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LO QUE NO HA DICHO
EL CONCILIO
DEL MISMO AUTOR
LO QUE NO
HA DICHO
EL CONCILIO
TERCERA EDICIÓN
DCwtcAcvx(\ la Vfi
STVDIVM,
ediciones
Bailen, 19
MADRID-13
JULIO GUERRERO CARRASCO
STVDIVM, ediciones
IMPRESO EN ESPAÑA
1969
10
giosas a la mentalidad del mundo moderno, se prescin
de de la guía del magisterio eclesiástico, se da a la es
peculación teológica una dirección radicalmente histo-
ricista, se tiene la osadía de despojar el testimonio de la
Sagrada Escritura de su carácter histórico y sagrado y
se intenta introducir en el pueblo de Dios una menta
lidad que llaman posconciliar, que del Concilio deja a
un lado la firme coherencia de sus amplios y magnífi
cos desarrollos doctrinales y legislativos, con el tesoro
de ideas y de normas prácticas de la Iglesia, para des
pojarlas de su espíritu de fidelidad tradicional, y para
difundir la ilusión de dar del cristianismo una nueva
interpretación, arbitraria y estéril. ¿Qué quedaría del
contenido de nuestra fe y de las virtudes teologales que
en ellas se profesan, si estos intentos, lejos de la apro
bación del magisterio eclesiástico, hubieran de preva
lecer?"
En manos de María, Madre; por medio de San Luis
María de Montfort y San Antonio María Claret, deja-
jamos nuestro trabajo.
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I. — EL CONCILIO
1 —¿Qué es un Concilio?
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2 —¿Es válida la reunión de muchos Obispos sin
la aprobación del Papa?
—Aparte de las reuniones episcopales para los Conci
lios Provinciales, se pueden dar reuniones de Obispos
que sumen en número tantos miembros como en un
Concilio Plenario; pero si se tienen sin permiso especial
del Papa, no podrán formar un Concilio. Existen, en
efecto, las Reuniones o Conferencias Episcopales, que
han sido objeto de una reciente legislación, y que se ce
lebran con cierta frecuencia, aun repetidas veces, en un
mismo año.
Si muchos, o muchísimos, Obispos se reuniesen con el
fin de formar un Concilio Ecuménico al margen del
Papa, no se obtendría el tal Concilio. A eso se le ha
llamado en la historia—han existido algunos casos—
Conciliábulo. Con este nombre, o el de Latrocinio de
Efeso, se cita a la reunión de Obispos que con Nestorio
quiso oponerse al Concilio de Efeso. Existieron también,
a lo largo de la primera mitad del siglo iv, una serie
de Conciliábulos de Obispos arríanos. Otro caso ocurrió
en Basilea, en donde se comenzó con un Concilio Ecu
ménico convocado por el Papa Eugenio IV y suspendido
luego. Algunos Cardenales y Obispos no se sometieron
y continuaron en un Concilio acéfalo—sin cabeza—o
conciliábulo. Sus decisiones, aunque muy buenas, no
fueron recibidas. Los decretos anteriores a la suspen
sión son auténticos.
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4 —¿Por qué en anteriores Concilios se definie
ron dogmas y en el Vaticano n no? ¿Es que
actualmente no existen errores y desviaciones?
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pío: el Tridentino prohibió la comunión bajo las dos
especies a los laicos y el Vaticano II la ha permitido
en ciertos casos.
c) Aun en cuestiones dogmáticas la doctrina de la
Iglesia puede progresar o avanzar. Así pueden aparecer
matices nuevos que no contradicen, sino que enriquecen
o esclarecen lo que concilios anteriores habían definido.
De esta manera el Concilio Vaticano II ha decretado la
Colegialidad de los Obispos, que pone de relieve un
aspecto del Episcopado y de la misma Jerarquía de la
Iglesia que no había sido atendido anteriormente.
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infalibilidad no quiere decir que necesariamente todo
cuanto dictamina se impone como doctrina de fe. Depen
de de la intención que el Concilio tenga, b) En el Vati
cano II expresamente se declaró (Congr. Gen. 123, día
16 nov. 1964) que la Constitución Dogmática sobre la
Iglesia—la más solemne del Concilio—no era precisa
mente un dogma de fe. Y en general de las decisiones
conciliares se decía: "Teniendo en cuenta la manera de
obrar de este Concilio y el fin pastoral del mismo, este
Concilio define como de fe solamente aquellas doctrinas
tocantes ala fe y costumbres, que él abiertamente como
tales las declare. Las demás cosas que el Concilio pro
pone, todos los fieles las deben recibir y abrazar según
la mente del mismo Concilio, ya que son doctrina del
Magisterio Supremo de la Iglesia; la mente del Concilio
aparece o por la materia en sí, o por el modo de expre
sarse."
Por tanto: a) En general hay que admitir y abrazar
todo cuanto el Concilio ha dictaminado, b) Hay que des
cubrir la mente del Concilio para entender qué es lo que
ha determinado y con qué grado de voluntad lo ha im
puesto, c) Se ha de tener en cuenta la diversidad de
documentos, ya que no todos tienen el mismo valor de
imposición según la voluntad del Concilio, d) No hemos
de regirnos por nosotros mismos en la apreciación del
valor del Concilio, sino que hay que acogerse a lo que
el Papa establece en cada caso o lo que los Obispos en
particular impongan en cada diócesis. Nuestro anhelo
general ha de ser la fidelidad a la Iglesia.
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LO QUE NO HA DICHO EL CONCILIO.—2
extremismos. Unos, sin embargo, atienden solamente a
las afirmaciones suprimiendo las atenuantes, y otros
insisten en las atenuantes olvidando las afirmaciones.
Ambas posturas son equivocadas. Estas reservas no son
lícitas. O se acepta todo, o nada.
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tra el comunismo, como algunos o muchos habían desea
do y pedido; pero no quiere esto decir que acepte una
mitigación en el sistema doctrinal comunista o que ad
mita de alguna manera sus principios. La Iglesia sigue
condenando el comunismo en cuanto es un sistema doc
trinal opuesto a los principios católicos e incluso a prin
cipios de ley natural. La Iglesia quiere tender también
una mano a los comunistas en el sentido de que está
dispuesta a hablar con ellos y discutir serenamente los
principios. Pero no está dispuesta a claudicar de ningún
principio ni aceptar mitigaciones falsas.
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das en el sentido del poder, que el moderno progreso
técnico confiere al hombre.
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nación de la doctrina y de los métodos del comunismo
ruso, la "Ad Apostolorum Principis" lo es del comunis
mo chino, y en particular de los procedimientos emplea
dos por él para destruir a la Iglesia católica, creando
una Iglesia cismática.
"Estas son las razones que nos obligan, como han obli
gado a nuestros Predecesores—y con ellos a cuantos es
timan los valores religiosos^-a condenar los sistemas
ideológicos que niegan a Dios y oprimen a la Iglesia,
sistemas identificados frecuentemente con regímenes
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económicos, sociales y políticos y, entre ellos, al comu
nismo ateo. Puede decirse que su condena no nace de
nuestra parte; es el sistema mismo, y los regímenes que
lo personifican los que crean contra nosotros una radi
cal oposición de ideas y opresión de hechos. Nuestra re
probación es en realidad un lamento de víctimas más
que una condenación de jueces."
Afirma después que el diálogo con los comunistas es
actualmente imposible por la falta de suficiente libertad
de juicio y de acción y el abuso dialéctico de la palabra,
y añade: "Esta es larazón por la que el diálogo calla. La
Iglesia del Silencio, por ejemplo, calla, hablando única
mente con su sufrimiento, al que acompaña el sufrimien
to de una sociedad oprimida y envilecida, donde los de
rechos del espíritu quedan atropellados por los del que
dispone de su suerte."
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II — CRITERIOS DE PABLO VI SOBRE
EL CONCILIO
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2 —El Concilio abre nuevos horizontes. Hay que
rechazar el inmovilismo, el mimetismo y la sim
ple repetición de lo que afirmaron los teólogos
pasados. En realidad, del Concilio ha salido una
Iglesia nueva que casi nada tiene de común con
la anterior...
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de la doctrina católica; ésta es mucho más amplia, como
todos sabéis, y no ha sido puesta en duda por el Con
cilio ni sustancialmente modificada; más aún, el Concilio
la confirma, la ilustra, la defiende y la desarrolla con
autorizada apología, llena de sabiduría, de vigor y de
fidelidad. Este aspecto doctrinal del Concilio hay que
advertirlo en primer lugar, en honor de la Palabra de
Dios, que permanece unívoca y perenne, como luz que
no se apaga, y para consuelo de nuestras almas que en
la voz franca y solemne del Concilio experimentan el
providencial oficio que Cristo confió al magisterio vivo
de la Iglesia para guardar, defender e interpretar el de
pósito de lafe (cfr. Humani Géneris, AAS 1950, pág. 567).
No debemos separar las enseñanzas del Concilio del pa
trimonio doctrinal de la Iglesia; antes bien, tratar de
ver cómo se insertan en él, pues son testimonio, explica
ción, incremento y aplicación suya. Por ello, cuando las
novedades doctrinales o normativas del Concilio apare
cen en sus justas proporciones, no crean objeciones con
respecto a lafidelidad de la Iglesia a su función didascá-
lica, y reciben ese verdadero significado que las hace
resplandecer de luz superior."
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recuerdo de la exhortación apostólica: Sed santos. Y omi
tiendo las razones intrínsecas, indicaremos rápidamente
algunas extrínsecas, es decir, sugeridas por ciertas con
diciones espirituales propias de nuestro tiempo.
Tales razones son claras. Todos saben que hoy vivimos
en un período de profundas transformaciones de pen
samientos y costumbres; es explicable así que se haga
cuestión incluso de ciertas normas tradicionales que
hacían buena, ordenada y santa la conducta de quien
las practicaba. Es explicable, pero no laudable, no apro
bable; sino con gran estudio y cautela, siempre según
la guía de quien tiene ciencia y autoridad para promul
gar las leyes de la vida cristiana.
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5 —No obstante, los seglares somos adultos. Hay
que cambiar el viejo concepto de obediencia por
un diálogo que obligue a la autoridad a dar las
razones de sus propósitos y decisiones. Hay que
revisar el concepto de autoridad en la Iglesia.
—Tal "teoría" estaría muy bien si existiera el libre
examen. Pero es totalmente inadmisible en la vida cató
lica. La autoridad divina de la Iglesia es indiscutible
e inconmovible. Pablo VI lo afirmaba en julio de 1965
lamentando las malas interpretaciones al uso. Vea sus
exactas expresiones:
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recen surgir de esta impresión. Veamos. ¿Tal impresión
es exacta? Sí, lo es. Aquí la autoridad de la Iglesia tiene
su más plena y auténtica expresión. Pero recordad: es
difícil formarse una idea exacta de la autoridad, espe
cialmente de la eclesiástica. La experiencia y la historia
nos presentan visiones no siempre fieles ni felices. Hay
que profundizar en la idea de la autoridad de la Iglesia,
purificarla de formas que no son esenciales—incluso
si en determinadas circunstancias fueron legítimas,
como el poder temporal, por ejemplo—y orientarla de
nuevo hacia su criterio originario y cristiano."
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jamás apartarse; o a insinuar críticas revulsivas sobre la
historia y estructura de la Iglesia y a proponer revisio
nes radicales de toda su acción apostólica y de su pre
sencia en el mundo, de suerte que la Iglesia, lejos de sa
car de allí aquellas virtudes y formas nuevas a que tien
de el 'aggiornamento' conciliar, terminaría por asimilarse
a ese mundo que, en cambio, espera de Ella el rayo de
'luz' y el vigor de su 'sal', no la complaciente aquies
cencia a sus discutibles teorías y costumbres profanas."
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liberaciones conciliares y se reservan el aceptar sola
mente las que ellos juzgan válidas, como si fuese lícito
dudar de su autoridad, y que el obsequio a la palabra
del Concilio pueda detenerse allí donde no exige nin
guna adaptación de la propia mentalidad y se limite
a confirmar su estabiildad.
No se piensa suficientemente que, cuando la Iglesia
Maestra tiene cátedra, es necesario que todos sean dis
cípulos." (28-VII-1965.)
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9 —¿La autoridad dogmática no es un freno a la
libre iniciativa de la vida religiosa y de la con
ciencia individual? Parece que nos conviene un
personalismo que nos libere de todo gregarismo
aunque nos lleve a una pluralidad de conceptos
y de interpretación de la palabra. Por tanto,
hay que abdicar de los dogmatismos.
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4. "CONCILIARISMO": DISCUSIÓN E INNOVACIÓN PERMANEN
TES.—La actitud que el Papa designa con este nombre
es "la del que quisiera un Concilio permanente" y "so
meter a discusión permanente verdades y leyes ya claras
y establecidas, continuar el proceso dialéctico del Con
cilio, atribuyéndose competencia y autoridad para intro
ducir criterios innovadores o subversivos, en el análisis
de los dogmas, de los estatutos, de los ritos, de la espiri
tualidad de la Iglesia católica, para uniformar su pensa
miento y su vida al espíritu de los tiempos". (15-12-65.)
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tes, dando con frecuencia origen a una problemática
muy variada, compleja y desordenada..." (9-9-66.)
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de interpretar libremente la Sagrada Escritura, que fácil
mente se pretende inspirada." (12-1-67.) "Opiniones exe-
géticas... tomadas muchas veces de las más audaces,
pero ciegas filosofías profanas, se insinúan acá y allá
en el campo de la doctrina católica..." (22-2-67.)
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por todas partes aflora en diversos grupos del pueblo de
Dios, hasta ahora ejemplares en la observancia de la obe
diencia... Hay quien ha querido descubrir... un cambio
radical de la relación entre autoridad y obediencia, como
si quedara transformada en un diálogo comprometedor
para la autoridad y liberador de la obediencia" (5-10-66.)
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la liturgia" en forma violenta e inaceptable. Existen,
por otro lado, "episodios de indisciplina, que se difun
den en diversas regiones en las manifestaciones de cul
to comunitario, y que con frecuencia se revisten a
sabiendas de formas arbitrarias, a veces totalmente dis
pares de las normas vigentes en la Iglesia, con gran per
turbación para los buenos fieles y con inadmisibles mo
tivaciones, peligrosas para la paz y el orden de la Iglesia
misma, y por los desconcertantes ejemplos que difun
den" (194-67).
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III — JERARQUÍA Y DISCIPLINA
ECLESIÁSTICA
a) El Papa
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2 —¿No es el Papa un Obispo como los demás?
¿No es cabeza del Colegio de Obispos? ¿No le
corresponde, por tanto, al Colegio el Gobierno
Supremo universal de la Iglesia y al Papa so
lamente una representación o superioridad
subordinada o condicionada al Colegio?
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risdicción de los Obispos, designarles territorios particu
lares, destituirlos, etc.
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b) Los Obispos
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7 —¿No es verdad que los Obispos han de retirar
se cuando lleguen a cierta edad?
c) Los Presbíteros
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sacerdote un auxiliar del Obispo, es evidente que ha de
trabajar bajo su dirección. Lo mismo ocurre con los
Religiosos exentos en aquellos trabajos que tienen rela
ción con las obras diocesanas o de interferencia con
ellas.
El Concilio Vaticano II ha recomendado mucho el
espíritu de universalidad y ayuda mutua, no sólo inter
parroquial, sino también interdiocesana. Pero siempre
hay que conjugar los trabajos con subordinación a la
autoridad, que es el Obispo.
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tidas de los pueblos hagan otra cosa; y tengan un cui
dado sencillo del cabello." Y el canon 2379 impone la
pena de suspensión, si después de haber sido gravemen
te avisados porque no llevaban el hábito clerical y la
tonsura, durante un mes no se enmiendan.
Está, pues, prescrita la tonsura con estas salvedades
de las costumbres de los lugares. Si no la llevan (y tam
poco el traje eclesiástico) han de ser advertidos seria
mente de ello por su Obispo. El Concilio no ha dicho
nada sobre este punto.
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12 —El sacerdote no debe entretenerse en cons
truir templos, puesto que son más bien un in
conveniente para el apostolado a causa de su
ostentación provocativa para las clases eco
nómicamente débiles.
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Por tanto: a) Al sacerdote, en cuanto tal, no le co
rresponde el dedicarse al trabajo, sino por vía de excep
ción. El mismo Concilio dio normas sobre el particular;
y a los Obispos corresponde permitir que algunos de sus
sacerdotes sean lo que se llama "sacerdotes-obreros".
b) Dar testimonio corresponde a todo cristiano. Pero
cada uno ha de dar testimonio según su propia vocación.
"Los Presbíteros, como cooperadores de los Obispos, tie
nen como oficio primario—como deber principal—
anunciar a todos el Evangelio, para constituir y aumen
tar el pueblo de Dios, cumpliendo el mandato del Señor:
id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda
criatura" (P. O.).
c) Ha de vivir del sudor de su frente. Pero no quiere
esto decir que haya de trabajar como un peón de alba-
ñil. También se gana el pan con el sudor de su frente el
ingeniero, el arquitecto, el médico..., que no derraman
gotas de sudor en el ejercicio de su profesión.
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ta con un ideal humano no será jamás buen sacerdote
ministro de Dios, ni dará jamás testimonio de ello.
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nanamente explícitos. El 11 de octubre de 1965 en la Se
sión Conciliar se leyó la carta de Pablo VI al Cardenal
Tisserant referente al tema del celibato. "De ninguna
manera es oportuno—afirma el Padre Santo—un deba
te público sobre este tema, que exige suma prudencia y
es de máxima importancia. Es nuestro propósito, no sólo
conservar con todas nuestras fuerzas esta antigua, pro
videncial y sagrada ley, sino también reforzar su obser
vancia, haciendo un llamamiento a los sacerdotes de la
Iglesia Latina, para que tomen conciencia de las causas
y razones, que hacen hoy, precisamente hoy de una ma
nera especial, aptísima esta ley, gracias a la cual los
sacerdotes pueden consagrar todo su amor solamente a
Cristo y dedicarse total y generosamente al servicio de
la Iglesia y de las almas."
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Debemos reconocer que cuando alguna vez la suprema
autoridad permite la libre expresión del pensamiento so
bre algún problema con el fin de llevar a cabo un exa
men más profundo, lo primero que se piensa es que debe
cambiarse algo de la misma y no se reflexiona que el
examen profundizado lleva muchas veces a confirmar y
reforzar con razones más válidas lo que hasta entonces
se ha creído y observado.
Así ha sucedido con el celibato eclesiástico. A pesar
de que el Papa y el Concilio habían hablado claro, fue
bastante que Pablo VI invitase a los Padres del Concilio
a expresar con libertad su pensamiento en materia tan
delicada, para que algunos se forjaran ilusiones de un
cambio en la disciplina vigente en la Iglesia, y cierta
prensa se lanzase a demostrar con entrevistas y confe
siones, verdaderas o falsas de sacerdotes, que la ley del
celibato hoy día había de considerarse anacrónica y
opresiva de la personalidad humana del sacerdote, en
fin, contraria al buen ejercicio de la misión sacerdotal.
He aquí el porqué de la espera de la encíclica paulina.
Pero ésta, en realidad no es más que una ampliación,
más completa, una irradiación luminosa de la doctrina
enseñada por el Concilio y ya enunciada en el Sínodo
Romano entre el aplauso de los asistentes, del primer
autor del Vaticano II, Juan XXIII, a cuyas palabras voy
a referirme literalmente y que son como el preludio de
una gran sinfonía, en la encíclica de Pablo VI.
A propósito del Papa Juan recuerdo que en el curso
de una audiencia privada, en la que se hablaba de sacer
dotes en dificultad por el celibato, manifestó hacia ellos
sentimientos de compasión, y como anduviesen buscan
do algo que en concreto pudiera hacerse para que vol
vieran o por lo menos pudieran vivir en gracia de Dios,
el Papa en firme exclamó espantado: Dios me guarde de
hacer algo que pueda ofender, aunque indirectamente, la
sagrada ley del celibato sacerdotal.
Y en el recuerdo de todos está la actitud tomada por
el mismo Pontífice contra una proposición calificada por
él como 'extravagante' que preveía para la Iglesia lati
na, junto al tradicional clero célibe, un clero mitigado
con el fin de facilitar la unión con los hermanos separa
dos. El apunte autógrafo del Papa en que viene afronta
do el problema lleva por título general ¡INGENUIDAD
E IMPRUDENCIA! Es del 4 de noviembre de 1960."
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d) Disciplina eclesiástica
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21 —Los seglares no han de obedecer a los sacer
dotes, ya que éstos ya no obedecen a sus Obis
pos.
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24 —Los feligreses han de elegir a su Párroco,
como los sacerdotes a su Obispo.
—Ya hemos dicho que el nombramiento de Obispos
corresponde al Papa. La experiencia enseñó a la Iglesia
cuánto convenía centralizar la designación de los Pas
tores. ¡Pobres Parroquias y pobres Obispados si se de
jase a la elección de los particulares su Pastor! Sería
sencillamente dividir a los fieles. Lo cierto es que ni los
fieles tienen derecho a elegir a su Párroco, ni los sacer
dotes a su Obispo.
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den público. Constantino, con un precepto civil público,
facilitó a la Iglesia a que pusiera un precepto eclesiás
tico. Hace ya muchos siglos que la Iglesia viene man
dando el descnso dominical.
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IV — MORAL CRISTIANA
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La razón de las dificultades no es válida. ¿Por qué
no se hacen todos religiosos o cébiles, si tan fácil es?
¿Por qué son los hombres tan tontos que escogen lo más
difícil, sin más? No creo que haya nadie sensato que
crea en semejantes dificultades escogidas voluntaria
mente en el matrimonio por amor de Dios. ¡Cuan pocas
son las personas que escogen el matrimonio verdadera
mente por vocación! Algunas tienen horror a ser "solte
ronas" y esa fobia les hace despreciar la virginidad,
cuando por otra parte no se sienten llamadas a la vida
religiosa. De los hombres no hablemos, que quizá son
poquísimos los que desean la auténtica paternidad como
fin de su matrimonio. Y si es así, ¿por qué después re
huyen el tener hijos? Si tan meritorio es el matrimonio
por la responsabilidad y las dificultades, ¿por qué luego
no quieren hijos y quieren separarse de la mujer que
no les gusta? ¡Sed sinceros!
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4 —Los sacerdotes y los religiosos, sobre todo los
jóvenes, son personas como las demás, y nece
sitan descanso, esparcimiento... ¿Qué inconve
niente hay en que vayan a los cines, piscinas,
baños, etc.? ¿No es verdad que darían un buen
ejemplo a los demás jóvenes, enseñándoles a
comportarse honestamente?
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luntad de ir contra Dios, sino como una transgresión
voluntaria de la ley de Dios. Cuando te roban la cartera,
no quiere el ladrón hacer nada voluntariamente contra
ti. Solamente quiere tu dinero. Déjale, pues, en paz y no
te quejes: no te ha querido ningún mal. Ya ves, pues,
que no se trata de una voluntad expresa contra Dios,
sino que basta no obedecer a Dios. Por esto dice San
Pablo que si no hubiera ley no habría delito. Existe la
ley. Luego hay que cumplirla. De lo contrario, hay pe
cado. Examínate ahora y verás si pecas o no.
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za el placer sexual, pero ha sido para un fin determina
do: la procreación. No es pecado comer con gusto, y sí
lo es comer solamente por gusto. Porque se pervierte la
finalidad: se hace fin de un medio. Así el placer sexual
tiene un fin que va encaminado al matrimonio—tanto
si se considera el amor como la procreación—. Por
consiguiente, fuera del matrimonio será ilícito todo pla
cer sexual que se convertirá en un fin y no en un
medio.
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les. La doctrina ahí contenida es: el vestido tiene como
objeto principal defender la debilidad humana contra los
brotes de la concupiscencia.
64
12 —Por lo menos la esposa no tiene que oponerse
al marido que no quiera hacer un uso bueno del
matrimonio.
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fueran nocivas no sería ningún indicio positivo en que
se pudiera fundar la licitud moral, que es una cuestión
formalmente distinta de la medicina.
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laborador de un ser al que Dios infunde el alma inmor
tal. Es por ello ilícito atentar, siquiera en lo biológico,
a la ley que preside a tan altos destinos.
Será completamente ilícito emplear la pildora para
impedir la fecundación en sí misma. Lo mismo da que
con ello se quiera primordialmente impedir la prole
en un momento dado, que procurarle a la mujer el
estado Ubre de embarazos, aun cuando con ello se le
quiera evitar graves trastornos. En cuanto a esto últi
mo, la sana intención no puede admitir, so pretexto de
una finalidad lícita en sí misma, el empleo de medios
reprobables. Como reza el aforismo: "el fin no justi
fica los medios".
Otra cosa sería pretender solamente el descanso del
órgano ovulatorio, cosa que parece conseguir la pro-
gesterona y por ello algunos médicos la han indicado
para regular ciclos menstruales. Dejamos a juicio de
ellos, que no atañe a la moral, el dictaminar la con
veniencia de su empleo en tal supuesto. De hecho, lo
usan muy poco para tal fin. Pero fijémonos que en
este caso, que habida causa proporcionada considera
ríamos moralmente lícito, lo que se pretende no es
usar de la esterilidad aun con fines médicos, sino que
directamente lo que se busca, es el mero descanso
del ovario, siendo entonces la esterilidad temporal
no un fin, ni un medio de curación, sino una simple
consecuencia, meramente tolerada, nunca pretendida,
del descanso ovulatorio. Así vemos que a doncellas que,
siendo vírgenes, no tenían por qué pensar en emba
razos, se les ha recetado alguna vez la progesterona con
la única finalidad de procurar, mediante la inhibición
temporal del ovario, una menstruación regular.
¿Se quiere saber en un caso concreto si es lícito
usar el medicamento? Pregúntese la paciente: —Al
tomar la pastilla, ¿qué es lo que pretendo? ¿Lo hago
para evitar las consecuencias de mi acto sexual, de
modo que no pueda venir un hijo que perturbe mi
tranquilidad o mi salud? Entonces no es lícito que
tome la pastilla. ¿Lo hago solamente para normalizar
mi ciclo, sin que ello lo consiga mediante la esterili
dad, que en este caso no es un medio, sino una mera
consecuencia del descanso del ovario? Entonces se
rá lícito tomar el medicamento.
Vea cada cual la sinceridad de su respuesta; puede
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uno engañarse a sí mismo, pero nunca engaña a Dios.
Nótese que no hay paridad entre el mero descanso
del ovario y la inhibición procurada con artificio del
resto de las funciones que presiden a un embarazo. La
ovulación se produce normalmente, aun en ausencia
del acto sexual. No así la fecundación, que origina un
nuevo ciclo biológico de índole totalmente determi
nante. Pretender usar de la anovulación con el fin
expreso de hurtarle a la fecundación su natural e in
dispensable consecuente es atentar al ciclo, no de la
ovulación, sino de la fecundación en sí misma. Vemos
pues que el acto se define en este caso por la intención.
Leemos en ABC del 19 de agosto de 1966:
Madrid.—A raíz de haberse publicado en un sema
nario gráfico de Barcelona un reportaje favorable al
uso de las pildoras "anti baby", la Oficina de Prensa
del Obispado de Gerona ha hecho pública una nota
sobre la postura moral de la Iglesia ante este proble
ma, para evitar el confusionismo que estos artículos
puedan crear en las conciencias de los matrimonios
católicos. "Esta nota—advierte dicha Oficina—ha sido
elaborada contando con los debidos asesoramientos
médico-teológicos." Y dice así:
"En el aspecto moral. 1." Según la doctrina del Con
cilio, y mientras el Papa no diga otra cosa, están vi
gentes las noimas dadas por anteriores pontífices y
que pueden resumirse con las siguientes palabras de
Pío XII:
69
personal de algunos teólogos moralistas e incluso mé
dicos, aunque gocen de justa fama, con la doctrina
del magisterio pontificio, el cual, en último término,
es el que debe dar las normas definitivas en esta ma
teria tan delicada.
En el aspecto médico: a) La necesidad de tomar las
pildoras como remedio únicamente se plantea en casos
muy excepcionales que sólo el médico puede enjuiciar,
ya que, aparte del hecho cierto de que entonces se
impide la gestación, también son ciertas las lesiones
que puede producir aun en organismos sanos, tanto
más en aquellos que, precisamente por estar enfermos,
necesitan medicación.
70
más también particularmente me han afirma
do que hay Prelados que piensan así.
—No desconozco tales informaciones, pero sobre es
tas materias controvertidas y la aplicación de algunos
principios a problemas nuevos, hay que recordar lo
que declaró el Cardenal Ottaviani a este propósito:
"De una manera general, a la Santa Sede no le gusta
que tal o cual autoridad local exprese ideas doctrinales
sobre cuestiones controvertidas que requieren, más
bien, directrices provenientes de la autoridad central...
Es el magisterio supremo quien debe intervenir en
cuestiones tan graves y controvertidas, las cuales no
deben ser dejadas a merced de la opinión de uno solo,
ni que fuese Obispo o Cardenal...
...La Iglesia ha hablado claramente, y en tiempos
recientes, a través de las Encíclicas de los Pontífices
romanos. Las directrices, pues, ya las tenemos.
Querer cambiar la situación simplemente porque la
población aumenta o a causa de los problemas econó
micos que se presentan, no tiene valor ante los gran
des principios doctrinales basados, en gran parte, sobre
el derecho natural.
Muchos se muestran escépticos cuando hablamos de
nuestra confianza en la Providencia, cuando decimos
que Dios rige y gobierna el mundo. Pero nosotros...
nosotros tenemos fe y no ponemos en duda lo que la
Iglesia enseña sobre el gobierno del mundo por Dios
Todopoderoso."
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elección de los medios científicos y técnicos para rea
lizar una paternidad responsable a los padres, actuan
do conforme a su fe cristiana y sobre la base de con
sulta médica y científica.
Huelga decir que la resolución citada apuntaba a
urgir la pronta respuesta del Papa a la ya famosa cues
tión de la "pildora", sometida por el propio Pontífice
a una Comisión por él mismo designada para su estu
dio. Terminó su trabajo y puso en manos de Pablo VI
sus conclusiones, hechas públicas, imprudente y ex
temporáneamente, por alguien que tuvo acceso al se
creto de la documentación.
Sin embargo, la fórmula adoptada en su resolución
por el Congreso de los Laicos no fue lo precisa ni acer
tada que fuera de desear, precisando de matizaciones
que impidieran una interpretación del problema un
tanto simplista e incompleta y quizá hasta disonante
de la doctrina conciliar sobre el tema, recogida en la
constitución "Gaudium et Spes" (50).
De ahí que el diario vaticano "L'Osservatore Roma
no", tres días después de la aprobación por el Congreso
de aquella resolución, se sintiera en la necesidad de
hacer pública una aclaración sobre el tema, del presi
dente de la comisión eclesiástica del propio Congreso,
cardenal Roy, arzobispo de Quebec, en el sentido de
que la paternidad responsable de que allí se habla debe
interpretarse en el sentido tan claramente indicado por
el Concilio Ecuménico Vaticano II, o sea, que los padres
han de actuar conforme a su fe cristiana, pero GUIA
DA POR EL MAGISTERIO ECLESIÁSTICO.
Aclaración o precisión que entraña por parte del
presidente eclesiástico del Congreso, cardenal Roy, un
doble aspecto: que no basta cualquier criterio subje
tivo de los padres en el ejercicio de su paternidad res
ponsable, y que tal criterio ha de estar siempre con
corde con su fe cristiana, no de cualquier modo, sino
tal como la entiende e interpreta el Magisterio de la
Iglesia, único intérprete autorizado de la ley a la luz
del Evangelio.
Sólo así podrán llegar los padres a un juicio recto
y no caprichoso o contrario al juicio auténtico de la
Iglesia. Convendrá recordar a este propósito lo que el
Concilio Vaticano II estableció solemnemente sobre el
tema.
72
"En el deber de transmitir la inda humana—dice la
constitución "Gaudium et Spes" número 50—y de edu
carla..., los cónyuges saben que son cooperadores del
amor de Dios Creador y como sus intérpretes. Por eso,
con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su
misión y con dócil reverencia hacia Dios se esforzarán
ambos, de común acuerdo y común esfuerzo, por for
marse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio
bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos
o todavía por venir, discerniendo las circunstancias
de los tiempos y del estado de vida, tanto materiales
como espirituales, y, finalmente, teniendo en cuenta
el bien de la comunidad familiar, de la sociedad tem
poral y de la propia Iglesia. Este juicio, en último tér
mino, deben formarlo ante Dios los esposos personal
mente. En su modo de obrar los esposos cristianos,
sean conscientes de que no pueden proceder a su an
tojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia,
la cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dóciles
al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténtica
mente esa ley a la luz del Evangelio"
73
la pildora se pronuncia en favor de la misma.
Esto ya es una especie de aprobación implícita
para que se propague su uso.
74
saber más. Eso ha causado un grave daño a la Iglesia
y a la reputación de hombres que habían trabajado con
empeño, humildad y caridad. Y el daño producido por
la indiscreción, se agrava pesadamente con la publica
ción del libro.
Sobre esto último—la publicación del libro—podría
añadir multitud de cosas. Hacer patente, por ejemplo,
la amplitud de la indiscreción, que no se limita a la
publicación de los documentos revelados, la pasada
primavera por la Prensa.
Y a pesar del suplemento de información, la presen
tación de M. Paupert formula inexactitudes sobre la
naturaleza del trabajo confiado a la comisión, de las
diversas circunstancias del trabajo al que alude y so
bre el sentido mismo de los documentos pubhcados
"in extenso". ¿Será preciso detenerse en lo que parece
lo más grave: la falta de respeto a la autoridad que
hizo emprender los trabajos en condiciones muy preci
sas, principalmente de discreción? Se dice que este ar
gumento ya no tiene fuerza para algunos hijos de la
Iglesia. Mi respuesta sería sencillamente, que rehusar
a la Iglesia el derecho de actuar como mejor le parezca
en una encuesta seria y audaz a un tiempo, destinada
a permitir al Magisterio sopesar los elementos de un
problema capital cuya resolución sólo le corresponda
a ella, y que le está reservado en exclusiva, no es ser
virla. Confieso que estoy tentado de decir cosos mucho
más serias. Pero ello desvirtuaría esta propuesta que
tengo el derecho y el deber de hacer, puesto que he
conocido como nadie las condiciones y desarrollos de
los trabajos de la Comisión.
Se ha causado daño a los hombres, a la Iglesia (a
todo el pueblo de Dios, no sólo a la Jerarquía). Se han
conculcado las reglas más elementales del respeto a
la persona, a la autoiidad y a la verdad: Esto debe de
cirse con toda firmeza."
75
"Las frecuentes campañas en favor de ciertos mé
todos para la regulación de la natalidad y en particular
de la llamada pildora anticonceptiva, se han agudizado
en estos días por la inesperada publicación, hecha fuera
de España y sin el consentimiento de la Santa Sede,
de unos estudios confidenciales encomendados por el
Papa a una comisión internacional de expertos. Cuatro
autores españoles acaban de traducirlos también y
divulgarlos en lengua castellana, sin autorización de la
jerarquía eclesiástica competente.
A fin de que la conciencia de nuestros fieles no pa
dezca desorientación alguna por esas campañas, este
Arzobispado se ve en la necesidad de recordar una vez
más que el Romano Pontífice, consciente de las graví
simas consecuencias de orden personal y social que
entraña el uso de los referidos métodos, se ha reservado
para sí el juicio definitivo sobre su moralidad. No ha
escatimado esfuerzo por escuchar a cuantos por su
sabiduría y experiencia podían aconsejarle en tan difí
cil materia, antes de pronunciar su dictamen. Pero
mientras éste no se produzca y haga público, todos los
hijos de la Iglesia siguen obligados a prescindir de
dichos métodos, en conformidad con las normas vigen
tes, dadas por Su Santidad Pío XII."
76
za en su Providencia, la santidad fecunda y alegre del
matrimonio católico."
77
LA ENCÍCLICA "HUMANAE VITAE"
79
recibe, sino por sí mismo, gozoso de poder enri
quecerlo con el don de sí.
Es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte. Así
lo conciben el esposo y la esposa el día en que
asumen libremente y con plena conciencia el em
peño del vínculo matrimonial. Fidelidad que a ve
ces puede resultar difícil, pero que siempre es po
sible, noble y meritoria; nadie puede negarlo. El
ejemplo de numerosos esposos a través de los si
glos demuestra que la fidelidad no sólo es conna
tural al matrimonio, sino también manantial de
felicidad profunda y duradera.
Es, por fin, un amor fecundo que no se agota
en la comunión entre los esposos, sino que está
destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas.
"El matrimonio y el amor conyugal están ordena
dos por su propia naturaleza a la procreación y
educación de la prole."
80
deberes para con Dios, para consigo mismo, para
con la familia y la sociedad, en una justa jerar
quía de valores.
En la misión de transmitir la vida, los esposos
no quedan, por tanto, libres para proceder arbi
trariamente, como si ellos pudiesen determinar de
manera completamente autónoma los caminos lí
citos por seguir, sino que deben conformar su con
ducta a la intención creadora de Dios, manifestada
en la misma naturaleza del matrimonio y de sus
actos constantemente enseñada por la Iglesia."
81
82
de la mujer y sus más íntimas relaciones, y por
lo mismo es contradecir también el plan de Dios
y su voluntad. Usufructuar, en cambio, el don del
amor conyugal respetando las leyes del proceso
generador significa reconocerse no arbitros de las
fuentes de la vida humana, sino más bien adminis
tradores del plan establecido por el Creador."
83
fecundación, aunque se haga por razones aparen
temente honestas y serias. En realidad, entre am
bos casos existe una diferencia esencial: en el pri
mero los cónyuges se sirven legítimamente de
una disposición natural; en el segundo impiden
el desarrollo de los procesos naturales. Es verdad
que tanto en uno como en otro caso los cónyuges
están de acuerdo en la voluntad positiva de evi
tar la prole por razones plausibles, buscando la
seguridad de que no se seguirá; pero es igualmen
te verdad que solamente en el primer caso renun
cian conscientemente al uso del matrimonio en
los períodos fecundos cuando por justos motivos
la procreación no es deseable, y hacen uso des
pués en los períodos (¡genésicos para manifestarse
el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad.
Obrando así con ellos dan prueba de amor ver
dadero e integralmente honesto."
84
Magisterio de la Iglesia, constituye, efectivamente, el
último jalón de este proceso doctrinal del que fueron
portadores con anterioridad cuatro Soberanos Pontífi
ces y un Concilio Ecuménico, como veremos con más
detalle en la próxima y última glosa comentada: III. Di
rectivas pastorales.
85
a la vida'. La esperanza de esta vida debe iluminar
su camino, mientras se esfuerzan animosamente
por vivir con prudencia, justicia y piedad en el
tiempo presente, conscientes de que la forma de
este mundo es pasajera.
Afronten, pues, los esposos los necesarios es
fuerzos, apoyados por la fe y por la esperanza que
'no engaña porque el amor de Dios ha sido difun
dido en nuestros corazones junto con el Espíritu
Santo que nos ha sido dado'; invoquen con ora
ción perseverante la ayuda divina; acudan, sobre
todo, a la fuente de gracia y de caridad en la Eu
caristía. Y si el pecado les sorprendiese todavía,
no se desanimen, sino que recurran con humilde
perseverancia a la misericordia de Dios, que se
concede en el Sacramento de la Penitencia. Podrán
realizar así la plenitud de la vida conyugal, des
crita por el Apóstol: 'Maridos, amad a vuestras
mujeres como Cristo amó a su Iglesia (...). Los
maridos deben amar a sus esposas como a su pro
pio cuerpo. Amar a la esposa, ¿no es acaso amarse
a sí mismo? Nadie ha odiado jamás su propia car
ne, sino que la nutre y lü cuida, como Cristo a
su Iglesia (...). Este misterio es grande, pero en
tendido de Cristo y la Iglesia. Por lo que se refiere
a vosotros, cada uno en particular ame a su es
posa como a sí mismo y la mujer respete a su
propio marido'."
86
3 —¿Qué me dice usted de los comentarios de teó
logos, escritores católicos, e incluso algunos Obis
pos y Episcopados discrepando o poniendo dis
tingos a la «Humanae vitae»?
Nos limitamos a recordar el comunicado oficial de la
Oficina de Información del Episcopado Español, que
dice así:
87
4 —¿La «Humanae vitae» contiene verdades infa
libles y dogmáticas?
88
de la doctrina cristiana, enseñada desde el principio y
transmitida en todo tiempo sin interrupción, y habiendo
pretendido públicamente proclamar otra doctrina, la
Iglesia católica, a quien el mismo Dios ha confiado la
enseñanza y la defensa de la integridad y honestidad de
costumbres, colocada en medio de esta ruina moral, para
conservar inmune de tan ignominiosa mancha la cas
tidad de la unión nupcial, en señal de su divina lega
ción, eleva altamente su voz por Nuestros labios y una
vez más promulga: que cualquier uso del matrimonio,
ejercido de modo tal que el acto sea deliberadamente
frustrado en su virtud natural de engendrar la vida,
INFRINGE LA LEY DE DIOS Y DE LA NATURALE
ZA, y los que tal cometen quedan manchados con la
culpa del pecado mortal."
Y continúa Pío XI invocando la suprema autoridad
de su Magisterio:
"Por consiguiente, según pide Nuestra suprema auto
ridad y el cuidado de la salvación de todas las almas,
encargamos a los confesores y a todos los que tienen
cura de almas que no consientan en los fieles encomen
dados a su cuidado error alguno acerca de esta gravísi
ma ley de Dios, y mucho más que se conserven ellos
mismos inmunes de estas falsas opiniones. Y si algún
confesor o pastor de almas, lo que Dios no permita, in
dujere a los fieles que le han sido confiados a estos
errores, o al menos les confirmara en ellos con su apro
bación o doloso silencio, tenga presente que ha de dar
estrecha cuenta al Juez Supremo por haber faltado a su
deber, y apliqúese aquellas palabras de Cristo: Ellos son
ciegos que guían a otros ciegos, y si un ciego guía a
otro ciego, ambos caen en la hoya." (Mat. 15, 14.)
"Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea graví
simo, puede convertir lo que es intrínsecamente contra
naturaleza en honesto y conforme a la misma natura
leza ; y estando destinado el acto conyugal, por su pro
pia y natural virtud, a la generación de los hijos, lo
que en su ejercicio lo destituyen aposta de su virtud y
esencia natural, obran contra natura y cometen una
acción torpe e intrínsecamente deshonesta."
El mismo dogma de moral natural y divina fue con
firmado infaliblemente por Pío XII, al referirse a la
encíclica Casti connubii en su Discurso al Congreso
89
de la "Unión Católica Italiana de Comadronas" (29 de
octubre de 1951):
"Todo atentado de los cónyuges en el ejercicio del
acto conyugal o en el desarrollo de sus consecuencias
naturales, atentado que tenga por fin privarlo de la
fuerza a él inherente e impedir la procreación de una
nueva vida, es inmoral; y que ninguna indicación o
necesidad puede cambiar una acción intrínsecamente
inmoral en un acto moral y lícito. Esta prescripción si
gue en pleno vigor lo mismo hoy que ayer, y tal será
mañana y siempre, porque no es un simple precepto de
derecho humano, sino LA EXPRESIÓN DE UNA LEY
QUE ES NATURAL Y DIVINA."
Sin embargo, Paulo VI añade algo, no sustancialmen-
te nuevo, sino del todo coherente con el resto dogmá
tico del contexto pontificio: "...o en previsión del acto
conyugal..."
90
sino que su fidelidad a la verdad cristiana le induce a
extender su profesión incluso a todas las consecuencias
lógicas de esta doctrina y de esta enseñanza.
Y es por ello que no vacilaba en defender, con tesón
y valentía, sin miedo a equivocarse, la misma postura
propuesta luego auténticamente por Paulo VI en su
Humanae vitae, que es la postura tradicional, implí
cita en los dogmas de moral natural acerca de la vida
de matrimonio, recordados constantemente por el Ma
gisterio eclesiástico.
Creemos oportuno transmitir aquí unas palabras muy
luminosas del Obispo de Campos (Brasil), D. Antonio de
Castro Mayer:
"La fe es una virtud, y en la Santa Iglesia las virtu
des son asequibles a todos los fieles, ignorantes o doc
tos, ricos o pobres, maestros o discípulos. Lo prueba
la hagiografía cristiana.
Santa Juana de Arco, pastorcilla ignorante de Domre-
my, confundía a sus jueces por la sagacidad con que
respondía a las argucias teológicas que utilizaban para
inducirla a proposiciones erróneas y así justificar su
condenación a muerte.
San Clemente María Hofbauer, en el siglo xix, humil
de trabajador manual, que asistía por gusto a las clases
de teología de la ilustre Universidad de Viena, distin
guía en uno de sus maestros el maldito fermento del
jansenismo que escapaba a la percepción de todos sus
discípulos y de otros profesores.
'Gracias os doy, Padre, Señor del Cielo y de la tierra,
porque escondisteis estas cosas a los sabios y entendi
dos y las revelasteis a los pequeñuelos' (Le. 10, 21).
Para tener un pueblo firme y consecuente en su fe,
no es necesario que hagamos un pueblo de teólogos.
Basta que cada cual ame entrañablemente a la Iglesia,
se instruya en las verdades reveladas, en proporción a
su nivel de cultura general, y posea las virtudes de pu
reza y humildad necesarias para verdaderamente creer,
entender y saborear las cosas de Dios. Del mismo modo,
para tener un pueblo verdaderamente puro, no es nece
sario hacer de cada fiel un moralista...
Lo que acabamos de decir de la perseverancia de una
persona se aplica igualmente a la perseverancia de los
pueblos. Cuando la población de una Diócesis posee
la integridad del espíritu católico está en condiciones de
91
enfrentarse, auxiliada por la gracia de Dios, con las
tormentas de la impiedad. Mas si no las posee, sino
que ni aun las personas habitualmente tenidas por pia
dosas procuran y aprecian esta integridad, ¿qué puede
esperarse de tal población?
Leyendo la Historia no se comprende cómo ciertos
pueblos, dotados de jerarquía numerosa y culta, de clero
docto e influyente, de instituciones de enseñanza y cari
dad ilustres y ricas, como en Suecia, Noruega, Dinamar
ca del siglo xvi, pudieron resbalar de un momento a
otro de la profesión plena y tranquila de la fe católica
hacia la herejía abierta y formal, y esto casi sin resis
tencia y casi imperceptiblemente. ¿Cuál es la razón de
tamaño desastre?... Fue lo que comprendió con lucidez
angélica San Pío X en su lucha vigorosa contra el Mo
dernismo. Pastor clementísimo, iluminó la Iglesia de su
Dios con el brillo suave de su celestial mansedumbre.
No tembló al denunciar a los autores del error moder
nista dentro de la Iglesia y señalarlos a la execración
de los buenos con estas vehementes palabras: 'No se
apartará de la verdad quien os tenga (a los modernis
tas) como los más peligrosos enemigos de la Iglesia'."
(Ene. Pascendi.) (Carta Pastoral sobre problemas del
Apostolado moderno, 6 de enero de 1953.)
La seguridad de las verdades dogmáticas de la ética
matrimonial quedaba ya rota en los propagadores de
la nueva postura.
El mismo Pablo VI no vacila en manifestar en su
encíclica que "en el seno de la comisión habían aflorado
algunos criterios de soluciones que se separaban de la
doctrina moral sobre el matrimonio propuesta por el
Magisterio de la Iglesia con constante firmeza" (Ene.
Humanae vitae).
El Papa no podía dar otra solución que la que dio: la
única coherente con la encíclica Casti connubii y toda
la doctrina tradicional de la Iglesia:
"En conformidad con esta misión, la Iglesia dio siem
pre, y con más amplitud en los tiempos recientes, una
doctrina coherente tanto sobre la naturaleza del matri
monio como sobre el recto uso de los derechos conyuga
les y sobre las obligaciones de los esposos" (Ene. Hu
manae vitae).
La osadía de los impugnadores de la doctrina tradi
cional ha llegado a extremos inconcebibles, como es su
92
afirmación gratuita de que la Constitución conciliar
Gaudium et spes rectifica y anula la tradicionalísima
sentencia, rotundamente proclamada por los Romanos
Pontífices, especialmente por Pío XI y por Pío XII, de
que "el fin primario del matrimonio es la procreación
y educación de la prole, y su fin secundario, el amor
conyugal, por estar éste ordenado al fin primario".
La divina Providencia no abandona a su Iglesia, y era
inevitable que calumnia tan sacrilega se quedara en la
postura más ridicula. Pablo VI, amparándose en la doc
trina conciliar de la Gaudium et spes, confirma la
misma sentencia tradicional: "el amor conyugal está
ordenado, por su propia índole, a la procreación y edu
cación de la prole".
Aparte del valor infalible de la Humanae vitae en
sus confirmaciones dogmáticas de la Casti connubii,
la mayor explicación dada por Pablo VI tiene valor de
DOCTRINA FORMALMENTE CATÓLICA Y AUTÉN
TICAMENTE CIERTA, que EXIGE NUESTRO ASEN
TIMIENTO (Pío XII), de RELIGIOSA SUMISIÓN (Va
ticano II), y EXIGE SER SOSTENIDA CON JUICIO
ESTABLE (León XIII). Y NI PUEDE TENERSE COMO
DE LIBRE DISCUSIÓN ENTRE LOS TEÓLOGOS
(Pío XII).
93
hablan los periódicos neoyorquinos suelen estar funda
dos en falsedades.
La Humanae vitae defiende a los pueblos oprimi
dos. Los Estados Unidos están haciendo verdaderos es
fuerzos para imponer el control de la natalidad. Y no lo
hacen por ayudar a los países pobres—ya nadie cree
en sus programas 'desinteresados' de colaboración al
desarrollo—, sino porque forma parte de su política es
tratégica de defensa. Hay que convencerse de que la
'pildora' es la mejor garantía de que Norteamérica se
guirá siendo una minoría dominadora. Johnson declaró
hace poco 'que cada dólar que los Estados Unidos gas
ten en limitar los nacimientos es más rentable que cien
invertidos en cualquier otra cosa. El maltusianismo es
una fórmula de opresión; la campaña en contra de la
Humanae vitae es un plan programado por las gran
des potencias para que permanezca el inmovilismo de
los polos de dominación'."
(De la entrevista publicada en Arriba, el 1 de no
viembre de 1968, y realizada por Diego Carcedo.)
94
VI — LITURGIA Y SACRAMENTOS
95
está por su misma naturaleza muy por encima de los
ejercicios piadosos, y
es acción sagrada cuya eficacia no iguala ninguna
otra acción de la Iglesia.
96
Respecto de la predicación, el Consilium o Comisión para
aplicación de la Constitución sobre liturgia ha dicho en
su Instrucción de 1964 (número 7) que "ha de haber
íntima unión entre la liturgia y la catequesis y predica
ción", la cual, por tanto, no se excluye, ni queda reem
plazada por la homilía, que necesariamente ha de ser
breve.
97
LO QUE NO HA DICHO EL CONCILIO.—7
Encarnación, la Muerte dolorosa, la Resurrección y la
Ascensión al cielo. De parte nuestra, es la incorporación
a Cristo—a su Cuerpo Místico—principalmente por la
fe y el Bautismo y por la imitación de Cristo, de manera
que, muertos al pecado y hechos, como El, obedientes
a Dios hasta la muerte, no vivamos ya para nosotros,
sino para Quien murió y resucitó por nosotros. (Cfr. 2,
Cor., 5, 15 e Instrucción del Consilium n. 6.) Este Miste
rio se llama "pascual" o "de paso" o "de tránsito", por
que el modo como se realiza es "pasando" por la Muerte
y la Resurrección o "pasando" de la muerte causada por
el pecado a la resurrección.
98
a la Sede Apostólica y, en su tanto, a los obispos", y que
"nadie, ni siquiera el sacerdote, puede añadir o cambiar
nada por propia iniciativa." (Art. 22.)
100
pueblo lo cante todo, sin acordarse de que el Concilio
también ha dicho: "Foméntese diligentemente las 'Scho-
lae cantorum', sobre todo—pero no únicamente—en las
catedrales" (114). Es decir, el Concilio quiere que en ma
teria de cantos 'resuenen las voces de los fieles' (118) de
modo que el pueblo 'pueda aportar la participación ac
tiva que le corresponde'" (114); pero la "línea del Conci
lio" no consiste en que todo lo cante el pueblo, ni en que
se suprima el canto gregoriano ni en que la música ca
rezca de la santidad y bondad de formas que exigió San
Pío X para la música sagrada.
Pablo VI hablaba en 7 de abril de 1964 a la Federa
ción Internacional de "Puerí cantores" diciendo: "Da
mos también la bienvenida a los gregorianistas y a las
gregorianistas de Francia y de los demás países adscri
tos a esta ya ilustre y benemérita corriente del canto sa
cro, de la cual podemos esperar que la voz musical tra
dicional de la Iglesia latina reconquiste el doble mérito
de su perfecta interpretación y de su amplia ejecución
en numerosas masas corales y hasta en toda la asamblea
de los fieles."
101
13 —Hay muchas iglesias con muchas imágenes. In
cluso se conservan reliquias, que más parecen
favorecer la superstición y la idolatría que otra
cosa. ¿No ha dicho nada el Concilio? ¿Por qué
no se cumple?
102
dos; de modo que deben ser absolutamente condenados
como hace tiempo los condenó y ahora también los con
dena la Iglesia, quienes afirman que no hay que vene
rar ni honrar las reliquias de los santos, o que inútil
mente se veneran éstas y otros sagrados monumentos, o
que en vano se visitan con frecuenda los sepulcros de
los santos con el fin de implorar su ayuda" No hay, por
consiguiente, superstición ni idolatría. No son las reli
quias las que, a veces, obran milagros como si fueran
talismanes, sino el Señor, a quien es agradable la ve
neración de las reliquias y la oración a aquellos a quie
nes pertenecieron.
105
16 —¿Qué posturas corporales son obligatorias en
la Misa?
106
18 —Actualmente no se ve, por lo menos en algu
nos sitios, el pequeño cirio que antes se encen
día a la Consagración. ¿Es que está suprimido
por el Concilio?
107
20 —Dado que, según se afirma, los Sacramentos
son signos, la Eucaristía será un signo de Cristo,
pero no una realidad de su presencia física.
108
tinto, etc. El sentido común nos enseña que blanco o
moreno, blando o duro, barra o redondo, dulce o seco,
claro o tinto son cualidades, accidentes, especies o apa
riencias del pan o del vino, pero que no son ni el pan
ni el vino: el pan y el vino los llamamos "sustancia",
a lo que es del pan y del vino lo llamamos "accidente".
Además, la experiencia nos enseña que un buey, a
trueque de comer hierba, echa carnes. Engorda. En el
lomo o en las patas o en el pecho del buey no encontra
remos hierbas, sino carne; y, sin embargo, esta carne se
ha formado y crecido a base de hierbas: las hierbas se
han convertido en carne, que, para el modo de hablar
y de pensar de todo el mundo, son cosas distintas.
Con perdón de la comparación, pan y Cuerpo (carne)
de Cristo son cosas distintas. Así como las hierbas que
come el buey ya no son hierbas cuando, digeridas, hacen
que el buey engorde—y esto lo entiende todo el mundo,
cualquiera que sea la noción y concepto de sustancia—,
análogamente el pan que se ha consagrado ya no es pan
—aunque conserve sus accidentes, especies o aparien
cias—cuando sobre él ha pronunciado el sacerdote las
palabras de la Consagración. Esto es lo que quiere decir
la Iglesia con la palabra "transustandadón", prescin
diendo de discusiones científicas, "puesto que esas
fórmulas (o expresiones), como las demás de que la
Iglesia se sirve para proponer los dogmas de fe, expre
san conceptos que no están ligados a una determinada
forma de cultura ni a una determinada fase de progreso
dentífico, sino que... lo expresan con adecuadas y de
terminadas palabras tomadas del lenguaje popular o del
lenguaje culto." (Pablo VI, encíclica Mysterium fidei.)
109
vatore Romano del 11 de septiembre. Más aún, cuando
Informations anunció la probable modificación, ya es
taba publicado el texto oficial sin tales anunciadas mo
dificaciones.
110
día, fuera de que haya de recibirla nuevamente como
Viático, o para evitar profanación de la Eucaritía o, ac
tualmente, en una Misa del día de Pascua o de Navidad
aunque haya comulgado en la de medianoche.
Esta prohibición obliga igualmente a los sacerdotes.
Pero cuando se trata no de la Comunión del Sacerdote,
sino de la celebración, entonces interviene otra ley dis
tinta, no ya eclesiástica, sino divina, que le impone co
mulgar tantas veces celebra, porque la Comunión de a lo
menos el sacerdote es parte integrante de la Misa. Por
esto también, si un sacerdote padeciese después de la
Consagración un accidente que le impidiese continuar
la Misa, otro sacerdote—aunque ya hubiese celebrado
o tomado alimento—debe continuar la Misa interrumpi
da y comulgar en ella.
111
viernes y sábados y domingos y todos los días, cuantos
más mejor, en que cada uno tenga devoción de acercarse
a la mesa eucarística.
112
27 —Pero después de la Instrucción «Eucharisticum
Mysterium» en que se dice que se puede comul
gar de rodillas o de pie, ya es indiferente una
forma u otra.
113
114
verdaderos y auténticos "escrúpulos" hay que quitarlos,
y no es necesario para esto un Concilio. Si, en cambio,
se trata de algo a lo que algunos llaman "escrúpulos",
pero no es tal vez, véase lo que dice la circular del obis
po de Lourdes, Mons. Pedro M. Théas:
"Todo bien ponderado, ha pareddo, no obstante, nece
sario mantener el reglamento: 'Para entrar en el territo
rio de la Gruta, las señoras y señoritas deben tener cu
bierta la cabeza, llevar vestido femenino (un vestido mo
desto que cubra el pecho, la espalda y los brazos, a lo
menos parcialmente). Queda, pues, prohibido el pantalón
femenino, así como el 'short'.
Puesto que los peregrinos y turistas tienen derecho a
recibir aclaradones, les presentamos respetuosamente
las razones de esta medida.
PRIMERA RAZÓN: Necesidades de una reacción;
Nuestra época está caracterizada por una decadenda mo
ral que se va generalizando. Por todas partes se buscan
hoy la felicidad y el placer. El mundo se hunde en el
materialismo y la impureza. Asistimos a una indisdplina
de costumbres verdaderamente inquietante; se va de
abandono en abandono, de decadencia en decadencia. Es
el descuido en todos los terrenos. No se aceptan ni suje-
dón, ni disciplina, ni molestia. La libertad llega a ser li
cencia. Circunstancia agravante en cierto sentido, por
que de ningún lado se ve el mal, pero el mal se hace y
se extiende.
Lourdes tiene un fin que cumplir en este mundo de
decadenda moral. Lourdes ha de reacdonar y recor
dar a una sociedad que lo ha olvidado, que la modestia,
la reserva, la moderadón son valores humanos y cris
tianos: conviene ponerlos en honor nuevamente. Lour
des ha de esforzarse en particular por realizar, respecto
del atavío femenino, e incluso masculino, una obra de
saneamiento. Es una buena ocasión para recordar a
todos esta verdad de fe, demasiado olvidada: por el
Bautismo se convierten nuestros cuerpos en templos
del Espíritu Santo. No se tiene derecho a profanarlos.
No se puede aceptar sin control la tiranía, a veces de
gradante, de la moda.
SEGUNDA RAZÓN: El respeto de la mujer. Se ha
bla mucho de la dignidad de la persona humana. En
115
realidad, ¿no va retrocediendo esta dignidad, sobre todo
cuando se trata de la mujer?
Cuando se pone ella un traje masculino, lo que es
lídto en casos excepdonales, por ejemplo, para el esquí
o las excursiones en la montaña; cuando este vestido
masculino, en lugar de esconder el cuerpo, ostenta su
forma y sus líneas, cuando por su color y el corte
provoca una curiosidad sospechosa, ¿inspira sentimien
tos de respeto? ¿No corre entonces la mujer el peligro,
a pesar de su buena fe y sus ilusiones, de quedar algo
envilecida ante sus propios ojos y los ajenos? Una mu
jer solídta por su dignidad, vigila su manera de vestir.
Esta puede ser muy sendlla y aun muy pobre; pero
debe ser siempre femenina y modesta.
En Lourdes, la Virgen Inmaculada invita a las mu
jeres a merecer, con su comportamiento, estima, con
sideración y respeto.
116
bemos tener en cuenta las exigendas cristianas de
nuestros hermanos negros o amarillos."
117
taran las almas, en los coloquios íntimos con Cristo Sa
cramentado después de la Santa Misa o de la sagrada
comunión? Terminado el acto comunitario, cada indi
viduo puede alcanzar muchas más gracias en las co
municaciones íntimas con el Señor. Por esto en la
instrucción "Eucharisticum mysterium" de la Sagrada
Congregación de Ritos y del Consilium para la reforma
litúrgica del 25 de mayo de 1967, se dice: "Para que
puedan perseverar más fácilmente en esta acción de
gracias, que de modo inminente se tributa a Dios en la
Misa, se recomienda a los que han sido alimentados
por la sagrada comunión que permanezcan algún tiem
po en oración." (Nún. 38.) Al pie de este párrafo, se
indica que ha sido tomada de la Mediator Dei de
Pío XII, en cuya encíclica se lee: "La acdón sagrada,
que está regulada por peculiares normas litúrgicas, no
exime, una vez concluida, de la acción de gracias a
aquel que ha gustado del celestial manjar; antes, por
el contrario, está muy puesto en razón que, después de
haber recibido el alimento eucarístico y terminados los
ritos públicos, se recoja dentro de sí y, unido íntima
mente con el divino Maestro, converse con El dulce y
provechosamente. Se alejan, pues, del recto camino de
la verdad los que ateniéndose a la palabra más que al
sentido, afirman y enseñan que, acabada ya la misa,
no se ha de continuar la acción de gracias, no sólo
porque ya el mismo sacrificio del altar es de por sí una
acción de gradas, sino también porque eso pertenece
a la piedad privada y particular de cada uno y no al
bien de la comunidad. Antes al contrario, la misma
naturaleza del sacramento lo reclama, para que su
percepción produzca en los cristianos abundantes fru
tos de santidad. Ciertamente ha terminado la pública
reunión de la comunidad; pero cada cual, unido a
Cristo, conviene que no interrumpa el cántico de ala
banza, dando gracias siempre por todo a Dios Padre en
nombre de Nuestro Señor Jesucristo."
118
32 —El Concilio ha hablado de la Misa, pero no del
Santísimo Sacramento. Y, por otra parte, lo im
portante es el Sacrificio y el altar. ¿Por qué dar
importancia al Sagrario?
—El Concilio ha hablado (cap. 2 de la Constitución
sobre Liturgia) de "el sacrosanto misterio de la Euca
ristía". Y la Eucaristía es Sacrificio y es Sacramento.
En el art. 47 no sólo menciona el "sacramento de pie
dad", sino menciona también el "banquete pascual",
es decir, la comunión, que es Sacramento (no Sacrificio,
sino participación de él). Además, si el Sacrificio de
la Misa es reproducción (sacramental) de la Muerte del
Señor, el Sacramento eucarístico es, según enseña la
Iglesia, "memorial de la Pasión" y de la Muerte en
todo momento, incluso a las horas en que no hay Misa.
El sagrario tiene por objeto conservar dignamente
la Eucaristía para, entre otros fines, poder administrar
el Cuerpo del Señor fuera de la Misa, por lo menos
como Viático. Siendo el Cuerpo del Señor, no hay que
guardarlo ni en un armario ni en un cajón como otra
cosa cualquiera.
Aunque el Concilio no ha hablado del sagrario—como
no ha hablado de tantas otras cosas—, sí ha tratado de
él la Instrucción del Consilium, cuando dice (n. 95):
"La sagrada Eucaristía se reservará en un 'sagrario'
sólido e inviolable colocado en medio del altar mayor
o (en otro caso) de un altar lateral eminente o también,
según costumbres legítimas y en casos particulares
que deben ser aprobados por el Ordinario del lugar,
en otro sitio de la Iglesia que sea verdaderamente muy
noble y esté debidamente adornado. Se puede celebrar
de cara al pueblo, aunque endma del altar mayor esté
el sagrario, que, en este caso, será pequeño y apro
piado." Y el cardenal Lercaro, en la carta antes citada
que como Presidente del Consilium dirigió a los Pre
sidentes de las Comisiones Episcopales de Liturgia,
añade: "Cuando el Ordinario de lugar reconozca la
oportunidad de colocar el sagrario fuera del altar, pón
gase en un lugar de la Iglesia que sea verdaderamente
digno y eminente, fácilmente visible, y que no quede
cubierto ni siquiera por el sacerdote durante la cele-
bradón de la Misa. En una palabra, que sea posible
entender inmediatamente el signo y el sentido de la
119
presencia física, sacramental del Señor en medio de
su pueblo." Y continúa señalando como solución no sa
tisfactoria la que pone la sede del celebrante delante
o inmediatamente debajo del sagrario.
120
sideren, deben necesariamente, habiendo confesor, hacer
previa confesión sacramental. Y si alguno enseñare lo
contrario, sea anatema."
121
jos unidos a Ella en el Señor, por medio de los sacerdo
tes antes de acercarse al altar de Dios. Cierto que, como
bien sabéis, estos pecados veniales se pueden expiar de
muchas y muy loables maneras; pero, para progresar
cada día con mayor fervor en el camino de la virtud,
'queremos recomendar con mucho encarecimiento la pia
dosa práctica de la confesión frecuente', introducida por
la Iglesia 'no sin inspiración del Espíritu Santo'." Y aña
de a continuación los frutos de esta práctica: "Aumenta
el justo conocimiento propio, crece la humildad cristia
na, se desarraigan las malas costumbres, se hace frente
a la tibieza e indolenda espiritual, se purifica la con-
dencia y se acrece la gracia en virtud del Sacramento."
Termina el párrafo con esta seria amonestación: "Ad
viertan, pues, los que rebajan él aprecio de la confesión
frecuente entre los jóvenes clérigos que 'acometen una
empresa extraña al espíritu de Cristo y funestísima para
el Cuerpo Místico de nuestro Salvador'."
122
38 —Se pregunta—y textualmente lo ha hecho el
P. Gélineau—si es que tenemos derecho «a im
poner visiblemente nuestra religión en la calle
con monumentos considerables, edificios costo
sos, campanarios altos».
123
simo en la Iglesia. Ya en el siglo m se utilizaba. Es un
sacramental de la Iglesia. Borra el pecado venial, y es
defensa contra el demonio, como decía la gran Santa Te
resa de Jesús—de exquisito espíritu litúrgico—en su
Vida, cap. 31, hablando del agua bendita: "De muchas
veces tengo experiencia que no hay cosa con que huyan
más los demonios para no tornar. De la cruz también
huyen, mas vuelven luego: debe ser grande la virtud del
agua bendita: para mí es particular y muy conocida con-
soladón, que siente mi alma, cuando la tomo..."
124
Liturgia, surgiría el peligro de herejía y se llegaría a la
abolidón práctica de la misma y al límite extremo de la
anarquía de costumbres.
La juventud de la Iglesia en el terreno de la Liturgia
está en saber adaptarse al idioma de los fieles y en dar
a la misma Liturgia la preeminenda que le corresponde.
Mas todas las decadencias, de que hemos hablado breve
mente, nada tienen que ver con la juventud. Son terri
bles erosiones, que marcan en su rostro las arrugas de
la vejez.
Pero debe quedar bien sentado que la juventud de la
Iglesia se nutre prindpalmente del Sacrifido y de los
Sacramentos, administrados por la sagrada liturgia, no
sólo de ésta, sino de todo el complejo, con el cuál la
Iglesia responde al 'tipo' que de ella ha diseñado Cristo.
Seria un gran error separar la liturgia del dogma,
de la moral y de toda la disciplina eclesiástica.
En gran parte de la prensa se ha creído ver el reju-
venedmiento en algunas reformas particulares—muy
elogiadas—por considerarlas revolucionarias. Lo que se
pretendía era la revolución, no la juventud, y las dos
cosas son esencialmente distintas. Algunas actitudes de
satisfacdón y de polémica entusiasta tenían el mismo
origen.
La juventud es el resultado de todas las líneas traza
das por Cristo, no sólo de alguna."
125
textos que antes no entendía, y participa más activamen
te y plenamente en los actos litúrgicos. Pero queda la
enorme masa inerte, que no se puede decir acuda más
que antes a la iglesia. Por otra parte, el fruto que se ha
de esperar de la reforma litúrgica es que los fieles "ex
presen mejor en su vida él Misterio de Cristo y la genui
no naturaleza de la Iglesia". (Cfr. Instrucción del Conci
lio.) Si no se llega a conseguir esto, de poco servirá la
reforma litúrgica. Y mucho peor si, como ha sucedido
en algunos sitios y personas, es utilizada para combatir
y destruir—sin compasión—prácticas piadosas no sólo
tradicionales, sino recomendadas también por los Papas
Juan XXIII y Pablo VI.
Respecto de cómo ha sido llevada a la práctica, en
general bastante bien. Pero se notan dos tendencias:
una remolona y otra arrolladora; la de quienes no aca
ban de entrar en la corriente renovadora y la de quie
nes "renuevan" (?) por su cuenta y riesgo. No sin razón
se ha preguntado el Papa en la audiencia general del 5
de octubre de 1965: "¿Qué necesita más la Iglesia ahora?
La Iglesia necesita obedienda." Existe esta necesidad,
ha dicho, "por derto espíritu de indisdplina y emand-
padón que por todas partes aflora". Y todavía se pre
gunta él mismo: pero "¿no ha cambiado, con el Conci
lio, nada de la obedienda? ¡Oh, no! Nos creemos que el
espíritu, que las formas de la obediencia se han regene
rado con el Concilio".
Como muestra de aquel espíritu de indisciplina podría
mos mencionar, de una parte, las resistencias de unos
pocos a la reforma; de otra parte, los no escasos "inven
tos" de otros y dos hechos desgraciadamente muy sinto
máticos: el cardenal Lercaro, Presidente del Consilium,
y el pleno del Episcopado belga se manifestaron pública
mente contra algunos artículos aparecidos en una revis
ta litúrgica; y, en España, no falta alguna revista asi
mismo litúrgica que se ha "olvidado"—suponemos que
no es más que olvido—de informar, después de más de
un año, de la carta del citado cardenal a las Comisiones
nacionales de la Liturgia.
Es de esperar que, pasados los primeros entusiasmos
—y Dios quiera que no se truequen en dejadez—retorna
rá el sentido del valor que, para vivir el Misterio de
Cristo (cfr. la citada alocución de Pablo VI), tiene la
práctica de la obediencia.
126
VII — PREDICACIÓN Y APOSTOLADO
OBRERO
127
2 —Pero ¿Pablo VI nos aconseja también la pre
dicación?
128
naciones neolatinas, predicadores valientes que hablen
de las verdades eternas?"
129
LO QUE NO HA DICHO EL CONCILIO.—9
timiento ni una simple sumisión del espíritu, sino un
asentimiento y una sumisión razonable; si así no fuera,
ni merecería el nombre de virtud. Pero ¿cómo podrá este
asentimiento ser razonable si en él no toma parte la
razón? ¿Cuáles son las pruebas que me hacen evidente
mente crdble la religión que profeso, y, por consiguien
te, que me aseguran de todos los misterios que esta mis
ma religión enseña? Esto es lo que debo examinar y pro
curar entender, esto es lo que estoy obligado a inquirir,
en esto debo ejerdtar mi razón, de manera que en modo
alguno pueda dedr: yo no razono ni discurro, porque
sin este previo examen y rigurosa discusión, no podría
tener sino una fe incierta y vacilante, una fe vaga sin
prindpio y sin consistencia."
Así nos lo enseña la Sagrada Escritura: "Una creduli
dad sobrado precipitada es señal de espíritu ligero."
(Eclesiástico, XIX, 4.) Y San Juan: "No creáis a cual
quier espíritu, sino probad si el espíritu viene de Dios;
porque andan por el mundo muchos seudoprofetas."
(I Epist., IV 1.) Y San Pablo: "No queráis despreciar
las profecías, pero probadlas y guardad lo que sea bue
no." (I Ep., V, 20.)
130
sólo no pueden disentir jamás entre sí la razón y la fe,
sino que antes se auxilian la una y la otra. Por un lado
la recta razón demuestra los fundamentos de la fe, e
ilustrada por ésta, cultiva la denda de las cosas divinas;
y por otro la fe libra y preserva de errores a la razón
y enriquece con diversos conodmientos."
La razón no produce la fe. La fe es un don sobrena
tural. Pero la razón prepara el alma a la fe, ofreciéndole
motivos de credibilidad. No basta una adhesión humana
a las verdades reveladas. No basta la fe humana. Precisa
la fe divina, o sea creer las verdades reveladas por la
autoridad infalible de Dios y esto movido por la gracia.
Pero la razón establece con certeza los fundamentos
de la fe, demostrándonos que es racional, legítima y ne
cesaria. Según el Concilio Vaticano I, a la razón toca dar
esta demostración, y no es lícito ya, bajo pena de errar
en la fe, disputarle este derecho y atribución. La razón
debe defender la fe. Dice León XIII: "Título es alta
mente honorífico para la filosofía el ser baluarte y como
antemural de la fe."
O sea, que la dogmática y la moral, apoyándose en la
Revelación, nos ofrecen la verdad absoluta y objetiva.
Y es incumbencia de la apologética demostrar la legiti
midad de este orden divino. Es el camino racional a la
doctrina de la fe.
131
nos de la revelación, es a saber, los hechos divinos, en
primer lugar los milagros y las profecías, admito y acep
to como señales ciertísimas de la religión cristiana, y por
lo mismo estoy seguro están acomodadas espedalmen-
te a la inteligenda de todos los tiempos y hombres, y
también para los de esta época." Por tanto, el principal
argumento que prueba la verdad de la religión católica
no es el testimonio, sino los milagros y profecías. Cier
tamente el testimonio tiene su valor. Pero no el sufi
ciente para llevar a la convicción de la verdad de la re
ligión católica.
132
relativismo y lo fomenta... El desprecio de los términos
y las nodones que suelen emplear los teólogos escolás
ticos lleva, naturalmente, a enervar la teología especu
lativa, la cual, por fundarse en razones teológicas, ellos
juzgan carecer de verdadera certeza."
133
ber de utilizar la apologética tradicional, como medio
natural para la más profunda inteligencia de la doctri
na de la fe. Según la concepción católica, la fe no es
un instinto ciego, sino, como dice el Concilio Vaticano I,
un "obsequio razonable". La fe supone la certeza de que
las verdades cristianas son fidedignas. Hay que saber
que existe Dios y que nos ha revelado su palabra. Y el
conocimiento de la existencia de Dios se adquiere, en
principio, por raciocinios "filosóficos" o apologéticos. Y
sobre los hechos históricos de la vida de Jesús, su cono
cimiento nos lo proporcionan documentos, cuya investi
gación y credenciales también son objeto de la ciencia
histórica. Aquí la apologética establece la posibilidad
del conocimiento de hechos sobrenaturales, como mila
gros y revelaciones divinas.
134
continua infusión de sangre nueva, como la apologética."
Lo que hace que no se pueda prescindir de la apolo
gética en su ámbito específico, apoyada en razones in
vulnerables y de su actualización frente a las hostilida
des teóricas y prácticas ante la Iglesia que presentan las
mentalidades laicizadas de nuestro tiempo. A esto se re
fería la Pastoral Colectiva del Episcopado Italiano, de
abril de 1960, en que hablaban que "prácticamente se
niega o se prescinde del hecho histórico de la Revela
ción" y de la preferencia de "vaga literatura teológica a
la teología sistemática".
Por esto creemos firmemente que el desprecio de, la
apologética produce daños irreparables. Causa desorien
taciones, iluminismos y neoprotestantismos. Porque a
muchos, por falta de base seria, se les cuartean los fun
damentos de la fe. Porque—enseña San Agustín—pri
mero es pensar y raciocinar que creer. Porque ninguno
puede creer algo, que primero no pensase que debiera
ser creído. Y esto es precisamente el cometido de la apo
logética.
135
ca. el sentido de la fe y la adhesión auténtica al magis
terio eclesiástico, al aproximarse a textos eclesiásticos o
conciliares, no pueden desposeerse de su concepción mo
dernista que desvirtúa toda conclusión, aun la obtenida
con la mayor apariencia de lógica. Por esto, atribuyén
dose falsamente la línea del Concilio, deducen las con
clusiones más contrarias a la misma letra y al mismo es
píritu conciliar.
136
14 —Se dice que la psicología moderna no se aviene
con la predicación de las misiones populares.
137
que a los textos más claros, lo haga con una óptica y
un color de luz tan diferente, que bajo su análisis que
den por completo deformados.
138
eternidad y del derecho de los sacerdotes a predicar en
las empresas. Léanse bien estas palabras: ¿No es mi mi
sión, mi ministerio venir a buscaros?... Desgradadamen-
te es verdad que alguno no os lo reconoce este derecho y
dicen, por ejemplo, que es sufidente con recibir el sala
rio. No, hijos míos, el salario no basta, tenéis que recibir
algo más. De la misma manera que tenéis derecho a la
escuela, a la farmacia, a las diversiones, también tenéis
derecho a la religión. ¿No sois hombres? ¿No sois cris
tianos? Tenéis un alma, ¿quién tiene que pensar en ella?
¿Quién os dará las palabras que vivifiquen vuestro espí
ritu?" Exactamente repitió en su visita a los barrende
ros de Roma en 15 de febrero de 1966.
139
tiana. Monseñor Riberi, en la clausura de Apostolado
Social en Madrid, en 1965, lo decía con estas claras pa
labras: "Es de temer que, aun con las mejores inten
ciones, la denuncia de las injusticias se convierta en
odio, el combate generoso en lucha fratridda, la evan-
gelización en humanitarismo sodológico. No son ésas
las armas de la Iglesia. Y aun cuando se demostrara
que con esas armas se consigue lo que la Iglesia no
logra con las suyas, seguiremos diciendo que no son
ésas las armas de la Iglesia. Sin duda ha habido mo
mentos en la Historia—y seguirá habiéndolos—en que
la clase sodal obrera ha conseguido objetivos, que en
justicia buscaba, por caminos distintos de los que la
Iglesia señala. Lo que hubiera de dignidad en esos ca
minos recorridos es también cristiano. Lo que hubiera
de violencia rechazable, no lo es. Y aunque tuviera
éxito la violencia, no por eso la Iglesia puede apro
barla."
140
ción del Papa Juan XXIII. Actualmente con ciertas cau
telas hay un número de sacerdotes obreros intentando
una nueva experiencia. Pero la problemática queda per
fectamente dilucidada en las autorizadas palabras que
Monseñor Ancel, obispo auxiliar de Lyon y Superior Ge
neral de los Sacerdotes del Prado, ha dicho a la revista
Perseverando: "No pienso que el trabajo profesional
deba ser una regla habitual de los sacerdotes. Por el con
trarío, veo en el Evangelio que Jesús dejó su trabajo al
comenzar su vida pública y pidió lo mismo a los após
toles. Pero si la misión de los obispos hada su pueblo lo
exige, pueden permitir a algunos sacerdotes el trabajo
manual, según el ejemplo de San Pablo, que trabajaba
para no ser obstáculo al Evangelio (2 Tes. 5, 8-12).
Hubo una dificultad espedal en Franda a causa del
indiferentismo del mundo obrero. Un sacerdote obrero
no sabía qué hacer desde el punto de vista sacerdotal,
porque nadie venía a su misa, nadie pedía los sacramen
tos y nadie quería oír la palabra de Dios. Por eso era
necesario descubrir nuevos métodos.
El mayor obstáculo que encontraron los sacerdotes
obreros franceses fue la dificultad para negarse a toda
clase de compromiso temporal. Los obreros, especial
mente los no creyentes, no pueden comprender que un
hombre inteligente y generoso pueda negarse a las res
ponsabilidades temporales. Pero hay un compromiso es
piritual, diferente del compromiso temporal, que tiene
su propia eficacia aun en las cosas temporales.
Por eso en el nuevo planteamiento que el Episcopado
francés ha hecho para el trabajo de los sacerdotes se po
nen varias condidones, con el fin de evitar esa dificul
tad: los sacerdotes que trabajen vivirán en equipo con
otros sacerdotes y dentro de una célula eclesial, unidos
a los responsables seglares de la Acdón Católica Obre
ra, para evitar la desvinculadón del ambiente de Iglesia.
Además, no pueden aceptar ningún compromiso sindi
cal, como representantes de sus compañeros de trabajo.
Terminando mi respuesta, quisiera añadir dos nuevas
cosas. Primero, no me gusta la expresión sacerdote obre
ro. Nunca hemos hablado de San Pablo como un apóstol
obrero. Era apóstol, y basta; pero, si su 'misión' lo exi
ge, puede trabajar, como lo hada San Pablo.
Segundo, en cualquier hipótesis, el número de sacer
dotes que trabajan debe ser muy pequeño. Los sacerdo-
141
tes, normalmente deben reservar toda su actividad para
su misión espiritual."
142
por el testimonio—entendido como ejemplaridad de vi
da—sólo es aceptable como vocación excepcional. Fuera
de los casos de clara vocación especial, tiene, entre otros,
los serios peligros de la ineficacia, irresponsabilidad y
oculto comodismo.
143
lo ejerce. No es preciso dar de ello muchos argumentos,
pues los peligros proceden de muchas partes. Y la expe
riencia en ello es muy dolorosa y excesivamente elo
cuente. Peligros para la vida interior, peligros para la
castidad, peligros de que uno llegue a hacerse tan todo
a todos, que llegue a hacerse revolucionario con los re
volucionarios y comunista con los comunistas. Experien
cia hay de ello.
Estos peligros creemos que tendrían que afrontarse en
caso de una gravísima necesidad o de una grande efi
cacia, confiando en las ayudas celestiales.
144
cabo la verdadera prueba del buen espíritu. Puede haber
también cierto snobismo algo oculto o bastante patente.
145
146
tural y necesaria. Los candidatos al sacerdodo de hoy
serán entonces los hábiles sucesores de aquel clero es
pañol que ha escrito páginas brillantísimas en la histo
ria de la Santa Iglesia: el mañana será digno del pasado,
entre otras cosas, porque ha sido preparado sin impa-
ciendas y sin intemperandas.
Aprovecho la ocasión para reiterarme devotísimo en
Jesucristo. Firmado: Cardenal Pizzardo. Firmado;
C. Confalonieri, Secretario."
147
27 —¿Así el apostolado de la predicación en las em
presas entra en una pastoral de nuestros días?
—Ciertamente que sí. La predicación consigue frutos
de conversiones innegables, siembra buenos principios,
fortifica la fe de muchos, quita prejuicios. Por esto el
Emmo. Cardenal Lercaro, Arzobispo de Bolonia, ha
blando específicamente de este tema, escribe lo si
guiente: "He estudiado el plan de trabajo del aposto
lado de empresas para la propaganda religiosa en las
fábricas. Estoy verdaderamente admirado."
148
Vm —LA FE
149
iniciativa, y de El viene la gracia sobrenatural con la
que se podrá tener fe sobrenatural. Aunque por otra
parte es verdad que cuando Dios llama a un adulto a la
fe, le pide su libre cooperación, en lo cual puede tam
bién haber pecado contra la luz, contra la fe.
Esto no quita que el que es consciente de su fe tenga
con ella una firmeza y una posesión que no tiene quien
carece de ella. En este sentido es verdad que tiene
una superioridad respecto del infiel o del apóstata.
Pero el don de esta firmeza no es malo, sino bueno,
como don de Dios.
150
5 —Los ateos no tienen culpa de su ateísmo. La
tenemos nosotros por no haberles presentado
bien el modo de dar al mundo la esperanza, la
cual se les da a condición de no anunciarles una
salvación individual, sino una Redención frater
nal y colectiva.
151
LX — POSTRIMERÍAS
153
dé la de otro; sería individualismo desinteresarse por
la salvación de los otros. Pero esto Dios no lo quiere,
sino al contrario, que nos interesemos y trabajemos
para la salvación de todos.
154
definimos que según la ordenadón común de Dios, las
almas de los que mueren en pecado mortal actual, luego
después de su muerte desdenden al infierno, donde son
atormentadas con penas infernales, y que, sin embargo,
en el día del Juido todos los hombres comparecerán
ante el tribunal de Cristo con su propio cuerpo, para dar
cuenta de sus propios hechos." También había definido
pocas líneas antes que los que mueren con la gracia re
cibida por el bautismo gozan de la visión de Dios, sin
tener que esperar para ello el juicio universal. Por con
siguiente ya fueron juzgados en él.
155
8 —Por lo menos puedo pensar que si el Infierno
existe, no hay nadie en él; y que nunca la Igle
sia lo ha definido.
156
(aunque no todos gozarán de Dios en igual grado); y
esto tanto lo ha enseñado Dios en la Sagrada Escritura
(Ia Juan 3, 2-3) como lo ha definido por medio del ma
gisterio de su Iglesia.
157
por un lado, y por otro algunas consecuencias lejanas
o más amplias, ni ciertas, ni comprobadas experimen-
talmente. Separar lo que es cierto y lo que sólo es una
explicación verosímil más o menos probable, lo que
está demostrado claramente y lo que sólo es una hipó
tesis de trabajo, que el tiempo quizá confirmará o no
confirmará.
Extender, pues, la Evolución a todo, sacando de aquí
consecuencias para el alma humana, para la Encarna
ción del Verbo, para el Juicio final, para el infierno y
para el cielo, sería algo que no tiene nada que ver con
lo que las ciencias serias demuestran, ni es conclusión
de la ciencia teológica, ni afirmación filosóficamente
demostrada, ante todo al revés. Más aún, lleva a con
clusiones absurdas que fácilmente se opondrán a las
verdades de la fe, como se ve en las palabras de Pío XII
en la Encíclica antes citada.
158
ASCÉTICA
159
3 —Todo consiste en amar, amar a fondo, amar
los bienes. Eternizaremos aquello que aquí ha
bremos amado.
160
nonizó la Iglesia a seglares que fueron, por ejemplo,
reyes, San Luis, Santa Isabel de Portugal, Santa Isabel
de Hungría, San Fernando, San Wenceslao, etc.).
161
162
conocido por sus numerosos libros y conferencias, aca
ba de ser reduddo al estado laical, a petidón suya. Hace
ya diez años que había sido relevado de sus funciones
eclesiásticas por las autoridades diocesanas y no le es
taba autorizado el ejercer actividad pastoral alguna en
Bélgica."
163
XI — DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS
165
carta del 6 de febrero de 1965, y nos dice: "El culto al
Sagrado Corazón, que—lo decimos con tristeza—se ha
debilitado en algunos, florezca cada día más y sea con
siderado y reconocido por todos como una forma egregia
y digna de esa verdadera piedad hacia Cristo, que en
nuestro tiempo, por obra del Concilio Vaticano II, espe-
dálmente, se viene insistentemente pidiendo."
169
en la Revue de Deux Mondes, sobre la credibilidad
de las Apariciones de Lourdes: "El conodmiento re
ligioso se sitúa en niveles diversos... Es una aberra-
don él exigir a propósito de todo lo que se dice en la
Iglesia una adhesión idénticamente absoluta, como los
maximalistas de la fe. Otra aberradón igualmente
grave es la de no aceptar sino los dogmas rigurosamen
te definidos, como pretenden los minimalistas de la fe.
En sentido estricto, pues, yo no 'creo', por un acto
de fe teologal, que María se haya apareado en Lour
des; creo, sin embargo, con una certeza particular, ni
puramente humana, ni sobrenatural, que María se ha
aparecido efectivamente en Lourdes. Se trata de una
suerte de refracción de la fe teologal sobre un hecho
histórico que no pertenece al depósito revelado. Poner
en duda la autenticidad general de los hechos sería
para un católico imprudencia y temeridad, sean cuales
fueren sus exigendas y su cultura intelectual.
La prudenda me invita a la aceptadón: personas ca
lificadas han realizado una encuesta precisa y directa:
Mons. Laurence ha esperado cuatro años para declarar
el 18 de enero de 1862 que "la aparición reviste todos
los caracteres de la verdad y que los fieles pueden, con
razón y fundamento, creerla cierta." El sentido de la
Iglesia me conduce a lo mismo, su liturgia, sus inter
venciones solemnes del Pontificado, los estímulos de la
Jerarquía, la adhesión con que todo el pueblo fiel, la
Iglesia entera, han aceptado el hecho de Lourdes. Más
aún, Lourdes ocupa un lugar tal en la vida de la Iglesia
contemporánea, que un creyente se ve obligado a des
cartar, en sus orígenes, la ilusión, y el engaño y, en su
desarrollo, a admitir una evidente intervención del Es
píritu Santo.
Este punto de vista, que constituye para el católico
la certeza más tranquilizadora y más exigente, a la vez,
sólo puede ser comprendido por quien mira a la Iglesia
con los ojos de la fe. La Iglesia no es una sodedad como
las otras. Es humana y divina a la vez. Del hombre le
vienen sus fracasos, sus desvíos, sus pecados; de Dios,
la salvadón, su verdad, su santidad. La Iglesia, inspi
rada por el Espíritu de verdad, movida por su instinto
maternal, discierne lo verdadero de lo falso; ella sabe
lo que es bueno y lo que es malo para sus hijos."
170
Paralelamente se puede decir lo mismo de las reve
laciones de Paray-le-Monial y de Fátima.
171
mayo de 1920. Litúrgicamente la Iglesia ha concedido
privilegios especiales e indulgencias para la Comunión
de los Primeros Viernes de Mes. Teológicamente se nos
promete la certeza de la salvación eterna. No se trata
de una certeza absoluta, infalible, indiscutible, que sólo
se puede tener por revelación particular del Señor.
Pero se trata de una certeza moral, humana, verdadera
garantía de seguridad y de paz, con la máxima proba
bilidad que quita toda angustia. Así cómo con magní
ficas seguridades morales no dudo de mi bautismo, así
aunque sólo tenga certeza moral practicando bien los
Nueve Primeros Viernes de Mes, con inefable confianza
puedo esperar la gracia de la perseverancia final. O
sea, que el Señor con la previsión de una infalible efi
cacia, conceda la gracia que asegure la salvación eterna.
172
lo humano... Recibió el favor de extraordinarias reve
laciones en relación con él sublime apostolado que el
Maestro iba a pedirle: La devoción y glorificación de
los misterios de caridad del Sagrado Corazón."
173
sea anatema" (Denz, 120). "Si alguno dice que Cristo es
adorado en dos naturalezas de donde se introducen dos
adoraciones, una propia de Dios Verbo y otra propia del
hombre; o si alguno, negando la carne o confundiendo
la divinidad y la humanidad o afirmando una sola na
turaleza o sustanda... así adora a Cristo, pero no adora
con una sola adoradón al Dios Verbo encarnado con
su propia carne, según desde el prindpio lo redbió la
Iglesia de Dios, ese tal sea anatema" (Denz, 221).
174
XII — PRACTICAS MARIANAS
175
novación litúrgica, o pretendiendo ligeramente que sólo
los ritos de la liturgia tienen eficacia y dignidad—el
culto de la Madre de Dios, Virgen, señal de predestina-
don, según el parecer de los santos, de tal suerte se deje
a un lado, mayormente en la juventud, que se enfríe
paulatinamente y languidezca. Ese modo de proceder no
da sino frutos envenenados perjudicialísimos para la
vida cristana; brotes de ramas infectadas aunque están
en un árbol sano; hay que cortarlos para que la savia
vital del árbol pueda alimentar sólo frutos suaves y
óptimos."
176
nada de hipérbole o exceso de celo... No os dejéis con
mover por las hipérboles, las frases exageradas y las
maneras de hablar de algunos santos...; no pongáis vues
tra confianza en mis imágenes y estatuas como hacen
los paganos aunque sean milagrosas. Ningún poder les
está vinculado..." Obsérvese cómo la mercancía que se
presenta como moderna es mohosa y anacrónica.
177
178
cadores, sino que a todos ellos les convida a acudir a
Ella con ilimitada confianza... No, por Dios, no matéis
nunca la devodón a la Virgen en las almas de los pobres
pecadores. ¿Qué pecador hay que ignore que no puede
salvarse sin renunciar al pecado y sin penitencias? Pero
la devodón a la Santísima Virgen es medio poderosísimo
para lograr de Dios tan inefable grada. Esto, esto, esto
es lo que hay que decir, lo que hay que escribir, lo que
hay que predicar a todos en todas partes."
179
ñas que se veneran en esas ermitas, tiene un historial
cierto, que es varias veces secular. Nuestros padres,
nuestros abuelos, todos nuestros ascendientes, desde va
rios dglos han acudido aquí, a esta capilla, y han orado
aquí, ante esta imagen, con una sinceridad, con un fer
vor igual o superior al nuestro... Con sólo estas conside-
radones, indiscutibles de verdad histórica y al margen
de toda narración mítica o legendaria, la Virgen de
nuestro pueblo natal, p. ej., adquiere un matiz patrióti
co, un sentido de cosa nuestra, que nos hace preferir
aquella imagen, aquella invocadón mariana, a todas las
restantes, aunque sepamos, por otra parte, que no hay
entre ellas diferencia religiosa sustandál... Esta devo
ción mariana popular, aun con todos sus defectos, es
una esperanza sólida de restauración espiritual de nues
tro pueblo. El día en que se haya de realizar el ideal de
la acdón católica, conviene no olvidarlo. La devoción
del pueblo a sus 'Vírgenes' encierra posibilidades con
soladoras... Concedemos mayor importancia a esta pie
dad mariana popular, a pesar de sus imperfecdones y
materialismos, que a otras devociones selectas y de ma
yor sentido teológico; éstas no penetran en el alma po
pular como aquélla ha penetrado; se limitan al sector
de espíritus selectos. No tienen tampoco aquella fuerza
que da la tradidón y el sentido patrio; por eso, son me
nos operantes en el alma popular. Y a fin de cuentas, si
la fórmula teológica esencial es: 'Ad Jesum per Mariam',
nuestro pueblo ya tiene hecha la mitad de ese camino de
salvadón; aquella cuya meta es María."
180
tianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su ora
ción y de su veneración. Y es también el mes en el que
desde su trono descienden hasta nosotros los dones más
generosos y abundantes de la divina misericordia. Nos
es, por tanto, muy grata y consoladora esta práctica tan
honrosa para la Virgen y tan rica de frutos espirituales
para el pueblo cristiano. Porque María es siempre cami
no que conduce a Cristo."
181
12 —Es preferible rezar un Avemaria bien rezada
que un Rosario mal rezado.
182
devoción que la misma Santísima Virgen, en Lourdes,
Fátima y otras apariciones, ha pedido. Quien no reza el
Rosario cada día, no hace pecado, pero deja de hacer una
cosa que la Madre ha pedido. Por ello no está a la altura
de su Corazón.
183
de doctrina y culto marianos, por el que el Papa se hace
como presente en la persona de su Legado a quien Su
Santidad manda que exprese públicamente su modo de
sentir en este particular; 2) El Papa cita un texto del
Concilio Vaticano II en apoyo y recomendación de prác
ticas y ejerddos de devoción a María, e incluye expre
samente entre éstos el Rosario Mariano y el Escapulario
del Carmen, afirmando que ello está del todo acorde con
nuestros sentimientos. 3) Todo esto ha sucedido en el
primer Congreso Mariológico-Mariano en que, junto a
los católicos, han tomado parte algunos representantes
de los hermanos separados.
184
VILEGIO SABATINO, TAN PRECIOSO Y TAN QUE
RIDO PARA AQUELLOS QUE LLEVAN EL ESCA
PULARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN."
La historicidad del Escapulario del Carmen tiene ga
rantías insoslayables. Un gran crítico y conocido histo
riador como el Padre Bartolomé F. M. Xiberta, O. Carm.,
ha podido escribir: "Creo que, después de la pódente
búsqueda y exámenes de los documentos, las tesis formu
ladas contra la historicidad del Escapulario se han de
rrumbado unas tras otras... Es más, me atrevo a afirmar
que la visión de San Simón Stock, en la que se funda la
devoción al Santo Escapulario, está autorizada y avala
da por documentos históricos, que apenas se puede as
pirar a más. Niegue quien quiera la historicidad de la
visión de San Simón Stock; pero cuide de despreciar
nada con la vana confianza de que obra así movido por
documentos históricos."
185
testimonio de la Iglesia, de los Pontífices y de los mila
gros, en contra de lo que la impiedad y las falsas auto
críticas tontamente nos puedan decir.
186
Virgen para obrar maravillas no quiso escoger ninguna
imagen sabia, ni mucho menos, abstracta. Escogió una
imagen de serie, una sencilla escayola...
187
ciencia. Pero ¿tendremos el derecho ante estas manifes-
tadones populares, de verlas como paganismo, forma
lismo y superstidón?
Evidentemente, la Constitudón condliar sobre la li
turgia ha fijado reglas para una verdadera partidpación
en la liturgia. Pero no podemos rechazar ni condenar a
quienes guardan las antiguas costumbres. Habrá que
respetar la piedad popular, aunque no la encontremos
conforme a nuestros gustos, e incluso no resulte fiel a
las redentes orientaciones litúrgicas. Estos gestos que
nos sorprenden y molestan, son expresión de verdadero
amor. ¿No convendrá más que detener su impulso, tra
tar de orientarlo hacia un descubrimiento más profundo
del misterio pascual?
Es necesario despertar y educar la fe de estos margi
nales, para lo cual será preciso rodearles del respeto y
afecto. Que la insufidencia e imperfección de sus actitu
des religiosas, en lugar de alejarnos de ellos, nos acer
quen y nos inspiren con reladón a estos pobres, un hu
milde servido de amor."
188
del Pueblo de Dios, en marcha hacia la ciudad futura de
María, Madre de Jesús y Madre nuestra, signo de nues
tra esperanza, que nos atiende y nos llama.
En nombre de su Hijo, que Nos ha elegido para ser su
humilde Vicario, damos a todos y cada uno una larga y
afectuosa bendición apostólica" (El Pilar, 3-XII-1957).
189
5.a Considerando la gran cantidad de cristianos no
comprometidos o no practicantes que componen a me
nudo las peregrinadones, insiste en la necesidad de una
catcquesis adaptada a todos, aun a los más necesitados,
y de una pastoral que se inserte de modo complementa
rio en las otras formas de la pastoral de conjunto de la
Iglesia, que permita a todos descubrir la importando
de la oradón y de la penitencia en la vida cotidiana
para el cumplimiento de sus tareas humanas y apostó
licas.
191
pesetas—4.000 pesetas por individuo—. Y así otros "de
talles". Realmente esta entrega mensual de donativos en
favor de viviendas y escuelas obreras por parte de sacer
dotes y religiosos, tendría una eficacia de incalculable
valor para solucionar estos problemas sociales, sin la
violencia de sofisticar la voluntad de aquellos que ofre
cieron sus exvotos para el culto del Señor y por amor
a la Virgen.
192
XIII — EJERCICIOS ESPIRITUALES
193
LO QUE NO HA DICHO EL CONCILIO.—13
2 —¿Es actual para los hombres de hoy la práctica
de los Ejercicios?
194
4 —¿Hay que repetir los Ejercicios?
195
"Nuestros movimientos de Acción Católica han com
prendido desde el comienzo la importancia de los Ejer
ddos Espirituales. Los han organizado frecuentemen
te para sus miembros. ¿Pero no ha sido demasiado am
plio el método empleado en los mismos? ¿NO SE HAN
CONFUNDIDO A VECES LOS EJERCICIOS PROPIA
MENTE DICHOS CON TIEMPO O SESIONES DE
ESTUDIO? ¿NO HAN PERDIDO LOS EJERCICIOS
SU 'EFICACIA PROFUNDA POR HABERSE RECOR
TADO DEMASIADO EL SILENCIO PROLONGADO,
ÚNICO QUE PERMITE LA REFLEXIÓN PERSO
NAL Y EL TRATO CON DIOS? ¿NO SE HA TENIDO
MIEDO DE ENFRENTAR A LAS ALMAS CON LAS
VERDADES ESENCIALES, RECELANDO QUE EXI
GENCIAS UN POCO SEVERAS ALEJEN LAS BUE
NAS VOLUNTADES? Ahora bien—(hombres, de ellos
una trdntena de profesores y médicos, han pasado de
esta manera seis días en un silencio completo, hacien
do los Ejerddos de San Ignacio con un fervor y una
fidelidad admirables)—, han reconocido que UNO DE
LOS BENEFICIOS QUE ELLOS HABÍAN APRECIA
DO MAS, ERA ESTE SILENCIO COMPLETO EN
QUE HAN ESTADO METIDOS DURANTE SEIS
DÍAS Y QUE LES HA PERMITIDO LA REFLEXIÓN
SERIA SOBRE SI MISMOS, BAJO LA MIRADA DE
DIOS."
196
¿ACASO ESTA PREOCUPACIÓN DE APOSTOLA
DO NO HA ENGENDRADO UN ACTIVISMO QUE NO
PERMITE AL ALMA, AUN DURANTE LOS EJER
CICIOS, PREOCUPARSE DE SU PROPIA SALVA
CIÓN? PIENSA ELLA EN LOS DEMÁS, HABLA DE
LOS DEMÁS, LLEGA EN ELLO A NO MIRARSE A
SI MISMA, A NO TENER UNA CONCIENCIA CLA
RA DE SU DESTINO ETERNO, DE SUS MISERIAS
Y DE SU REFORMA PERSONAL, TODO LO CUAL
DEBERÍA CONSTITUIR SU PREOCUPACIÓN PRI
MERA. ¿ACASO LAS RESOLUCIONES QUE TOMA
AL TERMINAR LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES,
ENTERAMENTE ORIENTADAS AL APOSTOLADO,
NO RESULTAN INSUFICIENTES PARA SU PROPIA
VIDA ESPIRITUAL, SIN LA CUAL, NO OBSTANTE,
TODA ACTIVIDAD APOSTÓLICA SERA ENTERA
MENTE VANA?... Queremos poner en guardia contra
lo que nos parece ser a veces una alteradón de los Ejer
cicios Espirituales; enseñar a los sacerdotes y a los fie
les militantes, A NO TENER MIEDO NI AL SILENCIO
PROLONGADO DE UNOS VERDADEROS EJERCI
CIOS, NI A LA MIRADA LEAL Y PROFUNDA A SI
MISMO, A LAS VERDADES ETERNAS."
197
pos apostólicos, ha cumplido su misión de santificadón
de las almas y de converdón exterior, aun frente a los
más graves abusos sodales, procurando luchar contra
esos males, persuadida de que las fuerzas religiosas y
los principios cristianos son el mejor medio para alcan
zar la curadón."
Dice Juan XXIII en la Mater et Magistra: "El as
pecto más siniestramente típico de la época moderna
consiste en la absurda tentativa de querer reconstruir
un orden temporal y sólido y fecundo prescindiendo de
Dios, único fundamento en el que puede sostenerse."
Añade el Papa: "Ciertamente la Iglesia ha enseñado en
todo tiempo y sigue enseñando que los progresos dentí-
fico-técnicos y el condguiente bienestar material son
bienes reales... Pero ellos deben valorarse... como bienes
instrumentales... Resuena, como un aviso supremo, la
palabra del Maestro Divino: ¿Qué aprovecha al hombre
ganar todo el mundo si pierde el alma? ¿O qué podrá dar
el hombre a cambio de su alma?"
198
lema "pocos y buenos". Si para iniciar las grandes em
presas bastan pocos y buenos, llega el momento en que
la masa es necesaria para actuar... También la masa
tiene su importancia. Esta tendrá siempre necesidad de
ser animada y dirigida, pero sólo ella puede, en defini
tiva, ganar vastas y sólidas posiciones. El mismo Pío XI
repetía que el "número es el multiplicador del bien". Y
también rubricaba: "Aunque no es lo prindpal el nú
mero, tiene siempre su importando y su gran belleza...
El número de los hombres católicos hace de multiplica
dor de la verdad católica."
A través de los Ejercicios Ignacianos se trocarán en
mejores cristianos, más apóstoles aptos para los traba
jos de la Acción Católica, fervientes auxiliares de la Pa
rroquia. Y también operarios activísimos de la acción
temporal que quiere el Papa Juan XXIII en la Mater
et Magistra:
199
organizada, que de tantas partes se invoca. Cuando se
presumiera conseguir esa transformadón solamente con
los medios humanos, aun lícitos y buenos, obtendría
—queremos decir—con las dotes del ingenio y de la pa
labra, un activismo desconsiderado, se saldría del cami
no. La acción exterior debe proceder de un fondo íntima
mente impregnado de gracia divina, de la frecuenda de
los santos sacramentos de la confesión y de la comunión,
de la continua oradón, transmitida y realizada luego en
la caridad. Tan sólo entonces la acción produce sus fru
tos, que no son el brote efímero de un momento, sino la
eficada de una fuerza interior, alimentada en las fuentes
mismas de la vida de Dios." Y para ello Juan XXIII, el
Papa de la Mater et Magistra y del Concilio Ecuméni
co Vaticano II, se complacía en ponderar para la "for
mación interior, cultural y apostólica", como "condición
primera", la práctica de los Ejercicios Espirituales. Este
es, por tanto, el pensamiento de la Iglesia.
201
11 —¿Son indicados los Ejercicios para formar mi
litantes obreros?
202
13 —¿Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio
son aptos para todos?
203
espiritualidad y medio óptimo de apostolado. Se dice que
algunos dudan de la actualidad y eficada de los Ejerd
dos en los tiempos presentes, más aún, se dice que en
los miembros mismos de la Compañía no faltan quienes
los tienen en menos. ¡Qué tremendamente yerran! Los
Ejercidos, estando como están enraizados en el puro
espíritu del Evangelio, aun ahora deben ser tenidos por
útilísimos y eficadsimos. ¡Ojalá se difundan más y más
cada día! El servicio prestado a la Iglesia por la Com
pañía, por los Ejerddos, con dificultad puede ser sufi
cientemente alabado. Es más claro que el sol que los
Ejercicios, como otras cosas hoy en la Iglesia, deben ser
adaptados a los tiempos modernos. Desearía que se di
fundiesen ediciones óptimas y bien editadas del libro
de los Ejercicios, como también de biografías de San
Ignacio y de los demás Santos de la Compañía, las cua
les, si fuesen bien escritas y de modo moderno, se mani
festarían ser óptimo apostolado y un modo concreto de
vivir los Ejercicios. Pienso, sobre todo, en los Semina
rios. En los Ejercidos hay, prindpalmente en las reglas
de discernimiento de espíritus, una regla óptima y muy
necesaria, sobre todo hoy, habiendo como hay en la
evoludón moderna muchas cosas buenas sin que falten
las malas."
204
XIV — PROBLEMA VOCACIONAL
205
2 —¿No es verdad que la vida religiosa ha caído
ya en anacronismo? Hoy estamos en la época
del posconcilio, época de libertad y madurez
personal.
206
acusa más la falta de sacerdotes son las de París, Ver-
salles y Marsella, con un sacerdote por cada 3.056, 2.685
y 2.358 habitantes, respectivamente.
Mientras tanto, en los Seminarios se procede a la for
mación de sacerdotes capaces de responder a los tiempos
actuales. El seminarista sale ahora todas las semanas
para mantener contacto con el mundo exterior, asiste a
la proyección de películas, sigue ciclos de conferencias
científicas y alterna los estudios de Patrística con los
de guitarra y los de Teología con el judo. No obstante,
la falta de vocadones es cada vez mayor, y esto para un
país de indudable solera católica, resulta, más que para
dójico, alarmante."
1940-1952 2.521
1941-1953 2.455
1942-1954 2.142
1943-1955 2.069
1944-1956 2.069
1945-1957 2.125
1946-1958 2.344
1947-1959 2.317
1948-1960 1.923
1949-1961 1.834
207
5 —Seguramente que se deben compensar la dis
minución de ingresos con la mayor firmeza de
los índices de perseverancia.
Promodones % de perseverando
1940-1952 29,5
1941-1953 28,1
1942-1954 28,4
1943-1955 29.6
1944-1956 31,0
1945-1957 27,7
1946-1958 28,4
1947-1959 25,9
1948-1960 25,0
1949-1961 21,9
208
Promodones Ordenaciones
1940-1952 746
1941-1953 690
1942-1954 604
1943-1955 636
1944-1956 643
1945-1957 590
1946-1958 666
1947-1959 602
1948-1960 482
1949-1961 402
209
210
aumento del clero nativo. Mientras tanto, en seis años y
sólo en Asia y África, en 12 millones han aumentado los
cristianos y en unos cientos de millones los paganos.
Sólo en Hispanoamérica ha habido un aumento, no muy
grande, de Misioneros, enviados ya por Institutos Mi
sioneros, ya por Diócesis. Los Seminarios católicos, en
los Estados Unidos, disminuyeron en tres respecto al
año anterior: son actualmente 123. Aunque los sacer
dotes son 699 más, el número de candidatos ha bajado;
y lo mismo sucede con los alumnos de los seminarios:
1.959 menos que el año anterior.
211
tra 80, 100, 120 de los años pasados. Dicho venerable
sacerdote señala estas causas como determinantes del
descenso vocacional: "1.° El laicismo ambiente en que se
desecan y mueren las vocaciones. 2.° La radio, la TV. en
familia, el cine parroquial en donde los chicos son ad
mitidos para ver películas reservadas para adultos.
3.° La supresión de obras de piedad en la mayoría de las
Parroquias. En Caneóle 300 madres de familia terdarias
de San Francisco en 1900 daban algunos años más tar
de 90 sacerdotes para la diócesis de Rennes. 4.a La su
presión de la Cruzada Eucarística en muchas Parro
quias. 5.° El laidsmo práctico de muchas escuelas cris
tianas en la que ni se cantan cánticos religiosos, ni se
habla ya de Dios, y falta a los niños la atmósfera sobre
natural de otros tiempos. 6." La desaparidón de los li
bros de piedad en las familias, que no faltaban no hace
mucho todavía como La vida devota, El combate es
piritual, La imitación de Jesucristo, Vidas de Santos.
7.° La falta de temas espirituales en la prensa católica
que penetra en las familias y a veces su inmoralidad.
8.° El espíritu mundano y el materialismo de los padres
que, en sus conversaciones, no hablan ante los niños
más que de dinero, confort, placeres. 9." La dimisión de
los padres que dejan a sus hijos hacer lo que les da la
gana y no les acostumbran al esfuerzo, a la lucha, al
sacrifido." Y así continúa el sacerdote fijando y denun
ciando causas más particulares.
212
cristianas no se dejen arrastrar por este descrédito in
justificado que se propala hoy contra los Seminarios
Menores" Monseñor Renard, Obispo de Versalles, afir
ma: "El Seminario Menor es el medio normal querido
por la Iglesia para probar, estudiary cultivar la vocación
al sacerdocio. No escoger los medios más aptos para
lograr el fin puede llegar a ser una falta grave de im
prudencia." Monseñor Lallier, Arzobispo de Marsella, ru
brica : "Muchos nunca llegarán a sacerdotes por no ha
ber ingresado en el Seminario Menor." En una encuesta
llevada a cabo en Francia por Monseñor de Bézélaire se
demostró que el 66,8 por 100 de los sacerdotes franceses
habían comenzado la carrera eclesiástica antes de los
trece años. La mejor edad para empezar la carrera ecle
siástica es cuando el Señor hace sentir la vocación. Los
que eliminarían los Seminarios Menores, consciente o
inconscientemente, quieren despojar a la Iglesia de
sacerdotes y religiosos, con ideas harto naturalistas so
bre la esencia de la vocación.
213
(cfr. Act. 16, 14), y hace germinar en sus corazones la
palabra de salvación (cfr. Cor. 3, 7). Más aún, se ruega
a estos Institutos que funden casas en lugares de misio
nes, como hideron ya no pocos, para que, viviendo allí
de un modo adecuado a las genuinas tradiciones de los
pueblos, den testimonio preclaro, entre los no-cristianos,
de la majestad y de la caridad de Dios, así como también
de la unión en Cristo." (Decr. cit., n.° 40.)
Estos conventos, pues, no solamente no son inútiles,
sino que son necesarios. Necesarios en todas partes: en
tierras de misión y en países cristianos. Porque "la vida
contemplativa—ha dicho también el Condlio—pertene
ce a la plenitud de la presencia de la Iglesia." (Decr.
número 18.)
Sobre lo que se dice de no fomentar las vocaciones,
repásese este párrafo:
214
de un hecho—disminución de las vocaciones religiosas
femeninas—, del cual Nos no podemos hablar dno con
profunda tristeza." (Alocución a las Superioras Genera
les", 15-IX-1952.) Esto es lo que dice el Concilio y la
Iglesia.
215
Los seminaristas y jóvenes religiosos deben ser trata
dos como plantas tiernas y delicadas."
Entre dicho autor y Pío XII la elección ya está hecha.
217
mente y observar sus mutuas reladones por medio de
la especuladón, siguiendo las enseñanzas de Santo To
más; aprendan también a reconocerlos presentes y ope
rantes en las acdones litúrgicas y en toda la vida de la
Igleda; a buscar la soludón de los problemas humanos
bajo la luz de la Revelación; a aplicar las verdades
eternas a la variable condición de las cosas humanas y
a comunicarlas de un modo apropiado a los hombres
de su tiempo... Fórmense cuidadosamente en el arte de
dirigir las almas, a fin de que puedan conformar a todos
los hijos de la Iglesia a una vida cristiana totalmente
consdente y apostólica, y en el cumplimiento de los de
beres ae su estado; aprendan con igual cuidado a ayudar
a los religiosos y religiosas para que perseveren en la
grada de su propia vocación y progresen según el es
píritu de los diversos Institutos."
Estas son algunas de las características que los Se
minarios y sus alumnos han de tener según el Concilio
Vaticano II.
218
su vocación, sino para su misma integridad moral.'
(L'Osservatore Romano, 7-XI-67).
219
XV — PRACTICAS SACERDOTALES
DE PIEDAD
221
ofrecerán manantial puro de renovación perenne, de
progreso y desarrollo."
El mismo decreto afirma: "Los ministros de la grada
se unen íntimamente a Cristo, Salvador y Pastor por
medio de la fructuosa recepdón de los sacramentos, es
pecialmente por el frecuente acto sacramental de la
penitencia, puesto que, preparado con el examen diario
de conciencia, favorece tantísimo la necesaria conversa
ción del corazón al amor del Padre de las Misericor
dias" (n.o 18).
También el Decreto habla de "la lectura divina" para
"buscar cuidadosamente las señales de la bondad divina
y los impulsos de su gracia en los varios aconteceres de
la vida y hacerse con ello, más dóciles cada día para su
misión redbida en el Espíritu Santo" (n.° 18).
222
ción y la incertidumbre en la Iglesia. No introduciendo
modificaciones arbitrarias y democratizar la Iglesia
como si lo esencial de su estructura no estuviera en la
obra de su Divino Fundador. No invocando—torcida
mente—las palabras de un Papa—Juan XXIII—que
ciertamente habló de un aggiomamento sano, no de una
conmoción."
Sería una verdadera injusticia, añadió el Cardenal
dell'Acqua, atribuir a un Papa, cuya doctrina fue tan
pura y tan ortodoxa, las teorías y tendencias de ciertas
personas que se ignora si están en el camino recto.
Su magisterio, que se adapta a las necesidades mo
dernas, concuerda sustancialmente con el de Pío XII y
el de Pablo VI. Por otra parte, ni puede dejar de haber
una continuidad sustancial en el magisterio de los
Papas
Bajo ciertos aspectos, concluye el Cardenal, la actual
época posconciliar se parece a aquella que conoció San
Carlos Borromeo tras el Concilio de Trento. Hoy como
entonces, la oración debe ser el alma de la renovación
católica. "Sí, es necesario orar intensamente. Hoy—igual
mente en el clero—se ora menos que ayer. Y tal vez no
es la última de las causas y de las explicaciones de las
grandes dificultades en que nos debatimos actualmen
te." Una oración más intensa, nos valdría a todos la gra
cia de una adhesión más íntima a la enseñanza del
Papa, que debe aparecer tal como es realmente, de he
cho y de derecho: Vicario de Nuestro Señor. (La Croix,
9 noviembre de 1967.)
223
ría perder su intimidad y que es preciso corregir. La
Adoradón Nocturna no ha perdido su actualidad; ahora
y en estas circunstandas la Adoración Nocturna, por
ser una adoración cualificada ante el Santísimo y por
llevar unido el sacrifido, tiene una actualidad extraor
dinaria, más, muchísimo más que antes. Pues cuando
la Iglesia se lanza a la empresa evangelizadora que el
Condlio propone, es cuando se necesita cubrir de una
manera especial ese flanco del dispositivo católico que
es la oradón y el sacrifido. Por apostolado se entiende
como actividad y agitación, pero menos como acción y
sacrificio. Y, sin embargo, la actividad sin la oración
drve para muy poco; la agitación sin el sacrificio es
siempre estéril. Por eso la Adodón Nocturna no ha per
dido su actualidad, sino que tiene una más."
224
XVI — ¿YA NO HAY LIBROS PELIGROSOS?
225
LO QUE NO HA DICHO EL CONCILIO. 15
cultura y de moralización, es en algunos casos labor
verdaderamente criminal, subversiva del Estado, co
rruptora de la juventud y envenenadora del pueblo.
'Debe acabar la idolatría del intelectual sólo por serlo
y el fetichismo del libro, cualquiera que sea su contenido.
¡Cuan tremenda es la responsabilidad en la actual tra
gedia de España de muchos profesores de Universidad,
que no ya solamente en el orden doctrinal, lo cual ya
es muy condenable, sino aun en el del proselitismo po
lítico, fomentaron la revolución entre la juventud!'"
226
"El Sumo Pontífice Pablo VI, felizmente reinante,
que al respeto y a la defensa del patrimonio doctrinal
y moral del pasado une sagazmente la sensibilidad por
los problemas de la condenda moderna, en el 'Motu
Proprio' Integrae servandae (7 diciembre 1965), tenien
do también en cuenta el deseo de los Padres condliares,
reformó la estructura y el espíritu de la antigua Con-
gregadón del Santo Ofido, conservando su competenda
acerca la vigilancia y defensa de la integridad de la fe
y costumbres, pero moderando el rigor jurídico y asig
nándole un método más podtivo y más pastoral.
El Papa ha estableddo que la renovada Congregadón,
antes de condenar un libro, se ponga en contacto con
el autor, tenga en cuenta el ambiente donde el libro ha
naddo, escuchando el parecer de los obispos, y consi
dere la condenadón formal como una 'extrema ratio'.
En el Documento Pontifido Integrae servandae no se
mendona el índice, el cual formaba parte de la estruc
tura del Santo Ofido; por consiguiente, hay que afir
mar que el índice, como tal, ha dejado de existir.
Entre tanto, muchos obispos han preguntado a la
Santa Sede por la suerte del índice: a tales justificadas
peticiones responde la anterior Notificadón publicada
en este mismo periódico, y firmada por el Cardenal Pro-
Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina
de la Fe, previa aprobación del Santo Padre.
La Notificación declara ante todo que él índice, de
hoy en adelante, no tiene ya valor jurídico de ley ecle
siástica con las sanciones anejas contra los libros pro
hibidos y quienes los leyeren, conserven o difundan; per
manece, sin embargo, en pleno vigor su significado y
su valor moral, en el sentido que se pide a toda con
denda cristiana él deber de evitar, de acuerdo con las
exigendas del derecho natural, la lectura de libros pe
ligrosos para la fe y las costumbres. Violar deliberada
mente esta obligadón es pecado, aun cuando no se in
curra en pena eclesiástica alguna.
Por tanto, la Iglesia hace hincapié sobre la condenda
madura de los fieles (lectores, autores, editores, educa
dores); y sobre todo confía en la labor vigilante de los
obispos y de las Conferendas Episcopales, que tienen el
derecho y el deber de tutelar la fe y la moral de sus
fieles, controlando, previniendo y, si hay lugar, repro
bando los impresos malos."
227
5 —He leído en un autor español que es muy be
neficiosa la lectura de las obras de Unamuno.
Que únicamente problematizando la fe al estilo
de Unamuno ésta se arraiga.
228
7 —¿Cómo se explica que se editen libros que con
tienen errores y quizá herejías y llevan no obs
tante la aprobación eclesiástica?
229
9 —Resultaba inadmisible y escandaloso que in
cluso libros que gozaban de la censura eclesiás
tica de los Obispados merecieran posteriormente
condenaciones del Santo Oficio.
230
Y nos referimos a las lecturas que ahora se difunden
con profusión, como: Vida de Jesús, de Renán; Cándi
do, de Voltaire, etc., etc.
232
"Sigue vigente la necesidad de la penitencia; no se
puede aminorar la penitencia. Las palabras de Cristo es
tán ahí proclamando: 'Si no hacéis penitencia, todos
pereceréis.' Y lo dice dos veces en el Evangelio de San
Lucas, que de ordinario prefiere registrar las efusiones
misericordiosas de Cristo. Es necesario hacer peniten
cia.
Cualquiera, desde esta cortísima premisa, podrá pro
seguir por su cuenta y seleccionar en el Evangelio, en
todo el Nuevo Testamento, los demás textos que lo con
firman, con gravedad que no admite discusiones ni re
ducciones: que es preciso llevar la cruz" (8 febrero
1967).
233
vida se engaña a sí mismo y desnaturaliza el cristianis
mo; hace del cristianismo una interpretadón muelle y
cómoda de la vida, mientras que el divino Maestro, Nues
tro Señor, dijo a todos que es preciso llevar la Cruz, con
sus asperezas, sus dolores, su exigencia absoluta y, si
es necesario, también trágica."
234
más seguro es leer libros sólidos. En primer lugar la Sa
grada Biblia y los documentos del Magisterio eclesiás
tico. Para la vida espiritual, los libros escritos por santos
como las obras de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa
de Jesús, de Santa Teresita, de San Luis de Montfort.
También el Kempis y El alma de todo apostolado, de
Chautard, entre otros muchos.
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235
XVII — TEILHARD DE CHARDIN
237
ra de los hbros de Teilhard y que estén en sus bibliote
cas; 5) en 30-9-1963 el Vicario de Roma ordena a los li
breros de la Ciudad que retiren de la venta los hbros de
Teilhard y los que sobre él traten difundiendo o favore
ciendo doctrinas peligrosas; 6) cuando al morir Teilhard
de Chardin comenzaron a publicarse sus escritos, el Pa
dre General de los jesuítas advirtió que se hacía contra
su voluntad y protestó por ello, al mismo tiempo que
prohibía a los jesuítas que los tradujesen. A estos car
gos añadamos que todavía no ha aparecido ningún libro
original de Teilhard de Chardin con aprobación ecle
siástica, como exige el Derecho Canónico.
238
materiausmo y ateísmo. Ellos y muchos materialistas
así lo ven. Y cierto es que de su sistema se puede sacar
el materialismo más que el esplritualismo.
239
la Materia? Esta Materia existia con Dios, a los pies de
Dios, era la sombra de Dios, pero no era nada; porque
su división o dispersión no le permitían existir... (todo
esto es terminología teilhardiana). Como se ve, confunde
el ser con la unidad. Pero él entiende por unidad una
unidad de composición, no de simplicidad (como distin
guirían los filósofos y teólogos). Pervierte el concepto
de creación, admitiendo la terminología, pero cambiando
el objeto de los términos. Todo ello lleva, por lo menos,
al confusionismo.
240
6 —Otros dicen que Teilhard de Chardin sirve de
plataforma intelectual del marxismo.
241
242
9 —¿Y algún teólogo de talla ha dado su opinión
sobre Teilhard?
243
5) En 1926 los Superiores de &u Orden prohibieron al
P. Teilhard que continuara en la enseñanza. En 1927, la
Santa Sede rehusa concederle el imprimatur para su
libro Le milieu divin. En 1933, Roma ordena a Teil
hard cese de sus cargos en París. En 1933 se prohibe su
obra L'énergie humaine. Lo mismo sucede en 1944,
con su obra Le phénoméne humain. En septiembre
de 1947 se le invitaba a no escribir más sobre temas de
filosofía. En 1946 se le prohibe aceptar una cátedra en
el Colegio de Francia. En 1949 se prohibe su libro Le
groupe zoologique humain, y en 1955, año de su repen
tina muerte, se le prohibe participar en el Congreso In
ternacional de Paleontología.
244
to que publicamos más adelante: LO FEMENINO O
LO UNITIVO.
Estos textos que los editores han suprimido son como
la clave, o, si se prefiere, el pensamiento oculto del sis
tema teilhardiano.
La extrema importancia de estos textos aparece sim
plemente por su lectura. En el primero el Padre Teil
hard se sitúa por encima de las nociones del bien y del
mal, juzgando como posible plantear una nueva vía que
apunta a espiritualizar la materia en su forma elevada:
la carne.
No insistiremos sobre este primer estudio que data de
1934 y tiene 16 páginas de texto apretado (1). El mismo
Padre Teilhard no lo consideró más que como un esbozo.
Cuatro meses más tarde, el 24 de junio de 1934, escribía
a su amiga Léontine Zanta:
245
Para el Padre Teilhard, su "iluminismo" le conduce
a la "divinización de las potencias de la tierra": a los
treinta y siete años, en el momento de entrar como pro
feso en la Compañía de Jesús, escribió:
3. El espíritu de castidad.
4. El valor de la virginidad.
Su conclusión es la siguiente:
"Algún día, más allá del éter, los vientos, las mareas,
la gravitadón, captaremos, para Dios, las energías del
amor. Entonces por segunda vez en la historia del Mun
do, el Hombre habrá encontrado el Fuego" (Ev. de la C).
Verdaderamente es muy lamentable que los editores
no hayan publicado estos textos tan importantes para
247
comprender bien el pensamiento del P. Teilhard de
Chardin sobre este problema fundamental del amor y
el sexo.
Es sobre todo en el segundo texto. LO FEMENINO
O LO UNITIVO donde el Padre nos da su pensamiento
definitivo sobre esta cuestión. El tiene sesenta y nueve
años, es la edad de las confidencias y, para él, de una
verdadera confesión:
248
esta omisión, una élite intelectual, compuesta de teólo
gos, de filósofos, de sociólogos, ha trabajado sobre un
falso Teilhard de Chardin. Las motivaciones femeninas
y sexuales de la obra teilhardiana han sido escondidas;
ellos han tomado al P. Teilhard por un sabio, un soció
logo católico, mientras que según Maryse Choisy, nos
lo dice ella misma a propósito del texto citado, estamos
en plena "alquimia". Ella conoció muy bien al Padre
Teilhard, ella fue su amiga. En 1964 escribió en TEIL
HARD Y LA INDIA:
249
de fue para mí la fascinadón de lo Impersonal y de la
Generalizadón...
Retardo extraño, pues.
Pero retardo fecundo, puesto que, penetrando en mi
alma en el momento preciso en que, en vísperas de la
guerra, Sentido Cósmico y Sentido Humano estaban en
mí en trance de salir de la infanda, la nueva energía no
corría ya el riesgo de desviar o disipar mis fuerzas, dno
que caía, en el punto justo, sobre un mundo de aspira-
dones espirituales cuya enormidad, aún un poco fría,
no esperaba más que esto para fermentar y organizarse
hasta el fin.
Pues, a la historia de mi visión interior, tal como la
describen estas páginas, faltaría un elemento (una at
mósfera...) esencial si no mencionara al terminarlas que,
a partir del momento crítico en que, rechazando muchos
de los viejos moldes familiares y religiosos, empecé a
despertar y formulármelo verdaderamente a mí mismo,
nada se ha desarrollado en mí que no sea bajo una mi
rada y bajo una influenda de mujer.
Evidentemente, no se esperará de mí otra cosa, aquí,
que el homenaje general, casi de adoración, surgiendo
de lo más hondo de mi ser, hacia aquellas cuyo calor y
cuyo encanto han pasado, gota a gota a la sangre de mis
ideas más queridas...
Pero si no sabría, en semejante materia, ni precisar
ni describir; en cambio, lo que yo puedo ofirmar es una
doble convicdón progresivamente nadda en mí, al con
tacto de los hechos, y de la cual—con la plena serenidad
e imparcialidad que vienen con la edad—quiero testi
moniar.
En primer lugar, me parece indiscutible (tanto de de
recho como de hecho) que en él hombre —tanto si está
entregado al servido de una Causa o de un Dios—no le
es posible el acceso a la madurez y ala plenitud espiri
tuales fuera de alguna influenda "sentimental" que vie
ne, a él, para sensibilizar la inteligencia, y ejerdtar, por
lo menos inicialmente, las potencias de amor. Menos que
de la luz del oxígeno y de las vitaminas—ningún hom
bre—puede (con una evidencia que cada vez habla más
alto) prescindir de lo Femenino.
En segundo lugar, si es primordial y estructural en el
pdquismo humano, el encuentro plenitivo de los sexos,
nada prueba (¡antes al contrario!) que poseamos ya
250
una idea exacta del fundonamiento y formas óptimas
de esta fundamental complementaridad —Entre un ma
trimonio dempre polarizado sodalmente, sobre la repro-
ducdón, y una perfecdón religiosa siempre presentada,
teológicamente, en términos de separadón, una tercera
vía (no digo media, dno superior) nos falta decidida
mente: vía exigida por la transformadón revoludonaria
últimamente operada en nuestro pensamiento por la
transposición de la nodón de "espíritu". Espíritu, ya lo
hemos visto, no desmateriálizadón, sino síntesis. Mate
ria matriz. No en absoluto por huida (por privación)
sino por conquista (por sublimación) de las insondables
potendas espirituales aún dormidas bajo la atracción
mutua de los sexos: tal es, y estoy de ello más y más
persuadido, la secreta esencia y la magnífica tarea a
cumplir por la Castidad.
He ahí la perspectiva en que una y otra encuentran su
comprobadón y su justificación.
He insistido, sobre todo, anteriormente, en mi inter
pretadón de la Neogenese, sobre el fenómeno de sur-
centración individual llevando la condenda corpuscular
a replegarse y a rebotar sobre d en forma de Pensa
miento. Pues, he aquí que, a este gran acontedmiento
cósmico de la Reflexión, se descubre un complemento
esencial, a quien sabe ver, bajo forma de lo que se po
dría llamar "el Paso de la amortización". Aun después
del relámpago con que el individuo se revela a d mis
mo, el Hombre elemental permanecería inacabado, d no
se inflamaba por el encuentro con el otro sexo por la
atracdón céntrica de persona a persona.
Acabando la aparición de una mónada reflexiva en la
formadón de una dyada afectiva. (Subrayado por el au
tor en el texto.)
Y, después de esto, solamente (es decir, a partir de
esta chispa primera), todas las consecuencias que hemos
descrito: a saber, la gradual y grandiosa elaboración de
un neo-cósmico, de un Ultra-humano y de un Pan-crís-
tico...
Los tres no solamente iluminados radicalmente de
inteligencia, sino también impregnados en su masa en
tera.
Como por un cemento unitivo,
Del Universal Femenino.
(París, 30 de octubre de 1950).
251
Anexo II.—EL PECADO ORIGINAL Y EL PADRE
TEILHARD DE CHARDIN.—En su libro extremada
mente notable y muy documentado DIALOGO CON EL
MARXISMO (5), el Padre Felipe de la Trinidad, O. C. D.,
aborda en un apéndice el problema "TEILHARD DE
CHARDIN" que él había examinado en su libro Roma
y Teilhard de Chardin (6).
Se lamenta de la manera con que varios autores y no
tablemente el P. Rideau han presentado el Monitum
del Santo Oficio, y escribe:
252
salvar la letra de la narración de la Falta que uno se en
carniza defendiendo la realidad concreta de la primera
pareja. Pero hay algo más grave todavía. No solamente
para el sabio cristiano, a fin de aceptar Adán y Eva, la
historia debe estrangularse de manera irreal al nivel de
la aparición del hombre, sino que, en un campo más in
mediatamente viviente, el de las creencias, el Pecado
original, bajo la figura actual, encontraría a cada mo
mento la expansión de nuestra religión. Corta las alas
de nuestras esperanzas, nos remite cada vez inexora
blemente a las sombras dominantes de la reparadón
y la expiadón.
"... el pecado original, imaginado bajo los rasgos con
que se le presenta aún hoy día, es el vestido estrecho en
que se sofocan a la vez nuestros pensamientos y nues
tros corazones... Si el dogal del pecado original nos liga
y nos debilita, es simplemente porque, en su expresión
actual, representa una supervivencia de las vías estáti
cas decaídas en el seno de nuestro pensamiento hecho
evoludonista. La idea de caída no es, en efecto, en el
fondo, más que un ensayo de explicadón del mal en un
universo estático... De hecho, a despecho de las distin-
dones sutiles de la teología, el cristianismo se ha des
arrollado bajo la impresión dominante de que todo el
mal, a nuestro alrededor, nadó de una falta inicial. Dog
máticamente, vivimos en la atmósfera de un Universo
en el que el principal negocio es reparar, expiar... Por
toda clase de razones científicas, morales y religiosas,
la figuración clásica de la Caída no es ya para nosotros
más que un yugo y una afirmación verbal, de la que no
alimentamos ni nuestros espíritus ni nuestros corazo
nes."
253
"He citado extensamente este texto del P. Teilhard de
Chardin—continúa diciéndonos M. Garaudy—, porque él
planteó ya, con toda su fuerza, la puesta al día de la
Iglesia" (op. cit., pp. 191-192).
Este texto de Teilhard es de gran interés, y se com
prende que lo haya tomado el comunismo para recla
mar de la Iglesia un aggiomamento sobre el tema fun
damental del pecado original y del evolucionismo.
La visión marxista del mundo no puede aliarse a la
noción de Redención, exige el rechazo de la cruz de Je
sucristo.
El Papa Pablo VI dirigiéndose al "Symposium sobre
el pecado original" organizado por la Universidad Gre
goriana, ha recordado que el pecado original es
"uno de los misterios fundamentales de nuestra fe
católica" y que está "estrechamente ligado al misterio
del Verbo Encarnado, salvador del género humano, a
su pasión, a su muerte y a su gloriosa resurrección y
por tanto al mensaje de salvación confiado a la Igle
sia católica".
255
pensamiento terrestre la aparidón del Sentido Huma
no?
"A esta pregunta hemos de responder: Nada menos
que un poderoso fenómeno de orden religioso.
"Por modo natural el Sentido Humano aproxima y
anima a los hombres en la espera del Porvenir, es dedr,
en la certeza de una Realidad en la que la existencia,
aunque estrictamente indemostrable, es, sin embargo,
admitida con una seguridad más grande que si fuera
tocada y demostrada: Esto es una fe.
"Por modo natural también, a la preparación y al ser
vicio de esta gran Cosa presentida, el mismo Sentido
Humano subordina la totalidad de las actividades que
dirige a este último móvil. La obra en curso en el Uni
verso, el misterio término en el que colaboramos es el
Más Grande ante el cual es predso que, para lograrlo,
todo ceda y todo se sacrifique. El Sentido Humano es
una llamada a la renuncia.
"Fe y Renuncia: ¿no son los dos atributos esenciales
de toda adoradón?
"En verdad que los hombres sufren en este momento,
bajo la invasión del Sentido Humano; es literalmente
una conversión profunda y consecutiva de la revelación
natural y su situación en su vocación en el Universo.
"Pero, no nos engañemos, y no lo confundamos con
lo que pasa en el nacimiento y la propagación de una re
ligión particular cualquiera. El acontedmiento actual es
mucho más considerable que el acontecimiento del Bu
dismo y del Islamismo (en nota: El Cristianismo, tam
bién representa un acontecimiento único; pero a título
de contacto venido de lo alto ('Revelación'), también a
título de despertar en el corazón del Hombre). En nues
tros días no se trata solamente de la aplicación especial
hecha a tal o tal divinidad, de las facultades religiosas
humanas. Es la misma potenda religiosa de la Tierra
que irrumpe en nosotros, al mismo tiempo que es una
crisis definitiva, la de su propio hallazgo. Y parece que
nos encontramos de nuevo con las viejísimas represen
taciones humanas, los vestigios de la idea de que 'bus
car saber' es malo y prohibido por Dios.
"Más tarde podrá parecer que el Evangelio ha enseña
do que toda lucha por engrandecerse humanamente es
cosa inútil. Y he aquí que el momento ha llegado en que
la Búsqueda nos aparece como el más sagrado de los
256
deberes. La necesidad humana de adorar, después de
haber explorado muchas riberas, ha acabado por encon
trar la playa que buscaban sus olas agitadas. Ha expli-
citado por fin uno de los atributos esenciales del Mesías
que esperaba. Nosotros empezamos a comprenderle, y
esto ya para siempre: la sola religión que en adelante
es posible para el Hombre es aquella que le enseña, lo
primero, a reconocer, amar y servir apasionadamente
al Universo del que forma parte. (N. B.: lo primero está
subrayado por Teilhard.)
"Admirable y misterioso acuerdo de la Vida consigo
misma. Es el momento preciso en que el Hombre peli
grosamente armado de una desconfianza muy sutil, em
pieza a pedir a la Existenda la razón de las penas que
ella le impone, y es en este momento preciso que el
Mundo, descubierto por los progresos mismos de nues
tra crítica, entreabre a nuestros ojos las perspectivas
de un porvenir que nos subyuga. El despertar del Sen
tido Humano, conducido por la coincidencia aparente
mente fortuita de pasos dados independientemente unos
de otros (en Ciendas Naturales, Ciencias Físicas, Cien
cias Sociales...) se produce en tiempo oportuno para
remediar la crisis terrible de rebelión y de disgusto que
no hubiera dejado de disolver la tierra pensante, si no
hubiera tomado dmultáneamente condenda y exigen
cias de su acción y del valor del Universo.
"La Fe en el Mundo acaba de nacer. Es ella, y ella sola
la que puede salvar al Mundo de manos de una Humani
dad deddida a destruir el Universo si no le puede ado
rar."
Teilhard de Chardin, 1929.
257
258
cera al phylum cuyo desarrollo espera. Muy sinceramen
te (¡y dn querer criticar vuestro gesto!) no veo más
que en el tronco romano, tomado en toda su integridad,
el soporte biológico bastante amplio y bastante diferen
ciado para operar y soportar la transformación espera
da. Y esto no es una especuladón. Desde hace cincuenta
años he visto muy de cerca y en torno a mí revitalizar él
pensamiento y la vida cristiana—a pesar de toda En-
dclica—y no dejar de tener una inmensa confianza en
las potendas de reanimadón del viejo tronco romano.
Trabajemos cada uno por nuestro lado. Todo lo que se
levanta converge: Muy cordialmente vuestro Teilhard
de Ch."
259
13 —Se ha calificado de golpe bajo publicar los an
teriores textos de Teilhard. ¿Qué opina?
—Le diré lo que muy oportunamente ha escrito el
Catedrático de Metafísica de la Universidad de Barce
lona, Dr. D. Francisco Cañáis:
NOTAS
260
XVIII — PIÓ XII
261
volúmenes bajo el título Soziale Summe (Suma Sodal)
por la Editorial Saint-Paul, Friburgo (Suiza).
Memorable documento sobre el problema social es la
encíclica Rerum novarum, publicada en 1891 por el Papa
León XIII.
262
6 —¿Y nadie ha rectificado tales tergiversaciones?
—Entre las numerosas personas que, indignadas, han
defendido intrépidamente al calumniado Pontífice, es el
Padre R. F. Expósito, de la Pía Sociedad de San Pablo,
quien hace esta rectificación en su excelente libro Pro
ceso al Vicario. Esta documentadísima publicación, que
lamentamos no esté traducida al castellano, rebate fra
se por frase las aserciones del Vicario, demostrando,
por añadidura, que el autor conoce muy bien el tema y
que no ha podido obrar de ningún modo por ignorancia
y de buena fe.
264
12 —¿Cómo se explica que Pío XII se haya des
preocupado tan totalmente de la suerte de los
judíos perseguidos por Hitler?
—Pío XII nunca se ha despreocupado de la suerte de
los judíos. Al contrario, como el buen samaritano, ha
hecho por ellos todo lo que estaba en su poder, tanto
valiéndose de la Iglesia, como personalmente, llegando
al extremo de esconderlos en sus propias habitaciones.
Siempre ha auxiliado a todos los perseguidos, sin dis
tinción de religión, ni de raza; es, en parte, gracias a
su intervención, que el pueblo alemán no ha sido to
talmente aniquilado después de la segunda guerra mun
dial.
265
15 —Siendo esto así, ¿cómo el Cardenal Tardini no
ha protestado contra tal falsificación?
"Señor Director:
He Iddo el artículo de su apreciada revista The
Tablet, del 11 de mayo de 1953, titulado Pius XII and
the Jews (Pío XII y los judíos), y me complace la de
fensa hecha en tal escrito no sólo del Papa Pío XII, de
venerada memoria, y de la Santa Sede, sino también de
la verdad histórica de los hechos y de la lógica, o mejor
dicho, del sentido común.
No pienso hacer el examen de la cuestión, que el
drama Der Stellvertreter (El Vicario), de Rolf Hoch
huth como autor y Erwin Piscator como director artís
tico ha susdtado; es dedr, si era el deber del Papa
Pío XII condenar con protestas ruidosas y espectacula
res la matanza de hebreos durante la última guerra. Ha
bría mucho que decir a este propósito, aun después del
artículo muy claro y demostrativo del Oss. Rom. del
5-IV-1963, porque la tesis del drama, puesta en eviden
cia por el Sr. George Steiner en el The Sunday Times
del 5 de mayo de 1963 'We are accomplices to that which
leaves us indifferent' (nos hacemos cómplices de lo que
nos deja indiferentes) no puede aplicarse a la persona y
obra de un Pontífice como Pío XII. No sé cómo se puede
sostener y todavía menos cómo se puede tomar como
tema de un drama tal acusación contra un Papa, que po
día decir de d mismo, en alta voz y con condenda fir
me: 'No ha habido esfuerzo que no hayamos hecho, ni
266
empeño que hayamos descuidado, para que las poblacio
nes no hayan de sufrir los horrores de la deportadón o
del exilio; y cuando la dura realidad vino a desengañar
nuestras más legítimas esperanzas, pusimos en ob~ra
todo para atenuar al menos su rigor.' La historia, y no
una manipuladón artificiosa de los hechos y su inter
pretadón preconcebida, hechas en el Stellvertreter,
reivindicará la verdad a propósito de la acción de
Pío XII durante la última guerra, en lo que se refiere
a los excesos criminales del régimen nazi y demostrará
a qué punto ésta ha sido vigilante, asidua, desinteresada
y valiente, dentro del contexto real de los hechos y de
las condiciones de aquellos años.
Me parece estar obligado a contribuir al claro y ho
nesto juido de la realidad histórica, tan deformada por
la seudorealidad presentada en el drama, hadendo no
tar que la figura de Pío XII, tal como aparece en las
escenas de Stellvertreter (por lo que dicen las re
censiones de la prensa), no traduce exactamente, sino
al contrarío traiciona su verdadero aspecto moral. Yo
puedo decir esto porque he tenido la gran dicha de es
tarle cerca y servirle todos los días durante su Ponti
ficado, empezando en el 1937, cuando él era aún Secre
tario de Estado, hasta el 1954, por tanto, durante todo el
período de la guerra mundial.
Es verdad que mis fundones cerca del Pontífice no se
referían exactamente a los asuntos políticos (o extraor
dinarios, como los llama el lenguaje de la Curia roma
na), pero la bondad del Papa Pío XII y la índole misma
de mi servido como Sustituto de la Secretaría de Estado,
me daban ocasión de conocer el pensamiento o, mejor
dicho, el espíritu de aquel gran Pontífice. La figura de
Pío XII, tal como es representada por Hochhuth, es
falsa. Por ejemplo, no es verdad que él haya sido mie
doso, ni por su temperamento congénito, ni por la con
denda de Hombre investido de un poder y una misión;
podría dtar muchísimos detalles a este respecto que de
mostrarían que Pío XII, bajo el aspecto grádl y gentil
y bajo un lenguaje siempre escogido y moderado, escon
día, o, mejor dicho, revelaba un temple noble y viril,
capaz de asumir poddones de gran energía y de riesgo
intrépido.
No es verdad que él fuese insensible y aislado. Era al
contrario, de espíritu finísimo y sensibilísimo. Amaba la
267
soledad, porque la riqueza de su espíritu y su extraordi
naria capacidad de pensamiento y de trabajo buscaban
precisamente la supresión de distracciones inútiles y
diversiones superfluas; pero no era un extraño a la vida,
un indiferente hacia las personas y acontecimientos que
le rodeaban, al contrario, ansiaba estar informado siem
pre de todo y partidpar, hasta el sufrimiento interior,
a la pasión de la historia, a la cuál se sentía incorporado.
Respecto de esto, ha dado un testimonio óptimo Su Ex
celencia Osborne, entonces Ministro de Gran Bretaña
cerca de la Santa Sede y obligado por la ocupadón ale
mana a vivir confinado en la Ciudad del Vaticano, en el
Times del 20 de mayo: 'Pius XII was the most warmly
human, kindly, generous, sympathetic — and, indden-
tally, saintly — character that it has been my privilege
to meet in the course of a long Ufe' (Pío XII ha sido la
persona más cálidamente humana, amable, generosa,
simpática — y, por añadidura, santa — que he tenido el
privilegio de conocer en el curso de una larga vida).
Tampoco corresponde a la verdad sostener que
Pío XII fuese movido de cálculos oportunistas de polí
tica temporal. ¡También sería calumnia atribuirle a él
y a su Pontificado cualquier móvil de utilidad econó
mica!
El porqué, pues, Pío XII no haya asumido,una posi
ción violenta de conflicto contra Hitter, a fin de evitar
la matanza nazi de millones de hebreos, no es difícil de
comprender para quien no cometa el error de Hochhuth
de medir las posibilidades de una acción eficaz y res
ponsable durante aquel tremendo período de guerra y
de violencias nazis por el mismo rasero de las condicio
nes normales, o bien de las gratuitas e hipotéticas inven
tadas por la fantasía de un joven comediógrafo. Una
actitud de condenación y de protesta, tal como éste re
procha al Papa de no haber adoptado, hubiese sido, más
que inútil, dañina; esto es todo. La tesis del Stellvertre
ter indica una insuficiente penetración psicológica, po
lítica e histórica de la realidad, en la búsqueda de re
vestirla de atractivo representativo.
Si, por hipótesis, Pío XII hubiese hecho lo que Hoch
huth, con mejor valoración histórica, política y moral,
hubiese podido escribir otro drama, mucho más realista
e interesante que el que ha puesto en escena tan resuel
ta y desdichadamente; es decir, el drama del Stellver-
268
treter que, por exhibidonismo político o por impruden
cia psicológica, tuviese la culpa de haber hecho sobre el
mundo, ya tan atormentado, una ruina más vasta, no
tanto a perjuido, como de innumerables víctimas ino
centes.
No se juega con estos temas y con los personajes his
tóricos que conocemos con la fantasía creadora de artis
tas de teatro, no bastante dotados de criterio histórico,
y, lo que Dios no quiera, de honradez humana. Porque
de otro modo, en el caso presente, el verdadero drama se
ría otro: aquel de quien intenta descargar sobre un
Papa, en extremo consciente de su propio deber y de la
realidad histórica, y por añadidura un Amigo, imparcial,
eso sí, pero fidelísimo del pueblo germánico, los horri
bles crímenes del nazismo alemán.
Pío XII igualmente seguirá teniendo el mérito de ha
ber sido un 'Vicario' de Cristo que ha buscado de cum
plir su misión como podía, valiente e integralmente;
pero ¿se podrá considerar como un mérito de la cultura
y del arte tamaña injusticia teatral? —Con sincero res
peto, suyo devotísimo, G. B. Cardenal Montini, Arzobis
po de Milán."
269
XIX — RESPUESTA A ALGUNOS SOFISMAS
271
condenda, tanto mayor seguridad tienen las personas y
las sociedades 'para apartarse del ciego capricho, y para
someterse a las normas objetivas de moralidad'." (Cons
titución sobre la Iglesia y el mundo. n.° 16).
272
se reconozca con reverencia su magisterio supremo y
con sinceridad se adhiera al parecer expresado por él se
gún el deseo que haya manifestado él mismo, como pue
de descubrirse, ya sea por la índole del documento, ya
sea por la insistenda con que repite una misma doctri
na, ya sea también por las fórmulas empleadas." (Const.
sobre la Iglesia, n.° 25).
273
274
por documentos o declaraciones colectivas, ejercen
su Magisterio sobre toda una nación autoritativa-
mente.
Esto supuesto:
Peca de herejía el católico que no se somete a las
definiciones "ex cathedra" del Papa, v. gr.: la Definición
del dogma de la Asunción.
Peca de desobediencia y temeridad contra la fe si no
se somete a las enseñanzas doctrinales de las encíclicas.
Así, v. gr.: a lo enseñado por Pablo VI sobre la Sagrada
Eucaristía en la Mysterium Fidd. La desobediencia y
temeridad contra la fe, será mayor o menor según el
contenido, según la índole del documento y su intención
doctrinal, etc. De ahí que no tiene la misma exigencia de
asentimiento el discurso del Santo Padre en la ONU, en
el que no quiso enseñar ningún punto doctrinal de nues
tra fe, sino solamente manifestar ante el mundo el ansia
de paz de la Iglesia, y el discurso ante los Padres Conci
liares, cuando como Maestro de la Iglesia proclamó a la
Santísima Virgen Madre de la Iglesia. Ese discurso tan
solemne, lleno de enseñanzas marianas, es semejante a
una encíclica, por la doctrina, la intención del Papa, la
solemnidad eclesial.
Estos pecados de desobediencia y temeridad son de
suyo graves.
También pecaría gravemente por desobediencia y te
meridad contra la fe, quien no aceptara los decretos y
documentos que emanan de la Congregación para la De
fensa de la Fe y de modo directo proponen en nombre
del Papa, una doctrina como verdadera o falsa. Así, ver
bigracia : la condenación de la herejía modernista en el
decreto Lamentabili, de San Pío X. De esta clase de de
cretos dice el mismo Santo Padre Pío X: "... (los que no
los aceptan) no pueden evitar la nota de desobedienda
y temeridad, y por ende no están libres de culpa grave
cuantos de palabra o por escrito impugnen sus senten-
das."
Por lo que se refiere a los decretos por los que la
Iglesia defiende indirectamente la fe o las costumbres,
y que proponen una doctrina como segura o no segura,
peligrosa o sin peligro, en relación con la fe o la moral,
quien no asintiera a ellos pecaría de desobediencia a lo
mandado, de escandalizar al pueblo y de obrar teme-
275
raria y erróneamente en asuntos tan importantes y que
pueden tener tan graves consecuencias en orden al bien
de las almas. Tal, v. gr.: el Decreto que condena la "mo
ral de situadón" del 2 de febrero de 1958 bajo el Ponti
ficado de Pío XII. O la advertencia sobre los peligros de
la doctrina de Teilhard de Chardin de 30 de junio de
1962, bajo el Pontificado de Juan XXIII: "en cuyas
obras (las del P. Teilhard) abundan en materias filosó
ficas y teológicas, ambigüedades y errores graves que
ofenden la doctrina católica".
Si una Congregación Romana condena una doctrina,
y puede que a una persona particular le parece que se
ha equivocado:
276
lado, por su intención o por el escándalo que pueda dar
se en los demás fieles de la propia diócesis.
Para el magisterio ordinario de los Obispos, reunidos
en Concilio nacional, o conferencias nacionales, y para
las declaraciones colectivas, no se exige la presencia fí
sica total de todos los miembros, sino que basta una
totalidad moral, como en los Concilios ecuménicos. El
asentimiento que debe darse a su magisterio ha de ser
mucho mayor que el debido al propio prelado de la
diócesis. Lo contrario es pecado de desobediencia, teme
ridad, grave escándalo e injuria contra la Iglesia.
277
se deben mirar sobrenaturalmente. Desde un punto de
vista sobrenatural, no tiene sentido hablar de Papas,
según esas clasificaciones humanas. Clasificar así Papas
y Papas y enfrentarlos entre sí por criterios humanos,
es ponerse en la pendiente de perder la fe sobrenatural
en la Iglesia. El Papa no es más que el Vicario de Jesu
cristo, Maestro y Pastor, Padre universal de la Iglesia.
Eso es lo único que debe ver un católico en su persona,
y las demás cuestiones que no se refieren a su fe no de
ben entrar en su consideración de católico.
278
Desde el momento que intervienen las "interpretacio
nes" humanas se pone ya un límite a la verdad de Jesu
cristo y a todas sus consecuencias. Por eso los hombres
han inventado ese lenguaje falso, de izquierdas y dere
chas, porque no quieren que Jesucristo y su doctrina al
cancen a todos los hombres y a todas las consecuencias
que se siguen.
El católico ha de esforzarse en ser cada vez mejor sol
dado de Jesucristo, quitar todo lo malo de su vida, que es
el pecado, y hacer que sus buenas obras hagan resplan
decer la santiad infinita de Jesús y de la Iglesia, pero
nunca "interpretar" según sus gustos las enseñanzas de
Jesús o de la Iglesia.
281
Iglesia había enseñado. Esto no es una renovadón ni
una puesta al día, sino una subversión sistemática."
282
enérgicos para publicar notas contra los que sienten el
celo por la gloria de Dios y aman el depósito sagrado de
la fe. Estos están de lleno en aquel diagnóstico dado por
Pío XII a los predicadores cuaresmales de Roma
en 1944: "Un hecho que siempre se repite en la historia
de la Iglesia es el siguiente: Que cuando la fe y la moral
cristiana chocan contra fuertes corrientes de errores o
apetitos viciados, surgen tentativas de vencer las difi
cultades mediante algún compromiso cómodo, o apar
tarse de ellas, o cerrarles los ojos."
En fin, la profesión de la vida cristiana obliga a la
práctica de las virtudes y a combatir las tentaciones, los
errores, los pecados, los vicios. Las dos cosas son obli
gatoriamente compatibles. Aunque no lo entiendan los
neutraUstas. Los que quieren desmentir la palabra de
Cristo: "Nadie puede servir a dos señores" (Mt. VI, 24).
Esto está reservado a los que viven esta verdad: "Gra
cias os doy, Padre, Señor del délo y de la tierra, porque
escondisteis estas cosas a los sabios y entendidos y las
revelasteis a los pequeñuelos" (Le. X, 21).
283
es en la Iglesia, instrumento de santificación, donde por
obra del Espíritu, el pecado se perdona y el alma se pu
rifica. Por ello, cuando la Iglesia o el Papa piden perdón
lo hacen por los pecados de los hombres de la Iglesia,
por los pecados de escándalo por nuestras conductas, con
nuestras deslealtades, con nuestras infidelidades que han
presentado a los hombres no la auténtica figura de Cris
to, sino la caricatura del Salvador, pero no piden perdón
por los pecados que la Iglesia, como tal Iglesia, como
esposa de Cristo, no puede cometer" ("Campaña Pro
Moralidad y Fe Integra", boletín mensual, febrero 1965).
284
17 —Pero hay que reconocer que nuestro entendi
miento no puede llegar a conocer la verdad en
toda su plenitud. Ese es el fundamento de los
puntos de vista.
285
pectos parciales, sino para la verdad pura y simple, sin
mezcla del veneno del error. (Summ. Theol. II-II, q. 172,
a 6.)
286
ca y no dependiente de las circunstancias humanas. Por
eso la falta de coincidencia en la verdad no depende de
la verdad misma, sino de las voluntades de los hombres.
El Señor nos dijo por San Mateo: "La lámpara del cuer
po es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere bueno, todo tu
cuerpo estará iluminado; mas si tu ojo estuviere malo,
todo tu cuerpo estará entenebrecido. Si, pues, la luz que
hay en ti es oscuridad, ¿la oscuridad cuánta será?" (Mt.
VI, 22-23). Bien claro nos da a entender en estas pala
bras que si no hay luz en nosotros es por nuestra pro
pia culpa, y no porque no resplandezca bien la luz. Y
en San Juan nos da la explicación el Señor, de la incre
dulidad de los judíos: "Yo he venido en el nombre de mi
Padre y no me recibís; si otro viniere en su propio nom
bre, a él recibiríais. ¿Cómo podéis vosotros creer, red-
biendo como recibís la gloria los unos de los otros, y no
buscáis la gloria que viene del único Dios?" (Jn. V, 43).
Y en otra ocasión, por el mismo evangelista enseña:
"Este es el juicio: que la luz ha venido al mundo, y ama
ron los hombres antes las tinieblas que la luz, porque
eran malas sus obras. Porque todo el que obra el mal
aborrece la luz y no viene a la luz para que no sean
puestas en descubierto sus obras." Es evidente que si
todos los católicos siguiéramos exactamente las ense
ñanzas del Magisterio de la Iglesia, abandonando nues
tras propias deformaciones, el Magisterio, que es la Voz
de Cristo a lo largo de las generaciones cristianas, no
habría divergencia entre nosotros. Al abandonarse la
fidelidad al Magisterio en su totalidad, o tomar sólo
aquellos aspectos que coinciden con nuestros propios
gustos, nos apartamos de la luz. Es natural entonces que
tropecemos al caminar, y que tropecemos los unos con
los otros.
287
XX — SACERDOTES, APOSTOLADO SEGLAR
Y ACCIÓN TEMPORAL
289
290
tar. Y, efectivamente, algunos consiliarios de asociacio
nes de apostolado dicen que no pretenden otra cosa: que
ellos se limitan a la actuación de un teólogo consultor
que dictamina ante las consultas de sus asociados, si su
acción social o política es conforme o no a los principios
morales. Sin embargo, en la práctica, esto no es verdad.
Esos sacerdotes pueden dejar de ser el teólogo o confe
sor que respondería en nombre de la moral cristiana,
para convertirse en el animador de los ideales sociales
o políticos de los miembros del grupo. Y lo que se decía
acción individual se convertiría en realidad en acción de
grupo, animada, tal vez iniciada por el mismo sacerdote.
Efectivamente, algunos, aun por escrito, no han tenido
rebozo alguno en confesarlo paladinamente y en defen
der como legítima esta acción temporal de las asociacio
nes apostólicas en cuanto tales.
El Sr. Arzobispo de Oviedo, Dr. Vicente Enrique Ta-
rancón dice: "Será indispensable que ese compromiso lo
adquieran y lo realicen bajo su personal responsabilidad
y sin que nunca pueda parecer que se escudan en la
Igleda o en una organización eclesiál. Porque en este
campo caben criterios distintos dentro de los católicos y
conductas divergentes en el seno de la Iglesia. La rea-
lizadón concreta de esos compromisos temporales es
siempre un problema de prudencia, ya que se ha de juz
gar sobre elementos convincentes que pueden enfocarse
de distinta manera. No me parece conveniente—y la
mayor parte de veces no será lícito—comprometer a la
Iglesia o a una organización eclesiál en actividades tem
porales concretas. Es necesario no perderlo de vista para
evitar inconvenientes... La Jerarquía, ordinariamente,
no intervendrá en estos asuntos, a no ser que razones
del bien común de la Iglesia le obligasen a ello. Son los
seglares los que han de tomar la inidativa y llevar la
direcdón. Si las autoridades competentes, por las razo
nes que fuere, diesen unas orientadones concretas en
este sentido o marcasen un cauce determinado a la ac
ción de los católicos en este campo, no sería lícito pre
terir tales determinadones o salirse del cauce señalado.
Menos lídto sería ocultar la intendón a la Jerarquía
para evitar su intervendón que se prevé negativa."
291
4 —Pero la doctrina del Concilio Vaticano II se
ñala que debe trabajarse para la inspiración
cristiana del orden temporal.
292
En consecuencia, la acción de la Iglesia no tiende al
desarrollo y perfeccionamiento de las realidadesc tempo
rales en cuanto tales: por ejemplo, más producción, ma
yor cultura, tales o cuales formas políticas, etc.
Pero sí tiende a que en el orden de las realidades tem
porales SE OBSERVEN LOS PRINCIPIOS MORALES,
TANTO NATURALES COMO SOBRENATURALES: la
justicia, la veracidad, la lealtad, la delicadeza, la caridad,
el derecho a la suficiencia de medios de vida, etc. TODO
ESO HAY QUE LLENARLO DE ESPÍRITU CRISTIA
NO. Y, ADEMAS, BUSCAR PARA ESE ORDEN MOTI
VACIONES MAS ALTAS Y ASPIRACIONES ESTRIC
TAMENTE RELIGIOSAS.
Quiere, pues, la Iglesia, que el apostolado seglar jun
to a un apostolado de cooperación con ella en la difusión
del mensaje y vida cristiana, desarrolle el apostolado de
informar de espíritu cristiano las estructuras tempo
rales.
293
el fiel cumplimiento de los deberes civiles, que haga pe
sar su opinión para que el poder civil se ejerza justa
mente y las leyes respondan a los principios morales y
al bien común; el desempeño de cargos públicos. Y dice
textualmente: "Los verdaderos apóstoles, lejos de con
tentarse con esta actividad, ponen todo su empeño en
anundar a Cristo a sus prójimos, incluso de palabra"
(N. 13).
295
todas legítimas, solamente sería apostolado el tratar de
implantar alguna de ellas contra formas incompatibles
con la moral cristiana. Pero no sería apostolado sino
política pura o sociología el tratar de que una solución
práctica cristiana prevaleciera contra otra igualmente
cristiana.
296
y pastores del Pueblo de Dios, el Papa y los Obispos, los
que deben juzgar si hay algo en una doctrina o práctica
política incompatible con la doctrina católica. Pero, en
todo caso, la misión de la Iglesia, de los sacerdotes y de
las asociaciones del apostolado seglar, no puede consis
tir en desencadenar acciones más o menos subversivas,
sino en la afirmación serena de la verdad, y actuaciones
que estén conformes con la caridad, la prudencia, la
mansedumbre evangélica y el carácter sagrado de la Je
rarquía. Otras fórmulas destrozan la caridad y la unidad
sacerdotal y cristiana. Cuando tanto se habla de vida co
munitaria y de atracción de los hermanos separados, se
ría una extraña labor fomentar divisiones, agriar los
ánimos, despreciar orgullosamente a los que piensan lí
citamente de otra forma.
La Comisión permanente de la Conferencia Episcopal
Española, en su declaración del 29 de junio de 1966,
ilumina claramente esta cuestión: "La Iglesia tendría
que dar su juido moral sobre las institudones político-
sociales sólo en el caso de que, por la índole misma de
su estructura o por el modo general de su actuadón, lo
exigiesen manifiestamente los derechos fundamentales
de la persona y de la familia, o la salvación de las al
mas, es decir, la neceddad de salvaguardar y promover
los bienes del orden sobrenatural. (Cfr. GS., 24, 76; AA.,
24.) No creemos que éste sea el caso de España."
297
de la religión, y que ataca y destruye la libertad religiosa
de los ciudadanos'." (LG., 36.) O sea, que los católicos de
España han de eliminar de sus actuaciones políticas
toda conjunción en la forma que sea, con el comunismo
y también toda ideología laicista.
298
Episcopal de Apostolado Social en Roma, el 11 de octu
bre de 1965. En los momentos actuales la doctrina del
Concilio en su constitución pastoral Gaudium et Spes.
nos da una visión cristiana de lo que debe ser la vida
política y social, hasta donde la Iglesia puede llegar a
determinarla."
¿Conoce y ha leído tan importantes documentos? En
caso contrario se habla de esta materia sin base sufi
ciente.
299
tar seguros de que contribuyen también gentes ateas o
de otras confesiones religiosas al sostenimiento de la
Iglesia.
Los párrocos cobran de la municipalidad anualmente
el equivalente a unas 6.500 pesetas en concepto de guar
dianes de la Iglesia. Igualmente en Francia, el Gobierno
paga a capellanes de hospitales, prisiones y Ejércitos.
Estos últimos tienen también derecho a disfrutar de eco
nomato, que les provee a precio reducidos. En España
es sumamente raro ver la bandera nacional en las Igle
sias, mientras que al otro lado del Pirineo se ve la ban
dera francesa de continuo puesta junto al altar en cen
tenares de iglesias y algunas tan históricas como la ca
tedral de Arles. Y nadie se rasga las vestiduras por ello.
Y nada digamos de la profusión de banderas con que
se adornan las iglesias en las festividades patrióticas.
Podrían esos sacerdotes darse alguna vuelta por Notre
Dame, de París, en ciertos días y en determinadas cere
monias. En la catedral de Valence, como en la mayor
parte de las del país vecino, el día 11 de noviembre se
adornan los muros y columnas del interior del templo
con no pocas docenas de banderas tricolores del país lai
co. En ese día 11 de noviembre se colocan coronas ante
los monumentos a los muertos "Pour la France", y es
de notar que esos monumentos no están situados, como
en España, en el exterior de los edificios religiosos, sino
que lo están en el interior y frecuentemente formando
como una especie de retablo con los nombres escritos
sobre un altar con la estatua de Santa Juana de Arco. Y
eso que esos muertos dieron su vida sólo por la patria
y no por la causa de Dios que era perseguida.
A los actos laicos del 11 de noviembre van también los
párrocos franceses con las autoridades civiles. Estamos
ya hartos de ver cómo en el extranjero, mientras ellos
con tanto fervor evocan la memoria de sus muertos, tra
tan de que aquí despreciemos la memoria de quienes
aquí murieron en defensa de la causa de Dios. (Véase a
este propósito, por ejemplo, La Croix del 29 de junio
de 1965 y comprobarán las malignas intenciones de ese
periódico.)
En los actos oficiales, los obispos en Francia tienen la
misma precedencia que los prefecto. Aunque en su nom
bramiento no se formen las ternas, el Gobierno está im
plicado más de lo que a primera vista parece. En las
300
cinco diócesis francesas de la Alsacia y la Lorena, donde
aún rige el régimen concordatario, cuando vaca una dió
cesis, el Gobierno francés propone "un único candidato,
al que la Santa Sede dará la jurisdicción". (Véase el texto
del aludido Concordato.) También el Estado francés ayu
da a las colonias de vacaciones que organiza la Iglesia
para los niños o para cosas ocasionales, como lo hizo
cuando los obispos fueron a Roma al Concilio. Igualmen
te sucede con casas de sacerdotes ancianos, de una de las
cuales sé que ha obtenido, no ha mucho, 500.000 nuevos
francos.
En nuestra Patria tampoco faltan quienes se resisten
a recitar la colecta "Et Fámulos". Por lo visto ignoran
que el Concilio ha mandado orar por los gobernante
(Constitución sobre la Liturgia, C. II, núm. 53). Es de
notar que mientras en nuestra Patria se niegan a orar
públicamente por los gobernantes, en el Estado laico de
Francia el manual de la Friere Universelle, editado
por el Centro de Pastoral Litúrgica y aprobado por el
Episcopado el 5 de diciembre de 1966, tiene en sus pági
nas súplicas como la siguiente: "Pour ceux qui ont la
charge de gouverner la République, afin que Dieu les
assiste du Saint-Esprit" (P. 291) o la fórmula siguiente:
"Pour tous les citoyens de notre pays afin qu'á l'heure
des élections chacun prenne sa part de responsabilité."
También existen plegarias por los muertos "por la
Francia"; "Pour ceux qui ont donné leur vie pour no
tre patrie, afin que Dieu recompense leur sacrifice."
Pero la fórmula aún más patriótica de todas es la larga
plegaria de las "Fiestas Nacionales", que ocupa enteras
las páginas 236 y 237 del dicho manual oficial y obliga
torio en todas las iglesias para las plegarias del oferto
rio de la misa.
301
cualitativo. En la actualidad: 15.000 religiosos. Varios
millones sin bautizar.
302
toridades eclesiásticas departiendo con las civiles y mi
litares con ocasión de actos constructivos, en los que se
establece una colaboradón para el mejor gobierno de la
sodedad. Pero, luego, piden de manera escandalosa que
la Jerarquía intervenga en cuestiones de la otra esfera.
Esto hace sospechar que sus hechos y dichos a favor de
una absoluta asepsia en política de la Iglesia no tienen
un fundamento doctrinal que les haga inmutables. Lo
cual ha estado disimulado largo tiempo con la aparien-
da de universalidad, debida solamente a la perduradón
de unas mismas drcunstandas.
303
14 —¿Qué tiene que hacer un fiel si oye predica
ciones ajenas a la enseñanza del Catecismo y
del Evangelio?
304
XXI — EN EL INTERIOR DE LA IGLESIA
305
306
"Estamos, por desgracia, en un tiempo en el que
se acogen y adoptan con gran facilidad dertas ideas de
condliadón de la fe con el espíritu moderno, ideas que
llevan a mucho más lejos de lo que se cree, no sólo
en la debilitación, sino a la pérdida total de la fe... Ya
no es cosa inaudita encontrar personas que expresan
dudas e incertidumbres sobre las verdades, y asimismo
afirmar obstinadamente errores manifiestos, den veces
condenados, y que a pesar de ello no se persuaden de
que están apartados de la Iglesia aunque algunas veces
han seguido algunas prácticas religiosas. ¡Cuántos na
vegantes, cuántos pilotos, y, lo que a Dios ofende, cuán
tos capitanes prestan confianza a novedades profanas y
a la denda mentirosa del tiempo!... Entre tantos peli
gros, en todo momento, no ha faltado mi voz para llamar
a los equivocados, para señalar los peligros y para trazar
a los católicos el camino que se ha de seguir. Pero mi
palabra no ha sido ni bien entendida ni bien interpre
tada, a pesar de lo clara y precisa que ha sido."
307
vez que vosotros hayáis captado la confianza de los pro
fesores y estudiantes, haced que aquellos que entren en
la milicia clerical sientan él deseo de buscar vuestra
conversación... Esta reputación dará acceso a nuestras
doctrinas al joven Clero, así como en el fondo de los
conventos. Dentro de unos años, este joven Clero, por
la fuerza de las drcunstandas, habrá invadido todas las
fundones: él gobernará, él administrará, él juzgará, él
formará el consejo del Soberano..." "Que el Clero mar
che bajo vuestro estandarte, creyendo siempre marchar
bajo la bandera de las llaves apostólicas. Tended vues
tras redes como Simón-Barjona; y tendedlas en el fon
do de las sacristías, de los Seminarios y de los conven
tos, mejor que en el fondo del mar. Y d vosotros no pre-
dpitáis nada, os prometemos una pesca más milagrosa
que la suya... Vosotros pescaréis una Revoludón en Tia
ra y capa, marchando tras la Cruz y la bandera, una
Revolución que sólo necedtará ser muy aguijoneada
para prender fuego a los cuatro costados del mundo."
308
5 -—Pero esto será en países extranjeros. En Espa
ña seguramente que no hay síntomas de estas
actitudes alarmantes.
311
desconocidos y no tiene la finalidad autorizada por nin
guna persona u organismo competente de la Iglesia.
Las personas que de alguna manera se encuentren
implicadas en dicha reunión o en la documentación re-
ladonada con la misma, y sientan necesidad de más
orientadones podrán acudir al Prelado de su propia
Diócesis."
Estos tres documentos—entre otros muchos que po
dríamos citar—son harto elocuentes.
312
ejecuta escrupulosamente un plan preciso CUYO OB
JETO ES LA INFILTRACIÓN EN LOS PUESTOS
INFLUYENTES Y FINALMENTE LA SERVIDUMBRE
DE LA IGLESIA." El censor eclesiástico hizo saber al
autor "que no podían rehusarle el Imprimatur, sin em
bargo, esperaba que tuviera el valor (sic) de suprimir
el capítulo acerca de Pax". ¿Por qué precisamente aquel
capítulo? Porque Pax funciona en Francia y teme ser
desenmascarado. El libro de Pierre Lenert se había
formado con artículos publicados en La Croix. El
P. Wenger, Director de La Croix, sufrió una serie de
ataques. "Eran en mayoría amigos de Pax, del medio de
las Informaciones Católicas Internadonales", según el
documento de la Santa Sede que denuncia a Pax y sus
amigos. Al mismo tiempo que se publica ese libro, José
De Broucker publicó La Iglesia en el Este: Polonia.
Broucker es uno de los redactores principales de In
formaciones Católicas Internacionales. En este libro
Broucker afirma que "Pax es una escuela de pensa
miento y de acción católica fuertemente impregnada de
una doctrina". Que gracias a Pax "el catolicismo puede
subsistir dignamente en Polonia" y que "el esfuerzo de
pensamiento coherente y consecuente que Pax desarro
lla desde hace quince años constituye la tentativa más
atrevida y más peligrosa para obtener desde el interior
y por la acción política una disociación del ateísmo y del
sodalismo". Que Pax manipula y se infiltra en otras
naciones consta también en el discurso de Piasecki,
pronunciado en el XV Aniversario de Pax. Dicho discur
so se reseña en el libro de José de Broucker, excepto en
un párrafo esencial que no publica, y que "La Croix"
del 14 de abril de 1961 reprodujo: Esto fue lo que de
claró Piasecki: "Nuestro movimiento tiene verdadera
mente el deber de ayudar tanto teórica como práctica
mente a los movimientos sociales progresistas, particu
larmente a los movimientos cristianos en Europa Occi
dental y en el mundo."
313
—en lugar de cincuenta (equivalente más o menos a
mil millones y medio de pesetas)—. Cien distritos como
campo de acdón en lugar de treinta: tal es el predo,
con pago anticipado, que recibe la partidpadón activa
del señor Piasecki en explotación del Condlio en prove
cho del campo sodalista."
314
"En lugar de afirmar sus propias ideas ante los de
más, el apóstol asimila más fácilmente las ideas de los
demás. No convierte, sino que se deja convertir. Tene
mos ahí un fenómeno que es el inverso del apostolado.
No conquistan, sino que se rinden. La rendición se dis
fraza con un lenguaje apropiado.
Los viejos amigos que se han quedado en el buen ca
mino han sido definidos como reaccionarios y traidores.
Sólo son considerados como buenos católicos los que se
muestran capaces de todas las indulgencias y de todos
los compromisos.
Estos mismos apóstoles que se dejan convertir en
lugar de convertir acusan fádlmente a la Iglesia de ine-
ficada. No se dan cuenta de que las debilidades impu
tadas a la Iglesia son precisamente las debilidades de
sus hijos, que no creen ya en su sabiduría ni en su au
toridad, que ya no la apredan, ni la defienden. Los
compromisos de que acusan a la Iglesia son sus propios
compromisos. Son los primeros en consentir en compro
misos.
Y ¿con quién? Con los adversarios de la Iglesia, a
quienes admiran por los elementos que tomaron, que
'robaron' del cristianismo, de su patrimonio, que ya
no existiría hoy si la Iglesia no lo hubiese guardado
intacto durante veinte siglos. Nuestros adversarios se
prevalecen de lo que la Iglesia ha salvado, de lo que
enseña y defiende: las ideas de fraternidad, de ayuda,
de amor, de paz, que son todas ideas cristianas.
Sigamos nuestras ideas que son las verdaderas, las
eternas. Si les falta dinamismo, es porque faltan los
hombres capaces de desarrollar la gran virtualidad que
contienen."
315
están lejos y ofenden a los que les rodean, que cambian
él traje de sacerdote por la blusa del obrero, que hablan
de abertura para salir de casa y no para invitar a entrar
en ella a los que están de ella alejados. Nosotros, digo,
velaremos."
316
ocurre como si hubiese una acdón orquestada por una
cierta Prensa más o menos periódica, por ciertas re
uniones más o menos secretas, que tienden a preparar,
en el seno del catolicismo, un movimiento de acogida al
comunismo. Existen los jefes instigadores que conocen
su objetivo y los seguidores que son inconscientes y
que se limitan a marchar."
317
Selección de algunos miembros del clero discreta y clan
destinamente inscritos al partido, y preparados en el
papel de conductores en la hipótesis de una república
popular. Disodadón de las tendencias complementarias
que mantienen tradicionálmente en Frauda un equili
brio vivo. Esta disodadón ha alcanzado tal importando
que no se ve ya apenas, en dertos casos la posibilidad
de una acdón común y fraternal entre los representantes
de estas diferentes corrientes. Es fácil darse cuenta de
a quién drven estos antagonismos—denigradón siste
mática de las formas tradicionales de la piedad y de la
vida católica—. 'Mea-culpismo' o manía de auto-acusa-
don con respecto de la Iglesia católica. Conjuración del
silendo con respecto de cuanto procede de Roma, sobre
todo en cuanto a los documentos que mantienen los va
lores tradidonales. Desafecdón con referencia al dogma
y, sobre todo, de la teología clásica. Reducción del cris
tianismo a la 'caridad', palabra que cubre todos los aban
donos, todos los compromisos y adormece en los cris
tianos el instinto de defensa. Liberalismo con respecto
a las doctrinas condenadas por las endclicas de los Pa
pas. Mística de la adaptadón realista que parece pre
parar eventualmente el acuerdo de la Iglesia con for
mas políticas juzgadas inconciliables con la fe por los
llamados retrógrados. Mística de 'lo social ante todo'."
319
En cuanto a la intromisión marxista en los nombra
mientos eclesiásticos considere bien la noticia que publi
caba La Croix, del 26 de noviembre de 1967:
320
Constitución Apostólica Mirificus eventus del 7 de di
ciembre de 1965, su Santidad Pablo VI, con ocasión del
Jubileo Extraordinario, confirió a los confesores la fa
cultad extraordinaria de 'absolver de las censuras y pe
nas canónicas a quienes estén inscritos en sectas masó
nicas o asociaciones semejantes, que combaten a la Igle
sia y ala legítima autoridad civil, con tal que se separen
definitivamente de las respectivas sectas o asaciadones
y prometan reparar e impedir en lo posible los es
cándalos y daños. El confesor les impondrá una peni-
tenda saludable, propordonada a la gravedad de las cul
pas'. La inscripción, pues, en la masonería es tenida por
la Iglesia todvía como un pecado y un delito y, como
tal, sancionada con la pena canónica.
Para concluir, le diré que corresponde a la masonería
el demostrar con documentos ofidales que tengan rela-
dón con todas las sectas y espedalmente con hechos
inequívocos que las opiniones personales, a mi parecer
demudado benévolas e irónicas, expuestas en el Conci
lio por Monseñor Méndez Arceo, responden a la verdad."
321
LO QUE NO HA DICHO EL CONCILIO.—21
vano y sin produdr frutos de vida para la comunidad, o
también apartaros del camino recto, eligiendo vuestro
juido y no el pensamiento de la Igleda como criterio de
verdad, seria una elecdón arbitraria, 'airesis', el camino
hada la herejía" (2 de octubre de 1966.)
322
XXII — ECUMENISMO Y LIBERTAD
RELIGIOSA
323
tantes, no les hemos de pedir perdón de nada. La Iglesia,
en un rasgo de humildad muy hermoso, ha pedido, por
boca del Papa, perdón de aquellas ofensas que tal vez
subjetivamente hayan molestado a esos separados. Cuan
do un padre castiga a su hijo, éste muchas veces se en
fada y no quiere volver a la casa paterna. El padre, bon
dadoso, le va a buscar y se adelanta: "Si te he ofendido,
o me he dejado llevar del temperamento..., perdóname."
Esto no quiere decir que el hijo no haya sido el verda
dero culpable, ni que el padre le haya ofendido objetiva
mente.
324
son únicamente los católicos. Los "otros" se han separa
do de los "suyos". Esto no quiere decir que no los ame
mos como hemos de amar a toda criatura que está hecha
a imagen y semejanza de Dios y redimida por Cristo; y
de un modo especial porque creen en Cristo. Lo que nos
incumbe, pues, es no odiarlos, no perseguirlos por el
hecho de ser Protestantes, no negarles la palabra, etc.
De aquí a extremar el trato para que parezca que somos
una misma cosa—eso quiere decir amarse—, hay una
gran distancia. Precisamente ha de hacerse notar que no
somos unos para que nadie se llame a engaño.
325
que a él se le negó, porque se busca con fines pastorales,
reconociendo que lo mismo da el altar cara al pueblo o
cara al retablo; la Misa vale lo mismo en latín que en
lengua vulgar, etc. Además Lutero no fue condenado por
estas bagatelas, llamémoslas así, sino por los graves
errores dogmáticos. Basta leer el decreto de León X y
las proposiciones condenadas.
326
tanto, "retornar" es volver de nuevo. Los Protestantes y
Cismáticos han de reincorporarse a la Iglesia católica
que dejaron, y esto quiere decir que han de aceptar las
doctrinas todas que la Iglesia católica sostiene, aun
aquellas que no eran de fe en el momento de la sepa
ración: doctrinas definidas en Trento, Vaticano I, dog
ma de la Inmaculada, Asunción, Primado de San Pe
dro, infalibilidad pontificia, etc.
Lo que algunos dicen con buena voluntad: "No han
de volver, han de continuar en la Iglesia de Cristo", o es
una falacia de dicción, o sencillamente un error dogmá
tico.
327
12 —Nos entenderemos mejor si hablamos de aque
llo que nos une, que no de lo que nos separa. To
do lo demás son motivos de división.
328
especie de Iglesias federadas, en la que cada una con
serve su propia fisonomía y naturaleza, pero convengan
en no discutirse, etc.; tal como hacen entre sí las diver
sísimas sectas Protestantes. El Ecumenismo quiere
unión como fruto de la unidad: una sola doctrina, un
solo Cristo, un solo Papa, unos Sacramentos, un culto,
etcétera. Pablo VI dice en la Ecclesiam suam: "El ire
nismo y el sincretismo son, en el fondo, forma de escep
ticismo respecto a la fuerza y al contenido de la palabra
de Dios que queremos predicar."
329
religiosa, que exigen los hombres en el cumplimiento del
deber de dar culto, a Dios, se refiere a la inmunidad de
coacdón en la sociedad civil, deja íntegra la doctrina
católica tradicional sobre la obligadón de los hombres
y las sociedades para con la verdadera religión y única
Iglesia de Cristo" (n.° 1). — Está, pues, bien claro: el
Concilio reconoce que "la única Iglesia verdadera de
Cristo es la Católica" y lo que exige es que se respete
la libertad del hombre no obligándolo o coaccionándolo a
que abrace una religión determinada.
330
religiosa católica conveniente a los católicos (Educación
de la Juventud. — Se puede decir que en todo el decre
to). Algunos han entendido mal lo que dice sobre no
coaccionar a ningún católico obligándole a estudiar el
catolicismo en escuelas católicas. Asimismo admite la
libertad de los padres no católicos para enviar a sus
hijos a aquellas escuelas en las que se les enseñe la re
ligión que ellos crean verdadera, aunque no lo sea. El
Concilio se mueve continuamente en este plano de la
no-coacción.
331
20 —No hay por qué convertir a los Protestantes.
Son mejores que nosotros. Un sacerdote nos ha
dicho en la reunión que nosotros tenemos la cul
pa de la separación. En mi Parroquia haremos
un «acto público de culpabilidad» (sic).
332
21 —¿Me puede decir en concreto cuáles son los
derechos y los no derechos del que yerra religio
samente?
333
23 —¿En todas las naciones hay que seguir el mis
mo criterio?
334
ser analfabeto o tendrá opiniones distintas sobre tales
asignaturas.
Además, tal opinión ni se puede escribir ni sostener
en una revista católica ni la puede profesar ningún ca
tólico. Es doctrina definida en el Concilio de Trento lo
que consta en estos cánones de la sesión VII, al hablar
sobre el Sacramento del Bautismo: "Can. 12. Si alguno
dijere que nadie debe bautizarse sino en la edad en que
se bautizó Cristo, o en el artículo mismo de la muerte,
sea anatema. — Can. 13. Si alguno dijere que los párvu
los, por el hecho de no tener el acto de creer, no han de
ser contados entre los fieles después de recibir el bautis
mo, y, por tanto, han de ser rebautizados cuando lleguen
a la edad de discreción, o que más vale omitir su bau
tismo que no bautizarlos en la sola Fe de la Iglesia, sin
creer por acto propio, sea anatema. — Can. 14. Si alguno
dijere que tales párvulos bautizados han de ser interro
gados cuando hubieren crecido, si quieren ratificar lo
que al ser bautizados prometieron en su nombre los pa
drinos, y si respondieren que no quieren, han de ser de
jados a su arbitrio y que no debe entre tanto obligárse
les por ninguna otra pena a la vida cristiana, sino que se
les aparte de la recepción de la Eucaristía y de los otros
sacramentos hasta que se arrepientan, sea anatema."
Puesto que todo hombre viene a este mundo con su
alma manchada en el pecado original (Rom. 5,12; 1 Cor.
15, 22), y nada manchado puede entrar en el Reino de los
cielos (Isaías 25, 8; Apoc. 21, 27), y puesto que sólo el
Bautismo limpia el alma del pecado original (S. Juan,
3, 5), la Iglesia ha insistido siempre en que se bautice a
los niños tan pronto como se puede después del naci
miento.
Aunque en el Nuevo Testamento no se hace expresa
mención del bautismo de los niños, ciertamente que Je
sucristo lo supone, cuando dice: "Dejad que los niños
vengan a Mí, y no se lo impidáis, porque de ellos es el
Reino de los cielos." (S. Luc. 18, 16.) Por la solemne de
claración que hizo Jesucristo de la necesidad de este
sacramento (S. Juan, 3, 5) concluimos nosotros que no
sólo se puede, sino que se debe bautizar a los niños.
También S. Pablo nos dice haber bautizado a familias
enteras (Actos de los Após. 16,15; 1 Cor. 16), y probable
mente había niños entre ellas. Los Padres primitivos de
la Iglesia unánimemente hablan del bautismo de los ni-
335
ños. Citaremos tan sólo a S. Ireneo de Lyón (140-205),
discípulo de S. Juan Evangelista: "Jesucristo vino a sal
var a todos los que por medio de El renacieron para
Dios: infantes, niños, jóvenes, ancianos." (Adv. Hear.
Lib. 2, c. 22.)
¿Qué revista católica y qué católico puede sostener
tales sofismas en contra de la doctrina definida solemne
mente por la Iglesia?
336
XXIII — MÉTODOS DEL PROSELITISMO
COMUNISTA
337
LO QUE NO HA DICHO EL CONCILIO.—22
—Fomentan los contactos personales, sencillos y hu
manos, aprovechando o provocando las ocasiones pro
picias. . ,
—En los primeros contactos tantean la manera de
pensar del interesado, especialmente en lo político, so
cial, moral y religioso, haciéndoles preguntas sobre te
mas actuales que obligan a "definirse".
—De acuerdo con la ideología descubierta, el activista
se presenta como "católico inquieto", "católico de iz
quierdas", "socialdemócrata", "socialista", etc., pero
nunca como marxista-leninista abiertamente.
—El activista va poniendo poco a poco al candidato
en contacto con los miembros de su célula—cuatro o
cinco chicos o chicas universitarios—y le aisla de otras
influencias. .
—Brindan amistad franca y entrañable, mientras
creen poder ganarlo. Si pierden la esperanza, o deja de
interesarles, la actitud cambia radicalmente.
—Se muestran como chicos y chicas generosos y ab
negados que no soportan los egoísmos de una sociedad
podrida y se juegan cada día la vida alegremente, capa
ces de soportar cualquier tortura con tal de liberar de
la opresión a sus hermanos y arrasar lo viejo y deca
dente, para construir un mundo nuevo.
—Fomentan conversaciones interesantísimas, sobre te
mas de la actualidad enfocados de un modo "realista", a
base de documentación, estadísticas, etc., acompañados
de una interpretación de los hechos con criterios mar-
xistas más o menos disimulados, según el grado de cap
tación del interlocutor procurando dar en todo una im
presión de competencia y superioridad como quien les
descubre un mundo nuevo.
—Relatan detalladamente las hazañas de los activistas
comunistas, presentándolos como chicos y chicas "mara
villosos" y "formidables".
—Muestran un interés vivo y operante por la persona
a quien desean captar, colaboran con entusiasmo con
ella en la superación de sí misma, animándola a respon
sabilizarse de una misión maravillosa y revolucionaria.
—Emplean el arma de la adulación. "Desde que te co
nocí me di cuenta de que eres un tipo formidable. Si
quieres, serás algo grande."
—Afirman que para esto es necesario—"si no, no ha
rás nada en la vida"—, "dar el paso y romper las atadu-
338
ras"—familia, Iglesia, autoridades—, "abrir los ojos y
ver un mundo nuevo".
—Se ponen como ejemplo de hombre liberado y supe
rior: "Yo también estaba como tú; pero me ayudaron y
ahora, ya me ves."
—Facilitan colocaciones remuneradas, viajes, etc.
—Proporcionan diversiones y relaciones inmorales.
—Fomentan y aprovechan las caídas, para tener cogi
da a la gente.
—Ayudan a los detenidos, aunque sean de ideas con
trarias, para atraérselos y fomentar al mismo tiempo su
rebeldía y politización.
—Acogen benévolamente a los que son víctimas de
acusaciones, provocadas a veces por ellos mismos con
ese fin.
—A los que más valen les van haciendo descubrir los
problemas locales, les van responsabilizando ante ellos
—"un católico no lo puede consentir"—, les sitúan estra
tégicamente y les lanzan a la acción poco a poco, diri
giéndoles hábilmente desde atrás.
—Cuando les conviene, les ponen en primera línea
(en reparto de panfletos, manifestaciones, acciones de
boicot...) para hacerles pegar o detener por la fuerza pú
blica y fomentar así su rebeldía o poderlos amenazar
con denunciarlos.
—En resumen: los comunistas se sitúan en medio de
las comunidades naturales de estudio, residencia, diver
siones... Van estableciendo contactos y formando su cé
lula poco a poco.
—Para ello siguen al pie de la letra las instrucciones
del Partido cuidadosamente adaptadas por los dirigentes
a la situación concreta. Esta uniformidad y fidelidad en
el cumplimiento de las consignas les hace fácilmente vi
sibles a quienes las conocen bien y observan atentamen
te cómo actúan.
339
estadísticos bien seleccionados y parciales y generalizan
do luego, dando a entender que "todo está igual".
—Fomentan el más negro pesimismo en la apreciación
de los problemas sociales y en la valoración de los es
fuerzos realizados para solucionarlos en las naciones
"capitalistas", destacando sólo lo malo que en ellas
se da.
—Presentan, en contraposición, los principios de la
doctrina social católica en toda su pureza ideal, sin ma-
tizaciones respecto a la posibilidad concreta de llevarlos
a la práctica en cada circunstancia particular de lugar,
etcétera.
—De este contraste así extremado surge en los más
generosos una gran rebeldía que ellos procuran fomen
tar y explorar para sus fines.
—Repiten una y mil veces que ante tal situación "hay
que hacer algo"; cruzarse de brazos, sería la mayor de
las injusticias.
—Hacen ver que "hay unos señores que se mueven y
hacen cosas", y hay que ayudarles, aunque no piensen
como nosotros. "No importa la ideología; lo que impor
ta es la eficacia."
—Se muestran de acuerdo en que el comunismo que
condenó Pío XI era malo, pero afirman que ya ha evolu
cionado mucho, y es muy distinto y que es la única so
lución eficaz para los problemas sociales.
—Afirman que, en la práctica, hay un comunismo
perfectamente compatible con la doctrina católica, como
el de Polonia, por ejemplo.
—Procuran despertar gran admiración hacia los paí
ses de detrás del "telón de acero"; afirman que hay en
ellos gran progreso social y económico y absoluta li
bertad.
—Establecen una comparación entre otros países y
después de su "liberación" para hacer ver la incapaci
dad de otros regímenes y de la Iglesia para resolver los
problemas sociales, económicos y políticos.
—En consecuencia, en España, católicos y comunistas
deben unirse para "hacer algo", hay que luchar juntos
y acabar con esta situación de atraso e injusticia.
—Esta colaboración no está condenada por la Iglesia,
según ellos, porque la unión de esfuerzos no se hace en
pro del comunismo ateo, sino para luchar por la justi-
340
cia, en el terreno meramente temporal y práctico, sin
comprometer para nada las respectivas ideologías.
—Un católico no puede negarse, en conciencia, a esta
colaboración, porque al "cerrarse" contraería una gra
vísima responsabilidad: el problema social quedaría sin
resolver, o lo resolvería el comunismo ateo, en forma
materialista y atea.
—Esta unión de esfuerzos en nada perjudica a la Igle
sia católica, sino al contrario, la enriquece con la apor
tación de valores nuevos procedentes del marxismo,
pero que no por ello dejan de ser auténticos y eficaces,
y por ello deben incorporarse al cristianismo.
—En concreto, la Iglesia debe aceptar como verdad
inconvertible que el factor económico es el decisivo en
la marcha de la Historia, lo mismo en el terreno indivi
dual que colectivo.
—Para eliminar todo recelo posible, aducen textos
evangélicos y pontificios mutilándolos según les con
viene e interpretándolos a su manera.
—Procuran desprestigiar, abierta o disimuladamente,
a la Jerarquía española acusándola de aliada de un ré
gimen de opresión y miseria.
—Atacan violentamente a "esos que van a misa y
dejan morir de hambre a la gente", mientras los que no
van a misa son los únicos que luchan por la justicia.
—Alaban, en cambio, a los sacerdotes—muy pocos,
según ellos—que quieren la justicia, venga de donde ven
ga. Se lamentan de que los demás "persiguen como ali
mañas a estos sacerdotes".
—Procuran aparecer lo más posible junto a estos
sacerdotes, para infundir confianza a los catóUcos que
quieren captar.
341
Papa y su infalibilidad se limita únicamente a las de
finiciones "ex-cathedra" sobre fe y moral.
—Afirman que pueden sostenerse puntos de vista dis
tintos de los del Papa sobre cuestiones económicas,
sociales y políticas, sin dejar de ser buen católico.
—Insisten muchísimo en que el magisterio de la Igle
sia se limita al terreno puramente espiritual, sin com
petirle las cuestiones temporales; éstas las ha dejado
Dios a la libre discusión de los hombres.
—Aconsejan y proporcionan lecturas de autores ateos
o anticristianos afirmando que "hay que leer de todo",
sin miedo a perder la fe; porque para que la fe infantil
se convierta en fe adulta hay que pasar una crisis, cuya
superación produce la fe robusta.
—Procuran ir graduando estas lecturas, de autores
cada vez más "avanzados" hasta terminar en autores
abiertamente marxistas y ateos, produciendo gradual
mente el enfriamiento religioso y la pérdida de la fe.
—Afirman que hay que tirar por la borda la "moral
burguesa", que es pura hipocresía, con apariencias de
honradez, y la moral ñoña de los colegios, con sus fu
nestas inhibiciones sexuales que consumen las energías
de la juventud en una lucha sin sentido cuando deberían
emplearse en la lucha contra las injusticias sociales que
es la principal tarea del cristianismo.
—Por eso la moral de los comunistas es más lógica y
mejor que la católica y los católicos que se hacen comu
nistas se sienten mucho mejores.
—Los chicos y las chicas deben tener entre sí un trato
libre de prejuicios sin más regla moral que la del servi
cio al prójimo.
—Los chicos y chicas que no practican este trato mu
tuo sin trabas no son más que unos invertidos que se las
dan de puros y castos.
342
en un estilo tan radical que cierran el camino de ante
mano a toda posible discusión.
—Dan la impresión de tener la cabeza llena de ideas
prefabricadas por el partido y de que allí ya no cabe
nada más.
—Si se les habla de un artista, filósofo, etc., que no
sea comunista, hacen una mueca de extrañeza o despre
cio hacia el interlocutor, que se permite creer que fuera
del Partido puede haber algo bueno.
—Cuando se les refuta con razones evidentes, apenas
escuchan. Por toda respuesta lanzan una mirada de pro
fundo desprecio o una frase irónica o tratan de poner en
ridículo, con verdadera saña, al contrincante.
—Cuando se ven acorralados, rehuyen la conversación
y se escapan con un pretexto.
343
tad para que peguen a otro y les abran expediente aca
démico, y así quedan ehminados de la Facultad.
—A los que tienen cargos procuran "marcarlos" para
sorprender planes o torpedearlos.
—Como último recurso, les ofrecen puestos de "vice"
para neutralizarlas e incluso ganárselas.
344
XXIV — ALGUNAS CUESTIONES HISTÓRICAS
345
cuenta entre los más antiguos de la historia del culto
católico; apenas la existenda legal y con ella la li
bertad fue reconocida a la Iglesia por Constantino
—aquel Emperador, hoy tan combatido por aquellos
mismos que patrocinan la libertad religiosa, inaugu
rada por él—, inmediatamente empezó la construcdón
de edifidos públicos para el culto sagrado; y ya no se
gún el tipo del santuario pagano, el 'fanum', el taber
náculo en honor de una divinidad, no apto para con
tener una comunidad orante que permaneda fuera (re
cordad Horacio: 'Odi pro-fanum vulgus et arceo...'),
sino según el tipo cristiano, la 'domus eccledae', la
casa para la asamblea de los fieles. También esta Basí
lica fue una de las primeras a surgir a la luz del sol,
y siempre por mérito de Constantino: 'Augustus Cons-
tantinus fedt Basilicam beato Petro', se lee en el fa
moso 'Líber Pontificalis' en el tiempo del Papa Sil
vestre."
346
por el periódico judío Aufbau, del 2 de enero de 1948,
en que dice, bajo el título "El mito de Galileo":
347
Wissenschaft (1936) que él mismo se hubiera visto
obligado a condenar a Galileo si se le hubiera convocado
ante el Colegio Cardenalicio.
348
Lo único que yo sé es que la célebre Giralda de Se
villa, que todavía hoy puede admirarse, fue el primer
observatorio astronómico del Occidente, y fue edificada
el año 1196 por Gerberto, más tarde Papa con el nombre
de Silvestre II. Fue Alberto Magno el que defendió la
forma esférica de la Tierra. Fueron monjes los que tra
dujeron las tablas astronómicas y los libros de los ára
bes. Fue el Papa Clemente VI el que en el año 1342
recomendó el uso de un instrumento sin el que hoy
mismo es imposible hallar la altura de una estrella:
el sextante. Fue en Ñapóles donde el año 1560 se fundó
la primera academia de ciendas: la Academia Secreto-
rum Naturae o academia de los secretos de la naturale
za. Siguió Roma en 1603. Londres dguió con su Royal
Sodety sólo en el año 1645, y París en 1666.
¿No habrá que terminar con mitos de éstos después
de trescientos años de ciencia?"
za
zaba, la conmemoradón centenaria, el Papa se refirió a
la 'historia que todo lo vela y todo lo descubre'. 'Miran
do al pasado nadie trata de deformar la realidad; al
contrario, en las perspectivas de los siglos, lo particular
contribuye a formar un panorama general en el que la
Mano que rige la suerte de la Humanidad se manifiesta
de forma más visible. Restituir un trofeo capturado en
la batalla no oscurece la gloria y el significado de una
antigua victoria y menos aún desconoce la generosidad
de quienes, hace cuatro siglos, ofrecieron su vida bajo
la sombra del gran estandarte sobre el que dominaba
la figura de Cristo crudficado.' Solamente significa vo
luntad dncera de paz, fe en la buena voluntad, espe
ranza de que un día lo fundado en estas bases, en el
mutuo y leal respeto, pueda reavivar en todos la con
denda de los valores supremos.
"Con este espíritu y con esta intendón, con la persua
sión de que sólo es una la verdadera religión, la cris
tiana, Pablo VI ofrece el diálogo en su primera endclica
a los que creen en Dios'."
350
XXV — LO ÚNICO NECESARIO
352
rá abundantemente... Y serán flechas aguzadas en la
mano de esta Virgen poderosa para atravesar a sus ene
migos."
353
LO QUE XO HA DICHO EL CONCILIO.--23
al cristiano a la fascinadón y al yugo de su tiránico y
voluble pensamiento. Ciertamente que no hemos de en
tender así el 'aggiomamento' que propugna la Iglesia
como una debilitadón de su temple moral, sino todo lo
contrario, como una llamada que le hace a un acrecen
tamiento de sus energías y a un cumplimiento más
consciente de los deberes que le impone una concepción
genuina de la vida, avalada por el magisterio de la
Iglesia."
354
la Iglesia enseñó durante siglos, lo enseñamos nosotros
igualmente." (Acdón Católica, junio-julio 1966.)
355
más abundante y se realizan las mayores obras de Dios.
Por eso tenemos nosotros tan grande esperanza de que
tanto cuanto nuestro siglo sea un siglo mañano, y nos
otros nos volvamos a los grandes misterios de la Asun
ción corporal de la Santísima Virgen a los cielos, y de
su mediación universal, así también Dios prepara en la
Iglesia de un modo totalmente misterioso, una nueva di
fusión del Espíritu Santo, un nuevo Pentecostés.
Así resulta también que la presencia de María es una
prueba y una promesa de la próxima venida del Espíritu
Santo, es decir, de la conversión de los incrédulos y, se
gún nuestra profunda convicción, de la unión entre to
dos los cristianos."
356
La lectura de este libro debería terminarse de
rodillas. A los pies de María, Madre de la
Iglesia, para pedirle el espíritu evangélico y la
más plena disponibilidad al servicio de Cristo.
Muchos Prelados han aprobado e indulgencia
do la siguiente Consagración a la Maternidad
espiritual del Corazón Inmaculado de María:
CONSAGRACIÓN
A LA MATERNIDAD ESPIRITUAL DEL
CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
359
de la práctica de la piedad tradicional, como enseñan los
Papas y en todo tiempo los santos.
Haznos apóstoles del Reinado del Divino Corazón de Je
sús, de la Gran Promesa de los Nueve Primeros Viernes de
mes y de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.
Te prometemos, Madre, ser fieles y propagandistas incan
sables de las Tres Avemarias, del Santo Rosario, del Esca
pulario del Carmen, de las prácticas marianas. Amar y ve
nerar las imágenes, las reliquias, las medallas, los santua
rios, las devociones populares.
Haz que tengamos verdadero amor a la vocación sacerdo
tal y religiosa. Que defendamos la primacía de la total con
sagración a Dios y de la virginidad. Que sintamos el sacra
mento del matrimonio y de sus fines, según la doctrina de
la Iglesia.
Que no nos dejemos manchar por las sacrilegas mentiras
del laicismo, del Estado sin religión, de la libertad de cul
tos, de la sociología que prescinde de la reforma de costum
bres y de.la pobreza evangélica. Que busquemos la justicia
social con la doctrina y actuaciones realmente católicas.
Que seamos apóstoles de métodos eminentemente sobrena
turales, esperando como el mejor galardón, ser dignos de pa
decer persecución por Cristo. Que no nos arredre que nos
califiquen y nos calumnien como atrasados y faltos de cari
dad por ser fieles a tu Evangelio y a tu Iglesia, sin que ja
más demos motivos verdaderos para que asi nos maltraten.
De corazón ya desde ahora perdonamos a nuestros perse
guidores.
En fin, Madre nuestra, mientras nosotros balbucimos es
tas peticiones, te prometemos defender con todas nuestras
fuerzas tu Mediación y tu Corredención. T por Ti, Señora,
esperamos la unión de los que están separados de la verda
dera Iglesia de Cristo, la Iglesia, Una, Santa, Católica y
Apostólica.
Todo esto, Madre de la Iglesia, para luchar y edificar el
Reino de Jesús. Para dar gloria a la Trinidad Beatísima,
con la más plena integridad de doctrina, la más encendida
caridad sobrenatural y la santidad de vida. En fin, cuanto
somos y tenemos lo resumimos en dos palabras para que nos
alcances cuanto deseamos y cuanto no acertamos a pedir por
todo el tiempo y eternidad. Con toda nuestra alma te de
cimos ahora y siempre: ¡MARÍA, MADRE!"
A. M. D. G. et B. M V.
360
ÍNDICE
Al lector 5
Prólogo 9
I. El Concilio 13
II. Criterios de Paulo VI sobre el Concilio 25
III. Jerarquía y disciplina eclesiástica 41
IV. Moral cristiana 59
V. La Encíclica "Humanae vitae" 79
VI. Liturgia y Sacramentos 95
VII. Predicación y apostolado obrero 127
VIII. La fe 149
IX. Postrimerías 153
X. Ascética 159
XI. Devoción al Corazón de Jesús 165
XII. Prácticas marianas 175
XIII. Ejercicios espirituales 193
XIV. Problema vocacional 205
XV. Prácticas sacerdotales de piedad 221
XVI. ¿Ya no hay libros peligrosos? 225
XVII. Teilhard de Chardin 237
XVIII. Pío XII 261
XIX. Respuesta a algunos sofismas 271
361-
XX. Sacerdotes, apostolado seglar y acción tem-
poral 289
XXI En el interior de la Iglesia 305
XXII. Ecumenismo y libertad religiosa 323
XXIII. Métodos del proselitismo comunista ••• 337
XXIV. Algunas cuestiones históricas 345
XXV. Lo único necesario 351
362