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allí, la importancia de que padres y docentes aborden el tema con una visión
preventiva, desde edades tempranas y con soporte en guías, que posean
apoyo científico para enfrentar en forma adecuada los temas cotidianos,
vinculados con sexualidad, que impactan la vida familiar, escolary comunitaria.
Ruble (1988) afirmó en su tiempo, que la revisión de literatura permitía concluir
que las diferencias en rasgos de personalidad son menores de lo que
tradicionalmente se creía y los cambios sociales llevan a menores diferencias
entre niñas y niños, aunque ellas no se han eliminado por el fundamento
biológico del repertorio conductual sexual. Al releer esta conclusión a la
luz de los hallazgos Archer y Lloyd (2002), confirmamos ese planteamiento
adoptamos una postura evolucionista que utiliza los mecanismos de la teoría
de roles que se construyen socialmente. Tal vez, la posición actual permite
concluir que, somos diferentes pero estamos al mismo nivel, lo cual brinda
altas posibilidades de realización de desarrollo para ambos sexos, logrando
la equidad de género que demandan los objetivos de milenio. Curiosamente
este logro para algunos autores, como forma de reacción social, ha generado
el problema de la agresión que se observa en las niñas (Garbarino, 2006) las
cuales, Igual que los niños, necesitan programas de intervención familiar y
escolar dirigidos a ofrecer herramientas para que canalicen la agresión en
una forma constructiva. Esto en nuestra opinión, es un reflejo de los grandes
cambios que la modernidad ha traído para el área sexual, lo cual ha de llegar
a un punto de equilibrio, en la medida en que la familia retome su importante
papel como constructor del proceso de desarrollo integral de sus hijos e hijas
y la escuela los ayude en este difícil reto.
Estos avances conceptuales tienen implicaciones muy importantes para el
estudio del desarrollo infantil, básicamente porque el sexo no es un asunto de
adultos, como se creía tradicionalmente, sino de niños; según Ruble (1988)
entre la edad preescolar y escolar se sientan las bases de una función sexual
adecuada en adultez; y en opinión de Aulet en la etapa indiferenciada de 0 a
11 años, los niños construyen las bases estructurales de los tres procesos
fundamentales: sexo, función sexual y reproducción, los cuales se ponen a
prueba y se consolidan en las otras etapas.
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Ahora bien, ¿cuántos tabúes rodean a este tema tan importante? En estas
secuencias de desarrollo infantil, brindamos a los adultos mediadores de
desarrollo, en especial a los padres y docentes, un recurso para conocer,
potenciar y canalizar la adquisición de las competencias e indicadores del
desarrollo sexual durante los años preescolares y escolares, Para efectos de
este trabajo elaboramos tres secuencias relativas a sexo: identidad sexual,
constancia de género y roles sexuales; una de reproducción y otra de función
sexual, las cuales se detallan a continuación.
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