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La ingeniería era ya milenaria cuando se intentó definirla, nació antes que la ciencia y la
tecnología y puede decirse que es casi tan antigua como el hombre mismo. Obviamente esta
noción de lo que es un ingeniero se sale de los estrechos marcos de las concepciones
actuales. No se pretenderá que los ingenieros primigenios fueran científicos y mucho menos
que conocieran la tecnología, eran simplemente ingenieros. Por ello ingeniero no es quien
tiene el título, es quien ejerce la ingeniería, la profesión que concreta los sueños y construye
los ingenios de todo tipo, tan sencillos como la rueda, entendiendo como ingenio ya sea una
máquina o artificio de guerra o bien un artilugio que se fabrica con entendimiento y facilita la
labor humana, que de otra manera demandaría grandes esfuerzos. En realidad, la palabra
ingeniero apareció en la Edad Media para designar a los constructores de ingenios, aunque
junto con el sacerdocio y la milicia, la ingeniería fue una de las primeras profesiones en
aparecer. Es decir, la profesión de ingeniero existió muchos siglos antes de que se le diera
ese nombre.
Aunque en sus inicios la ingeniería nació como evolución de los oficios artesanos, es decir,
basada exclusivamente en la experiencia, la aparición de un mundo caracterizado por la gran
velocidad de cambio y la fuerte evolución de interdependencia con los conocimientos
científicos, ha hecho que esta disciplina tome un gran auge en el mundo moderno.
Sin embargo, hubo una época bastante extensa donde la arquitectura y la ingeniería la
desempeñaban maestros o técnicos que podríamos considerar como “arquitectos”. Con el
paso del tiempo, al complicarse la construcción y diversificarse las técnicas, los papeles del
arquitecto y del ingeniero quedaron totalmente diferenciados.
El “ingeniero civil”, como tal, se puede decir que aparece en Inglaterra con John Smeaton,
quien en 1750 acuña el nombre, quizá para diferenciarlo del “ingeniero militar”, sin darse
cuenta que ingenieros civiles eran también los de minas, los metalúrgicos, etcétera, existentes
ya en aquellas épocas. Los franceses emplearon, a partir del siglo XVIII, el nombre de
Ingenieros de Puentes y Caminos. En España, desde principios del siglo XIX, la denominación
fue la de Ingeniero de Caminos y Canales (posteriormente Ingenieros de Caminos, Canales y
Puertos); no obstante, la ingeniería no militar se diferenciaba en “caminos y canales” y
“minas”, al igual que en Francia. Se debió esperar hasta la mitad del siglo XIX, para que en
España apareciera la figura de Ayudante de Obras Públicas, que con el paso del tiempo, se
transformó en Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Todavía un siglo después los ingenieros
civiles definían su profesión como “el arte de la aplicación práctica del conocimiento científico
y empírico al diseño y producción o realización de varios tipos de proyectos constructivos,
máquinas y materiales de uso o valor para el hombre” .
Los ámbitos de actuación de los ingenieros civiles fueron, con el tiempo, desmembrándose en
diversas ramas, que dieron lugar a distintas especialidades como la ingeniería agronómica, de
montes, mecánica, química, eléctrica, industrial, electrónica, de telecomunicaciones,
informática, aeronáutica y naval.