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El Movimiento Liturgico Bonneterre
El Movimiento Liturgico Bonneterre
INDICE
PREFACIO .............................................................................................................. 3
PRÓLOGO .............................................................................................................. 4
INTRODUCCIÓN ................................................................................................... 6
CAPITULO I - DESDE LOS ORÍGENES HASTA ALREDEDOR DE 1920 ........... 9
CAPÍTULO II - ENTRE LAS DOS GUERRAS .....................................................20
CAPÍTULO III - LA GUERRA 1939-1945 ............................................................ 31
CAPÍTULO IV - LA POSGUERRA ....................................................................... 41
CAPÍTULO V - LOS AÑOS 1950-1960 ................................................................. 53
CAPITULO VI - LAS REFORMAS LITÚRGICAS ................................................ 66
CAPÍTULO VII - LA BATALLA FINAL ................................................................ 77
CONCLUSION GENERAL ...................................................................................86
ORACIÓN A SAN PÍO X ..................................................................................... 88
EPÍLOGO - TAIZÉ Y EL NUEVO ORDO MISSAE ..............................................89
I. UN DEBATE EN LA PRENSA: DOM BOTTE Y MONS. LEFEBVRE. .........89
II. UN DOCUMENTO REVELADOR: EL ORDO DE TAIZÉ EN 1959 .......... 101
1 La presente versión (abril 2018) fue editada por CUBA CATÓLICA, y es una corrección de la
publicada en 1982 por “Editorial ICTION” en Buenos Aires, Argentina.
“Creo que el culto divino tal como lo regulan la liturgia, el ceremonial, el ritual y
los preceptos de la Iglesia romana sufrirá próximamente, en un concilio
ecuménico, una transformación que, al mismo tiempo que le devolverá la
venerable simplicidad de la edad de oro apostólica, lo pondrá en armonía con el
nuevo estado de la conciencia y de la civilización moderna”.
Pero nadie que yo sepa había buscado los orígenes cercanos de esta Reforma
de una manera profundizada y detallada con documentos en su apoyo.
Gracias al conocimiento de estos hechos será más fácil emitir un inicio sobre
esta Reforma litúrgica que ha causado ya tantos estragos en el alma de
millones de católicos.
Marcel Lefebvre
PRÓLOGO
Hemos revisado y un poco completado esos artículos, que constituyen los siete
capítulos principales de este libro. Le hemos agregado un epílogo sobre la influencia de
los medios protestantes en la reforma litúrgica, que contiene un documento muy poco
conocido y todavía nunca explotado: el rito de la Eucaristía de Taizé en 1959. Los
retratos fotográficos de los principales personajes puestos en escena en nuestro
estudio no solamente tienen como objetivo adornar esta obra, sino que también
quieren ayudar a nuestro lector a comprender mejor a esas personas, porque creemos,
con Barbey d‟Aurévilly, que “el rostro es el alma dada vuelta”.2
Nuestro estudio no es exhaustivo, no tiene otra pretensión que ser el esbozo de una
investigación sobre las causas de la “autodemolición de la Iglesia”, que denunciara el
papa Pablo VI.
Tal vez nuestro diagnóstico podrá parecer severo a algunos, a aquellos sobre todo que
han cooperado, en su juventud sacerdotal, en el “Movimiento litúrgico”. Casi todos,
hoy en día, se dan cuenta que se ha abusado de su generosidad. Si algunos no están
de acuerdo con nuestras conclusiones, que nos lo digan, y nos señalen nuestros
errores.
Quisiéramos también poner en guardia a nuestros lectores contra una cierta moda
intelectual que se propaga como una peste en nuestros medios reputados como
“tradicionalistas”: el espíritu de emulación en la más extrema de las opiniones que
hace buscar, a cualquier precio, la posición más “dura”, como si la verdad de una
proposición admitiera el ser influenciada por un prejuicio voluntarista de anti-cualquier-
cosa-que-sea.
Que nuestro lector rehúya también el espíritu de simplificación que hace poco caso de
todas las distinciones necesarias para un razonamiento justo.
“Dirijo las últimas líneas de esta obra —escribe el abbé Dulac— a mis
condiscípulos, a nuestros amigos, cercanos o lejanos. Ellos sufren, nosotros
sufrimos de las humillaciones padecidas por la Iglesia nuestra madre, en el
curso de ese Concilio desnaturalizado, y después. ¡Pero sufrimos dentro de la
Iglesia! No pensemos que nos corresponde a nosotros, y a distancia, el curarla
2 El autor se refiere a una serie de fotografías que ilustran la edición original francesa de este
libro.
3 “La collegialité épiscopale au deuxiéme Concile du Vatican” por el abbé Raymond Dulac. Ed.
“Y este otro consejo, de nuestro Yves de Chartres, del que nos atrevemos a
adaptar su sentido a nuestro objetivo: „Si sucede que algunos se quejan de
haber sido excesivamente agobiados por la autoridad de la propia Iglesia,
entonces que sea de Ella a Ella que vayan a buscar refugio; que pidan el alivio
allí mismo donde han experimentado el agobio: inde levanten... unde
gravamen”.
"La Iglesia de África conoció, en tiempos de San Agustín, una „crisis‟ que se
parece a la nuestra. Recordemos las palabras que el obispo de Hipona dirigió,
un día, a uno de los jefes de la secta donatista, Emérito, presente en la
asistencia. „Fuera de la Iglesia, Emérito puede poseerlo todo, menos la
salvación. Ruede tener la dignidad [del episcopado], puede tener el
Sacramento, puede cantar el Aleluya, puede responder Amén, poseer el
Evangelio, tener y predicar la fe; pero en ninguna parte, si no es en la Iglesia,
podrá encontrar la salvación‟
Es para ayudar a ese discernimiento del trigo y de la paja que hemos escrito este libro,
IN CARITATE NON FICTA.
4 Expresión consagrada que se encuentra, como una fórmula definida, en el Concilio de Orange
(año 529): c.6. Cfr. Dz. Sch. 376. Su uso es frecuente en la teología de la Edad Media.
INTRODUCCIÓN
Así pues, y podríamos multiplicar los testimonios hasta el infinito, los “liturgos”
más avanzados y la propia “Iglesia conciliar” pretenden que existe una
continuidad, incluso un “desarrollo homogéneo”, en el “Movimiento litúrgico",
entre Dom Guéranger, incluso San Pio X, y Aníbal Bugnini.
¡Ahí está la impostura, ahí está lo que no podríamos admitir! Es por esto que
nos esforzaremos en mostrar en qué esté movimiento se ha desviado. Por
cierto, históricamente, Dom Guéranger y San Pío X están sí en el origen del
“Movimiento litúrgico”, pero es falso y pernicioso pretender que ese
“Movimiento”, al menos en sus formas contemporáneas, sea el heredero de su
pensamiento, peor todavía, que sea la continuación de su obra. Para demostrar
esta tesis, tendremos que estudiar la historia del “Movimiento litúrgico”,
reconocer sus magníficas realizaciones, pero también comprobar, ante la
evidencia de los hechos, las precoces desviaciones de esta grandiosa empresa
que hubiera podido aportar tanto a la Iglesia.
Lejos de ser negativo, semejante estudio permitirá discernir lo que hay que
rechazar y lo que hay que conservar preciosamente en el “Movimiento
litúrgico”. Importa, en efecto, por sobre todo, que nosotros que trabajamos en
el mantenimiento de la liturgia católica seamos los herederos y los
continuadores de la obra de Dom Guéranger y de Pío X. Hacemos nuestra la
voluntad de San Pío X:
7 C.R.C. nº 101, enero de 1976. El abbé de Nantes saca su documentación de la obra muy
contemporizadora de Dom Bernard Botte O.S.B.: “Le Mouvement Liturgique, Témoignage et
Souvenirs”, Desclée, 1973.
en su fuente primigenia e indispensable, a saber: la participación activa
en los sacrosantos Misterios y en la oración pública y solemne de la
Iglesia”.8
8 “Tra la sollecitudini”, del 22 de noviembre de 1903. Ed. Solesmes Liturg. I, nº. 220
CAPITULO I - DESDE LOS ORÍGENES HASTA ALREDEDOR DE 1920
En el siglo XVIII, la liturgia había dejado de ser una fuerza vital del catolicismo.
La liturgia, tan admirablemente restaurada por San Pío V,10 había sufrido los
asaltos repetidos del jansenismo y del quietismo. Los discípulos de Jansenio
habían apartado a los fieles de la práctica de los sacramentos. El quietismo, que
pretendía llegar a Dios directamente, había desviado a las almas de la liturgia,
intermediaria querida por la Iglesia entre Dios y nosotros. Es la época en que el
galicanismo triunfante componía sus liturgias diocesanas en las que el único
punto de encuentro era el carácter antirromano. En Alemania, Febronio, auxiliar
de Tréveris, divulgaba estas ideas; en Italia, era el trabajo de Ricci, obispo de
Pistoya, condenado con su sínodo por Pío VI en la bula “Auctorem Fidei” del 28
de agosto de 1794.11
Por otra parte, Dom Guéranger se dedicará a asociar a los fieles con la
jerarquía mientras ésta celebra el Sacrificio, administra los sacramentos y
celebra el Oficio. Para esto, publicará, a partir de 1841, una traducción
comentada de los textos litúrgicos distribuidos en el curso del año litúrgico: es
su célebre Año litúrgico.
Para Dom Guéranger la liturgia es, antes que nada, Confesión, Plegaria y
Alabanza, mucho más que enseñanza.15
“Ahí, en ese marco exiguo donde trascurrió toda su vida —escribe Dom
Bernard MARÉCHAUX— ensambló tan bien juntas la enseñanza de la fe y
la de la liturgia, que los vecinos de la región no creerían ser verdaderos
cristianos, si no buscaran comprender los textos litúrgicos para rezar
mejor y para honrar a Dios con una alabanza más perfecta... Este
fenómeno de vida cristiana y litúrgica dura desde hace más de cincuenta
años, sin debilitarse. No es un fuego de paja. Demuestra estos dos
puntos de grandísima importancia: que los simples fieles, por la gracia de
su bautismo, son aptos para gozar de la oración litúrgica; y que hacerles
querer en espíritu de fe esa oración, es el medio más eficaz, si no el
único medio de impedir la deserción de las iglesias. El padre Emmanuel,
que puso en evidencia estas verdades, que resolvió prácticamente un
Por nuestra parte, no vacilamos en dar al humilde monje un lugar no lejos del
célebre abad. El padre Emmanuel fue, en efecto, el primero en poner en
práctica los principios de Dom Guéranger; y verdaderamente merecen los dos
ser mirados como los dos “coprincipios” del “Movimiento litúrgico”, es decir, del
renuevo de fervor del clero y de los fieles por la liturgia.
Mientras que Dom Mocquereau (+ 1930), Dom Pothier (+ 1923) y Dom Cagin
(+ 1923) continuaban en la casa matriz la obra del fundador, Solesmes lanzaba
sus primeras fundaciones. Primero fue Beuron en 1863, y ésta fundó después
Maredsous en 1872 y luego Mont-César en 1899, mientras que Dom Guépin
partía para España en 1880 a restaurar Silos.
Una vez precisados estos objetivos, y muy alentado por el episcopado belga,
Dom Beauduin va a trabajar en ganar a su causa a los sacerdotes, y muy
particularmente a los curas de parroquia. Con este fin, lanza dos revistas que
conquistan un inmenso éxito (70.000 suscriptores en pocos meses), „„Questions
liturgiques et paroissiales” [“Cuestiones litúrgicas y parroquiales”] y “Semaines
liturgiques” [“Semanas litúrgicas”]. En fin, para explicar mejor su concepción
del “Movimiento litúrgico”, publica en 1914 un fascículo que se hizo célebre: “La
piété liturgique: principes et faits” [“La piedad litúrgica: principios y hechos”].
“La acción de Dom Lambert Beauduin no tuvo sólo por efecto dar un
nuevo impulso al movimiento suscitado por Dom Guéranger; consiguió
también hacer aparecer a la liturgia bajo un nuevo día. El punto de vista
de Dom L. Beauduin no es ya del todo, como el de Dom Guéranger, el de
la oración contemplativa, de un lirismo desinteresado que canta su amor
sin otra preocupación que la alabanza; este aspecto de la liturgia, Dom L.
Beauduin no lo desconoce, pero prefiere poner el acento sobre su
aspecto didáctico; más bien considera a la liturgia en su acción sobre las
almas que en su papel de santificación”.
Por otra parte, seamos justos con el “Movimiento belga” y reconozcamos que,
si Dom L. Beauduin “tiende” a subrayar demasiado el aspecto pastoral de la
liturgia, no es el único en la liza: ya hemos mencionado a Dom Festugiére, pero
no olvidemos a Dom Gaspar Lefebvre de Saint-André-de-Lophem, Dom
Marmion, Dom Flicotteaux, Dom Vandeur, ni a Dom Cabrol, de Farnborough, en
Inglaterra.
Este rápido vistazo general del “Movimiento litúrgico” a través del mundo
durante los años que precedieron o siguieron a la guerra de 1914-1918 nos ha
permitido comprobar su prodigiosa expansión. Nacido del genio de Dom
Guéranger y de la indomable energía de San Pío X, esta corriente brindó en esa
época frutos magníficos de renovación espiritual. Sin embargo, no hay que
engañarse, el carácter de “apostolado” de la liturgia que Dom Beauduin
“tiende” a acentuar demasiado, se va a volver, a continuación, cada vez más
fuerte. Y ésa será la gran tentación del “Movimiento”: hacer de la liturgia antes
que nada un medio de apostolado; hacer plegar la liturgia a las exigencias del
apostolado. El nudo del drama está ahí. Como lo veremos, es por culpa de no
haber sabido resistir a esta tentación que esa obra magnífica se derrumbó
arrastrando en su caída a casi todo el edificio de la Iglesia.
CAPÍTULO II - ENTRE LAS DOS GUERRAS
27 Dom L. Beauduin : “Le Cardinal Mercier et ses suffragants en 1914”, en la “Revue Génerale
Belge”, 1º de julio de 1953, pp- 416-417.
28 Monseñor Szepticki, metropolita de Lvov en Galicia, jefe de la Iglesia uniata, es decir, de esa
porción de la Iglesia ortodoxa ucraniana que el acuerdo de Brest-Litovsk, con motivo de una de
las reorganizaciones de Polonia en el siglo XVIII, había hecho entrar nuevamente en la
comunión de la Iglesia romana.
29 Cf. Louis BOUYER de L´Oratorie : “Dom Lambert Beauduin (1873-1960), un homme
Actuando así, Dom Beauduin se adelantaba a los conocidos deseos del nuevo
Papa que sucedía, en febrero de 1922, a Benedicto XV. En efecto, Pío XI, desde
los primeros tiempos de su pontificado, mostraría que se interesaba
apasionadamente por el Oriente, por esa enorme masa de Rusia que aún
parecía, en esos años que siguieron a la revolución de octubre, vacilar en un
equilibrio inestable entre los caminos en que se internaría.
Espoleado por monseñor d‟Herbigny, el ardoroso Pío XI iba a apurar las cosas:
el 21 de marzo de 1924, enviaba al abad primado el Breve apostólico “Equidem
verba”, en el que el Soberano Pontífice retomaba las grandes ideas de Dom
Beauduin, sobre el papel capital que representaría una fundación benedictina
de un tipo nuevo para el acercamiento con Oriente.
30 Colegio fundado por León XIII en 1887, centro de estudios teológicos para los benedictinos
del mundo entero.
31 Monseñor Michel d'Herbigny (1880-1957): Ferviente orientalista. Pio XI hace de él su hombre
de confianza para los asuntos orientales. Nombrado en octubre de 1922 presidente del Instituto
pontificio oriental. Abril de 1930: presidente de la comisión pontificia “Pro Russia”. Consagrado
obispo en 1926 por Mons. Pacelli en Berlín, intenta inútilmente restablecer la jerarquía en la
URSS. Diciembre de 1931: dimisión del Instituto oriental. 31 de mayo de 1934: dimisión de la
comisión “Pro Russia”, oficialmente por razones de salud. Se retira a Bélgica donde vivirá hasta
su muerte como simple religioso, sujeto a un riguroso retiro.
32 Carta de Dom de Kerchove del 20 de enero de 1925.
33 Louis BOUYER : Dom Lambert Beauduin, p. 126. Las CONFERENCIA DE MALNAS : se
Pero dejemos hablar al reverendo padre Louis BOUYER, aquí bien inspirado:
“No solamente ese informe contenía graves errores, sino que era en sí
mismo un error más grave todavía. Cuando había que esforzarse por
precisar de ambas partes en dónde se estaba exactamente, él se
colocaba en la hipótesis de una unidad en la fe ya alcanzada. Sobre esta
base, trazaba un plan que no podía ser sino quimérico. La imagen de un
patriarcado anglicano unido, en el que serían salvaguardados la liturgia y
el derecho canónico anglicanos y los usos tradicionales del anglicanismo
estaba copiada de la situación hecha en principio a las Iglesias orientales
unidas a Roma. Pero desconocía el hecho de que nada, ni en el pasado
de la Iglesia anglicana, ni en su presente, permitía asimilar su situación a
la de ellos. Pero había algo peor. Al no poder dejar de lado la existencia
de una Iglesia católica en Inglaterra, ya presente al lado de la Iglesia
anglicana, era esta Iglesia cuya absorción se encaraba tranquilamente en
la hipótesis de la Iglesia anglicana “unida pero no absorbida”. Se
sacaban todas las consecuencias hasta incluso la supresión de las sedes
episcopales creadas en el siglo xix, con la dimisión de sus titulares”.34
Todo esto se supo sólo más tarde, hacia 1926. Mientras tanto, Dom Beauduin
debía fundar su monasterio, realizando así el deseo de “Equidem verba”. Pío XI
se impacientaba, la Sagrada Congregación para la Iglesia oriental daba la luz
verde.
Tal vez nuestro lector cree que nos alejamos de nuestro tema, con estas
consideraciones sobre el ecumenismo de Dom Beauduin. Al contrario, estamos
de lleno en él. Nuestro monje muy pronto, sin confesarlo, va a hacer pasar sus
concepciones ecuménicas al “Movimiento litúrgico”; va a trabajar, y sus
sucesores aún más que él, en adaptar nuestra liturgia a las necesidades del
apostolado, mejor todavía a las urgencias de la “unión de las Iglesias”. Nuestro
lector también habrá notado cuánto se parece este lenguaje al de JUAN XXIII y
del Vaticano II. No es fruto de la casualidad; en 1924, Dom Beauduin acababa
de trabar una fiel amistad con monseñor Roncalli, quien había caído en la
diplomacia después de haber perdido, bajo sospecha de modernismo, su
cátedra en el Ateneo de Letrán. El futuro Juan XXIII iba a ser uno de los
primeros y de los más fieles simpatizantes de Amay. Elegido Papa, ¿acaso no
declaró un día en estos propios términos: “El método de Dom Lambert
Beauduin es el bueno”?36
1º. Glorificar a Dios por el ejercicio, digno y consciente, del culto oficial
que le es debido;
Dom Herwegen no lo oculta: quiere librar a la liturgia de todas las escorias con
que la ha oscurecido la Edad Media. La Edad Media ha recargado a la liturgia
Otra gran idea del abad es que esa funesta Edad Media se ha desviado de un
modo objetivo de piedad hacia un modo subjetivo.
43Louis BOUYER do l’Oratoire: La vie de la liturgie, Colección “Lex Orandi”, Cerf. 1956, pp. 29-
30.
tanto más decorada y sobrecargada exteriormente cuanto la realidad
interior más tendía a ser olvidada”.44
“Dom Casel nos ha hecho salir del callejón sin salida de las teorías
postridentinas del sacrificio”.45
Con claridad, Dom Casel nos liberó de la XII sesión del Concilio de Trento sobre
el Sacrificio de la Misa. Ese precursor reconocido de la “Institutio generalis” del
Nuevo Ordo Missae peca también gravemente por arqueologismo: rechazando
la época barroca como la época medieval, consagra un amor apasionado a la
edad patrística donde solamente entonces la liturgia tenía el sentido del
“misterio”. Traducido en el arte, ese arqueologismo “caseliano” produjo esa
falso bizantinismo desprovisto de alma y de inspiración: ¡providencialmente
esas obras maestras fueron destruidas por el bombardeo norteamericano a
Monte Casino!
Pero antes de ver las realizaciones concretas del “esfuerzo” litúrgico alemán,
dirijamos nuestra mirada hacia otro de sus “tenores”: Dom Pius PARSCH. Este
canónigo agustino de Klosterneuburg (Austria) se nos aparecerá, desde el
principio, con una orientación netamente reformista; además, lanzará en los
países de lengua alemana un vasto “movimiento bíblico” que va a influenciar
profundamente al "Movimiento litúrgico”.
A través de la revista “Bibel und Liturgie”, Dom Parsch lanzaba entre los fieles
las ideas más peligrosas respecto de las relaciones entre la palabra de Dios y la
liturgia.
Abusos litúrgicos tan espantosos que hacían decir a Dom BAUMSTARK de María
Laach:
J. WAGNER: “Le mouvement liturgique en Alemagne” en “La Maison-Dieu” nº25, Cert. 1951.
52
53Citado por JUNGMANN, en “Tradition liturgiqueet problémes actuels de pastorale”, Ed.
Xavier Mappus, 1962.
CAPÍTULO III - LA GUERRA 1939-1945
Las afrentas del exilio habían conducido a Dom Lambert Beauduin hasta
Bourges. Es ahí, bajo la protección de monseñor Fillion, donde se dedicaba a un
ministerio de “retiros”, pero de retiros muy particulares, antepasados de los
“cursos de actualización” que conocemos muy bien. Pero dejemos al reverendo
padre L. BOUYER que nos describa la atmósfera de esos “retiros”:
Desde ese momento, para el capellán scout, la liturgia se volverá ante todo una
pedagogía, una manera incomparable de educar a la juventud; el aspecto
cultual y teocéntrico se desdibujará cada vez más...
“Los juegos pueden ser también una excelente preparación al culto, que
en sí mismo no parece a los pequeños muy diferente de un juego. Que
esto no nos escandalice. La palabra juego no es en el lenguaje infantil, y
particularmente en tierra scout, sinónimo de diversión. El juego es una
acción, apasionante en la misma medida en que es verdadera. Ahora
bien, el culto oficial es eminentemente verdadero. El niño lo siente. Se
encuentra a gusto en esa atmósfera de verdad. Saborea esa acción seria,
55 Mons. CHEVROT: cura de San Francisco Javier, en París. Predicador muy célebre en esa
época (Nostre-Dame). Merece seguramente la nota de “liberal”.
56 R.P DUPLOYÉ: Les origines du C.P.L. 1943-1949, Salvator, 1968, p. 338
donde todo participa, las almas y los cuerpos, esa acción colectiva y
ordenada como uno de esos grandes deportes modernos en que la
juventud moderna encuentra su disciplina y a veces su mística. Pero el
corazoncito fiel siente, claro que sí, que el culto es más noble que el
deporte. El culto es el Gran Juego, el Juego sagrado, que se juega para
el Jefe de los jefes. (...) En los grupos, la misa es generalmente
dialogada por toda la asistencia. Algunas incluso tienen la ofrenda. Los
cadetes que el padre Doncoeur lleva cada verano por las rutas de Francia
con la mochila al hombro también tienen la misa dialogada. Agrupados
alrededor del altar, contestan a las oraciones litúrgicas, hacen en el
ofertorio la ofrenda de las hostias que serán consagradas para ellos...”57
Tampoco nos sorprende que allí se codeen con dominicos que han abjurado de
su juramento antimodernista. Hacen allí migas con los jesuitas. Una gran
fraternidad los unía, desde que se habían agrupado, en 1927, alrededor del
nuevo profeta Jacques Maritain, contra aquéllos que el gran Dom BESSE, él sí,
verdadero apóstol de la “renovación litúrgica”, llamaba “los católicos de
derecha”.59 Los padres Congar y Chenu recientemente han revelado el estado
de putrefacción avanzada de la orden dominicana y en particular del Saulchoir
en los años 1930-1940.60
57 Liturgia, obra colectiva redactada bajo la dirección del abbé Aigrain. Bloud et Gay, 1930, pp.
1000-1001.
58 Les origines du C.P.L., loc. cit., p. 338
59 En efecto, colaboraron en "Pourquoi Home a parlé”, Spes, 1927: los jesuitas: Doncoeur y
Lallement; los dominicos: Bernadot y Lajeunie, sin olvidar al abbé Maquart y al inevitable J.
Maritain.
60 "Une vie pour la vérité”, Y. Congar interrogado por J. Puyo, Centurión, 1975. "Un théologien
“Un nuevo retiro sacerdotal dado por él en Clamart en 1942, produjo tal
impresión sobre sus participantes que, para prolongar sus efectos,
monseñor Chevrot organizó unas reuniones periódicas en el curso de las
cuales se discutía sobre el espíritu de la liturgia y sobre la pastoral
litúrgica. Ese grupo de sacerdotes constituyó uno de los núcleos del
Centro en su fundación, al lado de otros que, viniendo de otros
horizontes, tenían quizás otras concepciones de la liturgia. Al menos,
aportando al proyecto dominicano de un Centro de pastoral litúrgico su
patronato entusiasta y sonriente, Dom Beauduin le proporcionaba
enseguida adherentes ya convencidos y experimentados".64
¿No es posible decir, retomando la expresión de San Pío X, que el C.P.L. es “la
cloaca colectora de todas las herejías” anti litúrgicas? En todo caso, es seguro
que reúne en su seno a todas las desviaciones del “Movimiento litúrgico”:
inversión de las relaciones culto-pastoral; arqueologismo; desprecio del
“rubricismo”; primacía de la Palabra de Dios; concepción activista de la
participación; colectivización de las asambleas litúrgicas, etcétera.
sacerdotes y el de los fieles: nociones muy cuestionadas por los otros miembros del C.P.L. desde
sus orígenes. Cf. Dom BOTTE: Le Mouvement liturgique, p. 64
“En 1943 – escribe Dom Botte – fui invitado a un consejo de redacción de “La Maison-
Dieu”. Se trataba de hacer un número sobre el Sacerdocio de los fieles. Puesto que
pedían mi opinión, la di con toda simplicidad, y tuve la impresión de ser un hereje, que
prefería blasfemias en medio de padres ortodoxos.”
la colección “Lex orandi” que publicó en las ediciones de du Cerf muchas obras
litúrgicas de las que volveremos a hablar. Antes, en enero de 1945, había
aparecido el primer número de “La Maison-Dieu”, órgano oficial del C.P.L. Dom
Lambert escribió su editorial: lo estudiaremos en nuestro próximo capítulo;
contentémonos ahora con dar su título, es por otra parte todo un programa:
“Normas prácticas para las reformas litúrgicas”.66
“Es cierto que me agrada lo que ustedes están haciendo, como ustedes
dicen: que el padre Congar y yo mismo reconocemos y reconoceremos
los hermosos frutos madurados sobre los retoños nacidos con petulancia
hacia 1935”.67
¿Qué hacían las autoridades eclesiásticas en esa época? Los obispos ignoraban
las cosas, cuando no las bendecían. La terrible guerra de 1939 a 1945
preocupaba demasiado a la Santa Sede como para que pudiera actuar. Por otra
parte ¿estaba informada? En todo caso, el silencio del episcopado francés no
nos hará sino apreciar mejor la valerosa toma de posición de monseñor Gröber
en Alemania.
El punto nº 5: “Lo que me inquieta, es, al mismo tiempo que una crítica
radical e injustificada de lo que ha sido válido hasta el presente y de lo que ha
aparecido en el curso de la historia, el retorno práctico, audaz y brutal, a
épocas y a normas y a formas antiguas y antiquísimas, declarando
abiertamente que entre tanto se ha producido una „evolución que sería una
desviación‟ ”.
El punto nº 11: Errores graves sobre el Cuerpo Místico de Jesucristo. Una vez
más notemos que Pío XII se hará eco del arzobispo de Friburgo en su encíclica
“Mystici Corporis” del 29 de junio de 1943.
68Johanm WAGNER: “El Movimiento litúrgico en Alemania", “La Maison-Dieu”, nº 25, 1951.
69Cf. DOM J. FROGER: “L´Encyclique Mediator Dei sur la liturgie”, en “La pensée catholique”,
nº 7, 1948, pp. 56-75
El punto nº 14: La insistencia particular sobre la tesis del “sacrificio-comida” y
de la “comida-sacrificio”. Así pues, en plena guerra, la teología luterana de la
Institutio generalis del N.O.M. se encontraba en estado difuso en el
“Movimiento litúrgico” alemán.
Nuestro lector recuerda que la misa dialogada fue, desde el principio, uno de
los caballitos de batalla del “Movimiento litúrgico”. El papa Pío XI la había
autorizado a partir de 1922, con el acuerdo del ordinario del lugar. Dom
Gaspar Lefebvre había publicado, en 1923, una apología de la misa dialogada
en la erudita revista “La vida espiritual”. En sí, la misa dialogada no es algo
malo, es un medio de hacer participar a los fieles en la Acción sagrada. Pero no
es sino un medio, no hay que imponerla como un remedio universal.
"No tengo la más mínima objeción que hacer en contra de las misas
dialogadas como tales, en cuanto son celebradas con una frecuencia
limitada (...). Se puede muy bien ensayarlas, pero sin poner en ello
esperanzas excesivas. Pese a todo, consideraría siempre a la misa
dialogada como algo que se sitúa al margen, y como algo del momento,
que muy pronto las leyes del cambio y de la reacción moderarán y harán
pasar de moda”.
70 “Mediator Dei”, del 26 de noviembre de 1947, Ed. Solesmes, Liturgia I, nº 578 a 581.
adelantarse a los deseos del pueblo introduciendo el idioma alemán hasta en la
santa misa; a pesar del “non expedire” del Concilio de Trento (Sesión XXII, c. 8,
can. 9).
Roma iba a actuar muy rápido. Por una carta del cardenal Bertram, arzobispo
de Breslau, a los miembros de la Conferencia Episcopal de Fulda71, la Santa
Sede hizo saber: la viva inquietud que le causaba el “Movimiento litúrgico”
alemán, su deseo de recibir informaciones sobre este asunto, su llamado a la
vigilancia de los Ordinarios, la interdicción de toda discusión sobre este tema, y
finalmente que estaba dispuesta a examinar con benevolencia ciertos privilegios
que podrían ser ventajosos para el bien de las almas. La Santa Sede se
ocupaba pues del asunto. Era de esperar una intervención pontificia.
Esta intervención tan temida tuvo sin embargo lugar. Se hizo en dos tiempos
por las encíclicas “Mystici Corporis” y “Mediaior Dei”. La enérgica “frenada” de
Pío XII habría seguramente salvado la situación, si, al mismo tiempo, la
Secretaría de Estado no hubiera animado al “Movimiento” alemán por la
concesión de privilegios especiales.
71 Carta del 15 de enero de 1943, citada por Dom Froger, loc. cit.
72 “La Maison-Dieu”, nº 7, pp. 108-114.
algunas reformas: la atenuación de la disciplina del ayuno eucarístico
prolongada más allá del tiempo de guerra, una nueva traducción latina del
salterio, un enriquecimiento del Ritual por la inserción de pasajes de la Sagrada
Escritura, la transferencia de las ceremonias del Jueves Santo y del Viernes
santo a la noche.73
Los años de la guerra con sus disturbios permitieron a los dirigentes del
“Movimiento” poner a punto su estrategia. Nace el Centro de Pastoral litúrgica.
Se engaña a los episcopados francés y alemán. Roma vacila... Los años de la
posguerra van a ser decisivos para el porvenir del “Movimiento litúrgico”.
Nuestro lector nos perdonará esta cita demasiado extensa, pero no podíamos
omitirla, por ser tan notable. Dom Rousseau dio en el blanco, y lo único que
lamentamos es que no lo haya dicho con más fuerza: el “Movimiento litúrgico”
está perdiendo, si no lo ha perdido ya, el sentido católico de la Iglesia. Para un
católico, la Iglesia es la única Arca de Salvación; Sociedad divina, sigue siempre
viva a través de los siglos, siempre pura e inmaculada, sin arruga, su dogma78
como su liturgia conocen un “desarrollo homogéneo”. De esta verdad
fundamental, Dom Guéranger se hizo su intrépido defensor en sus “Institutions
Liturgiques”. Es en nombre de ese principio que combatió las diversas
manifestaciones de la “herejía antilitúrgica”. Para Dom Guéranger, como para
todo católico, la liturgia es engendrada por la Iglesia, y asistida por el Espíritu
Santo todo a lo largo de su camino sobre la tierra. A este título, la liturgia
tridentina y postridentina es tan igualmente venerable como la liturgia de la
Edad Media o de la época patrística.79
Por empezar, Dom Beauduin expone el objetivo del C.P.L., lo hace de una
manera hábil, recordando las célebres palabras de San Pio X:82
Luego, nuestro autor hace una doble comprobación: por una parte, el
empobrecimiento actual de la liturgia (hasta usa esta palabra blasfema:
“Liturgia momificada”); por otra parte, el antiguo dinamismo evangélico. En
1909, Dom Lambert Beauduin se habría dicho ante ese hecho: trabajemos para
explicar los ritos, para hacerlos vivir, pero respetémoslos. En 1945, el mismo
monje concluye en la absoluta necesidad de una reforma.
Pero Dom Beauduin sabe que la Iglesia (¡en esa época!) no soporta la anarquía
y las experiencias demasiado avanzadas; él mismo ha tenido que vérselas con
la autoridad romana en ocasión de sus aventuras ecuménicas, y no quiere
sobre todo que se reproduzcan en Francia los graves disturbios que conoció
Alemania. Por lo cual afirma con Justeza:
Nuestro lector comprende ahora por qué los neoliturgos se lanzaron con tanto
celo en la historia de la liturgia, historia concebida por otra parte de una
manera muy racionalista, sin tener para nada en cuenta el carácter sagrado de
la liturgia. Los Jungmann,83 los Bouyer, y otros Roguet multiplicaron
entonces las obras de este género. La creación de la colección “Lex Orandi” en
las ediciones du Cerf es un ejemplo entre otros de la efervescencia de esas
83Su obra más famosa es el célebre MISSARUM SOLLEMNIA, traducción francesa, 3 vol.,
Colección teología, 19, 20, 21, París, Aubier, 1951-1954.
producciones literarias. Los neoliturgos buscaban con ello influenciar a la
Sección Histórica de la Sagrada Congregación de Ritos creada por Pío XI en
1930. Ese hábil trabajo de presiones indirectas no tardó en brindar sus frutos
envenenados, como lo veremos en seguida.
En eso, nuestro monje utilizó en pleno sus dotes de seducción: "Tenía amigos
en todas partes”, nos dice el padre BOUYER84. Sus amigos más influyentes eran
entonces los monseñores Roncalli, Suhard, Harscouët, Richaud y el
reverendo padre Dom Capelle.
"El C.P.L. debe tomarse el trabajo de hacer conocer y apreciar sus obras a los
consultores de la Sagrada Congregación, a los miembros de la Academia
litúrgica, etcétera... Si nunca se debe permitir adelantarse a las decisiones de
las autoridades competentes, tiene el derecho y el deber de hacer conocer a
éstas las „desiderata‟ y los buenos y motivados deseos de los pastores más
celosos y del pueblo fiel, en particular de los abnegados miembros de la Acción
Católica”.85
86 Dom Botte lo confiesa en su “Mouvement liturgique”, p. 102: “Tomar iniciativas sin el acuerdo
de la Congregación era provocar un fenómeno de frenaje. Se eligió entonces una solución
intermedia: preparar en privado proyectos de reforma y hacerlos presentar en Roma por el
episcopado de diversos países. Pero para ello, no había que trabajar en una orden disperso.
Importaba por el contrario concentrar los esfuerzos de los diversos grupos de trabajo. De ahí el
origen de las reuniones internacionales”
87 Padre Duployé, Les origines du CPL, 1943-1949, Salvator, 1968, p.308.
económica y pedagógica de la verdad descubierta por nosotros...
Debemos saber callar y saber esperar... En Ligugé o en Vanves, no se
trata sino de una etapa de nuestro trabajo... Pero sería terriblemente
peligroso, y sería simplemente estúpido tirar a la cabeza del clero francés
estas aporías tal como están. Públicamente no podemos sino presentarle
pan bien cocido. Desde el principio de nuestro esfuerzo hablamos de
adaptación y de evolución litúrgica. Me pregunto a veces si no nos
engañamos con estas palabras... Estamos sobre una máquina lanzada a
gran velocidad. ¿Somos todavía capaces de conducirla? Les confieso para
terminar mi cansancio y mis temores”.88
Este texto revelador nos muestra una de las primeras apariciones del
“sepulturero de la Misa”, un revolucionario más hábil que los otros, que mató a
la liturgia católica, antes de desaparecer de la escena oficial.91 Es pues en esa
época que la “Contra-Iglesia” penetró completamente al “Movimiento litúrgico”.
Hasta entonces, había sido cercado por las fuerzas modernistas y ecuménicas:
en la posguerra, su grado de putrefacción es suficiente para que la
Francmasonería tome directamente sus riendas: Satán se introduce en el
Caballo de Troya.
La encíclica “Mediator Dei”, una de las más largas que haya salido nunca
de la Cancillería pontificia, es indudablemente una de las más bellas
enseñanzas del papa Pío XII.92 Con un discernimiento y una habilidad
extraordinarios, el Papa va a retener todo lo que hay de himno en el
“Movimiento litúrgico”, y a condenar enérgicamente sus desviaciones. Vamos a
resumir este documento único, sometiéndonos en todo a su juicio, pero
lamentando asimismo que no haya sido acompañado de realizaciones concretas
y de sanciones precisas contra los revolucionarios de la liturgia.
Al final de esta parte de la encíclica Pío XII condena de nuevo las innovaciones
temerarias:
“de manera que, —escribe el Papa— sería salirse de la recta vía el querer
devolver al altar su forma primitiva de mesa, el querer suprimir
radicalmente de los colores litúrgicos al negro, el excluir de los templos a
las imágenes santas y a las estatuas, etcétera”.
Viene luego la cuarta parte de la carta (629 a 651) que contiene las directivas
pastorales,
El Pastor Angélico trata luego de las Artes litúrgicas (639 a 646); recuerda
oportunamente:
Pío XII exhorta luego a la adquisición de una sólida formación litúrgica (647 a
651), particularmente por el clero joven.
y contra un
Pío XII había hablado claramente, quedaba para los pastores de almas el
difundir la enseñanza del Padre común y el ponerla en práctica. Pero, ahí una
vez más, hubo traición: no se retuvo de la encíclica sino los estímulos al celo
por la renovación litúrgica, y se callaron deliberadamente las innumerables
puestas en guardia del documento. El modelo de esos comentarios
edulcorantes es el que hizo el mismo Dom Beauduin en “La Maison-Dieu”.94
Pero escuchemos al abbé MARTIMORT que escribía estas líneas en 1959:
95A. G. Martimort, "Notre Pere Dom Lambert Beauduin," in “Les questions liturgiques et
paroissiales”, de septiembre de 1959.
CAPÍTULO V - LOS AÑOS 1950-1960
“Quien siembra viento recoge tempestades”. Este refrán bien conocido resume
perfectamente este período de la historia de la liturgia que nos hemos puesto a
estudiar. El viento, son los Beauduin, los Casel, los Parsch quienes lo
sembraron... y la tempestad se alza, creciendo sin cesar, desde los años 1950...
muy pronto llegará el huracán, el concilio, después la muerte, la Nueva Misa.
Para estudiar este lapso ocupado por el final del pontificado de Pío XII y por el
inicio del de Juan XXIII, mostraremos sucesivamente: las confesiones de los
dirigentes del “Movimiento litúrgico”; la expansión del "Movimiento” por el
mundo.
1956.
— de las confesiones: porque el padre Bouyer afirma ahí claramente las
simpatías del “descarriado Movimiento por los promotores de la herejía
antilitúrgica”;
Tal padre, tal hijo, esto es cierto, pero Dom Beauduin nunca había abandonado
cierta prudencia, incluso de cierta moderación, últimos vestigios de su
formación benedictina, mientras que el padre Bouyer da libre curso a sus
teorías y a su pluma elegante pero acerada. El subtítulo de la obra es ya todo
un programa: “Una crítica constructiva del Movimiento litúrgico”.
Toda la primera parte del libro está consagrada a la crítica. “No se critica bien
sino lo que se ama bien”, escribe el padre BOUYER en el prefacio. ¡Sea, pero de
todos modos! Después de un juicio feroz sobre la liturgia tridentina y
postridentina, a la que intencionalmente califica de “período barroco”, el
oratoriano llega a la reacción romántica, a la obra de restauración operada por
Dom Guéranger.
Por cierto, esta voluntad de un retorno casi exclusivo a la Edad Media fue sin
duda excesiva en el restaurador de Solesmes, ¿pero es por cierto inteligente
agregar como lo hace el autor?:
“No podemos negar tampoco que ese culto fue una restauración de
anticuarios y una restauración de una autenticidad muy dudosa respecto
de muchos puntos esenciales (...) la antigüedad que él recreaba no era
lo que él se imaginaba ser más de lo que era verdaderamente gótica la
arquitectura de apariencia engañosamente gótica de Viollet-le-Duc o de
Pugin”.103
La “crítica constructiva” del padre Bouyer nos conduce así a la era patrística, la
edad de oro de la liturgia, la época privilegiada en quo la Iglesia tenía aún el
sentido del “Misterio cristiano”, según la expresión de Dom Casel. Así, para el
padre Bouyer y el “Movimiento litúrgico” descarriado, la Iglesia ha perdido el
sentido de la liturgia a medida que se sucedían los siglos. ¡Qué impiedad!
“Se puede decir que en ese campo como en muchos otros, la Reforma
ha fracasado no porque fuera demasiado audaz, por más que se lo haya
creído con frecuencia, sino porque no criticaba suficientemente algunas
de sus afirmaciones”. 106
He aquí resumido lo esencial de la parte crítica del libro del padre Bouyer.
Dejamos apreciar a nuestro lector hasta qué punto el oratoriano de 1958 ha
perdido ese “sentido católico primordial” del que hablaba Dom Rousseau en
1945. ¡Qué camino recorrido en diez años!
Viene luego la parte más “constructiva” que crítica de la obra. El pudre BOUYER
va, para empezar, a definir ahí el concepto de tradición:
Así pues, para el padre Bouyer, como para todos los modernistas que ocupan
hoy la Iglesia, las definiciones del Concilio de Trento y la liturgia surgida de él
han “mantenido, en SU EPOCA, la tradición que, a través de la antigüedad
cristiana, nos viene de los Apóstoles mismos”. Pero ya han transcurrido casi
cuatro siglos desde el Concilio de Trento, las fórmulas dogmáticas como la
liturgia ya no están adaptadas “al Hombre-de-Hoy”, al cristiano adulto, “no hay
otro partido por lomar que cambiarlas”. Por ello, el oratoriano va a dedicarse a
descubrir
111 Louis Bouyer, loc. cit, p. 97. Nuestro lector habrá notado al pasar la expresión “CANONIZAR”,
empleada por el P. Bouyer. Mons. Lefebvre igualmente la empleó en su sermón del 29 de junio
de 1976, pero dándole todo su alcance católico.
“San Pio V – declaraba Mons. Lefebvre – ha afirmado solemnemente en su Bula: que a
perpetuidad, que nunca, que en ningún tiempo se podrá infligir censura alguna a un
sacerdote porque diga esta Misa. ¿Por qué? Porque esta Misa está canonizada, él la ha
CANONIZADO DEFINITIVAMENTE. Ahora bien, un Papa no puede suprimir una
canonización. El Papa puede hacer un nuevo rito, pero no puede suprimir una
canonización.”
112 San Pío X, Pascendi Dominici Gregis, del 8 de septiembre de 1907. Cf. Dz 2079-2080.
“la forma permanente de la liturgia”,
y luego indicará
“Es una acción de gracias a Dios por todos sus dones —escribe— que
incluye en una sola perspectiva todo el conjunto de la creación y de la
redención, pero que toma siempre como punto de partida el pan y el
113Yngve BRILIOTH, “Eucharistic Faith and Practice” (London, 1930); LITZMANN, “Messe und
Herrenmahl”; Oscar CULLMAN, “La signification de la Sainte Cene dans le Christianisme
primitif” (Estrasburgo, 1936).
vino, representativos de todas las cosas creadas, y cuya consumición es
la ocasión efectiva de la comida como de la celebración a ella vinculada”.
Nuestro lector comprenderá mejor ahora el lugar desmesurado que las liturgias
modernas conceden a la sacrosanta “liturgia de la Palabra”. No, nada,
absolutamente nada, en las reformas conciliares y posconciliares es fruto del
azar: cada modificación de rúbrica corresponde a un error teológico grave
elaborado en las oficinas del "Movimiento litúrgico” descarriado. Y esto es tan
cierto que encontramos bajo la pluma del padre Bouyer el contenido casi
íntegro del lamoso artículo nº. 7 de la INSTITUTIO GENERALIS del N.O.M., de
la que hablábamos hace un momento:
114 Estas cuatro citas han sido extraídas del libro ya citado del P. Bouyer, p. 102-106.
115 Louis Bouyer, loc. cit, p. 108
Es en la liturgia judía donde el padre BOUYER encuentra esta “concepción
equilibrada de la celebración eucarística”116. La liturgia de las Comidas sagradas
le proporciona la fórmula eucarística ideal:
“Bendito seas, Señor nuestro Dios, rey de toda eternidad, que has hecho
producir el pan a la tierra”;
“Bendito seas, Oh Señor nuestro Dios, rey de toda eternidad, que has
creado el fruto de la viña”.
Aquí una vez más, repitámoslo, los “studios Lerearo-Bugnini” que realizaron la
Nueva Misa encontraron su libreto en las obras del “Movimiento litúrgico” de los
años 1950-1960. El nuevo Ofertorio no es sino la repetición de las bendiciones
judías tan alabadas por el padre Bouyer.
116 Los “Cahiers sioniens”, publicados por los padres de Sion, de la calle Nostre-Dame-des-
Champs 68, en París, jugaron un gran papel en esta judaización de la liturgia. Los principales
redactores eran la señora Renée Blocj, el profesor Vermes de Oxford y el padre Paul Demann.
117 Romano Guardini, Besinnung von der Feier der heiligen Messe (Mainz, 1947). Obra
traducida por Pie Duployé y publicada bajo el título “La Messe”, Colección Lex Orandi, nº21
Cerf, 1957.
idiomas, y sobre todo ganando, según la expresión de Dom Beauduin, la “activa
simpatía” del episcopado.
El padre BOUYER emitió entonces sobre estas tentativas un juicio muy lúcido:
Sobre la historia completa del Instituto Superior de Liturgia de París, cf. Dom Botte, Le
119
Hay que recordar también la reunión de los dos grandes congresos litúrgicos de
Alemania, que se realizaron uno en Francfort en 1950 y el otro en Munich en
1955. Las resoluciones finales de esos congresos van siempre en el mismo
sentido: flexibilización del ayuno eucarístico, autorización de las misas
vespertinas, reforma de la Semana Santa, lecturas de la misa en lengua vulgar.
120 Jean Hild, “Perspectives de pastorale liturgique”, 1951. Primera semana de estudios
litúrgicos de Luxembourg, 1950.
121 Ferdinand Kolbe, "Allemagne," en “La Maison-Dieu”, nº 74, 1963, pp.47-62.
122 Casiano Floristan, "Espagne," en “La Maison-Dieu”, nº74, 1963, pp.109-127.
Católica anima igualmente esa “renovación”. Es por empezar, en mayo de
1952, el 35º. Congreso eucarístico internacional, que reúne en Barcelona a
liturgistas del mundo entero. En 1954, el periódico muy progresista “Incunable”
concurre a la fundación de los “Coloquios de Pastoral Litúrgica”, presididos por
monseñor Miranda, obispo auxiliar de Toledo. El mismo obispo dirigirá
igualmente, hasta su muerte sobrevenida accidentalmente en 1961, la “Junta
Nacional de Apostolado Litúrgico”, fundada el 15 de abril de 1956. En 1957
tiene lugar la Primera Semana Nacional de Estudios Litúrgicos donde hay que
destacar la presencia de monseñor Tarancón: como en los demás países, la
publicación de un “Directorio de la misa” está a la orden del día. Señalemos
finalmente el resultado de todos estos esfuerzos: la fundación en 1958 del
“Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona”.
125 Las primeras reuniones internacionales se hicieron sin representantes de la jerarquía, hasta
Lugano en 1953. Allí se discutía apasionadamente sobre la reforma de la misa. El padre
Jungmann se mostraba muy severo hacia el Canon Romano. Cfr. Dom Botte: Le Mouvement
liturgique, pp. 102-104. Se realizaron otras reuniones técnicas “estrictamente privadas” en 1954,
en Mont-César, bajo el auspicio de Dom Capelle, donde se debatió sobre la concelebración.
126 La traducción completa de esta alocución se encuentra en las Enseñanzas pontificias
Las reformas litúrgicas del papa Pío XII. La muerte de Pío XII, los
comienzos del pontificado de Juan XXIII. Sus relaciones con Dom
Beauduin, su reforma litúrgica. La creciente inquietud de los fieles
ante todos estos cambios.
Nos queda ahora por analizar las primeras reformas litúrgicas, tanto las de Pío
XII como las de Juan XXIII, tratar de comprender la intención de sus autores y
juzgar los fundamentos de sus iniciativas, sin por eso pretender emitir un juicio
definitivo sobre una cuestión tan delicada, y hasta ahora tan poco estudiada.
Concluiremos mostrando que, sea lo que fuere lo que se piense de esas
reformas, no se puede negar que causaron ya un doloroso trastorno entre los
fieles, signo precursor de la angustia de nuestros tiempos.
Por el Motu proprio “In cotidianis precibus” del 24 de marzo de 1945,127 Pío XII
autorizó la utilización de una nueva traducción de los salmos en la recitación de
las Horas canónicas. Esta nueva traducción latina hecha por el Pontificio
Instituto bíblico no tuvo casi ningún éxito, lo que rinde homenaje al buen gusto
y sentido religioso del clero católico. Esta versión muy elaborada y muy fiel al
texto hebreo está en efecto desprovista de toda poesía, llena de palabras
difíciles de pronunciar, y totalmente inadaptada a las melodías gregorianas;
queda para siempre como testimonio del escaso sentido litúrgico del cardenal
Bea y de sus cofrades jesuitas que realizaron ese trabajo.
Pío XII emprendió pues, con toda pureza de intención, las reformas exigidas
por las necesidades de las almas, sin darse cuenta —Y NO PODÍA— que
desquiciaba la liturgia y la disciplina en uno de los períodos más críticos de su
historia, y sobre todo que ponía en práctica el programa del “Movimiento
litúrgico” descarriado. Las desiderata presentadas por monseñor Harscouët o
por el cardenal Bertram eran elaboradas por Dom Beauduin y por Romano
Guardini... y Pío XII no podía ni siquiera sospecharlo, tal es el espantoso drama
que vivió la Iglesia durante esta parte del pontificado del Pastor Angélico.
Vamos a tener entonces que situarnos en este doble plano para comprender
estas primeras reformas romanas: son, por una parte, la expresión de la
voluntad de un Papa que es un santo —lo que garantiza su perfecta ortodoxia;
son, por otra parte, las etapas de la realización de un complot urdido para la
muerte de la Iglesia. Vayamos a los hechos...
128“Normas prácticas para las reformas litúrgicas”, “La Maison-Dieu”, nº1, enero de 1945, pp.9-
22.
Por empezar, la reforma del ayuno eucarístico: desde el final de la guerra los
obispos no cesaban de suplicar a la Santa Sede que extendiera los indultos
concedidos en razón del conflicto. Por la Constitución apostólica “Christus
Domínus” del 6 de enero de 1953, el papa Pío XII redujo
Aquí una vez más, señalemos que es esencialmente un motivo pastoral el que
hizo actuar a Pío XII: que los fieles puedan asistir en gran número a las más
grandes ceremonias litúrgicas del año.
Con este fin, desde 1951, autorizó a ciertas diócesis a celebrar el oficio de la
vigilia pascual en la noche del Sábado Santo. En 1953, confió a la Comisión
para la reforma de la liturgia el cuidado de restaurar los Oficios de toda la
Semana Santa. El trabajo terminado y aprobado por el conjunto de los
cardenales el 19 de julio de 1955, fue proclamado por la Sagrada Congregación
de Ritos en el decreto “Maxima Redemptionis” del 16 de noviembre del mismo
año.
Es así como las modificaciones de los ritos de la Misa del “Ordo Hebdomadae
Sanctae Restauratus” fueron extendidas a toda la liturgia por la reforma
promulgada por Juan XXIII en 1960. Pero no nos anticipemos, contentémonos
con enumerar las modificaciones fundamentales de los ritos.
Pío XII consideró que las ventajas eran más considerables que los
inconvenientes, no nos permitiremos cuestionar su juicio, pero recordamos
simplemente a nuestro lector que, durante ese tiempo, el “Movimiento litúrgico”
descarriado marcaba puntos. Citemos al padre CHENU:
132Edmund Bishop, “The genius of the Roman Rite”, ed. francesa anotada por Dom. A. Wilmart,
Librairie de l´Art catholique, París, 1920.
“El padre Duployé seguía esto con una lucidez apasionada. Recuerdo, fue
mucho tiempo después, cuando me dijo un día: „Si conseguimos
restaurar en su valor primigenio a la vigilia pascual, el movimiento
litúrgico habrá vencido; me doy diez años para ello‟. Diez años después,
estaba hecho”.133
Desde 1915, el reverendísimo Dom Cabrol estimaba que la reforma de San Pío
X era insuficiente, que el ciclo santoral se hallaba en ella aún demasiado
privilegiado. Cuarenta años más tarde, Roma adoptaba su parecer reduciendo
todas las fiestas semidobles y simples al grado de conmemoración, y
dando la posibilidad de decir el Oficio ferial de Cuaresma o de Pasión más bien
que el Oficio de un santo.135 El número de las vigilias fue disminuido
considerablemente y el de las octavas reducido a su más mínima expresión:
solamente Navidad, Pascua y Pentecostés fueron exceptuadas. El breviario fue
aligerado de todos sus Pater, Ave, Credo; la Antífona final a la Santísima Virgen
sólo fue conservada en las Completas; las reglas de las Preces y de las
Conmemoraciones fueron simplificadas; el credo de San Atanasio, sin embargo
tan actual, fue reservado solamente al domingo de la Trinidad.
133 En “Un théologien en liberté”, J. Duquesne interroga al padre Chenu, colección “Les
Interviews”, le Centurion, 1975, pp.92-93.
134 Decreto “Cum hac nostra aetate” del 23 de marzo de 1955, in “Les heures du jour", Desclée,
1959, p. 31.
135 Los “expertos” comentaban así: “Si bien la elección es libre, resulta que para estar dentro del
espíritu de esta reforma, vale más elegir bastante a menudo el Oficio ferial”.
Para concluir este demasiado rápido estudio de las reformas litúrgicas del papa
Pío XII, tenemos el deber de recordar su perfecta ortodoxia, garantizada por la
de aquél que las promulgó, pero tenemos que reconocer también que
constituyen, por las razones que hemos explicado, las primeras etapas de la
“autodemolición” de la liturgia romana.
La noticia de la muerte del Pastor Angélico fue recibida con una alegría casi
delirante en los medios del “Movimiento litúrgico" descarriado. Las reformas de
Pío XII claro que habían dado algunas satisfacciones a los “líderes” del
Movimiento, pero la ortodoxia implacable que el Papa había mantenido en ellas
no era de su gusto. Hacían falta nuevas reformas más audaces, hacía falta un
papa que comprendiera el problema del ecumenismo, que fuera partidario del
„Movimiento" sin reserva. La desaparición de Pío XII por fin iba a permitir
esperar.
“La muerte de Pío XII nos fue anunciada inesperadamente. Con un celo
que podría parecer intempestivo, creyendo a la radio italiana, creo
incluso que hasta cantamos una „panykhide‟ para el reposo de su alma
unas buenas doce horas antes de su muerte. Esa noche, en la celda
adonde había vuelto, al cabo de su camino terrestre, el anciano Dom
Lambert BEAUDUIN, tuvimos con él una de esas conversaciones del final
entrecortada por silencios, en la que el torpor interrumpía, sin jamás
embotarlo, el curso de su pensamiento. „Si eligieran a Roncalli, nos dijo,
todo se salvaría: él sería capaz de CONVOCAR UN CONCILIO y de
CONSAGRAR EL ECUMENISMO...‟ El silencio volvió otra vez, luego
retornó la vieja malicia, en un relámpago de la mirada: „Tengo confianza,
dijo, tenemos nuestra chance; la mayoría de los cardenales no saben lo
que tienen que hacer. Son capaces de votar por él”.136
Dom Beauduin conocía bien a Juan XXIII: sabía desde 1958 que él consagraría
al ecumenismo, y que reuniría un concilio que haría la síntesis de todo su
trabajo, la síntesis del “Movimiento ecuménico” y del “Movimiento litúrgico”.
Pero la hora del concilio no había llegado aún, y el nuevo Papa quería terminar
la obra de reforma litúrgica comenzada por su predecesor, y extender sus
conclusiones a toda la liturgia.
137 Mons. Roncalli ejerció las funciones de nuncio en París de 1944 a 1953.
138 Bouyer, Dom Lambert Beauduin, mismas páginas.
mismos, después de haber decidido, SIGUIENDO UNA INSPIRACIÓN
DIVINA, convocar el Concilio Ecuménico, hemos pensado más de una vez
lo que convenía hacer con respecto a esta iniciativa de Nuestro
predecesor. Y, después de haber examinado bien la cuestión, hemos
llegado a la decisión de que se debían presentar, a los Padres del futuro
concilio, los principios fundamentales concernientes a la reforma
litúrgica, y que no se debía diferir más la reforma de las rúbricas del
Breviario y del Misal romano”.139
Todas estas reformas preconciliares nos parecen hoy bien superadas; reformas
mucho más considerables vinieron después a trastrocar enteramente la liturgia.
Por cierto, esto es verdad, pero no habría que olvidar que esas primeras
“Así, los gestos que hacemos, las prácticas cultuales en apariencia las
más mínimas significan y alimentan nuestra fe. No es pues indiferente
que asistamos a la Misa, que recibamos la Eucaristía de una manera
antes que de otra. Esos comportamientos comprometen la fe, y al mismo
tiempo, la forman. Cambios en el horario de la Misa y de los Oficios, en
la reglamentación de la comunión o en la disposición de los altares
pueden pues tener consecuencias profundas. Es lo que sienten
vivamente aquéllos que se quejan de que nos cambian la Religión”.142
Para concluir este apartado, contentémonos con citar al padre Rouguet. Este
pasaje es la conclusión de su obra, contiene todo el programa de los
neoliturgos: hacernos volver a una Iglesia primitiva, concebida de una
manera muy protestante, negando quince siglos de vida de la Iglesia; la
última frase presagia ya la excomunión de hecho de los católicos apegados a la
Tradición:
141 Aimon-Marie Roguet, O.P., “On nous change la religion”, Colección "Tout le monde en parle",
Cerf, 1959.
142 Loc. cit., p. 8
143 Loc. cit., p. 123
Así pues, en 1960, el “Movimiento litúrgico” descarriado ha ganado ya muchas
batallas, pero todavía no ha ganado la guerra. Sus dirigentes, protegidos en las
altas esferas, han aprovechado de la solicitud pastoral de los papas para
desquiciar la antigua estabilidad de la liturgia católica, y para insinuar a través
de los ritos su nueva concepción de la liturgia. Juan XXIII había anunciado la
reunión del Concilio ecuménico que trataría, entre otros, los principios de la
reforma litúrgica. Ese concilio fue verdaderamente, según la expresión del
cardenal Suenens, “1789 en la Iglesia”.
CAPÍTULO VII - LA BATALLA FINAL
Nos queda, pues, para terminar este estudio del “Movimiento litúrgico”, volver a
trazar a grandes rasgos las etapas del asalto final de los revolucionarios contra
la liturgia católica. Y mostraremos por fin que la liturgia conciliar, promulgada
por el papa Pablo VI, no es sino la conclusión necesaria, la expresión y la
síntesis de todas las desviaciones del “Movimiento litúrgico”.
Desde 1960, todo el mundo conocía los proyectos de Juan XXIII sobre la
liturgia:
Así el Papa no se contentaría con una reforma de detalle, sino que apuntaba a
una reforma de fondo, cuya discusión de los principios sería confiada a los
Padres del Concilio.
Decreto “Rubricarum Instructum”, del 25 de Julio de 1960, Solesmes, “Liturgie I”, nº 891 al
145
892.
Había pues que actuar rápido, aprovechar plenamente los pocos meses que
faltaban aún para la apertura del Concilio. No recordaremos sino un ejemplo,
en el marco demasiado limitado de este estudio, de la acrecentada actividad de
los reformadores. Nuestro neo-liturgo tipo será Dom Adrien Nocent, monje
benedictino de Maredsous, nacido en 1913. Este ex-alumno del Instituto de
liturgia de París fue nombrado en 1961 profesor en el Pontificio Instituto de
liturgia San Anselmo de Roma. En esta venerable universidad benedictina
fundada por León XIII, donde también Dom Beauduin había enseñado, Dom
Nocent preparaba el Concilio.
“No habría sin embargo que imaginarse a todos los católicos vibrando de
esperanza a la espera de un Concilio donde serán estudiadas las
cuestiones planteadas por la vida litúrgica en la Iglesia en nuestro
tiempo. Los hay todavía, y más de lo que se podría creer, que se
preguntan por qué razón hay que modificar usos tan antiguos, bien
anclados dentro de sus viejas costumbres. Hay en ellos una oposición
feroz a lo que podría turbar una religión que ellos han flexibilizado a su
propia medida y en la que degustan una maniaca satisfacción, como uno
se siente perezosamente cómodo dentro de un traje viejo y de unos
zapatos gastados. ¿Por qué turbar prácticas con las que se encuentran
bien y de las que creen sacar un real provecho espiritual?
Nuestro lector nos perdonará esta cita demasiado larga, pero es tan reveladora
que no podíamos omitirla. Con dos años de antelación, Dom NOCENT nos
revela el plan de los revolucionarios: la oposición “tradicionalista” era todavía
demasiado fuerte, en esa época, para que se pudiera pensar en un
trastrocamiento inmediato de la liturgia, será preciso contentarse, en un primer
tiempo, con principios de reforma aceptables para la tendencia “tradicionalista”,
para confiar luego la aplicación de esos principios a representantes de la
tendencia “progresista”. Adrien Nocent sabe bien que el Concilio no podrá
aceptar de golpe una nueva liturgia de la Misa, pero sabe también que esta
nueva liturgia.—en la cual ha trabajado— será promulgada más tarde en
nombre del Concilio, es por esto que toda la continuación de su libro trata de la
liturgia del porvenir.
El altar debe estar cara al pueblo, sin mantel fuera de las celebraciones, las
oraciones de preparación deben ser simplificadas, las lecturas multiplicadas, la
oración universal restaurada. El ofertorio, después del Credo recitado solamente
el domingo, está muy acortado. El celebrante no hace sino elevar las oblatas en
silencio. El cáliz es colocado a la derecha de la hostia, la palia facultativa, la
incensación rápida. El lavabo no se realiza a menos que el celebrante tenga las
manos sucias, “hay que evitar ese simbolismo fácil y sin mayor interés”. La
patena permanece sobre el altar, el Orate Fratres es recitado en voz alta, la
secreta en alta voz. El Canon es despojado de toda plegaria de
intercesión, de los “per Christum Dominum nostrum”, menos señales de la
cruz y genuflexiones, Canon recitado en alta voz, incluso en lengua vernácula,
Pater recitado por todos; apretones de mano en el Agnus Dei, durante el cual
LA TORMENTA REVOLUCIONARIA
148 Para los detalles de la "misa de Adrien Nocent," ver cf. Ibid., pp. 119 -171.
149 Ralph Wiltgen, S.V.D., “The Rhine Flows into the Tiber”, Éd. du Cédre, 1975.
150 Juan XXIII había muerto el 3 de junio de 1963, a las 9.49
Constitución “Sacrosantum Concilium”. ¡Había sido aprobada por 2.151 votos
contra 4!
Así el deseo de Juan XXIII, emitido en 1960154, estaba realizado, los Padres del
Concilio se habían pronunciado sobre “los principios fundamentales
concernientes a la reforma litúrgica”. La revolución litúrgica estaba virtualmente
acabada, los principios constitutivos de la liturgia estaban atacados, la nueva
liturgia, salida de esta Constitución, iba a ser DIDÁCTICA, EVOLUTIVA,
DEMOCRÁTICA y LIBRE. Quedaba por llevar a cabo esta reforma; el papa Pablo
VI iba a consagrarle todas sus energías, sosteniendo sin cesar al partido
ultrarreformista contra el ala tradicionalista en la interpretación de la
Constitución. Aceptada por una buena mayoría de obispos fieles, pero carentes
151 “De la herejía antilitúrgica de nuestros días”, estudio policopiado de mayo de 1965. De
nuestro conocimiento, la primera y la más lúcida reacción contra la Constitución conciliar.
152 J. Vaquié, “La revolution liturgique”, D.P.F., 1971.
153 Ibid., p. 30
154 Decreto “Rub. Instruct.” Loc. cit, cf. nota 2 supra.
de convicciones o, por lo menos, de conocimientos litúrgicos, la Constitución
conciliar sobre la liturgia va a servir para la destrucción de la liturgia católica.
Pero veamos las etapas de esta agonía.
155 El padre Bugnini declaró en el Observatore Romano del 19 de marzo de 1965 que: “La oración
de la Iglesia no debía ser un motivo de malestar espiritual para nadie”. Y que era preciso
“apartar toda piedra que pudiera constituir aunque más no fuera la sombra de un riesgo de
estorbo o de disgusto para nuestros hermanos separados”.
156 Dom Botte: Le mouvement liturgique, p. 156.
157 Ibid. pp. 165-188
Monseñor Wagner, director del Instituto litúrgico de Tréveris, fue el relator del
grupo encargado de la reforma de la misa, cuyos miembros más activos fueron:
el profesor Fischer, monseñor Schnitzler, el padre Jungmann, el padre Louis
Bouyer, el padre Gy, Dom Vaggagini y Dom Botte.
Pero esto no les bastaba a los innovadores, la Misa tridentina, incluso mutilada
y reformada, seguía siendo un obstáculo para el ecumenismo, para ese
cristianismo universal tan deseado. El cardenal Lercaro y el padre Bugnini no
habían perdido el tiempo desde el Concilio, habían logrado en tres años poner a
punto una nueva liturgia de la Misa, conforme en todos los puntos a las
desiderata del “Movimiento litúrgico-ecuménico”. La quintaesencia de la herejía
anti-litúrgica iba a ver el día. Se bautizó a ese nuevo culto “Misa normativa”, y
se lo presentó ante los obispos reunidos en Roma en Sínodo el 24 de octubre
de 1967.
Gracias a Dios, los reformadores habían ido un poco lejos, y un poco rápido, lo
que produjo la saludable reacción tradicionalista. Captando por fin a donde los
llevaban, los católicos fieles reaccionaron. El 3 de setiembre de 1969, los
cardenales Ottaviani y Bacci escribieron a Pablo VI su célebre carta abierta,
presentando al Papa el “Breve examen crítico del Novus Ordo Missae”. A partir
Con la promulgación del Nuevo Ordo Missae terminamos pues nuestro estudio
del “Movimiento litúrgico”. Esta Nueva Misa es, en efecto, como la síntesis de
todos los errores y desviaciones de esa gran corriente de ideas.
Por este nuevo rito, los modernistas y los revolucionarios de toda especie
quieren transformar la fe de los fieles. Fue monseñor DWYER quien lo
confesaba ya en 1967:
“Vosotros probáis con eso —les decía— que comprendéis cómo la NUEVA
PEDAGOGÍA RELIGIOSA, que la presente renovación litúrgica quiere
instaurar, se inserta para tomar el lugar del MOTOR CENTRAL en el
GRAN MOVI MIENTO inscrito en LOS PRINCIPIOS CONSTITUCION A LES
de la Iglesia de DIOS”.163
“Oh San Pío X, gloria del sacerdocio y honra del pueblo cristiano; tú, en quien la
humildad pareció fraternizar con la grandeza, la austeridad con la
mansedumbre, la piedad sencilla con la profunda doctrina, tú, pontífice de la
Eucaristía y del catecismo, de la fe íntegra y de la firmeza impávida, vuelve tu
mirada hacia la santa Iglesia que tanto has amado y a la cual has dado el mejor
de los tesoros que la divina bondad, con pródiga mano, había depositado en tu
alma.
Pío XII
Mucho se ha hablado de la reforma litúrgica del Vaticano II. Ella sería obra de
hombres ajenos a la liturgia romana. Si he comprendido bien, ni siquiera serían
católicos. Resulta tanto más fácil cortar las alas a ese infundio cuanto que se
conoce perfectamente a los responsables de esta reforma. El Vaticano hace
algún misterio al respecto. Pero en realidad no existe ningún secreto. Los
responsables tienen toda libertad para hacerse conocer, y es lo que hago por
mi cuenta.
Reforma católica
RP. Gy, O.P., entonces subdirector del Instituto superior de liturgia de París.
Historias de disidencias
Después del Vaticano I, también hubo disidentes. Eso dio nacimiento a una
minoría de Viejos-Católicos. Para sobrevivir, se acercaron a los obispos
jansenistas.
Notemos que el problema está planteado de tal manera que corre peligro de
inducir a error a hombres de muy buena fe. No he escuchado decir
explícitamente que estaba prohibido decir la misa en latín: pero éste parece ser
un postulado admitido por todo el mundo. Y es totalmente falso.
Personalmente, cuando no concelebro y tengo que decir la misa solo, la digo
enteramente en latín. Es totalmente regular y nunca se me ocurrió hacer
publicar por la radio que tal día a tal hora celebraré la misa en latín en la cripta
del Mont-César.
Por otra parte, la misa latina nunca fue normativa para nadie. El latín no es una
lengua sagrada contrariamente a lo que se dice a menudo. Es una lengua
litúrgica de traducción que comparte la suerte de todas las lenguas litúrgicas.
La costumbre en la antigua Iglesia era que, cuando se encontraba con una
lengua culta comprendida por el pueblo, la adoptaba para la traducción de la
Biblia y para la liturgia. Así sucede con el siriaco, el copto, el armenio, el árabe,
el etíope. El latín llena las mismas condiciones. Es una lengua culta que permite
la conservación de los textos y, en la época en que fue adaptada, era una
lengua viva. Su única particularidad es que era, en Occidente, la única lengua
culta. Pero la misa latina era tan desconocida para los orientales como la
anáfora de Santiago lo era para los latinos. Esto no tiene nada que ver con la
Fe.
Mi deseo es que estas querellas absurdas cesen y que las personas autorizadas
se abstengan de lanzar rumores que no tienen la menor seriedad. Los
protestantes no tienen nada que ver en la redacción de las nuevas anáforas. He
citado a los principales responsables. Nadie puede poner en duda su
competencia. Además, después de nuestra redacción, nuestros textos fueron
sometidos a la discusión y a la votación de la Comisión episcopal, es decir, unos
cuarenta entre cardenales y obispos.
Si alguien cree estar mejor informado que yo, le ruego se haga conocer y
alegue en mi contra. Estoy dispuesto a confirmar bajo juramento todo lo que he
enunciado aquí y a someterme a un jurado de honor.
Bernard BOTTE
“La Libre Belgique”, 15 de septiembre de 1976.
No solamente no tengo ninguna razón para desconfiar, sino quo tenga razones
positivas para creer en la buena fe de monseñor Wagner. Desde la primera
reunión internacional de María Laach, en 1951, he sido el defensor del Canon
romano y desde entonces nunca cambié. Monseñor Wagner lo sabe muy bien.
No tenía ninguna obligación de invitarme. Habría podido invitar a alguno de los
liturgistas que habían criticado fuertemente el Canon romano. El hecho de que
me invitara significaba evidentemente que contaba conmigo para que siguiera
defendiendo la tradición. Lo mismo sucede con el padre Louis Bouyer, bien
conocido también como defensor de la tradición. En realidad, durante la sesión
en la que redactamos las nuevas oraciones eucarísticas no se trató de los
protestantes.
Nuestra preocupación era responder al deseo de Pablo VI de tener tres nuevas
fórmulas. Queríamos dar tres fórmulas diferentes, pero que representara cada
una un tipo auténtico de oración eucarística. He aquí cuál era nuestra elección.
¿Qué testimonio?
Reforma protestantizante
¿Qué competencia?
No tengo tiempo para entregarme por ahora a apreciaciones críticas sobre cada
una de las personas cuyo nombre ha citado Dom Botte. Espero que las revistas
especializadas harán este trabajo. Dos observaciones no exhaustivas en espera
de eso:
- Dom Vaggagini es conocido por su acerba crítica al Canon Romano, del que
no tengo por qué recordar a Dom Botte su antigüedad excepcionalmente
venerable y del cual el santo Concilio de Trento enseba que no contiene “nada
que no respire en el más alto grado la santidad y la piedad y que no eleve hacia
Dios el espíritu de quienes lo ofrecen”. (XXIIa sesión, capítulo IV).
- Dom Botte mismo, que se dice “conocido por su apego a la tradición” (es
cierto que lo fue antaño) afirma: “el latín no es una lengua sagrada", contra la
enseñanza de JUAN XXIII, que lo declaró "la lengua viva de la Iglesia”, una
lengua “que podemos verdaderamente llamar católica” (constitución apostólica
“Veterum sapientia”). "Esto no tiene nada que ver con la fe”, agrega Dom
Botte, contra Dom GUÉRANGER, que defendía el latín litúrgico como “un punto
de doctrina” (Institutions liturgiques, III, 55) y contra el papa Pío VI, que en su
bula “Auctorem fidei" reprobó como "falsa, temeraria, perturbadora del orden
prescrito para la celebración de los misterios, engendrando fácilmente muchos
males” la proposición del sínodo jansenista de Pistoya pidiendo el empleo de la
lengua vulgar en la liturgia (66º proposición condenada; cf. también la 33º).
Que el latín sea una “pantalla” en los países de misión, que Dom Botte me
permita sonreír después de treinta años en África, donde pude al contrario
apreciar sus beneficios de unidad, y hacerle observar que si, efectivamente, el
“Evangelio debe ser predicado en todas las lenguas”, ¡yo no tengo costumbre
de predicar en latín! Pero reducir la liturgia, y especialmente el Santo Sacrificio
de la misa, a “la catequesis y la predicación” es una ilustración muy típica de la
contaminación protestante, por intermedio del Concilio, incluso en un sacerdote
en otros tiempos apegado a la tradición. ¡Es verdad que, para Dom Botte, la
liturgia no es sino una “cuestión disciplinaria” y no doctrinal! ¿Qué hace él
entonces de la máxima “lex orandi, lex credendi”, tan bien puesta en evidencia
por Dom Guéranger? Pero, ¿qué queda de su obra de restauración de la liturgia
romana en unas abadías donde, por confesión de Dom Botte, el latín ya no es
tolerado sino “en la cripta”, y para los sacerdotes no solicitados para la
concelebración vernácula?...
Esto no está dentro del espíritu de la tradición católica recordado por Dom
GUÉRANGER: “la antigüedad, la inmutabilidad de las fórmulas del altar es la
primera de sus cualidades”. (Inst. liturgiques, V, 405).
La caridad, de la verdad
Ahora bien, la nueva misa vela la verdad católica, por no decir más. He aquí
dos juicios extrañamente convergentes. Del hermano
MAX THURIAN, de Taizé, uno de los seis “observadores”:
“Uno de los frutos será tal vez que comunidades no católicas podrán
celebrar la Santa Cena con las mismas oraciones que la Iglesia católica.
Teológicamente, es posible”. (La Croix, 30 de mayo de 1969).
Eso es lo que yo he hecho: con la gracia de Dios, elijo seguir siendo católico.
MARCEL LEFEBVRE
Superior general
de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
II. UN DOCUMENTO REVELADOR: EL ORDO DE TAIZÉ EN 1959
Monseñor Lefebvre tenía razón contra Dom Botte: unos protestantes han
colaborado en forma activa, directa o indirecta poco importa, en la reforma de
la Misa.
LA LITURGIA EUCARÍSTICA
Domingos y fiestas
+++
Canto de entrada
Invocación
C En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Nuestro socorro
está en el Nombre del Señor.
Confesión
C Amén.
T Yo confieso...
T Amén.
Kyrie
Absolución
Gloria
Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, Y sobre la tierra paz a los hombres
que Él ama. Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te
damos gracias por tu inmensa gloria, Señor Dios, rey de los cielos, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre, Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que
quitas el pecado del mundo, acoge nuestra súplica; Tú que te sientas a la
diestra del Padre, ten piedad de nosotros. Porque tú sólo eres santo, Tú sólo
Señor, Tú sólo Altísimo, Jesucristo, ¡Con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios
Padre! Amén.
Oración de entrada
T Amén.
(Lectura del texto del día que concluye con: ¡demos gracias a Dios!)
Canto de meditación
Co (antífona)
Co (versículo)
T (repetición de la antífona)
Epístola
(Lectura del texto del día que concluye con: ¡Gloria a ti, Señor!)
Aleluya
Co Aleluya
T Aleluya
Co (versículo)
T Aleluya
Evangelio
P Que el Señor esté en tu corazón y sobre tus labios a fin de que proclames
alegremente su Evangelio.
T Y con tu espíritu.
Intercesión
D Padre muy bueno, te pedimos, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, aceptes
nuestras oraciones y nuestras intercesiones.
T Señor, atiéndenos.
Memoria de la Iglesia
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
Memoria de la unidad
D Como el pan que va a ser partido, en otro tiempo diseminado en los campos,
ha sido recogido para no hacer más que uno, reúne así a tu Iglesia, desde los
extremos de la tierra en tu Reino.
T Señor, atiéndenos.
170 … de la bienaventurada Virgen María, madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, recordamos
también la memoria de San Juan Bautista el Precursor.
171 … Pedro y Pablo, Andrés, Santiago, Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón
T Señor, atiéndenos.
D Ven, Espíritu Santo de caridad, llena los corazones de tus fieles y abrásalos
con el fuego de tu amor; ven, Señor Jesús, ven pronto.
Navidad
Epifanía
Pascua
Ascensión
...y celebrando el santísimo día en que nuestro Señor, tu Hijo único, hizo sentar
con Él a la derecha de tu gloria a nuestra naturaleza corruptible a la que se
había unido, recordamos ante ti la memoria...
Pentecostés
O, si no se la ha dicho al comienzo:
Letanía
T Señor, atiéndenos.
D Por la paz del mundo entero, la vida de las Iglesias y su unidad... roguemos
al Señor.
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
D Por todos los ministros de la Iglesia y todo el pueblo de los fieles... roguemos
al Señor.
T Señor, atiéndenos.
D Por los gobiernos de los pueblos, para que tengan el sentido de la justicia
social y de la unidad humana... roguemos al Señor.
T Señor, atiéndenos.
D Por nuestra comunidad, nuestro pueblo (nuestra ciudad) y nuestro país, para
que la fe se renueve en ella... roguemos al Señor.
T Señor, atiéndenos.
D Para que el tiempo sea favorable, las cosechas abundantes y en paz nuestra
existencia... roguemos al Señor.
T Señor, atiéndenos.
D Por los viajeros en peligro, los enfermos, los afligidos, los prisioneros y para
que todos sean liberados... roguemos al Señor.
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
(Oraciones libres)
D Ven, Espíritu Santo de caridad, llena los corazones de tus fieles y abrásalos
con el fuego de tu amor; ven, Señor Jesús, ven pronto.
Memento
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
D Acordémonos ante el Señor de todos aquéllos que han dejado este mundo y
han muerto en la fe... que Dios les conceda la corona de vida en el día de la
resurrección y que los juzgue dignos de entrar en la alegría de su Maestro, con
los justos que le fueron agradables.
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
T Señor, atiéndenos.
(Oraciones libres)
D Ven, Espíritu Santo de caridad, llena los corazones de tus fieles y abrásalos
con el fuego de tu amor; ven, Señor Jesús, ven pronto.
Canto de ofrenda
Oración eucarística
T Amén.
Oración de ofrenda
Diálogo
T Y con tu espíritu.
T Es digno y justo.
Prefacio
Sanctus
T Santo, Santo, Santo el Señor, Dios de las Fuerzas del cielo; llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en lo más alto de los cielos. Bendito sea el
que viene en nombre del Señor. Hosanna en lo más alto de los cielos.
Epíclesis
172Durante este canto se llevan el pan, el vino y las ofrendas al altar; o bien se descubre el pan y
la copa ya en el altar.
+
Institución
ASÍ, CADA VEZ QUE COMEMOS DE ESTE PAN Y BEBEMOS DE ESTA COPA,
PROCLAMAMOS LA MUERTE DEL SEÑOR, HASTA QUE ÉL VUELVA.
Memorial
Invocación
Conclusión
T Amén.
Oración dominical
Fracción
Agnus Dei
T Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ¡ten piedad de nosotros!
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ¡ten piedad de nosotros!
Beso de paz
D Y con tu espíritu.
(El beso de paz pasa del diácono al subdiácono, y de éste a la comunidad, a los
fieles)
Invitación
C Gustad y ved cuán bueno es el Señor. Venid, porque todo está pronto.
Canto de comunión
Comunión
T Tomaré el pan del cielo e invocaré el nombre del Señor: Señor, yo no soy
digno de que entres en mi morada, pero tienes que decir sólo una palabra y
estaré curado.
C El Cuerpo de Cristo.
C ¡Id en paz!
T Amén.
Bendición
D Bendigamos al Señor.
T Amén.