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Por tanto frente al deber de suplir y corregir la invocación normativa de las partes (Iura

Novit Curia), existe la limitación impuesta por el Principio de Congruencia Procesal para el
Juez, porque éste solamente debe sentenciar según lo alegado y probado por las partes,
(Ticona, 1994).

Por el principio de congruencia procesal el Juez no puede emitir una sentencia ultra petita
(más allá del petitorio), ni extra petita (diferente al petitorio), y tampoco citra petita (con
omisión del petitorio), bajo riesgo de incurrir en vicio procesal, el cual puede ser motivo de
nulidad o de subsanación (en vía de integración por el Juez superior), según sea el caso,
(Cajas, 2008).

Sea oportuno el momento para precisar que, en materia penal la congruencia es la


correlación entre la acusación y la sentencia, que exige que el Tribunal se pronuncie
exactamente acerca de la acción u omisión punible descrita en la acusación fiscal; es
obligatoria la comparación a efectos de la congruencia procesal, que se establece: entre la
acusación oral, que es el verdadero instrumento procesal de la acusación, y la sentencia que
contendrá los hechos que se declaren probados, la calificación jurídica y la sanción penal
respectiva; su omisión es causal de nulidad insubsanable de conformidad con la norma del
inciso 3 del artículo 298 del Código de Procedimientos Penales, ( Castillo, s/f).

2.2.2.1.11.4.2. El principio de la motivación de las resoluciones judiciales De acuerdo a


Rodríguez Alva, Luján Túpez y Zavaleta Rodríguez, (2006), comprende:

2.2.2.1.11.4.2.1. Concepto. Es el conjunto de razonamientos de hecho y de derecho


realizados por el juzgador, en los cuales apoya su decisión.
Motivar, en el plano procesal, consiste en fundamentar, exponer los argumentos fácticos y
jurídicos que sustentan la decisión. No equivale a la mera explicación de las causas del
fallo, sino a su justificación razonada, es decir, a poner de manifiesto las razones o
argumentos que hacen jurídicamente aceptable la decisión.

Para fundamentar una resolución es indispensable que ésta se justifique racionalmente, es


decir, debe ser la conclusión de una inferencia o sucesivas inferencias formalmente
correctas, producto del respeto a los principios y a las reglas lógicas.

La motivación es un deber de los órganos jurisdiccionales y un derecho de los justiciables,


y su importancia es de tal magnitud que la doctrina considera como un elemento del debido
proceso, situación que ha coadyuvado para extender su ámbito no solo a las resoluciones
judiciales, sino también a las administrativas y a las arbitrales.

2.2.2.1.11.4.2.2. Funciones de la motivación. Ningún juez, está obligado a darle la razón a


la parte pretendiente, pero sí está constreñido a indicarle las razones de su sinrazón. Esta
experiencia de fundamentar, de basar el fallo en apreciaciones fácticas y jurídicas, es una
garantía para la prestación de justicia que deviene, en esencia de dos principios:
imparcialidad e impugnación privada.

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