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ñ.

10 ideas

La filosofía
FRANCO VOLPI La única forma de hacerlo es su-
semblanza Nicolás Gómez Dávila

H
ay escritores que apa- birse a su ideario siguiendo el hilo
recen inesperados, sin de la empatía, compartir intuicio-
anunciarse por nada ni nes e idiosincracias, preferencias y
nadie. Solitarios que se sobrepo- anatemas. El único apoyo heurís-

como ácida
nen a lo imprevisto, intempesti- tico lo provee el mismo Gómez
vos e irregulares y, por esta razón, Dávila, involuntariamente, en un
inconfundibles e inimitables. Por volumen editado por su hermano
lo que escribe y por cómo escribe, Ignacio, él también escritor, con el
el colombiano Nicolás Gómez Dá- título de Notas (primer volumen,
vila pertenece por derecho a este Mèxico 1954, el segundo nunca

provocación
grupo, y en el panorama literario y se escribió). Es un laboratorio de
filosófico de la América latina con- apuntes, máximas, recuerdos y jui-
temporánea constituye un perso- cios, reelaborados más tarde en los
naje más único que raro. Escolios. Para el autor, un simple
Luego de la afortunada edición ejercicio preparatorio olvidable;
de Adelphi de una primera parte para nosotros un atisbo precioso
de sus Escolios a un texto implíci- para espiar el atelier del escritor,
to –In margine a un testo implici-
to (Adelphi 2001)– se convirtió en
entender su espíritu, reconocer
y ver madurar su inconfundible De un conservadurismo tenaz,
un caso literario y sus aforismos estilo construido alrededor de
se tradujeron por todo el mun- fulminantes efectos lingüísticos y escéptico y creyente, Nicolás Gómez
do. Al cumplirse una década de mentales. Es la clave –especulati-
su muerte, en 2004, los diarios
Frankfurter Allgemeine Zeitung y
va, poética; de a ratos personal y
biográfica– para ensimismarse Dávila (Bogotá 1913-1994) deslumbra
La Repubblica le dedicaron un am- en la perspectiva gomezdaviliana y
plio retrato para recordarlo (ambos entender su visión del mundo y su en Europa y aviva debates en su país,
con mi firma), y también en Co- original teoría del aforismo.
lombia, donde hasta hace poco su
nombre sólo circulaba en el marco Palabras del silencio que rechaza la visión “pintoresca”
restringido de los amigos y compa-
ñeros de tertulias, ha sido repenti- De la vocación exclusiva de Gómez del filósofo. En este ensayo, su editor,
namente recuperado. El 27 de julio Dávila por este género de escritura
de 2004, invitada por la hija Rosa
Emilia y por el editor Benjamin Vi-
breve y elíptica poco agregaré aquí.
Concisión y condición paradójica Franco Volpi, enhebra los aforismos
llegas, la aristocracia bogotana se del aforismo son ventajas que se
dio cita en el Museo El Chicó para vuelven útiles al escritor colom- que son su marca de estilo y su arma
conmemorarlo, reflexionar sobre biano, convencido como está de
su obra y dar cuenta de su singular
fortuna. Allí nació la idea de volver
que las complicaciones del pensa-
miento pueden hallar espacio en la preferida en el duelo del pensar.
a publicar íntegramente el corpus simplicidad de una frase, y que “la
de sus aforismos, inconseguibles totalidad del universo existe tanto en
en las ediciones originales, y de re- el universo entero como en cada uno
unirlo en un cofrecito, realizado al de sus aparentes fragmentos”.
año siguiente (Obra Completa en Al adoptar este estilo –que una nada a nadie, sino a mantener mi igualmente radical en el hombre,
cinco volúmenes, con un volumen larga tradición, de Hipócrates a vida en cierto estado de tensión”. al que considera un problema sin
mío de introducción: El solitario Nietzsche, ha plasmado y reduci- Practicada en forma mínima, con solución humana. Una adhesión
de Dios, Villegas Editores, 2005). do hasta convertirlo en “la expre- sobriedad, concisión, ascesis, bo- tenaz a la antigua raíz del catoli-
En cuanto a la biografía de Ni- sión verbal más discreta y más veci- rrando las ideas intermedias e in- cismo, a su espíritu tradicionalista
colás Gómez Dávila, puede resu- na al silencio” (Notas, 17)–, Gómez útiles, la escritura se convierte en más severo, y un rechazo igual-
mirse en tres palabras: “Leyó, es- Dávila elige algunos modelos. Su un modo de afrontar la tarea des- mente obstinado de los valores
cribió y murió”. Nacido en Bogotá secreta preferencia corresponde, nuda de vivir. Por tanto: nulla dies transitados de la modernidad: la
el 18 de mayo de 1913, a los seis probablemente, a Joseph Joubert. sine linea (ni un día sin una línea), razón, el progreso, la emancipa-
años se trasladó con su familia a La sutil alusión, la escritura refina- permanentes ejercicios de estilo ción, la larga marcha de la huma-
París, donde se benefició de una da, la religiosidad delicada del des- cuya brevedad permita “que lo que nidad hacia lo mejor. Una versión
formación humanística de primer conocido amigo de Chateaubriand deseamos escribir se halle concluido exacerbada del medieval contemp-
orden, aprendió las lenguas anti- congenian con él de tal modo que antes de que la conciencia de su me- tus mundi y un rechazo igualmen-
guas y modernas y se familiarizó a veces su pluma parece mojada en diocridad nos impida continuarlo”. te neto y no negociable de la espe-
con los clásicos. Tras regresar a la tinta del mismo tintero. Los une Incluso la aspiración-límite formu- ranzada antropología humanística
su patria a los 23 años, se retiró a el genio de la brevedad, la maldita lada con drástica coherencia en el de la dignitas hominis. En fin, un
una vida apartada, dedicándose a ambición de querer meter un libro siguiente auspicio: “Si es menester, tradicionalismo intransigente e
la escritura y a la lectura, o mejor, entero en una página, una página que la lucidez del orgullo nos conduz- intolerante en el que sólo el estilo
a la que era para él la única cura en una frase y esta frase en una ca a la humildad y que el amor a las rescata las ideas, y que culmina en
contra el tedio de la existencia: la palabra: quien escribe aforismos palabras nos entregue al silencio”. una espeluznante constatación:
biblioterapia. En una gran sala de no quiere ser leido sino aprendido Por lo demás, Gómez Dávila “Este siglo se hunde lentamente en
su casa estilo Tudor, en el barrio de memoria. Lo que distingue a sabe cuán ridícula es la condición un pantano de espermo y de mierda.
Nogal de Bogotá, se ubicaba la Gómez Dávila son las tintas más del escritor sin talento, como la de Cuando manipule los acontecimien-
imponente biblioteca con la litera- fuertes, la sistemática búsqueda un “eunuco enamorado”. Por eso tos actuales, el historiador futuro
tura y el pensamiento de la vieja de la sentencia contundente, el es preciso prestar atención para deberá ponerse guantes” (Escolios
Europa. Allí, Colacho –así lo lla- entimema preferido a la máxima no burlar los límites de la propia I, 220). Si las cosas son realmente
maban sus amigos– se entretenía argumentada y al razonamiento fragilidad, ateniéndose a la humil- así, ya no es posible ser “conserva-
leyendo, meditando y anotando en entero. Quiere, en definitiva, el dad: “No veo en estos cuadernos el dores” porque ya no hay nada que
lápiz sobre cuadernos verdes sus cortocircuito que electrice al pen- repositorio de raras revelaciones; me conservar sino sólo para demoler.
propios escolios, pensando en un samiento y empuje la imaginación contento con arrancar a mi estéril Hay que ser simplemente reaccio-
libro ideal, “implicito”, que sólo se al anudar las simples frases en un inteligencia unas pocas centellas fu- nario, lo que para Gómez Dávila
sentía capaz de imaginar. Murió todo, como toques cromáticos de gitivas” (Notas, 16). quiere decir: inteligente.
en Bogotá el 17 de mayo de 1994. una pintura puntillista. La suya es Surge aquí una singular tona-
una “filosofía pointilliste: se pide al Del desprecio del mundo lidad en su tradicionalismo. Entre
Jardín sin entradas lector que gentilmente haga la fusión las dos versiones doctrinales del
de los tonos puros” (Notas, 332). En la casualidad aparente de su ca- cristianismo: la agustiniano-pasca-
En sus aforismos toma forma un Y hay más: para Gómez Dávila leidoscopio vertiginoso de aforis- liana de tendencia fideísta y espiri-
universo de pensamiento que se adoptar el estilo mínimo del aforis- mos se reconocen algunas confi- tualista, y la aristotélico-tomista, de
presenta como un recinto cerrado, mo significa darse una disciplina, guraciones estables que revelan su impronta racionalista y escolástica,
un jardín sin entradas, en el cual adoptar una regla de vida, obede- visión del mundo: una fe perdura- Gómez Dávila elige la primera.
no hay tránsito racional ni inferen- cer a una estética de la existencia. ble en Dios, en su omniciencia y No para descartar la razón y dar
cia lógica que sirva para ingresar. “Estas notas no aspiran a enseñar omnipotencia, y una desconfianza lugar sólo a la fe, sino para valo-
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zas, y se abre así una perspectiva ce curva que nace de la nuca y fluye
genealógica que explica sentencias hasta el vientre no perezcan!”.
de otro modo incompatibles. El jo-
ven Nicolás no es el mismo que el De la lucidez y de Dios
viejo. En el primero irrumpe, co-
mo contrapeso de la inteligencia, Pero la vida, en su tendencia a
una incontenible sensualidad. La perderse, en su mentirse a sí mis-
carne en su desear inextinguible. ma, nos arroja a la mediocridad
La vida como el más poderoso con inexorable melancolía. O nos
excitante. Ellas mantienen vivo el abandona, dejándonos suspendi-
fuego de la inteligencia: “Mejor no dos entre la inutilidad de las pres-
ser nunca nadie, mejor no ser nunca cripciones y la estupidez de las
nada que matar en nosotros el deseo, prohibiciones, incapaces de decidir
que extinguir nuestra sed”. Por lo y actuar: ¿no tomamos decisiones
tanto,“la inteligencia que olvida o porque creemos en la sabiduría
desprecia los gestos voluptuosos desco- de las decisiones que la vida toma
noce la densidad que presta al mun- por sí misma, o creemos en la sa-
do la oscura presencia de la carne”. biduría de la vida porque somos
Pero vale también lo contrario: incapaces de tomar decisiones? La
“No habremos aprendido a gozar vida nos empuja hacia una lúcida
sensualmente el mundo sino cuando y desesperante desolación: “Días
el gesto que palpa se prolongue en enteros pasados sin pensar en nada,
arabesco de la inteligencia”. Princi- sometidos a la tiranía y al capricho
pio de una metafísica de la sensua- del momento. ¿En qué piensan los
lidad que percibe como espejismo otros? Esta interrogación me parece
el inalcanzable punto de equilibrio un problema, hasta que recuerdo la
entre la carne y la inteligencia. oquedad en la que vago días enteros
Detrás de esta intuición, no hay como en un largo y lento lago azul”.
sólo teoría. Está la vida vivida. El También del abismo de es-
mismo Gómez Dávila. “Siento que te lago emerje, impenetrable, el
mi existencia sólo tiene dos puntos sentido de superioridad que ga-
de plenitud y de equilibrio... Mi ser rantiza la inteligencia: “Para crear
se cumple sólo en la yerta cumbre de alrededor mío la zona de silencio y
la idea o en el valle bajo y sofocante tranquilidad necesaria a la vida que
del erotismo. La meditación más abs- no quiere hallar sino en sí misma la
tracta sobre el espiritu, sus normas, causa de sus ocupaciones y de sus
sus principios, o la tibia selva de los quehaceres, he encontrado útiles an-
gestos voluptuosos. Sólo me conmueve te todo la buena educación y la mala
el lívido amanecer que me encuentra fe”. Dos virtudes indispensables en
desesperado ante el problema insolu- una sociedad en la que quien pro-
ble o ante el cuerpo inviolable, que ni pone una idea inteligente “se siente
Nicolás Gómez Dávila. Casi un desconocido hasta la reedición de sus aforismos, ahora es leído y celebrado en Europa. siquiera su complicidad traiciona”. pronto tan incómodo como si hubie-
Se advierte aquí la inclinación ra introducido un elefante”. Regla de
al vértigo, al desequilibrio, a la caí- vida imprescindible, la sobriedad
rar la verdadera inteligencia, la de da. La sensualidad se convierte en sigue en pie: ser indiferentes sin
CONTEXTO comprender que en una materia pretexto para una exaltación mági- cinismos y apasionados sin entu-
altísima como ésta, demostrar y ca y ocasión para la trascendencia: siasmo. Y si es posible, dedicarse
argumentar significan “perder un “¡Ah! Perderse en una espesa selva al pensamiento. Tan independien-
Elogio del reaccionario exótico tiempo que podríamos consagrar a
pensar”. Al final llega puntual su
tenebrosa y carnal. Aspiramos a una
posesión demoníaca, per solamente
te, placentero y gratificante como
para hacernos olvidar hasta la me-
confesión: “Más que cristiano, qui- hacemos el amor” (Notas, 33). Pero diocridad de nuestros pensamien-
Poco frecuentado en la Argenti- este éxito póstumo se observa zá soy un pagano que cree en Cristo” la sensualidad exasperada trae un tos. La esperanza es que la luz de
na, Gómez Dávila ha sido com- con gesto de duda.”Es un lugar (Escolios I, 316). probema teológico: “Es el refugio la inteligencia ilumine el inerte co-
parado con “raros y exquisitos” común que nadie es profeta en del hombre desposeído de Dios, el úl- no de sombra que toda existencia
como Cioran o Canetti, como su tierra –escribió Hernán D. La espina de la carne timo recinto donde su desesperación arrastra tras de sí.
Antonio Porchia o Albert Cara- Caro–. Y quién ignora que los se encara contra la divinidad que lo En definitiva no queda más que
co. El interés por sus aforismos grandes genios colombianos (en ¿Pero cómo se hace para ser inte- abandona”. La obra blasfema del atrincherarse en nuestra ciudadela
en Europa, sobre todo en Ale- la eventualidad de que existan) la ligente? ¿Cómo se constringe la Divino Marqués pone el problema interior, montando guardia en las
mania –tierra de eminentes afo- tienen difícil para ser celebrados lucidez? Los prontuarios de inteli- en toda su crudeza: ¿qué queda del entradas de la frágil singularidad
ristas–es notable. Ernst Jünger, en un país enfrascado en nues- gencia inevitablemente van a caer hombre, después de la muerte de de la que somos soberanos. Bien,
Hans Magnus Enzensberger, los tro infeliz saqueo y cataclismo en “estupidarios”. (...) Lo cierto es Dios, si no la naturaleza terrorífica pero si “el filósofo está hecho para
dramaturgos Botho Strauss y moral de cada día. No por ello que la inteligencia exasperada pue- de sus pulsiones? “La obra de Sa- vivir indiferente a todo” (Notas, 77),
Heiner Müller se dijeron admira- deja de ser insólito que un os- de volverse estéril. Perderse en lo de es la única tentativa coherente de ¿qué respuesta podríamos dar a
dores suyos. En Berlín se realizó curo aforista sea ensalzado por abstracto. Cerrarse y clausurarse. construir un universo rígidamente las tres célebres preguntas kan-
un coloquio homenaje a Gómez distinguidos intelectuales euro- Contra este riesgo, bien en el cen- vacío de las tres Virtudes Teologales. tianas: qué pensar, qué hacer, en
Dávila (el artículo de F. Volpi re- peos”. Caro examina y disipa las tro de sentencias metafísicas, Gó- El universo de Sade es el universo de qué creer? En el río del tiempo que
toma lo allí dicho) que contó con razones de los apologetas y for- mez Dávila no duda de llamarse la absoluta ‘finitud’”. Es la antropo- destruye, todo va a parar al fondo
la participación –especialmente mula dos hipótesis de este suce- a la realidad densa y sensual de la logía negativa más coherente por- del mar del relativismo y de la pre-
interesante, en este marco– de so. (1) “Todo el mundo ama a un carne. Para escándalo del mojiga- que “cuando Dios muere, el hombre cariedad, y nosotros “pasamos nues-
Fernando Savater. El español no buen odioso (G.D. lo era)”. Y (2) to proclama: “Un cuerpo desnudo se animaliza”. Así que no nos ha- tra vida golpeando, siempre, a la mis-
puede menos que considerar “Llama la atención que siempre resuelve todos los problemas del uni- gamos ilusiones: “El hombre es un ma puerta cerrada”. Sólo la historia,
“completamente erróneas” las se subraye que Gómez Dávila es verso”. ¿Quizás entonces el suyo es animal que imagina ser hombre”. que todo lo abarca, parece capaz de
ideas metafísicas del colombia- un filósofo colombiano. Como si un contemptus mundi sólo aparen- Un día tendrá que escribir una una totalidad. Escepticismo exis-
no, y “ajenos” sus fundamentos el epíteto de inusual resonancia te? ¿Un desprecio que, en realidad, Crítica de la razón erótica que es- tencial e historicismo ontológico
y su “concepción ultracatólica, combinado con ‘pensador’ lo se las agarra contra el mundo mo- tablezca las condiciones de posibi- son las inevitables conclusiones:
como coartada al escepticis- hicieran más llamativo. La hi- derno? ¿O es el muelle al que se lidad de una “metafísica sensual” “Mis santos patrones: Montaigne y
mo”. “Es tranquilizador para un pótesis del exotismo permitiría llegó con la madurez de los años, capaz de salvar nuestros cuerpos. Burckhardt”. El maestro de la skep-
progresista –escribió Savater– entender por qué Till Kinzel, de una vez que se dejaron de lado las Frente a la evidencia de que “todo sis es también el de la historia.
considerar rechazables las con- la Univ. T. de Berlín (G.D. le ha- que con irónica suficiencia define nace y todo perece” se insinúa una Y sin embargo, “la historia no
clusiones de un reaccionario mi- bría dedicado un dardo extermi- como “ideas de leche”? Oigamos su hipótesis: “Quizás lo único que no resuelve ninguno de los problemas
litante. Lo malo es que aquí esa nador) titula absurdamente uno explicación, acaso autobiográfica: sea vanidad es la perfección sensual que plantea”, puesto que “la verdad
tranquilizadora concordancia es de sus muchos artículos sobre “Como los dientes de leche, existen del instante”. Poner en suspenso está en la historia, pero la historia
la excepción. La mayoría de sus el bogotano: “Nicolás Gómez las ideas de leche. ¿A qué edad co- el devenir destructivo del tiempo no es la verdad”. Salir de la aporía
aforismos son demoledoramente Dávila: un guerrillero colombia- menzamos a cambiarlas?”. es una quimera que vale la pena exige una sabiduría capaz de con-
certeros…” Pero en Colombia, no de la literatura”. (I.C.) La imagen granítica del catoli- soñar: “¡Que ese cuerpo que duerme ciliar fugacidad y permanencia,
cismo tradicionalista se hace tri- abandonado junto al mío y esa dul- relatividad y absoluto, inmanen-
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cia y trascendencia: una “sabidruía

ensayo breve
perfecta” que ame “las cosas pasaje-
ras porque pasan y las cosas eternas
porque duran“, y sobre todo que no
pretenda “enseñarle a Dios cómo se
hacen las cosas” (Notas, 327). Sólo
así la inmanencia encuentra un
punto de fuga hacia la trascenden-
cia (...). Es preciso correr el riesgo
de imprimir un sentido metafísico
a las cosas y vivir en el mundo co-
mo si no fuéramos de este mundo.
Esta es la perspectiva de la “meta-
física sensual “ en la cual todo ser

Flores en un rincón
coincide consigo mismo y con la
propia singularidad, hallando sólo
aquí el propio sentido. Colaboran
en esta empresa el arte y la reli-
gión. “El mundo, sin la interpreta-
ción del arte, sería como las fotogra-
fías de la superficie de la luna”. ¿Y la
religión? ¿La verdadera religión? La paciente restauración que lleva a cabo John Berger de una
“Es monástica, ascética, autoritaria,
jerárquica”, incluso si “no es un con- pequeña naturaleza muerta pintada durante la hambruna, en Rusia,
junto de soluciones, sino un conjunto
de problemas”, e incluso si “ella no en 1922, inspira una reflexión sobre la luz y sobre el tiempo.
explica nada, sino complica todo”.
Nos regala sin embargo la eviden-
cia deslumbrante del Ser absoluto:

E
“La única cosa de la cual nunca he mpezó así. Hace unos en distintos rincones de las habi- Era de todos modos un año de
dudado: la existencia de Dios”. Bien, diez años, Nella se hallaba taciones de la casa. Más pintura hambruna generalizada. Casi to-
¿y cuáles son las pruebas ontoló- en Moscú, parando en ca- se había descascarado, dejando dos los puntos blancos ya están
gicas que la demuestran? Gómez sa de unos viejos amigos rusos. más espacios de tela blanca. Para cubiertos.
Dávila está a un atisbo de la here- Un día pasó por una tienda de entonces, el daño era mucho más Esa noche, fui varias veces a
jía: “A través de la belleza de una objetos usados. Probablemen- llamativo que la imagen. ver la pintura. O más bien a mi-
frase, de una forma, de un volumen; te se considerara una tienda de No puedo tirarlo, me dijo Nella rar el rincón pintado en aquella
a través de lo que una presencia hu- antigüedades. En ese momento, la semana pasada. pequeña habitación. No podía
mana impone con autoridad serena; la gente en Moscú vendía todo lo Y yo le respondí: Intentaré re- dejarlos así. Ni a las flores en la
a través de su nobleza, su orgullo, su que encontraba en sus armarios pararlo. Es imposible restaurarlo repisa ni al cuadro. Todavía se
esplendor, su sufrimiento, su dicha; porque los sueldos y las jubilacio- bien, está muy arruinado y yo no podía ver dónde habían estado
a través de la pasión intelectual que nes se habían derrumbado. En tengo habilidad para hacerlo. Sim- los blancos. Como marcas de
anhela una ascensión áspera, abrup- las esquinas se podía comprar plemente puedo colorear los pun- viruela. Tenía que restituirlos en
ta; es, así, a través de una dialéctica toda la platería de la familia. Pa- tos blancos. mejor estado a aquella tarde de
carnal que Dios aparece a mi razón, ra Nella, los negocios de usados Entonces empecé. Mezclando fines de setiembre, antes de que
de manera tan irrefutable como des- en cualquier ciudad del mundo los colores en un platillo blanco. llegara el temido invierno.
lumbra mi fe”. Hasta el ateísmo se son tan irresistibles como los dic- Hacía años que no usaba óleo. Necesitaba pintar más libre-
convierte en demostración de la cionarios. Entra para dar vuelta Cuando dibujo, utilizo tintas o mente. Pero no podía tratar la
existencia de Dios. las páginas. Esta vez encontró un acrílico. Ningún color se mezcla pintura como si fuera mía; era
Es cierto que su obra parece cuadro. Un óleo sobre tela. Una como los colores al óleo. Uno va de Kleber. Más completamente
brotar de la nada. Inactual, in- pequeña naturaleza muerta con elaborando con pequeñísimas can- suya de lo que había imaginado
comparable, inclasificable. Una crisantemos rojos. tidades un timbre en el platillo y anteriormente. Si no era libre, la
obra que proviene de una inteli- Lo compró. Firmado y datado: después descubre si, al aplicarlo luz no volvería.
gencia que no piensa ni los pro Kleber, 1922. Costó menos que en la tela, el color coincide o no Temprano a la mañana si-
ni los contras. Que no piensa dia- un ojo de la cara. Muchísimo con la “voz” buscada. guiente continué. Sentado con
lécticamente, sino diversamente. menos. Había centenares de puntos la tela sobre mis rodillas y el pla-
Que sigue su camino impertérrita De vuelta en París, no sabía blancos descascarados para cu- to sobre la mesa a mi lado. Hay
y sin indulgencias: “No debemos dónde colgarlo. No quedaba bien brir. Carmesíes negruzcos para unos versos en un poema de Aj-
pensar para nuestro tiempo o contra en ningún sitio. En algunas par- las flores en la sombra. Marrones mátova sobre el tema del duelo,
nuestro tiempo, sino fuera de nues- tes habían saltado pedacitos de de guitarra para la madera del ca- que se refieren a un crisantemo
tro tiempo. Y que esto sea imposible, pintura -–del tamaño de granos jón debajo de la repisa. Grises de aplastado por una bota en una
¿qué importa? pues es ante todo una de sal, y se veía el blanco de la te- moluscos para las paredes des- vereda. Esos versos fueron es-
exigencia de principio y una regla del la. Siempre que duda, Nella espe- conchadas del rincón donde se critos veinte años más tarde.
método”. Ignorados hasta hace po- ra a que la duda desaparezca. En encontraba la repisa. Un rosa ma- Los crisantemos carmesí en esta
co, los aforismos de Gómez Dávi- general, es lo que suele ocurrir. genta indescriptible para los péta- naturaleza muerta son todavía
la, en tanto, circulan y encuentran Puso la tela en una bolsa de plás- los iluminados. Todo sugería que inocentes.
resonancia en todas partes. Lo que tico negra en el garaje junto con ese cuarto de 1922 era pequeño, Pinto libremente, inspirado
le interesaba no era tanto la fortu- otros paquetes de ropa, libros y probablemente con mucha gente por la nostalgia de lo que está
na que tuvieran, sino que su voz, objetos anodinos totalmente ig- viviendo en él. Por allí, en la tela. Descubro que en
que amaba esconderse entre pocas norados por quienes pasaban. Mientras cubría uno tras otro John el rincón de un cuarto pequeño
palabras, fuera conservada: “No es Antes de esconderlo me lo mos- los puntos blancos perdí la noción Berger la luz, cayendo sobre dos paredes
una obra lo que quisiera dejar. Las tró y pensé: Flores en un interior del tiempo. Con esa pérdida del Escritor. su descamadas y media docena de
únicas que me interesan se hallan a del siglo XIX, sin ningún indicio sentido del tiempo, mi sentido de ultimo libro flores desparramadas, es como
en castella-
infinita distancia de mis manos. Pero de cambio, sólo podía ser ruso. la identidad cedió. Una pincelada no es “king”
una promesa de algún futuro le-
un pequeño volumen que, de cuando Los crisantemos yacían sobre tras otra, un tono tras otro, me (ALFAGUARA). jano inimaginable.
en cuando, alguien abra. Una tenue una repisa angosta. Detrás de acercaba a la visión sistemática El trabajo está terminado. Ahí
sombra que seduzca a unos pocos. ellos se veía un jarrón vidriado que pertenecía a un par de ojos lo tienen, un cuadro de Kleber,
¡Si! Para que atraviese el tiempo, vacío. ¿Estarían a punto de ser que hasta entonces no habían sido 1922.
una voz inconfundible y pura”. De colocados en ese florero? ¿O los los míos. Aquellos ojos estaban en Por el momento, un momen-
cuando en cuando, en noches de habrían sacado, quizá prematu- otro lugar. to ha sido salvado. Ese momen-
insomnio, hemos abierto sus pá- ramente, para tirarlos? En cual- Yo estaba observando unas flo- to fue antes de que yo naciera.
ginas y escuchamos su voz incon- quiera de los dos casos, lo mejor res sobre una repisa en el rincón ¿Podemos enviar promesas al
fundible y pura. A continuación su era dejarlo en el garaje. de un cuarto pequeño iluminado pasado?
solitaria meditación. Desde enton- Pasó el tiempo. Un año el por la luz vespertina de un día de
ces, sus Escolios se han convertido garaje se inundó. Nella sacó el fines de septiembre del año 1922. (c) John Berger y Clarín, 2008.
en nuestro libro de cabecera. cuadro de la bolsa y lo acomodó La Guerra Civil había terminado. Traducción de Cristina Sardoy
traduccion de ivana costa.

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