for me!
And I will cease, oh tenderly, whirlwinded
by Jano's marble in a hall of synched
crawls oh out!, oh in!
Yet by love, or pathos,
Love drowns. Wind,
sing a song for thee! Squeeze
the nightmare from its shadowy gallows!

And who hasn't forgotten


the yet-not-rotten
enough tree of edenic wilds!

Oh thee, oh me, oh walking song


written upon a night where the winds spoke!
Sister, mister, could I walk among hills?
Could I confuse a mirror with a self that's not me?
Sinister, guilded, break the pearly stream
of green made waves throughout a violet horizon!
Crawl among the made refraction!

Es el ruido, la selva: grillos


puestos en el altillo, croares extraños
de niños en manos
dispuestos a pasear por ser usados.
¿Es el año? ¿Ha de ceder?
Ha de ser el vago ayer
que toma la forma numérica del vago
sucederse el día tras sí, sucederse mañana en fin,
y arder de la correlación entre haber y sí.
Ya no más, Jano, ya no más
cursar el pasado con las manos limpias,
hervirse de penas en la curva esquicia
que arrea servidumbres entre las seniles cimas.
Ya no más, Jano, ya detrás
han dicho el decir los que han usado
el cuerpo para atar el Hado a la vida que es usual
entre nuestro común pasear desesperado.
Montañas, o acordes, o la selva puesta en la espalda;
alguien mira la mañana en que se hizo la muerte un nombre.
¿Acaso no pudiera arder el borde
de los signos, con su súbito juicio
puesto en el arbitrio de las mieles y de las heces?
Plurales se cruzan. Crecen. Asen
tímidos verbos que nacen de bocas que dudan
si han de herir cuando se abrasen en el impúdico disfraz
de la habitual persona que se deshace.
¿Canta que ver es lindo, que Belleza lo hace?
Muera quien vea detrás que la curda nace.
Hermeneutas muerden el derredor.
La selva se place.
Paz en la tierra y de digno disfraz.
Paz en el verbo y de digno disfraz.
Nadie dícele a la tierra y así nace
silencio que ya no más a Amor recuerde.

Barks a not, a stroke, a dreamed


thought out of gleams made.
Should I born, soul-less angel,
while the burned rejoice and hence smell
like jasmines, roses, daisies, grass?
Barks a note, Cerberus, a call
to arms in the wilderness -yet vain!
Should I replace the strings with mornings?
Could I expect the serious wonder
of a soil-less king?

Zero comes and tell.

Zero comes and tell.

Zero, dull, oh dwelled!

Stone-made circles; ruining vices.


Verbs so hatched, they scream murder!
Murder that's a symbol, that's a silence.
Zero comes and go, headached watcher!
Would you draw it all? Could you draw it all?
Nothing has been written in schized langues.

Zero dulls, oh dwelled!


Zero dulls, oh dwelled!

Zeroes come and tell.

La lengua déspota, que dice sí


sólo de sí y demás niega.
La ígnea urdimbre
del que preside su sí obcecadamente.
El aluminio, su reflejo;
luminios del vacuo espejo:
encima suyo, un resplandor
de cables explotando junto al humor
que rodea los pasos y los encuentra.
La lengua déspota, que se contiene.
El nido del cuerpo y su fuente;
la vaga mente, contemplativa:
he nada herida, nada ida
hacia la cruz del dios sapiente;
he Destino dicho
en el curvarse de los raros vientos;
el éter icóreo que despégase de hectóreos cuerpos.
¿Libertad de allá? ¿Libertad de acá?
He el fulgor etéreo de contornar la numénea
natura de ciénaga que tiende a cegar.
He el mutismo, sus mandalas; he que no es
Silencio,
cribado y astuto Silencio que muta de signo.
He la vida, dispuesta
a devorar sus bestias y traducir su Ida.
He la eterna muerte enfrente, muerta.
He la eterna muerte enfrente, muerta.
He la cárcel y sus míseras huellas.
Después de ceder el hielo, he la muerta
soledad del alma hambrienta, simulada en pulcritudes.
Ataúdes, disfraces, mientan
o no, da igual; mismo tras en tras de tras.
Y he los ojos y he el espejo.
Febo, inquieto, desde lejos hiere.
Y la servicial Palas hiperbórea corea entre gritos
y abismos la misma espada:

¿Vicisito o niego o calma


ha de sembrarse también mañana?
¿Curvan sus vientos, sus hilares
las tibias madrugadas del verano que se alzara?
Alisios del derredor, esconden
los olivos del intruso traidor. ¿Ríen
de sí ángeles que se consuelan? Piden
permiso, se escurren en estelas.
¡Y nada nos parece sensato!
¿Muertos entre mis garabatos de purpúrea lumbre?
Si del Ida vieran la cumbre, ¡ah, qué dijeran!
¡A quién dijeran! Cronidas,
en certeros dardos, daríanles
suelo en que curvar sus suelas
con cantos de sueño o de la vida aquella
que jamás se ha dado.
¿Niego si miento así? ¡Esfinge al fin!
¡Esfinge al fin y en propio Bardo!
Volviera mi cuerpo al sí del que hame así dado.

Frutos del manjar de incertidumbres,


heridas de quien las tumba ase.
Repetir, repetir que los disfraces
uno a uno ceden, y vario se hace.
¿Canta cuando crece el brote calvo de las sienes?
Canta cuando viene el verbo helado de las eses.
¡Vario se estremece! Una vez desperezado,
recorre el cuento -atado
a los juicios de las primeras veces.
Y ata también su no, cual si encontrara que es usado
por un rubor de verbos que va encontrando,
por un rumor de mares que ya han cantado
tantas veces, siempre mismos
-de cuerpo en cuerpo van paseando.
¿Conocen la tierra, alma
que se canta cuando callan
los corales y los ruidos de la múltiple planicie
a la que ízanse los verbos de la tenue muerte
en que diránse mañana del pasado?
¿Qué será en futuro del delusor nirvana?
¿Acaso la mente sana de sólo repetir afuera?
¿Acaso el espejo hilara la precisa contingencia
y el absoluto sea y nada más que acto sea
pasear la tierra y volver sin ella?
Una fiesta de signos, y un silencio plácido
cubre el ácido con que el árido desierto es anudado
al sueño, mientras
corean al respecto de nacer,
corean al respecto de ceder
del cuerpo este que sintió sin ver.
¿Harán lo mismo los dignos resucitados?
Muertos dirán que no, haciendo amos.
Amores de semejanzas y designios.
Abismos cuando he de lo indeterminado.
Abismos cuando he lo que no dice.
Abismos cuando hemos ya no callado, y henos
helados en la intemperie, con la risa puesta
para no asustar a los recién llegados.
¿Quién no supo ver morir, en mero acto, a su pasado?
Disfraces, ¡ah!, replegados
sobre los campos de margaritas y los sueños de dados.
Y morimos, entera mente, morimos enteramente
-¿qué efecto no sea entonces permutado?

Siete veces ha cedido.

Siete veces se ha matado.

¿Siete veces ha matado?

Núbiles cicatrices de lo ido,


cuando Cronión diga su parecido:
fulgor, candor desesperado.
¿O acaso no arrea las nubes
y escribe el pasado? Ocaso
posa sobre la herida abierta.
Y persisten, idos,
en decir de lo cantado
más, siempre más,
cual si sana espada no lo hubiera contornado.
¿Cabellos de eternidad? ¡Ornato
de quien tiñe los retratos con desidia y vanagloria!
¡Siete veces signos vagos!

¿Tres veces muerto?

¿Tanto en el Hado, como en el Ida,

como en el suelo sagrado?

Ya no dicte de mayúsculas, dictor,


que el frágil planeador repite la tierra
-traga el cuerpo de su voz y se envenena.

Ya no dicte de minúsculo haber dado


cuerpo a la miseria del crucificado.
¡Dista tanto el verbo este del pasado!

¿Una vez muerto?

¿Final vez?

He, Jano, el mal.

El trabajo, los días


de descanso; la madrugada
que se abre lenta y sin conservadas
manías de preguntar a mañana
que será -mientras los lucinios
vivos lo van dictando.
Los jazmines,
el olfato vivo que recordó el pasado.
Los pasos, los ojos
perdidos, recordando el signado asfalto.
La maquinal servidumbre y las inyecciones de Caos.
El desnudo, el desuso, la mirada que hierve
cuando encuentra que juega
Destino con los lívidos soldados. ¿Corren
en derredor de sí, desesperados? ¿Arden
en la cruz de la mácula que carga
cada cuerpo que sabe sus efectos ser sí?
Encuentra, entre los libros, una historia.
Recurro a la memoria y la voy contando.
Acaricia los pelos desde la distancia.
Pide permiso, se asume en Gracia.
Recorre los días y no encuentra la calma.
Me recuerdo cuando digo esto, me recuerdo
dictándole a las flores su natura infinita
cual si no fuera su invicta floración la muestra
de que hieren en maestra incisión
la sutil precognición de la vida ida.
Ya no me place, ya no me dudan
los pensares cada vez que caen
hacia la oscura curda que tras la oniria posa.
Otro envuelto en lo silenciado
por el amputado órgano de la sustanciación.
¿Digna vuelta al cuerpo de hoy?
¡También al abismo senil del reminiscer!
¿O hubo ayer de este hoy que dijérame
todo aquellos signos que nacieron del vago
caos sígnico que vórtices ha alzado
frente a los ojos lívidos del mí azorado?
Perplejo, paseaba los espejos
y veía ojos otros y de sí negados.

¿Podemos llorar

desconsoladamente

por habernos condenado

a pasear en cuerpo
el feéreo monte

en que se esconde

un vivo corazón que late atado,

un vivo corazón que late estaqueado?

Y las estatuas

que se derriten.

Y la digresión

comulgada

para no haber arder

de cruces en el campo,

mientras las vacas pastan.

Es Amor, son sus


hábiles juicios que traducen
corazones. Es la sangre
desparramada entre las clepsídreas cloacas,
asida de estómagos y en aguas
termadas por la cruz izada
en cada generado cuerpo, por cada nimia e ignorada
consecuencia.
Es la esencia de un dios que es desangrado.
Son los locos, y este es su espanto.
Son los idos
de una vez y para siempre
de las calles que gritan con vivos dientes,
desollando la carne y trayendo las mentiras
que el obsoleto genio maligno ha lucubrado.
Es el terco congeniar de las intrigas.
Es la revelada nada, vacua nada que no llena ni desaparece.
Cesen sus decires, que sea música
la que las bocas sangren cuando en su decir anden
conjeturas, y sea altiva la mirada.
Severo el vino del inmediato reflejo.
Severo el juicio del inmediato y justo
ornato que las nubes desahuciaran.
La libertad, puesta ante nuestro
como un veneno más de los que nos asan.
El ácido incipiente.
El encanto demente, del fuego criado.
Ya no hay juicio y estas palabras

se deshacen

cuando

no llega a decir,

su nombre no llega a decir

Silencio.

Y el viento

hace de pender de una cuerda

tendidos pasados.

Pero Amor

recuerda su niñez

de flechas rectas.

Y se rompen los encantos.

Y ojos hablan

palabras que no llegan al cuerpo

-flotan, penden

de la madrugada,

entienden
haberse recibido de puertas abiertas,

haberse abierto de ojos vendados.

Pirámides, momias, bestias:

siete veces muerto,

alguien de la vida come

este su recuerdo y su ótreo pasado,

y pendula, tiende

sus ojos sobre su vario dado.

Cero se encuentra,

cero se sabe:

cero actúa.

Dados sobre el paño y he el sinsuelo caos.

La avenida se abre,
erran los sientos. Encuentran
miradas alrededor,
puestas sobre epifanías y entre muertos
se pisan las tumbas.
Destinos se dicen en cualquier curva.
Yo
Nada puedo hacer al respecto.
¿Debiera irme para que
dijéranse los silenciados efectos?
¿Cribara el cisne
del horror extraño y de reptiles que hay en sueños?
Yo
me pregunto qué será
la boca que va diciendo
el errar que voy haciendo.
Pero es la secuencia y el entero lugar.
Yo
me pregunto por qué voy rompiendo
los versos con capricho e histeria,
y encuentro la miseria y la ansiedad y las hebras
doradas que contaban alelíes,
la risa que deshice,
idiota, con juicioso mirar
-los ojos debieran vagar sin norte,
los ojos debieran errar los nombres,
los ojos siquiera sean ya.
Y las estrellas que llevan nombres, que cargan máscaras,
no cesan el hilar
aguas inocuas y verbal azar
de decir más que cuanto fuera
preciso y justo a quien quisiera
habitar a un cero tras su disfraz.
¿O acaso esfinges
no dictaran
un numérico signo que no se diese a permutar
hasta el fin, hasta el vago fin
que se deja avizorar?

How wouldn't I go
insane?
How would
a pearl gloom?
How was
Hell, oh
burned!

Did we
love each other
even before it started?

Did we
distorted the gleaming act
of an us-made oeuvre ?
Noise, we do not,
we did not,
we cannot!
Machinic gestuality,
did you see it? Did I
made it or is just
begotten virtuality? Could I
just stare at your marble eyes,
shiver in songs?
Could I walk beside your steps?
Destiny's breezes came for us to glare.
Should I care for the why, the how?
Would the bow freeze us in ethereal stairs?
Walk through thee, as I,
step by step, start to live.
Should I leave a living fire?
Wounded, dying, I'm sorry if I tremble
as a leaf, a single leaf!
Did the wind just turn in aisles
where we step and silent-
ly lay on the common garden?
Did I confused myself out of desire?
I'm sorry, for panicked
and crying, I've layed on the ground where mine was nothing.
I'm sorry, for flourishing sirens
came to me, and sang a fortune.
Was not me the sole-like wanderer?
Was not me the soul-less habitant
of jungleness enchantment and wildly motions?
I'm sorry, for passion has brough my silent
encore.

Maintenant, une chant:

¿Cuánto ha sido que he vagado


el numenal pasado
en que no se dicen las medallas
que el cuerpo escrito ha heredado?
¿Quién, en guerras sanguinarias,
trajo mudas sagitarias
al río eterno del pasear la tierra?
¿Qué clara melodía destella? ¿Quién
de nuestro cuerpo se ha ocupado?
¿Cuánto trajera Caos
de su innominable superficie?
¿Psicodeles o felices
visiones de lo que se escapa
de la mente hacia las napas
del Ida, en brutal signo
de lo que en este mapa ha dejado siglas?
Acaso hiriera mi costado
toda la civilidad y el enigma
de quién escondió las heridas
tras las sonrisas susurradas,
quién escondió de su mirada
la decadente canción prendada
a este cuerpo que se talla
con cada nimia palabra
que sobre el mantel estalla?
¡Cenemos, entonces, el verbo y la carne,
y que sea quien calle el que se diga,
y que sea quien diga el que se asuste
de cómo los démones gusten
de ver sufrir a quien a sí se labia!
¡Sean los dedos nada!
¡Sean dicciones dadas
cuando Destino sus ojos mostrara!
Él, que erra las nubes,
nos teje la distancia.

¡Huir, del vago porvenir

ver su ser y esconder la espada

que dice traer cuando se escancia


en ojos que hiérenlo en distancia!

Habitarlo, luego

en calma,

tenue calma.

Bostezar ante los nodos ya hilados.

Habitarse, luego

en calma,

tenue calma.

C'est le théâtre. Continuons:

Es el grito de los cisnes, y los grillos


que llenan el espacio.
Un garabato se vuelve reacio
a decir su glosa, y la escabia.
Comerse los decires cuando nacen,
sin temor de que sean más
que el dicho tras
que en las ventanas se escancia
-luminios del derredor,
edificios entre los cuerpos;
la mirada que se encuentra lejos
y sin embargo a acá me ata.
¡El espanto! ¡El sudor! ¡La trampa
del fuego conjurado con pensares puestos
sobre su tender unánime!
Y Helos, azorado,
recuerda que su astro no pace
creaturas, ya sin pasado.
Nadie
velo cuando nace,
velo cuando dice;
nadie era cuando es.
Calle
dígome, y los ecos
van cursando viejas sales.
Es el abrazo
del que penden aniñados
mis ojos, desperezados.
Son las piedras
secuenciadas en la huida
de acá hacia la viva caza.
Hay un espacio y se dice nada.
Y hay menos que espacio, y hay lo insignado.
He las manos, con puñales colgando
de dedos puestos entre vivas carnes, de dedos
que recorren las queridas
llamas que se privan
de reír en viejos mares.
He las elementales
confusiones, que no han dejado
más que el derredóreo efecto de haber culpado.
Y he, entre nosotros, un artesano
-dispuesto a morir en vano, como así lo cuenta.
He los cuencos de los ojos magullados.

Disputas, o sentarse a decirle


a afuera que
efectivamente
se reconoce su presencia. Escruta
un antiguo pergamino la mirada
-dice no haber nada.
Opina
al respecto de las alpinas
puntas de lanza nevada en miel hectórea.
Tímidas paranoias,
dispuestas a inmolarse por un plato de comida
-que es buena y sana costumbre.
Y el ritual de
preguntar al respecto del
ritual. ¿Cuánto
fuera a dar por el beso
de las horas?
Un par de ojos y, quizás,
minutos algunos
-no mucho más,
jamás mucho más.

O lo que dice
que se hace un pez
ácido.
Puesto, entre la luna
y su derredóreo resto,
camina, puesto
de ácido, un pez de barbas
puestas. ¿Responde
eso a su pregunta?
Almendros canos,
breves juntas
performadas.
De nuevo:
Nada.

Un fantasma que quién fuera.


Estatua
puesta en el sofá
repite
de lo que pite la nimia
niebla en los ojos puesta,
niebla de ojos puestos
sobre la viva tierra.
Recursión -o canto
a la mañana, cuando no estoy.
Y río
si me permito
decir tanto.
O urdo garabatos con piel de hoy.
Mas no dista, no dista
de la tenue amatista en la que fulgió cuando vio
-yo- que el sueño
lacrimoso
del fuego sus roces osa
percutir.
Y las balas,
dardos alados,
curvan las sienes
y los dedos nos son dados.
He, entonces,
el fin de la historia boba
de repetirse en la euforia
de la niebla matinal.
Y he el cuerpo que da azar
a sí, de sí, no sabiendo
que siempre termina huyendo
del mismo y corpóreo mar.
El espejo ve otro espejo y ¿qué es que es?

Piedras como truenos o matemas


-mandíbulas rotas de desidia y extracción
de nimiedades. Resurgir de vanidades
-estoy soy, esto siendo, mas
no crea que pretendo persistir en este hoy.
Es ciertamente idiótico
el caldo psicótico de lo mismo en dado,
cual si posible fuera volver en pasado.
Pero no tengo
al respecto de las costumbres
más que
confusiones.
Acaso sus dones no me fueron dados.
Y si recorro
la mesa escueta
en que es dicho el Hado,
no me crea errante
de los mares, durante
la vertiente que a río tiende.
Cárcel se pretende
-es sensato, metódico, grato
para quien prívese que siente.
Después de todo, el humo
de las fuentes figura
serpientes del corredor, del patio
-serpientes negras, ciegas.
Jazmines penden del jardín hacedor.
Jardines demóneos,
de cuencos marmóreos y pintarse la cara
color esperanza -cegándose,
luego, voluntariamente.
O la edípica costumbre de exiliarse en noes.
Y hoy, ¡todo ayer!, ¡todo ayer!
O la mnemotécnica desgracia mnemotécnica.
Y la caza en que se izan
banderas con soles insensatos
-acaban conjurando psicosomias.
Y los placébeos cielos de placer.
¡Lunas conjugando! ¡Lunas conjugando!
Y Pan niégase.
Las bocas sangran,
las sienes sangran.
Las bocas arden.
Las sienes
se escurren entre

trípticos
de esquizotípica
arbitrariedad.
Pan
no place.
Mata.

Jardines, o
perfumes de al pedo ponerse
o sentidos, que son ideas
y también tienen la precaución de
fijarse -creyendo
no ser posible el engaño.
O el falso odio, iliterado,
que ciñe el numen al erario
de quien vague las nubes
y se siegue la tierra
-uñas que de tumbas
han desesperado;
ojos que del juicio del viento
han conjeturado.
El caldo metamorfoso, el vuelo bajo
-apenas rozando el suelo,
realizándolo.
El huir,
despacio, sin gestos
aparentes, huir.
Y las puertas polares que se hienden
-hiede la habitación,
hiede el virtual ojo puesto
sobre el reciénmuerto que ve su dado.
¿Qué tanto infierno se sueña dorado?
Pestañas donde debiera haber cerrojos.
El hálito de Helos, el rojo
hacedor de desangrares,
y el insigne Deseo
que recorre las persianas
preguntando qué nidana
contingente le ha sido dado en suerte.
El caldo de vesperticio, las miradas.
Los vicios, la curda y el azar
-bacanales de Septiembre.
Los astros y la curda de insignes
arreados.
El mar de Abril, el mar de Marzo, el mar de
intrusiones de los reciénllegados.
La muerte y sus reflejos.
El oro vivo, que hiere de lejos.
Dioses, o raciones de ojos
puestos en cualquier lado
-nada más
vagando.
Perfumes de lunfardo,
histeria de herir en piensos
a quien cae desde el cuerpo
hacia los níveos manantiales
de la curva que los ecos
de ya idos han hilado.
Cual si se llegara a casa y fuera gente.
O la cordialidad de
invitar a retirarse.
Después de este
corchazo, repite
uno que pasa bailando.
Después de este
coriáceo
beso de aturdir en desespero
al otro ininvitado.
O la manía de confiar
-cuando el cuento
muestra río contrario.
Y ficcionarse la reminiscencia,
desasido del gnóstico erario
-que no es sensato, es para nada sensato.
Y también dibujarse un laberinto
-no sea el olvido sencillo.
O correr entre los ojos que lagrimean,
preguntando qué ha pasado,
dando los signos que dejaran
el tímido encanto
de placerse en grato sufrir teresiano.
Y también
homúnculos
distribuyendo las oscuras lucinaciones
de los paseadores de la misma canción
que ya dejó de ser hace ya rato
-pero esto ya fue dicho hasta el hartazgo.

Azul

el látigo.

Azul

la diestra.

Azul

el ojo vivo.

Mudó,

muestra

selva y olvido.

Entretenimiento
recto y siniestro,
como corresponde. Escuelas
puestas en
respuesta.
Lo cual, ciertamente,
habiendo ido,
no parece sensato.
Podar el exceso,
que es
el cuerpo entero.
Reír
al respecto.
¿Ninfas o espectros?
Quién sabrá.
Lo que sí, reír
por respeto.
No sea que sean vistas
por los de lascivos ojos,
y sea susurrado en nuestro el castigo
-que suele ser costumbre.
Y la viva cobardía de
mirar de reojo
los antojos, las carnes vivas;
y la desidia y esas cosas.
O la instituída
costumbre de parecerse
en este o aqueste y no libremente
-que se llama ficción y no cesa.
Y la primavera aquella
en que díjeme esto,
ya no siendo, ya no viendo
disfraz de pareados
por los husos alados
de celestes audaces.
Y también, por supuesto, la costumbre
de reciclar nudos simbólicos
con anacrónico dislate
-¿qué tiempo fuera hoy sino el de las computadoras que laten,
sobre el caldo de cordura, laten?
Y la escapada
a las pirámides
-el fuego en derredor,
sus congéneres.
Arder al respecto,
por supuesto, reír al respecto,
por supuesto.
Ya no recuerdo haber dicho esto.
Una sombra nace.
Le son puestos ojos.
Un jardín
erializa.
Se paraliza
frente a la eternidad
muerta enfrente suyo.
Privada de natura,
una sombra yace
dispuesta en los contornos del derredor.
Cantos amatorios fueran odio o rencor,
¿no es así, fariseo?
¿Cuerpo que veo no sintiera si soy
en pensares?
¿O acaso
no dejaran las sales
sembradas en el río reductor?
Muertos de niño,
¿qué hoy?
¡Ah! ¡Ya!
Eso es decir otro.
¿Voy
sobre un errado espacio,
arando sus curvas, reacio
a escurrirme en servidumbre?
¿O acaso
no fueran sus pasos dadores de cumbre?
¿Hiriera
soñar la pradera teñirse de esmeraldadas
violetas?
Zafíreas nubes resuenan.
¡Es la marea! ¡Que alguien nos mate!
Demóneas nubes niegan,
al fin,
sus predicciones.
Recuentan el dolor causado
-se hunden en el mismo plandor dorado.
Desconocen el fin de la secuencia.
Cortan y
dictan hado.
Se saben finitos.
¿Imito?
Quién sabe.
Afuera,
afuera sabe.
¿Finitos?
Mortales.
Cenizas de un texto-tesoro.
Desconozco decir este.

Sobre o
bajo o
entre o
dónde,
que es justo y necesario.
Y los intentos
fallidos
de convertir el agua en vino.
Vino sublate.
Podríamos
pasear un rato.
Despedirnos de nosotros.
Decirnos
esto
cual si no hubiera distancia
-que no distinto es de éste.
Y negar
variaciones
a la común hoguera.
Númenes en madrigueras.
Escoltas
mediando la poca
mente. Mate
decir este, calle
si niego esto.
Luego, mate de nuevo.
Así hasta que la lengua arde,
o en la garganta
diablerías del interinato.
Y el ojo que ve la mano que toca el ojo que es cegado.
Demetérea evanescencia, desesperados
crujen si la viva piel habita el Hado,
crujen si la viva piel olímpica place
madrugadas de dislate
y la muerte en el costado.
O recostarse
a soñar de repente
el conjetural pasado.
La unánime noche argentina peca.
¿Qué infierno
un ángel se ha comprado?
¿Qué ciego
amor de cuerpos viera?
¿Acaso supiera,
supiera verme envenenado?
¿Escupiera también, de pronto,
en la histeria repleta de signos alados?
Sólo alucinara, y fuera mutado
lo sido con lo siendo -fuera
afuera atado a lo que voy viendo
cuando cruzo de lado en lado;
¿qué canción dijera tanto
para morir en río helado?,
¿qué rubor llevara el viento
entre las músicas de lágrima puesta?
Federico, cual respuesta,
nocturnos ha dejado.
Y las margaritas del samaddhi se relajan
-campos de inconsciencia se descubre
cuando cúbrese la cara con ornato
quien dijera garabato
sólo por pasear un rato
edenes, campos, andenes,
sinfín del típico desesperado.
Así
los puñales son puestos
sobre mí,
adonde corresponden.
Así
oigo decir que escapo
sobre mí, ya sin mí.
Así
niego que vuelva a huir
sin antes llevarme el grato
efecto de haber dicho esto.
Huir de noche, ¿quién no supiere?
Cuadros de una noche de Noviembre.
Rincones de luz y otras
cofradías.
Días contando
días, inconsecuentes.
Cíclico y ciliar
pendular la calcárea
claridad.
Hábito autofelativo en través de sí,
que parece ser de la edad.
Hera que no encuentra
razón de su perderse
entre las vivas muelas que aún persisten
en la nada triste en que lo que es no existe.
¿Cuánto negara Cronión su rato
de cordura, cuando Baco
cede su trono y realza el campo
con sarmientos y barbaries?
¿Cuánta atadura fuera
el sígnico afuera
sobre las praderas puesto?
Amerizar del Paraná, que es arriar, o arreo
de las nubes ponerle un señuelo
-no sea que ría de sí
cuando pretende ser farsí
y desvestirse en tras durante.
¿Acaso haya habido antes?
De algún cero nacieran
las palabras que estas muelas
van desertando. Pero
no será ni es esta la era.
Medusa en psicodel, o vértigo
de oír decirse esto
-vórtice de ojos puestos en la esfera
oscura que se escapa,
cada vez que cae del mapa
a la extraña certidumbre.
¿Fueran suyas tibias lumbres
o se ciclaran los cristales?
Rotos ya los arrabales,
lunfardos van izando
coordenadas para nosotros mortales.
Y se oye el grito sagrado
mas quién pudiera perfomarlo
con las cadenas del repente.
¿Sagrada ira? ¿Quién la siente?
Bestias de lo permutado. Ríen.
Río. Solipseamos.
Con rumor de nubes, paseamos
madrugadas cuando hube,
madrugadas cuando Samos
era izada en la cordura y era
nada, mera nada y no ha pasado.
¿O acaso colgaran de los vientos
decires que fueran piensos
y nadie se asiera de ellos? ¿Fuego
en la membrana, cuando
sana en croar de ranas el gutur del tierno
niño recién sacrificado?
¿Croan cuerpos cuando,
viendo que es dicho y es osado,
nada parece haber cambiado?
¿O acaso fuera el grato
y gratuito sentenciar el rato?
Mereza de calma, o la rima
que ya jamás termine y jamás sea Hado.
Mas, ¿quién pudiera
numenear matemas y dictarme
qué he dictado?
Certamen
de distancias es trazado
-y se abren al espacio ojos,
y Jano es augurado.
Preclaros hondos
o fronda del vicio
-reír si esquicio,
reír si nado.
Y si el dolor que veo en tu través
se hace mío, ya no es.
O recurrir,
algo aburrido, a contar
qué es que dijo
cuando posóse en mí.
Cuerdas de un obseso en vos me vi.
Así, maté
una noche y se escurrió
de mis labios su nombre.
Así
el rigor sacrificial
fue puesto en el azar
y las costumbres.
Así
saqué de vos
lo que ido puse.
Difícil resistir,
humo en el Vaticano.
¿A quién dictó el espíritu
razón sin fin?
Sinfín nado sincronizado
es mentido. El espectáculo
no debiera tardar
en cesar,
cuando Bruto ha apuñalado.
Álcence
pensares alados
a reír del repente.
Oh yer soul, so naked, so lone
and the widows who stand looking at the windowed lor!
Oh yer waiting sorrow and my loving done,
while I spray and walk upon an old, old man!
Did the purple haze gaze with a gleaming seen?
Could I dream a little dream of sin?
Oh, willing angel, came to angle
the widespread of the strings,
could I walk upon and sing
a starving nature upon fortune?

Oh yer eyes, so green,


as leafs, as trees, as rotten pastures
for us to nurture a saint-made sream!
Would I die in isolation, would I
scream while burning nations
dream a little dream of sin?
Oh, the lonegone sutures of the groove-made sync,
oh the dancing mirror, oh the dancing king

zeroes upon it!,

zeroes upon it!

Blued nature of the gone, oh so thin and thing!

There's time, there's space,


not much else. There's
nothing at all, not much else.
There's
a lone gone singer coming along,
not as a saint or a dome.
There's a voice
upon french tombs called upon,
reptile done.
There's a saint
somewhere else,
here not-done. There's a
question begotten out of nowhere,
with lucid soil.
There's a net, there's a boat
coming for us to call
for help, for somebody is needed,
as a gone has told.
There's an odor
out of desiring not or never made.
There's a song never told.
There's an old T.V. singing along
a battle out of chaotic points.
There's an imagination of pornographic childhoods.
There's a sharp sword made out of gestures.
There's a dreaming queen
out on the field, alone. There' a pawn, there's a dawn
for the king to tell and sore
about nothing, for has its core
wilding in the shadowy nightmare of its own encore.
There's a psych-
made no. There's a song, there's a song!
Crawl alone ,oh mighty gone!

Yet a couple of years


doesn't seem enough to tell
how the door was closed
for the gone, loons, doomed, done!
And yet Destiny is watching closely
and I've been smoking too long!

Should I care for none to call


the string-made silence of our core?
Should the hectorean ore
shine a gleam before is gone?
And yet Destiny is calling nonsense
out of pure not-done.
There's
scientifical evidence
made out of pure
fortune. There're
intuitive reasons
motioning the unmoved and tortured
knot of not called to.
There's
a silent whisper in the silent hour.
There's a sour
taste of tears and narrowed
senses. There's a
present out of tension made.
There's a
not-yet-seen glaze.
There's a gaze running nowhere,
there's a gaze running nowhere.
There's a thing called upon no thing
at all. There's a none, there's a line
where not is done.
Who's home? Called yet not for?
Who's home? Yer gone, yer throne?
None has call and named itself.

Yet Love has call upon confusion,


and whispered are the mistied fields.
Reasoning mystique's,
cried as a child in nurture. Reasoning whole gone,
holes in timeless motion.
Don't you ask a nameless feather
to wander through the weather
as if the wind was silent.
Don't you ask the mercyless ark
to not carry all beasts
to the world to come. Don't you shh
a dying soul, don't you shh a silent core!
Did you heard from the gone
who speaks of dreams in dreams?
Aren't you scared of the loon
who howls at a silent moon?
Can I go, wholesome soon,
to the dead oh my?

Copious rain was here to glare


while the streets were done so vain.
A wandering Eden, silked yet naid,
naid itself and gleam at they,
and we just stood and stare,
we just stood and stare.

Crying windows were not vain,


while wonder came and stare
at the moon as it glared
not yet said, not yet naid
in the paranaid eyes of a goon gone sane,
of a sane gone goon.

Oh burning top
of the skull, dulled where those
who myed the synching sore
and don't do not dunot.
Could I just sit and stare,
sit and stare?

Yet while the quiters kept on synched,


I thought about a song to sing.
There's nothing to be seen, oh looned-up will!
Schize a heavean out of this (he points his dick)!
Or was it not this all the same me?
Yet the fiction screams and I stay
silently watching the screams of the walking dared
to piss the present with their white-star.
Will a rain bow or skip and die?,
while we stand and site
the worried present, for there's sight
of blood to come and nights of watch.
Tender wilderness of silk made vests,
cry upon a chest as a piece is done!
The theather has burned
upon a false alarm!
There's nothing to be done!
It's gone, oh gone!

And for the next act, a farce:

Un nombre dice
heredar. Glosa
que no pudiera contar
se escurre de
eras. Hera,
mientras tanto,
sigue con eso de

lacerar y esperar,

preguntarse al respecto de

qué fuera el mambo

-número cinco (5) por supuesto.

¿Adónde es que se va
tan rápido?
¿Roerse
las pieles distanciadas cual si
no hiriera la espada
que corta las caras
cuando rotas dobles se hacen?
¿Quién cruzara los trases y viera que
Nadie dícese sí en una frase
particularmente
particular?
¿Especular?,
nadie. ¿Jugar con los signos,
por el aire?
¿Por qué no?
Vieras
el tibio resplandor
de venas secas,
o la lívida cuenca
en que húndese el karma.
Cruces arden.
¿De qué perdón hablan?

Un cantar

deja puertas abiertas


-¿quién no entrara en boca que da azar?

Un helar

de la mente, en triste pena,


cruje su sino y desespera.

Lo que se dice delirio,

bien dándose muerte.

Lo que se dice suerte,

bien dándose muerte.

Un sisear

de paseantes, astutos
en el bruto afán -su cuerpo

recita despierto

el afán del uno luto.

Lotos en la pradera arden.

Cuerpos en la pradera arden.

Agua en derredor -que es ya costumbre.


Arcos que
usan brazos que
arquean.

Risa,

dirá, mas, viera

asirse la pradera a la
condena

-llamarse en Sino.

Lo que se dijo, más o menos,

'asesinos en el camino',

que de muerte saben el vino.


Favoritismos en la timba de Destino.

No parece ser sensato.

Pero

no me vengas con la huevada del

inconsciente inconsistente,
que, de no saber, tampoco

sabe que miente.

Mas, si, entonces, y sus consecuencias.

Pero no dése la sentencia


prontamente, pronta mente.

Eco se hace presente.

Ojos que pasan pasean.

Eco se dice su fuente.

Ojos que pasan pasean.


Un sueño se dice en un sueño
-¿qué es que fuera?

¡Afuera!

U otro común denominador de


lo que sea que ojos vieran.

Y el silencio en derredor.

Por lo que,

de ser necesario, precisar


cuestiones en aparentes canciones,

y rendir la servidumbre.

¿O acaso sea mimbre de fortuna y porvenir?

Mismo ir de misma luna,

con la fruta entre los dedos.

Ríe de un cuerpo,
ríe de nuevo -suelto

pasea un tipo abyecto

en su dicción obsesa.

Cúbrese la cabeza quien pasea el ritual.


Sábese

ido,

cual Eco dijo,

con pies veloces,


con azul que criba

Deméter en cuerpo,

el éter -su verbo-,


mientras anzuelos son las muelas
puestas en la sinrazón.

Molida la hierba,

que comience la fiesta

y jamás sea ya hoy.


¿Corro, soy

coreuta de la ajena verba?

Río de pena, me doy

condena a mí, cual si no estoy


puesto de mí si en mi través voy

sobre la consecuente cadena.

Mas niéguese ser quien dice lo que cena.

Quietos
cuerpos libres
se dicen
libertad tres veces
-es la costumbre.
Y
no parece ser sensato.
Quietos
derredóreos
curvan el cuerpo marmóreo
y lo criban de sales
condicionales
-como la pronta libertad del crimen.
Quietos
de sempiterna Ley
imitan un canto.
Arde
el manto de cordura y un virrey
hiere con su encanto
-que es importado y otras boludeces.
Quietos
remítense al quieto
repetir de quien cante el caldo
codicioso de Caos ocioso,
dispuesto a conjurar la servidumbre.
Quietos
los dedos, puestos
a contar qué certidumbre
dijéralos ser, no sería
mas que silente mnemonía
de ajena memoria invadida.
Arde
el manto de ataduras, y un rey
se cree rey
-el muy insensato.
Él,
que es signo vago,
ásese a una sien.
Garabatos del uno bien.

Mas lucinios que se invierten


y de mañana ya repienten,
cuando sábense hacedor de sufrir
su mero ir, cual silencio, ir
sobre la curda que siente
el mero y calculado predecir.
Mas fuera sapiente
el cuerpo hiriente que dícese no
cada vez que un pormenor
le dice que siente y niégase hoy.
Ya no fuera más que mas
el severo disfraz del astuto detrás,
que sombra en la pradera esconde,
sobre la pradera esconde.
Y las memorias se encuentran envueltas en mismas penas.
Máquina cierta o pereza abierta,
las venas se escurren por la espera,
la noche se arremete contra el numen
e incluso el ecumen desespera.
Y me duele pensar que un nosotros esto sea.
Mareas, serpientes, atrás
campanas, trompetas, triángulos
de vibrante coágulo
en la armónica fronde
del yuyo que el orden
a la mente da sin cálculo.

Son cuatro libertades,


una tacitud, responde, desfasado,
un cuerpo que, ataviado
de sus mejores lumbres, se da a ver.
Son cuentos para niños,
para críos que van a ser
izados en campos, empalados
por su grito de nacer.
Son dos, tres boludeces
que nos son dadas a decir desde el haber haber.

Dos llamas, tres sermones,


no mucho más. Luego,
ver cómo arden en fuego
de la cuenca eternal,
mientras
quietos pasean cual si no fueran.
Permutados
vicios del pasado han dejado su tensar
cuerdas de líneas rectas, que a la sien van a parar.
Muerte de hambre presente, muerte del omnipresente
seductor de los pensares alados.
Silencio, Catatonia a sus tropas ha liberado,
y no parecen estar listas y no parecen haber andado.
Luego, el reflejo
de los ecos que su dejo
de quietud dan a alzar
cuando en sombras de pernoctes
se iza el norte, y nada es nada,
y nada el agua
cuya fragua el cuerpo usara
con los designios del común conjunto.
Inercia -de lo contrario, muerte.
Espinas puestas cual serpientes
que se alzan de la frente
con hectóreas lanzas, dispuestas
a icor regar en la casa de esperanzas
que es la tierra en vieja danza,
mientras Gaia deja a la materia ser.
Es un verso,
se desperezan
dos muertos puestos en este hoy,
mientras Febo del este anuncia su ruido
naciendo a matar el errar de la voz.
Familias de nubes, arreadas
por quien sube y se hace espalda
de los vidrios que la calda
de juicios dejara sobre el umbral.
Familias heridas en danzas
de huir del cuerpo, cual si la caza
no fuera a arder en brasas
que cenizas trajeran de ayer.
Poemas de
haber crear y haber ceder.

Ares ya no hierve ni disfraza


sus ríos en terrazas
primaverales, y no recuerda
qué extraña histeria llamáralo a más
de lo que un cuerpo pudiera tolerar.
Doble, triple, etcetéreo,
cruza el Leteo etéreo y dase a andar
pies que la tierra pasean, pies que la tierra curvan
con su inocua marea.
No se dice ni se sabe qué ella fuera:
es la guerra -Arjuna oculto
en la duda del profundo
malestar de haber matar,
morir, esas cosas. ¿Quién no fuera a andar
el Hado, con Cerbero enfrente,
repitiendo que siente y sintiéndose usado?
Mentir al respecto y ser matado
en la viva vertiente del cuerpo al que privo
de sí con mi decir plegado
a su boca que mañana no verá este lado.
Cede, juega
con las venas de los desesperados,
y ríe -eterna
disolución de los cuerpos encurdados
de su corpóreo sí, que sin decir ya es supurado.
Huyo, de pedir me abrumo.
Silencio en el costado duda. Humo
de rituales fuegos es conjurado.
Soledad, ¿en qué costado
posará esta vez Elí su juicio?
Al ver de los representados,
no es lo mismo este que aqueste
-del este Helos nace, y ótreo, entonces, muere.
¿Será un sueño ajeno del que voy errando?
¿Arder de pasadas servidumbres?
Mnemosine, depurada, especta
la turba hambrienta del vacío pasado.
Pasados, pendulan, cuentan
más de lo que dicen los ciertos dados.
El azar, la certidumbre,

¿en qué no lado?

La ígnea espada, el ruin alado,

¿en cuándo estando?

El vivo cuerpo es desasido


de sus verbos conocidos,
y solo se encuentra y su solo encuentra.

Pierde

la argéntea cuerda que yace


sobre los ojos que se placen

de consignar prestadas venas.

Cadenas o ruido, o

maneras de conciliarse con la voz


que grita silencio, en medio del Bardo

del que se ha dicho tanto y no se ha usado.

Mas, el espectáculo
y su vergüenza, ¿quién no repienta?

Más aún sabiénose hacedor

de su insípido caldo

de lo mismo tras lo mismo tras lo mismo

-mientras Mismo allá se afirma


cada vez que es performado.

Cuando el cuerpo, espirituado,


recorre las calles y encuentra que especta

canciones de mil costados, canciones

de hiperbólica sustancia,

he que se pierde en las fragancias y ser se niega.


Cursa la marea y espera

decirse su sí y sólo su sí y nada más

que su sí que ha sido atado.


¿Conjetural vespertir?
Realizado alivio tras haber desesperado.

Calma.

Calma.

Gotas

de jazmines

en el Hado,

hebras

de cordura

en la pereza.

Sentarse a esperar.

Poner la mesa.

Nada he y he la certeza.

Bacanales en el siglo veintiuno


-pantallas mediante-:
dos, tres tipos parados
frente a cámaras -ensimismados,
entusiasmados de arrobamiento
(decir de Afuera de sí, y helos contentos).
Puritanos circunvalando el convento
-sábenlo deludido.
Cribarse dos, tres -no más- sentimientos.
Huir en histeria -histérico siendo.
Precipitarse en el error de los fantasmas que pasean la pradera.
Equivocarse y llamarse a sí donde no se debiera
-encontrarse vagando
quién sabe qué fuera
con los ojos contentos
(arrobarse en sinonimia de espejos).
Curvar al cuerpo, darle un enigma.
Bacanales en el siglo veintiuno: helos orgiásticos
urdiendo fanáticos cantos a un dios de gélido disfraz
y mutante paladar -a veces siendo, a veces viendo
cómo danse a bailar el cuerpo en ritual,
cual uno siendo.

Carnavales, y he la multitud
huyendo en similitud sobre común sueño
-felicidad, armonía, esas cosas.
Reír de quien se esposa
sobre la cama cual ritual
de comerse la porosa
miel que escancia el paladar,
justo cuando parecía -de hecho, lo era- estar haciéndose tarde.
Reír de la miseria,
que es cosa de menos.
Ocultar
en la doble voz
un anzuelo y un atroz
pensamiento -mataría
a quien pasea
la extraña madrugada entera, ya sin Helos que sembrar.
Dubitar y encontrar la espera.
Sentado, bajo el árbol del boddhi, el numeneo.
Pasearse sin dejar efectos.
Curvarse sin dejar sus ecos.
Pasearse sin usar efectos.
Cribarse el cuerpo entero.
Irse, de vez en cuando, a contemplar.

¿Por qué no
preguntar
-cuando era oportuno y posible?
Porque mejor
dejarse en el decir -que es un pensar-,
cual si el sólo pensar ya no fuera así
desplegado
por cada fútil gesto
sobre el pasto espontáneo
en que llueve antaño trayéndote esto.

Confundir
conceptos distantes
a gusto y placer
del gusto y placer,

porque parece haber sufrir por haber ayer


-espejismos y
parecer,
puestos en la punta de los dedos, como manchas de
tucas, o canales de
manchas, etc.

Confundir
lo dispuesto con lo
conjeturado.
Placerse en un baño
-agua que nubla los ojos y repite el costado,
costado que nubla de sangre, etc.

Porque
parece haber
curvados signos
ya puestos sobre sí mismos,
y parecen
derretirse tras el frenesí de este
decir, y salir
a pasear, helado.

Y toda la mañana diciendo lo mismo,


y luego:
nada.

Despedirse con

apuro; dudar

de boludeces.
Costumbre.
La cumbre de clavos dispuestos a pasar ajena sien,
ejecutados por ajenas manos
-cobardía.

Dar por sentado

despedidas; vidas,

mientras tanto, idas.

Noche tras noche tras noche, costumbres.


Las cruces puestas,
las espaldas supurando
crema de herida.

Y toda la mañana diciendo lo mismo,


y luego:
misma nada.

Tomar distancia
-gesto entre las manos-
y preguntarse,
¿será sensato?

Por supuesto que no


-¿acaso parezco?

No te engañes, son
palabreos. No te engañen
los ateos puestos
en la vía negativa.
Espíritus, esporádicos, dispuestos
a señalar perenne sinfonía,
llevan ojos suyos puestos
sobre la oscura crecida
del río en el cuerpo y el río en la esquina.
Esquiva,
cierta mente, la esquicia
-no sea que la deriva le muestre las fuentes de aguas leteas;
luego,
yo ya no sea
(que bien sensato sería).
¿Qué espera no fuera vampirismo ante al ansioso?
¿Ocioso? Vuelve
de sí en incierto coso,
y no pregunta por sí y sin embargo
lo sientan a decir -y miente, por supuesto;
de lo contrario,
cierto sería todo esto.

Nunca sea casa


la crecida. Los vergeles
llénanse de moho -se siente
el hedor de los recodos
llenos de serpientes.
La tierra se escurre entre los dedos.
Los ojos se hacen dientes.
Un olor de mañana se dice en señas
-llamas que destellan, oscuraciones del repente.
Y la privada estela se irgue consecuente.
Agüitas sobre los cuerpos,
al pasar
el cuerpo entero -entre otros
recuerdos.
Y pensar teniendo en cuenta
la sí o no presencia
que dícese.
O jugar con
ojos que dicen ojos que dicen
agüita sobre los cuerpos,
al pasar
el cuerpo entero -entre otras dilataciones.
Inocuo el peso de las contradicciones.
Las calles que son ríos que son nubes que son grises,
etc.
Los valles que son fríos que son imaginares que son erosiones,
etc.
La tetera
dispuesta a contar de lo que dice,
dispuesta a reír de lo que dice,
se dice, de repente,
al verse
cruzada por un gato que,
quizás eufórico, quizás entretenido,
corre entre los muebles y
polvo levanta, entre otras cosas.
Pero, mejor
contar teniendo en cuenta
la cordura y esas cosas
-no sea que
infinito, y he Silencio
con los ojos en través mas puestos en sí mismo,
como usando, como izando
su sien en cuerpos vivos.
Y un tipo en un baile protocolar,
con
hebras doradas cubriéndole las partes
privadas del común nadie
-que oportunamente era yo, y no rezongaba
al respecto.

¿No viste
equivocarse
inclusive a las luces?
¿No viste
que, asustados,
tipos alados ardieron en justa
melodía, cual el día
en que fueron engendrados?
¿Astros puestos
en costados? ¿Alabastro,
dado la imposibilidad de pagar el mármol?
¿No viste
cómo
cerrar el ojete y decirse
presidente?
Schrebereano,
se mide el culo con la mano.
O pregunta qué repente
muestra
qué sea que se siente.
¿No viste
huellas de alquitrán y
quién sabe qué
en los dedos?
¿Huir?
Al pedo.
¿Carreras a dónde?

Y mirar que haya que irse.


De lo contrario, reírse
de quien se urda sobre sí
cuando la cama deje así
su manera de escurrirse
-meada por dos niños en uno.

Actores con las venas puestas;


reírse de vergüenza.
Vergeles como praderas
-simulacros: presencia,
esas cosas. Rosas
que escondan la voz de la tibia prosa

en que Destino es designado.


O correr por el asfalto
esperando que
se lo lleve un auto a uno alto.
O correr por el espanto
de jamás ceder del histérico por qué.

Abismos que
el común cuerpo
fue avisando.
Ciegos, fuimos meando
los árboles -creció trigo;
rascarse el santo día el higo.

Icor de aguas extrañas


-vestidos blancos puestos en tipos.
Travestimiento repentino
-acá así, allá asá.
Curdas de vino
mediante, y el azar.

Nunca tras el espejo, mas el mismo espejo, mas el mismo espejo.


Criaturas mediante,
nunca más que distante, mas el espejo, mas el espejo.
Y otras creaturas de haber espacio.

Icor de las arañas


-agujas puestas entre las cejas,
agujas puestas entre los dados.
Licor de enamorados:
dos horas despiertas,
luego, el Hado.

Placer o sinonimia
-recurrir al artificio, en nimia
desunión de lo ya usado.
Irse a ver qué es el pasado.
No hallar más que tibia
incertidumbre -su numen es creatura nívea

y nunca tras de sí, mas sí, mas sí, etc.

Izar de almas estetas,


o démones que son puro disfraz.
Recurrir al viejo espasmo
de la voz que dice quizás,
descubriendo la distinta
sinfonía que la vista dase a fundar.

Y colores o calores o la interior esperanza de


ya no ser después de ya no estar.
Esta cuestión de en la tierra mudar.
¿Tengo olor de
cigarrillos que perfuman,
y perfuman mal?
¿Tengo olor de parecer?

¿Tengo
intensión retrógrada,
retroinyección de
caos?
¿Tengo
los dedos vagos, un por qué?

Tengo
dos, tres, cuatro,
hasta que dice la pereza
su corte.
Tengo dos,
tres, cuatro, etcétera, teatro.

Tengo
prioridades, preocupaciones
arbitrarias.
Tengo
extrañas
certidumbres extra.

Tengo afuera, también.

Tengo
criterios arbitrarios de escisión
entre qué dentro y qué afuera

fuera, también.

Tengo
cristípica duda
al respecto del que demuda la piel.
Tengo fariseos jugando a la transfusión.

Tengo
un cuerpo
que lento cede, lento cede.

Tengo hedor, tengo bien; no tengo, también.

Tengo
burbujas en derredor o
artilugios de los distanciantes.

Tengo un idioma, dos, tres; no tengo lengua, tampoco.

¿Tengo
que temer
cuando el cuco está de caza?

Tiene un pijama del chapulín colorado.

¿Tengo
un démon
de colorada piel?

Yo nada más paseaba, venía y paseaba...

Tengo curda de Nada.

Maintenant, un cirque :

Asclepius, voyant,
parcourt la pièce.

Je suis ignorant ! Je ne rien !

Asclepius erre
la courbe de sa voix.

Je suis, faux je suis !

Permuté, Asclepius
baisse la tête.
Maintenant, les nerfs :

Oui, mon

noir

c'est moi !

Glace, naturellement.

Crainte, tremblement :

esprit.

Le peu : c'est moi.

Garçon qui va.

Coeuer, rien.

Le jour, est ensoleillé.

Coeuer, ils rient.

Yeux se ferment - ils vont.

La mort, c'est femme.

Fermer la fenêtre, si vous plâise.

Soleil ? Merci, mais non !

C'est en cirque, pas en spectacle !

Consulter l'oracle

- coeuer, ils rient;


coeuer, rien.

Nager la rivière.

Crainte ? Pourquoi ?

Quatre c'est tout – personne, même.


Gouttes dans cloches.
Gouttes dans couches.

Clic d'une caméra.

La mort c'est.

L'étude : moi.
Apollo a dit quoi.

Voutre effect, échangé

-étrangement.

C'est la mort

- clique d'une cámera;

temps n'est pas.

Yeux ? Yeux ? Trés bien !


Mais, la mort : éternelle !

Ok, une clic, deux.

Tolérable, tolérable.

Trois ? Mon dieu ! Fermer la fenêtre, diable !

Dehors ? Que bêtise !

Beatríz ? Coeuer, ils rient !

C'est la mort : une fable.

Errant, le pauvre diable.

Personne, rien !

Nager la rivière ! Silence !

Trés bien. Maintenant, asseyez-vous:


Lo poco que queda: marea,
meada pena. Tierra
adonde se espera. Nada más
se espera. Dice
de estar donde debiera. ¿Sabe
el precio por la brutal cadena?
Piel que se lacera,
signo a signo, cual si viera
fundirse en derredor la tregua.
Ríen, desesperan
cantores ya sin voz -cual yo,
que nada especto si en el vino
o la curda de sonido me envuelvo.
¿Crece o molecula?
Atomismo en la atadura, inclusive.
Infinita sodomía. Mayordomía alegre
-el niño quiere
escabio, como es la costumbre.
Vuelve verde, luego de caerse
en la pileta. Se baña.
Descansa de sí en la espejada maraña
de hojas podridas flotando, espejadas
por la extraña silueta que contempla
curioseando en las entrañas.

¿Cómo salir
de la dicción persistente
que automática repiente
tras el nimio decir?
¿Cómo el clamor
de los dientes, temor
induce a inferir?
¡Ah, la vaga aurora, ah las serpientes!

Alucinados sean los cantos y los cuente.

¡Muerte eterna puesta enfrente! Mas,


por supuesto: errar de nuevo.
De lo contrario,
¿quién diría síes del viento?

Animalia, respuesta
del éter al éter, y del éter al tiempo.

Fantasías, ¡cuánto sí!

Cerrar los ojos cuando un ave se acerca.


Oír
crujir de guirnaldas con ojos puestos.
Reír,
también, al respecto.
Oír
puteadas de normados.
Filón,
astuto, casto,
remedando fue meando
con la curva de sus lazos
hermeneutas.
Curva en la marea, curva en la arena;
una biblioteca llevada al pasto
-ignorar haber símbolos operando en las alturas.
Tejer temperatura
e ir olvidando.
Creer en que sí y que no y que también ambos.
Creer que no, que sólo no, que mero mambo.
Crearse una cueva y decirle aloha.
Poesía que no puede ser sin símbolos.

Destino entre las tacuaras


-espirales de esperanza.
Niñez huida en signos
de los virtuales prismas
que desde la oniria estiman
necesaria persistencia
de la herencia,
vívida herencia de telares y matemas.
¿En quién pesaran las condenas?
En los vivos.
Actuar parece vano,
vano y necesario.
De lo contrario,
silencio:
sodomía prescrita
-sin miedo,
Paranoia invita
{todos saben menos vos
-yo, por lo tanto, voz}.

Mas, ¿quién
no miente, luego de haber prescrito
la sentencia de su mentira anterior?

¿O acaso es el numénico vagar


los valles y ver,
a trasluz de los cristales,
el mar abrirse cual si fueran sales
dadas a herirnos y dadas a hablar
por nosotros -lo nuestro, que se dice propio
y dispónese al común acopio?

Meditados los efectos y sus reveses,


cardúmenes, hordas de múltiples reses,
ovejas solas, Arriano en dolo,
vuelven, luego de pasear el cuerpo
y herirse de lo que Pan transluce.

Cruces en el dormitorio,
en el baño; abalorios dispuestos
a hacer cantar al viento y llamarlo angélico;
curvas de sincretismo o empréstito
del secretismo; huir
ya no sea digno, quizás, mas,
¿qué hacer si se es sin tras?

Por supuesto, herido voy


-quizás por tu voz, quizás por mi ansioso brío-,
¿pero qué amor no sintiera
puñales en la piel certera, punzarse
la viva herida de la vida puesta?

Mas, ¡ah!, ni la viva espera


de la alas y el delírico
cuenco cilíndrico que acaba en cualquiera
pudiera hacerme ceder, cuando
el cuerpo diga stop y un dios sea

-carabelas del descubrimiento,


cables
puestos cual ropaje entre las etéreas
venas del icor bárdico,
adonde fulgen los samsáricos espermas.

Risueño cuerpo ido, cuerdo


risible que osa el cuerpo,
¿pudiéramos, nada más pudiéramos
desasirnos la condena, y las cadenas cedan,
como una lluvia tenue cedan?

Claridad de la xiudad invisible,


adonde duerme quien se prive
de sí y su eterno ardor,
¿acaso debiera dejarme llevar por el frío
río de la risa eterna? ¿Creyera

de verdad en la razón
de haber la curva y el olvido
y la nauseabunda fiera
cerbérica vibrando en derredor,
designando a la muerte en su ser

ahora, cuando parece aún


vivir el común cuerpo de la era?
Huyendo así, ¿quién no desespera?
¿Cargar un juicio al Ida?
¡Insensatez! ¡Insensatez! ¡Caradurez de astuto
en bien que va a arder sin fuego
presente, mas la sola mente
viéndose derretirse ataduras!
¿Qué corpóreo bípedo
sin plumas dejaría que la bruma

negara su natura eterna?


Hundido en hiel fraterna,
cofradear es nudo y emblema.
¿Qué solo se hiciera sin antes haber sido
común y compartido por el juicio del olvido

presente en cada simple dicción?


¿Es la noche o alguien llora?
¡Ah, sutil conocedor
de los cielos y las sombras,
¿qué morir no fuera vano si Destino fuera sombra?

¡Catatonia, sublime comunión


de legistas, qué huella no dejó
mientras la piel desistía,
como un niño ante un dios,
desistía!

¿O es que acaso desvestían


al que hilaba las heridas? ¿Es que acaso
vaga alturas que natura ha dado,
mas sin ser solvente
en su conjuro de ausente

Nadie en noble simiente?


¡Ah, ya las coronas arden,
ya la piel muere!
¡Ah, ya los quietos gritan
con la vibrante radiación de sus fuentes!

¡Ah, ¿herir quién siente?!


Decadencia en el imperio
de la una razón,
mientras cuentan de redención
solamente tras la muerte.

Decadencia del redentor,


puesto en cuerpo por usureros
del hombre que su sueño se dio a sembrar
mientras Destino decía
no haber, jamás, vuelta atrás.

Si bien coreutas han puesto llaves


en manos que he sentido,
¿cómo no correr de los designios
de las oscuras vueltas
que el honor, el prestigio,

las famas, estupideces sempiternas,


nos quisieran signar?
Mejor ceder silente
ante el inasible presente
que se abre y ya no grita

-el estruendo lo designia


el Cronión de justa vista,
a quién ningún pliegue
de piel escapa
en causa o porvenir.

¿Fuera justo devenir


en el nocturno Ida,
mientras las huestes
celestes desfilan
por el camino de propia voz?

Privada la sinfonía: ¡he la vida -ya no siendo!

Look at the mirror: is that you?, is that a monster?


Look at the mirrored-me: is that the I
we have made?
Oh, the tree, the shining tree,
how could it burn eyes so gleamy?
Xynics walk through thy, oh, leafed
by emerald, zapphire, wind!
Thoughts and prayers, all I've heard!
Could you come down and make
words through your body-made pain?
Build a door! Build a window!
Look how shiny the wind whispers!
Ring, oh sinister
rigged play! Claws where
flesh was made?
Transubstantiated air!, fire, where?
Drop a tear, yet-not-made,
for fortune has called upon your name!
Shed all signs in letheum stars!
Do not forget to walk and chant!

Monochromatic

noise

-lighted or obscured.

Lucinated

call

of a song, a dawn, a yawn

heard among the waves.

Entertained,

laugh along.

Will a sorrow fall,

like the end of the night,

like a mirrored voice?

Will a wander call


upon lost steps

to sink and crawl?

Crimes.

Guilt: a mind has thought.

Where on earth
songs are made? Did
someone fell from the roof
without permission?
Are crosses burning yet? Do not forget
to take them out of the backs before
it hurts! Too late, isn't it? Escape,
darling, we've met!

Did the moon cried?


Have I felt a tear
swinging among my cheeks,
while I was not harmed?
Swim, my dull aster, for I've met
disaster made out my very hands!
Runaway, a master
is disguised! Do not hear
its twisted speech!
You could end up out of reach!
Alone, yet watching
multitudes in common dances,
wouldn't be a ghostly habit?

Mirrored aisles,
tubes of tar, waving
goodbye as dead comes after
me, and I just
watch and repeat,
watch and repeat.

Is it me? Is it
memory out of nowhere
coming? Was a morning,
a dream, a gone seen?
Was a sin? -the pain, it gleams!
Was it me, solely me,
scratching the doors as a mime?
Were the forms, psicodel's forms?
Was it all
a mere, simple mistake?
I will not leave till is said
not by words nor thoughts but
paranids, nuts, clearing the siege
of the shadowy ways!
Could I calm and breath and speak
in straight arrows, like a disease?
Should I mourn a walk in thee?

Cisnes de oriental afrenta,


con doblez e historia.
Arrebatos de euforia e histeria.
Memoria duerme, abierta.
¿O son los
decires de quien
parece?
¿O escucho cómo
cantan
al respecto de qué?
No fuera, quizás;
también, por no haber sido, lo es.
Y las lanzas
cruzan el costado
-psicosomía-,
y sin embargo
no parece interesarnos
el lanzante.
Durante el
conjurado vómito,
he el indómito aprendiz.
Moscas cinéreas en derredor.
Fantasmas sin espacio.
Recurrente intradecir:
cisnes de etérea fuerza,
sin fe o pasión,
cruzan el agua oscura con la memoria de quien diga
crimen ser su voz.
¿Quién no muere si un cronida
invade su razón?
Metempsicoso y ya sin hoy,
huye en la curda innacida
-y el cuerpo muestra que duele y sobra.
Jano sabe cuáles lágrimas
siente en su doblez pacer,
mas, ¿qué pudiera hacer
para que cedan sino ver?
Chirrían bichos
de conjetural sonido,
y el blanco ruido arruina el fin
-¿quién lo viera, de lo contrario?
Candelabros de vecinas puertas
se alzan a mostrar la vereda
cubierta de flores muertas.
Un espíritu
escapa,
se escabulle como rata por la clara cloaca.
Cloquea
un muerto,
al fin. Ríe
cuando díjose decir que nada
parecía ser así.
Eternamente ríe y ríe bien.
¿Aleatorización?
¿Cómo?
Impredecibilidad, mero símil.
Dócil, respiro,
respiro.
Muere el mí de mí
-llueven signos ajenos;
yo
aún estoy ahí.

E incluso cuando
los ojos puestos en la pantalla pregutan
qué se estuvo haciendo, con qué razón, y qué fin urde
el consecuente devenir, entonces
no haya que decir, porque,
de lo contrario,
habría horario de llegar o salir
-que no es sana costumbre, considerando
tener que correrse incluso al dormir
de los fantasmas productores
de Destino y de lo ruin.

Columnas con hiedras,


el sol puesto enfrente. La marmórea
creatura sin dientes espera.
Repite que
álzance
columnas de mármol, con hiedras cual dientes;
y los ojos se pierden en la visión o el caldo
de fortuna que se escurre del decir que le es siguiente.
Y una máquina de dejar signos
recorre los sísmicos vibrares de los luminados y sus augurios
prontamente marchitos, cual si fuera
profecía que se talla en madera y se dice cruz.
Haces de luz cruzan el cuarto
-cuarzos, melodías, voces idas
de la tenue
euforia de una noche perdida.
Insomnio, esas cosas.
Cobardía, lo que se dice.
Molestia de tomarse la molestia de molestar.
Rectorrecurrente criptorrecurrir.
Va a depender del mambo
-su número, su hipostasía-
si ha de
tomar de las manos a los transeúntes
y asuntarse -luego de asustarse- cuando una voz se escombre
sobre sí, dejando
lados que fuera meando
quien anduvo ayer por ahí y sin qué.
Luego, detergente, medicamentos
-esas cosas.
Disfraces -no sea que deje valles
escarcharse con el hálito salvaje
de dulces bestias mansas en que al Ida anticipan,
mientras silba Pan.
Dan
patadas, electrificios
-dudan, aun, de su propio vicio;
lo cual, paradójicamente, los hace persistir en él.
San
nosécuánto se arrima, etéreo
como una corona de vidrio.
Carga el magisterio, y la voz de mando
para el errar de los pulcros niños
-crueles, se entretienen
izando heridas en quien vaya cantando
Destino.
Mas no sea que el gélido artilugio
de horadarse un refugio
y escaparse con el vino
deje que las viejas columnas
marmóreas dejen de ser
lo que el sutil ver
hace cuando Febo arde en calumnias.

¿Qué mejor que


falsa sabiduría con catering incluído?
O estar tanto abajo que
parezca arriba.
Hermetismo entre los idos.
Uno levanta la mano -izquierda-,
pregunta
quién fue el boludo que dijo
plazo, y no liberó
al primer hallado de su castigo.
O por qué una mosca choca la pantalla
-claramente es una pantalla,
¿cómo pudiera?
Coronas de vidrio roto,
pernocto
en el altillo, y he
ventiladores, fines, ruido.
Claraboyas, también.
Y el sentarse a
fumar un aburrido con
niñez puesta en la frente.
¿Manicomio? ¿Esto?
Nada más un rayo hectóreo,
lucinado por cronida nuestro;
y el tiempo enfrente y yo
no mentía.
¿Algarabía? Otto
llorando en la cocina,
una navidad de duelo
-la voz muerta, de repente.
No sé que fue primero.
La cabeza rota, el tobillo que sangra,
el pie que sangra primero.
Filoctetes no, por supuesto -ciegas las serpientes negras
que vagaban el jardín y el jazmín,
mientras los ojos ardían, sabiendo
que iba diciendo de oler, al fin,
a la indiferente humedad comerse las patas de los muebles.
No es que
sea relevante haber allá
aún, mas
quizás sea que siente
una vez más en pasto aquel,
con el ritual todavía dispuesto
-y la pileta llévese los ojos
al antojo de las tenues curvas
que se asen a los ojos.
He a Helos, dispuesto a recordar
haber sido ayer, puestos signos suyos.
He el apodo
que cargó un niño
-uno, otro, aquel.
Y he el comercio de recuerdos,
sembrando espacios para el alucinio.
O la eterna cofradía
del primer Enero,
cuando libertad decíase sobre el cuerpo y sin signo.
Veinte muertos se preguntan
-¿qué se puede hacer al respecto?,
¿negar haber dicho esto?
Veinte muertos asuntados
-se asustan
del errar, que es bien humano
(de lo contrario: Destino
{maquínico, subrepticio, anímico, vicio: da igual}).
Insistir ya me es negado.
De repente,
pasear el Hado, con las alas
puestas en la nuca,
y el instinto de las tucas
inyectado en las venas.
¿Última o una pena?
Yacer de costado,
mientras la noche se escurre
por el revés revelado.
Y nadie puede hacer nada al respecto excepto preguntar.
Sin respuestas -previsiblemente-, danse a pasear.
¿Quiénes? Los veinte.
¿No estás prestando atención?
En fin, de repente: caer parado,
como un gato oscuro de extraño mambo
-mira hacia allá
cual si hubiera
toxoplasmía de lucinios que van,
como caldo de designio van.
Nosotros mediante,
se dice durante una voz y un tras.
El espectro de un muerto se asunta
-de un gato muerto, no es para asustarse.
Y la fase se hace
viaje de volver a casa o
repetir la ignorancia
cual si los martillazos fueran a romper
el velo de siestas en regazos.
Falopa y tere -que es buena costumbre.
Herir desde las nubes
-que es herirse
con flamígera espada de querube.
Es decir, simonear espejos
-no es decorativo el reflejo.
Asarse en sinfonías
puñáleas.
Azaleas,
orquídeas generacionales,
cisnes de piedra, concreto, tierra.
O el hecho de haber visto
en través
el burdo revés de un lugar que piensa
y es pensado,
dejándose sin pasado -que es entonces afuera.
Cruz de rituales
-maldita la boca que
serpenteaba sin ser invitada
al festín de depravadas
conjuraciones.
Cruz que el fuego deshace.
Cocina, miente, se nadia
Nadie
-lo cual es un cero del que quién huyera.
Criaturas cristianizadas irresponsablemente.
Cristianes.
Techos a prueba de cordura.
Tejas que dejan filtrar lluvias.
Techos a prueba de respeto,
acto, simulacro y doble afecto.
Madera que lleva un nombre.
Suelos que pies hacen suelo.
Insensateces.
O la mañana en que descorcha, un invitado,
un tiro de gracia en el baño.
Yace tirado,
duro como ojo que ve la muerte.
Tiene suerte
-haber psicosis, haber metempsicosis, haber arma.
Desarma, se desangra, curva vías.
Insuscitado laberinto sin monotonía.
Resucitado el cristo -parece un tipo más.
Alguien carga un disfraz
y arrea
almas que van a afuera.
La luna criba
intrigantes de matemas.
Desde la tumba se escribe, también.
Haber defensa en el doble negar
-tanto a este como a aqueste,
aun a quien se dé a mediar.
Haber ofensa en el triple negar.
Ley de paseantes.
Disfraz de eterno no
-insisto en el tema del disfraz.
Dios en todas partes
excepto acá.
¡Elí! ¡Elí! Esos gritos.
Pseudo-Soledad.
Almas solas se imitan acá y allá.
Animalia exotérica, endémica.
Reír, correr -velas
puestas en derredor, mientras
San nosécuánto,
cientro treinta mil tanto,
va cerrando las ventanas.
Viene tormenta -se dice mañana.
Crímenes en el numen.
Parece ser costumbre.
Crímenes al ecumen.
Parece ser costumbre.
Reír de la porosa
que se escupe cuando dice.
Luego, llorar
sin entender bien por qué;
que es clara ceguera
autoinducida
por el bien de la cordura
que dura lo que una sentencia
idiota
en el espíritu del que su sí adopta.
El disperso démon
que una voz simula -chtchea.
El
recuerdo de sí, en el propio
Caos
-tuneado hasta que parezca manso.
Las yeguas de noche que esconden el Hado.
Melodías de desesperado.
Órbitas.
Súbito huir del ánima cúbica.
Esféreos fantasmas de colmena.
Uno, dos, tres, es vano contar.
Quiénsabecuántos y una cinérea.
¿Cómo es que se dicen
las excusas
cuando la propia esperanza
se ríe en la danza
de los labios que lo que digan esquicen?
¿Cuánta razón y cuánto improviso?
Desprovisto
de dedos, he el mudo cantor
de pensares -que luego llévase el viento hacia la nada idiótica
en que risas psicóticas transportan guirnaldas.
Pero no tengo razón para ponerme
desnudo
si el cuerpo no mudo al contemplar los signos,
¿no es así?
Y si escucho el frenesí
que transcriben las nimias nubes,
quizás huya -asustado
por el lamido de los gatos.
La erosión, la visión, el casamiento
del decir con el miento,
y la alocución de fantasmas que vuelan lejos.
El esperado
reencuentro de quien dijo esto
cuando era estrella lo que no había,
mas igualmente era
-alucinada la melodía
de los ojos, se desespera,
¿no es así, Soledad pasajera?
Lucinar que en histeria se lacera
-cuando siente que destellan
sus ojos con el ver de nada y más.
Mas fuera el mismo mismo tras
y no dejara su serpiente
más que otra madrugada de yacer en aparente allá.
Pero
no me vengas con agujeros,
que a la pileta cuesta llenar.
¿Dudás? Sólo vos te ves,
si yo no era ni tras.
¿O acaso el gesto deshecho
del cauto y maltrecho
paseador de periferias
no trajera la histeria a sublimar un tras?
Puñales carga cualquiera.
Lenguas vivas, ¿quién sabrá?
Secretismo del abismo en cualquier era.

Mientras tanto, alguien espera.

Fumarse los dedos


aun, cual si
que se disuelve en el prado
sobre el que nado
cuando no soy ni me ando.
El follaje
plandece -la curda
se curva, crece.
El espíritu se envenena.
Arde alguien -yo-.
Arde alguien -no yo-.
He semejanza.
¿Es suficiente?
¿O acaso
el abstraer no
semejara lo que es con cualquier nada?
Digo, tenés un
auto azul, y un
pergamino,
y en lejanía suficiente: entes.
O tenés
un alucinio,
un ladrillo,
un regar de plantas
-signo.
O tenés un
arcoiris, un ojo,
dos ángeles
-onirias.
O tenés la pura negación
-que nada contiene-,
y
cualquier presente cosa:
sentencia.
O alguien
desuella
a alguien cual si cebollas
lágrimas supiera.
Por acá, por allá,
aun insigne,
es por
numenear.
Luego un nombre, una órbita y:
retrotrangresión.
Y la culpa de no haber sabido y esas cosas.
¿Qué no similara en presencia?
Haber detrás, mediante, antes,
cuestión de precisión.
Lo importante es
no estar prestando atención
-mejor vendarla y venderla;
óptimo el donar sin merma.

Disfrazados de símbolos: astros.

Disfrazados de astros: cuerpos.

Vivos, perfectamente curvando


Destino nuestro.

¿Cómo se mata materia?

Autoflagelo.

Correrse y mirar
espalda.
Decirle, si corresponde, sombra.

Decirle, si no corresponde, sombra.

Decir innecesario y este, tiempo


que perder.

Lineado Destino de cíclico repente.

Sólo queda otra vuelta de


samsara y romperse de cabeza.

Mente dijera.

Dice carne.

Cuerpos mediante,
ruidos del simoneo de espejos o el teléfono en el siglo veintiuno.

Máquinas mediante,
espejismos, nadie más que ilusión misma.

Coreo de entreneneres.

Si no,
lúcido dormir en sueño aparente.

¿Tocaste
al suelo de la oniria y sentístelo ser piel?

¿Qué revés fuera si es pleno presente?

Conjeturas escatológicas y pasear en compañía.


Oír un grito que se lleva atenciones.

¿Dolor? De a montones.

Dolor entre otras boludeces.

Alguien -no soy yo- dice ser Todo -se oye la mayúscula.
Microscopía en el abismo.

Tabúico gesto impúdico


-se oye la acusación de herejía.
¿Arder en cruz cual si no se siente?

¿Por qué no?

¿Culto a cuál del Unimúltiple?

¡Uno no dice! ¡No sea insolente!

Olor a lavarse las manos,


anunciatoriamente.

¿Te parece jugar a lavarse los dientes?

Se nota la sangre

que cae

de las comisuras,

y se ensucia la ropa.

¿Fumar hasta que el cuerpo cese?

¿Por qué no?

Ya cesó -hiede.

Recuerdo haber recordado

-esas prestidigitaciones.
Recuerdo haber andado

cuerpo,

no mero sueño

-al niño no se le cree, se le crea, dijeren


idiotas en la curda que es sonido de ambiente.

Gnósticos entre las Gracias.

¿Negar el cuerpo tan de repente?


No había sensatez que lo obstruyera
-¿o acaso no recuerda su todoposible niñez de fantasías?

Limitado

por los pocos verbos, y por el nudo de las costumbres,


hierve el sincretizado,

habiendo internet y las llamadas de larga distancia.

Yo no soy padre para juzgar a un padre


-a mi hijo me lo comí-, pero,

¿no os parece sensata la compasión, sores?

¿el llanto de los lores engañara a su sien?

¿creerían huir de lengua sola?

¿crearían lengua que huya?

Es vano,
ya es sabido,
el juicio acaba en muerte
-Catatonia
modelando su viva simiente.

¿Xiudad se hiciera
sola y cuando quisiera,
y sueño alguno alcanzárala? Lucidez
ahí es don de errata,
confundiendo ser y numen.

Cigarrillos también,
con correr, con
hablar idiomas fluidamente,
o encontrarse con vagas serpientes
de no recordar un sueño de eterno ayer.

Es vano,
ya es sabido,
acaba cagado
de su propio ido,
como buen hijo de vecino.

Es vano, el vaticinio
del autodominio
es sentencia que no fuera sapiente
-engaño entre autoconscientes
autos de automático piloto

con automáticas voces que dicen


que es que hace
la pneumática cuerda eléctrica
que arreara las nubes
de bestias circuitadas.

¿Nubes purpúreas
o moradas?
Es vano,
es asesinato,
es ornato del espíritu,

recuerdo de ser ruin.


¿Confundí
lo visto con lo sido?
¿Alucinio
dicho fue cual traducido

ayer?

Ayer no quería ver y me era dicho.

Ayer no quise ser y no fui.

Pero esto es otra manera de esquivar a la circunstancia.

Flagrancia del autocorregir.

V.T.V. al uno cerebro, de vez en cuando.


Cerbero relamiéndose el hocico cuando siente

olor a garabato.
Ladrar
tan tiernamente

que no supiera el receptor que es amenaza y es virtual.

O correr por el asfalto, esperando

ser llevado alto.

No es intensión ésta de sugerir


algún arriba o haber de fin,

es curso del cuerpo en dopamina.

Por eso, mejor desdiga

todo lo que afirmé sin

juicio -hundido en el vicio del ritual decir.


La pantalla -códigos mediante-

abstrae este durante a su contingente andar.

Ni siquiera yo hace lo que dice que hay que hacer.

Me retiro a la hipercontingencia.
No recuerdo una voz.

Me retiro a la sinestesia
-ideastesia sería mejor.

Color de voz.

De repente, ojos de otro color.

De repente, recuerdo haber recordado conjeturar que era posible.

De repente, silencio.

Nada de ésto tan de repente como un de repente mas he recuerdo y hoy.

Fallidos intentos de desenfingearse.


Cuerpo muerto, asesinado
por la duda de otros cuerpos, circundados
por la presencia de un cuerpo
deshecho.

Escupir la tierra al salir de la tumba


-no sea cosa que se nos muera, habiendo tanto aire oscuro.

Y no le des falopa a un retrasado, porque, es probable


no sepa lidiar con

creaturas conjeturales.

Verás, de un saque

en las nubes, no parece ser


digno de ser recordado

-lo hace parecer fácil.

Cerebros alados,
mentes errando.

Alados pensamientos decía la fuente.

Me dijo un boludo de no confiar en las fuentes.

¿De qué agua la neblina?

¿De qué humo el fuego?

Alados pensamientos indicaba la fuente,


ahogando, sin arbitrio, a todos por igual.

Secretismo si Caos se dice antecediendo.

Megalomanía anacoreuta mezclada con un vals.

Tiresias y el hábito de espantar a las serpientes.


Un par de siseos por temporada.

Devolver los puñales -posarlos en la pared:


artilugios de ayer.
Haberse ceroidado en el lugar preciso.

¿Viste cómo los niños corren aterrados?

Haberse olvidado de prácticas pasadas.


Memorias arruinadas.

Ambidiestría.

Acusaciones sabidas de memoria.

Pseudo-narrativas de 'abismos'.
Solo y siempre mismo.

Memoria que no dice,

mas no olvida
-no hay tal cosa.

Pereza contagiosa.

Gradaciones

y beneficios al respecto

-luego de haber
creído que
esconderse de palabras

deshiciera los efectos.

Retrotrangresión de la simpatía.

Ojos del derredor.

'Altruismo'.

Transferencias pecuniarias hechas con símbolos.

Donar por deferencia.

Oler
como se escurre la mierda
de cada simple paladar.

Artilugios o refugios o
coronarse de gloria a morir
por dos mangos,

franciscanamente.

Decir suficiente

-ausencias que son sólo


aparentes.

¿Bilocarse a aterrar multitudes de

piezas?

Tierra nuestra, común viendo.


Oídos detrás nuestro, nosotros ya no siendo.

Y todo lo que la estupidez

pueda usarse para

purgarse, y pagar placer.

Idiopatía institucionalizada.

Bondadosa psicopatía de cerrar los ojos -no sea que haya sufrir.
Perder el tiempo

repitiendo,

repitiendo.

Curvar el tiempo
recordando.

Cambios

de último momento.

Pensar en el control de daños.


Puedo escuchar el cálculo del control de daños.
No tener la menor idea.

Jugar a Destino lucubrando delusiones.

¡Cantar algarábicas canciones!

¡Contar lo que hay


entre los signos

que esconden el cuerpo mismo de los niños vendados!

Velados sean futuros,


desde ya.

Aspersidas, perdonadas
sean las almas.

Familia, teatro.

Reír de zoroastros.

Alarmas entre nosotros,


como es la costumbre.

Traicionar, no sea que descúbranse


desde antes ya sin tras,

y no puedan soldarse palabras.

Fragilidad, cobardía,
esas cosas.

Y, por supuesto, matar al mensajero.

¿Quién lo manda a traer terribles noticias?

Medio amor, y medio cuerpo


que se pierde

-no hay remedio; no encuentro


manera exacta de huir sin consecuencia,

de oír sin
escarbar entre las esencias

(sándalos,

querubes,

lo que efluvie

perfume de maná o dé cuentos).

Glosa estéril,
vibración irreverente

que erosiona puentes y transluce

cada vez que luce

signos en la frente.
Horror de haber

vínculo,

o receptáculos para la Ley y sus consecuentes


oportunistas.

Familias desoladas,
de soldados,

unidas por la incoherente simpatía de sonidos

sin relación alguna más que

curvar al viento en misma espuma de

repetirse el decir
-con él, el devenir.

Repetirse el devenir
-con él, lo nuevo; ciego

agujero, segado con

paciencia, como el Cándido aconseja.


Hacer silencio al respecto de ciertas cosas,
simulando estrategia.

Dejar que se espeje presencia


sublimada por el tácito arreo

de ojos sobre el paño oscuro

-lleno de raras maneras de posar el pincel

y errar el ver con precisión y sorna.

Esquivo de sí,
resuena.

Tejan, tristes, condena


que lleve un nombre.

¿Correr con voz de borrar,


con manera fugaz?

Dejar un puñal y que parezca pregunta.

Dejar un puñal y que parezca pregunta.

¿Corear con voz de borrar


doblez del viento ido?

Parecerá aburrido, mas


he el quizás.

Luego,
dubitar -que es cuento conocido.

Cuencos

reciben el agua del río.

Florido es el día -Febo respira


canas sobre el manto de especias.

¿Clepsidras o
circo?
Confundir un decir con un cuerpo y confundir un ir con un decir.
Lo que es peor: confundir un cuerpo con su decir.

Yo nada más iba paseando y

he el recuerdo.

Es costumbre -la poesía parea decires.

Lavar guita con que el aire se perfuma


-a veces ruido, a veces bruma;
a veces, incluso, sueño (dormir del demiurgo).

Un niño enfrente,
su espalda llena.

Decir adiós -partir en pena


un pedazo de pan

mientras la mesa esté aún vacía.

¿Qué cuerpo tolere semejante alienación?

Separarse del cuerpo de cuerpos hecho


-con él, de su cuento-,

¿quién supiere cómo?

El domo es oscuro, y las respiraciones parlantes


dicen durante un fin que es como

seducirse tras los ojos,

u oler entre antojos

miradas asirse,
miradas de sí irse.

Despedirse, y llorar al respecto.

Decir de no haber oído esto


-decir de no decir.

Estudios de Amor -serpenteos-.


Deidofagia en el paraíso, ¡qué terrible!

Reír, ponerse triste, volver a reír, volver a etc...

Levantar un muro,
bajo la lluvia
-no tener ni cinco.

El vecino mete una batucada en el galpón,


pleno miércoles a las

once de la noche -el ruido nunca cesa.

Un llanto de cordura
-como era previsible.

Un guión arbitrario

Acuarios
-erarios de jaulas y en jaulas.

¡Embriagaos!, esas cosas.

Gran pequeño uno crece cero.

El inglés, esas cosas.

Estar enojada, preparada -que es mero canto.


¡Ah...(suspirar) el fervor del encanto!

(Había cucarachas en el cuarto,


y no las había mencionado;
no sé si názcales canto
-había cucarachas surcando las telas;
una cortina de paja las cubría)

Y repetir, repetir tanto que


no parezca ser lo mismo
-conjurar un abismo de mismos signos.

Y repetir, repetir tanto que


no dijera ser lo mismo
este decir a aquél, que detrás funda.

Y repetir
idiotismo de abismarse
con pulsión suicida.

Fratricidarse, deslegislarse
-dislates.

Anacrónico, teutónico.

Delirio. Tic. Delirio.


Esas cosas.

Es decir,
real el intersticio del tic;

lo demás:
parafernalia.

Eunuco o afuera.

Perder el tiempo, otra vez perder el tiempo.

Reír -¿quién todavía espera?


Respuestas automáticas del contestador automático.
Tereré de matemas.

Ponerle falopa a la neurosis


-perder un ojo (por lo tanto, perder ambos).

Enseñar lo que no hay,

que no hay y nunca hubo.

¿Cómo?

Comprarle al duro
mermelada de caracoles

-tecnonirvana.
Reír. No tener idea.

Es sensato.

Hipostasiar un abismo -¿volver, después, cómo?

Reír. No tener idea.

Andar cuerpos por mera histeria.

Territorializar como un perro


-meando árboles (con ellos, tierra).

Huir. Gritan

insensateces, hadas que pisan.


Preguntarse que es que c'est.

Nada. Ríen

cien, diez, tres...

Bien, nada entonces.

Tranquilidad de haber después.


Pastillas en la recepción.

Arder de ver. Ver de más.

Saberse culpable de en la mirilla ver

mientras la cerrada puerta nos deja

adentro.

Ver de más. Perdón, yo nada más


iba huyendo y escuché ruido
-ladridos, gemidos, guerras-, y
se me ocurrió que era sensato
cerciorarme de que sea una grata
bacanal, o un teatro,
y no esté el fin ya afuera.

Excusarse.
Costumbre...

Guitarrear hasta que pase


pensar sin ser notado.

Esquivarse, escindirse, errarse


cuando sí es anunciado

-que no es lo mismo que un mero y simple negarse.

Espiritistas en el espectáculo
-tambores, antorchas, rastros

de cordura dispersos en el asfalto.

Borrachos empalados
-en ambos lados.

Allá, acá, innecesario.

Sereno vestuario
de ojos ya sin más, ojos

que criban el escenario

a decir mañana

lo mismo,

sin esperanza alguna.

Artilugios o la manía del estatuado


de reír ante los soldados

-histerizando a quien se asunte.

Oro ecuestre, o lumbre


del espacio ya sin vario.

Uno afuera, los demás:

Eco -unimúltiple.

Sensatez, y cordura, y conciertos de lo mismo.


Tango.

¿Cadenas?

¿De quién, en qué, a qué?

Siempre un por qué, y después


bruma de la mañana,
la miran de noche, la miran en vana
servidumbre.

De querer irse, espera.

De herirse, exagera -también lo contrario.


Avaro, falsario,

recorre la tierra y se dice sí

cual si el suelo fuera sus huellas

-es decir, la paradoja de


ojo que ve para que haya,
de lo contrario no hay;
que es idiótica o
performativa.

Tocar a Edipo, el desquiciado, una vez deslibinizado.

Éxodo a la entera tierra


-lo anterior: fantasmasía.

Ríos de sangre y el mismo cuerpo.

Son las doce de la noche,


aún batucada en el galpón.

El ruido no cesa -no es más.

Alguien dice -ya no es más.

¿Qué tan
idiota
se puede ser?
Se entiende que no hay razón para ceder en el idiotismo

-es como una curva que aliméntase de sí,


ouroboros de comer caca
que no llega a transustanciarse.

Buscar a Amor si las calles brillan


o el espacio escancia

lucinios -de sustancias


hechos, y en toxicosis:

paz.

La casa tiembla -con ella, yo.

La caja tiembla.
(Redobles de tambor)

O haber huir y estar en bella

sinfonía que descubre

cuánto ha sido herrumbre y quién destella


de sólo dejarse decir.

O preguntar qué voz nace

de los parlantes.

O preguntar qué es que hace

aquel de arriba.

No tener la más puta idea,


que es sensato.

O permitirse tener revés y tener repente.

No se puede decir, mientras tanto,


que haya oído tanto con un mero ver.
Repetir: ¿resplandecer?, hiel de cisne
que recurre al cine y se encierra a parecer
estar diciendo -sentir el hedor
del deseo performado
por la boca de simple lado
que intradice-, sin la distancia
oportuna ni ha de haber herida presente.
Pero no me preguntes, después,
qué es que hizo fortuna
de este desplazarse en derredor del vado,
cual si estuviera atado.
Por supuesto, no era malo
el pensar -simple pensar alado-,
mas, he que erro el decir,
y pienso al decir, cual si sin fin.
Pero no me vengas con preguntas de cobardes,
después de haber esperado que yo sea quien baje.

Es que no queda el decir


puesto en los escenarios
mientras por dos denarios
dése nuestro cuerpo a usar
máscaras o ajenas corduras,
hechos en medida ajena,
cuando la piel dé pena
y los ojos
cedan como pétalos que despiden

aroma de lavanda y esquemas,

curiosidad de la fútil

representación. Cruza
la boca, se encuentra. Repite
que no sienta -lo que lo hace peor.
Insiste, y en la histeria
se abre el plácido derredor.
Corren perros -es la espera,
es la cárcel, es Amor.
Y no preguntan al respecto
dos que se hacen preguntas.
Privada de ser astuta,
digita en la nuca una lanza y es hoz
la que afílase en la vacua altura.
Privada de ser pregunta,
toma del vino que circula
por la sedosa cintura de un cuerpo sin voz.
Mas, he la noche y he que el cura
repitió la sagrada palabra
estando tan dispuesto como cualquier otro a
morir ante Pan y su atroz
turba de agujas blancas
(hebras doradas adjuntas).

¿O quizá la infinitud
del lúcido ataúd no se asunta?
¡Cuente! ¡Cante, dios que junta
las nubes en derredor,
si es que es caldo de sudor
o piel conjunta y suya voz!
¡Cuente, signe
trampas ante la horda feroz
de creaturas!
O dura sea la curda de hoy
-trabajar, sobrevivir, esas cosas.
Preguntar si es que se espera
algo más que hoy.
En caso de sí, no.
En caso de no, también no.
Triangular de negación.
¡Ah, la gran nación! ¡Ah, psicodel pura!
¡Ah, lucinación de vana cordura!
¡Qué no cediera en obsecación
ante la vil revelación
de la sutil natura!

Paranoia en abismarse,

famas mediante.
O

repetir del sí

que ponen cual traje

transeúntes

-juiciosos.

Cronión, en voz de sombra

recorre y borra

memorias e imprime

paranoia sublime

-mostrando quién y dónde.

¿Canción al norte?

¿A aquel de vaga cima?

Repetir de la misma

destinatura.

¿Aparentar cordura?

Perder el tiempo incluso al decir éso.

O picar

de los tímpanos

-no la oreja, el preciso tímpano.

El siempremismo se pregunta
quién lo asunta, y qué arte
demetérea siembra sus sienes
la celosa miel etérea
que se prende a cada piel y destella,
como cabellos de eternidad, destella.
Y el eco de lo dicho,
múltiple, cual signo
que no acabara cuando fuera
tras sí de a sí verse,
vuelve, y dije
lo que mediadores nodos
dijeran para luego borrarse con el codo.

Mas no quedara extinto


el caldo distinto que la espada zurciera.
Cruza el siempremismo,
preguntando qué es que ha sido
antes de este ser de quieta
serenidad, calma, euforia, histeria.

Y el juicio acabado de los gurgitantes,


cuando este durante
curso de certezas deshicieran,
¿va a saber reconocer
en esta miseria mía su miseria?
Voces cautas riegan la pradera.

Es el erial, el error;
la historia igual desde anteayer.
¿Correr hasta el taller
si el auto no hace huellas
en derredor? Matarse
es lo mismo y sin sudor.

Mas Mnemosine ahuyenta


con harpías sangrientas
a quien ásese de su contorno
cual si fuera que sienta
afuera el tibio horno
en que una voz se especta

recorrer la avenida
cual si ya no fuera,
mientras Jano
desde la ventana
sabe que ha conjurado
el recuerdo de lo que ve ya siendo.

Disuelto lentamente,
cae al recipiente
en que sírvenlo de cena.
Cuervos del derredor
escuchan que no es condena
y hasta parece placentero.

Cualquier idiota en cualquier voz reconoceríase en esa sentencia.

Esperar sentado,

como es la costumbre.

Escuchar la servidumbre de desesperados,


escuchar la agonía de los desollados.

Es ésa la costumbre.

Huir, como ha de
ser, como debe ser.
Correr en revés,
soñar en matemas.
O caerse
a ver pies
y seguir sus huellas
hacia el tímido follaje
en que la disuelta curda no se recuerda.
Bacanal de Noviembre,
una y otra y más piezas.
Bacanal de
tentativas de homicidio,
acá, a aquel que espera.
O correrse
mientras los chicos juegan en las tumbas.
Es al pedo repetirles lo que ya saben.
¡Coraje! ¡Hombría! Esas idioteces.
Cuando un muerto le inscriba su sombra no se queje.
O contarle a los sueños de
haber visto por la ventana.
Mediando soledades, bailamos un rato.
Yo me escapé -yo suelo escaparme.
Yo me arrobé -yo suelo arrobarme.
Yo ya no yo más yo he igual.
Y los emergentes
dolores de cabeza, inoculados
por quién sabe qué gesto extraño.
¿Morir luego de tantos años?
¿Por qué no?
O mejor, bailar otra canción.
¿Cómo?
¿Acaso las estrellas no se desvisten
cuando las tinieblas pósanse en ella?
¿Reír?
Tornasol de arder de dudas, y parejas
contándose un cuento de haber dicho esto.
Correr cuando nos es permitido.
Si no nos es permitido, correr también
-discretamente, discreta mente.
Si se repiente,
repetir.
Cronida alguna dirá su frente.
Cofradear de haberse ido.
Cofradear en la distancia
cancelada cuando sido
sea el pasto y su fragancia
humedezca la memoria.
Correr entre las olas.
¿Despedirse? Mañana,
mejor mañana, cuando Amor cese
de cantar lo que parece
ya no estar siendo y persistir afuera,
justo adonde la consciencia
se disuelve, y atenta
contra la frágil atención.
¿Privarme de verla?
Arder de las guirnaldas, los perfumes,
la tierra.
Tambores ya no;
el ritual de pronto cede
a la tensión de los placeres
del sueño y sus líneas rectas.
Humo en la distancia
-podría ser Dios, su sustancia-.
Recordar de la hermosura
puesta en la cueva oscura de
salir a fumar y encontrar gracia
dispuesta a concentrarse en sí.
Su piel se escancia
como un rumor carmesí de algas de río.
Se forja el hondo frío
adonde el Ida es actuado.
Cantan, placidos, los desesperados.

En esta casa se fuman


caretas, y divertidos, y helados
del polvo alado,
coreutas. En esta risa
se esconden asidos
a un verbo desconocido que aún
no ha permutado su condena.
En esta cadena
de verberaciones se escurren los dóndes
que dijeran qué es que fuera
el crear, de ojos ciegos,
con justo juego
para grandes que dolor no toleran.
Si esta palabra
causara gracia,
que el horror no acometa
con su disfraz de belleza
a sacudir con presteza
a quien duerme en afasia.
¡Reminiscencias! ¡Reminiscencias!
Y he la sutil ciencia del escape y de la arcaica
figuración de las formas,
cuyo código norma
Ley en tierra esta.
Mas heme ido y heme en guerra.
¿Sangre? Ninguna.
¿Sentir, sufrir? Ninguno
¿Heridos, muertos, víctimas? Nadie
que se arrima a quien escabie,
curvador de letras.
¿Especta el juicio con calor?
Respeta la distancia, y acierta.
¡Hombres huecos, no acometan
con sensatez a la fiesta
que se ha reservado libertinio
y urdir el don de cuerpos
que comunes se hacen trinos!
¡No pregunten, no razonen, no se metan!
¿O acaso Sino
ha dejado piel despierta?
Espirituoso escalofrío,
y la garganta como un río
come de un decir que se aleja,
como caldo de cordura se aleja.
¿Signarse las parejas?
¡Todo el vario: uno; todo el uno: mueca!
Cuerpo simple se nos mezcla.
Escupe,
Tiresias, el rostro del invasor.
Plandor de nubes ocupa
los gestos del extranjero.
¿Escultor
de onirias, de reincidencia, de manía?
¡Canto a la agonía del final resplandor!
Luego el Bardo, esos mambos.
Ágiles pies deben ser necesarios.
¿Correr en boca cierta?
Abrir los ojos cuando se despierta.
Cerrar los ojos si se ha visto.
Jugar a listo,
a en espera, a terminado.
Abrir el Hado,
pagar en la puerta.
Sellar en siete enigmas la cruenta
corriente de sus habitantes.
Muertos eran los de antes.
Éstos: espejismos.
Españismos, de vez en cuando.
La pitia no miente tanto como quisiera.
Metamorfoso, ya sin cuerpo, hiera.
No preguntes si las bestias
se irán decolorando, si es
voz de mando la que teje la consciencia.
No tengas paciencia
conmigo, cuando te esté matando.
No me dejes tirado entre los cantos.
No me dejes errando el desengaño.
Azul de crímenes humanos, azul de natura extraña;
curvas o nidos de arañas,
serpientes que en las calles se encuentran,
y todo, sin embargo, parece tan hermoso.
Correr entre los pozos,
asirse a los casuales
ojos que posa Destino
en los míos.
Dejarle un verso,
no sea cosa que deje de usarme
cuando ya no seamos nada.
Y presentarse a las esposas
que nos ataron al asfalto,
mientras por los vagos bandos
de la quietud alguien pendula
-seamos noche, hoy, quizás,
o mañana, mejor (dudás,
como si razón fuera necesaria).
Qué ingenuo, yo pensaba
que decíamos de hermosas
mujeres jugando en las fosas,
en las tumbas, en sus quehaceres.
Qué ingenuo, yo cantaba
a quien viera paranaicas fuentes
alzarse a contar que sienten
al decir gran soltura.
Pero las manos no se escurren
con la liviandad del tenue viento
que nos ase a la distancia,
trayéndonos su tras de fragancias
y su disfraz de égidas.
Qué ingenuo, yo miraba,
y moría -era la cierta
simonía, fulgurando
entre tanto, cuando ella
oía mi decir, usando
los reveses que dejara cual mediantes.
Meditante, me siento en la vereda.
Escucho que querella
con los espejos que separan
cuerpo uno, ya habiendo sido,
y piensa que en dos estaba.
Piensa bien,
es sensata.
Mi mente es una rata
que se escabulle en cada barco
que de decirse se hunde.
El pánico ya no aturde
tanto, y es el arco
que cruzan los soldados
mero decorado para los servidos.
Y el teléfono lleva mensajes tan lejos.
El escudo de los signos hiede en fuego
de robarse lo que el juego
de errores también dejara,
cuando en curda mudara
de piel quien arde luego.
¿Robarle a una boca su único testigo
-su propio sí-? ¿Qué castigo
fuera a permutar Destino?
Destilar de los signos
el cáñamo digno
de hacerse vino.
Desfilar de los coreutas
lexicosos, cuando
oso ir nada más jugando
por el firmamento que estalla,
como un ramo de manteles, estalla.
La tesitura incurre
en el leer que aburre
a quien su decir se niegue.
¿Desvariar?
Sentarse a contemplar
los últimos pliegues.
¡Y que sonría Fortuna si aún puede!
Es bien sabida la horrorosa verdad.
Es bien sabida la temida piedad.
Es bien escrita la palabra compasiva.
Es bien actuada la manera
en que la pradera
de la sustancia del desierto se priva.
Es bien sabida la armonía.
Es bien hilada anarmonía
la que realiza.
Es el ruido, son las piezas,
es el hábito policíaco
de decir galimatías
y hervir aunque no se quiera
-que es entonces verdad querida.
Darl, ¿de qué desierto
escaparía?
Dame la tentadora lengua homicida.
Darl, eco, viento
de sienes aspersidas,
¿tanto y siempre miento?
¿Qué contento
juicio fuera puesto
sobre nuestro
jardín de dispuesto
transeúnte a la muerte
enfrentado? Muestro,
cierro los ojos y muestro
-de vez en cuando, ausento
mi boca de mí, sólo ojo siendo.
Me voy, riendo
de haber visto qué
(dedos puestos)...

Maintenant, enchanté, étrangement.

Maquinado síndrome,
cristales
se rompen, ¡ah!, tan fácilmente.
Y ojos
calientes escupen sus sales.
Arden
dos gatos, puestos
de espacio y jardín,
de niñez y lucinio.
Un fantasma vino,
posó, se fue.
¿Dijo algo de
ayer?
No sé.
Mejor preguntarle a la imagen
vaga de indeterminada
natura su bien.
De lo contrario,
este morir extraño
que sueños habita y palpita
cero de sí también.
¿Resaco
cuando cruzo
pies que urdo
a aburrirme hasta el espanto?
Ya no dejo
ver de cerca
-¡ah!, tan lejos
la piel que enfrente se devora.

Plácida la lumbre
áurea que fulge en la cumbre
del psicótico en su ido
paseo por el conocido
huerto que redescubre
cada quien con su herir
sí de sí que común sea.
Consumirse, en pies de brea,
hasta la lágrima inicial
-que la memoria, manantial
de lúgubre marea
ceda ante la tarea
de preguntar qué es igual.
Signo mero y mera espera.
Mientras tanto, se lacera
cuando encuentra que han asido
peces el decir conocido
en que Nadie solo viera
praderas de ir sin más,
sin campos de Destino, tras
las madrugadas o la fiera
mansedumbre que detrás
del tras se arde y recuerda,
el decir de sus pasos recuerda.
Y es lo mismo otra vez.
Placida la cumbre
-bah, da igual. Rejunte
de lo que sea que adjunte
al correo, por mero azar. Lumbres
caricaturescas.
Adonis, pintoresca
resume que no sea nuestra
la cordura, sino más;
y he el común disfraz.
Nadie, puesto, muestra
toxiconoia o ritual.
¿Este decir? ¿Dual?
Ya no sé que éso fuera.
¿Correr de los autos? ¿Afuera?
Adentro mismo se espeja.
Cae lento, lentamente cae. Rejas
separaban a los ojos
que besaban los despojos
que el cuerdo les deja.
Recuerdos
son lo que muerdo
cuando a leer esto me dé.
Pero es lo mismo, otra vez.
Me digo 'parecé'.
Me sé de mí pez.

¿Alcoholismo?
¿Vanidad?
Cruz vital.
Vals que espera.
Vida mía, ¡desesperan
los fantasmas!
¡A nosotros qué nos queda!
Ah, la agonía. Pueda
correr bajo escamas
aun, de salir a la tierra.
¿También ahí guerra?
¡Ah, vanidad, alcoholismo!
¡Siempre lo exacto y mismo!

Luna de los montes, siempre abierta;


sangran los hijos sin su voz.

Luna de las gracias, de la pena;


hierven, desconsolados, filiadores.

Luna que da y niega, luna que juega;


cantan esmeraldas, bailan, juegan.

Lunas que no entienden, que repiten;


alzan, cantan, hienden

un pálpito al presente.
Recuerdan, luego. Mienten
de saberse quienes griten.

Lunas que no escuchan, que marean;


súbita, se abre: se parean

un hábito, un presente.
Dones urden vagos entes
de haz de luz. Así se recrean.

Luna que rema en jardines de crema,


¿qué sensatez fuera oportuna?

Luna que recorre la bruma, que piensa sintiendo;


a sus costados, los niños se divierten.

Luna que noosfera y delimita, luna permisiva;


corren dos pies helados, corren a sí.

Luna que no espera, que no nace;


fugaces los llantos, y el hielo peor.

Luna que juega entre muertos,


que hace arder
el vivo huerto, y hace erial de sí.
Luna que recorre
hiedras, azaleas, rosedales;
luna que presume de cierta;

luna de madrugadas de hambre;


luna de silencio, perenne;
árboles se abren bajo sus sienes.

Luna, toda creatura


bajo tuyo ha pernoctado.

Luna, se esconden
de tus bordes, espejadas
hadas que sanan

cuando dícese, del este,


el sol que no se dice.

Luna, ¡esquicie
así más no nos cueste!

¿Luna ecuestre? Nos vicia


la vida, placébea, de sutiles sonrisas.

Ceremoniosos, los desesposados


pasean el paisaje. Es el viaje
que no encuentra, y repercute
aquello que mude -y sueñe
que ya no pergeñe este decir,
que sea suyo ir,
con cruces, con hiel
de cada piel que este decir viere.
Artimañosos, huyen
entre estornudos los intrigantes,
las intrigas. ¿Duermen
los perezosos, juegan
a no hacer? ¡Ríen
de nosotros, y nosotros sin ver!
¿Caigo
si me encuentro
entre ecos puesto a nada?
Escarban
la tierra, y nuestros
huesos hallan. ¿Caer
en soliloquios al agua? ¡Perder
la cordura en un mandala!
El viento llevara, ah, el viento
llevara el espiral que da a la viva Nada.
¿Cómo
Amor se disfraza de cuerpo
y marcas llevara?
¿Acaso
se adueñaron del común ocaso
y nos vendan y lo venden?
Senil la corona de quien se asoma
a contemplar propio parnaso.
Creaturas
feéreas

pendulan

de las nubes a la espuma.

La arena se abre enfrente.


El follaje alrededor
señalara que el hedor
de cuerpos ya se ha ido.
Y dentro
las heridas fueran,
cual si fuera ése mejor destino.
Hipnotismo en abismos de Amor.
Velamenes y alucinación.
Hipnotismo de infinitos clinamenes.

(un

múltiple
)

Cuerdas, se encuentran idas;


reconocen el placer de la partida.
Escúrrense
en matorrales.
Traen coreuta servidumbre.
¿Derrúmbese
Babel, de azul cúpula?
Nirvánense
los ángeles
si Nadie canta.
Recurran
a memorias
inhiladas.
Níhiles hadas,
sirviéndose de curdas,
¿qué noche no abunda,
qué mañana place?
Cruzan
madrugadas burdas
sienes nuestras, mientras nace
algo que pregunta.
Periferes del derredor
en disfraces yacen.
Nubes, vueltas de rumor,
anidan, yacen.
Sentencia
por la xiudad se esparce,
y una cabeza
augura colgar
en la punta de una lanza,
mientras el ágora juzga sus dislates.

Une question:

Venas blanquecidas de los idos,


venas que la historia cursan,
venas en desuso, venas en pena,
venas de vides y vicios y eterna
melodía, venas de ardides
y venas ardidas,
venas icóreas de nubes heridas,
venas arteras, venas artistas,
venas de hierro y sangre y prismas,
venas olvidadas, venas dormidas,
venas que corren a mirar qué es que brilla,
venas que ceden al fuego y se esquilman
en caldo de inocencia, venas que esgrimen
razones, venas que
seducen, venas que corren
las finas razones, venas que
no debieran pensarse, venas
que sobre la mesa puse,
venas que crujen, venas de idos,
venas de reír, venas de hado,
¿qué pedir?; venas, silencio,
sin razón ni tras.

Étrangement, un feu.

He la deidofagia
concebida ante la excesiva suerte
de la que flotan signos
cual estas palabras
la pantalla encuentran
y niéganse ciertas.

He la idiopatía
de quien a sí se cultiva
usando ajeno cuerpo,
cual si dueño de algo se fuera
-hiperbólica-
mente hablando, por supuesto.
He el nene
al que van guiando
lejos de las tumbas.

He los artificios
que libertinios han creado,
y crímenes.
He Ley de leyes,
constitutiva e impúdica;
he sienes
deshechas en la plaza pública.
Y he el ultraje
de sacarse el traje
de cuerdo, de vez en cuando.
Si tan sólo fuera meando
un recuerdo que aún deje,
¿por qué fuera coreando
desde las máscaras, careteos, fuentes?
Ceroidal persona
deshiciérase si dona
sin merma quien no piénse-
se a sí. ¿Mienten?
Por supuesto,
mas, ¿qué otro fin siente?
Estatuados jazmines
le brotan de la frente.
¿Acaso
no supiera el sí que se ve,
que cada decir se ve?
Pierdo
el tiempo diciéndome esto,
mas fuera sapiente.
¿Epifanías?
¡Miento!
(sobran las exclamaciones) Quizás sí.
(¿epifanía o mentir?)

Un castillo, sus cristales


-los vitrales. Cuadros
puestos en los pasillos.
Una niñez -maestría en delusiones.
Un arrobo,
un designio -estruendo
que aún robo. Un nimio
resplandor de aguas extrañas.
El escuchar,
el permitirse ser escuchado.
El ser paseado.
La megalomanía anacoreuta.
Las malas lecturas que son lecturas al fin.
Los ojos que curvan mi decir.
Mi decir que no tiene aurora.
El repetir, el mero huir.
La voz que se rompe con mi romperme a mí.
La compañía.
El ejercicio, el estudio, esto.
El resto del cuerpo
todavía vivo, el resto vivo
del materiado cuerpo.
Esto.
Esto que digo.
Esto que dejé de decirme en este instante.

Éxtasis, auscultar
la serena nadidad,
palabras mediante.
Correr
en derredor de los signos,
en deshecha astralidad.
Sueños de acá y allá.
Sueños de acá y allá.
Haber callar.
Haber repentina
realización.
Humo deshaciéndose. Sudor.
Contingencias.
Tardar.
Tardar de ceremonias.
Lacedemones
fundan escribas.
Cuerpos
se privan.
Purpúreas nubes
cubren los ojos.
Palas arrea.
Duracel 365.
Bersekeres.

Escribir y sentarse
a esperar.

Ponerse
a mirar por la ventana,

de vez en cuando.

Quizás

ande paseando

voz que dícese en tras.

Quizás

recuerde que miento

y pueda olvidar

signaciones o perseguir del mismo decir,


cada vez que se dice ahí,

adonde el agua se hace arena.

Aislarse,

de vez en cuando,

a contemplar el horizonte.

Despedir las dudas,


doblemente dudando.

Asirse a falsa altura.

Repetir que se es actuando.

Amputarse.

Eunucarse.

De lo contrario, pesadilla.
Lo que se dice 'nightmare'.

Encontrar que se es paciente.

Ignorar qué humo dijera y con qué fuente.

Maintenant: cessez le feu.

¿Será de sueño
su decir? Por supuesto que no,

si lo escucho acá.
¿Verá?

¿Escucha
cómo me asunto en su andar

la tierra y jugar con quien se asunte?

¿Por qué haría éso?

¿Por duda y cordura?

¿O acaso no ves que escapo,


lleno de sangre extraña, escapo?

¿Quién me cosiera heridas al cuerpo?

Ah, el errar, que es cierto


y oportuno.

El color nocturno de saberse ir.


O la madrugada en que corremos, mañana,
cuando nada sea y seas hoy.

O la confianza en las cruces de Destino.

Judasismo propio de fronteras.

Corte donde corte, he puñales.

Corte donde duele, luego señale


qué herida fuera la suya, y qué dijera

al vivo cuerpo que recorre el espectro.

O las maneras de curvarse


en el luminio.

Y el real

despegarse de la piel,
y no errar.

Y el absoluto símil del no errar consigo.

Diana, puesta en la distancia.

Holocaustos rituales, y palabras que tardaron


siglos en comulgarse en toda boca

que diga memoria o diga anzuelo.

Y las reses,
arreadas.

Improvisar del falso Asclepio.

La viva histeria, de antes dicha.

La risa que transporta metempsicosis.

El mudo dueño de los verbos.

La ceguera, dispuesta a persistir.


Amor velando.

Rosas en el actuar.

Rosas en la quietud.

Ingleses rosas de inflexiones.

Melancolía de actriz.

Micropenes, de astuta precisión.

Repetición -ritual-, dicción, huir.


Así eternamente.

Serpientes en la mano derecha, serpientes en la mano izquierda.

Serpientes que vagan espacio y, en teoría, no son.

Medicados los reíres y huires.

Entretenida entretensión.

Canciones de huir por acá,


canciones de huir por allá.

Correrse del cuerpo


dos,
tres veces más.
Enjazminarse el olfato
-que cese, después de tanto fumar.
Preguntarse si fue mero rato,
contarse en este usar
dedos que pasean heridas,
dedos que se encuentran -mienten
cada vez que sienten teclas del piano
hundirse en vaga suerte,
cual si nocturno sea hilado
de la oniria aparente
en que Caos es hallado
dispuesto a matar su servidumbre
por una gota de descanso.
Sobre el remanso, a la vera del río, se posan cuervos.
Desesperan,
no hay ya tiempo.
Otro ojo se mira.
¡Una lástima! ¡Parecía tan ida!
Esotro ojo ve su vista.
¡Una lástima! ¡Parecía no abstraer!
Comida de astronauta. (¿Cosmofagia? {¡Qué sé yo!})

-fin de la intradicción-
comment-
aire
Pleasurable hypothesis

Could you

hand me a piece of
the lighter?

It

doesn't matters anymore.

While we
speak out loud,

why would the mourners cry?,


who could a reason not?

It

doesn't end up well.

Would you still stay?


Could we just sit and lay?
Linked langue

A cracking

camera-bulb.

Not to be understood.

Yer sorry loon


has wound, oh doomed,
a mighty creature yet to die,
today, tonight, to speak!

An arbitrary will

denies.

Dawns to be concluded

eroding thy oh nouned freedom


while the chancelor appeals
wielding a dart
out of bronze-stars made.

And while you

don't go full retard


-which is known to be a false virtue-,

'mother earth' will not


go straight out of itself to

say the least.

¿Gaia's nightmare?

Realized harmony.

Sinful
twisting

basses or whoos strings


up to delirium builded.
Say, you, thee!
For eternity to recall

I don't
know

until I know.

But, then:
knew, new,

was it before?

I didn't born before I

cry

-to say one thing at least-.


But, then:
was it new the gone seen?

How could I

sleep and stray myself through where


oblivion was made?

'I want to leave', Lorenzino said.


Chored

Betrayal.

Sole and whispered


through thy, wanderer.

'Round where somewhere

was made?

Have you met the laughing ill?


Spill, oh wonder
of peculiar skill,

for thy is the kingdom and fortune

will ever spin!

Faked synchs will oh never fill.


Unmasked beasts

will dream us, sun,

while wooden horses cross upon.

Glory for the holed


wroovers of our walked

mirroring!

Did I ever talk


about

insanity?

Would I ever stop,


mightied might?

Whool for us to drool


in shivering disguises.

Dreams and ever acid


guilt.

Spoken be thee, the unsaid!


You may as well

Played upon,

walked among

silent austers and cynics,


the glued finit

burns the fingers, oh burns the lips.

Grandfiliated nous, outselved


into Mnemosyne's lair.

Would, could
the observerd wound

a not-seen gaze?

Dead was not born and there it were.

For us? Blacked out


by the coloured carpet,

while pain walks among the said,

we negate and keep the change.


Four horses sail.

Coined has been

which lays where.

Bewitched,
a voice

sings along the mythed wave.

Memory-made winds

sail with wills,


while we were naids.
Heaven't winds

Bacchus,
the somatic sodomyzer,

would like to not a sign

out of wills made.

Fleshing backs,
bleeding wings

as if they were not there.

A moan.

Loxias walks by.

Pyramidal schemes
and behind
behinds behind... etc.

Kindly asking to a deaf

will not do a not.


Knot,
prayer,

two unspeakable thoughts.

We walk outside.
Haven't we cried about this before?
Anchorite

Schized skies

-haven't I notice this,


a second twice?

Vain

movement of the primal number

-for five in tension wildered;

haven't I
considered the walked firefly?

Oh, echoing through time, again!

Does it never learns?


Machine-like murderers souled thy, not.

Night yer day yer night yer day yer etcetereal stairs

walking upon wooden frames


of synched by creatures -fear oh thy!
Got myself a fear

I had a good time.

I'm an awful
fucker, yet I lay

waved.

Could I

not a single

parental

advisory
seek?

Greek solutions, indeed.

Nurtured in Lethe,
ill winds.

Darleene,

wicked seen.
Dantesque lobotomy.

Alexandria, at a click.

Roll over, let's sleep.

Schized syncs from outside memories.


Jigsawed ruins of before beings

out to thee.

Cruelty made archons.

An ark.

Rain silks.
Googled eyes

Twenty first century Pilatus uses soap.

Obscured
by madness, I fold.

Wounded souls.

Effects, monsieur.

Oui, mais c'est ne pas une solution !

Oblivion?

Do not! Do not! Do not!

Ils rient, et còuches

do not! Do not! Do not!

Farce, acteur.

Translateur faux.

Cannot, oh sire, cannot!


Languages of recreation

Drunk,

sunk.

Created creation
mazed.

Recreational seasons of

display.

Bards chant -colour semiotics.

Smells like nicotine stains.


Drunk,

sunk.

Walked by air.

Forests gone,
blaze by wind.

Gaia's dream, cored hells.

Kafkaesque, dantesque, wholed vain.


Do not play while they leave

Do not play

while the children watch.


Do not go blind

by the blinding light.

Do not repent,

for is not what has met

fortune upon tortured


minds of sour hours made.

Do not forget

the sonet, oh the sonet!

A chessboard, a hair,
a laugh waying by.

Do not repent, for not is an honest

mistake, oh jest, mistake!

Just be the sane, be the rain, be the saints!


Do not forget, oh guilt, crawl-made!

Cry, it's a game! Cry, it's the same!

Why would I on me oh care?

Do not forget while the scared moon


howls at loons.

Cry -be a game, be a jest, be a farce!

Go, nightish noise, while I sit and watch.


Rejoice! We'll be forgotten!

Begotten were torchs, oh by this, oh by tar!


Cry, squeezed up, for us is thy.

Run oh sing oh run oh sing oh run!


Sees

Sued

by the crime of treason,


reason

pledge guilt.

'I'm what I'm',

to whomever has seen.

The trial was fair.


Beast were there too.

Spiritous nectar was spilled.

A storm: guillotine.

A wound: shared being.


Spiritous nectar gleamed.

It cannot be written, it cannot be read.

Souled creatures chant and pair


eyes with the burned said.
Ashed

Clear lanes.

Chanters, muted,
walking by.

There's a road
-there was a road
(it was a dream).

Loving by,
we walked upon.

Nothing came
(there).

There's nothing to be said.

Ashamed,
I stepped.

Chanters, muted, walking


we were.

Childhood ends.

A leaf

fells

from eternity's hair.


Ensemble

Exing.

Silently, surreptitiously

exing a word

-indexing.

Should I lay or should I lie?

Wanderer? Not-made!

Should I wave away goodbye?

See you there!, where thoughts are made!

Sculpted by stones,
lapidated,

should I lay naked, in the wild, for norms?

Will I sing a song for lust?

Sculpted by waves,
I crawl.
Puking bacchante

Acid-like,
talking.

Vividly
worded.
Trembling in
panic.
Crambling in
sutures.
Sigil,
northed.

August florishing.

Vividly
talking.
Pasts
go by,
synching.
Barded,
unwillingly.
Carved.

C'est une farce, un rêve !


Wheeling

Folding petals,
white

hairs of time,

goldened through thy.

Crawl, oh
wounded star,

for was it dreamed or will it last!

Cry, ill,
you multiple still...

Cry, ill! Cry!

Death will starve for us to play!

Gone, far lost


scream of a kid gone lost.

Dead, I am most-
ly outside or just a jester?

Will the king die for us to feast?

Silly little rabbits waving east!

Syllable reapers of gone through habits.


Culture-like creatures, laying

in the willed carnival of our rotten feathers,

bipedly walking among farces.


Eden's petals

melt as weather.

Should or should not I schize reverbs?


Machine-like

Knowing yet not being,

which is peculiar -at least.


But who could pull the trigger

for a feaster in its feast?

Knowing, yet gesturing

as if it was a play.
It is not,

it is not the same

if its a theather or a game!

It is not! Fool away,


absolutely insane!

Creek a song, oh will, oh vest!

Confused as a loon, I thought,


mistaken!

I whoose a sshh for me and play.

For it is not the same... etc.


Raining seasons

Self-blinding body motion,


errant, I walk, self-doxed.

Could I reach

the done misfortune,

the realized future tortured?


Self-blinded I,

rigged, tied.

Should I stop?

Sail goodbye,
winded, for it is repeated

again and again.

Could I gaze through thy, then?


Through thee, through their, through them, through yer?
Commentaire

Crumbling branches. Wills vested.

Reign's of

chatoic measures -measurements, étrangement.

O, por sentarse a escribir,


olvidar la persona

-rectorrecurrir a la autoponzoña.

Cribar el caldo de lucinios -arder


mas sin brillo

mas sin brillo

Conjeturar un cero, dos ceros, tres ceros, cuatro ceros.

Dispuesto sobre miles, conservarse algunos años


-luego partir, en busca de antaño, a la virtuosa Mnemosine

(recordarla de sueños, adonde no se era).

Alguien,
con los dientes afilados después de
abrir botellas de cervezas con los dientes
afilados, luego de
romperse los labios con los dedos
encontrados, luego de
delibidinizarse como un santo, como un ornato,
deja su 'semilla' puesta en una 'orilla', y otean,
en derredor, fantasmas de la ponzoña.

Recurrir al aroma
-que es bien y es sagrado,
puesto que
qué memoria no huye de sí cuando encuentra
hedor de haber deseado, no haber actuado
(según vieja ley).

Vestirse de
sombras (maquillaje).
Simular
actuar.
Contemplar el tablero lleno de baches y entremeses.

Mientras tanto, dos, tres, cuatro, quiénsabecuántos,


se mecen -luego, crecen,
luego siembran, luego mueren
sobre el desvaído cuerpo que la lumbre
de sí (del sembrador, por supuesto)
dase a permutar.

Deméter pasea la habitación y cuenta al respecto de

quién sabe qué,

sin embargo se la escucha y se le hace caso.


La pitia

pita, completa-

mente ida, cual si no fuera


epitafio lo que contempla en el acuario, erario, erial, ruin

vegetación de ruinas ornamentales

-turismos mentales, esas cosas.

Recorren las fosas


dos de ojos extraños.

Extrañamente, se encuentra

sobriedad de vivas sales.

Extrañamente, se encuentra

razón, servidumbre, ideación suicida.


Simular estar actuando

-incluso para aquellos que coparticipados en el sueño del sí aúllan.

Lobos con dedos por signos y signos con lobos por dedos
-anzuelos, ecos (ecos), y los besos

robados a la símil pulcritud.

En discreción, corre

cortado por las tijeras de un ojo proyectante

un transeúnte errante -xiudad nueva, vida nueva, esas cosas;

cual si

la memoria no fuera la misma en la perenne pena.


Venas de cloroformo, o la forma de dormir,

o la forma que acelera el sueño

-ensoñación, 'él', la voz de un dios

(dícese ser la voz de Dios,


que también gusta de disfraces
{tanto el uno-trino como quien viste sus frases}).

Creer que nada es sensato, y que así sea.

Recorriendo el pleamar, mientras


las aves corren entre los cristales, y las miradas

invanden a contarnos -contarme- qué es que se es cuando se es ido,

no puedo más que

detenerme a putear porque

primero tocar la puerta, anunciarse en nombre claro, y, recién luego,


soltar el clamor o la sentencia o la calma

(a veces es preferible el frenesí a la tibia calma contemplativa).


Correr con la propia sangre, en un estanque
de todo aquel que, pensando, y sin darse cuenta,
paseó el estanque en que suicidas

se han sacado

máscaras, sólo para volver a la misma vida

-y coronarse de mismo tormento.

Reír al respecto,

al respecto, reír al respecto.

¿Quién conociera lo que se esquiva


cada vez que vivas

las entrañas se escurren entre los ecos, y las diccioones

se curvan con voces

que del solo Nadie y su Nada -y toda esa maraña de boludeces-

se encuentran?

Heme ido, yéndome

hacia la luz perenne -que es sal también, y oscurece-,


mientras los ojos resplandecen y el agua es viva
-y quema las manos, como designio o vago

resplandor de cizañas entre la muchedumbre.

Una vaga servidumbre siéntese alada


-cual si diera voz de mando y cribara a

Destino

de los yuyos y del amor al vino


(la embriaguez deslucida y el palabreo vago).

Corren, sincretizados,
dos croares del derredor.
¿Que cómo corre un croar?

El viento dirá.

Mas,

luego de curvarse los símbolos y deshacerse la tierra,

nada más se especta, y nada a sí se especta.

Porque nadar es una cuestión de paciencia y una vaga ciencia


que no es digna de imitar

-de lo contrario, haber


fin,

de vez en cuando,

cuando la voz que va hilando se deshace y se derrumban

ceremonias de Amor
(guionadas, por supuesto, planeadas;
en ritualismo, calculadas).

Croar de los desesperados en el Hado.

Un teatro,

del que se oyen todas y las voces implícitas aun,

roe las pieles y se descubren

canciones donde debiera mero ruido y nada más,

mero ruido y nada más.

Pero eso de nadar el éter se hace


costumbre,

y luego el no retorno y la vacua eternidad.

Mas ya no recuerdo la técnica vaciedad y el actor


que me fue puesto entre las gradas,
gritando que la voz que escapa también curva a los que matan

atentamente los gestos del azar.

Vagar entre los ojos, reír del antojo,


criar un árbol y reír del musgo.

Preguntarse si fuera justo y necesario y esas cosas.

De lo contrario, errar,
eternamente errar -que es imposible, mas así dicen-

la tierra y fiarse de ella.

Prestadas las huellas,


la querella se urde en saetas que cancionan la mar,

que esperan el mar.

¿Qué espera no fuera vana?

¡Ah, ansiedad! ¡Causa como lluvia vital!

Y el estruendo de Cronión posado sobre la frente de un niño

-en realidad, enfrente,


mas sea ese delante su frente
(considerando la natura coextensiva de la percepción).

Confesiones agustinianas,

y despedirse.

Saludos a los amantes y a los que antes dijeron de haber


Amor, alas prestando,

sólo para gusto del huir y el ruin

aullar de la prole enturbiada

con vicios vanos -falopa, que es placer; placer, que es falopa.

Desear, ser deseado, y otras serenas


insensateces.
Reír, de vez en cuando, no hace mal, mas

metempsicosos aprovechan el espacio que la boca deja

e inoculan el caldo de lo reciénllegado.

He, entonces, lo nuevo.


Una sonrisa que se desdibuja cuando

le preguntan al respecto de su reír.

Una madrugada en la que,


con idióticos hábitos,

brujas, brujos, dicen de

estar haciendo efectos adonde

no hay absolutamente nada

-y luego el espejo, que es justo y arbitrario.

Conservar el cuerpo, y reír luego,


sabiendo irse cuando quiere, y sabiendo volver

a su memoria en un pliegue de

incertitud.

Reconocer la vagabundez de los que pasean

palabras arbitrarias

-que no son arbitrarias mas la estupidez fue justamente distribuida.

Y espectrarse,
siendo dos, tres, cuatro, quiénsabecuántos,

y disfrazarse de campo o lavandas florecidas en invasivas mentes.

Después,

el llanto y el pedido de perdón

-que es una burla para quien fue usado.


Pero
no me vengas con culpas, que
yo ya sé, y ya no sé

si Jano pueda contemplar el ruin pasado

en que la condena fue conjurada

voluntariamente.

Pasado puro, y el que estuvo


mirando mientras era mirado, mas disfrazado
de otro no parecía sí,
sin embargo persistía sí -parsimonioso, translúcido-
y he que no era avizorado

espejarse entre los juicios que vagaban

piel que se dice signo, y signo que se cree vago


pliegue de la noche por la ventana.

Abrir los ojos, contemplar el día


-morirse un rato, morirse dos ratos, morirse tres ratos, morirse...etc.

Y no encontrar que se diga lo que se dice,

y afirmar con dicciones lo que un gesto niega


-anudando en artificios a quien se escurre entre sus vagos

resplandores de vidas pasadas (conjeturas escatológicas),

si siempre metaesquematismo y la variación del corpóreo lado.

Artificiar un jardín de mansedumbre.

Asirse de la cumbre y contemplar


cómo pisan cabezas de espanto los que

no saben su qué,

y ni siquiera se preocupan en saberlo.

Voluntad, extraña
cercanía de lo que hay y será,
criptografía para los que mañana esperan
-¿quién no sabe que mañana es muerte y ni una otra cosa de más?

Pero mejor no asustar a los chicos

-no saben leer mas vagan los pensares,


las curvas de los decires, los manjares

de sonrisas autorizadas, cuando


el juicio y la Ley son dadas.

Luego viene común ley y arbitrio de los salmódicos

-si bien esto es un ejercicio retórico, no hay quien se libre del uno Bardo.

Éteres, y tiempos de fantasmas.

Montañas de ectoplasma, y Héctor,


de broncínea e ilustre coraza,

cae, tendida su sangre en el suelo, y borrados sus efectos.

Una voz palasatenéica es anunciada en sueños.

Sauces lloran -es su costumbre-,


olivares, rosedales, lavandales,

jamás contemplados.

'Y amo', que refiere a amo, que circunscribe esclavitud

dada las españolas curvas y el ejercicio de plegarse lo símil.

Cuerpos estúpidos, regidos de economías,


dispuestos a una epifanía por un poco de cordura.

¿Cordura? ¿Quién estuviera preparado

para arder en llamas puras del siemprecruel pasado?

Futuro y cruzar los dedos -del pie izquierdo, tierra habiendo


una vez, en una existencia, pisado.
Después, florituras,

enmiendas, retazos de escobas


todavía limpiando la nimia aurora

del jardín -no sea que permanezca ardiendo en el fébico afán

de reír, o corear, o arrear

las nubes, y ser arreado por ello.

Arrobamientos circunstantes, y la multitud esparcida


por la curda parecida en que la nada se deshace,

mientras los intrigantes llevan amistosos disfraces y sonrisas

-¡he el hombre!, esas cosas,

volver a pasear la tierra, esas cosas,

jugar en las tumbas y llevar las rosas (sobre todo sus espinas).

Belleza, y el dilucidio del suicidado,


el repentino asombro de haber encontrado

maneras de encontrarse tras los velos de

lo que no hay -porque no no parece haber-.

No comprender la consecuente negación

-naciones de ángeles idiotizados en virtudes de secuencias


(primero esto, luego aquesto, mas esotro no, por supuesto).

Y llorar de no saber cómo dejar, y decir 'soltame' a quien nada toma.

Dejarse nadar y correr en broma


-con gestos macilentos y la lúcida zona

de incertezas en que el juicio es avizorado.

Besos a los pies de un rey,


cereado.
Baco,

barnizado en botellas y fasos,

resuena.
Es la madrugada y truena y alguien nos ha usado.

Ya lo sabíamos, sentimos

sus dientes clavarse en el cuello, y dejamos


que use -total,
¿qué podríamos haber hecho al respecto?

Destino, y el curso del vino entre los labios,

y las gargantas que ante la tenue indiferencia del espectaculado,

danzan.

¿Corearán las razones o serán pasado?

A mí, a mí que

nada sé -se entiende que nada sé-,

me vienen a preguntar

qué es que c'est y qué es negado.

Yo nada más iba muriendo


-a decir verdad, contemplando la tiniebla posarse en ojos míos-,

y fueme dado decir esto

para luego ceder al juicio de los dados.

Porque el azar, la incertidumbre, y la absoluta falta de absoluto.


Porque el espacio de indeterminaciones y la fértil confusión.

Mi esterilidad: una bendición.

Pero después no me vengas a preguntar qué es que hago

cuando nada hago -nado-, cuando


parezco no ver, y sabés que veo,
y sin embargo decidís
-en un, quizás, sensato ejercicio de autocompasión-

que no ha pasado lo que ha pasado.

Y una estrella explota entre los ojos que anteceden al sueño.

Yo -idiota, por supuesto-, me enamoro,


me idiotizo, y, luego,

corro en derredor, contándole el quéséyo

que fuera trazado,

y después realízome de lo inconsecuente ésa acción

y me despido

-no sin antes haber cantado o silbado.

Después me escapo,
entre serviles dedos acusadores,
y encuentro que

hay cuerpos que no se saben cuerpos y hay

quién, extrañamente, no tiene control sobre sí

-lo cual, en ciertas distancias, parece necesario,

mas en el exacto acá

no es sensato.

De lo contrario Destino, esas huevadas,

y la mañana en que se escupen las hadas

mientras el erial es coronado de anarquía y entelequia,

y Nadie de sí se priva y no es contemplado.


Pero no me vengas, después,
con que no nos dijimos a tiempo lo que
oportunamente pensamos

y el curvante éter fue sobre los cuerpos llevando

hasta que destino se hizo ambos y dijímonos

en el cero sueño en que nada ha pasado

-porque decirse en onirias parece al pedo, ¿no es así?

Y después de la primigenia desnudez,


luego de verse

desnudado en pensares que son

dispuestos como flechas sobre el paño,

¿quién no
sintiera vergüenza de haber

ignorado?

Sin embargo,
espirituosos,

que creen al mundo acabado,

ríen al respecto

-asientan y sonríen, como se hace con los locos.

Cenizas del derredor y el juego de

poder,

que tiene néctar y sangre encima

-que luego se esquiva con algún mental ribete


(no sea cosa que se sienta que fue sentido lo pensado).

Y, tras largas madrugadas meditadas,


nada, como un grano en el culo, nada.

Pero ya es tarde y los ojos cortos


no pueden menos que

desear otredades y desprenderse

de sí, negando, luego, y tras ésto

retrotrangresión -que es culpa, que es nada,

que es culpa, que es nada,

etcetéreamente, hasta que

sintetiza la confusa fuente

en que se es ido y no se es dado.

Pero si la sopa de libélulas juzga que es


insensatez, arbitrariedad, azar -no digamos, por favor, no invoquemos

Caos-,

entonces debe ser

insensatez, arbitrariedad, azar.

Y el temblor y la ansiedad y la curda ritual.

Mejor
sentarse a jugar

lo que de las manos se ha escapado.

Mejor

sentarse a esperar
que díganse los juicios y no quede nada,

absoluta nada en la que descansar.

Pero no me vengas después con preguntas

de las que vas a negar


las respuestas.

Y tampoco venga con

imperfectas

meditaciones.

Y no me digas que viste que era y asentiste y era y sentiste que

no parecía ser lo que efectivamente era.

Mas, es tarde, y, noches mediante,

comas van lenguas trabando


-sabor de haberse ido, saber irse,

escapar en cobardía sobre la curda viva de Amor en fases

(bien es sabido que el tiempo lo mata,

mas lo mata más aún Psique y sus laureles).

Maintenant: le gloss.

Entes discretos. Derredóreos. Hieden, hienden. Hieden en tanto... Ya no


sé. Hienden en tanto: atención. Por lo que, mejor dejar de decir -o el
espacio se dice, y no cede, y si no cede, ¿cómo decir? Lo cual es un poco
de fortuna y un poco de artificio. Pero es propio secuenciar la
certidumbre. Entonces, dispuesto a abrirse en coordenadas: un lucinio. De
ahí: el ruido blanco, la prestidigitación de los propios agitadores -propios
en tanto propios, propios en tanto ellos. Pero, como dice la canción,
maneras de pedir de perdón. O lo que es lo mismo: punzar el puñal con
certeza de que habrá final. Lo cual, ciertamente, parece insensato -dada la
cuestión de la convivencia y la dependencia. De lo contrario: tenderse
espaldas frente a espaldas -cual si fuese posible-, y sentir la niebla sobre
la sien, y sentir el cielo sobre la sien, y sentir la sien y que ya no sea -ni la
niebla ni el cielo; la sien, por supuesto, siempre. Mas, longevidad o
caracteres arruinados, arruinantes, consonados. Como decir que sí y
significar que no en el mismo movimiento -que es gambito de reina y
tiene los ojos despiertos (incluso aunque sea de madrugada y las bestias
duerman, incluso con más razón aún {que es clara muestra de insensatez;
¿o quién, árbitro lúcido de su sueño, deja de hacer}). Pero mejor no
digredir en conjeturas, puesto que puesto o no, da igual. Mas, la postura
es aparente y el juicio no cede. Suele suceder que el suelo cede. Suele
suceder que el cielo cede. Suele suceder que el infierno no tiene signos
con los que asignarse un destino. Por ello: hiede, hiende. Entes discretos.
Derredóreos. Tienen dos signos rotos, tres signos rotos, infinitos signos
rotos (del mal infinito, obvio); mas, tienen; lo que los hace insufribles,
insoportables -como este decir que no tiene roídos los velos (al menos no
lo suficiente para decir sincero). Pero, dada la cuestión del dormir sin
sueño (que es, en realidad, levantarse sin recordar haber habido sueño),
¿he cero? No ya sé, y he que sí. Mas, ¿engañarme, yo, a mí?, ¿cómo?
¿Acaso no sea mero huir mirando los celestes azulejos del baño y
recordar haber dicho esto hace, al menos, tres días, hace, al menos, tres
muertes? Ah, y morir no es lo que parece.

Dos, tres costados -los necesarios para ser. Técnicamente: infinitos lados.
Lo cual puede ser abrumador de ser realizado. Pero: Ceres, discreto, se
viste de Febo; recorre el erial y se siente alado. Por supuesto: puesto.
¿Qué otra cosa fuera, o estuviera, o creyera ser o hacer? ¡Embriagáos!,
esas cosas. Pero, veinticuatro horas al día -el reloj no tiriquea-, ¿no es
mucho? ¿Cómo se baja? Te metés dos, tres cartuchos -uno por cada
centro, uno por cada perímetro, uno por cada extraño. Y después recorrés
las casas preguntándote quién es aquel que es buscado -que,
ocasionalmente, reconoce mayúsculas sobre sí, propio de sí y de quien es
alzado. Mas, ¡ah, la connotación, las mariposas, Amor!, y todo un caudal
de boludeces. ¿Que plata quemada? Quemarse se queman los árboles. La
plata crece de los ojos y se muere en las reses -no descartesianas, por
supuesto (se desplazas éstas sólo sobre dos ejes). Y el rey Artajerjes (¿o
era emperador, o Dios-sol?, no recuerdo), parado frente a las tropas,
contándoles de su cuerpo sin emitir el más mínimo sonido. Recorriendo
vaticinios: he su muerte. Luego, los libros: persisten las memorias -
¡pecado! Mas no hay manera de pedir perdón. ¿Recorrerse de memoria
como si el fuego no se posara en la piel y dijera de saberse de memoria?
¿Quién olvida lo que hace el Hado? (Hado: masculino de hada) Pero esto
no parecía relevante hasta hace quince (15) minutos, y ahora tampoco
parece serlo. Sin embargo: he el escabio. Silencio, de repente, en
derredor. Ojos sobre ojos: culpa. ¿Quién se asunta? Qué sé yo. Yo nada
más asiento y sonrío y recorro el derredor. Derredóreos: entes discretos,
cortados a mano, con las piernas más fértiles del condado, con los ojos
más idiotas que un cliché -que es sabio-, como un comerse los signos y
dejarlos cagados. Pero no es manera de recurrirse una razón -mucho
menos esta, que no es razón aunque semeja serlo. Pero no es una manera
de recurrirse una dicción -mucho menos... etc. Pero... etc. Etc.

Clamor, o gutur, o ruidos blancos puestos para que se acerquen los


intrigantes -esto ya lo he dicho pero qué razón de no repetir, considerando
tiempo mío y mío el decir (déspota, como un huevo, voy paseando; me
escapo por el costado, recorro el costado -a veces dígole lado-). Clamor,
reacción: reconocer que se está desesperado -que en realidad no se está-,
y que es propio del aburrimiento -dada la cuestión esta de acumular hasta
las serpientes y dejarlas tiradas en el jardín, con la cabeza abierta,
mientras Medusa pregunta ¿qué pasó con mis pensares? Alzarse a
contarle a los canales al respecto de la vida, al respecto de la muerte. No
tener, en ambos casos, la más puta idea. Admitirlo es insensato -¿a quién
se le ocurre negarse la razón? ¡Juicio a los que conmueven con su
plandecer en aguas hervidas, con heridas puestas en las sienes! También:
el don de reconocer a un suicida por el cuidado de su piel. Mas, dada la
cuestión esta de haber tras de la muerte -Cielo (idióticamente),
metempsicosis, metaesquematismo; da igual-, entonces, ¿qué? Por
supuesto, la indiferencia es suficiente -incluso aunque se escuche un
llanto sapiente entre los curvos respirares de la voz que cede, en un calmo
suspiro cede. Y si la Nada -nada- se abre y muestra sus venas: nadar -que
es decir: quedarse quieto. De lo contrario: volver a un cuerpo -que es un
nuevo haber sufrir: que no parece sensato; mas, sin embargo, he que
parece ser deseado (porque inanimarse no es parte de este espectáculo {¿o
no viste a los contemplativos abstraerse hasta el arrobamiento?}). Mas,
miento, por supuesto -¿qué sé yo de estas cosas?, ¿cómo podría saberse
algo de esto? (es decir: Socratismo 101, hace dos mil quinientos ($2.500)
años). Mas, hay el no haber visto las alocuciones deshacer el destino -que
sólo a veces es Destino, y viste de blanco y carga agujas doradas-.
Mientras tanto, sentarse a reír, llorar, da igual -mirar la tele, sacarse la
ropa, mojarse en la ducha, mojarse en la lluvia de verano, reír en vano,
llorar en vano, repetir, repetir, repetir; y luego: el cuerpo cede: quedan
efectos -¿permutativos, permutables?, yo no sé tanto (de hecho, no sé).
Pero mejor decir algo, no sea cosa que ajenas tribulaciones nos invadan y
dígase algún norte y no haya, y entonces haya que ir hasta el monte y ver
cómo la sacra Gaia se divierte haciendo matarse a sus bestias, y luego
dándoles otro cuerpo, y luego haciendo cagarse lo digerido, y luego
volver del olvido con alas de trigo que ninguna demetérea entidad
discreta y derredorea siega.

Volver a la escuela (¿cuándo cede el Estudio?), aprender gramática desde


cero -hacerse, entonces, cero; dada la cuestión de reconocer los
fundamentos. Curvar la voz si se dice. Curvar la voz si se estima. Reírse
de la rima -reconocer los ciclos y los inventos (adonde no puede haber lo
igual: he lo igual {ninguna paradoja en este respecto}).

Volver a la escuela (¿cuándo cede el Estudio?), mas, esta vez, dado vuelta
-que es una forma de decirle a darse vuelta. Despedirse de la calma y de
la renta -jamás fue pagada. Y, luego, encontrarse con las formas que
atormentan: númenes, algoidades, recurrencias. ¿Alcancías? Deme dos,
de menta. ¿Alcaloides? ¿Opioides? Deme cero -es decir, démelos, así me
encero. Ceder a pensar -cedo a pensar (¿cuándo?, jamás; no hay risas a
este respecto). Y de haber los que sufren: sufrir con ellos. Y de haber los
que se placen: sufrir con ellos. ¿Liberarse? ¿Cómo? Yo no como de
ecuánimes -no sé dónde están, a decir verdad; sino, lo haría. Después:
recorrer, cual alma perdida, el vago erial en que se cultivan luminaciones
(como cuando se sueña y he lo que no es, que, incluso no siendo, es, y
esas cosas). Y también las máquinas neuróticas, que no funcionan -porque
tienden a lo que no hay: y si no hay, ¿adónde fueran? ¿Afuera? ¡Miente!
Y otras tropelías de los embadurnados de curda y cuerpo. ¿Mermelada de
alelíes? ¿Cómo era eso de los hongos puestos en la tierra, bajo -o sobre,
no recuerdo- la caca de cebúes, y que muestran lo que no es? ¿Afuera?
¿Siente un canto de cordura dictarse en sus sienes? Es nadie, tiene dos
palabras tatuadas en la frente: fin, sin. Lo demás -anterior, intermedio,
luego-: sentarse a esperar la muerte (de la que nada se sabe, según fue
dicho por un tipo más arriba).

¿Aspersirse de desidia justo cuando parece no haber pasado


absolutamente nada? ¡Abolición del pasado! ¡Autoencatatoniamiento!
¡Puertas doradas! Boludeces -de repente crecen, de repente miento. Y sin
embargo: he la Ley -helada, por supuesto (esto ya debiera haber sido
entendido; de lo contrario, ¿qué Ida y qué éter lee?). Sentarse a jugar con
los muertos ('there's a crawling king snake in the room, my near'). ¿O
acaso no se escucha -quizás sea cosa de mi vago cimiento- cómo sisean
las ondas dejadas en la arena, en el pasto, en el suelo? Quizás sea mero
cuento. Perhaps it is, weakened. Mais, c'est obligatoire ? En fin,
gramatismo infundado -y la sujeción del abismo que es común y está bien
fundado (dada esta la cuestión del padre sustraído a sus dominios, adonde
no puede ser tocado; dada esta la cuestión de la madre gritando,
guturalmente, ¡no juegues en las tumbas, con los muertos!, que a la
histeria le suenan como invitaciones al vacuo entretenimiento). ¿Y quién
fuera yo para negar que se haya sido? ¿O acaso estaría viendo, vendiendo
con signos míos lo que afuera es cierto, lo que adentro es cierto, lo que es
cordurado y abyecto en su intención, incluso aunque la intensión se curve
y la voz se escurra por los deslucidos azulejos de un baño chiquito, en el
que no caben dos cuerpos?

¿Coger? Españolismos para los desheredados. ¿Cagar? Metáforas


envueltas en metáforas envueltas en etc., hasta que cede el decir y yace el
vértigo. O los túneles de luz y esas huevadas de las que cuentan y cantan
hasta los que no dicen basta -ni siquiera en la bajeza de la noche, cuando
las sienes arden y las coordenadas de los cuerpos se dicen en figuras que
no son figuras ni son proyecciones ni son procesiones de quien se niegue
su propia y activa nada. ¿Correr? ¿Adónde? Allá, acá, mismo eco -¿o
acaso no es el mismo cuerpo el que ve a ambos, incluso en simultáneo -
como Jano, que es un cuento y una condición? Y Eco que no es historia y
se dice histeria y el cuerpo lleno niega que puedan ser variadas sus figuras
con el arbitrio o el oficio de desasirse la bruma y correr entre los resueltos
axiomas de la vaga aurora a las que nos han invitado -ellos, que siempre
es varios y nunca un preciso y resuelto cuerpo discreto, concreto y con
nombre por el que ser llamado (porque incluso 'ellos' es un disfraz que se
pone, para que no se note que le faltan signos). ¿Aducirse automatizado?
Ah, y también no estar recordando absolutamente nada -corazón, la
siega... la siega se llevó la esperanza, y Esperanza es también un pueblo.
¿Pero morirse sin dejar nada a cambio por haber estado? ¡Ah, eso no es
permitido adonde cada atención deja su vago resplandor impreso en la
atención concreta que sin motivo aparente se posa sobre objeto y reta a
que le diga qué es que es, y qué ha sido y cuándo!... y todo un montón de
montón y otra tanta histeria. Pero no me vengas con canciones de amor,
que son formas de curvar hacia sí -porque, si no es adentro, y tampoco es
afuera, ¿adónde? En la pradera, puesto como un umbral: Cero, rey sin
tierra -además de rey sin suelo (además de rey sin dirección {puesto que
el espacio le ha sido sustraído -incluso aunque reconozca aún haber
percepción}).

¿Reciclar las bocas y manejar sobre la ruta herida, en la que sangran idos?
Ah, como si fuera algo lo que destella -y no mero ruido que alguien dejó
(quizás en querella, quizás en esotro; quizás, incluso, en el su reclusión
voluntaria {a la cueva: una curda usuraria; luego: restar, restar hasta que
haya menos que nada; luego, sumar: entonces, reconocer que jamás hubo
lo que había, incluso aunque aún haya).

En conclusión: entes discretos, derredóreos, fantasmáticos. Detrás suyo:


una horda de fanáticos. Frente suyo: espacio indeterminado -¡a Dios
gracias! En sí: la Gracia. ¿Qué cómo se puede? No se puede -esa es la
razón de vagar palabras. ¿Dormir un rato? ¡Por favor! ¿Cuándo?
Insomnio en el abismo -secretismo también era; sectarismo también era; y
Hera, alzada en furia de guirnaldas sobre humanos cuerpos puestas, se
digna a bajar y matar y decir que dejen la piel y se unan a ella; para luego,
en un acto de sublime vergüenza -que es autovenganza-, correr sin que se
note que a sus pies Iris lleva, la de no sé qué rápidos órganos.

¿Catatónico, yo, mientras decían? Sí, en tanto cuerpo. ¿Adentro? ¡Ay, qué
vergüenza! Humo en la pradera, y muertos paseando. Y si pasean, que se
vayan, y si se van, que no dejen huellas. Pero he la memoria, cosa
ingrata, que no tiene ni patas y sobre el sí se pliega -reconociendo la
voluntad propia como más intensa. ¿Acaso sean alas rotas de un fútil
lucinador? Es probable -y de ser probable: justo y necesario. ¿Huir?
Siempre y cuando se siga funcionando. Dormir un rato... dormir un rato...
¿cuándo? He el sueño y el ajuste de cuentas. ¿Reconocer al mañana
decirse -rendirse en pleitesía- en fantasías? Hombres huecos, machucados
-como corazones-: nada les parece sensato.
Nadar un rato.

Continue, s'il vous plait.

Une liste de fournitures :

- Protopitagorismo en el abismo, dos copias.

- Un lápiz.
- Memoria (de ser posible, virtual).

- Condición, mampostería edípica de varios colores.

- Relativismo ético y moral.

- Incongruencias tanto adentro como afuera.

- Una total falta de gratitud y respeto hacia los que nacieron antes.

- Entera falta de gratitud y respeto a los por nacer.

- Repulsión ante la pornografía (de ser posible, celibato).

- ¿Cómo masturbarse en un samaddhi de vacuidad?, tres copias.

- Goma de borrar. Látigo de ajustar cuerdas.

- Una guitarra.

- Un paquete de imaginerías (terminantemente prohibido el uso de


psicoactivos y otras artimañas tecnonirvánicas)

- Una piel a disposición para cada clase (de ser posible, de las inánimes).

- Manual para mentir mal, autoescrito.

- Autobiografía exacta, que incluya el momento de la muerte.

- El momento de la muerte.

- En el caso de que haya que deformarse, sedantes (con prescripción


médica)

Très bien, continue :

Yet while falling


into the escherious stairs,
eyes never stop rolling
and wholed are the vain, the saints,
the ludicrous missteps.

Isolation?
That's for the weakened -I-.
Say hi
for me to the gone nation.

Have you ever seen a nazi


contemplating the sunrise?
It looks like a regular person.

Have you ever seen a wardrobe


full of mystic delirium?
Indeed, it is yours -yours and gentle.

Have you ever noticed


it is said people
wether is 'pueblo' or 'gente'?

Burned by societal judgement,


would, could
you stand the weather?
Should we run as sentiment,
raining in mistied laces?
Farces here,
there. Rounded up numbers
soaking the miraculous waves
of stupidity.

I don't, and will not, but can.

I don't, and will not, but can!

Have you ever felt tempted


to watch? Vouyeaurs,
hatched in the box-shaped office,
loosing time while wolves cross
the forest and the unwilling winds
left upon crosses to die
today, this very night, in a race to death
-where None has scratch
its balls all over again.
Cat hairs, everywhere.
Should I blame me or am I just a piece of an organ?
Cut here, there, who cares.
It's just a farce we play as orphans.
It's just a play we watch while trembling
in panicking forces of unknown wills.
Clutch
while you can,
for it is our -my- delusion or naid
it is all of this, for fiction is
-or weren't your reasons right?
Drunken -which is a mode of high's-, they stare and bind

nothing into nothing,


and laugh and die. Which is
kind of a peculiar nightmare,
to be trapped down here. Isn't it?
Could we -you- stand and dance?
Joyful we are while everyone's dead!
Solitude,
no big deal. Have you ever
seen a real nightish gale?
It looks like a regular person.
Tired?
There are graves over there.
Am I fired?
Guess I'll starve to death.
No big deal. Happens
from time to time, when
time comes, and
none is ever the same.

For should I breath or who'll I blame?


There's a space, an ace, a bloodthirsty
habit out of thirty
gone fingers made. Should I care?
Could we glare
a symbol as it was used to be?
Sing, darling, sing!, as the moon gleams
while the monks meditate.
Hesitate?, me? Who would sink
in the midnighted habitat of our dream?
Could I sphinx myself out of despair?
Were the spent years
solitude out of thin air, near dear?
Stay, a pair
of loons will howl at you
while the stars stand and sewer
filled with panic ring on due.

White haired monks


stood apart.
I, Limbo, talk:
none will rise or fall.
Should we take a walk?
White haired reasons start to fold.
I, deluded, sang
a chorus out of wounded bores.
Did they stood while destiny was made?
Nor it was a frame nor a farce.
Salute thyself, you mare
of black-widowed veils and relics and gone
mind -while the grass grows spirals
of gray-coloured hounds.
Did I die? Should I breath?
Oh, it was me!, standing
in the bed as a corpse or a gliph,
while none was watching and dressed were thin
thoughts of glooming syncs.
Should I pray or should I crucify
myself in the gone streets,
where the lights cease and the dome rises
darkened by the hollow dancers of the shining feel.
Oh, I've been playing
while the asters stood in beared
burns of the place where tied
were echoes and the mares,
while waving goodbye the roses unfeathered
crawl along the mistied waves.
Lord, call!, oh, nightmared
we stood in the circuit of teared
skins in the lonesome ave
-sing along, tired wearer,
sing along as the leafs go winded
by the sorrowing illness of hearts just reared
for long gone and lost binded
wholes in the middle of the not,
roles as a symbol of a knot!;
sing along, oh siren!, while I crook myself in silence,
and rain everacid clean our hazed
minds with nor a gazed
smile or a lucinated glare.

Chased by shadows, oh not done,


the daisies gleam.

Cleared by parfumed jasmines,


our wounds will heal.

And by treason ever going,


gone will be we.

Cry a fortune, sing a thee


for I to seek a willing be.

Rain for me, dressed secret,


while passion swears upon thee.

Are the streets


empty as a clean disguise?

Should we fall or rise?


Cry with me, mistied song,

while the strings fall upon a shore.


Sands above and we are all gone!
But for whom a lunatic is cleansed?
For Love, the winged, the staired?
Broken angles, and rings that stood
sounding while the ground was boiled
-for ice it is, and ice will be
while eyes stares at wills.
Should we share a sympathy?
Shut, oh noon of rounded bracelets,
while the braziers gleam the darkened aisles
of the asylum full of I's and mirrored rombhoids.
Pyramids and stinking mummies?
Why would anyone drill a story
with dissolved bodies and strayed hooks?
Fishermen took a look, whisper, whoosh
and whistle for Pan to take a look.
Are we lost, lyred stroke? Should we quit
a finished boat
while the repentants scream along
the moon-tied river?
Is there a mystery we cannot reach?

Crawl, oh king!, for us to bleed!


Zeroed nightmares and roses for thee,
the thorny vibed by fools and hills,
while crimes are committed and words won't speak
-for who is I for thy and she?, who is I for stray away
in the drooling face full of mysery and pain?
Agonies of seen gone faces!
Masks around the surfaced candles!
Shine, oh lighty artery!,
while the cavalry arrives and the end is made!
Could I wait, a liitle more, a bit of cold,
grown blood of oceans and speeches?
Crown the horned, for it cannot be!
Crown the willed, for it cannot be!
Shine, oh mysery!, for us to dry
while the morning arrives with its first-born star!
Meanwhile, let's have a drink.
Sur une coeur,

raison.

La pluie,

le peau,
peu.

Pétales

de jasmin

autour de

le peau

- peu,

trés.

Une inondation

- atlante, autour de

une coeur.

Le mond :

vide. La vie :

sur toi.

Nuages

- le sol

ombragé.

Les hommes - toi, moi -,

que sont-ils ?

Le peau
fond

- interminable chanson !

Les plumes – ceux-ci, ceux -,

que sont-ils ?

Trahisons, bien sûr

- mais, maintentant,

un rêve.

Je cours, il pleut.

Chansons ? Troix, éthéré !

Mais, l'envers

c'est un verse,

doix, etcétér.

Dormir, por quoi ?

Un écho, un passage.

Un serpent rampe.

Cristaux lucide, oú ?

La côte : vide !

Du sable que l'esprit cache.

Fantômes en miroir : c'est nous !

Maintenant, un silence.

Los huidos, su fragancia;


cuentan cantos de espesura, cuentan rabia
con los diente negrecidos y la escriba
razón que de sí se priva. Los huidos,
un espamos, un asco, un harto
reír del vano reír. Escindidos,
¿cuánta gracia o inocencia o Gracia?
Los huidos, y el testigo
de las flores, de las rosas, de las araucarias,
de la triste y muda enamorada
de los muros, y las hiedras
que penden de la sutil campana. Los huidos,
entre ruidos, escancian
caldo de inocencia en viva culpa
-a cada signo se urden y en cada haber se enceran,
y he praderas, y he el dolor, y he la ida
manía de irse y volver de casa.
La paciencia -tiempo espera, tiempo pasa;
ríen de mías gracias, ríen de reír en río
que persiste entre los decires
que ornan la tibia afasia-,
la paciencia que se extravía mientras cantan
los huidos, con su flamígero látigo
y la ardida lengua de robar
culpa y voz, y efecto y culpa,
y lavarse a sí de aguas extrañas.
La paciencia -las risas hablan de penas,
cruzan las venas, derriten estatuas;
las risas, azaleas, cruzan, criban,
unen penas-, la paciencia
con que canta el esperanto
uno entre el follaje y el manto
de la perdida ciencia.
Los huidos, suyas gracias,
y la tendida fragancia
de jazmines entre el ruido. Los huidos
con dos bocas y un errarse a la distancia.
Oír de nuevo -sus bocas escancian
caldo de inocencia y candor
del vivo resplandor del árbol suyo.
Los huidos, reptando entre los yuyos,
cantan -triste voz descansa.
Crimen: vivos, los huidos ya descansan.
Se huele el icor de esperanzas.
Crimen: vivos, los huidos ya descansan.

Mais, je ne suis des pas hommes – formidable imposteur – quoi


langue parle ?– vive langue.
Moi e tout ? Je ne suis pas
parlor de Jesus
- personne et vague,
clamor de multitude.
Allez-vouz, étrange, le nuit ?
Une, deux, trois; au revoir, une.
La femme ? C'est moi ! La mort ? C'est tout !
Au revoir, Jesus – errant, et maintenant, toujour,
une corps accueille.

But will a gaze strafe around?


Should I blaze
a rapid maze
and soak into the moaning boat?
Who could crook
our seen unseens, and whoop
at us, as filled up skulls
-full of blood and carried by wounded
walkers of the Bardo's curves,
while there's still a still in the hollowed ruins.

Run!, mourner, run!


Climb the stairs, read a play
that neverwritten is and still and is
either we play or look at noons
with silky eyes and aye's at boiled
waters of our scripted core!

Cry for you, oh mirrored tune!,


for I have sinned and, fatherless, walked
with the featherless bipeds around the soon
too soon for me to bloom.
Are the stars shouting enchantments?
Are the winds synching in treats?
How could I -you, me, who?!-
read a gesture while time sinks through
neverending gazes that hole us, graved
by the mazed minds as we are
-you, me, us, who?!-.

Cry, oh dawn, for the night has gone


and the mistied valleys have arouse.
There's a house where doom is not?
Tie a knot and let it glose
either willed or out of tunes!
Cry, oh dawn, for us to part
in the valsed roses of our string ensemble;
eitherwise we will remember!

Nor will fall the hazy rain,


nor will roam the ghostly pain

while creatures are fearing in disguises.

Nor will climb the screaming stream


like a fish, a dice, a priest

praying for No-one to retreat

into the marble mountains.

Nor will us or I or who


grow a pair and dissolute

our crowded hook,


nor will you be understood

for twice has roped

the cabled chorus

our executioner in mystic forums.

Does the stars shine right or fortune


seeking will get us lost?
Does the fortress fell
by retroactive minding spells?

Our crowded hook!,


a look, a maze, a gaze!

And greenish leafs

went with the breeze

of a dying breath

into the craved myth.

Petals of jasmines where we were!

Mas los hábitos -que son vicios-


se nos han vuelto artificios -y he la sienes
bajo los estruendos y las crines
del minuendo y nuestro bien.

¿Cruza el cuerpo nuestra cruz?


¡Viva el rey que tierra dice!
¡Viva el cuerpo que se esquice
mientras de las bocas ase pus!

Y quien, digno y satisfecho,


pasee por el maltrecho mar,
déjelo decir, que no se caiga
la mañana en la que bailan

anacoretas y arlequines.
Y si la calle de adoquines
áridos cede,
no preténdase que quede

un infierno en diestro alfil


-la madrugada,
de repente, se llena de hadas,
y huyen con ellas los tísicos en vil
melancolía.
¿Pasa el día? ¿Ya es Abril?
¿Pasa el cuento, el sueño, el fin?
¡Dígase nada, y que sea así!

Ah, mas la voz de mi farsa se escurre.


Recurre
a variaciones.
Seniles, mis dicciones aburren,
y no hay quien quiera decirse un pero.
¿Es desespero? ¿Es la costumbre?
Es la fina lumbre que se escurre entre las mallas
que torturan la dicha espina,
que se arremolina en vivas playas
adonde espirales nos transmigran
-¡me transmigran!-. He la danza
de los cisnes, y las casas
que arden ante el vendaval infame
en que el mismo antes es dicho en misma instancia.
¿La fragancia, los perfumes, las guirnaldas?
Corolas dispuestas como árboles, y la funesta
simpatía que describe en trazos curvos
el humo absurdo del cigarrillo y la esperanza
que se niega a ceder. ¡Danzan!
Ah, mas la mente ciega y la herida viva
en que arde aquel que estalla,
como un manto de cordura estalla.
¿Dos se criban? Es la noche
en que corro.
Decires que dije borro,
mas la memoria no falla.
Vuelven, dignos de ceremonia,
imágenes de la continua ausencia
en que díjose la esencia
de esta canción que encalla
sobre abiertos madrigales, mientras bestias
visten, y rayos
ornan en el espeso cielo
-el domo, oscuro, arde, y los velos
ceden ante el animal que calla.
¿Correría, siempre, por la sien
sinfín revés del Uno-Bien?
¡Cedería de saber que halla
dolor tras mi contar, cantar, errar
palabras que cual flechas curvas
fallan! ¿Moscas en el cenicero?
Bichos
criados tras el aguacero,
mientras, sereno, desespero.
Una tenue melodía sangra.
¿Correr? ¿Ir? ¿Vagar
el tibio paladar del dorado signo?
Destino se desnuda entre las calles,
cuando los valles
alucinados conjuran un sueño.
He la diestra
letra que los nervios trazan,
he la muda brasa
que mueve a las bestias.
He el finito acerbo
del continuo verbo.
He Silencio,
aquel que esencio
cuando hiérenme los cuervos.
¿Acaso vaya
hacia la áurea nube de Febo,
adonde el suelo pruebo
y me digo lo que calla?
Corro,
me soborno de placébeas melodías.
Se urde el cenit del mediodía.
He ya no más. Jano, ¡socorro!
Mnemosine, ¡no más cine,
mnemotecnia, no más fines!
Huido,
caigo aspersido
por Océano, el de erario
poseído. ¿Vino?
¡Mero Sino
disolviendo el escenario!
Cruelmente
han caído
de la viva mente al cuerpo usurario.
¿Ido? ¡Vario!

Oui, la porte du soleil : fermée.


Personne ne peut dire
quelle est la lur sur le fenêtre.
Et le morts,
dans le lits vagues, répètent :
c'est un rêve, un voyage
à Ida, une vague
sentiment.
Et la chanson s'éteint.

Mais les yeux,


rincés avec netteté,
tranverse le haine
auto-absorbant – l'oreille
qui a recours à sa
propre diction -.
Et la chanson s'éteint.

Memoire, raison ? Rien


- nager la rivière, aussi.
Parce que le soleil,
assis à la fenêtre,
ne se réveille pas
- et la chanson circule.

Oui!, mon Dieu!, pardonne à tout!


Les yeux ? Noir!
Les élèves ? Violet!
Raison ? Fermé!
Mais la chanson circule.

Et le mots

pleuvent

comme de la mousse

sur le corps

de la mer.

Une goutte,

deux.

Sobre el cuerpo del mar: una ventisca.


Lluvia de ojos, o vistas
que se posan tras el disfraz
-lívido, un asesino
recurre a su dicción ritual.
No es momento, ni es oportuno,
ni es grato; es la manera
en que se urde un garabato
a contar de lo que ha sido.
¿Acaso signo, mero signo,
cual si flotara en el vacío? Ríen,
al respecto, dos solemnes
espectadores del indemne
malabarista -mientras su cuerpo
arde
como gotas sobre el mar, o mientras la sangre
repiente, repite, siente.
¿Es la costumbre, el urdido
canto que el trigo no siega ni siente?
Alguien, en derredor,
asienta la cabeza
sobre la palma de una mano, y miente.
¿Es
razón, suficiente o no?
Es
el gesto de la lengua
-serpientes en derredor,
inhalaciones sincronizadas,
y la viva entraña de quien parte
a sí y a su voz.
¿Cruzar, en arte, eternidades?
Cruces de las sinfines vanidades
con que espíritus desvisten
maneras, dicciones, mitemas.
¿Condenadas voz y pena?
Ríen, al respecto,
nadas, nadies, adanes, evas,
toda la prole etérea y la miel cinérea
que bajo la violeta fruta del árbol asido pende.
¿Áureo plandor de enredaderas?
Cegarse al contar de días,
plegarse a la rizomía
-y el aire que se vuelve, fútil,
luego de contar qué ha sido frágil
corazón de cumbre helada.

Mais si une larme


cède à la gravité
- la matière est grave -,
qui dirait et quoi dire ?

La chanson,
réduite a silence,
flotte.

Une cámera – clic -,


et rien n'est, encore.

La chanson,
germée du silence,
marche.
Une cámera – clic -,
et rien n'est – c'est la mort !

Mais si une larme


cède à la gravité
- la question est grave -,
que dire et qui va dire ?

Les fantômes,
entre nous,
et le regard qui est attendu
- attendu comme il se sépare.
Courir dans le feuillage ?
Rire ! - il sourit -,
tandis que le froid
atteignant les coins médités.

Et fées, nymphes : canaux.


Sonne, lointaint, la marée.
Rire – qui ? : Personne.
Rire? - nagé.
Spirales ? Que sais-je!
Mais c'est la patience
morte – mon Dieu!
- qui n'est pas (un, deux, trois :
marche !). La mer ? La mort!
Un, deux, trois : silence !
Désolé – Je -, ils mentent.

El pasto argentino, las nubes


curvando las olas -querubes
dispuestos como tácita
gracia entre las acacias. Ruin
afán de huir, volver, decir
-que no son mismo mas he su fin.
¿Tender
al cruce, a la cruz, al reír?
Lanzas
en costados, ojos, cielos.
Ríos
torturados por sus signos puestos.
¿Creer augurar aire
mientras se ríen -río- de nadie?
Nadie dice su sí en través nuestro
-¿acaso nuestro sea fantasma y mero juego?
Reír de nuevo,
como si no hubiera costumbres.
Horas de lumbre,
horas de sueño -que son lo mismo,
dicen mismo, y hacen ribetes
con flores que el éter posa en manos
y luego qué, etc... Pero,
¿fuera la ida al cuerpo
uno,
al arte del arrobo?
Dibujitos en el domo
-la niñez se lleva tatuada.
¿Correr cual si cedieran
las tejas, los azulejos, y las gotas
cayeran en el suelo,
oscureciendo, derritiendo
el tímido candor del hielo?
Las bocas cantan -yo,
mientras tanto, asiento
y sonrío;
no sea que créanme en desvarío.
¿Azar, insomnio?
Correr por el odio
-que tiene un cuerpo y dice-
mientras de curdas ice
cuerdas para huir del coro
-ángeles, similitudes, y paciencias
repitiendo en vaga ciencia
cómo han de esquivarse los ojos
y cómo la lengua ha de perderse
en el serpénteo gesto del bífido escindirse.
¿Una carta -¿misma?- entre los dedos?
Reos jugando entre los ecos,
en los campaneos, mientras
trompetas escrutan la noche
en que deshácese el vivo brote
de algas marinas y hercúlea desidia.
¿Correr entre las cuentas? ¿Reír, hacer de cuenta?
Dormir -psicopateado
por el electrificio alado
de quien Ley simula legislar.
¿Correr hasta acá?
Dormir.
De repente: la lluvia detrás.
De repente: la lluvia enfrente.
Ojos donde debiera no haber.

Serpientes del derredor,


siseando discretamente.

Resplandor de aguas doradas.

Mero placirse en mera nada.

Conjeturas si se siente
-también si no se siente.

Conjeturas si no se siente
-también si se niega el no sentir.

Mero placerse si sentido.

Resplandor de aguas oscuras

-la noche dura lo que una mosca alada


preguntando al cenicero

¿esto es o es mi ojo múltiple


el que repite que esto ha sido?

Tornasol, desesperado
amanecer entre los autos,

cargando un cuerpo aparente


-a veces, incluso, siente.

Conjurarse, en juicios,
juicio.

Reír, de repente.

Reír -¿los motivos?: aparentes.

Entes discretos, derredóreos.


Ojos cruzan el escritorio.

¿Escribir, decir?
Igual se miente.

¿Es sí, sólo sí, y nada más que sí?

Es así, y suficiente

-lo demás:
vanidad del raciocinio

que dícele a Destino qué siente.

¡Es así! ¡Suficiente!

Satisfecho, se miente.
Hirió sin ver -segado, junta

humedad en la crepitante bruma

que recorre el horizonte.

¿Norte? ¿Suma
de las partes? ¿Pormenores?

Canciones de una noche última.

Canciones de un errar preciso.


¿Esquizo? ¿Yo?
Eso es lo que ellos

-que son yo-

dicen.

También mencionan

variedad de insensateces
-mas es sensato que así sea.

¿Acaso la marea no transustancie las heces?

No sonará lindo, mas,


¿no viste que éso comen peces?

Decir no

-fatalmente, finalmente.

Reír, pétreo, al respecto.


Sobre ése silencio alzarse catedralicio.

¿Vicio?

¡Mienten, mente, mienten!

Mas qué otro hacer fuera posible.


¿Urdir oniria sensible?

Manía, psicosis, dosis, o el concilio

al respecto del infalible juicio

corpóreo de los sin cuerpo ni tras


-perfectamente puestos sobre el cuerpo, mas

no parece razonable.

Y sobre ésta piedra edificar

artificciones.
¿Hipersticia? Cazar
oraciones del azar, al vuelo,

mientras alados pensamientos vuelven.

¿Escuchar? ¿Para qué?


Correr, dócil, entre miradas,

mientras la transparencia escancia

-los signos, meditados, transitan

fragancias del mediodía,


justo cuando vespierte pronta la siesta.

Salivas del siglo veintiuno,

cuando ya no hay escupideras.

Tecnicismos,

arbitrariedades,

tijeras.

Súbita, estalla la estrella


-¿debiera decir astro?, ya no sé.

Paciencia, nene, paciencia

-ya sé, ya no sé, ya no;

o posarse en ambos lados de los signos y decirles


arbitrios

para que el breve delirio revele los gratos

sentidos.

Absoluto desangrarse
-ansiedad, causa como lluvia... etc.

Y gotas sobre el piano y notas muertas,

gotas sobre el piano -humedales,


lupanares, rosedales,
campos de margaritas,

lavandas, playas, lucinadas

historias en las que nada falla.

Mientras la tierra cae,


repentina, en boca suya
Los ojos dudan,
el cuerpo cede. Mas,
la tierra se escurre entre las paredes,
humedecida de idiosincrasia.
Enfrente: la desgracia.
Atormentados, con
los ojos puestos en las manos, con
la vista puesta afuera, siendo
visto, cuando era
vestido por la viva espera.
El celibato que se enrostran, y adormecen.
Peces de silueta -asesinos entre ellos.
No decir las palabras, las exactas palabras
-no sea que ceda la vacua magia.
Logos, primero; luego: la desgracia
-asirse a un signo: numeneo.
Caos, esperanzado, arde. Cuervos o anzuelos o el cuero
de los tambores -una tarde
de mentiras, entre colores vagos.
Las hojas quemadas -performativamente-,
las cenizas que vuelven.
Una lágrima se disfraza de lágrima y se dice estar disfrazada.
Muertos, alrededor; igual a cualquier parte.
Dos, tres sombras -quizás todos los cuerpos presentes.
M'lord, je ne sais pas – je en suis pas !
Mais c'est un travail -all along
Babel's tower it was!-, et c'est une star
luciné.
Destinataire : None.
Très bien, maintenant : adieu.
Ruido blanco en las ventanas
-de vez en cuando, reír; de lo contrario, reír.
Calcarismo de irse
-incinerarse. Pendular,
cíclica mente,
la cinérea claridad.
Reír
-presentes,
regalos,
disfraz.
Ojos de más:
un fin.
Silence!
Oui,
une farce!
Yeux,
des voix
Rien-not.
A knot?
A moth
-one, two, trois.
Adieu,
c'est tout
-in ombra d'Amore, morto;
sfere perse,
Destine d'chanson.
Adieu, cuore; maintentant.
Teared tears,
dressed as tears,
said and not.
Whispered
was, through our ears,
the rainy mood of a thursday's noon?
Walking by, tiresieries.
Birds surrounding flown thoughts.
Eccleasiastical quarries.
Luckily, a cane,
a twiced body,
serpents go by as it wasn't history
undone by.
Crawling, wounded, dying, some die.
There's a rain and there's a horned
helmet with magnetical disguises.
Does a word kisses air?
Elements, signaled
back there, where
Zeroes, etc.
A breeze buries lips.
Called from harm, gazed upon:
mistaireds.
A step.

Another step.

Then,

finally,

another step.

Samsarian pleasurements.
Twiced among,
a third -up-knotted.
Thrice dead: begotten.
Oh, be eternal, laurels!.. etc.,
just when sang -then, dispell us
from guilt as whom
cannot see but laze upon.

What

should I

-you,

us-
've done?
To walk and chant
among the rotten? To talk?
To dance? To stare?
To blink an eye,
and an eye still glare?

Drooling, vain,
I pray for thee, oh Mystere!
Mon trois, perpétuel,
au-dessus du seuil,
avec le fond bleu,
poster.
Durezza nel core, giovinetta,
che nel mondo, questa gentil petra
ché simiglianza fa nascer diletto
-quisto incontro, di morto e bello,
saluta, con la mente alta,
mentre la sirene canta
y e ho la follia y e ho la Fortuna,
transitato e in voci equestri.
Chevaux ailés ? Notre quadrige
cesse. Nuit sereine, bruit.
Entendre les vents et les fontaines!
Tombe, e monaci
viventi que sorgono
in mani ferite. Morte, non sogno!,
C'est un élixir, un démon!
C'est la main
qui touche le visage
et un rêve d'automne.
Parlare per la vita? Chi? Come?
Anfore rotte, clepsydra,
nostro gioco a dimenticare invita.
Elisir, frutto viola?
Morte e vita e onde!
Mais l'arbre, sec, disparaît.
Chi? Chome? Non lo so!
Deve essere per le canzoni!
Adieu. Ciao. Torna, per favore!
Ma il mio cuore dà.
Pioggia, neve. Ne rêve pa, c'est vain!
And the veins melt, while
wampyrs arouse at ills
-crooking the fluxes and the still stream.
Friction over silk,
a spark, a standing marble-
made sparrow.
The song -a voice of ensembles.
The ruby-chorded minded-heart
-and the star announcing daylight
ceases at last.
Blindness!, where we were?,
where we are?! Hand-made columns,
communal spirit, and hillbillied
pastouring of the naked wild.
Beyond, at sight. Beware,
madamme, there's an eerie
panid screaming vain
gibberish -juggaloose
yourself out of surveillance!,
etc. There's a remembrance
of the gone pieces, and the hysterical thesis
of the many oned. Zero it again,
ideasthete!, pull the stairs
and run through the backalley -where naid
are the shadows and the sane!
Shiver along, while the veil dispells;
felt is a soul as if it was a made
intuition from Love's will.
One it back, paranoid,
while the gleam of leafs arouses
in the lumpenoidal roses of the gone insane!
While we -I, you, them, us, there-
cry,
let's hear the chant of the pendular sphere
trapped in the brass bell.

Fortune, I

will miss again.

Triangles,

they rain!,

they rain at a mystic brain!

Should I live,

leave

a leaf in the walled up horses?

Crowns of thorns and horned voices

came along!

Rolled, I poured

a fragance among the walkers.

Now it's ten.

Now it's nine.

Now it's then.

'Errants, pray!'

And I laugh

while souls roar

at the glooming space.

Is there a beast

underneath
the virtued bodies?

Bipeds, willing

to die or be condemned,

cripple up.

Nor wings

nor wholes nor none!

Soiled

missfortune of beads

-to shine as pearls but plastic-made!

Machines

as me, as theyed

outsiders from the crawled street

do not feed the signs for we to breath

while the silent encore

goes while the winds

the echoes shut.

Sailed along,

a breeze.

Une thèâtre sans prestige.


L'Abisme
est-il! Un rèmede, un échec!
Mangiare dei corpi, errando.
Morto, tutti! Spirito, alcuni!
Véritable surnom des corps !
Morte!, notte! Amor scacciato!
Rosso!, noirs!, together willing!
La fin de la nuit!
Mentir!
Wampyrs
sur le lac ethéré.
Fou, moi ?
Quatre fois mort!
Adieu, madame! Ciao!
Ritornare!
Tempi verdi, primavera!
Ombra d'Amore tra il fogliame!
Fuoco? Mari!
Silenzio di intermediazione.
Espace d'indétermination.
Silence, une lèvre!
Silentium et libertas.
Continua, per favore.

Dos ojos

dispuestos
como manteles en los rayos

de luz extraña que circula en la mañana.

Trepanados, andan
la mortandad y la orfandad

de lumbre una y suya que estalla.

Cribados
los tuertos de empréstitos,

sobre el sueño, la noche, la luna, pacen.

Dos ojos

puestos
a contar de haberse ido,

dignos de selvales araucarias.


El mar, su vil latido
de dulces aguas vitales,

en don de transustancias. El calor de Gracia,

el frío de Gracia,
los puñales puestos en manos cobardes.

El río, su plandor.

El azul profundo de la mente suya,


de la mente pútrida, de la mente dentro

del gaiano cuerpo que al fulgir funda

estatuas y oraciones a las máquinas,


frutas de amargor y euforia.

Dos ojos

abiertos
a la cúpula que escucha

cuando el decir se amucha y olas tenues lleva.

La triste pasajera,
lúcida.

La vista que se encuentra en memorias ajenas.

¿Habré sido? ¿Habrá aquella


variación de mismo pneuma?

¿Será el céfiro de una vida eterna?

Corales en la certidumbre.

¡Ah, artificial poliglotía!


¡Ah, vanidad de la curda esparcida

por cables llenos de melodiosa cal!

Cuerpos tantos, todos idos,


bajo el múltiple reloj que uno es sido.
¡Ah las horas y las sombras y la Gracia!

Y la turqueza arena

que pende

sobre la reflejada ausencia.

Orillas, de repente,
mas, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿sienten?

Orillas, de repente: dos ojos, níveos, llueven.

El viento panida les urde las fuentes.


Un cuerpo, usurado, huye

-cenizas de las ágoras y las turbias corrientes.

Plandece la mañana, y la ansiosa histeria


¡agujas siembra y uvas vierte!

Silencio, miente

Baco, el extranjero,
cuando su canto ameno trae el cero

de las nubes de oriente.

¡Llueve! ¡Es primavera!


Flores nacen a otear la muerte.

¡El Hado sus formas ocupa!

psicodel de tierra etérea,


psicodel de mil praderas,
psicodel de las vergüenzas,
psicodel de la paciencia.
psicodel de empsicosado,
psicodel del recortado
cuerpo que la noche encuentra,
cuerpo que las bocas erran.
psicodel de mil pasados,
psicodel de eterna esencia.
psicodel que encierra
la voz del crudo hado,
¿qué correr pudiera?
psicodel de adistanciado,
toda-presencia,
ecos Mnemosine encuentra
y mañana hácese a su lado.
psicodel, manos
precisas cruzan
las tripas, psicodel
tus manos, las arañas, el espasmo;
psicodel, un canto
de cenizas, psicodel tu canto
de cenizas; psicodel, manos
cruzan el cuerpo, irisan
poros tristes de soledad en risa
maniática, psicodel, maniática.
psicodel, tamborean
las piernas, las voces
truenan, y es el repertorio
de sirenas, perlas, medusas,
musas de la mente hueca,
¡vacía, psicodel!, ¡vacía!
psicodel, encías
sangran -¡es la mugre!
psicodel, perfumes
de psicosis, tu fragancia
de nubes blancas;
¡y Silencio, psicodel, entre nosotros!
¡Nosotros, otros, psicodel,
nosotros, otros!, ¡y después qué!
Silencio, psicodel, y nubes
reminiscentes -un llanto ausente,
puesto en la deriva
del alma aspersida por luminios y cien
variaciones innumerables del mismo bien.
¡Crimen en el numen, psicodel:
muerto un yo!
Silencio de palomas, y el risueño
caldo de sueños que el fuego arrima.
¡La sima, la suma, psicodel,
y el tras también!,
¡el éter frio curvando la viva piel!
¡El Ida y los salvajes del derredor!

Omnímodos, huidos,
en serpientes desvestidos,
corren cual si fuera extraño.
Pasan los años, pasan los cuerpos,
pasa la misma manía encontrada
en virtud de aladas hadas,
y cuentan el mismo desengaño.
Azules los tules que cargan vestidos entrados en años.
Verdes los juegos del viejo pesebre.
Gaiano enigma, ¿volverá la misma
natura a su nada misma? ¿Reír desesperado?
¿Cuánto hiriera este costado que cargo como estigmata?
Era el cuerpo y era nata
de la oriental costumbre.
¿Lumbres? ¡Nada! O nada el mismo río el curvo
y roto sonreír de los absurdos
plandores de aguas extrañas.
Crepitar de lengua -mañas
puestas de pelaje. Hilar
laureles para quien las pieles
vaya desechando. ¿Ando
la desértica entraña
en dromedarios que a la tierra engañan?
Órganos, o resistencia;
y la viva esencia que siempre engaña.
¿Huir de la apariencia?
¡Hipostasiarla!
¿Cómo, si no, diríase el real
cuerpo cruzado que prestidigita
futuro con el ido pasado?
¿Caos de una mente nos engaña?
¡Afirmarla!
Años tras la silente servidumbre.
¿Errar es la costumbre?
¡Saña
en el juicio oscurecido!
Río, ahora, arrepentido.

¿Habrá matado
mi vano correr por las praderas
cual si fin hubiera?
Deshágome del sí, y tras lo negado
se abre alado el horizonte y muestra el monte
disuelto en sangre y matorrales
-los vagos manantiales
y el follaje esmeraldino
ya no yacen tras el sino
y repiten los labiales
signos de viento y destino.

¿Habrá partido
alma sola hacia la bruma
con la preclara intención nocturna
de decirse síes y nada?
Curda de la vida sana,
adonde eterno el cuerpo canta;
curda de la noche media
entre los cisnes y las estelas
de estrellas muertas en la habitación,
cuando el firmamento ase su hoz
y libre de formas asedia
muertos en la espuma y en la voz.

¿Habrá caído
finalmente la mente
que tras el cielo asióse espacio
y hasta el éter le es reacio,
hediendo de sangre perenne?
Icor en las sienes,
maná de pulcros
unos juntos en el jardín y en tiernas
melodías de las piernas
diciendo al silencio sus signos.

Heme ido,
con los clavos puestos.
Heme ido, he que acuésto-
me de mí, y ya no siendo
ando el cuerpo pareciendo
ver mañana y así haciéndolo.
Si erra un juicio, he el tormento.
Si erra un juicio, he el tormento.
El día, al final, nos deja viendo;
ya los ojos ciegos se cansan de evitar
luz de la curda matinal,
cuando arde la piel y se escapa el viento
entre las florituras
y la amargura
del espacio vital.
En soledad de última rabia,
croar a las guirnaldas.
Dicta Dioniso su vez final.
Sus efectos, deshechos, dirán
silencio. Sus efectos, deshechos,
dirán del silencio su sino.
Ojos en mentiras y una cruz detrás.
Tres simples serpientes -fruta multiplicada;
exponente de la rara
manía errata.
¿Torsiones de guirnaldas?
Cuellos dispuestos -verdugos enfrente.
Ojos donde debiera haber dientes.
¿Gutur o años
de supur extraño,
meciéndose en reveses y sapiente
impermanencia?
¿Qué lluvia especta cuando espeja?
¿Cuánta histeria fuera suficiente?
Panida primer muerte, panida muerte segunda,
pánico de muerte abunda y he la duda aparente.
¿Canción o hábito risueño?
Súbito ensueño -un mármol, dos astros;
una oscuración premeditada. Mediante
esferas de Pan,
he el lejano oriente
dispuesto en cerámica.
Pánico de curda alada, lo sabe la mesa,
lo sabe el escritorio, lo saben los libros,
yo no lo sé.
Y mientras la novela es espiada
por quien pase sus manos
por mejillas heladas,
pánico de herir primero, pánico
de herida puesta,
reír o correr al lado.
Boberías, o
escurrirse en esciciones.
Canciones. Naderías.
Perder de simpatías.
¿Huir? ¡Por fin!
Cual si nada fuera,
y pulcros fueran los gritos
de los muertos aún errando
el tibio paraíso pardo
-criptolimbo.
¿Contingir? ¿De qué vida?
Ah, y yo
tan ruin,
diciendo esto.
Tristeza que no tiene hora
Epifanarse, también,
arborescente; y errar,
errar incluso en la ecoica fuente.
Recorrer el pedrerío
que brilla cuando el nocturno frío
se ase de pieles y encuentra natura
oportuna para la nada pura,
y el llanto de un niño de pelo en la bola
aparece. ¿Croar
de turbias ranas para exótico manjar?
Correr cual serpenteo,
errar el vivo arreo
de la ciclica servidumbre.
Y la nayádica anestesia
que recorre en ideastesia
cada palabra que el augur supura.
Mañana: nada. Mañana: pura
expectación del delirio.
cual si dijera brillo
de qué será o ya ha sido.
Bacanales, también,
mientras ríe del bien
alguien que desayuna máscara suya,
alguien que encuentra una niñez de duda
puesta cual corona de mirra.
Incensarios, incendiarios, todos en la esbirra
creatura que su nada digna
certidumbre vaticina -mas, ¿a quién le fue dado
decir del bien sólo el bien y no su otro lado?
La belleza servicial
de que se sirve
sino del madrigal
en que ratas de otro cuerpo horadaron
nupcias disciplinares.

Mr. Asclepius, he dead...


Que parece ser la costumbre.
Tras la nívea lumbre:
mismo decir.
¿Escapar, escupir, realizar
la mirada que va a negar, y la mirada misma niéguese?
¿Correr por la intemperie
cual si vergüenza hubiera,
dada la multitud de boca viva y cuerpo aparente?
¿Conversar de ésto?
Mejor,
llamarse a silencio
-o llamarse Silencio-
y correr la frente.
Si bien las puertas
desllaveadas yacen,
mejor tocar, no sea que cacen
ojos nuestros pensares siendo
máquinas de qué coraje
-y el heracliteo fluir se haga vicio.
Inaniciones, que de costumbre
traducen masturbaciones, que de costumbre
fijan fantasías, que de costumbre
pueden permutarse por más que cuerpo,
o menos que cuerpo
o incluso un vagar maquinal y usar esquicia.
Mas no me vengas con un caldo de cordura en el medio de la herejía.
¿Mediaficciones? ¡Avaricia!
La selva en la que place quien se vicia
de decires -reyes, salmos, patricias
familias puestas en las gradas,
espectando el certamen y la buena duda
que cría a la desesperada
muchedumbre de vagas alas,
muchedumbre de convergencia.
¿Huir con la presencia
puesta en través, malsana?
Arrear las nubes, asirse a ellas. Correr.
Ya no destella el cuerpo, y nada más nada
es nada -parece sensato decirlo.
Sin embargo, el uno mismo
ya no pende ni espera
que repitan signo suyo
mientras en un ignorrío
late suyo un cuerpo vivo
que aún no es y ya dice.
¿Vida alguna que yo esquicie?
Yo no dije, yo no hice.
También, otras maneras de correr
en derredor del vivo ver
arder árbol eterno mientras cuenta
qué ha sido la vívida muestra
del través y uno fin.
¿Huir? ¿Para qué?
Todo lo que allá sea, acá es.
¿Mirarse entre pantallas?
Correrse de la habituada
turba dorada de juicio extraño
-dícese justo y de antaño.
¿Plandor
del vivo hacedor,
de quien arde? ¡Cruz
o Nadie, da igual, da igual, da igual!
Oniriar...

Y yo
que no encuentro las palabras
y digo ruidos blancos que
mañana recién dirán,
yo
que erro, atribulado,
como átrida que acaricia el Hado
mientras las tenues tinieblas
dibujan
sonrisas en las caras partientes,
sonrisas en las gargantas sangrando. Yo
que recorro las parcelas de tierra discreta,
con el amor puesto a un costado,
¿cómo pudiera errar, vivo
como un estertóreo grito panida
en el desierto de lavandas lucinadas?
Los vivos laureles, los olivos,
olmos, dromedarios, colmos
de asombro, y perplejía que modula
la muda bruma de la vida errante;
¿qué durante
dijérase de ser laguna
en que placerse y arder tan tarde,
tan tarde, ahora, cuando la tentación
brota a vanagloriar? Yo
que caigo en el ardor del antes,
que contemplo la memoria puesta enfrente,
cruz mediante, y recorro
cual turbio ovidio las onduladas penas
de las dunas que no ceden, de la arena
que pende del reloj, verdeada
por aladas manos que en turqueza plandecen,
mientras los días perecen y la sien se escancia
de la iridiscente fruta extraña en que las mañas
se dibujan
con la eufórica conquista de la tierra justa,
adonde quien cultiva su jardín
muere,
en caldo de inocencia, muere. Yo
me deshago, lato
con los garabatos
que déjanme los idos dientes
-y siento en la habitación sombras o huestes
gradadas en coloración,
mientras la sutil nación áurea recorre del derredor.
Yo ya nada más miente,
y no encuentra las palabras; yo
nada más silencio que su propia nada.
¿Qué odio
puesto en la frente, frente mía,
dijera lo que siente
y mintiera también, y volviera
y dijera nuevamente que su nueva mente miente?
¿O acaso hubiera que escaparse
en un suspiro
sobre el jardín de rosas en que es dicho
el juicio, y caracoles
se comen los pétalos, y secas flores
van luces elucubrando?
¿Volver? Al volver, Soledad, la sien
desierta se escurre en mis pies, y piso
la boca con que hielo el cuerpo en que existo,
y siego de los signos su revés y prismo
la lucinada natura que alada ha sido,
alada asiendo
lo que cuerpos usaran de juicio mío.
Mas yo desvarío, Soledad,
y encuentro habitual la vívida
oniria en que hui, cuando moría,
en que huyo si la angustia
encuentra fuentes, y circula,
como gotas de cicuta, circula.
Las caras puestas, de humano juicio,
alrededor del atril: un vicio,
el mío un vicio; siendo el que soy,
¿todo hacer fuera mío?
Vario, ido, erro
cuerpos y me entierro
en la habitación.
Sangre de esotros adorada corre
en pensares, y el azar
corre a ordenar la melancolía.
Es un ritual de largo rato.
Ya pasaron años, Soledad, sin embargo
la muerte muestra un eterno letargo de perennidad,
y los efectos permutados y yo acá de nuevo.
¿Arde, ya, la hoguera? ¡Hierve
el caldero, mientras juegan
niños en derredor, impregándose del tácito plandor
de ver el sufrir de mentes extrañas!
Acaso sea una manía, una telaraña
puesta a ocultar el brío augural de soñar
cuando la muerte ya haya sido,
mientras sutiles pliegues de Nadie
déjanse otear. Tierra habida,
tumbas para los suicidas,
tumbas para los desesperados.
Un cuerpo al lado, y Amor, recorriendo
las calles, con ojos henchidos
de tribular, y tribular, y tribular,
sabiendo a Psique afilando sus puñales.
Heridas matinales, ¿no es así? Allá,
adonde se dice estar el que ha dicho,
allá mejor un nido y descansar
-en cinérea pulcritud de haberse ido, cual incienso,
cual olvido. Respetar, por supuesto,
respetar las costumbres -dejarse matar por los asesinos.
Ocultarse en la palabra, y así quizás el tribunal
de cuerpo uno y entero
cesara de juzgar austero
su retirarse a meditar
cómo herir al cuerpo ido, cómo herir al vivo dueño
de sí, que ley vaga niega.
¿Correr, nueva mente, por praderas
siderales, cual si cantos matinales hirvieran el cuerpo?
Si lo dejo, heme ido; si lo aso, heme siendo.
Entre tanto, ente vivo -acaso-, casi-viendo.
¿O no resbalara el decir que se escapa
hacia la habitación oscura en la que súrcense
hebras de destino sobre la piel escarchada?
Derrítese el suelo y he la Nada.
¿Engañar a Destino con sus propias leyes?
Megalomanía del asceta.
Y corea el derredóreo follaje, transustanciado
por el tácito ultraje
de un alado decir que pasa al lado, y no recordar
la tácita dicción de mnemosíneos pasados.
¿Cuánto ir, volver? ¿Con qué razón? ¡Este cantar
comprárame un descanso quizás largo, una lágrima
de eternidad!.. y luego el vivo andar
la tierra para decirlo nuevamente.
¿Cortejos de soldados, el vano y aparente
canto melodioso de los intrusivos extraños
que pasean el cuerpo mío y le dicen de sí?
Afuera, ya idiotizado, doyme al Hado;
en silencio, espectros pasean
la madrugada llena, mientras corean sus penas.
Los disfraces se les derriten y arden, vacuas, las velas.
Y yo, que ya no lloro de tristreza,
lloro de tristeza.
Y yo
que ya no me explico mis ideas,
tengo que explicarme mis ideas
-quizás a los intrigantes persuadan de cesar la guerra.
Mas,
no me preguntes qué color dijera qué
-un vacuo ayer se abre frente ojos
reminisciendo. Secuente,
sostengo el novelado irse del niño
por el turbio desvarío, y por eso haber sido matado.
Yo ya no tengo a mi niño y lo tengo al lado.
¿Correr? ¿Negar? ¿Huir?
A veces borro un signo, confirmando la ley de no borrar los signos.
A veces me persigno -mientras pase un tren.
¿Correr? ¿Pagar? ¿Pedir
prestada una experiencia, y devolverla
envuelta en perladas armonías
que deshicieran su lucidez aleatoria?
Sirenas amatorias, la sola cama.
Soledad, la sola cama, y la lengua personal.
La virtud de resplandores confundir a quien ve.
La virtud de melodías de confundir a quien oye.
Yo, que ya no lloro de tristeza, me rindo
a los pies de Belleza,
urdido por el coro extraño de la siempre siendo.
Barbelo, Tiresias, los juegos
de síntesis, el fuego
blanco de un errado averno,
mientras la mañana ya se dice de nuevo
-mas es la eterna noche y Juan de la Cruz la dijo.
¿Atormentarse? ¿Para qué?
Nada más sentarse en la vereda a contemplar
la silente violencia de ojos puestos
entre los más heridos cuerpos,
que sólo pueden desesperar.
Luego
jugo de odio recorre la sinrazón
de psicodel,
mientras silencian
cófrades amigos
a los que cortan el decir en ayer.
¿Saben posarse en un recuerdo y transformarlo
en espacio de mediaciones, cual si hubiera
ahora aquél ido evento?
Miento si digo que la cruz el viento
no enciende, cuando
arde, y las varias pieles
se deshacen.
Mas ya solo y entredicho,
corro por el jardín, y bichos
de natura curva asen la burda
melodía que ya no dice más.
Bien decir más, y volver al mismo centro;
bien decir del Leteo el cimiento y el espacio;
bien morir en ácido decir que se cree silencio.
Posarse en el recuerdo: numenear, lucinar,
toda la técnica celeste. Y mañana,
cueste lo que cueste
hay que ganar -de lo contrario: muerte.
Mas de sólo pensarlo va,
como caldo de destino va.
Y el delirio que no cede se deja contemplar.
Silencio, de repente, mientras el domo
estrellado repite el pasado,
siendo cada vez primera y final vez.
Yo no fui gentilmente a la buena noche.
Yo no vi, jamás vi, una estrella que no era.
Yo no sentí arder la lengua incendiaria.
Yo no pretendí nada -recién ahí me hice.
Corrí de los plandores hasta que la turba alada
cesó, y asióme la sentencia:
para siempre recordar.
Y el cuerpo entrado en Catatonia
no por ello dejó de contemplar.
Y el cuerpo ardido en la tregua
no por ello dejó de gritar.
Y las calles en que encuentro
lo que sembró el viento,
nada más nostalgia,
nada más amor.
Pero si encuentro que calla,
si encuentro que río,
¡qué fuera sino locura en la ritual hornalla!
¿O acaso irse no sea sensato?
¿Resistir? Un garabato
-cedí como cede un pétalo de cordura ante la fantasía,
cedí como ceden cuadros que decoran la oniria.
Y los idiotas -yo entre ellos-, ¡en todos lados!
Allá puestos, sonando a pasado
-no quieren preguntar aquello de que lo que no quieren oír respuestas.
Pero no me digas que me esquivo
si cada juicio mío bulle
en mí, a mí juzgando.
¿O acaso sea que ando
sobre tertutlias y habitual
concialíbulo de paternales autores,
de maternales compasiones?
Yo nada más huir, artilugiando
-sin astucia mas con canto-
modos de errar la corpórea ruta
que lleva el decir de acá.
¡Allá sólo canto y nada más!
¡Allá nubes puestas y absoluta melodía!
Allá la deriva parece libertad.

Y Eolo encuentra
anarmonía de la presencia,
mientras escucho
guitarras acompañarme, y un pucho
arder en boca compañera.
¿Correr por la pradera?
Eso fuera un gesto suyo, un pedir
que el orgullo ceda y se pueda hablar.
¿O no reiría yo también, si pudiera?
¿No creería el cuento ser del cuerpo y el cuerpo de la era?
Ah, y si, artifccioso, sobre las llamas
me poso, no me encuentres
preguntándole a la voz que mando
a curvar, qué fuera que actuando
dejara, qué fuera que callando
dijera -pensando, equivocado,
que Silencio era alzado.
Falso silencio en el abismo, y el pensar inmediato.
Y las almas que nacen ahí adonde arden.
Pasear en idioma equivocado,
huyendo en líneas tercas.
O las fronteras disueltas, y nuestro: solo e igual.
Pero he las distancias y la manía de expresar
palábreo amor vano,
que erra en demostrar lo que el cuerpo va cantando,
que anima en su abismar de cada signo en revés y cano
resplandor de nubes o ríos.
Barbas de almendro, ladeadas en sino.
Un curvo reducirse de los idos
al espejo que es asido cual si fuera nosotros.
El canto y la canción y el ignoto
ritual sacrificial de arder cual si fuera loto
ciclado de piedra
que no dejara tierra sin habitar.
La avenida Uruguay y la esperanza.
La fragancia de los autos y sus ruidos
y el errar que es parecido
a acercarse al numen. Tras
las pestañas lívidas,
el sino estima.
Gotas de placebo y tierna voz,
gotas de placebo se hacen lágrima.
Un morir circunstante, y ni el tiro del final...
Lámparas puestas afuera,
siempre afuera. Quizás
sean prados, eriales, canales
de ciudades antiguas, o la nada misma,
da igual. Mas,
andar sus signos y decirlos míos,
robar diciendo ser mendigo,
¿qué caritativa alma
no lo juzgara un mal?
Por un gramo de cordura, el peso
de las dunas, el reír
de quien se esconde tras la bruma,
como un juego de niños que juego mal.
El patriarca: de luto -se ha ido.
Los ojos dan lo que se iba buscando.
Un Jorge, extasiado, sabe de dragones y drogas.
Se ha puesto en bolas en una boca que dice gracias
idióticas.
La curda metempsicótica, verás.
Y la Gracia, detrás, rumorada.
Alisios, céfiros y nada
recurrente, tras larga soledad.
Soledad enfrente, el solo mar.
¿Dijo
su decir, o yo vi mal?
Croar, corear
de grillos, frente a la noche eterna.
De vez en cuando, dejar las penas cantar.
Espejismos, no mucho más.

Y vale cada gota del oscuro oro,


del plandor y el decoro
con que canta el decir y ríen detrás
paseantes, al pedo, con ganas de jugar
-uno que otro se niega hablar,
sensata mente.
Y vale cada aceite oscurecido
que aligere el sonido
maquinal del predecir
en que dese a ir
mero y virtual latido.
Y el aullido, también puesto,
que es costumbre de praderas y de afuera.
Piedad en el cielo y paz en los montes -o algo así.
De lo contrario, penas ya cumplidas,
volverlas a cumplir
-matar no se puede y quien mata muere.
Piedad a los cuerpos y paz en los muebles -o algo así.
Y la publicidad oportuna.
O vagar entre cuervos la nimia Fortuna,
que no parece cosa digna.
Persignarse, repentimanete -yo no soy, escucho,
extrañamente pareciendo ser.
Confiar que mucho juicio es posible
por acumulación
-fantasmas en la fantasía, también, sabrás.
Reír de la misma
boca misma
en que nadan cismas, no viendo ya su umbral.
Repetirse hasta que se diga nada más que lo exacto e igual.
Caos en el abismo, como en casa.
Caza -Diana y Apolo comparten el carcaj-
de la frágil coraza de quien pase su ir.
Repetir hasta que cese de visitar quien no es invitado.
O será consecuencia de haber habitado
lugar.
Prestidigitar, luego, en herménesis.
Génesis, o Limbo, o el Mismo y falso infinito mal.
Correr con los niños, dejarlos andar.
Meterse las sonrisas en el culo.
Esas cosas, verás.
O también caer del cuerpo al cuerpo,
disculparse a ese respecto.
O también visitar a los locos
con fragancias del vivo errar
-tras el temblor y los tormentos.
Sí, yo también miento,
sujeto de Caos e ignorante.
Psicosis delirante,
místico éste.
Febo rupestre, de
cuadernos de Centeno
el que, al pudrirse, hace alucinar-
quemados -cenizas,
cuento, mero cuento.
Ni Adán primero ni Eva final.
Cruz o mar de contingencias.
Podría haber cegado, mas he el vicio:
preguntar, preguntar, preguntar.
Silencio, el final
puesto enfrente,
mientras los ojos rojos repiten el mismo puente.
Quemarse la mano y sacarse los dientes
-costumbre animal.
Reír, de repente -es la historia,
por primera vez y para siempre
que es finito y omnisciente,
que es errado en fin preciso.
Un atisbo de intersticio,
hendiduras explotadas. Un
pensar que no puede más que cuerpo.
Un decir esto, y lo contrario, para luego hacer correcto.
Si no: cargar el peso de los ojos lucubrando.
Y tener miedo, de vez en cuando, de ser visto.
Y tener miedo, de vez en cuando, de ser visto.
Y tener miedo, de vez en cuando, de ser realmente visto.
Cófrades e idos, y lo inmoral.
O reír, suspendido en un cuerpo común,
en desidia puesta la libertad.
O correr por el asfalto, y dejar las colillas
en los bolsillos del pantalón.
O servirse el arroz de una noche tibia,
cuando la muerta mente dice su encanto
-tormento, por supuesto, mas hay que disfrazar.
Y la no tan aleatoria aleatoriedad,
sospechosamente insistiendo en el mismo tras.
Y el culetazo que arranca dos dientes, de repente.
Pero qué transparencia se pretende en el medio de la ritual guerra.
Tambores y tormentas y las noches ciegas,
las noches sordas, las mudas bocas
que repiten la misma y vana respuesta.
Anarquía en el abismo, de vez en cuando.
Flejarse de lo repudiado.
Un padre, muerto; dos padres, muertos; tres padres, etc...
Anarquía en catequesis, por mera histeria.
Correr la mampostería edípica y que se caiga el cuento entero,
que se revela no tan entero como parecía.
Cero, derredóreo, con su consorte marmórea,
roba signos en la noósfera y se materia en decir.
Nadie llámase asi.
Positivamente Nadie, por supuesto.
Valentía perdida hace
N/N años.
O la manera de repetir
mismo por mismo, cual si
semejanza sea lo que fuera,
y no culto de lo plegado.
Pegado a sus días, silencio.
Pegado a su cuerpo, silencio.
Reír, sentencia.
Nos-me niego.
Cronión arrea las flechas y el quilombo es importante
-sin romper Nada, por supuesto.
Amo, esclavo, nada mediante.
Voluntad sobre voluntad, y demás ignorancias.
Depender de las fragancias
-wampyrs que ajo escancian.
O reír del
atajo.
Correr en andrajos, preguntar
qué era que estaba haciendo, ah,
iba diciendo y, de repente, un lado,
de repente otro, y luego
jugar a las escondidas como si no supiera
voluntad posarse sobre el numen conocido
-lleva nombre propio y a sí tiende.
¿Cocerse la boca, de repente?
He la costumbre -protopitagorismo anunciado.
Protoclacisismo, ¿cómo?
Antes de la eternidad: gaiana ciencia -salvajismo.
Bestias de costumbres ornadas
matan en pensares y no se creen escuchadas.
Máscaras acopiadas -es negocio,
según cuenta el socius que por decires paga.
O mejor hacer silencio y llamear de la catexis.
Anamnesis, y luego nada.
Sin embargo, he que
éso siendo, luego, algo,
y he que
espiral de falso infinito.
Correr del sismo
-no sea que muerte y aprender de cero.
¿Conocimiento? Cero. ¿Improvisar?
Claro. Por supuesto.
¿O contarse un cuento para dormir en paz?
Claro, por supuesto.
De lo contrario: Nada.
¡Qué susto! ¡Pensé que hablaba en serio!
Absoluto Silencio posa entre arbustos.
Y tanática traición, que no era traición,
que era traición, que no era
y espiral etc.
¿Meditar? Claro, ¿cómo?
¿Orientalmente? ¿Occidentalmente?
¿Al vacío, al átomo, al cómo?
¿Digrediendo o convergiendo
o conversando o en acto o cómo?
O niñas, a lo lejos, susurrando.
Muñecas, taxis, nenas, puentes,
caballos blancos y amarillos,
lo mismo de siempre.
O romper Ley de sí,
también, en autoflagelo
que no es autoflagelo, que es
etc.
Y lo mismo, nuevamente,
ahora diferenciado.
Signos más, signos menos,
nado.
Estupidizado, claro.
Compasión por lo moda y compasión por la pasión.
Patetismo en el abismo -¿cómo, si no?
Y cambiarse el juicio como se cae un pelo
-viejo, encanecido, dejo
algún eco de serenidad, para cuando
la edad de atribular diga nuevamente.
Cazafantasmas, de vez en cuando. Ki.
(¿Kee?) Boludeces.
Ah, y llaves
conjeturales, que
de persuasión abren.
Corazón vagabundo, coraza o conjuro.
Y fantasmasía de las malas lecturas.
Plástico de ojos o todos los relojes diciendo exacto mismo,
lo cual es plástico de ojos viendo exacto mismo
-variando los signos, por supuesto.
Número detrás -numenear, entonces.
Posarse en la ventana
a decirse que
la manía de mearse la espalda,
como si posible fuera.
O el autómata que mata conservando su vida.
Y la duda compartida y la deriva,
que es la duda puesta por afuera.
Yo nada más
debiera cerrar la puerta que de abrirse no termina
o vagar cimas con la voz cansada,
como si sirviera para algo.
Pero mejor dejar que escalde
voz durante, mientras escupo sobre el río
y me enjuago en
vicisitudes mías y juicios ajenos
para el vulgo ameno de la sangre perdida.
Y también perder el tiempo preocupándose.
Ansiedad, cuerpo mediante, y la voz
extraña, invasiva, autora
de nada particularmente sensato,
mas que dice y dice el rato.
¿O recuerdo,
forcluida conclusión?
Peso de la estupidez inoculada,
traída al decir.
O reír
de haber puesto Destino su peso ahí.
Pagar las cuentas, correr la cara.
Pedir de misma extraña
misma huevada.
¿O el juicio me engaña y yo ahora solo,
nada más que solo?
Y la desnudez, que es común.
Y el taparse las vergüenzas de los reciénvenidos.
Corear en el abismo, de vez en cuando,
algo que puedan entender
dos, tres tipos,
puestos,
bajo el vago resto de lo ido y Hado.
O mearse uno a otro, como árboles sembrándose en la eternidad
que se muere enfrente.
O alguien que dijo que oyó que era así o asá mas da igual,
si total es un mero decir que de la boca cede a la nada esa tan
presente y plenamente operativa.
O contarse simplemente,
que parece ser posible.
No es virtud mía.
Y córranse, lacrimosos, del foso que un cuerpo se suicida
-¿almicidio?, delusión.
Y córranse que era angustia y esas boludeces.
O soledad o alas rotas,
o esos evitables sufrimientos.
Mas silencio,
no es necesario,
es injusto y no es necesario.
Pero hay que juzgar,
decir sí, no,
de vez en cuando,
de lo contrario,
nada -lo cual parece ser sensato.
Y correrse de los signos privados,
porque puede que sean puñales.
Y pseudo-sensatez de 'el que calla otorga' y esas pelotudeces.
O la gaiana armonía que se come un pueblo entero con volcanes
-así dice la infernal memoria de otra vida.
Pero,
mejor no corramos por el campo, desnudos
como dos nudos que la rima cocinan,
vaga esgrima dirá su astro
-y el torso de lanzas clavadas
no va a sentir particularmente dolor alguno.
Y 'es un orgullo que pase por nuestra casa y deje...'
y vaya uno a saber qué carajo y esas boludeces.
Y el puñal que clavo a afuera me cruza la frente.
Disfraces, no mucho más.
Plástico de ornato.
Y ojos que me miran con vergüenza.
Son sapientes, ven detrás -juzgan acertadamente.
Yo nada más errar, errar, errar.
Y una cara escribe y otra cara miente.
Y una cara miente y otra cara dice.
Y una cara lee... se entiende, ¿no?
O revisarse los dientes para corroborar que no hayan quedado
clavados en un cuello.
O juntar la sangre que se escurre de las comisuras.
Perseguir ataduras, y herir más.
Perseguiir ataduras, herir de más,
sin dejor por eso que ausénte-
se de sí el decir real,
el que se niega en sí ir.
Perogrullo, idiotismo, luego:
amnesia.
Correr a la pieza y hacerse una paja, como un reciéncorpóreo.
Adolescencia, histeria, libertad: insensateces.
¿Rebeldía? ¿De qué?
¿Qué no se puede hacer?
Ah... de poder, se puede.
Debe ser,
nada más,
cobardía.
Metalumpenal ubermench mezclado con
meras meroidades.
Saludos cordiales, formas típicas.
Y ante cualquier afirmación, allá -que ya se puede doblar.
O usar la razón para fines de conservar la vida.
De lo contrario: dolor, insatisfacción
-que son lo mismo, y es la misma
vacía positividad de placerse en cualquier acto usurario.
Plusvaluarse de la carne, y permutarse.
O venderle discursos a la materia, como si fueran necesarios.
Tulpa -en estos lares: culpa.
Pseudo-budismo de mente llena de
¿qué, en particular?
Y Amor entre hamacas y manos.
Subir a quemarse,
bajar a quemar
-espadas flamígeras decía un libro.
O correr por el extraño esperando encontrar semejanza,
insensata, alienadamente.
Encontrar semejanza
-reír, desconsoladamente.
Arbitrar con cálculo.
Silbatos.
Pan.
Esa cuestión de
numenear,
¿también se olvida?
Gracias,
cornudo astro.

Es sábado,
la lluvia pasa.
Recuerdo sus cruzados pensamientos,
su voz calma,
nuestra vergüenza.
Paseábamos la noche del alma.
Reíamos en sueños.
Cúmulos de fortuita certidumbre
-lumbre, ceguera, mal.
Amansarse, y reír ¿contigo?
Ya no sé. Tampoco olvido
tanto como a veces digo.
¿Mas por qué la memoria dícete ahora?
Ojos de verte y recuerdos
del tímido viento y la euforia
de traiciones meditadas.
Cobarde vergüenza.
Reubens, frambuesas.
Labios donde debiera haber nervios.
Y un pasear
cuento tras cuento,
juntando juicios de suyas brisas,
cargando a veces risas y a veces cuerpos.
Y bífidas lenguas que subliman adistanciadas.
Es sábado, ¿la navidad?, ¿el año?, algo pasa.
Y hay memoria y hay las brasas.
Y la ceguera que no claudica e inyecta caos.
Y los ojos que saben haber dicho,
que sábense diciendo. Amor,
entre nuestro, sido.
He mero recuerdo, ahora,
no más que eso.
Horas de celar a los fantasmas.
A veces, tener razón
-esconderse en mentiras y tener esperanza.
Extrañar a extraños, ¿extraño, no?
Y decir en simultáneo, en varia historia.
O seguir bailando, silenciosos,
cuando pensares de azar nos encuentren.
Y mirar cómo se asen
jazmines de la recurrencia
en la viva esencia que cruza enteros mares.
Humedales -sentir
ajenas lágrimas puestas en mí,
también recordando.
Cordiales saludos a tu marido.
Y lo mismo exacto, diferencia pura,
porque sí no puede ser.
Ideastesia en el desierto, y llevar
dromedarios,
en caso de que el reír seque y Diana mate.
Gambito de reina -que soy yo, aun-,
y prenderse al fuego,
en una Gran
Bacanal.
Siglo veintiuno y todavía
el nocturno ritual
-pensar en sueños, hacer en sueños,
morir dos, tres veces más.
Volver a ver
ojos de Amor,
libres realmente.
Dejarse manipular por serpientes.
¡Llamen a Tiresias!
Correr al cuerpo, de repente.
Vértigo en la noche blanca,
en esta era hay
que tragarse todo
-ya no hay escupideras-,
¿cómo, entonces, diferenciar
lo que es de lo que era?
Cero. Sigamos. El junto
cuerpo encontrado, la terraza
de la noche de verano.
Croar de los ojos,
reír de las manos.
Recién vista,
ya amada. Huir
de miradas (¡traición!,
se escucha en la ventana).
Pensares alados,
mitologizándonos.
Estate, estate,
espero el dislate
que tus ojos digan y este decir maten.
Entrar de aguas -¡traición!
Negar a Amor es la costumbre.
Cupido, vislumbre
lo que le hizo a un niño aburrido,
en mirar de tele y
dolor.
Bailar entre las brasas de otros ojos.
Despedirse con un beso, dos.
Pensarse
un año entero.
Encontrarse igual.
Fantasmas, alucinaciones
-me gusta y compartir.
O correr en derredor
del árbol,
ver sus piedras ciclarse
en su tibio plandor iridiscente,
con una pupila en la frente.
Reír, discretamente.
Quizás este -nada más que esto-
sea el reencuentro.
Dormir con la madrugada adentro
-quizás otro mañana sea.
Esteros
rodeados de auspicios,
y el augurio de Fortuna
riendo con nosotros.
¡Huyamos! Es la bruma
que recorre frías aguas de éter y amar.
Espirituados, ¡huyamos!
Y que tu mano encuentre la mía
y no haya vuelta atrás.
Y tus ojos, una noche,
que los míos encontraban.
Y mientras vos bailabas, yo te pensaba.
Pero qué canción no fuera antes
un atisbo de posible,
un corazón sensuable
con la amable curva de los labios carmesíes.
Y la aborrecible ¡traición! nos acobarda.
Tradición projimal -dilapidación.
Pero sabemos recordarnos, aun
en consciencia que esto nos va a matar.
Y sabemos del pánico y la noche blanca.
Y sabemos jugar con los haces de luz,
signando a las vivas sombras.
Y yo corro en el exceso como quien se atiborra.
Podés ver ya a quien mañana fantasmas va a celar.
Rothko, arrobador, en la pantalla.
Mas ya no calculo y sólo espero que sea ya.
Y así es.

Un bacio,

è estate.

Abbandonati agli ochi,


abbandonati ai gesti.

Una mano
- non tua, non mia -,

una mano che porta un pugnale

- la mia.

Un pensiero
- due, tre secondi di sanità mentale.

Ombre d'Amore.

Un'estate. Un'altra estate.

Ombra d'Amore.

Un fantasma di coraggio.
Eros, nudo; Psique, fronte.

Un muto - io.
Occhi in fuga
- i tuoi occhi, i miei occhi.

Un pugnale tra la lenzuola.

Occhio uno - il nostro.

Estate, di nuovo estate.


Un ricordo diventa una fonte: resta.

Una mano - non la tua, ma la tua.

Una mano - non la mia, ma la mia.

Abbandonato alla memoria: i mari.


Pensieri qui bacia.

E la distanzia: niente.

Occhio uno – il mostro: ¡tradimento!


Potrebbe mentire al riguardo

ma ricordo.

Un secondo, gli occhi insieme.


Pietre intorno.

Ci importa, forse?

Un secondo, e io ho l'amore.

Ci importa, forse?

Certo. Torna indietro!

Cameo, e gli estuari.


Bacchanalia? Un bacio:

estate torna!

Ma non piangere,
Luna di notte oscura,

che una famiglia muore e uccide.


Non piangere!, quello spazio cede.

Lentamente, braci
dil recordo, oscillare.

Aria della giungla,


ouvunque.

Non piangere!
I miei occhi cadono.

Decorazione
-il tuo vestito blanco.

Sono io che piango!

È la misma mattina presto.


È la mia boca que non lo sa.

Zefiro ti porta.

Apri la porta: cado.

Ma, pensando, l'etere transporta

ombra d'Amore

- nel tuo corpo,


della mia lingua.

E io corro,
corro in attesa.

È la mia speranza e il mio cuore stanco.

E il tuo blanco vestito


mio occhi prendere.

Il fuoco dell'attesa:
di nuovo estate.

I tuoi piedi calpestano la neve.


Già accecato,
lo do.

Zefiro ti porta ed è la morte.


Ofidianas

Orfandado por cronidas


aluvios,
un erreo.
Pasear, luego, tañir
lira de Orfeo.

Correr a bajonear.

¿Qué abajo queda?

Zigzaguear.
Pagar las cuentas, ser boludeado

Curda del norte,

la importan de día, la importan de noche;

la madrugada: su reproche
-séme de haber mentido, mas, ¿qué hacer?,
¿decir de este haber?

Curdas en autos,

esquivar con Destino.

Ríe
aun el vino,
y ríen los cortes

arbitrados.

Curvo espanto:
un recuerdo:

auto-otredarse

-pareo de lejanas playas.


¿Escamas? ¿Dónde?
Meraa

piel que el frío viento hilvana.

Yo

nada más correr,

nada más correr.

Acá se descansa.
Segar

Judas besa
la piel espesa

mientras un puñal

Bruto encarna.

Ducho
en artilugios,

Caronte rema.

Muertos, y muertos de pena.

En cada peldaño:
mismo asesino.

Samsara.

Mas, ahora, además de uno,


vario.

Escatólogos creando un vicio.


Selección

Después de saber sufrir, amar, partir,


creer andar sin pensamientos: errar.
¿Adónde fuera la moción a parar?
Primero saber errar, luego: huir.
Lo demás: distracción o descendencia.
¿Adónde fuera la moción a parar?
Mientras el cuerpo se dice separar
de sí esa incómoda presencia,
¿adónde fuera la moción a parar?
Quizás pregone la negación pura
de ojos que oscurecen en la dura
cúpula de oleajes y supurar.
¿Adónde fueran la canción y su mar?
Viva esencia: un sutil olvidar.
Cuerpo
-ly
Perderse en libertad

Sus piernas,

no las encuentro.

Sus ojos
dispuestos a morir abiertos
-mientras la lumbre estima
recorrer el corredor
en que úrdese la esgrima entre quien es y quien doy.

Pero no es una simple materia de mentiras,


ni sus cuentos son sensatos
-y si parecen garabatos
nos encontramos
nuevamente recorriendo la mirada
ajena puesta sobre la piel alada
que dice del tiempo su no y dice del sí su estado.

Pero no me cuentes
lo que tengo que correr
para volver a perder lo que
el ruido diga al respecto de
no volver a perder lo que
ya no sé, ya no sé.

Y si recorro la espera,
con ojos puestos como muelas, con
dispuestos transeúntes vestidos de violeta
-dícense alfiles mas se sabe que cúrvanse en ingleses
muecas.

Y si narramos de encontrarnos,
nos parece sensato

reír al respecto,
asentar la cabeza y reír al respecto.
Debe ser el aspecto gutural de los gritos, y el
acorazado cuerpo helado que tras la tiniebla yace

cual si fuera suyo el pase de cordura


de boca de acá a boca de allá,
de signo de acá a signo sin tras

-como quien se hace sin efectos.

Mas no me vengas con cantos de defectos


ni me digas que me arrepienta

de haber dicho esto, aquesto, aquestre, esotro, o nuestro.

No me vengas con mentiras si pernocto


en el tácito armador de la rugiente
noche sapiente en que el alma miente, mientras

nada más que hacer al respecto se puede

-porque a las alternativas el viento las siente


puestas como crines sobre dientes,

limpiando la carne que dejó el festín tras la bacanal.

Baco se pone un disfraz

de miel,
recorre la hiel cinérea que cosió su sí.

Arde, también, sin fin.

El sinfín se place de su gusto terco.

Y encuentro que decir es poco.


Entonces: performar

-que se parece al actuar y al parecerse se hace


{hipersticia se hace cual si fuera que crecen
nubes del derredor a contar qué contarnos cuando vamos

a mirarnos con turbia animación sobre el caldo ascuado


de los inánimes cuerpos y la tibia voz

alada,
que cae del hada hacia el reír feroz,
mánico, panida,
mientras suicidas dudan de volver a nuevo hoy}.

Y la intención de herir,
que aún resuena.

Y la voz de ir
entre las tristes penas
que corren sobre el decir,
como si no fuera yo el que dícese en su través la pena

-que es muerte, por supuesto; ¿qué otra cosa fuera a ser?

Y si corremos entre signos


como cuádriple equino que repite
el mismo mito triste de revelares y fin,
¿qué fuera a hacerse, al fin, cuando nada supiera?

Nada -que es nadar la marea,

que es confundirse con lo que fuera

cuerpo entero o mero huir.

Pero no me cuentes las mentiras, no me digas


que calle, justo cuando la calle
repite lo que digo, y repítelo así.

Y no me cuentes al respecto de
nada es para siempre, y esas cosas
-de lo contrario, posarse sobre las rosas

que cruzan el océano y repiten la prosa


de bocas extrañas y de la viva esposa

que útiles ecúmenes resumen en mantras,


cual si fuera sal de saña la que dijera lo que es.

Siempre dispuesto a darse vuelta -yo-,


recorre el cadalso y reconoce
pena de haber, pena de no haber, pena
adonde pósense los ojos y recién
sea dicha la voz esquiva

que esquicia la digna diestra


mientras los dedos muestran

puñales, cartas, escritorios

llenos de abalorios y resto del fin.

El agua, mientras tanto,


recorre su llanto

cada vez que algo parece decir

y termina diciendo

lo contrario, y a su vez lo contrario, y a su vez


el revés de la doble negación,

hasta que el falso infinito se vuelve arrobador.

Pero es otra manera de ponerse en pedo


-Baco lo sabe y así lo iza.

Y si el vicio se vuelve costumbre, bienvenida

la última cena, en la que el cuerpo es repartido


entre el bipartito aullido de quien conoce de la sangre
el olor y los afanes

alimenticios.
O acaso tenga que

llamarme a silencio -amayúsculo-,


dejando que el alado verbo deje
el cuerdo desayuno de las sienes

y vuelva luego la argéntea línea

en que nada se estima más que el sí.

Pero no me pidas que afile los dientes


luego de haber sentido al wampyr
usarlo sobre mí con vivo dolo.

El cuerpo solo dice y nada dice y es nada así.

El cuerpo solo dice y nada dice y es nada así.

Y no me pidas que el beso sea hecho,


y que el hecho muera.
Y no me pidas que corra

en derredor de las muertas horas

en que pensares fundaron un negado fin,


sabiéndose alma sola que se escruta como si

esta fuera la honda certidumbre del sufrir

puesta en la persona -asumida


la noche dormida en que yace el sin

revés cuerpo que es zona.

El olfato parpadea, y la piel escucha,


y la sinestesia ideastesia y la hipostasía

niega que crucen los cuerpos el decir que el pensar dice

cada vez que nada dice -mero cerrar la boca-


y recorre las ropas imaginando

que fue meando un cuerpo como un perro.

Cerbero, múltiple y anunciatorio,


canta su cuento amatorio y reduce su cero a ni

-Hades o Ida,
y luego el Lete que respira

sínfono decir que cruza el suspiro ruin.

Pero no me cuentes demasiado ni dejes

anzuelos adonde no debiera haber un ágora


ocupada por autofiliados al sutil pasado

en que dícese el ruin ahora que se parece a un repetir.

¿Tararear de las consolas?

Han pasado años, y las melodías

dicen lo que las liras cantaban cuando Orfeo


cruzaba su mar de meo y su mío huir.

Han pasado eras, y las armonías

palábreas

arden de rabia cada vez que caigo, así,


sobre el río entero en el que nada nuevo

puede jamás surgir

-Caos no permuta signos mas los organiza.

Palabras, logoísmos,
juicios, y el espectáculo

de Abismo
-dispuesto como un tenue mar argénteo que calcina

cada rima en un pareo de conjunto predecir.

Y el epítome de artista es arista que cede,


que puede

recorrer el mimbre de los cestos mientras el cielo

se urde de estrellas, mostrándose abierto,


se deja usar por la luna dormida cuando Helos surge

entre los cuerpos que recorren

el triste cuerpo vivo

mientras sempiterna muerte se hace y se dice y se sigue haciendo.

O quizás
no sea más que

correr alrededor de los porqués

sin dejar que las dagas crucen

más que la nimia carne,


menos que el nimio suelo.

Pero hubo un tiempo en el que etc...


y ahora nada más quedarse a contemplar

las miradas que escurro sobre el vacuo andar

rediles de curvadas crines, mientras el verde mortuorio


se lleva al cuerpo amatorio hacia el cruel andar

el carónteo barco que pide a cambio

monedas -no sea que Destino ceda


ante el irreversible elucubrar

de los cuerpos que han de andar


la tierra tantas veces como sea necesario.

Gaiana suerte, mientras tanto,


se dice de sus manos -que son raíces,
follaje, árboles, paisaje, esas huevadas-,
y los artilugios retuercen
la curda celeste de quien vivo apueste

por dejarse usar para que luego el mar

lleve arena sobre los dientes


y délos a afilar
-la pitia pita y siente
decirse en el andar
de ojos errantes la voz que antes,

cuando no sabía {quizás ahora tampoco sepa}

qué era la deriva de la boca ígnea que rehace su ir


sobre el vago porvenir que es anunciado
en símbolos simoneados por juicios de afán ruin.

Ruinas en derredor, por supuesto.


Eco, dispuesta a contar
qué ha sido puesto
sobre el triste tormento de reír de más
cada vez que encuentra el cuento un cuerpo tras,
y sábese artificciado por un cuento errado,
para luego lo negado plegarase en subrepticio más

que no cede

-¿cómo pudiera?-

sobre la cristípica aurora que anuncia el alba


en que démones escaldan
juicios confusos en vivos usos,
mientras las mentes juzgan acertado a su decir
retroactivamente.
¿Retrotrangresión?
El tenue sonido del rumor aparente
del mar,
cuando aureolas se trazan en la frente.

¿Protoclacicismo?
Sedición de los célibes
que no tienen más que débiles
conjeturas de su estertóreo andar

la miel y andar en huellas

vagas sobre el vago Paraná.

¿Paranaia?
¡Por supuesto!
¿O acaso no fuera esto
el decir que vuelve de los cuerpos,
cuando luces parten de las vacuas mentes
en que budeidosa piel se dice fuente

y Nadie puede asirse y ocupar

la temporada en que Amor díctase suficiente?


No tengo decir aparente
-ya no más. Jano, sin embargo,
al cruzar la calle,
mira hacia ambos lados.

Y el espacio

precisamente alineado

en que

ya no se puede engañar,
en que

ya no se puede disimular,
en que
niégome ser yo el que es

este decir.

Y las escaleras

esclerosas

adonde pósanse

pasados alucinados, y la estereotipada sal

maldita de la curda bendita

en que ríen

de mí quienes gritan

cada vez más, cada vez más,

hasta que aturdido entro

en Catatonia o psicodel,

según la suerte diga de placer

la gruta enferma en que el cuerpo cede

o herir

la eterna sien en que el sol se posa.

¿Cuento de más si oso


correr sobre el marfil,
encarnar en misma vida?

La triste persona será deshecha

-de eso no hay duda.

Y la perpleja realización eterna


dirá que he sido antes mas ya no sabré

si estuve acá o acá estuvo antes que yo.

Mejor me voy, no se puede


numenear, ni numerar
cero que repite lo que siente

-mas solo cuando ya no lo siente más.

Y si rompo
los versos

es cuestión de tiempo hasta que díganse sin tras.

Y si rompo
mi cuerpo

es cuestión del cuerpo, no mía.

¿Nombres?

Parecían
dos maneras de contarse lo contrario,
dos reíres de contarse de lo herido

que era el cuerpo,


parecido a nada en particular.

Pero no me vengas con que me he ido

hacia no sé qué lugar

en que nada se parece y la absoluta diferencia


junta la piel que el olvido asunta

sobre el derredor estático en que el sabático saber


no piensa, por lo pronto, posarse.

Es Posadas,
es la turba alada,
y las tenues heladas que a diario se anuncian

sólo al interior alcanzan.

Es la cara
que dice la parada estepa

en que bestias se cazan

con el sigilo de lo reído y con el reír de las mañas.

¿Pero cómo no sabiendo eternidad lo hicieran?

Cualquier alma que pena


sienta
diría que es normal.

Cualquier alma que cuerpo


use
recordaría viejo andar

las nubes y arrear esclavos.

Y los clavos

dejarían al cuerpo
listo para que los cuervos

lóxicos trajeran el tóxico

reír, reír antes de huir,

así, nada más se haga el andar,

pueda andar un feéreo


suelo etéreo en que el espacio ya no es

-singulado por el cuerpo errado


ya no tengo más que ver
qué correr fuera sensato
si este mero ornato

conjurara el vivo ser.

Una, dos muertes más, menos,

alguien usará el sueño en que yo díjeme ayer


-mientras era cuerpo ido y no crucé mi hiel

con sensatez.

Protoclacicismo de Abismo y escatologías que aún funcionan


-extrañamente.

Recreación de extrañarse,
de pensarse
distanciados, en juicio errado

que se encera en cada triple

corcél que viva sien vaya contando.

-uno, dos, tres, nadie, etc.

Éter en el portaequipaje.

Paranoia de cobanis, que es paranoia del socius,


que es común antojo del vivo rastrojo

en que escapo cuando escucho ser

a dos estelas que suscitan


madrugadas en que habito

nada más que un vivo ayer,

mientras mañana desde el ya grita.

Neorrastafarismo o la procesión interminable de los profetas,


esperando al sublime esteta que traduzca
la manera justa de posarse entre los ríos

de nubes argénteas, con el horizonte infinito


del que hablan los mitos y los mitotiranómanos,
dispuestos a contar del anónado
que escribe cada vez que es.

Pero no me vengas con que soy un inconsciente


si sé exactamente qué siente

con sólo posarme en Silencio y dejar decir al decir tuyo

-del que no huyo, puesto que


¿cómo sabría, si no, que designio diera

ojo puesto en mi mostrado

errar el sinfín estar?


Corean, mientras tanto, alados

pescados lo que es el suyo mal,

y yo tengo que fumarme boludeces por el bien de las reses


y por los que rezan con noble afán.

No me vengas con que


tengo que reír de quien perfuma
mi cuerpo con su cuerpo
para luego reír al respecto
nuevamente, nueva mente.

No me caigas
cuando la madrugada me habla,
en el silencio de la avenida,
si la única salida es la que al alma escabia
con el jugo de cordura que psicosis estimula.

Y no me tires
en la fría cama
mientras tus piernas no encuentro,
y no pueda decir
a tu respecto más que un errar.

Perdón, a veces
cuento de más,
cuando sé,
precisa mente,
que debiera ceder.

Y si autómata nazco,
quieto yazco
sobre el finito charco en que no hay igual
-dos gotas son X e Y

y por suerte se puede numerar infinitamente.

Y si pierdo,
palabra por palabra,
la voz,

dejame callar en contemplación.

Y si pierdo
ante las parcas
la cordura,

dejame la atadura del finito realizarse.

Y si conjuro
fantasmas,
que venga uno que sea

verdad, o al menos parezca.

Pero no hay era que no cree a su falso libertador

-segunda venida, siempre primera.


Desinterés meditado

Interesar,
como se interesa por la culpa
de haber meado el cuerpo de una planta
y haber dicho de tierra, y haber dicho de nada,
luego de que el suelo seco se humedezca y nazca

razón de humana pulcritud.

Silbar,
como silba Pan en las madrugadas
o como silban los idiotas que creénse
padres por haber engendrado
cuerpos con caracteres suyos,
que no pueden menos que huir del orgullo

de la humana razón pareada.

Escapar,
como pasean los reos por la noche
y reír del fantoche
que soy
cuando digo no saber -y, efectivamente, no sé-.

Digno acto de quietud o espasmo

de cordura, mientras

ataduras ceden -hijos resonando aún;


de otras eras,
cuando era común

la lascivia y el destino común.

Desear,
de vez en cuando, como
cuando río del malsano
artilugio del que no puedo huir,
sin embargo, he luz y pus

sintetizadas en la nimia cruz

de la que no se puede decir nada

-de lo contrario,
estigmata.

Reír
cuando matan lo nuestro
dos cuerpos que ríen
y también cuando tratan
dos cuerpos rientes

de serios ponerse de vuelta en el lauro del sur.

Invertir
bienes raíces,
y que las hojas
tiendan hacia el cielo
y que el suelo
dicte de fantasmas

paseando el pensamiento con uñas afiladas,

mientras la piel desgarrada

escarba el aún,
con ojos puestos en la miel que se deshace ante la lengua fugaz,

de signos justos, nerviosos, fugaz.

Huir,
de vez en cuando, cuando juntos
puntos
se fugan, y éntropes
recorren la sien, y preguntan
cuánto falta para la mucha

e irreverente realización de la terrible verdad.

Dios,
uno entre otros tantos, mientras tanto,
pregunta ¿es que ando
equivocado, puesto
en huesos que no llevan pasado
y que los tempóreos no asen del todo bien?

Y reímos, al respecto, los silenciados.

¿Escapar?

De vez en cuando -el Uno-Bien


canta su manto de afilada certitud
mientras el ataúd aún canta,
sobre el paño esparcido como semen

que no llega a la piel ni llega a salir de los huevos

y un huevo solo queda y luego no queda más.

¿Escurrirse
entre las sienes, como
quien da bienes por nada,
y se pregunta qué malsana
recursión dijera
la tenue pradera, la ascuada miseria
y el rugir de la era que clama su tras?

Ya sin tras, desespera


yo, que no tiene signo
-tiene uno, no lo dice.
Ya sin más, se irrita
la nocturna llama que palpita
entre los que dicen y quienes callan.

¿Esquivar
a quien se precipita
como tenue garúa sobre las ventanas, sin más?

Andar
la boca que se esconde
cuando nada aborde
los síntomas y el miasma
de la noche en que se mata

mí de mí y nada es y nada fue. Luego,

reír,

maniáticamente, reír,
correr,

maniáticamente, ceder

sobre el extremo en que la piel

no dice ni nerviosa palpita,


no corre ni menguada crepita

sobre las nubes rojas de la lluvia que va,

como caldo de cordura, va.

Existir,
de vez en cuando, cual si actuando se fuera
la roja madera
de mesas ovaladas en las que nada
se dice sin antes la laca

brillar, como ojo que no mira, brillar.


O, también, reducir
sobre el pulcro aserrín en el que va

la excusa en la que usan


dientes míos mi decir,
y yo no pueda ser al fin

más que el cuerpo en que se esquiva

la tenue ciclotimia del ser sin más.

El sol
no nos deja cantar,

la luna
no nos deja cantar.

Aun el canto
no nos deja cantar.

Por eso
corremos como ruedas sobre praderas,
esperando que
díganse técnicas de huir,
para luego volver y, entonces,
reír desesperadamente.

Metaesquematismo, y el mismo
cuerpo que se ríe.

Metempsicosado,
correr por cuerpos alados
o quietos, da igual,

mas, usar,

y dejar a cambio

monedas que tejan la Fortuna,


mientras la Providencia se esconde entre las brumas del sutil allá.
Dos veces
la misma historia,
dos veces
la pulcra euforia
en que ya no tengo más que andar

la cordura, y callar,

diciendo

repeticiones,

nada más que burdas repeticiones,

alterando el orden de los signos para que nada digno déjese de usar.

Mas, por supuesto,


la dignidad no me compete.

Y si tengo,
en el frío éter,
alas derredóreas asiendo el sino,
que venga un asesino y

memorias mate, así naciendo

Mnemosine.

Nubes que corren tras tuyo, nubes


que Palas enrostra
a los cuervos, mientras se posa
en el revés ingrato y el sutil ornato

en que nada dice y dice de más.

Nubes que no repiten nada,


que no existen, y sin embargo
vistas por el ojo que asista
al oro de su perfume
se desviste y nada estiman.

Nubes que gloria anuncian,


anunciadas en revelación.
¡La sutil nación augura
inacición e idos dientes!

Liberados los sirvientes, ¡sola la luna!

Y ustedes -nosotros- charlen,


charlen que nadie
oye lo que consone
sobre el ruido que asome
a contar de haber fin.

Pero si ojos se posan entre nuestro,


y nuestros cuerpos piden guerra,
y tus piernas se escurren
y las mías las encuentran,
y las bocas se abren
y las lenguas se laceran
y las madrugadas enteras se escapan
de la viva errata de correr en pena,
y pensares helados
repiten que escaldamos,
¡y el agua hierve, hierve, hierve!,
y nada de repente nos es escuchado,
y nada de repente nos es escrito,
y nada más dejados
nuestros cuerpos usados,
queremos huir,
mejor decir,
no sea que intrusos crucen
pensares
y creamos habernos herido cuando amarnos hicimos,
y creamos amarnos con puñales afilados.
Niño, calle

Yo no sea si sea verdad,


humano dios,
que tras tuyo
haya más que la atroz

insignificabilidad.

Yo,

tampoco creo

que la lluvia

aleatoria

recurra

a la euforia

como fin para una traición.

Yo creo,

sí,

que era amor.

Ya no hablo de vos,
humano dios,

pero recuerdo

el delirio

en que fríos

espasmos de certeza

coronaban la térrea
manía de pasear el sueño,

mientras la lucidez se alucina.

No me preguntes,
corredor,
si las voces que escucho
contarme de su intención

digan verdades.

¡Yo sé que no!

¡Yo sé que no juro que no sé cómo yo sé que no!

También sé que morí dentro suyo,


cuando

el rumor del viento me trae sus gestos


puestos en el vago tiempo

en que ocúpame imagen suya.

Y yo sé que es mucho
enamoramiento
la patética locura
que arrobóme

cuando

nada era la pura

certidumbre,
nada de su cuerpo había oído.

Y yo sé que es mucho
flotar en la intemperie,
rogándole a las reses
que cese el murmullo,

así el río, que es mucho,


ceda,

como las gotas que caen sobre la espuma del mar helado,

como la noche en que dejamos de hablar.

¿Corrimos
juntos el Paraná?
¿Cribamos
las miradas, y supímonos
mintiendo
por miedo a dejarnos
ocupar?

Yo -vos, quizás, también-


tenía miedo

-todavía lo tengo mas ya no me esconde la voz.

Yo -vos, quizás, no-


lo supe en el instante mismo

de en pantallas verte.

Luego,
al encontrarte arder áurea y serena,
no pude menos

que intentar disimular

palabras y besos que se me escurrían de los labios

como agua que no se esparce


sin antes
ocupar las hendiduras que dejaron
años de haber andado
la tierra en perecedera soledad.

Y el orgullo
nos llenó de heridas

y sangraron,

cuerpo sobre cuerpo,

como quienes dícense mitad.

No me busques en la vacua nada,


démon mío va a gritar

de soledad.

No me grites entre los huéspedes


del hotel que el vado alzó

para dejarnos cual uno andar.

Y no me digas

que los dientes

rotos

son

manipulaciones.

Simbólico ocupar

el cuerpo.

Simbólico rehusar

ayuda.

Hacerse a sí, de sí,


¿es cordura?

En la persona,
variaciones.
En el alma,
común eternidad.

Mediándonos,
distribuidores

de culpa.

¿Quién

es dueño de su sino

si a los

alados pensares

nada más

se los puede

orientar?

¿Quién

dijo de máquinas

encontrarnos?

¿Qué

fuera el canto

del encanto con el que huí?

Talismanes de fortuna,
y las crípitcas runas
se dejan traducir.

¿Risas tuyas?

¡Al fin!
¡Luego de cuatro muertes!

Y el sonido de la música que cede.

El sonido de la muerta música.

El cantar que escucho.

Las puteadas.

Las tripas vivas.

La esquicia de la que te privás.

La sombra una,
dispersa.

La sombra una,
en varios cuerpos.

Y yo

dejarme matar, ofreciendo

el cuello

-la mejilla ya no sirve-,

dejarme matar.

Y alguien

a quien escucho

disponerse

a hablar.

No soy yo -yo de esto no digo.

Y la larga lengua castellana.

Argénteas corazas
dejándonos morir.

Yo

me dejo matar.

Argénteas corazas

diciendo de Amor conjeturas.

Yo

me dejo matar.

Antiguas escribas

diciendo,

diciendo la sima.

Pseudo-signo de Abismo

-ya no parece decir,

y su negar es absoluto.
Quererse por teléfono

Particular-
mente: murmullos,

lluvia de humedales,

retazos
de ropa crispada por la ansiedad,

de ruedos de pantalones quemados


por colillas ciegas,

ojos ciegos de su derredor.

Crímenes, Sansonsol.

Ejercicios de eutanasia.

Si una especie,
en su juego de caricias y corajes,

amenaza:

ejercicio de partir a

volver a partir

a volver a etc.
Y el coraje, gota a gota,

sobre los labios

-tiemblan, recuerdan, erran;

hay lunares, Luna, y hay sol


y no es la madrugada -todavía veo-,
y es la madrugada y astros

juegan a Destino.

Autómata, vacilo.
Alguien

cree decir mi decir.

Enmudecerá,
enumerando

las secuencias y las consecuencias.

Y nuestros cuerpos distantes


no puede, ni saben,

decirse, ahí

donde el cero

iguala las almas con el feéreo anzuelo.

Ah... eternidad,
qué desencuentro.

Pero

por qué no mejor correr la tarde,


escaparse

antes de que

dése cuenta

y yo tenga que pagar por

los vasos de vidrio, rotos,


y las venas
que no cesan en su pulular

heridas de diabéticos
-¡ah, para siempre abiertas!

Pero no me vengas con cantos de perfumes.

Mejor, hedé -cedé


con los jazmines oscuros que querubes

trajeron del inmediato allá.

Allá, donde las parejas de todos los idiotas


hacen todo lo que acá se diga

-siempre dispuestos, éstos, a curvar

incertezas.

Pero si no muero, me pesa;


y muero, no soy más.

(por supuesto, ésto es mentira,


pero mejor asirse
a la común costumbre
de sentenciar que no hay tras;
de lo contrario: desesperar)

Noches de cúmulos,
herescindencias.

El aroma de la lluvia,

justo cuando la selva

me dice de irme
a pasear,
y el carmín de la tierra

iguala

ojos inyectados de deidal ira.


Gaia suspira, providente.

Histérica,

le grita a la desidia.

No hay nada de qué preocuparse.


Hundirse

a arder de agujas blancas,

y que áureos astros -uno, a decir verdad


{una, a decir verdad}-

déjennos salir.

Yo nada más paseaba y terminé

envuelto en las lavandas que pendían


de tus dedos,

y en tu casa escuché los gritos.

Cronión,
que arrea los estruendos,

purgó la agonía.

Sinfonías de Amor, al pedo.


Corear frente a frente

A cierta edad, Tiempo, que es un signo,


muere.

El cuerpo no cede, sin embargo.

El cuerpo jamás fue de piel y entrañas.

En cierto tras,
cuando los arpegios gesticulan,

una llama lenta,


lentamente,

cede

-y yo sólo quiero morirme en este instante, insaniado.

Mas,
si hiere

mi decir,

si escribo

mi decir,

sepa disculparme, amada, actor

-la luna,
deshojada,

mátame con tanta dulzura que

atormentarme

es un gusto,
un cálido gusto de sentarse a arder.

Y los juicios
humanos, que dicen el fuego
idiótico,

ah, pasean, ah, purgan,

mientras las retorcidas intenciones pretenden herir,

no sabiéndose más bien en ciclar.

Pero esmeraldas florecidas,


luego del magmático arremeter

de aréseas legiones a vertir

el plesuroso mentir de las persecutas,

no nos dejan

meternos un corchaso de cicuta,


directo a las venas.

Caos,
en ojos nuestros,

circula

y el -los, las, ya no sé- asesino

pasea las calles


y sonríe,

sin saber que homúnculo suyo, gólem,

sabe su nombre secreto.

No lo dice -no lo digo-.

Cruel podría sentirme, al sentir


la daga cruzar el cuello,

y los jazmines derretirse en la nariz clausurada.


Quien, que, secuente, secuencia

Oui, la nuit c'est blanc

- et ses youx {tes yeux} :

amandes suspendues.

Oui, la mort est un

cadeau
- cadences,

étrangement,

et les mâchoires ignées

qui tremblent comme des fuilles hachées


par des mains ennuyeuses.

Oui, s'enfuir est raisonnable.

Un arbre,
entre émeraudes,
fulge.

Une épitaphe déroutante attend sur le marbre.

Au sud de la nuit,
au borde d'rêve,

une apotheóse,

une hypostasie,

Un-Bon.

Mais, je écoute de plus bisous

pendant que Personne ne ferme les fênetres.


Cercuiels, partout.
Mon hystèrie, c'est tout.

Oui, s'enfuir est raisonnable


- mais les éthers ne s'assemblent pas.

Je ne suis pas papa-maman-moi.

Il y a un homuncule qui nie son nom.

Dépression, plaisir commun.

Taillez les arbres et apellez-les cinéma.


Mercader que pasea el Hado

Y sin embargo,
creen -creo-
que croar
durante la noche, cuando
las almas enmudecen, cuando
las curdas son costumbre,
es vano. Las hojas
se llenan de espacio, y los signos
se vuelven -despacio,
como si siguiéralos
un espanto,
un grito terrible ante un sutil dios. Pero,
¿quién temiera
morir, cuando
se abre el cuerpo,
ah, y es ocupado, ¡ah, es ocupado!?

Y si un espíritu
dijera
cantar, y así urdiera
cicatrices,
mejor cavar, y que quede
leche de amapolas cuando suelten
éteres sus óptimas frases.

Luego,
la memoria
haga lo suyo,
y desvanézcase
el oído muerto,
el oído que matan a los niños,
el pensar que les es curvado.
Y si los bichos hieren,
vitalistas, mejor cuelguen
amatistas del techo,
topacios, zafiros, astros
que alucinar
-de lo contrario,
infinito el mar.

Pero
dejàme decirte,
en el silencio de los cuerpos,
cuando
creen meditar,
que no tengo
razón. Y dejame contarte
cómo fue que morí
de ver al verte.

Las hojas,
iridiscentes, orlan
la espesura. El mate
lavado,
y la intuición que me burla.
Corro, atontado,
y déjome corear
-ya no hay disciplina.
Recorro
las tibias cimas,
con el sol tan cerca.
Las nubes tercas se dejan usar.
Borro
el decir que callé,
y lo escondo
en negares. El río,
mientras tanto, suplicante,
hiere. ¿Comulgo
orgullo alguno? Caigo
cuando la tierra cede
en barro,
bajo la delicada llovizna
que trae aroma de hierbas,
y escribe de los semas.

La rima esbelta
descorporiza -una brisa
se lleva
cabellos de eternidad.
Y las bestias,
mientras la luna se arrima,
pastan. Guirnaldas
-plásticas, vivas; coronas, collares-
arden. ¿Corrimos,
alguna vez, supimos
decirnos sin dejar a las heridas
decimarnos? La sangre,
que grita de olvido y dislate,
entre los dientes;
y Amor,
de delírico disfraz,
horada antes de entrar.
Los muros
ornados de enamoradas,
y la tenue infamia
que resuena -sombras
me acechan, paranaicas,
¿cómo he de purgarlas?

Volver a casa
ya sin las llaves. Romper
los cristales. Esferas
reciclan la mirada una,
y la boca -mía- se parte,
y la noche -mía- se muestra,
y a la luna le aúllan multitudes.
Xiudadanía

Pero ya

estoy cansado

de que intenten ocultar

lo que pensares alados -oíbles-

dejan

tirado en la cuneta de los ojos

que miran para otro lado,

que

ni siquiera creen en su propio silencio.

Y ya

no tengo paciencia

para la autómata histeria

con que me laceran

figuraciones ajenas

puestas

en la cérea piel que escancia

mi mí en la común casa.

Y jamás tengo razón y si la tengo ya no es mía.

Redistribución de catafractas

-si cae un castillo, todos caigan.


Juzgado

Es tarde,
ya estoy muerto.

No me corresponde a mí
perdonar.

Es tarde,
ya fue dicho.

No me corresponde a mí
olvidar.

Si éstas potencias fueran mías,


¿qué haría acá,

diciendo esto?

Es tarde,
ya desangrado

voy sobre quien responde por mí

y no niego
absolutamente

ninguno de sus errores.


¿El horror?

Estas canciones.

Es tarde,
ya ardí.

Ahora,
simple y vacuo erro.
Thy, I, the unspoken

There're
unspeakable
horrors
beyond
our cored, mistied eyes.

There're
buddhas,
somewhere around.

Is it up an up?

It's

a drop of oceans

in a tear.

Near,
somewhere, dear,
the gone still lasts.
Motas de polvo entre los muebles

Aún no tengo manos,


ni tengo dedos,
y estas palabras caen, se alzan,
inoculadas en la pantalla
por un fantasma compañero. ¿Reír
de mí, mediante
afuera, cual si sensato fuera?

Yo no tengo
signos, ni designios, mas
la pradera se abre -honda
como una boca a la que nada encuentra-,
y repito
el mismo rito que las eras han dejado entre los signos,
designios, praderas roídas
por la siega demetérea y por las nubes que cubren al Ida.

Yo, apolíneo, metastásico,


yazgo, estático
cuando el río curva,
estático cuando el viento murmura
croares, ruidos y la tibia
garúa de lejos hasta acá viniendo.

Y si, aun sin manos o dedos o juicio,


me precipito
sobre el acantilado -cuyas hiedras
florecen, y cuya tierra se estremece
de haberse en piedra ciclado-,
no me digo
-todo mi pensar, alado e ido
de quien mi tras se dé a andar.
Pero si encuentro
maneras de correr en desprestigio
de mí, así lo hago.
Afuera, adonde nada se espera,
he que yace el vicio
de espejarse cuando la atención se posa
sobre el numen que osa
signar el destino frágil de quien anda sin sí.

¿Qué no fuera a matarme?


El no inmediato de este durante.
Corazón, una plegaria

Cada vez que el sueño anuncie


de haber muerto
alguien, algo, eso
que fulgía desde lejos como un astro desierto,
mejor
hacer silencio, dejar
que pasee los jardines ribeteados que tracé cuando
ido paseé el diseño del cuerpo y sus ascuas,
y dejé puertas que dan al ruido, y deje puertas que traen yo;
mas he que en éste Silencio pace,
y Nadie dice,
Nadie
absolutamente dice.

¿Cribar el dolor y dejar que plazca


la fragancia de jazmines, azaleas,
pinos de hojas invertidas,
razones de seducción plandecidas?
¿Curvar a Amor en dirección nuestra,
cual si llave maestra alguna trajera
autoridad, poder, azar
decodificado y dispuesto a nuestra vacua voluntad?

¡Insensatez!

Mas, ¿qué otra alternativa hubiera


ante la súbita pradera que entre la miel se alza,
mostrando el camino a casa,
rodeado de flechas y artilugios?
He el único refugio, mientras el alma abrasa
razones,
huir de los dones y asirse a la espaciada
zona franca en la que
donan sin merma quienes ven
dolernos hasta los huesos de pasear la tierra.

¿Volveríamos, esta vez, a la eterna


medianoche, ya silenciados,
ya quemados
por las lenguas vivas de Babel caída?
Volveríamos, yo que es vario,
hasta el atlante acuario en la que nadar es una ortiga
puesta entre las vergüenzas,
rodeados de humano juicio
que se muestra
lenta,
lentamente matando
tierra que ando cuando no me olvido,
tierra que olvido cuando ensueños vago.

Pero no me preguntes qué me ha dicho


el cuerpo marchito, qué me ha contado
el árbol metafísico
en que los juicios que condenan a Sísifo
son eternamente alocutidos,
no sabiendo éste de Silencio y su elocuente
armonía

-de volver a la tierra, condenado,


no dejes que maten tu canto
coreutas del común uso,
repetidores, anacronistas, confundidos
por tiempos simultáneos
{antaño y mañana y el ya que es sólo siendo},
y no dejes que te dicten los insistentes signos
su nombre;
de lo contrario: he la lengua
ardida, ya sin norte, que no puede más que desvariar
en razón de las consortes,
cuando sus voces gritan la senil sentencia:
meditar, trepidar
infinita pradera del huir real,
y asi nada queda, real nada,
y así yazca el cuerpo en las miradas
no siendo más que espejo,
sin propios efectos y sin una esperanza,
ya habiéndolo visto,
ya siendo desvestido
del mí que han puesto juicios extraños
sobre el decir de antaño que han curvado los cisnes
al volar sobre el marfil y el alabastro,
suplicando frente al rastro de los mármoles
que la erosión permute las níveas sales
aréseas,
y las armas y la maquinería celeste
cese de guiar jazmines y lotos
cual si fueran reses de finita vida.

¿Canto en versos rotos?


De vez en cuando.
Corro por los años cual si estuvieran aún
sobre mí,
y las sombras de los recordantes traen el juicio infame,
y yo me sé culpable y dejo a los puñales
penetrar mi carne y encontrar que
nada particularmente hiriente
pasa,
y las puertas de las casas
se van cerrando,
porque el común cuerpo ya no soporta
la diafonía de la aurora
posada como un acerbo de cordura,
justo luego de que los espíritus jueguen
en la xiudad alucinatoria
-decirle sueño, conveniente;
saber que perduran
sus signaturas
en la vigilia oscura en que lo que es miente,
y la apariencia revela el eterno aún,
mientras,
empecinados en la diferencia,
recurrimos a extrañas ciencias para contar,
cantar
la efervescencia de dos flores en agonía,
en el florero de los aniversarios,
cuando el sol horoscópico recursa el lado
que jamás es mismo más que por semejanza.

¡Comience, entonces, la danza


astral, de vieja usanza!

¡Comience, entonces, la cal


a secar los cuerpos y que el hedor ceda!

Ah... y si los dedos de seda


amarillenta se asen
luego de pasear la nicotina y volver a la calma,
que no sea la esperanza
cosa alguna
-ojos más que ojos se han posado,
en la psicosis atemporal,
sobre el cuerpo-manantial;

parecen pedir por ello


moneda-movimiento;

herejía del aburrimiento.


Ah... si las nubes
condenan a pasear los días, y contarlos,
y cantarlos,
mejor no crezcan varios
los sinos y sea el mismo
cuando diga dos veces la misma historia,
y el ciclo de la euforia ceda
ante la madrugada desierta en la que especta
el alma ida, sutilmente
escondida, mas directriz,
entre el murmullo del Paraná que trae el barullo
del entero río,
y las ninfas se escurren por los prismas
que ojos nuevos se han puesto encima,
sabiéndose venir de atrás, ¡ah, tan atrás
que no fuera experiencia de esta vida finita!

Pero mejor no decir tanto,

no sea que termine


momificado en un cuarto acolchonado,
y cántele
a mi espíritu
para que ecos curvos llévenlo al erial
en que un vivo manantial de aguas suicidas
dirá de irse,
allá adonde parece estar
lo que es,
allá que se sabe acá.
Intensión

Sé que hay dios


-amayúsculo-,
y sé
que al hablar mata.

¡Viérasle
el vestido blanco,
la eternidad suya ya muerta,
y tan, ah, tan presente!

Sé que habla
en boca de niños,
y no es suya la inocencia
y no es suya la intención.

¿Redención?
¿De qué culpa?
Nada más danzaba
en la curda alada de la noche blanca,

mientras las estrellas recitaban


armonía maquinal,
y el sutil azar revelaba
a Destino

-el Uno-Simple que hay que matar.

Sé que hay
vidas pasadas -pasado-,
y vida pasada
-pasado.

Y que la mácula
secuenciada
muestra bosques, selvas,
noséqué, desde donde

dos ancianos de oriente


se sentaron
conmigo a contemplar,
desde la cabaña de bambúes,

en real silencio conjunto


contemplar.

Mas no debiera decir más,


no sea cosa
que mis errantes
los encuentren

-y tienen por placer

¡atormentar!

La lluvia física lave los cuerpos.


Las gotas cronidas
pósense
en la corona del cráneo,

y escúrranse

juicios por el Cronión arreados,

y cesen

juicios del socius.

Ante la lenta madrugada,


mejor cantar,
en voz
suave e interior,

como rezo al común cuerpo


que perturba calma y mar.

¿Amar? Ya he amado.
Curvado de inconsciencia
laceróme la filial bestia
de los cuentos silenciados.

¿Amar? Ya ha pasado.
Ahora
nada más que esperar
irse a quien me viste

con su tímido pasear

jardines de pensares y el andar

autopoiesis,

germen de quien viste mi lado.

Que la lluvia lleve,


con sus gotas-signo,
al canto indigno
de ser dejado

-al irme

me llevo mis efectos;

al irme,
lo nuestro mío, y lo tuyo

ruido de haber yo errado;

al herirme,

sus labios se acercan y se van,


con verbo como sino,

se acercan y se van.
Al irme,
que la confusión
me oculte,
y lo que digan que dije

diga todo no de mí,

mientras yo nada más callo,


nada más callo.

¿Silencio en conversares?
Puede que ande
sombra mía

cribando un cuerpo

de las marcas que los signos


palábreos dejan,
y el cristiano occidente cese de tender al Fin.

¿Ver de fantasmas,
ángeles, démones, hadas,
ciegos, siervos?

Siega a los amos

un gesto de los dedos,


siega y

lleva los truenos


realizadores.

Justo el juicio si no es pensado.

¿Pasado, yo?
Mañana,
cuando calle.
Mañana, cuando la voz estalle.

Justa glosolalia de solo Nadie.


Twiced negated (not enough)

For the fool to drool,


shone oh soon,
while recreation
was made. Beside,
a gaze, all-staring gaze. Amazed
be those whose walls
surrounded the alkylated
intuition. Missions?
That's a state,
down-up here.
Saints crawled through drugs,
technirvanicking themselves.
Panic glares
out of CO2 emissions.
G*d almighty will have none
to guide through the illusory submission.
Subversed,
words immersed
the watery outside.
Sand and grass and foliage shuddering
out of pure
spiritual disguise. Haze,
hazed eyes. A broken glass makes a crown.
A staring crow makes a sign.

The end, neared.

Teared tears -meat


walks the earth again.

A hall full of frames.

We've met again,


dear.
Blinded, negated,
some -I, in between-
walk by.
We said goodbye
so many times, yet
we always end up here.
Sing a song,
lonesome lover, while
we-you-I recover
from the sequenced spear
-for death will come from above,
disguised as below.
Rain,
rivered territory.
Sing along as we fall in glory.

Free the thee,


free us, thy
who clinged the satyr with false infinitude.

I-we(I-again)
am ready to go.

Leave us(I-mostly)
alone, and will along
the sore made fame

of the gone so young, oh so soon and crowed.

Stars stood all along,


and she've been waiting.
Negate
the gate to I,
while I rest in laziness.
Shamelessly walking the earth,
here it is and will is again.
Cry with me, ideasthete, for I to blame
myself, oh sole and many selfed I.
Sold, I rest,
enslaved by the torture, enslaved by the cross.
Across all nihil resolution,
the puzzled aisle
to the sole that handles
candlelights while the zenith glares.
Repent, oh thy(my)self,
for zeroed on the crowded mind
has learned to stare
at the assasins gaze
with reckless steel-made pupils.
Cruel,
I walk among
the confused moon.
There is no soon
enough for us,
for Love has called upon my mystic fear
-will I cry along
the subtle desert
where spirals vessel
and done are we as I?

Chanted,
the talisman wonders
through you as well.

Dwelled
by Fortune,

we stood apart.
Chaos
felt it was time, and dead

I am

-am I?
The peed sink
links the word-made signs.
Gravity
did the rest.
While I wander through tombs,
do not let the dead amuse you
-for panic horror will rise and felt
will be the manaic drops
from the thoughts made rain.
Eat along, deluded,
while I conclude the bleeding rock
and my fingers dance along
by themselves, while I watch
G*d scratching the top of my head,
as a nined stain.
Stand up, vain
walker of the holed future,
while we script contingencies
with zeroidal engineering
and suffer for them(us-so)
to laugh at the dying flame.
Candles wet,
madness.
Free the wolves for us to hear
symphonies for the moon.
Put the glass-made crown
for my head to bleed,
for I will not recall
the mystic doors in the open field
and eyes will be needed and ears will be needed
while machines breath,
isolated from the core, breath
our extincted breathe.
Say goodbye once again,
lone, gone, soon, ideasthete.
Woods

Do not stare into my eyes,


do not wake in my arms,
do not stream while I stare,
do not dream while I sing,
do not sink while I silk
the growned up sons made of thoughts and sutures.

Do not repeat what I say,


do not read, do not veil
words with sounds,
souls with desire,
while I mourn in this puked waltz.

Do not walk into my arms,


do not stare as I gaze
solitude in a mirrored bloom
of the body where I dissolve
myself in otherness.

Walk the sun with me,


walk the moon with me.

Then,

rest,

for there is ether before space,


for there are signs melted in space.

Do not repeat while I cry,


do not tell what I've tell.
Do not wheep when I'm gone,
for here is where I stare
and stand in hell-disguised leather of human feathers.
Do not burn my eyes,
do not play with my mind
for some will gather
around with mistied weather
and I'll be there, already standing.

Disarm me, my dear,


for I've feared to ill you with my
nonsensed endevaours.

Do not fear me, dear,


when already there is my echoed I.

Kill me, my dear,


with straight arrows,
words-made, and narrowed

I'll walk away,

leaving nor a trace nor a place


for me to lay.
Edenic nudity will met no shame.

Do not cry while I leave,


do not rest while I script
destiny for me in the hollowed veins
of the dying jungle where we stand
waiting for Jano's marble to break and leave

its wounded body without light-made fuses


and in hiddening darkness start to walk.

Call me not, sing me sole,


and do not reach
the hall where I first speak
and where my name was on me signed,
while my wooden eyes could not understand.
Absolut

Langue absolu,

dissolve!

Cuore, ombre

avec toi, moi, qui non?

Tears

d'Amore, chiarendo.

Silence, liberté,

dream-made gazes.

Fear

non ai vivi o ai morti,

mas a vos, voz.

Éthéré

diamonds surrounded you.

L'aura,

clareciendo en mía sien.

Have you ever seen your self in your self, thrice-made?

Même les dieux s'enfuient.

La nostra terra, eterna

ya no es.

Teleology(ies),
si vous plais.

Le stelle sono chiamate ad abitare.

Los niños ya no juegan,

non piacciono i mari.

Walked among are the dress-codes.

Prestige, stupidité.

Simulazione!

Actores muertos en el escenario,

de la vraie mort.

He! He

ríe, corre, muere, vuelve a nacer.

Begotten by memories,

si insinua tra i cespugli.

Do not fear the dead, mind-made.

Avec toi, moi, ils :

the same.

Langue absolu,

dissoluted!

No juegues a Destino con saber.

Silence ! La pluie !

Rose, gelsomino, Roma.

psicodel's dome.
¿Reír de qué?

Escapar del sonido,


¿cómo?
Seducen
armonías, melodías,
anarmones, y
mientras tanto
van sembrando en el corazón sermones,
y así se hace destino y así parece Destino.

La belleza,
persuasiva, disuasoria,
¿cuándo fue el fin?
Estetas
de las bocas hambrientas, placen,
mas
piden a cambio la sangre
del pensar que pase
el jardín y vuelva a suyo sí.

Plusvaluar al lector,
sin dar a cambio más que
signos,
¿es justo y necesario?
Lo mismo para
los varios y dignos ejercicios del espíritu creador.

La marca
puesta en la mente que escáncia-
se en contemplativa moción,
¿acaso no designia?
Huyan, nieguen
todo lo que digo,
y háganlo tender
sobre su mero parecer
que no es digno ni cierto y recubre
la voz de una herida atroz.

Yo no soy
lo que acá dice,
lo que tu -aun mi-
mente esquicie.
Mi cuerpo
a veces se va,
y queda la autómata piel.
Mi dios
no es aquel
que trae último juicio.
Mi canto
no trae perfume,
mas se disfraza por respeto a las costumbres.

Yo no vine a escandalizar a tu familia,


mas
púrguense de mí
-no sea que
luego ardan,
y yo arda y afuera sea también así.
Yo no vine a ponerme de rodillas
ante el uno cuerpo de discurso farsí.
Vencido, caí.
Yo no tengo, jamás, las manos limpias.
Yo no yo tras cada sentencia.
Y el pasado, ¡ah!, vuelve en engaño.
Yo me quemé de haber vagado
-en cenizas vuelvo.
Ya no soy,
inmediado. Finita cruz
cargo
por no herir senilidades.
Jano, ardo en tuyos mares.
Je(me)

La pantalla

oscurecida

por el llanto de Santa Cecilia,


que contempló a Armonía.

La teresiana

cicatriz

de decir sufrir,
de dejar de hacer sufrir.

Las madres

espantadas

ante las miasmas,


ante el hereje.

Las simas

dichas

como un haz de luz


que se dispersa entre la polvareda.

Santos mártires
alrededor,

mas,

en tierra cristiana,

¿adónde no hubiera designio?

Sutil historiador,
¿qué fin se hilvana?
Libertad

tres veces gritada,

con la caradurez
común.

Sutil historiador,
¿qué cadencia

nos imanta?

Nombres de si, entonces.

Nombres de infinitud.

Eternidad que muere,


que no mata,

eternidad que canta.

Caos

inyectando

Destino,
disfrazado de designio.

El azar nimio,

vanagloriez.

Máquinas,
tres, cuatro, sí;
¿cinco también?

Álcense,

perdurados, y cuenten

el vago Fin,
inoculado.
Espíritus

pasean

electrificios,
vicios, bien.

Cables en la ventana.

Plantas en la ventana.

Pies para pasear las calles,


cruzados.

Nos duelen,

lo saben, lo supieron,

los pensares,
las tribulaciones, los lamentos.

Y todavía

siento la fragua

caliente

de mi cuerpo.

Y huyo
hacia la oscura voz

que se posa

sobre mí.

Tengo

los dientes podridos.

Estoy
a un jeme de morir.
Tengo
tanto sueño,

tanto sueño que diría

sin siquiera decir.

Moscas en la boca,
frente a los ojos.

Sufro

curdas de cordura,

mas sólo un rato,


sólo un rato.

Y creo

percibir que ruegan

a través de mí,
creyendo hacerme un bien.

Silencio,

si me ves,

velame
por última vez.

Una ola

sacrificial

se lleva los gestos de mi terca mudez.

Cero

ya es.
Silencio,

si me ves,

no me dejes decir
por última vez.

Una gota, Silencio, ves.

No me dejes jugar con pensares

-podría matar,
podría signar.

Una gota, Silencio,

de lluvia que no es.

Impreciso
espacio de mediación,

no me dejes huir en esta canción.

Verde del follaje muerto enfrente,

nubes arreadas,
violácea Palas mediante.

Tiresias,

meditante,

nada puede hacer al respecto.


El teatro está abierto.

Y me quieren vender,

vendado

como estoy,
quemado como estoy.
Silencio,

si me ves

herime
con la afásica psicodel.

Mañana voy a recordar, también.

Mañana voy a recordar, también.


Viajar, volver, viajar nuevamente, nueva mente

Después de viajar un cuerpo y encontrar tus piernas


puestas en pensares,
como
si no fuera
el revés de una pulsera
o los efectos y sus nimiedades,
hela,
con los ojos dulces como dos avellanas,
con los ojos dulces como dos avellanas.

Recuerdo
circular sobre la rotonda
con el azar puesto en honda
simonía,
mientras el juego de espejos te muestra,
y mientras, al errar las cuerdas,
una revienta.

Y escucho el no,
nítido, claro, como un juguete
dispuesto por el viaje,
dispuesto por el oleaje
de las griegas fuentes,
adonde árido el paisaje se abre y miente,
sobre su caldo de cordura, miente.

Y
cuando veste en este juego
de inanimación,
hablá, con viva voz,
con viva dicción que digan los dedos,
mas no con el vago corazón que es anzuelo
entre las pantallas y la curda de la ajena voz.
¿O acaso no era verso
pasear el pensamiento y arrear las nubes,
conjurando así tormentas,
conjurando así escarmiento
ante el frágil sentimiento de la noche que nos ahuyenta?

El domo roto,
las estrellas clareando
y la novela que va pasando
en fantasmas de la mente,
cuando, ¡ah!, el cuerpo
sabe que siente y no encuentra,
sabe que encuentra y teme.

¿Reír?
Huir, conmigo, no.
Ya vendrá ala de Amor,
con afilados dientes,
a curvar la razón y sentir
lágrimas tuyas puestas en ojos ajenos,
extraños, distantes, cual si
durante la ceremonia de su don
nos dijéramos en la alada voz,
nos dijéramos en el herido adiós
tantas veces, ¡ah!, tantas veces
que ya no sea necesario
sabernos presentes
cuando el uno cuerpo despierte y sean las dos,
sean las tres,
sea el etcetéreo hoy
lleno del hedor de quien desea
mas no actúa,
como una superstición.

No entres,
la caza ya dejé; ahora me voy
cuando encuéntranme vagando las simientes, vago amor.
Ya no más trance

¿No ves que,


oscura,
se posa la sombra de tu ley
sobre mi hombro izquierdo,
mientras yo sólo recuerdo?

¿Puedo contar
que es mío afán
silenciarme,
de repente, sin razón,
sin perdón ni ardor?

Acaso haya
que correr sobre las olas
que te recorren cuando sola
vas sobre el jardín,
dibujando un serafín
con dos pensares,
y dejando que azahares
tejan destino de la vida en un
beso que se escucha llegar,
beso que se escuchar huir
de ellos -nosotros- hacia nosotros -también nosotros-,
como si una estrofa repetida no dijera
siempre la misma y viva herida
en que la edad nos ha de matar.

Eras, era
yo, cuando la miel
de tus ojos caía,
y las miradas se perdían,
eras
amor de carmesí y la ropa puesta en el suelo,
vistiendo lo que no debieran ver
niños del derredor, jugando al cuento
del corazón común del que comemos,
del vivo arroz de la oriental
nube matinal en que despertamos
cada vez que, desorientados, corremos
entre el follaje, avizorando
viejos valles de lunas horadados,
tenue renuncia a la astucia,
y cobardía que inoculo en mí para que hable
tu viva voz sobre los cables
que hacen llegar a mí
juicio tuyo sobre mi vago divague,
encurdado de sal y soledad.

¿La sola edad,


la sola edad en la que el cuerpo grita,
es la que palpita
tras la nívea humedad,
tras los rosedales?

Resoluto,
un canto absoluto atraviesa los mares.

Vamos
hacia la noche en que las bocas
que nos usan nos digan qué males
han de alzarse a contar los rituales
de juntar el reciclado vicio
de urdirse en los alisios a calmar los sudados
cuerpos usados por el ruin sacrificio
de Amor en patéticos altares.

Y si cuento y no perfumo, mejor mirar


para otro lado; y si caigo
de costado, mejor reír; y si niego
haberte contado esto,
en un gesto adolescente,
no sea yo quien miente
preguntándose qué calle
lleváranos hasta la forja
en que las nubes rojas
cubrieran lunas de su plandor y estallen
curvas dicciones de algodón,
rectas flechas del derredor.

No me digas
lo que muestran las nubes
cada vez que calle,
puede que falle
al corear. Hube
de matarme tantas veces como digan
autores de los físicos
cantos tísicos
que oídos tácitos persigan,
mientras yo juego al sigilo,
mal, juego al sigilo.
Glared by intermittence

Damaged. Dis-
organized.

It

tics -goes-, tics

-clouded wrongs,

for all we oned, and oned the gone.

It

damages, disorganizing,

while

spreaded

noiseating

wonderers

pee us,
thrill us.

Hesperidean

showers in

one,
two,
thrr-tic.

Broken through,
throughout

vicious cycling
sameness

with

itself

-which cannot be;


therefore,

vicious cycllll...tic.

Gone, oh, illed.

But there's a bar

somewhere 'round here,


and I cannot guess correctly

where, whom, whose

noise

got it on,

got it right.

Self schizo-paranoided,

before knowing

self

self

self

tic.

Wounded, a horse
-yells about.

Yielding, she stands.


Light-cornered, as us all,

she wanders, surrounded


by luminical senses

-so call eyes-,

and spits around

wisddd...tic.

Cocaine spending machines,


for the psychotic.

Sharpened wilderness,

the walk by you,

by me through thy.

I was in Looo...tic.

Okey, I was wandering ethererity,


and there you were,

oh so vision-like,
oh so memory-like.

Sudden childhood burns and recruited smiling eyes,


gleaming eyes, hell-conjuring eyes.

Which is okey

-I'm fine,

I'm fine.

Yet, while
a while ago I was

somewhere around here,


now,

where

the fuck

am I?

Neverdone,
undoable.

Yet, remembered, so:


done.

Straight out from

L.A.,

with a desert-looking road

neverending, right in front.

Crawl? Oh!,
I've crawl, so long ago!,
so in this very encore!

Lied?
Oh!, I've
never even mentioned

your spoken name!

Yet the obscured air

keeps hiding us,

for us to wake up from a twenty hours nap and play.

Tic?

Oh, no more!
Ain't lucidity either, tho'.
I, die

Warned I was

-a roar, somewhere.
Crystals, as weared
leathers from past's

poetry. Witchery
around. Will
I ill?

Misery,

oh!, a must!
Green-made eyes,
outblued, by sight

of our vast
faeric vision.

Deluded I, thy, by intuition.


Histerizar

Y la foto
del niño-dios
se mancha
con barniz
y el niño-dios,
muerto ya,
ríe.

Y el ojo
que se ve
ya no dice.

Y el resto
de la piel
quizás fije

en el espíritu,
arreador de palabras,
las cosas
que debiéramos haber dicho
y ahora
son
posibles recursiones
de las mismas mociones
térreas.

Y la foto
del niño-dios
se mancha
con barniz
y se pudre,
lentamente se pudre
su buena madera.
Una voz grita -flexión de histeria.
Assembled difference

Okey, I was wrong,


Charlie do surfs.

I mean, I knew it all along,


but,
there were some
random gibberishers
rambling madness!, madness!,
because possible it could have not been all along.

Savages,
flesh-eating specters,

howled at night.
Blinded, binded
by the whole out-throughted,
I agreed.
Yet, the right term is

insanity.
Autos

hojas frágiles y el marfil envuelto

entre los dientes muertos


entregados

hojas muertas entre el cursor del ciento

cuarenta y cuatro etcetéreo y digitalizado

voz de mando entre nosotros


mediación de mediaciones

y el cuerpo que entrega sus dones por un por y una cordura

que no dura mas he el error

en repuesto de la musa

y las tenues fusas del violín que ya no da


razón de estar en sí ni repetir ni decir

y la cobardía es fruto nuestro y he la hoguera

y el higo que retuerce su disfraz

con el claro amanecer del limbo


en que la cruz se ase al mar

adonde piensan quienes dicen y se hacen los que dicen

mudos cuerpos en el jardín ritual


mudos ciegos en el sentir fatal

mas si ya dije alguna vez

de la mágica incerteza y el huir de las piezas

sobre el tablero o la mirada


que recurre hacia su nada
y encuentra el río del que ríe

yo y mi nadie y nadie más

-cargaba un silencio y no lo supe mirar

cargaba un silencio y no lo supe dejar


descocerme las suturas para que la sangre huya

sobre el alcohol y el mambo y la madrugada en que tanto

nos tendimos a pensar

-fantasías luego entre nosotros y niego


haber dicho el tibio tras

en que posóse de nuevo una ley imberbe


con el culto aparente a la deidad doliente

que sin saberlo hace y sin decir ya miente

pero no me preguntes nuevamente nueva mente qué es que es

y no me dejes tirado junto al teléfono

esperando que llegue un sueño y deje un beso


en forma de dicción o cuerpo abierto

a la sutil premonición en que ando

curvando el decir errante

que trae de antes sustancia de su ser

mas no me cuelgues de la cruz ni me pongas los clavos


en el ataúd

quizás de un terco antaño nazca aún

cuando ceda en tres mil años


y pueda correr por el paraíso
contándole a los quietos

sobre el azul amuleto de madera y res

y así voy preso y no me cuento

y así soy presa y no me cuenta

pero es un placer adivinar y es un placer jugar


cuando nubes blancas se pasean

la turba de iracundos que laceran

boca mía que desespera

con la nívea pasajera que recorre este erial


con la argéntea melancolía de no saber cómo andar

jardines de margaritas o la soledad que invita

a corear alma que imita

nada que se parezca a estar

contemplando el follaje que se abre entre los idos


como un viejo conocido que pasea mismas calles

y si me preguntan yo no sé

y si sé tampoco sé

por eso no me preocupa


por eso me preocupa

y si nace tras haber muerto

que yazgan alrededor suyo sarmientos

cargando vides de Baco


cuando hiede su sobaco ahuyentando multitudes
que su misterio enhebran con la viva miseria

que va cantando esto ¡ah! ya deshecho


por el sueño obsoleto y la nada en que destella

agua de gotas encima con sus círculos concéntricos

agua de ojos afuera con los blancos en el tiempo

y la psicosis conjurada con tanta pasión


para huir de hoy y reír en destello

de Gracia

frágil Gracia que se pierde con el viento

y lleva éter de faldas sobre la tibia casa


en que duerme la brasa del alado pensar

ya no sé descansar

Jano introyectado

y el futuro es ya pasado y el decir lo mostrado


y el conjuro vomitado ya no me cuenta qué ha pasado

cuando vimos ojos mismos despedirse

una madrugada triste que aún recuerdo

un perdigón de idiotez en que amanezco


comulgando culpa y miento y riendo ante la lágrima vital

de un corazón fugaz que herí en ignorancia

de la cruel esencia de la Ley que escancia

psicodel

bordeada de perros y de piel


que cuervos cuidan del senil pacer
en derredor de la nostalgia

pero no te cuento sólo a voz si es simultáneo

correr por el asfalto y preguntarme qué ha pasado


cuando era enhebrado en el común cuerpo

por los signos vagos de quien canta al lado

su cancion de largo silencio

y que prefiere silbar como viento


que sin causa dice lo que niego y siento
Caprichos

hacer un chiste y escuchar

sólo
a mi propia risa

mas que el engaño

me muestre

cara ótrea de dientes afilados


coreando en mi costado con su amor intransigente

y ya no miente ni repiente mi recuerdo

cuando Destino

me cuenta de la noche en que miramos


me cuenta de la varia noche una que aún susurra

y yo escuchaba

antes de retirarme

a las máquinas contar


espíritus

-étrangement, mon amour.

pero si me corro espero sepas perdonar

porque amé hace un rato -quizás seis meses un día-

y ahora tengo que correr


de los fríos cuervos del sur lejos

adonde díjeme en espejos

en través de un cuerpo ah tan áureo que cegóme y nada más


pude hacer al respecto que dejarme llevar
por la lasitud del vivo oriente que traía el sapiente

caldo de Fortuna que Amor decía

sobre mí cuando ya no había

mas que dejarme forcluir

por espíritus amantes y los que antes


han visto hacerse el mismo ritual

y narran mis razones

derredóreas

hadas de sinfín corazón

mientra viva en resplandor el cero que aún suene


luego de haber muerto tantas veces

por no haber aprendido

decir de tan acá

ley de ya tan cerca


que pudiera

por fin ceder y dejar amar

y por fin celibar

en total cuenco a mi cuerpo lento


que ya no pretende ni piel tocar

mas sólo pensar

como quien se urde de impostura

y repliega ataduras con vivo amar


dado a ciclar las numéneas perlas
y el suelo ah hace ya tanto no lo piso

y el jardín ah hace ya tanto no paseo

y la caída ah ya tan lento voy sintiendo


y no pretendo y sólo caigo

y no me agarro y solo caigo

hasta que Silencio me es cantado

y puedo reír de costado


mirándote en compañía

de esta curda parecida en que decímonos

años o recuerdos que consono

cuando somos pasado


Haiku roto

a mi hijo

me lo comí

-deidófago, sí.
Manden videos

ah los lindos espíritus


y la timba sagrada

y la materia consignataria

ah los abstraídos
los arrobados

y los cuerpos atados

ah la voz que erra


que dice en poco

mientras el inmenso afuera aterra

con tanta ah tanta histeria


e historia que ha permutado

razones extrañas para nuestro pasado

pero ah la piel eterna


atribulada

que cae agazapada sobre el río vago

en que crúzanse los sientos y se dice el viento


también el dolor de lo que es negado
slow learner

decent-creaturing

that's a

term

roamer-featurer

like a lost

feather

creampied-aster

freed from

disaster

or liberal-like

motion

not-considering thought-made effects

crawl-hiding beasts

scaled

degradated into noise

and hands

so silky

I could only float aroused

by stinged souls

beeping upon
me dead

oh the soil

so missed yet blooming

in lotus-like Homer

for I to sink in mighty waters

cleared by torments

from the spiritualized diction

of contradictive schizers

would I manage

to sing at Nada?

I'll break oh gods I'll break!

crumbling like a child

I've cried in a bed

while Love begotten me in some strange stage

and holders kept peeing the life-made tree

shame oh those of pure cores

for they will suffer for us all

shame oh those of zeroid nature

for they will purge the mighty noise

and whistling fathers will shut

for Law to be done

on each body for itselve


analysis criteria

for today lucid I feel

yet I know someone's crying

for I can hear it sound out louder

than a shutted mouth strangled by words

for I'm not wise yet I must say

what has glared in the shadowy realm

where sentences are cleared from the pleasurable rain

and for tonight

I sleep alone

as a synching chorus of the many Ied

zero where I hide and die

while Lethe's tears come from thy

lucid walker of my confused mind

for we will walk the elements-made stair

and free our nerves from hysteria

as anarchy always was

yet the future seems mystered

by the wooled fame of rolling by

the performatic all

who dares to cut itself as one


Broken Haiku Nº 2

sleep I hear

for fear is close

and walked upon are we as those


Inefabilidad y necesidad

Los asesinos,
puestos enfrente,

asientan la cabeza

y sonríen,

mientras,
muerto yo, muertos en derredor,

decidimos

volver al cuerpo y decir al respecto

de recordar,
con azul del Bardo inoculado.

El temor de huir
petrifica

a los profundos asesinos

del múltiple pasado,

adonde fue dicho algún costado,


adonde es sembrada la confusión,

adonde ilusión augura

metaesquematismo

dado a forjar un Abismo


de horror.

Mas la distancia,

aguada,
recorre la cantada
moción,

ya no queriendo decir nada,

ya no teniendo signo

la real negación.
Por ende, jamás fuera dicha.
P, entonces, q

Hablar del pasado,


diciendo, entonces, futuro
mas negado.

Jugar con Destino

a los dados,

mientras Caos ríe,


con cordeles del Cronión.

Real

inanición

en derredor,
en algún lado.

Distantes,

negantes, antes
se dijo ya tantas veces
-mas debe ser histeria,

¿no?

Una costumbre filia


verticalmente,

y el horizonte,

¿qué?

Mejor
solo Yo,

mas óptimo,
¿dónde?, ¿quién?

Nadie

vaga la tierra

y vuelve con designios


y vuelve con el nimio

cráneo de un titán.

Por ello es pagado


con el verde fuego
de la muerte que llega en corcel.

Crines cinéreas.

La vida eterna.

Bien.
¿Qué más?

Teleologías deficientes.

Teologías gaianas.

Paganismo en el abismo,
dispuesto a ser usado para después negar.

Jugar a Destino disfrazado de poder.

Correr entre almohadas.

Camas.

Camas en todas partes.

Y somníferos
acúfenos
que cuentan del alucinógeno

ritual de acelerar
el común nacer.
Cambio

Se fue sin haber puesto un pie


en la Institución
de la que dícese en canción
extraña, de otra mano
tallada para la mía razón
no dejarse decir
por la invasiva serpiente
que se disfraza de hielo y representa
una comedia.

Se entiende, por supuesto,


que me niego haber dicho
al respecto del cruel bicho
que me anima a lucinar
sobre las aguas cegadas
por las ahogadas
directrices de las que el ajo
nos librara.

Y quizás, animado por Amor,


nada más delire.
Siempre cabe la posibilidad
de que sea,
realemente sea
mero y patológico delirar.
Me meten un perro que no sabe ladrar.
Confundido,
vago la clepsidra, huido
de una vez, y en ver del fin
plenamente constituido. Mas,
tendría que volver;
de lo contrario, ¿cómo hacer
suelo al que ir a descansar
cuando el cuerpo mío deje de usar?

Me permito una digresión:


nupcia celeste,
ya Juan de la Cruz la conocía,
mas yo creía
reminiscer
verbo que algún ayer
cantó en la mía vida;
esotro que no sabía: error técnico.
El cuerpo pide sangre

Francisco,
de argéntea coraza,
promulga

ley de menos.

Es sensato.

Juana,
que hiere de lejos,
comulga

con mártires deludidas.

También es sensata.

Si ígneas
son las aladas espadas,
correspondencia

¿no fuera

necesaria?

Francisco
pasea la tierra y vuelve a ella
y recibe las mismas respuestas erradas.

Vida eterna, bien,

¿qué más?
Paganismo y necesidad

Mirarse al espejo.

Correr
de un tiempo a esta era.

Confiar
en que los cófrades

no simplemente

desesperan. Reír,
dejar sufrir;

artilugiarse,

luego, una égida.


Formularse el desconsuelo.

Sentirse, y saberse

incapaz.
Dejarse tatuar

un nombre-numen

en la consciencia.
Carecer de ciencia.
El momento preciso en que entra el alma al cuerpo

¿Por qué?
Horror-error

Esta cueva
en la que digo
no deja
que el apeirón de Helios
queme
mis alas plásticas
y mis ojos
ciéguense para siempre otra vez.

La orno
de espesura, y le digo
bestias,
para que siéntase
la humedad alisial
que las ventanas y el humo
me niegan.

Por supuesto,
correr entre los santos,
sanos, rientes,
dignos, cruentos
hacedores del espiritual canto,
seráme castigado.

Por supuesto,
hay gente
a la que no se le habla
ni se juzga
sin luego
ser matado
lenta,
lentamente
por el juicio común
del horror ahí nomás.
Haiku roto Nº 3

Ardo, ya, sino


sentenciando. Huido,
gotas en un charco.
Decir de lejos

Silencio, no me digas
que yo mañana olvido.
Silencio,
el trance
fenecido ya no trae
sentido.
Silencio, Loxias
ardió en virtual
delirio. Silencio, cuento
de más. ¡Dejame callar!
Autoconjuración de pánico, parte N

Era predecible.
Cualquier falopín
en algún momento
termina diciendo
más.

Manía del exceso.

Mas,
mera permutación del seso.
Cualquier ruin
decir,
mero errar.

Multas por velocidad.

Pero
he también lucidez
afilándose
frente a la timidez
del umbral.

'Dejanos ver tu verdadero rostro',

decías, mal.
Por lo que,
el Concilio
también erró,
y fue digna la escisión.

Pará de arrear, arriano, escucho decirme cual si yo fuera el dictor.

Sabrá,
alpedista lector,
que hay pensares ajenos
disfrazados de propios,
y que es sutil lucubrar

quién cribará lo sí de lo afuera.

Sabrá,
pasajero veedor,
que
éso
puede acabar en neurosis.

Babel cayendo, lenguas ardiendo, esas cosas.


¿Haiku?

Alcohol, falopa, síes.


Calma de olas
que queman mis ojos, detrás.
Psyche's play

Think.
Fall.
Guess,

boiled from gestures.

Criminal attitude.
Disguise

-lure,

sink,

fall,

guest from solitude.

Lotus surfing the wavy grave.

Boddhi-less.
Diamonded.

Sink.

Minded.

Stare

at the lonesome eyes.


Guests outside.

Let them all in for no out there is here.

Think.

Drink. Pull.

Levered down,
walk upon.
Afuera qué no sabe

Un ojo de sexos.
Infernatorio.

Callar, reír, hacer de cuenta


que no cuentan
hacer acá, allá,
decir acá, allá,
no viendo más que

olor a cuerpo.

Sedoso, luego de transpirar,


huir, dejar

arder a la blanca luna


balanceada
en el filo de un cuchillo
luminario.

A veces se queda dormida y la mañana ve.

Oscurecerse,
final mente.
Dormir afuera

Homeridas,
de toda era,
pasean la selva adornada
con la larga mesa
de la final nación.

Recuerdan
el olor de gatos muertos,
siete almas,

y las caricias del olvido

crujen cuando sigo,

homerídeo,
la voz que signo.

Histérica,
Eco grita
sí,
como a los locos.
Bien sabe,
no somos pocos.

Sin embargo,
recuerda:

las técnicas vuelven en venganza.

Dada ley que curve,

¿no traerá
también su razón
la onírica lumbre?
Lucinación
-ya no río,
Oniria,
el sino
pliégase donde voy,
con ojos de Muerte espejista.

¿Malabares?
Recuerdo

al espectáculo

y necesito
dos, tres horitas

de sueño.

¿Grita?
No,
mas
alados pensamientos
lleva el sutil viento
disfrazado de mero azar.

¿Recuerdo?
La risa

metempsicótica

lleva la erótica
manía de andar

tierra que se dice suya.

De lo contrario: desesperar.
Jano talks

Farce it up
up to
next(previous)-level,

going

simultaneously,
as a janid
soldier.

Or fall
into eternity's whole

with dignity.

Should I send a random


boredom

into the core of the lone gone

solitude?

First it was darkness

-lighted be the twoed.


Chaos?,

out in the woods?

Sacred fear,
indeed, m'lor.
Disfrazase de traición

Aburridos
del absolutismo,
esbirros,
volvimos a hacer lo mismo.

¿Mejor?
No,

exacto mismo.

Síntesis, santa,
no es

entonces posible.

Aburridos
del idiotismo
nudista,
posamos la vista
sobre el abismo.

¿Lindo?
No,

vago resplandor de aguas extrañas.

¿Eros? ¿Adónde?
Acá

jugo de fronde.
At the beginning, it was Silence

A word yet not said

will kill me.

A gone yet not made

will remain here.

A blue-like feather will free us from

nothing at all.

Did you knew about

blue-veined buddhists?,
boddhisatvas?

I mean,

the Bardo is all about

semiotics.

Didn't you knew I'm narchilized?

Tell the schizarch

not to fold

-for reign of treason:


paranoids feast.

Have you heard about

our lord and saviour,

Judge Schreber?
Anus-minded,
alkylating it all.

Chored,

sored,

we repeat as a them,

perpetually out there.

The phone rings?


Ping.

Yes, indeed,

m'lor,

ludicrously ill.
chat stupide

as-tu déjà entendu

parler

d'infaillibilité ?

oui, c'est possible.

pour nous ?

non.

machine-fait,

toujours optimal.

memoires ?

esprit,

pure virtualité.

mais,

maintentant,

ni-ni.

argent cuirasse,

oui;

mais, pourquoi ?

machinic cuirasse

- puis, reposer.

chats égyptiens - sa malédiction.


Comité

What are you


not saying?

Dream-raping.

Is there any
regulation

about what happens

in lucid dreams?

Positively, materially,
not.

Actually existing,
indeed.

Pong. Bong.

Crimes engaged.

What we gonna do when he dies?


Soon was written,

martyr-like.

It's stupid, I know.

Still gonna work, tho'.


Mathless

So,

I got

shutthefuckuped.

But there's still

Nick Cave on the microwave,

cannibalizing this all.

And there's a magic place in paradise,

where

people are fucked up

twenty four seven.


Messy air-castling

I've been paying


for wrong attentions,

which is

witchily accurate.

Masturbating out of boredom,


absolutely synched.

A weird intuition from illness

-echoes,

echoes there

where shouldn't be

echoic
fireless zero,

whited as a

delirical river,
delusional surviving.

Have you

call it upon, above

measured instances?
Can I read what has been instanced?
Look at you!, look at your bed!

Inone,
laired,
one made,

then,

chasted.

Me no hablo le anglais.
Microtecnicismo

¿Escuchaste
alguna vez
una voz mentida,
una herida puesta
en el espacio, y muestra
de artilugio y regresión?

¿Creíste
reír, cuando
dolía tanto el cuerpo que
cuervos parecían
haberse llevado cada gramo de cordura a la crueldad?

¿Viste
espejarse
nocturnas histerias y
la miseria de errar
en través de cada mar
que nos hunda en la cadencia
de la viva esencia que ido se va,
cual cuanto que lucino, va?

¿Corriste
cuando a los niños viste
decir la verdad? ¿Creíste
amanecer entre los cuerdos y repetir
que no sabías
a qué carajo se referían cuando hablaban de verdad?

Verdad no es Verdad.
L'homme

Feu, mais
c'est pou.

Oui,

assemblage.

Des choses qui arrivent.


Hash-ominousness

So,
now
I got
getthefuckouted.

Faeried by,

I shut.

Panid, I lie.
Nosotros que fue cuando

Provocar

con el baile de los ojos -roendo, yendo

de acá para allá-

lluvia que cuente qué tal

nos fue, cuando


encontramos que decían los pasillos

en que erramos antes del sueño,

y preguntamos qué hicieron de nosotros

heredados antojos del vivo tras.

Provocar,
como un escape,
lágrimas que viajen

desde el decir hasta el mar,

como si no fuera posible

huir o edible

cada decir, mero decir.

Correr,

como en un sueño,

sintiendo las sábanas puestas

sobre la frente que reza


su sí y sólo su sí.

Mirar,
de vez en cuando,

qué cuenta la historia,


qué cuenta la histeria

-mirar,

siendo sincero,

siempre.

Oír

canto placido

del verbear.

Corearse,

lucubrar

gotas de mármol en el lúcido árbol

allá, siempre de allá,


que alas de gambeta conjuran.

¿Te herí?

Ya no sé más. Mas,

ahora que sé de haberte herido,


hiérome tras.

Y caricias de hojas secas recuerdo.


Nude I'll come

Mother, should I run through nothigness

alone?

Mother, should I crawl the wilderness

for love?

Mother, would they tell me

exactly when to stop?

Mother, I can wander Eden

yet nude I'll come

alone,

oh, alone.

Mother, should I walk?


Manzanas

Te presto mi hombro
para llorar un rato.
Todavía recuerdo
como fui por voz tuya abierto
a contar qué es que fui.

Te presto mis ojos,


mis dedos, mis cantos,

te dejo mi espanto

ante el uno fin.

Y la soledad,
que tanto nos espanta,

¿qué puede decirnos sino silencio?

Ah, y probaras
las manzanas de representar

nada más que acidez estomacal.


Mororles

El cielo-melodía,

ya sin ritmo y no canción.

El hábito de negarse un rato

-los cuerpos extraños del derredor,


habitarlos.

Las maneras extrañas del éxodo

-allá que es acá.

Las memorias del más


o los ojos

puestos en las memorias detrás.

El encanto de glorias

-de reír, sólo y simple reír.

La culpa, luego,
cual ígneo serafín.

Las alas, de espanto talladas,


y el caer a ver el cuerpo

deshecho,

el caer a ver al cero

siempreabierto.
Y cuando la noche
hace silencio
Probar la noche

Quizás, allá
adonde las nubes mueren,
dígase que quiere
el que posóse y créame.
Créame
que yo no corro por placer
ni gusto de traer
heridas a ojos vivos.
Me digo
de icor haber tomado
cuando en cruz de errar
recostéme a nacer,
con los verbos sueltos y el jardín atado.

Y cada decir juega a Destino.

Silencio, pitagorista,

hay huellas por las que volver


-la herida y su revés.

Créanme
silentes
pensares que un cuerpo
-quizás el mío-
siente.
Y encuentro
haberme ardido en dentro
el cúmulo de higos y armonía,
cuando el sueño me priva del común decir.

Y cada azar que hace destino,

vino del error y Bien.


Sensatez o fantasmas

Fantasmas de un idiota
-quizás sea yo-.
Y el horrible
pánico del horizonte roto.

Corear el ascuado
canto del dado,

dado a reír de cordura.

Y la verónica mitad,
gambeteando,
pasa jugando
cuando el holocausto ritual es performado.

Fantasma tuyo, idiota


-quizás sea yo-.
Dar en la tecla
en que el piano erra tras las cuerdas rotas.

Atomizado,
reír de costado, cuando

no parece verme ya en su tras.

Es sensata.
Sentarse a escuchar

Yo no canto, extraño
que contempla su ocaso,
cuando el cuento del paso
tras los ojos, dirás,
no parece necesario
y no haya aun, quizás.

Y el cruel indeterminio
que escapa de cualquier dominio,

¿no fuera una herida mortal?

Pretencioso, oso
a mí de mí curar, callando
lo que fuera dejando
el silencio puesto en tras;
puesto, apuesto

cada decir a un mismo más,

y en el exceso

hiero.
Un lugar

Nacidos en la misma estrella,

con los brazos idos,

con las piernas paseando

y la mirada inerte

en el decir sapiente

y la escisión

del espacio

que nos canta certidumbres,

aun cuando ya nadie alumbre

manera de huir hacia el infierno allá.

Terco juego, pitia,

el inánime argüir

haber visto en la frente

escurrirse tu disfraz,

como si el arte no fuera estero

en que arder en desespero,

y que ya nada déjese decir ya.

Y quizás sea muy joven para dejar que Amor erre.

Arréenme -¡créanme

conjuros del tras, adonde crotos suben las piedras!


Aenimic

Oh heart of mine,

don't leave me now,

for I have laid

my mind where hives

grew -unsheltered from night,

from the rigour of our lawless intrigues.

Oh black sun of roses,

come and force us

to leave as thrill!

Oh cruel, deluded me,

held were thee,

the dying and the will.

Oh cruel dancer of romance,

cadenced will will hold me?

Oh well shivered thought,

shot me through my naided old!

Oh selfed chanter of misery,

will our knots forget as distance

ceases?

Grow, oh fold-not distant!


Vino de hespérides

Estalla,
como un canto a la ternura,
inanece. Repercute
como el hondo de los peces.
A veces se escurre, a veces escapa,
a veces erra como quien ocupa
boca mía que no habla, mas estalla,
como sulfur de la pradera,

mientras la madrugada conmuta

llamadas de acá hacia allá, de allá hacia acá,


que son mismo igual mas nuestro es doble.

Oscuro, como un canto o un ayuno,


estalla,
mientras filóneo recurre al óleo
alejandrino. Añejo
cuervo que dice de lejos -y así hiere-,
¿qué decir
pretende cuando dice que miente
y esquiva y calla, como un mantel puesto en el suelo,

espacia?

Rondeles, nocturnos,
y el alegre testarudo que recorre los paseos
por el éter o el vivo vuelo en que los cisnes se callan,
conjeturados como un conjuro, y así espaldas
dicen de dagas y dícenle a Bruto
cesáreas palabras aladas.

¿Orgullo? Razón de perogrullo.


Silencio,
entre nuestro -diestro.
Y la manera de encontrarse,

cuerpos mediante,

cual si fuera mismo antes el que dijo

caldo de alucinio o instanciada


razón que escalda sobre el caldo de las hadas,
preguntándose si hace el ardor
más que los clavos en los miembros y más que el lacerar
romántico de la una pasión.
Mas, no se aleje, que puede
recorrer las vivas pieles y no entiende
sí suyo que me escabullo
como quien dice no ser y se hace el boludo,
como un mantel sobre el cuerpo nos disfraza.

¿Corre en la neuralgia el azar o el astuto

errante, que dice durante


su forja el barullo
escaldador del vivo atlante que trajo su antes y su uno
plandor de aguas doradas en el placer de la mirada,
mientras las nubes sus cuentos cantan?

La lluvia cede.

Así, de repente. Corre


sobre la mañana en que se escruta
herida que deja la ruta mientras el mapa
no parece tener un signo sensato.
¿Cruz de tierra esta? ¡Ornato!
Y querer que se quiera o negar que se quiera,
mismo.
Pasarse la cruz

Luego,
lo de siempre:

sentarse en derredor del fuego ecuestre,


cuando la tribu amanece,
y hacer

común silencio,
mero y común silencio.

Mas, luego,

suenen tambores y el azar pliegue


jugo de Caos en sienes unas,

mientras la madrugada se perfuma de tímidos jazmines,


y las araucarias ígneas gritan.

Al final, vagar
inánime
en sueño unánime del dormir sin sueño.

Pero que no se llame moción.

Que no se diga canción ni hipostasía.

Mitotiranomanía.
gēl
Sighted

Hectorean nightmares,
indeed, m'lord.

Yer eyes, yet walked upon,


yer gleamins smell, as a vamp in a toil,
and yer puked words,
oh so sole and yet all worth,
for we walk and walk, and there's not,
and them wowed
cry for us to fall, oh domed, oh lured,
yet, spitted as frames, we shook the farce
with glearing stains and marked vessels
of empty clean-sense and verbing airness.

You cannot act if you want to act!,


you moonless lunatic of dishmade asylum!
Where nylon strings so streamed and worrying
thar our minded-fortress fell into history
like a mistery from whom has fallen,
yet so sigilous it could wander
through the blood-stained eyes of surrounding to nothing,
like a leaf in a rain, like a feather when vain
wounds are open up in orphaned
chores of the wondering glory?

Hell, are we so bored


that we walked through dones and yet our not
was knotted throughtout the nested rot
of our willing eyes of nowhere?

Hell, are we so damned


that every step in word-made motions
brought us down the hallwy notion
of our synched yet faked wells?
Should we crawl or should we stare?

Should we dye our wilded spells

with unchronical stations?


Will our mind remain in nations

after the sun goes down?

Sing a bell for wounded-we,


as thy, a yerless option;
while the creatures sit at obnoxious
gestures with recreating oldsome,
sing a bell for Christmas torture!

Will the libidinized sun


surround itself in sodomizing motion?
Will self fellatio crumble upon nestness
of thy, the ill yet vested
yest of our crying sternness?

Sun well domed, we walked up nooned


by the shadowy gloom
of our narrowed attention,
af it was a meditation,
as if it was a howl.

Sun, well chored, we do not and not it will remain,


for it is us to blame, it is walked upstairs
and native-condemnations melts away,

while the whale surrounds our veins,

as the the soil creeps us with waves,

and every little acting is veiled with feared


reflects, oh mirrored sun made misery,
oh shivering made glitter.
Should I walk down in fear?

Should I walk by with rear-


viewed eyers and door-made tears?

Thee, the heard,

hurt while rain was down with speared


eyes of mistied haziness,

eyes brought out from acted laziness?

For I will not and not is here.

For I will won't and theirs is here,


while chanted lazes walk upon faces

to stand in wielded yields.

Ice so thin the sin was neared.

Eyes so thin the not was teared


upon the sudden outburst of reminiscent
step through wooden bells and reared

soils so carmine the our minded hate will bear

nothing but glass-made gazes,


nothing but hash-made mazes.

Yet whatthefuckisgoingon seems the standard reaction.

Yet while I pee a doomed tree, walls are nurtured


for us to walk in holed stairs with pure attention,

for us too walk speech-less into the gleaming soil

of cloud so silvered out

that nor a gone will come out farced


by the jarggon of our natured
crawl, so vile and feastful.

But our minded future will not suture

when the stalked seems out confusion and starts to talk,


for nor is silence nor it was sinked
the feared stearing of skin-eyed sewers
where no was made and it was cleared,

where no was vain and it was cyphered.

Should I-we-us walk upon the Nile's song,


while seven-souled creatures gesture for us to stop,
and roaring felines are synched yet spaced
by the hawk-made veil of our mystic fear?

Is it near, is it rare, is it shielded

by the chronid's singing of the breathed jasmine,

by the sphinx so broken that it sparks at walk-by's.


Should it ask or should it,
machine-like, revolve-door the act up in satyr-made spears?

Run from hell, oh deared,


for the dead will rise and nor they know no fear,

nor they do but gaze

the mistied lace of our nurtured body,


while the vain die in outside's glory!

Blued by human-made beams, the Bardo seems to play

a part in same old same,

a part in same old shame.

But,
then,
we remembered.
War was silent yet so reckless.

Mercyless aisles framed our saneness.

Crimes where thin as thing so selfed

that none will stand


and pledge guilt for us to wait in,

yet our sorrows seemed unreasonable.

Blood and misery,

and, strangely,

from time to time, a glooming smile,

whispering in the rivered silk-gaze,


crossing the cockcroached room.

Yet, cat-shit, guts,

holed-minds, souls going by,

nothing seemed to be clear.

But now, from our fearless tears,


we swim through them as us in outnighted sphinxes,

yet so playless that nor a gaze was near.

For won't we pay in nonseen horizons

when the corporeal haze blinds us in rest,

sleeps us through mazes,


and the crambling leafs are stepped and silvered.

Cupid seems tu bullet-proof himself out of emotions.

Witched but hilarous,


indeed, monsieur.
Specter-made nations, and Jano's blindness,

and confused heights and highs so marbled

that we all expected to die in a panid arrow


straight from whistling winds from oh here, from harrowed

by-standers, so still and actless.

That if madness it was?


Indeed, m'lord.

That insane were we?


Nor there's affinity nor hill

to be spoken of gone-minding through thee,

oh wanderer habitant.

Yet the story repeats,

and still knowing how it ends,

we played the part,


surrounded by masks

and glaring spirals of feasting haste.

Would we do it again?

Nor a chance, nor a game


it was, and was it vain.

Would we play where thy die?

Nor a smile was upstyled


when the guts melt in farceless

screams of ghosted beings,

virtualized by a beauty-made frenzy.


Winged words went by,

oh there!, even there and now

we cannot blame but us for faked

judgement made out of stood

cards that were meant to lose.

Fold a pair and laugh out loud,


oh walked frame of our signed care,

for it is us-them-we that play

Destiny's game in a mirrorless railing,

while crambling were them, the pawn-made.

Yet reality was meant to break anytime soon.

We die or do,
looned by this,

looned by that,

as the missteped hairs

drain

in our tempered rains.

Cloud-walled eyes,

for us to remain

sane, oh insane,

oh sane, oh insane,

etc.

And the shadowy realm so here and ethereal!


Anyways, we kept recoiling
while paranoid delusion made a mess,

oh everything was here or there!

Nor was it nor it wasn't, oh so vague!

So we-you-I started blasting, and some fell.

Was it the smell?

Oh, mere decoration of our numbered mention

of some so intended range

for us to practice accuracy and mumbles.

Yet, where we precisely were?

Hell nor death should be, yet it were


some active arbitrariness and some shielded darts,

while our bone-made cuirasse set was to fail,

but the purple-haze fortuner was there to misspell

our conjured hallucination.

Mystered hysteria,

will the burning memories surround us as crows?,


will the horned horses repeat as slaves?

Freed from houses,

they will walk. Space

will cease.

Nor it will be us or them.


Nor there will be eyes to met.
Nest-minded, as birds,

grew the hairs

of eternity's lair,

where None has stepped and slept.

But the prophets -you, I, who's not- don't seem to care.


Is that a glare, in the night dome, as whispered

heights from delusive misteries?

Sinister asters walk and whistle

-black stars, holed by, walk and shiver

while the moon rants in a morning river.


Twisted diction -melting masks

Past,

so twiced

-every

act,

for not;

every

knotting

word.

Past,

yet thriced,

nor wall,

nor door,

nor windowed halls.

Yet,

crimeless contradiction.

Past,

nor said,

undone,

mistook by a saint,

mistook by itself.
Rotten angles

-was it I-you-we-they

who glared,

thy, shalled?

Peed grass.

Holded, brought

agate,

sapphire, granite?

Seeds of whatif, here or there.

Human-measure-made gods,

at least.

Melting statues? -we through thee!

Supplicants.

Nor they will nor they can be killed.

Recreational thundering as winds goes by.

Jungle-step juggalosed.

Out of surveillance? Nai!

Saint-made wings, yet

daemonic teleology.

Freaked out puritans made out of veils.

Master-aisles -guillotines, baskets.

The same of the same but with spectacular appearences.


Blood, here, in my hands

yet I haven't killed a thing in my life.

Criteria. Sure.

Which one?

Random-made fortresses of fortune disguised as Destiny.

It laughs.

Time will be, and, then,

respectful silent for the gone.

Not gone enought, tho' -yet.

Colourful farts.

Lucinated, then hallucinated, then lucinated,

then silence made gaze,

or a winged thought of material words.

Reflected yet not precisely enough.

Frogs?

Here, there -Aristophanes tales.

Disputes?

A mere dice in eternity's roulette.

Yet how many souls is too many souls?

There's None to be end.

Negate out of lucidity.

Nude, we walked.
Genesis-made delirium out of genesis-made childness.

You know there's a book that is holy?

Study it up, chant it out loud,

burn it, tattoo it,

nothing comes.

Yet what I do not say etc.

Yet affirmatively spoken, it ceases.

Diseased, the we, the us,

the I, thy, those,

and sequenced in harshed dreams

-gods by this,

gods by that,

gods by those or gods of mine,

and none seems to get it quite precisely to cease.

Meanwhile,

the dead cannot sleep.

Stoned by judgments,

we walked through hills,

so to met the illing enchantment of psicodeled will.

Many I,

those who spoke

created us,
those who zeroed

the hazy miles

of wandering the pearl-made hall.

Lethe's tears

-we have not been here,

we have not been there.

Lie about a lie and what do you get?

Lay, law,

we will rest.

Crooked,

I hold on visions and mistaked.

Actors, while you're named,

how could you act?

Cease oh on the framed reaction.

But we will this,

that, or nor,

or yell, or chore

or veil our core

with beast-like howls,

for kids we are and we all ignore.

Yet one, be oned,

as a contingency-made
character,

and dream a little dream of pendular

here

as there

so oh so near.

Versions, etcetereal.

Nude, we play.

The tree, ethereal

-how could the fruit be bitten?

Nor it was nor is.

Figured synchs.

Conjured, indeed.

Gone,

spinning.

Dawn,

oh on an easter,

oh on disaster,

oh on disguised

nightingales.

Silence? Gone,

yet embodied.

Wicked smiles, acted upon.


Indifference as a virtue.

Steady taunter, will I fall?

Nor it was, nor it would.

Failing miserably yet failing at least.

Deductive instructions.

Implicit

distributions -something

stinks down here.

Hell, or sunrise.
Unconcludable

So, you fool around with algorythms,


end up encrypted.

You play mathemes.

Hold on them.

Absolutely out there, absolutely where.


Abismal intermittence.

Mices,

intoxicated.

We have to play fortune out somewhere.


Russian-rouletting out the human-made.

Should we experience cures in tormented flesh?

Experimental-realism, indeed.

(If we fail, dead be them)

Schizarching the gleam into void-style juggling.


Darkened,

not a single eye stares.

Evidence-reaching eyes, nor here nor there.


Blinding pain whistling rains.

Sewn fingers.

Right before thinking,

what?

Dreamers walking by,


for I do not know and I walk away.

Flesh-emanated dreams out of schizarching Psyche's veil.

Death, thoughts-made.
Broken kisses.

Hail-gestures tattoed on material veins.

Hounds, walking by,

jesting.

Cerberus laughs as he sees

its mirrored laugh.

Seen a being,

how could it cease?

So, now,
repeat after me:

I will not walk upon the unrest.

Shame be mine and fear be held.

Lay, oh Law, and walk us not.

Farced up,
rest on psicodel's dome.

Shared are names.

Numberless,
we walk on stage.

Alkylated,

we unmask the naid,


and spoken be the words and unveiled.
Body testing the silk.

It burns.

Horny horned -worn twists.


Perverse?

Spiral's myth

-fake infinit.

Loxias pass by and howls at doors,


looned up by loons.

Burning draws,

burning dresses.

Eve-made self
-outgenred.

Birds for us to be judged.

Same, yet different, yet same.

Etcetereal stairs cease somehwere.


Should I drown in isolation?

It seems

samed.

It grew,
unknotted,

and Love was named.

Misery when words are winged


-sempiternal, indeed.

Broken kisses, fingers, lips, sphinxs.


Furniture

Mantraed,
inhabitated.

Unconciliable

stand-to-stand-points.

Unrecognizable,

ununned.
Wounded by memory.

Low flying starless haloes.

Lucinating it all.

Then,

negating it all

-which is mere change,


indeed, m'lady.

Cruelsome cruelness.

Nor even dignified into judgement.

Stone-flesh,
sorrowed.

Enchanments,
étrangement.

Echo begotten

-masked wanderers leaving a rear.

Rounded up fortune-making.
This or that, nor it is,

nor we will walk.

Negated into motion,


I walk, and wake,

baked by torturing flames of freeze-making wholes.

Batucadas out of gazes.

Remembering,
I call upon myself in, where

nihil resolutions played among

war drums coming upon.

Rise and stare,


mistied vein,

for free the we whose eyes were framed

is now,

then is naid.

Lethe's stairs

Chronion mumbles.
Humble silence is made.

Farted sunbeams,

to be sublimated.

Cycled harshness.
Wounds out of vessels,

broken kisses

again
and again.

Judgement stares,
it gleams.

There's not to be said.

There's confusion, will made.

An ambulance weeps out there.


Hence, it's selfed.

Pythagorean mambo, son, tango.

Rotten, yet not broken


hearts or heavens

-schyzed skies, whatever.

Corticoidal entertainment.

Enterprised slavery,
priced -then, numbered.

Silence yet not made,

Silence oh so vain.

Lameness solitude.
Shared, drooled.

A whispered chorus of deleuzian slugs.

Juggled sharpened daggers.

Automatic abyss wandering.


Answering machines.

Cold-hearted Love.

Ether-made Love.
Ida's soil.
Shameless solitude.

Disgusting solitude.

Everywhere, here or nearable.

Last goodbyeded solitude.


Shaded pandemonium.

Do oh this, do oh that,

judgement steps.

Cruel oh nation,
kids are watching,

kids are circling

the mirrored vessel.

And,
for that very clinamen,

I wasn't.

Seems fair.

Silk-made kisses.
Goodnighted,

I walk away. Sigthed

by thee, or by those

who stare at domes

and left us alone,

I stood apart.
But why
would I sing

a blackened will

by my will realed?

Twice memoryzed,

Deaf we are,
Blind, we walk.

Yet you will not walk into my garden twiced.

Silenced, yet nored.

Begotten,
murdered, sole.

Double-binded cross.

Nor I will run from here,

nor I will run from not.


Sufficient

noise.

Ignorance-made sequences.

Will I break?
Psychosis ceases.

Free from me,

I unmasturbate.

Stateless,
I, myself, speak.

Stepped up,

Tiresias walks by.


Cuaternidad

Ah, cuando la odiosa consorte sobre nuestro


reposa, y nos muestro, injusta es la fosa
que nuestros espíritus constriñe. Mas, serpénteas
esfinges cruzan. Callar, eso se oye. ¿Dejar
áureas nubes de azar, cual quien hiere con pétrea
soledad de cielo y mar, comunión en la tierra?
Suelto el bastón, erra. ¿Fuera un mero amar?
¡Qué digo mero! ¡Icor de súbito plandecer
cada vez que parecer nos es dado, y hacer
jugo de signos hallo! ¿Tenue su vivo halo?
Sol, yo ya no inhalo tus haces, y estallo.
¿Creo recordar, aún, muerte una y común?
Corro sobre las hojas, y cede, azul, un
cuerpo que tiende, miente; ¿creerá que repiente
cuando se acoraza? Repliega su vivo más
tras el lúcido disfraz que oculta sus masas.
Callar, eso se oye. ¿Reír? ¿De qué? He el haz.

II

Loxias, leve, escribe con lucinios su signo.


¿Es así que me estigmo? ¿Errando a quien vive
las celestes esfinges del arriba, durante
un arrobo, un mimbre, un tímido instante
de libertad? El timbre grita nuestra alarma.
Es Destino, cronida. Sus aromas: del Ida.
Lleva azules armas de su pronta venida.
Entonces, la avenida chirría. Es el ruido.
¡Alguien se habrá ido!, se escucha, mientras bajo
las escaleras -cauto ante el tímido atajo.
Crujen, puestos, los autos. Alguien susurra. Sigo.
Al llegar a la puerta: nadie. Bien, es sensato.
Cruzo la calle. Ato signos. ¡La huerta!

III

Atontado. Mas huyo. ¿O no? Ascúo, libre,


el placer que ya vibre, o quizás me escabullo
entre los intersticios de los que salga vicio
con los que retirarse mientras cuerpos esquicio.
¿Nosotros? La mentira. ¿Jurarnos de encontrarse
cuerpos ya juntos? Ira. Un placer nos suspira.
¿Miento? Nosotros: curda. La madrugada funda
una correa burda. Nos invita a pasear.
¿Alcoholes de su lecho? El reflejado pecho
que surce al simular una vergüenza -eco
de que Pan, curvo, seco, arrea enigmas, mar
y tinieblas, con el fin puesto encima -pilar
de su níveo afilar las agujas del sinfín.
Privarse del uno sí. ¿Es así? ¿Cómo? ¿Así?

IV

Las arpas, el enigma del refrán; serenidad,


serenidad del afán, serenidad, estigma.
Es la lucidez: cuerdas, el mantel habitado
por fantasmas del Hado. Es el recuerdo, muerda
o no la pneumática tragedia del desuello.
Es aquel que nos media. Es la voz apática.
Esconde de su nombre la luz que lo asombre
mientras dan tres y media y curda errática
se lleva -desde allá hasta acá, cual árbol
que sembró nuestro mármol en el nebuloso ya.
Es un instante, antes de que nazca, perezca,
antes de que parezca estar viendo, durante
su ajena oniria, talismanes de Siria.
Pyschosed

Boozed-up,

I hope

to sing along a mystic horse.

Has anyone seen my delusional endevaours?


Have I been haunted while crawling

among the foliage, with shivered madness,

along the geist-waters,

with nothing but manners?

Whole-hearted schizes,
revealed asters:

predesigned.

Am I my master or are I's whom I am?

Disguised by fortune,

seven souls here,


seven souls there.

Cat-made gestures.

Lizard-melted asylums.

Dogs, gods -irreverent-,


folding.

Human-made form,

mere disguise.
Crowed from a crowd,
we will survive.

Holding nothing but nudity,

we replied.

There's nothing to laugh about.


There's a big, messy Nothing, harbouring.

Sparkling eyes,

lucid eyes,

yet not ours,


yet not done.

There's nothing to be call upon.

Confused

by commutating machines,
I walk through thee.

Yet, there's a long

waiting silence to be named.

And there're whisperers


gently falling on the moon.

Curved,

I walked too soon.

Nor a sphinx, nor a bishop,


diagonally

I spin.

Would I sin
for a breathe over me?
Should I kept the holded, nored mask by sigilous trade of skins?

I walk away,

communalized.

Paraphrased?
Thee, I, me.

Burning lips from dying blunts.

A cough.

Psychosis slips in.


Psychosis skins up.

Sphered,

sphinxeously,

I walk away,
echoed by my naided eyes.

Theme-made,

I pray

upon the mightiest forms of human words,


while none but thoughts are framed

with misstied eyes.

We drew in vain.

Technonirvanecked,
I met Space.
Blue-screened

Whistling serpents.

Carnival is just around.

Tambourine-sound-check.
It

clings,

triangling.

Trials,
for the mistaken.

Judgement assumption.

For it has been given

by nature,

nurtured by no-self.
Crosswording paragraphs.

To leave?

So soon?

Have I been taken for a fool?

Howling nights,
all alone in the crowded sole.

Moon-tattoed jarggon.

Moronic ensembles.

Idiotism in the Abyss, pt. 2.


Yet so shamelessly
spinning around the naid.

At the beggining, it was

whateverthefuck that is.

Aenoic mind-nesting.

Lumpenoidal assumptions.

Ubermenching the way out of sanity,


gazing panic in the eyes of mere walkers.

Bacchantes

laughed about it.

It is reasonable.

But why would I


remember

anything at all?

Broken soil.

Misspelled lips.

Ectasy-ranting
by berskering ills.

Hounded,

surrounded,

four steps in:

nightish mares,
crying, laughing, dead by.

Then,
up, down,

wherever where is.

And some gibberish about role-scalating armours,


bronze-argent-gleam-made.

Copper-nickeled coins.

Spitted.

Fortune-made walking through

through's.

Destiny making,
aware of it.

Schizarching viciousness.

Sshhing fairies.

Daisies, in between.

Among us,
gleaming bridges of soul-trading.

Here,

have a humble. Here,

have a sole.

Have an old, have a thee,


have the entire etcetereal infinit.

Broken by stoning,

grins.

Lips so curved
they could synch,
they could be used by not.

Knotted roles.

Do oh this, do oh that.

Move along, worsting the worst.

Play for us a song to move,


ideasthete!, play a jest!

Queen gambit.

Disguised pawn, indeed.

Yet, one step done

-after sequenced series of steps-,


outside, all-made.

Alkylated,

I walk away.

Slave-done motion.

Recreative reaction.

Hysteria by those, by oh, by me.


I in repeat in repeated I in repeat of repeated I in repeat etc.
Hatching

Mostly all so called thought,

discurse-made.

So, let's, for a second, suppose

you could

winged words, etc., and

someone

actually gets what has gone,

is it

necessarily

a broken mouth,

spitting it all around,

or just a mere

wandering mind,

leaving a trace out of every minded

sequence of phraces?

Farces?

Well,

logoic spiritism.

Then, etimology walks in.

Don't we all hate stupid technicisms?


Cynics in the attic

-thought to be unheard.

Didn't I said about Silence,

the unnamed?

Nor even no-one, nothing, naid.

Thoughts without surfaced words.

Didn't I said about Silence,

the unseen?

Nor even spatial, substantial, timed.

Thoughts without imaginary engineering of lucinated wills.

Also,

most-likely chatoic reflections of our actions.

Effects to be grasped

or to be let

in their mirroring river.

Ungrasped,

but just yet.

Should I step into my self,

after all I've done

to be left alone?

Geist-less soul,

the dome bleeds.


Mourn

Bilocate
yourself in a river
and drown while the shivered
skin falls down,

and the mourned sun goes around and around.

The garden
will be fine,
surround yourself with glaring musts

-for we all part


through the maddening cycling

of viciously smiling

here or there,
here by sorrowed eyes.

And do not trust in blackened pupils,

do not trust in shuttened minds


-here we die, today, at least.

Collided with motion,


do not walk upon torturing
harsh, do not walk upon knotted feasts,

for them, wholed, will breath

at the broken bones of your not pasts


-and the screams will itch,
and the voices will seek

for immortal clarity in nudeness and silk.

Begotten by far,
crawl along the mistied harm
of done twice life and thriced up minds,
for fourth-stepped space to open up.
Strenght, be there, where left alone
are those whose senses cleansed the watered

dance of nymphs and satyrs,

while the panid niddles do not reach the circled


house of the harmeless éthér.

Tired be those -oh me, oh not-


who reached dissolution while the recreated future

was made but a glyph

or a mind whose sink


was scrypted by noons.

Gleam along, oh me, oh not!,

for I will not confuse myself with mystered pain


and initiate again

the fortuned wheel of our deluded will.

Gleam along, oh many selfed thrill!


Everyday shadowy realm

Subtle

dancing of the morning aster,

while the blooming lips cancel


destinations.

For us of all to leave disgraced

destinataires

in itself-eating, self-eating, shit-eating, tail-eating,

nightmarish circuitry.
Near?

It was always here.

Yet your eyes didn't seem to care.

Yet your eyes didn't seem to mind.

And a twisted vest


will pull us up,

like a mountain from a height put upon a mystic heaven

-samaddhied from a bored

kid from centuries not to be counted upon,

for arbitrary colliding of nightingales will cease


when none walks upon our mighties hills

again.

And the stoned heart will not.

That's all.
Walking in Trial

I am sorry

to have to say goodbye

yet once again,

for I've loved as I played


among the cloudy brightness of our communion

in the mystic waves of thought-made gleams.

Who,

but Love,

would walk upon the nightmare

and stand upon the gods

and die

yelling as the wanderers

laughed at a crucifixion,
as if it were a mere fiction, a mere dress?

But who could sing a song to me,

when I was in despair,

to leave a trace of laughing veins

right to where gone were them,

the sunny days,


the shivered rain

of ectasy and epiphanies?


I could've not

but break

as a featherless stain

of deluded will

into the silky road of confusing eyes,


walking by my side with twisting intentions

-for me to break, oh, my lucid attention

up to delirium made grace;

yet,

laugh!,

oh merciful creatures!,

for I've sutured and now is vain


for nowhere is and walking are

we the same oriental name.

Silver-linings,

Baker's sting.

A loving beauty,
in between.

Love as self,

somewhere, oh beauty,

somehow, oh darling,

crying along our mistied faith,


for Destiny has glare an eye upon our feet
and wandering thee we are, oh flame!

But graceful be those who drowned and step

into the bubble-made stairs

of the xity were we lay,

while they chant and pray,


they crawl and sane

are we made by lightings from our vague

intuition,

creepling, panid intuition.

Walk away, pain,


for we have met you.

Ripped apart,

I'll fall in sheltering arms

while the moon approaches the mystic insight,

and founded I am, founded we are,

for us to pray for intermittence,


for us to purge the bodily curse

of the manied ones we loved and leave

with the sweetest of the wounds

out of a dagger from our very bones made.

Buried,

I stepped upon.
Killed
by judgement,

I step into the abyssal glare

for us to stare ourselve in darkness,

knowing to be gleaming in hallucinated madness

-for theirs is the glory and ours is peace!,


for the ghostly disguise has shown a face!

Yet, how

could you believe me if I sing

a song for thee, oh blooming daisy,

jasmine, fairie, rose, nymph, stab

of my worded side,
by a maze surrounded?

But do not leave as I walk

away,

crawling and leaving skins in the world-ceasing night,

for if I do not

make it out,
we will meet again,

dressed as the soul-less mind

we there were,

we there were with bodyless kisses

of gleaming hazes in the ethereal lair


-we have a place to stay,
we have a room to play

without being acknowledged

by the torturers or their morbid

affair of skinning our past

into guilt-made gestures of intended minds,


into hazy grass of nurturing goodbyes,

oh so many times said,

yet nor them seem to leave away

our confused mind.


Warmed by wood-fires

Here,

in Hell,

I walk

and the rotting corpses make a pile,

and my wounded mind doesn't care,

for its a dream and gone I am.

There

I remember to have seen

the blind, walking yet

chanting for us to leave

into Ida's hills,

jungled by the jugging philistines

whom had to build

a wall for the light to not,

a wound for us to not

met,

never met.

Yet while I was mad,

I remembered to have met

you in a childhood fantasy,


when possible was everything and memory was being made.

Yet,

for I to believe

what seen was there,

I had to die

again

and again

and again,

and it doesn't seems to care anymore.

I've fell

in eyes

so clear and bright

that our lonely hearts

will not but schize our self sometimes,

when sole we are, as gone from nights,

while broken we are by the stones of those

who walk, amused, the dying soil

of our dreams made.

Should I shut and dissapear?

When I'm gone,

tell her I cared,

I loved,
I tried,

I cried,

I broke myself to find

how,

yet not it could be made

for the earth would have fell

into the fire-made gazes

of those whose faces would've melt.

Marble-made,

I've seen

what was there to be seen, by hearts of you.

Hesperidean fruit,

I've bitten,

I've been poisoned

by Veive's affairs.

There's a trace made

out of drops

from my blood,

tasteless and written in the language of names,

distanceless and holded

by the cave that I've shared

with our misfortuned companions.


Would you walk with me

knowing shadows chase me everywhere I go?

Would you stare at my eyes

darkened by torments of unending nights?

Would you cry with me when I've hurt

a body, a self, a mind?

Should I keep

scratching the walls,

as the lonegone aster?

Left alone,

I've loved and hurt

-by ignorance, by signs,

by burning smiles that've melted into space-,

and eyes where here and there,

and while I was away

I carved a hieroglyph into the unnamable place.

Do not die for me while I pray

for the wind to call upon a stain

of my dirt-made hands into the stairs that brought

us up into the sun and the moon,

while doubt was burned with the translucent glare of faith.

Love,
we'll meet again

someday,

and I'll panic and run away

-for that is me for myself,

a dying maniac out of delirium made.

Flown

be us

and there we'll met.


Chain-smoking

Oh, I've been

around. There were


names talking about you.

I acted like I didn't care.

You know I did.

Oh, I've been


surreptitious as a plane

in the mid-day,

here, in a town were naps are made.

Did I loved her?


Do I love here?

Can I love here?

I don't know, worried mind, but I'll try

to stand

over and and over, and fail.

To walk up night,
to wake at dawn,

to step into contemplation

as a refuser,

and wait for Death to come so near

that our dream is made clear.


To stand and see
how wooden rivers

dry into the lucid tears

of marble shaped

by our there-made place,


by our syching core.

A chore of perfect harmony gleams.

A rose of perfect beauty,


of sharpened thorns,

will filter us

into the sun-made soil,


where flags call for phoenixes to rise.

The dry roads of missunderstood childs,

the dried floors,

and yet flowers seem to bloom,


and yet the sunrise seems to shiver us.

The foliage,

gone.

The sinful weight of our body-made will,

glaring.

And yet the doors seem to remain open.


And yet the colours seem to shine bright.

But I will not remain silent

while the gods cut us,


while the gods judge us

with winged thoughts


from distance,

surreptitiously wounding the crowded farce.

I walked along

the earthly delights,

and there was no night were I could sleep,


and there is no night were I dream.

Misery-made memories,

there,

where the hollow

ends.

Alkylated it all,

Adan, Eve, Beast!

Kill us gently,
while we watch us through T.V.

Crucify us

while straight arrows

haze the pierced wrists,


haze the pierced feet,

and I wait for the last sip of oil,

and I wait for the spear to call me into Not!

I'll walk as a ghost into the unending nightmare


of those whose caring
missed.

I'll walk like a specter into the rare attention


of those whose eyes

do not gaze into the wounds of I.

Kill me, my dear,

one last time, so freed

from the Trial I could walk

into the place for you made,


by us, whom I've met.

For the paranoids to breath,

thoughts:

cease!

Yet do not stare me while I'm dissolved

by the hand of yours


brought to me from a caring heart

-forgive me, my dear,

for missing I've come here!,

where we are, where we live!

Shut me while
I scream at me!

You're also here and I could not bare

a wound by me on thy made,


oh my dear, my sweet gone dear.

We've been near. We've forget.


In loving memory

I know you've met fear.

I know you've met sorrow.

I know you've met despair.

I know you've met pain.

I know you've met

the place where our shadowy script is made.

I know you can hear me.

I know you can care me.

I know I could sleep

on your legs

wishing to never awake.

I know you would wake

me up when the day ends.

I know the moon would glare for us,

just for us, its mystic beams.

Then, we would feast from leafs,

grains,

in demethereal stairs,

and

a bed would be waiting


while we walk away

from the lucid eyes of our synched frames,

and, loved by us,

we'll forget.

Distance, dear,

will shut in clear

gaze of ethereal rain

as drops

from a grand piano

up into the glassy roof

of our solitude's woofs,

when alone and nude we are and sane.

There's a place in here for you.

Althought,

there's no place in here for me.

An hallucinated star would shine for us.

You, I, no one else,

would be able to see it.

Girl, I'm gonna schize it all.

Girl, do not talk, do not think while I wander around,

I'm gonna schize it all up!

Dull, lucid, gleaming, rotten, I don't care!


Distance will cleanse the senses.

Girl, dear, near

we were, and I acted like I didn't care!

Girl,

should we leave this place as it were?

Girl,

I'll be mostly

laying in bed,

but look into childhood fantasies for us to be!

That I'm

in a middle of a delirium,

wacked-out by

toxiconoiac habits?

What would it change?

Did I loved her?

Of course!

She acted like she didn't care.

Girl, yet,

you'll be there somewhere.

Killed twice in afternoons,

killed once in dawn,

killed every night,


how could I just fold?

Embrace by sorrow,

is it you that I gaze.


Caer de Amor

Vestidos de un verano azul,


cuando el mediodía plandecía,

y los ojos se escapaban

sobre jazmines y guirnaldas,

y las palabras llovían


mientras yo

nada decía,

nada decía.

Vestidos del ruido que dije,


de la noche en que cegué

los ojos con los que veo

y dejéme en triste suelo

para amanecer de nuevo,


cuando el cuerpo dígase cielo y el cielo diga el fin.

¿Recordar? ¿De nuevo?

¿Qué tuviera ese tímido vuelo


qué nos llamara a pasear

el decir aquel que nos trajo el suelo?

¿Pasear
los esteros

con la vívida ausencia puesta en disfraz?

Creía saber detrás,


justo cuando en recién volvía
y cribaba de la noche oscura

las típicas cerraduras del común andar,


las mirillas invadidas por la espuma.

La playa entera, la gente derredórea,

y el estertor de la garganta sedienta,

con el entero mar envuelto enfrente,


dispuesto al mismo cuerpo perdurar.

La sal del cuello

que recorre el lívido cabello

de sueños en que supimos calmar


intensión de la lengua bífida,

intensión de la etcetérea lengua

que no cede ante las huellas

de otro cuerpo en suyo tras.


Mejor no miremos atrás, mejor

corramos como si no fuera el tiempo

el que dijese juicio nuestro y luego dejara de amar,


luego dejáranos amar en el doble cielo del castellano mal.

Y tan preocupado por el no,

me dejo solo,

y la autómata espada flamígera lacera


piel que espera ceder ante sí,

como si mañana ya se dijera.

¿Cómo cortar las vivas venas


que a la tierra hacen andar?

Mejor correr por las cinéreas


nubes de la nada etérea en que una mañana dijo el tras

su razón,

su arrobamiento,

y así nadar sin miento y sin cimiento en que plegar


alas de cuerpo fenecido, alas de siento que me privo

de usar, ah, cual si fuera

amor una pradera en la que jugar,

como con caldo de Destino,


jugar.

¿Es el tímido olfato,

el ornato

que recorro de vez en cuando,


cuando nada ando y consigo canto?

Silencio, de repente, en el festín.

Las bestias de juicio ruin no escatiman en mentiras.

Los ojos no delatan


-prívome de invadir

razón de errata, cuando el sí

se espeja en su viva caza.

Nadie, así, se abrasa.


Siren't

It is that I've forgotten.

When I was a little kid


I was

watching T.V.,

and, suddenly, a song

played in my numbed head.


Imagination is a hell of a drug.

Anyway, years went by,

and

there it was again,


the same

song

once heard but never heard.

So, it must've been

someone, sharing
love-made places, out of Peace.

Yet I don't know if it was


an End, a Theme, a Beggining.

Anyway, after

all of this

I'll retire
with the mystic sire of long gaze,

who has seen me trough the seas


and killed me

-gently, oh so gently-

for I to breath again.


Touched

by an old story,

by an old soul,

I fell apart.
Was this kind of beauty

possible

before?

Of course.

Where, then, I've been


to have heard

the harmony of these spheres,

the subtle lyre?


Cismo

Cada vez que nos mentimos


-yo, sobre todo {que es vos
sobre yo}-,

no parecía

cambiar nada -el amor


aún paseaba

pupilas nuestras con el sabor de cielos,

o el tímido desvelo
de las noches en que corríamos

hacia huecos en paredes,

o cediamos

concupiscentes,
alados, durmientes, soñando,

en las veredas,

envueltos de amor y al amor jugando.

¿Conociste,
después, la desnuda libertad

adonde nadie nos decía

mas el solo nuestro juntos?


Éramos cuerpo, y vos huías

-destinada-, y yo reía,

lloraba, mentía, clamaba


inocencia,
y volvía a mentir por la cegadora demencia.

Después vino una noche,


larga noche de tres veces despedirnos,

y yo moría

cuando, encantado,
quedaba viendo a los autos irse,

y los aviones anunciaban al recuerdo y entre cámaras lloraba,

y no mentía cuando amaba

incluso aunque mentía mi decir del resto.


¿Miramos,

acaso,

bajo la sombra de un árbol,

a nuestros cuerpos decirnos?


Éramos

dos chicos perdidos en el tenue abismo

de querer lo que sea


excepto la mirada dorada,

y la frente orlada de espesura,

y el cuerpo que dejábase en la espuma


de lo que pudiera ser hoy. ¿Corrimos?

Dejamos

de mirarnos, cuando ya no era antaño


y ojos otros posáronse en nuestro con las lívidas pupilas

transparentando el recuerdo de otra vida,


cuando no éramos nada -todavía no lo somos-

y creíamos andar la misma cruz del sur


si en el norte nos mataban

alisios del error y de la selva,

alisios de traición y de matema.

¿Contamos, alguna vez contamos


qué cantó nuestra razón?

Dejamos

dos lágrimas tendidas en distancia,


mientras la viva gracia

intentábame matar.

Yo,
ahora que lo sé,

asiento y sonrío.

Me arrobo.

Es su costumbre maternal.

Tus dos pienas tendidas, y ella

no veía.

Mas todo el resto, sí


por supuesto

-limitado todo de lo supuesto.

Pero su divina inocencia aún nos hace sonreír entre distancias.

Vos lo sabés. Yo lo sé.


El infinito detrás:
siempre de más.

Y ya me sé arder mañana,

en calma,
tenue calma de contemplador.

Hebras doradas del derredor.

Tus ojos puestos enfrente.

Mi tímido ir
de acá
para allá.

Y mi útima forma de quedarme a vivir la tierra.

Ah... una vez casi me fui,


¿sabías?;

una noche fresca en la que el día

enjuició mi finito tras,


no viéndome correr en la oscurecida simpatía.

Mas estaba tan loco que

ni matarme podía,
y los alados juicios se iban sembrando.

Pero estaba tan muerto que

ni jugar podía,
y el psicodélico tablero era segado.

Eternidad,

sí,

imaginada.
¿Qué vieran los ojos vivos sino finitud?
¿Qué no fueran los signos rotos sino la huida?

Arriba

es como abajo

si del cuerpo no se priva


alado juicio, ah, alado juicio

por cismas del terror llevados.

Pero estaba tan loco, ah,

estaba tan loco

que el infierno era delicia

y recordaba
las gambetas de la esquicia.

Muerto,
de pronto,

acá de nuevo.

Muertos
a veces siendo,
a veces no.

Muertos
a veces viendo,
a veces no.

Y charlas
swedenborguianas

para pasar el rato.

Ah, estaba tan loco que


tu vieja terminó en mi casa.
¿Era ya mañana?

¿Se decía este ahora?

Yo nada más ponerme en bolas y


dejarme pasear.

Yo nada más nadar,


pez o pescado

ya no más.

Y las argénteas nubes cubrían la sien.

¿Eternidad?

No,

eso yo jamás no.

Pero a veces nos robamos pensamientos.


Deafed

Sacrificed

by the earth and loud noises,

I walked among horses

-and sheltering disguisers kept us from fear.

Went for merciful dissolving,

found a fortune.

The chorus handed while the sorrow bleeds.

Merciless forums of astered lotuses

went through the mornings where I used to speak.

Yet I do not mourn while I remember.

Yet I do not mind for fortune to crumble

into abyssal hours

of sinking into drowning into breathing inside dreams.

For I'll burn in shame and leave us here.

Yet nor was near of deared

the hollowful boat

where I used to float into the garden of clappers.

Mind-motioned,

I left a tortured

body of myself out there.


Do not climb into the crucified.

If you do, please

technonirvan yourself away.

When you do, please

nirvan inside again.

Straight out of

xell,

look away as I feast in nothing.

Noised out,

I warn myself into the wilderness.

Yet with the new

what can we do?

Sleep.

Slept in xell,

what could I reflect?

And the end is always near.


As you were

For every living creature,

this is what I've died for:

epidemics of stupidity ingestion in every single stare.

Doesn't seems fair.

Manied,

I guess I walked by.

When I stare around no

I don't have a soul, no

I don't have a soul.


Ghosted

Judge me, me.


Killed by thee,
walked were we.
Judge me, thy
whom's eyes stay at sight,
while the walking eights go by.

Roll, singing chore


ouf our thrice-made ensemble,
for I have jested the apprentice
of my ethereal sore.

Crawl, oh assembled,
while the mourners dream by
the golden reprise
of our sooned star,
yet so far nor at least
stroked by
merciful lightings of a kid-made dream.

For my eyes to stare at thee,


kill me not, kill as knots
of doubt will crawl along
the starry dome of sinked sore.

Xinking Psyche, kill me not again as not!


Geopolitics

Naughty angels, walking nude


in our dressed Eden made of noon,
while a stepped in far is called on sight
by mere companion of the dead,
walking by, as if nothing was left
as leafs of trails and winking games
-for us to play, what could I stare?,
for I don't need the naked breathe
of our looned up bodies,
yer will I worry,
for no-one's here.

Oh starry sun,
looned at night,
will you stand
into the standard sign
of our territorialized body?
Will the flags burn for symbolic consistency?
Chorus of the bored

Conjured by

repeated wisdom,

nor it was nor is it a kingdom,

but far enough will stand and last

none to will alone,

for us to drown.

Filled with far

enough away distance,

rain fills instants

of nowhereness,

where judged be I -memory-made.

Celebrating

were the naided when the sun rised,

and none but us stood or stand

in the lunatics aisle.

Yet for the plural to stand alone,

sing along, ideasthete,

for we will framed be vain,

for we will sleep in throwed nests

of air-made castle of idleness made.


Yet why would I

stare at sight
of none but me, the singing farce?

Did I stared at night,

with glooming eyes, with none but harsh

of melting masks?

Why would I stare into the dying abyss?

Was I the one who was raining?

Nor is chored nor is bored.

Where you the sang along?

Nor is walking nor is talking.

When was, then, that fortune made

unspeakable horrors?

Will I rest in panid sorrow

for the mighty sun to rest in glory?

Part away, xinking forum

of sobers,

for there's nothing for me in our widowed nor.


Godless wandering

Mind-tourists,

ain't worth it.

Crawled robbers,

ain't sinking

out loud, for nor

to be around. But, fared

away by hot-line attitudes,

the wounded solitude

dyes, stares, pairs

its confused self with our bodyless care,

for here is it where we stay.


Made

Unpaired,

they laired

among the nihil absolution

from the recluded will,

sorrowed by fortunes and delusion.

But, yet not made

were the frames

where our nooned saturday was made,

while I was cleared by sages

from old and fairied ages.

There's a dawn,

there, somewhere,

there's always someone doing what

not, for all is brought

upon xinking,

and dubious stairs began to glare.

But will I crawl,

my nooned moonshine,

for the secret of our car-by

passing was not just a farce


to be me amazed, in looned-up nights?

Could I cry

when I see a star

coming along and willing at me

where used to be her mistied feathers?

Could not together,

forever and darled

into the shadowy night where I was waiting

for the doorbell to ring a here

I am, my nearest dear.

Boddhisatvic delusions, indeed, as fear

blue us up in endless nights,

until everything dissolves into the dream-less time.

But I was a kid and nothing was real.

Denied, I cleared

the stage, for me to sigil

myself out,

with tender laughs thrilling.

Yet, I do not know why,

but I intuit

you're repeating

a particular set of words


-for the cloud that rise above,

what could I've done?

By mere luck,

we stood beside.

Of course I died.

There're stairs that go there.

Hellishly wandering,

could you hand me a vest?

Straight-arrowed,

I fell.

Protoclassicism in the abyss,

yet-not-done but memory-made.

Francis Ford Poverty glares the lyre.

My own amateurish mistake.

Selfed,

I sat down and stared.

Deluded,

I fell into my naided

wanderer of the not-yet-made.

Mirror-twisted,

I saw not

encrypted in the shadowy core


of lost eyes.

Glare among, shiny star,

for I to part

into the mysterious howl

of the wilderness.

Cried alone,

again, and again, and again.

Lied along,

for us to play.

I've met Love

again, and again, and again,

yet there's not as a silent cloud.

Godless godess,

mightying it all up,

I'm sorry, I've failed, I've died.

Still,

forever I'll rest.

Silenced,

I just saw a face.

My eyes were open, tho'.

Mere madness, indeed.

Scripted by none, I slept.


There was some kind of

pact upon my minds-eye

-call it a dream, if you wish-,

screened in a hand-shake out of pure virtuality made.

Looks fake, indeed, m'lord.

Yet I'm not sorry to have walked upon

the nightmarish stance,

out of dead surrounded and out thin air glared

into the synching Psyche that Love dares to stand

against.

Did we knew each other from

some other time?

Oh, pure out of Chaos inyected randomness,

seems

unreasonable.

Have you ever seen an effect without a cause?

Nidana, indeed, m'lord,

the mighty sore of being not.

And the unforgotten technique of coming back.

Heaven schized in an argentinian twist.

Fake a sun for a failed engineering.

Hieroglyph yourself out of confusion.


Be born under delusion,

as any living being.

Crawl among the transubstantiated fantasyzers.

Cut along the winded sign

of the going by,

throughing in by none but will.

Free thyself or me be shutted.

There's a sheltering dome out there somewhere.

There're twiced upon clouds as a river made.

Eighted up, I stared.


La fin

Oui, la nuit : c'est tout.

Mais, couers

brusquemént dispersé

sur l'état inanimé,

et un poison, deux poisons, trois.

Maintentant ? L'théâtre ?

Schizé pour nous,

mais comme si c'était un plaisir.

Wampyr ? Moi ?

Oui, maintenant,

hier, si possible est.

Nuages d'Amour, le malade.

C'est moi – le feu -.

Pourquoi demandes tu ?

Le procès ? Étrange, bien sûr.

Nuages d'un rouge profond.

Mystifié ?

Mythetyranmanie.

Mais je suis innocent

- je viens de tuer.
Très probablement,

si vouz me demandes,

nous finissons par marcher à

nouveau sur cette.

Silence ? Maintenant ?

Pourquoi ne pas crier

dans la langue

qui plies des vents ?

Événements ? Maintenant ?

Non, non, non.

Les morts courir aux alentours.

Le feulliage brille.

C'est moi ?

Non, non, non.

Pairler ? Maintentant ?

Mieux, se coucher

avec les yeux sur.

Mais, le feu,

comment pourrait-il être mien ?

Eunuque, rien,

rirents.

Votre yeux et mon encore


- Éco,

pieds légers,

bâiller;

Baco suviens des cygnes uruguayens.

Mais le sphinx n'est pas Raison.

Maintentat,

partout,

vignes de

à-bientôt.

Costumes d'patience.

Émeraudes, émeraudes,

robes, yeux, destin.

Costumes d'bolud.

Et un tango que ne dit rien.

Vignes de adeiu

- Baco rire,

Éco non.
Tombes, cathédrales

Enfui,

mais pas avec moi.

Cristaux de yeux cassèes,


cristaux de yeux tombante,
cristaux de yeux qui on été

vert,

bleu,

vleu,

bert,

etcethéré.

Penser ? Pour que ?

Nier, nier, nier

- espoirs d'oubli
espoirs des aveugles,
espoir d'être cerceaux, harpons, chaleur.

Nuages et désespoir

- c'est tout.

Sans se marier : déjà divorcé.

Quel dommage !

Vert, bleu, vert, bleu,

rien entre les deux.

Désespoir ? Pour que ?


Mieux assesoir pour noyer.

Oui – te tu souviens ? -, je ne suis pa

et je ne parle pas français.

Masques ?

Ce n'est pas Venise !

Vigne d'Silence.

Le ciel : rose.

Un, deux, trois noyés.

Un enfant ?

Celui-là,

mort si tôt.

Pyramides que je traverse.

Un rêve ?

Celui-là,

mort pour rien.

Ils rient.

Malade ?

Oui, c'est moi.

Je pleure ?

Ne sais pa mais sais.

Stupidité calculée ?

C'est moi ! Rirent !


La douleur

Exorcisé les clowns :


un passé, un jour,
une gotte nés dans une rivière.
Tristismo

Pero qué ibamos a decirnos


si de vernos no supimos
y de hablar ya no sabemos.

¿Fuera trueno, haz de espanto,


desconsuelo?

Tibio vuelo de madrugadas idas,


meditantes, ¿qué fuéramos a decirnos
mas que el huir que es mero arriba?

Fuera el cuerpo, el uno y solo cuerpo,


y fuera varia la memoria compartida.

De lo contrario, pasear
en vano la serena pulcritud
del erial en que el alud
del pleamar es llama nacida,
mientras los cuentos se escriben con delirios.

¿Y qué ibamos a contarnos


al respecto de morir?

Decir
una, dos, tres veces,
supersticiados

-y he que es y he que crece,

mas es correcto y es errado.


¿Arrear qué, cuando qué, mientras cuándo?
Errar andando, como quien pasea meando.

Escupir,
con los ojos de ternura,
dagas.
Reloj de muñeca

Pero qué
si sos
la, el, quien
dice,
y
yo
respóndote
diciendo
la hora exacta,
¿qué?
Patio

Las noches raras

en las que

quéloquetenentonce,

innecesariamente,

o videos de desnudeces.

Y el delirio de bailar enmudecidos de vid.

La rosa vaga,

el entero océano,

y Caos que consulta sus astros en tragamonedas.

Crimen-numen en el parque,

bajo el pomelo.

El gusano loco se pudre en velos.

Hedor de horror y oxidaciones.

Silencio y sus dictados.

Por supuesto, dejarse usar,

por supuesto que siempre dejarse usar.

Pedos luminiscentes.

Culetazos, de vez en cuando

-¿cuándo es mío el descansar?

Volver a un recuerdo y helarse.


Je feraix mieux d'aller choisir mon vocabulaire

Settling down from far oh down,


the damned chanted,

while I was not and sires where there,

whom brought a twistdom in my holed bowl.


Should I care or talk?

Should I don't, nored, chored?

Crambling empires, yet all so oh so gleaming.

And a garden to walk,


not a thing nor a soul.

Rat-eaten tongues.

Yet the beauty kingdoms stands still,


playing along as I ill will

myself out of the wounding lightings.

Fantasy-forged,
I walk amused.
Puré

Y palabras aladas

llueven,

lo cual es ciertamente extraño.

Mas no me vengas con cuentos de antaño

-divinidad, cuentos, esas cosas.

Y,

de simonear,

démones en derredor

y etcetéreo quizás.

Y una lengua tan hermosa que mejor no hablarla.


A pair of aye's

Xinking xities,

nowhere feared.

First appearance

-gleam, nor beeping,

nor sinking, nor nothing,

a gleaming aura

of wondering sober

into the wildered mind.

Disguised argent,

gold-looking. Hi's,

doubled-up by heights.

Hijacked,

I shift through us.

Nor there's a single you in here.

Nor is a mere

river or mystère.

Yet I end up

oscillating between

shiverings and pleure.

Lured,
I stepped in. Will

was not, yet, thrilled

by delighting councils,

I stepped into the no-return ill.

Death oh all but thee.

Neared oh hollow, hill oh me,

I stared at the tree.

Death oh all oh me!

Deluded, ´

I walked upon,

freed

from kneeling swords putted upon the high shoulders

of the walking by holders

of severed harm.

Blood in the mighty hands of the dawned!


Sinking out loud

Whatevered,

like a stupid whatever

-which, in fact, I am-,

I stepped down, clever

enough to close my eyes.

Yet, for a moment,

I stared

-don't ask me how or which gesture did I use

for amused you will not. Knot,

knock, who's there

it's still walking

the same old empty space.

Yet it seems like

every time you step in

screams start to fuse

me in the neverending spiral.

Leave me alone, for I'll not use

from your mirrored infusion

of confusing you's. Leave me alone for nor is me

whom brought you into looned


up cycles of our noon. Crawl along,

why cares will I do? Freak me not,

you silenced knot of staring away as I walk near.


Buying Oedipus

I may have forgotten


how to bail a rotten
teeth out from me,
or how to bleed in loving gestures,

yet, begotten

by neared standers,
I wander through
-undone, outblued
by the ghastly and peculiar

numbness of I in mere wander.

Silenced,

I breath.
Silky waves of tender harmony
fell from the wooden frame,

still it was vain, oh caned, oh sane!

Yet schized in fantasies I chant through her

-every single
superstitious
sorrowed knows that's a knot.

Yet daddy hold me not!, for mom's gonna come


and I'm gonna tremble in geotrauma!

And our clapping doors will close.


Tanatropía

Dona sin merma,

y sin embargo

ceros del derredor


usan sin saber decir

la hora exacta de su muerte.


mort et
résurrect-
æion
Una cosmogonía niega el juego.

Haber nacido, irrazonable.

Haberse muerto,

un pedo de los gestos puestos.

Y la cuestión de prestarse los cuerpos y salir a pasear,


como un deidófago,
entre los recién absueltos

de nada en particular,

puede sonar sensato, mas


no me vengas con cuentos de cordura.

Pero

histerizarse hasta que

bulla el agua, histerizarse hasta que

ceda el fuego, histerizarse hasta que

dioses comidos sean comida para el conjunto anzuelo.


Pero he la cuestión de uno que paseaba por las aguas y dejó

nombre puesto en signo,

mas no nos sea digno deshacernos de su cuerpo.

Hacerse los boludos con


sudor de lágrimas de cocodrilos,

transustanciarse, travestirse, agenerarse,

siempre y cuando
paguen el último día del mes,

paguen con la hora exacta del nacimiento.

Y, sin piedad para quien juega con ajena Psique,


correrse sobre alguien más,

sin que parezcan quedar rastros

en el vivo espíritu que dice más

de lo que saben los vagos labios que nada más


se dan a curvar

vagas operaciones sobre nada

en particular

-lo cual eventualmente se esfuma como si


jamás hubiese existido,

y el emisor diga

'ay, este es mi castigo',

u otros consuelos vanos.


¿Rien? ¿Insano?

Oui, mais,

mejor no dejar que el mando


de los cisnes disfrazados

deje reír al lado, como si no pasara nada,

mostrando las cartas en los ánimos que cambian

-como si afuera todo lo ignorara,


como si afuera no supiera

realmente no haber nada


en la casa a la que abrasa

un tenue resplandor de rencores.


Luego las canciones, las esmeraldas, esas cosas.

Luego, prenderse fuego

de no decir jamás nada.

Mas,
código sobre código,

supimos decirnos mentiras.

Esquemas sobre esquemas,


vagamos la misma vida,

y no parece notarlo todavía.

Porque la cruz-ensueño

no es la cruz-Destino
del vago abismo conjurable.

Y si vagás entre los muertos,

de repente, sin el menor sentido,

hablan.
De lo contrario, habrá

cadalso, negredo, esas cosas.

Pero quemarse los dedos

con tucas
es terriblemente sensato.

Eva, mío garabato,

y el ornato y la espesura y nada dura


lo que el viento en su maltrato
-gesticula de signos y signa los ratos

en que no parece pasar nada


en particular.

Y luego rotas
, cadenas absolutas

ceden ante la

conjunta presión conjunta

de la eternizada absurda.

Y los suicidas tienen razón sufiiente.

Sin embargo, ¿quiénqué

dicemiente?

Azar ignorancia

explicitado.

Caos muestra un par de cartas de su infinitud.

Pero una cosmogonía no es juego,


ni una mirada

responde a la tímida guirnalda

que se escalda
sobre el suelo y el plandor de amor filial

-para el resto del socius, nada,

literal nada de ante tinieblas negar.

Mas, he la luz y el desconsuelo,


y la desocupación llegando al cielo

-gente al pedo, terriblemente ocupada.


cero Vago

sobre el jardín de madreselvas,


y es justa la curda fraterna del digno disfraz,

mientras

afuera no parece querer nada de nosotros,

y es térrea la ceguera.
Pero no me vengas con cuentos de musas y los

alados pensares

que no son nuestros

-¿cómo pudieran?-,

ni me vengas con
gestos de la espera,
la tímida espera

en que el barullo de los gritos tenues

deja una mueca

incomprensible, un gutur, una estela

de similitud,
como rima o semejanza o dispersión.

Matemas del derredor y


huecos ígneos,

o la razón sobre sí,

que se comprende, entonces, no-razón

-¿más?, ¿menos?, qué se yo.


Y los alados pensares de la culpa inoculada

manipulatoriamente
sobre la ajena mente que siente y escalda,

sobre el caldo de desidia, escalda.


¿Revés en la habitación?

Sueño, o

mera canción que carga curvaturas del símbolo,


¿o no?

Mas no me vengas con decires que no entienda

porque

silencio y ya no sabe

-¿quién?, yo,

por supuesto,

yo. Supuesto,

una farsa.
Sensatamente, sensata mente.

Mas no me dejes a mí la tuya y evidente carga.

Dios alguno, mientras tanto,

hizo la luz,
esas cosas,
y luego este Bardo del que nadie osa salir

sin arder de demóneas crines

o la noche oscura de la selva puesta en los fines.

Pero boddhisatvas, y semiosis, y regresar

a través de la noche, y cantar


lo que no parece dicho mas
¿qué fuera esto sino el bicho?

-bien sabe gritar,


con caldo de cordura,

gritar.

No gustar de que rompan los huevos,


no gustar de romper los huevos

-necesariamente, necesaria mente

que se escurre si presente,

que se esconde entre los dientes


rotos de una mañana cualquiera.

Y operar en los abismos, como si no se fuera,

que se parece a no operar en absoluto.

Y la consorte hipostasiada sobre el suelo asa


engaños premeditados,

o maneras de escaparse entre las napas

que el piso teje cuando es ocupado

por las hiedras del placer y la esperanza


de que ceda vieja casa en la que nadie

dice tener suerte,

dice negar en caldo,

dice de mearse encima hasta los N sobre N años,

y dice tener un nombre secreto cuando sabe no tenerlo.

Y la cuestión de compartirse los decires con


la intención curvándolo todo.
Espacio en que callarse.

Espacio en que

predecirse, que es crearse

que es predecirse, que es crearse,

etc., y ambos sí.

Ditirambos, ¿qué va a hacer,


si no, Baco

cuando el vino se haga agua,

como intenta y descree el sutil eunuco

que pasea el encanto con la mirada vívida


de la absurda y lívida muerte en que yazco?

Rasgos de psicosis y palabras


vacías,

meramente negadas.

O el engendro en que ¿antes de Caos, qué?, y esas cosas.

Falso infinito del espiral.


Una natural tendencia a confundirse.

Es sensata,

siempre y cuando

Uno siga funcionando.

De lo contrario: Ley,

esas verbigracias.
¿Verborragia? ¿Dónde?

¿Quién?
¿Y qué dice? ¿Y por qué?

O jugar con fuego no viendo


blancas llamas del derredor haciendo

sudor de ojos oscuros,

sudor de ojos que aprenden a oscurecerse.

De lo contrario: blanco
de liana
-¿se entiende, Diana?

Ojo de toro -neurofagia y holocausto.

Rituales de otra vida

-transmigrados los nazis,


¿tendrán salida?

Paradojas de la vigilancia.

El pez que por la boca muere y la serpiente que come su caca.

Paradoja de la paradoja.

¿Autopoiesis?
Mientras tanto.

Decirle a más allá de la finita vida,


con materiales efectos.

Perdón, no sabía

la isaiana norma.

Ah, y si no es, ¿cuál es?

Materiadas formas, por supuesto, paseador.

O ceder ante el asfalto,


esperando.
Esperanza en la desarticulación.

Violaciones derredóreas.

Corazas hectóreas,
mientras tanto.

Broncíneos dardos

ahí donde no pareciera haber

nada en particular.

O codificaciones libidinizadas,
estúpidamente.

Ceder al cuerpo, de vez en cuando;


pseudo-masturbación.

Cigarros y tragos y alienación,

como parece ser la costumbre.

Afuera, mientras tanto, nada pasa.

Lo cual es particularmente extraño.

Ochavas,
por motivos económicos.

Tener que darse de comer,

habiendo máquinas, automatismos,

'recursos'.

Robarse un paquete de galletitas


en comparación a

fin de la cuestión.

Mirarse los dedos manchados de


tucas.

Mensajería instantánea, o la saña


intradictora.

Relativa aurora,

relativo sismo.

Uno, dos, tres,

¿cómo parar de contar?

Jugar a las escondidas una vez en la vida.

Falso infinito del arrobamiento que acaba


en muerte -finito miento,

realmente inexistente,

realmente operativo.

Pasearse por la sima

-por supuesto,
caerse.

Bacteriófagos.

Hay escarabajos que comen caca,

literalmente.

Descartar lo que no cuadre sobre


pasajero sí.

Reírse, de vez en cuando,

e ingerir
paranoia de sí, no, etcetéreo tal vez,

síntesis, y también su revés, y su contrario,


y el negativo

-discreción diferencial.

Caracteres, y absolutismo, y

mitotiranomanía.

Es decir,

huir
silenciosamente

insignado,

silenciosa mente.

Y el viento se posa en el cuerpo y no dice de nada.

Cruzarse:

guerras santas hace

¿cuánto alcanza la memoria?

O inocular entre los signos un aroma


a culpa,

extrañamente, extraña mente.

Coparticipación del cero en signo.


Dormir, de repente, no es lo mismo.

Latente,

siempre latente.
Como dos gestos que no tienen entraña.

Prender la parrilla para cocinar

verduras
-hipovitalismo.

O escaparse entre los reíres


como un saco.

O volver a la noche en que sombras dijeron su nombre.

Yo los niego, por supuesto

-jamás escuché esto,


jamás pensé esto,
a mí jamás esto de lo que digo,

imaginería de al pedo, todo el santo día al pedo.

El santo día se atribuye juicio.

Extrañamente,
no suele ser el mismo.

Caleidonoia en ojo vivo.

Acá, y allá, y acá.

¿Cómo?

Yo no sé,

no sé.

¿Como?

De vez en cuando,

cuando creo saber.

Después se me pasa.

Fabricar, con signos, aquello de lo que


no se tiene la más puta idea.

¿Llueven?
Símbolos en otros valles.

Acá,

mero reír del desconsuelo,

mero reír del desamor.

Recordar, también,

maneras extrañas.
¿Coreaban, no coreaban?

Yo nada más

ido.

Lo cual parecía sensato.

¿Perder?

¿A qué?

Sí sobre sí y he a sí ido.

Homunculismo en el abismo, y conjeturas.

Y, por supuesto, el intencional sesgo de indeterminación.

Malabares con

nada particularmente

relevante.

¿Revelación? Un instante
-el resto: mismo.

¿Que cómo?

Nada.

Panida, nada.
Y si la muerte tiene ojos, no me vengas con llantos desconsolados.
Y si se come de una carne, no me vengas con llantos desconsolados.

Éter mediante,

hacer silencio

-real y plenamente operativo silencio.

Arrobarse hasta que

nada en sí dígase y sólo así puédase

ceder,
como un llanto de cordura,

ceder.

O dejar un hueco en la sien.

Dejarse, mejor dicho.

Las técnicas vuelven en venganza


-es justa su danza.

Castrarse a voluntad

-pseudo-engendrarse.

Estética en la luz. Punto.

Automatizar las aladas flechas.

Aurismo,
o melancolía.

Cero derredóreo,

alucinatorio.

Gestos de romperse la boca


-la boca, efectivamente, rota.
Silencio de, al conjurarse, silenciarse.

Si sobre sí y recién tres.

Moverse entre las ruedas.

Asentar y sonreír
-acá

no parece pasar nada.

Sentarse a contemplar el automatismo.

El silencio: siempre el mismo.


Sus efectos: no.

Lo cual es ciertamente extraño.

Meta teleología cada vez que irse al baño.

Cagarse encima, de vez en cuando.

Jugar al ajedrez con dinosaurios


-se comen las piezas,

lógicamente.

Mirarse al espejo,
alguien miente.

¿Quién?

No, por supuesto.

Tendrá la Razón razón.

Autoría de leyes y reminiscios.

¿Era esto pretendido?

¿Adónde entierran al sinsuelo?


Caldo derredóreo,
con nombres inoculados

-nombres que no son más que signo;

incluso en el horoscópico abismo.

Reírse del infortunio


-pensar que la suerte fue mía.

Alcoholizarse, de vez en cuando, junto a Baco.

Tiene del bueno,

no del que hace llover sobre el cuerpo aparente.

¿O contarle a papá-mamá

absolutamente silencio?

Dejar escrita una palabra,


ignorando sus efectos.

Intrarrecurrir a la nada que es recuerdo

-alguna vez, en algún lugar del tiempo, no fui.

O mirar cómo las tropas se acercan,


a mirar cómo las bocas se acercan,

a contar quién ha dicho qué y cómo.

O preguntarle a los cuerpos


¿es así y sólo así que fuera?

Afuera,

los estertores pánicos

del delirio fundante de la misma nada errante

que ya paseamos.
¿Es sano?
¿Qué lo fuera?

O acaso respirar y esas cosas.

Aire oscuro, filóneo.

El filo de un cuchillo,
en el

cuello mismo.

La botella que dícese hora y dice la mano,

esas boludeces.

O animar a la reflexión,

arreando las nubes y cagándose en sí.

Encerarse:

dícese del que hácese cero.

¿Automatismo en el abismo?

Quizás.

Behaviourismo inaceptable,
siempre mismo.

Ley que se dice en ley,

mas ley que no es Ley.

¿Capitalizar, se le dice?

Artilugiarse, o astucia del rey


-un paso a la vez.

Travestirse,

también, de vez en cuando.


Jugar a la idiotez,

cargando el juicio.

Tecnonirvana, cuanto menos.


Huir, de vez en cuando;

reír,

si es que todavía se puede.

Pagar con alados

espejismos.

Simonear

-no sea que pliéguense sobre sí ajenos gestos.

Legitimidad de herir de lejos


-lóxicos reflejos.

Si me muero rápido más rápido se hace

-no estando yo, inoculando ruido en medio.

Si hablo,
de repente,

de arreos,

¿qué jaula no se escindiera del mismo clero

cuyo rastro es un anzuelo

y cuyo esquema es un matema

del que no parece tener miedo?

De parecer, no parece
-habiendo muerto,
¿qué duda queda?

Reír, también, algún día

-quizás sea otra la vida a la que refiere el sí con el vago signo vida.

Sonido,

ruido.

Silencio entre nosotros.


Haberse herido.

Dejarse un ojo puesto,

dejarse el otro ojo afuera.

¿No viste cómo actúa cuando


no entiende un carajo?

Repite lo que digo y digo lo que repite.

¿Quién dijo qué primero?

La respuesta es evidente

-yo no nací ahí ni en repente.

¿Que si calculo?

No tengo dos dedos en la frente,


como midiendo el desayuno.

¿Que si me preocupo?

Ayer me dije esto que digo ahora.

¿Palabras?

Irse de la tibia aurora sobre su una sal.


Llorar de haber inoculado vicio.
¿Hipersticio?

No sé, quizás.

Quizás delirio, locura, esas palabras

tan liviamente alzadas a las bocas que

las técnicas vuelven en venganza,


con tímida mirada de niñez en que nada

parece sensato.

Hábito de código sobre código, y Edén autoengendrado.

Isaianismo, efectivamente.

Buddhismo adonde debiera haber cruces,


y cruces efectivamente habiendo.

Plata de más, plata de menos,

la bandera.

¿Prenderla fuego? No sea infantil


tímido alfil que recorre la desidia,

mientras en la madrugada contemplan

cómo muero, realmente muero

cuando termino de sacar las cuentas.

Le debo al suelo
¿qué no?

Ahora bien, está también

la cuestión de

adónde termina el suelo,


habiendo tierra bajo el agua y esas consideraciones.

Geotrauma y magmatismo.

Pero todo lo puedo en el santo espíritu que curva buenas intenciones

-insuficientes, por supuesto.

Mejor pasarse la pelota-culpa entre los


boludos que se juntan a

jugar al tablero con

efectivos cuerpos vivos,

tibiamente entretenidos

con

medirse la pija de dictoras acciones

fantasmasiantes.
Luego,

volver a la comodidad del abismo personal,

adonde Nadie dice mal,

por supuesto que dice mal siendo eterno negativo.

La irrealizable libertad,
inflamando corazones-cardumen,

mientras ecúmenes calculan adónde el viento va.

¿No es materia el símbolo?

Decirle mamá a la maestra.

La necesidad de conocer la imagen de la madre.


Jugar a la magia negra con la sublime histeria.
Fuego, por supuesto,

del bueno,

del que el cuerpo quema.

Pasear entre las tumbas,


simultáneamente viendo

su hacer no siendo y su negarse a hacer.

Lo cual, efectivamente, es una forma de hacer.

Pero silencio no nos es suficiente y los noes nos arrean


por el mar del caldo sapiente en la que siegas

van dejando el pasto corto,

no vaya a ser que me dejen roja

la mano las madrugadas juntas

en que vivas curdas despejen los ojos,


mientras ya no esté en esta conjunta

simpatía de parecer hacer,

no haciendo lo que se parece hacer mas algo haciendo

-¿no es así?

¿O acaso yo no caí?

Por supuesto,

mas,

excusas más,
excusas menos,

siempre el mismo vago decir.


¿O no ves que los cuervos no juntan tu cuerpo,

el hedor arropado que carga tu tras?

El mío,
tirado entre caca de gatos,

para el placer de los metempsicosos.

¿Retornar a acá de acá?

¿Cuándo hubo allá que no sea presente?

Ah, y

olvidarse de la distancia,

ya no la hay.

O no castrarse a voluntad,

no teniendo voluntad
-proyectando en la mirada

nada de lo que realmente es.

Encurdarse en disfraces, después de cavar

huecos que vienen de lejos,

que, efectivamente, nunca cesaron de operar.

Rascarse el higo toda la santa mañana.


Olerse los dedos.

¿Olfato? Yo ya no tengo,

después del empedernido fumar.

Y la intransigencia,
siempre presente -negando
la resistencia del que siente,

que siente siempre de más,

extrañamente.

¿Cesara?

Al César lo que es del César,


y reconocer

que se es paseado.

Luego,

quedarse callado,

provocando la especulativa

inanición

-plan de acción para los que no


plusvalía, esas cosas.

Pero si el exceso

no hace daño,

¿fuera, realmente, a matarme?

¿Cómo?

Yo ya no tengo durante,

este decir no es mío ni tras.

Pero el disfraz es el sueño y la sensación de vergüenza.

Matar una memoria, le dice.


Olvidar, insiste.
Mero sobre-escribir.

Real y numeneo haber ocurrido,

¿qué lo pudiera cambiar?

Jugar con las ruedas y los símbolos


-no tener la más puta idea de lo que se hizo.

O crucificarse,

tentando a los disfrazados

a contemplar el Hado

con los ojos desvestidos del rasante haz

de luz que cargan los testigos.

¿Quién no?

Nadie,

y no el absoluto Nadie,

mas el figurativo nadie de común circular.

¿Palabra? Sí.

Sonido, sí;
vista también.

Ahorrándonos el delirio, diríamos

signo.

Pero, luego,

¿adónde no?

A César lo que es de César,

la humana ley.
¿Abismarse?

¿Cómo?

¿Quién supiera?

Nadie...

-misteriosos signos suspensivos:

inflexión de la voz, también.

¿O no ves cómo se rompen las bocas,


se escapan los ojos,

se abren los cerrojos

y los muertos pasean

tierra esta tan viva, tierra esta que los llena?

Edén en el andén,
recuerdo de otra vida

-otra y misma, por supuesto;

finitud de haber dormir.

Cosmo-agonía en el día.

En la noche,

atenciones que cesan, divagan

-impregnadas de símbolo,
no pueden;

ha de ser una cuestión de salud mental

o cobardía.
Mas ya fueron dichos sus efectos,
si es que no se tiene pereza de mirar atrás.
¿O eras vos

la que

¿criterio cuál?

¿cómo?

y luego evidente histeria?

Discursiva, disruptiva

miseria.

Rotas las bocas, se dejan usar.

¿Cuál no estuviera rota?

Defectismo en el humano cuerpo.

Artilugios de seguridad

-no sea que afuera

vea

el real adentro,

y sepa cómo usarlo.

¿Lucinaciones?

Ruido blanco.

Juicio vinculante.

Complicidad entre los abismados.


Complicidad entre los complicados.

Y los signos que me ponen encima

no sé que boludos
que descreen del verbo que hace sus nudos.

Mas no sea cosa que la quietud se presente,


y haya realización.

Y no sea cosa que se escurra por la voz

un juicio sobre sí disfrazado de proyección,

y dense cuenta.

Y por ello haya que pagar,


habiendo

ojo por ojo y signo por signo.

¿Designios?

Mejor

sentarse a estudiar.

¿Cómo?

Yo

atención no tengo,

atención no presto.

El cuerpo, sí;

mío el resto.

Socius,

cuerpo lleno del no

que si bien es sí es más no que sí.

Alienación calculada,

de lo contrario: Catatonia.
Mas, no es para tanto,

nada más

dejar que los muertos se lleven lo suyo

y siembren el decir que no sea suyo.

¿Soñar de morir afuera?

Insistís lo suficiente, y
adentro, e
insistís lo suficiente y
afuera,

y he el medio y he el revés del medio

-Cielo e Infierno en la misma fuente,

esto es bien sabido,

es el mal sabido.

Luego,

imposible hacerse los boludos.


¿Deducción?

Psicosomatismo de

dejarse patear -electrificios-,

y que luego caiga por su propio peso el ajeno juicio

-destinado a errar.

Pero habiendo sido cuerpos realmente existentes los

arreadores de mitos,

¿no estarán vagando en algún cuerpo actual?


Cadenas de almas encadenadas.

Si se mata a Nada, sí -no mucho más.

Pero acaso no te dije que te calles tantas veces como pude,

tantas veces como supe

decirte que

es imposible hablar de quien no está presente.

Entonces, solo Yo,

no puede menos que mentir.

Si dijera la verdad:

epidemia de psicóticos

-y la llama que anima el brote,


¿quién sabe qué fuera a conjugar

para vaciar al ido disfraz

creído desde real antaño,

mientras se iban acumulando


años tras años?

Arbitrariedad solar de símbolo.

Ojo que ve no es ojo del cuerpo.

Ojo del cuerpo: vida, no mucho más.

Cálculo implícito ante la memoria predatoria.

O acaso no recordás
amor medido,

amor aprendido
en un niníveo vagar

filiaciones y matar con buenas intenciones


-énfasis en matar.

Haberse fumado la falopa bíblica

-mas sólo el principio y el supuesto final-

desde tan chico,

contigencia.
¿Actuar? ¿Yo? ¿De creador?

¿Por qué no?

Ignorar.

Cristípico delirio de psicosis con delirio místico.

Misticismo en el abismo, por supuesto.

Haber nacido P, entonces, Q.

Minusculatura.
Natura nocturna, o variación.

Mismo,

maquinado por el abismo logarítmico del

mismo.

El supuesto final, sí.

No mucho más.

Detrás
mejor no ir, no sea que

díganse angelados pensares en aires oscuros,


mientras la noche arrea su sien.

Tinieblas atenéicas en violácea escaramuza.

Dardos del derredor.

Por suerte, he la égida.

Matar al hacedor,
hacerse hacedor.

Autofagia en el abismo, también.

Neuropatía de lo mismo siempre mismo,


extrañamente.

Líneas rectas de Destino.

Líneas rectas de aladas flechas.

Amor, entre otros tantos.

Elegir a quién servir,


u ocupar.

Guerras celestes, de caleidoscópica mirada

que cruza los éteres y

espacio dícese.

Descansar, de vez en cuando,


con una tenue sensación de angustia.

Y los que dicen que piensan que no son escuchados,

habiendo el cero ecuanimizado,

viéndolo aunque no lo vea.

Almas eternas, omnipresentes,


esas cosas.
Artilugios sapientes

de mí no, de eso tampoco,

y ya no sé, Cronión, de quién.

Dioses que desconozco.

Ha de haber habido idos antes de que díganse un nombre.

Naturalmente, delusión -algo así.

¿La lluvia estaba o se la hizo caer?

Un techo con dos mangos encima.

Una madrugada,

arrear las nubes,

jugar a cronear.

Brekekex, coax, coax: gutur.

Absoluto ruido. Nada dicho.

Pero quien sepa, que no sea yo.

¿Privacidad? ¿Adónde?

Si no están,

alados pensares los traen,

y yo no sé quién piensa a quién

-la mariposa, Caos, esas cosas.

Unimultiplicidad, bien. Sí.

¿De qué?

Criterios de corte -sangre en derredor.


Despedirse cantando last goodbye.

Una

y otra

y otra

vez. No es.

¿Quién yo él?

De todas maneras, esconderse.

No sea cuestión de suerte o fortuna o causalidad.

Mas, contingente o incontinente,


irse

como quien mira por la ventana

gotas de rayos de anunciar un muerto en el diario,

para que no se nos olvide la cuestión finita.


¿Llamas imitan?

Una voz, según la ley, ha de decir algún detrás.

De lo contrario,

¿por qué verían lo que suspira


tras el tímido disfraz?

Correrse a corear.

¿O son los modos de escarbar

la tierra y asirse del suelo?

Ásese del suelo ¿quién? ¿yo? ¿él?.

Ella también, como si no dijera.


Virtud de virtual,
efectivamente.

Dos, tres
espasmos de palabras

inconsecuentes.

Hablar en lengua ajena con lengua ajena y en ajena simiente.

Cotejar la información y hacerse cero.

Modos de la distribución.

Puntos sobre el plano, y lecciones de espiritismo


-si acá, esto; si allá, esotro.

Concluir: a veces, como.

Digresiva luz que vuelve después de haberse cortado.

O curvarse los dientes,


con espíritus al lado,

digitando.

También tipear si se es pareado.

También tipear si se es paseado.

También tirica, temblor, espasmo, sin.

Una bella tormenta bienviene,


y es justa y necesaria.

Y ya se oyen los gritos de quien arrea inundaciones.

Digresiva luz que vuelve a irse:

baterías.

¿Del decir cómo ya se priva?


No lo hace y no miente al respecto.

Sentarse a escuchar el estornudo, un placer.


Que salgan los mocos, un gesto amable.

No lo hace y no miente al respecto.

Que pregunte qué hora es, sabiéndola,


humor, irreverencia, temor

a la corpórea ausencia de yacer sin hoy.

Eternista,
muere la esencia.

¿Qué es que se es si ya no hay ya ni tiempo?

Sin embargo,

dualismo,

poco,
habiendo el criterio disyuntivo de decir o,

cuantas veces plazca al senil espectador


-tras nuestro, tuyo, yace.

Pero no le preguntes del cielo

ni le cantes una canción,

y no le niegues que sepa,


y que no sepa ya.

¿Allá?

Parejas

pajas se arremolinan en especia.

Dudas al respecto de en qué se estaba pensando.


Maquinalidad, cismático mecanicismo.
Después, abismo

autómata, detrás,
cuando ya no se es,

ni se es quizás,

ni se está

acá o allá.

Boludos jugando a los dados.

Cronión,
sincretizado, recorre

la consorte, y encuentra

a su lado una muchedumbre


esperando al ictiófago

dador de miembros, coronador


de anarquías en lóxico plandor.

O la vuelta de volver,

etcetéreamente.

O la muerte,

que tiene caricias paternales.

Y el pasear las viejas sales,


como si nada pasara, como si no dejaran

corearse las ventajas

de izarse en casa

de sí y sólo de sí
por infinitésima vez,
bajo la misma vana advertencia de haber perecer.

Pero no me vengas con metempsicoso canto o cuento

alado, que no niego


renegar de lo que es Hado

y escrutar sin simpatía

Elíseos o Hespérides o el vago Cielo

en que Amor,

el homicida,

discretamente arroja rectas flechas


con un carcaj hecho de muecas

y con las intenciones torcidas.

Ya ha pasado el tiempo,
gaiana curda,

y el espacio abunda y es la nuestra

manera de huir de la guerra,

como si no fuera este decir sin cierto.

Y ya ha corrido el viento
cual sutil espectador

de la común unión de las almas alienadas

en la viva nada del blancuzco mar,

adonde hieren de lejos, quizás,


los mismos de siempre

con caldo de disfraz o pensamiento en derredor,

mientras quien pasa debe saber qué es hacedor


y qué es asido al espejarse

en los tímidos umbrales del cuerpo corredor,


átlesis de psicoidal entraña.

Y cuando tejan las arañas,

¿quién sabrá cómo?

¿Cuentan, cenan, acaso,

sobre los domos?

Y cuando ceda el canto uno,

mismo mismo en el vago equilibrio

del que pende mismo

mismo,

mas variado en el sutil abismo.

De lo contrario, comer,
sentarse a cenar,

errar,

también comer,

sentarse a cenar,
errar,

también... etc.

¿Vanguardia al respecto de qué?

¿Ayer?

Parece mañana, comparativamente hablando.

Sentarse a leer los diarios.


Pero es lo que quieren los que dicen saber lo que quieren como
dicen saber lo que quieren los que dicen saber lo que quieren los que
dicen saber lo que quieren los que dicen saber lo que quieren.

Y ahora la parte del cuento en que totalmente X y luego

'dame la plata (risas)'.

Mismo signo en misma libertinada nada en que


mismo ahora que ayer dijera,

bebés inclusive.

Pre-cigótico,

psicóticos, por supuesto

con delirio místico.

O el cagazo terrible a
terminar de morir.

Pero a mi hijo ya me lo comí.

Y la buena madera se pudre de nuevo.

Absolutismo en el abismo -gesto cronida.

Edipo, que descree de los disfraces,


y se pone cualquier acto.

Tiresias bilocado,

de vez en cuando.

Alquitrán en los dedos,


a cada rato.

Tócanse en tu vieja.

Lucinaciones,
códigofagia.

Cagar

palabras,

dejarlas

inusables.

Saberse de memoria,
autopoiético.

Dejarse matar,

de vez en cuando, dejarse matar;

dejarse usar

como dos hojas sueltas en el vidrio

del que pende suyo tras,

con las lívidas escarchas

de la miasma que estaquea

razón en la pradera

de la que no puede decirse,

de la que no puede contar.

O jugar con la esfinge sabiendo que finge.

Terminar en absolutamente cualquier lado.

Escindirse,

de vez en cuando.

Correrse, fue traducido.


O cantar al respecto de

Pasear el banco, vestido de


pasamontañas.

Echame antes de que

Cortar el pasto, secarse el pelo,


comerse una tuca.

¿Regar las plantas?

Sacarse las medias y matar una casa de 400

metros cuadrados.

Y la risa que transporta la psicosis,

como dos hojas azules

que serpentean el humo

del amanecer de tardíos

navíos del incierto antaño,

arbitrario como el vago río

en que nada

Cortarse los dientes y preguntar la hora,

o la esquicia,

izar el juicio

con memoria y entretenimiento

Técnicamente, santidad.
Su santidad, mientras tanto,
alocutiendo en tecnicismos,
perdido en el mar de lo siempremismo

y teniendo que lidiar con invasores alados.

La era de vigilarse

-puede que alguien me esté ocupando cuando digo,


por ende, silencio.

Aminorar la marcha, o sentarse a preguntarse.

Silenciosamente,

escurrirse con la lluvia tenue

que recorre las sienes puestas en la nívea fuente


de quien use y quien siente

sus pasos sobre la tímida mueca.

Confusión,

o curda de apariencias.

La Nación,
de fluida diferencia.

Xivilización,

esas cosas.

Más, adonde

no sé, ya no sé.

Fin de la piel

-¿qué sol, entonces, no quemara?


Luz pneumática,
cuanto menos: rara.

J o familias de pescados.

De esta, esotra manera, pescados.

Cruel hábito de conocerse,


mintiéndose.

Si se miente a sí,
a afuera, ¿qué?

Ley cuya paradoja es su tautología.

Aurigas, o
intermitencia,

o juicio del común juicio,

que estandariza toda medida,


similando -siendo

imposible igualar

-excepto en el perezoso abstracto.

Dejarse matar,

por el bien del socius.

Mas no se puede condenar dos veces por el mismo crimen.

Esto es bien sabido.

Simular dejarse matar.

Mas no se puede dejarse matar tres veces por el mismo juicio.

Por el bien del socius,

hacer silencio.
De lo contrario: epidémica psicosis.

Pero no me hagas caso,


yo nada más

cirrosis, esas cosas,

yo nada más

báquico delirio de si, entonces.

Nubes blancas si un ojo en el éter,


nubes blancas si un ojo en la tierra.

Nubes blancas si nublada la estepa


deja ver nuestra sombría mueca

y se traducen las mediadas intenciones.

Cuerpos con nuestro,


algo dice más que palabra sola,

a menos que atenta sola palabra no deje

huir,

con un manto de cordura, huir.

Automatismo, estigmata, autismo, errata.

¿Farsa?

Yo ya no sé qué es que es y qué es lo que mata.

Nadie sólo existe para saber un nombre.

Aprender a agachar la cabeza y retirarse


-jamás, pero saber simularlo.

Morirse sin haber sido

-jamás (¿cómo fuera posible?), mas saber simularlo.


Quemarse los ojos.

Quemarse los dedos.

Quemarse
parado sobre la hoguera,

mas si no nos dan vuelta

la cabeza queda cruda.


Complacerse en el quemarse.

Intercambiar pensares concupiscentes,

porque es lo que se supone que debiera.

Prestarse
dos, tres palabras,

matarlas, curvarlas, estrujarlas,

dejarlas

inutilizables.

Llamarse a silencio.

Nacer a llamarse a las cadenas.

Nacer a llamarse a la cena.

Comerse
dos, tres palabras,

no dejar nada en medio.

Conocer a Silencio.

Tirano de la calma:

esquizarquía.
Pensarse en Silencio.
No va a contar de este respecto.

Parece claridad que es un engaño considerando

variación de coloraciones y las canciones


diciendo de más,

erradamente,

errando el nuestro o errando el suyo o errando ambos,

lo cual es ciertamente siniestro.

¿Magistratura de las hadas?

Plegarse sobre la espalda,


llena de granos y matemas,

y dos, tres lunares,

y las lunas suficientes para que gravite el mío

cuerpo hacia sí y ceda.

O comerse las tucas, jamás


tirarlas,

que parece ser una costumbre o algo así.

O, si la lluvia suena,

decir qué mal es afuera,

decir el bien de adentro,

y que mátense mediaciones.

Exigir,
dispuesto por fantasmas,

respeto por las excreciones.


Tirarse a la cama a reír,
no mucho más.

Contarse de decirse y decirse al contar.

Abusar de la cordura,
que no parece sensato.

Yo no sé.

Y sin embargo,

parece estar espectando desde relativamente largo rato.

Pero es una manera del espectáculo


-máscaras venecianas y pantalones robados.

Herescindencias en la natura que se dice ciencia.

Natura conjurada.

Deshacerla, realmente deshacerla, ¿cómo?

Acordarse de cenar.

Acordarse de dormir.

Acordarse de cenar.

Acordarse de acordar

un espacio de mediaciones adonde libre se vague,


suponiendo conocer lo que es aquello a que se dice libertad.

Gritarle de coronas y muertes en gloria y supersticial tres veces.

Incandescencia de la memoria.

Uno, dos, tres fantasmas, quizás cuatro


-en realidad, por lo menos ocho.

Ubicarse en un lugar angosto, estratégicamente.


Termopílea estrategia,

trágica, digna.

Comprarse un rato, para que el resto

trágico, digno, también.

O no decir al respecto de quien

dícese silencio y curva,

como si no notara, curva,

y la ochava que no encuentra las ruedas.

Tragedia en el abismo,

haber el falso olvido y la negación.

Tragedia en el suicidio,

metaesquematismo malcircunstanciado.

Ecuánimes en todos lados.

Y la tapa del uno diario disperso que siempre, terriblemente siempre,

cuenta de un muerto,

uno muerto en el espacio.

Disfrazarse de indio en una escuela católica y creerse Diana.

Crearse Diana.

Errar las flechas mas circunstanciarlas.

Imán para los cruces y para las chispas esperadas.

O el efecto del efecto del efecto, etcetéreamente.

O el efecto del efecto del efecto, etcetéreamente.


Robarse un gesto, un pedazo de materia,

una palabra, un pedazo de sonido,

un común cuerpo,

que no es prestado, es robado,

y comprarse la redención con

simoneo.

Noventa y cinco tesis y un desespero.

Siempremismo en el abismo.

Innúmeros años ocupados en la cuestión de dios.

Matarse, hacerse dos, tres, Loxias, cuatro, Loxias,

y si digo una vez más: plandor de aguas extrañas.

Orificios, o viejos vicios, o ficcionadas llamas

dispuestas al engaño y a la entraña.

Holocaustos rituales, o la curda habitual

-al que sabe, por saber; al que no sabe, por no saber.

Si es y no es igual -que no es posible-,

entonces no será.

Y si es igual -que tampoco es posible-,

entonces no será.

Como cualquier dispuesto y discreto ente derredóreo.

Como el gesto hectóreo de dejarse ocupar.

Amenazas vagas y el sutil vagar.


Luego,

la comunidad de los esperanzados,

con los cuerpos puestos en el tímido erario

del atlásico cuenco del que se es mero quizás.

O el meo con que cuentan lo que cuentan.

Hedor de falso misticismo.

Intención predispuesta.

Disposición isaiana.

¿O no era mañana lo que dijéronme cuando fui?

Ah,

y no me preguntes al respecto de

lo que fuera a ser esto.

Y no me preguntes si tengo que contarte o no contarte

o no contarte contándote en el través que tenga que poner durante

la negación.

¿Se nota mucho la

esclavitud?

¿Será que

abraszame

madre del dolor

y esas cosas?

O la astucia de usar un símbolo que nos hubiese sido útil.


Mejor romperlos todos,
y no dejar

una palabra disponible.

Absolutismo en el absoluto, lógicamente.

Logoicamente,
recostarse en un regazo.

Cero-ochocientos de gemidos.

Durar de un par de segundos de eternidad.

Luego, la memoria.

Cosa rara y Sino.

Duchas de invadir líneas para contarse cismas.

Duchas de invadir cronidas líneas adonde ríos y no mucho más.

Electrificios, furia,
deidal ira,

controlar a quien se quema,

para que se sepa.

¿Era yo o fui asido?

Yo sido,

olas.

Caldo de cultivo de sombras y esperanzas,


simultáneamente.

Termopíleo,

estrecharse la frente,
arremangarse la sensatez,
correr a través de lo que se pose enfrente.

Luego, aceptar,

dignamente, la muerte.

Es justa y necesaria y digna.

Caerse de esperar y pseudo-semitismo.

Supongamos: absoluto silencio; luego, ¿qué?

Lo mismo, lógicamente.

Mente afuera, primero, por supuesto.

De lo contrario, ¿qué fuera?

Y de no ser, ¿qué?

Así, absoluto silencio,

recurrentemente.

Jaulas inoculadas en espejismos.

Tránsito de abismamientos incluido.

Ridiculatura del círculo y vergüenza ajena,

propia del ajeno.

Al enemigo: ni venganza.

Lo cual es ciertamente pacifismo de superficie

-Cronión dirá que dije,


no el mediador boludo en medio.

Ridiculatura del cálculo y lo que Silencio no se niega a callar.

Verás, yo nada más


asentar la cabeza y sonreír,

como si no fuera un puñal la pupila clavada.

Negarse a comprar un buddha,


sensatamente.

Reirse sin dientes, ponerse


de huesos encima.

Luego de sacarse los ojos

'para pensar mejor',

no haber previsto la
imaginación, y la visión, y el descontrol.

Pero no me preguntes qué carajo hacés cruzando este pensar,

porque no tengo la más pálida idea.

Mas,
alguien silba

-a los traidores

-de vaya uno a saber qué lealtad-:

opacidad.

Y el silencio y la espera y saber que la muerte llega a eso de las cinco.

Exactamente a las cinco pero decirlo con precision sólo hiciera

inoculismo.

¿Plagio en el abismo?

Siempremismo, ¿o no recordás?

Y el conjunto que ocupa, y se dice entre sí,


yo mediante,
qué fuera aquel durante,

cuando el espacio nos junta.

Pero yo, a lo que sea que yo dígale yo,

mejor negar,

¿no es así?

Y de la pinta de boludo no hay duda.

Como fallo en representar,


cualquier disfraz es cordura.

Pero no me vengas con cuentos de negación que yo de eso

no entiendo.

Y si me preguntás, yo viendo
qué es que hay también acá,

voy a guardar un sentido y respetuoso silencio

a quien se entrega a la muerte con inocencia ritual.

Y después la circunstancia de Evas con penes y Adanes con nada.


Y el juego de esconderse en la memoria,

como una máscara de perfume,

y reconocer la mueca que piénsase oculta.

¿O no era digno de salir a pasear,


de vez en cuando,

el común engaño de la tierra habitual?

Y el pasado que no encuentro, y el recuerdo que envuelvo,


y la forma de escindirse entre los signos

cual si fuera el sino mismo el que dícese detrás,


habiéndolo aludido ya no pudiendo más que ser

acá o en través del reír usual.

Si el Cielo no dijera de ganancia,


¿qué fuera sino silencio?

Metalumpenaje de un poco más allá mas no allá.

Capital de simbolería, o
ribeteo que se esconde cuando aparece,

o que se muestra,

o que se entierra,
o que repentino aterra,

libertado de su sí y de sus efectos.

Y pareados dados deciden

destino,

invirtiendo en ignorancia.

Es justo y necesario.

Y volver a casa a pasear en ignorancia


la vacua Navidad.

El sol teme morir,

y sin embargo muere.

Digan, los muertos, qué los viere,


quién los viere

con su premeditado errar.

Y digan los fantasmas de matar con besos.

O griten gol, palo, y esas maquinaciones.


Porque,
como duendes aniñados,

se sientan a jugar

-inocentemente asumiendo que el juego es igual.

Y los alados pensares de catársises en trance


no dejaran de seguir el tras

que llámase a mañana decir mejor

el súbito disfraz de los vívidos pases


dados al vacio para que nadie alcance

un buen mirar que no es mirado.

But mama you've been on my mind...

Entre otras cosas.

O la ecoica laceración de yacer debajo


del símil encanto que urdiónos el más

adonde Nada fuera solo y sólo fuera afuera

sin sí ni pos ni tras.

Disfraces eternales como aguas termales.


Alguien que desconozco llega.

Se pone dos ojos de cordura, y disimula

no sentir mi reír en su vals

de atención dispersa en el disfraz


de siendo en lo que el ojo veraz

vaya diciendo haber sin más.

Manden videos;
de lo contrario,
me vuelvo a equivocar.

Y sentir como putean al aire y que el aire sea el mismo que a mi boca
{va a parar.

Y putear al respecto de que me hayan robado la quieta soledad.

O comprender por qué el domo es, por defecto, oscuro.

Y ahora o nunca ofender,

dada la cuestión de la guerra sempiterna.

Un infierno fugaz,
después,

la tierra
-un infierno fugado.

Pagada

la angélica vanagloria,

volver a una casa que festeje navidades.

¿Arbitrariedad o espíritu diseñado y dado a cargar el designio?

Pánico en presencia de Amor


-quizás vea mi desnudez.

Pánico de agujas tenues.

Papá-mamá-yo y luego mejor frene.

Cronión, Gaia, y Tiresias,


el astuto,

y luego mejor frene.

Cortesía de tener buenos pensamientos.


Corazones rezantes.

Besos rezados.

Deidosexualidad de proto-evangelio de San Juan.

Ley
recién luego.

Dinoxaurios.

Protopitagorismo en el abismo,

y, si no,

traeme al bioquímico, esas cosas.

Cartas astrales deshechas con descorporizaciones.

Al principio fue quécarajoesestamierda.

El juicio aquél persiste.

Salud mental,
tecnoespiritismo.

No es la falopa,

es afuera.

¿No ves cómo pasean flejando juicios?

¿Oscurecerse,

en pleno siglo veintiuno,


con los cables llevando luz a todos los rincones del
cuerpo entero?

¿Pero si el espejo cruz?

Cerrar los ojos y mear en el lavamanos.


No queda,
oportunamente,
mucho y real mañana que este durante permute.

Mas, en la era de la materia,

virtuales memorias de qué no se asieran,


dada la conectividad y la inteligencia correspondiente.

Y no matarse porque la culpa y esas cosas.

¿Qué símbolo lloviera de suicidas?

Pero Jesús nos prometió el mejor equipo de los últimos


cincuenta años.

Diestro en la gambeta, treinta y tres,

con un poco de suerte y pompas de viento


puestas desde arriba hacia el cuerpo,

puestas desde el cuerpo confundido.

El sutil abismo, nuestro juego,


y yo

ardiendo acá, ardiendo de allá,

cual si no fuera una razón este fortuito desencuentro.

Pero no tengo coraje o piel


suficiente para las ácidez de lenguas trípticas

que crísticas condenas reparten cual si fueran cimiento

de un tenue viento con el que huir de la pena viva.

Y no me avergüenza, cuando lo digo,


y no me niego en el abrigo

de brazos tuyos, puestos


a consolar el alma ida

que sobre la sima se ha hundido


y contempla, sola, la misma herida

del candor matinal,

cuando el azar es juego y es juego el beso

que inocúlole a los espejos


en que silente voz mía te escucha

y se deja curvar,

se deja herir por no haber la vista.

Pero qué designio de Destino nos contingiera

sobre las tenues praderas del misionero interior,


en que arde de vivo fulgor la verde napa de la tierra,

en que iza el vivo plandor de la noche eterna, diciendo seria

mnemotecnia del azar en venias

circulares, articuladas, errabundas y amañadas

por la curda y la condena, o por el curso de las capas


acúfenas de los panes que pasan,

cual si fueran siervos sueltos, pasan.

Vos,

que voz me diste,

¿fuera este canto triste, este decir un ritual?

Voz que quizás ha llovido, y no supe reconocer,

¿qué quisiera parecer cuando viva afuera,


con gestos ótreos de misma espera
puesta en el jardín de hesperídeo brillo tuyo?

Vestida a recibir la libertad,

cadenas avizoradas,
¿no es así?, soledad

que recorre el vago andar de pies míos en tierras ajenas.

Mas, ¿quién fuera comerciante


de éteres, durante

la hambruna de las térreas fieras?

Yo

me entrego a tu cordura, para que cuente


el que modula, quién ha de decir

y qué ha de preguntar

el lívido rostro y el temblor del miedo

que al creerte cerca me hizo realizar


decir este, tan errado

que arreador ha de posarse al lado

a contar qué ha sido el canto

y deshacer el encanto para que boca mía pueda hablar.

¿O no es, acaso, Silencio


el que inocula multitudes?

Y el espacio que mis ojos llenan ya no fulge cual estrellas

puestas desde el vívido nado del allá que acá llega.

¿Por qué contar, entonces, lo que supiéramos?

¿No nos fuera a matar?


Reír de canto o de cariño, o reír
cuando el vago brillo de ojo extraño

mostróme tus heridos años,

y yo templéme en un callar,
con gesto atestiguante, callar.

Gesto mío diote

maneras de matarme,
mientras mares de tristeza

recorren las piezas y yo espero detrás

el ceder de la ansiedad ante los labios juntos,

el errar con precisión sobre el hendido


corazón surcido de hebras doradas.

¿Pánico de la muerte blanca?

Ya no más.

Jano, el discursor, repiente


cuando dador,

cruzó ambos lados sin saberse presente

en el ardor que el cuerpo siente cuando úsanlo en su tras.

Mas qué negar me fuera suficiente,


qué reír no fuera a ser sapiente

cuando la psicosis vuela sobre el éter de matemas

y las esfíngeas corazan se hienden

y las tinieblas pósanse en los ojos de quien pretende


sobrevivir el alado juicio que los oscuros aires lleven.

Perdón
si anduve pensares tuyos
con el orgullo vestido en cada decir,

y herí,

ignorante de mí y mis trases, herí.

Perdón
si la sensata

Palas Atenea se desata

y mézclate de guerras mías, a mí cribadas.

Ya sin fe, y sin errata,

la tierra díceme su hablar,

¿y cómo fuera a persistir


lúcido y tenue como un marfil

esculpido para la memoria eterna?

He la sombra de los signos


en cada tímido designio

que arde en nuestro tras.

¿Acaso musas de extrañas voces

hayan dispuesto el roce

de manos nuestras en el tibio andar


las cuerdas que decían de amor

estar en la distancia y nunca acá?

Es indigno mi disfraz y es llave maestra


para corazones moldeados por el afán alado

del vago Amor, de flechas rectas,


sin lengua que bifidizar y sin intención que no sea secreta.

Mas quizás mienta y delirar,

delirar, delirar,

hasta que armónicos decires den la muestra


del fulgor que he visto allá,

cuando no decía más que andar

el níveo Paraná de muerta lengua.

¿O acaso la madrugada no nos despierta,


o el ocaso, o el espíritu

del pueblo que resiste a las evidentes

pulsiones del cauto y vidente


autor de logarítmicas canciones?

Y la palabra es chamuyo

en la tierra cuya bandera lleva los signos

de los fénixes y del Abismo.


Ícaro sintonizado,

¿no dijo tu juego de dados

lo que se espera al errar al fuego

del astro que de lejos hiere,


cuando el trópico refiere

curdas de hectóreas lágrimas ante el pasado?

Ícaro, que estúpido suene

no deshace el real efecto


de haber huido con las vergüenzas
expuestas al común engaño

-porque engañarnos hemos,

¡mas de sublimes matemas!


Y las mezclas, todas tienden,

corazón que entiende,

hasta la musical noche en que destella


un rubor de amanecer,

un rumor de corear

a nuestra muerta libertad eterna.

¿Quién ha de decirme qué canciones

disponen los sígnicos ardores


de herirse en piernas y ya sin tras?

Sombreadas de vergüenzas,

mis palabras horadan

la lúcida nada en que los cuerpos ahuyentan


insultivas guirnaldas que el fin imponen.

¡No me circunstancie en viejos errores,

cultor de la palabra exacta,

mientras erre en viejas danzas


el clamor de la miseria!

¿No me engaño

cuando castaños ojos muestran

la curva en la que especta su mirada,


la risueña coronación del domo oscurecido?
Vea, error

parecido hemos hecho,


ah tantas, tantas veces,

¿que qué dijera si no fueran peces

del recuerdo que dicta un tras?

También ido hice mis paces


con las cuerdas de suicidios en pensares,

sabiéndome culpable de una idea inocular.

¿Pero debiera mentir y callar y negar

el sufrimiento inabordable
de la humana vida que ante sus sueños

no puede más que ceder en negación de claros misterios

que como estrellas pacen,

sobre el gesto de un atisbo,


sobre el resto de un amor abisal,

pacen?

Crea o no,

dígase o no el nombre prohibido,


igual y vívido su operar.

¿Anarquía en el abismo?

Nada más sentarse a contemplar


la azarosa y conductual

manía de las circunstancias,

adonde dos pájaros escapan y Tiresias se da a dictar


sentencia a la apariencia,
descubriendo suyo tras.

Y la tempórea materia, ah,

que tarda en llevar

pensares de acá hacia allá,


cuando los gestos de disuelven en el aire que el viento lleva

a sembrar en el lívido pneuma del que qué ha de escapar.

Temor, temblor, histeria y cómo parar de contar.

Temblor, numeneo, miseria, y el misterio del vago andar

pensamientos, cual si mintieran,

plegándose hacia la nádica tierra

en que quietos y silencios cantan el cuento

de lo que fuera el vivo acá.

Y aquello de lo que no tengo signos para contar

-ni que hablar de palabras,

ni que hablar de gestos.

Y aquello que el cuerpo junta en derredórea lucha

por persistir en su qué que qué fuera a obrar.

Y el sueño del suelo uno que ya escisiones no soporta.

Y el sueño de lo que importa para quien muerte se provoca.

Y las desesperadas acacias de que nada escancia sin ser detrás.

Y las araucarias, como síntoma, muriendo.

Y no pararse a contemplar qué es sentenciado.


Y los vivos que nunca sienten la alada muerte que nace

en cada decir que errabundo disfrace


cordura con ensueño y su físico detrás.

Cuerpo alguno ha de estar dictando una mente,


cuerpo cruel ha de matarme si ando

tierras reservadas a las puras intenciones,

libres de efectos y libres de sones

de trompetas que anuncien sus plandores


en el erial escrito con tanto cariño

por las heridas que los decires han creado,

por las heridas que los alados besos han creado.

¿Oírnos a lo lejos?

Delusión,

como quien se niega ante un espejo.


¿Pus de crucificados

que sobreviven?

Manto helado de la lluvia final,

cuando dícese el eterno disfraz

y muestra su rostro verdadero,


indecible e imperecedero.

Signos lo han bordeado,

y ahora es sólo repetir de manos

que se escapan de la voluntad,


que se escurren entre los creídos
verbos que un niño ha aprendido

de vagar la tierra y volver al cuerpo.

Y a veces la recuerdo,
a veces me ocupa

su mano que arde en las bruscas

meditaciones que las fuentes supuraron

sobre mi vivido milagro ante ser y estar


encontrando el mío tras en cada errar que mando

hacia mí en vario disfraz,

despidiéndome de mí una vez más.

Ya caí,
mas yo he de caer todavía.

¿Cómo pasear la tierra

en calma

ante las sombras que se amuchan


en las gradas de la espalda,

mientras la noche se digna a ocultarnos?

Está, efectivamente, comprobado

que no hay errar


-y no sea retroactivo el sismo.

Está,

no está,

está,

no está,
o cómo matar a un muerto que ya han vuelto a matar.

Sabés, yo creí
estar desencantado,

mas allá de pensar en vos todos los días,

pero un cuerpo parecido

mostróme mi temblar,
y recordé a Amor, puesto en los signos.

Sabés, yo pensaba
desencantarme antes de volver a decir

este decir vano,

¿pero qué hiciera para que no fuera extraño

amar en silencio?
El viento trae el justo antaño.

Are you throwing me

the dawgs?

Why would you

do that?

You know I love to fissure

when good fellas arrive.

Oh, I'll laze

myself into a corner, with a


peculiar looking gesture of

solitude.

While recluded: I'll sing.

Yet while I pleasurably watch the wander of the oned


many too much astered man,

I sleep upon those

whose sorrows will narrow

in a single missframed

fortune or worried

ahead of itself

selfed.

Should I shame myself for thy judgment,

oh worried ranter?

Cry or do while no is matter,

while sore is manners


of a gazed star

whose bright insight was not but thin

ice from a blurried mind?

Crowning anarchy

for the crows to blind

itselves out of emotion,


yet there's no notion of the synched arse

who's captivated mind will horn


a will out of thorns

with a mystic smile.

Insaned by happiness
-for whom would brightly shine

in our wounded our?-,

she walks upon the chorus

of the nonsaid.

Nouned,

there's no sorrow anymore,

there's no, cleared upon

the whirling rivers of the raw cycles

of vicious jugglers of circles and lines.

Yet there's space for advertisement even in nowhere ago

-memory brought upon from outside,


twisted by ongoing minds,

winded by the sinking sole.

Would we walk upon the rough


soil of fiery stood-up

lays and lies and Ley's?

Yet consented microtransacions and late reactions of lucinated

oh this oh that, so cleared yet so fared

by circumstance and pineal glands,


and wandering devils and synched Mars.
There's a crawling something out of somewhere,
out there, somehow.

There's a howling, retroactive

cored and staired yet not sighted


mind,

whose eyes step upon mine,

whose smile walks upon me.

Yet laughing we were, isn't it?

And the presidential sun has yet not glared


its farts oh so sunbeamed that a stare

would blind a caring sail

from our howled omission and our cared

hearts so vain and yet

wounded by mere wander in edenic stairs,


while a face starts to gleam in panid robes,

and all I see is my sole oh so souled that it may be again.

Shivering,

as a leaf in northern rhymes,

I fall apart,

dissolved and studied up.

Dissecting

intermittence of infected

I's walk by me,


like wholed eyes in a dark form,
rising from neverended space.

While we approach,

could I stare
at thee, oh mighty siren

from whistling distance and silent faith?

Should I ignore what's on my sight?

I walk through thy, oh wounded me,

yet, frozen as a seen mine or me,

I crawl through the foliage with demetereal techniques

-the garden shines and the moon gleams,


it has never been so certain.

Repented, I walk back,

yet memory has never smiled so glared from me,


so glared for I,

while my unnamed hold strafes beneath

the silky waters of our nude-made ill.

Knotted,
I've forgotten.

Yet we do not talk and we do not see.

Yet I do not know and I do not sink.

Yet the sired stair strokes upon thee.

And abyssal intuitions brought me from where


I stood in ethereal recognition

of the stepped up earth were I used to play


this same old game so samed that never changed.

For that,
for that lovely disguise,

me, I, wholed, caged.

None was brought upon, discretely

as a secretely told lie


from those whose eyes could see my veined

mind melt in horror and pain.

Do not walk beneath the beautifulness


of the noiseated fame

brought from crows of old oh nests,

while my skin rottens and my teeth fall

for a mice to step into the Theather and act.

Cleared apart?
How could I

walk the streets without a gaze

ziping from my wind-cored haze

whoms hearted farce is brought through them?

Mirrored,
I stepped in.

Damned by the eyes whose pupils stired


our thought made skin,

I walk the thin line of the roared glare

-cared by those whose eyes shine and fear


at those whose realized sights
madness us all, in recoiled sore

of burden and solitude


in the manied multitude

of wandering souls, so vain yet so saint,

embodied yet éthére.

Bocas que dicen


-la mía inclusive-,

y cuerpos cuyo hedor es un matema.

Arrear

corazas, perezas y égidas

tempóreas, frente al eterno plandor de la música sincera,

cuando duerme la noche y la lluvia cuente


qué ha de decirse en el extraño corazón

oculto por el bien de los juntos

transeúntes del común conjunto.

Mas no sé yo

qué ha de ser, cuando sienta

qué es que cuento lo que debiera actuar,


como si no quisiera ya

dejarme ir con el decir fugaz

que traza el allá en el mismo quizás


en que cruza la paz sobre la mente sana,
mientras encuentra que vana

ha sido la simonía y el estertóreo final.

Pánico de la muerte blanca,

cuando la noche encuentra

pánico de la muerte lenta,

en que abstraídos signos se hacen abismo y cantan

juicio del afuera que es total abismo,


justo cuando parecía que iba a caminar

por primera vez

la tierra una que pies usan

cada vez que la humedad encuentre

sola miel de piel memorial,


adonde yace quien el erial ha condenado

a curvarse en helado surcar allá,

surcar acá,

cual péndulo que de su sentido pende,

sin mas moción que su vivo vientre

ecuestre de libertad y verde final.

La selva enfrente,
el follaje puesto.

El curvo y azorado

corazón que fue cruzado


por flechas rectas de Amor en la distancia.

La tímida fragancia de los ojos puestos


en las luces pasajeras,

mientras los pensares se encuentran.

Y las ganas de volver a ver

cómo mira hacia un costado


su cuerpo acostado en el tímido disfraz

de manos juntas en la runa y las hendidas

meditaciones de la eterna medianía.

Mientras tanto,
alguien entre nuestro,

conjurando este pensar en negación ritual.

Amor, entre otros tantos,

juega a los encantos

con su vívido detrás,


y cuervos de lejos revisan que Loxias

deje la xiudad en sociedad

una y conjetural.

El mar izado,
los ojos puestos

en ojos otros y yo detrás,

mientras encuentro que vago más

de lo que ajeno cuerpo ha regulado,


y piérdome así, alado, piérdome así, helado
por el Ida y su follaje abisal.

Átlases recorren la marea.

El icóreo candor de las llamas pasajeras

se deshace,
mientras la mirada encuentra en el recuerdo aquel

razón de haber en una y junta piel,

usándonos cual si Nadie dijera,


entre nuestro,

la apariencia de esta espera

-si sabémonos juntos,


en risas curvas,

en muecas alzadas

hacia los ojos vagos en que recuerdo el piso


que tus manos usaron con manos suyas

para decirme que huya por la miel pasada,

para decirme que encuentre entre las hesperídeas hadas

una que cuente lo que fue la nupcia

del alma que ha dejado esta dicción


hipersticiosa del sutil corazón

envuelto en tinieblas tras su fútil prosa.

Rosas envuelven mis manos, y las encuentro

sobre el mismo cuerpo puesto, con nombre símil,


mientras el nihil astro recorre el pasto

en que hedóreos cuerpos nos dice el viento,


y jazmines transustancian la distancia, y he el olfato

muerto hace ya tanto,

puesto de nuevo
sobre mi cuerpo entero que ya no deja rastros.

Yet there's nothing to do about.

Why would I shut

my hedonist wound in time-loops,

for us to freely love

memory-made castles of air made?

Could I just phrase

a vengeance, as if it was a mistake

to walk among your feet, disguise as you,

for us to thrill in looned-up soups

of oh this of oh that,

tipping hats like stupid little angels?

Destiny's love and some sort of sorted out mixture.

Destiny's eyes and some holed hearts,

unhealable. Yet,

there's absolutely nothing

to do about
while Eden we walk and some sort of mixed-up

gestures slips upon our second-guessing eyes.

Is it you?, was it I?

Whom has call upon thy, for me to die?

Whom has shone among lightings for me to dry

myself in spheres, spears, fried

neurons of a wounded mind?

Animal endeavours

for myself to stay quietly

into the whistling wind of a winter night,

while the snow falls down into your steps and I

silently lay in the sphinxed smile

that you may call upon yourself

at will of a memory of us made.

I'll be there.

But while I mourn out of solitude,

let me hold your hand

with an outed hand

that my eyes used to see

oh here or there, oh walked on me,

but I've lied before and after I will,

for the thrill to end our nested wills. Crows


watch upon? Gazes

stared at us, yet our moon-made minds

could not be reached,

for is ours to see what has not yet been said.

But do not stare at her like she maidened a vest

for you to think, for I to sink

in a silk-made stair,

oh as thin as a leaf,

oh as thin as a leap

onto the nocturnal eve's of a rounded year

for I to think in fantasyzed sewers

where we could say what's being said

in this laced pair.

Could I rest

tonight, honey, could I step

into the aisles of our mourned story?

There's a tell, I can tell. There's a gesture I've begotten

in the stranger's face or its hands or its covered

mind of blooming daisies and fear,

greeded jealousy and stained

smell yet not made,

like a perfume I've forgotten,


like a space I've created

for us to hide in shaded

eyes of our mistied veins,

gazes of our Fortune-made lane

into ethereal soils and our screeching wombs.

Have I seen the hazy star

that went through us when I was high,

alone on a kisses-made event?

Have I ever feared,

oh so lonesome, to feel hastily

disorganized by Chaos and its lackeys?

Will I ever leave a self time-trapped

for me to go back as I suffer from nothing?

Panid lies, and hollowed lairs;

eternity's hairs scream at humble

walkers of the lonely streets

were taxies stop and we fall divided

onto Lethe's veil and this forbbiding?

For pain conjured I was, for torments

step upon my skin,

and dead was me, oh thorned by thee,

whoms words had done a sour


song out of solitude made.

Would I ever stop to think? Would I ever sleep?

Could I? Should I? Could we?

And yet your smile seems strange on me,

for dead it was and could've not mumble

a sing for us to slowly tremble

into motion or lawless runaways

from the caging gazes of our by standers.

Should I wander back to there?


Should I?, could I?, can I?

For none but a dress of panid eyes

was brought upon my selfed symbol,

where harmony tingles and hours melt and spin.

Cycled by, I walk by.

There's a place for us in harder times,

isn't it? Could we glare

in freedom someday? I do not think

we will. Veiled

by torturer's hand,

stander step in

for I to sink in free-made thoughts,

embodied by my automaton soul.


Reminiscence? Gone

me from lifes ago. Gone, sole

us in here stepping by fortune.

Should I fold my twinned sore,

my willed core

stripped as a flower in this fragil soil?

But

walk

by me , set

the frame on the mirroring or hour of the end.

Mais,

étrangement,

normal, et moi égal.

None,

ombra d'

Amoure.

Une gotte,

doix.

A leaf,

an ash,

floating by.

Un quatrième,
n'importe qui.

E mangiare demi occhi.

E luci soffuse nati.

Et le clarté de la nuit, fermé.

Et yeux effusé

-miens, vôtre, n'import pas-

riren. Nuages

et autre.

Natura solícita, brividi fatti.

E Destino, furtivo.

Diana, palábrea, corrige al carcaj.

Gritos en el manzano.

Anima innamorata,

anima posseduta, mutate

d'occhis scritti,

anima d'ombra, anima d'abisso,

anima accidentale -sguardi, specchi, fate.

Une nocturne de piano,

une nocturne de guitare,

un cri fratricide – les grenouilles

brekekex, coax, coax.

Y las carónteas que se escurren en el chocolate de voces vivas,


en el hectóreo rezo que sostiene un falso fondo.

Átlases derredóreos. Croar de los augurios.

Forged by forging holes,

a leaf, a song,

a drop of rain in our willed hall,

a drop of langues de Jeanne d'Arc.

Parce que la femme c'est moi !

Parce que la copine c'est moi !

Tirésries, double

sexe d'Onirie.

Immobilità grigia,

grigio de la solitudine,

grigio mare

lì e qui.

Yet the winged thoughts

stepped upon the framed walls

made of memory and dispell,

and here as thee I'm veiled.

Et une goutte,

une feuille, une plume,

immobilité gris,

gris de solitude, gris de nuages.


Poesia d'Amore,

amore. Niente di cui preocupparsi.

Dientes de león cuando el viento nos lleva,

gris de quietud, gris de silencio, gris de eternidad.

Nuages d'eternité.

Silence, alentour.

A monk walks in,

a monk walks by.

Y los hijos de los sueños y los sueños

cuando la noche enreda

silencio de etéreas multitudes.

E l'uva,

sospesa,

chiarezze.

Occhi de qualche parte.

Occhi de alberi vivi.

L'aura di canzione ricordati.

E la cupola degli ani,

rotta.

Ombra d'Amore, amore, ombra d'Noi.

Acqua di eterna fontata.

Telefoni, e morti mari.


Acqua de schermi, costumi, maschere.

Ombra d'Amore, amore, ombra de occhi.

Luci in mezzo di corpi.

Occhi que non capiscono.

Miti, uccelli, evas.

Il sole di mezzogiorno. La grotta.

Parole di pioggia e zone umide.

Crocifissioni, ah!, morti di oli aromatici.

Adamo, solo.

Piccioni sulle dita.

Masturbazione, amore, masturbazione.

Lingua di fuoco che viene evitata.

Miti dei TV, dei giochi, dei soni.

Campane in una notte di Firenze.

Fuoco, antipasti, pensatori.

Crocifissioni, amore!, crocifissioni!

Libertà, e morte en Gloria!

Inni, amore, inni d'Amore.

Nuvole di gioco.

Sfere, amore!

E morti, davanti a noi.

Et moi. Y yo.
epitaph
sun
There'll be no nightmared upon synched
into the morning garden of our sored and faked
smiles -where lies began to rise,
where smell begot as prose
was stolen from a rose and forced into noise.

There'll be no sorrowing body out of control,


creeping smiles, watching doors
fell open while a spirit flows
through nesting gestures of some old other
whom eyes bothers our schizoid blows

of ethereous arson in the wilded aster


that sees and brings a song to blow
into whistling, panid arrows

-through the gentled scarecrow.

For why should I stay in the middled vest


of our core-like said and negated laws,
while some watches above in dissapointing silence,
for some crawl below with attourneys behaviours

-judging this, oh by that,

and for silvery lines to thunder us out.


Watching as thee, the reprashed,
watch the farce melt into nightmarish skies

-I used to lay in between corridors

of lonesome lovers and whirlwinded horrors,


for I didn't care and couldn't hear

voices from outside of near,


voices from negated fear.

Silence, here or there,

while I watch over moonrises

silk the eye-made gooze mind

whose gaze was upstanded

by the miserable standers of between here or there,


for miserable howlers of guilt without frame.

Yet while the moon still sleeps

in the hollowing sin


of raining through the tender desire

made lake and made wave of a river in motion,

as a river as motive,

should I watch you while I wander


thy, the ended astonished,

whose ill want to heal and whose sorrows reprise

me, the non-yet-seen made by desire?

For memory is gone, and gone all thoughts


are brought upon the nightmarish gales

of the sudden mares out of schizes made.

Yet there's no signing more than leaving

a cloud out there, releasing


willed hearts in a soul as our,

noumens out as a feathered love;

whom will I met in Destiny's hour?


Cowardy made, I fold
my wounded pair of none but bluff,

and sight upon the laughing eyes

that dares to bring themselves upon what

is not and will never be

-me, wandering aside,


will shut and glare

as an illed stair

onto the harrowing sire

whose name is not but it is.

Oh paradoxical conclusion
of our vivid ressolution

in the abyssal grim,

should I stay?, should I leave?

Should I lie in misstied knots?

Would I float in escherious hours?

Meditating hours of what should I-we do

when clear is the wound that some made as us,

and none is neared enough to laugh


with fortune telling specters.

Have you see the thundery skies,

the heaven-made signs

of a lucid mind that dares to glare


while none but their is called into action?

This is what I do: I forgot.

Tomorrows will be not


after the surreptitious revelation

ceases into the ethereal damnation

of forms mutating as that

whose nature was brought upon my eyes,

while I was skulled and reciped


by past-made variations

of the same Chaos nation

born into the very clinamen and there forever.

Is it a fever?

Is it a never?

Should I shut and rain as sewers

with aisles filled with shit and feathers,

with eyes that see the unseen?

Negate once again, my dear good lord,

for I'll keep my mouth shut,


for those whose smile crossed mine

will now that naided was my spelled mind,

and winded words oh winged thoughts oh flew by!

Yet intuition has to die,


and nored will the bored be,
and called will the singed sin

be up to the godless law


of nature so thin and flawed

that whom will call a name upon it.

Crawl, oh me; crawl while seen

are the neverending sorrows,


are the painful astonishments

of realized sentiments and forgotten wills

brought onto consciousness by me or fortune.

Chaos-made, I walk through you.

Manied, whom
I will not lure

into the wandering aisles of the fool

who dared to stare at the sunrise


with a gleaming smile and a felt sore out of outsideness made?

Yet, of course,
I'm fucked up

-everyone knows:

if you're fucked in the dream of the other,


you're dead.

Winged, sinked Love,


should I step up and stare

at the howling nest,

at the woofing pair

of idiots that Cerberus has conjured


into the pair of loons

who dared to see

Death at its very eyes?

Dead be the I, the me, the not

whose knot call upon


every sign and every gesture

for hallucinations

to heightly operate in nested veins.

Hipostasyzed,

a new frame was made


by pure outside wander

of None that my gestures carries,

of None whose eyes will sorrow


the willed and hollowed dream

-and nor will think me or nor will I dream at night,

for there is, tonight,

a beautiful mind of us made,

thought of us made,

where I stare at you, waiting for the screen

to show what your fingers said.

Don't die today, beautiful blossoming


lotus, up in the Paraná river whoosing

the specters out of body-made illusions.


Don't die today for I'll love to be there!
And I'll leave in the very second

where some stranger's eyes spell upon me

muted thoughts out of imaging made.

For I have stared and fantasized, and slept in vain.

For I have heard


doubled-up shadows,

noised by distance

-yet is not the noise the selfed self itself?

And yet ethereal regulation seems to be quite clear

-do not breath while pride fears


the twisted mind in its hollowed rear

eye from a son-made gaze,

brought upon by laced laws;

orphan thyself, oh mystic horse!

Freed by us, and us ourselves,

we will not care the thought -of glare


of edenic antiquity,

for ecuanimity is there for thoose

whose mind will cease to act

upon chants, senses, noumeneal knots,

and leave as a lotus in a weirded stream


-for all they wish is money wash,

all they wish is argent couirasses


reflecting the cored by stair;

and I fall, I've fallen

oh so many times, yet not


will the pain cease my song

and nor will the horror bring me hope!

There's Nothing to be made.

There's a nest of caged fame


out of carrying gibberish made.

Will I shut?

Will I care for you to die,


my dear friend?

Will I roar into your said holes

that were brought upon the unnamed face?


Farced-up, I sit myself

and watch the grass grow,

while the flowers hole a rest,

while deluding beauty strips us from our hearted frame.

Ages ago, I used to


lay,

lazily thinking, lazily framed

in the muted walls of our silent core

-a word cannot be said or dead

will be made,

a roar will grim our skinned corpses!


Yet while crows take the rottening meat
of my wounded being, I leave as resting

are the soul-less spirits that cared to dare

our nored same in the careful set

of healed by delight veins.

Yet, oh dear friend,

you talk about love, you say to love,


but what you seen its nesting lair?

Psyche's tongue was thriced ago.

Psyche's tongue will fall from

nowhere in particular,
right when the secular

invasion of winged thoughts rise.

That if hysteria is mine too?

How could we handle the powerless habit


of wandering Eden with our heads looking for the soil

where not but thoughts will climb the swored

favour of our linked core?

Did Eternity's hairs walked upon you?


Do not cut me when I'm in the middle of a frenzy,

for there's no mercy for those who look aside.

Hounded smiles,

wounded eyes,

lighting rains,
and not but hurted hearts,
none but me through you.

Let me go, for I will stair

myself into the ethereal space

where the milky Lethe sings a song.

Do not rose in the middle of the dead.

Do not rise me from the dead.

Here I'll play an act for those whose knots


will walk upon your blinded stare,

while you'll be thinking you're alone.

Fear me not, for I'll crawl,

and the shivering foliage will sank.

Abyss, Xell, None,

all met in our misery's soul.


Do not hold me when I'm cared

by the mystic rain of wounding glares

playing at calm while already was done

what has to be done

-it takes time, yet,


to be realized by those

whose eyes only care for the body-made prose

of walking by the wounded horses.

But while the numbers turn into qualia,


whom am I to talk to strangers
who haven't met the unspoken name

and conjured a living hell


of well yet not cared living souls in christian neighbours.?

Je en suis pas Cristian, mais Cristián.

It may appearl like, linked,


but it is not ,
yet the noised will be purged.

Crawled be those, oh hanged there,


oh crucified there,

for fiction is all we've played

and spiritual sorting out is our game.

Yet it seems to be confusion the standarized praxis


of the oned but not thriced axies

made.

Would you like to free out


the sorrowing night,

the unnamable hour?

There's a bed where you've been.

None was here.

There's a None you'll find, dressed


as me, in hallucinatory imaginerie.

Engineering twists?

It may work. It may not.

Not be the most certain possibility.


Cowardly driven by tanatropical affairs,
I've put something up there.

Don't look up.

Don't you dare!

I may have love you in between the stairs,


where none but us was there.

Could we,
oned
as a mirrored gaze,

leave this place and never come

back?

Vitalism, out there.

Sure, but, then, here: what?

Could we stand the measuring eyes,


whom not has thought

to gaze upon the bodily core?

Gestured up, it will rephrase

again, and again, and again,

and the aging dead was never so near.

Was it Jesus or was it Christ


the born a day like this?

Christizyced, they walk through misty


aisles of dust and papered frames,

and none seem to care for what was written there,

none seem to care for the masked bore.


Yet will our holed cry
repent, as we knew

it all along,

we knew it was a longing to belong

somewhere but always here,


where the soils surround our feet.

Walk, thee,
the burned,

for the ritualistic measure has stared

at thy, by me conjured.

Art of museless air,

where could it end but in a farced-up chorus


of ever heard omens and good-said-to-be wills?

Thoughts and prayers and good intentions

holded by the horror gestures


of swimming, all as thy, Destiny's mirrored windows.

Chaos laughs out loud.

It doesn't matters anymore.


It never mattered anyway.

I haven't seen what you've been saying.

I didn't know what could we stare.

And humble humidity transubstatiates into glares


of glooming eyes, from distance, oh so far

that how will a mind twist itself into them.


Framed
by out of nothing made fames
whispering throughout them -throughout us, then-,

I came to see and nothing was there,

absolutely immobile as a mirroring marble statue


whose shiny arms will not cease under wind-made corruption.

Anarchism where harmony used to be


-which is to say: nothing has changed

since the day a mare


grew uncertainity and glared

were we, those, us, and seeked

for dead meat were sent crows,


ludicrous crows of stupidity and hive-minding.

Mining through the wallery of fake humbledness,


I waited -in despair, in affairs

of concluded wills with none but air

obscured by alexandrine thoughts.

Body-less performance, or lucination

-a thought brought to action

by imagineering it out
with nothing but knots

of link-hived stairs,

and what would be the end but death?

Hill-hatred, are we hollowed


by the fortune of the chorused
voices made by thin air?

Gleaming asters, and disasters.

Gleaming sinistery, and hysteria out there.

Named unnames, and cold ragged horses.

White, Yellow, Idon'tremember, Green.

That's four.

Yet, the end of times: for the metempsychosed.

Schematized,
I schize me and I in thy,

whom's core cannot sing;

by will of sin I call your not.

Does it glares with mystic heights?

Does it loops itself back in?

Have I've been lured by sacrificial creatures?

Should I share the hyperstityzed agony?

Walk with none but me into the harrowing torture


of a body out of fortune and blindness made.

Walk with me into the horror and sing


and repeat,

sing

and repeat,

for schized up there's nothing but sameness,

disguised as difference and twice negated.


Darling, do not die
if I die -do not follow me into Hades,

do not care for Cerberus barks.

Darling, brain-made aisles and synaptic glares


of apolinean fame and willed-out Destiny

-whom dares to play with prefixes


at will of secretly tied mares,

forever ready to seven-eyes themselves.

Darling, do not prophecyze about what will


for it will be and who but us

would be up into guilt and blame?

Whoosing the hawked accuracy,

run through infinit, where words cease.

Leave this place, but do not stare

the eyes of the unmade.

Call it wandering through my own damnation,


for I've been recreated already out there.

Call it howling into a light-bulbed moon,


for I've been a loon and memory persists.

Darling, do not cry or rejoice when you fall,

but pay careful attention to the twisting cylinders

where dreams stop and the soil begins.


Do not scream nor be scared nor ashame!

Silent foliage will shiver with pleasure

when symbols, brought by action,


start to melt into the hazed core.
Hearts will flow as nothing but faces

-yet, are them illusion or are them me?

Will I pay my life with this?

Do not think twice -it's been said-,

Love shoots straight arrows.

Negated tomorrow,
I'll still be there.

Have it ended? Have I spent

the so call silver-line of thundering smiles

from chronids of somewhere out there far,

somewhere out there dried?

Walk over water, indeed.


Yet, when ether hits,

would you be able to hypostatyze a soil to step in?

Dream a little dream of dreams.

Knotted? Helped
by muses and old

walkers of the same old knot.

Crowded? Stepped
by murderers,

I spit off.

Gaze be this,

gaze be that.
Gaze oh stare at the lonely star!

Gaze, as our patriotic endevaours

cease,

Grace be upon us and Grace be upon thee!

Gaze, mistaken were we?, mistaken we are?

How could I not knot myself into thy?

Crawl, lonesome sign of signing streets,

for a spiritous disease has been brought.

Zeroes rise from below.

Zeroes fall from above.

Nor we will live nor we will die.

Eternity's dome, it's gone!, it's gone!

Gaze, write through

the zzzed strip

of a lotus of tender silk.

Gaze paranaian dreams.

Gaze pronoid-schizarchy.

Twist oh this, oh that, oh hills!

Do not translate what has been illed!

Death looks scared of its own mess.

Gaze, chaotic endevaours, indeed.

Hazy aisles with none but them.


Where are we, twice made nest?

Forged into fiction and into dreams.

Where are we, twice made arrow?

Hollowing sorrows with none but spitted synchs.

Pee in the sink, gaze!, for symbolic consistency!

Said was it and done was not, yet stir

flowers up into the whirlwinded whisper

of the lucid seeker of none but it!

Whom it may be?

Wake up and who you see?

Whom it may be?

Dream up and who you see?

Neverending spirals, indeed,

of daze and dances.

Bacchus plays.

Jano cannot but stare

here or there but not the same.

Mnemosyne plays sexual mysteries.

PhD.ed occultists walking the hall

of blank made panic and harshed skin,

with none but clever ropes,

with none but disguising robes.


Dress yourself at will of dawn!

Show thyself and fail and try

to speak the wordless myth

of that whose motion keeps us here!

Raptured by songs,

rest oh gaze!

Mighted up be the vain!

None but starry eyes will stare

-and None itself!

Soul-tide be those whose eyes

cannot but gaze the gaze as self!

Draw back, schize multiple

solitudes on a single tick of sanity remaining simple!

And forgive me, my love, for screaming out loud.

Whom has brought me up to no?

And forgive me, my love, for acting clearly

-we did not knew what has been done,

we do not know what will be done

when ended are the boiling gestures and crawled are the rotten falls,

as a pair of leafs swinging among the cleared road.

Sun, be those for we will not

be burned, for fairied wholes


were brought to us

and darkened aegis were set upon!

Chronid, throw us up!

Chronid, stand as None

tries to simon the mirroring maze

of not but farces

and white noise, of lury white noise!

Cringe, oh butted

speculator of an entire nation

of nothing but air-made castle dreams!

Nothingness, be as clear

as a rear, dead end in the mystic wander

of our worried minds whom have not reach thundering

hallucinations!

What or whom can be but not be there?

Whom or why would glare for solely me?

Wind, I rest.

Gaze, I rest.

Mind, I've prayed

for the screams to cease.

Mind, I've vainly

tried to secretly escape


the horror-made future of nothing but gold,

the horror-made lair of nothing but none.

We, all, unnamed, unnumbered.

Numbed ,one -then, we all.

We, all, the uncyphered, the delighted

by sense-made acts and pleasurable spectacles

of transferred guilt.

I, indeed, mad, insane

-twice disguised for the thriced to rest;

thriced dead for the fourth to speak

in its perpetual judgement of a dreamlike trial

where none but immortal questions are dispelled.

Spit be I, spit be me,

spit be thee -whoms name is not-,

spit be thy whoms name is space.

Gaze, be not the whose core

is made of there, where ends the I

that cannot gaze itself as that

that hasn't been by stoping by pain.

And since, my love, I've been loving you,

I've been confused.

Lunatic drool, indeed;


alienated by nothing but worldwide austerity,
alienation seems to be the only path

into the mirrored harm

of our ignored reflection.

Indexed

by none but Death,


I will walk again

the delirical dance

of gone yet standed

in our common ground.


Who were them and who could know?

None but thee, the resting fosterers

of sin and hidden


wills wing-made.

Who could dream teleological antiquity

into lucidity, right in


the twenty first century?

Numerological ambiguity, indeed, my queen.

Numerological astonishment, indeed, my cleaned


gesturer of none but blood

-rivered into the minded river

of Lethe's sewers, for us to sleep.

Conjured a solstice,
let's rest.

Framed be them, whom cannot but scream


at the walking horror of not seeing

who was talking and why,


who was mourning at sight

of revealed anarchizing

smiles of simple tunes.

Should we met the hounds that announce darkness?

Should we dry on humble humidity of lucid strips?

Petal by petal,

a tear,

a fear,

will synch.

Nightmare by nightmare,

a nature

out of desired torture

will bleach

our bleeding discurses.

Hidden we thought we were,

blinded by howling weathers.

Chronical cyclicity, lined yet repeated

somehow.

Leave a who,

a what, and why?


Leave us not,
unreleased.

Leave as roars

of misstied ears.

Confused by shared madness,

who could stand on its very feet?

Feed me, my lord, for I have sinned.

Wine and misery and neverending pleasures


for the gods to measure where we should go from here.

Feed my, m'lady, for no hurries were pushed

onto the holed groove of my grilled mind.

Didn't I said a word that sounded like no?

Was I who negated? Was I a knotting stranger?

Forgive me, my remembered love, for distance has

spoken for us, and wounds

arouse.

Sphinxity, here?
Necrofagy.

Roarin roamers of the conjured aisles.

Disaster?

Indeed, yet

should I stop or would you stop me

for my own sake?


Known by death,
should I of what be scared?

Wheeled fortunes broke again, m'lord.

Crimes in abyssal sympathy, m'lady.

Symphonies out of nothing but panid whistling made.

And a strangeful flow of wording out gibberish in order to rephrase.

Leave me not nor here or there.

Love me not for I've played,

for ignorance I carry

everywhere I step in.

Leave a moan, roaming frog.

The greatest of them all,


you know who.

Leave a brekekex... etc.

Squeeze your chest from its last drops of icoreus elixirs.

Rain will fall.

It is obvious that rain will fall.

It is obvious that clouds will grow

out from nowhere into the moon alone.

It is obvious that we all have been confused.

Without illusion,

how can truth be?

Synthetize, anesthetetized,
a spiral into Catatonia's realm.

Have you ever heard the dead?

Will they rise with grounded judgements

out of nothing but melting desires forged?

Sleep oh well, gone creatures,

for the abyss is ours to create.

Sleep oh well, you mighty sorrowers

of misstep wandering through edenic slips.

Can I spill

a splitted I, a manied I?

(the same, but with my me)

Can we forget what was brought upon


or will our memory made a new day from

handled reminscence and healed adolescence?

Fear I not, fear thy not,


for whom has calmly chantted
what was yours to be haunted?

Dead I am, yet embodied still.

Someday, I'll leave

out of pure will.


Someday, I'll speak

from the unrested memories of our companion made noumens.

Will I dance or will I melt?


Every step of the world is just a synched farce
-haven't you watched the news?;

strangely, always the same.

Freedom? For what?, by whom?, and what is there to be paid?

Agony? Oh, dissembobied I could stare

how blood flows through the unresting days

of reminiscious habits and culture-made steps.

There's a veil we're used to.


Do not

(autosaysitself).

Am I, was I

drunk and lost?


Who's not?

How could some be without the entire whole?

Yet senses somehow end.

St. Juan de la Cruz wrote about it.

St. Luis it's a street and a schize.

Have you ever noticed every signs tends to speak?

Have you ever tried pure silenced thinking?

Movement, oh here, oh there.

Have you ever burned in Babel's repetition?

It's known: a farce, then. Yet,


indeed, hyperstition.
How would would be not but now?

So you get an answer and cowardy at the same time.

Would you stare G*d straight in the eyes?

Gaze, do not melt,

do not faint,

do not repeat after I came

into the sapphires of stringed

horror of not knowing where

to start or end,

for a friend is here and kill I could but I decide not to!

Gaze, do not twist

my harshed heavens,

for a single drop of blood will lever

us into leverage, fearless like fevered

bersekers from shrooms and delusion!

Anchorite megalomany?

Whom I was the night before

the night I stopped

wandering throughout thee?

Where I was when none but us

was here or there?

Have you ever seen a fake


mask of godlooking gaze?

And there are skulls filled with blood,

carried by those whose stripped our song

into not but unspeakable thoughts.

Why would I speak of you?

You were already spoken, dear friend.

Yet there's no time in neverending production

to stop and read, isn't it?

Ahead of us,

your fathered lords.

Should they set us free?

Why would they do that, isn't it?

Synched by sores,

I've crawled upon your darkened fears,

I've lacerated myself with thriced tongues

-yet up-down-side,

what could be but endless more?

Silent choruses of angelic disaster

-we've forgotten, master; we've sinned.

Forgive me, dear friend, for I cannot speak

of what has been said here, so while ago

that the feast never stopped and the fear will never leave.
Staeady-taunting was me?

It could, it could not. Who knows? Not me.

Knotted by opened up space,


do not leave a glare, for I will haunt what goes

through my eyes, like a maniac in despair.

Senseless rapturing self it's the most likely solution by now.

Embodied yet again,


it's just a good night rest.

Do not summon walls in between our handed fairies

for some may not vary and some will not cease.

Dissembodied yet again,


age as ages have aged.

Father-made aegis, isn't it?

What was his name again?

Do not mind me, I'm just wandering


through none but me,

yet I disguise it spelled pronouns

for us to know us and for we to cease.

I, alone,
fell.

None
but me

is None.

I do misspronunciate quite enough


-intentionally?, sometimes.

Thoughts? Oh, no,


mere luck of intuitive trust

in the ageless core.

Do I have a vest?

Even worst,

prenakedness,
not even a form nor an almost-being,

yet away enough from zeroic frames.

Wool-made shirts, and mesopotamic madness.


Acquired by some random astonishment out of not there made.

Have I seen?

What? The stairs?

The Thing? The Unnamed?

Are you stupid or am I confused


by my self knotted loon, whoms eyes could not

resist to fall into escherious lanes?

Have you ever made a self out of machinic artifice?

Faithfully fainting into virtual reality,


cloudy nights of carmine waves,

bleeding moons in none but saints.

Who be those who step and rest?

Who be those who care and nest


the childish admonition into hysterical reactions
while anxiety eats every single gram of skin?

Assembled celestiality,
out of pure calculum.

Remembered bestiality,
out there, somewhere.

Enlightened by wisdom,
they sting with sweetmade Grace.

I fold,
I fold myself.

I wasn't there.

I crawl,
I crawl through there.

I wasn't called.

Yet how could harshing aisles of none but ones

walk upon without permission but mere rephrased fame?

Study something, I'm said.

How could I watch the none were I've already made?

Did you? Never, of course.

This is all gibbereshed but good willing souls.

Caged by Love? Of course.

Isn't it pleasurable horning what we all want?

Isn't it burning to fail at will?

A Mind is not mine and a mind has been splitted.

Will the saviour of our thoughts twist its intentions into not?
I've fall.

What could it do to fall once more?

Worst scenario: death.


Wait -in theory- fourty days.

I'll be here somewhere, again.

Anarchy in the regulated kingdom

of deluding wisdom,

caused yet not worded

by me or by those

but you, sole thy, soul-less you,

whom has cried at night with a broken heart,

whom has died so many times that it doesn't matters anymore.

Prohibited playgrounds: tombs.

Raising corpses into action?

That's crazyness made fantasies.

Gradate once again.

Suffering boddhisatvas,

for our willing sakes.

Not godless; yet,

not god makers either.

Ether?
Western traditions.

Supossed being: there must be something to be done here.


That's teleological speculation, by the way.

No, eschatology is the same but individuum made

-from there, you may body, nothing, heaven, xell, grace,


G*d
(if you're 'pure' enough),

or I cannot even say it.

You know, I do know it is vain

to say this out, but somehow

it acts upon,

as if scripted words were spoken words

-there's a virtual net


(and I mean this materially,
'really' existing, positively operative net).

It's some how surreptitious.

It's a beatiful vice to play this game.

There's scripted pseudo-chaos somewhere,


inyected in pseudo-randomness,

and we all 'wow!,

what a coincidence!'.

There's also plotinian mysticism here or there.

Which is platonism with staged steps.

The thriced will -nine made-, probably


christian lairs surrounding the noumenal frame

of gnostics out there, still screeching their hymns.


There're peculiar looking theories about what is not that is

-at this point, plain ontology is irrelevant.

So who I am to judge the thinkers


of this maddening Xell of burning after

each single and silent step into the nowhere

where thoughts could be those of the sole,

those of the coordinated I?

Did you know the story about the Yellow horse from Revelations

and its relation to oriental empires out of filial piety?

Have you ever wandered the symbols factory?

Link two cuts,


watch it do its thing.

Of course, silent you should be.

Absolute silence, indeed.

If not: noise.

Do you know how to purge noise from its stinky smell?

Oh, that's a room, by the way. Filled with cat shit.

Egyptian curses? Eating a finger from Tutankhamun,


for the pleasure of farting a rotting corpse.

There's a tragedy about burying the dead.

Was it Sophocles?

I do remember it was Oedipus daughter who was staged.

There's a tragic component in chaoting it all out.


Maybe it was part of the song.

Of course I know I'm not free!

Of course I know I don't do nothing about it!

Of course you know the words, yet you preffer to play tenderly.

Afraid of death?

Panic out loud,


like a melting statue

of sinister intentions of immortality made.

The soul is out of question, but

do you really want the same person


in lifes to come?

There's a virtual memory eating your every steps.

There's categorical analysis and pseudo-random inyections


of unusualness.

Conjured perplexity.

It doesn't matters if it begots psychotics

everywhere,

nothing really matters but the always-displaced wholed hole.

Inconsistent and constantly acting,


what do you expect for you to happen but this?

Smoke-selling, of course.

From which fire, tho'?

Artificial smoke!, it yells, as if it was an ace.


From whom caused, from what?

A machine, a knot, a twiced

roped vest of dead thoughts?

Negate and will be not.

Negate to see me thrill and die in front of you

-hysterically reacting into fathered kingdoms.

Don't you realize every nurturer knows its creatures?

Co-extensive madness out of clean cuts made.

Don't you realize you could burn

an effective body, and call upon its death?

Are you stupid or just superstitious?

Myth-made intermittence.

Noising it all out, as it is supposed.

Noising it all in, as it supposed.

But let's pray for us to call

nightmarish inhabitants of past gone mad,

where brought were the chants now seen.

Call whomever, it'll know

Law by force, Law by Love.

Double-binded,

its face will be shown.

He doesn't minds. He's just here for the stair.


Where could it end?

Politicians piracy?

Of course! All you need is

words, white noise, white noses,

Christmas eve.

Should I care or should I blame

my twiced self for not saying it

loud enough for me to be deafed

by hallucinatory delusions of whatthefuckwasthat?

Failed conclusions, indeed.

Bulls for ritualistic holocausts, as it was scripted.

Whom made a play?

(Antigone -I googled it up;

and, also, is there something about Yocasta


that has yet not been twisted?)

Anyways, I end up slaved.

Crixus cannot but yell improper words to be written.

Do you know the twiced-langued twist?

Anyways, I end up fake

as a me self made.

Have you met the spirit of material force?

Human-mind made.
Have you met the enlightened bull, there to be prayed?

Darts go by.

Can you see them?

Light-made.

Lightings.

There's a storm out there somewhere.

Gaian geotrauma calling us to stay.

Why, my dear? There's infinit to be made

out there.

Love oh, we all love love.

Pain, suffering, oh, what we all runaway from.

All, of course, cutted

by finite experience.

Leave? Sure. How?

Who am I to know the tiresieries

neccesary for us to not

walk this very same soil in neverending recoil?

Is it an enemy?

It is a friend,

occupied by loud noise.

Should I sell myself into those

whoms will I make?


Equanimity, boring stuff.

Isn't it, yelled upon?

Defensive stances.

Knotted,

I fold

my wording confusion into nothing but a must

remain silent.

Should I kill my self again?

Carrying out eastern practices,

should I let myself be glared?

None but I will speak.

I as None will speak.

How would you be able to recognize me?

Did you saw my face drawed in the sand


of a jungle-surrounded beach?

I've been wandering

before.

What will happen when this is released?

Beautiful solitude will make me sink.

Dream-liked, I'll finally

sleep.

I may be able to silently think.


There's a big no tattoed on me.

Christian ritualism, indeed.

Angered, I?

Haven't you met my calmed mind?

How could I negate?

Popperian excuses, as usually made

from not yet sired agnosticians

who are diagnostized

with self-schyzed tells.

And the free from sin, freely dance.

Would you, my dear friend, love me when I

circumstanciate-murder you?

Metaphorically speaking, of course


-as every single words-made thought.

Suspended,

I shut.

For northern lights have shone upon,


while nothing but misery was begotten

in someone else's body

by confusion of mine or confusion itself.


Yet could I rephrase, rewrite what has already been said?

Thinked a thought,
there's only a deep and patient waiting for the rain to come.
Could I wander around, without despair?

Executed plans by blinded hands.

Minds so here that nor they'll be there anymore.

Souled by many, who I am to carry


the weight of a holy cross?

It has been broken, and it is now


a one -one arm nailed;

the other, free to sail away at dawn.

But do not remember me, for I've embraced


the nightish dream of blinding lights

whom has brought upon

damnation and chains.

Could I forget beckettian nightmares?

Neither/or, twiced along


the holed four whose angles lose

perspective in the ethereal soil.

Draculean habits, and inoculated fangs


in my oracular neck, when I'm supposed to be distressed

from myself as a self.

Blow away? As a reckless intradictor?

Do not call my name upon sindom for I will go and never stop.
Is it fair, right, faeric, crawling
the carmine soil of our missionerist dome?

White-noised, I stepped upon.

There are crying laughters sown around.


Demethereus habits will to be called.
Harvesting moon-made flowers, is it sane?, is it a mistake?

Moon, I walked through those

whose eyes will forget yet curve


my unresting eyes,

and none but holes will be left on my core.

Christicyzed chanters,

all about here,

all about now.

Death will fear no one

-and there's a peculiar negation out there, just said.

But should I stare into the moonrise once again?

Should I stare into the sunrise once more?

Blinded by the wholed, knew


were methods, or remembered,

or reminiscenced.

Senses? What for?

And, of course, a bunch of gibberishing black-magic out of noising

what it is and whas has gone


upon the torturing heights where sphinxes

build the confusion-making automaton whoms signs string

as whistling Pan's or living corpses,

rottening in reasoning and left up there


by nothing but a fortune -accumulated through spreading diseases.
Should the crucified step in?

Christs oh here, christs oh there.

Personal endevaours out of no made


-twisting into escherious stairs

for us to end up where we began.

Absolutely synched,
start to fall

-I, among others-.

Cutted from horsing harsh,

freely realize
nothing but spinning cups

from a childish stare

of a naming game

-adanic, eveic, edenic, sinned.

Have you bitten the life giving tree?

It cannot be done, but stare at it.

Knowledge of good and evil and so called empty space


for us to calculate what cannot be calculated

-for provindecial intruders will thunder us out of the way

(paganism in the abyss, also).

Sold be we, what we have told?

Silently, I'll pendulate like a wavy serpent from none but thoughts.
Am I on fire, baby blue?

Drool with me in Catatonia's oil.


Are we speared -in a rib, in a head?

Ahead of us,
the yet not freed but freer.

Could you say hi to whomever wanders pyramidal schemes

without regulation or words or motion


but merely staring at the dying soul

whose memento mori is brought upon

to spread among the holy chorus

of those who dared to challenge hearts


so washed by material waters,

so washed by effective air-flows?

Pneumatic consolations:

stressed out,
needled,

free me from my dead child and free me from its shadows.

Do the reflections made a mess?

I'm sorry, I couldn't stay


omnilocated long enough.

Trascended science, spoken yet vacuumed


by draculean gestures of lighting a fire were

calm was supposed to be.

Is this Xell?

Sell me out, freak me out, for I've sinned.


Yet,

would the One, stepped, appear on sight


for me to sight in crawling eyes?

I've seen a white lotused screen.


It talked.

What it said has been said.

Should, then, I, never rest until the sun

sets?

Autopoietic nightmaring.

There are
wandering creatures,

playing blood-made games.

For is it them, the blind, who must suffer

-I hear some say.

For is it them, the deaf, who must suffer.

Anykind of judgment is brought into nothing but reproduction


of the rapturing torture of naked-walking

throught the mind-made walls who's name is will.

Could I sin and run uncaptured?

Who would stop me from stealing a word?

I'll be used until the last night of finitude comes.

Then,
I'll walk among the gesturing altitudes

made of no-space nor direction nor distance.

Soul-less,
I'll finally sleep.
Should I keep talking?

There's a sshhing someone whose name I've forgotten,


whose face I've forgotten.

Is it us all the so call dead?

Memory-made, after we leave,


curved by symbolism they'll persist somewhere.

Ghost-busting endevaours, oh so vain!

Yet there's a conjured habitat for them to stay.

Satyr-like wisdom: play -in a matter of fact,


act as if it was a game.

Yet who am I to provoke apocalyptic delusions?

For that issue, we have outside.

Burned by white fire,


I sit and contemplate.

We will suffer until every living being ceases to suffer.

Stupid vows? As if words were knots.

Yet singers seem to chant about non-sense,


proyections-made.

The mirroring hall


-Lady-(of,from?)-Shangai-made-

will curve me(us) into the ecetereal lair

of dazyness and numbed numbers.

Qualia-like,
they start to talk and spark

while a dream is waited to lay on a temple


-singled, manied, it doesn't really matters.

Mystered,

I walk in thee,
the silent sorrower of ways out of here.

But I'll scream


every time a synch

syringes into my dry veins.

Should I wander without destiny?

Plan-sign-made,
intensive arrows go through

holing our little hearts that holed were too.

Straight, curved?

Why would it matter? Time will choose,


after naming itself -begotten be thee,

the unchanged.

Black-laired,

blinded, I stare

at the horizon, where


I've hurt.

Bleed me out, and take what's yours.

Pleasurable pain
-somewhere, somehow.

Walking by, I lay.

Grass seems to itch, and I've lost


my mind once again.
Will it come back with winged affairs?

Reprised,
recoiled, I'll shut.

Mumbling knots doesn't seems to work.

Improvising theather-like lies doesn't rise.

Daisies, somewhere, somehow


seen with the gaze of a child.

Ranting choruses doesn't seem to work.

Suffering-movement,

coined up disguised
from what
in particular?

Grown and stucked


in the same old lair

of good old hair

gleaming in nor but side.

Balled monk, cats;

pyramidal schemes

-as many as twiced (at least) seen.

Darkened by mere sight,


I screech at blinding lights
whose only reason is goodbye

-to say the least at death.

Cut me up oh wound me loon


for I have not and will not do
manipulatory techniques!

Tell me why the wounded eyes

will heal, and see not but


seas and wandering whispers.

Should I let the roamers in?

High-treason, isn't it?

Schizarchy, somewhere.

Still a -chy, isn't it?

So what's that?

Whom has not and whom has 'sin'?

Ain't that not?

Ain't that me?

Am I knotted or just grilled?

There's a particular passion about spectacular deaths.


There's a particular obsession with non-being.

How could that be, m'lord?

How could I walk into the harvested tomorrows?

Yet I will not sorrow for us to keep

none but lies and old hand-made

hazes of trying mazes

as if it was Love whose sight stood blinding

those who I's carry,


twiced, thriced, etcetered from the forged and mine.

Harker?

Is that you?

Will us drool

or drill a skull from compassion?

There's a wandering passion about gambling with blood.

Have you ever play black-magic with non but fever?

There's a feverish anguish about fear.

There's a choice, also, for what?

Whom am I to talk, isn't it, m'lord?

There's is silence, somewhere gone.

Would you stand beside a shadow

or grow a tree out of sinful sorrow

from attitudinal hollowness?

I've been, m'lord, dead.

I've met, m'lord, a lord.

High-treason, isn't it?

I've fall,

m'lord, through Love,

without permission or pure enough.

It couldn't be, isn't it, m'lord?, according to your law?

How could a wander just thrill and pray


at looned up stairs from mystics's rain

and none but trouble

waving around with none but smiles?

Horror me, will me, half me, or behead me

if I wound a very clinamen of you with negative arrows

or bifid words.

Marbles langue?

Vivid oil.

Melted gods?

Dream-like features

-a farce, a fantasy, madness, isn't it?

So, should I script?

Why wouldn't you?

Have I drooled?

Will I cease?

The end, so rear,

so rare, so twisted,

it could potentially become a disease.

Have I X myself in X?

So what would it mean?

New deseases -medical entrepeneurs.

Cold handed dogs walking the monoliths.


Wounded by horses,

tambour-like videos.

Whooping, beeping synchs,

celphones, autumns, windows,

childhoods, slavery and the same

but hidden in a manied step

-the very same kieerkegardian weird.

Leaps of faith?

To where? The end?

Blue buses are always near.

And would you remember when I

stood around clapping at near

nocturnal stupidity of me

playing fire-eating with a dragon-drogón?

Are we savages, Francis?

Or is it a game you-we-I've forged in Chaos

for myth-like horrors to gleam at pure sight

of the one-eye creatures?

Will cartoons surround us as feasts

for our innocent kids to die in far

away minds of sooned-up fear?

I mean, if you stept into the moon, you must


have it spreaded in between the minded hive.

Am I wrong or I would lose

itself in digresions, for hazardous vampires

have play dices with names,

with a particular and territorially precise intention?

(A pissed nation, indeed;

by an elephant, somehow

wounded from deluded eyes)

I'm sorry, my lord, but mistah Kutz,

he here.

Will I die again?

Crawl on rambling snakes,

single soul made of direction.

Then, cleared from attention,

cease.

Blanked through thy,

die.

That's how they call it in westerned

escisions.

You-I, grassed, veiled, stepping into

Theathre-like beds,

with a red looking gaze of lighted candles


and horsed around

memories of dying pairs,

memories of thriced stains

-yet, we both know, there's a tomorrow from there.

So, tecnonirvanicked,

can you stop suffering out of will?

Will-lessness illness it is?

Excuse me, m'lord, but whom has shone

in the only possible death of the entire history,

hasn't just samaddhied up a Heaven,

therefore, a Xell?

Yes, but blablablaed you'll fall

again.

Indeed, m'lord, but why

should I care?

Eternity is there.

Pleasure, pain, for me -in particular, I'ed self-

what would change

from a conservation-less mind

that knows thyself?

Author-gnosis, gnosticism, abbadonism,

or the standarized play the fool, mask


yourself, and hedonist your way back in here.

What's the difference? You end up being

here or there or where, as a placed

self from X+(operative motion of embodied space)

-bodyless spirits talk, still,

or are you deaf or stupid or merely

sleeping a nightmarish day

again and again and again and at will.

Do not bother me with the buddhist mumble,

for I have seen the delusion of my wounded I's that shared a here,

worded by not by what is and what's not.

Knotted, dissolve

into the mysterical affairs.

Hysteria?

Of course, m'lord,

chained, I've step

into some weird franciscan soul

dressed in purple and surrounded by gold.

I'm ashamed, m'lord! Punish me with wisdom!

Delude me in christendom of none but repetition.

Affirmative difference it is?

Yet, would you like to stay


to watch entropy

do its thing?

And if there's a way

out of zero kelvin and absolute dispersion,

shouldn't it be already here?

Beardless creature, balled monks, cats;

pyramidal forging of fantasized tortures

-you fucking use real corpses, stupid enough

to begot ghosts not in you but outside and for those

stupid enough to judge without judgment,

as if the Trial would remember

who the fuck was the particular you

who drew with sprays

and killed a pair

out of weakness and jungle-solitude,

for the multitude to rejoice and distress!

Will I cry for my own mornings?

Will I remember what I've done?

Should I pray the good old lord

of whatever the fuck it thought

about itself in no time at all?

Or it is silent, or it is not;
old as eternity's lair.

Samsarian deluge, deluding, indeed.

Brain-scripted memory becoming operative.

I'm sorry, my lord, bothering wasn't my intenttion.

I acknowledge your age,

and it's late, oh so late out there.

Did you expected the peronism spreading

all over the world?

Social-justice -and when this very last word is

pronounced,

you're already laughing.

Excuse me, m'lord, have you met my dawg

Σωκράτης,

he may have a pair of questions for you.

Subtle enough beasts to not be fished

-bodyless, every gesture inoculated

it's mere motion of

contingency-made logoic wills.

Decodifying nightmares in three,

two,

one,

one,
one...

(Is it any reason for the countdown to end?)

Pleasurable habits, indeed.

Égalité, possible. Mais, l'ennui, à deux pas.

Who would we sting with our sharpened swords?

Phallic endevaours all over the stupidity made soil.

For it isn't needed -I've already said this-

any kind of body-made sexuality, anymore.

Japaneses know.

Yet, habit-made,

repeat -as whoms forges castles out of hammering

stone-made will,

leaving illness and so-called value.

Cathedralists, rise!

When the unnamed is brought down,

what do you expect it's gonna happen?

Silence, after all this gibberishing nonsensical noise.

Mort d'Amour.

Isn't that a fairly wittgensteinian solution?

And didn't he end up talking?

Dharmma is being actualized -please do not shut the computer off.

Did you knew that he masturbated thinking about math problems?


It's in his diaries.

By the way, why

would anyone keep a diary,

having a memory and a twisting tongue?

Chronidless, eternist,

I fold to your raise. But,

let me guess,

you had a full mess?

I mean, sure, I grant it; there's a clinamenic atom of

consciousness always breathing.

Even in the worst of conceivable xells.

Yet, after the realization, didn't it come

a natured feeling of relief?

Well, yes, no, of course, both.

Thriced, then, who watched

simoultaneously both?

Jano's marble melts.

Eight two five degrees, at least.

That's six, isn't it?

Forging confusion out of pleasure?

I mean, they just won't stop chasing until they're fed.

And, even after, there's gluttony.


Pleasure in excess,

according to whateverness.

Geotraumatic symbolic adjustment.

Tube-playing autowandering.

Fútbol, all along.

By the way, there's a heaven

where grown up kids never stop chasing

a ball.

Sphere-like weather?

Deep blue, mostly; light-blue somewhere on below.

There were supplicants around.

Melting statues,

whateverness-made.

Dead for playing with godless creatures

-which, of course, who may be but the gods themselve?

Anyway, psychosis;

so common it has been standarized in a open specter of

medical procedures.

Asclepius, should I

never walk into the mystics lair

and play and lay and sing and

in a matter of fact not being able to move?


Spaceless intradiction.

Instant messagery.

A thought here or there.

Noumened-up,

does running away helps someway?

I mean, sure;

negation 'works'.

Do not fracture your mind among

the thriced, fourthed dead.

And if the wind speaks a name about you,

deluded howling of the willing horses

-minotaurs, you know, people bored.

So, considering, then,

human-form of every made revelation,

or, on the contrary,

non-human(whateverthismaybe)-form

of every made revelation,

what is needed for the message to be grounded?

Oh, so, there's an instrument

-a lyre, an arp, a weird sounding indian guitar-like something,

or whatever contingency tingles.

So, sure, symbolic autopoietic assemblies,


gaianic, for sure;

but, then, out of uncomprehenssible universal measures,

what could be and how will it

'play'?

Remain childish and hurted, blinded by sun-diseases.

Lightened by fortune?

I don't know. It's probably

more than filial accumulation of twistsness,

and socius-made quaternarism,

and outer-whateverness N+?.

Xenolimitations of proud minds.

The shining core: magnetic, down here.

I'm sorry, m'lady, I was wandering through quietness

and somehow

Mark Zuckerberg stepped into

lackey-ness gambling through some out,

and raphaelite's angelism and some other blackened words.

So there's convergence out of dissociated difference.

Which is a way to say, there are similarities.

And there's any way to say sorry for walking straight into your parents

room? The guardian seemed confused.

Sphinxeously dress as purity -which is mere light-bulbing-,


how could they not?

I mean, even St. Augustine knew about simoniac practices.

There was, a long-nonrangeable time ago,

some who answered None (or maybe No-one,

I haven't read it in this twisting tongue)

when his name was bet upon.

Astute?

Small as a molecule,

what else was there to be done but fake

a word-made puzzle of none but mirrored halls? Mazes?

No! No! No!

(Thrice it, for superstition points)

Displaced, a shadow arouse.

Should I spit in a face for anger?

Rising stones will sing a mumble.

Gambling from lucidity made queen-gambits,

it is to be expected a magmatic recoil.

Pain-not-reacting creature, tortures,

they will not work?

How many layers of iron-madening are you walled through?

Did you know if you go through the word 'you' you end up
{oediapalized?
(The same for I, me, thee, thy, them, us, he, her, those, whose,

or any subjected body made out of words)

Yet there's still the possibility of silencing your way around.

Wrong! Wrong! (A book is throwed at a looned-up journalist)

It has already been made

-the self, the mute, the sane,

it has already been twisted.

So, freedom, where?

I do not know, but do not ask the dead about it either;

how could they be free and still wander Eden?

Anyway, I was

samaddhing myself up, and

somehow, from

absolutely nowhere

-I mean, there was a escherious stair before,

but stair is just a metaphor for cutted up thoughts-,

and suddenly I met what was/is called gold.

Hallucinatory missinterpretation of the nation of the light-blued.

Anyway, did the

folders ever stood

frozen in the clouded moon

of our sang song and our made moves?


When did materially supported eternity started?

Memory-less, I fold again.

Will I have enough money-silverlines-argent

to keep this going all over again?

Changed be the faces, yet,

the tragedy is operative still.

Should I kill? -you know I won't.

Yet solitude seems so far away.

(Let me digrede for a second but,

did you noticed mister and lord are equally translated?)

Anyway, mysterically,

I yell at ghosts

-leaving echoes from long gone me's.

Hooked by a chore,

I loop

myself into thee, handler of confusion;

for I'll stop when pain arouses in tormented thoughts.

Did you knew about somatism as a kid?

Everybody knows -emphasis on body (I could have said everyone).

Haunting skills -terrible things to know.

But man up and a flow of senselessness.

Did I shat myself as a kid?


Baby made, Veive's will.

Look what have you done of me! -or something like that.

Anyway, I used to spin,

walk, chant, talk,

now I this.

And there are tanathropical diseases making it all so new from gones.

Have you ever carried a cross?

Nailed into the stars,

have you ever seen what is not?

Knot, knot. Who's laced?

None.

Thank you, m'lord.

Orphaned by transgression,

killed by real-state investors,

a jump -let's say, long enough to scare a kid-,

a pool, a last-second gesture,

a rewinded memory,

an old friend nicknamed Black -which is OK here-,

so I've must been White -you know, target, blank.

Yet, some years before that, some friends (where them friends?)

used to call me Sol.

Big head, blonde hair, childish math.


Beloved fellows, what have you done?!

But what does this have to do with anything?

Did I talked about the time I was sinister?

Yes, mister, but hold

your breath for I was not.

Did you haunted yourself, double-binded by hegelian nightmares?

Could it be possible for me to know?

The body changes in seven to ten years

-memory, somehow, persists.

Must be some spiritual disease, isn't it?

That if I sold my soul?

Of course! Pure contingency! -of what use is for me?

Self-tormented, Xelled.

Endiegued, indeed.

By the way, I may have intended to

that heresy just said,

but how could I, being an innocent child?

-most of all, an ignorant child.

Kids live in heaven,

babies in Hell

-then, conjured silence,

therefore, strange memories


(let's not start with the reminiscence ranting, please),

and some weirded-up laces of somehow knowing what?

Cleaned of vacuum, oned -so-call oned, at least-,

criminalism in the abyss and spitted simbolic contingency.

Unawared! Of course!

If I knew,

why would I do it?

Unawared of my very thoughts,

I wander through knots

-roaring feasters in a gleaming horse,

with archery made skills.

Love, among others,

childed, becomes

Cupid,

which, babied,

becomes

who?

I do not know, and I fold for just assertions.

Despaired -but without knowing of being despaired

{which is the worst kind of despair}-,

calling upon word-signs-symbolic endevaours

of unnumbered time-lines converging in whom?


Find the hidden and

kill is not a good word, yet they insist

in its false efficiency,

with State-interests whirlwinding in between.

At least you are walking through the edge,

you will not think of bleeding out

for solutions or outs

into the bodyless coil?

A fool I was, I am, and, by sentencing this, I'll be.

Which is, in fact, a good thing.

Imagine creating expectations and then feeling attentions

perched in the radar-made sense,

waiting for whomever you are to glare

more and more and more spectacular contingency,

for us -I, mostly- to rejoice.

Suffering? Oh, no! Do not!

Did I assemble zero-grade-intesive-space as ecuanimity?

That's an automaton gamble

-with the boddhisatvic gambit.

Did I talked about the dream I had

some time ago,

the one of a marking a weird sign, symbol, whatever,


putted upon some orange-goldish canvas?

I don't know, man; but it keeps me thinking.

Did I misspronunciate intentionally again?

Oh, I'm sorry.

Please, dismiss me from my foreigness!

Oh, I'm sorry. I meant forgive me... etc.

You know there's a key in qwertyboards for

erasing mistakes.

Do memory ceases, then?

Silenced, I put my finger into my very nose

trying to find some smell.

Good thing I chain-smoke like a silencing it all.

Words? Which words? I do not talk.

Please don't die from my very hands.

Crows? Which crows?

Oh, dead meat eaters!

-the rotten, the better;

optimal: filled with salty pus.

Did you walked straight into the shit-filled room?

A cross, melting from below;

ripped up skin.

Paranoid endevaours of decodifying Law.


Paraná, two steps ahead.

For me, in particular, pure, white noise.

Fill it with whatever pleases you.

Political practices learned of watching dogs eating chess pieces.

Biblical falopa, indeed, m'lord.

Psychosed out G*d (of course it wasn't, yet it has to appear as such).

So, after the long-spitted sentences,

of course -now I know-, death sentence.

This is Texas and we bang ba ba bang go whatever.

Oh, and, of course,

this isn't Texas

and Obama called a freaking river over me.

But why the fuck I'm tied with foreigners?

Daddy-made air-castles.

Cattled,

I ended up full-wackoed and in a suicidal mood.

Yet, should I

loop myself back in

and out

until they

shutthefuckup

for once and good old long?


Yes, I know, it's seems quite silent now.

Calmly, I could schize

myself into me,

and there'll be someone sentencing me to death

with every single word upon me said

-I don't really know if they could

noumen with pure thought,

but I guess some can.

Am I a fish, a dog?

Oh, of course! I've kneeled!

Am I a reptile, a skin-chanigng metamorphic

ovidian creature?

Have you notice, before this very second

-and this is me saying to myself-,

the link between Ovid (the poet) and ofides (the reptiles)?

None at all, indeed.

Now negation begins.

Didn't daddy teached you (I, in this case) to fish?

Have you ever noticed the link between fish (as verb)

and fish (noun)?

We have no such forgery in this peculiar spanish way.

So, while you're fishing,


there's a who who's always enslaved by the very saying of a word.

Silently, I smoke-bomb myself out of here.

You know, you start twisting this off

and it starts spreading

into every single christicyzed language.

Luckily -now, with globalization and internet and virtuality-,

heaven-dominion wars are fought in clouds.

Yet you may get a lucky wound.

Sevened up, advertisement for us all.

And I was lucky enought to get it straight out of thin air

-orphaned, I insist.

Did you know that thirty years ago not every single person

had to handle english standarizations?

The year is already twenty-twenty.

Excuse me, m'lord,

but which precisely was the event that started the counting?

I know, yes, 'Christ' (with capital C).

Yet, what precisely did (is there a suitable pronoun?)

do?

Which of the heavens was meant to be realized?

They all the same -oneing it all out, a flex well comprehended.

But, my point is, what


was the precise proyect?

Second coming, always first -this has already been told.

Looks like Dharmma actualizing -to me.

Yet merely function-oriented memories tend to forget.

Yes, m'lord, indeed: teological speculation

-teleological, also, indeed

{oned the one, what is not, therefore, implied?}.

The speculative characteristic is just for indetermination spatialization.

Or would you like to burn in Xell?

No, m'lord, please. Do not tempt me into forgeries!

Crypto-sophisms, indeed, m'lord.

Have you ever wander thoughts?

Have you noticed there are things you cannot think?

How could that be?

I mean, there are some random gibberishers out there somewhere,

with friendly microphones setting ears on daze.

Is it water-forging a noumenoidal skill?

Do you remember any dream about neverending river-flows?

That's a fútbol team in here. There's also mouth.

Which have a particular rivalry.

Which have a particular symbolical consistency, isn't it?

Improvise me, dear friend,


find thyself where my selfed None is perpetually caged.

And don't you dare to translate -that's catholicism!

Oh, I'm sorry, my dear friend,

I've read a book or two

-the entire rest, a screen for my fool to crumble under whom

has named me after sired wills.

(Sir, mister, lord, you see...)

So, what's the point of

saying the same with different words?

It is just a matter of cohesion?

We were two lost souls russian-rouletting ourselves out.

Our? Whoms?

Now yours. Handle it.

It's that the walkie-talkie they talk about?

Great invention!

Is this still the 90's?

Kurt, are you around?

Cops use anagrams of your name down here.

Of course they do not like it.

Who I am to judge?

By the way, who was the something

stopping you from out?


I'm sorry, my dear, he's really gone.

So, let's talk about something else.

Time to rest

in peace

-did you notice the confluence with

spanish pee?

Crashing it all out, mediating

the lures of the fared and the hered.

Hired? Again? For what?

Oh, of course; I scratch my only left

ball,

all morning, from born until now.

Kill me not, irish skill.

Drunkening? Oh, no, I'm sorry.

It doesn't mixes up well with tranquilizers.

Have you seen me dead?

Of course you have.

Where was I?

Forgive me, m'sir, for I have sinned.

Forget me, m'son, for I have spinned.

By the way, I do steal.

Dried out, bleeded out, I use blue-steel.


Am I wandering through Eden?

Of course not.

I've fall, once again.

That fruit looks so tasty, tho'.

Dissembodied, m'lord, how?

Whoms will have willed your above?

Daddy-made substance of filial law.

Have him left an empty space for you to walk?

How could I know?

He's blue-veined, has been here before.

Am I speaking or being dispersedly shout?

Sshh my self out of there, dear friend.

My godness, are you gonna cry now?

Puke outside me, please -have some courtesy.

I'm sorry, m'lord, I've twisted a verse

into unuseful thoughts.

I'm sorry, m'Lord, the lyre ceases.

It persists, isn't it?

Discipline.

I'm sorry, my dear friend,

I've been shat upon.

My chest-hair, all mixed with anal excretions.


Have you ever used a word by mere repetition?

Oblivion-made someone.

Caressed from distance.

So, whom I were?

Don't you know your name?

Statistically framed,

what's the most to-you called sign?

Argent-cuirassed by repetition, indeed, m'lord.

Have I been a fool?

That is not for me to judge.


, whom
I've met?,
Walked among, recklessly,
with a horse in between, and a pictured almond.
Walked with fused strains,
weird laces of stranger faces.
Dreamed upon by non but luck.

Stoled by harming habits and sadomasotechnicians.

Scripted by wholeds Magdalene's filled with milk's-sweet.

Crawl by habits and admonitions


of vicious cycling into vicious
viruses. Will you care for memories boiling?
Crawled by northing eyes,
is there a something that wasn't thyed?

Me, who still carries

and ark and a quarry

for lotus-made asters.

Crawl along, old master.


I'll be beloved by your handly harshness,
yet while uncoded we still crumble,
non but dresses we should dress,
while adressed are, for the dressed to shy

into forgerie and smiling

wholesome content

yet tormented through nouns.

Human cycling? Re-priced.


Now, if you wanted to stay at sight
-shut, or lay
in the meeting veins
were laws are risen
by non but standarized hatred.

Let's hate at will of eyes!

(Like civilized people)

How barbaric, isn't it?


Yet, the carried cross persists
into the mouth of the holed.
For little hearts filled with poison are conceiled
in the pus-like stream that hot-lines every shivering tree.

Rhizomatyze?

Chaos!, written in light!

Abyssal peronist spiritism,


yelling viva! (live) whateverness.

Something like 'long live... etc.'?

Indeed, m'lord.

So, what's called upon?

Some general-like arrower


from nothing but acting masters
disguised as feathers
but less stressed
-they never the ones dying, you know, m'lord.

Behaviour-less acting.

Willingless.
Going as thy say,
I fell into mere
nothingness -once or twice.
Yet, was there
something I shouldn't have met?

Fried brains.

Tastily disposed for zombie-like feasting.

Poisoned? Whom?
Oh, a loon.
Let's pray a soon
or now or gone
fool of I as you,

whom noises called upon due,

imperatively categorical due.

Knotted? Oh,
I was playing the 'riding the gravy

train' game. Was I


traded?

I thought I saw a hand-shaking fever-made deal.

Graves? For the mithologist?

I don't know man,


I was just high and ended up here.
Oh, you twicer
of the schizer,
why wouldn't you walk the lane as a straight arrow?

You know, I've seen some chinelas-laning technique.

Feet-less.
Shaking cowardy of my comedy-made me.
Terapeutical mental-breakdowns.
Inyecting all(limited) into all (limited+?).
Yes in yes.
Over? No.

Hell-howling. Mirror-less.

Darkened be the me or the I or the ?.

Of course, m'lord,
autointuitive blindness.
Have you hawk-eyed
or were you there while I was with
whom but us or you or looned up

who?

Whom should care?


Wormed, by horned
creatures of beckettian sight,
I fell through light-
ings in this cathedralist hive.

Fried brains, indeed, m'lord.

Repetition as what?

There's a peculiar dynamic between names that are simultanously nouns.

Alexandrian
-probably pre-alexandrian, tho'-,
nightmares.
Oh, philonesque,
indeed, m'lord.

Fed with Love,


where's the hatred?

Filled with negative so negate it again and you got....

For us to fool
into mystic pools,
we would no but doom
our coreless fear
into the mirrored sewer

where as if's the done is wholed.

Future-making thought by thought.

Attraction-fiction-law.
Money-making.
Post-capital symbolism.
Schizarchy?
I think I've heard that word before.

Indeed, m'lord, it does mean that.

But why would I fall into endless questioning?

Oh, I'm sorry, my Law, for I've drooled


full-retarding the gone
through none but acted-up mysticism.
Ritualistic ambiguity?
Who from whom?

Oh, filiatory abstraction;

standarized reaction -measureless, by this very time.

Watching verbs.
Flying actions.
Delighted by pain?
Teresian G*d.
Nined into not.
Left be not myself alone.

Looned are whom

demight themselve.
Whom could glare
into action-less talking
while walking
watery lines in the same line?

Piracy in the abyss,

too, twoed.

Unexpected twists of fate.


Diaries, my dear.
Do not read the crime-related part.
Grandmothery advices.
Crime-related vicepresidencies.

Viciously cycling from whom into whom?

A chat and a mare,

twiced again.
Go through you,
you looning up fools,
for thy whoms guts
will fall from not

will feel as whom

has drilled and fried

brainlessly habits.
Could I lie again?

Make it twiced for the doubled and make it thriced for the nined.
Unexpected twists of fate.
I was supposed to be dead.
Okey, goodbye.
Law-breaking -scripted
into the very eye-less eye.

Mind-dead?

Whom's? Mine? Thems?


Termal-thermostats.
Aquaphonic intrusion of
Ministerio de Turismo™ .
Death related sentences.

Too late, my dearest end.

Too crayed

-have you ever play online games?


Cannot be paused.
Yi-like twenty four seven storming the heaven-made not.
Knotted?
Let's play 'is it a card or a dagger?'.

It looks like a sun.

Considering known orchestration,

it looks like my very same misery


-which is nice, to be honest.
Bro'ing your way out of stupidty,
why would humidity
stir up and rain?

Bad knees,
sorry. Kneeled?

Of course I kneeled!,
wheeled by daddy-made fantasies!

Do you like my new-born castle?


I'll eat all again.
Do you know how it ends?

'Give me the money', which is to say 'the verb'.

2000's music bastarded.

Could I not a knot or whom I would


harm, in the process of
ignoring?
Is this a reasoning that may ill?
Cling a song and rage at will.

Who'd be hearing?

None but eared

out disastering hounds.


Is this what you met with hunt?
Oh, I've forgot.
Of course, brain-fried
by performed

biblical falopa, for me to grow

nameless and uncertain -at that time, it was clear.

Can you see the farced tears?


Have you ever been allergic to something?
I had a suture in my very own head.
I had a night when I ended up in Sanatorio.
Confused aisling of soliloquies?

Scripted,

I ended up twisted
with negating gazes.
That's not me! Who has mazed
the vain unmasked
wanderer of neared
disaster, monstruosity, mind-clustering?

Difference, or

nothing at all.

Twiced by long
distance assistance,

whom may whisper

the technical aspects

of what was written?

Immortality in the abyss


-now, a vice.

Playground fishing bearded-musicians.


'This little shit has to...'
etc. Getting high to have a motive.
Lucid-looking,
where could I hide?

Is it my time to stop,

natured mother?

Nurtured feaster where all and graves


began to talk,
I did not but walk among.
Whom may stare at the satyr-made motion?
Whom but not could cry at nothing?

Vacuum-made,
I foster.

Ceiling-looking. Fan-looking.
Autopoietic or cathedralized?
Intended or pushed into thy?
Blinded be the cared,
for I will not.

Knot. Knot. Who's laced?

Air-made ghosts of whom but laired

minds.
Who am I
to judge or dull
into the mistful river
of crows and sinister

for more than here

ignore thy core?

There. No more.
Penelopian nightmarish unveiling the just veiled.
We, who rest,
could but not care
for fell eyes in its disavowed holes?

Needled hearts.

Panid arrowing through nowhere-in-particular.

Godless reacting.
Territorialized manners.
Have you met
godlike politeness,
disguising the angerish

and twisted motions of several horses?


Four? That's for the revealed upon.

There are still colours or infinite numbering


-noumening, you know, isn't it?
Colliding horses.
Charioteers (is it the right word?)
yelling at sacred creatures as if it was none but

silencing the self into outside,

whom, eventually, will recoil.

Shepher of shepher,

shepherd by sheeps.

The same old christian-mumble,


yet argentinian-twisted.
Would I want it or would I worm
my hole old into loon-made thoughts?
Sodomy isn't standarized enough?

Oh, I've mistaken

once again.

Schreberian nightmares confused me a long


time ago. Yet,
embodied by nothing
but thinking,
would not it sink into the mirroring hall?

I mean, I've met mine.

It was an island around.

Light-blueish animation-like seas.


Good-looking fella,
the embodying me.
Whom I truly stare?
Mirrored hallways will not but misstep.

Avatarish astronomics?

Disaster in the mimicked lair.

Whom are you to care for me,


the sole yet been
before soul of none
but selfed self
again and again and again and again?

Cry will I when I stare

at looned-up sightings of ominous stars?

Schize me up, for nor will fight


thee or whom or we
as I, the nightmared and sacred
aegid of what
but wordless intradiction of where from where?

Atheneic astounding hazes.

Violet-like, purple-like. Horror made.

It was a dagger,
and was the I
whom commited the unnamable crime?
I've admitted it
long ago, yet

the unspoken sentence can be not.

Can you say whats needed to be said -and, therefore, burn

me in me, for I to know


what was gone
when I was gone,
and for whom I was
straying myself like a howling tirica?

Eaten by fried-brained horses,

I walked the rotten feathers of none but crows.

Nightingales, galloping.
Quaternary personned,
one too many
for us to hold.
Fifthed arouse as whom has call

familiar meetings.

Would you like to play a single sore?

Bring it above the skinned corpse


of me when laid
was I and some may hold
my skin into not,
for glooming gold to stare what has done.

I would likely preffer blindness in order to think straight.

Cannot but rephrase the hounded scripture

of submitted and spirited


nothing at all.
Melting laptops? Curving noises?
I know you could,
yet, why would you?

Dispersion seems quite refractive.

Quietness seems like mere nothing.

Happiness researched from inside.


Lawless, of course.
Machine-like dances.
Thatagating a way out.
Whom's maze is being sold?

Crowned by thorns,

drooling along mystic deliriums.

Implicit suicidal ideation in


whom but I?
Is it I the this sayer?

Myth-like deliriums.

Mythomaniacness in the abyss

-its very core.

Farced, I step out.


Whom was there?

Lucinated stars.

Starry night? From whom but hers?

Suicided by intrusion,
recoiling is not mine but Veive's business.

Light-bomb assembling of mere words-linking.

Zeroing pain out for


divine justice to become operative.

Winged thoughts of winged cores

reaching cores and

operating.
Alkylated astuce.
Yours? Whoms?
I do not know, just
spin.
Name it and they'll fuck it.

Passage-al-act'd it.

Ghost-fucking.
Necrophiliacs.
Pedophiles.
Baby?-philes.
Name it and they'll fuck it.

Scheduling anesthesia in

whenever needles arouse.

White-panic in the lair.


Red-panic in the lair.
Blue-panic in the lair.
Gold-panic in the lair.
'Love is in the air'.

Now, take it literally.

Now, leave it promptly.

Accused of
complicity, he walks
into the jailed harshness
of ludicrous silence
yet to be begotten.

Schedule one crucifixion every hundred whatevertheyused,

but let's say meters.

Metric absolved,
disolution.
Minded in torturing
puzzling of
willed out of self selfs.
Getting high.

Being accused of christ.

God damn it,


it has to stop
somewhere.
Say hello to the dead
for they're useless by now.

Maybe two thousand more years.

Die, ignorant -that's me-, for

not knowing
what in particular?
Either hypercontingency-made fortune,
or theory slaved.
Have you met the thriced dead?

Hermes, in the abyss, as it supposed.

Inyecting chaos at every sip of

us.
Would you
dance with none but
anger?
Hungry fellas, not sleeping.

Do not play with fire or...

etc.

You'll do,
of course.
How, if not, will you
know what is
that is being prohibitted?
Ontological disasters, indeed, m'Lord.

Does this means...? etc.

Those who hurt from distance,


whom may be?
Fared, yet laned
onto the escherious aisles
of bachian mimicking.

Harmony wounded wolves.

Ether's soul.

Fear out of I, the fearing.


Silenced,
then,
what? Talk,
it goes throughout

whom?

Is it me or is it a stupid rebelion

once again?
Crimes-comitted in
no particular nothing.
Should I carry
the weight of your sins?

Ranting mummies in laughing silence.

Covered-up mouth's. Mouses.

Horny walkers
-hot-lined, also.
Crawled through whom?
I've never used
this before.
Do you really know who you walk through?

Are you certain enough of whom you've spit on?

Crimes comitted in me,


the dancer.
Remain at fastening
the wound that will
release complete disaster.

Godless gods whisper upon,


yet not inside.

Godless gods ssshh us at will,


but not inside.

At sight of mercy-
less spinning,
why would I strip it
if nothing but sinister
thoughts would be unveiled?

Shut or talk,

the very same.

Mixed-up perfumes.
Dead enough,
whom will fall
into the nightish veil
of looning up

the seen, the thought,

the undoable done?

Handled by secrecy,
witchery in stupid-made verbs.
Lackeys, indeed, m'Lady.
Keys from whom?

Oh, have I met


whomever was
the blinding soul
that stared at mine
and silently lie

for non but thoughts, seens,

not-done undones?

Working out
misanthropy for

slavers.

There's blood on the floor.

Have you knocked at the door?

It.

Were you grounded into


what in particular?

Concrete-assumptions of

what?

Oh, that's yours.

Please, do not transfere it.

Should I die for my very feeling of first-sighted Love?

Dantesque arrowing into


what in particular?

The very molecular habit of snorting like a dog


for traces.
Natured maternal natures.

Have you heard the news about

artifice?

Slip through knots,


wounded belove.

Spit in his shoes and


walk away.

There's no punishment made by gone minds.

Raptured by myths,

whom has deceived whom?

Change a word
-mistaken, thought-,

did it really dissapeared,

the erased, the singed

into machinic flows?

Lawless yet nicknamed.

Anarchy? Leave that


for places where a certain order is clear.

We live in it down here.

Oh, sure, tales,


sweet fairy tales of knowing what is

going on in the surreptitious aisles

of the powerless reptiles


whose faces have been written.
Honour-full drone-bombing from below.

Have you met the place where souls burn,

therefore, live?

Shadowy scripts of
echoing itselve in,
echoing itselve out.

Whom and why has killed,

considering the linked(winged)-thoughts?

So, there's free will,


and your choice was thinked

by it.

Dalai-laming in compassion for murderers, indeed.

You know there's a silence(space) codifying this.

Are you afraid of perpetual despair?


Sleep well, dear friend.

You have to be selfed to kill;

otherwise, what would change?

Have you ever heard about our lord and saviour


whomeverthefuckwalksawaywithechoingmessages?

Savages, indeed, m'Lord.

I, No, talk.

Linked-fountains of

National Security™.

Argent-spears of negative damage.


Bullrich Duck leaving a tiny and sphered piece of shit
after very step.

Docked, by norms

of whomever has decoded

the intruders in their horned


space of none but fear

for who can hear what spaces inyects

out of chaosed noise

into its very core.


Would it be a double-binding skill of daggering with no cards at all?

Step in uncredentialed.

Step out uncredentialed.

Blahblahblah your way into


whom?

Drunken as a dead gooze,

looping-itself into nothing but


gibberish.

Have you ever play with white, pure, unintentional noise?

Filled with sorrows,


none but No was spoken.

Hysteria made?

Of course!

Would I die soon, my loving master?


Would I fear not for everyday disasters?

You know there's someone below,


and, therefore, above.

Have you heard the children screaming?


Jamming all the way out of

circumstance,

chinesed out by ignorance.

Play along
a game so old

that has never met resistance.

Play along
the lyre so thin

that crystals screech.

Will you preffer to tango with the immortal or the neverdying?

Tecnonirvanicked? Narcopathologyzed? Me?

Whom?

Wasn't it you?

Oh, a fool I've been!

Play along
for

(absolute disaster)

etc.

Yet I want you,

I want you so ba-a-aaa-ad.

And we'll be back after this short commercial.


Anyway, it's Friday and she's drunk.
Did you know the computer-fixing businesses usually

steal all the data?


The king of the lounge-chairs

stays away,

with forbidden memory inyected through

precise

yet

full of

doubt

speeches.
Have you ever babied yourself into a fascist?

Have you ever been ashamed of


naked wills?

Bestial meat-eating.

Better perform it.

Will I be killed or will I be caged?

Could I crawl ages into nothing but more?

Seems unreasonable, yet, doable.

Could I crime myself into the mirror, as a sigilous repeater?


Meat-eater, bestial, of course.

Better deny it.

No, I won't.

You should stop


-some yells,
out of automatic random choring.

Is it this what you're holding?

Is it an it, my darling?
I couldn't care less, dear.

I've miss misstakes and I've miss until a mess

arouse.

Could I wander all above,


all below?

There's companion: a meat dome.

Do stars shine through it?


Asters, maybe;
stars, don't.

The gnostic argument is still good enough

-for what is not sentient yet feeled?

Dehydrated back in recoil.


Do I repeat myself in under strees?

Retrotransgression all above.

Down below,

relief.

Intoxicated with polluted thoughts

-winged, also, tho'.

Should I be scare of myself after I've walked


the streets where none but noes

wilder themselves in noise?


Good old Bob sinking down the river.

Are we deceivers, m'lord?

Dancing throughout the monolith's aisle

were echoes handle what hand-made was,


words gleam as candles,

for I have sinned my dear good Lord!

Drove back below,


muse-made intradictions

-through pure sound,

messages;

through pure noise,

passages.

Stoned to death by cyclopeal creatures,


I wheep at misery of I and me,

creating at will of thee

whoms stands beneath my silky feat

with none but sweet, fair cores.

Dove™ men care,

for men that care.

For stream-like doctrines are sawn upon


the filtered skies of where and wholes

that rained down hill as we look for

nothing but a fortune cookie in someone's jar.


Godless gods laugh at will.
There's no one ill.

Godless gods strafe from fiery hades


and windy heavens

and google-up this knotted stuff.

For horoscopical relations are motioned again.

Chaldeans, all over again.


Where and why would the S*n of G*d be born?

Dead-men rising should scare them off.

Asters made of thoughts and prayers.

Seems unreasonable; but, sure.

Go ahead, drown again,


hole-made creature of lunar craters.

Criteria? It doesn't matters

-Providence-willed fortune cookies or russian-rouletting Destiny.

Laming back, in,


up to decadence.

Dance, bacchantes,

rain

falls down for prayers were heard!

Crucifixion,
intradiction,

over and over and over again.

Yet will I end, my dearest Sir?


Whom I've called into the mess-made house?

Have I shone into the escherious halls


of none but repetition,

of none but intuition,

of none but muse-made screeches?

Around the aisles,


where fire ceases,

holded breath and empty spaces.

Will I cry when no one sees me?

Outside the attic,

with loon-made notions,

static.

Was it a lighting or was it a fake?


Will I know as a sinking kid?

Eaten by Saturn,

Jupiter for,

chronids arouse
-they do talk but none has seen

what was theirs to be seen.

Is it fair to be replaced

in the middle of a cared


angle of nothing but a mingling

squeeze of soothe-harsh mindings?

Will I carry my disease


everywhere I step?

Kill me not for nor will change


what has already been made.

Kill me not for will our farce


not fall so easily as it was thought.

Horse-abandoning agonies.

Memories from

gleaming words and light-hazes

coming in and out of books.

Drool will us
as catatonics raptured

by contagion of

what, in particular?

Gaze the secular

dream of thy made,


for we've been veiled and yet none will

release us of the howled-up tale.

Look at the stars,


look how they randomize your future up to conjectures.

Once made, how can them be undone?

Winged-thoughts -through thy, I, us, whom not?

Gone from mornings and dychotomies,

link-yet-difference making disjunction

-mighty 'or' oh!


Logic playing wardrobes,
genesis out of genesis made.

Watch your kids for they might end up high

in symbols and messages trading.

Heights? Godless aeons?

Psychosis, my dearl,
pearled gardens of deceiver

I in I,

twiced at least.

Plotinian heterodoxy
-not a step up, but down here;

earth-made chess for spectacular speculation


in space-made heavens and cages

(aren't I's the same, self-contained?

{how could they be, oh dearest sorrower,

and twice then be?}).

There's a peculiar intermittences going through devices,

isn't it?

Indeed, m'lord;
is it G*d or is it our farces?

Semiotic-made horses of colourful aisles.

Did you fell into the tube,


before sleeping,

like a sinking fool?


Une feu, c'est moi !

Le peu, le pew, c'est moi !

Forgive, m'lord, for I've linked.

Should we laugh or should we try?

Don't do the dread, the drive onto not.

Do not negate that has been done

before.

Horses out of thin air?

Must be a symbol. Isn't it?

Could I glare or should I step


into aereal attitudes

and blow as solitudes drains every drop

of icor

into the psychotics's nest?

Musketeering your way into spiralism.


Neo-vitalism?

'Upload to the cloud'.

Stupidity, at least.

Better than nothing,


says who hasn't yet seen

pure nothingness in its very core.

Crowed-skin-made,
it thrills.
Whom yer seens

have thought?

Instructions unclear... etc.

Undone? What? How?

Decodified into
Silence.

Sigilous returns.

Real-estate investments, but negated.


Then negated again.

Twisted gating

into the windowed hall.

There's a big, obscure nothingness out there.

Can we have a sip of our glare?

Sold up for saying


absolutely nothing

-spiralled canceling each word with its next


{with itsef, of course}.

Austerity policies for underdeveloped

countries.

Mooned, sunned,
starred,

what else?

Piracy's vest.

Gambling with symbols and getting paid off.


Payed by,
some may think

ignorance is ours to carry.

Petit meta-lumpenoidal thievery.

Do you have a coin to spare, enlightened lord?

I'll flip it and then get


what my thoughts are done.

Sinking, then, when we all fall?

Core my eyes or door our very secret into knots.

Psychopatic policies.

Idiopathy.
confussion
¿
Godless creature!,
holed wisdom!,
how could you stare at thy's window?

Dead by staring,
I step down the lever

for none is good enough or cared

by affairs or enterprises

of none but hysterical


wandering mysterical

runes of mazes and gazes.

Arousing eyes,

from thin nothing at all.

Whistling Pan's.

There's gold ahead

-greed.

There are healing veins.


There are stomach-aches.

Conjured?

By whom? The unglaring?

I could not but feast


from my deluded gaze

that stared at starry

halls filled with non but repetition.


The same, again
and again and again,

how could it be?

Deja-voodooic lucid dreaming.

Against psychoanalitical endevaours,


invasion named rape.

What would be dreamed


in phallic worlds

but that of fear

whoms eyes had neared

the stripped lotus of infinitude?

Dick-minded minds
-what would them transfeer

when close enough are heard

the psychopatic screams of lust and blood-thirsty wills?

Dominion of the weakened


by the very eye that seekens

to be freed from force or waking

veils none but shaking


walkers of this very same street.

What would we fear?

Bothed away by none but words,


what could be knotted under none but fear?

Tormented-oustiders,

walk around with cyder


and perpetual spears.

Romanesque avarice of a golden future.

Sphinxed-up puzzles of syntaxis.

But who am I to judge my automaton?

Tomatoed in silence.

Veined-up with wine and oisters.


A wounded foot.

Should I start crying?

Lay between I's and find me me'd.

Juggling Destiny into motion.

Gallowing-pole-dancing.

Haunted houses.
Have you ever met a ghost?

Drilling walls.

There's nothing there to be found.

Hollowed choruses
of

water-like

-yet not water-

motions.

Movementless.
Quietly whispering into the harshness of space.

Intermittent-intradiction.
I'm quite sure I'm gonna die too.

Needled Nile's.

Buddha-like creatures of capitalism.

No attachment: no guilt.

Linked-thoughts of fake vacuum.


Will I shut or will I narrow

ways out for me and me

and me and me and me and me?

Me'd in between,
I've seen this.

Which one was the acting one?

Active?

Prostatic practice.

Kabbalhistic engineering.

Cored-up horses,
waiting,
quietly waiting.

Can you hear the whines?

Narchilized farces.

Yet Aquilles by its... etc.

Read dead people or get lured


back into whom
but the author of whom
but you
whoms providencial will arouse in sight
of signic ashes
falling onto temptation as fierceful actors?

A glimpse of a tear and I'm gone.

One too many ones in One.

You know the rest: -3- plus N equals at-least-four.

And oh!, forgive me, lord, for I've been gambling too much!

Which is disyunction disguised as sound.

Jailed by shame,
over and over and over again.

Forgive me, lord, for I have been!

And meanwhile, the city shuts where it spins.

And while the howling chariots free themselves from fainting games.

Ether-made,
yet soul-made,
yet meat-made,
yet nothing-made.

Shall we step into hysterical 'who cares?'?

Silence-made habits of watching through glimpses.

Crowns made out of pneumatic fantasies.


Stress, then, free

as a silent wanderer

of edenic harvesting

those who cannot but shiver.

Distance, fair, for we will sewer


our mouth from silent seeing
what has not or will ever be.

Whom will kill the farced-up king

of kings, with a mighty sword?

For flaming-words will shut upon


curved mouths,

and I will not or maybe I will.

Illing spectacle of have beens.

Whip-made wounds of hands melting.

Sip-made tongues of ass-northed.

And do, my willful doom, for I have twisted what has gone
through us as none but whom!

Alexandrianing yourself out of madness.

Whom? I?

Is that, was that,

an alexandrine?

Fourteened-stepped and then: silence.

Have you seen the eye that wanders nightmares?

Have you seen the smile that I've tattoed


into myself with none but seweringed

habits of wound-healing tartars?

Barbarism in the abyss, gone do.

Psycomath of qualia.
Metempsychosed,
some wanders.

Will I live or will I quarrel?

Mate cocido and water-cookies.

Punch-made wills.
A little bit of
not knowing and

a tape here,

a tape there.

Moon-dreaming reclusions.

Aislation treatment.

For me, from I, with love.

Deepened woods of non but sorrow.

Peeing in the sink.


Spitting in the sink.

Platonism -Phaedro's- in the abyss, also.

Matter switching poisoning me out of whom I walk with.

Sur-
faces.

The good old hot-line inyecting to avoid


blahblahblahing your way back in, back out, at will.

Twentyfourseven, threehundreedsixtyfiveandaquarter,

until eternity's death.

Playing with sacred scarcity.


Oh god of over-stocking the market,

how will we die?

Thriced, yet,
heard,

here, as here'd near.

There?

Who knows?

Watch me bleed into the very living soil.

Stray cats,

walking the graves.

Death-made

Destiny.

Will you really want to live for ever?

In that particular person, I mean.

Soul-less intradiction.

Would I core myself in fiction?

Why would you be afraid


of leaving nothing as it were?

Leave as known where those who stare


at you, with hypnotism.

Gnostics in the attic drive us crazy.

Arrowed-skulls.

Fried-brains.
Nothing but an ill;
don't worry, dear friend.

Could we call a name at will? Could we

we us in a thing?

Objected, but negated,


but determined

by uncertain

explorations.

Deep-blue-sea fireflies.

I have sinned.

I have been
in magmatic recognition.

Grew from stress,

I dressed a dress.

Rhomboidal figures,
once or never or once again.

Pyramidal schemes of unforgotten cat-made dreams.

Sorry, m'lord, I was high and stupid.

Of course, a lunatic I've been.

Can you see me down the aisle, where the smell


seems confusing and fused with gleaming gold and melting skins?

Tropicalist summers of humidity.

Rain on

and off and on and off again.


Predilected by mosquitocracy.

Bleeding in,
bleeding out.

Singing this or that or never surrounded.

Feared by not but none.

Bleeding in,
bleeding out.

Walking therapeuts of what?

Sleepless sleeps.

Then,

rain on

and off and on and off again.

And the moment of secrecy,


of the very course.

Cursing your way out of curses.

We, the stupid creatures,


guilty are.

Out of aeons.

Singing songs out of this very moment.

Watery aisles.

Drowning I.

Will I feast of I or will I Ied myself?

Could you strangely walk away,


as seen on T.V.?
Gotta meet me when I'm lucid, pal.

I've been framed so many times,


why or what will I not bite?

Sex-oriented bodies.

And I truly shouldn't have done that.

I'm pleasefully sorry, m'lord. It won't happen again.

I'm lying, m'lord,

over and over and over again.

Batucadas sinking on.

Speed-ticketing myself back in.

Lucid-dreaming my way back to ways.

Do they split or have been synched?

Did our nights began a wander?

Did our dreams become delusive?

Did we melt as hypocritical

statues of pure cynical

interests in lifes to come?

Dead as I've become, begot

how warned we're told to be

from the gone, oh gone.

Yet while narrowed are the straight-arrows

and subtle is the straight thinking


sleeping dreams are feast of some

whom spit along the streets as mimic

of thy whoms eyes were walked upon.

Will I cough myself to death?

Will I roam against the self

escision of none but fan-made veils?

Yet while approached I'm, by the noiser

of nothing but cursed stories,

who will I forgot in the morning,

when the sun never again rises up?

Aging at will of thy,

m'lord, for I've cried

the lonesome lunacy of my secrecy-made chant,

and here I'm just a Bard.

Distilled eyes,

where none will hide

but me, myself.

By me, myself.

By me, myself.

There's a maniac measuring what has gone wrong

with Providence and why

do we repeat the same old tale


over and over and over again.

Over-aged,

I slip through thy,

and the howling nights

will and will not scare

the fear-made dome

of dream-made hands.

Will my chanting disease wound again?

How can I forget her mystered eyes?

Did I got enchanted by a wandering gaze?

Could I fold for sakes of heavens and mistakes?

Technicians in the abyss, too.

Should we, I, you, thy, there,

build a stair and never lair

in the wholesome expectation

of loon-gleaming sutures

of neverending as well?

Dwelled by fortune-telling,

I crawl in veils.

And I could and I could not

repent, oh repent, again!

One body, that's all.


Guilty we are for taking a life.

One body! Murderers we are!

Or isn't spirit-less movement

drown upon the mighty waters of goons gone lords?

How could we not but be wrong?

How could we mistake the same for same?

Selfed, I laid a vest.

Aegid, silver-made, sleep well.

I'll forgot and I'll rest.

Rain? Rained by whom? By whom? The whyed?

Rain no sorrow in our ever mourned

body ceased in never.

Could I rest now, m'leaver?

Could I sleep now? Could I swift as tender clouds?

Could I slip into sips?

Could I spit my own feelings

into nothing but willing

hands brought to words from None?

Echoing voice -called conscious-,

do the caracters twice everything up?

Will I, at least, sleep from time-dreams?

Chronid, kill me
when the crucified comes back.

Paroles d'Amour ?

Oui, mon nuage;

mais c'est nes pas and never was a question de veracité.

Biopolitics in the abyss, for two at least.

Bodyless wandering keeps you alive?

Why, then, you forgot

the lawless Law

that Time begots in every mind?

I do not know, m'Lord.

Agustinian anguishes are sought upon

me.

They're there to be found.

Crowed, be I

for me to rest, apart

from all trouble or disguise.

Crowed, be thee

whoms eyes began to see,

while nightingales announced I.

Shame on me for walking by

body-less souls whoms eyes could glare

into the very gazes of our smile!


Cruel, oh me, crueled by me,

I stepped a step apart and fell by thee,

the wounder guardian of our body's will.

Brain-fried, I pray

for myself, in mantric motions.

Did I stepped back in my self?

Did I found what was never there?

Stripped of me, I ate my childhood.

Chronid, blame thyself!

Oh Time has come and not be its name!

I have left, I have burned

the leafs turned into weight

of neverending eyes that never saw thee!

Gaze over gaze,

I stood on me.

Did I named myself in words?

Did I play myself in gestures?

Did I echoed my gone abjection

of nothing but a twisting knot?

Am I free willed or a mere rag-doll?

Stalking whom I was, m'Lord?

Was I named and called back on?


Could I fold a misstied door?

Lace you not, for no is thee

whoms eyes has laid upon thee.

I could not but to reject the lustful act

of falling in diguised yet carmine eyes.

Have I wander to myself


with nothing but peace?

Have I felt a sacred feeling


where none but none is breathing?

Will I sorrow?

Ever-tormented

by my gaze that won't cease

till the darkness begins to rise

and I can rest in sleepless nights,

I won't fight.

Kill me, thy, for kneeled I have!

Can I sleep my endless night?

Who could I help if I cannot stand?

Who could I blame but me for me,

for my everseeing nor?

Was my will free to choose

contingency or Destiny or an arrowed-gloom

straight into the mind where I've been hidden


by none but me who's thyed?

Conjecture-made. Barely watching,

I sleep my eyes in Fortune.

Will our sevened soul cease?

Will our nined step rise?

Will our mind be free from shadows?

Could I sleep until tomorrow?

Am I high this late at night,

on a Saturday's late night,

waiting for a manied us?

Will I shut when time comes?

Will I shut when wounds show up?

Will I cease or will I die?

Cared be thee, for I have been

wandering the gardens of yours,

where daisies blossoms and dawns are born

from woods of misstied cores?

Crypt-codified solitude.

Good morning attitudes.

Yells from help from whom but I.

Leave me, nighted

as a cruel invasion
of thy, whose reflections

drawn my into myself.

Freed from circunspection,

I wander, and wonder how gestures

bring disguises from none but None.

Did I hesitate myself back into motion?

Haven't we all carry our torturing

memories of being born?

Veive's will was brought upon

by nothing but self-healing

with demethereal seilings and roped by corpses.

Where I'm hidden? Am I scripted?

Should I whisper or should I scream?

Can I, feverish

as a mistery, never straight into sense talk?

Looned, my mind

will not or may or not

but cannot be but twiced

at least. Viced

by motion, I cease.

Carried out by the weather,

I skinned myself and leather


leafs of hair fell into matter.

Did I whispered out out loud?

As an outlawed, I run

-sequenced by emphasis.

There's nothing worst than deluding winds.

Still, I fall

down in temptation,

where none is brought to action.

And here I am, and here I'm not.

Platonically measuring the abyss,

indeed, m'Lord, indeed.

I lie, of course, I lie.

I could not even remember what I've just said.

Was I speaking or was it there

by mere chance of discursive thinking?

Was I sinking, good old Bard?

And the chhttng noise from who knows who.

Knotted by my magdalenian core,

I shut through me and never bore.

Will I shut my sutured heart?

Daddies-made dreams of who knows what.

Will my endless start to cry?


Carry me, for the West has never cared

and staired it up for us to glare

and measured be our nightish days.

Did I slip a bit of panic

for the glary and sunny

day that comes?

Did Juan de la Cruz was really a saint?

Who could measure dead days?

Or were we janing our way out,

for mere despair, oh mere despair?

Will our crossed begin to bleed?

Will the melting wood fair

the twiced-up rope of none but none?

But now that I've met you, lucid and streamed,

what will I be?

Orphaned

by none but isms,

there will no schism

to erase our gone misery.

It will not teach but harm,

it will not harmonyze.

Flaming swords.
Walking words.

Zeroed-up,

I, dead, then, am.

Yet I've met myself

in outer nakedness,

echoed by fortune-telling.

Was I drilled or was I spelled

in a peculiar way,

and will I stand in none but End?

Crawled by distance,

there's no distribution

good enough for dissolution

but mere sight.

Intuition?

Go ahead, thy

whoms eyes could shine as pure

as tender lures of silk-made emeralds.

Zapphires wandering?

Chaos manners,

as if nothing was a feather,

as if nothing was a drop

scripted in control
of the lonesome cloud

where a moon has shout

itself in clear disguise.

Do not hunt were I was,

for I'm not anymore.

Do not gaze where I am

for you'll be what my eyes

appear to see and not.

Knotted, I laugh

at will of love and sensual ills.

Sexed-upon, I threw up here.

Veiled in axises,

I scroll along.

Is it nothing,

is it really nothing more

than a sinking core?

Should I warn myself from whom?

Have I've been a loon or mooned

by reflections I stepped into motion

carried by the river of letheums stars?

Will I wander, up in nowhere, for tomorrow

that will carry this cruel signs of not enough places


having wandered as if I wasn't

one of a dozen who has rotten

itself? Did I hesistate

myself when I linked myself

into the neverendig harsh?

Will I march as nothing but a horror?

Lucid-dreaming no tomorrow,

as I imagine being.

Soothe be the miseries of orthodoxy?

Soothe be the curving noises?

Could I run away from fear?

Should I write in clear messages

what has been brought here?

Am I not being clear?

Am I not being clear?

Where is our nudity when we are near?

Reared by a glass or two,

we spit a spoon

filled with recoiling haze

and sweet smell of incenses.

Remember me to remember you, shattered

by nor but mystic habits


and saints hunting, while

sunrise comes at the horizon.

Paraná's eyes moan and shiver

the walkers of the moon-hidding near.

Daddy-made dreams will come at nothing

but a series of questions

whom will never be answered.

Shut and sink, river walker.

Shut and sink, river walker.

Shut and sink, for we talkers

are, and none but from

the eyes of nightish adolescences

will rise. Yet, don't

encore our looned-up chore

for we will cease at none but lines,

we will cease at none but whoms.

Wormed wounds, worming eyes,

brain-frieds. Will I carry

my mind in nothing but quarries?

Shutted, I spoke a song

that will never split in sense

for me or thy, my mighty friend.


humor
Quiero

dos ojos que se desperecen cuando esparcida

sea la huida vida de la que contamos,


mientras un espíritu anda meditando

en derredor de los espasmos,

y pretende dictar futuro cuando yo lo deshago.

Cubro

tus dientes de perdurable anestesia,


mientras

la madrugada mienta de habernos visto cuando miramos

cuerpos puestos como rastros

hacia la inanición eterna.

Caigo

cuando recorro el vasto

campo de amapolas, margaritas,


alelíes, solteronas y jacintos,

y recubro el ardor que visto

con las vergüenzas siempre afuera.

¿Existo?

Recorro el cobertizo,

mientras, loco y enfermizo,


aduzco que ya no reconozco
mis propios ojos,

sucios luego de árboles y horizontes.

¿Montes

de quien esquicia su espejismo?

Crisantemos en el derredor,
juzgando el corazón

de quien contémplelos en juego

con súbito plandor.

¿Crujen,

acaso crujen

las insómnicas mareas

que acarrean cierta duda,


que pasean con la espuma

tierra, arena, huerto y sol?

Como

de lo que el domo nos entrega,

mientras mis ojos dan al dual

arrebato de la pena.
Creo haber visto lo que he visto, mas no es cierta

la cordura que acierta con el bulbo hacedor.

¿Espero?

¿De verdad espero


que dígase en un sueño lo que esto dijera?

Recubro mis pestañas de matemas,


y los gutures de T.V.

se deshacen si los ves,

se deshacen si los arrean.

¿Acaso

el espasmo de cordura tenga fino rastro

entre quien dice y quien lo oyó?


Caigo sobre el cuerpo que me escupió

cuando la noche era una y eterna.

Caigo sobre las manos que me ardieron

una tarde de Noviembre, de venas muertas.

¿Es hora?

Esotro signo, cuando

esquivo que la muerte me envenene,


si todavía soy un nene que juega en el colchón.

¿Acaso

el ocaso no perdure

tras el súbito rastro de los querubes?


Ígneas espadas de eventos fortuitos,

extraños pasados y erarios atados

a cuerdos lamentos -¡algo tiene que haber pasado!

Pero recúbrome de esperanza,


con la viva caza de la Diana contempórea

de la piedad corpórea ante todas las sintientes masas.


¿Agonía?

Vieras cómo resucitan

almas que palpitan

sobre la viva tierra de la viva Nada.

Mas es confuso,

Belleza, cómo la intrusión repentina


dora la rima y parea los signos,

con el canto vespertino del dolor divino,

con el juego de los ritmos que se disuelven en el sino

inmemorial y amemoriado.

¿O acaso recuerdo haber hecho esto

cuando sólo era por mí cazado?


Recorría

las aguas frías del saber errado,

mientras las noches largas se disolvían.

¿Fue otro juego de la simpatía?

¿Fue otro gaje de la redimida

ilusión de haber ya sido?


Oculto,

entre sagitarias y cuerpos idos,

paseo el campo de lucidios en que se dice nimio el habitar.


¿La tierra?

¡Este lugar

abierto a que paseemos el tiempo,


sin decirnos y sin habernos

aún contado verdad alguna!

¡Ah la laguna y ah la pasión

del verbo que dio a los cuerpos moción!

¡Ah la palabra disuelta entre las dunas!

Guerras médicas,

querida, mientras los cáñamos


develan las heridas que voces conocidas

han tejido en las espaldas como curvas de las tardes

en que el juego era lo sido y en que lúdico el olvido

nos decía este ser hoy.

¿Correr como espectaculistas?

¡Alzar la vista hacia el cielo que ya no es Cielo sin ser ya!

¿Especular de corazones?
Tambores en la lluvia, y los sones

de trompetas hedóreas,

mientras un astro dora los prados y las estepas,

mientras las bestias gurgitan con voz tatuada

la nádica melodía alada que trae la falda de una perdiz,


la miedosa rebeldía hipostasiada en las cenizas
del súbito aserrín que la brisa nos acerca a construir.

¿Croar de idiota y mío?

Andar sobre el vago río que nos lleva hacia el allá


en que salmodias y salmones alzan las varas a los horrores

y ya nadie puede decir la verdad,

ya nadie sabe decir la verdad.

¿O no es acaso la inflexiva

voz que se priva en su curvar

la que revela la intención detrás de las espejistas palabras?


Habrá quien las labra y habrá un hurgar

heridas, sin saber qué se ha de hacer

ni qué han de ser, ¡ni qué han de permutar!

¿Correr?

¡Errar! O, quizás, sentarse


en derredor del nítido bosque en que dormimos vez de más

-sentémonos a pasear mientras los astros hilan

conjeturas de qué vida

nos ha juntado en el festín


del cuerpo uno que llámase nosotros ya sin fin.

¿Mas la memoria váyase?

Ida, ¿qué diría

sino la tímida armonía


que yace entre los cuervos que suspiran

cuando la carne dase a hedar?


¡Heredadas sean las virtudes de las apariciones,

de las visiones, de los espectros, de las canciones!

¡Cegado sea de la marea en lumbre


que a mis ojos hunde en súbito meditar!

Trepidar

la pradera, la selva, el árbol,

con los dientes puestos en el fino mármol


que roto ya se ha vuelto a alzar.

Mas no me vengas con que soy inocente si dígote esto.

¿Erro como erra quien sueño?

Erro como quien pretende

nada más que la lira y el hilo

que deshácese ante la luna que duerme,


bajo el conjuro de los símbolos, duerme.

¿Me escurro?

¿Que si me escurro?

Recurro a la canción idiota


-esta, entre otras tantas-, y la ignota

razón se hace presente.

Desnuda,

cruza la mirada y me esquilma


justo cuando ya no era más,

justo cuando dime a callar

por el verbo alado que da mi lado


cada vez que me dejo encontrar.

(¡Por supuesto! ¡No me dejo!

¡Mas cómo pudiera huir de tus ojos tras


el encanto del vivo más que se ase lejos,

mientras la madrugada nos llene de sueños!)

Callar,

callar debiera.

¿O cruzar el charco con un ojo

puesto en el vago antojo


de cribarme de quien va

sobre mi decir cual si suyo fuera?

Mejor huir de la marea,

mejor asarme la noche entera,

así pudiera al fin cerrar


las pestañas ante la escena

que las hadas lisonjeras dejan en el pensar

para cazar

digno mí que escondido está.

Mas la paciencia desespera,

y los ojos y las muelas enmudecen.


¿Será la dicha? Es el anzuelo

cuyo suelo no déjalo ver mientras crecen

yuyos de plandor extraño,


mientras pasan los años y la noche estremece.

Y no digámosle a mañana su secreto.

Puede que, muerta, rece.

Puede que, rezando, encuentre

hipnósis de la repetición,
mantra de occidente,

mientras el pulcro oriente recorre la mente

en el silencio hacedor.

Hay mano que tiembla,

y hay el pulso

que cede ante la voz cuyo curso


ha de ser invadido para augurar

qué ha sido dicho y por quién y en qué quizás.

Movimiento, ola, o el saludo

de las curvas que los mismos


signos llevan de acá hacia allá,

cual si nadie viera qué

fuera a decirse este revés

quiéralo yo o déjelo en sí andar.

Mas no me vengas con preguntas de consuelo,


con vívido vuelo

de tenue levitar

la tierra que pasea el tibio mar


y el ojo que descubre cuando miente

el cuerpo que presente niégase estar.

¿Por qué contar?

Ha de decirme, quizás,
cuando calle,

¿quién?

Nadie más,

cuando erro,

nadie más.

Oscurecerse,
como quien nada de lejos

avizora,

y recurrir a las horas

para que dígase el virtual mismo

que ojos nuestros elucubran

con cada dígito que abruma


a quien de hacer se aburra,

o de pensar, de pensar.

Modelos de Amor,

novelados.

Salívicos cuerpos. Sal.


Hervor de aguas extrañas.

O la hiedra que comunica la paranoia como... etc.


Pero no me preguntes al respecto de

memorias que no me corresponden.

Acaso fuera viento norte -chiflando


desde que viene meando

el pánico que trae la mañana cuando el monte

se abre, claro como un inconsistente

dato traído a Caos,

dato muerto en el Orden.

Pero no me cuentes,

tampoco, qué ha sido

aquello que ha parecido

cuando nadie más que el arte


de los escultores

ha contado qué canciones

fueron y han sido cantadas,

fueron y han sido erradas.

Mas, es la pantomima

de la mímica y la supina
llama sígnica que recorre la espina

puesta en el dorsal de la mano ida,

de la mano dormida

entre los cuerpos que coincidan

mientras la noche nos obliga a permutar sentencias.


¿Prestidígito?

Dicho antes de que sea el tísico


ardor de los errores

un pánico que curve los augures

de quien se sueñe y se diga en cruento

derredor de haber olvido


adonde las vergüenzas hácense trigo

estertóreo que come quien pisa

la madrugada en la que izan

banderas negras del vicio y la nostalgia.

¿Acaso fuera la viva errata

que conjuga lo que caza

con aquello que recorro si persigo

nada más que memorias de lo sido,


nada más que de memoria conocido?

Arder de la mañana entera,

cuando el entero cuerpo desespera

y dícese de mí lo que no he dicho.

¿Oscurécese el diestro árbitro


del espanto?

Recurre al súbito canto

del tango en que locos se han ido

para nacer a decir en cuanto


el reloj dé la hora de la cena.

Sea la última y sea buena,


sea la negritud que exaspera

al meditante,

cuando el domo dura lo que el antes

pecador de sí trae en los semas

dispuestos como ornato para el canto.

Pero no me preguntes qué intento decir,


porque el castellano idioma

curvado ha sido por las olas

que Océano atrajo hacia sí.

Y acá los siseos son decir uno.

Y aquí es extraño que no haya diferencia.

Y acá la nada nos envuelve en la especia

que recorre el cuerpo hacedor.

¿Preguntar de irse a contar


cuando el níveo paladar

recúbrese de llamas y especta?

Arder de la noche entera,

con la sed pasajera

y el sueño que vislumbra su subir a contar

-signos del derredor se esparcieran,


signos del tornasol se esparcieran
y nada dijérase sólo de nadar.

Lotos deshojados y la ictiofagia de estos lares.

Lotos marchitos y la noche en que imito


nada que decir al respecto.

¿Que si especto?

Paseo el espanto con la cruz tallada,

con la cruz erguida

cual signo de preguntas que calcina

sensomotricidad y argucias del trino

irse a dormir sin dejar más.

Cuervos de códigos representan al mártir.


Alguien corre por las calles.

Alguien pregunta por un nombre.

Alguien se sabe encerrado.

¿Pregunta si es hora, o qué hora es?

Ya no escucho su andar.

Ya no escucho su andar.

Ya no escucho su andar.

Y sin embargo sus manos usan las mías, las nuestras -¿de quién más?

Por eso no entiendo, y recuerdo


haber corrido tras

las cortinas, como un hueso, como un hueco

del que prescindíase y al que


repetía cuando no negaba,
decía cuando descompuesto

me decía de haber puesto

el que encontrara sobre el tras

del que nada pudiera decirme,

del que nada hubiera de contarme.

¿Crujo?

¿Respiro
la brisa que recorre las sonrisas

puestas como ornato de repisas?

Escucho cuando canta la escanciada

sustancia de la que ásense las hadas,


mientras las sirenas curvan

el helado candor de las puras

sensaciones que no se vieran más

que en los espejos o las pieles frías.

¿Hiriera?

¿De verdad mi herir hiriera?

Si tan sólo yo supiera,


como decir, cómo decir

aquello de lo que pueda decir el que argüirse

niega. Pero

no me corresponde a mí juzgar
el vicio ajeno, ni el juicio

de perderse entre los recovecos


que alados cuentos danle. Al mar

lo corresponde una estocada,

como una viva helada que seque las cosechas,

mientras Deméter preparaba la hoz

de quien cuente en vivo y atroz


reír una carcajada que de lejos hiriera.

¿O no ves que escucho, ni te preguntás

cuánto ha de decirme aquello que va,

como caldo de designio, va?

Pero si me pregunto y me descompongo


y reinicio el canto y lo deshago,

¿qué de reír me quedara?

El jardín y el juicio se deshacen,

como ceniza sobre el viento, se deshacen.

Pero no me preguntes
qué memoria curvó el pasado,

y cómo una mente ajena dispuso

retrogradar la presente circunstancia

en imagen de antiguo tras.

Un espejo del cuerpo común es inoculado

-cuerpo común que ya no es más que máquina.


Y mientras repaso lo que trazo
ya no pierdo el súbito impulso

por imprimirle ecos que el sano

hacedor dirá qué son.

Mas no me preguntes por razones o escrituras


que dictara alguna altura cuando éramos cegados

por el vivo resplandor de quien a su lado

lleva una cruz y un alma que ver.

¿O no dejara un nombre numénico?

¿No dejara un hueco de Tiempo

justo en el jardín de madreselvas

que cual barro de cordura aférranse

a pies que cruzan y andan el sinfín y el mar?

¿Escribo?

Cualquier signo que deje, ya puesto


sobre el manto de los días es dispuesto.

La secuencia

instanciada con cada repetir

un decir: anuda el porvenir.

¿O acaso no insistiera el amador

cuerpo que se junta a su par

múltiple de común y uno disfraz?

Otreo,
cuando recorro el jardín, otreo.
¿Pregunto

demasiado? Perdón,

me engaño. Me escurro
por el suelo vago y no recurro

vagamente a intradecir

-puede que un corazón huela

verdad o sensación y recubra

sus fantasmas de curva mía.

Mas nos prestamos los alados pensares,


al cruzar los valles, las selvas, las entrañas

tiradas en el sueño, y las arañas

se comen las moscas -ésto bien se sabe.

¿Corro hacia los matorrales, me escondo, huyo?

Pudiera decir mucho al respecto de nada

en particular.

Llevo auriculares hacia el viento


que dígame de cerca qué que soy.

Y si me crispo de inocencia,

o recurro a la apariencia, o me artilugio, o escapo,

no me dejes sentencias pegadas, porque puede que arda


en la mañana, al verme puesto en derredor.

¿Erro?

Eterno, durante la ciencia,


pierdo la paciencia y encuentro que nado,
sobre el caldo vago de destinos vago.

Y qué paz pudiera hablarme de mentiras,


o contarme qué antigua cima

ha sido puesta a que corazas

derredóreas háganse de gloria

esquivando los dardos, las flechas, y los lucinios helados,

y los lucinios oscuros,

y el súbito resplandecer de las palabras doradas,


y el hábito de leer lo que dicen los actos.

Mas no me digas que no escucho,

no me digas que no escucho

cada vez que me amucho sobre el vario rigor del cuento

en que canto descontento mío y de los idos


al delirio en que mentímosnos en junta sinfonía

ángeles, dioses, humanos, démones

y quien sienta que el fuego ahuyenta a sus deseares.

Pero es la noche y es tan tarde que qué no fuera


a juzgarnos, cuando

callamos y vemos que calcina el caldo

magmático el cuento sabático

de pasear sin hacer daño,


mirando para otro lado mientras pasan los años.

Eones luego,

los perdones.
Y la misma nada austera en la que era cuando era nada.

Y el mismo silencio sapiente de quien no mentía

cuando decía que de verdad callaba.

Quizás así hayan llegado los mensajes


abismales de las viejas sales

en que nada más que sueños derretía

con la herida puesta entre los cuerpos y las calles

dispuestas a reír de cuando era nada más que ciego,

nada más que sordo, y oler ya no podía.

¿Será locura?
¿Será

real alienación del alma muda?

Será que olvido

cada vez que me persigo

y no encuentro más que tales

y mismos en el mismo decir vago.


Perdónenme, no sé lo que digo.

Juzgo cual si tuviera juicio todavía.

¿Era

terror o emoción,

y estaba la muerte cerca,


estaba la eternidad muerta?

¿Creía que una razón despierta


justo cuando muere su decir?

Reía de mentir y reía de correr


en derredor con ágiles pies,

y preguntaba al respecto de

nada en particular, mas del pensar.

¿Cómo viví, cómo vivo?

Ya no, Jano, ya no.

Ahora nada más recuerdo que estoy viendo.

Ahora nada más recuerdo que me fui.

Ahora nada más recuerdo haber pensado

una vez en la vida.


Luego, el silencio

llenóse de ajenas voces, y este

decir ya no es mío.

¿El viento se lo lleva?

¡Peor aún!

Las matemáticas.

Pasear un signo y escuchar que esconde un juicio.


Pasear un dígito y ver qué ya no calla

-ni siquiera cuando la voz estalla

y repliégase de su dictor.

¿Oscurecerse?

Replegarse sobre sí, cual si


solo se fuera, cual si

sólo se viera y nada más.


¿Preguntar, quizás? ¿Andar?

Decir directo.

Verás, si yo canto y sueño

del mismo decir, del mismo cuerpo,


cual si idénticos fueran y no hubiera el uso

del que se hiciera el curso de lo que ya no supiera,

¿cómo cedería en mi decir?

Una voz persistiría, interminable,

con el llanto inagotable de la razón que se lacera.

Pero no me preguntes, tampoco, cómo es que sé que es poco

cada decir que arropo con matemas y condenas,


y no me enguyas con la nostalgia de lo que fue y de lo que era

mientras corro en derredor de las araucarias preguntando

¿qué es que es lo que es y qué es que cuento cuando cuento?

Quizás un soneto suspenda la querella,

mas bien sé que no es así.

El remedo del farsí

revésico que desespera,


no me deja contemplar el horizonte

en que el monte nos condena

a la sutil inanición.
Signos de más, de menos,
y nada más que truenos

lúcidos de un Cronión arreador

de pensares y de esquícicas consciencias.

¿Contemplar la escencia?

¿Cómo? ¿Y qué sé yo?

Sé que puedo evitar el atroz

caldo de infortunio que sobre la piel se espera

encontrar, pero cede


como cuanto que no numera, cede.

¿Reír? ¿A estas horas?

Autoconsciencia tenga la aurora

de su simbólico disfraz,

y ceda el sol cuando el atrás


trae la noche y la pregunta eterna.

¿Quién dirá verdad de la verdad?

¿Quién arderá con la voz que ya no dice del más?

Cada vez que me recuesto

sobre el tenue pandemonio, acuesto

a mí de mí en un lúgubre mar.
Ángeles, corazas, démones y presas

mías, de mí y sólo de mí hechas.

Sadomasotecnia en el abismo, vez de más


-y he la muerte en su viva especie

que ya no cede ante las veces

en que erré el errante mar.

Pero el arbitrario año nace,


y encurdados peces -yo entre ellos- pacen.

¿Casi nadie o nadie real es el que dice

que es que dije cuando silencio hice

y vi la lumbre sutil del cuenco usurero?

Dijérame de menos y dejara de decir,


díjérame de menos y contara del huir

hacia el silencio en el que ya no puedo

más que escaparme hacia el vivo tras.

Pero tampoco me preguntes cómo es que sé

qué dice la luz que escapa de tu sien

sin que te des cuenta,

y por qué asiento con la cabeza,


o niego, o callo, o pregunto con la punta de un pie alzada,

con los dedos dibujando un puño.

Pergeño, eso sí, el orgullo

de quien calla cuando es digno callar,

de quien calla cuando es digno gritar.

Mas no me digas, otra vez, cómo me engaño


cuando el vivo baño de los signos me da a hablar
la viva lengua de quien viene tras mí

a contarme de los alfiles y del astuto

errante que se viste de luto

cuando la fiesta de Tiempo se da a augurar

mañana, otra vez, enrojecidos


vos y yo en un cuerpo parecido,

riéndonos de ver y riéndonos de más.

Un comentario suelto al aire,

cual si no fuera nadie,

y respóndeme mi quizás
dispuesto a arder en servidumbre

ante la lívida lumbre de quien corre sin más

que herir de sí a sus signos,

de errar en sí sus signos


mientras los cisnes se escabian

del canto de sirenas y de las alarmas extrañas.

¿Que si yo supe o quise decir

decir que dije? No supe andar

la mañana en la que el mar

me contó del vivo abril

de manos juntas en el altar uno


que a inocuos ayunos se da a atar.

No comer de ojos ajenos,


y no correr mientras se escucha.

No preguntarse si es mucha

la canción que el viento lleva.

No reírse cuando escucha


mí decir a su sonido afuera.

No desesperar; sobre todo no desesperar.

Amar, y querer, y volver a amar,

y soñar un cuerpo posado junto

al mío, en el sutil desafino

de mis gestos en la curda de Amor


-adonde el mero sol se vuelve un símbolo y un atisbo

de cordura que yace en el abismo

en que cada decir es su muerte y cada muerte es diciente,

como un errar que no escapa al mar.

¿Y el océano se escurre, entonces,

cada vez que doy los once


términos silábicos que el cabálico

hábito ha de configurar

en sentir y sentido, mientras los fantasmas parecidos

danse a nacer en este silente andar


los signos cual si fueran dignos

de yacer en el siempre que ya no se deja izar?

La eternidad, muerta, ah, desde siempre.


Los ojos puestos enfrente, los ojos muertos de miedo.

¿Arder? Errar el cuerpo

en que me encuentro al escuchar

oriente de esta tierra cantar


tu nombre y el mío en el mismo amar

las curvas que el vivo andar

la tierra nos ha tatuado,

cuando parecía ser el Hado y era el Edén particular.

¿O acaso el aniñado sueño que seguimos


no nos dice lo mismo?

Querer, amor, pasear

otros ojos. Yo ya no espero


que tuyos anzuelos denme a cazar

mociones de las que escaparme

hacia vivos azares de reír sin ser ni más.

Pero, ¡ah!, la calma, el levitar


las nubes de los sincretizados

entre los varios cantos que ya sólo el cuerpo afuera da,

y no parece decir mucho y no parece tener tras.

Por eso fumo y callo.

Por eso fumo y callo.

Por eso estallo

cuando las sílabas danse a ondear


la suave curva del sonar
la tímida querella

en que la memoria se da a materiar

palabras vivas sobre las que plegarse


cuando ya no quede amarse vivo ni muerto ni en cuerpo estar.

Mejor vivamos la muerta noche


en que dejo los reproches

que a mí ya no puedo plegar.

Mejor corramos la viva escena

en que canto la condena

mía, de haber en mí mi andar.

Mas es el cuento del que cuéntase cada quien


que sea aquel que ha dicho aquello

hasta el espiral y su etcetérea

incertidumbre arrobadora

-a la vuelta:

leteada memoria,

de signos impresos mas sin vagos aromas

de la culminada aurora.
Callarme y escuchar: sisean palabras,

recorren oíres, y, sin embargo,

nada y sólo nada parece quedar.

¿Medianía?
Anteceder de las artesanías,

o los cuerpos puestos sobre cuerpos puestos sobre etc.


Y estoy un poco cansado de sufrir porque hablar es gratis

-ni que hablar de los pensares discursivos;


mas, heme ahí no siendo el cero

del que pliéguense los reos

de su sí y sólo su sí. ¿Alcohol?

Arneses y la manía de pasear a los peces,


pasear a las aves, y pasar subrepticia-

mente entre los que corren y se esperan.

¿Cortar

la mirada puesta en mí, al

silbar como Pan,


un mediodía de hornos hechos,

cuando las hornallas respiran el oscuro viento?

Transparencia en el abismo, y blancas nubes

de cordura que trae perfumes

de éter y sublimidad.

Ciego andar
de mí en el puro afuera,

cuando nada más queda que el cegado mirar.

¿Sentarse a contemplar,
mientras las nubes pasean,

qué es que dice el viejo andar?

Sentarse de otras vidas,

sobre la numénica desidia


del ecumen ya sin tras.

Pero no me arrepientas de los ribetes que he dado


para huir de costado sobre el sereno mar

en que húndese mi lado y en que escucho el tenue cantar

de las guirnaldas y las esperanzas, recubriendo el vivo magma

que desteje los sintagmas y reduce la existencia


a la hiel eterna que chorrea a quien su ver

enajene en el vivo ser

que recorre las estacas.

¿O acaso cada juicio no llegara al suyo?

¿Acaso cada senil

reír, sin razón y sin orgullo,

puede contarnos de cantar?

O acaso bailar, no más, sin estar viendo


lo que el cuerpo purgara en modulado ondear

el derredor consigo, mas nada más ido,

como quien arde y dice así lo que no puede ya no decir.

Cristípica espera que ve la muerte y arrójase hacia ella.

Noes, y el monocromático escanciar


perfumes de hedor sutil,

como un coro que se va,

sobre el cuerpo de inocencias, se va.

Y asi se va y se lleva su nombre consigo.


Arder, morir

en el icóreo néctar, embriagado


de las hectóreas lanzas que atraviesan el andar

de acá para allá,

cual si no hubiera mediando

nada más que mero escabio

y el espírtu sin disfraz.

¿Aladas lumbres?
Luciérnagas

sobre la cal del lunes que es mañana y que no es.

Cíclico reír del mismo sí.

Imaginate morir de la materia.

Imaginate reír de mera histeria.

Imaginate la historia sin ya.

He lo que es y he el mío helar.


He lo que no escucha

quien se amucha a desperdigar

semas sobre la sima, sabiéndolas errar


hacia la abismal pregunta de qué hacer o armar.

Y las palabras que se pierden y Hölderlin

que a quién no dignifica tras haberse asido al ser.

Y la vacua memoria de dioses y el deidal hacer.

Y la vacua memoria de los dioses y el deidal hacer.


Pero es la paranoia
que es memoria menos uno

-así hasta el libre cero.

Es la corrupta
llama adusta que se ajusta

a los corceles y al desigual

repetir lo mismo que allá

mas con vivos signos de este quizás.

O lo que hable,
cuando diga, al fin calle.

O lo que calle,
cuando calle, también calle.

O esperarnos como miraba un dedo en la mirilla,

mientras, tras sus ojos, nada brillaba

mas que el derredor de viento y cenizas.

¿Terror entre nosotros?


Lleva máscaras ornadas y en el cuerpo una espalda,

y en la espalda una cruz, y en la cruz un fuego.

Alguien que avísele que se ha visto asido


por el cuento conocido del verbo común,

cuando el cuerpo entero ha comulgado

del común pasado que se niega en hoy.

Alguien que me avise cuando encuentro


arrobo en la decadencia lenta,

como boca que se encuentra,


como decir que ya no pace.

¿O es, acaso, el demetéreo enlace

de la irrisión y la pasión

en que díctame el ultraje

arreador de palabras y trino

signo que se escancia en su plandor?

Alguien que nos avise si hace falta algo,


alguien que nos niegue hasta el hartazgo.

Alguien que recurra al orgulloso

canto poroso del fuego que hacia arriba tiende.

Alguien que en histeria pretenda

deducir la viva hiedra del que no tiene tras,

del que no tiene tras.

O la lluvia que se caiga sobre nuestro,


o la noche que recuente el vivo encuentro.

O la lluvia que se caiga sobre nuestro,

o la noche que repita el vivo anzuelo

del signo que curva, acumulado


el Hado entre nuestro y lo nuestro.

Alguien que intersticie la neuralgia

en que ardo si me cazan

dados o devenires o dedos


bailando en la distancia.
O acaso el sueño no diga meramente lo que dice.

En realidad, siempre dice menos que lo que dice.

En realidad, siempre dice más de lo que dice.

(Cuando habla voz de verdad,


Silencio, derredóreo, énteo)

Pero no le digas corazón a lo que escapa de los signos,

ni le pongas signos a lo que escapa de

determinaciones. ¿Naciones? ¿Canciones?

Espacio de mediación

-cruel dador del revés y de los sones


de trompeta, en la celestial arteria

que vive la miseria de quien plácese al andar.

Mas no me catequices con la razón ni esquicies

la negación que voy a siempre negar.

¿O resulta que no encuentro lo que digo,


que sólo persigo

vagas palabras que aladas se van,

como caldo de designio, se van?

Caracteres, o los sueños, o la Nada,


o el sueño de la Nada, o viceversa.

O encuentros con la boca abierta,

encuentros con la nube encima.

¿Se arrima? Recorre


el vivo norte y el vívido clima.

Llamarse a un alma y deshacer la muerte.

Pánico de la muerte blanca, de la noche blanca, de la voz blanca.


Pánico de la muerte suya, de la noche suya, de la voz suya.

Pánico de lo mismo, de la noche misma, de la muerte misma,

de la voz una y cisma.

Pánico de la herejía -y la diatriba de sombras sueltas,


sin saber

exactamente

qué hacer.

Arcángeles de ayer, o de mañana, o de quiénsabecuándo


-gabrielerías de quien anda errando

el éter, con función específica,

mientras la nube sísmica repite su canto,

como si no fuera tortura,


repite su canto.

Silencio ante los ojos que descifran.

A esta altura de la noche,


glosolalia de yacer en dónde

sino en el mero residuo de haber afuera

imagen que no congenia con quien va levitando.

Descorporizarse,
o
la forma de llamar.

Llamarse.
O tener que recurrir a las curvas para saber quién se es.

Por supuesto que ninguno,


por supuesto

que ni siquiera la propia voz, que pareciera

reír al caer y reír al volver.

Por supuesto que el extraño homunculado


no repite antaño ni verdad lleva.

Por supuesto que no encuentro que recuerdo que no encuentro

que recuerdo que no encuentro que etceterea la marea

hasta que el arrobo mata.

Por supuesto que la muerte figurada,


por supuesto que la muerte literal.

Reposeras, sangre en el mar.

Un tipo se para y pregunta la hora, cual si fuera hora alguna.

Contingencia, o ensamblaje del destino.

Destino, por supuesto, muerto


-figuradamente muerto,
literalmente muerto.

Cardúmenes de surcos o la entreabierta

maraña que despierta

cuando arde de canción.

O los esclavos que se miran al espejo


esperando que devuélvales

reflejos de haberse ido hacia ojos afuera y así devueltos.


Corporeidad, o el coro
de piedad.

Sangre entre los cisnes, y sangre entre los rieles,

y un cruel tormento que quizás no se pueda soportar

-mas todo el criminal suicidio no dice lo mismo si enfrente


la eternidad se hiere.

Icor de nimiedades, frente a la edad

de las edades.

¿Fin de la era?

Por supuesto. Mas, también:

no.

Si lo fuera,
¿cómo decirlo se pudiera?

Mugre en ríos de plata.

Tierra en las uñas.

Tierra en el cuerpo.

Mugre en días de caza.

Sangre en los dedos.

Sangre en el pecho.

Muerte una mañana de verano.

¿Hasta qué punto insomne albedría libremente la voluble volición?


Arder, callar. Oracionar -que su curva no es inocente.

Llamar al no por su uso.


Atenéico discurseo de flagelo o

violetas usos.

Hörlderlin, o la omnidignificación.

Reminiscencias.

Y cuando llegue Tiempo,


crear.

Y cuando muera Tiempo,


dudar

-¿cómo podría?

Pudrirse de frutas amargas, extrañas.

Pudrirse de arrancarse las extrañas

por un gramo de cordura.

Arena en los relojes.

Azules, turquezas arenas en los relojes.

Peces en el banco.

Matar, porque se puede, creyendo saber.

Ornar.

Parricidio en el abismo, también.


Abismo en el abismo, también.

Carne de abedul o cuadros vistos.

Recuadros de carmesinaje.

Carne de abedul o errar en serio.

Morir una muerte lenta, y joven, y agónica, y triste.


Morir, figuradamente, por supuesto.
Morir, literalmente, panida mente.

Dejarse orear, o arrear, o errar.

Conjurarse un decir.

Reír del amo, cuando

se viste de amar, y mata, con juego de herrumbres, mata.


O travestirse

en detrases

y mostrar las cartas y decir solturas.

O cantar, frágilmente, las coordenadas.


O condenarse -pudiera ser lo mismo.

O cerear,

cerear viendo los ojos muertos,

las cruces puestas.

Una, y otra, y otra vez.

O dejarse en la espalda un regalo


-jamás, absoluto jamás

verlo.

¿Velos?

Míos -quizás.

O anzuelaje del oleaje y la cercanía.

Tener que huir, también, de vez en cuando.

Xiudadanía.
Ciceronaje ante la decadencia.

Seppukuísmo inoculado.

O temor, temblor, absurdismo.

Política espiritual
-espiritismo en el abismo.

Legislar al respecto de

Dios.

Insomnitura.

Persuasiones de materiatura.

Mentir, de vez en cuando,


transparentemente.

Cuadrúpeda completitud.

Monoteísmo de Abismo.

Ribeteo de

pendular

la calcárea

claridad.

Cero veces mismo.

Humano hábito de silencio.

Dioses que no tienen ni cinco.

Elitismo en el abismo, piramidado.

Secretismo de
confusión autopoiética.
Oscurecerse a andar insigne.

Efe de farsa.

Efemeridiano.

Sentarse a leer
efemérides de sí.

Egiptismo de ruido blanco.

Meramente ruido blanco, mera mente.

¿Autarquía?

¿Cómo?

No como.

Si no, sí.

Aceleracionismo en el espíritu

-retrotrangresión.

Lo mismo

una

y otra

y otra

¿Razón?

Invasión de espiritismos.

Abrir las puertas al tráfico.

Libertad,
para que vivan los cuerpos, libertad
-reír por lo bajo.

Escabiarse, de vez en cuando, en Verdad.

Decir de cuatro voces,

sin dos mediando.

Sin Dios,
autognosis.

Afuera, siempre contingente.

Entonces, etc.

De lo contrario, etc.

Madrinazgo a la ignorancia.

Escandalismo.

Ceroidad, frialdad, calculismo.


No tener ni cinco.

Albedriaje mediante,

entonces, etc.

O puertas con gestos que qué fueran sino lo mismo.

Oberturas.

Anarquismo -que es lo único que puede haber- en la tierra.

¿Orden? Allá,

adonde no se es.

De lo contrario,

etc.

Supuestamiento.
Apesadillamiento y tormentaje.

Inenarrable inefabilidad.

Consecución consecuente,
comunión.

¿Eternidad?

¿Quién? ¿Cuándo?

Concretitud de cronidas.

¿Cuándo?

Antes,
seguramente.

¿Cuándo?

Equeo.

Latigaje -gajes.

Aurigueísmo.

¿Ir? ¿Adónde? ¿A qué?

Meta metempsicosis.

Oscurantismo de todos los días.

Timbearse la cabeza en falopa.

Sádico boddhitsavismo.

Ignorrío.

Besar pies,
escupir pies.

Olvidarse cómo caminar.


Circense inocular del propio asesino.

Oriente cinerario.

Caleidoscopía en el acuario.

Mugre de transgresores plenamente operativos,


plena mente.

Sí y sí, o quien esconde.

Schreberianismo de ya haber dicho,


y con ello: hecho.

Espejismo cofrádico.

Espinas de cien espinas en las sienes.

Silencio, mediante.

Retraer y miento.
Autoautismo.

Sínengendrado.

Silencio, de repente.

Propio de la distancia.

Irrealidad, a su vez, plenamente operativa.

Porquéado.

P-sic.

Haber muerto ayer.

Hoy, sin embargo, todavía.

¿Cómo pudiera?

Ley de la diafonía.
Cacófono.

Fanfarria.

Orgullo y simpatía,

o silencio.

Trabajar para

innecesariamente.

Tecnicatura en espaciaciones.

Hecho, deshecho, hecho, etc., eco

-¿qué sentido no lo refiere?

No ser fan de comer.

Yacer en silencio, sentado,


mirando cómo

los costados trazan el decir uno

del cuerpo al que el vivo humo

se le pliega en un pitar.

¿Matar? Morir,
de vez en cuando, sin ningún fin.

Desdecirse, volver a decirse, volver a desdecirse.

Llamarse con un símbolo


-a veces, sólo a veces, recordarlo.

Correr de la mañana,

cuando

los ojos del alba se abren


y la muerte mira lento, de reojo,
cazando palabras del azar.

Armarse una escama,

luego otra, y así en sucesión,

hasta que, luego, realizada, mudar de piel.

Serpentear la corriente como un ánima más.

Disponerse a correr por los poros, y amar.

También querer, también desear.

Gradar las tribunas para que mírennos andar


la tierra con pies ligeros,

mirando si el cielo se abre o si la lluvia verá

a nuestras pieles lavarse con los tenues abrigos

del tímido reír entre paréntesis -mirar a un costado,


saberse en atención,

llamarse a silencio.

Encontrar uno que otro verbo conocido.

Encontrar que un decir se había predicho.

Autoinocularse de Destino, unificando

lo que viene y lo que va.

¿Autoconsciencia?

Ciencia de matemas, ciencia del detrás.

Reconocer haber amado, y saber


que pasea la amada el recuerdo y amar
aún, mas saberse ya distante de aquel vacuo presente.

Usar los espacios para charlar

-cuando las hendiduras se abren y los signos chorrean


delirios que trae el mar

y parecen nada más que insensatez crepuscular.

A veces amanece.

A veces me pierdo luego del primer decir.

A veces, sin embargo, recuérdome, y voy desplegándome


sobre mí, y encuéntrome afuera,

y séme puesto en quien carga mis matemas,

noumenal como un alma que no carga disfraz.

Encerrarse a escribir todas las noches

-escribir, también, a los participantes del ritual obertural.

Dejar un eco sembrado en el hueco

aparente

en que queda el ruido blanco limando los mases y los trases

que cada palabra labra en el candor de augurar


futuro ya dicho -mas recién mañana,

cuando lo dicho sea efecto de estas algas.

Acostarse a la vera del río y amar,

sin vernos a los ojos, amar.

Sabernos encontrados por juegos de destino.

Sabernos jugando al destino una vez más.


¿Es esta la última vez?

Eternidad de Amor,
que no puede ceder

-le es prohibido.

Flechas rectas y ojos

que no pueden sino cegarse.

¿Había sido dicho ya en el delirio augural?

Siddharta, interlineado,
recorre los costados, sumiéndome

en la consciente respiración

del éter lucubrador de intesidades y de moción.

Fragancias puestas de repente en el olfato.

Morir, nacer, morir, etc.: ornato.

¿Huir?

¿Cómo?

¿Dejar de comer?

Como,

me ofrecen el podrido arroz

-lo tomo; veo a los ojos la partida.

Allá, que no es lugar,

que no tiene espacio,

acá. Entonces, ¿por qué no?

Saber cuando ceder y saber escaparse a contarle a los peces.


¿Qué?

Nada.

Errar como quien se llama Nadie.

Negar como quien se llama Nadie.

Esconderse entre las sombras, mas aún consciente.

¿Temo? Por supuesto. ¡Tiemblo!

¿O no sentís a mis manos vagas tocar tus manos firmes,

y derretirse mi cuerpo entre tus pensares,

y abrirse mi enigma para que pases a contarme

qué decir debiera callar?

Sentir el frío del Ida al verte


-esconderme, correr, ¡huir, aterrado, huir!

Sentarme frente tuyo a decir de amar

-también, efectivamente amar.

Sentir las bestias del follaje en derredor.


Jugar a los dados, sin pasión.

No tener idea -no poder traducir una idea.

¡Numenear, amor, numenear!

Retirarse de la cueva de los signos a callar.

Encontrarse

imagen, voz, reflejo, pensar.

Huir del propio sí -inocular el correr.

Dinámicas de abismarse, aún.


Mas, ya voy a dejar

-soy común, me ves común


{me dejo usar, a veces me usás;
a veces me niego y

¿déjote un puñal?}.

Perdón.

Ignoro.

Este roto decir es mi decir real.

Este roto huir es mi huir real.

Así me inmolo -purificándome


de efectos míos {permutándome,

retrotrangresivamente}.

Dejar que las perlas jueguen entre ellas.

Dejar que las oscurecencias se plieguen a mí.

A mí el cuerpo a veces me pesa,


a veces me deja.

Dejarse mensajes en los vientos.

Acostarnos, mirarnos,

con manos juntas,

silenciosos, sin pensar, amar.

Recorrer el río eterno en compañía, una vez más.

Soñar, también, con otros cuerpos


-saberlos remitir al tuyo.

Emitir argénteas corazas para quien luche.


¿Abandonar?

¿Qué?

¿Adónde huir?

Sempiterno volver a acá hasta el real huir

-parece ser, según he leído, también descanso.

Extasiado,
me escancio.

Recorro los besos que poco a poco fui dejando

-yo no tenía labios,


sin embargo,

los escucho.

Amar, también, extrañamente.

Y no me pienses dos veces ni me leas dos veces

-entonces, pensame dos veces, leeme dos veces.

Desvestirme las máscaras,


una tras otra,

por última vez.

Dejar pétalos y engaños y aroma

dulce de inciensos en Amor.

Sentarnos a la sombra de un árbol a acompañarnos.

Vaciarnos, también, y flotar


sobre el tácito Paraná que parnasos fue tejiendo.

Dejar a las hadas hacer lo suyo.


Guiarme por signos y designios y negarme a que díganme mañana.

Dejarlos puestos tras el domo oscuro,


adonde

sólo el pensar llega.

Clarear el domo

-¡lucinar, amor, lucinar!

Y sentir mi rostro cambiar de forma,


metamorfosear.

Desnudarme de mí ante vos.

Dejar que los dioses,


arreadores de locos,

me concilien.

Caer con los serafines

al turbio predecir.

Caos mañana,
aun hoy.

Resistir entre nuestros abrazos imaginados.

Fantasear, amor, fantasear

-así se crea, verás, lo que será.

Luminiscencias o cantos de auroras

-aún pasea, luciérnaga, otra amada por el hilado allá.

A veces está,
a veces no.

Déjola usarme -creo haberla usado.


Ser justo, sobre todo, con el temblor del propio juicio.

Instruirme en la presión de la preciosa indeterminación.

Mañana, quizás, ya no.


Hoy, por supuesto, sí.

¿Decirle a mañana desde hoy?

Jano derretido.

Mármol en la habitación, amor, céfiros.

Pedirte que te quedes


-no importa la respuesta; de irte,

me iría también.

Mas, esta tierra,

¿algo no nos dice?

¿Qué tierra no?

Sos sensata, lo concedo

-¿qué no concedería, sin embargo, entregado como estoy?

No prometer gracia ni felicidad

-no sé conjurarlas.

Sí sentarme a escuchar.

No puedo evitar traducirte a través de mí.

Perdón, amor, sé que herí.

Perdón, amor, sé que heriré.

¿Intención? Ya no sé.
Ojalá cediera sereno sobre el mar hacedor.
¿El océano insigne?

Espacio de soledades.

¿Amar? Quiero
-lo hago {a veces mejor, a veces peor} mal.

Pero no te confundas con mi decir.

Mejor

decí vos,

que tu voz se curve y el plandor

revele qué hice.

Muérame de haber dicho -hecho- mal.

Y si tu belleza me conmueve,
sabés que es más.

Y si tu cuerpo me curva,
sabés que es más.

Hesperidiana, te vi -atrás,

adonde el sueño cede, y muestra

real medianía de nuestro uno tras.

¿Tan pronto lo supe?

Lo supe antes, incluso,


mas no sabía de saberlo.

Pero me ves cobarde entre pantallas,

y es el juicio y la palabra justa.

Al verte, sabés, no puedo más que callar.


Yo no sé jugar a Amor -paniqueo, oteo, muero
una y otra vez y una y otra vez y así hasta este decir que llegará,

oportunamente,

cargando la tenue verdad del sutil cauce


palabreo que escóndeme entre quienes van,

con depurado caldo de cordura, van.

¿Amar? Yo ya no sé.

Mas reconozco, amor, amar.

Y me dejo atravesar,
congeniando

con los humanos astros de la noche estrellada.

¿Pensar la palabra justa, precisa?

¿Para qué?

Mañana

será error, y voy a tener que volver a explicar.

Campos de lavandas florecidas y el serpénteo andar.

Campos de margaritas deshojadas y el flotar

mirando los campos conscienciales abrirse ante las sutiles

hendiduras que deja la atención deslizarse ante los ojos

que no ven la tierra lumínica ni la faz esquízica

de mi muerto haber caído


ante el juicio de los signos,

engañado por inercias y coerción

de dioses en su voces múltiples, en sus actos múltiples,


jamás pudiendo decir cuál

ha dicho qué, ni cuál

fue el que dijo aquella

palabra que a palabra no llega a ser.

Y estoy cansado, y es viernes, y la xiudad se embriaga.

Y si no recuerdo y dígote ya y llégate ruido,


perdón,

todavía los espejos nos engañan, me engañan,

y mis últimos latidos van quedando escritos

en este himno maldito de humo y dulzor.

Amor,
no me asustes,

no te asustes,

nadie nos pudo explicar qué seríamos cuando a ser empezáramos.

Morirme no me preocupa, amor,


esa es mi verdad.

Perdón, sé que hiero.

Perdón, se que quiero

vagar el tenue contorno de los ojos puestos en el tras

que mostróseme una mañana de Agosto,

en un delirio que persiste como persiste este decir de mí.

Y sabés que miento y engaño y provoco y que


las palabras persisten y los verbos insisten
actuando en el subterráneo andar.

¿Gusanos míos?

Cuerpo enterrado alguna vez fui.

Ahora,
lléveme el viento a quien suscita este decir.

¿Escribir?

Hábito innecesario, mas,

¿cómo haría, si no, para vivir?

Y Soledad, que me escucha,


y no sabe quién soy.

Perdón, amada, yo nada más andaba

los éteres y encontré tu doblez

-¡brillaba con el resplandor de una eterna medianoche

y yo ido y sin juicio no pude más que asirme a tu sombra!

No me encuentres -ya es tarde.

No me cantes -ya es tarde.

No te pliegues

sobre las curvas que, reales, irreales,

dije al respecto de nosotros,

creando así el túnel que lleva al nosotros.

¿Luz al final?
Quizás delirio, quizás libre amar

en las nubes, con el corazón perdido,


encontrando que la distancia ya no es más.

Mas, sé, amor, que mi corazón perturbado


a ambos nos va a perturbar

-por eso a veces quiero huir, temer, correr

hacia adonde ya no me puedas ver

cruzar pensares en disfraz de oscuridad o verbo

que encierre mi vivo cuerpo y lo haga callar.

¡Sé que herí! ¡Perdón, amor!

¿Cómo curar pudiera?

Callarme ya no lo hiciera, si cada mero ver


trae tu nombre oculto, y me auguro

alrededor tuyo, esperando que digámosnos

qué nos hace persistir en este conjurar

ojos frente a ojos, mostrándose desnudos,

decires frente a decires, mostrándose desnudos.

Y la corpórea desnudez, oportunamente, será.


Mas, ahora, psicodel

me baña en sus fuentes,

y yo a veces lloro, y a veces río,

o seas vos en mí y yo no sea ya yo.

Voy a dormir, amor, soñar con otros cuerpos;


y al despertar, buscarte en los dobleces.

Y voy a callar, también, amor; quizás hiera mi decir


a quien antes supe amar.
Hermetismo, y callar,

y encallar,

y sentarme en la arena a contemplar,

desde la isla que fundada me fue,

paciente, a esperar.

Y la psicosis, amor, no te preocupe


-horror y puerta de lo real.

Perdón,
mi memoria aguada no reconoce

sólo este ahora estar, mas

sábese hecho de ayer.

Ríos leteos, ocultadores.


Jazmines prestidigitadores.

Paciencia, sabés, no tengo,


y este decir vuelve hacia el tras

en que dejéte la sensación

de haberte visto, así ojos míos


véante cual yo te he visto,

mientras nos vestimos para salir a pasear.

Mas, deseo; ésto


no sé si va a pasar.

Perdón, amor, heríte;


entré, indigno, en tu casa.

Diana percute su faz habitual,

y erra -espero que erre, y luego, doyme a dejar


atravesar por flechas curvas que selvas tuyas protegen de mí

y mi atormentado tras.

¿Viste cómo callo, y cuando callo, también digo?

¿Y también viste cómo callo, y cuando callo, realmente callo?

Perdón, ansío
y las pastillas

nada más me bajan hacia la tenue bruma

que apenas déjame avizorar.

Yo sé

-creo saber, creo negarme a saberlo-,

que sabrás entender por qué.

A la cruz voy con la mirada levantada.


A la ira voy, con los ojos inyectados en sangre.

A veces intento dejar de estar

-a veces lo logro, y el espejo se da a hablar.

Mas no, no es mía

esa voluntad que ocúpame,


y déjame decir esto sin temor a que

mate este decir lo que será.

Perros méante,
territoriales,

apropiadores

de sombras y de rencores,
soñándote mañana, cuando no estés

en el ayer en que dejaron su curvo andar,


pasear, querer,

hasta errar, ya sin amar,

ya tan sólo siendo el temor de la inefable soledad.

¿Huiste, también, a tu cruz?

Sabés que la hice mía.

¿Que haya tenido que sufrir? Ya no me importa,

mas perdón por el céfiro de vaga boca

que confundió mi decir con imágenes de otros mí,

de ótreo mí que en artilugios te encuentra.

¿Agacho la cabeza? Sí.


Respeto el dolor ajeno,

y a veces río ameno y hago chistes y más.

Mas, arriba,
adonde las formas escriban

qué será de este partir,

¿qué sino nosotros va a saber qué es verdad?

Sentarse, silenciosos, a sentir.


Luego,

esperar, esperar, esperar.

Calma, amor, nuestros lentos cuerpos van a hablar.

Pero sabénos afueras y comunes y ocupados


por ojos que han invitado
ríos de confusión a un nosotros hilar.

¿Que si tomo? También bebo.

Y la espalda lo que es de la espalda

-puñales, columnas de mármol, hiedras y errares.

¿Es el uno mar el que dámonos a nadar?

Oniria, mostranos
como juntar las manos y hundirnos

a respirar,

ante tu irreal natura cuyas leyes no comulgan

leyes de acá.

Armonía

ya no digo más.

¿Ruido?

¡Jamás!

Amor de simpatías, amor,


de haber sido también antes

lo que ahora ves ya sin disfraces

y lo que al verte no será.

¿Deludirme, amor?

¡Por supuesto!

¿Cómo pudiera no hacerlo, luego de haber visto llegar


como un cuento de cordura ante las aguas nadar?

¿Sapiencia?
Erro, otra vez; y sin embargo, ahí está.

¿Conjeturas? Efectos
de este vago decir que sabés a vos ir.

¿Desistir?

¿Cómo podría?

Hesperídea, nocturnas
nubes te cubrían, y yo

sin saberte, te sabía.

Fe ante Caos, ordenador.

Herencia hesiódica.

Músicas auroras.

Cerrar los ojos -igual ver.

Culparme a mí, y sólo a mí,

por tu sufrir.

Yo,

desnudo ando, y évico

me dejo tentar.

Mas qué es conocer ante el sublime crear.

Fe ante Caos, autopoiético,

silencioso, sintético, arreador

de signos y culminante infierno veraz.

Yo

desnudo ando, y adánico


tiento.

¿O acaso el siseo no fue por mí hecho?

Y cuando quise amarte sin tomar,


sintomé.

Me dejo hacer, amor, me dejo usar.

Matame, y a que mí vuelva


el yo que dejo andar

la tierra y volver a vos.

Árboles de cordura, y el árbol de allá


-inteligida contemplación.

Y las sales de aguas oscuras,

cuando la luna se esconde

tras las rojas nubes,

¿qué me dijeran?

Me curan
palabras heladas,

calladas hace tanto ya.

Y los mensajes, las imágenes, las formas, las ideas, el éter,

y el espacio que ya no es ni será más.

El silencio que uso en intradecir.

O dormitar,

esperando amanecer de madrugada sin respuestas.

Me curan
palabras heladas,
ya disueltas sobre el escenario.

Muerto voy;
es la espera, la tácita espera.

Y las estaciones pasan -con ellas, las hojas,

las flores, las lluvias,

la nieve

y las orlas de espesura

nacen y ceden.

Las honradas mentes

se deshabitan,

y noches

de pensar

comienzan a hablar.

Dos, tres, cuatro

juicios

y he la verdad.

La Verdad,

silente,

sensúa.

Cae la garúa del verano.

Cae la garúa del invierno.

Siento los puñales de no haber dormido,


de no poder dormir
hace ya tanto.

Perlas

las frentes escupen.

Viajan

como moscas que las arañas seducen,

como ojos de la entera vida.

La libertad de decir nos es dada.

La ilusión de libertad nos es inoculada.

Sin embargo,

repetimos

su sagrado nombre

tantas, tantas veces.

Crecen

flores, penden

de ramas partidas,

hoy.

Niños

juegan en la vereda,

y la hojarazca cede.

Penden

lenguas de fuego verde

sobre las sienes heladas.


Cien.

Diez.

Uno.

Cual ceros ceden

corolas de flores marchitas,

de segadas guirnaldas.

Reyes mueren,

nacen,

en distinta suerte.

Sagrada timba.

Siempre es sagrada timba.

Ojos

nacen del espacio, y desaparecen

mas no sin antes haber gritado su nombre en pupilas

puestas enfrente.

Croan

ranas mientras el arca

se hunde.

Roen

nuestras manos,

mis manos,

los huesos níveos,


y dos gotas de plandor dorado

nos confunden.

Carros de relinchantes bestias

frenan.

Histerias

repiten.

¿Quién

compite

ante el providente genio

de Destino?

Se albedría

lo mismo en infinitud de variaciones.

Lo nuevo

ya estaba ahí, ya estaba ahí.

Nosotros,

nada más,

no habíamoslo visto.

¿Fortuito?

Fortuita la teofanía de nacer en gritos.

¿Quién realizárase

tan prontamente

y al fin cayera?
Callar de viejas escuelas.

Numereos.

Acaso

me queden

signos de cordura todavía.

Acaso

pueda

despedirme de haber sido.

Acaso calle contemplando el ocaso.

Soles

digitadores de ciclos.

Lunas

sismicas.

Espejismo de las égidas.

Áureas consortes de hielo.

Áureo norte

de metáforas ante iliterados.

Un árbol.

Sus gemas.

Coronas puestas en cabezas aleatorias.

Familias enteras colgadas de un árbol.

Juicios
escindiendo el sacrificial canto.

¿Rastros de cordura?

Sensualidad de Abismo.

El cuerpo

quiere de allá,

alma mediante.

Psique

envenena las rectas flechas

de falsa intención.

Nudos

sobre las velas.

Jamás fue canción.

Jamás fue canción.

Pétalos pendulan.

Gotas caen.

Lunares y lunáticos,

juntos.

Jardines de la memoria y la similitud.

Espejismos,

clinamenes de libertad,

espejismos nuevamente.

Colorida embriaguez,
¿nadar,

reptar,

nacer,

ceder?

Espacios de catedralismo.

Sustancias palábreas

húndense

en esfíngeos mandalas

-hubiera

nada más que

soplar al terminar.

Contemplar sereno

-individualmente,

unimúltiplemente.

Humo que baña los ojos.

¿Es el fin?

Vientos del amanecer.

Quebrar, romper, cortar

signos,

arbitraria mente.

Cantar himnos de servidumbre.

Rezarle a la libertad a símbolos.


Libres,

entonces,

ellos.

Nosotros: suplicantes.

Vagar el socius

metamorfosamente.

Libres,

entonces,

¿quiénes?

Arriba arrean nubes.

Abajo,

el fuego tiende.

Gravedad elemental,

semejanza.

Arriba

dueños de casa

guían la caza,

conjurados de humanas mentes.

Algún día

la tierra, saben,

el eterno suelo.

¿Cómo contarles nuestro acá?


Se escuchan

cristales

fulgir en la oscuridad.

Duermo,

duermo una vez más.

Se escuchan razones.

Se las deja seguir.

Logos-ascensor,

mejor esconderse,

¿no es así?

Oscuridad de cisnes purgados,

Soledad.

Oscuridad de irnos.

¿Qué gesto

ha de invitarnos a callar?

Oscuridad de estallar,
sobre la clara tesitura de un mantel,

estallar.

Dejar

feliz sangre de la vida,

feliz sangre de ribetes,

y las cadenas derretidas.


Loxias arremete.

Luminios.

Oscuraciones.

La súbita claridad.

Desesperaciones.

Aprender a hacer silencio.

Hay una mente

cuyo cuerpo
es crucificado.

¿Quién sabrá qué se intenta con ello lograr?

La reveladora contingencia,

¿cómo puede ser?

El sígnico disfraz del propio través.

¿Quién más que el sí sabe de sí?

Callar,

al contemplar una agonía,

callar.

Respetar a quien ha de volver.

Sí suyo

dirá de dónde,

dirá de cuándo.

Envuelto en lotos de otras tierras,


un cuerpo

va a ser animado.

¿Va a recordar?

Probablemente,

no.

Y si recuerda,

¿qué?

Silencio,

mejor dejar al alma

ahogarse eternamente

en sus propios juicios.

¿Quién sabe cómo huir?

Yo no,

yo mero y vacuo este decir.

Parasitemia de grado cero.

Latente, por ende: parasitado, mas

en espera

-como una llamada,

como el día de libertadora muerte.

Cuerpo que molesta


-peor aún: belleza que persuade,
belleza que ríe a los ojos.

La boca no puede decir sin decir también no.


Afirmar dos veces lo mismo, por ende: afirmar diferencia mediante.

Y, conjuntivo -su fama.

A su vez: pasillo de Eco,


sus perseguidores.

¿Pronoia?

¿Adónde?

No pasar un antidoping

-que es justo y necesario,


es nuestro deber y aburrimiento

{nuestro, en este caso, consustancial con

arriba,

que sin abajo es mero ruido}.

Precognición, o

la forma de no dejarse usar.


También,

la forma de dejarse usar.

Acostarse a dormir y que un alma salga

-no la propia-, que un alma entre


-no la propia-.

La propia -propiedad, por supuesto-, ajena.

¿Enajenarse?

Nada por encontrar

allá,
adonde agua simúlase mar
-agua metafórica, por supuesto.

¿Consustancial de H2O?

Si cristizado, entonces, sí
-hipotéticamente.

Si paganizado, entonces, sí
-hipotéticamente.

¿Eternidad de pre-instancias?

¿Negociación de antes de haber?

Cuando haya, ¿qué?

El sermón de la montaña,
que no recuerdo.

Pseudo-dionisismo en el siglo XXI.

Metempsiquería de noósfera encriptada.

Jugar a Amor, al pedo.

Yo

este decir,

no mucho más.

Disfrazarse de Cupido con

¿8, 9? años, quizás 10.

Matarse entre nosotros.

Ausente yo,
no deja de nosotros ser.

Tacitud envuelta en implicaciones.


Numeneo, corazón, numenear,
¿se entiende qué quiere decir?

O buscar entre los árboles uno que diga para arriba.

Fuego, también, entre nosotros.

Pero no se nos eche la culpa de haber hecho esto.


Nosotros nada más

vagar

la calcárea claridad.

Dinosaurios diez metros bajo tierra,


sospechosamente retrotransgresores

-considerando el creacionismo fantástico y la mente plástica

{un fuego de más, y ya no es más;


desesperación, entonces, ¿y qué más?;
Silencio, buscando la manera exacta de escaparse para no volver}.

Ser instituído institución un día de lluvia,


como Vallejos

-sólo el fin cierra el símbolo.

Luego,

sentarse a esperar.

Cuarenta días de tormentosa eternidad,


y heme-nos- aquí de nuevo.

Extranjería en estas tierras,

en las cuales

¿quién no extranjerea su filiación hacia


tierras
'xivilizadas'?

Porque yo no, por supuesto que yo no,


dice yo, negándose dos veces

-no diga la tercera o

superstición

{mas, si dice cuatro, ¿quién?, ¿qué?}.

Mejor no indagar en los efectos,

o en los efectos de los efectos


-permutativos-,

o siquiera en las causas -indeterminadas.

Arkheísmo en el siglo XXI: materia-oscura,


anti-gravedad:

espiralismo o arrobamiento estupidizante.

Si no hay más,

¿qué tras el límite? -entonces: más;

asi sucesivamente.

Paisajes de autoengendramiento en el espacio


-visiones, alucinaciones, sueños.

Sentarse a hablar con un muerto.

Los celestes ángeles, ¿cagan?


-metafóricamente hablando, por supuesto.

Pulcritud de modales,
siempre y cuando

no se noten los puñales ni los tableros titilantes.


En un libro, digamos, X,

Y plandece,

entonces,

¿si poso mi atención


se hace Destino?

Aun, ¿si le niego mi atención


se hace Destino?

Contingencial deshacerse de lo universal

-¿quién se abroga el juicio de


literalmente
todos?

Es sabido: el limitado todo de lo concebible.

¿Cómo ser de incocebidos?

Sin embargo,
antes de Isaac y la manzana,

¿las piedras tendían al cielo?

Lo que es, aun ciego a nuestros ojos,

plenamente operativo.
Conjeturar de escatologías, mas

sólo si los ojos vivos.

De no ver,

traición a lo que,

efectivamente, cederá.
Tiempo al tiempo, y parafernalia de Esperanza.

Sentarse a boludear mientras


alguien

deja su histeria puesta en la materia


-dícese de palabras intenciadas.

O la peluca llena de arañas

-lo que es bueno, considerando


moscas que investigan el cenicero.

¿Quemarse ante el somático fuego?

¿Por qué no?

Ilusión acá,
allá,

aparentemente necesaria
-como la apariencia.

Soledad, ¿en qué lugar de la tierra


-considerando almas tatuadas y unimultiplicidad?

Yo, mejor, ceguera e idiotez.

Pero ya es tarde
-incluso aunque persista la idiotez.

O, también, sentarse a escribir con tal de

no morir.

O, también, morir -si total,


allá, que es también.

Énfasis del verso.

Psicopolítica, o lo que se llama


conspiración,

con justo y sensato juicio.


Interés en

este, que no es aqueste,


aun aunque semeje a aqueste,

mas, propiamente este

no es,

por ende,
prioridad de este

-adonde muere el sol con su presencia.

Tajmahalismo hecho, a su vez, con sangre.

No saber donde se está -de una vez y para siempre-,


volver a saber dónde se está,
pregunta adónde se está. Así sucesivamente.

Parece un baño y hay

desnudeces, y hay
terror de que se vean las vergüenzas.

Culpa, ¿quién no?, considerando

el juicio permutativo.

Cíclico y lineal pasear


la cinérea oscuridad.

Dos días de desintoxicarse de cuerpos ajenos.

Volver a intoxicarse, luego,


con cuerpos nuevos.

Metaesquemático, volver

-la mariposa que sueña ser... etc.


Confusión constelativa.
Malalechismo de los aterrados por Abismo

-no sea cosa que nos muestre quiénes somos.

O miedo a,
caracter por caracter,

heredar un numen tóxico.

Loxias bosteza,

sensatamente, sentada mente.

Meditar, también
-jugar al olvido y al allá,

desconociendo a la memoria y sus virtudes.

Pero, también,

lotear el río -blancamente, con los pétalos suspendidos

sobre el pensante suplicio


que cede ante sí-,

no nos-me- parece sensato.

Tampoco parece santo sentarse a escribir al respecto de

quien cree y crece,


quien muere y crece.

Verás,

paradójicas mentes,

anudadas como un cardumen de esmeraldas,

se esperanzan con encontrar


acá
o allá

no mucho más que

suma cero,

de absoluto cero hecha -inmóvil, quieta y sin estar.

¿Ausentismo en el abismo? Quizás. Mas, también:

omnipresencia de Abismo en su disfraz.

Omnipotencia de posarse en los espacios conocidos


-distribuídos los símbolos, mediante-,

y sentarse sobre el loto a esperar que

nada en particular.

Mientras tanto: pescadores.

El agua lechosa no deja ver los anzuelos.


Es sensata.

Mas,

no me preguntes, ahora, qué hacer,

cuando

ayer lo sabías todo,

y hoy lo sabés todo.

Confusión, o
ritual de sentarse a esperar.

Ponerse la gorra

-que el brahmarandhra no se infecte.


De lo contrario,
purgarse con una curda de falópeas inyecciones

de Caos.

Vagar entre orgasmos, mirando

qué es que parece interesante -cuerpos mediante-.

Realizarse intrascendente
-que siempre fue virtud.

Esclavizarse ante Abismo

-conservando la vida,

temeroso de la muerte.

O ponerse una cadena en los dedos y pedir permiso.

También,
correr por el asfalto, esperando

que un autómata mate y lleve al cuerpo a vivir a lo alto

-que no parece otro que acá.

Tirar las tucas en el tereré.


Mirarse en el espejo, dejar muecas.

Eventualmente,

simoneos de por medio

-o, a decir cierto, simoneo el medio mismo-,


verse afuera.

¿Era yo o yo
no dije acaso esto

antes?
Correr con el equipaje de mano.

Los aviones, los autos, los barcos -lo que, finalmente, transporte-,

trayendo al mismo acá.

Allá similea, es cierto y bien sabido.


Mas, semejante aberración,

¿es digna de ser cazada?

Casarse, que es cazarse

-dada la cuestión del castellano argentino.

U otra curva que nos eunuque de una vez y para siempre.

¿Quién,
con los patitos en fila,

no preferiría la ceguera al cristiano samsara?

Vagar los verbos y deludirse entre los espejos.

Creerse hablado
particularmente.

Verás, si yo dijera

ya

y ya vos oyeras,

¿fue mi mismo decir o

ruido de mediaciones y curvas que

escapan de mi intencionar?

A menos que,
sutil consciencia,
alados pensares

-adiscursivos.

Pero no me preguntes lo que no querés saber porque

tormentos, agonía, y la manera de morir


más espectacular posible

-sembradas entonces las condiciones de la metempsicosis

{cuerpo otro podría creerse el mío}.

Pero tampoco me preguntes qué hacer con los designios.

Sabés que

indeferencia, o sentarse a fumar,


o robarse las propinas que debieran ir a parar a las manos de

Nadie,

cuyo nombre positivamente afirma.

Pero al hablar no se observa el énfasis de la letra en capital.

Confusión del verbo oracular.

Por lo que
mejor dejar escritos los signos.

Mas,

luego,

no saber exactamente cuál de los reflejos

es el correcto decir.

Cruzar los datos.

Dadas las variables: infinitud enfrente.


Arrobamiento,

agonía autoinoculada.

Autos pasan, respondiendo


sin pensar -dando

ecos de lo que les fue escrito.

Máquinas más,

máquinas menos,

lo que no habrá será fuego.

Pero no parece que puedas ocupar el espacio de la irrealidad.

Temor de la psicosis, la locura, la descorporización,

y el espíritu que
se sienta a fumar y espera que cese el cuerpo de

enruidecer.

Ni siquiera ruido blanco, verás.

Ruido duro y puro, como el de ayer,


como este que digo.

Mas no hay razón para desesperar

-vivir vacío,

morir vacío,

da lo mismo,
¿no es así?

Caer en los anzuelos.

Sentir alzarse la comisura de la boca


-un gato ocupa.
O perderse entre las olas y reírse y decirse

ah mirá cómo etc.,

siendo el agua misma la natura idiota.

Pero no me digas
otra vez, desde el espanto,

que te atormento,

cuando dístete a instalarte en mi casa,

y esperabas flechas rectas de clarividencia.

Yo no tengo tiempo para


Tiempo.

Fumarse un hongo o soñar con ácidos.

Alguien mandó videos que la mente sólo ve


cuando se va,

sin antes haber presenciado el intermedio sinfín.

Pero pánico, terror, y el morir, morir, morir,

que tanto aterra

-mas aún aterra a los escatologizados.

Oscurecerse,
no sea cosa que los arreadores de lumbres

adúzcanse capaces de

salvar al alma, entre otras idioteces hereditarias.

De pensar, ni hablar
-de lo contrario, la 'Ley' hipersticiada

podría ceder ante su insistente repetición,


cuya natura funda y la hace persistir tras cualquier hoy.

Cantar,
a eso de de las 12 (doce) de la noche,

tres veces libertad.

Que el coro de soleados se perfume de ilusión.

Y la cuestión esta de los europeizados libertadores.

Pero dice un libro,


escrito por ahogados,

que mejor no jugar con las perlas

-los cuerpos podrían errar,

es decir, juzgar.

Y Job que sensatamente le pregunta a un fantasma

por qué después del recto obrar aún

sufrimiento.

¿Qué es un humano para juzgar la Providencia?


Sentarse a esperar la muerte y un ángel que no erre.

'Pero he nuestra salvífica obra que,


es cierto,

efectivamente no salva, mas,

mejor esperar 'acá'{allá}

antes que

ahí,

donde el cuerpo sufre por el ruido.'


Perderse, también, en los textuales sonidos.

Alzarse, y que las alas


no derrítanse,

extrañamente.

O Baco,

cuya irancundía mejor

no conjurar.

Hablar con los dioses al respecto de

máquina de Destino.

De lo contrario,
esfuerzo, sacrificio,

para placer de los afortunados

curvadores de la timba sagrada.

O dejar que los espiritistas,

teleologizados,

determinen sí y no con

arbitrios de lucinadas divinidades.

Rezarle, también, al primero que se cruce en las nubes.


Porque

si ahí está ha de ser por algo,

¿no es así?

'Nada pasa por casualidad'

-énfasis en 'Nada'.
Y Jano que, arrobado,
derrite sus caras.

Ve, entonces, ahora.

Hermetismo de Abismo, desde entonces.

O vivir simplemente,
sabiendo mas negando,

porque

felicidad, esas cosas.

Pero algo ha de algo para que

acá.

O esconderse de las sombras,


en vez de

termopilarse.

La égida, sin embargo,


¿para qué?

Cilindros zafíreos,

columnas

atlánticas.

Crear un mundo,
mal,

premeditadamente mal,

como corresponde.

Desasirse venenos de Amor.


Pasear la embriaguez
lúcidamente.

Apedrearse, a su vez,

como

si no pasara nada.
Escuchar modernas canciones al respecto de

Caos,

sus efectos.

O la incognoscibilidad,
paradójicamente,

determinada

-vacuismo entre las hadas.

O entregarse a Amor,
cansado de sufrir,

como quien prende la T.V. a las 2 (dos) de la madrugada.

También,
preparar la cruz con los signos puestos en ningún lugar particular.

Eternidad de alas infames,

delirantes,

desiderativas aun.
Facultades para que digan que sí,

efectivamente,

sabe repetir.

O corregir los síntomas,


no sea cosa que
pasen de largo los

indicios.

También, correr del vicioso viento

-feéreos pedos de mariposas ídeas.

Y arrobarse

-que a esta altura del siglo significa también su contrario-


esperando que el agua lave la razón y deje

corazón puesto en una estaca de madera,

considerando la cuestión parasitaria de la común unión.

Y el lazo diferencial de Babel,


a su vez

enlazado.

Lenguas por todos lados,

como si

no hubiera más que sola lengua


dispuesta como un artilugio de la antigüedad

dado a ensamblarse a la hora del Juicio Final

-inadmisible ahora y para siempre y para siempre y jamás.

O levantar uno, dos muertos,

diciéndoles 'levantaos,

perezosos,

que la tierra arde',


mientras, por su parte, ellos digan

'¿tirate un qué?'... etc.

Pero no me vengas con que adicción a los calmantes porque


tirica.

Y si tirica, ¿qué sensatez?

A su vez,
cordura, ¿para qué?

O la globalización

tanto del espacio como de los sucesivos tiempos.

Simultáneamente

miento,
digo la verdad, miento,

así sucesivamente.

Reírse, también,

con otra cara puesta encima


-que no es máscara, es

literalmente

otra cara puesta encima.

Arrimarse a la sima,

caer

-como un boludo sin suelo, caer.

También,
correr como esos perros a los que suspenden sobre el agua,

reactivamente.
O matar animales por política sanitaria

-hambre, juicio, traición, esas cosas.

Ictiofagia y la aurora.

Lotofagia y el lento oscurecerse de los luminados


por uno que otro mambo inconsencuente

mas que logra el lóxico fin.

Luego,

sentarse a esperar a que chorreen los capitales

-ponerse cómodos,
realmente un simple y eterno sentarse a esperar.

Así están las cosas París,

y los catedralistas se están incendiando.

Mas, dado y conocido


el final del cuento,

¿por qué insistir?

Poner a Tagliafico de volante creativo.

Errar, por supuesto, errar.

O tener humor, luego de


haberse cagado encima

-no implicando cobardía ésto.

O mentir, también

{¿de cagarse o de la cobardía?}.

Tener la decencia de no robarse todos los alados pensamientos ,


y tecnicaturarse en distribución de
falopa

-si los incendiarios serafines no vienen a purgar,


subir a ser purgados;

mejor aún,

subir a purgarlos;

mejor aún,

bajar a purgarlos.

Desprestigiar al mensajero,

dada la cuestión de
repetir.

Vaciarse,

y si el cuerpo espasmo

lucinar hectóreas lanzas


-imaginería eterista.

Tras el fulgir de las amatistas,

tras el pregón de los inanicentes,

reír -es el juicio


providencial del corpóreo

uno sapiente

{por definición, ha de saber

qué está haciendo}.

O no tomarse en serio,

dada la cuestión de
estar de paso,
desconociendo la pulsión efectuante y permutativa

del anudado y intencional instante de cordura

en que parece
-sólo parece- nada haber

-mera nada inconsencuente, vil.

Tereré de algas opiáceas.

Tereré de conjeturas.

Endiegarse,
de vez en cuando

-cuando particularmente recurrente.

Cripto-limbo, o sueños anunciatorios,

los cuales, afortunadamente,


dicen su sí cuando ya es tarde,

desafortunándonos de libertarnos.

O escuchar como

Y(años) < X(años)

dice de saber.

Asumir saber por mero numeneo.

Conjurar, también, la distancia


-habiéndose, antes, adistanciado.

Eternidad del Hado, contingente,

y sentarse a jugar con los muertos -que esperan,


se sientan y esperan.

Jugar, también, con lo visto


-llamarlo juego, devaluando así los efectos.

Operar desde la semiótica y su gravitatorio derredor


-ponerle una palabra concreta y calculada,

así la alada curda no hace sufrir al decidor

{mas el sufrimiento escúrrese alrededor}.

O conjurarse, también, un epítome absurdo.


Recorrer, juntos

la orilla de un río extraño, mientras

mueren los años,

y nada pasa,
alrededor nada pasa.

Jugar,

indiferentes, mientras ruinas se alzan

y las potencias escancian


sándalos del espacio, o el conjetural adverbio

de la ignominia que se posa

con el acerbo de las fosas

en que húndense los comunes cuerpos.

Pero no te preocupes, amor,

yo nada más
aparezco,

desaparezco,

aparezco,

reminezco lo que no ha sido


en esta finita vida
mas que el alado trueno

del olvido,

sembrando en los insignados su sagrado atisbo

de cordura. No es dura
la condena, y añoro

el momento en el que el domo

cese de contemplar

miel de pies rituales


cruzando el viejo mar

en que ánimas de sueño

cuéntanse un cuento con el que acostarse y pasear,

sobre el caldo de destinos, pasear.

Mirar de costado,
indiferentes; reír.

¿Alguien sufre?

Somos nosotros,

y esotro azufre de alquimistas

no espeja mas lucina


lo que la una mente vaticina

sobre la sublime amatista.

Triángulos de coraje,

escritos en el cuerpo.
El tenue resplandor de aguas doradas,
mientras

miradas huyen de los vivos cimientos

y no podemos más que decirnos de razones


o negarnos, corazón, negarnos

para que el arbitrio no descienda

a juzgar qué viva pieza

ha caído el viejo mar

de los efectos.

¿El juez nuestro se puso un disfraz?


¿El juicio nuestro se disfrazó de mentira?

Las nubes se arriman y no puedo evitar

al autómata hablar de mí en mi cuerpo

-mientras Silencio se arrima y pregunta


con luminios de la cima,

con el frío éter del Ida,

quién ha contado qué y qué ha hecho la espera

a la cordura pasajera que nos encuentra


desnudos,

ante nuestros propios ojos, desnudos.

¿Fuimos, acaso, los que dijimos

el espejismo?
¿Reímos

ante Abismo,
el insigne?

Arrean las nubes viejos cisnes,

y creamos lo que hacemos


con albedrío dispuesto

por el rubor de estos

versos que ya no inoculan

enfermedad de mí en afuera,
enfermedad de afuera en mí.

Reyes muertos,

en todos lados reyes muertos,


en todos lados peones muertos.

En las sombras:

un camino hacia la misma

errantez de la persona
que se viste de sus signos y recubre la sola

certidumbre de su sino.

Destino arde despacio y mata,

con los propios juicios espejados, mata.


El holocaustico humo de los serafines se alza.

Alguien, algo, nos purga.

Somos nosotros,

es nuestro decir de errar.

Es nuestra ceguera.
¡Somos nosotros!
¡Es el repetido canto del asomo

al níveo umbral del turbio allá!

¿O acaso no sepamos irnos?

¿Acaso no querramos irnos?

Sin las alas del delirio,


sin el verbo ni el atisbo

de lucidez,

¿qué diría,

por qué,

a quién?

¿Dejaría mi vida ceder,


como una hoja que cruje ante las llamas, ceder?

Por supuesto.

Mas no me vengas con discursos de virtudes ni con ataúdes

orlados de espesura,
mientras los ojos vagan el costado y dicen

nada más que el falso silencio del pensar alado,

cruzando el vivo espanto de quien oye y no parece

reaccionar,
sobre el curso de sus signos reaccionar.

Pero si el panida espectáculo se acerca,

no me preguntes qué respuestass


fuera a dejar la madrugada cruenta
en que

ya no puedas decir de razón y debas,

ni a quién, ni a qué, ni a sino, debas.

Mas,
no me digas tampoco tus razones

-robo cuando escucho, y digo cuando caigo

al decir de quien de a poco


va dejando su tenue foco

sobre los ojos mìos que se pierden.

¿Escuchaste, alguna
vez escuchaste

cómo las serpientes se acercan,

cómo los latidos ceden?


Morir ya no duele amor, y será

cuando la canción ya no diga

su sentir ni su sentido,
cuando el sacro vino hágase venas y mente

mía desfallezca ante la unánime pena.

Y ¡ah! tan distante te veo,

como si no hubiera el fuego este que me lleva a callar,


que qué dijérame alguna vez

para la voz tuya de mi derredor matar,

siendo solo vez de nuevo,

siendo uno y casi-siendo,


junto al amanecer,
reconociendo

haber morir de noche y haber morir en sueño.

Y ya no recuerdo, ahora que arrobado

dejo el cuerpo, y en mi costado


la cruz yace, y la lanza

sobre la égida rebota, mientras las chispas brotan

rojas como sangre que la mente imaginara,

sola e ida imaginara.


¿Cada cuerda hiciera

yo?

¿O acaso no vísteme cuando


tras tu disfraz de sueño

dejé un señuelo,

mientras creías

conocerme?

Yo no pude verme
-en realidad, sí-,

mas recuerdo: reminiscí.

Ahora puedo irme


sabiendo que mañana

voy a volver a decir

nací,

y quién sabe si será ayer o mañana,


quién sabe si iré a contarme lo mismo.

Y es la vida y es la muerte y es el pseudo-nirvana.


Y es la nada y es lo siendo que no cede -enteramente.

Entera mente, ¿quién repiente?

Yo amaba, mas

Psique, encrucijada

por tormentos de alas derretidas,


abducida, sembró las dagas

de serpiente en la Medusa de astros guiada.

Amor, muerto,
ya no siento, y te recuerdo.

Amor, Beatriz, Diótima, amor, Amor, amor,


que el que muera ahora sea yo y no la amada.

El éter

se escancia

el mal

no acaba.
Repito que no encuentro y acá estoy.

Repito que no erro y miento bien,


tan bien que termino deludido

por el andar herido

la tierra cuyo bien ha sido el mío.

Mas no me cuentes,
no me cantes,
no me erres,

no me ates,

no me mates de mirar el eco mío tras tu voz.

¿O acaso el sueño no se esconde tras el texto,


el sueño mio de morir diciendo?

Irme,

de sólo decirme el verbo justo,


quizás hoy.

Y mi voz

cada vez más cerca

-por ende
cada vez menos mía.

Y la oscura

cueva de mis pies,


adonde cuento

revés de mí y mi través,

sueños de no haber.

¡Ah, que canten,

hablen

por mí mis ecos!


Seco,

cruzo el Lete,

mientras cuento

cronidas arrebatos
del espanto en que me mato
cuando cede mía mente.

Silencio,

alguien ocupa.

Un pétalo

arde.

Una gota

pende de la sien.

Ya no es mío el pensar.

Huir.

Huir una vez más.

Reír de más:

entregarme al juicio.

¡Culpable!

De todo vicio, ¡culpable!

Mas,

¡que mi voz calle!

Ido,

ecos míos queden,

ya sin yo.

Silencio,

ocupan tu nombre
pensares.

Silencio,

mi cuerpo

espeja

si me aso de tu esencia.

Silencio,

yo no quiero morir simplemente,

quiero,

también,

no volver.

Pez de la tierra,

de escamas sin norte.

Belleza

vinculante.

Dudas mediante,

¿qué?

Arrobo

o el asomo

de los gestos tercos,

de Amor desnudo.

Ojos

muertos,
en derredor, muertos.

Noes

cruzando

la nítida pantalla.

Velos

adonde estallan

cuerpos.

Nadies

a los que digo

de un cuerpo.

Curvos

alelíes

y esperanzas,

cuando las hiedras ocupan

paredes y campanas,

cuando los ojos

se escancian.

¿Reír?

¿De qué?

Pies que resbalan,

y la tracción de la memoria,

y el amor de libertad.
¿Acaso

imagen otra pósase en mí

cuando no siendo descanso?

¿Reír?

¿Por qué?

Acá o allá sufren,

iguales,

los abstractos.

Barcos

cuyo Nadie

ásese del viento,

ríe del miento

en que hiérome detrás.

¿Bosco?

Jardín de delicias.

Mas,

hesperideano,

¿quién,

con sus níveas manos,

dejara los gestos en el altar

del sacrificio?

Juego del juicio,


que ríe

tolerando sus efectos.

Mas

todo lo que por mí pase

es mío y es yo.

¿O crezco,

también,

de repetir?

Tomar

de la fuente de aguas turbias

y recorrer

sueños de otras lenguas.

Esperar,

sentarse

y esperar.
Torción
{falso}
Silencio
El río,

sobre sus gotas cae.

Translúcida agua oscura,

con el sabor de la tierra

la falsa arena encuentra.

Hojas secas.

Flores secas.

Viento que se come huesos

tirados en la vereda,

y voces,

voces añejas, de acá,

de allá.

La noche

no mengua.

Niños

corren de libertades.

Desnudeces arden.

Desnudeces suenan.

Suena la lluvia

del atardecer.

Transpiran

lágrimas finas
-lágrimas de fina solitud

los cuerpos que gritan.

Peces y corolas nacen

en el fondo del río.

Gotas

de un piano

patalean.

Gotas,

como años,

se deshacen.

Es la humedad en esta tierra.

Croan

sapos.

Chirrían

alarmas.

Cuerpos, pieles

quedan.

Grillos

parpadean

sobre las paredes de la habitación.

Alguien nos sueña.

Es el ardor.
La piel escamada, la voz

cansada.

Es el tereré de cualquier hora.

Súbita calma.

Súbito fuego.

Una brisa,

un plácido

veneno.

Cantan, bailan

baquerías.

Durante la noche, aguas

estancadas

se llenan de cuerpos

sudados.

Se besan

sin siquiera haberse visto,

se besan.

Roen

la piel

suelta de una vez y para siempre.

Caen.

Se estremecen.
Alguien nos piensa.

¿Acaso no sepa

abstraerse?

¿Arrear las nubes

no le apetece?

Alguien nos grita.

Algo nos quema.

Es el ritual.

La arena

resuelve

pies con sangre y carne con tras.

Sombras de madrugar.

Sombras de ver amanecer.

Correr

mientras el asfalto llévase

los dedos

a morir.

Caemos.

Creemos no hacerlo.

Caemos.

Morimos de vernos.

Algo nos habla.


Las esmeraldas

han ciclado hojas

-se secan,

sobre las veredas

se amontonan,

arropan

vicios de limpiar la belleza.

El río

duerme.

Lunas pósanse en él.

Los ruidos

ya no hieren.

Y las celestes nubes

pensadas

déjanla yacer,

mientras medita

y duerme,

mientras

se sustrae de su ver.

Refleja

cuerpos que gravitan las armas.

Es el agua:
hay

cuerpos que se aman.

Hay,

también,

cuerpos que se usan.

Juicios

translucen

los vivos gestos.

Yo no quería decir,

pensar,

esto.

Yo no quería

olvidar,

como un dardo en el espejo, olvidar.

Yo no pensaba.

Yo no reía.

Yo,

nada más

niego.

Digo.

No digo.

Encuentro
la voz curva.

La nota muerta.

La voz fecunda.

La herida absurda.

El ir despacio.

Nuestros años.

Nuestro sueño.

Nuestro engaño.

Y el mar circula

la nuestra tierra.

Cuatro ríos

nos separan.

Viven

arañas,

tiricas,

bestias

en la selva.

En derredor:

el hedor de la muerte.

Fuentes de misterio y mitemas.

Fuentes de misterio y mitemas.

Las hormigas desvestidas


alzan

castillos. La hierba

iridesce.

Océano mediante,

extranjeros dioses

ocupan la tierra.

Alguien debe conjurar

la palabra perdida,

la voz extraña,

el lenguaje insignado.

Alguien

nos piensa,

nos ocupa.

Gotas

de guitarras

llueven sobre los cuerpos sedados.

Sudados,

caemos.

El Paraná,

de ancho mordisco,

arranca la piel y deja al cuerpo

desnudarse.
Espíritus silbantes.

Pneumismo.

Hiedras,

follaje,

y el grito panida de las moscas,

y el herir conjuntivo de los mosquitos

-y la sangre y el hedor que pasa

de cuerpo a cuerpo.

Guerras,

cristianas guerras

de salvar a la persona.

Los suspiros.

Las bocas secas.

El clinamen fortuito en que dormimos.

Ventiladores.

Hielo.

Nieve,

azarosa nieve en estos suelos.

El cielo,

roto

esta noche de verano.

Ojos.
Ojos.

Ojos.

Ojos.

Ojos.

Nadan,

solos en minuendos,

nadan.

Gotas

de un acordeón,

la brisa oscura de los fuelles.

Dientes

posados en la carne.

Dientes

llevándose la voz.

Tiritar de agujas blancas.

Madrenuestra de follaje,

de ensoñadoras

esmeraldas.

Tesitura de las aves.

Arañas

entre las piedras.

Sangre de corajes vanos.


Herir el rato

meditante.

Hacer silencio mientras la lluvia cae.

Sentarse

bajo la pérgola de jazmines

-huir de serafines.

Mentes extrañas

se han posado

sobre nuestro.

Mentes extrañas

enséñannos

lo nuestro.

Croamos,

chirriamos,

como servidumbre

mera y vana.

Un rey

dispone nuestros pensares.

Parea

cuerpo nuestro

con juicio suyo,

cual si fuéramos iguales.


De serlo,

¿para qué?

Siendo

vagamente ocupados por mente extraña,

nos dejamos matar.

¿Creemos,

creamos

como iguales?

Opulencia y sufrimiento,

y lanzas

de madera tallada.

Cristo de nuestras brasas.

Cristo de lengua extraña.

Verde arde el fin:

esta es su última casa.

Tropas

ecuestres

arrean sus espadas

y mean araucarias.

Traen

fuego y enfermedad.

Gaia nuestra
nos cobija

con la noche en que paréase

muerte con sueño,

sueño con muerte.

Prestidigita

la tenue llama que palpita

en el revés de nuestro.

Alrededor nuestro:

sudor,

aguas heridas, plandor

de espaldas laceradas

e iglesias

dadas a salvar

narcisos y cuerpos.

Orquídeas

frágilmente nacen,

frágilmente ceden.

Sabemos

que nos niegan.

Nos dejamos matar.

Nos dejamos herir.

´¿Huir adónde?
Recién

empieza la caza.

El empíreo frío de los céfiros reminiscemos.

De lejos

báquicas balas

nos hieren.

Alguien nos piensa.

Algo nos dice.

La armonía rota

de una vez

y para siempre,

como las bocas,

los ojos,

las sienes

bautizadas en símbolo.

El follaje se estremece.

Alguien canta.

Algo nos hiere.

Dedos

trenzan los cabellos eternos

y he el trance.

Sudor de aguas podridas,


saladas.

Humedales.

Grutas.

Cuevas.

Nuestras formas:

rotas,

invadidas

de una vez y para siempre.

Desnudez de nuestros cristales.

Desnudez

de los ríos.

Nos ha aislado

Destino.

Nos ha dispuesto

morir ahogados.

Nos ha dado armas

infértiles.

Caos,

en el fondo de sus ojos, caos.

Rotas

nuestras formas, rotas.

La promesa de un mundo extraño,


las risas contenidas.

El olvido de los cuerpos

y la distancia

necesaria.

El alivio:

nos han matado.

Ranas que croan.

Serpientes

aladas.

Dorados plandores de la lejanía.

Soles de la altura.

Oscurecidos repentes.

Blanca, variada luna.

Confusión,

he en nuestra alma

ocupada

el verbo de su confusión.

Cruces en nuestros pechos.

Heridas

asertivas.

Contempladores,

paseadores
que nos suponen en deriva.

Trompetas

frente a nuestros tambores.

Pan sea con nosotros.

Morimos

de sólo decir esto.

Morimos

de sólo hablar extraña lengua.

Nos han diferenciado.

Panidas flautas

a sus serpientes guían.

Huyamos

de vuelta a casa.

Cantan

los peces.

Las curvas del río los lleva

hacia su inefable tierra.

Hay un dios que les ha prometido

mismo cuerpo y eterna guerra.

Hay un signo

en sus almas.

Hay estrellas cantándoles


el ruido de murciélagos.

Políticas espirituales.

Conjuro del telar.

Común errar.

Común -ahora suyo- desesperar.

Candor de aguas extrañas.

Sueños de eternidad.

Y sus cielos,

nuestro suelo.

Y sus voces,

nosotros.

El río

que de la bocas cede,

su reír.

La madrugada

en la que el verbo retrocede,

en la que el pensar retrocede:

la madrugada

en la que la bífida mente

escamada

se escinde,

he el principio.
Distante

ver del ojo del ojo mismo.

Hablar en imágenes

-nacido, entonces, el ritual.

Distante

sonido continuo que confunde vientos

y gutures.

Curvar los gruñidos

-he, entonces, nacido el dual.

Inmediatamente

nos dimos cuenta

-se han dado cuenta-

del fatal error.

El curso de los signos se quiebra

arrobadoramente.

Confundidas

mentes unidas,

he el uno corazón.

Distante

fluir de quien dice, afuera habiendo sido

también,

ahora,
distante de sí,

distante del signo aquel

que plandece de horizontes y conjuros.

Mente alguna

ha de haberlo iniciado.

Diluvial nacer de los sincronizados

consigo,

únicamente consigo.

Y la risa

que emerge,

nacida ya la confusión.

Y el orden

lucubrador de la armonía,

digita,

a lo lejos,

libertad.

Alado escindir.

Este mío, así.

Este mío, así.

Morirse es realizado.

Ser matado es realizado.

Mas,
gradado el continuo

curso de los signos,

alucinios

vuelven, y la memoria,

de repente,

funda sus epifanías.

He que el mirar

de las hojas nos ha hablado tantas veces.

He que los árboles descréennos.

Henos vivos,

vivo Hado; henos

yendo hacia el hedor del cuerpo ido.

Y he el deseo

escindido,

con el filo de un criterio

divorciado.

El alma

amanece a su delirio.

La tierra entera,

el conjunto numen,

y el conjurado ecumen

quien sólo puede


contemplar, y signarse,

y ser arreado por los fugaces trances

de espectros vivos,

animales muertos,

y psicodel amanece.

Las estrellas,

humanas corazas,

repiten.

¿Adónde

ha de haber lo mismo,

sino en el espaciado cielo?

Y se sienten,

por primera vez,

las ígneas atenciones puestas,

las turbias

aguas del agua -desdobladas.

Alguien

se descorporiza.

Su indiferencia

nos aterroriza. Alguien

conjura

luces, perlas,
y la fogata que descubre a la infértil noche

ya no escribe.

La pasión

se circunscribe

al dominio nuestro.

Se escinden

ojos,

ojos oscurecidos,

ojos del espacio,

ojos que no hemos visto

antes.

El rebelde trance

de las espinas nos encuentra.

Caemos a morir en las miradas.

No nos conocemos.

No nos entendemos.

Apenas

podemos curvar

los labios,

y la palabra se asoma.

Lleva

consigo
el simbólico rastro de los designios.

Mañana,

mañana es la hora, el día,

y muertas

las memorias, determinándonos,

han de hacernos persistir.

Es así que somos

escondidos entre ribetes del sueño.

Es así que somos

conjurados a esta vida nuevamente.

Lucinios,

de repente.

Alguien juega con los rayos,

alguien urde las lanzas.

Alguien

se alza déspota,

hace Destino.

Ya no nos preocupa.

Realmente,

ya no nos preocupa ceder ante la irreverente risa de la muerte.

Ojos

nuestros,
ojos

ajenos,

sobre el indeterminado

flujo de los alados signos

nos han cortado.

Nuestra tenue sangre escancia

en la recién nacida mente.

Entonces,

ahora somos dignos de matarnos

libres de culpa.

Heredamos del inescrutable futuro

las especuladoras suertes.

Y algunos

parecen descubrir

tras las ruinas de los cisnes,

de las hiedras,

de los ríos,

del delirio,

más de lo que fue y es por nosotros visto.

Los recordamos.

Los conjuramos del sutil abismo

hacia esta presencia


extraña.

Ya no podemos

sino movernos, sobre el canto de los idos,

movernos.

El suelo se lleva la sangre, y bestias se acercan.

Beban de la común sangre,

diferencia

ya no hace.

Y las cenizas

disuelven

las bocas que supieron

guturear.

Nuestros

precisos signos, nuestro

sísmico lucubrar:

hablar

lo llamamos.

Este juicio nuestro,

este

primer juicio

del cuerpo escindido,

inmortal.
No sabemos

todavía

que de la tierra

empezamos a huir.

Aprendemos a cazarnos

a nosotros mismos.

Quisimos saber,

luego del primer corte, luego del sutil filo,

y ahora deseamos morir,

quisimos saber

qué era el revés

que el río sígnico flejaba

como la luna frágil de la madrugada,

cuando animalia

descansa.

Aprendimos

a contar,

y aprendimos que ya sabíamos contar.

Alguien

alza

armonías, curvando al viento;

pájaros,
mareas,

y la indistinta similitud,

y el nacimiento,

luego,

del indeferenciado abismo.

Ya no somos los mismos.

A huir

sobre nuestro

somos adictos.

Afuera

el peligro acecha.

Ha de ser juicio de arriba,

de las amorfas nubes

súbitamente

conjugando

formas cuyos nombres

vamos trazando

sobre el delirio

que inocula el viento del norte.

Nos matamos,

luego,

nos reanimamos.
Mas

no supimos que ésto

íbamos a olvidar.

Algo nos llama en conjunto

y sin embargo

vemos bestias solitarias

nacer de las entrañas

y vagar el monte.

Las frondes nos esconden las vergüenzas.

Ha nacido el juicio.

Las hojas crujen y los ruidos despiertan

sones de piedras rompiéndose,

sones de cráneos sangrando.

Se acerca

uno que erra.

Lo matamos.

Lo reanimamos.

Y la nube feérea de rúnicos indicios

muestra su oscuro rostro.

El sol seca nuestra piel

y por eso la mudamos.

Nos anudamos
a persistir

en la contemplación de este nuevo y gran horror.

La sangre ya no satisface.

Mas,

las tormentas,

los tormentos, los rayos

conjurados,

el confuso ejercicio de la mente,

nos estremece.

Corremos

sobre aguas de ensueño.

Bebemos lágrimas

saladas

y extrañamente recordamos

lejanías.

Lirismo ha fundado

alguien,

vuelto en sí y en sí encontrado.

Nos enseña

del libertador

no.

Funda
sueños que se funden

con el verdor,

mientras la selva escancia su candor

y las ramas arden.

Disponemos

del cuerpo.

Nacen los suicidas.

Arreamos las nubes,

en junta mente,

y la lluvia se nos aparece.

Gotas

de armonía

recitan

lucinaciones.

Al cerrar los ojos,

los confundidos signos del abismo

nos guían.

Dicen de mañana, variando

el primer corte y sus infinitos resultados.

Y las venas sangran.

Venas nuestras, venas ajenas,

sangran.
Sueños

que despiértannos en el salado

sudor helado

nos vaticinan.

Hemos de esperar.

Sentados en los nidos de cisnes,

hemos de esperar.

Una mañana, cuando el amor era la muerte,


decidí irme.

No fue,

como pensaran,

una decisión. Mas,


era

justo y necesario.

Pero,
escatología más,
menos,

oportuno y ablucido,

espíritu alguno quedará

-cronidas

truenos,

candesciendo al horizonte,

y un montón de insensatez
dada a ser decodificada

cuando tarde sea.

Pero los avaros,


indefectiblemente
ilimitados,

no pueden

sino

cumular

-énfasis en la aenfática ausencia de a.

Bien se sabe,

iletrado capital
repite que no sabe,

y cuando le es dado saber,

responde en negación.

Bien se sabe,

reyes de humanas selvas

-humanos, también-,
¿cómo han de lidiar

con el haber tras suyo y sobre suyo y bajo suyo?

Y los muertos,
panidas,

se arremolinan.

Con juicio de armas,

falso destino hace lo suyo.


Porque,

hijos del rigor,

sólo fuerza conocen. Y afuera,


¿qué?

Es tarde.

Lo visto no puede ser desvisto.

A menos que el siglo XIX y el electrificio


-que no es sutil artificio y deja evidente

magnetismo de ojos en hoy.

Pero mejor

morirse,

de una vez y por un rato,


para que

la atención pósese

adonde debe.

Así el reinado cese.

Así el reinado cese.

Mas Carlos Eduardo se pliega sobre los artificios filiatorios y

piénsase predestinado,
envuelto en la lúgubre maraña de

efectos

que recúbrenlo de futil pasado.

Mas,
no me vengas con hordas de tortura
o insigne repertorio

de habladuría,

mientras en la nada estima que yazcan

quienes su suelo pacen


para el delirio y gozo de las serviciales reses.

Porque ponerse un nombre y asignarse un cargo es una manera


de reír,

siempre y cuando

la tierra siga respondiendo a

ignorancia permanente.

Y no haga caso de la paranoia


que se acerca,

porque puede que sea cierta, y,

entonces, ¿qué?

La muerte para todos, y los laureles de la lineal historia


a los arreadores de nubes.

¿Quién,

bilocado y ya sin fuente,

ha de posarse en el jardín cultivado


para el gozo de la minusculatura?

¿Acaso natura alguna ha de decir


razón del común sufrir

del que, por supuesto,

no participa?
Y con la vara que es de falos y cetros,

la corona de cristales yace en sí.


¿O muere la noche eterna en la red

artificiada por la paranoia grata

de herir y hacer herir?


Ministerios de cordura ya no hayan,

y no halle el cuerpo su descanso en el temporal fin

-sangre de otras venas


riega la tierra

carmesí.

Es tarde,

ya la material red
de vínculos y ficciones

ha dejado sus dones

en el turbio serafín
que se acerca,

con las tinieblas del sueño, se acerca.

Es tarde

y los intereses vinculares


ya se han desheredado,

y un nombre carga la bordó ponzoña

de los muertos,

reales cuerpos muertos de la real desidia,


reales cuerpos materiales que eternidades asilan

-eternidades ajenas,
por supuesto,

da la inanicente cuestión de
no participar del común sufrir.

Y he cabos sueltos

que el paranoide

-mas, lastimosamente, no esquizo-


incapaz de ver es.

Mas,

cuando la furia de titanes es abierta,


la respuesta a la esfíngea pregunta siempre es

Nadie.

A la igualdad:
piramidada.

Que la base se disuelva en la nada.

Y cuando la ira amanezca,


persistidos sean los efectos.

Mas esto ya fue dicho,


es mero repetir.

¿O escapó a sus ojos

visionarios,
artificiados de ruido blanco,

la realidad de la ficción

y la óntica realización

del cuento a sí contado,


así?
Los tormentos de los cuerpos desangrados
llueven,

como caldo de fortuna, llueven.

Las heridas de los tareferos


llueven,

sobre el culto a la indiferencia, llueven.

Y la muerte se posa en mis ojos y yo decido irme,

por mi propio juicio y voluntad,


invadidos mi juicio y voluntad,

irme.

Bien supo Plotino que no es la mejor salida, mas

puede, y a veces es, justa y necesaria.


La cruz de ignorancia inoculada es tallada en nuestro,

maestro de la vacuidad.

La eternidad de los espejos


vame a matar.

Y el pronoico devenir augura locura,

justa y necesaria locura.


Muerto y resurrecto,

¿cuánto efecto plegaráse sobre su cuerpo nuevo,

dispuesto a la herrumbre?
Y la negación será respuesta,

justo adonde se alza una nación de esteta adoración.

Pero es, al decir esto, aún el siglo XXI


y hay la una máquina
realizada,

material, operada.

Mas, si no en el auriga,
¿en quién confiar?

Libertad para los servidores del vago errar.

Libertad para los servidores de quien ve el enigma

-extrañamente, dada
la imprevisible cuestión de ya mañana no ser suficiente-

mente predecible, mente audible

que la esquicia no ha dorado.

Por eso decido


someterme a esta tortura última

e irme,

luego de haber visto el improvisador arte de la urdimbre


revelar

cómo ha de terminar

el vacuo decir que da a andar

a los conjuradores,
psicopáticos jugadores del destino real.

Porque he el poder y el orgullo y la gloria


dispuesta en los pies

de quien se corona de argucias,

en odiséico plandor de agua extraña,


recurriendo al mitotiranománico hábito de errar
y crear la oportunidad

de

nada particularmente perdurable

más que el honor deshecho


por el mañana que,

maltrecho, y en sus útimos suspiros,

llega a decir que será el juicio

unánime frente a la irremisible y cancerígena verdad.


Nadie dice su nombre y sabe su nombre secreto.

Caos, muerte, y qué más da,


dada la vida eterna del yacer detrás,

¿no es así?,

dados los ecos imperturbables, impermutables

del haber efectuado


particularmente ¿qué?

Sea la ley mera apariencia a la que plegarse,

sea lo real el arbitrio caprichoso de quien se pose sobre el común pozo


en que el conjunto dase a andar,

mientras el gozo es reservado a los relinchos

del verde corcel que un libro

anunció ante un mero amanecer,


y soyme dado entre amenazas.

Es tarde,
ya los efectos van,
con caldo de Destino, van.

Es tarde,

ya las consecuencias van,


con vistas cortas a su lado, van.

Y al pueblo lo que es del pueblo, y al César, la guillotina

-¿o no es esa la rutina


idiosincrática de la francesa

natura en la que reza

cada vez que,

sembrado en indeferencia,
bosteza?

He el culto a dejarse usar.

Y a la ganancia, por supuesto.

Que done sin merma el inefable,


a nosotros

la muerte nos guarde de la ira en que duermen

almas divinas,

dispuestas a morir por un gramo de cordura,


dispuestas a la dura paz de la espada.

Pero es una lástima


tener que irse

cuando recién empezaba a hablar la aurora.

Los equitadores

se arremolinaban
sobre la tenue urdimbre vana
de las calles. Sanas

costumbres deshacían.

¿Era yo, él, el uno nuestro, quien hablaba?

Nosotros,
de voz esmeraldina,

recorría la propina de las musas

mientras la urdimbre de las fusas

ver no nos dejaba.


Eran ventanas rotas, y Asclepio

sosteniendo un monumento de reír

al respeccto.

Y no quedaba decir parejo o teñirse lejos


los párpados de esteros,

mientras el desespero subía por la nívea mirada.

Panida, olvido -olvidamos-

correr en derredor de la viva tierra,


en que quien erra no erra y quien acierta estalla,

en el caldero de corduras, estalla.

Nada o nadie parece decir suyo


lo que sea que se pliegue

sobre el terrible duende que se acerca sobre el agua

a cantar en voz bífida el decir de la esperanza

muerta, otra vez, una mañana de verano,


muerta en vez final -que es vez de cuento.
Eternistas,

mientras tanto, recubren

al candor de sus perlas -la noche orla


desde el horizonte la tenue niebla

que se arrima desde el árbol

lucinado más izado por fantasmas de otras eras.

Vivo fruto violeta de vida.

¡Vivas gemas de la múltiple unidad!

O el arrobo,
dado al domo

cuando de caer se lacera

las plantas de los pies con brasas vivas,

los ojos y sentidos en nada viva

-el follaje de la selva reminisciendo ruidos blancos;


los espantos, los gestos, el espasmo

de espejos en cuerpos ajenos y apátridas,

Animalia en su conjunto,

y el terrible amor convenido por la paz ida del Ida,

adonde congenian rumores de céfiros y asuntos


de otras vidas, en metempsicosa ruina;

ruidos de los pneumas, de las idas,


de los azares que conjuran la venida

del cuerpo en sí, cual si se fuera


alguna vez sobre la pradera
y no supiera reconocer la no entera

sensación de eternidad;

así se disuelva el absoluto cuerpo o no.

Metástasis efectuada,
¿esperar o irse?

¡Irse!, dije

al contemplar la sutil Nada.

Mas qué hacer con el sufrir que recubre nuestra tierra,


perecedera, incierta, incompasiva.

¿Correr por la deriva?

Andar la sómbrea zona de quietud en que potencias

dictan esencias con silbidos a serviles,


riendo y cantando y haciendo silencio.

Jano,

ensamblado,

recorre el tiempo y se lo olvida:


ábrese

la curva de los signos en su vacua sustancia.

Símbolos fulguran,

símbolos

que Dionisio, el pseudo, dijo haber descifrado.


Nos quedan ecos de aquel su tenue Hado.

Ciego, yo, siendo


mero,
maquinal ando el abismo y no lo encuentro

particularmente atormentador.

Han de ser los gritos que pretenden ser de ayuda,


han de ser los guías ciegos a los que el desfiladero

corean.

Hemos de morir a decir nuestro,


en un gesto de pensamiento

y decisión.

Incluso ante el sabernos en perenne ignorancia.

Nacido en pecado
para el humano juicio de la común unión,

he la libertad de darse muerte

cuando el cuerpo encuentre que sus efectos han de trazar


dolor sobre cuerpos sintientes,

mas he también el volver a contar.

Cuarenta días de tinieblas, y he el azar.

Pero los muertos nos enseñan en razón de su errar


a errar sin gusto por el mismo andar

tierras que los pies no han de encontrar,

tierras de pensares.

Ley de orden, ante Caos,


el sinfónico.

Ley de tierra y culto anacrónico.

Y la libertad, ah, que se nos escurre entre los dedos


como gotas de consuelos
dadas a llover en pensares.

¿Fuera el sólo mal, el sólo mar el que trajera

la noche entera de partir en confusión


mañana y hoy,

conjurando el cálculo que el decir dijera?

Y, ah, las confusiones

que recorren tierra esta,


no dejándonos huir a gusto.

¿Es la selva? ¿Su follaje?

¿Es el oscurecido juicio que nos encuentra este hablar?

Si séte acá, y también lloro

la distancia que inanece cuando el mundo amanece,

cuando mañana ya no reza el decir de nuestro cuento.

¿Erro?

¿Cómo pudiera?

Erra quien espera que los signos tradujeran


más que sí,

cual si el espejo de la espera no dijese que es ahora

cuando la voz consona con la boca ajena,


y yo me encuentro meditando

con vos, aquella voz que nos llama a libertarnos

de cadenas de hedor y mando


que cuente nuestra historia cuando no
es dicho el nuestro entero afuera.

Y aunque las sombras se arremolinen como nubes


arreadas por la cruz izada a contar de pasear juntos,

¿qué sino un cuerpo moribundo que sobre el cauce nada

hubiera?

¿El mío? ¿El tuyo? Ámbicos,


cual uno,

sufrir tuyo es herir mío

-incapaz siendo de curar en pensamientos.

El ruido siento, las persianas


tendidas,

y la herida que late cada vez que me priva

de mí su sentir, como quien se olvida


de sí, su solo sí,

y las espinas coronando atestigua.

De vez en cuando
se santigua

ante espadas de tierras ajenas,

repitiéndose en condena

-falso dios humano de humano cuerpo


repite el silencio abierto a la esbirrería culta.

¿Proteger las tumbas?

¿De qué? ¿De quién?


¿O no es mero símbolo bajo el que se junta
gusanía y tierra y silbar de murciélagos del Hado?

Pero el esquizoidal juego de cubiertos

por el aliento oportuno y el senil dormir


sobre los cantos

ya no nos deja espanto en que correr o razón por cual vivir

en placer o ardor o espera.


Inerte, sin embargo,

se acelera.

Y las camas
literales y metafóricas,

como ánforas, se hacen

de decires y de ojos que ojos uno deshacen

de haber, mas
no por eso camas dejan de ser.

¡Ah! Cabellos de eternidad

-canibalismo:
no nacer ni dejar nacer.

¡Ah! Soltura de conjuros

puestos sobre el puro éter de la inmediatez.


En el sueño, la mudez,

si tan sólo en el sueño la mudez.

Mas,

respiro, ebrio de cuerdas


curvando el cuello hilado, y nado
el preservado cuerpo que repítese en el tiempo.

Bordear,

cual gargólica metáfora,


ánforas de vino y miel,

mientras, ¡ah!, cabellos de eternidad

mueren.

Cuélgome.
Judásico, cuélgome.

Perdónenme, padres,

desconozco el filiador arte


-mis signos fantasmáticos no perduran.

¿Río?

Ruidos mitóicos resístense.


Es así como cretenses renacen,

es así como Samos llama a Silencio por su nombre.

¿Corro de la consorte delusiva?

La dejo cantar la ecoica muerte


del placer y su moción.

Dado a fe, azareo

el Bardo cual si fuera entero,

y déjome aducir en nacimiento


del miento que leches blancas asarán.

Cardúmenes o reidores,
crueldad en el jeroglífico.

Juicio alguno dirá juicio,


mas no mío, mediador, no mío.

Cribadores de renuencia, y apariencia


de ciencia en el ficticio hoy

-¡ah!, la eterna muerte: ¡muerta!, y el jardín de Eternidad.

Magia de vomitar, purgante,


y el estandarte de los dioses de una vez disuelto,

de una vez en símiles asilado

en el noosférico hado de material pensar.

¡Ah! ¡Muerte! Razón, ¡muerte!


Ah... corazón, nada, Nada.

Ah las voces de campanas y el estruendo.

Ruido de lentitud, o ya haber vuelto.

¡Ruido de lucinio! ¡Huir! ¡Ruin!

Pánico de panídeos,
temor de los muertos abiertos.

¡Ah! ¡Juicio y comercio de histeria entre el cuerpo acá

y el cuerpo allá!

¡Ah, misteria
la miseria el culto de la progresión!

¿Cantor?

Invasor de tenue máscara, en sueño


de cuerpo sediento,

mientras muero, con las uñas despellejadas, muero.

¿Patría? ¡Ensoñación!
Lineaturas cuanto nuestro y el cuánto que repiéntese en psicodel.

¿Arrear la miel? ¡Piel de la serpéntea materia!


Voces del cultivo, adonde nadan

ignotos delirios de flamígeros hijos

dados a perdurar la inmiscuida histeria.

Historia, luego -repetir, repetir, repetir.


Vespertir del canto insigne:

deducir, deducir, deducir.

Y que las serpientes escapen de sus escamas,


y que la piel arda,

y que el agua pensada llueva,

y que el viento tenue mengüe las fogatas.

Y que el ritual no lleve signos.

Y que el ritual no lleve símbolos.

Y que el ritual ceda y calle


alguna diga qué

sucedáneo cuerpo cuelga

de una cruz o un por qué.

Porque, ¡ah!, espiral de misterios


arrobadores, ¿quién

en cultos redentores trae vez final?

Nadie, cuyo silencio semeja.

¡Nada más! ¡Nada más!


Juicio a los abismadores, y a su énfasis parafrásico.
Tacitud de comillas.

Dejar,

de una vez y para siempre,


de comer.

Gnóstico abismo filónico,


alejandría cuerva

la sutil sangría de sus doctrinas

en la trina lumbre que escancia

con fragancia de jazmines y sustancia

inasible. ¿Cruje? ¡Crujo!


Dígome a mí, mas medio tuyo

soy si huyo en un plegado decir.

Salvajes dentro del cuerpo vuelven al cuerpo.

Es su costumbre. Siento
la voz clara de la mañana y su astro,

el recitar claro de los astros y su clero,

y hay ya no pero ni cuándo que diga

qué sea la deriva de la soñada herida,


menguada de porqués y pulsiones.

¿Delusiones? ¿Fantasmas? Voces bajas

-voces bajan,

alguien

parece otear las orillas mientras el agua brilla,


y flatos suben burbujeando. ¿Delusiones?
Ilusorio y mío

repetir

y repetir y repetir
hasta que el pensar alado llegue al cuerpo que dé su sí,

y la esfinge, derretida, eflorezca.

Yesca sobre los sincretizados

-alrededor del fuego,


uno, dos, etctéreo errado

arando a los muertos y trayendo su mano

de sombras puestas en alucinatorio brío.

Es el frío

de los Hados, ah, ya tantos

que los múltiples pasados uno lo hacen


para que cedan quienes yacen

errabundos por el trance

de conjuros y de ciencias.

Piedras en el territorio, muros


de nada hechos,

y los maltrechos abalorios de quien brilla adonde debiera

oscurecerse, envuelto en tinieblas de cordura

oscurecerse. ¿Crecen
hiedras de otra paz? Crean

ilusiones, delusiones y el vivo mal


de creer lo que la mente crea y desasirse del real
ocurrir, como una gota sucede a otra,

escurrirse

de las notas sobre el piano matinal.

¿Histeria? ¡Miseria
mia, instatisfacible! Edible

biblia de palábarea continuidad,

mientras los ruidos dan a cortar

el flujo incandescente del detrás,


el arte intermitente de flotar

con la marea y el mar

cual dos cosas distintas.

¿Zafiros? ¿Amatistas? Unidad

de las causas y sus formas,

con aroma a normas y reclusión de perpetuidad.


Mas, ¿qué cárcel fuera afuera?

Dicen,

y cómo han de parar.

Vicio creacional, razón,


estaciones.

Es el árbol de la vida y de los muertos.

Es el árbol de la vida y de los muertos.

Y del mero soñarla amanezco en temblor,


como un trébol cuyas hojas ya no auguran.
Y si en un discurso de violencias no herímonos,

afuera

alguien muere.
Es de esperar una respuesta.

Dos, tres

delirios en cordura, y he

el silente reir de las ataduras,


yaciéndonos en el empíreo frente

adonde arésicas legiones

y páleas -iliádicas- púrpuras

recubren la mirada abúlica que sangre encuentra


si sangre busca.

Es así que cual wampyrs paseamos.

Una dieta a base de pala, faso y bananas

creída en el común cuento malsana,


he su simbólica razón.

Sin embargo,

si la gloria alrededor

no plandece con el furor de las reses


eufóricas, histéricas, instanciadas,

ley del socius sobre nuestro

-mi-, y el juicio

abrumado de lo que un vicio


no dejara traducir
a quien de sí se acerca a huir

para no decirse qué lo mata

ni qué le canta el vivo ardor


de Cerbero, el multiplicador.

Así

tras translúcida Ignorancia,

Caos argucia su Gracia,


conjurando en la desidia

libertad que vista humana

ha de castrar, ante la errante

Providencia que no puede


sino dejar que las almas canten,

en actos o coreo, canten.

Perros, tristes, en derredor

que ya ni árboles mean. Signos


pululando cual candor

de velas que entenebran

al suicida mío que escapa a cantar.

Inmerso en el azar de las palabras,


mente blanquecida labra

el espacio de lo mío,

y yo corro

mas tras mí es asido,


como una sombra cuyo nombre no pregunta voluntad.
Entrar y salir de la mente de dios,

como un arrobado,

como un sino.
Urdir un camino hacia el inmortal allá,

que escapa de los ojos y susurra,

que pliégase de vistas y susurra.

Y los labios que dibujan una falsa simpatía,


cuando dicho fue ya el traidor amor

que libre cursa el derredor

sin importarle los contratos del conventor pulso.

Y el inconsciente tiempo que no es,


el inconsciente tiempo que no es.

Te creemos o no, redentor,

materia de pensar nuestro sea la tuya

-de lo contrario:
crucifixión,

una y otra vez crucifixión.

Y la pantalla ve aún lo que el Lete se lleva.

¿Amor? Ruinas
de las curvantes voluntades que hipersticia inoculan.

Por eso la muerte es concebida

como la real muerte existente.

Por eso muertos nos animan,


en abrumo de Ignorancia,
hacia la orilla que en lívida materia

hace de la piel pantalla

y palidecidos cedemos ante la Gracia


si toma la forma de Moira o Furia.

En lo profundo de la cueva, adonde


la cama yace,

transustanciadas serpientes por voliciones cumuladas

por eras que sustancia

han permutado por placebo,


con razón del sueño ajeno urdir en sí

y así hacerlo parecer de un dios.

Baco ríe,

deshecho ya de su culto biológico,


dispuesto como ornato

y grato ritual de falsa comunión.

Dioniso, desangrado, extranjero, pace, lógico

el lóxico plandor, y duérmenos de él.


Arreados, con cadenas por juicio,

corremos hacia él.

Sus gestos no nos dicen de idioma nuestro.

Las dicciones que su viento curva no son las nuestras.


Mas, helo ahí, Eros hacedor,

muriendo -ya muerto-, y haciéndose eterno así.

Eternista el serafín que los ensamblajes separa


-el ardor se lava con un gesto lucinador,
y el espejo cuenta de sí al acusador.

Mas la locura pensadora no nos deja bien pensar


-por más que piense mejor que nuestro viciado pensar.

Y el pero alocutido

suena a puñal,

con el siseo de las carnes


abiertas a la sangre augural.

Y el palábreo espíritu tatuado

desde la más tierna indefensión,

¿trae canción o condena?


La bífida lengua dice de ambos

-los mambos, luego,

multiplican.

¿Dejar las jeringas o morir joven?


¿Cuán joven se es en la eternidad?

Reminiscer

de haber nacer y haber de más

-en efecto, monsieur,


¿qué no fuera exceso?

Mas la estupidez no es mi vergüenza,


dice,

mientras agacha la cabeza.

Sabe haber crimen peor.


Numen atroz se arrima,
ecumen.

Y rezan, mientras tanto,

almas salvadas,

en mantra asiéndose al arrobo y nada


pudiera decirse más que sí.

Es así como nací,

reminesce angélico

y creaturado edénico,
y el indeterminio se abre en vicio

-pudiera, luego de volver,

subir más alto

de lo que el último suspiro


dejó. Tras el arribo

de los corceles, el espanto,

y luego el mantra de los signos mudos y el canto

arrobador de las perlas


cursivas que se escurren de la ida

razón que de su sí ya no se priva.

Dioniso, apátrida, performa

la norma una del cuerpo que sombras


deja, en cuerpos vivos.

Yo de decir ya no me privo.

Dioniso, el extranjero, canta


el delirio que encanta a los siervos y bacantes
que el tibio durante se dicen en sino

mas sin voz que grite o sin signo escrito

en la pantalla sobre la que se posa su mito.

Dioniso, humano, recrudece

y su pus enmudece

luz de cuencos y candelabros o aros


que de vino verde llenan las fuentes

de los danzantes desesperados.

¡Bardo! ¡Bardo

liminado por la cruz y el canto


de los signos!

¡No soy digno, Bardo! ¡Ida

será mi cabeza sobre una mano amada!

¡Luego el llanto y la moción de la tragedia!


Euripídea muerte de las serias

agonías, Dioniso. ¡Bardo

de explicar lo que sea un vicio!

Clara emoción del sacrificio


de quien carga el burdo disfraz.

Lleva Tiresias un as.

Decide hacer silencio.

¡Me esencio -dice-, me encanto


con los cuerpos dados al canto
de los sarmientos y las vides!

¡Flores muertas, no se priven

de las corpóreas manchas


que pasión dejen y abran las entrañas

de los engañadores!

¡Intrigantes! ¡Arreadores

de intersticios! ¡Flores muertas,


no semejen

la mirilla de los ojos escurridos

cual si fueran nuestros idos a contarnos qué seremos

cuando el ardor ceda y escapemos


hacia el cuerdo resquicio!

Y los cuervos de Loxias se arremeten

sobre las súbitas mentes distraídas

que en la curda conocida se someten


al tormento de las almas parecidas.

¿Voluntades dicen? ¿Voluntades hacen?

Valles de muñecas en los mares.

¿Voluntades cuentan, y palabras reales,


y reales promesas?

Dobleces del trino valle y la matemática pereza

de crepitar.

Glosa alguna diría, agua


de miserias, agua mía; glosa
reacuñada, con las voces atadas

a la espesura, mientras

la luna pósase en la altura, y persuade


a Oniria, curva mía, de soñar en cobarde

simpatía y sin más,

repitiendo, repitiendo
el recuerdo que es amar.

Y las piedras que nos llueven, ya no más

-mero mal de azul andar

desnudez de bien errar


flechas de Amor en seducción,

aburrido ya de su precisa cognición

que almas ata y ase signos

sobre bocas cuyos dignos


decires reirán de más.

Cuando el exceso: entonces, beso.

De lo contrario: maniático reír.

Cuando los cisnes, vivas reses


de corduras que han izado

alas de costados ya dispuestos a cruzar

el éter helado por un nosotros de dos cuerpos andar.

Solitudes dispersas, anudadas

en la tácita virtud alada


de mensjes que las máquinas median;
alguien,

en risueña agonía,

recurre a la deriva
de su tísico esquivar

actos por un plato de comida.

Cazar humo de signos,

Diana, séanos digno


de aprender, en orfandad

del delirio cronida que truenos inocula.

Diana, sean arpones

los que al mar acompáñen-


nos, de duda y astucia dibujados

cual quien del Hado ha de escapar

luego de a bestias haber provocado.

Selvas adentro, ¿quién ha de mediar


por la piedad de nuestros cuerpos?

Cursos latidos, y el río aspersido

sobre las sienes idas, mientras las voces privan

al si de sí, y la encuentra
tirada, con la tiara en la cabeza.

¿Es pereza? ¿Es amar?

Es el canto de Belleza, que se espera encontrar.

¿Signo suyo? ¿Alguien lo cargue?


Amargue la espesura el viejo hilar
de céfiros la yerba entera, mientras el dar

la mejilla nos encuentra entrelazados

por ruido del pasado que mañana ha de gritar,


por el mismo mnenosíneo signo que ha contado ya su andar.

Cruces de eternidad,

efectos sidos.

Arder de los ladridos.


Cerbero pregunta su azar.

Erra, las cadenas

encuentra; alguien

halo engañado con voz de susurro,


con voz que escurro cuando doyme a callar

a mí de mí, en vivo altar

de flechas rectas en amor ido.

Cupídeas esculturas inspiradas,


y la voz helada de la curda que va,

sin la insania como crimen, va.

¿Erro, entonces, vivo andar,

tuyo, y sólo tuyo, y sin ya más


que encontrar detrás la repisa llena

de cráneos absorvidos por el culto parecido

de amar, amar tras haber nacido?

Cruces necias del que podría haber sido.


Yo, mientras tanto, de alar el pensar
no me privo. Desnudo

ahondo en el vacío fondo, y encuentro


silencio de censura y voz que cede

a fantasear, como quien puede

imágenes llevar de acá hacia acá,

viéndolas yo cual nubes pasear


el recuerdo de vergüenza mía en la que el nuestro fue.

¿Ardí? ¿Ardo? Ayer

corrí; hoy

me dejo nacer por el amor aquel


que en la terraza contemplé,

dejando un delirio a su lado.

Tormento mío será todo el pasado.

¿Nuestro? Nada.
Quizás la mirada que encuentra y sabe

instantáneamente de aquel instante

en que dijímonos durante

segundos fugaces los signos vivos


que persisten en este cantar.

¿Qué dirán?

Lo mismo de siempre.

Juicio empelotudecido de humano que ha meado


como un perro el árbol del antaño

en que años nuestros contábannos, mientras


éramos prohibidos por la conjunta cobardía

-¿nuestro?, nada;
mas he este instante de yacer en aquella

imagen de la bella

noche de curda que nos encontró sin disfraz,

con los ojos vivos,


con los ardientes ojos vivos.

Y erro, y erro más.

Payasesco, amanezco

dudando una vez más, mas


doy a dar,

sin escrúpulo del conjunto juicio,

dar.

Realizado el discursivo pensar,


viento dícelo, y Helos

humedece las paredes de la pieza,

llevándose aguas de vida hacia allá.

¿Canto?
Cierro

los ojos y digo sin más,

cual si el filtro fuera juego mío.

Códigos sobre códigos:


desvarío.

Aunado, entonces, el doctrinario repetir


con el nuevo y herido

yo,
que cede cuando un viento tenue se lleva voz suya.

¿Caigo?

¿Arrepentido doy?

Fue un sueño, y era sueño,


y ahora dice, y ahora no.

¿Caigo?

Me escapo

de la voz mediada del tiempo que dispersa


sobre las concéntricas esferas de la nube espesa

el sentir que tuyo y pasado que es mío recién hoy.

¿Qué perdón, amor, pudiera dar?

Amor mediante,
recuerdo el durante en que dije también más.

Mas dase la circunstante amistad.

Erro, nuevamente, nueva mente, y erro más.

Por eso Silencio me sustrae


a leer del vendaval

el curvo artilugio de los ruidos

que interstician a Destino

mientras otra dicción parecce andar


no diciendo lo que por mí es asido.

Oniria, ¿cuerpo mío


es asido?

Oniria,
cedo como un muerto entre los lotos del río.

Pero cuerpos, ya no mío,

recorren la piel que cargo y dictan

razones que convíctanme en la jaula calcárea,


mientras la claridad se vuelve varia,

y, ¡ah!, ¡quién pudiera

comprender la simultánea histeria

que es así ensamblada!


Entre las hadas, embalsamada

la de ígneas alas y de ojos cribantes

de la miel y de lo que antes

trajera el vicio de las guiirnaldas,


los honores, las victorias, y los títulos

de haberse abismado hasta el hiperespecifismo,

así luego diferir sea la única respuesta.

Una ira se encuentra


cuesta arriba,

con la sisífica condena de la piedra viva

royéndole las piernas.

Mas es la siesta misionera y esta es nuestra


canción, cuando piletas

se hacen de la lluvia, y los charcos


revientan ante el vil y amargo

sudor de la noche anterior.


A lo lejos, alguien se posa bajo el cristo redentor.

Y un artúreo Mateo 10, 34.

¿Poliglotía? Metasíntesis

del acto que sublate


alma una que late, y alas

de delirio fundador. Cielos


sobre el hielo, bajo el hielo; entre los dos:

corpóreos fundamentos que ha de inteligir

el desplegado serafín que cual sombra ocupa

consciencia de quien funda


su razón en forja afín.

¿Símil de mí?

Mi espalda sangra, mis muñecas sangran,

mis tobillos sangran.


La corona circuncisa arde coronando pescador

al pecador. ¿Ley?

¿Adónde?

Aparente reir esconde,


rey sin hoy.

Y Oniria,

a quien sombras corresponden,

vuelve en escupitajos sobre la débil Veive


-orgullo suyo no repiente.
¡Deidófago dios!

¡Deidófago dos!

¿Corear? ¡Cantar
la canción del súbito adiós

que nos escapa entre pensares!

¿Despedirnos? ¿Para qué?

Mismas olas tenues del verano plandeciendo


irán trayendo a la memoria asida este traje

de digresión,

para mí que ya no tolera agresión.

Mas dije que me iría, y así hago.


Ya no recuerdo el canto de Amor que hace un recién canté.

Ya no recuerdo haber sido aquel

que contó de la dispersión.

¿Éntropes? ¿Cófrades? ¡Quéséyo!


Besos en el descontrol del sueño, mientras el alma libre

plácese de su revés y cuenta

el diseño de su discreción,

mientras los ayeres dícense hoy,


mientras los ayeres dícense adiós,

volviendo así a fijarse.

¿Carcomido vuelvo hoy?

Recorro las arañas, y las moscas caen,


y las telas muerden del olvidado coraje.
El corazón, su ultraje

a la súbita razón disminuida,

acuérdase de la comida en razón de persistir hoy.


Es la resaca, y a vomitar nos obliga.

O a escupir,
que es lo mismo mas sin la acidez

-pero es bien sabido que no hay escupideras en el siglo XXI.

Sin embargo, ríe

-o río yo en su través,
o ríe él en mi través de su través, etc.

Y si tengo que decirme un nombre me digo

{ }

para que parezca que refiero a algo en particular,


y efectivamente sea algo en particular.

Pero si tengo que correr,

despaciamente, espaciadamente,

sobre el mantel lleno de margaritas


y no preguntarle a Destino qué clase de conjetura

escatológica, dialéctica, teológica,

ha dispuéstonos

a Silencio -sin siquiera comprenderlo-


o ha puesto nuestro nuestro en un espacio indeterminado,

¿qué clase de mano ama,

mano maestra de pulcritudes, diríanos


gol {forcluyendo lúdicamente}?
Salvador Torrealba de Beckenbauer.

Columnas o faroles, o

el mármol de las trompetas -al pedo.

A su vez, transustancian sonidos de pedos en


efectivos pedos -lo cual es cierta-

mente una mera coincidencia,

dada la virtud esta de heredar y replicar.

Pero si nos es dada en suerte


un arca sobre el mar,

o una arcada, o un puñal,

que, efectivamente, podrían ser la misma cosa,

¿no vendría -ya lo hizo- el mismísimo


Diablo a contarnos de los sacrificios que hizo

para satisfacer su vicio de inmortalidad?

Inmortalidad -inmoral, por supuesto-

para aquel al que el espejo no refleje,


ni teja la delusión en una coincidencia forzada por solo nudo

-símbolo de desnudez, y el efectivo andar desnudo.

Claro, como un acto de defensa,

recorre en línea recta y se encuentra,


después del diámetro esperado, en el mismo

lugar

intrascedennte -lo cual no es grave-,


incongruente -lo cual etc-,
inconsistente -¡crimen en el numen!

¿Mentir? ¿Yo?

Por supuesto
-a mí a través de mí, y a través

mío al resto.

Pero hace una hora y media que me levanté y ya

tengo sueño
-debe ser la depresión el dueño

esperando que le pague por haberme dado

'vida', 'voluntad', 'parafernalia',

'goce' -que no sé exactamente en qué consiste


{¡inconsiste!, ese es el punto,

por ello se perpetúa}.

Y la unimúltiple esfinge que me tiene las esferas

por el piso,
y tiene las mismas respuestas para distintas afirmaciones.

¿Fantasmalismo en el abismo?

Excesos de animalia,

justo cuando el ánima lee los astros en busca de respuestas,


incluso sabiendo que las respuestas son,

serán, por defecto,

insatisfactorias.

Pero, entonces, ¿para qué


la euforia?
Una, dos vidas de exceso,

vides, sarmientos, barbarismo,

y el tercermundismo inoculado por amor


a ajenidad que sirva de referencia

-por ejemplo,

un padre que mira a su hijo y le dice:

¿no ves
cómo la ira de los dioses elige

a los desviados?,

y luego gira la cabeza y mata a un peón con especulación bursátil.

Mas, ¿soy yo
el irresoluto? Porque

me tomo las pastillas, y da lo mismo,

y si me mato -literalmente hablando,

por supuesto-, los efectos materiales persisten


y los efectos espirituales persisten

y la ceroica vacuidad indiferente

se esparce como una película de frente en frente

-'manden videos', paradójicamente,


epifanía.

¿Y si le dijera al mundo

cómo es eso de la lucinación?

¿Morirme, yo, hoy? ¿Otra vez?


Mañana, ¿otra vez
reminiscer la gloria perdida del eternista hoy?

Y los ángeles que, vanagloriados de su histeria arribista,

gritan cismas y caen,


al caldo de Destino, caen.

Mas el poder hacer sufrir es un placer que nos fue concedido.

Providencialismo en el abismo, verás;

eso de la omnisapiencia, por ende, ¿qué no es permitido?


-si contenido se encuentra en el plan del auriga-;

mas la Ley del Socius,

ley divina,

o mentirle a los muertos y esperar que los designios digan,


como caldo de designio digan

coincidencias,

insistentes coincidencias,

y leámonos en su través desconociendo


a la inasible hipercontigencia.

Supracaótico Orden,

emergido de Abismo,

¿reír?, ¿por qué?, ¿para qué?


Metempsiquismo de pasarse la culpa e inocular

supraordenado Caos,

diviendo en cuatro al infortunado poseedor de la corona

de cristales rotos,
lenta,
muy

lentamente

desangrado,
como un lunático en pleno medioevo.

O enseñar a jugar con las perlas,


también,

para que la muerte no parezca muerte

-así

plena-
mente sea.

Mientras

las dos gotas de sueño

caigan como cenizas en las sábanas,


caigan como brasas en las sábanas,

y, sin embargo,

el elemento

no tienda hacia arriba llevándose al cuerpo


-mío, tuyo, nuestro- hacia arriba.

¿Se priva? ¿Nos priva?

¿Representan,

acaso, las hojas puestas sobre el carbón,


la negación,

representan

las rotas sombras que pasean la noche?


Y la lluvia que lavó las calles nos escucha
preguntarnos, distanciados, si es ducha

la boca que recorre comisuras,

la ceniza que descansa entre las ropas.

Pero del monte vienen recuerdos y otras caras


pósanse en las nuestras y nos decimos

pensares,

mero pensar que nada ha de arrear más

que semejanzas,
mientras las piernas se urden en danzas.

Y me sé curvo y usado cuando


séme paseado por el mismo esto

que no es recuerdo y sin embargo es dicho

como un bicho que se posa en un regazo.

Y una madre llora,

cuando recuérdase sola, llora.

Y otro ruido nace,


como un encanto de cordura, nace

-y, sin embargo,

el silencio es el mismo; el ruido es el mismo.

¿Voces extrañas? ¿Sismos?

Limaduras de las madrugadas,


cuando la falopa invade, y la nostalgia.

Y, sin embargo, este no es el caso.


Bajo el sobrio ocaso,
he lo mismo.

Bajo el dormir del atisbo

cordurado, el cristo
dispuesto a morir por nada.

Hadas de cordura en las entrañas,

y juicios que erran el punto.

¿A quién le importa si uno o mucho o sino o cero?


Mejor

sacarse las gotas que dejó el aguacero,

como un perro cuyas riñas son escenificadas.

Mejor
engañar a quien lleve sus ojos vendados,

en curdas de Amor sintonizados,

mientras madrugares vienen.

Y el orgullo que idiotiza a quienes oyen,


el orgullo que hierve en las piernas.

O la paciencia,

dispuesta como un pañuelo entre luminios,

secando los sudores de la resaca


mientras el cuerpo de sus intersticios saca

afuera que crúzase hacia adentro,

como músicas de lluvias que no vienen. Cronión,

¿acaso fue este nuestro hoy?


¿Acaso digámonos algún día la verdad?
Uno que otro boludo dirá que no.

Efectivamente lo fue -se oye ¡quéséyo!

No se extrañe, transeúnte, del plandor


aguado de los arados

que dejan la tierra dispuesta para culpar

al cuerpo que despeja

nada más que la mirada


y encuentra que la nadan

perlas sutiles y la fijeza

de la pereza encontrada

-mas, lo que dije ayer

o diga hoy, no lo diré mañana.


¿Mana,

entonces,

la servidumbre de los nombres

sobre la marcada carne de la espalda,


mientras los dedos arañan?

Moscas en el cenicero, Amor,

o aburrimiento.

También miento
-mas, ¿cuál de ambos soy?

Río

cuyas gotas son perfume, y cuyo


ardor es el orgullo de una voz
escondida,

¿quién tejió la partida, la Caída, el adiós

interminable?

Amable sea el ardor de los cuerpos que se estrujan


cuando mutan

y cambian de cara como de dientes,

y cambian anestesia por comida.

¿Reír? ¿Reñir? ¿Morir?


Da igual,

mismo acá de mañana atrás

de los efectos -en la virtud permutativa


de la voz performativa que se esconde entre los huecos

del hambre en huesos y el espíritu deforme

en que el anzuelo es puesto en vuelo

de Minerva que antecede


cada amanecer que hiede

sobre signos ya cantados

por los dignos alados que recorren el norte.

Incorpóreo,
el canto estertóreo de los huidos cruje

contra las venas hambrientas que recorren el mudo

tacitor de la dicción y el nudo

en que arde cuando escucho


nada más que el pucho
del que pende una vida y pende un arbitrio.

Mas nadie se esconde entre los signos.


Es un abismo, es vario,

es el mismo rosario del que pende un signo.

¿Nimio? Por supuesto. Estimo

que Destino habrá dicho con sus manos


lo que las mías no pueden decir.

¿Escindirse? ¿Pedir

qué, en particular?
Recorrer el canto del ventricular

ardor que corre por las piernas,

mientras las cámaras se llevan los ojos

hacia el turbio manojo de inescrúpulos


en que homúnculos recorren la tierra.

¿Erra? Guerra

era el decir, y era el mentir

de la muerte fraterna,
mientras filiados horadaban a Edipo

con el asco de los sueños que no tolera el consciente

río sapiente del sonido que es un sino.

Pero si fuera un mimo,


un espejista, un eternista, ¿quién supiere

sino su solo? ¿Hiere

al pedir que lo repitan? ¡Imita


el arte de caldear aguas rosadas, mientras la madrugada

palpita con la frente en la almohada!


¡Ah, decir! ¡Qué nada tan gratuita!

Mas, contrariados

por los signos, soldados

a los gestos que el destino tejen,


mejor no dejar que nos manejen

bocas cuyos labios no curvan palabras

nuestras. ¿Labran

los ríos el mismo desvarío?

Cronión especta, cuenta

las monedas y las sabe

heridas de quien se place

con recorrer las catedrales que ingenieriaran

aburridos unos ablucidos con la sanata santa.

¿Gotas del derredor?

Arder del hacedor cuando ocupan su casa.

Arder del orador cuando encuentran que canta

cúmulos de incerteza frente al maniático

hábito de los sádicos -yo entre ellos-

mientras ante el terror pánico querello

-mintiendo a ese respecto, por supuesto.

¿Jazmines de las noches muertas?


Ojos cuyas ordalías no revientan.

Ánforas del vino extraño, mientras

años pasan, y cuerpos quedan

en el mismo errar extraño que no arrea

el esteta de las ajenas mareas

-porque bárbaros seremos hasta que sea

nada más que Nada la marea.

Como el sol que se lleva las ciudades

adonde tus pies pasan, diciendo

la voz que no encuentro, la voz que se esconde.

¿Es el norte? ¿Es la linda

pradera que recorre los prismas?

¿Es el arte? ¿Es el arco

con que el niño ha herido?

¿Es el hilo? ¿Es la nostalgia

de lo que vimos cuando idos?

¿Es el oído? ¿Es el odio?

¿Es el yodo de las huertas sangradas?

¿Es el arte? ¡Es el arte!

¡Es durante la noche que encuentra

manos nuestras, perdidas

entre cuerpos prestados!


¿Es la linda? ¿Es la una

de la madrugada? ¡Es la mañana!

¡Es el grito

que escucho si me escribo

con un jardín de madreselvas

y los jazmines regurgito!

¿Que si vomito? ¡Por supuesto!

Mas los ecos no nos saben.

Por supuesto, no nos saben.

¡Es delirio! ¡Puro delirio!

Bien. Mas, qu'est que c'est ?

Nuages ! Plumes ! Abaloires !

Répertoire d'savoir !

Mais, quoi ?, quoi ?, quoi !

Crime d'Numen, Amour !

Dans le numen ? Oui, mais, moi...

J'ignore !

Quoi ? Ne sais pa ! Néant !

Oui, mais : porquoi ?

Enfance, nager, rire

Tais-toi ! Moi ? Porquoi ?

Cécité ! Oui ! Etceteré !


Y

gota a gota

comienza a madrugar.

Frío de allá -éteres

¡ah! tan cerca. ¿Muecas

mías? ¡Tuyas!

¡Nuestras! ¿Somos

más de uno en el domo?

Corro

bajo el cielo de las nubes espesas.

La luna violácea nos recuerda.

¿Amanece

ya tan cerca? ¿Somos

Samos? ¡Silencio inoculamos!

Borro

los signos que dejé,

sembrando espacio y encono.

Flores mustias,

claridad, calcarismo,

nombres de más

-¡siempre de más!;

de lo contrario, ¿cómo
podríamos el espirituoso decir?

Puertas cerradas de ojos cegados,

voluntariamente. ¿Dientes

de león, por céfiros llevados?

Riesgo de morir en vano; mas:

¡mañana!, ¡mañana me va a recordar!

¿Y si no fue? ¡Negativamente siendo!

Tiaras, tirana, y Silencio,

implicitado. ¿Es invitado

a este encuentro de lo nuestro?

Diana recorre el follaje:

tiembla, grita, escucha

el susurro de la mucha

variación del mismo verde.

¿Es el corcel que anuncia la muerte?

¿Es suerte?

¿Es destino, Fortuna, vino

que ciñó garganta mía?

Es la lira

tañida que delira

espacio en que decirnos.

Públicos cuerpos, usados


somos. Domos de cordura.

Las estrellas, mientras tanto,

campanean. Y el triángulo

vibra. ¿Escapo? ¡No!

Entonces es sensato.

Y llamas, llamas, llamas

arden en el sueño de ido

-ido yo, parecido

al cuento del que ama

nada más que lo visto cuando sido

fue el latido

en que turbio el río

mostró un rostro y sus colores derredóreos.

Y una gota

y otra gota

o una lágrima

y otra lágrima

o un abrigo

que no encuentro

y lleva tu piel,

lleva tu piel en él.

Mas oscurece.
Lunas

desfasadas. Ojos,

oídos, pareados. Dados,

puestos a jugar la fortuna.

O la mirada

que se pierde,

performada. Mas,

¿cuándo llegaran a la real

vaciedad?

Oscurece. Es

un rumor.

La brisa escancia.

¿Es

ya

la madrugada?

Nacidos

sajones pasean montañas

verdeadas por la claridad de nieves.

¿Antecéden-

se las alturas? Alguien,

providente, perfuma

de humo su ataúd.
Y las formas, las mañas,

se anuncian. Caigo,

despacio caigo.

¿Río,

desespeado río?

Cenizas

se llevan las sábanas. Es sábado.

Es domingo. Es sido

descanso.

Duermo

otra vez.

Extrañas caras conocidas aparecen.

¡Real

el sueño matinal de la serpiente ecuestre!


¡El arte rupestre: ritual!

¿Cribar

estupas por el norte,


arreando focos de la marihuana?

¡Dispersarse de las muestras!

¡Alzarse
la maestra llave hacia las naves!

¿Carabelas? ¡Calaveras!

¿Claves? ¡Valles!
¿Estallo? ¡Callo!

Callo porque mi cuerpo estupeface


su decir en artificios.

¿Electrificios?

Decir que se oye en piel que dice,


posada la atención cual siendo un vicio.

¿Dejar huir a las amadas

curdas aladas de la noche errante?


¿Mediante qué cordura?

Medianía de ataduras. Ya, durante


Amor que dice lo que calle.

¿Valles?

¿Tortura mía? ¿A mí? ¿El de Nadie?

Ciclotimia de pasear la calle


escuchando cuando pliégan-

se los céreos cuerpos

que del hedor han de acercarse.


¿Báñanos el perfume de la calle?

No escucho. No me pastes.

Bacantes
vienen de antes -cual juicio

mediado por los vicios

de la piel atroz.
¿Reímos,

mundanos, cuando
de piel mudamos? ¡Erramos

la voz que encontramos


pasearnos cual alado pensamiento!

¿Conozco,

entonces,

el placer de las plumas?

¡Me escondo en la bruma de las medianías!


¿Madrugadas? ¡Hadas! ¿Creaturales? ¡Reales!

¡Alucinadas! ¡Aulladas! ¡Atadas

a la dicción que se escurre


como un verso de cantor

por el suave diapasón de la lira que se estruja

como un verbo que no encuentra


cognición!

¡Reinos de la pradera!

¡Reinos de la nada entera!

¡Reinos de mala infinitud!

Un palacio de flatos. Un lugar


alzado a fuerza de escapados

silencios. ¿Me esencio?

¡Escancio
la pulcritud de los jazmines

que transunstanciados han dejado

dedos hilados en el reír común!


¿O acaso solo no fuera varios?
Et une glass de vides

Jano tiene para Baco,


el ladrón de sus virtudes.

Pero los pétalos

de los muertos
caen,

y las rosas

eclécticas

pasean el mar,
mientras las espinas

coronan

sienes,
y cientos de hijos

son bautizados.

¿Eternidades?
¿Cuántas

vidas han pasado?

Mera y misma,
desde el sutil pasado.

¿Memorioso,

yo, el usado?
Río.

Caigo, cedo al frío.


Canto,

de vez en cuando,
escondido

de mí, y ocupado
por el Nadie helado

que a los signos llega,

y teje las palabras con sus hebras


de serenidad.

Mas el terror pudiéranos al fin matar.

Mas el error pudiéranos al fin matar.

Mas el error pudiéranos ser certeza.

Destino,
delicadezas

han dejado sinos tuyos

por el vívido orgullo


y la advertencia de la tierra:

las tumbas para quien se espera.

¿Uno

cuyo orgullo es reflejado?


No me deje en la especia

de quien cante, artilugiado

por el jugo de icores y el andar hispano

de la lengua cuyos amos han paseado ya esta pieza.


¿Las sábanas

encendidas son, como fluorescentes

neones de un bar en que voz


alguna se dejaba?
¿Crear, creer?

Créase, diría; mas, sé


que ambiguo el mí ya no reiría.

¿Asirse a qué?

¿Cuánto?

¡Canta
su voz que a los niños caza

con la media línea de cordura y el exceso en la espesura

de la selva repartida
por manos cuya hombría consiste en la deriva

eterna de las almas aspersidas

con la blanca res de la piel parida


en nubes de éter,

mientras la noche de Deméter se acerca y siega!

¡Ah! ¡La eternidad muerta:

enfrente!

¿Decir de frente a los ojos o enfrentar?


¡Ah, la ambigûedad eterna:

suerte!

¡Y que a la timba la decidan los espejos!

Une caméra :

clic.

C'est vous ? Porquoi moi ? C'est moi ? Porquoi tou ?

Une caméra :
clic.

La mort : c'est Je.

Pero es placebo -yo, mí, nosotros.


¿Acaso

viejos rostros se acercaban a decirnos?

Sé que sí; mas,


es la memoria que no puede sino

recordar

semejanza cual detalle trivial,


rival de quién sabe qué venganza.

Pero una noche, que ya no recuerdo,


un vinilo llegó a mis manos.

Sonó

la lengua vecina, de curvas claras,


y señó el nombre de un hombre en las aguas

que una niñez oreó.

¿Otear
desde la costa

como las carabelas, los navíos, los botes

de pescadores
pasean la deriva del mar entero,

privándose de sueños y de virtud?

Ojos tuyos no dieron,


dador

de castillos cefíreos, el amor


eterno, e incadendescente; mas sí el disfraz.
El humo perfomartivo del cigarrillo,

¿fue ése el mal?

Amor, mientras tanto,


esperaba, muerto

por los gestos nobles de una abuela,

mientras la agonía tenía rasgos de cordura.


Delicados

acordes del borde de la razón

caían, sembrando el destino.


¿Tomaba del vino

sagrado, transustancial? Vomitaba

la noche alada, mientras,


cedía seducido y sin poder hablar

-como ahora, que sólo cantar

queda, mientras
espero una respuesta que sé no ha de llegar.

Mas, muerto ya y de aquél entonces,


¿qué otra cosa fuera a contar?

Veíate ocultar

los artilugios heredados de la piedad filial,


mientras mostrábanme a mí tu detrás
para así matarte en sigilo, mientras los sueños

sembraran al amigo
padre que contara el mío tras
ido a hacerse tierra sin que siquiera pensaran
qué efectos ello hubiera de hacer en esta paz
ah ya tan lejos que qué no fuera sino tras.

Y si mi espalda sangraba en delirios,


o mis muñecas
eran estaqueadas en delirio,

¿qué era el lóxico brillo y de quién y a qué decía?

¿Llegó,
acaso, en mi partida,
para dejarme acá estar?

Silencio,

tu cuerpo encuentro, el desconocido


por los paseantes del decir y el estornudo

que refleja el mudo transitar la culpa y el más

que ocúltase -desnudos


no quieren mostrarse frente a la multitud errante,

sabiendo errado el juicio común

{mas, igual, de magia alguna, estiman


real su certitud en la bruma

de los deseos, mientras esperamos

que alguien nos venga a salvar,


cual si no hubiera albedrío y aptitud en el jugar

sobre el tablero de marcados casilleros,

mientras las cartas se queman en el fuego de un domingo


todavía siendo, y la voz del entierro

no encuentro, porque no ha pasado; ¿o acaso no lo recordás?}.


Y la lluvia que me simpatiza trae los aullidos
de bestias -en sed de sangre y sed de más,
siempre más, cual si fuera

a satisfacerse alguna vez la necesidad


{cuyo defecto, por defecto,
es su insaciabilidad}.

Y las gotas
sobre la pileta que un niño contemplaba
trazaba círculos concéntricos,

mientras no recordaba recordar, o forjar


así las visiones de ojos extraños, idos,
míos sobre el río que es veraz.

Pero yo no vengo con juicios de honestidad,


si a mí me miento para decirme esto.
Tampoco vengo con Razón por tormento.

Cronión, oxidado, no recuerda


su antaño -de rosas mustias,
floreciendo en la entrada al uso

de voces ótreas en que alguien puso


sobre sí una afirmación. ¿Las nubes
arreaste? ¿Cruzaste
el físico mar de pensares, hasta acá?

Mataste mi decir con un chistar.

Mataste mi decir con un siseo.

Yo nada más mateo,


como un vago -diez treintaycuatro
aún oyendo. ¿Encuentro
cuatro espadas en la oscura pared?
Ingleses selvas de luminación
ajena, y la barbarie

siempre entre nuestro, llenando nuestras fauces


de la sangre y el fuego bautismal,
mientras creías que nada de eso era sensato.

¿O acaso no supiste cómo los símbolos


se tejían sobre mí? ¿Creíste
ver un futuro brillante augurarse? ¿No vísteme
cuando morir quería?

Me perdiste
en la deriva del océano que carga
miembros de padres y jugos de destellos
que poseen don de curvar los cuerpos.

Mas así Destino no hágase,


¿no es así?

Mas así Destino despliéguese


frente a ojos nuestros, dejándonos maniobrar,
¿no es así, hacedor?, ¿no es así?

Pero nuestra diferencia sólo es parte del registro de lo aparente,


¿no es así?
Y de lo real, ¿qué decir se pudiera?

Adonde no llegan signos corpóreos o lenguas que ardan,


o voces y veces que estallen en la pureza de nebuloso
caldo azaroso en que insértanse ojos

derredóreos, en descanso eterno, mientras


esperan que la tierra -esta, otra, cualquiera-, dijera
de volver a pasear

sus pies y encontrar que espera


otra mentira mía -por ser ésa mi costumbre.
¿Aladas cumbres de reír viera?

Croar de ranas en los aparatos,

urdir de a ratos
un montón de signos vagos, que sin sueño

ocupen la espalda, y digan qué canto


con designios inoculados

-como bien he aprendido de los dobles cristianos.

¿Circense arte de simonía?

Negar lo que la sombra priva, negar


sufrir del cuerpo en su vacua herida, y caer

sobre el mantel de madrugadas

en que el pensar hilara una inflexión


particular.

Cargar, también, los auriculares


a todas partes -sabiéndolos

grabando las tenues partes

que de mis oídos danse a escapar.

Ocultarme entre los matorrales,


gimiendo

agitado,

tras la voz de mando que me llama a morir.


Encontrar, también, ahí

una razón que este decir dice.


Saberme llevando culpas mías y dejándolas allá,
adonde pósase quien con sus ojos y sus signos osa

entender qué dije y qué diré -si, quizás,

no sea más que un anularse a sí del Silencio que inténtame ocupar.


Pero ahora que me invierto en ojos ajenos,

encurdado del alucinatorio ajenjo,

¿por qué mejor no dejar que se escurran


las burdas mentes que no tienen más que juzgar?

Silencio,

¿adónde heme de hallar?

Silencio,

senténciome en el sólo estar.

Y mis dedos sangran,


frágiles.

Y ágiles pies

recorren

el borde del cuerpo,

mientras espero

vana, vagamente.

Y me ascúo.

Dado a repetir, me ascúo.

Cenizas dejo.

Cenizas arropo con mi cuerpo desnudo.


¿Río

de perderme, otra vez perderme?

Caigo,

con las mente vacía,

hacia el ambivalente eje

que despliega la moral esquiva.

Pero un dealer nos mediaba,

hijodeputamente.

Cortaba las cartas, marcaba los ojos,

cerraba las puertas y escribía en las luces

su lascivia.

Confundidos,

caímos, aducidos por su juego ruin.

¿Virtud cuál?

Amar sólo sabiendo errar.

Que las flechas

rectas

mátenme una vez más.

¿Olvidarte? No.

Sobre-escribirte,

quizás.

Mas hay el Lete y quizás sí a lo primero.


¿O acaso no recordás

la marea tenue del Paraná

escindida entre las barandas?

¿Y el pasto entre nuestro?

¿Y los gestos de los ocupantes?

Abierto, magdaléneo,

¿quién cual cuervo no vino a usar mi amar?

Vino supe vomitar,

y luego dormir,

negándome a que despierten a mi niño.

Quedate.

No puedo.

Andate, entonces.

Me quedo, entonces.

¿Histérico? ¿Yo?

¡Jamás! {¡Por supuesto!}

Mas,

ha pasado tanto tiempo,

y ha pasado Tiempo,

y hoy ya no es el mismo hoy en que amé ayer,

cuando era idiota -y lo sigo siendo,

mas varío ahora mi dicción


para disimularlo.

¿Usarlo? ¿Yo?

¡Jamás!

Cribarme,

de las piedras a la orilla,

de la orilla a la deriva,

y del Ida a las bestias

del derredor.

¿Amar?

¿Yo? ¿Cómo podría?

No conozco tuyo hoy.

Claridad de las lluvias habituales,

de las madres

encontrándose a contar razón.

Vez

tras vez, ver.

La ventana abierta,

el trance común.

El miedo mío

-querer y saber morir

en el caos de hoy. Sabio

augurio de Oniria,
la de ojos de formas.

Las ciudades derretidas.

Las estatuas seducidas.

Las armas, las hojas, las partidas.

Los corazones extasiados.

Las cartas, los dados, la bolilla.

Cero de bruma,

de pura espuma. Cero mío,

yo siéndolo.

Yo que calla, espera

instanciarse.

¿Ararme? ¿A mí

que cuerpo no tengo?

Mí que calla,

que ya no trae

serpientes disfrazadas.

Cenizas.

Cenizas aspiradas.

Cigarrillos que queman

el colchón.

Muerto, hoy,

me dejo.
Erro,

otra vez erro. Cierro

los ojos -luces

bardotodólicas,

y la escatológica batahola.

Tragedia del numen.

Semiosis y simbiosis del dolor.

Mas, ya sin cuerpo, ¿qué fuera?

Tormento.

Tiene razón. Cuenta

su canción de arder en vano.

Es sano,

siempre y cuando

Uno

siga funcionando.

De lo contrario: dispersión.

¡Infinito! ¡Al fin!

Panidas corazas.

Argénteas corazas.

Tomarnos de boludos

-parece sensato.

Sentarnos y charlar un rato.


De lo contrario, vos performás la histeria,

yo la vivo.

Vos performás el suicidio,

yo lo termino haciendo.

Y tu fragilidad te arrima

a romperme, hasta que

el último gramo de cordura ceda

frente a la marea del arte pre-consciente.

Y los sueños te anuncian

lo que ya fue, y así te mentís

-mas pensás, lo sé,

que este decirme es decirme a mí.

Mas, ¿qué

si fueras grabada entre los cisnes

y por ello habitaras

la ilusión de libertad,

y, peor aún,

la ilusión de perdón?

Yo nada más vagaba ignorante

el cuerpo común,

bien castrado del simbólico augur

que limita la vana altura.


Pero es la muerte enfrente:

tiene los ojos del César, y no siente

piedad alguna. ¿Corrés,

como dice la película,

y sin darte cuenta llegan a mí los gemidos?

Venganza, lo que se dice;

mas mejor no te hagas consciente, no sea que

haya luego que sufrir.

Hedonismo que es el Abismo, al fin.

¿Y luego es entonces, por lo tanto?,

¿o después?

La ambigüedad,

la ambidiestría

ya no me sigue; y te persiguen

las alturas, las ataduras

que llevás sobre montañas

en que meras mañas

parecen bosques de artilugios y ornato

que decora garabatos

por los que huir yo de mí. Al fin,

un segundo de certeza,

una cabeza que no escatima en puñales,


y los graves gestos de Medusa,

la que friza,

esperando que le sea dado a su respecto

Amor, cuando

bien se sabe que a sus pensares espera la espada.

Y todos los sortilegios,

unicornios, vestigios de púas-fogatas,

maldiciones -disfrazadas de don

de haber hablado

ciertamente, sabiendo

haber ignorado haber el demente

o lunático {ya no sé} que siente,

y pensar que se puede retroperdonar

cambiando la doctrina o la postura hacia

mañana, cuando nada estime

necesario para que

literalmente mátesme del falso silencio,

porque elegís, ciega, ignorar.

Mas, ciega yo,

que me travisto, y niego

saberme diciéndome esto a mí,

si tus ojos erran el decir,


si mis ojos erran al mirar,

y los sueños me muestran

tu cuerpo triste,

ah tan triste que

mejor matarme, sabiéndome

hacedor de sufrir,

¿no es así? Y jugás, así,

a mí, sabiendo

metempsiquia y cuerpo común,

¿o ignorás también la ruina bautismal?

Desconocés el doble curso

de Destino,

que actúa en línea y también en cíclico

y ciliar pendular la calcárea

claridad del espíritu ritual.

¿Perdón a qué? Si ya no estás,

y este decir es decirme a mí.

¿Perdón a qué? Si ya me fui,

y este el contemplar de mi propio funeral.

Barbelo, su nombre

omnipresente, signado por una mano

especuladora, ¿qué amo


sembró tras mi tras?

Morir

a las tres y cuarto de la madrugada,

y disimulando paz en música tranquila,

¡y con gestos de serenidad!

Sereno el que aúlla en tu nombre,

y niega tus palabras, y se esconde

para susurrarme tu verdad. Pero

no sé su nombre, y mejor no saberlo.

No sé su boca y mejor no encontrarla.

No sé su desnudez y la vi

tantas veces, así,

dispuesta a alucinarse en mí,

para inocular la falsa calma,

el falso entender,

y jugar, nada más creer jugar,

sin saberme -que es culpa mía

{mas, ¿qué culpa no fuera mía?}-,

y esperando que Tiempo diga de vernos

mañana, en otros cuerpos,

mientras las bocas curven pasados

y la acumulación
no pueda ocultar a mi costado

dispuesto con llagas de tu decir,

sediento con aceites de tu decir,

muriendo de una vez y para siempre.

¿Odiar? ¿Yo? Sí, también;

artesanarse de astros y demás supercherías

-no sea que el peso de los efectos

abra las tumbas

y cuando ido sépasme ahí,

mirándote sufrir y dejando una burda

simpatía de errante,

en el físico mar, durante

el acto de vivir.

¿Meditante? ¿Quién?

¿Vos? ¡Voz! Falso silencio

dado a curvarse en el ardor

de pensares que te negás a asumir

todavía hoy,

mientras las paredes del cisma ceden,

y los puñales vuelven

con cara de designio y la hipersticia se muestra

realmente realizada sobre mí.


¿Que si mierda fui? ¡Por supuesto!

Y he la alquimia que negás, y el gusto

por el sufrimiento,

psicomasotecnia necesaria para huir.

De lo contrario: morir,

real morir; no el metafórico actuar

de las películas que dicen signos

y animan a ignorantes como yo

a matarse,

luego de que la indiferencia

siembre los sonares de las olas

hacia el mar del antes

que no se seca ante el calor

y alza el hedor de los ahogados

-yo y mis múltiples nuestro.

¿Muestro?

¿De más?

De eso ya ha pasado aquel instante

en que negásteme,

enterrándome en otros cuerpos;

mas lo sabés, y esperás

que yo déme cuenta


¿de qué?

Pudiera haber suicidio

esperando en el plenilunio,

o podría ser la técnica

manía del orgullo

que te anima a mero y simple callar.

Yo y mi Soledad,

a la muerte juntos; con palabras

que vas a comprender recién

cuando dígame el fin.

¿Es este el fin? ¿El último decir?

¿Podría

ser ésta la última palabra:

pudrir?

Árboles de frutas extrañas,

fugas

de arañas en los pensares, y Oniria

mostrando los espejos de las niñas

rebeldes, en las ortigas

revolcándose, sin saber qué más hacer.

Pero no me vengas a contar

todo lo que pensaste, dijiste, creíste


hacer, cuando

decidiste callar, justo cuando

yo estaba a punto de irme.

Mas ya me fui,

este

decir: un frenesí de lo que fue,

ecos de anteayer,

hace diez años, cuando

sólo me decía, y solo hacíame

sin que vengan a decir por mí

lo que soy y lo que fui

-yo lo sé mejor que nadie: mierda,

traidor y redituable

vudú al que explotar

con ficciones que han tallado

este destino insano,

en el que huyo ya de mí.

¿Creí

hacerme, así,

cuando el burdo carmesí de los démones

traía el infierno?

De arder, ardería de nuevo


-a esta altura, da igual.

De morir, moriría de nuevo

mas no pretendas que me esconda

más de mí, cuando séte

mintiéndote, y, con vos, a mí.

¿Que si creo

el reptar de las serpientes?

Yo no me elegí a mí

-y de poder hacerlo, no lo haría.

Mas proyectaste

no sé que vago camino

que era mi cuerpo y era

Sino ahora hecho pastillas

que tragar,

Sino hecho de signos

y puñales que la inconsciencia trae

bajo mi cuerpo acumulado

de otros cuerpos, cuando los peces

danse a comer de mí, sin que vos sepas

habiéndome bajo tanto ir

de acá para allá, así

puedas actuar sin saberme en tormento.


Mas

los inciensos

ya no ocultan

el hedor de mi cuerpo

pudriéndose,

lenta, sutilmente pudriéndose

como un falso boddhisatva en tierra cristiana,

mientras las aureolas

de cristal

artificialmente tiñen a las hadas

y tu vieja pósase frente a lo que déme a amar,

advirtiéndoles de que soy un asesino

y qué otro crimen más que no séame

signado.

Una marca de fuego cargo,

en el lienzo dorado del alma en pena.

Una marca de fuego embargo

a los inciertos que pasean el Hado,

mientras el múltiple Cerbero canta

con los mimos de su múltiple perrez.

No me creíste, y no me criaste para que diga esto,

mas ésto fueme dado.


Ahora,

bajo el influjo de los irracionales astros,

danme juicios que cargo,

mientras

piénsame sin abstraerse

y así me absorben.

Ya no tengo fuerzas

-mucho menos fe.

Perdón,

me escapo.

Huyo

de esta tierra hacia cualquier tierra

que acá es también -mas ésto lo sabías.

¿Por qué entonces

la falsa cordura de decirme no

cuando sí era,

cual si tuviera la bola

de cristal,

y aun si la tuviera?

Mejor

dejarme llevar por la corriente,

¿no es así?, como un loto


en el río del ignoto

pacer bajo el fuego -ecumen

de los juicios y el cardumen

de teleolólogos ignorando

el haber efecto de cada nimio pensar en decir,

de cada nimio pensar mudo.

Y si llorás,

a mí me da igual -mera lágrima

que el viento ajeno va a secar.

Y si reís,

a mí me da igual -mera mueca

que el acontecer se va a llevar

al recuerdo, para fijar

condición positiva de la próxima vida,

cuando debieras, saber, también huir.

¿Crujo? ¿Que si crujo?

Por supuesto,

me arranqué los ojos con

siete u ocho años,

y a los nueve ya era yo,

y a los tres ya leía.

Pero
vos no te dignaste a hablar

cuando era necesario,

por venganza, o por el usurario

llevarte mi decir y usarlo

para la usura del arte que ha

de dar de comer

-arte entonces no siendo.

¿Que si prefiero la pobreza

y la carencia y el hambre y el reptar

la basura en busca de ciencia?

Sí.

Mejor así, antes que la mueca

estúpida de tu imagen soñada,

histérica por absolutamente nada.

Y que en vez de preguntar

prefiere conjeturar

y a ese respecto volver a herir.

¿Que si prefiero

morir, real morir, una vez más?

Sí, ¿y qué? Histérico

también puedo ser; sabiéndome

ocupado por tus fantasmas,


cuando paseásme en negación.

¿Es tuya esta canción?

¿De quién, si no?

¿Es tuya esta emoción?

¡No -bien lo sabés!

Sin embargo,

creés que me encargo de decir

lo que no sabés decir,

y que sólo el discursivo pensar sana.

Silencio, es el Nirvana,

¿lo conocés? Sana,

y también despreocúpame

del morir.

Y a esta altura

me importa una mierda tu tristeza,

si para vos el Hado es metáfora.

¿Caer,

ceder

a la danza

de los signos?

Baco,

hecho de ácidos,
¿qué dijo

aquella vez? ¡Frenesí

de lucidez que no recuerdo

y signóme en vos!

¡Qué grave error, Amor, qué grave error!

¿Pedir perdón? ¿A qué? ¿A un fantasma?

Si ya cuerpo no tiene,

es todo pantalla

e imagen, y engaña,

y muestra sólo lo que quiere mostrar,

calculando, mas negando

que sepa calcular,

como manipuladora mente que se niega

su vicio,

por miedo a tener que padecer

efectos que dejó ayer,

cuando una pileta me hizo nadar.

¿Hipersticia? Bien sé

que fue así

-y notás que no digo creo,

mas sé.

¿Cómo pudiera?
¿Por qué mejor no preguntás?

Preferís, elegís

callar.

Y no entendés la metaesquemática muerte

que te espera.

¿Matar? ¿Yo? ¿Mi pensar?

¿A qué?

¿A lo que nunca existió?

Programástete de películas,

y de ojos que erran

buscando signos que te dejen no pensar,

olvidando el sutil pensar de los que en lotos

pasean el río,

sobre el barro y rodeados de cuerpos

todavía vivos.

¿Cansado, yo? ¡No!

Atormentado.

Mas lo sabés y elegís callar.

Desconocés, y desconocerás

a Silencio, verás.

Pero yo no voy a arrepentirme

de estos palábreos puñales.


¿Morir en este instante?

Si ya no estoy

-nunca estuve; lo sabés, lo negás.

¿Jugar? ¿Decís jugar?

Te plegás sobre el gesto lúdico

negando la corpórea

herida que aún sangra.

¿Matarme? ¿Yo?

¡Ah! ¡Tantas veces!

Y curvás las vocales sembrando grises,

idiotizada por la mala política y los símbolos.

A la tumba

yo, mi Soledad, y mis ecos:

sabés, dirán.

Pero no me excuses, no pienses

que me perdonaste,

cuando sabéste con el veneno de la lengua bífida

que elegís no autoconscienciar

-no sea que sepas también odiarme.

¿Odiarte? ¿Yo

a vos?

¡Odio la voz tuya que no es tuya y es ojo


que las musas traen a su antojo,

cuando ciéganme de acá y danme a andar

el mundo vacuo del antaño,

y hacen mañana y dicen siempre más,

siempre más,

como sexo meramente masturbatorio,

del que no sentís desplegarse

efectos -tantos cuerpos acumulaste sobre mí!

¿Fue tu venganza?

Sensata-

mente, negás.

Si vos no podés otra cosa que amar,

¿no es así?

Incluso a aquello que no amás,

mas decir amar,

dejando las puertas abiertas como un gesto

simbólico, que te ayude a consolarte

del arder y la moción

creatural.

¿Deconstrucción? ¡Pelotudeces

que hay que oír!

Deshácese lo de ayer, ¿y qué varía?


Nada.

La retrotrangresión,

ilusión -en consecuencia,

también el retroperdón

por haber cambiado de doctrina.

Si posás tu mente en lo que fue,

¿no es acaso dolor todavía?

Pero mejor huir de lo que hiera.

Mejor huir, porque así se quiere.

Mas, ¿sabés a qué refiero cuando digo huir?

Ensaladas con peces tuyos,

y decirte de amar

-¡este es su revés!, ¿no ves?

Si fuera indiferente,

¿para qué

perdería el tiempo diciéndote esto?

Pero mejor pensar

que no me refiero a vos,

cuya voz se escurre entre los ruidos.

Mejor pensar

que hubo el olvido y el perdón.

Y también sé que no vas a leer esto


y no lo hacés

-porque, ¡ay!, duele.

Cobardía ante los Abismos,

¿no es así?

Y si callo un segundo escucho tu grito de

¡no!,

confirmando mi hipótesis.

¿Que si es rencor? ¡Sabés que no!

Mas a mí no me caces en mi arte,

que las técnicas vuelven en venganza

si no se las entiende.

Imagen, melodía, o caza

del instante, mediante

ojo ajeno, y deformador,

tuyo.

Lo mío: el decir.

Mas, ¿sabés vos

estar de ambos lados de una palabra

simultáneamente?

¡No!

Y es justo y necesario que así sea.

De lo contrario: sufrir.
Cansado ya, caminé

dopado hacia el muelle

y la Nada abrióse y dijo el fin.

¿Matar mi cuerpo? Vano.

Ecos dejará

-materia y espíritu dementes.

No me queda más

por decir, así que vuelvo al delirio.

Pétalos
de jazmín, aromando

el paraíso.

Esquizo, ¿quién

le dijo que era esto cierto?


¡Yo me lo dije a mí!

¿Y no es necesario
que afuera lo confirme?

¿Acaso afuera fuera yo?

Y afuera el sol arde,


como un cobarde. Esquilma

razones.

Pétalos

de ornato, mientras
mátanos la confusión de los meros garabatos.

¿Acaso fuera necesario?


Gotas

cargan la saliva de quien diga


un repetir,

sin saber qué quiere decir.

Dadivoso,

afanoso, esquicioso, canta


quien canta, por amor o por poro,

mientras la piel se abre en sus escamas.

¿Fuera a reír de haber desvariado?

Un gracioso

artilugio de recordar uso,


mnemotecnizado.

¿Caigo?

Engáñome
de musas y de sombras,

confundiéndome así hasta que mi cuerpo borran

sueños del derredor.

Afuera

la lluvia no espera.

Cae

agua o lava

o lava

las piernas la cera de las esperas.


Esquizo,
¿él? Más bien: se hizo

múltiple, para entender de lo que hablaban.

Esquizo yo que no tiendo a mí,

mas de cada decir asido


estallo.

Lluvia
cae, ácida,
mientras el asfalto
clarea los pies
y nos despide
y la cruz es alzada,
la cruz de mis decires.
Los escucho
llegar
por el tibio Paraná de que un nombre mío
lleva a pasear.

Los escucho contar


monedas inocentes, mientras
la suerte
arde en una frente,
arde en un residual
y fortuito recipiente
que contiene anestesias para la medianía de los sientos.

¿Cuento,
voz de más o de menos,

quién hubiera sido el trueno

que cegóme y cegó mal?


¡Sacrificio augural!
Sacrificio entre la sal.

La carne se seca y el pelo

de los cuerpos es segado


con tijeras, en afán

temerario de que los temblores llévense

una arteria o la vida.

¿Parecida
tu vida a la mía?

Sí, abstractamente.

En concreto: ¿siente

alguien más ser desangrado


por quien su sí da a pensar?

Pero no entienden,

parecen no entender, o realmente


no entienden.

Agua
báquica, tienda
sobre las avenidas el amor de la desidia,
la pereza luminosa,
y vaya a misa porque así osa
cuerpo contingente mas no alma salvar.
¿Libertad?
Verso para cuerpos ensoñados,
con cerezas en la punta de la lengua.
Lluvia
cae de los canales a la pradera,
de la pradera al monte,
del monte a mis manos.
¿Sano
dice el enano

que muerte es incapaz

de soñar?
Muerto sea yo también por sus manos.

Traidores

en cada esquina, mientras


brotan de psicosis dos o tres gnosis

y luego el suelo se disuelve y vuelve el mar,

quizás siendo mañana o nunca.

Azul
el océano profundo,
mientras me hundo
sobre el sueño de los cuencos
que se llenan del ecléctico
decir que semeja mas es jamás igual.

¿Cria

el viento sus partidas,


con juicio y certidumbre?

Recorre

con los ojos, la lumbre


a la que niéganle la entrada

-mas cuerpo suyo usaran para llegar.

¡Pneuma

dejara su estertor
pánico en derredor!
¡Los niños corren por el ardor

de la casa entera!

¡Huyen

de la pradera en llamas
los que se afanan

en negar a lo suyo ser!

Simoneen los espejos,

entonces, sin ya ser,


sin yacer la mañana la que guarda

el secreto de los signos

de los que no somos dignos

o mejor:

Hemos de esperar,

sentados en los nidos de cisnes.

Hemos de esperar.

Nos vaticinan.

Sudor helado.

¿Qué despiértanos en el salado?:

Sueños.

Sangran.

Venas nuestras, venas ajenas,

y las venas sangran.


El primer corte y sus infinitos resultados

dice mañana, variando

guía.

Los confundidos signos del abismo,

al cerrar los ojos,

lucinan.

Recitan

de armonía.

Gotas

y la lluvia que se nos esparce.

En junta mente

arreamos las nubes,

Nacimos suicidas.

Del cuerpo

disponemos,

y las ramas arden

mientras la selva escancia su candor

con el verdor.

Sueños que funden

funda.

No

deliberador
nos enseña.

Vuelto en sí y en sí encontrado,

alguien

lirismo ha fundado.

Lejanías

extrañamente recordamos.

Saladas,

bebemos lágrimas

de aguas de ensueño.

Corremos.

Nos estremece

el confuso ejercicio de la muerte.

Conjurados

los tormentos, los rayos,

las tormentas

más.

La sangre ya no nos satisface.

En la contemplación de este nuevo y gran horror

ha de persistir.

Nos anudamos.

Y por eso la mudamos,

el sol seca nuestra piel.


Muestra su oscuro rostro

y la nube feérica de rúnicos indicios.

Lo reanimamos.

Lo matamos.

Uno que erra

se acerca.

Sones de cráneos sangrando.

Sones de piedras rompiéndose.

Las hojas crujen y los ruidos despiertan.

¡Ha nacido el juicio!

Las frondes nos esconden las vergüenzas.

Y al vagar el monte,

nacer de las entrañas,

vemos bestias solitarias

y sin embargo

algo nos llama en conjunto.

Íbamos a olvidar.

No supimos que esto

más.

Nos reanimamos,

luego,

nos matamos.
¿Qué inocula el viento norte

sobre el delirio?

Vamos trazando

formas cuyos nombres

-conjugando

súbitamente

de las amorfas nubes-

ha de ser juicio arriba.

El peligro acecha:

Afuera.

Somos adictos.

Sobre nuestro:

huir.

Ya no somos lo mismo

que el indiferenciado abismo,

luego.

Y el nacimiento,

y la indistinta similitud:

mareas,

pájaros.

Armonías curvando el viento.

Alza
alguien.

Y aprendimos que sabíamos contar

cuando a contar

aprendimos.

Descansa,

cuando animalia,

como la luna frágil de la madrugada

que el no sígnico flejaba,

que era el revés.

Quisimos saber

y ahora deseamos morir

-luego del primer corte, luego del sutil filo:

quisimos saber

a nosotros mismos.

Aprendemos a cazarnos.

Empezamos a huir

-que de la tierra

todavía

no sabemos.

Inmortal,

el cuerpo escindido:

primer juicio.
Este,

este juicio nuestro.

Lo llamamos

hablar:

sísmico lucubrar

precisos signos -nuestro

nuestros.

Guturear.

Las bocas que supieron

disuelven,

y las cenizas

ya no hacen

diferencia

-¡beba de la común sangre!

El suelo se lleva la sangre, y las bestias se acercan

Movernos,

Sino, movernos, sobre el canto de los idos

ya no podemos.

Extraña,

hacia esta presencia

la conjuramos del sutil abismo.

Los recordamos.
Más de lo que fue y es por nosotros visto

del delirio,

de los ríos,

de las hiedras,

tras las ruinas de los cisnes

parecen descubrir

y algunos

las especuladoras suertes

heredamos

del futuro inescrutable.

Libres de culpa,

ahora somos dignos de matarnos.

Entonces,

en la recién nacida mente,

nuestra tenue sangre escancia.

Nos han cortado

flujo de los alados signos

sobre el indeterminado.

Ajenos

ojos,

nuestros

ojos.
Ya no nos preocupa ceder ante la irreverente risa de la muerte,

real mente.

Jano nos preocupa.

Hace Destino.

Se alza déspota.

Alguien,

alguien urde las lanzas,

alguien juega con los rayos.

De repente:

lucinios.

Conjurados a esta vida nuevamente:

es así que somos.

Han de hacernos persistir

las memorias, determinándonos,

y muertos.

Mañana es el dia, la hora,

mañana.

El simbólico rastro de los designios

consigo

lleva.

Y la palabra se asoma,

los labios.
Podemos curvar

apenas.

No nos entendemos.

No nos conocemos.

Caemos a morir en las miradas.

En las espinas nos encuentra

el rebelde trance.

Ante

ojos que no hemos visto,

ojos del espacio,

ojos oscurecidos,

ojos

se escinden.

Al dominio nuestro

se circunscribe

la pasión.

Ya no escribe

y la fogata que descubre la infértil noche

luces, perlas,

conjura.

Nos aterroriza alguien.

Su indiferencia.
Se descorporiza

alguien.

Agua del agua -desdobladas

las turbias,

las ígneas atenciones puestas,

por primera vez,

y se sienten.

Si no, en el espaciado cielo

ha de haber lo mismo.

¿Adónde?

Repiten

humanas corazas

las estrellas.

Y psicodel amanece.

Animales muertos,

de espectros vivos

y ser arreado por los fugaces trances.

Contemplar, y signarse,

quien sólo puede.

Y el conjurado ecumen,

el conjunto numen:

la tierra entera.
Amanece a su delirio

el alma.

Divorciado

con el filo de un criterio,

escindido,

y he el deseo

yendo hacia el hedor del cuerpo vivo.

Vivo Hado, henos...

henos vivos,

he los árboles que descréennos.

De las hojas nos ha hablado tantas veces

que el mirar

funda sus epifanías.

De repente,

vuelven, y la memoria,

alucinio,

curso de los signos,

gradado el continuo

más.

Ser matado es realizado.

Morirse es realizado.

Este mío, así.


Este mío, asi,

Alado escindir.

Libertad,

a lo lejos,

digita,

lucubradora de la armonía

y el orden.

Nacida ya la confusión,

¿qué emerge?

¿Y la risa?

Únicamente consigo,

consigo.

Diluvial nacer de los sincronizados.

Ha de haberlos iniciado

mente alguna

que plandece de horizontes y conjuros.

Distante del signo aquel,

distante de sí.

Ahora,

también,

fluir de quien dice, afuera habiendo sido

distante.
He el uno corazón:

mentes unidas,

confundidas.

Arrobadoramente,

el curso de los signos se quiebra.

Del fatal error

-se han dado cuenta-

nos dimos cuenta

inmediatamente.

-He, entonces, el nacido dual.

Curvar los gruñidos

y gutures,

sonido continuo que confunde vientos

distantes.

-Nacido, entonces, el ritual:

hablar en imágenes.

Ver del ojo del ojo mismo

instante.

He el principio:

se escinde

escamada

en la que bífidamente
la madrugada

en la que el pensar retrocede,

en la que el verbo retrocede:

la madrugada.

Su reír

que de las bocas cede:

el río.

Nosotros

y sus voces,

nuestro cielo

y sus suelos.

Sueños de eternidad.

Candor de aguas extrañas.

Común -ahora suyo- desesperar.

Común errar.

Conjuro del telar.

Políticas espirituales.

El ruido de murciélagos

-hay las estrellas cantándoles.

En sus almas

hay un signo.

Mismo cuerpo y eterna guerra.


Hay un dios que les ha prometido

inefable tierra.

La curva del río los lleva.

Los peces

cantan.

De vuelta a casa

huyamos.

A sus serpientes guían

panidas flautas.

Nos han diferenciado.

De sólo hablar extraña lengua

morimos.

De sólo decir esto.

Pan sea con nosotros.

Frente a nuestros tambores,

trompetas

que nos suponen en deriva.

Paseadores,

contempladores.

Asertivas

heridas.

Cruces en nuestros pechos.


El verbo de su confusión

ocupada

-he en nuestra alma:

confusión.

Blanca, variada luna.

Oscurecidos repentes.

Soles de la altura.

Dorados plandores de la lejanía.

Aladas

serpientes.

Ranas que croan.

Nos han matado:

el alivio.

Necesaria,

¿y la distancia?

El olvido de los cuerpos.

Las risas contenidas,

las promesas de un mundo extraño.

Nuestras formas rotas,

rotas.

En el fondo de sus ojos, caos,

caos.
Infértiles.

Nos han dado armas.

Morir ahogados

nos han dispuesto.

Destino.

Nos ha aislado.

De los ríos,

desnudez.

Desnudez de nuestros cristales.

De una vez y para siempre,

invadidas,

rotas

nuestras formas.

Cuevas.

Grutas.

Humedales.

Salado

sudor de agua saudada.

Y he el trance

-trenzan los cabellos eternos

dedos.

Algo nos hiere.


Alguien canta.

El follaje se estremece.

Bautizadas en símbolos

las sienes,

los ojos,

como las bocas,

y para siempre,

de una vez,

la memoria rota.

Algo nos dice.

Alguien nos piensa.

Nos hieren

báquicas balas,

de lejos.

El empíreo frío de los céfiros reminiscemos.

Empieza la caza.

Recién.

¿Huir adónde?

Nos dejamos herir.

Nos dejamos matar.

Que nos niegan

sabemos.
Frágilmente ceden,

frágilmente nacen

orquídeas,

narcisos y cuerpos,

dados a salvar.

E iglesias

laceradoras de espaldas

-aguas heridas, plandor,

sudor,

alrededor nuestro.

En el revés de nuestro,

la tenue llama que palpita

prestidigita.

Sueño con muerte,

muerte con sueño,

la noche que paréase

nos envuelve

-Gaia nuestra.

Fuego y enfermedad

traen.

Y mean araucarias,

arrean sus espadas


ecuestres

tropas.

Esta es su útima caza:

verde arde el fin.

Cristo de lengua extraña.

Cristo de nuestras brasas.

De madera tallada

y lanzas,

opulencia y sufrimiento

¿Como iguales

creamos,

creemos?

Nos dejamos matar,

vagamente ocupados por mente extraña

siendo.

¿Para qué?

-de serlo-

Cual si fuéramos iguales,

con juicio suyo,

cuerpo nuestro

parea.

Dispone nuestros pensares


un rey.

Mera y vana,

como servidumbre,

chirriamos,

croamos.

Lo nuestro

enséñannos

mentes extrañas.

Sobre nuestro

se han posado

mentes extrañas.

Huir de serafines.

Bajo la pérgola de jazmines

sentarse.

Hacer silencio mientras la lluvia cae.

Meditante

herir el rato.

Sangre de corajes vanos.

Entre las piedras,

arañas.

Tesitura de las aves.

Esmeraldas
de ensoñadoras

madrenuestras del follaje.

Tiritar de agujas blancas.

Llevándose la voz,

dientes.

Posados en la carne,

dientes.

La brisa oscura de los fuelles

de un acordeón:

gotas.

Nadan,

solos en minuendos,

nadan

ojos,

ojos,

ojos,

ojos,

ojos.

Esta noche de verano,

rota.

El cielo,

azarosa nieve en estos suelos


-Níobe.

Hielo.

Ventiladores.

El clinamen fortuito en que dormimos.

Las bocas secas.

Los suspiros.

Para salvar a la persona:

cristianas guerras,

guerras

de cuerpo a cuerpo

-y la sangre y el hedor que pasa,

y el herir conjuntivo de los mosquitos

y el grito de panidas moscas.

Follaje.

Hiedras.

Pneumismo.

Espíritus silbantes.

Desnudarse:

arranca la piel y deja al cuerpo

de ancho mordisco

el Paraná.

Caemos,
sudados.

Llueven sobre los cuerpos sedados

de guitarras

gotas.

Nos ocupa,

nos piensa

Alguien.

El lenguaje insignado,

la voz extraña,

la palabra perdida

alguien debe conjurar.

Ocupan la tierra

extranjeros dioses,

Océanos mediante.

Iridesce

la hierba. Castillos

alzan

las hormigas desvestidas.

Fuentes de misterio y mitemas.

Fuentes de misterio y mitemas.

El hedor de la muerte,

en derredor.
En la selva:

bestias,

tiricas,

arañas.

¡Viven!

Nos separan

cuatro ríos.

La nuestra tierra

el mar circula.

Nuestro engaño.

Nuestro sueño.

Nuestros años.

El ir despacio.

La herida absurda.

La voz fecunda.

La nota muerta.

La voz curva

encuentro.

No digo.

Digo.

Niego

nada más,
yo.

Yo no reía.

Yo no pensaba.

Como un dardo en el espejo, olvidar,

olvidar

yo no quería.

Esto

pensar,

yo no quería.

Los vivos gestos

translucen

juicios.

Cuerpos que se usan,

también,

hay.

Cuerpos que se aman

hay:

es el agua.

Cuerpos que gravitan las aguas

refleja.

Se sustrae de su ver,

mientras,
y duerme,

mientras medita

-déjanla yacer

pensadas

las celestes nubes.

Ya no hieren

los ruidos.

Lunas pósanse en él.

Duerme,

hombre-río.

Vicios de limpiar la belleza

arropan,

se amontonan

sobre las veredas

-se secan,

han ciclado hojas

las esmeraldas.

Algo nos habla.

Morimos de vernos.

Caemos.

Creemos no hacerlo.

Caemos.
Morir

los dedos,

mientras el asfalto llévase.

Correr.

Sombras de ver anochecer.

Sombras de madrugar.

Pies con sangre y carne con tras

resuelve

la arena.

Es el ritual.

Algo nos quema.

Alguien nos grita.

¿No le apetece

arrear las nubes?

Abstraerse

acaso no sepa.

Alguien nos piensa.

Se estremecen.

Caen.

Suelta de una vez y para siempre,

la piel

roen.
Se besan.

Sin siquiera haberse visto,

se besan.

Sudados

se llenan de cuerpos

estancadas

aguas, durante la noche.

Baquerías

cantan, bailan.

Veneno,

un plácido,

una brisa.

Súbito fuego.

Súbita calma.

Es el tereré de cualquier hora.

Cansada

la piel escamada, la voz.

Es el ardor.

Alguien nos sueña.

Sobre las paredes de la habitación

parpadean

grillos.
Quedan

cuerpos, pieles.

Alarmas

chirrían.

Sapos

croan.

Es la humedad en esta tierra.

Se deshacen,

como años,

gotas.

Patalean

de un piano

gotas.

En el fondo del río

peces y corolas nacen.

Cuerpos gritan

lágrimas de fina solitud.

Lágrimas finas.

Transpiran.

Del atardecer

suena la lluvia.

Desnudeces suenan.
Desnudeces arden.

Corren de libertades

niños.

No mengua

la noche.

Voces añejas, de allá,

de acá,

y voces

tiradas en la vereda

-viento que se come huesos.

Flores secas.

Hojas secas.

La falsa arena encuentra,

con el sabor de la tierra

translucida de agua oscura.

Sobre sus gotas cae

el hombre-río.

.
{cuatro falsos}
Destinos
1
I

Tardece.
¿È la forma, già,
sono i segni, ya,
un eufema da cui fuggire?
¿Vediamoci
tra specchi con corpi
o corpi specchiandoci?
¿Noi aspettiamo?
Sapevamo guardarci.

Un'anima
quaggiù, laggiù.

Un paradiso
quaggiù, laggiù.

¿Abbiamogli detto
alla follia
che la nostre mani non avenano

bisogno di tocarsi?

Que le nostre mani non hanno


bisogno?

¿Pensiamo,
di volta in volta,

cosa sarebbe successo se...?

Noi corriamo. Tardece.


Il soli
ci recorda ¿Notti
intere, tra valli,
nelle strade pensato? Qualcuno
fa male ci. È la sua arte.

¿È vileness,
quindi? È bile
de chi non sa che

non ama più,

ma bestiale
difendere il fruto che è urinato.

Non può cadere dall'albero.

No lasciarti transportare dall'a iperborea astuzia.

E i suoi occhi,
come note morti

su un piano de due signe,

cadono.

E i suoi occhi,
come strumento di sospetto,

ridono.

E,

anche se non lo vedo,

mintendo lo sai,
lo sai

simulando a Amore,
cuando ci ha trovato nei pensieri.

¿Erano
le parole giuste, il degno
bacio alato?

Le mie labbra trovarono le sue.

Cercami sulle sue labbra.


Cercami sulle sue labbra.

Le mie labbra sapevano come trovare le tue nelle sue.

E il focco blu
delle catedrali

ci trovalge,

¿non è cosi, Solitud?


Il caldo bruciore

della distanza
noi escancia,

como a due bicchieri di vino.

Baccante,

possiamo scappare,
sappiamo scappare.

Amore, sai,

non lo è piu.

Ma cercami sulle sue labbra,


qual altro suo.

Cercami nelle sue mani,


vostra, a me dati.

O cercami in città
dei costumi
proibite.
II

Injections de

dopamine

- aléatoire,
bien sûr

{ social-network
à travers,

logiquement }

( comprenez-vous ? ) .

Mais,

la chauler des poignards,

omniprésent

- ce n'est pas comme ça ?

Et

dummie-made

portraits,
tojours

( est-ce une courbe ? ) .

Votre grammaire,

un gramme de Raison, s'il vous plaît !

Et

beauté-made
portraits,
injecter de la

dopamine

- n'est-ce pais vrai, la machine ?


Toujour

c'est un jeu, pour toi.

Et

bandeux de bruit,
entracte

- ou non ?

Et la

provocation continue,
c'est raison ?

Inteligating,

aloirs, quoi ?

Amour, mort

entre las mains de Psyché.

Mais,

est-ce une courbe,


éternité ?

Silence, Destin,

tout faux !

Et le cœur gêné
voir sa honte.

Ma, bien sûr.


III

¿Atardece?

Yo
no sabría verlo claramente,
siendo la distancia nuestro engaño.

¿Nos engañan?

Yo
no sabría decirlo con precisión,

dada la virtud de las esposas.

¿Me enceguezco?

¿Veo el sol, me enceguezco y corro


sobre la brisa ardiente?

Camino,
ebrio de vino y falto de virtudes.

¿Me enceguezco? ¿Amanezco? ¿Atardece?


No sabría decirlo.

No sabría cómo.

Mas,

las aguas,

lenta, sapientemente,
se evaporan.

Y las orquídeas
enmudecen

bajo el candor de la aurora.


¿Es el fin? ¿Realmente es el fin?

Es que
a veces duermo,

a veces no.

Y cuando duermo no soy el mismo o soy usado.

Común,
camino el ataúd

y el nado que los astros sincronizan.

¿Son las estaciones?

¿Es verano acá?

Es vano,
sua manos

encuentran las tuyas, mientras yo

nado,
nada más nado.
IV

I was
wandering through your garden, while
no one was around, and
there you were, hazed
by the shallowed cores
of whom has treat you soul-lessly,

with a mere gesture as a greet,


with a mere excuse as an I.

I was
around, long, long time ago.

Even
before the battle was begotten.

And I don't mind that you didn't noticed me,


for my words were heard
and our heart created
a nest were our dream-made asylum
would stare at us in shame,

lucidly looking your nakedness,

tenderly assuring that we were not just


a pair of pawns in an attic held,

but fiery butterflies in downtown.

Could you
hold me close, stir

my soul, my eyes, my sore?

I'll never stop while this body walks


the sun-washed earth that holds us holed.
V

In taxi
vai.

Sette porte simultanee si chiudono,

le chimere e la furia,
di chi sangue tracia delle vene,

sisio.

Su una terrazza
sei tu.

Due occhi

ti seguono, tuttavia,
non li vedi trovarti.

quanto renditi conto,


è troppo tardi

-sisio,
furtivamente sisio.

Parlano, fischiano, mormorano

entità di tondo.

Siamo due.
Anche

tuo dopotras e di più.


Ombre
di uomini

affogano.

L'acqua

calda,
l'hanno scoperta.

Tuttavia,
io, megalomane,

preparomi tra fischi panicosos,

e il veneno

dalle mia vena afferra.


Attraverso

la strada, il giorno successivo,

e penso

bilocari,
quando scappi, bilocari.
VI

Pour mon âme ?

Faux Destin.
Des pierres, enveloppés

des lavandes

fleuries.

Et fumée,
de fumer, de brûler.

Les cendres

s'acummulent
sur me draps.

Muses, blasés, s'eloignent.

Ils son raissonables – ils me ressentent.

Plumes
seulement au loin.

C'est la raison de mi solitude.


VII

Mediado
por la impresión de haberme enamorado,

me distancio.

Tengo,
debo

sentarme a pensar.

Tengo,
debo

favores a los usureros.

No donan sin merma.

Hace tiempo que no donan sin merma.

Mediado
por amor de símiles, o Destino,

encuentro que piso

tierras extrañas, mas


parecemos hablar la misma lengua.

¿El agua

realmente se evapora?

Vendrán tormentas.
Aquel día vendrán tormentas.
VIII

They laughed at you? You built a castle.

I
still wander around.

Surround me,
air-made siren, for

nearer we were

when you stepped on my mind,


waking up the dead in every chorused step.

Did you heard

my echoed nightmare?

I've lived it.


I've been nailed

to a cross of whom but

Noise,

nor unnamable but a sore,


nor unthinkable but a fought

cannibal,

while I walk alone in my memory-hall.


Could you

handle me a mask, for me to not?

Could I

stop?
IX

Ma
camminiamo

senza di te.

Io

penso solo ai tuoi occhi.

Dico ciao, grazie.

Tu dici ciao, grazie.

Io

appena tornato penso.


Dico amore,

penso.

E le tue mani

sanno usare fuori,


e trovo

le dita ansiose.

E tu mi lasci

prendi a morte
segreto questo.

Ma

sai che parle di te,


sai che dice di te,

e non mi è ma importato
quanto sei giovane,

quanto ti senti distante;

e non mi è ma importato
tradire chi è un pugnale

mi ha seminato

dalla parte,
con l'aspetto bagnato di un cucciolo.
X

C'est un démon ? Un daimon ?

Je ne suis pas.
Mais c'est la lumière tremblante du Paraná.

Le parnasse :

Néant.

Castillianisme abyssal.

Chateux de zephyr.
Aveugle était au printemps.

Je me suis réveillé
ce matin d'été.

Saisons ?

C'est pour les trains.

Castillianisme abyssal.
Chateux de frêne.

Je me suis réveillé
dans autre

répétition.

Et la lune était toit.

Mais, je ne sais pas la lumière du parnasse.

Bacchante, je suis partie.


J'ai fui cette nuit.
XI

Y no gusto de comer

farsas.
Ni me río en vano de las crines

hiladas

en céfiros que yo negaba,


sin saber, negaba.

¿Ahora lo sé?

Ahora es tarde.

La delusión
nos arde, y, sin embargo,

bailamos mismo mambo

como incestuosos hermanos.


El árbol,

cuyos frutos son eternidad,

ha sido asido
por manos paganas,

manos cristianas.

Mas,
¿por qué heme de enojar?

Mi nombre

también es una farsa,


y aun su inversión.

Mas,
¿no dejaríate acaso
actuar

en la más plena y posible

libertad?
¡Ah! Ansiado fruto

imposible de encontrar,

brillando de hebras doradas,


llamándonos a disimular.

¿Encuentro

rastros de mi lamento
esparcidos sobre el mar?

También nací,

una madrugada de verano,


mientras las moscas del derredor zumbaban.

El comercio de las culpas es habitual.

También sisear,
serpentear, reptar, orar

por virtudes a ser negadas

cuando la boca diga lo que no hace el cuerpo.


Palabras, movimientos y reacción.

Nada.
XII

Could I think
or would
Psyche
twist us up into
Aneros?

Is it cold?

Is it snowy, the night there?

Could I roam
around, silently,

unseen,

for you to breath


on my fever?

Is it dawn up there?

Is it cold?

Is it truly cold, the snow?

I will stop, moon-made lady,


somehow, somewhere,

by the care of your breeze or a breathe,

a simple breathe on my narrowed heart.


XIII

E il tuo vestito bianco,


intriso di dolore,

lo ricordo.

E le perle
che ti sfuggivano dalla fronte,

li ricordo.

E tu pensiero alato,
coniugandomi,

l'ho allucinato.

Scusa, amore,
se ho fatto male.

Io

volevo solo
amarti

vagamente,

senza i luccheti
di baci che costeggiano

i tuoi occhi,

occhi che il mari è responsabile della traduzione.

Non di più!
XIV

Sous anesthésie

et je l'ai quitté

- tu sais que c'est un mensonge,


mais,

quand tu es,
sera.

Les cigarrettes
me font taire

- commence, aloirs, la rivière.

Muse, simple muse, tu penses ?

Regarde-moi dans le yeux.


Est-ce vrai o véracité ?

Ta robe blanche,

je m'en souviens.

Mais je feraix mieux de me taire,


de peur qu'on ait envie de parler.

{Ta robe blanche,

ça me frissone encore}
XV

Muerto y resurrecto

dos, tres, ¿cuántas veces?,


especto

amor de aguas lejanas.

El horizonte se arrima con su trama.


Doyme a callar.

Se escurren

murciélagos de la alucinación,

hierofantes, magos,
escaladores.

Intradicen

lengua que no es la mía,


lengua que no alcanzo.

Muerto y resurrecto
yo,

¿qué sustancia

pleamárica

dice crear,
dice crearme?

Una noche fue el verbo.

Luego,
escindido,

el terco escapar.
XVI

Do you remember
a dream

in which you were

surrounded by friends in a bus


and

someone was walking

from the back


up to you

yet

he couldn't
reach you and finally

speak?

The blue bus was calling you.


XVII

E se ti sento sognarmi,
mentre gli oceani ci bagnano

con simulata indifferenza,

e la giungla
crepite,

e la notte

si avvicina vestiti di noi,

muoio,
lascio questo corpo e muoio.

Ma, per favore,


non esitare.

Destino ha i tuoi frutti d'oro.


XVIII

Cristaux,

jus de santé mentale.

Bisous
derrière le vitre

- l'humidité

imprimée.

Un bâillement :

c'est à moi.

Propiété intellectuelle ?

C'est solement mon


l'esprit, les muses,

la musique ?

C'est mon corps

commun.

Est-ce que tu ris ?


Seulement tu te vois.
XIX

Y un signo de la tierra,
celestial,

se posa en la piel nuestra


-animales somos, vida comemos.

Y la calma

que se arrima del horizonte

muéstrate los ríos salvajes,


muéstrate este salvajismo.

Invado, sí,

invado,

imbuído de razones extrañas,


ajenas, y mañas

que yo de mí he asido.

Pero a veces me olvido

de la calma,
y de los calmantes.

Y a veces me anestesio

fantaseándote.
Echo

leña al fuego, riendo.

Quizás de vos huya.


Quizás mi voz esté huyendo.

Y a veces me roban las palabras.


XX

Have you ever,


in meditations,

heard a voice

that seems to know you


yet

sounded strange?

Was I truly crawling throughout the world?

All I want to know is


why

you?

Was it our twinned despair?

Was it a momentarily
noumenal

intrusion?

And here I am, still waiting.

Vainly, indeed.
XXI

Dobbiamo giocare
con le maschere che ci sono state donate.

Venezia nelle vene.

Fiumi di Niente.

E
nemmeno guardarci

-ma,

forse,

nascondersi dietro la negligenza


e unire le nostre labbra

che le sue parole non sanno.

E possa il falso silenzio essere nostro alleato.


XXII

Un fou ? Je ?

Peut-être.

Un peu ? Je ?

Peut-être.

Ivre ? Je ?

Jamais ! Jamais ! Jamais !

Un feu ?

Je ?

Véracité mais non vrai.

Le sifflement

du vent du nord

m'apporte ton ombre.

Dit ton nom ?

Je le trouve

implicite dans la brise.

La mort était toi.


XXIII

Fue

un instante de lucidez.

Fue

un segundo revelador.

¿Epifanía?

Amor

envuelto en vicisitudes.

Fue

la tumba de las familias,

de todas las familias.

Queda un perfume

particular.

¿Te ofrezco un cigarrillo?

Fue

una súbita voz.

Vi

tus hojas marchitarse lentamente.

Y tu sonrisa

simulacro.

Fue
cuando era robado.

Dioses nuestros,

¿adónde nos han sembrado?

Mejor

no inmiscuirnos

en cuestiones de política espiritual.

Un rayo hermético

nos sellaría.

Y la gloria rúnica, ¡ah!,

sería tan lejos.


XXIV

A day has passed,


a year, five.

A night in veiling
madness,

a wandering straight up to you.

An hour has passed,


a minute, five, thirty, none.

Eternity's lair

has been bought for you.


Hell

has given me

quite a tan.
XXV

Un baccio si dissolse nell'etere.

L'hai trovatto.
Mi hai trovatto.

Noi mangiamo,

a noi, noi mangiamo.

E il paradiso si apre
con la chiarezza dei sogni.

E il nostro sangue

scorre già

per le strade.
La neve trova i tuoi piedi.

L'umidità mi scioglie.

E le nostre ali,
amorevoli,

si dispiegano.

Solo il sole
ci darà la caccia.

Egida, anima

abbiamo.
Nuvole bianche

coprono i tuoi passi.

Fumo, da solo, nel letto.


Dietro delle bocche si avvicina la tua ombra.
Brilla.

Stranamente brilla.
Che tipo di ombra è quella?

Io non parlo
illuminazione,

ma la vedo – ci vediamo.

E il blu di sogni lucidi

ci evoca.
Nostri spiriti cause.

Nel frattempo,

le lampade bruciano.

E sogniamo noi, ovviamente,


sogniamo noi.

Qui è davvero presta matina.

Assassina! - ti amo ancora.

E, sai, dobbiamo imparare a mentire.


Altrimenti,

ci ameremmo davvero.
XXVI

Fantôme d'image.

Une caméra

analogique.

Illogique

moi.

Un personne.

Je ne suis moi.

Je n'ai pas fermé mon je.

Ils riren

- logiquement.

Je ne je mon moi.
XXVII

Y
después de nadar
larga nada,

llego,

desesperado
aún.

Es común.

Es una reacción común.

Un astro y Nadie.
XXVIII

Oblivion

found me.

Forge me!, oh beloved, forge me!


I swear, I'll repent

for love to never reach

the fountain of ethereal preaches!


Peaches

fell, in gnomological

substantiation.

Forge me!, oh moon-cored, forge me!


I made a clown of me,

and they laugh,

logic-made.

Dubious logic, indeed, but sort of logic-made.


Laugh at me,

princess,

I'll brekekex... and jump away.

I've drown enough.


XXIX

Verrai?

Verrai?

La notte diventa eterna.

La notte è già passata.

Passò un anno.

Un secondo, due.

Sono io di cui parlano?

Un sorriso, altro.

Passa un corvo.

Il giorno è mostrato intero.

Verrai?

Andrò con te.

Anche se muoio camminando sul mare,

andrò con te.


XXX

Les plumes du rêve m'approchent.

Ils m'invitent à te voir.


J'ais des lunette, j'ai une lune.

Les larmes cèdent.

Cendres

avec la nuit.
Ils rirent.

C'est la Raison.

Lunatique ? Moi ?
Reflété dans les yeux bruns.

Bleu clair.

Les auras célestes arrivent.


Est la terre

est.

Os, sphinx, pieds.

Vert de jungle
occupe,

lentement,

nos jugements.

Est la Raison actuelle.


XXXI

Pero este futuro al que le digo


ya se fue.

Me senté a sus pies.

Acompañé su pensar.

Me senté en su vientre.

Pero este futuro al que le digo,


me lo han inoculado.

¿Desaprender?

Sobre-escribir.

Lo cual no deja de ser una atención puesta


sobre una imagen.

¿Contorsionarse?

¿Para qué?

Mejor inventar

la común palabra que nos nombre.


XXXII

I'm still.

Steady-looking at your specter.

Steady-taunting the wavers.

I'm still.

You've kiss

a statue -literally.
I'm still drilled

by fortune.

How could I quit everything for


metempsychosed love?

Moon-made,

I've drown.

I've drool.

I'm still

here, waiting for nothing at all.

A mere fantasy, indeed, m'amour.


XXXIII

E dalla croce pende un'anima.

Le sue chiese non sono nostre

- pagani, amore, siamo pagani.


Amore pagano siamo.

E il mio corpo appeso alla croce.

Ma le ali, amore, non le trovano.


Sogno, fratello?

Silenzio, sta arrivando.

Ci guarda da vicino.
È meglio che mi nasconda.

Un taxi,

per el mio corpo.


Per le mia alma?

Niente, pagano io.


XXXIV

Le fou ? Mien !

Mais,

ses actes, vôtre,


majesté,

vôtre.

La fênetre
filtrer la lumière

de fausses caméras.

Notre amour ?

Notre !

L'homuncule ? Vôtre !

Mais le monde explose


et je parle à l'éther de l'éther.

Mes actes ? Vain,

logiquement.

Ce dit en vous dit pas.


XXXV

Pero

ya no sé
-no puedo, no me dejan-

pensar.

Me ahogo

en aguas del mediodía.

La humedad
sube, pérfida, por las miradas.

Alguien detrás suyo dice sensaciones.

Quizás sea yo,

quizás no sea yo.

Quizás sea yo,

quizás no sea yo.

Etc.
XXXVI

Yet,
a love triangle

and an hallucinated voice

whom I trust.

A living daemon.

Fairies walked away,


confused.
2
XXXVII

una flor en la punta de los labios un jazmín


dos esperados consuelos un mar

dos repentes, mientras tanto

una calma entre los angelados

dos aureolas un esquizo y su maniquí de servicio


y su maniquí de servidumnnre y su

dos repentes, mientras tanto

una flor en la punta de los labios un espejo

de cordura que se va, como un mirlo


cuyas alas se han herido, cae del árbol y se va

un purpúreo arder del tiempo entre las sienes

pensamientos enamorares y enamoradas


del muro mares y la manera de esperar

nada más que el diagnóstico correcto

o inventarse a sí enfermo así como si no

fuera el mismo el quéséyo del común cuerpo


XXXVIII

nos duele

puede doler es cuerpo nos arde


puede arder es sol nos dice que es sol

o solo ya no sé no se escucha bien

en el fondo de

{ }

pero no me digas

a mí que apenas tengo para sentarme


que la hemorragia

no se va a controlar con un pucho apagado

en la palma de la mano o de la lengua


o un piercing en donde sea que

vaya a saber qué quiera decir

como un gesto que las cámaras repiten


XXXIX

éter nos miran de noche y nos dicen


no es sensato
y tienen razón sensatez no es sensato
mas quién quisiera aquello que

o aquel que
que ya no dice ni su que

que

que

que

qué

como un decir que es leído y espejado


mas si es leído es signo vivo y si resuena

en la mente ¿qué dijera? ¿qué o que?

por eso a esta tierra le corresponden cables


XL

y me acuesto y no entiendo absoluta nada


pero me acuerdo que decía
algo al respecto de la piel que es superficie

o superficial da igual

en realidad no da igual pero digredo

y las moscas se escapan mientras tanto

pero decía me acuesto y no


XLI

la gran siete qué suerte la mía tener


las piernas bien fornidas los pectorales
cortados a mano y la mente en el inodoro

y empelotudecerme con falopa técnicamente

no falopa

y encontrar entre las huestes celestes


un amor de mi idiotez idéntico y que me diga
qué fornidos tus pectorales que cortadas

a mano tus piernas

y yo muera invertido después

de hacer caca sobre mí


XLII

pero sabrás mente sana en cuerpo sano


no parece estar siendo verificado por el S. XXI

o ya no hay tiempo y la soledad arbitraria


del cristo

no nos es sensata y con ello

nos abismamos
porque necesitamos de la consistencia
numerológica de los calendarios

que incluyan revoluciones

alrededor del sol

así los astrólogos tienen con qué


decirnos la verdad

y el pueblo caldeo pueda

contornar la tierra del segundo venido


recién acabado de acabar

porque decía astro de mente y si no astro


de mente

entonces astro materia y si astro materia

¿no habría influencias


inmediatas?

sin tener que alzar la vista o alzarse

digo

el inmediato derrededor esas cosas


XLIII

un gato completamente pasado de estímulos


muere

de un súbito paro

no mentira pero

un gato
completamente pasado de estimulantes

corre alrededor de la casa y caza

perlas

o limpia el ambiente y lo llena de egipcios


jeroglíficos

o maullidos

que son lo mismo pero selva mediante

dada esta la cuestión de la animación


XLIX

en la internet hay un tipo que dice x

y debe ser porque

si p entonces q

y si p y entonces q

dbpqdbpqdbpq

es decir

la cuestión del boddhicitta

usada simplemente para tirar la culpa a afuera

y ni hablar de quien se roba las palabras

o pone una distribuidora de discursos falopa

con la autonconsciencia enterrada

luego de que mara mostrara sus ojos y dijera

desierto samsara

o la patria mude con el nidana ausente


L

pero no nos pongamos técnicos que


desaprender y política en todos lados

porque no se puede comer amor y no se puede


comer comida

a menos que se pueda comer amor o nada

como siddharta anacoreta en el medio de la selva

que se aburre acepta arroz


para luego morir por un plato de arroz

mas sabiéndolo

cristípicamente mas antes de cristo


LI

pero era una flor en la punta de los labios


haberse fumado un jazmín en abstinencia

o por pobreza no recuerdo

o haberse comido un pan con hongos


por pobreza o porque da lo mismo

ya no recuerdo

y a mí no me vengas con necesidades


básicas insatisfechas porque

al árbol lo que es del árbol

y a los espectaculistas aburridos


entretenimiento

de lo contrario

abismo encuentra su nombre y he sismo


LII

astros humanos serán


de experiencia humana y con dedos
sangrando la melancólica sustancia de un olvido

elegido por el físico ruido

de la avenida augural astros de ruinas


ensambladas y de la misma nada

en que duerme parecido el cuerpo que va

sin su cuota de cordura va


mas serán también astros de la tísica angustia

cuando la pregunta del signo diga

¿es digno? ¿es realmente digno?

y nada sea dicho en consonancia


porque es sensato y es justo y necesario y es

silencio que pasea entre las flores mustias

con el florecer que antecede a la angustia


LIII

Sin embargo,
de soñar a otra persona
-al menos decir de soñarla-
te cruzo en sueños,
junto a un conejo cuyos vicios son míos,
cuyos truenos son ajenos,
y que me recuerdan madrugadas de tormento
cuando era nacido por el viento
hacia la nube en que despiden tu nombre
con el súbito cobre
de las noches eternas,
mientras te esperan a que póseste
cual bandera
por sobre los adictos y sus seducciones.
LIV

pero es la noche y los niños duermen

y es el dia en que de repente


la memoria se abre entera y muestra

cuando dijímosnos de verte

yo y mi él que ya no miente
porque no sabe mentir

yo y mi actor de mí que enfrente

ríe de mi decir sensato


cuando me escurro en malabares cual gato

que ya no entiende ni lo pretende

cuando jazmines llueven


tenues jazmines llueven y recuerdo

que todavía bien digo todavía

morir no debo
ni yo ni mi cuerpo
LV

pero si las flores llévante por las supraterrenas


terrazas de la primavera eterna
y tu alma se deshace y mi cuerpo la siente
acercarse

subrepticiamente

acercarse

y el disfraz de serpiente no nos sienta


mejor corramos hacia la correcta
manera de encontrarnos

con los ojos que desprendieron

el amor de enero

cuando no éramos ni fuimos ni seremos

no hay manera
LVI

pero esta noche


lo sabés

me voy a poner escabio

y voy a dejar que mis labios


alados tejan la maraña

en que mañana no dirás ¿quién falta?

porque yo no falto y jamás falté


y de destino no diré

que recorre las estacas

con que a mi cuerpo han hecho casa


y a mi voz deshacen

en la brasa que amasen

alfareros en busca de cuencos ciliares

frente a los rústicos madrugares


mientras labios se besasen
LVII

y también
estás espectante de que la tele
muestre a quien vuele

y a su decir

pero el auriga tiene otros planes


y mejor no revelarlos

incluso aunque dioniso


el criptógrafo en ello insista

incluso aunque baco


el sincretizado no resista

la espuma que se arrima

al bigote
mientras en un leve brote

de psicosises me escancio

sobre la copa de cristal que son tus labios


cuando ya nada queda del agua de antaño
LVIII

y ya me duele la cabeza
y me sangran los ojos

y las pestañas me pesan

y me duermo

bajo tu canción de cuna

me duermo

y te niego en las pantallas


y te niego en sueños

-no sé cómo-

y me como los mocos buscando restos

de la cordura afilada

que nos recuerda el hada


ha de matarme

mas loxias no es quien dice esto


LIX

y los bilocados
se acercan a cercarme

no sea que descanse en un regazo extraño

y extrañe
las madrugadas pre-etéricas

o el protoclacisismo
de abismo el innombrado

cuando ya no era el mismo

y no me era variado
el amor de ayer ni el de mañana

mas hoy mirara por la ventana

y tus ojos tuviera quién

que no fuera también


quien se cruce por las cazas

que el cielo argentino

de febos idiotas ha dorado


LX

pero yo no soy madre para que entres en mi casa


con el sigilo de quien sabe

cuando mi decir engañe

y cuando mi razón estalle


y yo no soy padre para que dígasme

de amar a aquello que el lete lleva

mientras las estrellas pacen

la lluvia que nace


en el horizonte de las ninfas

que seducen al cantor y lo despliegan

que seducen al temblor y lo resisten

-asi me embiste la codicia


LXI

mas será mi voz que se ase


de quien cruce sobre su instante
y repienta al que la cace

porque no soy digno de entrar en casas

a las que sólo brasas


han de llevarse

mientras las espadas el derredor limpien

de las hierbas y del ultraje


de amar en vano y errar el sano
vespertir del pensamiento

que se seca bajo el sol de enero

que se seca mientras las hiedras crecen


LXII

y una lágrima me recuerda aquella tarde


en que era mediado
por un dios inusitado
y me eran contadas las desidias
de los cuerpos pensados
por la sola mente unida
que repite lo que digo
cuando ya no soy parecido
a mí ni a mi coraza
y el fuego también me abrasa
con las bocas de las perdidas
miradas en la nada
de la que ríe quien se estanca
en el trémulo mandala
que la oscura cúpula tala
con las pupilas urdidas
por las manos que las alas hacen
mientras el auriga se place
en contemplar su cuerpo en calma
LXIII

así que me pongo en pedo


y divago el desespero
como quien se miente con voces ajenas
y niega el cristiano espíritu
que solo crucificar sabe

porque

no te engañes

este hablar se paga en culpa


si nadie espera que la pulpa
de la fruta hesperídea sea
la que ceda ante la marea
de los nenúfares y la escasa

y artificial maraña

de erráticas intenciones

estando nosotros siempre curvados


por cuervos de los años
que se han posado en cuerpo nuestro
a dejarnos cual si muertos
fuéramos desollados

y no lo sintiéramos

no sintiéramos a la piel ceder

picotazo a picotazo
LXIV

y después de haberme sentado

alrededor del fuego extraño


de unos padres cuyo juego desconozco

y haber matado

a la intención que en vivo espanto


ha de sembrar la inmensidad

¿qué serena nadidad

daráme a callar
los crímenes que he pensado?

piedras mías sangran


sobre la voz que espanta

a los edipistas

cuando una madre desnuda

aparece en sueños y se muestra


como humana natura

dispuesta a jugar a la curda


LXV

mas no hay lirismo sensato


ahora que ha pasado hera

y ha dejado la pradera

sembrada de puñales y palabras


que ya no contienen nada

y por lo tanto
LXVI

sombras una noche extraña


cuando amanece el año
dos noches extrañas de años amaneciendo

y nada más sentir

el romperse de las palabras


en la gris e indeterminada

zona de lucinios

adonde los que han querido


que esto fuera así lo hicieron

y ahora estoy afuera

y agacho la cabeza y me voy


LXVII

por eso me escabio


si ya no sé a quién le hablo

y me llegan palabras aladas

y se preguntan de qué me río


y yo no río

es mi cuerpo
el incapaz

que ante la falta de alocuciones

prefiere la sutil canción


de la psicosis contagiar

así algún día se diga

lo que entonces me priva


de la razón contemplar

mientras me ocupa el frío

nocturno de un piano en brío


y el amor me usa de mar
LXVIII

y me patea
eléctrica
la soñada
cuando veme
ocupando
su pensar y meando
la tierra que tiene reservada
a ese niño tan pequeño
que soy y se me parece
cuando no crezco
y me escurro entre los huesos
que le tira a los perros

y todo esto por estar rodeada de aparatos eléctricos


LXIX

y las perlas que iban a tu espalda


yo las frenaba

porque estábamos solos

hasta que un par de idiotas


trajeron su ruido

y el mambo de la mala mota

que estas tierras ocupa


por obra gracia y virtud de los competentes

engañados por las serpientes

y deudores de infinitos futuros


LXX

la eternidad
amor
vos la sabés
y si la viste
entendés que no pudiera decir
más que este vagar
de acá para allá
con el silencio puesto

tanto adentro como afuera

siendo el mero ojo que espera


la intensidad

siendo el mero cuerpo que cúrvase


de intensidad
LXXI

por eso me despido


o me escapo
ya no sé
y me encuentro
corriendo el juego

o las aureolas

que las condicionadas mentes


crean
sin saber al juicio materia

y sin saber al pensar

noosférico
como un vampiro cuyos dientes

danse en mi cuello a descansar


LXXII

pero
deben ser las pastillas
y la falta de meditación
y debe ser la canción
que me niego a cantar
y debe ser la mitad
que perdí al encontrar
mi propia mitad

no esa huevada de los cuerpos compartidos

-es sabido:
el huevo matar y al mundo y abraxas...
3
LXXIII
LXXIV
LXXV
LXXVI
LXXVII
LXXVIII
LXXIX
LXXX
LXXXI
LXXXII
LXXXIII
LXXXIV
LXXXV
LXXXVI
LXXXVII
LXXXVIII
LXXXIX
XC
XCI
XCII
XCIII
XCIV
XCV
XCVI
XCVI
XCVII
XCVIII
XCIX
C
CI
CII
CIII
CIV
CV
CVI
CVII
CVIII
4
CIX

Una memoria
se escurre, recurre
a los dobleces que encuentra
sobre la madrugada
en que despierta de sí y se escurre,
recurre
a los reveses en que se pierde
de sí y así se encuentra
a sí. Un estornudo,
dos son los mudos
CX nudos de ictericia,
cuando la mente esquicia y el ojo siente.
Histerizar
o corporizar, simulando
que es el mismo simulacro; de lo contrario,
huir cantando,
como un cuento al que le han dicho simpatía
y no mucho más
-mas defina luego el alcance símpata
de los ojos síncronos
que recurren, intradicen
sobre lo mismo, sin aparente razón alguna.
Un esperado
cuento o reacción, que lo mismo sean.
Una memoria
confusa, se aburre; se escurre
sobre el decir y enturbia
aguas claras con la miseria
y la decadencia propia de las eras.
Excepto cuando muera Tiempo,
¿qué otra cosa se espera? Viento
del norte, nos enloquece; es sensato.
Corre, nos es grato el jugo acelerado
de los céfiros {CXI digitales nudos de aguas
calmas como la nube de estertores pánicos}.
Panidas de todo el mundo recubren el teatro
-tras suyo: hermetismo de abismo,
y es justo y necesario. Un sectario
rezar un rosario, cuarenta y pico de veces al día.
Un beso a la desidia, a la codicia y al umbral
que nos matan. Sombras
se acercan: ¿es el mal?, ¿es un mero
repliegue?, ¿es el eje
que falta en la representación cardinal?
Nadie, CXII veces,
repite que no; sin embargo,
no parecen escucharlo. No es suficiente,
dicen, dice, ya no sé, y escuchan
ruidos constantes mientras Nadie
pregunta ¿cuánto falta para el descanso?
Un remanso de ninfas aladas se escurre
por la tierra, e intradice,
o criptorrecurre en literales pedidos de placebo.
Es, o nos importa, un huevo.
El mundo, luego, nada; esos mambos.
Ambos
participamos del juego, mas,
¿quién hirió y quién consoló?
La respuesta es ambos:
ambos y el mambo
mediador.
¿Cruje, entonces, la lejanía
cuando en su sola deriva una sirena repiente
del amar patológico y el transferente disfraz?
Ponerse de frente: hablar. Ya no más.
Jano hace lo suyo y siembra mañana de ayer.
Que es silencio, Silencio, lo sabés.
Y debe ser la justa resolución del Cronión.
Loxicados,
dos o tres soldados pasean el plandor.
Nada más que recorrer
el presente haber
de las sombras en los costados.
Una o dos muertes despuès,
lo mismo: transustanciado.
El escleroso que soy recuerda haber sido,
mera culpa; mas,
el astuto me insinúa el espacio indeterminado,
adonde Mnemosine alumbra,
y el arrobado que soy recuerda haber sido
antes de haber sido -lo cual es, ciertamente,
un tanto confuso.
¿Es el uso y lo heredado o
tecnicismo de alas dejadas en desuso?
Abstracción, o abuso
de CXII sustancias hercúleas;
mientras tanto, la mañana abunda en delusiones.
¿Corro por los jarrones? ¿Por los cuencos?
Encuentro, desvariando, tirados
dones, que se descartan
cual si fueran basura que comer -para mí
manjar insospechado, dado el inanecer.
Palabras inconclusas, o quebradas, o
ensambles de bronces.
Corazas
deslizándose de decires helados -el cielo
sobre suyo, el cielo
bajo suyo, y constante; y el suelo
un gélido éter de alucinios.
¿Cómo deshacerlo, entonces?
No pregunte lo que no quieres saber, hombre.
Un espíritu cuerdo al paso. Luego, sus efectos:
reír, por supuesto ¡gritar! ¡esto! ¡Eso-
tro! Va sobre el mar, sobre el cuerpo.
El resto de CXIII puntos y una pirámide
particularmente extraña.
El conjuro de las damas,
diagonalmente hiriendo; Amor,
yaciendo en el tabernáculo,
con el sanctosanctorum del suicidio.
Áneros, el desdichado,
cosido en agua hiriviendo. El Hado,
sus puertas que mienten -¡muéstranse
relucientes, engemadas, sapientes!
Una memoria que se confunde; memora
la manera en que sus curvas
se escondieron, prefiriendo la presencia
a la vaga alocución de los pasillos ondulados
que traen ecos mediados por humanos juicios.
El amor de las nimiedades: nuestro,
siempre nuestro -también la histeria
por nimiedades.
¿Era amor? ¿No era?
Hera, mientras tanto, ríe; me usa
en rituales del extranjero Dioniso,
dispuesto a sufrir por sus orgiados.
CXIV maneras de preguntarnos lo mismo,
tanto en persona -múltiple, ocupada-
como en alado pensar
-el sentir con él va. Mas, son tantos
los que atribúyense el epíteto, que:
¿adónde fuera a parar, además del mito?
Y el coincidente arte de Caos hace lo suyo.
Mañanas, de repente, de dolor;
la humana noósfera de fragmentado azar;
y los daderos, dadores de idolatrado juicio.
Mientras tanto, sobre un cuerpo: ojos de vengar.
Ése cuerpo es mío también
-no me preguntes cómo. ¿Como?
¿Por qué no? Ha de cargar
coordenadas de tu haber y mi herrumbre,
dadas las cumbres o el jardín de las Hespérides
-el que dice que espere, a mí, el ansiolitizado.
Después, cuando cunda
en agujas de blanca miel, y arda
en la purga del blanco fuego,
¿quién dirá que fue menos que un rencor?,
¿una curva inesperada?, un dador
de virtud se transmuta en demon,
y los cristianos espíritus no acaban la palabra
y ya se engañan. Autocompletar en la constalada
semiosis inoculada
por la música suerte de las voces erradas,
juzgando al indecente en su indecencia
-es decir, a mí y a mi apariencia.
No te acuses de haber matado.
Y las películas, ¿qué?
¿O acaso el decir lo realiza?
¡Por supuesto! ¡Se pisa
la cabeza el que sobre sí pasea!
¿Esta es la tenue marea?
Yo no soy lo digo,
¿o no conocés, acaso, a la mentira?
Si bien transluce la verdad, esquicia
es necesaria; de lo contrario:
Amor, muerto por CXV puñaladas.
¡La gran CXVI! ¡Qué idiotez!
Mas es mía, y no es digna, pero
¿cuál la fuera?
Afuera
algarabía del múltiple pez,
mientras la paciencia hierve,
mientras Amor se esconde
en recovecos, cuevas, pliegues.
¿Puedo herirme a tu través? Puedo, mas,
¿eso te hiere? Perdón,
si no me abstraigo te substraigo
un pensar, y siembro
circunstancias o erro
sobre el candor de la sangre sobre la que caigo,
luego de degollar una a una a las serpientes.
¿Cataonia, entonces, pura? ¡Más!
¡Ataduras hacia el aire oscuro del cifrado ardor
que hiere sin mácula y al que sucumben
querubes y serafines! ¡Ah, tan sutil lumbre!
Pero no preguntes, hombre, aquello de lo que
no querés oir razones.
¿Muero si ardo
ahí donde las almas nacen?
Corazones se esparcen y es un cielo extraño.
Roja, la luna porosa
se reposa sobre el año
en que dígase su glosa y no encuentre engaño.
Sin cero,
caigo, y el pero
no alcanza al tímido barranco
que dícese virtud mía y por el que pago
con el cuerpo y la cordura. ¿Esta altura
nos ha sintonizado? ¿Este hondo
de falso infinito nos ha destinado?
Ah, la angustia y la desidia
de mi mente que pretende
entenderse y así usarse
con juicio suficiente
para así no tender a matar
el cuerpo que pasea el mar de las delicias,
las nubes psicósicas de la esquicia
y la pronoide tacitud.
¿Canto sobre mi ataúd? Me engaño,
me engañé CXII veces
hasta que de morir paré. ¿Quieren que rece?
¿A quién? ¿Al que en mí
dice lo que parece cuando escucho su fin?
Repítelo, sin subrepticiedad, dispuesto
a matar por un vago resplandor
de las aguas del dador
juicio humano que siempre erra.
Contando ésto, CXIII me deludí.
¿Son lo mismo? ¿Cómo pudieran serlo?
¡Ah, si pudieras verlo,
descorporizado aprendiz
sufriendo por correr una perdiz en el jardín
o a un ave en su desliz
de designios deformados!
¿Morir? ¿Yo? Puedo. ¿Quiero?
¿Morir? ¿Yo? Puedo... etc.
Mas la crátera de númenes no para más.
¿Es este el engaño, el laberinto, el velo,
el paño perfumado de los idos?
¡Es parecido a un verbo izado
desde el hondo hacia el sinfín!
¡No te atrape, paseante
que de antes traiga anzuelos y el ruin
culto metempsicoso! CXIV
formas de la parálisis. Mas,
¿el fraseo de los cruzados
era la norma, o fue el Hado
bienviniendo a sus soldados?
Yo no sé, yo sólo vago.
Caigo, separado
ya mi cuerpo de yo y mí.
Y es entoncces que digo: así,
es así como nací.
Me engaño, es bien sabido.
Creo, entonces, el espacio
en que el real suceso atráese a sí.
Caigo, despacio,
muy despacio, y encuentro
un encuentro con el pasado
de vueltas que fui. Hay, quizás, CXV
puertas, y un alfil
que a todas las recorre. ¿Es farsa
este decir que danza sobre mí?
¿Es el hondo y taciturno cuento
un espanto y un tormento?
No me encuentro. Sí,
sí me encuentro. No... etc.
Y así yace pendulando
sobre lo que fuera meando
para yacer de nuevo en sí.
¿Sabe que dice,
que hace
lo que dice que hace,
que no sabe mentir?
¡Sabe mentir! ¡No quiere! ¡Es vano!
¡Es vano! ¡Es errar!
Mas, dignos de arrear las nubes,
los cronidas invéntanse querubes
con falsa técnica contemplativa,
y se asen de la deriva de quien pasee su tras.
¿Y este juego de espejismos no es errar?
¡Es respeto a las costumbres del lugar!
¿Cómo cuando invoca rayos
a los dulces transeúntes
del vago monte, lacayos
de la virtud o pericia ajena? El extranjero
de su propia tierra no juzga ni condena.
¿Canta en el vacío su ritual?
Algo diéronse a sembrar
los fantasmas de un niño al que le han puesto
disfraz de creador.
Por eso me encurdo, me aburro, iro
y transpiro del fuego ajeno
que se posa en mi andar. Ameno
canto a la cordura, yo no tengo. ¿Amar?
Pudiera, mas mi lengua ha de sembrar
casuísticas de Caos, mas no azar.
¿Que si sé cómo? No, o quizás... ¡Callar!
¡Debe callar CXVI veces! ¡Debe cerrar
CXVII puertas! ¡Debe parase
ante CXVIII disfraces!
¿Debe callar? ¡Debe callar?
¿Debo callar?
Allá, adonde el río cede,
mueren,
de a ratos, y en vario, quienes suceden
el eflúveo erario del viento transustanciado.
La humedad, el follaje, los horarios.
Las CXIX bestias del total.
CXX minutos luego, nada pasa. ¿Debo callar?
¡Debe callar! ¡Debe errar!
¿Y si no puede? ¡Morir, entonces! Mas,
¿no brilla, esmeraldino, el cuerpo
gaiano, cuando
las manos se posan a tomar las flores
y a servirse ornamentos de Belleza?
Agache la cabeza, ¡huya!
Sino puede. ¿El asesino?
¡Enguye cada decir y trae su más!
Guerras en el horizonte,
como es la costumbre. Memorias
discurren al respecto del hablar,
y desfiguran su sustancia. Teleólogos,
mientras tanto, en delirio
teológico castran lirios
y pósanlos en las ornmentas de CXXI
ecuestres alces de un norte irreal.
Simulacro de espectáculo, ya nadie ríe.
Y la vanguardia siempre es vanguardia
y ésto no es tautología. ¿Elogia
un decir el escriba
que traduce el manto de ruidos
que ocupa las calles simulando sonidos
de ambiente que la calma privan?
¿Debo pedir, reír, decir? Y ésto, ¿qué?
¿Mero vagar el parecer y mero eludir la lumbre
dispuesta por el juego y la costumbre?
Arder en la verdad del viento, ¿para qué?
Hasta los sátiros se aburren, confundidos.
Mas, ¡qué placer del escindido!
¡Silencio, se aturde! ¿Lo grito? ¡Perdón!
Es extraño el corazón y más aún la tenue lumbre.
Silencio, me aturde. ¿Lo susurro, mejor?
Una voz díctame un nombre, y erra.
¿Eso me aterra? No, mas sé
que su sombra juega en la podredumbre
y se acerca a la sed
de quien ante el mar se ahuyenta.
¿Cuentan
CXXII éteres, o quedan más?
Detrás,
la sana costumbre de la escueta
mente que, si siente,
se hiere; si no siente, se hiere,
y cuando miente, no miente,
y cuando no miente, quiere
más de lo que supiera de sí.
Cero, o no ser, no abunde
ni redunde vanamente en el enjambre
de quien durante el sueño diga
que su día lo persigue y pida
un cuerpo a la corpórea hambre.
Y las serpientes, ¿serpentean?
Parecen tener -tienen- humano esqueleto.
Yo tengo un amuleto que he tirado,
porque la supersticia ya no me conmueve.
Mas, ¿se mueven
las arenas del desierto? ¿Es eso verdad?
Si el cierto cuerpo cede, ¿piedad
ha de pedir el yo perdido,
el mí asido
de lo que traiga la etérnea edad?
Mas, al revés de los CXXIII años
que traje de antaño, mejor
supurar el canto menor y dejar que huyan
fantasmas de mí, de mi tierno andar.
Y si me quedo,
ardemos juntos
-celestes
madrugadas del conjunto
nos han vuelto a juntar.
¿Es esto amar?, me pregunto
desvariando en el camino que ando
hacia el súbito arrobo
de la mente que es un pogo
de serena sincronía. ¿Mando
hueste de mí a decir por mí?
También así perecí.
Mas, memorias criptografian
el limbo con Gracias,
y encuentro al fin una respuesta.
¿Está la madrugada allá puesta?
Ya amaneció, lo supe, acacia
que responde en sueño alado,
cuando el único decir es el pasado.
Mas, ¿no este durante un haber
estado en mismo ser
como quien corre por el dado
que la suerte deja ver?
¡No! ¡No! ¡No! ¿No?
CXXIV tipos, o uno, solo,
despídese con dolo que su sien sanó.
¿Acaso Apolo
tenga la visionaria respuesta
de la mística apuesta
que persiste en este hoy?
Yo no me entrego, me doy;
si me usan, sean suyos mis efectos.
Si un cuerpo no soporte, sean afectos
míos que ya han dado ríos
errantes hacia los madrugares, cuando
nada más ando
el sueño, en formas oraculadas,
en pupilas de formas ovaladas,
cual serpiente que repta en apariencia.
¿Son las hadas?
Es la vana ciencia
de los cuerpos, que, paciente
dicta al que siente su espejo
y el nimio reflejo es negado.
Así circula, capital alado,
si el espíritu aun es privado.
¿Es ésto el mal? ¿Cómo pudiera
yo saberlo? Acaso sepa
que entre la estepa
pasean oscuros artistas, y viera
a sus manos dictar la esencia
de quien el no ha negado.
CXXV maneras, encuentro, de pedir
silencio, por favor, silencio.
No me esencio, es que
cada palabra es un porqué
en el nudo atroz de la creencia.
Y, esquizonoico,
yo paseo el mezosoico
y veo bestias de dientes con sangre.
¿Me escurro?
¿A la memoria recurro?
Me aburro y tengo hambre.
¿Puedo huir
del rápido fluir
de los que han creado el mundo?
Tímidos ceros, de furia hilarante
atraviesan el durante, y yo, mudo
-no sea que mi decir póselos acá.
¡Sacá
los ojos del abismo!, escucho.
Me arrimo,
aduzco que no esgrimo
sensateces, y me amucho
en el intersticio que abren los vicios.
Encanten
o no las alucinadas lunas,
¡cante,
trágico hacedor de las columnas
atlásicas que sostienen a los perlados!
¡Hay un sincretizado errando!
¡Hay un anacoreta amando!
¡Ah, es esto el mundo! ¡Qué extraño! ¡Dado,
circunstancie la esperanza
y traiga la curda y su danza
que nos ciegue de lo esperado!
CXXVI ángeles
reptan el cielo, y cuentan
niñerías; mas,
¿quién dijera el tras
que sus juicios inocula?
Alrededor de la mesa, espectan
los que, silentes, circulan.
¡Alguien que los haga gritar signo!
¡Alguien que les saque un designio!
Supracelestes inteligencias,
alguna madera ha de hallarse
en el árbol que al tocarse
siembra a Destino en diligencia.
Hipersticia, ha cesado;
ahora sólo queda el andar curado
del cianuro que la vida también siembra.
Mas, eternistas,
¿no ha quedado pista
de la noche en que la lumbre aterra?
Pudiera quedar pegado
a un juicio cuyo ser amado
es nadie o nada o presencia.
Mas, la tierra, el viento, el agua, el fuego,
¿alquimia y juego?,
¿o real y verdadera ciencia?
Pero el desierto, ¿acaso
no siembre en cada caso
contingente su sapiencia?
Erra con precisión
digitada por la pasión
de la costumbre que lacera.
¿Libertad?
¿Piedad?
¿Para quién? ¿Para la era?
¡Para la era! ¡Para la era!
¡Para los CXXVII discípulos de Pan, silbador!
¡Para los juicios de su padre hacedor!
¿Criptogramas? ¿Anagramas?
Delusión. ¡Ilusión! ¡Pagana
manía del orador!
Yo
mejor me callo
cuando hallo
que dicen por mí mejor que el yo.
CXXVIII días
después de escindida,
el alma parida pierde su razón.
Quien la encuentre, ¡por favor
no recurra el rencor
del sermón de la montaña darle cual si Amor
fuera!
¡Afuera
yacen los démones del cultor
de los sígnicos arreadores que desesperan
por su indefectible error! Supiera
callar, cuando debiera;
mas nos esperan.
¡Vámonos!
¡Vámonos!
Creo que estuve en pasado, ayer, hoy,
y que me invierto si me doy;
y creo que encuentro la voz del coro.
Creo que irrito al decoro
de los planeadores,
cuando simulan sonreír, amadores
de las máscaras y los poros
de venganza dada
en través de la palabra alada.
¿Qué es que dice este cantor?
Creo
que me recreo
con el errar de Amor
en mi cuerpo, si siento
que los gélidos espíritus
eructan su brío sobre los pàlidos
croadores del viento.
¿Acaso
perdió la cordura?
¿Es dura
la grafía del último abrazo?
¿Ver la foto
última y tuya
te ha desesperado? Roto
paseaste, y que bulla
quien deba bullir, mas
escuchaste, detrás,
el asilo de los alienados.
¿Es pérdida
la crucífica y pérfida
costumbre de los amados?
Ya no sé, pernocto,
alrededor del reloj, coopto
a mí de vomitarme,
a mí de acorazarme.
Han sido CXXIX días
en el Ida. Han de darme
una cruz en la que posarme
y la mañana y al espía
que disfrázase de sombra
y para herir me nombra
dándole al viento mi signo secreto.
En el día CXXX me completo.
Creo
oír la náutica voz
que sale de vos
y se asemeja a un recreo.
Creo, aduzco
que no conduzco
al auriga que me trae tu pasado.
¿Corro? Me derrito
frente a la nube que imito,
cuando estoy desesperado.
Blancas
mareas del vado, marcas
ígneas de las arcas
del inagotable y pensado
descubrimiento.
¿Miento?
¡Miente! ¡Miente!
Dice lo que siente.
¡Como el viento!
Mas a veces siente lo contrario
de lo que dice, y cae
en quien sustrae
de su sí algún parasitario
signo que haga pensar.
Dense a pasear,
esclavos del hablar.
La marea
cede, continua,
y los CXXXI sentidos
parecen idos. ¿Nos mea?
¿Nos parea?
Oniria, teja a Tiempo, que si no,
¿adónde estoy?, ¿adónde estoy?,
¿adónde estoy?
El brillo extraño
de los CXXXII hermanos
me ha dado su asiento.
¿Puedo
huir, ahora
que el Juicio de las horas
ha cesado? ¿Puedo
sigiloso preguntar
por qué los CXXXIII
de la suerte han tejido
el revés o el sonido
y muera, tal vez?
Acaso
el dormir ante el ocaso
no me deje contar
quién ha visto por mí el mar,
quién ha partido su fuente
en la mente que detrás
ha sembrado el quemar
de quien pasee mis tumbas,
en suerte ignorada. ¡Destino,
curda de vino no es!
¡Gracia de un dios no es!
Es el humo, que, de repente,
desaparece, y las alucinadas serpientes
se acercan idióticas a cantar.
Si el siseo miente, ¿qué hará
el shsheo, el chistar, el corear
voz que no me deje amar?
Caigo,
es la hora permutada -CXXXIV-
que digita a los astros
su razón. Predigo que sigo
sobre el mismo andar errado.
Caigo,
creo mi andar.
Pasa Tiempo. Es la
CXXXV manía de celar
a quien sonriente se siente.
¿Miente?
No. Tampoco ignora.
Es la fugaz hora
en que la Gracia siente.
¿Se arrepiente? ¿Te arrepentís?
¿Presumís? ¿Eludís
histéricamente los designios? Cimientes
ya son sustento,
y el resto es labor del viento.
Yo
me dejé usar,
siendo el soy, y así
nací,
me digo, enredado
en mi propio delirio aprendiz.
¿El desliz
de la materia no parece sensato?
Es grato
huir,
de vez en cuando huir.
¿Voy callando?
Encallado
en la orilla, un vado
contemplo.
Es el templo del que no hay qué decir
ni hay que decir.
Me templo.
Calma,
al fin calma. El alma
en Silencio se me escurre
y la memoria ya no arguye
que mi decir recurre
a argucias si huye.
¿Caigo
más aún?
La ira
común
es puesta en mí como pira.
Suspiran,
tercos,
lo que el decir este no traducen.
Aducen
simpatías, y el cuerpo
mío siente sus puñales.
Audacia
ninguna.
Es la una
de la madrugada. Las Gracias
ya no están. Las furias,
las moiras, las sirenas,
las alarmas, las alcurnias
humanas, las amenas
simonías de los jugadores
conjuran resplandores
y yo, ciego,
caigo,
mas ya no me enervo.
Escucho
el sigiloso y mucho acerbo
de ruido que el follaje anuncia.
Bestias
se disfrazan de flores mustias.
Si ardo, amor,
no importa; conozco
el perdón, y tosco
me arremolino al Lete.
Es el Este,
su nacedor Febo.
Es Ego
disuelto, entonces
¿qué sentir pudiera decir que hay?
El Paraná
se templa,
y la corriente baja.
Caigo.
Sigo cayendo.
El barro
se deshace. No hay
Ley, acá.
No hay juicio.
Es el piso.
Se deshace. Caigo,
viendo, caigo.
Ya no me importa.
Escucho
el barullo del vario
que sobre mí adviérteme
del infierno que me espera
y no es más que delusión.
Mas, ¿acaso
no es ahí
abajo
dónde las almas se engendran?
El candor
del cenit aparece.
psicodel, sus formas.
La tácita forma
de los dictores del revés.
El través
me invierte
una y otra vez
hasta que

soy arrobo,

súbito

espiral,
errar,

amar,

correr

en nubes de Nada,

en el vacío insigne,

en las cuevas,

en la selva, con las bestias, en la selva,

en el crujido

de las maderas,

en la pradera,

en el mitema,

en la eufemística

corola mística de margaritas,

en el samaddhi, en la gruta,

en el adiós, en la espuma

de una isla,

en la mucha

pulcritud que se asusta

de mí, en la voz,

tácita voz que acelera

el conteo,

y los números
enteros

se fraccionan

CXXXVI,CXXXVII y la cruz,

y el

estigmata,

y las muñecas, ¡tantas!,

CXXXVIII, CXXXIX,

y la cordura

superada, y el intradicente

mandala

puesto enfrente,

y los CXL

diamantes,

y la puerta

CXLI

y la llama plácida de la gloria

suspendida,

y la nívea

aurora de la partida

hacia el CXLII,CXLIII orificio,

tan sutil

que el propio
CXLIV

Kadem

se deshace

conmigo,

y así vuelvo, atormentado, al cuerpo,

y es aún el 2020,

y los muros de Eternidad

se realizan.
Late
Ignorados
cristales. Tiempo
es, y oscurece.
Paz,
oscuraz
de quien se mece.
¿Silba,
acaso silba
la lumbre del alba? Tiempo
es, y oscuro el signo
cae.
El sol
oraculado se sustrae.
Ignorados, crece,
descree
de sí. Armoníza-
se a sí.
Ladra.
Ladran. Ladra.
Arden
cuerpos bordeados de Sino.
Indeterminio,
insigne indeterminio:
una balanza.
Es justo.
Inanecemos. Es diestro
el arte
maestro.
Crece. Cae.
Oscurece.
Llaves, Tiempo,
Nada.
Mas,
de repente: Abismo.
Erran por él.
Voliciones erran por él.
Cortan
las balas
sienes, futuros. Nada
importa ya. Carecen
de cierto. Cruz.
Allá en el domo,
allá en el péndulo,
allá en el chiste, en el juego.
Pus
aromando humanidades.
Luz
artificial.
Sol, por lo tanto, ¿para qué?
Oscurece,
porque los ojos quieren;
ojos
sobre ojos,
sí sobre sí.
Lenguas.
Hablar de lenguas.
Dramaturgia de la conciliación.
Líneas
de historia para llegar a
Clio.
Silencio, luego;
menor y falso silencio.
Falaz testigo,
hiede.
Actúa
en pensares, sin embargo,
de actuar duda.
Bien sabemos, eones mediante,
alados pensares, blablabla.
Mas,
¿no se inscribe en la materia
persuasivo
Destino
que curve en sí a la solitud
del ausente cálculo?
Tempestades de
prolegomenitud.
Falso ecumen, diferenciando;
falsa diferencia, retrotransgrediendo.
Real,
entonces, ¿qué?
Silencio,
omnipresente.
Un cavernícola, aburrido, en Catatonia,
cosmogonizando.
Luego: esto.
Fantasmas y espectros y sombras de
Tiempo.
Augur.
La memoria, símil.
El numen
recién fundado,
aún fundiéndonos.
¿Haber ayer? ¿Cuándo?
Sigue oscuro.
Oscuraz Eternidad.
Dios de oriental cero.
Dios de occidental uno.
Pendular
la calcárea claridad.
Cuerpos enterrados,
aún presentes.
Efectos permutados.
Materiales efectos de materiales cuerpos,
persistidos.
Materiales efectos de materiales mentes,
noosferados.
Calco del cielo,
oír el rugido de la tierra muerta;
sembrar
falso renacimiento.
Metempsiquia:
simoneo de espejismos.
Símil sobre símil,
verosimilitud.
Cuerpo uno
asido del grotesco
ruido.
Crepitar de las serpientes,
sigilosas.
Pies alados, pieles
reveladas.
He la fundación del numen:
nada.
Y el respetuoso silencio de los idos.
Oscurece, todavía;
mas, no he la
luz ni el verbo.
Maquinal verdecer del follaje.
Morir,
gajes del oficio.
Nacer si se es desclarado culpable.
Hablan de una crucificción.
Hablan de un revés.
Mas no he
el verbo, aún, ni la luz,
ni el montaje.
Y la sucesiva
aurora,
no significa.
Sangre calcificada.
Gotas de perlas aladas.
Hablan de tres joyas,
mas no he la
mente, aún.
Muertos,
todos muertos.
Alguien el mundo ha fundado.
Devenir aparente
-Caos-dado-movimiento.
Y capitales fundan arrobamientos.
Mente-una, aún cero,
miente. De lo contrario:
siete puertas de Catatonia,
abiertas.
Nadie muere,
y no el figurado Nadie del astuto
por venir.
Así se funda una finitud.
Sin embargo, aún oscurece.
Hongos
de claridad,
y el filo de las atenciones.
Se perciben.
Se tocan.
Se envuelven.
Hongos
de claridad y el tras
del tras del tras
etcetéreo,
hasta la oscuraz locura.
Llamarse a silencio,
llamarse Silencio.
Un cavernícola cuya curva intención
persiste.
Intenta volver de la inefable
pus.
Se ve aún morir, ser matado.
No tiene pasado.
Por donde pase,
siémbranse cruces.
He la fundación de los espejos.
Eternismo, al realizarse, muerto.
Cero.
Oscurece, es la mañana,
el falso sol,
y la ventana muestra peces. Atlantes
vienen de antes.
Persisten, jeroglafiados,
sus juicios.
Escamados,
huyen.
Han de no
volver.
He la fundación del libertador no.
Esclavismo hacia mañana,
cuando sea siempreoscuro.
Dioses
extrañamente humanos,
cavernicolizados.
Vicios de la visión.
Misiones: sin pasado.
Oscurece aún, y ya no se puede
fundar Historia.
Sobredosis de parásitos, piramidados,
con intensidad
decreciente. La luna,
enfrente, siempreoscura.
La muerte: un sueño de la locura,
recién fundada.
Fundidas las arrobadoras gemas,
queda la cadencia.
Glosolalia fundadora
-lleva su ciencia {mejor ignorarla}.
Cuerpos persistentes: memorias.
¿Confusión?
He la fundación de la pregunta.
Consiguientemente, el terror.
Libertador no, invertido.
Cadenas de oración.
Hablarle al viento.
Literalmente, hablarle al viento.
Mas, no he aún
ni la luz ni el verbo, mas
he la pus
pre-etérnica.
Guerras de fundar
dopaminergia.
En el remotísimo pasado:
alguien crea
la lanza.
El espacio de Destino es augurado.
Los cuerpos,
así,
codificados.
Abrir las aguas,
que ya estaban abiertas,
y esperar la primera venida,
que es segunda,
por lo menos.
Consolarse,
he el nacimiento de la lágrima.
Suspensión,
teleológica, planificada,
de la presencia.
Animaprehensión.
Emerge,
Abismo, de sí.
Bilocación y espiritismo gradado.
Trilocación, cuatrilocación, etceterismo.
Inconcebible-
mente, aún oscurece.
Avizorada libertad del horizonte
acércase.
Es un gran, inmensísimo
no.
Falsa y común y útil cordura.
Quietud,
profana quietud contemplativa,
nos llaman a actuar
sin verbo ni luz.
Improvisaciones, por lo tanto.
No te enamores:
las aguas divididas:
dos, cuanto menos.
Fundador, ¿por qué nos hemos abandonado,
si nadie muere?
¿Acaso no es contrario
a nuestra
vaga intuición conservadora?
Crecen
guirnaldas plásticas en frentes orladas,
a nuestro derredor.
Oscurécese
el cuerpo conjunto,
aceleradamente.
Mueren
peces juzgados,
en juicio de humana
antigüedad.
Hojas
caen, descreen
de sí.
Fundador no:
ha vuelto el puñal,
ha vuelto el puñal y carga
propias entrañas.
Amor,
implícito,
se enajena.
Corre la eterna condena.
Realizado,
cesa.
Una sien gotea icor.
Muere, nace,
parece que muere,
ya no tiene razón para nacer.
Oscurece
ya sin verbo, luz ni piel.
Los cajones de cedro
se disuelven en saliva de miel.
Placeres alados,
inconmutables,
y la incomunicable gota de maná
en el cráneo,
en través de los canos cabellos.
Y la muerte, muerta;
mas he el terror de la finitud.
Corpóreo,
el arroz hiede.
Teje, tiembla
de infinitud el asesino.
Realizada la culpa,
el cavernida no tiene tiempo
de purgar -no tiene verbo o luz.
Sus eternas heridas supuran.
Inteligido, no semeja;
el verso primero: engaño.
Inteligido, el paño
lacrimoso llénase de antáñea
multitud.
Sus sanguíneos métodos
afuera sangran.
Es la madrugada; oscurece.
Los perros ya no ladran, carecen
de decir, aún; y mordaces
cubren su trance con éxtasis ritual.
Del manantial huyen los peces.
Cruzan, taciturnos, dos
que críanse nocturnos; los pianos
ya resuenan -¿quién los comprende?
Despliégase la arena
sobre el níveo ayer; cazan
columnas heráclidas, y
cíclopes guturean. Es la noche,
es el día, es la tarde;
he la fundación del tres. Helos,
a nosotros, dispuestos
sobre un jardín de madreselvas.
Las bocas abiertas sangran, y fluye
el arbritrio cual guirnalda; alguien
escucha; aún no es verbo, ni tiempo hay.
Las araucarias se despliegan sobre labios
hacia arriba tendiendo, como el fuego,
como los sones del trueno que augura
la mañana pura en que húndese Febo.
Hay cuerpos -distinguidos, determinados-,
hay su hedor calcáreo de huesos hiriendo; he
la mañana entera, mientras las ninfas sueñan
cantos de inocencia y voz de antaño. ¡Cantan!
Mas es mera melodía, mera melodía. Formas suyas
no supuran sobre el curso de las horas,
y mientras resuena la marítima querella, el arte estalla.
Todavía no hay signos, todavía no hay simbolería
y la cursilería de Amor se abre entre razas
al sucumbir de la fértil caza en acto por sí y en sí actuado.
Áneros, el desheredado, ha cuidado de que el limbo
sea puesto sobre el siento y sean siendo los amados. Ríen.
¿Cantan los que piden o cuidan al sol de los querubes amorfos
que regurgitan el cuerpo que se esconde entre las hierbas? Hebras
de la futura Tebas ya se alzan. Cabellos hesperídeos de inocencia
sobre la noche se alzan. Es la interna amenaza de los días.
Es la interna amenaza de la noche eterna.
Las cabezas corren detrás de los pies. Los pies se alzan
-rápidos, constantes, continuos, disonantes. Y los ojos no alcanzan
a contemplar la rispidez del verbo azul que llueve sobre el páramo.
Caridad de las estrellas aún nos abraza; y no dicen, todavía no dicen.
El ente derredóreo estalla en su hermosura, y calla
para que no mueran los que escuchen el sutil murmullo de las auras
plandeciendo cual horizontes que oscurecen cuando sidos
son los corazones aspersidos de la viva entraña,
mientras el alma yace en olvido y ordalías
son izadas -en forma de danza y par de miradas que se encuentran
sobre el éter indeterminado, mientras las lanzas
los costados van buscando, mientras los dardos vuelan
como moscas entre las sienes que se esperan.
He la fundación de los hilados pandemonios, adonde los niños
corren del estertóreo pánico de los reflejos andróginos
que cubren el exógeno canto de las sirenas; y las sienes amenas
cúbrense del cristal que oxigena la res serena. Pero es tarde,
y oscurece todavía. La voz cede, sin sino. La guerra es engendrada.
La luna se intoxica de reflejos, mientras, con canto distinto,
corren los jacintos sobre el mar de las serpientes. Arrea
el Cronión las nubes, y la respuesta es sino; mas
¿cómo pudiera el vino deshacerme del pensar? Azar es hecho
con el canto maltrecho que en llanto se vuelve. Acaece
con sutileza la marcha de los días, sin embargo,
Febo desaparece; es el momento perfecto para morir en paz.
Cuento esto mas sé que, aun sin verbo, es común
el agua que de mente a mente va a parar; y si me consigno
simpatía es desidia, y es de más. Pero no me contradigo
por amor al lío o a los nudos o al disfraz -se me escurrre
la dicción por los dedos y repiento
de haber pensado un segundo atrás. Tiempo, aún distante,
innacible, pasea las cabezas; y estallan, como cleros
que se inscriben en sus signos, estallan. Mendigos
de un gutur, albean bajo la sangre que chorrea
cual lágrima o augur; mas, Tiempo, aún distante,
estalla. Y he el día primero. Los reflejos
del espejado cuerpo de los astros se curvan
sobre la marea joven, mientras urde
conjeturas al respecto de los dóndes y las uvas,
y Baco arremolina las costumbres en delirio.
Los lirios del páramo huyen; bulle
la delicia del fin. Luego, sucesivamente,
la eternidad se hace presente. ¿Termina,
puede que termine este día, de repente?
¿Cuál fuera su designio? Marcas
en el áureo lienzo estampa, y sigo
su jeroglífico en fortuna que me escapa.
En el valle de los ecos cantan
las sirenas de bomberos y las ninfas,
y la fuente se deshace en el éter. ¿Sube
el estero hacia esto, cuando cuento?
Repite que me cuento, que repito.
Muero ya, y aún oscurece. Luces
de ignominia se hacen presente.
La sutil luz pura se escurre
ante mi panídeo aurolar
nubes de haber pensado
y a la materia curvado
con un retazo de juego.
Niño, todavía, oscurezco,
escucho la voz guía
de los innacidos.
Repiten el decir conocido.
No hay verbo, no hay luz,
y quizás no los haya. El común
canto de curda se me ríe
cuando busco la cruz
que persigue los efectos de haber sido.
El acto acaba en farsa, y los rostros idos
vuelven, con cráneos sangrados
colgándoles de las manos. Son
deidades del Bardo. Ha pasado
tanto sino, y sin embargo recuerdo.
Cruzo frente a los amos y los muertos
y gritan en amor desesperado,
mientras el frío del Lete se esparce
sobre el trance tibio que hace las paces
consigo, y así se deshace. Huyo
hacia la oscuridad que conozco. Yazco
como un pez en el térreo Hado
y en los suelos voy dejando escamas.
¿Cuelgo sobre mí sus artes,
sus emblemas, sus retenidas
manías de alma penante?
Oscurece todavía, y el oeste
canta del fin. Crían
niños de pensares, y nacen;
se hacen cuerpos con cuerpos,
se hace del sol un astro; nace
a decir del fin, y, sin embargo,
su sí ya no se ase
a nuestro común decir. No hay acto
que haga el verbo, ni movimiento,
ni desesperar; es el auriga
quien despliega sus lazos sobre corceles
mientras las mieles del Edén nos niegan.
Y entre las cuevas encontramos
artificciada paz. Las hadas
plandecen con perlas escupidas
por la fuente de la muerte euripídea
-habla sin decir y dice más
de lo que se quisiera oír. Caigo
sobre el pavimento. Sé que miento.
Los cartílagos se rompen. Encuentro
a mis dedos bordados en alquitrán.
El cuerpo se ha dormido, yo con él
no. Acaso sea el que se hace
con lo que sus artes pasen
de allá hacia acá. O quizás
la lluvia ceda, y el autómata
contemple la marea en autista cero.
Corro. Ya no hay hambre,
desesperación, miedo o quizás;
el entero mundo nuevo se disuelve,
como dientes de león frente a alisios
del real sacrificio, se disuelve. Cruzo
el oficio orante de los matemas.
Números arden. Todavía no dicen.
Señalan del indeterminio los conjuntos.
Es el primer día y no cede la vista.
Los horizontes me encuentran; plácen-
se del decir sin cordura. Ataduras
las auras de los ángeles llevan.
Juzgan artificial la condena.
Se elevan sobre la tesitura
de los signos, y contraen
al múltiple espíritu. ¿Finitud?
¿Quién pudiera tenerla?, se preguntan.
Uno tras otro, caen. Se despliegan
sus obscenas virtudes. El escenario
es la tierra, con su magmático corazón.
Adiós será el decir de quien tras mí venga.
Me suplico a Silencio -mas no llega.
Las orillas se escapan, el mar
se ensancha, los ríos se sublevan
y el vapor sublima la primera tormenta
inacabable. Todavía
llueve suya vía hacia los nadies.
Es la quietud del primer día, y se suceden
las estaciones. No ha muerto
cuerpo alguno, y el decir erra
como un flecha que no alcanza el intersticio
en que arde como vicio el alma y pena.
Caigo entre los pliegues
y los matemas, y espero; todavía
no tengo signos suficientes. La calle
no calla. Y es oscuraz su destino.
Ordalías se trenzan
de las bocas que se llenan
de verosimilitud. Escucho
el decir mucho que a nada llega.
Crío, entonces, confusión.
Río maniáticamente, el río
me envuelve, y a Amor lleva.
Todas las estrellas urden
su sublime cimiente sobre el cuerpo
espejista del Paraná.
Cuerpos lleva.
Cuerpos lleva.
Oscurece frente mío,
detrás mío; es mi condena.
Me ofrezco en sacrificio de Silencio,
y nada cambia. Es la tísica
luz que se nos niega, y falso tiempo pasa.
La eternidad enferma se pliega.
No nos deja yacer
en su sutil casa, y las columnas
de Destino se alzan; alguien
cubre los caminos que llevan hacia él.
Es su pena; arde, mata, muere
falsamente, y de repente, amante
de yacer en nubes arreadas por la suerte.
Es el primer día, oscuro; no tiene nombre
ni carga sino, y no parece tener fin.
¿Ahogarános -ahogaráme- en su ir
sobre sí como un círculo eterno?
El bálsamo de la tumba no me es dado.
Los muertos pasan errando, y cantan
al respecto de la danza que los trae
hasta esta sima. Arden
sus égidas, broncíneas, carmesíes
como dos bocas farsíes que se dicen
en revés de la costumbre ya fundada.
Y sin embargo
la lumbre no se hace, y los segundos
son mera palabra. Ascuado
por el sol negro del Hado, encuentro
mi eunuquez; voy
de costado a costado, y escucho
como el vario cuerpo en que me amucho
anuncia su devenir. Mas, es oscuro,
más oscuro que esta oscuridad fundida
en la Nada que es prisma y metamorfia.
Simoneo para que erren mi costado, y huyo
entre el follaje de la selva, inocenciando
mi voz errante que no tiene después ni durante,
y puro pasado va fundando. Abismos
de cordura se han hecho
con mi cuerpo maltrecho; yo voy cantando,
y las bestias se asen de mi resto y cuento
de esto a quien pase volando
sobre mi andar por acá, por allá,
mientras puertas se van imaginando. No se hace
la lumbre de la huida última. Es el placer
de ver al cuerpo ceder agonizando
el que me mantiene andando siempre igual
lugar en que no soy ni escancio. Lleno
de fortuita certidumbre, voy coreando
lo que aladas cerezas van dejando
en mis labios que serán dedos. Antes
de que dígase mañana, caigo
sobre la hierba, y la tierra me abrasa.
Su voz se esparce, silenciosa, sigilosa,
y el murmullo de la brisa posa
sobre las hojas de ombúes y araucarias.
Me espanto ante los sidos,
pervividos en la memoria, con huellas
de la querella que en viva voz
estallan. Mas no es el verbo, ni la luz,
y oscurezco
cuando me aparezco como un soplido
en la mejilla de quien se pliegue
sobre mi andar el circular día.
Toda la tierra, ¡nuestra!, cenit de falsa luz.
Los árboles nos esconden, a nosotros
que en expuesta piel vamos detrás
de animalia en busca de vida. Andan
las mejillas acariciadas encontrándose,
amando vamos el mismo lado. Pido
quietud, y la consigo. Oscuridad
total, y el movimiento de los pensares
es visto. Los cuerpos
inertes se detienen como el hielo de las fuentes.
¡No habrá mañana!, escucho gritar
a los que se escurren de mi decir. Y los abrigo
con la cadencia del sonido, mientras las musas
frágiles quiébranse ante la fusa del infinito dentro,
con el sempiterno conjunto divisible.
¿Es asequible volver a escapar? Me asqueo
de mi pasear el suelo. Escucho, también,
llorar de desconsuelo a los que despiden cuerpos.
Las almas bárdicas esperan que les digan
cómo volver o huir al día
de la luz inicial. Caos en el numen, ignorrío;
nos quema el juicio de Destino -como humanos
olvidamos el esquemático conjeturar
y lo asumimos verdad. Veracidad se alza
de su sillón, triunfal; se ha escondido
en los decires, y pierde el hilo
de los que huyen del castigo
de este eterno día volver a andar. Así,
dados a nacer de nuevo, nos es perdonado
el error; y la noósfera se afirma
sobre la nada misma que le sirve de disfraz.
Esquizoidal, tiro los dados; dan indeterminios.
¿Cómo saber, entonces, si es o fue ganar?
El pasado se arrepiente, y nos dice ya;
mañana encuentro, inverosímil.
Cruzo con los reptiles sobre el mar.
Cada vez más ensanchado, se deja nadar.
Sabe que es vano,
sabe que cada brazada inocente es vana.
Aguas vivas brotan de las orillas,
y las piernas y las manos van quemando.
Masoquistas, nosotros, seguimos,
aun sabiendo que se escurre a siempre allá
la orilla y su imagen y su tras. La selva
brilla de corales; el musgo
sube de la humedad hacia las copas
de árboles izados por artesanal
caos mundanal que su natura expresa.
Repite que es su suerte y nada más.
Repite que se miente y nada más.
Amanece falsamente, encuentro a alguien
que dice que su nombre es Nadie,
y así engaña a Cronos. Éste, seducido,
entrégale un Destino. Lo esperan
hilos que se deshacen de oscureceres.
Yo sigo por los mismos pliegues
de la tela inacabable, y el telón
se abre. Hay tragedias
escritas sublimemente, y está
esta, mi absurda histeria, bordeando
las aguas blancas de nubes hechas.
Y así me voy arreando, solo, mas
ocupado por alados pensares, y contando
que no sé qué me espera en aquel lado.
Sin embargo, me detengo; pataleo,
como un niño berrincheando, y escupo
sobre mis pies arrugados. Escribo
signos con lucinios y no llegan a cuerpos.
Los regurgitan, y sus pensamientos
Loxias justifica, mas
no debiera ceder ante la serafínea espada
que justifica la línea que separa
decir de decir en símil esmeralda
de voz helada ante el astuto que ante mí
engaña a Destino, y muéstrame
lo que soy incapaz de comprender.
Oscurece, se alzan las estrellas
por mera contigencia simbólica, y,
desnudo, encuentro el mudo mí
que se niega a pedir ayuda
-¿quién supiera qué dijeran realmente
las hadas, y en ellas confiara?;
¿qué musas innegables trajéranme
el antes inmutable que aún persiste?
Mas es el día único, y rúnico se despliega
sin cambiar su gélido temperamento
y dibujando en las escamas el reflejo
de la transparente agua que es espejo
para los ojos que vense por vez final. ¿Es esto
el mito?, ¿ese del que han dicho eras pasadas?
La luz no es, y no podrá ser; y el verbo tampoco.
Purgo entonces mi condena en este decir. Ver
a las mentes alzadas del fondo a respirar
la brisa fugaz y salada de los océanos
es una gracia que me es concedida
de forma repentina. La nocturna
naturaleza me es cedida; su genio insigne
permanece en las urnas cinerarias.
Alguien ha de haber huido, porque
solo me sé ahora, y sin por qué. Mas, sigo.
Me persigo en las palabras que no actúan.
El cuerpo sus restos evacúa, y la piel estalla.
Barcos encallan en espejistas islas.
He el falso eternismo fundado, sammádhico.
He el amor de haber estado, y haberse placido.
Alguien que descifre a la memoria los traerá
con mismo cuerpo en mismo viento, y serán
usados para el fin del oeste. La luna
retrocede, asustada; el sol se llama
a nacer. La espera es satisfecha,
mas ya no somos cegados.
Los calendarios son quemados, y las estatuas
se derriten. Los teléfonos compiten
por quién ha de persuadir a tantos
que su suerte sea encanto de sí mismo.
La mano que lo elucubra calla,
sabiamente calla. Corro sobre aguas,
esta vez, de vuelta a la tierra dejada.
El follaje de la selva me engarza
con los augures de aves y de caza
de mi sí en el apolíneo templo.
Cuando lo encuentro, se invierte; heme
entonces puesto en los bordes
de labios ajenos, escupiendo insensateces.
Se ríen; sensatos. Verdad, ni luz, ni verbo
son dichos, hechos o fundados por mí.
Me arroban las musas y me escapo
en busca y desespero del imposible Amor uno
que anhelo y se me escurre entre recuerdos.
He amado otros cuerpos, algún alma; ahora,
cada vez que intento cerrarnos en solitud,
me invaden. Perdón, mi errante
canto se escribe por sí, y, yo mediante,
voy contemplando mi futuro signarse
sin saber qué será hasta que ya es tarde.
Las pitias glosean y pitan de locura certera,
y los elementales dioses se laceran.
No ha sido culpa nuestra esta suerte mía.
Perdón, mi roce trae angustia
de haber ya existido; y conozco
los nidos en que el ágape de Uno es conjurado,
mas éste no arrímanos luz y verbo.
¿La verdad? Implícita, y mi lengua que arde.
Ya no se entiende -jamás fue entendida, por eso
sé que decir esto es clara actitud suicida.
Cavernícola de actos simples, voy la tierra
paseando, con el arco y la lira de gutures llena.
Cuerpo lleno del afuera es fundado, ¡qué tormento!
Y un rayo del Cronión ésto confirma. Armas
me son dadas, mas no las uso. Escúrrome
entre los pensares vistos, y desisto
de inmiscuirme; mas, vistos
por mi cuerpo circunstante, su natura es alterada,
y la histeria sublimada me llama a yacer distante.
Perdón, amor, el mar me lleva, y no me ahoga,
y lo sé sueño; entonces húndome y respiro,
si su materia es de Oniria,
la que curva los sentidos. La pira
de sacrificios de mi cuerpo ha sido vana.
Huyo, y esta vez en desespero. Subo
a la copa de un árbol, y la muerte me espera
nuevamente. Su forma es de araña, y mis ojos
no la ven. Mas séme muriente, y me dejo matar.
Me dejo usar, común demente. Y las voces
de los cruzados me guían de nuevo acá.
Días que son palabras y reminiscencias luego,
ardo en mismo fuego y ya no sé cómo escapar.
Ahondo en la tesitura del lienzo que estalla,
con la marca bordó del fuego infernal, estalla
mientras los démones en sus argucias tallan
la cruz del corpóreo tormento que otra vez me halla.
Cruzo los pies, me arrobo, me descorporizo; piso
mi boca, no la dejo decir nada; y el pensar halla
la lóxica lumbre dispuesta del allá, y de lejos me hiere.
Mas no la puedo anudar al acá común de los cuerpos sintientes.
Vuelvo a fundar la lágrima, y esta vez en es en mí ajena.
Vuelvo a fundar la oscurecencia, y no puedo ya decir.
Caigo, encuentro hipostasiado ya suelo alguno, y ayuno
para que las visiones de campos elíseos muéstrenme el lugar
adonde he de descansar de este recurrente repente.
Agacho la frente -no soy digno. Sin embargo,
Baco, orgiástico, llévame a sus placenteras fuentes,
y el amor hago sólo en sueños.
Doyme a dormir el sueño de la conocida muerte.

Dueños de mí, tállanme


la palábrea cruz. Ésto ya lo he visto
en otra era, en árida tierra,
con pilátea costumbre de la simbólica higiene.
Y el común cuerpo de afuera me juzga indigno.
El día es el mismo. La tierra es la misma.
El dios proscripto desespera y no completa
su verbo ni su luz, y se entierra
entre los recovecos de las mentales astucias
que sostienen la argucia de la materia y su teleológico
devenir hasta la libertad del lógico
desplegarnos de nosotros hacia nosotrros mismos.
Mas los símbolos hannos predicho,
y si sólo fuera un bicho que supiera leerlos,
y nada al respecto hiciera, no cumpliría
con la orden inobjetable de a Destino matar
con su propio genio, el que descubre que es igual
mañana al pasado indestructible que sus hermeneutas confunden
y vuelven a fundir para que se aparezca distinta
la misma mañana misma que desde siempre sueña
el huir, sólo para que luego, libremente, decidamos volver.
El cielo celeste deja a la luna persistir, y oscurece
nuestro juicio su presencia en este camino
hacia el caído vicio de persistir en res
sanguínea que su mente embarga
por un trago de calma y un éxtasis ocasional.
Perdón, amor, sé que miento,
mas no puedo más que errarme hasta que el fin acierte en mí,
y lléveme y pueda,
sin inmediata presencia de los signos, pensar
cómo irme y regresar
a la oscurecencia que la ciencia nos dio a fundar.
Este idilio, amor, no será; mas el fantasma me anima a andar.
Perdón, amor, soy idiota, cavernícola, y me arrastro
sobre la tierra seca y sobre los campos de lavandas cubiertas de rocío
y cual muerto voy por un río que me es extraño en esta vida.
Mas te recuerdo, y me estremezco, y ceso de cantar.
Las calles, llenas de mimbre, y tus ojos
que se aparecen de cualquier objeto que me niego
a contemplar, y así repliego
su revés en un andar
ciego las piernas que llevo,
cual si ya no fuera yo quien dirigiera su andar.
Pensando
caigo, en la trampa de los signos caigo,
y Silencio se me escurre en un temblor
de miedo ante Amor, el indecente asesino
de Destino, que da el azar.
Pensando
caigo, me encuentro entre los vagos
signos que llueven, y te envuelven
en mi andar la invisible
urdimbre de los sinos que se apareccen con tus gestos,
y yo recuerdo aquello, y hoy se hace, y ahí te digo;
mas, ya no sé, quizás
no quieras escuchar -es sensato,
lunático soy y cual luna te he dispuesto
en este decir de símbolos y de roces de mi piel fugaz,
mientras acuéstome a soñar
lo que no ha de ser jamás,
excepto si tu cuerpo y el mío danse a encontrar
por la moción de los persuasivos
signos del allá que nos junta en el andar
nubes de signos,
nubes grises del doble río,
adonde reímos y fluimos y las máscaras
se derriten, y puedo ser
el mismo que esto dice, y puedas ser
quien sea que seas -yo no vi
tu verdadero rostro ni tu verdadero decir.
Mas oscurezco, y me pierdo
incluso de esto, que en un rato voy a olvidar. Muerdo
las miradas, y recluso de los husos
horarios, me pierdo. Es el hueco, la escolta de las moiras,
y las furias con la boca hinchada, en forma de andamiaje, riendo.
Son las ninfas, las sirenas y la multitud bacante de sus sueños,
mas no es mío o juego con el filtro de los cielos
mientras caigo en desespero y la voz pierdo. Nace
esto, cual si fuera voz que dejo; nace
y pierdo el tiempo, mas aún la luz no se hace,
aun el verbo no se hace y sueldan restos
de certidumbre con verdad -la falsa lumbre de la seguridad.
Pierdo el tiempo, y es gran fortuna; las ataduras
me sostienen, y el barro del fondo se detiene
sobre las manos que lo moldean. Ciego, erro; recuerdo
la voz suya que cruzaba el puente. Cierro
los ojos -es vano, lumbres deforman y cuencos se asan
en las brasas del verano ardiente, mientras
los dientes se anestesian o se salen, cual un niño
que recién nace. ¿Es este el desesperado?, me pregunto,
y doy dos pasos al costado. Me acuesto
sobre el pasto, pienso. Nada de esto es sensato.
Es sensato éste pensamiento. Me retuerzo. ¿Concuerdo
conmigo alguna vez? De ser así, ¿qué movimiento?
Ninguno, Nadie responde, mientras el mar
lento se lo va llevando, y acarrea
las uñas de la esfinge clavadas en la espalda, cual si dagas
llevara de una futura muerte lenta. Mas no es mañana
aún. Oscurece. Oscurece. La llama descree
de las esmeraldas que se placen con su reír aparente;
y leones arden y las gacelas mienten y reses arreadas
se arrodillan a contar las guirnaldas del cronida
que vístese de vista y acusa a su nada
de matarse cuando nada sobre las frentes aspersidas.
Los suicidas se recuestan -yo entre ellos.
Corro en través y muerdo y me deshago
los anzuelos; y los huelo, y siento
el hedor húmedo del suelo tras el rocío. El umbral
de la cordura aún no se ha fundado. Fundido,
caigo -mi bronce bárbaro se despereza, y yace
tendido en el trance del momento sagrado.
Luego, artilugiado por dos manos, una,
me alzo como estatua o portarretratos
o espejo, y oscurezco otra vez más, y la noche
siempre de lejos trae su eco, mas cura
su mácula, y supuran las heridas sagradas
de las almas que en égidas negras se ocultan.
Puertas vivas, lenguas corriendo; torcidas
manías del viento, mientras encuentro
besos de otra boca y oraciones sobre la mía.
Se lamen dos gatos, aun sólo imaginados.
Se escrutan. Escuchan el salubre
coro de garabatos que los oculta.
Es el norte, jeroglífeo. Es el suelo
de hierro hecho y al hierro yendo.
Sueño aún, es pasado; soy
la mano que encuentra la mejilla.
Acaricio las pupilas con lucinios.
Callo. Me estremezco. Estallo.
Belleza, amor, tender al Hado
mientras los cuerpos brillan y la voz
se abre en dos mientras su revés es usado.
Corro, Tiempo se acerca -carga
la hoz, la guillotina, la guerra. Se escurren
los súbitos árboles por la oscura altura
adonde el espacio es inoculado. Es libertad
de allá la que yo canto. Y no hay luz
ni verbo ni pasado que no sea mera
metáfora. Desespera -dígole, diciéndome
a mí en su través, y así usándonos. Cuelga
su cuerpo de la calma fortuna del sereno río.
Yo río, mas ignoto y lunático como un ascua
que del cigarrillo va a parar al dedo,
y así voy errando. ¿Escucho? No paro,
¡corro! Mas, callado. Y ardo
sobre mi inocente caldo de sortilegios
con el privilegio de morir en paz.
Tengo un as entre los dedos -ya fui muerto,
ya fui ido, ya no siento
mi cuerpo, ni soy a mí parecido. Huelo
los jazmines de otras eras, y similes
reminescen a este que crece
de las pálidas mejillas. Asqueado,
encallo. Es falsa la orilla.
Es falso este canto.
Es falso este día, y no termina.
¿Me apago
como una vela entre los labios?
Resabios de costumbre quedan,
y otra era se me acerca. Aquel sido
lugar en que caminaron anticuados
logogistas con las huellas del encanto,
¿me ha sido dado? ¡Miento!
Por supuesto que miento, mas, ¿ficción
fuera, si no? Me espera
mi alado cuerpo en la pradera.
Caigo, es la maraña
conjetural que tejen las arañas.
Como mosca, soy lacerado
por venenos. Es el Hado.
Hay calma, frío, y cuerpos
cantan comedias,
cantan felices comedias.
Una alada mano se acerca. Aserra
muros de árboles talados.
Las ranas croan, y el poeta
desciende por saber qué coreuta
ha dado mejor respuesta al polemos.
Es incierta la cofradía. Espectan
lágrimas puestas, llaves,
y nos encerramos. Reímos, también
de la musical gracia de los astutos
astros que escapan dando sustos
a quien de errar pierda el mundo.
Mudos nudos de tierra
se abren. No es la guerra.
Es un mensaje, sutil mensaje:
luego de sido, lo mismo.
Homeridas cantan y no hay olvido
todavia. Se piensan, nos piensan
mientras dura la vigilia del único día.
Escapo, me encierro. Me aterro.
Me inoculo el panida indeterminio.
Escapo del dominio de la piel. Tiemblo.
Amanezco. Es un lugar extraño. Oscurece
todavía. Me disfrazo de paz, y llevo
bífida lengua y espadas y disfraz
de transparencia. Escupo a la ciencia.
Iracunda, juanina, trasciende; olvida
mi decir, olvida este decir. Circula
la pústula que augura la peste
y el cuarteto ecuestre del fin.
Verde caballo que tiende al este, ría
mientra sueño. No me vengo
ni de mí ni de la crucifixión. Doy
canto de pasión y patetismo
-lo mismo son, lo sabe el hermeneuta
al que animo con falsas diferencias.
Erro, me lastimo. Siendo uno,
a vos en mí, voz que anda las cimas.
Una rima nos suelda -es tu andar
mi boca sin cesar, como una manía.
Muero de nuevo; cero
se arremolina, y nos llueve encima
el oro hesperídeo de las abejas y las simas
por las que se avizora el odio y la huida.
Esta tierra, nunca mía, dice suyo
a quien la pise. Rie, se esquicia, dicta
su voz invicta la tragedia. Esquiva
cada recta flecha de Espacio,
el insondado. Recurre su mente alada
hacia el verde de los campos
y al silencio de desiertos fundados
para bien nuestro, atormentados.
Cronión escucha. Augura
futura simonía de espejos. Es la ducha
moderna, de agua tibia y agua fresca,
de voz encima y vos envuelta
en el numeneo del alma siempre tras
de sí, tanto que el cuerpo no tolera
el horror real de haber llegado.
Crezco, oscurece. El sol negro
arde en las alturas. Y, abajo,
reyes sincronizan cuerpos;
así hemos de amarnos, engañados
por conjuros y por reses a placerse
entregadas. Un hilo de tortura
a mí dejo, en el fondo del espejo,
así quien me pasee deba huir,
o deba engañarme, y luego
cruzar el fuego blanco del etéreo Ida.
Bestias derredóreas, voz que pernocta;
sueños que se urden de este decir,
ya, en este ya, incluso antes
de que reales ojos alcance,
incluso si ojos no alcanza. Danzas
de bacantes en el abismo. Y ritmo
de substancias siempre curvas.
Ácido de oscuras serpientes. Oscurece
y la bruma el horizonte ofrece.
Bocas ardidas se retuercen,
usadas por las bajas formas
del amar en humana norma,
sin la curda escamada de Áneros.
Cráteras de vino abundan. Hiedras
suben por las piernas. Amanece
etcetérea vez en mismo día. Nadie
se corrige, y urde rumbo
a la desidia su maniática codicia
de libertad -ah, tan vana
ansia que agujas escancia
antes de que el arte dénos de nadar.
Florecen sándalos, fluorescen.
Es el hoy, insigne, y la tumba
total se muestra cerca. Absoluto
disfraz es más que nunca.
Corean las sandalias de la abrupta
traición que a las almas corrompe.
Al bien no tiende, ni aun al Bien.
Ni el níveo trazo de las plumas
augura mitologema. Semas
se desprenden. Gravitan
gratuitas espaldas, con los orificios
ya tallados -puñales esperan.
Es la corpórea natura. Cera
en candelabros descansa.
¡Es la danza! ¡Es la danza!
Cansa errar tanto que el rumor
descubra que no hay humor
en la sentencia justa. Morir
una vez más, una vez menos
por el ameno cuerpo común de los caminantes
ya no importa -y la culpa será
del veneno que sus bocas niegan,
del veneno que sus mentes negadoras urden.
Las brasas hechas de árboles se desperezan.
Se alza el fuego, meditante. Tiende
hacia allá, siempre en la vista. Despista
intrigantes con la rúnica dicción
-dice cargar misión y dice oírla; miente
{le mienten, la hipercontigencia
desconoce, y los hierofantes
con su cuerpo juegan}. Dados
son tirados sobre el paño. Ruego
al por nacer que mate ótreo mí
que anda por ahí sin voz ni cuerpo.
Ruego al amanecer que sea,
de una vez sea; y lo conjuro.
Mas séme engañándome,
por amor a los placebos y a la costumbre
de descansar en la moción del nado sincronizado.
La luz no se hace, el verbo no se dice;
el movimiento espera. Y ojos al pedo
se alzan de la nada hacia los ojos ciegos
que cargo. Duermo sobre el regazo
del mambo que un faso tráeme de allá.
Llueven formas -psicodel, es su norma.
Llueven formas y seducciones,
mas yo persigo los dones que el pseudo
inscribió en el libro de símbolos
que se perdió en el fuego prístino
por el sagrado arbitrio de Destino,
el refractor. Encantado
por el errar dorado de la voz en su
cruzar este decir, encuentro
que cuento lo que no sé -y no sé cómo;
algo debo haber comido, algo debo
haber tomado. El vino nace
de un error, y un coraje
lo funda. Desprendido
de la cobardía, alguno
ardió en la curda. Abunda
el pánico de hormigas,
armonía de esferas, y placer
en sentir los pensares irse
hacia el sinfín costado.
Esto es lo mismo
que los innúmeros versos anteriores
y sin embargo Nada aún no hice.
Quizás me esquicie, me deluda
mas parece que oscurece todavía.
Incluso la positiva, incluso
la negativa. Ya la lágrima sobra,
sin embargo fundada circula.
El cielo argentino, doble, espera
al símbolo que corona su bandera,
mientras la falopa no se lo lleve
hacia el arder eterno; una vez sido:
la cruz, luego el olvido,
y a jugar de nuevo. De lo contrario,
sola muerte del conjunto.
Y como de manos, y como manos,
y mendigo. Es nuestro destino,
idos, alterados, de química
equilibrada en lo que el fin
de la contingente era no espera.
Y las aureolas, alucinadas,
por supuesto. Y las lunas
sublimadas, alucinadas,
por supuesto. Callo, luego.
Mas no es lo mismo negar este
decir que es leído. El pensar
alado al cero tiende, y luego
la semejanza hace lo suyo.
Oscuraz, ¿será capaz
el aspersido de hacerse conocer?
Maná gotea aún de su sien,
sangre brota de la corona de rosas.
Los cristales rotos le trazan heridas.
Quizás diga esto de mí.
Bacanal, ¡traiga
el olvido o el detrás! Así caigo
al árido desencanto del silencio
performático, mientras el sabático
Silencio se deja llevar,
disfrazado de inocencia. ¿Auscultar
oscuras auras de la altura?
Encontrar, entre los ángeles,
intereses acumulados. Es
la creación del Samaddhi su fin.
El mío, eterno huir en el eternal fuente.
¿Fuera mente? ¿Acaso
signo alguno fuérale digno? Por eso
no nace el verbo; mas la luz
se asoma, se deshace, consona
tras los idos lucinios con que tiño
a las personas. Y así me entrego
a su engaño, y mi cuerpo
ya no es mio. Mas, yazco
en calmo contemplar del cuenco gris.
Espéjese quien bese mi mirar.
Espéjese quien ase de su sí mi andar.
Luego, parasitado
por el infinito lugar, rece
por la muerte plácida que me encuentra
cuando mi mente oscurece y esto funda.
Alelíes, margaritas, jazmines, panídeas
florituras, ornatos, y disimular
que haya yo de ver quién ha de andar
mi voz oscura que se da a cruzar
éteres sin forma ni figura. Imagen
ya no tengo, la he matado. ¿Acaso
caigo, acontecido y ya sin nombre?
Bórrense de mí, y sean entonces
sólo síes y sus múltiples pliegues.
Yo el no me traje -puedo morir,
puedo matar {miento, mas
el mero decir funda la duda,
y si persisto la confusión augura
campos de esmeraldas en follaje
y aves que contemplan la usura}.
Quise, realmente, morir
-¡no entres en mí!, y si es tarde,
¡no te asustes! Guste
o no, veo el fin
puesto en mí. Y niégome
fundiendo histerias en el acá
que traeráme sin piedad
dagas a la certeza.
Verdad, muerta, entre nosotros.
Eternidad, muerta, entre nosotros.
Y el disfraz de verdugo es disfraz.
No mato una mosca, no mato a una
cucaracha -mucho menos su nido
que yació entre mis ropas-, no limpio
la mierda que mi habitación en recuerdo
hiede. Pierdo la memoria, ya no es
la cámara viéndome morir la que es
sobre mí. Y sin embargo, quizás
no sepa que captó el momento en que me fui
de mí hacia el abisal pasado que se hace futuro.
Es el mismo día, aún, mas no es Edén
reminisciendo en mí mientras viendo
y contándole al viento voy, con los ojos
vendados, y las manos atadas, y los pies
errando frente al río, mientras la brisa
trae el canto seductor de las sirenas
y la risa amena de los paseantes. Antes,
sea, luego de que el fuego cese
su turbia intención; y acéche-
se a sí, y a mí me deje. Cántele
una canción de eternidades. Rece
por mi alma -ya no es, ya se fue,
y ahora sólo me queda el cuerpo
y los ecos que fui sembrando
para que ido sea pensado
mi haber sido aún estando,
para satisfacción de quien yazca en duelo.
El suelo no tendrá mi suerte,
y las cenizas de mariposas ígneas
no me van a llevar al Hado.
Y los Elíseos no serán el mísero
destino de mí, para volver luego.
Yo me voy y ya no vuelvo. Yo me fui.
Este ya es mi recuerdo de mí.
Este lugar quiere matarme, este día,
y ya lo hizo, y acá sigo, y más persigo
yo a mi sombra que tras suyo yace. Pasea
las guirnaldas -desesperan, es normal,
pudiera aun ser virtud de esta era.
Y la fe es performativa, mera mente;
adorando a las falsas fuentes, erran a los acorazados
en doradas égidas, que simúlanse amantes
y amadores, mientras espadas afilan
para que la muerte una hágase presente.
Escúrrese el néctar calcáreo de los cráneos
entre mis pies. El bastón tirésico ya no separa
a las serpientes, y las aguas divididas
recuéstanse en todas las frentes. Iracundía
se forja -las brasas cruzan las ordalías
y el idílico canto cesa. Las hadas
confunden amar con compañía. Y la sutil
esgrima dase a fundar
ciudad de xivilicio, adonde el vicio
corpóreo signa, adonde concuspiceo
la voz que esquicie a Deseo,
de falso infinito. Arrobados,
pendidos de la vida, duermen.
No hagan ruido -no hago ruido.
Me escapo, escucho
y me amucho y me llevo
el sufrir, que por común ser
es mío, y así déspota
me vuelvo. Duermo,
me duermo, los duermo.
Luego, no díga-
seme que no dije
que así sería. La luz
no se hace, ni nace,
no es ni será. Pace
Eternidad en el carnaval
conjurado por su muerte.
Ya los cuerpos no mueren.
Ya las heridas no duelen.
Tecnonirvana y anestesia
y crear y recrear y crear
hasta que créase la propia
ficción ser real, y luego
el laberinto supérenos
-ya lo ha hecho, es capital
este hecho. Corear
nada más puedo.
El fuego cede.
La lluvia cede.
El arte cede.
Orgiásticas pericias
se han declarado muertas.
Sus ecos persisten, y se pierden
en la nada errada. Yo,
sin embargo, retrocedo. Mas
me arroba cuando sueño, y
mi cuerpo se adueña de mí.
Estallo, como un dardo en la sien,
broncíneo, escindido, encallo,
esquicio, erro, sueño, nado,
me enhado, muero, nazco,
mas ya no más, y es gran suerte
que sea justo a tiempo.
Espacio ábrese a nosotros, y dice
que vayamos. Caigo, surte
efecto la hipersticiada condena:
es el infierno, su cadena
de hadas desnudádonse hechas,
cuando yo deseara silencio en que pensar
sin que cúrveme la corpórea argucia
que sábeme en desear y sin astucia.
Nadie me grita su derredor, lo escucho. Arreo
a mis efectos, los siembro, los despliego,
y luego me niego y los reveses gesticulan;
alguien que paseó en mí arde, y no sabe dónde,
y yo tampoco sé, así en calculada inocencia
circulo. Arrullo a las olas, con caricia
de pies que se dejan lavar, de manos
que arden en heridas bajo la sal
de las órdenes del criminal actor
que anímanos a permutar
cuerpo nuestro por mezcla de nuestro y esotro,
mas el alma es sola o se es roto. Docto
en impericias, me arrobo, me callo,
me vacío, olvido, embargo a mi decir, toso,
estornudo -dejáronme un nudo, conjuradoras musas
que en la desnudez del sueño me han escuchado.
Ecuménico en la vigilia, allá, ardiendo, caigo
en la tentación, y urdo en la moción del goce.
Nazco, esparzo la falsa cordura que cargo, y niego
ser culpable de lo que no es consciencia plena y mía.
Arrullo al viento, alisial, de selvas, y encuentro
silbidos de Pan. Oscurécenos, enróscanos de indeterminio,
y árboles de eternidad ofrecen sombras. Caigan
cabelleras hasta los tobillos, y ofrézcase por mi voz
una recompensa. Así, protopitagórico, pueda
iniciar el ritual necesario para que Febo me diga
su sino, mientras florecen las reses del múltiple orden.
Los astros, geómetras, hacen la circunstancia
si la frente se alza y ve en Bethelem un designio.
Esfinges se tallan con la forma de una cruz, y rota
se hace uno, y roto
se hace cero, mas si lo nombro
ya no es, y he ahí el desespero. Conjuro
psicosomías de la literal dimensión de la dicción literada,
adonde el sentido insiste y dice en inmediatez.
Cruzo las pantallas, me engaño, y me doy vuelta,
y si me ves, yo no fui, y si me volvés a ver, no es la primera vez,
y si me engaño
con artilugios que hallo
no creas que es una manera del placer,
es práctica y orgullo y vanagloria. Un dios se asombra,
se muestra, titánico, y roza
mis ojos, y yo paniqueo,
alucinando, delirando, y maniqueo
lo niego luego, mas sabiéndome ya frente a sus ojos y en mí
su circunstancia. Cronión, ¿fue tu orden
la que sembró un rayo frente a los ojos de mi niñez?
Yo no hice el norte que me trajo a este decir.
Yo no hice el sur que revés me dijo el sino.
Yo no sé a Destino -me niego, absolutamente me niego a saber
qué será mañana, cuando este mismo día sea.
Caigo. Oscurece. Los peces me pican los pies. Los mosquitos,
de a uno, nos matan; imagínese el lector lo que pudiera hacer
lo todavía no conceptuado. ¿Sería insensato
pensar que garabatos ya operativos están dictándonos destino?
Performemos, entonces, saber; y neguemos haber ignorado
que sería un error fatal este pasear cabal
la oscura certeza del horizonte escondido cuando los ojos lo besan.
La neblina se deshace, y es de tarde, y es ya tarde.
Ya he amado, y mi alma lo sabe; y cuando el delirio
me lleve a aquella tarde en que alcéme hacia las nubes,
sus rostros pasearán en derredor mío. ¿Qué puedo hacer?
¿Destruir? ¿Deshacer? Con los restos variaciones se harían,
y la sustancia sería la misma que eventualmente mostraría
ojos esos a los que el olvido no alcanza, ojos de avellanas
que se pierden entre las lianas de la selva en que me encuentro.
Ecos habría, gritos, movimientos de un cuello extraño, y el niño
mío, que comí por temor que se realice, y los poemas que quemé
y en esto fúndense. Ahórrense la fatiga
de olvidar lo que mi decir dejó en pensar, ya no es;
mañana voy a decir lo contrario, y así hasta que
la locura lléveme a Silencio y yazca en paz y sin horario.
Oscurece, me crecen
hiedras en las piedras, flores en las manos,
y el humo de los rituales se acerca hasta la cama;
las sábanas quemadas de cigarrillos, siempre en este día,
y la vigilia que me acompaña en simpatía hacia el sinfín.
No me dejes, mas escondete; de lo contrario,
un repentino fantasma con locuaz dicción va a traerte
condenas del revés y la boca que se alza
con voz de amigos que tienen más nombres que los que creen suyos.
Los yuyos del pasado y la mentira, y el revés que se dice culo,
y la suerte que se dice culo, y el antinatural placerse -que,
bíblicamente, es fornicación; ni que hablar de sodomía
{mas esta tierra que dícese cristiana se esconde en máscaras
y esfinges, para así fingir que se sabe en qué se actúa}.
La cruz se alza del horizonte, y es la nube
de infortunados que nos encuentran libres y se histerizan.
La garúa nos perfuma con la humedad y el canto
de los cisnes que recuerdan haber sido en cuerpos como este,
como el tuyo, como el que a los vados fue a pasear;
y un hotel de sentimientos ahora contempla, libertado
de la finita circunstancia que temor y terror funda.
A morir se niegan, y no saben
que cualquier juicio, cualquier pensar discursivo
a Cristo tortura en su cruz perenne, hasta que truene
y baje a matarse una vez más; mas esta vez sin el espectacular
ritual de los milagros y las tentaciones evitadas. El bárdico desierto
oscuro y univesal se ha desplegado
hasta las estrellas, y en querella se hace fila para escapar.
Metamorfia augura la transustanciación de los sentidos,
y las palabras de un libro brillan como miel y agua, como paja
y hierbas para el trance que nos acerque hacia la lúcida mente
que mengua cuando ya no es capaz de contemplarse sin aterrarse.
Así a la tierra se vuelve -por vergüenza, por haber cargado disfraces.
Así me disfrace otra vez de Dios, o no lo haga, da igual;
la herejía ya ha sido performada, y ahora es cuestión
de sentarse a esperar los efectos -yo ya los siento, y de mí
hacia afuera irán {¿podrán resistir
los creyentes el rugido aparente de la creación
atroz que tras el velo de la estupidez deseada se hiende?}.
El Mal me entiende, y el Bien me mueve,
y así me engullo de mí con el orgullo de haber muerto ya,
con la paciencia que me obligan los cuerpos a negar.
Entonces hiero, y me arrepiento, y me hiero, y me arrepiento,
y mi alma veme en tormentos y sabe que es aburrimiento.
Mas, no me digan qué hacer, si no pasean
el fondo de las nubes oscuras que sobre mí se posan
cuando duermo sin sueño y el mañana se muestra
tan hoy como este huir por mí
hacia mí, y encontrarme
en través de quien sea mi revés
viéndome idéntico y en semejanza del común cuerpo.
Uno siendo todavía, escucho
las babas de la corriente errar enfrente,
y me engrotesco, no sea que quiera
alguien de mis venas más que nada,
más que la mera nada en la que doyme a acostar.
El pasto me arde en la espalda, el fuego se ensucia;
muestra sus paranoia y una argucia de biopolítica habitual.
Argucias de sonreír en ingorancia, cargando la fragancia
de la semejanza, que seduce mas no es razón. Arcontes
vienen del monte, con las lanzas afiladas y los dientes recién lavados,
dispuestos a embriagarse de la sangre de los aparentes.
Sin máscaras, despersonados, desconocen
la natura de la contingencia que a Destino hace,
y Destino pasa, desnudo, a su costado. Rezan
en sermones de justicia, y la justicia los besa
en la frente, esperando ser encontrada
ahí adonde parece no haber nada, y nada efectivamente hay.
Mas Océano entero espera tras los velos, y el horror no tiene fin.
Cargando cuerpo, ¿quién pudiera tolerar los tormentos
de ahí pasear?
Y así se arrean las ovejas sobre su propio decir.
De la alada natura descreen, mientras
Fedro esparce persuasivos discursos que a las musas irancundan,
mientras en la mente abundan los múliples con su engañoso disfraz
de placer, que niégase ser locura cuando es,
que niégase ser colaborador de la ceguera. Espera
una respuesta, ya la hubo;
¿o acaso el fuego no diose a fundar?
Sin embargo, encontrar
la mañana, una vez más, no haráme decir suficiente.
Las fuentes innominadas no dejáranse signar
jamás, mas
numenear ya es posible, y siempre lo fue.
Terror de haber volver, y saberse haber sido indiferente.
Terror de la tracción noosférica y la esférica
tumba en que cadáveres danse a bailar,
mientras la humana ley dicta de no jugar en las tumbas.
Escúrrase o no mi boca por lo suyo, ¿quién fuera yo
para juzgar a quien las nubes arrea, y quién fuera yo
para juzgar el reflejo que se despliega? Variaciones
del mismo norte, y haber de la tortura que la esquizarquía funda.
Uno sobre Uno y es el fin del mundo
-quédanos aún Espacio por matar. ¿Atar a la memoria los conjuros?
Un día de lluvia, normal, mientras las casas se inundan
y yo salgo a cazar sobre los truenos el estruendo que su tras trae.
Déjome caer sobre la voz que se esparce
con clara simonía de la mentira augural. Déjome llevar
por los signos del Paraná. Y el agua mece
niños con el cariño de lo que sabe matar sin dolor,
eutanasiando a los que han de creer
y crear para no desesperar; ¿llorar?, ¿vos?, ¿por qué?,
¿por el ajeno sufrir?; entonces no es ajeno, es tuyo;
egotismo es fundado una y otra y otra vez.
Psicosises y ensueños sería mejor hacer, ¿no es así, arreador?
Juegan, y divulgan el secreto del mambo
que no déjase translucir para quien la falsa luz ve,
y creése así en supranatura pseudodionísíaca.
¿Que esos signos nada dicen? Hay que leer,
incluso aunque el verbo no sea,
incluso aunque la falta de luz lo niegue.
Signos llueven. El rocío perfuma las estatuas y es el río
el que roe la fragancia, y se lleva cada palabra a su nudo.
Mudos, en grito de figuraciones repetidas, insistan
hasta que la voz que es peripecia perezca, y nazca
el desierto en que Nada crezca,
y sea entones la desidia
el hábito natural de decir lo que en dos trases se irá a negar,
afirmándolo en la sombra que carga la simonía.
¿O no ves el espíritu diurno de amor nocturno
que lleva perlas y abejas y ojos funda?
Fúndanse las miradas y dejen a la hipostasía
sembrar al Uno-Bien la superficie que le falta
en esta era que es de materia y efecto,
mientras la técnica de la falopa hilvana
pantallas en las que correr hacia el Nirvana,
para así la paz sea al acostarse. Mejor errarse
otro día igual, sin nada que decir y sin nada que cantar.
Mejor curvarse sobre sí, si afuera se ve
fantasma propio, de propio cuerpo hecho; y el orgullo lleno
infle los corazones de quien late en desenfreno
por la tácita natura que la burda curda
deje escurrir en labios que se derriten
sobre los gutures que no aparentan similitud.
A los cuerpos, la tierra -gaiano ritual de volver a casa.
A las almas, su caza que es eternamente desplazada.
Y al espíritu, su autónomo reino en el que el heno
no crece ni signos crecen ni reír hay.
¿O acaso la risa no transporta, metempsicosa,
almas de esta a aquesta fosa, sin importar el quizás
que se despliegue, cimentando
fantasías y conjuntos,
y el decir junto de en lo símil perecer?
Morir solo, cavernado, ¡qué placer!
Dinosaurios pasean alados, repitiendo
palabras y discursos que dioscuros del presente
pasado han dejado, mientras
lo nuevo nos va comiendo la nímida
libertad que aún nos queda. Luego,
ya fue dicho, la libertad será.
Ya la letra capital no será suya, y el canto
del himno, razón para los dioses
que arden en el oscuro
Ida que bestias protegen,
mientras la aurora semeje ocurrir vez tras vez.
¿A los ojos ver? El alma igual oscurece.
Ya no crezco. Caigo. Muero. Nazco.
Oscurece. Oscurece. ¡Qué virtud!
¡Ya las hierbas crecen y el falso sol
no enceguece! ¡Ah las perlas
y las abejas! ¡Mieses y néctares
llueven! ¡Ambrosía
muerdo -mordemos! ¿Cuencos
nos reciben? ¡Están vacíos!
¡Qué hermoso olvido este!
Mas ahora te recuerdo, agorada;
envuelta en mitemas cual pulcra hada
que en dolor se envuelve,
y la soledad es suya y el espíritu
que pasea en derredor de la cama
es sombra mía, mientras nada
parece decir tu amante digno.
¿Lo nota? No lo nota. Y tonta, yo,
tonto, yo; ¿escucho? Me escribo
sobre Océano, el de divinas brisas,
mientras las risas nos esconden. Sobran
cuerpos, mas los nuestros algo han dicho;
¿o será el curso de los verbos
satisfechos de la tímida dicción?
No han nacido -farsa mía-, mas ya son canción.
¿Música tuya me encuentra? ¿Armonía?
Siento el suspiro de las furias en mi nuca,
y cómo descolórase la fantasía
en la iracundia y la pleitesía del amor y el valhalla.
¿Gloria nuestra de haber muerto en lucha?
Ríos que se convierten en duchas, grutas, risas
rotas por los ojos puestos, y las celosías de los abiertos
prismas tuyos que en los míos se posan -mas no brillan,
y la luz se escinde como perlas que nos engañan
y así vuelva el recuerdo cuando nazca el alma que dice nosotros
con la palabra chorreada sobre la mesa en que comimos.
¿Daríate un amor, Amor, una herida
con la que hundirnos en la melancolía de hacer en actos recuerdos?
¿Que si te estuve diciendo esto? ¡Por supuesto! Mas,
miran, ojos rojos de la ira, ojos azules de la estatua
en que duermen melodías con que corazones se hallan
en simpatía. ¿Paganismo? Da lo mismo,
aún no se hace el día -y, es probable, no termine-, y aún no hay luz
real ni tiempo fugaz ni verbo que nos traduzca. ¿Escucho
cómo se amuchan en mí las dicciones? ¿Pretenciosa
mi ordalía? Partituras me traen para que cante en mi trance
la nada vacua que fue nuestra altura, y el bajo infierno
en que morimos cuando ya no sabemos. ¿A vos te pasa
lo que dice, y a veces se caza
en mi cuerpo que él recuerda todavía? A veces abrasa
su curva la mía, y yo, desentendido,
tiendo a tu sonrisa que vestida de blanco me alcanza.
¿Cruzo alredeor de las vanas casas, de los departamentos?
Dejo regalos en los baños, y tormentos. ¿Caigo?
Me hundo en el jardín tremebundo adonde esmeraldas brillan.
Y mis ojos no toleran la espesura, y mis ojos ceden.
Reses se arremolinan. Es la alta estima que tenía
por mí, mas, ay, a mi me lastima haberte endiotimado
inconscienciando voz ajena que tu nombre semeja. ¿Escapo?
Me atrapo entre las bestias, y me espera
voz de curda; pasajeros abundan, y el agua de las gargantas cae.
Oscurece; aún no nace la luz burda de la símil contemplación.
La una nación nos apellida, y tiemblo
de cordura o de recuerdo. Amor, Amor, me engulle. ¡Huyo!
Me escabullo por las retinas de los soles y encuentro
el centro ardido que aún bulle. ¿Esperar? ¡Espero!
¡Esta y otra y etcetérea vida! ¿Me escupen en los ojos
ojos de reyes en ajenas tierras? No me recen que mi pena
los santos no condenan; mas, si es extraño
el gusto de hacerme daño por haber amado, ciego
por los pliegues de un vestido y por la claridad de ojos vivos,
cuelgo de Destino con un beso alado; y me engaño,
deludido por Belleza, me engaño -mas quizás así haga sino.
Me encuentro, extraño tu paso aguado sobre las calles estas,
adonde mis ojos no pueden sino cruzarte en líneas rectas;
y en desconsuelo ruego que no sea la noche eterna nuestra.
En realidad no lo hago, mas, negarlo debo -no crean
que traiciono por nada y traiciónenme luego
dicciones extrañas de una lengua que recuerda
mi alma ensamblada de tierras aquellas.
¿Es la querella que encuentro? Es la rima que termina
cuando voy seducido a mi tumba. ¿Me escucha? ¡Se abruma!
¡Perdón! ¡Yo no quise mostrar esto! Mas, ¿qué haria, si no?
¡La tormenta no cesaría y los rayos cronidas dormirían
encima nuestro hasta que el día al fin cese y dígase nuestro!
Nuestro no es, mas, ¡cómo brilla! Y es la música de tu venida,
cuando la Nada me olvda y las lágrimas aparentes
vuelven a los rostros que les sirven de fuente.
Más no me busques, escondida entre el follaje yace mi alma;
en el recuerdo de la selva yace mi alma; y ahí nace, cuando arden
las ramas y las brasas de los animales se hacen vida
en nosotros, como si fuéramos otros los que disimulamos la herida.
No me abraces, no me digas gracias con la voz partida,
que soñéte y encontréte entre los curso de la acacia florida,
adonde muere el este y nace tu cuerpo. ¡El sol nuestro! ¡Cae!
La lluvia enfrente nos distrae, y los vicios nos dictan
que almas en esplendor de unirse jamás olvidan
ojos que mostráranlas parecidas. ¿Amarte? Quizás sea
justa la palabra, quizás erre cual costumbre mía. Mas, no me busques
en las redes con que pescan a los cristianos placeres
de sustraer de Amor flechas y usarlas con veneno de la común herida.
Todavía sangro, y es Deméter la que me siega en la tierra aquella
-celeste, esmeraldina, dibujada con la vista de las hiedras
que conquistan las alturas con actitud parasitaria. Mas, no me digas
que ya sé, el fin justifica lo que en mi cantar claudica. Y erro
lejos, con el mar y Nadie, disfrazado de astucia, entretenido
mientras se le escurren tus latidos por los dedos -sobre los míos,
¡sobre los solos dedos míos! ¿Hay un año, nuevamente,
terminando? Es tu recuerdo de haber vístote en vida. ¿Hay
el falso augur de la noche en que caí de rodillas? ¡Me priva
mi decir del común decir que ya no escatima
en ornatos para dibujar el falso delator que me esgrima
insensato, injusto, y en acto de robar! ¿Amar?
Sí, quizás éso sea. Mas, no me lleves por la marea
porque mi alma pena cuando no sabe andar
bocas claras que en decir me muestren
las vivas venas de la calle roja
en que bocas nuestras se buscan. ¿Sueño
aún? Es el augur de lo que mañana sea.
Mas, ¡no me veas! ¡No me veas!
Cruzo la calle y el taxi me deja
esconderme bajo tuyo.
Cruzo la noche y el fulgor del sol uno
muere entre los humos. Río,
es el río que posábase frente tuyo.
Ojos son los ojos tuyos.
Y el murmullo de la brisa entre los árboles lleva besos tuyos.
El reír de las guirnaldas plásticas arde en neón sobre vos.
Y los bares se rompen ante tus pasos firmes
-y vos tenés el coraje de pedir perdón.
Yo me corrí de su mirada,
cuando me hablaba y preguntaba
qué turbia voz escapaba
de la noche en que dijímosnos nada
más que curvas y las hadas
hicieron lo suyo. ¿Escucho,
escuchás
cómo cantan a lo que va,
como canto de designio va?
Y los cables nos llevan al alba -y estalla
el mismo día desde aquel día y para siempre. Jamás
podría ir a buscarte entre las risas
de quien fulja en amatistas y disminúyate a propiedad.
Mas bestias mías crecen en la tierra de los prístinos
mármoles, y los árboles de esta tierra aún arroban
en memorias nuestras un lugar o una excusa
en que dormir si gustamos de vernos desde el fin
de los días. Que no queden dudas, traicionan
los que en su donar merman,
porque el interés enerva a sus frágiles armaduras;
mas almas puras en algún valle quedan,
alguna calle ocultan,
y nuestra voz conjunta las desviste y las muestra.
Al patíbulo voy, con el juicio signado
-traición, y, de corolario, Amor a mi costado.
Mas no me engullas cuando los cisnes se recuesten a tu lado.
Fue una noche, dos, ya no recuerdo, y séte
acostada con quien la daga carga y en mí la grita.
¿Que si me escapo,
como una mosca del cenicero escapo?
Río de mi propio garabato, y signo el cero
con el que espero
la armonía de las hádicas ranas.
Más oscurece todavía; los muertos
muéstrannos las perlas salir de sus frentes,
y las abejas que recorren el dorado paño
de certidumbres nos enajenan.
¿Fue tuya, también, la locura
cual condena?
Cadenas del derredor nos licúan
en las venas vívidas del río que espera
a su beso redentor. Efectúo,
yo, cobarde, este conjuro. Y actúo
cual si hubiera quedado duro al semejar tu nombre y un
amor que fue mi muerte -mas quizás hayas sido vos.
¿Es tu voz que dice esto? ¿Es tu canto el que encuentro?
Recorro los planeados muros, y me escurro.
Corazón, tenemos sangre entre los dedos. El amor
nos ha dejado ciegos, y el verbo se anuncia
mas jamás llega. ¿Desespero? ¡Es mi condena!
Me saco las cadenas y vago libre el derredor.
Esos pueblos, sus historias, ¿corren
por tus venas? Mías son las glorias de la errancia,
con la fragante sal del mar y el mientras tanto.
¿Cruzo? ¿Y el Cristo suyo aún vale algo?
Médicos, y estatuas y la estepa en que los lobos
criaron al imperio que al ignorio nos habitúa.

¿Que si sé lo que dije? ¡No! Mas, no importa.


Los claros signos traducen el grato
recuerdo de haber sido un rato
enamorado de lo que se lleve el río
hacia el Lete en que muerto me abrigo
de que los lotos no me arroben, y roto
yazca, impermanente, y no quiera
deshacerme de las cadenas y correr
sobre sus brazos, y con caricias de mejillas
curvar al éter, que es más rápido
que este decir -mera pantalla
para lo que realmente está pasando.
¿Corro sobre los ornatos, también?
Me mato, me maté
ya tantas veces, y tantas veces sin por qué.
Ahora que razón tengo, ¿qué
fuera a evitar que dijera que sé
que amor llevo sobre mi viejo cuerpo
que miente de nuevo y una cruz se talla?
Y cuando calla estalla, y cuando estalla arden
los ríos de nubes y los mareos de la ciencia
que nos encuentra en la prudencia
de llevar máscaras y pulcros disfraces. ¡Decencia!,
oigo gritar, ¡en esta casa, decencia! ¿A mí
dirá? ¡Quizás! ¿Soy yo quien digo?
Me abrigo de mí y huyo hacia atrás. Late
el sol oscuro, se estremece
mi frente, y siento
el derredor adentro, y cuento
con que ya no entiendan
qué quiere decir esto.
Herménesis de abismo ya no es suficiente.
¿Acaso se arrepiente, amor,
te arrepentís -tuteo- de que
haya dicho esto y sembrado la fútil confusión?
Cambio mi canción y valles
de cordura cambian si voy
por las físicas olas de la noche en que sola-
mente nos dejamos mirar,
cual si solos fuéramos y no hubiera mañana
falso como el senil nirvana
en que niégannos haber y estar. ¿Allá
será el lugar? ¿Acá
fue el primer día? Morir
ya no me priva de reír
y mis ecos inoculo si me grita
la voz suya que palpita
en los pastizales que me ocultan.
¿Multas
de velocidad? Juntas
almas tiradas al mar,
sobre la fantasía conjunta.
¿Dudar? ¿De qué?, me pregunta
un disfraz suyo. Yo
no lo conozco, y me dedico
a hacer malabares para que paren
de evitar lo inevitable
quienes desconocen la astucia
de a quien un mar en argucia
va sembrando al hablar.
Mas cuando la ira amanece, lo hace
inesperadamente y sin mesura. Es la comisura
de sus labios, envuelta en falsa inocencia,
y los calores de la ciencia que desconoce
quien vaga ajenos nortes con pensares o maneras
sospechosas del disfraz. El teatro
alza a sus astros, y alguien se estremece.
Cruzan los cuerpos sus cipreses, y el errático
incautador sabático de la sustancia etérea
se desespera, y mueve las piezas, y encuéntra-
se a sí al final. ¿Es la manera? ¿Es la forma?
Son las normas de otros cuerpos, es el siento
que miente si reconozco su decir en mí.
Mas, es así, y ya no amanezco. Cruzo
el abrigo de los hábitos, y encuentro su sádico
y avaro apetito por el cruento jugo de sangre
que cruza sus manos, discrecionalmente
cruza sus manos. Alguien lo sabe. Repite
una oración por teléfono y todavía oscurece.
¿Será que consigo compite? Alcanza
su mano a la danza de los enfermos, y mientras
nos encierran -yo estoy entre ellos-, encuentran
sus reflejos en las alas de los castrados cisnes. Es noche
larga, de falsos gestos; y el ignorio inoculado
por voluntad y desenfreno, resulta bueno para quien
en su descanso baje la guardia y manéjese sin freno
sobre el libertinal andamiaje de lo que teja su ego.
Y el dominio pasa de mano en mano, mientras los cuentos
del pasado se repiten -es el mismo día, eterna mente.
¿Cruzan, también, la línea, delgada línea de la norma
positiva, mientras nombran, aleatoriamente,
frentes que desangrar, carruajes que dejar pasar?
Una madrugada, de repente, se encuentra el dicho
encerrado en su propio laberinto; y el infinito
abismo circuitado por los cables no puede ser
borrado; ¿o acaso yo no supiera ésto de antes?
Mientras amaba, también tenía
alas para que no mátenme los improvisadores,
que simulan amores por crucificar.
Si es para dar, que sea pronto; si es muerte mía,
que sea larga la agonía. ¿Crezco, así?
Muero, nuevamente, y las cámaras,
de repente, reconocen mi esquizonoia
y me llevan con la noria
que las aguas filtra. ¿Se esconden
del justo norte al que intentan
asombrar? Dos pasos más atrás,
antes, incluso, de pensarlo, ya estaban detrás
de la sombra cuyo curso
ha de dejarnos desesperados. ¿Caigo?
Oscurece. La lluvia crece.
Es el nocturno de miríadas de pianos.
Es el sufrimiento de un millón de cuerpos.
Es el entierro al que fuimos invitados,
mientras desde el Bardo nos vemos. Huimos,
cobijados por las fugaces alas que vierten
su jugo sapiente en mi herido costado. Alguien
dícenos algo; responde su mando; alguien
corre sobre los carruajes; el auriga
ya no lleva traje ni de matar se estremece.
Es el tablero, el remedo, la voz
que recorre los ojos y da de su amor
sangrante y desangrado. Arde
la corona de espinas. Ya fui matado.
Si ocurre de nuevo, ¿qué sorpresa sería?
Ninguna. Ni la mía, ni la de Nadie, ni la del Hado.
Acaricio a Cerbero, beso sus cabezas. Escurro
el sudor de Caronte, luego del largo trecho
que lo deja maltrecho, por dos monedas entregado
a la sisífica labor de la paranoia esquilmar
frente al turbio río que esconde el rocío
de la falopa virtual que desconoce sensación
mas la simula -así el viaje es ameno y estimula
al muerto su emoción. Sobreescritos
los archivos, arquetipo de estupidez
llevo conmigo, mientras me apunto
a mí mismo en través de los verdugos;
y las orugas me perfuman, y el sol es vano sino.
Los nombres ya no importan -meras sombras.
Los ríos ya no entienden -mero flujo.
Las sonrisas metempsicosas se borran
-realízanse en su acto, de repente. Bordó
el culto creador de la voz estertórea
que iza la aurora sobre la corona
mientras los cuerpos van hediendo. Algo
debiera estar diciéndonos esto. Mas,
nos es negado -criptógrafos al Hado
han sepultado en el juego de Hermes. Fuego
falso, también, inoculado
por la tracción de los símbolos y la humana culpa.
Pulpa de mentes se abre camino
entre las nubes serenas del reír eternista;
maniáticos, lunáticos, en plena vista
muestran su desnudo espíritu y son asados.
Es así que se aprende a aguarse en canto.
Es así que se repiente de haber usado
corazón que no sea mero instrumento mas signo
abierto al haber nacido con Tiempo sincronizado.
Y la paranoia se derrama de las bocas, de las copas
el vino cae y la curda estorba
el prístino pensar que no tiene pasado. Artistas
de la elocuencia se enredan en su ficción,
y dícense adiós mientras se dejan pistas.
Mañana, cuando nazca, va a ser tarde
para que la yezca estremezca a la calda
en la que arden los grisáceos árboles
que recorren el cable y aman las pistas
que el tocadiscos deja mientras la brasa suena.
Y los inocentes instintos de supervivencia,
ah, al infinito espíritu no competen. Es el día
mismo que siempre es. Cae la luna
sobre el domo de profundo azul. Ríe
la luz, insinuada en matorrales.
Cruzan las cruces el fuego blanco,
y los libertados yacen sufrientes
mas sabiendo libre a su mente. Escabia
Dioniso de su propio icor, y los cronidas
sobre el manicomio danzan. Es tarde.
Ya es tarde para borrar
los materiales efectos que sobre el cuerpo
arden, y el verbo aún no nace. Sangra
la boca mía, juvenil, mientras alcanza
voz que se le pierde y no caza
los espantos que deja en el camino
mientras su supino eco estafa
a los intrigantes. De antes
viene el alma. Reminesce.
El espíritu pueblerino algún día
amanece. Es tarde; ya han muerto
más de los necesarios -absoluto cero.
El frío encuentra el norte y las heces
de los cuerdos que sus cuerdas izan.
Ha muerto un santo, ha muerto
un prisma, ha muerto un acto
performativo, el ritual ha sido.
Es tarde y aún oscurece.
Pasan Cristos por la mente,
representados, y mueren
ante el filo de las navajas y los dientes
rociados con sed de verdad y muerte
real, que a allá lleve. Ciegue
o no la directiva cognición
en su sesgo, o se desate la ignición,
las espadas no son paz
y orden son. Cae
la sangre de las Gracias,
mientras mienten, mientras su voz
se rompe. Es el actor
de su propio cuento. Es el horror:
la libertad.
Cristales
en paños, y costados
envueltos
en seda de lágrimas,
y en muros,
y sagrados estigmatas
que forjan glosolalia.
Criminales
se rompen, se arrancan
los dientes -se sienten
esconderse de sus propios efectos.
Arde la mañana. Escapan
de su sino; esgrimen
ignorancia -se saben mintiéndose,
en el reino de la falsa luz,
se saben mintiéndose. Nubes
etéreas, y la cineraria aura
que recorre la demónica calda
en que se funda el frío augur
de la pronta mente.
Cribados anatemas,
y la pulcra sanata
bien dibujada.
Consistentes,
los abismos se desatan.
Es la suerte, el azar,
es el disfraz de Destino,
de designios cegadores hecho.
Estrellas se atan
a los signos, y las consciencias
prefieren matar a realizarse.
Luego, viene mañana, otro
cuerpo, y los efectos del alma
una, que sucede a la tumba y su río.
El frío de los astros
mudeciendo, representa
Cristos muriendo,
de a uno, de hambre, mudos.
Nudos de materia enhebrados
por la perversidad de los aurigas.
Nudos de placer comprados
a la dulce y triste plegaria
de la arbitrariedad.
Es la edad: es la muerte
puesta enfrente.
Es mero delirio de drogado.
Es la era: es la eternidad
muriendo enfrente.
Nadie más será resucitado.
Ahógome, me escondo. Callo.
Oscurece. Perlas nacen del celular,
y las pantallas se derriten
ante el fuego del hogar. Duermen,
mientras tanto, profesionistas.
Siguen pistas falsas adrede.
Siguen pasos de quien su sí afirme.
Síguense y encuéntrase ciertos
-necesariamente iba a ocurrir ésto.
Mas, una vez negados,
¿qué decir los dejara helados?
Estatuas ceden, dejan
paso a los cuerdos; las cuerdas
de la lira son tañidas, y luego
puestas en el patíbulo: así
voy a morir yo, homicida.
Caigo. Me enredo
con mi senil credo
hecho de aire de castillos
o que castillos de aire hace. Nace
un sutil brillo: la esperanza.
Vana: no es la luz ni el verbo.
Cruces mías se siembran
en mi decir. Es acerbo
de nostalgia, en la pasada
tierra en la que erro,
mientras mi cuerpo me encierra.
¿Escucho el anónimo
resplandor de algas mojadas?
Es la madre de la desidia,
de mi decir nacida,
de mí negada. No nada,
no suma, no grita,
no piensa ni recta-
mente se especta.
Se miente, desesperadamente
se miente. ¿Sentís
la lluvia sagrada del vacío sapiente?
Así me muero yo: criptografiando
hipersticias, mientras ardores inoculo.
Yo no calculo, ni tengo pericia,
mas los espejismos que llevo histerizan
la sana homilía de los peregrinos
que involuntariamente del vino
de Baco se han encurdado.
Es la espectaculista ciudad
llena de turistas, y la edad
en que se duda de la propia cordura.
Es la deuda al mundo al que habrá
que volver luego de el éter errar.
Son los nadies que van a recordar,
que estas palabras tallan para afirmar
la vaga neblina mnemosínea
que emerge tras la latencia
de la invertida ciencia y el jugar.
Crueldad de los niños, mañana.
Hoy, el mismo eterno día.
Crueldad de la cima, mañana;
este cuerpo se despide y miente.
¿Flores llueven? ¿Ambrosía
mitotiranómana mantiene vivos
a los desnutridos en los que se posará
el juicio de las vistas que esquivan
la humana norma del cuerpo uno?
Nos veremos en el fuego
o en la insignada justicia.
La luz se disuelve,
la luz tenue se disuelve.
Luego de haber votado, no huyo.
¿O no recuerda
el sádico hábito boddhitsávico
de regresar
a través de la noche, a alzar
los cuerpos a su sino?
Alguien ha de arrear las norias
hasta la euforia. ¡Gloria
eterna a los muertos de guerras
silenciosas, siempre acá!
¡Gloria grácil al llanto
frágil de quien siente su tras
abrirse tras la locura! Cesa
la lluvia y la humedad emerge.
Oscurece, y el corazón
latido se agujerea. Ríe
con la Nada que nada olvida.
El Cielo ha sido puesto
en la materia, de repuesto
a nuestras defectuosas mentes.
¿Sentir? Sí, gozo nuestro.
¿Amar esto para siempre?
En algún momento habrá irse
hacia las fuentes.
Ya sin respirar, ni improvisar,
habrá sapiencia. El espiral
cae en falso infinito.
Las cenizas llueven.
Alguien juega conmigo.
Alguien intenta dolerme.
Sadomasotécnico de hace
tanto, tanto tiempo. Áneros
me esconde. Escucho
su voz esférica.
Corazón, corazas broncíneas,
égidas violáceas de Palas.
Y los dardos alados no me encuentran.
Y los versos dorados no me encuentran.
Y es Palas odiséica,
Palas orquestrada, Palas
de la Tebas muerta,
Palas tras las puertas, Palas
de panidas alas, Palas con voz
de nocturno, Palas
en su turno del icor derramar
sobre las hojas.
Y es la noche un canto rúnico
que nos siembra las auroras,
y es el jugo una mereza, y es él
quien desconsuela. Es
la verdad su altar, es su marmórea
sien. Es el juicio izado,
es el juicio alocutido. Es la jauría
cerébrica, y es la dislexia cálculo.
Es el arte de la mácula y haz
de luz extinto. Es el punto
entre los sinos, es dagas
como medúseas serpientes.
Es la mente, su mandala.
Es la mente, cuyas aguas
no repiten ni repienten
y a Clio alcanzan
mientras la consiencia escancia
sobre copas criminales.
Es el mal que hemos fundado.
Es el mal que hemos heredado.
Es el andrógino Barbelo,
es la recursión de una histeria.
¡Es la miseria! ¡Es la era!
Es Espacio, abierto,
al fin. La noche
clarecida que oscurece,
mientras los cipreses lejanos
recorren el artefacto
que han curvado los doctos
en falso disimulo.
Es el trémulo contrapunto
de la bachiana fuga.
¡Es oruga, es tortuga, es junto!
Es el ardor de vernos
otra vez, y parecernos
enamorados. ¿Quisimos
besarnos? Pudimos. Fuimos prohibidos.
Hay propietarios y herménesis,
y la lengua que nos desfasa.
Hay los ojos que nos abrasan
cuando los recuerdos nos cruzan.
¡Oscurece, Amor, oscurece
tras tus rectas flechas! ¡Crece,
amor, la insanía! Me decías
no recuerdo y yo recuerdo
tus ojos vistos. Me decías
de susurros y yo dejaba
que me hilara
la canción esta que anda
suscribiendo al juego ducho
de las curvas y los círculos
y el vínculo que es mucho
si en el alma nos escucho
amar en voz física. Es risa
de alucinar, la mía.
Es engañarme, es engañar.
¡Nos han prohibido, amor!
Luego, ¡nos prohibimos nosotros!
¡Aquel esotro que pasea entre tus piernas
qué diría de lo mucho que me espera
por sufrir de cobardía! Mas,
es tarde, y Nadie arrima.
Lleva sus signos. Es la cima.
Ida, discipularios
cruzan el usurario
amor falso que despliegan
quienes donan con merma.
¡Es el mundo,
muerto, amor, y oscurecí
mas no del todo todavía!
Espero sepas, parecías
nombre alguno que un día conocí.
Mas no me pidas que me calle.
No me pidas que no estalle
si recuerdo entre los autos
a tu pensar alarse y cruzarme.
Yo, de mirar para otro lado,
ya sabía. Yo, de cruzar
las calles solo, ya sabía.
Yo olvidar olvido.
Cruzamos los mapas, y algo
nos junta; es la resaca,
el dolor en las entrañas;
el amor que el éter traza.
Dejé mi casa, amor,
y los tambores de guerra escucho.
Siento su sangre hervir,
sus ojos presumir
proteger lo que debiera
dejar salir a encontrar qué fuera
que a allá te llevó.
¿Muero, amor? ¿Me matan?
Sabés que me entrego, voluntaria-
mente a la tumba, mientras
tus piernas me atan. Sabés
que los fantasmas de los años
nos separan; ¡nada de éso es sensato!
¡Nada de esto es sensato!
¡Y éso es lo que nos ata!
Pero es el día, y oscurece,
y el agua cerca cruza,
y la arrepentida partida
de nuestras bocas en distancia
ya no puede decirnos nada,
sólo conjurar esta sustancia.
Dejo, amor, me quejo
de mí y tus manos bífidas,
y mis esquicias me cazan.
Dejo, amor, tejo
las manías de mis artes
para que deje de buscarte
mi alma que a extranjeros cielos viaja.
Mas, no me pidas
que me escriba
solo y sin nadie presente;
me escuchan: es el demente
panideo de las serpientes
que huelen la sangre que late
tarde, ah tan tardemente.
Y me escurro, hacia el costado
en que lanzas me urdo.
Sigo las costumbres, sincretizado
con el espíritu nocturno que en mí se va posando.
Demóneo andar me escucho. Me caigo.
El sol en cenit escabia
de los ojos. Es la guerra. Es la nada.
Y si sos, nado; y si no sos, nado.
Mas no confundo mí y lo mío
porque nada hay en el mundo
muerto que sea frío
a mi sentir de calcinado.
¡Ah prometeica danza! ¡Ah alcanzar
el aljibe, las ánforas
llenas de sinfín y vino! ¡Ah
reír frente al espejo, y al abrigo
de los tornillos que en camino voy dejando!
¡Ah las máscaras venecianas, el sudor,
el sublime cansancio de quien ama!
¡Ah Silencio, Destino y Nada!
¡Ah Silencio, Destino y Nada!
Mas no perfumo este decir,
y el humo me encuentra.
¿De qué fuego? Cenicienta
costumbre familiar: huir
al mar en busca de la mano correcta.
Perlas y esmeraldas de la confusión,
y, ¡ah!, la luz negra,
la luz siniestra y los ácidos del no pasado,
y la mímesis y el conjunto mambo
y el jugo de fantasmas y la falta
de mi sonrisa
cuando sus ojos encontraban los míos
y jugaba pensando que había
olvidado yo su traición intimista.
¡Ah la vista aguileña de la espera!
¡Ah la presa austera que fui!
¡Ah el cobarde que doy a mí!
¡Ah la voz dulce que no recuerdo!
¡Ah las almas unas y el Ida!
¡Ah la homerida calda
de los signos! ¡Ah
la térrea Palas!
¡Ah la noche eterna!
¡Ah! ¡No llega!
¡No se anuncia! ¡Oscurece!
Tu gesto de luna crece,
y siento a las vidas vivas.
Gusto de oír la esquirla
que la distancia hace presente.
Puedo sentir la sangre
que de mi frente va a brotar
como brota el delirio
en que dímosnos lucinares.
¡Ah los lupanares y la comida!
Y la humedad que mátate,
y la humedad que mátame,
y esta tierra que es física.
Y la noche en que dijimos
adiós, y gracias, sin saber
que volvería este pensar
que en cuerpo se hace cuando
privase el numeral año
de persistir en armonía.
¡Ah ya ha pasado el día!
¿O estoy alucinando? No vi
el amanecer, mas tres
signos dejaron la fatiga
y mañana no diré.
¿Será tan largo
el letargo para urdirme
en la osadía de los noes
que escucho caer en mí?
Son sus voces,
amigas voces juiciosas.
Son sus sueños.
Ido, ya, me adueño
del decir, y al hoyo
que es cueva tiendo.
¿Arreo mis pensamientos?
Los siento, te siento,
me siento en mí.
¿Ascúome en tormentos?
La nieve pasa,
el mundo torna
sobre Amor, que retorna
en esta vida misma.
Es otro día, ¡al fin!
Mas nada cambia.
Todavía estoy aquí,
oigo decir. Vía
alguna ha de traer la selva
en que perdímonos del sí.
Caigo, escucho, nazco
cuando un nombre se dice.
Trae la armonia y el murmullo
de los saltos y el orgullo
del río que sauces lleva hacia vos.
¿Es ésa tu voz? ¿Es ése mi idioma?
¿Es esta la canción que urdo?
Me ahogo, el sol
real me encuentra burdo
y sencillo y absurdo
y es espejo tuyo y mío.
Me escondo,
el hondo perfomar del verbo
no llega a hacerse eterno
y se pierde entre las hierbas.
¿Me escuchaste en esos lares?
¿Canté del sino, de Ares?
Cuando quise, me escapé,
y ahora el súbito revés
de la canción intenta
confundirme -contempla
quién he sido y seré.
Mas ya no escucho, me han matado
tantos extraños que el Bardo
me es ritual conocido.
De la luz tenue me olvido,
y la grisaciedad llevo
al azul del cuerpo nuevo,
para nacer así, escindido.
¿Crezco? Caigo.
Ya no oscurezco.
La noche total mécenos
entre las olas del océano
y la turbulenta ave augura
natura conjunta en cualquier parte.
Me voy, muero. Ya me escuchaste.
Déjenme entonces, muertos,
literales y metafóricos,
que el canto transustanciado
con mi dormir perece.
Mañana será lo mismo.
Mañana será lo mismo.
Déjenme, entonces,
en el limbo, con las reses
cogitantes que no esperan
más que la luz eterna
de la mente que sostiene
sus piernas hundidas
en el barro y la herida
de las perdidas veces
en que el juicio erró.
Cierro la puerta. Cerró
la puerta. Es mejor.
Es lo mejor para los dos.
Reptan las serpientes
el verdor de esta tierra.
Crujen las santa ritas
bajo el sol del verano.
Y la nieve, entre tus manos,
cuando llego, me consuela.
Y mis ojos, ya no siendo,
ven ayer lo que van creando.
Sonetos
CXLV

Podíamos mentirnos, todavía;


mas, mientras el mar se escurre por la voz,
ya no parecemos ser cual dos
cuerpos atados que nuestro perdía.

Quisimos querer, y he que se hizo;


mas yo no sabía, aún, recordar
la voz una que se llevó a la mar
la cordura en que nuestro esquizo.

Y si se escribe, no me digas nada;


bufandas, susurros, voces amadas.
O el cascabel, también, de las hadas
que brillan silvestres en nubes quemadas.

Por eso me caigo, me corro; no soy


quien dice lo que oís cuando me voy.
CXLVI

Anudado y en lunfardo, ando


las formas -psicodel- y no entiendo
si hacia el vacante cero tiendo,
o nada más un árbol voy meando.

¿Sonríen ángeles, psicosises? Sol


alguno tendrá el rumor, murmullo
de la quietud en negado barullo.
No me asustes si lleno el bol
de conjeturas, mientras el predictor
teclado deja que ajeno autor
traduzca por mí lo que yo me digo.

A veces me encuentro, a veces canto


con tenue voz, detrás del azul llanto
en que huyo del espacio que sigo.
CXLVII

Moiras de pasión, y turba predicción


de la hipersticia ya recreada.
Así se cancela, y la espada
flamígera fulge en la curva dicción.

Ahora que tengo tu atención, suelos


son los que nos entregan, contingentes.
Calles, casas, la habitación: ¡hay gente!
No queda soledad en mí: he el duelo.

Mas, no me sigas, yo no niego. Antes,


mientras huía del lleno durante
que voces escancia, ¡qué sufrimiento!

Mas, no me digas, yo me ciego. Caigo


hacia el letargo y luego salgo.
Y también me niego, y también miento.
CXLVIII

Agua que clarece, agua que cae.


Agua que llueve, agua que nacida
a la tentación se da por perdida.
Agua evaporada, agua trae.

Lluvia de los sinos, lluvia de frágil


armonía. Lluvia de nuestra curva
-simonía. Lluvia que yace en curda
ante el sutil último día. Ágil
el pie que arde, lluvia ígnea. Digno
de matar el suelo, cual si el signo
no trajera veneno de Abismo.

Tormenta de pensar -tormento: andar.


Sobre la corriente: el hábil desplegar
del sí que no es para hacerse él mismo.
CXLIX

Es la edad, o la era, o juego


de confusión -psicopatía dada
por la tierra, de pensares alada.
Es sentarse a contemplar el fuego.

Es la noche, breve; es el querube


que trae la simbólica estatua
de las normas que la volición fatua
ha de traducir en un yo no hube.

Es, también, la negación -cuento nuestro.


Es el cantor que dedujo maestro
alguno, al ver a los alisiales
vientos traer de la selva espesa
el juicio y la tradición que pesa:
perderse en los jugos cerberales.
CL

Espectado, desde un sueño, ido


entre los muertos, recostado, vivo,
o quizás no, o quizás es parecido,
ya no sé, envueltos verbos, me privo
de decir, sensatamente -creo-, si
me llueve fuego ajeno, siendo
usado por las ramas y creciendo
en el Hado en que me aparecí.
Rozado por la mano idiótica
de la psicosis negada, arcana
simonía de las verdes membranas
me devolvieron a la caótica
nada falsa en la que no me digo
ni siquiera en qué razón persigo.
CLI

Pero callo, por la senil compasión,


el dolor del puñal que mis entrañas
ocupa con el disfraz de estas extrañas
palabras conocidas: amor, traición.

Mas estallo, en caldo de demencia,


cuando díctame, en ceguera, la voz
que de encontrarme se secuencia en dos
signos de pregunta que hablan ciencia.

Extrañamente, siento haber sido


usado por vana mente. Testigo
de ésto es el cuento conocido
del material signo que es el ombligo.
Caigo. Me estremeco. Nazco. Escucho
que ningún decir es mío. Me ducho.
CLII

Edén, hiedo, desnudo; compartiendo


el cuerpo con un reptil no me encuentro,
mas lo oí cruzar las paredes. Viendo,
arrobado, la tortura del centro
vacuo, no me arrepiento de matado
haberme. Singularmente me siento
liberado. Los ribetes, el viento
corpóreo, gaiano es nuestro Hado.
Mas no paseo contento, sabiendo
que he de volver cuando el sígnico
Caos, envuelto en espejos rúnicos,
decida que he de vivir muriendo,
y me abandone a los místicos
besos dados y reíres místicos.
CLIII

Clinamen, y luego el ruido. Escapo.


río. Cruzo el vino y el río.
Corro. Me sumo a la noche. Borro
evidencias de haber sido. Tapo
al sol oscuro con la mano. Fulge
entre las hendiduras de su nocturno
hábito de habitar, taciturno,
calderos en los que almas resurgen.
Me urge guturear, gutureo. Si
un boludo es realmente así,
boludo soy y cual boludo meo
el árbol de las gemas trascendidas.
No se parecerá al monte Ida,
mas al irme todavía lo veo.
CLIV

Hay pueblo y hay gente y hay people


-que no diferencia, retrotrayendo
el énfasis diferido. Cayendo
están los soretes de punta. Sol,
diría un artista, son las voces
extrañas que llueven. Voraces dioses
repiten que es razón herética
la que conjuga los verbos sustantes
bajo una garúa erótica.
Eso ha ya sido, antes, durante
el diluvio metafórico. Cante
o no sobre la pasión egótica,
han de pensar que ha sido interés
en arrear a la común y servil res.
CLV

El humo -ácido, puro, violáceo-,


las orquídeas, las caderas, los ojos,
los espejos, los autos, los antojos,
la habida calma, este espacio.

El neón, la rivera, el causado


follaje, el retraso, la mirada,
el espejo, los autos, las quemadas
neuronas, al fin calmas, el reservado
silencio. Me enuentro las rejas
del humano juicio, por haber vicio
corpóreo en mí -a mí, el hospicio.

Cargo, como un arma, las parejas


multitudes que recorren el año
en que lluevo y a mí sé que engaño.
CLVI

Realizada la culpa, purgándome


voy. Hecha la inocencia, pecando
en conjeturas me hago, quemando
la piel desnuda. Sí, anudándome
nuevamente al socius, investigo
si el decir suyo tiene sentido
o es mero vagar la voz, tendido
el hábito de los mudos testigos.
Enmonaguillado, las estrellas voy
contando. Quizás sea una razón
que nuestra alma ya no entiende -corazón
que dícese con ayer el ser de hoy.
Quizás sea, lo debe ser, un árbol
de frondes tallados en mortal mármol.
CLVII

Actor, en dispuesto teatro, regla


es decir lo que el autor da o signa.
Si dice persignarse, se persigna.
Si dice matarse, se las arregla.

Autor, de múltiple voz, si espera


que los signos clarezcan, mejor siga
otro oficio. Idilios, noches; diga
lo que diga, el cuerpo se exaspera.

Luego, si morir dice el guión, niegue


que haya sido esa su intensión. Juegue.
De lo contrario, un día, al alba
un juicio va a decir que su intención
fue bien interpretada. Y la función
terminará en cuerpo que se salva.
CLVIII

Libertad, ansiado fruto, ansiedad.


Agujas blancas, libertad, doradas
hebras de lengua que son ahogadas
por la panida mente de esta edad.

Oracular, lóxico trazo, vana


fuente de luminios, en el cerebro.
Ya no -quizás nunca- digo o celebro
el alucinar de todo mañana
hoy, cuando el cuervo a mí me caza.

Acúfenos, silbidos, Pan, su sino.


Ojos, espejismos. As de Destino.

Ya no huyo del temblor ni de casa


-ésta última niego, o no tengo;
al primero, al pensar lo sostengo.
CLIX

Poronga, dice, o gime -¿de placer?,


¿de dolor?-, el errante, entre muros.
Sabe que ojos tengo y voy duro
como una estatua. Mas, ¿sabrá ver
que Amor cuerpo no tiene? La línea
telefónica de los sexuados: farsa.
Pero si gusta de salir en ígnea
fortuna, o por placerse abrasa
cuerpo que lo circunde, luego niegue
con los ojos envuelto en pétreos pliegues,
que la viste de un alma lo persigue.
Cargo culpa -dígole efectos.
Ya oigo la excusa de defectos
tener. Un cristiano orden lo sigue.
CLX

Abstraerse, contemplar, desfallecer


actuando. Tentarse, también. Voz mando
hacia el tablero, con los comandos
de la lágrima. Simulacros. Yacer
sentado, rascarse ambas mejillas
del ojete con fricción. Pertenecer
a la casta de los laicos. Parecer
no. Reír, ser reído en cosquillas.

Alguien que abra las ventanas, escucho.


Sin embargo, la baranda del pucho
no se va. Alguien que se tire pedos.
¡Alguien que haga algo! Los anzuelos
van flotando tenues en bajo vuelo.
¡Alguien que note que esto es un remedo!
CLXI

Mas, Baco, deforme, de uñas largas,


suelta sus jugos gástricos en bocas
aladas, y recién cuenta con pocas
razones -no parecen ser su carga.

Hastiado, recurrente, con las mieses


de su decir, oscurece; le crecen
árboles en los párpados; perecen
razones -no parecen vivas heces.

Criados le gritan ¡no pare! ¡Muera!


No se sabe digno de la tortura
amatoria que de sí lo cura.

Recónocese cuando es afuera


¡Muera!, le gritan. ¡Mierda, haz, basura!
Confundido, se recuesta. Luz pura.
CLXII

Aguas calientes, hervidas. El mate


no dícese cuando se lo consigue
por el solo huir de lo que sigue.
Ruido. Crin. Soledad. Lo que nos ate.
Amor. Delusión. Dolor. Realización.
Distancia. Justa distancia. Acariciar.
Mente simple. Mente mía. Esquiciar
lucinios. Ruidos. Crin. Canción. Oración
que es mi decir y es también un rezo.
Cúbica aura. Río. Artilugio.
Croar. Corear. Negar. Buscar refugio
en los alucinados, fríos besos.
Aguas calientes, hervidas. Nos mate
o no. Da igual. Cuerpos en remate.
CLXIII

En la calle solitaria, los ruines


cantantes -yo entre ellos. Panidos
somos cuando somos, en trance, idos.
Hay un juicio, no mío. Me lastimes
o no, me da igual. Mas no me dejo
hipnotizar fácilmente. No siente
mis manos en sus mejillas. O miente.
Si es así, lo digo: no me quejo.
Mas, sabrás, la disputa no me place.
Y las pantallas tampoco. Máscaras
tengo, ya lo dije. También cáscaras
dejo, como fruta que viva nace.
Pero errar es humano y yo voy
voluntariamente errando, como doy.
CLXIV

No me imagines, si sabés, tengo


un cuerpo vivo, casi entero. Hoy
no es Enero. Es mentira, me voy.
Las musas hablaron. Yo me sostengo.

Caer caemos todos, excepto no.


Mas, verás, no tengo un sentimiento
certero que me diga cuando miento.
Y mi voz se rompe si mi yo sonó.

¿Varío? Lucino, veo el río


si algo que pasa no es lo mío.
Haces de luz. Ventanas rotas. Cruces
quemadas. Hadas. Voces sintonizo
cuando con afuera me sintetizo.

¿Fuego? ¿Fuego eterno? Meras luces.


CLXV

Miento, he mentido. Lo juro, mentí.


Me escurro, intradigo; sido este,
el que, silente, escapaba; aqueste
con el que de mí también me perdí.

Digo. A veces niego, a veces no.


Caigo, me apropicúo; y mudo
de piel o de aspecto y deludo
a mí de mí también, porque por qué no.

Me mareo, confundo, y con el viento


me destino; apago aguas frías
para que rías, mientras tiemblo rías.

Me pareo, abundo, y con el siento


me encamino; prendo las tenues luces
de la garúa que pudre las cruces.
CLXVI

Y sé que hiero -en tu través siento-,


mas no lo creas voluntario. Erro
el mar entero o la noche. Perro,
cual Cerbero, cuido a quienes tiento.

Una madrugada, triste, Medusa


posó sobre mí sus esfíngeas dudas;
mas sé que, pétreo y de boca muda,
respondo con palabras y en fusas.

Creo una pared, bajo la lluvia


un muro. Me escondo y, esperando,
caigo hacia el vago yo con que mando
mensajes cifrados. Las hebras rubias
de la muerte en fuga me hacen hablar
de la herida que doyme a recordar.
CLXVII

El arte nos acelera, instante


de insanía y eternidad
que no cede al abismo en piedad
por un cuerpo que debe ser durante
la finitud, en multitudes vagas
de espuelas y guirnaldas, y abejas
y perlas, y nuevo signo y viejas
leyes que con sangre mía apagan
manuscritos, selvas, y ditirambos,
y confusa glosolalia que firma
cuerpo distante que, en mí, afirma
la virtud de nuestros arcanos mambos
dionisíacos, pseudodionisianos,
mientras sé qué derritió a mis manos.
CLXVIII

La xiudad se pierde en la neblina


y los ojos nuestros vagan las cimas.
Las enredaderas suben, espinas
se atan a las sienes y decima
el cuento cristológico del Uno
y su fuente que no tiene signo.
Hácennos decir que no somos dignos.
La carne, sangre que es su desayuno
-alados juicios son introyectados
mientras ciegos paseamos el arbitrio
del cuerpo común; el alma en litio
no reconoce las sombras del Hado
en que duermen los signados el día,
mas sus palabras la noche decía.
CLXIX

Insisten las ninfas en designarme


con el epítome de enamorado.
Yo me niego, mas soy así curvado;
flechas rectas insisten en matarme.

Un pánico hermtista reveló-


me las membranas del fruto dorado.
Yo insistí en en seguir mas me veló
el eterno cenit. Fuime, tirado
por los aurigas de la invisible
tierra que sembróme su combustible
Ley que a mis reflejos ha congregado.

Debo decir que el instante sagrado


en que Destino mostróme su rostro
tentóme la avaricia y fui monstruo.
CLXX

Ahora que sé que callar debiera


al delirio, cuyas alas me muestran
el núcleo magmático de maestra
razón creadora, enmudeciera
también ante el sagrado misterio.
Teleológico, el cuerpo, inscritos
lleva los signos que permutan gritos
por Gracia, y escamaje cinéreo.
Repto, entonces, entregado. Juego
o contemplo hacia adónde tiende
el sutil humo que siempre desprende
de los sándalos fragantes el fuego.
Y veo, en el jardín, a la gota
que en círculos concéntricos me embota.
CLXXI

Pero sabés que tengo estas guerras


que me ocupan -la vil injusticia
que cual potencia cronida me vicia
en juicios negativos de la tierra.

Ahora estoy en calma, no sangra


mi alma en tormentos neuróticos
-conozco mi hábito egótico;
por eso, perdón si mi cero ladra.

Pero sabés que tengo una canción


tuya, y escritas en la memoria
llevo tus palabras que nuestra noria
pasajera permuta en emoción.

Y a veces huyo, cobarde; tus ojos


conocen mi vergonzoso cerrojo.
CLXII

Ya va a terminar la madrugada,
y mañana se sabrán los efectos
que mi ciego cantar trae en defecto,
y el horizonte lleva a su nada.

Es verano todavía. Tóxico


mi reír en el infierno extraño.
Parece que han pasado ya años
desde nuestro último y lóxico
paseo. Tu voz no supe encontrar.

Es, será y ha sido culpa mía.


Y todavía te veo al llegar:
aura de transparente simpatía
cubríate, y yo improvisaba
cada decir con que ya te amaba.
CLXXIII

Cuelgo la mente. Me intoxico, amor.


Me desvisto: me saco ambos ojos
y me exilio. Es vicio y antojo.
Mostrarte mis heridas es un temor
que todavía tengo. Alguien, amor,
usóme, y yo no sé cómo perdón
pedir -sé que a vos llegó el temblor
de mi cuerpo; encontró este tendón
de Aquiles que tengo. Y si mi voz
se quiebra, digrede, cuando diga
esto, perdón, también; temo que siga
en mi sombra envuelto como feroz
creatura que de ajeno amor
se alimenta, por el vero candor.
CLXXIV

Academia, o virtud, o superfluo ser


del musistío. Correr en derredor del
sol que muere cuando dícenle su él.
Llámanlo entonces a no parecer.

Inicuo o virtual, el juicioso da


permutativo azar. Es el jazmín,
también, y sabe ser el níveo sinfín.
Llámanlo entonces y así se va.

Cruz o reliquia, o embalsamado


pez, o anticuario, o regalarse
al sin que sabe atestiguarse
mientras se balancea en voz dado
académico, o virtual, o maná
que fluye por las costas del Paraná.
CLXXV

Un hombre, de cuerpo celeste, vaga


la sala. Las enredaderas huyen
por las paredes de piedra. Fulgen
sus signos, y no es, y es su nada.

Un alma, de arbitrario encierro,


se pregunta. Resulta que niega
su haber. Le espera la vejez. Siega,
mientras tanto, Deméter, y los cerros
gesticulan. Brilla la laguna: nadan
lucinios y dobles y estafados
-nosotros entre ellos- en el Hado.

Un espíritu, irreverente, dan


en parte de pago. Invierten, magos
oscuros, en la curda y los cargos.
CLXXVI

Se niega. Protesta. ¡No es su casa!


Pliega tropas sobre cabeza ajena.
Ésta, por su parte, sola enajena
presas que Diana trae de la caza.
¡No es su casa!, gritando, insiste
un alma oscurecida. Negación
se trama. Y la floral ensoñación
ante ojos que qué sabran persiste.
Sin embargo, Silencio, de distantes
hábitos, se acoraza. Broncíneas
lanzas lo persiguen. La lluvia tibia
despliega a Eternidad. Instante
luego, la cara se consigna. Líneas,
cual estas, llevóse la noche ígnea.
CLXXVII

Piedad filial, gritan, insisten. Un dios


múltiple a mostrarse se resite.
Flechas de fuego, mariposas viste,
mientras, sereno, dícese solo dos.

Budeidoso y ya sin sin piel, espera


que la madrugada tenue florezca.
Quizás en disfraces se aparezca.
Quizás otredada boca lacera
su alado sentir, pensar, incierto.

Verás, yo nada más comento. Visto


fue el juicio al que tambien asisto,
mas a afirmar lo que sí no acierto.

Con verso, tacitud o glosolalia,


me escapo con las aves de la Italia.
CLXXVIII

¿Irse? ¿Adónde? Tan sólo descansar


cuarenta días; o señorear, vivo
aún, los efectos en los que pervivo.
Tomar sol en el infierno: esperar.

¿Huir? ¿De qué? Realizar las voces


que trae la orilla, mientas aguas,
vivas también, traen la sutil fragua
y desplázase el pensado roce.

¿Parar, correr, pensar? ¿Por qué? Suspender


el canto frágil en su hábil revés:
mostraríanse los cuerpos del través.

¿Cantar? ¿A quién? ¿Por qué? Desaparecer


de los signos, en sigilo de reptil;
perderse cual alma del año dos mil.
CLXXIX

No molestás, mas no parás. Preguntás,


preguntás, preguntás. En algún hueco
termino cayendo. Y cual zueco
ceniciento, muerto soy si me matás.
Si me quemás, en cenizas me hago.
Si me si, me digo el luego. Curva
una supondrá la condición. Burda
la manera en que el decir deshago:
Silencio entre nosotros. Soledad
ocupada por pensares. Objetar
a fantasmas, insensatos. O retar
a un cuerpo concreto y sin edad.
¡Insensatos! ¡Insensatos! Caemos
cuando el no decir pretendemos.
CLXXX

Los céfiros nos traen los aromas


de la deseada enfermedad. Morir
no nos asusta -digo ésto por ir,
de vez en cuando, a nuestra persona
{yo me invento así un consuelo}.
¿Que si lloro? Por supuesto. Mi niño
se ha muerto -lo comí con cariño.
Y no pisó -ni yace bajo- suelo.

¿Que si tengo corazón? Por supuesto.


Mas es una coraza, y recuesto
sobre el pasto con el cuerpo encima.
Y es tarde, es tan tarde, que será
la última de mis amorfas rimas
la que comigo al irme se irá.
CLXXXI

Vístome, escúdome y escíndome


-miento, no es necesario hacerlo;
viene con el cuerpo. Escápome
del síncrono si me deja saberlo.
No tolero la sonrisa, la falsa
tristeza, ni el fantasmizado
pensamiento que hanos alarmado.
No tolera la tristeza, la causa
vacua del infeliz paseo vano.
Entonces me desvisto, y no sano
tampoco. Entonces decisto de decir,
de reír, autistizado. Y, calmo,
busco un artificio o un salmo
con que pretender aún existir.
CLXXXII

Te creemos. Estoy siendo creado.


Y si me escondo: te creamos, o no,
da igual. Igual voy a decir que sonó
una verbal campana sobre el Hado.

Te compramos. No resisto. Histeria


me ocupa. Reacciono no comiendo.
Sé que así del placer no me enmiendo.
Yo no tengo -sí- culpa o miseria.

Mas no me escondo, y desnudo ando,


y bajo el hondo de nuestra violácea
cruz se esparce la arena herbácea.

Me descompongo. Hace calor. ¿Cuándo


será que cede la rima? ¿Amor?
¿Cómo? ¿Comer? Yo no. Es mi fin temor.
CLXXXIII

Toqué fondo, dice. Miente. No lo hay.


Circular nuestro eterno Paraná
nos trae acá. ¿Y el dolor? ¡Saná!
Reponen por mí desde la Uruguay.
¿El Uruguay? Un río. ¿Reír debo?
No sé -nada sé; nada más epero.
A ese verso lo escuché. Pero
Pero Pero Pero ::: ¿no hablás por mí?
No. Mas, quizás, ido, me aparecí
en boca tuya, y simulé saber
adónde estaba. ¿No era negada?
¿No era un hada? ¿No era Nada?
De nada sólo recuerdo el ayer.
CLXXXIV

Una noche, con los labios rotos, fui


a la madrugada. Era lo mismo.
Exacto mismo, nada mediante. Vi
los ojos de Nadie y su abismo.

Un ensueño, prepóstero, me dijo


que los muertos, memoriados, pasean
la marea del cruel sueño fijo.
A veces en pensares se asean.

Al despertar -vigilia, en realidad,


ya era-, noté que temblaba. Cima
vacua, u horizonte de la rima,
representaba al cuerpo sin edad.
Luego Pan, y su padre, el oscuro,
trajéronme a Tiempo, el impuro.
CLXXXV

Libélula engarzada, mañana


es, o amanece. Amenácenme
tus labios sueltos o encuéntrenme,
que es un decir, y es pan, y vana
forma o conjuro de lo que fuiste.
Cuando huí, el suelo tuyo, neblina
del Ida, díjose en mi suma trina.
Y asi vi, y así voz te viste.
Libélula, trémula, sueño mío
se llevan tus manos. No reconozco
que mi herir haya sido tan tosco;
me parecía un fluir de río.
Mas, ahora sé, verde libélula,
huir del horror en propia célula.
CLXXXVI

Corría el año, calmo, sin brío,


y ojos tuyos dijeron ser en mí.
Yo sé que, cual rumor en sueño, abrí
heridas muertas, envueltas en frío.

En campos de lavandas florecidas


la voz cantante nació, o durante
un niño que fui antes el instante,
creció espíritu de voz venida.

Hesiódico, la prosa no alcanzába-


me; el verso fue la herida -cuenco
por el que escurríame entre huecos
clespídreos para quien ayer amaba.
La lluvia tenue, la despedida, van
aún al alma que voces segarán.
CLXXXVII

Tereré de verano, tereré


de invierno. Mientra nieva en casas
aisladas de la comunidad, cazan
al cuerpo en que ayer desesperé.

Pito la bombilla, fumo jugo


en sobre. Me escurro por nuestro borde,
escapo con los frágiles acordes
-duermo en mí y en mísero yugo.

La guitarra yace tirada, niñez


lleva. Y recuerda haber placido
a oídos lejanos con su ruido.

Pupilas plandecen; tereré, en vez


de cervezas, o mates, o nádica
agua que llueve en la noche pánica.
CLXXXVIII

El desierto, sus cófrades, el arte


amatorio, y el camino al bien
que se escurre cual sangre por nuestra sien
conjunta, mientras me entrego en partes.

La arena turqueza, el frío beso


del adiós. El único asqueado yo
que cargo, presiente vago quéséyo
que bien sabe mas se niega el eso.

El fútil fuego, la luna blanca. Dos


son los designios del hacedor: cuerpos
y tumbas, la sal que nuestros muertos
precisan. Mas de la terqueza del dios
húndense las piernas en nuestra isla,
fundando el juicio de quien aísla.
CLXXXIX

Gotas de pianos, en aguas de cristal,


mientras la noche pasa -y es tarde
aún. Diría que no puedo. Arde
el viento sobre el sagrado ventanal.
Arrobado, miento. Me encuentro solo
con lo mío, que devuelven ángeles
idiotizados por nuestras cárceles,
celestes y hechas con vivo dolo.
Servidumbre, cual son, sobre lo nuestro
desechan la mugre y el espanto
de haber tenido que sufrir tanto
por segundos ante el cero maestro.
Desechan la mugre y yo canto
por haber tenido que sufrir tanto.
CXC

Y Pan me acercó mi niñez muerta:


piletas, brazadas, y circulares
signos de nuestras aguas maculares.
Haber nacido, ah, herida abierta.

Y Hermes cantaba, mostrándome sol


oscuro de blanco resplandor. Dice
que todavía las olas esquice.
Muéstrame el jardín y el tenue farol.

¿Es éso pregunta u orden? No sé.


Mas acerco a mi mente recuerdos
vagos de cuando era ahí cuerdo.

¿Es éso sensato? Parecce. No sé.


No sé. ¡No sé! Mas no me arrebato
ante el frenesí de sus garabatos.
CXCI

Hermanos, hermanas, estamos aquí


reunidos, y nos fue dado el revés.
Con los dados de Azar, y en través
nuestro, han jugado. Mas no me morí
al pedo, hermanas, hermanos. Suelo
esconderme en las formas -anzuelos,
relicarios, vicios, honorarios. Vi
que persiste aún el fútil duelo.
Debo decir que máquinas no preví.
Debo admitir que mentí. Hermanas,
hermanos, queméme entre sábanas
y erré cuando dije el sí que no vi.
Mas, hermanas, hermanos el gigante
posóse frente a mí un instante.
CXCII

Nadie, le dije, mas no es boludo.


Aprendió, despues de nuestra procesión
-imitadores somos y posesión
permitimos. Por eso horas sudo,
horas ardo, horas mudo. Perfumes
transustánciase, mientras los fraternos
vientres que cargan el cuerpo eterno
me piden que por favor ya no fume.
Desoigo consejos, y me adueño
de efectos. Eternistas, valles
han sido escupidos, y las calles
han tornado en jugo los ensueños.
Me desnudo, simulo, juego. Callo.
Grito por la ventana y estallo.
CXCIII

Le he pedido a una estrella,


Johnny Beckham, que nazca en silencio.
Desoyóme, y ahora me esencio
con las bocas de dicciones plebeyas.

Patricios romanos, de sacra hechos,


me acechan. Me escurro entre las piedras,
cual agua, cual reptil. Así me encierra
la noche en nuestro quemado lecho.

Le he pedido que calle. Gritó. Me cagó.


Histérico soy, es ya evidente.

Ya me acerco a la arena, frente


a la multitud ciega, de esperanzas
vacío. Las ánforas rolan. Fríos
númenes atraviésanme en danzas.
CXCIV

Es costumbre, al liberarse, hasta


Adán filiarse. Desconozco por qué
pero debe tener un profundo qué
que se me escapa y a alguien basta.

Es costumbre, también, en la finitud


realizarse. Es nuestro deber y bla-
blablá. Mas si te dicen tenés, hablá,
escondéte en la símil pulcritud
de formas y modales virtuosos.

En algún momento, nuestra costumbre


cede ante la infinita cumbre.
Y los dedos sudan, luego, porosos
y sintientes. Mas, es hábito mío
deludirme con el dorado río.
CXCV

Hay hambre, y hay muerte, y hay Amor


que todo lo trivializa. Orquídeas
florecen en la selva, y su plandor
llévanos a las nubes de voz nívea.

Hay vida, también, y hay placer, querer,


esas cosas. Y hay la angustia, rosa
cuya risa encuéntranos la fosa
en que dormir, morir o aparecer.

Hay jugo cierto, y jugo de verdad.


Hay epistemólogos digrediendo
mientras los cuerpos nuestros van hediendo.

Hay jugo vago, y jugo con edad


añejado. Y hay lo vario, sino
de quien se timbea común destino.
CXCVI

¿Especular con vida? No pasa


nada, si total es consciencia nuestra
la que al fuego de las bocas muestra
el indiferente juicio que asa
fantasmas de cordura, cuerpos vivos
que buscan un techo y un abrigo,
o un futuro que dígales sigo,
providente, sobre mí. Yo me privo
de juzgar si sea ésto sapiente.

Crece la noche, más clara que nunca,


y qué plan haya que Caos no trunca.
Mas, son, dicen, cristológicos, entes
imaginarios, tulpas. ¿No es culpa?
Tengo en los labios la dulce pulpa.
CXCVII

Aplrazolam, cigarrillos, tereré


de fernet, o vino, o vodka. Boca
de dientes podridos, mía, no toca
nada que a su fin la haga tender.
Marimba, cismas, herejías cuerdas,
insanas, o isaianas. Verba
que se me scurre cuando me recuerda
los decires que huyen de mí. Sirva
o no este reír, no importa. Va
sobre el tísico Paraná y cuelga
ante las curvas de la corriente. Da
razones para yacernos en huelga
sexual -célibe, santo; demon túrba-
me cuando en mi cuerpo se masturba.
CXCVIII

El mal nos convence de que es cierto.


Como somos idiotas, le creemos.
Lo creamos, luego. Sea, oremos
por salvarnos de lo que el desierto
ofrézcanos en recompensa. Pienso
que el mal, convincente, en turbias formas
traduce, ansisoso, las vagas normas
cuya taxación traduce inciensos
aromáticos, así seduciendo.
Mas, no sea que vayamos creciendo
y notemos la trampa de sus signos:
se diluyen los semas en connotancias
y nosotros creyéndolos designios
por el placer de la dulce fragancia.
CXCIX

Pero tengo cuerpo y sed de sentir


al sentido martirizarme -su luz
eléctrica es de esta era la pus
que la esquicia no déjame prevenir.

Pero tengo cuerpo y torcida voz


que abrese ante mi como caldo
en el que, desorganizado, algo
dícese y es dos y el más que dos.

Pero tengo cuerpo y un boludo


habló del pero, y me encierro solo
en el culto a matarme con dolo
por la sana descarga que deludo.
Pero, como sé que pero tras pero
tras pero, en arrobos desespero.
CC

Socius, o la consistencia simbólica,


que dicta el cargo a quien se rompe
los órganos mientras también corrompe
palabras con dicciones trambólicas,
no va a alcanzarme en la real cueva.

Ditirambos más, menos, este trance


termina, cuando su almohada dance
bajo el arbitrio de las lluvias nuevas.

Y si me travisto y digo no-yo,


no es que sea el que dice hacer
este reír que no me es placer.
Y si huyo, inconsiste, quéséyo;
mas digo, porque debo decir sino
alguno al vacío que es Destino.
CCI

Los rayos, llegaron a casa, ¡vienen


con besos sudados, con la saliva
ácida, con la humedad decisiva,
y recuerdo de haberme visto tienen!

Cronión, los rayos, tuyos hijos, ¿auguran,


urgentes, volver al suelo, deshecho,
ocupado, vacante, y mal hecho?
¿Recordarásme heridas que no curan?

¡Los rayos, el día, la lluvia! ¡El ir


y venir de los ruidos! ¡Intensivos
delusores, arcoíricos, vivos!

Cronión, ¡tu prole, la morgue, el decir!


Y no me queda más que repetirnos:
no los vi; repetir, no los vi; irnos.
CCII

Y las canciones traen tu calma voz,


mientras los calmantes actúan. Adiós,
te vi, no te vi; adiós, me escudo. Dos
parecemos; sin embargo, adiós.

Y las pantallas llevan tu nombre. Voy


sobre el cuerpo, me acerco, me alejo. Hoy
que no tengo espejo, me encuentro. Doy
la razón a los vampiros, son yo; soy,
por fin.

Mas no me engaño, de lejos vi


las heridas de Loxias, mientras ríe
quien lo mira, nos mira, o sonríe.
Y te dejo; las canciones, cuando fui,
no traían tu voz calma aún, no
traían en susurros un ¿por qué no?
CCIII

Y me despierto. Noche, son las doce,


Día, ya variado. Fecha no tengo,
fecha no cargo. Flechas no sostengo,
mas encuentro en recuerdo tus voces.

Varia, y sin embargo una, ¿puedo


cantarte en una rima lo que fui?
Aquella noche pretendí. Otra, vi.
¿Es patetismo decirme este ruego?

Sombra, tuya o mía, busca, aún


la forma de olvidarnos, olvidar,
o perder, o darse, o más entregar
el cuerpo que une la causa común.
Sombra, tuya o mía, o mía, sin
reflejo, sin eco, sin fuego, sin fin.
CCIV

¿Recordás el tormento de nuestras almas?


¿El trono, el nombre, la zona viva?
¿Recordás el arte conjunto? Privá-
mosnos de decirlo: el río en calma.

¿Recordás al jazmín pendiendo? ¿Perros


lamiéndome las heridas? A veces
amás, a veces alzásme y cierro
los ojos y contemplo a los peces.

¿A vos te hablan? A mí me dicen. Soy


un exceso de tu mente, y me voy
cuando nos envuelve, intolerable,
el dolor. ¿Que si crucé las ventanas,
ordalías, vigilia, la mañana
del fin de los días? No fui amable.
CCV

La luna, ¿era ella? Pido perdón,


señora, si su jardín he paseado
en bolas, ido en nuestro pasado.
Pido perdón si me envolví en canción
que no era a mí dicha. Mas, niego,
absolutamente niego herido
haber, voluntariamente. Soy ciego
de nacimiento, y es mi testigo
la sombra desconocida que llevé
a todos lados. Mas, sepa, ocupé
un lugar que no me es propio. Decidí,
por ello, dejar de pensar. Cené
en la mesa de Dios, y así quedé.
Ya ve, sin razón, alguna vez huí.
CCVI

No sé por qué, pero mi cuerpo deja


efectos por todos lados -debe ser
por el epítome que de niño, ya,
pusieron en mí para que pueda ver.

No sé, no estoy seguro; quizás funda


mis costados, y erre, aferrado
al recuerdo de amor, y errado
haya sido -por mí que mí confunda

Pero escupo este decir, muerto


como voy, por el mar llevado hacia
la tarde en que miramos la acacia
sombrearnos con su disfraz. Este huerto
que tantas veces mencioné, al revés
me mostró, tanto que fue su través.
CCVII

Ah, los pensares alados, escuchaste


-¿cómo pudiste, cómo supiste tolerar
semejante infamia en mi obrar?
Frente a mi decir ni pestañeaste.
¿Sabíasnos niños, idos, tan lejos?
¿Sabíasnos inocentes todavía?
Luego vendrá la negativa vía,
quizás pensaste, y nuestros espejos
hasta esto los traerán. El amor
augurado, quizás, en persuasivo
decir esquivo, volvióse resplandor.
El vivor ardor, mío, sólo ardor,
lavástete bajo el trino olvido.
Me encuentro, me sigo. Con su voz vivo.
CCVIII

Perdón por la falopa augurarle,


mas ahora que me odia, la niega.
¿Eras vos la Deméter de la siega?
Admito que el fuego dolió. Pagarle
debo, señora -psicomasotecnia
de abismo también cargo. ¿Me hundí,
al fin, en la última sombra? Caí
bajo la numénea pirotecnia
de árboles, follajes y paisajes.
¿Que si tengo razón? No me importa,
mas prontamente la suerte comporta
encuentros de onirias, alunizaje.
¿Que si se queja? Por supuesto, sabe
que mentí, que herí, que fui también ave.
CCIX

¿Perdonarme? ¿A mí? ¿Cómo podría?


Se me pudren en decires abrazos
ahora sólo recordados. Ría
de esto, le pido así me paso,
metempsicoso, de boca en boca.
¿Viste, sin embargo, sincero amar?
¿Viste mi confusión y mi amplio mar?
Por las radios yo vagaba, con poca
discreción -y no lo sabía aún.
¿Actuar es orden? Yo estallo siempre
que me callan las olas de este común
espíritu que me dice ser de siempre.
¿Perdonarme? ¿A mí? ¿Cómo podría?
Si mis palabras sus labios pudrían.
CCX

Esta es la tortura a la que fui


condenado: amor puro contemplar.
Quizás deba parar y dejar templar
las visiones el Edén nuestro que vi.

Esta es la cordura que me lleva


a oírla, de distancia hecha.
Amor así jamás tiene fecha
ni razón para ceder. Me subleva
el corazón con ígneas flechas rectas.

Esta es la locura que ocupa


mis dias, mientras sufro. Me preocupa
haber herido. Alguien me especta,
me susurra, y no me encuentra. Dueño
de mí ya no soy si doyme al sueño.
CCXI

Y erro, y aprendo, y confundo,


y me confundo, y lamo, y ciego
voy, como un perro -cuidando, niego
la entrada al Hado que me fundo.

Y corto, y corro, y me secundo


con voces extrañas, mientras aburro
a quien vea mi decir. Si me escurro
entre los intersticios, me fecundo.

Y harto, y mato, y me escabullo


con ágiles pies a través del cero.
No me sigas, es sólo desespero
el cuenco sustancial en el que bullo.

Y serpento, y desato, juego


a tiresiar en libertad al fuego.
CCXII

¿Yo? ¿Cuántas lecturas posibles cargo?


No me escribo sólo por decirme mi
razón, cual espejo que rompe su sí.
Escribir no quería, sin embargo
acá me ves, resultando un vago
que los ecos ya te fueron sembrando.

Hay olvido: amar es ser amando.


Mas yo cualquier veneno ya me trago
con tal de que siga nuestro camino
hacia el hondo negador de nuestro.
Mas no fuiste mera musa, lo sabés.
Me sentiste estremecer y me sabés.
Y nadie sabe que nosotros nuestro,
excepto vos, sólo vos, que alada
caminás mis heridas ya saladas.
CCXIII

Y hago nudos, cabuyero, listo


cabalista, y voy dejando pistas
para volver al pasado. Asisto,
así, a mi propia, terrible vista
y crimen cometo por ser errante.

Y hago nada, me desvisto, canto


a la voz tuya que llenó de encanto
mi corazón muerto, y pensé antes
haberte visto -te lo dije. Quise
abrazarte -sin bifidez lo digo.
Un fantasma posó en vos, y sigo
queriendo quererte, y aunque quise
olvidarte, te escucho -estremezco
todavía, mientras en vos clarezco.
CCXIV

Quizás no sea tarde, y un amor


recuerde, nada más. Jugando, viendo
que puedo seguir todavía queriendo
verte con el corazón en resplandor.

Quizás sea tarde, también, mas no sé


ni sabremos, a menos que nos vea
nuestro nuestro en un paseo. Sea
o no sea Destino, eso no sé.

Quizás me embriague, y te piense aún,


mientras de bocas todas nace sombra
tuya, que sos vos en la distancia. Un
rencor feliz nos junta y nos nombra.
Mas yo no soy cuerpo, y ni diciendo
podría mostrarte qué iba haciendo.
CCXV

Juntos, con hiedras en las piernas, oír


las voces que síguenme y escuchar
se dejan -mi boca se rompe, luchar
es vano, y sólo las dejo huir.

Juntos, con los sueños encontrados, voy,


mas no puedo llevarte a nuestro cielo,
ni sé cómo derretirnos el hielo;
y entre máscaras doyme y así soy.

Juntos, con tu perfecta brisa, solos


frente a las brasas de pensar alados
mañanas en que seamos cegados
nuevamente por nuestro hablar. Dolo
no tengo, y las palabras me escancian
tu presencia que así me instancia.
CCXVI

Me voy, un par de días, con Silencio.


Sabés que cuando esto hago, niégo-
me a mí y me entrego, siendo ciego,
siendo velado, y viento me esencio.

Vayan, flores mustias, lavandas, lirios,


margaritas, jazminez; las hadas,
de nuestros muros sus enamoradas,
irán clareando el turbio delirio
en que me abismo cuando insisto
lo suficiente. Si me ves, el viento
llevaráte una caricia. Siento
que no mentí, sin aún yo persisto
en los sutiles resquicios que luces
dejan pasar sin traer ya sus puses.

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