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UNIVERSIDAD DE CUENCA

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS.

MATERIA: DERECHO INTERNACIONAL II

INTEGRANTES: ALLISON MILENA HIDALGO AGUILAR.

ROSA MARINA MARURI LOJA.

HEIMY CRISTINA SALAMEA ECHEVERRIA.

SANTIAGO REYES ANDRADE

ERIKA JACKELINE YUNGA PINOS.

TEMA: MEDIDAS CAUTELARES

CURSO: SEXTO CICLO GRUPO 1

PERIODO LECTIVO

2020* 2021
MEDIDAS CAUTELARES ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE
DERECHOS HUMANOS.

Introducción:
La protección de los derechos humanos ha sido siempre un tema de gran
relevancia, sean estos en el ámbito jurídico, político, social, económico, etc. su
reconocimiento y protección estatal e internacional han permitido que los derechos
humanos sean garantizados mediante mecanismos constitucionales e internacionales. La
evolución de los derechos, los mismos que han traído consigo una evolución progresiva
tanto nacional como internacional. Desde la segunda guerra mundial la protección de
derechos humanos ha tomado gran relevancia hasta nuestros días, para lo cual se han
creado Organismos internacionales que buscan la protección tal de los derechos
humanos ya sean en América, Europa o Asia.
El presente trabajo tiene la finalidad de evidenciar la evolución histórica y aplicativa
con respecto a las medidas cautelares en el sistema internacional, así como sus
características y requisitos que adopta la Comisión Interamericana de derechos
humanos, con el fin de salvaguardar y proteger los derechos fundamentales vulnerados a
cierto grupo de personas como lo son: mujeres, niños, sindicalistas, grupos vulnerados,
personas privadas de la libertad entre otros, los mismos que deben ser de alta gravedad o
de carácter urgente.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos es un órgano judicial autónomo de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), que tiene su sede en San José de Costa
Rica. Su finalidad es aplicar e interpretar la Convención Americana de Derechos
Humanos y otros tratados de derechos humanos a los cuales se somete el llamado
Sistema Interamericano de Derechos Humanos. La Corte Interamericana de derechos
humanos, establece ciertos requisitos normativos que permiten acceder a estas medidas
cautelares, las mismas que están establecidas en su Art 25.
Las medidas cautelares son acciones que permiten la prevención o cautela en la
vulneración de los derechos protegidos a través del proceso jurisdiccional, en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos se establece la misma acción al proceso en sí, su
finalidad es la misma aunque cambie su fuente frente al decreto de una medida en un
proceso de carácter nacional, el juez que conoce del proceso expide la medida cautelar a
solicitud de parte, por su parte el juez interamericano no decreta la medida cautelar, esta
función la tiene el órgano cuasi jurisdiccional denominada Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, estas medidas cautelares son controversiales en el mundo jurídico
por su legitimidad y validez dentro de los ordenamientos jurídicos de los Estados parte
lo que hace que sea un problema a resolver su carácter vinculante en el ordenamiento
jurídico.
Desarrollo:
Se dice que las medidas cautelares tienen mas de 30 años de historia en el
sistema interamericano de derechos humanos, estas existen con la finalidad de
precautelar los derechos fundamentales de los habitantes de los 35 estados que se
encuentran subordinados a la comisión interamericana de derechos humanos. Las
medidas cautelares son un instrumento efectivo de protección y prevención ante
posibles daños graves e irreparables a personas o grupos de personas que enfrentan
situaciones de riesgo inminente. Entre los grupos que protegen las medidas cautelares
tenemos: defensores de derechos humanos, periodistas y sindicalistas, grupos
vulnerables, tales como mujeres, niños, comunidades afrodescendientes, pueblos
indígenas, personas desplazadas, comunidades LGTBI y personas privadas de libertad.
Adicionalmente, han protegido a testigos, operadores de justicia, personas en vías de ser
deportadas a un país donde podrían enfrentar torturas o ser sujeto a tratos crueles e
inhumanos y personas condenadas a la pena de muerte,
El mecanismo de medidas cautelares se encuentra previsto en el artículo 25
del Reglamento de la CIDH. Según se encuentra en el Reglamento, únicamente en
situaciones de gravedad y urgencia la Comisión podrá, a iniciativa propia o a solicitud
de parte, “solicitar que un Estado adopte medidas cautelares. Estas medidas, ya sea que
guarden o no conexidad con una petición o caso, se relacionarán con situaciones de
gravedad y urgencia que presenten un riesgo de daño irreparable a las personas o al
objeto de una petición o caso pendiente ante los órganos del Sistema Interamericano”.
Las medidas podrán ser de naturaleza colectiva con el fin de prevenir un daño
irreparable a las personas debido a su vínculo con una organización, grupo o comunidad
de personas determinadas o determinables. El actual reglamento indica que el
otorgamiento de las medidas y su adopción por el Estado no constituirán
prejuzgamiento sobre la violación de los derechos protegidos en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y otros instrumentos aplicables. El 1º de agosto de
2013 entró en vigor el Reglamento modificado de la CIDH y establece que "las
decisiones de otorgamiento, ampliación, modificación y levantamiento de medidas
cautelares serán emitidas mediante resoluciones fundamentadas".
FUNCIONES DE LAS MEDIDAS CAUTELARES:
CAUTELAR: Hace referencia a que preservan una situación jurídica bajo el
conocimiento de la CIDH en peticiones o casos. Las medidas pueden estar destinadas a
impedir la ejecución de medidas judiciales, administrativas o de otra índole, cuando se
alega que su ejecución podría tornar ineficaz una eventual decisión de la CIDH sobre
una petición individual. 
TUTELAR: preservar el ejercicio de los derechos humanos.

¿Cuáles son los requisitos generales de las medidas cautelares?


Los presupuestos imprescindibles que condicionan la adopción de las medidas
cautelares guardan íntima relación con el derecho material que se pretende asegurar con
su concesión. El art. 728 LEC enumera los principios a que ha de responder la solicitud
de medidas cautelares para que pueda ser acogida por el Juez: a) peligro por la mora
procesal, b) apariencia de buen derecho y c) caución.

1. Peligro por la mora procesal (periculum in mora)

Tiene su razón de ser este requisito en el transcurso de tiempo que necesariamente ha de


producirse entre la presentación de la demanda y la resolución judicial definitiva del
asunto, pues aunque contáramos con organismos judiciales sumamente diligentes y
eficaces, el cumplimiento de los trámites procesales conlleva una dilación temporal de
la decisión del litigio, cuyo transcurso puede suponer un riesgo para la efectividad del
resultado del mismo, que convierta en ilusoria la legítima expectativa de quien acude a
los tribunales con la esperanza de ver reconocidos sus intereses que se resuelven en la
sentencia.

No se trata de un presupuesto amparado en el principio constitucional del derecho a un


proceso sin dilaciones indebidas (art. 24.2 CE), sino que responde a eventualidades que
pueden afectar al derecho material discutido en la litis y que previsiblemente conviertan
en ilusoria una posible resolución estimatoria del pleito, situación que se hace acreedora
a la adopción de las medidas protectoras tendentes a soslayar esa posibilidad atentatoria
de la tutela judicial que otorgue la sentencia estimatoria.

Este presupuesto admite una doble perspectiva que habrá de ser valorada por el Tribunal
a quien se solicite la medida cautelar.

Por una parte, tiene un marcado sentido objetivo atinente a la conservación los bienes
del deudor hasta la finalización del asunto y la posible efectividad de la condena sobre
los mismos.

Y, por otro lado, esa apreciación habrá de conectarse con la situación personal del
solicitante tendente a conseguir el propósito de que un retardo en la ejecución forzosa
resulte infructuosa por la desaparición de los bienes sobre los que pudo haberse
realizado.

Su objetivo inmediato es procurar que los bienes jurídicos -cualquiera que sea su clase o
naturaleza- que pertenecen al acervo patrimonial del sujeto pasivo permanezcan
integrados en él, para que desaparezca el riesgo de que se difumine la efectividad de una
eventual resolución favorable al instante de la medida.

La apreciación del peligro que puede suponer la tramitación del proceso deberá
justificarse por el solicitante de la medida, pues así lo dispone el art. 728.1 LEC.

2. Apariencia de buen derecho (fumus boni iuris)

Este requisito impone al solicitante el deber de presentar con la solicitud instrumentos


probatorios que respalden la pretensión cautelar. Así se indica en el artíuclo 728.2 LEC.
La Ley Orgánica 13/2009, de 3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal para
la implantación de la Oficina judicial, modifica este apartado, suprimiendo la expresión
"- o por otros medios si carece de documentos"- e introduciendo la siguiente frase final
en sustitución de aquella "En defecto de justificación documental, el solicitante podrá
ofrecerla por otros medios de prueba, que deberá proponer en forma en el mismo
escrito".

Tiene un marcado cariz material, en cuanto que está referido a la aparente


prosperabilidad que ofrezca la pretensión instada, lo que obliga a efectuar un somero
examen inicial del derecho pretendido y de su fundamento probatorio, que permita
alcanzar la convicción de que indiciariamente tiene visos de prosperabilidad la acción
que se ejercita. Como expresamente dice el artículo que lo regula, no se exige un
estudio profundo del asunto, sino análisis superficial, aunque suficiente, que permita
apreciar la concurrencia de los indicios de que quien solicita la medida tiene un ápice de
razón en su reclamación. Guardando las distancias, es una situación semejante a la que
se contempla por el art. 384 LECrim. para decretar el procesamiento de un investigado.

3. Caución

La adopción de las medidas cautelares está subordinada a la prestación de caución


bastante y adecuada -correlativa a la limitación o dificultad que su aplicación reporte al
que la padece- que garantice los daños y perjuicios que puedan originarse al patrimonio
del sujeto pasivo que las soporta. Tiene carácter necesario e imprescindible, pues ni aún
en situaciones de urgencia es posible prescindir de su prestación; de forma que, salvo
que expresamente el precepto legal específico la dispense, el solicitante de medidas
habrá de ofrecer en su escrito de solicitud la clase y suficiencia de la caución
aseguradora de los daños que pueda irrogar su concesión. Y su necesariedad viene
acentuada por el hecho de que su prestación ha de ser anterior a la ejecución de la
medida decretada. Aunque se impone el ofrecimiento a quien las pretende, la
determinación de la fianza corresponde a las facultades del Tribunal (artículo 728.3 Ley
Enjuiciamiento Civil). Se aparta así el modelo legislativo del sistema establecido por la
Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa que somete la exigencia de caución
a la discrecionalidad del Tribunal para la adopción de medidas cautelares; puesto que el
artículo 133.1 de la misma dictamina que "...podrá exigirse la prestación de caución o
garantía suficiente". No obstante, el Tribunal podrá dispensar de la obligación de prestar
caución en los procedimientos en los que se ejercite una acción de cesación en defensa
de los intereses colectivos y de los intereses difusos de los consumidores y usuarios,
atendidas las circunstancias del caso.

4. Valoración de los requisitos

La caución no ostenta auténtica cualidad de requisito de la adopción de las medidas


cautelares, porque en realidad responde a un aspecto accesorio o secundario de la
medida cautelar, en cuanto tiene una virtualidad subordinada a los otros dos elementos
examinados, pues únicamente surge en el proceso cuando aquellos han resultado
determinantes de la concesión de la medida. La caución es un requisito necesario para la
ejecución de la medida cautelar, pero que no existe hasta que se ha tomado la decisión
sobre la concesión de la medida solicitada. Se incorpora al proceso cuando ya se ha
resuelto la cuestión esencial que se debate en la solicitud de medidas cautelares y se
convierte en presupuesto necesario de su ejecución, pero hasta entonces carece de
viabilidad.
Esa condición sitúa a la caución en un segundo plano respecto de los auténticos
presupuestos o requisitos propios de las medidas cautelares, que son el peligro de la
mora y la apariencia de buen derecho.

Limitados tales requisitos, aún puede resaltarse el papel preponderante del periculum in
mora, como requisito nuclear de la concesión de la medida, al estar orientado a evitar la
desaparición de los bienes que el transcurso del tiempo conlleva (AAP Valencia
265/2000 de 6 julio, rec. 1181/1999), a cuyo derredor gira la valoración de la apariencia
de buen derecho, porque, en definitiva, la efectividad de una posible sentencia
estimatoria solo obtendrá cumplida satisfacción si se han adoptado las precauciones
necesarias para impedir el riesgo de difuminación de los bienes del demandado que la
dilación temporal del proceso comporta.

El predominio del peligro de la mora no supone prescindir del valor del otro
presupuesto, el fumus boni iuris, al que también habrá de prestarse la atención que
merece, como complemento necesario del anterior. Pero, precisamente, su carácter
complementario la relega a un segundo plano. Una ponderada valoración de la
conjunción de ambos elementos dictará las pautas a seguir en la concesión de la medida
cautelar que se interesa en cada caso concreto.

La preponderancia del primero de los requisitos, el periculum in mora, se pone de


manifiesto por el art. 39 del Convenio de Bruselas (STS 845/2006 de 5 septiembre, rec.
4123/1999).

¿Puede la medida cautelar ser sustituida por una fianza?

La Ley de Enjuiciamiento Civil incorpora la novedad de permitir que la medida cautelar


acordada sea sustituida por la prestación de caución suficiente y bastante por parte del
destinatario de la misma, con lo que se le facilita la continuidad de su desenvolvimiento
patrimonial, evitando que el sometimiento a medidas que repercutan sobre su actividad
y dificulten o perjudiquen seriamente su economía, quedando, no obstante, garantizado
mediante esa caución sustitutoria el efectivo cumplimiento de la sentencia estimatoria
que se dictare (art. 746 LEC).

¿Cuáles son las características propias de las medidas cautelares?

1. Jurisdiccionalidad

Se trata de medidas que solo las puede decretar el órgano jurisdiccional competente,
como resulta de las potestades jurisdiccionales amparadas en el art. 117 CE y que
implícitamente establece el art. 721.1 LEC; sin que ningún otro organismo ostente
competencia para pronunciarse sobre su adopción. Incluso las que deriven de
actuaciones arbitrales, habrán de ser interesadas ante los Tribunales ordinarios (art. 722
LEC). Así resulta también de la atribución de competencia a los Tribunales españoles
para adoptar medidas provisionales o de aseguramiento respecto de personas y bienes
que se hallen en territorio español y deban cumplirse en España. La L.O. 7/2015, de 21
de julio, por la que se modifica la L.O. 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial lo
recoge ahora en el artículo 22 sexies.

2. Rogación de parte
Las medidas cautelares solo pueden acordarse si media petición de parte (arts.
721.1 y 722.1 LEC), careciendo el Juez de la posibilidad de su adopción de oficio, pues
lo prohíbe terminantemente el número 1 del art. 722 LEC. Si bien, inmediatamente el
mismo párrafo del precepto hace una salvedad a esa prohibición categórica, permitiendo
su adopción discrecional por el Juez cuando se trata de procesos especiales.

3. Instrumentalidad o accesoriedad

Deriva esta cualidad de su condición accesoria del proceso principal cuyo resultado
satisfactorio pretende asegurar su adopción. Por ello, debe responder a un criterio de
proporcionalidad con la finalidad que persigue. Carece de autonomía e independencia y
está condicionada por el objeto del litigio a que se refiere (art. 726.1,1º LEC).

4. Provisionalidad

Integra otra de las notas que tradicionalmente ha caracterizado a las medidas cautelares,
en cuanto que tiende a satisfacer una necesidad inmediata de aseguramiento de un
resultado futuro, que subsistirá hasta que se resuelva el asunto principal y determine la
innecesariedad de su mantenimiento (art. 726.2 LEC), por ello la susceptibilidad de
modificación y alzamiento prevista en el mismo precepto.

5. Temporalidad

Esta condición está estrechamente ligada a la anterior de la que puede distinguirse


porque cualquiera que sea las circunstancias o avatares que se produzcan en la litis, la
medida cautelar tiene una duración predeterminada que producirá su extinción y
alzamiento de efectos en un momento preciso del proceso.

6. Sistema de numerus apertus

La LEC contiene un catálogo amplio y detallado de las diversas medidas cautelares que
pueden adoptarse en el que trata de acoger una variada casuística dimanante de las
diversas situaciones jurídicas que puedan integrar el objeto del proceso, a pesar de lo
cual, no pretende atender a todas los supuestos que en la práctica forense puedan
plantearse, introduciendo a la postre una fórmula general integradora que admite la
adopción de cualquier medida encaminada a asegurar el resultado definitivo del pleito
(art. 727.11ª LEC).

7. Discrecionalidad

Tiene su antecedente en la jurisdiccionalidad y dispositividad mencionadas. Consiste en


que su concesión no viene determinada por la pretensión de la parte que las interesa,
sino que la prosperabilidad de su adopción queda subordinada a la facultad discrecional
del órgano competente para acordarlas, quien deberá realizar un análisis detenido de las
circunstancias concurrentes en el supuesto que se le plantea para después pronunciarse
acerca de su concesión.

8. Sentido patrimonial
Toda la normativa reguladora de las medidas cautelares de carácter general está imbuida
de un profundo sentido patrimonial, pues se orienta particularmente hacia la protección
de intereses económicos y procura que la garantía que integra la medida recaiga sobre
bienes patrimoniales.

¿Qué clases existen de medidas cautelares?

Pueden distinguirse las de carácter personal y las de índole patrimonial.

1. Personales

Se apartan de los principios característicos generales de las medidas cautelares. Tienen,


por ello, un carácter excepcional, porque solo son aplicables en determinados procesos.

En este tipo de medidas no suele regir la exigencia de los requisitos propios de las
patrimoniales, especialmente el fumus boni iuris, porque la adopción de las mismas está
condicionado por una especial relación de parentesco o por estrechos vínculos
personales entre las partes, que excluye la concurrencia de aquel requisito. Asimismo,
destaca la mayor discrecionalidad de que goza el Juez para adoptarlas y, como exigencia
más característica, la necesaria intervención del Ministerio Fiscal, porque suelen
dictarse para asegurar situaciones que precisan su actuación de oficio y como
salvaguarda de los derechos debatidos que afectan a personas a las que representan
(menores, incapaces, procedimientos penales)

Reciben esta denominación porque recaen sobre derechos de la personalidad,


imponiendo frecuentes limitaciones a su ejercicio.

Son propias de los procesos penales y de los juicios civiles relativos a menores,
incapaces, filiación, paternidad y de índole matrimonial.

Admite muy variadas modalidades de contenido, que estará condicionado y


determinado por el fin que se trate de preservar: La primera, más trascendente y
rigurosa de ellas, es la prisión, propia del derecho penal. De las restantes, las más
usuales suelen ser las prohibiciones de acercamiento, comunicación y libre circulación;
la atribución de custodia de menores; fijación de régimen de visitas.

2. Patrimoniales

Comparten su naturaleza con las medidas de carácter general, por responder a un


marcado fin económico. Generalmente consisten en la adopción de medidas para
preservar el patrimonio sobre el que hacer efectiva la resolución que recaiga y en la
prestación de fianzas que garantice el pago de responsabilidades pecuniarias futuras.

¿Cómo se solicitan y tramitan las medidas cautelares?

Para su solicitud no es preceptiva la intervención de Abogado, ni de Procurador (arts.


31.1,2º y 23.1,3º LEC); y pueden interesarse conjuntamente con la demanda -que es la
fórmula más usual- o anticipadamente cuando razones de urgencia lo aconsejen. En este
caso tienen un período de validez de veinte días. Transcurrido ese plazo sin que se
presente la demanda, la medida caduca. Su concesión está precedida de audiencia de la
parte contraria con posible aportación y práctica de prueba pertinente, excepto en los
supuestos de urgencia perentoria, en que la medida podrá decretarse provisoriamente,
inaudita parte, relegándose la comparecencia para un momento posterior a su concesión,
supuesto en el que la padece podrá formular oposición (art. 730 y siguientes LEC).

Esas medidas también podrán solicitarse y concederse en segunda instancia y durante la


tramitación del recurso extraordinario por infracción procesal o de casación (art. 723.2
LEC).

La resolución que conceda la medida cautelar no es susceptible de recurso de casación


(STS 845/2006 de 5 septiembre, rec. 4123/1999).

La Ley 13/2009 ha modificado el art. 730.2 LEC, para concretar el alcance de la


intervención del secretario judicial (Letrado de la Administración de Justicia, tras el
cambio de denominación introducido por la Ley Orgánica 7/2015, de 21 de julio) en la
solicitud de embargo.

En el trámite de la vista de la audiencia de las partes en la Ley 13/2009 se modifica el


art. 734.1 LEC para darle al secretario judicial (ahora llamado Letrado de la
Administración de Justicia) la debida importancia de su intervención.

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